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Rev. Ciencias Sociales 142: 87-100 / 2013 (IV) ISSN: 0482-5276 TEORÍA SOCIAL MARXISMO Y SOCIOLOGÍA 1 MARXISM AND SOCIOLOGY Henri Lefebvre 2 Traducción: Roy Alfaro Vargas * RESUMEN Lefebvre presenta en este artículo una reflexión alrededor del marxismo y de la definición que la sociología adquiere en su ligamen con el primero. Se explica además brevemente el método dialéctico, en cuanto fundamento del desarrollo de la sociología que permite unifi- car el rol de las ciencias sociales, en la comprensión de la totalidad (en este caso francesa). Asimismo, Lefebvre establece una serie de vínculos entre la Sociología y la Etnografía, la Economía Política, la Psicología y la Política, con el fin de aprehender las contradicciones que caracterizan la realidad social y fundar así una sociología científica. PALABRAS CLAVE: CIENCIAS SOCIALES * INVESTIGACIÓN SOCIAL * FILOSOFÍA * DIALÉCTICA * MARXISMO ABSTRACT Lefebvre presents, in this article, a reflection around Marxism and the definition that the sociology acquires in relation to the former. Also it briefly explains the dialectical method, insofar as it is the basis for the development of a sociology that permits to unify the role of the social sciences in the comprehension of the totality (in this case, the French tota- lity). In the same way, Lefebvre sets up an ensemble of links among the Sociology and the Ethnography, the Political Economy, the Psychology and the Politics, so as to apprehend the contradictions that characterizes the social reality and, thus, to establish a scientific sociology. KEYWORDS: SOCIAL SCIENCES * SOCIAL RESEARCH * PHILOSOPHY * DIALECTICS * MARXISM 1 Traducido directamente del francés. El artículo original “Marxisme et Sociologie” apareció en los Cahiers Internationaux de Sociologie. Vol. 4, 1948: 48-74. 2 La visión lefebvriana de la sociología adquiere nuevamente valor dentro de un período donde hay en el mundo anglosajón y europeo una amplia difusión de la obra del intelectual francés, y dentro de la actual crisis sistémica del capitalismo, con el evidente nuevo auge del marxismo, dentro del marco de una sociología que se ha antropolo- gizado y fenomenologizado demasiado. Agradezco a mi amigo, Adrián Montero, por darme acceso al texto original de Lefebvre. * Egresado del Posgrado en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Costa Rica (UCR). [email protected]

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  • Rev. Ciencias Sociales 142: 87-100 / 2013 (IV)ISSN: 0482-5276

    TEORA SOCIAL

    MARXISMO Y SOCIOLOGA1

    MARXISM AND SOCIOLOGY

    Henri Lefebvre2

    Traduccin: Roy Alfaro Vargas*

    RESUMEN

    Lefebvre presenta en este artculo una reflexin alrededor del marxismo y de la definicin que la sociologa adquiere en su ligamen con el primero. Se explica adems brevemente el mtodo dialctico, en cuanto fundamento del desarrollo de la sociologa que permite unifi-car el rol de las ciencias sociales, en la comprensin de la totalidad (en este caso francesa). Asimismo, Lefebvre establece una serie de vnculos entre la Sociologa y la Etnografa, la Economa Poltica, la Psicologa y la Poltica, con el fin de aprehender las contradicciones que caracterizan la realidad social y fundar as una sociologa cientfica.

    PALABRAS CLAVE: CIENCIAS SOCIALES * INVESTIGACIN SOCIAL * FILOSOFA * DIALCTICA * MARXISMO

    ABSTRACT

    Lefebvre presents, in this article, a reflection around Marxism and the definition that the sociology acquires in relation to the former. Also it briefly explains the dialectical method, insofar as it is the basis for the development of a sociology that permits to unify the role of the social sciences in the comprehension of the totality (in this case, the French tota-lity). In the same way, Lefebvre sets up an ensemble of links among the Sociology and the Ethnography, the Political Economy, the Psychology and the Politics, so as to apprehend the contradictions that characterizes the social reality and, thus, to establish a scientific sociology.

    KEYWORDS: SOCIAL SCIENCES * SOCIAL RESEARCH * PHILOSOPHY * DIALECTICS * MARXISM

    1 Traducido directamente del francs. El artculo original Marxisme et Sociologie apareci en los Cahiers Internationaux de Sociologie. Vol. 4, 1948: 48-74.

    2 La visin lefebvriana de la sociologa adquiere nuevamente valor dentro de un perodo donde hay en el mundo anglosajn y europeo una amplia difusin de la obra del intelectual francs, y dentro de la actual crisis sistmica del capitalismo, con el evidente nuevo auge del marxismo, dentro del marco de una sociologa que se ha antropolo-gizado y fenomenologizado demasiado. Agradezco a mi amigo, Adrin Montero, por darme acceso al texto original de Lefebvre.

    * Egresado del Posgrado en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Costa Rica (ucr). [email protected]

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    Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 142: 87-100 / 2013 (IV). (ISSN: 0482-5276)

    Un estudio detallado de los estudios de la Escuela sociolgica francesa descubrira las profundas razones de sus debilidades, de su estancamiento, de su necesidad de renovacin, que nadie hoy (parece) piensa negar.

    Resumamos aqu brevemente las conclu-siones de este anlisis crtico, que desborda el marco de un simple artculo y que ser efectua-do en otro lugar.

    1. La Escuela sociolgica francesa no ha tenido una nocin clara del hecho sociolgico. Ella ha oscilado y oscila todava entre dos con-cepciones, una que representa el hecho socio-lgico como una cosa, pues como una entidad abstracta, metafsica, exterior a la actividad, a la voluntad y asimismo, a la consciencia de los seres humanos (Durkheim), la otra que reduce los hechos sociales a unos hechos psicolgicos individuales (la imitacin de Tarde; la teora psicolgica del valor, aceptada por todos los economistas no-marxistas, etc.).

    Estas dos concepciones tienen en comn su idealismo. Aunque se tratase de representa-ciones colectivas o de motivaciones individua-les de un ser social o de una coleccin de consciencias individuales el hecho sociolgico y humano se presenta como cortado de sus rela-ciones concretas con el poder del hombre sobre la naturaleza material, con las relaciones socia-les prcticas de los seres humanos entre ellos.

    2. Incapaz de asir los hechos sociales a la vez objetivamente (como realidades relativa-mente independiente de las opiniones e inter-pretaciones de los individuos en su propsito) y subjetivamente (en tanto, relaciones determina-das de los individuos en la condiciones histri-cas y sociales determinadas), esta sociologa no ha podido definir un mtodo verdaderamente cientfico. Ella oscila entre descripciones y cla-sificaciones (que solo son, como todos saben, un primer momento del conocimiento cientfi-co) y teoras explicativas abstractas, simplistas (en donde la teora de la mentalidad primitiva resta el ms clebre y ms fastidioso ejemplo).

    3. Esta escuela ha mostrado una ten-dencia, ms que discutible,a buscar el hecho

    sociolgico tan lejos como sea posible de lo actual, del presente es decir, de lo concreto sociolgico.

