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Jornada Epsis 3 de Septiembre 2005 Mi intención ha sido pensar el tema de la palabra y su poder. Qué hace a la palabra tan poderosa como, por ejemplo, para aliviar a alguien en angustia o eliminar síntomas. Este tema me ha inquietado y no quiero caer dentro del saco en que Lacan mete a los analistas cuando dice que “nadie es menos exigente que un psicoanalista sobre lo que puede dar su estatuto a una acción que no está lejos de considerar él mismo como mágica, a falta de saber situarla en una concepción de su campo que no se le ocurre hacer concordar con su práctica (Función y Campo de la Palabra, pág. 230) “. Pues efectivamente he estado cerca, o para decirlo al estilo de Lacan, no he estado lejos de considerar mágicas algunas escenas de esta práctica. Entonces, empezaré con una pregunta, volver sobre la misma y fundamental, incluso fundacional, pregunta del psicoanálisis; sobre aquello descubierto, o mejor dicho, destacado, antes que nadie por Ana O., cuando llama la atención de Freud sobre su tratamiento como una “talking cure”: ¿Cómo es que el simple hecho de hablar puede producir tales efectos como curar una neurosis? Sabemos cuanto peso tiene empeñar la palabra; dar la palabra, como promesa, cuando de personas honorables se trata. De hecho una persona es honorable cuando 1

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1 Jornada Epsis 3 de Septiembre 2005 Mi intencin ha sido pensar el tema de la palabra y su poder. Qu hace a la palabra tan poderosa como, por ejemplo, para aliviar a alguien en angustia o eliminar sntomas. Este tema me ha inquietado y no quiero caer dentro del saco en que Lacan mete a los analistas cuando dice que nadie es menos exigente que un psicoanalista sobre lo que puede dar su estatuto a una accin que no est lejos de considerar l mismo como mgica, a falta de saber situarla en una concepcin de su campo que no se le ocurre hacer concordar con su prctica (Funcin y Campo de la Palabra, pg. 230) . Pues efectivamente he estado cerca, o para decirlo al estilo de Lacan, no he estado lejos de considerar mgicas algunas escenas de esta prctica.Entonces, empezar con una pregunta, volver sobre la misma y fundamental, incluso fundacional, pregunta del psicoanlisis; sobre aquello descubierto, o mejor dicho, destacado, antes que nadie por Ana O., cuando llama la atencin de Freud sobre su tratamiento como una talking cure: Cmo es que el simple hecho de hablar puede producir tales efectos como curar una neurosis? Sabemos cuanto peso tiene empear la palabra; dar la palabra, como promesa, cuando de personas honorables se trata. De hecho una persona es honorable cuando su palabra tiene credibilidad. Cmo llega a tener credibilidad pues al hacerse equivalente palabra y acto. Porque la palabra se ejerce como acto. Los conjuros, los insultos, en fin, Freud mismo dice en Los Actos Fallidos: Las palabras fueron originariamente ensalmos, y la palabra conserva todava hoy mucho de su poder ensalmador (rezo curador). Mediante palabras puede un hombre hacer dichoso a otro o empujarlo a la desesperacin, mediante palabras el maestro trasmite su saber a los discpulos, mediante las palabras el orador arrebata a la asamblea (...) Son el medio universal con que los hombre se influyen unos a otros. (Los actos fallidos, pg. 5)Parto de la premisa: el inconsciente se estructura como el lenguaje aj , sta debe ser la fuente de la que obtiene su poder la palabra; y, ms an, son los significantes (vacos de sentido: los sin sentido) y no los significados- los que arman, insisten y repiten en el universo psquico de cada uno de nosotros. En mi investigacin sobre este tema me top con el concepto de desplazamiento del significante, el cual me pareci muy enigmtico, especialmente por el lugar en que Lacan lo ubica. Lo cito en el Seminario sobre La carta Robada: Si lo que Freud descubri y redescubre de manera cada vez ms abierta tiene un sentido, es que el desplazamiento del significante determina a los sujetos en sus actos, en su destino, en sus rechazos, en sus cegueras, en sus xitos y en su suerte, a despecho de sus dotes innatas y de su logro social, sin consideracin del carcter o el sexo, y que de buena o mala gana seguir el tren del significante como armas y bagajes, todo lo dado de lo psicolgico (Lacan, Seminario Sobre la Carta Robada, Escritos 1, pg. 24)

