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REVISTA DE ESTUDIOS REGIONALES Nº 60 (2001), PP. 15-43

Movimientos del capital y expansiónmetropolitana en las economíasemergentes Latinoamericanas

Carlos A. De MattosInstituto de Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile

BIBLID [0213-7525 (2001); 60; 15-43]

PALABRAS CLAVES: Globalización, Reestructuración económica, Ciudad-región, Urbanización, Metropolización,Suburbanización, Gestión metropolitana

KEY WORDS: Globalization, Economic rearrangement, Urbanization, Metropolitan management, Metropolitan area,Suburban.

RESUMEN:

Contradiciendo ciertas predicciones hechas cuando comenzaron a aplicarse las políticas deliberalización económica y de desregulación, los últimos años han mostrado una generalizadareactivación del crecimiento y expansión de las grandes aglomeraciones metropolitanas. Para bus-car una explicación a esta tendencia, especialmente para el caso de las economías emergenteslatinoamericanas, este trabajo analiza los cambios en la distribución territorial de las actividadesproductivas y de la población a la luz del comportamiento de los movimientos del capital, tanto anivel internacional como nacional. Con este propósito, se intenta dar respuesta a diversasinterrogantes básicas: ¿cual ha sido la orientación y las preferencias predominantes de los flujos decapital a nivel nacional, sectorial y territorial?; ¿cuáles han sido los efectos que ello ha tenido en laacumulación de capital a escala nacional, regional y/o local?; ¿cuales son los factores que másinciden en las decisiones sobre localización de las actividades productivas más modernas y diná-micas? ¿cómo se asocian estos factores con las condiciones que ofrecen las grandes aglomera-ciones metropolitanas?; ¿cómo ha influido esta situación en la recuperación del crecimiento metro-politano?; y, finalmente, ¿cómo se expresa territorial y morfológicamente todo ello en la expansiónproductivo-demográfica metropolitana?

ABSTRACT:

Last years have shown a widespread reactivation of the growth and expansion of the bigmetropolitan areas, in contradiction with certain predictions made when the policies of economicliberalization and of deregulation began to be applied. To find an explanation to this tendency,especially for the case of the Latin Americans emergent economies, this work analyzes the changesin the territorial distribution of the productive activities and of the population by the light of thebehavior of the movements of capital, so much at international level as national. With this purpose,it is tried to give answer to some basic questions: ¿which has been the orientation and thepredominant preferences from the capital flows to national, sector and territorial level?, ¿which havebeen the effects that it has had in the capital accumulation to national, regional or local scale?;¿which are the factors that has had more impact on the decisions abourt localization of the mostmodern and dynamic productive activities? how do they associate these factors with the conditionsthat you/they offer the big metropolitan masses?; ¿how has it influenced this situation in the recoveryof the metropolitan growth?

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1. INTRODUCCIÓN

El derrumbe de los experimentos de planificación centralizada, la crisis fiscal delEstado de Bienestar y el agotamiento del régimen de acumulación fordista, el progre-sivo abandono de las estrategias macroeconómicas de corte Keynesiano, la afirma-ción de un nuevo paradigma cientifico-técnico articulado en torno a las nuevas tecno-logías de la información, el incontenible avance del proceso de mundialización de lasdistintas formas del ciclo del capital, la generalización de estrategias de reestructura-ción asociadas a una radical liberalización económica, aparecen como los hitos cen-trales de las profundas transformaciones que han afectado al mundo entero durantelas últimas dos décadas. Estas transformacoines marcan la transición hacia una nue-va fase de la evolución del capitalismo, en la que se ha ido perfilando un escenariocuyos rasgos sociales, económicos, políticos, culturales, territoriales, etc., presentansignificativas diferencias con respecto a la fase precedente.

Desde que estas transformaciones comenzaron a esbozarse, numerosos es-tudios vaticinaron que con ellas se habría iniciado el camino hacia una mayor dis-persión territorial de los focos de acumulación y de crecimiento y hacia una mayorconvergencia de los ingresos per cápita, tanto a nivel internacional como inter-regional. Al mismo tiempo, también se difundieron predicciones sobre la inevitabledeclinación de las grandes aglomeraciones urbanas y, consecuentemente, sobreuna efectiva reversión de la polarización. Estos vaticinios se originaron y desarrolla-ron respaldados básicamente por las previsiones emanadas de los modelos decrecimiento económico de la corriente neoclásica más ortodoxa, que en este mo-mento había ganado amplio predicamento político.

Sin duda, la influencia de los modelos neoclásicos en boga especialmente enel momento en que comenzaron a aplicarse las políticas de liberalización económi-ca y de desregulación, llevaron a aceptar la previsión de que una mayor libertad enel juego de las fuerzas del mercado propiciaría una evolución hacia la convergenciainternacional e inter-regional. Pero, además, la confianza en esas predicciones fuereforzada por los resultados de algunos estudios empíricos realizados en paísesdonde al inicio de los procesos de reestructuración, efectivamente se observó –y,en algunos casos todavía se observa– el estancamiento y, aún, la declinación de lasprincipales aglomeraciones metropolitanas. Lo que prematuramente llevó a con-cluir que este tipo de comportamiento podía considerarse como un rasgo inherentea la nueva dinámica económica, esto es, que lo comprobable para un momento detransición entre dos fases de desarrollo capitalista, podía ser interpretado comouna tendencia permanente.

El que cierta dispersión territorial haya seguido manifestándose al interior dealgunos países de la periferia capitalista que todavía se encuentran a medio camino

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en sus procesos de reestructuración e inserción competitiva en la economía-mun-do, ha dado pie para que se continúe insistiendo en que se estaría en camino haciauna mayor convergencia internacional e inter-regional. Sin embargo, las tendenciasobservables en los países que han mostrado mayores avances en su reestructura-ción y globalización no avalan tales conclusiones. En efecto, a medida que los ren-dimientos crecientes y la competencia oligopólica han ido afirmando con más fuer-za su presencia en el nuevo régimen de acumulación, la divergencia en los ritmosde crecimiento entre países y entre regiones parece haber retomado su carácter derasgo congénito a la propia dinámica capitalista. De hecho, un conjunto de regula-ridades empíricamente comprobadas por diversas investigaciones realizadas paradistintos países desarrollados y emergentes, han suministrado sólidos elementosde juicio para cuestionar las predicciones de convergencia1.

Desde esta perspectiva, también comenzaron a ponerse en tela de juicio losaugurios sobre caída del crecimiento económico metropolitano y declinación de lasgrandes ciudades. Los aportes en esta dirección son abundantes. Desde la publi-cación de su libro sobre las ciudades globales, Sassen (1991) ha puesto en eviden-cia como las nuevas modalidades del desarrollo capitalista requieren de nuevascentralidades, con lo cual ciertas ciudades principales han reforzado su importan-cia en la economía globalizada. Por su parte, Veltz (1996:22) luego de analizar lasituación en diversos países desarrollados, afirma enfáticamente que “[...] la‘metropolización’ de la economía se afirma como la tendencia principal del dece-nio”. Por otro lado, Chinitz y Moran (1996:1), al revisar la evolución urbana en elperíodo 1980-1990 en los Estados Unidos, concluyen que “dentro de todas lasregiones, la tendencia ha sido siempre hacia las mayores aglomeraciones metropo-litanas”.

Pero también en el terreno de los estudios prospectivos se llega a la mismaconclusión. Así, por ejemplo, Lipietz y Leborgne (1989: 132), luego de analizar tresposibles escenarios futuros de organización del trabajo, concluyen que todos “[...]tienen en común una tendencia a privilegiar las aglomeraciones urbanas, lo que esresultado del reforzamiento del carácter mercantil en las relaciones entre empresas,a través de la cuasi integración vertical”. Estos antecedentes llevan a coincidir conKrugman (1992: 11), en que seguramente la respuesta más breve a la pregunta

1 Así, por ejemplo, en las últimas décadas se ha podido comprobar que “[...] se mida como se mida,la distribución de las capacidades innovadoras entre los diferentes países es altamente desigual. Elnúmero de participantes en el club de innovadores es bastante pequeño y relativamente estable a lolargo del tiempo” (Dossi 1991: 170). En la misma dirección. Pavitt y Soete señalan que “los creci-mientos en los niveles de productividad de los países en las décadas de 1960 y 1970 con respectoa la media mundial estuvieron asociados a incrementos en las actividades innovadoras, medidas entérminos de gasto en I+D y de registro de patentes en el extranjero ( citado por Dossi, 1991: 171).Ninguna de estas tendencias permiten avizorar un camino en dirección de la convergencia.

