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PRODUCCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN EN EL CAMPAMENTO ROMANO DE CIDADELA (SOBRADO DOS MONXES, A CORUÑA) por JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO Universidade de Santiago CARLOS FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ Universidad de León RESUMEN El estudio de los materiales recuperados en las diferentes campañas de excavación arqueológica des- arrolladas en el campamento romano de Cidadela (Sobrado dos Monxes) permite reconocer una serie de indicios relativos tanto a la manufactura local como al comercio de determinados productos. RÉSUMÉ L’étude des matèriaux récupérés au cours des différentes campagnes de fouilles archéologiques effec- tuées dans le camp romain de Cidadela (Sobrado dos Monxes) permet de reconnaître une série de traces relatifs autant à la manufacture locale qu’au commerce de produits déterminés. INTRODUCCIÓN: EL CAMPAMENTO DE CIDADELA El campamento romano de Cidadela se ubica al lado de la iglesia parroquial de Stª Mª de Cidadela (Sobrado dos Monxes, Coruña), en una altiplanicie de 480 m de altura limitada al oeste por el río Cabalar y al sudeste por el río Pequeno y rodeado por la Serra da Corda, una cadena montañosa cuya altura oscila entre los 522 y los 601 m. Las primeras noticias acerca del mismo se remiten a principios del siglo XX, cuando García Romero llega a Cidadela y localiza los restos del yacimiento que llega a identificar con Caranico, mansión viaria de la vía per loca marítima que, según el Itinerario de Antonino, se ubica en el tramo Brigantium-Lucus (García Romero, 1909). Las campañas de excavación van a ser llevadas a cabo en distintos momentos y no van a pre- sentar una continuidad sistemática hasta épocas más recientes, a partir de la década de los ochen- ta. De modo oficial fueron iniciadas por A. del Castillo en 1934, con la colaboración de Sebas-

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PRODUCCIÓN Y COMERCIALIZACIÓN EN EL CAMPAMENTOROMANO DE CIDADELA (SOBRADO DOS MONXES, A CORUÑA)

por

JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO

Universidade de SantiagoCARLOS FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ

Universidad de León

RESUMEN

El estudio de los materiales recuperados en las diferentes campañas de excavación arqueológica des-arrolladas en el campamento romano de Cidadela (Sobrado dos Monxes) permite reconocer una serie deindicios relativos tanto a la manufactura local como al comercio de determinados productos.

RÉSUMÉ

L’étude des matèriaux récupérés au cours des différentes campagnes de fouilles archéologiques effec-tuées dans le camp romain de Cidadela (Sobrado dos Monxes) permet de reconnaître une série de tracesrelatifs autant à la manufacture locale qu’au commerce de produits déterminés.

INTRODUCCIÓN: EL CAMPAMENTO DE CIDADELA

El campamento romano de Cidadela se ubica al lado de la iglesia parroquial de Stª Mª deCidadela (Sobrado dos Monxes, Coruña), en una altiplanicie de 480 m de altura limitada al oestepor el río Cabalar y al sudeste por el río Pequeno y rodeado por la Serra da Corda, una cadenamontañosa cuya altura oscila entre los 522 y los 601 m.

Las primeras noticias acerca del mismo se remiten a principios del siglo XX, cuando GarcíaRomero llega a Cidadela y localiza los restos del yacimiento que llega a identificar con Caranico,mansión viaria de la vía per loca marítima que, según el Itinerario de Antonino, se ubica en eltramo Brigantium-Lucus (García Romero, 1909).

Las campañas de excavación van a ser llevadas a cabo en distintos momentos y no van a pre-sentar una continuidad sistemática hasta épocas más recientes, a partir de la década de los ochen-ta. De modo oficial fueron iniciadas por A. del Castillo en 1934, con la colaboración de Sebas-

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tián González, siendo el primero en identificar el yacimiento como un campamento romano(Castillo, 1943). Si bien de estos primeros trabajos no se tienen más que breves datos aislados,principalmente orales, por los que sabemos que se realizaron labores de limpieza en la parte nortey nordeste de la muralla, así como que también se intervino en la parte central del campamento,zona identificada en la actualidad con la parte norte del edificio de los principia.

La forma general del campamento es la de un espacio rectangular, con las esquinas redonde-adas. Sus dimensiones son 172 m de largo por 140 m de ancho, lo que equivale a una extensióntotal de 2, 40 ha., medidas adecuadas para el asentamiento de una cohorte (Caamaño, 1984/85:1991). Está limitado por una muralla (Caamaño Gesto, 1997) y un foso exterior paralelo a lamisma, del que sólo se conserva actualmente el tramo correspondiente al lienzo este, estando afec-tado en los lados norte y oeste por un campo de fútbol y la carretera respectivamente.

En las campañas desarrolladas desde los inicios de la década de los ochenta1 se ha exhumadoparte de la muralla oeste, la puerta principalis dextra, los dos edificios principales (principia y prae-torio), una habitación de tipo cultual y pequeñas áreas pertenecientes a estructuras de otras cons-trucciones (Caamaño Gesto & Fernández Rodríguez, 2000 y 2002).

Así mismo se han realizado dos prospecciones del entorno campamental: una a principios dela década de los ochenta (Caamaño Gesto, 1984) y otra en 1996 (Fernández Rodríguez & Caa-maño Gesto, 1998), permitiendo reconocer que el sistema defensivo se completa con una seriede puestos de vigilancia, a modo de torres, a veces levantadas encima de estructuras megalíticaspreexistentes, que se sitúan en la parte superior de las estribaciones de la Serra da Corda que, porel norte y el sur, limitan el valle donde se ubica el campamento. Una de dichas estructuras, laconocida como Medorra de Fanegas, fue objeto de excavación arqueológica en 1983 (CaamañoGesto & Criado Boado, 1991/92).

Estos mismos trabajos de prospección sirvieron para documentar evidencias de un destacadoestablecimiento habitacional (posiblemente la cannaba o vicus vinculado al campamento) coinci-diendo con la actual aldea de Insua y su entorno, a una distancia mínima de unos 150 m al suro-este del campamento. Por otra parte, hacia el sur, al otro lado del río Pequeno, en el paraje de AAreosa, se localizó una necrópolis, en la que se ha exhumado una tumba de incineración (Fernán-dez Rodríguez & Caamaño Gesto, 1998; Caamaño Gesto & Fernández Rodríguez, 2000 y2002).

