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LA COVA DELS CAVALLS EN EL BARRANC DE LA VALLTORTA

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LA COVA DELS CAVALLSE N E L B A R R A N C D E L A VA L L T O R T A

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© del texto: los autoresR. Martínez Valle.Museu de la Valltorta. Direcció General de Patrimoni Artístic

V.Villaverde Bonilla.Dept. de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València

P.M. Guillem Calatayud.Instituto de Arte Rupestre. OPVI

I. Domigo Sanz.Dept. de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València

E. López Montalvo.Dept. de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València

J. Fernández López de Pablo.Instituto de Arte Rupestre. OPVI

M. R. García Robles.Dept. de Prehistòria i Arqueologia. Universitat de València

© del material fotográfico e ilustraciones: los autores y el Instituto deArte Rupestre© de la edición: Generalitat Valenciana

Fotografías:V.Villaverde, R. Martínez, P.M. Guillem, P. Mercé, J.M. Gil-Carles yM.Agueras

Diseño, realización e impresión: La Imprenta, Comunicación Gráfica, s.l.

Impreso en España

ISBN: 84-482-3333-6Depósito legal:V-4952-2002

La Cova dels Cavalls en el Barranc de la Valltorta / Rafael Martínez

Valle,Valentín Villaverde Bonilla (coord.); [con la colaboración de Pere

Miquel Guillem Calatayud… (et al.)]. – Tírig: Museu de la Valltorta,

2002

212 p. : il. ; 30 cm. – (Monografías del Instituto de Arte Rupestre; 1)

Bibliografía: p. 203-210

D. L.:V-4952-2002.- ISBN: 84-482-3333-6

1. Cova dels Cavalls (Tirig, Comunidad Valenciana: yacimiento arqueo-

lógico) 2.Arte rupestre levantino – Comunidad Valenciana 3. Excava-

ciones arqueológicas – Comunidad Valenciana 4. Castellón (Provincia)

– Restos arqueológicos prehistóricos I. Martínez Valle, Rafael, coord.

II. Villaverde Bonilla, Valentín, coord. III. Guillem Calatayud, Pere

Miquel, col. IV. Museu de la Valltorta, ed. V. Serie: Monografías del

Instituto de Arte Rupestre

7.031.1(460.252)

903(460.252)

La serie Monografías del Instituto de Arte Rupestre tiene por objetivo promover el estudio y la divulgación delarte rupestre valenciano; Bien de Interés Cultural, según establece la Ley 4/1998 del Patrimonio CulturalValenciano, y Patrimonio de la Humanidad desde diciembre del año 1998.

Dirección de la serie:Rafael Martínez Valle (Museu de la Valltorta, Direcció General de Patrimoni Artístic)Pere M. Guillem Calatayud (Instituto de Arte Rupestre, Organismo Público Valenciano de Investigación)

Consejo científico:- Jean Clottes (Consejo Internacional de Arte Rupestre)- Mauro S. Hernández Pérez (Departament de Prehistòria, Universitat d’Alacant)- Julián Martínez García (Consejería de Cultura, Junta de Andalucía)- Pilar Utrilla Miranda (Departamento de Prehistoria, Universidad de Zaragoza)- Valentín Villaverde Bonilla (Departament de Prehistòria i d’Arqueologia, Universitat de València)

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MONOGRAFÍAS DEL INSTITUTO DE ARTE RUPESTREMUSEU DE LA VALLTORTA - TÍRIG

Rafael Martínez Valle y Valentín Villaverde Bonilla (coordinadores)

2002

LA COVA DELS CAVALLSE N E L B A R R A N C D E L A VA L L T O R T A

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LA COVA DELS CAVALLAS EN EL BARRANC DE LA VALLTORTA (Tirig, Castellón)R. Martínez Valle y V.Villaverde (coordinadores)

9 PRESENTACIONES

15 INTRODUCCIÓNR. Martínez Valle y V.Villaverde.

19 LA COVA DELS CAVALLS Y LA VALLTORTA EN LOS ÚLTIMOS OCHENTA Y CINCO AÑOSR. Martínez Valle.

33 APROXIMACIÓN AL MARCO GEOGRÁFICO DE LA VALLTORTA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL PAISAJE HOLOCENOP. M. Guillem Calatayud.

49 EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE LA COVA DELS CAVALLS: POBLAMIENTO PREHISTÓRICO Y ARTE RUPESTRE EN EL TRAMO SUPERIOR DEL RIU DE LES COVESJ. Fernández López de Pablo, P. M. Guillem Calatayud,R. Martínez Valle y R.M. García Robles.

75 METODOLOGÍA: EL PROCESO DE OBTENCIÓN DE CALCOS O REPRODUCCIONESI. Domingo Sanz y E. López Montalvo.

83 DESCRIPCIÓN DE LOS MOTIVOS DEL ABRIC II DE LA COVA DELS CAVALLSV.Villaverde, I. Domingo Sanz,E. López Montalvo y R. M. García Robles.

135 ESTUDIO DE LA COMPOSICIÓN Y EL ESTILOV.Villaverde, E. López Montalvo,I. Domingo Sanz y R. Martínez Valle.

191 CONSIDERACIONES FINALESV.Villaverde y R. Martínez Valle.

203 BIBLIOGRAFÍA

ÍNDICE

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El 2 de diciembre de 1998, la Unesco declaraba Patrimonio de la Humanidad laspinturas rupestres del Arco Mediterráneo. Concretado en los yacimientos prehistóricos dela Valltorta, una parte muy importante del patrimonio de todos los valencianos recibía elrefrendo de la más alta institución en materia cultural, y nuestra Comunidad añadía unnuevo enclave –tras la Lonja de Valencia– a tan privilegiado listado de bienes artísticos, alque sumaríamos posteriormente otra joya: el Palmeral de Elche.

Aquel nuevo escenario para nuestro arte rupestre –fruto de la apuesta decidida dela Generalitat por el patrimonio valenciano– abrió un nuevo capítulo en el terreno de lasresponsabilidades y obligaciones para con la preservación y difusión de esta obra maestra dela cultura prehistórica.

Desde la Consellería de Cultura y Educación hemos asumido ese reto con la mismaintensidad con que defendimos la candidatura ante la Unesco. En este sentido, el trabajo queel lector tiene en sus manos, es una buena muestra de la proyección permanente con la queel Gobierno Valenciano sigue cumpliendo su compromiso con el patrimonio artístico.

Con la serie de monografías que abrimos con este estudio sobre La Cova delsCavalls, ofrecemos a la ciudadanía una magnífica herramienta para aproximarnos a unamanifestación cultural única, en la confianza de que el rigor y la seriedad de esta investiga-ción sirvan de estímulo para que su lectura propicie la valoración del patrimonio como algopropio, de lo que nos sentimos responsables y depositarios hoy para garantizar mañana eldisfrute del mismo por parte de las generaciones futuras.

MANUEL TARANCÓN FANDOSConseller de Cultura y Educación

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La Comunidad Valenciana atesora un rico y diverso Patrimonio Cultural, herenciade siglos de presencia humana en estas tierras. Uno de los testimonios más remotos, y almismo tiempo más vivo, es nuestro arte rupestre, conservado desde hace milenios en las cue-vas y abrigos de nuestras sierras. Sus escenas cargadas de misterio, constituyen las primerasnarraciones de nuestra Prehistoria; relatos sobre aspectos cotidianos de la vida del hombreprehistórico, que todavía nos conmueven por su expresividad.

La Ley de Patrimonio Cultural Valenciano reconoce su transcendencia al consideraral arte rupestre valenciano Bien de Interés Cultural, relevancia que desde el año 1998 se havisto refrendada al ser incluido por la UNESCO en la lista del Patrimonio de la Humanidad.Esta declaración, impulsada por la Generalitat Valenciana, pone de manifiesto su extraordi-nario valor como documento histórico, pero también es un reconocimiento a los esfuerzosque estamos realizando para conocerlo cada vez mejor, para garantizar su conservación y endefinitiva, para que la sociedad lo sienta como un patrimonio cercano.

Con esta publicación sobre la Cova dels Cavalls, que abre la serie de monografíasdel Instituto de Arte Rupestre, queremos contribuir a ese acercamiento. El descubrimientode la Cova dels Cavalls, en el Barranc de la Valltorta, hace ahora 85 años abrió uno de laspáginas más evocadoras de la historia de nuestro patrimonio. Desde entonces, la Valltorta hasido un referente obligado en la historia de la investigación sobre la Prehistoria y sus esce-nas el mejor exponente gráfico de esta etapa de nuestra evolución cultural.

ENRIQUE ESTEVE MOLLÁDirector General de Patrimonio Artístico

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La Cova dels Cavalls, en el Barranc de la Valltorta, constituye la primera de una seriede monografías que tiene previsto publicar el Instituto de Arte Rupestre, como resultadode los estudios interdisciplinares, actualmente en curso, sobre el arte rupestre de laComunidad Valenciana.

Es bien conocida la importancia de los yacimientos prehistóricos situados a lo largode la franja del Mediterráneo español y, dentro de éstos, destaca el abrigo denominado laCova dels Cavalls situado en el Barranco de la Valltorta, cuyas escenas de caza se han conver-tido –desde su descubrimiento en el año 1917– en una de las representaciones más conoci-das del arte rupestre universal.

Hoy en día constituye, además, una visita obligada para cualquier aficionado a la his-toria o prehistoria de nuestra Comunidad que desee conocer directamente un paraje de unariqueza histórica, artística y paisajística de primer orden. La oferta cultural de la visita se com-plementa con un museo en el que se concentra un esfuerzo de difusión del arte levantino.

Las nuevas tecnologías aplicadas en el trabajo de investigación que se presenta enesta publicación, han permitido avanzar significativamente en múltiples aspectos de las pin-turas, desconocidos hasta el momento, lo que manifiesta un contraste con la antigüedad deéstas y un ejemplo de la eficacia de los nuevos procedimientos en el estudio de nuestrasraíces históricas más alejadas.

Hace algunos años, el Organismo Público Valenciano de Investigación quiso juntocon la Dirección General de Patrimonio Artístico de la Consellería de Cultura y Educacióny la Universitat de València impulsar los estudios sobre arte rupestre, convencidos de laimportancia del conocimiento científico de la identidad propia así como de su divulgaciónentre el público no especialista.

En una época de marcado sesgo hacia la investigación aplicada y el desarrollo tec-nológico constituye una muestra de satisfacción comprobar que no por ello se descuida laimportancia del fomento de la investigación básica en los orígenes históricos y artísticos denuestra Comunidad.

El Organismo Público Valenciano de Investigación se siente muy orgulloso de habercontribuido a la publicación de esta monografía y desea felicitar al equipo que lo ha hechoposible: a sus coordinadores Rafael Martínez Valle y Valentín Villaverde Bonilla y a sus autoresque incluyen, además, a Pere Miquel Guillem Calatayud, Inés Domingo Sanz, JavierFernández López de Pablo, Rosa García Robles y Ester López Montalvo.

JAVIER QUESADA IBÁÑEZDirector del Organismo Público Valenciano de Investigación

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INTRODUCCIÓNR. Martínez Valle

Museu de la Valltorta Dirección General de Patrimonio Artístico

Generalitat Valenciana

V.VillaverdeDepartament de Prehistòria i Arqueologia

Universitat de València

El tiempo transcurrido desde que Obermaier yWernert estudiaran y publicaran las figuras rupestres de laCova dels Cavalls y el importante papel desempeñadopor este abrigo en la caracterización del Arte Levantinoconstituyen, en nuestra opinión, razones suficientes comopara que nos hayamos planteado la oportunidad de untrabajo de puesta al día y revisión de un conjunto tanemblemático.

Es bien sabido que las figuras de Cavalls, y muyespecialmente las de su escena de caza, donde un grupode arqueros da cuenta de una manada de ciervos, consti-tuyen uno de los referentes gráficos más utilizados en lailustración de la caza en la Prehistoria, y que esa popula-ridad sobrepasa claramente el propio ámbito de la inves-tigación, o la difusión especializada, y alcanza la mayorparte de las esferas de lo cotidiano (sellos, iconos editoria-les, carteles, etc.). Se trata de una consecuencia de la cali-dad narrativa y la expresividad de estas representacioneslevantinas, y la simple constatación de esta circunstanciaimpediría, de entrada, considerar al Arte Levantino desdeun planteamiento que no hiciera claro reconocimiento deesta dimensión. Sin embargo, lo cierto es que la docu-mentación que se utiliza de Cavalls, publicada hace ahoramás de ochenta años, responde a unos criterios de repro-ducción distintos de los que rigen en la actual investiga-ción del arte prehistórico, y en muchas ocasiones los ico-nos se han ido transformando, como dotados de vidapropia, adaptándose a los requerimiento formales delsoporte en el que iban a ser utilizados, y se han alejado delmodelo inicial. En otros casos, la selección de determina-das figuras simplifica excesivamente la escena, dotándolade una unidad que, como más adelante veremos, está lejosde la compleja historia de su ejecución, producto de laadición en distintas etapas de ciertas representaciones.

La calidad de los dibujos a los que estamoshaciendo referencia, integrados en la monografía de HugoObermaier y Paul Wernert, publicada el año 1919 y titu-lada “Las pinturas rupestres del Barranco de la Valltorta(Castellón)” es innegable. Pero también es cierto que nilos procedimientos técnicos de aquellas fechas, ni losrequerimientos metodológicos y científicos de la investi-gación y documentación del arte rupestre prehistóricoson los mismos entonces que ahora.

