02_01_Peter Burke - Obertura La Nueva Historia, Su Pasado y

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- -_ ...... _ ... - Capítulo 1 OBERTURA: LA NUEVA HISTORIA, SU PASADO Y SU FUTURO Peter Burke En la última generaclOn, aproximadamente, el universo de los historiadores se ha expandido a un ritmo vertiginoso 1 La historia nacional, predominante en el siglo XIX, ha de competir ahora, para atraer la atención, con la historia mundial y la local (confiada en otros tiempos a anticuarios y aficionados). Hay muchos campos nue- vos, sostenidos a menudo por revistas especializadas. La historia so- cial, por ejemplo, se independizó de la económica para acabar frag- mentándose, como algunas nuevas naciones, en demografía histórica, historia del trabajo, historia urbana, historia rural, etc. A su vez, la historia económica se escindió en antigua y nueva. La nueva historia de la economía de las décadas de 1950 y 1960 (ac- tualmente de una edad adulta, si no proyecta) es demasiado bien co- nocida como para que necesitemos examinarla aquí 2 También se ha producido un desplazamiento en el interés de los historiadores de la economía desde la producción al consumo, desplazamiento que difi- 1 Este ensayo tiene mucho que agradecer a las conversaciones mantenidas duran- te muchos años con Raphael Samuel, a Gwyn Prins y a varias generaciones de estu- diantes del Emmanuel College de Cambridge y, más recientemente, a Nilo Odália y a los interesados oyentes de mis clases en la Universidade Estadual de Sao Paulo en Araraquara, en 1989. 2 Un ejemplo famoso (y discutible) en R. W. Fogel y S. Engerman, Time 011 tbe eross (Boston, 1974) [hay ed. cast., Tiempo en la cruz. La economía esclavista en los Estados Umdos, Madrid, 1981]. D. C. Coleman, Histolyall tbe Economic Past (Oxford, 1987) hace una evaluac,ión juiciosa de la posición de la historia económi,," 1'11 lo

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Capítulo 1

OBERTURA: LA NUEVA HISTORIA,SU PASADO Y SU FUTURO

Peter Burke

En la última generaclOn, aproximadamente, el universo de loshistoriadores se ha expandido a un ritmo vertiginoso 1 La historianacional, predominante en el siglo XIX, ha de competir ahora, paraatraer la atención, con la historia mundial y la local (confiada enotros tiempos a anticuarios y aficionados). Hay muchos campos nue­vos, sostenidos a menudo por revistas especializadas. La historia so­cial, por ejemplo, se independizó de la económica para acabar frag­mentándose, como algunas nuevas naciones, en demografía histórica,historia del trabajo, historia urbana, historia rural, etc.

A su vez, la historia económica se escindió en antigua y nueva.La nueva historia de la economía de las décadas de 1950 y 1960 (ac­tualmente de una edad adulta, si no proyecta) es demasiado bien co­nocida como para que necesitemos examinarla aquí 2 También se haproducido un desplazamiento en el interés de los historiadores de laeconomía desde la producción al consumo, desplazamiento que difi-

1 Este ensayo tiene mucho que agradecer a las conversaciones mantenidas duran­te muchos años con Raphael Samuel, a Gwyn Prins y a varias generaciones de estu­diantes del Emmanuel College de Cambridge y, más recientemente, a Nilo Odália y alos interesados oyentes de mis clases en la Universidade Estadual de Sao Paulo enAraraquara, en 1989.

2 Un ejemplo famoso (y discutible) en R. W. Fogel y S. Engerman, Time 011 tbeeross (Boston, 1974) [hay ed. cast.,Tiempo en la cruz. La economía esclavista en los EstadosUmdos, Madrid, 1981]. D. C. Coleman, Histolyall tbe Economic Past (Oxford, 1987)hace una evaluac,ión juiciosa de la posición de la historia económi,," 1'11 lo or"'o¡;-l-~

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, . ;I: L:= Goff. (eJ), La nOllvelle histoire (París, 1978);]. Le Goff y P. Nora (eds.), Faire del'hls~oue() v~Is., Pans, 197~) [hay eJ. cast., Hacerla HiStorú¡, 2 voL, Barcelona, 1985].

. T. s. K~lhn, The Stlllctllre oj SClell:l(zc Revollltiolls (Nueva York, 1961) [hay eJ.ca>t., La estlllLfura de las revolUCiones Científicas, Madrid. 1990].

La expresión «la nueva historia» resulta mfis conocida en Franciaque en cualquier otra parte. La nOZtvefle bistolre es el título de un<1colección de ensayos dirigida por el ilustre medievalista JacquesLe Goff. Le Goff ha contribuido también a editar una masiva colec­ción de ensayos en tres volúmenes sobre el tema «nuevos proble­mas», «nuevos enfoques» y «nuevos objetos» 5. En estos casos estáclaro qué es la nu'eva historia: se trata de una historia «made in Fran­ce», el país de la nouvefle vague y le nouveau roman, por no hablar dela nou¡,'elle cuisine. Más exactamente, se trata de la historia relacionadac?~ la denom~nada école des Annales, agrupada en torno a la publica­Clan Armales: economies, sociétés, civifisations.. ¿Qué es. esta nouve~le histoire? No es fácil dar una definición posi­

uva; el mOV,I~l1ento. re~lbe su unidad sólo de aquello a lo que se opo­ne y las pagmas sigUientes demostrarán la diversidad de enfoquesnuevos. Es, por. tanto, difícil ofrecer algo más que una descripción va­ga, que caractenc,e la nueva historia como historia total (bistoire totale)o. estructuraL ASI pues, se trataría, quizá, de imitar a los teólogos me­qlevales cuando, abordaban el problema de la definición de Dios yo.ptar p.or una vza negatIVa; en otras palabras, de definir la nueva histo­na en tunci.ón de lo que no es o de aquello a lo que se oponen quie­nes la practican.. La nueva historia es una historia escrita como reacción delibera­

da con~ra el «paradigma» tradicional, según el término útil, aunquelmpr~clso, puesto en circulación por Thomas Kuhn, el historiadora~encano de la ciencia 6 Convendría describir ese paradioma tradi­ClOna] como «historia rankeana», por el gran historiador a]:mán Leo­poJd van Ranke (1795-1886), si bien él mismo estuvo menos constre­ñido por ella que sus sucesores. (Así como Marx no fue marxistat~mpoco Ranke fue rankeano.) También podríamos dar a este para~dlgma el norr:bre d~ visión de sentido común de la historia, aunqueno para elogiarla S1110 para recalcar que a menudo -demasiado amenudo- se ha supuesto que era la manera de hacer historia y nose consIderaba una torma más de abordar el pasado entre otras varias

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culta caela vez más la separación entre histOria económica e historiasocial y cultur~ll. La historia de la gestión empresarial es objeto de unnuevo· inter¿s que desdibuj<l e incluso borra las fronteras entre histo­ri,l ~conÓl11iC,l y administrativa. Otra especialización, la historia de lapublicidad, tiene un pie en la historia de la economía y otro en la dela comunicación. Hoy en día, la identidad misma de la hlstona de laeconomía se ve amenazada por los envires lanzados por un empeño¡oven pero ambicioso, la historia del medio ambiente, conocida a ve-

ces con el nombre de ecohistori,\.La división afecta también a la historia política, escindida no sólo

en \,IS llamadas escuelas altas y bajas, sino también entre los historia­clmes preocupados por los centros ele gobierno y los interesados porla polllica dd hombre: de la calle. El territOrio de lo político se ha ex­pandido en d sentido de que (siguiendo a teóncos como MlchelFOLlcwlt) los historiadores tienden cada vez más a analizar la luchapor el poder en el plano de la fábrica, la escuela o, incluso, l~ famili~.El precio de semejante exp,lnsión es, sin embargo, una es~eC1e d~ cn­sis de iJentidad. Si la políüca está en todas partes, ¿que necesIdadhav de historia política? l Los historiadores de la cultura se enfrentana ~In problem'1 similar al alejarse de la definición estrecha, pero preci­S,l, de cultura en cm\l1[Q arte, literatura, música, etc, y acceder a una

definición de su campo más antropológica.En este universo en expansión y fragmentación se da una progre-

siv~\ nc:cesidad de orientación. ¿Qué es eso que se ha llamado nuevahistoria? ¿I-:bsta qué punto es ~ueva? ¿Es una moda pasajera o unaknLlenci~1-a largo plazo? ¿Sustituirá -por voluntad o por fuerza- ah historia tradicional o podrán coexistir en paz ambas rivales?

El propósito del presente volumen es dar respuesta a estas cues­tiones. Un repaso exhGlustivo de las variedades de la historia con_tem­poránea no hGlbría permitido otra cosa que un análisis superticiGll.Por tal motivo se tomó la decisión de centrar la atención en unospocos movimientos relativamente recientes 4. Los ensayos dedicadosa llos se interesan en la práctica, al menos de forma implícita, porlos mismos prublemas fundamentales. Quizá sea útil comenzar abor­d~l\ldo estos problemas y situándolos en el contexto de cambios a lar-

go plazo en historiografía.

, ¡ VinccnL. Tbe Fom",llolI oftbe Brlll5!J Uber,'¡ ParlY (Londres, J966).., "En J. G:iidjner (ed.) IY/bal is HIsIOIJ' Today? (Londres, 1988) se contemplan otras

v~lri;u1Ll'S.

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Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro

¿Qué es la Nueva Historia?

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7 ¡. B. S. Haldane, Every/bing has a HistolY (Londres, 1951)." ·P. Ariés. 1. 'E,nlan/ et la VÚ: fami/liale SOll5 1'rll1cien régime. Seuil, 1973 [hay ed. cast.,

Ell1lúo y lauida I{lmillé en el antiguo régimen. Madrid, 1987]; P. Ariés, L 'Homme dev(//ltla /Ilort, Sevil, 1977 [hay ed. cast., El hombre ante la muerle, Madnd, 1987]; M. Fou­cault, Hisloire de la felie ti l'rige classiq/le, Gallimard, 1976 [hayed. cast., Hzslorw de lalocllra en la época clásica, 2 vol.. Madrid, 1979]; E. Le Roy Ladune, Times 01 Fea;i. Ttmes01 Famine (trad. ingl.. Nueva York, 1971); A. Corblll, Le Illtasme el la }onqmlle, lodoral e/l'imaginaire social. 18'-2IY siecles, Aubier-Montaigne. 1982; G. VIgarello,. Lepl'Opre el lesale: I/n'giene du corps depuú le Moyen Age, Seuil, 1987 [hay ed. casto Lo lmtplO y lo SUCIO:

111 bigú?ne del cuerpo desde la Edad Medúl, Alianza Editorial, Madrid, 1991]; J.-e. Schmitt(ed.): Ges/llres. número especial, History and Anihl'Opology (1984); R. Bauman, Lel Your\f!ords be FelV (Cambridge, 1984)

)')Obertura: la nueva historia. su pasado y su futuro

Merece la pena recalcar el relativismo cultural implícito en todoello. ~l fundan;ent~ filosófico de la nueva historia es la idea de quela realrdad est~ SOCial o culturalmente constituida. El hecho de que:.~u:ho~ blstonadores y antropólogos sociales compilrtan esta idea o.h.lp~tesls ayuda a explicar la reciente convergencia entre ambas c1is­cl~ll11as, de la que hablan más de una vez los capítulos que siguen

. (~ags, 126 y 171). Este relativismo SOCilva además la distinción t~'adi­" Clonal entre lo central y lo periférico en historia.