LA SECUENCIA OCUPACIONAL

La ocupación del espacio en que se ubica el recinto de Cidadela parece producirse por vezprimera con motivo de la instalación militar de época romana. El hallazgo de algunas piezas decronología anterior, como diversos materiales líticos2, pueden fácilmente explicarse en vincula-ción con la presencia de las mismas poblaciones prehistóricas que construyeron una serie detúmulos megalíticos en zonas próximas al campamento (Criado Boado, 1980), pero sin que se

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1 A partir de este año las diferentes campañas de intervención han sido dirigidas por Caamaño Gesto (años 1981, 1983,1989, 1990, 1991, 1992, 1993 y 2000) y Fernández Rodríguez (años 1996 y 1997, actuando Caamaño Gesto como Coor-dinador del Proyecto), siendo autorizadas y subvencionadas desde finales de la década de los ochenta por la Xunta de Galiciay estando avaladas por el Departamento de Historia I de la Universidade de Santiago.

2 Como sería el caso, por ejemplo, de un hacha pulimentada de la campaña de 1996: nº inventario CID96/L-36 (Fer-nández Rodríguez & Caamaño Gesto, 1997).

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hayan documentado hasta el momento evidencias de ningún asentamiento más o menos estableen el interior del recinto campamental excavado.

La identificación de la unidad militar romana aquí acantonada ha sido posible dada la con-tinua recuperación, tanto dentro del propio yacimiento como en su entorno (por ejemplo, en elvertedero localizado al este del mismo o en los puestos de vigilancia de la Sierra), de un conside-rable número de tégulas en las que figuran marcas legionarias que corresponden a la cohors primaCeltiberorum (Caamaño, 1984). Asimismo se han documentado diversos testimonios epigráficosen los que se hace referencia a este mismo cuerpo. Estamos por tanto ante un campamento deesta unidad auxiliar, una cohorte equitata creada posiblemente en época julioclaudia y dependien-te de la legio VII gemina (emplazada en León).

Con base en el análisis de los materiales recogidos en el campamento, así como de la infor-mación proporcionada por las fuentes epigráficas, se sabe que el establecimiento de la cohorte enCidadela se produce a principios del siglo II, permaneciendo aquí hasta algún momento del IV.Antes de su llegada a este lugar, se localiza esta cohorte en Mauritania, donde en el 109 d. C. sele otorga la ciudadanía romana como recompensa a sus méritos militares. Posteriormente se sabeque pasa a Hispania, ya que del 132 d. C. data la tessera hospitalis de Castromao, en la que se reco-ge el pacto de hospitalidad realizado entre los Coelerni y el prefecto de dicha cohorte G. AntoniusAquilus Novaugustanos (Ferro Couselo & Lorenzo Fernández, 1971).

Si atendemos a lo indicado en la Notitia Dignitatum (XLII, 30), a finales del siglo IV estacohorte se encuentra en Iuliobriga (“Tribunus cohortis Celtiberae Brigantiae, nunc Iuliobriga”), des-plazamiento que se ha venido poniendo en relación con la situación de inestabilidad existente conanterioridad a la invasión de la Península por los pueblos germánicos. Pero esta reubicación noencuentra ningún tipo de apoyo arqueológico, por lo que razonablemente se ha puesto en dudala veracidad de dicha información3.

Tras el abandono militar, la presencia humana en el lugar se hace más difícil de precisar, sibien algunos materiales de cronologías tardías sugieren la continuación de su ocupación comolugar habitacional, en principio por un número bastante limitado de habitantes. El panoramacambia en época germánica, periodo para el que se ha registrado no sólo un importante conjun-to de materiales (principalmente cerámica común, pero también otro tipo de piezas entre las quecabe destacar alguna metálica) sino también una serie de estructuras, ocupando el espacio de losantiguos principia y praetorio campamentales, que, en una primera hipótesis de trabajo, podríanidentificarse con un establecimiento de tipo religioso (un edificio con posible planta basilical,espacios muy regularizados en las restantes estancias, presencia de tumbas en su entorno, etc.).

A partir de este momento poco más se ha podido constatar. La presencia de limitados tramosde algunos muros más superficiales y de facturas mucho menos elaboradas, permite señalar lacontinuidad de utilización de este mismo espacio, pero sin que en absoluto pueda deducirse ni lafinalidad ni la intensidad de la misma. La reutilización hasta fechas muy recientes de los materia-les constructivos del yacimiento en las edificaciones de las aldeas más próximas al mismo y lastareas de laboreo agrícola desarrolladas en el interior del recinto han venido a complicar la correc-ta documentación, adscripción cronológica e interpretación de determinadas estructuras, afectan-do de forma prioritaria al registro más superficial.

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3 Para una revisión detallada de todos los aspectos concernientes a la cohors I Celtiberorum, tanto en relación con las noti-cias documentales como a los datos arqueológicos, y en concreto a su posible establecimiento en Iuliobriga, puede verse el tra-bajo de J. R. Aja Sánchez (2002).

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LAS EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS: PRODUCCIÓN VERSUS COMERCIO

Como resulta obvio, fruto de los diferentes proyectos de intervención arqueológica llevados acabo en relación con el campamento ha sido tanto la exhumación de un conjunto de estructurascomo un importante volumen de piezas vinculadas con la fase ocupacional militar. En principio,del análisis tanto de unas como de otras debería poder derivarse una serie de apreciaciones relacio-nadas con el tema que nos ocupa, es decir, con los sistemas de abastecimiento del campamento,diferenciando los productos que son reflejo de una producción propia de aquellos que indudable-mente han sido obtenidos del exterior fruto, en consecuencia, de una relación comercial.

Sin embargo, consideramos que este planteamiento presenta una mayor complejidad. Delestudio de las evidencias recuperadas no cabe duda que nos encontramos, como veremos, con unconjunto de elementos que sin ningún tipo de duda son productos foráneos, lo que en conse-cuencia nos indica su llegada a través de los sistemas de comercio habituales con el exterior, seacomo bienes adquiridos por sí mismos (seguramente, por ejemplo, el caso de la sigillata) o sea portratarse de contenedores en los que viajaban los auténticos productos comercializados (comosucedería con las ánforas).

