1. El Fotolibro Parr - Badger

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EL FOTOLIBRO: UNA HISTORIA. Parr, Martin / Badger, Gerry. Londres: Phaidon. 2004-2006. (Vol I. pp. 6-11) INTRODUCCIÓN El fotolibro: entre la novela y el cine Las razones por las que los fotógrafos toman fotos son innumerables, al igual que los usos que se pueden dar a esas imágenes. Algunos toman fotos para expresarse creativamente, otros para fijar su mirada sobre el mundo, algunos para cambiar la percepción de lo que nos rodea, y otros simplemente para pagar la hipoteca. Las fotografías pueden funcionar como documentos históricos, como propaganda política, como pornografía, como almacén de la memoria personal, como obras de arte, como hechos, ficción, metáfora y poesía. El medio admite tal diversidad de objetivos ‒ creativos, utilitarios, propagandísticos, terapéuticos, chamanísticos- que tratar de concentrarlos en una historia única sería arrogante. Desde sus inicios, la fotografía se ha contado desde diferentes historias, ya que fue concebida como un vástago entre el arte y la ciencia, en parte sucedáneo de la pintura, en parte herramienta para recolectar conocimientos empíricos. Era un nuevo modo de descubrir el mundo. Hoy sabemos que la historia del arte no es unitaria, ni todo cabe en ella; en la historia de la fotografía, todavía cabe menos. Tradicionalmente, se han presentado dos tipos de historia de la fotografía: una enfocada en los desarrollos técnicos ‒el acercamiento tecnológico-, y la otra enfocada en su estética, estudiando a los “grandes” fotógrafos y sus “obras maestras” ‒el acercamiento formalista-. Las dos historias más divulgadas antes de los años 70, de Beaumont Newhall y Helmut Gernsheim respectivamente, intentaron amalgamar ambos puntos de vista, aunque terminaban dando protagonismo a la mirada estética. En los años 30, algunos autores clarividentes, especialmente Robert Taft, Gisèle Freund y Walter Benjamin, se interesaron por las implicaciones socio-políticas de la fotografía, pero hasta la llegada de la posmodernidad y las teorías de la representación, no se resolvió la carencia de estudios socio-culturales sobre el medio. La fotografía no es como las bellas artes ‒un área de prácticas culturales muy específicas, algo herméticas, que se dan dentro de un esquema socio-económico bastante rígido. La fotografía es tanto un medio artístico como un medio de masas, y otro gran número de cosas también. La historia que contamos aquí tiene en cuenta la técnica y la estética, el arte y los medios de masas, aunque estos últimos apenas hayan sido considerados por los historiadores. Es, como la foto-historiadora Shelley Rice comenta, “una historia secreta infiltrada en la cronología oficial de la historia de la fotografía”, ignorada o despreciada en cierta manera en el pasado, quizás porque es demasiado obvia ‒la tenemos justo debajo de nuestras narices, y la damos por hecho. Ésta es la historia de la fotografía

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un extracto del libro Fotolibro.

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  • EL FOTOLIBRO: UNA HISTORIA. Parr, Martin / Badger, Gerry. Londres: Phaidon. 2004-2006. (Vol I. pp. 6-11)

    INTRODUCCIN El fotol ibro: entre la novela y el c ine Las razones por las que los fotgrafos toman fotos son innumerables, al igual que los usos que se pueden dar a esas imgenes. Algunos toman fotos para expresarse creativamente, otros para fijar su mirada sobre el mundo, algunos para cambiar la percepcin de lo que nos rodea, y otros simplemente para pagar la hipoteca. Las fotografas pueden funcionar como documentos histricos, como propaganda poltica, como pornografa, como almacn de la memoria personal, como obras de arte, como hechos, ficcin, metfora y poesa. El medio admite tal diversidad de objetivos creativos, utilitarios, propagandsticos, teraputicos, chamansticos- que tratar de concentrarlos en una historia nica sera arrogante. Desde sus inicios, la fotografa se ha contado desde diferentes historias, ya que fue concebida como un vstago entre el arte y la ciencia, en parte sucedneo de la pintura, en parte herramienta para recolectar conocimientos empricos. Era un nuevo modo de descubrir el mundo. Hoy sabemos que la historia del arte no es unitaria, ni todo cabe en ella; en la historia de la fotografa, todava cabe menos.