9 F. Brauclel, La Méditemmée el le monde !néditemméeu d l'époqlle de Pbilippe II.Armand Colm: ~949 [hay ed. cast., El Medtlemmeo l' el mundo mediten'álteo el/ la épocade FelIpe JI. Mexlco. 19762']. • .

2. En segundo l~gar,. los historiadores tradicionales piensanfunda~entalmente la hlstona como unil narración de acontecimien­tos, mientras que la nueva historia se dedica más al análisis de estruc­turas. U~a de las obras históricas más famosas de nuestro tiempo, ElMed1.terrane~, ~e Fernand Braudel, se desinteresa por la historia de

'los aconteCImIentos (histoire événementie/te), considerándola simple­mente la espuma sobre las olas del mar de liI historia 9. Según Bral!­del,. lo que verdaderamente importa son los cambios económicos vSOCIales a largo plazo (la IOl1.gue durée) y los cambios geohistóricos ~n:~y largo plazo. Aunque recientemente se ha producido cierta reac­ClOn co?tr.a este punto de vista (analizado en la pág. 290, infra) v los

. aconteCImIentos no se despachan con la ligereza habitual has~a elmomento, siguen tomándose muy en serio los diversos tipos de histo­ria de las estructuras.

Jtl.'.r

'., 3.. En tercer lugar, la historia tradicional presenta una vista des­fY"j;-.· ',' de a~rlba, en el sentido de que siempre se ha centrado en las grandes~~,\,:,~,.,hazanas de !~s .grandes hombres, estadIstas, generales y, ocasional­,,:!lt~f.!";' mente, ecleslastlcos. Al resto de la humanidad se le asignaba un pa­r~!.'R',,;; pel'menor en el drama de la historia. La existencia de -esta reaJa se'i~~:~ reve.la en las. reacciones que genera su transgresión. Cuando el gran~ ~ >, escritor ruso Alexander Pushkín trabajaba en el relato de una r~be­ii(~{';'i' ~li.ón campesina y su cabecilla, Pugachev, el comentario del zar Nico­.. las fue que «personas como ésa no tienen historia». Cuando. en la dé­

cada de 1950, un historiador británico escribió una tesis doctoralacerca de un movimiento popular en la Revolución fran<:esa, uno de

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posibles. Por razones de sencillez y claridad podríamos resumIr ensiete puntos la oposición entre historia vieja y nueva.

J. Según el paradigma tradicional, el objeto esencial de la historiaes la política. De acuerdo con la concluyente frase victoriana de sir JohnSee!ey, Catedrático Regio de historia en Cambridge, «1a historia es la po­lítica del pasado; la política es la historia de! presente.» Se suponía que lapolítica se interesaba fundamentalmente por el Estado; en otras pala­bras, era nacional e internacional, más que local. Sin embargo, tambiénincluía la historia de la Iglesia en cuanto institución y lo que e! teóricomilitar Karl van Clausewitz definía como «la continuación de la políticapor otros medios», es decir, la guerra. Aunque el paradigma tradicionalno excluyera del todo otros tipos de historia -como, por ejemplo, lahistoria del arte o la de la ciencia-, eran relegados en e! sentido de con­siderarlos periféricos a los intereses de los «auténticos» historiadores.

La nueva historia, por su parte, ha acabado interesándose por casicualquier actividad humana. «Todo tiene una historia», escribía en cier­ta ocasión el científico]' B. S. Haldane; es decir, todo tiene un pasadoque, en principio, puede reconstruirse y relacionarse con e! resto del pa­sado 7. De ahí la consigna de «historia total», tan cara a los historiadoresde los Anna/es. La primera mitad de este siglo fue testigo de la apariciónde la historia de las ideas. En los últimos treinta años hemos visto unnúmero notable de historias sobre asuntos que anteriormente se consi­deraban carentes de historia, por ejemplo, la niñez, la muerte, la locura,el clima, los gustos, la suciedad y la limpieza, la gesticulación, e! cuerpo(como muestra Ro)' Porter más adelante, en el capítulo X), la feminidad(analizada por Joan Scott en al capítulo 3), la lectura (estudiada por Ro­bert Darnton en el capítulo VII), el habla y hasta e! silencio 8 Aquelloque antes se consideraba inmutable, se ve ahora como una «construc­ción cultural» sometida a variilciones en e! tiempo y el espacio.

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l' R. G, Collingwood, TbeIdea o/HirIO!JI (Oxford, 1946), págs, 213ss,1< Braudel (1949),

6, De acuerdo con el paradigma tradicional, la historia es obje­tiva, La tarea del historiador es ofrecer al lector los hechos o, comodecía Ranke en una frase muy citada, contar «cómo ocurrió realmen-

Ivan Gaskell y Gwyn Prins en los capítulos VIII y VIl, Existe tamobién la prueba estadística: las cifras del comercio, de población, devotantes, etc El apogeo de la historia cuantitativa se dio, probable­mente, en las décadas de 1950 y 1960, cuando algunos entusiastaspretendieron que los únicos métodos fiables eran los cuantitativos,Se ha producido una reacción contra estas pretensiones y, en ciertamedida, también contra sus métodos, pero el interés por una histori~l

cuantitativa más modesta sigue aumentando, En 1987 se fundó, porejemplo, en Gran Bretaña una Associatiol1for Hútory ami Comp1lling

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5, Según el paradigma tradicional, expuesto de forma memora­ble por el historiador y filósofo R G, Collingwood, «cuando un histo­riador pregunta "¿Por qué Bruto apuñaló a César?", quiere decir"¿En qué pensaba Bruto para decidirse a apU11alar a César?"» 13 Estemodelo de explicación histórica ha sido criticado por historiadoresmás recientes por varios motivos, principalmente porque no consiguedar razón de la variedad de cuestiones planteadas por los historiado·res, interesados a menudo tanto por movimientos colectivos comopor acciones individuales, tanto por tendencias como por aconteci,mientas,

Por poner un ejemplo, ¿por qué subieron los precios en la Espa­ña del siglo XVI? Los historiadores de la economía no coinciden ensus contestaciones a esta pregunta, pero sus diversas respuestas (enfunción de las importaciones de plata, crecimiento demográfico, ete.)están muy lejos del modelo de Collingwood, En el famoso estudio deFernand Braudel sobre el Mediterráneo en el siglo XVI, aparecido en1949, sólo la tercera y última parte, dedicada a la historia de losacontecimientos, plantea cuestiones remotamente parecidas a la deCollingwood, e incluso allí el autor ofrece un tipo de respuestas muydiferente al hacer hincapié en las cortapisas a que estaba sometido suprotagonista, Felipe II, y en la falta de influencia del rey sobre la his­toria de su tiempo 14

Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro

,-

Peter Burke

. <u.Por q, ué se preocupa Ud, por esoslos examinadorec., le pregunto: ,

lxrndidos?» 111, ' tr:1 1im Sharpe en el capítulo TI), ciertoPor otra parte (segun mues , , . por la «histona desde

, ' I historiadores se Intelesan, _numero de nUe\OS' " d \ te conlente Y su expe

\ ' , . las Opllllones e a gen 1 h 'dabajo}., es eeClL pCll ',' L h' .' \e \a cultura popu ar a Sl o

, 1 1 \::' 'ocla\ a lstoUa C , 1 1 'riencla oe cam ,10 s " , , L' h' t riadores de la g esra ca·'d b\ atenClon os IS o , el d 'nbJ' eto ele conSl era e' " el \ aba)'o como es e arn-

- '- histona tanto ese e, , , dmienz,\I1 a examll1ar sU .' ~lores elel )ensamiento han elesVla o su\>::1 1) Icrualmente, los hlstouae '\ r el 'deas -el equivalente a" .. '"' \ \ libros o as oran es I l' \ d::Itención de os grane es " ,. \ \ '" \" historia ele las menta le a es

\ 1 b · '- dlnolenc o a a " '\ 11los arane es 10m les, t> \ 's por eJemp o, a en,, t> , d \ ' discursos o « enguaJe »,

colectivas o a lae os '1 onsuetudinario (eL el ensayo, d \ escohsticismo o del delec la c

guale e . '\ IX "f:'a) 12~\e Ricku'd luck. capllu o .L , mi,

, 1 )araelioma tradicional la historia'-1 En cuarto lugar, segun e 1'd I t> yores loaras ele Ranke'. ~ d umentos,Uno elOs ma ' ", 11

deberla basarse o.:;n oc ,,' d las fuentes narratIvas - a·, " 1 las \JmltaCloneS e b 1 h'fue su expoSlCJOn ee, " ' la necesidad de asar a lS,, '- Vsu rnslstenCla en • b'

mémosJas cronJeas- , f "\ ocedentes de los go lernos Ytori:l escrita en elocum,entns \0 .\Cla es el

preste loara fue el olvido de

, \' E preCIO e" 'conservados en al c lIVOS" '\ ." la invención de la esc[J', \ . \' El perloeo antellOl a , , '

otrOS tl.pOS (e pI ue ),\. h" S' n embarao el mOVImlen-, l' \ 't d 'omo "pre Istona», 1 ' ",' , ' 'wra Cjuec o eescal a a e " 'al' su parte, las limItaCIOnes

1' ' \ de ,~ba)o» presento, p, .

ro de \a «1lstona e es ", , L ,_' t .os oficiales expresan, pOl, d d mentaClOn, os I egls r , d d

de este tIpO e 001 f' ' 1 P , reconstruÍ!: las actrtu es e10 oeneral, el punto de vista o ICJa ' ,al~ el complemento de otras

1"', , bel,J es tales registrOS reqUletenlere¡eS Y le d , ~

clases ele fuentes, 1' '1 _ se interesan por una diver-\

' ' los 11stonaüoles dEn cua ql.ner casO, S\ " \ que ocupó a sus pre e-, '1 \ 1 as mayor que asidac\ de aCtlVle¡ac es luman, ',' 1 d también mayor de prue-

b · 1 'mID'H una vaneoa ,cesores, ha ran e e exa ' " , \' ' orales (ver \0 escnto porbas, Algunas de éstas seran Vlsua es, atlas,

, ' , R C bb Tbe Police ond Ibe Peo-, \' ' LewIs Na11ileL ,\, o ,

1" E\ nombre de! exall1lnaC 01 era " _ ,', dpie IOxforc\, 1970), pfig 81. H' ,'d'I1arcjano Brasil: mmio de ilTlerpl'elo(aO a por/IJ o

11 E 1-loornelerr dar, ,lslol"l , "~, , '\' IC)77) A P doen (ed) Tbe Lm1gua-

/,l)l'~;'Pt¿.?\~, Itocock, "The Concept of el ~a~U¡?l\:'/~~I~riz~l~s of ln;ell~ctual I-lis­

,,~ ni P~lil:~''¡ Tbeory (Cambl'ic(lg¡,,¡, 19~7SL(lC~Sr7) '\)fi:S 1,43.69, y "What is Happemng to,,' , I r I ' [-1' lorv o «?IIS," ,<, - '·?5l0l'Y», Il)lIf'1fl! 1) /n, IS '¡.f ti' Bis/ol'\' I)I1de~s, 5\ (1C)90J, pa?,s, ) - 'rhe j-]istory of Ide'ls',' ]olmltl Ol Je .

