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AMÉRICA LATINA EN TIEMPO DE GLOBALIZACIÓN II… 15 Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización: una perspectiva analítica en desarrollo Ximena Agudo Guevara y Daniel Mato Este texto propone una perspectiva para el análisis de algunas transformaciones contemporáneas significativas en el marco de los pro- cesos de globalización contemporáneos. Esta interpretación analítica procura poner de relieve la importancia de las prácticas de los actores sociales en las transformaciones sociales, y muy especialmente los as- pectos simbólicos de estas prácticas, así como los modos en los cuáles ellas se relacionan con los procesos de globalización contemporáneos. Con tal propósito hemos dividido la exposición en dos partes. En la primera comentaremos someramente aspectos salientes de algunas teorizaciones sobre la así llamada globalización que resultan particular- mente relevantes para el tipo de análisis propuesto. En tanto, en la se- gunda parte trazaremos articulaciones entre algunas proposiciones teó- ricas que a nuestro juicio contribuyen de maneras significativas e innovadoras al estudio con perspectiva cultural de procesos de cambio social en el marco de los presentes tiempos de globalización. La pers- pectiva analítica aquí presentada constituye una propuesta teórica inacabada en cuya elaboración estamos comprometidos y a la cual invi- tamos a los lectores a contribuir. Pensamos que la aproximación pro- puesta contribuye a interpretar de manera plausible las especificidades de numerosos procesos de cambio social que tienen lugar en estos tiem- pos de globalización, lo cual a lo largo del texto ilustraremos a través de referencias a algunos estudios específicos.

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  • AMRICA LATINA EN TIEMPO DE GLOBALIZACIN II 15

    Cultura y transformaciones socialesen tiempos de globalizacin: unaperspectiva analtica en desarrollo

    Ximena Agudo Guevara y Daniel Mato

    Este texto propone una perspectiva para el anlisis de algunastransformaciones contemporneas significativas en el marco de los pro-cesos de globalizacin contemporneos. Esta interpretacin analticaprocura poner de relieve la importancia de las prcticas de los actoressociales en las transformaciones sociales, y muy especialmente los as-pectos simblicos de estas prcticas, as como los modos en los culesellas se relacionan con los procesos de globalizacin contemporneos.Con tal propsito hemos dividido la exposicin en dos partes. En laprimera comentaremos someramente aspectos salientes de algunasteorizaciones sobre la as llamada globalizacin que resultan particular-mente relevantes para el tipo de anlisis propuesto. En tanto, en la se-gunda parte trazaremos articulaciones entre algunas proposiciones te-ricas que a nuestro juicio contribuyen de maneras significativas einnovadoras al estudio con perspectiva cultural de procesos de cambiosocial en el marco de los presentes tiempos de globalizacin. La pers-pectiva analtica aqu presentada constituye una propuesta tericainacabada en cuya elaboracin estamos comprometidos y a la cual invi-tamos a los lectores a contribuir. Pensamos que la aproximacin pro-puesta contribuye a interpretar de manera plausible las especificidadesde numerosos procesos de cambio social que tienen lugar en estos tiem-pos de globalizacin, lo cual a lo largo del texto ilustraremos a travs dereferencias a algunos estudios especficos.

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    Sobre la globalizacinUna caracterstica significativa del corpus de estudios que sirve

    de referencia al presente texto es que incluye aproximaciones muy di-versas, tanto desde un punto de vista ideolgico como disciplinar. Noobstante, un elemento comn destaca dentro de esta pluralidad: la con-viccin de que el anlisis de los cambios sociales del mundo contempo-rneo difcilmente puede ser abordado desde perspectivas analticas r-gidamente encuadradas en los marcos disciplinarios establecidos; asun-to significativo al que ya habamos hecho referencia en el estudiointroductorio de Amrica Latina en Tiempos de Globalizacin, volumencolectivo que precede al que el lector tiene en sus manos (Mato 1996a:11).

    El tema de la globalizacin constituye hoy en da uno de losepicentros alrededor de los cuales gira la produccin terica de las hu-manidades y ciencias sociales. Eje de debates e interrogantes, el temaest lejos de agotarse. La definicin misma de este objeto temtico esheterognea, y frecuentemente discrepante. Por tanto, parece convenienteofrecer un panorama general de los cruces y distanciamientos que ca-racterizan a los discursos de la globalizacin, algunos de los cuales yahemos abordado en publicaciones anteriores (Agudo 1998a).

    Con la idea de globalizacin conviven nociones de crisis, rup-tura, continuidad, ajuste, cambio, transformaciones radicalesciclos. En fin, se trata de un tema en torno al cual se debate acerca deuna condicin peculiar de los tiempos presentes, los cuales se caracteri-zan por su particular dinamismo a escala planetaria.

    Ordenar las distintas conceptualizaciones formuladas alrededorde la idea de globalizacin es en s misma una tarea problemtica. Ellose debe tanto a la heterogeneidad de las mismas como a la complejidadde los aparatos analticos y fundamentos epistemolgicos involucrados.Por ello precisamente, puede resultar til comenzar por identificar aque-llos rasgos imputables a la globalizacin sobre los cuales existe me-nor discrepancia.

    Por ejemplo, en general la idea de globalizacin se asocia con lacreciente intensificacin de vnculos e interconexiones de diversos ti-pos y por distintos medios entre las distintas sociedades y/o actores

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    sociales del mundo, lo cual hace que los eventos, que tienen lugar enuna parte del planeta ejerzan cada vez ms significativa influencia enlos sujetos (actores, comunidades, estados y/o bloques regionales) enotras partes del mismo (Giddens, 1990; Appadurai 1990; Sklair 1991;Wallerstein 1991; Waters 1995; Sonntag y Arenas 1995; Mato 1996a;1999a, 1999b; Ferrer 1996). As, desterritorializacin (Appadurai1990), desanclaje (Giddens 1990), hibridacin (Garca Canclini1992), sistema-mundo (Wallerstein 1991), poliarqua (Rosenau1992), prcticas transnacionales (Sklair 1991; Mato 1996, 1998, 1999c)son algunos de los trminos mediante los cuales se representan y se dis-tinguen las dinmicas de tales flujos e interconexiones, dependiendo dela perspectiva disciplinar de sus autores y de la lgica causal que leatribuyen a aquellas.

    Numerosos autores coinciden al menos en dos elementos en susmodos de interpretar estas dinmicas: el reconocimiento de su carctercomplejo, si las entendemos como procesos que presentan tendenciasvariadas e incluso opuestas; y la forma desigual en que estas tendenciasse experimentan en el espacio y el tiempo planetarios.

    Las complejidades que gravitan alrededor del tema de laglobalizacin se ponen de manifiesto en la gama de tendencias en opo-sicin: universalizacin/particularizacin (Robertson 1992; Waters 1995;Wallerstein 1991); interconexin/interdependencia (Sonntag y Arenas1995); homogeneizacin/diferenciacin (Appadurai 1990; GarcaCanclini 1992, 1995, 1999; Mato, 1995, 1996a, 1999b); centralizacin/descentralizacin (Rosenau 1992). Estas tendencias en oposicin y lasformas desiguales en las cuales son experimentadas en distintas partesdel mundo imprimen a esas dinmicas de flujos e interconexiones uncarcter no slo complejo sino, y sobre todo, polivalente e incierto. Deah que, por un lado, buena parte de las teoras sobre la globalizacin seinterroguen acerca de la direccionalidad de estas fuerzas en accin des-igual; y por el otro, y en consecuencia, que se interroguen acerca de loque es posible como resultado de lo anterior: cultura global (Smith,1991); civilizacin global (Pelmutter, 1991); sociedad capitalistamundo (Wallerstein, 1997); mundo bifurcado (Rosenau, 1992); re-giones estados (Kenichi 1995).

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    Estas interrogantes e hiptesis en general permiten afirmar quebuena parte de las teoras aqu referidas relacionan el tema de laglobalizacin con el cambio. Particularmente, con el cambio de los arre-glos que dan forma a la organizacin poltica del planeta, a travs detransformaciones en las relaciones sociales entre los actores sociales queparticipan en la construccin de tales arreglos. Independientemente dela orientacin disciplinar de los autores aqu referidos, las interrogantesrespecto del destino de los estados-nacionales se revela como una cons-tante, bien sea como unidad de anlisis o como unidad referencial. As,algunas de las proposiciones tericas referidas se interrogan acerca delfin de los estados-nacionales (Kenichi, 1995); o bien, reafirman su vi-gencia como unidad constitutiva del actual y/o futuro orden mundial,aunque con un carcter ms permisivo e interdependientes (Gilpin, 1987);o ms an, preven reajustes que no ratifican su fin, pero s su reacomodo(Rosenau, 1992; Appadurai 1996). Por lo tanto, pensamos que se hacenecesario revisar algunos de los presupuestos epistemolgicos sobre loscuales descansan estas teoras.

    A la par de examinar crticamente algunos fundamentosepistemolgicos de las aproximaciones tericas a la globalizacin, con-viene interrogarse acerca de si las mismas de manera deliberada o no,y a pesar de las diferencias en sus enfoques, instrumentos analticos yorientacin disciplinar contribuyen o no lo hacen a reafirmar las rela-ciones de poder imperantes. Una postura crtica frente al debate en tornoa la globalizacin, desde cualquiera de sus perspectivas, permite a la vezexaminar cmo se construyen las relaciones de poder en el orden mun-dial contemporneo.

    La controversia sobre la posibilidad de una cultura global, o laemergencia de unidades de organizacin planetaria de ordensupranacional expresan algunas de las tensiones que derivan de la vi-gencia de relaciones de poder desigual y de los mecanismos que lasresisten y las confrontan. Es gracias a estas tensiones que temas como elde democracia (Przeworski, 1991); gobernabilidad y orden(Rosenau, 1992); interdependencia y cooperacin (Kenichi, 1995)entre otros, constituyen aspectos salientes del debate. Vista de esta ma-nera, la relacin de tensin entre unidad y multiplicidad cobra entoncesun singular perfil en el contexto de la temtica que nos ocupa.

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    Parece plausible asumir que la idea de la globalizacin, as comoenunciacin en singular, reafirma las tendencias histricas de la moder-nidad hacia la unificacin de los espacios sociales planetarios, desde lacual la multiplicidad es subsumida en la unidad. Se trata de una tenden-cia intrnseca y secular del capitalismo que, como plantea Boron (1999),la retrica de la globalizacin presenta como si fuera un momentneoe inesperado resultado, y a sus efectos como obra de fuerzas impersona-les; como una suerte de secrecin natural de un orden econmico globalen donde no existen estructuras, clases, relaciones de dependencia entrenaciones ni asimetras en las relaciones de poder.

