070208 Murakami Kafka en La Orilla

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Cultura E LA VOZ DEL INTERIOR CÓRDOBA. JUEVES 8 DE FEBRERO DE 2007 3 PUBLICACIONES No fue un accidente, Taller Literario del Hospital Neuropsi- quiátrico Provincial, Córdoba, 2006. La historia oscura e increíble- mente graciosa del “Gordo Po- blación” (un delincuente que su- fre en sus partes más ocultas la venganza en forma de zanahoria de una de sus víctimas) en el cuento homónimo de Gustavo Formento, o la incógnita sobre unos golpes en la puerta en el re- lato brevísimo pero efectivo de Paula Davolio son algunos ejem- plos de las muchas sorpresas que depara este pequeño libro. No fue un accidente es el resulta- do del trabajo del Taller Literario que coordina el escritor Sergio Aguirre (autor de La venganza de la vaca, Los vecinos mueren en las novelas y El misterio de Cran- tock) en el Hospital Neuropsi- quiátrico Provincial. Y es mucho más que un muy buen título. Operación genética, por Car- los A. Toselli, Babel, Córdoba, 2006. La novela de Toselli comienza a las 6.32 de la mañana de un día bisagra en la historia de los ar- gentinos: el 24 de marzo de 1976. Uno de los protagonistas, de nombre Rafael, queda deteni- do en Córdoba ese mismo día. A partir de allí, el autor despliega una narración políticamente ses- gada por la condena al terroris- mo de Estado y el rescate de los “ideales e ilusiones” de las vícti- mas de la dictadura. Operación genética es la primera novela editada por el flamante sello Ba- bel, que apuesta casi exclusiva- mente a la producción local, y editó el año pasado dos anto- logías de cuentos de autores cor- dobeses, El Decamerón cordobés y Cuentos de Babel. TodaVía, pensamiento y cultu- ra en América latina, número 15, Buenos Aires, 2006. Una reflexión de Miguel Barto- lomé sobre los límites políticos y simbólicos en América latina inaugura el último número de To- daVía, la publicación de la Funda- ción Osde sobre los avatares cul- turales de la región. Esta edición está dedicada al concepto de frontera, y acompañan al artículo de Bartolomé tres textos de Ru- ben George Oliven (sobre las fronteras internas en Brasil), Pa- blo Vila (sobre la frontera entre México y estados Unidos) y Ale- jandro Grimson, sobre las dife- rencias sociales y culturales en la Argentina). Además, Gabriel Kessler escribe sobre los límites entre lo legal y lo ilegal y Jorge Monteleone analiza la obra del poeta Arturo Carrera. Libros Llueven peces sobre Tokio Haruki Murakami es el escritor japonés más famoso en Occidente. cripciones minuciosas demoran por momentos un relato que a pesar de sus transgresiones no suspende su “credibilidad”. Es decir: no es una novela fantástica, por ejemplo. Es una novela que amplía los límites de la realidad. Como un cuadro no se re- duce a las meras pinceladas ni una canción a sus acordes, ese algo más que hay en las cosas cruza un puen- te, mata a un hombre, se enamora de una mujer y restituye en su viaje un orden que es a la vez otro punto de partida. EMANUEL RODRÍGUEZ DE NUESTRA REDACCIÓN [email protected] ¿Sabremos qué cruzamos cuando cru- zamos un puente? ¿Hacia dónde via- jamos cuando viajamos? ¿Sabremos, luego, qué etiqueta ponerle a Kafka en la orilla? En alguna estación del viaje que es este libro Johnny Walker y el Coronel Sanders (el del whisky y el de los pollos fritos) aparecen en escena como un asesino de gatos y un proxe- neta, respectiva- mente. Y llueven peces sobre Tokio. Y un joven se ena- mora de un fantas- ma. Y sin embargo, por un artificio de ejecución sublime, la novela no pierde verosimilitud. Un afamado ar- tista le augura a su hijo un destino edí- pico: que matará a su padre, y que se acostará con su hermana y con su madre, dos muje- res que lo abando- naron antes de que él alcanzara una edad suficiente co- mo para recordar sus rostros. Kafka Tamura huye de Tokio, de su casa y de esa profecía, atraviesa un puente y conoce a una chica que podría ser su hermana y a una mujer que podría ser su madre. Lee los libros de la bi- blioteca donde consigue un hogar, es- cucha discos de Radiohead y su alma viaja hacia la madurez. Es un viaje extraño, y todas las rutas tienen el encanto oscuro de la Carretera per- dida de David Lynch. Mientras tanto, un anciano que por un extraño accidente sufrido en su infancia no sabe leer ni escribir pero sí puede hablar con los gatos o provocar lluvias de sanguijuelas, em- prende otro viaje, acaso de retorno. Su nombre es Nakata. Las historias se cruzan en un