02 PUTNAM - Materialismo y Relativismo

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Hilary Putnam Colección Teorema Cómo renovar la filosofía CATEDRA TEOREMA

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Hilary Putnam

Colección Teorema

Cómo renovar la filosofía

CATEDRA

TEOREMA

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Título original de la obra:Renewing Pbilosopby

Traducción de Carlos Laguna

Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuestoen el arto 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigadoscon penas de multa y privación de libertad qu~enes. repr~~jeren

o plagiaren, en todo o en parte, una obra hterana, artístícao científica fijada en cualquier tipo de soporte

sin la preceptiva autorización.

© Published by arrangement with Harvard University Press, 1994Ediciones Cátedra, S. A., 1994

Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 MadridDepósito legal: M. 36.528/1994

I.S.B.N.: 84-376-1294-2Printed in Spain

Impreso en Femández Ciudad, S. L.Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid

Índice

Prólogo ...........................................................................

Prefacio ..........................................................................

CAPÍTIJLo1.El proyecto de la Inteligencia Artificial 31

CAPÍTIJLoIII. Una teoría de la referencia

CAPÍTIJLO11.¿Explica la evolución la representación? ..... 53

CAPÍTIJLoIV. Materialismo y relativismo

CAPÍTULOV. Bemard Williams y la concepción absolutadel mundo .

CAPÍTIJLoVI. Irrealismo y deconstrucción

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CAPÍTIJLoVII. Wittgenstein: sobre la creencia religiosa .. 193

Cxrrruto VIII. Wittgenstein: sobre referencia y relativismo 221

CAPÍTIJLOIX. Una reconsideración de la democracia deDewey 247

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cial de los seres humanos (como la geología o la biolo-gía evolutiva), lo que esto demuestra es, no que la afir-mación de que una cosa causó otra no tiene ningunadimensión intencional, sino, más bien, que los concep-tos que tienen dimensión intencional, conceptos cuyomismo uso presupone una identificación con los intere-ses y características preeminentes de los seres humanosmás que una "perspectiva desde ningún sitio", son indis-pensables incluso cuando hablamos de rocas y especies.

Negar, como hago yo, que hay un "mundo ya hecho"no equivale a decir que hacemos el mundo. No estamosnegando que haya hechos geológicos que no hacemos.Pero sostenemos que preguntarse qué hechos son inde-pendientes de la mente en el sentido de que nada deellos refeja nuestras elecciones conceptuales y qué he-chos son "aportados por nosotros" es cometer la "falaciade la división". Lo que decimos acerca del mundo reflejanuestras elecciones conceptuales y nuestros intereses.Tratar de dividir el mundo en una parte independientede nosotros y otra aportada por nosotros ha sido siem-pre una tentación para los filósofos, y caer en ella con-duce irremediablemente al desastre. Si se acepta estepunto de vista, entonces tanto los éxitos de la crítica quehace Fodor del reduccionismo en relación con las cien-cias especiales como los fracasos de su intento de re-duccionismo en relación con la semántica adoptan unaspecto diferente. No se trata de que lo intencional pue-da ser reducido a lo no intencional, sino que todo pare-ce indicar, más bien, que lo intencional se impone inclu-so en nuestra descripción de lo no intencional, como silo intencional (o, mejor aún, lo cognitivo) fuese hastacierto punto ubicuo.

Uno de los asuntos centrales de este libro es por quésomos tan reacios a admitir esto. ¿Qué es lo que revelaacerca de nuestra cultura y nuestra forma entera de pen-sar para que nos cueste tanto admitido y cómo sería unafilosofía que empezase a renunciar a todas las ilusionesreduccionistas?

CAPÍTULO IV

Materialismo y relativismo

Si bien hay todavía filósofos que, de manera indivi-dual continúan concibiendo y defendiendo tantas y tanvariadas ideas metafísicas como siempre han defendido,en las filosofías norteamericana y francesa predominanhoy día dos puntos de vista, a saber, el materialista y elrelativista, respectivamente. Aunque son pocos los pen-sadores nortamericanos que se declaran materialistas yno hay, que se sepa, ninguno francés que se considereabiertamente relativista, los términos "fisicalísmo" y "na-turalismo" han pasado a ser casi sinónimos de materia-lismo y filosofía analítica, mientras que la inspiración delas ideas deconstruccionistas tiene a menudo un mar-cado carácter relativista, si no completamente nihilista.Nosotros llevamos ya mucho tiempo afirmando que am-bos estilos de pensamiento son demasiado simplistaspara resultar de mucha ayuda a la reflexión filosófíca'.

Ya hemos apuntado algunas de las razones de nues-tra oposición al materialismo como ideología. El filósofomaterialista cree que las teorías científicas de hoy díacontienen ya las líneas generales de una solución a los

1 Véase, por ejemplo, "Why Is a Philosopher?" ~n m! libro Realismuntb aHuman Face, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1990.

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problemas filosóficos relacionados con la naturaleza dela mente y la intencionalidad; nosotros sostenemos queno hay ninguna razón para pensar que sea así. No obs-tante, no es nuestra intención aquí polemizar en contradel materialismo y el relativismo, sino ver qué es lo quepodemos aprender del fracaso de estos arraigados pun-tos de vista. Por suerte, hay muchos filósofos que seoponen tanto al relativismo como al materialismo se-mántico, es decir que niegan la idea de que lo semánticotenga que ser reducido a lo físico, o siquiera a los con-ceptos de las "cienciasespeciales"que no utilizan de ma-nera explícita nociones intencionales; pero es frecuenteadvertir, especialmente entre los estudiantes de filosofía,cierto temor a que el abandono de estos programas tota-litariossuponga el "finde la filosofía".De hecho, RichardRortys, ha defendido con ahínco la idea de que la filo-sofía está, en cierto sentido, acabada y de que tenemosque preparamos para una era posfilosófica.Ésta no es, anuestro entender, la conclusión a que cabe llegar a la vis-ta de la actual situación, pero antes de ver a cuál hemosllegado nosotros conviene examinar con más deteni-miento los fallos del materialismoy el relativismo.