    Boron insiste en la necesidad de distinguir mitos de realidades.Afirma que el reconocimiento de las antiguas races de la globalizacincapitalista, es decir, de todo lo viejo que aparece hoy en da disfrazadocomo una novedad absoluta, no implica desconocer la existencia de aque-llos procesos que le han dado a la fase actual un dinamismo extraordina-rio. Sostiene que la globalizacin constituye una tendencia de efectostanto heterogneos como desiguales y de dimensiones menores de loque nos quiere hacer creer la interpretacin neoliberal. Y ello es as por-que el impacto de la globalizacin est siempre mediado por las pol-ticas pblicas y la conducta de los gobiernos. En consecuencia, sostieneBoron, la idea de la desaparicin de los estados nacionales, o la de suincurable impotencia ante la fuerza arrolladora de la globalizacin, esparte de los mitos que hay que poner al descubierto.

    Algunos pensamos (vase Agudo, 1998a) que tal impotencia seexpresa y promueve, por ejemplo, mediante la construccin y aplica-cin de miradas analticas que, como la endgena / exgena, son uti-lizadas con significativa frecuencia en la teoras sobre la globalizacinpara dar cuenta de los cambios del actual orden mundial (vese por ej.:Prezowrski, 1991; Kenichi, 1995; Ferrer, 1996; Grifith, 1996). La di-mensin endgena como perspectiva de anlisis se sustenta en el su-puesto de que las regiones o los estados nacionales son espacios natura-les y no construidos, y con valores que les seran intrnsecos. Tal su-puesto permite que los procesos sociales vinculados tanto al desarro-llo como al subdesarrollo puedan ser interpretados como resultadode procesos locales (nacionales o regionales), naturales y diferenciados,

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    y no articulados a un sistema tanto internacional como transnacional detransacciones e intercambios sociales, culturales, polticos y/o econ-micos. Desde esta postura, algunos as tambin lo creemos (Agudo1998a), las distintas partes del mundo quedan analticamente pre-orde-nadas a partir de relaciones de oposicin del tipo adentro/afuera y/ocentro/periferia, favoreciendo de esta manera la reafirmacin de rela-ciones de poder que vinculan a actores sociales situados en distintaspartes del mundo.

    La afirmacin de la existencia de caractersticas presuntamenteintrnsecas a las diferentes partes del espacio-mundo ha sido histrica-mente uno de los mecanismos de poder ms exitosos de la moderniza-cin ya que, fundamentado en una visin estado-cntrica del desarrollosocial, ha servido para la construccin social, jerarquizada, de identida-des nacionales y/o regionales. De tal forma es as, que stas parecen serel resultado natural -y no construido- de distintas historias locales (vaseCoronil, 1996.

    Interrogarnos sobre los supuestos que sirven de fundamento a es-tas construcciones tericas nos permite comprender porqu algunas pro-posiciones tericas giran alrededor de la idea de estados nacionales(por ej.: Rosenau, 1992; Kenichi, 1995); mientras que otras se centranen las relaciones y/o prcticas transnacionales (por ej.: Sklair, 1991;Mato, 1996a; Garca Canclini, 1995, 1999a, 1999b); y porqu algunasde ellas toman a los actores sociales como unidad central del anlisis(por ej.: Escobar 1995; Mato, 1996a, 1997a, 1997b, 1998, 1999a, 1999c;Ydice 1997, 2000).

    Esta diversidad, referida a las unidades de anlisis en la construc-cin terica sobre la globalizacin, da cuenta a su vez de las tensiones yconflictos que operan en las relaciones sociales en tiempos deglobalizacin. Estas teoras buscan comprender y explicar el orden mun-dial contemporneo y sus cambios. Pero resulta que, a la vez, ellas inci-den en, y son marcadas por, las prcticas de los actores sociales quecontribuyen a dar forma a tales cambios. Las tensiones, conflictos, dis-crepancias y/o coincidencias que se manifiestan en las distintas proposi-ciones tericas sobre la globalizacin nos informan tambin sobre losconflictos y tensiones relacionados con las visiones del mundo y las

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    prcticas de los distintos actores sociales involucrados. As, revisar loselementos claves de las distintas formulaciones tericas es tambin unatarea que permite evaluar la capacidad y direccionalidad terico-persua-siva de cada una de ellas. Es decir, equivale a examinarlas como construc-ciones discursivas que participan advertida o inadvertidamente en aque-llos procesos desde los cuales se construyen relaciones de poder, ya que a lavez que versan sobre el actual orden mundial, actan y operan dentro de l.

    Por lo expuesto ms arriba, queda claro que en nuestra opinin laglobalizacin involucra procesos tanto de integracin como de diferen-ciacin. Por ello, parece oportuno sealar las diferencias que se puedenobservar dentro del universo de las narrativas sobre la globalizacin.

    Es posible identificar cinco constantes en el conjunto de discur-sos que interpretan y representan a la globalizacin como un procesosingular. En general este tipo de discursos convierten a la globalizacinen algo ya dado, externo a las prcticas de los actores sociales. As, estosdiscursos fetichizan a la globalizacin, sea demonizndola o hacien-do su apologa. Pero lo ms importante del caso es que al hacer esto, altomarla como algo dado, autnomo de las prcticas de los actores socia-les, estas concepciones obstaculizan la posibilidad de investigar sobrelas prcticas de los actores y cmo stas producen eso que llamanglobalizacin, as como sobre las transformaciones culturales ysociopolticas de las sociedades contemporneas vinculadas a diversosprocesos de globalizacin (Mato, 1999b:1).

    La primera de estas constantes es una marcada tendencia a repre-sentar la globalizacin como si se tratara de un fenmeno unidimensional,en general como un asunto bsicamente econmico o de negocios, obien como uno relativo a los medios de comunicacin masiva. La se-gunda es que suelen representar la globalizacin como si slo consistie-ra en un entrecruzamiento de flujos relativamente autnomos y/o anni-mos, dejando de lado los papeles jugados por la diversidad de actoressociales que los promueven. La tercera es que suelen representar laglobalizacin como si sta tuviera lugar fuera de cualquier espacio so-cial especfico: como si se tratara de un fenmeno desterritorializado;cuando ocurre que todos los actores sociales que participan de los pro-cesos contemporneos son agentes territorialmente basados en espacios

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    sociales especficos, marcados por las relaciones sociales de las que par-ticipan localizadamente, lo cual no es invalidado por el hecho de queadems sostengan prcticas transnacionales que a su vez marcan susexperiencias y discursos. La cuarta constante entre este tipo de discur-sos es que suelen representar la globalizacin como si sta fuera un fe-nmeno ajeno a las relaciones de poder y a las posiciones en las mismasde diversos actores sociales. Por ltimo, suelen representar laglobalizacin como productora exclusivamente de homogeneizacin,particularmente cultural. Ello desestima la importancia tanto de proce-sos de diferenciacin, como de otros procesos que promueven de mane-ra combinada homogeneizacin y diferenciacin fenmenos comple-jos que han sido documentados y teorizados por diversos autores (porej.: Appadurai 1990, 1999; Garca Canclini, 1990, 1995, 1999a, 1999b;Mato, 1995, 1996, 1997b, 1999a; Weiss, 1999; Ydice, 1999; entreotros).

    Creemos que la aproximacin al tema demanda perspectivas ycategoras analticas que permitan explicar cmo operan los cambios ytransformaciones en el complejo mundo contemporneo. Por ello, fren-te a la preeminencia de esos tipos de representaciones de la globalizacin,vista como fenmeno unitario y relativamente autnomo de las prcti-cas de los actores sociales, y que suelen circular en los medios de difu-sin masiva y en los discursos de polticos y empresarios nos parececonveniente no limitarnos a criticar estos discursos. Queremos contri-buir adems a elaborar una perspectiva analtica alternativa. Con tal finen la prxima seccin nos proponemos sistematizar algunas proposicio-nes tericas que a nuestro juicio resultan frtiles para el anlisis de trans-formaciones sociopolticas en el marco de los presentes tiempos deglobalizacin. As, procuraremos integrar algunas perspectivas que sinreducir la complejidad de estos procesos a explicaciones monocausales,no obstante, ponen de relieve la importancia de los aspectos culturalesde las prcticas de actores sociales significativos.

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    Hacia una perspectiva analtica en desarrolloEn vista de los problemas esbozados, nos parece necesario carac-

    terizar algunos elementos que en nuestra opinin nos ayudaran a desa-rrollar una aproximacin analticamente frtil al estudio de laglobalizacin (Mato, 1999b). Intentaremos avanzar hacia ella articu-lando aportes de varios autores.

    Para comenzar, como lo afirmramos ms arriba y como lo he-mos argumentado tambin en el estudio introductorio del volumen co-lectivo que precede al que el lector tiene en sus manos (Mato 1996a),creemos que es posible proponer una perspectiva que ponga de relievelos aspectos culturales en el anlisis de los procesos de globalizacin.No pretendemos que tal perspectiva representara de manera objetivatales procesos, ya que consideramos que tal objetividad no es posible,ni desde sta ni desde ninguna otra perspectiva analtica. Sino y simple-mente que tal tipo de perspectiva puede proveer interpretaciones poten-cialmente frtiles de tales procesos. Al privilegiar esta manera de mirarlos cambios que ocurren en la totalidad compleja es posible mostrarcmo inciden y participan en los procesos de globalizacin un sinnme-ro de actores sociales poco visibles cuando estos procesos son interro-gados, por ejemplo, desde una perspectiva exclusivamente econmica,poltica o tecnolgica. Y es por esto precisamente que la calificamos defrtil, porque abre nuevas vas de anlisis, y con ellas muestra nuevasposibilidades de intervencin a actores sociales que impulsan transfor-maciones orientadas al logro de mayor justicia social y democracia.

    Como sostienen algunos autores (vase por ej.: Garca Canclini,1999a; 1999b) los procesos globales y las imgenes que los represen-tan si bien se constituyen por la circulacin cada vez ms fluida decapitales, bienes y mensajes, tambin se constituyen por variadas moda-lidades de circulacin de las personas. Analizar la dimensin cultural delos procesos de globalizacin permite mostrar cmo estos procesos sonconsecuencia de acciones humanas. En la medida en que se hacen visi-bles los actores que toman decisiones y provocan efectos, la globalizacindeja de ser un juego annimo de fuerzas del mercado: la incorporacinde los actores sociales, personas o grupos, a la teora social permite conce-

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    bir la globalizacin de otras y ms fructferas maneras (Garca Canclini,1999b: 56).

