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RECLUTAMIENTO POLÍTICO México 1884-1991 Camp Roderi Ai. AGRADECIMIENTOS AGRADECIMIENTOS______________________________________________1 Yo inicié mi carrera profesional explorando el papel del reclutamiento en la política mexicana. La escritura de este libro me ha permitido cerrar el círculo, captar muchas más complejidades de esa función de las que percibía cuando inicié mi trabajo, hace alrededor de veinte años. Tengo una deuda intelectual con muchos estudiosos de la política estadunidense que, a través de sus contribuciones teóricas, han estimulado y puesto a prueba mi propio conocimiento e interés por el tema en un contexto del Tercer Mundo. He abusado de mi amistad con muchos colegas profesionales para obtener sus críticas y opiniones, por lo cual les agradezco muchísimo. En particular tengo una gran deuda con Isabel Rousseau, quien estudia de cerca la dirigencia mexicana y me proporcionó una interpretación europea y contemporánea de los procesos de reclutamiento. Bob Robbins, quien estudió este fenómeno en la década de 1970, y Ron King de Tulane me ofrecieron observaciones importantes en el capítulo teórico. El modelo recibió importante apoyo de Kenneth Prewitt, uno de los principales pioneros en ese campo, y me ayudaron mucho los comentarios orales de Wayne Cornelius, Peter H. Smith, Alan Knight y Ronald Heilman, quienes revisaron varias versiones del capítulo en que se explora la perspectiva generacional. Al pasar de la ciencia política a la historia solicité y obtuve numerosas sugerencias de Bill Beezely, Paul Vanderwood y Tasha Tannenbaum que mejoraron el capítulo 3. Charles Hale, David Lorey y Hank Schmidt, quienes han hecho importantes contribuciones a nuestro conocimiento de la cultura y la educación en México, hicieron comentarios sobre el capítulo 4. David Lorey compartió conmigo mucha información nueva sobre las tendencias en las disciplinas académicas, que complementó lo que yo ya sabía. Mis esfuerzos por estudiar los patrones de reclutamiento de los líderes de la oposición se beneficiaron mucho del trabajo de Peter Ward y Joe Klesner, así como de sus opiniones individuales. La información que existe sobre diferencias comparativas en la élite latinoamericana es muy poca, pero Ben Schneider puso a prueba mis proposiciones y contribuyó mucho a la pers[91 12 RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN. UN MODELO MEXICANO RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN. UN MODELO MEXICANO 13

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RECLUTAMIENTO POLÍTICO México 1884-1991

Camp Roderi Ai.

AGRADECIMIENTOS

AGRADECIMIENTOS_________________________________________________________1

Yo inicié mi carrera profesional explorando el papel del reclutamiento en la política mexicana. La escritura de este libro me ha permitido cerrar el círculo, captar muchas más complejidades de esa función de las que percibía cuando inicié mi trabajo, hace alrededor de veinte años. Tengo una deuda intelectual con muchos estudiosos de la política estadunidense que, a través de sus contribuciones teóricas, han estimulado y puesto a prueba mi propio conocimiento e interés por el tema en un contexto del Tercer Mundo. He abusado de mi amistad con muchos colegas profesionales para obtener sus críticas y opiniones, por lo cual les agradezco muchísimo. En particular tengo una gran deuda con Isabel Rousseau, quien estudia de cerca la dirigencia mexicana y me proporcionó una interpretación europea y contemporánea de los procesos de reclutamiento. Bob Robbins, quien estudió este fenómeno en la década de 1970, y Ron King de Tulane me ofrecieron observaciones importantes en el capítulo teórico. El modelo recibió importante apoyo de Kenneth Prewitt, uno de los principales pioneros en ese campo, y me ayudaron mucho los comentarios orales de Wayne Cornelius, Peter H. Smith, Alan Knight y Ronald Heilman, quienes revisaron varias versiones del capítulo en que se explora la perspectiva generacional. Al pasar de la ciencia política a la historia solicité y obtuve numerosas sugerencias de Bill Beezely, Paul Vanderwood y Tasha Tannenbaum que mejoraron el capítulo 3. Charles Hale, David Lorey y Hank Schmidt, quienes han hecho importantes contribuciones a nuestro conocimiento de la cultura y la educación en México, hicieron comentarios sobre el capítulo 4. David Lorey compartió conmigo mucha información nueva sobre las tendencias en las disciplinas académicas, que complementó lo que yo ya sabía. Mis esfuerzos por estudiar los patrones de reclutamiento de los líderes de la oposición se beneficiaron mucho del trabajo de Peter Ward y Joe Klesner, así como de sus opiniones individuales. La información que existe sobre diferencias comparativas en la élite latinoamericana es muy poca, pero Ben Schneider puso a prueba mis proposiciones y contribuyó mucho a la pers[91

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de la élite en el Tercer Mundo, lo que hace pensar que esas regiones no son fáciles de investigar. Utilizando su excelente artículo como punto de partida, quiero exponer algunas características fundamentales de la teoría del reclutamiento; contrastar los descubrimientos generales, en gran parte de naciones industrializadas tanto capitalistas como socialistas, con los de México, y proponer a la literatura teórica algunas observaciones adicionales derivadas del caso mexicano. Razones para estudiar el reclutamiento político Como sugieren Czudnowski y otros, el propósito general de los estudios del reclutamiento es explicar los procesos que distinguen a las élites políticas, tanto de las masas como de otras élites.4En este contexto el reclutamiento pasa a ser una variable sumamente importante del análisis polítil acceso a los cargos políticos y a la autoridad decisiva son dos categorías básicas del reclutamiento de la élite, y son esenciales porque pueden proveer igualdad de oportunidades para la adquisición de poder o pueden limitar severamente esa adquisición en varias formas. La igualdad política no consiste en tener igual poder, sino en tener igual acceso a posiciones de poder.5 El control de la política de reclutamiento es un ingrediente esencial de la política, porque quienes lo poseen pueden modificar las estructuras sociales, las oportunidades políticas, los procesos de toma de decisión y la política pública.b Yo agregaría una tercera categoría a las dos mencionadas. Es necesario que los estudios del reclutamiento vayan más allá de las comparaciones tradicionales de la élite con las masas o de distintas élites entre sí (teorías de la élite del poder) para examinar las características intraélite. Muchos estudios han examinado diferencias entre niveles geográficos o jerárquicos de las élites políticas, concretamente entre los políticos locales y estaduales y la dirigencia Polshy (ed.), Micropotitical theor’y, vol. 2, Handbook of political science, Reading, Addison.Wesley, 1975, pp. 155-242. 4lbjd., p. 156.

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Heinz Eulau, “Elite analysis and deinocratic theoiy”, en Hetnz Eulau y Moshe M. Czudnowski (cd.), Elite recruitment in deinocratic polities: comparative studies across nations, Beverly Hilis, Sage, 1976, p. 22. ‘-‘‘ Recruiting political cides, p. 2.

política nacional; sin embargo son sorprendentemente pocos los estudios que hacen distinciones dentro de una élite política en un momento determinado. Esta laguna en los estudios del reclutamiento ha contribuido a la creencia general de que los políticos nacionales, en términos de sus antecedentes, son un grupo más bien homogéneo. Esto es verdad en muchos aspectos, pero pasa por alto diferencias importantes sobre las formas en que las estructuras institucionales influyen en los procesos de selección de diversos conjuntos de dirigentes políticos —por ejemplo, el conjunto de los burócratas contra el conjunto de losjueces. En muchos casos el propio proceso de selección puede alterar el sentimiento básico de la institución en que opera.L .Qtra área descuidada en la literatura sustantiva y teórica del reclutamiento en el Tercer Mundo es la del perdedor, cuyas características no son las que en general se identifican con los dirigentes políticos exitosos. Las excepciones a la regla revelan cualidades diferentes y adicionales que son importantes específicamente para el reclutamiento y en general para el proceso político.8 Por ejemplo, algunas figuras públicas (como Agustín Yáñez, secretario de educación a fines de la década de 1960) nunca crearon un grupo político, cosa que en general es esencial para una carrera exitosa en la política mexicana, y sin embargo ocuparon muchos cargos políticos.° Otras figuras políticas entraron a la vida pública en edad madura, sin experiencia anterior, fenómeno que es común en la política norteamericana pero no en México. Es útil preguntar no sólo por qué esos individuos no compartían las características de sus iguales, sino también en qué medida tuvieron mayor o menor éxito que el político “típico” y por qué. Finalmente, las comparaciones entre ganadores y perdedores pueden arrojar luz sobre los ‘‘ R. K. Carty, P. James, y C. Sharman, “Leadership selection processes and careers: a colnparison of Australian and Canadian premiers”, Political Studies, núm. 38, junio de 1990, p. 276, concluyen que “los mecanismos de selección de la dingencia partidaria podrían alterar el funcionamiento natural de la política parlamentaria al estilo británico”. 8 Como prueba de esto véase: Roderic Ai Camp, “Losers in Mexican politics: a comparative study of official party precandidates for gubernatonial elections, 1970-1975”, enJaines W. Wilkie y Kenneth R. Ruddle (eds.), Statistical abstract of Lattn Americe supplement series, vol, 6, de Quantitative Latin American studies: methods andfindings, Los Angeles, UCLA, Latin American Center, 1977, pp. 23-33. Roderic Ai Camp, “An intellectual in Mexican politics: dic case of Agustín Yáñez”, Mester, núm. 12, mayo de 1983, pp. 3-17.

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factores de decisión que influyen en la selección de los ganadores. Una úkima justificación de los estudios del reclutamiento, quizá la más controvertida pero la menos estudiada, al menos empíricamente, es la creencia de que las características que los miembros del grupo dirigente tienen en común, especialmente sus orígenes sociales y sus variables de experiencia, influyen fuertemente en todas las orientaciones y las opciones políticas del grupo. Los críticos han identificado correctamente una falta de consistencia en las relaciones significativas entre las características de las élites y sus creencias, pero hay numerosos estudios que sugieren que esa conexión existe. Por ejemplo en México, mi trabajo sobre la socialización de la dirigencia posrevolucionaria mexicana estableció una clara vinculación entre las experiencias generacionales, relativas a la violencia de la década de 1910, y sus actitudes acerca de la paz, el desarrollo y la estabilidad en las décadas posteriores a 1940.10 También es importante identificar y comprender los cambios generales de la dirigencia, porque también ellos reflejan alteraciones en la estructura social y de valores de su sociedad.” ¿

El reclutamiento político es el vehículo por el cual los individuos ingresan al proceso político a todos los niveles y por numerosos canales, tanto formales como informales. La mayoría de los estudios sobre la élite se han concentrado en los resultados de ese proceso, es decir, en la composición de los individuos seleccionados. Sin embargo, para comprender el comportamiento político es aún más importante estudiar las consecuencias de la selección de un grupo de dirigentes y no otro. En este libro me ocuparé de esos dos aspectos del reclutamiento. Por otra parte me interesa igualmente el proceso de selección en sí —es decir, cómo un individuo llega a los más altos cargos políticos de la nación, quién realiza la selección, cuáles son las credenciales y experiencias importantes, cuáles son los caminos más probables de la movilidad Roderic Ai Casnp, The making of a government: polilical socialization in twentieth-century Mexico, Tucson, University of Arizona Press, 1984, p. 135. Henry R. Glick, “Political recruitment in Sarawak: a case study of leadership in a new state”, enJournal of Politics, núm. 28, febrero de 1966, p. 82. Lewis D. Edinger señala algo muy importante en este contexto cuando dice que en lugar de analizar el personal de la élite se podría considerar la circulación de la élite. Véase

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de este autor “Post-totalitarian leadership: cutes in the German Federal Republic”, en American Potitical Science Revjew, núm. 54, marzo de 1960, p. 81.

política ascendente y cuáles son los vínculos entre los que seleccionan y los seleccionados. (Igual que en la exploración de la socialización política, podemos estudiar el proceso de reclutamiento en varias etapas, y aquí la distinción más importante es entre las variables que facilitan el ingreso a una carrera política (conocido en la literatura especializada como reclutamiento inicial) y las que favorecen el éxito en esa carrera (reclutamiento intermedio y final). Mi estudio del caso mexicano explora los dos aspectos del reclutamiento, los factores que atraen a un individuo a la política y lps9ue impulsan la movilidad ascendente en la estructura políticla política europea y esta-• dunidense, donde el ambiente estructural es más competitivo, los teóricos del reclutamiento se han interesado mucho por las diferencias entre los políticos aficionados (por ejemplo Ross Perot) y los profesionales, los individuos que hacen una carrera vitalicia en los cargos públicos. Sin embargo, esa distinción, con el gran interés que tiene para teóricos de otras partes, ni siquiera se plantea en el caso mexicano. Con muy escasas excepciones, todos los políticos mexicanos son “profesionales”, es decir, individuos cuya vida pública es su carrera. Una excepción a esto son los miembros de la oposición, especialmente los afiliados al Partido Acción Nacional. Pero los representantes de los partidos de oposición rara vez han ejercido poder político.’2 El estudio de los políticos mexicanos, especialmente desde los años cuarenta, indica que típicamente ingresaron a la carrera política durante su educación profesional o inmediatamente después de terminarla, del mismo modo que los oficiales militares eligen su carrera en la adolescencia, cuando in4resan a las academias militares.15

(p LPor lo tanto, es fundamental comprender que el sistema mexicano presenta dos características que determinan y establecen los límites del reclutamiento político.’4 En primer lugar el estado, al 12 Como el sistema ha impedido que la oposición controle el poder ejecutivo, oblia a los candidatos a tener cas-ceras permanentes fuera del sector público. 1 Roderic Ai Camnp, Gene,-als in time Palacio: Ihe militasy in modern Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992, p. 142. El estudio de Charles F. Andrain me parece útil para ubicar el modelo político mexicano en el contexto de otros países del Tercer Mundo, pues aun cuando México, por muchas razones, no encaja fácilmente en ninguna de sus categorías, tiene muchos rasgos en común con su modelo de “sistema burocrático industrializado.” Véase: “Models of Third World political systems” y “A theoretical explanation of political change”, en Potitical change in the Third World, Boston, Unwin Hyman, 1988.

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igual que en la mayoría de los países del Tercer Mundo, tiene una importancia enorme en el desarrollo económico. Esto no sólo condiciona las interpretaciones ideológicas de las élites y de las masas sino que —y esto es más importante para el reclutamiento en particular— también afecta los objetivos y las decisiones referentes al empleo, así como el prestigio de trabajar en el sector público, como distinto del privado. Como el estado es la principal fuente de recursos, especialmente en los países del Tercer Mundo, las élites estatales controlan la mayor parte de los recursos.’5 Así, el papel del estado en este contexto afecta significativamente a varios grupos, incluyendo a miembros de las comunidades intelectuales y de negocios, y sus relaciones con el estado. En Latinoamérica, como en muchas otras regiones, esto ha conducido a relaciones corporativistas. Esas ,influencias tienen consecuencias psicológicas y estructurales.’° ¡‘L/

En segundo lugar, México ha evolucionado hasta convertirse en un sistema político semiautoritario, centralízado y dominado por el ejecutivo. Sus características autoritarias, incluyendo un partido único dominante y una presidencia muy poderosa, han reducido los potenciales canales de reclutamiento para cualquier mexicano que busque el éxito en una carrera política nacionalY’ A diferencia de lo que ocurre en los sistemas socialistas, donde el aparato de un partido controla la burocracia y el compromiso ideológico con la élite es un requisito previo para el ingreso, la dirigencia mexicana no exigía mayor activismo partidario ni retórica oficial de los aspirantes al reclutamiento inicial. Sin embargo, los mexicanos capaces, en una actitud pragmática, daban su lealtad al estado y a la dirigencia del momento —que eran sinónimas—, a fin de ascender en la escala política. Debido a esas características del proceso de selección eran muy pocos los aficionados que tenían éxito, y los Eva Etzioni-Halevy, “Elite power, manipulation and col ruption: a demo-elite persective”, Government and Opposition, núm. 24, primavera de 1987, p. 222. Véase Roderic Ai Camp, Intellectuals and the State in twentieth-century Mexico, Austin, University of Texas Press, 1985, p. 121, y Entrepreneurs andpolitics in tuentieth-century Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1989, p. 138. 17 Aun el sistema político más centralizado raras veces controla el reclutamiento en los gobiernos locales. Por ejemplo en la URSS, un analista descubrió que “la centralización tiene una influencia apenas marginal en la circulación de las élites en la República bielorrusa”. Michael E. Urbari, “Centralization and elite circulation in a Soviet republic”, en BritishJournal of Political Science, núm. 19, enero de 1989, p. 23.

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RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN UN MODELO MEXICANO que lo tenían, çran rápidamente reclutados por lopolítjcos del establishment La osíción mexicana. una breve rdigresíón sta obra examina las prácticas de reclutamiento envféxjco desde 1884 hasta mediados del gobierno de Salinas (19&-1994). Estas fechas no han sido escogidas al azar: tanto los histoladores como los científicos sociales se han interesado en el desarollo político de México desde el último tercio del siglo XIX bajo os gobiernos de Porfirio Díaz. Díaz dominé la vida política mexíca desde 1884, año que marca el comienzo de su segunda administrajón —después de un interludio de cuatro años en que ocupó la prsidencja otro general, Manuel González—, hasta la Revolución mexana de 1910. Hay otras dos obras publicadas que examinan las éles mexicanas en periodos largos —una hasta 1910 y la otra dese 1900 hasta 1970.18 Sin embargo, a pesar de ser amplias y exceintes, ninguna de ellas se ocupa de los últimos veinte años, que hai presenciado cambios tremendos en el proceso de reclutamjenj y tampoco comparan todo el porfiriato, los años de la Revoluci-, y el periodo contemporáneo El proceso político de los años anteriores a 190 nos enseña mucho sobre los años posteriores a 1940. En esta oba se examinan diversas variables no sólo por administraciones preslenciales —debido a la importancia atribuida a la presidencia rexicana_ sino también por generaciones tomo se verá en el capíulo siguiente, los criterios generacional revelan características enciales para la comprensión de los patrones de liderazgo en Méc0 y plantean nuevas preguntas sobre la interrelación entre líderago, movilidad social ascendente y violencia política. jAdeniás, los datos utilizados en esta obra difien cualitativamente de los de Guerra y Smith, porque ambos utizaron las biografías colectivas como base esencial para el estudi empírico del reclutamiento de la élíte y el liderazgo. Guerra se ncentra en la

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Françoas Guerra, MéXlco. Del antio régimen a la )o/ucjón México, Fondo de Cultura Económica I98 [Le Mex ique De l’ancien régne á la révolution, Paris, L’Harn,attan 1985); Peter H. Smith, Labyrinths of ower: 2litcal recruit,nent in twentjeth.ceej,ij Mexico, Princetoj, Princeton University Pre 1979,

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relación entre modernidad y tradición, así como en los vínculos entre los individuos y las comunidades; Smith examina principalmente el reclutamiento, pero se concentra en la movilidad y circulación de la élite. También(ii estudio se basa principalmente en las biografías colectivas, pbro los datos correspondientes a las élites, aunque imperfectos, son más detallados, generales e interrelacionados que en los dos estudios anteriores, y en realidad constituyen uno de los conjuntos de datos sobre la élite más detallados que existen sobre un liderazgo del Tercer Mundo a lo largo de todo el siglo. A diferencia de los estudios anteriores, esta obra tiene la ventaja desusada de basarse en un banco de datos personal de biografías publicadas que viene siendo reunido, aumentado y revisado desde 1968.) Se trata de una tarea interminable, y he incorporado literalmente millares de fuentes buscando una información cada vez más completa sobre las élites políticas mexicanas. La investigación a largo plazo y la contribución de muchos colegas, incluyendo a Smith y a Guerra, han agregado profundidad a los datos biográficos, especialmente cuando se trata de datos difíciles de obtener sobre orígenes sociales, ocupación de los padres y vínculos de parentesco que cubren varias generaciones.2((,asta donde es posible, he tratado. de imitar para México el enorme trabajo de Philip H. Burch’s Elites in American histo2y) demás de las investigaciones publicadas que sobre el reclutamiento político mexicano en sí son escasas, esta obra utiliza varias fuentes de datos poco usuales. El primero de esos recursos es el banco de datos biográfico, cuyos datos están reunidos bajo el paraguas de un conjunto de datos mayor, el Mexican Political Biographies Project (MPBP), planeado para estudiar el liderazgo mexi10 La mayoría de ellas pueden verse en Roderic Ai Camp, Mexzcan political biographies, 1935-1981, 2a ed., Tucson, University of Arizona Press, 1982; Mexecan political biographies, 1884-1935, Austin, University of Texas Press, 1991, y Who’s who in Mexico today, 2a ed. rey., Boulder, Westview, 1993. Hay una edición revisada del periodo contemporáneo en Políticos biográficos mexicanos, 1 935-1985, México, Fondo de Cultura Fconómica, 1992. 20 Peter U. Smith, que utilizó mis biografías originales en su investigación, generosainente me dio todas las notas biográficas de su investigación de campo, que fueron incorporadas a

este banco de datos. Los datos de Guerra están a disposición de todos en una sección biográfica codificada, dificultosa pero utilizable en Le Mexi1que, y. 2. 2 Philip H. Burch, Etites in American hi.story, Nueva York, Holmes and Meier, 1981.

cano en el siglo XX. Para ese fin, el proyecto reúne información sobre políticos desde 1884 hasta 1992, intelectuales desde 1920 hasta 1982, empresarios desde 1920 hasta 1986 y oficiales militares desde 1940 hasta 1990; todavía se está reuniendo información sobre obispos católicos de 1960 a 1992. Los datos están codificados y pueden ser manipulados por medio del Paquete Estadístico para las Ciencias Sociales

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(Statistical Package for the Social Sciences = sPSs). En cada uno de los conjuntos de datos sobre la élite aparecen variables complementarias, lo que facilita las comparaciones entre cada grupo de datos recolectado. -El subconjunto de la élite política contiene información bastante -“ detallada sobre casi tres mil individuos, todos los cuales ocuparon cargos políticos nacionales importantes o fueron jefes militares o políticos durante periodos menores de institucionalización política. También he incluido a los gobernadores de los estados en todos los periodos cubiertos, puesto que representan e sistema político nacional y específicamente la presidencia, que fue la que efectivamente los seleccionó. Son en cierto sentido procónsules, representantes designados del reclutador más importante del sistema mexicano, el presidente en ejerciciq Czudnowski deploraba la falta de estudios sobre el reclutamiento político en el Tercer Mundo. No cabe duda de que la limitada cantidad de información publicada coloca muchos obstáculos en el camino de los investigadores, pero México está mejor que muchos otros países y los estudios mexicanos sobre los procesos políticos, incluyendo el reclutamiento, han florecido en las últimas décadas.Sin embargo, para comprender lo que sucede efectivamente en México —igual que en la mayoría de los sistemas con características autoritarias— es necesario tener acceso a los actores políticos. En consecuencia este estudio también se basa mucho en varias décadas de entrevistas con centenares de políticos y otras personas informadas, además de numerosos documentos y trabajos académicos publicados e inéditos. Estas entrevistas y la correspondencia consiguiente llenan lagunas considerables en nuestra concepción de los procesos informales y las motivaciones del reclutamiento de élite mexican las obras más importantes son: Francisco Súarez Dávila, Élite, tecnocracia y movilidad política en México, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1990, y Gustavo Hernández, “La movilidad política en México”, tesis inédita, Colegio de México, 1968.

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a metodología para la selección de los individuos incluidos en los bancos de datos sobre la élite siempre ha sido discutible y hay varias discusiones teóricas sobre la cuestión de cómo identificar a las personas con influencia política. Típicamente esas discusiones se centran en el enfrentamiento de un enfoque posicional contra un enfoque reputacional que Peter H. Smith examina en su obra.23 La evidencia empírica índica la importancia de la pura posición en las redes sociales.24 Al igual que Smith y Guerra yo favorezco el enfoque posicional pero también he incorporado la metodología reputacional en el proceso de selección, incluyendo a todos los individuos que según sus iguales o los analistas han ejercido influencia política. Las construcciones teóricas La literatura norteamericana describe varias etapas o componentes de un modelo completo del reclutamiento político. Desdichadamente, muchos aspectos de la construcción teórica realizada en torno a las estructuras políticas norteamericanas y europeas tienen poca o ninguna importancia para México. Tomando elementos de esa literatura y combinando además características adecuadas tomadas de diferentes teóricos, tenemos cuatro componentes que parecen ser esenciales para la formulación de una teoría del reclutamiento político mexicano: 1 los procesos que preseleccionan y canalizan al potencial recluta político (estructuras de preselección); 2} características que acentúan el potencial de un individuo para llegar a ser un político (variables de oportunidad); 3] individuos, instituciones y procesos que determinan quién es seleccionado (porteros de reclutamiento) y 4] condiciones que afectan el ascenso de un individuo a la cúspide del sistema político (variables de promoción). 23 Smith, Labyrinths of power, apénd. A, pp. 317-328. 24 “

case Roger Gould, Power and social structure su coinrnuflitY elites , en F,rces. núm. 68, diciembre de 1989, PP. 546-548.

Estructuras de preselección LLas estructuras tienen un papel significativo en la conformación de las ambiciones de los individuos que ocupan cargos públicos. Hay rasgos estructurales capaces de eliminar a los individuos que no están dispuestos a correr los riesgos asociados con carreras políticas. 25 Sin embargo en México para los políticos del establishment esos riesgos estón atenuados por el hecho de que son muy pocos los que corren algún peligro para alcanzar un cargo político. Los riesgos personales, medidos en términos de la seguridad en el empleo, aumentan con el nivel de la recompensa esperada. En cambio los políticos de la oposición operan en un contexto completamente distinto: los riesgps que corren son mucho mayores que los que correrían en los Estados Unidos o en Gran Bretaña porque sus oportunidades de alcanzar un cargo son limitadas. También es probable que sus sistemas de valores sean muy diferentes de los de sus competidores en el cargo, quienes nunca han perdido el poder nacional. 2t’ n un cuerpo político democrático las variables estructurales producen consecuencias

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enteramente diferentes, en términos de riesgos de carrera, de las que se producen en sistemas autoritarios o semiautoritariosj ,/‘ «Y n cualquier cultura, las estructuras sociales —políticas y no políticas— que más afectan al potencial recluta político son las que estimulan la participación política y determinan los patrones formales de participación. En gran medida el propio sistema político determina la disposición y habilidad de los individuos para participar en política y llegar a posiciones de dirección. En un sistema político autoritario y de un solo partido, en el que ser miembro del partido es un requisito previo para llegar al liderazgo político, sólo un número limitado de individuos —los que llenan los criterios de esa institución y comparten el interés por las oportunidades que esa institución ofrece— tienen posibilidades de llegar a la dirigencia polític Los sistemas políticos competitivos producen otras condiciones peculiares. Por ejemplo Richard Rose observa que el reclutamiento de los miembros del gabinete británico estaba limitado a los que ya habían sido miembros del parlamento, lo que 25 Black, “A theory of political ambition”, p. 158. 21, Sobre esto véase: Carlos Gil, Hope and frustration: interviews with leaders of Mexico’s political opposition, Wilmingtois, Scholarly Resour ces, 1992, p. 122.

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impedía “una búsqueda en toda la nación de hombres con habilidades especializadas para puestos particulares. Poco más de una décima parte de los ministros son nombrados para departamentos de los que tienen realmente conocimientos especializados.”27 Los lineamentos institucionales no son la única explicación de las influencias sistémicas. La fuerza comparativa de las instituciones es una variación cualitativa de estHerbertJacob examina el papel de los partidos políticos en el reclutamiento y señala que donde “las organizaciones partidarias controlan la selección, sólo ingresarán a la política los corredores que tienen contacto con la maquinaria. Donde el control de partido es débil, se puede esperar una entrada de corredores más casual”.25 El sistema mexicano, a pesar de ser semiautoritario y dominadopor un partido único, permite cierto grado de entrada casual debido a la naturaleza personal del proceso de selección, pero esa proporción de azar en el reclutamiento está limitada no tanto por la estructura política en sí como por las credenciales formales que hacen falta para que el reclutador y el reclutado se encuentren. El proceso de reclutamiento en México se caracteriza por una combinación de fuerzas institucionales e informales. En algunos puntos las variables institucionales son más importantes que las variables informales; en general lo que estructura el reclutamiento son las características institucionales formales que caracterizan a los reclutas duránte el proceso de preselección4 Los porteros establecen las reglas informales, pero también ellos operan dentro de los límites de algunos patrones institucionales, aun cuando hayan sido los propios porteros los que antes establecieron esas instituciones. Por ejemplo, en el legislativo mexicano el partido de gobierno, dispuesto según lineamentos sectoriales corporativistas, asignó determinado porcentaje de los puestos a cada uno de los tres sectores sociales representados. Aunque el sector popular (profesional, clase media) recibió una proporción mayor, esa característica de asignación establecida explica en gran medida por qué los dirigentes trabajadores y campesinos tienen más oportunidades de ser reclutados para el legislativo que para el poder judicial o el ejecutivo. Los teóricos han sugerido también que hay una fuerte vincula27 Richard Rose, Politics in England, Boston, Little, Brown, 1974, p. 198. 25 Hernert Jacob, “Initial recruitrnent of elected officials”, p. 716.

23 ción entre las condiciones sociales generales —tanto políticas como no políticas— y las prácticas de reclutamiento. Algunos teóricos han sostenido que a medida que una sociedad se va haciendo más compleja política y económicamente, ocurren cambios en los procesos de reclutamiento que se refieren a varios de los componentes mencionados más arriba. Como expresó muy bien Mostafa Rejai en su examen comparativo de

los líderes políticos, cuanto más avan- / zado es un sistema Político: - más universal es la base de reclutamiento - más Orientado hacia los resultados es el proceso de reclutamiento - más universales son los procesos de reclutamiento - más diferenciadas son las habilidades y los antecedentes de los que toman las decisiones políticas.25, Como ya se ha dicho, la mayor parte de la literatura teórica sobre el reclutamiento se basa en las experiencias de las Comunidades industrializadas. Como esas sociedades se desarrollaron en plazos largos, la pluralización política sistémjca condujo a dar mayor importancia a los criterios de selección basados en el mérito, a la ampliación de la lista de candidatos elegibles y de los procesos para seleccionan05, y a un mayor nivel de heterogeneidad en los antecedentes de los tomadores de decisiones. Sin embargo, si consideramos muchos de esos países, en donde los procesos de reclutamiento cumplen con todas esas condiciones, encontramos que en la actualidad no necesariamente van todos en la misma dirección. En realidad, los criterios universalistas y heterogéneos han sido sustituidos por criterios más estrechos,

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diferentes de los que pronosticaban los teóricos. Por ejemplo entre los funcionarios blicos del más alto nivel en Inglaterra

los obsen’adores han descu- ¡ bierto un aumento de la educación privada y selecta, en lugar de la disminución que se esperaba con la expansión del sistema universitario público.° El mayor problema se refiere aquí a dos elementos. Aun en los 25 Mostafa Rejai, “Toward the comparative study of política! decísion.rnakers”, en ‘omparatjve P01 it ical Studjes, núm. 2, octubre de 1969, PP. 353-354 I6 Kevin eakston y Geoffrey K. Fry, “Britajj’s adrninjstratjve elite: permanent secretaries 1900-1986”, en Publjc Administration núm. 67, verano de 1989, p. 133.

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sistemas políticos que se han vuelto más competitivos, donde la pluralización política ha sido la norma: ¿por qué los procesos de reclutamiento no han sido afectados o han sido afectados mucho menos de lo que se esperaba? Segundo: ¿por qué las naciones industrializadas, en torno a las cuales se ha construido la mayor parte de la teoría del reclutamiento, siguieron caminos políticos diferentes, en términos de modernización y desarrollo, de los que se observan en el Tercer Mundo? Los dirigentes estadunidenses ingenuamente esperaban el florecimiento de instituciones democráticas, pero la mayoría de los países del Tercer Mundo no ha generado procesos políticos competitivos. La democracia del mundo industrializado no es la regla sino la excepción. En términos de medidas de modernización tradicionales, es evidente que México no ha estado estancado todo este siglo, a pesar de que aún bsisten muchas condiciones sociales y económicas del siglo xix. fEn qué medida los avances económicos, sociales y políticos de’México se han transferido a las prácticas de reclutamiento descritas por Rejai? Proporcionalmente, más mexicanos participan en la política hoy que en épocas anteriores. Y una mayor cantidad de esos individuos difieren cualitativamente de los que ocupaban los mismos cargos en el siglo XIX. Mayor número de altos funcionarios tienen credenciales en común, y muchas de ellas son las que se encuentran en todos los mexicanos educados. Sin embargo, al mismo tiempo, si bien los criterios de la élite se han modificado algo en el último siglo, en muchos aspectos permanecen iguales. En realidad, como veremos en los capítulos siguientes, muchas de esas características, tanto nuevas como viejas, son cada vez más homogéneas y selectivaJ Vp’-’ Las contradicciones del sistema mexicano en relación con la teoría general del reclutamiento político surgen de las estructuras autoritarias existentes en la mayoría de los países del Tercer Mundo y de influyentes atributos políticos añadidos. Desde un punto de vista estructural, las instituciones autoritarias, aun dentro del contexto de una sociedad altamente desarrollada, influyen en los pro- cedimientos institucionales característicos del sistema político, incluyendo el reclutamientojUn sistema político de ese tipo es capaz de imponer criterios ideológicos estrechos a su proceso de selección, anulando así la influencia de variables sociales y económicas que tenderían a contribuir a un reclutamiento de características más variadas y universales. En el caso de México las credenciales

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ideológicas han sido relativamente insignificantes. Esos patrones contrarios en países del Tercer Mundo y en Otros países no se pueden explicar por los patrones institucionales únicamente. 1 comportamiento cultural también tiene gran importancia como iriante explicativa. Muchas de las características que se atribuyen a sociedades “desarrolladas” no afectan sustancialemte los patrones culturales. Al revés de lo que afirman los defensores

/‘/ de la modernización, los patrones de comportamiento tradicionales ¡ son a menudo flexibles, tienen raíces profundas y en cierta medida ) no son afectados por los cambios institucionales. El grado en que esos patrones se mantienen invariables es determinado por la fuerza del comportamiento cultural —en suma, se trata de una variable cualitativas, Como advierte Sharon Kettering, “es una Suposición lógica basada en el hecho de que el clientelismo se adapta con facilidad a los cambios de la sociedad y del estado del que forma parte. Pero los cambios en el clientelismo no necesitan ser evolutivos ni ocurrir en un contínuum, ni tampoco deben ser exactamente paralelos a cambios en la sociedad de la que forma parte [subrayado mío]; no hay necesariamente una relación directa de causa-efecto”. 31 Por ejemplo, Inglaterra

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tiene desde hace mucho tiempo un proceso político competitivo y la participación ha aumentado desde el siglo XIX; sin embargo la clase social, que para los ciudadanos ingleses es mucho mís importante que para los estadunidenses, continúa ejerciendo una gran influencia en el reclutamiento político. 32 El Japón es un ejemplo aun más completo de los efectos combinados de variables estructurales —un sistema democrático de partido Único— y variables culturales —la relación entre superiores y subordinados en muchas facetas de la cultura japonesa.3 4Por último, la interacción entre características culturales e institucionales afecta las prácticas y posibilidades del reclutamiento. Una de las más importantes de esas características, que a menudo se pasa por alto en el análisis político de Estados Unidos, es la deseabiljdad de una carrera en el sector público. Como dice David Schwartz al desarrollar su teoría del reclutamiento político, un com Sharo Kettei-ing, “The historical development of political clientelisin’ en Jozrnal of Jn(erdzsciplzna,y Histoiy, vol. 18, nOin. 3, invierno de 1988, p. 423. 32 Theakston y Fry, “Britain’s administrativo dite”, p. 133. 3Joe1 D. Aberbach, Ejljs S. Krauss, y Michio Murainatsu, ‘Coinparingjapanese aud American admjnisti-ative elites”, en BritishJournal of Political Sciençe, vol. 20, tlÚln. 4, octubre de 1990, pp. 461-462.

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ponente crucial es la predisposición del individuo hacia la política y lo que espera de ella, combinado con rasgos de personalidad.34 La descripción de los atributos psicológicos de los políticos mexicanos, o de los modos en que difieren de los mexicanos en general, está fuera de los límites de este estudio, aunque en parte puede deducirse de mi análisis de la socialización, pero es útil presentar un cuadro de la imagen que los mexicanos tienen de su sistema político. Los mexicanos tienen una visión algo contradictoria de su proceso político. Si distinguimos entre el liderazgo, los procesos de determinación de quién es seleccionado (el espacio electoral), y el estado mismo (el aparato gubernamental) esas contradicciones son aún más pronunciadas. En primer lugar, la mayoría de los mexicanos, igual que muchos ciudadanos de Estados Unidos y Europa, se sienten cada vez más frustrados con la dirigencia política de su país y expresan falta de confianza en el gobierno.35 En segundo lugar, al igual que en la mayoría de los sistemas de participación abierta, la mayoría de los ciudadanos que tienen un papel activo en la política lo alcanzan a través del voto y las elecciones. La larga historia de fraude electoral perpetrado por la maquinaria electoral de la élite gobernante ha reducido mucho la credibilidad del proceso electoral. Sin embargo, las esperanzas en el proceso han empezado a aumentar a medida que los grupos de oposición fueron alcanzando por primera vez cargos políticos importantes. Con todo, es interesante observar que a pesar de la falta de legitimación de la dirigencia y las serias dudas del público acerca del proceso electoral, los mexicanos valoran mucho su sistema político y muchas de sus instituciones: en realidad se enorgullecen del estado mexicano. Esa imagen positiva del estado mexicano estimula a los individuos a iniciar carreras públicas y refuerza las ambiciones políticas de los ciudadanos interesados. ‘ David C. Schwartz, “Toward a theory of political iecruitnseflt”, p. 554. ‘ Roderic Ai Camp, La política en México, Siglo XXI Editores, 1995, y Ronald Inglehart, Neil Nevitte y Miguel Basáñez, Convergencia en Norteamérica. Comercio, política y cultura, México, Siglo XXI, 1994.

Los porteros del reclutamiento ¡ La interacción de variables institucionales y culturales también influye sobre qué personas toman las decisiones de reclutamiento. En los sistemas políticos industrializados democráticos la forma de reclutamiento más común es elpatrocinio.3° Un modelo ha descrito esto como el enfoque de “cooptación y designación” —es decir, «un grupo de élite designa sus propios sucesores. A menudo el grupo de élite tiene considerable aptitud para patrocinar carreras y controlar los puntos de entrada a los cargos políticos”.j Según Lester G. Seligman, el patrocinio hace del individuo “el agente de grupos de interés y organizaciones. ¿El patrocinio puede ser utilizado para atraer reclutas de una asociación o puede ser empleado para cooptar a individuos de status elevado a fin de reforzar el partido”.38 Sin embargo en México el patrocinio tiene un significado algo diferente. %‘i El sistema político mexicano es semicorporativista. Dentro de ese sistema los partidos políticos no han desempeñado papeles de influencia en el, proceso de toma de decisiones, ni tampoco en el reclutamiento de la dirigencia. Buena parte de la literatura teórica se basa en la importancia que los partidos políticos tienen en la sociedades estudiadas por los teóricos del reclutamiento. En Estados Unidos, “los partidos desempeñan el papel principal en el reclutamiento, como iniciadores y patrocinadores de candidaturas y como portçros del Continuo ingreso de aprendices polítiçamente ambiciosos Si bien en Estados Unidos los partidos son el vehi culo institucional en que viaja la mayoría de los políticos, la mayoría 36 Mattei Dogan sostiene que el patrocinio es la variable crítica para el ascenso al gabinete en Francia. Señala que ‘una persona puede muy bien ascender por esos canales y llegar a ser visible, pero todavía no es ministro sino sólo ministrable. Falta el último paso: el patrocinio e incluso una especie de padrinazgo político en el sentido honorable de la palabra francesa parrainage. Lo que salta a la vista cuando se leen las biografías de ministros es que ese acto final de sus carreras

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es siempre una elección personal”. “Career pathways to the cabinet in France, 1879-1986”, en Mattei Dogan (ed.), Pathways to power: selecting rulers in pluralist democraczes, Boulder, Westview, 1992, p. 36. Prewitt, The recruitment of political leaders, p. 5. 38 Lester G. Seligman, “Political parties and the recruitmnent of political leadeus”, en Lewis J. Edinger (ed.), Totalitarian leadership in industrialized societies, Nueva York, Wiley, 1967, p. 312. Moshe M. Czudnowski, “Political recruitment”, p. 196.

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de los individuos se adhieren por iniciativa propia en lugar de ser reclutados por el partido o por su dirigencia En cambio en el contexto mexicano el patrocinio es ejercido por individuos y no por instituciones ni por grupos organizadoiTambién es cierto, corno sugiere Seligman, que el patrocinio ejerce una influencia previa sobre el futuro político, derivada de obligaciones y dependencias surgidas en la selección inicial y en la prornoción.40LE.n México el principal vehículo institucional de reclutamiento de lí¡ deres es el ejecutivo, y específicamente la burocracia federal, pero los porteros son burócratas individuales. Fn un sistema político donde el patroéínio impera, la importancia de “‘a quién conoces’ en lugar de ‘qué sabes’ no se puede dar por descontada en el reclutamiento políticoeQuién lee los exámenes y las cartas, quién garantiza su autenticidad o su sinceridad y convence a la unidad de selección, ya sea un organismo electoral o ejecutivo o un consejo?”41sta característica introduce una variable adicional y esencial en el proceso de reclutamiento. Cuando un sistema confía en el reclutamiento por patrocinio, corno es el caso de México, las características del reclutador pasan a ser tanto o más importantes que las de la persona reclutad., Pira entender el proceso de reclutamiento en México y en otras partes es preciso analizar a los porteros. La naturaleza de los porteros también es determinada en gran parte por la confluencia de la cultura política y una estructura partidaria semiautoritaria, subordinada y dominada por el ejecutivo.En un sistema de partidos competitivo como el de Estados Uniis, los políticos potenciales pueden ingresar al proceso a través de la conscripción, el autorreclutamiento, la cooptación o la representación de intereses.42 Con excepción del autorreclutamiento, la mayoría de estas formas tie nen muy poca importancia en el caso mexicano.43’En cambio el proceso mexicano está dominado por una subcategoría del patrocinio, la selección por parte del funcionario en ejercicio.. 40 Seliginan, .Recruiting political cutes, p. 17. 41 Dwaine Marvick, “Political recruitlnent atid careers”, p. 278. 42 Lester G. Seliginan, “Political recruinnent and party structure: a case study”, American Political Science Review, núm. 55, marzo de 1961, pp. 85-86. En Estados Unidos, donde la mayoría de los políticos importantes ascienden a través de la lucha electo jal, los individuos afirman típicamente que algún grupo o individuo políticainente activo les pidió que se presentaran. Véase: Bowman y Boynton, “Recruitinent patterns ainong local party officials”, p. 676.

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En todos los sistemas políticos los funcionarios que ocupan un cargo ejercen influencia en el reclutamiento a menos qUe exista una prohibición expresa. Pero en México existen elementos estructurales que prácticamente han eliminado al poder judicial (que es designado), al legislativo (que es electo) y a las carreras políticas en los estados (gubernaturas) como pistas de carreras independientes del poder ejecutivo.” or consiguiente el reclutamiento depende en gran medida de la dirigencia política nacional, representada por el ejecutivo, y la estructut’a institucional de reclutamiento esV’ muy estrecha. En realidad los que realizan la selección están dentro de una sola institución nacional, el ejecutivo, dominado por la presidencia. La toma de decisiones en torno al personal, como forma de patrocinio político y como esencia del reclutamiento político, está en manos del presidente y sus colaboradores más cercanos, en general su gabinete,n los sistemas políticos donde el patrocinio es “ampliamente practicado, el proceso de reclutamiento es relativamente cerrado y en general controlado por las personas en el poder”,45 lo cual describe correctanlente la realidad mexicana. El presidente mexicano está limitado a un periodo de seis años, lo que reduce su influencia en el reclutamiento a un periodo relativamente corto, pero, por otra parte, como desde el desarrollo del actual sistema político en la década de 1920 los presidentes han provenido siempre, sin excepción, del ejecutivo, cada uno se construye su grupo de reclutas burocráticos mucho antes de llegar a la PresidenciajLa posibilidad de actuar como portero en un sistema de patrocinio depende de la capacidad del político para ubicar a Sus reclutas en cargos públicos. Como en eJ sistema mexicano los “Como concluye Miguel A. Centeño: “suponiendo que el acceso al poder es Central en la agenda de un político, la no reelección priva a los miembros de la elite de un medio de ejercer poder con independencia del control central. Si no tienen espe1nzas de ser reelegidos, no tienen incentivos para cultivar un electorado Popular. ¿Para qué prestar servicios a votantes que no pueden devolverles el favor coi su apoyo electoral?’ (En realidad en México los legisladores pueden sel

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reelegidos pero no consecutjvajnente o por lo menos no para el mismo organismo.) Vease: “Electomal bureaucratic aut1oritarjaisjsjii. the Mexjcan case”, en Arturo Valenzuela (ed.), Poliíics, socety and desnocracy: Latin Arnerica, Boulder Westview, 1993, P. 1. “Kenneth Prewitt y Heinz Eulau, “Social bias in leadeiship selection political rect.uitment and electoral conteXt” enJournal of Politjcs núm. 33, mayo de 1971, p. 311.

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senadores y representantes no tienen poder sobre el presupuesto del ejecutivo, tampoco tienen poder de patrocinio. En consecuencia son los directores de departamentos, secciones y organismos del gabinete ejecutivo los que pueden ubicar ventajosamente a sus reclutas en la burocracia federal, institución que en este siglo ha crecido rápidamente. Dada la relativa inmovilidad del sector privado durante gran parte de este mismo periodo, el sector público ha atraído a muchos de los mexicanos más ambiciosos y talentosos. ¿a competencia por esas posiciones de prestigio y por la capacidad de ubicar a colegas y amigos en puestos similares fue feroz en muchos países latinoamericanos, pero en México fue moderada gracias a la continuidad del partido único y de la élite durante seis décadas.46 Dicho de otro modo, la competencia por el papel de portero se extendió en el espacio público y la política electoral en toda América Latina,47 mientras que en México quedó limitada a un conjunto de dirigentes posrevolucionarios y a su maquinaria electoral, internalizando la competencia. Muy pocos de los políticos más talentosos y ambiciosos quedaron fuera, porque la filosofía de la dirigencia mexicana nunca fue excluyente sino inclusiva., )En todos los sistemas políticos los porteros individuales, ocupen cargos o no, tienen varias técnicas para identificar, reclutar y ubicar a sus discípulos políticos favoritos. En todos los aspectos de la cultura estadunidense existen desde hace décadas diversas formas de impulsar las carreras, y en todas las culturas hay una variedad de favores, incluyendo los empleos y los ascensos, que se basan en los contactos personales.48 Por ejemplo, más de dos tercios de los jefes de comités en Estados Unidos identificó las amistades como un elemento esencial en el reclutamiento.45 En el Japón, al nivel político más elevado, el gabinete, la mayoría de los individuos fue Gle Dealy, The public man: an interpretation of Lalin America and other cathotic cultures, Amherst, University of Massachusetts Press, 1977. Marie Kling, “Toward a theory of power and political instabiiíty in Latin America”, en james Perras y Maurice Zeitlin (ed.), Latín American reforin sr revoludon, Nueva York, Fawcett, 1968, pp. 76-93. 48 Gwen Moore da ejemplos de círculos de élites que se superponen, unificados por un problema común o por ser miembros de las mismas organizaciones en “The structure of a

national dite network”, en American Sociologi cal Review, núm. 44, 1979, p. 681. u David C. Schwartz, “Toward a theory of political recruitment”, p. 564.

2 í ron reclutados a través de relaciones de grupo.50 ‘ 1 LTanto el reclutamiento como el adelanto son dirigidos por las mismas reglas no escritas. Las redes de amigos se convierten en pequeños grupos informales. En un ambiente Político esos grupos cumplen funciones de socialización, reforzando ciertos valores y comportamientos políticos, >r también funciones de reclutamiento, seleccionando típicamente a individuos que concuerdan con los / valores del grupo, aumentan su capacidad y pueden aportarle más] influencia.5’ i/v La creacin de redes se da en todas las instituciones y entre las instituciones y la sociedad en generJ En SU estudio de los países industriales Keith Legg sostiene que tanto para los aspirantes a políticos (los individuos que buscan cargos de poder) como para los políticos en ejercicio (los que buscan Protegidos), “las relaciones personales recíprocas parecen ser funciona1es».32 Este autor sugiere que aun en las instituciones Políticas, y por implicación en los sistemas políticos, en los que meterse en la estructura Política no supone mayor riesgo, sigue siendo necesario establecer relaciones de clientelismo o patrocinio a través de la pertenencia a Una red de Conocidos o dique a fin de avanzar desde adentro. Por ejemplo tanto en Estados Unidos como en Méxi0 los militares de carrera, para ascender a un rango Superior, necesitan tanto buenas relaciones cori sus superiores Y COn miembros de los comités de promoción como un buen desempeflo.53 ///n México estos procesos son la esencia del reclutamient in formal por los funcionarios en ejercicio Los reclutadores individuales forman grupos de individuos llamados “camariulas j Este término tiene connotaciones negativas para algunos mexicanos, pero ha llegado a ser de USO corriente.54 La camarilla, cuyas características ya he descrito en otra parte,/s esencial para Peter Cheng, ‘TheJapanese cabuiets, 1885.1973. an eljte analysis”, en As2an Suruey, núm. 14, diciembre de 1974, p. 1056 ‘ David C. Schwartz ‘Towa,d a theory of Political recruitment p. 554. 52 Keith Legg, ‘Interpersonal relationships and cosnparatjve poiitjcs political Cliente{ism in industrial society”, en Fol itics, ú• 7, mayo de 1972, p. 9. Maureen Mylander, Time generaS, Nue York, Dial Press, 1974 . 157, indica que los generales que seleccio,saz a otros oficiales para el rango de general buscai persozias iguales a ellos, detenninando así la composjci6 futura del Cuerpo de oficiales. Véase también: Roderic Ai Carnp, Genera ja the Palacio p. 200.

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Esta interpretacjój, ame fue señalada por el presidet Miguel de la Madrid quiei Cree que una expresión mIs apropiada es “grupo Político”.

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el reclutamiento inicial y para el reclutamiento intermedio y final de los políticos de carrera para llegar a puestos influyentes.55 Merilee Grindle describe este último papel en el seno de la burocracia mexicana, papel que ella desempeña también en otras instituciones y en otras etapas del proceso de reclutamiento: “En consecuencia, las carreras individuales pasan a depender del cultivo y mantenimiento de alianzas personales y políticas que sirven para obtener 1 empleos. Básicamente orientadas hacia el objetivo del avance en la carrera, esas alianzas se basan en normas informales de reciprocidad y lealtad y son conceptualmente similares a un tipo específico de alianza interpersonal,de intercambio que ha sido denominada 1 relación clientelar.”Sh,

LEl predominio deeste sistema de redes en el reclutamiento y la movilidad ascendente afecta muchos aspectos de la política mexicana. En primer lugar, según Marye T. Hilger, las alianzas personales importantes tienen gran influencia en la toma de decisiones, en la for mulación de políticas y en la asignación de recursos.57 Es común que en el proceso político se abuse del poder de reclutamiento:l miembros del gabinete y presidentes no han vacilado en usar su poder de selección para influir o tratar de influir en decisiones. Por ejemplo, el procurador general ofreció ajuan José González Bustamante el cargo de juez de la suprema corte en nombre del presidente Manuel Ávila Camacho (1940-1946) diciendo: “Licenciado, si desea ser juez mañana, tiene que negar el amparo solicitado por Carlos Madrazo. Si lo hace, mañana será juez.” González Bustamante rechazó la propuesta y pidió al procurador que informara al presidente “que aprecio su ofrecimiento pero si llego a la Suprema Corte será por mis propios meritos”,55 \El funcionario selector también puede utilizar el conocimiento de los potenciales candidatos a cargos vacantes para aumentar su propia influencia, operando como un cazador de cabezas interno, instituciona1. La información sobre el personal pasa a ser un re-

Roderic Ai Cainp, “The camarilla iii inexican politics: the case of the Salinas cabinet”, enJournal of Mexican Studies, núm. 6, invierno de 1990, pp. 85-108. ‘ Merilee Grindle, “Patrons and clients in Ihe bureaucracy: career networks in Mexico”, en La! in American Research Review, vol. 12, núm. 1, 1977, p. 38. n Marye T. Hilger, Decision-tnaking in a public marketing enterprne: Conasupo su Mexico, San Antonio, College of Business, University of Texas at San Antonio, 1980. 58 Entrevista con su hermano, Excélsior, 6 de octubre de 1983, p. 30A.

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curso muy valioso y, Como concluye Keith Legg, siempre que el acceso sea considerado como un recurso —y el acceso a los cargos públicos tiene un valor muy alto en México—, la importancia de ese conocimiento aumenta: “La capacidad de dar el nombre del candidato que obtendrá un puesto en la organización no sólo refuerza los vínculos personales con el individuo sino que también proporciona cierto control sobre las especificaciones del empleo.”5’ s importante destacar que los funcionarios que efectúan la selec/7/ ción no tienen a menudo ningún cargo disponible en su propio círculo de influencia, pero proporcionan nombres a otros que están buscando personas capacesj La aplicación de técnicas de n.etworking tiene numerosas consecuencias, a veces inespera&ts: En México conocer a un candidato no siempre implica un intento concertado, o disimulado, para impulsar a esa persona hacia un puesto disponible. Por ejemplo Eduardo Villaseñor, personalidad de gran éxito en los círculos de política económica, inició su carrera en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Un día el secretario lo llamó para preguntarle quién era el cónsul más eficiente con base en los informes que él recibía. Villaseñor contestó sin vacilar que era el cónsul en Japón.°° Así Villaseñor, sin conocerlo personalmente, dio a ese cónsul, Manuel Tello, la oportunidad que necesitaba y que lo ayudó a subir la escalera hasta la Secretaría de Relaciones Exteriores algunos años después.

& LLos individuos que efectivamente ejercen poder de selección, y ¡ no simplemente aconsejan acerca de

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quién debe ser elegido, utilizan su autoridad para obstaculizar o impedir las carreras de polí‘/b ticos leales y establecidos.°1 Ésa es la desventaja de un proceso de 1/ - reclutamiento que centraliza el poder en las manos de unos pocos funcionarios muy influyentes, especialmente el presidente. Por la misma razón se puede decir que el reclutamiento en México es f “cerrado” en lugar de “abiertojHay dos casos que ilustran esas consecuencias y ambos ocurrieron bajo el mismo presidente. An Legg

“Interpersonal relations and comparative polities”, p. 10. Eduardo Villaseñor, Memorias-Testimonio, México, Fondo de Cultura Económica, 1974, p. 81. fil Para numerosos ejemplos de mensorias políticas mexicanas véase: Roderic As Camp, “Autobiography and decision-nsaking in Mexico: a review essay”, Journal of Inter-Americart Studses and World Affairs, núm. 19, mayo de 1977, pp. 275-283.

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tonio Martínez Báez, secretario de comercio e industria bajo el presidente Miguel Alemán (1946-1952), describe así uno de ellos: Después que me nombró secretario me preguntó como me llevaba con Espinosa de los Monteros [ex secretario de gabinete y embajador en Estados Unidos]. Yo pensé que esa pregunta significaba que Espinosa era el próximo secretario de Hacienda y le dije que me había llevado bien con él en la comisión nacional bancaria y que teníamos buenas relaciones, pues yo a menudo le había proporcionado fundamentos legales para ideas económicas. Alemán dijo que estaba muy bien y que lo nombraría subsecretario mío. Eso me sorprendió y dije que él no aceptaría ese cargo, pero luego comprendí que Alemán en realidad quería ofrecerle ese cargo para sacárselo de delante políticamente.’2 Para sacar a alguien de un cargo Alemán usó también una técnica diferente: dio instrucciones a su secretario de finanzas para que nombrara a cierta persona, asesor de un organismo, con un salario más alto que el del director. Cuando el director del organismo pidió al secretario de Hacienda que despidiera al individuo el secretario respondió que no podía porque esa persona había sido nombrada por Alemán; a continuación el propio director renunció)’3 Otra consecuencia del sistema de networking es el nivel de integración que se observa en el estado mexicano. Como el número de individuos que ejercen autoridad sobre quienes son reclutados para la vida política y, lo que es aun más importante, sobre quienes tendrán más éxito en su carrera, es relativamente pequeño, esos individuos llevaron a cabo “la institucionalización de una enorme burocracia de nivel medio cuyos obedientes funcionarios eran controlados estrictamente a través del poder de patrocinio de la élite suprema. Esa burocracia estaba devotamente dedicada a la protección de los intereses de la élite”.’4 Ese control del personal también implica que la dirección de la élite a veces hace malas elecciones, intencional o involuntariamente.’5 Es claro que los altos funciona- 62 Antonio Martínez Báez, entrevista con el autor, México, 28 de octubre de 1976. Luis Garrido, El tiempo de mi vida: memorias, México, Porrúa, 1974, p. 258. David Ronfeldt, Atencingo: the politics of agrarian struggle in a Mexican ejido, Stanford, Stanford University Press, 1973, pp. 235-236. Braulio Maldonado, de larga actuación política en Baja California, examina las implicaciones de esto en sus memorias, Baja California, comentarzos políticos, México, Costa Ainic, 1960, p. 14.

nos que toman decisiones no operan en un vacío político, ni siquiera en un ambiente autoritario, pero sin controles institucionales de otras élites o de los ciudadanos en general siempre existe la posibilidad de que se cometan abusos, como lo ilustra claramente en el sistema mexicano el poder que tiene el presidente Ho que por lo menos tenía hasta 1989— de designar a los gobernadores y, lo que es más importante, su capacidad de designar a su propio sucesor, tomando la suprema decisión de reclutamiento y escogiendo al futuro portero. El presidente Salinas ha abusado de ese poder más que ninguno de sus predecesores en la historia reciente, pues entre el 1 de diciembre de 1988 y el quince de octubre de 1992 sacó de su cargo a nueve gobernadores. Luna de las ventajas del patrocinio que ejerce un alto funcionario 9fl ejercicio, en que el reclutador no es el producto compartido /4”de un grupo de intereses o de múltiples organizaciones, es que la decisión es un poco más predecible porque los funcionarios sólo quieren agradar a una autoridad, el presidente de MéxicoEn ambientes políticos donde el patrocinio es múltiple o de coalición, el control de los tomadores de decisiones es menos predecible y menos directo porque los individuos están tratando de mantener unida una coalición de patrocinadores.’

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1El sistema de patrocinio, basado en el control de la élite y en los funcionarios en ejercicio, no se limita a permitir o negar el acceso a los poderes del patrocinio. En un sistema político donde el poder de las redes es tan omnipresente, las conexiones personales en sí pasan a ser recursos significativos. Además de ser importantes para alcanzar objetivos políticos, “es a través de las conexiones, a través del mantenimiento de redes de amistades, como se intercambian informaciones y capacidad de acceso”.°7 En el sistema mexicano no se comparte mucho la información debido a la estructura autoritaria, la actitud hacia el derecho del público a estar enterado y las rivalidades burocráticas típicas de cualquier cultura política.°8

66 Seliginan, Recruiting polilical elites, p. 2. Legg, “Interpersonal relations and colnparative politics”, p. 10. 68 Como he dicho en otra parte “el manto de secreto que tradicionalmente envuelve el proceso de la toma de decisiones en México surge del valor que los políticos atribuyen a la retención de información y de la competitividad de sus carreras. Uno de los productos secundarios del secreto en la creación de la política

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El sistema de redes mexicano está institucionalizado y ampliamente difundido de manera informal, cuando no formal. Su funcionamiento general en el sistema mexicano ha sido documentado muchas veces a todo nivel y es esa omnipresencia lo que ha conducido a su institucionalización,1 como lo dijo claramente un político local. El único camino hafi”a el éxito político son los amigos y los contactos.’1 En el plano nacional Grindie descubrió, en su estudio de un solo organismo, que 70 sobre 78 funcionarios habían obtenido su puesto a través de relaciones personales.7° Dentro del partido de gobierno, que no es el mejor agente de movilidad ascenden- te de México, un individuo que no es capaz de desarrollar un grupo de seguidores está reduciendo mucho sus posibilidades de progresar.7t gran importancia de las redes estimula las rivalidades entre lo seguidores (protegidos y discípulos) de los altos funcionarios que actúan como porteros. Esa competencia está destinada a aumentar la capacidad del patrocinador para seguir ascendiendo en la escala, aumentando así las posibilidades de todos sus allegados de tener éxito en su carreraEstos patrones se observan también en otros ambientes institucionales, especialmente en la comunidad intelectual y en las universidades públicas.72 Lo que resulta algo sorprendente sobre el sistema de redes peres que la competencia entre organismos de nivel ministerial a menudo conduce a la planeación y ejecúción de políticas innecesarias. Además, como en la mayoría de los organismos existen rivalidades entre distintos políticos, también departamentos de la misma secretaría son culpables de ignorarle mutuamente. Por eso lo que parece ser ums equipo homogéneo y leal al presidente de México es en realidad un grupo de individuos compitiendo por el poder”, en Inteflectuals and the state in twentieih.centuy Mexico, p. 21. La mejor obra sobre la informnaciáis y la toma de desiciones es Evelyn P. Stevens, “ Information and decision inaking iii Mexico”, tesis de doctorado inédita, University of California, Berkeley, 1968, y Stevens, Protst and response in Mexico, Cambridge, MIT Press, 1974. Citado en William S. Tuohy, “Centralissis and political dite hehavior in Mexico”, en Clarence E. Thurber y Lawrence S. Graham (ed.), Deve(oprnent administration in Latin Arnerica, Durham, Duke University Press, 1973, p. 271. Merilee Grindle, “Patrons amid clients mu the bureaucracy”, p. 43. 71 David Schers, “The popular sector of the Mexican CR1”, tesis de doctorado inédita, University of New Mexico, 1972, p. 55. 72 Véase Larissa Lomnitz, “Organizational structure of a Mexican research inititute”, México, UNAM, 1980, p. 28. En Estados Unidos es común confiar en los amigos para obtener un empleo en el sector privado. Esas amistades también son fundamentales para influir en decisiones políticas. Véase: Susan Eckstein, The po. verty of revolution: the state and the urban poor in Mexico, Princeton, Princeton Uníversity Press, 1977, pp. 28, 176.

sonales en México es su carácter relativamente abierto en comparación con las de Estados Unidos y otras naciones industrializadas.7 Este proceso también es bastante abierto en otros países del Tercer Mundo así como en los del Medio Oriente.En las sociedades altamente industrializadas el sistema de redes se mantiene oculto porque va en contra de las normas legales y culturales proclamadas, según las cuales los individuos son seleccionados con base en sus méritos o en otras determinantes institucionales. El sistema mexicano de camarillas es mucho más extenso y en cierta medida más formal que las redes de “old boys” en Gran Bretaña o en los Estados Unidos. Sin embargo, pese al reciente reconocimiento de su generalidad e influencia en México, las reglas siguen siendo implícitas. v’// 1_Las asociaciones de redes en México van más allá del estableci miento de puentes de reclutamiento para cargos nuevos y más influyentes. Los antropólogos piensan que la participación en redes implica también una forma de aculturación que incluye “la adquisición de un vocabulario especializado, un conjunto de patrones de pensamiento y comportamiento, y sobre todo una red de amigos que piensan igual que uno”.7 Un elemento esencial del proceso de aculturación es la lealtad al mentor político y al propio proceso de selección. Si bien hay excepciones, la mayoría de los políticos han aceptado las consecuencias del sistema de patrocinio por parte de los altos funcionarios, incluyendo los peores maltratos, y han mantenido el silencio de la disciplina incluso cuando son víctimas de alguna mala pasada. relación entre los altos funcionarios que toman las decisiones y sus seguidores determina el éxito en la carrera e introduce en la ambición política un elemento no sólo de impredecibilidad sino de suerte.75 Las posibilidades de un individuo están entrelazadas Con las oportunidades de la carrera de algún otrç Como lo describió un personaje público, “el avance político en México es una u No siempre ha sido así, minguna de las obras clásicas sobre México en la década de 1960 menciona el término “camarilla”. Kenneth F.Johnson fu el primer estudioso que presto a los grupos políticos la atención que merecen en

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Mexican democracy: a critical vicw, Boston, Allyn and Bacomi, 1971. Larissa Lomnnitz, “The Latín American University: hreedimig ground of the new state elites”, trabajo presentado en una reunión de la Amnericais Association of Anthropological Sciemsces, Houston, enelo de 1979, pp. 4-5. “Marvick, “Political recruitmnent and careers”, p. 280.

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38 RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN. UN MODELO MEXICANO lotería —nunca se sabe”.70 Sin embargo, la índole individualizada del proceso de selección no ha reducido la homogeneidad de las figuras políticas de éxito. Desdichadamente la mayor parte de los estudios de la élite no toman en cuenta a los que pierden sino que se concentran en los que ascienden en la escala, y tienen éxito en la vida política o fuera de ella. El sistema de redes de México es tal que forma una estructura personal y piramidal. Si bien los grupos se forman en torno de un líder individual cuya carrera afecta el potencial de sus seguidores, también es fácil que los seguidores se apoderen del éxito del líder. El líder está sometido a los caprichos del destino igual que los demás participantes; un fracaso importante en la trayectoria del líder puede tener repercusiones serias en el futuro de los discípulos. Por consiguiente es necesario tener “toda una gama de planes de contingencia por si el patrocinador fracasa”.77 En suma, no es prudente amarrarse exclusivamente a un sólo patrocinador. Si bien la mayoría de los individuos tiene un patrocinador principal, también están vinculados a lo que podríamos llamar patrocinadores asociados, capaces de sustituir al mentor primario o de reclutarlos horizontalmente para su propio grupo. ;E1 reclutamiento en el sistema de camarillas sigue ciertos patrones. El primero y más común es el reclutamiento directo, por el cual un individuo encargado de un organismo o departamento, o una sección de un organismo, recluta a un individuo determinado para un cargo en ese organismo. La mayoría de los porteros recompensa a sus seguidores con cargos de ese tipo. El segundo patrón es el reclutamiento a través de terceros, por el cual un individuo que no pertenece a la institución en particular, generalmente un amigo del recluta potencial, hace de intermediario en—el reclutamiento por el individuo que tiene poder de patrocinio Un ejemplo excelente de este patrón puede ser el reclutamiento inicial del presidente Miguel de la Madrid para la vida pública. La mayoría de los analistas cree erróneamente que el presidente obtuvo su primer empleo de un tío que era presidente del Banco de México, pero en realidad obtuvo su primer empleo en el banco a través de un profesor universitario, muy bien relacionado, que lo recomendó a Mariano Azuela, entrevista con el autor, México, 24 de octubre de 1976. Richard Fagen y William Tuohy, Politics and privilege in a Mexican city, Stanford, Stanford University Press, 1972, p. 25.

RECLUTAMiENTO Y MODERNIZACIÓN UN MODELO MEXiCANO 39 al director de un organismo.78 El patrón de reclutamiento final también se da a través de un tercero, pero en ese caso se trata de alguien empleado en el mismo organismo y en general, aunque no siempre, en el círculo de poder del patrocinador.Asf un miembro del gabinete puede solicitar a su jefe de personal o a cualquier subordinado, que le recomiende a alguien para una tarea o un puesto específico, o bien esos individuos pueden tomar la iniciativa de recomendarle que contrate a alguien,7 Variables de oPortunidad Los sistemas políticos presentan una variedad de estructuras de preselección que alientan a ciertos individuos y desalientan a otros. Los porteros que controlan el proceso de reclutamiento determinan cuáles de todos los ambiciosos políticos potenciales entran al sistema y les dan una base, aunque no les garanticen una carrera exitosa. Qicenas de estudios en diversas culturas muestran claramente, sin embargo, que hay algunas variables de fondo que hacen que algunos individuos tengan más posibilidades que otros de llegar a ser políticos de éxito. Vale la pena examinar esas variables aisladamente porque a lo largo del tiempo los analistas han llegado a deducir qué es lo que contribuye a dar reales oportunidades a los aspirantes a una carrera política.’Esas variables no tienen nada que ver con los canales institucionales característicos del sistema político sino más bien con las características personales del portero y Con las estructuras sociales que colocan a los potenciales políticos en contacto con organizaciones y porteros políticos. En la mayoría de los ambientes institucionales, incluyendo la política, hay reglas informales que ejercen una tremenda

influencia sobre el modo como s hacen las cosas, quién las hace, y quién las 1 hace con más éxito. Lo mismo puede decirse de la función de reclutamiento. Dicho de otro modo, como ha sugerido Dwaine Marvick, los procesos formales de reclutamiento rara vez otorgan influencia política dentro de una organización; son más bien los pa M sel de la Madrid, entrevista con el autor, México, 17 de febrero de 1991, Grin esboza estas opciones en su estudio de Conasupo, un organismo descemtralizado en “Patromis aud clients jo the bureaucracy”, p. 44. 80 Seligman, Recruiting political etites, p. 4.

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trones de papeles intramuros a los que se conforman los políticos lo que hace que tengan más o menos posibilidades.81 Dentro de una organización, ese proceso implica cumplir con lo que los superiores esperan de uno. Sin embargo,fen el momento del reclutamiento, lo que esto significa es que los altos funcionarios patroL cinadores escogen individuos con características personales, sociales y educacionales similares a las suyas. Esto es cierto tanto en los sectores social y privado como en el sector público.8j Dada la universalidad de este prejuicio de los porteros, sus características pasan a ser tan importantes como las de los reclutados, puesto que determinan a estos últimos y a menudo anuncian los cambios en la nueva generación de políticos. Ya se ha indicado la importancia de los rasgos de personalidad y los antecedentes del potencial político. Si bien mi análisis no examinará esta variable, hay una conexión entre las motivaciones políticas y ciertas características de origen. Por ejemplo Schwartz, en su estudio del reclutamiento político, observa que hay ciertos orígenes sociales que se asocian regularmente con la eficacia política y cita el ejemplo de las personas de status socioeconómico más elevado que aspiran a posiciones políticas porque sus orígenes les han dado una actitud más positiva hacia la política.82 es cierto que hay determinadas características de origen que aumentan las oportunidades de algunos individuos de ser tomados en cuenta para carreras políticas, entonces las condiciones estructurales de la sociedad en general dan más poder a ciertos individuos con características preferentes. Entre las principales variables estructurales se cuenta el nivel de desarrollo económico, la disponibilidad de oportunidades económicas y el grado de igualdad social. Ya hemos visto cómo el desarrollo económico afecta el papel, el prestigio y la percepción del estado, ya que, cuanto mayores son las oportunidades en otras actividades económicas menos deseable aparece el estado como elección de carrera. Una consecuencia simple pero importante de la existencia de mayores oportunidades es la edad en que se toma la decisión de Marvick, “Political recruitinent and careers”, pp. 277-278. 82 Según registra Suzanne Keller en el estudio de ulla fábrica, los superiores “a menudo estaban interesados por tener subordinados parecidos a ellos”. Véase The social orsgzns and career unes of three generations of American business leaders, Nueva York, Amo Press, 1980, p. 178. David C. Schwartz, “Toward a theory of political recruitment”, p. 552.

RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN UN MODELO MEXICANO 41 ) (1 0 Ç) emprender una carrera polítIcaEn sistemas políticos abiertos donde hay partidos competitivos y la carrera política se decide principalmente a través del proceso electoral, la mayoría de los individuos persigue otros intereses profesionales antes de postularse para algún cargo, generalmente después de los treinta años. Como dice Jacob, “por ejemplo, podemos suponer que pocos hombres buscarán ser elegidos para una cargo antes de haberse establecido en su comunidady en su ocupación, porque carecen de las habilidades, los Contactos y la posición necesarios para una carrera política”. En México hay ejemplos de personajes políticos prominentes que ingresaron a la política después de los treinta años. La fuerza del patrocinio de los altos funcionarios es tal que una persona de edad madura podría ser sacada de su carrera profesional e introducida inmediatamente en la política activa Esto ha sucedido, pero es altamente improbable. En cambio, mayoría de los mexicanos ya ha entrado en contacto con la política antes de terminar la universidad. Aquí interviene una variable estructural que introduce un contexto totalmente diferente para el reclutamiento político, el papel de la educación superior. El reclutamiento inicial de los candidatos en México se da a una edad mucho menor porque la comunidad de la cual se seleccionan los políticos es la universidad, porque sus habilidades se desarrollan y se muestran en las clases y en la política universitaria. Los principales agentes en el proceso de reclutamiento inicial en México son profesores y estudiantes con ambiciones políticas. Como el lugar inicial para la formación de grupos personales, y por consiguiente para el reclutamiento, es el ambiente universitario, la educación superior pasa a ser una ariable fundamental. En todos los ambientes políticos, incluso los que por razones ideológicas dan más importancia a los líderes reclutados en o.cios manuales, las características educativas de las élites políticas y de todos los líderes de cualquier tipo son muy superiores a las de la poblaciÓn general. Por lo tanto los individuos con educación superior tienen más oportunidades de ser reclutados para la política. Los estudios universitaJjos como credencial formal han pasado a ser casi axiomáticos en la vida política contemporánea, tanto en el Tercer Mundo como en las naciones industrializadas, socialistas y no Socialistas 84 Herbem t Jacob, “Initial recl-ultmnent of elected officials”, p• 712.

42 RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN. UN MODELO MEXICANO En México el nivel de educación no es tan importante como el tipo y el lugar de esa educación, y esto por dos razones: los porteros con título universitario valoran su educación y seleccionan a personas con credenciales educacionales equivalentes. Además los líderes con

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título universitario tienden a tener discípulos con antecedentes iguales a los suyos. Es por eso por lo que las universidades más prestigiosas del este siguen estando sumamente sobre- representadas en los antecedentes de la élite estadunidense, a pesar de la extraordinaria expansión de la educación universitaria y la proliferación de instituciones públicas prestigiosas.omO el reclutamiento político inicial suele ocurrir en la universidades mexicanas, es muy posible que el reclutador tenga no sólo una inclinación favorable a la universidad donde estudió sino, lo que es más im1 portante, que tenga contactos importantes con esa universida Por lo tanto, en el reclutamiento por patrocinio el reclutador tiende a reclutar en el espacio institucional donde él a su vez fue reclutado. En Estados Unidos ese espacio puede ser algún tipo de actividad partidaria, en México es un número selecto de universidades. (La mayoría de los políticos y no políticos que enseñan lo hacen en las instituciones donde estudiaron. Es ese hecho, y no necesariamente una inclinación favorable a su alma mater, lo que hace que el patrón educacional se repita en el tiempo y desde luego replique la disciplina profesional del reclutador, que típicamente enseña en el área de su experiencia profesional. En Méxlco como en muchos otros países el origen profesional más general es el derecho. Esa elección profesional, como veremos más adelante, ha sufrido cambios significativos a medida que tanto los porteros como una nueva generación de reclutas han ido modificando sus preferencias educacionales. (En todos los sistemas de patrocinio por los altos funcionarios los reclutas son seleccionados jóvenes, lo que da a los reclutadores la oportunidad de adoctrinarlos por completo en la cultura política de la élite.85 Los mexicanos inician su educación profesional a los 17 o 18 años y si tienen éxito se gradúan a los 22 o 23. Por lo tanto encuentran a sus mentores políticos iniciales a edad relativamente temprana.86 La juventud de los reclutas estimula el apren Ralp H. Turner, “Sponsored and contest inohility and the school system”, en American Sociologi cal Review, núm. 25, diciembre de 1960, p. 860. “‘ En una burocracia cerrada como la del antiguo sistema soviético, que tiene

RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN. UN MODELO MEXICANO 43 dizaje, que generalmente se da en cargos modestos en los que el recluta potencial puede ser observado y puesto a prueba. Cuando se investigan a fondo las carreras políticas en México generalmente revelan a un individuo que ocupó un cargo público, a veces como interno, siendo todavía estudiante. Por ejemplo Miguel de la Madrid trabajó durante cuatro de los cinco años que pasó en la Facultad de Derecho a las órdenes de un profesor en el Banco Nacional de Comercio Exterior, y Carlos Salinas de Gortari fue asistente del presidente del partido de gobierno en el Distrito Federal mientras era estudiante de economía. En otros casos los estudiantes a menudo demuestran su capacidad intelectual y su lealtad siendo asistentes o profesores adjuntos de su mentor. Pero tanto en la burocracia como en la universidad la práctica del aprendizaje reduce aun más la población de la cual se escogen los líderes políticos. Cuando ese aprendizaje se institucionaliza, aunque sea informalmente, los porteros tienen un criterio útil para escoger entre los posibles reclutas.87 David Schers ha descrito este patrón para posibles reclutas en el partido nacional, y la descripción es aplicable a la primera experiencia política del presidente Carlos Salinas como asistente del director del partido en el Distrito Federal: Esos jóvenes asistentes van a la sede central casi todas las noches y muchas veces durante el día. Son estudiantes, jóvenes abogados y otros profesionistas en busca de una carrera política. Esto ilustra las características personalistas de la política mexicana. Uno de los líderes dijo que esos asistentes “ayudan porque tienen ambición”. Otro explicó el camino que siguen: “ellos hacen méritos y yo trato de conseguirles cargos políticos”. Pero las funciones del aprendiz tienen además otro propósito: dan al líder una buena oportunidad de

evaluar el potencial y la lealtad del joven recluta y enseñan al propio aprendiz a conocer su propia aptitud para la política. [...] Un senador, miembro veterano del Comité Ejecutivo Nacional, hablando del progreso político en general dijo: “Nosotros estudiamos a la gente, aquí no hay improvisación.”88 ciertas semejanzas con México, los que entraban más jóvenes tenían más oportunidades de llegar a la cima. Véase: Robert T. Holt, “Age as a factor mu the recrumtment of comnmunisr leadership”, en American Political Science Review, núm. 48,jumo de 1954, p. 487. 87 Keniseth Prewitt, The recruitment of political leaders, p. 13. David Schers, “The popular sector of the Mexican PRI”, p. 50.

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LUna de las experiencias que aumentan las oportunidades de los probables reclutas políticos son sus orígenes familiares. La cualidad más específica es una familia interesada en la política. Esa variable, particularmente en forma de activismo político familiar, se encuentra en muchas culturas, entre ellas en la de México. Hay tres maneras en que los intereses políticos de una familia afectan las oportunidades de los hijos. Primero, patrones generales de socialización dentro de la familia alientan (o desalientan) el interés por la política. La literatura de la socialización está llena de ejemplos de políticos que evocan discusiones políticas en familia alrededor de la mesa, Sgundo, los padres políticamente activos, al punto de ocupar cargos políticos influyentes, pueden actuar como porteros para sus hijos o parientes. Czudnowski llega a la conclusión de que no es posible hacer generalizaciones sobre tal influencia familiar para las naciones industrializadas porque no existen estudios sobre eso)° Sin embargo yo he documentado claramente esa influencia en México, donde típicamente las familias que ejercen ese tipo de influencia a nivel nacional lo hacen a través de otros, en lugar de nombrar concretamente a sus familiares para cargos. Terççjp. la influencia que las familias tienen más probabilidades de ejercer en la carrera de un potencial político consiste en poner al niño en contacto con docenas de personajes influyentes. En vista de la importancia del sistema de redes en el reclutamiento y la promoción, los contactos son un ingrediente esencial para tener y aprovechar oportunidades políticas. Finalmente, hay dos variables de origen que son universalmente importantes para la mayoría de las élites políticas: haber nacido y residir en una ciudad y tener un status socioeconómico elevado.) Sin embargo, ninguna de las características de origen tiene sigir ficación a menos que, como sugiere Czudnowski, examinemos esas variables en un contexto más amplio.95 (1stas dos variables están sumamente interrelacionadas, especialmente en los países del Tercer Mundo donde las

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oportunidades económicas son más desiguales y determinadas por la geografía. kEl lugar de nacimiento y de residencia en la infancia, así como el iilgreso y los valores culturales de la familia, tienen un efecto muy pronunciado en las oportunidades educacionales, que en México típicamente son mayores en ° Moshe M. Czudnowski, “Political recruitment”, p. 188. ‘Ibid., p. 186.

45 las ciudades más grandes, especialmente las capitales de los estados. El ingreso familiar y la geografía son especialmente significativos debido a la importancia de la educación superior en los orígenes de las élites políticas y el extraordinario papel que desempeñan las universidades como institución de reclutamiento Variables de /romoCjÓn El reclutamiento puede compararse con una gran embudo social en el cual la mayoría de los ciudadanos nunca llega al extremo final, ya sea porque no le interesa o porque no tiene las características necesarias para ponerse en contacto con las paredes del emlzdo aprovechando la oportunidad de pasar cada vez más arb JUna vez que el individuo ingresa a la carrera política, a través de la selección de instituciones y porteros, pasa a formar parte de un grupo selecto pero todavía relativamente grande. Al igual que en cualquier otra profesión, los que cumplen los criterios para ingresar son muchos pero los que alcanzan la cumbre y llegan a ser Conocidos y respetados por sus iguales y por el público en general son muy pocos. Al analizar una élite política mediante la teoría del reclutamiento, es preciso distinguir por un lado, a los funcionarios públicos seleccionados que llegan a la cumbre, y por el otro a la mayoría de los políticos de carrera que sólo alcanzan algún punto menor del sistemj /- :-

Las variables que afectan el progreso en la política se superponen Con frecuencia a las que explican el reclutamiento inicial. Aún más difícil es identificar y aislar las variables que determinan si un político tendrá más éxito que otro, y no simplemente más éxito que la población en general. Desdichadamente no hay estudios de fi- guras públicas mexicanas que comparen a los ordinarios con los altamente exitosos• esta tarea plantea obstáculos adicionales por Yo lo hice breveme)te para un grupo de funcionarios públicos de nivel medio enhisi “The lxliddlelevel technocrat jn Mexico” enjournal ofDevelopingAre núm 6’julio de 1972, pp. 571-582; lo mismo hacen William S. Tuohy y David Ronfeldt, Political control and the recruitment of middle-level cutes in Mexico: an example from agrarian politics”, en Western Political Quarterly, núm. 22, junio de 1969, pp. 365.374 Miguel A. Centeflo ha analizado las razones por las que los jefes de dePartameiito siguen en su cargo después del cambio de gobierno en “The new Cien. tíficos: technocraticpolitics in Mexico, 1970-1990” tesis de doctorado inédita, Vale Uiliversity 1990.

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‘°ienos por dos razones.Primero, en vista del sistema de redes mexicano el alto funcionario que actúa como portero suele ser el mis1110 individuo que es responsable del ulterior progreso político del elegido, y consecuentemente los mismos criterios que favorecler 00 su elección inicial determinan a menudo su movilidad ascendente dentro del sistema político. La segunda razón es que mucha 1 de las variables que explican la movilidad ascendente suelen Inform Algunas tienen que ver con la personalidad del po- libe0 (intensidad de ambición, disciplina, etc.), otras con las reglas iflformales de la cultura política, y otras más con los valores de los ‘‘Cionarios superiores. Igual que en el proceso de reclutamiento ifliclal, la suerte también desempeña un papel importante, espeC1al ente en la determinación del mentor inicial de un individuo en el éxito de la carrera de ese mentor] Otra variable importante es la edad. Aparte de la importancia de un aprendizaje temprano, en la etapa inicial del reclutamiento, la edad de un político, en relación con la edad del presidente, es ‘Portante en el proceso de avance. El presidente de México, como Principal selector, escoge a individuos con los que ha tenido considerable contacto. Como el lugar de reclutamiento político en MéXiCO es el ambiente universitario, las generaciones escolares pasan a Ser variables de la mayor importancia. Hay relación entre los COrripañeros de escuela de un presidente que terminaron sus eslUdios universitarios y los de sus colaboradores. También las generaciones posteriores y anteriores están bien representadas en Oria administración presidencial, y muchos de esos individuos son mentores o discípulos de la generación del presidente. La edad es también importante en relación con el reclutamiento presidencial debido a otras experiencias generacionales. En etapas anteriores del desarrollo mexicano, y especialmente durante la Revolución, el tener ciertas experiencias de combate en común tenía gr importancia para el reclutamiento y el progreso en la polítiLos contactos se desarrollaban más en esos ambientes que en §2 Petei Lange, Cynria Irvin y Sidney Tarrow, “Mobilization, social inovelnents 5.116 party recruinnent: the italian comtnunist party since the 1960s”, en British J°Urnal of Politzcal Science, núm. 20, enero de 1990, p. 41, demuestran que en una másjoven la experiencia de haber participado en un movimiento social te11Ía un impacto significativo en el reclutamiento y las actitudes del partido co10 Unista

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los ambientes institucionales formales. Los principales cambios en el contexto social han siclo importantes para el reclutamiento y para las actitudes de los flUCVOS reclutas. i Una de las variables mas importantes en la movilidad política a&ndente es la magnitud de la red de un político. Sin duda alguna, cuanto mayor es la red mayor es la oportunidad de ascender en la escala política. La amplitud de los contactos, como en la lotería, no sólo aumenta las posibilidades sino que además, en una carrera larga, protege al individuo de variaciones internas en los criterios de reclutamiento del selector. En otras palabras, a medida que las credenciales van cambiando, cuanto más amplios son los contactos que uno tiene, más probable es que uno encuentre mentores o discípulos que cumplan con esos nuevos criterios y que puedan impulsarlo a uno a pesar de la ausencia de tales criterios. Por ejemplo, Gustavo Martínez Corbalá, el mentor original de Salinas, tenía pocas características en común, incluyendo la ideología, con el gabinete tecnocrático de Salinas. Sin embargo, a pesar de los altibajos de su carrera desde que reclutó a Salinas en la década de 1960, Martínez Corbalá conser1ó una cualidad esencial —su amistad con su discípulo que lo condujo a dos puestos de responsabilidad durante la administración de Salinas.° demás, los contactos amplios protegen a los individuos de los accidentes de la carrera de un sólo mentor. Los individuos que tienen camarillas estrechas y se identifican estrechamente con un sólo individuo se benefician mucho cuando la carrera de su patrocinador es próspera, pero si la carrera de su patrocinador declina la carrera del discípulo cotre Esto, sin embargo no significa que nunca lleguen a la cima individuos sin camarilla. Hay una serie de figuras prominentes en la política mexicana que llegaron a ser secretarios del gabinete sin conexiones de ese tipo. Un ejemplo perfecto es el del novelista Agustín Yañez, que ocupó tres cargos del máximo nivel, incluyendo el de secretas-jo de Educación, sin desarrollar nunca su propia camarilla, y por lo tanto sin dejar discípulos. Por detalles de su carrera pública véase: Roderic Ai amnp, “Un intelectual en la política mexicana: Agustín Yañez”, en Rslacjones núm. 2, verano de 1981, pp. 137-162. Sinas escogió a su mentor original para el cargo de líder de la Irlayoría en la Cámara de diputados, itoinbramieiito sumnarnemite importante en su primer congreso, debido a que el partido gubernainejtaJ tenía una mayoría muy escasa. A mitad de su periodo Salinas pidió a Martínez Corbalá que fuera gobernador provisional de San Luís Potosí, cuando obligó a renunciar al candidato de su propio paitido a las dos semanas de ocupar el cargo. También José López Portillo y Miel de la Madrid nomnbraroiu a sus primeros mentores para ocupar cargos en sus respectivos gabinetes; los discípulos esotosos a menudo llegan más lejos que sus mentores.