    Tradicionalmente, se han presentado dos tipos de historia de la fotografa: una enfocada en los desarrollos tcnicos el acercamiento tecnolgico-, y la otra enfocada en su esttica, estudiando a los grandes fotgrafos y sus obras maestras el acercamiento formalista-. Las dos historias ms divulgadas antes de los aos 70, de Beaumont Newhall y Helmut Gernsheim respectivamente, intentaron amalgamar ambos puntos de vista, aunque terminaban dando protagonismo a la mirada esttica. En los aos 30, algunos autores clarividentes, especialmente Robert Taft, Gisle Freund y Walter Benjamin, se interesaron por las implicaciones socio-polticas de la fotografa, pero hasta la llegada de la posmodernidad y las teoras de la representacin, no se resolvi la carencia de estudios socio-culturales sobre el medio. La fotografa no es como las bellas artes un rea de prcticas culturales muy especficas, algo hermticas, que se dan dentro de un esquema socio-econmico bastante rgido. La fotografa es tanto un medio artstico como un medio de masas, y otro gran nmero de cosas tambin.

    La historia que contamos aqu tiene en cuenta la tcnica y la esttica, el arte y

    los medios de masas, aunque estos ltimos apenas hayan sido considerados por los historiadores. Es, como la foto-historiadora Shelley Rice comenta, una historia secreta infiltrada en la cronologa oficial de la historia de la fotografa, ignorada o despreciada en cierta manera en el pasado, quizs porque es demasiado obvia la tenemos justo debajo de nuestras narices, y la damos por hecho. sta es la historia de la fotografa

  • contada desde los libros fotogrficos, o como se les denomina recientemente: fotolibros.

    Qu es un fotolibro? Puede parecer una pregunta redundante con una

    respuesta obvia. Un fotolibro es un libro con o sin texto- cuyo contenido principal se trasmite mediante fotografas. Se trata de un libro cuyo autor es un fotgrafo o alguien que edita y ordena el trabajo de un fotgrafo, o incluso de varios fotgrafos. Tiene un carcter propio, diferente de las fotografas individuales, de la fotografa funcional o de la fotografa artstica para exposiciones. Aun as, y aunque estas frases pueden servir como definiciones bsicas, no es tan simple. Este estudio se enfoca en un tipo especfico de fotolibros y en un tipo determinado de autor. Consideramos al fotgrafo / autor como auteur (en su sentido cinematogrfico un director autnomo que crea una pelcula siguiendo su propia visin artstica), y tratamos a cada fotolibro como una pieza importante en s misma. Como el crtico de fotografa holands Ralph Prins comenta: Un fotolibro es una forma de arte autnoma, comparable a una pieza escultrica, una obra de teatro o una pelcula. Las fotografas pierden su sentido individual y se convierten, una vez traducidas a tinta, en parte de un evento dramtico llamado libro.

    El fotgrafo John Gossage, un coleccionista muy agudo y un asiduo productor de fotolibros, dice que los fotolibros deberan reunir las siguientes caractersticas:

    Primero, debera contener un gran trabajo. Segundo, debera hacer que ese trabajo funcionara como un mundo propio dentro del libro. Tercero, debera tener un diseo que complementara su contenido. Y finalmente, debera presentar el contenido de manera que mantenga el inters despierto.

    No todos los libros que se analizan aqu contienen esas cualidades en la misma medida. El libro que lo logra es de hecho una pieza rara. Pero los libros seleccionados tienen suficientes atributos como para garantizar su inclusin. Generalmente hemos considerado a los fotolibros como eventos especficos, como los llama Prins, en los que se rene un grupo de fotografas entre dos portadas. Cada fotografa debe resonar en las siguientes segn se van pasando las pginas, de modo que su sentido colectivo sea ms importante que el de las imgenes individuales. En el fotolibro, la suma, por definicin, es ms grande que las partes. Y cuanto ms grandes sean esas partes, ms grande ser el potencial de esa suma. Pero se pueden hacer grandes fotolibros con fotografas mediocres. Paris (1931) de Mo Ver es un libro destacable, quizs el mejor ejemplo de esta situacin: las imgenes individuales no son especialmente impactantes, pero el modo en que estn coreografiadas produce un trabajo asombroso. En los fotolibros, cada imagen debe ser considerada como una frase, o un prrafo, que van construyendo un texto.

