01 El Hecho, La Noticia y La Libertad de Informacion (Eto Cruz)

download 01 El Hecho, La Noticia y La Libertad de Informacion (Eto Cruz)

of 15

description

Derecho informacion

Transcript of 01 El Hecho, La Noticia y La Libertad de Informacion (Eto Cruz)

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 11

    JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    INF

    OR

    ME

    JU

    RIS

    PR

    UD

    EN

    CIA

    L

    * El presente es un captulo de un libro proyecto que se titula Derecho Constitucional para Periodistas.** Doctor en Derecho Pblico por la Universidad de Santiago de Compostela. Profesor de Derecho Constitucional en las Universi-

    dades Nacional de Trujillo, Mayor de San Marcos y en la Universidad de San Martn de Porres. Ex magistrado del Tribunal Cons-titucional del Per.

    1 PREZ GUTIRREZ, Mario. El fenmeno de la informacin. Una aproximacin conceptual al flujo informativo, Trotta, Madrid, 2000, p. 17.

    2 Ibdem, p. 18.

    EL HECHO, LA NOTICIA Y LA LIBERTAD DE INFORMACIN*

    Gerardo ETO CRUZ**

    TEMA RELEVANTE

    Resulta de suma importancia que todos podamos conocer los eventos de trascendencia para nuestra sociedad; de ah que la libertad de informacin se configure como una garanta que nos permite investigar, recibir y difundir informacin sin limitaciones arbitrarias por parte del Estado, ni de los particulares. En tal contexto, el autor nos presenta un completo estudio acerca de la relacin entre la libertad informativa y la labor de los medios de prensa. Sobre el particular, nos recuerda que pese a la relevancia de este derecho fundamental su ejercicio debe ser razonable y proporcionado, pudiendo ser limitado en determinados supuestos, como cuando se ve involucrado el derecho a la vida privada.

    INTRODUCCIN

    Desde que amanece hasta que anochece, todos nos encontramos rodeados de informacin. A cada paso que damos, multitud de seales salen a nuestro encuentro ofrecindose informacin sobre lo que ocurre en otras parcelas de la realidad. El cerezo en flor indica que ya estamos en primavera. La huella dejada sobre la arena mojada ofrece la informacin de que una persona ha caminado sobre la playa. El sonido del timbre de nuestra puerta nos avisa que ya ha llegado el invitado que esperbamos. La columna de humo que se divisa en el horizonte transporta la informacin de que existe un fuego en cierta localizacin1.

    No cabe duda que la informacin ha pasado a ser parte de nuestro entorno ms cotidiano, pero este fenmeno no es exclusivamente contemporneo. Desde el punto de vista epistemolgico, la existen-cia de flujo informativo precedi a la de sus poten-ciales receptores2.

    En tal perspectiva, y consciente del flujo informa-tivo que, como fenmeno cotidiano de la realidad, el ser humano se ha lanzado a la bsqueda de esa informacin asociada a seales que pueden serle til.

    La lgica y el mecanismo recurrente es siempre el mismo: tratar de descubrir el flujo informativo

  • 12

    J URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    que nos rodea para poder as reali-zar ciertos procesos de inferencias en los que se logra extraer o aprehender informacin ausente a partir de sea-les presentes.

    Si bien la informacin es un fen-meno, en la actualidad las diversas vertientes de disciplinas cientfi cas incluyen, directa o indirectamente, el concepto de informacin como parte fundamental de entender la realidad en su dimensin multifactica.

    Hoy, miles de empresas se dedican a la compra, a la venta, el almace-namiento y a la gestin de la infor-macin. Los gobiernos invierten recursos para conseguir informacin y, sobre la base de ello, establecer patrones de polticas pblicas, crimi-nales, etc.

    En buena cuenta, y como muy bien percibe Prez Gutirrez, el fen-meno de la informacin se ha con-vertido en gran medida en el genuino fenmeno estructurador

    y transformador de nuestra socie-dad, y concluye: Nuestras rela-ciones polticas, las econmicas, las sociales, e incluso las personales se encuentran cada da ms mediati-zada por eso que llamamos informa-cin. Este proceso se ha instalado de tal manera en nuestra cultura que incluso est provocando que la civi-lizacin contempornea comience a ser identifi cada como la sociedad de la informacin3.

    Y llegamos desde este largo excurso para precisar lo que es informar. Etimolgicamente, informacin viene del latn informare, que signi-fi ca dar forma, describir4.

    Todo operador de la informacin, ll-mese periodista, reportero grfico, entrevistador, comentarista, editoria-lista, y un sinfn de identifi caciones a todos los que desarrollan esta com-pleja actividad de informar, opinar y expresar en diversos medios, las opiniones y aconteceres diversos de las noticias, si bien tienen una for-macin en su mbito profesional (la destreza y pericia de saber redactar, de formular agudas preguntas a los entrevistados, de apuntar un ngulo que defi ne a una portada, un titular y un sinfn de esta aplastante empresa e industria informativa)5; no deben dejar de conocer que, tras toda esa actuacin existe una base norma-tiva y de carcter fundamental iden-tificado como derechos fundamen-tales o constitucionales, que le dan soporte y legitimidad a la prensa6.

    Ello, en el entendido de un perio-dismo libre, sin parmetros de nin-guna clase. Pero aun as, sea que la prensa pretenda fi nes mediticos de generar una corriente de opinin interesada, o de una empresa verda-deramente libre, ello se encuentra en las bases mismas de la libertad pre-ferida que veremos en su momento.

    Y es en este mbito donde surge hoy da las ciencias de la comunicacin; y una de ellas es precisamente las libertades comunicativas que tienen hoy en da la prensa y los periodis-tas. Lo que a continuacin sigue es un conjunto de ideas vista por par-tida doble: de lo que el TC ha venido intermitentemente reflexionando y resolviendo en torno a la libertad de informacin y, por otro lado, algunas reflexiones respecto a este tipo de libertades, tan caras a los periodistas.

    I. LIBERTAD DE INFORMACIN Y DIGNIDAD HUMANA

    El centro de gravitacin de toda informacin, no cabe duda, gira en torno a la persona; a ella va dirigida la informacin que suministran no solo los medios, sino todo el flujo cognitivo que debe recepcionar el ser humano. Y es que la informa-cin se le considera como una mag-nitud objetiva, existente en el mundo ms all de la necesidad de cualquier tipo de interpretacin por parte de un organismo receptor7.

    En el caso de la informacin periods-tica, ella se ve vinculada al principio

    3 Ibdem, p. 19.4 SEGURA MUNGIA, Santiago. Nuevo diccionario etimolgico. Latn-espaol. 4 edicin, Deusto, Bilbao, 2010, p. 371.5 PENA DE OLIVEIRA, Felipe. Teora del periodismo. Alfaomega, Mxico, 2009; COLLADO, Lipe. Curso de periodismo. Collado, Santo

    Domingo, 2001.6 BADENI, Gregorio. Tratado de libertad de prensa. Lexis Nexis, Buenos Aires, 2002.7 PREZ GUTIRREZ, Mario. Ob. cit.

    Todo operador de la informacin no deben dejar de conocer que, tras todas esa actuacin existe una base normativa y de carc-ter fundamental identificado como derechos fundamentales o cons-titucionales, que le dan soporte y legitimidad a la prensa.

    Comentario relevante del autorComentario relevante

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 13

    INFORME JURISPRUDENCIAL

    kantiano de que la persona es el eje, centro y fi n en s mismo; por lo que all, la prensa, al propalar su libertad de informacin, debe tener presente este parmetro restrictivo tico.

