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    CONTINUIDADES Y RUPTURAS ENTRE EL PENSAMIENTOANTI-IMPERIALISTA LATINOAMERICANO DE LOS 60Y 70Y EL

    PENSAMIENTO DESCOLONIAL

    IXJORNADASNACIONALES -VILATINOAMERICANASHACER LA HISTORIA.

    EL PENSAR Y EL HACER ENNUESTRA AMRICA,A DOSCIENTOS AOS DE LAS GUERRAS DEINDEPENDENCIA

    Mesa 12El pensamiento antiimperialista en Amrica Latina desde fines del siglo XIX ala actualidad.

    PINACCHIO, Ezequiel (FilosofaUBA; Investigador Centro Cultural de la Cooperacin) /Mail:[email protected] / Tel: (011) 4205-6323

    SNCHEZ SAN ESTEBAN, Santiago I. (HistoriaUBA; Investigador Centro Cultural de laCooperacin) / Mail:[email protected] / Direccin: Crdoba 2635, piso 7, depto. 27,

    Cap. Fed. (C.P: 1187) / Tel: (011) 1554881412.

    Resumen

    Durante las dcadas de los 60 y los 70 se forjaron, en el mbito latinoamericano, tresvertientes tericas de gran envergadura: teora de la dependencia, teologa y filosofa de laliberacin. Se elabor all un corpus terico con categoras comunes que podra ubicarse dentrodel campo de la historiografa crtica, con una fuerte impronta anti-imperialista.

    Tomando como marco terico la nocin de episteme de Michel Foucault, o incluso lade paradigma, de Thomas Kuhn, se puede observar que estas lneas tericas, a pesar decaracterizarse por discutir el euro-centrismo hegemnico, compartieron ciertasconceptualizaciones bsicas con la historiografa y filosofa modernas que criticaban.

    Se intentarn trazar, entonces, las principales continuidades y rupturas entre los aportesclsicos de aquellas lneas poltico-tericas y la -ms reciente- del programa dedescolonialidad. Se intentar mostrar que, abandonando la idea de un sujeto oprimidotrascendental, nico e indeterminado, as como las categoras clsicas de pueblo y naciny, al mismo tiempo, reflexionando acerca de un original locus enuntiationis, el pensamientodescolonial reabre y actualiza la discusin acerca del lugar de Latinoamrica en el mundo, ladependencia, el imperialismo y, tambin, la liberacin.

    Introduccin

    Puesto que las categoras que utilizamos para abordar la realidad condicionansignificativamente nuestras posibilidades de comprenderla y, por esto mismo, de transformarla;una evaluacin crtica de las mismas resulta una condicin necesaria en cualquier proyecto deliberacin para Nuestra Amrica.

    A continuacin, nos proponemos presentar y comparar distintas propuestas tericaselaboradas desde Latinoamrica, que han intentado, e intentan, desentraar los complejos ycambiantes modos en que se despliega el imperialismo en nuestra regin; a fin de mejorcombatirlo.

    En un primer momento, presentaremos ideas fundamentales de la Teora de la

    Dependencia y la Filosofa de la Liberacin. Luego, abordaremos algunas crticas que se leshan realizado desde el debate posmoderno en Latinoamrica. Y, por ltimo, mostraremos enqu medida el pensamiento descolonial resignifica estos problemas. Consideramos que este

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    ltimo - heredero crtico de aquellos discursos y proyectos de los 60 y 70permite actualizarla temtica del colonialismo, articulando de manera novedosa sus diferentes aspectos;encarnando, as, un momento de vital importancia en la genealoga de las luchas anti-imperiales al mismo tiempo que un notable aporte para comprender y generar polticasalternativas en nuestra regin.

    I. a. La teora de la dependencia

    Desde fines de los aos 50 hasta mediados de los 60, aparece, crece y se desarrolla unavertiente terica, de raz acadmica y anclada en las disciplinas de la economa, la sociologa ylas ciencias polticas, que se denominar teora de la dependencia. Su pensamiento estarntimamente relacionado con la intervencin de la Comisin Econmica para Amrica Latina yel Caribe (CEPAL) en los debates en torno al tipo de administracin econmica que debanadoptar los gobiernos latinoamericanos, luego de la redefinicin del escenario mundial, durantela segunda posguerra.

    Las primeras preocupaciones del pensamiento cepalino estarn fundamentalmentemediadas por los problemas del desarrollo econmico y de cules sern las consecuencias de laredefinicin econmica mundial para nuestra regin. La primera tesis importante en estesentido, ser la proposicin de que el capitalismo, como sistema econmico, es bsicamente unfenmeno de dimensiones efectivamente globales. Sobre la base de esta nocin, la de unsistema capitalista mundial, la existencia de diferentes problemticas en los distintos espacios

    polticos y econmicos se resolver en una segunda tesis: la afirmacin de que la economamundial se encuentra estructurada en un centro y una periferia, cuyas realidades sondivergentes. Para el ao de 1949, en una introduccin terica al Boletn Econmico de larecin creada CEPAL, el economista Ral Presbich comenzaba su estudio afirmando:

    La realidad est destruyendo en la Amrica Latina aquel pretrito esquema de la divisininternacional del trabajo que, despus de haber adquirido gran vigor en el siglo XIX, segua

    prevaleciendo doctrinariamente hasta muy avanzado el presente.En ese esquema a Amrica Latina vena a corresponderle, como parte de la periferia del sistemaeconmico mundial, el papel especfico de producir alimentos y materias primas para losgrandes centros industriales.

    No tena all cabida la industrializacin de los pases nuevos1

    Aqu encontramos las ideas claves sobre las que gravitar el pensamiento cepalino:divisin internacional del trabajo, sistema econmico mundial, grandes centros industriales,

    periferia. Como se desprende de la cita, la preocupacin por el desarrollo econmico estarpensada en trminos de una industrializacin de los pases perifricos. En este sentido, culesson los problemas que se deben afrontar en esa faena, dada la particular estructura del mercadomundial? Presbich discutir con la premisa, tan cara al liberalismo, de que con la divisininternacional del trabajo el fruto del progreso tcnico tiende a repartirse parejamente entre todala colectividadmundial, ya sea por la baja de los precios o por el alza equivalente de losingresos. Contrariamente a esa tesis, Prebisch afirmar:

    La falla de esta premisa consiste en atribuir carcter general a lo que de suyo es muycircunscrito. Si por colectividad slo se entiende el conjunto de los grandes pases industriales,es bien cierto que el fruto del progreso tcnico se distribuye gradualmente entre todos losgrupos y clases sociales. Pero si el concepto de colectividad tambin se extiende a la periferiade la economa mundial, aquella generalizacin lleva en s un grave error. Las ingentes ventajasdel desarrollo de la productividad no han llegado a la periferia, en medida comparable a la queha logrado disfrutar la poblacin de esos grandes pases.2

    1Presbich, Ral; El desarrollo econmico de la Amrica Latina y algunos de sus principales problemas; en: 50 aos dePensamiento en la CEPAL, FCE, Santiago de Chile, 1998, p. 65.2Ibidem, p. 66.

