00. Noticias de El País Sobre El Terremoto en Nepal
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Un potente terremoto causa más de 1.800 muertos en Nepal 25/04/201510:21 CEST
Pánico en la capital, Katmandú, mientras buscan supervivientes entre los escombros
Montañeros atrapados en el Everest por aludes causados por el seísmo MACARENA VIDAL LIY PEKÍN 26 ABR 2015 - 22:11 CEST
Más de 1.800 personas han muerto, casi 5.000 se encuentran heridas y un patrimonio
cultural incalculable ha quedado destrozado en el terremoto de 7,9 grados en la escala
Richter que este sábado ha sacudido Nepal, según las últimas estimaciones oficiales,
citadas por la agencia Reuters. Se trata de la peor catástrofe natural que ha padecido este
país desde 1934, cuando otro seísmo dejó cerca de 8.500 muertos.
El seísmo, que tuvo su epicentro a 150 kilómetros al oeste de Katmandú, afectó también a
la India, donde se registraron más de treinta víctimas mortales, y en Tíbet, donde las
autoridades chinas informaron de la muerte de al menos una docena de personas. También
causó una avalancha en el Everest que ha causado la muerte a más de diez montañeros,
aunque algunos medios locales suben la cifra a 18.
En la capital nepalí, donde se han derrumbado numerosos edificios, millares de personas
han optado por pasar la noche al raso, pese a la lluvia que cae esta noche sobre la ciudad.
Aproximadamente la mitad de las víctimas mortales confirmadas hasta el momento
fallecieron en el valle de Katmandú, una de las zonas más densamente pobladas del Nepal.
Más de una veintena de réplicas han sacudido el país tras el primer movimiento telúrico.
Según ha indicado el ministro de Finanzas nepalí en Twitter, en la zona del epicentro, en
Barpak Larpak, “un 90% de aproximadamente un millar de casas y cabañas han quedado
destruidas”.
Los hospitales del país, de 28 millones de habitantes y uno de los más pobres del mundo, se
encuentran completamente saturados y no dejan de lanzar llamamientos para solicitar
donaciones de sangre. Las tareas de rescate y auxilio se ven dificultadas por los daños
sufridos en las comunicaciones y la red eléctrica del país, ya de por sí insuficiente. El
Gobierno nepalí ha advertido que el seísmo puede incrementar los cortes de luz que ya
padecen normalmente los ciudadanos.
Numerosos monumentos en esta capital de enorme riqueza histórica se han derrumbado
por el terremoto. Imágenes distribuidas por testigos presenciales a través de internet
muestran tesoros como la plaza de Pathan Durbar, declarada Patrimonio de la Humanidad
por la Unesco, en la que sus antiguos templos hindúes de madera se han derrumbado. De la
torre Dharara, del siglo XIX, uno de los símbolos de Kathmandú y de 62 metros de altura,
apenas queda un muñón. El monumento, al que se podía subir desde hace una década para
admirar las vistas de la ciudad, se desplomó causando la muerte a decenas de personas.
Cerca de 200 personas habían comprado este sábado boletos para visitarlo por dentro.
Según la página de información nepalí eKantipur.com, “monumentos históricos como la
torre Dharhara y las plazas de Basantapur Durbar y Patan Durbar han quedado
completamente destruidas”. El aeropuerto Thribhuvan de la capital, que cerró inicialmente
como consecuencia del seísmo, volvió a la normalidad pocas horas más tarde.
El Gobierno nepalí ha declarado una crisis nacional y ha establecido un fondo de 500
millones de rupias nepalíes para la reconstrucción de infraestructuras. El primer ministro,
Sushil Koirala, ha cancelado la visita oficial que efectuaba a Indonesia y ha instado a los
ciudadanos a asistir en la medida de sus posibilidades en las tareas de rescate.
Numerosos países han ofrecido ayuda: el primero en llegar fue sido un avión militar
Hércules indio, que transportaba 3,5 toneladas de medicinas y material de asistencia y un
equipo de 40 personas expertas en tareas de auxilio. Nueva Delhi tenía previsto enviar
también un hospital móvil, entre otra
El Gobierno español ha expresado su consternación por el terremoto y ha transmitido sus
condolencias a los familiares de las víctimas y las autoridades de los países afectados. En
un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores indica que el Ejecutivo transmite su
“solidaridad” y “cercanía máxima con el pueblo” nepalí, informa Efe y asegura que de
momento no hay víctimas españolas.
El seísmo representa un duro golpe para Nepal en momentos difíciles. El país, encajado
entre India y China y sobre algunas de las montañas más altas del mundo, trata de superar
la crisis causada por el asesinato de la mayor parte de la familia real en 2001 perpetrado
por del príncipe heredero, Dipendra, antes de suicidarse. En 2008 la monarquía quedó
abolida tras una rebelión maoísta.
El Gobierno actual ha tratado de diversificar su economía, dependiente del turismo y la
agricultura, y ha ensayado un acercamiento hacia China, sin dejar atrás sus tradicionales
lazos con India. Uno de los proyectos que acaricia para salir de su aislamiento es la posible
construcción de una línea de tren que conecte al país con China a través de Tíbet.
Al menos diez personas muertas en el Everest por el terremoto de Nepal
La temporada de escalada en la montaña más alta del mundo acababa de comenzar
Un terremoto de magnitud 7,8 causa más de 800 muertos en Nepal AGENCIAS MADRID / NUEVA DELHI 25 ABR 2015 - 18:43 CEST
El terremoto de magnitud 7,8 que ha sacudido hoy Nepal ha causado al menos diez
muertos en el Everest, donde acababa de comenzar la temporada de escalada. Según
testimonios de montañeros en la falda de la montaña más alta del mundo, hay muchos
alpinistas en los campos base de la ascensión. El Ministerio de Turismo ha confirmado la
muerte de una decena, que se encontraban en el trayecto para ascender el monte. No se
han precisado las nacionalidades de los muertos ni si hay heridos o desaparecidos.
Por su parte, Javier Camacho Giménez, montañero y fotógrafo turolense, ha informado a la
agencia Efe de que varios montañeros han fallecido y un número importante han resultado
heridos en el campo base al pie del Everest. Allí se encuentra junto con el asturiano
Ricardo Fernández. Según especifica, la avalancha, que se ha precipitado desde el pico
Pumori, ha sepultado algunos campamentos, especialmente los que integraban montañeros
chinos y japoneses.
Camacho describe la situación en el campo base como un "caos". Los helicópteros no
pueden acceder y se ha instalado un hospital de campaña para atender a los heridos. Ellos
han podido constatar que la muerte de varios montañeros y calculan que en torno a otros
40 han resultado heridos.
Alex Gavan, alpinista rumano en uno de los campos base del Everest, ha publicado en su
cuenta de Twitter que ha habido una "enorme avalancha" y que ha salido corriendo de su
tienda para salvar la vida. Añade que hay "mucha, mucha gente en la montaña". Otro
montañero, Daniel Mazur, sostiene que su campo base ha resultado "gravemente dañado" y
que su equipo ha quedado atrapado. Luego aclara que siguen en el campo 1.
Una avalancha producida hace un año mató al menos a 16 guías nepalíes en la mayor
tragedia registrada en el Everest.
Este es el peor terremoto en la historia reciente de Nepal y uno de los más fuertes desde
hace diez años en la región, cuando un seísmo provocó una tragedia que causó más de
84.000 muertos en la Cachemira india y paquistaní.
25/04/2015 16:42 CEST
Katmandú, un hormiguero humano con infraestructuras devastadas
No es la primera vez que la catástrofe se ceba con la ciudad milenaria, rodeada de un halo mítico de
aventura y leyenda
Un potente terremoto de magnitud 7,8 deja más de 800 muertos en Nepal PACO NADAL MADRID 25 ABR 2015 - 16:39 CEST
No es la primera vez que un terremoto sacude la capital de Nepal. Katmandú, la histórica
ciudad crecida en el valle del mismo nombre como eje de caminos del comercio
transhimalayico entre India y China, está acostumbrada a estas sacudidas de la tierra y la
destrucción de la torre Dharahara en el seísmo de esta mañana no es la primera ni será la
última pérdida de su ingente patrimonio de templos, estupas, palacios y monasterios
levantados desde época medieval y que le valieron la declaración de Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO.
Katmandú es un hormiguero humano abandonado sobre unas infraestructuras devastadas,
y no precisamente por los temblores de tierra. Para el viajero occidental, Katmandú es el
caos. Una ciudad anárquica que, sin embargo, parece tener reglas ocultas que regulan esos
laberintos de confusiones para hacer que todo fluya. Caóticamente, pero fluye.
Katmandú es el sonido irritante de miles de claxon, pitos que pitan por pitar, como vicio
mundano aunque no haya necesidad de hacerlo. Es el mosaico imposible del pavimento
roto y agujereado de sus calles, como si hubiera acaecido un bombardeo, donde cada metro
cuadrado es de un color, una textura y un material diferentes. Son las calles sucias y
polvorientas por las que cientos de motos, rickshaw y coches tratan de abrirse paso con
constante lucha por avanzar, como leucocitos de un torrente sanguíneo que parece no ir ni
venir de ningún lado: simplemente, han sido fabricados para moverse sin cesar por esta
ciudad, atascada a todas horas, intentando desenmarañar un ovillo invisible.
Una telaraña de cables corre sobre las cabezas de la multitud, formando un pentagrama
anárquico sobre el cielo deslavazado por la contaminación. Los edificios de ladrillo de
terracota muestran ventanas de madera ricamente tallada que un día fueron espléndidas,
pero que hoy languidecen desvencijadas en una decrepitud que se sujeta a sí misma.
La joya de Katmandú es la plaza Durbar, un conjunto de más de 50 edificios distribuidos en
dos espacios cuadrangulares que resume lo mejor de la arquitectura de los reinos malla y
rana, que durante la Edad Media hicieron de esta ciudad uno de los centros de poder y de
creación artística más poderosos al sur del Himalaya. La plaza fue el centro del poder real
hasta el siglo XIX y alberga edificios tan singulares como el Kumari bahal (el templo de la
diosa-niña) o el Hanuman Dhoka, la antigua residencia real, hoy abierta como atracción
turística.
Desde lo alto de la torre del palacio, Katmandú parece el fondo plano de un mar desecado y
salpicado de rocallas de coral llenas de agujeros, que son las ventanas de los edificios. De
entre la capa negra de polvo y polución que cubre ese viejo mar emergen cual islas
tropicales algunas colinas verdes, como la del templo de Swayambhunath, coronado por su
gran estupa blanca, refulgente al sol de mediodía.
No lejos de allí, en el abigarrado barrio de Thamel, donde cada metro cuadrado de sus
laberínticas calles está dedicado a los negocios turísticos, los mochileros deambulan felices
en el descubrimiento del exotismo de una ciudad que sus abuelos hippies convirtieron en
una quimera de paz, amor y cannabis. Pero quedan ya pocos hippies en Freak Street;
murieron o se hicieron viejos. Los mochileros de ahora llevan smartphone y tarjeta Visa.
Katmandú es una ciudad inclasificable. Si vienes desde Europa te parece un tumulto
insoportable; en cambio, si llegas desde India, crees que has llegado a una ordenada ciudad
suiza. Una ciudad intensa, vibrante, llena de vida para tomarla a sorbos pequeños. La
puerta de acceso a un país fascinante. Pero en cualquier caso, Katmandú agota, exige un
esfuerzo titánico para soportar el calor húmedo y la sobrecarga de estímulos sensoriales
que a cada segundo bombardea el sistema nervioso del forastero.
Las noticias son aún escasas, por lo que habrá que esperar a que las autoridades puedan
cuantificar finalmente los daños para saber cómo ha afectado este último terremoto a una
ciudad monumental hecha a golpe de sacudidas.
25/04/2015 18:54 CEST
Trágico golpe a una de las cunas de la humanidad
El seísmo en el valle de Katmandú destruye uno de los tesoros artísticos más importantes de Asia y del
mundo
Un potente terremoto sacude Nepal y causa más de 1.800 muertos JOSEP LLUIS ALAY 25 ABR 2015 - 18:53 CEST
La torre Dharahara antes del terremoto, a la izquierda, y, a la derecha, después
Nepal es, sin duda, un país más conocido por su riqueza natural que por su patrimonio
cultural. La cordillera del Himalaya surcada por sus imponentes picos, algunos de ellos los
más elevados del planeta como el monte Everest, ha dejado en segundo término uno de los
tesoros culturales más importantes de Asia y de la humanidad: el valle de Katmandú. El
catastrófico seísmo que ha devastado la región revela de forma trágica, sin embargo, su
extraordinario valor cultural.
La Unesco ha reconocido siete grupos monumentales como Patrimonio de la Humanidad en
el valle de la capital nepalí. Parece ser que todos se habrían visto afectados en mayor o
menor grado por el terremoto de 7,8 en la escala de Richter que ha azotado la zona. Desde
un punto de vista espiritual, el valle es el resultado de la fusión del hinduismo y el budismo,
que, al parecer, encontraron su punto de perfecta fusión en las elevadas prácticas
espirituales del tantrismo, común a ambas tradiciones religiosas. Katmandú también es el
resultado de la combinación de culturas y lenguas de origen tibeto-birmano, como la newar
y la tibetana, e indoeuropeo, como las de origen indio y nepalí.
Entre los monumentos catalogados por la Unesco, se encuentran en primer lugar los
llamados complejos urbanos palaciegos, también conocidos como las plazas Durbar. Se
trata de un conjunto de edificios religiosos y civiles que constituyen la representación
artística más elevada de la cultura newar, autóctona de Katmandú. Estos complejos
arquitectónicos, que constituyen todavía los centros históricos de las ciudades de
Katmandú, Patan y Bhadakpur, están formados por los propios palacios reales así como un
sinfín de templos hindúes y budistas, grandes fuentes y estatuas. Los edificios de ladrillos y
madera, algunos en forma de pagodas, de la plaza Durbar de Katmandú, conocida como
Hanuman Dhoka, fueron construidos por la dinastía de los Malla entre los siglos XII y XVIII.
Entre ellos destacan los templos de Taleju y Jaganath y la estatua del rey Pratap Malla, la
gran campana y el gran tambor.
En este escenario, sobresale la famosa y misteriosa inscripción del siglo XVII, dedicada a la
diosa Kalika y escrita en 15 lenguas distintas, que se encuentra en uno de los muros del
palacio real y sobre la que hay múltiples leyendas, debido a la dificultad de interpretar
correctamente la inscripción. La más famosa cuenta que contiene instrucciones para
descubrir el tesoro perdido del rey Pratap Malla, que se encontraría en el subsuelo de la
plaza Durbar. Destacan también los maravillosos ventanales de madera, tallados por los
artistas newar con imágenes budistas e hindúes de divinidades como Shiva, Vishnú y
Garuda. Algunas muestras del arte newar, incluido un gigantesco ventanal tallado en
negro, pueden contemplarse en el Museo de Culturas del Mundo recientemente inaugurado
en Barcelona.