    Ella se ha enredado en algunos problemas de origen. Se ha infinitamente preocupado ms y de mejor modo de los Aruntas o de los Boro-ros, que de la vida social real, cotidiana, en la cual estamos (antes de toda ideologa) metidos.

    Los marxistas estiman que solo el recur-so al mtodo marxista y a las preocupacio-nes concretas del marxismo puede salvar la sociologa francesa del estancamiento donde se encuentra y devolverle la libertad en sus inves-tigaciones, al tiempo que la fecundidad.

    En este breve ensayo, se intentar prime-ramente recordar cmo Marx se ha servido del mtodo dialctico en el anlisis de lo concreto sociolgico; enseguida se ensayar trazar el plan de un verdadero instituto de las ciencias sociales, inspirado en un mtodo dialctico viviente, orientado hacia la comprensin de lo actual (de lo concreto sociolgico).

    I. EL MTODO DIALCTICO EN LA SOCIOLOGA DE MARX

    Recordemos ante todo las caractersticas del mtodo dialctico.

    Toda discusin, todo esfuerzo por avanzar en el conocimiento, proceden necesariamente por confrontacin (dilogo) de tesis opuestas (el pro y el contra, el s y el no, la afirmacin y la negacin). Esto es bastante conocido desde Platn para admitirlo sin dificultad.

    Las contradicciones en el pensamiento humano (que se manifiestan en todas partes, a cada instante) plantean un problema esencial. Ellas tienen su origen, al menos parcialmen-te y de vez en cuando, en las deficiencias del pensamiento humano que no puede asir, a la vez, todos los aspectos de una cosa y debe rom-per (analizar) el conjunto para comprenderlo. Pero esta unilateralidad de todo pensamiento no basta; para explicar las contradicciones, es preciso admitir que en las cosas mismas estas contradicciones tienen un fundamento. Las contradicciones en el pensamiento y la cons-ciencia (subjetiva) de los hombres tienen pues un fundamento objetivo y real. Si hay un pro y un contra, un s y un no, es porque las

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    realidades tienen, no solamente varios aspectos, sino aspectos contradictorios. Y entonces el pensamiento del hombre que no llega a asir de golpe las cosas reales se encuentra obligado a tantear y a caminar a travs de sus propias difi-cultades sus contradicciones para alcanzar las realidades y contradicciones reales.

    De cara a este problema capital plan-teado por las contradicciones dos actitudes son posibles.

    O bien, uno rechaza en bloque, en lo absurdo, todas las contradicciones. Se decreta que estas son solo aparentes, superficiales; que ellas vienen nicamente de las flaquezas del pen-samiento humano y del hecho que no podemos aprehender de un salto, la verdad. Entonces, se supone necesariamente que esta verdad existe antes del esfuerzo humano por asirla, que el hombre podra o debera alcanzarla por intui-cin o revelacin misteriosas, que esta verdad es eterna, inmvil, inmutable. Esta es la actitud metafsica. Es claro que ella tiende a desatender y al mismo tiempo a negar las condiciones con-cretas del esfuerzo humano por el conocimiento.

    O bien, se admite, simultneamente, que el pensamiento humano busca la verdad a travs de las contradicciones y que las con-tradicciones tienen un sentido objetivo, un fundamento en lo real. Se cesa de rechazar en lo absurdo o en lo aparente toda contradiccin; pero, al contrario, se coloca en el centro de las preocupaciones la bsqueda de las con-tradicciones y de su fundamento objetivo. Se considera que los mtodos tradicionales del pensamiento reflexivo deben ser profundizados en este sentido, determinando, ms fuertemen-te que nunca, la verdad y la objetividad como objetivo de la razn, uno define una razn pro-fundizada: la razn dialctica.

    Hoy, el problema es evidentemente funda-mental. l da lugar a un dilema, a un o...o. Las dos respuestas son incompatibles. Para hablar propiamente, solo la razn dialctica aporta una solucin, ya que solo ella se esfuerza en compren-der las contradicciones concretas de la investiga-cin y las caractersticas concretas de lo real.

    Marx ha primeramente adoptado y empleado de manera coherente en parti-cular, en las cuestiones sociolgicas este

    mtodo dialctico elaborado especulativamen-te por Hegel. Metdicamente, estudiando una realidad objetiva determinada, analiza los aspectos y los elementos contradictorios de esta realidad (teniendo en cuenta, por conse-cuencia, todas las ideas contradictorias que tienen curso ante l, pero en las cuales no se saba ver esto que contienen de verdadero). Despus de haber distinguido estos aspectos o elementos contradictorios sin desatender su lazo, sin olvidar que se trata de una realidadl reencuentra esto real en su unidad, es decir, en el conjunto de su movimiento.

    Importantes indicaciones metodolgicas se encuentran en el Prefacio de El Capital. Un solo punto importa, escribe Marx: descubrir la ley de los fenmenos estudiados descubrir no solamente la relacin en un momento dado de los elementos del fenmeno, sino la ley de sus modificaciones y de su evolucin.

    Para esto, es preciso distinguir el mtodo de investigacin y el mtodo de exposicin.

    La investigacin, insiste fuertemente Marx, debe apropiarse en detalle de la mate-ria, del objeto estudiado; ella debe analizar y descubrir las relaciones internas de sus ele-mentos. El mtodo de anlisis debe convenir al objeto estudiado; es preciso evitar emplear en economa poltica los mtodos que permiten descubrir las leyes fsicas o qumicas. Ms an: cada perodo histrico posee sus propias leyes; el anlisis de los hechos sociales muestra que entre los organismos sociales hay diferencias tan profundas como entre los organismos vege-tales o animales, y que el mismo fenmeno est sometido a leyes diferentes, siguiendo el con-junto en el cual figura.

    Estudiar cientficamente, analizar la vida econmica, es pues descubrir en la for-macin econmica y social un proceso natu-ral, aunque sui generis, es decir, especfico y diferente de los procesos fsicos, qumicos y biolgicos. Es pues tambin descubrir las leyes particulares que rigen el nacimiento, el desa-rrollo y la muerte de cada conjunto social y su reemplazo por otro.

    Despus del anlisis, viene la exposicin. Cuando esta sale bien, la vida del objeto consi-derado, la materia estudiada, viene a expresarse

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    en lo expuesto. A tal punto que los lectores se imaginan a veces tener ante ellos una construc-cin a priori de la cosa.

    Descartes, en el Discurso del mtodo, haba ya dado algunas reglas para el anlisis (alcanzar los elementos de la cosa estudiada) y la sntesis (reconstitucin del conjunto).

    Kant, Auguste Comte y desde luego otros, ya haban insistido sobre la exigencia fundamental de la investigacin cientfica y de la razn humana: no aislar el objeto considera-do; buscar sus lazos, sus relaciones constantes y regulares con otros fenmenos.

    Qu aporta de nuevo el mtodo marxis-ta, inspirndose en Hegel, pero poniendo sobre sus pies la dialctica todava abstracta, metaf-sica, de esta filosofa?

    a) l afirma que el anlisis, suficiente-mente profundizado, de toda realidad, alcanza los elementos contradictorios (por ejemplo: el proletariado y la burguesa).