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    Aqu aparecer, entonces, una tercera tesis, tambin retomada por el pensamiento de ladependencia, acerca del deterioro en los trminos de intercambio: el incremento en la

    productividad en los centros no se refleja en un descenso de los precios de los bienesindustriales sino en un incremento del ingreso real medio, mayor que el de los pases de la

    periferia. La estructura del mercado mundial ser, pues, desequilibrada, y esta contradiccin o

    desequilibrio se traducir en una tensin conceptual entre la situacin real de la periferia y lafalsa totalidad encubierta en la nocin universal de colectividad, denunciada por Presbichen el extracto citado.

    Este punto, junto con las concepciones de sistema-mundo y centro-periferia, ser nodalpara las posteriores formulaciones dependentistas. Especialmente, habilitar pensar no slo enla existencia de un capitalismo efectivamente mundial, y con una estructura desigualitaria, sinotambin en el problema de la relacin dialctica que vincular a los opuestos, pases centrales y

    perifricos. En el contexto de esa preocupacin, entonces, se inscribirn diferentes autores dela Teora de la Dependencia, con producciones variadas, algunas ms moderadas, asociadas alestructuralismo, y otras ms radicales, vinculadas en algunos casos al marxismo. Sinembargo, todas tendrn un marco terico compartido y una preocupacin similar, en donde ladiferencia estribar menos en el diagnstico de la realidad y los problemas que en algunas delas soluciones prescriptas.

    Los dependentistas asociarn las nociones de periferia y subdesarrollo con lacategora de dependencia, despegndose de las teoras ms convencionales sobre eldesarrollo y la modernizacin. Por ejemplo, Celso Furtado escribir en 1961: el

    subdesarrollo no constituye una etapa necesaria del proceso de formacin de las economas

    capitalistas modernas. Es, en s, un proceso particular resultante de la penetracin de las

    empresas capitalistas modernas en las estructuras arcaicas.3 De acuerdo al pensamientodependentista, el subdesarrollo no deba ubicarse linealmente en una instancia temporalanterior al desarrollo capitalista, sino, al contrario, en una relacin de simultaneidad

    heterognea y desigual. Esto significa que el atraso econmico y el desarrollo no sern dosentidades autnomas, sino ms bien el resultado de una dialctica inherente a la mismaestructura econmica mundial capitalista. En conclusin, el subdesarrollo ya no podaentenderse como una desviacin, tal como se desprenda de algunos aportes de la teora de lamodernizacin. En cualquier caso, se sostena, los pases centrales no haban transitado elsubdesarrollo antes de alcanzar la revolucin industrial y constituirse en el centro de laeconoma mundial. Por el contrario,

    La situacin de subdesarrollo se produjo histricamente cuando la expansin del capitalismocomercial y luego del capitalismo industrial vincul a un mismo mercado economas que,adems de presentar grados diversos de diferenciacin del sistema productivo, pasaron a ocupar

    posiciones distintas en la estructura global del sistema capitalista.4

    La confusin entre las nociones de desarrollo y sistema capitalista permitira encubrir lasrelaciones de subordinacin entre las regiones desarrolladas y las insuficientementedesarrolladas, y presentar como caracterstica fundamental de stas ltimas el atraso o lapatologa.

    La vulgata historicista y etapista, que ubicara a la periferia en un tiempo histricoanterior al de las potencias centrales industrializadas, deba ser reemplazado, entonces, por unanlisis estructural-histrico, en que la situacin de subdesarrollo slo podra comprenderseatendiendo a la forma en que histricamente las economas subdesarrolladas se vincularon al

    3Furtado, Desarrollo y Subdesarrollo, en: 50 aos de Pensamiento en la CEPAL, FCE, Santiago de Chile, 1998, p. 240.4Cardoso, Fernando y Faletto, Enzo; Dependencia y Desarrollo en Amrica Latina; Buenos Aires; Siglo XXI Editores; 1975[1969]; p. 23.

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    mercado mundial. Tal enfoque, sostienen Cardoso y Faletto en su clsico estudioDependencia y Desarrollo en Amrica Latina,

    implica reconocer que en el plano poltico-social existe algn tipo de dependencia en lassituaciones de subdesarrollo, y que esa dependencia empez histricamente con la expansin delas economas de los pases capitalistas originarios () La dependencia de la situacin de

    subdesarrollo implica socialmente una forma de dominacin

    5

    Esta situacin de dependencia, por otra parte, se verifica en un doble condicionamiento:uno externo y otro interno. Externo, como se ha visto, en tanto la vinculacin al mercadoexterno limita las posibilidades de decisin y accin autnomas de los pases dependientes.Pero tambin interno, puesto que, al mismo tiempo, la dependencia implicar un determinadotipo de configuracin de las relaciones sociales entre grupos, fuerzas y clases sociales, queintentan imponer al conjunto de la sociedad un tipo de dominacin poltica particular. De estamanera, la dependencia se concibe como un tipo especfico de relacin entre las clases y

    grupos que implica una situacin de dominio que conlleva estructuralmente la vinculacin con

    el exterior6.

    Entendiendo, entonces, estas complejidades de la dependencia, luego de varios aos deproduccin dependentista, para el ao de 1978, Theotonio Dos Santos publicar un clsicoestudio en el que asociar estrechamente las nociones de dependencia e imperialismo.Describiendo a este ltimo, afirmar:

    El imperialismo contemporneo se define como una nueva etapa del capitalismo iniciadadespus de la segunda guerra mundial que se caracteriza por una alta integracin del sistemacapitalista mundial fundada en el amplio desarrollo de la concentracin, conglomeracin,centralizacin e internacionalizacin del gran capital monoplico que se cristaliza en lascorporaciones multinacionales, clula de ese proceso, y en el aumento y profundizacin delvinculo entre el monopolio y el Estado.7

    Reaparece, as, la clsica definicin de Lenin del imperialismo como fase superior delcapitalismo. Sin embargo, ahora estar dotada de un direccionalidad adicional, dada por elsentido que la dependencia impondr al proceso de desarrollo de los capitalestransnacionales monoplicos. El imperialismo ser ya no la fase superior, sino el punto de

    partida del capitalismo en Amrica Latina. Para Dos Santos, la expansin de estosconglomerados internacionales a nivel mundial no auspiciar desarrollo econmico alguno delas zonas perifricas y dependientes, en tanto stas continan siendo, como antes, el lugarnatural de colocacin e inversin de los nuevos capitales monoplicos para la obtencin dematerias primas y productos agrcolas a bajos precios, y ganancias desmedidamente elevadas.

    Antes bien, despus de describir la categora dependencia y sus conclusiones, surge lapregunta: cules sern las diferentes formas de responder al fenmeno de la dependencia?

    En este sentido, dentro del amplio rango de propuestas elaboradas, existen algunos puntosde consenso entre varios autores. Por un lado, frente al condicionamiento impuesta desde los

    pases centrales se propone la industrializacin. Recordemos que el clsico estudio de Cardosoy Faletto comienza con un anlisis de por qu para los aos 60 los pases econmicamente msfuertes de Sudamrica (Brasil, Chile, Colombia, Argentina) no logran cumplir con el

    promisorio destino de industrializacin plena y desarrollo econmico que se prevea desde lasdos dcadas precedentes8. Desde lo econmico, la industrializacin significa una modificacinen la forma en que est dada la interaccin mutua entre el centro y la periferia, porque intentacancelar los perjuicios que se derivan del deterioro de los trminos de intercambio que sufren

    5

    Ibidem, p. 24.6Ibidem, p. 29.7Dos Santos, Theotonio;Imperialismo y Dependencia; Mxico; Ediciones Era; 1986 (1978); p. 168Cardoso, Fernando H. y Faletto, Enzo; Op. Cit; pp. 3-10.

