091111-RBrownCristologiasdelNuevoTestamento

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Raymond BROWN, Introducción a la cristología del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca, 2001, 121-158. Hacer un seguimiento progresivo desde cómo Jesús se presentó a sí mismo durante su vida a cómo lo presentaron después los que creyeron en él, es más complejo que para cualquier otro personaje. En el caso de otros personajes, quizás podría encontrarse una explicación razonable de ese proceso en factores lógicos, psicológicos y familiares susceptibles de ser diagnosticados. Mencionemos algunos: las expectativas teológicas de sus seguidores; su status respecto a su pertenencia al judaísmo y las presiones ejercidas sobre ellos; la influencia que siguió a su contacto con los gentiles. Pero en la tradición de Jesús intervino decisivamente un factor que supera todo diagnóstico humano: la resurrección. En la tradición públicamente recibida de Israel, que una generación posterior denominaría canónica, nadie hasta ese momento había resucitado de la muerte a la vida eterna. Otros habían sido resucitados y de algunos se dijo que habían subido a la gloria sin morir (Enoc, Elías). Hasta hubo historias apócrifas sobre personajes famosos que rebasaron lo que aceptaba la tradición canónica. De hecho, algunas de esas historias, como la ascensión de Moisés, casi llegaron a afirmar, por ejemplo, lo que el nuevo testamento reivindica de Jesús. De ahí que esta afirmación de fe sobre Jesús tuviera una importancia tan enorme. Además de proclamar la victoria sobre la muerte, la elevación de Jesús a la gloria por parte de Dios reivindicó tanto el origen como la verdad de la autoridad/poder que él había afirmado y manifestado. Los seguidores que vieron a Jesús resucitado se dieron cuenta de que era mucho más de lo que ellos se habían imaginado durante su ministerio público. Utilizando todo el nuevo testamento, estudiaremos cómo las valoraciones de Jesús estuvieron asociadas con diferentes aspectos de su vida. Para esos aspectos empleo el término «momento cristológico», entendiendo por tal un episodio en la vida de Jesús que se convirtió en el medio para expresar la cristología neotestamentaria; por ejemplo, la concepción de Jesús, su juventud, su bautismo, su muerte, su resurrección, su segunda venida. La discusión de «un momento» no incluye la cuestión de si la revelación aconteció históricamente en el

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Raymond Brown, Introduccin a la cristologa del Nuevo Testamento, Sgueme, Salamanca, 2001, 121-158.

Hacer un seguimiento progresivo desde cmo Jess se present a s mismo durante su vida a cmo lo presentaron despus los que creyeron en l, es ms complejo que para cualquier otro personaje. En el caso de otros personajes, quizs podra encontrarse una explicacin razonable de ese proceso en factores lgicos, psicolgicos y familiares susceptibles de ser diagnosticados. Mencionemos algunos: las expectativas teolgicas de sus seguidores; su status respecto a su pertenencia al judasmo y las presiones ejercidas sobre ellos; la influencia que sigui a su contacto con los gentiles.

Pero en la tradicin de Jess intervino decisivamente un factor que supera todo diagnstico humano: la resurreccin. En la tradicin pblicamente recibida de Israel, que una generacin posterior denominara cannica, nadie hasta ese momento haba resucitado de la muerte a la vida eterna. Otros haban sido resucitados y de algunos se dijo que haban subido a la gloria sin morir (Enoc, Elas). Hasta hubo historias apcrifas sobre personajes famosos que rebasaron lo que aceptaba la tradicin cannica. De hecho, algunas de esas historias, como la ascensin de Moiss, casi llegaron a afirmar, por ejemplo, lo que el nuevo testamento reivindica de Jess.

De ah que esta afirmacin de fe sobre Jess tuviera una importancia tan enorme. Adems de proclamar la victoria sobre la muerte, la elevacin de Jess a la gloria por parte de Dios reivindic tanto el origen como la verdad de la autoridad/poder que l haba afirmado y manifestado. Los seguidores que vieron a Jess resucitado se dieron cuenta de que era mucho ms de lo que ellos se haban imaginado durante su ministerio pblico.

Utilizando todo el nuevo testamento, estudiaremos cmo las valoraciones de Jess estuvieron asociadas con diferentes aspectos de su vida. Para esos aspectos empleo el trmino momento cristolgico, entendiendo por tal un episodio en la vida de Jess que se convirti en el medio para expresar la cristologa neotestamentaria; por ejemplo, la concepcin de Jess, su juventud, su bautismo, su muerte, su resurreccin, su segunda venida. La discusin de un momento no incluye la cuestin de si la revelacin aconteci histricamente en el tiempo o lugar del respectivo episodio; por ejemplo, se revel la identidad de Jess cuando fue bautizado? y si fue as, a quin se hizo esa revelacin? La discusin de un momento se centra en un episodio concreto slo para determinar hasta qu punto los escritores neotestamentarios transmitieron cristologa a sus lectores al describir ese momento.

En la exposicin introduciremos un elemento cronolgico, ordenando el material segn la probable secuencia de tiempo de las pruebas neotestamentarias sobre el respectivo momento. El primer documento cristiano que se conserva es 1 Tes, escrita hacia el ao 50, esto es, despus de las dos primeras dcadas de la historia cristiana. Sin embargo, podemos acceder de distintos modos al pensamiento cristiano de las dcadas precedentes de los aos 30 y 40. En sus cartas de los aos 50, Pablo utiliza frmulas que pertenecen a un perodo ms primitivo, a veces de los aos 30. Algunos elementos evanglicos ya haban tomado forma mucho antes de que se escribiera el primer evangelio, Mc, probablemente en los aos 60; y tenemos un posible acceso a ese perodo precedente a la formacin del evangelio en los casos, por ejemplo, en que Mc y Jn concuerdan independientemente. Los sermones atribuidos a Pedro y Pablo en Hech fueron compuestos por Lucas en los aos 80, pero contienen algunas expresiones cristolgicas que no se encuentran en ningn otro lugar de Lc y parecen ser primitivas. Aun en el caso de que estas expresiones no sean realmente antiguas, sino que resulten del estilo arcaizante de Lc (esto es, tratar de imaginarse, debidamente informado, cmo hablaban y pensaban los primeros cristianos), estas expresiones pueden ayudar a confirmar el pensamiento primitivo, que se puede detectar por otros medios. Si empezamos por el material reconstruido, anterior al ao 50, y de ah pasamos a los escritos neotestamentarios existentes, siguiendo el orden probable de su composicin, podemos encontrar un modelo peculiar de momentos cristolgicos que parecen moverse hacia atrs con respecto a la vida de Jess. Las pruebas ms primitivas interpretaron cristolgicamente escenas de los ltimos das de Jess, mientras que las pruebas ms recientes interpretaron cristolgicamente escenas de los primeros aos de su vida. Esto no carece de lgica: la resurreccin, vista como intervencin de Dios, llev a los seguidores de Jess a creer verdaderamente quin era l, y slo a la luz de esa fe pasaron a interpretar los elementos anteriores de su vida.

Esta observacin puede ser til, pero exige varias cautelas. Primera: nuestra demostracin para uso cristolgico, aun respecto al perodo anterior a los aos 50, se inspira en los escritos que se han conservado. El pensamiento cristiano sobre Jess fue ciertamente ms amplio y variado que el que encontramos en los pocos escritos que se conservan. Si organizamos el pensamiento segn el probable orden cronolgico de los documentos, debemos tener presente que el desarrollo del pensamiento raramente es lineal y que, por eso mismo, seguramente coexistieron en un momento dado diferentes puntos de vista. Segunda: cuando los estudiosos liberales de principios del siglo XX intentaron ofrecer un modelo como el que acabamos de sealar, lo hicieron suponiendo que los desarrollos crearon un sentido cristolgico que nunca existi en la vida de Jess. Es mucho ms seguro trabajar con la autocomprensin de los escritores del nuevo testamento, que pensaron que referan y valoraban una realidad ya presente. As pues, en los captulos siguientes presentar un desarrollo a lo largo del siglo I, que supone que los cristianos fueron comprendiendo poco a poco la identidad de Jess, y no que crearan de la nada una nueva identidad.

Cristologas a la luz de la segunda venida o desde la resurreccin de Jess

En este captulo tratar las cristologas que se centran en dos momentos cristolgicos, a saber, la segunda venida o parusa y la resurreccin, y que fueron atestiguadas en el perodo de la predicacin, entre los aos 30 y 50, antes de los primeros escritos cristianos que se conservan.

l. Cristologa de la segunda venida (Parusa)

Es una cristologa que mira al futuro. Durante el perodo neotestamentario hubo intensas expectativas de la parusa o de la aparicin de Jess que vuelve del cielo. Aqu, sin embargo, slo nos interesan las afirmaciones que vinculan una valoracin cristolgica de la identidad de Jess a este momento de su segunda venida. La antigedad de estas afirmaciones es probable pero no cierta. La primera prueba es una afirmacin cristolgica del segundo sermn de Pedro en Hech que no se parece a la tpica cristologa de Lc. En Hech 3,19-21 Pedro pide que la gente se arrepienta antes de que llegue la parusa. Ese acontecimiento incluir el envo por Dios del Mesas designado, Jess, a quien el cielo debe retener hasta que lleguen los tiempos en que todo sea restaurado, como anunci Dios por boca de los santos profetas. Esto se puede interpretar en el sentido de que slo cuando Jess vuelva, l ser el Mesas. Una fuerte tensin en la expectativa juda del Mesas deseaba que este ungido rey davdico instaurara una monarqua con sede en Jerusaln, a donde los gentiles vendran para el culto. El Mesas traera entonces victoria, paz y prosperidad a Israel sobre la tierra. Pero, en realidad, Jess no hizo nada de eso. No obstante, las anticipaciones judas pudieron haber permanecido intactas e incluso ser aplicadas a Jess si se crea que, cuando l volviera, hara todo lo que el judasmo esperaba del Mesas. Entonces, concluido ya el establecimiento del reino de Dios, Jess sera el Mesas anunciado por los profetas. No estoy insinuando que los salrnistas o los profetas como Isaas tuvieron una clara presciencia de el Mesas y que pronosticaron en detalle lo que hara esta figura de un futuro lejano. Ms bien sus palabras fueron meditadas y reinterpretadas en el perodo postexlico para dar forma a la espera del gran Mesas futuro.