Los dibujos realizados por Francisco BenítezMellado y revisados por los autores de la monografíamantienen la frescura de una documentación realizada sinlos prejuicios de una lectura condicionada por la carga dela investigación que se generaría en los siguientes dece-nios, como puede observarse al compararlos con los cal-cos que ahora presentamos en este libro, pero lo cierto esque también es fácil detectar en ellos los cambios en losrequerimientos de estudio y publicación que se han idoconsolidando desde el último cuarto del siglo pasado enel Arte prehistórico. Aquellas eran fechas pioneras en la

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publicación de conjuntos levantinos, con apenas unosreferentes previos limitados a unos pocos conjuntos,publicados por Cabré, Breuil o el propio Obermaier, yciertamente los dibujos de Benítez Mellado carecen de losconvencionalismos de “aire” paleolítico que puedenobservarse en alguna de las publicaciones de Breuil. Unacircunstancia que también se puede señalar para los traba-jos de Cabré o Porcar, éste último muy vinculado a ladocumentación de la Valltorta.

En todos esos trabajos las tramas de representa-ción de las figuras no dan cuenta de la intensidad y gradode conservación de los pigmentos, la reconstitución de lasrelaciones espaciales es sólo aproximada, los dibujos abun-dan en el recurso a las tintas planas uniformes y recons-truyen hipotéticamente partes perdidas, faltan los docu-mentos fotográficos que permitan contrastar la imagendibujada y valorar el papel y peso del soporte en su iden-tificación, y las referencias a los accidentes del soporte olos cambios de planos, aristas u otras incidencias no sonobjeto de identificación más que de manera esporádica.

Es bien sabido el doble valor que caracteriza alproceso de documentación del arte rupestre prehistórico:el de herramienta de investigación y conocimiento, y elde requisito de protección patrimonial que permite elseguimiento de la conservación y facilita el registro físicode un fenómeno sujeto a potencial deterioro o pérdidacon el paso del tiempo. Ello sin olvidar las agresiones dediverso tipo que pueden experimentar las pinturas. Esedoble valor ha hecho que en los últimos años la docu-mentación haya experimentado una notable atención ydesarrollo. Se trata, sin duda, de un intento no sólo demejorar la base de datos gráfica, sino de conseguir lamáxima objetividad en el proceso de calco y lectura deldocumento original por parte del prehistoriador. Lasventajas que ofrece la digitalización de imágenes fotográ-ficas y su tratamiento informático son indudables y suempleo se está generalizando.

Muchos de los avances a los que estamos hacien-do referencia provienen del estudio y documentación delarte prehistórico de otras cronologías y áreas geográficas,y en ese sentido resulta paradójico observar que el ArteLevantino ofrece en sus publicaciones una escasa estanda-rización de procedimientos y requisitos (terminología delas unidades de análisis, valoración del soporte en la distri-bución de las imágenes, complemento fotográfico de loscalcos, terminología precisa sobre los conceptos emplea-dos en el estudio de la composición y el estilo).

Nuestra intención en este trabajo de revisión delas figuras de la Cova dels Cavalls ha sido precisamenteavanzar en ese campo, estableciendo un método de docu-mentación y publicación de los resultados lo más ajustadoa las normas que guían los estudios del arte prehistórico.Así, para la obtención del calco hemos optado por la digi-talización de imágenes fotográficas para su tratamiento

por ordenador. El proceso ha sido no automatizado, y elpeso del procedimiento ha recaído en la continua com-probación de los resultados con el documento original. Laamplitud del proceso ha dependido del grado de opacidaddel documento de partida, y en la interpretación del pig-mento ha jugado un papel fundamental la valoración delsoporte y sus peculiaridades físicas. El procedimiento, quese detalla en el capítulo dedicado a la metodología, se ins-cribe en la tradición investigadora que concibe el calcocomo un proceso de lectura del documento arqueológi-co, y ha puesto especial hincapié en dar cuenta de la inte-gración espacial de los distintos motivos.Quiere esto decirque no nos ha parecido oportuno recurrir a otros tipos depresentación de los motivos que no sean el individual(calco y foto referido a cada tema) y el del conjunto de launidad de la que forma parte, formen o no las restantesfiguras composición escénica. Las únicas excepciones pro-vienen de aquellos casos en los que la separación de lasfiguras, por el grado de superposición que muestran,constituye una dificultad. Entonces, hemos optado por noseparar los distintos temas, por lo que de subjetivo tiene elprocedimiento cuando las diferencias de pigmento sontenues o inexistentes, y ofrecerlos integrados en la unidadespacial más reducida. En los restantes casos las figuras sepresentan, agrupan y analizan, en términos de composi-ción y temática, en las distintas unidades en las que puededesglosarse un abrigo, ya que éstas se consideran los ele-mentos mínimos de análisis espacial. El análisis interno delarte implica partir de los temas para acabar en las compo-siciones, sus ritmos de ejecución y el establecimiento de lasdinámicas de decoración. Los contenidos escénicos noorientan la estructuración del análisis, sino que constituyenuna parte de la valoración de la composición. Proceder asípermite introducir la viabilidad de un estudio diacrónicode las escenas. La interpretación se separa de la presenta-ción de la documentación y se abre con ello la posibilidadde una revisión de las conclusiones obtenidas.

El trabajo que aquí presentamos constituye unode los primeros pasos en una línea de investigación másamplia en la que nos proponemos avanzar en el estudiodel fenómeno artístico prehistórico en la zona de laValltorta-Gasulla desde una perspectiva regional. Se tratade una iniciativa en la que confluyen el Instituto de ArteRupestre del Organismo Público Valenciano deInvestigación (OPVI), la Direcció General de PatrimoniArtistic de la Conselleria de Cultura i Educació y elDepartament de Prehistoria i Arqueologia de laUniversitat de València, sustentada parcialmente en estaprimera fase por la concesión por parte del Ministerio deCultura, Investigación y Ciencia de un Proyecto deInvestigación PB98-1507-C02-01, del programa de laCAYCIT, titulado ARTE RUPESTRE LEVANTINO Y

OCUPACIÓN HUMANA EN LA PREHISTORIA DE LA

VALLTORTA Y GASULLA.

16 LA COVA DELS CAVALLS

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Se trata de una línea de investigación que parte dela consideración de que el estudio del Arte Levantinodebe ser abordado desde una perspectiva regional, capazde integrar la caracterización del arte y su atribución cro-nológica en el contexto arqueológico del que esas mani-festaciones forman parte.

Son numerosos los indicios que sugieren que elArte Levantino posee una cierta dimensión temporal.Y alrespecto basta señalar la diversidad de modos de represen-tación de la figura humana y la variaciones en los plante-amientos narrativos que en algunos casos se asocian a esosdistintos estilos. De igual manera, es sobradamente cono-cida la diversidad de opiniones en torno a la cronologíaglobal de este tipo de manifestación artística, y los proble-mas que un enfoque meramente iconográfico o temáticohan suscitado en la investigación. La temática cazadora,unos de los elementos narrativos más generalizado en elArte Levantino permite apreciar en toda su complejidadesa apreciación cuando vemos que, para algunos autoresconstituye el argumento más claro de la cronología meso-lítica de los grupos que las realizaron, dando cuenta de ladimensión económica de su actividad cotidiana, como esel caso de A.Alonso y A. Grimal (2001), mientras que paraotros, este tipo de representaciones pueden interpretarsecomo “un modo de celebrar el valor humano” (…), repre-sentando “periódicamente un acto ritual de victoria sobrela naturaleza”, tal como consideran J. Guilaine y Zammit(2002). Para estos autores, la representación de escenas ytemas de caza, cuando se relacionan con economías pro-ductoras, tiene un significado “emblemático”, llegando aindicar que “en la época en la que la cacería juega unpapel económico menor, crece sin parar su rol social ysimbólico”, algo que en definitiva puede corroborarsecon distintos ejemplos etnográficos y que justifica plena-mente la consideración del arte como un documentocuyo contenido puede ser analizado como “el espejo deun mecanismo de funcionamiento social”. Todo ello sinreferirnos más extensamente a otras temáticas (combates,demostraciones o paradas de guerreros, etc.) cuya inter-pretación en un contexto social de grupos de cazadores-recolectores resulta bastante problemática, habida cuentadel número de individuos que intervienen en las mismas.

Si los criterios iconográficos o temáticos, aunquesusceptibles de discusión, constituyen en nuestra opiniónun argumento consistente para considerar la viabilidad deuna cronología en gran parte coincidente con la expansióny consolidación de la economía productora y el modo devida neolítico, lo cierto es que las apreciaciones cronológi-cas y la ordenación secuencial del Arte Levantino se haconstruido o bien haciendo referencia a un concepto evo-lutivo de las representaciones de carácter eminentementeteórico, bien recurriendo a una argumentación que se sus-tenta en la selección y discusión de temas más o menos ais-lados y descontextualizados del resto de las representacio-

nes que las rodean, o sin prestar atención al ritmo de cons-trucción de los conjuntos de los que forman parte.

Nos estamos refiriendo, por ejemplo, al recuentode individuos integrados en una composición o escena,sin un análisis previo sobre si la composición es unitaria oresultado de un proceso acumulativo, en el que han inter-venido distintas manos y se ha podido, incluso ir modifi-cando el sentido inicial de la representación. No es el casode todas las composiciones, pero sin un análisis interno, eneste caso del mas claro componente estilístico, ese tipo deconsideraciones atentas a los componentes narrativoscarece de significación.

Un conjunto levantino como el de Cavalls nospermite, en estas líneas de introdución, desarrollar algomás esta idea y explicar por qué consideramos absoluta-mente necesario un análisis regional y del poblamientoreferido a un estudio del registro artístico sujeto a su veza un análisis interno detallado del documento gráfico. Lavariedad de formatos corporales en las figuras humanas deCavalls y su coincidencia con otros conjuntos de la zonapermite considerar que en este abrigo nos encontramoscon conceptos estilísticos diferenciados que implican unproceso de acreción de figuras de una cierta dimensióntemporal. El análisis de la composición escénica de caza alque hacíamos referencia líneas arriba nos permitirá, comoveremos en el apartado dedicado al estilo y composición,establecer la existencia de distintos momentos de cons-trucción de la escena, una buena parte de ellos sin alterarel componente temático de la narración.

A diferencia de lo que ocurre con la temática y laiconografía, donde los estudios son abundantes y se haconcentrado, aún con las limitaciones metodológicas quehemos señalado, una buena parte de la investigación, elestudio de la composición, profundizando en el carácterdinámico de las escenas y agrupaciones de figuras endeterminados paneles y abrigos, apenas ha contado conestudios pormenorizados y sistemáticos. Una de las pocasexcepciones proviene de A. Sebastián, y nuestra intención,tanto en este trabajo como en los que estamos desarro-llando en torno a los conjuntos de la Valltorta-Gasulla yotros núcleos del ámbito valenciano, ha sido partir de susconsideraciones y continuar en su línea de análisis. Estetipo de análisis entronca claramente con el nivel de análi-sis microespacial aplicado al arte rupestre y, en marcadacorrelación con el estudio estilístico, permite establecer eltipo de análisis interno al que estamos haciendo referen-cia. En las dos vertientes de esta línea de trabajo, una másatenta a los aspectos estilísticos y la otra a los compositi-vos, participan Inés Domingo Sanz y Esther LópezMontalvo, quienes dentro del proyecto de investigación alque estamos haciendo referencia se encuentran elaboran-do sus respectivas tesis doctorales.

El convencimiento de que este tipo de análisis hade hacerse desde un estudio regional, capaz de introducir

17INTRODUCCIÓN

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y ser sensible a la valoración del componente territorialen la explicación de los rasgos temáticos y estilísticos, asícomo de integrar el dominio del arte en la valoración delhábitat prehistórico, ha hecho que estas líneas de investi-gación, de la que el estudio que ahora publicamos de laCova dels Cavalls constituye una de sus concreciones,haya contemplado también la profundización de lasecuencia arqueológica y el poblamiento de este amplioterritorio, actividad en la que otros dos participantes devolumen, Javier Fernández y Rosa García, desarrollan sustesis doctorales, centradas respectivamente en los barran-cos de la Valltorta y en la Rambla Carbonera.

Es bien sabido que este ámbito geográfico cons-tituye una zona rica en manifestaciones de arte levantino,con una información arqueológica sobre el poblamientoprehistórico algo mas reducida, con la existencia de algúnyacimiento de relevancia, como la Cova Fosca. En elapartado dedicado al poblamiento se ha querido ofreceruna visión actualizada de las noticias hasta ahora existen-tes, evaluadas a la luz de los trabajos de excavación y revi-sión de materiales efectuados por el Instituto de Arte deRupestre en los últimos años. Bien podemos anticiparque la riqueza de abrigos con pinturas y de hallazgos ensuperficie constituyen un punto de partida prometedorpara la línea de investigación que hemos iniciado, peroque el panorama es que bastante limitado en su capaci-dad de proporcionar información del nivel adecuado paraconstruir un modelo contrastado del hábitat. El estadoactual del conocimiento del arte y el poblamiento prehis-tórico de Valltorta-Gasulla resulta deficitario como con-secuencia de que la investigación desarrollada desde lasfechas de descubrimiento de Cavalls ha sido intermiten-te y poco sistemática, con ausencia de trabajos monográ-ficos o exhaustivos. El hecho de que tratemos en los capí-tulos correspondientes a la historiografía y alpoblamiento alguna de estas cuestiones nos exime deextendernos sobre ellas aquí de manera pormenorizada,pero no está de más indicar que el punto de partida denuestro estudio regional remite a un conocimiento delarte levantino de la Valltorta-Gasulla bastante incompletoy poco sistemático. Son pocos los conjuntos que hanmerecido un estudio monográfico, muchos abrigos hansido publicados parcialmente y la documentación cono-cida es, en buena parte de los casos, exclusivamente foto-gráfica. Estas circunstancias adquieren, además, su verda-dera dimensión cuando se constata que la primera fase deestudios, la que se asocia a la participación de Obermaier,Wernert y Breuil, es responsable de la publicación delgrueso de los conjuntos más importantes, y que desdeentonces estos trabajos no han sido objeto de revisión.Con pocas excepciones, como las de los trabajos de revi-

sión de los calcos de Breuil realizada por E. Ripoll parael Cingle de la Gasulla, o los de síntesis efectuados por R.Viñas, cuya expresión más conocida es la obra colectivadedicada a la Valltorta, editada el año 1982, la mayor partede los estudios realizados o no han sido publicados o sonde carácter parcial e incompleto.