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    los pases proveedores de materias primas a manos de los industrializados. As, sin tenerdemasiado en cuenta los aspectos internos, para algunos autores la industrializacin estarntimamente relacionada con la idea de desarrollo.

    Sin embargo, por otra parte, en otros autores la ruptura de la dependencia toma formaen medidas econmico-polticas an ms radicales, que implican un desprendimiento de lamatriz capitalista. Mauro Ruy Marini afirmar:

    La manera cmo se agudizan, en el capitalismo dependiente, las contradicciones inherentes alciclo del capital; la exasperacin del carcter explotativo del sistema, que lo lleva a configurarun rgimen de superexplotacin del trabajo; los obstculos creados al paso de la plusvalaextraordinaria a la plusvala relativa, y sus efectos perturbadores en la formacin de la tasamedia de ganancia; la extremacin consiguiente de los procesos de concentracin ycentralizacin del capital esto es lo que constituye la esencia de la dependencia, la cual no

    puede ser suprimida sin que se suprima el sistema econmico mismo que la engendra: elcapitalismo.9

    De esta manera, la ruptura de la dependencia depender ya no de un descentramiento dela estructura mundial, sino ms bien del desplazamiento de las economas nacionales hacia

    fuera del sistema-mundo capitalista, a travs de la opcin por el socialismo10.Como veremos al analizar el pensamiento descolonial, desde la crtica dependentista

    podr desprenderse tambin un intento de dislocacin y descentramiento epistemolgico11,pues en palabras de Jed Schloesberg,

    el anlisis de la dependencia constituy la primera gran ofensiva de la teora sociallatinoamericana en contra de los prejuicios metropolitanos de lo que podra llamarse ideologade la modernizacin en las teoras del desarrollo producidas especialmente en Estados Unidosdespus de la Segunda Guerra Mundial.12[] Existe as, desde la perspectiva del anlisis de la dependencia, un cuestionamientoimplcito del concepto de modernidad como resultado de un proceso de modernizacin13.

    I. b. La filosofa de la liberacin

    Presentaremos ahora, algunas ideas centrales de otro de los importantes movimientosterico-polticos que se han desarrollado en Latinoamrica en aqul perodo: la filosofa de laliberacin.

    A fines de los sesenta, en sintona con los complejos procesos polticos que recorrangran parte de los pases en situacin de dependencia colonial o semicolonial, un conjunto de

    pensadores latinoamericanos empezara a darle forma a un original proyecto filosfico, deraces profundamente anti-imperialistas.

    El filsofo argentino Enrique Dussel, uno de los principales exponentes de dichomovimiento, ha sistematizado y reformulado en varias ocasiones los puntos nodales de este

    9Ruy Marini, Mauro; Prlogo, en: Vania Bambirra, La Revolucin Cubana: una reinterpretacin, Editorial Nuestro Tiempo,Mxico, 197610 Las crticas radicales del dependentismo latinoamericano al capitalismo tendrn gran influencia en pensadores de otrasregiones del mundo. se es el caso, por ejemplo, del economista egipcio Samir Amin y su concepto de dconnexion,acuado en su libro homnimo del ao 1985. Para este autor, el desarrollo desigual es inmanente al propio sistemacapitalista, lo que significa que es la propia la expansin capitalista la que genera una creciente polarizacin entre laseconomas participantes. La desconexin de la que habla Amin ser, adems, una necesidad no slo del campo econmico sinotambin poltico y cultural.11

    Mignolo, Walter;Desobediencia Epistmica; Buenos Aires, Ed. Del Signo, 2010.12 Schlosberg, Jed; La crtica posoccidental y la modernidad; Quito, Universidad Andina Simn Bolvar, Ediciones AbyaYala; 2004, p. 47.13Ibidem, p. 51.

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    programa. Retomaremos ahora algunas de las caractersticas centrales la filosofa de laliberacin, tomando como referencia el libro homnimoque este autor publicara en 197714.

    Desde el inicio del libro, Dussel enfatiza la necesidad de pensar el discurso filosfico enestrecha relacin con sus condicionamientos geopolticos. La distincin entre centro yperiferiaque analizramos en el apartado anterior ser, en este sentido, fundamental. Aventurando una

    polmica tesis, Dussel asegura que la verdadera filosofa siempre ha surgido en las periferias,

    tornndose ideologa en las apropiaciones y reformulaciones que se realizan desde el centro.En sus palabras:

    No advertidamente la filosofa naci en este espacio. Naci en los espacios perifricos en sustiempos creativos. Poco a poco fue hacia el centro, en las grandes ontologas, hasta degradarseen la mala conciencia de las edades morales o, mejor, moralistas. E inmediatamente agregaSe trata entonces de tomar en serio al espacio, al espacio geopoltico. No es lo mismo nacer enel polo norte o en Chiapas que en Nueva York.15

    Las filosofas del centro seran, entonces, meras ideologas encubridoras de las prcticaspolticas realmente existentes en el mundo. Seran, as,filosofa de la dominacin. Motivo porel cual requeriran, estratgicamente, borrar su propia condicin geopoltica. Cuanto ms

    pretendidamente universal y objetivo un planteo, ms ideolgico resulta; si es que no lograponer en cuestin el sistema vigente y le resulta funcional.

    Dussel afirmar que el capitalismo, como sistema y forma de explotacin del hombrepor el hombre, ha necesitado borrar la condicin humana de aqul/aquello a lo cual impone sudominio. La Ontologa misma es interpretada, as, como la ideologa de las ideologas; comoel acabamiento o el cumplimiento terico de la opresin prctica de las periferias 16. En ella seimpone, pues, una concepcin existencial que privilegia la relacin hombrecosa; medianteella se olvida la relacin fundamental, metafsica, hombre-hombre17. Tal operacin redunda enla invisibilizacin de la dimensin tica y poltica de los problemas filosficos: y eso es laontologa.

    Segn Dussel, la filosofa tradicional reduce su alcance a un puro discurso de laidentidad. Incluso la dialctica, el momento ms elevado de la misma, adolece de un clarolmite: pues aunque halla y expone los fundamentos ltimos del sistema, no logra interpelar niser interpelada por la exterioridad del mismo. Explica el todo, s; puede incluso tornarse

    profundamente crtica de dicha totalidad, eso tambin es cierto: pero no resulta interpelada poraquello que va ms all de la totalidad. A lo mximo que puede aspirar la dialctica, en el

    plano de la conciencia, es a la moralidad. Pero la tica, la verdadera tica, la cual implicatrascenderse a s mismo, le est vedada. Se requiere, para ello, otro punto de partida.

    La analctica, en cambio, es presentada como el mtodo propio de la filosofa de laliberacin, aquello que s permite trascender los lmites de la crtica eurocntrica. La analcticaes, dice Dussel, trasontolgica18. Con ella se responde al llamado silencioso del otro, y es all

    que se encuentra el sentido del propio decir. De aqu, justamente, que el punto de partida deesta propuesta filosfica sea la categora de exterioridad19, como paso conceptual, tica y

    polticamente previo a la liberacin.