Loque queremos decir con esto es que, por ejemplo,cuando se valora un condicional contrafáctico (a menosque éste sea lo que nosotros denominamos un condicio-nal contrafáctico "estrícto")> no se consideran todas lassituaciones físicamente posibles en las que el antece-dente es verdadero; lo normal es que seamos conscien-tes de que hay situaciones físicamente posibles en lasque el antecedente es verdadero y el consecuente falso,y, no obstante, aceptamos el condicional contrafácticocomo verdadero. Si un matrimonio se sienta a desayu-nar y el marido descubre que se ha olvidado de encen-der la cocina de gas y que no hay, por tanto, aguacaliente para preparar el café soluble, la esposa podríadecir: "si no hubieses sido tan distraído y hubieses en-cendido la cocina, ahora tendríamos agua para el café".Al marido se le podrían ocurrir toda clase de extrava-gantes posibilidades físicas por las que, si cualquiera deellas se hubiese producido, entonces él podría haberencendido la cocina y, sin embargo, el agua no se ha-bría calentado. Mencionárselas a la esposa en ese mo-mento no serviría de nada, porque, para ella, el condi-cional contrafáctico (que ha utilizado de manera perfec-ta) es verdadero. Y lo que justifica el hecho de que paraella sea verdadero es el conocimiento que tiene la espo-sa de la regularidad que relaciona el encendio de lacocina con la ebullición del agua colocada en ella y suconocimiento de que esa regularidad justifica el hechode que espere que el agua esté caliente, que tiene porcondición el de que el marido haya encendido la coci-na. Nótese que las extravagantes situaciones físicas quese le ocurran al marido no hacen que el contrafáctico dela esposa sea falso.

Esto no significa que el condicional contrafáctico de

Los TEMORES CHOMSKIANOS A LA "RELATIVIDAD DEL INTERÉs"

Comenzaremos contrastando la actitud de Jerry Fo-dor hacia los conceptos que él considera como primiti-vos (la causalidad y los condicionales contrafácticos)con la nuestra tal como se describe en el último capítu-lo. En nuestra opinión, los condicionales contrafácticosy los enunciados causales presuponen lo que nosotrosdenominamos "el punto de vista de la razón".

2 Véase, por ejemplo, Richard Rorty, Pbilosopby and the Mi17'0r o/Nature, Princeton University Press, 1979 [trad. esp.: La filosofia y el espe-jo de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 19892J; Consequences o/ Pragma-tism, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1982, y Contingency,Irony, and Solidarity, Cambrídge, Cambridge University Press, 1989.

3 Es decir, uno cuyo consecuente es entrañado por el antecedentejunto con enunciados nomológicos (físicamente necesarios) --enun-ciados de leyes físicas sin excepciones.

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ella no pueda ser anulado. Si resulta que se había pro-ducido un corte del suministro de gas, desconocido porel matrimonio, y que la cocina no se habría mantenidoen funcionamiento aunque el marido la hubiese encen-dido, entonces el condicional contrafáctico de la esposasí puede ser anulado. Se podría decir que lo que obligaa excluir como relevantes las extravagantes situacionesfísicas imaginadas por el marido es que son demasiadopoco probables. Pero si elmarido hubiese encendido lacocina, entonces la situación resultante habría sido dife-rente de la situación real de incontables maneras (diver-sas moléculas habrían ocupado sitios distintos de losque ocupaban en la realidad, se habrían puesto en fun-cionamiento cadenas enteras de causalidad que no esta-ban en funcionamiento en el mundo real, etc.), y esasituación habría tenido, sin duda, toda suerte de caracte-rísticas poco probables, ya que cada situación física realtiene siempre características que son muy poco proba-bles. Lo que cuenta no es la probabilidad como tal, sinola probabilidad en los aspectos relevantes, lo cual noslleva de nuevo a lo que denominamos el punto de vistade la razón.

Para que resulte más claro lo que todo esto implica,supongamos que la esposa, la persona que profiere elcondicional contrafáctico, no sabe nada de física y queel marido, la persona que oye el condicional contrafácti-ea, sabe muchísima física. Incluso en tal caso, el maridono consideraría automáticamente como falso el enuncia-do por el hecho de conocer situaciones físicas, inconce-bibles para la esposa; en las que habría encendido lacocina y el agua no habría hervido. Más bien, haría losiguiente: por un lado, se pondría en el lugar de la espo-sa para imaginarse a sí mismo profiriendo el mismo con-trafáctico en la misma situación y con el mismo interéspráctico. Al mismo tiempo, al valorar el contrafácticoproferido (que, en su identificación imaginaria conquien lo ha proferido, se imagina profiriendo él), si loconsiderase relevante, tendría en cuenta sus conoci-

mientas científicos, así como las razones e intencionesque tenía su esposa para proferirlo. Intentaría decidir(por supuesto, en muchos casos la decisión es automáti-ca, o no se plantearía siquiera la cuestión) si puede ima-ginarse situaciones posibles que hagan realmente falsoel contra fáctico proferido. En particular, si se le ocurrensituaciones posibles en las que el antecedente del con-trafáctico sería verdadero y el consecuente falso, enton-ces intentaría decidir si esas situaciones (que hacen falsoel contrafáctico si son relevantes) tienen o no ese tipode relevancia. Los semánticos de los mundos posiblesdarían expresión a este proceso diciendo que el maridointentaría decidir si unos mundos posibles están máscerca del real que otros.

Si se puede hacer una crítica al lenguaje de los se-mánticos de los mundos posibles, el de los mundos queestán "más cerca" o "más lejos" del mundo real, es quetal lenguaje oculta lo que tiene que ser sacado a la luz,que lo que se está juzgando no es la distancia entre ob-jetos en un hiper-espacio, sino la relevancia de situacio-nes hipotéticas, y la relevancia de las situaciones paraun juicio es una cuestión esencialmente normativa. Loque se consigue utilizando el lenguaje de la "cercanía"es hacer que un juicio normativo, un juicio acerca de sies razonable considerar algo como relevante, parezcauna descripción de un "hecho neutral respecto del valor".

Al autor de este libro, que ha explicado sus puntosde vista sobre los contrafácticos, así como sobre la cau-salidad, en diversas publícaciones-, le preguntó hacepoco un conocido filósofo si era "nihilista causal". ¿Porqué esta pregunta?

A nuestro entender, lo que ocurre es que, cuandodecimos que la verdad de un juicio de la forma A causó

4 Véase Meaning and tbe Moral Sciences, Tbe Many Faces 01 Rea-lisrn y "Is the Causal Structure of the Physcal Itself Something Phy-sical?".

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B depen~e. ~el contexto y de los intereses de quieneshacen el JUICIO(por ejemplo, lo que los hablantes quie-ren saber en uI?,contexto particularjs, en seguida se lle-ga a la CO?~I~SIOnde que lo que decimos tiene que serque tales JUI~IOS.son totalmente subjetivos o, quizá, to-talmente arbitrarios, Esta explicación no es pura conje-tura. Noam Chomsky reaccionó de la siguiente manera a?ues~ra propuesta de que la relatividad depende delmteres en el caso de los enunciados de la forma A expli-ca B: "Por tanto, [Putnam] está ofreciendo como tesism~tafísi~a esencial que la corrección en lingüística (y enpsicología) es lo que mejor explica los datos actualmen-te disponibles acerca de la conducta del hablante dadosunos intereses habituales; lo que es cierto hoy será falso

mañana, y lo que es cierto depende de nuestros propó-sitos e intereses habítuales'». Ahora bien, que lo que escierto hoy sea falso mañana no forma parte de nada quenosotros hayamos sostenido jamás; sin embargo, paraChomsky parece desprenderse de manera evidente depuntos de vista como los que hemos defendido en el ca-pítulo anterior.

