04 - Cronicas de una expedicion afrocolombiana

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Tratado para el curso arquitectura clasica

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Introducción - Bogotá, Enero 2011

Capítulo I LA ISLA DEL IMAGINARIO COLECTIVO

Joseph Estrada

Capítulo II SAN BASILIO DE PALENQUE: UN LUGAR DE TRADICIÓN Y

LIBERTAD

Valeria Flórez

Capítulo III QUIBDÓ: EL MATERIAL QUE COMPITIÓ CONTRA LA

MADERA, EL CONCRETO

Juan Sebastian Rodriguez

Capítulo IV EL RÍO, PADRE DE LA ALDEA PACIFICA COLOMBIANA

Marcela Torres

Capítulo V VIVIENDA SOBRE EL AGUA

Helena Saenz

Conclusiones - CULMINACIÓN DEL VIAJE

Anexo - MOMPÓS

Hernán Velez

ÍNDICE

MI TRAVESÍA

Bogotá, Enero 2011

Caminaba por el centro de Bogotá, una vez más hacía mi aburrido trabajo de campo. Esta vez

entrevistaría a Jefferson, un chocoano que llevaba viviendo gran parte de su vida en la ciudad.

A diferencia de todas las personas que ya había entrevistado, Jefferson se sentía inconforme con

sus panas, como él los llamaba, porque afirmaba que esta ciudad había consumido la esencia y

la herencia cultural de sus raíces afrocolombianas.

Al pasar los días, no dejaba de divagar sobre las palabras y el sentimiento que agobiaban a Jeffer-

son, al terminar mi trabajo de campo con la población afrocolombiana de Bogotá, descubrí que

esa preocupación era cierta. Sentí entonces la obligación de conocer la cultura de tradición

africana, decidí emprender un viaje que enriqueciera mi perspectiva y conocimiento acerca de

esta cultura. Planee un viaje que recorría las comunidades mas representativas de la cultura afro-

colombiana, desde el norte hasta el sur del país. Quería ver que era todo lo que habían perdido

los "panas" de Jefferson por la diferencia de ubicaciones geográficas.

Comencé mi viaje en San Andrés, el archipiélago que esta influenciado por tradiciones caribe-

ñas, descendí a las costas del caribe, cerca a Cartagena en donde encontré un maravilloso lugar

conocido como El Palenque de San Basilio, lugar de costumbres arraigadas. Después, seguí mi

travesía con destino a la capital chocoana: Quibdó, llena de diversidad arquitectónica. Me dirigí

entonces hacía el sur del país, entre la selva del pacifico cerca a Buenaventura descubrí un mara-

villosa aldea conocida como punta bonita, lugar donde el río es el padre de todo. al final, culmine

mi viaje en Tumaco, Nariño, en donde la vivienda se posa sobre el agua.

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Mi viaje comienza en el archipiélago de San

Andrés, allí me encontré con una población muy

apegada a sus tradiciones culturales. Mi interés por

entender la arquitectura del lugar me llevó a

preguntar a un raizal por los lugares que el consi-

deraba los mas tradicionales del archipiélago. Este

me respondió que habían dos sectores que podía

visitar donde encontraría construcciones que para

el guardaban las costumbres y la esencia de la

cultura san sanadresana, estos eran: San Luis y La

Loma. Me llamó la atención ese sector de la isla en

el cual encontré una serie de casas y edificios tradi-

cionales de San Andrés. Los colores de las edifica-

ciones eran muy llamativos, con sus balcones que

generan espacios protegidos del sol, y la elevación

de la casa con respecto al suelo, caracterizaban lo

que ellos llamaban su vivienda tradicional. Miran-

do un poco mas de cerca estas edificaciones me

encontré con una familia que me invitó a ver mas

de cerca su hogar. El señor de la casa se llama

Morgan, fue el quien me comenzó a explicar el

porque de varios aspectos de la casa. Me comenzó

hablando del color que tanto me había llamado la

atención.

Este me dijo que el color era porque la pintura

podía proteger la madera de la salinidad de las b

risas, y en parte de los rayos del sol, de esta forma-

solo se deteriora la capa de pintura y no las piezas

de madera. Así el mantenimiento era relativamen-

te fácil. Luego me explicó la razón de que esta

estuviera levantada del suelo, y me dijo que era

una estrategia para proteger la casa de la humedad

del suelo y para generar un paso para que la brisa

se lleve el aire caliente fuera de esta, así se dismi-

nuía la temperatura unos grados al interior de

casa.

Morgan me comento acerca de la importancia de

la madera con la que están construidas estas casas

y la mayoría de las edificaciones de la isla. En los

siglos anteriores, los raizanos que habitaban la isla

se vieron influenciados por formas de construir

traídas por los colonos europeos y por algunas

culturas del caribe, esta mezcla de culturas se

tradujo en el manejo de la madera para crear una

arquitectura muy propia del lugar. En principio se

utilizaba la madera que se extraía de los mangles

de la isla. El problema fue que el uso de este recur-

so redujo alarmantemente este hábitat por lo que

se decidió protegerlos y comenzar a utilizar otros

tipos de madera. Esto me hizo pensar que los

aldeanos tenían una conciencia y un respeto

CAPÍTULO I

LA ISLA DEL IMAGINARIO COLECTIVO

Mayo 2010

4

muy grande frente a su tierra que es la que el dice

que les provee de todo lo que ellos necesitan para

vivir felizmente, para ellos es su paraíso.

Él tenía un pensamiento muy negativo acerca de la

industria hotelera y turística que se había asentado

en la isla. Primero renegaba de cómo estaban

haciendo que se perdiera parte de su herencia

cultural y arquitectónica al poner edificios que solo

se veían llamativos para algunos extranjeros pero

que no seguían las tradiciones de la isla. Entonces

me explicó que entre los habitantes de la isla es de

gran importancia el como se construyen los edifi-

cios de la isla porque se crea un imaginario colecti-

vo en el que todos son participes aportando su

ayuda ya sea en mano de obra o en otros aspectos.