48 RECLUTAMIENTO Y MODERNIZACIÓN. UN MODELO MEXICANO cierto peligro. El cultivo de redes amplias protege contra tales inesperadas e indeseables consecuencias. En muchas culturas, incluyendo a México y Estados Unidos, el interés familiar por la política está claramente asociado con la ambición política. La participación de la familia en política, especialmente a alto nivel, es particularmente importar te en sistemas políticos donde la selección de los altos funcionarios tiene mucha importancia. Ese origen familiar no sólo facilita el reclutamiento inicial sino que también desempeña un papel en la movilidad política ascendente: si el padre o la madre de un individuo fue un alto funcionario selector jefe de una camarilla, sus discípulos estarán bien ubicados en todo el sistema político. Esos discípulos a su vez deben favores a su mentor original, y los pagarán con gusto impulsando la carrera del hijo del mentoEste es el patrón que se observa en la carrera del propio presidente Salinas. Además de extender el alcance de la red de un individuo al ampliar indirectamente su propia camarilla, la familia política afecta una tercera variable. na de las razones fundamentales de la gran importancia de las redes en México y en otros países del Tercer Mundo es la importancia de la confianza y la lealtad personales. Esto en parte explica la razón por la que tanto en la política como en el sector privado se recluta a miembros de la familia extensa para cargos de responsabilidad. La lealtad política personal en México es sinónimó de lealtad al estado.5jEn culturas donde una dingencia continuada se mantiene en el poder durante mucho tiempo, la lealtad a un gobierno y a sus dirigentes se confunde con la lealtad al país. En un contexto más sofisticado esa práctica no es simplemente nepotismo sino el resultado de la creencia de que la fidelidad de un político a su antiguo mentor se traslada a la relación entre el discípulo, cuando ya es un personaje de éxito, y el hijo del mentor. En las mentes de los políticos, el parentesco es una prueba rápida y confiable de la lealtad. Los políticos de más éxito son los que se encuentran en los canales de reclutamiento que llevan a la cúspide del sistema. En países con sistemas políticos competitivos, esos canales tienden a ser canales electorales, especialmente en escala nacional. Como ya se ha Guillermo Kelley, “Politics and adininistrations jo Mexico: recruitment and proinotion of the politíco-adininistrative class”, en Technical Paper Series, Institute of Latin Ames scan Studses Umveisity of Texas at Austin 1981 p 4

ECLUTAMJENTO Y MODERNIZACIÓN UN MODELO MEXICANO 49 observado, en México el poder judicial y el poder legislativo, si bien son lugares aceptables para iniciar una carrera, no Son caminos útiles hacia el gabinete. Ese patrón se observa también en otros países del Tercer Mundo, por ejemplo en Brasil.96 La mayor parte de los dirigentes de nivel más alto de México provienen principal mente del grupo de los personajes políticos que han hecho su carrera en la burocracia federal. Esto es verdad desde hace algún tiempo, y en los últimos años algunos organismos burocráticos han adquirido una importancia exagerada en el reclutamiento La importancia de ciertas secretarías es análoga a la de ciertas disciplinas e instituciones educativas en la educación superior Como el sistema de patrocinio de México se basa en selectores que son altos funcionarios, el sitio donde los selectores han desarrollado tanto scarrera como su enseñanza determina la carrera de sus disdpu los, aparte de sus contactos educacionales. Por ejemplo, silos pres dentes tienden a provenir de cierto tipo de organismos, también provendrá de los mismos organismos un número desproporcjona do de sus colaboradores inmediatos y de los subordinados de esos

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colaboradores En muchos países del Tercer Mundo que enfrentan problemas de desarrollo complejos y deudas enormes, los organismos económicos y los bancos han adquirido una influencia cada vez mayor dentro del aparato del estado. Por lo tanto, los individuos más estrechamente asociados con los organismos económicos han pasado al frente de la dirigencia política y han hecho progresos despro‘pOrcjon 05 El reclutamiento es un proceso fluido. Tiene responsabilidad en los cambios de las estructuras sociales, en los cambios del énfasis en la creación de políticas y en las modificaciones de las características de los patrocinadores, tanto individuales como institucionales El reclutamiento puede iniciar algunos de esos cambios tanto a través de la estrategia que utiliza para realizar el proceso de selección como a través de los individuos seleccionados los Últimos años en México ha tenido importancia para el Como explica Ben Schneider, “El cierre del congreso y la supresión de los partidos no acabó con la política sino que Si1npleineite la trasladó toda a la burocracia. Una preparación técnica pasó a ser un requisito para ingresar a ese estado Politizado, pero para avanzar se necesitaba habilidad política”. “Careers iii the SIate: preferences and polítics iii Ihe Brazilian bureaucracy”, trabajo presentado a Una reunión de la Natjonal Latjn American Studjes Associatjon Washington, D. C., abril tIc 1991, p. 30.

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ascenso político no sólo el historial de trabajo sino también una experiencia adicional —los posgrados en el extranjero. De nuevo, es importante tanto la disciplina como el lugar. Las figuras públicas jóvenes que estudian en el extranjero rara vez absorben las características de la nueva cultura: más bien llevan sus patrones de comportamiento al nuevo contexto cultural y lo adaptan a ellos. Así, el proceso de creación de redes, que tanta importancia tiene en las instituciones educativas mexicanas, también ocurre en un pequeño número de programas de posgrado en el extranjero, seleccionados por políticos ambiciosos de movilidad ascendente. Esos individuos pueden ser escogidos tanto por su capacidad intelectual como por sus lazos de amistad, pero también por los valores que tienen en común, en relación con lo que han aprendido, y dónde lo aprendieron. Como han sugerido muy apropiadamente algunos analistas individuales, esos futuros líderes desarrollaron un discursoy una cultura comunes, concentrados en este caso en la economía política y las soluciones para el desarrollo.97 Conclusiones Un análisis de la cultura del reclutamiento y su aplicación al caso mexicano parece indicar algunas variables comunes a esa sociedad y a los países del Tercer Mundo en general. Otras variables que se desprenden del caso mexicano son exclusivas de éste y de otras culturas del Tercer Mundo. Esos patrones son fundamentales para comprender los procesos de reclutamiento fuera de la mayor parte del mundo industrializado y en organismos políticos donde la democracia y la participación son la excepción y no la norma. Las estructuras sociales y la cultura no sólo determinan diferentes patrones generales de reclutamiento político en esos países, sino que esas características del reclutamiento generan sus propias implicaciones para el sistema político mayor. Los más importantes de esos descubrimientos, que pueden servjr de marco para examinar muchos países del Tercer Mundo, se pueden resumir en diez proposiciones. Sobre este punto véase: Alvin Gouldner, Thefuture of rntellectuals and the Rise of the new clan, Nueva York, Seabury, 1976.

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1,]/Los estudios de los antecedentes de la élite son indicadores útiíes del posible lugar de reclutamiento político y de diferencias en el ambiente estructural relacionado con el reclutamiento entre una sociedad y otra. La mayor parte de esos estudios continúan identificando variables de orígenes y de carrera y en algunos casos, con el uso de la tecnología de computación, muestran relaciones estadísticas entre características específicas y su propensión a afectar la movilidad ascendente. Si bien estos datos son interesantes en sí mismos, sólo pueden indicar dónde es probable que ocurra el reclutamiento y qué podría ser importante para él, sin ilustrar efectivamente cómo ocurre el proceso. i realiza el reclutamiento y cómo se lleva a cabo es más im ortante que las características atribuidas a los grandes grupos de élites políticas. Los estudios del reclutamiento político se han concentrado en esas características compartidas por varios tipos de políticos más que en el proceso concreto de cómo se obtiene un puesto público (etapa inicial), cómo se avanza en la vida pública (etapa intermedia) y cómo se llega a la cúspide de la carrera (etapa final), y quién es responsable de las tres etapas del reclutamiento. Un examen general de la literatura comparativa muestra que es muy raro encontrar

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una discriminación y un análisis de los procesos concretos de reclutamiento, pero esos procesos son el elemento más importante y más misterioso, y es necesario examinar los vínculos informales para comprender en forma mucho más amplia cómo el reclutamiento afecta el sistema político y cómo la estructura política afecta el reclutamiento. 3] La competitividad de un sistema político afecta el reclutamiento político, pero en los países del Tercer Mundo no parece limitar los procesos informales, entre los cuales los más importantes son la creación y expansión de las redes. Por ejemplo, aun cuando una organización política democrática contribuye a la democratización de los grupitos de reclutamiento en el sentido de que aumenta su diversidad y su número, no necesariamente influye en el impacto de los procesos informales de networking sobre el comportamiento político, incluyendo el reclutamiento. Las diferencias entre culturas políticas autoritarias y democráticas, en términos de la función de reclutamiento, consisten en el número de canales de que disponen los potenciales políticos y el número y tipo de los reclutadores. Además, esas diferencias crean oportunidades para los que se inician solos en el cuerpo político competitivo, porque

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los individuos pueden reclutarse a sí mismos apelando directamente al electorado. 4] Los sistemas autoritarios del Tercer Mundo, donde el estado es fuerte, estimulan el reclutamiento político por los altos funcionarios. Una élite autoperpetuada escoge a sus sucesores. México es un caso único porque las sendas de reclutamiento hacia la cúspide con mayor posibilidad de éxito están en la burocracia y no en los canales electorales. Esta característica estructural de México se debe a la existencia de un partido débil que más que controlar a la burocracia depende de ella, y al dominio del ejecutivo sobre todas las demás instituciones gubernamentales. 5] En los sistemas dominados por el estado tiende a existir el patrocinio de los altos funcionarios, que típicamente buscan la mayoría de sus reclutas en la burocracia nacional. Las carreras locales en algunos organismos democráticos, pero especialmente en ambientes autoritarios, producen pocas historias de éxito de políticos nacionales ambiciosos. Es probable que tales políticos pasen toda o casi toda su carrera en esa misma burocracia. Cuando en esas sociedades existen ambientes electorales competitivos, muchas fi- guras dirigentes provienen de carreras legislativas —en algunos casos de cargos máximos estaduales o provinciales. 6] En los sistemas donde hay predominio de los altos funcionarios los criterios generacionales tienden a exagerarse. Por lo tanto, la edad pasa a ser una variable importante. Además, en ese tipo de proceso de reclutamiento la importancia de la edad aumenta aun más porque los altos funcionarios en ejercicio determinan en gran medida la composición del nuevo reclutamiento, y porque en la formación de camarillas en los ambientes universitarios hay un predominio abrumador de los colegas. Es por eso por lo que presidentes y otros selectores tienden a reclutar en su propio grupo de edad. Por lo tanto, cualquier variación en la edad de los reclutadores primarios puede alterar los criterios y las experiencias que influirán en el reclutamiento de la próxima generación de líderes. 7] Aparte del marco mismo de todo reclutamiento, el vehículo de reclutamiento más importante es la red política o, como se le llama a menudo en México, la camarilla. Esa asociación informal de individuos con ambiciones políticas facilita y motiva el proceso de reclutamiento. Las redes informales se utilizan en muchas otras culturas en una variedad de contextos, pero en México estos grupo

políticos funcionan específicamente como agentes de reclutamiento. 8] Hay variables estructurales tan importantes para el recluta miento inicial como para el subsiguiente pero esas variables varían en importancia según las etapas del reclutamiento Tanto en México como en otros lugares de América Latina y del Tercer Mundo la educación es esencial para el reclutamiento inicial no el nivel de educación por sí mismo, aunque sí desempeña un papel signi ficativo, sino la institución en la que el individuo fue educado. La educación superior es una variable de origen universal entre las élites políticas en todas partes del mundo, y en Méxic0 es incluso un lugar de reclutamiento político En consecuencia, los reclutadores Políticos en el campo de la educación desempeñan un papel importante en la formación de una red de reclutamiento o camarilla, que incluye a los de su misma edad. Esos profesores a menudo funcionan como reclutadores iniciales, ya sea desde un empleo público o bien como principal mentor de una camarilla. A veces, en cambio, son los ex estudiantes quienes, cuando están a medio camino o en la cumbre de sus propias carreras, hacen el papel de profesores y reclutan a sus propios profesores y ex compañeros para cargos públicos. 9J La significaj de las variables estructurales refuerza la relación entre el estado y la educación en México y en otras partes del Tercer Mundo. Esa relación es en parte producto de las condiciones estructurales esencialmente económicas, que caracterizan a la mayoría de los países en vías de desarrollo Un desarrollo económi CO débil y un sector privado incipiente producen un estado muy influyente, pero también un estado que emplea a Porcentajes muy altos de los mejores profesionistas La literatura comparativa muestra que otros

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países, como Japón seleccionan élites Políticas que provienen de un pequeño número de universidades del más alto nivel. Sin embargo, en Japón, el énfasis en la educación superior alcanzada en una institución determinada se concentra más bien en la calidad de esa educación (de ahí el prestigio de la institución) Y en el hecho de que los propios reclutadores son egresados de la Universidad de Tokio, En México y en la mayoría de los países en desarrollo esa relación es entre profesionistas personal académico y funcionarios públicos. 1OJ En la etapa intermedia del reclutamiento poiítico, cuando las actividades de reclutamiento conducen a movimientos y posi Clones de media carrera, la burocracia gubernamj sustituye a

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las instituciones nacionales de educación como lugar principal de reclutamiento. La etapa final del reclutamiento se enfoca hacia aquellos medios a través de los cuales una persona obtiene un cargo político nacional principal. De nuevo, el principal lugar de reclutamiento a este nivel es la burocracia. Esto probablemente ocurre en la mayoría de los países en desarrollo, en vista de la importancia mayor del estado y del predominio del poder ejecutivo sobre el legislativo. Las variables estructurales son pues, importantes para determinar cómo un individuo pasa de posiciones de nivel medio a las de nivel supremo. Los canales institucionales que influyen en esa etapa final pueden ser diferentes de los de las dos etapas anteriores.

La literatura teórica y sustantiva sobre el reclutamiento de los últimos veinte años indica que podría haber vínculos importantes entre las características formales e informales. La interacción entre las variables institucionales y estructurales por un lado y las culturales e informales por el otro merece un estudio mucho más detallado. La persistencia de variables culturales informales en los procesos de reclutamiento político a lo largo del tiempo indica la fuerza de esos patrones frente al cambio institucional, a pesar de cambios importantes en el nivel del desarrollo económico y social del país. Los países del Tercer Mundo que típicamente han funcionado en un contexto político semiautoritario han estimulado la persistencia de reglas informales en la cultura política, alcanzando una combinación de patrones occidentales introducidos recientemente con tradiciones más antiguas de cada cultura. Las contradicciones evidentes entre lo viejo y lo nuevo y las estructuras de reclutamiento formales e informales se deben más al origen del reclutamiento que a un desacuerdo intrínseco entre esos procesos. Para que nuestra comprensión del reclutamiento político en la mayoría de las naciones del mundo pueda progresar, y así aumentar nuestra comprensión de los sistemas políticos en general, la construcción teórica debe concentrarse en cómo se produce el reclutamiento político en el Tercer Mundo, y no en el mundo industrializado.

La investigación generacjoj ha provocado grandes debates entre historiadores y científicos sociales El foco de ese debate ha sido la utilidad del estudio de grupos de edad como medio para comprender el desarrollo de ideas y comportanjentos políticos El análisis generacio se ha Utilizado también para estudios longitudinales de la dirigencia política. El objeto de este capítulo no es revivir los problemas planteados en ese debate, puesto que ya me he ocupado exhaustivamente de ellos en otra parte. Más bien lo que deseo es explorar la existencia de generaciones políticas en México, analizar su predominio respectivo en la política nacional, identificar algunas consecuencias de los grupos de edad en la dirigencia política y sostener que la edad es una variable útil para la comprensión de algunos patrones significativos en la dirigencia política. 1

Para un excelente estudio de los problemas teóricos y fuentes adicioisales véase: Alan B. Spitzer, The historical problein of genes-alio05» American Histori cal Reuiew, nurn. 78, diciembre de 1973, PP. 1353-1385; Majn ntaja ‘A geneltjon in poljtjcs: a definitioj5” view of Paljtics núm. 25, 1963, pp. 509-522; Philip H. Bm-ch Elijes in American hnto 3 vol., Nueva York, Holmes and Mejer, 198]; Hans Jaeger, “Generatiojis in histoty reflectjons 00 a controversial concept”, Histoiy and Theoiy, vol. 24, núm. 3, 1985, PP. 273-292; Anthony Eslem Generatjons in histo: an ifltroduc(jon lo Ihe concept, Nueva York, s. e., 1982; Robert Wohl, The generation of 19)4 Casnbridge Mass., Hajnard University Press, 1979; Kaz-l Mannheijn, ‘The Problemn of generatjoiss» en Essays on the socioloy of hnowledge Londres, Routledge & Kegan, 1959, Pp. 276-322; Richard G. Braungarr, “The sociolo of genes-atjons nd student politics: a coniparison of the functionalist and generatjon unit models”,Journaj of Social lssues, vol. 30, núm. 2, 1974, pp. 31-54;Julián Masas, Gene. a historical mejh0d Tuscaloosa, University of Alabama Press, 1970; Norman B. Ryder, “The cohort as a concept in the study of social change”, Amecan Socio. gica1 Revzew flÚln 30, 1965, PP. 843.861 Beett M. Beiges “How long is a generaj015? BrstlshJoumalofSocjl núm. 9, 1960, pp. 10-23; Pauline K. Ragan, he emnerging political consciouslless of the aged: a generatjoni inerpretarjon”

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of Social lssues, vol. 30, ‘Iúmn. 3, 1974, PP. 137-158, y Gosta Carlsson y Katarina arlson, “Age, cohorts, and the generation of generatjojss” American Sociolocaj eview núm. 35, 1970, pp. 710-717

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El análisis generaciOflairece las polémicas que ha suscitado y no es una panacea para (álisis de los datos sobre la dirigencia política en México ni en una otra parte. Más bien es un instrumento metodológico aunque analíticamente no sea muy agudo, para el examen dandes grupos de líderes políticos en el tiempo. Además ofrecqj0rmación interesante y significativa sobre la dirigencia políti1ue no se puede alcanzar por otras metodologías, que son cormentarias y necesarias para esa tarea. Utilizando la edad comariable en el análisis de la élite empezaré por poner a prueba knos supuestos acerca de la movilidad política ascendente, la rq de los individuos y el análisis de la élite en general. Sosten1ue una muestra diminuta de las élites políticas, la crema de la diencia política no refleja con exactitud los antecedentes de la éliacional. El amplio conjunto de datos en que se basa este análisgiere que las conclusiones alcanzadas a partir de muestras mer5 pueden ser erróneas. Segundo una de las teorías más import5 derivadas del análisis de la dirigencia es que las tasas de rotacientas contribuyen a la inquietud social —en el caso de México, kevolución.2 Este capítulo sugiere que los grupos de edad pued inducir a error cuando se utilizan analíticamente para identifi patrones de dirigencia dependiendo del modo como se concualjcen. La conceptualización ls común para el uso de grupos de edad en el examen de la cOfllujdad de una élite es generaci0l. El foco generacioflal suporque hay una relación entre la edad de un individuo y el acceso poder. Así, el grupo de edad del político (fecha de nacimiento) P a ser un factor crítico en la determinación de si llegará a algúrargo. La segunda técnica para discernir tendencias de cambio en élite dirigence se basa en la experiencia. ¿Es la primera vez que elLncionario llega a ese nivel? La distinción es sumamente significata. Cuando los controles del analista relativos a la experiencia resentan una variable significativa en la obtención de cargos policos, el impacto generacional puede ser muy diferente. El acces a los cargos políticos de un grupo de edad supone que la flulez y la rotación generaciOflales son importantes para la estabijad. Esa suposición se basa en el razona2 Sobre este terna véase: f Dahrendorf, Conflict after class: new perspectives Qn the theoy of social and politicaLonflict, NoeI Buxton Lectures, Essex, University of Essex, 1967, p. 20.

miento de que las generaciones más jóvenes se sentirán frustradas y, si pasa mucho tiempo sin que accedan al poder, actuarán con base en esa frustración. Sin embargo, si dividimos un grupo de edad en dos grupos, los que tienen acceso al poder por primera vez y los que ya han tenido poder previamente, la cualidades intrageneracionales adquieren mayor importancia.3 En realidad esa división plantea la cuestión más sutil de si la composición de un grupo de edad específico es la variable más importante en la rotación. En cierto sentido, el foco en las cualidades intrageneracionales da más importancia a la movilidad política ascendente del individuo frente a la del grupo. En suma, la conclusión a la que llego es que el predominio generacional por sí solo puede no ser una variable causal importante de la violencia política. El análisis de la rotación y de la continuidad entre los líderes políticos se ha concentrado exclusivamente en los grupos de edad. El único estudio comparativo amplio es el de Nagle, que incluye a México.4 Este autor observa los patrones generacionales a lo largo del tiempo pero no identifica a una generación en particular como significativa, sino que más bien observa la rotación gradual que tuvo lugar en México después de la segunda guerra mundial.5 Al igual que la mayoría de los análisis de los liderazgos, el estudio de Nagle examina las características cambiantes de los políticos según su generación, pero ignora las diferencias generacionales basadas en la experiencia previa en tales cargos.° La tercera conclusión a la que llegué en mi examen de la dingencia política, en función de los grupos de edad, es que la dirigencia revolucionaria de México, y no su dirigencia prerrevolucionaria, Comparándolas las generaciolses políticas posteriores a la segunda guerra mundial, Russell Dalton también reconoce que “los patrones de edad general podrían enmascarar un patrón de cambio más complejo dentro de las unidades geIseracjonales” “Geneiatjoisal change in dite political beliefs: the growth of ideological polarization”, Journal of Politics, vol. 49, núm. 4, noviembre de 1987, p. 986. 4John D. Nagle, S-stem and succesçion. The social basjs of political elite recruitrnent, Austin, University of Texas Press, 1977, p. 74. 5lbid., p. 86. Para otros estudios de rotación véase Peter H. Snsith, Labyrinths of power: po. litical recruitrnent za twent set h-centuiy Mexico, Princeton,

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Princeton University Press, Roy Pierce, Fol itics andpolitical institutions, Nueva York, Harper, 1979; Keith B.P0htw3 jo modern Greece, Stanford, Stanford University Press, 1969; y Zbigniew 1neZlflski y Samuel P. Huntinglon, Politicalpower: USA/USSR, Nueva York, Viking,

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es la que ha dominado las administraciones presidenciales desde 1884. En realidad, ese control abrumador de ocho administraciones presidenciales a lo largo de 30 años representa el dominio más largo de una generación política en México en 110 años. Si existe alguna relación entre la continuidad del liderazgo político y la estabilidad política, entonces lo importante podría ser el acceso al poder individual y no generacional. Existen varias definiciones del término generación. Sin explorar aquí las ventajas y las desventajas de cada una de ellas, podemos aceptar como la más útil para nuestros propósitos la formulada por Karl Mannheiin: “El fenómeno social de las ‘generaciones’ no representa más que un tipo particular de identidad o de ubicación, que abarca ‘grupos de edad’ involucrados en un proceso histórico- social.”7 Es importante observar que tanto los políticos como los intelectuales mexicanos se ven a sí mismos como miembros de generaciones políticas.8 En sus autobiografías y también en entrevistas orales, numerosos políticos se ven a sí mismos, en términos de Mannheim, como miembros de un grupo de edad que tienen ciertas experiencias y ciertos valores en común, lo que según Anthony Esler es lo que distingue a un grupo de otro.9 El análisis biográfico colectivo proporciona una base útil para comprender muchos aspectos de la dirigencia política, pero también plantea problemas prácticos para el análisis generacional. Es difícil identificar con exactitud qué es lo que constituye una generación cuando esas características deben aplicarse a miles de individuos. Algunos teóricos sostienen que las actitudes comunes de un grupo —es decir, la cohesión de sus creencias— son más importantes que la edad en la determinación de la identidad generacional. Karl Maisnheim ‘The problein of generations’, en Essays on Me sociology of knowledge, p. 291. 8 Entrevistas con Miguel Alemán, Antonio Carrillo Flores, Miguel de la Madrid, y otros políticos mexicanos, México, 1973-1984. Para una visión intelectual notable, véase Daniel Cosía Villegas, Memorias, México, Joaquín Mortiz, 1976. Para la visión de un político véase Manuel Rivera Silva, Perspectivos de una vida: biografla de una generación, México, Porrúa, 1974. El concepto de uva generación política del ex- presidente Miguel óe la Madrid está claramente presentado en Carlos J. Sierra Brabarta, Crónica de una generación México, s. e., 1183. La aplicación más amplia del análisis generacional en México, que se concentra en políticos, intelectuales, sacerdotes, oficiales militares y dirigentes de negocios está en Luis González, La ronda de generaciones, México, su’, 1984. Véase Esler, Gneratzons in histoy, p. 86.

59 Otros, concentrándose en la fecha de nacimiento, han individualizado varios marcos temporales (generairne periodo5 de quince, veinte y veinticinco años) para establecer los límites de una generación. Yo creo que las actitudes y las experiencias comunes de un grupo son más importantes que la edad para conceptualizar una definición, pero casi siempre si no siempre la edad de un individuo lo ubica en el contexto de un conjunto de valores Compartido Evidentemente sería útil determinar, si ello fuera posible, los valores y actitudes comunes de cientos de dirigentes políticos a lo largo del tiempo, tal como biógrafos, críticos literarios e historiadores lo han hecho para pequeños grupos intelectuales y literarios. Centenares de entrevistas orales me permitieron hacerlo con una sola generación política mexicana, la del presidente Miguel Alemán (1900-1919), pero es imposible Utilizar esa metodología para estudiar un siglo entero de dirigentes políticos.io Para llevar a cabo un análisis empírico de generacio5 Políticas utilizando técnicas biográficas colectivas es necesario efectuar algunas determinaciones pragmáticas Para grandes muestras de líderes, los grupos de edad Son una necesidad práctica. A pesar de SUS limitaciones metodológicas el análisis generacioj basado en grupos de edad se puede jUstific en base a lo que los datos biográficos colectivos revelan sobre las tendencias de la dirigencia Política mexicana. Yo he utilizado divisiones de diez años dentro de una variable de edad, lo que permite explorar grupos de edad con incrementos de diez años. Naturalmente podrían utilizarse incre mentos anuales menores para reconstituir cohortes de edad en Combinaciones algo más sutiles, pero según mis hallazgos las generaciones Políticas mexicanas caen típicamente en ciclos de veinte años. Por lo tanto, los grupos de cada veinte años son satisfactorios a Condición de mantener cierta flexibilidad en la asignación de Cada individuo a un determinado grupo de edad. Véase, por einp1o: Roderic A Caxnp, “La campaña presidencial de 1929 y el liderazgo políti:o en Méxi0”, Hótoria Mexicana nÚm. 27, otOño de 1977, pp. 21.259. “Educatjois and political reQ1tmfleit in Mexico: the Mexnán generation» JOUrflal of Inter.Amrzcan Studies and World Affairs 18, agosto de 1976, pp. 295-321, Y The elite lore of Mexjco’s revolu(ionaiy family”, Journa/ of Latín American Lore, ool. 4, nÚm 2, 1978, pp. 149-182.

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LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLITICO

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Factores que contribuyen a los grupos de edad en México La cultura política mexicana posee ciertas características especiales que exageran los vínculos generacionales entre los políticos. Por lo menos desde la década 1880 la dirigencia política mexicana se ha formado con base en los grupos personales o camarillas, fenómeno que continúa hasta el presente.’1 La base para la construcción de un grupo político es la confianza que uno tiene en un potencial colaborador.’2 Como los mexicanos dudan de la lealtad de sus iguales más que los miembros de otras culturas, generalmente los vínculos de confianza necesitan haberse desarrollado durante muchos años)3 Por lo menos para los políticos posteriores a la Revolución se ha establecido claramente que esos lazos se forman típicamente en la infancia o en la adolescencia y se extienden sobre muchas generaciones políticas.’4 Un ejemplo de esto son el presidente Salinas y los individuos de su confianza. El propio Salinas inició su ascenso en la escala política a través de contactos hechos durante sus estudios de economía en la Universidad Nacional y después de sus primeros nombramientos en la burocracia del ejecutivo. A ambas cosas contribuyó el hecho de que su padre, figura prominente de la generación Henry C. Schmidt, The roots of lo mexicano: self and society in Mexican thought, 1910-1 934, College Station, Texas A&M Press, 1978. 12 Véase Merilee Grindie, “Parron and clients in the bureaucracy: career networks in Mexico”, Latjn American Research Review, vol. 22, núm. 1, 1977, pp. 37-66. Para el contexto latinoamericano en general véase el incisivo trabajo de Glen Dealy, Tite public man: an interpretation of Latin American asid other catholic cultures, Amherst, University of Massachusetts Press, 1977. Para un excelente estudio de caso de dirigencia política en otro pais de la región véase Peter McDonough, Power and ideology in BrazO, Princeton, Princeton University Press, 1981; y el estudio comparativo de Luis Roniger, Hierarchy and trust in modern Mexico and Brazil, Nueva York, Praeger, 1990. 1.4 Rogelio Díaz Guerrero, Psychology of theMexican, Austin, Uriiversity of Texas Press, 1975, p. 26. 14 Esta conclusión se basa en gran cantidad de entrevistas y correspondencia con figuras políticas mexicanas y en una enorme literatura autobiográfica que incluye, por ejemplo, Euquero Guerrero, Imágenes de mi vida, México, Editorial Porrúa, 1986, p. 12; Jesús Silva Herzog, Una vida en la vida de México, México, Siglo XXI Editores, 1972, pp. 61-63; Gonzalo N. Santos, Memorias, México, Grijalbo, 1984, pp. 31 -34;Jaiine Torres Bodet, “Tiempo de Arena”, en Obras escogidas, México, Fondo de Cultura Económica, 1961, p. 194; y Eduardo Villaseñor, Memorias.Testi,nonio, México, Fondo (le Cultura Económica, 1974, pp. 40-42.

61 de 1919, tenía discípulos o conocidos en cargos políticos útiles. Desde un punto de vista histórico, todas las camarillas políticas posteriores a 1920 están interconectadas. Como ya lo he ilustrado en otra parte, Salinas e producto de una calnarilla política que se remonta a los presidentes Miguel Alemán (1946-1952) y Lázaro Cárdenas (1934-1940) por medio de Miguel de la Madrid (1982- 1988) —su principal mentor político— y Ramón Beteta y Hugo Margáin (ambos ex secretarios de hacienda). Los orígenes políticos de Salinas representan una mezcla política extraña que ha producido la mayoría de los políticos mexicanos: la herencia de Cárdenas y Alemán, o el populismo de estado y el capitalismo de estado. El sistema de camarillas, que es una institución importante de la dirigencia política, hace que en cierto modo todas las figuras políticas prominentes hayan nacido de los mismos padres.’5 Otro elemento de la cultura política mexicana posterior a 1884 que afecta la dirigencia generacional es el predominio de una personalidad, en general la del presidente, en todo el sistema político.” El presidente tiene en sus manos la toma de decisiones en forma abrumadora, y especialmente la selección de funcionarios prominentes en el gobierno, tanto en el ejecutivo como en el poder legislativo y judicial.’7 Como el presidente se rodea de individuos en los que puede conf,ar, selecciona típicamente personas de su misma generación, individuos con los que lógicamente puede haber entrado en contacto en su juventud. Generaciones polític Presidenciales El hecho de que los dirigentes políticos mexicanos se apoyen en camarillas constr,idas a partir de una red de amistades prolongadas Roderic Ai Cainp, “Cainar,llas jo Mexican politics: the case of the Salinas Cabinet”, Mex,can Studies/Estudios Mexicanos núm. 6, invierno de 1990, p. 96. Frank Brandcnbui-g, Mahingof modersi Mexico, Englewood Cliffs, Prentice-Hall 1964, es la exposición clásica de esta opinión. Gustavo Abel Hernández Enríquez, empleando el primer enfoque empírico, declaró que los colaboi-adores de Diaz eran alscjamsos e inmutables e,, “La movilidad política en México, 1876-1970”, tcsis medita Escuela tic Ciencias Políticas y admnjisistiación pública, vsn, 1968, vol. 2, p. 257. Edmundo González Llaca, “El presidejscjaljsmo o la personalización del po. der , Revista Mexicana de Ciencia Política, núiii. 21, abril-junio de 1973 pp. 5-42.

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y en los vínculos personales con una figura presidencial, aumenta la importancia de una sola generación.’8 Desde la década de 1880 la representación generacional se ha institucionalizado en un patrón por el cual cada presidente otorga típicamente la mayor representación a su propio grupo de edad y al grupo de edad más próximo a él, en general al que lo sigue inmediatamente (véase el cuadro 2.1). Los datos confirman ese patrón para los nuevos políticos del nivel más alto así como para los que han ocupado cargos equivalentes en administraciones anteriores. El predominio de las generaciones presidenciales es un hecho también en el periodo prerrevolucionario. Porfirio Díaz, que dominó la escena política nacional de 1877 a 1911, reclutó a la mayoría de los dirigentes en su propia generación (los nacidos antes de 1839) si consideramos sus primeras dos presidencias consecutivas (es decir, desde su vuelta a la presidencia en 1884) como representativas de un presidencia contemporánea típica. Como Díaz gobernó durante tantos años, para comparar con más precisión sus nombramientos con los de generaciones políticas posteriores es conveniente dividir cada uno de sus periodos presidenciales en lugar de agruparlos. Los datos sobre Porfirio Díaz permiten ver con claridad lo que según algunos teóricos fue una de las causas de la Revolución mexicana: la falta de movilidad ascendente en una generación de dirigentes políticos que, según alegaban, era mantenida lejos del poder por un presidente que elegía funcionarios de su misma edad.’° Esta opinión ha sido expresada mejor que nadie por Martin Needler, quien sostiene que “cuando Madero alzó la bandera de ‘sufragio efectivo no reelección”, lo que quería era que se pusieran cargos políticos al alcance de una generación más joven, frustrada por la 18 Para ejemplos de esa lealtad que se extiende a rio políticos véase Larissa Lomnitz, “Horizontal and vertical relatjons in the social structure of urban Mexico”, Latin American Research Review, vol. 17, núm. 2, 1982, pp. 51-74. Este tipo de argumentación se ha presentado en Ieorías generales sobre la apertura de la élite política y la violencia social. Véase la afirmación de Harold Perkins de que “hay una relación inversa entre la tasa de movilidad ascendente en una sociedad y la intensidad del conflicto de clases, y la medida en que las élites están abiertas o cerradas a recién venidos desde abajo puede ser iesponsable de la diferencia entre una revolución socjal violenta y lo que en otra parte es llamado una sociedad de clase viable”. “The recruitmnent of cutes iii British societv since 1800”, Journal of Social Histosy, vol. 12, núm. 2, 1978, p. 224.

63 longevidad de los Científicos.2o Esa argumentación ha sido bien documentada por Peter Smith, quien dice que “el último régimen de Díaz era de viejos: en la élite del nivel más alto no había nadie de menos de cuarenta años, y casi la mitad tenía más de sesenta En parte, en reacción contra esa situación, la Revolución fue una revuelta de los jóvenes”.21 La mayoría de los estudiosos, incluyén dome a mí, están completamente de acuerdo con esa opinión. Sin embargo, el análisis de Smith cubrió sólo a un pequeño grupo de miembros del gabinete (entre trece y dieciséis de 1900 a 1911). Los datos del cuadro 2.1 incorporan una muestra más amplia de las élites políticas de 1884 a 1911, y presentan un cuadro muy diferente.

Para comprender la movilidad de una generación política no basta examinar el acceso a una docena de cargos que no son necesariamente los mejores indicadores de los millares de posibilidacies que existen en México. Esto es particularmente importante cuando se sostiene que esa inaccesibilidad podría haber conducido a grandes trastornos y Violencias sociales. Para determinar la representatjvjdad de una generación y su acceso al poder es preciso analizar toda la gama de la élite política nacional —los miembros del subgabinete y los ocupantes de cargos en los poderes legislativo y judicial. Si aceptamos esta proposición, encontramos un patrón completamente distinto a todo lo largo de la administración de Díaz. En primer lugar, Díaz dio a su propia generación el lugar debido en sus primeros ocho años (1884-1892), ofreciendo a miembros de su propio grupo de edad entre la mitad y dos tercios de los cargos políticos más altos (cuadro 2.1). La generación siguiente, la cohorte de 1840-1859, produjo la gran mayoría de los nuevos Ocupantes de cargos. Pero Díaz además introdujo un segundo patrón, que se mantuvo durante todas sus administraciones y es típico de la mayoría de los presidentes anteriores: dos generaciones cubren típicamente el 80 por ciento o más de la dirigencia política Suprema, y la generación del presidente, que generalmente es dominante, oscila entre el 50 y el 65 por ciento del total (cuadro 2.2). El examen del gabinete de Díaz parece apuntar a una imagen 20 Martíji c. Needier Fol itical development itt Laiin America; imtability, violenee, anvOlUtionary change, Nueva York, Randoiti House, 1968, p. 34. Smith, Labyrin(hs of poseer, p. 97.

64 LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO 65

CUADRO 2.1. PATRONES GENERACIONALES DE LOS FUNCIONARiOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-1991

NOTA: Las cifras en negrita indican la generación con mayor representación en la administración. Se ha omitido el gobierno intelilio de De la Huerta (1920) porque la muestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. “Estas generaciones correspondieron a más de un tercio de los funcionarios en ejer(icio y pasaron a ser la generación clomninante en la siguiente

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administración. b Los datos para Salinas no son del todo comparables puesto que no cubrei, un sexenio completo.

de estancamiento generacional, pero si se observa la dirigencia suprema mexicana más amplia, lo cierto es lo contrario Como lo demuestra el cuadro 2.2, en la administración de Porfjrjo Díaz, en cada periodo de ocho a doce años hay tres generaciones representadas: la suya propia (1820-1839) y las dos generaciones subsiguientes, las de 1840-1859 y 1860-1879 (la generación de su oponente político Francisco 1. Madero). En realidad, ya en 1905 más de la mitad de sus nuevos designados tenían 45 años de edad o menos, lo que no representa un cuadro de una dirigencia de ancianos. En el total de sus colaboradores, nuevos y repetidores, este grupo más joven representa una proporción menor, aproximadamente una cuarta parte. De hecho, una comparación generacional de funcionarios nombrados por primera vez (cuadro 2.1) frente a todas las figuras políticas prominentes (cuadro 2.2) ilustra la importancia de la experiencia como variable generacional. Bajo Porfirio Díaz, por ejemplo, las diferencias entre funcionarios nombrados por primera vez y el total de funcionarios en sus primeras dos administraciones no son significativas, pero ya en la administración de 1893 se hacen evicientes ciertas diferencias importantes. Si observamos los mismos grupos de edad distinguiéndolos según su experiencia, surge un patrón muy diferente. Lejos de dar acceso igual a las dos generaCjOfle 5, Díaz dio un acceso mucho mayor a la generación más joven, y mantuvo ese patrón hasta 1911. Es posible que la generación anterior de miembros del gabinete a que se refiere Smith sea simbólica de la longevidad de Porfirio Díaz y de la falta de acceso a la cumbre, Y si la mayoría de los mexicanos con movilidad ascendente y aspiraciones políticas perclbía esa imagen, es posible que esa percepción haya sido más importante que la realidad, según la cual los mexicanos más jóvenes tenían efectivamente acceso a todos los demás cargos políticos. Sabemos por cuidadosos estudios anteriores que, en el porfiriato, o por lo menos en sus últimos once años, la dirigencia política se caracterizaba por una rotación relativamente lenta entre los nueVos ocupantes de los cargos más altos. En contraste con eso, en los anos revolucionarios y posrevolucionarios se introdujo una rotaclon relativamente rápida.22 Sin embargo, los datos generacionales muestran que si bien de 1920 a 1946 hubo cambios mucho mayores

22Ibid., pp. 160-162,

Administración Generación (%)

1820- 1840- 1860- 1880- 1900- 1920-

presidencial 1839 1859 1879 1889 1919 1939 1940

Díaz

1884- 63 34 01 — — — —

1889- 48 46 06 - — — —

1893- 27 65 08 — — — —

1897- 18 51 31 — — — —

1901- 12 49 36 03 — — -

1905- 06 46 49 — — —

1910- 06 41 53 — — .. —

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De la Barra 06 35 53 06 — — —

Madero 02 28 61 10 - — —

Huerta 06 47 35 11 — — —

Carranza — 04 37 59 — —

Obregón - - 17 83 - - -

Calles — 02 11 87 — — —

Portes Gil — — — 100 — — —

Ortiz Rubio — .- 08 88 04 — —

Rodríguez — — 08 83 08 — —

Cárdenas — — 05 75 20 — —

Ávila Camacho - - 02 58 35’ 05 -

Alemán - — — 31 67 02 -

Ruiz Cortines — — 02 23 65 10 —

López Mateos - - — 15 69 16 —

Díaz Ordaz — — — 06 54 39’ 01

Echeverría - — — 02 33 56 09

López Portillo — — — 01 16 61 22

De la Madrid — — — 01 07 52 42”

Salinas” — — — — — 36 63

66 LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO

CUADRO 2.2. PATRONES GENERACIONALES DE TODOS LOS FUNCIONARIOS POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-1991

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO 67 en la nueva dirigencia, medidos en términos de la continuidad de cada político en un alto cargo, en comparación con las administraciones anteriores, casi todos esos políticos eran de la misma generación (cuadro 2.1).

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Es necesario que futuros análisis de la continuidad y la rotación en México y en otros países examinen la relación entre la movilidad política generacional y la individual a fin de determinar cuál es la variable más útil en relación con los trastornos políticos. Lo que quiero sugerir es que es posible que la movilidad intrageneracional, medida por el acceso a los cargos políticos por primera vez, sea mucho más significativa para explicar la estabilidad e inestabilidad política, que el acceso generacional al poder, medido exclusivamente por el grupo de edad. La rotación se mide típicamente por la relación entre todos los colaboradores del nivel más alto ylos que han llegado a esos cargos por primera vez en un año determinado. Es lógico suponer que la proporción de una generación de políticos que ingresa por primera vez a una élite política es más importante que las generaciones políticas en general cuando se estudia la relación entre la rotación de los dirigentes y la violencia política.23 Dicho de otro modo, el porcentaje de individuos nuevos admitidos en una administración presidencial podría ser más significativo que el porcentaje de generaciones determinadas. El examen de la proporción de nuevas figuras políticas nacionales en el tiempo es muy revelador. De 1888 a 1991 los funcionarios nuevos representaron, en promedio, el 52 por ciento de todos los nombramientos políticos de alto nivel (cuadro 2.3). Sin embargo, en el conjunto del gobierno de Porfirio Díaz las caras nuevas representaron apenas el 23 por ciento de los ocupantes de los altos cargos, cifra significativamente inferior al promedio del siglo y lo que es más importante, la proporción mínima de nuevos funcionarios en todas las administraciones posteriores a 1884 (13 23Smi ha estudiado esto en forma muy completa para México. Sin embargo, SU principal interés era la continuidad de la dirigencia medida por mandatos presidenciales, mientras que a mí me interesa principalmente la nueva dirigencia, apuntando a la identidad generacional tal como puede medirse por mandatos presidenciales. Utilizando los conceptos de Smith y comparando los resultados, mis datos más completos muestran que los niveles de continuidad, especialmente en los regímenes prerrevolucionarios, son mucho más altos. Véase su excelente capítulo “Continuity and turnover” y apéndice B, en Labyrinths of power.

NOTA: Las cifras en negrita indican la generación con mayor representación en la administración. Se ha omitido el gobierno interino de De la Huerta (1920) porque la muestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. Los datos para Salinas no son del todo comparables puesto que no cubren un sexenio completo.

Administración presidencial Gen eración (%)

1820- 1839

1840-

1859

1860-

1879

1880-

¡889

1900-

1919

1920-

1939 ¡940

Díaz

1884- 61 34 03 — — — —

1889- 54 31 04 - - - -

1893- 45 49 06 — - — —

1897- 19 80 19 01 - — —

1901- 31 50 17 01 — — —

1905- 23 52 25 01 — — —

1910- 17 57 27 - — — —

De la Barra 11 42 44 04 —

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Madero 06 34 51 16 — -

Huerta 06 40 46 03 — — —

Carranza 01 04 40 55 — —

Obregón - 02 30 68 — — -

Calles — 01 19 80 — — —

Portes Gil — 01 16 83 — — —

Ortiz Rubio — — 20 79 01 — —

Rodríguez - -. 12 86 02 — -

Cárdenas — — 05 ‘76 19 — —

Ávila Camacho - 02 63 34 01 —

Alemán — — 01 42 56 02 —

Ruiz Cortines - — 01 34 59 06 -

López Mateos — — — 17 72 11 —

Díaz Ordaz — — — 09 65 25 01

Echeverría — — — 02 43 50 05

López Portillo De la Madrid - —

- —

— —

01 01

28 14

56

56

14

30

Salinas5 — — - 01 09 52 39

68 LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO

CUADRO 2.3. FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-1991

Administración presidencial Díaz 1889- 1893- 1897- 190 1-

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1905- 1910- De la Barra Madero Huerta Carranza Obregón Calles

Portes Gil 36 Ortiz Rubio 23 Rodríguez 28 Cárdenas’ 20 Ávila Camacho 19 Alemán 13 Ruiz Cortines 30 López Mateos 66 Díaz Ordaz 55 Echeverría 94 López Portillo 52 De la Madrid 49 Salina&’

a Los datos para Cárdenas no son comparables puesto que sólo miden su primer año en el cargo. Los datos para Salinas tampoco son comparables puesto que sólo cubren los primeros dos años y medio. La mayoría de los presidentes nombra una proporción mayor de figuras nuevas para su administración después del tercer año; de ese modo, las cifras para ambos serían considerablemente más elevadas. por ciento) se encuentra inmediatamente antes de la Revolución (cuadro 2.3). Por lo tanto los criterios generacionales por sí solos no son suficientes para explicar la falta de movilidad ascendente como variable política en la violencia social; más bien la proporción de nuevos individuos admitidos a altos puestos políticos, cualquiera que sea su generación, tiene la misma o mayor importancia que la edad para determinar una dirigencia estable. Díaz fue sustituido por el primer presidente revolucionario, Francisco 1. Madero, cuya generación tuvo muchas oportunidades de ocupar cargos políticos después de 1896 y estaba especialmente bien representada entre los políticos nacionales de primera vez. Sin embargo, es importante señalar que si bien Madero simbolizaba la Revolución, no simbolizaba la generación revolucionaria, ni por

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLTJfAMIENTO POLÍTICO 69 sus antecedentes ni por su experiencia ni por su edad. Madero era más bien lo que Robert Putnam Hama el “revolucionario cosmo- polita”, cuyo gobierno dura poco.24 Su generación llegó al apogeo del poder durante su adminjstracjón (1911-1913), teniendo en sus manos el 51 por ciento de los cargos políticos supremos, pero perdió toda influencia después del asesinato de Madero. El más importante de los sucesores de Madrro, Venustiano Carranza (19 14- 1920), no estaba sincronizado COI1 los presidentes de su época, al igual que Ruiz Cortines alrededor de 35 años después. Carranza, nacido en 1859, era miembro de una generación política “perdida” que seguía inmediatarneite a la generación de Porfirio Díaz. Su generación guió el futuro de México hacia el último tercio del siglo XIX y, siendo anterior a la de Madero, actuó como grupo de transición que condujo a la generacidn revolucionaria. Sin embargo, como indican los datos de las cuadros 2.1 y 2.2, Carranza no sólo ignoró su propia generación de 1840.1859 (que sólo produjo un cuatro por ciento de los líderes gubernamentales), sino que terminó con el predominio de la generación de Madero, al introducir el grupo de edad de mayor importancia política (1880-1899) de la historia mexicana reciente. Lo más notable de Carranza, si embargo, es que combinó una renovación generacional con la más extraordinaria renovación de la dirigencia en la historia política de México. Sólo un minúsculo seis por ciento de sus colaboradores habían ocupado cargos anterior. mente (cuadro 2.3), cifra no igualada por ningún otro presidente desde 1884. Carranza seleccionó políticos de la generación de Ma. dero y de la generación revolucionaria que no habían ocupadc cargos políticos nacionales antes. Un ejemplo típico puede verse en la trayectoria de Manuel Agui rre Berlanga, también nacido en Coahuila en 1887. Igual que Ca rranza, había estudiado en la famosa universidad regional Atenec Fuente y se había recibido de abogado al estallar la Revolución Aguirre Berlanga apoyó a Madero y entró a la política naciona SIendo alcalde de Piedras Negras, funcionario en varios cargos estaduales en 1911-1912 y legislador estadual en 1913. Tras unirs a los Constitucionalistas fue comandante provisional y gobernador deJalisco (1914-1915). Cuando Aguirre Berlanga fue electo dipt 24 Robert Putnain, Comparative study of political elijes, Englewood Cliffs, Pren lCeFIag, 1976, p. 199.

23 42

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32 25 65 61 52 51 56 66 51 50 28

A

nuevos Administración nuevos

(%) presidencial (%)

70 LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO 71

tado a la Convención Constitucional de 1916-1917, Carranza lo llamó a su gabinete como subsecretario y luego secretario de Gobernación, el puesto político de mayor influencia. Se mantuvo leal a Carranza hasta que éste fue asesinado en 1920 y después se retiró. La generación revolucionaria, los nacidos entre 1880 y 1899, dominaron la política mexicana por tres décadas bajo ocho presidentes, más tiempo que ninguna otra generación política anterior o posterior. Esto se debió en parte a la relativa juventud de esa generación cuando llegó al poder —por ejemplo, el 61 por ciento de los colaboradores de Madero nombrados por primera vez tenían entre 31 y 51 años, pero el 83 por ciento de los miembros de la administración 1920-1924 tenían entre 21 y 40. Su juventud les dio oportunidad de ocupar cargos por más tiempo.25 Los símbolos de esa generación son dos generales: Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Aun cuando Calles había nacido en 1877, al final de la generación anterior, en realidad pertenecía a la generación más joven. Todos los demás presidentes hasta 1946, con excepción de Ortiz Rubio que había nacido el mismo año que Calles, nacieron entre 1880 y 1899. El más importante de ellos, el presidente que llevó al poder a su grupo de edad, fue Álvaro Obregón, nacido en el primer año de este grupo generacional. Obregón representó políticamente una ruptura con Carranza, revolucionario moderado de la vieja guardia; ideológica y personalmente Obregón reflejaba la radicalidad del cambio.2° La generación revolucionaria de México se destacaría de todas las demás generaciones al menos por su longevidad política. Sin embargo, los datos del cuadro 2.1 indican otro rasgo sorprendente de esa generación política, especialmente a la luz de otros estudios. Desde 1884 ningún otro periodo de la historia política mexicana ha sido tan estrechamente dominado por una sola generación política como el de la generación revolucionaria, patrón que también se ha observado en China y en otros países.27 Como ya he sugerido, en general en México una generación produce entre la mitad y dos tercios de una dirigencia política nueva. De Obregón (1920) 25 Para hallazgos similares en Turquía véase: Frederick Frey, The Turkishpolitical elite, Cambridge, MIT Press, 1965.

26 Brandenburg, The making of modern Mexico, p. 58. 27 Véase: Doak Barnett, Cadres, bureaucracy, and political power in communist China, Nueva York, Columbia Universiry Press, 1967, p. 434.

a Cárdenas (1940), el 75 por ciento o más de los nuevos políticos del más alto nivel eran de esa generación. De 1920 a 1934 el 83 por ciento de los políticos más importantes pertenecían a ella, y casi el mismo porcentaje del total de los ocupantes de los cargos más altos. Bajo Calles y sus sucesores inmediatos, en gran medida controlados por él, las cifras se acercaron al 90 por ciento, dejando apenas uno de cada diez nuevos puestos para las generaciones anteriores o posteriores.

Miguel Alemán es para la generación siguiente (1906-1919) y para la política mexicana lo que Obregón fue para la generación anterior y la época posrevolucionaria. Como he sostenido en otra parte, Alemán era el prototipo del político mexicano moderno —un político o administrador profesional— y en muchos sentidos inició políticas que fueron la base

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de futuros procesos políticos.22 En las prácticas relacionadas con el personal, Alemán efectuó una serie de cambios que tuvieron efectos muy importantes a largo plazo en los procesos de reclutamiento y en otros aspectos del sistema mexicano. Como dijo uno de sus colegas “fue un grupo que dedicó toda su vida al periodo de crecimiento más creativo para México, desde 1925 hasta ahora. Para bien o para mal participamos intensamente en el desarrollo del poder gubernamental”.29 A Alemán se le atribuyen dos innovaciones importantes: el advenimiento del político universitario, formado en la burocracia y oriundo de la capital, y la declinación del político militar. En los análisis políticos generalmente se señala a Alemán como símbolo de la transición de los presidentes militares a los presidentes civiles,30 cambio que tuvo ramificaciones importantísimas para el cuerpo de oficiales militares de México y para la representación de los militares en la política.31 Esa demarcación es aun más comprensible cuando se examina desde una perspectiva generacional: con excepción del presidente interino Emilio Portes Gil (1929-1930), desde Obregón (1920-1924) hasta Ávila Camacho 28 Roderic Aj Camp, Intellectuajs and the state in twentieth-centu7y Mexico, Austin, University of Texas Press, 1985, p. 220. Bustamante, citado en Roderic Ai Camp, The making of a government: Political leaders in modernMexico, Tucson, University of Arizona Press, 1984, p. 127. ° Daniel C. Levy y Gabriel Székely, Mexico: Paradoxes of stability and change, Boulder, Westview, 1987, p. 39. Véase: Roderic Ai Cainp, “Civilian-military interlocks”, en Genera1 in Ihe Pa1 aczo: the militaiy in modern Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992.

72

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO 73

(1940-1946) todos los presidentes habían alcanzado el rango de general en el ejército revolucionario y todos ellos representaban personalmente a la generación anterior a 1920. Alemán, en contraste, no sólo era un civil, al igual que casi todos los que nombró para cargos políticos, sino que personificaba a la generación posterior a 1920, sin vínculos personales ni generacionales con la experiencia revolucionaria. Como puede verse por los datos generacionales del cuadro 2.1, Ávila Camacho, presidente que injustamente ha sido muy subestimado, efectuó una transición generacional de la mayor importancia en la dirigencia política, reduciendo sustancialmente la representación de su propia generación del 75 al 58% y aumentando la de la generación de Alemán al 35%, aproximadamente las mismas proporciones en que Alemán representó a su propia generación contra la generación mayor de Ávila Camacho. La importancia de ese viraje generacional se acentúa por el grado en que Ávila Camacho, igual que Carranza antes que él, renovó la dirigencia mexicana, puesto que más de dos tercios de sus colaboradores eran hombres nuevos. Ávila Camacho es el único presidente desde 1916 que incorporó a su administración esa proporción de funcionarios nuevos. Uno de los individuos designados por Manuel Ávila Camacho para un cargo nacional, y caso típico de esa generación posrevolucionaria (1900-1919), fueJaime Torres Bodet, quien creció en la ciudad de México y se recibió de abogado en la Universidad Nacional en 1922. Definido como hombre de letras, y poeta de bastante éxito, Torres Bodet ingresó a la burocracia de la Secretaría de Educación Pública bajo su mentor José Vasconcelos; a continuación, en 1929 ingresó al servicio exterior, donde ocupó una serie de puestos diplómáticos. En 1940 el presidente lo nombró subsecretario de Relaciones exteriores, y a mediados del periodo pasó a ser secretario de Educación pública. Bajo los presidentes posteriores, incluyendo a Miguel Alemán, Torres Bodet ocupó numerosos puestos de nivel ministerial. El paso de la generación revolucionaria a la generación de Alemán modificó en forma significativa la composición de la dirigencia política mexicana. Desde 1928 hasta 1940 más de un cuarto, y a veces hasta un tercio, de todos los políticos nacionales eran oficiales militares de carrera, casi todos ellos veteranos de la Revolución. Al introducir en grandes cantidades a la nueva generación a los cargos políticos nacionales, Ávila Camacho redujo significativamen te

por primera vez, la proporción de oficiales militares en altos cargos políticos —del 27% en la administración de su predecesor al 19% en la suya. Sin embargo Alemán utilizó la gran representación generacional de su propia generación para reducir esa cifra a apenas el ocho por ciento, la más baja en cualquier administración presidencial de 1884 a 1964.32 La tendencia civilista de Alemán era tan radical que no tuvo igual hasta 20 años después. Para 1992 los militares eran menos del cinco por ciento de las figuras destacadas en la política nacional. Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), igual que Miguel Alemán, no sólo llevó al poder a una nueva generación —la suya

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— sino que introdujo y acentuó patrones de dirigencia importantes iniciados por sus predecesores, especialmente por Miguel de la Madrid, y al igual que Alemán limitó sus elecciones personales a dos grupos generacionales, el suyo y el de la generación anterior, y en las mismas proporciones. Pero mientras que la dirigencia de Alemán representó un viraje radical hacia una mayor representación de los civiles, la generación de Salinas no tiene diferencias evidentes con la anterior, salvo en el aspecto profesional. La generación de Alemán simbolizó el predominio de los abogados en la política mexicana; en cambio Salinas, primer economista que llegó a la presidencia, eligió como colaboradores a numerosos economistas, sobre todo los de su propio grupo de edad. El patrón presidencial de favorecer al propio grupo de edad al hacer nombramientos políticos sólo se ha roto tres veces en las Últimas veintiuna administraciones presidenciales (1884-1991). Cada una de esas excepciones se puede explicar con bastante facilidad y no contradice la consistencia general del patrón. Las primeras dos excepciones fueron las de los presidentes Plutarco Elías Calles (1924-1928) y Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), quienes eran miembros del grupo de edad más importante del siglo pasado, la generación revolucionaria de 1880-1899. Ambos habían nacido en 1877 y por lo tanto ambos deberían ser considerados miembros de la generación 1869-1879, pero por su experiencia y por su espíritu los dos pertenecen a esa generación más joven de la Revolución, en la que participaron. De hecho, sobre la base empírica de la fecha de nacimiento, la generación revolucionaria va probablemente de 1875 o 1877 a 1897 o 1899. 32 -

•os datos proceden de buJ., cuadro 4.1.

Ji 1’I (- n ‘—•- ‘ -

1 J 74 LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO La única otra excepción a la regla de la generación presidencial ocurrió bajo Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), quien había nacido en 1SOOy en cierto modo fue una anomalía. Sus tres predecesores, Lázaro Cárdenas (1895), Manuel Ávila Camacho (1897) y Miguel Alemán (1900) eran más jóvenes que Ruiz Cortines. Típicamente, los predecesores de un presidente son mayores que élo de la misma edad, pero no más jóvenes. Ruiz Cortines, al igual que Calles y Ortiz Rubio, dio representación a los miembros de los grupos de edad más lógicamente elegibles para puestos de dirección, pero difiere de Calles y Ortiz Rubio en que por su experiencia personal Ruiz Cortines se identificaba con la generación de ellos, el grupo revolucionario de 1880-1899, y no con la generación de Alemán (1900-1919). Así, Alemán hizo una elección generacional sin precedentes en Ruiz Cortines, al escoger como sucesor, por única vez en la historia posrevolucionaria, a un auténtico miembro de una generación política anterior. Este análisis requeriría mucho más análisis desde un punto de vista generacional, pero contribuyó a legitimar nuevas direcciones del grupo de edad que resultó ser crítico, el de Miguel Alemán.33 En resumen, al colocar en la presidencia a un miembro de la generación anterior, Alemán en realidad postergó la declinación de su propio grupo de edad en la política mexicana. El año 1900, que marca el inicio del grupo de edad de Miguel Alemán, representa una ruptura generacional decisiva porque los nacidos después de esa fecha eran demasiado jóvenes para haber participado en la Revolución, especialmente durante los años esenciales, de 1913 a 1916. Si bien hay algunos casos excepcionales de adolescentes que iniciaron su participación como soldados rasos a los trece o catorce años de edad y sobrevivieron para llegar a ser políticos o dirigentes militares prominentes, no representan las experiencias de la mayoría de la generación.34 Así, los miembros Sus contemporáneos, de la generación más joven, tenían muy presente la edad de Ruiz Cortines, y lo llamaban “el viejo”. Por ejemplo, Hermenegildo Cuenca Díaz, siendo un cadete de 18 años de edad, escoltó al presidente Venustiano Carranza cuando abandonó la ciudad de México después de dejar la presidencia. Cuenca Díaz, que llegó a ser senador y secretario de la Defensa (1970-1976), había nacido en 1902 y por lo tanto experiInentó directamente la década revolucionaria, pero militarmente es producto de los años 20, pues fue en esa década que tuvo que combatir muchas veces contra rebeliones considerables. Véase; Jesús Romero Flores, Mi seis años en el Senado, México, s. e., 1970; y Revista de Ejército y Fuerza Aérea, octubre-noviembre de 1976, pp. 139-141.

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMENTO POLÍTICO de la generación de Ruiz Cortines habían tenido alguna experiencia personal de la lucha revolucionaria, a fuese en el ejército o como civiles.35 En cambio Alemán pertenecía a la generación que experimentó los resultados de la Revolución, no directa sino indirecta.. mente, en la infancia o en la adolesce:Icia.36 Esa división dio origen a dos generaciones

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igualmente impørtantes entre los militares y los políticos mexicanos. No hay mejor ejemplo de esa div]sión en la política mexicana que el de los dos hermanos Ignacio ?arfa y Ramón Beteta Quintana. Ignacio, nacido en 1898, pertenecía a la generación revoluciona ria y participó en los acontecimientos como joven oficial, alcanzando la posición de subsecretario de Relaciones Exteriores de Cárdenas a la extraordinaria edad de 36 años. Ramón, por otra parte, aunque llegó a ser asesor técnico deL presidente Cárdenas, había nacido en 1901, y aunque era más joven que Alemán (como rtifiO prodigio intelectual fue profesor de Álemán en la Universidad Nacional), dirigió su campaña presidencial y se distinguió como alemanista modelo y secretario de Hacieñda. Entre esos dos hermanos no había sino tres años de diferencia, pero sus experiencias personales, aunque comunicadas por los lazos familiares, son 1a de dos generaciones diferentes.37 Los datos generacionales de políticos mexicanos del siglo xx revelan además otro hecho significaij0 que tienen poder de predicción. En el México contemporáneo el cambio de guardia entre líderes políticos se da cuando una generación más joven alcanza cierto nivel de representación junto a la generación política dominante. Desde la administración de 1940, cada vez que una generación más joven llega a representar má5 de un tercio de la nueva dirigencia política nacional, automáticamente dominará la próxima administración. Este indicador generaci0a Los comienzos de la carrera de Ruiz Cortines son poco conocidos, pero se incorporó a la Revolución como asistente de su antiguo maestro de educación cívica, el general Alfredo Robles Domínguez, y fue tesorero de la Ba-igada Marjel. Alcanzó en rango de mayor y fue secretario privado del general jacinto B. Treviño (1920-1921). Sin embargo no es considerado como una figura revolucionaria sino como un funcionario administrativo. Se dice que trabajó para la policía secreta de Carranza y que recupemó fondos de la tesorería que Carranza se llevó cuando huyó de la capital hacia Veraci-uz en 1920. 36 Alemán, hijo de un general revolucionario muerto en una rebelión c5ntra el gobierno, tenía sin embargo más experiencia que la mayoría de su generaj Véase: Ramón Beteta, Jarano, Austin, University of Texas Press, 1970, y Camino a Tlaxcalantongo, México, Fondo de Cultura Económica, 1961.

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76 LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO se vio en 1940, 1964 y 1982 (cuadro 2.1), anunciando el control de las generaciones 1900-1919, 1920-1939 y 1940-1959. Conclusiones La disparidad en las edades de varias administraciones presidenciales no sería evidente sin la combinación de datos de múltiples generaciones, igual que los patrones peculiares de grupos de edad descubiertos en este análisis. Sin embargo, el análisis de la rotación y movilidad de la dirigencia y la violencia social podría llevarnos a preguntar si la edad no es una falsa variable. Todas las generaciones políticas estuvieron bien representadas durante el porfiriato, inmediatamente antes de la Revolución Mexicana. Por consiguiente los resultados plantean algunas cuestiones interesantes, pero las respuestas no están claras. Entre las posibles explicaciones de la relación entre la edad, la rotación y la violencia social figura la de que la dirigencia visible, los ancianos compañeros de Porfirio Díaz en el gabinete, podría haber ejercido simbólicamente mucho más influencia que el acceso real de individuos con ambiciones a cargos políticamente influyentes. Como ocurre con tantos temas políticos, las apariencias pueden ser más importantes que la realidad. A los ojos del público, el gabinete de Porfirio Díaz presentaba una imagen de vejez e inmutabilidad. Una segunda explicación es que el acceso generacional por sí solo no es un determinante significativo de si la tasa de rotación de la dirigencia está asociada con la inestabilidad política. Es po- • sible que el hecho de que los políticos incipientes ambiciosos de todas las edades y posiciones tengan acceso a la cumbre sea más importante que el que lo tengan los más ambiciosos de una sola generación que está esperando su turno. Esto significa que el acceso individual al poder, medido por el porcentaje de funcionarios que ocupan cargos por primera vez, es más importante que el acceso de cualquier grupo de edad por sí solo. Una tercera posibilidad, y quizá la más probable, que además se puede medir a través del análisis generacional utilizando técnicas de la biografía colectiva, se refiere a las características generacionales cualitativas. Por ejemplo, es posible que Díaz haya contribuido a provocar la inestabilidad social por medio de sus tasas de rotación de la dirigencia, no porque negaba el acceso de las generaciones

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO 77 jóvenes a unos pocos cargos en la cumbre, sino porque sólo concedía si bendición a determinados tipos de individuos de cada generadón. Dicho de otro modo, el acceso a los cargos políticos podría er mucho más estrecho en términos generacionales o individuaes de lo que parece a primera vista. El arálisis generacional e individual no mide cualitativamente a los inlividuos en las cohortes de edad o de posición a menos que se lanteen las preguntas correctas y se disponga de datos detallacbs. Una de las variables cualitativas más importantes que pueden reducir el acceso a los cargos políticos es la medida en que los mienbros de cada generación provienen de familias vinculadas por par(ntesco y por matrimonio. En realidad hay variables cualitativas pe explican por qué las tasas de rotación en sí mismas, concentladas en individuos o en generaciones, pueden ser muy engañoss como medidas de la movilidad política ascendente. Esas tasas no explican la posibilidad de acceso de ciertos grupos a determinacos cargos silos vínculos de parentesco y de afinidad son muy extmsos y si la dirigencia en ejercicio reserva

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esos puestos para esos indiriduos, reduciendo las elecciones personales posibles. Esto es particalarmente cierto en un sistema político como el de México donde lo porteros electores son funcionarios en ejercicio, especialmente el presidente que elige a su propio sucesor. También otras variables,como la clase social, la región de origen y en otras sociedades la religiór y el origen étnico, han desempeñado papeles importantes. Los resiltados generales del análisis del banco de datos biográficos Correspoidientes a cohortes de edad indican que probablemente varias de esas variables tienen relación con la importancia del origen y la rotación de la dirigencia mexicana. Por ejemplo, al revés de lo que comúnmente se cree, la información detallada sobre el Origen soDial de la dirigencia demuestra que en la dirigencia prerrevoluci(flarja por primera vez los grandes terratenientes estuvieron sobre-representados y los profesionistas de clase media estuvieron subrqJresentados en comparación con las generaciones políticas suceivas. Y si bien los grupos de clase media también estaban subrepresntados en el porfiriato, en la dirigencia posrevolucionaria estuvi-on mucho más subrepresentados3a En cuanto a las re E poltentajes basados en la masa de la población, las clases sociales más altas fueron [as más sobrerrepresentadas en los cargos de liderazgo, así como la Clase inedia. La clase trabajadora fue la más subrepresentada.

1 1 78 LA EDAD COMO VARIALLE EN EL RECLUTAMIEITO POLÍTICO ‘aciones familiares con otras éiites militares, políticas, económicas e intelectuales, la generación de Díaz no tenía mudos vínculos; las dos generaciones posteriores tuvieron vínculos muho mayores. La generación de Díaz, igual que [a cohorte revolucionaria, estaba formada típicamente por individuo que se habían hecho a sí mismos. Si bien los historiadores polítitos siempre se refieren a la lon. gevidad de la generación de Porfiuio Díaz, un análisis eneracional demuestra en forma indiscutible que su propio grupo de edad y los grupos inmediatamente sucesivos produjeron administraciones de vida relativamente corta, lo ctal plantea una cuestión sobre la generación revolucionaria y no sobre la prerrevolucicnaria: ¿cómo es posible que una sola generación haya controlado bs cargos políticos durante 30 años? y otra, am más importante: ¿cómo pudo esa generación mantener durante dos tercios de es periodo un nivel tan abrumador de control, in paralelo en la historia política mexicana anterior o posterior, sin provocar inestabilidad creciente? Es preciso señalar que las rebeliones contra el gobierno de la década de 1920 fueron encabezadas por miembros de la misma generación, y no de otra más joven que buscara el poder. Yo creo que la explicación del éxito de la generación revolucionaria es su heterogeneidad misma, más que su juventud en corparación con las que la precedieron y las que la sucedieron. Adems la paz social era un valor compartido muy importante que, junte con la expanSión de un partido de base masiva más sofisticado y la estructura corporativa de grupos de interés, contribuyeron a mantener a esos individuos en los cargos políticos por un periodo tan extraordinario. La vastedad de la renovación de la dirigencia mexicana en 1916, en que el 94 por ciento de Los individuos llegaba por primera vez a ese nivel político, permitió un acceso muy amplio a los altos cargos gubernamentales, y finaLmente el acceso de funcionarios nuevos, incluso de la misma generación, se mantuvO relativamente elevado. Al revés de las expectativas iniciales generales referentes a esta metodología, yo no esperaba que los datos longitudinales produjeran ninguna regla predictiva para la dirigencia política mexicana que además pudiera tener fueraa explicatoria para otras culturas. Desde la década de 1940, cada vez que la representación de la generación en el poder (la genetación numéricamente dominante) llega a ser apenas una pequeña mayoría de los nuevos ocupantes de cargos y por lo menos un tercio de los altos funcionarios pro-

LA EDAD COMO VARIABLE EN EL RECLUTAMIENTO POLÍTICO 79 viene de una generación más joven, automáticamente esta itima dominará a la siguiente generación. Además, los datos revelai que también desde la década de 1940 la dirigencia política mecana ha distribuido los cargos nacionales con más igualdad entre los o tres generaciones que su predecesora revolucionaria. El análisis de las cohortes de edad en un siglo de dirigmcla política mexicana revela patrones interesantes, no sólo de uja generación a la siguiente sino también entre las generaciones re y posrevolucionarias. Al revés de lo que se podía esperar, la coorte de edad revolucionaria ejerció mucho más control sobre la irección política de su tiempo que los ancianos compañeros de Pofirio Díaz en el suyo. Es igualmente evidente que el acceso a los crgO5 políticos nacionales tiene

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muchas facetas, y que la pura edac» traducida en antigüedad en el cargo, no es suficiente para prolar la estabilidad y legitimidad política de la dirigencia política mexi:ana. ;1

L;0] LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO

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3. LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO: EL PAPEL DE LA LUCHA ARMADA Se puede argumentar que las experiencias compartidas reúnen a los futuros dirigentes. La afinidad personal por otro político, con base en una variable de experiencia, se da por dos razones. Primero, los individuos que viven un mismo episodio al mismo tiempo y en el mismo lugar desarrollan vínculos personales basados en la experiencia compartida. Cuanto más impresionante es esa experiencia, más fuerte es el vínculo. Segundo, los individuos que comparten una experiencia, aun sin contacto personal, también pueden desarrollar algún grado de vinculación emocional.’ Por ejemplo, los estadunidenses que vivieron la depresión que empezó en 1929 tienen cierta afinidad con sus coetáneos que no comparten con los más jóvenes.2 Del mismo modo, los estadunidenses más jóvenes que pelearon en Vietnam tienen vínculos entre ellos que los demás no comparten.3 En opinión de los propios políticos mexicanos, hay dos experiencias particularmente significativas para su desarrollo personal: los grandes acontecimientos políticos y la educación. Las experiencias educacionales se analizarán en el próximo capítulo, y éste se dedicará a los acontecimientos políticos. Esos acontecimientos son significativos no sólo por sus efectos sobre los valores sino también para el proceso de reclutamiento. De los políticos que dominaron el escenario nacional entre 1940 y 1970, casi una cuarta parte afirma que los grandes acontecimientos políticos tuvieron una importancia primordial en su socialización,4 y no hay ningún motivo para Uno de los análisis más detallados de las variables de experiencia en la formación de una generación puede encontrarse en Peter Loewenberg, Decoding (he past. the psyehohistorical approach, Nueva York, Knopf, 1983, concretamente en el capítulo titulado “The psychohistorical origins of the Nazi Youth Cohort”. 2 Richard Centers, “Children of the New Deal: social stratification and adolescent attitudes”, en Richard Bendix y

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Seymour Martin Lipset (eds.), Cla.ss, status, and power, Nueva York, Free Press, 1953, p. 361. La literatura autobiográfica de veteranos de Vietnam está llena de estos sentimientos. ‘ Roderic Al Camp, The making of government: political leaders in modern Mexico, Tucson, University of Arizona Press, 1984, p. 64.

creer que los miembros de generaciones políticas anteriores en México tuvieran distinta opinión acerca de la importancia de los acontecimientos. En realidad, tales acontecimientos afectan con más fuerza a los futuros políticos que al ciudadano promedio.5 En los últimos 110 años las generaciones políticas gobernantes mexicanas han enfrentado una amplia gama de acontecimientos políticos, pero sólo cuatro parecen haber tenido efecto directo sobre ellos: la invasión estadunidense de 1846-1848, los conflictos entre liberales y conservadores de las décadas de 1850 y 1860, la intervención francesa de 1862-1867 y la Revolución mexicana de 1910-1920 (antes hubo otros acontecimientos importantes, pero no afectaron directamente a la dirigencia política que estamos estudiando). Ningún otro acontecimiento —ni siquiera la Gran Depresión ni la campaña de oposición del candidato presidencialJosé Vasconcelos, similar en su importancia a la de Cuauhtémoc Cárdenas para las elecciones de 1988— tuvo implicaciones tan significativas para la dirigencia mexicana. Lo que distingue a estos cuatro acontecimientos de otros que podríamos suponer que influyeron en los políticos mexicanos es que todos ellos incluyeron una dosis considerable de violencia, todos ocurrieron en México, todos atrajeron a grandes cantidades de mexicanos de un área gegráfica muy vasta y todos estuvieron fuertemente vinculados con la política. Las experiencias violentas no sólo graban sus resultados en los participantes: también afectan las posiciones y relaciones de los que no participan, especialmente la guerra y la violencia civil. Tres de esos cuatro acontecimientos incluyeron violencia civil generalizada y, lo que es muy interesante, la participación directa de políticos. Si bien la mayoría de los mexicanos no combatió en ninguno de los cuatro, la mayoría de los dirigentes políticos nacionales sí lo hizo. He incluido únicamente a los políticos que participaron efectivamente en combate. Esto no es necesariamente así en otras culturas. Por ejemplo, Thomas Rigby descubrió que miembros del politburó soviético en 1971 que pertenecían a la generación de la segunda guerra mundial no habían luchado en la guerra, situación extraordinaria para un acontecimiento de tan vastos alcances.° Samuel H. Barnes, “The legacy of fascism: generational differemices in Italian Political attitudes ami behavior”, Comparative Political Studies, núm. 5 (abril de 1972) p. 54. 6 Como afirma Rigby, el hecho de que pocos miembros del politburó de 1971

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CUADRO 3.1. PARTICIPACIÓN DE FUNCIONARIOS QUE OCUPABAN CARGOS NACIONALES POR PRIMERA VEZ EN CONFLICTOS IMPORTANTES DEL SIGLO XIX

El papel de la violencia del siglo XIX

Un examen de los tres grandes acontecimientos del siglo XIX indica un nivel notable de participación de los políticos mexicanos, comparable al que se encuentra en grupos dirigentes posrevolucionanos de la URSS, China y Cuba, países que tuvieron indiscutibles revoluciones sociales.7 De todos los políticos mexicanos del siglo XIX que estaban en edad de combatir, cuatro quintas partes lucharon en uno o en más de los tres principales acontecimientos del siglo (cuadro 3.1). Entre los políticos de la generación de Porfirio Díaz (1820-1839), dos tercios de los que estaban en edad de combatir enfrentaron la invasión estadunidense como oficiales o soldados. Si analizamos cada uno de esos acontecimientos por separado, encontramos que casi la misma proporción —78 por ciento— de todos los políticos mexicanos del siglo XIX combatió contra la intervención francesa. Entre los que ocuparon cargos después de 1884 y estaban en edad de combatir, el 60 por ciento participó en habían hecho algún servicio activo en la segunda guerra mundial es aún más notable porque la mayoría de ellos eran hombres en edad militar que ocupaban cargos administrativos relativamente menores —es decir, obviamente oficiales en potencia (políticos o de otro tipo). Thomas H. Rigby, Political elites in ¡he USSR: central leaders asid local cadresfrom Lenin ¡o Gorbachev, Brookfield, Gower, 1990, p. 183. Véase por ejemplo Harold D. Lasswell y Daniel Lerner (eds.), World revolutionary elites: studies in coercive ideological movements, Cambridge, MIT Press, 1965.

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los conflictos entre liberales y conservadores. Sólo el 14 por ciento de todos los dirigentes durante el porfiriato luchó contra los estadunidenses, en parte porque la invasión sólo afectó a algunas regiones de México y en parte porque sólo la generación mayor podría haber participado. Es sorprendente comprobar que desde 1884 ningún otro periodo de la historia mexicana ha tenido tantos militares o veteranos del combate entre sus políticos; ni siquiera la omnipresente Revolución mexicana, que incluyó una pérdida estimada en alrededor del 10 por ciento de la población general, tuvo el mismo efecto sobre los antecedentes militares de los políticos. Como Porfirio Díaz representaba una generación política (1820- 1839) que dominó sus primeras administraciones, vale la pena comentar su propia participación en esos acontecimientos. Nacido en 1830, en 1847 Díaz se alistó como voluntario con un grupo de amigos para luchas contra la invasión estadunidense. Muchos de sus contemporáneos ligeramente mayores participaron en acciones contra el ejército de Estados Unidos. Los que tenían ambiciones políticas, como Díaz, utilizaron ese servicio para cultivar “una base política en la guardia nacional”.8 A los veinticuatro años de edad, Dfaz se rebeló contra el general Antonio López de Santa Anna y, para evitar la persecución, en 1854 se unió a una guerrilla liberal. Designado jefe político del distrito de Ixtlán en Oaxaca al año siguiente, inició una carrera en la guardia nacional de ese estado y más tarde, igual que la mayoría de sus contemporáneos que tuvieon carreras militares importantes, pasó al ejército regular. Durante los gobiernos liberales fue ascendiendo hasta llegar a ser general e brigada en i86l,9y dos años después fue nombrado comandante del Ejército de Oriente contra los franceses, mando que conservó hasta la derrota de éstos en 1867.10 8 Para una excelente descripción de la importancia de la guardia nacional, su evolución en el siglo xix y las maneras Como los individuos utilizaron sus expe¡içncias para formar “estrechos grupos de amigos’, véase el excelente estudio de uy P. C. Thomnpson, “Bulwarks of patriotic liberalismn: the national guard, philarmonic corps and patriotic juntas in Mexico”,Jou,-nal of Latin American Studies, núm. 22, pt. 1 (febrero de 1990), pp. 48-51. Thomnpson examina concretamente la Carrera de Juan Nepomuceno Méndez, importante general y gobernador de Puebla ue desarrolló una red de partidarios en su estado natal. Por detalles de su carrera militar y las cari eras de muchos que lucharon con él, véase Ignacio M. Escobedo, Historia militar del general Porfirio Díaz, México, Editorial Cosmos, 1975. Alfonso Luis Velasco, Porfirio Díaz y su gabinete, México, s. e., 1889.

Aconteci,niento Nivel de participación %

Invasión norteamericana 1

Conflictos entre liberales y conservadores Intervención francesa 3 22

Invasión norteamericana y conflictos entre liberales y conservadores 1

Conflictos entre liberales y conservadores e intervención francesa 44

Los tres 12

Total 83

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Algunos políticos tuvieron sólo una participación política en los conflictos entre liberales y conservadores, pero la gran mayoría empuñó efectivamente las armas en defensa de los liberales. La mayoría de ellos, como Díaz, no eran de las figuras políticas liberales importantes, que pertenecían a una generación anterior y dominaron las administraciones anteriores a 1877. Díaz no era sino una figura menor en el conflicto hasta que los franceses, coludidos con los conservadores, invadieron el país. En consecuencia, lo que fue esencial para su generación política fue su papel en la lucha contra los franceses. Un excelente ejemplo de uno de los contemporáneos de Díaz, que combatió contra los estadunidenses y más tarde participó significativamente en los otros dos acontecimientos, es Felipe B. Berriozábal, secretario de Guerra y Marina de Díaz en la administración de 1896. Berriozábal, nacido en 1829, dejó sus estudios de ingeniería a los diecisiete años para luchar contra los estadunidenses como teniente de infantería. Más tarde regresó a terminar sus estudios, y ya ingeniero participó en la lucha entre liberales y conservadores como capitán en la Guardia Nacional del Estado de México en 1856. Ascendiendo por la estructura de mando, llegó a ser un oficial importante durante la intervención francesa, teniendo a su mando la Primera División del Ejército de Oriente comandado por Porfirio Díaz durante el sitio de Puebla en 1863. Fue capturado por los franceses pero escapó.” En realidad, una de las experiencias más típicas de la generación de Díaz fue la de haber sido prisionero de los franceses y haber escapado: esto describe también a Pedro Hinojosa, ministro de Guerra de Díaz de 1884 a 1896. La lista de los oficiales que participaron en las principales batallas del periodo parece una guía de los futuros políticos. En particular, muchos de los colaboradoores de Díaz, como Berriozábal, combatieron a sus órdenes en las batallas de Puebla y Oaxaca. Otros funcionarios nombrados, como Abraham Bándala Patiño, gobernador de Tabasco (1895-1910) y Mucjo Praxedis Martínez González, gobernador de Puebla (1895-1911), combatieron junto a Porfirio Díaz en el ataque a Puebla del 2 de abril de 1867. Martínez González también había combatido al lado de Díaz en la batalla del fuerte

de Oaxaca el 6 de octubre de 1866, y fue su compañero de armas por muchos años)2 Díaz probó en el campo de batalla la lealtad de muchos de sus futuros colegas políticos. Así como los políticos mexicanos modernos desarrollan un número considerable de amistades en su juventud en la escuela, Díaz reclutó a sus colaboradores en sus experiencias de guerra. Incluso en el caso de oficiales que no apoyaron su insurrección, Díaz volvió a menudo a esos contemporáneos cuando necesitaba hombres de confianza. Un excelente ejemplo de ello es Berriozábal. Esas experiencias fueron compartidas por toda su generación, y entre los que sobrevivieron a la guerra se desarrolló un vínculo muy fuerte. Es la fuerza aglutinante de esas experiencias compartidas lo que explica, por ejemplo, por qué el 80 por ciento de los miembros del parlamento francés inmediatamente después de la guerra eran miembros de la Resistencia; de hecho, hasta 1958 dos tercios de los diputados franceses eran veteranos de la lucha clandestina.u La fuerza de ese vínculo entre los mexicanos puede medirse por el hecho de que la generación de Díaz es de lejos la más homogénea de las generaciones presidenciales producto del combate armado, incluyendo a la generación revolucionaria. Si se considera a los dirigentes con edad para combatir, especialmente contra los franceses, su número se mantiene estable durante tres decenios (cuadro 3.2): el porcentaje de veteranos de su última administración (81 por ciento) es el mismo de la primera. En contraste, cuando Francisco León de la Barra sustituyó a Díaz como presidente interino en 1911 y tuvo lugar la elección de Francisco 1. Madero, ninguno de sus colaboradores había combatido contra los franceses ni en las otras dos guerras. El propio León de la Barra era un civil demasiado joven para haber tomado parte en esos acontecimientos. Sin embargo, cuando Madero asumió la presidencia al año siguiente, dos tercios de los funcionarios de más edad designados por él eran veteranos de la intervención francesa.’4 Es interesante señalar que la administración de Victoriano Huerta (1911914) el último presidente contrarrevolucio ‘2Secretarfa de Guerra, Memona, México, Secretaría de Guerra, 1901, p. 19. ‘5Jean-Pierre oux, “A changing of the guard? Oid aud new elites al the liberatto ”, enJolyon Howrth y Phiiip G. Cerny (eds.), Etites in France; orsgins, reproductio and power, Nuevs York, St. Martjn’s Press, 1991, Pp. 85-86. 4Mnos obseiadores sugieren que políticos sin calificaciones afirmaron ser Veteranos Consciente de esas afirmaciones, he tratado de documentar su participación en numerosas fuentes a fin de eliminar las credenciales falsas. Además,

‘ Revista de Ejército y Fuerza Aérea, julio de 1968, Pp. 21-27.

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CUADRO 3.2. PARTICIPACIÓN DE DIRIGENTES DEL PORFIRIATO EN CONFLICTOS IMPORTANTES DEL SIGLO XIX

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nario, representó un regreso a la influencia política de los militares de profesión: la mayoría de sus colegas eran militares. Sin excepción, todos los que tenían edad suficiente para luchar contra los franceses lo habían hecho. Los fuertes vínculos entre Díaz y sus colaboradores, nacidos de experiencias de combate, sufrieron fuertes pruebas. Un desafio para la lealtad de los colaboradores de Díaz se presentó en 1871 cuando éste se rebeló contra su ex mentor el presidente Benito Juárez, en su frustrado Plan de La Noria. En resumen, esos individuos deseosos de poder político arriesgaron la vida para llevar a Porfirio Díaz a la presidencia. Cinco años después, el Plan de Tuxtepec, dirigido contra la reelección del sucesor de Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, triunfó. Las biografías de numerosos colaboradores revelan los riesgos que corrieron al asociarse con Díaz en uno o ambos pronunciamientos. El cuadro 3.3 muestra una lista de defensores del Plan de Tuxtepec nombrados por Porfirio Díaz para numerosos cargos regionales y nacionales a partir de su administración de 1884. Además de apoyar la primera insurrección sería difícil para un personaje público mexicano sostener un fraude de ese tipo, considerando el orgullo que sentían Otros ex combatientes activos en la vida pública por su condición de veteranos y su escasa inclinación a compartirlo con falsos veteranos.

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CUADRO 3.3. CARGOS POLÍTICOS DE DEFENSORES DEL PLAN DE TUXTEPEC BAJO PORFIRIO DÍAZ DESPUÉS DE 1884 Individuo Cargo Francisco Cañedoa Gobernador de Sinaloa Rafael Cravioto’ Senador por Hidalgo Lázaro Garza Ayalac Gobernador de Nuevo León Martín Gonzájezr, ( Gobernador de Oaxaca Manuel González Flores” e Gobernador de Guanajuato Carlos Díez Gutiérrez Gobernador de San Luis Potosí Pedro Hinojosaa.c Secretario de Guerra Juan Nepomuceno Méndeza Gobernador de Puebla Francisco Mena Zacaríasa, f Secretario de Obras Públicas Luis Mier y Terána Gobernador de Oaxaca Carlos Pacheco’ g Secretario de Desarrollo Luis E. Torre&’ Gobernador de Sonora Gerónijno Treviioh Comandante de Zona de Monterrey rUENTES: Roderic Ai Cainp, Mexican political biographies, 1884-1935 (Austin, University of Texas Piess, 1991); Matilde ¡piña de Corsí, Cuatro grandes dinastías en los descendientes de los hermanos Fernández de Limay Barragán (San Luis Potosí, s.e., 1956); Manuel Mestre Ghigliazza, Efemérides biográficas (México, Antigua Librería Robredo, 1945); François-Xaviey Guerra, México: del antiguo régimen a la Revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1988); yJoaquín Márquez Montiel, Hombres célebres de Chihuahua (México, Editorial Jus, 1953). a Apoyó también el fallido Plan de La Noria de Díaz. b5j6 al mando de Díaz en la batalla de Puebla, 1867. C Condecorado junto con Díaz por su participación en la defensa de Puebla, 1863. 1Ayudante de Díaz en 1860 yjefe de su estado mayor en 1877. ejefe de estado mayor de Díaz en 1877. Jefe de estado mayor de Díaz en la fracasada rebelión de La Noria (1871), después de haber foinsado parte de su estado mayor de 1865 a 1867. g Sirvió al mando de Díaz desde 1863 en Oaxaca y fue ascendido a teniente primero el J9 de septiembre de 1863. h También sirvió al mando de Díaz como comandante de la Primera División en 1867. de Díaz, muchos de esos individuos habían servido a sus órdenes durante Ja guerra con los franceses, y el hecho de que varios estu‘Vieron a punto de perder la vida en 1871 (uno fue sentenciado a muerte y varios más fueron amnistiados) da idea de los riesgos que ello implicó.