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sobre cuál sería la característica más prominente de la distribución geográfica de laactividad económica, sería que es su concentración. De esta manera, luego de algunosaños de relativo optimismo, en los que se difundió la creencia de que las nuevas moda-lidades de organización y distribución de la producción llevarían al estancamiento de laexpansión metropolitana y a una mejor distribución territorial productivo-demográfica,la realidad observable se ha encargado de demostrar que la concentración en grandesaglomeraciones urbanas permanece como rasgo destacado del nuevo escenario.

Frente a esta situación, este trabajo se propone analizar las tendencias domi-nantes en cuanto al crecimiento y la expansión metropolitana, con particular refe-rencia al caso de los países latinoamericanos que más han avanzado en su rees-tructuración y globalización. A estos efectos, se ubica a los movimientos del capitalcomo hilo conductor del análisis, tanto a nivel internacional como nacional, obser-vando en primer lugar su orientación predominante a medida que se han ido inten-sificando los procesos de modernización capitalista asociados a la globalización; y,en segundo lugar, su materialización sectorial y territorial, teniendo presente espe-cialmente sus efectos en materia de acumulación nacional, regional y/o local decapital físico, capital humano y capital técnico. A partir de allí, se busca identificarlos factores que inciden con más fuerza en las decisiones sobre localización de lasactividades productivas, especialmente las más modernas y dinámicas, mostrandola vinculación de estos factores con las condiciones ofrecidas por las grandes aglo-meraciones metropolitanas. En este contexto, se estudia como esto ha influido enla recuperación del crecimiento metropolitano y en la formación y expansión de loscorrespondientes mercados de trabajo. Finalmente, con estos antecedentes, seplantea la discusión sobre los efectos de estos procesos en las transformacionesterritoriales y morfológicas que se observan en estas grandes aglomeraciones.

2. GLOBALIZACION, DESREGULACION Y MOVIMIENTOS DEL CAPITAL

Los caminos que los distintos países y empresas escogieron para salir de lacrisis económica que se había agudizado hacia mediados de la década de los años70, estuvieron fuertemente condicionados por los efectos simultáneos einterrelacionados de la afirmación de un nuevo paradigma científico-técnico y delincontenible avance de la globalización de la economía. A medida que el nuevoescenario modelado por estas fuerzas se fue afirmando en el mundo entero, tantoa nivel de las naciones como de las empresas, se impuso la convicción de que lasperspectivas de acumulación y crecimiento en el ámbito de la dinámica económicaglobalizada estaba acotada básicamente por los aumentos de competitividad queunas y otras fuesen capaces de alcanzar.

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Al imponerse la convicción de que aumentar la competitividad constituía unaexigencia ineludible para sobrevivir en el nuevo escenario, un número cada día mayorde gobiernos nacionales optó por impulsar cambios radicales en la orientación desus estrategias y políticas macroeconómicas, en el entendido de que las condicio-nes generales para avanzar en esa dirección debían ser establecidas ab initio en elámbito nacional2. En este sentido, la mayoría de los gobiernos, explícita o implícita-mente, parecen haber compartido la conclusión de Porter, de que “las diferencias aescala nacional en estructuras económicas, valores, culturas, instituciones e histo-rias contribuyen profundamente al éxito competitivo. El papel de la nación pareceser tan fuerte como antes o incluso más fuerte que nunca” (Porter, 1990: 45).

El discurso teórico-ideológico que se adoptó como fundamento de las estra-tegias de “ajuste estructural” que entonces comenzaron a aplicarse, postulaba quesolamente liberando a las fuerzas del mercado –que por varias décadas, durante elauge de las ideas Keynesianas, habían estado fuertemente constreñidas– podríanrestablecerse condiciones propicias para mejorar la valorización privada del capital,que era entendida como condición necesaria para elevar las correspondientes ta-sas de acumulación y crecimiento. Complementariamente, habida cuenta de la cre-ciente incertidumbre y riesgo que se derivaba de la propia globalización, numero-sas empresas también se vieron compelidas a modificar las bases estructurales desu competitividad, mediante cambios substanciales en la organización de sus pro-cesos productivos.

En este escenario, la desregulación, componente básico de las estrategias deliberalización económica, se situó como una política funcional y necesaria a laglobalización. De hecho, globalización y desregulación operan como procesos quese retroalimentan recíprocamente y, al hacerlo, contribuyen a profundizar la nuevadinámica económica. Mientras la globalización requiere de mayor liberalización yapertura en el funcionamiento de las distintas economías nacionales, la desregulaciónse ubica como condición ineludible para que una economía nacional pueda mejorarsu inserción en la dinámica globalizada. Bajo los efectos combinados de laglobalización y la desregulación, se produjo un conjunto de transformaciones es-tructurales de las que, dada su importancia para el análisis que nos proponemosrealizar en este trabajo, importa destacar:

a) La creciente autonomización del capital, que surge como resultado naturaldel despliegue de las nuevas tecnologías de la información y de las con-

2 Esta conclusión contradice abiertamente las tesis de autores como Ohmae (1995), que sostienenque se estaría evolucionando hacia la desaparición del Estado-nación. El aumento de la competitividadde las empresas de los países que más han avanzado en sus procesos de reestructuración avalanla conclusión de Porter.

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diciones generales establecidas por la desregulación3 y que se manifiestaespecialmente en tres formas. En primer lugar, autonomización con respectoa las indicaciones públicas, que se manifiesta en una progresiva pérdida decapacidad regulatoria por parte de los Estados nacionales sobre los movi-mientos del capital; en esta situación, los capitales tienden a sobrepasar laspolíticas y las fronteras nacionales cada día con mayor fuerza, en pos de losdestinos sectoriales o territoriales percibidos como más rentables y seguros.En segundo lugar, con respecto a lo material, consecuencia de que el merca-do del dinero se ha ido divorciando paulatinamente del de las mercancías, demanera que el flujo de capitales ha ido perdiendo relación con el volumen delcomercio internacional, en una secuencia de progresiva autonomización delcomponente financiero (Menzel, 1995: 8-12). Finalmente, la desterritorializacióndel capital (de Mattos, 1989), esto es, su autonomización con respecto a susraíces territoriales, que se produce como lógica consecuencia de la forma-ción, consolidación y expansión de estructuras empresariales multinaciona-les y nacionales de acumulación, es la que establece la dirección y el destinode sus inversiones, respondiendo a criterios que priorizan la rentabilidad sec-torial o territorial del capital, en detrimento de sus orígenes o vinculacionesnacionales, regionales o locales.

b) La intensificación de la secular tendencia a la conglomeración del capital,que se presenta como epifenómeno de la autonomización del capital y semanifiesta en un cuadro donde las fusiones, adquisiciones, “joint-ventures”,etc., han adquirido el carácter de hechos cotidianos en el noticiero de laeconomía mundial. Como señala Coriat, “las grandes firmas ya en parteinternacionalizadas, han debido modificar su dimensión, participando deoperaciones muy importantes de fusión y adquisición, de compra de otrasempresas y de tomas de participación financiera para poder estar presen-tes en otros mercados” (Coriat, 1997: 18). Así, un número creciente deempresas imbricadas en redes globales, estimuladas por las condicionesestablecidas por las políticas de liberalización y desregulación, se han afir-mado como los protagonistas indiscutidos de la nueva dinámica económi-ca. En consecuencia, las perspectivas en materia de acumulación y creci-miento para las naciones o las regiones dependen cada día en mayor gra-do, de las estrategias y de las decisiones de unas estructuras empresaria-les enredadas jerárquicamente a escala mundial.

3 En este sentido, Lafay (1996: 51-52) afirma que “los movimientos internacionales del capital consti-tuyen la manifestación más espectacular del proceso de mundialización. Ellos han sido aceleradostanto por las decisiones de los Estados (la desregulación), como por las mutaciones tecnológicas(permitiendo, a bajo costo, una difusión instantánea de las informaciones)”.