    Recuperar la visibilidad de los actores sociales para la discusinsobre los procesos sociales que tienen lugar en el mundo contempor-neo resulta valioso para el diseo de polticas, programas y estrategiaspor parte de los actores sociales involucrados en y afectados por lastransformaciones sociales en curso en Amrica Latina en el contexto deestos tiempos de globalizacin. Pero algo ms, para alcanzar tal fertili-dad en lo social es menester que la aproximacin en cuestin resulte,ante todo, frtil desde un punto de vista analtico. Entendemos que unaperspectiva es analticamente frtil, cuando en lugar de cerrar las posibi-lidades de interrogacin, y por tanto de investigacin, las abre; y algomuy importante, que las abre con un inters particular: el de estudiar lastransformaciones culturales y sociales contemporneas en la perspecti-va de facilitar las posibilidades de intervenir en esas dinmicas sociales(Mato, 1999b).

    Por comodidad expositiva, para articular los enfoques de distin-tos autores, tomaremos como punto de partida algunas ideas desarrolla-das por uno de los coautores de este texto. As, retomaremos en primerlugar las propuestas desarrolladas por Mato en estudios precedentes ylas iremos integrando y reelaborando a partir de las contribuicones deotros autores. Vemos entonces cules seran algunos de los elementosms importantes que, en opinin de este autor (por ej.: en Mato 1999b),facilitaran una aproximacin analticamente frtil al estudio de laglobalizacin que nos parece pertinente retomar para elaborar la presen-te propuesta:

    a) Entre las numerosas aplicaciones corrientes del vocabloglobalizacin es posible observar un elemento subyacente comn. Esteelemento comn es la idea de que para los habitantes del planeta stehabra devenido o estara deviniendo un lugar nico, lo cual se ex-presa, por ejemplo, con metforas como la de la aldea global, o que larelevancia de las restricciones de espacio y tiempo ceden, pierden im-portancia, u otras semejantes. En conexin con esto podramos acordarque la idea de globalizacin suele relacionarse con la existencia, desa-rrollo y/o intensificacin de interconexiones de alcance planetario.

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    b) Tal estado de interconexin, aunque notablemente avanzado,no es un fenmeno acabado sino en desarrollo, pero adems la historiade estas interconexiones es muy antigua. Si se intentara datar la historiade estas interconexiones algunos seguramente pensarn en el as llama-do descubrimiento de Amrica; otros en los ms antiguos lazos entreEuropa y Asia. Pero lo cierto es que desde este punto de vista todos losimperios y federaciones de pueblos de la antigedad en todos los conti-nentes tambin supusieron avances hacia la interconexin planetaria, yen este sentido hacia la globalizacin. Lo importante no es datar el ini-cio de eso que llaman globalizacin, sino comprender que se trata de unfenmeno inacabado y muy antiguo, es decir de una tendencia histri-ca. Aproximarnos al estudio de eso que se ha dado en llamar globalizacinde esta manera permite que nos formulemos una pregunta de investiga-cin potencialmente muy frtil: Qu sentido tiene que en la actualidadse hable y escriba tanto sobre la globalizacin? Pero antes de intentarresponderla es necesario introducir otros elementos.

    c) Si caracterizamos a eso que se ha dado en llamar globalizacincomo una tendencia histrica, entonces es necesario especificar una ten-dencia a qu. Consistentemente con lo planteado, puede decirse que esun tendencia histrica a la interconexin entre actores socialesgeogrficamente distantes y anteriormente no vinculados. En qu con-sisten esas interconexiones? Se trata de interconexiones mltiples quelos actores sociales construyen a travs de sus prcticas sociales. Y comohay una variedad infinita de actores y prcticas sociales, entonces resul-ta que estas interconexiones histricamente resultan multidimensionales,es decir, involucran lo que suelen llamarse las dimensiones econmi-ca, poltica, cultural y social. Esta multidimensionalidad no de-bera sorprendernos puesto que como sabemos estas dimensionesslo constituyen parcelamientos analticos de la experiencia humana yno esferas separadas de la misma.

    d) Si aceptamos que las interconexiones surgen de las prcticassociales de los actores, entonces eso que llaman globalizacin, es decirla tendencia histrica a la interconexin, es el resultado de procesossociales en los cuales los actores se forman, transforman, colaboran,entran en conflictos, negocian etc.

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    e) Un detalle importante, para ir precisando el sistema de catego-ras propuesto, es que desde que comienzan a existir los estados nacio-nales puede decirse de esas relaciones entre actores que ellas habrn deser internacionales o transnacionales, dependiendo de quienes sean losactores involucrados. Sern relaciones internacionales si quienes lassostienen son los gobiernos, asumiendo que stos al hacerlo representana las naciones o sociedades nacionales en su conjunto an cuando talrepresentatividad es objeto de disputas (vase por ej: Mato 1995, 1996a,1997b). Y si entre quienes las sostienen hay algunos actores no guberna-mentales, entonces esas relaciones podran llamarse como en efectosuele hacerse transnacionales. As, podemos decir que esasinterconexiones resultantes de procesos sociales suponen el desarrollotanto de relaciones internacionales como de relaciones transnacionales.

    f) Ahora s, retomemos la pregunta que qued pendiente, aquellaacerca de que si la tendencia a la globalizacin es un fenmeno tan anti-guo, entonces por qu en la actualidad se habla y escribe tanto sobre laglobalizacin. Que se hable y escriba tanto sobre la globalizacin prue-ba de manera ineludible una sola y muy importante cosa: que el temaest en las conciencias de numerosos individuos a lo largo y ancho delglobo. En otras palabras, slo prueba que existe una conciencia deglobalizacin. La existencia de esta conciencia de globalizacin es su-mamente significativa independientemente de cualquier consideracinacerca de si ella podra calificarse de falsa o verdadera disquisicinque carece de importancia para el presente anlisis. Lo importante delcaso para nuestro anlisis es que esa conciencia de globalizacin es unfenmeno tan generalizado que numerosos actores sociales a lo largo yancho del planeta desarrollan sus prcticas sociales en el marco de esaconciencia. Aunque sumamente generalizada, no por ello es homog-nea. Podemos diferenciar entre distintas formas de esa conciencia deglobalizacin, distintas formas de representarse y representar la globa-lizacin, como por ejemplo aquellas que pueden llamarse apologticasy aquellas otras que pueden denominarse demonizadoras, ya que es-tas distintas formas dan sentido a diferentes prcticas (vase Mato 1999b).

    g) La existencia de diversas formas de conciencia de globalizacin,constituye el rasgo ms distintivo del presente histrico, al cual por esta

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    razn parece pertinente denominarlo tiempos de globalizacin. (Mato,1996a)

    h) El segundo rasgo distintivo del presente histrico, es decir deestos tiempos de globalizacin, es que las interconexiones de las quevenimos hablando por primera vez en la historia tienen un alcance casi-planetario. Y esto se debe a varios factores: al alcance casi-planetariodel sistema de produccin e intercambio de mercancas; a la crecientedifusin y utilizacin de ciertas tecnologas comunicacionales; al casi-fin de los imperios coloniales y de la divisin del planeta asociada aellos; al casi-fin de la guerra fra y de la divisin del planeta asociadaa ella; y al creciente desarrollo de organizaciones inter- y trans-naciona-les (1)

    i) El creciente desarrollo de organizaciones internacionales y trans-nacionales es muy importante y constituye el tercer rasgo distintivo deestos tiempos de globalizacin. Estas son organizaciones que desarro-llan sus prcticas ms all de los llamados espacios nacionales. Se tratade organizaciones cuyos objetivos son las interconexiones, y cuyo desa-rrollo es expresin de la mencionada conciencia de globalizacin, y vi-ceversa. Conviene aclarar que hablamos de nuevas organizacionesy de su creciente desarrollo, porque organizaciones de este tipo han exis-tido desde hace siglos, an cuando las de otros tiempos estaban especfi-camente dedicadas a la religin, a la guerra, al comercio (legal o ilegal),etc. Sin embargo, hay cambios importantes, ahora no slo hay muchasms y cada vez ms, sino que adems las hay en prcticamente todos losmbitos de la actividad humana.

    La aproximacin aqu propuesta, Mato la califica como analtica-mente frtil y la caracteriza a travs de los nueve elementos claves antesenumerados. Ella posibilita el estudio de los procesos de globalizacincontemporneos de maneras que, al centrarse en las prcticas de los ac-tores sociales, permiten superar los sealados problemas de fetichizacinde la globalizacin. Con esta perspectiva, focalizada en el estudio de lasprcticas de los actores, que Mato llama microfsica de los procesos deglobalizacin, este autor ha estudiado aspectos especficos de diversasdinmicas sociales contemporneas (vase por ej.: Mato 1995, 1997b,

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    1997c, 1998, 1999a, 1999c). Con esta denominacin ha procuradoenfatizar la necesidad de estudiar los detalles de cmo se dan estos pro-cesos que globalizan, es decir que crean, extienden y/o intensifican lasinterconexiones a nivel planetario, a los cuales por eso ha llamado pro-cesos de globalizacin (en plural).

    Hacer una microfsica de los procesos de globalizacin impli-ca, entre otras cosas, analizar cmo estos procesos resultan de lasinterrelaciones entre actores sociales especficos provenientes de o asen-tados en diversos espacios: transnacionales, nacionales o locales y susrespectivos sistemas de representaciones y las prcticas asociadas a ellos(vase por ej.: Mato, 1995, 1996a, 1996b, 1997a, 1997b, 1999a, 1999c).Pero esta estrategia de anlisis no es exclusiva de Mato. An sin utilizaresa denominacin, diversos trabajos de varios autores ilustran laaplicabilidad y fertilidad analtica del estudio de casos de interrelacionestransnacionales entre las prcticas de los actores como aproximacinmetodolgica (vanse por ej.: Agudo, 1999b; Escobar, 1996; Weiss,1999; Ydice, 1999; entre otros). Vistos estos trabajos en conjunto esposible apreciar cmo ellos desafan y trascienden las clasificacionesconvencionales que dicotomizan los espacios sociales en tradicionales omodernos; indgenas o criollos; urbanos o rurales, y ms re-cientemente globales o locales. Desafiar las conceptualizacionespreconstruidas es una de las ventajas que se le atribuye a estos tipos deestudios de casos como modalidad del anlisis pormenorizado de lasinterconexiones transnacionales. De esta modalidad de estudio destacaGarca Canclini sus propiedades ejemplares y estratgicas. Este tipode estudios de casos ayudan a recrear los modos de pensar y permitenconfigurar nuevas lecturas -desde el trabajo terico- sobre los materia-les empricos (Garca Canclini, 1999b:49).

