066 Gounelle Teología y Ateísmo

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ANDRÉ GOUNELLE TEOLOGÍA Y ATEÍSMO Théologie et athéisme , Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuses, 56 (1976), 471- 482 ¿Cuál es el significado que hay que dar al ateísmo desde el punto de vista de la teología? La abundante literatura sobre esta cuestión muestra hasta qué punto preocupa a los pensadores cristianos. Hay dos razones que permiten comprender este fenómeno. En primer lugar, el ateísmo está sólidamente implantado en nuestro mundo y es imposible ignorarlo. Pero además, la evolución sufrida por la conceptualidad filosófica y el pensamiento teológico obliga a revisar los juicios y apreciaciones cuya validez nadie ponía en duda. Este artículo no pretende proponer pistas nuevas ante este problema. Sí quiere poner el debate en su punto, aun cuando sea de un modo provisional; ya que no está terminado. Para ello abordará en una primera parte la crisis actual de la trascendencia y a continuación presentará un inventario de las diferentes aproximaciones que la teología contemporánea ha hecho del ateísmo. CRISIS DE LA TRASCENDENCIA Y CONSECUENCIAS Análisis de la noción clásica de trascendencia Durante mucho tiempo la cultura occidental se ha visto dominada por la convicción de que la trascendencia se imponía a la reflexión teológica y científica. Existía un fuerte sentimiento de la fragilidad e imperfección del mundo.. Este, incapaz de bastarse a sí mismo, necesitaba algo o alguien que le diera sentido y realidad. La trascendencia era una exigencia del pensamiento y se comprendía de maneras distintas. Primero, porque el mundo se presenta como una cadena de causas y efectos. La lógica pedía que esta cadena tuviera un origen o punto de partida. Debe haber en el origen un creador no creado, una causa que no sea un efecto. El mundo remite a un principio exterior y heterogéneo. En segundo lugar, los límites del mundo sugieren un más allá. Tanto los límites temporales como los espaciales nos invitan a preguntarnos sobre lo que se encuentra fuera de nuestro espacio, antes o después de nuestro tiempo. La finitud llama a la trascendencia. Por último se consideraba al mundo como un epifenómeno que no tenía en sí mismo ni realidad ni significado. Entre lo sensible y lo verdadero existe una distancia; el ser se esconde bajo las apariencias que percibimos. En este contexto, la trascendencia era incuestionable. Parecía más evidente y cierta que la misma realidad del mundo, ya que la fundaba y era su base. La trascendencia tenía una certeza superior y anterior a la de los objetos materiales. Negar a Dios, rechazar la trascendencia, era renunciar al sentido, destruir toda racionalidad, sumergirse en el absurdo y en la incoherencia.

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Teología y Ateismo

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  • ANDR GOUNELLE

    TEOLOGA Y ATESMO

    Thologie et athisme, Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuses, 56 (1976), 471-482

    Cul es el significado que hay que dar al atesmo desde el punto de vista de la teologa? La abundante literatura sobre esta cuestin muestra hasta qu punto preocupa a los pensadores cristianos. Hay dos razones que permiten comprender este fenmeno. En primer lugar, el atesmo est slidamente implantado en nuestro mundo y es imposible ignorarlo. Pero adems, la evolucin sufrida por la conceptualidad filosfica y el pensamiento teolgico obliga a revisar los juicios y apreciaciones cuya validez nadie pona en duda.

    Este artculo no pretende proponer pistas nuevas ante este problema. S quiere poner el debate en su punto, aun cuando sea de un modo provisional; ya que no est terminado. Para ello abordar en una primera parte la crisis actual de la trascendencia y a continuacin presentar un inventario de las diferentes aproximaciones que la teologa contempornea ha hecho del atesmo.

    CRISIS DE LA TRASCENDENCIA Y CONSECUENCIAS Anlisis de la nocin clsica de trascendencia

    Durante mucho tiempo la cultura occidental se ha visto dominada por la conviccin de que la trascendencia se impona a la reflexin teolgica y cientfica. Exista un fuerte sentimiento de la fragilidad e imperfeccin del mundo.. Este, incapaz de bastarse a s mismo, necesitaba algo o alguien que le diera sentido y realidad. La trascendencia era una exigencia del pensamiento y se comprenda de maneras distintas.

    Primero, porque el mundo se presenta como una cadena de causas y efectos. La lgica peda que esta cadena tuviera un origen o punto de partida. Debe haber en el origen un creador no creado, una causa que no sea un efecto. El mundo remite a un principio exterior y heterogneo.