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c) La paulatina transformación de la morfología organizacional de las empresas,derivada de la necesidad de aumentar su competitividad en el escenarioglobalizado, que las obliga a procesar cambios en su organización a fin delograr una mayor flexibilidad para enfrentar las continuas mutaciones queafectan a los mercados. En una situación en la que se ha ido imponiendo unatransición desde una competencia vía costos hacia una competencia a tra-vés de la diferenciación de las mercancías (Veltz, 1996), la organización enred se presentó como un tipo de respuesta habitual. Al destacar que la em-presa-red constituye la forma más reciente de la internacionalización, Lafay(1996: 49) precisa que “en lugar de crear filiales estrictamente controladas enel seno de un sistema fuertemente estructurado y jerarquizado, se hace demás en más rentable establecer relaciones contractuales con las contrapar-tes que emergen en los países en que se implantan, especialmente en lospaíses en despegue industrial”. Con ello, se ha generalizado la desintegra-ción vertical de un número creciente de grandes empresas, donde se hacencada día más frecuente la externalización de sub-procesos y de actividades.Su posterior reconstitución a través de formas de “cuasi integración vertical”(Lipietz y Leborgne, 1988), ha llevado a establecer respuestas originalesmediante alianzas estratégicas, a veces de carácter transitorio, capaces deasegurar mayor flexibilidad, capacidad innovadora y competitividad en la pro-ducción de algún tipo de mercancía como es el caso, por ejemplo, del tipode organización conocida como corporación virtual (Davidow y Malone, 1992).

d) El progresivo aumento de la terciarización del aparato productivo4, derivado deun fuerte crecimiento registrado durante las últimas décadas, tanto por los servi-cios a las familias (comercio, turismo, salud, educación, etc.), como por los servi-cios a la producción, que ha redundado en que, en su conjunto, este sector hayapasado a generar entre 60 y 70% del total del empleo en los países que más hanavanzado en su modernización capitalista. En esta evolución, se observan im-portantes cambios cualitativos en la composición interna del sector, consecuen-cia fundamentalmente del impacto de la microelectrónica y de las nuevas tecno-logías de la información en la organización de los procesos productivos, dondebuena parte de las grandes empresas industriales han tendido a externalizar unelevado número de actividades que, desde entonces, han pasado a ser registra-das como servicios. De hecho, este crecimiento de la participación del sectorterciario en la generación de empleo, también ha incidido decisivamente en unmayor crecimiento de los mercados urbanos de trabajo.

4 Ferrao destaca que “[...] a partir del momento en que se pasa a entender el proceso de terciarizacióncomo un componente central de los mecanismos de reestructuración de los sistemas productivos ysocio-culturales y no apenas como una extensión del denominado “sector terciario”, terciarización,innovación y modernidad surgen ineluctablemente asociadas” (1992: 35).

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Desde el momento en que estas transformaciones comenzaron a ser internali-zadas por parte de distintas economías periféricas, un número creciente de com-ponentes de sus respectivos aparatos productivos se vio obligado a encarar radi-cales procesos de reestructuración, en el entendido de que este era el caminoaconsejado para poder mejorar su inserción competitiva en la economía-mundo.Estos cambios en las estrategias empresariales provocaron fundamentales muta-ciones en las estructuras internas de estas economías, que significaron su progre-siva integración, así como la de muchas de sus empresas, a la dinámica económicaglobalizada. Desde esta perspectiva, la calificación de emergente puede aplicarse aaquellas economías de la periferia capitalista que, en función del avance de susesfuerzos de reestructuración, han logrado establecer las condiciones necesariaspara su inserción en la dinámica globalizada y extraer beneficios de ello.

Al interior de estas economías emergentes en vías de globalización, los cambiosresultantes se han traducido en una fuerte acentuación –hasta cierto punto, culmina-ción– de la tendencia a la des-ruralización y urbanización de la economía; en el caso delos países latinoamericanos más industrializados, esta tendencia ya había comenzadoa acelerarse en la fase de crecimiento hacia adentro, especialmente bajo los efectos dela industrialización sustitutiva. Se produjo así una significativa caída de la contribuciónde la agricultura al empleo (Cuadro 1) y al PIB y, al mismo tiempo, un aumento paulatinoy sostenido de la tasa de urbanización. Todo esto ha tenido importantes repercusionesen la distribución territorial de los focos de acumulación y crecimiento.

CUADRO 1PORCENTAJE DE LA POBLACIÓN EN EDAD ACTIVA EMPLEADA,

POR SECTORES, 1960-1990

1960 1990

AGR. IND. SERV. AGR. IND. SER.

Argentina 21 34 45 12 32 55

Brasil 55 17 28 23 23 54

Chile 30 30 39 13 25 56

Colombia 52 19 29 27 23 50

México 55 19 25 28 24 48

Perú 52 20 28 36 18 46

Uruguay 21 29 50 14 27 59

Venezuela 33 22 44 12 27 61

Fuente: PNUD-Informe sobre Desarrollo Humano 1997. Ediciones Mundi Prensa, Madrid,1996.

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3. MOVIMIENTOS DEL CAPITAL Y ATRACTIVIDAD TERRITORIAL

Para identificar los principales impactos territoriales de la nueva dinámica eco-nómica globalizada, ante todo es necesario establecer hacia que lugares se dirigenen forma preferente esos capitales que ahora se mueven con mínimas restriccionesy, en seguida, cuales son los atributos que explican por qué se orientan en taldirección y se materializan en mayor grado en determinados lugares y no en otros.En lo que respecta al destino territorial de esos capitales crecientementeautonomizados, conglomerados y desarraigados, la evidencia empírica disponiblemuestra que sus preferencias no son por los lugares más desregulados y con sala-rios más bajos, sino por los que son percibidos como menos riesgoso y más renta-bles, o sea, que poseen una mayor fertilidad relativa (Kampetter, 1995), indepen-dientemente de si aquí los salarios son más altos y las regulaciones más estrictasque en aquellos.

En efecto, según cifras del World Investment Report de las Naciones Uni-das, en 1998 el 71.5% del total de los flujos de inversión directa extranjera (IED)se dirigió hacia los países desarrollados (35.7% a la Unión Europea, 30.0% a losEstados Unidos, y 5.8% a otros países desarrollados), el 12.1% a Asia del Sudes-te, el 11.1% a América Latina, en tanto que el resto, que incluye a los paísesafricanos, a los otros países subdesarrollados asiáticos y a Europa central y orien-tal, solamente le correspondió el 5.3% del total (Fremeaux,2000). Estas propor-ciones no implican alteraciones significativas con respecto a las tendencias quese vienen observando desde mediados de la década de los ochenta (Chesnais,1994), aún cuando desde entonces el volumen total de la IED pasó desde 50 milmillones de dólares a 650 mil millones en 1998. Vale decir, al amparo de las con-diciones establecidas por las políticas de liberalización y desregulación, el capitalse dirige preferentemente hacia los lugares que le resultan más atractivos, enfunción de las posibilidades que encuentran en ellos para germinar más rápida yvigorosamente.

¿De qué depende la atractividad de un territorio?. En lo esencial, podría decir-se que esta condición depende de la presencia (o ausencia) de un conjunto deatributos preexistentes y/o configurados a lo largo de su específica historia produc-tiva. Desde la perspectiva de las empresas multinacionales, “en una visión amplia,la atractividad tiende a englobar todas las fortalezas y debilidades del país receptor,comprendiendo las ventajas comparativas, el clima de inversión, el riesgo-país y lacalidad de las empresas locales recomprables por las multinacionales” (Andreff,1996: 32). Marconnet y Fremeaux (1996:70), por su parte, destacan que en laatractividad inciden factores tales como costo y calidad de la mano de obra, cali-dad del tejido industrial local para la subcontratación, calidad de las infraestructuras

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de transportes y comunicaciones, apertura del mercado de capitales y existenciade ayudas políticas a la inversión. Desde otro punto de vista, a partir de las explica-ciones provistas por las nuevas teorías del crecimiento endógeno (Romer, Lucas,Barro, etc.), es posible inferir que los lugares con mayor potencial endógeno seríanlos que cuentan con una superior acumulación de capital físico, de capital humanoy de capital técnico y conocimientos (Guellec y Ralle, 1995).

Sin duda, el hecho de que atributos de esta naturaleza sean consideradoshabitualmente para elaborar las calificaciones de riesgo-país y de competitividad,es un claro indicador de la importancia que los propietarios del capital efectivamen-te les otorgan cuando adoptan sus decisiones acerca del destino de sus inversio-nes5. Vale decir, tanto a escala internacional como nacional, la mayor o menor pre-sencia de estos atributos influye decisivamente en las decisiones de los propieta-rios del capital sobre donde y como localizar o deslocalizar sus inversiones. Es, portanto, la atractividad inicial de cada territorio lo que condiciona sus perspectivas deacumulación y de crecimiento en el nuevo escenario globalizado.