El segundo gran grupo monumental del valle de Katmandú lo constituyen los templos
hindúes de Pashupatinath y Changu Narayan. El de Pashupatinath, dedicado a Shiva, se
encuentra apenas a cinco kilómetros de Katmandú, a orillas del río Bagmat, y está
considerado como el más sagrado de Nepal y uno de los más importantes para los devotos
hindúes seguidores del shivaísmo en todo el planeta. Por su parte, el templo de Changu
Narayan, una joya arquitectónica del siglo IV, con sus techos inclinados, tan característicos
de las pagodas de la arquitectura nepalí, contiene una imagen tallada en la piedra de
extraordinario valor formada por Vishnú y su consorte, Laxmi, ambas deidades montadas
sobre el águila mitológica conocida como Garuda. Desgraciadamente, Changu Narayan
habría resultado muy afectado también por el temblor de tierra.
Finalmente, cabe destacar los dos grandes monumentos budistas del valle: los gigantescos
estupas (en sánscrito) de Swayambu y Bouddhanath. Unos penetrantes ojos azules presiden
el estupa esférico de Bouddhanath, cuya altitud alcanza los 36 metros. Se trata de uno de
los monumentos más sagrados para los fieles budistas y, muy especialmente, para los
tibetanos que lo circunvalan durante siglos. En la actualidad, la comunidad tibetana
exiliada en Katmandú reside en esta zona del valle y ha construido más de una cincuentena
de templos y monasterios alrededor del imponente estupa. Por otro lado, Bouddhanath se
ha convertido también en el monumento más visitado por los turistas extranjeros en Nepal.
Katmandú ha sufrido a lo largo de la historia varios terremotos de efectos devastadores
sobre su patrimonio, el último de ellos un 15 de enero de 1934. Desgraciadamente, los
efectos del seísmo que ha vivido Katmandú sobre su conjunto monumental y artístico del
valle son de dimensiones catastróficas y probablemente irreparables para el conjunto de la
memoria histórica y artística de Nepal y de la humanidad entera. Los nepalíes mañana
tratarán de hallar consuelo para convivir con esta tragedia humana y material en sus
íntimas creencias hindús y budistas sobre lo efímero de la existencia.
Josep Lluis Alay es director de Patrimonio, Museos y Archivos del Ayuntamiento de
Barcelona y profesor de Historia de Asia de la Universidad de Barcelona
25/04/2015 21:00 CEST
Un escenario dantesco de bloques de hieloLos testigos hablan de un leve temblor en el Everest, apenas unos segundos que se convirtieron en un
infierno en la cima del mundo
Un potente terremoto sacude Nepal y causa más de 1.800 muertos ÓSCAR GOGORZA 25 ABR 2015 - 21:37 CEST
Un hombre se acerca al Campo Base del Everest, tras el alud.
No se había producido en Nepal un terremoto tan devastador (7,8 en la escala Richter)
desde el que destruyó parcialmente su capital, Katmandú, el 15 de enero de 1934. Se
desconoce el número de víctimas causado por este nuevo movimiento sísmico, pero su
fuerza se ha hecho notar incluso en la falda de la montaña más elevada del planeta. En el
Everest (8.848 metros), los testigos hablan de un leve temblor, apenas unos segundos que
pusieron en alerta a las cerca de 1.000 personas instaladas en el campo base de la
vertiente sur (Nepal). Después, las laderas de las montañas, sacudidas como flanes se
desprendieron del excedente de nieve y roca causando enormes avalanchas: una en
concreto, procedente del pico Pumori, arrasó la parte baja del campo base, causando al
menos una decena muertes. En la vertiente norte, o tibetana, también se ha notado el
terremoto y, aunque se han registrado aludes de nieve y roca, no se han señalado víctimas.
Desde el campo base del Everest, se ha señalado que las tiendas más afectadas por el alud
pertenecen a expediciones chinas y japonesas. Situado a varias jornadas de marcha de
cualquier hospital, los heridos necesitan desesperadamente la ayuda de los helicópteros de
rescate que operan desde Katmandú, pero el mal tiempo reinante en la zona les impide
volar, de momento. Mientras, los testimonios servidos por teléfono móvil (en el campo base
del Everest hay cobertura, sin que sea necesario recurrir a teléfonos vía satélite) hablan de
un trabajo improvisado de ayuda a los heridos, si bien sin aparatos de detección de
víctimas de avalancha la eficacia de la ayuda queda sensiblemente mermada. Además, cada
expedición gestiona como buenamente entiende su botiquín, y sin médicos ni medicinas
apropiadas presentes a pie de la montaña, la situación de los heridos graves se agrava
peligrosamente.
Un alud de las dimensiones descritas por los testigos deja a su paso un escenario dantesco
de bloques de hielo, jirones de tienda y destrucción donde resulta terriblemente
complicado socorrer a nadie, básicamente porque una persona sepultada, si ha sobrevivido
a los traumatismos recibidos, apenas dispone de margen para ser rescatado antes de
perecer por asfixia o hipotermia. En los campos base de estas grandes montañas nadie (o
prácticamente nadie) lleva consigo un ARVA (aparato de búsqueda de víctimas de
avalancha), con lo cual, quedar sepultado equivale en la práctica a una muerte segura.
Óscar Gogorza es guía de alta montaña
25/04/2015 22:12 CEST
Google lanza un buscador para los desaparecidos en Nepal
Los usuarios pueden compartir y divulgar información sobre las personas que no han sido halladas
después de la catástrofe
El buscador para los desaparecidos en Nepal EL PAÍS 25 ABR 2015 - 22:11 CEST
Un grupo de personas escucha la radio en Katmandú.
Google ha dispuesto un buscador para los familiares y amigos de las personas que todavía
no han sido halladas tras el terremoto de 7,9 grados en la escala de Richter que ha dejado
al menos de 1.300 muertos.
El sitio pertenece al proyecto Person Finder, una herramienta que el gigante de Internet
creó a raíz del terremoto de Haití de 2010, que dejó al menos 150.000 muertos. El
buscador ha sido utilizado en otras tragedias, como el seísmo de Japón en 2011 y los
atentados en Boston de 2013, para facilitar la búsqueda de personas en momentos de
emergencia. La propia compañía asegura que ha sido utilizada en más de 40 idiomas.
La aplicación permite a cualquier persona subir y divulgar información no solo a través de
la web, sino también al enviar un SMS a un número de teléfono. Google ha dispuesto dos
líneas, una en la India y otra en Estados Unidos.
La idea original del sitio provino de la crisis desatada tras el paso del huracán Katrina en el
sureste de EE UU en 2005. "Múltiples sitios colgaron registros de personas desaparecidas,
para que los familiares y los cuerpos de emergencia pudiesen acceder a la información",
explica la compañía en la página de Person Finder.
Para decidir si es necesario lanzar el buscador, Google analiza la magnitud del desastre y
determina cuál de sus herramientas puede ser más útil para contribuir a la búsqueda. El
proyecto Person Finder es parte del programa Google Crisis Response, una división de la
compañía dedicada exclusivamente al desarrollo de herramientas de búsqueda en caso de
desastre, accidente o atentado.
La idea del buscador de personas nació a raíz de la tragedia del Huracán Katrina, en 2005. Google lo puso en marcha en 2010, durante el terremoto en
HaitíUna vez que la compañía considera que la emergencia ha terminado, los datos son
analizados para calificar su eficacia y mejorar la herramienta. Los datos subidos se
conservan, según Google, hasta la fecha de expiración que la persona que ha
proporcionado la información indica al momento de compartirla.
25/04/2015 22:37 CEST
“Hemos oído crujir la montaña”Las avalanchas tras el temblor en el Everest sepultan a una decena de escaladores
Las nevadas dificultan el rescate en la zona
Un potente terremoto sacude Nepal y causa más de 1.800 muertos MACARENA VIDAL LIY / CRISTINA GALINDO PEKÍN / MADRID 25 ABR 2015 - 22:32 CEST
El potente terremoto que ha sacudido Nepal se transformó en una avalancha mortal en el
Everest. La nieve se desplomó sobre el campamento base de la vertiente sur de la montaña,
la ruta de ascenso más concurrida, en pleno inicio de la temporada de escalada, justo
cuando empiezan las mejores semanas para intentar el ascenso al pico más alto del mundo,
con decenas de expediciones acampadas para hacerlo. Según el sherpa Ang Tshering,
presidente de la Asociación de Montañismo de Nepal, hasta el momento se han rescatado
los cadáveres de 17 montañeros. Cientos de ellos siguen en el campo base, atrapados por el
mal tiempo y tratando de localizar a los compañeros desaparecidos.
Esta mañana ya se ha podido evacuar a los heridos en helicóptero, algo que no se pudo
hacer ayer por el mal tiempo. El montañero rumano Alex Gavan ha informado de ello desde
el lugar a través de su cuenta de Twitter. Otros 22 alpinistas heridos han sido trasladados a
una zona a menor altitud para ser desde allí evacuados también en helicóptero. El
montañero estadounidense John Reiter ha declarado a la CNN que hay decenas de heridos
graves. Uno de los fallecidos es el ingeniero de Google Dan Fredinburg. Más arriba, en los
campos 1 y 2, hay alrededor de 100 escaladores. No han sufrido heridas, pero no pueden
bajar debido a que la avalancha ha arrasado la ruta de descenso.
Se registraron aludes en todo el Himalaya. “Hemos sentido la montaña crujir”, afirmaba el
veterano alpinista Carlos Soria en el Facebook de su expedición. “Se empezaron a mover
las sillas dentro de la tienda comunitaria y oímos una gran avalancha; hacía mal tiempo y
no veíamos nada”, explicaba después a través del teléfono satélite el español, de 76 años,
acampado junto al Anapurna (8.091 metros). El pico, situado a unos 200 kilómetros al oeste
de Katmandú, está muy próximo al epicentro del seísmo. El equipo de Soria, compuesto por
otros cuatro españoles y varios sherpas, se encuentra en perfecto estado. Hace dos días
había renunciado a subir a la cumbre.
Abril es uno de los meses más populares de escalada en la cordillera del Himalaya, antes
de que la lluvia y las nubes oculten sus míticos ochomiles a finales de mayo. Cuando se
registró el terremoto, un millar de escaladores se encontraba en la vertiente nepalí del
Everest, en el campo base o en sus laderas, según los cálculos del Ministerio de Turismo de
Katmandú.
El pánico se apoderó de varios campamentos, sobre todo en las zonas del Himalaya más
cercanas al epicentro del seísmo, situado 150 kilómetros al oeste de Katmandú (el Everest
está a 200 kilómetros en esa dirección de la capital nepalí). “He salido corriendo de mi
tienda de campaña para salvar la vida. Sano y salvo. Mucha, mucha gente en la montaña”,
tuiteó el escalador rumano Alex Gavan, que en el momento de la sacudida se estaba
preparando para ascender al Lhotse, la cuarta cima más alta del mundo, vecina del
Everest. “Gran desastre. Ayudo a la búsqueda y rescate de las víctimas”, dijo.
Un millar de alpinistas acampaba en la vertiente nepalí del picoLas comunicaciones en el área son complicadas, confirmaba Soria. El difícil acceso
complica las tareas de salvamento. Para llegar por vía terrestre a los campamentos son
necesarias largas y dificultosas marchas de aproximación, que pueden prolongarse durante
semanas, o un helicóptero, pero la nieve que caía ayer impedía los vuelos.
No había este sábado constancia de heridos o muertos españoles. La agencia Efe contactó
con dos alpinistas que se encuentran en uno de los campamentos para intentar ascender a
la cumbre del Lhotse y que han resultado ilesos. Se trata de Javier Camacho Giménez, un
montañero y fotógrafo turolense, residente en Pamplona, y del asturiano Ricardo
Fernández. La situación en la base del Everest es ahora “un caos”, explicó Camacho. Se ha
instalado un hospital de campaña para atender a los heridos.
La directora de la oficina de France Presse en Nepal, Ammu Kannampilly, aseguró que el
terremoto ha dejado aislados a los montañeros. “Nos hemos quedado atrapados por el
temblor de tierra en el Everest. Está nevando, ningún helicóptero puede acceder”, explicó
a través de un mensaje de texto.
Desde uno de los campamentos en el Everest, a 5.700 metros de altura, la montañera
catalana Nuria Picas explicó a la Cadena SER que sintió el terremoto mientras preparaban
el material en la tienda de campaña. “Nosotros estamos bien, aunque asustados por los que
están arriba”, dijo. “De repente, empezó a caer nieve y ha habido varias avalanchas,
aunque por suerte ninguna nos ha cogido”.
“La avalancha de hoy tendrá un impacto en la actividad, pero es un desastre natural y
nadie puede hacer nada”, dijo a Reuters Ang Tshering.
26/04/201504:53 CEST
Un ejecutivo de Google fallece en el Everest por una avalancha
La empresa confirma que Dan Fredinburg se encuentra entre los montañeros sepultados
Los testigos: "Hemos oído crujir la montaña"
Terremoto en Nepal, últimas noticias EL PAÍS 27 ABR 2015 - 17:45 CEST
Foto de Dan Fredinburg (en medio) en su perfil de Facebook. Subió la imagen el 22 de abril.
El terremoto de 7,9 grados en la escala Richter que ha asolado este sábado la capital de
Nepal, Katmandú, ha tenido como consecuencia una avalancha en el Everest que se ha
desplomado sobre el campo base que utilizan los alpinistas. Los primeros balances hablan
de más de un centenar de víctimas mortales y entre ellas uno de los primeros nombres
confirmados es el de Dan Fredinburg, un ejecutivo de la empresa Google. Es la primera
víctima estadounidense confirmada.
"Desgraciadamente, hemos perdido a uno de los nuestros. Dan Fredinburg, miembro desde
hace mucho del equipo de Privacidad, estaba en Nepal con otros tres googlers, escalando
el monte Everest. Ha fallecido. Los otros tres que estaban con él están a salvo y estamos
trabajando para traerlos a casa deprisa", dice el comunicado del director de Privacidad de
Google, en Mountain View, California.
En esta imagen de su Facebook, Fredinburg escribió: "Día 9: El lama Geshe me dio un
trozo de cuerda, una bufanda y una postal para la buena suerte".
Google ha comprometido un millón de dólares para las tareas de rescate tras el terremoto y
ha puesto en marcha una web para ayudar a encontrar a los desaparecidos y centralizar la
información.
Fredinburg se encontraba en el Everest dentro de una expedición de la empresa de
aventura Jagged Globe. Uno de sus proyectos en la empresa era llevar Street View, la
aplicación que permite entrar en los mapas y ver las casas desde la calle, al monte Everest.
Fredinburg publicaba en sus perfiles de Twitter e Instagram fotos diarias de su aventura.