La plegaria Maranatha, Seor nuestro, ven!, conservada en arameo transliterado en 1 Cor 16,22 y en traduccin griega en Ap 22,20, admite tambin una posible interpretacin cristolgica futura. Cuando tenemos frmulas litrgicas conservadas en dos lenguas, como el Abba, Pater del Padrenuestro en Mc 14,36 (ambas palabras significan Padre) y el nai, amen de Ap 1, 7 (ambas palabras quieren decir s, as sea, como respuesta), lo probable es que la frmula apareciera entre los cristianos de habla aramea y se conservara entre los cristianos de habla griega, que le aadieron un equivalente en su lengua. Al final, este equivalente sustituira a la expresin aramea entre los cristianos de habla griega. Aunque la comunidad cristiana de habla aramea super con mucho los aos 30 y 40, el hecho de que una frmula como Maranatha se haya conservado en 1 Cor, escrita hacia el ao 55, indica que probablemente se remonta a las primeras experiencias de Pablo con los cristianos en los aos 30. Si esa palabra aramea fuese de una poca reciente, por qu se iba a molestar Pablo en ensersela a los cristianos de habla griega de Corinto? La plegaria podra suponer, en un principio, que cuando Jess viniera sera el Seor que rige la tierra; as, esa palabra aadira un valor cristolgico al momento de la parusa.

Los dichos del futuro Hijo-del-hombre, es decir, los pasajes que hablan del advenimiento final del Hijo del hombre que baja del cielo para juzgar al mundo o resucitar a los muertos, estn en todos los evangelios, as como en las supuestas fuentes preevanglicas. Muchos especialistas sostienen que estos dichos constituyeron el uso ms primitivo de Hijo-del-hombre que toma forma en la tradicin; y existe la posibilidad de que sean el resultado de la reflexin propia de Jess sobre Dan 7. La connotacin original puede haber sido la de que cuando Jess vuelva, realizar la descripcin de Dan de un hijo de hombre (ser humano) a quien el Anciano de das dar todo el poder y el juicio.

La vinculacin de la identidad de Jess a la segunda venida en el futuro (es decir, que l ser el Mesas o Seor o Hijo del hombre) goz posiblemente de una popularidad relativamente corta en el pensamiento cristiano, pues los pasajes que ya hemos estudiado quizs sean los nicos casos de esta cristologa en el nuevo testamento. Creo que es teolgica la razn de esa breve e irrelevante tradicin. El cristianismo es una religin de esperanza, y lo que Dios tiene todava que hacer en y por medio de Jess sigue siendo un factor importante de su perspectiva teolgica. No obstante, la esencia de la proclamacin cristiana al mundo es lo que Dios ha hecho en Jess. Si se colocara el evangelio o la buena nueva en una balanza, este aspecto pesara ms que el empeo de lo que Dios har. El Jess que, a los ojos de la fe, ya es pesa ms que el Jess que ser en la anticipacin de la esperanza.

2. Cristologa de la resurreccin

Es una cristologa que pone el acento en el presente, esto es, en quin es Jess, y cree que la resurreccin es el momento que expresa esa realidad. En nuestras consideraciones examinamos an las pruebas cristolgicas anteriores a la poca de los escritos cristianos que se conservan, y en ese periodo que precede al ao 50 existen ms pruebas para la cristologa de la resurreccin que para la cristologa de la segunda venida-. No slo es sta la cristologa sobresaliente en los sermones atribuidos a Pedro y Pablo en Hechos, sino que tambin se encuentra en algunas afirmaciones de las cartas paulinas que parecen ser anteriores a Pablo. Jess es el Mesas, Seor, e Hijo de Dios en la presencia del Padre en el cielo, y lo es por haber sido resucitado o exaltado.

Comencemos con las referencias cristolgicas a la resurreccin en el libro de los Hechos. En Hech 2,32.36 omos a Pedro que proclama: A ese Jess lo resucit Dios... Dios lo ha hecho Seor y Mesas, a ese Jess al que vosotros crucificasteis. Hech 5,31 presenta a Pedro que anuncia: A ese elev Dios a su derecha como Prncipe y Salvador. Y en 13,32-33 es Pablo quien habla: Que la promesa hecha a los padres Dios se la ha cumplido a los hijos, a nosotros, resucitando a Jess, como est escrito tambin en el salmo segundo: 'Hijo mo eres t, yo te he engendrado hoy. La ltima frase repite un salmo que se refiere a la coronacin de los reyes de Jud. El profeta Natn prometi que un descendiente de David sera tratado como verdadero hijo de Dios, de manera que cuando un rey era coronado, pasaba a ser, en cierto sentido, hijo de Dios. La resurreccin de Jess, considerada como su entronizacin en el cielo, podra haberse expresado como su coronacin real y -segn el contexto davdico- como el momento de ser engendrado como Hijo de Dios.

Influenciados por los relatos sobre la infancia de Mt y Lc, cuando los cristianos oyen hablar de la concepcin o nacimiento del Mesas, tienden a pensar en la anunciacin a Mara y el nacimiento en Beln. Pero probablemente el uso ms primitivo de un lenguaje referido al nacimiento de Jess como el Mesas, implicaba su muerte (dolores de parto) y su resurreccin. Esto aparece reflejado en Jn 16,19-22 donde, en la ltima cena, la noche anterior a su muerte, Jess compara el hecho de su partida y de su vuelta con el doloroso apuro de una mujer cuando da a luz y el gozo que siente despus de que ha nacido el nio. Esto est tambin detrs de la imaginera de Ap 12,1-5 donde una mujer vestida del sol, con la luna bajos sus pies, y una corona de doce estrellas (= Israel; cf. Gn 37,9-10) sufre el tormento hasta que da a luz a su nio, que debe dominar a las naciones (=lenguaje slmico para indicar el rey mesinico), el cual es llevado inmediatamente hacia Dios y el trono celestial. Esto no tiene nada que ver con Beln, pues olvidara toda la vida de Jess sobre la tierra. Ms bien describe la agona de la crucifixin y muerte que conduce al nacimiento del Mesas por la resurreccin y la asuncin a Dios. (En el pensamiento judo los dolores de parto del Mesas no son sus dolores sino los sufrimientos de Israel que preceden al envo del Mesas por Dios). La comprensin de la resurreccin, como el nacimiento del Mesas, ha dejado tambin su huella en la teologa neotestamentaria del bautismo, donde el cristiano es bautizado (por inmersin bajo el agua) en la muerte de Jess y sale del agua como nueva criatura nacida de nuevo o desde lo alto.

En cuanto a las pruebas anteriores a Pablo, al principio de su Carta a los romanos (Rom 1,3-4), el apstol cita una formulacin de la proclamacin evanglica pues esperaba que los cristianos de Roma la reconocieran. La comunidad romana no fue fundada por Pablo, sino probablemente por misioneros de Jerusaln que llegaron all a principio de los aos 40. La formulacin, pues, probablemente refleja el pensamiento de ese periodo. En ella Pablo describe a Jesucristo: Descendiente de David segn la carne; constituido Hijo de Dios con poder, segn el Espritu santo, desde su resurreccin de entre los muertos. Aqu, aunque por nacimiento, Jess es el Mesas descendiente de David, por su resurreccin es el Hijo de Dios con poder, por medio del Espritu santo. Adems, la mayora de los estudiosos reconoce que existe un himno anterior a Pablo citado en Flp 2,6-11. Incluso, algunos han afirmado que este himno fue compuesto originalmente en arameo y que puede remontarse a la Palestina de finales de los aos 30. En este himno (Flp 2,8-9) Pablo afirma: Jess se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz! Por eso Dios a su vez lo exalt sobre todo y le dio el nombre, (esto es, 'Seor'), que est sobre todo nombre. En el antiguo testamento, conocer el nombre de una persona equivale a conocer su identidad, y por eso fue tan importante que en Ex 3,14 se le revelara a Moiss el nombre de Dios. As pues, la exaltacin de Jess despus de su muerte lo identifica como Seor.

Como reflejan algunos textos anteriormente estudiados, la resurreccin se contrapuso originalmente a un ministerio pblico de humillacin, de manera que, por la resurreccin, Jess lleg a ser, en cierto sentido, ms grande que lo que haba sido en su ministerio. Esto es lo que los especialistas quieren decir cuando hablan de una cristologa en dos fases. Esta cristologa es la que se expresa con las distintas frmulas y donde Dios, en la resurreccin, constituye a Jess Seor y Mesas, engendra/designa a Jess como el Hijo divino o le da un nombre excelente.

La cristologa de la resurreccin exiga en las expectativas judas del Mesas un cambio mayor que el exigido por la cristologa de la segunda venida, pues ahora el triunfo, la paz, la prosperidad y el culto divino de la expectativa juda son transferidos de la tierra al cielo. Para los que creen, Jess es el Seor que reina en el cielo. Si recordamos que Hech nos han dado una expresin de la cristologa de la parusa as como expresiones de la cristologa de la resurreccin, puede establecerse una continuidad de este modo: el Mesas reinante, que los creyentes ven ahora en el cielo con los ojos de la fe, otros lo vern con sus propios ojos en la parusa bajando del cielo a la tierra.

Puede demostrarse razonablemente que todos los ejemplos de la cristologa de la resurreccin aqu citados reflejan formulaciones anteriores al ao 50. Cuando pasamos al periodo posterior al ao 50 de los escritos cristianos que se conservan, Lc y Pablo, a pesar de que refieren estos pasajes, los han rebasado con su cristologa personal. Ninguno de ellos tiene una cristologa en dos fases; ninguno cree que mediante la resurreccin Jess recibi una identidad como Mesas o Hijo de Dios que no tuviera antes. Los orgenes de la cristologa en dos fases pueden encontrarse en el hecho de que, por la resurreccin, los primeros discpulos comprendieron aspectos de Jess que no conocan antes con claridad, una profundizacin que se traduce en los trminos de: Jess llega a ser (ser hecho, ser engendrado, etc.). Parece que los escritores del nuevo testamento que repiten estas formulaciones, las consideraron equivalentes a Jess es revelado como, esto es, a la manifestacin de su identidad como Mesas, Hijo de Dios, Hijo del hombre, Seor, etc., identidad que ya tena durante su vida terrena pero que era oscura para aquellos que lo vieron fsicamente. Esta observacin nos lleva a la siguiente forma de cristologa que domina los evangelios escritos en el periodo que comprende los aos 60 al 100.