Por lo tanto, aquellos territorios nacionales o subnacionales que a lo largo desu historia productiva han realizado mayores avances en su modernización capita-lista, logrando conformar un ambiente económico atractivo, son los que están enmejores condiciones para enfrentar sus procesos futuros de acumulación y creci-miento. A escala internacional esto se traduce en que, atendiendo a las diferenciasde atractividad existentes entre países, los flujos de IED se dirigen de manera prefe-rente hacia los países desarrollados y, en segundo lugar, hacia las economías emer-gentes, con lo que se contribuye a retroalimentar los procesos de concentración delas inversiones en las economías de mayor desarrollo relativo.

Es así que la desigualdad en la dotación de los atributos que caracterizan laatractividad de cada lugar, configura la base sobre la que se reproducen estructu-ras territoriales jerarquizadas, que tienden a dibujar un mapa (internacional, inter-regional e intrarregional) asignado por el crecimiento divergente, donde la concen-tración y la desigualdad se ubican como rasgos congénitos. En efecto, dadas lasexternalidades positivas de los stocks acumulados de capital físico, de capital hu-mano y de conocimientos, lo habitual es que se desencadenen procesos de retroa-limentación de carácter acumulativo, donde los territorios dotados de una mayoracumulación inicial de este tipo de factores, se constituyen en focos de atracciónpara nuevas inversiones, que les permiten seguir aumentando sus niveles de acu-

5 Así, por ejemplo, puede mencionarse que Standard & Poor evalúa la situación de cada país enfunción del riesgo político (sistema político, ambiente social, relaciones internacionales) y de suriesgo económico (posición financiera externa, flexibilidad de la balanza de pagos, estructura ycrecimiento económico, conducción económica, perspectivas económicas) (Standard & Poor,Emerging Markets, marzo 1995).

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mulación de período en período. Allí donde esta dinámica de retroalimentación co-mienza a operar, las tendencias a la concentración y a la divergencia no deberíanmostrar síntomas relevantes de reversión.

A partir de esta aproximación de carácter general, ahora es posible intentaridentificar en forma más precisa los lugares concretos en los que, al interior de esosterritorios de mayor atractividad relativa, tienden a materializarse dichos flujos decapital. A estos efectos, es necesrio establecer cuales son los sectores y tipos deactividad a los que preferentemente se dirigen esos flujos y, a partir de allí, identificarcuales son los factores de localización privilegiados por estos sectores y activida-des al momento de decidir su específica ubicación territorial.

4. PREFERENCIAS LOCACIONALES Y REACTIVACIÓN DEL CRECIMIENTOMETROPOLITANO

¿Hacia que tipo de actividades se dirigen predominantemente los flujos de inver-sión? Allí donde han habido avances significativos en la reestructuración y la globalizaciónde las economías nacionales y de las empresas, los flujos internacionales de capital sehan orientado preferentemente hacia los servicios6 y, en segundo plano, hacia la indus-tria (Chesnais, 1994). La información disponible muestra que la inversión nacional –enparticular la que realizan las empresas más integradas a la dinámica globalizada– siguepatrones de localización análogos a los de la IED, tendencia que se observa tanto en lospaíses desarrollados como en las economías emergentes.

Para poder explicar por qué los flujos de capital se orientan hacia un determi-nado destino territorial es necesario establecer cuales son los factores que tienenmayor incidencia en las decisiones relativas a la elección del lugar de implantaciónde las distintas actividades directa o indirectamente relacionadas con los servicios yla industria. A este respecto, conviene realizar el análisis considerando tres tipos deactividades: las funciones de comando de las empresas globalizadas, las produc-toras de servicios y las del sector manufacturero.

6 En el caso de los países latinoamericanos esta tendencia se manifiesta en forma clara. En un estudiode la CEPAL se señala que “el aumento de IED en el sector servicios y su caída en el sector manu-facturero durante la década de 1980 se tradujo en un incremento de la participación relativa delacervo de IED acumulado en el sector terciario. La IED en servicios tales como comercio, transpor-tes y comunicaciones surgió inicialmente con carácter de apoyo a las actividades de las empresastransnacionales en el sector manufacturero. Las reformas económicas introducidas en la regiónsignificaron la eliminación de las restricciones a la IED en algunas actividades de servicios, particular-mente bienes raíces, finanzas y seguros, lo que favoreció el ingreso de capitales extranjeros en estesector. Los programas de privatización fueron otro factor importante que explica el crecimientoregistrado por la IED en las actividades de servicios durante los años noventa.” (CEPAL, 1995: 13).

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1. Localización del comando del nuevo poder económico.

El hecho de que por lo general las grandes empresas que conforman la cúpuladel nuevo poder económico estén organizadas en red, implica que en la medidaque su estructura contempla una organización económica territorialmente disper-sa, ellas necesitan de una dirección y una coordinación centralizada a fin de asegu-rar un manejo eficiente de su funcionamiento en el contexto de la economía global.Como afirma Sassen (1997: 50) “ para permitirles a esas firmas globales ser com-petitivas en el mercado mundial, la proximidad física de sus centros de decisión conlos expertos y la concentración de estos en un espacio geográfico restringido jue-gan [...] un papel aún más importante que en el pasado”. De esta manera, al decidirsobre la localización de sus sedes corporativas y de sus diversas funciones decomando (dirección, gerencia, planificación, gestión estratégica, etc.) tienden a pri-vilegiar determinados nodos estratégicos de la geografía global, al mismo tiempoque despliegan hacia sus periferias numerosos procesos y subprocesos producti-vos. Básicamente, lo que otorga a determinados lugares esta condición de nodosestratégicos es la disponibilidad de:

a) mejoras y más expeditos sistemas de comunicaciones, capaces de permi-tir contactos cotidianos fluidos con empresas relacionadas que se encuen-tran ubicadas en distintos lugares del entorno global (red integrada de co-municaciones con el exterior, aeropuerto internacional de primer nivel, am-plia oferta de conexiones aéreas, etc.);

b) proximidad física de otras empresas de equivalente rango jerárquico, des-de que para las cúpulas de estas empresas es un importante handicaptener una localización distante del lugar donde se concentra la mayoría desus pares;

c) diversos tipos de servicios altamente especializados cuyo producto lasempresas prefieren adquirir externamente (servicios y analistas financieros,expertos especializados en áreas de asesoría técnica, jurídica y publicidad,servicios médicos de alto nivel, etc.) y,

d) finalmente, y no menos importante, condiciones para una amplia y fluidacomunicación directa cotidiana, formal e informal, entre las personas quedesarrollan las tareas más creativas e innovadoras del nuevo aparato pro-ductivo, de manera de potenciar lo que Reich denomina los “beneficioscreativos de la proximidad” (Reich, 1991: 236).

Dado que solamente es posible encontrar la conjunción de todos estos as-pectos en las áreas metropolitanas principales de cada país, el comando de lasgrandes empresas nacionales y multinacionales que operan en ese ámbito, en es-

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pecial aquellas con mayor articulación con la economía global, tiende a localizarsemayoritariamente en aglomeraciones de este tipo. Dado que tanto la presencia,como las decisiones y acciones, de estos comandos generan importantes efectosde eslabonamiento y arrastre sobre otras actividades productivas del entorno res-pectivo, su localización en estos lugares contribuye a retroalimentar el mayor creci-miento metropolitano.

2. Localización de los servicios

Como consecuencia de la consolidación de una nueva arquitectura empresa-rial, donde se ha generalizado la empresa organizada en red y la externalización ytercerización de múltiples subprocesos y, por otra parte, del progresivo aumento delos ingresos medios en las sociedades desarrolladas y emergentes, los servicioshan pasado a constituirse en el sector más importante, tanto por su contribución alPIB, como al nivel general de empleo. En esta dinámica, se destacan en primertérmino los servicios a la producción, en el que ocupan un lugar prominente activi-dades como servicios bancarios y financieros, seguros, servicios inmobiliarios, in-geniería y arquitectura, servicios contables y legales y todos los relacionados conlas telecomunicaciones. Por otro lado, también tienen gran importancia en la ex-pansión de este sector, un conjunto extremadamente diversificado de servicios alas familias, donde predominan las actividades vinculadas con la salud, la educa-ción y el esparcimiento, incluido el turismo.