Este sábado, la cuenta ha sido utilizada por su hermana pequeña, Megan, para comunicar
su fallecimiento con este mensaje:
26/04/201507:24 CEST
Las claves del terremoto en NepalEl terremoto, de una magnitud de 7,8, ha producido sacudidas de una velocidad de más de 60
centímetros por segundo
Últimas noticias del terremoto en Nepal HEBER LONGÁS / YOLANDA CLEMENTE MADRID 28 ABR 2015 - 10:49 CEST
26/04/201509:30 CEST
Ascienden a 3.200 los muertos en Nepal, que pide ayuda internacional
La falta de medios y las réplicas del seísmo complican la búsqueda de supervivientes y la atención a los
heridos en Nepal y desatan escenas de pánico
Un potente terremoto devasta Nepal y su historia MACARENA VIDAL LIY KATMANDU 27 ABR 2015 - 04:26 CEST
Sujit Kumar Thapa oyó el terremoto de Nepal desde Japón. En ese momento del sábado este profesional nepalí de 29 años residente en Tokio hablaba con sus padres sobre sus inminentes vacaciones, coincidiendo con la “semana dorada” nipona, y cómo organizarse para que la familia les fuera a recoger este domingo a él y a su esposa al aeropuerto Thirupati de Katmandú. Y la tierra, literalmente, se abrió.
“Prácticamente todas las casas de nuestro pueblo se han derrumbado”, explica Thapa,
recién llegado finalmente a Katmandú tras un viaje de más de 36 horas y dos escalas. Su
familia no es una excepción. La casa paterna, “una vivienda tradicional” de cemento de dos
plantas que construyó con sus propias manos su padre, funcionario de profesión, se ha
venido abajo. Ninguno de sus cinco ocupantes resultó herido grave, pero desde el sábado
se encuentran sin hogar, como miles de otros nepalíes, y duermen en tiendas de campaña.
Un sino similar ha corrido la familia de su esposa. Su pueblo de origen, Palansee, se
encuentra en la zona de Bhaktapur, una de las más dañadas por el movimiento telúrico.
Más de 3.200 personas han muerto y más de 6.000 han quedado heridas, según las últimas
cifras oficiales, en el terremoto de magnitud 7,8 que ha asolado el montañoso país asiático,
el peor desde 1934, cuando 8.500 personas perdieron la vida.
Teléfonos de emergenciaEl Ministerio de Asuntos Exteriores ha facilitado dos direcciones de correo electrónico y
dos teléfonos para las "personas afectadas o que puedan tener afectados entre sus
allegados". Los teléfonos son: (91)1141293000 y (91)9810174160. Las direcciones de
correo son [email protected] y [email protected].
Las autoridades del país, azotado el domingo por fuertes réplicas, intentaban
desesperadamente rescatar a los supervivientes entre los escombros y atender a los miles
de heridos. Muchos de ellos esperaban a ser tratados en las polvorientas calles de
Katmandú, debido a la insuficiencia de medios y saturación de los hospitales. “Tantos los
centros médicos públicos como los privados están saturados y están atendiendo a los
pacientes en la calle”, alertó el embajador de Nepal en India.
El seísmo del sábado causó el colapso de muchos edificios de la capital, sobre todo en el
extrarradio, donde se encuentran los barrios más pobres. De los que quedan en pie,
muchos tienen graves problemas de estabilidad.
Varios países se movilizaron para apoyar a las autoridades nepalíes enviando equipos de
rescate y asistencia así como alimentos, pero el esfuerzo humanitario avanzaba con
grandes dificultades. La intensa lluvia se sumó a las carreteras cortadas y a las deficiencias
estructurales.
“Solo tenemos un centro de operaciones aquí. Necesitaríamos al menos 15”, relataba a la
agencia Reuters el cirujano Dipendra Pandey, del Centro Nacional de Traumatología de
Nepal. Pandey había practicado 36 operaciones en las 30 horas siguientes al seísmo.
El país ha declarado el estado de emergencia nacional y el primer ministro, Sushil Koirala,
que regresó precipitadamente la pasada noche de un viaje oficial a Indonesia, ha pedido la
colaboración de todos los ciudadanos y ha instado a no perder la calma pese a las fuertes
réplicas que continúan sacudiendo el terreno. Este domingo se registró un nuevo
movimiento de 6,3 grados.
Algunos ciudadanos intentan levantar los escombros con sus propias manos. Otros acuden
a donar la sangre que requieren desesperadamente unos hospitales desbordados y donde,
según testigos presenciales, ya no hay espacio donde colocar a los muertos. Las
comunicaciones se han visto gravemente afectadas y el funcionamiento de los teléfonos y
de internet es, cuando menos, esporádico. Los cortes en el suministro eléctrico que ya
padece el país de modo crónico se han agudizado.
Uno de los grandes problemas potenciales en Katmandú es la falta de agua potable. El
suministro de agua corriente ha dejado de funcionar y la embotellada ya escasea. Hay
también temor a que puedan extenderse las enfermedades contagiosas.
Numerosos monumentos antiguos, especialmente templos de madera y adobe, han quedado
destrozados. El sábado, decenas de personas murieron cuando se derrumbó la torre
Dharara, de 62 metros, uno de los hitos turísticos de la capital nepalí.
Thapa achaca los graves destrozos dejados por el seísmo no solo a la escasa profundidad
del epicentro, a 150 kilómetros al oeste de Katmandú, o la potencia del movimiento
telúrico. El terremoto de Fukushima ya le encontró en Japón, donde reside desde hace 7
años, y según recuerda, los edificios de aquel país no se cayeron.
No sirve de excusa la ignorancia. Las generaciones más veteranas aún evocan el terremoto
de hace 81 años que dejó una fuerte huella en el sentir colectivo. Los más jóvenes han
vivido toda su vida sabiendo que la inestabilidad del subsuelo de las montañas nepalíes,
entre las más jóvenes del mundo, podía originar una catástrofe similar en cualquier
momento. “En el valle de Katmandú es un miedo con el que hemos vivido siempre”,
recuerda.
“En Nepal no hay ningún tipo de planificación para los terremotos”, apunta.
Pero para Thapa no es el único factor. También interviene la pobreza general de este país
de 28 millones de habitantes y uno de los de renta per cápita más baja del mundo, que
tiene como principal fuente de ingresos el turismo, la agricultura y remesas que emigrantes
como él envían a sus familiares.
El joven expresa su deseo de que el terremoto traiga consigo un rayo de esperanza. La
comunidad internacional ha ofrecido todo su apoyo para las tareas de rescate, según
recuerda. India, Francia, Estados Unidos y España, entre otros países, han ofrecido su
ayuda incondicional. Thapa espera que esa asistencia se plasme también en la etapa de la
reconstrucción. Y —desea— la catástrofe puede servir de catalizador para que, finalmente,
Nepal adopte medidas estrictas de seguridad contra los terremotos en la construcción de
sus edificios.
26/04/201515:46 CEST
Atrapados en el techo del mundoLas avalanchas tras el terremoto dejan 22 muertos y 200 desaparecidos en el Everest
"Hemos retirado escombros del hospital para poner los cuerpos”, cuenta un alpinista
“Hemos oído crujir la montaña”
“Los hospitales están colapsados. Necesitamos ayuda”, alerta Nepal ÓSCAR GOGORZA / J. J. GÁLVEZ BILBAO / MADRID 26 ABR 2015 - 21:40 CEST
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Atrapados en el techo del mundoLas avalanchas tras el terremoto dejan 22 muertos y 200 desaparecidos en el Everest
"Hemos retirado escombros del hospital para poner los cuerpos”, cuenta un alpinista
“Hemos oído crujir la montaña”
“Los hospitales están colapsados. Necesitamos ayuda”, alerta Nepal ÓSCAR GOGORZA / J. J. GÁLVEZ BILBAO / MADRID 26 ABR 2015 - 21:40 CEST
Un helicóptero de rescate aterriza en el campamento base del Everest, este domingo.
Las casas "caían" alrededor de César Friol, de 27 años, mientras intentaba huir en pleno
terremoto de Nepal. Este montañero catalán se encontraba cerca de un precipicio del
Everest cuando la tierra empezó a temblar. "Estábamos descansando y, de golpe, todo
empezó a moverse. Nos costó un instante darnos cuenta de lo que pasaba y, a continuación,
corrimos hacia un sitio más seguro", relata a través del móvil, cuando se prepara para
pasar la noche del domingo al raso, en un prado cercano al pequeño pueblo de Namche
Bazaar, unos kilómetros por debajo del campamento base. Un destino hacia el que no
puede continuar. Tampoco tiene posibilidad de dar marcha atrás. El joven barcelonés está
atrapado en esta aldea, en una montaña donde el seísmo provocó avalanchas que dejaron al
menos 22 muertos y 217 desaparecidos, según el Gobierno del país asiático.
"A esa zona solo se puede acceder andando. Y las autoridades, ante el mal estado de los
caminos, han dicho que nadie se mueva de donde está", relata Miriam, la pareja de César,
desde Madrid. "Se ha priorizado el traslado de los heridos y de los fallecidos. César está a
la espera de que los puedan bajar a Lukla", continúa la novia del chico en referencia a una
aldea en la cabecera del valle del Khumbu famosa por su aeropuerto. La única pista, en
cuesta, cuelga sobre un acantilado donde solían aterrizar pequeñas avionetas atestadas de
turistas y senderistas. Allí se encuentra Natalia Estrada, una alpinista italiana de madre
española: "Hemos vivido situaciones tremendas, que nunca creí llegar a ver. De los
helicópteros empezaron a sacar las bolsas con cuerpos...".
La noche fría y la nieve del sábado dieron paso este domingo a una mañana de tiempo
estable, que permitió el despegue desde Lukla de seis helicópteros de rescate hacia el
campo base del Everest, a 5.300 metros de altitud. Por ese punto pasó Estrada hace apenas
tres días. Tras escalar el pico de Island Peak, acompañó a tres compatriotas al
campamento. Los tres sobrevivieron a la avalancha que bloqueó el campo 1, a más altura y
donde aguardan la evacuación un centenar largo de alpinistas.
Los equipos de emergencia trasladaron este domingo a cerca de 60 heridos en el Everest,
algunos en estado crítico, a los hospitales de Gorashep y Katmandú. Los cadáveres los
depositaron en Lukla: "No saben ni qué hacer con ellos. Los han dejado en el hospital, pero
el edificio se cae a pedazos. Hemos retirado escombros para acomodar los cuerpos. Esto es
un caos", relata Estrada, que lleva dos días bloqueada en Lukla, como otras 200 personas.
"Hay médicos occidentales, de vacaciones, que hacen todo lo que pueden para ayudar a los
heridos. Pero el aeropuerto internacional de Katmandú estuvo el sábado cerrado y, por eso,
no volaron las avionetas".
Un español, en el Everest: "Nadie sabe cómo ni cuándo saldremos""Hoy [por el domingo] he estado a punto de despegar seis veces, pero las seis se ha
abortado", continúa la escaladora italiana. Los equipos de rescate se centraron el domingo
en evacuar del campo 1 a los afectados que temen descender por su pie. El itinerario
discurre por la cascada del Khumbu, un mar de hielo inestable —donde murieron 16
sherpas hace un año sepultados bajo un alud—.
Los equipos de socorro dependen del tiempo para continuar con los rescates. "Las casas se
caen. Hay que sacarlos de allí cuanto antes. Hay muchas réplicas y los atrapados están muy
nerviosos", remacha desde Madrid Miriam, la pareja de César Flior, tras hablar con este
montañero federado y con experiencia que trabaja como consultor en Madrid. Esta noche
aguardaba su rescate: "Nadie sabe bien cómo ni cuándo saldremos de aquí".
26/04/2015 18:11 CEST
“Aquí está todo colapsado”Una cooperante describe la "devastada" Katmandú desde su casa en la región nepalí
Asciende a 2.200 la cifra de muertos en Nepal, que pide ayuda internacional J. JIMÉNEZ GÁLVEZ MADRID 27 ABR 2015 - 09:26 CEST
Cuando sintió el primer temblor, "pequeño y de unos pocos segundos", Silvia Casavilica
pensó que todo había acabado ahí. "No le di más importancia porque cesó muy
rápidamente", apostilla esta peruana de 36 años, que ya vivió en 2007 el seísmo que asoló
su país y que se encontraba este sábado en su apartamento del barrio de Lalitpur
(Katmandú), en una cuarta planta, cuando comenzó el terremoto que ha dejado en Nepal
más de 2.000 muertos. Pero esa sacudida a la que se refiere esta cooperante de la ONG
Plan International era sólo el prólogo. "Porque, de inmediato empezó una vibración muy
fuerte. Y yo sentía que iba a salir volando por el balcón", relata al otro lado del teléfono
desde su propia casa, a la que ha vuelto para poder tener acceso a internet y teléfono, tras
pasar la noche en la oficina de su organización. "Está en un edificio más seguro", apostilla.
Casavilica relata que, cuando el terremoto golpeaba su hogar, se "abrazó" a una columna
porque no podía mantenerse en pie. Las cosas salían disparadas de los estantes. Los
objetos le golpeaban en las piernas, donde los moratones ya han aparecido un día después.
"El seísmo fue larguísimo. Nunca paraba", rememora la peruana, encargada de la recogida
y gestión de fondos de la ONG en Nepal. Tras el temblor, la cooperante salió con sus
vecinas fuera del edificio. Los cristales de las ventanas habían estallado. Y recorrieron,
entonces, las avenidas de una ciudad devastada: "Aquí, las personas han amanecido en las
calles porque están asustados. No quieren volver a sus casas. No deja de haber réplicas".
Muchos edificios se han venido abajo, sobre todo en el extrarradio, donde se encuentran los
barrios más pobres. "Y de los que quedan en pie, muchos tienen grietas. Aquí, en resumen,
todo ha colapsado", remacha la latinoamericana, que ya logró contactar con su familia,
residente en Lima. "Esta noche creo que dormiré en mi apartamento. El dueño de mi
edificio no se ha quedado, y las autoridades han dicho que durante la noche habrá réplicas.
Pero, de momento, pienso que aquí estoy segura", afirma Casavilica, que pasó, a lo largo de
su carrera, por otros países conflictivos: como Yemen y Uganda. Y que no piensa dejar
ahora Nepal: "Mi madre me dice que vuelva. Pero este es mi trabajo. No puedo irme
cuando más me necesitan".
"Trabajamos para que no se congelen"Los integrantes de la ONG Plan International se han desplegado ya por Nepal. "Hemos
enviado dos camiones con ayuda desde nuestra oficina en Birgunj, en la frontera con la
India. Nuestros compañeros también están comprando tiendas de campaña para quienes
duermen fuera de las casas", relata Tanya Barron, director general de la ONG, que cuenta
que la destrucción se hace "más y más visible cuanto más nos acercamos a Katmandú".
"Las noches en la zona montañosa son frías y las personas no están preparadas para dormir
a la intemperie, especialmente con los bebés y los niños muy pequeños", apostilla la
cooperante, que se dirige hacia la capital del país y que insiste en que los primeros trabajos
se centran "en que la gente no se congele".
Mattias Bryneson, director del Plan de Nepal de la ONG, describe un país devastado: "Hay
edificios colapsados, escuelas seriamente dañadas y muchas carreteras bloqueadas en las
zonas rurales debido a los deslizamientos de tierra", afirma el cooperante, que recalca que
está empezando a llover en muchas áreas, lo que dificulta las labores de atención.
26/04/2015 19:11 CEST
La ayuda no llega al valle de KatmandúMiles de nepalíes de las afueras de la capital han perdido sus casas y están heridos
Las carreteras están bloqueadas y casi no reciben asistencia. Los hospitales, saturados
“Aquí está todo colapsado” REUTERS NEPAL 26 ABR 2015 - 19:09 CEST
Nepalíes intentan montar improvisados campamentos en Bhaktapur, en el valle de Katmandú.
