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    La Vuelta de Pedro urdemales

    Vuelve este popular personaje de la tradicin folclrica hispana.Pedro, un pillo que trata de sacar provecho de toda circunstancia.Sin embargo, como explica el autor, la opinin ms importante sobrePedro es la que se forme despus de conocer las aventuras ydesventuras de este tipo sufrido, de este huasito que, segn dicenque dice, viene del campo, pero no de las chacras...

    Floridor Prez naci en Yates, Chilo continental, en 1937. Ha

    sido profesor de escuela y universidad por muchos aos y ha escritolibros para nios y adultos. En el difcil gnero de la poesa infantil hapublicado Cielografa de Chile y pronto aparecerNavegancias.Tambin ha escrito Cuentos de siempre para nios de hoy,Mitos y leyendas de Chile y biografas de Manuel Rojas,Francisco Coloane, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Desde 1988dirige el Taller de Poesa de la Fundacin Pablo Neruda y desde1989 escribe la revista Tareas Escolares Zig Zag.

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    Pedro Urdemales un huaso del campo, pero no de laschacras

    Cuando yo era nio, conoca Pedro Urdemales en mi Libro de Lectura,donde era el cartero del otro mundo. A la salida de la escuela me volva

    lentamente a casa, detenindome en cada esquina, sin perder la espe-ranza de verlo entrar al pueblo montado al revs en un burro, mirandohacia atrs...Urde -males...! Con ese apellido le resulta bien difcil negar su fama depillo. Sin embargo, l asegura que no engaa a nadie. Otra cosa muy distinta es que no se deje engaar!Y yo dira que junto con algunas diabluras suele darles un merecidoescarmiento a los avaros, que quisieran tener una ollita que caliente sinfuego, o un rbol que en vez de frutos d dinero, o un sombrerito quepague sus gastos...Pedro Urdemales les dice no, seores: si quieren gastar menos, eco-nomicen combustible, gnense el dinero con el sudor de su frente ypaguen sus deudas.Pero la opinin ms importante es la que cada uno se forme despus deconocer las aventuras y desventuras de este roto sufrido y divertido, deeste huasito que, segn dicen que dice, viene del campo, pero no de laschacras...

    Floridor Prez

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    Una verdad del porte de un cerro

    Un pueblino de esos que creen saberlo todo, se encontrconPedro Urdemales en un polvoriento camino rural.

    Al verlo de chupalla, pantaln arremangado y ojotas, se leocurriburlarse de ese huasito.

    A poco de entablar conversacin, le dijo:

    Y qu tal es paracalcular, amigo?Me defiendo no ms, seor respondi Pedro, conhumildad.Bueno pues, dgame entonces, de cuntas camionadas cal-cula usted que podra llevarme a la ciudad aquel cerro?Y le mostraba el cerro ms alto del lugar, en cuya cumbre unaenorme cruz pareca abrazar al valle.Pedro se acomodla chupalla con aire pensativo:Eso depende del tamao de su camin, caballero. Si su

    camin es de la mitad del cerro, va a necesitar doscamionadas. Pero si se consigue un camin del porte delcerro, de una camionada se lo lleva!

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    La apuesta con un campen

    Una helada maana de invierno, camino de la ciudad, PedroUrdemales encontr un gorrin casi escarchado, que ni podacaminar, mucho menos volar.Compadecido, lo recogiy se lo echal bolsillo.

    Entrando a la ciudad pas por el estadio, donde se entretuvomirando a un atleta que se entrenaba en el lanzamiento de la bala.Pedro pareca tan interesado, oye el deportista pens jugarle unabroma y lo llama la pista.Pareces un huaso forzudo le dijo a modo de saludoy si meganas a lanzar la bala, te invitara una parrillada en el restaurantedel frente...De una cancha vecina haba cado una desteida pelota de tenis, yel lanzador la tom, simulando que pesaba como las balas de fierrocon que se estaba entrenando. Luego, tomando impulso, la lanz

    con tal fuerza, que fue a caer debajo de las galeras de la cancha deftbol.Lejazos la tir! -coment Pedro agachndose a recoger algo-,

    All en el campo slo lanzo peascazos -explic-, de modo quelanzaresta piedra.Y mientras el atleta aprobaba sin preocuparse de lo que lanzara,Urdemales cambila piedra por el gorrin que llevaba en el bolsillo.All va! exclam Pedro lanzando el pajarillo que, repuestassus energas y recobrada su libertad, vol, vol v vol en lnearecta.