Diversos estudios realizados sobre el comportamiento locacional de las activi-dades que componen el sector terciario –y, en especial, de las más modernas ydinámicas vinculadas a la producción– han comprobado que ellas muestran unanítida preferencia por los lugares en los que pueden beneficiarse de amplias econo-mías externas, tal como es el caso de las grandes aglomeraciones urbanas y, enparticular, de las áreas metropolitanas principales (Bailly, 1994). Al analizar este com-portamiento locacional, se ha destacado la incidencia de tres factores que seríanlos que explican en mayor grado la preferencia metropolitana de estas actividadesy, en especial de los servicios a la producción:

a) mano de obra cualificada, debido a que numerosos servicios dependen dela competencia de sus empleados y de la calidad de las relacionesinterpersonales;

b) proximidad de creadores de conocimientos, de información y de técnicas, enespecial por cuanto los servicios a la producción deben desarrollar vínculosestrechos con otros productores de servicios que les son complementarios;

c) proximidad del mercado y, en particular, proximidad directa de las sedessociales y las oficinas nacionales de las empresas, dado que es en éstas

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donde se adoptan la mayor parte de las decisiones de compras (Bailly yCoffey, 1994).

Obviamente ha sido en las grandes aglomeraciones donde se puede encon-trar la mejor y más amplia disponibilidad conjunta de estos factores, lo que las haconvertido en los lugares preferidos para la localización de estas actividades. Fueasí que la instalación de una parte significativa de los servicios en las principalesáreas metropolitanas, se ha traducido en un estímulo fundamental para lareactivación de crecimiento y de la concentración productiva y demográfica enellas.

3. Localización de la nueva industria

En lo que concierne a la industria, contrariamente a lo que anticiparon muchosanalistas, solamente se ha observado cierta dispersión territorial selectiva, pese alas posibilidades que en ese sentido ofrecen las tecnologías de la información. Comoafirma Ascher (1995b: 153) “[...] las nuevas tecnologías de transportes y de comu-nicaciones participan en las recomposiciones de los espacios urbanos y rurales,pero no engendran una dispersión generalizada de los hombres y de las activida-des”. Si bien es cierto que muchos procesos manufactureros se han dispersadohacia otros lugares de cada territorio nacional, ya sea para ubicarse en la proximi-dad de recursos naturales o de mano de obra barata o, también, para aprovecharpolíticas locales de estímulo, la mayor parte de las actividades más dinámicas einnovadoras han mostrado una clara preferencia locacional por las áreas metropo-litanas. No se trata, sin embargo, de un renacimiento de las tendencias a la concen-tración territorial generalizada que caracterizó a la industria sustitutiva latinoameri-cana del período anterior, sino de un comportamiento diferenciado que afecta enforma desigual a distintos segmentos del nuevo aparato manufacturero. Donde lagran ciudad parecería estar pasando de una fase de crecimiento extensivo a otraen la que se refuerza la especialización en actividades intensivas en capital o enconocimientos, tanto en la industria como en el terciario avanzado (Caravaca yMéndez, 1992: 21).

En un escenario donde la competitividad de cada empresa y de cada produc-to se constituye en un requisito fundamental para su supervivencia, la elección deuna localización adecuada constituye un crucial aspecto adicional para una gestiónque tiene como uno de sus objetivos básicos minimizar la incertidumbre y los ries-gos, para lo cual las estrategias respectivas contemplan la búsqueda de flexibilidady de seguridades. En este sentido, Veltz (1996: 238) destaca que “[...] la dimensiónmetropolitana ofrece sobre todo una garantía frente a lo imprevisto y a lo imprevisi-ble que parece muy superior a aquella de otros de territorio”.

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En todo caso, y más allá de la atractividad del entorno general, la industria–especialmente la más moderna e innovadora– tiende a orientarse hacia loslugares que ofrecen ventajas en términos de mercados de trabajo, mercadospara sus productos, contingentes de talento e innovación, complejidad de lostejidos industriales, infraestructura (especialmente en el área de las comunica-ciones) y disponibilidad de servicios avanzados especializados, ventajas que ensu conjunto solamente se pueden encontrar en las grandes aglomeracionesurbanas.

Teniendo en cuenta el comportamiento locacional que han asumido los co-mandos del nuevo poder económico, los servicios y una parte relevante de laindustria bajo los avances de la modernización capitalista impuesta por laglobalización, es posible concluir que nuevamente se ha fortalecido la propensiónal crecimiento y a la concentración metropolitana. Y ha sido hacia estas aglome-raciones que ha confluido la parte más importante de los flujos de capital, orien-tándose especialmente hacia aquellas que han logrado ubicarse en una posiciónestratégica en la red mundial de ciudades en globalización. En una situación en laque la desruralización y la urbanización de la economía y del empleo se imponencomo rasgos fundamentales de la nueva geografía, se observa que más que abase de regiones tradicionales, ella está vertebrada en torno a un conjunto deciudades-región, en las que están localizados los nodos principales de la red deflujos de capital y conocimientos.

El hecho de que el origen y el destino de los flujos de mayor relevancia de lanueva dinámica económica posfordista se ubique en un número limitado de gran-des aglomeraciones tiene una fuerte incidencia en una configuración territorial don-de se destaca la coexistencia de grandes manchas urbanas metropolitanas, conamplios espacios vacíos o semivaciós. En esta dinámica, se ha ido configurando unmapa en el que “[...] los impulsos dados al sistema mundo provienen de un ciertonúmero de centros desde donde parten las iniciativas, donde nacen y son desarro-lladas las innovaciones. Centros que son los emisores de órdenes, lugares de trata-miento, explotación y difusión de la información y donde, sobre una extensión res-tringida operan en sinergia las sedes de las principales empresas mundiales” (Dollfus,1994: 22). Desde el momento en que se afirma esta situación, la idea fundamentalque se impone es que “las metrópolis modernas no son más sistemas autocentrados,sino potentes entrecruzamientos de redes múltiples”(Veltz, 1997: 61).

5. INSERCIÓN GLOBAL Y EXPANSION METROPOLITANA

La mayoría de las ciudades latinoamericanas que ahora están afirmándosecomo nodos de la red mundial de ciudades globalizadas, ya habían comenzado a

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consolidarse como ciudades principales de sus ámbitos nacionales (o regionales) alinicio de los procesos de formación de sus respectivos estados nacionales , cuan-do jugaron un papel central en la conducción de la integración económico-territorialde sus espacios nacionales o regionales y, también, de la inserción y articulación desus países en la economía-mundo capitalista. Fue entonces cuando se inició unasecuencia de crecimiento y expansión que culminó en los años posteriores a laSegunda Guerra Mundial, cuando la industrialización sustitutiva contribuyó a acen-tuar la urbanización de la economía y a intensificar la concentración productiva ydemográfica en torno a ellas. En ese período se hicieron prácticamente incontrola-bles las tendencias a la concentración y expansión metropolitanas en torno a ciu-dades como Buenos Aires, Bogotá, Caracas, Ciudad de México, Sao Paulo, Rio deJaneiro, Santiago y Lima.

Durante las últimas décadas, al generalizarse la apertura externa de lasrespectivas economías nacionales, algunas de estas metrópolis se constituye-ron en los lugares preferidos para la localización de las funciones y las activida-des de enlace con las redes globales de carácter financiero, comercial, produc-tivo, cultural, etc. En tando nodos de articulación entre los ámbitos nacional yglobal, fueron afectadas por profundas transformaciones que alteraron muchasde las funciones que las habían caracterizado en el período anterior, más rela-cionadas con la integración y gestión de sus respectivos espacios internos. Apartir de ese momento, algunas de ellas iniciaron un nuevo ciclo de moderniza-ción stricto sensu capitalista, donde uno de los objetivos centrales del mismoha sido el de profundizar su articulación en la red mundial de ciudadesglobalizadas.

En cualquier caso, estos procesos de modernización por los que algunasgrandes metrópolis latinoamericana han podido mejorar su posición en dichared mundial, estuvieron condicionados ante todo por los avances que sus pro-pios entornos nacionales o regionales lograron en su inserción competitiva en laeconomía global; en última instancia, fueron fundamentalmente los aumentosde productividad y de competitividad logrados por el entorno nacional al quepertenecen, lo que les permitió mejorar su atractividad vis-a-vis las empresasglobales organizadas en red y los flujos internacionales de capital y, por consi-guiente, mejorar su articulación en la red de ciudades. Como afirma Friedmann,cada una de las ciudades que se integra a la red, “[...] ocupa una posición querefleja su importancia relativa en la articulación espacial de actividades econó-micas y financieras” (Friedmann, 1997: 40). Esto es, dicha posición está condi-cionada por su poder económico relativo, donde “[...] el poder económico deuna ciudad global está en directa relación con la productividad de la región conla cual se articula” (idem: 43).