    Esta importancia de la contradiccin haba escapado, por razones histricas que uno podra investigar, a Descartes e igualmente, en gran parte a Kant (para no hablar de Auguste Comte). Solo Hegel la haba percibido; ense-guida Marx, aplicando la hiptesis hegeliana al anlisis de la realidad social, econmica y poltica, verifica la profunda verdad de ello: por tanto, de las contradicciones...

    b) El mtodo marxista insiste mucho ms, particularmente, que las metodologas anteriores sobre un hecho esencial: la reali-dad por alcanzar mediante el anlisis y por reconstituir mediante la exposicin (sinttica), es siempre una realidad en movimiento.

    Aunque el anlisis comience por rom-per este movimiento con el fin de alcanzar los elementos de este, y que tambin l llega a algunas abstracciones (como el bilogo que separa un tejido para estudiarlo o tambin una clula para examinarla al microscopio), el mtodo marxista afirma que la reconstitucin del todo y del movimiento es posible. Clara-mente, es preciso alcanzar por abstraccin

    algunos elementos y para esto es necesario separarlos, aislarlos. Pero, cuando el anlisis est bien conducido, solo separa los elementos para reencontrar las conexiones, las relaciones internas en el todo. Asimismo, l solo compara y solo descubre algunas analogas para discer-nir mejor las diferencias. As, la reconstitucin del conjunto, del todo en movimiento, no es incompatible con el anlisis, con la diseccin anatmica de este todo. Al contrario...

    c) Ms particularmente que los mtodos anteriores, el mtodo marxista insiste sobre la originalidad (cualitativa) de cada especie de objetos estudiados y del mismo modo de cada objeto. Cada uno teniendo su cualidad, sus dife-rencias, el cientfico debe proponerse alcanzar la ley propia de este objeto: su devenir.

    Pero, entonces, dir uno, este mtodo abandona todo principio universal, pues l cesa de ser racional: l se adapta a cada objeto!

    Nada de eso, si es verdad que el anli-sis se aplica a cada objeto especficamente, entonces tambin aplica a l en todo caso, algu-nas verdades universales, tales como esta: Por tanto, siempre, en toda cosa, hay contradiccio-nes. Estas contradicciones pueden, en efecto, revelarse diferentes las unas de las otras, ori-ginales, especficas en cada caso; ellas no se ligan; sin embargo, a una teora general, a una verdad universal, pues racional.

    La aplicacin a cada caso particular del mtodo universal y racional no puede hacer-se mecnicamente. La teora general de las contradicciones no permite decir cules con-tradicciones se encuentran en tal o cual objeto, en tal realidad particular, en el corazn de tal movimiento real. Nada remplaza el contacto con el objeto, su anlisis, el embargo de su rea-lidad, de su materia.

    Es as como el mtodo dialctico emplea-do por Marx difiere profundamente de la dia-lctica hegeliana. Qu hizo en efecto Hegel? Despus de haber notado la importancia primordial de la contradiccin en todos los dominios (naturaleza e historia), l ha cre-do poder definir abstractamente la contradic-cin en general, y enseguida, se ha esforzado

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    en servirse de esta definicin lgica (formal) para reconstruir las contradicciones reales, los movimientos reales. Esta reconstruccin (y aunque Hegel tuviera en cuenta, de paso, muchos conocimientos adquiridos y hechos concretos), solo tena sentido en la cabeza del filsofo; era una reconstruccin especulativa metafsica de lo real. Todo lo que existe y vive, solo existe y vive por un movimiento, un devenir; pero Hegel, a fuerza de abstraccin, llegaba a una frmula puramente abstracta, puramente lgica, del movimiento en general y entonces se imaginaba tener en esta frmula el mtodo absoluto, explicando toda cosa y escondiendo el movimiento de toda cosa.

    Marx, al contrario (y no es preciso dejar de insistir sobre este punto esencial) afirma que la idea general el mtodo no dispensa de asir en s mismo cada objeto; l proporciona simplemente una gua, una orientacin para la razn en el conocimiento de cada realidad. En cada realidad, es preciso asir sus contradiccio-nes propias, su movimiento propio (interno), su cualidad y sus saltos cualitativos. La forma (lgica) del mtodo debe pues subordinarse al contenido, al objeto, a la materia estudiada; l permite abordar el estudio de ello aprehen-diendo el aspecto ms general de esta reali-dad, pero no remplaza nunca la investigacin cientfica por una construccin abstracta. De igual modo, si la exposicin de los resultados obtenidos tiene el aire de una reconstruccin de la cosa, lo que no es ms que una aparien-cia; no hay construccin o reconstruccin fac-ticia, sino encadenamiento de los resultados de la investigacin y del anlisis, con el fin de reconstituir en su conjunto el movimiento (la historia) de la cosa; por ejemplo, la historia de El Capital.

    As, las ideas que uno se hace sobre las cosas el mundo de las ideas solo son el mundo real, material, expresado y reflexionado en la cabeza de los hombres.

    Cul ser pues el mtodo de la nueva ciencia que ha querido crear Marx: la Sociolo-ga cientfica?

    Esta considera un conjunto, un todo con-creto tal pas dado. Este conjunto concreto apa-rece enseguida bajo varios aspectos: poblacin,

    reparticin de la poblacin en las ciudades y en las campias, produccin y consumo, importa-cin y exportacin, etc. Una simple descripcin, por ejemplo, del gnero de vida, de los trabajos o de la geografa humana, aporta ciertos cono-cimientos sociolgicos sobre este pas, pero no va muy lejos. Ella no muestra la historia de ello, la formacin. Ella no alcanza la estructura econmico-social, es decir, la esencia de los fenmenos que uno describe. Para profundizar, es preciso analizar.

    Qu da el anlisis? l descubre ensegui-da grupos concretos de poblacin (campesinos, obreros, artesanos; pequeos, medianos o gran-des burgueses), es decir clases. Mas, estas clases solo son an abstracciones si el anlisis no se contina y no alcanza los elementos sobre los cuales ellas reposan: el capital, el salario, etc. Pero estos, a su vez, suponen el intercambio, la divisin del trabajo, el precio, etc. El anlisis muestra algunos elementos contradictorios e indisolubles (produccin y consumo, conjunto social y clases sociales, etc.) y debe distinguir-los sin perder su vnculo. Adems, l alcanza conceptos o categoras ms y ms simples, pero que estn por as decir, comprometidas e incor-poradas en la textura compleja de lo real social, que son pues los elementos reales: valor de uso y valor de cambio, valores y precio, divisin del trabajo, etc.

