Apostada al pie de la sierra de la Tramontana y al noroeste de la isla, la casa de Alexandre y Sofía ( a la derecha) se inte-gra perfectamente con el paisaje, con su fachada de piedra y sus colores naturales. Sus vistas del Mediterráneo son es-pectaculares, como puede comprobarse en la imagen de al lado. «Descubrí Mallorca muy joven y me enamoré de la isla durante mi primer viaje. Desde entonces, siempre soñé con

poder tener una casa en la isla», cuenta Alex

Conocido como el Cecil B. de Mille de la moda, produce los más grandes e impre-sionantes desfiles de las firmas más im-portantes: desde Dior a Victoria’s Secret

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ALEXANDRE DE BETAK, EL «MAGO» DE LAS PASARELAS,

Y SU MUJER, LA CONOCIDA «IT GIRL» SOFÍA SÁNCHEZ

NOS RECIBEN EN SU PARAÍSO PRIVADO DE MALLORCA

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Diseñadora y directora artística, So-fía («Chufy») es argentina, de origen vasco, y una de las «influencers» más cotizadas del momento. Hasta el «New York Times» la ha nombrado «la chica más “cool”» de la ciudad

ALEXANDRE de Betak, el protagonista de nuestra historia, es uno de los cerebros que, año tras año, producen y dirigen los

más grandes e impresionantes espectáculos de moda. Como timo-nel del Bureau Betak, la compañía que creó a principios de los años 90, ha diseñado algunas de las pasarelas y las exhibiciones de moda más fascinantes de las últimas tres décadas para marcas como Christian Dior, Viktor & Rolf, Rodarte, Michael Kors, Diane von Fürstenberg, Moncler, Isabel Marant, Roberto Cavalli, Lacos-te, Jason Wu, Hermès, Hugo Boss, Lanvin, Givenchy y Céline, en-tre otras. Una carrera que lo ha catapultado como uno de los grandes magos del «fashion business», pues, con sus trucos y su imaginación, crea escenarios fascinantes y sofisticados llenos de creatividad. Por si fuera poco, también ha entrado en el interioris-mo, entre cuyos principales proyectos podemos destacar el restau-rante parisino Black Calavados, la «suite» bautizada como «Betak Disco Room», del exclusivo hotel Amour, de la capital francesa, y el «Alex’s House & Garden», uno de los departamentos del selec-to club privado Le Baron, de Shanghái.

POR LA PUERTA GRANDE A SU MUNDO SOÑADO

Una intensa vida que lo hace trabajar sin descanso y que com-parte con su mujer, la argentina de origen vasco Sofía Sánchez

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Barrenechea, a la que conoció en 2008, en Buenos Aires. Cuando Chu-fy, que es como la llaman sus íntimos y el nombre con el que bautizó su mar-ca de ropa, terminó sus estudios en la Universidad, sabía muy bien que que-ría traspasar fronteras y se lanzó a la Gran Manzana en busca de oportuni-dades como modelo y un futuro pro-metedor. Pero lo que nunca imaginó es que, a lo largo de ese camino, cono-cería a una de las personalidades más influyentes de la industria de la moda y que se convertiría en el hombre que le cambió la vida, Alex, que estaba re-cién separado de la «top model» y ac-triz Audrey Marnay, con quien tuvo dos hijos: Amaël Jules y Aidyn Anakyn. Un auténtico flechazo entre Alex y Sofía, que se casaban, en diciembre de 2014, en una boda de ensueño «gaucho style», en la Patagonia, que duró tres días y a la que asistió la «crè-

me de la crème» del mundo «fashion» y de la sociedad internacional. Con un vestido de Valentino de aire «vinta-ge», Chufy entró por la puerta grande a ese universo con el que soñaba. Un enlace que fue definido por «Vogue» como «uno de los más fascinantes de los últimos tiempos».

Y pasó muy poco tiempo para que la nueva señora De Betak trazara su propia trayectoria y se convirtiera, de la noche a la mañana, en una «fashio-nista» de alto perfil y en un referente obligado de la mayoría de las revistas de moda. A su vez, y siguiendo los pa-sos de su madre, Maite —que dirige Mai10, una agencia de turismo de lujo en Sudamérica—, publicó, a me-diados de 2017, un libro de viajes, editado por Assouline, titulado «Tra-vels with Chufy», en el que desvelaba sus exclusivos y secretísimos refugios alrededor del mundo para todos

aquellos viajeros que buscan expe-riencias inolvidables. Pero su marca de ropa, su logro más codiciado hasta ahora, vio la luz en 2017, cuando lan-zó su primera colección.

Extravertido y con gustos excéntri-cos, Alex ha demostrado que, más allá de su extraordinaria y ascendente ca-rrera en el mundo «fashion», una de sus mayores satisfacciones ha sido la construcción de «Son Muntaner», la casa donde pasa largas temporadas, obra del arquitecto Oro del Negro, fundador del estudio de arquitectura mallorquín Moredesign, quien dise-ñó una finca siguiendo a rajatabla la estética del lugar, pero, sobre todo, en concordancia con la belleza de las impresionantes montañas de la sierra de Tramontana, que rodean la pro-piedad y que dan paso al Mediterrá-neo. Aquí, el matrimonio, padres de una hija de seis meses, Sakura —«flor

de cerezo», en japonés— ha recibido a ¡HOLA! en la que consideran «la casa de sus sueños».