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31MOVIMIENTOS DEL CAPITAL Y EXPASIÓN METROPOLITANA EN LAS ECONOMÍAS…

Pero, además, el mayor o menor éxito en el logro del objetivo de mejorar suposición en la red mundial, no solamente depende de factores de orden cuantitati-vo (dimensión demográfica y territorial del país, tamaño del mercado interno, dispo-nibilidad de recursos naturales, etc.), sino principalmente, de factores de ordencualitativo asociados a los atributos de atractividad y competitividad a que ya he-mos hecho referencia. En el caso de las economías emergentes latinoamericanas,fueron las metrópolis pertenecientes a los ámbitos nacionales que más mejoraronsu atractividad y competitividad, las que más pudieron profundizar su articulaciónen la red mundial y beneficiarse en mayor grado de ello. Sin embargo, en estacompetencia tuvo una fuerte incidencia el conjunto de calidades y particularidadesque caracterizaban a cada una de estas ciudades al momento de iniciar su caminohacia la globalización, de manera que algunas de las que partieron con claras ven-tajas establecidas a lo largo de su historia, pudieron situarse en una mejor posiciónaún cuando el país en el que estaban ubicadas no haya logrado avanzar al mismoritmo que otros en su modernización capitalista. Como afirman Marcuse y VanKempen (2000:263) al justificar la cualificación de “ciudades en globalización”(globalizing cities), la naturaleza del involucramiento en esta categoría no es unifor-me y ciertamente no todas las ciudades están evolucionando hacia un único mode-lo de ciudad “globalizada”.

Por otra parte, cuando se analizan los avances en la globalización de las gran-des metrópolis latinoamericanas, es necesario tener presente que los procesos dereestructuración y modernización productiva, así como los de terciarización y urba-nización, aún se encuentran en una fase intermedia en la mayoría de los países másindustrializados de la región. Así, por ejemplo, la correspondiente estructura secto-rial del empleo (Cuadro 1) indica que muchos de ellos todavía cuentan con unaproporción excesivamente elevada de su fuerza de trabajo ocupada en el sectoragrícola y con una relativamente baja ocupación en el sector terciario donde, ade-más, seguramente una parte importante corresponde a servicios tradicionales debaja productividad básicamente en el sector informal. En este sentido, sin duda elpropio proceso de globalización y modernización capitalista habrá de llevar inexo-rablemente a una mayor desruralización, urbanización y terciarización del trabajo.Al respecto, algunos indicadores sobre el nivel de desarrollo alcanzado (como Indi-ce de Desarrollo Humano, PIB real per cápita corregido, grado de urbanización,etc.), así como sobre el nivel de inserción de estos países en la economía globalizada(como, por ejemplo, ubicación en las clasificaciones internacionales de competi-tividad, calificaciones de riesgo-país, proporción de IED con relación al PIB, númerode empresas en los rankings de empresas emergentes, acciones transadas enbolsas globales, etc.), también indican grandes diferencias estructurales entre es-tos países (Ver Cuadro 2).

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33MOVIMIENTOS DEL CAPITAL Y EXPASIÓN METROPOLITANA EN LAS ECONOMÍAS…

Pese a esta situación, y más allá de las particularidades de cada caso, ya sehan comprobado importantes avances en la globalización, reactivación del creci-miento y expansión de algunas de las aglomeraciones principales en varias econo-mías emergentes latinoamericanas. Aún cuando en algunos de estos países –es-pecialmente en Brasil, México y Colombia– la concentración de funcionesglobalizadas involucra a más de un área metropolitana, por lo general es en unadonde se ubica la mayor parte de la cúpulas empresariales y financieras enlazadasen la dinámica global.

Desde perspectivas diferentes, diversos estudios realizados en los últimos añosconsignan una importante reactivación del crecimiento y expansión para el caso deciudades como Buenos Aires (Ciccolella, 1997 y 1999), Bogotá (Cuervo y González,1997; Urrea 1992; Hiernaux, 1996 y 1999), entre otras7. A la luz de las conclusionesde estos estudios, resulta lógico prever una evolución en la misma dirección paralas áreas metropolitanas principales que sean capaces de fortalecer su posicióncomo “entrecruzamientos de redes múltiples”, a partir de la profundización de lamodernización e inserción global de sus respectivos países. Si se tiene en cuentaque la mayoría de las economías emergentes latinoamericanas no disponen de unapluralidad de lugares dotados de los atributos requeridos para acoger a las activi-dades de enlace y comando del aparato productivo globalizado, no hay duda queserán las más importantes de ellas las que podrán hacerlo.

Al evolucionar en esta dirección, deberán consolidarse como sedes principa-les de un conjunto de funciones y actividades que, a su escala, corresponden a lasque han sido consideradas como propias de una ciudad global (Sassen, 1991) yque, en el caso de estos países, cuando menos deberían estar referidas a: I) lasfunciones de dirección, gestión, coordinación y control de las principales estructu-ras empresariales (conglomerados económicos y financieros, empresas multina-cionales, grandes empresas) que comandan la dinámica de acumulación, así comola articulación con la economía global; II) las actividad básicas del terciario avanza-do como servicios financieros (donde pueden destacarse las bolsas de valores8),

7 Actualmente se están desarrollando trabajos en esta dirección en diversos grupos de investigaciónsobre globalización y expansión metropolitana en América Latina. En especial, cabe destacar el quese ha formado en el seno de la Red Iberoamericana de Investigadores sobre Globalización y Territo-rio, que realizó una primera reunión en septiembre de 1999 en Toluca, México, donde se presenta-ron investigaciones sobre las principales áreas metropolitanas de esta región. Por otra parte, tam-bién se ha constituido un grupo sobre Grandes Metrópolis del Mercosur, donde equipos de investi-gación de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay han presentado trabajos sobre las principales ciudadesde esta subregión en sendos seminarios internacionales, realizados respectivamente en Teresópolis,Brasil y en Santiago de Chile, ambos en 1999.

8. Las bolsas de valores principales, tienden a localizarse invariablemente en la metrópolis de mayorgravitación económica de cada país. Los índices Merval de la Bolsa de Buenos Aires, Bovespa deSao Paulo, Indice General de Ciudad De México, IPSA de Santiago, etc., son los que realmente

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34 CARLOS A. DE MATTOS

servicios a la producción, servicios especializados educacionales y de salud, servi-cios vinculados a los productos y actividades globales, actividades culturales demayor nivel, etc.; III) las actividades relevante de los productos globales. Es laconcentración de la mayor parte de estas actividades, así como el aumento de sucapacidad para asumir funciones globales, lo que permite potenciar su articulaciónen la red mundial de ciudades globalizadas y, con ello, mejorar la posición de larespectiva economía nacional en la nueva dinámica globalizada.

La localización en estas metrópolis de este conjunto de funciones y activida-des determina que sea en ellas donde se estructuran los mercados de trabajo demayor evergadura, más diversificados y más dinámicos de cada espacio nacional.A las nuevas funciones y ocupaciones inherentes a su progresiva globalización yconsecuente terciarización, se suma en estos mercados, una multitud de tipos detrabajo, vinculados por innumerables canales, comprendiendo desde aquellos quereciben las más elevadas remuneraciones de su ámbito nacional, hasta un númerocreciente de ocupaciones marginales y/o periféricas, entre las que se incluye unavariada gama de empleos precarios, con remuneraciones paupérrimas. La existen-cia de esta diversidad de posibilidades ocupacionales es lo que les permite a estasaglomeraciones ofrecer perspectivas de supervivencia sin parangón en cada espa-cio nacional y mantener la continuidad de su potencial de atracción.

Pero, además, la acumulación de esta multiplicidad de actividades y de traba-jos en un mismo lugar, tiene otra lectura, otras consecuencias y otras implicancias.A partir del extraordinariamente amplio conjunto de actividades productivas que seasienta en o estas metrópolis, se constituyen en ellas mercados de creciente tama-ño e importancia. En efecto, dado que es en estas ciudades que tienen su residen-cia las empresas, las familias y las personas que perciben mayores ingresos decada ámbito nacional, es allí donde una parte significativa de estos ingresos sematerializan en una demanda que, dada su magnitud, complejidad, diversificacióny sofisticación, no tiene equivalente en los restantes centros urbanos. La realizaciónen el mercado interno de estas ciudades de una parte significativa de esta deman-da, juega un papel fundamental en la reactivación de un conjunto de actividadesencadenadas y, en definitiva, en la retroalimentación del crecimiento y la expansiónde la respectiva economía metropolitana.