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Obertura: la nueva historia su pasad f' , o y su llturo

d 1 19e as exigentes pautas establ 'd

lítica. eCI as por Ranke para la histo ". JIa po,Al mIsmo tiempo . .

1 ' ' su Interes por tod 1, a dmana es estImula a ser interdisci l' ,a a ",ama e la actividad hu-de antropólogos sociales econo ~ manos,. en el sentido de aprender

"1 ,mIstas c' t )'SOClO ogos, et~" y colaborar con ellos L llhI,cos, Iterarios, psicólogos,teratura y la CIencia que s l- ,os Istonadores del arte la 11', o Ian atender' , 'mayo,r o menor medida del ru o ,a s,us Intereses aislándose enmantIenen en la actualidad g P pnnclpal de los historiadores

, , un COntacto . h b' I . "mOVImIento de la historia d d b ,< mas a ltua con ellos El' '- d es e a ajo refl ' b' , '

C1Slon e adoptar los pUntos d ' d ela tam len una nueva de-pI" d e vIsta e la ', OPlO pasa o con más seriedad de lo gente cornente sobre su

rladores profesionales 17 Lo' que acostumbraban los histo-tori 1 (' ,1'.. ,mIsmo vale p'lra Ir'a ora tJ1¡l'Cl pág 144) E ,< , a gunas rormas de 1 ' _. ". n este sentId 1 h 11SesenCIal para la nueva historia, o, a eteroglosia es también

¿Hasta qué punto es nueva la Nueva Historia?

¿Quién inventó -o descu b '.se utiliza a veces para aludir a r:~- la nueva, historia? La expresión1970 y 1980 periodo en IP ocesos ocurndos en las décadas de'1' que a reacc" <

Clona se extendió a todo el d Ion contra el paradigma tradi,- 1 mun o afect dI'pon, a India América L . < an o a 1lstoriadores del J',, atma y cua1e . a-

yos recogidos en este libro s sqUJera otros lugares, Los enS'1'!:J' e centran en e ' d <o. -stante, es mdudable que 1 . se peno o particular. No

h' , a mayona de 1 b'Istonografía en ambos dece' t os cam las Ocurridos en

larga. nlOS arman parte de una tendencia más

~ Para muchos, la nueva historia _ ,.. arc Bloch, que fundaron en 1929 tst~ a,socIada a Lucien Febvre \'nar su enfoque, y a Fernand B' d la leVIsta Anl1aleJ para promoci¿-·he h . d 1au e en h ae ' . .c o sena ifíeil neaar l ' '. < '" neraClOn SIguiente, De

J::J a ImportancIa del ",P?r estas personas en la reno '. dI' mOVImIento encabezado

b l' - vaClOn e a hI t ' S're e lOn contra los rankeanos ,s arIa, 111 embargo en su'- d I d - no estuvIeron I E 1 ~ '[.l.,a e a ecada de 1930 L 'N' so os, n a Gran Breta-1 ' - , e"TlS amler y R H T <anarraClOn de sucesos en cual " "awney rechazaron

torno al año 1900, Karl Lam _q~ler tIpO de, historia estructural, En¿' plec 1t se hIZO llnpopular en Ale '. manla

17 Ver casi cu 1 " .a qUle¡ numero de HÚlm-v U7n.-b'¡,nh r I

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Peter Burke13

15 Citado en F. Stern (ed.), Variefies 01Hisfory (Nueva York, 1956), pág. 249.lb Tomo el término del famoso crítico ruso Mijail Bajtin, en su Dzalogú; Imagino­

.:_--1.,."-1 ;MI Al/stin. 1981), págs. xix, 49, 55, ~63;37:,' CfI. M. de Certeau, Heterolo-

te». Su humilde rechazo de cualquier intención filosófica fue inter­pretado por la posteridad como un orgulloso manifiesto en favor deuna historia no sesgada. En una famosa carta a su equipo internacio­nal de colaboradores en la Cambrtdge Modern History, publicada apartir de 1902, el director de la edición, lord Acton, le pedía encare­cidamente que <<nuestro Waterloo satisfaga por igual a franceses e in­gleses, alemanes y holandeses» y que los lectores no puedan decirdónde puso su pluma uno de los colaboradores y dónde la retiróotro !5.

En la actualidad este ideal se considera, en general, quimérico.Por más decididamente que luchemos por evitar los prejuicios aso-(ciados al color, el credo, la clase social o el sexo, no podemos evitarmirar al pasado desde una perspectiva particular. El relativismo cul-tural se aplica, como es obvio, tanto a la historiografía misma como a .1

lo que se denominan sus objetos. Nuestras mentes no reflejan la rea­lidad de manera directa. Percibimos el mundo sólo a través de unared de convenciones, esquemas y estereotipos, red que varía de unacultura a otra. En tal situación, nuestra comprensión de los conflictosse ve aumentada por la presentación de puntos de vista opuestos, másque por el intento de expresar un acuerdo, como en el caso de Ac­ton. Nos hemos desplazado del ideal de la Voz de la Historia a la he­teroglosia, definida como un conjunto de «voces diversas y opuestas»(in/ra pág. 296) 16. Era, por tanto, muy pertinente que el presente vo­lumen tomara forma de obra colectiva y que sus colaboradores ha­blaran distintas lenguas maternas.

La historia rankeana fue el territorio de los profesionales. El sigloXIX fue un tiempo de la profesionalización de la historia, con sus de­partamentos universitarios y sus publicaciones, como la HistorischeZetlschrlft y la English Historical Review, La mayoría de los principalesnuevos historiadores son también profesionales, con la destacada ex­cepción del difunto Philippe Aries, a quien gustaba definirse comoun «historiador dominguero». Una de las maneras de describir los lo­gros del grupo de los Annales consiste en decir que han mostrado có­mo las historias económica, social y cultural pueden estar a la altura

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Peter Burke

Problemas de definición

El propósito de este volumen no es hacer el panegírico ele lanueva historia (a pesar de que sus colaboradores coincidan en la vali.

21Obertura: la nueva historia, su pasado y su fururo

El empeño por escribir una historia que r-uer~l más allá de losacontecimientos políticos se remonta también muy <1lrás. Ll hi:-tori:leconómica se asentó en Alemania, Gran Bretaña v otras p~lrtes (l

finales del siglo XIX como alternativa a la historia del Estado. En1860 el erudito suizo Jacob Burckhardt publicó un estudio sobre Lrcivilización del Renacimiento en Italia, centrado en la histOL'ia cultural vque, más que narrar sucesos, describe tendencias. Los sociólogos delsiglo XIX, como Auguste Comte, Herbert Spencer -por no mencio.nar a Karl Marx- se interesaron en extremo por la historia, aunquedespreciaran a los historiadores profesionales. El objeto de su interé:­eran las estructuras y no los acontecimientos ~' la nueva historia liene:con ellos una deuda que frecuentemente no se reconoce.

Aquéllos, a su vez, son acreedores, a menudo sin clcepl<lrloS. dealgunos predecesores suyos: los historiadores de la Ilustración, entreellos Voltaire, Gibbon (a pesar de la observación anteriormente cita­da por mD, Robertson, Vico, Maser y otros. En el siglo XVILl se produjoun movimiento internacional favorable a un tipo ele historiografía nolimitada a los acontecimientos militares y políticos sino interesadapor las leyes. el comercio, la mamere de penser ele una determinada so.ciedad, sus hábitos y costumbres, el «espíritu de la época». En i\le.mania, en especial, surgió un vivo interés por la historia universal 2e,

El escocés William Alexander y Christoph Meiners, profesor d\:' hUniversidad de Gotinga (centro de la nueva historia social ele finalesdel siglo XVIII), publicaron estudios sobre bistori~l de las mujeres ~;.

Así, la historia alternativa analizada en la presente obra liene unaalcurnia razonablemente antigua (por más que sus tatar~lbuelos \W

pudieran, quizá, reconocer a sus descendientes). Lo nuevo no es lan­to su existencia cuanto el hecho de que quienes la "ractican se,lIlahora extremadamente numerosos y rechacen ser marginados.

22 M. Harbsmeier, "World Histories before Domestication ". Cl!ltllre' 11/1<1 Hli·torv 5(1989) págs. 93·131.

2J \V Alexander, Tbe Hislory 0/1fIomen (Londres. J.779): C. Meiners. G"sch¡(.-btl? dl!sl1'!n.;t../~·"..'-."",.,r,", ... "f~''''_'A.~(.1 _._'_"lT . ~""'r"\"'" 1"''' ...... '

20

. , " d afío al paradigma tradicional. La fraseentre la profeslon por su es .' d en los aconte-despectiva de bistoire événemel1tlelle, «hlstona cen;ra a d la é oca

cimientos», se acuñó en ese tie~po, 1..\11a1gel~;:~I~~l ~~t:;up~ de ~stu­

de Braudel, Bloch y Febvre. ~81' xPfresa _asE,1 ile Durkheim y su revis-. 1 ran SOCIO OCTO rances m

ellOSOS en torno ag. bt· , e contribuyó a inspirar losta, el AI111ée Sociologlque, pu ¡caclon qu .

Al1l1ales. . , 1. " t' ene su propia historia. PorLa misma expreslon <mueva llstolla» 1 el 1aca-

- . d 1término data de 1912, cuan o elo que yo sé, la mas antigua. e bl' - una obra con este título.

démico Jamdes Har~ey ~~~I~~~~a ~~ s~~~tiqueta. «La historia», escri,Los contenl os esta an a d . tioi~ ele cualquier cosa hechab ' R b' lllcluye to o rastlo y ves '"

la o mson,« , . el d . 1 arición en la tierra». En otraso pensada por el hom~le es ~ Sl .ap 1 En cuanto al método, «lapalabras, Robinson creJa en la l1lSto

Rna

b.tota~_ se valdrá ele todos los

H · .' Clto otra vez a o 111S0 -1Nueva lst01la - _. I Illano realizados por antropo 0-1 b " t obre el oenero lU , fe escu nmlen os s '" . -1 19 Este movimiento en .a-