Por el contrario, otros elementos se presentan más problemáticos en cuanto a su interpreta-ción. Nos referimos a aquellos que claramente son reflejo de una producción local, pero que nopermiten deducir si se trata del resultado de posibles talleres campamentales, o de aquellos arte-sanos civiles que podrían acompañar a las tropas y que se ubicarían en el establecimiento próxi-mo, e incluso el reflejo de una factible relación comercial establecida con las comunidades indí-genas del entorno.

Teniendo presentes estas posibilidades, vamos a presentar, por una parte, una serie de mate-riales que reflejan una clara producción foránea y que, en consecuencia, son fruto de una relacióncomercial de media y/o larga distancia. Por otra parte, analizaremos tanto aquellas evidencias quese relacionan de forma directa con determinados procesos de producción propia en el campamen-to, como también los productos elaborados de clara manufactura local, si bien en este último casoresultando más complejo precisar si su elaboración se produce en el marco militar o en el ámbi-to civil del entorno, reflejo en este último supuesto de unas relaciones comerciales de ámbitolocal.

Las estructuras campamentales

Para la construcción de las diferentes estructuras arquitectónicas del campamento se utiliza-ron básicamente materiales de procedencia local, como puede apreciarse en los cortes de unareciente cantera situada al sur del yacimiento. Los muros se levantan mediante una mamposteríade gneis y esquistos, materiales que, si bien no son de muy buena calidad, resultan de fácil frac-tura mediante exfoliación por su estructura laminar. Las piedras del mampuesto se traban entresí mediante una arcilla de color ocre amarillento, de procedencia también local.

Hasta donde el registro conservado nos ha permitido constatar, las construcciones identifica-das con los edificios principales presentan en las puertas (jambas y umbrales) y esquinas bloquesgraníticos perfectamente escuadrados (Fig. 1), lo que conferiría a estos edificios una mayor soli-dez tanto constructiva como visual. Bloques graníticos se han documentado igualmente en deter-minados puntos de la muralla (Caamaño Gesto, 1997), si bien la porta principalis dextra, donde

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el empleo de este tipo de piezas fue sin duda más abundante, con el ánimo de conferirle un carác-ter monumental, se encontraba totalmente arrasada debido al reaprovechamiento de la materiaprima en las construcciones de las aldeas más próximas.

Este granito, al contrario que los materiales antes reseñados, no tiene un origen local. Su pro-cedencia más próxima, y probable4, hay que vincularla con los afloramientos que se ubican en elmunicipio de Guitiriz (Lugo), lo que supondría un desplazamiento de unos 30 km desde las can-teras hasta el campamento5.

Mayores problemas presentan algunas lajas de pizarra constatadas en las diferentes campañasde excavación. Se trata de un material cuyas fuentes de procedencia más inmediatas se sitúan amás de un centenar de kilómetros de Cidadela, ya sea en los afloramientos de la zona de Orti-gueira (A Coruña) o, lo que parece más probable en función de la composición de las piezas recu-

Fig. 1. Bloque granítico y otros materiales locales de la esquina noroeste del praetorium durante el proce-so de consolidación.

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4 Durante la campaña de 1996, el Dr. Moisés Iglesias Ponce de León, geólogo de la Université de Rennes 2, visitó el yaci-miento para proceder al análisis de las diferentes materias primas empleadas en las estructuras arquitectónicas. Los datos aquípresentados son resultado de sus apreciaciones. Queremos aprovechar para agradecerle el interés que ha demostrado en todomomento por este proyecto.

5 En relación con este tema y la explotación de materias primas, recordemos que ya Flavio Vegecio, en De re militari,indica que las propias legiones realizan una serie de actividades de carácter artesanal y, entre otras, destacan las vinculadas conla construcción y mantenimiento de las infraestructuras del campamento.

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peradas, en la zona de O Incio (Lugo). No parece lógico considerar, ante el volumen de tegulaerecuperado, que este material haya sido utilizado como elemento de cubrición en época romana,si bien su presencia en algunos muros de la parte septentrional de los principia podría llevar asuponer su transporte hasta este punto en época romana. De momento esta posibilidad debe sertomada con suma cautela, ya que la citada zona de los principia formó parte de la construcciónde tipo basilical de cronología tardo-antigua, por lo que estos muros fueron reaprovechados,reconstruyéndose en altura, lo que pudo haber resultado en la introducción de nuevos elementosentre el material constructivo. Por otra parte, el empleo de pizarra como material de cubriciónparece indudable en estas estructuras post-campamentales, según se puede deducir a partir de larecuperación de un significativo número de lajas perforadas.

Si consideramos la funcionalidad de las estructuras de época romana exhumadas poco pode-mos señalar en relación con el tema que nos ocupa. Como ya hemos señalado en anteriores oca-siones (Caamaño Gesto & Fernández Rodríguez, 2000; 2002) los trabajos arqueológicos, ademásde en un tramo de la muralla occidental, se han centrado en la parte central del campamento,exhumando completamente los principia y el praetorio, afectando tan solo parcialmente a otrasconstrucciones, lo que dificulta el poder realizar interpretaciones precisas.

En uno de los edificios citados, el praetorio, podemos señalar la existencia de una estructuracircular de 2, 20 m de diámetro, adosada a la esquina nororiental, que se ha identificado comola base de un horno, si bien las evidencias recuperadas en su entorno más inmediato no permi-ten precisar su función concreta. Sí cabe destacar su relativo alejamiento de la zona habitacional,que se articula en torno a la esquina sudoriental del edificio (Caamaño Gesto & Fernández Rodrí-guez, 2000; 2002) y su relación, al menos espacial, con la franja de 7 m de anchura que discurreparalela al muro de cierre norte que, a tenor de las evidencias documentadas durante el procesode excavación, pudo haber estado cubierta por un tejado de tégulas, a modo de porche. Su estruc-tura sería básicamente de madera y en la zona central se reforzaría mediante puntales verticalesasentados sobre bloques.