    El atleta no sala de su asombro, mientras eso que crea una piedracruzaba sobre la pista, las galeras y hasta las blancas murallas delEstadio Municipal.Por un momento temique el peascazo fuera a caer justo en losventanales del restaurante del frente, donde ahora debera ir apagar su apuesta a Pedro Urdemales, que ya lo esperaba con unhambre olmpica.

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    Las tres flores

    El fundo Las tres flores era la admiracin de todos en la comarca. Alos agricultores se les haca agua la boca ver sus rubios trigales, y alos huasos jvenes, las rubias trenzas de las tres hermosas hijas desu propietario: Rosa, Margarita y Jazmn.

    Sea porque el padre no se consolara de su temprana viudez, seaque pensara que en la zona no haba amistades dignas de l, locierto es que rara vez sala de su propiedad. Y las nias? : Apenaspoda vrselas algunas veces, tras un velo de polvo levantado porsu caballo cochero trotando rumbo a la ciudad! Si las nias seanimaban a pedir permiso para paseos o Fiestas la respuesta delpadre era siempre: no!Era difcil creer, entonces, que Pedro Urdemales pudierapresentarse con las tres seoritas en la inauguracin de lasprximas ramadas de Fiestas Patrias. Pero as lo haba asegurado

    l en unas carreras a la chilena. Y las apuestas no se hicieronesperar.La ms sonada fue la de un conocido agricultor, que le prometiuncaballo ensillado si llegaba con las tres nias... Pero si no loconsegua, debera cosecharle a echona, sin ayuda y gratis, unacuadra de trigo.Como vspera de fiesta, en las casas del fundo Las tres flores ese17 de septiembre se almorz cazuela de pava y empanadas dehorno. Hasta una jarra de vino de su propia mesa mandel patrn ala cocina, pero aunque todo estaba sabroso y todos gozaban la

    comida y la bebida, Pedro Urdemales andaba desabrido. Cmoharapara ganar la apuesta?La inauguracin oficial de las ramadas sera a las siete de la tarde,y a las cinco, metido ya en su pantaln de mezclilla y su camisa acuadros, Pedro recibi la orden de acompaar al patrn a la loma.Dos leadores haban descubierto allun derrumbe en un canal de

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    riego, y era urgente remediarlo. Como para ese caso de nadaservan las hachas de los leadores, el patrn le dijo a Pedro:Te veo demasiado elegante para esto: te puedes ir a esas rama-das, pero antes mndame a Ruperto con las tres palas grandes.Las tres...!, pensfeliz Pedro y volcuesta abajo.

    Ya en la casa, se plantfrente a las tres hermanas:El patrn se ha arrepentido de negarles permiso, seoritas, y memanda que las lleve a las tres a la inauguracin de las ramadas. Ycomo a las bellas nias, con toda razn, les costaba creer lo queoan, les dijo:Asmense a esa puerta y lo vern.

    Acto seguido se paren medio del patio y, haciendo bocina con lasmanos, grithacia la loma::Patrooon...! Me dijo que lleve las treeees...?Yel patrn, impaciente, respondi:

    -Siii... las treces .. y prontooo...!Ya ven les dijo Pedro-, y a l nole gusta repetir las rdenes.Y eso slo saban muy bien sus hijas.Y mientras Ruperto suba la loma cargando las tres palas, por lapuerta del fondo Pedro suba su preciosa carga al coche. Y no parel trote hasta ver las banderas de las ramadas ondeando al viento.