  • Otros factores tambin pueden afectar al fotolibro. Algunos tienen textos junto a las fotografas, para complementarlas. En otros, las palabras y las imgenes luchan entre s, en algunos casos de forma positiva, y en otros no tanto. El diseo es tambin importante. Los monumentales fotolibros propagandsticos soviticos de los aos 30 son esencialmente buenos ejemplos de diseo editorial, pero tambin pueden ser considerados grandes fotolibros, debido a que ese diseo grfico proporciona un marco para leer las fotografas con un ritmo cinematogrfico y un dinamismo que se salen de lo comn.

    Cada elemento de la produccin del libro contribuye al xito de un fotolibro la encuadernacin, la chaqueta, la tipografa, el papel. La impresin, por supuesto, es un elemento vital. Muchos amantes de los fotolibros recuerdan los aos 50 y 60, y lamentan el fin de la impresin en rotograbado, cuando las fotografas se reproducan en unos negros sensuales de efectos casi tctiles, que nos recuerdan que el fotolibro es un objeto tridimensional diseado para sostenerlo entre las manos. Los mejores productores de fotolibros reconocen este hecho. No obstante, no siempre se trata de contar con un presupuesto elevado, sino de la produccin correcta de cada tipo de fotografa. Los fotolibros pueden ser producidos de manera tosca, y aun as funcionar mejor precisamente por esa falta de pretenciosidad, si es acorde con el contenido de las imgenes. Uno de los mejores fotolibros checos publicados despus de la II Guerra Mundial, ABECEDA: Duevniho przdna (Alfabeto del vaco espiritual, 1946) de Zdenek Tmej, presenta bonitos fotograbados impresos en un papel similar al que se usa para imprimir los peridicos: esa combinacin complementa perfectamente el tema de las fotografas tomadas clandestinamente durante la guerra.

    Tal y como lo definimos, el fotolibro debe tener un objetivo concreto un tema especfico. El tema puede ser tan amplio como el universo, como el Atlas photographique de la lune (Atlas fotogrfico de la luna, 1896-1910) de Maurice Loewy y Pierre Puiseux, o tan nfimo como una coleccin de primero planos de barro ondulado en Das Watt (Marismas, 1937) de Alfred Ehrhardt. Puede ser formalmente preciso, como la geometra vegetal mostrada en Urformen der Kunst (Formas de arte en la naturaleza, 1928) de Karl Blossfeldt, o tan intuitivo como la expresin psicolgica de una prctica urbana, tal y como vemos en Sashin yo Sayonara (Adis fotografa, 1972) de Daido Moriyama. Puede ser tan simple como el libro annimo que rene las fotografas de las coronas funerarias del velatorio de Lenin (Leninu. A Lenin, 1925), o tan rico como un diccionario, como vemos en el libro Praha panoramatick (Praga panormica, 1959) de Josef udek. Pero el tema tiene que ser claro, y a ser posible inmediatamente obvio.

    Un fotolibro no es una simple antologa de los grandes xitos de un fotgrafo, ni la revisin de su carrera. No hemos incluido, por lo tanto, las monografas de un determinado fotgrafo en un periodo concreto de su trayectoria. Pero una vez dicho esto, tenemos que matizarlo. Uno de los fotolibros ms conocidos e influyentes s es una monografa, en su sentido ms estricto me refiero a The Decisive Moment (El

  • momento decisivo, 1952) de Cartier-Bresson-. Incluso un fotolibro clsico, American Photographs (Fotografas americanas, 1938) de Walker Evans es el catlogo de una exposicin retrospectiva de media carrera, y rene imgenes de diferentes proyectos, hechas en circunstancias muy diferentes. Pero al igual que en The Decisive Moment, el libro de Evans fue diseado con intencin muy concreta, y esa intencin no se limitaba a ordenar la obra del fotgrafo siguiendo un criterio formal, sino que se trataba de algo ms ambicioso al contrario que la gran monografa The Art of Edward Weston (El arte de Edward Weston, 1932). De modo que las monografas que hemos incluido trascienden, en nuestra opinin, los estrictos confines de su gnero.