Otra estructura con posible interés es la parcialmente excavada al oeste de los principia. Enesta zona, y hasta la muralla, parecen situarse en primer lugar y de forma paralela a la via princi-palis los horrea. Por detrás de los mismos en dirección norte, e inmediatamente al oeste de losprincipia, se ha excavado parte de un edificio cuyas dimensiones parecen situarse en torno a los12 x 12 m., y cuya puerta se sitúa en la pared sur (es decir, en dirección a uno de los posibleshorrea). En su interior se ha encontrado una arqueta (con unas dimensiones de 1, 65 x 1, 52 my 0, 40 m de altura máxima conservada), realizada con tégulas en sus paredes y dos grandes losasde granito como suelo, desde la que parte un canal de desagüe. La identificación de esta cons-trucción es por el momento una incógnita, si bien los materiales recuperados en este espaciohacen considerar la posibilidad de que se trate de un taller o almacén.

Los materiales manufacturados

Cerámica

En las excavaciones de Cidadela, el principal volumen de material recuperado se correspon-de con fragmentos cerámicos, especialmente identificados con cerámica común romana. La varie-dad tipológica es grande, documentándose las distintas modalidades de vajilla de mesa, de coci-

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na y de almacenamiento y transporte. Es pronto para saber si este tipo de cerámica es de fabrica-ción local o importada de talleres regionales, ya que no conocemos ningún alfar en el entornocampamental. A pesar de que este material cerámico está en estudio6, podemos señalar que mayo-ritariamente tiene mucha similitud, no sólo tipológica sino también en cuanto a producción serefiere (pastas y acabados), con productos del mismo tipo elaborados en Lucus Augusti7, la capi-tal del convento jurídico en cuyo territorio se ubica el campamento de Cidadela, de la que distarelativamente no muchos kilómetros y con la cual se encontraba enlazada mediante una calzada.

Además de la cerámica común, en Cidadela se han documentado productos cerámicos deimportación: sigillata hispánica, hispánica tardía, norteafricana y focea. No vamos a realizar unestudio detallado de estos productos, ya que han sido detalladamente analizados por la Dra.López Pérez (1997 y 2004)8, por lo que tan solo haremos una breve reseña de los mismos.

Las excavaciones han proporcionado un conjunto de más de setecientos recipientes de sigilla-ta, de los que la mayoría corresponden a sigillata hispánica altoimperial, fechada mayoritariamen-te en el siglo II. Están representadas todo tipo de formas, si bien podemos destacar aquéllas paralas que no contamos con muchas referencias en el ámbito del noroeste galaico. Entre éstas, prin-cipalmente nos referimos a las formas 44, 7, y a ejemplares identificados como botellas, jarras yjarros. Entre los alfareros que más productos firman se encuentran dos relacionados con los talle-res de Tricio: Maternus Blandus y Maternus Tritiensis.

Frente a la abundancia de la sigillata hispánica altoimperial, la sigillata hispánica tardía estárepresentada tan solo por un 6% del total de piezas. Se constata la presencia de formas que resul-tan muy frecuentes y habituales en los yacimientos y que corresponden a los primeros momen-tos de la producción, identificándose con aquellas formas que derivan de la sigillata altoimperial:8T, 35T, 37T y 15/17T y 50T.

Más limitada todavía es la presencia de sigillata africanas, como la clara D, en cuyo registrotipológico constatamos las formas Hayes 59, 61 y 91.

La cerámica focea también es muy escasa ya que no supone más que el 0,5 % de la colección,y lo mismo puede señalarse para las ánforas estriadas del Mediterráneo Oriental (Fig. 2). Estosdos productos deben ponerse en relación con la ocupación del espacio campamental ocurrida trasel abandono militar, de ahí su cronología más tardía que la propuesta para la estancia de la cohorsI Celtiberorum en este lugar.

Lucernas

Entre los materiales recuperados en el campamento romano de Cidadela se ha constatado lapresencia tanto de lucernas que pensamos proceden de una producción local o, como mucho,regional, como de otras que denotan un claro proceso de importación9.

Entre los ejemplares del primer grupo podemos citar una lucerna entera y dieciocho fragmen-tos correspondientes posiblemente a nueve ejemplares distintos. Las partes conservadas corres-ponden en la mayoría de los casos al infumdibulum, discus -algunos con el agujero de alimenta-

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6 Resultados de estos estudios pueden verse en las diferentes memorias de excavación depositadas en los Servicios deArqueoloxía de la Xunta de Galicia. Asimismo, y referente a unas producciones concretas -los morteros-, contamos con unaprimera publicación (Doval Galán, 1997).

7 Un análisis detallado de la cerámica común romana de Lugo puede verse en el trabajo de Alcorta Irastorza (2001).8 Además de estos trabajos, remitimos a su comunicación en estas mismas páginas. 9 Un estudio general de estas piezas ha sido realizado por Morchón Viñas (1999).

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ción-, margo y rostrum. El que consideremos como locales a estas producciones se debe a que notienen parecido alguno ni en pastas ni tampoco en tipología con los materiales importados, sibien algunos ejemplares se asimilan a la forma Deneauve IXa.

Estas lucernas se caracterizan por una factura tosca, no están hechas a molde y tienen pastasgranulosas y compactas con presencia de materiales no plásticos de tamaño pequeño y medio,predominando los de tipo granítico y cuarcítico. Los colores de las pastas varían predominandolos colores anaranjado, blanquecino, negro y ocre. Los acabados son de mala calidad, salvo enalgún caso que se ha aplicado un engobe rojizo, y la cocción es oxidante.

El ejemplar completo es de reducidas dimensiones (Long.: 71 mm; diám.: 57 mm; alt.: 30mm). No presenta asa, presentando un pequeño apéndice macizo que haría la función de elemen-to de prensión. Está fabricado con una pasta granulosa de color negra, con desgrasantes graníti-cos de tamaño pequeño. El acabado es alisado, aunque sin engobe, y el disco es liso sin ningúntipo de decoración. Atendiendo a su morfología, no resulta factible encuadrarla en ninguna delas tipologías habituales para estas producciones de época romana, e incluso, como apuntamosanteriormente, su tamaño es menor que el de las lucernas tradicionales.