. sicólogos y SOClO ogos» . 1O'os, economIstas, p'. ,~. aquel momento en osb el histona no tuvo eXlto en ,

~~~ael:sl~~i~~:,v;ero el más 1~~cI~:~~~d:%~:i:::Ot~~~~~:el:~:~oporlos Annales se entIende melor d n 1912 ni tan Sl-' b'n para etenernos e ,No hay ninouna uena razo, . 1 .., de

' '" - . h defendido que a sustltuClOnquiera en 1900. UI tImamente se (a _ ob)'etiva y menos literaria) es

h · . .. por otra nueva mas, .una Istona VIeja '1 l' . d 1 historioCTrafía 20. Este tlpO

. . lte en a lIstona e a '" ' . 1un motIvo recunel 1 1 de Ranke en el slg o. L. planteadas por a escue a 1

de exigenCIas meron, d" J Mabillon que en el sig o'1 tudioso bene Ictmo ean, ,XLX, por e gran es' 1 d '( de las fuentes y por el histo-XVII formuló nuevos métoc os .e cn Ica ta an-os ~ntes del naci-' . l'b' . Clento cmcuen,riador gnego Po I 10, qU.I:n 1 de sus coleCTas tachándolos demiento de Cristo denunc.lO a a guno~ enos las ;retensiones de no­meros retóricos. ~n el pnmer c;s~i :r: hist~r;ador holandés Robert;vedad eran conscientes. En 19

18 d "'La nueva historiografía», donde

Fruin publicó un ensayo. tltu a 0« ?

defendía la historia científICa, rankeana .l

. 'IR 1 1 (Cambridue, 1990), pág. 113.18 Cfr. P. Burke. The fl'ellcb Hlstol'lca ':~~all~~lllk 1912); cEr. J. R. Pole, "The New19 T }'1 Robinson. Tbe NelL' I-listo/y (N . A ~. 11 Hl'storical Writing» (J 973,,.. . f S '1 P se 111 menca l.

Histol'v and the Sense o OCI,', urpo va York 1979. págs. 271.98). "reimpl:eso en: id, Paths to the AtlTalcfl1IP{:st (Nue, Litera':' History 18 (1986), págs. 1.22. ',.

,n L Orr «The Revenge of Lltelatme», Neu . . . id ·Verspl'eide Gescbri/ten 9,1 R', Fru·in. De niuwe historiographle», rellnpreso en. '.,I!." Hav.,. 19(4). págs. -1.10·18.

Page 7: 02_01_Peter Burke - Obertura La Nueva Historia, Su Pasado y

25 Algunos comentarios agudos sobre este problema. en E. Sain, Orlel/li/lirm (Lon.dres, 1978).

]1, E. De Decca. 1930: O silencio dos vellcldos (Sao Paulo. 1981).

Obertura: la nueva historia, su pasado v su futuro

reaparecerán en los capítulos específicos, pero podría ser útil :Jna/i­zarlos brevemente aquí.

Se dan problemas de definición porque los nuevos historiadoresse están introduciendo en un territorio desconocido. Como acostum­bran a hacer los exploradores de otras culturas, comienzan Con Llnaespecie de imagen en negativo de lo que buscan. La historia deOriente ha sido considerada por los historiadores occidentales Comolo Opuesto a la propia. eliminando diferencias entre Oriente medio vlejano, China y Japón, etc. 25. Como señala Henk Wesse/ing más aba­jo (capítulo IV), la historia universal ha sido vista -por los occiden­tales- como el estudio de las relaciones entre Occidente y el restOdel mundo, ignorando las interacciones entre Asia y África. Asia yAmérica, etc. A su vez, la historia desde abajo fue concebida en ori.gen como la inversión de la historia desde arriba, poniendo la Cultura«baja» en el lugar de la alta cultura. No Obstante, a lo largo de SLlS in­vestigaciones, los estudiosos se han ido dando cuenta más v más delos problemas inherentes a esta dicotomía.

(/ Así, por ejemplo, si la cultura popular es la cultura «del pueblo»,

f¿quién es el pueblo? ¿Lo Son todos, los pobres, las «clases inferiores>'como solía llamarlas el intelectual marxista Antonio Gramsci? ¿LoSon los iletrados o las personas sin educación? Podemos dar por 'su.puesto que las divisiones económicas, políticas y Culturales coinciden

I necesariamente en una sociedad dada. Pero, ¿qué es la educación?¿Es sólo la preparación proporcionada en ciertas instituciones oficia­

I les, como escuelas o universidades? La gente corriente, ¿carece de\ ecJucación o, simplemente, tiene una educación diFerente, una cultu- ...---­LSJ! distinta de la de las elites?

No deberíamos suponer, desde luego, que todas las personas co­rrientes tiene idénticas experiencias, y la importancia de distinguir lahistoria de las mujeres de la de los hombres queda subrayada porJoan Scott en el capítulo In. En algunas partes del mundo, de Italiaal Brasil, la historia de la gente corriente se suele denominar «la his­toria de los vencidos», asimilando así las experiencias de las clases in.feriares de Occidente con la de los colonizados 26. Sin embargo. lasdiferencias entre estas experiencias requieren también un análisis.

Peter Burke

y 'k 198 'J' A W. Crosby, Ecologicalc·, W. Cronon, C/.Jall,gn il/ r¡¡¡Je L~l1/ld ~N[ueI~~PI!/~~/,jl/lo e:o'lóg;'co, Barcelona, 1988].rc l · I e 19861 la" ec . CdS .,ImperiallslI! am )I"!C g . J

'))

--.. ]. nece,id"d de ,] meno, ,]gun" de '"' [mm,,],dez o, de he.cho,.e

n.1. 1 I 'I'd 1, El movimIento en favol de unI l· erzas \1 e e)1 1 ae e.s. ~ . ! d 1sino eV~1 U,1r sus u ~'.I . .. t de lo inadecuae o e pa-

'd I 11,">110 sentll11len o elcambio ha nacI o e e un al_ . '. de inadecuación no se pue e

. d····l Este sentimiento , .. . Iraehgma tra Iclona.... ' 11' del nremio de los historiadores, a. asentender si no se mira, mas a al • '" 1 lel mundo. La descolomza-

. . 'aducIdas a o dnc 10 e I'dtranslormaclon.es pI . 'J d )rocesos que 1an tel11 o,

I r .. "or eJemp o, son os 1 '.ción ye 'cmlnlsmo, ~ ., 1 historionralia reCIente, se-'. r~l,ercuslon en a '" I W

como es obVIO. una gran t: - I 't los escritos por Hen ( es-. ¡'d mente claro os capI u . d-'

"'lIn dCJan cump l. a - J . 'ento ecolocrlsta ten la.'" , . E el tuturo. e 111 0\71 mI '" 'b' JSelin

oy Toan ~cott. n . . . la nlanera de escn Ir a' '" . . fl -eClente en, ,probablemente, una 1I1 uencla CI .

historia. . . I .' .to número de estudios. Al publJ-De hecho, ya ha lnsplrae o clel

f. d B lel sobe el Mediterrá-

I f· s monocrra' la e rauc . . .c"rse, en 1949, a .dI110, a b. d d' ado al entorno frSlCO -tIe-

. , , el espacIo e IC , dneo llamó la atenclon pOI. H . embarno, el cuadro e

-... , lslas-. ay, sin '" ,.rra y mar, montana::; t: • . . . es su autor no tuvo sena-. l, ,. amente est,1tlco. pu '. . ,Braudel resu ta CUlIOS, d'f' 'a el medIO ambiente pOl.. , 1 f . . en que se 1110 I IC,mente en cuenta a Olma . b destructor de bosques. . ,1 del hom re como 1la presenCla, por e¡

el11l· o'.. lucrar tan destacado en as. I lel'as que ocupan un bpara construir as ga " . .

p,ígi nas de El Medi/errálleo. I . freciclo una ecohistoria más dinámi-Algunos escntores nos l"n o . I t estudio de la Nueva In-'. l Tito un exce en e

ca. \'{Iill ¡am CrOllon la ese. I t-' . I la lIecrada de los europeos. I . . lo en os e ecros ee, b • _ d 1"Iaterra coloma centrae . . 1 de la reoion, senalan o a

'" .. I d eoetales V anIma es '" h Isobre las comunle a es V '" "d . de Weymout y a. .., ., / osos ce ros y pinOS . . I

desapanclon e e castol es '>. ' , de pasto. En una esca a.. ,. de animales eUlopeos '1

creciente ImportanCia, l' . d lo que él denomma « a ex-l·· AI·f· I Crosby ha ana Iza o . El . d

lllUY Clstlnta, . .lec , -190Q 11900 Y la 111 uenCla eb· 1" d Europa» entle e . \ 1 .•!:Jansión looglca e ~ . ' 1: .. 'al éxito de la insta aClon1 . en a )rJr cammo. .las enfermedae es europeas _ ; Inolaterra a Nueva Zelanda 24.

de «Neoeuropas», desde Nuev '" as no es disparatado ha-.. t 'nas como extern, , . b

Por razones tanto 111 el, . . . 'f' _ tI'adiciona!. S111 em ar-.. d Id' la hlstonOgl a leo d

blar de la cnsls e para 19n, b" - s l)l'oblemas: problemas ed · t ene tam len su l

<'o el nuevo para Igma I ., d _ 'cl'o'n Estos prob emas~ , 1 . v e expOSI ..~l t." . .. ele fuentes e e mctoe o . . .e e mlelon, ,

Page 8: 02_01_Peter Burke - Obertura La Nueva Historia, Su Pasado y

" Cfr. R, Porrer, "The P'Hie11l's View: Doing Medic,\1 H.istory from Be1ow»,Thcril,/andSocic/l' 1-1 (1C)~'i), pcigs, l75,QS.

", Sobre los ~()klados rasos, ver J Keegan, Tbc FI/ce o/ Ba/de (Londres, 1976) [hayed. cm.. El ro.¡/ro de' f,? bil/aff", Madrid, I 990].

,'1 J Ozouf I<.:d,l. NO/l.\' fe.l· lIl{/l)rfS d~;Ci)f<, rl\1ris, 191)71 examina la experiencia ele losmacsti'os de escuela elemental c. 191~,

;¡, L, ¡-Tun!' leci.!, Tb" N<'li' C/lf//lraf 1-/istor1' (f',erkeley, 1989).

L::t e:-;:presi('n ,<historia desde abc1io» p~rcce ofrecer una salida aestas c1ificult:1des, pero gener:l. sus propios pl'oblemas, En contextosdistintos, su significad" c:lmbi,l, Un,l historia política desde abajo,¿debería deb,nir las npiniones y actos de cualquier,l que esté exclui,do elel poder (1 habrí,l de tr,Har de la poi ítica en un plano local o encl ele la gente corriente~ Una bistoria de la Iglesia desde abajo,¿debería con~ider~r I~ religión de~de el punto de vista de los laicos,fuer,l cual fuese su rango sociaP Un,'¡ historia de la medicina desdeabajo, ¿tendría que ocu parse de los curanderos, por oposición a losmédicos profesionales, o de las experiencias y diagnósticos de los pa­cientes cn relación con su enfermedad? 27 Una historia militar desdeab:l.jo, ¿habría de traUr las batallas de Agincourt o \\lfaterloo de lossolelados corrientes, como ha hecho de forma tan memorable Johnr-;:eegan, o debería centrarse en b experiencia ele la guerra ele las per­sonas civiles? 2:, Una histori'1 de la educación desde abajo, ¿tendríaque olvidar a los mini~tros y teóricos de la educación y volverse a los11l,1estros corrientes, como ha hecho Jacques Ozouf, por ejemplo, opresentar 1:1 escuela desde el punto de vista de los escolares? 2° Unahistoria económica desde abajo, ¿habría de centrarse en el pequ6íocomerciante o en el pequei10 consumidor?