Cristologas a la luz del ministerio pblico de Jess

Todos los evangelios nos presentan a un Jess que durante su ministerio pblico fue claramente Mesas, Hijo del hombre e Hijo de Dios y, a veces, especficamente Seor. Los lectores del evangelio lo perciben inmediatamente, porque forman parte de una revelacin unida al bautismo de Jess, donde Dios habla desde el cielo y le llama mi Hijo amado (Mc 1,11; Mt 3,17; Lc 3, 22). La situacin en Jn 1,33-34 es complicada. Juan el Bautista dice que recibi una revelacin sobre Jess, a quien l reconocera en el momento en que viera descender el Espritu (esto es, en el bautismo); y como resultado de esta revelacin Juan testifica la identidad de Jess. En la mayora de los manuscritos de Jn este testimonio se expresa as: "ste es el Hijo de Dios", pero algunos testimonios leen, "ste es el elegido de Dios", que puede ser la lectura original. Esto es un eco de la descripcin del Siervo del Seor que aparece en el texto griego de Is 42,1: Jacob mi hijo/siervo... Israel mi elegido, descripcin que es un eco a la vez del cuadro sinptico de la revelacin bautismal.

En la cristologa en dos fases de la resurreccin, el ministerio de Jess, desde su bautismo a la cruz, podra presentarse sin problemas como un ministerio de humillacin (Flp 2,7 habla de Jess tomando la condicin de esclavo), pues la exaltacin vino slo con la resurreccin. Pero en la cristologa del ministerio, donde coexisten las condiciones de exaltacin y de servicio humilde, es inevitable la tensin.

A continuacin vamos a ver cmo afrontaron los evangelistas esa tensin. En un pasaje cristolgico de la resurreccin, como el de Hech 13,33, puede aplicarse el Sal 2,7 a Jess sin reserva alguna: Hijo mo eres t, yo te he engendrado hoy. La denominacin bautismal sinptica, mi Hijo amado, en ti me complazco ha modificado el Sal 2,7 combinndolo con palabras (las indicadas en cursiva) de la descripcin del Siervo en Is 42,1. Mediante esta combinacin los evangelistas destacan que para comprender a Jess como rey mesinico durante su ministerio pblico es preciso reconocer que fue a la vez Mesas/Hijo y Siervo que no vocea (Is 42,2) y que fue traspasado por nuestros pecados, cargando sobre s la culpa de todos (Is 53). Puesto que no est claro que en el judasmo precristiano fueran unidas las ideas del Mesas y del Siervo doliente, los judos que no aceptaban las exigencias cristianas pudieron decir con toda razn que un Mesas cuya vida termin en sufrimiento supona un cambio drstico de la idea del esperado rey ungido de la casa de David. Los cristianos replicaron que Jess ilumin todas las Escrituras y mostr cmo deban combinarse pasajes que anteriormente estaban separados.

Por encima de este enfoque comn, los escritos individuales neotestamentarios, al describir el ministerio de Jess, tratan de distinta manera la tensin entre la imagen del Mesas/Hijo exaltado y el Siervo humillado; y esta diferencia contribuye notablemente a fijar la caracterstica de cada uno de los cuatro evangelios.

1. Marcos

Conserva la mayor cantidad de humillacin al describir un ministerio anterior a la crucifixin en el que ningn hombre reconoce o confiesa la filiacin divina de Jess. As, la identidad cristolgica de Jess es un secreto conocido por los lectores (a quienes se les ha revelado el bautismo) y por los demonios (que tienen un conocimiento sobrenatural; Mc 1,24; 3,11; 5,7), pero no por los que se encuentran con l y ni siquiera por los que le siguen cuando predica y hace curaciones. Mc 8, 27-33 muestra lo poco que incluso Pedro, el discpulo ms prominente, ha entendido a Jess. Se ha dado cuenta de que Jess es el Mesas, pero su idea del mesianismo no permite que Jess sufra. Es como el hombre ciego de Mc 8,22-26: Jess impone las manos sobre l y recobra parcialmente la vista (los hombres parecen rboles), pero se precisa una ulterior intervencin de Jess antes de que el ciego vea con claridad. Puede que los lectores o los oyentes de Mc se maravillen de que Jess no revele claramente su identidad cristolgica a sus discpulos, pero la escena de la transfiguracin en Mc 9,2-8 da una respuesta. All Jess se transfigura ante ellos y resplandece la gloria que haba estado oculta durante el ministerio. La voz de Dios, que los lectores oyen en el bautismo, vuelve a hablar desde el cielo proclamando: Este es mi Hijo amado. Pero los discpulos siguen sin entender, pues, segn Mc, tanto ellos como los futuros seguidores slo por el sufrimiento podrn comprender la plena identidad de Jess. As pues, se entiende perfectamente que en Mc slo despus de la muerte de Jess podamos creer en l como Hijo de Dios (Mc 15, 39).

Si la forma en que Marcos refleja la tensin entre un ministerio de humillacin y una alta identidad cristolgica puede verse muy bien en la reaccin que Jess produce en sus seguidores, es an ms sutil en el propio Jess. Es posible que el Jess de Mc no lo conociera todo. Aun siendo el Hijo amado de Dios, admite que slo el Padre sabe, y no el Hijo, cundo sucedern las cosas futuras que afectarn al destino del mundo (Mc 13,32). Y aunque quizs Jess est muy seguro de su propio destino cuando predice que el Hijo del hombre padecer y sufrir la muerte (Mc 8,31; 9,31; 10,33-34) y cuando reta a Santiago y a Juan a que beban el cliz que l beber (Mc 10,38), en el momento de la verdad el Hijo pide al Padre que deje pasar la hora del sufrimiento y la crucifixin y que aparte de l ese cliz. Es casi como si Jess no pudiese ser plenamente el Mesas hasta que no haya pasado por la experiencia de la cruz y haya gritado: Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado? (Mc 15,34). En esto Mc no est lejos de Heb 5,8: y aunque era Hijo, aprendi sufriendo lo que cuesta obedecer. La cristologa de Marcos no es una cristologa en dos fases, en la que Jess consigue una identidad nueva y ms alta despus de su muerte y resurreccin; sino que parece que hasta la cruz no se experimenta ni se manifiesta la completa identidad de Hijo/Siervo, presente ya en el bautismo.

2. Mateo

Resuelve un poco la tensin contenida en el relato del ministerio pblico que toma de Marcos permitiendo que la condicin exaltada de Jess se abra paso a travs de la humillacin, de manera que en determinadas ocasiones sus discpulos puedan darse cuenta de quin es. Las formulaciones pospascuales de la identidad de Jess, que Marcos slo permiti que las proclamaran los demonios durante su ministerio, ahora son expresadas por los seguidores de Jess. A este respecto es significativa la comparacin de Mc 6,47-52 con Mt 14,23-33, donde se refiere el episodio de Jess caminando sobre el mar. En ambos casos Jess va caminando sobre el mar hacia los discpulos que estn en la barca, zarandeada por los vientos; al verlo, los discpulos se alarman, pues piensan que es un fantasma; Jess les anima dicindoles que no teman, sube a la barca y calma al viento. Marcos dice que los discpulos no salan de su asombro, pues no entendan y sus corazones estaban endurecidos. Mateo afirma que lo adoraron diciendo: Verdaderamente, eres Hijo de Dios!.

Por qu esta diferencia? Los lectores de Marcos saben por qu Jess puede hacer estas cosas, porque ya oyeron en el bautismo que es el Hijo de Dios. Marcos espera tambin que los lectores se den cuenta de que, despus de la resurreccin, los discpulos llegaron a esa fe mirando retrospectivamente a la historia, pues de otro modo no habra escrito: Comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Mc 1, 1). Pero muestra tambin que durante el ministerio y antes de la cruz los discpulos no lograron captar esa verdad. Con una pedagoga ms insistente, Mateo lee directamente en la escena la fe cristolgica pospascual de los discpulos, asegurndose de que los lectores comprendan lo que Marcos espera que entiendan.

Algo similar puede observarse en los dos relatos de la confesin de Pedro en Cesarea de Filipo (Mc 8, 27-33, Mt 16,13-23). Ninguno de los dos evangelistas oculta que Pedro expresa correctamente la mesianidad de Jess, pero tambin que la idea que tiene de ella es errnea en sus presuposiciones e implicaciones, pues rechaza el sufrimiento. Es tan equivocada que en realidad resulta satnica y slo refleja el pensamiento humano, no el divino. Pero, una vez ms, Marcos deja suponer a los lectores que despus de ver Pedro al Seor resucitado en Galilea (como se le haba indicado en 16,7), recibi una manifestacin de Dios y lleg a creer; plenamente en Jess como el Mesas, el Hijo de Dios. Mateo lo explica detalladamente al incluir en la confesin de Pedro el componente pospascual, no simplemente la forma de Marcos t eres el Mesas, sino t eres el Mesas, el Hijo del Dios vivo, y al presentar a Jess encomindole porque esa respuesta rebasaba el pensamiento humano ( porque no te lo revel la carne ni la sangre ) y le vena del Padre que est en los cielos. Esta inclusin de respuestas pospascuales a las ambigedades del ministerio fue uno de los factores que le gan a Mateo el aprecio de la Iglesia primitiva, que vio en su evangelio la mejor herramienta catequstica para comunicar la imagen total de Jess; de ah que fuera el evangelio ms utilizado y mejor conocido.