Adminis- traciones de Díaz

Acontecimiento %

Invasión norteame-

ricana

Conflictos en tr liberales y

conservadores Intervención francesa Ninguno

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1884- 1889- 1893- 1897- 1901- 1905- 1910-

14 12 11 10 8 6 6

64 64 53 51 48 46 52

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Durante el reinado de Porfirio Dfaz la orden del día era la imposición de la paz política. Esa condición tuvo varias consecuencias importantes para la formación de las futuras generaciones políticas. Lo5 políticos que crecieron durante el porfiriato no tuvieron ningún acontecimiento político significativo que actuara como catalizador socializador para toda una generación. La mayoría de los mexicanos nacidos en las décadas de 1860 y 1870 sólo se relacionaron en formas menores con los tres mayores acontecimientos del siglo XIX, puesto que todos ellos tuvieron lugar antes de 1867. El gobierno de Díaz y el de sus predecesores inmediatos liberales pusieron en marcha algunos cambios de la mayor importancia para la formación de las generaciones de dirigentes más jóvenes. En las filas del ejército tuvo lugar un movimiento lento pero constante: los oficiales que habían ganado sus galones en el campo de batalla, después de iniciar su carrera como soldados alistados, fueron gradualmente remplazados por una nueva generación de egresados del Colegio Militar.15 En su estudio de la rebelión de Tomóchic, en Chihuahua (1891-1892), Paul Vanderwood halló que Díaz se mantuvo fiel a sus antiguos compañeros de armas, incluso cuando éstos no habían tenido una actuación muy buena en el combate. Según Vanderwood, Díaz “pensaba que un antiguo camarada de guerra merecía otra oportunidad”.’6 Ese grupo de oficiales más jóvenes nunca representó una generación política entera: más bien eran parte de un grupo o una cohorte de edad que constituyó un puente de transición entre el porfsriato y la dirigencia revolucionaria del siglo XX. El representante más destacado de ese grupo es el general Victoriano Huerta, quien se graduó como ingeniero de construcción en 1876. Después de ordenare! asesinato del presidente Madero en 1913, las acciones de Huerta provocaron el estallido de la violencia revolucionaria intensa y generalizada. La mayoría de sus colaboradores, especialmente los gobernadores, eran oficiales de carrera como él mismo; muchos compañeros del Colegio Militar habían dedicado buena parte de su carrera a sofocar rebeliones indígenas en el norte y en el sur.17

Como ya se ha indicado, Victoriano Huerta representó un regreso de la influencia de los militares en altos cargos políticos, pero a pesar de ese énfasis militar, los acontecimientos militares no fueron una variable significativa en el reclutamiento político nacional. En cambio, Huerta representa la transición entre los militares que se hicieron a sí mismos en los campos de batalla del siglo XIX y los nuevos militares egresados de una academia profesional. Algunos de esos hombres se habían conocido en las batallas contra los indígenas, pero muchos de ellos se habían encontrado por primera vez en el Colegio Militar, entre ellos el general Francisco H. García, nombrado por Huerta gobernador de Sonora y graduado del Colegio Militar en 1878; el general Francisco Romero, egresado como ingeniero militar junto con Huerta, que pasó a ser gobernador de San Luis Potosí, y el general Joaquín Maas, otro ingeniero militar que estudió con Huerta y después se casó con la hermana de éste y fue gobernador de Puebla. Estos hombres, así como otros que ocuparon cargos en el estado mayor, utilizaron los contactos de su educación y su carrera como medios de reclutamiento. Son ésas las dos formas de reclutamiento que caracterizan a las sociedades políticamente modernizadoras. Durante su breve interludio reaccionario Huerta recompensó a sus compañeros militares con promociones al rango más alto, el de general de división, duplicando el número de éstos al 50 por ciento de los dirigentes políticos importantes, el doble de la última administración de Porfirio Díaz. Generacionalmente, invirtió el creciente predominio de la generación

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de 1860-1879 reafirmando la importancia del grupo de edad anterior (1840-1859). Ideológicamente, Huerta representó un movimiento reaccionario, y generacionalmente, en términos de la dirigencia política, un paso en falso en el tiempo. A medida que el siglo XIX se acercaba a su fin, el predominio de las experiencias de combate como base del reclutamiento polí. tico declinó rápidamente, incluso entre los oficiales militares. Los Oficiales militares de carrera entraban en contacto a través de su educación profesional y sus posiciones en el estado mayor, patrón que se repetiría con más fuerza más adelantado el siglo xx. Con la Revolución se detuvo por algún tiempo la declinación de la importancia de los grandes acontecimientos y concretamente de la Violencia, como catalizadores de reclutamiento político. Esa guerra civil impidió además el ascenso de las experiencias

ti

15 Edwin Lieuwen, Mexi can militarism, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1968, p. 3. 16 Paul Vandei-wood, carta al autor, 4 de octubre de 1992. 17 Gabriel Cuevas, El glorioso Colegio Militar mexicano en un siglo 1824-1924, México, s. e., 1937, p. 349.

El papel de la Revolución mexicana La Revolución de 1910 debería ser vista como una experiencia formativa de una generación y como agente que intervino en el cambio de los valores de esa generación, especialmente los valores relacionados con la política.’8 Sin embargo, raras veces los acontecimientos de ese tipo afectan los procesos institucionales, como la educación, que típicamente influyen en los valores en los largos periodos. Los mayores analistas de la Revolución, incluyendo aJohn Womack Jr., Ramón E. Ruiz, John Hart y Alan Knight, no creen que sea ése el caso de la Revolución mexicana.’9 Dicho de otro modo, la Revolución redujo la proporción de individuos egresados de universidades, formados en un ambiente educacional, en las generaciones políticas de ese tiempo, al abrir el acceso a la dirigencia política con base en los méritos de los individuos en el campo de batalla, La Revolución más bien replicó los patrones de reclutamiento anteriores a la época de los conflictos entre liberales y conservadores, la invasión estadunidense y la intervención francesa, en forma más Casnp, The making of government, p. 39. Corno afirma Alan Knight, hasta los historiadores que sostienen que la Revolución no terminó con la victoria popular reconocen que “desde alrededor de 1915 en adelante se forjó un nuevo país que en aLgunos aspectos continuó la obra del antiguo régimen porfiriano. Sin embargo reconocer ese hecho, y así apartarme de los mitos más extremos y autogratificantes del partido oficial, no equivale a aceptar que la Revolución cambió muy poco, que la Revolución no fue más que un blip’ en la pantalla de la historia o que la trayectoria histórica distintiva de México a partir de 1920 no fue profundamente condicionada por esa experiencia revolucionaria”. Véase “The peculiarities of Mexican history: Mexico comnpared to Latin America, 1821-1992”,Journal of Latin American Studies, núm. 24 (Quincentenary Supplemnent, 1992), p. 129.

LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO 91 extensa. Irónicamente se podría argumentar, como lo hace François Guerra, que fue la transformación de los patrones de reclutamiento lo que provocó la Revolución. En resumen, Guerra sugiere que después de 1904 los liberales porfirianos modificaron el sistema de camarillas en el nivel local y regional, creando un pool de élites locales desplazadas y desleales en busca de poder.2° Es importante recordar que la generación de Díaz ya había puesto en marcha instituciones fuertes en un periodo de relativa paz, que por treinta años había tenido mucho más importancia que cualquier acontecimiento singular en la formación de las generaciones políticas. Esos sistemas educacionales, como se demostrará en el próximo capítulo, no fueron destruidos por la Revolución.2’ Durante dos generaciones la Revolución tuvo una influencia abrumadora sobre los dirigentes políticos, no por medio de experiencias vicarias sino por participación directa: la mitad de los dirigentes políticos nacidos entre l8’70y 1900 participaron en la Revolución. Según el jefe del estado mayor de Venustiano Carranza, jefe del Ejército Constitucionalista, ml formación como hombre puede atribuirse en realidad a mi participación en la Revolución mexicana, en la que estuve en estrecho contacto con todos los grandes jefes que la hicieron posible, desde Venustiano Carranza de quien fui, lo repito, un colaborador muy cercano, hasta generales como Lucio Blanco, con quien participé en la primera división de tierras hecha por la Revolución en agosto de 1913 en Los Borregos, Tamaulipas...22 Igual que Porfirio Díaz, los presidentes Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles reclutaron a muchos de sus colaboradores con e en sus experiencias de guerra,25 y aún más importante, los 20 Véase la excelente interpretación de esta tesis por Paul Vanderwood en “Re *Urveyin the Mexican revolution: three provocative synthesis and their shortfalls”, Mexican Studies, núm. 5 (invierno de 1989), p. 159. 21 Alejandro Gómez Arias, uno de los principales intelectuales de México y diletante de la oposición política, que inició su educación a fines de la década de .910, ha sugerido que “los principios del positivismo seguían vivos. Los profesores de lógica enseñaban con el viejo texto del Dr. Parra, sin modificaciones, y los textos de historia comentaban las ideas sociológicas de Spencer...” Carta al autor, 27 de septiemnbm-e de 1973. General Juan Barragán, carta al autor, 3 de abril de 1974.

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Para una descripción detallada de la formación de la generación de Calles y ‘.Ibregón véase Héctor Aguilar Camín, La frontera nómada: Sonora y la Revolución AXjcana, México, Siglo XXI, 1977.

90 LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO institucionalizadas, tanto en la socialización de futuras generaciones como en el desarrollo de los vínculos de confianza personal necesarios para el avance político. Sin embargo, como se demostrará, no eliminó las experiencias institucionalizadas, sino que simplemente las postergó por algún tiempo. Para los militares, desplazó el énfasis en la academia y en la burocracia de la defensa hacia los grandes ejércitos guerrilleros. Para los civiles, redujo su papel en la política nacional al ser ocupado su lugar por las figuras revolucionarias.

Experiencia Revolucionario Cons-arrevolucjonai-jo Amlas cosas Ninguna Total

,A EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO El impacto de la Revolución en el reclutamiento político en M& %jco después de 1920, a pesar de los paralelos con periodos de violencia anteriores, parece contradictorio cuando lo comparamos con el de anteriores experiencias de guerra. Por ejemplo, el 58 por ciento de la dírigencia nacional mexicana entre 1920 y 1935 tomó parte en la Revolución (cuadro 3.4), pero el porcentaje de polÍticos de una generación anterior que tomó las armas contra la intervención francesa fue bastante superior,25 lo que conduce a plantear la pregunta de por qué la Revolución, que abarcó un deceniO de inquietud y violencia civil, es menos importante en los antecedeflt de los dirigentes políticos nacionales. Hay varias respuestas posibles. Primero, la invasión francesa introdujo en forma definitiva el tema del nacionalismo, atrayendo con ello a la lucha a los futuros dirigentes políticos.2° Segundo, con excepción de Victoriano Huerta, después de 1913 los presidentes no fueron militaes de carrera sino más bien revolucionarios de otras profesiones que valoraban esas profesiones y sus experiencias civiles más que Porfirio Díaz, quien en gran medida siguió una carrera militar. Tercero, después de la intervención los generales tenían más probabilidades de ingresar a la política porque en esa época había menos oportunidades que en las décadas de 1920 y 1930, lo que hace aumentar su número entre las figuras políticas nacionales.27 Una cuarta explicación puede hallarse por medio de la reinterpretación de los datos.28 La edad, como ya hemos señalado, es una variable fundamental para la comprensión de la dirigencia política.

92 LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO CUADRO 3.4. P)JtTICIPACIÓN DE FUNCIONARIOS QUE OCUPABAN CARGOS NACIONALES POR PRIMERA VEZ EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Participantes %

47 9 2 42 loo

93

1 presidentes que los sucedieron, especialmente Pascual Ortiz Rubio, Abelardo Rodríguez, Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, eran generales que habían combatido en esas batallas, a menudo a las órdenes e esos dos mentores. Existe otro paralelo entre los generales Áivaro Obregón y Plutarco Elías Calles por un lado, y Porfirio Díaz y sus colaboradores. Diaz con su Plan de Tuxtepec se rebeló contra un gobierno encabezado por un civil, después de lo cual derrotó a las fuerzas leales al Presidente. Obregón, desencantado con Venustiano Carranza, civil que llegó a la presidencia a la cabeza del victorioso Ejército C0ristituciona1jta también se rebeló, anunciando su rebelión en un documento conocido como el Plan de Agua Prieta. Algunos historiadores afirmarían que ese paralelo no es correcto porque Carranza era el

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“general” de las fuerzas constitucionalistas, pero Carranza nunca comandó fuerzas en combate, como tampoco lo hizo Benito Juárez durante la intervención francesa. Entre los creadores del Plan de Agua Prieta estaban Calles, Adolfo de la Huerta y Gilberto Valenzuela, y entre los firmantes aparedan Francisco R. Serrano y Abelardo Rodríguez, también fueron sus inmediatos defensores Lázaro Cárdenas, Antonio L. Villarreal, Pascual Ortiz Rubio y Benjamín Hill. Cinco de estos individuos ocuparon puestos importantes en la administración de Obregón, y cte hecho todos los presidentes de México entre 1920 y 1940 firmaron el plan o lo apoyaron.24 24John W. F. Dulles, A chronicle of (he revolution, 1919-1936, Austin, University of Texas Press, 1961, p. 33-34.

í Henry Schmidt refleja una opinión corriente cuando sostiene que la Revolución “sigue siendo el principio organizador central del conocimiento del México del siglo xx”. Véase “Héctor Aguilar Cainín and the interpretatiOn of the Mexican revolution”, New World, vol. 1, núm. 1 (1986), p. 82. 26 Frederick C. Turner, The dynamic of Mexican nationalism, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1968, p. 50. Desde luego John Flart y otros han sostenido que la Revolución fue nacionalista, en este caso antiestadunidellse. Pero este brote posterior de nacionalismo fue más regional, especialmente en el norte, y tuvo que competir con muchos otros temas. 27 Debo esta sugerencia a Paul Vanderwood. 28 Otra explicación posible es la que plantea Luis González- Como señala en su importante trabajo sobre el periodo, la dirigencia civil posterior a 1867 era de una generación anterior (1806-1822) a la del grupo militar comparable con ella (1823-1839). Para González, eso explica por qué Los primeros eran juaristas y los segundos porfiristas. Véase “El liberalismo triunfante” en Hmstona general de México, México, El Colegio de México, 1976. Agradezco a Barbara TennenbaUm, de la Biblioteca del Congreso, por haberme señalado esta interpretación.

LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO

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tDRO 3.5. EXPERIENCIAS REVOLUCIONARIAS DE POLÍTICOS NACIONALES POR IINISTRACIÓN, 1911-1935

cierto que en los gobiernos de Porfirio Díaz a fines del siglo x, el 83 por ciento de los elegibles, por la fecha de su nacimiento, charon en las tres guerras principales de la época. Sin embargo, itre todos los colaboradores de Díaz sólo el 16 por ciento tenía edad necesaria para ser elegible, lo que significa que cuatro quins partes de sus funcionarios designados no eran producto de periencias del campo de batalla. En contraste, si bien el porcenje de dirigentes posrevolucionarios elegibles para combatir que ectivamente parricipó en la Revolución (58 por ciento) es menor, cierto es que todos esos dirigentes, sin excepción, estaban en lad de participar. Esto simplemente significa que en el periodo posrevolucionario s dirigentes que eran veteranos de la lucha eran tres veces más se en el periodo prerrevolucionario. La diferencia es que los goernos de Díaz cubren tres generaciones (cuadro 2.1), mientras se una sola generación dominó la política de 1916 a 1936. Y que inmensa mayoría de una sola generación, nacida entre 1880 y 399, se formó en el contexto de la violencia revolucionaria. Esa )ntinuidad se puede ver en el cuadro 3.5. Los veteranos reprentan más de la mitad de los políticos mexicanos de 1914 a 1934.

Lo interesante es que la mayor representación de revolucionarios en las administraciones regulares e institucionalizadas se encuentra en el gobierno de Venustiano Carranza, y no en el de Obregón, que es considerado como un “verdadero” revolucionario y líder del campo de batalla. Sin embargo, los no combatientes reafirman su influencia en 1924, cuando llegan a representar dos quintos de la dirigencia, si bien su número se mantuvo relativamente invariable hasta 1934. Es igualmente importante señalar que entre los elegibles para combatir en la Revolución, el 42 por ciento escogió no hacerlo, en comparación con apenas el 18 por ciento de los elegibles para las guerras del siglo XIX. En otras palabras, lo notable es que una proporción tan grande de los futuros dirigentes políticos mexicanos haya preferido no participar en un acontecimiento de esa magnitud, social y políticamente, y sin embargo haya alcanzado altos cargos políticos, especialmente considerando que todos los presidentes del periodo eran veteranos combatientes.29 Pese a todo, los presidentes y los políticos revolucionarios tuvieron necesidad de las habilidades y la pericia de los civiles, y la falta de experiencia de combate en el mayor acontecimiento político de su generación no impidieron su nombramiento.

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Un ejemplo de un civil que dio repetidas pruebas de esas habilidades en varios gobiernos revolucionarios y posrevolucionarios suçesivos es AlbertoJ. Pani, a quien Calles consideró para remplazar a Pascual Ortiz Rubio como presidente en 1932. Nativo de Aguascalientes y con título de ingeniero, Pani fundó un grupo de estudiantes de apoyo a Madero en la Escuela Nacional de Ingeniería en 1911, y en el mismo año Madero lo nombró secretario de Educación Pública. En 1915 Pani fue designado por Carranza secretario de Hacienda/tesorero general y después secretario de Industria y Comercio, y su carrera pública terminó como secretario de Hacienda, habiendo ocupado altos cargos en cuatro ocasiones entre 1923 y 1933. Esta generación de civiles, que produjo mentores para los tres 29 La mayoría de los historiadores quizá no incluiría a Emilio Portes Gil, quien fue presidente interino de 1929 a 1930 y no se coalvirtió en oficial revolucionario de carrera. Sin embargo, durante la Revolución trabajó en el departamento de Justicia militar. Adolfo de la Huerta, presidente intea-ino por un breve periodo en 1920, también estaba profundamente involucrado en la política revolucionaria como firmante del Plan de Agua Prieta, pero no como oficial activo.

Administ ración presidencial Exp eriencia (%)

Revolu- cionario Contra rrevolu- cionario

Ambas

cosas Ninguna Total

adero (1911-1913) uerta (1913-1914) onvención (1914-1915) arranza (1914-1920) bregón (1920-1924) alles (1924-1928) Drtes Gil (1928-1930) rtiz Rubio (1930-1932) odríguez (1932-1934)

28 5 77 71 61 56 58 54 56

4 48 0 0 1 1 0 0 0

4 8 0 0 1 1 0 0 0

64

39

23

29

37

42

42

46

44

100

100

100

100

100

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100

100

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LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO

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siguientes grupos de edad de dirigentes políticos y para el proceso de obtención de credenciales, se identificaba sin embargo en sus actitudes con la generación que luchó en la Revolución. Como lo expresó el eminente intelectual y civil Daniel Cosío Villegas (nacido en 1898), “la juventud de hoy (estoy hablando de los que nacieron después de 1920) no tiene la menor idea de las realidades difíciles que trajo la Revolución, y por eso hablan de ella en forma retórica”. 3° Por otra parte, se ha sugerido que ideológicamente los vencedores eran más compatibles con la vieja élite que con los campesinos o los trabajadores.3’ La dicotomía entre los que escogieron luchar en la Revolución y más tarde se convirtieron en dirigentes políticos y los que continuaron en sus ocupaciones civiles y alcanzaron cargos políticos igualmente importantes, con excepción de la presidencia, tiene una buena ilustración en la camarilla del presidente Lázaro Cárdenas. Por lo menos 14 de sus colaboradores inmediatos entró en contacto con Cárdenas a través de la Revolución, entre ellos hombres como el general

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Francisco Castillo Nájera, a quien Cárdenas nombró embajador en Estados Unidos y cuyo sobrino, Ignacio Castillo Mena, acompañó al hijo del presidente, Cuauhtémoc Cárdenas, en su salida del partido oficial y oposición al PRI en las elecciones de 1988. El grupo incluía además a los generales Agustín Olachea Avilés, quien apoyó a Cárdenas para la nominación presidencial, Gabriel Leyva Velázquez, quien tuvo mandos militares clave (incluyendo el del Distrito Federal) durante el gobierno de Cárdenas, y José Siurob Ramírez, su secretario de Salud.32 Un segundo grupo de dirigentes, en su mayoría civiles, conoció a Cárdenas a través de experiencias institucionales, generalmente en cargos públicos; muchos de ellos cuando fue gobernador de su estado natal, otros durante el periodo en que ocupó varios puestos Daniel Cosío Villegas, Memorias, México, Joaquín Mortiz, 1976, p. 57. 31 Mark Wasseranan, “Strategies for survival of the Porfirian dite in revolutionary Mexico: Chihuahua during the 1920s”, Hispanic American Historical Revieu, núm. 67 (febrero de 1987), p. 91. 32 Algunos observadores parecen creer que Lázaro Cárdenas era un oficial de estado mayor y no un oficial de campo con amplia experiencia de combate. Un examen de su diario, que detalla su abundante participación en la lucha armada de 1913 a 1920 y en posteriores campañas después de 1920, puede encontrarse en Apuntes 1913-1 940, vol. 1 de Obras, México, UNAM, 1972, p. 36-39; y Fernando Benítez, El caudillismo, vol. II de Lázaro Cárdenas y la Revolución mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 1977, pp. 35-37.

en el gabinete. Sin embargo, tampoco Cárdenas era inmune a la influencia de las instituciones educativas sobre el reclutamiento político. Como gobernador reconoció la importancia de la comunidad intelectual, y la sabiduría política de algunos civiles que enseñaban en la universidad local, el Colegio de San Nicolás, lo llevó a tener discusiones semanales con ellos en su propia casa. De esos contactos reclutó a media docena de michoacanos importantes, el más destacado de los cuales fue Gabino Vázquez Oseguera, su secretario de la Reforma Agraria. Vázquez Oseguera trabajó como taquígrafo para el general y llegó a ser rector del Colegio de San Nicolás, donde se había recibido de abogado en 1929. El presidente nombró además a muchos estudiantes de su generación para cargos políticos .

Durante la Revolución surgieron dos grupos de dirigentes, cuyo reclutamiento se divide a lo largo de líneas institucionales y no de experiencia —resultado del impacto social de la Revolución. A medida que Díaz empezó a confiar cada vez más en focos institucionales para el futuro reclutamiento político de sus colaboradores más jóvenes, la composición social de la dirigencia empezó a cambiar. Esos civiles educados, a menudo egresados de la Escuela Nacional Preparatoria, eran producto de familias provincianas de clase media. 34 El estallido de la Revolución reclutó a grandes cantidades de individuos de las clases medias bajas, pero también abrió oportunidades a la clase trabajadora, grupo social que también había sido importante para la propia generación de Porfirio Díaz y sus colegas políticos.35 Entre ellos estaban Alberto Breinauntz Martínez, juez de la Suprema Corte de justicia del Distrito Federal, 1935-1963;José María Mendoza Pardo, nombrado gobernador de Michoacán por influencia de Cárdenas, 1944-1949; Alberto Coria cano, también juez de la Suprema Corte de Justicia del Distrito Federal, 1935; Antonio Mayés Navario, diputado federal por Michoacán; y Jesús Díaz Barriga, Subsecretario de salud, 1935-1940. Sobre los antecedentes véase Alberto Breiflauntz, Setenta años de mi vida, México, Ediciones Jurídicas Sociales, 1968. En su estudio de las generaciones sociales, Luis González descubrió que la gran mayoría de cada generación del siglo xix y comienzos del xx provenían de la clase inedia. Luis González y Goonzález, La ronda de las generaciones, México, SEP,

1984, p. 100. El estudio de Mark Wasserms de Ciiiiiuaisua concluía: ‘La Revolución produjo Una nueva élite política que desplazó a la antigua a nivel estadual, si no inmediatamente, ciertamente para 1940. Sus miembros provenían de las clases media Y baja. La composiciói de la nueva élite cambió con el tiempo. La presidencia transiciolsal de Francisco Madero incluía una preponderancia de élites disidentes

98 LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO

CUADRO 3.6. RELACIÓN ENTE LA EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA Y LA OCUPA. CIÓN DEL PADRE ENTRE LOS DIRIGENTES POLÍTICOS POSREVOLUCIONARIOS

No debe sorprender que una revolución de la magnitud de la mexicana haya reintroducido la importancia de las clases sociales más bajas entre los dirigentes políticos nacionales. El estudio anterior de Peter Smith subestima sustancialmente la presencia específica de orígenes campesinos y trabajadores entre la élite política, al hallar que sólo corresponden al 5 por ciento.36 Mis cifras indican que el 16 por ciento de los políticos tenían padres de esas Ocupaciones. La relación entre la clase, la profesión del padre y la experiencia revolucionaria puede verse claramente en los cuadros 3.6 y 3.7. Los políticos que comba leron en la Revolución del lado del cambio tienen más probabilidades de tener padres peones, campesinos y pequeños propietarios. En realidad, más de un tercio de todos los políticos que pelearon en la Revolución (38 por ciento) provenían en puestos políticos importantes. Éstas cedieron el lugar para 1914. El periodo de mayor movilidad ascendente se dio de 1914 a 1917, cuando Villa, Zapata y sus seguidores de las clases populares ocuparon el centro del escenario. De ahí en adelante, con excepciones fundamentales de arriba y de abajo, las clases medias (que incluían a pequeños propietarios) dominaron la política mexicana”. Persisten1 oligarchs: the political economy of Chihuahua, Mexico, 1910-1940, Durham, Duke Un1 versity Press, 1993, pp. 7-8.

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36 Peter H. Smith, Labyrinths of poner: political recruitment in twentieth-centuiy Mexico, Princeton, Princeton University Press, 1979, p. 77. Es un mérito de Smith admitir que su muestra es pequeña y no suficientemente escogida al azar, y por lo tanto sus cifras pueden no ser representativas.

LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO 99 CUADRO 3.7. RELACIÓN ENTRE EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA Y CLASE SOCIAL ENTRE LOS POLÍTICOS POSREVOLUCIONARIOS

de familias de campesinos y peones. En cambio, sólo el 7 por ciento de los políticos que prefirieron mantenerse apartados del combate çnían los mismos orígenes. Si examinamos la ocupación de los res de los políticos en relación con su participación o no en la Revolución, el patrón es aún más evidente (cuadro 3.6). Cuatro 4uintos de los políticos hijos de trabajadores manuales pelearon en la Revolución. De hecho, los hijos de peones, campesinos y pesueños agricultores son el únicos grupo de individuos cuya mayoría brumadora luchó por la Revolución; entre los hijos de todos los más grupos ocupacionales sólo una minoría hizo lo mismo. En sima, con excepción de las familias militares, las familias de trabajadores no manuales produjeron la mayoría de los políticos de a generación revolucionaria que ingresaron a la vida política nadonal, pero tuvieron una representación relativamente baja en la Revolucjón misma. Si clasificamos a los políticos que lucharon por la Revolución or su situación socioeconómica y no solamente por la ocupación del padre surge un patrón igualmente definido entre combatientes Y no combatientes (cuadro 3.7). Entre los políticos originarios de dase alta sólo el 34 por ciento eligió combatir en la Revolución, Cuatro quintos de ellos del lado de los revolucionarios. En cambio entre los políticos surgidos de la clase trabajadora participó en la Revolución el 72 por ciento, nueve décimos de ellos del lado del Cambio. Los futuros políticos de clase alta rara vez combatieron del lado contrario: más bien prefirieron no combatir. Dos tercios

1 J Clase social (%)

4

1 Experiencia revolucionaria del político

Ocupaci ón delp adre %

Ha. Profe- cen- sionista dado

Campe. sino u obrero

Polí- tico

Mili- tar

Em- presa. rio

Otra

Revolucionario 36 32 80 31 24 30 40

Contrarrevolucionario 4 4 2 3 24 7 0

Ambas cosas 0 0 0 3 8 3 0

Ninguna 60 64 18 63 44 60 60

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Total 100 100 100 100 100 100 100

Experiencia Media Alta Baja Revolucionaria 27 64

Contrarrevolucionaria 7 5 7

Ambas cosas 3 2 1

Ninguna 53 67 27

-Total 102 101 99 NOTA: Los totales no son de 100% debido al redondeo.

iüo LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO ¿e esos Políticos se mantuvieron civiles durante toda la década de violencia. Un representante de ese grupo, BernardoJ. Gastélum, ejemplifica las credenciales de muchos funcionarios públicos de clase alta ynaedia alta. Nacido en Sinaloa en la década de 1880, fue enviado por SU padre, abogado de éxito, a la Universidad Nacional donde estudió medicina Con recursos familiares continuó sus estudios el extranjero, en la universidad de Columbia en Nueva York Y tatbién en París, Roma, Montevideo y Viena. Después de ocupar na serie de cargos en la educación secundaria y superior fue nombrado secretario de Educación pública por Obregón en 1924. Los datos de los cuadros 3.6 y 3.7 muestran con claridad que unflÚITlero desproporcionado de los futuros políticos de las clases aedia y alta no vio mayor ventaja en participar en la lucha, o tal VeZ no estaban tan comprometidos con los ideales o los objetivos ¿e la Revolución. El interés de este descubrimiento es tanto mayor teniendo en cuenta que John Womack caracteriza a los dirigentes reVolUcionarios como de sectores opositores de la clase media, lo que lo lleva a clasificar el conflicto como una “guerra civil burgueO’ Estas cifras podrían sugerir asimismo que las frustraciones de la Clase trabajadora con los abusos y la explotación del porfiriato sólO Podían desahogarse por la violencia, mientras que las clases media y alta, aunque insatisfechas con los excesos del régimen, e$°fltraban los canales institucionales mucho más abiertos debido su educación. Dicho de otro modo, esperaban beneficiarse de loS Cambios Provocados por la violencia sin tener que arriesgar la vida por la causa. ¿Quiénes eran, entonces, los revolucionarios? Al contrario del naIi° Popular, la dirigencia política de la Revolución —es decir, los que salieron de los campos de batalla revolucionarios para dominar el periodo posrevolucionario_ eran mexicanos de clase media.38 La mitad de los políticos de la generación revolucionaria provienen de la clase media, mientras que sólo 14 por ciento proviene de la clase alta y 38 por ciento de la clase baja. Como Smith apunta, e5t05 cifras “dan apoyo empírico a la noción de que la Revolución 57JOhnWomackJr “The Mexican revolution, 1910-1920”, en Leslie Bethell(ed.), Meco ‘ince independence Cambridge, Cambridge University Press, 1991, p. 128. Ramófl Eduardo Ruiz, Triumphs and tragedy: a history of Che Mexcan people, Nueva York Nono1-1, 1992, p. 342.

LA EXPERIENCIA Y EL LIDERAZGO 101 mexicana, por lo menos en lo que respecta a su dirigencia, era un movimiento burgués que buscaba modernizar, mas no derrocar, el sistema capitalista del país”.39 Un hecho significativo, sin embargo, es que la Revolución tuvo efectos tremendos sobre la situación social de los políticos, dando oportunidad a los originarios de la clase trabajadora de ascender hasta la cima de la escala política. El 38 por ciento es la cifra más alta de políticos originarios de la clase trabajadora que se encuentra entre los dirigentes

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nacionales mexicanos de cualquier época. Las clases trabajadoras utilizaron la violencia para aumentar su movilidad ascendente en la dirigencia política, en la única ocasión en la historia mexicana reciente en que su representación en la política llegó a acercarse a su representación en la población general. Entre los civiles miembros de la generación revolucionaria, el porcentaje de oriundos de la clase trabajadora es menos de la mitad (14 por ciento) del de los veteranos de la lucha armada que se hicieron políticos, cifra muy por debajo del porcentaje para todos los políticos de 1884 a 1934. En realidad, en términos de origen social, los reaccionarios, los que combatieron por Porfirio Díaz o por Huerta, socialmente tenían más en común con los veteranos revolucionarios que los revolucionarios civiles que eran sus aliados. La Revolución no sólo hizo que las experiencias de combate fueran más importantes para el reclutamiento político, aumentando con ello las oportunidades de los individuos sin prestigio social, sino que modificó las experiencias de carrera y las credenciales de una generación de políticos mexicanos. Los revolucionarios que siguieron carreras políticas no necesitaban un título universitario ni una pericia civil adquirida por canales institucionales establecios. De los veteranos revolucionarios que alcanzaron prominencia política, sólo el 37 por ciento había pasado por la universidad, y 6 por ciento había hecho algunos estudios de posgrado; entre SUS colegas civiles casi el doble, 67 por ciento, poseía un título Universitario, y el 15 por ciento había hecho además un posgrado. La Revolución además llevó a posiciones de prominencia a un grupo de individuos de origen rural y provinciano. Los individuos que ocuparon los cargos en las décadas de 1920 y 1930 no proverifan de las capitales sino de poblaciones menores: sólo una cuarta Parte de los políticos que pelearon en la Reolución provenía de 39Ibid., p. 79.

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CUADRO 3.8. ORIGEN GEOGRÁFICO DE LOS POLÍTICOS QUE PARTICIPARON EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA

las capitales. Por otra parte, del número casi igual de los que no pelearon, el doble —53 por ciento— había nacido en las capitales. Esos orígenes provincianos, publerinos y rurales distinguían al veterano revolucionario de los políticos anteriores, de los políticos más jóvenes y de sus contemporáneos civiles. En otras palabras, esas cualidades eran excepcionales en todas las generaciones estudiadas. Los datos además apoyan la opinión de los historiadores de que la Revolución afectó en diversos grados el lugar de nacimiento y de residencia, y de que algunos estados produjeron muchos más revolucionarios que otros. Entre las regiones, el Golfo fue la que aportó menos revolucionarios y el norte la que más. Sin embargo, examinando los estados uno por uno, los niveles varían ampliamente (cuadro 3.8). Por último, después de 1880 los políticos mexicanos solían tener experiencia local antes de llegar al escenario nacional. En cierto

sentido, muchos de ellos eran funcionarios públicos e hicieron de los cargos políticos una carrera. Pero los individuos que convirtieron sus credenciales revolucionarias en credenciales políticas después de 1920 no tenían esa experiencia, en contraste con sus colegas civiles o con las generaciones anteriores y posteriores. En realidad, en los grupos inmediatamente anteriores o siguientes a la generación revolucionaria los individuos que habían ocupado cargos locales eran el doble —40 por ciento— que entre los veteranos de combate que hicieron carreras políticas. Esos dos prototipos políticos, el veterano de combate y el civil simpatizante de la Revolución, pueden contrastarse en los esbozos biográficos de dos individuos,Joaquín Amaro y Moisés Sáenz. Amaro, bijo de campesinos, creció en la hacienda Corrales de Ábrego y recibió una educación rudimentaria en su población natal de Sombrerete, Zacatecas. Después de trabajar como asistente de contabilidad en Durango se unió a la Revolución en 1911 como soldado y participó en todas las fases de la década de violencia. Ascendió rápidamente, y para 1915 comandó la Quinta División del Ejército del Noroeste en la batalla de Celaya de Obregón contra Villa. Amaro apoyó el Plan de Agua Prieta en 1920 y después permaneció en el ejército posrevolucionario y tuvo muchos mandos de campo importantes. Calles lo nombró secretario de Guerra durante su administración. Moisés Sáenz, secretario de Educación en el último gabinete de Calles, había nacido en 1888, un año antes que Amaro, en la comunidad provinciana de Apodaca, Nuevo León, en una familia de clase media. Después de completar su educación primaria, en 1909 se recibió de maestro en la Escuela Normal de Jalapa. Para 1915 Sáenz había llegado a ser director de educación en el estado de Guanajuato y siguió en educación durante todo el conflicto. En 1920 viajó a la ciudad de Nueva York donde hizo un doctorado en educación en la universidad de Columbia, graduándose magna cum laude. Mientras Amaro iba ascendiendo por la escala de la burocracia militar, Sáenz ocupó puestos académicos y administrativos que culminaron con un cargo en el gabinete. Como se demostrará, los políticos de hoy, tres generaciones después, tienen

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muchas similitudes con Sáenz, el civil producto de una década revolucionaria. La generación revolucionaria fue una generación decisiva en cuanto modificó las reglas políticas del juego en términos de composición de la dirigencia y, lo que es más importante, impuso una escala de valores nueva, reflejada en la Constitución de 1917. Sin

Estado de origen Participantes

Estados con los niveles más bajos

Campeche 17

Aguascalientes 25

Yucatán 30

Quintana Roo 30

Distrito Federal 35

Zacatecas 42

Veracruz 44

Promedio por estado 58

Estados con los niveles más altos

Guerrero 83

México 79

Morelos 75

Colima 75

Coahuila 71

Sinaloa 71

Nayarit 71

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embargo, hay una semejanza importante entre dos generaciones decisivas, la de Porfirio Díaz y la de Obregón y Calles. Después de años de guerra civil, los dos grupos ponían mucho énfasis en la paz. En el periodo de Díaz la paz llegó a ser parte del credo de los positivistas mexicanos, lo que Justo Sierra llamó la “religión de la paz”. Como escribió el secretario de Educación del porfiriato, el verdadero deseo del país, manifestado por todas partes, era la paz. Nadie quería recomenzar la guerra salvo los que se beneficiaban de la anarquía, los que en cualquier situación normal eran inadaptados. Pocas veces en la historia ha habido un pueblo con una pasión más unánime, - más angustiada y más decidida.4° En forma similar, entre los dirigentes posrevolucionarios la más notable creencia universal era “un énfasis casi universal en la paz y el orden”.41 Conclusiones Una variedad de experiencias —familiares, políticas, sociales y militares— pueden afectar a generaciones de ciudadanos, incluyendo tanto al pequeño número de los que hacen carreras políticas como a la gran mayoría que permanece ajena a la política. En cuanto a los dirigentes que dominaron la política mexicana de 1884 a 1934, las experiencias del campo de batalla influyeron en su formación y fueron la fuente más importante de contactos personales conducentes a cargos políticos de poder. La presencia de esas experiencias en los antecedentes de los individuos reclutados muestra que la composición de la dirigencia política, en relación con los antecedentes, puede modificarse. Esos individuos no eran nuevos en la dirigencia política, pero su número cambió sustancialmente, incluso drásticamente en el caso de la generación revolucionaria (1880-1899). La Revolución no sólo alteró la composición de la dirigencia sino que al hacerlo modificó los medios por los que se reclutaba a los dirigentes. Existe una relación simbiótica entre el reclutador y el recluta40 justo Sierra, The political evolution of the Mexican people, Austin, University of Texas Press, 1969, p. 359. 41 Cainp, The making of government, p. 134.

miento político. Si la violencia determina quién controla la toma de decisiones, como lo hizo para una serie de presidentes desde 1884 hasta la década de 1940, también determinará las características de los funcionarios del sistema. Sin embargo, no es cierto que los dirigentes políticos seleccionen siempre tipos similares a ellos, ni siquiera cuando una guerra civil de gran magnitud no sólo determina vencidos y vencedores sino que además separa a los vencedores entre los que pelearon y los que permanecieron apartados de la lucha. Pese al impacto decisivo de las experiencias violentas en el reclutamiento político, sus consecuencias para las características de la dirigencia política duraron poco. De hecho las credenciales institucionales que habían empezado a caracterizar a los colaboradores de Porfirio Díaz a mediados de su gobierno eran las mismas carac-terísticas que reaparecieron y eventualmente desplazaron a las introducidas por los veteranos de episodios violentos. Lo que es más importante, ni siquiera la Revolución, que produjo el predominio extraordinario de una generación, creó una dirigencia política homogénea. El componente civil de dirigentes que surgieron después de los terribles conflictos de la década comprendida entre 1910 y 1920 representaba casi la mitad de las figuras políticas Importantes. Fue ese grupo el que conformó a las generaciones más jóvenes, çstableciendo las credenciales que moldearon a ios dirigentes posteriores a 1940, los políticos que controlarán el futuro de México al ingresar al siglo xxi. Esos individuos son producto de instituClones formadas en el siglo xix y que evolucionaron en forma incremental, pero no radical, durante la primera parte del siglo XX. Esos dirigentes llevarán consigo algunas de las credenciales que caracterizaron a sus predecesores del siglo XIX, combinadas con Otras cualidades introducidas por otros hombres productos de la Revolución que se habían hecho a sí mismos. Otras experiencias, de naturaleza fundamentalmente política, afectaron a las generaciones sucesivas, pero esas experiencias son de alcance limitado ya sea en el aspecto geográfico —como la masacre de estudiantes de 1968— o en el político, como la campaña presidencial de Vasconcelos en 1929. En cada caso, el hecho afectó a parte de una generación, sobre todo política e intelectualmente, pero pocas de esas experiencias llegaron a tener una influencia gener en todos los niveles de la sociedad.

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Si bien muchos estudiantes se incorporaron a la Revolución como grupo,4 igual que Porfirio Díaz cuando se alistó como voluntario para combatir a los estadunidenses con algunos estudiantes amigos en 1846, la participación estudiantil en los acontecimientos políticos aumentó después de la década de 1920. A medida que los intelectuales y políticos disidentes empezaron a desafiar cada vez más a la dirigencia del establishment en las urnas, como alternativa a la fuerza armada, las elecciones fueron haciéndose más competitivas y atrayendo individuos de la comunidad académica, en su mayoría estudiantes pero también profesores. Durante las contiendas electorales presidenciales o pre-presídenciales de 1923, 1927, 1929, 1940 y 1952, muchos de esos estudiantes participaron intensamente en actividades políticas, lo que cimentó fuertemente sus vínculos académicos con experiencias políticas,6 corriendo peligro físico, incluso mortal, especialmente en la década de 1920. Uno de esosjóvenes educados en los años veinte, Salvador Azuela Rivera —hijo del novelista de la Revolución mexicana—, recordaba más valiente, mis amigos Carlos Hidalgo y Terán, Hipólito Mesa, el ya mencionado Salvador Aguirre y yo decidimos unirnos al servicio médico con el general Aguirre Benavides. En esas campañas conocí a ini amigo y compañero el doctor Francisco Castillo Nájera, quien fue más tarde distinguido escritor y diplomático, y él inc presentó, en la ciudad de Torreón, al general Francisco Villa, de quien fui amigo...” Carta al autor, 26 de febrero de 1974. Para muchos otros ejemplos de contactos que llevan a la participación en la Revolución, véase los ejemplos de la Escuela Nacional de Agricultura, revelados en las memorias de Marte R. Gómez, Biografias de agrónomos, México, Escuela Nacional de Agricultura, 1976. “ Para abundantes ejemplos de la Escuela Nacional de Agricultura, véase Marte R. Gómez, op. cit. Sobre la Escuela Nacional Preparatoria véase Clementina Díaz y de Ovando y Elisa García Barragán (eds.), La Escuela Naczonal Preparatoria: los afanes y los días, 2 vols., México, UNAM, 1972. Para un excelente panorama, induyendo la participación de estudiantes en la Revolución, véase Henry C. Schmidt, “Power and sensibility: toward a typology of Mexican Intellectuals and intellectual life, 1910-1920”, en Roderic Ai Camnp, Charles A. Hale yjosefina Vázquez (eds.), Los intelectuales y el poder en México, Los Ángeles, IJCLA Latin American Center y El Colegio de México, 1991, pp. 173-188. El batallón de Díaz nunca combatió realmente con los estadunidenses, sino que sólo hizo guardias y patrullas remplazando a la guarnición local. Véase Archivo del general Porfirio Díaz: memorias y documentos, México, Editorial Elede, 1947, t. 1, p. 31. O En realidad las elecciones de 1910, las más reñidas del largo reinado de Porfirmo Díaz, dieron origen a una importante participacióms política estudiantil tanto en la capital como en la provincia. Por ejemplo, los estudiantes del Colegio de San Nicolás de Morelia, Michoacán, organizaron un mitin contra Díaz y la imposición del gobernador local, Aristeo Mercado Salto. Cuando se ordenó a la policía que ocupara la escuela muchos resistieron. Entre los que participaron en ese episodio estabais

109 adelante que los jóvenes que se distinguieron en la campaña presidencial de 1929 “en favor de José Vasconcelos, eran mis compañeros, y en esa campaña, donde intervino muy intensamente el mismo grupo que había luchado por la autonomía [universitaria), yo sufrí persecución y cárcel”.7 Influencias reclutadoras y socializadoras entrelazadas intensificaron las experiencias educacionales y políticas de cada generación. Ya he demostrado en otra parte la importancia fundamental de la educación universitaria en el reclutamiento y la socialización de los dirigentes políticos mexicanos de mediados del siglo XX.8 En el siglo xix y la primera parte del xx su importancia no era menor, pero existía una inmensa competencia de otras fuentes, y en este siglo se manifestó una diversidad mayor en esos procesos formativos. El USO de las redes educacionales se remonta muy atrás en el periodo colonial, época en que “llegó a ser notoria la red de exalumnos de los colegios mayores”.° La importancia de la educación Superior en la formación de grupos políticos es común a otras partes de América Latina. Michael Conniff señala que ya en 1831 “la sociedad secreta de alumnos y exalumnos de la Facultad de Derecho de So Paulo, llamada la Bucha, formaba una extensa red para polftjcos y profesionistas. Sumamente influyente en momentos crítiCos, la Bucha sirvió también de modelo para grupos de Otros estados en épocas posteriores. Los egresados de las academias militares se identificaban del mismo modo con su turma, o grupo de salón, y la utilizaban para obtener favores políticos y profesionales”.Io En países socialistas en el siglo xx los empleos constituyeron un duardo Villaseñor (el Gordo), Antonio Martínez Báez (el Chocho) e Ignacio Chávez (la Changa), todos figuras destacadas en la vida política e intelectual de México. E papel de esa universidad regional en la Revolución se detalla en las memorias de Alberto Bremauntz Setenta años de mi vida, México, EdicioisesJurídicas Sociales, 1968, pp. 45-48. Salvador Azuela Rivera, carta al autor, 10 de julio de 1974. Véase además Mauricio Magdaleno, Las palabras perdidas, México, Fondo de Cultura Económica, 196. Véase Roderjc Ai Camnp, Mexico ‘s leaders: Iheir educat ion and recej1meng, TucSOfl ,9University of Arizona Press, 1980. Colin M. McLachlan Spain ‘s empire in the New World: Me role of ideas in instiand social change, Berkeley, University of California Press, 1988, p. 34. Michael L. Connjff, “The national dite”, en Michael L. Coniff y Frank D. McCann Modern Brazil: elmtes and masses in historjcal Ppective, Lincoln, Universíty Of Nebrk Press, 1989, P 36.

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importante canal de movilidad política ascendente, a menudo por razones ideológicas. Sin embargo, la educación ha sido la otra ruta principal para ascender por la escala política socialista.” En la mayoría de los análisis de esos sistemas políticos se busca en vano la conexión entre la educación como credencial para el ingreso a la élite política y la educación como vehículo para mejorar los contactos políticos con miras al reclutamiento para esa misma élite. Es preciso entender esa interrelación para comprender el reclutamiento político en México. La institucionalización de la educación La institucionalización de la instrucción militar en México en el siglo XIX (véase el capítulo 3) tuvo su contrapartida en el mundo civil. En 1867, bajo la administración de Benito Juárez, los liberales victoriosos fundaron la Escuela Nacional Preparatoria.’2 El objetivo de esa institución, y de los institutos regionales de artes y ciencias establecidos anteriormente, era educar a toda una nueva generación de dirigentes políticos entrenados en el arte del pensamiento racional; era la generación que debía manejar los asuntos de México después de la generación de Benito Juárez.’3 Antes de la década revolucionaria, la mayor parte de la educación preparatoria y universitaria se impartía en escuelas regionales importantes, a menudo situadas en las capitales de los estados. Típicamente, esas instituciones atraían estudiantes de muchos estados vecinos, y algunas incluían escuelas profesionales de derecho o medicina. Más tarde la mayoría de esas instituciones pasaron a ser la base del sistema de universidades públicas a nivel estatal. La Escuela Nacional Preparatoria era la única escuela nacional que ofrecía educación de ese nivel a los mexicanos en la ciudad de Véase, por ejemplo, el reciente análisis de la dirigencia del partido comunista húngaro en Szonja Szelenyi, “Social inequality and party ineinbership: patterns of recruitment into the Hungarian Socialist Workers’ Party”, American Sociologi cal Re view, núm. 52 (octubre de 1987), p. 571. 12 Miguel Ceballos, La Escuela Nacional Preparatoria, México, Imprenta Mundial, 1933. 13 Para la visión más completa de esta formación educacional, véase el excelente trabajo de Charles A. Hale, “Positivism and the National Preparatory School”, en 7’he transformation of Iiberalism in late nineteenth.centuiy Mexico, Princeton, PrincetOfl University Press, 1989, pp. 139-145.

111 México.’4 No existía una universidad nacional como tal, sino tres escuelas profesionales nacionales importantes —las de derecho, medicina y minería— ubicadas en la capital del país.’5 La resurrección de la Universidad Nacional de México (después Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM) por la secretaría de Educación Pública implicó la combinación de las tres escuelas profesionales nacionales con la escuela superior de A menudo se olvida que el propio Porfirio Díaz era producto del Instituto de Artes y Ciencias de Oaxaca, cuyo director era Benito Juárez.’7 Díaz terminó los estudios de derecho, aunque nunca hizo la tesis.’8 Benito Juárez como tantos políticos posteriores, utilizó las vinculaciones educacionales para reclutar para la política a sus alumnos más promisorios. Uno de los mejores amigos de Porfirio Díaz en el Instituto y uno de los alumnos más destacados de Juárez fue Matías Romero. Juárez recomendó a Romero para su primer puesto público en la secretaría de Relaciones Exteriores en 1855. Para 1862 había llegado a ser embajador en Estados Unidos y regresó al país para ser jefe del estado mayor de Porfirio Díaz, regresando después a su puesto de embajador. Aunque en 1876 se mantuvo leal al gobierno siendo secretario de Hacienda dejuárez, Díaz lo nombró para el mismo cargo en 1877 y de nuevo en 1892. Fue embajador en Estados Unidos hasta su muerte.’9 14 Para los antecedentes véase Díaz y de Ovando y García Barragán, La Escuela Nacional Preparatoria. Para una historia de la Escuela de Leyes véase Lucio Mendjeta Núñez, Historia de la Facultad de Derecho, México, UNAM, 1956; sobre la de ingeniería véase Jorge Tamayo, Breve reseña sobre la Escuela Nacional de Ingeniería, México, UNAM, 1958; para todas las demás véase Po,-f,rjo Muñoz Ledo, “La educación superior”, en México: Cincuenta años de revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1963. 16 Para una historia de ese reslablecj,njento véase Valde,nar Rodríguez, “Na. tional University of Mexjco: rebirth and role of the universitarios, 1910-1957”, tesis de doctorado University of Texas, Austi,,, 1958. 17 A] igual que muchos de sus contemporáneos y mnie,nbros de generaciones Posteriores, Poifirio Díaz asistió a un semninarjo: pasó cinco años en el Seminario conciliar de Oay.aca que abandonó justo antes de ordenarse Según él, nunca asistió al curso de derecho civil que dictaba Benito Juárez porque en la época 15S) éste esa gobernador, pero se hicieron amigos cuando los presentó un co ÓCsdo común Véase Archivo del general Porfirio Díaz, p. 33. 8 Véase Jorge Ferna,do Itur,jbarría La generación oaxaqueña del 57, Oaxaca, Us1versidad Benito Juárez, 1956, p. 69; y Alfonso Luis Velasco, Porfirio Díaz y su tfibtnete: estudios biográficos México, s. e., 1889. Alfonso Francisco Ramírez, Hombres notables y monumentos coloniales de Oaxaca, México, s.e., 1948.

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CUADRO 4.1. ANTECEDENTES EDUCACIONALES DE LOS FUNCIONARIOS QIE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL 1884- 1991

112 A diferencia de Matías Romero, la mayoría de los colaboradores de Díaz no tenía una relación con él que se remontara a los días del Instituto de Artes y Ciencias. En su vida adulta Díaz nunca actuó en el mundo académico, ni tampoco en el

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mundo profesional civil en que se movía la mayoría de los universitarios. Si bien ejerció el derecho por poco tiempo después de que Santa Anna cerró el Instituto en 1855, Díaz ingresó a la política a través de las fuerzas armadas. Como ya se ha dicho, reclutó a muchos universitarios, especialmente abogados, para los altos cargos políticos, pero entró en contacto con ellos durante conflictos políticos, no en el mundo académico.2° La educación como agente de reclutamiento sólo puede influir en varias generaciones si los futuros políticos pasan por los canales académicos. Los antecedentes de los políticos sólo incluyen las experiencias educacionales si la dirigencia política vigente valora la educación superior como credencial. Como dice Heinz Eulau, “cualquier teoría del reclutamiento político considera axiomático, a pesar de que el axioma no es reconocido explícitameflte que las élites quieren perpetuarse a sí mismas, con sus objetivos y sus maneras de hacer las cosas”.21 Porfirio Díaz seleccionó a muchos de sus compañeros de armas para colaborar en sus gabinetes y en posiciones de autoridad regional pero un gran porcentaje de sus colaboradores eran civiles. Guerra ha observado que la mayoría de los miembros de los gabinetes de Díaz eran civiles, mientras que la mayoría de los gobernadores tenían antecedentes militares,22 pero independientemente de la presencia militar, muchas figuras políticas —la mayoría en realidad— habían pasado por la universidad, en una época en que la mayoría de los mexicanos eran analfabetos. El cuadro 4.1 ilustra el valor atribuido a la educación por los 20 Algunos de los más prominentes colaboradores de Díaz reclutaron estudiantes para carreras políticas, entre ellos Rosendo Pineda, también egresado del mstituto de Artes y Ciencias, y Pablo y Miguel Macedo, graduados de la Facultad de Derecho. Véase Javier Garciadiego Dantan, “Movimientos estudiantiles durante la revolución mexicana”, en Jaime E. Rodríguez O. (cd.), The Revolutzonary process ifl Mexico: essays on political and social change 1880-1940, Los Ángeles, UCLA, Lati1 American Center Publications, 1990, pp. 118-1 19. 21 Heinz Eulau, “Elite analysis and democratic theory”, en Heinz Eulau y M0ShC CzudnoWski (eds.), Elite recruitment in democra tic polities: compara tive studies aT0SS nations, Beverly Hills, Sage, 1976, p. 25. 22 François-Xavier Guerra, México. Del antiguo régimen a la revolución, MéXtC°, Fondo de Cultura Económica, 1988, 1, p. 64.

NOTA: Se ha omitido la administración interina de de la Huerta porque k muestra es demasiado pequeña para ser estadísticainente exacta. a Los datos para Salinas no son del todo comparables porque no cuben un Sexenio completo.

- Nivel de educación (%) Admsnzstracion presidencial Preuniversitario Universitario Posgra&

1884- 42 53 5

1889- 29 63 8

1893- 35 55 10

1897- 25 64 11

1901- 9 72 19

1905- 13 80 7

1910- 20 80 0

De la Barra 20 73 7

Madero 19 73 8

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Huerta 13 73 14

Carranza 44 46 10

Obregón 43 44 13

Calles 57 31 12

Portes Gil 40 50 10

Ortiz Rubio 32 53 15

Rodríguez 42 42 16

Cárdenas 31 48 15

Ávila Camacho 32 58 10

Alemán 25 61 14

Ruiz Cortines 32 52 16

López Mateos 27 50 23

Díaz Ordaz 25 51 24

Echeverría 14 54 32

López Portillo 23 42 35

De la Madrid 13 31 46

Salinasa 0 28 72

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LA EDUCACTON Y LA POLÍTICA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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políticos mexicanos. Lo más notable acerca de los datos es que revelan aprecio por la educación desde el siglo xix. De hecho, sólo una vez durante todas las administraciones presidenciales desde 1884 ocurrió que los funcionarios del nivel más alto con título universitario eran menos de la mitad del total. Lo más importante es que las administraciones de Díaz reflejaron el aumento de la importancia de la educación desde comienzos de la década de 1880 hasta 1910, pues en ese periodo el número de políticos sin título universitario descendió del 42 por ciento a apenas el 20. El último subsecretario de gobierno de Porfirio Díaz, Miguel S. Macedo, ejemplifica ese grupo de figuras públicas. Su padre, Mariano Ma- cedo, fue juez de la Suprema Corte y secretario de Relaciones Exteriores. Miguel y su hermano Pablo estuvieron entre los primeros egresados de la Escuela Nacional Preparatoria en la década de 1870, y Miguel recibió su título de abogado en la Escuela Nacional de Derecho en 1879. Desde 1880 hasta 1910 enseñó derecho penal en su alma mater y más tarde fue decano de la Facultad de Derecho, combinando la carrera pública con la académica durante toda su vida. Empezó redactando legislación penal, después de lo cual pasó a ser miembro del consejo de la ciudad de México. Díaz lo escogió para integrar el Senado antes de incorporarlo a las filas del ejecutivo. Aún más sorprendente es observar que en la administración de 1910 más del 90 por ciento de los colaboradores de Díaz que ocupaban cargos por primera vez tenían títulos universitarios o pos- grados, cifra que no se vuelve a alcanzar hasta 1988. Esos niveles educacionales son aún más extraordinarios considerando que la tasa de alfabetización del 1 por ciento de la población de la década de 1820 no había cambiado mucho al final del siglo.23 Esas cifras demuestran que hacia 1900 Díaz estaba reclutando profesionistas más jóvenes y educados para su administración. Las cifras del cuadro 4.1 ilustran asimismo la significativa alteración que trajo la Revolución a los patrones instaurados por Porfino Díaz y continuados por su moderado sucesor, Francisco 1. Madero (1911-1913), primer presidente revolucionario, Igual que la mayoría de sus contemporáneos, Madero inició sus estudios en una escuela parroquial católica, y continuó en Mount St. Mary, Baltirnore, en 1886-1888, el Lycée Versailles, París, 1889-1891, y la 23 Daniel A. Morales Gómez y Carlos Alberto Torres, Thestate, corporatitpo1itic, aad educatzonalftoliey makrng in Mexico, Nueva York, Praeger, 1990, p. 13.

Technical Agricultural School, Berkeley, 1893. Su nacimiento en una familia de hacendados posibilitó esa educación y lo puso en contacto con individuos igualmente bien educados de circunstançias similares. La generación de Madero (1860-1879) predominaba entre los nuevos nombrados por Díaz para 1905 (véase el capítulo 2), por lo que no es sorprendente que las elecciones del propio Madero reflejen los patrones educacionales introducidos por Díaz a fines de su gobierno. Un cambio significativo se produjo, sin embargo, bajo Venusdano Carranza (1916-1920) quien, como se recordará, renovó por completo la dirigencia mexicana. Esto no fue solamente un fenómeno generacional (cuadro 2.1) sino también un fenómeno social, porque muchos de los designados por Carranza eran hombres que se habían hecho a sí mismos, sin experiencia política previa y sin educación universitaria. Típico de ellos es Cándido Aguilar Vargas, ajen era lechero cuando se unió a los antirreeleccionistas en 1910 y firmó el Plan de San Ricardo, primer movimiento rebelde en Veracruz. Figura importante en la Convención Constitucional de 1917, gobernó su estado natal durante ese periodo antes de incorporarse al gabinete de Carranza en 1918. Aguilar mejoró su posición social casándose con la hija de Carranza, Virginia. El propio Carranza, quien representaba personalmente el impacto cada vez mayor del sistema de educación pública, fue el primer presidente mexicano que había estudiado en el Ateneo Fuente, instituto regional ubicado en Saltillo y, lo que es aún más significativo, en la Escuela Nacional Preparatoria. Sin embargo, Carranza, igual que la mayoría de los funcionarios por él nombrados, no había pasado por la universjdad.24 Carranza invirtió, pues, todos los progresos educacionales realizados entre la dirigencia política mexicana en la primera década del siglo, volviendo las credenciales educacionales a su nivel inicial de 1834, donde se mantuvieron estables y después sufrieron un empeoramiento considerable bajo Plutarco Elías Calles (1924-1928). Calles, quien reclutó a muchos de sus compañeros revolucionarios 24 Carranza en realidad inició los estudios de medicina en la Escuela de Medicina de la ciudad de México, pero tuvo que abandonarlos debido a una enfermedad 5Cfla de la vista. Véase Guillermo Mellado, Tres etapas políticas de don Venustiano, s. p., 1916; y Alberto Morales Jiménez, Hombres de la revolución mexicana, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1960, pp. 24 1-244.

116 LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA así como a amigos de su estado natal de Sonora, fue el presidente que ofreció mayores oportunidades políticas a los individuos sin título universitario en los últimos cien años. La Revolución, en efecto, amplió el pool de reclutamiento de la dirigencia mexicana, según un patrón que se observa en otras sociedades posrevolucionanas. Como concluyen Robert North e Ithiel Sola Pool en su estudio de la dirigencia china, “el ascenso del soldado amplió y democratizó el reclutamiento de la élite china”.25 De 1917 a 1922 también el politburó soviético reclutó dirigentes de modesta educación, que Sin embargo estaban bastante bien educados en comparación con la población general.2° La administración de 1924-1928 marcó el punto más bajo de la influencia de la educación en la formación y el reclutamiento de los políticos mexicanos y el punto más alto de la del campo de batalla y de otras variables de experiencia asociadas con los hombres que se hacen a si mismos. Smith sostiene que la Revolución “no deseducó a la élite”,27 pero eso no es exactamente cierto. El paso del 9 por ciento al 57 por ciento sin título universitario entre los reclutados por primera vez para altos cargos es, por lo menos, espectacular —una quintuplicación de los políticos sin carrera universitaria. Calles, que trabajaba mientras estudiaba en una modesta escuela para recibirse de maestro a los dieciséis

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años, no tenía experiencia personal de la educación superior ni ningún medio de entrar en contacto con estudiantes universitarios.28 Las siguientes administraciones presidenciales mantuvieron aproximadamente la misma proporción de políticos con y sin título Universitario desde fines de los años veinte hasta 1946, cuando llegó a la presidencia Miguel Alemán. Como ya he sostenido en otra parte, Memán tuvo una influencia decisiva en los patrones de reclutamiento de los políticos mexicanos en muchos aspectos, entre los cuales el de las credenciales educacionales no es el menos ifl’ 25 Robert North e Ithiel Sola Pool, “Kuoinintang and Chinese commUniSt eliteS” eii Harold D. Lasswell y Daniel Leroer (eds.), World revolutionary elites, bridge MIT Press, 1966, p. 390. 2b Thomas H. Rigby, Political elites in the USSR. central leaders and local cadies from Lenjn to Gorbachev, Brookfield, Gower, 1990, p. 29. 27 Peter H. Smith, Labyrinths of power: political recrultment In twentzeth.cefltu Mexico, Princeton, Princeton University Press, 1979, p. 82. ¿8 Para una visión interesante de sus antecedentes véase Héctor Aguilar Caifl’°’ La frontera nómada: Sonora y la revolución mexicana, México, Siglo XXI, 1977.

LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA 117 portante.29 El énfasis de Alemán en los profesionistas con título universitario no sólo destacó la importancia de los estudios avanzados sino que marcó el predominio del ambiente académico como fuente de futuros dirigentes y lugar de formación de sus valores. Sin embargo, es importante introducir la argumentación de que la educación estaba ganando terreno, como elemento de socialización y de reclutamiento, no sólo entre los civiles reclutados para la vida pública sino, también entre los políticos militares. Como afirma Edwin Lieuwen, a fines del porfiriato la mayoría de los ofidales no eran profesionales, y habían alcanzado su rango en el campo de batalla o por méritos políticos.3° De hecho, Guerra llega incluso a afirmar que de los 185 oficiales de carrera que examinó en su estudio del porfiriato, sólo nueve, es decir menos del 5 por ciento, eran egresados del Colegio Militar.31 Yo, sin embargo, sostendría que Díaz sí contribuyó a la instituclonalización del ejército durante su administración, y que el número de oficiales que egresaban del Colegio Militar fue aumenando constantemente. Se ha calculado que para 1900 casi la mitad *t los oficiales de carrera eran egresados de esa institución. Es cierto que el nivel de educación de los oficiales militares nunca llegó a igualar el de los políticos civiles. En realidad, desde el punto de vista académico, los egresados de los colegios militares mexicanos no son equivalentes a los egresados de las instituciones civiles qie otorgan títulos. No obstante, suponiendo, para fines de com?aración, que los egresados de los colegios militares son el único equivalente militar, yo encuentro una cifra mucho más alta que la registrada por Guerra. Entre los generales de mayor éxito en poIftica, el 16 por ciento se había graduado en el Colegio Militar y Otro 14 por ciento en otras instituciones, públicas, privadas y extranjeras. En realidad, de todos los políticos que ocuparon cargos entre 1884 y 1934, el 7 por ciento de todas las figuras nacionales 29 Roderic Ai Camp, “Education and political recruitment in Mexico: the alemán of Inter-American Studies and World Affairs, núm 18 (agosto de 1976), pp. 295.322. Edwin Lieuwen, Mexican militarism, Albuquerque, University of New Mexico SS, 1968, p 4; véase también Fredejjck M. Nunn, “On the role of the mnilitary tWentietK.ct Latin America: the Mexican case”, en David Ronfeldt (ed.), 4emOdernMexican militasy: a reassessment, Lajolla, Center for U.S.-Mexican Studies, flI3ersity of California, San Diego, 1984, p. 34. Guerra, op. cit., pp. 63-64.

III ‘1 ÍÍ 1

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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corresponde al Colegio Militar, superado únicamente por las escuelas profesionales de la Universidad Nacional.32 Si excluimos de la muestra a los políticos sin título de educación superior, el Colegio Militar produjo el 13 por ciento de todas las figuras nacionales33 Después de la Revolución mexicana la importancia de la educación militar aumentó, igual que la de la educación civil. Esto ha ocurrido también en otras partes, como la URSS y China.34 Entre los contemporáneos de Obregón y Calles que siguieron ocupando cargos militares importantes después de 1940, un tercio había recibido una preparación formal. Fue la generación siguiente (1900- 1919), comparable a la generación civil de Miguel Alemán, la que modificó el patrón educacional entre los oficiales militares de carrera, complementando la misma tendencia entre los dirigentes civiles. La carrera de Juan Antonio de la Fuente Rodríguez, quien egresó del Heroico Colegio Militar en 1935 con el grado de segundo teniente de caballería, ejemplifica esta generación. De la Fuente Rodríguez asistió en los años treinta a la Escuela Nacional Preparatoria y después completó el primer curso de caballería en la Escuela Militar Aplicada y luego el curso de estado mayor y mando en el Colegio Superior de Guerra a comienzos de los cuarenta. Como muchos de los oficiales destacados de su generación, viajó a Estados Unidos para realizar estudios avanzados y terminó el curso de carros blindados en Fort Knox. De regreso a México mandó varias unidades de campo y más tarde fue presidente del Colegio Superior de Guerra y director del departamento de educación mi- 32 La Universidad Nacional pasó a llainarse oficialmente Universidad Nacional Autónoma de México en 1929, pero hoy la mayoría de los mexicanos se refieren a ella indistintamente como UNAM o Universidad Nacional. En este trabajo los noiI1- bres se emplean principalmente para distinguir a esa institución de Otras universidades de provincia o escuelas profesionales. Roderic Ai Cainp, Generais in the Palacio: the militasy mn modern Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992, pp. 134-139. Esta tendencia se ha observado también en otras sociedades en periodos revolucionarios. Por ejemplo, Robert North e Ithiel Sola Pool encontraron que en 1945 casi todos los miembros del Comité Central del Partido Comunista y el Politburó chino tenían algún título universitario. Véase “Kuoinintang and Chinese comrnunist elites”, p. 381. Del mismo modo Jeromne Davis, en su estudio dela URSS, descubrió que el 60 por ciento de las principales figuras revolucionarias tenían algún estudio universitario. Véase “A study of one hundred and sixtythr outstanding communist leaders”, en Glenn Paige (ed.), Political leadershzp, Nueva York, Free Press, 1972, pp. 267-268.

litar de la Secretaría de Defensa antes de ser designado subsecretario de Defensa en 1976. En mi estudio de los oficiales militares de más alta graduación, sólo uno de los nacidos después de 1900 no había estudiado en una academia o en una universidad civil: el 90 por ciento se habla graduado en una academia militar.33 Lo que es notable en estos cambios es que presidentes como Calles y Cárdenas, que no habían pasado por ninguna universidad, vieron el valor de la educación profesional, tanto entre los militares como entre los civiles. El fuerte énfasis que pusieron en la profesionalización hizo que los oficiales que se habían hecho en la Revolución, como ellos mismos, fueran sustituidos por hombres formalmente educados en las artes militares. Cuando Alemán asumió la presidencia en 1946, llevó a la prominencia nacional a su propia generación (1900-1919), concediéndole dos tercios de los cargos políticos de importancia. Los miembros de esa generación, de origen tanto civil como militar, eran producto de escuelas civiles y militares nacionales y manejadas por el estado, todas ubicadas en la ciudad de México. Desde el punto de vista generacional, las cohortes de Alemán conservaron el control de la élite política hasta el final de la administración de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). ) El cuadro 4.1 ilustra claramente una ruptura entre Díaz Ordaz y Luis Echeverría. Hubo una declinación sustancial (36 por ciento) de los políticos sin título universitario (del 25 por ciento a apenas el 14), mientras ue el porcentaje de políticos con posgrados aumen tó. Finalmente, la última modificación significativa en los patrones educacionales aparece bajo Miguel dela Madrid (1982-1988), quien representó una transición generacional entre Echeverría y Carlos Salinas. De la Madrid finalmente llevó la proporción de políticos egresados de la universidad a los niveles alcanzados más de ochenta años antes bajo Porfirio Díaz. Sin embargo, su selección de colaboradores se caracterizó por un interés cada vez mayor en la especialización educacional, medida por los posgrados: casi la mitad de los funcionarios designados por él tenían alguno, y esa cifra aumentó en forma espectacular bajo Salinas, a quien muchos consideran como el presidente tecnocrático por excelencia. El ascenso de los niveles de educación entre los políticos tiene su complemento en la ubicación. La ubicación es una variable fun Camp

Gentrais in the Palacio, p. 136.

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA damental para comprender el proceso de credencialización y reclutamiento porque puede ensanchar o estrechar los canales de reclutamiento político y determina el número de lugares donde se produce el reclutamiento. Los que tienen acceso a los lugares “escogidos” para el reclutamiento serán los nuevos reclutas. En general, ese interés ha creado un ambiente tendiente a la autoperpetuación, tal como las instituciones de la Ivy League estadunidense han perpetuado su reputación entre sus egresados en el ambiente académico, en la política y en el mundo empresarial.34’ La institución pionera en la tendencia a la centralización y nacionalización de la educación de los políticos no fue ninguna escuela profesional ni institución otorgadora de títulos sino la Escuela Nacional Preparatoria. De las listas de sus alumnos se desprende claramente la influencia de esa institución de la ciudad de México en los futuros dirigentes políticos.37 Entre una población de millones, sólo algunos centenares de estudiantes tenían oportunidad de asistir a esa institución en el último tercio del siglo XIX, y un porcentaje desproporcionado de ellos llegó a integrar la futura dirigencia política e intelectual de la nación.38 Sin embargo, inicial- mente la Escuela Nacional Preparatoria competía con instituciones regionales. Apenas dos años después de su fundación, dieciocho estados “emularon su currículum estructurado con base en principios positivistas” .

Los datos del cuadro 4.2 demuestran la creciente influencia de la escuela antes y después de la Revolución. Si nos limitamos a los funcionarios que ocupan cargos por primera vez a fin de remarcar el cambio en los patrones de reclutamiento de los políticos, de nuevo vemos un patrón decisivo en la importancia de la Escuela Nacional Preparatoria. Sus fundadores esperaban formar los futuros grupos dirigentes mexicanos, y lo más extraordinario es que para la administración de Díaz de 1905 más de un tercio de los Véase la afirmación de Thomas Dye de que el 44 por ciento de la élite estadunidense estudió en doce universidades prestigiosas. Who’s runnzngAmerica?, 2a. cd,, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1979, p. 154. Registros oficiales de inscripción, Escuela Nacional Preparatoria, Inscripciones, Universidad Nacional Autónoma de México, Achivos de la UNAM, México.

38 Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios sobre la Universidad, Escuela Nacional Preparatoria, 2 vols., México, LJNAM, 1983. 3’4Jacqueline Rice, “Beyond the Científicos: the educational background of the Porfirian political dite”, Aztlan, vol. 14, núm. 2 (otoño de 1983), p. 296.

NOTA: Se ha omitido la administración mterina de De la Huerta (1920) porque b muestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. a Los datos sobre escuelas preparatorias para los funcionarios que ocuparon qrgos por primera vez bajo Salinas no son suficientes para obtener datos exactos çOmparables. clolaboradores nuevos eran egresados de la institución, lo que es Particularmente notable si se recuerda que la escuela se fundó en 1867. Del mismo modo, después de la Revolución vemos un cambio el patrón. Aun cuando los egresados de la Escuela Nacional Preparatoria estaban sólidamente representados entre los designados por Madero, de 1916 a 1934 casi desaparecen, y sólo con la a4ministración de Cárdenas en 1934 la Escuela Nacional Preparat ria vuelve a aparecer regularmente en los antecedentes de los POlíticos mexicanos. La preeminencia en la vida política e intelectual de esa generanacida generalmente entre mediados y fin de la década de 1890, es lo que explica esa notable alteración en la importancia de

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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CUADRO 4.2. EGRESADOS DE LA ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA ENTRE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN l’liESIDENCIAL, 1884-1991 ;1

—;0]

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Egresados de la Egresados de la

Administración Escuela Nacional Administración Escuela Nacional

presidencial Preparatoria presidencial Preparatoria

Díaz Portes Gil O

1884- 7 Ortiz Rubio 13

1889- 20 Rodríguez 8

1893- 15 Cárdenas 30

1897- 14 Ávila Camacho 52

1901- 30 Alemán 54

1905- 37 Ruiz Cortines 45

1910- 0 López Mateos 58

J?e la Barra O Díaz Ordaz 52

+(adero 23 Echeverría 51

‘4uerta 5 López Portillo 41

carranza 10 De la Madrid 36

Obregón 13 Salinas

aUes 10

122

LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTIC \ LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

la Escuela Nacional Preparatoria. Ni Calles ni Cárdenas habían tenido ningún contacto con ella, sino que habían recibido su educación formal en sus regiones de origen. Miembros de esa generación que se habían graduado en la Escuela Nacional Preparatoria en 1915 desempeñaron un papel formativo en los procesos políticos y económicos del proceso posrevolucionario de modernización de México. En ese grupo se contaban figuras tan notables como Narciso Bassols, secretario de Hacienda, de Educación Pública y de Gobernación; Manuel Gómez Morín, cofundador del Partido Acción

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Nacional; y Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (cTM).4° Inmediatamente después de la administración de Cárdenas el porcentaje de egresados de la Escuela Nacional Preparatoria tinuó aumentando, para establecerse por fin en alrededor de la mitad de todos los políticos que habían hecho estudios preparatorios. 41 El punto más alto de su influencia, según la proporción de egresados entre los políticos nacionales, se alcanzó bajo Adolfo López Mateos (1958-1964) quien, pese a no ser él mismo un ex alumno, estuvo profundamente involucrado en la política estudiantil con sus coetáneos alumnos de la institución y se vinculó así con muchos futuros políticos.42 La influencia de la institución llegó a su máximo en la década de 1960 y después de 1970 empezó a declinar a medida que una variedad de instituciones privadas de la ciudad de México, seculares y religiosas, iban tomando el lugar de la escuela. La capacidad de un ambiente educacional nacional para contribuir a la formación de una generación política unificada fue trabada en México por muchas décadas por el fuerte patrón regionalista aunque según François-Xavier Guerra durante el porfiriato alrededor del 44 por ciento de los políticos había estudiado en la ciudad de México. Las diferencias en el tipo de educación entre las instituciones públicas y las religiosas planteaba un obstáculo adicional a la unidad.43 Véase Enrique Krauze, Caudillos culturales en la revolución mexicana, MéXi°’ Siglo XXI, 1976. 41 Entre los vínculos que él desai-rolló durante la campaña presidencial (le 1929,

en apoyo de la oposición, estuvieron los que lo ligaban a Manuel Moreno SflCh’ a quien López Mateos designó presidente del Senado.

42 Guerra, México, p. 67. La Universidad Nacional agrupó las escuelas de derecho, medicina, IflClO’

123 No obstante, el arraigo de la centralización de la experiencia educacional pública en México era sólo cuestión de tiempo. Si bien la centralización se inició con un solo ambiente nacional a nivel de los estudios preparatorios, la contribución más importante fue el fortalecimiento de las escuelas profesionales de la ciudad de México, específicamente el Colegio de Minería (más tarde Escuela Nacional de Ingeniería), la Escuela Nacional de Derecho y la Escuela Nacional de Medicina.44 En la primera generación política que colaboró con Porfirio Díaz (1820-1839) los dirigentes que habían asistido a una escuela profesional nacional no pasaban de uno de cada cinco. Sin embargo, la Facultad de Derecho desempeñó un papel fundamental en el proceso de reclutamiento incluso bajo Díaz. Jacqueline Rice señala que para 1900 sólo tenían cien estudiantes ms- - critos, instruidos por quince profesores, y su estudio de miembros prominentes del partido Unión Liberal parece indicar que la Facultad de Derecho ofrecía un espacio para la construcción de redes personales. La autora cita el ejemplo de Alberto Lombardo, quien escribió a su ex compañero de clase José Ives Limantour pidiendo su ayuda para su candidatura como diputado federal con base en una larga amistad iniciada en la Facultad de Derecho. También escribió pidiendo ayuda a un profesor que había estado en sujurado de tesis, Manuel Romero Rubio. Su candidatura triunfó en 1886.

La segunda institución en importancia era el Colegio Militar, donde se graduó alrededor del 12 por ciento de la generación poÍftica de Df az. En las generaciones siguientes, con miembros naci .do entre 1840 y 1879, la proporción de egresados de esas escuelas .llas artes (arquitectura) y estudios superiores con la Escuela Nacional Preparaia en 1910. Véasejuan Hernández Luna, ‘Sobre la fundación de la Universidad .4’ Naciona’: 5tonjo Caso Vs. Agustín Aragón”, en Historia Mexicana, vol. 16, núm. 3’(enero.marzo de 1967), p. 368. En busca de estos datos he examinado los registros individuales, por año y ‘ OrcIas, de todos los estudiantes deja Facultad de Derecho de 1867 a 1917. Esos ‘ datos están ahora disponibles en forma utilizable en Escuela Nacional deJurispru -dencia, Libro de Inscripciones, México, UNAM (1867-1868, 1868-1869, 1880-1891, ‘ t8911896 1896-1900 1900-1906, 1906-1912, 1912-1916, 1917-1921). ‘ Rice, “Beyond the Científicos”, pp. 298-299. Véase también su The Porfirian tesis de doctorado uci, 1979, único análisis de las élites nacionales porfi* Rflas aparte de los trabajos de Guerra y Smith.

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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CUADRO 4.3. EGRESADOS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL ENTRE LOS OCUPANTES DE ALTOS CARGOS POR GENERACIÓN POLÍTICA, 1820-1940

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NOTA: Las cifras para la generación 1880-1899 varían significativamente según se tomen en cuenta los que ocupaban cargos en el periodo revolucionario o pos- revolucionario inmediato, en contraste con los colaboradores de Cárdenas y Ávila Camacho (1934-1946). Entre los miembros de esa generación que ocuparon cargos en las administraciones posteziores a 1935, el 28% asistió a la UNAM, en contraste con apenas el 14% de los miembros de las administraciones anteriores a 1935. Esa disparidad hace pensar que ya en la década de 1930 podían percibirse, incluso dentro de la misma generación, las nuevas credenciales de la dirigencia, una de las cuales es la educación superior, especialmente en una institución nacional. nacionales (agrupadas en la Universidad Nacional) aumentó a uno de cada tres dirigentes políticos (cuadro 4.3). Lo notable es que, tanto en periodos de violencia como en los de relativa estabilidad, en todas las generaciones políticas mexicanas —con excepción de la de 1880-1889— la mayoría de los políticos siempre fueron egresados de alguna institución de educación superior. La tendencia educacional, como ya se ha indicado, ha sido hacia una experiencia compartida entre generaciones políticas en una institución. En la generación de 1900, el 44 por ciento había estudiado en la Universidad Nacional, y esa cifra aumentó a más de la mitad en la generación de 1920-1939 y al 56 por ciento en el grupo posterior a 1940 (cuadro 4.3).4h También las escuelas de “ México no es la única sociedad donde una sola institución pública dominante produce un porcentaje abrumador de los políticos nacionales. Véase por ejemplo el caso de la universidad de Tokio en Japón, examinado en Peter Cheng, “The Japanese cabinets, 1885-1973: an elite analysis”, Asian Survey, núm. 14 (diciembre de 1974), p. 1063.

la ciudad de México y los niveles aún más altos de educación aumentaron entre las figuras públicas.47 Sin embargo, esas estadísticas nacionales ocultan una considerable declinación (por primera vez entre los políticos nacidos en el siglo xx) en el número de los que estudiaron en la Universidad Nacional. Entre los nacidos después de 1949 la cifra cae al 43 por ciento, comparable a la de la generación 1900-1919. El aumento en la proporción de egresados de la UNAM entre los dirigentes políticos de las últimas dos generaciones (6 por ciento) es el más bajo del siglo xx. Un patrón similar existía entre las generaciones políticas que asistieron a la Escuela Nacional Preparatoria. En la generación de Díaz, en general nacida demasiado temprano para estudiar en una institución nacional, sólo el 6 por ciento eran egresados. En las generaciones de 1840 y 1860 esa cifra se multiplica por tres llegando al 18 por ciento, superando a los egresados de seminarios que habían representado el 20 por ciento del grupo de edad de Porfirio Díaz. La división en los antecedentes educacionales entre instituciones públicas y religiosas había sido esencial en las divisiones ideológicas que caracterizaron a las generaciones de Juárez (1800-1819) y Porfirio Díaz. Las cifras muestran que la incidencia de la Escuela Nacional Preparatoria cayó de nuevo al 13 por ciento entre la generación revolucionaria, pero volvió a ascender en forma espectacular en la generación de Alemán, cuando los ex alumnos de la Preparatoria llegan a ser uno de cada cinco políticos.48 A continuación, esa misma proporción aumenta a uno de cada cuatro y a uno de cada tres en las dos generaciones siguientes de Echeverría y sus sucesores (1920-1939). Sin embargo, en los veinte años transcurridos entre 1920 y 1940 la proporción de dirigentes que asistieron a la escuela no aumenta, y a partir del grupo de edad de 1940 (la cohorte de Salinas) declina a menos de uno cada cuatro, y para la de 1950 a apenas uno de cada seis, lo que de nuevo indica un aumento de la diversidad de la educación, distribuida entre Véase Stuart Voss, “Northwest Mexico”, en Diana Balinori, Stuart Voss y Miles Wortman, Notable family networks in Latin America, Chicago, University of Chicago Press, 1984, pp. 114-115. 48 Algunos estudiosos de la educación en México sostienen que “la Revolución no logró [...] producir cambios radicales en el contenido de la educación, la estructura de los planes de estudios de las escuelas o el acceso real de los sectores musís pobres de la sociedad, en particular la población indígena, al sistema educativo”. Si bien esto puede ser cierto para la población general, no lo fue, al menos a corto plazo, para los individuos con ambiciones políticas. Morales Gómez y Torres, The state, p. 12.

A

Generación Egresado de la UNAM

(%)

Aumento

%

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Antes de 1839 22 —

1840-1859 31 41

1860-1879 37 19

1880-1899 21 -43

1900-1919 44 110

1920-1939 53 20

1940- 56 6

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA EDUCACIÓN Y LA POLITICA

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escuelas privadas seculares, privadas religiosas y públicas; el mismo patrón que se encuentra entre la generación de Díaz. La centralización de la educación y el ascenso de su función de reclutamiento Hace mucho tiempo que en México todas las generaciones políticas han alentado la educación universitaria. Lo que gradualmente fue cambiando en esa experiencia formativa del siglo Xix al xx es que se hizo centralizada —es decir, se nacionalizó. La homogeneización por medio de la Escuela Nacional Preparatoria (1867) y el restablecimiento de una Universidad Nacional (con la unión de las tres grandes escuelas profesionales en 1910), ubicadas ambas en la ciudad de México, vino a sustituir la diversificación generada por la multiplicidad de institutos regionales. Es interesante recordar que Justo Sierra, secretario de Educación de Porfirio Díaz, “advertía contra el surgimiento de una ‘casta académica’ alejada de la ‘responsabilidad mundana’, indiferente a la turbulenta realidad que la rodea” cuando inauguré la Universidad Nacional en 1910. Una vez en el poder, la generación revolucionaria trató de institucionalizar las reglas del juego político.5° Igual que los liberales moderados antes que ellos, estos políticos instituyeron un proceso educacional con el objeto de formar una élite política nacional, pero más amplia que la del siglo anterior.51 Según Daniel Levy, después de 1917 trataron de controlarla Universidad Nacional porque era “elitista en su composición, insuficientemente sensible a las necesidades de la sociedad y divisionista, por ser ‘un poder dentro del poder”.52 Su formación centralizada, en la época de la Henry C. Schmidt, The roots of lo mexicano: self and society in Mexi can thought, 1900-1934, College Station, Texas A&M University Press, 1978, pp. 62-63. En apoyo de esta opinión véase John Coatsworth, “Los orígenes del autoritarismo moderno en México”, en Foro Internacional, núm. 16 (octubre-diciembre de 1975), pp. 205-232; yJosé Luis Reyna, “Redefining the established authoritarian regisne: perspectives of the Mexican polity”, trabajo presentado al Center for Ínter-American Relations, Nueva York, febrero de 1975. Para esta temprana influencia liberal en un instituto regional véase Ralph Roeder, Juárez and his Mexico, Nueva York, Viking, 1947, p. 49. 52 Daniel Levy, “Comparative perspectives on acadesnic governance in Mexico”, documento de trabajo, Yale Higher Education Research Group, Yale University, julio de 1977, p. 3.

generación posterior a 1900, contribuyó mucho a la existencia de un liderazgo coherente, necesario para alcanzar la legitimación de s instituciones políticas y del modelo que surgió a fines de los años veinte y comienzos de los treinta. A partir de la cohorte de 1900, los dirigentes posteriores a 1920 utilizaron su sistema educacional para transmitir un juego de vaIpres de una generación a otra, reduciendo las posibilidades de hubiera una brecha en los valores, que es una de las divisiones generacionales potenciales importantes identificadas por Alan Spitaer. ’ Antonio Armendáriz, miembro destacado de la generación 4e 1900 afirma: “Los hombres de mi

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generación no podemos negar influencia decisiva de la Universidad [Nacional] en la vida pública id país [... ]Profesores eminentes nos dejaban una impronta espi$i ual, tanto por su ejemplo como ciudadanos como por su autoridad xno profesores.”4 Los docentes de esas instituciones hicieron posible la transición. Puesto que los políticos del siglo xx identifia los profesores como la fuerza más importante en su socialiión, y puesto que la mayoría de los profesores eran además 4ncionarios gubernamentales, los cambios en sus valores fueron ecientes, y a acentuar ese patrón contribuyó el hecho de que qos profesores e intelectuales eran también funcionarios públicos. Los profesores políticos-intelectuales no sólo reclutaron para la ‘$ila pública a sus mejores estudiantes sino que influyeron en las 1*dinaciones políticas de la mayoría de los intelectuales. Muchas *esas figuras generaron grupos sustanciales de discípulos, y varios * ellos provenían de una sola generación académica, la de 1915. Efltre los más influyentes de sus miembros estuvieron Manuel GóØez Morín, de influencia formativa tanto en Antonio Armendáriz *mo en toda su generación, que enseñé en la Universidad Naciofl 1 de 1918 a 1939 y llegó a ser decano de la Facultad de Derecho 4los veintiséis años de edad, y Narciso Bassols, ‘mentor de muchos *$tudiantes distinguidos a partir de sus cursos de derecho de los os veinte. Algunos de los discípulos de ambos siguieron a sus rnentores fundando respectivamente el Partido Acción Nacional y el Partido Popular Socialista.’5 Alan Spitzer, “The historical problem of generations”, American Historical eview, núm. 78 (diciembre de 1973), p. 1385. Antonio Armendáriz, carta al autor, 10 de abril de 1972. Para antecedentes detallados de éstas y otras figuras intelectuales de esa gefl ttación, véase Krauze, Caudillos culturales.

128

LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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En otras sociedades, como ha observado Putnam, la dirigencia posrevolucionarja introdujo un tipo de dirigente “más parroquial”, individuos sin la urbanidad y la sofisticación de los dirigentes políticos intelectuales originales como Madero y Carranza.Sb En el caso de México ese patrón parece evidente si atendemos únicamente a la educación superior (cuadro 4.3), pero mientras que en la URSS el dirigente cosmopolita sólo hizo una breve aparición, en México el dirigente parroquial fue una aberración transitoria ya sea desde el punto de vista de la clase, el origen regional, la educación o la experiencia del extranjero. Las generaciones revolucionarias reclutaron rápidamente las figuras cosmopolitas, institucionalizando la selección de esos tipos en sus prácticas de reclutamiento, La centralización de la educación en instituciones de la ciudad de México también tuvo implicaciones en los orígenes regionales de los futuros políticos, consecuencia que fue reconocida por los asesores del presidente Cárdenas. En una recomendación poco conocida, una junta asesora sugirió dividir México en seis secciones, cada una de las cuales tendría una universidad regional mantenida por el gobierno federal, lo que contribuiría a eliminar el predominio de la Universidad Nacional. Sin embargo, la recomendación nunca fue aplicada, debido a la difícil situación política de Cárdenas. 57 A medida que el nivel de la educación iba aumentando aumentaba también la importancia de la ubicación de cada institución educativa. Además, el lugar de nacimiento de una persona, especialmente en las generaciones más antiguas, modificaba su acceso a las oportunidades educacionales. Los datos del cuadro 4.4 revelan un patrón interesante tanto en el nivel como en la especialización de los políticos mexicanos desde 1884. Está visiblemente claro que durante más de un siglo los políticos nacidos en la capital tenían probabilidades de poder terminar una carrera universitaria. Sólo el 8 por ciento de todos los políticos nacionales nacidos en el Distrito Federal no terminó la universidad. Las cifras más altas de políticos sin educación universitaria corresponden al oeste y el norte, principales fuentes regionales de la generación de revolucionarios que se hicieron a sí mismos. La centralización de la educación no se limitó a la geografía o Robert Putnain, The compara t2ve study of political elites, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1976, pp. 197-200, Víctor Manuel Villaseñor, entrevista con el autor, ciudad de México, 27 (le octubre de 1976. Villaseñor era miembro del grupo.