    Las libertades de expresin y de informacin, constituyen una con-crecin del principio de dignidad del ser humano y un complemento indesligable del derecho al libre des-envolvimiento de la personalidad, reconocido en el artculo 2, inciso 1, de la Constitucin. Tal como ha manifestado el Tribunal en el reco-nocimiento del derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad () y de los derechos fundamen-tales a las libertades de concien-cia (), expresin, opinin y difu-sin del pensamiento (), subyace una regla prohibitiva, en virtud de la cual, a menos que pueda resultar de manera manifi esta afectado el con-tenido constitucionalmente prote-gido de los derechos fundamentales de terceras personas, no cabe que el Estado limite la libertad de eleccin y accin de las personas, con el obje-tivo de lograr su propio bienestar, bajo el argumento de una supuesta formacin y ejecucin irracional de la voluntad. Dicha limitacin consti-tuira una seria afectacin a la auto-noma moral del ser humano, subro-gando el Estado su propio criterio acerca de la racionalidad al crite-rio que el ser humano debe ser libre de forjar y ejecutar al amparo de la construccin de su propio plan de vida (cfr. STC Exp. N 00032-2010-PI/TC, f. j. 45)8.

    Bajo tal perspectiva, pese a que actualmente, como ha sealado Jos Antonio Marina9, vivimos una sociedad hambrienta e insatisfecha, la prensa viene cumpliendo un rol de una sociedad de informacin en oposicin a las antiguas civili-zaciones oscurantistas y teocntri-cas10, pero no por ello su rol es del todo positivo, pues en el afn de estas libertades informativas, estas liberta-des hoy se basan y desarrollan bajo una civilizacin del espectculo11. Ya un sector de refl exin viene impul-sando estas crticas, pero tambin la prensa tiene un lado oscuro que muy pocas veces se desencripta, no por ello criticable, en tanto la informa-cin viene procesada con un compo-nente de espectculo; que, en todo caso, es lo menos nocivo frente a otro tipo de intereses ms complejos que van desde los empresariales y econ-micos, hasta la apuesta de apoyo o la cada de algn rgimen poltico.

    Pero as como la prensa se con-vierte en el primer propulsor de for-mar una conciencia cvica a tra-vs de la informacin y libertad de expresin; tambin puede ocurrir lo contrario: la prensa tiene mltiples estrategias para manipular concep-tos que utilizan arteramente como propaganda, censura, guerra psicolgica, formar parte de los poderes fcticos de la prensa que agendan lo que un gobierno, los jueces y operadores del sistema de justicia deben decidir, en funcin a las campaas mediticas de la informacin.

    De all que, si bien la prensa impulsa corrientes de opinin, ello influye sobremanera en el ciudadano medio, pues la informacin y la forma como se suministra y entrega, sea en la forma de radio, prensa escrita o televisiva, afi rma una actitud en las personas. En este sentido, la prensa juega un rol preponderante en la con-ciencia y que dan cabida en el ima-ginario colectivo de una sociedad. De all que el desenvolvimiento de la personalidad solo es libre y, con-secuentemente, digno, si existe una libre formacin de la conciencia. La formacin de la conciencia12 solo es verdaderamente libre si tiene como insumo la libre circulacin en la sociedad de las diversas ideas aje-nas y de la informacin transparente de los hechos noticiosos, y si, a su vez, se permite transmitir libremente dicha formacin del pensamiento, a travs de la expresin. Ergo las liber-tades de expresin y de informacin, cumplen un rol fundamental para el desarrollo de la autonoma moral del ser humano, y. en esa medida, para respetar y promover su dignidad (artculo 1 de la Constitucin)13.

    8 STC Exp. N 00015-2010-PI/TC, f. j. 16.9 MARINA, Jos Antonio. El laberinto sentimental. Anagrama, Madrid, 2000.10 POPPER, Karl. La sociedad abierta y sus enemigos. Traduccin de Eduardo Loedel, Paids, Barcelona, 2006.11 VARGAS LLOSA, Mario. La civilizacin del espectculo. Santillana, Lima, 2012.12 LLAMAZARES, Dionicio. Derecho a la libertad de conciencia. Civitas, Madrid, 1997.13 STC Exp. N 00015-2010-PI/TC, f. j. 17.

    La prensa tiene mltiples estra-tegias para manipular concep-tos que utilizan arteramente como propaganda, censura, guerra psicolgica.

    Comentario relevante del autorComentario relevante

  • 14

    J URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    Por otro lado, es claro que las liber-tades informativas forman parte y es hbitat natural en una democracia real y actuante. Esto es, una demo-cracia militante no puede dejar de afi rmar la libertad de la prensa, aun cuando ella muchas veces no con-tribuye a su consolidacin, sino a generar falsas percepciones de la sociedad. Con todo, las liberta-des de informacin y expresin son consustanciales al rgimen demo-crtico-constitucional, pues contri-buyen con la formacin de una opi-nin pblica libre. En consecuencia, al mismo tiempo de garantizarlas, el Estado est legitimado a reprimir a aquellas conductas que, con su ejer-cicio, busquen destruir el propio sis-tema democrtico, mbito natural donde es posible el goce y el ejerci-cio de todos los derechos fundamen-tales del ser humano14.

    Las libertades de informacin y de expresin no solo constituyen una concrecin del principio de digni-dad del hombre y un complemento inescindible del derecho al libre des-envolvimiento de la personalidad.

    Tambin se encuentran estrecha-mente vinculadas al principio demo-crtico, en razn de que, mediante su ejercicio, se posibilita la forma-cin, mantenimiento y garanta de una sociedad democrtica, pues se permite la formacin libre y racio-nal de la opinin pblica. Desde esa perspectiva, ambas libertades tienen el carcter de derechos constitutivos por antonomasia para la democracia. Constituyen el fundamento jurdico de un proceso abierto de formacin de la opinin y de la voluntad polti-cas, que hace posible la participacin de todos y que es imprescindible para la referencia de la democracia a la libertad (WOLFGANG BC-KENFORDE, Erns. Estudios sobre el Estado de Derecho y la democra-cia, Trotta, Madrid, 2000, p. 67); o, como lo ha expresado la Corte Inte-ramericana de Derechos Humanos, constituyen una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrtica. Es indispensable para la formacin de la opinin pblica. Es tambin conditio sine qua non para que los partidos polticos, los sindicatos, las sociedades cientfi cas y culturales y, en general, quienes deseen infl uir sobre la colectividad puedan desarrollarse plenamente. Es, en fi n, condicin para que la comu-nidad, a la hora de ejercer sus opcio-nes, est sufi cientemente informada. (OC 5/85, de 13 de noviembre de 1985, caso La Colegiacin Obligato-ria de Periodistas, prrafo 70)15.

    Los derechos de informacin y a la libertad de prensa previstos en el

    artculo 2, inciso 4, de la Constitu-cin, ocupan, en consecuencia, un lugar preferente en nuestro ordena-miento constitucional, pues juega un papel importante en el desarrollo de la autonoma y libertad de las perso-nas y constituye un pilar fundamen-tal de la democracia participativa. En dicho precepto se protegen no solo la facultad de difundir y expresar opi-niones e ideas (libertad de expre-sin), sino tambin la posibilidad de buscar, recibir y difundir informa-cin de toda ndole (derecho a infor-mar y ser informado)16.

    La informacin es un bien indispen-sable en la confi guracin del Estado social y democrtico de derecho y del mercado, toda vez que solo a partir de ella la poblacin tendr el conocimiento como para aprender a discernir y tomar las decisiones ms adecuadas en su vida. Se confi -gura as como la piedra angular de la democracia17.

    En efecto, todo rgimen democr-tico presupone consensos y disensos: minoras y mayoras. Es ms, hay posiciones mayoritarias que muchas veces la prensa trata de refl ejar en sus diversas manifestaciones de infor-macin: desde la primera plana, las editoriales y el infl uyente segmento de los comentarios y opinlogos.