pun- to que es el mismo punto en el que to- das las historias de todos los hom- bres se cruzan: el destino está escri- to y todos los movimientos son una manera de decirlo, una metáfora. Pero a pesar de que los persona- jes se mecen al compás de la predes- tinación, Kafka en la orilla es una novela sobre la libertad. Los viajes de Nakata y Kafka ocu- rren en dos paisajes al mismo tiem- po: uno es el Japón contemporáneo, ultraindustrializado y surcado por trenes de alta velocidad. El otro es el paisaje en el que los sentimientos y el alma de ambos protagonistas se li- beran de sus destinos de la única ma- nera posible: cumpliéndolos. Una acuarela de mitos. No son, sin em- bargo, dos paisajes diferenciados por sus instancias de realidad: Tokio y Shikoku no son más reales que el Co- ronel Sanders, el espíritu en vida de una mujer hermosa o las regiones sin tiempo de un bosque amenazado por la inminencia del mal. ¿Hay libertad en la aceptación del propio destino? La aventura de la no- vela es la respuesta, potente, ilumi- nadora, a esa pregunta. En ese sen- tido, las referencias occidentales que Murakami incluye en su obra no con- juran su esencia oriental. Los con- ceptos cardinales de la novela tienen poco que ver con cómo se entienden la libertad, el amor y el dolor en oc- cidente. La libertad en Murakami es ab- soluta aceptación de una realidad que desborda los contenedores raciona- les de la tradición indoeuropea. Es un quiebre de las reglas que reducen lo real a lo meramente comprobable por lo sentidos y lo etiquetan de acuerdo a categorías que diferencian un puente de un hombre, una bi- blioteca de un bosque. En Kafka en la orilla puente, hombre, biblioteca y bosque pueden ser un mismo viaje extraño por el alma de las cosas y la gente, y también una pregunta sobre la naturaleza de la maldad. Posiblemente por eso la imagina- ción rige el pulso narrativo de Mu- rakami, que es preciso y claro. Des- NOVELA Kafka en la orilla, por Haruki Murakami, Tusquets, Buenos Ai- res, 2006, 587 páginas. Precio: $ 49. ANTONIO OVIEDO ESPECIAL Lo mismo que ciertas escrituras ar- gentinas (las de Arlt, Borges, Macedo- nio, también las de Di Benedetto, Juan Filloy e incluso la de Wilcock en El in- geniero), la de Néstor Sánchez (1935-2003) continúa, todavía hoy, contraponiendo su tes- taruda resistencia a los encasillamientos de cualquier índole. La suya puede ser ob- jeto de los más diver- sos intentos de com- prensión, pero ningu- no resulta suficiente (“la burocracia crítica –asegura Hugo Savi- no– no sabe dónde po- nerla”), es capaz de fa- gocitarlos y recobrar luego su radical insu- misión a los estereoti- pos del sentido común literario. Es más: su obra apenas si necesitó un corto lapso para “com- pletarse”, para adqui- rir –entre 1966 y 1973– sus singulares logros. Y, sin ceder un ápice de la poderosa fuerza experimental que agita sus enunciados, la forjó en un período en cuyo transcurso prolifera- ban las estridencias de la literatura comprometida, canalizadas a su vez por opciones políticas inapelables. Parale- lamente, esta breve carrera literaria estuvo erosionada desde el vamos por pendulares debacles existenciales. Es mejor utilizar la expresión decli- ve existencial para subrayar el estado cada vez más acentuado, paulatina- mente descendente, de angustia, des- dicha e incertidumbre (ante la muerte y su misterio) que jalonaron la vida de Sánchez. No parece equivocado formularlo de este modo: se concedió a sí mismo esos siete años para escribir Nosotros dos, Siberia blues, El amhor, los orsinis y la muerte y Cómico de la lengua. En 1988, cuando aparecen los cuentos de La condición efímera, hace rato que se encuentra jaqueado por un an- sia de nomadismo, de no quietud, de vacío espiritual que ni siquiera las en- señanzas de Gurdjeff atemperan o mi- tigan. Pero cuando escribe Siberia blues, la prosa de Sánchez evidencia su apo- geo. Éste consistió en llevar al plano de su textualidad la im- provisación jazzística, una música por la que sentía una predilección cimentada en lo que el verbo improvisar jus- tamente convoca: tan- teos, intuiciones y ha- llazgos fulgurantes que no por ello aquietan búsquedas que se re- nuevan sin pausa. Charlie Parker (es su- yo el epígrafe de Sibe- ria blues), Thelonius Monk, John Coltrane, son nombres claves pa- ra el oído del escritor ávido de fundar la in- tersección utópica de dos lenguajes. En las conversacio- nes (aún inéditas) con Carlos Riccardo, la aclaración de Sánchez es decisiva: “Al tratar- lo como