Por otra parte, entre los materiales importados está presente una lucerna de “canal” tipoDeneauve IXa (Fig. 3), que se puede datar en los siglos II-III d.C., aunque teniendo en cuentatanto el nivel de procedencia como los materiales asociados podemos fecharla en el siglo II. Lapieza está entera, salvo dos pequeños orificios en el fondo (Long.: 96 mm; diám.: 65 mm; alt: 29mm; disco: 35 mm). La pasta es granulosa, de color ocre, con desgrasantes de pequeño tamaño.Presenta un acabado mediante alisado con restos de engobe ocre-anaranjado. En el disco y en elpico presenta una decoración de tipo geométrico consistente en una moldura que los rodea y de

Fig. 2. Fragmentos de ánforas de procedencia foránea.

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la que salen hacia el exterior tres apéndices circulares. Esta decoración se complementa con variaslíneas paralelas que arrancan de la citada moldura y que atraviesan la margo.

Dentro del grupo de lucernas de “canal”, tipo Deneauve IXa, se ha documentado también unfragmento de pico. Las características de fabricación son semejantes al ejemplar anterior, estandofabricada con una pasta granulosa de color ocre y presentando un engobe del mismo color.

Entre las lucernas de importación también debemos incluir un fragmento que conserva partedel pico y del margo decorado con una línea de puntos, así como parte del orificio de alimenta-ción. La pasta es granulosa, poco compacta, de color ocre y con desgrasantes de pequeño tama-ño, presentando un tratamiento superficial a base de un engobe de color ocre. A pesar de su malaconservación, pensamos que se puede incluir en el grupo de lucernas de pico redondeado, tipoDeneauve XIa. De ser así se dataría entre finales del siglo III y principios del IV d. C.

Otro ejemplar corresponde a una lucerna de pico redondeado decorado con volutas, tipoDeneauve Va. Se trata de un fragmento de disco, volutas, inicio del pico y orificio de luz. Lapasta, de color blanquecino, es granulosa pero fina, con un acabado mediante engobe de buenafactura de color pardo-anaranjado. Cronológicamente se podría datar a finales del siglo I. Losparalelos para este ejemplar como para los tres anteriores son muy abundantes en el Imperio.

También es interesante la aparición de un pequeño fragmento de fondo y arranque de infun-dibulum de una lucerna de pasta ocre clara y acabado ocre bien pulido. En el borde externo delfondo presenta una acanaladura que discurre paralela al fondo del mismo. Llama la atención laextrema delgadez de las paredes, de tan solo 1, 5 mm de espesor, lo que nos lleva a pensar que setrata de un ejemplar fabricado en cerámica de paredes finas.

Por último reseñar el hallazgo de un fragmento de rostrum, discus y margo de una lucerna desigillata, Forma 50, único ejemplar que, hasta la fecha, conocemos hallado en Galicia (Fernández

Fig. 3. Lucerna de importación tipo Deneauve IXa.

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Rodríguez & Caamaño Gesto, 1997). Presenta una decoración de perlitas, ordenadas en círculosconcéntricos sobre el margo10.

Marcas legionarias en material latericio

La producción que con certeza sabemos que se realizaba en los alrededores del campamentoes la relacionada con la fabricación de tejas, caracterizadas por presentar el sello de la unidad mili-tar acantonada en el mismo, que como ya se indicó fue la cohors I Celtiberorum11. Conforme a losestudios desarrollados en otras áreas, esta práctica resulta generalizada entre las diferentes unida-des militares desde aproximadamente mediados del siglo I d.C. (Peacock, 1982), y así podemosver, como referencia más próxima, los materiales latericios con marcas de la legio VII gemina recu-perados en la actual ciudad de León (v. García y Bellido, 1970; Liz Guiral & Amaré Tafalla,1993).

Hasta el momento, en las distintas campañas de excavaciones se han catalogado en torno aunas cuatrocientas piezas que presentan sello. Casi todas aparecen en tejas planas (tegulae), con laexcepción de alguna que está grabada en ladrillo. Este hecho no debe resultar sorprendente, yaque este último material latericio es muy poco abundante en Cidadela.

Como resulta lógico suponer, este alto volumen de marcas plantea la posibilidad de una pro-ducción de tejas en talleres dependientes del ejército12, quizás con la finalidad no sólo de satisfa-cer las necesidades de autoabastecimiento, sino también las que sin duda tendría la población decarácter civil establecida en el entorno del campamento. Sin embargo, esta última hipótesis nopodrá ser correctamente evaluada hasta que no se lleven a cabo actuaciones arqueológicas en lacannaba que permitan recuperar y analizar este mismo tipo de piezas constructivas13.

Hasta ahora, al exterior del recinto militar estas marcas se han documentado en tejas recupe-radas en el puesto de vigilancia conocido como “Medorra de Fanegas” (Caamaño Gesto & Cria-do Boado, 1991/92) y en el basurero ubicado tras el titulum existente frente a la porta principa-lis sinistra (Fernández Rodríguez & Caamaño Gesto, 1997), si bien éste, considerando tanto suubicación como el tipo de materiales documentados, sería muy probablemente resultado de laacumulación de desechos procedentes del interior del campamento.

Como características generales, las tejas presentan una pasta de buena calidad y poco friable.La arcilla ha sido, en general, seleccionada con cuidado, sin demasiadas impurezas, utilizando enalgunos casos desgrasantes de cuarzo. Fue sometida a una buena cocción que le ha conferido unagran dureza, hasta el punto que la acidez del suelo, que tanto afecta a otros materiales cerámicos,apenas las ha alterado.

Hemos tratado de comprobar estratigráficamente si existía una diferenciación entre nivelesque nos permitiera establecer una secuencia cronológica para los diferentes tipos de estampillas,pero los resultados obtenidos indican que marcas con distintas leyendas aparecen indistintamen-

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10 Para un análisis detallado de esta pieza, así como de otros paralelos existentes en la península ibérica, puede verse LópezPérez, 2004, pág. 396 y ss.; tb. Morillo, 1999: 155-158).

11 Algunas de estas marcas, encontradas en las dos primeras campañas de excavación (años 1981 y 1983), fueron ya estu-diadas con anterioridad (Caamaño Gesto, 1989), catalogándose un total de once tipos de sellos distintos.

12 Recordemos ahora de nuevo la referencia de Flavio Vegecio acerca de las actividades desarrolladas por los propios mili-tares romanos en relación con las tareas de construcción y mantenimiento de las infraestructuras campamentales.