Indicar esta situación es, por lo mismo, explicacióndel punto en que se encuentra esta publicación del AbricII de la Cova dels Cavalls, y de las perspectivas en las quese inscribe el proyecto de investigación del que formaparte: ir estudiando y publicando los conjuntos rupestresde esta zona, ampliar la documentación arqueológica quepermita una caracterización mas acotada del poblamientoen los distintos periodos hasta ahora constatados, y progre-sar en una caracterización del Arte Levantino inscrito enel proceso cultural del que forma parte, lo cual implicaavanzar en el establecimiento de su evolución y cronolo-gía. Lo ingente de la labor pendiente constituye el contra-punto de los resultados obtenidos en el estudio del AbricII de la Cova dels Cavalls y explica la necesaria prudenciaa la hora de establecer conclusiones de carácter estilísticoo la entidad regional de temas y horizontes de composi-ción. Hasta que una parte sustancial del arte no haya sidoestudiada de acuerdo con los planteamientos que aquíponemos en práctica no será posible alcanzar un nivel desíntesis suficientemente contrastado.

La justificación de la elección de la Cova delsCavalls para iniciar las publicaciones relacionadas coneste proyecto exige pocos comentarios. Se trata de unode los conjuntos con los que se inició el conocimientodel Arte Levantino en la Valltorta y, sin duda, reúne todoslos alicientes para que el proceso de revisión, siempredelicado y a veces poco compensatorio, haya sido atrac-tivo. Nuestra labor no va ha permitir ofrecer una visiónsorprendentemente novedosa de este conjunto. La laborde documentación de Obermaier y Wernert bien pudedecirse que fue de calidad, y pocos han sido los temasnuevos que hemos podido encontrar en un abrigo que hasufrido importantes desperfectos desde la etapa de descu-brimiento. Sin embargo, la labor de restauración preven-tiva realizada bajo la dirección de Eudald Guillemet en elaño 1998 ha facilitado la identificación de algunos temasy ha permitido ofrecer algún complemento a las figuraspublicadas en el año 1917.

El Proyecto museístico vinculado al Parque cultu-ral de la Valltorta-Gasulla, en el que la Cova dels Cavallsdesempeña, como es lógico, un papel fundamental, ha sidootra de las razones que obligaban a tomar este conjuntocomo punto de partida y de referencia, y por ello espera-mos, sinceramente, que los objetivos antes enunciadoshayan sido, al menos, parcialmente conseguidos.

18 LA COVA DELS CAVALLS

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LA COVA DELS CAVALLSY LA VALLTORTAEN LOS ÚLTIMOS

OCHENTA Y CINCO AÑOSRafael Martínez Valle.

Museu de la ValltortaDirección General de Patrimonio Artístico. Generalitat Valenciana

LUCES Y SOMBRAS EN LA VALLTORTA

Han transcurrido 85 años desde que en el invier-no del año 1917 Albert Roda i Segarra descubriera laspinturas rupestres de la Cova dels Cavalls, en el Barrancde la Valltorta (Fig.1).

En aquellas fechas ya se había producido el hallaz-go de importantes conjuntos de arte rupestre prehistóricoen el este peninsular: Albarracín (Teruel) (1892), Calapatá(Cretas,Teruel) (1903), Cogul (Lérida) (1907), la Cueva dela Vieja (Alpera,Albacete) (1910),Cantos de la Visera (Yecla,Murcia) (1912) y Minateda (Hellín,Albacete) (1914), y doscientíficos europeos, el abate Breuil y Hugo Obermaier,habían sentado las bases del modelo explicativo de su ori-gen y significado (Breuil, 1912; Obermaier 1916).

En tierras valencianas el año 1911 habían sidodescubiertas las primeras pinturas rupestres prehistóricas:la Cueva de la Tortosilla en Ayora (Valencia) (Breuil et al.,1911). No obstante el conjunto localizado en el Barrancde la Valltorta superaba a este hallazgo por la cantidad yvariedad de sus manifestaciones rupestres y pasaba a cons-tituir uno de los descubrimientos más importante de losproducidos hasta esa fecha.Tal y como escribiera Luis del

Fig. 1. La Cova dels Cavalls, invierno del año 1917

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Arco (1917:10) en la primera crónica publicada sobre eldescubrimiento: …”todos los inteligentes que han visita-do el Valltorta han coincidido en considerar esta nuevaestación de arte paleolítico como el más hermoso florónde toda la interesante serie descubierta hasta hoy en laregión levantina”.

El descubrimiento de la Valltorta se enmarca enun momento de efervescencia en los estudios de arteprehistórico en el Estado Español, pero también en unperiodo de crisis económica y social. A lo largo del año1917 se produjeron conflictos sociales e institucionalescontra la monarquía de Alfonso XIII. El descontentosocial se había generalizado; la subida de los precios, elconflicto minero en Asturias, la agitación de los militares,el auge del regionalismo, especialmente en Cataluña, y elanuncio de la Revolución Rusa, provocaron huelgas endistintas ciudades y una huelga general durante el mes deagosto, que fue duramente reprimida por el gobierno(Vidal, 1985: 117-18).

En tierras valencianas el invierno del año 1917fue especialmente frío, llegando a nevar en ciudades cos-teras como Valencia y Castellón. En la ciudad de Valenciaal rigor del invierno se sumó una falta de suministro decarbón, de gas urbano y de pan. Ante semejante escasezestalló una huelga general que duró una semana y en laque hubieron dos muertos (Soler,1999: 557).

En el Maestrazgo, en el interior de Castellón, unterritorio agrícola y ganadero, la situación no debía ser debonanza. En aquellos años Tírig contaba con una pobla-ción de 1500 habitantes, un millar más que en la actuali-dad. Duran i Sanpere, uno de los investigadores del Institutd’Estudis Catalans que participó en el estudio de laValltorta, describe el Tírig del año 1917 como un lugarmuy difícil, un pueblo apestado de viruela en el que laenfermedad se cobraba numerosas víctimas (Duran, 1961).

Albert Roda i Segarra, un pastor natural de estapoblación, difundió en el invierno del año 1917 la noti-cia del hallazgo de lo que parecían pinturas rupestres pre-históricas en la Cova dels Cavalls, en el Barranc de laValltorta. Disponemos de poca información sobre AlbertRoda; sabemos que nació el año 1886 y que falleció en elfrente de Teruel el año 1936. Sus paisanos lo describencomo una persona inquieta e imaginativa de ideologíacarlista, que practicaba con profunda convicción y entre-ga (Puig, 1969).

Las crónicas del hallazgo de las pinturas rupestresdel Barranc de la Valltorta y de los acontecimientos pos-teriores proceden de Luis del Arco (1917), que acudió a laValltorta como corresponsal de la Real Academia de laHistoria y de los investigadores que realizarían los prime-ros estudios del conjunto rupestre: Hugo Obermaier yPaul Wernert (1919), Juan Cabré (1923) y Agustí Duran iSanpere (1961).

Según Luis del Arco a mediados del mes demarzo, Francisco Polo, vecino de Albocàsser y amigo deAlbert Roda, llevó la noticia del descubrimiento aCastellón, con unos primeros dibujos realizados porambos con anterioridad al día 17 de febrero (Fig. 2).Inmediatamente se organizó una expedición desdeCastellón dirigida por Antimo Boscá, Catedrático delInstituto General Técnico, para valorar el hallazgo, en laque certificaron que se trataba de pinturas prehistórica,similares a las halladas en otros lugares del este peninsular.Posteriormente Antimo Bosca avisó al Museo Nacionalde Ciencias Naturales de Madrid pidiéndole el envío deun especialista, responsabilidad que recayó en HugoObermaier. Obermaier salió de Madrid el día 22 demarzo y el día 24 se dirigió al lugar del descubrimientoacompañado por los Sres. Antimo Bosca, Emilio Aliaga,Luis del Arco, José Senent,Albert Roda y Francisco Polo(Obermaier y Wernert, 1919).

Al mismo tiempo José Senent, inspector de pri-mera enseñanza en Castellón, había informado al Institutd’Estudis Catalans, que envió a la Valltorta una comisiónformada por Pere Bosch Gimpera, Josep Corominas yAntonio Vila. Según Obermaier ambos equipos trabajaronjuntos en la documentación de la Cova dels Cavalls y enLes Coves de Ribasals o del Civil, el mismo día 24 demarzo y ante la magnitud del trabajo acordaron volver aAlbocàsser en abril, para estudiar el conjunto (Obermaiery Wernert, 1919).

Mientras Albert Roda había descubierto en elsector SE del barranco el importante conjunto de laSaltadora y otros abrigos pintados. Tanto él comoFrancisco Polo, admiradores del Marqués de Cerralbo yde Juan Cabré, no aceptaron el papel marginal de losinvestigadores españoles en el estudio de la Valltorta, ydescontentos con el resultado de los acontecimientos,sobre todo por el protagonismo que Obermaier estabaadquiriendo en el estudio de sus pinturas, comunicaronlos nuevos hallazgos al Marqués de Cerralbo, reservándo-le a él su estudio, no como miembro de la Comisión deInvestigaciones Paleontológicas y Prehistóricas sino per-sonalmente. El Marqués aceptó el ofrecimiento y delegóen Juan Cabré la investigación de los nuevos descubri-mientos (Cabré, 1923).

El día 9 de abril se reencontraron en la Valltortalas dos comisiones de estudio. En la Comisión delInstitut d’Estudis Catalans hubieron cambios: Pere BoschGimpera delegó en Francisco Martorell y José Colomi-nas, a quienes acompañaban Agustí Duran i Sanpere,Matías Pallarés y Francisco Pons. Y el aragonés JuanCabré entró en la escena.

A Cabré lo avalaba el pertenecer a la Comisión deInvestigaciones Paleontológicas y Prehistóricas y la estre-cha vinculación con su director, el Marqués de Cerralbo;

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el haber venido realizando junto con Breuil numerosostrabajos sobre arte rupestre prehistórico y ser autor de laprimera síntesis de arte prehistórico español (Cabré,1915). Hay contradicciones sobre la fecha de incorpora-ción de Cabré al estudio de la Valltorta. Según la crónicapublicada en el Diario de Valencia de fecha 19 de abril de1917, firmada por Francisco Polo, Cabré estuvo estudian-do las pinturas de la Valltorta junto con Polo y AlbertRoda entre los días 3 y 17 de Abril. Sin embargo Cabrérelatará años después que llegó a la Valltorta el día 9 deabril, acompañando a los miembros de esta segunda comi-sión del Institut d’Estudis Catalans.

En cualquier caso Cabré realizó el estudio de laSaltadora y después, acompañado por Roda y Polo, estu-dió el resto de los conjuntos de la Valltorta con la inten-ción de...“completar el conocimiento de todo el foco delarte rupestre del Valltorta y poderlo relacionar en su díacon el de otras zonas de España” (Cabré, 1923:110).

Pero no opinó lo mismo Obermaier. Según esteinvestigador (Obermaier y Wernert, 1919: 7) en los pri-meros días de abril ...“se presentó el Sr. D. Juan Cabré, deMadrid, quien copio con una rapidez asombrosa los fres-cos de los abrigos de Valltorta, exponiéndolos como des-cubrimientos suyos en el Congreso de la Asociación

Española para el Progreso de las Ciencias, celebrado enSevilla en mayo de 1917”.

La intervención de Cabré en la Valltorta ha sidovista con excesiva ligereza; ha prevalecido la opinión deObermaier y no se han valorado otras consideraciones.Como ya hemos expuesto Juan Cabré contó con totalapoyo de los descubridores de las pinturas de la Valltorta ala hora de llevar a cabo su estudio, tal y como confirma elartículo firmado por Polo en el Diario de Valencia, al queya hemos hecho referencia, del que reproducimos lassiguientes líneas:

“El estudio, muy detallado y minucioso, le haocupado desde el día 3 al 17 de los corrientes, teniendo lagran satisfacción de haber sido su colaborador y guía,habiendo compartido durante ese tiempo con él las incle-mencias atmosféricas, sus fatigas y penalidades, a la par quehemos saboreado las delicias que trae consigo el estudiode novedades y secretos arqueológico que aparecían a lavista pintados durante siglos y siglos pero ocultos a laciencia moderna”.