La asistencia organizada tras el terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que se
registró el sábado en Nepal se ha concentrado en la capital, Katmandú. Fuera de sus
límites, los nepalíes intentan sobrevivir a la destrucción de sus casas prácticamente solos,
sin el apoyo de los servicios de emergencia. Es el temblor más fuerte que ha sufrido el país
en ocho décadas y a las ONG que intentan llegar a las ciudades colindantes se les hace
difícil acceder con los suministros más básicos necesarios para la subsistencia.
En el distrito de Dhading, a escasos 80 kilómetros de Katmandú, la gente que perdió sus
hogares ha organizado improvisados campamentos a la intemperie. El hospital de la
localidad está completamente saturado, no hay energía eléctrica y todos los comercios
están cerrados. Las rocas que han caído desde las montañas tras el temblor bloquean la
única carretera que une esta ciudad con Katmandú.
"Mucha gente ha perdido sus hogares. Muchos han muerto", explica el profesor de inglés
Chamra Lama, cuyo pueblo se sitúa a unas dos horas en coche desde la capital. Como el
terremoto y los derrumbes acabaron con todos los cultivos, Lama ahora intenta encontrar
sobras de arroz o legumbres para alimentar a su familia. "Estamos esperando a ver qué
hará el Gobierno", concluye.
Más de 1.100 personas permanecen en las inmediaciones de la ciudad de Katmandú, una
zona conocida como el valle de Katmandú, cruce de las civilizaciones más antiguas de Asia
y núcleo económico de la nación himalaya, de 28 millones de habitantes. Algunos
helicópteros del ejército indio fueron capaces de transportar unos pocos heridos hasta los
hospitales más alejados, pero han tenido que abandonar la misión debido al mal tiempo.
Con miles de personas durmiendo a la intemperie y la fuerte lluvia que asola la zona, sólo
se puede esperar un desastre humanitario aún mayor.
La organización benéfica Care International ha declarado que los muertos por haber
perdido sus hogares seguramente superarán los centenares, ya que son cientos de miles los
que se han quedado en la calle. "Prácticamente todos han dormido al aire libre y están
fabricando albergues temporales con lo que les queda", explica Santosh Sharma,
coordinador de emergencias de Care, quien incide en que las prioridades son el refugio,
artículos de higiene y comida. "No hay electricidad y dentro de poco se habrá acabado el
agua".
Las ONG han mantenido una primera reunión con el Gobierno nepalí este domingo para
organizar la entrega de asistencia a los damnificados.
La organización británica Save the Children asegura que los hospitales del Valle de
Katmandú están completamente saturados, no hay sitio para atender a más pacientes ni
para almacenar cadáveres. Además, se les están acabando los utensilios de emergencia.
"Es muy urgente, se necesitan albergues para quienes se han quedado sin hogar", dice
Peter Olyle, de Save the Children, en Katmandú.
Los médicos de la organización francesa Médicos sin Fronteras luchan por conseguir
suministros para los hospitales de la zona. Los intentan traer desde el estado indio de
Bihar, que limita al norte con el Valle de Katmandú. Pero las fuertes réplicas del terremoto
que se han sentido durante las últimas horas bloquean aun más las carreteras y hacen
difícil el transporte.
En el hospital del distrito de Dhading han tenido que apiñar a los pacientes: en cada cama
caben tres. Algunos, incluso, son atendidos en la calle. Fuentes oficiales hablan de 24
muertos en la localidad vecina de Kumpur. Al mismo tiempo, dos bebés han nacido durante
la noche. "No, no he dormido durante la noche", cuenta Rashila Amatya, médico jefe del
hospital. "Se nos está acabando todo. Nos traen heridos de muchas localidades vecinas,
pero no traen suministros, sólo pacientes".
Mientras tanto, los ciudadanos se preparan para pasar otra noche a la intemperie. Policías
en motocicletas recorren el pueblo explicando a los residentes por altoparlantes que no es
seguro entrar en sus casas por el riesgo de las réplicas del temblor. La gente intenta
construir tiendas de campaña con bambú y sábanas y ya hay cerca de 1.000 personas listas
para dormir en los improvisados campamentos.
26/04/2015 23:24 CEST
Trágica combinación de factoresEl terremoto se ha producido en una de las regiones con mayor actividad tectónica de la Tierra
JOSÉ J. MARTÍNEZ-DÍAZ 27 ABR 2015 - 10:41 CEST
El reciente terremoto de Nepal, con una magnitud de 7.8 y epicentro localizado al noroeste
de Katmandú, se ha producido en una de las regiones con mayor actividad tectónica de la
Tierra como es el frente de deformación tectónica del Himalaya. En el último siglo se han
producido en esta zona tres terremotos de magnitudes entre 7.8 y 8.5, y estudios
paleosismológicos muestran la ocurrencia de uno de magnitud 8.8 (30 veces mayor que el
aquí tratado) en el año 1100.
El cinturón del Himalaya se localiza en la zona de contacto entre dos grandes placas
tectónicas, la Placa India al sur, que colisiona con la placa Euroasiática situada al norte.
Esta colisión, que funciona desde hace unos 50 millones de años, actualmente se produce
con una velocidad de unos 45 milímetros/año, según indican los datos GPS. Ello provoca
una enorme concentración de esfuerzos y, por tanto, una intensa deformación de la corteza
en la región, que ha dado lugar a la existencia del cinturón de deformación del Himalaya,
así como el levantamiento de la meseta del Tíbet. La deformación de la corteza se produce
a través de la formación de innumerables pliegues y grande fallas.
El terremoto de Nepal, según los datos de localización preliminar, ha sido producido por
una de esas grandes fallas compresivas que en geología se denominan cabalgamientos. El
hipocentro del terremoto no es más que el punto concreto de la falla donde se inicia el
movimiento repentino de esta, lo que denominamos el proceso de ruptura de la falla. Dura
más de un minuto, la ruptura se propaga lateralmente y hacia arriba (semejante a como se
propaga una grieta en un parabrisas). Cuanto mayor es la superficie de falla reactivada,
mayor es la magnitud del terremoto.
En este caso, los primeros modelos de ruptura apuntan a que este terremoto se ha
producido por el movimiento de un área de unos 140 por 60 kilómetros del cabalgamiento
frontal del Himalaya. Los mecanismos focales calculados a partir de datos sísmicos indican
que el plano de la falla presenta una inclinación muy baja. Ello unido a que se trata de un
cabalgamiento activo situado a relativamente poca profundidad, ha propiciado que buena
parte del área de rotura se encuentre a poca profundidad, lo que favorece que las ondas
que se propagan desde la falla alcancen la superficie con mucha energía. Apenas les da
tiempo a atenuarse en la corteza. Si a esto unimos el alto grado de vulnerabilidad de las
construcciones en la región, la dramática combinación se repite.
José J. Martínez-Díaz es profesor del departamento de Geodinámica de la Universidad
Complutense
26/04/2015 23:24 CEST
Nepal, un país entre la pobreza y la inestabilidad
Una cuarta parte de la población vive por debajo del umbral de la pobreza
Los equipos de rescate buscan supervivientes del terremoto en Nepal XAVIER FONTDEGLÒRIA PEKÍN 26 ABR 2015 - 21:44 CEST
El devastador terremoto de Nepal supone un duro mazazo para uno de los países más pobres de Asia, inmerso desde hace una década en una eterna transición política y con una economía basada en la agricultura que podría resentirse fuertemente tras la tragedia.
Con poco más de 27 millones de personas y enclavado al pie de la cordillera del Himalaya,
Nepal está paralizado ante la imposibilidad de redactar una Constitución definitiva. A
finales de 2007 y tras una rebelión maoísta, el Parlamento acordó abolir la monarquía que
había gobernado durante toda la historia moderna del país y propuso la redacción de una
nueva Carta Magna. Sin embargo, la asamblea constituyente encargada de esta tarea,
reelegida en 2013, es incapaz de llegar a un acuerdo por las luchas internas entre las
facciones políticas.
Según la ONU, el PIB per cápita se situó en los 964 euros anuales a finales de 2013 y una
cuarta parte de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. A pesar de que
apenas el 20% de la superficie del país es cultivable, la agricultura es la actividad más
importante. Las organizaciones internacionales consideran que el país necesita una fuerte
inversión en infraestructuras —de hasta cuatro veces mayor que la actual— para atraer
inversión extranjera y dejar de depender del sector primario. El país creció a una tasa del
5,2% en 2014, pero sin ayuda internacional se aboca a una más que probable caída. Un
tercio de la actividad se genera en Katmandú y su área cercana.
27/04/201506:21 CEST
Google y Facebook se vuelcan con el terremoto de Nepal
Ofrecen herramientas para ayudar a conectar con los contactos en la zona
Sube a 2.500 la cifra de muertos en Nepal, que pide ayuda internacional ROSA JIMÉNEZ CANO SAN FRANCISCO 27 ABR 2015 - 04:07 CEST
Google y Facebook se han volcado con los afectados por el terremoto de Nepal como mejor
saben, en forma de tecnología. El buscador, que ha donado un millón de dólares para las
tareas de rescate, ha dispuesto una herramienta para rastrear si una persona está entre los
fallecidos, heridos o ha salido indemne. La propia empresa ha perdido a uno de sus
empleados, el ejecutivo estadounidense Dan Fredinburg, que se encontraba en el campo
base del Everest y murió sepultado por una avalancha.
En menos de dos días, Google cuenta con datos contrastados de 4.800 afectados en sus
archivos. Para ello se sirve de información recopilada por ONGs, medios de comunicación y
autoridades locales, y ofrece el acceso a sus datos para que las webs de todo el mundo
puedan tener información actualizada en tiempo real. Google comenzó a probar este tipo
de páginas de búsqueda de personas durante el terremoto de Haití en 2010, aunque la idea
surgió en 2005, cuando el huracán Katrina azotó Nueva Orleans.
En la mañana del sábado en Silicon Valley, bien entrada la tarde en España, Mark
Zuckerberg anunció la activación de Safety Check, una herramienta que se probó en
octubre de 2014, pero que no se había utilizado nunca. “Cuando suceden estas desgracias,
la gente necesita saber si sus seres queridos están bien. En estos momento es cuando
verdaderamente importa estar conectado”, puso en su muro. Tamy Lemos fue una de las
primeras en agradecer la utilidad del servicio. Su padre y su hermano lo usaron para, con
solo pulsar un botón, hacer saber a todos sus contactos de la red social que estaban dentro
de la zona afectada, pero fuera de peligro. “No solo va de poner ‘me gusta’ y echarse unas
risas”, escribió Lemos en el hilo de respuestas al inventor de Facebook.
Cuando se creó, el plan inicial era estar alerta para la llegada del temido Big One, como se
refieren en la Bahía de San Francisco al terremoto de gran magnitud que se barrunta de
aquí a 20 años, pero con la vista puesta en cualquier catástrofe natural que requiriese de
su uso, como ha sido el caso.
Twitter, donde el terremoto ha sido trending topic con diferentes etiquetas de manera
constante, y la herramienta preferida por los medios y las autoridades para dar consejos,
no ha dado una respuesta oficial, ni ha activado medidas similares. Tan solo Jack Dorsey,
uno de sus fundadores, se ha involucrado al promover donaciones al fondo de emergencia
creado por Unicef. Eso sí, usando Square, la plataforma de pagos creada tras su salida de
la ejecutiva de Twitter.
Fuera de Silicon Valley, Viber, un competidor de WhatsApp reconocido por la calidad de
sus llamadas de voz y comprado por el gigante japonés Rakuten, también ha ofrecido su
tecnología eliminando el pago de llamadas a teléfonos de Nepal, ya sea a móviles o fijos,
durante dos días.
Las operadoras de la zona han arrimado el hombro, pero de una manera mucho más
limitada. BSNL, MTNL, Airtel e IDEA han bajado los precios. La primera permite llamar a
cualquier número a precio local durante tres días. Muchas de las firmas de
telecomunicaciones se han sumado, aunque de manera parcial. Pocas horas después,
MTNL ofreció lo mismo. Airtel lo hará gratis, durante dos días, mientras que Idea ha
rebajado un 80% sus tarifas.
27/04/201509:39 CEST
Israel envía a Nepal un equipo de ayuda con más de 250 socorristas
Los primeros en ser evacuados serán 25 bebés israelíes nacidos de madres subrogadas en "vientres de
alquiler"J.C. SANZ JERUSALÉN 27 ABR 2015 - 10:02 CEST
Enfrascado en antiguas disputas, como la ocupación del territorio palestino, que minan su
imagen internacional, el Estado de Israel se esfuerza ante cada gran catástrofe en intentar
mostrar al mundo su mejor cara: la de la ayuda humanitaria y la cooperación. Con unas
Fuerzas Armadas dotadas de amplios medios y en constante movilización –y que ya
auxiliaron a las víctimas de los terremotos de Turquía y Haití o del tifón Haiyan en
Filipinas--, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha despachado de inmediato hacia
Nepal un equipo sanitario y de rescate integrado por más de 250 personas. “Es una misión
importante. Esta es la verdadera cara de Israel, la de un país que ofrece ayuda a pesar de
la distancia en este tipo de situaciones”, le transmitió este domingo Netanyahu al coronel
Yoram Larando, jefe de la Unidad de Rescate del Ejército israelí.
Larando anticipó que espera poder emprender desde el primer momento –su misión ha
salido esta mañana-- las tareas de búsqueda y rescate, y que contará con un hospital de
campaña en funcionamiento a las 12 horas de su llegada a Katmandú. Israel envía su
equipo de emergencia en dos aviones junto con 90 toneladas de material de ayuda para los
damnificados.
Entre las cerca de 700 personas con pasaporte de Israel que se encuentran en Nepal, en su
mayoría turistas que han acudido a practicar el montañismo, la prioridad del Gobierno es la
repatriación de los 25 bebés (cuatro de ellos prematuros) procedentes de maternidad
subrogada o “vientres de alquiler” con padres israelíes. El Ministerio de Exteriores ha
confirmado que estos recién nacidos y sus padres serán evacuados en primer lugar, según
el portal de noticias YetNews.
El Gobierno israelí aún no ha decidido si trasladará también a las madres subrogadas –en
su mayoría de nacionalidad India, ya que las nepalíes lo tienen prohibido en su país--.
Varios padres israelíes se están planteando la posibilidad de evacuarlas por sus propios
medios hasta India. En todo caso, la legislación israelí exige realizar ante las embajadas
una prueba de ADN al recién nacido para verificar que es hijo de padre israelí antes de
concederle la nacionalidad. Las parejas homosexuales, que no tienen derecho a acceder a
la gestación subrogada dentro de Israel, y las parejas heterosexuales que consideran lento
y caro el proceso en su propio país, suelen acudir a Estados Unidos o a Nepal en busca de
“vientres de alquiler”.