13 Acerca de este mismo tema, Le Roux (1999) indica que la producción de materiales latericios en los talleres militarestendría fundamentalmente una finalidad de autoabastecimiento, incluyendo en este ámbito las necesidades de las cannabaesituadas al exterior de los campamentos.

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te en los mismos niveles. Tampoco existe una diferenciación a la hora de utilizar la teja con undeterminado tipo de sello en un edificio concreto, sino que se utilizan distintos modelos, aunquea veces hay un predominio de un tipo sobre otro, como sucede en la cubrición del pretorio, enel que mayoritariamente se han utilizado tejas del Tipo 6. No obstante, y en función de los resul-tados hasta ahora obtenidos, pensamos que la gran variedad de sellos es coetánea, sin que se pro-dujera una elaboración siguiendo un orden cronológico de fabricación o de moda.

Los sellos, cuyas letras aparecen en relieve, son muy variados. Se han documentado al menosdieciocho modalidades distintas, diferenciadas en función de la forma y dimensiones del sello, dela grafía y del tipo de letras, si bien el texto utilizado se reduce a sólo a cinco grupos diferencia-dos, de los que CPC y COHIC son los más frecuentes, en tanto que CIC y CHOIC tienen unamenor representación. Además, existe un quinto de sello distinto a los citados, pero que por sufragmentación y mal estado de conservación hasta el momento no ha sido podido leer adecuada-mente. Esta gran variedad de sellos nos lleva a pensar que, salvo quizá una excepción que señala-mos más adelante, la casi totalidad de improntas se realizaron con cuños de madera que, al dete-riorarse con facilidad, obligaba a la fabricación de otros nuevos que no siempre respetaban losmodelos y leyendas anteriores.

El tipo de estampilla más abundante es la rectangular con las esquinas redondeadas, aunqueen algunos casos las líneas no son totalmente rectas y las esquinas pueden dar la sensación de queno son totalmente redondeadas, si bien esto es achacable a defectos de impresión. Además de estaestampilla, aparecen en menor proporción otras también rectangulares pero con las esquinas enchaflán o en ángulo recto.

Del grupo CPC se han constatado ocho sellos distintos.– Tipo 1. Cartucho rectangular con las esquinas redondeadas con la leyenda CPC sin inter-

punción. Se caracterizan porque la letra P cierra su parte curva con la vertical y las letrastienen un grosor de 1 cm., mayor que el documentado en el tipo 2.

– Tipo 2. Cartucho idéntico al tipo 1, pero las letras tienen menos grosor (0, 5 cm.) y mayoraltura. También el rasgo curvo de la P es más pequeño que el tipo 1 y se cierra más arriba.

– Tipo 3. Cartucho idéntico a los anteriores, la diferencia está en que la P no cierra el rasgocurvo y el trazo vertical de la misma en la parte superior, se prolonga en un apéndice hori-zontal. El grosor de las letras es de 1 cm.

– Tipo 4. Cartucho igual que los otros tipos, la variedad está en que la P de la leyenda CPC,está invertida y presenta en su parte central, lo mismo que en la segunda C, un apéndicehorizontal. El grosor de las letras es de 0, 5 cm.

– Tipo 5. Cartucho como los anteriores con la leyenda CPC, las letras son retrovertidas y laprimera C lleva en su parte central interior un apéndice horizontal. La letra P es más anchaque la de otros sellos y el trazo curvo casi circular y de pequeñas dimensiones.

– Tipo 6. También cartucho rectangular con esquinas redondeadas. Se trata de un sello másancho que los anteriores y la segunda C es más gruesa que esta misma letra de otros sellos.

– Tipo 7. Cartucho como los anteriores, si bien se diferencia en que la P es de buena factu-ra y presenta un apéndice horizontal en su parte superior.

– Tipo 8. Cartucho igual que los citados, la variedad está en que el trazo vertical de la P seremata en su parte superior en un apéndice horizontal como el tipo 7, pero además pre-senta en su parte inferior un remate en forma de trazo horizontal. El fondo de la estampi-

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lla presenta una gran nitidez, lo que nos lleva a pensar que la matriz utilizada era de natu-raleza distinta a la de los otros sellos, posiblemente metálica.

Del grupo COHIC, conocemos siete sellos distintos (Fig. 4):– Tipo 9. Cartucho rectangular con las esquinas redondeadas con la leyenda COHIC. Se

caracterizan estas estampillas por la O que es de dimensiones menores que las demás letrasy porque el ordinal (I) lleva un trazo horizontal en su parte superior.

– Tipo 10. Estampilla idéntica a la anterior, la única diferencia está en que el ordinal (I), adiferencia del tipo 9, lleva un trazo horizontal en su parte inferior.

– Tipo 11. Cartucho como los anteriores, si bien la primera C presenta un apéndice hori-zontal en su parte exterior que enlaza con la pared del sello. El ordinal (I) lleva un trazohorizontal en su parte inferior.

– Tipo 12. Sello rectangular con esquinas redondeadas que se caracteriza por su estrechez,de tan solo 3 cm., mientras que los demás (excepto los tipos 13, 14 y 15) tienen anchurasque oscilan entre los 4 y 6 cm. El ordinal (I) presenta trazo horizontal tanto en su partesuperior como inferior.

– Tipo 13. Sello rectangular pero con las esquinas en ángulo recto. Muy estrecho, de tan solo2 cm, con la leyenda COHIC.

– Tipo 14. Cartucho rectangular, pero con las esquinas y los lados menores redondeados. Setrata de sellos muy estrechos, de tan solo 2 cm.

– Tipo 15. Sello rectangular con las esquinas en chaflán. El cartucho también estrecho consolo 2, 7 cm. Existe otro tipo de sello similar a éste cuya anchura total no está delimitada,debido a su fragmentación, pero que la conservada es mayor que la del sello citado, lo quenos hace pensar que puede tratarse de otro tipo de sello, si bien no podrá ser correctamen-te identificado hasta que se recupere algún ejemplar en mejor estado de conservación.

Fig. 4. Fragmento de teja plana con la marca COHIC.

178 JOSÉ MANUEL CAAMAÑO GESTO y CARLOS FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ

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Del grupo CIC conocemos un único modelo de sello.– Tipo 16. Cartucho rectangular con las esquinas redondeadas y leyenda CIC. Presenta

interpunción a base de puntos, si bien no del todo circulares. El ordinal está rematado ensu parte superior por un trazo horizontal.