    Los cerdos empantanados

    Aburrido de su fama de hombre poco serio, Pedro Urdemales se de-cidia buscar trabajo, y lo encontren una granja.Y sucedique el granjero, descontento con su crianza de cerdos, sedecidia vender el ltimo pio.Dan poca ganancia -dijo l.Y muy mal olor agregsu mujer.Como Pedro se haba ganado pronto su confianza, no dud enmandarlo a vender el pio a la feria ms prxima. Fijel precio decada cerdo y dijo a Pedro:

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    Este sertu primer negocio, si le sacas mejor precio, tendrs unabuena comisin.Eso le parecimuy bien a Pedro, que ya empezaba a comprenderque tener ganancias era parte de las preocupaciones de todohombre serio

    Arrear media docena de cerdos no era tarea fcil, y a Pedro lecostaba evitar que se metieran a un gran pantano que hab a justo allado del camino. En eso estaba, rabiando con los cerdos, cuando loalcanzun jinete que pareca hombre de negocios.Bonitos sus cerdos, amigo... Los lleva a la feria?Para allvoy.Si es as, yo se los compro aqumismo propuso el jinete, ofre-cindole el mismo precio fijado por el granjero.Allpagan mas --comentPedro, hacindose el desinteresado.Seguramente replic el comerciante, pero los compran al

    peso, y ha pensado cuntos kilos bajarn en el viaje?Pedro no lo haba pensado ni pensaba pensarlo, pero puso cara depensativo. Lo que enrealidad calculaba era cunto ms se cansaral mismo en el resto del viaje.Yo se los vendera, mi seor dijo por fin Urdemales con exage-rada humildad, pero con una condicin.Si es por el pago, pienso hacerlo en efectivo...No es cuestin de dinero -aclar Pedro-. Es algo ms impor-tante... Es que he criado a estos chanchos desde pequeos, y megustara guardar sus colitas de recuerdo...

    El jinete pensque era lo ms descabellado que haba odo en suvida, pero el negocio era bueno y como l quera el pio para hacercecinas, nadie le reclamara una ridcula cola.Echando pie a tierra y mano al pual que llevaba en su montura, fuecortando cada cola de cerdo que Pedro iba guardandocuidadosamente en un pauelo, tal como las seoras antiguasguardaban las monedas de ms valor.Hecho el negocio, Pedro Urdemales se sentsobre una piedra concara de hombre que vea partir algo muy querido.Pero apenas el comprador se perdieras un monte, se pargil-mente y se dedic a pegar cada colita de cerdo en la zona msendurecida del pantano. No bien termintan curiosa labor, apareciotro jinete en la misma direccin del anterior. Tan pronto lo vio,Pedro se puso a caminar de un lado a otro, con ademanes dehombre desesperado.;Puedo ayudarle en algo, hombre por Dios? -dijo a manera desaludo el recin llegado.

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    Ya no hay remedio, amigo -exclam Pedro, mostrndole elpantano-. Un ao engordando media docena de cerdos, y ahoraque los llevo a la feria, un perro me los espanta y se van de cabezaal pantano... No ms las colitas se ven, como hacindome burla.Slo entonces el jinete observel pantano, tratando de recomponer

    la escena ocurrida. Entre frases de consuelo fue averiguando el ta-mao de los cerdos y calculando cunto produciran convertidos enmanteca, jamn y longanizas...En fin -dijo el jinete, siempre con tono de consuelo-, mejor esperder menos que ms, y si parados en el camino sus cerdos valanmucho, en el fondo del pantano no valen nada. Por suerte parausted yo iba a comprar cerdos a la feria , y me atrevo a ofrecerleunos buenos pesos ahmismo donde estn, a ver si recupero algo.Pedro no dijo ni sni no, pero cuando el jinete le extendilos bille-tes, se los echal bolsillo con cara de resignacin, y parti.

    El comerciante volvi al galope a buscar gente que le ayudara asacar del pantano aquellos cerdos que tan barato le habancostado.Pedro Urdemales regres donde el granjero, y rindi detalladacuenta de la venta de la media docena de cerdos que llev a laferia.Pero nada ms... porque negocios de colitas de cerdo nadie lehaba encomendado...