    En segundo lugar, los lmites del mundo sugieren un ms all. Tanto los lmites temporales como los espaciales nos invitan a preguntarnos sobre lo que se encuentra fuera de nuestro espacio, antes o despus de nuestro tiempo. La finitud llama a la trascendencia.

    Por ltimo se consideraba al mundo como un epifenmeno que no tena en s mismo ni realidad ni significado. Entre lo sensible y lo verdadero existe una distancia; el ser se esconde bajo las apariencias que percibimos.

    En este contexto, la trascendencia era incuestionable. Pareca ms evidente y cierta que la misma realidad del mundo, ya que la fundaba y era su base. La trascendencia tena una certeza superior y anterior a la de los objetos materiales. Negar a Dios, rechazar la trascendencia, era renunciar al sentido, destruir toda racionalidad, sumergirse en el absurdo y en la incoherencia.

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    La Revelacin cristiana ofreca una respuesta a las dificultades que el espritu humano pona, y el Dios bblico se haba podido identificar sin dificultades a la trascendencia que el pensamiento exiga. De este modo se haba establecido cierta alianza entre filosofa y teologa, entre fe y cultura.

    Razones filosficas de esta crisis

    Dos han sido los factores que han amenazado la ruina filosfica de esta nocin clsica de trascendencia.

    Primero, porque las actitudes mentales han cambiado. Se ha tomado conciencia que en muchos casos el recurso a la trascendencia mostraba pereza y capitulacin del pensamiento: se pone un nombre a los interrogantes, se da solucin verbal a los enigmas que no se saben resolver, algo parecido a los mdicos de aquella obra de Molire que afirmaban que el opio ayudaba a dormir a causa de su virtud dormitiva. Por otra parte, la ciencia no se pregunta ya sobre los orgenes y trminos, ni sobre el sustrato ontolgico de las cosas. No se pregunta por lo que hay ms all de los fenmenos, sino que los estudia a su nivel esforzndose en descubrir los mecanismos y estructuras internas. Las cuestiones del origen y del sentido, que antes desembocaban en Dios, se han apartado en provecho de la bsqueda de la estructura. Propiamente hablando no se niega la trascendencia. Simplemente desaparece del horizonte.

    Un segundo factor ha jugado tambin su papel: la transformacin de la nocin de trascendencia. En efecto, esta nocin puede dar a entender, bien un dominio separado y superior, bien el movimiento por el que un ser rompe sus condicionamientos internos o externos para superarse a s mismo. Este segundo aspecto, que es el subrayado y defendido por existencialistas y marxistas, caracteriza al hombre. Si la trascendencia, entendida como un mundo sobrenatural, guardaba una plaza para Dios, no es as cuando se la entiende como dinamismo y superacin de s mismo. No solamente no llama a Dios sino que le excluye. Dios sera un lmite incompatible con la libertad y el hombre slo sera l mismo si Dios muriera.

    Razones teolgicas

    Teolgicamente, la nocin clsica de trascendencia presenta tambin grandes dificultades.

    La trascendencia, concebida como dominio separado y superior, implica una desvalorizacin radical del mundo. Este llega a ser un lugar de ausencia y de vaco, carece de verdad y valor. La fe supone, pues, rechazo del mundo, huida y desinters de la vida terrestre y sus problemas. Tal actitud es muy poco bblica.

    Paradjicamente, esta desvalorizacin lleva consigo que si el mundo es un producto de la trascendencia, si procede de la voluntad divina, hay que aceptarlo entonces tal como es, rechazando todo deseo de transformacin. De ah se derivan ciertas posiciones conservadoras intelectuales, polticas y eclesisticas. A nuestros ojos, en cambio, la verdadera trascendencia lejos de justificar y fundar, revoluciona y transforma.

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    La nocin clsica de trascendencia conduce a acentuar la soberana y la exterioridad de Dios. Domina y se impone al hombre. De ah el sentimiento resultante de aplastamiento. El hombre no es el que establece relaciones con Dios de sujeto a sujeto, sino que se transforma en objeto de conocimiento absoluto y de dominacin absoluta.

    Por ltimo, el Evangelio rechaza una trascendencia definida como distancia y diferencia. En el corazn del Evangelio se afirma que Dios, en Jess, ha tomado un rostro humano, ha entrado en la vida del mundo, se ha hecho servidor y ha ido hasta la muerte. El Dios del Evangelio se caracteriza ms por la debilidad, humildad y fraternidad que por el poder y la soberana.