    14Dussel, Enrique. Filosofa de la Liberacin. La primera edicin del libro: Mxico, EDICOL, 1977. Se utilizar aqu unaedicin de 1979, a pesar de las muchas reformulaciones que Dussel ha dado a su filosofa. Entendemos que referirnos areformulaciones posteriores al perodo que queremos enmarcar, es decir los sesenta y los setenta, resulta poco apropiadometodolgicamente.15Ibidem, p. 11.16Ibidem.,p. 14.17La contraposicin entre Ontologa y Metafsica que Dussel desarrolla en esta obra rompe con buena parte de la comprensinque la tradicin filosfica le ha dado a estos trminos. De hecho, si pensamos en Heidegger, podramos decir que la metafsicaes precisamente lo opuesto: lo propiamente humano, a entender del alemn, es anulado - y no posibilitado, como pretende

    Dusselpor el pensamiento metafsico. No es ocioso por ello resaltar, como haremos, que uno de los principales crticos deHeidegger, Levinas, aporta buena parte del arsenal terico del cual aqu haremos mencin.18Ibidem.,p. 72.19Ibidem, p. 52.

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    Ahora bien, si focalizamos en el discurso ideolgico-filosfico de la modernidadpodemos apreciar que:

    Desde el yo conquisto al mundo azteca e inca, a toda Amrica: desde el yo esclavizo a losnegros del frica vendidos por el oro y la plata logrados con la muerte de los indios en el fondode las minas; desde el yo venzo de las guerras realizadas en la India y China hasta la

    vergonzosa guerra del opio; desde ese yo aparece el pensar cartesiano del ego cogito.

    Consecuente con esta lnea argumentativa, Dussel seala que la filosofa de laliberacintuvo su origen en Mendoza, un territorio geopolticamente perifrico en relacin a la

    pampa hmeda, la cual representa el centro geopoltico del mapa de la dominacin a escalanacional. Ahora bien, no debemos confundirnos en este punto: la ubicacin geogrfica nodetermina necesariamente un pensar liberacionista; es una condicin de posibilidad. Necesariadigamos, pero no suficiente. Una vez reconocida la dependencia que todo pensamiento tienecon la geopoltica, elfilsofo de la liberacinrealiza una opcin tico-poltica en favor de losoprimidos de la periferia.

    Esta ltima precisin es de fundamental importancia para comprender la especificidad

    de esta propuesta: aqu ya no se interpela y aboga por una clase proletaria universal, lo cual nopasara de consigna abstracta si no realizramos las mediaciones necesarias. Aqu se trata, diceDussel, de identificar y privilegiar al pueblo oprimido efectivamente existente de las periferias.Afirma nuestro autor, distancindose de planteos marxistas ortodoxos:

    Las clases no estn hoy, pueden estarlo maana, en el centro y la periferia en la mismasituacin. La burguesa del centro puede explotar a la periferia; el proletariado del centro puedeaprovecharse coyunturalmente del de la periferia. Las doctrinas clasistas del siglo XIX, y lasque efectan el anlisis al slo nivel nacional, no han cado en la cuenta de las diferenciasactuales de las clases en el centro y la periferia. Por ello debe ser replanteado un cierto anlisisde la especialidad mundial geopoltica, para que pueda efectuar una hermenutica con categorasapropiadas.20

    Esta fundamentacin poltico-econmica, debe articularse con una tesis de carcter tico-epistemolgico segn la cual tan slo por parte de quienes no tienen privilegio alguno puedeesperarse un discurso no ideolgico, verdadero. Son estos privilegiadosaquellos a los cualesdebe dejarse interpelar e interpretar la filosofa.

    Cabe aclarar aqu que pueblo oprimido no equivale sin ms a nacin perifrica. Unavez ms, la ubicacin geopoltica condiciona la posibilidad, mas no determina mecnicamenteel ser de la totalidad de los sujetos que en ella habitan. En el caso de Argentina, como dijimos,la centralidad de la pampa hmeda y la oligarqua terrateniente agroexportadora, reproduce elmapa de dominacin planetaria: tambin las naciones, en su interior, reproducen en su interiorrelaciones desiguales que configuran geopolticamente el mundo.

    En las naciones perifricas hay entonces clases dominantes (grupos gerenciales de lasmultinacionales, oligarquas terratenientes, burguesa empresarial nacional, patriciado militar otecnocrtico), sectores intermedios (profesionales, pequeos empresarios, empleados pblicos),las clases oprimidas, el pueblo propiamente dicho (campesinado, proletariado) y gruposmarginales (trabajadores estacionales, recolectores, etnias, tribus, sirvientes domsticos,mendigos)21

    Pero esta evidencia no habilita, a entender de Dussel, un anlisis reduccionista quedesconozca las singulares formas que la dependencia va adquiriendo en cada regin. Por eso,sin desconocer que la materialidad de las relaciones de dominacin se consuma, efectivamente,en el plano econmico razn por la cual las luchas de liberacin nacional, que se

    20Dussel, E., Op. cit.,p. 89.21Ibidem, p. 87.

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    desarrollaban en aquellos das, eran primordiales-, la filosofa de la liberacin introduce otrosmbitos de anlisis en los cuales deben librarse, articuladas, luchas de mxima relevancia: el delo ertico; el pedaggico, de la cultura popular.

    En cada uno de estos mbitos puede sealarse la existencia de una exterioridadmetafsica, la cual es condenada a la nada de ser por el sistema vigente y su inherente lgica deexclusin. Y es desde esta exterioridad, justamente, que nos interpela el otro. Pero un Otro

    concreto, real: el oprimido efectivamente existente en las periferias. De hecho, Dussel sostieneque hay niveles en los cuales esa exclusin se materializa, se hace ms concreta. As,refirindose a la dominacin de la mujer por el varn, propio de la ideologa machista, Dusselasegura:

    La mujer popular, la mujer de la cultura perifrica, viene as a sufrir un doble embate, una dobleviolacin: violada por ser de una cultura y nacin oprimida, por ser miembro de una clasedominada, por ser mujer de sexo violentado. Mujer pobre de los pobres del mundo. Mujer india,africana, asitica. Vctimas del imperialismo, de la lucha de clases, de la ideologa machista.

    22

    Apropindose pero tomando distancia de pensamientos como los de Levinas, esta

    filosofa latinoamericana se preocupa, no tanto en enfatizar la trascendencia absoluta del Otro;sino por denunciar y combatir contra el sistema que hace posible dicha exterioridad. Para que,en esa misma exterioridad (alojada geogrficamente en la periferia del mundo), sea interpeladoel filsofo por una instancia privilegiada en la enunciacin de la verdad.

    II. Las crticas posmodernas

    Una vez analizadas estas dos vertientes del pensamiento latinoamericano de los 60 y 70es posible observar en ellas la formacin de una teora y un discurso antiimperialista que pusoen cuestionamiento el fundamento universal de algunas categoras de las ciencias sociales y lafilosofa modernas. Sin embargo, cabe la pregunta alcanzaron estas dos corrientes tericas

    crticas a construir un discurso verdaderamente anti-moderno? Aqu inscribiremos, entonces, lapresentacin de dos conceptos dismiles y heterogneos, que dan cuenta de cuestiones enmuchos aspectos diferentes, pero que, en este caso, pueden facilitar la comprensin de unmismo fenmeno. Por un lado, la idea de paradigma, de Thomas Kuhn, y, por otro lado, la deepisteme de Michel Foucault.