Repito es el desplazamiento del significante lo que determina a los sujetos en sus actos y en su destino. Entonces, es esto lo que nos determina como sujetos; como sujetos al - lenguaje. Sujetados por este, pero no por su efecto de sentido, (por eso hablamos de significantes) sino por el contrario, justo donde este queda desujetado del significado. Segn Lacan poco importa, entonces, los aspectos psicolgicos de la personalidad o el carcter o nuestras habilidades sociales, intelectuales, etc., para construir nuestra suerte, pues ser el desplazamiento del significante lo que determina el destino. Todo lo dado de lo psicolgico queda subsumido por el significante. En este seminario Lacan asume la carta, la carta robada, como el significante que se desplaza, ya que sta tiene un trayecto que le es propio, es decir estaba destinada a un objetivo, pero es desviada en su trayectoria. La carta, en este cuento, es el verdadero tema o sujeto, dice Lacan, y sin embargo, su contenido no nos es develado (el contenido podramos tomarlo como el carcter, las dotes innatas, etc.). La carta adems, tiene poder en s misma, pues da poder a quien la obtenga (exceptuando a su destinataria original). Esto tambin da oportunidad a Lacan para considerarla en su carcter de significante, su posibilidad de ser causa sin que esto pase por su significado o su contenido, sino tan solo como carta que va de un emisor a un destinatario, que va de mano en mano, que se desplaza; que, en su trayecto es robada para ser escondida por el ladrn quien empieza a ejercer el poder que esta posesin le otorga. La carta robada le da al ministro un poder y una posicin que lo ubica al costado de la reina, podemos suponer, que incluso, lo ubica por sobre el rey. Un pequeo relato de un caso puede ejemplificar lo que intento explicar y orientar en algo la bsqueda. Se trata de una mujer de mediana edad que sufre de alergia primaveral desde hace un ao. Nunca antes haba tenido ningn tipo de alergia. Tambin desde hace ms o menos un ao se entera que su padre est comenzando a presentar una enfermedad terminal, lenta pero prontamente invalidante. Este ao, hacia fines de julio nota que los aromos han comenzado a florecer as como las camelias de su casa y dice: est por empezar la primavera. Pocos das despus de esto comienza su alergia, la cual, a mediados o fines de julio, no admite la normal explicacin que le dan los alrgicos, que se debe al polen que flota en el aire.La alergia es descrita por la paciente del siguiente modo: me vienen accesos de estornudos muy fuertes, con secrecin nasal y picazn en la garganta que luego contina con una picazn entre los odos y la garganta. Cuando esto es muy repetido y fuerte se suma picazn en los ojos. Al pedirle asociaciones recuerda inmediatamente que su padre sufra muchsimo de alergia en las primaveras y comienzos de verano... los ltimos aos sin embargo, se le estaba pasando. Recuerda: cuando viajbamos fuera de la cuidad en paseos de fin de semana, podan venirle accesos de estornudos que parecan interminables, le picaban los ojos y la garganta. Generalmente esto ocurra cuando iba manejando y mi mam pona cara de sufrimiento, como empatizando muy profundamente con l.Este acceso de alergia le viene a la paciente justo antes de hacer un viaje fuera de la ciudad, donde deba ser ella la que manejara el auto y se hiciese cargo de las decisiones y bienestar de los dems durante el viaje. En este caso, la identificacin con el padre a travs de un rasgo, es evidente. Est dado por el lugar que ocupa ella en la familia: hija mayor que desde la presentacin de la enfermedad de l queda asignada como la que ocupa su lugar en relacin al cuidado de la madre y en la toma de decisiones sobre asuntos familiares y econmicos.Pero lo que nos importa en este caso es el