Amén de la multiplicidad de consumos personales o familiares cada vez másvariados y sofisticados, que otorga viabilidad económica a un amplio abanico de

importan cuando se evalúa la situación de los mercados financieros de sus países, independiente-mente de que en otras ciudades de ellos funcionen otras bolsas de valores. La presencia de laprincipal bolsa de valores en estas metrópolis ejerce un poderoso efecto aglutinador, que se traducehabitualmente en la localización en su entorno de las cabezas del resto del aparato financiero, talescomo bancos, fondos previsionales, seguro, etc.

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35MOVIMIENTOS DEL CAPITAL Y EXPASIÓN METROPOLITANA EN LAS ECONOMÍAS…

tiendas especializadas, es en estas metrópolis que alcanzan su máxima expresión,tanto cuantitativa como cualitativamente, los artefactos urbanos característicos dela ciudad globalizada: conglomerados o conjuntos empresariales exclusivos (comoPuerto Madero y Catalinas en Buenos Aires, Santa Fe en Ciudad de México o laCiudad Empresarial en Santiago de Chile), condominios y conjuntos habitacionalesexclusivos cerrados, shoppings centers y malls de distinto tipo, edificios inteligen-tes, hoteles exclusivos del más alto nivel, centros para convenciones, exposicionesy otros eventos internacionales, complejos diversificados para el esparcimiento y lacultura, etc. La construcción y el funcionamiento de todos estos artefactos se tra-duce, a su vez, en un cúmulo de actividades y de ocupaciones, que se suman a lasactividades tradicionales y que, en su conjunto, dan sustento a la nueva base eco-nómica de estas ciudades en globalización. En la medida que esta dinámica nopuede desarrollarse en forma equivalente en otras ciudades del mismo ámbito na-cional, se tienden a mantener o acentuar las diferencias entre los distintos compo-nentes de cada sistema urbano nacional, aún cuando poco a poco la mayor partede las metrópolis secundarias traten de replicar algunos rasgos de las principales.

¿Cuáles podrían ser los principales efectos de este cuadro sobre los movi-mientos de población?. Dado que en el escenario posfordista la amenaza de ladesocupación ha cobrado una presencia más atemorizante, puede preverse quela fuerza de trabajo (en especial, la de mayor calificación) siga mostrando prefe-rencia por los mercados de trabajo más amplios, consolidados y dinámicos, don-de la posibilidad de obtener empleo aparecerá como más promisoria. De tal for-ma, es muy probable que las áreas metropolitanas principales continúen siendouno de los destinos preferidos de los movimientos de población. Así, de igualforma a como en el plano internacional los movimientos de población se orientanprincipalmente hacia los países desarrollados, en el plano nacional tenderán ahacerlo desde los mercados regionales o locales estancados o deprimidos hacialos que muestran mayor crecimiento y dinamismo y, en particular, hacia los másgrandes y diversificados. En este contexto, lo más probable es que estas metró-polis continúen ejerciendo una fuerte atracción sobre los habitantes de sus áreasperiféricas.

6. LIBERALIZACIÓN, DESREGULACIÓN, SUBURBANIZACIÓN Y METROPO-LIZACIÓN EXPANDIDA

Quizás el rasgo más destacado que aparece con la reactivación del creci-miento metropolitano en esta nueva fase del desarrollo capitalista sea la incontrola-ble acentuación de la tendencia al derrame territorial de la mancha urbana. Se trata

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36 CARLOS A. DE MATTOS

de una tendencia que se materializa en un continuo desborde de los límites urba-nos preexistentes, que va incorporando a pueblos y áreas rurales aledaños y dejan-do a su paso espacios vacíos o semivacíos. De esta manera, al descontrolarse loscorrespondientes procesos de suburbanización y/o periurbanización, las áreasmetropolitanas heredadas del período anterior, cuyos límites aparecían dibujadosen forma relativamente nítida, cristalizan en la formación de verdaderas ciudades–región9, de estructura policéntrica y fronteras difusas, que a la larga terminan porasimilarse a la imagen de un archipiélago.

En cualquier caso, esta modalidad de expansión urbana no puede considerarsecomo un fenómeno enteramente nuevo, sino como la acentuación –y, hasta ciertopunto, como la lógica y previsible culminación– de una forma de urbanización capita-lista, que ya había comenzado a perfilarse en el período de auge de la industrializa-ción sustitutiva. Lo que aparece como específico de este periodo es que la concen-tración productiva y demográfica cristaliza en una metropolización expandida, en lamedida que un importante conjunto de actividades productivas, en especial las mástradicionales, así como también la población, ya no requiere concentrarse en un áreacompacta de alta densidad demográfica; sin embargo, un número significativo dedichas actividades requieren de una razonable proximidad entre sí y, al mismo tiem-po, con el lugar donde se generan las mayores economías de aglomeración10, todo locual augura la continuidad del crecimiento y la expansión de estos lugares.

Otro de los cambios observables en esta etapa que importa destacar, es quelas estructuras suburbanizadas y policéntricas de la época de la globalización pare-cen estarse alejando cada vez más del modelo de ciudad de corte europeo que sehabía constituido en el referente que inspiraba a los planes y políticas urbanas se-guidas en buena parte de las metrópolis latinoamericanas en sus momentos demayor esplendor. Ahora, en los hechos, ese modelo estaría cediendo el paso al deotro tipo de ciudad, del que Los Angeles se presenta como el ejemplo más acaba-do. Además, en el período anterior era posible percibir una mayor incidencia delesfuerzo voluntarista de los gestores urbanos en sus intentos por replicar aquellaciudad conforme al modelo europeo, mientras que ahora es fundamentalmente eljuego de las fuerzas del mercado el que está decidiendo las grandes líneas y losprincipales hitos urbanos que marcan la producción de la ciudad.

9 Diversas expresiones han sido utilizadas para denominar a este tipo de configuración urbana: áreametropolitana, región metropolitana, ciudad-región, región-urbana, megalópolis, megápolis, metápolis(Asher, 1995), ciudad global (Sassen, 1991), aún cuando esta última se utiliza con una connotaciónespecífica.

10 Como afirma Peter Hall, [...] las economías de aglomeración no han perdido nada de su importancia,y [...] ellas continúan jugando en favor de las grandes zonas metropolitanas no obstante los factoresexternos negativos que constituyen claramente los embotellamientos y la polución”. (Hall, 1996: 22).

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¿Cómo se puede explicar el desencadenamiento de esta modalidad de cre-cimiento metropolitano? ¿Qué factores han contribuido en mayor grado a la afir-mación de las tendencias ahora predominantes? En un intento de dar respuesta aestas interrogantes, un aspecto que debe ser destacado en primer lugar es lamodificación de las reglas del juego que encuadraban las decisiones y accionesde dos de los actores que mayor incidencia tienen en la producción de ciudad:los empresarios inmobiliarios y las familias. Este cambio se deriva del hecho deque la liberalización económica y la desregulación se orientaron explícitamente aremover un conjunto de regulaciones que hasta entonces habían intentado obs-taculizar la continuidad de una urbanización estrictamente capitalista. De hecho,la desregulación se propuso y logró eliminar ciertas disposiciones que entorpe-cían las decisiones de los empresarios inmobiliarios y de las familias, cuyas prefe-rencias y estrategias específicas juegan un papel fundamental en el proceso so-cial que modela la ciudad.

Desde que entraron a regir estas nuevas reglas del juego, al mismo tiempoque se fueron reduciendo radicalmente las intervenciones e inversiones públicasdirectas, las decisiones privadas pasaron a comandar los principales cambios entérminos de intervención e inversión urbanas. Con ello quedó libre el camino paraque la maximización de la plusvalía urbana se consolidase como el criterio urbanís-tico predominante, asumiendo una fuerza capaz de desbordar muchas de las regu-laciones aún vigentes. Como resultado de ello, a partir de allí buena parte de lasprincipales intervenciones urbanas nuevas han emanado de iniciativas privadas ais-ladas, decididas en función de la rentabilidad esperada para cada una de ellas, conlo que ha terminado por afirmarse un proceso fragmentario de construcción deciudad (Ascher, 1995a).