    Con el concepto de paradigma, Thomas Kuhn intenta mostrar la manera en que todauna constelacin de creencias, valores, tcnicas, etc. es compartida por los miembros de unacomunidad dada en el momento de la construccin del conocimiento. Para Kuhn, la mismadefinicin de los problemas y los mtodos legtimos del campo de la investigacin a travs dela formulacin, aplicacin e instrumentacin de leyes cientficas y teora, implican laconstruccin de modelos de los que surgen tradiciones de investigacin cientfica. De este

    modo, el paradigma con su determinacin de leyes y teoras, sus procedimientos yaplicaciones, restringe el campo fenomenolgico: determina qu es observable y qu no.23

    La condicin de posibilidad que impone un paradigma para la observacin dedeterminados fenmenos fue tambin motivo de inters para el desarrollo terico de MichelFoucault. En este sentido, traemos a colacin la interesante idea de episteme que desarrollen su libro Las palabras y las cosas, publicado en el ao de 1966.

    A grandes rasgos, repondremos que por episteme Foucault entenda el a priori histricoque sustentaba el conocimiento y sus discursos, es decir, su condicin de posibilidaden determinado momento histrico. La ciencia como tal, ser ella misma una modalidad dediscurso perteneciente a una episteme determinada, de manera que sta ser el dispositivo quehar posible la separacinafirmar Foucault-, ya no de lo verdadero respecto a lo falso, sino

    22Ibidem, p. 101.23Kuhn, Thomas;La Estructura de las Revoluciones cientficas, Buenos Aires, FCE, 2006.

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    de lo que puede ser caracterizado como conocimiento respecto a lo que no. De este modo, en elorden del discurso de las Ciencias Sociales y las Humanidades, la episteme funcionara a unnivel inconsciente colectivo, determinando qu es pasible de ser pensado y conocido y quno.24

    Si hemos reseado, ms no sea rpidamente, esos dos conceptos es porque constituyen labase sobre la que algunos autores, abocados al problema de la posmodernidad en Amrica

    Latina, intentan deconstruir el relato de una historiografa y filosofa latinoamericanascrticas. Es ese el caso, por ejemplo, del filsofo colombiano Santiago Castro-Gmez, que ensu libro Crtica de la Razn Latinoamericana logra reflejar buena parte de los problemas quelos aportes tericos de la posmodernidad instaur en el mbito de las ciencias sociales y lafilosofa latinoamericanas.

    Analizando la clsica obra Fenomenologa de la crisis moral, de Carlos Cullen, Castro-Gmez critica la utilizacin de un esquema hegeliano para describir diferentes instancias en elitinerario de formacin de una conciencia popular latinoamericana. La nacin y el estado escribe Castro-Gmez-aparecen como momentos de un todo orgnico e indiferenciado queno tolera las diferencias, o bien las resuelve en un movimiento dialctico de carcter

    teleolgico25. Ms all de la consideracin concreta a Cullen, Castro-Gmez hace esta crticaextensible a la Filosofa de la Liberacin en general. En sta, sostiene Castro-Gmez, puedeleerse que el pueblo tiene otro sentido de la vida, otro ethos muy diferente diametralmenteopuesto- al ethos que caracteriza al sistema dominante. Mientras que la esencia de ste es la

    pura voluntad de poder, la de aquel es la lucha heroica y solidaria por la liberacin26. Deaqu se desprende, de esta manera, una definicin ex negativo de las categoras de pueblo ynacin (lo otro de la totalidad, la periferia oprimida).27

    En este sentido, desde la crtica posmoderna, tanto la Filosofa de la Liberacin como laTeora de la Dependencia pareceran afirmar, pues, una estructuralidad en la cual el par centro-

    periferia / dominadores-oprimidos expresa un sistema de referencialidad dicotmica, capaz dehabilitar un discurso identitario. Ciertamente, -tal como se ha repetido profusamente- la

    periferia representar, para aquellas dos lneas tericas, la parte negada de la Totalidadopresora: el pensar que se refugia en el centro termina por pensarlo como la nica realidadafirmaba Enrique Dussel.28En tanto parte negada, la periferia se constituir en el ms alldel horizonte del ser del sistema, es decir, en exterioridad, y as permitir pensar en unaalteridad radical, una alteridad metafsica que en la Filosofa de la Liberacin tendr sutraduccin en la categora de oprimido, y en el pensamiento dependentista hallar uncorrelato en los conceptos de dependencia, atraso, subdesarrollo, pre-capitalista, etc.

    En cambio, para los autores preocupados por la posmodernidad, el problema de laidentidad estar signado por el debate acerca de los efectos de la globalizacin y la existenciade culturas hbridas. Segn lo plantea el socilogo Garca-Canclini, la modernizacin y lotradicional / popular no seran trminos antitticos, sino apenas las partes de que constar

    una cultura sinttica: Amrica Latina ser la expresin de una articulacin compleja detradiciones populares y modernidades.29 En consonancia, Castro-Gmez destacar elcarcter global y homogenizante del capitalismo en su forma actual, sosteniendo que el poderse ha diseminado, que sea ha desterritorializado. As, las viejas estructuras de pensamiento yano tendran - si es que alguna vez lo tuvieron - pertinencia alguna para dar cuenta de nuestracondicin actual real. Por contrapartida, la existencia de una exterioridad absoluta, alojadaen la periferia, quedara totalmente invalidada. En ella no existira privilegio epistmico o

    poltico alguno.

    24Foucault, Michel;Las palabras y las cosas; Buenos Aires, Siglo XXI Ed.; (1968), 2005.25Castro-Gmez, Santiago; Crtica de la Razn Latinoamericana, Barcelona, Puvill Libros, 1996, p. 73.26

    Ibidem, p. 74.27Ibidem, p. 74.28Dussel, Enrique. Op. Cit., p. 14.29Garca-Canclini, Nstor; Culturas Hbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad; Buenos Aires; Paids, 2001.

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    En este sentido, para la crtica posmoderna lo que puede pensarse ya desde la nocin deparadigma, ya desde la de episteme, es que la caracterstica basal del pensamiento anti-imperialista latinoamericano de la dcada del 60 y 70 consiste en la construccin de discursosque hablan crticamente de la Modernidad, pero sin dislocar las races epistemolgicasmodernas del propio discurso.

    Ahora bien, nos interesa sealar que estas crticas posmodernas no han pasado

    desapercibidas para los diferentes intelectuales del pensamiento crtico latinoamericano. Alcontrario, resultan centrales para poder entender el estado actual de las reflexionesdescoloniales; y, tambin, para saber en qu medida se diferencian de las posmodernas. Comoveremos, el concepto de colonialidad del poder- acuado por Anbal Quijano y desarrolladoen mltiples direcciones por otros integrantes de la red30 reconoce la necesidad de elaborarun marco terico que trascienda la rigidez de esquemas como centro-periferia y estructura-superestructura y acuerda, adems, en la necesidad de no sacrificar las diferencias reales en elaltar de las identidades ideales. Sin embargo, a diferencia del Castro Gmez de los noventa, nose descartan por ello las diferencias de poder que siguen efectivamente operando en los camposgeopolticos y geocultural. De aqu, por ejemplo, que Mignolo se detenga a explicar cmo laactual matriz de poder moderno/colonial genera y reproduce desigualdades en lo que a losgrupos epistmicos respecta. Como veremos, este pensador argentino se referir al derechoepistmicode aquellos muchos que han sido depositados en la exterioridad del sistema mundoinaugurado en el siglo XV.