Una de las razones de b dificultad para definir la historia de lacultur::t popular es que la noción ele «cultura» es incluso más difícilde definir que la de «popul~tr», La deFinición de cultura calificada de/(teatro de ópera» (en el sentido del gran arte, h1 gran literátura, etc.)era estrecha pero, al menos, precisa, Un elemento fundamental de lanueva bistori~l es su noción amplia de cultura }o. El Estado, los gru­pos sociales \ hast,l el sexo o la sociedael misma se consideran cons­truidos culturalmente, Sin embargo, si utilizamos el término en unsentido 'llllplio, habremos de pregul1tamos, al menos, qué es lo queliD Cuenta C01l10 cu1t:ur,l,

Otro eiemplo de lluevo tratamiento que se ha topado con proble­IlUS de deFiniciól1 es la histori,¡ ele la vida cotidiana, la Alltagsgeschi­cblc, según \'1 llalll~n los alemanes, La expresión en sí no es nueva: la

2-1 Pe¡er Burke Obertura: ¡ Ia nueva listoria, su pasado)' su futuro

vie qllol1die!117e era el título d 'H l

e una sene lanz:ld, J ¡,cesa aClette en la década d 19'0 L' '",' a por a CCltori,ll (1'.111-e1'ld 1 'd " ,e J, o nuevo aguí e- 1, ', a a a VI a cotlellalla ~n 1 " , , ' ~ a Importallcl'l

, ,. e e a llstonoo-' t- . ,Clal desde la publicación en 1967 d ,~,la la, contempol'~íne::l, en espc-bre ¡ ,,¡, '- e 1<1moso estudIO I B J I

a «eNllzaClOn material».11 L' ¡" . ce raUllC so'ch d ' el lIstona de /'" 'd 'd'aza a en otro tiempo ,,'. ¡ _ ' VI ::l COtl lana, re,1 h' POI tr IVla esta " j 1a gunos lstoriadores Como 1, - , 1" ,.~ conste er:ll a ahora 1'01'1 d 1:: a unlca 11Stona aUlé t:" Ie que e oe relacionarse toe! 1 d ' 'e n ¡ca, e centru Con

bién en la encruci¡'a.cla' 'de f o o em,as, Lo cotidiano ~e b ...db t'1I11-,< en agues r'c '_ '

chel de Certau a Ervino- G ff . ).e le~ltes en soclologl::l (desde ¡V[i-f '=' o 111'1 n y en fl/osof (1' ,enomenológica) 32 .' 18 ,anto 1l1:1r.\lsta COl1l0

Lo común a estas formas de abordar 1 .,' , ,el mundo de la experiencia 'd', ,', ~ CUestlon es su Interés por'b' ) L al Jl1alla (mas gue ' l .'a st¡acto en cuanto punt I 'd" pOI a socled:ld en

'd . o ce partl a Juntoconsl erar probJemáticl la '¡ d' , L, con un empeí'Jo llarle, , VJC a lana en I .' ¡ :1e comportamiento o valores da I " e sentlco ce mostrar queel ' ,c os por Supuesto ~ ,

escartan en otra como . 'el . s en U.l1:1 SOCJed,lc1 se, ¡, 1 eVl el1temente absurdo e ,. /' "Ies, a 19ua que los antropól o- '1' s, lellos 11stOl'lado_desvelar las reglas latentes d o]",os,s¡ocla eS,Intentan en la :let:u~didadel · ~ e a V1C a cotId '(1 - ,

la, en expresión del semiót' ' T' lana <1 «POCtlc:l.'> ele Cle/al' L lCO lUSO un Lotm ) <

ores como se es padre o hi' I '" ':1 an y 11l0Str81,.1 sus /ec-¡ " Ja, egls 'le o!' O S'lIltc j

cu tura n, En este punto la 1 ' . _' ,,,) en una (etermin:1cl.1]

, < lIstolla SOCial v c It ,verse a una en la otra Al t d ' ,u ura parecen d isol-

, e, f,unos e qUIenes las " ',_ .como «nuevos» hlstoriadop d l 1 1'1 actlCclll se descn bt'n

, I 1::S e a cu tura' ot' - I '«SOCIOCU lurales» J~ En c l' ,las, como llStoriadorcs,1 ,1 " ua glIler caso, el' " di'" ,eu tUla en la btstorino-rafía p '1 /' Impacto e relatlvlsI1l0N . '=' e , arece ll1e uc Ihle ', O obstante, según ha sei1alado el soci -i ~ ,Importante ensayo, la noción dI' l' o ogo Norbert Ellas en un

. e o cotlC lano es menos pl'e'''I'S''~ "v más

;¡ F B. ' . ralldel, Ci"ifúl//ion n"'¡¿"'e/~ ' ..\/I;UC//lI't'J ,!u quo/idlell (París, 19791 b~a ,ee~r ~ap'/t7IJsIJJc (Perí,~, 1Q(,7); ed, l'evi,ac/'1: L.'"~,afl\I!;a' -' vol.. AbatlZ'l Editorial, 19¿'I] C?s~, ¡r;/I'¡(/2<1C10// //1<1lcl'lá/ ('c'OIlÓJ/!I(',? \ ,"_

'U;"l ~(,'¡'/J \l/olkes (4. vols. Berlín, 1980,2),' t. .' \.uczvmh Ce,rc/.ll~·¡'/P .1".1' ,1111"n'( ,f" ..1\ ce C'rt L" " .!Ji ,\;'C Ji ' F' ,c eau,. muell/ioll dll qlfol¡(/iw (Paris 19 .• ' ,

l' JI p' "~endal' L;fe (Nllevil York 1959)' 1-1' 1 ~.' b' 80), f.' GolFl11an, T-\' PI't'ICI//.,/¡''''1.' 1'0 s '1m 19~6 R C' '" "ere I're C' /' '1 .

,,'" '" -c l.). J-r. F. Mackie, rbeS/a/llS '~ .. , ' 1/ /'llle <'le ,1/ l'le '1'lOt,d'('II'1<, J Lotl11;\n, «The Poetics 01' Even;1, o/ [,vtlvdal' L;fc' (Londrl'S, I 9~51.

;~~lluJ~e8"'I)en:, rbe SelJJioticr o/ RlI,rsiall CII~~;l'eBee~laTvILOllr 111 RlIssian Eigh¡ecnl h,Cenlllrv, ~, pags. 231,56 Un d b·' , ',' Oll11al1)' B. J\. Us en 1-" ( .

~~i:I:~~,r~~'~;I~~~;~~~r~~~, ;1]1 P ;UI~~~, ¡}~~~/~~~~I;~~,~/.~I~~)~~~~:o;~~;~,'~ ~/for~;I, l~i~j¡:O/:;~~,;tq [H "' ,' - .55. .. . ,/( 1/1 (" l' I'"anl,

" unt (ed.), 7be NeU' ClIftllral His/ol" (B .1. I_, el ,e el', 1989),

Page 9: 02_01_Peter Burke - Obertura La Nueva Historia, Su Pasado y

11, Cfr. P, Burke, PoplILarCultllre ill Early Modem ElI1"Ope (Londres, 1978), cap. lII.¡; R, Samuel y P. Thompson (eds.), Tbe Mytbs \\l'e L/pe By (Londres. ] C)90),

pítulo VI; otros, h"cia las pruebas figurativas (capítulo VIII): otr(\~,

hacia las estadísticas, También se ha demostrado posible releer cier­tos tipos de documentos oficiales de una manera nueva, Los historia­dores de la cultura popular, por ejemplo, han hecho gran uso de losregistros judiciales, en especial de los interrogatorios ele sospechosos,Dos famosos estudios de historia desde abajo se basan en actas in­quisitoriales: el Montaillou de Le Roy Ladurie (1975). analiz"do en elcapítulo n, y El queso JI los gusanos, de Ginzburg (1986),

Sin embargo, todas estas fuentes suscitan problemas engorroso"Los historiadores de la cultura popular procuran reconstruir las idea,ordinarias y cotidianas partiendo de registros de sucesos que fueronextraordinarios en las vidas de los acusados: interrogatorios y juicios.Intentan reconstruir lo que la gente corriente pensaba en función delo que los acusados, que podían formar un grupo no típico, estabandispuestos a decir en la situación inusual (por no decir terrorífica) enque se hallaban, Es, por tanto, necesario leer los documentos entre lí·neas, Este intento de lectura entre líneas es perfectamente correcto,sobre todo cuando lo llevan a cabo historiadores de 18 sutileza deGinzburg o Le Roy Ladurie,

A pesar de todo, los principios en que se basa esta lectura no sunsiempre claros, Es justo admitir que retratar a los socialmente invisi·bIes (por ejemplo, las mujeres trabajadoras) o escuchar a quiénes nose expresan (la mayoría silenciosa, los muertos) es un cometido queimplica mayores riesgos que los habituales en la historia tradicional(si bien resulta necesaria como parte de la historia totall. Pero nosiempre es así, La historia política de la época de Carla magno, porponer un caso, se basa en fuentes tan escasas y poco fiables. al me­nos, como las de la historia de la cultura popular en el siglo XV] ,''-

Las pruebas orales ban sido objeto de gran atención, por ejemploen ciertos casos de historiadores de África como Jan Vansi na. preo­cupados por la fiabilidad de las tradiciones orales mantenidas duran­te siglos, y en algunos otros de historiadores contemporáneos, comoPaul Tbompson al reconstruir la experiencia vital en la era eduardia­na, Se ha debatido el problema de la influencia del historiador-en­trevistador y de la situación de entrevista en las declaraciones del tes­tigo 3'. Sin embargo, hay que tener la honradez de admitir que la

Peter Burke

?(,

_. 1. . 'f'cados en elEl" distinaue OCl10 slgnl 1 ,

complicada de 10 que parece, ¡¡ast

el m'"undo de la gente conlen-1 1 'd privada las a ,1

te'l'mino dese e a VI a " Br''''ldel lo defme como e. . , Clones - "" -b'te 3:;. En lo cotidiano entran, ac , d odríamos llamar ha 1-

, 1 tamblen actltu es que p h' 1 1reino de la rutma-) " l" 1 Lo ritual, un Ita e e as

P d' ' lUIr hasta o utua ' d ftos mentales, . o na mc '1 ] , dl'\II'duos v comunidades, se e 1-

, 1 la VIC a oe 111 ~ l' 'tocasiones especta es en :, a 10 cotidiano, Por otra parte, os ~ISl an-ne a menudo por OpOSICIOn l' 'd \ toda sociedad ritos cotidIanostes forasteros advierten en a VI a e e_ ue los habitantes locales no

f, de comer de saludaIse, etc, q

- ormas " ' 1 o rituales, ' ,loaran perClbu' en abso uto com

d," o el an'álisis de la relaClon

b , 1] ,- \a escnpClOn ' dIaual diflCu tao entl ana , . b' , 'd' no Visto desde entro,

b d d d' f C'lln 10 cotl la, , ' 1entre estructuras eca a ta\ El reto planteado al histonador SOCIalo cotidiano parece ¡ntempola '\ 'd t'd'lalla con los arandes suce-

1 1 ' al' a VI a ca 1 , '" d 'es mostrar cómo e re aClon, , 1 " h-'ancesa- o con ten enClas

f la Revo l..lCI0n' ' ,sos -como la Re arma o, \,," o el nacimiento del capIta-

l aCCIdenta lzaClon , '1a largo plazo -como a d 1 1. I'stol'ia El famosa SOCIO ogo

~ d h h parte e a 11 ' ' '1'lismo- forma, e ec o, b" f oso que podría utllZarse- ' término tam len am, . ' , )

Max Weber acuno un .. " 1" 1 lente «cotidiaDlzaCIOll» ,, " , (\1. llLaglzchnno Itel a n d '

aquí' «rutimZaclon» eHl" . 'l' ""'1' . dores sociales po na ser, ' . 1 "de os lIstona .1Jno de los focos e e atencJOn , 'entoS \1 tendencias de ma-, ' , tre aconteclml ) , ' ,el proceso de 1l1teracClon en de la vida cotidiana, pOI

, '. lado, y estructuras , 1 _yor ImportanCIa, pOI un . d' d t"onte qué penado la revo u, \' d ' que me lOS Y u" d' ' dotro, ¡Hasta e on e, pOI ( , 'decirlo) la vida lana e

- \ 'buyeron pOI aSI , 'ción francesa o a rusa 1m 'h' . nto y con cuánto exltO se, 1 asO que pulos distintos grupOS SOCia es, ' .•les opuso resistencia?