La manera en que Mateo presenta a Jess, segn la cual los discpulos pueden ver su filiacin divina (al menos en momentos de fe), afecta a la forma en que Mateo relata tanto las acciones de Jess como las de sus discpulos. Yendo de camino para sanar a la hija de Jairo, el Jess de Mc (5,30-31), al ser tocado por la mujer con hemorragias, puede preguntar quin ha tocado mis vestidos? y ser reprendido por sus discpulos por hacer una pregunta tonta, ya que la multitud lo estaba apretujando. Del Jess de Marcos ha salido el poder de curacin, pero no sabe quin ha sido curado. Al parecer, en la perspectiva de Mt no caben ni el conocimiento limitado de Jess ni la rudeza de los discpulos, pues en l (Mt 9, 22), sin hacer ninguna pregunta y sin que haya por tanto ninguna reaccin de los discpulos, Jess se vuelve y cura a la mujer cuyos pensamientos ya conoca. Cuando el Jess de Mc se queda dormido en la barca durante una tempestad, los discpulos pueden despertarle con un reproche: Maestro! No te importa que nos hundamos? (Mc 4,38). Pero en el relato de Mt es una oracin (Mt 8, 25): jSeor, slvanos, que nos hundimos!. La muerte de la higuera estril, efecto de la maldicin del Jess de Mc, no se ve hasta el da siguiente (Mc 11, 20-21), mientras que en Mt la planta se seca inmediatamente nada ms maldecirla Jess (Mt 21,19-20). El Jess de Mc puede imponer las manos a un hombre ciego y el hombre recobra la vista slo parcialmente, de manera que tiene que volvrselas a imponer para que vea con nitidez (Mc 8, 22-26). Aunque Mc presenta esto en forma de parbola para mostrar la dificultad que tienen los discpulos para ver con los ojos de la fe, el relato podra entenderse en el sentido de que el poder milagroso de Jess tiene fallos. La cristologa de Mt no tolera esta implicacin y por eso omite las dos fases de la curacin del hombre ciego.

3. Lucas

Hemos visto cmo Mateo introduce una cristologa pospascual en el relato que toma de Marcos, consintiendo que, durante el ministerio pblico, los discpulos manifiesten una alta comprensin de fe respecto a Jess, y que esto influye en su modo de presentar a Jess y su relacin con sus discpulos. La situacin en Lucas es ms compleja, porque el autor tiene un segundo libro (Hech) en el cual Pedro y otros pueden expresar una cristologa pospascual, y por eso no necesita incluir en su evangelio formulaciones de esa cristologa. (A ttulo de comparacin, podemos decir que Mateo ha escrito sus Hechos de los apstoles superponindolos a la narracin evanglica). Por consiguiente, Lucas no aumenta la intensidad de la confesin cristolgica de Marcos durante el ministerio como lo hace Matea; sin embargo, Lucas es an ms sensible que Mateo porque rehsa narrar las limitaciones humanas de Jess o la irreverencia de los discpulos hacia l. Por ejemplo, la confesin de Pedro en Lc 9,20-22 de que Jess es el Mesas de Dios no difiere sustancialmente de la del Pedro de Mc: T eres el Mesas y no es tan fuerte cristolgicamente como la del Pedro de Mt: T eres el Mesas, el Hijo del Dios vivo. (En Hech [2, 36; 3,14-15; 5,31], despus de todo, al Pedro de Lc se le "dar la oportunidad de confesar a Jess como Seor, Mesas, Santo y Justo, Autor de la vida, Prncipe y Salvador, y en 4,12 como el que tiene el nico nombre bajo el cielo por el que debemos salvamos). Pero Lucas no cuenta lo que nos cuentan Marcos y Mateo sobre lo serio que fue el malentendido de Pedro sobre la mesianidad de Jess, hasta el punto de que ste lo compar con Satans.

Al igual que Mc, Lc no presenta a los discpulos confesando a Jess como Hijo de Dios durante el ministerio pblico, pero s dirigindose a l como Seor, de manera que los lectores son conscientes de la profunda identidad cristolgica de Jess. Lucas no describir con demasiado detalle la humillacin de Jess, detalles que podemos comprobar en el relato de la pasin de Marcos y Mateo. Por ejemplo, Lucas no toma de Marcos que en Getseman Jess tena una tristeza mortal, que estaba horrorizado y abatido, que se postr en tierra y que exclam en la cruz: Dios mo, Dios mo por qu me has abandonado?. Lucas tampoco contar los detalles del comportamiento vergonzoso que durante la pasin tuvieron los discpulos y que nos describen Marcos y Mateo; ni que Jess pronostic que perderan su fe y se dispersaran; ni que Jess los encontr durmiendo tres veces y le rega a Pedro; ni que todos huyeron. El Jess noble de Lucas, que est en paz con Dios y consigo mismo (Lc 23, 46), tiene unos discpulos que permanecen junto a l en sus pruebas (Lc 22, 28).

4. Juan

Si nos imaginamos una balanza en la que en un platillo est la humillacin de Jess como Siervo de los evangelios sinpticos y en el otro la exaltacin de su identidad como Mesas/Hijo, el peso del platillo de la identidad exaltada aumentar mientras vamos de Mc a Mt pasando por Lc (el evangelio sin Hech). Sin embargo, el aspecto de la humillacin nunca se pierde de vista. En Juan, el peso del platillo de la identidad exaltada aumenta tanto, que la debilidad humana prcticamente desaparece. (En la cristologa del ministerio en Juan, la descripcin de Jess est muy influenciada por su teologa de la preexistencia, que estudiaremos a continuacin). Mateo y Lucas todava necesitan de la transfiguracin para recordar a los lectores y a los discpulos la gloria de Jess, que se manifiesta durante un instante, lo que quiere decir que la mayora de las veces est oculta. En Jn, la gloria de Jess se manifiesta a sus discpulos en su primer signo milagroso (Jn 2,11), lo que hace que la transfiguracin sea innecesaria. S, la Palabra se ha hecho carne, pero no en el sentido de que se haya vaciado por completo y haya tomado la forma de un siervo como lo descrito en Flp 2,7. Al contrario, en el hacerse carne de Jn hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo nico del Padre . Si en Flp 2,8-9, despus de la muerte de Jess en la cruz, Dios lo exalta y le otorga un nombre que est sobre todo nombre, en Jn, Jess tiene ese nombre durante su vida en la tierra y emplea su poder para guardar a aquellos que el Padre le ha confiado (Jn 17,6-12).

En cuanto a que los discpulos reconocieran la identidad de Jess, vimos que en el evangelio de Lucas ningn ser humano confiesa a Jess como Hijo de Dios; en Marcos, el primero que lo hace es el centurin romano despus de la muerte de Jess; y en Mateo, los discpulos o Pedro hacen esta confesin en momentos muy significativos hacia la mitad del ministerio. Pero en Juan, es justamente al comienzo del evangelio, en los primeros das del encuentro de los discpulos con Jess, cuando lo confiesan como Mesas, Rey de Israel e Hijo de Dios (Jn 1,41.49). Una y otra vez Jess habla de s mismo como el Hijo y reivindica pblicamente su unidad con el Padre (Jn 10,30.38; 14,9), de suerte que aun sus opositores entienden que dice que es igual a Dios (Jn 5,18; 10,33; 19,7). Y ellos creen que ese hacerse igual a Dios es una arrogancia, pero el Jess de Juan no hace nada por su cuenta. El es simplemente el Hijo, y el Padre le ha entregado todas las cosas, de manera que quien no honra al Hijo no honra al Padre (Jn 5, 19-23). El potico comienzo del evangelio de Juan describe la Palabra que era Dios al principio (Jn 1,1) y que se hizo carne en Jess (Jn 1,14); al final del evangelio, Toms, uno de los discpulos, lo confiesa como Seor mo y Dios mo! (Jn 20, 28).

Esta cristologa de la exaltacin, la ms alta que se encuentra en los evangelios e incluso quiz en el nuevo testamento, coincide con la descripcin que Juan hace de la manera que Jess tuvo de actuar durante su ministerio. El Jess de Juan lo sabe todo, de manera que cuando pregunta a un discpulo: Dnde compraremos pan para que coma tanta gente?, el evangelista tranquiliza a sus lectores precisando que Jess lo pregunta, no porque no lo sepa, sino para ver cmo reacciona el discpulo (Jn 6,5-6). En la mitad del ministerio, precisamente cuando se menciona por primera vez a Judas Iscariote, Jess indica que cuando escogi a los doce, l ya saba que uno de ellos era un diablo que lo iba a traicionar (Jn 6,70-71). Puesto que Jess es uno con el Padre, se crea una situacin embarazosa cuando hace una peticin a Dios, como si pudiera haber alguna duda de que la splica va a ser atendida. As, cuando llega al sepulcro de Lzaro, Jess adopta la postura de quien reza por el muerto; pero sus palabras difcilmente pueden considerarse una peticin: Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo s muy bien que me escuchas siempre; si hablo as es por los que estn aqu, para que crean que t me has enviado (Jn 11,41-42). En el relato de la pasin, el Jess de Juan no es una vctima en ningn sentido, sino que tiene un completo control: Yo doy mi vida... Nadie me la quita, sino que yo la doy por mi cuenta. Tengo poder para darla y tengo poder para recobrarla de nuevo (Jn 10, 17-18). El Jess de Marcos, con el alma llena de una tristeza mortal, ora al Padre para que se aleje de l aquella hora (Mc 14,35); pero el Jess de Juan, cuando su alma est angustiada, piensa para s: Y qu puedo decir: Padre, slvame de esta hora?. Jess dice que l no orar as, pues su meta ha sido llegar a esta hora; y por eso dice: iPadre, glorifica tu nombre! (Jn 12,27-28). Jess da a Judas permiso para que vaya y lo entregue (Jn 13,27-30). Cuando Jess dice Yo soy, la cohorte romana y los guardias judos que haban llegado a prenderle retroceden y caen al suelo (Jn 18, 6). Los discpulos del Jess de Juan no huyeron cuando lo prendieron; Jess pide a los que le iban a prender que los dejen ir para que se vea que no perdi ninguno de ellos (Jn 18,8-9). Este Jess no muere slo y abandonado; no slo el Padre est siempre con l (Jn 16,32), sino que a los pies de la cruz estn su madre y el discpulo al que amaba (Jn 19, 25-27), smbolo de una comunidad creyente que l ha reunido. Por consiguiente, sabiendo que haba realizado todo lo que el Padre le haba encomendado y que haba cumplido la Escritura, puede decir: Se ha cumplido, y entonces entrega su espritu (Jn 19,28-30). Obviamente, como ltimas palabras, son muy distintas de aquel grito: Dios mo, Dios mo por qu me has abandonado? de Marcos y Mateo.