    Esto nos acerca a otro aspecto del fotolibro, similar al debate de si la copia fotogrfica es original solo si ha sido revelada por el propio fotgrafo. Existe un tipo de fotolibro producido por autores que ni siquiera son fotgrafos, libros compuesto enteramente con imgenes encontradas. En ese contexto, la fotografa es un ladrillo que construye una estructura nueva. En ese caso, la tarea del autor no consiste en crear las fotografas, sino en seleccionarlas y ordenarlas, proporcionando una voz nueva y potente al materia de otros, especialmente cuando la voz original se ha perdido, debido al tiempo o a la falta de atencin. El principio del collage, ya sea utilizando imgenes propias o material apropiado, siempre ha sido un elemento fundamental en la fotografa, especialmente en manos de los no-fotgrafos. Del mismo modo en que los artistas conceptuales y algunos pintores comenzaron a incorporar fotografas encontradas como parte esencial de las prcticas artsticas contemporneas, la reordenacin y la publicacin de material fotogrfico de otros autores generalmente de fotgrafos annimos o desconocidos- constituye una categora importante dentro de los fotolibros. El autor-editor de esos libros merece el mismo reconocimiento que los fotgrafos que producen libros a partir de su propio material.

    La seccin del Volumen II que se centra en los fotolibros-collage promete ser de las ms vivas y creativas de toda nuestra propuesta, aunque en el Volumen I tambin se pueden encontrar ejemplos excelentes. Esta categora incluye muchos libros de propaganda: Gardners Photographic Sketch Book of the War (Libro de apuntes de Gardner sobre la guerra, 1866) de Alexander Gardner, que fue compilado a partir de los negativos tomados por numerosos fotgrafos durante la guerra civil; el manifiesto moderno de Lszl Moholy-Nagy, Malerei Fotografie Film (Pintura Fotografa Cine, 1925); y la horripilante Unidad americana de informacin blica KZ (1945), una antologa de fotografas tomadas en los campos de concentracin, para ser distribuidas entre la poblacin alemana al final de la guerra.

    Nuestro principal criterio para seleccionar un fotolibro es que sea un ensayo completo en fotografas, y que siga su tema con intencin, lgica, continuidad, clmax, sentido y perfeccin, como dijo Lincoln Kirstein. El fotolibro, resumiendo, es la novela literaria entre los libros de fotografa. Y que lo sea no implica automticamente que vaya a tener calidad, pero al menos es una declaracin de intenciones es una

  • indicacin de que se ha intentado conseguir algo ms ambicioso que el tpico libro ilustrado fotogrficamente, e incluso en ciertos casos, se puede conseguir sin intentarlo conscientemente.

    Aquellos que estn familiarizados con los fotolibros levantarn una ceja ante las omisiones e inclusiones de algunas piezas en este libro. Llama la atencin la ausencia de un gran nmero de grandes fotgrafos norteamericanos modernos. Pero es que muchos fotgrafos que publican su trabajo en revistas o en ediciones populares de libros, o que han enfocado su produccin a la venta en galeras, no han llegado a hacer nunca un fotolibro convincente. Por lo tanto, esta historia relega algunos grandes nombres dentro del canon fotogrfico institucional, mientras que trae a la luz a otros que fueron rechazados de algn modo. No aparecen Alfred Stieglitz, ni Edward Weston, ni Ansel Adams. No seleccionamos Camera Work (El trabajo de la cmara) de Stieglizt porque, a pesar de su produccin suntuosa, se trata bsicamente de una revista. Weston y Adams no han sido incluidos porque sus fotolibros no alcanzan la misma calidad que sus fotografas, y los dos mejores libros de Weston son simplemente antologas de sus mejores imgenes. De hecho, parece que esos fotgrafos, al enfocarse en la copia autnoma, nica y artstica, perdieron en cierto modo la capacidad de producir libros. En general, la modernidad institucional norteamericana no es un buen lugar para buscar fotolibros, ya que su produccin es mayoritariamente conservadora; son reluctantes a la hora de aventurarse ms all de lo que se considera elegante, y tienden a la rigidez y al convencionalismo.

    Este estudio no est enfocado exclusivamente a los libros de fotografa artsticos. Algunos de los mejores fotolibros han sido producidos por encargo de empresas o gobiernos, que contrataban a grandes fotgrafos, tipgrafos y diseadores para realizarlos. E incluso cuando los libros estn hechos enteramente por artistas, su intencin no tiene por qu ser necesariamente artstica. El Lissitsky y Alexander Rodchenko, por ejemplo, no se alejan demasiado de los libros de propaganda soviticos, y Man Ray produce algunos de sus mejores fotolibros para la Compaa Elctrica de Pars. Algunos libros, como aquellos producidos por los arquelogos, ingenieros o las organizaciones judas tras la II Guerra Mundial, pueden dar ms importancia al papel de la cmara como testigo que a las complejidades de la tipografa o el diseo, pero siguen siendo fotolibros que embrujan. El fotolibro funcional, si se ha diseado con inters e inteligencia visual, puede terminar operando a un nivel diferente del que fue concebido; son fotolibros si tienen la capacidad de emocionar y provocar, aunque no fuera algo calculado por sus autores es decir, si tienen la capacidad para desplegar una voz distintiva en el campo fotogrfico o editorial. As que, aunque la intencin es importante como criterio para escoger un fotolibro, deberamos reconocer que, al igual que ocurre en la literatura, la falacia intencional se puede aplicar en varios casos.