    III. a. Del colonialismo a la colonalidad

    Durante los primeros aos de la dcada del noventa Quijano escribira un artculo junto alconocido socilogo Immanuel Wallerstein, titulado La americanidad como concepto y ellugar de las Amricas en el sistema-mundo moderno. En este artculo Wallerstein recuperabasu anlisis longue dure de la formacin de la economa-mundo moderna, es decir, su

    planteo clsico acerca del surgimiento del capitalismo, la expansin europea y la integracindel continente americano al circuito atlntico, durante el siglo XVI31. Su desarrollo estara,pues, enmarcado dentro del anlisis de los sistemas mundiales, que como se sabe- estabaderivado tericamente, por un lado, de la produccin del historiador francs Fernand Braudel,y por otro lado, de los aportes del pensamiento dependentista, que ya hemos reseado.

    Precisamente, ser en este artculo en el que Quijano introducir por vez primera elproblema de la colonialidad. Anteriormente, durante los 60 y 70, Quijano habra de enmarcarsu trayectoria intelectual dentro de los cauces del pensamiento dependentista, trabajandofundamentalmente sobre temas como el desarrollo urbano, la marginalidad, la cuestin agraria,el imperialismo y la dependencia. Abocado durante los 80 a los estudios sobre estado ydemocracia, ahora, a partir de los 90, sus preocupaciones giraran en torno a las cuestiones del

    euro-centrismo, la nacin y la globalizacin.32

    Su concepto de colonialidad reflejara en buenamedida algunos de los principales puntos de continuidad y ruptura respecto al pensamientoanti-imperialista latinoamericano de los aos 60 y 70. Para entenderlos, analizaremos lasideas fundamentales acerca de la colonialidad del poder.

    En primer lugar, la nocin de colonialidad excede conceptualmente la idea decolonialismo, ya que pretende captar no solamente el fenmeno de control y dominacin

    30Se han desarrollado reflexiones y estudios que se enfocan en la colonalidad del saber, en los cuales Walter Mignolo es unode los principales referentes; tambin de la colonalidad del ser, en los cuales Maldonado Torres, entre otros, tiene un lugardestacado. La colonalidad del gnero, de la imagen, y otros mltiples aspectos de la existencia han sido pensado en este marcoque habilita el socilogo peruano con su propuesta terica.31 Wallerstein, Immanuel; El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orgenes de la economa-mundo

    europea en el siglo XVI; Mxico, Siglo XXI Ed.; 1979.32Teves, Ramn Pajuelo; El lugar de la Utopa. Aportes de Anbal Quijano sobre cultura y poder; en: Matto, Daniel (comp.);Estudios y otras prcticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder; Caracas, CLACSO, 2002 (disponible en web:http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/cultura/cultura.html ).

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    poltica directos de las colonias por parte de las potencias europeas, sino la existencia de unaestructura que perpeta la situacin de dominacin una vez que la relacin colonial formal hadesaparecido. Extinguido el colonialismo como sistema poltico formal dir Quijano-, el

    poder social est an constituido sobre la base de criterios originados en la relacin

    colonial.33Semejantes a primera vista colonialidad y dependencia; ambos intentarn dar cuenta de

    una estructura de dominacin que va ms all del orden de lo colonial. Pero mientras ladependencia, como se ha visto, hace referencia a mecanismos concretos del nivel de loeconmico, analizando la materialidad de la dialctica centro-periferia; la colonialidadreformular la lgica de comprensin de aquella estructura, intentando dar cuenta defenmenos que no sern pasibles de ser reducidos a anlisis de tipo estructura/superestructura.Para ver en qu medida esto es as, conviene revisar la definicin de poder que brinda el propioQuijano al introducir su idea de colonialidad:

    el poder es un espacio y una malla de relaciones sociales de explotacin/dominacin/conflictoarticuladas, bsicamente, en funcin y en torno de la disputa por el control de los siguientesmbitos de existencia social: 1) el trabajo y sus productos; 2) [] la naturaleza y sus recursos

    de produccin; 3) el sexo, sus productos y la reproduccin de la especie; 4) la subjetividad y susproductos materiales e nter subjetivos, incluido el conocimiento; 5) la autoridad y susinstrumentos, de coercin en particular, para asegurar la reproduccin de ese patrn derelaciones sociales y regular sus cambios34

    Si bien desde el pensamiento dependentista se intent poner en evidencia la dominacinimpuesta sobre las esferas del trabajo y la naturaleza (capitalismo / economa) por un lado, yde la autoridad (estado / poltica) por otro, sin embargo, fueron relativamente marginales losaportes que se introdujeron en los espacios y niveles del conocimiento y la subjetividad. Y estose debi, segn Quijano, a que en el materialismo histrico, las estructuras sociales seconstituyen sobre la base de las relaciones que se establecen para el control del trabajo y sus

    productos35. Es decir, el control del trabajo sera la base sobre la cual se articularan las

    relaciones de poder y el determinante del conjunto y de cada una de ellas, y, de este modo, elorden configurado corresponde a una serie de determinaciones que proviene del mbito

    primado y atraviesa al conjunto.36En segundo lugar, inscripta en el marco del sistema-mundo, dando cuenta de la

    permanencia y prolongacin en el tiempo de las estructuras que permitieron la formacin delsistema capitalista, la nocin colonialidad describir la conformacin de un patrn dedominacin mundial. A esto denominar Quijano la colonialidad del poder.

    Entonces, si esta colonialidad del poder describe diferentes instancias de formacin de un sistema capitalista mundial, sin embargo, no dar por sentada la existencia de una estructurahomognea, compuesta de dos formaciones opuestas, centro-periferia. Al contrario, llevar auna mayor profundidad el interrogante dependentista acerca de la forma de expansin de los

    pases capitalistas originarios (ver cita 6, ms arriba), hacia diferentes niveles conceptuales,elaborando su categora de heterogeneidad histrico-estructural. En palabras de Quijano:

    se trata siempre de una articulacin estructural entre elementos histricamente heterogneos, esdecir, que provienen de historias especficas y de espacios-tiempos distintos y distantes entre s,que de ese modo tienen formas y caracteres no slo diferentes, sino tambin discontinuos,incoherentes y aun conflictivos entre s, en cada momento y en el largo tiempo37

    33Quijano, Anbal; Raza, etniay nacinen Maritegui: Cuestiones abiertas, en Juan Carlos Maritegui y Europa. Laotra cara del descubrimiento, Amauta, Lima, 1992.34 Quijano, Anbal; Colonialidad del poder y clasificacin social, en Castro-Gmez, S. y Grosfoguel, R. (eds.), El giro

    decolonial. Bogot, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad Central y Siglo del Hombre Editores, 2007, p. 9635Ibidem,p. 97.36Ibidem,p. 97.37Ibidem, p. 98.

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    La heterogeneidad, constitutiva del patrn mundial de la colonialidad, estarhistricamente signada por dos procesos desde sus albores, con la conquista del continenteamericano: por un lado, se concretar la articulacin de todas las formas histricas de controldel trabajo, de sus recursos y productos, en torno del capital; por otro lado la codificacin dediferencias raciales, y la elaboracin de una idea de raza asociada a las diferencias biolgico-

    fenotpicas entre los conquistadores y los conquistados.