CUADRO 4.4. CAMPOS EDUCACIONALES DE LOS DIRIGENTES POLÍTICOS, POR REGIÓN

a diferentes instituciones. Los canales se estrecharon aún más en el siglo xx concentrándose cada vez más en un reducido número de escuelas profesionales dentro de una sola institución. Concretamente, los políticos empezaron a estudiar cada vez más en la Facultad de Derecho. Aun cuando es posible que el porcentaje de abogados en los gobiernos del siglo xx no sea tan elevado como bajo Porfirio Díaz, las cifras correspondientes a los abogados egresados de una sola institución aumentaron en forma espectacular. Los futuros políticos mexicanos nacidos y educados en la capital tenían además la ventaja de entrar en

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contacto directo con los dirigentes políticos del momento, por medio de su actividad en la política estudiantil dentro y fuera de la universidad o bien por medio de sus profesores. Los estudiantes de las universidades provincianas podían tener experiencias similares, pero sus contactos no eran tan útiles para progresar en una carrera política nacional. Esto se debía en parte a la tendencia a sustituir las figuras presidenciales y los políticos prominentes formados en un ambiente provinciano por los que habían nacido en la capital o al menos habían pasado la mayor parte de sus años formativos en escuelas de la ciudad de México. Porfirio Díaz debió en parte su ascenso político a sus días de estudiante de derecho en Oaxaca, y más tarde Lázaro Cárdenas aprovechó cuando era gobernador de Michoacán

Región de Título unive rsiiario (%)

Nin- De- Eco- Me-

Inge nacimiento

guno recho nomía dicina niería Otro

Distrito Federal 8 38 20 7 10 17

Centro-Oriente 33 33 5 8 9 12

Occidente 40 28 8 6 9 9

Norte 40 28 8 5 11 8

Sur 22 44 5 9 10 10

Golfo 27 45 4 4 8 12

Centro-Occidente 29 43 5 7 7 9

Extranjero 9 27 5 5 32 23

Total 28 36 9 6 10 11

130 LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA CUADRO 4.5. COMPAÑEROS DE ESTUDIOS ENTRE LOS DESIGNADOS POR PRESIDENTES CON TÍTULO UNIVERSITARIO

los contactos intelectuales hechos en el Colegio de San Nicolás de Morelia; pero los presidentes recientes de México —a partir de Luis Echeverría (1970-1976)— no han tenido mayor experiencia personal de la provincia y sus instituciones.58 El impacto de la educación superior en el reclutamiento político se puede medir por la relación entre un presidente y sus compañeros de estudios. También en otras partes se han identificado contactos específicos entre los presidentes y sus generaciones estudiantiles, pero la importancia general de una generación estudiantil se hace mucho más visible cuando se examina en forma comparativa. Si se comparan los presidentes con título universitario a partir de 1934 con base en la generación estudiantil mejor representada entre sus colaboradores, esa influencia es marcada (cuadro 4.5). 58 Cárdenas anota en su diario, el 11 de agosto de 1931, siendo gobernador de Michoacán, que había invitado al rector de la Universidad, Jesús Díaz Barriga, con sesenta profesores y

estudiantes, a tomar café en su casa, donde conversaron, bromearon y discutieron temas serios. Lázaro Cárdenas, Apuntes 1913-1940, vol. 1 de Obras, México, UNAM, 1972, p. 184.

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA 131 CUADRO 4.6. ANTECEDENTES EDUCACIONALES DE LOS FUNCIONARIOS CON TÍTULO UNIVERSITARIO QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-1991

NOTA: Se ha omitido la administración interina de De la Huerta (1920) porque la muestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. a Los datos sobre egresados del Colegio Militar en la adimnistración de Salinas (9%) no indican un aumento; más bicis los militares nombrados tiendemi a ser funcionarios que por primera vez ocupan un cargo y sirven el sexenio completo. Así, a medida que aumente el isúmero de funcionarios designados por Salinas, el porcentaje de militares disminuirá.

r ,

1 a Sin título universitario. b De la misma generación del presidente. Estudió en el extranjero.

Nombrados

Presidente de la misma generación

universitaria (%) Generación entre nombrados

Cárdenasa 1910-1920

Ávila Camachoa — 1910-1920

Alemán 24 1926 1930b

Ruiz Cortinesa — 1936-1940

López Mateos 18 19311935b

Díaz Ordaz 13 19361940b

Echeverría 13 19411945b

López Portillo 15 1956-1960

De la Madrid 23 19561960b

Salinas 30 19661970b

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Administración Institución a la

que asistió (%)

Colegio

presidencial UNAM militar Privada Otra

Díaz

1884- 52 17 3 28

1889- 24 18 9 49

1893- 59 6 6 29

1897- 65 17 0 18

1901- 73 12 0 15

1905- 60 0 0 40

1910- 55 18 0 27

De la Barra 40 20 0 40

Madero 46 9 0 45

Huerta 37 46 0 19

Carranza 42 5 2 51

Obregón 50 9 0 41

Calles 37 0 5 58

Portes Gil 33 0 0 67

Ortiz Rubio 43 21 0 36

Rodríguez 50 0 0 50

Cárdenas 27 7 3 63

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Ávila Camacho 36 7 4 53

Alemán 50 5 4 41

Ruiz Cortines 36 8 1 55

López Mateos 47 7 1 45

Díaz Ordaz 51 7 1 41

Echeverría 54 7 2 37

López Portillo 52 7 2 39

De la Madrid 56 5 6 33

Salinasa 51 9 13 27

132 LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA En todos los casos en que el presidente se graduó en una institución mexicana, la generación estudiantil de la que forma parte es la mejor representada en su administración. De nuevo está claro que Alemán estableció un hito reclutando a un cuarto de sus designados entre sus contemporáneos estudiantiles, principalmente de la Universidad Nacional. Ese nivel de incidencia se ha repetido en años recientes bajo Miguel de la Madrid, quien estudió derecho en la UNAM, y bajo Carlos Salinas, que terminó la carrera de economía en la misma institución. La UNAM y sus predecesoras siempre fueron una fuente importante de políticos con educación universitaria. Un examen de las instituciones donde estudiaron los políticos de cada administración presidencial revela claramente la longevidad de la Universidad Nacional a partir del gobierno de Díaz de 1884 (cuadro 4.6). Más de la mitad de los egresados universitarios de su gobierno provenían de la Universidad Nacional. Estas cifras muestran la distribución de las instituciones entre los egresados universitarios, pero no indican la importancia de la UNAM entre todos los políticos, incluyendo los que no terminaron una carrera universitaria. En otras palabras, si bien la Universidad Nacional tiene el mismo porcentaje de universitarios bajo Salinas que tenía en la administración de 1884, en el gobierno de Salinas casi todos tienen un título universitario. Eso desde luego significa que casi la mitad de la administración pasó por la experiencia de la Universidad Nacional. A menudo se hacen comparaciones con la influencia de las écoles francesas más importantes —por ejemplo, la École Nationale d’Administration—, pero en 1960 sólo el 12 por ciento de los burócratas franceses del más alto nivel era egresado de esa institución. Sin embargo, para 1980, esa cifra había ascendido a más de la mitad, lo que hace pensar en un proceso reciente y rápido.59 En Estados Unidos nunca ha existido un patrón centralizado de este tipo, pero aproximadamente el mismo porcentaje de funcionarios administrativos de alto nivel (51 por ciento) son egresados del selecto grupo de instituciones conocido como Ivy League y otras similares.°°

LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA 133 Con los datos lado a lado, la declinación de la importancia del Colegio Militar desde la década de 1880 hasta fines de la de 1920 es evidente; su proporción de egresados se estabiliza después de 1934 con la administración de Abelardo Rodríguez (cuadro 4.6). El único periodo en la historia mexicana reciente en que el Colegio Militar superó la influencia de las escuelas profesionales nacionales es el breve gobierno de Victoriano Huerta, lo que se explica por el hecho de que el propio Huerta era egresado de la institución y nombró a gran número de condiscípulos del viejo ejército federal. El único rival de la Escuela Nacional de Derecho fue la Escuela Libre de Derecho, a la que pertenecen todos los egresados de instituciones privadas bajo Cárdenas, Ávila Camacho y Alemán.61 Esta institución fue fundada en 1912 y recibió un temprano impulso en la vida política a través del presidente Emilio Portes Gil, que fue uno de sus primeros egresados.62 Después de 1952 el número de egresados de escuelas privadas y regionales entre los políticos nacionales disminuyó gradualmente. Las instituciones privadas no ofrecían mucho futuro a los aspirantes a políticos, pues desde los años cincuenta hasta los setenta su representación no pasaba de un 1 o 2 por ciento de las figuras públicas. El cambio radical se

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produjo bajo Miguel de la Madrid, que generó un aumento del 200 por ciento en los egresados de escuelas privadas.63 Por primera vez ingresó a la política un grupo de estudiantes de la Universidad Ibero-Americana, manejada por los jesuitas. Antes de 1982 sólo un egresado de esa institución había ocupado un puesto de alto nivel nacional en toda la historia. La administración de Miguel de la Madrid introdujo asimismo un grupo del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).64 Si bien el aumento 61 Para los antecedentes de la fundación de la Escuela Libre de Derecho véase Valdemar Rodríguez, “National University of Mexico: rebirth and role of the universitarios, 1910-1957”, tesis de doctorado, University of Texas, Austin, 1958, p. 39.

62 Emilio Portes Gil, carta al autor, 20 de octubre de 1972. Este cambio se produce alrededor de 1960 precisamente al tiempo de un Viraje en la función de las universidades públicas, que pasaron de proveer movilidad Social ascendente a sólo mejorar el status social. La mayoría de la generación de De la Madrid se recibió en los años cincuenta. Este viraje es identificado por David E. Lorey, The rise of professions in twentieth-century Mexico: university graduates and Occupational change since 1929, Los Ángeles, UCLA, Latmn American Center, 1992, P. 44; véase tamnbiéms su penetrante exploración en The university system and economzc development in Mexico since 1929, Stanford, Stanford University Press, 1993, pp. 107-114. Cofundado por el exsecretalio de Hacienda Luis Montes de Oca, tecnócrata

:. flfl

J Elia Searis, “Ministerial cabinets and dite theory”, enJolyon Howorth (ed.), Elites in France, Londres, Francis Pinter, 1981, p. 173. 60 Allen H. Barton, “Background, attitudes, and activities of American cutes”, en Studies in thestructure of nationalelitegroups, vol. Ide Gwen Moore (cd.), Research in politics and society, Greenwich, JAl Press, 1985, p. 189.

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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porcentual no es tan espectacular, el número de egresados de universidades privadas aumentó en forma aún más significativa en los primeros tres años del gobierno de Salinas, lo que hace pensar en una nueva tendencia importante. A medida que aumentan los egresados de instituciones privadas disminuyen los de escuelas públicas regionales. La introducción de los egresados de instituciones privadas ha aumentado la diversidad de la composición de la dirigencia mexicana en cuanto a su educación y su experiencia. Como anunció un autor con gran previsión, la privatización del poder público en México se producirá más por medio de egresados de universidades privadas como la Ibero, el ITAM y Anáhuac (otra institución de la ciudad de México) que escojan la carrera política, que por la élite del sector privado que pueda ubicar a su gente en puestos gubernamentales.° 5 Si esa tendencia de las escuelas privadas continúa, es probable que produzca un grupo cada vez más homogéneo de políticos con los mismos antecedentes socioeconómicos. Ese patrón ha existido en Inglaterra, y aun cuando los analistas esperaban que el predominio de Oxford y Cambridge entre los ejecutivos públicos declinara a medida que se ampliaba el sistema de universidades públicas, las dos instituciones aumentaron su participación al 75 por ciento en la cohorte 19651986.n3 La relativa apertura social y diversidad ideológica de la Universidad Nacional permitió que se presentaran lado a lado visiones tradicionales y revolucionarias, a diferencia de las instituciones de regímenes posrevolucionarios más autoritarios e ideológicamente controlados en otros países.67 Algunas administraciones posrevotemprano y amigo familiar de mucho tiempo y patrocinadoi- político del padre de Miguel Mancera. Mancera, quien ha presidido el Banco de México desde 1982 salvo por seis meses, egresó de esa institución. Antonio Carrillo Flores, otro ex secretario de Hacienda, fue rector a comienzos de los años setenta. Sobre la decisión de Mancera de estudiar en el ITAM, véase el esclarecedor retrato deJuamta Darling, “Mexico’s main pillar of economic stability”, Los Angeles Times, 13 dejulio de 1993. Francisco Suárez Farías, “Composición y comportamiento de la élite política de México (1976-1984)”, Facultad de

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Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 1984, p. 23.

Kevin Theakstone y Geoffrey K. Fry, “Britain’s administrative elite: perinanent secretaries 1900-1986”, en Public Administration, núm. 67 (verano de 1989), p. 133. Si bien hubo breves intentos, especialmente bajo Cárdenas, de controlar el tono ideológico de la Universidad, los egresados en la dirigencia política respoil lucionaria

intentaron eliminar de la UNAM los valores tradicionales, especialmente bajo Calles y Cárdenas, pero sus esfuerzos fracasaron. Cárdenas estableció el Instituto Politécnico Nacional como rival ideológico directo, sin hacer “ningún esfuerzo por ocultarlo .68 Sin embargo, a la larga, la dirigencia mexicana ha valorado positivamente aquellas cualidades que otras sociedades posrevolucionarias rechazaron con vehemencia —incluyendo la libertad académica que permitía disentir ideológicamente de la posición politica del establishment. La transición de la escuela pública a la privada en las credenciales de los políticos ha reducido la centralización del reclutamiento en la Universidad Nacional. Por otra parte, como las escuelas primarias privadas que contribuyen a esa tendencia se encuentran en la ciudad de México, no se ha modificado la centralización geográfica de la educación superior en los antecedentes de políticos prominentes.° 9 La diversidad educacional entre los políticos se ha dado también dentro de la Universidad Nacional. Como ya se ha indicado, la carrera de derecho predominó en los antecedentes profesionales mexicanos, igual que ocurría en muchos otros sistemas políticos, incluyendo el de Estados Unidos.7° Por ejemplo, en España, en los gabinetes recientes, más de la mitad de los miembros han sido abogados,7’ así como la mayoría de los funcionarios más altos en dieron rápidamente a los reclamos contra la censura, y los esfuerzos por suprimir las corrientes críticas fuer9n suspendidos. 68John Britton, “Urban education and social change in the Mexican revolution, 193 l-1940”,Journal of Latin American Studies, núm. 5 (noviembre de 1973), p. 238. Para el mejor estudio de estas instituciones privadas véase Lorey, The uní versit system. Para comparaciones con otros países latinoamericanos, véase Daniel C. Levy, “Public-private distinctiveness: Mexico”, en Higher education and the state flZ Latin America: private challen ges to public dominance, Chicago, University of Chiago Press, 1986, pp. 114-136. 70 Por ejemplo, en Japón el personal burocrático es reclutado en números sustanciales en la Universidad de Tokyo y “su prestigiosa Facultad de Derecho.” Joel D. Aberbach, Ellis 5.

Krauss y Michio Muramatsu, “ComparingJapanese and American administrative elites”, en British Journal of Political Scence, núm. 4 (octubre de 1990), p. 463. 71 Salustiano del Campo,José Félix Tezanos y Walter Santin, “The Spanish political elite: permanency and change”, en Moshe M. Czudnowski (cd.), Does who

govern matter? Elite circulation in con temporary societies, De Kalb, Northern Illinois ‘ University Press, 1982, p. 144.

¡ 136

LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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Estados Unidos.72 En general el derecho predomina en los antecedentes de los profesionistas empleados por el estado.73 Desde los años sesenta el competidor más importante entre las carreras universitarias mexicanas ha sido la economía. Lo mismo sucede en Brasil, donde el número de estudiantes inscritos en economía y administración ha ido aumentando al paso que disminuye el de los inscritos en derecho.74 La mayoría de los economistas mexicanos asistió a la institución hermana de la Escuela Nacional de Derecho, la Escuela Nacional de Economía. En las administraciones civiles posrevolucionarias, los egresados de derecho llegaron a su punto más alto hace muchos años bajo Miguel Alemán, primer presidente ex alumno de la Facultad de Derecho, cuando representaban el 68 por ciento de todos los políticos con título universitario (cuadro 4.7). A partir de entonces ha habido una erosión lenta pero continua del porcentaje de abogados, que han ido siendo remplazados por economistas y otras especializaciones profesionales. En 1992 (administración de Salinas), por primera vez en la historia mexicana, los economistas y los abogados estaban igualmente representados en la dirigencia. Otras especializaciones, excluyendo las profesiones tradicionales de medicina e ingeniería, representan ahora más de una cuarta parte de todos los políticos con título universitario. La implicación de estas tendencias para el reclutamiento es que otras escuelas y profesiones, y posiblemente otras instituciones, pueden convertirse en fuentes de futuros políticos. Como en tantos aspectos del proceso de credencialización y reclutamiento en México, el liderazgo presidencial ha sido fundamental. No es casual que el porcentaje de abogados haya disminuido bajo la presidencia

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72 Véase Thomas R. Dye, Who ‘s runningAmerica’ The Bush era, 5a. ed., Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1990, p. 221. Para un interesante análisis del reclutamiento de personal, las universidades de élite, las credenciales de mérito y la construcción de redes, véase Thomas S. Langston, Ideologues and presidents:from the New Deal O) the Reagan revolution, Baltimore,Johns Hopkins University Press, 1992, pp. 3539. ‘ Peter S. Cleaves, Profrssions and the .state: the Mexican case, Tucson, University of Arizona Press, 1987, p. 94. ° Peter McDonough, Power and ideology in Brazil, Princeton, Princeton University Press, 1981, p. 68. El derecho ha declinado también entre los funcionarios del ejecutivo estadunidense de Hoover a Nixon. Véase Kenneth Prewitt y William Mc4 llister, “Changes in the American executive dite, 1930-1970”, en Eulau y Czud nowski (eds.), Elije recruitment in democratic polities: compara uve studies across natiOus, Beverly HiUs, Sage, 1976, pp. 105-132.

CUADRO 4.7. TÍTULOS UNIVERSITARIOS DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-199 1

1884- 72 0 8 20 0 1889- 76 0 7 14 3 1893- 70 0 15 15 0 1897- 64 0 13 23 0 1901- 60 0 17 23 0 1905- 81 0 8 11 0 1910- 75 0 8 17 0 De la Barra 77 0 5 18 0 Madero 60 0 12 25 3 1-Tuerta 48 0 10 35 7 Carranza 58 0 17 23 2 Obregón 69 6 17 8 0 CaUes 46 5 14 18 17 ?ortes Gil 20 0 20 40 20 Ortiz Rubio 46 0 8 27 19 odríguez 72 0 14 14 0 árdenas 63 3 12 12 10 4vila Camacho 67 1 6 12 14 0Alemán 68 4 6 16 6 ,Ruiz Cortines 52 4 7 19 18 $pez Mateos 46 7 15 10 22 DfazOrdaz 48 13 13 14 12 Echeverrfa 45 17 8 14 16 *ópez Portillo 41 19 8 11 20 De la Madrid 39 26 3 14 18 23 23 6 19 29 Se ha omitido la administración interina de De la Huerta (1920) porque Ruestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. a Los datos para Salinas no sois del todo comparables porque no cubren un M*nio Completo.

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- Títu lo obtenido (%

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Admznzstracion presidencial Derecho Economía )

Medicina Ingeniería Otro

138 LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA de Salinas, que estudió economía y administración pública. Por otra parte, de 1884 a 1929 menos del 10 por ciento de los políticos mexicanos habían hecho algún estudio de posgrado (cuadro 4.8). Pascual Ortiz Rubio, ingeniero, fue el primer presidente que lo hizo (en la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York) y también el primero que hizo estudios de ese nivel en el extranjero. Durante los cuarenta años siguientes, hasta 1970, el porcentaje de políticos que fue más allá de su educación profesional inicial se mantuvo estable entre el 12 y el 18 por ciento. Después de 1970, en la administración de Echeverría, tuvo lugar un cambio espectacular en los estudios de posgrado, marcado tanto por el número de individuos que los hacían y, no menos importante, por la institución en que los hacían. Los nuevos patrones inaugurados bajo Luis Echeverría fueron también generacionales. Su administración (1970-1976) reclutó principalmente entre los políticos nacidos entre 1920 y 1939, lo que la distingue de las cuatro administraciones anteriores que habían reclutado principalmente en la generación de Alemán, nacida inmediatamente antes y durante la década revolucionaria. El aumento del 78 por ciento (del 18 al 32 por ciento) de los políticos con posgrados académicos indica una incidencia significativa en las credenciales educacionales por parte de la generación de Echeverría, López Portillo y Miguel de la Madrid (1920-1939). Tanto López Portillo, que había obtenido un doctorado en derecho en la UNAM en 1950, como De la Madrid, que completé una maestría en administración pública en Harvard en 1965, habían hecho pos- grados. Otro aumento espectacular tuvo lugar bajo Carlos Salinas quien, igual que Echeverría, llevó a la prominencia nacional a otra generación, la suya, la de los nacidos después de 1940. El aumento del 46 al 70 por ciento en los estudios de posgrado en los antecedentes de los políticos marca un aumento del 59 por ciento con respecto a la administración de De la Madrid (cuadro 4.8). Los posgrados son mucho más prominentes entre los secretarios de gabinete mexicanos que entre los estadunidenses, como lo indica una comparación entre De la Madrid y Ronald Reagan.7 Los estudios de posgrado, que nunca han sido un requisito formal para el éxito en la carrera política, empezaron a parecerlo desde 1988. Francisco Suárez Farías, “Los gabinetes presidenciales de México y los Estados Unidos”, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochiinilco, agosto de 1983

.A EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA 139 CUADRO 4.8. POSGRADOS DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR pRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN

PRESIDENCIAL, 1884-199 1

Ii

[ Á

Administración

Lugar donde hizo el posgrado (%)

Estados

, presidencial Unidos Europa Ambos México Ninguno Total

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1íaz

1884- 0 0 0 0 100 100

1889- 2 2 0 2 94 100

1893- 0 3 0 3 94 100 1897- 2 0 0 2 96 100 • 1901- 0 0 3 3 94 100 1905- 0 6 0 0 94 100

1910- 0 0 0 0 100 100 la Barra 0 6 0 0 94 100 adero 3 3 0 0 94 100 tuerta 2 0 0 8 90 100 Çarranza 1 1 0 2 96 100 bregón 0 3 1 0 96 100 afles 5 3 0 0 92 100 ortes Gil 0 0 0 6 94 100 rtiz Rubio 0 12 0 0 88 100 jodríguez 7 7 0 0 86 100 4Çárdenas 2 2 1 4 91 100 j4Tila Camacho 1 5 1 4 89 100 A,temán 3 2 0 10 85 100 Uiz Cortines 4 3 1 3 89 100 9$pez Mateos 5 2 1 10 82 100 4Daz Ordaz 8 6 1 3 82 100 echeverría 14 10 2 6 68 100 1.ópez Portillo 9 9 2 9 71 100 e la Madrid 18 13 3 10 56 100 alinasa 38 19 2 11 30 100 NOTA: Se ha omitido la administración interina de De la Huerta (1920) porque

la muestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. Los datos para Salinas no son del todo comparables porque no cubren un Xenio completo.

140 LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA La otra característica notable acerca de los estudios de posgrado es la fuente de esa educación. Desde la administración de Porfirio Díaz de 1889 los mexicanos han buscado sus experiencias académicas avanzadas en el extranjero, tanto en Europa como en Estados Unidos. Tradicionalmente los políticos mexicanos educados en Europa eran tantos y a veces más que los estadunidenses, pero en los primeros años las universidades mexicanas también atrajeron su parte de los egresados. Sin embargo, para 1970, los posgrados mexicanos habían pasado a segundo término con respecto a los extranjeros. Bajo Echeverría, los que habían hecho posgrados en México eran uno de cada siete políticos con estudios de ese nivel. Aún más notable es el aumento entre los que habían estudiado en Estados Unidos, cuyo número se duplicó de 1970 a 1988.

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El porcentaje abrumador de políticos con posgrados, y el hecho de que más de la mitad de ellos estudiara en Estados Unidos, refleja la importancia de esos estudios en la mente de los recientes presidentes de México. Esa tendencia aumentó en importancia con Miguel de la Madrid, que respondía personalmente a ambos criterios, y fue notablemente reforzada con Carlos Salinas, que tiene tres títulos de posgrado obtenidos en Estados Unidos —todos, igual que los de su mentor, de la Universidad de Harvard. Otros países, como España, han presenciado tendencias similares: alrededor de un cuarto de los políticos civiles españoles también estudiaron en prestigiosas universidades estadunidenses y europeas.76 Las experiencias de posgrado sazonaron las credenciales específicas de los futuros politicos, contribuyendo a su adquisición de conocimientos especializados cada vez más importantes en los nuevos campos tan altamente valorados por las sociedades posmodernas. Los mentores que modifican las credenciales han sido con frecuencia precursores en la introducción de nuevas características de la dirigencia, pero sus elecciones pueden ampliar o estrechar el p001 donde se realizarán las futuras elecciones. Con algunas excepciones recientes, las experiencias educacionales, especialmente en la educación superior, han estrechado el pool en el cual se escogen los futuros dirigentes políticos. Sin embargo, los posgrados en el extranjero invirtieron esa tendencia instituyendo una fuente de diversidad entre los que los hicieron. En otras palabras, los estudios fuera del país diversificaron

LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

141

el pooi de postulantes [flCI fOcO apartándolo dela ciudad de México y del pequeíWt° de univerSida(les capitalinas principalmente la UNAM,eIIíAtItO politécnico Nacional, el ITAM, la Ib ero y El Coleglo de 2í° Desde el punto de , la educación en Ufl pequeño número de seiecAs5ade5 estadunideflses (especialmente Harvard, Yale Sinf0’ inglesas (en particular Oxford y la Universidad de Londres So ofla en Francia inauguraron nuevas comunidades acadIi la formación de los futuros poois políticos mexicanos? veinte mexicanos han recibido un título de 11ograma de Administración Ecoómica Extranjera e It° (Internati0n and Foreigfl ECOflOmiC AdmjnjstratjoniA de Yale desde la creación de éste en 1953; entre ellos h iIt ncionarlos financieros del más alto nivel, de los cuales d01II°” a ser secretarios de Hacienda, os subsecretarios y un leA?ÍIAO mentor de Salinas.78 Los mexicanos que est 1ando en esas instituciones ex1 anjeras suelen desarroil os muy estrechos, haciendo vida cial entre ellos. Al misnaIø° se vinculan con otros residentes iiexicanos en esos lugares,Isp almente con los diplomáticos. Por ejemplo, Porfirio Muñoz ex presidente del PR! y después 4irigente del Partido de 1ucjón Democrática, estudió en la Sorbona de París en iap rsidad de Tolosa, en Francia. En noció e jmpresionúIIaib0r mexicano Ignacio MoroPeS Prieto, de quien pasóIaSes0r7O Morones Prieto, quien a Sl vez había hecho un de tres años en medicina en la en la década de i,t1V0 una distinguida carrera política en 1946.80 En 11presidente lo llamó para que se hikra cargo de la direccióndIIt1th1t0 Mexicano del Seguro Social, resto de nivel ministerial,0nes Prieto llevó consigo a Muñoz do como secretario genAr egund0 puesto en importancia Y ro en una serie dO51n10S de alto nivel que luego tuvo. El mundo académico had pido un papel fundamental De 511 programas de 291 se encontraban en el Distrito Federal, 7e1 90 por ciento de todos los 1te5 de posgrado del país estudiaba en ellos. esO 1980, p. 12. se His pano Americano, 5 de lP5Y°ctjva de los enlaces ei Yale donde vive usted: ues 2 nre Yale y Mé,dco”, *imeografiado, s. e., abril de 191?’ 6. 7Excélsior, 4 de febrero de1l1re de 1974, p. 11. 80 Hispano Americano, 11 de pz

‘a st • st

76 Del Campo, Tezanos y Santin, “The Spanish political dite”, p. 144.

142 en la formación y el reclutamiento de los dirigentes políticos mexicanos durante más de un siglo. La fuente de su influencia y los patrones cambiantes del proceso de reclutamiento son afectados no sólo por la ubicación, la especialización y el nivel de la educación: como ya he sostenido en otra parte, los condiscípulos han tenido importancia en la carrera de los políticos. En las recientes administraciones de De la Madrid y López Portillo la clase del presidente ha sido una fuente importante de funcionarios designados. 81 Como se mostrará más adelante, el contacto con los coetáfleos continúa siendo significativo para la generación de Salinas. Sin embargo, los estudiantes tienden a seguir la estrella de otros contactos hechos en la universidad con personas mayores, antes que con la de sus contemporáneos. Esos individuos

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mayores han sido generalmente ex profesores, muchos de ellos figuras públicas e intelectuales prominentes. La relación entre la vida intelectual y la política en México y en América Latina es, en parte considerable, resultado del campo de juego común que tienen en la universidad, y concretamente en las pocas instituciones de la capital. La enseñanza desempeña en la vida política de los políticos mexicanos un papel que desde hace mucho tiempo influye en el resultado de las carreras incipientes. Como ya se ha mencionado, el mentor original de Porfirio Díaz —contra el que, por último, se volvió en contra—, Benito Juárez, era administrador en la institución donde estudió Díaz. La importancia de la enseñanza y de la ubicación de la carrera docente de los políticos fue establecida en realidad por Porfirio Díaz y no por posteriores presidentes de este siglo, como se creía originalmente. La importancia de esa credencial en los antecedentes de los políticos de éxito ha sido ignorada por otros estudios sobre México y otros países,82 pero en mi opinión es una variable esencial.

CUAD’° 4- EXPERIENCIA DOCENTE DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPARON KGOS POR PRIMERA VEZ POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-1991 xperienciadocente(%) 4dmzntradb0n presidencial Ninguna UNAM Privada Ambas Otra Total . 1884- , 1889- 1893- 1897- 1901- 1905- 1910- , Ie la Barra Mader0 l4uerta Carranza Obregon Calles ?ortes Gil 44Ortiz Rubio Rodríguez CárdenaS Ávila Camacho i Alemán Ruiz CortineS fLópez Mateos Díaz Ordaz Echeverría López Portillo De la Madrid Salina&’

83 12 0 0 5 100 65 14 0 4 17 100 68 16 0 0 16 100 64 26 0 0 10 100 48 33 0 0 19 100 47 47 0 0 6 100 43 21 0 0 36 100 85 8 0 0 7 100 59 28 0 0 13 100 65 16 5 0 14 100 82 6 2 0 10 100 80 11 0 0 9 100 84 16 0 0 0 100 86 14 0 0 0 100 73 23 0 0 4 100 75 17 0 0 8 100 70 15 1 1 13 100 65 23 1 1 10 100 55 29 1 3 12 100 61 17 0 2 20 100 60 22 1 3 14 100

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25 2 2 18 100 43 32 2 3 20 100 55 24 3 3 15 100 41 32 7 5 15 100 -. 34 30 13 4 19 100 NOTA: Se ha omitido la administracloh’ interina de De la Huerta (1920) porque la muestra es demasiado pequeña para ser estadístiCaiflente exacta. a Los datos para Salinas no son del todo comparables porque no cubren un sexenio completo.

1 LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

A EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

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81 De la clase de De la Madrid, la generación de 1952-1957, quince llegaron a ser senadores o diputados, y tres fueron gobernadores durante su administración. Véase Excélsior, 11 de marzo de 1982, p. 23; y Mario Ezcurdia, Miguel de la Madrid: rasgos biográficos y pensamiento político, México, Miguel Angel Porrúa, 1982, p. 22; mientras que ocho de los compañeros de la clase de José López Portillo, 1939-1944, ocuparon altos cargos durante el gobierno de éste. Excélsior, 6 de marzo de 1979, p. 4. 82 Por ejemplo, en su artículo en otros aspectos revelador, sobre el gabinete de Miguel de la Madrid, Rogelio Hernández Rodríguez ignora la importancia (le los profesores del presidente, incluyendo a Jesús Reyes Heroles, que fue su secretario de Educación Pública. “Los hombres del presidente De la Madrid”, Foro Ivternacional, vol. 23, núm. 2 (julio-septiembre de 1987), p- 28.

1 145

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LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

Los profesores universitarios tienen un papel fundamental por varias razones. En primer lugar, escogían a los alumnos más capaces y brillantes, tratando de estimular su interés por la vida pública. En suma, actuaban como reclutadores para el estado, canalizando buena parte del mejor talento de México hacia el sector público en lugar del privado. Segundo, los políticos profesores aumentaban su propia camarilla política a través de la enseñanza. En realidad la enseñanza a menudo llegó a ser la fuente de pool de reclutamiento individuales de mayor influencia. Tercero, los políticos profesores eran fundamentales para recomendar a sus jóvenes discípulos para puestos públicos específicos, y con frecuencia ayudaban a los estudiantes a obtener el primer cargo de su carrera política.83 Como muestran con claridad los datos del cuadro 4.9, la docencia era relativamente insignificante cuando Porfirio Díaz inició su administración de 1884. Menos de uno de cada cinco políticos tenía alguna experiencia docente, aunque esa cifra

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se duplica si consideramos únicamente a los políticos con título universitario. Sin embargo, en cuatro breves años, el número de los colaboradores de Díaz que habían dado clases de nivel universitario aumentó un 100 por ciento. El mismo presidente amplió su representación a más de un tercio de los funcionarios designados por él, y la mitad de los políticos profesores enseñaba en tres escuelas profesionales nacionales: las de minería (ingeniería), medicina y derecho. Un hecho notable es que para 1900 más de la mitad de los colaboradores de Díaz eran profesores universitarios, cifra extraordinariamente elevada. Y durante su administración siguiente, la mitad de sus colaboradores habían estudiado en las escuelas profesionales nacionales, porcentaje igualmente asombroso. Cuando Díaz dejó el cargo en 1911, casi seis de cada diez figuras políticas nacionales eran veteranos del salón de clase y no del campo de batalla. Lo notable acerca de las cifras referentes a los políticos-docentes en la administración de Díaz es que el porcentaje de políticos con esa experiencia en sus antecedentes no se repite de nuevo hasta Luis Echeverría en 1970, sesenta años después. Aún más sorprendente es el hecho de que ninguna administración presidencial se haya acercado a duplicar a la administración porfiriana de 1905 83 Un ejemplo de la importancia de esto es Miguel de la Madrid. A pesar de ser sobrino del director, su primer puesto en el banco de México lo obtuvo gracias a su profesor Daniel Bello. Miguel de la Madrid, entrevista con el autor, ciudad de México, 22 de febrero de 1991.

pUCAC1 Y LA POLÍTICA en el porcentaje de políticos profesores que enseñaron en la Universidad Nacional. En mi trabajo anterior sobre el reclutamiento educacional sostuve que Miguel Alemán representó un hito importante en la importancia de las credenciales docentes en los antecedentes y el reclutamiento de los políticos mexicanos, y continúo defendiendo esa afirmación. Sin embargo, antes no me había dado cuenta de que Alemán no sólo invirtió la tendencia de no-docentes iniciada por las generaciones revolucionarias sino que, lo que es más improtante contribuyó a restablecer un patrón instaurado ya por porfirio Díaz. La Revolución modificó marcadamente y retrasó por medio siglo el papel de los profesores de la Universidad Nacional en el recluatamiento político y la presentación de políticos en la escena nacional (cuadro 4.9). En cambio, los estudios de los dirigentes posrevolucionarios chinos, soviéticoS y otros no hacen mención de esta variable en los antecedentes de los dirigentes.84 Sin embargo, la docencia universitaria ha sido una credencial importante entre los políticoslatin0ameranbs ente los chilenos promineflteS los que habían enseñado eran el 57 por ciento, y un tercio de los miembros de los parlamentos ecuatorianos recientes eran profesores universitarios. 85 No hay mejor ilustración de la importancia de la docencia universitaria, especialmente referida a la UNAM, que las credenciales de los últimos cuatro presidentes que cubren desde 1970 hasta el presente.8° Salinas fue profesor adjunto en la Escuela Nacional de conomía, y sus tres predecesores enseñaron en la Facultad de t Derecho. Salinas tuvo como maestros a varias figuras políticas pro minentes incluyendo a De la Madrid y Manuel Bartlett Díaz, quien le disputó la candidatura presidencial del PRI en 1988. De la Madrid 84 Daniel Lerner, “The coercive ideologists in perspectiVe” en Harold D. Lasswell y Daníel Lerner (eds.), World revolutionaly elstes, studes in coercive ideologi cal movements, Cambridge, MIT Press, 1966, p. 460.

85 Ignacio Walker, Perfil de la élíte política chilena, Santiago, CIEPLAN, 1988, p. S8; y Simón Pachano, Los diputados: una élite política, Quito, Corporación Editora Nacional, 1991, p. 124. 8b Típicamente la Universidad Nacional isa reclutado como profesores a sus propios egresados, incluso los que han entrado al sector público. El mismO patrón se encuentra en otros países de América Latina, incluso en el siglo xix. Véase Gertrude M. Yeager, ‘Elite education in nineteenthcentusY Chile”, Hispanic American Historical Review, vol. 71, núm. 1 (febrero de 1991), p. 89.

146 LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA

La educación adquiere una importancia cada vez mayor en las credenciales de los dirigentes políticos a medida que los sistemas políticos se modernizan. En la mayoría de las sociedades el énfasis cada vez mayor en la educación es consecuencia de la importancia de la revolución tecnológica y del conocimiento en todo el planeta. México no está más aislado de ese fenómeno que cualquier otro país. Sin embargo, los dirigentes mexicanos han dado una importancia considerable a la educación superior desde hace más de un siglo, con administraciones que alcanzaron niveles educacionales a menudo superiores a los estadunidenses.8

¿A qué se debe esto? Yo diría que una posible explicación es ¡ que la educación siempre ha tenido una función dual en la política mexicana: preparar a los futuros dirigentes en las competencias 87 Miguel de la Madrid, carta al autor, 15 de abril de 1975. 88José López Portillo, entrevista con el autor, ciudad de México, 19 de febrero de 1991.

89 Sidney H. Aronson, Status and kinship in the higher civil seruice, Cambridge, Harvard University Press, 1964, pp. 123-124, halló que la mitad de la élite había iniciado o completado una carrera universitaria. Véase también Thomas R. Dye y John W. Pickering, ‘Goveriimnent and corporate cutes: convergence and differentiation”, Journal of Polztics, núm. 36 (noviembre de 1974), pp. 900-925.

fue alumno de José López Portillo, a quien consideraba como uno de los profesores que habían influido en él.87 López Portillo y Echeverría estudiaron juntos en la secundaria y en la universidad, y en 1941 viajaron juntos a la universidad de Santiago de Chile.88

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A medida que aumentaba la importancia de las universidades privadas como fuente de educación universitaria, lo mismo ocurría con su papel como sede de la docencia de los políticos. Por primera vez en la historia mexicana las instituciones privadas han llegado casi a igualar la de todas las instituciones estatales —con exclusión de la UNAM— en las experiencias docentes de los políticos. De hecho, el número de políticos que enseñaron en universidades privadas llegó en 1992 al 17 por ciento, más de la mitad de los que enseñaron solamente en la UNAM. Salinas es el primer presidente que enseñó en una de las principales instituciones privadas, el Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Conclusiones

EPUCACIÓN Y LA POLÍTICA 147 esarias para cumplir con sus responsabilidades y reclutar a los res para los cargos públicos. Es esta última función la que encia a México de Estados Unidos y de muchos otros países, cuando entre las grandes potencias industriales, Inglaterra, cia y Japón también han confiado la misma función a univerdes selectivas.90 Sin embargo, México difiere de estos países en que los propios ricos han desempeñado un papel importante en el proceso eduional, tanto en la adquisición de competencias como en el re- miento. Ya través del mundo académico los políticos cumplían tercera función de socialización. Los estudios de la socializademuestran que todas las instituciones de estudio desempeñan n papel en la formación de valores y actitudes que afectan a generaciones de dirigentes, y en consecuencia a la política púComo sostiene Larissa Lomnitz, uno de los papeles desemados por la Universidad Nacional ha sido el de la creación de nueva fidelidad al estado con la creación de una cultura política e daba importancia al arte de la lucha interna como habilidad ser utilizada en la preservación del sistema.91 En México los - líticos-profesores ejercieron una influencia especial en los discílos que los remplazaron. Esto no significa que deliberadamente, gracias a un esfuerzo jncertado de los políticos, se estableciera en los salones universirios un proyecto controlado por el estado. Sin embargo, la dinncia política mexicana, autodisciplinada en grado que raras veces encuentra en sistemas políticos relativamente abiertos, transmiciertos conjuntos amplios de principios acerca de sus instituÓnes políticas, cuando no de sus objetivos económicos y sociales. ‘omo ya he argumentado en otra parte, la generación posrevoluOnaria de Miguel Alemán se caracterizó por un elevado nivel de ‘ Sobre Oxford y Camnbridge, véase Ted Tapper, Political education and stability: te responses to political conflzct, Nueva York, John Wiley, 1976, p. 88; sobre la t1niversidad de Tokio, véase Peter Cheng, “TheJapauese cabinets, 1885-1973” p. 063; y sobre París véase Michalina Vaughan, “The grandes écoles”, en Rupert lVilkerson (ed.), Governzng cutes: siudies in training and selection, Nueva York, Oxford lifliversity Press, 1969, pp. 74-107. El estudio de Dye de los máximos dirigentes gubernamentales en 1990 concluye que el 42 por ciento estudió en doce prestigiosas Ifliversidades de la Ivy League. Véase Who’s runnzng Americai’, Sa. ed., p. 193. Larissa Lomnitz, “The Latin American university: breediug ground of the ftew state elites”, trabajo presentado a una reunión de la American Association of Anthropologicai Sciences, Houston, enero de 1979, p. 8.

148 lA EDUCACIÓN Y LA POLÍ1I\ deseo de paz Y °1den político. Los miembros de esa generación fueron maestros mentores políticos d la siguiente generación de políticos, que ominó las administraciones de los años setenta y ochenta°2 y a vez apadrinó a la generación siguiente (1940. 1959), que tomó i control con el presicente Salinas en 1988. Lo que resulta particularmente sorpiendente en los datos de este capítulo es qie establecen en form indiscutible el papel de Porfirio Díaz en l formulación de mudas de las credenciales de los políticos mexi(anos contemporáneos, credenciales que rio necesariamente comiden con los antecedeiites del propio Díaz. Igual que los grandes P1esidentes revolucionaijos que lo sucedieron en la década de 1920’Díaz reconoció e incluso estimuló el crecimientc en la sociedad meidcana de las institucbnes que produjeron lo lirigentes de las nco generaciones siguientes. Igual que sus su :esores revoluciorrios, no temió entregar las riendas del podei i civiles capaces qie, a diferencia de él mismo, habían evitado e] :ombate, habían t4rmjnado una carrera universitaria y habían te ido éxito en una profesión, típicamente el derecho. Los abogados qe ingresaban a la vida pública eran apreciados or sus habilidade1 educativas y legales y como polidisciplinarios o mismo puede lecirse de los políticcs estadunidenses. Comc ifirman Allan Korrherg y Norman Thomas, “el dirigente legislativc stadunidense en mbrión probablemerte se hallaba en un am liente donde la Plítica y el proceso político eran temas de con ersación destacad45 Pronto comprendía, o le hacían comprender las posibilidades decombinar una carreralegal con otra política” Iran individuos que habían estudiado scciología, economía, geo lrafía, lenguaje Y °-ras disciplinas, todas itíles para las figuras pú llicas en aquellas dcadas. A medida quelas instituciones públicas nexicanas crecían en tamaño y complejidad, y que la economía aompañaba ese crecimiento en la misma dirección, los político Fercibieron que SU necesidades se desplazaban del generalismc especialismo en ‘conomía. Irónicamente, la importancia de lo 92 Siete profesores d la generación de Salinas, rodos figuias políticas destacadis, eran miembios de a generación de Alemán: Gabriel García Rojas, AntoniS Qrrillo Flores, SalvadorAzuela Antonio ArinendáLiz, Antonio Martínez Báez, An dés Serra Rojas y Daniqj Bello. Excélsjor, 6 de marzo de 1979, p. 4.

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‘ Allan Kornberg Y or1nan Thomas, “The poitical socialization of- nationaL leiislative elites iii the Ul2ited States and Canada”, Journal of Politics, núm. 27 (no vinnbre de 1965), p. 77.

4EDUCACIÓN Y LA PLLITICA econbmist creció a medida que el estado se expandía hacia la fera económica puivada pero aumentó en forma aún más especacular cuando el e;tado se retiró del sector privado a mediados ele los ochenta y en los noventa. A comienzos de b década de 1980 varios observadores mexicaos afirmaron que 4 viraje de los egresados de universidades pújicas a los de las privadas ya estaba muy avanzado en las posiciones jiciales y de nivel medio y que el sector público estaba compitiendo iptensamente con el privado por esos estudiantes.°4 Ambas fuentes nsaban que ese iraje se traduciría en la política pública y se flejaría en las acttudes de los políticos hacia el sector privado, e bajo Salinas han sido bastante sorprendentes. A largo plazo ødrían ser aún mis notables. Si la población es socializada con 5 sistema de ensefanza pública que le hace creer la retórica tra4 cional del gobierro mexicano (los planes de estudio y los valores de los docentes canbian despacio) mientras la dirigencia está absorbiendo valores fivorables al sector privado, la situación podría contribuir a la divisi3n entre la élite y las masas. Además florecerán s divisiones dentio de la élite, como ocurrió dentro de la ding ncia gubernanaertal en 1987. La capacidad de las instituciones civiles establecidas —en este çaso las instituciones educativas— para sobrevivir a periodos largos de violencia se marifiesta en su continuada importancia durante tdos los peniodos le la dirigencia política mexicana. Los interlu4 os violentos redujron su influencia y en algunos casos invirtieron la tendencia en cuinto a las credenciales educativas por muchas 4&adas, postergando la composición cada vez más elitista de la dkigencia política nexicana. En esos peniodos tempranos, como verá, generalmeate sólo ciertas clases sociales alcanzaban tales qortunidades edimuativas. Otra cosa que la Revolución postergó e la centralizaciól de las fuentes de educación de los políticos. La centralizacióndel reclutamiento político mexicano por medio de la educación, eqiivalente a nacionalizar la dirigencia a diferencia Pedro Daniel Marínez y Fernando BaqueirO, entrevistas con el autor, 16 de yo de 1985 y 2 dejusio de 1982. El aumento del númelo de títulos de umverades privadas entre hs políticos destaca más porque entre 1976 y 1989 el número graduados de univesidades privadas creció un 219 por ciento mientras que el las universidades púáicas sólo aumentó alrededor de la mitad, 125 por ciento. tOs de Lorey, The ns of the professsons, p. 185, cuadro 45.

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150

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de regionalizarla, fue considerablemente retardada por la Revolu. ción. El campo de batalla atrajo a muchos mexicanos que de otro modo habrían permanecido apartados de la política o aislados de la vida política nacional. Esos acontecimientos, como experiencias socializadoras y a la vz reclutadoras, abrieron para individuos relativamente incultos una compuerta de oportunidades de éxito político. Aunque nunca detuvo las tendencias institucionales establecidas por Porfirio Díaz, sí redujo significativamente su influencia, modificando la compcsición de la élite por muchos años. Sin embargo, las prvincias enviaban sus mejores estudiantes a la capital, donde estudiaban —a menudo en clanes regionales— en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Universidad Nacional. A partir de la generación de 1900, casi todos ellos se quedaban en la ciudad de México por el resto de su vida adulta, acrecentando con ello el magnetismo de ese crisol urbano para el resto del país. Al estrechar las credenciales de la mayoría de los políticos y ofrecer en la década de 1990 una diversificación limitada en virtud de nuevas especializaciones, la educación ha llevado en forma consistente, y cada vez más, a la concentración del talento político en la capital, fenómeno que probablemente tendrá repercusiones en el futuro.

5. EXPERIENCIA Y LIDERAZGO: LA INFLUENCIA DE LAS CARRERAS En el capítulo 3 examinamos cómo una sola variable de experiencia influye en la composición, los valores y

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las prácticas de reclutamiento de los dirigentes políticos. La violencia, como ilustraba el análisis de ese capítulo, tuvo un impacto considerable en la forma4 ción de los políticos mexicanos. Pero por importante que sea, la hviolencia —a menos que se institucionalice en el comportamiento udc una sociedad— sólo interviene en forma pasajera en la vida de 1os grandes personajes, aunque su influencia puede hacerse sentir por décadas. Sin embargo, para la mayoría de los políticos que crecieron en épocas de paz civil, las variables de experiencia están Itfpicamente limitadas a las instituciones educacionales donde fue- estudiantes y profesores y a sus carreras, ya sea en el sector 4rivado, en las fuerzas armadas o en la burocracia pública. Identificar los patrones de las carreras de los políticos en el idem- es importante por varias razones. En primer lugar, la medida cn que la dirigencia política mantiene vinculaciones con otros grupos de élite suele ser determinada por los entrelazamientos de las earreras de los políticos con otros grupos, como el cuerpo de ofii ia1es de las fuerzas armadas o la comunidad empresarial. De he- el nivel de entrelazamiento —es decir, el porcentaje de políticos on determinados antecedentes de carrera— sugiere la posibilidad de tales vinculaciones. Una segunda razón para identificar las sen3 *das de carrera es que son sumamente reveladoras acerca de las áíScaleras que la mayor parte de los políticos tiene que subir si han de alcanzar el éxito en política. Un cambio de senda de carrera dice mucho sobre la filosofía de la dirigencia acerca de las credenlales de los futuros políticos. Tercero, la dirección del intercambio Cfltre dos grupos de liderazgo apunta a su prestigio comparativo en la sociedad. Por ejemplo: ¿hay políticos que abandonan las carreras públicas para incorporarse al sector privado, o empresarios 4ue abandonan compañías por el servicio público? Cuarto, los analistas que estudian el grado en que los grupos dirigentes se super Pone en el ejercicio de la influencia política están interesados en

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muchas formas de vinculación entre distintos grupos, incluyendo los contactos de carrera. Finalmente, se ha sostenido que distintas pistas de carrera, incluso dentro de la burocracia, afectan las preferencias de los dirigentes en materia de política.’ Las estructuras entrelazadas —duna élite del poder en México? En América Latina, el Oriente Medio y el Tercer Mundo en general se han desarrollado estructuras que facilitan y aseguran un patrón entrelazado de relaciones entre varios grupos sectoriales.2 Uno de los países latinoamericanos que han sido estudiados cuidadosamente en este sentido es el Brasil, donde la red personal se conoce como la panelinha. Según Michael Conniff y Frank McCann, la versión brasileña del equipo o grupo político era generalmente un grupo de hombres que habían egresado de la misma escuela o que provenían del mismo pueblo y que se mantenían en contacto durante toda su carrera. Se consideraban mutuamente como hornens de confzança, es decir amigos discretos y de confianza con los que siempre se podía contar. La panelinha típica incluía a un político, un financista, un especialista en bienes raíces, un periodista y un empresario, todos los cuales estaban en condiciones de intercambiar favores [...] Tales redes, aunque difíciles de discernir, estaban muy difundidas entre los profesionistas y se mantenían intactas durante décadas. Lapanelinha obviamente era un modo mediante el cual la élite política y otras élites interactuaban entre sí.’1 Para el trabajo más imaginativo en esta área, véase el estudio de Ben Ross Schneider sobre Brasil, en que examina las pistas de carreras dentro de la burocracia y sus efectos sobre las preferencias en política. Este autor desarrolla varias hipótesis interesantes sobre las implicaciones de las lealtades institucionales y las decisiones políticas. Véase “Careers in the state: preferences and politics in the Brazilian bureaucracy’, trabajo presentado a una reunión de la National Latin American Studies Association, Washington, D. C., abril de 1991, p. 3. Véase también, del mismo autor, Politics within the state: elite bureaucrats and industrial policy in authorilarian Brazil, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1991. 2 Para una excelente descripción de esas relaciones en el Omiente Medio véase James BilI, “The plasticity of informal politics: the case of Iran”, en Middle East Journal 27, núm. 2 (primavera de 1973), pp. 131-151. Para el mejor estudio comparando México y Brasil véase Luis Roniger, Hierarchy and trust in modern Mex,co and Brazil, Nueva York, Praeger, 1990. El análisis general más amplio es el de James Bili y Robert L. Hardgrave Jr., Comparative polities: the questfor theory, Washington, D.C., University Press of America, 1981, p. 117. Michael Conniff, “The national elites”, en Michael Conniff y Frank McCaisn

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En México la camarilla ha evolucionado como una versión de la panelinha, pero con rasgos diferentes. Si bien ocasionalmente una camarilla puede incluir a un profesionista que no sea político, la mayoría de los individuos que pertenecen a una camarilla tienen ambiciones políticas. Así, en México ese grupo es más homogéneo que en Brasil y tiene más probabilidades de generar vinculaciones políticas intergrupales que intragrupales. Como las camarillas políticas mexicanas mantienen menos vínculos políticos directos con profesionistas de distintos sectores, sus tempranas experiencias de carrera fuera de la vida pública constituyen un vehículo esencial para introducirlos a mundos distintos de la escena política y, lo que es más importante, para ponerlos en contacto con los que toman las decisiones en esos ambientes io políticos.

(9 LNo es el propósito de este libro examinar la existencia de una élite del poder en México, sino más bien explorar sus vinculaciones formales e informales y sus efectos sobre el reclutamiento político.\’ Sin embargo, como mis datos son el mayor conjunto que existe sobre la dirigencia mexicana en todos los sectores, arrojan una luz considerable sobre este aspecto. Además, si un pequeño y coincidente grupo de individuos controla el ingreso a sus propias filas, en cierta medida determina la apertura del sistema de reclutamiento, especialmente en virtud de las características específicas del patrocinio por funcionarios en ejercicio en México.4 Típicamente los estudiosos de la teoría de la élite del poder han tratado de probar empíricamente el grado en que sectores influyentes de la sociedad tienen en común orígenes sociales, antecedentes educacionales y experiencias de carrera. Se ha afirmado ue la existencia de una élite del poder en sistemas políticos menos competitivos merece aún más atención. En España, por ejemplo, durante los años autoritarios de Franco, un grupo de tan sólo 300 (eds.), Modern J3razil: elite and masses in historical perspectzve, Lincoln, University of Nebraska Press, 1989, p. 36. Pam-a el nsejor desarrollo de esta argumentación aplicada al Brasil véase Anthony Leeds, “Bi-azilian careers and social stucture”, en American Anthropologist, núm. 66 (diciembre de 1964), p. 1337. Sobre México véase Merilee S. Grindle, “Patrons and clients in the bureaucracy: career ssetworks in Mexico”, Latin American Research Revi en, vol. 12, no. 1 (1977), pp. 37-66. Peter Y. Meddíng, “Ruling dite modeis: a critique and an alternative”, en Poljtjcal Studies 30, núm. 3 (1982), p. 405.

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individuos funcionaba como una superélite.5 Es dificil conceptualizar lo que constituye una élite del poder.” La mayoría de los estudios hechos en Estados Unidos parten de las ideas de C. Wright Milis, quien sugirió que los individuos que toman decisiones referentes a la asignación de recursos en el nivel nacional pueden ser considerados miembros de una élite gobernante.7 Estudios recientes han llegado a la conclusión de que existe una integración conside-rable entre las élites de todos ios principales sectores de la sociedad estadunidense,° y de que los patrones de entrelazamiento y el grado en que ciertos grupos están sobrerrepresentados en los principales puestos de decisión general generan serias dudas acerca de la visión pluralista del poder en Estados Unidos.” El grado de integración y coincidencia de las élites varía de una sociedad a otra, pero dentro de cada sector de élite hay movimiento y diferenciación conside-rables. Además, otro trabajo reciente demuestra que ningún grupo de élite (empresarial, militar, etc.) controla esas posiciones de entrelazamiento.10 Dada la estructura del poder en Estados Unidos y la relación entre el estado y los diversos grupos, la mayoría de los intentos de examinar la dirigencia influyente se concentran en las vinculaciones entre los sectores privado y público.” Algunos estudiosos han ido más allá por esa línea, concentrándose en las vinculaciones dentro del sector económico.12 De hecho, los únicos intentos ex- Mariano Baena del Alcázar y Narciso Pizano, “The Spanish political dite”, en Studies of the structure of national elite groups, vol. 1 de Gwen Moore (cd.), Research in politics and soczety, Greenwich, JA! Press, 1985, p. 169. Véase John Hoffman, “The problem of the ruling class in classical rnarxiSt theory: sorne conceptual preliminaries”, en Science and Society 50, nÚm. 3 (otoño de 1986), pp. 18-24. C. Wright Mills, Tite power elite, Nueva York, Oxford University Press, 1959, pp. 18-24. 8 Gwen Moore, “The structure of a national dite network”, American Sociologi cal Review 44 (octubre de 1979), p. 689. Harold R. Kerbo y L. Richard Della Fave, “The einpiiical side of the poWer dite debatean assess,nent and critique of recent research”, en Sociological QuarterlY núm. 20 (invierno de 1979), p. 19. 10John Higley y Desley Deacon, “The Australian national dite”, en Studies of the structure of national eljte groUps, vol. 1 de Gwen Moore (cd.), Research n politics and society, Greenwich, JA! Press, 1985. -

11 Algunos estudios han encontrado que los dirigentes empresariales Son mn centrales que otros grupos en las estructuras de poder de las élites nacionales- d 12 Véase Thomas R. Dye, Who’s runningAmerica? The Bush era, 5a. cd., EngleWo° Cliffs, Prentice-Hall, 1990, p. 185, para pruebas del entrelazamiento con emnpiesas

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EXPERIENCIA Y LIDERAZGO 155 plícitos de examinar ese problema en México se han concentrado en las vinculaciones entre los dirigentes empresariales y los políticos- Peter Smith, quien abordó el tema utilizando un estudio de Flavia Derossi, concluyó, con base en un estudio de caso muy estrecho de industriales mexicanos, que no había mayor superposición entre los grandes ejecutivos empresariales y los políticos.13 C. Wright Milis consideraba digno de análisis otro grupo, el cuerpo de oficiales de las fuerzas armadas. Dada la tendencia de ese grupo en América Latina a la participación política directa, sí es preciso incluirlo en el marco teórico. Sin embargo, junto a los empresarios y los oficiales yo agregaría otros dos grupos: los intelectuales y el clero. Los intelectuales han sido el grupo más descuidado en los estudios de México y de América Latina por medio de biografías colectivas.14 El alto clero ha sido estudiado cuidadosamente en algunos países latinoamericanos, no en México, pero no se ha hecho mayor esfuerzo por vincular al clero con los políticos en las élites latinoamericanas. En México la separación formal de la iglesia y el estado y las extremas restricciones constitucionales vigentes de 1917 a 1992 limitaban seriamente cualquier papel que la iglesia pudiera ejercer en cuanto a participar en la toma de decisiones nacionales, o compartir el poder con los tomadores de decisiones no clericales. Mi investigación reciente demuestra sin lugar a dudas que el clero mexicano no tiene los mismos orígenes sociales que los políticos mexicanos; cuando los tienen, como en el caso de los

h dirigentes de oposición panistas, representan un sector diferente de las clases medias —típicamente un sector provinciano que toma la religión muy en serio. Además, a diferencia de otros grupos en la sociedad mexicana, gran parte del clero es educado desde tem pran edad en sus propias escuelas, y los que ascienden en laje¡ rarquía y llegan a ejercer poder de decisión dentro de la iglesia católica completan sus estudios en Roma en instituciones maneja, das por la propia iglesia. Por último, pasan toda su carrera dentro de la burocracia eclesiástica, típicamente en diócesis regionales, lo Peter H. Smith, Labyrinths of power: political recruitment in twentieth-century Mexico, Princeton, Princeton University Press, 1979, pp. 191-216. Para más sobre este punto véase Roderic Ai Camp, “Mexican intellectuals and Collective biography in the twentieth century”, cii Alistair Hennessy (cd.), Unzty HZ variety: the hispanic andfrancophone Caribbean, vol. 2 de Intellectuals in tite twentmeth.ceniu , Caribbean, Londres, Macnsillais, 1992, pp. 211-224.

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que no permite mucho contacto entre el clero y los políticos, especialmente en las primeras fases de sus carreras. Ya he ilustrado en otra parte el grado de superposición que existe en las relaciones entre políticos y empresarios, militares e intelectuales, ya sea que examinemos sus orígenes sociales, su educación o sus experiencias de carrera. Los estudios realizados demuestran que sólo en el caso de los intelectuales mexicanos se pueden encontrar las bases de vínculos firmes, centrados en variables de familia, educación o carrera. Los intelectuales y los políticos han tenido una relación simbiótica durante la mayor parte del siglo xx, y tienen en común carreras que entrelazan el mundo académico y el político. La importancia fundamental de los educadores como reclutadores políticos ha contribuido a la importancia del papel de los intelectuales en México. Los políticos-intelectuales han sido esenciales en el reclutamiento y la formación de políticos mexicanos de primera categoría en los dos sig1os)’ Varios intelectuales han ocupado cargos políticos en los que contribuyeron a la política pública o la aplicaron efectivamente. Sin embargo, muchos de ellos perdieron su posición en la comunidad intelectual, lo que complica la conceptualización de los vínculos entre los políticos y los intelectuales. En otras palabras, los intelectuales que tratan de estar en dos categorías ocupacionales al mismo tiempo, la de político y la de intelectual, tienden a perder su identidad entre otras figuras prominentes, planteando la pregunta de si pueden ser realmente identificados como representantes de la comunidad intelectual. En términos de tendencias recientes de la dirigencia es evidente también que cada vez más intelectuales mexicanos permanecen fuera del ámbito del poder, aunque individualmente muchos intelectuales continúan identificándose con administraciones presidenciales. En el caso de los ejecutivos empresariales mexicanos, en las secciones que siguen examinaremos cuidadosamente las vinculaciones en sus antecedentes de carrera. Los dirigentes empresariales mexicanos representan a las clases media y media alta porque los empresarios influyentes suelen ser hijos o nietos de miembros exitosos de la comunidad empresarial. Así, aun cuando ocasionalmente un gran empresario esté emparentado con un político prominente, Para un estudio detallado de esas relaciones y sus consecuencias en la vida intelectual, véase Roderic Ai Carnp, Intellectual.s and ihe state in twenlieth-centUry Mexico, Austin, University of Texas Press, 1985.

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esos lazos de parentesco son excepcionales y lo han sido desde hace muchas décadas. En la primera parte del siglo muchos políticos y empresarios prominentes se educaban juntos en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Universidad Nacional, y esos contactos educacionales eran importantes para establecer amistades adolescentes y futuras relaciones. Pero a medida que el sector privado fue adquiriendo mayor fuerza y buscó administradores con diferentes habilidades, apoyó el crecimiento de instituciones privadas destinadas a moldear las futuras generaciones de dirigentes empresariales. En consecuencia, la educación separó aún más a los ejecutivos de empresa de los futuros políticos. Recientemente la posibilidad de futuras vinculaciones ha aumentado, a medida que los políticos se apartan de las universidades públicas y se acercan a las instituciones privadas. , Los militares mexicanos, en varias coyunturas históricas, han tenido las vinculaciones directas más fuertes con la dirigencia po lítica Además los políticos civiles y los oficiales militares a menudo provienen de los mismos orígenes sociales y tienen en común ex1 periencias educacionales. Sin embargo, con el advenimiento de la profesionalización aumentó la importancia de la educación militar y actualmente los oficiales se educan casi exclusivamente en academias militares, que raras veces producen futuros políticos. La educación no funciona como medio de contacto entre esos dos

1 grupos. Socialmente, los militares tienen algunas semejanzas con los sacerdotes católicos: tienden a provenir de la clase media y media baja, a menudo de poblaciones menores. Generalmente no ‘ provienen de los grupos de clase media que producen políticos. México no tiene de ningún modo una dirigencia plural, puesto que la clase trabajadora, los habitantes de la provincia y los mexicanos menos educados no están representados en ninguno de los grupos dirigentes. Por otra parte,n los datos empíricos referentes a las variables examinadas, sobre vinculaciones tanto formales co m informales, no hay nada que sugiera que existe en México una élite del poder, especialmente en relación con los grupos militares,

: empresariales y clericales. \‘)

Los militares Históricamente, siempre han existido fuertes vínculos entre las carreras políticas y militares Si bien en los primeros años de la república los militares no tenían ninguna forma definida de profesionaliza ción, las unidades locales y regionales de la guardia nacional ofrecían a los oficiales militares una carrera suplementaria y en muchos casos alternativa En Estados Unidos, en los primeros años de la república, muchos de los políticos fueron militares, la mayoría de ellos oficiales en la guerra de independencia. En la administración de Andrew Jackson su número había declinado sustancialmente, pero todavía representaban más de un tercio de todas las figuras nacionales lo Sin embargo, en los primeros días de la república estadunidense y en el México del siglo xix, había una diferencia entre los que se incorporaban a las fuerzas armadas en respuesta a grandes acontecimientos nacionales y los que habían escogido las fuerzas armadas como carrera. Claro está que los ejércitos inmediatamente posteriores a la independencia, reclutados entre el pueblo bajo, estaban profundamente interesados en la política del día, tanto nacional como internacional. Por lo tanto, en ese sentido, es un poco difícil separar la influencia experiencial de la violencia de la experiencia más institucionalizada de una carrera militar. Para hacer una distinción más refinada entre ambas cosas es necesario examinar a los individuos que escogieron las fuerzas armadas como carrera. Los políticos mexicanos sólo se clasifican como oficiales militares de carrera cuando alcanzan el grado de teniente coronel o Uno superior, y sólo si han servido en el cuerpo de oficiales por veinte años o más. Así, aunque entre la década de 1850 y la de 1920 muchos mexicanos se incorporaron a las fuerzas armadas en respuesta a acontecimientos políticos asociados con la violencia, otros muchos escogieron la guardia nacional, el ejército federal o el ejército revolucionario como profesión. Un excelente ejemplo de figura de este tipo del siglo XIX esJosé Ceballos, que fue gobernador del Distrito Federal y senador por Durango durante casi diez años bajo Porfirio Díaz. Nativo de Durango, Ceballos se graduó en 1852 en el Colegio Militar Nacional ‘ Sidney onsOn, Status and kinship in ¿he higher civil senhice, Cainhridge, Hai - vard University Press, 1964, p. 108.

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CUADRO 5.1. FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CRGOS POR PRIMERA VEZ ‘ QUE ERAN MILITARES DE CARRERA, POR ADMINISTRACIÓN, 1884-199 1

teniente segundo de artillería, tras distinguirse como ca)o como sargento de cadetes, y durante la década de 180 ascendiendo lentamente, pero los conflictos entre conservacos y liberales dieron súbito impulso a su crrera y para 1870 halía lcanzado el rango de general de brigada. Participó a las órdenls Porfirio Díaz en el ataque a la ciudad dt México del 21 dejuno 1867. Aunque no apoyó la insurrección de Díaz, éste lo

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llarró Csu exilio en California para hacerlo senator por Sonora, despues . lo cual pasó a integrar el gabinete.’7 Tres presidentes del siglo pasado se baszron principalmente m Uso de la fuerza para llegar al poder: Poruirio Díaz en la Rebelión deTuxtepec, Victoriano Huerta en su golpe de estado de l9l3,y

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:1;0] Díaz 1884- 1889- 1893- 1897- 1901- 1905- 1910- De la Barra Madero Huerta Carranza ón

54 46 32 16 11 9 35 27 26 61 49 40 30

Portes Gil Ortiz Ribio Rodrígiez Cárdenas Ávila Camacho Alemán Ruiz Cortines López lateos Díaz Ordaz Echeverjía López Portillo De la Madrid Salinas

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14 41 33 27 19 8 14 15 7 11 6 4 6

Calles

NOTA: Los datos se basan en información sobre 2 612 políticos.

17 Amado González Dávila, Diccionario geográfico, histórico, biográfico y estadístoo klestaejo de Sinaloa, Culiacán, s. e., 1959; Gabriel Cue”as, El glorioso Colegio Milittr Udxicano en un siglo, 1824-1 924, México, s. e., 1937, p. 382; y Lázaro Pavía, La y sus gobernantes, México, Tipografía de las Estalerillas, 1890, Pp. 141-I4

Administración Militares Administración Militares

presidencial de carrera presilencial de carrera

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Venustiano Carranza después de derrotar a las fuerzas reacciona. rias de Huerta en 1914. Como muestran los datos del cuadro 5.1, los oficiales militares de carrera que alcanzaron altos cargos nacio nales por primera vez entre 1881 y 1991 tienen su más fuerte representación en las administraciones de esos tres presidentes. En los tres casos, la mitad o más de sus colaboradores eran oficiales militares de carrera, lo que hace difícil o imposible separar las carreras políticas de las militares. Durante el periodo de dirigencia política que se examina aquí, Díaz fue responsable de la legitimación de las figuras militares como políticos. Él mismo, por supuesto, era una de las figuras militares más prominentes de los conflictos entre liberales y conservadores. Como se indicó en el capítulo 3, sería natural que Díaz hubiera reclutado a sus hombres de confianza entre sus compañeros de armas.18 Sin embargo, los datos del cuadro 5.1 revelan un patrón emulado más tarde por presidentes posrevolucionarios. Aunque en sus administraciones los políticos civiles y militares se mezclan en forma inextricable, Porfirio Díaz es responsable de una declinación constante y vertical del porcentaje de oficiales de carrera en las filas de los políticos mexicanos, deI 54 por ciento en 1884 a apenas el 9 por ciento en 1909. Es interesante observar que Díaz sólo invirtió ese patrón en una ocasión —en su breve gobierno de l910,justo antes de que estallara la Revolución. ¿Como se explica esto? Un cuidadoso análisis de la composición de la dirigencia en 1910 hace pensar que Díaz no cambió mayormente sus designados a nivel estadual. Los gobernadores se mantuvieron relativamente estables. Por lo tanto, el aumento en el número de militares se dio entre sus colaboradores en el ejecutivo y, en menor medida, en el legislativo. No es posible dar una respuesta definitiva, pero no es descabellado conjeturar que en vista de los conflictos de la campaña presidencial de 1910, en comparación con las elecciones anteriores, Díaz se sintió más tranquilo trayendo sangre nueva de las filas de los militares, antes que de los civiles. Cuando Francisco Madero derrotó a las fuerzas de Díaz después de algunos encuentros breves y Díaz dejó la presidencia en 1911 18 François-Xavier Guerra, por ejemplo, sostiene que Porfirio Díaz necesitó (le su amistad con oficiales militares para

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tomar el poder diez años después de abandonar su ditimo misando, y los recomnpensó como correspondía. México. Del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1988.

por un pacífico exilio en farís, Madero realizó elecciones libres, como lo había prometido durante la campaña de 1910. Madero era un civil, y marcó su rgimen con una impronta civil a pesar de apoyarse inicialmente er fuerzas populares y en algunos oficiales federales leales. Su némesi;, Victoriano Huerta, insertó a los militares directamente en la dirigencia política en 1913, responsabilidndolos directamente del asesinato y derrocamiento de Madero su vicepresidente, y rechtando oficiales de alta graduación (el rnayor porcentaje en toda a historia) para los cargos políticos, esecialmente los de goberrndor. La mayoría de los desigaados por Huerta, como José Ceballos, aran egresados del Colegb Militar. Nacidos generalmente en la S4écada de 1850, eran oficiles jóvenes o aún no habían salido del dólegio cuando ocurrió la jebelión de Tuxtepec.

Pero a diferencia ‘d la generación anterior, ao avanzaron rápidamente en sus carrecomo consecuencia de grandes acontecimientos políticos con ércitos rivales: esos ofici2les avanzaron lentamente por la escala • las promociones. Un ejemplo es Eduardo M. Cáuz, hijo de ricos 4migrantes españoles, graduado a comienzos de la década de 1870. espués de pasar más de treinta años en el ejército antes de alnzar el grado de general de brigada en 1909, dirigía el departafl tnto de caballería en la Secretaría de Guerra. Designado por tierta, fue por poco tiempo gobernador y comandante militar de Vracruz, en 19131914.19 Con sus acciones persoiales, Huerta hizo más por destruir el rcito federal y forzar el establecimiento de nuevas instituciones Qlitares después de la Revolución que ninguna otra figura. Sería decir también que la participación de los militares en el ase$ ato de Madero contamiró la intervención política de los militapor muchas décadas, dejando a un lado el hecho de que fue ejército revolucionario d que hizo posible el derrocamiento de tUerta. En otras palabras, la legitimidad de cualquier vinculación efltre los militares y la diriencia civil era mucho más dudosa desUés de 1913 que antes, rara los políticos y para la sociedad en fleral. 19 Leonardo Pasquel, Xalapeñis distinguidos, Jalapa, editorial Citialtépetl, 1975, 11912O; Miguel Angel Peral, )iccionario biográfico mexicano, suplemento, México, ‘UitOrial PAC, 1947, p. 81; y Manucl Mestre Ghigliazza, Efemérides biográficas, México, Afltigua Librería Robredo, 1945, p. 293.

EXPERItNCIA Y LIDERAZGO Era natural que la mitad de los colaboradores de Carranza, que llegó al poder en hombros de un poderoso ejército reclutado entre el pueblo, provinieran de sus filas. De hecho, no habría podido mantenerse en el poder sin reclutar a muchos de sus aliados militares. Sin embargo, los generales que llegaron a ocupar altos cargos bajo Carranza no eran producto de una carrera militar institucionalázada sino hombres que se habían hecho a s mismos, ascendiendo rápidamente en el campo de batalla. Típico ejemplo de esos hombres es Alfredo Breceda Mercado, que se adhirió al movimiento antirreeleccionista en 190 y más tarde apoyó a Madero. En 1910 luchó contra fuerzas federales en el río Yaqui, en Sonora, como segundo capitán en la caballería maderista. Breceda firmó el Plan de Guadalupe, que rechazaba el gobierno de Huerta y fundaba el movimiento constitucionalista, al que se unió en 1913. Combatió en numerosas batallas y alcanzó el grado de mayor. En 1914 formaba parte de las fuerzas de Álvaro Obregón, y un año más tarde mandaba tropas en Yucatán. En 1917 fue ascendido a general de brigada. Representó a Carranza en Estados Unidos y llegó a ser comandante militar del estado natal del presidente, después de lo cual Carranza lo llamó a integrar su gabinete como regente del Distrito Federal. Esa misma generación de oficiales militares sustituyó a Carranza, sin embargo, construyendo una nueva institución militar durante el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924). Aunque hicieron falta casi veinte años para desarrollar el grupo de jóvenes oficiales con preparación profesional que asumió los papeles dirigentes en las fuerzas armadas en la década de 1950, tanto Obregón como su sucesor, Plutarco Elías Calles, comprendieron la importancia de apartar a los militares de los cargos políticos.2° Calles, igual que Díaz antes que él, reconoció la importancia de profesionalizar las fuerzas armadas (con el restablecimiento de academias militares), reduciendo tanto su tamaño como su papel político directo. En sus afirmaciones públicas destacó esa posición y lo más importante, en su administración redujo el número de las nuevas figuras políticas nacionales con antecedentes militares a menos de un tercio (cuadro 5.1). Fue Calles y no Cárdenas quien echó a andar ese patrón. 20 Véase Gordon C. Schlosning, “CiviL-tnilitaiy relations in Mexico, 19 10.1940: a case study”, tesis de doctorado, Columbia University, 1974, pp. 225-241.

11 reclutamiento presidencial de políticos militares llegó a su purto más bajo en la administración de Manuel Ávila Camacho, el atimo general que fue presidente de México. A diferencia de sus predecesores (con excepción del presidente interino £milio Pores Gil), Ávila Camacho no era un oficial de alto rango durante la Eevolución. Aunque se había incorporado a las filas en 1913, no ticanzó el grado de coronel hasta 1920, cuando fue jefe del estalo mayor de Cárdenas. Si bien no era producto de una escuela de brmación de oficiales, ocupó posiciones de mando y de estado mapr desde 1920 hasta que renunció para ser candidato presidencial el 17 de enero de 1939. SegúnJosé Piñeyro, Ávila Camacho era a personificación del “burócrata militar”.21 Como presidente insiió en separar aún más a los militares de la actividad

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polftica; j.invitiendo la controvertida decisión de Cárdenas de incorpotarloS com) cuarto sector al Partido Nacional Revolucionario, los elimifló por :ompleto.22 Áila Camacho envió un mensaje abierto a los políticos del futuro. Si bin los oficiales militares podían pedir licencía para participar en p)lítica —al menos en apoyo de candidatos gubernamentales y ocpar cargos nacionales, su decisión puso en claro ante los ofic. 21sé Luis Piñeyro, “The Mexican ariny and the state: historical and political

4 perspctive”, Reune Internationale de Sociologie 14, núm. 1-2 (abril-agosto de 1987), i$ p. 121 j 22Jrge Alberto Lozoya, El ejército mexicano (1911-1965), Mé,cico, El Colegio de M&i, 1970, p. 64.

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1 EX’ERIENCIA Y LIDERAZGO 163 CUtDRO 5.2. CARRERAS MILITARES Y CIVILES ENTRE LOS POLÍTICOS, POR GENERACIÓN

Fecha de naciniento del político (%)

4ntecedentes .1820- 1840- 1860- 1880- 1900- 1920- de carrera 1839 1859 1879 1889 1919 1939 1940 Mutar 64 29 30 37 9 4 0 Ci,il 36 71 70 63 91 96 100 Total ¡00 100 100 100 100 100 100

i 164 EXPERIENCIA Y LIDERAZGO ciales con ambiciones políticas que la carrera militar no tenía muchas posibilidades como camino hacia el éxito político.23 El impacto de ese mensaje entre los políticos mexicanos se refleja con más claridad si se examina desde el punto de vista generacional que según las administraciones presidenciales. Los datos del cuadro 5.2 demuestran en forma concluyente para todos los políticos nacionales de 1884 en adelante que desde que llega al poder el grupo de edad de Alemán (1900-1919) los políticos con carreras militares son menos del 10 por ciento, en comparación con un tercio antes de 1900. La posibilidad de alcanzar el éxito político por medio de una carrera militar se redujo aún más después de 1930, cuando sólo el 1 por ciento de la generación másjoven tenía antecedentes de ese tipo. Un grupo importante de oficiales continuó sirviendo de puente entre la dirigencia civil y la militar en las décadas de 1950 y 1960, principalmente como gobernadores o en el Senado y la Cámara de Diputados, a pesar de que los entrelazamientos de los militares con los políticos civiles declinaron rápidamente después de 1940. Esos hombres, oficiales político-militares, fueron canales de comunicación importantes entre los militares y los civiles, facilitando la retirada de los militares de la dirigencia política activa.24 La carrera del general Gabriel Leyva Velázquez ilustra el importante papel desempeñado por ese grupo en el periodo transicional que se inició con la inauguración de la presidencia de Miguel Alemán. Leyva, proveniente de una gran familia de revolucionarios, combatió a las órdenes de Obregón, alcanzando el grado de general de brigada en 1934. En las décadas de 1920 y 1930 mandó muchas unidades de infantería y fue comandante de la guarnición de Mexicali, Baja California. Su primer cargo político fue el de gobernador de su estado natal en 1935, y en 1940 pasó a ser senador. Cuando Ruiz Cortines asumió la presidencia en 1952, Leyva era comandante de la estratégica primera zona militar (el Distrito Federal): Ruiz Cortines lo nombró presidente del PRI, puesto que dejó en 1957 al convertirse en gobernador de Sinaloa. Continuaba en servicio activo, y de 1964 a 1970 comandó la decimoctava zona militar, 23 Phyllis Greene Walker, “The Modero Inexican inilitary: political influence and institutional interests in the 1980s”, tesis de maestría, American University, 1987, p. 25. 24 Roderic Ai Cainp, Generais in the Palacio: the military in modern Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992, pp. 104-109.

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en Hidalgo. En 1970 volvió al senado, treinta y cinco años después de iniciar su carrera política.25 Como Leyva, la mayoría de los generales prominentes nacidos antes de 1910 tuvieron alguna actividad política, lo que da idea de la politización de los militares mexicanos y su entrelazamiento con la dirigencia civil después de la Revolución. Los datos del cuadro 5.3, basados en un estudio de los generales de máxima graduación que ocuparon puestos de mando y de estado mayor después de 1946, ilustran la temprana frecuencia del entrelazamiento entre carreras militares y carreras políticas. Los datos presentados en estos cuadros muestran claramente que en las últimas décadas la carrera militar no ha sido un camino eficiente hacia el éxito político. Esto tiene varias implicaciones para el proceso de reclutamiento. En primer lugar, los políticos con antecedentes militares representaban un estrato social diferente al de los políticos en general. Los políticos que eran militares de catrera tenían muchas más probabilidades de provenir de la clase trabajadora o de la clase media baja que sus colegas civiles. Por ejemplo, el general Leyva era hijo de un maestro rural. Esta característica de las élites políticas militares se encuentra asimismo en otras partes. Como concluyen Robert North e Ithiel Sola Pool con respecto a China, “el ascenso del soldado amplió y democratizó el reclutamiento de la élite china”.26 Así, al cerrar a los militares el 25 Revista del Ejército y Fuerza Aérea, mayo de 1976, pp. 143-144; Excélsior, 20 de marzo de 1985, p. 1, 9. 26 Robert North e Ithiel Sola Pool, “Kuomintang and Chinese cominunist elites’, en Harold D. Lasswell y Daniel Lerner (eds.), World revolutionary elijes, Cambridge, MIT Press, 1966, p. 390.

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO 165 CUADRO 5.3. GENERALES MEXICANOS CON CARRERA POLÍTICA, POR GENERACIÓN

E Tipo de oficial Fecha de nacimien to del_general(%)

1800 1890 1900 1910 1920 1930 1940

Regular 14 28 48 71 90 94 100

Político 86 72 52 29 10 6 0

Total 100 100 100 100 100 100 100

NOTA: Los mando y de datos incluyen stado mayor de

solamente a los generales spués de 1946. que ocuparon puestos de

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e

166

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO

camino al éxito en la política se estrechó aún más el p001 de reclutamiento, medido por otras variables socioeconómjcas y geográficas. Además, la eliminación de la polftica nacional de los individuos que habían ascendido en las filas de las fuerzas armadas aumentó la homogeneidad de las carreras públicas de los políticos. Los po. líticos procedentes del cuerpo de oficiales generalmente iniciaban su vida pública a nivel local y estadual; de hecho, el 68 por ciento de los oficiales que alcanzaron cargos políticos nacionales antes de 1935 había ocupado puestos de nivel estadual, y más de la mitad habían sido gobernadores. La importancia atribuida a las carreras locales y regionales, como se demostrará en el capítulo 6, disminuyó sustancialmente en las últimas administraciones. Un factor que contribuyó a esa disminución fue la eliminación de los oficiales de carrera de la dirigencia política, porque ellos, más que los políticos civiles, tenían experiencia política a nivel local y estadual. Los dirigentes empresariales como políticos El intercambio de dirigentes entre las fuerzas armadas y el sector público ha interesado a los estudiosos desde hace mucho tiempo debido a la interrencjón directa de los militares en política en los países del Tercer Mundo y en particular de América Latina. En cambio en Estados Unidos los grupos con vinculaciones más estrechas y más influyentes con la vida pública han sido las comunidades de abogados y empresa]jos. Por lo menos cuatro de cada diez miembros del gabinete estadunjdense provienen del sector privado. En realidad, alrededor de un quinto de todos los miembros del gabiflete habían hecho una carrera empresarial antes de llegar al gabinete, y el 10 por ciento entró al mundo empresarial después de abandonar el gabinete.27 Con exclusión del gabinete, la mayoría de las figuras políticas del máximo nivel han sido abogados, y menos del 10 por ciento ejecutivos de empresa.28 En España, que tiene muchas más semejanzas culturales e históricas con México que Estados Unidos, la mayoría de las figuras políticas de nivel ministerial tienen vínculos personales y familiares con el mundo empresarial, 27PeterJ. Freitag, “The cabjiset and big business: a study of iiiterlocks”, Social Problemj, inuin. 23 (diciembre de 1975), p. 148. 28Dye, Who’s running America?, p. 67.

£XPERIENCIA Y LIDERAZGO 167 CUADRO 5.4. FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ Y QUE ERAN DIRIGENTES DE EMPRESA, POR ADMINISTRACIÓN, 1884-1991

y por lo menos dos tercios eran ejecutivos de empresa antes de ocupar un puesto en el gabinete.29 En México, parte de la literatura de economía política sobre el periodo posterior a 1920 ha afirmado que existe una fuerte conexión entre los sectores público y privado.30 No obstante, analistas más sofisticados en ese sentido alegan que son más los políticos que después se unieron al sector privado que los ejecutivos empre. sariales que abandonaron el mundo empresarial para emprender carreras políticas exitosas.31 En otras palabras, para comprender 21) Salustiano del Cainpo,José Félix Tezanos y Walter Santin, “The Spamsh political elite: perinanency and change”, en Moshe M. Czudiiowski (ed.), Does who govern matter? Eljte circulation in contemporary societies, De Kalb, Northern Illinois University Press, 1982, p. 144. 30 Nora Hamilton, The state md the national bourgeoisie in post-revolutionary Mexico: 1920-1940”, en Latin American Perspectives, vol. 9, núm. 4 (otoño de 1982), p. 51. Alonso Aguilar Monteverde, “El estado y la burguesía”, en Estrategia, núm. 27 (mayo junio de 1979), pp. 20-61.

II

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1 1

1 Administración

presidencial Dirigent empresa

es de (%)

Administración presidencial

Dirigent empresa es de

(%)

Díaz Portes Gil O

1884- 21 Ortiz Rubio 12

1889. 18 Rodríguez 7

1893- 20 Cárdenas 2

1897- 27 Ávila Camacho 1

1901. 17 Alemán 6

1905. 17 Ruiz Cortines 6

1910- 18 López Mateos 4

De la Barra 18 Díaz Ordaz 5

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Madero 14 Echeverría 7

Huerta 4 López Portillo 7

Carranza 4 De la Madrid 5

Obregón 5 Salinas 11

Calles 7

II’ hi,Ç 168 EXPERIENCIA Y LIDERAZGO por entero la relación entre los dos sectores es preciso examinar la fluidez de esas vinculaciones en ambos sentidos.32 Tener en sus filas a ex políticos da a la comunidad empresarial algunas ventajas para la representación de sus intereses ante el sector público. Sin embargo, el tema de este capítulo es el cambio en los patrones de reclutamiento y sus consecuencias. Las vinculaciones entre la comunidad empresarial y el sector público demuestran la importancia de la relación para el reclutamiento del sector público durante la última parte del siglo xix. Como han afirmado algunos historiadores, durante el porfiriato existía una vinculación muy estrecha entre algunas familias políticas y económicas —no sólo en escala regional sino también nacional. 33 El caso clásico es el representado por José Yves Limantour Márquez, secretario de Hacienda de Díaz y jefe del grupo de los Científicos. Sus padres pertenecían a una familia de grandes hacendados y él y su hermano, que era banquero, poseían una hacienda de 10 000 hectáreas

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en Veracruz. Limantour fue socio fundador y accionista del Jockey Club, que en la década de 1880 era la institución social de mayor importancia para la clase empresarial. Si bien entre 1884 y 1910 alrededor de un quinto de todos los políticos nacionales eran dirigentes empresariales, en conjunto estos últimos fueron menos importantes que los oficiales militares en la producción de futuros dirigentes políticos (cuadro 5.4). Lo que es evidente, sin embargo, es que durante los tres primeros gobiernos de Díaz (1884 a 1896) los dirigentes empresariales y los oficiales militares, sumados, representan entre la mitad y las tres cuartas partes de todos los políticos. Todas las demás carreras, incluyendo la burocracia pública, aportaron entre un cuarto y la mitad de los políticos de México. 32 A esta conclusión llega Van WhitingJr. en su reseña de Labyrinths of poner de Peter H. Smith, en Foro Internacional, núm. 22 (julio-septiembre de 1981), p. 112, donde alude a las pruebas de Smith de que pocos dirigentes del sector privado se vuelven políticos, pero ignora la participación de políticos en el sector privado Sin embargo sigue siendo válida la conclusión general de Smith, incluso considerando el intercambio contrario. Un análisis temprano de empresarios con antecedentes políticos se encuentra en james Maddox, “Economic growth and revolution in Mexico”, en Land Economics, núm. 36 (agosto de 1960), p. 272. Por ejemplo William S. Langston, ems su estudio de Coahuila, afirma que “las jerarquías políticas y económicas se entrelazabais en una compleja red de relaciones personales, redes de parentesco y procesos formales e informales de toma de decisiones”. Véase su “Coahuila in the porfim-iato: 1893-1911: a study of political elites”, tesis de doctorado, Tulane University, 1980, p. 61.