    Un cierto nmero de economistas y socilogos se han espontneamente compro-metido con esta va (desde Adam Smith hasta Durkheim; la divisin del trabajo ha sido a menudo estudiada). Pero, primeramente, no siendo dialcticos, pierden el vnculo de los elementos contradictorios; por ejemplo, estu-dian el consumo, la distribucin de los produc-tos (la circulacin, el comercio, etc.) fuera de la produccin, sin comprender que estos son dos aspectos inseparables del mismo proceso social, la produccin siendo por otra parte el ms esencial. O bien an, no llegan a asir las relaciones entre la burguesa y el proletariado, relaciones dialcticas que envuelven un con-flicto constante; estos dos aspectos reales de la sociedad moderna son nacidos simultneamen-te y son inseparables, de tal suerte que los no-dialcticos ven all una simple simultaneidad

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    o incluso, una armona, aunque aqu, como en otros casos, la relacin significa tambin: lucha, devenir, movimiento hacia una reali-dad nueva...

    En segundo lugar, estos economistas y socilogos, alcanzando algunos elementos sim-ples (tales como, la divisin del trabajo, el valor de cambio y el valor de uso de los productos, etc.) solo ven aqu simples conceptos abstrac-tos. Ellos detienen sus investigaciones en este resultado. No comprenden que este anlisis solo era la primera parte de la investigacin cientfica y que enseguida precisaba sin arbi-trariedad, sin reconstruccin fantasiosa de lo real rehacer el camino en sentido contrario y reencontrar el todo, lo concreto, pero esta vez analizado y comprendido.

    Esta exposicin del todo concreto a par-tir de sus elementos, es segn Marx, el nico mtodo cientfico. El primer mtodo, el del anlisis abstracto, desemboca en el volatilizar el todo concreto en conceptos por s mismos, abstractos. Solo el segundo mtodo permite reproducir lo real (su estructura y su movi-miento) en el pensamiento. Sin embargo, este segundo mtodo ofrece un riesgo, aquel mismo en el que cay Hegel; este ltimo comprenda muy bien que lo concreto es concreto, por-que es complejo, rico en aspectos diversos, en determinaciones contradictorias y mltiples; de suerte que para el conocimiento, este con-creto solo puede ser el resultado alcanzado por el anlisis a travs de l y despus de l; esto aunque sea el verdadero punto de partida y su conocimiento sea el objetivo del pensamiento. Pero Hegel crey poder alcanzar este resultado por el solo pensamiento reflexionante aparte de sus propias fuerzas, por su solo movimiento. Al error del anlisis abstracto corresponde el error de la sntesis abstracta en Hegel.

    Cmo pues opera el mtodo dialctico? l no toma abstractamente los elementos abs-tractos obtenidos mediante el anlisis. Sabe que estos tienen, en tanto que elementos, un sentido concreto, una existencia concreta. As, el anlisis de El Capital alcanza un elemento simple entre todos: el valor (desde que hay intercambio, los productos toman un valor de cambio distinto del valor de uso). El mtodo

    dialctico reencuentra las condiciones con-cretas de esta simple determinacin, en lugar de aislarla y de considerarla separadamente; estas condiciones, tomadas en el movimiento real, son histricas. As, el valor de cambio ha existido histricamente como categora real y dominante, en los inicios del capital comer-cial, en los poros de la sociedad antigua y en la Edad Media. En ese momento, en ciertas relaciones determinadas de produccin (arte-sanal, por ejemplo), en un cierto tipo de comu-nidad, de familia y de Estado, en tanto que aspecto esencial de un todo viviente, el valor de cambio apareci, no como concepto abstracto, sino como realidad concreta. En el curso del desarrollo histrico, el valor de cambio ha sido incorporado, envuelto en realidades y deter-minaciones ms complejas. En el capitalismo industrial y financiero, es solo una catego-ra elemental, implicada pero superada, modi-ficada; l lleva aqu, en tanto que categora econmica, una existencia antidiluviana. El anlisis lo reencuentra bajo los sedimentos ulteriores, para emplear una metfora fcil de comprender; lo reencuentra en el basamento econmico-social actual, ya que sigue el movi-miento histrico en el curso del cual la simple produccin de mercancas y el valor de cambio como categora dominante se han desarrollado, modificado, transformado en capitalismo, con sus leyes propias (formacin de la ganancia y de la tasa de ganancia, etc.). El anlisis permite as reencontrar el movimiento real en su conjunto, exponer y comprender la totalidad concreta actualmente dada, o sea, la estructura eco-nmico-social actual. El conocimiento de esa totalidad, a travs de sus momentos histricos y su devenir, es de hecho un resultado del pen-samiento, pero no es para nada una reconstruc-cin abstracta obtenida por un pensamiento que acumulara algunos conceptos fuera de los hechos, de las experiencias, de los documentos.

    II. HACIA UNA SOCIOLOGA CONCRETA. PROYECTO DE UN PROGRAMA

    Dicho esto, es claro que la exposicin de El Capital, dada por Marx, difiere notablemente del concreto sociolgico al que nosotros hemos referido.

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    Primeramente, lo real mismo, ha cam-biado desde las investigaciones de Marx; nosotros asistimos a la decadencia, a la diso-lucin, a la agona convulsiva de este capi-talismo, del cual l sigue su formacin y del cual l solo pudo predecir a grandes lneas su destino.

    En segundo lugar, porque entre el an-lisis de El Capital y la realidad dada (es decir, para nosotros la realidad francesa) subsiste una cierta diferencia. Concreto ya en un sen-tido y para su poca, este anlisis permanece abstracto en un sentido, en relacin con esto que tenemos ante nuestros ojos. Resultado de un inmenso y genial esfuerzo cientfico, debi considerarse como instrumento, momento, etapa, para la comprensin y la explicacin de lo concreto sociolgico actual.

    Los trabajos de un instituto moderno de Sociologa cientfica podran organizarse como sigue:

    a) Solo tendra derecho al ttulo de mto-do propiamente dicho la dialctica concreta; es decir, materialista, elaborado, confeccionado, verificado por Marx en El Capital.

    Sin embargo, ninguna tcnica de investi-gacin sera rechazada. Estadsticas, encuestas, cuestionarios, entrevistas, descripciones, todos estos procedimientos de informacin pueden servir, cada uno en su espacio y lugar, en el marco de tal o cual problema planteado en fun-cin del mtodo racional, sin que a cada tcnica pueda atribuirse a una generalizacin abusiva. Asimismo, quiz precisar crear nuevos pro-cedimientos investigativos adaptados para tal objetivo preciso3.

    b) A la universalidad del mtodo (dia-lctico) debe corresponder el carcter preciso, concreto, del objeto de los estudios. El insti-tuto de estudios sociolgicos deber propo-nerse como objetivo esencial la descripcin,

    3 Es as que M. Roger Veill, jefe del servicio de con-tacto con los auditores de la radiodifusin, puso a punto una tcnica de muestreo (sampling) por regiones francesas y de encuestas sobre la base comn rural y del barrio urbano.

    la investigacin a profundidad, el inventa-rio completo y la explicacin de la realidad nacional actual.