Del grupo CHOIC documentamos un único modelo de sello.– Tipo 17. Sello rectangular con las esquinas redondeadas y una leyenda muy similar a la de

COHIC, pero con el orden de letras alterado, quizás por algún error en el artífice que rea-lizó el cuño.

Por último, señalar que se encontraron algunos sellos muy fragmentados que pertenecen a untipo distinto de los ya descritos. Son rectangulares y presentan en la parte superior e inferior y enlos extremos del sello unas incisiones verticales, como si fueran decoraciones dentadas. Dada sufragmentación sólo pudimos leer algunas letras sueltas, generalmente una O y también una I, loque nos ha permitido pensar que la leyenda que presentan puede corresponderse con las ya cono-cidas COHIC o CIC, pero no con CPC. Tampoco podemos excluir la posibilidad de que sea lamarca de un alfarero privado que nada tenga que ver con los sellos legionarios. En cualquier caso,estamos ante otro tipo de sello que puede ser catalogado como el Tipo 18.

Además de todos estos estampillas legionarias, también en un único fragmento de teja se hadocumentado un sello rectangular con esquinas redondeadas y la leyenda: EX OF L [—-], queno sabemos si corresponde a un alfarero militar del campamento o si se trata del producto impor-tado de un alfarero foráneo.

Vidrio

Correspondientes a los primeros momentos de ocupación campamental14 se ha documenta-do la presencia de vidrios, posiblemente importados, que imitan formas metálicas y cerámicas, yque están elaborados en vidrio incoloro utilizando la técnica de fundido dentro de molde. Entrelos recipientes más destacados podemos citar, entre otros, un cuenco hemiesférico de borde cir-cunflejo con un diseño de surcos y facetas talladas, así como un vaso con decoración de granosde arroz tipo Isings 21. Estos ejemplares los podemos fechar entre finales del siglo I y principiosdel siglo II d. C. Posiblemente proceden de Tarraco y llegan a Cidadela a través de las vías terres-tres del valle del Ebro, lo mismo que sucede con los productos cerámicos importados de La Rioja.

A partir de la segunda mitad del siglo II d. C. hasta el siglo III, y gracias a la aparición de latécnica de soplado al aire, el uso del vidrio se generaliza y pensamos que es a partir de estas fechascuando en el campamento de Cidadela se comienza a elaborar el vidrio. Un indicio en el quebasamos este supuesto es el descubrimiento en diferentes campañas de excavación de escorias devidrio y rebabas vítreas adheridas a materiales cerámicos, sobre todo a tejas. Otro hallazgo quepuede relacionarse con esta manufactura es el de una bola de frita azul, si bien no podemos des-cartar su empleo como colorante con otras finalidades15.

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14 Los materiales de vidrio recuperados en el campamento de Cidadela han sido objeto de diferentes artículos (Caama-ño Gesto, 1990; Caamaño Gesto & Vázquez Martínez, 2001) así como de una Tesis de Licenciatura monográfica (VázquezMartínez, 2000).

15 Recordemos que, conforme señalan Ortiz Palomar y Paz Peralta (1998: 175) en su análisis de las bolas de frita azul deAsturica Augusta, Caesaraugusta y Celsa, este pigmento se podía usar como colorante no sólo en la artesanía vidriera, sino tam-bién en cosmética, pintura mural, teñido de fibras textiles, etc.

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En este período se busca la funcionalidad de los recipientes sin preocuparse de su aspecto for-mal y aumenta la diversidad tipológica olvidándose de los modelos metálicos y cerámicos. SegúnVázquez Martínez (2000), desde el punto de vista técnico y estilístico se pueden citar los cuen-cos tipo Isings 96 y los vasos cónicos Isings 106c, elaborados en vidrio incoloro de buena calidaden los que no se aprecian impurezas y burbujas.

Existe también un tercer momento que se iniciaría a finales del siglo III d. C. y que pervivi-rá durante la ocupación campamental y con posterioridad al abandono de éste, cuando este espa-cio es de nuevo reocupado. El conjunto de materiales vítreos de este periodo es el mejor repre-sentado numéricamente, siendo probable que continuara el proceso de fabricación en elcampamento. Se caracteriza por una repetición monótona de las formas y, aunque se elaboranrecipientes de cierta calidad, en general ésta disminuye, dando como resultado la aparición deabundantes impurezas y burbujas, así como un predominio de los colores verde aceituna y ámbar.

Taller de lapicidas

Existe la posibilidad de que en el campamento de Cidadela o en su entorno existiera un tallerde lapicidas, hecho que se pone de manifiesto a partir de la similitud morfológica de las arasencontradas tanto en el campamento como en sus alrededores. Si bien es cierto que en las lápi-das y en las estelas funerarias existe una gran variedad de modelos y de tipos de grafía, las aras deCidadela son muy similares entre sí, no sólo en su tipología sino también en la grafía de las letrasy el tipo de granito utilizado. En cualquier caso, de momento no podemos obtener conclusionesdefinitivas dado el limitado número de ejemplares que conocemos.

Las aras catalogadas son únicamente cuatro: una dedicada a la diosa Fortuna por un optio, otradedicada por un signifer a una divinidad cuyo nombre está mutilado, una tercera dedicada a losDioses Manes y una cuarta anepígrafa16. Tipológicamente las aras están rematadas en su cabecerapor dos cilindros que enmarcan el lugar del focus y el campo epigráfico está limitado por moldu-ras planas. La grafía de las letras es muy similar y se caracteriza por los rasgos poco profundos, asícomo por la utilización de un soporte de granito de grano grueso de un color gris-oscuro, que con-trasta con la variedad de colores del granito habitualmente documentado en la epigrafía funeraria.

Actividades metalúrgicas

Si bien los trabajos de excavación desarrollados en Cidadela hasta la fecha no han documen-tado los talleres o fabricae, sí se han constatado claros indicios de que debió de existir una activi-dad artesanal destinada a la fabricación de utensilios metálicos. Entre estas evidencias cabe desta-car la aparición de crisoles con restos de escorias adheridas, tanto de bronce como de hierro. Loshallazgos se limitan mayoritariamente a fragmentos de variadas dimensiones que impiden reco-nocer la morfología de las piezas fabricadas, si bien podemos destacar que las superficies internassuelen presentar formas cóncavas.