    Este tipo de estudios permiten proponer y poner a prueba nuevascategoras analticas. En el caso de Mato nos parecen especialmente ti-les para el propsito del presente texto aqullas que dan cuenta de ladiversidad de actores sociales que participan en los procesos deglobalizacin. La tipologa que ha elaborado consta en principio decuatro grandes tipos de actores: a) los actores nacionales, individuos uorganizaciones cuyas prcticas se desenvuelven regularmente en el marco

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    de sociedades nacionales, aunque ocasionalmente desarrollan y man-tienen relaciones con actores sociales de fuera; b) los actores locales,los cuales pueden ser vistos como una subclase de los nacionales, cuyasprcticas se concentran en la misma localidad que les sirve de base,aunque, como los anteriores, ocasionalmente desarrollan y mantienenrelaciones con actores sociales de fuera; c) los actores transnacionalesaquellos que aunque basados en algn espacio territorial especfico (enel cual se definen polticas y programas) regularmente desarrollan susprcticas a travs de las fronteras nacionales de diversos pases; y d) losactores globales, una subclase de los transnacionales que se componede actores cuyas prcticas son desarrolladas regularmente, no slotransnacionalmente, sino al menos tendencialmente a nivel mundial(Mato, 1997a). De manera ms especfica an, tambin basndose enestudios de casos, el autor tipifica diez clases ms de actores socialesdiferentes, segn los alcances de sus prcticas, el tipo de funciones so-ciales, etc., en una clasificacin abierta que puede ser enriquecida enbase a otros estudios de casos (Mato, 1997a).

    Este diversificado conjunto de categoras analticas nos permiteexaminar cmo y a travs de las prcticas de cules actores se dan losprocesos de globalizacin. Pero adems nos orienta en el estudio de ladireccionalidad de las prcticas de los actores sociales, particularmente,cuando ellos participan de entramadas redes de interconexiones.

    El sistema analtico al que nos estamos refiriendo se inscribe enuna comprensin multivectorial de los procesos de cambios culturales ysociopolticos actuales, dentro de la cual es posible, no obstante, encon-trar algunas regularidades. En opinin de otros autores las interaccionespropias de los procesos de globalizacin no son indiscriminadas: losflujos de interconexiones tienen direcciones y escenarios preponderan-tes (Hannerz 1996). En opinin de Mato, dichas interacciones no sondesterritorializadas: aunque la trans-nacionalidad conceptualmentehablando- implica trans-territorialidad, las agendas y acciones de losactores sociales que impulsan determinadas prcticas transnacionalespueden responder a razones locales aunque las acciones sean de amplioalcance. As lo ilustra este autor a travs de algunos estudios de redestransnacionales (Mato, 1997c:10). Es a esto ltimo a lo que se refiere

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    Boron cuando plantea, respecto de las corporaciones transnacionales,que aquellas que son realmente exitosas operan desde, y con la protec-cin de una base nacional en la cual se encuentran slidamente arraiga-das y protegidas. Ello lo lleva a afirmar que los avances en la globalizacinde la economa capitalista han sido en gran parte consecuencia de pol-ticas estatales que responden a los intereses de las coaliciones dominan-tes de los pases centrales hegemonizadas por el capital financiero (Boron,1999:149).

    Lo anterior, aunado a la fluidez con que circulan hoy sujetos so-ciales, bienes y mensajes, nos sirve para interrogarnos acerca de las re-laciones (de reacomodo, de transformacin, etc.) entre centros yperiferias. De este asunto y su relacin con los aspectos antes mencio-nados intenta dar cuenta Appadurai mediante el estudio de lo que deno-mina translocalidades. Mediante esta categora el autor se refiere a losespacios de circulacin que hoy se constituyen como formas emergen-tes de organizacin humana por encima de los estados y soberanas na-cionales (1999: 112).

    La perspectiva analtica desarrollada por Mato en sucesivas pu-blicaciones, que venamos comentando, est orientada por cinco crite-rios generales. Primero, un enfoque multidimensional que articula as-pectos convencionalmente autonomizados como culturales, polticos y/o econmicos. Segundo, el nfasis en el estudio de las prcticas de acto-res sociales especficos en la produccin de redes de interconexin apartir de los cuales se definen los procesos de globalizacin. Tercero, laclarificacin de que tales procesos, an cuando se desarrollan a travsde los lmites geogrficos territoriales de los estados, se relacionan conformas de interpretacin y simbolizacin de la experiencia (representa-ciones sociales) que estos actores sociales producen de forma preferencialen relacin a espacios territoriales especficos. Cuarto, que, dada laheterogeneidad de los actores y de sus vnculos con los espacios socia-les en los cuales actan, las diferencias en trminos de relaciones depoder constituyen un importante factor para el anlisis de sus prcticasen el contexto de las redes de interconexin de las que participan. Quin-to, que si bien es cierto que los procesos de globalizacin exhiben ten-dencias hacia la homogeneizacin, de igual manera, generan formas de

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    diferenciacin social, cultural poltica y econmica. Como veremos acontinuacin, la perspectiva propuesta por Mato es convergente yarticulable con otras perspectivas recientes. As, en las prximas pgi-nas procuraremos articular esta y esas otras perspectivas con el propsi-to de contribuir al desarrollo de una interpretacin analtica de mayoralcance.

    Multiculturalidad e interculturalidad en los nuevos espaciossocioepistemolgicos.

    Escobar (1995:225) denomina nuevos espacios socioepistemo-lgicos a aquellos espacios que se distinguen por la elaboracin demarcos interpretativos que se distancian de las epistemologas centro/periferia. Es decir, que permiten la aparente organizacin de las socie-dades a partir de supuestos dominios naturales y autnomos, entre loscuales el econmico tiene un lugar hegemnico. Para Escobar, se haceimpostergable la necesidad de invertir la tendencia a representar las ins-tituciones econmicas, y las relaciones que de ellas derivan, como ele-mentos separados de otras relaciones sociales. Por ello es partidario delas perspectivas que, entendidas como crticas, intelectuales y polti-cas, buscan alternativas a las grandes narrativas modernas y cuyas ba-ses epistemolgicas residen en la comprensin de la economa -no comodominio autnomo- sino como forma cultural.

    Escobar ensaya y propone lo que el denomina una antropologade la modernidad, cuyas tareas fundamentales seran, por un lado, lacrtica de la economa -incluida la economa poltica- como estructurafundacional de la modernidad; y por el otro, la crtica de las creencias ycuentos sobre el mercado, la produccin y el trabajo. Desde esta pers-pectiva, es posible mostrar cmo la economa occidental se construyea partir de un particular conjunto de discursos y prcticas; y cmo pue-de ser entendida como una institucin que se compone de tres sistemaso formas culturales (produccin, poder y significacin) a travs de loscuales los seres humanos se constituyen como sujetos productivos.Escobar explica que con esta orientacin se propone trastocar lo que ldenomina las prcticas del eurocentrismo (Escobar, 1995:59).

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    La propuesta de Escobar es, en este sentido, comparable a la deGarca Canclini, cuando ste sostiene que con su aproximacin se pro-pone contribuir a la reconquista del poder frente al fatalismo de las na-rrativas economicistas de la globalizacin y la naturaleza annima ytranslocalizada que oculta a sus sujetos (1999b). As, las propuestas deEscobar y Garca Canclini resultan adems convergentes con las deCoronil, Mato y Mires. Con la de Mato, en tanto ste presenta una crti-ca a la fetichizacin de la globalizacin sealando la existencia dediscursos que ya sea demonizndola o haciendo su apologa imaginan laglobalizacin como si sta fuera un demiurgo, a la vez que subordinan aella las prcticas de los actores sociales propiamente dichos (1999b).Con la de Mires, cuando este autor critica la metafsica globalista, porcuanto sta conduce a imaginar la desaparicin del espacio de la polticay, consecuentemente, el lugar de la democracia en el mundo contempo-rneo (1999). Ello se debe, sostiene Mires, a que a la globalizacin se larepresenta, no como un proceso ni como un campo de interaccin pol-tica, econmica o cultural, sino como un ser inmutable cuya existen-cia, ms all de todo tiempo y lugar, determina de manera absoluta eldestino de los habitantes de la Tierra. La idea de que la globalizacinmisma derroca dictaduras, impone democracias; derroca democraciasy se introduce ella misma para gobernar polticamente (Mires, 1999:173)se articula al conjunto de factores que dan forma a lo que identificacomo globalcentrismo. Es decir, el conjunto de narrativas que pro-mueve la exclusin de amplios sectores de la poblacin mundial, ya noslo en trminos de su ubicacin territorial, sino en funcin de sus vn-culos con el mercado internacional (Coronil, 1998).

    Volviendo a Escobar, es por lo antes expuesto que en el contextode la antropologa de la modernidad, este autor nos propone trabajar enuna antropologa de la globalizacin, cuya misin sera identificar tan-to los discursos de la diferencia socialmente significativos (cultura-les, ecolgicos, econmicos y/o polticos), como las formas en que ellospueden operar como discursos de articulacin de alternativas ante lastendencias homogeneizadoras de la economa de mercado (Escobar,1998:22).

    Creemos que esta diferencia sobre la cual se construyen losdiscursos de articulacin a los que se refiere Escobar es anloga a

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    aquella sobre la cual se sustenta el concepto de multiculturalidad elabo-rado por Garca Canclini. Para este autor la diferencia no se inscribedentro de un sistema de oposiciones opcionales. Se trata, de una dife-rencia en constante deslizamiento dentro de otra(s), lo que, a su vez,reafirma una propiedad irreductible de lo que este autor entiende porhibridacin. A saber, la que hace que los sujetos puedan hablar desdems de un lugar a la vez (Garca Canclini, 1999b:114). Conversacio-nes llama Escobar a estos deslizamientos en las fronteras de la diferen-cia (1995) y translocalidades denomina Appadurai a estos nuevosespacios de fronteras mviles, en continuo desplazamiento (1999).