    Esa condicin de sede central del nuevo mercado mundial, no permite explicar por s misma, opor s sola, por qu Europa se convirti tambin, hasta el siglo XIX y virtualmente hasta lacrisis mundial alrededor de 1870, en la sede central del proceso de mercantilizacin de la fuerzade trabajo, es decir del desarrollo de la relacin capital-salario como forma especfica de controldel trabajo, de sus recursos y de sus productos. Mientras, en cambio, todo el resto de lasregiones y poblaciones incorporadas al nuevo mercado mundial y colonizadas o en curso decolonizacin bajo dominio europeo, permanecan bsicamente bajo relaciones no-salariales detrabajo, aunque, desde luego ese trabajo, sus recursos y sus productos, se articulaban en unacadena de transferencia de valor y de beneficios cuyo control corresponda a EuropaOccidental.38

    De este modo, la idea de raza se sumar a la de capital como eje para analizar la maneraen que, permeando diferentes mbitos de existencia social, se construirn histricamente lasrelaciones de dominacin y explotacin.

    En tercer lugar, as planteados los conceptos por Quijano, la teora de una secuenciahistrica lineal y universal para las diferentes formas de organizacin del trabajo (esclavitud,servidumbre, trabajo libre asalariado), desconocera que en Amrica tanto la esclavitud, comola servidumbre y el trabajo asalariado no surgieron de una extensin o superacin de formas

    precapitalistas, incompatibles con el capital, sino, al contrario, del propio capitalismo. Lasbases de este anlisis estaban ya planteadas en las fuertes crticas del dependentismo a lanocin progresiva de subdesarrollo.

    Sin embargo, como decamos, esta crtica se manifest a un nivel econmico, mientrasaquella visin prevalecera intacta en el resto de las Ciencias Sociales, revelando la persistenciade perspectivas euro-cntricas de conocimiento. As, teniendo en cuenta la importancia de lasubjetividad como mbito de existencia social tambin sujeto a dominacin, se hace posible

    pensar que el conocimiento puede convertirse, tambin, en vehculo e instrumento imperial decolonizacin y dependencia.

    III. b. Del privilegio al derecho epistmico.

    En su reciente libroDesobediencia epistmica, Mignolo reflexiona en torno al significadoque la filosofa de la liberacin posee en la genealoga de las luchas antiimperialistas

    latinoamericanas. All asegura, como adelantramos, que se trata de la expresin en el campoepistemolgico de las luchas polticas y econmicas que acontecan, por aquellos das, tanto enAsia, como frica y sobre todo en Latinoamrica.

    Mignolo se interesa particularmente por resaltar que la misma eleccin del trminoliberacinen lugar del ms corriente - sobre todo en la literatura filosfica - de emancipacin,no debe entenderse como una cuestin meramente nominal; sino que responde a una

    preocupacin geopoltica de radical importancia. Con esta eleccin, asegura, empieza atornarse cada vez ms evidente que las categoras utilizadas para explicar y comprender los

    procesos polticos occidentales, sean estos liberales o socialistas, resultan insuficientes, odirectamente inapropiadas, para dar cuenta de las singulares luchas desarrolladas en lasregiones coloniales. Estas categoras, pues, por ms crticas que puedan resultar a los fines de

    38Quijano, Anbal; Colonialidad del poder, eurocentrismo y Amrica Latina; en: Lander, E. (comp.); La colonialidad delsaber: eurocentrismo y ciencias sociales, Buenos Aires, CLACSO, 2005, p. 206.

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    los proyectos polticos europeos, al no incorporar el problema de la colonialidad comofenmeno constitutivo de la modernidad en su marco terico; parcializan y desvirtan lacomprensin del singular modo en que la dominacin se ha configurado en estas tierras.

    Contraponindose a la versin dominante, segn la cual el desarrollo de la humanidad serealiza como un fenmeno intraeuropeo, lleno de conquistas conceptuales, morales y tcnicasque, luego, se exportanal resto del mundo; Mignolo intentar sentar las bases tericas para

    que otras historias, es decir otros mundos, sean visibles. Ubicando sus planteos en el horizontecrtico habilitado fundamentalmente por los desarrollos tericos de Enrique Dussel y de AnbalQuijano; Mignolo intentar mostrar que aquello que suele ser presentado como universal, no

    pasa de ser una historia local que ha sido impuesta como diseo global. La lnea histricatradicional que lleva desde Grecia, pasando por Roma y, luego, la modernidad europea delsiglo XVIII hasta nuestros occidentales das, oculta pues un pequeo dato: la imposibilidadfctica de una historia mundialhasta el descubrimiento de Amrica. En forma de pregunta,diramos: qu podra tener de mundial, si an no estaban efectivamente articuladas lasdistintas regiones del plantea?

    No es casual, argumentar, que el relato oficial evite incorporar las primeras potenciaseuropeas en sus registros, Espaa y Portugal, los primeros centros geopolticos a escala

    planetaria en base a su expansin transmarina. No lo es, tampoco, que sean presentados comoinstancias pre-modernas, parte del pasado oscuro y medieval de la Europa civilizada. Pues,

    para salvar su origen, la construccin ilustrada, que es ideologa eurocntrica, obtura laposibilidad de comprender la mortal ambivalencia con que la modernidad ha operado, y opera,fuera de Europa. No nos permite ver, en suma, que no hay una sola modernidad; que sonmuchas y diferentes, de acuerdo al signo que la colonialidad le haya impreso. Aquello queDussel problematiza en trminos de mito de la modernidad39. Pero, como dir Mignolo: Elimaginario moderno/colonial no es el mismo cuando se lo mira desde la historia de las ideas

    en Europa que cuando se lo mira desde la diferencia colonial: las historias forjadas por la

    colonalidad del poder en las Amricas, Asia y Africa.40.

    Se trata, pues, de reescribir la/s historia/s de la/s modernidad/es, rompiendo con laversin eurocntrica. Escapar al itinerario heroico de la civilizacin occidental, en sudespliegue autopoitico que desconoce, de este modo, el carcter relacional de su realconfiguracin histrica social. El imaginario del mundo moderno/colonial surgi en lacompleja articulacin de fuerzas, de voces odas y apagadas, de memorias compactas ofracturadas, de historias cintadas desde un solo lado que suprimieron otras memorias ().41

    Mignolo acuar el concepto de diferencia colonial; con el cual refiere un sistemticomecanismo de des/calificacin de las poblaciones y los mundos sometidos por la expansin dela poblacin y el mundo occidental. La raza, como hemos expresado previamente, tendr unlugar central en dicha lgica de des/clasificacin. La construccin de la mismidad imperialeuropea - hoy propiamente el imaginario occidental -, resulta ser la contratara de la

    construccin de la diferencia colonial, operada en las tierras y almas conquistadas. Pero laretrica de la modernidad, oculta la lgica de la colonalidad; no explicita la construccinefectivamente acontecida de una exterioridad que le permitiese cerrarse sobre s misma.

    A fin de hacer ms claro el alcance de este planteo, observemos que la primera formahistrica que tomar dicha operacin ser la de la oposicin cristianos e infieles, en el sigloXVI; cuando se constituyen las bases del actual patrn de dominacin. Pero que esta lgicades/clasificatoria tendr, y tiene an, otras muchas reformulaciones: Civilizacin-Barbarie;desarrollados-subdesarrollados; democrticos-antidemocrticos; etc.