Problemas de fuentesb\ as de los nuevos historiadores

Sin embargo, los mayores pr~ edn1' Se ha suaerido ya que, cuan-

1 1 l f entes y meto os, '''' , b 'eson sin due a, os e e u \ n"tear' lluevas cuestiones so r

, , \ zaran a p a ' d bd lOS histonac ores comen, ,," , hubieron e us-

o . l' . s de 1I1vestlgaclOn, fel pasado, a elegir nuevos o )Jeto plemen;aran los documentoS o 1-

cal' nuevos tipos de luentes q~I~C~~;: historia oral, analizada en el ca-'. l Alaunos se volVieron , , .CI,' es, ::-.

\ . lonie des Alllags, K..\.\: d t\\\¡""s» en: MOleriellen ¡/Ir .ovo "

El ' Z Benn es "o' "',' N, - las, "~UI11,, . \ d, \l1781 págs. 22·:,.H:\\11l11erit;h YM K\etn (ecls,) (Op a en, '-

Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro 27

Page 10: 02_01_Peter Burke - Obertura La Nueva Historia, Su Pasado y

Pete, Burke

criticl ek los testimonios orales no ha a1G1I1zado la complejidad de lacrític1 docllmentl1. practicada por los historir1dores desde hace siglos,Podemos h~1cernos cierw idea ele la distancia recorrida en un cuarto de:;iglo _y del trecho que alÍn queda por antbr- comparando la primeraédici"1\1 del estudio de Vansina sobre la tradición oral, publicado porprimera vez enlC)61, con la versión completamente reescrita de 1985

35,

L:1 situación e bastante simibr en el caso de fotografías, imáge­nes y, m:1S en general, pruebas de la cultura materia1. Algunas obrasrecientes sobre fOLOgrafía (y cine) han puesto en evidencia la preten­sión de que la nímara es u 11 registro objetivo de la realidad, haciendohincapié no sólo en la selección realizada por el fotógrafo de acuerdocon sus intereses, creencias, valores, prejuicios, etc., sino también sudeuela, consciente o inconsciente, con las convenciones pictóricas, Sialgunas fotografías victorianas ele la vida rural se parecen a los pais8'jes holandeses de] siglo XVll, podría ser muy bien porque los fotógra­fos conocían esa pintura y situaban sus personajes en consonancia, afin de producir, como decía Thom<ls H.U'dy en el subtítulo de Ul1dert/.le GrceJ7woOd Tree, «un cuadro ele la escuela holandesa», Los fotó­gr8fos, como los historiadores, no ofrecen un reflejo de la realidad si­no representacic1nes de la misma, Se han dado algunos importantespa, os hacia la C1'ítica de Fuentes de las imágenes fotográficas, pero

también aquí queda un largo trecho por recorrer 39

En el caso de las imjgenes pictóricas, analizado más abajo porlvan G,lskelL al c!imr1 de entusiasmo ele la decodificación de su iC0­nograFí<l o iconología a mediados del siglo xx, la época de virtuososcomo Erwin Panofsky y Edgard Wincl. le ha sucedido un perioelo deglaciación de relativo escepticismo, Los criterios para la interpreta­ción de significados concretos btentes son re<11mente difíciles ele for­Illubr ~n Los problemas de la iconografía se hacen más penososcuando los historiadores de Otl'.lS materias intentan utilizar la pintura

;: r, 1'hol11p,on, Tbe Voiee 01 Ib<' P,,¡I, J<)78 ("d, rcvisacL1, Oxford, 1938) [hay eJ,Clst" L! I'n;: .1"/ Pd'¡c7do, Valencia, 19:;;8]:.J. Vansina, On!l Tnldilioll (tr'ld, ingl.. Londres,

1(5) YOl'ti/ Trn.lilinll (/.< Hi¡lon' (Nl:tclison, 1985),'" p, Sl11ith (ed), Tbe HiSloriall ,111.-1 Fi/III (C'l11bridge, 1<¡76); A, 1'nlChtenbe,g, «Al,

bUl11s l,f \YJar», f,eprcs>?I/I"IIÓIlS L) (1 <¡85) p,¡gs, [,3::':.J. Tagg, Thc Bllrdell al Represell/c7­lioll: E.ud)''¡ nll PhOlogrn/,hies "Ild J-Ji,¡/orics (t\mherst, .1 (138),

•" E, Pnnofsky, [.<.\',7YS ill 1Ct'l!%,r!"lI (Nueva York, 1(39) (hay ed, cast., Esllldios so­I're icollnlogi;l. Alianza Editori,,!. Madrid, 1<¡89:']: E, Wind, P,¡gc711 M)'sleries ill ¡be Re­,¡,¡il.l'dllee (lIlIldrcs, J958) (hay eel, c~st., ¡'v[¡sler/ns P",~,!1l0S de/ Rell,lcillliell/o, Barcelona,I c)7 2). Un punte, de vist,' nüs escéptic aparece expresado pOI' E, H, Gombrich,,.,,\iI11S :ll1d Limits or lcunvlvgy", en su obr:l SYlJlbo!ic /1iIc7ges (Londres, 1(72), págs,\-22 [h:1V e,!. GISt., JIII,(~ellL'J "illll".;/ic"s, Ali,lnza Eclit,.'ria\' Madrid, 1<¡<¡O·'}.

Obertura: la nueva histOl'ia su I'as d f, .. a o y su uturo

par~, sus propios propósitos como r 1 b' 'po)¡tIcas, Es muv fácil cae p le d de actitudes religiosas o

(~. r en una argum . ", ~

por poner un caso) una im']erel1 d Alb~ entaCIon CIrcular. levenelo, , ',.., e ertt) D 'cnsls espiritual y presentando I . l' urero como símoma dcI ' 'd uego a Imaerena eXistenCIa e la crisis ~I '" Cl'Ill0 u na prueba ele

La cultura material e's, por 'los arqueólogos que estudi _supuesto, el termorio tradicional de

t s, b an epocas carentes d dos, 111 em arero no hay lb' ,e ocumentos escri·

d'" lJ11guna uena 1'" , '

ro os arqueológicos a h prel' " 1 azon pal a restnngll' los mé-?O de hecho ~ estud;ar la11~odllela yMos ~rqueólogos han comenz~-1 el '1 ' a edla 18 "n ustna y, más recientemente un" b' " pllmera revoluCl0nde la América colonial hast l' alm Ito temporal más ::lInpIIO de

L l' a a actua sociedad d - , , -

os llstoriadores com' ' e consumo ~,:'d (V lenzan a emularlos "sa o ersalles y otros eell'f' " '" SI no excavando el p~1-

, lClOS Importantes d 1, Edne,cesItan, por suerte, ser excavad ) '1 e.1 c1el M()derna nI)CfO I b' ' os , Sf <1 menos p' d 'n a os o Jetos físicos L 'el b" . Iestan o mas aten-l' d l' os e ates en torn 1llVI ua Ismo y la privacI'd' diE o a naCimiento e1el in-, ,a en a ciad M 1 'mente no solo en las [)rUeb'l " oc elna se b~s~n rlCtU.ll-t'l b" ,s sumlllJstrad'1S [ ,1 j",m ¡en en cambios como la ,'" d" )OJ os e lal'lO~ ~ino

d' apaLlClon e V'lS d 'd

gar e Jarras comunes) y siJ1 (1 ' os 1I1 IVI uales len lu-d I b' , as en uerar de banc) 1 d

e la ¡tacIOnes especialmente de t "'d d' os y en e esarrolloEn t' s ma as a ormitorio -;,

es e caso, SIl1 embarao es dT '1material no está siendo utíl" "d' 1 ICI no preguntar~e si la cllltlll"1

, fu Iza a como mera' /' , . .tesIs ndada en primer 1, ' con 'IrmaClon de una hi!,ó-,l' uga¡ en pruebas l't ,'- .dgO mas la arqueología del eriod ',' I eral1a~, ¿Puede ~srir:1r :1

cIJente)? El difunto sir M p pO ¡postel lar a 1500 (,11 menos en Oc', oses 111 ey ll1sinuó' '

«ciertos tipos de documenta " I en CIerta ocasión (Iue, • clan lacen de 1" J'

menos mnecesario», arrojando así c :1 al queo ogla algo m:ís ornal al cubo de la basura ~~ S ' ' on una fIase la arqueología indus-rod" ' u cntlca merece unaav¡a esta por hacer una est' ' . [ , respue ta seria. peroI I I < ImaClon a IOndo del I d 1

l<: a cu tura material para I h' , va 01' e as pruebas• a Istona posterior a la Edad Media, < ,

, 11 C. Ginzburg, «Da Aby W 'l:' Ep-¡u, J(lJ 565 S' • al 'Ut" a H Go 1 b '1 5~ ~:.. . ' , u crítica iba diriGid b ,',,' 11 rtc 1», II/di lJIecfleL'a/i::; 1"~lal"l pal':1 los histol'l'oel ' d b o en P,lltlCUial' comr>! Fl'l'tz s' ,1 S ( 7C1h),I . ~l ores e i:ls n "d 1 . ... (1X .• obr'" /.'."Jlo/!'C'desllle17lalilés(Aix 1979)' lent<11 aces, ver M, VOl'clle (e 1) [, t ,.~ Iconu,,~ K J-l d ' ' • ' e" (01I(),~I<!/,hl'" ,'1

.. ' 11 son, Fbe r1rcbaeolo0l' 0(110 e, "y ~'.r. ~ectz, [1,5/11111/ TblÍlQs f~rgoll/ IrlJ~/llí'daclclY (Lond1'l~s, 198,)

ur', 19/71, '. ,1', le rC-"7eolo.!!,yo/Earlv,l/11el'l;';¡L!"IN·..1 ,\1 r I'inle T'I ' 1, lICV:l

. _ ," y, /,le Use and Abme o/}-{'L.\>' .. 1'Jo .\' <I/'IISO de la bisloria, Barcelona,~ 9S~~]oIY (Londres, 107'5), r'¡,g, 101 lh:ll' cel,

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Obertura: la nueva historia su ¡>asado h.', (y su IturoPeter Burke

l:urios~menle. la historia de la cultura material, un campo que enlos últimos ¡¡ños ha atraído un notable interés, se basa menos en elcsLUdio de los artefflctos mismos que en fuentes literarias. Los histo­rj~lc1ores interesados por lo que se ha llamado la vida social de lascoSflS -o. más exactamente, por la vida social de grupos reveladapor su uso de las cosas- confían en gran parte en pruebas como lasdescripciones de viajeros (que nos dicen mucho sobre la localizaciónv l:lll1ciones de objetos particulares) o inventarios de bienes. suscepti-

hles de análisis por métodos cuantitativos 45.

La máxima innovación metodológica -y la más controvertida-en la última generación ha sido, seguramente, la aparición y expan­sión de los métodos cuantitativos, descritos a veces irónicamentecomo «Cliométrica», es decir, las medidas de la diosa de la historia.Naturalmente, este enfoque tiene una larga existencia entre los histo­riadores de \a economía y los dernógrafos históricos. Lo nuevo, en­tonces Y ahora, es su extensión a otros tipos de historia en las déca­das de 1%0 Y 1970. En EE UU, por ejemplo, existe una <<lluevahistoria política» cuyos cultivadores cuentan los votos emitidos en laselecciones o en la actividad parlamentaria 46. En Francia la «historiaserial» (histoire sérielle), llamada así porque sus datos se disponen enseries cronológicas, se ha extendido gradualmente del estudio de losprecios (en la década de 1930) al de la población (en la de 1950) y aldenominado «tercer nivel» de la historia, el de las mentalidades reli­giosas o seculares 47. Un estudio famoso de la llamada «descristianiza­ción» de la Francia moderna deduce el meollo de su demostracióndel descenso de las cifras de la comunión pascual. Otro, centrado enla Provenza del siglo xvnr, investiga el cambio de actitudes ante lamuerte según se revelan en tendencias expresadas en las fórmulas de30.000 testamentos, observando la disminución de referencias a la«corte celestd», o en los legados para celebrar funerales complica-