EXPERIENCIA Y LIDEZGO

Lo que es aún aás importante, teniendo en cuenta las cifras de España, es que sen tan pocos los políticos mexicanos provenientes del sector privadi, especialmente después de la Revolución. Para algunos autores, 1: separación de los canales de reclutamiento entre los sectores públ:o y privado fue beneficiosa para la dirigencia política. Julio Lalastida, por ejemplo, sostiene que dio a los polí tico más flexibililad para negociar con los empresarios.34 La Revolución marcó 1: declinación del sector privado en la dirigencia política mexicanaDesde 1913 hasta hoy, la comunidad empresarial sólo ha contribui[o con una fracción minúscula al número de los políticos. Ademá, como se verá en el capítulo 6, son pocos los dirigentes políticis emparentados con familias empresariales prominentes.

podría argunentar que desde hace casi ochenta años existe R en México una fm.rte separación entre la dirigencia empresarial y la política.35 Tamlién se podría sostener que el pequeño porcentaje de políticos mexcanos que llegaron a destacar en el mundo em presaria después e abandonar la vida política, contribuyeron poco a la relación de eitrelazamiento, igual que los que se dedicaban a los negocios antede ingresar a la política: Es erróneo el argumento

f de que los polítios cuyos intereses ecoiiómicos los impulsaron a ingresar al muno empresarial después de largas carreras en el sector público, pnsaran como ejecutivos empresariales. La comunidac empresarial mexicana es heterogénea. Una de sus divisiones es mtre los que han tenido negocios con el estado, desarrollando ura relación simbiótica con él, y los que han prosaperado a pesar dil estado, manteniendo su distancia con respecto él. La mayoríade los ejecutivos exitosos, educados en familias orientación enpresarial y en un ambiente procapitalista distinto del que se encuintra en el sector público, no tienen mucho en común con los drigentes del sector público. Además, como ha demostrado cuicadosamente Dale Story, los valores de las élites 34julio Labastidadel Campo, “Grupos dominantes frente a las alternativas de cambio”, en El perfilie México en 1980, México, Siglo XXJ, 1980, III, p. 138. Para pruebas di esto en estudios anteriores véase por ejemplo Peter H. Smith, Labyrinths of poner: plitical recruitment in twentieth-century Mexico, Princeton, Princeton University Pres, 1979, pp. 191-196. Smith utilizó los datos de Flavia Derossi, TheMexican entreprenur, París, OECD, 1971, que examinaba únicamente industriales. Como sostiene Derosi, estadísticamente el mejor camino para llegar a ser miembro de la élite industriales nacer dentro de ella (p. 162).

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empresariales varían dentro de la cultura del sector privado, y su comportamiento suel ser independiente de los intereses del sector público.3 Los políticas que abandonan el servicio público por el sector privado tienen muchas más probabilidades de compartir los valores de los ejecutiios de empresa que han tenido un largo matrimonio con el estaço, en lugar de un divorcio.37 Si bien sólo un pe1ueño porcentaje de los políticos contemporáneos tiene antecedntes empresariales, es notable el súbito aumento de ese grupo bajo el presidente Salinas, cuando por primera vez desde los años teinta alcanza una cifra de dos dígitos. Esa inversión, aunque no es probable que en las próximas administraciones se produzca otro aumento igualmente visible, puede dar idea de la importancia de otros cambios que están ocurriendo en los campos del reclutamiento y la política. El programa económico de Salinas —en gran parte una estrategia proempresarial, de desarrollo capitalista— lo [aría inclinarse más hacia la idea de reclutar como colaboradores a dirigentes empresariales interesados en la política. Sin embargo al mismo tiempo, como se dirá en el capítulo 7, ciertos grupos emFresariales son atraídos cada vez más hacia las filas del Partido Acción Nacional, que ofrece otro canal para la participación política de la comunidad empresarial.38 En términos de tendencias del recLutamiento, el cambio en los patrones educacionales ha traído ms contactos entre los políticos más jóvenes y ejecutivos de empresa, haciendo aumentar las posibilidades de que los políticos recluten amigos del sector privado. Dale Story, “Industrial elites in Mexico: political ideology and influence”, Journal of Inter-Amerjcan Sudjes and World Affairs, núm. 25 (agosto de 1983), p. 373. Alonso Aguilar Moneverde advierte que el issuinero de dirigentes empresariales que ingresan al seclor privado después de abandonar la política es mucho mayor de lo que parece, en gran parte porque esos individuos son inversionistas y no funcionarios ejecutiv9s de grandes empresas. Creo que la argumentación es correcta, y plantea otro pulito. Los inversionistas están interesados en los beneficios de sus inversiones, pero tienen motivaciones diferentes de las de los capitalistas y empresarios. Entrevista oms el autor, ciudad de México, 20 de julio de 1984 58 Véase Yemile Mizrahi, “Entrepreneurs in the opposition: form of organizatiofl and modes of participation in Chihuahua”, en Peter Ward y Victoria Rodríguez (eds.), Oosmtion governmei5ts in Mexico: past experiences and fu! ure opportunities, A.1 buquerque, University of New Mexico Press, 1994.

t sector público y las profrsiones 4$omo se dijo en el capítulo 4, la educación de los políticos mexinos apunta hacia un predominio abrumador de las profesiones. s profesionistas como los abogados, los economistas, los médicos s ingenieros tienen tres opciones de carrera en México: pueden autoempleados, pueden trabajar para el sector privado o puen incorporarse al sector público. En los últimos años, la mayoría los políticos mexicanos con una profesión hicieron su carrera la burocracia estatal, aunque a menudo fueron autoempleados los comienzos o durante su servicio público. Sólo un porcentaje núsculo de esos profesionistas trabajó para grandes corporacio empresas privadas por algún periodo. Los políticos mexicanos no han ocupado nunca puestos de adstración en el sector privado, y a lo largo de toda su vida tienen y poca experiencia en o con el sector privado. Esto no sólo uye en sus valores sino que además limita su contacto personal empresarios exitosos. Como dijo un ex secretario del gabinete, ser mejor políticos uno necesita tener más experiencia del sector do. Sería muy útil para todos los funcionarios públicos tener alguna riencia básica del sector privado. Yo creo también que eso sería útil los dos sectores, porque el sector privado tendría algún contacto funcionarios públicos. El conflicto entre los dos se debe en parte a ausencia de experiencias recíprocas o mutuas. Los funcionarios públicos conozco que han tenido experiencias en el sector privado suelen ser ores por eso.39 El sector público mexicano, como lo he señalado ya en mi anor investigación sobre la educación en la vida pública, recluta la mayoría de los posibles políticos en su primera juventud, ge- talmente cuando aún están estudiando, sobre todo si asisten a tituciones de la ciudad de México. Dentro del sector público, los futuros dirigentes nacionales sien tres grandes estrategias de carrera. Primero, los políticos de éxito se encuentran en la burocracia federal. Se trata de homares y mujeres que han ocupado una variedad de puestos

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burocrá Antoni Martínez Báez, secretario de Industria y Comercio bajo Miguel Alecit. en Roderic Ai Camnp, En!repreneurS and polmtics in twentieth-cefltUly Mexsco, Nueva York, Oxford University Press, 1989, p. 99.

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO j PERIENCIA Y LIDERAZGO

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EXPERIENCIA Y LIDERAZGO

ticos en diversos organismos federales, a veces en varios organismos relacionados entre sí. Según algunos estudiosos, la burocracia mexicana sustituyó a la élite revolucionaria surgida de la década de violencia en los años veinte.40 Segundo, otro grupo de políticos hizo su camino a través de la burocracia del partido hasta la arena electoral, generalmente sirviendo al partido en campañas políticas y siendo candidatos para puestos electivos nacionales. Un tercer grupo de políticos, aún más reducido que el segundo, iniciaron su carrera a nivel popular, como funcionarios locales o del partido, y más tarde fueron reclutados para cargos de prominencia nacional. En un sistema político donde el regionalismo fue otrora la norma, se podría suponer que los políticos tienen fuertes raíces regionales e inician su carrera en su circunscripción natal. El origen regional es una variable importante en el reclutamiento en cuanto sugiere alguna conexión a nivel personal entre la dirigencia nacional y la provincia. Además da idea de que las figuras nacionales reconocen el talento local y lo cooptan incorporándolo a la dingencia nacional.lLa carrera de la mayoría de los presidentes de México, incluyendo a Porfirio Díaz, se ha basado en una reputación local. Muchos de los colaboradores de Díaz eran consejeros, alcaldes o notables locales. Si bien su número se redujo algo hacia el final de su última administración, su representación se mantuvo relativamente elevada durante todo su gobierno, alcanzando a más de un tercio de todos los ocupantes de cargos nacionales. A medida que la ciudad de México crecía y el reclutamiento de los futuros polfticos se desplazaba hacia esa base nacional, se podría esperar cierta declinación en la proporción de políticos cuyas experiencias de carrera tuvieran raíces locales. Hubo efectivamente cierta declinación después de la Revolución, pero de 1914 a 1934 todavía más de un cuarto de los políticos iniciaban su carrera a nivel local. Esas cifras hacen pensar que la Revolución continuÓ remarcando la base regional del poder, pero no la fortaleció como variable de reclutamiento en comparación con el porfiriato. De hecho, la administración de Díaz nunca respondió a las quejas sobre la centralización de la toma de decisiones aumentando la importancia de la experiencia política local en los antecedentes de SUS designados. 40 Roberto Newell y Luis Rubio, Mexico’s dilemma: the political origins of ecoflOl1O crisis, Boulder, Westview, 1984, p. 85.

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CUADRO 5.5. FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS NACIONALES POR PRIMERA VEZ Y QUE ANTES HABÍAN OCUPADO CARGOS LOCALES, POR ADMINISTRACIÓN, 1884-1991

4 41 George Philip, The presidency in Mexican politics, Nueva York, St. Martin’s,

92, p. 63.

i Administración Ex funcionarios Adminzst ración Ex funcionarios

presidencial locales (%) presidencial locales (%)

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Díaz Portes Gil 36

1884- 40 Ortiz Rubio 23

1889- 42 Rodríguez 27

1893- 42 Cárdenas 9

- 1897- 38 Ávila Camacho 6

1901- 42 Alelnán 9

1905- 36 Ruiz Cortines 4

1910- 29 López Mateos 9

4»e la Barra 25 Díaz Ordaz 13

iMadero 16 Echeverría 5

Huerta 6 López Portillo 6

Çarranza 27 De la Madrid 5

Obregón 26 Salinas 2 *alles 31

Sin embargo, desde que Lázaro Cárdenas llegó a la presidencia 1934, la dirigencia política nacional presenció una declinación 4rcada y permanente en la experiencia política local. Con excepn de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), menos del 9 por ciento dos colaboradores presidenciales tenían experiencia local. Díaz daz fue el último presidente que egresó de una universidad de tpvincia y que ocupó una serie de cargos judiciales y administraa nivel local y estadual; ocupó su primer cargo nacional diez os después de ingresar a la vida pública. En su trabajo reciente re la presidencia George Philip presenta la interesante tesis de e Díaz Ordaz, producto de la provincia mexicana, se sentía iniro entre ese nuevo tipo de político capitalino y sofisticado.41 $de la década de 1970 menos de uno de cada veinte políticos Ocupado un cargo provinciano, y bajo el presidente Salinas la 4periencia local casi desapareció (cuadro 5.5).

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La declinación de la importancia de la experiencia a nivel local en los antecedentes de carrera de los dirigentes políticos nacionales se observa también en otros países.42 En Estados Unidos a comien. zos de la república casi nueve de cada diez políticos tenían expe. riencia de ese tipo; para la década de 1920 lo mismo podía decirse de dos tercios de los políticos, y para la de 1950 de más de la mitad.43 La naturaleza competitiva en el plano popular del sistema de partidos estadunidense, en contraste con el sistema centralizado y de partido único de México, explica esa diferencia en las cifras para ambos países. Lo mismo puede decirse de la India; a pesar de que este país tiene más similitudes con México que con Estados Unidos, un tercio de sus dirigentes de categoría ministerial tienen experiencia en gobiernos locales.44 En cambio en Canadá el patrón es muy similar al mexicano en cuanto que esas dos pistas de carrera están separadas. Como explican dos especialistas, “los políticos canadienses siguen una senda de carrera bifurcada, no integrada, en que los cargos provinciales son una alternativa a los nacionales, no un camino hacia ellos”.45 Un estudio de los alcaldes de las principales ciudades mexicanas revela el grado en que cargos electivos importantes en el plano local han influido en la carrera de políticos mexicanos exitosos. Por ejemplo, la tercera ciudad más grande de México, Monterrey,

42 Por otra parte, China presenció un florecimiento del “localismo” entre su élite provinciana, es decir, un aumento en el número de dirigentes producto de la propia región. esta es una forma especial de descentralizar el reclutamiento a nivel local. Xiaohei Zang, “Provincial élite jo post-Mao China”, Asían Survey, núm. 31 junio de 1991), p. 524. Milis, Tite por elije, p. 229. Norinan K. Nicholson, “Integrative strategies of a national dite: career patterns in the Indian Council of Ministers”, omarative Política, núm. 7 (julio de 1975), p. 545. Lo mismo vale para el Japón, al menos a nivel del gabinete; aun cuando el mayor porcentaje de futuros ministros sale de la burocracia, uno de cada cuatro es un político local. Hiromnjtsu Kataooka, “The inaking of a JapaneSe cabinet”, en Matteí Dogan (ed.), Pathways (o power: selecting rulers in pluralist demo cracies, Boulder, Westview, 1989, p. 173. Un ejemplo contradictorio es el de la URSS, donde los miembros del politburó en 1970 habían hecho la mayor pal te de sus experiencias —partidarias y burocráticas— a nivel local regional, en contraste con sus colegas de los años cincuenta. Véase Thomnas H. Rigby, Política! elites ¿fl (he USSR: central lea4ers and local cadresfrom Lenín to Gorbachev, Brookfieid, Gower, 1990, p. 181. Doreen Barrie y Roger Gibbins, “Parliamnentat-y careers iii the Canadian Fe deral State”, CanadianJournal of Political Science, núm. 22 (marzo de 1989), p. 138.

en el importante estado norteño de Nuevo León, entre y mediados de los setenta sólo produjo un alcalde que alcanzó n cargo nacional: Leopoldo González Sáenz. González Sáenz, cus raíces familiares en Monterrey se remontan al siglo xviii, ejemUtica la carrera de un pequeño número de políticos nacionales e ponen el acento en la política local y estadual. Egresado de la niversidad de Nuevo León, participó en la política estudiantil en s años cuarenta y ocupó una serie de cargos legales, designados sindicales en Nuevo León antes de ser elegido alcalde en 1961. res veces diputado por su estado natal, fue subsecretario de obras úblicas bajo López Portillo.45 tJa experiencia en empleos locales dentro del sector público está acionada con los antecedentes geográficos y educativos de los líticos mexicanos contemporáneos. A medida que continuaba la ntralización de las credenciales educativas en la ciudad de Mé‘co, disminuían para los políticos las oportunidades de participar actividades políticas locales. Generalmente los cargos locales se cuentran en las primeras etapas de la carrera de los políticos cionales, a menudo cuando acaban de salir de la universidad o luso cuando todavía están estudiando, y se trata sobre todo de stos en el partido o en la juventud del partido. Es muy raro e un político egresado de una de las universidades de la ciudad México regrese a su estado natal inmediatamente después de ibirse para participar en la política local. La mayoría de los políticos que iniciaron sus carreras a nivel al, como Leopoldo González Sáenz, generalmente ocuparon una ‘e de cargos políticos que los fueron haciendo ascender por las s nacionales del partido y los cargos electivos. Si biend partido cia), surgido en 1929, nunca funcionó como una fuente primaria reclutamiento político, en sus primeros años puso a futuros líticos

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importantes —a menudo cuando eran aún estudiantes— contacto con mentores políticos, complçmentando así patrones sarrollados dentro de las universidades. los notables productos Ie ese proceso son los presidentes Adolfo López Mateos —quien adhirió a Carlos Riva Palacio, presidente del Partido Nacional %Revolucionario, después de dirigirle un discurso como orador es‘ Enciclopedia de México, México, s. e., 1977, t. IX, p. 169; Hispano Americano, .12O de noviembre de 1973, p. 13; Excélsior, 27 de julio de 1984, p. 20; Rodolfo de 1* Garza, Mil familias de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Texas, México, a. e., t. 1, pp. 349-351.

176 EXPERIENCIA Y LIDERAZGO

CUADRO 5.6. FUNCIONARIOS QUE ANTES HABÍAN OCUPADO CARGOS ELECTIVOS ENTRE LOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN, 1884-1934

1!

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO 177 CUADRO 5.7. EXPERIENCIA POLÍTICA DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN, 1884-199 1

Administración presidencial Díaz

Senador

Todos los funcionarios por primera vez (%) Diputado

Diputado

1 tudiantil en el Instituto de Ciencia y Literatura de México— y Luis Echeverría, que fue secretario asistente de Rodolfo Sánchez Taboada, cabeza del PRI en el Distrito Federal durante la campaña presidencial de Miguel Alemán en 1946 y presidente del partido un año después. El patrón de carrera en el sector público con relevancia en los cargos partidarios y electivos tiene en México una arraigada tradición que se remonta a 1884. Irónicamente, bajo Porfirio Díaz, que contribuyó a la centralización de la autoridad, los cargos electivos eran casi esenciales en los antecedentes de la mayoría de los políticos nacionales (véase el cuadro 5.6). Díaz reconoció la importancia de los cargos electivos no sólo para mantener una semblanza de contacto con la región natal del político sino también para alcanzar cierto equilibrio regional en su dirigencia nacional. Durante su administración más del 80 por ciento de los que ocuparon los cargos nacionales más altos habían ocupado cargos electivos en algún momento de sus carreras. A pesar de que bajo Díaz las elecciones eran notables por el fraude y la ausencia de competenCia esos cargos eran importantes en los antecedentes de las figuras políticas nacionales. Podemos pasar por alto las breves administraciones de León de la Barra y Victoriano Huerta, que no se ajustan al patrón general porque la primera fue una presidencia interina y la segunda el

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Administración

presidencial

Ex funcionarios

electivos (%)

Administración

presidencial

Ex funcionarios

electivos (%)

Díaz Madero 64

1884- 87 Huerta 31

1889- 92 Carranza 80

1893- 74 Obregón 75

1897- 92 Calles 78

1901- 95 Portes Gil 63

1905- 89 Ortiz Rubio 52

1910- 65 Rodríguez 50

De la Barra 39

1884- 46 41 33

1889- 32 67 66

1893- 14 46 66

1897- 22 62 20

1901- 43 68 83

1905- 20 63 56 1910- 24 35 20

De la Barra 11 17 0

Madero 16 38 41

Huerta 10 23 33

Carranza 20 66 50

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j Obregón 20 54 31 [Calles 27 60 38 IPortes Gil 13 56 33 Ortiz Rubio 14 32 0

Rodríguez 7 29 0 hardenas 17 44 32 ila Camacho 16 44 43 iemán 19 45 57 uiz Cortines 25 52 35 pez Mateos 28 46 17 ‘Xíaz Ordaz 20 49 22 cheverría 15 39 11

ltópez Portillo 13 49 21 lDe la Madrid 8 40 5

Salinas 13 13 20 r FOducto de un golpe militar encabezado por un militar profesio a El hecho de que exista muy poca diferencia entre la adminis ación de Venustiano Carranza, que presenció una transformación *eneral de la dirigencia revolucionaria, y la de Porfirio Díaz, da idea

178

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO

RIENCIA Y LIDERAZGO

179

de la importancia que tenía para los políticos del siglo XIX iniciarse localmente, a menudo por medio de cargos electivos, e ir ascendiendo por la escala política en términos de ubicación geográfica y prestigio. Después de 1920 los cargos electivos siguieron siendo importantes, pero la proporción de políticos con esos antecedentes había caído al 50 por ciento para 1934 y después continuó decayendo. Esa declinación de la experiencia electoral reflejaba la pérdida de importancia de los cargos electorales como vehículo para el éxito político dentro del sistema. La importancia de las carreras electorales adquirió un nuevo nivel de significación política cuando los analistas identificaron allí una variable esencial para la separación entre tecnócratas y políticos que supuestamente caracteriza a la política mexicana en la década de 1990. Los cargos más prestigiosos en los antecedentes de políticos nacionales, además del de gobernador, eran los de diputado y senador. Entre los políticos que van ascendiendo hacia el nivel ministerial lo más frecuente es que hayan estado en la Cámara de Diputados (cuadro 5.7), institución que utilizaron para hacer contacto con otros políticos, impulsando sus ambiciones políticas. Los datos de el cuadro 5.7 ilustran tres patrones en la experiencia electoral de los políticos mexicanos. En primer lugar, los cargos electivos son más importantes para todas las figuras políticas nacionales que para aquellos que llegan al gabinete, ápice de la autoridad en la toma de decisiones. Si bien esto no es cierto de todos y cada uno de los gabinetes, en conjunto los nuevos miembros del mismo, especialmente después de la Revolución, tienen menos probabilidades de haber ocupado un escaño en la cámara baja que los políticos prominentes en general. Segundo, el cargo de diputado es mucho

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más importante en los antecedentes de los políticos mexicanos que el de senador. Esto siempre ha sido así; no porque haya menos cargos de senador o porque sea un cargo más prestigioso, como en Estados Unidos, sino porque la mayoría de los individuos no llega al Senado al comienzo de su carrera sino al final, Véase por ejemplo Guillermo Kelley, “Politics and administration in MexiCO recruitlnent and proinotion of the politico-adininistrative class,” Technical Paper Series, Institute of Latin American Studies, University of Texas at Austin, 1981; y Peter H. Smith, “Leadership and change, intellectuals and technocrats in MexicO”, en Roderic Ai Camp (ed.), Mexico’s Political stability: tite nextfiveyears, Bulder, Westview, 1986, 103.

i 5.8. EXPERIENCIA EN EL PARTIDO NACIONAL DE LOS FUNCIONARIOS OCUPARON CARGOS POR

PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN, 1935-

rio tanto el papel de ese órgano en el proceso de reclutamiento ior. De hecho, si bien en México las dos cámaras tienen muy influencia en la creación de la política, la cámara baja es mu- más importante que el Senado. Por último, después de la adListración de Adolfo López Mateos se puede detectar una teni digna de consideración. Desde 1958 el porcentaje de funiarios del gabinete que han ocupado cargos electivos es mucho Si bien todavía en 1991 el 40 por ciento de los políticos dcanos seguía pasando por la cámara baja, en los círculos del mete esa proporción es apenas de la mitad. De hecho, bajo De iadrid sólo el 5 por ciento de los nuevos políticos de nivel mi- - u eran diputados federales. Todavía es muy temprano para r las tendencias bajo Salinas, pero es probable que esa cifra Inúe disminuyendo. mejor representación de la estructura semicorporativista en )lítica mexicana está en la organización partidaria y en la Cá de Diputados. Muchos de los diputados representan organines sectoriales o sindicatos, ubicados a su vez en uno de los grandes sectores del partido: trabajadores, campesinos y orRzaciones populares. Algunos miembros del Comité Ejecutivo l del partido ocupan simultáneamente un cargo en el par-

1

Administración Miembros del Comité

presidencial Ejecutivo Nacional (%)

Cárdenas Ávila Camacho

13

10

Alemán 9

Ruiz Cortines 13

López Mateos Díaz Ordaz 6 11

Echeverría 14

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López Portillo De la Madrid 13

5

Salinas 2

180 tido y otro en la Cámara de Diputados.48 La declinación, entre la máximas figuras políticas nacionales, de la experiencia elector en general y de la diputación en particular, es indicio de un cambio de importancia tanto en los canales de reclutamiento como en las instituciones corporativas tradicionales. La declinación en la experiencia electoral nacional tiene como complemento una reciente declinación, en los antecedentes de los políticos, de la importancia de las carreras nacionales en el seno del partido. Como ilustran los datos del cuadro 5.8, sólo un pequeño porcentaje de los que ocupan cargos por primera vez, alrededor de uno cada diez, ha utilizado el Partido Revolucionario Nacional, el Partido Revolucionario Mexicano (ambos predece. sores del PRI) o el PRI para alcanzar la prominencia política nacional. Al revés de lo que generalmente se supone a propósito del reclutamiento en Estados Unidos, donde los partidos desempeñan un papel de significación política mucho mayor, los políticos normal. mente no son reclutados por los partidos demócrata o republicano. Por ejemplo, una comparación entre los gabinetes de Reagan y De la Madrid revela que sólo un tercio de los secretarios estadunidenses tenía experiencia partidaria a nivel siquiera estadual, o local. Ningún secretario mexicano tenía antecedentes partidarios comparables. De hecho, la mayoría de los candidatos a cargos electivos en el plano local, estadual o nacional en Estados Unidos, afirmaba haberse iniciado en la política por su propio esfuerzo.4 Con excepción de los funcionarios del gabinete bajo Alemán y López Mateos, la experiencia partidaria se mantuvo notablemente estable desde Cárdenas hasta López Portillo. Pero desde 1982 la importancia de los altos cargos partidarios en los antecedentes de los políticos ha declinado durante dos administraciones, alcanzando el punto más bajo de su historia. Si bien tanto De la Madrid como Salinas intentaron revivir la importancia del partido designando a muchos futuros colaboradores para cargos partidarios durante SUS

48 Véase Dale Story, The Mexican rulingparty: stability and authority, Nueva Yotk, Praeger, 1986, pp. 19-23. Thomas A. Kazee y Mary C. Thorisberry, “Where’s the party? Congressioflal candidate recruitment and American party orgaisizations”, en Western Political Quar terty, núm. 43 (marzo de 1990), p. 75. Los autores continúan diciendo que “Co1fl0 función partidaria, el reclutamiento no ha sido institucionalizado en la mayoria de esos distritos [electoralesi” (p. 75).

ñas presidenci8 la mayoría de esas figuras ya había ocup anteS un cargo político nacional. -- consiguiente, esos cargos partidarios no sirvieron para aur las oportunidades de la carrera de los políticos ni para erlos en contacto con individuos que pudieran hacerlo; más j cumplier01 una función simbólica y práctica vinculando el r*to partidario con el proceso de la campaña presidencial.5° cuando Salinas duplicara el porcentaje de nuevos designados xperieflcia en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, la projón aún sería un tercio de los de la administración de 1976- 1. No hay un futuro brillante para los jóvenes políticos salidos i. Como demuestra Franciscojavier Morales Camarena, entre yenes funcionarios son principalmente abogados (73 por cien,$os que buscan cargos en el PRI, en comparación con apenas por ciento de economistas. A medida que aumenta la proporción conomi5ta5 en los puestos de máximo nivel, decrece más aún resencia del PRI en los antecedentes de carrera.51 s profesiones —no los sindicatos de trabajadores ni las confeclones campesinas ni los dirigentes empresariales ni los mili- eran las que estaban mejor representadas en la dirigencia ya no utilizan la Cámara de Diputados como vehículo para tucionalizar su representación. Aun cuando Peter Cleaves es flvincente cuando argumenta que, individualmente, las profesioestán intencional y cuidadosamente representadas en la dinpolítica, 52 han tendido a ser seleccionadas en forma directa rmal y ubicadas en la burocracia federal. En realidad, yo diría su representación rara vez es intencional: más bien la selección profesionales por los funcionarios en ejercicio ha evolucionado ravés de un proceso de reclutamiento mediante el cual los pers del nivel más alto, incluyendo a todos los presidentes re ha seleccionado a individuos que reflejan el patrón de propias carreras. Como en esos puestos predominan cada vez los que no han pasado por la Cámara de Diputados su selec° El mejor análisis del papel del partido en ci reclutamiento sigue siendo David Lers, “The popular sector of the Mexican pRi”, tesis de doctorado, University of w Mexico, 1972. -‘1Francisco Javier Morales Cainareisa, “La tecnocracia en México: las actitudes los funcionarios públicos” tesis, El Colegio de México, 1991, p. 155.

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j2 Peter S. Cleaves, Professions and (he state: (he mexzcan case, Tucson, UniverSity Arizona Press, 1987, p. 84.

1 EXPERIENCIA Y LIDERAZGO

“‘NCIA Y LIDERAZGO

181

1

1 1

1 182 EXPERIENCIA Y LIDERALGQ ción ha preferido a burócratas sin experiencias de ese tipo. Los canales de reclutamiento no necesitan mucho tiempo para ajustarse a las directivas de la dirigencia. Igual que el viraje de las escuelas públicas a las privadas, de las carreras locales a las nacionales y de los abogados a los economistas, los políticos se han apartado de las experiencias burocráticas electivas a las de designación: Los jóvenes políticos en ciernes con ambiciones nacionales han reconocido que la clave para el éxito político era unirse a la burocracia federal apenas egresados de la universidad y ascender por la escala administrativa. Es muy posible que las elecciones presidencíales de 1988y las elecciones locales y estaduales cada vez más competitivas a partir de 1989 inviertan esa tendencia. Dicho de otro modo, si la dirigencia percibe que las experiencias electorales son cada vez más importantes para las habilidades de la dirigencia nacional y para la supervivencia de la élite actual, reorientará el interés hacia esas experiencias. La selección de Luis Donaldo Colosio como candidato presidencial del PRI hace pensar en una tendencia de este tipo. Colosio fue el primer candidato del partido oficial desde Cárdenas que fue presidente del partido, y el primero desde Echeverría que ha sido diputado federal.

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La experiencia de carrera más significativa para los políticos nacionales exitosos y el origen de la mayor parte del reclutamiento político es la burocracia federal. Los políticos profesionales mexicanos, aquellos individuos que han hecho la carrera de su vida principalmente en el sector público, han surgido en su mayoría de una serie de puestos burocráticos en organismos federales ubicados en la ciudad de México. Del mismo modo, la mayoría de las figuras públicas de Estados Unidos son “políticos profesionales”, y la burocracia federal es “un canal independiente de reclutamiento para posiciones de poder gubernamental en Estados Unidos”.55 La presencia dominante de esos organismos en la ciudad de México también ha contribuido indirectamente a enfocar el interés en los individuos nacidos y formados en la capital. Como se indica en el examen de los antecedentes educacionales en el capítulo 6, los nacidos en la ciudad de México son los que tienen más probabilidades de asistir allí a la escuela y de obtener un puesto en la burocracia federal gracias a un profesor, un amigo o un familiar. La posición de influencia de la burocracia federal en las expe Dye Who’s running America?, p. 100.

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO 183 riencias de carrera de los políticos nacionales no es algo peculiar de México.4 Típicamente, en un estado dominado por un partido único, el propio partido funciona como el vehículo más importante para las estrellas políticas en ascenso. Sin embargo es importante recordar que en México es la dirigencia burocrática la que ha controlado el partido y no al revés, como ocurría en la URSS. En México el partido cumplía funciones muy específicas, pero como institución adjunta del aparato administrativo estatal nunca llegó a ser una sede primaria de reclutamíento político. Bajo Porfirio Díaz y durante los primeros años de la década de 1920 no existía una burocracia partidaria organizada a nivel nacional capaz de rivalizar con la burocracia estatal en el reclutamiento. En sistemas políticos con intensa competencia de partidos y rivalidad electoral dura, la burocracia todavía desempeña un papel dominante. En Estados Unidos, todavía en los años cincuenta, apenas poco más de un cuarto de las figuras políticas del más alto nivel provenían de carreras electivas: casi dos tercios ascendían en la escala principalmente por puestos designados.6 Según un estudioso, la mitad de los miembros de los gabinetes estadunidenses “avanzó desde puestos menores en la burocracia federal”.57 En México las cifras para miembros del gabinete son aún más exageradas. En México, igual que en Estados Unidos, esas designaciones son hechas por el presidente. En ambos países los funcionarios electos escogen sus colaboradores más importantes. Sin embargo, en Estados Unidos los candidatos de los partidos para la presidencia y la vicepresidencia provienen en forma predominante de altos cargos electivos (gobernadores y miembros del parlamento), mientras El crecimiento de la burocracia en la política mexicana empezó con los presidentes Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada y llegó a su apogeo con Porfirio Díaz. Como dice Stuart Voss, ‘la política se brucratizaba cada vez más; las oficinas públicas proliferaban. La presencía política nacional en los estados, y la del estado en las localidades, crecieron enormemente”. “Northwest Mexico”, en Diana Ea1- niori, Stuart Voss y Miles Wortman, Notable family networks in Latin America, Chicago, University of Chicago Press, 1984, p. 108. “ Zbigniew Brzezinski y Samuel P. Huntington, Polzticalpower: USA/USSR, Nueva York, Viking Press, 1964, pp. 143-144. Milis, The power elite, p. 230. 7Joseph A. Schlesinger, Ambition and poiitcs: political careers in the United States, Chicago, Rand McNally, 1966, pp. 33-34. Otros dirigentes burocráticos del nivel más alto eran burócratas de carrera. David T. Stanley, Dean E. Mann yJamesofl W. Doig, Men who govern, Washington, D.C., Brookmgs, 1967, p. 21.

184

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO

PERIENCIA Y LIDERAZGO

185

Administración presidencial Cárdenas Ávila Camacho Alemán Ruiz Cortínes López Mateos Díaz Ordaz Echeverría López Portillo De la Madrid Salinas

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1

to 5.9. FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ Y QUE S HABÍAN SIDO SECRETARIOS PRIVADOS, POR ADMINISTRACIÓN, 1935-

Ex secretarios privados (%)

10 8 8 9 12 11 10 8 9 19

que en México los presidentes provienen exclusivamente del gabinete del presidente anterior. La medida en que las experiencias y los valores de los funcionarios en ejercicio afectan su selección por parte de los colegas adquiere una importancia aún mayor porque México emplea un sistema de selección de funcionarios en que el electorado no desempeña todavía un papel decisivo. Desde 1920 todos los presidentes han salido del gabinete; por eso no es sorprendente que la mayoría de los supremos tomadores de decisiones provenga también de esos organismos, cuando no del propio gabinete.’8 La mayoría de los miembros del gabinete fueron antes subsecretarios, directores de departamentos y jefes de sección. A diferencia de los funcionarios de muchas otras burocracias nacionales, los funcionarios públicos de mayor éxito en México rara vez se quedan dentro de los confines de un solo organismo.u Dentro de la burocracia federal uno de los puestos de carrera más importantes para obtener una movilidad ascendente es el de secretario privado. Es un puesto que ha abundado en los antecedentes de funcionarios nacionales por muchos años. Su importancia aumenta debido al sistema de camarillas y a la significación que tiene la confianza personal en los colaboradores inmediatos. Desde 1935, por lo menos uno de cada diez políticos del nivel más alto ha sido secretario privado en algún momento. En México los secretarios privados, igual que los jefes de estado mayor en Estados Unidos, ejercen un poder considerable porque controlan el acceso aljefe.’° Al controlar la agenda, los secretarios privados controlan no sólo quién ve al jefe sino qué información llega a los oídos de su superior, información crucial para el éxito del jefe en su cargo Ese poder por sí solo no puede asegurar el ascenso de un individuo hasta la cima de la escala política, pero Otros estudios también han descubierto la importancia de los mecanismos de promoción comunes en la selección de tipos similares de individuos.Jack Wasilewski, “The patterns of bureaucratic elite recruitmnent in Poland in the 1970s and 1980s”, Soviet Studies, véase 42, núm. 4 (octubre de 1990), p. 753. u Por ejemplo, una vez que un funcionario está en un ministerio en Japón, lo más probable es que siga en él durante toda su vida y desarrolle fuerte lealtad e identificación con ese organismo. VéaseJoel D. Abesbach, Ellis S. Krauss y Michio Muramatsu, “ComparingJapanese and American administrative cutes’, BritishJournal o$Political Science, núm. 4 (octubre de 1990), p. 464. José Ignacio Rodríguez Reymia, “El poder del picaporte”, Este país (agosto de 1992), pp. 2-12.

da al individuo considerable experiencia en la política burocrá—‘, además de ponerlo en contacto con figuras prominentes. Por mplo, Emilio Gamboa Patrón, que fue secretario privado de Mi1 de la Madrid durante su presidencia, pasó a ser director del ¡istituto de la Vivienda de los Trabajadores bajo Salinas y después H ascendido a un puesto del gabinete en 1991.a desventaja de secretario privado es que el individuo puede llegar a una iden[ cación demasiado estrecha con una sola figura política, cuya arrera puede verse bloqueada en algún punto Entre las administraciones de De la Madrid y Salinas se puede servar un notable aumento de la importancia de los secretarios ivados (cuadro 5.9). En realidad, entre los funcionarios que ocu‘i altos cargos políticos por primera vez bajo Salinas se da la roporción de ex secretarios privados más elevada desde mediados e la década de 1930. Entre los designados originalmente por Sa- - - para el gabinete sólo Manuel Camacho, regente del Distrito al, había ocupado ese puesto. ¿Por qué el espectacular au) en ese puesto burocrático particular? Una explicación poer que en tiempos de Salinas, con su fuerte hincapié ideo- en el liberalismo económico, las camarillas exitosas se han

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A

186

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO M EXPERIENCIA Y LIDERAZGO

187

vuelto ideológicamente más cerradas y más estrechas. Si el ambiente dentro de la élite se hace más competitivo, es posible que los vínculos personales estrechos se vuelvan cada vez más valiosos. Una segunda explicación es que la importancia de las carreras burocráticas en general ha aumentado, y el puesto de secretario privado no es sino uno de los puestos que reflejan ese cambio. Con Porfirio Díaz lo que limitaba las posibilidades de las carreras burocráticas era la competencia exterior. En primer lugar, como ya se ha señalado, la mayoría de los políticos del nivel más alto provenía de las fuerzas armadas o del sector privado, seguidos por las profesiones independientes. Segundo, bajo Díaz los políticos profesionistas incipientes combinaban extensas carreras como diputados y senadores federales con diversos puestos de designación en el gobierno federal. Una explicación de la discrepancia es que en esa época los puestos burocráticos importantes disponibles eran pocos en comparación con los cargos legislativos. En los años treinta y cuarenta la expansión de la burocracia aportó delicisomuchas nuevas oportunidades de patrocinio. El primer precursor del político burócrata en el siglo XIX combinaba un cargo electivo con una carrera intelectual en publicaciones, periódicos y educación superior, y puestos burocráticos. Por ejemplo Federico Gamboa Iglesias, que llegó a ser subsecretario de Relaciones Exteriores bajo Porfirio Díaz y secretario bajo Victoriano Huerta en 1913, se incorporó al servicio exterior en 1888 y ocupó una serie de cargos diplomáticos en el extranjero. Sin embargo, fue también por dos veces diputado federal suplente y en 1908 fue diputado por un distrito de Chihuahua. Abogado de profesión, enseñó muchos años en la Universidad Nacional, la Escuela Nacional Preparatoria y la Escuela Libre de Derecho, y además editó numerosos periódicos, escribió muchos artículos y fue autor de varias obras teatrales.6’ La generación revolucionaria modificó esa versión del político profesional del siglo XIX, desplazando la experiencia de carrera en los cargos políticos electivos a los de designación. Una ilustraCiot clásica de ese viraje se puede hallar en los antecedentes de carrera de Genaro Estrada, que ocupó el mismo cargo que Gamboa veifltl cinco años después. Estrada, miembro de la generación revoluCl° nana, era periodista y editor antes de incorporarse a la burocra

delisioso

académica como secretario de la Escuela Nacional Preparatoria en 1913. Más tarde enseñó literatura e historia en la Universidad Nacional y llegó a ser profesor en el programa de posgrado. Su primer cargo público lo ocupó como empleado del departamento d publicaciones de la Secretaría de Industria y Comercio en 1917 del que al año siguiente pasó a ser jefe. Dos años más tarde dirigía el departamento administrativo del mismo organismo federal en 1921 fue nombrado oficial mayor, tercer cargo en importancien la Secretaría de Relaciones Exteriores.62 Estrada utilizó ese cargo para reclutar a un nutrido grupo de discípulos políticos e inttlectuales, muchos de los cuales siguieron sus pasos, representando la generación posrevolucionaria de burócratas federales.63 La siguiente generación, la de Miguel Alemán, aseguró el predominio del político profesional. Si bien estos individuos actuaron como fuerza de transición en la evolución de ese nuevo tipa de político, eliminaron las carreras militares y empresariales de los antecedentes de los políticos y sustituyeron la importancia del partido por la de un grupo de jóvenes políticos, representado e la carrera del presidente Adolfo López Mateos. López Mateos fue el primer presidente que utilizó el Partido Revolucionario Institucional como escalón para alcanzar altos puestos políticos; Luis Echeverría fue el último. Si consideramos únicamente a los presideíltes como medida de esa influencia en el reclutamiento, el periodo dominado por esa generación fue relativamente corto, alrededor de veinte años. Esa misma generación (1900-1919) puso más interés en las ac tividade políticas estudiantiles. A partir de los años veinte los estudiantes se incorporaron activamente a las campañas políticas lo

F que desde 1928 los involucró directamente con el partido gubernamental —como defensores o como opositores. Especialmente notables fueron las contiendas de 1923, 1927, 1929, 1940 y 1952.” Al tiempo que el estado empleaba cada vez mayor número de 62 Alberto María Carreño, La academia mexicana correspondiente de la espaiiOla, 1875-1945, México, Secretaría de Educación Pública, 1946, pp. 351-352. 63 El ejemplo más notable fue Jaime Torres Bodet, que ocupó varios puestos del gabinete en Relaciones Exteriores y Educación Pública en las décadas de 1940, 1950 y 1960.

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64 Esto no quiere decir que los estudiantes de generaciones anteriores no fucran polítjcainente activos. De hecho varios estudiantes participaron en el complot de Xochimilco-Xochiiningas contra Victoriano Huerta y, fracasado éste, se unierOfl a

‘ Enciclopedia de México, t. y, p. 101.

188 EXPERIENCIA Y LIDERAZGO profesores de instituciones tan importantes como la UNAM y la Escuela Nacional Preparatoria se iba fortaleciendo cada vez más el puente entre la experiencia burocrática y la docente. Ya he demostrado en otra parte que esos profesores de medio tiempo, a menudo intelectuales importantes, utilizaban sus cargos para reclutar a los estudiantes de talento para cargos públicos y para sus propias camarillas políticas.t” Cada vez más miembros de la generación de transición se quedaban en la ciudad de México y no competían por cargos electorales en las provincias, y sus discípulos imitaron sus carreras políticas en la academia y en la burocracia federal. Conclusiones En América Latina, las experiencias de carrera que influyen en las carreras de los políticos nacionales son cuatro: la empresarial, la militar, las profesiones independientes y la vida pública. Pero México, a diferencia de la mayoría de los países del Tercer Mundo, creó una de las élites políticas más homogéneas en términos tanto de experiencias de carrera como de prácticas de reclutamiento asociadas con esas carreras. En los países que utilizan modelos socialistas, el ejército revolucionario y el aparato del partido producen la parte del león de la dirigencia política. Con el paso del tiempo, las burocracias socialistas compartían las experiencias de carrera con las del partido. En los modelos no socialistas, tanto autoritarios como democráticos, la dirigencia política ha puesto típicamente más interés en las carreras militares y empresariales, y en los sistemas competitivos en los cargos electorales. La versión mexicana de un político de éxito, sin embargo, adquirió características especiales. El sistema político construyó un proceso y un producto que reflejan las peculiaridades políticas de México. La mayoría de los políticos mexicanos de éxito se dedicó de tiempo completo a perseguir su ambición. Nunca hacen lo que la Revolución; más tarde llegaron a ser figuras prominentes en los años veinte. Entre ellos estaban Jorge Prieto Laurens, Rafael Cal y Mayos, Alfonso Breceda Mercado, Jesús M. Garza y Aarón Sáenz. Véase Jorge Prieto Laureas, Cincuenta años de política mexicana: memorias políticas, México, se., 1968. Roderic Ai Camp, Mexico’s leaders: their education and recruitment, Tucson, Uni versir of Arizona Press, 1980. -

EXPERIENCIA Y LIDERAZGO muchas figuras políticas estadunidenses que compiten por un cargo político, lo obtienen y después regresan a su antigua profesión: los políticos mexicanos generalmente se inician a temprana edad, a menudo en la preparatoria o en la universidad, ocupando cargos públicos o siendo oradores o candidatos en elecciones escolares. El desarrollo de habilidades políticas en las escuelas es un indicador del potencial político de un estudiante para el futuro No

es casual, por ejemplo, que muchos miembros del gabinete de De h la Madrid fueran exdirigentes estudiantiles que incluso habían rivalizado por cargos estudiantiles.u El propio De la Madrid fue cam peó de oratoria de todas las escuelas secundarias de la ciudad de México en 1949, y después vicepresidente de la asociación de es tudiante de derecho con Porfirio Muñoz Ledo, quien abandonó el PRI en 1987 para pasar a ser figura prominente del Par4ido de , la Revolución Democrática. Humberto A. Lugo Gil, que asistió con De la Madrid a la Universidad La Salle, fue dirigente estudiantil en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Derecho, y en 1982 el presidente lo nombró líder de la mayoría en el parlamento. Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, encabezó una huelga de protesta como presidente de los estudiantes preparatorianos de Magdaleno en la Universidad de Sonora en 4ermosillo.°7 /pesde 1940 la mayoría de los políticos han trabajado en organismos gubernamentales cuando aún están estudiando, y generalmente obtienen esos empleos gracias a un profesor universitario y mentor. Por lo tanto, aun antes de recibirse ya formaban parte de la burocracia federal, del mismo modo que los cadetes militares se incorporan formalmente a la estructura militar cuando aún están estudiando. 1 Algunos políticos iniciaron su carrera con esas mismas credenciales, pero después de titularse iniciaron una práctica privada. Un ejemplo extraordinario es José López Portillo: asistió a la Facultad Para un testimonio reciente sobre la iissportancia de la experiencia en la dirigencia estudiantil véase las francas memorias políticas de Luis M. Farías, Así lo recuerdo: testimonio político, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 30. Farías fue líder de la mayoría en la Cámara de Diputados.

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El liderazgo estudiantil es una experiencia común a prominentes dirigentes políticos latinoamericalsos. En Ecuador, por ejemplo, un estudio reciente halló que más de la mitad de los mniensbros del parlamento eran ex dirigentes estudiantiles. Véase Simón Pachano, Los diputados: una lIste política, Quito, Corporación Editora Nacional, 1991, p. 168.

) 1 189

190 EXPERIEJCIA Y LIDERAZGO

de Derecho y durante su primer año se vinculó a la Vanguardia Estudiantil Almazán, un grupo estudiantil que apoyaba al general Juan Andreu Almazán, disidente de la élite, que en 1940 disputó la presidencia al general Manuel Avila Camacho. En lugar de incorporarse al sector público, López Portillo realizó estudios avanzados de derecho, estudió en el extranjero y regresó a enseñar en la Universidad Nacional y a practicar la abogacía. En 1959 redactó alguna legislación y durante la campaña presidencial de López Mateos en 1957 publicó varios artículos, pero no ocupó ningún cargo público hasta 11t60, cuando pasó a ser jefe de sección de una secretaría. Es bueno recordar, sin embargo, que ese patrón no es típico sino excepcional y que la mayoría de los compañeros de estudios de López Portillo que hicieron carreras políticas exitosas, como Luis Echeverría, su amigo de la adolescencia, ingresaron a la política nacional inmediatamente después de graduarse. La mayoría de las figuras políticas nacionales son producto de años de experiencia en la burocracia federal y a menudo tienen vínculos con universidades de la ciudad de México, donde estudiaron y a menudo también enseñaron. La especificidad de esas experiencias de carrera en México genera muchas consecuencias. La importancia del predominio de la burocracia federal en las experiencias de carrera de la mayoría de las figuras políticas prominentes es triple. Primero, las carreras burocráticas han contribuido a la creciente homogeneidad de la dirigencia. Entre los políticos mexicanos no abundan los individuos con diversas experiencias de carrera ni con diferentes antecedentes sociales. Esto no quiere decir que la burocracia mexicana carezca de fluidez sino más bien que tiende a reclutar e impulsar hasta la cumbre a ciertos tipos de individuos. Cuanto menos ezperiencias esos individuos hayan tenido en otras partes, menos informados estarán acerca de las preocupaciones de esos sectores o profesiones y menos probabilidades tendrán de valorar sus actitudes y creencias. En suma, cuanto más tiempo permanece una persona en el ambiente burocrático más colorea ese ambiente sus opiniones, del mismo modo que los políticos estadunidenses que siempre han vivido y trabajado en Washington D.C. suelen perder contacto con la realidad de otros lugares. Segundo, si bien la falta de diversidad puede tener implicaciones importantes para la toma de decisiones e influencias igualmente significativas en las habilidades políticas, también aumenta las po-

RIENCIA Y LIDERAZGO 191 1ilidades de que los grupos no involucrados sientan que la dinlfrncia no los representa Muchos miembros de la comunidad cm) esarial mexicana creen que la élite política los ve como inferiores fsin importancia para el proceso político, y atribuyen la actitud e perciben no sólo a su carencia de representación formal como jttor en el partido gobernante sino también a la existencia de escalas de valores diferentes. Algunos dirigentes empresariales criben ese proceso como casi un sistema de castas, en que se desarrollado paralelametne dos profesiones distintas, la públila privada, y no hay verdadera oportunidad de que los dos grupos ercambien opiniones en las primeras etapas de sus carreras. Por último, la única tendencia contraria que resiste a la creciente mogeneización es el patrón cambiante en la educación media y erior. A medida que las experiencias educacionales de los pocos se desplazan de las universidades públicas nacionales a msiones preparatorias y universitarias privadas y parroquiales se fleran nuevas conexiones entre los sectores privado y público. esos contactos educacionales se traducen en un intercambio de eriencias de carrera entre los dos sectores, existe la posibilidad que en el futuro haya mayor diversidad. Por otra parte, tal vez de también conducir a una mayor homogeneización de la dinicia, especialmente si los egresados de las universidades privadas

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itinúan ingresando a la vida pública en grandes cantidades, ya sólo una clase social reducida tiene acceso a la educación privada. sos patrones de carrera han producido un tipo nuevo de figura lica, un individuo que trabaja de tiempo completo para el esDicho de otro modo, el estado se une a las profesiones como profesión más, y los abogados, médicos, economistas, ingenieotros que hacen del empleo estatal su carrera, subsumen su paración profesional técnica en una nu !profçsió&ja ck p9- segunda característica de la nueva figura púes un movimiento que se aparta del generalista hacia el tecnóata, no en la versión autoritaria sudamericana, sino en otra cuya ia de experiencias educacionales, profesionales y políticas es kcha. ascenso de ese tecnócrata político, como se verá claramente 1 capítulo 9 con el análisis de Carlos Salinas y sus colaboradores, e implicaciones para el futuro de la toma de decisiones en Mépara la dirigencia mexicana y para los futuros patrones de tamiento político.

L GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

los

Alemán

Ruiz Cortines López Mateos Díaz Ordaz

Echeverría López Portillo De la Madrid Salinas

6. EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA EN LAS CREDENCIALES DE LOS DIRIGENTES A lo largo de todo este libro sostengo que las variables de experiencia —en especial los acontecimientos, la educación y la carrera—. desempeñaron un papel importante en la evolución de los dirigen. tes políticos mexicanos y en sus posibilidades de alcanzar la cumbre de la escala política. Sin embargo existen otras variables, similares a la edad, sobre las cuales los individuos no tienen mayor control. La más importante de esas variables que no son de experiencia, pero que se entrelazan en forma significativa con las de experiencia, son el género, el lugar de nacimiento y de residencia y los orígenes socioeconómicos, la ocupación de los padres y los vínculos de parentesco. \JEl papel del género La variable menos estudiada en el reclutamiento político mexicano es el género. Peter Smith, por ejemplo, no menciona en toda su obra a ninguna mujer activa en políticaJ7Se podría sostener que en análisis políticos de periodos anterois —como los estudios de François X. Guerra— las mujeres debían ser ignoradas en virtud de su ausencia de la dirigencia política,2 pero para el siglo xx no se puede decir lo mismo. Si bien en México las mujeres no aparecen entre los dirigentes políticos nacionales hasta 1940, durante la administración de Manuel Avila Camacho (1940-1946), y a pesar de que desde 1934 sólo uno de cada catorce políticos es mujer, el crecimiento del número de mujeres en cargos políticos nacionales se duplicó de 1946 a 1952, de 1958 a 1970 y de 1970 a 1982 (cuadro 6.1)- Desde 1954 hasta mediados de la década de 1980, 229 mujeres 1 Peter H. Smith, Labyrinths of power: political recruitment in twentieth-century Mexico, Princeton, Princeton University Press, 1979. En su índice analítico no aparece “women”, “gender” ni”frmales”. 2 François-Xavier Guerra, México. Del antiguo régimen a la revolución, MéK1C0, Fondo de Cultura Económica, 1988. [192]

t3ADRO 61. MUJERES QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMI NiSTRACIÓ PRESIDENCIAL, 1934-1991 Admanzstraczon Mujeres en presidencial cargos políticos (%) Cardenas O Ávila Camacho 1 2 3 4 7

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7 18 17 11 ,cuparon cargos de importancia naciona1.lgunos estudios han afirmado que la subrepresentación de las mujeres en los altos cargos políticos se explica por su menor nivel de ambición, pero un estudio reciente de las mujeres que ocupan cargos en Estados Unidos no apoya esa suposición y sugiere en cambio que la variable 4ecisiva no es el deseo sino el acceso7 Como ilustran los datos de el cuadro 6.14a representación fefllenina en la élite política nacional aumentó en forma considerable a partir de la administración de José López Portillo. La mayoría 41e esas mujeres se hallaban en las ramas menos influyentes del gobierno o a niveles inferiores de la dirigencia ejecutiva nacional: la mayoría de ellas eran senadoras o diputadas. De 1953 a 1991, 8 Luz de Lourdes Silva, “Las mujeres en la élite política de México: 1954-1984”, Orlandina de Oliveira (ed), Trabajo, poder y sexualidad, México, El Colegio de 4éxico, 1989, p. 277. Susan J. Carroll, “Political elites and sex differences in political ambitiofl: a reconsideration”, enJournal of Politics 47, núm. 4 (noviembre de 1985), p. 1241 La 48lisma explicación ha sido propuesta con respecto a la legislatura en Australia, don- de las mujeres no lograban penetrar debido a la renuencia del partido a sustituir a fl3ncionarios en ejercicio en escaños seguros. Donley T. Studlar y lan McAllister, “PoIltical recruitment to the Australian legislature: toward and explanation of women’s electoral disadvantages”, Western Political Quarterly 44 (junio de 1991), p. 480

A

194

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA , GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

195

251 mujeres ocuparon cargos legislativos nacionales como candidatas del PRI, mientras que 79 fueron elegidas bajo los auspicios de nueve partidos de oposición diferenteEn las elecciones de 1991 el 15 por ciento de los candidatos a diputado federal eran mujeres, así como el 24 por ciento de los suplentes.5 También han estado bien representadas las mujeres en el poder judicial, incluyendo la Suprema Corte, en números y porcentajes superiores a los equivalentes en Estados Unidos, y lo mismo puede decirse de otros países de América Latina. Elsa Chaney considera que la carrera en el poder judicial para las mujeres es un caso especial en Chile, porque económicamente es menos remuneradora (y por consiguiente menos competitiva) que la práctica privada de la abogacía.6 Yoropondría una explicación diferente de la gran representación dejs mujeres en el poder judicial: en México los puestos de carácter.judicial, en comparación con los del legislativo o el ejecutivo, son los menos competitivos políticamente y los que requieren menos habilidades política Es probable que lo que ha determinado las carreras políticas de las mujeres en una rama del poder antes que en otra haya sido la influencia política y no el salario. Durante los primeros años de la década de 1980 por primera vez hubo una mujer en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Silvia Hernández Henríquez, la senadora másjoven elegida por su estado natal de Querétaro, se nvirtió en secretaria de organización en 1981. Al mismo tiempo\jts mujeres empezaron a alcanzar niveles más altos en la administración, aunque no pasaron de oficial mayor y subsecretaria. Sin embargo, en la administración de López Portillo una mujer fue designada para un cargo de nivel ministeri en lo que fue otro estreno para las mujeres. Rosa Luz Alegría, que había sido subsecretaria de la secretaría de la presidencia desde 1976, se convirtió en 1980 en secretaria de Turismo. Sin embargo, Turismo era una de las secretarías menos importantes. Silvia Hernández Henríquez y Rosa Luz Alegría tienen una característica en comúnmbas provienen de familias políticamente activas, y el parentesco ha sido un factor importante en la carrera política de las “La mujer y el poder legislativo”, Electoral 1, núm. 6 (1991), pp. 1823. Elsa Chaney, “Women in Latin American politics: the case of Peru and Ch1l en Ann Pescatello (ed.), Female and male in Latin America, Pittsburgh, Un1V5IIY of Pittsburgh Press, 1973, p. 119. Emmy Werner, “Women jis Congress, 1917-1964”, Western Political QU07fr”IY 19 (marzo de 1966), p. 20.

sos. Hasta 1964 el parentesco era un determinante importante de una mujer llegaba a ocupar un cargo en el Congreso estaduni4cnse, ro un estudio reciente indica que las mujeres ya no decnden tanto de las vinculaciones familiaresjMegría, que había *cibido la influencia del dirigente sindical Vidente Lombardo Todano, se casó con Luis Vicente Echeverría, hijo del ex presidente,9 después de divorciarse de él tuvo una relación íntima con el preLópez Portillo. Hernández es hermana de un

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ex senador Querétaro que la precedió en el cargo, pero su carrera ha sido más distinguida que la de su hermano.1° Si bien los datos del cuadro 6.1 parecen indicar una caída en número de mujeres políticas destacadas en el gobierno de Sali, no es probable que ésa sea la tendencia, por lo menos a largo -. Los datos para Salinas no son plenamente comparables porno incluyen las tendencias en la segunda mitad de su presincia, después de 1991. Es más fácil discernir patrones acerca de mujeres en la política nacional y su potencial como futuros lí1 políticos utilizando datos complementarios basados en poratajes generacionales (cuadro 6.2). En consecuencia, si analizas el número de mujeres que ocupan cargos políticos nacionales base a la fecha de nacimiento, se hacen visibles los cambios de administración presidencial a otra. “s datos generacionales ilustran por qué son pocas las mujeres ocuparon cargos políticos nacionales antes de 1946. Como deStraban los datos del capítulo 2, la generación revolucionaria )-1899) produjo casi cuatro quintos de los principales políticos canos desde 1920 hasta la administración de Ávila Camacho .)-1946). Tanto Cárdenas como Ávila Camacho pertenecían a eneración, pero menos del 1 por ciento de los políticos nacidos Sas dos décadas eran mujeres. Por lo tanto, las mujeres no ..i oportunidad de hacer los contactos necesarios con las dináas de esas administraciones. Alemán dio a las mujeres una a oportunidad, pero en el mejor de los casos fue muy pewin N. Gertzog, Congressional women. Their recruitment, treatment, and be/zaleva York, Praeger, 1984, p. 44. Osa Luz Alegría, entrevista con el autor, ciudad de México, 7 de agosto de Célsior, 27 de julio de 1984, pp. 20; 27 de diciembre de 1981, pp. 17; 26 emnbre de 1981, p. 16.

:1 A

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EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA ¡j. GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

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CUADRO 6.2. MUJERES QUE OCUPARON CARGOS POLÍTICOS NACIONALES. POR GENERACIÓN, 1880-1950

[Sin cargos en el ejecutivo, las mujeres no tenían posibilidad de impulsar la carrera de otras mujere9y tampoco la de hombres, Si bien los criterios de reclutamiento son diferentes, los estudios sobre las mujeres en elsistema parlamentario británico parecen indicar un patrón similar, es decir, una vez que las mujeres llegaron a formar parte del proceso político no hubo mayor prejuicio contra su acceso a l,cargos. Lo que se les negaba, en cambio, era el acceso inicial.En suma, no existen oportunidades para crear un grupo político en el poder legislativo ni en el poder judicial: el político de éxito debe tener una base en el ejecutivo, que en México es la fuente del patronazgo ocupacional y de los recursos económicos. Como lo indica el cuadro 6.2, la generación de Echeverría (1920-1939) dio una representación tnucho mayor a las mujeres, aunque naturalmente su administración, si bien fue dominada por su generación, no alcanzó el predominio generacional (56 por ciento) en los cargos al nivel típico de la generación anterior, la generación revolucionaria, lo que explica la brecha existente entre la representación generacional y la administrativa. La generación posterior a 1940 ilustra un aumento importante en el número de mujeres políticas, aunque algunas feministas afirman que esa representación es puramente formal porque “ellas ocupan esos cargos debido Martin Holland, “British political recruitment labour iii the Euro-electi0” of 1979”, BritishJournal of Political Science 17 (enero de 1987), p. 67.

asu lealtad y servilismo hacia la dirigencia del PRI, no por su comVromiso con los derechos de las mujeres”)2 Sin embargo, al tiempo qe los políticos nacidos después de 1950 alcanzan los cargos más ftos en México, las mujeres podrían representar una cuarta parte 4 todas las figuras políticas nacionales, lo que es un porcentaje p precedentes en la mayoría de las naciones lndustriales, incluçndo Estados Unidos. i Las credenciales desempeñan un papel importante en el proceso k reclutamiento porque determinan la posibilidad de que po *ic de éxito entre en contacto con una discípula mujer. f.uizá 4variable más importante que afecta el potencial liderazgo1e las ujeres en la política mexicana es la educación. En las generaciones 4e 1910, 1920 y 1930 sólo la mitad de las mujeres tenía un título fliversitario, credencial ,ue ya había llegado a ser mucho más mún entre los hombreEl mismo patrón se observaba entre los políticos estadunidenses: KentJennings y Norman Thomas descujieron que los políticos con título universitario eran el doble que políticas mujeres

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en las mismas condiciones.13 Para la generajón de 1940, sólo el 17 por ciento de las mujeres políticas mexi*nas carecían

del título. Lna mujer que tratara de llegar a los veles más altos de la política mexicana sin haber asistido a la miversidad en las décadas de 1980 y 1990 encontraría la tarea casi mposible, igual que un hombre2Esto es igualmente cierto, o más, 1tre las mujeres políticas jóvenes en Estados Unidos.14f lo que s aún más importante, los dirigentes del ejecutivo alcanzan niveles le educación superiores a los de los políticos prominentes en geral. Así, los políticos mexicanos menos educados, entre los cuales una cantidad desproporcionada de mujeres, terminan típicaflente en el legislativo y no en el ejecutivo] Las mujeres políticas, igual que los hombres, necesitan estar en lugar preciso en el momento preciso para alcanzar el éxitolDen ingresar en las instituciones donde se reúne la futura élite 12 ‘Intei-view, Mexican woinen, Sylvia Marcos”, Christianity and Crisis, 2 de julio e 1990, p. 220. 13 Kent M.Jennings y Norinan Thomas, “Men and women in party elites: social Jes and political resources”, MidwestJournal of Political Science 12 (noviembre de p. 477. 14 Susan J. Carroll descubrió que a nivel estadual las mujeres de menos de cuanta años tenían mejor educación que sus colegas hombres. “The iecruitment of men for cabinet-level posts in state governnsent: a social control perspective”, fiat ScienceJournal 22 (enero de 1984), p. 97.

1880-1889 1890-1899 1900-1909 19 10-19 19 1920-1929 1930-1939 1940-1949 1950-

1 o 2 4 10 12 21 25

Mujeres en

Generación cargos políticos (%)

1’. $L GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

199

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198 EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMIL política. Por lo tanto es importante que asistan a las mismas flstj. tuciones educativas y alcancen los mismos niveles académicos que los hombres, si no quieren ver limitadas sus oportunidades, La primera mujer que alcanzó en México el cargo de oficial mayor en un organismo de nivel ministerial fue María Emilia Téllez Benoit, quien había sido compañera de Luis Echeverría en la UNAM y además había compartido una experiencia de política estudiantil con el presidente José López Portillo, pues ambos habían participado juntos en una marcha contra la embajada estadunidense.13 Después de ser nombrada oficial mayor por Echeverría, fue designada subsecretaria de Relaciones Exteriores por López Portillo. Las credenciales de un grupo de individuos indican no sólo los valores de la institución que los emplea en relación con los dirigentes, sino también la fuente de futuros contactos. Los datos comparativos de el cuadro 6.3 ilustran esas cualidades tan importantes para una carrera política exitosa. La educación, como ya se ha indicado, distingue tanto a los hombres como a las mujeres. Las mujeres han corrido con desventaja porque no asistían a las universidades donde estudiaban los futuros políticos de género masculino y, lo que es más importante, donde enseñaban los políticos en ejercicio. No es nada sorprendente que las mujeres tuvieran menos educación que los hombres, como reflejo de su situación general; además, la mitad de las que no poseían título universitario habían estudiado en escuelas normales. Esa altísima cifra, que representa más de una cuarta parte de todas las mujeres, explica la importancia de los sindicatos para las mujeres como canales hacia puestos políticos más elevados. Guadalupe López Bretón, la primera mujer senadora por el estado de Puebla, es un ejemplo de ese patrón. Después de egresar de la Escuela Normal de Puebla enseñó en varias escuelas y empezó a actuar en la sección local del Sindicato Nacional cíe Maestros. Más tarde llegó a ser secretaria de Educación de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares del PRI. Después de actuar como senadora (1973-1976) representó a su estado natal en la Cámara de Diputados. Muchas mujeres políticas en México han utilizado el sindicato de maestros como vía hacia 15 María Emilia Téllez Benoit, entrevista con el autor, ciudad de México, 28 (le julio de 1974. 1b Para un examen ulterior de este punto véase Roderic ai Camp, “WoIncjl and political leadership in Mexico”,Journai of Politics 41 (mayo de 1979), pp. 42-44

4L4DRO 63. CREDENCIALES DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPAN CARGOS POR $Jl4ERA VEZ, POR GÉNERO, 1934-199 1

Credencial Mujeres (%) Hombres (%) icación

j Primaria, secundaria, preparatoria solamente 22 19

Normal solamente 22 5

Universidad 32 51

Posgrado 26 25

Título obtenido

Ninguno 43 27

Derecho 38 51

Economía 19 12

Medicina 6 9

Ingeniería 5 14

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Otro 32 15

Çargo político

Secretario privado 3 9

Dirigente sindical 13 13

Lazos de parentesco

Pariente en cargo público 15 28

Padre en política 8 9

.Cargo en el partido

Presidente del PRI 0 1 Secretario del Pai 6 8

Presidente en el Distrito Federal 0 1

Presidente estatal 8 4

Otro puesto 43 17

Todos los puestos del PRI sumados 50 22

l éxito, tendencia reforzada por su educación y su carrera de maes iras

Por lo demás, los sindicatos no han funcionado como caminos

flportantes hacia cargos políticos nacionales. Desde luego, en el pasado pocas mujeres eran profesionistas,

especialmente abogadas, ingenieras y médicas; más bien los campos

i los que ingresaban en gran número eran la enseñanza y el trabajo

200 social. Así, en relación con la carrera las mujeres políticas no hacían otra cosa que reflejar los patrones de las mujeres en general. Como señala Ward Morton en su estudio pionero de las mujeres en M& xico, en 1950 las mujeres representaban

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apenas el 1 por ciento de todos los profesionistas —y ése es el determinante ocupacional del éxito político.’7 Por lo tanto, se podría sostener que en proporción, las mujeres procedentes de las profesiones más prestigiosas fueron más que los hombres, si tenemos en cuenta su insignificante representación en el total de los profesionistas mexicanos. En el capítulo 4 señalé muchas consecuencias relacionadas con modificaciones en los patrones de las disciplinas educativas y profesionales escogidas por los futuros políticos. En el pasado las mujeres estaban en desventaja porque generalmente no llegaban a la educación superior; entre las que alcanzaban a obtener un título universitario, eran poLas las que escogían derecho o ingeniería, disciplinas predominantes para los futuros políticos.’8 Sin embargo en los últimos años tanto las mujeres como los hombres prefieren la economía. Los datos del cuadro 6.3 son equívocos: las mujeres no están terminando la carrera de economía en porcentajes más elevados que los hombres, a pesar de que en proporción las mujeres políticas que terminaron economía desde 1934 son más que los hombres. Más bien lo que ocurre es que las mujeres, como no ingresaron en gran número a la vida política hasta los últimos años, son mucho más jóvenes como grupo; así, las características de los últimos años están representadas en forma desproporcionada. Las carreras, sobre todo en la burocracia federal, aumentan la capacidad de los individuos para hacer conocer sus talentos y entrar en contacto con futuros mentores políticos. Como lo ilustran los datos de el cuadro 6.3, las mujeres han utilizado los sindicatos en su carrera tanto como los hombres. Por otra parte, las mujeres rara vez han sido secretarias privadas en el ejecutivo, que es la versión mexicana del chief of staff presidencial en Estados Unidos. Esta persona, que tiene la confianza total de su superior, está en 17 Ward Morton, Woman suffrag iri Mexi-o, Gainesville, Universitv of Florida Press, 1962, p. 132. Según Chaney, “ya se han hecho suficientes estudios que muestran que la mayoría de las mujeres podría pet der ese esencial comienzo de una carrera política porque no estudian en universidades altamente politizadas —e incluso si lo haceis es posible que no participen en política”. “Woinen iii Latin American politics: thc case of Pesu and Chile”, p. 114.

201 póSiCiÓfl de conocer a cientos de figuras políticas prominentes, tuesto que actúa como portero o portera de su superior. Las mues mexicanas que han tenido esa oportunidad en sus carreras plíticas son un tercio de los hombres que han ocupado la misma r8ici Tal vez la diferencia más notable en las experiencias de carrera 4ntre hombres y mujeres, que indica un patrón más amplio y geeral, es el nivel de activismo en las filas del partido, el PRI y sus redeceSoreS. En los Estados Unidos, entre los candidatos estaduas y nacionales, la mitad de las mujeres reclutadas provienen de s partidos políticos)9 as mujeres mexicanas que han alcanzado rgos políticos nacionales han estado mucho más involucradas en burocracia partidaria que los hombres; de hecho, dos veces más ‘i.ujeres que hombres, la mitad de todas las mujeres políticas nalonales, ocuparon uno o más puestos en el PRI. Las experiencias carrera de los mujeres en general están interrelacionadas las líticas que tienen experiencia legislativa y participación activa i sindicatos suelen actuar también en asuntos del partidos Estos hallazgos son muy interesantes en un contexto comparavo. La indagación más reciente sobre el reclutamiento de mujeres líticas para el gabinete y subgabinete estadunidenseS presenta gunas similitudes notables.2° Una de ellas es el hecho de que un amero cada vez mayor de mujeres utiliza los grupos de interés y ,» comités de acción política como vehículos para obtener visibi4ad en Washington, de! mismo modo que las mujeres mexicanas tilizan los sindicatos y las organizaciones asociadas con el PRI para cer contactos políticos nacionales. Las mujeres estadunidenses san además las organizaciones cívicas como medio para ingresar la arena política, patrón que tienen en común con las mexicanas.2’ .Por último, las pocas mujeres que alcanzan cargos de nivel miniserial en Estados Unidos “rara vez han estado en posición de llegar pformar parte del círculo íntimo del presidente, ya sea por amistad

4 Véase Nikki R. Van Hightower “The recrnitment of woinefl for public office”, Inerican PoUtis Quarterly 5 (julio de 1977), p. 303. 20Janet M. Martin, “The recruitlneiit of women to cahinet and subcabinet posts”, estern Political Quarterly 42 (maizo de 1989), p. 166. Para un excelente análisis de ganadoras y perdedoras entre las mujeres, véase e W. Miller, “Political recruitmcnt aitd electoral success: a look at sex difin municipal elections”, Social ScienceJournal 23, núm. 1 (enero de 1986),

r EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

88.

EL GÉNERO, EL LUGAR Y FAMILIA La influencia del lugar

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202 EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA personal o por nombramiento”.22 Quizá sea preciso que haya un número mayor de mujeres en cargos del más alto nivel del ejecutivo en ambos países para que su patrón de reclutamiento de origen sea igual al de los hombres. Además, las mujeres políticas de éxito en Estados Unidos tienden a ser generalistas, a la manera de los políticos mexicanos de las décadas de l950y 1960. En comparación, las mujeres políticas mexicanas también han sido generalistas, y hasta hace poco evitaban las estrechas carreras burocráticas. Estos hallazgos hechos en colaboración hacen pensar que a menudo las mujeres políticas establecen distintos canales institucionales para impulsar sus propias ambiciones, aun cuando esos canales tengan menos éxito que los de los hombres. Normalmente las posiciones alcanzadas dentro de la burocracia partidaria, al igual que las carreras sindicales, no son un camino seguro hacia la cumbre del sistema político para las mujeres. De hecho, tanto los puestos en el partido como las carreras sindicales han perdido importancia en los últimos años, lo que hace pensar que en general las estrategias de carrera empleadas por las mujeres están en declinación o nunca fueron sendas principales hacia los puestos políticos de influencia. Los mismos caminos fueron utilizados también por algunos hombres, pero en general se trató de los menos exitosos. Así, las mujeres que tomaron esas rutas, en número mucho mayor que los hombres, estaban condenadas casi automáticamente a tener menos éxito en sus carreras. [La nueva mujer política que llega al gabinete o las subsecretarías tiene la mayor parte de las características del político contemporáneo de género masculino. Igual que él, proviene de un centro urbano y en general del Distrito Federal, su origen familiar está en la clase media o media alta, estudió en la UNAM e hizo un pos- grado en el extranjerojLa titular de la contraloría durante la presidencia de Carlos Salinas, María Elena Vázquez Nava, es ejemplo de muchas de esas características. Hija de un cirujano y profesor, creció en la ciudad de México, estudió en la UNAM y obtuvo dos títulos profesionales, uno en sociología y otro en economía, en la misma escuela del presidente, la Escuela Nacional de Economía. Además estudió finanzas en el Fondo Monetario Internacional en Estados Unidos e hizo su carrera en las secretarías de Hacienda y Programación y Presupuesto. 22 Margaret Jane Wyszomirski, Presidential personnel and political capitaL

203 Uno de los problemas que durante el siglo xix afectaron el desarrollo político de México —como de muchas otras partes de América Latina— fue el regionalismo. El regionalismo no es sólo un punto político conflictivo en muchas sociedades, centrado en la distribución del poder y la representación de facciones dirigentes, sino también un factor que afecta el reclutamiento político y la composición de la dirigencia a lo largo del tiempo. Se ha sugerido que en el siglo XIX las comunidades individuales adquirieron afiliaciones y reputaciones liberales o conservadoras que en muchos casos fueron resultado de guerras, revoluciones, golpes y venganzas.23 Algunos estudiosos llegarían incluso a afirmar que los antecedentes de las personas, incluyendo su lugar de nacimiento, los predisponen a comportarse de determinadas maneras, incluyendo el modo como seleccionan a sus discípulos.24 Se ha sugerido que los orígenes humildes y provincianos de Díaz Ordaz eran la causa de su sentimiento de inseguridad y acentuaron su insistencia en el orden y [e1.poder.25 íno de los temas que han intrigado a los estudiosos de los di- - rigentes políticos en todo el mundo es su carácter urbano. Las . — - ¿lites en general, y en particular las élites políticas, provienen de áreas urbanas en porcentaje desproporcionado a la población genera, jEl patrón mexicano es notable porque su dirigencia era más urbana a fines del siglo pasado que cien años después.2 Como se desprende de los datos del cuadro 6.4, el porcentaje de colabora:dores de Porfirio Díaz oriundos de pueblos y ciudades pequeñas es asombroso, si se considera que el 90 por ciento de la población from Roosevelt to Reagan”, en Mattei Dogan (ed.), Pat hways (o power: selecting rulers zn plural js( democracies, Boulder, Westview, 1992, p. 67. 23 Man Knight, “The peculiarities of Mexicais history: Mexico coinpared to Latin America, 1821-1922”, Journal of Latin Ameruan Studies 24 (Quincentenary Suppleflsent, 1992), p. 123. 24 David C. Schwartz, “Toward a theory of political recruitment”, Western Poiz.ical Quarterly 22 (septiembre de 1969), p. 553. 25 George Philip, The presidency in Mexican politics, Londies, St. Martin’s, 1992, p. 63. 26 Lo mismo puede decirse del periodo 1824-1867, por lo menos entre secretarios del gabinete y presidentes. Donaid F. Stevens descubrió que el 83 por ciento de esos funcionai-ios habían nacido en comunidades urbanas. Véase Origsns of msÇtability in early republican Mexico, Durham, Duke University Press, 1991, p. 85.

204

de la época crecía en pequeñas comunidades rurales de menos de cinco mil habitantes. En cifras absolutas, el mayor número de políticos nacidos en áreas urbanas se alcanzó en 1893, y. no sería igualado hasta 1982 con la administración de José López Portillo. De hecho los orígenes de los colaboradores de Porfirio Díaz son mucho más urbanos que los de cualquier otro presidente mexicano hasta Salinas debido a que el porcentaje de los mexicanos de origen urbano sobre el

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total de la población era muy bajo, mientras que para el censo de 1950 la cantidad de mexicanos urbanos había aumentado en forma sustancial. Corno señala François-Xavier Guerra, todavía en 1900 el 72 por ciento de la poblacíón de México provenía de pueblos de menos de 2 500 habitantes.27 La Revolución mexicana determinó un cambio significativo aunque breve también en los orígenes geográficos de los dirigentes 27 Guerra, México, 1, p. 348.

205 nacionales. El número de políticos oriundos de áreas urbanas llega al mínimo durante el gobierno de la Convención (representante de los principales generales revolucionarios que tuvo una breve existencia junto al gobierno de Carranza [1914-1915]), y durante la administración de Pascual Ortiz Rubio (1930-1932). Por supueSto, el gobierno de la Convención nunca representó a las fuerzas institucionales ni a los políticos que hacían carrera en la burocracia establecida: más bien representaba a los líderes que luchaban contra la Revolución, no a los que triunfaron con ella. Sin embargo, incluso Venustiano Carranza, en la generación de dirigentes que

5 él llevó al poder, invirtió marcadamente la tendencia iniciada por Díaz, y ese patrón se mantuvo hasta el fin de la administración de Lázaro Cárdenas, pues durante todo ese tiempo los políticos nacionales mexicanos de origen urbano eran la mitad del total o menos. Igual que en muchos otros cambios ocurridos entre los dirigentes políticos mexicanos, Miguel Alemán desempeñó un papel significativo al dar nuevo realce a la importancia de un origen urbano entre sus colaboradores. El carácter urbano de sus designados flO se basaba en criterios presidenciales que distinguieran deliberadamente entre individuos rurales y urbanos, sino mas bien en otras credenciales que Alemán valoraba y que estaban relacionadas COfl el origen urbano. Las dos variables estaban asociadas con su deseo de aumentar el número de civiles —como él mismo— en su administración, y de nombrar a profesionistas, especialmente abogados. Al dar preferencia a los civiles sobre los militares, Alemán redujo a la mitad el número de políticos que habían sido militares de

( carrera, lo que automáticamente redujo el número de políticos nacidos en áreas rurales. Los orígenes rurales eran más frecuentes entre los políticos militares que entre sus contemporáneos civiles.28 Alemán escogía a profesionistas como él mismo porque valoraba la educación superior, y al seleccionar a muchos de sus colegas de ‘ la Universidad Nacioñal —tanto estudiantes como profesores— estaba aumentando, sin darse cuenta, la inclinación hacia los origenes Urbanos. Un ejemplo típico de los colaboradores con esos antecedentes es Fernando Casas Alemán, nacido en Veracruz igual que el presidente, aunque en la ciudad de Córdoba. Casas Alemán se graduó en 1926 y fue maestro de la generación de Miguel Alemán

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

CUADRO 6.4. ORIGEN URBANO DE FUNCIONARIOS QUE OCUPAN CARGOS NACIONALES POR PRIMERA VEZ, POR

ADMINISTRACIÓN PRESiDENCiAL, 1884-199 1

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

4 -

. t

28 Véase Roderic Ai Camp, Generais in he Palacio: the militay jn mOd€’ Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992, cap. 5.

A;

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Políticos Polítzcos

nacidos nacidos

Administración en área Administración en área

presidencial urbana (%) presidencial urbana (%)

Díaz 58 Portes Gil 57

1889- 61 Ortiz Rubio 36

1893- 77 Rodríguez 42

1897- 67 Cárdenas 44

1901- 77 Ávila Camacho 57

1905- 68 Alemán 66

1910- 68 Ruiz Cortines 63

De la Barra 50 López Mateos 62

Madero 62 Díaz Ordaz 75

Huerta 61 Echeverría 75

Convención 37 López Portillo 79

Carranza 45 De la Madrid 90

Obregón 50 Salinas 94

Calles 53

206 EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

en la Facultad de Derecho. Llegó a ser amigo íntimo del futuro presidente y ambos ejercieronjuntos la abogacía antes de dedicarse a la política, y formó parte del gabinete como regente del Distrito Federal. Como indica el análisis que sigue, existe una fuerte relación entre el lugar de nacimiento y las realizaciones educativas. Lo más desconcertante acerca de las tendencias representadas en el cuadro 6.4 es que desde 1982 los mexicanos de origen rural han tenido menos oportunidades de alcanzar cargos nacionales, a pesar de que en 1950 todavía representaban la mitad de la población. Cuando apenas el 6 por ciento de los dirigentes proviene de la población rural, el lugar de

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nacimiento influye en los canales de reclutamiento, ya sea que afecte la política o no. El lugar de nacimiento urbano es otra variable que ha reducido considerablemente el pool del cual surgen los políticos mexicanos. No hay ninguna variable que por sí sola represente mejor el impacto de la geografía en los orígenes de los políticos mexicanos que la ciudad de México. El ascenso de la capital llega a una marca significativa, compatible con la urbanización en general, bajo Porfino Díaz. A diferencia de sus sucesores desde la década de 1970, el propio Díaz era oriundo de la provincia, aunque de una ciudad capital. Sin embargo la capital de la nación tiene una representación desproporcionada entre los lugares de nacimiento de sus funcionarios designados.29 Si bien antes de 1900 los mexicanos nacidos en la capital eran menos del 5 por ciento del total, para la última administración de Díaz casi uno de cada cuatro de sus colaboradores era un capitalino (véase el cuadro 6.5). De nuevo, esta cifra no se vuelve a alcanzar bajo ninguno de sus sucesores hasta Luis Echeverría (1970-1976). Sin embargo, también es cierto que la misma cifra bajo Díaz es mucho más significativa que bajo Echeverría, porque la población de la ciudad de México también tuvo un aumento espectacular.

Otro hecho igualmente sorprendente acerca de los datos del cuadro 6.5 es la influencia del norte entre los lugares de nacimiento de los políticos mexicanos. Los acontecimientos revolucionarios reforzaron el predominio del norte pero no introdujeron ese predominio en la dirigencia política mexicana. Como ya se indicó en el 29 Esto es igualmente cierto de sus predecesores de la primera parte del siglo. De 1824 a 1867, entre presidentes y miembros del gabinete, el 25 por ciento había nacido en la capital. Entre los políticos conservadores la proporción alcanzaba a un tercio. Stevens, Origins of instability, p. 83.

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA 207 CUADRO 6.5. REGIÓN DE NACIMIENTO DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-1991

y .

Admznss(ración Región de nacimiento (%)

Distrito Centro- Centro-

Extran F

presidencial Federal Oriente Oeste Norte Sur Golfo Oeste jero

Díaz 1889- 1893-

15 13 7 10 12 24

15 15 12 19 16 19 6 15 15

18 19 9

11 10 18

1 0 0

t 1897- 13 11 11 16 4 31 13 0

1901- 22 5 5 24 8 22 11 3

1905- 14 9 11 29 11 17 9 0

1910- 23 6 0 35 0 24 6 6

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Vela Barra 6 22 28 28 6 0 11 0

Madero 13 13 20 18 6 20 9 0

Huerta 16 10 16 24 8 12 16 0

Convención 5 11 19 32 5 5 22 0

Carranza 4 17 16 26 10 13 12 1

Obregón 6 14 19 19 13 21 8 0

Calles 3 15 18 20 13 12 18 0

Portes Gil 0 21 14 29 0 29 7 0

Ortiz Rubio 8 8 12 28 4 12 28 0

Rodríguez 0 15 0 46 17 0 8 0

Cárdenas 6 20 15 13 13 13 20 1

Ávila Camacho 10 20 15 16 10 11 25 1

Alemán 11 15 12 20 9 16 15 1

Ruiz Cortines 13 18 20 16 12 17 17 1

• López Mateos 9 19 16 17 10 11 15 0

Díaz Ordaz 8 11 23 15 7 15 12 0

Echeverría 24 15 14 13 9 12 13 1

López Portillo De la Madrid

26 12 39 13

13 13 8 11 11 8

13 6

12 10

3 1

. Salinas 45 6 11 15 2 13 4 4

Total 16 14 ¡5 ¡5 9 14 13 1

Censo de 1910a 5 22 16 11 14 12 21

..Censo de 195o’ 12 18 14 15 13 12 17

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a - Porcentaje d

-

e la poblacion ge •.

neral de cada reglon.

1

1

208

EL GÉNERO. EL LUGAR Y LA FAMILIA

examen de la Revolución en el capítulo 3, al revés de la que se cree comúnmente no fueron los acontecimientos violentos de la década revolucionaria, sino Porfirio Díaz, quien inició la importancia del norte entre los políticos mexicanos. Extraordinariamente, para fines del gobierno de Díaz uno de cada tres políticos venía del norte, cifra más elevada que en los sucesivos gobiernos revolucionarios, con excepción del pequeño número de políticos nuevos reclutados bajo Abelardo Rodríguez (1932-1934). Lázaro Cárdenas fue el presidente que modificó la representación geográfica entre los políticos mexicanos. De todos los presidentes de México, sólo él alcanzó una aproximación bastante cercana a la distribución geográfica de la población general entre sus designados. Hay algunos patrones geográficos que han existido durante largos periodos independientemente de los presidentes: en general, la región centro-oriental nunca ha estado bien representada, igual que la centro-occidental y la del sur. Sin embargo, el occidente y el Golfo son dos regiones que a lo largo del tiempo han recibido su justa parte. Desde la década de 1950 el norte ha perdido su sobrerrepresentación, estabilizándose en una cifra relativamente cercana a su parte de la población general. La tendencia más importante en la representación de los lugares de nacimiento de los políticos prominentes es el predominio de la capital. Si bien es cierto que la ciudad de México siempre ha estado sobrerrepresentada, después de la década de 1920 las cifras no fueron sustanciales, salvo bajo Ávila Camacho y Miguel Alemán. Fueron Luis Echeverría y su generación quienes trajeron un ascenso espectacular —200 por ciento— del porcentaje de políticos nacidos en la capital. Esa cifra se duplicó nuevamente entre 1970 y 1988, cuando casi la mitad de los nombrados por el presidente Salinas eran oriundos de la capital. Es probable que ese patrón aumente, en vista del hecho de que el 50 por ciento de los políticos más jóvenes en la burocracia federal, hasta el nivel de director general, son hoy nativos de la ciudad de México. El lugar de nacimiento influye también sobre otras credenciales que intervienen en el proceso de reclutamiento, entre las cuales la educación no es la menor. Como dicen Arthur Liebman, Kenneth Walker y Myron Glazer, “una determinante principal de si un latinoamericano llega a la universidad es el lugar de residencia. Los latinoamericanos que viven en zonas rurales tienen menos probabilidades de asistir a la universidad que sus coetáneos de las áreas

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMIUA

209

6.6. FUNCIONARIOS URBANOS Y RURALES SIN TÍTULO UNIVERSITARIO OCUPAN CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 18841991

. Administración presidencial

Todos (%) Rurales (%) Urbanos (%)

Díaz 42 >55 31

1889- 29 29 31

1893- 35 >50 32

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1897- 25 >30 25

1901- 9 >17 9

1905- 13 lO 15

, 1910- 20 >50 lo

De la Barra 20 13 33

, Madero 19 17 20

Huerta 13 >33 4

Convención >69 33

Carranza 44 >46 42

Obregón 43 >53 37

Calles 57 36 57

Portes Gil 40 >66 40

Ortiz Rubio 32 18 50

Rodríguez Cárdenas 42 31

>57 >50

25 20

Ávila Camacho 32 >39 24

Alemán 25 >35 18

1uiz Cortines 32 >54 18

López Mateos 27 >40 21

Díaz Ordaz 25 >41 20

Echeverría López Portillo De la

14 23 13

>25 >44 >28

11 17 8

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Madrid

Salinas O O O

210

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

211

urbanas del mismo país. En realidad, los jóvenes urbanos tienen más probabilidades de asistir a una escuela de cualquier nivel”.50 Esto es cierto con respecto a los mexicanos en general. Los mexicanos urbanos que terminan la escuela primaria hasta el sexto grado, son cinco veces más que los habitantes del campo.31 La relación es igualmente pronunciada entre las élites mexicanas. Por ejemplo, entre los industriales, tres cuartos de los nacidos en ciudades asistieron a la universidad, mientras que de los nacidos en el campo fueron menos de la mitad los que lo hicieron.32 Los datos del cuadro 6.6 ilustran el porcentaje de nuevos funcionarios que, en cada administración, sólo habían alcanzado el nivel preuniversitario. Esas cifras demuestran que sólo en seis ocasiofles —todas antes de 1932 (es decir, antes de la administración de Abelardo Rodríguez)— los políticos nacidos en áreas urbanas habían recibido menos educación que los políticos nacidos en áreas rurales. Después de la década de 1930. los políticos de origen urbano tenían el doble de probabilidades que los de origen rural de ir más allá de la preparatoria. Para 1982, sólo el 8 por ciento de los políticos urbanos no había asistido a la universidad. El origen urbano en sí mismo no es la única variable involucrada en los efectos de la geografía sobre la educación, formal e informal. Rafael Segovia identificó otra influencia significativa en su estudio de los escolares del Distrito Federal: el desarrollo económico de un estado o una región se refleja en los conocimientos cuantitativos y cualitativos que los niños tienen sobre la política. Los niños del Distrito Federal sabían más de política que los de cualquier otra región. Además, los niños con más conocimientos tenían más posibilidades de participar políticamente.33 Se podría sostener que los que ingresan a la política más jóvenes supieron de política más temprano. Así, el lugar de residencia de los padres puede explicar tanto los conocimientos de los niños sobre la política como su posibilidad de participar más temprano en instituciones impregnadas por la actividad política. Arthur Liebman, Kenneth Walker y Myron Glazer, Latin American unzVertY students: a si»nation study, Cambridge, Harvard University Press, 1972, p. 7. 31 Guy Benveniste, Bureaucracy and national planning: a soczologscal case study Mexico, Nueva York, Praeger, 1970, p. 127. 32 Flavia Derossi, The Mexican entreí,reneUr, París, oECD, 1971, p. 174. Rafael Segovia, La politización del niño mexicano, México, El Colegio de México 1975, pp. 36-37, 40.