TRABAJÓ CON SYBILLA EN SUS COMIENZOS

—Alex, ¿cómo y cuándo comenzas-te en el mundo de la moda?

—Era muy joven. Tenía alrededor de diecisiete años. Recuerdo que aún iba a un colegio de París, pero en mis ratos libres trabajaba haciendo foto-grafías para algunas revistas. Al mismo tiempo, hacía algunos trabajos en Ma-drid, lo que me llevó a conocer a la diseñadora Sybilla, con la que tuve oportunidad de trabajar, en su equipo de imagen y comunicación, además de en la organización de sus desfiles.

—¿Alguna vez imaginaste que te con-vertirías en una de las personas más in-fluyentes de la industria de la moda?

(SIGUE)

«Como mi vida es diseñar desfiles de moda, eventos y mues-tras, que se caracterizan por su vanguardia, su minimalismo y su estética pop —explica Alex—, quise canalizar todos mis

conocimientos del diseño en esta casa»

En la otra página, la facha-da de «Son Muntaner» ilu-minada por el sol al atarde-cer. Arriba, Alex y Sofía con «Rock», su labrador, en el salón de invierno. Ella lleva un diseño de dos piezas, de su última colección, en rosa malva. Sobre estas lí-neas, salón principal, pre-sidido por una enorme montaña de cojines tapiza-dos en lino, que hacen a la vez de un gran sillón. De-trás, par de sillones «vinta-ge» de Joe Colombo. De-trás de «Rock» se aprecian varias lámparas «profite-rol» de Sergio Asti, de la

década de los sesenta

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«Son Muntaner» tiene formidables vistas, seis dormitorios, tres grandes terrazas, baño turco y baño japonés, y está en las faldas de la sierra de la Tramontana, declarada

Patrimonio de la Humanidad por la Unesco

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«Todas deberíamos tener en el armario un buen kimono. Trato de divertirme con la moda y no encasillarme, pues creo que me

aburriría muy pronto y me dedicaría a otra cosa»

—Debo confesar que nunca me imaginé que algo así me sucedería en mi vida profesio-nal. Sin embargo, esperaba que mi intuición, mi ambición y mi espontaneidad me abrieran las puertas de un mundo que, aunque no co-nocía del todo bien, ansiaba cambiar de algu-na manera. El éxito es un fenómeno intere-sante, pues te da confianza en ti mismo y ge-nera más libertad a tu creatividad. También es una herramienta para tener acceso a gran-des talentos, con los cuales puedes colaborar para realizar cosas fantásticas.

—¿Tardaste mucho en darte cuenta de que Sofía era la mujer con la que querías compar-tir tu vida?

—Me enamoré en el mismo instante en que la conocí, pero eso no quiere decir que no tuviera que cortejarla por un largo tiempo antes de conquistarla.

—Has sido padre de nuevo después de muchos años.

—Tuve la suerte de ser un papá joven y te-ner dos hijos maravillosos, pero ahora que ha llegado la niña no puedo estar más feliz. Los hijos te hacen sentir siempre muy joven, pero, a la vez, te recuerdan la gran responsa-bilidad que representan. La llegada de Saku-ra solo ha estado llena de satisfacciones.

—Ahora, hablemos de esta casa...—Descubrí Mallorca muy joven y me ena-

moré de la isla durante mi primer viaje. Desde entonces, siempre soñé con poder tener una casa en la isla, así que he tenido mucho tiem-po para pensar exactamente cómo la quería.

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En la otra página, arriba, la cocina. El suelo está rea-lizado con pequeñas piedras de mar colocadas con la técnica del mosaico. Está decorada con muebles rústicos y tiene una gran isla donde los De Betak pasan más tiempo. «Todo lo que comemos cuando estamos en la isla es totalmente orgánico y produci-do por productores locales», cuentan. Abajo, otro de los cuartos de invitados. Sobre estas líneas, Sofía sale junto a «Rock» por la gran puerta que conecta la cocina con el área de la piscina. Alex tuvo que esperar más de dos años para que el arquitecto ma-

llorquín Oro del Negro concluyera la obra

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ALEX: «La casa se construyó en los años setenta y la re-modelé solo con ma-teriales antiguos y originales de aquí»

Bajo la gran escalera puede verse el rincón donde Alex de Betak instaló un futbolín para jugar con sus hijos mayores. En la otra página, arriba, la ha-bitación principal, con espec-taculares vistas del mar, brilla con luz propia gracias al efec-to de las impolutas paredes encaladas. La cama, cubierta con un gran mosquitero de lino, está rodeada por alfom-bras redondas de yute tejidas, típicas de la isla. A la izquier-da, original lámpara que Alex diseñó con dos caparazones de tortuga antiguos. Abajo,

cuarto de los niños

Decidí comprar una que había sido construida en los años setenta con la in-tención de remodelarla usando solo ma-teriales antiguos y originales de la isla. Como paso mi vida diseñando desfiles de moda, eventos y muestras, que se ca-racterizan por su moderna y minimalista impronta y su estética pop, quise canali-zar todos mis conocimientos del diseño en un proyecto diferente. Así fue como creé este mundo tranquilo y visualmen-te neutro para poder seguir creando, siempre respetando el medioambiente y las tradiciones locales.