    La realidad francesa, en su totalidad y en su devenir, tal es el objeto sociolgico que, segn el marxismo, solo puede abordarse cien-tficamente con un mtodo universal. La forma del pensamiento racional es universal, su con-tenido, su objeto, nacional.

    c) En esto que concierne a la clasifica-cin de las ciencias y a la clasificacin general de los estudios, el nombre Sociologa cientfi-ca (para distinguirla de la Sociologa especu-lativa de Durkheim, as como de las sociologas en apariencia positivas, de hecho abstractas y a menudo mistificantes) designar el conjunto de las ciencias sociales, racionalmente coordi-nadas por el empleo de un mtodo universal. Se propone tachar la Sociologa de la lista de las ciencias sociales particulares donde ella se encontrara al lado de la Economa Poltica, de la Historia, etc., en conflicto perpetuo con estas ciencias, por turno absorbidas por ella o absor-bindolas.

    Cules podrn ser estas ciencias socia-les, en donde el conjunto orgnico constituir la Sociologa cientfica?

    La Etnografa estudia las formaciones y las estructuras sociales pre-capitalistas. Ella se ocupa pues de las sociedades llama-das primitivas, formas de comunidad tales como la comunidad rural (campesina), de su descomposicin, de las estructuras sociales de clase que se han erigido en el marco de tal comunidad y sobre ella (feudalismo en sus inicios al menos).

    El dominio, muy vasto, de la Etnografa, se encuentra bastante bien definido. De un lado, se detiene en los inicios de la economa mercantil (del capital comercial); por conse-cuencia, el estudio de la ciudad griega o roma-na no pertenece ms a la Etnografa.

    Por otra parte, en la medida donde las formaciones precapitalistas subsisten o sobrevi-ven en la poca actual (en el campo francs, por ejemplo y en los pueblos coloniales) el dominio

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    Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 142: 87-100 / 2013 (IV). (ISSN: 0482-5276)

    de la Etnografa se extiende hasta la actualidad. En un sentido, por los remanentes sociales e ideolgicos, vivimos an en plena realidad etnogrfica. Una gran parte de las costumbres, de los ritos usuales, de las acciones corrientes pone de pie la encuesta etnogrfica (sin que esto implique, a priori, cualquier condena).

    Es as que toman un sentido y su lugar, los trabajos de la escuela etnogrfica moderna, en esto que concierne a Francia4.

    A la Economa Poltica pertenece el estudio de las estructuras sociales capita-listas. Su dominio comprende pues toda la economa fundada sobre el intercambio; nin-guna lnea brutal la separa del dominio de la Etnografa. Sin embargo, desde la antige-dad, la estructura econmico-social funda-da sobre el intercambio de mercancas y el capital comercial naciente se distingue de las formaciones anteriores.

    En el objeto de la Etnografa y el de la Economa Poltica existe una zona de transi-cin y de influencia recprocas que no implica ninguna confusin.

    Del mismo modo, entre el reino de la Economa Poltica y la sociedad futura, en el cual habrn desaparecido la mercanca, el valor comercial y el dinero o sea, la socie-dad comunista, debe encontrarse un perodo transicional, el perodo de la democracia socia-lista, lo que no implica ninguna confusin.

    La Economa Poltica estudia las cate-goras econmicas fundamentales: valor de cambio, mercanca, dinero, capital. Estudiando su desarrollo mediante el anlisis terico y con los hechos, ella es ya una ciencia histrica, sin suplantar la historia misma. El conocimiento de este desarrollo en su totalidad es indispensa-ble para la comprensin de la estructura social actual (capitalismo en declive).

    A la Historia pertenece el estudio de las instituciones, de los eventos, de los hombres, en el marco determinado de tal o cual estructura

    4 Trabajos continuados por los equipos del Museo de Trocadero, animados por M.M. G-H. Rivire, Maget, etc. Citamos particularmente en lo que concierne al folklore, la estructura social, las tra-diciones del Languedoc francs, los trabajos de M. Ren Nelli y del Instituto de Estudios Occitans.

    social. Las categoras de la Economa Poltica determinan el momento histrico: por ejem-plo, el siglo xvi est dominado por el capital comercial, el xviii, por el capital industrial y el xx, por el capital financiero. Este marco general y sumario se ha encontrado colmado por innu-merables actos humanos, los cuales estudia la Historia propiamente dicha. Ella debe llegar a seguir la formacin de las formas de vida social, de las relaciones determinadas, de las institu-ciones, de los modos de actividad tales como: la religin, la moral, el derecho, el lenguaje, la educacin y la cultura.

    Aqu tienen su lugar la Psico-sociologa y la Sociologa propiamente dichas.

    Siendo el individuo un hecho social, la Psicologa entra parcialmente en la Sociologa cientfica. Ella estudia en su movimiento (no fuera de la Historia) los modos de actividad y las estructuras de la conciencia individual. As, la Edad Media, el Renacimiento, la poca clsi-ca, la Revolucin, el romanticismo, el mundo moderno, tienen sus tipos de individualidades y de relaciones individuales. Aqu, pero aqu solamente, encontraran su lugar y su espacio las investigaciones tipolgicas, los estudios sobre la vida en interrelacin (microsociologa de M. Gurvitch, sin olvidar el hecho fundamen-tal: estas relaciones no pueden separarse de una estructura econmico-social, aunque ellas pue-dan reaccionar sobre ella).

    La Psico-sociologa se preocupara de ciertos grupos que se mueven en general (pero no siempre) en la superficie de la rea-lidad social, al nivel de las apariencias ideo-lgicas, creando una mentalidad de grupo o de casta que deforma ms o menos profunda-mente, la consciencia correcta (racional) de esta realidad.

    Citemos desde ahora, como ejemplo, los intelectuales en general o los comediantes, los periodistas, los fabricantes de necesidades (publicistas, promotores de modelos, etc.).

    La Poltica por ltimo, no puede y no debe hallarse excluida de la Sociologa cientfi-ca o considerada como una parte vergonzosa. Arrebatada al empirismo, al arte, al maquia-velismo, la poltica debe devenir una ciencia. Los socilogos se han interrogado sin fin y sin

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    conclusin sobre las aplicaciones de la Socio-loga, sobre la experiencia y la experimentacin sociolgica. El momento ha llegado, parece, de considerar deliberadamente la Poltica como aplicacin y experiencia sociolgica. Los hom-bres polticos deben devenir los ingenieros de las fuerzas sociales. Un instituto de ciencias sociales debe pues comprender una seccin poltica, estudiando bajo su diferentes aspectos la realidad actual y sus perspectivas, el Estado, el ciudadano (el hombre en tanto que ciudada-no), la psicologa poltica, la accin poltica.

    Uno de los primeros esmeros del institu-to de ciencias sociales sera estudiar en Francia, el aparato estatal, tal como funciona, tomando los textos oficiales y jurdicos, confrontndolos con la realidad.

    Una historia objetiva y completa de este aparato estatal; tal como se ha consti-tuido por superposiciones sucesivas despus de Napolen I, despus de la monarqua, des-pus de la Edad Media, sera de un inters y de una utilidad extremos.

    Los diputados, los ministros pasan, las oficinas permanecen, tal es el axioma fundamen-tal del poder real en Francia. Esto comienza a saberse! Lo que uno conoce menos es la natu-raleza, la estructura, el reclutamiento de estas oficinas que dominan la vida real del pas.