Las viviendas como la de el, me dijo que fueron

construidas entre todos los miembros del sector

que consideran estos eventos como un rito, ya que

para ellos la unión entre los miembros de la isla se

fortalece en actos como este. Hablando de este

tema Morgan me dijo que para los isleños el

símbolo mas importante de este imaginario colec-

tivo es la iglesia bautista Mission Hill en la que

participaron cientos de habitantes aportando sus

conocimientos y su mano de obra para construir

este monumento como ellos lo llaman.

Cuando vi la iglesia tiempo después definitivamen-

te entendí un poco más de cerca el reflejo de la

cultura y de la tradición, además del significado de

la unión para lograr objetivos comunes. El uso del

material es tal cual y como me lo habían descrito

antes de verla, hecha ciento por ciento de madera,

como el material del cual se apropiaron los raizales

para darle un valor propio a sus edificios.

Volviendo a la vivienda, es muy evidente la falta de

divisiones en el interior, generando la menor canti-

dad de espacios posibles. Esa configuración espa-

cial no la logré entender en un principio. Luego al

ver que a la casa llegaron vecinos entendí que esto

se hacia con el fin de poder generar espacios acor-

des a las reuniones de sus habitantes. Las reunio-

nes familiares y entre vecinos son una manera que

según ellos me dicen fortalece los lazos entre los

habitantes de la isla. Así ellos sienten que están

fortaleciendo su sentido de pertenecia a la isla y su

cultura. La isla es vista como terreno de todos, algo

que he aprendido viendo a esta familia y a los habi-

tantes de la isla es que entre ellos nunca se crean

diferencias, por el contrario todos viven por gene-

rar y mantener un bien común, una identidad, un

patrimonio, y la lucha de estos por que este siga

viviendo por más generaciones.

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Una mañana llegue a San Basilio de Palenque, un

lugar del que había escuchado antes pero no había

tenido la oportunidad de conocer. La temperatura

estaba aproximadamente a 34°C, para llegar allí

tuve que coger un bus en la terminal de Cartagena

y luego un moto - taxi que me llevo a mi destino,

entramos por la vía principal, que según me conto

el del moto - taxi es muy importante para los cima-

rrones pues atraviesa el pueblo y comunica directa-

mente con la plaza de palenque. Al llegar me

encontré con el barrio Abajo y me fui directo a la

plaza principal, antes de llegar allí pase por el

cementerio que se alzaba imponente ante los que

pasan por allí.

La plaza esta hecha de concreto, tiene una cancha

multiusos donde los niños del pueblo salen a jugar,

al fondo tiene una iglesia construida en zinc, el

puesto de salud y casetas que se usan para bailar.

Las viviendas que están alrededor de la plaza han

sido remodeladas, con tejas de zinc, paredes de

cemento y piso de baldosa.

Por supuesto antes de partir investigue algunas cosas

generales del lugar y descubrí la escases de hoteles,

conseguí hospedaje en “La Finca” un sitio cerca de la

entrada a el pueblo, allí me alquilaban o un camarote en

un cuarto con mas personas o una hamaca con toldillo, yo

decidí que quería la hamaca. El pago del hospedaje

incluía desayuno y acceso al baño en el que para ducharse

tenia que ser con totumas.

Solo al llegar allí y recorrer un poco, me di cuenta que lo

mas significativo del pueblo palenquero es su historia y su

patrimonio que recuerda un pueblo libre por medio de su

arquitectura tradicional y sus costumbres culturales. Esta

idea surgió ya que paseando por el pueblo, vi las casas

típicas palenqueras que son de planta rectangular con

techo a cuatro vertientes. Y me di cuenta que todo el mate-

rial que se utiliza en la construcción se encuentra en el

entorno. El techo es de palma amarga y las paredes de lata

recubiertas por barro. Al hablar con Don Fidel y preguntar-

le acerca de las casas típicas de este lugar, me dijo que es

una costumbre de los cimarrones que la construcción sea

comunal y sea dirigida por un maestro de obras.

Capítulo II

SAN BASILIO DE PALENQUE UN LUGAR DE TRADICIÓN Y LIBERTAD

Junio - Julio 2010

77

Estas casas típicas aún siguen presentes en el

pueblo, por esto recorriendo sus calles sentí como

se respira historia en este lugar, para mi sorpresa

encontré que en las tiendas se encuentran carteles

con los precios de los alimentos en idioma palen-

que y en español para los turistas y que este idioma

es parte fundamental de la cultura palenquera.

Recostadas en sillas típicas palenqueras hechas de

madera o cuero, se ven señoras mayores fumando

mientras pasan la tarde, cerca de ellas los niños

juegan y corren. Éstas señoras cuentan la historia

de el pueblo cimarrón, anécdotas de sus antepasa-

dos, y de cómo ha cambiado un poco la forma y

distribución de las viviendas. Una de estas señoras

me dijo que diera una vuelta por un conjunto de

viviendas en especial, que aun existe en palenque y

me aseguro que así era como vivían hace algunos

años todos en este lugar.

Fui hacia el lugar que ésta señora me dijo y encon-

tré diferentes bohíos con techo de palma amarga y

columnas de madera, con una cocina comunal en

el centro y todo esta encerrado con una empaliza-

da.

Éstas casas compartían la cocina comunal y esta-

ban delimitadas en el poblado, y me contaba otra

nativa que allí vivían familias enteras en comuni-

dad.