    El charqui paJulio

    Se cuenta de una viejecita que siempre andaba guardando un mon-tn de cosas, como hacen todos los ancianos. Viva con su nieta,una niita que todo lo trajinaba y todo lo preguntaba, como hacentodas las niitas.Entre los muchos objetos guardados de la abuela se contaba unabolsa de charqui, que cuidaba como hueso de santo.La nia sola preguntarle:

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    Y pa'quguarda esa bolsa, abuelita?La guardo pa' julio -responda la anciana.Y en verdad la guardaba para comer charqui tomando mate en laslluviosas noches de julio... pero la nieta entenda otra cosa.Yo no scmo llega odos de Pedro Urdemales la historia de esta

    bolsa, pero el caso es que un da que vio salir a la anciana, llamala puerta de calle.Cmo le va, seorita salud muy atento a la nia que vino aabrirle.Quse le ofrece, joven? pregunttmidamente ella.Slo paso a ver a su abuelita...Lo siento pero acaba de salir.Bueno, pues, qule voy a hacer. Dgale que le dejmuchos sa-ludos, y que despus vendr.Muy bien dijo la nia, pero quin es usted, para decirle?

    Yo soy julio... pa' servir a su merc!Entonces espere un poco -dijo la inocente nia, que no tardenvolver con la famosa bolsa de la abuela.Adis, buena seorita dijo Pedro, tomando la bolsa, y mu-chas gracias!Y en verdad harto agradeci su pobre estmago, siempre mediovaco, aquella sabrosa porcin de charqui.

    El cartero del otro mundo

    Al llega r a las primeras casas de un pobl ado, Ped ro

    Urdemales vio junto al camino un burro flaco mordis-queando el pasto de un potrero. Pensando en cmoganarse el sustento ese d a, se acerc al animal y semont al revs, mirando para atrs, cosa que no preocup al borrico. Le hinc los talones y el burro comenz acaminar.

    Al pasar frente a las primeras casas, Pedro se lanz a pregonar:

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    El cartero del otro mundo! aqu va el cartero delotro mundo!

    Los aldeanos estaban acostumbrados a esosforasteros que pasaban comprando lana o charqui yvendiendo sal o cochayuyo, pero jams haban visto a un

    cartero del otro mundo, ni tampoco de este mundo, por lasimple razn de que all no hab a correo.

    Qu raro este pregn y que raros ese jinete y burro'A pesar de ir juntos parec an avanzar en distintasdirecciones, ir y venir, alejarse y regresar al mismotiempo.

    Quin tiene cartas para el ms all? -voceabaPedro Urdemales , Se va el cartero del otro mundo!

    Hombres, mujeres y nios le dedicaban un momentode atencin, y tina vez satisfecha su curiosidad, volv an a

    sus trabajos y sus juegos.Cuando Pedro comenzaba a perder toda esperanza,una anciana vestida de riguroso luto le salial camino:

    Es verdad que viene del otro mundo, seor?Para all voy, seora! dije Pedro, sin mentir

    casi nada, pues ya se sent a morir de hambre.Lstima no haberlo sabido antes para escribirle

    unas letras a mi Juancho -se lament la anciana-pero almenos espere un minuto para enviarle algunas cositas...!

    Pedro esper gustoso y como ms gusto an recibi

    un gran paquete y dos bil letes de los ms grandes, con elencargo de entregrselo todo personalmente a juancho,sin olvidar decirle que ella lo ten a muy presente en susoraciones.

    Urdemales le asegur que as lo hara. Puso enmarcha al burro y se alejpregonando:

    Se va el cartero del otro mundo! Se fue elcartero del otro mundo...!

    Tras la l t ima casa de la poblacin se mont comoes debido, y ms all se detuvo junto a un arroyo.

    Las cositas enviadas resultaron ser un traje y unpar de zapatos del finado, que le quedaron a la medida,adems de una torti l la al rescoldo, jamn ahumado yhuevos duros.

    Pedro Urdemales se puso traje y calzado y, muycontento, se ech lo dems al cuerpo.

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    La ollita de virtud

    Vagando por esos mundos, a Pedro Urdemales lelleg la hora del mediod a. Encendi un pequeo fuego

    entre unas piedras, y puso a calentar una oll ita con sumodesto almuerzo.

    Cuando ste herv a que daba gusto, vio a ladistancia venir a un jinete. Pronto reconocien l a un se-or famoso en la comarca por lo avaro y negociante. Tap con tierra el fuego, y se traslad con su oll ita junto alcamino, dando la espalda al j inete, como si no lo hubieravisto, tom dos varil las y se puso a tamborilear sobre latapa, repitiendo:

    Hierve, hierve, oll ita hervidora,que no es para maana, sino para ahora...