Las empresas inmobiliarias privadas al utilizar el espacio metropolitano para eldesarrollo de un tipo específico de actividad productiva urbana vinculada a la cons-trucción civil, establecen sus estrategias de inversión buscando la utilización másrentable de cada fracción de suelo urbano, dentro de lo que las atenuadas regula-ciones vigentes permiten. Al comprobar que estas metrópolis en expansión eranlas receptoras de la parte más moderna y dinámica del aparato productivo de cadaámbito nacional, los inversores privados consideraron que su continuada expan-sión abría ilimitadas oportunidades para el crecimiento de los negocios inmobilia-rios, con lo que este ámbito territorial pasó a ser percibido como un medio privile-giado e insustituible para la valorización privada de sus capitales. De tal forma, enfunción de la renta esperada de la tierra, este tipo de empresa se volcó a la crea-ción, por una parte, de áreas de concentración de actividades empresariales, conel consecuente aumento de la verticalización de ciertas zonas de la ciudad y, porotra parte, de nuevas áreas residenciales para dar respuesta a las demandas de las

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familias, con fuertes efectos en la expansión de los límites de la ciudad y en ladisminución de la densidad urbana promedio.

Por su parte las familias, al poder desplegar con más libertad sus estrategiasindividuales o familiares, generalmente concebidas en función de sus preferenciaspor la vivienda unifamiliar aislada, lograron eludir con mayor frecuencia las debilita-das disposiciones todavía existentes para regular los límites urbanos. Así, las estra-tegias habitacionales de los sectores más solventes que, en buena parte de loscasos, responden al deseo de alejarse de diversos problemas que se han agudizadoen los barrios centrales tradicionales de estas metrópolis (contaminación, conges-tión, delincuencia, etc.), tendieron a buscar refugio en sitios privilegiados de superiferia11. Con ello, sin embargo, contribuyeron a intensificar la suburbanización y,de esta forma, a estimular la continuidad del fenómeno urbano-territoiral del quequerían escapar. Por otro lado, los sectores desposeídos, en lucha permanente pormejorar su situación habitacional, volcaron buena parte de sus estrategias a la ocu-pación de tierras marginales, muchas veces en forma ilegal, donde generalmentese produjo una proliferación de viviendas precarias y sin servicios, con lo que tam-bién contribuyeron a empujar la frontera urbana, aún cuando con otra calidad y enotras direcciones.

Complementariamente, como consecuencia del progresivo aumento de losingresos medios de las familias, en la mayor parte de los países emergentes de laregión se incrementó significativamente la utilización del transporte automotor y, enespecial, del automóvil. Existe amplia evidencia empírica que muestra un vertigino-so aumento de la tasa de motorización en casi todos estos países, la cual presentasu máxima expresión en sus aglomeraciones metropolitanas (Figueroa y Reyes,1996). A su vez, el aumento de los respectivos parques automotores ha provocadouna demanda creciente por la infraestructura necesaria para una adecuada utiliza-ción de los mismos, con lo que las vías y carreteras y, en especial, las autopistas deacceso metropolitano, se constituyeron en los ejes que han guiado los procesos desuburbanización, según una morfología metropolitana de tipo tentacular.

En la misma dirección la adopción generalizada de las nuevas tecnologías dela información y la comunicación, al tiempo que permitieron reducir la gravitación dela distancia como un factor limitante para la localización de las empresas y de lasfamilias también estimularon el progresivo aumento del trabajo realizado en el lugarde residencia, lo cual también favoreció la localización suburbana y, consecuente-mente, el mayor desborde de la mancha metropolitana. A su vez, y en la mismadirección, la televisión, tanto abierta como por cable y satelital, que registró una

11 Como los “countries” y barrios cerrados en Buenos Aires, las “parcelas de agrado” en Santiago deChile, o los balnearios de la ciudad de la costa en Montevideo.

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explosiva difusión hacia todos los sectores sociales, favoreció un mayor afinca-miento cotidiano en hogares situados a distancias relativamente mayores que lasque prevalecían en la ciudad más concentrada del pasado, lo que también contri-buyó a estimular la suburbanización.

Puede concluirse entonces que los negocios inmobiliarios, con la complicidadactiva de las familias residentes en estas ciudades, están jugando un papel impor-tante en el fortalecimiento de la expansión metropolitana y, en particular, de lasuburbanización. De hecho, estos factores no han hecho más que profundizar yconsolidar algunas tendencias que ya se habían manifestado en el período anteriory que ahora logran su máxima expresión. En definitiva, la confluencia de las estrate-gias que aquí hemos considerado, tiene como resultado una metrópoli-región quese construye y reconstruye, que se configura y reconfigura cotidiana y caóticamente,por lo que “lejos de ser un proyecto diseñado y controlado por el hombre, se haconvertido en una realidad que escapa a su control” (Naredo, 1994: 234).

CONCLUSIONES:7. CONTINUIDAD Y CAMBIO.

Las tendencias observadas en esta nueva fase del desarrollo capitalista, avalanla conclusión de que en la mayor parte de las economías emergentes latinoameri-canas se está produciendo una reactivación del crecimiento y la expansión de susprincipales aglomeraciones metropolitanas bajo los efectos combinados de la rees-tructuración y de la globalización. Con esta reactivación, se observa una transfor-mación de la base económica metropolitana, por la que adquieren un papelprotagónico diversas actividades de organización y/o cobertura global y por la queestas ciudades pasa a operar como nodos de una vasta red mundial de ciudadesen globalización. Como parte de esta transformación, a la localización de estasactividades y funciones de enlace se suma la de la parte más moderna y dinámicade los respectivos aparatos productivos, donde los servicios aparecen como elcomponente predominante; a ello, todavía se agrega un complejo y diversificadoconjunto de negocios orientados a satisfacer a un sofisticado mercado interno encontinuo crecimiento y diversificación.

Con la reactivación del crecimiento metropolitano, las respectivas manchasurbanas y semi-urbanas han cobrado un nuevo impulso para continuar propa-gándose y desbordando los esfuerzos con los que, en algunos casos, se intentaregularlas y ponerles límites. Presenciamos así la formación de enormes aglomera-ciones tipo archipiélago, donde la suburbanización aparece como un fenómenoincontrolable. Dadas las condiciones en que se configuran los mercados de trabajo

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en las economías emergentes de la periferia capitalista, donde los frutos de la mo-dernización no llegan por igual a todos los sectores de la población, estos procesosexpansivos han estado acompañados por la persistencia de una fuerte polarizaciónsocial, de donde resultan estructuras metropolitanas altamente segregadas, en lasque, cada día más, los pobres son impulsados a vivir junto a los pobres y los ricosjunto a los ricos.

En el paisaje emergente de esta nueva fase de crecimiento metropolitano, almismo tiempo que aparecieron hechos nuevos (como, por ejemplo, algunos de losnuevos artefactos urbanos de la globalización), que representan cambios en la es-tructura y el funcionamiento de las ciudades, también se observa la consolidación yacentuación de algunos rasgos congénitos a la urbanización capitalista que ya sehabían manifestado con claridad en la fase anterior. En especial, esto concierne a latendencia a una incontrolable expansión metropolitana y a la forma en que ella sedespliega, agudizadas cuando se aceleró la urbanización de la economía bajo elimpulso de la industrialización sustitutiva de importaciones, que pueden ser consi-deradas como expresión del hecho de que, como afirma Topalov (1979: 20), “laurbanización capitalista es, ante todo, una multitud de procesos privados de apro-piación de espacio”.

Desde esta perspectiva, no hay dudas de que el complejo aparato regulatoriocon el que hace algunas décadas se trató de impulsar una suerte ingeniería socialmediante el ejercicio de la planificación normativa urbana, no fue más que un esca-samente efectivo intento de obstaculizar dichos procesos de apropiación del espa-cio. Por lo contrario, las políticas de liberalización económica y de desregulación, alproponerse desmontar o neutralizar tales obstáculos y restablecer condiciones másfavorables para el mejor despliegue de esa multitud de procesos privados, resultanperfectamente funcionales a la dinámica sustantiva de la urbanización capitalista.Por lo tanto, ahora, lo estrictamente nuevo puede entenderse como el resultado decambios necesarios para asegurar la continuidad de una lógica estrictamente capi-talista en la producción y la reproducción metropolitana.

Frente a esa dinámica, cualquier intento por modificar el funcionamiento deestas ciudades y atenuar su expansión, exigiría un esfuerzo deliberado de interven-ción pública orientado a cambiar radicalmente las coordenadas básicas de la urba-nización capitalista. Lo que implicaría la capacidad efectiva para controlar a un sin-número de actores y restringir (y/o a impedir) una infinidad de negocios. Lo cual,obviamente, además de un enorme poder político e ideológico, requeriría de unmanejo altamente autoritario del crecimiento urbano. De allí que las perspectivas deuna evolución y configuración urbanas substantivamente diferentes aparezcan cadadía como más lejanas, cuando menos mientras perduren los criterios por los queactualmente se rige la gestión pública.

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