De entre estas piezas, cabe destacar la recuperación de un molde hecho en ladrillo17, con lasuperficie quemada y cubierta de concreciones de ceniza. Presenta una concavidad circular de 12

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16 Un análisis más detallado de las dos primeras piezas puede verse en los trabajos de Caamaño Gesto (1983: 61), asícomo Pereira Menaut (1991: nº 31, 32). Para la tercera tan solo hay una referencia previa en Caamaño Gesto et alii, 2000:287, en tanto que la anepígrafa había permanecido inédita hasta este trabajo.

17 Referencias tanto a esta pieza como al fondo de un crisol pueden verse en el informe de la campaña de 1981 (Caama-ño Gesto, 1984: 250 y fig. 10).

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cm de diámetro y 1 cm de profundidad, con un apéndice alargado que parte del borde de lamisma. Esta morfología nos hace considerar su posible uso para la fabricación de una patera.

Por último, y en relación con este mismo tema, las evidencias que sugieren la fabricación deobjetos metálicos se completan con la recuperación de una serie de escorias férricas y un fragmen-to de mineral de cobre.

Otros materiales

Finalizaremos nuestro estudio señalando la presencia de otros productos que, aunque conpresencia casi anecdótica, indican la clara existencia de relaciones comerciales con zonas más omenos próximas. Nos referimos en este caso a la recuperación, entre los restos de alimentacióndocumentados18, de valvas de ostra (ostrea edulis).

Si bien los restantes recursos alimenticios analizados19 pueden relacionarse fácilmente con elaprovechamiento de los productos locales, tanto en lo que a ganadería (principalmente vacuno,ovicaprino y porcino) o caza (cérvidos) se refiere, resulta indudable que la presencia de estosmoluscos marinos implican un transporte desde la costa, siendo lo más probable su llegada desdeel cercano puerto de Brigantium (A Coruña). Como es bien conocido, el interés por el consumode ostras en época romana, principalmente vinculado a las clases sociales de mayor estatus social,lleva a que su transporte alcance importantes núcleos urbanos y villas del interior peninsular20,por lo que su presencia en Cidadela, a menos de 40 km de la costa, no debe en absoluto resultarsorprendente.

CONCLUSIONES

Una vez realizada esta somera presentación de los materiales más significativos procedentesde los niveles campamentales del yacimiento de Cidadela, en relación con la temática que aquínos ocupa, creemos poder destacar una serie de características generales que, en cualquier caso,deberán ser convenientemente evaluadas en el futuro considerando los nuevos datos que se obten-gan de la continuación de las investigaciones en este campamento.

En primer término, nos parece adecuado incidir en la problemática que plantea en algunoscasos el llegar a conocer la procedencia exacta de determinadas piezas, principalmente para aqué-llas cuyos centros productivos no están claramente definidos. Nos referimos, por ejemplo, a lasque se identifican con producciones muy generalizadas y estandarizadas y que, en consecuencia,tanto pueden reflejar una fabricación en el entorno del yacimiento como en talleres alejados, enmayor o menor medida, del mismo, caso de numerosas piezas metálicas, determinados vidrios oincluso los recipientes de cerámica común.

En estos casos, las evidencias de una posible producción local proceden, en el yacimiento deCidadela, de la presencia de piezas vinculadas con los procesos productivos (crisoles o escorias,

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18 Para este tema, véase Fernández Rodríguez y Caamaño Gesto (1996). La escasez no sólo de restos de malacofauna sinogeneral de evidencias faunísticas debe ponerse en relación tanto con las zonas excavadas como con las adversas condiciones deconservación derivadas de la acidez del depósito edáfico.

19 Nos referimos exclusivamente a evidencias óseas (a las que podemos sumar alguna huella de origen animal sobre tejas),ya que hasta la fecha no se ha recuperado ningún resto carpológico.

20 En el ámbito del cuadrante noroeste, y entre otros, podemos citar el hallazgo de importantes volúmenes de conchasde esta especie en los niveles romanos de las ciudades de Lugo, Astorga o León.

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por ejemplo), lo que vendría a indicar la existencia de un ámbito productivo de tipo artesanalcuya finalidad lógicamente se destinaría a satisfacer las necesidades campamentales, al menos deforma puntual e inmediata.

Otros materiales presentan una vinculación más definida con la actividad militar, como vie-nen a señalar determinadas fuentes escritas, aun cuando su proceso productivo es indudable quese ha realizado en un entorno no muy alejado del campamento. En este grupo se incluirían bási-camente la producción y obtención de elementos necesarios para las infraestructuras campamen-tales, como la producción de tejas, caracterizada como hemos visto por el sellado de las mismascon cuños identificativos de la unidad militar, o las actividades extractivas de piedra para cons-trucción, incluyendo en este último caso la explotación de determinados tipos de rocas (como elgranito) de procedencia más lejana.

Por último, señalar otro grupo de productos que claramente reflejan una actividad comercialcon áreas mucho más alejadas geográficamente, y para los que se conoce claramente el lugar deproducción. Se trata generalmente de materiales de uso cotidiano (como la sigillata o determina-das lucernas y vidrios) o bien de recipientes que habrían albergado otros productos objeto decomercio (como las ánforas). A ellos también habría que sumar otros productos para consumoalimenticio, en este caso las ostras.

En conjunto, podemos apreciar que el campamento de Cidadela, al igual que sucedería enotros campamentos de la misma época, se constata una actividad artesanal propia encaminada acubrir determinadas necesidades básicas, destacando las relacionadas con las infraestructuras, altiempo que también desarrollaría una relación comercial encaminada a obtener otros productostanto del entorno (sin duda de talleres de la cannaba, pero sin descartar las poblaciones indíge-nas) como de zonas mucho más lejanas, de donde procederían productos que podríamos califi-car de calidad o incluso de lujo.

Futuras intervenciones en el yacimiento, fundamentalmente en las zonas de talleres y alma-cenes, y el desarrollo de determinadas analíticas (por ejemplo de pastas de cerámica común omineralógicos) nos permitirán indudablemente profundizar y definir en mayor grado los datosaquí presentados.

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