Este personaje me cuenta que hoy en día no se ha

perdido del todo esta costumbre de vivir cerca de

sus familiares, que muchos cimarrones viven a

pocas cuadras de sus tíos, primos y padres, forman-

do así comunidades de una manera parecida a

como estaban distribuidas anteriormente.

Luego de recorrer este pueblo y enriquecerme

acerca de su cultura al hablar con diferentes nati-

vos, me di cuenta que lo que pensaba en un princi-

pio era cierto, la tradición y cultura son su parte

más fundamental y esta se recuerda y mantiene

viva gracias a la arquitectura y las costumbres que

permanecen vivas entre sus habitantes y reviven

su historia que está llena de libertad y unión. Por

esto mismo, como me contaba Wilson, la Unesco

lo nombró patrimonio cultural inmaterial de la

humanidad.

Ya pasados algunos meses aquí, me dispuse a

viajar a otra región para seguir enriqueciéndome y

ampliar mi conocimiento acerca de culturas afro-

colombianas.

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Mi Viaje continua en la capital del departamento de Choco, una ciudad de casi once mil habitantes que se estableció a la orilla del río Atrato, debido a que garantiza conexión fluvial con el resto de el país, especialmente con Cartagena y las ciudades del caribe. Este departamento es el centro de concentración de población afrocolombiana, aproximadamente el 90%, que hace de la cultura un elemento netamente influenciado por la pobla-ción negra chocoana.

En la ciudad me hospedare en la casa de Joaco, un amigo que amablemente me insistió que me aloja-ra en su casa, pues sabia que iba a poder observar las actividades que acostumbra hacer su familia y especialmente podía analizar la casa donde iba a dormir unos días.Tras la llegada al lugar y tomar un vaso de jugo que me ofreció María, la esposa de Joaco, recorro la casa muy expectante. Es un lugar enorme, una casa de una sola planta, esquinera, que tiene unos vecinos muy similares. La casa esta aislada, no es medianera y esta retrocedida en la parte del frente y en la parte posterior para generar un patio delan-tero que aísla la casa de la calle y un patio trasero que es el lugar donde esta ubicados espacios húme-dos.Uno de los hijos de Joaco me da un recorrido breve por la casa, puedo notar una organización clara sobre un eje que distribuye a las habitaciones, la sala y el comedor, la circulación remata en la cocina, el espacio para lavar y el baño.

Es una organización evidente y sencilla, pero no es

una construcción tan nueva, además esta construi-

da en su mayoría en concreto, lo que se me hace

peculiar pues en el recorrido hasta el lugar, la

mayoría de las casas eran en madera con colores

llamativos y así imaginaba que iban a ser todas las

edificaciones en Quibdó. La plaza esta hecha de

concreto, tiene una cancha multiusos donde los

niños del pueblo salen a jugar, al fondo tiene una

iglesia construida en zinc, el puesto de salud y

casetas que se usan para bailar. Las viviendas que

están alrededor de la plaza han sido remodeladas,

con tejas de zinc, paredes de cemento y piso de

baldosa.

Decido preguntarle a Joaco sobre la historia de la

casa. Yo estaba en lo correcto, Joaco me cuenta

que esta fue una de las primeras casas de concreto

que se construyo en Quibdó, me explica que a

principios del siglo XX, alrededor de los años

1900-1950 hubo un auge en la construcción de

edificación de ese material.

Joaco habla que a principio de siglo la clase

dirigente querían imponer la arquitectura que se

estaba dando en otras ciudades del país, con la

intención de mostrar a la ciudad como un lugar

altamente competitivo, además de darle una nueva

imagen, ya que pensaban que la arquitectura

tradicional en madera con techos ligeros de paja

hacia que la ciudad se viera como un sitio desorde-

nado y sucio.

Capitulo III

QUIBDÓ: EL MATERIAL QUE COMPITIÓ CONTRA LA MADERA, EL CONCRETO

Agosto 18 - 30 2010

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Una mañana llegue a San Basilio de Palenque, un

lugar del que había escuchado antes pero no había

tenido la oportunidad de conocer. La temperatura

estaba aproximadamente a 34°C, para llegar allí

tuve que coger un bus en la terminal de Cartagena

y luego un moto - taxi que me llevo a mi destino,

entramos por la vía principal, que según me conto

el del moto - taxi es muy importante para los cima-

rrones pues atraviesa el pueblo y comunica directa-

mente con la plaza de palenque. Al llegar me

encontré con el barrio Abajo y me fui directo a la

plaza principal, antes de llegar allí pase por el

cementerio que se alzaba imponente ante los que

pasan por allí.

La plaza esta hecha de concreto, tiene una cancha

multiusos donde los niños del pueblo salen a jugar,

al fondo tiene una iglesia construida en zinc, el

puesto de salud y casetas que se usan para bailar.

Las viviendas que están alrededor de la plaza han

sido remodeladas, con tejas de zinc, paredes de

cemento y piso de baldosa.

Primero se intervinieron las instituciones del

estado, los colegios y los lugares religiosos, todos

estaban construidos en madera y si aun no se

habían incendiado corrían un alto riesgo de que les

sucediera. Varios arquitectos-ingenieros de la

época se enfocaron en darle a la ciudad un aspecto

Europeo, buscaban un orden y una estética muy

rigurosa, especialmente en la fachada, donde

aparecía un porche en los edificios y en su mayoría

una columnata que marcaba el acceso al lugar.

Buscaba que los edificios estuvieran de acuerdo

con la modernidad que estaba adquiriendo la

ciudad, pues se estaban demoliendo la edificacio-

nes antiguas, para crear unas nuevas que se impo-

nían y al mismo tiempo la ciudad estaba recibien-

do una remodelación, pues se adecuaban las calles

con el nuevo sistema eléctrico.