Si no estamos muy equivocados, las principales pre-misas no dichas de Chomsky son dos: (1) que podemoselegir nuestros intereses a voluntad y (2) que nuestrosintereses no son en sí mismos objeto de crítica norma-tiva. ¿O quizá la premisa sea que lo que es normativoes en sí mismo arbitrario y subjetivo? (En el caso deChomsky, es muy poco probable que sea así, pero nocabe duda de que lo es en el de algunos otros críticosde nuestra tesis.)

Consideremos el ejemplo médico expuesto anterior-mente. En un contexto se podría decir que el ataque alcorazón de Juan fue causado por su negativa a seguir lasindicaciones del médico: se empeñó en tomar alimentoscon mucho colesterol y no hizo ejercicio. Sin embargo,en un contexto distinto, se podría decir que el ataque alcorazón fue causado por la tensión alta. Suponiendoque tanto la tensión alta como la negativa a seguir lasindicaciones del médico fuesen importantes causas coo-perantes y que fuésemos conscientes de ello en ambassituaciones, desde luego no consideraríamos que nues-tro enunciado en el segundo contexto es contradictoriocon nuestro enunciado en el primer contexto. Si nosdijesen "pero ayer afirmaron que la causa fue su negati-va a seguir las indicaciones del médico", podríamos per-fectamente replicar "sí, pero entonces el problema era loque Juan podría haber hecho para evitar el ataque y hoyel problema es lo que le predispuso fisiológica mente al

. 5 El hecho de que nuestos intereses relevantes incluyan conocerciertas cos~s --como, en el caso del ejemplo de la olla a presión utili-z~do a~tenormente, por qué la ?lIa explotó en contraposición a fun-cionar norm~lmente y por que la olla explotó en contraposición at~ner una agu~ero en ~I.fondo que deja salir el vapor- es lo que con-vle~~ en un clrcul~ VICIOSO~!uso de nociones causales al explicar lanocion de referencia. la nocion de conocimiento implica las nocionesde v:rdad y referencia. Por decirlo de otra forma, el enunciado causales solo vef(j~dero ~ fals? cuando está en su sitio cierto esquema deprecomprension-s, incluida la de qué condiciones deberían ser consi-dera~s como "condiciones previas" y qué condiciones deberían serconsl.d~radas como "provocadoras" de efecto. Pero para pensar en lascon.dlclones como en condiciones previas o provocadoras de efectosse tiene 9~e ser capaz ya de "referirse a". No hay una distinción en loshec~os f¡SICO~en SIentre condiciones previas y provocadoras de efec-tos independiente de la existencia de seres humanos con intereseshumanos y capacidades humanas.

john H~l~ne me recordó que esta forma de pensar era aplicada atodos los JUICIOSde. hec?o por Collingwood en su Autobiography(Oxford, ?xford ~nJverslty Press, 1939). Collingwood escribió: "Loque.,se quiere ~eCJrnor:malmente cuando a una proposición se le lla-ma ve:dadera es, a rru entender, esto: (a) la proposición pertenece aun conJunto pregunta-respuesta que, como unidad, es "verdadera" enel sentido propio de la palabra; (b) dentro de este conjunto hay unarespuesta a cierta pregunta; (e) la pregunta es lo que normalmente lla-mam~s una pregunta sensata o inteligente, no absurda, o, en mi termi-?ologla, ~na pregunta que "surge"; (d) la proposición es la respuestacorrecta a la pregunta" (pág. 38).

6 Chomsky, Rules and Representations, Nueva York, ColumbiaUniversity Press, 1980, pág. 19. (Trad. esp.: Reglas y representacio-nes, México, F.C.E, 1980.1

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ataque". A causó B y A' causó B pueden parecer incom-patibles, pero no lo son, en tal caso.

Vamos a repetir de nuevo dos puntos que, a nuestroentender, son muy importantes: (1) No podemos elegirlos intereses que tenemos. El lenguaje que hablamosrefleja quién y qué somos, y en particular refleja el tipode intereses que tenemos. Como sabemos el tipo deintereses que las personas tienen, podemos oír enuncia-dos que parecen contradictorios y entenderIos como sino fueran contradictorios. Para evitar malentendidos,podemos reorganizar los enunciados de otra forma; porejemplo, podemos decir' "incluso dada la tensión alta,Juan no habría sufrido el ataque al corazón si hubieseseguido las indicaciones del médico" e "incluso dadossus malos hábitos alimentarios y la falta de ejercicio,Juan no habría sufrido el ataque al corazón si no hubie-se tenido la tensión alta". (2) A veces ocurre que resultamuy discutible si un determinado interés es relevante ono. Siun marxista dijese que la causa del ataque al cora-zón de Juan fue el sistema capitalista, nos lo tomaríamosa broma (a menos, por supuesto, que presentase argu-mentos convincentes). Que un interés sea o no relevan-te es algo que se puede razonar. Decir que una nociónes relativa dependiendo del interés no es decir quetodos los intereses son igualmente razonables.

Pero, ¿qué es lo que hace que unos intereses seanmás razonables que otros? La respuesta es que la razo-nabilidad depende de diferentes cosas en diferentescontextos. No hay una respuesta general. En este asun-to, la verdadera línea divisoria es la que separa a los filó-sofos que, consciente o inconscientemente, dan porsentado que ,las nociones normativas son subjetivas yque, por tanto, todo lo que esté contaminado por ellases también subjetivo, de los filósofos que no parten detal supuesto. Demos por sentado que las nociones nor-mativas son no cognitiuas; entonces es evidente quetoda consideración de la explicación, la causalidad y elcondicional contrafáctico que contenga elementos nor-

mativos se escuchará dando por hecho que hace quetodas estas formas de discurso sean no cognitivas.

