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Identificando una espiritualidad enferma

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Haciendo un diagnóstico

DEVOCIONALES - 07 DIAS Haciendo un diagnóstico / Caleb Fernandez PérezSeptiembre 2013

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Devocionales07DIASHaciendo un diagnóstico

El apóstol Pablo escribe una carta a los hermanos de la naciente Iglesia de Colosas, debido a la visita de su pastor Epafras quien le contó al apóstol lo que la iglesia estaba viviendo. Al parecer estaba todo bien externamente, pero por dentro había una amenaza. El enemigo de la Iglesia no es necesariamente el diablo que seduce, ataca y molesta desde afuera. Hay cosas que desde aden-tro y silenciosamente van minando lo que somos. Y ahí está el peligro. El apóstol interpreta lo que dice Epafras en el versículo 8 del capítulo 2, desafiándolos a considerar que estas amenazas inter-nas son “filosofías y huecas sutilezas, cosas vanas y engañosas, tradiciones de los hombres, rudi-mentos del mundo”.

¿Por qué el pastor Epafras estaba tan preocupado con esto? La mayoría de los convertidos de esta iglesia venía del mundo gentil, es decir, no judíos; y existía el peligro de caer en antiguas convicciones y hábitos que eran utilizados por Satanás para crear confusión dentro de la Iglesia.

Entonces, el apóstol Pablo les dice: “de la manera que habéis recibido a Cristo, andad en Él”. En otras palabras, les dice que no anden pensando que hay algún secreto, visión, o experien-cia que aún no han recibido. Les insiste en no dejarse engañar frente a las exigencias de cumplir ciertos ritos y regulaciones religiosas para ser considerados mejores cristianos. En resumen, si al-guien sugiere algo que quita a Cristo del centro debemos estar en alerta.

Oración: “Señor, enséñame a vivir de manera que Cristo sea el centro de mi espiritualidad, en el nombre de Jesús, amén”.

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“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colossians 2:8)

DIA01 La preocupación del pastor Epafras - Colosenses 2:8

El apóstol les dice en el versículo 5 del capítulo 2 que a pesar de lo que ve externamente en la iglesia de Colosas con “su buen orden y la firmeza de su fe en Cristo” (2:5), le preocupa que ele-mentos ajenos a una espiritualidad cristiana saludable, puedan incubar una espiritualidad enfer-ma. No basta sólo con ser sincero con la fe, ésta en nuestra vida debe regirse e inspirarse en y por la Palabra de Dios.

Uno se contagia una enfermedad y el virus se comienza a multiplicar dentro de nosotros, sin necesariamente manifestar los síntomas. A ese proceso en que el virus se multiplica silenciosa-mente se llama incubación y puede pasar mucho tiempo hasta que la enfermedad se manifieste. Entonces, surge la pregunta natural para cada uno: ¿Cómo estamos cuidando nuestra espirituali-dad?

El apóstol hace una apuesta positiva por los Colosenses y de entrada confía, no sólo en la sin-ceridad, sino también en su responsabilidad, convicciones y compromiso con Cristo. Era evidente que algo maravilloso había pasado en la vida de ellos. Entonces, Pablo les dice: “de la manera que habéis recibido a Cristo, andad en Él”.

De esto se deduce que es posible recibir a Jesús en nuestra vida y no andar en Él, incubando una espiritualidad enferma. Los años en la fe no le aseguran salud espiritual. ¿Cómo esta cuidan-do su espiritualidad?

Oración: “Señor, ayúdame a prevenir una enfermedad espiritual. Quiero perfeccionar cada día mi relación con Jesús, en Su nombre, amén”.

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“Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo” (Colosenses 2:5)

DIA02 La advertencia del apóstol Pablo - Colosenses 2:5

Tan sólo pensar que nuestra fe en Cristo podría estar sustentada en nuestra capacidad de cre-er, en nuestras buenas acciones, decisiones correctas, y/o buenos sentimientos, puede llegar a ser asustador.

¡Qué terrible tener una espiritualidad que descanse en nuestras propias fuerzas, razona-mientos, acciones y sentimientos! Pero, el versículo 6 es claro al decir que “hemos recibido” a Je-sús, por lo tanto, nuestra fe está arraigada en el amor de Dios. Como dice Efesios 3:17 “que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plena-mente capaces de comprender cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de co-nocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento”.