Tras ver el cambio que producían los nuevos edifi-

cios de la ciudad con el nuevo material, los habi-

tantes que tenían mayor poder adquisitivo en la

época empezaron a cambiar sus casas, buscaron

una distribución de los espacios de manera eviden-

te, pero la mayoría de los esfuerzos estaban enfoca-

dos a la envolvente exterior y como el resto de la

ciudad buscaban que las personas apreciaran y

admiraran las nuevas casas. Sus esfuerzos se enfo-

caron es el porche de acceso a la casa: unas estruc-

turas con una escalera imponente y una serie de

columnas a la vista y el cerramiento del lote en

concreto con formas similares a las columnas de la

casa, pero en versión cortas sobre un bloque de

concreto que estaban unidas por rejas forjadas en

acero

Joaco me cuenta que su casa la adquirió el padre

de su abuelo: Francisco, de un minero italiano que

había venido a Colombia a buscar oro en los ríos

del Choco, luego de hacer riquezas partió a su país

y dejo la casa a su ancestro paterno. Francisco y el

resto de su familia le hizo algunos cambios a la

casa: la construcción general permanece, pero la

mayoría de detalles ahora son mas rústicos: apare-

cieron elementos en madera con colores llamativos

que resaltan las ventanas y puertas, con el fin de

darle una caracterización propia del Choco.

Finalmente puedo decir que la arquitectura tradi-

cional en madera y de colores vivos permaneció en

la ciudad e incluso en algunos detalles de la arqui-

tectura en concreto, actualmente la ciudad tiene

un aspecto disparejo, en el que conviven las dos

arquitecturas que ahora forman parte de su cultu-

ra: una adquirida por las condiciones climáticas,

ubicación y análisis del lugar y otra impuesta que

buscaba una ciudad mas idealizada y terminó

diversificando los espacios de Quibdó.

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Ya habían sido horas que llevábamos de camino

desde Buenaventura, el núcleo urbano más cerca-

no, hasta e lugar que íbamos a visitar. Navegába-

mos por el río Cajambre, camino a tan esperada

aldea. Al divisar tierra, supe de inmediato que ese

sería otro más de los inimaginables y sublimes

lugares del que luego iba a narrar. Punta Bonita,

es el nombre de aquel sector en el que pasé varios

días de mi travesía. Una aldea en la que las

relaciones están completamente ligadas a lo natu-

ral y en la que el río es de manera mística el padre

de todo, pues es para los habitantes el que brinda

los mejores recursos. los oriundos de Punta

Bonita, siempre están orgullosos de decir que es un

habitad proveniente de la colonización negra del

siglo XIX y que fueron sus ancestros quienes

“hicieron finca” creando una serie de parcelas

agrícolas que con el tiempo creció y ahora es un

pueblo que tiene mas de 30 parcelas con diferentes

familias, compadres y amigos.

Las casas separadas entre si, tienen cultivos y huer-

tos en los espacios libres entre ellas y algunas

parcelas están dividas en varios solares para varias

casas de la familia.

Los aldeanos trabajan en labores agrícolas fluvia-

les, marítimas pesqueras y algunos otros cortando

maderas. Todo esto alrededor de la fuente hídrica.

La organización de la aldea también se da entorno

al río, en un concepto que la gente conoce como

pueblo calle, todo sobre un mismo eje a lo largo del

Cajambre. Solo la calle justo al lado de río es de

doble paramento.

Las parcelas están en fila con las familias viviendo

unas al lado de otras, por lo general en vivienda

tradicional en madera que tiene un carácter de

importancia alta en la aldea.

El suelo del pueblo, se divide en privado residen-

cial por familias y en lo colectivo ó “ de todos”

como se oye en el pueblo muy a menudo. “Lo de

todos” son los edificios públicos como la inspec-

ción de policía, el puesto de salud, la escuela y la

casa comunal. Estas edificaciones se diferencian a

la vista por ser como las llaman en la aldea,

modernas pues usan concreto y tejas de zinc,

materiales muy poco utilizados en

este lugar. La tienda de Don Chepe es la única

construcción privada moderna y es por supuesto el

orgullo de todo el pueblo. Esta tiene tejas en vez de

techo de palma y lo más importante es que tiene

una fachada colorida con pinturas siendo la casa

diferente y exclusiva en Punta Bonita.

Capítulo IV

EL RÍO, PADRE DE LA ALDEA PACIFICA COLOMBIANA

septiembre 2010

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Es una organización evidente y sencilla, pero no es

una construcción tan nueva, además esta construi-

da en su mayoría en concreto, lo que se me hace

peculiar pues en el recorrido hasta el lugar, la

mayoría de las casas eran en madera con colores

llamativos y así imaginaba que iban a ser todas las

edificaciones en Quibdó. La plaza esta hecha de

concreto, tiene una cancha multiusos donde los

niños del pueblo salen a jugar, al fondo tiene una

iglesia construida en zinc, el puesto de salud y

casetas que se usan para bailar. Las viviendas que

están alrededor de la plaza han sido remodeladas,

con tejas de zinc, paredes de cemento y piso de

baldosa.

Decido preguntarle a Joaco sobre la historia de la

casa. Yo estaba en lo correcto, Joaco me cuenta

que esta fue una de las primeras casas de concreto

que se construyo en Quibdó, me explica que a

principios del siglo XX, alrededor de los años

1900-1950 hubo un auge en la construcción de

edificación de ese material.

Joaco habla que a principio de siglo la clase

dirigente querían imponer la arquitectura que se

estaba dando en otras ciudades del país, con la

intención de mostrar a la ciudad como un lugar

altamente competitivo, además de darle una nueva

imagen, ya que pensaban que la arquitectura

tradicional en madera con techos ligeros de paja

hacia que la ciudad se viera como un sitio desorde-

nado y sucio.

