08 Creo en Jesucristo, el Hijo de Dios
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CREO EN JESUCRISTO,
EL HIJO DE DIOS
Ya desde el comienzo de su predicación, la figura de Jesús fue
objeto de controversia.
¿Quién era ese Jesús, que recorría
los pueblos y las aldeas de Galilea?
Su “yo” más profundo, para
muchos, constituía un misterio.
Su predicación, sus milagros, su amor a los pobres y marginados, su predicación del Reino de Dios, su pretensión
de ser el Mesías esperado por Israel, su unión con Dios, al que llamaba afectuosamente abba (Padre), considerándose como
hijo suyo, hizo que las gentes que le escuchaban se preguntasen sobre su verdadera personalidad.
El evangelio de San Mateo nos describe la variedad de opiniones que corrían entre la gente sobre la
persona de Jesús.“Al llegar a la región de Cesareade Filipo, –nos dice el evangelista-, Jesús preguntó a sus discípulos:
• ‘Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?’
• Ellos contestaron:
• ‘Unos que Juan el Bautista,
• otros que Elías,
• otros que Jeremías o uno de los profetas’ (Mt 16, 13-14).
• “ Como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
También Herodes Antipasestaba confuso ante la
persona de Jesús:
Unos decían: ‘Juan el Bautista ha resucitado de entre los
muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él’.
Otros decían:
‘Es Elías’.
• Herodes, al oírlo, decía: ‘Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado” (Mc 6, 14-16).
Otros: ‘Es un profeta como los antiguos’.
Flavio Josefo fue contemporáneo de los apóstoles y en su libro Antigüedades
judías habla dos veces de Jesús.
Al narrar la muerte de Santiago, pariente de Jesús, nos dice: “Anano reunió al Sanedrín de los jueces e hizo compadecer ante ellos a Santiago, el hermano de Jesús, llamado
el Cristo, así como a algunos otros; los acusó de haber violado la ley y los entregó
a la lapidación”.
En otro pasaje de Flavio Josefo, transmitido por el obispo Agapio, del siglo X, se dice: “Por esta época, hubo un hombre sabio llamado Jesús, de buena conducta, sus virtudes fueron reconocidas, y muchos judíos y de otras naciones se hicieron discípulos suyos.
Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir.
Pero, los que se habían hecho discípulos suyos predicaron su doctrina.
• Contaron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo.
• Quizás era el Cristo sobre el que habían dicho cosas prodigiosas los profetas”.
Los textos que hemos comentado, y otros más que podríamos haber recogido, nos hablan ciertamente de un personaje histórico, Jesús
de Nazaret, que vivió en Palestina en el siglo primero de nuestra era.
Para unos era un antiguo personaje de la historia del pueblo de Israel que había
revivido, para otros un rabino, más o menos respetuoso con las tradiciones religiosas del
pueblo judío.
En cualquier caso, no era sino un mero hombre.
Sus pretensiones mesiánicas no
pasaban de ser sino equivocaciones de
Jesús respecto de su misión.
Un hombre bueno, sí, pero sólo un
hombre, que, en el mejor de los casos, enseñó una doctrina de amor al prójimo y
de servicio a los demás.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’.Simón Pedro tomó la palabra y dijo: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” ( Mt 16, 15-16).
• Hay aquí ya una confesión de fe: Jesús es el Mesías, el Señor, el Hijo de Dios hecho hombre.
El pasaje de San Mateo, capítulo 16, anteriormente citado, termina con esta
pregunta de Jesús a sus discípulos:
“«Cristo», en griego, y «Mesías», en hebreo,
significan «ungido».
Jesús es el Cristo porque ha sido consagrado por Dios,
ungido por el Espíritu Santo para la misión redentora.
Él es el Mesías esperado por Israel y enviado al mundo por el
Padre. Jesús ha aceptado el título de Mesías, precisando, sin
embargo, su sentido: «bajado del cielo» (Jn 3, 13), crucificado y
después resucitado,
Él es el siervo sufriente «que da su vida en rescate por muchos» (Mt 20, 28). Del
nombre de Cristo nos viene el nombre de cristianos” (nº 82).
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica comentará este
texto diciendo:
Los cristianos creemos que “Él es «el Hijo unigénito de
Dios»
(1 Jn 4, 9), la segunda Persona
de la Trinidad.
Esta es nuestra fe,
ésta es la fe de la Iglesia
Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de modo
más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo; concédenos
compartir la vida divina de aquel que se ha dignado compartir con el hombre la condición
humana.
Por N.S.J.C. Amén.
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