    Pese a este sector aparentemente mayoritario, la prensa tiene y debe respetar las posiciones contra-mayoritarias. Ello, sin embargo, se torna muchas veces en un riesgo y en un problema, pues cuando un sector

    14 STC Exp. N 00010-2002-AI/TC, f. j. 87.15 STC Exp. N 00905-2001-AA/TC, f. j. 13.16 STC Exp. N 01139-2005-AA/TC, f. j. 3.17 STC Exp. N 01776-2004-AA/TC, f. j. 22.

    Una democracia militante no puede dejar de afirmar la liber-tad de la prensa, aun cuando ella muchas veces no contribuye a su consolidacin.

    Comentario relevante del autorComentario relevante

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 15

    INFORME JURISPRUDENCIAL

    masivo de la prensa vende una idea, una opinin, quienes disienten pueden tener problemas. Con todo, en una democracia, la intolerancia no juega un rol en la formacin cvica de las opiniones.

    II. LIBERTADES INFORMATIVAS: LOS DERECHOS QUE ESTN EN JUEGO

    Una de las principales clusulas de la Constitucin que constituyen la piedra de toque del mbito libertario de la prensa, es precisamente el tan-tas veces citado artculo 2, inciso 4, que contiene un largo desarrollo de aspectos.

    Interesa, por lo pronto, el primer prrafo. Si bien la Constitucin seala en su artculo 2, inciso 4, la existencia de las libertades de infor-macin, opinin, expresin y difu-sin del pensamiento, en realidad, existen solamente dos derechos fun-damentales en juego: a la expresin y a la informacin, pues el derecho a la opinin solo es el bien jurdico tute-lado de la expresin; y el derecho a la difusin del pensamiento, un grado superlativo en que la comunicacin puede llegar al pblico18.

    III. LIBERTAD DE INFORMACIN Y EXPRESIN COMO DERECHOS DISTINTOS

    El inciso 4 del artculo 2 de la Cons-titucin reconoce las libertades de expresin e informacin. Aun cuando histricamente la libertad de infor-macin haya surgido en el seno de la libertad de expresin, y a veces sea

    difcil diferenciar la una de la otra, el referido inciso 4 del artculo 2 de la Constitucin las ha reconocido de manera independiente, esto es, como dos derechos distintos y, por tanto, cada uno con un objeto de pro-teccin distinto19.

    Con todo, ms all del fraseo y de la redaccin que establece el artculo 2, inciso 4, del texto constitucional, el ncleo y contenido esencial que subyace en el mundo de la prensa es precisamente esa labor que es la informacin como derecho funda-mental, y por otro lado, la libertad de expresin.

    Ahora bien, en lo que respecta a la informacin como derecho funda-mental est referida a la recepcin y difusin de noticias, datos o cual-quier otro tipo de mensaje tangible, sustentada en el principio de veraci-dad. Por su parte, la expresin est vinculada con la comunicacin de ideas, comentarios u opiniones, que sobre la base de congruencia, merece tutela constitucional20.

    IV. LA LIBERTAD DE INFORMA-CIN Y LA NOTICIA

    La libertad de informacin com-prende la capacidad de emitir y reci-bir las noticias veraces, completas y asequibles, en la medida en que su objeto son los hechos, los cuales pue-den ser comprobables21.

    Francisco Eguiguren, opinando sobre el particular, sostiene que la

    libertad de informacin [se refi ere] a hechos, sucesos, noticias o datos [por lo que est] sometido a una exigen-cia de veracidad, en tanto tal infor-macin puede ser corroborada con mayor objetividad22.

    Aqu, el periodismo trabaja sobre la base de un componente fctico que es el hecho o suceso que ha acaecido, que se ha producido. Hay aqu, pues, un componente ontolgico: el ser, la realidad que se ha presentado: un hecho que, trascendental o no, balad o una simple noticia en s, la prensa lo informa, lo da a conocer.

    En la libertad de informacin, a dife-rencia de su par, la libertad de expre-sin, juega un papel relevante la noti-cia en s. Existe un consenso en la doctrina y en los propios periodis-tas, hasta los ms rankeados, que una noticia debe comprender seis aspec-tos que confl uyen entre s:

    1. Impacto. La magnitud de un acontecimiento o de una idea en trminos de a cuntas personas afecta o influye, determina su valor noticioso.

    18 STC Exp. N 02262-2004-HC/TC, f. j. 13.19 STC Exp. N 00905-2001-AA/TC, f. j. 9.20 STC Exp. N 04611-2007-PA/TC, f. j. 39.21 STC Exp. N 02262-2004-HC/TC, f. j. 13.22 EGUIGUREN PRAELI, Francisco. La libertad de expresin e informacin y el derecho a la intimidad personal. Palestra, Lima, 2004, p. 204.

    La libertad de informacin [se refiere] a hechos, sucesos, noticias o datos [por lo que est] some-tido a una exigencia de veracidad.

    Qu dice Francisco Eguiguren?Qu dice Francisco

  • 16

    J URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    2. Proximidad: Entre ms cer-cano es un acontecimiento o el impacto de una idea, mayor ser su impacto y valor noticioso.

    3. Oportunidad: Cada da se escribe la historia del futuro.

    4. Prominencia: Entre ms famosa sea una persona, mayor ser la noticia.

    5. Novedad: Lo inusual, lo raro, aquello sin precedente.

    6. Confl icto: Toda guerra, todo desastre, toda catstrofe es noti-cia mundial. De igual forma, la poltica y el crimen logran titula-res por doquier23.

    El objeto protegido, en tal caso, es la comunicacin libre, tanto la de los hechos como la de las opiniones. Por ello, tratndose de hechos difundi-dos, para merecer proteccin cons-titucional, requieren ser veraces, lo que supone la asuncin de ciertos

    deberes y responsabilidades delica-dsimas por quienes tienen la condi-cin de sujetos informantes, forjado-res de la opinin pblica.

    Una informacin que no es veraz, objetiva y que refl eja la realidad, ya no es una informacin legtima; muy por el contrario, es tendenciosa, y aqu juega un rol negativo la prensa cuando frente a un hecho objetivo, real de un evento o suceso que se ha presentado, lo distorsiona, en tanto el componente fctico es procesado a travs de una informacin parcia-lizada, sesgada, ocultando intereses, por lo general de los dueos de los medios de comunicacin. Y donde, acaso el periodista juega la pieza de un pen en un ajedrez ms complejo, cuando se trame un proyecto noti-cioso con miras a generar noticiosa-mente un escndalo poltico: levantar o bajarse a algn personaje24.

    Se ha sealado, en una doctrina pacfi ca, que la libertad de informa-cin comprende bsicamente dos derechos:

    a) A comunicar libremente informa-cin veraz por cualquier medio de comunicacin; el que, a su vez, comprende el de buscar y obtener informacin (aspecto activo).

    b) A recibir informacin, en iguales condiciones (aspecto positivo).

    Este criterio, como veremos luego, ya est superado conforme aprecian en los actuales compo-nentes de esta libertad.

    Francisco Fernndez Segado ha apuntado que la Corte Costituzionale ha expresado que existe un inte-rs general a la informacin, inte-rs que en un rgimen de democra-cia libre implica: 1) la pluralidad de las fuentes de informacin; 2) el libre acceso a la misma, y 3) la ausencia de obstculos legales sin justifica-cin, aunque sean temporales, a la circulacin de las noticias y de las ideas25.