    Cuntos de los franceses saben que uno de los personajes ms importantes, el ms importante quizs, aunque poco visible y poco espectacular del pas, es hoy el Director del Movimiento general del fondo?

    En este dominio, talvez precisar disipar algunas ilusiones, debido a las pretensiones de las pretendidas aristocracias de tcnicos, de tecncratas, ilusiones que parecen a veces compartidas asimismo por ciertas crticas de la tecnocracia. Parece que la cuestin del aparato estatal pudiera considerarse separada-mente. A pesar de ciertas apariencias, es decir, de ciertas pretensiones ideolgicas y polticas de los tecncratas, el aparato del Estado no es quiz una clase autnoma luchando por su propia cuenta; al contrario, la lucha de clases, con todas sus dificultades, sus problemas, pene-tra hoy en el seno del Estado y de su aparato poltico-administrativo.

    Y ha devenido una cuestin vital para la gente y la nacin en modificar este aparato, ali-gerarlo, simplificarlo, someterlo a las necesida-des del pueblo y la nacin, arrancarlo a la clase hasta aqu dominante que solo mantiene su dominacin gracias a una mquina burocrtica literalmente secreta segn sus necesidades.

    Marx ha dado sobre esta historia del Estado en general y ms particularmente sobre la historia del Estado francs, algunas indica-ciones importantes, que precisara coordinar, prolongar y actualizar. Ha mostrado especial-mente, cmo la burguesa francesa ha sacado provecho de todas las dificultades y de todas las crisis para perfeccionar su dispositivo de gobierno y de poder real, para seleccionar mejor su personal.

    Si la Sociologa se ve actual y viva, ella no puede eludir estos hechos.

    Todo observador imparcial y objetivo constata en este momento este esfuerzo obsti-nado, tenaz, de la clase hasta aqu dominante, para retomar en sus manos el aparato estatal, un instante comprometido y sacudido, para modernizarlo no en funcin de las autnticas exigencias de la vida moderna y de la vida del pas, sino de sus propias exigencias, sin preocu-parse de la contradiccin entre estas dos rde-nes de exigencias.

    Un estudio objetivo reencontrara estas cuestiones abrasantes:

    Cmo funcionan, oficialmente y de hecho, las Direcciones Generales de Movimiento de Fondos, del Presupuesto de la Caja de Depsitos y Consignaciones, el Banco dicho de Francia, etc.?

    Cmo se contratan y funcionan la Inspeccin General de Finanzas y el Tribunal de Cuentas?

    Cmo y por qu la Inspeccin de Finanzas ha creado junto a los diferentes servicios y departamentos ministeriales, algunos interventores dichos de Estado?

    Cmo se reclutan y funcionan los diferentes cuerpos ms o menos bien constitui-dos? (una encuesta sociolgica, objetiva, dirigida en este sentido, donde la cons-titucin remonta al Antiguo Rgimen

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    o igualmente a la Edad Media, como los mandatarios en los Mercados de Pars... Una buena monografa sociolgica de los Mercados Centrales no tendra ms inters terico y prctico que el estudio sociomtrico de los modelos cultura-les en casa de tal o cual grupo facticio, sin que por otra parte, falte abandonar tales estudios? No es una prueba de impotencia en el dominio del humanis-mo concreto y de la Sociologa, el aban-dono a favor de algunos reporteros vi-dos de cosas pintorescas superficiales, de tantas realidades sociales complejas?).

    Sera muy interesante y til, la historia objetiva e imparcial de los Impuestos, que reu-nira los documentos actualmente dispersados en la historia general, la historia del derecho, los manuales y cursos de derecho fiscal y admi-nistrativo5...

    Esto solo es un ejemplo, una sugestin, entre muchas otras...

    Esto es ms importante, si es posible...A pesar de ciertos esfuerzos recientes y

    meritorios, el inventario de los recursos econ-micos de Francia no ha sido nunca completa-mente efectuado.

    En cuanto a su estructura social, esta permanece casi ignorada, dado el carc-ter incompleto, fragmentario, incierto de los documentos, de las estadsticas y de las obras. Ningn organismo, ningn instituto se ha pro-puesto hasta aqu, con un mtodo objetivo y algunos medios suficientes, este inventario. Por qu? Porque los poderes dichos pblicos no tenan ningn inters en proponerlo y por-que los intereses dichos privados se habran ms bien preocupado de velar por la verdad sociolgica...

    Esta necesidad de un velo se mani-fiesta en el lenguaje, en las maneras; deviene un curioso pudor. Las palabras propietario y propiedad han tomado algo de noble, de fuer-te, de grande. Reflejan la autoridad del hombre que posee y domina. Se habla con complacencia de capitales. Pero la palabra capitalista per-manece sospechosa, tiene un pequeo aspecto

    5 Idea y proyecto de M. Henri Darciel, de Lyon.

    subversivo y pertenece al vocabulario de los especialistas o de los revolucionarios! La buena sociedad no soporta el empleo de ella. Ms de un economista distinguido hace parte de esta buena sociedad. Y sin demasiado asom-bro, pero no sin placer, uno encuentra en los tratados oficiales de economa poltica algunas frases como estas:

    Lo que hace falta es un diccionario donde ciertas palabras seran desterra-das. Uno abrira el diccionario en la letra C, la palabra capitalismo no figurara en ninguna parte. La gente honesta toma-ra el compromiso de honor de nunca emplearla. Estara acuada de prohibi-cin y poco a poco caera en el desuso. Qu reposo para el espritu, qu claridad en el mundo! (Delhorbe, citado aproba-toriamente en Pirou y By, Tratado de economa poltica, p. 113).

    He aqu donde llegan los socilogos mar-xistas! Es preciso asombrarse que los espri-tus de los economistas, de los estadistas, de los socilogos, de los juristas, de los historiadores se hayan desviado de lo concreto sociolgico?

    El capitalismo ha actuado profundamen-te sobre la estructura nacional; querer estu-diarla evitando pdicamente toda alusin al capitalismo, a su historia, a sus exigencias, es una imposibilidad evidente.

    Por lo dems, el capitalismo se le ha ya notado arriba solo es una categora econmico-social dominante, en s misma an abstracta.

    De una parte, el capitalismo toma en Francia algunas formas originales, complejas y variadas.

    De otra parte, se une a otras formas eco-nmico-sociales anteriores, mismas muy com-plejas, donde unas sobreviven y se arrastran como consecuencia del capitalismo propiamen-te dicho, donde las otras son penetradas por l.

    En el estudio del capitalismo en Francia, conviene pues en primer lugar, discernir sus formas, por ejemplo, el capitalismo de super-posicin (que agrupa respetando ms o menos su autonoma, algunas empresas preexistentes y les superpone una direccin central o una

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    empresa ms considerable que las cubra) y el capitalismo absorbente, aquel de las potentes empresas concentradas (uno encuentra sobre estos puntos muy buenas indicaciones, en la obra de P. George sobre la Gographie cono-mique et sociale de la France Geografa eco-nmica y social de Francia, 1937, Pars). El primer trabajo sobre este punto, de un instituto de ciencias sociales, sera retomar y desarrollar estas investigaciones.