Bastan estos ejemplos para demostrar que, a pesar de que los cuatro evangelistas estn de acuerdo en que, durante su ministerio, Jess era ya Mesas e Hijo de Dios, el modo de compaginarlo con la imagen de un Jess rechazado e incomprendido vara tanto que de los evangelios se desprenden imgenes muy distintas de Jess. Para los que aceptan la confesin tarda de la Iglesia de un Jess verdadero Dios y verdadero hombre, si bien el diferente cuadro de cada evangelio corrobora en conjunto esa confesin, da una visin peculiar de las dos caras de ese misterio: Marcos, por ejemplo, nos ayuda a comprender ms a Jess como verdadero hombre; Juan, a comprenderlo ms como verdadero Dios. Ningn evangelio por separado puede damos una imagen total, y slo cuando los cuatro se mantienen unidos entre s, la Iglesia llega a percibir quin es Jess.

Aunque hemos examinado el ministerio pblico de Jess, la parte ms extensa de los relatos evanglicos, no ha terminado todava nuestra resea de los momentos utilizados en el nuevo testamento para evaluar a Jess. El evangelio de Marcos, el ms primitivo, nos ha dicho que Jess era el Mesas e Hijo de Dios desde el comienzo de su ministerio pblico, y que no lleg a ser Hijo de Dios por la resurreccin ni ser el Mesas cuando vuelva. Pero esa afirmacin deja sin responder varias cuestiones. Era Jess el Hijo de Dios antes de ser bautizado por Juan? Las palabras que Dios pronunci en aquella ocasin, T eres mi Hijo amado, en ti me complazco (Mc 1,11), fueron una frmula de adopcin de Jess como Hijo de Dios? No veo razn para sospechar que para Marcos Jess lleg a ser Hijo de Dios en el bautismo, pero su silencio total sobre Jess antes del bautismo plantea una ambigedad que los otros tres evangelistas tratan de eliminar. Los otros tres comienzan sus evangelios antes del bautismo y se valen de momentos preministeriales para indicar la identidad de Jess. Vamos a pasar ahora a esa fase de la cristologa del nuevo testamento.

Cristologas a partir del periodo anterior al ministerio pblico de Jess

Podemos abordar las reflexiones cristianas sobre la identidad de Jess antes de iniciar su ministerio pblico en tres bloques: l. Cristologa del crculo familiar o de la niez, centrada en Jess joven; 2. Cristologa de la concepcin, centrada en la concepcin/nacimiento de Jess; 3. Cristologa de la preexistencia, centrada en lo que precedi a la vida humana de Jess. (En realidad, el cuadro es ms variado, pues los apartados 1 y 2 pueden subdividirse). La intencin de todos ellos es mostrar que la identidad de Jess, que se manifiesta durante su ministerio pblico, es la continuacin de una identidad anterior. No obstante, cuando se las examina crticamente, estas cristologas preministeriales son increblemente independientes unas de otras. El evangelio de Juan, por ejemplo, que es un destacado exponente de la cristologa preexistente (o ms exactamente, de la cristologa anterior a la creacin) revela no conocer los relatos de la infancia de Mt y Lc, en los que se expresa la concepcin cristolgica, y viceversa. Y dentro de una misma subdivisin, aun cuando Lucas y Mateo tratan temas comunes sobre la concepcin de Jess como Hijo de Dios, los relatos que los narran son completamente diferentes. Lo que vamos a ver, pues, en este captulo muestra la abundancia y variedad de la primitiva reflexin cristiana sobre la identidad de Jess.

1. Cristologa del crculo familiar o de la niez

Podra pensarse que el primer paso lgico en la reflexin sobre la identidad de Jess antes de su bautismo y, por tanto, antes de empezar su ministerio pblico, sera informar sobre lo que Jess era de joven cuando viva con su familia o, incluso antes, cuando era un nio que creca. Sin embargo, todo ese periodo ha dejado muy pocas huellas en los evangelios cannicos. Mateo, por ejemplo, que comienza el relato de la infancia hablando de Jess en el seno de su madre, salta de lo que le sucedi cuando tena unos dos aos (la persecucin del nio por Herodes, la huida a Egipto, el traslado de la familia de Beln a Nazaret) al episodio del bautismo. Las escasas pruebas de que disponemos para esta cristologa consisten en un relato lucano sobre Jess a la edad de doce aos, un relato jonico de un milagro que Jess hace en presencia de su madre y hermanos, y un evangelio apcrifo de la infancia que describe algunos milagros que Jess hizo cuando tena cinco aos.

De estas pruebas, la ms conocida es el relato que habla de cuando Jess se qued en el templo de Jerusaln, narrado en Lc 2, 41-45. Aunque Lc convierte este episodio en una secuencia de la concepcin y el nacimiento, cuando ya se haba revelado la identidad de Jess como Hijo de Dios, es probable que el relato tuviera alguna vez vida propia. (Ntese que los padres que buscan a Jess llenos de dolor, estn molestos porque se perdi a propsito y no lo entienden cuando les habla de su Padre). Esta es la primera vez que Jess habla en Lucas, y sus palabras revelan su identidad. Mara ha hablado de tu padre (Jos) y yo, pero Jess, corrigiendo implcitamente la referencia de Mara al padre, deja claro que el primer derecho sobre su vida es ejercido por su Padre celestial, su verdadero Padre. Jess informa a su madre de que los padres naturales no tienen derecho a mandar sobre l. Ella y Jos deberan haberse dado cuenta de que l estaba en la casa de su Padre (esto es, ocupado en las cosas de su Padre, frase elptica de varias connotaciones). Si en el bautismo la voz de Dios desde el cielo identifica a Jess como mi Hijo amado, ya en su niez Jess haba afirmado esa identidad. Cuando se introdujo este relato en el evangelio cannico de Lucas, surgi una dificultad lgica respecto a su narracin del ministerio pblico de Jess. Pues si Jess, siendo un nio, habl abiertamente de su filiacin divina, cmo es que era un desconocido cuando comenz su ministerio (Lc 4,22-24) y por qu no habl claramente de esta identidad durante su ministerio? El final de la historia en Lc 2,50-51, intenta encubrir esa dificultad, pues sugiere que, si exceptuamos el episodio del templo, Jess fue siempre obediente a sus padres, que no comprendan, y por eso no sigui proclamando abiertamente su identidad mientras creca.

El relato de Jn 2, 1-11 es ms complejo. En la secuencia en la que Juan lo ha situado, Jess ya ha sido bautizado y ha reunido a los discpulos. Sin embargo, el milagro tiene lugar en Can, un pueblo galileo prximo a Nazaret, antes de llegar a Cafarnan (Jn 2,12), que ser el centro de operaciones de su ministerio. Adems, su madre es un personaje central en la historia y sus hermanos estn presentes. En Mc 3,21.31-35 el comienzo de su ministerio seala su salida de la casa y su distanciamiento de los familiares, especialmente de su madre y hermanos. El hecho de que, en el relato de Can, Jess parezca estar todava apegado a ese crculo, indica que originalmente puede tratarse de un relato anterior al ministerio. La historia, pues, implica al menos una transicin del crculo familiar al ministerio. En mi opinin, esta historia milagrosa, ms probablemente fue parte, alguna vez, de un gnero en el que Jess obraba milagros dentro de su crculo familiar, aun antes del bautismo. La esperanza de su madre de que l podra hacer algo por sus amigos o parientes para remediar la falta de vino en la boda, supone que ya haba hecho antes otros milagros; y la conversin del agua en abundante vino de la mejor calidad, se parece a los relatos apcrifos de la infancia de Jess, donde hace milagros en favor de la propia familia. La respuesta de Jess a su madre, distinguiendo entre el inters de ella y su propio inters (la hora de manifestar su gloria), es, desde un punto de vista funcional, la misma respuesta que le dio en el templo en el relato lucano que acabamos de estudiar. El lector descubrir que la hora significa lo que el Padre le ha encomendado hacer, y que la gloria que l empieza a mostrar en Can (Jn 2,11) est relacionada con la gloria que tena junto al Padre antes que el mundo existiera (Jn 17,5). As, en las historias de Lucas y de Juan, antes de comenzar de lleno su ministerio y haciendo frente a los intereses familiares, Jess delimita su misin y su relacin con Dios como Padre, que es parte de su identidad.

Probablemente, la cristologa del crculo familiar o de la niez evolucion ms en reas populares que en la predicacin pblica, responsable de la formacin de gran parte de la tradicin evanglica. Esta sospecha se basa en la existencia del extracannico Evangelio de la infancia de Toms, del siglo II, en el que Jess hace una serie de milagros a partir de los cinco aos. Algunos de estos milagros son de favor, como proporcionar milagrosamente agua a su madre o alargar una tabla a su padre. Si la historia de Can en Jn estaba originalmente relacionada con esta tradicin, se entiende mejor por qu su madre espera que pueda hacer algo a propsito de la falta de vino. Por otro lado, el Evangelio de la infancia de Toms est afirmando bsicamente, de una manera popular e imaginativa, que el poder milagroso que Jess tena durante su ministerio pblico ya lo posea desde su ms tierna edad. Jess sana a un nio con un pie herido, multiplica el trigo y resucita a un nio pequeo que acaba de morir. Por el carcter infantil de algunos de estos milagros, como hacer pajarillos de barro que luego echa a volar, se subestima a menudo la importancia cristolgica de este evangelio. Cuando Jess nio hace ese milagro, cierto judo le censura que haya modelado el barro en da de sbado, quebrantando as la ley del descanso, del mismo modo que los fariseos le censurarn luego durante su ministerio pblico (cf. Jn 9, 6-16). E igual que el Jess adulto reaccionar a la crtica sobre el sbado, el Jess nio se muestra imperturbable ante ese reproche, dando a entender que l no estaba sujeto a la ley del sbado, aludiendo as a su autoridad.