una improvi- sación sobre un tema dado conquisté el tono requerido” y pu- do entonces soslayar el realismo testi- monial subyacente en el argumento. En- tre los ’40 y comienzos de los ’60, en ese lugar desolado, de frontera, que es “la Siberia” (Villa Pueyrredón), una barra de lúmpenes (el Obispo, Remigio, el fla- co Colombres, Lobos, Ernesto el pintor, Ventura) cultivan una amistad casi pu- dorosa nutrida de claudicaciones, ínfi- mos heroísmos, fechorías, estafas, atra- cos, turf, cárcel, martingalas, falopa. Y a este repertorio de vicisitudes, la escritura de Sánchez lo despoja de toda ilación narrativa mediante una sintaxis repleta de pulsaciones irre- gulares. Que aparte de trasladar ecos de otras lenguas (las de Joyce y Apo- llinaire, sin duda) a la vez inaugura ritmos propios, sonoridades descono- cidas, en fin: voces disonantes conce- bidas por Néstor Sánchez para abrir umbrales únicos de audición con su novela. Voces disonantes para una novela NOVELA “Siberia blues”, por Néstor Sánchez, Paradiso, Buenos Aires, 2006, 146 páginas. Precio: $ 24. CARLOS GAZZERA DE NUESTRA REDACCIÓN [email protected] La Editorial Babel se lanzó a la con- quista del mercado del libro cordobés a mediados de 2006. Su catálogo no in- cluye aún una nómina significativa de títulos pero se han colocado en un seg- mento muy interesante: el cuento. Su primera apuesta fueron los dos pri- meros libros del Decamerón cor- dobés, propuesta que tiene una pro- yección futura y que ha logrado con- citar una atención desigual entre los lectores cordobeses. Sin embargo, cuando se cerraba el año literario, Babel salió con una an- tología de autores locales que pro- longó, sin más, la influencia de la edi- torial al verano. Cuentos de Babel reúne a Rubén Alonso Ortiz, María Teresa Andruetto, Hernán Arias, Sil- via Attwood, Reyna Carranza, Fede- rico Falco, Alejandro González Fo- erster, Lilia Lardone, Fernando Ló- pez, Estela Smania, Perla Suez y Die- go Tatián. Doce cuentistas, dos gene- raciones de narradores cordo- beses bien diferen- ciados y un abani- co de opciones esté- ticas que vuelven al libro un muestrario de la cuentística cordobesa contem- poránea. La selección de cuentos estuvo a cargo de Hernán Ja- eggi y eso, de algún modo, permite ha- cerse una idea de que la calidad lite- raria de los cuentos seleccionados su- pera la media nor- mal de cualquier otra antología. Es- to no quiere decir que no haya algu- nos cuentos irregu- lares o menos tra- bajados que otros. Pese a ello el libro fluye y, extrañamente a lo que ocurre con otras antologías, puede leerse de adelante para atrás y de atrás para ade- lante sin que por ello decaiga la ten- sión narrativa. Cada cuento tiene su interés y ninguno, más allá que pue- da o no gustarle al lector, le resultará indiferente. Un aspecto notable de la antología y que redunda en el nivel alcanzado es que Jaeggi seleccionó cuentos ya pu- blicados o conocidos. Muy pocos, la mi- noría, eran inéditos. Esto, que tiene un valor extra, como el de posibilitar al lector una lectura panorámica de cuen- tos con lo mejor de cada cuentista, y que abre la posibilidad de nuevos des- cubrimientos personales por parte del público, tiene también el mensaje de lo difícil que resulta reunir en una anto- logía cuentos inéditos de autores va- rios. Por último, resulta interesante seña- lar una confirmación y una revelación. Entre lo que la antología permite con- firmar, está el cuento de Hernán Arias, Musas, un ejemplo de cómo es posible contar una historia prescindiendo de esa divagación inocua de verbos en la que suelen caer muchos cuentistas con- temporáneos. Despojada la lengua de todo abuso verbal, en Arias brota –algo de lo que el autor ya había dado cuenta en su libro Los invitados–, una atmósfera narrativa irrespirable, en donde cualquier hecho coti- diano puede volverse por el mínimo adjetivo, por la mínima palabra, por el gesto más insig- nificante, un universo asfixiante, paranoico, obseso. Entre las revelacio- nes de esta antología se puede contar con el ex- celente cuento de Silvia Attwood, Los mellizos Urrutia, en el cual la autora no escatima la mixtura de lenguas (lo campero-rural con lo coloquial-pop) y de gé- neros (desde el fantás- tico hasta lo picaresco) para narrar, en clave de fábula, una historia en la que la mons- truosidad de lo “otro” emerge de lo me- nos esperado. Una apuesta por el cuento local CUENTOS “Cuentos de Babel (antología de cuentos de autores cordobeses)”, Editorial Babel, Córdoba, 2006, 176 páginas.