    Poner al descubierto el carcter construido de la economa comodominio autnomo de la vida social, y develar como ste opera comorecurso de poder constituyen el vuelco epistemolgico del programa te-rico de Escobar. De ah que nos proponga como tareas, dentro de estasnuevas vertientes de la antropologa, en primer lugar, investigar sobre laarticulacin de las conversaciones locales y cntricas del mundo con-temporneo. Al respecto abunda tambin Garca Canclini cuando nosdice que dejar hablar a los actores desde sus peculiares experiencias dela interculturalidad transnacional puede contribuir, ya no slo a recon-quistar el poder frente al fatalismo predominante de los economistas,sino que como consumidores nos puede ayudar a reinventar la manerade ser ciudadanos (1999b: 56). Pero Escobar nos propone adems inves-tigar sobre las relaciones entre las prcticas institucionales y sus efectosen el mundo. Es decir, estudiar cmo tales prcticas contribuyen a laestructuracin de condiciones bajo las cuales la gente piensa y vive susvidas. La etnografa institucional es la estrategia que propone Escobara tales fines (Escobar, 1995: 107).

    Muy en sincrona con la microfsica de los procesos deglobalizacin propuesta por Mato y el estudio de casos ejemplares yestratgicos de los cuales nos habla Garca Canclini, la etnografa ins-titucional que propone Escobar implica, entre otras cosas, analizar elcomplejo entramado, o estado de hibridacin por el que se definen losespacios del mundo contemporneo. Seala que en estos espacios severifica la coexistencia o copresencia de una gran variedad de mode-los culturales locales y cntricos. A esta heterogeneidad de modelos

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    occidentales y no occidentales, del presente y del pasado, modernos ytradicionales se refiere Escobar cuando nos dice que la hibridacin cul-tural deriva de realidades negociadas en contextos modelados por lastradiciones, el capitalismo y la modernidad (1995). As, nuevamentepodemos sealar convergencias significativas entre las formulacionestericas que venimos comentando, toda vez que esta idea de hibridacinresulta muy semejante a la propuesta por Garca Canclini (1990).

    En el contexto de las propuestas de microfsica de los procesos deglobalizacin y de la etnografa institucional cobran relevancia otrascategoras analticas. Nos referimos, por ejemplo, a los regmenes derepresentacin en el caso de Escobar y las representaciones socialesen el de Mato. En este ltimo caso, se trata de formas de percepcin,interpretacin y simbolizacin de aspectos de la experiencia que produ-cen los actores sociales (individuales y colectivos) en su participacinen la vida social; es decir, en sus relaciones (de colaboracin, conflictoo negociacin) con otros actores. Mato sostiene que estas representacio-nes sociales resultan significativas porque orientan las prcticas socia-les de los actores, sus maneras de participar en los procesos sociales, lascuales a su vez inciden en sus representaciones (1999c).

    Basndose en estas ideas Mato avanza en el estudio de algunossitemas particulares de representaciones sociales que considera espe-cialmente significativos en estos tiempos de globalizacin. Seala algu-nos conjuntos de representaciones que juegan papeles importantes enhacer posible la existencia y accin social de ciertas redes de relacionestransnacionales especficas. En esta lnea, Mato estudia casos de actoresy redes relacionados con representaciones de sociedad civil-democra-cia-ciudadana; y de identidades tnicas-medio ambiente-biodiversidad(vase por ej.: Mato 1995, 1996b, 1997b, 1997c, 1998, 1999a, 1999c).Como veremos a continuacin, distintos aspectos de esta ltima trilogason examinados ms en profundidad por Escobar en el contexto de loque denomina regmenes de representacin.

    La idea de regmenes de representacin procura dar cuenta de lascondiciones, histricamente vistas, de produccin de la experiencia, desu relacin con las prcticas de los actores sociales (individuales/oinstitucionales) y de sus efectos en la construccin de la realidad. Segn

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    Escobar (1995) alrededor de estos factores tienen lugar la pugna y/oresolucin de las tensiones y conflictos propios de los procesos dehomogeneizacin y diferenciacin contemporneos. La idea de regme-nes de representacin le permite a Escobar hacer visibles distintos estra-tos de las prcticas y aparatos institucionales (sus cambios, mutaciones,transformaciones y/o ajustes) que han hecho posible la construccin deldiscurso del desarrollo y, concomitantemente, la construccin fsica ysimblica del Tercer Mundo. Este conjunto de prcticas y aparatosinstitucionales han afectado las prcticas de diversos actores. Tal es elcaso, por ejemplo, de algunos actores cuyas prcticas sociales se hanorganizado significativamente alrededor de la idea de biodiversidad, sureproduccin y su conservacin. A objeto de continuar avanzando ennuestra propuesta, de sealar convergencias e integrar puntos de vista,conviene sealar que esta idea tambin es objeto de las investigacionesde autores como Corry (1993); Carr, Pedersen y Ramaswamy (1993);Brysk (1994), y Conklin y Graham (1994) quienes dan cuenta de diver-sos procesos que gravitan en torno a relaciones entre ideas de etnicidad,ambiente y poder.

    A propsito de los proyectos de proteccin de la biodiversidad enmarcha en Colombia, Escobar seala que son numerosos los movimien-tos populares que han emergido en los espacios del Tercer Mundo enoposicin a las prcticas y efectos del discurso del desarrollo (1995:205). Ellos pertenecen a una nueva forma de accin colectiva y demovilizacin social, ya que se trata de actores sociales que estn cons-cientes de las consecuencias de involucrarse en prcticas que contribu-yen significativamente a cambiar el carcter de la poltica y las prcticasculturales locales y globales. Estas movilizaciones colectivas, marcadaspor un sinnmero de nuevas relaciones, ponen de relieve la coexistenciade diferentes temporalidades culturales: formas premodernas,postmodernas, modernas e incluso antimodernas (Escobar 1995, 218).

    Estos nuevos sujetos y nuevas relaciones participan de lo que GarcaCanclini (1999a, 1999b) denomina nuevos espacios de intermediacincultural y sociopoltica, o de lo que Ydice (1997) y Mato (1996b, 1997b,1998) llaman intermediacin cultural transnacional. Estas conceptua-lizaciones procuran dar cuenta de la emergencia y/o redefinicin de un

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    amplio y diverso conjunto de actores sociales que se caracterizan por suflexibilidad. Son actores que se ubican entre lo global y lo local, el cen-tro y la periferia, el norte y el sur, entre los organismos internacionales ylos ciudadanos, las empresas y sus clientes. Ellos se manejan en variaslenguas; son expertos formados en cdigos de diferentes etnias y nacio-nes; pueden ser funcionarios, promotores culturales y/o activistas polti-cos entrenados para desempearse en diversos contextos. Lo cierto esque estos nuevos actores sociales se organizan, a travs de redes, paradedicarse a la negociacin de la diversidad (Garca Canclini, 1999b:27).

    Todos estos factores posibilitan la invencin de nuevos lenguajesy/o sistemas interpretativos, favoreciendo de esta manera la reconceptua-lizacin de un buen nmero de visiones establecidas. Entre ellas, cabemencionar la comprensin de las as llamadas culturas tradicionales ala luz de complejos procesos de invencin que atraviesan las fronterasde clase, tnicas y nacionales (Escobar 1995: 219). Al argumentar alrespecto Mato no slo cuestiona las etiquetas de popular y tradicio-nal que suelen acompaar a la palabra cultura, sino que critica lacosificacin misma de la idea de cultura, y prefiere hablar de represen-taciones de identidad y de lo cultural como perspectiva analtica (Mato1995, 1996a). Appadurai elabora sobre lo problemtico del sustantivocultura y se inclina por la forma adjetival cultural que apunta ms almundo de las diferencias, contrastes y comparaciones (Appadurai,1996:12). De manera convergente, Garca Canclini critica la concep-cin compartimentada de culturas, como unidades separadas y diferen-ciadas, para dar paso a una concepcin de la cultura como espacio parala interlocucin con aquellos con los que se est en conflicto o se bus-can alianzas (Garca Canclini, 1999b:115). De la misma manera,dinamizada por estos procesos, este autor critica la idea de identidadcomo narracin ritualizada para oponerle la de un relato que se recons-truye incesantemente, que se reconstruye con los otros (Garca Canclini,1995:130); planteamiento que resulta convergente con los elaboradospor Mato a travs de algunos estudios de casos (por ej.; Mato 1995,1997b, 1998)

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    Sobre las ideas de espacio y lugarLa nocin de lugar adquiere particular relevancia como unidad

    de anlisis dentro del programa terico de Escobar, y lo adquiere enrelacin a los procesos de reconfiguracin de las identidades y en con-cordancia con la antropologa de la modernidad. En su opinin, dichanocin ha estado ausente, en general, entre los tericos de la globalizaciny en el seno de los debates en ciencias sociales. Sostiene que su genera-lizada omisin ha servido para construir categoras sin lugar hoyresignificadas a la luz de aquellas que han venido dando cuenta de larelacin entre lugar y movilidad: desterritorializacin, desplazamiento,dispora, migraciones, pobladores de frontera, etc. son algunas de ellas(Escobar, 1998). Convergentemente, y basndose en la relacin entrelugar y movilidad Appadurai nos habla de la construccin de cartografasposnacionales emergentes, articuladas a travs de diferentes tipos detranslocalidades o capitales posnacionales (Appadurai, 1999: 119).

    En el contexto de las tendencias en oposicin que caracterizan aestos tiempos de globalizacin la defensa del lugar cobra relevancia,dentro de las nuevas interpretaciones analticas en desarrollo, porquepermite poner de relieve no slo el carcter histricamente construidodel espacio sino, adems, la necesidad de dar cuenta tanto de los proce-sos de construccin de ste, como de las formas en que la circulacinglobal de sujetos sociales, de bienes materiales y simblicos participande dichos procesos. As, la estrategia analtica que propone Escobar en-cuentra significativas inserciones dentro de la crtica, por ejemplo, a lanocin de cultura como totalidad discreta, cerrada e integrada, la cual haservido tradicionalmente como base de las polticas en la construccinde las identidades esencializadas; es decir como legados naturales y nocomo representaciones histricamente construidas. Ello nos remite, en-tonces, a los mltiples vnculos entre identidad, lugar y poder. Vnculosque hacen posible que nos interroguemos en torno a las relaciones entreespacio/tiempo, cultura y poder desde la perspectiva de la transnacio-nalizacin de procesos de produccin cultural y sociopolticos (vaseAgudo, 1998a, 1998b, 1999, 2000).

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    Debido a que los vnculos entre identidad, lugar y poder se hacencrecientemente notables en las narrativas sobre la globalizacin nos pa-rece oportuno examinar cmo la interpretacin de los mismos vara en-tre diferentes narrativas.