    En esto que concierne a las estructuras sociales, sera urgente proceder a una vasta encuesta sobre la estructura agraria de Fran-cia. Ella es poco conocida, los problema com-plejos que ella plantea lo son an menos, solo los interesados, a escala local, tienen cons-ciencia de ello. La menor investigacin en este sentido revela primeramente, el carcter incompleto de los documentos la ignorancia, la mala voluntad, la incompetencia, la parciali-dad de ciertos servicios pblicos...

    Cuando Marx muri, l no haba termi-nado el examen de las cuestiones relativas a la renta territorial, a la propiedad territorial, a la estructura agraria. Varios, entre los ltimos captulos de El Capital, les son consagrados; Engels nos ensea que despus de 1870, Marx haba comenzado algunos estudios especia-les absolutamente nuevos sobre los problemas agrarios, a partir de documentos originales sobre Rusia.

    En la infinita variedad de formas de la propiedad territorial tanto como de la explotacin agrcola en Rusia, este pas deba jugar, en el estudio de la renta territorial, el mismo rol que Inglaterra jugaba en el primer libro de El Capital, en el estudio del salario industrial. Desafortunadamente, Marx no pudo rea-lizar este proyecto (Prlogo de Engels al tomo iii de El Capital).

    Es decir, precisara retomar y aplicar a la campia francesa las indicaciones esparcidas en El Capital, retomadas y ya organizadas en los ltimos captulos del tomo iii.

    Una encuesta metdica, continuada por el instituto de ciencias sociales, permitira levantar una cartografa de la campia francesa

    primeramente, por regiones y seguida por su conjunto, discerniendo:

    a) La propiedad territorial de origen feu-dal y precapitalista con sus modalida-des de explotacin (cultura intensiva, en tcnicas inferiores sistemas de parce-las, arrendamiento, regidores y criados-amos, etc.) sin olvidar que esta pro-piedad territorial de origen precapitalista no permanece fuera del mercado, de las relaciones capitalistas, etc.

    b) La pequea propiedad campesina con su extrema variedad: obreros agrcolas pose-yendo un trozo de terreno semipropie-tarios y pequeos propietarios incapaces de bastarse, alquilando un suplemento de tierra o vendiendo su fuerza de traba-jo como asalariados durante una parte del ao propiedad pequea y mediana independiente o pretendidamente tal, con las variantes locales y regionales de su estructura, con las huellas y rema-nentes de la antigua comunidad rural, etc. (sin descuidar el hecho que la exten-sin de la propiedad no determina estric-tamente su importancia).

    c) La gran propiedad concentrada de tipo capitalista, cultivo intensivo, maquinaria y tcnicas superiores, asalariados agr-colas, su distribucin, sus vnculos con el capitalismo industrial y financiero, etc.6 sin descuidar el hecho que en ciertas regiones o ciertas culturas, una propiedad relativamente pequea puede ser del tipo capitalista, que una tierra arrendada puede ser explotada segn el tipo capitalista, etc.

    La variedad de formas de la vida rural en Francia, le cede apenas a su diversidad en la antigua Rusia.

    Se adivina el inters de esta cartografa detallada de la estructura social campesina para el estudio metdico de la productividad del suelo y de los productores, del movimiento de cooperativas agrcolas, etc.

    6 Cfr. los notables estudios de A. Soboul en La Pense.

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    Salvo un imprevisto, este inventario eco-nmico y social del campesinado francs con-firmara los profundos anlisis de Marx sobre el retraso de la produccin agrcola en relacin con la produccin industrial.

    Mas no se trata, en Francia, actual-mente de otra cosa que de un simple retraso. Al envejecimiento del capitalismo industrial corresponde una verdadera degradacin de la agricultura. En una tabla completa de la rea-lidad francesa actual, esta degradacin apare-cera en toda su amplitud y esto en regiones enteras como el Suroeste.

    Si la sociologa oficial de la burguesa francesa ha hasta el presente, ms bien evitado el estudio de las realidades sociales concretas, no es por falta de razones profundas. Este exa-men manifestara sus engaos y sus mistifica-ciones! No sera este el balance de una quiebra, el de la burguesa?

    El inventario de la realidad nacional no finalizara con el estudio del capitalismo y de las formaciones precapitalistas en la agricultu-ra, la artesana, etc. El anlisis de los sectores de la produccin (agrcola, artesanal, industrial en todos los grados de concentracin del capital nacionalizado) no agota an la realidad socio-lgica. No son los objetos de estudio los que faltan, ni los problemas, ellos se presentan por todas partes. La distribucin igualmente, ame-ritara una serie de monografas y un esfuer-zo difcil de sntesis. Se reencontrara aqu la compleja cuestin de los intermediarios, de la estructura del capital comercial, de la funcin de estos intermediarios. Particularmente pre-cisara saber cmo y por qu la estructura de la produccin agrcola y hortense en Francia, ha permitido el desarrollo de una enorme red de intermediarios y en qu medida se puede intervenir para modificar esta situacin.

    La estructura de las clases medias los oficios femeninos tan poco conocidos objeti-vamente, etc. propondran a los autores de las monografas y de los cuestionarios, a los encuestadores, realidades complejas. Mencio-nemos de paso las investigaciones proseguidas, pero con poca objetividad y que habra tiempo de retomar, sobre los presupuestos familiares en las diferentes clases sociales, el empleo de

    la renta, etc. Los mismos comentarios para el sujeto de la demografa. Aqu, uno se aproxima a otro orden de fenmenos, aquellos que trans-curren en la superficie de la realidad social, en el nivel de la produccin ideolgica.

    Este trmino de produccin ideol-gica puede sorprender a aquellos que por hbito atribuyen el nacimiento de las ideas a funciones extrasociales, enteramente indivi-duales (la razn, el pensamiento, la intencin, etc.). Y sin embargo, el examen de los hechos (tomemos como ejemplo el periodismo o la edicin) muestra incontestablemente que all hay verdaderas funciones sociales, respondien-do a ciertas necesidades sociales, es decir, una produccin, una oferta respondiendo a una demanda de tipo particular.

    Estos fenmenos ataen a la Psicologa social propiamente dicha.

    A esta Psicologa social o Psico-sociologa pertenece el dominio casi ntegro de la antigua sociologa francesa: el estudio de las represen-taciones colectivas.

    Las representaciones colectivas no se explican ni por las relaciones mecnicas de tomos sociales, ni por una entidad sociolgica exterior a los individuos. Ellas se explican por las actividades de grupos sociales especializa-dos, que tienen precisamente por funcin social producir representaciones, ideas (a veces verda-deras, a veces falsas) en un momento dado. Una verdadera Psicologa social deber pues prime-ramente, describir y definir estos grupos fun-cionales, y tambin, los grupos para los cuales ellos funcionan y producen representaciones.