27/04/2015 09:39 CEST
La comunidad internacional se vuelca en la ayuda a Nepal
Numerosos países anuncian el envío de equipos de rescate y de alimentos
Últimas noticias del terremoto en Nepal EFE / EL PAÍS MADRID 27 ABR 2015 - 16:51 CEST
La comunidad internacional ha comenzado a reaccionar ante la catástrofe del sábado en
Nepal con el envío de equipos de rescate y material de ayuda humanitaria. India y China,
los grandes países vecinos del norte y el sur ya cuentan con unidades militares de ayuda y
helicópteros sobrevolando las zonas afectadas, y en especial aquellas donde han quedado
aislados grupos internacionales de escalada. Pakistán, por su parte, envió este domingo
cuatro aviones militares C-130 Hércules con personal rescate y sanitario, junto con un
hospital de campaña y alimentos, equipos de especialistas en rescates y alimentos para los
damnificados.
Japón y Estados Unidos, por su parte, se han comprometido a enviar inmediatamente
equipos de rescate, así como la Unión Europea, según anunció a través de un comunicado
el comisario de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis, Christos Stylianides.
En coordinación con sus socios europeos, España ha ofrecido un equipo de rescate de la
Unidad Militar de Emergencias, otro de la Comunidad de Madrid y un avión Hércules de
transporte para auxiliar a las víctimas.
El Ministerio francés de Exteriores ha enviado productos de primera necesidad junto a un
equipo de socorristas, y la ministra británica de Cooperación Internacional, Justine
Greening, también anunció el envío de un equipo de expertos.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha ofrecido enviar equipos de Protección Civil,
al igual que los Gobiernos de Colombia y Panamá.
27/04/2015 10:43 CEST
La capital de Nepal se llena de tiendas de campaña improvisadas
Miles de nepalíes duermen bajo toldos en las calles de Katmandú tras el terremoto que ha causado más
de 4.000 muertos
Los vídeos del terremoto en Nepal. Escenas grabadas durante y después del seísmo MACARENA VIDAL LIY KATMANDU 27 ABR 2015 - 21:04 CESTASÍ FUE LA AVALANCHA EN EL EVEREST. Tras el temblor en Nepal, una lengua de nieve sepultaba a cientos de escaladores.El paisaje cotidiano de Katmandú se ha visto alterado desde el sábado de manera drástica. Los escombros de edificios enteros se acumulan en la esquina más inesperada. Los parques y los descampados en la capital nepalí están ocupados por tiendas de campaña, de mejor o peor calidad, levantadas por aquellos que han perdido sus hogares o temen perderlos en posibles nuevas réplicas del seísmo de 7,9 grados que el sábado golpeó el país y causó al menos 4.000 muertos y miles de heridos.“Mi madre, mi hermana mayor y yo llevamos aquí desde el mismo sábado”, dice Monica Kharel de 16 años, una de las refugiadas en Tundikhel, uno de los principales parques
nepalíes, donde duermen ahora centenares de personas. Su familia reside en Bag Bazaar, un barrio comercial a pocos centenares de metros donde muchos edificios han quedado dañados, y no se ha atrevido a regresar desde entonces. “Nos tememos que ya no tengamos casa cuando volvamos”, explica.El seísmo la encontró en el piso superior de uno de los centros comerciales que han comenzado a salpicar el centro de Katmandú en los últimos años. “Bajé gritando como alma que lleva el diablo”, recuerda, mientras soldados del Ejército nepalí comienzan a rodear la zona del descampado donde la familia ha establecido su refugio con paraguas y algunas lonas. Los militares han comenzado a levantar tiendas de campaña de buena calidad, que puedan soportar las lluvias y alojar a familias completas holgadamente. “Es la primera vez que les vemos [a los soldados] en 48 horas”, apunta la muchacha. Han comenzado a repartir alimentos básicos de supervivencia, fideos y agua. “Hasta ahora no habían llegado”.
La lluvia, la falta de comunicaciones y de medios y las réplicas complicaron este lunes la
búsqueda de supervivientes, mientras se teme que el número de víctimas puede ser mucho
mayor debido a la dificultad de las operaciones de rescate en algunos de los sitios más
afectados, en las zonas montañosas del oeste del país.
Como muchos del millón de residentes de la capital, Ram Prasad Manandhar ha pasado la
noche al raso y, junto a su familia, acampa en la plaza Durbar, que hasta hace dos días era
patrimonio mundial de la humanidad y hoy es apenas un montón de escombros que
acarrean las excavadoras gubernamentales de modo poco ceremonioso. El domicilio de
Manandhar en Basantapur, apenas dos calles más allá, ha quedado intacto, pero la familia
aún está recelosa de volverlo a ocupar. Mientras charlan con los vecinos en la plaza,
señalan los monumentos derruidos. “Todo esto se ha perdido. Si no nos ayudan otros países
a reconstruirlo, nunca volverá a ser lo que fue. Los nepalíes son demasiado pobres, y
nuestro Gobierno... bueno, todo depende de lo que quiera hacer el Gobierno. Ya veremos”,
apunta Manandhar.
A pocos metros de la plaza, donde las excavadoras han comenzado a amontonar los
escombros de unos templos centenarios, el barrio de Indra Chowk, normalmente plagado
de turistas extranjeros en temporada alta, está prácticamente vacío. Los pocos comercios
que permanecen abiertos carecen de electricidad y apenas tienen mercancías para poner a
la venta. Quien hace su agosto es un vendedor ambulante, que desde una esquina ofrece
lonas para tiendas de campaña a 130 rupias nepalíes (1,20 euros) la pieza. Los vecinos se
las quitan de las manos.
En este barrio es difícil encontrar un edificio que no muestre señales del fuerte movimiento
telúrico del sábado. Algunos han caído por completo, otros están semiderruidos, como el
venerable Instituto de enseñanza media Ranipokhari, fundado en 1854 y que ha perdido
toda su fachada sur. Varios se inclinan peligrosamente sobre sus vecinos, y la mayoría
presentan grietas de uno u otro tipo.
Es el caso del hospital universitario Bir, uno de los emblemáticos de la ciudad. “Os digo que
tenemos que cerrarlo del todo”, insiste Shree Laxmi Sainju, responsable del departamento
de Diálisis, a sus colegas. La estructura es inestable y presenta profundas grietas. Muchos
de sus pacientes han sido trasladados a otros centros médicos, y los que quedan se
encuentran en las plantas más bajas o incluso el sótano. “Nos preocupa lo que pueda
ocurrir si viene otra réplica. Y luego está la falta de electricidad, la falta de agua...
Tenemos a los pacientes de cualquier manera”, admite.
Muchos han sido trasladados al hospital militar vecino, al que se ha derivado la mayoría de
los casos de emergencia. Los hospitales se están quedando sin espacio y muchos de los
afectados y sus familias duermen en colchones en los pasillos, o incluso al raso.
Pero la situación puede ser peor fuera de Katmandú. El número de víctimas mortales de las
áreas más remotas solo se empieza a conocer ahora. En India el balance de muertos a
causa del seísmo es de 62, mientras que otras 20 personas han fallecido en Tíbet. China ha
evacuado a casi 25.000 personas de la región. Pekín y Nueva Delhi han anunciado el envío
de personal y ayuda humanitaria para intentar aliviar la situación, en medio de los
esfuerzos de los equipos de rescate por localizar a más supervivientes.
El terremoto del sábado, que arrasó el densamente poblado valle de Katmandú y que
provocó una avalancha mortal en el Everest, ha sido el de mayor magnitud en casi 80 años
en Nepal, desde que en 1934 un seísmo causó unos 8.500 muertos. También es el peor que
ha vivido la región en una década desde que en 2005 un movimiento telúrico causara una
tragedia de grandes dimensiones en la Cachemira, con un balance de más de 84.000
muertos.
¿Cómo ayudar a los afectados?Unicef | Donar por teléfono: 900 907 102 Lunes a viernes de 9 a 22 Sábados de 11 a 17 |
Transferencias: Banesto ES51 0030 8301 77 0000304271, ING Direct ES98 1465 0100 95
6000000000
Oxfam Intermon | Donar por teléfono: 902 330 331 | SMS Envía AYUDA al 28018* |
Transferencias: La Caixa 2100-0765-81-0200208682 - ES92, Catalunya Caixa, 2013-
0500-12-0213849895 - ES09, BBVA - 0182-6035-48-0201504358 - ES07, Bankia - 2038-
8978-18-6000232578 - ES53
Médicos sin Fronteras | Contacto: 902 30 30 65 | Transferencias: Santander ES31 0049
1806 95 2811869099, BBVA ES09 0182 6035 49 0000748708, Bankia ES24 2038 0603 29
6005700064
Save The Children | Contacto: 900 37 37 15 | Transferencias: Santander ES13 0049 0001
5224 1001 9194, Caixa Bank ES89 2100 1727 1202 0003 2834, BBVA ES83 0182 5502
5800 1002 0207, Bankia ES81 2038 1004 7168 0000 9930
Cruz Roja | Contacto: 902 22 22 92 | SMS envía AYUDA al 28092 | Transferencias: BBVA
ES92 0182 - 2370 - 46 - 0010022227, Santander ES44 0049 - 0001 - 53 - 2110022225
Acción contra el Hambre | Contacto: 900 100 822 | Transferencias: Santander ES57 0049
0001 5928 1009 0000, Bankia ES73 2038 1052 4460 0074 1510, La Caixa ES86 2100
2999 9302 0003 0018
Ayuda en Acción | Teléfono gratuito: 900 85 85 88 Número de cuenta: ES70 0049 0001
53 2111825666 SMS: enviar RESPONDE NEPAL al número 28014 para contribuir con
1,20€ o al número 38014 para contribuir con 6€
Médicos del Mundo | Contacto: 902 286 286 | Transferencia: Banco Santander ES93 0049
0001 5928 1001 0006
Programa Mundial de Alimentos: Para donaciones: es.wfp.org/nepal
Plan Internacional | Transferencia: Santander: ES7600491892692710540130 Banco
Popular: ES6600750078010601468707 Bankia: ES6720381915116000140686 BBVA:
ES0501824018140208515929 La Caixa: ES7921002927900200054649
27/04/2015 11:58 CEST
El seísmo en Nepal: ¿Tragedia anunciada?La autora, que ha vivido y trabajado en el país, explica cómo todo el mundo presagiaba un nuevo
temblor pero apenas se previno
Últimas noticias sobre el terremoto en Nepal JUANITA MALAGÓN 27 ABR 2015 - 16:03 CEST
En enero de 2013, mientras vivía en Katmandú, escribí un artículo relacionado con
terremotos para el periódico local Nepali Times. El semanario publicaba cada año un
artículo en conmemoración del terremoto del 15 de enero de 1934 que devastó la ciudad y
mató 18.000 personas en todo Nepal e India.
Uno de los objetivos del texto era hacer un balance de lo que se estaba haciendo y cómo
prevenir una tragedia anunciada. No porque se pudiera advertir del terremoto en sí, sino
para saber qué hacer para minimizar el impacto en el peor de los casos.
En los tres años que viví en Nepal, “el gran terremoto” era un tema de conversación
frecuente entre amigos y colegas, en oficinas y colegios. Incluso cada 15 de enero los
medios de comunicación hacen todavía gran despliegue del Día Nacional de Seguridad
contra Terremotos (National Earthquake Safety Day) que conmemora el devastador seísmo
de 1934. Año tras año, no han faltado los discursos del gobierno en los avances en la
materia, la presencia de organizaciones internacionales, los nuevos programas de
prevención de desastres, etc.
La gente conocía las consecuencias de un terremoto, sin embargo en una ciudad
densamente poblada como Katmandú se seguían construyendo edificios y escuelas que no
eran sismo-resistentes, no se fortalecían suficientemente las construcciones ya hechas, y se
ampliaban vías sin mucha planeación. En general, no había conciencia de qué hacer
después del desastre.
Conocíamos la frase que rondaba por todas partes “no se trata de si habrá el gran
terremoto sino cuándo lo habrá”. La mayoría, si no todos, sabíamos del sismo de 1934 y la
alta posibilidad de que uno de tal o mayor magnitud se repitiera. Reportes históricos
mostraban que cada 70 años había un movimiento telúrico de grandes proporciones y se
sabía que Katmandú quedaba en la falla donde chocan las placas de India y Euro-Asia,
haciéndola una de las ciudades más vulnerables del mundo.
En colegios y oficinas había planes detallados de qué hacer en caso de una fuerte sacudida,
cómo debía protegerse, la red de contactos y el lugar de reunión después del temblor,
entre otros. Se recomendaba tener en general provisiones de comida, ropa, agua, cobijas
(mantas), suficientes para mínimo dos semanas guardadas en un lugar seguro afuera de la
casa, un morral a la mano con documentos, dinero, linterna y cosas de primera necesidad.
A los niños les enseñaban qué hacer en caso de un temblor, y tenían frecuentes ejercicios
de evacuación.
Y algunas veces creíamos que eran exageraciones. Sí, era importante prevenir, pero no era
necesario ser paranoicos. Nuestras casas se veían seguras, igual que los colegios y oficinas,
pero, ¿qué pasaba en los lugares públicos, en los cinco minutos que se va al mercado local
o en el recorrido de los espectaculares monumentos históricos (como los que se
derrumbaron), en las casas viejas construidas con ladrillos que abundaban?
Hoy, dos días después del terremoto, no hay luz ni agua la mayor parte del día, la conexión
a internet es intermitente, las líneas de teléfono trabajan y aunque no salen ni entran
llamadas a celular, los mensajes de texto sí funcionan. Desde el sábado, la gente en Nepal
que puede se comunica vía redes sociales como Facebook, Twitter, Whatsapp y Viber.
Dicen que hay frecuentes réplicas tan fuertes como un terremoto en sí y que derrumban lo
que queda de algunas construcciones ya afectadas.
Desafortunadamente, no sé puede decir que lo peor ha pasado, lo peor está por venir. Con
la comida y el agua escaseando en una ciudad que en condiciones normales ya tenía
racionamientos fuertes de agua, luz, gasolina y la escasez de algunos alimentos, el
panorama no es alentador.
Es que no sólo fueron casas las que se destruyeron y las vidas que se perdieron. También
fueron sus monumentos –muchos, patrimonio cultural de la humanidad de la Unesco-,
fueron sus templos, su historia, su cultura. Todo esto se derrumbó en los 40 segundos que
duró el terremoto. Y ni qué decir de los efectos devastadores en las regiones, donde el
acceso es realmente difícil.
El gobierno hace lo que puede, la ayuda internacional ya llega. Con la inestabilidad política
del país de los últimos años, la gente en Nepal sabe que debe ayudarse entre sí y no
depender del gobierno. El sentido de comunidad en este país del Himalaya es enorme. Los
nepalíes son generosos y respetuosos, tan espirituales que esa será su fortaleza para seguir
adelante.
Gente en Katmandú me ha dicho que se siente afortunada. Afortunada por estar viva,
porque sus familiares y cercanos estén físicamente bien, porque que la tragedia no pasó en
la época del Monzón ni en invierno, o entre semana cuando los niños van al colegio, o de
noche cuando la gente duerme en su casa. Todo podría ser peor.
Ahora viene lo más difícil, reconstruir una nación y la propia vida, con tan poco. Como dijo
un conocido nepalí: “Lo hicimos una vez (refiriéndose al terremoto de 1934) y lo haremos
otra vez. Lo más importante es que seguimos vivos”.