Los efectos formalizados del nacimiento en la ciudad de México abre el acceso a la educación se deben a la centralización de las istituciones en la capital. Como ya se ha dicho, la capital es la de de gran número de las instituciones de enseñanza superior 1 país,34 y lo mismo ocurre en toda América Latina.35 Según CharMyers, el predominio del Distrito Federal sobre los recursos y educación media y superior probablemente aumentó entre 1920 940, y la mayoría de los egresados de la universidad se estableció la capital.3° La importancia de la ciudad de México entre los políticos se Lede demostrar empíricamente por medio de los datos de el cua6.7. El norte y el oeste produjeron los políticos con los niveles .s bajos de educación universitaria porque ésas eran las regiones El mismo patrón puede observarse en otras culturas del Tercer Mundo. Por plo, en su estudio de Tailandia, Kristine Anderson y Bruce London descuton que Bangkok resultaba favorecida por la combinación del desarrollo eco- hico, la urbanización y una concentración desproporcionada de élites. Mernization, elites, and the distribution of educational resources in Thailand”, kzl Forces 63 (marzo de 1985), p. 791. Liebinan, Walkei- y Glazer, Latin American university students, p. 40. Charles N. Myers, Education and national development in Mexico, Princeton, Liceton University Press, l965,.p. 112.

CUADRO 6.7. TÍTULOS UNIVERSITARIOS DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPAN ,CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR REGIÓN DE NACIMIENTO, 1884-199 1

Región

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Título profesional (%)

Nin- Dere- Eco- Medi- Inge gun cho fornía cina meTía Otro

Distrito Federal 8 38 20 7 10 17

3YCentro-oriente I’Occidente

!Norte jSur

33

40

40

22

33

28

28

44

5 8 8 5

8

6

5

9

9 9 11

10

12

9 8 10

‘Golfo Centro-occidente

27

29

45

43

4 5

4

7

8 7

12

9

Extranjero 9 27 5 5 32 22

Total 28 36 6 7 10 13

212

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMIL

que ofrecían menos instituciones de enseñanza superior.37 El Distrito Federal produjo el porcentaje más alto de políticos con título universitario. La proximidad a la educación no sólo hace que aumente el número de individuos que efectivamente asiste a la Universidad, sino que afecta en general el tipo de educación que el individuo elegirá. En su estudio de los dirigentes brasileños, Peter McDonough concluye que “la condición de haber crecido en el interior del país puede limitar el horizonte educativo, con el resultado de que la elección de especialización universitaria que realizan resulta tradicional en comparación con los caminos seguidos por sus coetáneos de Rio y Sáo Paulo”.38 Según McDonough, los brasileños oriundos de las dos ciudades principales preferían las carreras de economía y administración de empresas. Lo mismo se aplica a los políticos mexicanos. El Distrito Federal como lugar de nacimiento tiene una representación desproporcionada entre los que terminaron economía y otras disciplinas. Los políticos mexicanos nacidos en el extranjero, generalmente de situación socio- económica más alta, también escogían carreras diferentes de la norma —en otras especializaciones y, lo que es interesante, en ingeniería. La geografía afecta también a una tercera variable de los antecedentes que merece consideración: la clase social. Uno de los patrones curiosos del reclutamiento político es la interrelación entre la urbanización y los orígenes sociales. El aumento de la urbanización favorece a las clases medias y altas. A medida que los orígenes rurales disminuían después de 1940, también disminuían las circunstancias socioeconómicas más bajas. Los políticos cuyos padres eran obreros y campesinos provenían en forma desproporcionada de las áreas rurales; y a medida que los políticos procedentes de las áreas rurales iban siendo cada vez menos, también eran cada vez menos los que provenían de circunstancias socioeconómicas Miguel Centeño descubrió también el mismo patrón en su análisis de individuos en la administración de De la Madrid. El concluye que “los oriundos de regiones rurales tienen mucho menos probabilidades de continuar su educación más allá de la universidad, mientras que los del Sur (la región más pobre) también tienen relativamente pocas probabilidades de hacerlo. Los nativos de la ciudad de México tienen más probabilidades de hacer un posgrado que los de otros centros urbanos”. Véase “The new Científicos: technocratic politics iii Mexico, 19704990”, tesis de doctorado, Yale University,

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1981, p. 183. Peter McDonough, Power and ideology in Brazil, Princeton, Princeton Univei - sity Press, 1981, p. 68.

r l. GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

213

ese tipo. De 1884 a 1934, el 38 por ciento de los políticos nacidos hn el campo eran hijos de la clase trabajadora, en comparación on apenas el 15 por ciento de los políticos nacidos en áreas uranas. Desde 1884, sólo un cuarto de todos los políticos provino de familias de la clase trabajadora. El creciente prodominio de la capital como lugar de nacimiento 4e políticos no hizo sino acentuar más ese patrón. De 1884 a 1934, $ 91 por ciento de los políticos oriundos del Distrito Federal proWenían de las clases media y alta. El 9 por ciento de los políticos acidos en el Distrito Federal que eran hijos de trabajadores rej,resentan alrededor de un tercio de la representación normal. La 1nica otra región en que los políticos de la clase trabajadora han stado subrepresentados a lo largo del tiempo es el Golfo. Esto xplica por qué el Golfo tiene uno de los porcentajes más altos de olíticos con título universitario (cuadro 6.7). Es interesante obervar que la región centro-occidental produjo la mayor porporción Ae políticos de la clase trabajadora, pues más de un tercio del total tiene esos orígenes sociales. Orígenes socioeconómicos La influencia de los orígenes sociales en los políticos y en otros ‘grupos dirigentes se discute desde hace décadas. Los orígenes so- dales afectan, o pueden influir, en la dirigencia en tres formas. En primer lugar, algunos científicos sociales han sostenido que el origen social de un individuo afecta sus valores y actitudes y por consiguiente las decisiones políticas de ese individuo. Nelson Poisby sostiene que los antecedentes sociales por sí solos no son sufiacientes para predecir las posiciones políticas de un político, pero 1a mayoría de los analistas cree que el origen social influye en esas :posiciones.39 Por ejemplo, Richard Centers descubrió que la ocupación de los padres afecta ciertas actitudes político-económicas.4° $ames Cockroft descubrió que en las élites intelectuales los disi‘dentes de familias de clase alta tienen opiniones más moderadas Nelson Polsby, Community power and political theosy, New Haven, Yale Univer‘$ity Press, 1974, p. 106. 40 Richard Centers, “Children of the New Deal: social stratification and adoles attitudes” en Richard Bendix y Seyinour Martin Lipset (eds.), Class, status power, Nueva York, Basic Books, 1953, p. 361.

214 EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA que sus colegas de clase media.4’ La mayoría de los estudiosos del cuerpo de oficiales militares piensa que los orígenes sociales tienen “especial importancia para su comportamiento” 42 Otros estudiosos han sostenido que los orígenes sociales también han tenido Una importancia fundamental para la conducta de grandes empresarios. 43

41 James D. Cockroft, Intellectual precursors of (he Mexican revolution, 1900-1913, Austin, University of Texas Press, 1968, p. 87. 42 MarionJ. LevyJr, “Arined forces orgauization”, en Henry Bienen (cd.), The military and modernization, Chicago, Aldine-Atherton, 1971, p. 63. Oscar Handlin, “A note on social mobility and the Recruitment of entrepreneurs in the United States”, Explorations in Entrepreneurial His(ory 8 (1956), p. 2. ‘ Miguel Alemán, Miguel Alemán contesta, Austin, Institute of Latin American Studies, University of Texas, 1975, pp. 34-35. Norman K. Nicholson observó que en el caso de la India, donde la estratlñ cación social es mucho más marcada, el status social bajo “demuestra ser una clara desventaja pal-a alcanzar niveles ministeriales en la India. Tienen que trabajar mUcho más tiempo antes de llegar a la cima”. Véase “Jutegrative atrategies of a natiofl1 dite: career Patterns iii the India Council of Ministers”, ConparativePolitics 7 (juh° de 1975), p. 547. « William S. Ackroyd, “Civíl-inilitary relations in Mexico: a study of MexlCafl Military perceptions and behavior”, trabajo presentado a la Rocky Mountain StateS Conference of Latin American Studies, Las Cruces, New Mexico, 1980, p. 5-

i c ‘e

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EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA 215 CUADRO 6.8. ANTECEDENTES SOCIOECONÓMICOS DE LOS FUNCIONARIOS QUE OCUPAN CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884- 1991

VI

Los orígenes sociales influyen asimismo en la composición de la dirigencia. Los grupos dirigentes dominados por un solo origen social, especialmente si es la clase media, tienden a atraer y absorber a personas de clases sociales más bajas. En otras palabras, si los individuos de la clase trabajadora en posiciones dirigentes carecen de una masa crítica con la cual identificarse, tienden a olvidar sus orígenes e idenúficarse con el grupo socíal dominante. Hay políticos mexicanos que han descrito el impacto de este fenómeno en sus propias vidas.44 Y adquiere aún más importancia si el grupo dirigente en ejercicio escoge a la siguiente generación de dirigentes. En algunas sociedades, por ejemplo, hay indicios de que los grupos socioeconómicos más bajos necesitan más tiempo para elevarse hasta la cumbre de la escala política.45 En algunos grupos militares mexicanos, los oficiales de orígenes socioeconómicos más bajos tienden a desaparecer de los programas educativos avanzados, reforzando así el control de los oficiales de la clase media sobre las fuerzas armadas.4° Por último, la distribución de los grupos dirigentes en virtud de varias divisíones socioeconómicas de la sociedad hace pensar

Origen social (%)

Administración Clases media y alta Clase alta

presidencial combinadas solamente

Díaz

1884- 77 29

1889- 82 39

1893- 82 41

- 1897- 90 53

1901- 95 36

1905- 90 65

S 1910- 67 17

De la Barra 70 40

Madero 93 33

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Huerta 69 19

Carranza 64 15

Obregón 96 3

Calles 70 15

Portes Gil 71 14

Ortiz Rubio 75 13

Rodríguez 86 29

• Cárdenas 53 <5

Ávila Camacho 65 <5

Alemán 68 <5

, Ruiz Cortines 59 <5

López Mateos 58 <5

Díaz Ordaz 65 <5

Echeverría 80 <5

López Portillo 76 <5

De la Madrid 85 <5

Salinas 85 <5

NOTA: Se omite la administración interina de De la Huerta (1920) porque la

muestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta.

216

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

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EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

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no sólo en una mayor representación de la élite en relación con las masas sino, lo que es más importante, en una influencia de la élite en el proceso de reclutamiento. El análisis más cuidadoso de las élites en Estados Unidos y su influencia sobre la dirigencia política parece indicar que la clase es una variable fundamental para alcanzar el status de élite, pero no para continuar avanzando hacia puestos de mayor influencia.47 El p001 del cual salen los dirigentes puede reducirse o ampliarse con base en la representatividad de sus orígenes sociales. Por ejemplo, una situación en que la mayoría de los individuos de una sociedad son oriundos de la clase trabajadora, pero sólo uno de cada diez dirigentes políticos proviene de ella, hace pensar que los dirigentes políticos tienen credenciales de prescripción informal. Son esas credenciales —en este caso la clase social— las que les proporcionan los criterios más formales necesarios para el éxito político. El más importante de esos criterios es por supuesto la educación, tanto por las habilidades técnicas que estimula como porque introduce al individuo al ambiente en el que se produce el reclutamiento efectivo para la vida pública mexicana. Los estudiosos han demostrado empíricamente no sólo que existe una relación entre los medios económicos y el tipo de escuela en que se estudia, sino que hay variables socioeconómicas y socioculturales que funcionan en forma interactiva con respecto a la educación de los niños, y que las escuelas mexicanas tienden a reforzar los rasgos sociales y culturales de grupos sociales particulares. 48 Incluso en sociedades socialistas, las oportunidades de ser reclutado para los niveles más altos de la dirigencia del partido y del gobierno eran marcadamente mejores para los individuos provenientes de una familia de situación social más elevada.49 Desde la década de 1880 los dirigentes políticos mexicanos han provenido en proporción abrumadora de las clases media y alta (cuadro El hecho de que la información acerca de la ocupación de los padres de un individuo es más fácil de obtener si se Véase Gwen Moore, “The stiucture of a natioisal dite network”, American1 Sociologi cal Review 44 (1979), p. 689. 48 Daniel A. Morales Gómez y Carlos Alberto Torres, The s(ate, corporatist politicS and educational policy making in Mexico, Nueva York, Praeger, 1990, p. 105. Bohdan Harasymiw, “Mosca and Moscow: dite recruitment in the Soviet Union”, en Moshe M. Czudnowski (ed.), Does who govern matter? Elite circulation ifl contemporary societies, De Kalb, Northern Illinois University Press, 1982, p. 275. 50 Antes de 1867, los dirigentes de México también provenían de esos orígeises sociales. Daniel Stevens sugiere que la mayoría de la élite ejecutiva nacional se

a de una ocupación no manual sólo mínimamente modera lo cluyente de esta afirmación.51 En su examen de este fenómeno dirigentes posteriores a 1900, Smith descubrió un patrón sir para la clase media, pero sus datos se basaban en un número / reducido de casos.52 Una muestra más grande, en un periodo s prolongado, sugiere tendencias internas importantes no revepor los estudios anteriores. En primer lugar, inicialmente Díaz dio una representación mu- mayor a individuos oriundos de la clase trabajadora, especial- ente de su propia generación. En sus primeras administraciones,. un cuarto y un quinto de sus colaboradores eran de ese oríen comparación con el 90 por ciento de la población.53 Para 7, sin embargo, los políticos mexicanos procedentes de la clase ajadora eran menos de uno de cada diez. Lo que las cifras de no revelan es la súbita caída de los orígenes de clase media alta durante la administración inmediatamente anterior a la Revo1 Ción. La teoría revolucionaria ha dado mucha importancia al tema de movilidad social ascendente como variable en la violencia polí..a del 4 por ciento más alto de la población residente en la ciudad de México. ms of instability, p. 109. La misma conclusión propone Richard Bendix en su estudio de las élites presariales estadunidenses. Véase “Social inohility and the American business en Richard Bendix y Seymour Martin Lipset (eds.), Social mobility in indujtrial “, Berkeley, University of California Press, 1959, p. 125. Véase Smith, Labyrinths of power, pp. 78-79. De nuevo, Smith admite franca- e la debilidad de los datos y advierte que no debemos atribuir demasiada icación a sus resultados. Por ejemplo, sólo disponía de treinta y cinco casos e basar su análisis prerrevolucionario. No encontró casos de políticos cuyos fueran trabajadores manuales entre los prerrevolucionarios ni entre los .onarios, lo que por supuesto no es exacto. Las cifras socioecoslómnicas para la población general después de 1910 se .uían como sigue:

1910 1960

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Véase Roger D. Hansen, Time politics of Mexican develo pment, Baltiinore, Johns frpkins University Press, 1971, p. 180.

LI tI

Alta Media Transicional Popular

2.9 12.6 6.5 78.0

1950 2.0 25.0 20.0 53.0

6.5 33.5 20.0 40.0

218 EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA tica.54 Ya hemos visto las implicaciones de esta teoría en relación con la fluidez general de la dirigencia política, y el mismo razona miento puede aplicarse a los orígenes sociales. A menudo se dice que a medida que la dirigencia política mexicana estrechaba s propia base social iba perdiendo contacto con los mexicanos corrientes y, lo que es más importante, eliminaba a la mayoría de los mexicanos de la consideración para carreras políticas exitosas. Sin embargo, en 1910, inmediatamente antes de la Revolución, Díaz invirtió en forma notable ese patrón de los orígenes sociales en su administración. De un máximo de 95 por ciento en 1901, el porcentaje de colaboradores procedentes de las clases media y alta cayó a dos tercios, cifra compatible con los nombramientos de Ca rranza —que después de todo eran casi todos nuevos en los cargos—, 59 por ciento de los cuales representaban a la nueva generación revolucionaria. ¿Por qué ese cambio no tuvo efectos favorables para la continuidad de Porfirio Díaz? Se podría sostener que la movilidad ascendente de los mexicanos de la clase trabajadora, tanto entonces como ahora, no es una variable importante para la estabilidad política y la continuidad de la dirigencia. En realidad es difícil demostrar o negar el papel de la movilidad ascendente porque hay muchas otras variables involucradas. Si la teoría de que es importante tiene alguna credibilidad, se podría aducir que esa inversión repentina, aunque significativa, no se produjo a tiempo para disipar la influencia de patrones que existían desde tiempo antes. En otras palabras, el predominio abrumador de políticos de clase media y alta ya estaba de hecho bien establecido en las mentes de los mexicanos que ambicionaban una carrera política. El cambio de Díaz, por cualquier razón que haya sido, llegó demasiado tarde para modificar el patrón prevaleciente antes del estallido de la violencia social. Los datos de el cuadro 6.8 indican además varios otros cambios Alan Knight explica bien este punto cuando propone la interpretación de que “la ‘extrema autonomía de las élites del antiguo régimen’ implica autonomía frente a las masas (o clases populares’), y no simplemente autonomía. Se podría sostener que las élites políticas porfirianas estaban estrechamente vinculadas Con la oligarquía terrateniente, y la representaban fielmente. La Revolución rompió ese vínculo y estableció un régimen cuyos vínculos e identificaciones de clase eran relativamente variables en el tiempo y el espacio (por lo menos hasta la década de 1940).” Véase “Mexico’s elite settleisieuts: conjuncture and consequences’, en John Highley y Richard Gunther (eds.), Etites and democratic consolidation in Latin Amerito and southern Europe, Cambridge, Casnbridge Umiiversity Press, 1992, p. 127.

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA 219 importantes en los orígenes sociales. Como sugiere Jean Meyer, “la Revolución mexicana fue iniciada y dirigida en su mayor parte por las clases alta y media del porfiriato”.55 La Revolución en realidad no moderó la influencia de las clases media y alta en la política mexicana, y esto en cierta medida explica por qué, en palabras de Carl Leiden y Karl Schmitt, “los programas sociales se realizaron con un mínimo de derramamiento de sangre, prácticamente sin exiliados, y con muy pocas familias terratenientes arruinadas, aunque los recursos materiales de éstas se hubieran reducido”,5° Lo sorprendente es que los gobiernos inmediatamente posteriores a la Revolución dieron altos niveles de representación a clase sociales similares a la suya —los sectores medios. El general Alvaro Obregón aumentó efectivamente el predominio de esas clases al punto más alto alcanzado antes o después, escogiendo apenas un 4 por ciento de sus colaboradores en la clase

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trabajadora.57 La Revolución modificó la distribución del dominio de clase en la dirigencia política entre la clase alta y la clase media, aumentando la proporción de clase media a la vez que reducía generalmente el número de dirigentes de la clase alta. En muchas de las administraciones anteriores a 1910 hasta la mitad del total de políticos de clase media y alta sumados provenía de las clases altas, mientras que después de 1916 los nativos de las clases altas no pasaban de entre un quinto y un cuarto del mismo grupo.58 Lázaro Cárdenas fue, de nuevo, el responsable de una modifi5 5Jean Meyer, “Revolution and reconstruction in the 1920s”, en Leslie Bethell (ed), Mexico since independence, Camnbridge, Camnbridge University Press, 1991, p. 201. Carl Leiden y Karl M. Schmitt, Tite potitics of violence: revotution in the modern world, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1968, p. 135. Obregón en particnlar utilizó el matrimonio con familias ricas y establecidas de Sonora para mejorar sus conexiones. Véase María de los Ángeles Sánchez, “El estado y la burguesía norteña”, Estudios Políticos 3, núm. 9 (1978), pp. 66-67; Héctor Aguilar Camín, La frontera nómada: Sonora y la revolución mexicana, México, Siglo XXI, 1977, pp. 221-226; y Stuart Voss, “Northwest Mexico’, en Diana Balmuori, Stuart Voss y Miles Wortmnan, Notable family n.tworks ja La! ja Amerito, Chicago, University of Chicago Press, 1984. 58 Otros países latinoamericanos con competencia de partidos y sin mayores revoluciones sociales tenían porcentajes nsayores de élites políticas elegidas originarias de la clase alta, nússseros mucho mayores de políticos terratenientes y funcionarios con mayores vinculaciones con las élites económicas. Véase Karen L. Remmer, Party competition in Argentina and Chile: political recruitment and public policy, 1890-1 930, Lincoln, University of Nebraska Press, 1984, pp. 112-135.

4,5

. , 220 EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA cación importantísima de la dirigencia política mexicana, mucho después de que la generación revolucionaria llegara al poder. Sus colaboradores no sólo constituían la mejor representación geográfica de México en muchas administraciones, sino que por única vez en la historia los hijos de la clase trabajadora representaban casi la mitad de la dirigencia política nacional, cifra la más cercana a su proporción real en la población mexicana. Esto es aún más importante porque Cárdenas no llevó al poder a una nueva generación de dirigentes, sino que más bien seleccionó a un grupo diferente dentro de la propia generación revolucionaria (1880-1899), que representaba al 75 por ciento de sus colaboradores. Otra marca importante se produjo treinta y seis años después, al ocupar la presidencia Luis Echeverría. Desde los años cuarenta hasta los sesenta, la distribución de los orígenes sociales de los políticos mexicanos se estabilizó aproximadamente al mismo nivel: alrededor de dos tercios de la clase media y un tercio de la clase trabajadora. La dirigencia representaba a los individuos crecidos durante e inmediatamente después de la Revolución, que eran los que habían tenido las mayores oportunidades de asistir a las instituciones educativas necesarias para una carrera política exitosa. Después de 1970 llegó al primer plano una nueva generación política: los nacidos entre 1920 y 1939, de la clase media en proporción abrumadora, alcanzaron niveles comparables a los que se observaban bajo Porfirio Díaz, aunque por supuesto sin la importante representación de las clases altas. Aun cuando no existen datos empíricos para medir la distribución del ingreso y la situación de clase en la década de 1900-1910 a fin de compararlos con los de 1920-1930, se podría sostener que la Revolución abrió oportunidades económicas a nuevos sectores sociales en las décadas del veinte y el treinta; los niños de esos estratos sociales obtuvieron acceso a la educación y alcanzaron altos cargos políticos. Así, la expansión del status de clase media en las décadas inmediatamente posteriores a la Revolución tiene su Los únicos datos disponibles comparan 1895 con 1940 y sugieren una duplicación de la clase inedia de 7.8 a 15.8 en esos cuarenta y cinco años.José E. Iturriaga, La estructura social y cultural de México, México, Fondo de Cultura Económica, 1951, p. 28. Para los mnejol-es datos comparativos hasta 1980, véase James W. Wilkie y Paul D. Wilkins, “Quantifying the class structure of Mexico, 1895-1970”, en James W. Wilkie y Stephen Haber (eds.), Statistical abstract of Latin America, Los Ángeles, uci Latin American Centes, 1981, pp. 587-590.

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA 221 representación política en el gran aumento del número de figuras públicas originarias de la clase media después de 1970, cuando esos niños llegaron a su madurez profesional. La expansión de la dirigencia de clase media en las administraciones posteriores a 1970 no se puede atribuir directamente al crecimiento económico rápido después de 1960,60 a pesar de que según James Wilkie y Paul Wilkins las clases medias mexicanas llegaron a ser el 30 por ciento de la población en 1970, cuando algunos miembros de las clases bajas ascendieron a sectores medios marginales.° 1 Esa cifra, que probablemente es generosa, ha caído vertiginosamente desde 1978 con la crisis económica mexicana. Lo que México tiene de especial en ese aspecto es el nivel abrumador de representación de los sectores medios, en detrimento de las clases trabajadoras y altas. De acuerdo con Harold Perkins,

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hay un patrón similar en la dirigencia política inglesa: el número de miembros originarios de la clase alta ha declinado, al paso que aumentaba el de la clase media.°2 Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde alrededor de un cuarto de los funcionarios designados de alto nivel provienen de la clase trabajadora y casi el 60 por ciento de la clase media alta. En proporción, y considerando que la clase media es mucho mayor en Estados Unidos, en la élite política mexicana la clase trabajadora está muy subrepresentada. En otros países latinoamericanos los sectores medios están bien representados en la dirigencia contemporánea. McDonough encontró que en Brasil, entre las élites de todas las categorías, más de un tercio tenía ese origen.1’4 En otros países del Tercer Mundo o Es interesante señalar, sin embargo, que la expansión más rápida de la clase media mexicana en una década se produjo de 1960 a 1970, del 22 al 33 por ciento, con un aumento del 30 por ciento. Desde luego, los políticos que ocupaban los cargos en 1970 habían nacido entre 1920 y 1940, hijos de los individuos que se habían beneficiado más de la Revolución. Véase Stephanie Granato y Aida Mostkoff, “The class structure of Mexico, 1895-1980”, enJamnes W. Wilkie (cd.), Society and economy in Mexico, vol. 10 de Statistical abstract of Latin America supplement series, Los Ángeles, uci Latin Amnemican Center, 1990, pp. 103-115. “ James W. Wilkie y Paul D. Wilkins, “Quantifyissg the class structure of Mexico”, p. 589. 62 Harold Perkins, “The recruitmnent of elites”,Journal of Social Hisory 12 (invierno de 1978), p. 230. Véase el detallado análisis de Allen H. Barton, “Background, attitudes, and activities of American cutes”, en Gwen Moore (ed.), Research in politics and soczety, voL 1, Studies of the siructure of national elite groups, Greenwich, JAl Press, 1985, p. 179. “ McDonough, Power and i&ology in Brazil, p. 58.

1 222

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

223

los analistas han encontrado mayor diversidad en la representación social en las élites políticas. Entre los dirigentes estadunidenses de todos los sectores, Thomas Dye sugiere que casi dos tercios provienen de la clase media, con sólo un reducido número de la clase trabajadora y un cuarto de las clases altas. Kenneth Prewitt, que estudió exclusivamente la dirigencia política, llegó a la conclusión de que la clase media dominaba y las otras dos estaban “generalmente excluidas de la dirigencia política en los Estados Unidos”. 67 Los gobiernos o partidos socialistas no lo han hecho mucho mejor en materia de representación de las clases trabajadoras.68 Estudiosos de naciones industrializadas como Inglaterra esperaban que se ensancharan las avenidas sociales de reclutamiento para los niveles más altos del ejecutivo pero no ha sucedido así.1’° Los orígenes sociales de los dirigentes políticos mexicanos han influido en otras variables _concretameflte, en las vinculaciones entre ciertos sectores y la dirigencia política. En las relaciones de grupo de estado y en la estructura corporativista surgida en México desde los años treinta, los individuos cuyos padres procedían de determinados sectores ocupacionales y que con frecuencia habían seguido ellos mismos carreras similares antes de ingresar a la política, forjaron importantes vínculos informales entre los grupos empresariales militares, profesionales y clericales. Descomponiendo los antecedentes ocupacionales antes de 1934, cuando las clases altas todavía tenían una representación importante, podemos examinar esos vínculos informales, la medida en que el presidente seleccionó colaboradores con antecedentes simi Entr las élites legislativas nacionales de Kenya, Corea y Turquía, ningún estrato social por sí solo proporcionó una mayoría de los miembros de la legislatura. Véase Chong Lim Kimy Samuel Patterson, “The integration of parliamefltarY elites in less developed countries”, en Moshe M. Czudnowski (ed.), Does who govern matter?, p. 225. Thomas Dye, Who ‘s running America? Institutio no1 leadershi in the United States, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1976, p. 152. Kenneth Prewitt, The recruitment of political leaders: a study of citizen polztzcians Indianapolis. Bobbs-Merrill, 1970, p. 32. (8 Robert C. North e Ithiel de Sola Pool, “Kuomintang and Chinese commust cutes”, en Harold D. Lasswell y DanieL Lerner (eds.), World revolutionary elites, Cainbrid e, MIT Press, 1965, p. 377. Por lo menos ése ha sido el patrón para los secretarios permanenteS el máS alto puesto de la burocracia inglesa. Véase Kevin Theakston y Geoffrey K. FrY, “Britain’s adininistrative dite: permanent secretarleS 1900-1986W, Public Admin tration 67 (verano de 1989), p. 146.

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CUADRO 6.9. ANTECEDENTES OCUPACIONALES FAMILIARES DE LOS DIRIGENTES POLÍTICOS MEXICANOS, POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-1934

ares a los suyos ylos cambios ocurridos a medida que se modificaba a distribución por clase. De los datos de el cuadro 6.9 se desprenlen varios patrones. Durante los cincuenta años del periodo, sólo tfl dos ocasiones los presidentes reflejaron fuertemente la compoición ocupacional de los padres de sus colaboradores: Victoriano luerta y el gobierno de la Convención. La única ocasión en que LS ocupaciones manuales estuvieron bien representadas fue cuano los generales revolucionarios, muchos de ellos con orígenes de Se tipo, formaron un gobierno de colaboración de corta vida en 914-1915. Huerta, militar de carrera cuyo padre era de la misma

NOTA: Los corchetes indican la ocupación del padre del presidente.

Ocupaci Traba ó

del pa dre (%)

Admiaistración Profrsio- Hacen- jador Oficial

Empre presmdencial

nista dado manual Político militar sano Otra

Díaz 17 21 17 17 17 11 [0]

1889- 5 14 19 33 14 14 0

1893- 18 29 18 12 6 12 0

1897- 13 37 7 7 20 17 0

1901- 15 10 0 40 10 15 10

1905- 6 38 0 25 19 13 0

1910- 0 0 25 50 0 25 0

De la Barra 0 25 0 25 [13] 0 38

Madero 34 [14] 0 17 14 14 6

Huerta 18 0 0 27 [27] 18 9

Convención 7 0 [60] 20 20 13 7

Carranza 26 [15] 29 7 7 10 6

Obregón 41 0 14 14 9 18 [5]

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Calles 25 25 25 8 8 [8] 0

Portes Gil 42 0 14 14 0 29 0

Ortiz Rubio 43 0 14 [14] 0 29 0

Rodríguez 75 0 [0] 25 0 0 0

Total 22 16 16 18 12 13 4

224

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA

profesión, escogió el porcentaje más alto de oficiales como funcionarios de su administración. Muchos de ellos, igual que el presidente, eran hijos de militares. Dada la mentalidad de casta de los militares, en México y en otros países latinoamericanos existe históricamente un vínculo entre padres e hijos. El segundo patrón que estas cifras revelan es la declinación de la representación de dos ocupaciones en los orígenes familiares de los políticos mexicanos. Para fines de los años veinte, los terratenientes ylos militares ya no producían futuros políticos nacionales. En cambio se estableció firmemente otra carrera, representativa del dominio de las clases medias: las profesiones. Después de 1928 la parte del león de los cargos políticos mexicanos correspondió a abogados, médicos, ingenieros, contadores y otros profesionistas. Esos dirigentes políticos estaban vinculados socialmente y por su educación con ambientes profesionales y de clase media y, como ya lo he observado en mi análisis de la educación, también ellos siguieron las huellas de sus padres haciéndose profesionistas. Un patrón similar se encuentra entre los dirigentes industriales mexicanos prominentes, cuyos padres en muchos casos también eran industriales.70 Así, para cuando Cárdenas asumió la presidencia, los intereses profesionales de la clase media estaban representados en forma abrumadora en la dirigencia mexicana. Estas cifras demuestran la importancia del vínculo entre las profesiones y el estado en México. Peter Cleaves observaba que “a medida que profesionistas de distintos tipos van gradualmente ocupando cada vez más posiciones del nivel más alto en el sector público, su influencia en la política por medio del establecimiento y el cumplimiento de agendas se irá haciendo cada vez más omnipresente. Con el tiempo, si logran consolidar su derecho de propiedad sobre algunos organismos estatales, las orientaciones profesionales llegarán a ser un medio por el cual el estado mexicano ejercerá su autonomía relativa sobre intereses de clase poderosos en la sociedad civil”.7’ Y esto es precisamente lo que ha ocurrido: en la actualidad los profesionistas dominan el sector público mexicano con exclusión de la mayoría de los otros grupos ocupacionales. Una de las variables en los orígenes familiares de los políticos 70 Dale Story, “Industrial elites iii Mexico, political ideology and influence”, Journal of Ínter-American Studies and World Affairs 25 (agosto de 1983), p. 359. 71 Peter Cleaves, Professions and tite state: tite Mex ican case, Tucson, University of Arizona Press, 1987, p. 99.

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA 225 CUADRO 6.10. FUNCIONARIOS HUOS DE POLÍTICOS O MILITARES QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884-199 1 4

NOTA: No se incluye la administración interina de De la Huerta porque la mnuestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. que desde hace décadas intriga a los científicos sociales es la medida en que son hijos de políticos. Datos de Inglaterra y Estados Unidos indican que los políticos tienen muchas probabilidades de provenir’ de familias políticamente activas.72 El papel de la familia en la socialización de sus vástagos se extiende no sólo a sus valores sino a menudo a los intereses y a la elección de carrera. Como ilustran los datos de el cuadro 6.9, no era raro —especialmente antes de 1916— que un político tuviera un padre que hacía su carrera en la

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72 Philip Abrams y Alan Little, “The young activists iii British politics”, British JournalofSociology 16(1965), pp. 315-332; y Heinz Eulau, “Recollections”, enJohn C. Wahlke, Heinz Eulau, William Buchanan y LeRoy Ferguson (eds.), The legislative system, Nueva York, John Wiley, 1962, p. 82.

Políticos Políticos

htjos de hijos de

políticos políticos

o de altos o de altos

oficiales oficiales

Administración militares Administración militares

presidencial (%) presidencial (%)

Díaz 15 Portes Gil 8

1889- 24 Ortiz Rubio 5

1893- 13 Rodríguez 10

1897- 30 Cárdenas 3

1901- 40 Ávila Camacho 7

1905- 37 Alemán 6

1910- 27 Ruiz Cortines 11

De la Barra 27 López Mateos 4

Madero 21 Díaz Ordaz 13

Huerta 13 Echeverría 13

Carranza 7 López Portillo 14

Obregón 13 De la Madrid 12

Calles 6 Salinas 4

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226 EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA política, a nivel local, estadual o nacional. De hecho, a medida que los políticos pasaron a provenir cada vez más de familias profesionales, la importancia de los padres en el sector público declinó. Antes de la década revolucionaria, los padres con carrera política eran los que producían el mayor porcentaje de futuros políticos nacionales. Un estudio más específico de las ocupaciones de los padres de los funcionarios que ocupaban cargos por primera vez y que sólo ocuparon cargos políticos nacionales o el mando de unidades militares importantes sugiere tendencias aún más claras (cuadro 6.10). Antes del gobierno de Venustiano Carranza, entre un cuarto y un tercio de todos los políticos nacionales seguían las carreras de sus padres. Esta cifra es importante para comprender la naturaleza del reclutamiento dentro del proceso de desarrollo político, así como la importancia de otras mediciones de la continuidad y rotación de la élite que se examinaron en el capítulo 2. Tener un padre en la vida política nacional fue una ventaja para un alto porcentaje de futuros funcionarios, y esto es un hecho común también en otras sociedades latinoamericanas. Por ejemplo, un reciente análisis de 1a élite política chilena llegó a la conclusión de que el 70 por ciento tenía parientes cercanos mayores directamente activos en política, y dos quintos tenían algún miembro de la familia vivo actuando en política.73 En otros países, como Turquía, esto significaba en realidad toda la diferencia entre tener éxito en la carrera política o no.ja actividad política familiar ha sido también una fuente importantísima en el reclutamiento de los partidos de oposición. Antes de 1969 entre los comunistas italianos, la participación política de la familia sólo era superada por el hecho de haber participado en una organización juvenil comunista entre las experiencias de origen. 1- La situación del padre tiene un papel significativo en las prácticas de reclutamiento como variable informaj)sas influencias se exa Ignaci Walker, Perfil de la élite política chilena, Santiago, (:IEI’LAN, 1988, p. 21. 74Joseph Szyliowicz descubrió que los individuos cuyos padres erais inieinb1°5 de la élite tenían éxito el 62 por ciento de las veces, contra el 36 por ciento para los que tenían padres

corrientes. Véase “Elite recruitinent in Turkey: the role of the Mulkiye”, World Politics 23 (abril de 1971), p. 396. Peter Lange, Cynthia Irving y Sidney Tarrow, “Mobilization, social ¡flO’ ments and party recnsitrnent: the Italian Coininunist Party since the 1960s”,

Bfltoh’ Journal of Political Science 20 (enero de 1990), p. 26.

EL GÉNERO, EL LUGAR Y LA FAMILIA 227 geran en el proceso de reclutamiento controlado por los funcionarios en ejercicio. En el caso de México, esas influencias se remontan a la Nueva España colonial donde, como señala Colin McLachlan, el progreso “dependía de las alianzas cuidadosamente cultivadas, el intercambio de favores y la ubicación de miembros de la familia en posiciones útiles”.70 Los dirigentes de cada generación, al seleccionar los dirigentes de la generación más joven, suelen dar preferencia a sus propios hijos e hijas. Esta actitud se refuerza intensamente en la sociedad generalmente en el sector privado, donde el parentesco “proporciona el elemento de confianza y lealtad que el empresario busca al seleccionar sus socios, colaboradores y administradores”. 77 Así, tener un padre en la política nacional estrecha considerablemente el p001 de reclutamiento viable. )Dicho de otro modo, antes de mediados del siglo xx las mujer estaban totalmente eliminadas, la mayoría de los individuos sin educación universitaria estaban excluidos, los hijos de familias de la clase tra bajador tenían pocas oportunidades ylos nacidos en comunidades rurales, donde residía la mayoría de la población, tampoco tenían mayores posibilidades. Si a estas variables agregamos la ocupación del padre, el pool de los individuos con algún potencial se hace sumamente reducido.

i Carranza introdujo una nueva generación no sólo por la edad, . sino por basarse en otros criterios de reclutamiento. Esa generación (1880-1899) era un grupo de dirigentes nuevo en varios aspectos, entre los cuales uno de los más importantes es que tenían muy pocos vínculos con la dirigencia política prerrevolucionaria —como podía esperarse de un grupo revolucionario. Aquí nuevamente des1 Colin McLachlan, Spain ‘e empire in (he New WorlcL (he role of ideas in institutional and social change, Berkeley, University of California Press, 1988, pp. 34-35. Larissa Lomnitz, “Horizontal and vertical relations and the social structure of urban Mexico”, Latin American Research Review 17 (1982), p. 73. Como señala Un estudio, el 44 por ciento de los dirigentes empresariales mexicanos obtuvo su Vtimer empleo por vínculos familiares, lo que indica el papel fundamental del Iarentesco en el redutarniento del sector privado. Véase Jorge Carmena y Pablo jt4asso, Hacia un estilo propio de dirección de empresas, proyecto piloto, Guadalajara, tMéxico, Washington, D.C.: Banco Interamericano de Desarrollo, 1984, p. 101. jGeorge Andrews, en su estudio de ejecutivos de Monterrey, llega a la misma con lUsi6n, sosteniendo que los matrimonios proveen “una forma de reclutamiento e hace aumentar mucho el talento empresarial disponible” para la empresa. l’oward a re-evaluation of the Latin American family firm: the industry executives Mf Monterrey”, Inter-American Economic Affairs 30 (invierno de 1976), p. 37.

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228 taca la importancia de los colaboradores de Cárdenas. Aun cuando Cárdenas y Carranza seleccionaron sus nuevos colaboradores esencialmente del mismo grupo de edad, escogieron dos conjuntos de individuos diferentes. La importancia de los padres en las carreras políticas de sus hijos revivió en la década de 1960, en gran parte porque era la primera generación de funcionarios que habían tenido padres políticamente exitosos después de 1920, que les daban legitimación e influencia en la élite posrevolucionaria. En lugar de limitar la influencia política familiar al padre, podemos medir la importancia de las “familias políticas” incluyendo todos los lazos de sangre y de afinidad, que en México son muy difíciles de identificar para gran número de individuos, y cuya extensión está subrepresentada en los datos. Cuando Porfirio Díaz llevaba ya muchos años gobernando, sus colaboradores tenían vastas vinculaciones con familiares políticamente activos. Esos lazos se encuentran también en otros sistemas políticos. En las primeras administraciones estadunidenses, un tercio o más de los supremos dirigentes nacionales estaban emparentados con miembros de la misma dirigencia o de élites anteriores.78 En México, sin embargo, los lazos familiares perdieron importancia después de 1900, estabilizándose en alrededor de un tercio de todos los políticos. La Revolución introdujo cambios significativos en la importancia de los lazos de parentesco. Los historiadores se han referido a la importancia de la familia de Madero para su carrera política. Empíricamente ilustra esto el hecho de que más de dos tercios de los nombrados por primera vez por Madero estaban emparentados con otras figuras políticas, y muchos de ellos con el propio Madero (cuadro 6.11). Es ésta la cifra más alta para cualquier administración después de 1884. Victoriano Huerta, por su parte, invirtió completamente ese patrón en 1913, seleccionando a un grupo de oficiales militares con escasos o ningún vínculo familiar con la dingencia establecida. Esto ilustra también el grado en que los oficales militares más jóvenes de Porfinio Díaz, muchos de ellos educados en el Colegio Militar, no estaban integrados con la dirigencia política, al revés de lo que comúnmente se cree: socialmente eran un grupo separado de la misma generación de dirigentes políticos. La cifra 78 Sidney H. Aronson, Status and kinship in the higher civil service, Cambridge, Cambridge University Press, 1964, p. 142. Las conclusiones del autor se basan en un análisis de las administraciones de John Adams, Thomas Jefferson y AndreW Jackson.

CUADRO 6.11. VÍNCULOS FAMILIARES POLÍTICOS ENTRE FUNCIONARIOS QUE OCUPARON CARGOS POR PRIMERA VEZ, POR ADMINISTRACIÓN PRESIDENCIAL, 1884- 1991 Polítscos con Políticos con parientes parientes Administración en la política Administración en la política presidencial nacional (%) Presidencial nacional (%) .,.... .. .. .

Díaz Portes Gil 23 1884- 39 Ortiz Rubio 38 1889- 61 Rodríguez 31 1893- 42 Cárdenas 35 1897- 57 Áviia Camacho 36 1901- 42 Alemán 30 1905- 38 Ruiz Cortines 32 1910- 25 López Mateos 29 De la Barra 33 Díaz Ordaz 33 Madero 68 Echeverría 29 Huerta 9 López Portillo 33 Carranza 21 De la Madrid 20 Obregón 32 Salinas 13 Calles 22 NOTA: No se incluye la administración intelina de De la Huerta porque la muestra es demasiado pequeña para ser estadísticamente exacta. Se consideran parientes solamente tíos y tías, sobrinos y sobrinas, suegros y suegras, nueras y yernos, cuñados y cuñadas, así como abuelos y mniemnbm-os de la familia nuclear.

de 9 por ciento para la administración de Huerta es la más baja en todos los años de este estudio. Las cifras del cuadro 6.11 corroboran también la caracterización becha anteriormente de la administración de Carranza como una flueva generación de dirigentes. Salvo por la aberración introducida por Huerta, los nombrados por Carranza son la cifra más baja de individuos emparentados con otros políticos. Si bien los porcentajes de los políticos inmediatamente posteriores a la RevoluCión con vínculos de parentesco mantienen en conjunto niveles bastanre consistentes bajo Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) se estableció una nueva meseta que duró hasta López Portillo, en la cual alrededor del 30 por ciento de todos los políticos nacionales

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tenían vínculos de ese tipo en sus antecedentes. Sin embargo esas cifras declinaron sustancialmente a partir de Miguel de la Madrid, lo que podría anunciar una nueva tendencia que reflejaría la creciente importancia de las características no adscriptivas asociadas con el desarrollo político. Sin embargo no es posible hacer estimaciones concluyentes acerca de futuras tendencias hasta el fin del gobierno de Salinas. Además de facilitar carreras políticas y estrechar el p001 de reclutamiento, los lazos de parentesco pueden documentar la persistencia de ciertos grupos en ese pool. Durante el periodo estudiado, dos grupos de familias proporcionaron raíces sociales importantes a políticos mexicanos del siglo XX: las porfirianas y las revolucionarias. Se podría suponer que después de un trastorno social tan importante serían muy pocos los políticos de éxito que hicieran remontar sus orígenes a familias porfirianas notables, y que los revolucionarios de éxito generarían muchos políticos de éxito. De nuevo, las cifras no son definitivas (cuadro 6.12), pero las familias más notables de uno y otro grupo, de 1884 a 1910 y de 1910 a 1920, en general han sido responsables de menos de uno de cada diez políticos de las generaciones sucesivas. Aparentemente los políticos mexicanos contemporáneos no necesitan legitimarse mediante vínculos con la dirigencia revolucionaria. Lo que es aún más interesante es que las familias porfirianas han sido tan importantes en los orígenes sociales de figuras políticas de mediados del siglo xx como las revolucionarias. Como ha sugerido Mark Wasserman, la vieja élite porfiriana sobrevivió gracias a una combinación de factores, uno de los cuales fueron los lazos de parentesco, porque la nueva dirigencia revolucionaria “con frecuencia tenía vínculos de parentesco con la vieja élite porfiriana”.7’ A pesar de años de retórica revolucionaria, la Revolución desempeñó un papel modesto en la legitimación o deslegitimación de las credenciales familiares de los políticos mexicanos. Mark Wasserinan, “Patterns of fainily afiances in the Mexican revolutiofl the case of Chihuahua” (trabajo presentado a una reunión de la American Historical Association, Washington D.C., diciembre de 1980), p. 2. Wasserman ha realizado una exploración mucho más completa de las consecuencias de esas alianzas en Persistent oligarchs: tite political economy of Chihuahua, Mexico, 1910-1940, DurhaiIl, Duke University Press, 1993. Alex Zaragoza, Tite Monterrey elite and tite Mexican state, 1880-1940, Austin, Univet-sity of Texas Press, 1988, p. 254, docuinenta el mismo patrón en Monterrey.

CUADRO 6.12. PERSISTENCL DE FAMILIAS PORFIRIANAS Y REVOLUCIONARS EN LA POLÍTICA MEXICANA CONTEMPORÁNEA, 1935-199 1 Tipo de vínculo familiar (%) Admjnjst ración Porfi- Revolu presidencia riano cionario Ambos Ninguno Cárdenas 3 5 0 92 Ávila Camacho 9 5 1 85 - Alemán 5 2 1 92 Ruiz Cortines 6 4 0 90 López Mateos 3 4 1 92 Díaz Ordaz 4 5 1 90 Echeverría 2 3 0 95 López Portillo 1 3 1 95 De la Madrid 2 2 0 95 Salinas 2 7 0 91 - Promedio 3 3 1 93 Conclusiones egÚn los patrones hallados en otras regiones, principalmente en pa, Inglaterra y Estados Unidos, la modernización debería in. ducir rasgos comunes en el reclutamiento político de muchas Culturas. Uno de los argumentos que se han utilizado concretamente en relación con el reclutamiento político es que las caraccas tradicionales deberían perder importancia a medida que i afirmándose la especialización y rasgos más institucionalizados los sistemas políticos desarrollados. Entre los rasgos que debe- ser afectados en forma adversa por el desarrollo político se uenta la influencia de los vínculos familiares. No sólo los lazos iliares en sí deberían declinar, abriendo así el p001 del que se ...ccionan los políticos, sino que además, como lo indican algunos tudios recientes en el contexto de la política local estadunidense, “s lazos deberían ejercer escasa influencia en la capacidad del ven político para ascender por la escala partidaria.80 Sin embargo Harold D. Clarke y Allam Kornberg, “On cronyism: recruilment and careers fl local party organizations tu the United States and Canada”, en Moslie M. Czud 1

232 esas tendencias no se han observado en el Japón, a pesar de su arrasadora derrota en 1945 y de la ocupación impuesta por los aliados. El Partido Democrático Liberal ha dominado la política japonesa más o menos como el PRI en México o el

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Partido del Congreso en la India. En 1990 los nisei, políticos japoneses de segunda generación, representaban el 40 por ciento de los miembros conservadores de la Dieta. De acuerdo con la conclusión de dos expertos, el más alto órgano del poder estatal japonés ha llegado a ser parcialmente hereditario, igual que la élite gubernamental.8’ En otros países latinoamericanos, rasgos de parentesco similares a los observados en la política mexicana siguen siendo fuertes. Como sostiene Linda Lewin en su trabajo sobre Brasil, la modernización no produjo una declinación lineal del poder de las familias de la élite del siglo xix, y los estudiosos no pueden esperar que el poder político basado en las familias, que lo han mantenido durante siglos, desaparezca rápidamente.82 Sin embargo, México, a diferencia de Brasil, tuvo una revolución social de grandes proporciones, y eso debería haber acelerado el proceso de pérdida de importancia de los lazos familiares, abriendo al mjsmo tiempo el sistema a un p001 de reclutamiento cada vez mayor. En México, dos rasgos complementarios contribuyeron a mitigar la influencia de la violencia social sobre el reclutamiento. El primero fue la naturaleza del propio proceso de reclutamiento. El segundo fue la naturaleza del modelo político. Como se sugirió en el capítulo 1j sistema político mexicano emplea un sistema de reclutamiento controlado por los funcionarios en ejercicio que acentúa las inclinaciones de la generación anterior, que quisiera verse remplazada en el poder por sus propios hijos con ambiciones políticas. La falta de competitividad que ha caracterizado al sistema político mexicano desde 1920 también ha contribuido a aumentar la capacidad de los funcionarios en ejercicio para influir en la composición de la dirigencia. Esto quiere decir que desde el desarrollo nowski (ed.), Political elites and social change: studies of elije roles and attitudes, De Kalb, Northern Illinois University Press, 1983, p. 124. 81 Shigeko N. Fukai y Haruhiro Kukui, “Elite Recruit,nent and Política1 Lea dership”, PS: Political Science and Politics 25, núm. 1 (marzo de 1992), p. 30. 82 Linda Lewin, “Family-hased politics in the Brazilian Nortlieast”, Comparatnle Studies in Society andHistory 21, núm. 2 (abril de 1979), p. 292; y Politics andparefltd° in Paraiba: a case study of family-based oligarchy in Brazil, Princeton, Princeton University Press, 1987.

233 del sistema de partido único en 1929, el mantenimiento de tres generaciones de dirigentes de élite que compartían el poder con cualquier oposición organizada obstaculizó el proceso moderniza,. dor tendiente a anular otras variables informales, entre ellas los lazos de parentesco. , {Esto no significa que el sistema político mexicano restrinja el eclutamiento a una sola clase o a un grupo de familias, o a cualr otro conjunto de características sociales. Lo que sí significa es que ciertas características han desempeñado un papel diferente del que podrían haber tenido en un sistema competitivo, que automáticamente introduce más diversidad en el pool de dirigentes. La contribución más importante a la expansión de la dirigencia.. aexicana, igual que en otras regiones del mundo político, ha sido introducción de mujeres viables en la política. Si bien en México s mujeres no han podido apelar a partidos de oposición para Lmentar su influencia, están representadas en la dirigencia gurnamenta l y en los dos principales partidos de oposición, el PAN l PRD. En el pasado, las mujeres desempeñaban un papel imporen el proceso de reclutamiento porque sus orígenes socia- diferían hasta cierto punto del de sus colegas de género mascu, y so las conducía a seguir canales educacionales, y por lo pistas de carrera, diferentes de las de sus colegas. Esos paones originales, sin embargo, se han modificado con el tiempo, en la década de 1990 las mujeres han adquirido las mismas carísticas de los políticos exitosos de género masculino, con lo e han contribuido aún más a las tendencias al estrechamiento e se observan en todos los políticos. Si los indicadores generanales son exactos, el grupo de las mujeres continuará aumen:!j. En realidad, es probable que la política mexicana sea más eceptiva a la influencia femenina que la de la mayoría de los países. La homogeneización de hombres y mujeres políticos es comple.itada por la fuerte influencia de la urbanización y la clase so[•83 Lo más notable del caso mexicano es la abrumadora repreación de las clases medias en la dirigencia política. La política a pasado a ser una profesión de la clase media. En otras sociedades 83 Ben Ross Schneider, por ejemplo, señala la familiaridad y los rasgos comunes ‘e élites estaduales en el Brasil en “Careers in Ihe state: preferences and polines Brazilian bureaucracy”, trabajo presemitaclo a la National Latin American Conference, Washington D.C., abril de 1991, p. 37.

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la clase media también influye en la dirigencia, pero es raro que alcance el nivel abrumador de predominio que se observa entre los políticos mexicanos contemporáneos. El control de la dirigencia por una sola clase podría ser una fórmula para la inestabilidad, al limitar el acceso al poder político, pero en el caso de México bien podría explicar el éxito del sistema hasta la década de 1990. Si Wilkie está en lo cierto al estimar que casi un tercio de los mexicanos pueden ubicarse en alguna parte de la amorfa clase media, las dimensiones y la influencia económica de ésta le dan una voz importante en el sistema, especialmente considerando que el propio estado emplea a buen número de sus miembros. El carácter cada vez más urbano de la dirigencia, centrada particularmente en la ciudad de México, puede explicarse en parte por el tamaño de la capital pero también por la atracción que ejerce sobre las clases medias como lugar de empleo intelectual y científico. Una gran parte de las clases profesionales encuentra empleo en el estado o en instituciones financiadas por el estado, muchas de las cuales se encuentran en el Distrito Federal. Esos grupos profesionales tienen un interés particular en la supervivencia del estado, cuando no en la supervivencia de su dirigencia establecida. Sin embargo, la sobrerrepresentación de esos votantes urbanos, profesionistas y capitalinos es peligrosa para el desarrollo político y social de México. En primer lugar, a pesar del interés del presdente Salinas por modificar radicalmente la base legal de la estructura agraria del ejido, hay pocos vínculos entre la dirigencia política mexicana y las comunidades rurales. Segundo, el desarrollo económico de México ha ido separándose cada vez más en dos sectores, el urbano y el rural, y en particular el urbano-moderno y el rural- tradicional. La centralización del poder en manos de los grupos urbanos-modernos, representados por la ciudad de México, ha generado un resentimiento considerable en otras regiones de México, incluso en centros urbanos de provincia.4 EdwardJ. Williarns, “The resurgent North and conrelnporarY Mexicali reglO nalisin”, Mexican Studies 6, núm. 2 (verano de 1990), pp. 299-323.

7. LA OPOSICIÓN ¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? Bn un modelo político dominado por un grupo dirigente y su veículo electoral, el PRI, la movilidad ascendente se prueba dentro e los caminos del establishment hacia el poder. La oposición a la irigencia dominante siempre ha existido, aunque en el pasado Sus organizaciones nunca alcanzaron el nivel institucional. Sn embargo, en 1939 los partidos de oposición establecieron una base institucional permanente con la fundación del Partido Acción Naional (PAN), que empezó a presentar candidatos a las elecciones ‘ocales, estaduales y nacionales. En los años cincuenta el PAN empea obtener algunos triunfos electorales en escala nacional, ofre5 iendo oportunidades —aunque limitadas— para una dirigencia pohtica alternativa. Desde aquellos años han surgido y desaparecido umerosos partidos, pero el PAN se hizo un espacio permanente n la arena política. En 1987 surgió del interior de la dirigencia l gobierno y del partido un nuevo movimiento electoral como ntrapartida del PAN. Después de un éxito sorprendente en las riecciones presidenciales de 1988, así como en el Senado y la Cáhara de Diputados, el movimiento dio origen al Partido de la Reólución Democrática (PRD), que se ubicó al lado del PAN como la ica otra fuerza política nacional. Cada uno de esos partidos representa una alternativa ideológica PRI. La dirigencia original de ambos provino en gran parte de políticos gubernamentales disidentes. El PAN, considerado como na posición conservadora responsable, representa a una fuerza Iectoral de la derecha ideológica mexicana.’ El PRD, que todavía Stá pasando por dolores de crecimiento, representa una amalgama IZquierdista populista de pequeños partidos de izquierda y dirigen- frs priístas cansados de la dirección ortodoxa de la filosofía ecoDonaid Mabry, Mexico ‘s Acción Nacional: a catholic alternative to revolution, SyraUse, Syracuse University Press, 1973, y Franz A. von Sauer, The alienated “loyal” Pj.iosition: Mexico’s Partido Acción Nacional, Albuquerque, Universiry ofNew Mexico fress, 1974. 12351

A

236 ¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? nómica bajo Miguel de la Madrid y Carlos Salinas y la continuada renuencia o incapacidad del gobierno para llevar a cabo reformas políticas.2 La mitología política acerca del Partido Acción Nacional y los partidos conservadores en general es que su dirigencia proviene de la clase alta. Por otra parte, existe una mitología contraria sobre los partidos izquierdistas y populistas: que sus dirigentes provienen del pueblo. El origen social de un político es significativo por varias razones: permite hacerse una idea de sus preferencias políticas, lo vincula más estrechamente con otros grupos dirigentes, afecta los patrones de reclutamiento e influye en su proximidad a diversos grupos de votantes.3 De esos cuatro vínculos potenciales, lo que más me interesa aquí son los efectos sobre el reclutamiento y sus consecuencias para el sistema político. Cualidades especiales de las dirigencias de oposición Los dirigentes de oposición tienen algunas cualidades experiencia- les atípicas de los dirigentes del gobierno mexicano en general. Por ejemplo, muchos políticos de oposición, en mayor medida que los políticos del establishment, provienen de carreras públicas a nivel estadual y local, por una razón muy simple. Por las circunstancias políticas, los dirigentes de oposición están limitados a ciertos niveles del gobierno, principalmente a determinadas ramas del gobierno. Hasta 1993,

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sólo tres miembros de un partido de oposición (en este caso el PAN) habían obtenido cargos ejecutivos de importancia nacional —todos como gobernadores de una estado (Baja California en 1989; Guanajuato en 1991 y Chihuahua en 1992). Así, en cualquier muestra de figuras de la oposición de prominencia nacional hay hombres y mujeres que han ocupado puestos en el legislativo, única rama donde existe una apariencia de competencia partidaria.4 Los políticos de oposición están esencialmente ex- 2 Cuauhtémoc Cárdenas, “Partido de la Revolución Democrática”, en Federico Reyes Heroles (ed.), Los partidos políticos mexicanos en 1991, México, Fondo de Cu1 tura Económica, pp. 273-298. Véase el examen de Robert Putisam en Comparative study of political elites, Ei glewood Cliffs, Prentice-Hall, 1974, cap. 2. Para un análisis detallado de esas relacioises y. John D. Nagle, S-5stem and svccession: the social bases of political dite recruitment, Austin, University of Texas Press, 1977, pp. 229-231. En este sentido los panistas y los perredistas tienen más en común con los

237 :luidos de las ramas ejecutiva y judicial a nivel nacional, aunque nuchos individuos de la oposición han logrado alcanzar puestos •ecutivos a nivel local, incluyendo las alcaldías de muchas capitales staduales. Es importante comprender que en México es el poder ejecutivo ‘.1 que inicia las tendencias y las prácticas de reclutamiento de la rigencia, tema que se desarrollará en el capítulo 8. Esa rama del obierno ha sido controlada por un único grupo dirigente. A lo —-j de los años el legislativo, que ejerce relativamente poca in.iencia sobre la creación de política o como vehículo hacia el triunfo i la carrera entre los políticos del gobierno, ha imitado al ejecuEsa situación se hace más notable por el hecho de que los rigentes de nivel ministerial y subrninisterial no son producto de rreras legislativas, y la estructura de la política mexicana no ofre. otro tipo de vinculación, como ocurre en los sistemas parlamenUna de las diferencias más importantes entre las dos ramas del gobierno es que la dirigencia ejecutiva mexicana, cualquiera que --a la variable considerada, es más selectiva o elitista que la legis_ :a, distinción que Thomas Dye ignora en su estudio de los divigentes contemporáneos de Estados Unidos.7 Así, los antecedentes ocioeconómicos de los legisladores nacionales mexicanos son más presentativos de la población en general que los de los dirigentes l ejecutivo. Por ejemplo, como se ilustra en el capítulo 8, hay iucho más probabilidades de encontrar políticos originarios de clase trabajadora entre los legisladores que en el poder ejecutivo en el judicial.8 Las propias estructuras políticas institucionales influyen en el de dirigencia que se encuentra dentro de sus confines. La de acceso de la oposición a dos de las tres ramas del gobierno rigentes gubernamentales de género femenino, que en la nlayoría de los casos )tienen puestos en el legislativo. Es interesante observar que este punto no ha sido expuesto por nadie más la literatura. 6 Roderic Ai Carnp, Mex jco ‘s leaders: their education and recruitment, Tucson, Uniy of Arizona Press, 1980, p. 62. véase Thomas R. Dye, Who’s runningAmermca? The Bush era, 5a. ed., Englewood Prentice-Hall, 1990. 8 Peter H. Smith, Labyrinths of power: political recruitment in twentieth-century Me Princeton, Princeton University Press, 1979, p. 109.

N CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA?

dos.

c ¾

238 ¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? genera un pool de dirigentes diferente del de los políticos del es tablishment, aunque sólo sea porque su ambiente institucional es diferente. Por lo tanto, en México, comparar los políticos de la oposición con los del establishment significa contrastar dos pools de líderes formados en dos ambientes institucionales diferentes. Para los políticos del establishment el legislativo no es sino uno de los tres vehículos institucionales que pueden llevar al éxito en la carrera, y en realidad un vehículo mucho menos importante que el ejecutivo. La formación de los grupos dirigentes incluyendo sus orígenes sociales, arroja una luz considerable sobre la apertura del proceso de reclutamiento y la fluidez de los canales de la dirigencia.° Como ya se ha indicado, cuanto más alta es la clase social del dirigente más estrecho es el pool de reclutamiento, puesto que en la mayoría de las sociedades —incluyendo a México— la clase alta sólo incluye a un pequeño porcentaje de los ciudadanos. Por el contrario, cuanto más amplios son los orígenes sociales de un grupo político mayor es el pool del que surge. Típicamente, los analistas políticos se han sentido intrigados por el potencial de esta variable para alterar la estabilidad de un sistema político, al colocar una tapadera sobre la movilidad ascendente en el sector público. El mismo análisis puede

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aplicarse a los dirigentes de la oposición. Dicho de otro modo: ¿en qué medida la oposición a diferencia de la dirigencia gubernamental, ofrece un canal de movilidad social ascendente? Según la literatura, en otras partes la oposición tiene más probabilidades de “tratar de mantener su fuerza entre los grupos de los que obtiene su mayor apoyo”.1° La mitología popular sobre los partidos izquierdistas populistas como el PRD, como ya se ha observado, dice que sus dirigentes provienen de orígenes socíoeconómicos más bajos. Si eso es cierto, se podría suponer que los dirigentes del PRD ofrecen un canal alternativo para la movilidad social ascendente que no existe entre los dirigentes del establishment. Por otra parte, si es correcta la mitología popular sobre los partidos conservadores —que sus dirigentes provienen de circunstancias socioeconómicas elevadas— entonces los °James H. Meisel, The myth of the ruling closs: Gaetano Mosca and (he “Elite”, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1962. 10 Moshe M. Czudnowski, “Political reciuitment”, en Fred 1. Greenstein y NelsOfl Polsby (eds.), Handbook of political science, vol. 2, Micropolztzcal theory, Reading, Addison-Wesley, 1975, p. 181.

¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? orígenes sociales de los dirigentes panistas restringen aún más el pool de gobernantes elegibles en México. Si la dirigencia del establishment ignorara a los reclutas de clase media y alta, el PAN abriría --‘ctivamente ese canal a otro grupo no representado de mexica s Sin embargo, como lo ilustran los datos del capítulo anterior, típicamente los dirigentes gubernamentales provienen de las clases media y media alta.

Orígenes socioeconómicos de la oposición

“ relación tiene la mitología popular sobre ambos conjuntos líderes de oposición con la realidad? El punto más obvio en los .atos presentados en el cuadro 7.1 es que los dirigentes del PRD i muchas más probabilidades de provenir de la clase trabaja- y los dirigentes del PAN efectivamente provienen en su abrumadora mayoría de las clases media y alta.1’ Las cifras para el PAN ...i relativamente comparables con las correspondientes de los diiigentes del establishment, e indican que el 70 por ciento de la di- ja del gobierno y del PRI comparte los mismos orígenes de e media y media alta. Si bien entre los dirigentes del PAN el 85 ciento tiene ese origen, cifra 20 por ciento más alta que la de priístas, se podría aducir que la muestra gubernamental repre - t un grupo de dirigentes de edad algo mayor, que ingresaron la política en un momento en que los orígenes de clase trabajadora estaban mejor representados entre todos los dirigentes políticos. i bien la muestra se inicia con el segundo gabinete de Lázaro Dárdenas (junio de 1935), y el PAN fue fundado en 1939, el partido obtuvo ningún cargo importante hasta después de 1950, cuando clases medias representaban un porcentaje mayor de la pobla“i total. Por ejemplo, el 40 por ciento de los dirigentes del goaerno nacional había nacido antes de 1910, contra apenas el 18 -- ciento de los dirigentes del PAN.

1 j En México existe un precedente histórico de este patrón. En su análisis de los miembros del gabinete de 1824 a 1867, Donaid F.

Stevens descubrió que si ‘ien la mayoría de los políticos había nacido en centros urbanos, “los moderados atenían aproximadamente el doble y los radicales alrededor del triple de probailidades que los conservadores de haber nacido en familias residentes en el camnOrigins of instability in early republican Mexico, Durham, Duke University Press, f991 p. 113.

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CUADRO 7.1. ANTECEDENTES SOCIOECONÓMICOS DE POLÍTICOS, POR PARTIDO - Grupo

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Sil uacion dirigente (%) ________

soceoeconO’miCa de los padres PAN PRD PRI Clase media y alta 85 42 70 Clase trabajadora 15 58 30 Total 100 100 100 Se puede postular una influencia adicional que tiende a exagerar la importancia de los orígenes sociales elevados entre los panistas. en comparación con los dirigentes del gobierno. Como más del 98 por ciento de los dirigentes del PAN ha ocupado puestos en el Senado o en la Cámara de Diputados la cifra del 85 por ciento de orígenes de la clase media y alta sería sustancialmente más alta que la cifra equivalente para los miembros del PRI que sólo han servido en esa rama del gobierno. En términos de su origen social, los miembros del PRI representan a los grupos de votantes del legislativo (si es que existen tales grupos de votantes) mejor que los miembros del PAN. Sin embargo, es la dirigencia del PRD la que ofrece una verdadera alternativa de reclutamiento, medida en términos de orígenes socioeconómicos, a los dirigentes del gobierno y del PAN. Las diferencias entre los tres grupos en materia de dirigentes oriundos de la clase trabajadora son muy notables. Comparando los datos de el cuadro 6.8, ese porcentaje de políticos de la clase trabajadora no ha existido desde los tiempos de Lázaro Cárdenas (1934-1940). Esto es aún más notable porque, a pesar de que muchos de los miembros de la dirigencia suprema del PRD son de cierta edad, puesto que antes fueron funcionarios del gobierno» la mayoría de sus colaboradores son jóvenes, lo que hace pensar en un patrón contrario al que se encuentra entre los otros dirigentes políticOS tanto del PAN como del PRI. También el PAN y el gobierno ofrecen oportunidades para que políticos de la clase trabajadora lleguen a ese nivel, especialmente en el legislativo, pero ese acceso no es típico sino excepcional. El PRD, por otra parte, abrió un canal que antes sólo existía en los

¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? 241 pequeños partidos de izquierda y en el Partido Comunista Mexicano. 12 Si el PRD expande su base, obteniendo más cargos que en las elecciones de 1991 a la vez que sigue reclutando políticos de orígenes socioeconómicos similares, podría invertir por primera vez una tendencia en los orígenes de los altos funcionarios mexicanos. Es un hecho indiscutible que la mayoría de los dirigentes polí. ricos mexicanos provienen de las clases media y alta y que la dingencia del PAN, como alternativa a los políticos del establishment, no se aparta mucho de esa norma. En realidad, si no compensamos según la edad de los dos grupos, el PAN estrecha los orígenes so:ciale s de los políticos mexicanos en comparación con el mu. De • hecho, en las últimas dos administraciones —la de Miguel de la • Madrid (1982-1988) y la de Carlos Salinas de Gortari (1988-1 994)— el 85 por ciento de la dirigencia provenía de esos mismos orígenes sociales, cifra que corresponde exactamente a la de los dirigentes LIel PAN. Hasta donde llegan las teorías sobre la estabilidad social y la dirigencia de la élite, el PAN no parece ofrecer una alternativa al Ri; en todo caso contribuye a la creciente distorsión de la distri1 bución de los orígenes sociales en la dirigencia política mexicana en comparación con la población en general. Para la década de

j 1970 una estimación generosa de la clase media la ubicaba en el 3O por ciento de la población, cifra que declinó a un 25 por ciento eon la llegada de la crisis económica después de 1980.’ Es importante observar que entre panistas y priístas las clases *ociales predominantes son la media y la media alta» no la clase 1ta. Menos del 5 por ciento de los padres de los dirigentes podrían ser caracterizados como de clase alta, lo que da idea de lo reducido del papel de la clase alta en la producción de futuros dirigentes 4políticos mexicanos en general, y dirigentes del PAN o del PRD en particular. Por supuesto que el origen social, medido exclusivamente por ;la clase, no es la única variable que vale la pena examinar. A menudo #aracterísticas más concretas dentro de los orígenes de clase su- 12 Véase Roderic Ai Carnp, “Opposirion iii Mexico: a colnparison of Ieadership”, flJudith Gentleinan (ed.), Mexican politics in transition, Boulder, Westview, 1987, 41p. 235-260. 13 Sidney Weintraub, A marriage of convenience. relation.s between Mexico and the •Jflited States, Nueva York, Oxford University Press, 1990, p. 36.

242 ¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? gieren distinciones que merecen ser identificadas. Por ejemplo, una característica relacionada con la movilidad social ascendente que los orígenes sociales disimulan es la ocupación de los padres —concretamente, si uno de los padres ocupó un alto cargo en la política o en las fuerzas armadas. Unjoven con ambiciones políticas con un padre que ha ocupado un cargo de ese tipo, como ya se ha indicado, estaría en una posición ventajosa para perseguir su objetivo debido a ciertos rasgos del proceso político mexicano. Cabría suponer que los políticos exitosos del establishment que ha dominado la política mexicana por más de sesenta años tienen padres más

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activos polfticamente que los miembros de los partidos de oposición. Lo sorprendente es que casi no hay diferencia entre los políticos nacionales del PAN y los del establishment si se comparan las conexiones políticas de sus padres. En ambos grupos, sólo un político de cada diez tuvo un padre que ocupó un cargo político o militar de prominencia nacional. Y es interesante observar que si bien los políticos del establishment han tenido acceso a tales cargos por mucho más tiempo, las figuras de más edad del PAN han dado a sus hijos iguales oportunidades. En cuanto a los dirigentes del PRD, a pesar de que sus figuras más prominentes como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Rodolfo González Guevara ya habían hecho largas carreras en las filas del gobierno, los descendientes de familias prominentes corresponden a una cifra mucho menor, apenas el 6 por ciento. Los dirigentes perredistas más jóvenes, igual que los revolucionarios de ochenta años antes, vienen de sectores disidentes de la sociedad y con frecuencia de familias sin ninguna conexión con las instituciones generales del estado. Como el partido se fundó en 1989, pasarán muchos años antes de que aparezca una segunda generación de dirigentes. Los dirigentes del PAN, partido cuyos orígenes se remontan a medio siglo atrás, están actualmente en el punto en que están pasando al primer plano individuos de la tercera generación. Sin embargo, desde 1939 hasta 1992 los ejemplos típicos eran de vínculos políticos padre-hijo (o padre-hija) entre la generación fundadora y sus hijos. Un ejemplo de esto a los niveles más altos del PAN es Manuel Gómez Morín, cofundador y presidente (1939-1949) del Comité Ejecutivo Nacional del partido y padre de Juan Manuel Gómez Morín Torres, quien se afihió a la sección juvenil del PAN a los quince años en 1939, sin duda debido al papel de su padre

LVN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? 243 n la organización. Juan Manuel actuó en la sección del PAN en el Vistrito Federal y fue miembro del comité regional por muchos ños, para ser después secretario y luego presidente del partido Iocal, y eventualmente secretario general del Comité Ejecutivo Nacional.’ 4 Irónicamente, entre políticos cuyos padres fueron altos funciomanos del gobierno, esos padres eran miembros del establishment gubernamental y no de la oposición. Un buen ejemplo de esto son los hermanos Vicencio Tovar, Abel y Astolfo, que han ocupado cargos nacionales en el PAN como presidente y secretario general, respectivamente, del Comité Ejecutivo Nacional. Su padre, Gustavo :A. Vicencio, rector del Instituto de Ciencia y Literatura de México, fue juez y miembro de la Suprema Corte en la década de 1920. Astolfo, quien fue miembro de los comités regionales del Distrito Federal y del Estado de México, fue candidato a la presidencia municipal de Naucalpan en 1969 y desde entonces ha sido diputado rfederal en tres ocasiones, la última de 1988 a 1991. Su hijo Gustavo Vicencio Tovar, siguiendo los pasos de su padre y su abuelo, llegó a ser diputado federal en 1982.15 Si analizamos los antecedentes políticos de las relaciones familiares de los dirigentes de la oposición en un sentido más amplio, aparece una diferencia sustancial en los vínculos políticos familiares. Si incluimos no sólo la familia nuclear sino también la extensa (tíos y tías, sobrinos y sobrinas y parientes políticos), los vínculos familiares son mucho más frecuentes entre los políticos del establishment que entre los de la oposición. Poco más de uno de cada Cuatro (27 por ciento) funcionarios gubernamentales tiene alguna conexión familiar de ese tipo entre sus antecedentes, mientras que entre los dirigentes del PAN y el PRD las cifras correspondientes son respectivamente 19 y 17 por ciento. Aun cuando los futuros miembros de la oposición utilicen sus lazos familiares para impulsar sus carreras políticas, esos lazos están menos desarrollados entre ellos que entre los funcionarios gubernamentales. Los analistas políticos interesados en los orígenes sociales de los políticos también han sentido curiosidad por los orígenes ideológicos de sus familias, orígenes que podrían indicar —aunque no 14 Roderic Aí Camp, Who’s who in Mexico today, Boulder, Westview, 1988, p. 80. 15 Cámara de Diputados, Directorio de la legislatura, 1967-1970, México, s.f.; Directorio de la legislatura, 1982-1985, México, s.f.; Diccionario biográfico del gobierno mexicano, México, Fondo de Cultuja Económica, 1989, p. 621.

4

244

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- CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? 245

CUADRO 7.2. VINCULACIONES DE POLÍTICOS CON FAMILIAS PORFIRIANAS O REVOLUCIONARIAS IMPORTANTES, POR PARTIDO

- Grupo dirigente (%) Tzpo de vinculo familiar

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exclusivamente— influencias sociales a largo plazo. En México, que II sufrió una gran revolución social de 1910 a 1920, la persistencia de élites prerrevolucionarias y revolucionarias importantes ha sido la fuente de influencia más interesante. Como afirma Mark Wasserman, de 1920 a 1940 la vieja élite no fue excluida de la dirigencia local y estadual.’° La pregunta es si ocurrió lo mismo entre los políticos de oposición a nivel nacional. Los dirigentes del establishment mexicano afirman tener fuertes vínculos con la Revolución, presentándose como los “verdaderos” herederos de la ideología revolucionaria. Los críticos del PAN dicen que los dirigentes y los valores de ese partido están asociados con la ideología porfiriana —es decir, con intereses opuestos a la Revolución.’7 Si rastreamos las vinculaciones familiares de los dirigentes de la oposición y otros políticos hasta esos dos grupos históricos, las diferencias son muy curiosas. En general, ninguno de los grupos tiene vínculos significativos con ningún grupo de familias, pero sí existe una diferencia sustancial entre la naturaleza de sus vínculos con esos dos grupos históricos. Dos veces más políticos del PAN tienen alguna vinculación con familias porfirianas importantes que los dirigentes del PRI y del PRD (cuadro 7.2). Es verdad que los miembros de los gobiernos posrevolucionarios podrían haber tratado de ocultar o disimular tales vinculaciones, en vista de la retórica de esas administraciones, pero es dudoso que ese hecho por 16 Mark Wasserinan, Persistent oligarchs: thepoliticaleconomy of Chihuahua, Mexico, 1910-1940, Durham, Duke University Press, 1993, caps. 5 y 6. 17 Vicente Fuentes Díaz, Los partidos políticos en México, México, Editorial Altiplano, 1969, p. 299.

solo pueda explicar la disparidad. Aún más interesante es el hede que los miembros del PRD tengan el mismo porcentaje de culación con las familias prerrevolucionarias notables que los cionarios gubernamentales, cuando cabría suponer que los di‘entes populistas e izquierdistas tendrían menos conexiones con Aún menos son los vínculos de los políticos con prominentes jnilias revolucionarias, pero los palistas y perredistas que los tieson apenas dos tercios de los funcionarios del establishment conectados con ellas. En realidad, las vinculaciones de los tres grucon las familias revolucionarias importantes son sorprendente- ente escasas. Uno de los ejemplos más interesantes de esas vincuJones familiares puede encontrarse en los antecedentes de Pablo Madero Belden, quien fue candidato a la alcaldía de Monterrey ‘r el PAN, fue presidente del PAN en Nuevo León en 1951 y llegó ser presidente del PAN a mediados de los ochenta. Según reveló 1 propio Madero en una entrevista con Carlos Gil, él empezó a ctuar en política porque su padre, el general de división Emilio adero González, fue un temprano dirigente de la oposición presidiendo el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN), organización que respaldaba la campaña presidencial del general ;.. Almazán en 1940. Sin embargo, su padre era hermano de Francisco 1. Madero, el primer presidente revolucionario de México. Además, Pablo es nieto de una familia de prominentes harcendados porfirianos de Coahujla.’ Estos hallazgos tienen implicaciones duales. En primer lugar el L J’AN —al menos en términos de los orígenes sociales— proporciona alguna representación a un grupo de gente momentáneamente pri vad de derechos por la Revolución, estableciendo así una continuidad de la época porfiriana hasta

el presente. En ese sentido, j los dirigentes del PAN aumentan la diversidad de orígenes sociales representada en la dirigencia mexicana desde 1935. Segundo, el PRD —en términos de vinculaciones familiares concretas— no re- presenta un grupo alternativo de mexicanos que no estuviera ya representado entre los funcionarios gubernamentales. La relación entre el origen social de un político y la percepción que los ciudadanos tienen del interés de un dirigente por sus asun18 Carlos Gil, Hope andfrustration: inierviews with leaders of Mexico’s Political oitPosition, Wilmington, Scholarly Resources, 1992, p. 122.

PAN

PRD

PRI

las.

Familias porfirianas 7 3

Familias revolucionarias 1 2 3

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Ambas 1 0 0.4

Total 9 5 6.4

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247

CUADRO 7.3. SIMPATÍAS DE LA POBLACIÓN MEXICANA POR LOS PARTIDOS, POR SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA

tos puede deducirse en cierta medida del análisis de las simpatías de los votantes por los diversos partidos. Los datos del cuadro 7.3 son bastante reveladores. En primer lugar, los candidatos del establi.shment extraen la mayor parte de su apoyo de votantes de las clases media y alta. Por otra parte el PRD, que propone una plataforma populista de economía dirigida por el Estado y se identifica como un partido de izquierda, capta principalmente las simpatías de votantes de ingresos bajos y medios. Su dirigencia es, por supuesto, la que mejor representa a esos estratos sociales.19 Como indican los datos de el cuadro 7.3, la simpatía por el PAN es escasa entre los votantes de la clase trabajadora, que le dan el mínimo de votos entre los tres partidos; en cambio es máxima entre los votantes de ingresos más altos. Estos últimos tienen menos probabilidades de votar por el PAN que por el PRI, lo que hace pensar 19 Para un excelente análisis de la realineación de los votantes por orígefl socioeconómicos, véase Joseph L. Klesner, “Realignanent or dealignment? Con sequences of econoxnic crisis and econolnic restructuring for the Mexican party system”, trabajo presentado a un taller titulado ‘The political dimension of strUC tural adjustment in Mexico”, Center for United States-Mexican Studies, UniveiS1tY of California, La Jolla, junio de 1992, p. 11.

que ven al PRI como más capaz de preservar e impulsar sus intereses económicos, pero a la vez constituyen proporcionalmente un poreentaje mayor del total de votantes del PAN que de los otros dos partidos. Aun cuando la dirigencia del PAN es de clase media y _, muchos votantes la ven como representante de los intereses la clase alta y votan en consecuencia. Un tercer supuesto acerca de los orígenes sociales de los grupos rigentes es que todas las élites (económica, social, militar, reliosa y política) comparten antecedentes similares. Los individuos ‘i antecedentes similares desarrollan vínculos estrechos entre sí, ) que les proporciona las conexiones necesarias para ascender en escalas de sus diferentes profesiones y colaborar en el proceso gobernar. Esta explicación está relacionada con las teorías clá d C. Wright Mills sobre la existencia de una élite del poder, continuada en la obra de William Domhoff y otros.2° Buena parte e la literatura popular mexicana afirma la existencia de vínculos echos entre la dirigencia del PAN y la élite católica y empresarial aa.21 En el contexto latinoamericano se podría sostener tamla existencia de una fuerte vinculación con el cuerpo de ofies de las fuerzas armadas, tercer pilar a menudo vinculado mbólicamente y en realidad con los movimientos políticos conrvadores. Sin embargo, en el contexto mexicano, dado su modelo político y su patrón tan especial de relaciones entre civiles y milison los políticos del gobierno los que supuestamente tienen --ulaciones con los militares.22 $ Los orígenes sociales se han utilizado también para afirmar la Cxistencia de un control de clase sobre diversos sectores de la so1 1 y vinculaciones que conducen a la toma de decisiones por a “élite del poder”, como viéramos ya en el capítulo 5. En México s indicios de la existencia de una élite del poder son tenues en 1 mejor de los casos. El poder es ejercido por una dirigencia vae inconexa. Sin embargo, algunos dirigentes tienen vínculos 20 G. William Domhoff, Who rules America?, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, Abraham Nuncio, El PAN, alternativa cte poder o instrumento de la burguesía presarial, México, Ed. Nueva Imagen, 1986, pp. 31-36; Ricardo Tirado, “Los cmsarios y la derecha en México”, Revista Mexicana de Sociología 47, núm. 1 (eneO-marzo de 1985), pp. 105-123. 22 Franklin D. Margiotia, “Civilian control aud the Mexican military: changing atterns of political influence”, en Claude

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E. WelchJr., Civilian control of the mmlztary, ‘y, University of New York Paess, 1976, pp. 213-254.

FUENTE: Encuesta de Los Angeles Times de agosto de 1989, cortesía de Miguel Basáñez, reimpreso en Roderic Ai Camnp, La política en México, México, Siglo XXI, 1995, cuadro 4.3.

U 1’ 4,8

Nive 1 de ingresos los votant es (%)

Todos los

Simpatías de los niveles

votantes Alto Medio Bajo combinados

iu 44 38 26 31.4

21 13 12 13.1

pn 5 16 17 15.5

Otro 3 3 3 3.2

Ninguno 21 23 32 28.1

Nosabe 4 5 7 6.4

No responde 1 1 2 2.2

Total 99 99 99 99.9

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249

más extensos con diversas élites que otros. Se ha hablado de Vinculaciones entre las élites política, intelectual y empresarial,23 pero en realidad esas vinculaciones son mínimas: apenas el 5 por ciento de los funcionarios gubernamentales del nivel más alto tiene Vinculaciones conocidas con intelectuales y dirigentes empresariales. Los dirigentes del PRD, a diferencia de los políticos del establishment, no tienen vinculaciones con esos importantes

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grupos. En ese sentido los dirigentes de la oposición populista e izquierdista representan un pool diferente de líderes en potencia —los que tienen escasos vínculos con otras élites. Entre los dirigentes del PAN esas vinculaciones también son escasas en número, pero proporcionalmente son mucho más extensas que entre sus equivalentes del gobierno o del PRD.24 En el caso de los dirigentes empresariales, el 7 por ciento de los panistas tiene algún vínculo con ellos, y el 6 por ciento tiene relación con intelectuales prominentes, lo que representa el triple de la cifra correspondiente para funcionarios del gobierno y da algún apoyo a la relación supuesta por la mente popular entre la comunidad empresarial y el PAN.25 Los vínculos de la oposición con los empresarios pueden investigarse examinando las carreras de los dirigentes de la oposición antes de ingresar a la política. Son muchos los funcionarios gubernamentales que han hecho otra Carrera antes de ingresar a la política, pero la mayoría lo hizo en las profesiones, como abogados, economistas o médicos. Por otra parte es mucho más probable que los panistas hayan trabajado en el sector privado antes de iniciar una carrera pública. Por ejemplo, el 14 por ciento de los líderes del PAN ocupó un puesto de administración en una empresa antes de su primer cargo político nacional, en comparación con el 5 por ciento de todos los funcionarios gubernamentales del establishment. Como era de suponer, son muy pocos los dirigentes del PRD —apenas el 2 por ciento— que antes hicieron una carrera empresarial. 23 Alonso Aguilar Monteverde, “El estado y la burguesía”, Estrategia, núm. 27 (mayo-junio de 1979), pp. 20-61. 24 Para un excelente estudio de caso de vinculaciones recientes entre einpreSa nos prominentes y el PAN en las elecciones esraduales de Chihuahua, véase Yemlle Mizrahi, “Rebels without a Cause? The politics of entrepreneurs in Chihuahua”, trabajo presentado a un encuentro de la National Latin American Studies AsSo ciation, Los Angeles, septiembre de 1992. 25 Yemile Mizrahi, “The new conservative opposition in Mexico: the political radicalization of Northern entrepreneurs”, trabajo presentado a un encuentro de la National Latin American Studies Association, Washington, D.C., abril (le 1991.