    39

    Dussel, Enrique, Europa, Modernidad y Eurocentrismo en: Lander, E. (comp.), Op. Cit.;pp. 41-53.40Mignolo, Walter, La colonialidad a lo largo y lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad.p. 61; en: Lander, E. Op. Cit.pp. 55-85.41Ibidem. p. 63.

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    Ahora bien, como viramos con Dussel, tan slo poniendo el acento en la dimensingeopoltica de todo discurso, es posible desnudar estos mecanismos epistmicos con los cuales,tradicionalmente, se borra el lugar de enunciacin de quien construye el sentido de los hechos.Pues ciertamente, como dijera Dussel en los setenta:no es lo mismo nacer en el Polo Norte oen Chiapas que en Nueva York.42

    El mismo Castro Gmez, luego de lanzar aquellas furiosas crticas al pensamiento

    latinoamericano de las dcadas sesenta y setenta que antes resebamos, ha reformuladoaspectos importantes de su propuesta terica. Sin distanciarse de su formacin eminentementefoucoltiana, el filsofo colombiano ha logrado articularla al marco terico habilitado por losdesarrollos de Quijano, Dussel y Mignolo, llegando a formular y desplegar un interesanteconcepto en relacin al problema que ahora abordamos. Denomin Hybris del punto cero almecanismo epistmico-poltico por el cual se borra la dimensin geopoltica del enunciadocientfico moderno; como si el mismo fuese producto de una observacin neutral,incontaminada, realizada como por los dioses desde una plataforma ubicada ms all de loexistente. Insistimos: ms objetividad, ms ideologa.

    Pero nos interesa, ahora, detenernos en el modo en que Walter Mignolo retoma yreformula un aspecto importante de la filosofa de la liberacin. En el libro que aqu referimos,asegura: Si bien hoy puede afirmarse con confianza que no hay un afuera del capitalismo yla modernidad, encontramos en cambio muchas instancias de exterioridad: la exterioridad no

    es el afuera ontolgico, sino el afuera conceptual creado por la misma retrica de la

    modernidad.43Antes bien, existe, sin embargo, un punto en que Mignolo toma distancia de la filosofa

    de la liberacin. Cuando dice: El nico privilegio epistmico est del lado de los pasesindustrializados () No se trata de vindicar el privilegio epistmico de las minoras sino Su

    derecho epistmico tienen el potencial descolonial que se contrapone a la asimilacin.44Eneste punto, cabe sealar que la crtica posmoderna, a su modo, ha surtido efecto. Pues pasar de

    planteos en torno al privilegio a otro en clave de derecho epistmico, refiere,

    fundamentalmente, a la intencin tica y poltica de no dar cabida a nuevas formas detotalitarismos, y, por contrapartida, de opresin y/o exclusin. Se intenta, pues, dedesprenderse de la episteme y/o paradigma moderno, y su lgica dicotomizante; para poder

    producir esquemas epistmicos, y por tanto polticos, en los cuales la idea de verdad objetiva,que slo algunos pueden alcanzar mientras que otros no, deje de operar.

    El acto, reflejo en muchas ocasiones, por el cual el pensamiento crtico ha intentadooponerse a la unilateralidad del discurso del dominante, se ha reducido a construir un relatototalmente antagnico con este, pero igualmente arbitrario. As se correra el riesgo de caer enla dicotomizacin absoluta de la realidad, tal como indicara Castro Gmez, tornando abstractoel pensamiento y, en consecuencia, tornando peligrosa la accin poltica.

    Ahora bien, el derecho a contar otras historias no se funda en el privilegio que el

    oprimido, quien por serlo estara ms all de las ideologas, posee para dar con la verdad.Por el contrario, es por ser otras, ni ms ni menos, que esas historias ya estn legitimadas:esa es Su verdad.

    IV. A modo de sntesis.

    El surgimiento de discursos crticos en el mbito latinoamericano desde fines de los aos50, y fundamentalmente durante los 60 y 70, puso en discusin la validez universal de lascategoras dominantes en las Ciencias Sociales y la Filosofa. Como se ha analizado msarriba, ya la Teora de la Dependencia, retomando las concepciones sistema-mundo y centro-

    42Dussel, E.,Op. Cit., p. 12.43Ibidem, p. 42.44Mignolo, W. Op. Cit., p. 33.

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    periferia y articulndolas a su anlisis de los mecanismos de la dependencia, haba puestoseriamente en duda el sentido unvoco de las nociones hegemnicas de progreso,desarrollo y subdesarrollo, para analizar la realidad de los pases perifricoslatinoamericanos. Esto signific un rechazo a las concepciones etapistas de las teoras de lamodernizacin prevalecientes en la academia europea y norteamericana: dada la configuracindel capitalismo global, la periferia, an con crecimiento econmico, nunca llegara a alcanzar

    el desarrollo de las naciones centrales. Luego, durante los aos 70 la Filosofa de laLiberacin rearticulara las nociones de centro-periferia y dependencia, y propondra quela dominacin ejercida desde el centro, la dependencia, ya no estaba configurada solamente enlos trminos de un mecanismo econmico, sino tambin en el mbito del conocimiento, delsaber y del ser. Por lo cual, la tareas en pos de la liberacin deban ser an ms numerosas y

    profundas. En este sentido, al tiempo que adquiran madurez y gravitacin al interior delpensamiento crtico latinoamericano, estas dos vertientes tericas instalaban un granescepticismo respecto de los valores fundamentales de la cultura occidental, y con ello, ponanen tela de juicio algunas de las concepciones ms arraigadas a la propia modernidad.

    Sin embargo, algunas producciones ancladas al debate posmoderno en Latinoamrica,propusieron que el discurso dependentista y liberacionista particip, en buena medida, de lamisma episteme moderna que el pensamiento que intentaba enfrentar. La aplicacin deconcepciones de centro-periferia ms bien rgidas, a veces sostenidas tambin sobre un tipo deanlisis de estructura/superestructura, deriv en algunos casos en la utilizacin de esquemas deidentidades opuestas. As, la posibilidad de una perspectiva atenta a cuestiones de geopolticaa veces deriv en la afirmacin de una dialctica identitaria que corra el riesgo de caer envisiones romnticas sobre el carcter de lo popular, latinoamericano, etc.

    El pensamiento descolonial, recientemente, reformul muchos de los tpicos de la Teorade la Dependencia y la Filosofa de la Liberacin, intentando rearticular un pensamientoantiimperialista que pudiera dar respuesta a los interrogantes y crticas planteadas desde la

    posmodernidad. En este sentido, las categoras de colonialidad del podery heterogeneidad

    histrico-estructural complejizan la explicacin histrica en torno a la formacin del actualpatrn mundial capitalista y amplan conceptualmente la problemtica de la dependencia. Deesa manera, se intentan evitar explicaciones monistas que repitan totalidades homogneas eindiscutibles. A la vez, atendiendo ahora a las importantes cuestiones en torno alconocimiento, la subjetividad y el euro-centrismo, se intentan recuperar las diferenciasgeopolticas sin caer en el esencialismo. Reemplazando la idea de una exterioridad absoluta

    por la de un afuera conceptual, se enfatizar la importancia del lugar de enunciacin,y as,no slo la posibilidad de una diferencia epistmica, sino tambin la necesidad de alcanzarlacomo derecho.