    Veamos ahora lo que el TC ha sea-lado en esta problemtica: que la libertad de informacin tiene deter-minados componentes:

    1. Componentes de la libertad de informacin

    El artculo 2, inciso 4, de la Cons-titucin reconoce como uno de los derechos comunicativos que mere-cen proteccin elemental, a la infor-macin (presentada como libertad de informacin). Dentro de ella, hist-ricamente se ha presentado que el principal componente de su ejercicio es el mbito positivo-activo, lase la posibilidad de difundir las noti-cias. Sin embargo, tambin se lleg a reconocer la existencia de un mbito negativo-pasivo, relacionado con la capacidad de las personas de recibir

    23 RIVA PALACIO, Raymundo. Manual para un nuevo periodismo. Desafos del ofi cio en la era digital. Grijalbo, Mxico D.F., 2013, p. 134.24 Segn Markovits y Silverstein dos cientfi cos polticos que han escrito con gran intuicin sobre el escndalo poltico, el rasgo que defi ne al

    escndalo poltico no proviene de la posicin social de los individuos implicados en l, sino de la naturaleza de la transgresin: desde su punto de vista, un escndalo poltico implica necesariamente una violacin del procedimiento debido. Por procedimiento debido entienden las normas y los procedimientos legalmente vinculantes que regulan el ejercicio del poder poltico. Esas normas y procedimientos son pblicos y universa-les; defi nen el juego poltico de un modo abierto y accesible. El ejercicio del poder, por el contrario, tiende a ser privado y excluyente; el poder se ejerce a menudo de un modo secreto y oculto a los ojos del pblico. Los escndalos polticos surgen en el instante en que la lgica del proce-dimiento debido se superpone a la lgica del poder [THOMPSON, John B. El escndalo poltico. Poder y visibilidad en la era de los medios de comunicacin. Paids, Barcelona, 2001, p. 132].

    25 FERNNDEZ SEGADO, Francisco. El sistema constitucional espaol. Dykinson, Madrid, 1992, p. 319.

    Una informacin que no es veraz es tendenciosa, y aqu juega un rol negativo la prensa cuando frente a un hecho objetivo, lo distorsiona.

    Comentario relevante del autorComentario relevante

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 17

    INFORME JURISPRUDENCIAL

    informaciones (como puede ser leer un peridico o ver televisin). No obstante, esta configuracin libe-ral del derecho a la informacin se ha visto trastocada con la evolucin de la respuesta constitucional ante las necesidades crecientes de las comunidades en la actualidad. Por eso, se ha llegado a incluir dentro de un genrico derecho a la infor-macin un mbito negativo-activo. Y este escndalo alude a la capacidad de la persona de poder acceder a la informacin que la considere nece-saria en tanto es parte bsica de su desarrollo personal y de su calidad de ciudadano26. La libertad de infor-macin garantiza un complejo haz de libertades, que, conforme enun-cia el artculo 13 de la Convencin Americana sobre Derechos Huma-nos, comprende las libertades de buscar, recibir y difundir informa-ciones de toda ndole verazmente27. Constitucionalmente, se ha pre-visto que toda persona puede emi-tir las noticias que considere perti-nentes, configurndose lo que se conoce como el derecho a la infor-macin. En tal sentido, en el artculo 2, inciso 4, se ha admitido la exis-tencia del derecho a la libertad de informacin28.

    2. Contenido esencial de la libertad de informacin

    Todo hombre de prensa y con ello nos referimos a empresarios, due-os de los medios de comunica-cin, deben saber que todo derecho

    o libertad fundamental tiene un con-tenido esencial; y a la vez, un lmite. El lmite y contenido esencial es pre-dicable en todos los derechos funda-mentales, incluyendo el derecho a la vida, que es el presupuesto ontol-gico para el ejercicio de los restantes derechos bsicos.

    En tal consideracin, seala Alexy que los derechos estn sujetos a res-tricciones y pueden ser delimitados o limitados29. Y concluye: el concepto de restriccin de un derecho funda-mental no parece presentar proble-mas; estos resultan exclusivamente de la determinacin del contenido y alcance permitidos de las restric-ciones como as tambin de la dis-tincin entre restricciones, por una parte, y cosas tales como regulacio-nes, confi guraciones y concreciones, por otras30.

    Con esta precisin, es claro que liber-tad de informacin tiene un lmite y un contenido esencial.

    Como todo derecho fundamental, la informacin posee un elemento constitutivo que le da sentido a su tutela constitucional, componente conocido como su contenido esen-cial, se encuentra en la veracidad de lo que se manifiesta, lo cual no se refi ere explcitamente a una verdad inobjetable e incontestable, sino ms bien a una actitud adecuada de quien informa en la bsqueda de la verdad, respetando lo que se conoce como

    el deber de diligencia, y a contex-tualizarla de manera conveniente; es decir, se busca amparar la verosimi-litud de la informacin31.

    La libertad de informacin, en con-secuencia, garantiza el acceso, la bsqueda y la difusin de hechos noticiosos o, en otros trminos, la informacin veraz. Por su propia naturaleza, los juicios de valor, las opiniones, los pensamientos o las ideas que cada persona pueda tener son de naturaleza estrictamente sub-jetivas y, por tanto, no pueden ser sometidos a un test de veracidad; a diferencia de lo que sucede con los hechos noticiosos, que, por su misma naturaleza de datos objetivos y con-trastables, s lo pueden ser32.

    Aunque la Constitucin no ha expli-citado que la informacin sea veraz, ello est implcito. De all que es necesario desgajar aqu que la infor-macin en s tiene el aspecto onto-lgico del hecho noticioso, que ineludiblemente es responsabili-dad del hombre de prensa de infor-marlo as, sin medias tintas; y otro

    26 STC Exp. N 03619-2005-HD/TC, f. j. 10.27 STC Exp. N 00905-2001-AA/TC, f. j. 9.28 STC Exp. N 06712-2005-HC/TC, f. j. 35.29 ALEXY, Roberto. Teora de los derechos fundamentales. Versin castellana de Ernesto Garzn Valds, CEC, Madrid, 2002, p. 267.30 dem.31 STC Exp. N 06712-2005-HC/TC, f. j. 35.32 STC Exp. N 00905-2001-AA/TC, f. j. 9.

    La libertad de informacin com-prende las libertades de buscar, recibir y difundir informaciones de toda ndole verazmente.

    Qu dice la ConvencinAmericana?Qu dice la Convencin

  • 18

    J URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    es el componente axiolgico, valo-rativo si se quiere subjetivo de lo que el periodista predica del hecho noticioso.

    En buena cuenta, cuando al lec-tor, radio-escucha o televidente, se le suministra una informacin, esta tiene que ser veraz, en cuanto al componente fctico de la noticia.

    Francisco Fernndez Segado, res-catando la jurisprudencia del Tribu-nal Constitucional espaol, ha enfa-tizado que:

    Cuando la Constitucin requiere de informacin sea veraz razona el Tribunal (STC 6/1988, de 21 de enero) no est tanto pri-vando de proteccin a las infor-maciones que puedan resultar errneas cuanto estableciendo un especfico deber de diligencia sobre el informador, a quien se le puede y debe exigir que lo que transmita como hechos haya sido objeto de previo contraste con datos objetivos, privndose, as, de la garanta constitucional a quien, defraudando el derecho

    de todos a la informacin, acte con menosprecio de la veracidad o falsedad de lo comunicado () En defi nitiva, las afi rmaciones errneas son inevitables en un debate libre, de tal forma que, de imponerse la verdad como condicin para el reconocimiento del derecho, la nica garanta de la seguridad jurdica sera el silencio.

    Comentando esta jurisprudencia, el jurista espaol es claro y sin medias tintas:

    Esta doctrina establece con notable claridad que el derecho a comunicar informacin veraz, aunque no deja de amparar las informaciones controvertibles, s requiere de quien las transmita una especial diligencia, ya que el derecho constitucional no tutela las informaciones que se saben inexactas por quien las transmite, ni aquellas otras que se difun-den sin contrastar, careciendo de toda apoyatura fctica y reveln-dose fi nalmente en el curso de un proceso como no acreditadas, ni menos an las meras invenciones o insinuaciones insidiosas33.