En aquel momento ante la delicada situacióncreada por la coincidencia en la Valltorta de tres equiposde investigadores, Obermaier decidió limitar su investiga-ción a la mitad NO del barranco y dedicar a la mitad SE

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Fig. 2. Detalle de la escena principal de la Cova dels Cavalls según calco realizado por Albert Roda y Francisco Polo. Fotografía firmada por Francisco Polo, el día 17de febrero de 1917

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únicamente una inspección superficial. Este nuevo estu-dio se llevó a cabo entre los días 8 y 25 de abril, y en elparticiparon Obermaier, Wernert, Benítez Mellado yEulogio Varela (Fig. 3).

LOS PROTAGONISTAS

Los acontecimientos ocurridos aquellos días apropósito del estudio de la Valltorta, el desencuentro quese produjo entre los investigadores y la forma de abordarsu trabajo, se enmarcan en un momento de eclosión de losestudios de la prehistoria en el Estado Español, en el quejuegan un papel destacado dos investigadores extranjeros:el abate Breuil y Hugo Obermaier.

Este proceso arranca el año 1902 con el recono-cimiento internacional de la autenticidad de las pinturasde la Cuevas de Altamira. Desde ese momento laPenínsula Ibérica se convierte en un lugar de encuentrode los prehistoriadores europeos, fundamentalmente fran-ceses. Uno de los más influyentes investigadores, el abateBreuil, visita Altamira el año 1902 e inicia el estudio desus pinturas bajo la protección del Principe de Monaco.

La importancia de los proyectos de investigaciónsobre la prehistoria europea llevaría a la creación el año1910 del Institut de Paleontologie Humanine en el que se

integraban los más prestigiosos investigadores delmomento: Breuil, Obermaier, Boule y Vernaeu. El estalli-do de la guerra de 1914 obligó a una diáspora de cientí-ficos europeos; Breuil fue acogido en España por la Casade Alba y tras él llegó Obermaier (Moure, 1996).

En España, el año 1911, se había creado laComisión de Investigaciones Paleontológicas yPrehistóricas bajo la dirección del Marqués de Cerralbo,en la que se integraron como investigadores Juan Cabré,el Conde de la Vega del Sella, Eduardo HernándezPacheco y el año 1916 el dibujante Fernando Benítez(Hernández Pacheco,1959).Desde el año 1915 Obermaierpasó a formar parte de la Comisión, en calidad de profe-sor agregado (Moure, 1996). Investigador de prestigiomundial desarrolló durante aquellos años una frenéticaactividad científica, no siempre bien asimilada por losinvestigadores nacionales.

El Marqués de Cerralbo, Enrique de Aguilera yGamboa, fue director de la Comisión desde su creación.Hombre con formación universitaria, especialmente enliteratura e historia, era miembro distinguido de la RealAcademia de la Historia.Tenía, así mismo, gran significa-ción política como senador y jefe de la minoría carlista enel parlamento (Hernández Pacheco, 1959) y fue el prin-cipal adalid de Juan Cabré.

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Fig. 3. Investigadores y curiosos en la Cova dels Cavalls, abril del año 1917. Fotografía de Antimo Boscá

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Juan Cabré, natural de Calaceite (Teruel), cursosus primeros estudios en Tortosa y Zaragoza. Su curiosi-dad innata le llevó a importantes descubrimientos arqueo-lógicos como San Antonio de Calaceite y las pinturasrupestres de Calapata, el año 1903. Fue pensionado por laDiputación de Teruel para estudiar en la Real Academiade San Fernando de Madrid, donde entró en contactocon el Marqués de Cerralbo (García-Soto, 1998:13).

Con motivo del hallazgo de Calapatá, el abateBreuil conoció a Cabré y lo asoció al estudio del arterupestre levantino y esquemático, comenzando esta cola-boración el año 1909, siempre bajo los auspicios delPrincipe de Monaco. Según Hernández Pacheco (1959),el Marqués de Cerralbo facilitó la asociación de Cabrécon Breuil, para que en los estudios de arte hispano siem-pre hubiera españoles. Fruto de esta colaboración sondiversos trabajos aparecidos en la revista L’Antropologie.

El año 1915 se publica la obra de Cabré el ArteRupestre en España, primera síntesis de arte rupestre pre-histórico peninsular; obra prologada con elogios por elMarqués de Cerralbo y duramente criticada por Breuil yObermaier. Esta publicación marca la ruptura con Breuily por supuesto el desencuentro con Obermaier.

El año 1917, coincidiendo con el descubrimien-to de la Valltorta, Cabré deja la Comisión.... “como frutode una torpe campaña iniciada por especialistas extranje-ros y acogida por algunos nacionales y pasa al Centro deEstudios Históricos para hacer estudios sobre la CulturaIbérica, bajo la dirección de D. Manuel Gómez Moreno”(Beltrán, 1984:11).

La tercera institución que intervino en la Valltortafue el Institut d’Estudis Catalans, a través de su reciéncreada Secció Històrico Arqueológica. Según Durancorrespondía al Institut d’Estudis Catalans llevar a cabo lacreación de una institución científica orientada a laarqueología… “per tal d’alliberarnos fins on fos possiblede la tutela científica estrangera i de sotmetre les recerqueslocals esporàdiques a un organismo orientador” (Duran,1961:51-52).

En esta tesitura tuvo que ser Pere Bosch Gimperaquien se hiciera cargo de la creación de un servicio dearqueología en el seno del Institut d’Estudis Catalans, quedebió concretarse al regreso de su estancia en Alemania,donde había estado becado por la Junta para la Ampliaciónde Estudios (Díaz Andreu, 1995). Según Duran (1961)…”nosaltres, els aficionats Josep Colomines, FrancescMartorell, Matias Pallares y jo mateix n´acceptàren totseguit la direcció absoluta”.

Los investigadores que Bosch Gimpera incorporóa la Secció Històrico Arqueológica tenían poca experien-cia en aquellos años. Habían comenzado sus investigacio-nes en yacimientos ibéricos (Duran, 1961) y llegaron a laValltorta con entusiasmo y sin prejuicios. Conocían bien

a Cabré, de hecho Matías Pallares era natural de Penarroya(Bosch, 1925); eran por lo tanto paisanos y fue como éluno de los más activos redactores del Boletín de Historiay Geografía del Bajo Aragón, en la que Cabré colaborabacomo miembro fundador (Moran Cabré et al., 1996). Laestrecha relación de Cabré con el Institut d’EstudisCatalans se pone nuevamente de manifiesto con la cesiónque hace a esta institución de la excavación de los yaci-mientos ibéricos de Calaceite y Cretas.

Estas jóvenes instituciones coincidieron en laValltorta. Obermaier representaba el ideario de Breuil. ElInstitut d’Estudis Catalans pugnaba por abrirse un huecoen la investigación y desde la inexperiencia de su SeccióHistòrico Arqueológica planteó un novedoso proyecto enel que integraron el estudio del contexto arqueológico delas pinturas como un aspecto fundamental.

Cabré personalizaba el rechazo a un excesivo pro-tagonismo de Breuil y Obermaier en el estudio de losconjuntos de arte rupestre españoles, incubado al amparodel Marqués de Cerralbo. Investigador intuitivo, quedesde el año 1909 acompañó a Breuil en sus estudios delos primeros conjuntos descubiertos, y que realizó la pri-mera síntesis de arte rupestre español, con lagunas y erro-res que Breuil y Obermaier se encargaron de recordarlecon dureza, había alcanzado la madurez y se había des-prendido de los prejuicios e influencias de la escuela fran-cesa (Cabré, 1925: 216-17).

Los investigadores valencianos quedaron al mar-gen del estudio de este importante conjunto. En estosmomentos no existían instituciones de solvencia concapacidad para intervenir en el estudio de estos hallazgos.Almarche estaba realizando una cuidada recopilaciónsobre la arqueología valenciana (Almarche, 1918) en laque incluyó un apartado dedicado a Tírig y dio cuenta delhallazgo de pinturas rupestres en la Valltorta, con la repro-ducción de los primeros calcos divulgados de la Cova delsCavalls.Y tuvieron que transcurrir diez años para que secreara la primera institución dedicada a la prehistoriavalenciana: el Servicio de Investigación Prehistórica, encuya gestación influyeron la notoriedad de los hallazgosde la Valltorta y los posteriores de las Cuevas de la Araña(Ballester, 1929).

Los trabajos desarrollados por los diferentes equi-pos de investigadores dieron un resultado desigual.Obermaier y Wernert publicaron una detallada mono-grafía del sector NO de la Valltorta, en la que exponensus puntos de vista sobre el Arte Levantino, y que se haconvertido en la ortodoxia sobre el descubrimiento yestudio de la Valltorta. Precisamente el año 1919, coinci-diendo con la aparición de este trabajo, sus autores deja-ron la Comisión de Investigaciones Paleontológicas yPrehistóricas por desacuerdos con Hernández Pacheco(Moure, 1996).

23LA COVA DELS CAVALLS Y EL BARRANC DE LA VALLTORTA EN LOS ÚLTIMOS 85 AÑOS

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El Institut d’Estudis Catalans se limitó a unaescueta publicación en su anuario (Duran y Pallarés,1923). Según Duran... “Quant tots el calcs produits i totel material arqueologic recollit estigué endresat al Museude Barcelona, no s´arribá a trobar l´hora del seu estudi ymens encara de la seua publicacio” (Duran, 1961:86).

Juan Cabré publicó dos artículos sobre sus traba-jos en la Valltorta (Cabré, 1923, 1925), entre los que hayque destacar, por su calidad descriptiva, el dedicado a LesCoves de Ribasals (Fig. 4).

Pero sin duda alguna el trabajo que tuvo una máshonda repercusión fue el de Obermaier y Wernert. En él,además de describir los conjuntos del sector NO delbarranco, ordenaron los argumentos en los que funda-mentaban su propuesta de edad paleolítica para las pintu-ras rupestres de la Valltorta, y por extensión para el cadavez más numeroso conjunto de pinturas rupestres natura-listas de la España Oriental.

Esta propuesta partía de la visión de Obermaier(1916) sobre el poblamiento paleolítico de la PenínsulaIbérica, a la que incorporaba las ideas de Breuil sobre elarte rupestre. Para Obermaier la península estuvo habita-da por dos grupos de población: pueblos de origen euro-peo al norte y los pueblos capsienses de origen africanoen el resto, quienes fueron los autores de un arte propio,

el Arte Levantino, que no rehuye reproducir la figurahumana.Y presentaba como defensa de sus hipótesis unamplio repertorio de argumentos, centrados sobre todoen la fauna representada, en el marco escénico, y en laevolución seguida por las manifestaciones levantinas(Martí et al., 1996).

Para Obermaier la fauna representada en laValltorta es similar a la de otros conjuntos de levante, enlos que Breuil había identificado especies pleistocenas,como el alce o los rinocerontes, y esta presencia se con-virtió en un argumento indiscutible de su edad paleolíti-ca. Determinadas ausencias como la del bisonte, tan abun-dante en el arte rupestre paleolítico franco-cantábrico, lajustifica en las diferencias faunísticas de las dos regiones alfinal del pleistoceno. Parece, por lo tanto, que a partir dela fauna representada se inclina por una cronología fini-pleistocena, y añade, y esto nos parece fundamental,...”que lo importante es que no presenta ninguna huellade la existencia de animales domésticos, y que la lista defiguras comprende exclusivamente animales de caza oescenas con ellos representados” (Obermaier y Wernert,1919: 67) (Fig. 5).

Esta abundancia de escenas de caza, en la que sus-tenta su propuesta de edad paleolítica para el ArteLevantino, continúa siendo el eje argumental de autoresque defienden una edad epipaleolítica para estas manifes-taciones, sin considerar que la caza continuó siendo unaactividad fundamental para las sociedades neolíticas, tal ycomo demuestra el registro arqueozoológico (MartínezValle, 1995).

Al carácter silvestre de las especies identificadasañade los rasgos técnicos en su ejecución que las asemejana las paleolíticas franco-cantábricas, como el realismo y eldetalle en la representación anatómica, patente en las astasde los ciervos o en las pezuñas y los cascos.Encuentra otrosargumentos en la forma de representar las pezuñas y en lashuellas de animales, tan importantes para los cazadores, conparalelos entre las pinturas de Tolls Alt, también en laValltorta y Morella la Vella (Morella), con la Cueva de laPileta; o la forma de los arcos y las flechas levantinas paralas que encuentra paralelos paleolíticos en el arquero deLaussel y en las flechas de Niaux, claramente distintos alesquematismo de los arqueros postpaleolíticos.

Finalmente considera la evolución formal queparecen seguir las pinturas franco-cantábricas y las levanti-nas, que van, según esquemas de Breuil, de lo simple a locomplejo y más elaborado, lo que refuerza su contempo-raneidad.Y destaca, por supuesto, la importancia que en elarte del levante tiene la figura humana, estableciendo en laValltorta tres tipos, en función de sus caracteres somáticos.

Respecto a su significación parte de afirmar elcarácter mágico-religiosos de las pinturas paleolíticas can-tábricas y propone lo mismo para las levantinas; magia

24 LA COVA DELS CAVALLS

Fig. 4. Escena principal del abric III de Les Coves de Ribasals o del Civil, según

Cabré (1925)

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negativa en la representación de individuos flechados, ypositiva en los arqueros de robustas piernas dotados mági-camente para la caza.

Cabré en sus trabajos sobre la Valltorta(Cabré,1923, 1925) manifestó abiertamente sus dudas res-pecto a los planteamientos de Breuil y Obermaier. Alcomprobar la relación de los conjuntos pintados con laexistencia de puntos de agua sugirió que el clima de laépoca en que fueron pintadas no difería en absoluto delactual (Cabré, 1923:115), y en relación a la fauna repre-sentada, desmontó la identificación de las supuestas espe-cies cuaternarias realizadas por Breuil, para afirmar que enel arte del levante solo se pintaron especie de fauna actual.