  • Hay que subrayar que los fotolibros se han estado produciendo en todas las pocas, sin importar el status que en ese momento tuviera la fotografa en los museos. Durante muchos aos, solo los museos de Estados Unidos aceptaban verdaderamente a la fotografa. En esos aos se producan numerosos fotolibros en otros pases, ms vivos y ms interesantes si cabe que los americanos, ya que estaban libres de la influencia mortfera de la cultura musestica. La adopcin de la fotografa por los museos de Estados Unidos condujo naturalmente a la produccin de muchos fotolibros excelentes durante la segunda mitad del siglo XX, y es necesario reconocerlo. Pero la cultura musestica impone unas jerarquas demasiado rgidas. Hemos intentado buscar fotolibros ms all del canon oficial, en pases tan alejados como Australia o Argentina, en cualquier lugar en que se estn haciendo fotolibros de arte. Por ejemplo, libros como Tiborc, realizado por los hngaros Kata Klmn e Ivn Boldizsr en 1937, o Byn med det bl huset (El pueblo con la casa azul, 1954) de Suecia, no se tomaban en consideracin; hay un gran nmero de libros desconocidos que resisten perfectamente la comparacin con otros ms famosos, y hemos incluido varios de esos ejemplos. No es nuestro objetivo, no obstante, proponer un nuevo canon, sino investigar un rea fotogrfica fascinante e importante.

    El fotolibro ha sido un medio de expresin y difusin para los fotgrafos desde los inicios de la disciplina, cuando se pegaban las imgenes en los lbumes, del mismo modo que antes se coleccionaban estampas. De hecho, la fotografa decimonnica estaba relacionada bsicamente con los libros. El lugar apropiado para la fotografa era la biblioteca o el archivo, lugares en donde se guardaban tradicionalmente los grabados originales (ms que las reproducciones fotogrficas). La mayora de las copias decimonnicas por las que los coleccionistas y los museos pagan hoy enormes sumas, y que vemos enmarcadas en las paredes, se encuentran ah por el simple hecho de que los libros y los lbumes originales de donde proceden han sido sistemticamente desarmados y saqueados. Hasta bien avanzado el siglo XX, la mayora de los fotgrafos preferan ver su trabajo impreso que en una galera, y aquellas copias vintage de Henri Cartier-Bresson o de Andr Kertsz que se rifan los coleccionistas, son generalmente las copias que enviaban a las agencias para que fueran reproducidas en revistas o libros. A pesar de su xito en las galeras de arte, la fotografa sigue siendo un medio creado para ser impreso en una pgina.

    Para la mayora de los fotgrafos contemporneos, los fotolibros son una fuente bsica de informacin sobre la fotografa qu est pasando, quin est haciendo qu, qu es lo ltimo. Los fotgrafos estudian la tradicin de la disciplina y generan sus propias ideas gracias a los fotolibros, y la mayora los coleccionan, sin importar sus gustos fotogrficos. La ambicin de casi todos los fotgrafos es hacer un libro, un objetivo bastante perspicaz. Los fotgrafos jvenes siguen descubriendo y dejndose influir por libros como American Photographs de Walker Evans o The Americans (Los americanos, 1959) de Robert Frank, libros que siguen re-imprimindose, como los clsicos de la literatura.