Fodor está de acuerdo con nosotros en que estas for-mas de discurso tienen valor cognitivo, pero por razo-nes muy diferentes. Él responde a quienes niegan nues-tro derecho a utilizar contrafácticos y cláusulas ceterisparibus diciendo que, después de todo, los utilizamosen geología (y otras "ciencias especiales")".Ahora bien,¿qué significado tiene el hecho de que los utilicemos engeología frente al hecho de que los utilicemos todos losdías, hasta en la sopa por así decirlo? La respuesta esevidente: la geología es una "ciencia". Y Fodor da porsupuesto que las verdaderas ciencias nos dicen qué eslo que tenemos que dar supuesto que está ahí indepen-dientemente de la mente. No obstante, las cienciascomo la geología no pretenden confinamos a las "cuali-dades primarias" de la metafísica realista. Los textos debiología son buenos ejemplos de cómo utilizamos ellenguaje en ciertas clases de explicaciones; no son, nipretenden serio, un inventario del "mobiliario del uni-verso", y sólo el mal cientifismo lleva a los filósofos aconfundirIos con tal inventario.

REUTIVISMO

Richard Rorty ha sido en los últimos años uno de losprincipales intérpretes de la filosofía europea para elpúblico norteamericano. Al igual que los pensadores alos que interpreta, no acepta para sí el calificativo de"relativista",pero casi todos sus lectores se lo aplican yes fácil saber por qué, en particular al leer su Pbilosopbyand tbe Mirror o/ Nature. Aunque más tarde se arrepín-

7 Jerry Fodor, Psychosemantics, Cambridge, Mass., MIT Press, 1987,págs. 4-6.

8 Véase pág. xxv del prefacio de sus Consequences o/ Pragma-tism. [Trad. esp.: Consecuencias del pragmatismo, Madrid, Tecnos, enprensa.l

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tió de esta forrnulacíóne, en dicha obra identificó la ver-dad, al menos la de lo que denominó discurso "normal",con el acuerdo de los miembros de la misma cultura("objetividad es acuerdo"). Más adelante explicaremoscómo Rorty se libra, o cree hacerlo, de la acusaciónde relativista, pero vamos a examinar primeramente suplanteamiento, viendo que resulta natural hacerlo bajouna perspectiva relativista. Así considerado, afirma quela verdad en un lenguaje (cualquiera que sea) estádeterminada por lo que la mayoría de los hablante s deese lenguaje diría.

Llegados aquí es preciso tener en cuenta la distinciónque hace Rorty entre discurso normal y hermenéutica.En Philosophy and the Mirror 01Nature, la idea era quegran parte del discurso está gobernado por criteriossobre los que los hablantes de un lenguaje están deacuerdo. En ese libro (al igual que su más reciente Con-tingency, lrony, Solidarity) , se compara a tales criterioscon un algoritmo, es decir, con un procedimiento dedecisión similar al que ejecutan las computadoras. Ésteno es el único caso en que veremos a Rorty utilizando (apesar de su ruptura declarada con la filosofía analítica)mecanismos muy parecidos a los que utilizan los filóso-fos analíticos. El hecho de recurrir a la noción de algorit-mo al explicar cómo es que ciertas cosas son verdaderasy ciertas cosas son falsas en el lenguaje de una comuni-dad, incluso entendido como una metáfora, es un buenejemplo de ello.

La postura de Rorty es que, en circunstancias norma-les, los hispanohablantes, por ejemplo, no están endesacuerdo en cuestiones tales como "¿hay sillas sufi-cientes para todos en el comedor esta noche?" El enun-ciado de que 'hay sillas suficientes es, en caso de ser ver-dadero, una verdad del "discurso normal", y su verdadestá certificada por procedimientos en los que los miem-bros de la comunidad están de acuerdo. Si no se puedellegar a un acuerdo porque los miembros de la comu-nidad se adhieren a paradigmas que son inconrnensu-

rabIes el discurso es "herrnenéutico". Según Rorty, en,una discusión así, lo mejor que se puede hacer es tratarde comprender a los demás y continuar hablando. Losenunciados proferidos en el discurso hermenéutico sóloson verdaderos en sentido honorífico; cada uno de losinterlocutores declara que su enunciado es verdadero,pero tal declaración es pura retórica, sin más objeto queconvencer a los demás de que modifiquen su adhesión.

Aunque Philosophy and the Mirror o/ Nature contie-ne brillantes críticas de las clases de metafísica queRorty niega, las opiniones positivas de éste están expre-sadas de una manera muy vaga e incompleta. En parti-cular, no queda nada claro qué es lo que representa lanoción de acuerdo de los miembros de la misma cultu-ra, aparte de la metáfora del algoritmo. Si un marido ledice a su esposa "nuestra cocina necesita una mano depintura", el único miembro de la cultura del marido quese da cuenta de que éste piensa que la cocina necesitauna mano de pintura es, en este caso, la esposa (supo-niendo que no se haya hablado del asunto con nadiemás). En cierto sentido, los miembros de la cultura delmarido están de acuerdo; es decir, todos los miembrosde esa cultura que saben que el marido ha emitido esejuicio están de acuerdo en que es verdadero. ¿Pero sig-nifica esto que el juicio sea verdadero? Tomemos uncaso más extremo. Vamos a suponer que una personaque vive sola piensa que su cocina necesita una manode pintura y que no habla de este juicio con nadie. Ental caso, todos los miembros de la cultura de esa perso-na que conocieran el juicio (a saber, ella sola) están deacuerdo en que es verdadero. ¿Significa esto que es ver-dadero, según la teoría de Rorty?

La mayoría de los lectores de Rorty entiende que ésteconsidera que un juicio del discurso normal es verdade-ro sólo en el caso de que los miembros de la misma cul-tura estuvieran de acuerdo si estuviesen presentes o seles pusiese al tanto de las circunstancias relevantes. Peroel propio Rorty ha rechazado la posibilidad de recurrir

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a contrafácticos, al menos en un escrito posterior a Pbi-losopbyand tbe Mirror o/ Naturev, Según él, recurrir alo que dirían las personas que no están realmente pre-sentes si estuviesen presentes supone recurrir a "obser-vadores fantasmas". Es difícil saber si tal postura consti-tuye un cambio de opinión por parte de Rorty o si yahabía rechazado la interpretación contrafáctica de esteplanteamiento cuando escribió Pbilosopby and tbe Mi-rror o/ Nature. Si es esto último lo que ocurrió, es impo-sible saber cómo ha de interpretarse el planteamiento.Parece probable que Rorty se dejase seducir por la me-táfora del algoritmo y diese por sentado que un procedi-miento de verificación es algo que daría un resultado sise aplicara, como si fuese un hecho "informático" objeti-vo, independientemente de la persona que utilice elalgoritmo. En tal caso, Rorty estaba tomando prestadosin darse cuenta un enfoque de una filosofía diametral-mente opuesta a la suya.