Por estos argumentos mostró su escepticismoacerca de la edad paleolítica de estas manifestaciones, aña-diendo más adelante que las escenas levantinas ...”en espe-cial las luchas individuales nos testimonian una organiza-ción social más afín de las civilizaciones neolíticas que alas del paleolítico, en el supuesto que a la vez es más queprobable conocieron aquellos ya la domesticación delperro, quizá el uso de la cerámica y una especial industrialítica que en otro lugar expondremos” (Cabré, 1923: 117).

También Duran y Pallarés (1923) cuestionaron lapropuesta cronológica de Obermaier basándose, sobre

todo, en los materiales arqueológicos recuperados durantesus investigaciones en la Valltorta, todos ellos de cronologíaneolítica y eneolítica. Años más tarde Ripoll, (1991-2)afirmará haber oído a Duran y a Colominas que nunca cre-yeron en la cronología paleolítica atribuida al Arte Levan-tino, en contra de la opinión de su maestro Pere BoschGimpera que se mantuvo fiel a los postulados de Breuil.

LA DEGRADACIÓN DE LOS CONJUNTOS RUPESTRES DE LAVALLTORTA

El Barranc de la Valltorta no sólo fue telón defondo de las disputas entre investigadores e instituciones.Su presencia en el barranco y la notoriedad alcanzada porlos descubrimientos, en un lugar hasta ahora casi ignora-do, tuvieron amargas repercusiones en la conservación desu arte rupestre.

En esta historia las administraciones provincialesapenas cuentan, al igual que el Estado. Esta falta de prota-gonismo se traduce en un abandono del conjunto quequedó sin protección alguna frente a una desordenadaafluencia de curiosos con muy diversas intenciones, y quea medio plazo supuso la destrucción de numerosos pintu-ras rupestres y el expolio de sus yacimientos arqueológicos.

La crónica de Luis del Arco contiene las primerasalusiones a los problemas de conservación, cuando serefiere a la acción destructiva de los pastores que hanusado las cuevas como refugio, encendiendo hogueras queahuman las pinturas o a la alteración que producen losganados al rozar las paredes y sus pinturas. Pero insiste que...”Más a contribuido a estropear estos dibujos el embatedestructor del hombre moderno, que con frecuencia losha hecho víctimas de sus golpes ó los ha tomado comoblanco de sus pedradas”(del Arco, 1917: 20).

Hernández Pacheco (1918), en su estudio de lasrecién descubiertas pinturas de Morella la Vella, se haceeco de las lamentables destrucciones sufridas por las pin-turas rupestres de la Valltorta y alaba la actitud del dueñode Morella la Vella, que se ocupa de preservar las pinturasallí descubiertas ese mismo año de 1917.

Esta destrucción tenía su origen, en opinión deCabré (1923), en dos causas. La primera sería consecuen-cia del protagonismo de los investigadores extranjeros y elpapel secundario desempeñado por los españoles, espe-cialmente por la delegación del Marqués de Cerralbo,situación que, en su opinión, irritaba a los paisanos. Lasegunda sería la decepción de los lugareños ante las pin-turas rupestres …”¿Y quién puede evitar que uno ovarios labriegos, inconscientemente, destrozasen las pintu-ras al notar defraudada su curiosidad, después de una largacaminata, por no merecerles las pictografías el aprecio queen sus mentes se habían forjado?” (Cabré, 1923: 31).

25LA COVA DELS CAVALLS Y EL BARRANC DE LA VALLTORTA EN LOS ÚLTIMOS 85 AÑOS

Fig. 5. Escena principal de la Cova dels Cavalls, según Obermaier y Wernert

(1919)

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el Museo de Barcelona. En su visita afirma localizar pin-turas inéditas en el Cingle de l’Ermita, en la Coveta deMontegordo y en les Coves de Ribasals, donde tiene laoportunidad de hablar con su propietario Josep SegarraGuarch, el civil. Según su testimonio las pinturas habíandejado de verse porque los numerosos curiosos que ibana verlas las mojaban y frotaban con manojos de hierbaspara avivar sus colores (Esteve, 1996).

Posteriormente visita Cavalls y afirma encontrar-las en mejor estado. No menciona las figuras arrancadas alas que hace mención Obermaier, entre las que supone-mos se encontraba la figura 57, un arquero de robustaspiernas que Duran adquirió a un expoliador y que se haconservado en el Museu Duran i Sanpere de Cervera(Lérida), al menos, desde el año 1934 (López, 2001).

Los años treinta vienen marcados por la actividaddesplegada por el pintor castellonense Juan BautistaPorcar. Su vinculación con el arte rupestre comienza elaño 1928, tras el descubrimiento de las pinturas rupestresde la Joquera en Borriol. Poco tiempo después, el año1934, tendría un protagonismo destacado en el descubri-miento y estudio de las pinturas rupestres del término deAres (Castellón).Y es en esos años cuando desarrolla unaimportante labor en la documentación y estudio del ArteLevantino. Sus consideraciones sobre la técnica y el estilo

Fig. 6. La Cova dels Cavalls con visitantes, a mediados de los años cincuenta

No obstante el proceso de deterioro por causasantrópicas se había iniciado incluso antes de su descubri-miento para la ciencia.Obermaier recoge el testimonio depersonas ancianas, según el cual conjuntos como la Covadels Cavalls había perdido en los cuarenta años antes de sudescubrimiento numerosas pinturas, de lo que responsabi-lizaban a los pastores.Y más adelante se lamenta de la des-trucción continuada de estas pinturas: ...“Sentimos infini-tamente tener que decir que las pinturas de los abrigos delbarranco de Valltorta han sufrido desde entonces acá gra-vísimos desperfectos, habiendo sido deterioradas variasfiguras y otras destruidas por completo. Noticias queposeemos de fuente fidedigna añaden que los que másparecen haber sufrido, son los documentos de la cueva delos caballos y de la Cueva Saltadora. Los contemporáneosy la posteridad sabrán juzgar tales extremos de vandalis-mo, por el que fueron criminalmente destruidos tesorosúnicos que no sólo para España, sino para el mundo ente-ro, representan monumentos históricos insustituibles”(Obermaier y Wernert, 1919:77).

Diez años después, durante el verano del año1927, Francisco Esteve Gálvez visitó el Barranc de laValltorta, con la intención de conocer las pinturas rupes-tres y los yacimientos arqueológicos excavados por elInstitut d’Estudis Catalans, cuyos materiales había visto en

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(Porcar, et al., 1935) han sido de trascendental importan-cia, no siempre reconocida, más si cabe al realizarse en unaépoca en la que la cronología y el significado eran losaspectos que más preocupaban a los investigadores.

UNA NUEVA COYUNTURA

La Guerra Civil del año 1936 marca un antes yun después en la investigación y en el desarrollo de losplanteamientos teóricos.

El año 1936 Obermaier marchó a Alemania,donde le sorprendió el estallido de la guerra. A pesar deque al finalizar regresó a España, la nueva situación polí-tica no favoreció su permanencia en nuestro país, dondefue acogido con frialdad (Porcar, 1961). Obermaier mar-chó nuevamente a Alemania y ya no regresó. Años des-pués su plaza en la Universidad Central fue cubierta poruno de sus discípulos Julio Martínez Santa Olalla (Moure,1996).De planteamientos ideológicos opuestos a su maes-tro, este investigador rompió incluso con la ortodoxia deBreuil que tan fielmente defendió Obermaier y en refe-rencia a la cronología del Arte Levantino planteó unaedad neolítica. Nos resistimos a no citar textualmente unode los párrafos de su obra: ...”En este Neolítico antiguo, ycomo debido al pueblo de la cultura microlítica de faciestardenoisiense, es donde hay que situar el arte rupestreimpresionista del Levante de España ...Estas pinturasrupestres neolíticas demuestran una organización social decazadores a quienes el pastoreo y la ganadería no es des-conocida” (Martínez Santa-Olalla 1946:49-50).

La Guerra del 36 supuso prolongar el abandonode la Valltorta. Durante el año 1938 se libraron duros com-bates en Montegordo, en el mismo nacimiento del barran-co; se abrieron trincheras que destruyeron yacimientosarqueológicos y continuó el expolio de sus pinturas rupes-tres, como la figura 68 de Les Coves de Ribasals, qué trans-curridos 60 años sería devuelta a la Valltorta.

El proceso de deterioro de las pinturas rupestresdel Barranc de la Valltorta consecuencia del vandalismoy las visitas incontroladas se prolongó hasta el año 1942,cuando se contrató un vigilante para custodiar el con-junto (Viñas, 1982). No obstante, no se abandonarondeterminadas prácticas lesivas como el mojado reitera-do de los paneles pintados para avivar los colores, o losgraffitis recordatorios de las visitas, cada vez más nume-rosas (Fig 6).

En estos años el investigador que más trabaja en laValltorta es Porcar. A partir del año 1945 incorpora depleno los conjuntos del barranco a sus estudios, con laserie de artículos dedicados a la iconografía de Gasulla yValltorta, en los que se centrará en tres temas fundamen-tales del repertorio tématico levantino: las danzas de

Fig. 7. Página 209 de The Ilustrated London News, día 6 de febrero de 1960, dedi-cada a la exposición de reproducciones de pinturas rupestres de Castellón, rea-lizada por Juan Bta. Porcar en la St. George´s Gallery de Londres

arqueros ante figuras sacrificadas (Porcar, 1945), las esce-nas bélicas (Porcar, 1946) y el culto al toro (Porcar, 1947).

No fue menor su aportación en la difusión y pro-tección del arte rupestre de Castellón. Las imágenes de laValltorta fueron presentadas en muestras y exposicionespor España y Europa (Fig. 7). Pero a pesar de esta trascen-dencia la Valltorta seguía olvidada, los conjuntos de arterupestre sin proteger y su vigilancia bajo mínimos.

El año 1963 Porcar recibió informaciones sobreel robo de pinturas rupestres en la Valltorta. Las noticias,que procedían del Dr. Blum, de la Universidad dePrinceton y de Eduardo Ripoll, fueron publicadas por elperiódico Mediterráneo de Castellón, lo que motivó quela Diputación Provincial de Castellón realizara el cerra-miento de Les Coves de Ribasals y de la Cova dels Cavall.La presentación pública de la protección de estos conjun-tos tuvo lugar en el mes de Octubre del año 1963 (Arasa,1991) (Fig. 8). Años después el pintor DouglasMazonowich financiaba la protección de los paneles pin-tados del Cingle del Mas d’en Josep.

En estos años la Valltorta es un referente obligadoen los estudios de arte prehistórico, reconocimiento quecontrasta con la escasez de nuevas investigaciones, no sólo

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de sus conjuntos rupestres, a los que se dedicaron estudiospuntuales (Beltrán,1965; Ripoll,1970), sino también desus yacimientos arqueológicos. Las síntesis dedicadas alarte rupestre esquemático peninsular por Acosta (1968) yal levantino por Beltrán (1968), incluyen también a laValltorta, pero no se aporta nueva información.

En los años setenta se produce una reactivaciónde la investigación. El Servicio de InvestigaciónArqueológica y Prehistórica de la Diputación Provincialde Castellón, creado el año 1975, llevará a cabo excava-ciones en el Cingle de L’Ermitá (Gusi, 1975a) y en laCova del Mas d’Abad (Gusi, 1975b; Gusi y Olària, 1975).María José de Val (1977) realizará su Tesis de Licenciaturasobre las industrias líticas de los Planells y Ramón Viñas,de la mano de D. Eduardo Ripoll, iniciará sus estudiossobre los conjuntos rupestre (Viñas, 1970, 1978, 1979-80,1982). Con Ripoll la escuela catalana de arqueologíavuelve a la Valltorta.

Ramón Viñas inició el año 1968 la documentacióny estudio de los conjuntos rupestres del barranco, y locali-zó nuevos abrigos pintados como la Cova de la Taruga y elCingle del Mas d’en Salvador (Viñas, 1982).A principios delos ochenta, D. Manuel Centelles, guarda del conjunto

rupestre de la Valltorta, descubrió los importantes conjun-tos del Barranc de Sant Miquel: el Abric Centelles, La Covade la Mostela y el Abric del Barranc d’en Cabrera, queserán dados a conocer por Viñas y Sarriá (1985).

La publicación de un trabajo monográfico sobrela Valltorta, realizado bajo la dirección de Viñas (Viñas etal., 1982), sirvió para insistir en la importancia patrimonialde este lugar y para llamar la atención sobre su deterioro,consecuencia de una escasa vigilancia y un flujo de visi-tantes cada vez más numeroso y desordenado.

EL MUSEU DE LA VALLTORTA

El año 1983, recién asumidas las competenciasautonómicas por la Generalitat Valenciana, se puso enmarcha un proyecto de gestión integral de este importan-te enclave patrimonial. El proyecto de creación del ParqueCultural de la Valltorta fue diseñado desde los ServiciosTerritoriales de la Conselleria de Cultura en Castellón.Con él se pretendía un doble objetivo: proteger el Barrancde la Valltorta, e incentivar el desarrollo local mediante elturismo cultural.