  • Si consideramos la historia de la fotografa como un todo, es evidente que la

    publicacin y diseminacin de la fotografa en libros ha sido ms crucial y ha ejercido ms influencia que la exposicin de fotografas en galeras. Al contrario que las exposiciones o que los peridicos, de hecho-, que literalmente se montan y desaparecen, las monografas fotogrficas se quedan rondando por ah. Son una expresin porttil y concisa del trabajo de un fotgrafo, con el potencial de ser redescubierto y reeditado en cualquier otro momento y lugar. El fotolibro, que nace de la interseccin entre los medios de masa y las propuestas hermticas de arte, ha sido un factor significativamente ms importante en la globalizacin de la fotografa creativa que todas las exposiciones fotogrficas en galeras juntas; han extendido las ideas visuales desde los Estados Unidos a Europa y a Japn, y viceversa. Es posible rastrear el movimiento de las modas fotogrficas entre los continentes, despus de la publicacin de un libro especialmente innovador. Por ejemplo, el libro Life is Good and Good for You in New York: Trance Witness Revels (La vida es buena y buena para ti en Nueva York: testigos en trance de fiesta, 1956) de William Klein ejerci una influencia enorme en los jvenes fotgrafos japoneses de los aos 60. Inspirados por el ejemplo de Klein, publicaron sus fotolibros toscamente y los distribuyeron localmente en ediciones tan pequeas que hoy en da se venden por miles de libras entre los coleccionistas entendidos.

    Desde los inicios de la disciplina fotogrfica, la fotografa y las publicaciones han ido de la mano. La primera gran declaracin fotogrfica no fue una sola imagen, sino el libro The Pencil of Nature (El lpiz de la naturaleza) de William Henry Fox Talbot, publicado en fascculos entre 1844 y 1846. Consista en fotografas originales acompaadas de comentarios impresos. El libro defini virtualmente el arte de la fotografa desde sus orgenes como el arte de hacer imgenes, pero tambin como una metodologa para reunir informacin, y como un medio visual con una clara tendencia narrativa.

    En el siglo XIX, las fotografas se pegaban en los libros a mano, aunque desde el principio se busc el modo de imprimirlas en tinta. Pero hasta el desarrollo de la impresin de planchas de medio-tono, la fotografa impresa no estuvo disponible para su comercializacin masiva. En las dcadas de 1920 y 1930 en particular, el fotolibro se convirti en una herramienta esencial para los movimientos documentales en los Estados Unidos, Europa occidental y la Unin Sovitica; los usaron con fines informativos o propagandsticos. En ese mismo periodo, los fotgrafos y artistas vanguardistas se aliaron con tipgrafos y diseadores para explorar el medio fotogrfico de maneras diversas y multifacticas; encontraron en el fotolibro un nuevo medio de expresin diferente a la fotografa que se vena practicando, y una fuerza artstica dinmica y socialmente progresiva. En este periodo asombrosamente creativo en cuanto a las artes, no solo se vislumbraron las nuevas cotas que poda alcanzar la fotografa, sino que se desarrollaron nuevos formatos de fotolibro y se crearon las bases

  • sobre las que se apoyara esta disciplina tras la II Guerra Mundial. No solo en cuanto al trabajo personal de los fotgrafos, sino tambin con propsitos polticos y comerciales. En este estudio, nos hemos centrado especialmente en estos periodos de intensa actividad creativa Francia en la dcada de 1850; Alemania en los aos 1920; la Unin Sovitica en los aos 1930; Japn en los aos 1960; y los Estados Unidos en los aos 1970 y 1980. Tambin tenemos en consideracin la nocin del libro como una forma de arte autnoma, donde no solo la imagen, sino tambin el diseo y la presentacin del volumen son importantes. Piezas como Mtal (Metal, 1928) de Germaine Krull o Chizu (El mapa, 1965) de Kikuji Kawada estn tan bellamente armadas y diseadas que merecen ser considerados bookworks tanto como obras maestras fotogrficas.

    La historia del fotolibro, o mejor, la historia de la fotografa estudiada a travs del fotolibro, ha sido descuidada en el pasado por las mismas razones por las que algunos crticos los encuentran interesantes hoy. Anteriormente, el fotolibro pareca colarse por la grieta (o ms bien por el abismo) entre lo esttico y lo puramente contextual. Ahora se considera que es un puente sobre ese abismo, que une el arte con los medios de masas.