Si se organizan estos tres ejemplos de la cristologa del crculo familiar segn la edad que Jess tena cuando sucedieron, y se va del Evangelio de la infancia de Tomas a Jn 2,1-11 pasando por el 2,41-51, se obtiene una firme respuesta, tanto en palabras como en hechos, de que Jess era Hijo de Dios, no slo antes de ser bautizado por Juan, sino desde que tuvo uso de razn.

2. Cristologa de la concepcin

En el captulo introductorio de sus evangelios, tanto Mateo como Lucas relacionan la identidad humana de Jess como descendiente de David, con el hecho de que su padre legal, Jos, era de la casa de David (Mt 1,20; Lc 1, 27). Los dos asocian su identidad divina con el hecho de haber sido concebido de Mara por obra del Espritu santo, sin un padre humano (Mt 1,20; Lc 1,35). Sin embargo, los relatos de la infancia de Mt y Lc son muy diferentes, y deben haber sido compuestos independientemente. Por tanto, lo ms probable es que estos puntos comunes sobre la concepcin provengan de una tradicin compartida, anterior a los dos evangelios.

Mateo (1, 21.23; 2,15) expresa la identidad divina hablando de uno que salvar a su pueblo de sus pecados: Emmanuel (Dios con nosotros) e Hijo de Dios. Y justamente al final de su relato evanglico, Mt 28,20 volver a la identidad del Emmanuel cuando Jess resucitado dice: Yo estar con vosotros todos los das hasta el fin del mundo. As pues, Mateo afirma implcitamente que en su concepcin y mediante ella, Jess ya tena una identidad que va a manifestarse ms ampliamente despus de su resurreccin.

La formulacin de Lucas de la identidad divina de Jess como Hijo de Dios es particularmente interesante si se recuerda Rom 1,3-4, texto que ya estudiamos anteriormente como un ejemplo de cristologa de la resurreccin. All, utilizando una frmula ms antigua, Pablo identifica a Jess como descendiente de David segn la carne, pero constituido Hijo de Dios con poder segn el Espritu santo mediante la resurreccin de entre los muertos. As, en la doble identidad de Jess, Hijo de David e Hijo de Dios, la descendencia humana mediante el nacimiento est asociada con la primera, y el Espritu santo y el poder estn asociados con la segunda. Parece que Lucas estaba familiarizado con esta clase de lenguaje, pues en su expresin de la cristologa del ministerio, despus de que la voz de Dios ha dicho desde el cielo: T eres mi Hijo amado, se nos dice que Jess volvi a Galilea con el poder del Espritu (Lc 4,14). En el relato de Lucas sobre la concepcin de Jess, el ngel Gabriel le dice primero a Mara que el nio que concebir y dar a luz ser Hijo de David. Las palabras en Lc 1,32-33, l ser grande, se llamar Hijo del Altsimo, el Seor Dios le dar el trono de su padre David, reinar sobre la casa de Jacob eternamente y su Reino no tendr fin, son simplemente una reformulacin del orculo de Natn a David en 2 Sam 7,9-16, que sustenta toda la esperanza mesinica. All Dios hablaba por medio de Natn: Te he proporcionado gran nombre... Suscitar detrs de ti a un hijo tuyo... y consolidar tu trono para siempre. Yo ser para l un padre y l ser para m un hijo. Tu casa y tu realeza permanecern firmes para siempre en mi presencia. Tu trono ser estable, estable para siempre. Si el lenguaje del antiguo testamento proporciona la primera mitad de la doble identidad del Jess de Lucas, el lenguaje de la primera predicacin cristiana, por ejemplo, la Carta a los romanos, proporciona la segunda mitad. Respondiendo a la pregunta de Mara, cmo ser eso?, el ngel Gabriel explica cmo Mara ser la madre del Hijo de Dios (Lc 1,34-35): El Espritu santo vendr sobre ti, y el poder del Altsimo te cobijar bajo su sombra; por eso el nio que nacer se llamar santo, Hijo de Dios.

Si ordenamos los pasajes que utilizan el lenguaje de Espritu/poder en relacin con la filiacin divina, veremos que este lenguaje est asociado con la resurreccin en la frmula prepaulina de Rom, con el bautismo al comienzo del ministerio en Lc, y ahora con la concepcin en el relato de la infancia de Lc. En la frmula de Romanos, la doble identidad aparece en forma de secuencia: Hijo de David por nacimiento, luego Hijo de Dios por la resurreccin. En la cristologa de la concepcin de Lc hay dos filiaciones simultneas. En el plan general de la obra de Lucas, el mensaje cristolgico es tan artstico como insistente. La identidad de Jess como Hijo de Dios es proclamada por un ngel en el momento de su concepcin, por Jess mismo la primera vez que habla (Lc 2,46), por Dios en el bautismo (Lc 3,22), y por Pablo despus de la resurreccin (Hech 13,32-33).

Al tratar la cristologa del ministerio, vimos que, cotejndolo con Mc, los otros dos sinpticos reconocieron la identidad exaltada de Jess como Hijo de Dios para compensar su humillacin. Esta opcin cobra mayor sentido cuando vemos que estos dos evangelistas han informado a sus lectores de que no hubo un solo momento en que Jess no tuviera conciencia de su identidad divina. En efecto, la cristologa de la concepcin afecta a la manera como Mt y Lc narran toda la historia de Jess posterior al nacimiento. Puesto que hacen uso de Mc, donde Jess, al comienzo de su ministerio, es religiosamente desconocido aun en Nazaret, tanto Mateo como Lucas tienen que afrontar el problema de los que recibieron la revelacin de la identidad de Jess antes de comenzar su ministerio. Entre estos estaran los magos, que recibieron la revelacin por medio de una estrella en Mt 2,1-2, y los pastores, que recibieron la revelacin mediante un ngel en Lc 2,10-12; estos dos grupos son apartados cuidadosamente de la escena tan pronto como han adorado al nio (Mt 2,12; Lc 2,20). Lc 2,25-38 incluye tambin a Simen y a Ana, que son impulsados sobrenaturalmente a reconocer la identidad de Jess cuando fue llevado al templo, pero, que por su edad avanzada, no viviran para ver crecer a Jess. Jos (Mt) y Mara (Lc) son los principales destinatarios de una revelacin cristolgica en la concepcin de Jess. La ausencia de Jos durante el ministerio pblico (incluyendo el hecho de que Mc 6,3 no menciona a un padre natural en la lista de la familia de Jess) parece indicar que Jos ya haba muerto. Por tanto, Mara es el nico de los personajes del relato de la infancia que sigue activo cuando Jess comienza su ministerio.

Puesto que Mc no dice nada de una cristologa preministerial y parece conocer poco de los orgenes de Jess, puede incluir a Mara entre los parientes de Jess que no comprendan o no apreciaban lo que estaba haciendo en su nueva misin (Mc 3,21.31; 6,4). Pero Mateo y Lucas, que saben que Mara concibi a Jess por obra del Espritu santo, difcilmente pueden aceptar eso. Mateo, que conserva el pasaje que precede y sigue respectivamente a Mc 3,21, omite cuidadosamente el versculo en que los parientes de Jess creen que est trastornado; y en Mt 13,57 suprime de Mc 6,4 la afirmacin de que Jess estaba desprestigiado entre sus familiares. La imagen de Mara en el relato de la infancia de Lucas est mucho ms elaborada que en el de Mateo. Mara no slo concibi por medio del Espritu santo, sino que tambin fue la primera a quien se proclam el mensaje evanglico de la doble identidad de Jess. A esto respondi Mara como caba esperar bsicamente de un cristiano: Que me suceda segn tu palabra. De esta manera Mara lleg a ser el primer discpulo. De acuerdo con esta presentacin tan positiva, el texto del evangelio de Lucas no slo omite los pasajes desfavorables de Marcos, omitidos por Mateo, sino que reinterpreta la nica escena en que aparece Mara en el relato sinptico del ministerio pblico. Cuando ella y los hermanos de Jess lo estn buscando, ya no desentonan con la familia de discpulos como en Mc 3,31-35; ms bien la madre y los hermanos son alabados como los que oyen la palabra de Dios y la ponen en prctica (Lc 8,19-21). Adems, en Hech 1,14, Lucas tiene buen cuidado en mostrar que, despus de la ascensin del Seor, la madre y los hermanos, junto con los doce y algunas mujeres, permanecan fieles, esperando la venida del Espritu.