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Cultura ELA VOZ DEL INTERIORCÓRDOBA. JUEVES 8 DE FEBRERO DE 2007 3

PUBLICACIONES

No fue un accidente, Taller

Literario del Hospital Neuropsi-

quiátrico Provincial, Córdoba,

2006.

La historia oscura e increíble-

mente graciosa del “Gordo Po-

blación” (un delincuente que su-

fre en sus partes más ocultas la

venganza en forma de zanahoria

de una de sus víctimas) en el

cuento homónimo de Gustavo

Formento, o la incógnita sobre

unos golpes en la puerta en el re-

lato brevísimo pero efectivo de

Paula Davolio son algunos ejem-

plos de las muchas sorpresas

que depara este pequeño libro.

NNoo ffuuee uunn aacccciiddeennttee es el resulta-

do del trabajo del Taller Literario

que coordina el escritor Sergio

Aguirre (autor de LLaa vveennggaannzzaa ddee

llaa vvaaccaa, LLooss vveecciinnooss mmuueerreenn eenn

llaass nnoovveellaass y EEll mmiisstteerriioo ddee CCrraann--

ttoocckk) en el Hospital Neuropsi-

quiátrico Provincial. Y es mucho

más que un muy buen título.

Operación genética, por Car-

los A. Toselli, Babel, Córdoba,

2006.

La novela de Toselli comienza a

las 6.32 de la mañana de un día

bisagra en la historia de los ar-

gentinos: el 24 de marzo de

1976. Uno de los protagonistas,

de nombre Rafael, queda deteni-

do en Córdoba ese mismo día. A

partir de allí, el autor despliega

una narración políticamente ses-

gada por la condena al terroris-

mo de Estado y el rescate de los

“ideales e ilusiones” de las vícti-

mas de la dictadura. OOppeerraacciióónn

ggeennééttiiccaa es la primera novela

editada por el flamante sello Ba-

bel, que apuesta casi exclusiva-

mente a la producción local, y

editó el año pasado dos anto-

logías de cuentos de autores cor-

dobeses, EEll DDeeccaammeerróónn ccoorrddoobbééss

y CCuueennttooss ddee BBaabbeell.

TodaVía, pensamiento y cultu-

ra en América latina, número

15, Buenos Aires, 2006.