Como cuesta tanto interpretar a Rorty, imaginemossimplemente un relativista típico que utiliza contrafácti-cos sin ningún reparo y que sostiene que lo que es ver-dadero en una cultura está determinado por lo que losmiembros de la cultura dirían (en el caso de una ora-ción en la que el acuerdo entre éstos fuera imposible,este relativista diría, como Rorty, que la oración no per-tenece al "discurso normal", o podría considerar que notiene ningún valor de verdad, ni siquiera relativo). Elproblema es la misma falta de reparos con que el relati-vista utiliza contrafácticos. Si la verdad o falsedad delenunciado de que la cocina de cierta persona necesitauna mano de pintura depende de lo que dirían losmiembros de la cultura de esa persona, entonces ¿quédetermina lo que los miembros de la misma culturadirían?

Los análisis actuales de los contrafácticos indican

que hay dos factores determinantes: (1) qué situacionesposibles (o qué mundos posibles) están más cerca delmundo real (o, como preferiríamos decir nosotros, sonrelevantes para el enunciado cuando se considera lasituación real en que se bizo) y (2) qué ocurriría enesas situaciones posibles. Para un fisicalista, lo segundono plantea ningún problema: si las situaciones posiblesse describen completamente en el lenguaje de la física,digamos por medio de una "función de estado" en elsentido de la mecánica cuántica o de cualquiera que seala teoría que pueda llegar a suceder a ésta, lo que ocu-rrirá en esa situación (o la probabilidad de que una cosadada ocurra en esa situación) está determinado por lasleyes de la física fundamental (o, como diría sin dudaFodor, por las leyes de la física fundamental más lasleyes de las "ciencias especiales" relevantes)». Pero estaexplicación hace que el valor de verdad de un contra-fáctico dependa de la noción de que algo es una ley dela física (o una ley de las ciencias especiales o ambascosas a la vez) -no una ley de la física (o, respectiva-mente, las leyes especiales) aceptada, sino una ley de lafísica (leyes especiales) verdadera, cualquiera que éstapueda ser-, y tal posición resulta muy difícil de aceptarpara el relativista. Incluso si la noción de verdad seinterpretase en este planteamiento desde un punto devista más propio del relativismo, los partidarios de éstese encontrarían con un problema: el valor de verdad delenunciado de que la cocina necesita una mano de pin-tura depende (para los relativistas) del valor de verdaddel enunciado que las personas (en diversas situacioneshipotéticas) dirían al efecto de que la pintura de la coci-

9 Rorty dijo esto en un trabajo que leyó en Jerusalén en 1987.

10 Aquí y hasta el final, considero sólo los contrafácticos cuyos an-tecedentes se supone que son compatibles con una ley física. Los con-trafácticos sobre lo que ocurriría si las leyes de la física fueran distin-tas, cuando no son simplemente cuestiones acerca de lo que se segui-ria si las leyes de la física fueran distintas, constituyen un serioproblema, pero que no es necesario que nos planteemos aquí.

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na está agrietada y sucia, y esto depende a su vez decuáles son las leyes relevantes (físicas, biológicas, psico-lógicas, etc.), lo que depende por su parte de cuálesdiría la gente que son las leyes relevantes.

Los relativistas podrían decir, por supuesto, que nohace falta una "semántica" para los contrafácticos, queéstos resultan lo suficientemente claros tal como son yque su verdad no necesita explicación. Pero la inocen-c:.i~metafísica, como la de las demás clases, es muy di-fícil de recuperar una vez perdida. Cuando se ha vistolo que cuesta dar una explicación de la verdad de uncontrafáctico, es difícil ver por qué alguien que consi-dera la verdad de los enunciados no contrafácticoscorrientes como problemática, como una noción quehay que desechar o modificar de manera radical ha-bría de considerar la verdad contrafáctica corno noproblemática.

Supongamos que nuestro relativista típico la consi-dera así. Llegado a este punto, se encontrará con la si-guiente paradoja. Es un hecho de nuestra cultura pre-sente que no hay unanimidad filosófica en ella: no acep-tamos todos a los mismos filósofos ni, por supuesto,somos todos relativistas. Además, es muy probable quesiga siendo así durante algún tiempo. Posiblemente,el propio Rorty consideraría esta falta de unanimidadcomo una característica muy positiva de nuestra culturay le gustaría que se conservara. Pero si, como realidadempírica, el enunciado "la mayoría de los miembros denuestra cultura estarían de acuerdo en que el relativismoes correcto" es verdadero, entonces, según el criteriode verdad de los relativistas, ¡el relativismo no es ver-dadero!

Esta inconsistencia no es una inconsistencia lógica,porque depende de una premisa empírica acerca de lacultura, pero la premisa empírica es algo que pocas per-sonas pondrían en duda. El mismo Rorty diría que laexplicación de verdad que ofrece en Philosophy and theMirror o/ Nature no es aplicable al discurso hermenéuti-

co, sino sólo al normal. Así pués, las aserciones de rela-tivismo y anti-relativismo no son verdaderas o falsas enel sentido en que lo son los enunciados del discursonormal. Si decimos que una proferencia filosófica esverdadera, en opinión de Rorty no estamos más que"haciéndole un cumplido". Por decido de otra forma, elenunciado de lo que parece relativismo es, para Rorty,no la declaración de un descubrimiento metafísico, sinoun poco de retórica cuyo fin es hacemos cambiar demodo de obrar, dejar de hablar de verdad y falsedad,más que expresar alguna clase de verdad metañsíca». Elrelativismo de estilo Rorty es retórica.

RELATIVISMO y SOLIPSISMO

Paradójicamente, los relativistas típicos piensan quehan hecho una especie de descubrimiento metafísico.¿Qué es lo que hacen si el relativismo supone una con-tradicción (o si puede derivarse del relativismo unacontradicción utilizando la lógica que ellos no ponen enduda y un hecho empírico no controvertídoj/» La juga-da de la de construcción consiste en pasar del relativis-mo al nihilismo. En lugar de ofrecer una fórmula quenos diga qué es la verdad, los deconstruccionistas decla-ran que la noción de verdad es incoherente, parte de

II Esta función puramente dialéctica de lo que parecen argumen-tos metafísicos en la prosa de Rorty se realza de manera especial enContingency, Irony, and Solidarity.

12 Incluso si intentasen evadirse discutiendo la afirmación empíri-ca de que la mayoría de los miembros de nuestra cultura no está deacuerdo con que el relativismo es verdadero, la posición es muy pocosatisfactoria. Aunque no es implausible que algunas afirmaciones filo-sóficas puedan ser refutadas por algunos hechos empíricos, el mismohecho de que esta afirmación filosófica pueda ser refutada por elmero hecho (si es que resulta un hecho) de que la mayoría de losmiembros de nuestra cultura no esté de acuerdo con ella no les haríamuy felices.