efecto de la palabra. La palabra como vehculo de identificacin, en este caso podra decirse, su alergia reproduce punto por punto los sntomas que el padre presentaba, en los viajes especialmente, y que apalabraba en la conversacin con la madre. Era esta alergia un rasgo diferenciador del padre, del cual ella se apropia. Y siendo este un signo que lo distingue a l, se convierte en un signo que los iguala. Parece necesitar hacerse de un rasgo distintivo del padre para asumir el rol que le toca, durante ese viaje o ms extensivamente, de ahora en adelante.Por otra parte, no podemos sino notar que al decir: comienza la primavera se dispone el comienzo de la alergia en Roberta, ya que era esta poca del ao la que despertaba la alergia en su padre. Me permito tomar la palabra primavera como significante en trayecto (como la carta: de mano en mano) ya que adems, mediados de julio no es un perodo del ao que justifique una alergia primaveral. Por otra parte, tambin estaban las condiciones dadas para la necesidad de invocar el rasgo identificador, antes del viaje, pues justamente en el viaje se repetan las condiciones en que l estaba en el recuerdo de la paciente y las condiciones en que ella debe asumir un rol exacto al del padre en esos aos. Es decir conduciendo a la familia y a cargo de la situacin total. Tambin en Freud encontr algo que me llam la atencin hace mucho tiempo cuando le en una nota a pie de pgina en su historial del caso de la Sra. Emmy von M.: Siempre que ella (la Sra. Ccilie M.), en su mejor estado de salud, me deca por ejemplo: Hace mucho que no temo de noche a las brujas o !Qu contenta estoy Hace tiempo que no siento mi dolor de ojos, yo poda estar seguro de que esa noche dara ms trabajo a la enfermera con el ms hondo miedo a las brujas, o que su siguiente estado se iniciara con el temido dolor en los ojos. Era siempre una vislumbre de lo que ya estaba listo y formado en lo inconsciente y, la conciencia, (...) sin sospechar nada, procesaba la representacin que afloraba como repentina ocurrencia dndole la forma de una exteriorizacin de satisfaccin, que en cada caso con harta rapidez y puntualidad reciba su ments. (.....) Me hizo pensar que tales sucesos acaso han dado ocasin a la consabida supersticin sobre las consecuencias que trae el invocar y el apostrofar. Uno no debe gloriarse de una dicha, y por otra parte tampoco debe llamar al diablo, pues l vendr. (Freud, Estudios sobre la Histeria, pg. 96) Agrego yo: Tal es la fuerza de la palabra y tal es la magia.Lo que me interesa aqu es que las condiciones usuales de aparicin del sntoma, en este caso el dolor de ojos o el miedo a las brujas, estaban ya presentes y estas eran percibidas (las condiciones), aunque no enunciadas por la paciente; s en cambio, como dolor de ojos, en este caso. Una vez mencionado y anunciado ste, no queda otra que realizarlo. En este caso el dolor de ojos puede estar siendo un significante prestado para enunciar algo que no es posible nombrarlo de otro modo (lo que se vislumbra en lo inconsciente), y que requiere apersonarse, apalabrearse. O tal vez, debamos pensarlo, no como un prstamo sino como el desplazamiento de un significante, que adquiere valor de causa cuando es colocado en otra cadena de significantes. La palabra causa.

He tratado de entenderlo de la siguiente manera: el sntoma pudiera contener un significante desplazado, que pulsa e insiste por quebrar el discurso del otro apareciendo, o irrumpiendo en la cadena de significantes insignificantes del discurso yoico. El sntoma irrumpe en la vida como el lapsus irrumpe en el discurso. El sntoma porta un significante que encuentra por esta va un modo de quebrar la estructural alienacin en que estamos implicados a partir de nuestro nacimiento en el lenguaje. El lapsus quiebra el discurso, el acto fallido la accin; todos cortando con un significante que ha sido desplazado, o que ha realizado un trayecto desde una cadena significante original hasta instalarse en una nueva cadena significante donde este queda descolocado.

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