Una reflexión de Miguel Barto-

lomé sobre los límites políticos y

simbólicos en América latina

inaugura el último número de To-

daVía, la publicación de la Funda-

ción Osde sobre los avatares cul-

turales de la región. Esta edición

está dedicada al concepto de

frontera, y acompañan al artículo

de Bartolomé tres textos de Ru-

ben George Oliven (sobre las

fronteras internas en Brasil), Pa-

blo Vila (sobre la frontera entre

México y estados Unidos) y Ale-

jandro Grimson, sobre las dife-

rencias sociales y culturales en la

Argentina). Además, Gabriel

Kessler escribe sobre los límites

entre lo legal y lo ilegal y Jorge

Monteleone analiza la obra del

poeta Arturo Carrera.

Libros

Llueven pecessobre Tokio

Haruki Murakami es el escritor japonés más famoso en Occidente.

cripciones minuciosas demoran pormomentos un relato que a pesar desus transgresiones no suspende su“credibilidad”. Es decir: no es unanovela fantástica, por ejemplo. Esuna novela que amplía los límites dela realidad. Como un cuadro no se re-duce a las meras pinceladas ni unacanción a sus acordes, ese algo másque hay en las cosas cruza un puen-te, mata a un hombre, se enamora deuna mujer y restituye en su viaje unorden que es a la vez otro punto departida.

EMANUEL RODRÍGUEZ

DE NUESTRA REDACCIÓN

[email protected]

¿Sabremos qué cruzamos cuando cru-zamos un puente? ¿Hacia dónde via-jamos cuando viajamos? ¿Sabremos,luego, qué etiqueta ponerle a Kafkaen la orilla?

En alguna estación del viaje quees este libroJohnny Walker yel Coronel Sanders(el del whisky y elde los pollos fritos)aparecen en escenacomo un asesino degatos y un proxe-neta, respectiva-mente. Y lluevenpeces sobre Tokio.Y un joven se ena-mora de un fantas-ma. Y sin embargo,por un artificio deejecución sublime,la novela no pierdeverosimilitud.

Un afamado ar-tista le augura a suhijo un destino edí-pico: que matará asu padre, y que seacostará con suhermana y con sumadre, dos muje-res que lo abando-naron antes de que

él alcanzara una edad suficiente co-mo para recordar sus rostros. KafkaTamura huye de Tokio, de su casa yde esa profecía, atraviesa un puentey conoce a una chica que podría sersu hermana y a una mujer que podríaser su madre. Lee los libros de la bi-blioteca donde consigue un hogar, es-cucha discos de Radiohead y su almaviaja hacia la madurez. Es un viajeextraño, y todas las rutas tienen elencanto oscuro de la Carretera per-

dida de David Lynch. Mientras tanto, un anciano que

por un extraño accidente sufrido ensu infancia no sabe leer ni escribirpero sí puede hablar con los gatos oprovocar lluvias de sanguijuelas, em-prende otro viaje, acaso de retorno.Su nombre es Nakata.

Las historias se cruzan en un pun-to que es el mismo punto en el que to-das las historias de todos los hom-bres se cruzan: el destino está escri-to y todos los movimientos son unamanera de decirlo, una metáfora.

Pero a pesar de que los persona-jes se mecen al compás de la predes-tinación, Kafka en la orilla es unanovela sobre la libertad.

Los viajes de Nakata y Kafka ocu-rren en dos paisajes al mismo tiem-po: uno es el Japón contemporáneo,ultraindustrializado y surcado portrenes de alta velocidad. El otro es elpaisaje en el que los sentimientos yel alma de ambos protagonistas se li-beran de sus destinos de la única ma-nera posible: cumpliéndolos. Unaacuarela de mitos. No son, sin em-bargo, dos paisajes diferenciados porsus instancias de realidad: Tokio yShikoku no son más reales que el Co-ronel Sanders, el espíritu en vida deuna mujer hermosa o las regiones sintiempo de un bosque amenazado porla inminencia del mal.

¿Hay libertad en la aceptación delpropio destino? La aventura de la no-vela es la respuesta, potente, ilumi-nadora, a esa pregunta. En ese sen-tido, las referencias occidentales queMurakami incluye en su obra no con-juran su esencia oriental. Los con-ceptos cardinales de la novela tienenpoco que ver con cómo se entiendenla libertad, el amor y el dolor en oc-cidente.