Periodista y antropóloga colombiana, con experiencia profesional en África y Asia. Estuvo
tres años colaborando con el Nepali Times. Actualmente vive en Jartum, Sudán
27/04/201517:31 CEST
China e India despliegan su ayuda humanitaria y logística en Nepal
Estados Unidos anuncia la ayuda de 10 millones de dólares y el envío de 70 militares
ESPECIAL Toda la información sobre el terremoto XAVIER FONTDEGLÒRIA MANILA 27 ABR 2015 - 19:48 CESTUn equipo de rescate se prepara para colaborar en las tareas de salvamento de víctimas, en Katmandú, este lunes.
La evidente incapacidad técnica y humana de Nepal para responder al devastador
terremoto que el sábado afectó al país ha provocado la reacción inmediata de la comunidad
internacional, pero son sus dos grandes vecinos y potencias del continente, China e India,
los que más se han apresurado a prometer ayuda y liderar los esfuerzos.
Por prontitud y cantidad, India es el país que más ha colaborado. El primer avión militar
con ayuda de emergencia llegó pocas horas después del desastre y desde entonces una
docena más han viajado hasta Katmandú. Seis helicópteros ayudan a evaluar los daños en
las áreas más remotas, en las que no se puede acceder por tierra debido a los
desprendimientos que han cortado las carreteras. También se ha establecido un hospital de
campaña en la capital y se han entregado 84 toneladas de ayuda humanitaria como mantas,
agua potable, comida o medicamentos.
"La magnitud del desastre es tal que las autoridades de Nepal, a pesar de sus numerosos
esfuerzos, están desbordadas y las pocas infraestructuras que quedan en pie están al
límite: ni siquiera sabemos exactamente dónde y qué edificios se han derrumbado y
prácticamente no podemos comunicarnos", aseguró uno de los efectivos de la Fuerza
Nacional de Respuesta para Desastres india a la prensa local. Según informó la
Organización Mundial para las Migraciones, con sede en Ginebra, las imágenes por satélite
indican que pueblos enteros han sido devastados. Prácticamente todo el Ejército nepalí,
formado por unos 100.000 miembros, está participando en las operaciones de rescate.
China también ha contribuido de forma significativa. Más de 160 efectivos del Ejército de
Liberación Popular se han desplazado a la zona en los últimos dos días. Se trata de
especialistas en misiones de este calibre que participaron en las tareas de búsqueda y
rescate de supervivientes del mortífero terremoto que asoló Wenchuan en 2008, con casi
70.000 fallecidos, y más recientemente los que afectaron a Lushan y Ludian, que se
cobraron más de 800 vidas en total. Los soldados viajan con perros rastreadores y equipos
que ayudarán a detectar la presencia de vida entre los escombros.
La República Popular ha prometido ayuda de emergencia por valor de unos 3 millones de
euros y enviará tiendas de campaña, ropa, mantas y generadores eléctricos. "China está
dispuesta a ofrecer toda la asistencia necesaria a Nepal", aseguró el presidente Xi Jinping
al respecto.
Tradicionalmente Nepal ha mantenido mejores relaciones políticas y económicas con su
vecino del sur que con el del norte, principalmente debido a la barrera natural que supone
la cordillera del Himalaya que separa la nación del Tíbet. La abolición de la monarquía en
2008 y la emergencia del maoísmo en el país, sin embargo, ha modificado las relaciones en
los últimos años y ha supuesto un acercamiento de posturas entre Pekín y Katmandú. De
hecho, las autoridades aprobaron recientemente el que se convertirá en el mayor proyecto
de inversión de capital extranjero que el país ha recibido en su historia, y se hará con
dinero chino: una central hidroeléctrica valorada en unos 1.500 millones de euros y que
debería terminar con los habituales cortes eléctricos que sufren varias zonas del país.
Estados Unidos es otra de las grandes potencias mundiales que se ha sumado a las
operaciones de rescate. John Kerry, el secretario de Estado, ha anunciado este lunes una
ayuda por valor de 10 millones de dólares para los afectados por el seísmo, según informa
AFP. Además, un portavoz del Pentágono declaró a Reuters que un avión militar
estadounidense puso rumbo ayer a Katmandú con 70 soldados a bordo. Australia, Reino
Unido y Nueva Zelanda también enviaron especialistas en tareas de rescate, según
explicaron fuentes diplomáticas.
27/04/201518:05 CEST
El embudo aéreo de KatmandúEl aeropuerto internacional de Katmandú, Tribhuvan, construido en 1949, solo tiene una pista de
aterrizaje que funciona hasta medianoche
Últimas noticias del terremoto en Nepal AGENCIAS KATMANDU 28 ABR 2015 - 18:46 CEST
El caos que se vive tras el terremoto de Nepal en el único aeropuerto internacional de
Katmandú, Tribhuvan, construido en 1949, solo confirma lo que muchos viajeros que se han
desplazado a ese país rodeado por un aura de mito y leyenda ya sabían: que es uno de los
peores del planeta.
A sus problemas endémicos, entre los que están la falta de planes de contingencia ante
catástrofes, la ausencia de información para los pasajeros, unas infraestructuras precarias
(faltan plataformas, aparcamientos y solo hay una pista de aterrizaje de un kilómetro que
funciona hasta medianoche) y el soborno extra para conseguir el sello de entrada, se suman
ahora las largas colas. Personas de todas nacionalidades intentan salir del país (se calcula
que había unos 300.000 turistas) sin conseguirlo, debido al colapso producido por los
vuelos procedentes de China, India, Estados Unidos y las grandes ONG que están
mandando ayuda humanitaria, y a las réplicas del terremoto que se produjeron el domingo,
peores que las secuelas del sábado.
Muchos aviones tienen que esperar el permiso antes de poder aterrizar y hay algunos que
han tenido que darse la vuelta porque el aeródromo tiene capacidad para ocho aviones
grandes, como le ha ocurrido a una nave británica que llevaba perros de rescate y a otra,
procedente de India. “El aeropuerto está colapsado y las noticias son que el avión del
Ejército español no ha llegado a Nepal, debido a la saturación de las pistas”, según
informan las agencias, citando a un centenar de españoles que han pasado esta noche en el
aeródromo, a solo seis kilómetros de la capital nepalí.
Según fuentes oficiales, la ayuda que está llegando al aeropuerto no se puede distribuir en
las zonas más afectadas fuera de la capital, en el Valle de Katmandú, debido al caos y al
corte de las comunicaciones. La sala de espera se ha convertido en una especie de Torre de
Babel donde se entremezclan empleados de manos cruzadas, guardianes intentando poner
un poco de orden, viajeros deseperados por salir y víctimas del terremoto a la espera de ser
llevadas a los hospitales para que las atiendan, según informa la agencia Reuters. Muchos
llevan dos días durmiendo en el recinto, cubiertos con mantas para soportar las bajas
temperaturas, ante el pánico de quedarse en hoteles o en sus casas por temor a las nuevas
réplicas que no paran de repetirse. Hasta la zona de aparcamiento ha sido reconvertida en
un centro de acogida improvisado.
El ministro del Interior nepalí, Bam Dev Gautam, está supervisando en persona la llegada
de ayuda humanitaria e intentando que los extranjeros puedan abandonar el país. Fuentes
oficiales aseguran que se necesitan más alimentos, medicinas, servicios especializados de
rescate y bolsas para cadáveres.
Incluso antes de la catástrofe, los vuelos que llegaban a Nepal tenían que sobrevolar el
aeropuerto durante horas, a causa de la escasa visibilidad por las duras condiciones
meteorológicas de la zona y, una vez que se tomaba tierra, la espera para recoger el
equipaje podía demorarse hasta tres horas. En los buenos tiempos, el aeródromo solo tenía
capacidad para recibir 80 vuelos diarios, ahora solo puede hacerlo una quinta parte.
Cerca de un millar de europeos siguen desaparecidos tras el seísmo
El balance de víctimas mortales se eleva a 6.800, y hay más de 14.000 heridos
FOTOGALERÍA Las consecuencias del terremoto, en imágenes MACARENA VIDAL LIY KATMANDU 2 MAY 2015 - 16:47 CEST
El número de desaparecidos tras el terremoto en Nepal del pasado día 25 se cuenta aún
por millares. De ellos, cerca de mil son ciudadanos europeos, en su mayoría desaparecidos
en las rutas de trekking de este montañoso país en el que el seísmo ha dejado al menos
6.800 víctimas mortales y más de 14.000 heridos. “No sabemos dónde están o dónde
podrían estar”, ha señalado en Katmandú la representante de la Unión Europea en Nepal,
Rensje Teerink. En parte, la dificultad para localizarlos se debe a que muchos viajeros no
registran sus movimientos en sus embajadas.
En la capital, los equipos de rescate siguen localizando cuerpos bajo las ruinas. Las piras
funerarias no dan abasto y se ha dado la orden de cremar lo antes posible los cuerpos para
evitar la propagación de enfermedades. Los servicios de limpieza riegan con desinfectante
las zonas públicas, y a la entrada de algunos hoteles los guardias de seguridad impiden la
entrada a quienes no acepten que se les rocíe con líquido limpiador las manos y los pies.
Muchos de los habitantes de Katmandú han comenzado un lento éxodo a sus lugares de
origen. El Gobierno ha fletado autobuses gratuitos para que quienes hayan perdido su
hogar o deseen reencontrarse con sus familiares en los hogares ancestrales puedan
hacerlo. Es el caso de Sushila Bantha, de 42 años, que espera en la estación de Gongabu
desde hace tres horas para conseguir un billete hacia Nepal Gung, a 16 horas de viaje.
“Nuestra casa ha quedado semidestruida. Nos preocupa también la posibilidad de que haya
escasez de agua o alimentos en Katmandú. Al menos allí podremos vivir de la tierra”,
apunta.
El Gobierno ha cifrado en cerca de 1.800 millones de euros el dinero que hará falta para la
reconstrucción de los hogares, infraestructuras y patrimonio artístico destruidos. La ONU
calcula que 8 de los 28 millones de habitantes del país, uno de los más pobres de la Tierra,
han resultado damnificados. Se han destruido cerca de 600.000 viviendas y 2 millones de
personas necesitarán tiendas, comida y medicinas durante los próximos tres meses. La
ayuda humanitaria ha comenzado a llegar, poco a poco, a las zonas más remotas de Nepal.
Pero las ONG advierten de que será necesario acelerar el paso ante la proximidad del
monzón, aproximadamente de junio a agosto.
Los otros terremotos de NepalLa corrupción y la enorme pobreza del país complican la reconstrucción tras el seísmo
Nepal nunca más MACARENA VIDAL LIY BAKHTAPUR 2 MAY 2015 - 21:25 CEST
Shreesha Sitikhee, maestra de 28 años, se encarama peligrosamente a los restos de lo que
fue su vivienda en el distrito de Bakhtapur, a 20 kilómetros de Katmandú y uno de los más
afectados por el terremoto del día 25. En lo que era la cocina, en el tercer piso, les quedan
aún unos kilos de arroz y lentejas, y necesita recuperarlos como sea. “Si no, pasaremos
hambre. La ayuda internacional ha empezado a llegar, pero aún no en cantidades
suficientes”.
“Mucha gente lo ha perdido todo. Esperamos que el Gobierno nos ayude, pero ya veremos.
Hay mucha corrupción, nuestra política es muy inestable, y eso ha impedido que se
desarrolle nuestro país”, apunta, mientras se cubre la cabeza con un pañuelo para
protegerse del polvo que se levanta entre los escombros.
El lamento de Sitikhee es generalizado entre los nepalíes. Son numerosas las quejas sobre
la situación política y sobre cómo el Gobierno que encabeza el primer ministro, Sushil
Koirala, ha gestionado el desastre, que ha costado más de 6.600 vidas, ha causado 14.000
heridos, 450.000 desplazados internos y ha afectado a 8 de los 28 millones de habitantes de
este país, uno de los más pobres del mundo con un PIB per cápita de 2.400 dólares anuales
(2.150 euros). El terremoto encontró a Koirala de viaje en Indonesia y el primer ministro
tardó tres días en dirigirse a la nación para admitir que los recursos eran “limitados”,
mientras la ayuda más básica tardaba días en llegar a los damnificados.
Las tareas pendientes son enormes: suministrar agua, comida, abrigo y saneamiento a los
afectados. Para restablecer los servicios y reconstruir las 300.000 viviendas destruidas o
dañadas, el Gobierno calcula que necesitará 2.000 millones de dólares (1.785 millones de
euros).
35 españoles sin localizarEl número de españoles sin localizar en Nepal tras el seísmo se redujo ayer de 59 a 35. El
ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo explicó que la lista se ha reducido
porque se ha obtenido permiso para consultar las listas de inmigración nepalíes y se ha
comprobado que muchos españoles no localizados ya habían salido del país. En total
quedan 580 españoles en Nepal, y 35 de ellos permanecen en paradero desconocido. Se
espera que los cinco guardias civiles expertos en rescate de montaña que viajaron desde
España empiecen a buscar este domingo a españoles en la zona que más preocupa, que es
el Parque Nacional de Langtang. En este lugar hay siete nacionales españoles
desaparecidos. De ellos, la mayoría son asturianos, aunque también hay una catalana.
Es un trabajo titánico, que hubiera supuesto una durísima prueba para cualquier Estado.
En Nepal es una tarea ímproba. Lo complica la pobreza y la falta de infraestructuras; la
difícil orografía de un país encajado entre algunas de las cordilleras más altas del mundo, y
la fragilidad del sistema político de un pueblo que hace poco más de una década aún vivía
bajo un régimen semifeudal.
Si hay una fecha clave en la historia reciente de Nepal es el 1 de junio de 2001. Esa noche
el príncipe heredero, Dipendra, asesinó a su padre, el rey, y a nueve miembros de la familia
real antes de suicidarse. Su tío Gyanendra heredó la corona, aunque muy debilitado por su
impopularidad y por el auge de una guerrilla maoísta surgida en los años noventa para
derrocar la monarquía y acabar con un sistema de castas y etnias dominantes.
Un acuerdo de paz patrocinado por la ONU en 2006 motivó la formación de un Gobierno de
transición y la abolición formal de la monarquía dos años después. Pero en una década, los
partidos, divididos en luchas intestinas y plagados por la corrupción, han sido incapaces de
llegar a un acuerdo para aprobar una Constitución.
En el caso del terremoto llueve sobre mojado, apunta el representante en Nepal de Asia
Foundation, George Varghese. Solo en lo que va de año, el Gobierno ya gestionó de manera
inadecuada problemas como un avión accidentado de Turkish Airlines o un brote de fiebre
aftosa.
A lo largo de los próximos meses es poco probable que la situación vaya a mejorar y que los
partidos dejen sus diferencias de lado para unirse ante la catástrofe nacional. “Lo dudo.
Habrá una llegada masiva de ayuda en los próximos meses y los partidos competirán por el
control”, según el profesor Michael Hutt, especialista en Nepal en la School of Oriental and
African Studies (SOAS) londinense.