    Otra razn del relativo abandono del fotolibro puede ser el hecho de que es un formato demasiado controlado por los fotgrafos. Aunque la edicin requiere evidentemente un trabajo en equipo, los promotores, editores y a menudo los inversores de la mayora de los fotolibros son los propios fotgrafos. En otras palabras, los fotgrafos generalmente tienen un gran control sobre la produccin de sus libros, de modo que los fotolibros representan exclusivamente la visin del fotgrafo sobre el medio fotogrfico. Y por eso, por decirlo francamente, han tenido menos inters para los acadmicos, curadores y tericos, que tienen sus propias agendas estticas. Crticos como Susan Sontag, Rosalind Krauss y otros creen que la idea de considerar a un fotgrafo como autor es contradictoria. Esta cuestin sigue en debate, e incluso se podra narrar la historia de la fotografa creativa como la danza de los fotgrafos alrededor del ttem de la autora. Uno de los temas principales de la historia de la fotografa tiene que ver con el ascenso social: el caso del fotgrafo ambicioso que trata de aumentar su estatus, de fotoperiodista a autor, y de autor a artista. Lo consiguieron en la dcada de los 60 gracias al apoyo de los museos de arte, se lo arrebataron en los 70 con la teora posmoderna, solo para regresar de forma espectacular en los aos 90, gracias al mercado del arte contemporneo y al sndrome del artista que usa la fotografa. De todos modos como siempre que nos cruzamos con la fotografa-, el argumento se espesa. Nos preguntamos dnde buscar a los autores fotogrficos: en las revistas de circulacin masiva o en la paredes de una galera? Creemos que hay una tercera opcin, un frum interdisciplinar para autores/fotgrafos el medio de los fotolibros- y que ste es el hogar natural de la fotografa.

    Una de las cuestiones que tiene que plantarse el artista-fotgrafo, sobre todo desde que se populariz la reproduccin en medios-tonos, es libro o pared?

  • presento mis propuestas a travs de la pgina o de la copia fotogrfica? Por supuesto, casi todos los fotgrafos utilizan tanto las exposiciones como los libros para difundir su obra, pero la cuestin no es balad. La decisin sobre cmo mostrar el trabajo afecta a su produccin, en mayor o menor grado. Y ms importante an, puede afectar, y afecta, al tipo de arte que puede darse en fotografa totalmente formalista, totalmente exclusivo, sometido al confinamiento de los museos o ms populista (en el mejor de los sentidos), o capaz de buscar un espacio sin lmites, como lo defini el fotgrafo Lewis Baltz. Puede ser ms til, aunque no sea del todo cierto sugiri- pensar en la fotografa como un campo estrecho pero profundo entre la novela y el cine.

    Considerar la historia del fotolibro creativo como una corriente principal en vez de cmo un derivado marginal de la historia de la fotografa, significa tener en cuenta una historia fotogrfica diferente a la dictada por las exigencias de los museos de arte y las revistas de circulacin masiva. Aunque la historia del fotolibro est muy unida tanto a los museos como a las revistas, tambin tiene un alto grado de autonoma. Hay fotgrafos que han realizado importantes contribuciones con sus libros, pero son considerados marginales en el mundo de los museos y las revistas. Por ejemplo, una obra como Chizu, que solo es conocida entre un grupo relativamente pequeo de cognoscenti y pudientes coleccionistas de libros, podra considerarse en paralelo, en muchos aspectos y con todos nuestros respetos, a libros como American Photographs de Evans o The Americans de Frank. Se public en una pequea edicin en Japn, y probablemente no lo reediten. Pero eso es algo habitual en los fotolibros. Pueden publicarse, hundirse sin dejar rastro, convertirse en objetos de culto, y aparecer de pronto en los catlogos de los marchantes, siendo as redescubiertos y posiblemente reimpresos. Al contrario que las exposiciones, los fotolibros siempre estn por ah, en algn lugar por ah fuera, como exposiciones porttiles y concisas de los fotgrafos, con el potencial de ser redescubiertos, resucitados y reactivados en cualquier momento. En 2001, seis de los mejores libros producidos por algunos artistas coetneos a Kawada como Daido Moriyama y Takuma Nakahira- fueron publicados en Europa dentro de La caja japonesa, volvindolos accesibles para los europeos y americanos. Esperemos que este volumen recupere esas piezas marginadas junto con muchas otras- y las coloque en el lugar que se merecen dentro de la fotografa institucional.

    El fotolibro tiene un importante rol dentro de la historia de la fotografa. Ocupa un intersticio vital entre el arte y los medios de masas, entre el fotoperiodista y el artista, entre la esttica y el contexto. Es un elemento harapiento y desmadejado, con demasiadas anomalas, y todas esas rarezas irn surgiendo a lo largo de nuestra exposicin. Hasta entonces, solo queremos declarar que asumimos totalmente la responsabilidad de la seleccin de obras y fotgrafos, ya que han sido escogidos a partir de nuestras opiniones personales.

    Traduccin: ngela Snchez de Vera