    Por un lado tenemos que las narrativas que se refieren a laglobalizacin como un proceso singular promueven la idea de la unifi-cacin mundial de los espacios sociales mediante determinantes econ-micas o tecnolgico-comunicacionales. La globalizacin en estos tr-minos no es otra cosa que la resignificacin de los viejos principiosuniversalistas a partir de los cuales la multiplicidad es subsumida en launidad. Ello se explica, como nos lo refiere Escobar, a partir de unasingular asimetra; a saber, aquella en la que lo global se hace equiva-ler al espacio, el capital y la historia, mientras que lo local correspon-dera al lugar, al trabajo y a la tradicin (1998:1). Este tipo de asimetraconstituye la relacin global-local como una oposicin y nos coloca enel centro de lo que Garca Canclini ha calificado de ser un falso dilema:o nos globalizamos o defendemos la identidad (1999b:68).

    Frente a este falso dilema, el tipo de discursos que venimos criti-cando postula la inevitabilidad de los procesos homogeneizadores y laconstruccin de una identidad global, posible entre otros factores me-diante la construccin de un solo espacio: planetario y supranacional.Como sostiene Escobar, el dominio de el espacio sobre el lugar ha ope-rado como poderoso recurso epistemolgico del eurocentrismo en laconstruccin de la teora social (1998:3); y el discurso de la globalizacinal cual nos estamos refiriendo es su subproducto y subsidiario.

    An y cuando resulta difcil obtener consenso popular para cam-bios en las relaciones de produccin, intercambio y consumo que suelendesvalorizar los vnculos de las personas con su territorio nativo (GarcaCanclini, 1999b: 22), Escobar nos demuestra con su trabajo sobre eldiscurso del desarrollo (1995) cmo han operado en la prctica laasimetra entre espacio y lugar y el dilema que de ella deriva. En losespacios del Tercer Mundo el lugar ha sido y tiende a ser progresiva eintensivamente suprimido. Tornndosele invisible, toda experiencia in-dividual o colectiva, definida a partir de su implantacin en un sitioparticular y por sus nexos cotidianos dentro de l, es subsumida dentro

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    del proceso de homogeneizacin espacial que -como construccin delespacio contemporneo promueve el tipo de discurso que venimoscriticando.

    Es decir, que la supresin de el lugar torna invisibles los procesosde construccin y re-construccin de modelos culturales especficos yelimina los espacios de interlocucin e intermediacin que estudian, porejemplo, Mato, Ydice y Garca Canclini, a la vez que tiende a contenerlos movimientos translocales que analiza Appadurai. Asociando el lu-gar a formas tradicionales, como mecanismo de esencializacinidentitaria, operan las relaciones de poder en la construccin desigual yjerarquizada del espacio en el nuevo orden global.

    Por otro lado tenemos que los discursos sobre la globalizacinque enfatizan las tensiones entre lo mltiple y lo unitario, en tanto ejesalrededor de los cuales gravita la emergencia de una nueva conscienciaespacial ponen de relieve la copresencia de los flujos de interconexinque tienen lugar entre lo global y lo local, entre lo moderno y lotradicional, entre el espacio y el lugar (Poche 1992; Gupta y Ferguson1992; Appadurai 1996, 1999). As, a la par de los procesos de construc-cin de los espacios imaginados que se rigen por la lgica del merca-do y el desarrollo de las nuevas tecnologas estn aquellos procesos queobedecen a lealtades pluralmente diferentes. Sean estas lealtades reli-giosas, raciales, lingsticas, etc., ellas trascienden las fronteras de lasentidades espaciales que son entendidas como unidades fijas, pasivas yestables.

    Desde esta perspectiva, Gupta y Ferguson sostienen que ya no setrata de asumir las identidades de pueblos y comunidades como algoautnomo o primigenio, sino de examinar cmo stas han devenido enlo que son como resultado de las interconexiones espaciales que siem-pre han operado en dichos procesos. En torno a la complejidad de estasdinmicas abunda Garca Canclini cuando argumenta acerca de cmola globalizacin nos confronta con la posibilidad de aprehender frag-mentos de otras culturas, nunca la totalidad, y reelaborar lo que vena-mos imaginando como propio, en interacciones y acuerdos con otros,aunque nunca con todos (1999b:115).

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    Pero volviendo a Gupta y Ferguson, la relacin entre espacio ylugar cristaliza, si comprendemos que las interconexiones, a su vez, serigen por relaciones de poder jerrquicamente distribuidas en el espa-cio. Si tomamos en cuenta que las nociones de localidad o comunidad serefieren tanto a un espacio fsicamente demarcado como a un conjuntode interacciones, es posible ver que la identidad de lugar emerge, con suconstruccin cultural de comunidad o localidad, por su interaccin yparticipacin dentro de un sistema de espacios jerrquicamente organi-zados (1992:8)

    Se trata, pues, en este caso de un discurso que, como hemos di-cho, propone nuevas cartografas. Si bien algunas de ellas se inscribenen marcos de referencias postnacionales (Appadurai, 1996; 1999), y otrasdentro de marcos referenciales postmodernos (Larochelle, 1992; Ydice1993, 1995), lo significativo es que ellas tienen en comn la recom-posicin de los espacios mundiales. En el marco de esta recomposicin,las identidades comienzan a estar, si bien no plenamente desterrito-rializadas, al menos sujetas a nuevas territorializaciones (Gupta yFerguson, 1992:9), o como lo afirma Appadurai, sujetas a formas diver-sas de reterritorializacin (1999:121).

    En sincrona con los planteamientos anteriores, la valorizacin dela idea de lugar tal y como la propone Escobar tambin busca exami-nar las nuevas formas de reconcebir y reconstruir el mundo. Estas for-mas, tomando en consideracin un conjunto diverso y plural de prcti-cas locales o prcticas de lugar, nos permiten aproximarnos a una cr-tica del poder y la hegemona, sin esencializar o idealizar dichas prcti-cas. Se parte de la comprensin de que ellas estn imbricadas en loscircuitos y flujos que definen las dinmicas y procesos de cambio entiempos de globalizacin. Ms que enfrentar identidades esencializadasa la globalizacin (oposicin global-local), se trata de indagar si es posi-ble instituir sujetos en estructuras sociales ampliadas (Garca Canclini1999b:27).

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    La unidad en la diversidad: intermediaciones, interconexiones yalianzas

    Escobar elabora la nocin de prcticas de lugar a partir de larelacin entre conocimiento local y modelos culturales, y lo hacecon especial referencia a los modelos culturales sobre la naturaleza.Recordemos que, en los ltimos aos y en el contexto del discurso deldesarrollo, la naturaleza ha dejado de ser representada como entidadviva y autnoma y ha pasado a ser representada como una entidad pasi-va. Ms an ha pasado a ser economizada por las prcticas que deri-van del discurso del desarrollo sustentable, la ms reciente versin deldiscurso del desarrollo. En este sentido, si el discurso general del desa-rrollo ha facilitado la conquista de la vida social y cultural de buenaparte del mundo (Escobar 1995) mediante la disolucin y/o subordina-cin de las diferencias, el discurso del desarrollo sustentable favoreceahora la conquista de la vida misma y la naturaleza. En este contexto laidea de biodiversidad, como clave estratgica del discurso del desarro-llo sustentable (Escobar 1995, 1998) y/o como representacin social(Mato 1997c, 1998, 1999a), se convierte en una referencia significativadentro del universo de las prcticas sociales contemporneas.

    Escobar sostiene que gracias a la idea de biodiversidad la natura-leza se ha transformado en una fuente de valor en s misma; que la floray la fauna se han hecho valiosos no como recursos, sino como reservoriosde valor que la investigacin, el conocimiento y la biotecnologa libe-ran para el capital y las comunidades. Aade que esta es una de lasrazones por las cuales las comunidades tnicas y campesinas, particu-larmente las de los bosques tropicales del mundo y a condicin de queacepten que sus habitats sean tratados como reservorios de capital, estnsiendo finalmente reconocidas como propietarias de sus propios territo-rios (Escobar, 1995:202).

    Algunos estudios de casos nos informan de experiencias inspira-das en los principios de conservacin y explotacin de la biodiversidadque se llevan a cabo en diversas partes de Latinoamrica. La exposicindetallada de estas prcticas revelan los vnculos profundos que se esta-blecen entre las concepciones ecologistas-naturistas y las de la

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    sustentabilidad del desarrollo. Estos nexos convergen en alianzas acti-vas y polmicas, por ejemplo, entre los movimientos indgenas y losmovimientos ambientalistas (Vense, por ejemplo: Brysk 1994; Carr,Pedersen y Ramaswamy 1993, 1994; Conklin y Graham 1994; Corry1993; Garca Guadilla y Blauert 1994)

    Este tipo de estudios de casos pone de relieve las dinmicas derelacin que tienen lugar entre los distintos actores sociales que partici-pan en estas alianzas. Estas generalmente han sido clasificadas como decolaboracin, conflicto, negociacin, entre otras modalidades plausiblesan por sistematizar, y han resultado tiles tanto para el anlisis proce-sal como situacional de los eventos que tienen lugar en el interior de lasredes de interconexiones globales-locales.

    Por anlisis procesal de las dinmicas de relaciones nos referimosa cmo estas ltimas se transforman continuamente y asumen diversasformas durante lapsos significativamente largos, vistos tcticamente, sinque ello desve la visin estratgica que orienta los objetivos de los di-versos actores sociales involucrados en este tipo de prcticas. En estecontexto se inscribe el anlisis de Weiss (2000) sobre las alianzas entrelos diversos pueblos indgenas que cristalizaron en Ecuador entre 1990y 1997, y las relaciones de stos con agencias internacionales. Dentro deun perodo que se inicia poco antes de la dcada de los ochenta, Weissdistingue cinco fases en la construccin de tales alianzas, cuya consoli-dacin verifica dos importantes procesos sociales. En primer lugar, uncrecimiento secuencial a travs de prcticas entramadas primero localesy luego nacionales, regionales y transnacionales en orden progresivo.En segundo lugar, la integracin de actores sociales que, proporcional-mente a los niveles de crecimiento anteriores, se van haciendo cada vezms complejamente heterogneos. Weiss apunta que el xito de este ela-borado proceso de construccin de alianzas tuvo y mantuvo como prin-cipio el de la unidad dentro de la diversidad.

    Significativamente, es en la relacin unidad-diversidad donde seresumen las conversaciones entre el pasado y el presente, lo modernoy lo tradicional de las que nos habla Escobar para resaltar, dentro delmarco de la antropologa de la globalizacin, la necesidad de superar la

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    asimetra que opera entre el espacio (lo global) y el lugar (lo local) pro-movidas por algunas de las narrativas de la globalizacin.