    Muy intrigado, el j inete se detuvo a contemplar laextraa operacin.

    Quhaces, buen hombre?Lo que usted ve, patronato: cocer mi comida.Sospechando que se tratara de un vagabundo

    chirlado, coment :Y, no crees que seria bueno prenderle fuego

    primero?No se preocupe patrn, que esta oll ita es de

    virtud, y basta con pedirle, golpendola con mucho cario:

    Hierve, hierve, oll ita hervidora, que no es paramaana,

    sino para ahora... A todo esto el j inete ya hab a echadop e a tierra y estaba junto a la olla. Al destaparla,incrdulo todava, se quem los dedos. Tentado por laavaricia, pens que sera un desperdicio dejar tamao

    milagro en manos de un vagabundo.Mira, hombre dijo con aire compasivo, no

    tienes para qu sacrificarte preparando tu comida. Yo tecomprarla olla y podrs comer bien por mucho tiempo.

    Ni pensarlo! respondi Urdemales, sentndosea comer -, mire que sta oll ita me alimenta donde sea, sintrabajo de acarrear lea ni encender fuego.

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    El jinete pensentonces que le resultara ideal parasus largos viajes de negocio, y metindose la mano albolsil lo le ofreciun bil lete de los grandes.

    Ni nunca, patroncito dijo Pedro, meneando lacabeza.

    Sin decir nada, el j inete mostrun segundo bil lete.Tambin en silencio, Pedro menela cabeza.El j inete agregotro bil lete y Pedro volvi a menear

    la cabeza.El avaro monta caballo, simulando que part a, pero

    antes mostrun bil lete ms.Tal vez con otro me tentara exclam

    Urdemales, hacindose el distrado.El j inete agreg otro bil lete y, mientras Pedro

    guardaba el dinero, meti la olla a las prevenciones y

    parti al galope, sin despedirse, temeroso de que elinocente vendedor se arrepintiera de desprenderse deuna olla tan prodigiosa.

    Pero el arrepentido fue l , cuando al l legar a casaquiso mostrar a todos los presentes las bondades de suollita de virtud comprada tan barata.

    Y dicen que estuvo largo rato azotando la viej simacacerola de Pedro:

    Hierve, hierve, oll ita hervidora, que no es para

    ma

    ana,Sino para ahora...

    Pero ni ahora ni maana ni nunca, porque laverdadera magia de la oll ita fue darle a Pedro Urdemalesel dinero suficiente para tener comida caliente varios d as.Y hasta un par de zapatos usados se compr para seguirsus incansables andanzas por esos mundos.

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    Ganar mucho yperderlo todo

    Una maana Pedro Urdemales atraves una chacrade porotos. Distradamente tom un capi, lo apret y sequedcon sus cinco granos en la mano, porque hab a ododecir que es malo botar los frutos que Dios nos da.

    A poco andar lleg frente a una casa donde unaanciana barra el corredor, y se le ocurri pasar a dejarencargados sus porotos, como una semilla muy especial.

    Djelos sobre la mesa dijo ella, que por vivirjunto al camino estaba acostum brada a recibir encargos.

    Y se hubiera olvidado para siempre de aquellosporotos, si a la maana siguiente no hubiera pasado Pedroa buscar su encarguito.

    -Ah, esos porotos-,recordla anciana-, aquella

    gallina patoja se los comi!, pero ahtiene un saco llenode porotos eli ja los que quiera.

    -No pues, su merc dijo Pedro-, porque misporotos eran de virtud, y en la gall ina ha quedado Yo a lagallina me la l levo!

    Como se va a llevar mi gall ina por unos cuantosporotos! -reclam la buena mujer, pero Pedro ya se hab aechado la gall ina bajo el poncho y se alejaba por elsendero.

    A medio da pas frente a otra casa, donde una

    seora tend a ropa en el patio.Sin pensarlo dos veces, Urdemales pas a encargar

    su gallina patoja.La seora se la recibiy Pedro siguisu camino.Ms tarde la gall ina se meti al chiquero y el

    chancho la mat. As se lo explic la seora, cuando alotro da Pedro pasa buscar su encargo.