La libertad en Murakami es ab-soluta aceptación de una realidad quedesborda los contenedores raciona-les de la tradición indoeuropea. Es

un quiebre de las reglas que reducenlo real a lo meramente comprobablepor lo sentidos y lo etiquetan deacuerdo a categorías que diferencianun puente de un hombre, una bi-blioteca de un bosque. En Kafka enla orilla puente, hombre, bibliotecay bosque pueden ser un mismo viajeextraño por el alma de las cosas y lagente, y también una pregunta sobrela naturaleza de la maldad.

Posiblemente por eso la imagina-ción rige el pulso narrativo de Mu-rakami, que es preciso y claro. Des-

NOVELA

Kafka en la orilla, por Haruki

Murakami, Tusquets, Buenos Ai-

res, 2006, 587 páginas.

Precio: $ 49.

ANTONIO OVIEDO

ESPECIAL

Lo mismo que ciertas escrituras ar-gentinas (las de Arlt, Borges, Macedo-nio, también las de Di Benedetto, JuanFilloy e incluso la de Wilcock en El in-geniero), la de NéstorSánchez (1935-2003)continúa, todavía hoy,contraponiendo su tes-taruda resistencia alos encasillamientosde cualquier índole.La suya puede ser ob-jeto de los más diver-sos intentos de com-prensión, pero ningu-no resulta suficiente(“la burocracia crítica–asegura Hugo Savi-no– no sabe dónde po-nerla”), es capaz de fa-gocitarlos y recobrarluego su radical insu-misión a los estereoti-pos del sentido comúnliterario.

Es más: su obraapenas si necesitó uncorto lapso para “com-pletarse”, para adqui-rir –entre 1966 y 1973–sus singulares logros.Y, sin ceder un ápicede la poderosa fuerza experimental queagita sus enunciados, la forjó en unperíodo en cuyo transcurso prolifera-ban las estridencias de la literaturacomprometida, canalizadas a su vez poropciones políticas inapelables. Parale-lamente, esta breve carrera literariaestuvo erosionada desde el vamos porpendulares debacles existenciales.

Es mejor utilizar la expresión decli-ve existencial para subrayar el estadocada vez más acentuado, paulatina-mente descendente, de angustia, des-dicha e incertidumbre (ante la muertey su misterio) que jalonaron la vida deSánchez.

No parece equivocado formularlo deeste modo: se concedió a sí mismo esossiete años para escribir Nosotros dos,Siberia blues, El amhor, los orsinisy la muerte y Cómico de la lengua.En 1988, cuando aparecen los cuentosde La condición efímera, hace ratoque se encuentra jaqueado por un an-

sia de nomadismo, de no quietud, devacío espiritual que ni siquiera las en-señanzas de Gurdjeff atemperan o mi-tigan.

Pero cuando escribe Siberia blues,la prosa de Sánchez evidencia su apo-geo. Éste consistió en llevar al plano de

su textualidad la im-provisación jazzística,una música por la quesentía una predileccióncimentada en lo que elverbo improvisar jus-tamente convoca: tan-teos, intuiciones y ha-llazgos fulgurantes queno por ello aquietanbúsquedas que se re-nuevan sin pausa.Charlie Parker (es su-yo el epígrafe de Sibe-ria blues), TheloniusMonk, John Coltrane,son nombres claves pa-ra el oído del escritorávido de fundar la in-tersección utópica dedos lenguajes.

En las conversacio-nes (aún inéditas) conCarlos Riccardo, laaclaración de Sánchezes decisiva: “Al tratar-lo como una improvi-sación sobre un tema

dado conquisté el tono requerido” y pu-do entonces soslayar el realismo testi-monial subyacente en el argumento. En-tre los ’40 y comienzos de los ’60, en eselugar desolado, de frontera, que es “laSiberia” (Villa Pueyrredón), una barrade lúmpenes (el Obispo, Remigio, el fla-co Colombres, Lobos, Ernesto el pintor,Ventura) cultivan una amistad casi pu-dorosa nutrida de claudicaciones, ínfi-mos heroísmos, fechorías, estafas, atra-cos, turf, cárcel, martingalas, falopa.