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Fig. 8.Acto de presentación del vallado de los abrigos de la Valltorta.Autoridades en Les Coves de Ribasals. Juan Bta. Porcar tercero por la derecha

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En la primera mitad del año 1984 se esbozó el pro-yecto de actuaciones, redactado por Juan L. ConstanteLluch. El proyecto estuvo marcado por la interdisciplinari-dad y por el intento de hacer converger a diversas institu-ciones públicas. La propuesta se articulaba en cuatro gran-des apartados: protección jurídica, protección física,equipamientos y difusión cultural, para lo que se proyectóla construcción de un núcleo cultural-recreativo, con instala-ciones y servicios de variada funcionalidad, entre ellas unMuseo, un Camping, restaurantes y áreas de esparcimiento.Estos servicios de complementaban con inversiones en unapresunta restauración del paisaje, que incluía la creación devallados para fauna silvestre, la repoblación forestal de par-celas abandonadas y la apertura de viales para vehículos ysenderos para aproximarse a los conjuntos de arte rupestre.

Las primeras respuestas frente al proyecto fueronvariadas, pero en general negativas. La población local vioen la propuesta de la administración un obstáculo a deter-minadas iniciativas agrícolas y ganaderas en curso, comolas transformaciones del secano tradicional en regadío o laconstrucción de granjas porcinas. Desde sectores másminoritarios se planteó que el turismo de masas eraincompatible con la conservación de la Valltorta y sus pin-turas rupestres. El resultado fue el abandono del proyectode creación del Parque. No obstante se mantuvieron algu-nas de las propuestas, como la construcción de un museoy parte de los equipamientos, así como la protección físi-ca de los principales conjuntos (Martínez Valle, 2000).

El año 1994 se inauguraba el Museu de la Valltortacon un proyecto museográfico centrado en los valores cul-

turales del Barranc de la Valltorta (Fig. 9). La apertura delMuseo hizo más patentes los problemas de la Valltorta: unafalta de información sobre sus pinturas rupestres y su con-texto arqueológico y la existencia de serios problemas deconservación en los principales conjuntos.

La información sobre su arte rupestre procedía enbuena medida de los trabajos desarrollados a principios desiglo, ya que con posterioridad no se había realizado nin-gún estudio de carácter general. Es muy ilustrativo que dealguno de los grandes conjuntos, como la Saltadora, no secontara con una publicación detallada de sus pinturasrupestres, y lo mismo podemos decir del Mas d´en Josep,publicado de forma parcial y de otros conjuntos que per-manecían inéditos como Calçaes del Mata, Tolls delPuntal o Covetes del Puntal. Incluso los descubrimientosde los años ochenta, como el Abric Centelles, se conocí-an por breves artículos en los que se describía de formaparcial algunas de sus escenas (Viñas y Sarriá, 1985).

Una situación similar de estancamiento era exten-siva a la investigación arqueológica. Los yacimientos en losque intervino el Institut d’Estudis Catalans y que fueronexcavados casi en su totalidad, fueron destruidos por furti-vos en años posteriores. De estos trabajos quedan parte delos materiales conservados en el Museu d´Arqueologia deCataluña y la publicación del Anuario. Los trabajos delSIAP, esperanzadores, no aportaron un volumen de infor-mación suficiente para plantear un primer esquema sobreel poblamiento prehistórico de la Valltorta.

Pero sin duda alguna el problema fundamentalcontinuaba siendo el estado de conservación de los con-

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Fig. 9. Museu de la Valltorta,Tírig, Castelló

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juntos rupestres. Los principales abrigos mantenían losprimeros cierres, realizados en los años sesenta y setenta, ylas pinturas rupestres sufrían de todas las patologías propiasde conjuntos mal gestionados: graffitis, desconchados,soportes inestables, suciedad, etc.

El año 1994 se pusieron en marcha diversas ini-ciativas destinadas a aminorar estos problemas: se modifi-caron los vallados de protección, se incrementó la vigilan-cia y se estableció un sistema de visitas guiadas a losprincipales conjuntos. Al mismo tiempo se iniciaron tra-bajos de campo para verificar la información existente ycomenzamos la prospección sistemática del territorio, conel hallazgo de nuevos conjuntos rupestres y la localizaciónde numerosos yacimientos arqueológicos.

De forma paralela iniciamos la solicitud de decla-ración de la Valltorta como Patrimonio de la Humanidad.La propuesta, cursada por la Generalitat Valenciana, sirviópara definir un proyecto más amplio en colaboración conlas Comunidades Autónomas de Cataluña, Aragón,Castilla-La Mancha, Murcia y Andalucía, que hacia exten-

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Fig. 10. a) Escena principal de la Cova dels Cavalls el año 1997, antes de la intervención de conservación preventiva. b) Escena principal después de los trabajos deconservación preventiva

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Fig. 11. Emisión Cultura y Naturaleza, valor de 20.000 pesetas. Reverso configuras de la escena de caza de la Cova dels Cavalls. Fábrica Nacional deMoneda y Timbre, 1994

siva la solicitud al conjunto del arte rupestre del arcomediterráneo (Grupo de trabajo ARAMPI, 2001).

La propuesta conjunta fue presentada pública-mente en el Primer seminario internacional sobre Arte Rupestreen ambiente mediterráneo, celebrado en el Museu de laValltorta, en mayo del año 1997. Este encuentro sirviótambién para abordar el problema del deterioro de suspinturas rupestres.Ya con anterioridad, el año 1987, y bajoel patrocinio de UNESCO, la fundación Getty y laGeneralitat Valenciana, se había celebrado un seminariosobre la conservación del arte rupestre. Diez años después,en la Valltorta, volvió a debatirse sobre esta problemática yse impusieron los criterios favorables al inicio de trabajosde conservación preventiva.

Las primeras intervenciones se han realizado enla Cova dels Cavalls y en Les Coves de Ribasals. Novamos a extendernos en la descripción del proceso deconservación preventiva que, en el caso de Cavalls, se haajustado a los criterios de mínima intervención.Tras lascorrespondientes analíticas se ha procedido a la limpiezade los paneles pintados, con la eliminación de los graffi-tis y las veladuras formadas desde su descubrimiento,como consecuencia del mojado reiterado y de la sucie-dad depositada. Posteriormente se han consolidado lossoportes más inestables con la aplicación de morteros yse han desviado las vías de agua que afectaban a algunosmotivos. Finalmente se han coloreado los vacíos dejadospor las figuras arrancadas, para reducir el impacto visualde los grandes desconchados (Guillamet, et al., 1998). Elresultado ha sido la recuperación de un conjunto quehabía llegado a un estado de deterioro injustificable (Fig.10A y 10B).

Poca semanas después de finalizar estos trabajos, eldía 5 de diciembre del año 1998, el Comité delPatrimonio Mundial de la UNESCO, reunido en Kioto(Japón), aprobaba la inclusión del Arte Rupestre del ArcoMediterráneo de la Península Ibérica en la Lista del Patri-monio Mundial. Bajo esta denominación se incluyen untotal de 757 conjuntos de arte rupestre prehistórico, de los

que 301 corresponden a la Comunidad Valenciana, entrelos que se incluye la Cova dels Cavalls.

El criterio primordial que sustenta esta distinciónes la excepcionalidad del Arte Levantino, y más exacta-mente su valor documental, fundamental para conocer elmodo de vida de las sociedades prehistóricas del estepeninsular (UNESCO, 1998). Su inclusión en la lista delPatrimonio Mundial es, además, una respuesta positivahacia el cambio de actitud de la sociedad, cada vez másconsciente de su importancia.

Ese mismo año de 1998 se creaba el Instituto deArte Rupestre, mediante convenio entre el OrganismoPúblico Valenciano de Investigación y la Conselleria deCultura i Educació de la Generalitat Valenciana, y se fija-ba su sede en el Museu de la Valltorta. Desde su creaciónse ha trabajado en dos líneas fundamentales: la documen-tación del arte rupestre de la Comunidad Valenciana,siguiendo los planteamientos metodológicos más actuales,y su estudio como manifestación cultural prehistórica.Ynada mejor que comenzar con la Cova dels Cavalls, quehace 85 años inauguró el descubrimiento del conjunto dela Valltorta, y cuya escena de caza, paradigma del arterupestre prehistórico, continúa expresando la complejarelación del hombre con la naturaleza (Fig. 11).

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APROXIMACIÓN AL MARCOGEOGRÁFICO DE LA

VALLTORTA Y ALGUNASCONSIDERACIONES SOBRE

LA EVOLUCIÓN DELPAISAJE HOLOCENO

P. M. Guillem CalatayudOrganismo Público Valenciano de Investigación,

Instituto de Arte Rupestre. Generalitat Valenciana

La Cova dels Cavalls se localiza en la margenizquierda del Barranc de la Valltorta, en un pronunciadomeandro junto a la Roca de les Tàbegues (Fig. 1). Nuestroanálisis se centrará principalmente en este barranco y, porextensión, en la cuenca alta del Riu de les Coves en la quese integra junto con el Barranc Fondo, la Rambla de laMorellana, la Rambla de Vilanova y el Riu de Sant Mateu1.

La posición geográfica del Barranc de la Valltorta,los aspectos geomorfológicos, climáticos y vegetales leconceden unas características propias, que sin duda debie-ron influir en el poblamiento humano durante laPrehistoria (Fig. 2).

GEOMORFOLOGÍA. ROCAS FRACTURADAS, BARRANCOSSIN AGUA Y GRANDES DESNIVELES.

Las rocas depositadas a lo largo de sucesivas etapasdel Secundario constituyen el elemento base de la confi-guración del relieve actual. Sobre este roquedo se desenca-denó un periodo de actividad tectónica que se ha docu-mentado desde el Oligoceno y que se prolongó hasta elPliocuaternario. Estos movimientos sometieron a este granpaquete calcáreo a procesos compresivos y distensivos. Losdistintos movimientos Oligo-miocenos fracturaron elzócalo herciniano. La cobertera mesozoica se ajustó for-mando grandes pliegues. Finalmente, los procesos distensi-

Fig. 1. Barranc de la Valltorta. Meandro donde se localiza la Cova dels Cavalls

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34 LA COVA DELS CAVALLS

Fig. 2. Cuenca alta del Riu de les Coves

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vos finimiocenos-cuaternarios fracturaron considerable-mente la cobertera mesozoica previamente plegada.

Así pues, la compresión y distensión del zócalomesozoico han sido las responsables directas de los rasgosestructurales de este territorio (Mateu, 1982 y Simón,1984). Durante esta etapa de fracturación, se reactivaron lasfallas que limitan las fosas prelitorales y litorales. La conse-cuencia directa de esta actividad tectónica ha sido la con-figuración de un relieve escalonado en lo que se ha veni-do llamando la zona oriental fallada (Canerot, 1974),donde los valles de fondo aplanado (graben) están separadospor elevaciones alargadas (horts) paralelas al litoral (Fig. 3).

La unidad territorial en estudio pertenece alámbito de transición entre la Cordillera Ibérica y lasCordilleras Costero-Catalanas.Trabajamos en una subdi-visión establecida en base a características climáticas, geo-morfológicas, estructurales, litológicas, edafológicas y bió-ticas, que forma parte de la unidad geológica de lasalineaciones costeras.

La cuenca alta del Riu de les Coves, se sitúa entreotros dos grandes colectores, la Rambla Carbonera al Sury la Rambla de Cervera al Norte, delimitadas por la ali-neación Serra Espaneguera-Serra de Valldàngel occidentalal Oeste, y la Serra d’en Galceran y la Serra de Valldàngeloriental al Este (Fig. 2).

Este sector se encuentra rodeado en el extremoNorte y Oeste por relieves que superan los 800 m (PuigCabré, 867 m; Morral del Voltor, 871 m; Tossal de laNevera, 1.286 m …). Por el Sur destaca Sant Joan Nepo-mucé con sus 930 m, mientras que en la zona Este nosencontramos con elevaciones inferiores que rondan los600 y 700 m de altitud (Les Atalaies d’Alcalà, 715 m; SantJosep, 639 m; Les Rases, 635 m…). En medio de estasmontañas está la depresión de Tírig-la Barona que acabaconfluyendo con la Fosa Media a la altura de Sant Mateu(Fig. 4). La trayectoria común de estos plegamientos ibé-ricos (NW-SE) queda interrumpida por la intercalaciónde numerosas fracturas de dirección NNE-SSW, claroinflujo de las Catalánides (Fig. 3).

El Riu de les Coves se ha adaptado a esta estruc-tura y actúa como eje vertebrador del paisaje, y comocolector de una red fluvial más o menos encajada, en laque se individualizan dispositivos de drenaje que se diri-gen o bien hacia el SSW (Rambla de Sant Mateu) o haciael NNE (Barranc Fondo, Rambla d’Alcalà…). El Riu deles Coves se origina a apartir de la confluencia de tresgrandes barrancos: la Rambla de Sant Mateu, el Barrancde la Valltorta y la Rambla de Vilanova (Segura, 1990)(Fig. 2), cuya descripción realizamos a continuación.

La Rambla de Sant Mateu atraviesa gran parte delsector septentrional de la Fosa Media y de la depresión deTírig-la Barona.A ella van a parar las aguas de los siguien-tes barrancos: Barranc del Forat, Barranc de la Garrofera,

Barranc de l’Aigua, Barranc del Degollador, y todos losbarrancos que nacen al W de la Serra Valldàngel orientaly vierten sus aguas al Riu Segarra. Este río a su vez reúnelas aguas de la depresión de Tírig, que posteriormente flu-yen en la Rambla de Sant Mateu.