    Estas crticas, aun cuando son discutibles, muestran que un sector importante de la reflexin teolgica no acepta la nocin clsica de trascendencia.

    Consecuencias

    Es imposible fijar con exactitud el inicio de la crisis de la trascendencia. Pero ella nos muestra que la antigua alianza entre el cristianismo y la cultura se ve amenazada por ambos lados: el saber humano no quiere ms trascendencia y la fe rechaza todo intento de fundamento racional.

    De hecho, las discusiones entre ateos y creyentes pueden llegar a ser de gran complejidad y confusin. Lo que unos niegan no corresponde a lo que los otros afirman. No existe un lenguaje comn que permita expresar claramente el desacuerdo. Con todo, se dan tambin ciertas aproximaciones, por ejemplo, al oponerse a las concepciones "testas" de las dogmticas tradicionales que en otros tiempos pareceran inimaginables. Entre el pensamiento teolgico y el atesmo se da, en ciertos casos, una extraa alianza.

    APROXIMACIONES AL ATESMO DESDE LA TEOLOGA

    En este apartado no intentamos presentar el estado actual de la reflexin teolgica sobre el atesmo. Queremos sealar y analizar brevemente algunos aspectos que se repiten con frecuencia y que parecen significativos.

    1. Algunos creen que el desarrollo del atesmo obedece a los errores y fracasos del cristianismo. La responsabilidad de este hecho recaera principalmente sobre los cristianos que han dado en su vida una imagen falsa del Evangelio.

    Desde esta visin, el atesmo es ms bien una protesta: denuncia y desvela faltas. Adems, constituye para los cristianos una llamada a la purificacin y a la reforma

    A este tipo de atesmo se le admite y se le reconoce un sentido, una verdad; su crtica es til ya que ayuda a la fe cristiana a desembarazarse de formas que la ahogan; pero, por otra parte, slo se le concede una importancia limitada, ya que se caracteriza ms por las negaciones que por sus afirmaciones y se basa en un malentendido. Este tipo de concepcin del atesmo pone en cuestin la fidelidad de los cristianos al Evangelio, pero no el mismo Evangelio. Si bien esto no es falso, es insuficiente, puesto que no toma en cuenta las transformaciones que hemos analizado en la primera parte.

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    2. Otros subrayan la positividad del atesmo. No se toma como un fenmeno secundario y derivado, sino que manifiesta una de las posibilidades existenciales constitutivas del hombre: la de no depender de nada ni de nadie. El hombre es un adulto que tiene la facultad de conducir su propia vida y por sus propios medios. No tiene por qu referirse a la trascendencia.

    La fundamentacin teolgica de esta concepcin del atesmo es doble: viene, en parte, del acto de la creacin, ya que sta no produce un mundo sin realidad ni consistencia propias. El mismo Gnesis, afirman ciertos telogos, es un manifiesto de propaganda atea, opera una desdivinizacin del mundo. En cuanto al hombre, ste tiene la responsabilidad de su existencia y debe ser l mismo quien decida si le interesa vivir con o sin Dios. Pero esta concepcin del atesmo viene fundamentada tambin por la naturaleza de la fe. En efecto, a la fe no hay que situarla al nivel de la necesidad o de la utilidad, sino como el establecimiento de una relacin gratuita de amor entre Dios y el hombre. Pero el amor no nace de la necesidad ni del clculo. Por ello, para que la fe sea plenamente decisin y amor, debe ser posible edificar la propia vida sin Dios.

    Aunque esta concepcin del atesmo va ms all que la anterior no deja de suscitar dificultades. Si fe y atesmo son dos posibilidades igualmente fundamentales e irreductibles no bastara con yuxtaponerlas siendo conscientes de sus divergencias?

    3. Para algunos telogos, tesmo y atesmo son concepciones metafsicas que pertenecen a una problemtica pasada.

    Ni al filsofo ni al telogo le interesa este tipo de debate, supuestas las razones de la primera parte de este trabajo. Enzarzarse en esta disputa es anacrnico y se corre el riesgo de olvidar los verdaderos problemas.

    Hay otro factor que ayuda a descalificar esta disputa. Para muchos, las divergencias y oposiciones fundamentales son existenciales. Las actitudes vividas tienen ms sentido que las convicciones intelectuales. Puede darse, por ejemplo, que convicciones muy firmes slo tengan un lugar secundario en la existencia concreta. Como consecuencia, formular este debate con categoras tradicionales produce la sensacin de artificialidad.