    Tambin en la relacin de unidad-diversidad reside la posibili-dad de trascender la relacin de oposicin entre lo global y lo local. Larelacin unidad-diversidad constituye el espacio de la interlocucin y laintermediacin de las que nos habla Garca Canclini y que nos permiteimaginarnos nuestras mltiples identidades, as como imaginar aquellasde los otros con los que estamos en conflicto o buscamos alianzas o, almenos, nos permite escuchar cmo ellos la nombran cuando no sabe-mos cmo llamarla (Garca Canclini 1999b:117).

    Adicionalmente, es a esta unidad en la diversidad a la que se re-fiere la nocin de coproduccin cultural a la que nos remiten GarcaCanclini y Ydice para caracterizar la relacin entre identidad y ciuda-dana que deriva de las prcticas de intermediacin de los nuevos acto-res sociales en tiempos de globalizacin.

    En el contexto de las diversas espacialidades y temporalidades delas que da cuenta la relacin entre unidad y diversidad tambin cobrainters el estudio de las representaciones sociales del espacio y del tiem-po. Este recurso nos permite repensar las relaciones entre identidad yterritorio y sus procesos de transformacin y/o reconstruccin en elmundo contemporneo. A estas relaciones y transformaciones se refiereAppadurai cuando examina la disyuncin entre el estado y la nacincomo expresin de la crisis de los estados nacionales, entendidos comounidades tnica y gubernamentalmente compactas e isomrficas. Aun-que esta disyuncin no apunta unvocamente a la disolucin de aquellosse localiza en el guin que, como signo, sirve de enlace a la construc-cin lingstica, y tambin histrico-ideolgica, del estado-nacin (1990,1996, 1999).

    Alrededor de estas disyunciones encuentra su lugar, por ejemplo,el examen detenido y crtico de la relacin entre control social e identi-dad cultural, o bien la relacin entre el estado y la sociedad civil. En estalnea se inscribe el trabajo de Ydice (1997) cuando examina estas rela-ciones en el contexto mexicano desde comienzos de los 80. Ydice re-salta el impacto sobre la identidad cultural experimentado con la apertu-

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    ra econmica al neoliberalismo. Menciona, como parte de dicho impac-to, los cambios en la forma en que el Estado interpela a los sujetos na-cionales. Seala, por ejemplo, cmo la disolucin del discursoantiimperialista y nacionalista se asocia a la desaparicin de aranceles yotras barreras comerciales, y cmo se redefine la manera en que se con-cibe la soberana nacional. En el discurso estatal la amenaza pasa delinterventor extranjero a la fragmentacin interna. As, las luchas de lospueblos indgenas y de algunos movimientos sociales son sealadas comoequivalentes a los fundamentalismos nacionalistas que los discursoshegemnicos de la occidentalidad achacan a la cultura islmica, o a losserbios y croatas (Ydice 1997:12).

    Frente a esto, Ydice sostiene que las iniciativas provenientes deeste tipo de organizaciones de base y las luchas de los movimientos socia-les, con el apoyo de organizaciones no gubernamentales, muchas de ellasextranjeras, son las que estn nutriendo a la sociedad civil. En este sen-tido, los zapatistas por ejemplo, han logrado constituirse en una fuerzade tipo social y moral orientada hacia la definicin del bien pblico.Adems, como sus acciones se despliegan simultneamente a nivel lo-cal, regional, nacional, transnacional y global tambin constituyen unaredefinicin de la idea de soberana. Ya no se trata de un mundo nacio-nal, sino de muchos; una [otra] nacin multicultural en la cual todas lascomunidades y lenguas tienen espacio y cabida (Ydice 1997 21).

    Para Appadurai, es a propsito de la redefinicin de la soberana,la nacin y el estado que el territorio constituye el problema fundamen-tal en la crisis contempornea del estado-nacin, o mejor, en la relacinentre estado y nacin. En la medida en que los estados-nacin existentesse apoyen en alguna idea implcita de coherencia tnica, como la base dela soberana estatal, estarn aminorando, degradando, penalizando, ase-sinando o expulsando a los que son vistos, y/o se ven, como tnicamentede segundo orden, como se verifica en el caso de Mxico antes referido.En este sentido el estado-nacin se convierte en un factor promotor demigraciones y disporas en favor del desarraigo de los individuos ygrupos, mudndolos a otros escenarios nacionales y/o transnacionales.Pero al mismo tiempo, cada estado-nacin se ve impelido a aceptar ensu territorio toda una gama de no-nacionales, quienes generan, de mane-

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    ra constante, una variada constelacin de demandas territorialmenteambiguas sobre derechos y recursos cvicos y nacionales (Appadurai1999:123).

    Appadurai hace una distincin entre suelo y territorio a objeto deexplicar las disyunciones en los nexos entre espacio, lugar, ciudadana ynacin. As, mientras el suelo es una cuestin de discurso espacializadoy originario sobre la pertenencia, el territorio trata de la integridad, eldeslinde, la vigilancia y la subsistencia. Es el lugar de la soberana y delcontrol estatal de la sociedad civil. En consecuencia, en la medida enque se abren fisuras entre el espacio local, el translocal y el nacional laidea de territorio como base de la lealtad y el afecto nacional (o suelopatrio) se divorcia cada vez mas de la idea de territorio como lugar de lasoberana y del control social. Es decir que la jurisdiccin y la lealtadestn cada vez ms separadas, lo cual constituye una amenaza para laintegridad del estado-nacin en su forma clsica, porque ella suponeque el suelo y el territorio son coincidentes y se sustentan mutuamente.

    A la luz de estas tensiones parece conveniente considerar la pro-puesta que hace Coronil (1996) de superar los marcos de referencias quese sustentan en las categoras geohistricas de lo que este autor denomi-na Occidentalismo. Como sostiene Coronil, el modelo fundacional delos estados nacionales se sustenta en una peculiar relacin entre historiay territorio. Esta relacin se expresa en una integracin asimtrica delespacio y del tiempo que supone una naturaleza esttica para el primeroy dinmica para el segundo. Tal asimetra resulta de un supuesto bsico:los territorios seran entidades fijas y naturales, no entidades construidas.Por lo tanto, seran el espacio natural de las historias locales (historizacindel territorio). Ahora bien, como estos espacios, en tanto que fijos, apa-recen como un resultado natural y no histrico, ello sirve para que lahistoria de pueblos en contacto quede ilusoriamente anclada a territoriosseparados (territorializacin de la historia), cercenando as los vnculosexistentes entre ellos. Como resultado de estos procesos se produce lailusin de que las identidades (locales, nacionales y/o regionales) son elresultado de historias independientes y no el resultado de relaciones his-tricas (Coronil 1996: 77). Esta ilusin admite la jerarquizacin de losespacios geogrficos y las historias locales, y privilegia una particular

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    versin de la historia. Aquella que se ha construido a partir de prcticasexpansivas, desplegadas progresivamente sobre la casi totalidad de losterritorios no occidentales. Coronil se basa en esta relacin de asimetraentre tiempo y espacio para definir el Occidentalismo. Es decir, el unconjunto de prcticas representacionales que participan en la produc-cin y reproduccin de una concepcin del mundo que se distingue porcuatro rasgos especficos: separa los componentes del espacio planetarioen unidades discontinuas, desagrega sus historias relacionales, trans-forma la diferencia en jerarqua e interviene en la reproduccin de rela-ciones asimtricas de poder.

    En el contexto de las relaciones entre espacio, tiempo y poder ydel anlisis de la relacin entre historia y territorio se inscribe el trabajode Agudo incluido en este volumen. El mismo ilustra cmo en un mo-mento particular, en el contexto de dinmicas complejas en desarrollolo cual identifica como anlisis situacional se hacen visibles lascontradicciones y tensiones que tienen lugar entre los distintos actoressociales que, como nos refiere este caso, participan de las alianzas quese dan alrededor del movimiento indgena-ambientalista. Este trabajosostiene que existen numerosos factores que coadyuvan a la consolida-cin de este tipo de alianzas, tanto en el escenario mundial como en losescenarios locales. Dentro de ellas es posible diferenciar, con marcadavigencia, dos tendencias en disputa. Una que tiende hacia la inmovilidadcultural, o encarcelamiento espacial de las poblaciones indgenas(Malkki 1992). Ello es posible a travs de representaciones de espacio ytiempo que, subsidiarias del Occidentalismo, de la ideologa del nacio-nalismo territorial y de la narrativa de la globalizacin singularizada,sirven de insumo para el fortalecimiento y expansin de posiciones je-rrquicas y desiguales de poder tanto en los escenarios locales comoglobales. Otra que, activando procesos sociales de reconstruccinidentitaria, en el interior de los escenarios nacionales apunta a la redefini-cin tanto del estado, a travs de sus aparatos institucionales, como dela nacin, a travs de la rearticulacin de historias ilusoriamente trun-cadas y diferenciadas. Finalmente, este trabajo ilustra cmo las repre-sentaciones sociales de espacio y de tiempo operan como recurso denegociacin del poder, en la construccin de un sentido compartido (uni-dad) para los variados actores (diversidad) que participan de las prcti-cas que giran alrededor de las alianzas indgenas-ambientalistas.

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    Los polglotas de la sociabilidadLa idea de unidad en la diversidad constituye tambin un punto

    de referencia importante en otras proposiciones tericas que revisare-mos en esta seccin. As, a la perspectiva analtica en desarrollo hastaaqu esbozada se integran estas otras contribuciones que aportan nuevoselementos a algunos de los aspectos desarrollados en pginas anteriores.Entre llos: conceptualizar la globalizacin como resultante de mlti-ples procesos y no como proceso singular, resaltando la variedad de pro-cesos sociales que operan combinadamente en el mundo contempor-neo; criticar aquellas perspectivas de anlisis que hacen de la dimensineconmica o poltica esferas determinantes de las relaciones y dinmi-cas sociales; reconocer el carcter analticamente multidimensional delos procesos de globalizacin, lo que equivale a comprenderlos comosimultneamente polticos, econmicos, sociales y/o culturales; desta-car la importancia de las prcticas sociales en los procesos deglobalizacin, en particular a partir de una mirada cultural a los mismos;incorporar el estudio de casos como estrategia de anlisis, lo cual permi-te desmitificar la naturaleza annima y translocalizada de los procesosde globalizacin mediante la cual algunas narrativas de la globalizacinocultan a los sujetos productores stos; y elaborar interpretaciones ana-lticas capaces de dar cuenta de aspectos habitualmente ignorados debi-do a la unilateralidad de los enfoques disciplinarios convencionales.