Y a este repertorio de vicisitudes,la escritura de Sánchez lo despoja detoda ilación narrativa mediante unasintaxis repleta de pulsaciones irre-gulares. Que aparte de trasladar ecosde otras lenguas (las de Joyce y Apo-llinaire, sin duda) a la vez inauguraritmos propios, sonoridades descono-cidas, en fin: voces disonantes conce-bidas por Néstor Sánchez para abrirumbrales únicos de audición con sunovela.

Voces disonantespara una novela

NOVELA

“Siberia blues”, por Néstor

Sánchez, Paradiso, Buenos Aires,

2006, 146 páginas. Precio: $ 24.

CARLOS GAZZERA

DE NUESTRA REDACCIÓN

[email protected]

La Editorial Babel se lanzó a la con-quista del mercado del libro cordobésa mediados de 2006. Su catálogo no in-cluye aún una nómina significativa detítulos pero se han colocado en un seg-mento muy interesante: el cuento. Suprimera apuesta fueron los dos pri-meros libros del Decamerón cor-dobés, propuesta que tiene una pro-yección futura y que ha logrado con-citar una atención desigual entre loslectores cordobeses.

Sin embargo, cuando se cerraba elaño literario, Babel salió con una an-tología de autores locales que pro-longó, sin más, la influencia de la edi-torial al verano. Cuentos de Babelreúne a Rubén Alonso Ortiz, MaríaTeresa Andruetto, Hernán Arias, Sil-via Attwood, Reyna Carranza, Fede-rico Falco, Alejandro González Fo-erster, Lilia Lardone, Fernando Ló-pez, Estela Smania, Perla Suez y Die-go Tatián. Doce cuentistas, dos gene-raciones denarradores cordo-beses bien diferen-ciados y un abani-co de opciones esté-ticas que vuelven allibro un muestrariode la cuentísticacordobesa contem-poránea.

La selección decuentos estuvo acargo de Hernán Ja-eggi y eso, de algúnmodo, permite ha-cerse una idea deque la calidad lite-raria de los cuentosseleccionados su-pera la media nor-mal de cualquierotra antología. Es-to no quiere decirque no haya algu-nos cuentos irregu-lares o menos tra-bajados que otros.Pese a ello el librofluye y, extrañamente a lo que ocurrecon otras antologías, puede leerse deadelante para atrás y de atrás para ade-

lante sin que por ello decaiga la ten-sión narrativa. Cada cuento tiene suinterés y ninguno, más allá que pue-da o no gustarle al lector, le resultaráindiferente.

Un aspecto notable de la antologíay que redunda en el nivel alcanzado esque Jaeggi seleccionó cuentos ya pu-blicados o conocidos. Muy pocos, la mi-noría, eran inéditos. Esto, que tiene unvalor extra, como el de posibilitar allector una lectura panorámica de cuen-tos con lo mejor de cada cuentista, yque abre la posibilidad de nuevos des-cubrimientos personales por parte delpúblico, tiene también el mensaje de lodifícil que resulta reunir en una anto-logía cuentos inéditos de autores va-rios.

Por último, resulta interesante seña-lar una confirmación y una revelación.Entre lo que la antología permite con-firmar, está el cuento de Hernán Arias,Musas, un ejemplo de cómo es posiblecontar una historia prescindiendo deesa divagación inocua de verbos en laque suelen caer muchos cuentistas con-temporáneos. Despojada la lengua de

todo abuso verbal, enArias brota –algo de loque el autor ya habíadado cuenta en su libroLos invitados–, unaatmósfera narrativairrespirable, en dondecualquier hecho coti-diano puede volversepor el mínimo adjetivo,por la mínima palabra,por el gesto más insig-nificante, un universoasfixiante, paranoico,obseso.

Entre las revelacio-nes de esta antología sepuede contar con el ex-celente cuento de SilviaAttwood, Los mellizosUrrutia, en el cual laautora no escatima lamixtura de lenguas (locampero-rural con locoloquial-pop) y de gé-neros (desde el fantás-tico hasta lo picaresco)para narrar, en clave de

fábula, una historia en la que la mons-truosidad de lo “otro” emerge de lo me-nos esperado.

Una apuesta porel cuento local

CUENTOS

“Cuentos de Babel (antología de cuentos de autores cordobeses)”,Editorial Babel, Córdoba,

2006, 176 páginas.