+ Palabra rhema el poder de la sangre de jesús

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El Poder de la Sangre de Jesús

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el

gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno” (Hebreos 13:20).

Referente a este versículo que habla de la sangre del pacto eterno, expliquemos

de donde viene éste pacto de sangre. Debemos recordar que cuando Moisés sacó

al pueblo de Israel de Egipto ya en el desierto ofrecieron sacrificio a Jehová

“Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre

del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas” (Éxodo

24:8), esto fue como sacrificios de paz a Jehová.

Más adelante Dios le indica al pueblo de Israel por medio de Moisés como

debía ser limpio de pecado en caso de que ellos fallaran, en donde deberían

escoger un animal sin defecto y sacrificarlo “y mojará el sacerdote su dedo en la

sangre, y rociará de aquella sangre siete veces delante de Jehová, hacia el velo del

santuario” (Levítico 4:6), este acto haría la expiación. “Y Eleazar el sacerdote

tomará de la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del

tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces” (Números 19:4).

Es importante saber cuántas veces derramo sangre nuestro Señor

Jesucristo desde el momento en que se encontraba en el huerto de Getsemaní

hasta su muerte. En la primera oportunidad cuando se encontraba orando sudo

sangre “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como

grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44), en la segunda

oportunidad es cuando Jesús es flagelado por los latigazos “y habiendo azotado a

Jesús, le entregó para ser crucificado” (Mateo 27:18b), tercero cuando le colocan

la corona de espinas “y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas”

(Mateo 27:29a); en cuarto lugar cuando le arrancaron la barba “Como se

asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su

parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres” (Isaías 52:14); y

le golpearon “y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro” (Lucas 22:64a) en

quinto y sexto lugar cuando fueron clavadas sus manos y sus pies

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respectivamente en los maderos de la cruz “Y cuando llegaron al lugar llamado de

la Calavera, le crucificaron allí” (Lucas 23:33); y por séptima y última vez cuando el

soldado perforó su costado “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una

lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:34).

Como vemos siete (07) veces fue esparcida la sangre de Jesús, coincidiendo

con las siete (07) veces que tenía que rociar la sangre de los animales sacrificados

para la expiación de pecados que hace mención en el Antiguo Testamento. Pero

lo interesante es que Jesús lo llevo a cabo por ultima y definitiva vez para la

expiación o perdón de los pecados de la humanidad entera.

Ahora sabemos que nuestro Señor Jesucristo con este acto nos libra de

todos los pecados. Pero también debemos de entender que este gran sacrificio de

entrega nos libra de muchas cosas, como es, que Él nos libra de la maldición que

venía atravesando la humanidad desde el pecado de Adán y Eva y por la

desobediencia espiritual del pueblo de Israel “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra;

porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí”

(Isaías 1:2), por esto Jesús sufre por nosotros “Desde la planta del pie hasta la

cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están

curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite” (Isaías 1:6); y esto lo padeció con

un solo propósito “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por

nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un

madero)” (Gálatas 3:13).

De la misma forma la sangra de Jesús nos da sanidad total y nos quita toda

enfermedad, dolor y sufrimiento “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y

sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y

abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;

el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”

(Isaías 53:4-5).

Así mismo su bendita sangre nos protege de toda traición de la cual

podamos ser víctimas, ya que el Señor estando en Getsemaní, al sentirse

traicionado por uno de sus discípulos su agonía fue tan intensa que sudo sangre

“Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes

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gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44); también lo vemos en

Isaías “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,

experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue

menospreciado, y no lo estimamos” (Isaías 53:3), entonces como se podía sentir

Jesucristo en ese momento, cuando era traicionado por uno de los suyos, sus

discípulos se habían quedado dormido, uno de ellos lo negaría y los demás lo

dejarían solo en el peor momento de su vida.

También su sangre contrarresta la maldición sobre la tierra y la ruina

“maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu

vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo” (Génesis 3:17b-

18), cuando brotó de Jesucristo sangre de sus sienes y frentes cuando se le colocó

la corona de espinas “y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas”

(Mateo 27:29a). Ningún hijo de Dios debe vivir ni en miseria, ni ruina.