3. Cristologa de la preexistencia

Hasta ahora, los momentos que hemos estudiado como vehculos para expresar la comprensin cristiana de Jess, fueron momentos circunscritos a su vida terrena. Pero algunos pasajes del nuevo testamento indican que los primeros cristianos creyeron que, antes de su vida tercena, el Hijo de Dios haba tenido una prehistoria. En lo que sigue, no siempre resulta fcil distinguir entre una nocin precisa de la preexistencia del Hijo divino y un plan preparatorio en la mente de Dios para la venida del Hijo.

a) Preexistencia en los tiempos de Moiss y Abrahn

Algunos pasajes que asocian a Jess con acontecimientos del antiguo testamento no pasan de ser una comparacin. Por ejemplo, Jn 3,14, utiliza una imagen del camino por el desierto para referirse a Jess: y como Moiss elev la serpiente en el desierto, as tiene que ser elevado el Hijo del hombre. Otros pasajes pueden tener un sentido ms literal. Por ejemplo, la expresin de Pablo en 1 Cor 10,4 es sorprendente: Nuestros padres (= antepasados) , que acompaaron a Moiss en el desierto, beban todos la misma bebida espiritual: 'Beban de una roca espiritual, que los segua, roca que era Cristo'. Mt 1,2 comienza la historia del nacimiento o de la genealoga de Jess con Abrahn que engendra a Isaac, de manera que Jess parece haber estado ya presente en la historia de Abrahn. Una referencia menos clara a la preexistencia de Jess en tiempos de los patriarcas es Gl 3,16, donde Pablo sostiene que Jess es el descendiente o semilla de Abrahn. En Jn 8,56, Jess dice: Abrahn, vuestro padre, se regocij por ver mi da: lo vio y se alegr. Cuando los judos replican que esto es imposible, pues Jess no llegaba a los cincuenta aos, Jess insiste: Antes de que existiera Abrahn, 'existo yo' (8, 58).

b) Preexistencia en tiempos de Adn

La genealoga de Lc 3,38 identifica a Jess como Hijo de Adn, Hijo de Dios. Es difcil saber si lo segundo debe tomarse ms literalmente que lo primero, como suponen muchos intrpretes. Como quiera que sea, otros textos sugieren que los primeros cristianos asociaron, de algn modo, a Jess con Adn. El paralelo entre Jess y Adn en Rom 5,12-17 no indica por s solo la preexistencia de Jess en el periodo admico. La prueba ms importante sera el himno prepaulino de Flp 2, 6-11, dependiendo de cmo se interpreta el himno. (Algunos especialistas rehsan ver cualquier indicacin de preexistencia en el himno; otros lo interpretan como lo hacemos aqu; la mayora lo interpreta como se explica en la siguiente subdivisin).

El himno puede implicar que originariamente haba dos figuras, Cristo Jess y Adn, coexistentes y paralelos en la imagen (semejanza) de Dios (para Adn, cf. Gn 1,27). Uno (Adn) no acept el estado de siervo inherente a su condicin de ser humano, sino que trat de ser igual a Dios y fracas, cayendo as en un estado de infelicidad (Gn 3, 5.15-19). El otro (Cristo Jess) no trat de ser igual a Dios, sino que se anonad voluntariamente, no slo aceptando el estado de siervo, que es inherente al ser humano, sino que fue an ms all y se hizo obediente hasta la muerte de cruz. Por lo cual Dios lo elev a ser igual con l, dndole el nombre divino de Seor.

c) Preexistencia antes de la creacin

La encarnacin no quiere decir que el Hijo de Dios recibiera la existencia en el momento de su concepcin humana; era ms bien un mediador que exista ya antes en la esfera divina, que se hizo carne en el seno de Mara. No sabemos cmo entendieron Mateo y Lucas la concepcin de Jess por medio del Espritu santo sin un padre humano. Fue eso para ellos la venida del Hijo de Dios? El por eso en Lc 1,35 (El Espritu santo vendr sobre ti, y el poder del Altsimo te cobijar bajo su sombra; por eso tambin lo que nacer se llamar santo, Hijo de Dios) podra interpretarse en esa direccin. No se puede suponer sin ms que Mateo o Lucas pensasen en un modelo de encarnacin como el de Juan. Aunque algunos estudiosos piensan que Lucas conoci el evangelio de Juan, esto dista mucho de ser cierto. Y Juan nunca menciona la concepcin de Jess. Ignacio de Antioqua (hacia el ao 110) es el primero de quien se tiene noticia que uni la cristologa de la concepcin y de la encarnacin, pues alude a Jess como Palabra de Dios y nacido de una virgen (Carta a los Magnesios 8,2 y a los Esmirniotas 1,1).

Tcnicamente, la encarnacin no nos dice si este mediador fue creado (como fueron los ngeles que existan en la esfera divina) o exista con Dios antes de toda creacin. Con mayor razn, la encarnacin no nos dice si el mediador era Dios o igual a Dios. Con estas cautelas, tratar aqu las posibles referencias neotestamentarias a la encarnacin junto a textos que suponen una preexistencia anterior a la creacin, pues muchos estudiosos, influidos por el prlogo del evangelio de Juan, donde la Palabra que se hace carne existe antes de la creacin, unen las dos ideas.

En el estudio anterior sobre el tiempo de Adn, vimos una posible interpretacin del himno prepaulino en Flp 2,6-11. En esa interpretacin, ni Adn ni Jess eran todava iguales a Dios; de ah la tentacin de tratar de alcanzar la igualdad, rechazando Jess la tentacin y cayendo Adn en ella. Muchos estudiosos, sin embargo, interpretan Flp 2,6-7 en el sentido de que Jess no consideraba el ser igual a Dios como algo a lo que aferrarse. Dos temas que aparecen aqu estn involucrados. El primero es cmo traducir harpagmos (una condicin deseada, codiciable): algo a que aferrarse, o algo ya posedo para retener agarrado. El segundo es cmo traducir genomenos en la frase que es apositiva de tomando (o aceptando) la condicin de siervo, a saber, si significa siendo o llegando a ser semejante a los seres humanos. En este sentido, a diferencia de Adn que, como criatura, no era igual a Dios, pero anhelaba serIo, Jess era ya igual a Dios, pero quiso anonadarse adoptando la condicin de un siervo, al hacerse hombre. Los que defienden esta interpretacin afirman, correctamente, que una comprensin ms normal del griego de Flp 2,7-8 sera que el Hijo se hizo hombre. En su apoyo tienen tambin a 2 Cor 8,9, que habla del Seor Jesucristo que, siendo rico, por vosotros se hizo pobre.

Obviamente, si el Hijo se hizo hombre, tiene que haber preexistido; pero desde cundo? Esto no est claro ni en el pasaje de Flp ni en el de 2 Cor. En cuanto al pasaje de Flp, algunos afirman que el ser Jess igual a Dios tiene que incluir una preexistencia eterna. Pero el punto central del himno parece ser la igualdad en condicin y gloria, por lo que cabe preguntar si se pueden forzar estas palabras hasta tal punto que signifiquen igualdad en todos los aspectos. Otro himno en el Corpus paulinum (Col 1,15-20), que quiz sea anterior a la carta, nos presenta a Jess, que tiene una condicin altsima, sin proponer una preexistencia anterior a la creacin. Despus de llamar a Jess en Col 1,15 la imagen del Dios invisible, habla de l como del primognito de toda la creacin, en el cual y por el cual fueron creadas todas las cosas (cf. Eclo 24,9). La descripcin paralela en el himno (Col 1,18) lo presenta como el primognito de entre los muertos, por el cual Dios reconcili consigo todas las cosas. Primognito de entre los muertos quiere decir que el Hijo mismo muri y fue el primero en resucitar para que, mediante l, otros pudieran resucitar de la muerte. Quiere decir tambin primognito de toda la creacin que el Hijo fue creado el primero y luego, por medio de l, otros? Si es as, sera una preexistencia que se remontara al momento de la creacin. 1 Cor 8, 6 dice que todo existe por medio de Jesucristo, pero una vez ms deja sin resolver la idea de si la preexistencia de Jess comienza a partir de la creacin o es anterior a ella.

Heb 4,14-15 y 5,8 describen un Cristo que era Hijo de Dios, pero probado en todo, como nosotros, menos en el pecado, y que tuvo que aprender la obediencia a travs del sufrimiento. El autor de Heb 10,5-10 ciertamente pens en una encarnacin, pues describe los sentimientos de Cristo al venir al mundo y tomar un cuerpo que Dios haba preparado para l. Qu condicin tena el Hijo de Dios antes de venir al mundo? Heb 1,5ss aclara que el Hijo es superior a cualquier ngel. Heb 1,2 dice que Dios cre el mundo por medio del Hijo. Fue creado tambin el Hijo? El mismo pasaje habla de Dios que lo nombr o constituy heredero de todas las cosas, lo cual podra connotar que lo estaba haciendo Hijo o que estaba dando a un Hijo preexistente una misin en la creacin. Esto ltimo cuenta con el apoyo del lenguaje que se utiliza en Heb 1,3, donde el Hijo es presentado como un reflejo de la gloria de Dios, que tiene la impronta del ser de Dios y que sostiene el universo con su poder; y cuenta tambin con el apoyo de dirigirse al Hijo como a Dios en Heb 1,8. As pues, resulta probable que Heb se imagine un Hijo divino que exista antes de la creacin, que particip en la creacin de todas las cosas, y que se encarn en Jesucristo.

El evangelio de Juan ofrece claros ejemplos de la cristologa anterior a la creacin. En Jn 1,1-2, apertura del himno que sirve de prlogo, se aclara que no slo fueron creadas todas las cosas por medio de la Palabra (que es el Hijo; cf. Jn 1,18), sino que, adems, la Palabra existi con Dios antes de la creacin. Si en Gn 1,1 al principio quiere decir al principio de la creacin, en Jn 1,1 al principio significa antes de que todo fuese creado. Que en la mente de Juan la preexistencia de Jess como Hijo de Dios no es simplemente un lenguaje figurativo hmnico ni tampoco una licencia potica, es evidente en Jn 17,5, donde el Jess de Juan dice literal y conscientemente haber tenido una existencia glorificada con el Padre antes que el mundo existiera (cf. tambin Jn 16,28; 3,13; 5,19; 8,26.58).

Una faceta particular de la cristologa de Juan anterior a la creacin es el uso que Jess hace de la expresin yo soy. Su correspondiente griego ego eimi puede ser sin ms una frmula del habla corriente que equivale a se soy yo o yo soy aquel. Con todo, en el antiguo y nuevo testamento, en el gnosticismo, y en algunos escritores religiosos griegos paganos tiene tambin un uso sagrado y solemne. Muy importante para nuestra investigacin es el uso absoluto que Juan da al yo soy, que rsaltar escribindolo en cursiva. As, Jn 8,24: Pues si no creis que yo soy, moriris en vuestros pecados; Jn 8,28: Cuando elevis al Hijo del hombre, entonces sabris que yo soy; Jn 8,58: Antes de existir Abrahn, yo soy; Jn 13, 19: Para que cuando esto suceda, creis que yo soy. Yo aadira otros dos textos. El primero es Jn 6,20, donde los discpulos en la barca se asustan al ver a alguien venir hacia ellos caminando sobre el agua, y Jess les da nimos diciendo: Yo soy, no temis. El segundo es Jn 18,5: la cohorte y los guardias que llegan al jardn, al otro lado del torrente Cedrn para prender a Jess anuncian que estn buscando a Jess de Nazaret y l les dice: Yo soy. Algunos diran que, en el primer caso, el significado es simplemente se soy yo, esto es, alguien que conocis y no un ser sobrenatural o un fantasma. Y que, en el segundo caso, el significado es yo soy aquel, es decir, el que buscis. Una solucin mejor es el reconocer en la expresin yo soy un juego de doble sentido: a la vez que tiene una importancia menor desde el punto de vista narrativo (como acabamos de ilustrar), tiene tambin una connotacin ms alta. En el primer ejemplo, lo sagrado viene del contexto que presenta a Jess caminando sobre el mar, y una peligrosa tempestad, desde donde tocan inmediatamente tierra; en el segundo, lo sagrado viene de los que, al or la respuesta de Jess, retrocedieron y cayeron al suelo. Ambos, pues, seran ejemplos de una teofana o aparicin divina de alguien que, como el Dios de Israel, es seor de las tempestades y del mar y ante cuyo nombre debe doblarse toda rodilla.