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    Pero no se apene -le dijo-, elija ust mismo otradel gall inero!

    Eso s que no -dijo Urdemales-, porque mi gall inapatoja era de virtud, y en el chancho ha quedado. Yo alchancho me lo l levo!

    Y mientras la seora protestaba, Pedro ya ibaarreando el chancho por el camino.

    Ms all Pedro pas con su chancho por las casasde un rico hacendado.

    Djalo t mismo en aquel chiquero -fue larespuesta del caballero cuando Pedro se lo dejencargado.

    El hacendado ten a una hija, una joven muyhermosa. Y muy consentida, al decir del ama de llaves, lascocineras y nanas, pues su padre jams le dec a no en

    nada. Y ese d a, apenas vio el cerdo a la nia se le antojcomer sopaipil las con chicharrones.

    El padre no lo pens dos veces, y pronto el cerdoestuvo convertido en una lata de manteca, metros delonganiza v una pirmide de chicharrones.

    Cuando al otro d a Pedro fue a buscar su chancho,el hacendado lo hizo pasar a la cocina y le ofreciun jarrode cafde trigo y sopaipil las con chicharrones, mientras leexplicaba el antojo de la nia.

    Pero no te apenes! lo consol-, pues ,si quiereste puedes llevar dos de mis cerdos por el t uyo.Ni dos ni cien -dijo Pedro- porque mi cerdo era de

    virtud, y en la nia ha quedado. Yo a la nia me la l levo!Eso s que no! -lo interrumpi el patrn,

    sorprendido por tamaa ocurrencia.Pero Urdemales parec a tener argumentos muy

    atendibles: hablde honradez, de confianza y de honor. Elcaballero se senta indeciso. Lleg la hora de almorzar, yla discusin continu. Vino la tarde y tomaron once.

    Anocheciy cenaron.A la hora en que pareca prudente irse a dormir, el

    caballero dio su l t ima palabra:Mira Pedro -le dijo-, si esa virtud es tuya y en mi

    hija qued, hay una sola forma de que la cuides, y es quete quedes en mi casa, trabajando para m .

    A Pedro le parec iun buen arreglo y acept.Pas unos d as muy tranquilo; nunca en su vida

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    hab a sido mejor atendido, pero como dice el refrn, elque nace chicharra, muere cantando , y pronto Urdemalescomenza urdir maldades, que asse hab a ganado eseapellido.

    Se le ve a siempre demasiado cerca de la seorita,

    por ver segn deca que no escapara la virtud de sucerdo, que en ella hab a quedado.

    Una tarde en que ella pidi una limonada desde elestanque que usaba como piscina, Pedro se apur allevrsela. La joven le dio las gracias y con aire muyinocente, le pidique probara si estaba tibia el agua.

    En tanto Pedro se agach para tocarla, ella de unempujn lo mandde cabecita al estanque.

    Y mientras Urdemales chapoteaba hacia la oril la, lania, sin pizca de enojo, le dec a:

    Mira, Pedro, yo me acabo de baar, de modo quela virtud de tu cerdo en el agua ha quedado. Si quieres, tetomas toda el agua del estanque o te largas ahora mismobien empapado en tu virtud.

    Maldita sea mi suerte -se lamentaba Pedro,marchando cabizbajo por el camino-, ganar tanto vperderlo todo. Por un puado de porotos tuve una gallina,por una gallina tuve un chancho, por un chancho llegu auna nia, por la nia tuve casa... y de la casa, qu tuve?Slo la puerta de calle...!

    El rbol de la plata

    Yo no s dnde ni cmo las obtuvo, pero es el casoque Pedro Urdemales ten a un puado de monedas deplata, de esas que los artesanos les hacen un hoyito parapasarles un alambre dorado y convertirlas en pulseras oaretes...

    Estaban tan pulidas y bril lantes, que se le ocurriuna idea.Cortuna rama de un espinudo arbusto, la acomod

    en un tarro vac o a modo de macetero, y fue ensartandoen sus espinas cada una de las monedas ahuecadas.

    Luego Pedro se echal camino con su extraa cargaal hombro.