    Aunque la Constitucin no especifi -que el tipo de informacin que se pro-tege, el Tribunal Constitucional con-sidera que el objeto de esta libertad no puede ser otro que la informacin veraz. Desde luego que, desde una perspectiva constitucional, la veraci-dad de la informacin no es sinnimo de exactitud en la difusin del hecho noticioso. Exige solamente que los

    hechos difundidos por el comuni-cador se adecuen a la verdad en sus aspectos ms relevantes34. Es en este marco situacional en donde surge el derecho de informacin que com-prende tanto el derecho a comunicar libremente informacin veraz (dere-cho activo) como el derecho de todos a recibirla (derecho pasivo). En este sentido, el concepto de veracidad es esencial para determinar la distincin entre libertad de expresin y el dere-cho de informacin. En cuanto al pri-mero de los aspectos (el derecho a comunicar libremente la informa-cin veraz) se convierte en un dere-cho general, ya que es concebido no como un derecho de aquellos que ejercen la informacin, sino como un derecho de todos y cada uno de los miembros de una sociedad. Respecto del segundo aspecto, se reconoce el derecho a los individuos y a los grupos en los que se integra a reci-bir informacin ideolgica de toda ndole, ya sea oralmente, por escrito o por cualquier otro procedimiento35.

    3. Dimensiones de la libertad de informacin

    En la prctica, muchas veces estos dos componentes arriba sealados no se cumplen como un ideal necesario. Y, para ello, la prensa o los periodis-tas solo digitalizan, editan o proce-san la nota que tiene ms elementos llamativos como una frase, un gesto, una pose del personaje objeto de la noticia. Es precisamente el ngulo noticioso lo que se traza el perio-dista. Cubrir una noticia pacfi ca, sin lo espectacular, no es precisamente lo que vende. La sociedad del

    33 FERNNDEZ SEGADO, Francisco. El sistema constitucional espaol. Dykinson, Madrid, 1992, p. 321.34 STC Exp. N 00905-2001-AA/TC, f. j. 10.35 STC Exp. N 00027-2005-AI/TC, f. j. 28.

    El derecho constitucional no tutela las informaciones que se saben inexactas por quien las transmite, ni aquellas otras que se difunden sin contrastar.

    Qu dice Fernndez Segado?Qu dice Fernndez

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 19

    INFORME JURISPRUDENCIAL

    espectculo est tras la noticia del escndalo, de tal manera que muchas veces son medias verdades, o menti-ras verdaderas de las que hablaba Mario Vargas Llosa.

    As, el sujeto pasivo que es el espec-tador, o quien accede a la informa-cin tiene una percepcin que es lo que la ha prodigado una urdimbre de componentes: la portada periods-tica, las primeras planas, los comen-taristas, los editorialistas, etc.

    El periodista mexicano Raymundo Riva seala:

    Al lector hay que atraparlo prrafo tras prrafo, seducirlo para que lea, y persuadirlo de que contine hasta el final. Lograr una buena entrada no solo tiene que ver con la experiencia que ayuda sino con el trabajo que se dedica a la redaccin, segunda redaccin y tenacidad obsesiva en presentar impecable el pro-ducto periodstico.

    No hay lmite de veces para repe-tir una entrada. No debe haberlo; un bueno reportero escribe su idea y la pule, la corrige, la depura, la moldea y tambin la saborea36.

    La informacin tiene como compo-nente fctico, como ya se ha dicho, la noticia en s, que es la informa-cin que se propala. Nuevamente, el citado periodista sugiere ciertas caractersticas que debe reunir una buena nota periodstica:

    1. Informacin. Esto es, la mate-ria prima, la cual debe ser reco-gida en una forma escrupulosa y

    seria. Un buen reportero no fun-damenta sus textos en la prosa, que si bien es importante en fun-cin de la mejor calidad, no es lo fundamental en el periodismo. Un buen texto informativo no debe descansar en trucos retri-cos ni en el manejo literario de la redaccin, sino en la solidez de los datos y en la revelacin de los detalles, que hacen que una nota se distinga del resto.

    2. Significado. Es importante para el lector mexicano la pro-testa de una ley inquilinaria en Tokio? Es importante para un lector japons un congestiona-miento de cuatro horas en el Peri-frico de la ciudad de Mxico? En ambos casos, la respuesta es no. Para que una informacin tenga impacto, debe ser de relevancia para el consumidor de la misma, debe refl ejar una situacin que, por muy lejos que se haya produ-cido, tenga elementos de inters para un mercado especfi co: es importante para un lector japo-ns la irrupcin de un grupo de manifestantes en contra de la ley inquilinaria en la Cmara de Diputados mexicana? La res-puesta debe ser afi rmativa, pues al explicar cmo una protesta urbana se puede rebelar contra un parlamento, se trazan analogas naturales donde se explican o se justifi can comportamientos loca-les de otras sociedades.

    3. Contexto. Si el significado es importante por la manera en que impacta un hecho a un grupo social, el contexto es de suma

    relevancia en tanto explica cmo se dio ese determinado hecho y permite entender la profundi-dad y la importancia del mismo. La perspectiva, que es lo que se busca con el contexto, es de vital importancia para que el lector pueda determinar dnde se encua-dra el hecho del cual se informa. El contexto aporta mayor cali-dad a la nota, y aunque en ocasio-nes basta con un solo prrafo (de preferencia el tercero o cuarto) para satisfacer ese requisito, es mejor que la contextualizacin se vaya tejiendo a lo largo de toda la informacin.

    4. Forma. El fondo, en cuanto a la redaccin periodstica, no lo es todo. Quien escriba una infor-macin debe ser capaz de darle un formato que permita al lec-tor tener la sensacin de que ha ledo algo complejo y redondo; es decir, debe producirle un sen-timiento de satisfaccin, como el que se experimenta tras una sucu-lenta comida37.

    Retomando las dimensiones de la libertad de informacin, estas son: a) el derecho de buscar o acceder a

    36 RIVA PALACIO, Raymundo. Ob. cit., pp. 136-137.37 Ibdem, pp. 135-136.

    Aunque la Constitucin no espe-cifique el tipo de informacin que se protege, el Tribunal Constitu-cional considera que el objeto de esta libertad no puede ser otro que la informacin veraz.

    Comentario relevante del autorComentario relevante

  • 20

    J URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    la informacin, que no solo protege el derecho subjetivo de ser infor-mado o de acceder a las fuentes de informacin, sino, al mismo tiempo, garantiza el derecho colectivo de ser informados, en forma veraz e impar-cial, protegindose de ese modo el proceso de formacin de la opinin pblica y, en consecuencia, no solo al informante, sino tambin a todo el proceso de elaboracin, bsqueda, seleccin y confeccin de la infor-macin; y, b) la garanta de que el sujeto portador de los hechos noti-ciosos pueda difundirla libremente38.

    4. Titulares de la libertad de infor-macin

    La titularidad del derecho corres-ponde a todas las personas y, de manera especial, a los profesionales de la comunicacin39.

    5. Lmites o algunas complejida-des que rodean los meandros de la libertad de informacin

    Constantemente, la prensa cierra filas cuando aparece algn proyecto que pretende de una u otra manera, regular la actividad periodstica. Estamos de acuerdo, la prensa no puede tener mordaza. Y peor an, si se trata de regular las libertades preferidas40.

    Sin embargo, es necesario aclarar que no toda regulacin per se es nociva. De hecho, ya en el Cdigo Penal, existen figuras delictivas cometidas por la prensa. Se ha esgrimido, con

    una constante falacia, que la liber-tad de prensa es irrestricta. Ello es falso.