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Los servicios públicos tan comunes para nosotros

los ciudadanos, son un privilegio en el pueblo. Los

desechos humanos son conectados a un alcantari-

llado colectivo que vierte todo directamente al río.

El servicio de distribución del agua en las casa es

muy escaso y por lo general solo existe un punto de

agua por vivienda. La energía de noche es cuestión

de suerte, ya que la mayoría de veces la planta

colectiva de energía eléctrica es intermitente y

tiene un costo altísimo para el pueblo a causa del

costo del combustible.

En mi estadía en Punta Bonita me hospede en la

casa de los Camilo, un hogar absolutamente tradi-

cional de aldea del pacifico. Esta casa es lo que

más recuerdo y más añoro de ese lugar. Construida

con tecnología ancestral, la estructura estaba edifi-

cada en madera burda, la cubierta en hojas de

palma y las paredes y el piso estaban hechos de

madera rústica, palmiche y esterilla. Arturo, el

padre de la familia siempre contaba como su viejo

y él construyeron la casa a mano y con machete y

decía que su sueño era poder pulir la fachada y

algún día cambiar el techo de palma por tejas de

cartón asfaltado, porque eran más resistentes a

tanta agua. La casa estaba elevada en una platafor-

ma de madera que evitaba que se inundara en

temporadas de lluviaa.

La fachada era toda en madera rustica sin ningún

tipo color más que las variadas tonalidades del

material. Se entraba por la múltiple o la parte

social y a diferencia de otras casas en el pueblo,

esta ya tenía los espacios interiores divididos con

paredes de tabla de madera. La vivienda se organi-

zaba alrededor de un eje central, tenía tres alcobas

y una sala todo ubicado en el primer volumen. En

la parte de atrás, estaba el patio ó solar junto al

volumen de la cocina y detrás el cuarto de “oficios

húmedos” que por suerte tenía una tasa sanitaria

rudimentaria, pues la mayoría en el pueblo aun

usan las quebradas para estas labores. El agua,

únicamente llegaba a la cocina, este era el privile-

giado lugar de la vivienda con una llave de agua y

la luz eléctrica sólo se podía disfrutar desde afuera

pues no llegaba hasta la casa. En la parcela habían

cultivos y un espacio grande vacío, que Arturo

estaba guardando para cuando sus hijos tuvieran

familia. La parcela de los Camilo era privilegiada

por estar cerca al río pues le facilitaba las labores

de agricultura.

Punta Bonita, es un lugar mágico donde se ve

como las aldeas afrodescendientes están organiza-

das con base en un elemento natural primario

como un río o una fuente hídrica. Elemento gene-

rador de un orden social y urbano. Tanto la aldea,

su formación y distribución, como los oficios de los

habitantes y la vida misma del pueblo están

ligados y condicionados a la vida del río.

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12

Resolví por último dirigirme hacia Nariño. Allá se

encuentran los asentamientos de las comunidades

afro descendientes de Guapi y Tumaco. Llegué a

Tumaco ignorando por completo la cultura que

allí habita. Mi propósito era el de conocer la arqui-

tectura “palafíta” en la que viven.

Me recibió la familia de Doña Edislen. Con ellos

conviví durante dos meses, en los cuales me dedi-

qué única y exclusivamente a descubrir, aprender y

observar acerca de este modo de vida y de ésta

arquitectura de vivienda construida sobre el agua.

Concluí después de este periodo de tantas expe-

riencias que la arquitectura palafíta se construye

como solución a las características físicas de el

entorno. Cuando me acerqué desde la lancha que

llevaba de nombre “ La Victoria” hacia un muelle

construido en madera, observé por primera vez

todas las estructuras y palos en los que se apoyan

las casas de madera. Era un escenario sucio,

oscuro, quizás tenebroso, pues el agua era turbia y

llena de basura.

Entendí entonces la miseria a la que me enfrenta-

ba- una población fruto de la guerra y la pobreza

de nuestro país. Empecé a caminar por los puentes

de madera que conectan todas las casas, a los

cuales llamo “pasarelas”. Me asusté de cierto

modo al ver que eran enclenques, que la madera

no estaba en los mejores estados para que la gente

transitara sin peligro de que pudiera quebrarse o

caerse. Sin embargo el ambiente, los chistes y el

acento de los negritos que me acompañaban me

dejó llevar y me hizo sentir en casa. Como el negri-

to en el baile al son de la salsa. Y por los puentes

me dejé llevar.

En el momento en que llegué a la casa de la familia

de Doña Edislen me sorprendí al ver que su casa

estaba en mucho mejor estado que las casas de

alrededor. Entré y conocí, fijándome en los

elementos que conforman las viviendas. Estos

elementos son: la cubierta, un volumen rectangu-

lar, la plataforma, la pasarela y la estructura de

palos que sostiene todas las anteriores. Los espa

Capítulo V

VIVIENDA SOBRE EL AGUA

Octubre 2010

16

12

cios de las plataformas son rectangulares, algunos

con la circulación lateral, otros con una circulación

interna en el centro. La circumanera eficiente el

espacio.

Le pregunté a Don Ismael, esposo de Doña Edis-

len acerca del origen de la madera de su casa, y del

porqué la suya estaba en mejor estado que muchas

otras. Su respuesta consistía en que él había traba-

jado durante toda su vida para prosperar y salir

adelante, y que a punta de trabajo lograba no ser

ignorante, por lo cual había podido ayudar mucho

a la comunidad a regenerarse y mejorar la miseria.

Me pareció un hombre “echado para delante”,

como él mismo decía. Le pregunté si era felíz ahí,

que si no prefería entonces vivir en otro lado, a lo

cual me respondió: “Aquí me siento bien porque

estoy con los míos, ésa es la vida de uno, su gente.