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como intentó hacemos ver Wittgenstein en su últimaobra. Cuando un filósofo francés quiere saber si el con-cepto de verdad, o el de signo o el de "referirse a", esconsistente o no, procede a examinar a Aristóteles, Pla-tón, Nietzsche y Heidegger, no a examinar el modo enque se utilizan las palabras "verdadero", "signo" o "re-ferirse a". Pero este proceder nos enseña más acerca dela filosofía francesa que sobre la verdad, los signos o lareferencia.

Lo interesante es que hay una forma de hacer el rela-tivismo consistente que fue una vez más o menos popu-lar en filosofía, al menos de manera disimulada, y queno tiene ya seguidores: el relativismo de primera perso-na. Si yo soy relativista y defino la verdad como aquéllocon lo que yo estoy de acuerdo o como aquéllo con loque yo estaría de acuerdo si investigase lo suficiente,entonces, en la medida en que continúe estando deacuerdo con mi definición de verdad, no se me puedecontestar en el acto que mi posición plantea un proble-ma de puntos de vista o que se refuta a sí misma. Esterelativismo de primera persona es prácticamente impo-sible de encontrar en el panorama filosófico actual, yvaldría la pena preguntarse por qué.

Una razón, superficial pero importante, es la muchaatención que, aunque sin ir siempre acompañada decomprensión, se ha prestado al argumento del lenguajeprivado de Wittgenstein. Este argumento es, sin duda,difícil de entender, pero gran parte de su atractivo radicaen que es indiscutible. Probablemente, lo que Wittgens-tein le diría al relativista que acabamos de describir seríaalgo así: "Habla usted como si el lenguaje fuera inventosuyo, como si estuviera sometido a su voluntad en todomomento. Los juegos de lenguaje que jugamos puedenser modificados a voluntad nuestra sólo en un gradomuy limitado. Son formaciones culturales, que tienenuna cantidad enorme de inercia. La validez y no validezde un juego de lenguaje es algo intrínseco de ese juegode lenguaje, no algo inventado por usted ni algo que se

una "metafísica de la presencia" 13. Alan Montefiore lecomunicó al autor del presente libro que en cierta oca-sión oyó decir a Derrida que "el concepto de verdad esinconsistente, pero absolutamente indispensable". Pero¿qué significa eso de que un concepto que nos resultaindispensable en la vida cotidiana es "inconsistente"? Al-gunos usos de la palabra "verdadero" pueden ser incon-sistentes (como muestra la familia de las paradojassemánticas), ¿pero qué significa eso de que todo uso dela palabra "verdadero" es inconsistente (o que todo usode la palabra nos lleva de nuevo a nociones tan sospe-chosas como "presencia", "expresión plena", etc.)?

La única prueba ofrecida por los filósofos francesesen favor de tan asombrosa afirmación es que ciertasexplicaciones de verdad son, si no inconsistentes al,menos muy poco satisfactorias ya desde el punto de vis-t~ metafísico. (Según Derrida, incluso la noción de. sígní-fícante -palabra con significado- "nos lleva de nuevoa, o nos mantiene en, el círculo logocéntrico" .)14 La novalidez de gran número de explicaciones filosóficas deverdad alternativas es una cosa muy distinta de la novalidez de la noción de verdad misma», del mismomodo que la no validez de gran número de explicacio-nes filosóficas distintas de certeza es una cosa muy dis-tinta de la no validez de la noción corriente de certeza ,

1.3 Jacques Derrida, De la grammatologie, París, Editions de Mi-nuit, 1967, pág. 18, entre otros pasajes. En esta obra, Derrida afirmatanto que la noción de verdad es parte del mismo sistema de creenciasque la creencia en Dios (en cuya existencia, Derrida, por supuesto, nocree) como que no hay posibilidad de prescindir de ella, aunque vea-mos que pertenece a una época que ha llegado a su "fin".

14. Derrida, fositions, <:;d.y notas de AJan Bass, Chicago, Universityof Chicago Press, 1981, pago 82. [Trad. esp.: Posiciones, Valencia, Pre-textos, 1976.)

15 La postura contraria es adoptada, sin embargo, con gran consis-tencia por Derrida, como se advierte, por ejemplo, en las palabras "elsigno~ ~o~, su ra~z.y por, sus implicaciones, es en todos sus aspectosmetafísico (Positions, pago 17), y su referencia a "todo lo que vinculanuestro lenguaje, nuestra cultura, nuestro 'sistema de pensamiento'con la historia y sistema de la metafísica" (Positions, pág. 20). '

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refiera a usted." Un juego de lenguaje, nos dice Witt-genstein, "se compone de procedimientos recurrentesde ese juego en el tíempo'us. Los procedimientos encuestión existían mucho antes que yo y continuaránexistiendo mucho después.

Ahora bien, en cierto sentido, cabría decir que estono es un argumento. (No es nuestra intención, por su-puesto, resumir aquí el argumento del lenguaje priva-do.)"? El relativista de primera persona podría decir queincluso en el lenguaje natural hablamos como si fueranno relativas de cosas que más tarde descubrimos queson relativas.Normalmente no decimos que el hecho deque dos sucesos sean simultáneos o no simultáneos esrelativo respecto de nuestro marco; sin embargo, des-pués de conocer la teoría especial de la relatividad, sa-bemos que la simultaneidad es en realidad relativa a unmarco, aunque haya muy buenas razones para que nosea necesario tenerlo en cuenta en contextos corrientes.Del mismo modo, el relativista de primera persona po-dría afirmar haber hecho el descubrimiento filosóficodeque la verdad, tal como hablamos normalmente de ellaen el lenguaje natural, hace referencia a una propiedadrelacional. Es cierto que esa propiedad relacional nopresupone la propia existencia del relativista: cuandouna persona habla, la verdad es relativa respecto de esapersona; cuando habla una segunda persona, la verdades relativa respecto de esa segunda persona y así sucesi-vamente.

El motivo de que no se siga ya esta línea de pensa-miento es, en nuestra opinión, que no resulta convincen-te como descripción de la manera en que utilizamos lapalabra "verdadero". Si oímos a alguien decir que el pa-

ladio es una tierra rara no entendemos que la afirmaciónsignifique que el hablante creería que el paladio es unatierra rara si investigaselo suficiente (¿quénos importaríaeso a nosotros, después de todo?). Entendemos que elhablante está haciendo una afirmación que tiene que sercomprobada, por nosotros o por un tercero, estudiandoel paladio. Cabría la posibilidad, por s~puesto, ~e que,después de haber examinado el paladio, no fuesemostodavía capaces de ponemos de acuerdo sobre si la afir-mación era válida. Pero el juego de lenguaje de clasificarelementos de esta manera podría no funcionar en abso-luto si en todos los casos no fuésemos capaces de llegara un acuerdo sobre si algo era una tierra rara.