    En primer lugar, este tipo de liber-tades informativas no constituye en s un valor. Dicho de otra perspec-tiva: la libertad per se no es un valor, pues todo valor, cuando ms se maxi-miza, es mucho mejor. La bondad, la verdad, la belleza, cuanto ms se maximiza, es axiolgicamente ms excelsa.

    En el caso de la libertad in genere, cuando esta se expande sin regula-cin, deviene en libertinaje.

    Nadie podra aceptar que, a tra-vs de la prensa, se permita derri-bar o levantar a polticos o perso-najes, que tienen claros objetivos. Lamentablemente, la prensa, puede al delincuente convertirlo en un santo varn; y al honesto, perfilarlo como un corrupto. Quin se atreve a pelearse con las grandes corpora-ciones de la comunicacin?

    Y si alguno ejerce el derecho de rectificacin, muchos son estigma-tizados pues la prensa evita hacer correctivos. Y si a nivel judicial se ha establecido una sentencia el juez entra en la mira. Que sepamos, en el Per no se ha aplicado contra periodistas la doctrina de la real malicia41.

    Sin embargo, vivimos un espiral de la informacin meditica en donde se

    juegan posicionamientos de poder no solo en el Gobierno, sino en todas las instituciones del Estado; y por qu no, a nivel de los grandes consorcios empresariales.

    Justamente, Noam Chomsky ha sos-tenido: Los medios son el soporte de los intereses del poder. A menudo, distorsionan los hechos y mienten para mantener esos intere-ses. Si los medios fueran honestos afirma Chomsky diran: Miren, estos son los intereses que represen-tamos y con esta perspectiva analiza-mos los hechos. Estas son nuestras creencias y nuestros compromisos. Sin embargo, se escudan en el mito de la objetividad y la imparciali-dad. Pero esa mscara de imparcia-lidad y objetividad forma parte de su propaganda en los actuales Estados contemporneos42.

    En consecuencia, este cuarto poder se est tornando en un grupo de poder, grupo de presin, grupo de tensin que entra a definir en diver-sos mbitos de lo pblico43.

    De all que es necesario que el profe-sional en periodismo sepa igualmente que su autorrestriccin en no abusar de su labor es ticamente vital, a fin de que con ello se contribuya a forta-lecer un rgimen democrtico.

    En lo que sigue, hemos consignado algunos pronunciamientos del TC, en esta materia:

    38 STC Exp. N 00905-2001-AA/TC, f. j. 11.39 dem.40 Vide acpite correspondiente, infra.41 Este acpite integra un captulo del libro en ciernes, pero saldr publicado en Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. N 89, mayo de

    2014, Gaceta Jurdica, Lima, pp. 181-186.42 FAZIO, Carlos. Terrorismo meditico. La construccin social del miedo en Mxico. Debate, Mxico, 2013, p. 17.43 BOBBIO, Norberto, MATTEUCI, Nicola y PASQUINO, Gianfranco. Diccionario de Poltica. 15 edicin, Siglo XXI editores, 2007, p. 727 y ss.

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 21

    INFORME JURISPRUDENCIAL

    El ejercicio del derecho a la informa-cin no es libre ni irrestricto; por el contrario, est sujeto a ciertos con-dicionamientos que deben ser respe-tados dentro de un Estado Democr-tico y Social de Derecho. Solo as, con los lmites que se deben encon-trar en la propia Constitucin, el derecho a la informacin podr con-vertirse en la piedra angular de la democracia44.

    5.1. Delitos cometidos a travs de los medios de comunicacin

    En el mbito constitucional, se ha prescrito respecto al derecho a la infor-macin, como parte del artculo 2, inciso 4, que los delitos cometidos a travs de los medios de comunica-cin social se encuentran tipifi cados en el Cdigo Penal, sancionndose ex post la afectacin a un derecho fundamental, y reconocindose de manera explcita un lmite externo en la vida privada45.

    5.2. Vida privada como lmite

    Sobre la base del principio interpreta-tivo de la unidad de la Constitucin, la vida privada de las personas apare-cer como lmite al derecho a la infor-macin, en el sentido que el ejercicio de uno no podr realizarse vulnerando el espacio del otro. As, y tomando en cuenta su naturaleza de derecho-prin-cipio de ambos, se buscar la optimi-zacin de sus contenidos46.

    La vida privada de las personas cons-tituye un lmite vlido del derecho

    a la informacin. Por ello, el TC ha fi jado algunos contenidos bsicos del primero de los derechos menciona-dos con el fi n de controlar jurisdic-cionalmente al segundo.

    En primer lugar, es menester obser-var cmo ha sido reconocida en el ordenamiento jurdico. En la Cons-titucin, como derecho-regla base se ha prescrito en el artculo 2, inciso 7, que toda persona tiene derecho a la intimidad personal y familiar. Ade-ms, existen otros dispositivos que siguen refi rindose a este tema den-tro del mismo artculo 2: el impedi-mento de que los servicios inform-ticos no suministren informaciones que afecten la intimidad personal y familiar (inciso 6); la inviolabilidad de domicilio (inciso 9); el secreto e inviolabilidad de comunicaciones y documentos privados (inciso 10); entre otros. Y pese a que el desarro-llo constitucional de la materia es disperso, lo cierto es que la Declara-cin Universal de Derechos Huma-nos le da cierta coherencia y unidad. As, en el artculo 12 se sostiene que nadie ser objeto de injerencias arbi-trarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, motivo por lo cual se expresa el dere-cho a la proteccin de la ley contra tales injerencias o ataques. Un plan-teamiento similar se puede encontrar en el artculo 17 del Pacto Interna-cional de Derechos Civiles y Pol-ticos y en el artculo 11 de la Con-vencin Americana sobre Derechos

    Humanos (sobre todo incisos 2 y 3). Menos amplio es el reconocimiento mostrado en el artculo V de la Declaracin Americana de los Dere-chos y Deberes del Hombre, que se restringe a sealar que toda persona tiene derecho a la proteccin de la ley contra los ataques abusivos a su vida privada y familiar47.

    5.3. Ponderacin entre la informa-cin y la vida privada

    Si bien la relacin existente entre los derechos a la vida privada y a la informacin es una de las ms clsi-cas en el Derecho, en muchos casos se ha dado una respuesta poco id-nea a la teora de los derechos fun-damentales48. As, se ha propuesto la primaca de la informacin en virtud de la aplicacin equvoca de la teo-ra valorativa de las preferred free-doms al sistema constitucional, pos-tura doctrinal que propendera a una jerarqua entre los derechos funda-mentales. Pero, de otro lado, tambin se manifi esta y se presencia una pre-valencia de la informacin, basn-dose en el efecto irradiante que posee

    44 STC Exp. N 06712-2005-HC/TC, f. j. 36.45 dem.46 dem.47 dem.48 Vide, con todo, a RUIZ MIGUEL, Carlos. El derecho a la proteccin de la vida privada en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos

    Humanos. Civitas, Madrid, 1994.

    Los medios son el soporte de los intereses del poder. A menudo, distorsionan los hechos y mienten para mantener esos intereses.

    Que dice Noam Chomsky?

  • 22

    J URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    respecto al resto de derechos. Pero no hay que olvidar que los derechos fundamentales (todos, sin excluir ninguno) estn en igualdad de con-diciones dentro de la Constitucin.

    Por eso, lo que el TC ha realizado es una determinacin de los conte-nidos de cada uno de los derechos involucrados. Solo as llega a la deli-mitacin adecuada de sus contornos. Para ello, ha optado por el mtodo de la ponderacin, con una utiliza-cin mixta de los criterios de razo-nabilidad (propios de cualquier rela-cin entre derechos fundamentales) y de desarrollo colectivo (exclusivo de los derechos de respeto de la persona y los comunicativos)49.