Un ejemplo típico de este nuevo tipo de dirigente panista que combina una carrera empresarial exitosa con una carrera política es Fernando Canales Clariond. Nativo del estado norteño de Nuevo León, fue diputado federal de 1979 a 1981, y a continuación se presentó nuevamente contra el candidato del gobierno para gobernador de su estado natal en 1985. Es director general del grupo IMSA, importante industria regiomontana, y ha presidido las cámaras de comercio de Monterrey y de Nuevo León. Además tiene extensos vínculos familiares con prominentes empresarios: es primo de Ernesto Canales Santos, ex presidente del grupo ALFA, y sobrino del presidente de Industrias Monterrey. Definitivamente, el origen social influye en muchas otras variables y, como se sugirió en el capítulo anterior, se entrelaza con variables como el lugar de nacimiento y el nivel, el tipo y el lugar de educación. Esas variables de origen, a su vez, influyen en los vínculos entre los políticos, las elecciones de carrera y las vinculaciones con otros grupos. Ya hemos descubierto que los mexicanos del más alto nivel de todos los sectores provienen en forma abrumadora de áreas urbanas. Los políticos de la oposición no son excepción. Para todo el periodo, según lo indican los datos de la tabla 7.4, poco más de dos tercios de los políticos del establishment son de origen urbano. Entre los panistas el porcentaje es aún más elevado y en realidad corresponde estrechamente a los porcentajes de las clases media y alta. Esto no debe sorprender si se considera la ubicación del apoyo del PAN en el electorado. Como lo indica el análisis distrito por distrito, la mayor parte del apoyo al PAN proviene de centros . urbanos, generalmente grandes ciudades, incluyendo la vasta comunidad urbana que se extiende desde el Distrito Federal hacia el estado de México, Guadalajara, Monterrey y Ciudad Juárez.26 El PRD, que también ha tenido buenos resultados en centros urbanos y en algunos de los mismos estados y regiones que el PAN, también recluta sus dirigentes en zonas urbanas. Con respecto al lugar de nacimiento, los dirigentes del PRD no se diferencian significativamente de los del gobierno. Estas cifras no corroboran las teorías del reclutamiento relacio26 Roderic Ai Camnp, “Mexico’s 1988 elections’, en Edgar Butier yjorge Busta mau (eds.), Sucesión presidencial, the 1988 Mexican presidential election, Boulder, Westview, 1991, pp. 110-Ui.

1 250 ¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA?

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251

nadas con la estabilidad política. Los políticos de la oposición no invierten la fuerte tendencia actual hacia la eliminación total de los políticos nacidos en zonas rurales de los puestos de dirección; en todo caso la refuerzan. Ningún grupo de oposición expande la diversidad de los orígenes geográficos entre los dirigentes políticos nacionales porque también entre ellos los de orígenes urbanos tienen un predominio abrumador. La fuerza de la oposición, como ya se ha sugerido, es local y regional, y por lo tanto existe una inclinación regional en la composición de su dirigencia nacional, representada en el legislativo por los distritos en que es más fuerte. El Distrito

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Federal siempre ha estado sobrerrepresentado en los orígenes de los políticos mexicanos, pero su representación es aún más fuerte entre los políticos de oposición, que históricamente han tenido éxito en la ciudad de México.27 En 1988 el PRD ganó por mayoría de votos en el Distrito Federal. Antes de 1988 el PAN solía obtener el 30 por ciento o más de los votos en la capital, el doble de su promedio nacional. Otros baluartes de la oposición han estado en el norte y el occidente, señalados también en la composición de su dirigencia (cuadro 7.5). El PAN, por ejemplo, tradicionalmente recibe un fuerte apoyo en Guadalajara y en Jalisco y Sinaloa. El PRD ganó en 1988 en el estado de Baja California, y en 1990 el PAN ganó la guberna tura del mismo estado. Chihuahua, otro estado norteño, es otro baluarte del PAN, y el PRD tuvo muy buenos resultados en Coahuila en 1988. Los dos partidos se aliaron para competir en las muy reñidas elecciones para gobernador en Tamaulipas, el estado del 27Juan Molinar y Leonardo Valdés, “Las elecciones de 1985 en el Distrito Federal”, Revista Mexicana de Sociología 49, núm. 2 (abril-junio de 1987), pp. 183-215

extremo noreste del país. Por otra parte, los dos partidos son débiles en la región del Golfo y en el sur (con excepción de Oaxaca), lo que se refleja en los antecedentes de sus dirigentes (cuadro 7.5). Entre los políticos mexicanos del establishment existe asimismo una fuerte relación entre orígenes sociales, lugar de nacimiento urbano y educación. Otros estudios demuestran claramente las crecientes tendencias educacional”s de las élites políticas en todo el mundo y también en México. La importancia cada vez mayor de las credenciales educacionales no hace más que asegurar la credente incidencia de orígenes sociales de clase media y alta, así como del lugar de nacimiento urbano. Los hijos de familias de ese origen, como ya hemos demostrado previamente, son los que tienen más probabilidades de obtener las credenciales educativas necesarias para ser competitivos entre otros políticos potenciales. Los políticos de oposición no son excepción a las tendencias educacionales generales entre los políticos mexicanos (cuadro 7.6). Tres cuartos de los dirigentes del PAN y casi dos tercios de los del PRD pasaron por la universidad, y un quinto ha ido más allá de la licenciatura o el título profesional, cifras que corresponden muy exactamente a los niveles educacionales de la dirigencia política del establishment mexicano. De la preparatoria para arriba los polfticos del PAN tienen una ligera ventaja en cuanto a la educación,

CUADRO 7.4. ORÍGENES URBANOS Y RURALES DE DIRIGENTES POLÍTICOS, POR PARTIDO

Lugar de nacimiento

PAN

Urbano Rural Total

83.5 16.5 100.0

Grupo dirigente (%) PRD PRI 71.7 68.7 28.3 31.3 100.0 100.0

CUADRO 7.5. ORÍGENES REGIONALES DE DIRIGENTES POLÍTICOS, POR PARTIDO

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¡

1. NOTA: Los totales no son del 100% debido al redondeo.

,

Región de nacimiento

Distrito Federal PAN

Grupo dirigente

(%) PRD

29

Centro oriente Occidente Norte Sur Golfo Centro occidente Extranjero Total

11 17 18 4 7 12 1 99

24 7 22 21 7 9 10 0 100

18

15

15

15

9 13

13

1 99

¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? ¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA?

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‘253

Secundaria Normal Preparatoria Universidad

Posgrado Maestría

252 CUADRO 7.6. NIVEL EDUCACIONAL DE LOS DIRIGENTES POLÍTICOS, POR PARTIDO

Grupo dirigente (%) Nivel de _________________________________________

educación PAN PRD PR! Primaria 4 10 7 6 3 6 3 9 6 15 6 55 44 49 3 5 7 6 Licenciatura 5 3 7 Doctorado 8 5 6 Total 102 99 ¡00 NOTA: Los totales no son del 100% debido al redondeo.

reflejo de su ligera ventaja en los orígenes de clase media y alta, pero son diferencias relativamente pequeñas. Como reflejo de su origen de clase, los políticos del PRD son significativamente menos educados que los líderes gubernamefltales especialmente considerando que son el grupo más joven. Así, son los que ofrecen a los mexicanos sin educación universitaria mayores oportunidades de alcanzar cargos políticos nacionales. La dirigencia más joven del PAN, caracterizada por una ocupación profesional, educación superior y origen urbano y de clase media, tiene un buen ejemplo en la carrera de Jesús González Schmal, quien nació en la ciudad de México en 1942 y fue educado allí en escuelas privadas. Sus padres, pequeños terratenientes que fundaron Delicias, Chihuahua, se trasladaron a la capital mientras él cursaba la escuela primaria. González Schmal terminó la carrera de Relaciones Industriales en la Universidad Ibero Americana y la de Derecho en la UNAM, a la que regresó más tarde para hacer una maestría en Sociología. Bajo la influencia de un profesor ingresO a la actividad política en la década de 1960 afiliándose al sector juvenil del PAN, y luego ocupó diversos cargos en el partido haSta ser coordinador de la minoría panista en la Cámara de Diputados (1985-1988).

Como ya se ha demostrado, la educación ha desempeñado Un papel muy importante en el proceso de reclutamiento mexicaxio. Los que siguen una carrera universitaria son los que hacen los cOntactos necesarios par ascender en la escala política. La educación superior y el reclutamiento político han estado íntimamente vinculados en la política mexicana, antes y después de la Revolucién, pero especialmente después de 1920. Es interesante observar qtie los políticos de la oposición no se desvían de esa norma estableciendo distintos tipos de canales de reclutamiento, sino que tajflbién ellos, especialmente el PAN, utilizan el sistema universitario. En el caso del PRD, sin embargo, aún es demasiado pronto para identificar la sede institucional de sus canales de reclutamiento porque la organización es demasiado joven. La influencia de la educación superior como lugar de reclutamiento para el PRD —así como para los otros partidos de izquierda, más antiguos y menores que el PRD— está relacionada con el hecho de que muchos dirigentes son disidentes del gobierno e ingresaron a la política por los mismos canales que las figuras del establishment. El detalle interesante acerca de la vinculación entre la educaciófl .y los canales de movilidad política ascendente de la oposición es la diferencia sobre dónde tuvo lugar esa educación. Los políticos del PAN, debido a algunas diferencias en sus orígenes sociales, asitieron a instituciones privadas, concretamente a instituciones religiosas, en mayor proporción que sus colegas del establishment, y este patrón se inicia en edad temprana. Entre los políticos del PAN uya educación conocemos, más de la mitad (59 por ciento) asistió a una escuela primaria o secundaria privada. Entre los poIítico del establishment sólo lo hizo el 23 por ciento, es decir menos de L mitad. Esta experiencia distingue a los dirigentes del PRI y del N más que casi cualquier otra variable de los antecedentes, y es robable que tenga una influencia significativa en la socialización

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los dos grupos dirigentes. Como señaló un observador astuto y it funcionario gubernamental, esas escuelas están produciendo un tide dirigente distinto del de generaciones anteriores, y cuyas ex1iencias educacionales están intelectual y socialmente cerradas.28 Esos patrones se hacen cada vez menos pronunciados a medida 1e los dirigentes del PAN continúan su educación. Casi el mismo Adrián Lajous, “Nueva clase gobernante, desconocimiento del pueblo”, Ex!$Wr, 25 de octubre de 1991, 7, 9A.

254 porcentaje de panistas y dirigentes del establishment (42 y 45 por ciento respectivamente) asistieron a la institución más grande del país, la UNAM, en comparación con tan sólo el 36 por ciento de los dirigentes del PRD. Aproximadamente el mismo número de políticos del gobierno y del PAN (25 por ciento) asistieron también a universidades públicas de provincia, en contraste con apenas el 8 por ciento de los políticos del PRD. Los dirigentes perredistas asistieron a otras instituciones públicas nacionales en lugar de la UNAM en porcentajes mayores que los dirigentes del gobierno y del PAN. Por ejemplo, una proporción mayor de sus miembros con educación universitaria son egresados del Instituto Politécnico Nacional (IPN) —fundado por Cárdenas como alternativa populista a la UNAM— y de la Escuela Nacional de Agricultura, que suele atraer a los hijos de campesinos. También hay egresados de universidades privadas entre los dirigentes de la oposición, si bien los políticos gubernamentales y perredistas con título universitario de una institución privada son menos de la mitad (4 por ciento) que los dirigentes del PAN en el mismo caso (11 por ciento). En ese sentido el PAN recluta a un tipo diferente de dirigente mexicano, socializado en un ambiente educacional elitista y altamente selectivo, al menos en cuanto al ingreso familiar. Irónicamente, durante el gobierno de Salinas los dirigentes gubernamentales han ido cada vez más en la misma dirección, al provenir de antecedentes educacionales similares. Así, las experiencias educacionales de los funcionarios gubernamentales y los dirigentes panistas tienden a coincidir, mientras que el PRO ha seguido manteniendo patrones educacionales más diversos y más abiertos que los observables entre los políticos mexicanos de las últimas décadas. La educación es posiblemente más importante para comprender las bases sociales de los políticos y sus vinculaciones con otros grupos. En realidad, las elecciones profesionales de los dos grupos de dirigentes afectan incluso la separación entre educación privada y pública. Las carreras más frecuentes entre todos los dirigentes de la oposición solían ser Derecho (PRO y PAN, 40 por ciento), Medicina (PRD y PAN, 9 por ciento) e Ingeniería (PAN, 8 por ciento, PRO, 6 por ciento), los mismos tres campos tradicionalmente preferidos por los miembros del PRI. Lo que distingue a los tres grupos es el campo profesional más nuevo, la economía. Lo más notable acerca de los antecedentes educacionales de los panistas es la ausencia

¿UN CAMINO ALTERNATIVO HACIA LA DIRIGENCIA? 255 de economistas. Ni un solo dirigente panista de nuestra muestra estudió economía, en comparación con el 10 por ciento de los dirigentes gubernamentales. No sorprende en cambio que tres veces más panistas que dirigentes gubernamenai5 sean contadores públicos recibidos, lo que indica su orientación empresarial. Entre los dirigentes del PRO, en cambio, el 17 por ciento estudió economía, siendo el mayor grupo de políticos que escogió esa disciplina. Así como los políticos del PAN iniciaron nuevas tendencias en términos de instituciones educativas, los del PRO abrieron camino en las elecciones disciplinarias de los políticos. La economía alcanzó un nivel igual al del derecho en los antecedentes educativos de los colaboradores de Salinas (véase el cuadro 4.7). ¿Cómo se explica el desinterés por la economía entre los futuros dirigentes del PAN en un momento en que la dirigencia del establishment se vuelve hacia ese campo? En parte se explica por el hecho de que la insti tució históricamente más importante en ese terreno, la Escuela Nacional de Economía donde estudió el presidente Salinas, estuvo por algún tiempo bajo la influencia de la ideología marxista.29 Esto en cierta medida explica también por qué estudió economía un pocentaje mayor de dirigentes populistas e izquierdistas, muchos de los cuales después se unieron al PRO. Segundo, muchos panistas se recibieron de administrador de empresas o contador público, dando preferencia a la práctica sobre la teoría. Por último, una de las principales instituciones en la producción de economistas gubernamentales ha sido el Instituto Tecnológico Autónomo de México, pero ni uno solo de los dirigentes de oposición de nuestra muestra asistió al ITAM. En suma, los economistas del gobierno y ios de la oposición provienen de dos escuelas de pensamiento ecoflómico diferentes, y cada vez más de dos conjuntos diferentes de programas de economía. En el pasado la Escuela Libre de Derecho, la Universidad de Guadalajara y la UNAM eran las instituciones de enseñanza superior 1nás importantes entre los futuros dirigentes del PAN, pero las uniersidades Ibero Americana y La Salle —ambas de filiación religioIa— han ido haciéndose cada vez más importantes entre los panistas flásjóvenes. Entre los catorce representantes del PAN en la Asam29 Richard A. LaBarge y T. Noei Osborn, ‘The status of professional econoinics ograins in Mexican universities”, Ínter-American Economjc Affairs 31 (verano de 977), p. 9.

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blea del Distrito Federal (1988 a 1991), que es en cierto modo equivalente a las legislaturas de los estados, el 21 por ciento asistió a la Universidad Ibero Americana, dirigida por los jesuitas, y el 14 por ciento es egresado de La Salle.30 Sin embargo la mayor proporción todavía corresponde a la UNAM —36 por ciento. Entre los dirigentes del PRD predomina la UNAM, seguida por el IPN. La mayoría de los universitarios del PRD son economistas o científicos sociales, lo que de nuevo indica la importancia de las disciplinas de orientación política. El grupo del PAN no incluía a ningún economista, y el PAN y el PRD tenían la misma proporción (21 por ciento) de egresados de las carreras de administración, contabilidad y derecho. Conclusiones Los orígenes socioeconómicos de los políticos mexicanos indican un predominio abrumador de antecedentes de clase media. En este sentido los dirigentes del PAN no difieren de sus colegas del establishment, aunque pueden incluir una proporción ligeramente mayor de individuos de las clases altas. Los antecedentes educacionales de sus padres difieren poco de los descubiertos por Mabry hace veinte años. Entre los miembros panistas de la asamblea 1988-199 1, por lo menos la mitad eran hijos de profesionistas, y uno de cada diez provenía de una familia de industriales. Sin embargo había un panista hijo de campesino, y otros dos, con título profesional, eran ingenieros agrícolas. Por otra parte, la dirigencia del PRD presenta un contraste extraordinario con los orígenes de clase media de los dirigentes del PAN y del gobierno. El único grupo de políticos nacionales surgido principalmente de la clase trabajadora y no de la clase media desde 1884 son los miembros del PRD y los partidos izquierdistas de oposición. En términos de los orígenes sociales, contrastan en forma extraordinaria con todos los demás políticos nacionales, tanto del establishment como de la oposición. En ese sentido desempeñan Un papel importante al dar oportunidad a los mexicanos de la clase trabajadora de desarrollar una actividad política y alcanzar cargos

políticos nacionales. Este contraste entre los antecedentes sociales de los dirigentes del gobierno y los del PRD se observa también en otros países caracterizados por un alto grado de estratificación social, incluyendo a Inglaterra y Francia. En Inglaterra, los trabajadores manuales tienen muchas más probabilidades de estar representados entre los políticos laboristas que entre los conservadores.31 Ese grupo socioeconómico, como lo demuestran los datos de el cuadro 6.8, ha ido perdiendo acceso al poder político. Por consiguiente no debe sorprender no sólo que la ideología política y económica del PRD favorezca explícitamente los intereses de la clase trabajadora sino que muchos mexicanos de la clase trabajadora se identifiquen con su dirigencia. La ideología económica del PAN en gran parte favorece los intereses de la clase media; en ese sentido, la clase media está asociada con los antecedentes de los líderes panistas y de muchos de sus seguidores, así como con los de los funcionarios gubernamentales. El impulso general del PAN en relación con la economía ha sido en favor de fortalecer el sector privado y reducir el papel del estado. Sin embargo, desde 1988 esa estrategia ha sido cooptada por el PRJ como su principal filosofia econornica como reflejo de la mo dificaclon de los intereses del pai tido dominante y los intereses generales de la clase media. La significación para el PAN es que ahora sus ideas económicas son en gran parte compartidas por su principal adversario, lo que hace más difícil distinguir las plataformas de los dos partidos. La principal diferencia entre ambos en la decada de 1990 tiene relacion con el tema de la modernizacion política, y concretamente con la cuestión de la democratización y

1 las elecciones limpias. Soledad Loaeza va más allá afirmando que las reformas electorales y el sistema multipartidario beneficiaron al PAN porque este ‘siempre ha luchado por hacer de las elecciones el problema central del debate pohtico U Incluso segun intelec tuales prominentes, el proceso de selección de los candidatos del PAN a nivel presidencial fue un modelo de eleccion democratica sin precedentes Si Austrn Ranney Pathways to parliameni candida te selection in Britain Madison University of Wisconsin Press, 1965. 52 Soledad Loaeza, “The role of ihe right jo political change jo Mexico, 1982- en Douglas Chaliners, Maria do Carino Caisipello de Souza y Atilio A. Boron ), The right and democracy in Latin America, Nueva York, Praeger, 1992, p. 133. Gabriel Zaid, entrevista COn el autor, México D.F., 7 de junio de 1988.

30 Raciel Trejo Hernández (cd.), Perfil y semblanza política de la Asamblea de Re presentantes del Distrito Federal, México, Asamblea, 1991.

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Sin embargo no es posible atribuir la modernización política específicamente a los antecedentes sociales de los dirigentes del PAN. El grupo que podría beneficiarse más de la aplicación de esa filosofía es la clase trabajadora, que no está bien representada en la dirigencia del PAN ni del gobierno. La capacidad de los miembros de los grupos de ingresos más bajos para ubicar a sus representantes en la estructura de toma de decisiones de esos dos grupos de dirigentes es muy limitada, aunque están bien representados en la dirigencia del PRD. Es posible que los mexicanos de la clase trabajadora también estén mejor representados en las filas de los dirigentes del PRD debido a los riesgos personales que implica ser un activista del PRD —los mexicanos de clase media están menos dispuestos a exponerse o exponer a sus familias a peligros físicos concretos. 54 Sin embargo los políticos del PRD sólo alcanzan cargos a nivel local o en el legislativo.35 Si los orígenes sociales afectan los valores de los dirigentes, como se ha demostrado para diversos grupos en una variedad de países y de contextos, los intereses de la clase trabajadora tienen menos probabilidades de encontrar representación directa entre los dirigentes del PAN o del gobierno. Si bien las dirigencias del RI y del PAN ofrecen escaso acceso a individuos originarios de la clase trabajadora, se podría sostener que el PAN, como grupo dirigente alternativo, amplía ligeramente el pool al permitir el surgimiento de un tipo diferente de dirigente de clase media y clase media alta. Se trata de mexicanos cuyos padres trabajaban independientemente o en el sector privado antes que en las profesiones per se. Como los trabajadores y los campesinos siguen siendo el mayor porcentaje de los mexicanos, son ellos los grupos más subrepresentados en su acceso a la movilidad ascendente en los círculos políticos, lo que explica la importancia de la apertura de un nuevo canal por el PRD en 1988. Se ha afirmado que algunos dirigentes de oposición, en especial los panistas, tienen vínculos estrechos con miembros prominentes de las comunidades empresarial, militar y clerical. En el caso de Stephen D. Morris, “Political reformisin iii Mexico: Salinas at the brink”, Journal of mier-American Studie.s arid World Affairs 34, núm. 1 (primavera de 1992), p. 44, ofrece pruebas de esto. Como afirma Luis H. Álvarez, presidente del PAN, mientras “el legislativo flO llegue a ser un contrapeso del ejecutivo” no podrá haber verdadera modernización política. Véase su “La reforma política y económica en México”, en Riordan Roett (comp.), La liberalización política y económica en México, México, Siglo XXI, i993

los primeros dos grupos, sobre los cuales hay disponible una cantidad de información considerable en nuestros datos, esa relación no existía, ni para el PAN ni para el PRD ni para el PRI. Es cierto, sin embargo, que el PAN tiene vínculos mucho más fuertes con la comunidad empresarial, según puede medirse por el hecho de que el número de políticos que hizo una carrera administrativa en el sector privado es el doble entre los dirigentes panistas que entre los funcionarios gubernamentales. Sin embargo, en términos comparativos, ni el PAN ni los dirigentes gubernamentales tienen una relación fuerte con el sector privado, ya sea por experiencias de carrera o por lazos familiares. El hecho es que el PAN, igual que el PRI, recluta a la mayoría de sus futuros políticos de las clases medias, de las profesiones y de familias independientes tanto de las empresas como de las fuerzas armadas. Los vínculos con el clero son más difíciles de identificar empíricamente, pero las biografías de dirigentes de oposición recientes no ofrecen mayores indicios de vínculos de experiencia o de parentesco con miembros prominentes del clero, y los antecedentes de los principales obispos tampoco indican vínculos con los panistas)’ Por último, he sostenido que los orígenes de clase de los dirigentes de oposición podrían afectar las vinculaciones entre las masas y la élite, según lo demuestra el apoyo electoral de determinadas clases a los partidos de oposición. En realidad, la vinculación entre los votantes de un partido y sus dirigentes, en lo que toca a la situación socioeconómica, es sumamente compleja. Al contrario de lo que comúnmente se cree, los trabajadores estaban apenas ligeramente subrepresentados en el 13 por ciento de todos los mexicanos que mostró simpatía por el PAN en los últimos años. El partido que proporcionalmente recibió menos apoyo de los trabaladores manuales no fue el PAN sino el PRI. En contraste, el PRD fue el que recibió más apoyo del mismo grupo. La clase media, presente en proporción abrumadora en los antecedentes sociales de los políticos del PAN, mostró simpatizar con ese partido exactamente en la misma proporción que el total de los habitantes del país. Sin embargo es entre los votantes de la clase alta donde se observa la mayor distorsión. Los votantes de ingresos altos votaron Entrevistas personales con obispos y arzobispos, Distrito Federal, Querétaro, íalisco, Puebla, Morelos y Estado de México, 1989, 1990, 1991, 1992, 1993.

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desproporcionadamente por el PAN y el PRI y, como cabía esperar, dieron muy escaso apoyo al PRD. A los ojos del público, la dirigencia del PAN es originaria de la clase alta, aunque en realidad la proporción de sus dirigentes que efectivamente proviene de esa categoría social es apenas superior a la del PRI. El PAN recibió 62 por ciento más apoyo de ese grupo del que merece, disparidad mucho mayor que para el PRI. Por consiguiente, aun cuando la mayoría de los votantes de altos ingresos continúa simpatizando con el PR!, el PAN atrae un porcentaje desproporcionado de sus votos. Si bien es cierto que el PAN siempre ha representado una fuente de opiniones alternativas en la arena política, especialmente en las campañas electorales y en la Cámara de Diputados,57 en buena medida esas opiniones representan a

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la misma clase que el partido del gobierno. Dicho de otro modo, actualmente el PAN representa otro sector minoritario de la clase media. El PAN contribuye a la diversidad política dentro de las clases medias que controlan la dirigencia mexicana, pero no a la diversidad entre las clases sociales. Igual que el PAN, el PRD aumenta la diversidad dentro de las clases medias en cuanto representa una clase media nueva, a menudo de primera generación, que ha asistido a la universidad y ejerce una profesión. Muchos de los dirigentes y votantes del PRD provienen del sector intelectual, especialmente de la comunidad académica. Los dos partidos de oposición presentan algunas diferencias en la composición de su dirigencia, que se traducen en diversidad en los poo1 de reclutamiento, en la percepción de los votantes y en sus ideologías políticas y económicas. Los dirigentes de oposición también tienen algunas semejanzas con los dirigentes gubernamentales. A medida que la dirigencia gubernamental se va haciendo cada vez más homogénea, las diferencias entre los dirigentes de oposición y los funcionarios gubernamentales adquieren una importancia cada vez mayor. Es muy posible que a corto plazo esas diferencias continúen ofreciendo una válvula de escape para los mexicanos con movilidad ascendente que encuentran bloqueado su camino para ascender hacia la cima de la escala política mexicana. Evelyn P. Stevens, “Legality and extra-legality iii Mexico”, Journal of mIerAmerican Siudies and World Affairs 12 (enero de 1970), p. 66.

Un análisis de los patrones de reclutamiento en un sistema político tiende a explorar las variables que afectan el éxito de las carreras públicas. Es natural querer saber quién llega a la cima y por qué. Como indica el material de los capítulos precedentes, son muchas las variables relacionadas con los antecedentes, la educación y las carreras que afectan el reclutamiento político en México. Aunque el sistema político mexicano parece monolítico al observador, del mismo modo que los modelos autoritarios en otras partes del mundo, en realidad no lo es. Aún dentro de la élite política mexicana las carreras suelen seguir caminos diferentes y muy recorridos dentro del gobierno. Entre las ramas ejecutiva, legislativa y judicial del gobierno hay considerable intercambio de personal. Sin embargo, típicamente los individuos que tienen mayor éxito en una rama, medido por su repetición o longevidad en el cargo, hacen su carrera dentro de una rama. La rama ejecutiva es el eje central de las carreras públicas mexicanas, cualquiera que sea la rama en que se hagan.1 Durante el mandato del presidente Salinas, apenas el 3 y el 7 por ciento, respectivamente de todos los miembros del ejecutivo, de los jefes de sección para arriba, había ocupado puestos en las ramas judicial y legislativa.2 Entre los legisladores, sólo el 4 por ciento había traEste patrón se estableció a comienzos de la década de 1880. Como explica Friedrjch Katz, “durante su segundo mandato Díaz impidió efectivamente la elección al Congreso mexicano de cualquier opositor. Para 1888 éste se había convertido, para cualquier propósito, en una institución que no hacía otra cosa que poner su sello a las iniciativas presidenciales. Todos los candidatos debían ser aprobados previamente por Díaz para ser elegidos o reelegidos”. Véase “The liberal republic and the porfiriato, 1867-1910”, en Leslie Bethell (ed.), Mexico since inde/iendence, Cambridge, Cambridge University Press, 1991, p. 81. 2 La proporción de secretarios del gabinete con antecedentes legislativos ha disminuido en Otros países latinoamericanos. Por ejemplo, en Brasil entre 1946 y 1976, casi la mitad de todos los miembros del gabinete tenían experiencia legislativa, pero antes de 1964 la cifra era de 60 por ciento, y después de 1964 sólo el 28 por ciento de esos dirigentes del ejecutivo habían pasado por el legislativo. Véase Edson de Oliveira Nunes, “Legislativo, política e recrutamento de elites no Brasil”, Dados, nómn. 17 (1978), p. 74. [2611

8. LAS RAMAS DEL GOBIERNO: QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

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QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

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bajado en el poder judicial, y sólo el 3 por ciento de los jueces tenía algún cargo electivo entre sus antecedentes. En varios puntos de este libro he indicado que en México el ejecutivo no sólo domina el proceso de decisión sino que formula las políticas de personal para todas las ramas. Los funcionarios del ejecutivo, incluyendo al presidente, no realizan esa tarea en forma legislativa o formal: más bien su influencia es informal y deriva de su selección de sus colaboradores al más alto nivel. Los datos que siguen demuestran que la rama ejecutiva, representada por sus miembros más influyentes, los miembros del gabinete, introducen lineaInientos no escritos que son imitados por sus iguales en las otras dos ramas. Sin embargo, el análisis de los datos muestra que hay muchas oportunidades de carrera al alcance de los nuevos políticos y las figuras públicas que no comparten o no desean adquirir las credenciales de la dirigencia del ejecutivo.

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Pocos estudios de política comparativa han examinado las diferencias entre las diversas ramas del gobierno o entre grupos de liderazgo dentro del gobierno, porque típicamente sus datos se basan en una población de una sola institución, generalmente la burocracia federal, un organismo legislativo o los tribunales nacionales. 3 Abundan los estudios de ese tipo sobre la política europea y estadunidense.4 Esta ausencia de estudios comparativos sobre el liderazgo político basados en las diferentes carreras públicas es lamentable porque impulsa a los estudiosos a agrupar a los “dirigentes gubernamentales” en una categoría colectiva homogénea. El concepto de dirigencia colectiva puede inducir a equívocos porque algunos especialistas sugieren que una carrera dentro de un organismo especqico imprime su sello en la filosofía política y el potencial profesional del individuo.3 Como afirma George Philip, “una Una excepción importante a esto es la obra de Joel Verner, que estudió las Vinculaciones de carreras a nivel local, estadual y nacional y por tipo de servicio público entre los legisladores brasileños en la década de 1960, aunque nunca los colnparó con otros líderes nacionales. Véase su ilustrativo “The structure of public careers of Braziliais legislators, 1963-1970”, International Journal of Comparative Sociology 16, núms. 1-2 (1975), pp. 64-80. Por ejemplo, Ezra N. Suleiman, en su por lo demás excelente trabajo sobre Francia, Etites in Frenchsociety: the politics of survival, Princeton, Princeton University Press, 1979, no menciona las carreras legislativas y judiciales ni cómo se ven CII

comparación con la dirigencia administrativa de los sectores estatal y privado. El mejor análisis sobre América Latina es el de Ben Ross Schneider en “Careces mn the state: preferences and politics in the Brazilian bureaucracy”, trabajo preseii

estadía prolongada en Gobernación marca a un hombre de por vida. Gobernación tiene muchas funciones en la política mexicana, pero por último es una forma de organización política; el papel de Gobernación es ver que las órdenes presidenciales se cumplan en todo el México civil”.6 Philip considera que las experiencias de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría en la Secretaría de Gobernación afectaron seriamente el estilo presidencial de ambos. Sólo cuando se separan los datos de la dirigencia de cada rama y se comparan con el patrón general de reclutamiento es posible comprenderlos, compararlos y analizarlos eficazmente. Una comparación de dirigentes políticos de las tres ramas del gobierno incluye dos grupos de características de reclutamiento —funcionales y discrecionales.7 Las características funcionales son determinadas por las tareas que el individuo realiza. Por ejemplo, los jueces de la Suprema Corte revisan el proceso legal, y para eso se requiere formalmente que tengan un título en derecho. En las sociedades donde el legislativo opera en un ambiente de partidos en competencia, los legisladores pasan más tiempo fuera de la capital. Incluso los legisladores mexicanos, sin reelección consecutiva, tienen algunos vínculos con la comunidad local. Las características discrecionales, o lo que he descrito antes como credenciales informales, son las características que favorecen el reclutamiento de un individuo pero no son prerrequisitos necesarios para alcanzar el puesto. Por ejemplo, pueden incluir el lugar de su educación, el nivel de educación, el origen social o el género. Los dirigentes del ejecutivo, como ya he indicado en otra parte, influyen en la persistencia de los dos conjuntos de características. Pueden influir en las características del liderazgo de otras ramas en tres formas. Considerando la centralización que existe en México en la rama ejecutiva, y especialmente en la presidencia, del poder de tomar decisiones de personal, es probable que escojan tado a una reunión de la National Latin American Studies Association, Washington, D.C., abril de 1991. ‘ George Philip, Thepresidency inMexicanpolitics, Nueva York, St. Martin’s, 1992, p. 22. Varios estudios del reclutamiento político europeo demuestran que los puestos ocupados por las figuras políticas a menudo determinaban sus prioridades y lealtades. Véase Ella Searls, “Ministerial cabinets and the elite theory”, en Jolyon Howorth (cd.), Etites in France, Londres, Francis Pinter, 1981, p. 166. Debo a Ben Ross Schneider este enfoque como estrategia para el análisis comparativo dentro del grupo dirigente.

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legisladores y jueces similares a ellos. Segundo, los mexicanos con ambiciones políticas que inicialmente ingresan al poder legislativo o al judicial como pistas de carreras o para llegar a la cumbre tratarán de emular las cualidades que caracterizan a los dirigentes del ejecutivo. Por último, algunos dirigentes legislativos yjudiciales adquieren considerable experiencia en el ejecutivo en la primera parte de su carrera, y llevan consigo esas normas de reclutamiento internalizadas.

Aun cuando los tres procesos afectan tanto las características de reclutamiento funcionales como las discrecionales, son alteraciones en los patrones funcionales antes que discrecionales las que indican modificaciones de los criterios de liderazgo. Por ejemplo, si los jueces empezaran a viajar al extranjero para obtener títulos legales superiores, eso indicaría alguna presión para emular a los dirigentes del ejecutivo, a pesar de que, a diferencia de los dirigentes del ejecutivo, los

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jueces no tienen ninguna razón funcional para estudiar derecho en el extranjero. O si la experiencia local de los legisladores continuara declinando en un periodo en que las raíces locales son cada vez más importantes para esa rama del gobierno, eso haría pensar en la importancia del ejecutivo, y no del legislativo, en el establecimiento de las pautas de reclutamiento. Un examen de las variables discrecionales y funcionales parece indicar algunos patrones interesantes entre las tres ramas. Como indican las tablas del capítulo 6, en el último siglo los políticos mexicanos han procedido en su mayoría de ambientes urbanos, en proporciones mucho mayores que la población en general. Si bien los mexicanos de origen rural están en desventaja debido a esa desviación, en varias pistas de carreras gubernamentales tienen oportunidades algo mayores que en otras. Las cifras del cuadro 8.1 ilustran la importancia de las diferencias institucionales dentro de la dirigencia del sector público mexicano. Variables de origen Previsihiemente, los datos del cuadro 8.1 muestran que las rasnas ejecutiva y judicial son las que ofrecen menos oportunidades a los políticos nacidos en el campo. Todos los políticos mexicanos Cfl general provienen de ambientes urbanos, pero los miembros de las ramas ejecutiva y judicial son más urbanos que sus colegas del

37 -14 NOTA: Las cifras para el ejecutivo se basan en datos sobre 473 secretarios del los funcionarios más prestigiosos e influyentes de la burocracia federal. datos sobre el legislativo corresponden a 1 328 diputados. Algunos analistas drían escoger los senadores como más prestigiosos, debido a su número menoi-, ro el escaso poder que tiene en México el poder legislativo está m bien en de la cámara baja. Además, el Senado suele ser utilizado como sinecura políticos leales al final de su carrera, no como vehículo para establecer una rrera exitosa. Por último, las cifras para el poderjudicial provienen de una muesde 136 jueces de la Suprema Corte. ,lativo, especialmente después de 1935. Está claro que históriImente la diputación ofrecía a los mexicanos del campo mayores )ortunidades de emprender una carrera política exitosa porque ..o más de la mitad (57 por ciento) proviene de áreas urbanas. tendenc±a urbana originalmente reflejada en los antecedentes dirigentes del ejecutivo antes de 1935 ha sido fuertemente emupor los miembros de las otras ramas. Sin embargo, como mus diputados representan distritos relativamente rurales y son ivos de ellos, todavía

tienen pocas oportunidades de progresar n la política. Como ilustran los datos de la tabla 8.1, la declinación C los orígenes rurales es menor entre los dirigentes legislativos en las otras dos ramas. Los jueces de la Suprema Corte alcanzaron a los secretarios del binete en la frecuencia de los orígenes urbanos. Una explicación esa tendencia es la relación establecida en el capítulo 6 entre lugar de nacimiento, el origen socioeconómico y la educación.8 8 Los jueces ele la Suprema Corte de las Filipinas comparten muchas de las “s características, especialmente en comparación con las otras ramas. Véase .sl Tate, “The social background, political recruitment, and decision-making • Philippine Supreine Courtjustices, 19O1-968”, tesis de doctorado, Tulane Lversity, 1969, esp. el cap. 3.

CUADRO 8.1. POLÍTICOS DE ORIGEN RURAL, POR RAMA DEL GOBIERNO

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Ejecutivo Judicial Legislativo

32 29 39

1.

37 42 43

29 24

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-22 -43

Rama

Nacidos en el campo (%) Antes de Después de

1935 única- 1935 única- 1884-199 1 mente mente % de cambio

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QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

CUADRO 8.2. ANTECEDENTES SOCIOECONÓMICOS DE LOS POLÍTICOS, POR RAMA DEL GOBIERNO

Ya se ha observado que la educación ha sido desde hace mucho tiempo una variable importante en la movilidad ascendente y el éxito político, y la ubicación y los antecedentes de la familia son determinantes importantes del acceso a la educación. En el caso de los jueces hay un requisito fijo y formal que opera como mecanismo automático de preselección entre los que aspiran a las alturas del poder judicial: el título de abogado. Es interesante observar que los jueces provienen de las ciudades capitales en mayor proporción (más de la mitad) que otros grupos de dirigentes; era en esas ciudades donde estaban ubicadas las principales instituciones de enseñanza de provincia. Sin embargo, si se explora la situación socioeconómica de los padres de los políticos con base en las instituciones gubernamentales que representan, las diferencias son mínimas entre el ejecutivo, que carece de tales requisitos formales funcionales (salvo para la Secretaría de Salud, que requiere el título de médico, y los cargos de Procurador General y Procurador General del Distrito Federal), y el poder judicial. Sin embargo, la dirigencia de esas dos ramas difiere de la del legislativo y de la mayoría de los políticos mexicanos. Lo más notable acerca de los datos de el cuadro 8.2 es que la composición socioeconómica de las ramas ejecutiva y judicial se mantuvo prácticamente invariable antes y después de la presidencia de Lázaro Cárdenas.9 Segundo, el poder legislativo ha ofrecido rna- El satus elevado de los jueces de la Suprema Corte es universal. En un estU° importante de los jueces estadunidenses en dos siglos, nueve de cada diez pioveflhafl

267 CUADRO 8.3. ViNCULACIONES FAMILIARES DE LOS POLÍTICOS, POR RAMA DEL GOBIERNO Tipo de Vinculo familiar (%) Otros Intelec- Dirigentes Oficiales Rama políticos tuales empresariales militaresa Ejecutivo 41 5 2 Judicial 40 2 1 Legislativo 30 2 2 a Los datos sobre los militares incluyen únicamente a familiares en el cuerpo oficiales. ores oportunidades a los mexicanos de origen menos adinerado - típicamente no antes de 1935. Es importante tener presente la Revolución mexicana creó una ventana de oportunidad de ,to político para los mexicanos de ingresos más bajos, pero ello así principalmente en el legislativo, como lo ilustra el cuadro 8.2. Un ejemplo representativo de ese patrón es la carrera de SacraoJoffre Vázquez, nacido en ambiente campesino en el pueblo San Francisco Cuautlacingo, Puebla, a comienzos del siglo. Con padre empezó a organizar ejidatarios y fundó un sindicato agra- Se unió al Partido Nacional Revolucionario en 1929 y cuatro s más tarde fue elegido alcalde de Ciudad Serdán, Puebla. En 7 fue diputado federal suplente por el Octado Distrito de PueElegido diputado a la legislatura estadual en 1939, ocupó el o tres años. Combinando actividades sindicales y partidarias, irigencia nacional lo escogió como candidato a diputado federal un distrito de la ciudad de México, que ganó en 1943. En los s siguientes ocupó otros dos puestos en el legislativo,

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en las das de 1970 y 1980. Su hijo Oscar llegó a ser presidente del ligioso Instituto Politécnico Nacional en 1988.10 iflhlias influyentes de la clase alta. John Schinidhauser The Supreme Gourt, York, Holt, Rinehart, 1960, p. 59. ior, 4 de junio de 1979, p. 22; Cámara de Diputados, Directorio de la 1982-1 985, México, s. f.; Exeélsjor, 22 de agosto de 1976, p. 29A; Dicciobiografico del gobierno mexicano, México, Presidencia de la República, 1982, p.

Políticos con clase media y padres de alta (%)

Rama 1884-1 991

Antes de 1935 única-

mente

Después de

1935 única-

mente

% de cambio

Ejecutivo 78 81 77 -5

Judicial 84 84 84 0

Legislativo 70 78 61 -22

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QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

La rama legislativa del gobierno es la única que presenció una marcada declinación de los antecedentes socioeconómicos de SUS miembros en la década de 1930, cambio de cierta magnitud. Es probable que esas diferencias se desvanezcan gradualmente a largo plazo, a medida que cada vez más políticos provengan de la misma clase social y la misma área geográfica. Las oportunidades políticas de un político, hombre o mujer, aumentan en relación directa con los contactos de su familia con otras figuras prominentes, especialmente en el mundo político. Antes habíamos descubierto que una proporción considerable de figuras políticas mexicanas estaban emparentadas con figuras políticas nacionales; eso desde luego tiene implicaciones para las dimensiones del p001 de potenciales dirigentes. En otras palabras, es posible que los lazos familiares sean menos importantes para los políticos de éxito en una rama que en otra. Esto es lo que sugieren los datos del cuadro 8.3. Los miembros del ejecutivo, en especial los funcionarios del gabinete, son los que muestran vínculos más fuertes con otros políticos, seguidos de cerca por los jueces de la Suprema Corte. Ambos grupos de dirigentes tienen 37 por ciento más vínculos con políticos nacionales que los legisladores prominentes. Los miembros del legislativo provienen con más frecuencia de familias nuevas en la política. Esos individuos no pueden confiar tanto como los dirigentes de otras ramas en los lazos de sangre y de parentesco para facilitar su carrera política. En general tienen también menos relaciones con otros grupos de dirigentes influyentes, como los intelectuales o los ejecutivos de empresas, que los políticos en general y sus colegas de las otras dos ramas. En términos de variables de origen importantes como el lugar de nacimiento, el ingreso familiar y los vínculos familiares con otros políticos, los dirigentes ejecutivos y judiciales tienen en común las características más selectivas. Los mexicanos políticamente ambiciosos que provienen del medio rural o de familias de clase media y clase media baja sin vínculos previos con políticos tienen más probabilidades de acabar en el poder legislativo que en cualquier otra área del gobierno. En México, desde luego, el legislativo es esencialmente más abierto que las otras dos ramas puesto que es el único que

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ofrece posibilidades de representación a la oposición’ Algunos políticos de oposición, en comparación con los dirigentes del establishment, provienen de grupos diferentes de mexicanos, en

269 algunos casos un p001 más selectivo que aquel del que se extraen los mlembros del gabinete. Estos datos, sin embargo, parecen indicar que, con exclusión de los legisladores de la oposición, los legisladores del gobierno tienen más probabilidades de diferenclarse de otros políticos si han servido en el legislativo antes que en las otras dos ramas. Como se reveló en el capítulo 6, la elección de carrera de una persona puede aumentar su capacidad de ascender en la escala política. Sin embargo la vinculación entre la elección de carrera y el cargo público varía considerablemente de acuerdo con la rama escogida. En México las fuerzas armadas representaron un vehículo importante hacia los cargos políticos hasta la década de 1930, pero sufrieron una caída espectacular en la de 1940. Si bien los militares producían políticos para todas las ramas del gobierno, su papel [fue más importante en el legislativo que en las otras dos. Antes de 1935 el 41 por ciento de los legisladores mexicanos había seguido ‘a carrera militar, pero esa proporción disminuyó rápidamente desde la presidencia de Cárdenas (1934-1940) y de 1935 a 1991 _a apenas al 7 por ciento. Un dato interesantes es que el camás pronunciado se produjo en el poder judicial. Se podría r que la Suprema Corte tendría el mínimo de individuos ..i antecedentes militares, en razón de que las habilidades judiciales son las que menos relación parecen tener con las habilidades militares y de que la mayoría de los militares no tienen título de “ogado ni en general ningún título universitario: sin embargo ande la década de 1930 un quinto de todos los jueces tenía ante:edentes militares. La explicación es que muchos de ellos se habían Ilcorporado a la guardia nacional después de haber obtenido un ítulo profesional, para participar en los conflictos civiles y en la J.a contra la intervención francesa. Por supuesto Porfirio Díaz efería a los veteranos liberales y no excluía de esa preferencia a s aspirantes a la judicatura. Por ejemplo Eustaquio Buelna, nativo de Sinaloa que estudió la Facultad de Derecho de Guadalajara y recibió su título del ribunal Superior de Justicia de Jalisco en 1855, empezó a partipar en la política local en Culiacán, apoyando a los liberales. Cuan-

Elección de carrera

270 CUADRO 8.4. POLÍTICOS QUE FUERON OFICIALES MILITARES, POR RAMA DEL GOBIERNO

do los franceses invadieron el país, se unió a las guerrillas para combatirlos. Después de la derrota de los franceses fue juez del tribunal de apelaciones de Sinaloa en 1867 y miembro del Tribunal Superior del estado al año siguiente, ocupando después otros cargos locales hasta ser designado juez de la Suprema Corte en 1886. En 1897 pasó a ser presidente del organismo y continuó en ese cargo hasta su muerte en 1907.11 Sin embargo actualmente la carrera militar ya no es un canal hacia cargos judiciales nacionales ni siquiera en el campo de la justicia militar, como lo demuestra la extraordinaria caída del 20 por ciento a apenas el 1 por ciento de jueces de la Suprema Corte con antecedentes militares después de la década de 1930. Después de esa fecha, los antecedentes militares parecen estar mejor representados entre los miembros del gabinete que entre los del legislativo (cuadro 8.4), pero las cifras son equívocas. De hecho esta muestra de dirigentes incluye automáticamente un porcentaje de dirigentes de origen militar porque hay dos organismos de nivel ministerial, las secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina, que siempre tienen al frente un militar. Por lo tanto la cifra correspondiente a los dirigentes del ejecutivo es en realidad menor, y si excluimos los dos ministerios militares después de 1970 pasa a ser cero. En el legislativo sigue habiendo un pequeño porcentaje de políticos con antecedentes militares. La pequeña viflCU Antonio Nakayama, Sinaloa, el drama y sus actores, México, Instituto Naci01 de Antropología e Historia, 1975, pp. 179483; Antonio de la Peña y Peña, y tiempos, La Habana, El Renacimiento, 1915; y Lázaro Pavía, Apuntes biográft05 los miembros más distinguidos d4 poder judicial, México, Barroso, 1893.

271

1 lación informal que existe entre los militares y la carrera política tiene lugar principalmente con el poder legislativo. Los oficiales militares mexicanos con ambiciones políticas no tienen muchas probabilidades de alcanzar la cumbre de las ramas judicial o ejecutiva. En la mayoría de los sistemas políticos, incluso en muchos modelos autoritarios, uno de los mejores caminos hacia el vértice del sistema pasa por la política local. Durante la última parte del siglo

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casi el 40 por ciento de los dirigentes nacionales mexicanos iniciaron su carrera en la política local, típicamente como presites municipales o legisladores locales. Después de la Revolución importancia de la ocupación de cargos locales empezó a dismiaun cuando muchos de los participantes lucharon por la des- - zación de la autoridad política. Lo interesante acerca de patrón cambiante es que aun cuando la declinación de la exriencia local fue universal entre los políticos mexicanos, el nivel declinación fue distinto en una pista de carrera pública y en otra. En la política estadunidense se espera que los miembros del Jongreso hayan ocupado los cargos locales como técnica para harse conocer por los dirigentes partidarios y por el electorado. a sistemas electorales participativos, especialmente cuando tienen mo requisito la residencia en el distrito representado, las rejanes con los votantes son una variable en la selección, elección nuidad de la dirigencia legislativa nacional.12 Sin embargo Mé,ico no existe una historia de las relaciones con los votantes

los legisladores prácticamente no ejercen ninguna autoride decisión. Además, tanto bajo Porfirio Díaz como bajo la yor parte de sus sucesores posrevolucionarjos, típicamente los isladores son designados por el presidente y no por los dirigens locales. Por último, después de 1934 los legisladores federales pueden ocupar el cargo por dos términos sucesivos, lo que limita 1 Posibilidades de desarrollar vínculos con sus votantes locales. a embargo, a pesar de esas características tendientes a restar imTtancia a la experiencia política local, los legisladores nacionales i los que, a lo largo del tiempo, han conservado las experiencias les más fuertes en comparación con las otras ramas del gobiercuadro 8.5). El mismo patrón se ha hallado en Turquía, donde rniembros de la Asamblea Nacional tienen muchas más probaWarren W. Miller y Donald E. Stokes, “Constituency influence in Congress”, an Poljtical Science Review 57 (marzo de 1963), p. 45.

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

F QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

Rama Políticos militar (% )

.

1884-1 991

con carrera Antes Después de 1935 de 1935

% de cambio

Ejecutivo Judicial Legislativo

20

6 19

36 20 41

11 1 7

-69

-95

-83

272

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

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273

CUADRO 8.5. POLÍTICOS CON EXPERIENCIA POLÍTICA EN NIVEL LOCAL, POR RAMA DEL GOBIERNO

bilidades que los funcionarios del gabinete de haber tenido experiencias de ese tipo.13 El político promedio que espere usar la experiencia política local como trampolín hacia cargos nacionales más altos terminará probablemente en el legislativo. Por lo menos un quinto de todos los legisladores nacionales tiene un cargo político local entre sus antecedentes públicos. Es interesante observar que antes de 1935 los funcionarios gubernamentales con los niveles más altos de experiencia local provenían del poder judicial, no del legislativo. Esto se debe en parte al hecho de que los abogados que actuaban como jueces locales y tenían ambiciones políticas nacionales ascendían de un nivel judicial a otro,yasando luego a los sistemas judiciales estaduales y de ahí a las cortes federales. Sin embargo, aun cuando en la primera parte del siglo los funcionarios locales alcanzaban la Suprema Corte con más frecuencia que cargos de gabinete, después de la década de 1930 ese canal se redujo notablemente —un 76 por ciento. En ese sentido las experiencias de las principales autoridades judiciales empezaron a coincidir con las de los funcionarios del ejecutivo. Los datos del cuadro 8.5 indican que el ejecutivo empezó temprano a alejar la tendencia de las experiencias locales entre los políticos nacionales en general. Tanto antes como después de la década de 1930 los secretarios de gabinete tenían sustancialmente menos experiencias a ese nivel que los políticos en general y tafl’ Ilte Turan, “The recruitment of cabinet ministers as a political proceSS Turkey, 1946-1979”, International Journal of Middle East Studies 18 (noviembre de 1986), p. 461.

bién que los representantes de las otras dos ramas. Desde 1935, apenas el 6 por ciento de todos los miembros del gabinete pasó por algún cargo local en su camino ascendente por la escala política, como reflejo de su incorporación temprana —típicamente cuando eran estudiantes universitarios— a la burocracia federal centralizada. Como ya se ha señalado, la ausencia de esa experiencia a la vez contribuye a otros patrones de reclutamiento y es consecuencia de ellos, y eso desplaza el lugar de reclutamiento apartándolo de instituciones locales específicas y del nivel local en general, hacia el nivel nacional.’4 El papel importante de la burocracia nacional en la carrera de los secretarios del gabinete se puede atribuir a la presencia de reclutadores dentro de la misma burocracia, que utilizan las instituciones educativas nacionales para identificar y reclutar discípulos con perspectivas políticas potenciales. El mismo patrón puede observarse entre los legisladores y los jueces del más alto nivel, pero en esos dos grupos —especialmente entre los legisladores— la experiencia local ha mantenido su importancia a niveles más altos. Así, como en tantas otras de las variables que hemos examinado, el poder legislativo constituye una fuente de liderazgo diferente, con características que no se encuentran en otros políticos mexicanos. La naturaleza centralizada del reclutamiento y el papel de la burocracia nacional tienen también implicaciones para la ocupación de cargos regionales. Una comparación de los candidatos ganadores y perdedores en elecciones para gobernador estadual en la década de 1970 muestra claramente que los que han ocupado cargos políticos nacionales tenían mucho más probabilidades de ‘obtener el cargo que los que sólo tenían experiencia de cargos :!s locales y estaduales.’5 14 Para cifras comparables en el Brasil, donde los dirigentes legislativos tienen muchas más probabilidades de haber hecho carrera a nivel local y estadual, véase l Verner, “Public careers of Brazilian legislators”, p. 69. 15 Roderic Ai Cainp, “Losers in Mexican politics: a comparative study of official Dandidates for gubernatorial elections, 1970-1975”, en James W. Wilkie y Ken R Ruddle (eds.), Statistjcal abstract of Latin America supplemens series, vol. 6 de —ant it ative Latin American studzes: methods andfindings, Los Angeles, UCLA, Latin .merican Center, 1977, pp. 23-36.

Políticos que ocuparo n cargos loca le s (%)

Antes Después

Rama 1884-1991 de 1935 de 1935 % de cambio

Ejecutivo 12 21 6 -71

Judicial 18 42 10 -76

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Legislativo 22 33 17 -48

274

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

275

CUADRO 8.6. NIVEL EDUCACIONAL DE LOS POLÍTICOS, POR RAMA DEL GOBIERNO

Influencia de la educación

Las prácticas de reclutamiento en México incorporan fuertemente las instituciones de educación superior. Como se indicó en el capítulo 4, la Universidad ha sido un lugar de reclutamiento político desde hace mucho tiempo, en realidad desde el siglo XIX. En consecuencia, tanto el lugar y el nivel de la educación como la especialización escogida afectan el acceso a la política nacional. Si las figuras legislativas no comparten las características de los políticos exitosos de las otras ramas del gobierno, especialmente del ejecutivo, serán excluidas de los canales de reclutamiento que conducen a los puestos más altos. Igualmente importante, los mexicanos sin título universitario todavía pueden encontrar rutas posibles hacia el poder político a través del poder legislativo. Como apenas el 3 por ciento de los mexicanos termina la universidad, el legislativo ofrece una oportunidad al 97 por ciento restante. Casi tres cuartas partes de todos los políticos nacionales de la muestra, independientemente de la rama del gobierno que representen, tiene algún título universitario (cuadro 8.6). Como cabía esperar, la proporción de políticos que han terminado la universidad aumentó después de 1935. El cambio más notable en el nivel educativo se produjo entre los secretarios del gabinete, donde el número de los individuos sin educación universitaria declinó de un cuarto a apenas 14 por ciento. La Suprema Corte excluye automáticamente a la mayoría de los mexicanos debido al requisito de un título de abogado, pero entre los políticos legislativos y eje-

cutivos hay diferencias importantes y sumamente significativas. Los que no llegaron a la universidad son casi el doble entre los legisladores nacionales que entre los secretarios del gabinete. Lo que distinguía a los diputados carentes de un título universitario de los jueces y los funcionarios del gabinete era que más diputados eran egresados de una Escuela Normal, con certificado para ejercer la docencia en escuelas primarias y secundarias. La enseñanza ha sido una profesión para mexicanos de la clase trabajadora y media baja con movilidad ascendente, pero rara vez ha conducido a un título universitario, y el certificado de la Escuela Normal sólo pasó a ser equivalente a un título universitario en la década de 1980. Desde 1935, el certificado de normalista fue el más alto título educativo del 6 por ciento de todos los políticos nacionales mexicanos, y entre los diputados esa proporción llegaba al 9 por ciento. Lo más revelador acerca de las cifras de el cuadro 8.6 para políticos sin título universitario es la falta de variación entre los dos periodos, antes y después de la década de 1930. Esencialmente, un tercio de todos los legisladores nacionales, antes y después de 1935, carecían de título universitario. Esto significa que uno de cada tres legisladores no tenía siquiera la oportunidad de pasar por el canal de reclutamiento inicial que conduce a los mejores puestos. Además sugiere que posiblemente otros canales de reclutamiento sean mucho más importantes para el poder legislativo, a diferencia de las otras dos ramas. La consistencia de las cifras para los políticos con educación universitaria a lo largo del tiempo ofrece un indicador importante de cómo muchos puestos en el legislativo pueden ser accesibles a otros tipos de mexicanos, hombres y mujeres sin las credenciales formales e informales necesarias para asistir a la universidad y terminar una carrera. El cambio más notable en las credenciales educacionales desde 1884 no es el aumento del porcentaje de los dirigentes con título, sino el aumento del porcentaje de los dirigentes con posgrados. Esa cifra, entre todos los políticos, aumentó el 100 por ciento después de 1935. Entre los miembros del gabinete, que en la actualidad constituyen el grupo político mejor educado de México, esa proporción ha aumentado 230 por ciento en los últimos sesenta años: de apenas un 10 por ciento a un tercio. Los aumentos más espectaculares se produjeron entre los dirigentes de las otras dos ramas, donde una cuarta parte de los jueces de la Suprema Corte obtuvo un doctorado en Derecho, en contraste con ninguno de sus pre

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N ivel de educación (%)

Preuniversidad únicamente

Universidad únicamente Posgrado

Rama Des- Antes pués Todos 1935 1935

Des- Antes pués Todos 1935 1935

Todos Antes 1935

Des-

pués

1935

Ejecutivo Judicial Legislativo

17 23 14 0 0 0 33 33 36

83 77 86 100 100 100 67 67 64

25 17 12

10 0 4

33 23 16

276

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

277

CUADRO 8.7. INSTITUCIONES DONDE ESTUDIARON LOS POLÍTICOS, POR RAMA DEL GOBIERNO

decesores; la proporción de diputados con posgrados aumentó 300 por ciento, de un humilde 4 al 16 por ciento. La dirigencia de esas dos ramas siguió la iniciativa del poder ejecutivo, que introdujo la credencial del posgrado como variable cada vez más necesaria para el éxito en la carrera política. Para los políticos que asistieron a la universidad y continuaron con un posgrado, tanto la disciplina escogida como el lugar donde recibieron su educación son importantes en cuanto determinan los contactos que harán y cómo esos contactos afectarán su carrera pública. Durante la mayor parte del periodo estudiado aquí, la UNAM predominó en el análisis de las instituciones a las que asistieron los políticos. Casi dos quintos de todas las figuras públicas importantes desde 1884 asistieron a esa institución o a sus predecesoras (cuadro 8.7). Sin embargo antes de la década de 1930 sólo uno de cada cuatro políticos se recibía en la Universidad Nacional. Durante el mismo periodo, el legislador nacional promedio no tenía muchas probabilidades más de haber asistido a esa institución, pero los secretarios del gabinete y los jueces de la Suprema Corte, en cambio, tenían muchas más. La mitad de todos los secretarios del gabinete mexicanos asistieron a esa institución antes de 1935, y después de esa fecha la cifra aumenta a casi dos tercios. En el siglo pasado, seis de cada diez secretarios del gabinete eran egresados de la Universidad Nacional, igual que los jueces de la Suprema Corte. Esto quiere decir que los miembros de esas dos ramas del gobierno provenían en forma predominante de una sola insti tució

educativa, y ese número ha aumentado desde la década de 1930. Los legisladores nacionales mexicanos no provienen de esa institución en los mismos porcentajes que sus colegas de las otras ramas del gobierno. En realidad, tanto antes como después de 1935, sólo alrededor de un tercio de los legisladores estudió en la UNAM. Esa cifra no aumentó sustancialmente después de 1935. Si bien los individuos que nunca asistieron a ninguna universidad son más entre los diputados que entre cualquier otro grupo de figuras públicas, los que sí lo hicieron asistieron a otras instituciones, típicamente universidades de provincia. Históricamente las instituciones públicas en el plano provincial han tenido en la vida política mexicana un papel similar al de la Universidad Nacional en la ciudad de México. Muchos grupos de dirigentes importantes que tuvieron influencia en la política nacional fueron producto de universidades estaduales, principalmente entre 1900 y 1920. Por ejemplo, Silvano Barba González, cardenista prominente, realizó todos sus estudios en su estado natal, recibiéndose en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara en 1920. Siete años más tarde fue rector de su alma mater. Inició su carrera en la política local como legislador estadual el año en que se graduó, pero más tarde sirvió como secretario privado del general Cárdenas durante su campaña presidencial. Cárdenas lo nombró primero para la Secretaría del Trabajo y después

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presidente del Partido Nacional Revolucionario. También fue miembro del gabinete de Ávila Camacho, y gobernador y senador de su estado natal. Típicamente las instituciones estaduales han tenido más influencia sobre los cargos de gobernador y otros puestos estaduales que a nivel nacional, especialmente desde los años cuarenta. Por consiguiente los diputados son producto de instituciones educativas cuyos estudiantes con ambiciones políticas tienen más probabilidades de ingresar a la política local y estadual que a la nacional, lo que limita sus posibilidades de ir más allá del poder legislativo. Cuando el cuerpo de oficiales ofrecía un camino hacia los cargos políticos nacionales, las academias militares tenían más importancia. En la vida política contemporánea esas academias no han ejercido ninguna función de reclutamiento, y su influencia ha disminuido mucho desde la época de Cárdenas. El número de legisladores graduados de las academias militares, así como el de ex militares y oficiales en actividad, también ha disminuido sustancialmente.

Lugar de estud jo (%)

Universidad nacional

Colegio

militar

Institución privada

Des- Des- Des-

Rama Todos Antes

1935

pués

1935 Todos

Antes 1935

pués 1935

Antes Todos 1935

pués

1935

Ejecutivo 58 49 61 6 6 7 3 1 4

Judicial 64 41 71 0 0 0 5 3 6

Legislativo 34 30 36 3 5 3 2 1 3

El mayor cambio en los antecedentes educativos, como se indicó en el capítulo 4, ha sido el ocurrido entre los egresados de instituciones privadas. Tradicionalmente estaban bien representados entre los jueces de la Suprema Corte por los graduados de la Escuela Libre de Derecho, formada durante la década revolucionaria en la ciudad de México por profesores y estudiantes de la Universidad Nacional. En el futuro próximo su número será aún mayor a causa de los secretarios del gabinete, entre los cuales el número de los egresados de instituciones privadas ha aumentado 300 por ciento desde los años treinta. Aunque pequeño, el crecimiento de

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN 279 las instituciones privadas continuará siendo rápido, y los secretarios del gabinete introducirán esa tendencia en las otras dos ramas. También entre los legisladores la proporción de egresados de instituciones privadas está aumentando a una tasa considerable. En vista de sus orígenes sociales y geográficos algo diferentes, está por verse si semejante nivel de aumento de los alumnos de universidades privadas se mantendrá en el tiempo. Las ambiciones políticas de los mexicanos que tuvieron oportunidad de terminar una carrera universitaria son afectadas por la disciplina escogida. Igual que en muchos otros países, la carrera más favorecida era la de derecho; en ese sentido los dirigentes mexicanos coincidían con los de muchos otros países, incluyendo Estados Unidos. La Facultad de Derecho, especialmente en la UNAM, era sede de la mayor parte del reclutamiento que ocurría entre profesores y estudiantes o entre los propios estudiantes. Naturalmente todos los jueces caen en esta categoría, de manera que la única distinción posible es entre el poder ejecutivo y el legislativo. Si excluimos a los políticos que no asistieron a la universidad, surge un patrón interesante entre esas dos ramas. A lo largo del tiempo, ambos grupos de dirigentes escogieron el título en Derecho, con los legisladores mostrando una inclinación ligeramente mayor hacia la profesión legal (cuadro 8.8). Un examen de los datos correspondientes a los períodos previo y posterior a 1935 muestra no sólo la declinación que se podía esperar en el

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derecho como profesión escogida sino un nivel más marcado de declinación entre los secretarios del gabinete. Después de 1935, los dirigentes del ejecutivo que eligen disciplinas nuevas son el doble que los legisladores (23 por ciento contra 11 por ciento). De nuevo, el ejecutivo tomó la iniciativa de apartar a los políticos nacionales de la tradicional disciplina de las leyes, principalmente en favor de la economía y de otras especializaciones. Entre los miembros del gabinete con título universitario, el espectacular aumento de los títulos en economía se muestra en su cuadruplicación desde 1935. También hubo una expansión extraorF dinaria de los economistas entre los legisladores, pero los secretarios del gabinete egresados de programas de economía son el doble de los legisladores en las mismas condiciones. Mientras el poder ejecutivo controle el proceso de reclutamiento, sus elecciones pasan a ser imitadas por las otras dos ramas, a menos que haya rasgos estructurales peculiares —como el título de abogado requerido para

278 QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

CUADRO 8.8. CARRERAS ESCOGIDAS POR LOS POLÍTICOS CON TÍTULO UNIVERSI TARIO, POR RAMA DEL GOBIERNO

Rama del gobierno (%)

Todos los

Carrera escogida Ejecutivo Judicial Legislativo políticos

Derecho

Antes de 1935 62 100 68 61

Después de 1935 Todos 48 53

100 100

60 56

50 54

Economía

Antes de 1935 1 0 2 2

Después de 1935 Todos 15 11

0 0

6 4

13 9

Otra

Antes de 1935 3 0 2 2

Después de 1935 Todos 13 10

0 0

21 8

15 12

Medicina y odontología Antes de 1935 11 0 3 12

Después de 1935 Todos 7 9

0 0

10 9

8 9

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Ingeniería Antes de 1935 23 0 18 11

Después de 1935 Todos 15 19

0 0

10 11

10 10

280

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN

281

los jueces— que obstruyan la tendencia de los presidentes y ministros en ejercicio de replicarse a sí mismos en los otros cargos. El ejecutivo no sólo escogió con más frecuencia nuevas disciplinas técnicas como la economía sino que generó interés por los estudios de posgrado, especialmente por los posgrados en el extranjero. Los secretarios del gabinete con títulos de posgrado son el doble de los legisladores (23 por ciento contra 9 por ciento), pero lo más significativo es que los futuros dirigentes del poder ejecutivo realizaron sus posgrados fuera del país. En las décadas de 1940 y 1950, muchos de esos individuos obtuvieron para ello becas del Banco de México. Uno de ellos fue Mario Ramón Beteta Monsalve, egresado de la Facultad de Derecho que además estudió planeamiento económico en la Universidad de Wisconsin en Madison» donde terminó la maestría en economía en 1950. De regreso en México, Beteta enseñó economía en la UNAM, a la vez que seguía una carrera exitosa en el Banco de México y la Secretaría de Hacienda —donde fue subsecretario, y luego secretario bajo Luis Echeverría—, para después ser director general de PEMEX bajo Miguel de la Madrid, a quien ayudó en su carrera.’6 En el poder legislativo, sólo alrededor de la mitad de los miembros con posgrados estudió en el extranjero. Entre los funcionarios del ejecutivo, los que viajaron a Estados Unidos y a Europa son el doble de los que completaron su educación en México, lo que destaca la creciente importancia de las influencias educativas internacionales. Los jueces tienen posgrados —típicamente doctorados en derecho— más a menudo que los legisladores, y tres cuartas partes de ellos lo hacen en México: estudiar derecho en el extranjero no es muy útil para una carrera en el derecho civil o penal nacional. En este aspeto los funcionarios del ejecutivo tienen una ventaja. Desde la década de 1960 el Banco de México, y después el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, financian a los mexicanos talentosos para que estudien en el extranjero. En el sector público, la mayoría de los que se han beneficiado de esos fondos eran funcionarios de la burocracia federal, y no mexicanos que hacían su carrera en el poder legislativo ni en el judicial. Como ya he afirmado en otra parte, aun cuando buena parte del reclutamiento se da entre iguales, la fase inicial es típicamente entre profesor y alumno, siguiendo un patrón discípulo-mentor. 16 Banco de México, Programa de becas y datos de los becarios, México, 1961.

CUADRO 8.9. EXPERIENCIA DOCENTE DE LOS POLÍTICOS, POR RAMA DEL GOBIERNO Politicos con experiencia docente (%) Cualquier experiencia UNAM/Escuela Nacional docente Preparatoria únicamente Antes Después Antes Después Rama Todos de 1935 de 1935 Todos de 1935 de 1935 Ejecutivo 49 43 53 39 39 42 Judicial 67 70 67 48 39 50 Legislativo 34 30 36 18 19 18 Como en este siglo las instituciones educativas han sido sede del reclutamiento político en México, la elección de una carrera en la docencia es un instrumento fundamental en la creación de un equipo y una camarilla personales. A menudo la docencia es lo que distingue a los que realizan el reclutamiento de los que sólo son reclutados. Si bien los políticos estadunidenses que ejercen la docencia, especialmente en las universidades, son pocos, los jueces son los que tienen más probabilidades de tener una carrera docente, ya sea de tiempo completo o sólo de medio tiempo (cuadro 8.9). En la profesión jurídica en México las reputaciones se hacen tanto en el ambiente universitario y con ensayos y publicaciones jurídicas como en la actividad propiamente judicial en las cortes de menor nivel. Por eso no sorprende descubrir que dos tercios de todos los jueces han enseñado, incluso desde la década de 1880. Entre los funcionaríos más altos del poder ejecutivo, se sabe que la mitad ha ejercido la docencia. Los legisladores son los últimos en esta categoría, pues sólo un tercio tiene experiencia docente, muy por debajo del promedio de 40 por ciento para todos los políticos

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4 Cionales. Más importante para el reclutamiento es dónde se enseña. Lo notable acerca de los jueces de la Suprema Corte y los dirigentes del ejecutivo es que la mitad y dos quintos respectivamente —por centaj más alto que para cualquiera de las otras dos ramas— enSeñaron en la UNAM o en la Escuela Nacional Preparatoria. El hecho de que sólo uno de cada cinco legisladores haya enseñado en una de esas dos instituciones los coloca en clara desventaja para el de-

282 QUIÉN RECLUTA A QUIÉN sarrollo de los contactos necesarios para formar las camarillas políticas y las redes personales que hacen falta para ascender en la escala política. En resumen, cuatro quintas partes de los futuros dirigentes del poder legislativo están excluidos del más importante circuito institucional de los canales de reclutamiento político en México. Conclusiones La literatura anterior sobre el reclutamiento rara vez ha examinado a la dirigencia política en base a las pistas de carreras públicas de los políticos, y casi nunca ha hecho comparaciones entre los distintos grupos de dirigentes. El valor de esas comparaciones es fácil de ver en el caso mexicano. Aun cuando los dirigentes de las tres ramas del gobierno tienen algunos rasgos en común, existen diferencias y características importantes. Las diferencias apuntan esencialmente hacia dos hallazgos importantes. El primero de ellos es que en un modelo político autoritario o semiautoritario la dirigencia no es homogénea. Esto es importante porque podría sugerir una explicación adicional de la durabilidad de las élites mexicanas en la literatura teórica sobre la fluidez de las élites y la estabilidad política. Claramente, el poder legislativo ofrece oportunidades a los mexicanos ambiciosos que no encajan en el perfil de la dirigencia nacional. El acceso a los cargos políticos nacionales en el legislativo amplía los canales de reclutamiento para los mexicanos que no tienen los antecedentes sociales o geográficos, el nivel de educación y los intereses disciplinarios de la dirigencia nacional. Además crea una especie de válvula de seguridad, permitiendo que diferentes grupos alcancen altos cargos y dando mayor estabilidad al régimen autoritario. Schneider descubrió este mismo patrón en el Brasil entre 1964 y 1985.’ El segundo descubrimiento —igualmente importante para comprender la naturaleza de los canales de reclutamiento en México y para hacer predicciones sobre patrones futuros— es que típicamente es el poder ejecutivo el que introduce inicialmente las características que moldean a la dirigencia nacional mexicana. Es ge-

QUIÉN RECLUTA A QUIÉN 283 neralmente la primera rama que introduce modificaciones tanto en las caracteríiticas funcionales como en las discrecionales. Las características de la dirigencia del ejecutivo suelen transferirse a otros políticos, especialmente a los miembros del legislativo. Esa transferencia s realiza de varias maneras. Primero, con su poder de patrocinio y u papel de reclutadores, los dirigentes del ejecutivo a menudo seleciones discípulos con sus mismas características o con las nuevas aracterísticas que valoran. Segundo, como controlan los recursos, por ejemplo las becas, los utilizan para subsidiar nuevas credencales. Tercero, como el ejecutivo influye en los nombramientos de todos los sectores gubernamentales y además ofrece los puestos má prestigiosos, los políticos de las otras ramas que desean triunfar probablemente buscarán tener, si es posible, las mismas credenoales. La capacidad del ejecutivo para transferir sus características alas otras dos ramas se debe al hecho de que, incluso en la administnción de Salinas, la mitad de los legisladores y un tercio de todos los jueces han servido en la burocracia. La rama ejecutiva mexicina no sólo moldea a los futuros servidores públicos con su poder d reclutamiento, cualquiera que sea la rama donde prestarán eventialmente sus servicios los reclutados, sino que actúa como una fuer:a socializadora. Como el pocer ejecutivo en México controla la mayor parte del proceso de creción de política, y lo ha hecho durante todo el periodo estudiado aquí, no sorprende que exista alguna relación entre el ejercico del poder, el prestigio del funcionario y la capacidad de ese nismo funcionario para influir en las prácticas de reclutamiento. El poder judicial, el más reducido de los tres y el que menos influencia tiene en la determinación de la composición de la dirigenci o sus futuras credenciales, tiene muchas características que soripeculiares de su tarea institucional: interpretar las leyes. Es importane recordar que la mayoría de las camarillas importantes y las redas políticas influyentes fueron dirigidas por productos del poder ejecutivo, generalmente ministros y presidentes. Como todos lo presidentes recientes han salido directamente del gabinete, tambn ellos refuerzan la influencia política de esa rama del gobierno, iicluyendo su impacto en las prácticas relacionadas con el personal Se puede argumentar con bastante certeza que la manera más fil de discernir los cambios en la cualidades de la dirigencia mexcana consiste en identificar las características y los

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¡ 17 Ben Ross Schneider, carta al autor, 6 de noviembre de 992.

284 QUIÉN RECLUTA A QUIÉN 9. SALINAS EN EL PODER: UN ESTUDIO DE CASO patrones del personal del poder ejecutivo. En realidad, es muy DE RECLUTAMIENTO EN LA PRÁCTICA probable que se vean reflejadas en primer termino en los directores generales de la burocracia federal, los esenciales jefes de sección dentro de cada organismo del gabinete que son los futuros subse retario y secretarios. La mayoría de los capítulos anteriores han tratado de iluminar múltiples facetas del reclutamiento político desde 1884. Si bien se han identificado numerosos patrones y analizado sus consecuencias, el mejor medio de examinar las tendencias contemporáneas de la dirigencia mexicana y predecir patrones para el futuro inmediato es explorar la administración de Salinas. Esta administración es particularmente útil en ese sentido porque Salinas es más joven que muchos de sus principales colaboradores. Así, es probable que todas las características atribuidas al ascenso al poder del ex presidente y su grupo de colaboradores inmediatos persistan hasta bien entrado el siglo xxi, a menos que cambie el modelo político. )Si resumimos una de las características más pronunciadas del pr6ceso de reclutamiento mexicano en la década de 1990, examinada en los capítulos anteriores, observamos una serie de variables significativas. Primero, el aglutinante de la política mexicana son las camarillas.’ Segundo, después de 1946 las camarillas se han formado principalmente en tres ambientes: organizacional, educativo y familiar. Tercero, los patrones familiares se mantuvieron en su mayor parte inalterados a lo largo del tiempo, incluyendo los correspondientes a los orígenes sociales de clase media a clase media alta y residencia urbana. La continuidad de influyentes familias políticas posrevolucionarias, acentuada por una continuidad comparable en la dirigencia de la élite, está pasando actualmente por la tercera generación. Cuarto, el origen organizacional de las redes políticas y los contactos personales pasó de una variedad de fuentes —geográficamente de los niveles local, estadual y nacional y funcionalmente del partido, los sindicatos y los puestos electivos— a la burocracia federal, concretamente al ejecutivo federal. Quinto, En realidad, investigaciones recientes indican que cuanto mayor es el número de redes y grupos a los que pertenece un político más extensa y duradera será su carrera. Véase Samuel Schinidt y Manuel Gil Mendieta, “The historical develop,nent of Mexico’s network of power”, trabajo presentado a una reunión de la National Latin American Siudies Association, Los Ángeles, septiembre de 1992, p. 4. [285]

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dentro de la construcción organizacional de las prácticas de reclutamiento mexicanas recientes, ciertos organismos de la rama ejecutiva dominaban las etapas intermedia y final, en particular ios responsables de la planeación financiera y las decisiones económicas. Sexto, los contactos educacionales representaban la mayor fuente de la etapa inicial de la construcción de redes, fuente que constituye un puente entre dos generaciones, con las relaciones entre estudiantes por un lado y entre estudiantes y maestros por el otro. Los orígenes institucionales de esos contactos se encuentran en un momento crítico, porque el lugar de contacto está cambiando rápidamente de derecho a economía, y, más gradualmente, de la UNAM a universidades privadas y posgrados en el extranjero. El mentor presidencial Una breve lista de características presidenciales puede dar una imagen condensada y muy precisa de varias variables importantes del reclutamiento. Es indudable que los presidentes, como selectores en ejercicio, determinan patrones a largo plazo en la dirigencia política mexicana, ya sea porque seleccionan tipos similares a ellos o porque seleccionan sustitutos que representan tendencias nuevas en las características de la dirigencia. Los presidentes pusieron en marcha patrones de reclutamiento que persistieron, a pesar de las excepciones entre sus sucesores inmediatos en la dirección general. Como se ha sostenido a lo largo de este libro, Miguel Alemán representaba el prototipo del político profesional mexicano después de la segunda guerra mundial, e igual que Salinas, su juventud introdujo cualidades algo adelantadas con respecto a su tiempo. Su generación y las que siguieron duplicaron muchas de las credenciales personales de Alemán, a pesar de que

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dos presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Gustavo Díaz Ordaz, no las poseían. El cuadro 9.1 enumera algunas de esas variables, especialmente la creciente importancia de las credenciales educativas y de las instituciones en el reclutamiento. Por ejemplo, podemos captar la importancia del origen geográfico central y urbano entre los presidentes recientes. En realidad se podría sostener que también De la Madrid encaja en ese molde, pues aun cuando no nació en la capital, llegó a la ciudad de México muy joven y recibió casi toda su educación allí, de manera que puede ser considerado como Un

auténtico producto del principal centro urbano de México. La UNAM o sus predecesoras han dominado la educación presidencial desde el presidente interino León de la Barra (1911), egresado de la Facultad de Derecho, que fue también el primer presidente que ejerció la docencia en la universidad más prestigiosa del país. Igual que con muchas otras figuras políticas, la Revolución produjo un largo periodo de presidentes sin educación universitaria. Los últimos cuatro presidentes de México, empezando por Luis Echeverría (1970-1976), se graduaron en la UNAM, y todos menos Echeverría enseñaron además allí. Curiosamente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), que fue profesor y vicerrector de la Universidad de Puebla, siguió los pasos de su mentor, Adolfo López Mateos, quien durante su carrera guió los pasos del Instituto de Ciencia y Literatura de México en Toluca. Ambos fueron los únicos presidentes del siglo xx que enseñaron en universidades de provincia. El propio Salinas, como ya he señalado, representó un punto de inflexión en la profesión escogida por la mayoría de los políticos mexicanos, al escoger economía en lugar de derecho. Los más altos colaboradores de Salinas se caracterizan por muchas de las cualidades correspondientes a las variables de los antecedentes presidenciales. Un análisis de 167 figuras públicas de todas las ramas de la administración de Salinas sugiere patrones similares a los presentados más arriba. Geográficamente, el 85 por ciento de la administración nació en un área urbana, y la mayor proporción (38 por ciento) en el Distrito Federal. Debido a la desproporcionada representación de la capital, otras regiones están algo subrepresentadas. El segundo de los estados en importancia entre los lugares de nacimiento de los colaboradores de Salinas es Veracruz, uno de los más populosos de México. La mayoría de los colaboradores (61 por ciento) nació entre 1930 y 1949. Es probable que el predominio de la ciudad de México aumente en el futuro. El análisis de Francisco Morales Camarena de los directores generales de la administración de Salinas indica que el 60 por ciento de los menores de cuarenta años proviene de la capital.2 Por lo que se refiere a la experiencia previa, pocos de los más altos colaboradores de Salinas ocuparon cargos locales. El 7 por ciento fueron diputados locales y apenas el 4 por ciento fueron 2 Francisco Javier Morales Camarena, “La tecnocracia en México: las actitudes políticas de los funcionarios públicos”, tesis, El Colegio de México, 1991, p. 115.

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alcaldes, o presidentes municipales. Pocos fueron producto del sec tor privado, por lo menos a nivel gerencial. Sólo uno de cada catorce colaboradores de Salinas provino de un ambiente empresarial. Todavía menos —3 por ciento— son los que utilizaron las fuerzas armadas como canales de carrera para su movilidad política ascendente. Aun cuando más de cuatro quintos del total provenían de las clases media y alta, sólo el 14 por ciento tenía padres que hicieron una carrera política. Menos del 4 por ciento tenía relación con una familia revolucionario o porfiriana importante, y sólo uno de cada diez estaba emparentado con un miembro de la dirigencia intelectual o económica. En cuanto a la educación, el 87 por ciento de los designados por Salinas hizo una carrera universitaria, y casi la mitad hizo un posgrado. En realidad, un quinto de sus colaboradores obtuvo algún doctorado, al igual que el presidente. Igual que Salinas, grandes porcentajes de sus designados asistieron a la UNAM (58 por ciento) y a la Escuela Nacional Preparatoria. El título más importante sigue siendo el de abogado, pero entre los nombrados por el presidente la economía ocupa el segundo lugar con mucha fuerza, junto con especializaciones más nuevas. Salinas, quien tiene tres títulos de posgrado de Harvard, se rodeó de mexicanos que también habían estudiado en el extranjero. Un quinto de ellos lo hicieron en Estados Unidos. Además, Salinas seleccionó un grupo de dirigentes que al igual que él y su mentor, De la Madrid, eran ex profesores universitarios. Más de la mitad había ejercido la docencia, y más de un tercio de ellos en la UNAM. Uno de cada diez miembros de su administración había sido profesor en una universidad privada también. Se dice que el ex presidente Salinas es el epítome del tecnócrata político en México. Un examen de su carrera y de los patrones de la primera etapa de la construcción de sus redes sugiere la acción de nuevas influencias en el proceso de reclutamiento (véase el cuadro 9.2). Salinas proviene de una minoría significativa de políticos mexicanos cuyas familias desarrollaban actividades intelectuales y políticas. Es hijo de Raúl Salinas Lozano, figura importante del gabinete de Adolfo López Mateos (1958-1964), y mentor por derecho propio de muchos futuros economistas en la vida pública.

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Además, por el lado materno el presidente es sobrino de Eh de Gortari, intelectual de importancia que fue arrestado por el gobierno durante las manifestaciones estudiantiles de 1968. El pa-

riente más importante de Carlos Salinas es Antonio Ortiz Mena, quien fue precandidato presidencial en una ocasión y dos veces secretario de Hacienda.3 Salinas creció en la ciudad de México, donde asistió a la escuela primaria privada Abraham Lincoln, en una elección educativa común a muchos de los políticos más jóvenes. En 1960 asistió a la Escuela Secundaria Pública núm. 3, de la que, gracias a su ubicación en un barrio rico, han egresado muchos mexicanos importantes. Igual que un sexto de los designados por él, Salinas participé activamente en la política estudiantil entre 1963 y 1966, siendo vicepresidente de la célebre Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso. Poco después ingresó a la escuela de economía de la UNAM, pasando a ser asistente de medio tiempo de Gonzalo Martínez Corbalá, quien por entonces presidía el PRI en el Distrito Federal. Más tarde Martínez Corbalá fue presidente de la Cámara de Diputados y después gobernador interino de San Luis Potosí a partir de 1992, cuando Salinas obligó a renunciar al gobernador recién elegido. Siendo estudiante de economía, y no asiduo de la sede central del PRI en el Distrito Federal, Salinas hizo contacto con un grupo importante de profesores, entre los que figuraba David Ibarra, futuro secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog, destacado intelectual y ex subsecretario de Hacienda, Leopoldo Solís, distinguido economista, figura pública y mentor de un grupo, y Miguel de la Madrid, que por último sería su mentor político más importante. Después de completar sus estudios en 1969, Salinas fue profesor de medio tiempo en su alma mater. Su antiguo profesor De la Madrid lo ayudó a conseguir una beca para hacer una maestría en administración pública en el alma mater del propio De la Madrid, la Universidad de Harvard. No es casual que el primer posgrado de Salinas haya sido en el mismo campo que el de De la Madrid. Ortiz Mena era sobrino de una figura importante de la Revolución, Eduardo Ortiz, subsecretario de Comercio (1925-1926). Su hija Patricia se casó con José P. González Garrido, hijo del secretario del Trabajo de Alemán, Salomón González Blanco, y gobernador de Chiapas y secretario de Gobernación durante la presidencia de Salinas. El hijo de Ortiz Mena, Antonio, fue subsecretario de Turismo en 1977, y su hermano Raúl fue subsecretario de la secretaría de la presidencia (Programación y Presupuesto), 1958-1961, 1964-1968. El padre de Ortiz Mena fue tesorero del Distrito Federal. Véase Diana Balmori, Stuart Voss y Miles Wortman, Notable family networks in Latin America, Chicago, University of Chicago Press, 1984, p. 115; Francisco R. Almada, Gobernadores del estado de Chihuahua, México, Cámara de Diputados, 1950, p. 541; y Proceso, 21 de diciembre de 1987, p. 24.

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Durante buena parte de la década de 1970, el presidente ocupó cargos departamentales o de asesoría en la secretaría de Hacienda y continuó sus estudios de posgrado en economía política y economía en Harvard. Después de graduarse en 1978 fue contratado por David Ibarra, otro ex profesor de la UNAM, para dirigir la sección de planeación de la Secretaría de Hacienda, una de las más importantes secciones políticas del ministerio. Cuando De la Madrid se convirtió en secretario de Programación y Presupuesto Salinas se fue con él, y desde 1979 dirigió la sección de política social y económica de ese organismo. Un análisis del currículum de Salinas sugiere tres características importantes de su carrera política. La primera es la profundidad de sus vinculaciones tecnocráticas personales. Como tecnócrata político por excelencia, es el producto de tres figuras importantes de la política mexicana: Ramón Beteta, Raúl Salinas Lozano y Miguel de la Madrid, cuyas propias carreras merecen un estudio cuidadoso. Segundo, esos tecnócratas políticos y otros discípulos tuvieron su sede institucional en la secretaría de Hacienda, la secretaría de Programación y Presupuesto y el Banco de México. Tercero, los vínculos educacionales merecen ser reexaminados, a la luz del tiempo cada vez mayor dedicado a los estudios de posgrado, el número de mexicanos jóvenes que se gradúa en universidades privadas y la posibilidad de reclutamiento en ellas. El tecnócrata político El tecnócrata político no es un fenómeno nuevo en la vida republicana de México.4 Lo peculiar de este caso es que el tecnócrata político domina posiciones del más alto nivel y la propia presidencia. En otra parte he examinado algunas de las características del Véase Rayinond Vernon, The dilemma of Mexico ‘s development, Cambridge, Haivard University, 1965; Roderic Ai Camp, The role of economists in policy-making: a comparative study of Mexico and the United States, Tucson, Institute of Government Research and University of Arizona Press, 1977; Marilee S. Grindie, “Power, expertise, and the ‘técnico’: suggestions from

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a Mexican case study”,Journal of Politzcs 39 (mayo de 1977), pp. 399-426; y Guillermo Kelley, “Politics and administration in Mexico: recruitment and promotion of the politico-administrative class”, Technical Paper Series, núm. 33, Institute for Latin American Studies, University of Texas at Austín, 1982.