—¿Qué es lo que más disfrutas de este lugar?

—Todo: la paz, la sencillez y la forma relajada en la que vivimos cuando esta-mos aquí. Es una casa que fue diseñada para poder disfrutarla llena de invitados o, simplemente, Sofía y yo solos. Nos encanta recibir a nuestras familias y a nuestros amigos y, cuando eso sucede, me divierte muchísimo cocinar y orga-nizar cenas al aire libre.

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El matrimonio tiene una hija, Sakura («flor de cerezo», en japonés), nacida en Mallor-ca, que acaba de cumplir seis meses: «Ella me hace querer ser mejor persona

cada día», asegura Sofía

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La boda «gaucho style» de los Betak, en la Pata-gonia, definida por «Vo-gue» como una de las «más fascinantes de to-dos los tiempos», duró tres días y asistió lo más «cool» de la moda y de la sociedad internacional

HABLA CHUFY

—¿Recuerdas tus primeros pasos en tu profesión?

—Mi primer trabajo fue con un fo-tógrafo de moda como directora de arte y diseño gráfico para sus campa-ñas. Yo tenía diecisiete años.

—¿En qué te inspiras para tus co-lecciones?

—Me encanta recorrer mercados, hablar con extraños, tomar fotos de cosas que me llaman la atención, ya sea un grafiti o algún producto en un supermercado.

—Define tu estilo.—Intento no definirlo, trato de di-

vertirme con la moda y no encasillar-me, pues creo que me aburriría muy pronto y me dedicaría a otra cosa. De cualquier forma, amo los colores, las estampas, los materiales suaves y las formas sueltas.

—¿Qué prenda debe tener toda mujer en su armario?

—Un buen kimono.—Cambiando de tema, ¿cuándo vi-

sitaste la isla por primera vez?—Cuando tenía diecisiete años,

durante un viaje de verano que hice con mis amigas del colegio. Recorri-mos toda la isla y me impresionaron los distintos mundos que hay en ella.

—Alex estuvo muy involucrado en el diseño y la construcción, pero ¿y tú?

—Hay detalles que fui incorporan-do, como un burrito-bar, que está en el salón de invierno; una gran vasija con cabeza de vaca y la televisión que coloqué dentro de una ventana para esconderla cuando no estamos vién-dola.

—¿Tu rincón favorito?—¡La montaña de almohadones!

Nada mejor que tirarse de cabeza ahí y dormir horas de siesta.

—¿Cómo conociste a tu marido?—En Buenos Aires. Él era amigo de

mi hermana y había ido a pasar unas vacaciones a Argentina. Quedamos como buenos amigos y, meses después de mudarme a Nueva York, comenza-mos a salir.

—¿Qué fue lo que te hizo enamo-rarte de él?

—Lo primero, su talento y su deter-minación. Después conocí su corazón y me enamoré perdidamente.

—Los dos tenéis temperamentos fuertes, ¿cuál es vuestro secreto para seguir tan enamorados?

—Vivir cada momento al máxi-mo, explorar y divertirnos juntos, pero creo que también el poder es-tar separados por algunos días. Pienso que darnos nuestro espacio y respetar las necesidades de cada uno han sido aspectos fundamenta-les para que la relación funcione. Hay cosas que nos hacen discutir bastante, como posar para una se-sión de fotos u organizar una fiesta,

pero, afortunadamente, y como tie-nen tan poca trascendencia, rápida-mente lo olvidamos. En lo impor-tante, en cambio, siempre solemos estar de acuerdo.

—¿Qué destacarías de Alex?—Sus valores, ya que es una perso-

na increíblemente generosa, respe-tuosa y sabia. Es un hombre que no se enrosca en pequeñeces y eso me fasci-na de él.

—¿En qué manera te ha cambiado la maternidad?

—¡Estoy muerta de amor por mi hija! Sakura me hace querer ser cada día mejor persona, predicar con el ejemplo, intentar poner mi granito de arena para que ella here-de un mundo mejor. Gracias a ella, aprendí a ser un poquito más pa-ciente y a apreciar la vida tan pre-ciosa que tengo.

Realización y texto: RODOLFO VERA CALDERÓN

Fotos: PHILIPPE DEGROOTE

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Arriba, «chill out», donde Alex y su mujer reci-ben a sus amigos para tomar el aperitivo y apre-ciar las fabulosas puestas de sol. Arriba dere-cha, Sofía posa en el balcón de su dormitorio con otro modelo de su colección. «Me encantan los colores, las estampas, los materiales sua-ves y las formas sueltas», admite. Abajo, la casa y la piscina, iluminadas al anochecer de Mallor-ca, y la mesa Imperio preparada para la cena

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