Si uno quiere andar a pie descalzo, lo hace; si

quiere gritar, grita; se visitan las amistades, se

conocen los vecinos. Este lugar es muy tradicional

para nosotros, ya que me encuentro y me identifico

con los míos. Lo contrario me ocurre cuando me

encuentro en otra parte porque extraño el lugar,

las costumbres y las buenas amistades” .

Me contó también que todas las construcciones

eran en madera debido a que la madera es el

mayor recurso que se puede encontrar en el lugar.

Proviene de las selvas de sus alrededores pero en

especial de Buenaventura, quienes proveen la

mayoría de este material para construir a las

comunidades del Pacífico.

Le pregunté también porqué construían las casas

en el mar, con los cimientos elevados en vez de

construirlas más tierra adentro. Me explicó: “el

mar es bravo, y la temperatura también”. Enton-

ces comprendí que la ubicación de la casa también

responde a el clima y sus condiciones físicas, para

que sea un lugar fresco al que no inunde el agua.

Viví durante los dos siguientes meses sobre éstas

grandes estructuras en madera. Ayudé a recons-

truir dos puentes y una casa. Me enseñaron acerca

del arte de la pesca. Le enseñé a Junior, el hijo de

Doña Edislen y Don Ismael a escribir. Terminé

hasta hablando costeño. Pero sobretodo aprendí

mucho acerca de una cultura, una comunidad y

una gran arquitectura. Si la economía de Tumaco

fuera mayor, quizás más recursos se podrían usar

en su arquitectura y en su vida para sacarlos

adelante con un mejor desarrollo.

18

CULMINACIÓN DEL VIAJE

Bogotá, Febrero 2011

Este viaje me ha ayudado a entender culturas de las que conocía tan solo su nombre y me ha permitido

comprender de manera profunda la situación que agobiaba a Jefferson. Por medio de mi travesía, logre

conocer detalladamente aspectos de las formas de vida de los lugares que visite. Al estudiar a fondo la

situación, descubrí que lo “panas” de Jefferson perdieron parte de su cultura debido a las grandes dife-

rencias que existen entre las distintas ubicaciones geográficas de donde provienen y la ciudad de Bogotá.

Aprendí algunos aspectos que se destacan para identificar a los pueblos de descendencia afrocolombiana.

El primero, es la fuerte relación que tienen todos los habitantes y los lugares donde viven con los elemen-

tos naturales. La naturaleza es en varias ocasiones, la que brinda todos los recursos que organizan la vida

diaria y la aldea o ciudad como tal. Las labores, Otro elemento que aprendí, fue que aunque algunos

pueblos están adoptando conocimientos globalizados “modernos” en la construcción de vivienda, la

vivienda tradicional sigue siendo el alma de muchas aldeas afrocolombianas. El cambio de materiales en

la construcción no impide que las casas tradicionales con materiales naturales siguen siendo las que

caracterizan y dan el espíritu afrocolombiano a estos lugares.

Este viaje me permitió entender que la ciudad por el solo hecho de ser una metrópoli no tiene una estre-

cha relación con la naturaleza. Que todos los elementos naturales son para los habitantes en gran parte

ajenos. Así como los ritos cambian por la dinámicas de la vida urbana, las condiciones de vivienda y

relaciones sociales se acomodan a la forma y clima del lugar. Por lo que es de entender que gran parte

de la cultura colombiana afrodescendiente se pierde. Por lo que debemos tratar preservarla y cuando sea

necesario adaptarla sin perder el concepto y la importancia de las tradiciones, la cultura y organización

social y de toda una historia que

los alimentos, la construcción, el urbanismo y las relaciones entre personas se dan en torno a elementos

naturales. Estos elementos son dejados de lado por los habitantes de la ciudad, pues en la vida urbana

son difíciles de encontrar y tienen muy poca relevancia en las relaciones sociales citadinas.

Por otro lado, un elemento que se encuentra en todas las regiones que visite, es la fuerte unidad social

que caracteriza a estos pueblos, en todos y cada uno la comunidad es el factor más importante de la vida

en sentido social y urbano, por lo que las labores comunes y la convivencia son rasgos característicos de

estos territorios. Ligado a la unidad social, se encuentra el concepto de tierra como un bien común, en

el que cada persona trabaja en grupo para un beneficio propio y comunal. Los bienes que se obtienen de

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las tierras comunes son de goce para todos los habitantes. Esta idea, era para mi como ciudadano, total-

mente ajena pues vivimos en una metrópoli en donde la producción se da en tierras de carácter privado

y los bienes públicos son destinados a otro tipo de actividades.

Otro elemento que aprendí, fue que aunque algunos pueblos están adoptando conocimientos globaliza-

dos “modernos” en la construcción de vivienda, la vivienda tradicional sigue siendo el alma de muchas

aldeas afrocolombianas. El cambio de materiales en la construcción no impide que las casas tradicionales

con materiales naturales siguen siendo las que caracterizan y dan el espíritu afrocolombiano a estos luga-

res.

Otro elemento que aprendí, fue que aunque algunos pueblos están adoptando conocimientos globaliza-

dos “modernos” en la construcción de vivienda, la vivienda tradicional sigue siendo el alma de muchas

aldeas afrocolombianas. El cambio de materiales en la construcción no impide que las casas tradicionales

con materiales naturales siguen siendo las que caracterizan y dan el espíritu afrocolombiano a estos luga-

res.