Tampoco parece probable, pese al descontento social, que vaya a producirse un relevo en
el Ejecutivo. La credibilidad de los políticos es demasiado baja. “Las opciones oscilan entre
los que están ahora en el Gobierno o alguien que ya ha estado y ha sido igual de
incompetente”, subraya Varghese. Hutt, por su parte, sí ve posible “un aumento de la
influencia de India y China”, los dos grandes vecinos que mayor y más rápida ayuda han
prestado.
Mucho dependerá también de la celeridad con la que llegue la ayuda, se consiga realojar a
los damnificados y reactivar la actividad económica. Una tarea que llevará meses, si no
años.
A falta de Estado, redes ciudadanasM. V. L.
“Un diputado vive detrás del templo donde nos refugiamos. Pues desde el terremoto no ha
venido a visitarnos a ver cómo estamos ni una sola vez”, se queja Salina Bajracharya,
maestra y estudiante de administración de empresas de 25 años. Tras perder su casa en el
centro de Bakhtapur y encontrar refugio en el templo de la Estupa de Buda, junto con otras
150 personas, y ante la falta de ayuda oficial, ella y otra decena de jóvenes se organizaron
por su cuenta.
Aprovechando lo aprendido sobre gestión en sus cursos universitarios, Salina y sus
compañeros hicieron un listado de refugiados, reunieron los víveres disponibles y los
repartieron según las necesidades de cada familia. “Al principio nos faltaba agua y dimos
una botella para cada dos personas. Luego mejoró algo y pudimos dar una botella para
cada persona”. Usan un router de wifi alimentado por energía solar para llamar la atención
sobre su caso en redes sociales y solicitar donaciones en especie. “No aceptamos dinero.
Sería muy complicado repartirlo y podría crear problemas”.
Han colgado carteles a la entrada del templo que piden ayuda y denuncian: “Queremos
saber cómo se distribuye la ayuda humanitaria extranjera. Necesitamos agua, comida y
asistencia higiénica”.
“Al principio nuestros padres estaban en contra y nos dijeron que quitáramos los carteles.
Pero ahora han visto que funciona”, apunta Bajracharya. Quien pasa por delante entra y
deja la ayuda que traiga. En el caso de que sobre algo, lo comparten con otras pequeñas
comunidades vecinas.
Nepal nunca másLa ayuda puede realmente ser el factor que desencadene un cambio real en un país que habrá que
construir desde sus cimientos
Última hora del terremoto en Nepal PAULA SAN PEDRO (OXFAM INTERMÓN) 4 MAY 2015 - 10:46 CEST
Nepal se asocia a los cuatro miles, a los sherpas, a las proezas humanas en las alturas... Pero siempre
hay mucho más allá, detrás de los titulares. Y lo mismo sucede con este país. Un país que combina una
belleza natural impactante con una elevadísima probabilidad de sufrir algún tipo de desastre. Y no sólo
terremotos: inundaciones, desprendimientos, sequías, avalanchas, incendios son otros muchos de los
impactos devastadores de tener una ubicación geográfica, geológica y ecológica tan particular. Esta
realidad, le convierte en uno de los países más vulnerables a los desastres naturales del mundo.
Según el informe sobre la Vulnerabilidad y el Riesgo al Desastre del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), Nepal se sitúa en el puesto undécimo de la lista de países más vulnerables a los
terremotos. La ristra de datos es escalofriante. En las últimas dos décadas han muerto, de media, casi
1.000 personas anualmente debido algún tipo de desastre climatológico. Se han producido 900
adversidades naturales por año y han supuesto un coste equivalente al 76% de las rentas del país.
Con estos datos es fácil deducir que para los expertos este reciente desastre era algo previsible.
Especialmente teniendo en cuenta que ya se identificaba a Katmandú como uno de los principales
puntos calientes del mundo. De hecho, se pronosticaba la llegada “del gran terremoto” tras 80 años de
considerable silencio sísmico. Incluso, las previsiones de la Sociedad Tecnológica Nacional de
Terremotos apuntaban que si se producía un terremoto similar al de Haití supondría la muerte de
200.000 personas y la destrucción del 60% de las casas. Lamentablemente, este nuevo seísmo ha sido
aún mayor en la escala Ritcher.
En cualquier caso, está claro que esta era la crónica de una muerte anunciada. Y parece obvio que todo
el esfuerzo puesto por el gobierno y por organizaciones como Oxfam para prepararse para este tipo de
calamidades no ha sido suficiente. Claramente, porque la magnitud de este terremoto ha sido histórica y
porque, no hay que olvidar, que estamos hablando de uno de los países más pobres del mundo que no
tiene ni las infraestructuras ni los recursos para hacer frente a una crisis de esta dimensión.
Por eso, se necesita ayuda internacional desesperadamente. Esa ayuda puede ser de muchos tipos y
podrá traducirse en realidades muy diversas para el futuro del país. Puede ser una ayuda etérea, es
decir, aquella que se promete pero que nunca llega. Puede ser responsable, aquella que realmente llega
e incluso alcanza la totalidad de lo pedido. O puede ser comprometida, la que no sólo se desembolsa, no
sólo alcanza el 100% de lo demandado, sino que, además, detrás de esos fondos hay una férrea
voluntad política de reconstruir un país mejor. Un país formado, preparado y entrenado para resistir los
embistes de unas condiciones climatológicas nada favorables.
No me estoy inventando ningún ideal sacado de un libro. Esto puede pasar. Yo lo he visto en Filipinas.
Un país que lleva tiempo invirtiendo en mejorar sus mecanismos de respuesta, de alerta rápida, de
infraestructuras resistentes, de sociedades resilientes. Y lo han hecho con la ayuda de la comunidad
internacional. Gracias a ello, el propio país pudo, sin fondos internacionales, responder al ciclón Hagupit
justo un año después de haber sufrido las terribles consecuencias del tifón Haiyan.
Y ya sé que comparar Filipinas —país de renta media— con Nepal —a la cola del Índice de Desarrollo
Humano de Naciones Unidas— es un ejercicio dialéctico. Pero sirve para demostrar que la ayuda puede
realmente ser el factor que desencadene un cambio real en un país que habrá que construir desde sus
cimientos. Repito, no sólo hace falta el desembolso sin más, sino la voluntad política de la comunidad
internacional y del gobierno de reconstruir algo mejor. Y asegurar así que esta tragedia no se vuelve a
repetir.
Paula San Pedro es investigadora y experta en acción humanitaria de Oxfam Intermón.
MACARENA VIDAL LIY KATMANDU 5 MAY 2015 - 20:59 CEST
El caos dificulta la búsqueda de víctimas en Nepal
Un equipo español espera cinco horas un helicóptero que no llegó a despegarCinco horas esperó un equipo de 16 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en un hangar de la base militar de Katmandú un helicóptero que jamás llegó a despegar para llevarlos al valle de Langtang, una de las áreas más afectadas por el terremoto del 25 de abril en Nepal, en busca de desaparecidos por el seísmo. “Hacemos todo lo que podemos con los medios de que disponemos”, afirmó este martes en el aeropuerto de Katmandú el primer ministro nepalí, Sushil Koirala. Su Gobierno ha recibido numerosas críticas sobre la gestión del desastre y de las operaciones de ayuda humanitaria. Durante días, numeroso material de primeros auxilios se ha acumulado en el pequeño aeropuerto de Katmandú, el único en Nepal acondicionado para recibir vuelos internacionales y la única vía para recibir ayuda rápida en este país encerrado entre montañas.
Problemas logísticos y burocráticos han retrasado la entrada de esos envíos y su reparto a
los damnificados, que han tardado días en recibir asistencia en las zonas más aisladas del
país. El fin de semana la ONU se declaró “extremadamente preocupada” por los retrasos
en aduanas para autorizar la entrada de los envíos y lanzó un llamamiento a Koirala para
que redujera los requisitos burocráticos.
La desorganización se extiende también al ámbito militar. La Fuerza Aérea india ha
aportado helicópteros para la operación de asistencia, pero el mando corresponde al
Ejército nepalí. Muchas autoridades, muchas misiones de asistencia y pocas aeronaves.
Desde media mañana los militares españoles se encontraban preparados para subir a lo
que ya son los restos de Langtang, la capital del valle, que ha quedado completamente
destruida por una monstruosa avalancha causada por el terremoto. Una primera
avanzadilla con perros había partido a primera hora. Pero bajo un sol de fuego el
helicóptero que les habían prometido no se materializaba, y los planes de vuelo que les
comunicaban los militares nepalíes cambiaban una y otra vez. Se les comunicó que volarían
directamente a Langtang. Después que no, irían primero a Duche, al pie del valle y desde
allí a Langtang. Más tarde el plan volvía a ser ir directamente a Langtang. Repartidos en
dos vuelos, posiblemente tres. No, definitivamente en dos vuelos. Saldrían a las once y
media. A la una y media...
Al fin, los seis primeros miembros del equipo embarcaron en el helicóptero, junto con 450
kilos de material, a las tres de la tarde. Solo faltaba el piloto. Estaba comiendo. Una hora
más tarde, los militares encabezados por el capitán Jaime Graus recibían orden de
descender del aparato y regresar. La misión se había abortado. Se había hecho tarde para
volar. Se avecinaba, además, una tormenta según advertía el equipo de guardias civiles ya
presentes en el valle. El helicóptero se utilizó finalmente para recoger al resto del
operativo español de rescate, compuesto por una decena de guardias civiles, tres efectivos
de la UME y perros ante el peligro de tormenta.
Un terremoto de magnitud 7,3 sacude la zona más castigada de Nepal
El terremoto ha tenido su epicentro al noreste de Katmandú
Terremoto en Nepal, últimas noticias
FOTOGALERÍA Nuevo terremoto en Nepal ANA GABRIELA ROJAS KATMANDU 12 MAY 2015 - 15:42 CEST
Cuando la normalidad comenzaba a llegar a Nepal tras el terremoto que hace dos semanas
dejó más de 8.000 muertos, la tierra ha vuelto a temblar. El nuevo seísmo es de magnitud
7,3 en la escala Richter, con epicentro a 68 kilómetros al oeste de la ciudad de Namche
Bazar (noreste de Katmandú), cerca del campamento base del Everest, y a 15 kilómetros de
profundidad, según ha informado el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). El
seísmo ha vuelto a golpear la zona más afectada por el terremoto del pasado 25 de abril, de
magnitud 7,9. Al menos 37 personas han muerto en Nepal, según ha comunicado el
Ministerio del Interior nepalí, y en torno a un millar han resultado heridas, además de 17
fallecidos en India y uno en Tíbet. Hasta el momento, se han registrado seis nuevas
réplicas, una de ellas de magnitud 6,3, durante la primera hora tras el terremoto.
La mayoría de las muertes confirmadas se han producido en localidades al este de
Katmandú. En Chautara, trabajadores de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM), una agencia de la ONU, han asegurado que se están recuperando
cuerpos entre las ruinas. Un responsable del distrito de Sindhupalchowk, del que Chautara
es capital, ha informado de tres grandes corrimientos de tierra en el distrito. En esta zona
murieron más de la tercera parte de los más de 8.000 fallecidos que causó el anterior
seísmo.
En Katmandú, donde ha sido cerrado el aeropuerto internacional durante dos horas, el
pánico es generalizado. Miles de personas salieron a la calle ante el temor de más réplicas
y los comercios han cerrado las puertas. Algunos edificios se han derrumbado pero el gran
temor es que los inmuebles dañados por el anterior terremoto colapsen.
Tras el potente terremoto, el primer ministro nepalí, Sushil Koirala, ha hecho un
llamamiento a la calma. El jefe del Gobierno, que ha presidido una reunión de un gabinete
de crisis este martes por la tarde, ha pedido a todos los nepalíes que apoyen a los equipos
de salvamento y rescate. "Todos los mecanismos estatales se han movilizado en Katmandú
y en los distritos más afectados para rescatar y ayudar a las víctimas del terremoto", ha
dicho.
Víctimas en India
Al igual que ocurrió en el primer terremoto, el temblor se ha sentido en la capital india,
Nueva Delhi, y en Daca, la capital de Bangladesh. En India, hay por el momento 17 muertos
según la agencia india PTI (Press Trust of India). El Departamento de Gestión de Desastres
del Estado de Bihar, en la frontera con Nepal, ha informado del fallecimiento de 16
personas, mientras que otra más ha perdido la vida en el Estado vecino de Uttar Pradesh.
Al menos otras 39 personas han resultado heridas.
Nepal aún trata de recuperarse del terremoto del pasado 25 de abril que, además de más
de 8.000 muertos, ha causado más de 15.000 heridos y ha dañado decenas de miles de
viviendas. Las autoridades nepalíes en colaboración con organismos internacionales tratan
de llevar ayuda a familias en las zonas del valle de Katmandú, donde se produjeron la
mayor parte de las víctimas contabilizadas hasta el momento, y de hacer llegar alimentos y
apoyo médico a las zonas más alejadas.
El de 25 de abril fue el terremoto de mayor magnitud en Nepal en 80 años y el peor en la
región del Himalaya en una década desde que en 2005 otro seísmo ocasionara más de
84.000 muertos en Cachemira.
MACARENA VIDAL LIY / CECILIA HERTRAMPF PEKÍN / MADRID 12 MAY 2015 - 13:04 CEST
“Algunos edificios que ya tenían daños se han terminado de caer”
Testigos cuentan desde Nepal el miedo que han sentido al notar el nuevo seísmo
Un seísmo de magnitud 7,3 sacude la zona más castigada de Nepal
"En todo este tiempo a habido riesgo de avalancha" Nepalíes buscan un lugar abierto tras el segundo seísmo. / REUTERS / M. IRHAM (EFE)
El segundo terremoto de Nepal en menos de tres semanas ha castigado a un país ya
destrozado por el anterior seísmo, el del 25 de abril. “Hay mucha gente en la calle. Nadie
quiere volver al interior de las casas. Todo el mundo está muy nervioso. Algunos edificios
que ya tenían daños se han terminado de caer en Katmandú. No queda nadie dentro de las
casas, la gente teme por su vida”, explica el periodista nepalí Narendra Raule por vía
telefónica, desde el Hospital Civil de Katmandú, donde han comenzado a llegar algunos
heridos.
"En todo este tiempo a habido riesgo de avalancha"CECILIA HERTRAMPF, Madrid
El teniente de la Guardia Civil Fernando Rivero, que aterrizó anoche en España procedente
de la zona de Langtang, en Nepal, ha explicado que este nuevo seísmo golpea en una zona
ya devastada, en un país con "un terreno muy inestable, con unas vías de comunicación
muy rudimentarias y hay muchos pueblos que están aislados" .
Hasta ayer, Rivero trabajaba en la búsqueda de los seis españoles que continúan
desaparecidos tras el primer terremoto, el 25 de abril. Formaba parte de los dos últimos
grupos de guardias civiles que permanecía en Nepal y que tuvieron que abandonar la zona
"por la solicitud del Gobierno nepalí, que se ha visto sobrepasado de ayuda internacional".
"En todo este tiempo ha seguido habiendo avalanchas de piedras y el número de víctimas
es muy difícil de concretar", ha explicado. "Lo único que rescatábamos eran restos, trozos
de cuerpos. Sacamos alrededor de 21 o 23 cadáveres prácticamente completos, pero se
encontraban muchas manos, piernas, cueros cabelludos", dice. El teniente cree que esta
vez será seguramente más complicado. "Seguirán apareciendo cadáveres a medida que se
derrita el hielo".