dos o misas de difuntos ·18En los últimos años, las estadísticas, realizadas con ayuda de or-

denadores, han penetrado incluso en la ciudadela de la historia ran-

4' A. App"durai (ed.), Tbe Social Lifc ofTbings (Cambridge, 1986)..1" W. Avdelotte, Q/la/l/lficatioll in His/ol)' (Reading, Mass., 1971); A. Bogue, Clio

,lIId Ibe Bi/eb Goddess: Q/lal1lijicatio/l i/l American poli/ical HisIOI)' (Bever\y Bilis, 1983).•17 P. Chaunu, «Le quantitatif au 3.' niveau» (1.973; reimpreso en: íd. Hisloire

q/¡,m/ilallj. bisloire sériellr (P:trís. 1978)..1'. G. le Eras, E//ldes de sociologie religiellSe e vols.. 'París 1.955-6); M. Vovelle, Piélé

l,aroqllectdéebl'is/i<lIIis(/(ioll (París. 1973).

3J

keana: los archivos. Los AmeriC'll1 N . .cuentan ahora con un «Departan' a

dtlOn

dal ArchIves, por ejemplo.

1 h. 1ento e atas de lectl ..

y os arc lveros comienzan 1 Ira mecanlca». a amentarse por la ca' . -cenamlento no sólo de .. ,nServaClon y alma-

dmanuscritos smo tamb" I ',. -

as. En consecuencia lo h' .' d . . len c e cmta~ pertorc1', s Istolla ores tlend ' -rar los archivos antiauos con1 1 d I 1 en mas y mas a conside-

d d'" , o os e a nqu" .,

e atas» que pueden explot d' _ 1SIClon, como «bancos. . _ arse me lante met d ..La mtroducción en el d' l' _. o os cuantItatIvos 49

_ . ISCurSO 11sto1'1co d . f' -estadlstlcas ha \levado a poI' 1 e .una gl an pro'uslon de

1arlzar a os profeslo I . . .

na es y oponentes Amb _ 1 ' . na es en mcondlclo-

d. as partes 1an tendld ' 1

e los problemas planteado . 1 '1' .~ a exagerar a novedad

t- 1 'f' ,s pOI a utl IzaClon d 'f S.a SI !cal' las estadísticas pero I . e CI ras. e puedenmalinterpretar las esracÚstl'cas 0p mIsmo °d

currecon los textos. Es bcil

L de, ero suce e otro t I

os atas de lectura m _. anta con os l'extos.ecanJca no son d T . -

exactamente lo mismo ca h e utl l~aclOn grata, pero pasapunto de desinteararse Lon muc os manusc1'1tos casi ilegibles o a

. ",. que se necesItan son d' d"mmar, para descubrir qué ti d d _. me lOS para ISCrt-qué medida y para qué f' pOLs e eS,ta lstlCas son más de fiar, en

h. . mes. a noclon de ~e f dIstona serial, requiere ser t. d s rle, un amen tal en 1<1. 1 rata a como aloa probl -'

cla cuando se estudian ca b' l ' '" ematICo, en espe-

I. ,m lOS a arao phzo e ' I

e penado menos probab'l'd d h b"" ' . uanto mas argo sea.' 1 I a es a ra de q l 'd 1

senes -testamentos listas de l" ue as UI11 ac es ele las, cump lmlento pa 1 1 .otras- sean homoaénea Ah b' . scua o cua esqmera

d'" s. ora len SI ella' -'

as a cambio ;cómo pued '1' ' ,s mIsmas e~tan someti-

b. ;:> , '- en utllzarse como medida de t·lOS. o lOS cam-

En otras palabras, 10 que necesitamos .ca» (como en el caso d l' f :' es una nueva «dlplomáli-

. '. e as otograllas v d - fanahzadas). Este fue el té' e 1 d J emas nuevas uentes va

d. rmmo emp ea o {Jor Te 'M b'll -lOSO benedictino en s ' l' . . an a Ion, el estu-. ' u aUla para a utI 1- ., d J

C1a1es en un momento (fÍ1~ales del sialo ~~aClon e oocumentos 00­tIpO de pruebas era no d d '" J n) en que el recurso a ese

, ve oso y espertaba lid .dores más tradicionales 50 'Quién s _' , .as ~ospec 1as e hlstoria-la fotografía o la historia o;'al? era el Mabtllon de la estadísticé1.

. 49 G.. Hennigsen, "El "Banco de dat " ..mUl~~H1Storza174 (1977), págs. 547-70. os del Santo ObCIO», Bolelín dc 1" R'!dl ACildc-

J. Mabdlon, De rediplomatica (Paris, 1681).

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Pctcr Burke

Pl'Oblemas de explicación

Y,1 hemos insinuado que la expansión del terreno del que se ocu­p<'\n los histori~1C\ores irnpliG\ repensar 1>1 explicación de la hlstorta,pues las lendencias culturales)' sociales no pueden anahzarse de lamisma Im11len1 que los 8contecimientos politicos y requieren una pre­selltación mis estructural. Los historiadores, quieran que no, han deocuparse en cuestiones que han interesado de~:le mucho tIempo:Hr;1s ::1 socic)Iog0s y otros científicos sOClales. ¿QUIenes son los verda­d~ros :1!2,elltes de b historia, los individuos () los grupos? ¿Pued:ll(lpOner;e con é:;ito :1 bs presiones de las estructuras sociales, PObtl­cas o culturales? ;Son estas estructuras meras trabas de la ltbertad deilcción o permiteJ~ <l los agentes efectual' un mayor número de elec-

ciones) '1 ,

En las décaebs de 1950 y 1960 los historiadores de la e:ononll,ay la sociee1>lcl se sintieron atraídos por modelos de expl~caClon h1sto­rica m:ís o menos determinislas, tanto SI daban prtmaCla a los facto­res económicos, como los marxiStas, a la geografía, como Braud~l, o alos movimientos demogr8ficos (como en el caso del denom1l1a~0"modelo malthusiallO» de cambio social). Hoy, sin embargo, segunsugiere Giov:1nni Levi en su cap¡'tulo dedicado a la micl'Ohistoria, losm~~delos más atrayentes son los que hacen hincclpié en la libertad deelección de hl gel~te corriente, sus estrategias, su capacidad para sacarp;Htido ,1 bs inconsecuencias e incoherencias de los Slstemas SoclC~~e.sV políticos, pcHa c1escuhrir rendijas por donde lIltrodUClrse o mtelstl­

~i(,s donde sobrevivir (cfr. p,lgs. 287 ss., flllm).La expansión del universo histórico ha tenido aSl mism?repercu.

siones en b historia política, pues los acontecimientos polwcos pue­den explic:lrse también de varias maneras. Los historiadores que es·tudian 1:1 Revolución francesa desde abajo, darán probablemente untipo ele expliC1ciones bastnnte diferente a las de quienes :e centranen los aClOS e intenciones de los dirigentes. InchJso estos ultlmos es·tudiosos divergen a veces de los modelos tradicionales de exphca·cióll hislól'ica al apelar a los motivos t:JI1to conscientes como mcons·cien tes de los clirigentes, fUlldindose en que dichos modeJossobreestiman \:1 imp0rlancia de b c0nciencia y la racionalidad.

'" C. U()vd. C\;/'!(II/<1/lolI 111 SOl'lü!IJI;lorv (O;.;for(\' 1986) ofrece una visión genero'\.

M. "1 [. 1" "O ¡'·,10·soro, ,., S r~me' Tbe COII/ml of SOCIa! Expl<1ll<?/IOi¡ IC~m·

I ;1S :ICCe\l') r:.1 u..... ..' .... ' ...... ' ~. . .

hridg<:. IC);'.-\I.

Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro

ASl, por ejemplo, un grupo de los denominados psicohist'Oriac1u.res, la mayoría de los cuales residen en EE.UU. (donde el psiw:ln:íli­SIS ha lmpregnado la cultura más profundamente que en cualquierotra parte) han intentado incorporal' las intuiciones de Freud :1 1,\práctica de la historia. Estas personas van desde el psicoanalist<l ErikE1'1kson, que causó sensación en la década de 1950 con su estudic)de los problemas de identidad del «joven Lutero», hasta el histori<l­dar Peter Gay, quien predica y practica la psicohistoria. Difícilmentesorprenderá descubrir que su manera de abordar la cuesti("n havapro:,oca¿o contro~ersia y que se les haY:l acusado de «empequeíicc'erla h1sto1'1a», es deCIr, de reducir las complejidades de un adulto (o déun conflicto entre adultos) a la relación de un niño con sus padres 5].

Para Ilustrar las actuales controversias sobre la explicación histó­rica podría ser útiltomar el ejemplo de Hitler. Los debates anteriorescomo el mantenido por H. R. Trevor-Roper y A. J. P. Tavlor acercade la importancia relativa de los objetivos de Hitler a lal:g0 v COl'tn

pla~?, daba~1 por s~puest~ la validez del.l~odelo tradicion,;] d~ ex¡;li­caclon hlstotlca en funcJOn de la lIltencJOn consciente. Sin embar<'oen fechas más recientes, el debate se ha ampliado. En primer Iw~:r:unos pocos hi~toriadores, como Robert Waite, han ofrecido inler¡~re­taclOnes de H1tler en función de las intenciones inconscientes é, in­cluso, de la psicopatología, subrayando su sexucllidad anormal, eltrauma de la muerte de su madre (después de ser tratada por u n mé­dico judío), etc 53.

Otro grup~ de historiadores dejan por completo de lado lo quelIam.an «mtenClonallsmo», en el sentido de tratar el problema de losmotlvos o tendencias de Hitler como algo relativamente marginal. Se.gún estos «funcionalistas», como se les ha denominado (o :historia­c1or~s.estructurales», como preferi ría describirlos), las explicacioneshlstOrICas de la política del Tercer Reich exigen centrarse en las per­sonas que rodearon a Hitler, en la maquinaria del gobierno v ele losprocesos de toma de decisiones y en el nazismo c~mo mm;illlienwsocial \4. Hay también historiadores que combinan los enfoques es-

, I ~'E.,Erikson, YOl/l1g /vJül1 Ll/lbe,- (Nuev~ York. 1953); P. Goy. Frcl/d/or I-I"·I()I'I~Ill\.~ u;;''¡ ,101 k 1935); D. Stann~rel, 5Im/lkll7.~ HISlolY (Nueva York, 1930).

" .I~ G L. Watte, Tl:e Ps)'cbo!,allllC God· AdoljHitler (Nueva York. t977).lom() la eI¡sttnClOn entre «lIltenclOnal,stas» V «fllnc'onalist~,s" ele 'l'. Ivbsnll.

<>lm,cntloll allcl Explall,atlonl>, en: Tbe hibrcr 5lalc, Mylb ,1Ild g.."li/)'. G. Hinschklel vL. Kettcnackel' (eels.) (St~ttgart, 1q3 1). págs. 23·40. Agraclezcn ,¡ Lt;~ Kcr,h~\\' 1''''' h:i.hnmc IL¡maclo la ~tenclOn sobre este articulo.

Page 13: 02_01_Peter Burke - Obertura La Nueva Historia, Su Pasado y

Peter Burke

Problemas de síntesis

;; P. Bourdieu, Ou//il1l! o(a Tbeorv o(Pmc/ice (trad. ingl., Cambridge. 1977)." El argumento es úlsó]itamente explícito en G. $ider, C/I//llre ;Jld C/asJ il1 /ill/I>­

rop%g" 11l7d HiJ/ory (Cambridge y París, 1986).

.35Obertura: la nueva historia, su pasado y su futuro