    El sol relumbraba en el metal dando a la pobre rama

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    el aspecto de un rbol de Navidad.No es raro entonces que un comerciante que volv a

    del pueblo en cabrita se asombrara ante aquel prodigio.Y qu planta tan rara es esa, amigo? -dijo el

    viajero ajustando al paso de Pedro la marcha de su fino

    caballo cochero.El rbol de la plata le l laman en las lejanas tierras

    donde se cultiva respondi Urdemales con aire dehombre experimentado.

    Bonita se ve la planta -coment el viajero . Yusted se ve muy cansado con ella al hombro. Vndamelamejor, y as tendr plata sin tener que esperar queflorezca de nuevo su planta!

    Como si fuera haciendo clculos, Pedro camin varios pasos antes de responder:

    Maana me voy pa l sur, seor..., slo por eso lavendera - y agreg: claro que si alguien me pagara loque vale!

    Y en verdad no fue fcil ponerse de acuerdo sobre elvalor de la planta, pero al final pudo ms la codicia de!viajero, que ya estaba pensando en la posibil idad de uncultivo en gran escala.

    Pero una vez convenido el precio y pagado eldinero, el mismo Pedro Urdemales acomodla planta en laparte trasera del coche, v el caballero puso a trote largo el

    caballo, mientras Pedro agitaba su mano en seal deamistosa despedida.Pero el viajero ni se digno a mirarlo, pus toda su

    mente estaba puesta en !a quinta de rboles de la plataque ya se imaginaba plantando.

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    El huevo de yegua

    Esto le ocurria un gringo que vena de alguna de esas modernasciudades del mundo, donde sus habitantes no ven vacas ms queen el zoolgico y arvejitas slo en conserva.

    Descendiendo por la falda de una loma, se cruzcon PedroUrdemales, que suba penosamente, con un enorme zapallo alhombro.

    Muy intrigado, el gringo le dijo:Yo querer saber quser eso, my amigo...Lo que se ve, pues -repuso Pedro-: es un huevo de

    yegua!Y cunto costar?Cien dlares, mster -respondiUrdemales, pensando que

    eso valdra un zapallo como se en Nueva York.

    Y lo mismo debi pensar el gringo, pues se los pag deinmediato.

    No alcanz el caballero a dar veinte pasos, cuando se lecay el zapallo. Rod loma abajo unos cien metros, se estrellcontra un roble, y se partiruidosamente. Una liebre que dormitaba

    junto al rbol arrancespantada.Ante esa repentina aparicin, el gringo supuso que la liebre

    haba salido de su huevo de yegua, y corridetrs gritando:Atajen mi potrilla! Atajen mi potrilla!

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    El sombrerito buen pagador

    Yo no s si habr sombreros de tres cachitos, pero latradicin cuerna que Pedro Urdemales consigui uno as. Y es el

    caso que Pedro se dispuso a sacar provecho de su extraosombrero.

    Con una platita que haba ganado en esos das, se fue a laciudad. Pasa una zapatera y a un restaurante. Pero no saliconzapatos nuevos ni almorz.

    Quhizo entonces?Hizo algo muy curioso: en la zapatera eligi unos zapatos,

    los pagy le dijo al vendedor que maana vendra a llevrselos. Enel restaurante pregunt cunto vala una parrillada para cuatropersonas, pag y le dijo al garzn que maana vendra a

    comrsela.Al otro da invita tres seores a comerse una parrillada, y al

    pasar frente a la zapatera les pidiacompaarlo.Se puso un par de zapatos y tocando el ala del sombrero,

    dijo por lo bajo:-Ahora paga t, sombrerito buen pagador.Luego se acerca la caja y pregunt:Estn pagados mis zapatos? Pagados estn, seor -

    respondiel cajero.Muy asombrados, sus acompaantes lo siguieron hasta el

    restaurante. All eligi una mesa y pidi una parrillada queconsumieron felices.

    Al terminar, Urdemales se tocel ala del sombrero, y dijo porlo bajo:

    Ahora paga t, sombrerito buen pagador.Luego llam al garzn y le pregunt si estaba pagada la

    comida.Pagada est, seor -respondi el garzn, y los cuatro

    abandonaron el local.Uno de los seores, que ya no aguantaba la curiosidad, le

    preguntcmo era eso de gastar l y que pagara el sombrero.Es un secreto asegur Pedro y slo despus que lejuraron guardarlo, les confesque se era un sombrero de virtud.