Este viaje me permitió entender que la ciudad por el solo hecho de ser una metrópoli no tiene una estre-

cha relación con la naturaleza. Que todos los elementos naturales son para los habitantes en gran parte

ajenos. Así como los ritos cambian por la dinámicas de la vida urbana, las condiciones de vivienda y

relaciones sociales se acomodan a la forma y clima del lugar. Por lo que es de entender que gran parte

de la cultura colombiana afrodescendiente se pierde. Por lo que debemos tratar preservarla y cuando sea

necesario adaptarla sin perder el concepto y la importancia de las tradiciones, la cultura y organización

social y de toda una historia que hace parte de nuestro país.

Entendí entonces la miseria a la que me enfrenta-

ba- una población fruto de la guerra y la pobreza

de nuestro país. Empecé a caminar por los puentes

de madera que conectan todas las casas, a los

cuales llamo “pasarelas”. Me asusté de cierto

modo al ver que eran enclenques, que la madera

no estaba en los mejores estados para que la gente

transitara sin peligro de que pudiera quebrarse o

caerse. Sin embargo el ambiente, los chistes y el

acento de los negritos que me acompañaban me

dejó llevar y me hizo sentir en casa. Como el negri-

to en el baile al son de la salsa. Y por los puentes

me dejé llevar.

En el momento en que llegué a la casa de la familia

de Doña Edislen me sorprendí al ver que su casa

estaba en mucho mejor estado que las casas de

alrededor. Entré y conocí, fijándome en los

elementos que conforman las viviendas. Estos

elementos son: la cubierta, un volumen rectangu-

lar, la plataforma, la pasarela y la estructura de

palos que sostiene todas las anteriores. Los espa

eran en madera debido a que la madera es el

mayor recurso que se puede encontrar en el lugar.

Proviene de las selvas de sus alrededores pero en

especial de Buenaventura, quienes proveen la

mayoría de este material para construir a las

comunidades del Pacífico.

Le pregunté también porqué construían las casas

en el mar, con los cimientos elevados en vez de

construirlas más tierra adentro. Me explicó: “el

mar es bravo, y la temperatura también”. Enton-

ces comprendí que la ubicación de la casa también

responde a el clima y sus condiciones físicas, para

que sea un lugar fresco al que no inunde el agua.

Viví durante los dos siguientes meses sobre éstas

grandes estructuras en madera. Ayudé a recons-

truir dos puentes y una casa. Me enseñaron acerca

del arte de la pesca. Le enseñé a Junior, el hijo de

Doña Edislen y Don Ismael a escribir. Terminé

hasta hablando costeño. Pero sobretodo aprendí

mucho acerca de una cultura, una comunidad y

una gran arquitectura. Si la economía de Tumaco

fuera mayor, quizás más recursos se podrían usar

en su arquitectura y en su vida para sacarlos

adelante con un mejor desarrollo.

Es inevitable que en la vida de un colombiano no

se escuche aquel nombre para referirse a Santa

Cruz de Mompox, el cual la refiere como la “tierra

de Dios” ¿Pero qué tan cierto es esto?

Fundada el 7 de mayo de 1537 por Don Alonso de

Heredia, Adelantado de la Gobernación de Carta-

gena, Monpós es el reflejo más completo hoy en

día de una ciudad de la colonia española en el

Reino de la Nueva Granada; al llegar a la Isla de

Mompós atravesando el río Magdalena desde el

departamento del mismo nombre, se ve una

ciudad dividida estratégicamente en su arquitectu-

ra, claro, es algo que solo una persona culta en este

tema puede notar. Una ciudad cimentada bajo un

choque multicultural difícil de encontrar en otras

fundaciones, mestizos, negros, españoles e indíge-

nas fueron las razas que dejaron una huella grande

en este territorio.

Al entrar por el costado oriental de la isla, se

encuentra uno con pequeñas construcciones

recientes, aunque a solo pocos metros está

edificado un lugar representativo para la cultura

momposina, la carnicería o matadero, alejada de

la ciudad lo que facilitaba el control de esta misma

y la distribución del producto, causal de la descon-

formidad durante la época en la población.

El casco urbano momposino es reticular, con un

eje principal que bordea la ciudad en su límite con

el río Magdalena, eje que culmina en la Plaza

Mayor donde se encuentra el puerto y la casa de la

aduana, es como estar dentro de una de la historias

de García Márquez. Adentrándose en la ciudad,

está el antiguo ayuntamiento, reconocido por sus

calabozos para los delincuentes y esclavos, testigo

de los golpes que sufrió la raza afroamericana en el

país.

Alejándose de la cuenca, las casa coloniales refle-

jan el apogeo de Mompós en la época, como prin-

cipal puerto de la Nueva Granada la ciudad alber-

gaba a los cabildos y terratenientes más importan-

tes en la nación, además de ser pasaje de los gober-

nantes que se dirigían a otras ciudades en el terri-

torio; estas casas disponían no solo de espacios

servidos , también disponían de lo que se podría

Anexo

MOMPÓS

20

21

denominar espacios servidos-servidores, estancias

para albergar a la servidumbre y a los trabajadores,

en su mayoría de raza negra y mestiza.

Pero ¿por qué llaman a esta ciudad, “la tierra de

Dios”? la tradición de religiosidad desde la fundación

de esta misma es lo que ha dado pie a tal caracteriza-

ción, en la ciudad, tan pequeña encontramos seis

iglesias, cada una construidas en distintos tiempos,

pero que juntas son la muestra más grande de la

analogía a la ciudad. Pero el nombre aún más que

denotar una arquitectura, muestra una razón antro-

pogénica arraigada al lugar, décadas de control ecle-

siástico en Mompós dieron un orden a ella, así forjan-

do una idiosincrasia fuerte en lo moradores. Las calles

angostas de perfil en la ciudad a veces llena de festejos

públicos de las comunidades de raza negra asiladas en

la ciudad, eran vistos como un problema de orden en

ella, además de representaciones teatrales y en las

afueras la práctica de la tauromaquia eran unas de las

actividades al estilo del “panem et circense” romano

que la administración había dispuesto en la ciudad

para los mestizos y negros. La iglesia, en extremo

moralista y conservadora, mediante la ley 2 y 3, titulo

7 del libro 8 daban severos castigos a estas prácticas.