Aunque la expansión del universo de los historiadores V el clialo­go creciente con otras disciplinas, elesde la geografía a la te~ría litera­ria, deberán ser, sin duda, bien recibidos, estos procesos tienen suprecio. La disciplina de la historia está ahora más fragmentada queIlunca. Los historiadores de la economía son capaces de hablar ellenguaje de los economistas; los historiadores del pensamiento, el delos filósofos, y los historiadores sociales, los dialectos de sociólogos yantropólogos sociales. Pero a estos grupos de historiadores les co­mienza a resultar cada vez más difícil conversar entre sí. ¡Tendremosque soportar esta situación o existe alguna esperanza de sí;ltesis?

Es imposible ofrecer algo más que una opinión parcial y personaldel problema. La mía propia puede resumirse en dos puntos opues­ros, más complementarios que contradictorios. En primer lugar, laproliferación de subdisciplinas es virtualmente inevitable. Este moví-

go Pierre Bourdieu. Con el término «hábito» le un grupo SOCi,ll,Bourelieu se refiere a la propensión de sus miembros para seleccionmrespuestas de entre un repertorio cultural particular de acuerdo conlas demandas de una situación o campo concretos. A diferencia delconcepto de «regla», el hábito posee la gran ventaja de permitir aquien lo utiliza reconocer el ámbito de la libertad individual dentrode ciertos límites impuestos por la cultura 57

No obstante, los problemas subsisten. En mi opinión, los nuevoshistoriadores -desde Edward Thompson a Roger Chartier- han te.nido un amplio éxito en desvelar la inadecuación ele las traelici0m1lesexplicaciones materialista y determinista ele J::¡ conducta individual )'colectiva a corto plazo y en mostrar que en la vida cotid iana, v tam­bién en momentos ele crisis, lo que cuenta es la cultura 5~. P;r otrolado, no han puesto muy en duda la importancia de los factores ma­teriales, elel medio físico y sus recursos, a largo plazo. Todavía pareceútil considerar que estos factores materiales determinan lo que se haele hacer, los problemas a los que los individuos, los grupos y, meta­tóricamente hablando, las culturas intentan adaptarse o responder.

" P. Lowenberg, «The Psychohistorical Ol'igins of t:he Nazi Youth Cohort»,I!JII<"ricI'1I1'1i(!onál! RCl'iell' 7{~ (1971), p:lgs. 1'157-502. .

'" T. DclulTleau, L7 pellr ell OCCldeli! (París. 1973) [hay ed. cast., El miedo ell OCClden­le. si,:d~s xrV·XVII!, Mndrid, 1989]; y Rasmrer e! pro/éger (París. 1989); P. N. y~C. Z.Ste'\l~1S. «ElTlotionology». /lmcnáll! j--JÚ/oriml Rellieu' 90 (1963), págs. 313-36: C. ~. y P.N. Ste:lI"1lS, Ai7~<'r IChicago, ]968); T. Zeldin, Frallc!! .18-18-19-15 (2 vols.. O,,[orc!, 197)-7).

3-1

'tructurales con los psicohistóricos y se centran en explicar qué habíaen los nazis para empujarlos hacia Hitler ~5.

Lo interesante y, al mismo tiempo, perturbador en el debate entorno a Hitler -como muchos otros debates históricos de los últi­mos aii.os- es que ya no se atiene a 1<1S reglas. Se ha roto el consensotradicional sobre lo que constituye una buena explicación histórica.¡Se trata de u na Fase pasajem, que será reemplazada por una nueva~onFormidacL o es el carácter que adoptarán en el futuro los debateshistóricos?

Si se ha de producir un acuerdo de ese tipo, el área de lo que po­dría llamarse «psicología histórica» (psicología colectiva) llegará a serde especial importancia al vincular, probablemente, los debates sobrela motivación consciente e inconsciente con los de las explicacionessobre lo individual y lo colectivo. Resulta estimulante observar un in­terés progresivo en este terreno. Un puñado de recientes monografíasse ce'~tra en la historia de la ambición, la cólera, la angustia, el mie­do. la culpa, la hipocresía, el amor, el orgullo, la seguridad y otrasemociones. A pesar de todo, están lejos de haber sido resueltos losproblemas metodológicos que supone perseguir objetos de estudiot,ln esquivos como éstos .'6

Al intentar evitar el anacronismo psicológico o, en otras palabras,la hipótesis ele que las personas del pasado pensaban y sentían Jomismo que nosotros, existe el peligro de caer en el extremo contrariov ,<ciesFamiliarizar» el pasado tan completamente que resulte ininteli­~ib]e. Los histori:1dores se enfrentan <1 un dilema. Si explican las dife­~'encias del compon<ll11iento social en diversos periodos mediantediscrejxlIlcús en las actitudes conscientes o las convenciones sociales,corren el riesgo de la superficialidad. Por otro lado, si explican las di­ferencias del ~omportamiento por la diversidad de b estructura pro­Fu nda del carácter sociaL corren el riesgo de negar la libertad y la fle­xibi licbel de Jos agentes ineliviel uales en el pasado.

Una posible J~lanera de eludir esta diFicultad es utilizar la noc~ónde ,·<hábito» ele un determinado grupo social expuesta por el soclOlo-

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Peter Burke

miento no se limita a la historia. La profesión histórica ofrece, simple­mente, un ejemplo entre Illuchos de la división creciente del trabajoen nuestra socied,lc! inc1ustri::d (o postindustriall tardía. La prolIfera­ción tiene sus ventaj::ts: élUlllenta el conocimiento humano y fomentc1métodos méis rigurosos y niveles méÍs profesionales.

Se producen tanto costos como beneficios, pero debemos haceralgo par::t mantener estos costos intelectuales lo más bajos posi~le. Laincomuníc:lción entre disciplinas o subdisciplinas no es lIlevltable.En el caso específico de la historia, hav signos estimulantes de acer-camiento y hasta de síntesis. . .

Es cierto que, en el primer arrebato de entusiasmo por la hlstonaestructura!, la historia de los acontecimientos estuvo a punto de serarroiael:l por la bord<1. De manera similar, el descubrimiento de. lahistoria social se asoció a veces a un desprecio por la hlstona pO]¡tl­Gl una inversión del prejuicio de los historiadores polfticos tradicio­naie:s. Algunos nuevos campos, como el de la historia de las ~l;ljeresl' de la cultura popular, se trataron en ciertos casos como SI fueranindependientes ele la historia de la cultura erudita y de la historia deJos hombres (y hasta opuestos a ellas). La micl'Ohistona y la h¡stonade la vida cotidiana fueron reacciones contra el estudio de las gran­eles tenelencias sociales, de la sociedad sin rostro humano.

Actualmente es posible observar en todos los casos citados unare:lCción contr::t esta reacción, una búsCJueda del centro. Los historia­dllres de la cultura popular se interesan más y más por describir y

analizar las relaciones cambiantes entre lo alto y lo bajo, «la intersec­ción de la cu] tura popu lar con la de las personas instruidas» 59 Loshistoriéldores de las mujeres han extendido su interés hasta incluir lasrelaciones entre sexos en general y la construcción histórica tanto dela Feminidad como de la masculinidad 60 La oposición tradicional en­tre acontecimientos y estruCl'uras está siendo sustituida por una preo­cupación por sus interrelaciones y algunos historiadores experime,n­tan con fmmas narrativas de análisis o formas analltlcas de narraClOn(ver inji-a, págs. 287 ss.). " . . .

Lo más importante ele todo ello es, quizá, la eI1l11lnaClOn f1l1al dela vjeie1 oposición entre historiadores políticos y no políticos. La eo­Ilocida definición de In historia social (!:lda por G. M. Trevelyan

", A. Gurevich. MedleUflI 1'01111/<71' C/lII/ll'e, (trad. ingl., C~l11bric1ge, 1988).,," Edit"l'ial cülectivo, "Whv Genc1cr ¡mc1 His10ry"', Gel/da <7l1d [-ÍtSIO/,Y 1 (] 989),

l);igs. 1-(,.

Obertura: la nueva histol·ia. su pasado y su futuro

."

«Como historia al margen de la políticas» es rechazé1<!.J en 1:1 eletll:li ¡.dad casi por todos. En cambio, descubrimos un interés ¡,nr ei Cnrn­

ponente SOCial en la po/frica y por los elementos P(1! íticos en lel socic-.dad. Por un lado, los historiadores políticos no se limitall a la aluP?lítica, a los dirigentes, a las elites. Analizan /a geografía)' la snciok),gHl de las elecciones y la «repúblic;1 en la alelea» "J Examil1<1n LIS

«culturas políticas», las ideas sobre pOlítica CJue forman parte ele In vi­da cotidiana pero difieren ampliamente de un periodo () región elotra. Por otro lado, socied<ld y culturel se cOl1sidernn ah(1r:l terrcnCI~e juego de.las tomas de decisión y los historiadores debat<:'n ,da po,lttlea de la tamilia», «la política del lenguaje» o la manera en que ('/

ntual puede expresar poder y hasta, en algún séntido, cre::lrlo "~c. Elhistoriador norteamericano Michael Kammen podría tener razun <l!pi'O?~ner ~ue el concepto ele «cultura» en su sentido amplio V::lntr()­pologlco, sIrva de <,posible base» para la «recombinacion» ele los di­versos enfoques ele la historia 6>.

Todavía estamos lejos de, la «historia total» preconjzad:1 pUl'Braudel. De hecho, no sería realista creer que este obietivo pued:l Sl'I'

aJcanzadoaIguna vez; pero se han daelo algunos pasos mis hacia él.

, ,,' ~~ Agulhon. Lel Rép/lbllq/le al/ 'l'llla,Qe: les pO/,III'7/Ie'lls tfll lI<1s. .le 1,7 F:.",'¡"liil¡t'>;.<1 /ú 2e 1"'l'¡Ib/¡q/le. Seua, 1979. .

:" JVI. Segalen, .Lm'e al/d Power ¡ú lIJe Pea.w/l1 ¡:';lIm/lJ lirad ingl, Cambridge. j1l8,ol:~. SI11I;h. Tbe P~(¡I¡cs 01 LlJ1g/l~ge 1791-1815 iOxforc1, 198~): D. CannJdinc' ;; S. P"iceIcds.l, 1\11/1,715011\0.1''';1.1' ICambrrclge, 19871. .

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