CUADRO 9.2. PUNTOS PRINCIPALES DE LA CARRERA DE CARLOS SALINAS DE GORTARI Cargo Mentor político Secretario de Programación y Presupuesto (srp) De la Madrid Director General del Instituto de Estudios De la Madrid Políticos, Económicos y Sociales (tEPEs) del PRI, campaña presidencial 1979-1981 Director general de política social y De la Madrid económica, SPl’ 1979-1981 Secretario técnico del gabinete económico 1979-1979 Subdirector de estudios económicos. tEPES 1978-1979 Director General de Planeación, SHCI’ 1978-1978 Subdirector General de Planeación, SHCP 1978-1978 Profesor de política fiscal, Centro de Estudios Monetarios de Ainénca Latina (cEMt.A) 1976-1978 Doctorado en política económica, Universidad de Harvard 1976-1977 Director de Estudios Económicos, Planeación, sI-IcP 1976-1977 Secretario técnico de Grupos Internos, SHCP 1976-1976 Subdirector de Estudios Económicos, Planeación, SHCI’ 1976 Maestría en economía política, Universidad de Harvard 1976 Profesor de finanzas públicas, Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) 1974-1976 Jefe de Estudios Financieros y Asuntos Internacionales, SHCP 1974 Asistente de investigación en finanzas públicas, Universidad de Harvard 1972-1973 Maestría en administración pública, Universidad de Harvard 1971-1974 Asesor, subdirector de Finanzas Públicas, SHC5’ Fundador de Política y Profesión Revolucionarias, A.C. Instructor, Instituto de Educación Política, PRI Profesor adjunto economía, UNAM Estudios de economía, UNAM

Fecha 1982-1987 198 1-19 82

López Portillo Fonseca Álvarez Ibarra Ibarra

julio Moctezuma Cid, De la Madrid Julio Moctezuma Cid, De la Madrid Héctor Hernández Cervantes De la Madrid Héctor Hernández Cervantes David Ibarra, Silva Herzog, Leopoldo Solís, De la Madrid Martínez Corbalá

1971 197 1-1971 1970- 19 72 1966-1969 1966- 1968 1963-1966 1960-19 63 195 3-1959

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Asistente del presidente del ¡‘Rl, D.F. Preparatoria 1 (San Ildefonso), vicepresidente Secundaria 3 (Héroes de Chapultepec) Escuela prinsaria Abraham Lincoln (privada)

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tecnócrata político y algunos de los problemas asociados con su conceptualización en el contexto mexicano.5 Los tecnócratas políticos mexicanos son dirigentes con título universitario, con estudios en economía, educación en el extranjero, conocimiento del modelo económico estadunidense, una carrera en el ejecutivo y experiencias profesionales en general limitadas a organismos relacionados con la economía.6 Aun cuando el que introdujo un ambiente de dirigencia política que estimuló el desarrollo de esa tendencia fue el presidente Miguel Alemán, quien mejor representa al padre de los primeros tecnócratas mexicanos es Ramón Beteta Quintana.7 Igual que muchos políticos de la generación de Alemán, Beteta asistió a la Escuela Nacional Preparatoria e inició la carrera de derecho en la UNAM (véase el cuadro 9.3). Pero la semejanza acaba ahí. A diferencia de la mayoría de los miembros de su generación, Beteta abandonó transitoriamente sus estudios de derecho y se fue a la Universidad de Texas, donde en dos años adquirió un título en economía. En 1923 regresó a México y prosigió sus estudios de derecho bajo dos profesores distinguidos, Manuel Gómez Morfn, quien destacara en la creación de las leyes financieras mexicanas, y Eduardo Suárez, secretario de Hacienda bajo los presidentes Cárdenas y Ávila Camacho. Beteta, que era un chico maravilla, empezó a enseñar en la UNAM antes de recibirse de abogado en 1925, estableciendo relaciones con estudiantes de su misma edad que lo llevaron a puestos de gran importancia más adelante en su carrera. En 1924 aceptó su primer puesto público como economista de bajo nivel en la secretaría de Hacienda. Por un breve periodo fue empleado de Moisés Sáenz, importante figura política e intelectual, pero fue el hermano de éste, Aarón, prominente político del momento, quien en 1933 lo llevó de vuelta al campo de la economía como jefe del Roderic Ai Camp, “The political-technocrat in Mexico and the survival of the political system”, Latjn American Research Review 20, núm. 1 (1985), pp. 97-118. Para una crítica detallada de este enfoque véase Bertha Lerner de Sheinbaum, “La tecnocracia en México: ni embrión ni garantía de profesionalismo”, Revista Mencarta de Sociología 45, núm. 3 (julio-septiembre de 1983), PP. 1051-1067. Para algunas opiniones adicionales sobre este punto véase Francisco Suárez Farías, Elite, tecnocracia y movilidad política en México, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1991. Véase Roderic Ai Camnp, “Education and political recruitmnent in Mexico: tlse Alemán generation”, Journal of Inter-American Studies and World Affairs 18 (agosto de 1976), pp. 295-321.

CUADRO 9.3. PUNTOS PRINCIPALES DE LA CARRERA DE RAMÓN BETETA QUINTANA

departamento de valores de la secretaría de Industria y Comercio. De ahí pasó a dirigir la sección de estadísticas nacionales y durante ese tiempo fue cofundador del Fondo de Cultura Económica con cuatro de los principales economistas políticos mexicanos: Eduardo Juárez, Jesús Silva Herzog (que fue profesor de Salinas), Eduardo Villaseñor, que junto con Beteta fue uno de los primeros mexicanos

1958-1964 aCargoMentorpo1ítjco Editor, News

1952-1958 Embajador en Italia y Grecia Ruiz Cortines

1951-1952 Precandidato presidencial

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1946-1952 Secretario de Hacienda Miguel Alemán

1945-1946 Director de la campaña presidencial Miguel Alemán

1940-1945 Subsecretario de Hacienda Eduardo Suárez

1936-1940 Subsecretario de Relaciones Exteriores Eduardo Hay, Cárdenas

1935-1936 Asesor técnico del presidente Cárdenas

1934 Doctorado en ciencias sociales, UNAM (primero en México)

1934 Cofundador del Fondo de Cultura Económica (con Suárez, Silva Herzog, Villaseñor, Martínez Adame)

1933-1935 Director General de Estadísticas Nacionales, Industria y Comercio Primo Villa Michel

1932-1933 Oficial mayor, Industria y Comercio Primo Villa Michel

1931-1932 Jefe del Departamento de Valores, Industria y Comercio Aarón Sáenz

1930-1931 Jefe de Educación y Servicios Sociales, Departamento del Distrito Federal Moisés Sáenz

1929-1930 Asesor legal, Secretaría de Educación Ezequiel Padilla

1928-1929 Secretario privado, Secretaría de Educación Moisés Sáenz

1926-1928 Asesor legal, Banco Agrícola

1925-1928 Profesor, Escuela Nacional Preparatoria

1924-1942 Profesor en derecho y economía, UNAM

1924-1926 Economista, Secretaría de Hacienda

1923-1925 Termina estudios de derecho, UNAM Suárez, Gómez Morín

192 1-1923

Titulado en economía, University of Texas

1921- Dirigente estudiantil (con Eduardo Villaseñor)

1919-1920 Estudios de derecho, IJNAM

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1914-1918 Escuela Nacional Preparatoria

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que estudiaron economía en el extranjero (cursos nocturnos en la London School of Economics en la década de 1920) y Emigdio Martínez Adame, otro alumno de la London School of Economics y discípulo de Manuel Gómez Morín.8 Si bien el Fondo de Cultura Económica llegó a ser después una de las principales editoriales de México, originalmente su propósito principal era publicar traducciones mexicanas de obras de economía.9 Beteta estableció la importancia de los estudios de posgrado cuarenta años antes que éstos se hicieran comunes, obteniendo un doctorado en ciencias sociales en la UNAM en 1934, el primero que se concedió en México. Con ayuda de Suárez llegó a ser asesor técnico del presidente Cárdenas y después subsecretario de Relaciones Exteriores. En 1940 Eduardo Suárez lo nombró subsecretario de Hacienda, después de lo cual Beteta, igual que Salinas en su relación con De la Madrid cuarenta años más tarde, pasó a ser una figura importante en la campaña presidencial de Alemán en 1946.’° Miguel Alemán, que había sido alumno de Beteta en los años veinte, lo nombró secretario de Hacienda, y Beteta utilizó el cargo y sus dos décadas de docencia en la UNAM para reclutar a toda una generación de discípulos influyentes. Los discípulos de Beteta, y después los discípulos de los discípulos, dominaron los organismos financieros públicos durante décadas, controlando las políticas y las prácticas de reclutamiento de una tríada de organismos importantes —las secretarías de Hacienda y de Programación y Presupuesto y el Banco de México. Esas vinculaciones institucionales y de personal se examinarán a continuación, pero es importante establecer la relación con otros dos tecnócratas políticos modelo, el padre de Salinas y su mentor político, Miguel de la Madrid. El padre de Salinas, Raúl, procedente de una familia modesta de Monterrey, estudió economía en la UNAM (véase el cuadro 9.4). Fue uno de los primeros egresados de esa escuela que obtuvo un 8 Sobre los antecedentes de Beteta véase James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie, México visto en el siglo xx, México, Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas, 1969. Eduardo Villaseñor, Memorias-testimonio, México, Fondo de Cultura EconóInica, 1974, pp. 84-89. 10 Sobre los antecedentes de Suárez véanse sus memorias y la introducción de Antonio Carrillo Flores, Comentarios y recuerdos (1926.1946), México, Fondo de Cultura Económica, 1977.

CUADRO 9.4. PUNTOS PRINCIPALES DE LA CARRERA DE RAÚL SALINAS LOZANO

cargo de nivel ministerial, estableciendo así un precedente, al igual que Beteta, en cuanto a la importancia de los economistas mexicanos en puestos de decisión. Igual que Beteta, Salinas viajó a Estados Unidos, donde hizo una maestría en administración pública en la American University y otra en economía en Harvard. Su primer puesto fue como economista en la secretaría de Hacienda, y poco después empezó a enseñar en la facultad de economía, cosa que siguió haciendo por más de veinte años. Beteta lo nombró director de estudios económicos, su primer puesto importante. En los años cincuenta ocupó cargos de importancia bajo Antonio Carrillo Flores, otro miembro de la generación de Alemán y discípulo de Ramón Beteta que también tuvo un papel decisivo en organismos financieros mexicanos. Raúl Salinas utilizó sus contactos en la Escuela Nacional de Economía y su nombramiento como secretario de Industria y Comercio bajo Adolfo López Mateos (1958-

A

1982-1988 aCargoMentorpolítjco De la Madrid

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Senador por Nuevo León

1980-1982 Director general del Instituto Mexicano de Comercio Exterior De la Madrid

1979-1980

1977-1979

Embajador en la URSS Director general (técnico) de la Comisión Nacional de Precios

López Portillo

1964-1977 Consultor privado

1958-1964 Secretario de Industria y Comercio López Mateos

1956-1958 Gobernador suplente, FMI Carrillo Flores

1954-1958 Director, Comisión Nacional de Inversiones, Secretaría de Programación y Presupuesto (sri’)

Carrillo Flores

1952-1954 Director, Estudios de Tesorería, Secretaría de Hacienda y Crédito Público (sHcP) Carrillo Flores

1950-1952 Consultor fiscal, El Salvador

1948-1950 Director de Estudios Económicos, SHCI’ Beteta

1947-1970 Profesor en economía, UNAM

1947 Coordinador económico, Patrimonio

1946 Economista, SHCI’

1945-1946 Maestría en economía, Universidad de Harvard

1944-1945 Maestría en administración pública, American University

1938-1942 Estudios de economía, UNAM Loyo, Bustamante

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1964) para impulsar las carreras públicas de muchos jóvenes economistas, muchos de. los cuales ocuparon cargos de alto nivel en el organismo por muchos años. Varios de esos individuos, como se demostrará a continuación, fueron importantes para el progreso de la carrera de su hijo.

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Salinas padre fue fundamental para la fortuna política de su hijo, no sólo por sus extensos contactos con los economistas que dirigían esos organismos en los años setenta y ochenta sino porque inculcó a su hijo la idea de la importancia de ese nuevo campo.” Carlos Salinas emuló a su padre obteniendo un título en economía de su misma alma mater, la UNAM, y después dos maestrías en Harvard, una en administración pública y otra en economía política. Salinas Lozano ascendió en la Secretaría de Hacienda principalmente como experto en planes y programas de investigación, siendo director de las divisiones de estudios económicos y de hacienda, y aquí de nuevo Salinas de Gortari siguió sus huellas, concentrándose en los mismos organismos dos décadas más tarde antes de pasar a Programación y Presupuesto cuando se hizo cargo de esa secretaría su mentor, Miguel de la Madrid. Miguel de la Madrid fue la tercera fuente de influencia en la carrera de Carlos Salinas y su mentor político más útil. El mentor, que existe en la mayoría de los sistemas políticos e instituciones del sector privado,ha sido ya bien descrito: El mentor es generalmente entre 8 y 15 años mayor que su discípulo. Es suficientemente mayor para representar una sabiduría mayor, autoridad y cualidades paternales, pero está suficientemente cerca en edad y actitudes para ser en algunos aspectos un igual o un hermano mayor, antes que la imagen del anciano sabio o del padre distante [...] Toma al joven bajo su ala y lo invita a penetrar en un nuevo mundo ocupacional, o en un mundo importante para la ocupación. El mentor se lo muestra, le imparte su sabiduría, lo cuida, lo patrocina, lo critica y le da su bendición [...] El joven, a su vez, siente aprecio, admiración, respeto, gratitud, amor e identificación.’ 2 Una fuente obsesvó que el padre de Salinas “los preparó como los Kennedys podrían haber preparado a sus hijos”. Véase el penetrante artículo de Maijorie Miller, “The Salinas solurion”, Lo Angeles Times Magazine, 25 de noviembre de 1990, p. 15. 12 DanielJ. Levinson et al., The seasons of a man’s lije, Nueva York, Knopf, 1978, cit. en Barbara Kellerman, “Mentoring in political life; the case of Willy Brandt”, en Angus Mclntyre (ed.), Aging -and political leadershi/i, Albany, State University of New York Press, 1988, p. 20.

CUADRO 9.5. PUNTOS PRINCIPALES DE LA CARRERA DE MIGUEL DE LA MADRID Fecha 1988- Director general, Fondo de Cultura Económica 1982-1988 Presidente de México 1981-1982 Campaña presidencial 1979-1981 Secretario de Programación y Presupuesto (ser’) 1976-1979 Subsecretario de Crédito, Secretaría de Hacienda y Crédito Público (si-icp) 1975-1976 Subsecretario de Crédito (suci’) 1972-1975 Director general de Crédito, si-icp Asistente general de Finanzas, Pemex Subdirector general de Crédito Maestría en administración pública, Universidad de Harvard 1960-1965 Asesor del gerente administrativo, Banco de México 1958-1967 Profesor de derecho, UNAM 1953-1957 Empleado del Departamento Jurídico, BNCE, Empleado de la firma legal Bremer 1955- Vicepresidente asociación de estudiantes de derecho 1952-1956 Estudios de derecho, UNAM 1949-1952 Estudios preparatorios, colegio Cristóbal Colón (privado) 1949 Campeón de oratoria, secundarias de la Ciudad de México

Cargo

1970- 1972 1965-1970 1964-19 65

Mentor político Salinas López Portillo Moctezuma Cid M.R. Beteta M.R. Betata, Hugo B. Margáin Dovalí Jaime M.R. Beteta M.R. Beteta Zevada Martínez Báez, López Portillo, De la Cueva,

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Campillo Sáinz Reyes Heroles

El propio De la Madrid incluía entre sus antecedentes rasgos del tecnócrata político modelado según Beteta, Raúl Salinas y otros representantes tempranos. Había estudiado en una preparatoria privada de la ciudad de México y, como otros presidentes antes que él, ingresó a la Facultad de Derecho de la UNAM, no a la de Economía (véase el cuadro 9.5). Fue allí donde cayó bajo la influencia de un grupo de profesores y figuras públicas destacados, entre ellos el futuro presidente José López Portillo. De la Madrid actuó en la política estudiantil y mientras estudiaba derecho entró a trabajar en el Banco Nacional de Comercio Exterior por la in

300 SALINAS EN EL PODER tercesión de uno de sus profesores, Ricardo José Zevada. Poco después de recibirse también él pasó a ser profesor de la UNAM, en la Facultad de Derecho, donde entró en contacto con el estudiante Carlos Salinas. Gracias a la intercesión de otro profesor, De la Madrid obtuvo un empleo con Mario Ramón Beteta, sobrino de Ramón Beteta, en el Banco de México, uno de los tres organismos fundamentales en la promoción de las carreras político-tecnocráticas.13 También De la Madrid hizo un posgrado muy pronto en su carrera, obteniendo el título de maestro en administración pública. Sus estudios en Estados Unidos fueron financiados por una beca del Banco de México, y a su regreso ocupó una serie de puestos en la Secretaría de Hacienda en tiempos de Mario Ramón Beteta y Hugo Margáin, otra figura importante en los organismos financieros mexicanos. La compleja relación entre Beteta, Raúl Salinas Lozano y Miguel de la Madrid se puede entender si examinamos las vinculaciones personales dentro de la triada de instituciones mencionada más arriba. El organismo clave en esta relación de entrelazamiento es la secretaría de Hacienda.’4 Como puede verse en el cuadro 9.6, los vínculos parten de Ramón Beteta y se extienden por dos generaciones de figuras públicas importantes. Desde un punto de vista generacional, Ramón Beteta produjo un discípulo sumamente importante: Antonio Carrillo Flores. Carrillo Flores era miembro de la misma generación de Beteta y Miguel Alemán, y aunque estudió derecho se interesó desde temprano por la economía y sucedió a su mentor, Ramón Beteta, como secretario de Hacienda (1952- 1958). Igual que Beteta, Carrillo Flores hizo una carrera distinguida como docente en la UNAM, y entre sus reclutas hubo dos individuos que tuvieron una parte importante en los procesos político-tecnocráticos: Hugo B. Margáin y Héctor Hernández Cervantes.’5 Margáin ocupó muchos cargos en la secretaría de Hacienda entre 1947 y 1959, después de lo cual trabajó para Salinas padre en Industria y Comercio, donde su carrera despegó. En 1970 alcanzó 13 Algunos de estos detalles fueron obtenidos en entrevistas y correspondencia con Miguel de la Madrid y Ricardo José Zevada entre 1987 y 1991. 14 De lejos el análisis más penetrante de la relación entre Hacienda y Programación y Presupuesto, utilizando una perspectiva institucional, es el de John J. Bailey, “Presidency, bureaucracy, and administrative reform in Mexico: the secre tariat of programming and budgeting”, Ínter-American Economic Affairs 34 (verano de 1980), pp. 27-59. Basado en entrevistas y correspondencia con Antonio Carrillo Flores y Hugo B. Margáin entre 1970 y 1986.

Cargo, mentores y discípulos Secretario, 1946-1952 (mentor de Antonio Carrillo Flores) Subsecretario y secretario, 1970-1976 (discípulo de Hugo B. Margáin; mentor de Miguel de la Madrid) Secretario, 1952-1958 (discípulo de Ramón Beteta; mentor de Hugo B. Margáin, Héctor Hernándes Cervantes) Subdirector general, director general, subsecretario, 1965-1970, 1972-1975, 1975-1979 (discípulo de José López Portillo, M.R. Beteta; mentor de Carlos Salinas) Subdirector y director general, 1955-1958, 1970- 1976 (discípulo de Antonio Carrillo Flores, Hugo B. Margáin, Raúl Salinas Lozano; mentor de Carlos Salinas) Secretario, 1973-1975 (mentor de De la Madrid) Subsecretario, 1946-1958 (discípulo de Luis Montes de Oca, secretario de Hacienda, 1927- 1932, y director del Banco de México, 1935- 1940) Jefe de departamento y secretario, 1947-1959, 1970-1973 (discípulo de Ramón Beteta, Antonio Carrillo Flores, Raúl Salinas Lozano; mentor de

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M.R. Beteta, Héctor Hernández Cervantes) el puesto de secretario de Hacienda, mismo que había ocupado su mentor original, Antonio Carrillo Flores. Hernández Cervantes, por su parte, fue apoyado por Hugo Margáin y Salinas Lozano, y en las décadas de 1950 y 1970 ocupó cargos bajo sus tres mentores en las secretarías de Hacienda e Industria y Comercio. En 1982, bajo Miguel de la Madrid, pasó a ser secretario de Comercio. Uno de los discípulos importantes de Margáin fue el sobrino de Ramón Beteta, Mario Ramón Beteta, otro becario del Banco de México que hizo una maestría en economía en la Universidad de Wisconsin y regresó a enseñar teoría económica en la Escuela Nacional de Economía. Después de una larga carrera en el Banco de México, Mario Ramón Beteta llegó a ser subsecretario de Hacienda en 1970 y secretario en 1975. Además fue un importante mentor de Miguel de la Madrid, el mentor, a su vez, del presidente Salinas.

SALINAS EN EL PODER CUADRO 9.6. VINCULACIONES DENTRO DE LA SECRETARIA DE HACIENDA

301

Figura principal Ramón Beteta Mario Ramón Beteta Antonio Carrillo Flores Miguel de la Madrid Héctor Hernández Cervantes José López Portillo Rafael Mancera Ortiz Hugo B. Margáin

302

SALINAS EN EL PODER 11 SALINAS EN EL PODER

303

El segundo organismo que desempeñó un papel en la formación de esa importantí5ima red político-tecnocrática fue la Secretaría de Programar y Presupuesto, que en 1992 fue eliminada como organismo independiente e incorporada a la secretaría de Hacienda. Había sido creada en 1976 por el presidentejosé López Portillo, al reformar el gabinete. Según Miguel Centeño y Sylvia Maxfield, tanto Echeverría como López Portillo querían controlar la toma de decisiones financieras desde la presidencia, y el vehículo para ese fin fue la Secretaría de Programación y Presupuesto.’6 Esa decisión tuvo consecuencias importantes, probablemente no intencionales, para el reclutamiento político. También la Secretaría de Programación y Presupuesto estuvo fuertemente vinculada a los discípulos y mentores de figuras prominentes de la Secretaría de Hacienda (véase el cuadro 9.7). En realidad, cuatro de sus secretarios recientes fueron discípulos de Miguel de la Madrid, de Mario Ramón Beteta y de Hugo B. Margáin, ylos últimos tres presidentes de México fueron secretarios o subsecretarios de ese organismo. La tercera institución vinculada al desarrollo del tecnócrata político fue el Banco de México, equivalente mexicano del Federal Reserve Bank estadunidense.’7 Este organismo estuvo relacionado con el éxitO de la carrera de Carlos Salinas en dos formas. En primer término, su mentor Miguel de la Madrid lo utilizó para ascender en la escala burocrática. Quienes iniciaron a De la Madrid en su carrera fueron dos figuras, DanielJ. Bello, economista y profesor, y Mario Ramón Beteta, su mentor original (véase el cuadro 9.8). Leopoldo Solís, uno de los principales economistas de México y profesor de Salinas en la UNAM, utilizó sus vinculaciones para reclutar a muchas figuras importantes de la camarilla personal de Salinas. Se podría decir que fue la administración de De la Madrid la que institucionalizó la importancia del Banco de México —y en realidad la de los organismos bancarios gubernamentales en general— en la carrera de políticos de éxito. Un estudio de los directores generaleS con análisis estadístico de sus carreras, descubrió que la experiencia bancaria afectó positivamente la supervivencia burocrática en la década de 1980.18 16 Miguel Centeño y Sylvia Maxfield, “The marriage of finance and order: chan- ges in the Mexican political elite”, Journal of Latin American Studies 24, núm. 1 (febrero de 1992), p. 64. 17 Para Ufl breve resumen de los antecedentes del banco véase Rodrigo Gómez: vida y obra, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, pp. 212-218. ‘ Miguel Centeño yJeffrey Weldon, “A small circie of friends: cite survival in

— Cargo, mentores y discípulos - -—

Subsecretario y secretario, 1979-1981, 1981-1982 (discípulo de Miguel de la Madrid, Hugo B. Margáin) Secretario, 1979-198 1 (discípulo de M.R. Beteta, José López Portillo; mentor de Carlos Salinas)

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Secretario, 1977-1979 (discípulo de Hugo B. Margáin) Subsecretario, 1968-1970 (mentor de Miguel de la Madrid) Director general y secretario, 1979-1981, 1982- 1987 (discípulo de Miguel de la Madrid) Director general, 1970-1975 (mentor de muchas figuras de la camarilla de Salinas) Director general, 1982-1985 (discípulo de Carlos Salinas)

culos de personal que se remontan hacia atrás hasta Ramón Beteta y Miguel Alemán, ahora examinaremos rápidamente cómo llegó Salinas a la cumbre de la escala política. Al terminar sus estudios de economía en 1969 pidió ayuda a Hugo Margáin, uno de los antiguos discípulos políticos de su padre. Margáin lo ayudó a iniciar una carrera en la Secretaría de Hacienda, dándole un cargo como asesor de Miguel de la Madrid. Como ya se ha dicho, De la Madrid lo ayudó a conseguir una beca para Harvard. Margáin renunció en 1973, pero Salinas sobrevivió a la transición porque De la Madrid permaneció en su puesto como director general bajo el nuevo jefe, José López Portillo, que había sido profesor suyo. Tres individuos destacados en la red institucional, Héctor Hernández Cervantes, Mario Ramón Beteta y Miguel de la Madrid, fueron importantes para la carrera de Carlos Salinas en la secretaría de Hacienda. En su primer puesto administrativo, en 1974, como jefe de departamento, estaba a las órdenes del antiguo discípulo de su padre, Hernández Cervantes, quien en la época dirigía la sección de estudios internacionales. Hernández Cervantes le dio Mexico”, trabajo presentado a una reunión de la National Latin American Studies Association, Washington D.C., abril de 1991.

CUADRO 9.7. VINCULACIONES EN LA SECRETAR DE PROGRAMACIÓN Y PRESUPUESTO

Figura principal Ramón Aguirre Velázquez Miguel de la Madrid Ricardo García Sainz José López Portillo Carlos Salinas de Gortari Leopoldo Solís Luis Donaldo Colosio

Teniendo presentes esas vinculaciones institucionales y los vín

304

SALINAS EN EL PODER II SALINAS EN EL PODER

305

además una segunda beca para que obtuviera otro título en Harvard. Mario Ramón Beteta, quien sustituyó a López Portillo cuando éste renunció en 1975 para ser candidato a la presidencia, respaldó su beca para el doctorado. Salinas regresó al organismo como subdirector general de planeación, bajo De la Madrid que era entonces subsecretario de crédito. Cuando De la Madrid dejó el cargo para ingresar al gabinete de López Portillo, Salinas se fue con él y eventualmente pasó al gabinete de De la Madrid cuando éste llegó a la presidencia. Para comprender cómo desarrolló Salinas su propia camarilla, es necesario retroceder a la carrera económica de Leopoldo Solís, quien se recibió en la Escuela Nacional de Economía e hizo un posgrado en la universidad de Yale a fines de los años cincuenta. Si bien inició su carrera pública en el Banco de México como jefe del departamento de estudios económicos, luego pasó a la Secretaría de la Presidencia (predecesora de la Secretaría de Programación y Presupuesto) donde fue director de planeación económica ysocial, el cargo que algunos años después ocuparía Carlos Salinas. Mientras ocupaba ese cargo, a comienzos de la década de 1970, Solís se rodeó de un grupo de economistas brillantes entre los que estaban los compañeros y los mejores amigos de Salinas, Manuel Camacho Solís y Emilio Lozoya Thalmann, así como’ Ernesto Zedillo, Esteban Moctezuma Barragán, Guillermo Ortiz Martínez y Francisco Gil Díaz.’9 Para detalles véase Roderic Ai Camp, “Camarillas in Mexican politics: the case of the Salinas cabinet”, Mexjcan Studies 6 (invierno de 1990), pp. 85-108.

Marcela González Salas Otto Granados Roldán Emilio Lozoya Thalmann Ma. de los Ángeles Moreno

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Uriegas Andrés Massieu Berlanga Carlos Mier y Terán Gonzalo Martínez Corbalá Rogelio Montemayor Seguy Juan José Páramo Díaz Sócrates Rizzo García José Feo. Ruiz Massieu Jaime Serra Puche María E. Vázquez Nava Ernesto Zedillo Ponce de León Otras camarillas Ramón Aguirre Velázquez Manuel Bartlett Emilio Gamboa Héctor Hernández Cervantes Gustavo Petricioli Ignacio Pichardo Pagaza El cuadro 9.9 enumera a los colaboradores más promientes del presidente Salinas, muchos de ellos vinculados con su camarilla. Aquellos que pertenecen a su misma generación, que forman parte de la tendencia al reclutamiento político-tecnocrático, establecieron vínculos por medio de la burocracia (principalmente las secretarías de Hacienda y Programación y Presupuesto), por sus carreras

CUADRO 9.8. VINCULACIONES EN EL BANCO DE MÉXICO

CUADRO 9.9. LOS COLABORADORES DE SALINAS

Lugar de contacto y reclutador temprano

Político Camarilla de Salinas Pedro Aspe Armella Manuel Camacho Solís Patricio Chirinos Calero Luis Donaldo Colosio José Córdoba Montoya

Estudiante del MIT; burocracia, Secretaría de Hacienda y Crédito Público (sFIcP) Estudiante en la VNAM; Solís PRI —Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPE5); Reyes Heroles Burocracia, taPES; Rizzo García Burocracia, Secretaría de Programación y Presupuesto (spp) Burocracia, SHCP Burocracia; Reyes Heroles Estudiante en la UNAn; Solís Burocracia, SHCI’ Burocracia, presidencia; Gamboa Burocracia, si’p PRI Burocracia, SHCP Burocracia, SHCP; Martínez Manatou Bucrocracia, sri’; Solís Estudiante UNAM; Silva Herzog, Soberón Burocracia, SHCP Burocracia, SHCP Burocracia. sri’; Solís, Mancera Burocracia, sl-lcr; De la Madrid Profesor UNAM; Madrazo, Moya Palencia, De la Madrid Burocracia, sri’; Borrego, De la Madrid Burocracia, si-lcr; Margáin Burocracia, sl-lcr; Margáin Burocracia, sl-lcr; Hank González

Figura principal Cargo, mentores y discípulos

DanielJ. Bello Gerente y subdirector general, 1951-1978 (profesor de De la Madrid)

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Mario Ramón Beteta

Subgerente y gerente, 1957-1963 (mentor de De la Madrid)

Miguel Mancera Economista, gerente, subdirector y director general, 1958-1991 (su padre fue secretario asistente de Beteta y Carrillo Flores, 1948-1958)

Leopoldo Solís Jefe de departamento y subdirector general, 1964- 1970, 1976-1985 (mentor de muchas figuras de la camarilla de Salinas)

306 SALINAS EN EL PODER universitarias y sus posgrados y por su enseñanza. Salinas cimentó esa relación muy temprano al formar su propia organización, Política y Profesión Revolucionarias, A.C., en 1971. A sugerencia de su padre, Carlos Salinas y uno de sus hermanos reunieron un pequeño número de economistas e ingenieros con un grupo mayor de abogados. La dirección autoimpuesta del grupo, que tenía a Carlos Salinas como presidente, Manuel Camacho como oficial mayor y Emilio Lozoya como secretario, trató de obtener el reconocimiento de funcionarios del plu, pero nunca lo logró.20 La importancia de los organismos financieros en el reclutamiento político se hizo más pronunciada a partir del gobierno de Miguel de la Madrid. Según la conclusión de Miguel Centeño y Sylvia Maxfleid, el 60 por ciento de todos los designados a nivel ministerial en 1983 iniciaron Sus carreras en la burocracia financiera, y el 80 por ciento tenía alguna experiencia en ella. Bajo Salinas, un tercio tenía experiencia en la Secretaría de Hacienda, y la mitad había trabajado en Programación y Presupuesto.2’ La amplitud de esas vinculaciones, que se extienden más allá de la carrera de Carlos Salinas a las de miembros de su administración, puede verse en datos más concretos sobre las redes educativas tanto de estudiantes como de maestros (véase el cuadro 9.10). Leopoldo Solís Manjarrez, quien fue coordinador de asesores económicos —algo análogo al presidente del Consejo de Asesores Económicos en Estados Unidos— de Salinas, formó parte de una generación de economistas mexicanos importantes que estudiaron en la Universidad de Yale. Tres de ellos, Miguel Mancera Aguayo, Gustavo Petricioli Iturbide y el propio Solís, cooinciden en parte a fines de los años cincuenta. Los otros tres, alumnos o discípulos políticos de los primeros, asistieron juntos a Yale a mediados de los setenta.22 Harvard sirvió de vínculo entre De la Madrid, Salinas padre y el presidente Salinas, pero este último reforzó además su amistad con Emilio Lozoya, amigo de la UNAM, porque éste asistió a Harvard al mismo tiempo que él. José Córdoba, el asesor más cercano de Salinas, estudió en Stanford, donde compartió la habitación con Guillermo Ortiz Martínez. Ambos se hicieron amigos de Rogelio Gasca, subsecretario 20 Entrevista personal con el autor (nombre reservado), México, 20 de agosto de 1992. 21 Miguel Centeño y Sylvia Maxfield, “The marriage of finance and order”, p. 59. 22 Para una lista aún más larga véase “Yale donde vive usted: una perspectiva de los enlaces entre Yale y México”, mimeografiado, se., abril de 1976.

1974-1977 Coordinador presidencial 1973-1975 Subsecretario de Programación y Presupuesto Guillermo Ortiz Martínez 1972-1977 Subsecretario de Hacienda Universidad de Pensilvania Luis Donaldo Colosio José Luis Soberanes Universidad Iberoamericana Andrés Massieu Berlanga 1970-1974 Genaro Borrego Estrada 1966-1969 Emilio Gamboa Patrón 1970-1974 Marcela González Salas 1977 Pedro Joaquín Coldwell 1966-1971 Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) Pedro Carlos Aspe Armella 1969-1973 Secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz 1962-1966 Subsecretario de Hacienda Miguel Mancera Aguayo 1951-1956 Director general del Banco de México Gustavo Petricioli 1948-1951 Embajador en EUA Iturbide Carlos Sales Gutiérrez 196 1-1966 Tesorero del Distrito Federal

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SALINAS EN EL PODER 307 CUADRO 9.10. VINCULACIONES EDUCACIONALES ENTRE SALINAS y OTROS TECNÓCRATAS POLÍTICOS

Institución

Fecha en que asistió

Cargo bajo Salinas 1959-1960 Director general del Banco de México 1975-1978 Subsecretario de Programación y Presupuesto 1955-1957 Embajador en EUA 1957-1960 Coordinador de asesores económicos 1975-1979 Secretario de Comercio 1974-1978 Secretario de Programación y Presupuesto

Universidad de Yale Miguel Mancera Aguayo Pascual García Alba Gustavo Petricioli Iturbide Leopoldo Solís Manjarrez Jaime José Serra Puche Ernesto Zedillo Ponce de León Universidad de Harvard Miguel de la Madrid Emilio Lozoya Thalmann Carlos Salinas de Gortari Universidad de Stanford Joseph Marie Córdoba Rogelio Gasca Neri

1964- 1965 1973-19 74 1972- 19 74

1 1 Director del Fondo de Cultura Económi Director del ISSSTE Presidente

1974-1976 Secretario de Desarrollo Social 1973-1976 Subsecretario de Desarrollo Social Secretario privado presidencial Presidente del PRI Director general del juss Secretario de Turismo

UNAM Escuela Nacional de Economía Gustavo Gordillo de Anda 1965-1968 Manuel Camacho Solís 1966-1969 Carlos Salinas de Gortari 1966-1969 Emilio Lozoya Thalmann 1966-1969 Guillermo Ortiz Martínez 1967-1972

Subsecretario de Agricultura Regente del Distrito Federal

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Presidente Director del ISSSTE Subsecretario de Hacienda

SALINAS EN EL PODER 1 SALINAS EN EL PODER

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308 Fecha en Institución que asistió Cargo bajo Salinas Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITEsM)

Luis Donaldo Colosio 1968-1972 Secretario de Desarrollo Social José Luis Soberanes 1966-1971 Subsecretario de Desarrollo Social Rogelio Monteinayor Seguy 1965-1969 Gobernador de Coahuila Sócrates Rizzo García 1964-1969 Gobernador de Nuevo León de programación en la Secretaría de Hacienda con Programación incorporada.23 Por primera vez en la historia política mexicana, los egresados de escuelas privadas estaban bien representados en la dirigencia del más alto nivel incluyendo el gabinete. Un nuevo grupo egresó de la Universidad Ibero Americana, y además de dos cargos de nivel ministerial, el mayor de ellos, Genaro Borrego Estrada, pasó a ser presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en 1992.24 El otro cambio institucional espectacular fue la representación de los egresados del Instituto Tecnológico Autónomo de México en los organismos financieros. Los otros dos organismos de ese tipo, Hacienda y el Banco de México, tenían al frente egresados del ITAM. Por último, la UNAM —y para el grupo de Salinas la Escuela Nacional de Economía— mantuvo su importancia. Sin embargo un examen de las vinculaciones en el cuadro 9.10 da idea de la importancia que han alcanzado otras escuelas, tanto mexicanas como extranjeras, en el desarrollo del tecnócrata político. Si los mentores y la camarilla de Salinas son indicadores de las tendencias futuras de la dirigencia, esas instituciones sugieren que el lugar de reclutamiento dentro de las instituciones académicas está cambiando. Así como el espacio educacional del reclutamiento político inicial ha cambiado rápidamente desde fines de la década de 1960, lo mismo ha ocurrido con el vínculo entre maestro y alumno. Los últimos cuatro presidentes, desde Echeverría hasta Salinas, estaban todos vinculados con la UNAM como estudiantes o como profesores. Entre los tecnócratas políticos de Salinas, dos instituciones nuevas han dejado su marca, el ITAM y El Colegio de México (véase el cuadro 9.11). Sin embargo el Colegio de México todavía no se ajusta 23 Para los antecedentes de Córdoba véase Proceso, 6 de abril de 1992, p. 8. 24 Los otros eran Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Turismo, y Emilio Gaiii boa, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMss).

Fecha en Institución que enseñó

Regente del Distrito Federal Secretario de Desarrollo Social Coordinador presidencial Subsecretario de Programación y Presupuesto Subsecretario de Hacienda Secretario de Prensa Subsecretario de Hacienda Secretario de Comercio Coos-dinador de asesores económicos Secretario de Programación y Presupuesto

Instituto Tecnológico Autónomo de México (!TAM)

Pedro Cas-los Aspe 1978-1982 Secretario de Hacienda Armella Francisco Gil Díaz 1970-1978 Subsecretario de Hacienda Marcela González Salas 1972-1974 Gabriel Mancera Aguayo 198-1964 Director general del Banco de México Guillermo Ortiz Martínez 1977-1983 Subsecretario de Hacienda Gustavo Petricioli 1959- Embajador en EUA Iturbide Leopoldo Solís Manjarrez 1960-1962 Coordinador de asesores económicos al patrón típico: en él la relación es una relación entre instructores, no entre mentor y discípulo. En cambio en el ITAM los

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economistas han empezado a preparar una nueva generación de economistas, reclutando a esa generación más joven para cargos públicos. Las etapas inicial, intermedia y final del reclutamiento de figuras políticas prominentes han sido afectadas por muchas variables, pero algunos políticos no sólo alcanzan los puestos de mayor influencia sino que se mantienen en ellos, o en posiciones equivalentes, bajo más de un presidente. Por lo tanto se puede indicar una élite política aún más selectiva, formada por los que ocupan cargos políticos importantes bajo tres presidentes o más (cuadro 9.12). ¿Qué es lo que explica la repetición entre la élite política mexicana? De hecho, una vez que un mexicano ambicioso alcanza un puesto de ésos, la mayoría de las credenciales medibles tiene poco o ningún efecto sobre su permanencia en cargos de influencia. Por ejemplo,

CUADRO 9.11. VINCULACIONES DOCENTES ENTRE SAUNAS Y SUS COLABORADORES

Cargo bajo Salinas

Colegio de México Manuel Camacho Solís Luis Donaldo Colosio Joseph Marie Córdoba Pascual García Alba Francisco Gil Díaz Otto Granados Roldán Guillermo Ortiz Martínez Jaime José Serra Puche Leopoldo Solís Manjarrez Ernesto Zedillo Ponce de León

1973-198 1 1979 1979 1983-1984 1970-1984 1979-198 1 1983 1979-1986 1962-1970 1981-1983

1 310

SALINAS EN EL PODER

SALINAS EN EL PODER

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CUADRO 9.12. LONGEVIDAD DE LOS POLÍTICOS POR ADMINISTRACIÓN PRESIDEN-

Políticos Políticos designados por otros presidentes (%) designados Cinco o una sola

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Dos Tres Cuatro más vez (%)

CIAL, 1884-1991 Administración presidencial Díaz 1889- 1893- 1897- 1901- 1905- 19 10- De la Barra Madero Huerta

93 85 94 86 68 63 47 33 47 94

12 3 10 22 23 35 39 40 6

2 3 3 4 8 11 18 28 8

los políticos de clase media no tienen más éxito en la obtención del segundo y el tercer cargo que sus colegas de otras clases sociales. La educación superior tampoco ayuda, más allá de contribuir al logro del primer cargo importante.25 Los contactos con otros potenciales miembros de la élite del poder (fuera de la política), igual que el lugar de nacimiento, tampoco tienen mayor importancia para permanecer en el poder político. Hay dos variables que pueden ser probadas empíricamente que tienen cierta importancia. La pequeñísima minoría de políticos nacidos fuera de México han obtenido un segundo cargo, pero rara vez han servido a más de un presidente. También el apego generacional, comparativamente hablando, ha tenido cierta significación. La generación con más repeticiones en los cargos es la cohorte revolucionaria (1880-1899), de la cual el 44 por ciento ocupó un cargo igualmente alto bajo otro presidente, en comparación con el 30 por ciento para todos los políticos durante los gobiernos entre 1884 y 1935. La generación de Madero (1860-1 879) también alcanzó un porcentaje de repeticiones mayor que el promedio (40 por ciento).2° Probablemente las variantes que mejor explican la continuidad en el cargo son informales. En el caso de México incluyen ser miembro de la camarilla correcta y, como descubrieron tentativamente Samuel Schmidt y Manuel Gil en su investigación, el tamaño de ésta.27 Cuanto mayor es el número de conexiones personales, mayores son las posibilidades de tener vínculos con un mentor —in25 Peter H. Smith probó empíricamente algunas de las relaciones estadísticas de algunas de estas variables sociales en relación con la llegada a los cargos más altos, pero no con la subsistencia en esos cargos. Véase Labyrinths of power: political recruitment in twentieth-céntury Mexico, Princeton, Princeton University Press,

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1979, pp. 104-118. 26 Smith contó el número de años que cada individuo ocupó un alto cargo antes que el número de administraciones en que sirvió. Si bien ésa es una medida útil de la continudiad, no demuestra la capacidad para obtener altos cargos con la misma exactitud. Para ejemplo, muchas figuras del gabinete pasan a ser gobernadores hacia el final de una administración, y si completan su mandato habrán servido once años en altos cargos, cinco como miembro del gabinete y seis como gobernador. Otro individuo puede haber ocupado un cargo en el gabinete por dos años en la administración A, haber sido presidente del partido por tres años en la administración B y líder de la mayoría del partido por un año en la admulnistración C. El segundo individuo ocupó altos cargos durante seis años solamente, pero lo hizo bajo tres presidentes diferentes en un periodo de dieciocho años, demostrando considerable fuei-za política en el tiempo. 27 Samuel Schmidt y Manuel Gil Mendieta, “The historical developinent of Mexico’s network of power”.

3 3 1

4

Convención Carranza De la Huerta Obregón Calles Portes Gil Ortiz Rubio Rodríguez Cárdenas Ávila Camacho Alemán Ruiz Cortines López Mateos Díaz Ordaz Echeverría López Portillo De la Madrid Salinas

4

58 60 43 54 57 50 60 79 54 50 50 52 57 63 59 69 82 100

32 25 57 27 25

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50 36 21 29 31 27 25 28 22 26 27 17

NOTA: Los datos para Salinas, de la Madrid y López Portillo no son comparables porque los funcionarios que ocuparon cargos por primera vez durante sus administraciones no han tenido tantas oportunidades de servir bajo otros presidentes como sus predecesores (considerando la duración de una carrera política típica y la vida de un político). Los nombrados por Salinas, obviamente, no han tenido ninguna otra oportunidad.

5 5

10 3 1

10 8 1

13 3 2

11 4 2

10 4 3

11 6 4

17 4 1

9 2 4

8 4 3

12 2

5

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cluso un presidente— con poder de designación. Como concluye Mattei Dogan en su estudio internacional: Las repúblicas desaparecen, los canales de reclutamiento cambian, los tipos de personas nombradas varían de acuerdo con la importancia relativa de diversos canales, pero la personalización de la selección sigue siendo inevitable. Todo lo que sabemos indica que los ministros no son seleccionados por competencias anónimas ni en los regímenes parlamentarios ni en los presidenciales. El fenómeno compuesto que aparece al final es el de amistad-patrociniopatronazgo-cooptación, que no tiene nada que ver con el nepotismo, práctica que en todo caso a ese nivel es muy rara [cursivas mías]. Incluso el padrinazgo, como la amistad, implica necesariamente estima y confianza.28 También se podría sostener, aunque es difícil demostrarlo, que algunos individuos con grandes conocimientos y habilidades técnicas han utilizado esas credenciales para triunfar en la política.i Conclusiones El vehículo responsable de la mayor parte del reclutamiento político en México sigue siendo la camarilla, mecanismo de red personal tan

importante en el siglo xix como en la actualidad.39 Su papel significativo perdurará en el siglo xxi. Los mexicanos continúan confiando en gran medida en los contactos personales para la formación de redes políticas, igual que lo hacen en algún grado todos los sistemas políticos.3’ En México esos contactos personales 28 Mattei Dogan, “Career pathways to the cabinet in France”, en Mattei Dogari (ed.), Pathways to power: selecting rulers in pluralist democracies, Boulder, Westview, 1989, p. 37. 29 Roderic Ai Camnp, “The cabinet and the tecnico in Mexico and the United States”, Journal of Comparative Administration 3, núm. 2 (agosto de 1971), p. 205. 30 Según Friedrich Katz, Porfirio Díaz rechazó la for,nación de un partido político, confiando en cambio en la técnica de contraponer diferentes camarillas dentro de la élite mexicana. Véase “The liberal republic and the porfiriato, 1867-1910”, en Leslie Bethell (cd.), Mexico since independence, Cainbridge, Camnbridge University Press, 1991, p. 84. 31 Para ejemplo, un importante estudio de la dimigencia china llegó a la conclusión de que “el individuo debe primero formar parte de un núcleo (o núcleos) de relaciones personales (guanxi) con base en alguna experiencia o interés común. Además, también ese núcleo debe estar moviéndose hacia arriba. Las personas móviles vienen en grupos”. Véase David M. Laxnpton, Paths ¿o poner: elite mobility in contemporaoy China, Ann Arbor, Center for Chinese Studies, University of Michigan, 1986, p. 5.

tienen más probabilidades de remontarse a los primeros años de la carrera de un político, o a sus años de estudiante. Todo indica que la administración de Miguel Alemán introdujo o exageró varias caracteristicas importantes de los políticos mexicanos en general. Desde mediados de la decada de 1940 tres ingredientes primanos en la formacion de las redes personales —organizacional, educacional y familiar— subsisten idénticos para los colaboradores políticos de Salinas. Lo que ha cambiado con el tiempo no es su importancia sino las cualidades que las tres categorías tipifican. En primer lugar, si bien el ejecutivo ha adquirido más control sobre el proceso de reclutamiento que otras ramas del gobierno y otros niveles geográficos, su foco se ha estrechado más dentro de ciertos órganos específicos del ejecutivo. Esos órganos pueden describirse típicamente como económicos. En el caso de la administración Salinas, como lo revelan las tablas, los más importantes fueron las secretarías de Hacienda y Programación y Presupuesto y el Banco de México. Entre los burócratas más jóvenes ese patrón fue establecido ya bajo de la Madrid en 1983.32 En el pas:do la Secretaría de Comercio, con individuos como el padre del presidente Salinas, impulsó la carrera de economistas de la primera generación en la burocracia pública.33 En el futuro es probable que, además de Hacienda y el Banco de México, el gabinete técnico y la propia presidencia estimulen carreras de tecnócratas políticos exitosos. El aparente heredero de Salinas, Luis Donaldo Colosio, compartía algunas de esas características de carrera en la burocracia federal. También era producto de la Secretaría de Programación y Presupuesto, donde inició su carrera bajo Salinas en 1979. Sin embargo Colosio difiere de sus tres predecesores inmediatos en la presidencia en la amplitud de sus experiencias de carrera: además fue presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, siendo el primer presidente del partido que alcanzara la candidatura presidencial desde el general Lázaro Cárdenas en 1934; fue elegido diputado federal por su estado natal y luego fue senador por un 32 Miguel Ángel Centeño Gutiérrez, “The new Científicos: technocratic politics in Mexico, 1970-1990”, tesis de doctorado, Universidad de Yale, mayo de 1990, p. 340. Para detalles sobre esto y la relación con la Escuela Nacional de Economía véase Roderic Ai Camp, “The National School of Econo,nics and public life in Mexico”, Latin American Research Revieu 10, nÚm. 3 (1975), pp. 137-151.

314 SALINAS EN EL PODER corto periodo antes de asumir la presidencia del PR’. En su campaña presidencial se rodeó de colaboradores y asesores de su partido y del poder legislativo así como de la nueva Secretaría de Desarrollo que dirigió antes de ser nombrado candidato presidencial por el PR’. Su victoria en las urnas aseguraría un renacimiento de la importancia de la experiencia de partido y electoral en los antecedentes de las figuras políticas del máximo nivel nacional, pero no impediría la continuación del predominio de los órganos del ejecutivo, especialmente los que tienen su foco en la economía. La importancia de los organismos económicos y de planeación en el reclutamiento y el éxito de los políticos nacionales no

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es exclusiva de México. Incluso en Inglaterra, donde la burocracia estatal lleva décadas funcionando y es sumamente respetada, los secretarios permanentes del nivel más alto provienen cada vez más de esos mismos organismos.34 En otras culturas, como la ex URSS, la élite tecnocrática ha desafiado con éxito a los burócratas tradicionales.35 Como puede verse por las carreras de mentores y discípulos importantes, los mexicanos que escogen los órganos económicos permanecen típicamente en los organismos relacionados con la economía de la rama ejecutiva. Lo mismo puede decirse de los tecnócratas políticos más jóvenes, la mayoría de los cuales (85 por ciento) han trabajado toda su carrera en un número selecto de organismos del ejecutivo. Los políticos chinos muestran una semejanza con los mexicanos en que sus experiencias son cada vez más especializadas, aunque no específicamente de organismos relacionados con la economía.36 El cambio más asombroso ha sido una modificación educacional en las credenciales de los designados por Salinas, menores de 40 años. Lo notable no es su nivel de educación —a pesar de que éste en sí es sorprendente, especialmente en comparación con el de los políticos estadunidenses— sino las instituciones. La ubicación siempre es una variable crítica en el proceso de reclutamiento, tanto desde el punto de vista geográfico (local, estadual, nacional o internacional) como del de la naturaleza de la institución. Las instituciones educativas abundan. En México, como centros de re- H Kevin Theakston y Geoffrey K. Fry, “Britain’s adininistrative dite: permanent secretaries, 1900-1986”, Public Administration 67 (verano de 1989), p. 146. Bohdan Harasymiw, Political elite recruitment in the Soviet Union, Nueva York, St. Martin’s, 1984, p. 183. ° Xiaowei Zang, “Elite formation and the bureaucratic technocracy in post-Mao China”, Studies in Comparative Communism 24 (marzo de 1991), p. 123.

SALINAS EN EL PODER 315 clutamiento político inicial, no tienen rival. La designación por Salinas de Luis Donaldo Colosio como candidato del PRI a la presidencia reforzó la importancia de esas tendencias educacionales. A diferencia de la mayoría de sus iguales influyentes, Colosio no fue producto de la ciudad de México: se graduó en economía en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), la principal universidad regional privada de México. Su primer puesto nacional lo obtuvo gracias a Rogelio Montemayor Seguy, compañero de estudios en Monterrey. Está claro que si hubiera sido elegido presidente, algunos de sus colaboradores importantes habrían salido de esa institución. También estudió en la Universidad de Pennsylvania, donde entró en contacto con el asesor presidencial clave de Salinas, José Córdoba. Ese movimiento que se aparta de unas pocas universidades, especialmente una institución nacional situada en la capital, hacia instituciones privadas ubicadas en otras partes, pone en marcha una serie de otras variables que caracterizan a la dirigencia política. Por ejemplo, toda la gama de cualidades que rodean al político tecnócrata joven es más estrecha y más homogénea, porque típicamente sólo algunos tipos de mexicanos tienen acceso a la educación superior y los posgrados en el extranjero.37 La mayoría de los mexicanos asiste a las universidades privadas de la Ivy League, no a instituciones públicas estadunidenses de prestigio. Una segunda alteración en el patrón de reclutamiento derivado de esa nueva ubicación es la importancia del reclutamiento entre iguales, que ha remplazado al reclutamiento por los maestros que proporcionaba la vinculación entre mentor y discípulo. Los profesores estadunidenses o británicos no pueden desempeñar ese papel: si bien siguen teniendo una considerable influencia intelectual sobre sus estudiantes, igual que sus colegas mexicanos, tienen poco o ningún efecto sobre las futuras carreras públicas de sus discípulos extranjeros. Por eso los estudiantes mexicanos tienen que buscar apoyarse entre ellos. Así como una generación de mexicanos como Daniel Cosío Villegas buscó compañeros de sus experiencias en el extranjero, una nueva generación de futuros políticos los ha buscado en Harvard, Yale, Stanford y otras. Un analista afirmó que el gabinete más homogéneo desde Miguel Alemán fue el de De la Madrid, cuyos miembros fueron reclutados en gran parte por su estrecha amistad con el presidente. Rogelio Hernández Rodríguez, “Los hombres del presidente De la Madrid”, Foro Internacional 28 (julio-septiembre de 1987), p. 37.

316 SALINAS EN EL PODER Además, estos patrones podrían afectar también la importancia de las relaciones familiares, aunque aún es demasiado pronto para decirlo. Morales Camarena descubrió aproximadamente el mismo porcentaje de jóvenes burócratas con conexiones políticas de familia que entre los políticos nacionales prominentes, con excepción de un sector, los organismos económicos. Los funcionarios públicos de los órganos económicos, o con carreras en economía, tienen entre la mitad y un cuarto menos conexiones políticas familiares.38 Ésta es una variable crítica. Si se mantuviera para una muestra mayor y más influyente de dirigentes nacionales podría sugerir la importancia de una nueva característica en surgimiento. Hace muchos años sugerí que los tecnócratas políticos tempranos tenían mejores posibilidades de repetir en un alto cargo, y en algunos casos eran atraídos a sus carreras públicas en buena parte por sus conocimientos y habilidades técnicas, y no en base a sus contactos personales y familiares. Como Morales Camarena ha demostrado que los economistas y los políticos que trabajan en los órganos económicos creen mucho más en los valores “tecnocráticos” según su conceptualización, estarían más predispuestos a reclutar colegas conocidos por la excelencia de sus credenciales formales, que a confiar en criterios ascriptivos sumados a credenciales formales fuertes.39 Los patrones recién establecidos son contagiosos. Como he sostenido siempre, los políticos mantienen ciertos hábitos que refuerzan elecciones ya hechas en sus carreras. Por ejemplo, los egresados de instituciones públicas tienden a enseñar en universidades públicas. Los egresados de instituciones privadas, por su parte, enseñan en instituciones privadas. Una vez

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que se produce una modificación en un nivel, en este caso el lugar de educación, ocurrirá un cambio complementario en los lugares de instrucción. Como descubrió Morales Camarena en su análisis de la generación más joven, todos los individuos que estudiaron en instituciones privadas y más tarde ejercieron la docencia (casi tres cuartos) lo hicieron en instituciones privadas. Sólo el 6 por ciento de los egresados de instituciones públicas enseñó en escuelas privadas.40 Por último, los políticos mexicanos que llegan a la rama ejecutiva, exceptuando a casi todos los políticos de la oposición, escogen 38 Francisco Javier Morales Carnarena, “La tecnocracia en México”, p. 144.

39Ibjd., p. 158. 40Ibjd., p. 123.

SALINAS EN EL PODER 317 cada vez más una profesión distinta de la de sus colegas mayores: economía. La elección de la economía es a la vez un producto de esos otros çambios en el lugar y la ubicación y una causa de esos cambios.41 ‘i la tecnocracia se define por un conjunto de valores básicos, incluyendo favorecer la dirigencia de la élite, dar importancia a las soluciones tanto técnicas como políticas, y oponerse a la política de los grupos de presión, los políticos en los sectores “económicos” del ejecutivo tienen mucho más probabilidades de coincidir con esta caracterización que los de cualquier otro sector.42 Aun cuando el especialista es la ola del futuro, y los economistas son el mejor epítome de ese tipo de carrera en la vida pública mexicana, esto no signiifca que el generalista no tenga valor en la política mexicana. Ciertos órganos del ejecutivo han seguido destacando la importancia de la amplitud. Por ejemplo, la especialización en un papel se dio menos en la secretaría de Relaciones Exteriores que en otras áreas más técnicas y especializadas del gobierno nacional. Esto llevó a James Cochrane a concluir que el personal de ese organismo consiste principalmente —a pesar de las iniciativas del presidente Echeverría y otros para elevar su capacidad institucional— en generalistas, no especialistas.43 Excluyendo las demás ramas del gobierno y otras fuentes de dirigentes de los partidos de oposición, los colaboradores de Salinas revelan un conjunto de características que son cada vez más homogéneas en muchos aspectos, un microcosmos dentro de la dirigencia política más amplia. Este fenómeno se ha producido en otras partes.44 Según sostiene Miguel Centeño en su reciente in41 En su reseña de Educating economists (David Colander y Reuben Brenner, eds., Ann Arbor, University of Michigan Press, 1992) Verónica Montesinos señala: “El credo positivista de los años posteriores a 1950, según los autores, ha hecho a los economistas ciegos a la historia, las instituciones y las pruebas empíricas no formales. El rechazo de la comprensión sociológica, política y cultural por la ortodoxia económica ha tenido consecuencias perversas.” Journai of Publzc Polzcy 12, núm. 2 (1992), p. 197. 42Ibid., p. 158. 43James d. Cochrane, “A profile of Mexico’s dite: characteristics, trends, and status”, Review of Latin American Studies 3, núm. 2 (1990), p. 101. ““ Un estudio reciente de políticos chinos y taiwaneses llegó a la conclusión de que esos nuevos tecnócratas eran “más homogéneos en su mentalidad que sus predecesores”. Li Cheng y Lynn White, “Elite transfoimation and modero change in inainland China and Taiwan: einpirical data and the theory of technociacy”, China Quarterly 35 (marzo de 1990), p. 35.

318 SALINAS EN EL PODER vestigación, “çomO utilizan un lenguaje común para analizar una realidad y a menudo trabajan en equipo y tienen experiencias educacionales y profesionales comunes, los tecnócratas podrían comunicarse mejor entre ellos y alcanzar un alto nivel de integración y coordinación”.45 Por otra parte, el acceso cada vez más limitado de tipos no tecnocráticos a la toma de decisiones podría tener consecuencias políticas de la mayor significación.46 Esa exclusividad crea muchos peligros para el dominio de la élite en México. Como sugiere Guerra, en la década de 1900 una de las mayores debilidades del régimen de Porfirio Díaz venía de adentro.47 Esas debilidades fueron superadas por la élite posrevolucionaria ev 1929 y 1930. El arbitraje de disputas internas dentro de la élite estableció ingredientes significativos en la dirigencia de élite después de 1930, incluyendo la unidad consensual y la lealtad al sistema.48 En la década de 1990 han reaparecido las debilidades sustanciales dentro de la élite. Diane Davis ilustra con destreza ese nivel de conflicto interno en su estudio de una decisión política en torno a la cual la élite mexicana estaba seriamente dividida.49 En condiciones de desunión de la élite, la introducción de formas democráticas en el Tercer Mundo no hace más que exacerbar esas divisiones.50 Si los patrones de reclutamiento continúan estrechando la dirigenCia en términos de ideología y credenciales, garantizarán -u Centeño, “The new Científicos”, p. 50. 46 Ibid. 466. Centeño continúa afirmando, con base en sus entrevistas, que la camarilla de Salinas fue la más reducida en toda la historia del régimen. No hay duda de que no era mayor que la de De la Madrid, que era relativamente pequeña. François.XaVier Guerra, México. Del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, 2: pp. 79-105. 48 Alan Knight ofrece una interpretación ágil y penetrante de la evolución de ese acuerdo y sus orígenes posrevolucionarios. Véase “Mexico’s Elite settlement: conjunclure aod consequences”, en John Higley y Richard Gunther (eds.), Elites and democratic consolidation in Latin America and southern Europe, Cambridge, Carnbridge University Press, 1992, pp. 134.135. Diane E. Davis, ‘Divided over democracy: the embeddedness of state and class conflicts jfl contemporary Mexico”, Politics andSocieiy 17, núm. 3 (septiembre de 1989), p. 270. Sobre esta tesis véase John Higley y Michael G. Burton, “The elite variable in detnocratic transitions and breakdowns”, American Sociological Review 54 (febrero de 1989), p. 29. Los autores no son optimistas acerca del futuro democrático. También se ha sostenido que las diferencias dentro de una élite pueden ser útiles para el desarrollO político. Véase Chong Lim Kiin y Samuel C. Patterson, “Parliasnentary elite integration in sbc nations”, Comparative Politics 20 (julio de 1986), p. 396.

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SALINAS EN EL PODER 319 que la élite actual no sobreviva. Su calidad de subgrupo dentro de la dirigencia más amplia, sin embargo, es transitoria. Si este grupo produce otro presidente más, establecerá sus patrones de liderazgo lo suficiente como para reproducir sus cualidades en el próximo siglo.

Como indiqué en el primer capítulo, la teoría del reclutamiento político tiene varios problemas. Primero y principal, casi toda la literatura se concentra en los países industrializados, típicamente en naciones democráticas. Segundo, la mayor parte de la teoría del reclutamiento ha tratado de explicar otras funciones y conductas políticas, especialmente en relación con las élites, pero rara vez ha estado vinculada con problemas de desarrollo político. Tercero, la mayoría de los países del Tercer Mundo han funcionado en un ambiente político autoritario o competitivo errático; en consecuencia, buena parte de la terminología y del marco conceptual utilizados para las entidades políticas democráticas agrega poco a nuestra comprensión del reclutamiento en el Tercer Mundo. Cuarto, es muy poca la literatura existente sobre cualquier país que realmente documente los procesos por los cuales los individuos son efectivamente seleccionados. La mayoría de los estudios sólo describe rápidamente los senderos estructurales e institucionales que sigue la mayoría de los reclutas. Algunos de los problemas generales que se encuentran en el estudio de los dirigentes políticos mexicanos y de otros países latinoamericanos están ilustrados en las inteligentes obras de William A. Welsh, incluyendo su “Methodological problems in the study of political leadershíp in Latin America”, Latin American Research Review 5 (otoño de 1970), pp. 3-33; y “Toward effective typology construction in the study of Latin American political leadership”, Comparative Politics 3 (enero de 1971), pp. 27 1-280. Un examen de temas breve pero provocativo, sin referencia al reclutamiento concretamente, aparece en Bert A. Rockman, “Studying dite political culture: problems in design and interpretation”, Pittsburgh, University of Pittsburgh Center for International Studies, 1976. Al desarrollar el material de mis propias fuentes encontré una argumentación estimulante en James W. Wilkie, Etitelore, Los Angeles, UCLA Latin American Center, 1973. Sin embargo, pese a las importantes diferencias estructurales entre los países del primer mundo y los del tercero y sus implica- [320]

ENSAYO BIBLIOGRÁFICO 321 ciones para los patrones de reclutamiento, hay mucho que aprender de muchos clásicos de la literatura del reclutamiento. Un buen punto de arranque son dos obras básicas: Kenneth Prewitt, The recruitment of political teaders: a study of citizen politicians, Indianapolis, Bobbs-Merril, 1970; y Lester G. Seligman, Recruitingpolitical etites, Nueva York, General Learning Press. El mejor panorama general de los acontecimientos en la literatura teórica, dejando a un lado los estudios sobre el Tercer Mundo, es Moshe M. Czudnowski, “Political recruitment”, en Micropolitical theory, vol. 2 de Fred 1. Greenstein y Nelson Polsby (eds.), Handbook of politicaiscience, Reading, Addison-Wesley, 1975, pp. 155-242. Una panorama mucho más breve de la literatura, que incorpora algunos estudios de caso del Tercer Mundo y ubica el reclutamiento en el contexto de otros estudios de la élite, es Robert Putnam, The comparative study of political etites, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1976. Otro amplio estudio comparativo, que sólo examina ejemplos de sociedades democráticas, es Heinz Eulau y Moshe M. Czudnowski (eds.), Elite recruitment in democratic polities: comparative studies across nations, Beverly HiUs, Sage, 1976. Uno de les pocos estudios que comparan el reclutamiento político en el Tercer Mundo, aunque no se detiene lo suficiente en las consecuencias, es Rafigul Islam Choudhury, “Recruitment of political elite and political development in India and Nigeria”, tesis de doctorado, University of Oregon, Corvallis, 1967. Quizá el mejor trabajo comparativo sobre élites del Tercer Mundo es Etites in the Middte East, editado por William Zartman, Nueva York, Praeger, 1980, especialmente el capítulo de Zartman titulado “Toward a theory of elite circulation”. Un pequeño número de científicos políticos ha estudiado el reclutamiento de candidatos a nivel local, estadual y nacional. Esas obras, que típicamente analizan el reclutamiento político en Estados Unidos, han contribuido mucho a nuestra comprensión de la teoría del reclutamiento, pero generalmente coriceptualizan a sus sujetos como “candidatos”, que en la mayoría de los contextos autoritarios no existen. Uno de los ensayos más útiles en la construcción teórica general es David C. Schwartz, “Toward a theory of political recruitment”, Western Political Quarterly, núm. 22 (septiembre de 1969), pp. 552-571. Sobre las variables estructurales véase Gordon S. Black, “A theory of political ambition: career choices and the role of structural incentives”, American Political Science Review, núm. 64 (marzo de 1972), pp. 865-878; y Lester G. Seligman,

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“Political recruitment and party structure: a case study”, American PoliticalScienceReview, núm. 55 (marzo de 1961), pp. 77-86. El mejor análisis del concepto de reclutamiento inicial como distinto de otras etapas del reclutamiento está en Herbert Jacobs, “Initial recruitment of elected officials in the United States —A model”,Journal of Politics, núm. 24 (noviembre de 1962), pp. 703-716. Uno de los conceptos más útiles en el reclutamiento del Tercer Mundo en un modelo autoritario es el de patrocinio. Ralph H. Turner ofrece muchas intuiciones útiles en “Sponsored and contested mobility and

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the school system”, American Sociological Review, núm. 25 (diciembre de 1960), pp. 855-867, a pesar de que su análisis no se ocupa de regímenes políticos autoritarios. Desdichadamente los intentos por incorporar la modernización política y los patrones de reclutamiento cambiantes son

pocos. Entre los más importantes están Alfred B. Clubok, Norman M. Wilenski y Forrest J. Berghorn, “Family relationships, congressional recruitment and political modernization”, Journal of Politics, núm. 31 (noviembre de 1969), pp. 1035-1062, que examina la relación entre criterios de reclutamiento ascriptivos, parentesco político y desarrollo; y el más amplio de Lester G. Seligman, “Elite recruitment and political development”,Journal ofPolitics, núm. 26 (agosto de 1964), pp. 612-626. La primera variable examinada en mi análisis del reclutamiento político mexicano es el impacto de la edad, o más ampliamente de la generación. Existe una vasta literatura sobre las generaciones, y no nos ocuparemos de ella en este ensayo. Algunos de los análisis políticos más útiles están mencionados en las notas a los capítulos. Son pocos los análisis que conceptualizan la edad como variable específica en el reclutamiento político, típicamente en el reclutamiento inicial. Entre los más útiles se cuentan Robert T. Holt, “Age as a factor in the recruitment of communist leadership”, American Political Science Review, núm. 48 (junio de 1954), pp. 486-499; y Walter Oleszek, “Age and political careers”, Public Opinion Quarterly, núm. 33 (primavera de 1969), pp. 100-103. La única interpretación que examina este punto con amplitud en el contexto mexicano es Luis González y González, La ronda de las generaciones, México, SEP, 1984. En términos de las variables de experiencia, la mayoría de los estudios del reclutamiento de la élite se concentran en características como la carrera anterior, el nivel de activismo partidario y

ENSAYO BIBLIOGRÁFICO 323 los cargos políticos ocupados. En el contexto mexicano y en otras experiencias del Tercer Mundi, especialmente en sociedades que nacieron a la nacionalidad de una experiencia colonial violenta, la Violencia social tuvo una influencia espectacular y fundamental en la formación de las generaciones de la élite. Algunos estudios han examinado igualmente acontecimientos políticos concretos y su influencia en el reclutamiento. En la literatura sobre el reclutamiento no encontré mucho material útil, pero en cambio los estudios de la socialización política me llevaron a profundizar en la comprensión de esa variable. Entre los estudios más útiles están Allan Kornberg y Norman Thomas, “The political socialization of national legislative elites in the United States and Canada”,Journai of Poiitics, núm. 27 (noviembre de 1965), pp. 76 1-775, y Richard Centers, “Children of the New Deal: social stratification and adolescent attitudes”, en Richard Bendix y Seymour Martin Lipset (eds.), Class, status, and power, Nueva York, Free Press, 1953, pp. 359-370. Estas obras, así como la mía sobre México, están típicamente más interesadas en las consecuencias de las experiencias sociales para los valores, pero también se ocupan de sus efectos sobre la elección de las carreras públicas, y por lo tanto sus caminos se cruzan con los de la literatura sobre el reclutamiento inicial. Las mayores aportaciones fueron de dos conjuntos de estudios sobre la experiencia: los dedicados a la segunda guerra mundial y los de la depresión de 1929. Entre los más útiles estuvieron Samuel H. Barnés, “The legacy of fascism: generational differences in Italian political attitudes andbehavior”, Comparative Political Studies, núm. 5 (abril de 1972), pp. 41-57; y Jean-Pierre Rioux, “A changing of the guard? Old and new elites at the liberation”, enJolyon Howorth y Philip G. Cerny (eds.), Elites in France; origins, reproduction and power, Nueva York, St. Martin’s Press, 1991, pp. 78-92. En el contexto mexicano sólo mi propio The making of a government: political ieaders in modern Mexico, Tucson, University of Arizona Press, 1984, examina este tema con algún detalle, así como mi estudio de caso de la campaña presidencial de 1929, “La campaña presidencial de 1929 y el liderazgo político en México”, Historia Mexicana, núm. 27 (otoño de 1977), pp. 231-259. Mi propio interés por el reclutamiento empezó por la educación. Como variable específica la educación ha merecido atención en la literatura europea debido a la influencia que ejercen las escuelas de élite en la formación de las redes de “oid boys”. Los teóricos de

324 ENSAYO BIBLIOGRÁFICO la élite del poder en Estados Unidos también han examinado las escuelas de la Ivy League en ese contexto, pero nunca han demostrado con suficientes estudios de caso el proceso efectivo de reclutamiento dentro de esas experiencias compartidas: más bien se han limitado a señalar el desproporcionado porcentaje de dirigentes que asistieron a tales instituciones. El trabajo comparativo más amplio puede hallarse en varios ensayos incluidos en Rupert Wilkerson (ed.), Governing etites: studies in training and selection, Nueva York, Oxford University Press, 1969. El estudio de Inglaterra del propio Wilkerson, Gentlemanly power: British leadership and thepublic school tradition: a comparative study in the making of rulers, Nueva York, Oxford University Press, 1964, es uno de los pocos estudios detallados de la educación y el reclutamiento. Otros países, especialmente Francia, Japón y Turquía, también aportan ricos datos comparativos, especialmente por sus fuertes similitudes con la estructura mexicana. Entre los estudios sobre esas culturas que me resultaron de mayor utilidad se cuentan Joseph Szyliowicz, “Elite recruitment in Turkey: the role of the Mulkiye”, World Politics, núm. 23 (abril de 1971), pp. 371-398; Michalina Vaughan, “The grandes écoles”, en Rupert Wilkerson (ed.), Governing etites: studies in training and selection, Nueva York, Oxford University Press, 1969, pp. 74-107, que docurnenta la importancia de las escuelas profesionales francesas, y Peter Cheng, “The Japanese cabinets, 1885-1973”,

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Asian Suroey, núm. 14 (diciembre de 1974, pp. 1055-1071, que muestra la importancia de la Universidad de Tokyo. Otro

análisis excelente en un contexto del Tercer Mundo es J. E. Goldthorpe, An African elite: Makerere college studies, 1922-1960, Nairobi, Oxford University Press. Para América Latina en general, Larissa Lomnitz ofrece algunos hallazgos en “The Latin American university: breeding ground of the new state cutes”, trabajo presentado a una reunión de la American Association of Anthropological Sciences, Houston, enero de 1979. Sobre México, el estudio más amplio hasta la fecha es mi propio Mexico ‘s leaders: their education and recruitment, Tucson, University of Arizona Press, 1980. Por una comparación entre México y Estados Unidos véase Francisco Suárez Farías, “Los gabinetes presidenciales de México y los Estados Unidos: evaluación comparativa de sus antecedentes educativos, políticos y sociales bajo la administración de Miguel de la Madrid y Ronald Reagan”, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1983. Daniel C. Levy, Higher education and the state in Latin

ENSAYO BIBLIOGRÁFICO 325 America: private challenges to ublic dominance, Chicago, University of Chicago Press, 1983, ofrece un panorama comparativo de tendencias en la educación privada, muchas de las cuales influyen en el reclutamiento de la élite. El tratamiento más amplio de México, sin embargo, es el reciente trabajo de David Lorey, The university system and economic development in Mexico since 1929, Stanford, Stanford University Press, 1993, especialmente el capítulo 5. Las variables de experiencia que influyen en las distintas etapas del reclutamiento incluyen también las carreras. Si bien los estudios de la élite suelen descubrir una distribución de especialidades en los antecedentes de las figuras públicas y su interrelación con algunas profesiones, como el derecho, la administración de empresas y las fuerzas armadas, pocos estudios examinan lo que es efectivamente el centro de la conexión entre una carrera específica y el ingreso a la vida política y si algunas carreras son más productivas que otras para reclutamientos exitosos y movilidad política ascendente. El más útil de los estudios generales es Dwaine Marvick, “Political recruitement and careers”, en International encyclopedia of the social sciences, Nueva York, Crowell, Collier and Macmillan, 1968, t. 12, pp. 273-282. Los abogados están universalmente sobrerrepresentados en la política, y sobre esto hay interpretaciones útiles en Joseph A. Schlesinger, “Lawyers and American politics: a clarified view”, MidwestJournal of Political Science, núm. 1 (mayo de 1957), pp. 26-39. El mejor trabajo comparativo es el de Ben Schneider, “Careers in the state: preferences and politics in the Brazilian bureaucracy”, trabajo presentado a la National Latin American Studies Conference, Washington D.C., abril de 1991. Norman K. Nicholson, “Integrative strategies of a national elite: career patterns on the Indian Council of Ministers”, Comparative Politics, núm. 7 (julio de 1975), pp. 533-557, ofrece una perspectiva comparativa interesante, dada la importancia del estado y el prestigio de los cargos públicos en la India. Wilfried Gruber, “Career patterns in Mexico’s dite”, Western Political Quarterly, núm. 24 (septiembre de 1971), pp. 467-482, es un análisis de variables en los antecedentes de una élite tradicional. La mejor obra general sobre México, aunque no se ocupa específicamente del reclutamiento político, es Peter 5. Cleaves, Profrssions and the state: the Mexican case, Tucson, University of Arizona Press, 1987, que establece la importancia de la relación entre las escuelas profesionales más prominentes, las

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organizaciones profesionales y el empleo en la élite. Complementario de este libro en cuanto detalla la estructura ocupacional de los egresados es David E. Lorey, The rise of professions in twentiethcentury Mexico, Los Angeles, UCLA Latin American Center, 1992. El trabajo más amplio que prueba empíricamente las carreras profesionales y la movilidad burocrática es Francisco Javier Morales Camarena, “La tecnocracia en México: las actitudes de los funcionarios públicos”, tesis, El Colegio de México, 1991. Para algunas sugerencias teóricas acerca de la importancia de las carreras empresariales en la política, así como del concepto de vínculos entre ambas carreras, véase PeterJ. Freitag, “The cabinet and big business: a study of interlocks”, Social Problems, núm. 23 (diciembre de 1975), pp. 137-152; y Thomas R. Dye y John W. Pickering, “Government and corporate elites: convergence and differentiation”, Journal of Politics, núm. 36 (noviembre de 1974), pp. 900-925. Para México específicamente véase mi trabajo “Privatepublic interlocks”, en Entrepreneurs and politic.s in twentieth-century Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1989, pp. 77-103. Otra carrera que en muchas sociedades ha conducido al reclutamiento político, y en países del Tercer Mundo con frecuencia ha dominado los cargos más altos, es la carrera militar. Curiosamente, sin embargo, es muy poco lo que se ha trabajado sobre el reclutamiento de la élite de militares para la vida pública. Los dos grupos han sido comparados en la literatura estadunidense en Lloyd W. Warner et al., The American Federal Executive: a study of the social and personal characteristics of the civilian and military leaders of the United States, New Haven, Yale University Press, 1963, aunque sin una descripción de cómo se produce el reclutamiento. Los únicos análisis del proceso de reclutamiento mexicano con inclusión de los militares de carrera son mi propio “Military-civilian interlocks”, en Generais in the palacio: the military in modern Mexico, Nueva York, Oxford University Press, 1992, pp. 66-99; y Franklin Margiotta, “The Mexican military: a case study of non-intervention”, tesis de maestría, Georgetown University, 1968.

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Las carreras como variable han sido completamente estudiadas en la literatura sobre el reclutamiento cuando implican distinciones entre carreras públicas. Estudios de caso en Estados Unidos y países industriales así como en China y la URSS han probado la importancia de las carreras locales, las experiencias partidarias y otros niveles de empleos políticos y su papel en la movilidad exitosa den-

ENSAYO BIBLIOGRÁFICO 327 tro de la estructura política. La mayoría de los modelos comparativos tienen sólo una. utilidad relativa debido a las diferencias en los patrones estructurales. Sin embargo, sobre el reclutamiento a nivel local es útil Lew Bowman y G. R. Boynton, “Recruitment patterns among local party officials: a Inodel and some preliminary findings in selected locales”, American Poljtjcal Science Review, núm. 60 (septiembre de 1966), pp. 667-676. Henry Robert Glick, “Poli. tical recruitment in Sarawak: a case study in a new state”,Journal of Politics, núm. 28 (febrero de 1966), pp. 8 1-99, presenta una perspectiva del Tercer Mundo. La plétora de literatura que se encuentra en las culturas industriales no tiene equivalente en la mayoría de los países latinoamericanos, con la posible excepción de Brasil, sobre todo en la obra de McDonough y Schneider. En México en cambio casi no existen análisis comparativos, y los estudios de reclutamiento de diferentes niveles e instituciones son raros. Entre los más útiles desde un punto de vista geográfico se encuentran, en el plano local, William S. Tuohy y David Ronfeldt, “Political control and the recruitment of middle-level elites in Mexico: An example from agrarian politics”, Western Political Quarterly, núm. 22 (junio de 1969), pp. 365-374, y a nivel estadual, mi “Mexican governors since Cárdenas: education and career contacts”,Journal of Inter-American Studies and World Affairs, núm. 18, agosto de 1976, pp. 295-32 1; y “Losers in Mexican politics: a comparative study of official party precandidates for gubernatorial elections, 1970-75”, en James W. Wilkie y Kenneth R. Ruddle (eds.), Statistical abstract of Latin America supplement series, vol. 6, de Quantitative Latin American studies: methods andfindings, Los Ángeles, UCLA, Latin American Center, 1977, ppp. 23-34. Gustavo Abel Hernández Enríquez, La movilidad política en México, 1876-19 70, México, El Colegio de México, 1970, basado en su tesis de Ciencias Políticas para la UNAM, examina varios dirigentes estaduales y su circulación nacional. En cuanto a las diferencias institucionales dentro del gobierno mexicano, sobre el poder judicial no existe material. Un

estudio comparativo útil es el de Glendon Schubert, “Judges and political leadership”, en Lewis J. Edinger (ed.), Political leadership in industrialized societies, Nueva York, Wiley, 1967, pp. 220-265. Sobre el poder legislativo, las mejores fuentes son: Rudy de la Garza, “The Mexican Chamber of Deputies and the Mexican political system”, tesis de doctorado, University of Arizona, 1972, aunque no se concentra en el reclutamiento, y Peter H. Smith, Labyrinths of power:

328 ENSAYO BIBLIOGRÁFICO political recrujtment in twenhieth-centuiy Mexico, Princeton, Princeton University Press, 1979, pp. 21-241. El partido, como distinto del poder ejecutivo, ha sido cuidadosamente examinado por David Schers, “The popular sector of the Mexican PRI”, tesis de doctorado, University of New Mexico, 1972. Para diferencias dentro de las ramas del gobierno, algunas de las argumentaciones teóricas más útiles en un contexto comparativo adecuado son las de Ben Ross Schneider, como su “Careers in the state: preferences and politics in the Brazilian bureaucracy”, ya mencionado más arriba. Los mejores trabajos sobre México son: Miguel Centeño, “The new Científicos: technocratic pcilitics in Mexico, 1970-1990”, tesis de doctorado inédita, Yale University, 1990; Miguel Centeño y Sylvia Maxfield, “The marriage of finance and order: changes in the Mexican political elíte”,Journal of Latin American Studies 24, núm. 1 (febrero de 1992), pp. 57-85; Francisco Suárez Farías, Élite, tecnocracia y movilidad política en México, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1991, especialmente por su examen de Luis Echeverría y de las dos administraciones subsiguientes; y la ya mencionada tesis de Francisco Javier Morales Camarena, “La tecnocracia en México: las actitudes de los funcionarios públicos”. Algunas de las variables que operan sobre el reclutamiento de la élite han recibido atención considerable. La mejor estudiada de todas las variables, teóricamente, es el origen socioeconómico de sus miembros. Entre los más útiles ensayos sobre este tema se cuenta Lewis E. Edinger y Donald D. Searing, “Social background in elite analysis: a methodological inquiry”, American Political Science Review, núm. 61 (junio de 1967), PP. 428-445, que expone consecuencias importantes de los antecedentes familiares. Un útil análisis de burócratas estadunidenses con su foco en las características familiares es Sidney H. Aronson, Status and kinship in the higher civil seroice, Cambridge Harvard University Press, 1964. Una obra en el contexto latinoamericano que ofrece algunos hallazgos comparativos es Daniel Goldrich, Sons of the establishment: elite youth in Panama and Costa Rica, Chicago, Rand-McNally, 1966. El concepto de construcción de redes ha atraído la atención de los teóricos en general, aunque no necesariamente en un contexto político y no específicamente en relación con el reclutamiento político. Para un contexto general véase Jeremy Boissevain, Friends offriends: networks, manipulators, and coalitions, Oxford, Basil Black ENSAY

BIBLIOGRÁFICO 329 well, 1974. El análisis más penetrante en el contexto político general es Keith R. Legg, “Interpersoñal relationships and

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comparative politics: political clientelism in industrial society”, Politics, núm. 7 (mayo de 1972), pp. 1-11. Para algunas argumentaciones teóricas en el contexto latinoamericano véase Glen Dealy, The public man: an interpretation of Latin American and other catholic cultures, Amherst, University of Massachusetts Press, 1977, que ubica la construcción de redes dentro de una teoría del poder político; su más reciente The Latin Americans, spirit and ethos, Boulder, Westview Press, 1992; Diana Balmori, Stuart Voss y Miles Wortman, Notable family networks in Latin America, Chicago, University of Chicago Press, 1984, que incluye un excelente capítulo de Stuart Voss sobre el norte de México; y Luis Roniger, Hyerarchy and trust in modern Mexico and Brazil, Nueva York, Praeger, 1990, que examina la cuestión comparativamente, en México y Brasil. También es interesante Peter McDonough, “Cohesion and Mobility in a technocratic-authoritarian system: kinship, friendship and class ties among Brazilian elites”, trabajo presentado a una reunión de la Latin American Studies Association, Houston, noviembre de 1977, ampliado más tarde como Power and ideoiogy in Brazil, Princeton, Princeton Universíty Press, 1981. Algunas interpretaciones relacionadas con el tema’pueden encontrarse también en Hugo G. Hutini, Pedro Carrasco y James M. Taggart (eds.), Essays in Mexican kinship, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1976. Sobre México, un excelente análisis es el de Merilee S. Grindle, “Patrons and clients in the bureaucracy: career networks in Mexico”, Latin American Research Review, vol. 12, núm. 1 (1977), pp. 37-66. Igualmente informativo, a pesar de que no se concentra necesariamente en las élites políticas, es Larissa Lomnitz, “Horizontal and vertical relations in the social structure of urban Mexico”, Latin American Research Review, vol. 17, núm. 2 (1982), pp. 5 1-74. Véase también mi “Camarillas in Mexican politics: The case of the Salinas cabinet”, en Mexican Studies núm. 6 (invierno de 1990), pp. 85-108. Samuel Schmidt y Manuel Gil Mendieta tratan de demostrar la construcción de redes en detalle en su análisis de la camarilla de Miguel Alemán; véase su “The historical development of Mexico’s network of power”, trabajo presentado a una reunión de la National Latin American Studies Association, Los Ángeles, septiembre de 1992. Otra variable que influye en el reclutamiento y está sumamente

330 ENSAYO BIBLIOGRÁFICO entrelazada con la edad es la movilidad. Por una in comparativa amplia que incluye a México véase John D. Nagle, System and succession: the social ba.sis of political elite recruitment, Austin, University of Texas Press, 1977; y la excelente selección de ensayos en Moshe M. Czudnowski (ed.), Does who govern matter? Elite circulation in contemporaiy societies, De Kalb, Northern Illinois University Press, 1982. Un excelente análisis comparativo que utiliza Inglaterra a lo largo de dos siglos es el de Harold Perkins, “The recruitment of elites in British society since 1800”,Journal of Social History, vol. 12, núm. 2 (1978), pp. 222-234. El primer trabajo sobre México, que utiliza la biograifa colectiva y examina dirigencias estaduales y nacionales seleccionadas, es el de Gustavo Abel Hernández Enríquez, “La movilidad política en México, 1876-1970”, tesis de licenciatura, UNAM, Escuela de Ciencias Políticas y Administración Pública, 1968. En inglés el estudio más compr,ensivo y penetrante es el ya mencionado de Peter H. Smith, Labyrinths of power: political recruitment in twenlieth-centuiy Mexico, que se concentra en variables de antecedentes tradicionales pero más específicamente en la movilidad y la rotación dentro de la dirigencia política. Un excelente complemento del análisis de Smith es Guillermo Kelley, “Politics and administration in Mexico: recruitment and promotion of the politico-administrative class”, Technical Paper Series, Institute of Latin American Studies, University of Texas at Austin, 1981. Como se ha señalado en el texto, el género no ha recibido mucha atención en estudios del reclutamiento en el Tercer Mundo, y México no es la excepción. En consecuencia entendemos muy poco acerca de las diferencias en los patrones de reclutamiento de hombres y mujeres, y menos aún sobre sus implicaciones para el comportamiento y la toma de decisiones en política. Muy pocos son los estudios que se concentran precisamente en el reclutamiento político de mujeres. Entre los estudios comparativos interesantes se cuentan Ingunn Norderval Means, “Political recruitment of women in Norway”, Western Political Quarterly, núm. 31 (septiembre de 1972), pp. 491-521; Hanet M. Martin, “The recruitment of women to cabinet and subcabinet posts”, Western Political Quarterly, núm. 42 (marzo de 1989), pp. 161-172; Susan Welch, “Recruitment of women to public office: a discriminant analysis”, Western Political Quarterly, núm. 31 (septiembre de 1972), pp. 372-380; y Edmond Costantini y Kenneth Craik, “Women as politicians: the social background, personality, and political careers of female party leaders”,

ENSAYO BIBLIOGRÁFICO 331 Journal of Social Issues, núm. 28 (1972), pp. 217-236. Irwin Gertzog tiene un breve capítulo, sin mucho análisis, titulado “Changing patterns of recruitment , en Congresszonal women: theirrecruitment, treatment, and behavior, Nueva York, Praeger, 1984, pp. 34-47. Estadísticas actualizadas sobre la participación de mujeres en política pueden encontrarSe en Luz de Lourdes de Silva, “Las mujeres en la élite política de México: 1954-1984”, en Orlandina de Oliveira (ed.), Trabajo, poder y sexualidad, México, El Colegio de México, 1989; y mi “Women and political leadership in Mexico”,Journal of Politics, núm. 41 (mayo de 1979), pp. 417-441. Hay muy poco estudio bibliográfico de la literatura sobre las élites mexicanas o el reclutamiento en México. Marcela Bravo Ahuja comenta obras mexicanas y estadunidenses en su breve trabajo “La élite política en México: bibliografía

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comentada”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 32 (julio-septiembre de 1986), pp. 7 1-93. También Francisco Suárez Farías aporta algunos hallazgos en “La élite política”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 50, núm. 3 (julio-septiembre de 1988), pp. 295-322. Por último, Juan D. Lindau, ampliando su tesis de doctorado, explora parte de la literatura sobre las élites y el tema del tecnócrata político en “Schisms in the Mexican political dite and the technocrat/pOlitician typology”, Mexican Studies/Estudios Mexicanos, vol. 8, núm. 2 (verano de 1992), pp. 217-236.