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ESPÍRITU Y MARICAS superficiales… y viperinas POR DANIEL GABARRÓ FOTOS GUILLEM MEDINA Muchas personas opinan que el ambiente está lleno de gente superficial y de lengua viperina, que resulta difícil encontrar individuos sólidos e interesantes en el ambiente. ¿Cómo relacionarse con ambas?, ¿pero esto tiene, acaso, alguna relación con el espíritu y la vida interior? Una coraza inocente En el cuento de “El principito” existía una rosa que, inocentemente, se sentía protegida contra todo tipo de peligros gracias a sus pequeñas espinas. Su inocencia commovía, puesto que podía adivinarse un hermoso corazón asustado tras esa coraza simbólica e infantil. La misma rosa se mostraba, a menudo, cruel y altiva en su relación con el principito por la misma razón: el miedo a comprometerse, el miedo a mostrar su fragilidad le hacía fingir una dureza que no era real. El mismo fenómeno es el que se produce hoy día en numerosos lugares de ambiente. Cuando en el ambiente nos encontramos con alguna divina que sólo parece interesada en trivialidades o hallamos alguna marica mala dispuesta a clavarnos sus colmillos venenosos a la mínima que nos despistemos, podemos estar seguros de encontrarnos ante una rosa frágil, temerosa de mostrarse tal como es. CUÍDATE_MUNDO INTERIOR

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ESPíritu Y MaricaS superficiales… y viperinas

Por daniel gaBarrÓ FotoS gUilleM Medina

Muchas personas opinan que el ambiente está lleno de gente superficial y de lengua viperina, que resulta difícil encontrar individuos sólidos e interesantes en el ambiente. ¿cómo relacionarse con ambas?, ¿pero esto tiene, acaso, alguna relación con el espíritu y la vida interior?

Una coraza inocenteEn el cuento de “El principito” existía una rosa que, inocentemente, se sentía protegida contra todo tipo de peligros gracias a sus pequeñas espinas. Su inocencia commovía, puesto que podía adivinarse un hermoso corazón asustado tras esa coraza simbólica e infantil. La misma rosa se mostraba, a menudo, cruel y altiva en su relación con el principito por la misma razón: el miedo a comprometerse, el miedo a mostrar su fragilidad le hacía fi ngir una dureza que no era real.

El mismo fenómeno es el que se produce hoy día en numerosos lugares de ambiente. Cuando en el ambiente nos encontramos con alguna divina que sólo parece interesada en trivialidades o hallamos alguna marica mala dispuesta a clavarnos sus colmillos venenosos a la mínima que nos despistemos, podemos estar seguros de encontrarnos ante una rosa frágil, temerosa de mostrarse tal como es.

cuídatE_MuNDO iNTeRiOR

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ESPíritu Y MaricaS superficiales… y viperinas

no puEdo acariciartEcon GuantEsPero quien realmente queda prisionero tras una co-raza es la persona que la viste. Las defensas aislan también a los que habitan tras ellas. Por lo tanto, lo que inicialmente parecía una estrategia sabia para defenderse de los propios miedos, acaba siendo una trampa que los aisla y los hace infelices.

Mientras lleven la armadura nadie va a poder acariciarlos. Podrán ir cada tarde y cada noche al ambiente, estar en todos los chats del mundo, pero no podrán reconocer nunca a ninguno de los prínci-pes encantados que se crucen ante sus ojos.

Nadie podrá permanecer a su lado puesto que entre ambos se alzará, impenetrable, la armadura, lo viperino y lo superfi cial como estrategia para ahuyentarlos.

aBrir El corazÓn: dEscuBrir El EspírituSólo cuando se atrevan a quitarse la coraza, a abrir su corazón, a detener su verborrea defensiva y a mirar a los ojos largamente y en silencio a la persona que tengan a su lado, solamente enton-ces, descubrirán al otro, a sí mismos y su propio espíritu. Porque cuando miramos al otro desde el corazón, lo vemos más allá de las formas y nos

damos cuenta que es la vida misma en expresión, lo sentimos cercano y lo amamos. En este proce-so de abrirnos puede sernos de ayuda el librito de 30 meditaciones de Anthony de Mello Una llamada al amor.

Cuando nos descubrimos amando se produ-ce el milagro: al amar al otro descubrimos que el amor nace de nuestro corazón. Aunque el otro despierte nuestro amor, somos nosotros los que amamos activamente, entoces nos descubrimos como un foco de amor y nos damos cuenta que ésa es nuestra esencia.

En ese instante, sabemos que ya hemos lle-gado al sitio donde deséabamos ir y, con los ojos húmedos, miramos con ternura la coraza que hemos dejado caer a nuestros pies y com-prendemos que solamente ahora somos libres. Desde esta comprensión y esta libertad miramos con ternura a todas las viperinas y maricas su-perfi ciales y parlanchinas que pululan, perdidas, por el ambiente. Tras su inocente coraza infantil las vemos como un corazón puro e inocente. Y nos quedamos allí, para que cuando se atrevan a quitarse la coraza hallen una mano amiga que les acaricie cálidamente el corazón.

‘¿Cómo encontraré el verdadero amor?’, preguntó el joven gay al maestro zen. ‘Cuando tú te descubras para ti mismo y para los demás como el príncipe que llevas dentro pero que ahora esperas fuera” le respondió mirándole a los ojos con aceptación y ternura.

Koan Zen