    Una postura de este tipo suscita tambin cierta reserva. Si, efectivamente, la cuestin filosfica de la existencia de Dios est mal formulada, se tiene el derecho de concluir que todas las formas de tesmo y atesmo son inadecuadas y que el debate carece de sentido? No se le encuentra, en cierto modo, en la oposicin entre la bsqueda del sentido y la de la estructura?

    4. Los tericos de la "muerte de Dios" han intentado definir un cristianismo que no comportara ninguna referencia a una alteridad. La encarnacin significara el fin de la trascendencia, el evangelio slo concernira al hombre y su vida en la tierra. Dios sera la personificacin de una humanidad autntica y libre.

    Esta posicin que identifica fe cristiana y humanismo ateo parece difcilmente defendible. La referencia privilegiada a Jesucristo que estos telogos hacen slo se explica si El es un portador de una presencia y un mensaje que van ms all de su humanidad.

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    5. Algunos ponen en duda la posibilidad de un verdadero atesmo. Aunque hay hombres que se creen ateos, que piensan haber contestado negativamente al problema de Dios y haberle eliminado de su existencia, en realidad se engaan. Son vctimas de una ilusin o confusin, ya que Dios es innegable.

    Dos son los argumentos que se aducen para sostener esta hiptesis: el primero parte del principio de que slo se conoce a Dios en la medida en que El nos encuentra. Dios es aquel que se apodera de nosotros y se revela en una relacin existencial. Cuando hemos tenido este encuentro no podemos negar una existencia profundamente vivida y experimentada. Fuera de este encuentro, Dios es un desconocido y nada puede decirse de El. El segundo argumento pone el acento en el carcter existencial o relacional de la palabra Dios. Dios es lo que adoramos, lo que nos toca en lo ms profundo de nuestro ser y tiene una importancia decisiva en nuestra vida. El ateo, o mejor, el anti-testa rechaza cierta simbolizacin de lo Ultimo pero no al Ultimo mismo.

    Ante esta posicin, los telogos de la secularizacin han objetado que no es seguro que todo hombre est preocupado por lo Ultimo; segn ellos, la mentalidad secular margina cuestiones de este tipo. Esto representara un atesmo consecuente, que esta posicin no tiene en cuenta.

    6. Otros afirman que el atesmo puede considerarse como un momento dialctico de la fe en dos planos distintos:

    -existencialmente: una fe viva es siempre una incredulidad vencida pero no suprimida. Supera la duda pero no la elimina. Para los creyentes, el atesmo lo descubren dentro de ellos y no cesan de afrontarlo.

    -conceptualmente: nuestras afirmaciones sobre Dios piden siempre correcciones y negaciones. Tienen una verdad relativa y una exactitud parcial. No podemos encerrar a Dios en nuestras palabras y conceptos. Toda cualificacin de Dios exige una reserva y un rechazo. As pues, hay que afirmar a la vez que Dios existe y que no existe, ya que su existencia es distinta de la nuestra. Toda proposicin teolgica debe contener algn elemento de atesmo o apofatismo para impedir que sea falsa o idlatra.

    Esta ltima posicin recupera y relativiza el atesmo. El ateo no es un interlocutor que manifiesta una verdad contraria a la del creyente; el ateo es aquel que se ha detenido en el camino y no ha ido muy lejos. Conviene notar que, desde esta perspectiva, un verdadero dilogo aparece igualmente difcil.

    Conclusin

    Partiendo de los anlisis realizados podemos sacar dos conclusiones:

    1. Parece evidente que la crisis de la trascendencia ha llevado a una renovacin del pensamiento cristiano y le ha ayudado a salir de posiciones peligrosas. La contestacin atea ha sido un estimulante que le ha impedido olvidar que su tarea ya estaba acabada.

    2. La discusin entre atesmo y cristianismo es difcil a falta de un terreno comn. Tanto los aspectos teolgicos que hemos sealado en la segunda parte, como las

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    interpretaciones que de la fe hacen algunas corrientes ateas, dificultan la posibilidad de un debate a fondo de esta cuestin. Esta situacin es peligrosa. El ateo puede desinteresarse completamente del Evangelio; pero el creyente no puede desinteresarse del atesmo: est obligado a transmitir el Evangelio en el lenguaje de su tiempo para los hombres que le rodean. No puede evitar el debate sin traicionar su vocacin.

    Tradujo y extract: PAU BRICALL