    El curioso, que era tambin muy avaro, pens en lasventajas de un sombrero as, y quiso comprrselo.

    Que s, que no, que cuntoque tanto... hasta que al fin elsombrero fue vendido en un precio que alcanzara para comprarzapatos, traje, sombrero y guantes.

  • 7/21/2019 00000000. La Vuelta de Pedro Urdemales

    19/21

    Y cuenta la tradicin que el nuevo dueo del famososombrero de tres cachitos invit a un lujoso restaurante a uncomerciante muy rico, con quien pensaba hacer buenos negocios.

    Despus de almorzar, se toc disimuladamente el ala delsombrero y dijo por lo bajito:

    Ahora paga t, sombrerito buen pagador.Luego llamal garzn:Estpagado el almuerzo?; Cmo va a estar pagado si no ha pagado? -dijo el

    garzn con cara de pocos amigos mientras le entregaba unacarsima cuenta.

    Y cmo termineste cuento?Pedro Urdemales nunca lo supo, porque a esas horas ya iba

    muy lejos, por alguno de esos caminos que llevan y traen a loseternos aventureros.

    GLOSARIO

    Bala: bola de fierro usada en la prueba de atletismo llamadalanzamiento de la bala.

    Casas: se llama las casas de un fundo, a la habitacin e

    instalaciones patronales, donde viven los dueos.

    Capi: vaina de algunas semillas, como el poroto.

    Cabrita: coche tradicional de dos ruedas y un asiento, tirado por uncaballo.

    Chanchito: en los campos, y especialmente en el sur, el cerdoslo se llama chancho.

    Charqui o charque: carne de vacuno, caballo, cordero, etc.,cortada en rebanadas, salada y desecada al sol.

    Chicharra: cigarra; el que nace chicharra, muere cantando:refrn que advierte lo difcil que suele ser abandonar los maloshbitos.

    Consentida: persona demasiado mimada, muy regalona.

  • 7/21/2019 00000000. La Vuelta de Pedro Urdemales

    20/21

    Cuneta: zanja de desage; en el campo puede conducir tambinaguas de riego.

    De las chacras: ser de las chacras: ser persona simple o de poco

    entendimiento.

    Echona: hoz; se usa para cosechar trigo a mano.

    Finado: muerto, deudo.

    Gringo: persona extranjera, especialmente ingls, alemn oestadounidense

    Lata: en la ciudad la llamaran simplemente tarro, pero en estecaso, se trata de uno especial para envasar manteca (grasa de

    cerdo)

    Ojotas: calzado campesino hecho antiguamente de cuero devacuno y hoy, de neumtico.

    Andrs Sabella la define as: Ojota, lmite entre el hombre y la tierra.

    Parrillada: asado de carnes a las brasas.

    Pio: conjunto y especialmente arreo de animales

    Pueblino: hombre de ciudad, poco entendido en las cosas delcampo.

    Platita: poco dinero, generalmente juntado con sacrificio.

    Prevenciones: alforjas que el jinete lleva en la montura.

    Ramadas: fondas, especialmente las de Fiestas Patrias.

    Su merc; su merced: antiguo tratamiento de cortesa.

    Tortilla al rescoldo: sabroso pan tradicional, que se cocinaenterrado en ceniza caliente.

    Urdemales: es decir, que urde males o planea maldades. EnEspaa se llam Urdemalas y en Chile y otras partes tambinUrdimale.

  • 7/21/2019 00000000. La Vuelta de Pedro Urdemales

    21/21

    Venir de las chacras: ser simpln, tontorrn, fcil de engaar.Virtud: magia, poder sobrenatural

    NDICE

    Pedro Urdemales, un huaso del campo, pero no de las chacrasUna verdad del porte de un cerroLa apuesta con un campenLas tres floresLos cerdos empantanadosEl charqui pa'l JulioEl cartero del otro mundoLa ollita de virtudGanar mucho y perderlo todoEl rbol de la plata

    El huevo de yeguaEl sombrerito buen pagadorGlosario