La clave de nuestra fe, no está en nosotros, sino en Dios. En Su maravilloso e inmutable amor. Un amor que no cambia con nuestras circunstancias. El plan de Dios es echar y extender raí-ces profundas de Su amor en nuestras vidas para que podamos mantenernos firmes en Él.

¿Qué nos ha pasado? Hemos desarrollado una espiritualidad de “macetero”, construyendo nuestra relación con Dios y nuestra fe en Jesucristo enmarcándolo en nuestras experiencias, en nuestras interpretaciones y aseveraciones teológicas, en nuestros rituales y ceremonias, ¿cuantas veces indirectamente hemos colocado un “macetero” a las raíces del amor de Dios en nuestras vi-das, reduciendo a Cristo a experiencias, limitando y frustrando nuestro crecimiento espiritual por nuestra religiosidad?.

Oración: “Señor, echa raíces profundas y expandidas de tu amor en mi vida para que pueda mantenerme firme y fuerte en ti, en el nombre de Jesús, amén”.

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“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en ac-ciones de gracias” (Colosenses 2:6-7)

DIA03 Espiritualidad de “macetero” - Colosenses 2:6-7

¿Ha jugado alguna vez el juego “buscaminas”? Este juego está basado en una aparato que se llama “detector de metales y minas” que fue usado antes, durante y después de la segunda guerra mundial para detectar los explosivos sin estallar que habían sido enterrados para maniobras y princi-palmente contra el enemigo. El “buscaminas” busca en la tierra lo que puede hacer daño y su objeti-vo es descubrir el lugar exacto donde fueron enterradas.

Al pensar en nuestra espiritualidad, el texto nos dice que debemos andar en Cristo, “sobre-edificados” porque la idea del texto bíblico es la construcción de un edificio. Es decir, debo vivir la vida cristiana edificando mirando hacia arriba, para estar en lo alto. El mismo apóstol Pablo les dice más adelante en el Capítulo 3:1-2: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.

Por lo tanto, rechazamos una espiritualidad de “buscaminas” que va en busca de lo que hace daño, que busca en la tierra lo que lo destruirá mortalmente (lea algunas de esas cosas en Colosen-ses 3:5-9). La Palabra de Dios nos anima a que cada día tengamos una espiritualidad de “las cosas del cielo” que va en busca de lo que trae paz, lo que hace bien permanentemente (lea algunas de estas cosas en Colosenses 3:12-15).

Oración: “Señor, quiero mirar a lo alto, buscando edificar mi espiritualidad en las cosas que me traerán paz, en el nombre de Jesús, amén”.

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“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y so-breedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Colosenses 2:6-7)

DIA04Espiritualidad de “buscaminas” - Colosenses 2:6-7

Oración: “Señor, abre mis ojos para que pueda ver la necesidad que está alrededor para que pueda expresar mi fe en buenas obras, en el nombre de Jesús, amén”.

Al parecer los síntomas ocultos están relacionados entre sí. Un creyente que construye su re-lación con Dios y su fe en Jesucristo basado en sus experiencias, entonces estará preocupado por su propia edificación, por llegar a mayores niveles de espiritualidad, por sentir cosas nuevas con el Señor. Pero, también un creyente que construye su relación con Dios y su fe en Jesucristo basa-do en su teología, entonces estará preocupado por defender su verdad, se encargará de diferenciar-se de aquellos que no piensan como él, llamándolos de infieles, apóstatas, estará empeñado en en-señar una serie de doctrinas irrelevantes; y también un creyente que construye su relación con Dios y su fe en Jesucristo basado en rituales y ceremonias, se encasillará en una religión culposa y desgraciada, y exigirá a otros el cumplimiento de reglas para una mayor santidad.

Todo aquel que va desarrollando una espiritualidad en la que Dios ha echado raíces profundas y expandidas en su vida, querrá compartirlo e incubamos una espiritualidad de “ojos cerrados” cuando no consideramos a los demás como parte de nuestra espiritualidad, cuando de-sarrollamos un carácter dañino, agresivo y egoísta. Cerramos los ojos de nuestra espiritualidad cuando no buscamos las cosas del cielo en nuestro trato con lo demás.