    En el anlisis de la validez del dere-cho a la informacin o a la vida pri-vada se tiene como caracterstica esencial e imprescindible su acer-camiento a una base razonable para el mejoramiento social y perso-nal de los miembros de la colecti-vidad. Solo de esta forma, precisa el TC, podr ser entendido el inte-rs pblico en una informacin ver-tida por los medios de comunicacin social. Este desarrollo colectivo se

    materializa en dos mbitos: uno sub-jetivo (proyeccin pblica) y otro objetivo (inters del pblico)50. Vea-mos cmo el TC utiliza determina-dos anlisis para aplicar soluciones a los complejos problemas que entraa la libertad de informacin.

    En diversos regmenes anglosajones, los medios de comunicacin cuen-tan con un departamento legal que muchas veces no dan el visto bueno a una informacin que, a la postre, van a generar serios problemas con la persona involucrada en la noticia, si esta pudiendo incluso ser cierta, no tiene por qu divulgarse, en tanto afecta el ncleo duro del derecho a la intimidad.

    Se trata de una suerte de censura interna en la propia prensa, a fi n de evitar un proceso penal por difama-cin que puede signifi car una repa-racin econmica, afectando la estructura presupuestal del medio masivo.

    Pero puede ser que se suministre un hecho noticioso que no est debi-damente corroborado. Aqu, la nota informativa deja de ser veraz. Pero la prensa ya lo divulg: el afectado o bien tiene el derecho de rectifi ca-cin, y puede aparte de ello, plan-tear un proceso de querella por el bien jurdico afectado: la honra, la reputacin, la imagen.

    Es decir, una prensa irresponsable e impune puede permanente y siste-mticamente propalar informacin sin que los afectados acaso por des-conocimiento o temor no realicen

    nada. Esta actitud de la prensa, no es ticamente aceptable y merece el reproche de su conducta abusiva.

    Aqu, ms que una nota periods-tica, la vida privada puede ser des-truida en una sola portada, pero ms que por mil palabras de un abruma-dor texto periodstico con una simple foto. Y si ello trae consigo la difu-sin en redes que se pueden apreciar en la pgina periodstica por Inter-net, la delicia del espectculo ya est consagrada.

    Hasta qu punto una fi lmacin, video o una foto puede ser lticamente divulgada, si esta se propala desde un mbito de lo privado.

    Los paparazzis, con sus potentes tele objetivos, hoy forman piezas cla-ves en esta experiencia de los mass media. La jurisprudencia ha sealado que un personaje pblico tiene leg-timo derecho a su mbito privado51. Y ello se puede manifestar no solo en el mbito del hogar inviolabili-dad del domicilio, sino que el con-cepto domicilio puede extenderse a una habitacin de hotel, despacho o buffette de abogados, consultorio de un mdico, camarote de un barco, etc52.

    A modo de ilustracin, vamos a tomar un caso piloto, donde involucran una persona que puede ser conocida, de la farndula y que, a partir del pro-yecto de su individualidad privada, puede hacer con su cuerpo lo que dis-crecionalmente estime conveniente, como siendo mayor de edad, ejerza la prostitucin.

    49 STC Exp. N 06712-2005-HC/TC, f. j. 40.50 Ibdem, f. j. 52.51 ROMERO COLOMA, Aurelia Mara. Honor, intimidad e imagen de las personas famosas. Civitas, Madrid, 2001.52 BIDART CAMPOS, Germn. Derecho Constitucional. Vol. II, Ediar, Buenos Aires, 1966, p. 276.

    Una prensa irresponsable e impune puede permanente y sis-temticamente propalar infor-macin sin que los afectados no realicen nada.

    Comentario relevante del autorComentario relevante

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 23

    INFORME JURISPRUDENCIAL

    El tema que se plantea aqu es el derecho a la intimidad vs. el derecho a la informacin.

    Hasta qu punto una accin infor-mativa puede ser lcita; y, por lo tanto, razonable si con ello se puede afectar otro derecho como ncleo inescindi-ble del derecho a la privacidad?

    Veamos cmo ha razonado in abs-tracto el Tribunal Constitucional.

    V. ANLISIS DE LA ACCIN INFOR-MATIVA

    1. Anlisis de razonabilidad de la accin informativa

    La razonabilidad es un estndar de control de una accin que, como en el caso concreto, est referido a la emisin de imgenes respecto a los actos sexuales cometidos por la que-rellante con otro sujeto.

    Incluye, dentro de s, tres juicios claramente establecidos: la adecua-cin, la necesidad y la proporciona-lidad, en cada uno de los cuales se debe dejar sentado si los argumen-tos de los recurrentes tienen, o no, sentido53.

    2. Anlisis de adecuacin de la accin informativa

    A travs de la adecuacin, la con-clusin a la cual se arribe debe ser lo ms ajustada posible a la fi nali-dad de la Constitucin, explcita o implcitamente reconocida. En tal sentido, la accin que realice la per-sona debe ser conveniente, jurdica-mente hablando (la norma habr de

    ser accesible y previsible) y contar con un fi n legtimo. Este juicio apli-cado a la relacin entre informacin y vida privada permite determinar que solo existir una solucin ade-cuada, si es que la noticia sobre la cual versa la informacin no desco-noce el objetivo previsto en la Cons-titucin en su artculo 1 (la persona es el fin supremo de la sociedad y del Estado) y que se materializa en la vigencia del respeto de los mbi-tos de la vida privada de una persona, por ms pblica que esta sea54.

    3. Aplicacin de criterio de nece-sidad

    El criterio de necesidad importa la ausencia de una solucin ms efec-tiva y adecuada de la que se est tomando. Lo que se busca realizar a travs de este juicio es elegir, entre las medidas posibles, la mejor que exista.

    Es relevante, por tanto, para evitar afectar la vida privada de una per-sona, que el ejercicio del derecho fundamental a la informacin se rea-lice sin excesos. Y de otro lado, en pos de la optimizacin de cada dere-cho en juego, buscar que la medida utilizada permita el mejor desarro-llo posible del derecho a la vida privada55.

    4. Aplicacin de criterio de propor-cionalidad

    A travs de la proporcionalidad se procura que cada solucin a la cual se arribe responda a una convenien-cia constitucional o fi nalidad de la

    determinacin de contenidos de cada uno de los derechos que estn en juego. Es decir, busca que el resul-tado del acto interpretativo responda al objeto perseguido por la pondera-cin realizada.

    En el caso de la relacin entre vida privada e informacin, se procura que ambos derechos tengan la mayor efectividad posible, y que uno y otro sean protegidos de una manera adecuada56.

    VI. LIBERTADES INFORMATIVAS COMO LIBERTADES PREFE-RIDAS

    Una sociedad abierta, como preconi-zaba el fi lsofo Karl Popper, signi-fi ca una sociedad plural, por lo que el grado de libertad de una sociedad, de un Estado, de un rgimen pol-tico, puede objetivamente medirse en funcin del nivel de libertad con que gozan sus medios de comunicacin.

    Desde hace muchas dcadas, la evo-lucin de los medios de comunica-cin han atravesado por una serie

    53 STC Exp. N 06712-2005-HC/TC, f. j. 41.54 Ibdem, f. j. 42.55 Ibdem, f. j. 44.56 Ibdem, f. j. 50.

    Una sociedad abierta significa una sociedad plural, por lo que el grado de libertad de una sociedad, de un Estado, puede objetivamente medirse en funcin del nivel de libertad con que gozan sus medios de comunicacin.

    Qu dice Karl Popper?