En cuanto a los seis españoles que permanecían perdidos tras el primer terremoto en la
zona de Lantang, Rivero confirma que las labores de búsqueda no seguirán. "A pesar de
que no se da a nadie por muerto hasta que lo certifique un juez, todo apunta a que
efectivamente se encontraban en esta zona, así que se les puede considerar fallecidos". El
teniente apunta que el actual terremoto impide aún más que se pueda seguir buscando.
"Los equipos que permanecíamos allí siempre estuvimos en riesgo de que hubiera réplicas
como la de hoy y nos pillaran allí. Y de que hubiera otras avalanchas", explica. "El pasado
día 7, un piloto nos llevó a sobrevolar la zona y alcanzamos los 6.000 metros. Así pudimos
ver la rotura del glaciar, que en ese momento estaba todavía inestable y podía caer más y
provocar aludes. Había mucho hielo que estaba colgando y que podía soltarse en cualquier
momento".
Según Raule, los móviles funcionan de manera errática y las líneas de telefonía terrestre
han dejado de funcionar por el momento. La Policía nepalí ha recomendado que los
ciudadanos se comuniquen por SMS para no saturar las líneas. Zonas previamente
afectadas, como la plaza Durbar de Katmandú, han quedado completamente cerradas al
público.
En localidades como Bhaktapur, en las afueras de Katmandú y muy dañada por el
terremoto anterior, se han caído varias viviendas y se ha perdido el suministro de
electricidad debido a la caída de postes. La maestra Salina Bajcharya se encontraba en su
oficina cuando ocurrió el nuevo movimiento, al que han sucedido al menos otras seis
réplicas. “Salí corriendo. Ese edificio ya tenía grietas de antes. Varios de los edificios que
ya estaban dañados se han caído, en otros se han caído ladrillos, tejas… Estamos todos muy
nerviosos”.
La familia de Salina ya vivía refugiada en un templo, junto con otras 150 familias, desde el
primer terremoto. Algunas ya comenzaban a sentirse seguras, dos semanas después del
gran terremoto, y se habían atrevido a regresar a sus casas o a intentar recuperar algunos
de sus enseres. “Los que se habían ido han vuelto, estamos de nuevo todos a cielo abierto”,
cuenta.
Devendra Pokharel, un estudiante de español que trabaja en un restaurante en Katmandú,
ha explicado, minutos después del temblor, que se ha tratado de un “terremoto muy fuerte
pero más corto que el anterior”. “La gente tiene mucho miedo, aún no sabemos el alcance”,
ha dicho.
ANA GABRIELA ROJAS KATMANDU 13 MAY 2015 - 21:02 CEST
La zona cero de KatmandúEn el arrasado barrio de Gongabu fallecieron 500 de las 8.000 víctimas del terremoto
Desaparecido un helicóptero de Estados Unidos
El barrio de Gongabu es la zona cero del desastre en Katmandú, la capital de Nepal. Sólo
aquí, el primer gran terremoto del 25 de abril causó alrededor de 500 muertes de las 8.000
de todo el país. Para el segundo temblor del martes la mayoría de gente ya lo había
desalojado, así que no hubo pérdidas humanas, pero cayeron cuatro de sus altos edificios.
La imagen es dantesca: muy pocas líneas perpendiculares al suelo, y si las hay, es difícil
saber cuáles son. Coches aplanados por edificios colapsados, dos pisos de lo que fue un
edificio compactado en menos de medio metro. Un edificio de cinco pisos quedó
completamente en horizontal, como si se hubiera acostado. Sus delgadísimos pilares están
al descubierto: son casi del mismo espesor que las piernas de una persona. Por todas
partes hay letreros de hoteles: esta era una zona de hoteles baratos, muchos de ellos
usados para la prostitución. Otros, por los migrantes pobres que iban de paso de una
provincia a otra y tomaban una habitación barata entre viajes. Las habitaciones costaban el
equivalente a 1,80 euros, 4,5 la más cara. “En este edificio murieron 100 personas. En
aquel otro, 25”, explica Sandesh Neupane mientras señala edificios medio destruidos,
medio inclinados en ángulos increíbles. Él participó en los trabajos de rescate del área,
buscando al esposo de su prima, que había sido visto por última vez aquí cuando vino a
visitar a su hermano, dueño de un hotel. Al sexto día del terremoto lo encontraron muerto.
“Junto a él estaba la única mujer que sacaron viva de este edificio. Pero él no tuvo suerte”,
cuenta.
Desaparecido un helicóptero de Estados UnidosCientos de soldados nepalíes se sumaron este miércoles a la búsqueda de un helicóptero de
la Marina estadounidense que desapareció el martes al noreste de Katmandú, con ocho
personas a bordo. La aeronave repartía ayuda en Dolakha, una de las zonas más afectadas
por los dos terremotos en Nepal.
Un portavoz militar nepalí apuntó como hipótesis que el helicóptero pudo haber caído a
uno de los ríos que serpentean los valles del distrito. Seis aeronaves y “más de 400
soldados” participaban este miércoles en la búsqueda del aparato.
Decenas de curiosos van durante el día a Gongabu a comprobar los desastres causados por
los terremotos, pero sólo caminan por la avenida principal porque saben que entrar en las
callejuelas es un alto riesgo: cualquier temblor de la tierra aquí puede ocasionar grandes
desastres.
Un pueblo fantasma
Apenas comienza a oscurecer todos se marchan. Gongabu es aterrador, es en toda regla un
pueblo fantasma. Por sus calles ya no camina nadie, todos sus comercios están cerrados,
entre los escombros se pueden encontrar zapatos o peines. El olor a muerte es intenso, y
más cuanto más retorcidas estén las edificaciones. “En realidad nunca nadie podrá saber
cuántas personas, o partes de personas, se han quedado ahí bajo el cascajo”, explica
Neupane, que trabaja en una ONG nepalí.
Entre las callejuelas se puede ver una luz que quedó encendida y sólo se escucha de vez en
cuando el gorjeo de las palomas, que son los únicos seres que quedan vivos en muchos
metros a la redonda, en pleno centro de Katmandú. Solo un hotel sigue funcionando en la
zona más devastada, es el único edificio en pie en su calle. Su dueño, Lama Ji Mokhtan,
dice que tiene que seguir cuidándolo, porque antes era un buen negocio y no pierde la
esperanza de que vuelva a remontar. Sin embargo, no ha recibido ningún cliente desde el
25 de abril, con el primer gran terremoto. Desde entonces y con el segundo temblor se han
contabilizado 8.241 muertos, según el ministro de Información, Minendra Rijal.
En lo que era la explanada de la escuela de Gongabu se quedan a dormir dos personas. Una
de ellas, Purna Adhikara, dice que en el sismo más reciente todo Gongabu, o lo que queda,
temblaba como si fuera elástico. Como constructor, sabe que la mayoría de edificios no
cumplen con las condiciones de seguridad, razón por la cual muchos se derrumbaron con
los seísmos.
Como Adhikara, miles de habitantes de Nepal no se atreven a volver a sus casas porque
tienen miedo de que se les caigan encima. Así que han construido refugios de plástico en
los pocos espacios abiertos de la ciudad, como rotondas, parques o explanadas. Allí no
tienen fácil acceso al agua o sanitarios y sufren innumerables picaduras de mosquitos.
“Pero eso no es nada ante el riesgo de quedar aplastado bajo un edificio”, dice Pravina
Maharjan, una empresaria obligada a vivir en la calle estos días. En Katmandú, muchos
coinciden en un deseo: que la tierra deje de moverse.
ANA GABRIELA ROJAS KATMANDU 24 MAY 2015 - 21:03 CEST
Nepal teme la época de lluvias un mes después del desastre
Tres millones de personas permanecen aún sin un techo fijo donde refugiarse
Un mes después del potente terremoto que asoló Nepal, las autoridades y las
organizaciones que trabajan sobre el terreno para atender a las víctimas observan con
inquietud la llegada de la época de lluvias. En menos de tres semanas, se iniciarán las
tormentas del monzón, que, además de dificultar las comunicaciones, bloquear los puntos
de suministro de agua y complicar la asistencia humanitaria, podrían traer consigo graves
brotes de enfermedades, entre ellas el cólera.
El Gobierno y las ONG se movilizan ahora para buscar refugio a las 600.000 familias (unos
tres millones de personas) que se han quedado sin vivienda. Las autoridades contabilizan
ya 8.500 muertos y unos 16.808 heridos en la catástrofe. Además, puede haber unos ocho
millones de damnificados, porque además de ese primer terremoto y un segundo dos
semanas después —que causaron los mayores destrozos—, se han producido unas 200
réplicas — algunas de ellas hasta de seis grados— en Nepal desde el 25 de abril.
Ayer, un corrimiento de tierra provocado por esos continuos temblores bloqueó el cauce
del río Kali Gandagi a su paso por un pueblo a unos 140 kilómetros al noroeste de
Katmandú, y obligó a desalojar varias viviendas por miedo a inundaciones. “A un mes del
terremoto el desastre está muy lejos de acabar”, asegura la directora regional de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), Poonam Khetrapal.
Algunas zonas en las montañas están aún incomunicadas porque los pasos quedaron
cerrados por las avalanchas y por las grietas que crearon los temblores. “Nuestra casa en
las montañas se desmoronó con el primer temblor. Por eso llegamos a Katmandú. Aquí
rentamos un piso, pero el segundo temblor lo dañó tanto que quedó inhabitable”, cuenta
Sita Adhikari. Esta mujer originaria del distrito de Gorkha, donde fue el epicentro del
primer seismo, ahora acampa con su esposo y tres hijos en un campo de golf cercano al
aeropuerto de la capital.
Las operaciones de rescate y ayuda han sido muy difíciles por las características
geográficas del país, donde se encuentran ocho de los 14 picos más altos del mundo. “Las
operaciones contra el ébola en África Occidental fueron complicadas, pero distribuir la
ayuda en Nepal ha sido diez veces más difícil”, asegura Richard Ragan, coordinador de
Emergencias del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés). Este
organismo de la ONU, que además coordina toda la logística de la operación humanitaria,
ha repartido alimentos a 1.9 millones de personas.
La segunda fase atenderá a un millón de personas, los más afectados. A algunos se les dará
alimentos, pero a otros, donde los mercados ya están funcionando, se les hará
transferencias de dinero con el fin de rehabilitar la economía y ayudar a la normalización
de la vida cotidiana, explica Ragan. “Daremos 80 dólares por familia y ellos, a cambio,
tendrán que hacer algún trabajo menor: reconstruir sus casas o limpiar los campos de
cosecha. Este trabajo lo harían de cualquier forma, pero el gobierno no quiere crear
dependencia”.
Faltan meses, según los especialistas, para que se pueda hacer una contabilidad más o
menos fiable de todos los daños materiales de los temblores. También hay otros daños
todavía más difíciles de contabilizar. UNICEF han alertado que los niños sufren crisis
emocionales.
ANA GABRIELA ROJAS KATMANDU 25 MAY 2015 - 21:08 CEST
La plaza más turística de Katmandú es aún un campamento improvisado
Unos 2,8 millones de nepalíes siguen sin techo un mes después del terremoto
En la plaza Durbar, el corazón de Katmandú, el lugar más turístico de la capital de Nepal,
el silencio marcaba este lunes el primer mes desde el terremoto que asoló el país. Cientos
de personas caminaban, todavía incrédulas, entre los grandiosos templos destruidos. “Hace
un mes tenía una casa, un trabajo. Mi casa se cayó y la empresa donde trabajaba ha
cerrado. Ahora no tengo nada. La vida de mi familia ha cambiado completamente”, explica
Sima Borsasare. Como ella, 2,8 millones de nepalíes se han quedado sin techo porque sus
hogares fueron destruidos o gravemente dañados por los dos recientes seísmos.
Borsasare, con una bebé de seis meses, estuvo ingresada una semana en el hospital por
contusiones. Acampa con su familia en la plaza Durbar, que, como muchos de los espacios
abiertos de Katmandú, se ha vuelto un campamento improvisado.
Los nepalíes están curtidos por la pobreza, acostumbrados a vivir en las condiciones
climáticas extremas de la alta montaña y con los estragos de una larga guerra civil que
terminó hace 10 años. La devastación causada por los últimos seísmos ha calado fuerte en
el ánimo colectivo. Muchos se han quedado sin nada. Por si fuera poco, las réplicas, aunque
de menor intensidad, no han dejado de sentirse a diario.
La reconstrucción está en marcha. La población ha comenzado a levantar sus propios
refugios con lo que tienen a la mano. Las lonas impermeables son un bien muy preciado.
Las organizaciones humanitarias se apresuran en repartir materiales para la
reconstrucción lo antes posible: tienen la gran presión del monzón, que en tres semanas
llegará con fuertes lluvias y que aumentará el riesgo de que haya brotes de enfermedades.
“Estamos repartiendo carpas, plásticos o martillos en las zonas más remotas de las
montañas. Esos materiales son necesarios para que la gente construya refugios temporales,
que les ayuden a superar las lluvias. Tener un techo puede evitar muchas de las
enfermedades que llegan con la bajada de las temperaturas”, explica Emiliano Lucero, jefe
de misión y coordinador médico de Médicos Sin Fronteras. Asegura que aún hay
poblaciones que siguen sin recibir ayuda.
La ONU aprovechó que se cumplía un mes desde el terremoto para instar a la comunidad
internacional a donar más dinero para la recuperación. “Se acercan las lluvias y será muy
difícil para la gente que no tenga un refugio. Ya tenemos funcionando un buen sistema de
reparto, pero ahora necesitamos los recursos para hacer llegar las provisiones”, asegura
Jamie McGoldrick, coordinador de asuntos humanitarios en Nepal. La ONU sólo ha recibido
92 de los 423 millones de dólares que solicitó para estas operaciones.
El templo de la diosa viviente en Katmandú está aparentemente intacto. Pero justo al lado
quedan los restos de otros templos que se desplomaron. Los escombros llenan la plaza,
aunque han sido separados. Por una parte los ladrillos, por otra parte el bambú, por otra
las maderas. En otra pila, las maderas talladas: con delicadas figuras de flores o de dioses
de ojos rasgados. Rabindra Shrestha, un artista conceptual, las mira detalladamente.
“Hemos perdido para siempre una parte de nuestro patrimonio. Estas tallas son del siglo
XVII, hechas durante la dinastía Malla. Son muy simbólicas para los nepalíes”, explica. Su
esposa, Pramila Shrestha, lo acompaña haciendo fotos de las figuras, que después él
reproducirá en sus pinturas. Ella es jefa de enfermeras en Dhulikhel, en el distrito de
Kavre. Allí llegaron cientos de heridos de los terremotos. “He atendido muchas fracturas,
golpes y heridas. También ha habido muchas personas que sufren de crisis nerviosas. Hay
mucho temor e incertidumbre”, explica.
Al atardecer, una tormenta eléctrica ahuyenta a los visitantes de la plaza Durbar. Sólo
quedan los residentes temporales que no tienen casa a donde ir. Se refugian debajo de sus
lonas de plástico, pero muchos tendrán que dormir empapados.