    La perspectiva analtica que venimos esbozando en base a las con-tribuciones de varios autores se expande y enriquece si integramos a lamisma algunas categoras que dan cuenta de la multifuncionalidad quecaracteriza a las prcticas culturales de algunos actores sociales contem-porneos. En este sentido, conviene detenerse en el trabajo de Ydice(2000) quien examina la versatilidad de las prcticas que distinguen aciertos actores sociales. Seala el autor que estas prcticas comprendenacciones cuyos propsitos, alternos y/o simultneos, van desde la reso-lucin de problemas, conflictos y desigualdades sociales y econmicas,hasta fomentar un fuerte y variado activismo cultural. De los casos estu-diados por Ydice se deriva que las prcticas fundadas en valores co-munitarios operan igualmente como recursos tambin polticos y eco-nmicos. Ello hace posible comprender que las prcticas, tradicional-

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    mente entendidas como culturales, al trascender los mrgenes de su aco-tacin analtica pueden ser entendidas como un efectivo recurso social-mente polivalente. (Ydice 2000). La multifuncionalidad de este tipo deprcticas y su polivalencia cuestionan, una vez ms, el sentido unvoco(primordial y/o esencial) que suele atribuirse a las identidades grupales,a la vez que sitan, nuevamente, en las intersecciones entre lo local, lonacional y lo transnacional la posibilidad de su construccin y de sustransformaciones.

    Como venimos sosteniendo, la recuperacin de la visibilidad debuen nmero de actores sociales, poco visibles desde perspectivastecnologicistas o economicistas, es una de las caractersticas ms salien-tes de la perspectiva analtica aqu propuesta para el estudio de los pro-cesos sociales contemporneos. En este contexto, resulta particularmenteinteresante la aproximacin elaborada por Ydice para dar cuentapormenorizada de la complejidad (multifuncionalidad y polivalencia)que caracteriza a ciertos actores sociales. Resalta as el hecho de que lasprcticas de estos actores no son susceptibles de generalizacin, preci-samente, debido a la complejidad de cada una de las experiencias, enconstantes procesos de construccin y reconstruccin.

    Ydice describe ocho categoras bsicas para el estudio pormeno-rizado de los procesos promovidos por los actores sociales que cobranvisibilidad desde una perspectiva analtica que pone especial atencin alo cultural, es decir, a lo simblico social. Cada una de estas catego-ras, a su vez, comprende al menos cinco subcategoras adicionales, su-mndose a esta complejidad toda posibilidad de cruces y combinacionesentre las distintas categoras y subcategoras acotadas.

    Este autor diferencia entre los actantes (demandantes, reclama-dores, vctimas, opresores, represores, detentadores del poder,adyuvantes, cmplices, intermediarios, etc.), las circunstancias y su dis-posicin (localidades rurales, urbanas o suburbanas, regionales o nacio-nales: afectadas o no por fuerzas externas; existencia o no de mediosformales o informales para la movilizacin; tipo de economa, de siste-ma poltico, de formacin social, etc.), los tipos de accin (insurreccin,protesta, ocupacin, accin pblica, etc.), los tipos de colectividad (men-cionados arriba), sus modos de organizacin (tnicas, sindicatos, redes,

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    grupos sociales, asociaciones de autoayuda, otros tipos de organizacio-nes no-gubernamentales, etc.) las metas (obtener recursos, ser reconoci-dos, cambiar leyes, eliminar la violencia, etc.), y las modalidades (pol-ticas, econmicas, sociales, culturales).

    Resulta interesante que en el caso de los actantes Ydice abordeuna dimensin diferente a la propuesta por Mato en su categorizacin delos actores sociales. El cruce entre los diferentes actores sociales quedefine Mato, definidos en trminos del alcance espacial de sus prcti-cas, y las subcategoras de actantes que elabora Ydice, en funcin de laposicin que stos ocupan dentro de las redes de interaccin a travs delejercicio y la prctica del poder, puede ser una aproximacin provecho-sa en el estudio de casos de redes de poder.

    La contribucin de estos dos autores a la interpretacin que veni-mos esbozando, en trminos de los sujetos de la globalizacin y susprcticas, da cuenta de la multiplicidad de procesos que operancombinadamente en los escenarios sociales contemporneos. Sea queesto ocurra por interseccin, yuxtaposicin y/o sobreimposicin de prc-ticas sociales, como sucede por ejemplo con las alianzas indgenas-ambientalistas, estudiadas por Weiss y Agudo. O sea que ocurra por di-fusin, diseminacin, apropiacin y/o recreacin como acontece conalgunos de los procesos de produccin de representaciones sociales es-tudiados por Mato. En cualquier caso esta variada gama de formas decirculacin de bienes, prcticas y representaciones todava requiere unamayor elaboracin.

    De tal complejidad deriva, con toda propiedad, la nocin de co-produccin elaborada por Garca Canclini (1990, 1995, 1999b). Dichotrmino es adems el que escoge Ydice para dar cuenta de cmo seintersectan tanto la variedad de prcticas, como las formas de percep-cin de la experiencia, que son producidas por los actores sociales por lestudiados en su artculo en este volumen. Estos casos ilustran acerca desofisticados procesos mediante los cuales la experiencia cultural es con-vertida en aprendizaje social y comunicacional. Se trata de un tipo deexperiencias que exige y favorece el desarrollo de capacidades y destre-zas complejas. Entre ellas, viene al caso destacar especialmente la capa-cidad de una comunicacin multilinge. De esta ltima depende el xito

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    de las prcticas de aquellos actores sociales ubicados en los espacios dela interlocucin y la intermediacin, a quienes Ydice denominapolglotas de la sociabilidad.

    Siguiendo a Martn Barbero, Ydice sostiene que esta nueva con-dicin y las prcticas que de ella derivan dicen de la construccin denuevos modos de ser ciudadano. Debemos recordar que lo que defineel movimiento de la ciudadana es la dinmica de exclusin-inclusinen relacin con la sociedad y sus poderes. Como sostiene Vargas Valente(1999) las formas de expansin de la ciudadanas corresponden a undoble movimiento: desde arriba, bien sea por presin de los excluidos opor intentos populistas-modernizantes de los estados, y desde abajo, apartir de las luchas de diferentes grupos no hegemnicos, los cuales bus-can ampliar sus derechos ciudadanos. En este ltimo caso, la construc-cin de la ciudadana ha significado la extensin real de los derechosciudadanos y la expansin simblica, en las sociedades y en la subjeti-vidades, del ejercicio ciudadano y del espacio de los derechos. Por un lado,ese doble movimiento ha brindado la posibilidad de conocimiento de losderechos existentes y fundamentalmente la posibilidad de invencin ycreacin de nuevos derechos, lo que la autora refiere como la concien-cia del derecho a tener derechos. Por otro lado, este doble movimientoes clave en el desarrollo de ciudadanas globales porque la apropiacinde la idea del derecho a tener derechos est en la base de la formacomo los derechos globales han comenzado a expresarse (Vargas Valente,1999:127).

    Las formas de expansin de la ciudadana tambin son objeto deinters de Ydice. Desde su perspectiva las prcticas de intermediaciny de interlocucin, que hacen de los polglotas de la sociabilidad emer-gentes actores sociales, revelan que lo poltico y lo econmico experi-mentan inusitados ensanchamientos y reconstituciones a partir de lo quel denomina procesos de saturacin cultural. Se trata de una nueva ca-tegora que da cuenta de cmo la cultura se ha convertido en un acti-vo recurso de interaccin para el juego poltico y/o para las transaccio-nes econmicas. La polivalencia de estas prcticas culturales sugiereque ms all de desplazamientos y cruces entre lo cultural, lo poltico ylo econmico, operan dinmicas an ms intensivas, de las cuales deri-van lo que este autor denomina poltica cultural y economa cultural.

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    En pocas palabras, porque lo cultural lo ha saturado todo, la cultura hoyen da, lejos de toda reduccin a la lgica de lo poltico, es percibidacomo prctica con valor poltico y econmico especficos. De ah que elconcepto de ciudadana que deriva de los procesos de saturacin cultu-ral implica creer en el derecho a tener derechos, inclusive derechosculturales dentro de los cuales Ydice ubica las polticas de autoestimay autoayuda.

    Sin embargo, aunque las de poltica cultural y economa culturalson tipos de prcticas que abren oportunidades para nuevos actores so-ciales, esto no garantiza apertura hacia formas ms democrticas o deequidad, ni siquiera al interior de esos actores sociales, como lo ilustrael estudio de Ydice (2000). Resulta que tambin hay formas desigualesde insertarse en estos nuevos procesos y as se crean y recrean diferen-cias entre actores especficos dentro de un mismo universo de actoressociales. No todos los actores tiene el mismo poder, y adems hay privi-legios, y esto crea tensiones entre actores sociales que podran sosteneralianzas. As resulta que este tipo de tensiones tambin generan tenden-cias en oposicin. Las experiencias estudiadas por Ydice lejos deinvolucrar tendencias homogneas o unvocas resultan ser complejas ycontradictorias. Este carcter complejo y contradictorio se ve ademsacentuado por la forma desigual en tiempo, espacio e intensidadcon que estas tendencias son experimentadas en distintas partes del pla-neta.

    As las tendencias resultantes de las experiencias de poltica cul-tural y economa cultural no hacen sino contribuir a reforzar el carctercomplejo, polivalente, e incierto que, en la primera seccin de este tex-to, hemos afirmado que es caracterstico de los procesos de globalizacincontemporneos. Pero este tipo de experiencias no son sino un factorms de los muchos que tienden a engendrar complejidad, polivalenciase incertidumbre en los procesos de globalizacin contemporneos. Poreso creemos que la posibilidad de estudiarlos de maneras frtiles esdecir, que abran nuevas posibilidades de anlisis, y con ellas tambinposibilidades de intervencin a actores sociales que impulsan transfor-maciones orientadas al logro de mayor justicia social y democraciadepende de generar interpretaciones analticas que partan de reconocer

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    esos atributos como marcadamente caractersticos de estos tiempos deglobalizacin.

    Nota:(1) El uso del adjetivo casi se hace necesario toda vez que sin necesidad

    de buscar ejemplos ms all de Amrica Latina, la existencia de situa-ciones como la de la Guayana Francesa no hace posible hablar sin msdel fin de los imperios coloniales, mientras que la vigencia del bloqueoeconmico a Cuba tampoco permite hablar del fin de la Guerra Fra sinms aditamentos. Pero, adems, como sabemos existen otros casos enotros continentes.

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