  • 24

    J URISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL

    de etapas. La revolucin coperni-cana aparece cuando se supera la lla-mada libertad de imprenta, para pasar hoy da a consolidarse grande consorcios de empresas que hoy se han convertido en poderosos grupos empresariales reales y que hoy con-trolan imperios multimedias y que generan negocios de y a partir del negocio de la comunicacin. Diver-sifi cado en diversos rubros, lamenta-blemente la prensa segn fuere el caso se alinea al nuevo rgimen o poder que llega al Gobierno; produ-cindose fusiones de intereses pol-ticos y econmicos y que permiten explicar el por qu hay sectores de prensa de oposicin y otros que tibiamente son de ese nivel, pero que en la prctica son ms cercanos al Gobierno.

    No obstante, y entendiendo as que toda prensa no puede ser cndida-mente neutral, ello no deja de reco-nocrsele que sea en el nivel y en la orilla en que se ubiquen, la prensa al ser una corriente que genera e impulsa opinin pblica, ella no puede tener ningn tipo de restriccin

    ni interdiccin a su mbito especfi co de informar y opinar.

    Es en este contexto, que la litera-tura y la jurisprudencia ha venido creando hoy, un ncleo duro de pro-teccin a la prensa como es la liber-tad de informacin como libertad preferida.

    La libertad preferida es una mani-festacin ms especfi ca de la liber-tad de comunicacin y opinin, en tanto, a travs de ella la de comuni-cacin genera un determinado tipo de actitud ante el sujeto pasivo que es el que recepciona la informacin. Una libertad preferida genera una corriente de opinin, por lo general crtica, de un hecho poltico trascen-dente, como puede ser, por ejemplo, el caso de la llamada Ley Pulpn, el por ahora frustrado proyecto de ley de matrimonio o unin civil, la no reeleccin de la primera dama, y un largo etctera que puede ser de diversos mbitos, personas o cosas.

    La proteccin de estos bienes goza de un valor fundamental en el Estado Constitucional, pues existe una rela-cin ontolgica entre ellos y el libre desenvolvimiento de la personali-dad (artculo 2, inciso 1, de la Cons-titucin), el principio de dignidad (artculo 1) y el mantenimiento del sistema democrtico (artculo 43). En buena medida, es esta la razn por la que en ciertas latitudes y en cierto sector acadmico se las con-sidera libertades preferidas (pre-ferred freedoms). Con dicha deno-minacin, desde luego, no pretende sostenerse que se trate de valo-res absolutos, sino tan solo que, en abstracto, gozan de un peso

    axiolgicamente muy relevante en el Estado Constitucional dada su rela-cin directa con la autonoma moral del ser humano y con la democracia57.

    Esta condicin de las libertades informativas [como libertades pre-feridas] requiere que, cada vez que con su ejercicio se contribuya con el debate sobre las cosas que interesan a todos, deban contar con un margen de optimizacin ms intenso, aun cuando con ello se pudiera afectar otros derechos constitucionales. Lo anterior no implica que ambas liber-tades tengan que considerarse como absolutas, esto es, no sujeto a lmi-tes o que sus excesos no sean san-cionables. Con anterioridad, el Tri-bunal Constitucional ha sealado que, con carcter general, todos los derechos fundamentales pueden ser objeto de limitaciones o restricciones en su ejercicio. Pero, cuando ello se haga, tales lmites no pueden afectar el contenido esencial de ellos, pues la limitacin de un derecho no puede entenderse como autorizacin para suprimirlo58.

    No es admisible la afi rmacin en el sentido de que en el seno de la Cons-titucin exista un orden jerrquico entre los derechos fundamentales, de manera que una colisin de este con otros derechos pueda resolverse, en abstracto, haciendo prevalecer al que tiene la condicin de liber-tad preferida. Todos los derechos constitucionales tienen formalmente la misma jerarqua, de modo que en supuestos de colisin entre ellos, la solucin del problema no puede con-sistir en hacer prevalecer unos sobre otros, sino en resolverlos mediante la

    57 STC Exp. N 00015-2010-PI/TC, f. j. 42.58 STC Exp. N 00905-2001-AA/TC, f. j. 14.

    Esta condicin de las libertades informativas [como libertades pre-feridas] requiere que, cada vez que con su ejercicio se contribuya con el debate sobre las cosas que inte-resan a todos, deban contar con un margen de optimizacin ms intenso, aun cuando con ello se pudiera afectar otros derechos constitucionales.

    Comentario relevante del autorComentario relevante

  • DILOGO CON LA JURISPRUDENCIA N 200 25

    INFORME JURISPRUDENCIAL

    tcnica de la ponderacin y el princi-pio de concordancia prctica59.

    1. Intervencin estatal sobre una libertad preferida

    Tratndose de una intervencin legislativa sobre una libertad prefe-rida, esta condicin impone que el control sobre las normas y actos que incidan sobre ella no solo se suje-ten a un control jurisdiccional ms intenso, a la luz de los principios de razonabilidad y proporcionali-dad, sino, adems, que en ese con-trol tenga que considerarse que tales actos o normas que sobre l inciden carecen, prima facie, de la presun-cin de constitucionalidad.

    Ello se traduce en exigir al Estado y sus rganos la obligacin de pro-bar que existe un apremiante inte-rs pblico por mantener en reserva o secreto la informacin pblica soli-citada y, a su vez, que con tal reserva se puede servir efectivamente al inte-rs constitucional que la justifica. De modo que si el Estado no justi-fica dicha existencia, la presuncin que recae sobre la norma o acto debe efectivizarse y, en esa medida, con-firmarse su inconstitucionalidad; asi-mismo, ello implica que la carga de

    la prueba sobre la necesidad de man-tener en reserva el acceso a la infor-macin ha de estar, exclusivamente, en manos del Estado60.

    Esta presuncin de inconstitucio-nalidad de la ley que lo restringe se traduce en exigir del Estado y sus rganos la obligacin de probar que existe un apremiante inters pblico por mantener en reserva o secreto la informacin pblica solicitada y, a su vez, que solo manteniendo tal reserva se puede servir efectiva-mente al inters constitucional que la justifica. De manera que si el Estado no justifica la existencia del apre-miante inters pblico para negar el acceso a la informacin, la presun-cin que recae sobre la norma o acto debe efectivizarse y, en esa medida, confirmarse su inconstitucionalidad; pero tambin significa que la carga de la prueba acerca de la necesidad de mantener en reserva el acceso a la informacin ha de estar, exclusiva-mente, en manos del Estado61.

    En otras palabras, si un rgimen pol-tico determinado, tratara de regu-lar normativamente va una ley, una aparente regulacin sobre un mbito de una libertad preferida, dicha ley, prima facie, se reputa

    inconstitucional, y bien puede un juez del Poder Judicial declarar inaplicable para quien lo solicite, dicha norma.

    Eventualmente, frente a esta Ley, se podra igualmente entablar una demanda de inconstitucionalidad, ejercindose as, el control abstracto a fin de que el Tribunal Constitucio-nal la declare inconstitucional, abro-gando sus efectos para todo el sector de la prensa.

    No obstante, bien podra darse no se descarta que una ley regule una manifestacin de esta libertad prefe-rida. Corresponder al Estado, justi-ficar y establecer una razonabilidad de ese mbito intervencionista.

    Con todo, una cosa es la proteccin de una libertad preferida, y otra la propalacin de programas hoy deno-minada televisin basura.

    Ese sector, bien puede ser indirecta-mente regulado, en parte con progra-mas mnimos que en el mbito de la televisin, deberan pasar como un porcentaje de difusin cultural; aun cuando este planteo no identifique al inters comercial y de ganancia que persigue lo telemeditico de la empresa televisiva.

    59 STC Exp. N 01219-2003-HD/TC, f. j. 6.60 STC Exp. N 02579-2003-HD/TC, f. j. 6.61 STC Exp. N 01797-2002-HD/TC, f. j. 11.