MaryWamock dijo una vez que Sartre no nos ofrecióargumentos ni pruebas, sino "una descripción tan clar~y vívida, que cuando pienso en ella y la adapto a rrucaso, me resulta imposible no ver su aplicación". Estaspalabras ilustran muy bien lo que .hací~Wittge~stein,n?sólo en el argumento del lenguaje privado, sino conti-nuamente a lo largo de su obra. Supongamos que noslimitamos a describir el modo en que usamos la palabra"verdadero" con mucho cuidado y aplicación, suponga-mos que obtenemos su "fenomenología". Descubri-remos que la idea de que está por la propiedad de "serlo que la persona creería si continuase investigando"es simplemente errónea.

El argumento del lenguaje privado ha ejercido mu-cha influencia, pero seguramente no es la única causadel abandono del relativismode primera persona. El so-lipsismo no ha sido nunca una postura filosófica popu-lar, yel relativismode primera persona se parec~ dema-siado a él. De hecho, no está nada claro de que modopuede evitar convertirse en solipsísmow. .

Consideremos, por ejemplo, un enunciado acerca deun ser humano que ya no esté vivo, un enunciado cuyo

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16 Ludwig Wittgenstein, On Certainty, Oxford, Basil Blackwell,1969, pág. 519. [Trad. esp.: Sobre la certeza, Barcelona, Gedisa, 19.87.1

17 No obstante, intento hacerlo en Reason, Trutb, and History,Cambridge, Cambridge University Press, 1981. [Trad. esp.: Razón, ver-dad e historia, Madrid, Tecnos, 1988.] 18 Véase mi análisis del relativismo en Reason, Trutb, and History.

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v~lor de verdad no estamos ya en condiciones de deter-mma,r, como, por ejemplo, "César se afeitó el día quecruzo el Rubicón". Parte de lo que Cavel ha llamado~uestro "reconocimiento" de otros seres humanos con-SISt~.en que tratemos los enunciados que ellos puedenverificar como enunciados que tienen tanto derecho aser calificados de significativos y verdaderos (o falsos)como !os que nosotros mismos podemos verificar. Si unenu~Ciado es. tal que ningún ser humano podría jamás,en runguna ctrcunstancía imaginable, verificarlo, enton-ces comenzamos a preguntamos (o algunos de nosotrosc?menzamos a preguntamos) incluso si el enunciadotiene ~~lor d: verdad; pero el enunciado de que Césarse afeitó el día que cruzó el Rubicón es un enunciadoq~e al menos un ser humano, el propio Julio César, po-d.Ia perfectamente verificar. No dudamos que ese enun-ciado tenga valor de verdad más de lo que dudamosque el enunciado de que nosotros nos hemos afeitadoesta ma?~na tenga valor de verdad. Sin embargo, paraun relativista (y en este caso da igual que se trate de unrelativista en primera persona o de un relativista cultu-ral), es muy probable que el enunciado sobre Julio Cé-sar no tenga valor de verdad. Podría muy bien ocurrir(de hecho, sería lo más probable) que todas las huellasde ese s~ceso o no suceso se hubiesen borrado hace yan:u~ho tiempo. Para empeorar las cosas, el problema deSI tiene valor de verdad no es más que una cuestiónacerca de lo que el relativista (en el caso de los relativis-t~s de primera persona) o la cultura (en el de los relatí-vistas culturales) llegarán a creer si hacen todo lo posi-?le (por sus propios medios o por los de la cultura) paramvesngar el problema. Julio César es, de acuerdo cone~te argumento, una construcción lógica de las creen-eras rea~es y potenciales de las personas de hoy día.

Volviendo al relativismo de primera persona, lo quees verdade~o d~ Julio César es verdadero de las perso-nas que estan VIvas ahora. Si un ser humano no es el re-lativista en primera persona en cuestión, entonces la

verdad acerca de ese ser humano, al igual que la verdadacerca de los amigos y la esposa del relativista de prime-ra persona es, para éste, simplemente una función de sudisposición a creer. Éste es el motivo de que el relativis-mo de primera persona parezca solipsismo disimulado.Cuesta ver por qué el relativismo cultural tendría que sermejor en este aspecto. ¿Es el solipsismo con un "noso-tros" mejor que el solipsismo con un "yo"?

MATERIAUSMO, RELATIVISMO y REALISMO METAFÍSICO

Wittgenstein presentó la imagen del lenguaje comoun sistema de juegos superpuestos. Pero a menudo sepasa por alto que, en cierto pasaje, hizo hincapié en quela corrección o no corrección de un juego de lenguajeno siempre está determinada por reglas. Examinaremosel pasaje en cuestión más adelante; de momento, vamosa limitamos a señalar que en él19 se habla también de unasunto diferente sin darle tanto énfasis. Wittgensteinaborda el problema de los desacuerdos respecto de loque ocurre en el alma de otro ser humano (¿está simu-lando una emoción?, ¿se ha enamorado?). A veces, talesdesacuerdos se solucionan al gusto de todos. Pero Witt-genstein describe un caso en el que no ocurre así y en elque lo que cuenta es la uruoagbare Eoidenz (la eviden-cia imponderable).

El fenómeno de lo controvertido) de lo que no pue-de solucionarse al gusto de todos los que sean "língüísti-camente competentes", es, no obstante, ubicuo, y sobre-pasa lo meramente psicológico. Incluso los denomina-dos juicios fácticos son con frecuencia controvertidos, almenos en algunas partes de la cultura (piénsese en lasdiscusiones sobre evolución entre cientifistas y funda-

19 Philosopbical Inoesttgations, Nueva York, Macmillan, 1953, IIxi,pág. 227 Y ss. [Trad. esp.: Investigaciones filosóficas, Barcelona, UNAM!Crítica, 1988.1

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mentalistas o en la imposibilidad de convencer a algu-nas personas de que no hay prisioneros de guerra norte-americanos en Vietnam). Es parte de nuestra forma devida, del modo en que vivimos, pensamos y obramos yen que seguiremos viviendo, pensando y obrando, quecada uno de nosotros trate muchas proposiciones contro-vertidas como si tuviesen un valor de verdad indiscutible.Rorty dirá, por supuesto, que tales oraciones no formanparte del "discurso normal", que llamarIas "verdaderas"no es más que un "cumplido" que se les hace, pero en elmismo momento en que deje de ocuparse de sus asuntosfilosóficos hablará del fundamentalista que se opone a laevolución o del empecinado ciudadano estadounidenseque piensa que hay prisioneros de guerra en Vietnamcomo de un tonto. Lo que es correcto decir en un con-texto dado no puede establecerse siempre al gusto detodos, pero es, no obstante, lo que resulta correcto decir.