    Algunas de las primeras cuestiones con-cretas que se plantean a la Psicologa son estas: qu es el pblico o la opinin pblica?, cules son los diferentes pblicos actuales?, aquel de los teatros, del cine, aquel que lea los sema-narios, aquel que va a los cabarets, aquel que escucha la radio?, etc.

    Es imposible estudiar la produccin ideo-lgica sin estudiar las necesidades, la demanda social en este dominio. El lazo del productor con el demandante es aqu de una especie particular: l se sita en el dominio de la consciencia y per-manece por tanto, profundamente inconsciente. El escritor, por ejemplo, no conoce a aquellos para

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    los cuales l escribe; l no comprende claramente sus necesidades, su expectativa, su demanda. Sin embargo, l lo tiene en cuenta, salvo si es puramente lrico y subjetivo (incluso l busca una medida potica comn a otros individuos). El escritor ms personal busca su pblico, se hace su pblico, determina poco a poco los vnculos ms o menos comunes que vuelven conmensurables con la consciencia de otros individuos su propia sensibilidad, sus temas, su lenguaje, etc.

    Hay un dominio extremadamente vasto y sutil de adaptaciones recprocas entre la demanda social, la produccin social y el esfuerzo de los individuos en el interior de un grupo funcional.

    La Psicologa social determinara poco a poco, en sus funciones, sus formas de conscien-cia, sus condiciones de existencia, sus intereses, los grandes grupos funcionales y sus aspectos:

    a) el grupo ms general, el de los intelec-tuales, con sus numerosas diferenciacio-nes y subgrupos;

    b) el grupo de los informadores (periodis-tas, columnistas de chismes, publicistas). Cul es la relacin propia de este grupo con el pblico? Qu se llama actuali-dad? De dnde se saca la informacin y cmo se difunde?

    c) el grupo de entretenimiento (artistas de variedades, de teatro, del cine, del caba-ret, etc.) Cul es su pblico y su relacin con este?

    d) los grupos de fabricantes de necesidades (agentes de publicidad, modistos, mode-listas, modelos, etc.) y sus proveedores de conductas (moralistas, cartomnticos, predicadores y dirigentes de consciencias);

    e) el grupo de los artistas propiamente dichos (pintores, escultores, etc.) donde las relaciones con el pblico estn lejos de ser claras, cualquiera que sea el grado de su esoterismo y de su tecnicidad.

    El aporte de una Psicologa social bien hecha a otras ciencias, a otros dominios de investigacin (como por ejemplo la esttica) sera inapreciable. Ella y solo ella permitira responder a ciertas cuestiones muy simples en apariencia

    (como estas: qu es la vulgaridad?, de dnde viene el gusto por la vulgaridad?, el xito de la vulgaridad?, qu es el xito?, etc.). La Psicologa social, desde luego, no puede definir esto que es bello, interesante, agradable, etc., sino ms bien en qu consiste la vulgaridad o incluso, cules necesidades sociales permiten la obra bella. Ella no puede explicar los valores duraderos, sino ms bien los pseudo-valores transitorios.

    Sea dicho de paso, el postulado de los Ins-titutos Gallup y de las prospecciones puramente estadsticas sobre el pblico no es otra cosa que el postulado mecnico: el individuo tomo social. Habra lugar para examinar atentamente los resultados de las encuestas Gallup y probable-mente denunciar (en las cuestiones planteadas y en materia de plantearlas) una mistificacin: aquella de una propaganda que hbilmente se da por la expresin objetiva del pblico.

    En cuanto a las investigaciones sobre los modelos culturales, seguidas igualmente en Amrica, ellas se afanan precisamente en esto que se trata de comprender: las representacio-nes. Estas investigaciones permanecen en la superficie de la sociedad en lugar de penetrar bajo las apariencias ideolgicas, en el proceso social de creacin. El problema se encuentra, una vez ms, invertido.

    El estudio estadstico del pblico o el estudio de acciones conformes con un modelo cultural preexistentes solo pueden dar lugar algunas informaciones parciales, son tcnicas de investigacin, con alcance limitado y sobre los cuales es imposible construir una sociologa.

    El dominio de la Psicologa social no puede limitarse al examen de las representacio-nes dichas colectivas.

    Tiene ella que abordar en detalle la vida cotidiana y responder a esta cuestin: cmo viven los seres humanos, segn los grupos naturales (nios, mujeres, jvenes, adultos, ancianos) y las clases sociales? En esta vasta encuesta, las tcnicas de la biografa personal y del cuestionario encontraran su campo de aplicacin. La cuestin cmo viven los indi-viduos? reserva el domino de la Psicologa propiamente dicha (estructura de la cons-ciencia individual) pero se plantea en estrecha correlacin con la exploracin de este dominio.

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    Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 142: 87-100 / 2013 (IV). (ISSN: 0482-5276)

    CONCLUSIONES

    Para la Sociologa cientfica, es decir, segn nosotros, marxistas, los hechos socia-les no son ni entidades y cosas escapando a la consciencia, ni estados subjetivos y psico-lgicos. Estos son relaciones entre humanos, relaciones prcticas, pues reales, sin tener la realidad de las cosas y sin ser extraos a la consciencia. Si ellos toman el aspecto de cosas, hay ah una apariencia, una ilusin. Tal es la nocin fundamental permitiendo fundar por fin una Sociologa cientfica.

    El programa de investigaciones sociolgi-cas que se deduce de esta nocin y del que se ha dado arriba un muy breve esbozo, da pie a ml-tiples objeciones, en tanto programa prctico.

    Primeramente, supone una refundicin de la enseanza sociolgica universitaria en Francia, as como de centros ya existentes de investigacin, de estadstica, etc.

    Dados los obstculos que reencuentra la ms tmida tentativa de rejuvenecer los cua-dros, en la enseanza y en otras partes, se podr juzgar quimrico tal programa. Y no se tendr enteramente la razn, infelizmente...

    Para realizarlo, igualmente en parte, algunos medios materiales considerables seran necesarios, que faltan y faltarn por largo tiem-po an quizs: medios financieros, instalacio-nes y encuestadores calificados.

    Otra objecin ms grave quiz: en el momento donde se terminara este inventario de la realidad nacional, esta ya habra tal vez cambiado...

    A la primera objecin, se puede respon-der que este programa solo es un conjunto de sugerencias, de comentarios. El se propone indicar los problemas, no resolverlos. Si l sus-cita crticas, nuevas sugerencias o asimismo, algunas tentativas (monografas, encuestas, etc.), no habr faltado a su objetivo.

    A la segunda objecin, es preciso res-ponder que este carcter moviente pertenece a todas las cosas, que el conocimiento, cuando posee definitivamente su objeto, se ve siempre frustrado y que precisa tomar su parte en ello que si la realidad social cambia, es que ella vive y que por ltimo, cuando ella cambia, es lo mismo con una cierta continuidad.

    Cmo sera completamente vano el estudio de las tendencias de este movimiento?

    Deseamos ver con mucha prisa este esbozo superado por los hechos, los eventos, el saber...

    Toulouse

    Fecha de ingreso: 03/01/2012Fecha de aprobacin: 22/08/2012