Abra los ojos de su espiritualidad para ser “de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos y perdonándoos unos a otros”. En re-sumen, una espiritualidad de “ojos abiertos” es una espiritualidad de “buenas obras”. Una espiri-tualidad que se aprende.

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“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y so-breedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Colosenses 2:6-7)

DIA05 Espiritualidad de “ojos cerrados” - Colosenses 2:6-7

Oración: Señor, ayúdame a comprender que en todo lo que me pasa en la vida, estás Tú detrás, en el nombre de Jesús, amén”.

Con la gratitud se completa el círculo. Nuestra espiritualidad arraigada en el amor de Dios, sobreedificada para alcanzar las cosas de arriba, confirmada en la fe práctica aprendida de las bue-nas obras y abundando en acciones de gracias, nos previene de una espiritualidad enferma.

Cada uno de los síntomas ocultos determinan a los otros. Una persona con una espirituali-dad que descansa en sus fuerzas, razonamientos, acciones y sentimientos, no tendrá necesidad de sentirse agradecido. Una persona con una espiritualidad que busca en la tierra lo que hace daño, no disfrutará de la paz que el Señor ofrece por medio de las cosas de arriba, pierde la noción de la gratitud, porque vive en una constante “petición”. Una persona con una espiritualidad que sólo vi-ve en función de sí misma, sin integrar a otros en su espiritualidad, tendrá una espiritualidad mís-tica, esotérica, vacía, pero no agradecida.

Sólo una persona que vive la vida en Cristo con la consciencia del profundo AMOR de Dios, con la fuerza de la GRACIA en su vida que lo ayuda a alcanzar las cosas de arriba, con la fuerza de la JUSTICIA que lo impulsa a tener una espiritualidad concreta e histórica en favor de otros; sólo ese tipo de cristiano, será agradecido.

El síntoma que nos delata, el síntoma clave que nos indica la incubación de una espirituali-dad enferma es la “desconexión” con lo que Dios estuvo y está haciendo en nuestra vida. Su resul-tado: la ingratitud, o peor aún, la indiferencia.

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“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y so-breedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en ac-ciones de gracias” (Colosenses 2:6-7)

DIA06 Espiritualidad de “desconexión” - Colosenses 2:6-7

Oración: “Señor, ayúdame a ser agradecido en todo, abundando en acciones de gratitud y experimentando la profundidad de tu amor, en el nombre de Jesús, amén”.

Los síntomas de una espiritualidad enferma son la espiritualidad de “macetero”, espirituali-dad de “busca-minas”, espiritualidad de “ojos cerrados”, espiritualidad de “desconexión”.

Cada día esta semana hemos estado meditando en esto, y lo mínimo que debemos hacer aho-ra es detenernos y hacer una pausa en la vida para pensar y evaluar que está pasando con nuestra espiritualidad. Existe la posibilidad que estemos incubando una espiritualidad enferma.

La forma de identificar los síntomas es prestando atención a nuestra concepción del amor de Dios, la práctica cotidiana de nuestra ética, la expresión de nuestra fe en forma de buenas obras, y la forma en la que reconocemos y agradecemos a Dios su participación en nuestra vida.

Y en esto, el apóstol Pablo coloca especial énfasis. Las dos palabras que utiliza es: “abundan-do” y “acciones” de gracias. Porque es inevitable sentir la profundidad del amor, la fuerza de la gra-cia, y el impulso de la justicia, sin ser agradecido a Dios por hacer de nosotros lo que somos. Y es-pera de nosotros acciones de gracias, no sentimientos de gratitud, ni mucho menos sólo meras pa-labras de gratitud.

Cuando agradecemos hacemos una celebración activa, tenemos una actitud frente a la vida, una disposición al gozo. Dios quiere que vivamos agradecidos. Todo lo que hagamos y pensemos le debe la gloria a Dios, y esa es una actitud frente a la vida. De esta manera, nuestra espirituali-dad será saludable.

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“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobre-edificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Colosenses 2:6-7)

DIA07 Haciendo un diagnóstico - Colosenses 2:6-7

© 2013 www.valparaisoipch.cl Caleb Fernández Pérez, Pastor de la 1ra Iglesia Presbiteriana de Valparaíso y profesor del Seminario Teológico Presbiteriano en Santiago, Chile.

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