La segunda unidad la constituye el Barranc de laValltorta, resultado de la unión del Barranc Fondo y de laRambla de la Morellana. El Barranc Fondo recoge lasaguas del Barranc de Sant Miquel y sus afluentes, atrave-sando parte de la depresión Tírig-la Barona para encontra-se con la Rambla de la Morellana. Esta rambla nace a esca-sos kilómetros al Norte de Catí, en el sector subtabular.Aella fluyen diversos barrancos que recogen la escorrentíadel Tossal de la Nevera. Es esta una zona de divisoria deaguas entre la Rambla de Cervera, el Riu de les Coves yla Rambla Carbonera. La Rambla de de la Morellana traspasar entre La Serra de la Creu y Montegordo se une conel Barranc Fondo a la altura del Cormulló dels Moros for-mando el Barranc de la Valltorta.A partir de este momen-to el Barranc de la Valltorta recibe las aguas del Barranc deles Tàbegues, Barranc de la Rabosa y del Barranc deMatamoros, y continúa hasta la Fosa Media.

Fig. 3. Mapa geológico del Maestrat (tomado y modificado del mapa Geológicode España, Instituto Geológico y Minero de España, hoja 48, 8-6,Vinaròs, 1985)

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El Barranc de la Valltorta describe un trazado muysinuoso, con un número considerable de meandros, de ahísu nombre. En el lecho abundan los bloques de aristasredondeadas, también se pueden observar islas aluvialescomo la formada frente a la Cova dels Cavalls y marmitasa lo largo del barranco. En el cauce no circula el agua deforma permanente, pero si que fluyen fuentes que puedenformar concentraciones de agua estables. Éstas se localizanen los Tolls Alts, en la Roca de les Tàbegues y en los alre-dedores de la Saltadora.

Las márgenes del lecho presentan una disposiciónmuy variada. Se han formado grandes canchales como losde las inmediaciones de la Cova dels Cavalls, donde tam-bién aparecen restos de terrazas aluviales y cárcavas. Enotras ocasiones grandes bloques de conglomerados se handesmoronado como ocurre en la confluencia del Barrancde la Valltorta y la Rambla de Sant Mateu. La rambla estádelimitada en algunos tramos por paredes verticales. Enellas se abren los numerosos abrigos, donde se han reali-zado la mayoría de las manifestaciones artísticas.Tambiénencontramos cavidades cársticas originadas por hundi-miento, como la Cova Gran del Llidoner o de l’Aigua

localizada entre el Abric del Mas d’en Josep y la Saltadorao la Cova de Montegordo, y cavidades de desarrollo hori-zontal y vertical (La Cova del Trenc, la Cova de lesTàbegues, la Cova dels Melons, etc.).

Sobre el Barranc de la Valltorta se localizan losdenominados planells. En estos lugares el zócalo mesozoi-co forma una plataforma, más o menos horizontal, com-partimentada por los barrancos que fluyen al barranco. Enestos espacios encontramos un suelo no muy profundocubierto por una densa garriga que en ocasiones ha sidoroturada para formar bancales, quemada para obtener pas-tos, etc. Parte de los sedimentos que cubrían esta platafor-ma calcárea han sido transportados por arrolladas y se hanprecipitado en forma de conos en la base de las paredes.Sobre los planells se conservan la mayoría de los yacimien-tos arqueológicos de superficie.

La tercera unidad es la Rambla de Vilanova.Discurre en sentido SN por la parte meridional de la FosaMedia y recibe los aportes de los barrancos que drenan lavertiente E de la Serra d’en Galceran.

Muy cerca de les Coves de Vinromà, confluyecon el Barranc de la Valltorta y la Rambla de Sant Mateu,

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Fig. 4.Albocàsser, en el tramo medio de la depresión Tírig-La Barona

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formando el Riu de les Coves. A continuación este ríoatraviesa verticalmente la Serra de Valldàngel orientalacercándose a la llanura costera. En este tramo drena laFossa d’Alcalà.

Según Mateu (1982), Simón, Pérez Cueva y Calvo(1983) en los inicios del Cuaternario el Riu de les Coveshabría circulado hacia el Norte, por el pasillo de Alcalà yposteriormente habría sido capturado desde la costa por unpequeño barranco que constituye su desembocaduraactual, en el Capicorb entre la Serra d’Irta y la marjal deTorreblanca, donde forma un cono aluvial costero.

Uno de los rasgos más característicos del Riu deles Coves es la escasez hídrica, consecuencia del sustratogeológico y del régimen de precipitaciones.

En los relieves de su cuenca domina el roquedocalizo cretácico y, en menor medida, el jurásico (calizasy dolomías de les Atalaies d’Alcalá). Las depresiones estánrellenas de materiales terciarios y cuaternarios (Segura,1995). Este substrato calizo facilita considerablemente lacirculación subterránea de las aguas, situación que influ-ye en el funcionamiento perecedero de este curso aligual que otras ramblas del Norte de las tierras valencia-nas (Mateu, 1982). Los procesos de fracturación, fisura-ción y carstificación han permitido que el nivel freáticogeneral circule por el roquedo Jurásico. Éste normal-mente se encuentra a más de 200 m de profundidad enlas fosas interiores, por lo que están aislados el lecho delrío y el acuífero. El Cretácico, en su piso del Aptense,forma pequeñas fuentes, mientras que los conglomera-dos pliocuaternarios drenan las aguas atrapadas en suinterior. Esta pauta permite que el Riu de les Coveslleve agua durante la mayor parte del año en puntos con-cretos, como ocurre en los alrededores de Coves deVinromà. Sin embargo, aunque se produjese un aumen-to de las precipitaciones medias anuales, “sería práctica-mente imposible que saturasen los 300 m de calizas queseparan el cauce del acuífero, condición indispensablepara que se produjera una escorrentía estacional peren-ne generalizada” (Segura, 1990). El Riu de les Covesregistra varias crecidas anualmente. La cuenca generaescorrentía cuando en un solo día las lluvias superan los65 mm, cantidad que varía dependiendo de la estación(Segura, 1990).

Los molinos harineros distribuidos a lo largo desu cuenca podrían indicar el desarrollo de una mayorescorrentía en tiempos no muy lejanos. Sin embargo, laspeculiaridades del régimen y la penuria de la red fluvialdel norte valenciano sólo permitieron la instalación deeste tipo de molinos (Fig. 5).

“La sola presencia de molinos junto a lugaresdonde hoy la red fluvial únicamente logra transportar lasaguas de escorrentía durante las avenidas y donde general-mente permanece seca, no es un argumento indirecto

suficiente para sugerir módulos superiores o más regula-res en el pasado. Esto no quiere decir que no haya habidovariaciones seculares. Sin duda, será necesario acudir aotros argumentos” (Mateu, 1982).

En este sentido podemos considerar también laexistencia de la red de depósitos de nieve en tierrasvalencianas que fue resultado, entre otros aspectos, deldesarrollo de unas condiciones climáticas más lluviosas yfrías (Cruz, 1985; Quereda y Obiol, 1990) a lo largo dela Pequeña Edad del Hielo. Esta pulsación climática fríase inició entre los siglos XIII y XIV y alcanzó su máximoentre la mitad del siglo XVI y mediados del siglo XIX

(Grove, 1988).No obstante frente a la idea del “desierto hidro-

lógico” basada en la inexistencia de caudales permanentesde los ríos y barrancos conviene considerar la abundanciade pequeñas zonas endorreicas. De hecho así queda reco-gido en la toponimia (Llacunasa y la Llacuna de Sant Paude Albocàsser, Les Llacunes de Tírig, la Llacuna de laSalsadella y la Llacuna de Sant Mateu…) (Mateu, 1982)(Fig. 6). Estas y otras pequeñas lagunas debieron actuarcomo depósitos de agua y zonas de gran diversidad hastaque fueron desecadas.

37APROXIMACIÓN AL MARCO GEOGRÁFICO DE LA VALLTORTA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA EVOLUVIÓN DEL PAISAJE HOLOCENO

Fig. 5. Ruinas del molino de Garcés situado en el Barranc de Sant Miquel

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Fig. 6- Lagunas. a) Vall de Catí, b) els Clots (Tírig) y c) la Llacuna de Sant Mateu

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UN CLIMA DE CONTRASTES

El clima de la Cuenca alta del Riu de les Coves,que participa de las condiciones generales del mediterrá-neo (Quereda, 1976), registra diferencias en espacios inclu-so inmediatos, de hecho los aspectos climáticos varían enrelación con la distancia al mar, la latitud, la orientación,etc. Sus características lo sitúan entre el clima templado yel desértico. Destacan los veranos secos y cálidos conse-cuencia de las altas presiones del anticiclón de las Azores.

El efecto de la continentalidad y el gradiente tér-mico influyen en la variación de las temperaturas mediasanuales de la zona, que oscilan entre los 17°C de Vinaròsy los 9°C de Sant Joan de Penyagolosa (Pérez Cueva,1995). Lo mismo ocurre con las temperaturas diarias.Además, la misma composición estructural del relievepermite el desarrollo de fuertes inversiones térmicas.

Frente a los sistemas de vientos procedentes deponiente, la línea montañosa del Sistema Ibérico atenúalos efectos continentales en la cuenca alta del Riu de lesCoves.Al mismo tiempo, permite la continuidad del climacatalano-aragonés, ya que el flujo marino apenas si afectamás allá de la primera alineación prelitoral.

Las elevaciones alargadas paralelas al litoral conorientación NNE-SSW incrementan los efectos de solanay umbría, es decir, las laderas orientadas al sur recibenmayor radiación solar que las opuestas. Si a ello unimos quela misma orientación de las montañas permite una mayor omenor exposición de los vientos húmedos provenientes delmar, nos encontraremos con áreas secas al sur de cada ali-neación y húmedas al norte de las mismas. No obstante, lamisma orientación de las alineaciones montañosas reduce almáximo el contraste entre ambas vertientes.

El régimen de precipitaciones está dominado porlos vientos de poniente que influyen notablemente en laporción occidental, y los vientos de levante, que hacen lomismo en la parte litoral y sublitoral de la tierras valencia-nas septentrionales. Sin embargo, la orientación de los dis-positivos estructurales no facilita el desarrollo de las pre-cipitaciones ligadas a los vientos de levante. El otoño es laprincipal estación de lluvias. Las máximas suelen corres-ponderse con los meses de Octubre y Septiembre. Otromáximo secundario se observa al final del invierno oprincipio de primavera. En verano las lluvias son casiinapreciables, salvo las caídas como resultado de tormen-tas convectivas. Durante el invierno el clima está domina-do por las situaciones anticiclónicas.

Normalmente, la media de precipitaciones anualesno llega al valor esperado uno de cada cuatro años. En lazona también se ha cotejado la alternancia de ciclos húme-dos y secos. En 24 horas pueden registrarse el 35% de lasprecipitaciones anuales, situación que modela el paisaje yparticipa en el funcionamiento hidrológico (Fig. 7).

Fig. 7- a) Confluencia del Barranc Fondo y la Rambla Morellana después de lagota fría de 2000. b) Alrededores de Coves de la Saltadora. c) Alrededores deCoves del Civil

39APROXIMACIÓN AL MARCO GEOGRÁFICO DE LA VALLTORTA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA EVOLUVIÓN DEL PAISAJE HOLOCENO

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La principal fuente de humedad es el aire marinoque en su prolongación hacia el interior desciende consi-derablemente por el efecto de pantalla provocado por lasalineaciones montañosas. En las precipitaciones influyeclaramente el relieve y se constata un aumento de las pre-cipitaciones desde la costa hacia el interior, siguiendo elgradiente altitudinal. Los polos de máxima pluviosidad seencuentran situados en el interior; en els Ports caen másde 600 mm de agua al año, mientras que en el litoral ron-dan los 500 mm anuales. Los relieves que sobrepasan los800 m (Puig Cabré, 867 m; Morral del Voltor, 871 m…)

recogen valores por encima de los 600 mm de mediaanuales. No obstante, la sierra de Valldàngel occidental nopermite la penetración de los vientos húmedos hacia elinterior (Segura, 1990), impidiendo que las medias seanmás elevadas.

Los vientos fuertes se manifiestan a lo largo delotoño, invierno e incluso primavera. Están asociados o biena flujos del W que, encauzados por los relieves con direc-ción NNE-SSW,pueden aumentar su velocidad,o bien porlos fortísimos vientos del NW que circulan esta vez por elvalle bajo del Río Ebro (Armengot y Pérez Cueva, 1988).

40 LA COVA DELS CAVALLS

Fig. 8- a) Nevada en los alrededores del Barranc de la Valltorta b) Ruinas de la Nevera Vella (Catí)

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Las perturbaciones del frente polar que vienen delW o NW, y que afectan principalmente a Els Ports y laTinença, suelen cubrir de nieve los picos más elevados dela Serra Espaneguera-Serra de Valldàngel occidental, Serrad’en Galceran y la Serra de Valldàngel oriental (Fig. 8a).Estas perturbaciones pueden provocar heladas, como las de1946 ó 1956, que tuvieron profundas influencias sobre elpaisaje y los habitantes de estas tierras (Mateu, 1982).

Los depósitos de nieve diseminados por estas sie-rras, a los que ya hicimos referencia anteriormente, son tes-tigos de la abundancia de nevadas en el pasado. Fueronconstruidos con el propósito de conservar las precipitacio-nes de nieve hasta la temporada de mayor consumo. Sonejemplos de estas construcciones La Nevera de la Font delsRegatxols situada en la Mola d’Ares (Ares del Maestre), LaNevera Vella en el Tossal de la Nevera (Catí) (Fig. 8 b), laNevera del Mas de la Serra (Catí) y la Nevera de la Fontd’en Segures (Benassal) (Cruz y Segura, 1996).