La iglesia además de poseer el mayor número de

edificaciones en el pequeño pueblo, mostraba

una gran influencia política, en cada plaza de

Mompós hay un monumento religioso, mostran-

do y afirmando así poder que Dios tenía sobre la

ciudad. Las albarradas construidas en el norte de

la ciudad para la protección de la misma,

comandadas en su obra por la orden del claustro

de San Antonio, fueron construidas por esclavos

adjudicados a la gobernación de Mompós, estas

son el símbolo más claro en la sociedad de la

presencia de los mismo, como el dicho popular

sobre ellas, “construidas con sangre y sudor de

esclavo”.

Dar por entendido que no solo el termino puede

referirse a la obra construida por el hombre,

donde esta solo es ejemplo de la razón y la tradi-

ción de la memoria y de la cotidianidad, nos

muestra una Mompós gobernada por Dios,

gobernada por los denominados “hombres de

Dios” más que por la práctica misma al culto

divino.

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CULMINACIÓN DEL VIAJE

Bogotá, Febrero 2011

Este viaje me ha ayudado a entender culturas de las que conocía tan solo su nombre y me ha permitido

comprender de manera profunda la situación que agobiaba a Jefferson. Por medio de mi travesía, logre

conocer detalladamente aspectos de las formas de vida de los lugares que visite. Al estudiar a fondo la

situación, descubrí que lo “panas” de Jefferson perdieron parte de su cultura debido a las grandes dife-

rencias que existen entre las distintas ubicaciones geográficas de donde provienen y la ciudad de Bogotá.

Aprendí algunos aspectos que se destacan para identificar a los pueblos de descendencia afrocolombiana.

El primero, es la fuerte relación que tienen todos los habitantes y los lugares donde viven con los elemen-

tos naturales. La naturaleza es en varias ocasiones, la que brinda todos los recursos que organizan la vida

diaria y la aldea o ciudad como tal. Las labores, Otro elemento que aprendí, fue que aunque algunos

pueblos están adoptando conocimientos globalizados “modernos” en la construcción de vivienda, la

vivienda tradicional sigue siendo el alma de muchas aldeas afrocolombianas. El cambio de materiales en

la construcción no impide que las casas tradicionales con materiales naturales siguen siendo las que

caracterizan y dan el espíritu afrocolombiano a estos lugares.

Este viaje me permitió entender que la ciudad por el solo hecho de ser una metrópoli no tiene una estre-

cha relación con la naturaleza. Que todos los elementos naturales son para los habitantes en gran parte

ajenos. Así como los ritos cambian por la dinámicas de la vida urbana, las condiciones de vivienda y

relaciones sociales se acomodan a la forma y clima del lugar. Por lo que es de entender que gran parte

de la cultura colombiana afrodescendiente se pierde. Por lo que debemos tratar preservarla y cuando sea

necesario adaptarla sin perder el concepto y la importancia de las tradiciones, la cultura y organización

social y de toda una historia que

los alimentos, la construcción, el urbanismo y las relaciones entre personas se dan en torno a elementos

naturales. Estos elementos son dejados de lado por los habitantes de la ciudad, pues en la vida urbana

son difíciles de encontrar y tienen muy poca relevancia en las relaciones sociales citadinas.

Por otro lado, un elemento que se encuentra en todas las regiones que visite, es la fuerte unidad social

que caracteriza a estos pueblos, en todos y cada uno la comunidad es el factor más importante de la vida

en sentido social y urbano, por lo que las labores comunes y la convivencia son rasgos característicos de

estos territorios. Ligado a la unidad social, se encuentra el concepto de tierra como un bien común, en

el que cada persona trabaja en grupo para un beneficio propio y comunal. Los bienes que se obtienen de

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Capítulo V-Mosquera Torres, G. (2010). Vivienda y arquitectura tradicional en el pacífico colombiano- patrimonio cultural afrodescendiente. (Primera edición, noviembre de 2008 ed., p. 104). Cali, Colombia: Impreso en Talleres Litográficos ESCALA

-Mosquera Torres, G. (2010). Vivienda y arquitectura tradicional en el pacífico colombiano- patrimonio cultural afrodescendiente. (Primera edición, noviembre de 2008 ed., p. 19). Cali, Colombia: Impreso en Talleres Litográficos ESCALA

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Santa Cruz de Mompox : estudio morfológico y reglamentario Corradine Angulo, Alberto, 1933- 166 p. : il., fotos, mapas, planos ; 28 cm.

edificado un lugar representativo para la cultura

momposina, la carnicería o matadero, alejada de

la ciudad lo que facilitaba el control de esta misma

y la distribución del producto, causal de la descon-

formidad durante la época en la población.

El casco urbano momposino es reticular, con un

eje principal que bordea la ciudad en su límite con

el río Magdalena, eje que culmina en la Plaza

Mayor donde se encuentra el puerto y la casa de la

aduana, es como estar dentro de una de la historias

de García Márquez. Adentrándose en la ciudad,

está el antiguo ayuntamiento, reconocido por sus

calabozos para los delincuentes y esclavos, testigo

de los golpes que sufrió la raza afroamericana en el

país.

Alejándose de la cuenca, las casa coloniales refle-

jan el apogeo de Mompós en la época, como prin-

cipal puerto de la Nueva Granada la ciudad alber-

gaba a los cabildos y terratenientes más importan-

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nantes que se dirigían a otras ciudades en el terri-

torio; estas casas disponían no solo de espacios

servidos , también disponían de lo que se podría

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