Hay una tendencia natural a creer que estas afirmaciones son incompletas; por ejemplo, en Jn 8,25, los judos responden con una pregunta: Entonces, t quin eres?. Puesto que este uso trasciende el mbito del habla ordinaria, todos reconocen que el carcter absoluto de yo soy tiene en Juan una funcin especial reveladora. La explicacin ms comn es la de asociar este uso de Juan al yo soy empleado como un nombre divino en el antiguo testamento y en el judasmo rabnico. Aunque algunos estudiosos han sugerido un antecedente de la frmula de Jn en el uso religioso pagano (en las frmulas mgicas de Isis, el corpus hermtico, los escritos mandestas y la liturgia del mitrasmo), sigue siendo difcil encontrar paralelos de este uso absoluto. Por ejemplo, los textos mgicos que dicen simplemente yo soy no son ejemplos de uso absoluto, pues el que usa el texto debe proporcionar un nombre. El antiguo testamento ofrece excelentes ejemplos del uso de yo soy, incluyendo ejemplos impresionantes del uso absoluto. Comencemos con la afirmacin yo soy Yahv/Dios, puesto que en el antiguo testamento el uso absoluto de yo soy es una variante de esa frmula. En hebreo la afirmacin tiene simplemente el pronombre yo y el predicado Yahv o Dios sin verbo copulativo. Esta frmula es reveladora en sentido limitado, expresando autoridad divina y dando seguridad y una razn para confiar (Gn 26,24; 28,13; Ex 6,6; 20,2.5; Lev 18,5; Ez 20,5). En particular, donde Dios promete, y reconoceris que yo soy Yahv (Ex 6,7; cf. 7,5), estamos cerca de Jn 8,24.28 citado anteriormente. El uso ms importante de la frmula yo soy Yahv en el antiguo testamento, subraya la unicidad de Dios: Yo soy Yahv (o yo soy l) y no hay otro, por ejemplo, en el Deuteroisaas y en Os 13,4 y Jl 2,27. El hebreo yo Yahv o yo El es traducido en el antiguo testamento griego simplemente como yo soy (ego eimi); y puesto que no se expresa el predicado, esa traduccin pone un mayor nfasis en la existencia.

Hay incluso pruebas de que el uso de ego eimi en el griego del Deuteroisaas se lleg a entender no slo como una afirmacin de la unicidad y existencia divinas, sino tambin como un nombre divino. El hebreo de Is 43,25 dice: Yo, yo soy quien borra tus delitos. El griego traduce la parte primera de esta afirmacin usando ego eimi dos veces. Esto puede significar yo soy l, yo soy el que borra tus delitos; pero puede tambin ser interpretada como yo soy 'yo soy' el que borra tus delitos, una traduccin que hace de ego eimi un nombre. Is 51,12 es similar. El hebreo de Is 52,6 afirma: Por eso mi pueblo conocer mi nombre; en aquel da ellos conocern que yo soy el que habla; pero en griego puede ser ledo que ego eimi es el que habla, de manera que yo soy se convierte en el nombre divino que ser conocido en el da del Seor.

Sobre este fondo, el uso del absoluto yo soy por el Jess de Jn es plenamente inteligible; Jess habla de la misma manera que habla Yahv en el Deuteroisaas. Por ejemplo, en Jn 8,28 Jess promete que cuando el Hijo del hombre sea elevado (retornando al Padre), entonces sabris que ego eimi. El uso en Jn del absoluto yo soy tiene el efecto de presentar a Jess como divino, con una (pre)existencia como su identidad, exactamente de la misma forma como el griego del antiguo testamento entendi al Dios de Israel.

Juan no invent este uso para Jess, pues hay ejemplos que rayan en el uso absoluto de ego eimi en los sinpticos, aunque puede sostenerse que se sobreentiende un predicado. Por ejemplo, en Mt 14,27 (Mc 6,50) cuando Jess se acerca caminando sobre el agua dice a los discpulos que estn en la barca: Ego eimi, no temis. Este es el mismo uso que vimos en Jn 2,20. Que en esta escena Mateo intenta expresar algo ms que un simple yo soy, se desprende de la profesin de fe que provoca en los discpulos (Mt 14,33): jVerdaderamente eres Hijo de Dios!. O tambin, cuando al hablar de los signos de los ltimos das, Jess les advierte: Vendrn muchos en mi nombre diciendo: iego eimi! (Mc 13,6; Lc 21,8). El contexto no insina claramente un predicado (aunque Mt 24,5 proporciona uno: Yo soy el Mesas); y la yuxtaposicin de ego eimi y mi nombre nos aproxima al uso de Juan. As, el uso de Juan del absoluto Yo soy, antes que una creacin de la nada, puede ser la elaboracin de un uso en una tradicin primitiva que ha dejado algunas huellas tambin en los evangelios sinpticos. Otros ejemplos pueden incluir el uso en Lc 24,36 (algunos testimonios textuales) donde, despus de la resurreccin, Jess se aparece a sus discpulos y les dice: Ego eimi; no temis. Una vez ms, esto puede significar simplemente: Este soy yo (cf. Lc 24,39); pero el contexto pospascual sugiere una revelacin del seoro de Jess. Una posibilidad menos probable es el uso de Ego eimi en la respuesta de Jess al sumo sacerdote en Mc 14,61-62.

Los pasajes paulinos de Heb muestran igualmente que la cristologa anterior a la creacin que implica una encarnacin no fue una aberracin o una creacin de la nada de Juan, sino una clarificacin, a lo sumo, dentro del marco evanglico, de ideas que circulaban en otras partes entre los primeros cristianos. (Este es un hecho importante que hay que tener en cuenta ante la tendencia de algunos a afirmar que la descripcin de Jess como Dios verdadero de Dios verdadero en el concilio de Nicea proviene, exclusivamente, de Juan). Sin embargo, las implicaciones de la encarnacin en Juan parecen sobrepasar los otros escritos del nuevo testamento. De la descripcin de Jess de Juan se puede dudar que Juan hubiera dicho con Flp que hubo un anonadamiento en la encarnacin, o con Heb que el Hijo tuvo que aprender la obediencia. El Jess de Juan es tan uno con el Padre que difcilmente Juan hubiera podido afirmar esto ltimo.

Entre los evangelios, slo Jn presupone abiertamente una encarnacin en la cual la Palabra divina se hizo carne y habit entre nosotros como Jesucristo. En la cristologa del ministerio vimos que Juan, mucho ms que los sinpticos, deja que la condicin exaltada de Jess domine el mbito de su vida terrena. Claramente el concepto de Juan sobre la encarnacin es un factor importante en ese cambio de nfasis. Cuando los otros evangelios hablan de la venida del Hijo del hombre, se refieren a la parusa al final de los tiempos. Aunque Juan no excluye esto, acenta sobre todo la proveniencia divina del Hijo del hombre en la encarnacin. Si en otro tema central del nuevo testamento el acto supremo del amor de Dios en Jess fue la entrega de s mismo implicada en la crucifixin (Rom 5,8), en Jn 3,16-21 el acto supremo del amor y entrega de Dios es el envo del Hijo al mundo como una luz para aquellos cuyas obras estn hechas en Dios. Si hay cristianos que estn esperando que vuelva el Hijo del hombre a presidir el juicio y a premiar con la vida eterna, la venida del Hijo del hombre en la encarnacin, segn Juan, constituye ya un juicio, en cuanto que todos tienen que decidir entre la luz que ha venido al mundo o la oscuridad. Jess trae la misma vida eterna de Dios a aquellos que creen, hacindolos hijos de Dios; y esto ya se ve en el curso del relato, al parecer aun antes de la crucifixin/resurreccin. Lo que los otros evangelios tienden a poner al final del ministerio pblico, a medida que Jess se acerca a la crucifixin y resurreccin, Juan tiende a ponerlo al comienzo, cuando el Hijo de Dios que ha bajado del cielo comienza a hablar; por ejemplo, la purificacin del templo, la prediccin de la destruccin del santuario y la cuestin de que l es el Mesas, el Hijo de Dios (todo en Jn 1-2). No podemos tener seguridad de cmo fue coherente Juan elaborando este tema. Jn 7,39 dice que todava no haba Espritu, porque Jess no haba sido glorificado, pero en Jn 4,10 parece ofrecer agua viva a la samaritana en ese mismo momento. En la teologa posterior, esta tensin conduce a un debate sobre si los hombres fueron ya redimidos por la encarnacin, e incluso a la especulacin de si esto habra sido suficiente sin que Jess tuviera que morir en la cruz.

Uno tiene la impresin de que Juan conoce el tipo de presentacin evanglica de los sinpticos (no necesariamente de cada evangelio) y lo considera elemental. Juan narra la historia de Jess desde el punto de vista de la encarnacin, haciendo casi de las palabras de Jess en Jn 1,50b su tema: Vers cosas mucho mayores que sa. Casi cada escena del evangelio de Juan viene a ser un vehculo para manifestar la gloria de Jess, la gloria propia del Hijo nico del Padre (Jn 1,14).