Sin embargo, el reconocimiento explícito de que losjuegos de lenguaje constituyen actividades humanas enlas que lo correcto y no correcto no es algo puramenteconvencional, no es algo que esté determinado sólo porel consenso, sino algo que tiene que ser evaluado, hierehoy día muchas sensibilidades2o• (Es posible que inclusohiriera la de Wittgenstein y que sea ésta la razón de queen las Investigaciones haya sólo una referencia aislada aeste importantísimo hecho». Más adelante hablaremosde unas lecciones de Wittgenstein, publicadas después

de su muerte, que arrojan más luz sobre la nat~rale~a desu pensamiento.) Pero la poca confianza que mSI?17alonormativo en la filosofía actual se pone de manifiestosobre todo en lo mucho que llegan a hacer los. filósof~spara no tener que admitir que la :,/erdad, es ?e~~r,la valí-dez de lo que se dice, es una nocion n~r~atIva .

Hemos visto que tanto los matenahstas como losrelativistas no dudan en recurrir al condicional contr~-fáctico cuando tratan de explicar qué es la verdad. A pn-mera vista, ni los unos ni los otros deberían estar muysatisfechos con esta forma de hablar. Lo que. es unhecho respecto de situaciones no reales no .encaJa muybien ni en la visión materialista del mundo m en los pre-juicios del relativismo. Si, a pesar de ello, ve~os queambas clases de filósofos recurren a este mecarusmo, elmotivo sólo puede ser que el precio de no h~cerIoresulta demasiado alto. Los pensadores de clase mas tra-dicional habrían tratado de evitar el problema de otramanera. Para ellos, decir que una oración es verdad~rano supone hacer un juicio normativo en absoluto, ~~nosimplemente que la oración "coincide" con algo ( loshechos") o que "corresponde" a algo ("un estado de co-sas"). Pero ya hemos demostrado en otra parte, por me-dio de diversos teoremas de la teoría de mod~los con-temporánea», que la noción de correspondenCl~ carecetotalmente de sentido en este contexto. Es posl~le, enrealidad interpretar nuestro lenguaje, en el sentido de"interpr~tar" utilizado en la teoría ~e mo~elos, ~e talmanera que las sentencias de cualquier teona consisten-te "coincidan con la realidad" conforme a u.n~ corres-pondencia apropiada. Aun cuando las condiciones ~everdad para todas las oraciones de nuestro lenguaje

20 Trato esto más extensamente en The Many faces of Realism,Lecture 4.

21 El modo en que Wittgenstein señala este punto es que entendera la gente (Menscbenkenntnis) no es algo que todo el mundo puedaaprender. "¿Sepuede aprender este conocimiento? Sí; algunos pueden.Pero no haciendo un curso, sino con la 'experiencia '. -¿Puede otrapersona ser maestro de alguien en esto? Desde luego. De vez en cuan-do le hace la advertencia correcta. -Así es como es aquí 'aprender' y'enseñar'. -Lo que se adquiere aquí no es técnica; se aprenden juicioscorrectos. Hay también reglas, pero no constituyen un sistema, y sólolas personas expertas pueden aplicarlas bien. A diferencia de las reglasde cálculo" (Pbi/osopbicallnvestígations, pág. 227).

22 Examino detenidamente la normatividad de la noción de verdaden Reason, Trutb, and History. ,

23 Hay un resumen de esto en mi "Model Theory and the Factua-lity' of Sernantics", en Reflections on Cbomsky, ed. Alex George, Ox-ford Oxford University Press, 1989.,

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estén de alguna manera fijadas, sigue siendo posibleencontrar una correspondencia conforme a la cual todaoración de nuestro lenguaje conserve sus condicionesde verdad presentes (hasta la equivalencia lógica), aun-que las referencias de las palabras individuales experi-menten un cambio tan radical que la palabra "cereza"acabe refiriéndose a los gatos y la palabra "estera" acaberefiriéndose a los árboles>. Para responder a este teore-ma por lo que diversos filósofos fisicalistas sugirieronque lo que distingue la referencia de un término no esuna cuestión de correspondencia teórica de modelosen lo abstracto, sino, específicamente, de "relación cau-sal" o "lazo causal". En el capítulo anterior examinamosla versión más reciente de esta idea y vimos que apenasconduce a nada. Además, como también he señalado,estos filósofos hacen caso omiso de la dependencia lin-güística de la noción ordinaria de causalidad. En efecto,la noción ordinaria de causalidad es una noción cogniti-va, y ellos la tratan como si fuera puramente física.

Todo esto nos lleva a afirmar que la filosofía del len-guaje se encuentra en un callejón sin salida debido a suempeño en eliminar lo normativo en favor de otra cosa,sin importarle lo problemática que esta otra cosa puedaresultar. En la filosofía analítica, este afán de eliminar lonormativo corre parejo con la idea de que la ciencia está"libre de valores" y de que es ella y sólo ella la que nosdice cómo "son realmente" las cosas. En el capítulo si-guiente examinaremos esta separación entre ciencia yética en la obra de Bernard Williams Ethics and the Li-mits o/ Philosophy, que, aunque publicada no hace mu-cho, ha ejercido ya gran influencia.

CAPÍTULO V

Bernard Williamsy la concepción absoluta del mundo

Bernard williams es uno de los filósofos británicosque más influencia ha ejercido, y con razón si tenemosen cuenta que es un pensador brillante, erudito, conmucho ingenio y muy comprometido con los asuntospúblicos. En Ethics and the Limits .o/ Phi~osophy y enDescartes: The Project o/ Pure EnqUtryl defiende un en-foque metafísicamente materialist~ del mu~do, a.unqueadmitiendo que el tipo de reduccion de lo mtenC1?~alalo no intencional que pretenden hacer Fodor y Mtlhka?es imposible. Al mismo tiempo intenta con~i~ia.rel relati-vismo con una versión suavizada del cognitivismo-, va-liéndose de la idea kuhniana de inconmensurabilidad3.

Teniendo en cuenta que estos dos libros constituyen un

24 Véase Reason, Trutb, and History, cap. 2 y apéndice.

1 Etbics and tbe Limits o/ Philosophy, Cambridge, Mass., HarvardUniversity Press, 1985; Descartes: 1be Project o/ !,ure Enq~iry, Ha~-mondsworth, Middlesex, Penguin Books, 1978. Vease también B. Wi-lliams, Moral Luck, Cambridge University Press, 1981, esp. cap. 11,"The Truth in Relativism". . ..

2 El "congnitivismo" en la teoría ética es la tesis de que los JUiCiOSéticos pueden ser verdaderos y falsos.. ..

3 Williams rechaza la noción kuhniana de ínconmensurabilidad enla ciencia, pero le parece útil en la ética. Véase Etbics, págs. 157-158.

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