También su preciosa sangre nos libra de toda injuria, rechazo y

menosprecio, ya que sobre Él recayó todo esto cuando fue rechazado por su

mismo pueblo, menospreciado e injuriado o degradado al arrancarle su barba “Di

mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no

escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Isaías 50:6). Al arrancarle la barba lo

que quisieron fue degradarlo como maestro. Entonces en nosotros ya no existe

ningún rechazo, él cargo con ello.

Por otra parte su sangre nos libro de culpabilidad y de argumentos que

tenía el enemigo cuando fueron clavadas sus manos “anulando el acta de los

decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en

medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:14). Y el clavo puesto en sus pies nos

devuelve la victoria sobre la opresión “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da

la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57) y el

propósito que Dios nos había encomendado, que es caminar con Él “Yo soy el

camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). En

este caso decidimos vivir de acuerdo a su dirección y propósito.

De la misma forma la sangre que brotó del costado de nuestro Señor

cuando se le incrustó la lanza nos dio Sanidad Interior “Pero uno de los soldados

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le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:34).

Entonces entendamos que el señor Jesús nos libró de toda angustia, presiones

emocionales, problemas, stress, dificultades, conflictos, luchas diarias, ruina, etc.

“Hay Poder en la Sangre de Jesús”

“HAY PODER EN LA SANGRE DE JESÚS”

“HAY PODER EN LA SANGRE DE JESÚS”

¿Por qué? ¿Quien vive en nosotros? El Espíritu Santo, el que creo al mundo

“y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:2b), el hijo el

que murió por nosotros y el Padre Celestial “y el que a mí me recibe, no me recibe

a mí sino al que me envió” (Marcos 9:37). Entonces si en mí viven el Padre, el Hijo

y el Espíritu Santo, no debe de existir nada que me angustie, ni enfermedad, ni

pecado, ni maldición, ni ruina, ni pobreza. Porque debo estar viviendo en el

propósito de Dios. Amén

“HAY PODER EN LA SANGRE DE JESÚS”

Ya conociendo todo lo que la Sangre de Jesús hizo por mí, debo de estar

seguro que ya tengo Protección “y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá

en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Éxodo 12:13).

Para la Expiación “Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el

año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación” (Éxodo 30:10).

De igual forma para Liberación “Y tú también por la sangre de tu pacto

serás salva” (Zacarías 9:11).

Nos asegura el Perdón “no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los

pecados de ignorancia del pueblo” (Hebreos 9:7b).

Así mismo nos sirve para Limpieza “con sangre; y sin derramamiento de

sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22b).

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Y para Sanidad de todas las enfermedades “y por su llaga fuimos nosotros

curados” (Isaías 53:5b).

“HAY PODER EN LA SANGRE DE JESÚS”

La sangre del sacrificio de Jesús Sobre los hombres “Y David le dijo: Tu

sangre sea sobre tu cabeza” (2 Samuel 1:16a); “Aun en tus faldas se halló la

sangre de los pobres, de los inocentes” (Jeremías 2:34); “para que se demande de

esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la

fundación del mundo” (Lucas 11:50); “Vuestra sangre sea sobre vuestra propia

cabeza” (Hechos 18:6).

“HAY PODER EN LA SANGRE DE JESÚS”

“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu

Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó

por su propia sangre” (Hechos 20:28); “Pues mucho más, estando ya justificados

en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9); “¿cuánto más la

sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin

mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al

Dios vivo?” (Hebreos 9:14); “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana

manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles,

como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin

mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19); “pero si andamos en luz, como él

está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo

nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7); “y de Jesucristo el testigo fiel, el

primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos

amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5); “Yo le dije:

Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación,

y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”

(Apocalipsis 7:14). “HAY PODER EN LA SANGRE DE JESÚS”

Osmán Montero (Septiembre 19 de 2008)