Todos estos factores provocan una gran diversidadclimática en la zona, definida por Clavero (1977) comoclima de transición entre la llanura litoral y las sierras inte-riores (Fig. 9).

VEGETACIÓN. LOS ÚLTIMOS BOSQUES

La flora de la cuenca alta del Riu de les Coves esconsecuencia directa de factores geomorfológicos, climá-ticos, ecológicos e históricos. Disfruta de un claro compo-nente mediterráneo y tiene a la carrasca (Quercus ilexsubsp. rotundifolia) como elemento dominante (Fig. 10 a).En las umbrías y valles, allí donde encontramos suelosprofundos, está acompañada por el roble valenciano(Quercus faginea subsp. valentina) (Fig. 10 b) y algunos arces(Acer monspessulanum), caducifolios que, durante los mesesotoñales, proporcionan colorido al paisaje (Fig. 10 c).

La altura es un factor determinante en la distribu-ción de las especies vegetales. En las zonas situadas pordebajo de los 500 m de altitud en las que se incluye elBarranc de la Valltorta, la vegetación potencial se corres-ponde con el carrascal térmico (Stübing y Peris, 1997).Junto a la especie vegetal dominante, la carrasca (Quercusilex subsp. Rotundifolia), se desarrollan acebuches (Oleaeuropaea var. sylvestrsis), cadas (Juniperus oxycedrus), ala-diernos (Phillyrea angustifolia), etc. En el estrato arbustivodestaca la presencia de taxones térmicos: el palmito(Chamaerops humilis) y el lentisco (Pistacea lentiscus) y otrasespecies más generalistas como la coscoja (Quercus coccife-ra), el aladierno (Rhamnus alaternus) y el espino negro(Rhamnus lycioides). Entre las lianas destacan: la carrasqui-lla (Rubia peregrina subsp. longifolia), la zarzaparrilla (Smilaxaspera), la hierba de los pordioseros (Clematis flammula) y lamadreselva (Lonicera implexa).

La distribución del palmito queda reducida a losespacios más térmicos como el interior del Barranc de laValltorta.

En las laderas de umbría del interior del barran-co, como en la ladera Norte del Puntal, encontramos aso-ciaciones muy singulares en las que el boj (Buxus semper-virens) convive con el palmito o la zarzaparrilla.

La destrucción del carrascal térmico provocó eldesarrollo del coscojar, en el que las especies dominantesson la coscoja y el lentisco (Querco-Lentiscetum), formaciónque podemos encontrar en los planells, o en el piedemon-te de Montegordo, etc. Algunas de estas garrigas y mato-rrales han sido transformadas y repobladas con pinocarrasco (Pinus halepensis). Si la alteración es más intensa elsustrato arbustivo queda dominado por formaciones de

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Fig. 9- Sectores climáticos de la Comunidad Valenciana: a) Clima de la llanuralitoral septentrional. b) Clima de la llanura litoral lluviosa. c) Clima del sectorlitoral meridional. d) Clima de la franja de transión. e) Clima de la montaña delNW. f) Clima de la vertiente seca del macizo de Alcoi. g) Clima del sector cen-tral occidental. (Mapa tomado y modificado de Clavero, 1977)

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romero (Rosmarinus officinalis), aliaga (Ulex parviflorus),brezo (Erica multiflora)…

Entre los 500-1.200 m de altitud, el carrascal con-tinua siendo la formación dominante. Sin embargo, lostaxones termófilos como el palmito (Chamaerops humi-lis) y la zarzaparrilla (Smilax aspera) desaparecen.

La alteración de esta vegetación provoca tambiénel desarrollo de la maquia o garriga, en este caso sin len-tisco y con la coscoja como elemento predominante, talcomo se observa en las laderas del Puig, en el Morral delVoltor, en el Puig Cabré, etc. (Fig. 11a).

La presencia de la sabina (Juniperus phoenicea) enlos cantiles y enclaves con suelos esqueléticos de estas sie-rras, concede al territorio un aspecto sobrio y duro(Costa, 1986) (Fig. 11b).

Los cursos de agua, lagunas, fuentes y otros encla-ves húmedos permiten el desarrollo de condiciones parti-culares en el suelo y una vegetación especial. El régimende lluvias y el clima pasan normalmente a un segundoplano. La humedad edáfica y la profundidad de la capa fre-ática son los elementos principales de este paisaje. Losadelfares (Nerium oleander) se establecen en los tramos deramblas y barrancos de circulación efímera, como los exis-

42 LA COVA DELS CAVALLS

Fig. 10- a) Carrasca (Quercus ilex subsp. rotundifolia), b) Roble valenciano(Quercus faginea subsp. valentina) y c) Arces (Acer sp.) durante el otoño (FotoMiguel Agueras)

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Fig. 11- a) El Morral del Voltor y b) El Barranc de la Guitarra

tentes en las cercanías de Coves de Vinromà. En los tollsdel Barranc de la Valltorta, tan sólo se desarrollan peque-ños carrizales y juncales con algún pie aislado de sauce(Salix sp.).

La agricultura, la ganadería, la elaboración de car-bón y un número considerable de actividades antrópicas,constituyen el componente histórico que ha influido enla flora y vegetación que hemos descrito. Éstas no siemprese han desarrollado siguiendo el mismo criterio, y así se hadocumentado en un estudio reciente sobre la comarca deEls Ports (Soriano, 1996). Durante la Edad Media se des-arrolló una amplia legislación (Carta Pobla, Llibred’Establiment, Llibres de Privilegis…), que favoreció la

protección del bosque. Se elaboraron modos de explota-ción como las dehesas o bovalares que permitieron unaprovechamiento ganadero y silvícola más o menos soste-nible. Incluso se fijaron los periodos en los que se podíacazar (Pérez Fuertes, 1985).

Esta regulación perduró hasta inicios del sigloXVII.A pesar de ello, la situación fue cambiando y el bos-que se fue deteriorando. Su suerte entonces estuvo ligadaa los intereses de la Marina, la evolución del astillero deVinaròs y la relajación de las leyes forestales medievales.De hecho, en las inspecciones realizadas por el MaestroMayor de Arboladura en el siglo XVIII en las comarcas deEl Maestrat y Els Ports, se deja clara constancia de que ya

43APROXIMACIÓN AL MARCO GEOGRÁFICO DE LA VALLTORTA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA EVOLUVIÓN DEL PAISAJE HOLOCENO

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no quedan árboles con los que elaborar mástiles y cubier-tas de los barcos. Durante este proceso los robles registra-ron un fuerte retroceso (Soriano, 1996).

Fue a partir de la segunda mitad del siglo XVIII,cuando se intensificaron las agresiones antrópicas al bos-que. El incremento demográfico estimuló la roturación yrompimientos de tierras, abancalamientos de laderas, etc.Al mismo tiempo, aumentó la demanda de leña para hor-nos, carbón para las herrerías, se continuó con las quemaspara mejorar los pastos, etc. Situación que queda bienreflejada en las observaciones de Cavanilles (1795-97), apropósito del término municipal de Albocàsser, que pue-den servir de ejemplo de lo que debió ocurrir en toda lacuenca de la Valltorta.

“El término de Albocáser podrá tener como doshoras de diámetro, lindando con los de las Cuevas,Serratella, Sierra de Engarcerán, Culla, Catí y Tírig: es casitodo montuoso, permite el cultivo de las viñas, y se venalgunos frutales en las cercanias del pueblo.Tambien se haaumentado el número de sus vecinos, que hoy llegaran a300, ocupados en cultivar porción del término, dexandola mayor parte para pastos, y cogen 1.400 cahices de trigo,80 cántaros de vino, y una porción de bellota que les valemas de 1.500 pesos. De los ganados del pueblo, y de losque baxan á invernar de Aragón y tierras frias del reynosuelen resultar hasta 3.500 crias, lo que prueba la abun-dancia de pastos” (Cavanilles, 1795-97).

En el siglo XIX los montes públicos de Albocàsserpasaron a manos privadas, y el año 1871 las encinas de laValltorta fueron vendidas (Roca, 1985).

El carboneo, la provisión de combustible para loshornos de cal y cerámica, los grandes rebaños de ovicapri-nos, la contaminación, los grandes incendios, etc, son laseventualidades que han actuado recientemente y todavíaestán influyendo en la configuración de estos paisajes.

EL PAISAJE HOLOCENO

Hoy la Valltorta presenta un paisaje profundamen-te antropizado; su transformación comenzó hace mileniosy posiblemente el mayor impacto tuvo lugar durante laimplantación de las actividades agropecuarias. En lareconstrucción de la evolución ambiental de la Valltortadurante la Prehistoria todavía hay grandes lagunas. Lostrabajos arqueológicos en curso están aportando intere-santes resultados, pero aún es prematuro trazar un cuadrogeneral. Por ello sigue siendo obligado recurrir a secuen-cias de ámbito regional.

El inicio del Holoceno en tierras valencianas noestá bien documentado, de hecho los únicos datos queposeemos hacen referencia al Tossal de la Roca (Alacant) ya la cueva de Santa Maira (Castell de Castells). En el Tossal

de la Roca se registran condiciones climáticas frescas y con-trastes estacionales hasta el 8.000 bp (Cacho et al., 1983).Enla Fase 2 de Santa Maira, datada en torno al 9.740±40 bpy el 9.370±40 bp, todavía perduran las formaciones de ene-bros y/o sabinas protagonistas de condiciones climáticasrigurosas, si bien las especies de requerimientos termófi-los son importante y tienden a incrementarse (Badal yCarrión, 2001).

Durante estos primeros momentos del Holocenotambién se han documentado pulsaciones semiáridas,como las reconocidas entre el 9.000 y el 8.000 bp en elVinalopó (Cuenca et al., 1995).

A partir del 8.000 bp el clima es más templado yhúmedo, y el bosque mediterráneo registra una conside-rable expansión. Durante estos momentos las poblacionesde ungulados forestales como el rebeco (Rupicapra rupica-pra) y el jabalí (Sus scrofa), registraron un incremento con-siderable. Así queda constatado en los estudios arqueozo-ológicos realizados en el Tossal de la Roca (Martínez Valle,1995 y Cacho et al., 1995) y Santa Maira (Aura y PérezRipoll, 1993).

Coincidiendo con esta oscilación climática(7.000-6.000 bp), en la fachada mediterránea de laPenínsula Ibérica, se producirá la llegada de los primerosgrupos humanos portadores de la cultura neolítica queentraron en contacto con las poblaciones locales cazado-ras recolectoras. El Neolítico supone una aceleración delos procesos de transformación del paisaje.

Este proceso es evidente en la Cova de lesCendres (Teulada-Moraira,Alacant).A partir del 6.800 bp,de forma sincrónica a la aparición de los grupos neolíti-cos, las laderas de las montañas empiezan a perder suelo(Fumanal, 1995), en un momento en el que se registra uncambio en la vegetación (Dupré, 1995). La misma activi-dad antrópica (roturación de tierras, talas, pastoreo, incen-dios…) redujo la dimensión del bosque e incrementó lasextensiones herbáceas, en los alrededores de las zonashabitadas. Durante estos momentos los porcentajes deárboles son bajos y los espacios abiertos son colonizadospor matorral o por especies oportunistas como el pino.Sin embargo los análisis antracológicos indican el desarro-llo de un carrascal termomediterráneo o mesomediterrá-neo considerable en yacimientos como Cova de lesCendres, Cova de l’Or o la Cova Ampla del Montgó(Badal, 1995), donde sólo 500 años después de instalarselos productores de alimentos se constata el desarrollo deformaciones vegetales más abiertas. Es ilustrativo vercomo los roedores relacionados con formaciones boscosas(ratón del bosque, Apodemus sylvaticus) comienzan a sersustituidos por especies que ocupan paisajes abiertos y queson dependientes de suelos profundos para excavar susgalerías (topillo mediterráneo, Terricola duodecimcostatus)(Guillem, 1999).

44 LA COVA DELS CAVALLS

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Otros datos procedentes de distintos sondeos rea-lizados a lo largo de la vertiente mediterránea peninsular(Burjans y Riera, 1996, Ros, 1996 y Pantaleón-Canot etal., 1996), identifican un periodo de crisis climático entreel 7.500-7.000 bp. Además, estos autores insisten en ladiversidad de condiciones paleoclimáticas, que podemosencontrar en yacimientos sincrónicos, y que se explicaríande acuerdo con su latitud, continentalidad e insularidad.

Esta tendencia, en el sur de las tierras valencianas,queda interrumpida hace aproximadamente unos 6.500años bp. Los análisis palinológicos (Dupré, 1995) y sedi-mentológicos (Fumanal, 1995) reflejan un claro incre-mento del bosque mediterráneo. Este momento coincidecon una de las pulsaciones más húmedas de la secuenciaholocena, y así ha quedado reflejado en Cova de l’Or,Cova de les Cendres, Ereta del Pedregal y el Tunel delsSumidors. El topo (Talpa sp.), especie que necesita parapoder vivir una humedad constante y suelos donde exca-var sus galerías, queda registrado en Cova de les Cendres(Guillem, 1999). Los análisis sedimentológicos de los yaci-mientos ubicados en la depresión del Ebro como la deCova de la Gineu (Font-rubí, Barcelona) y Cova del Vidre(Roquetes, Tarragona) (Bergadà, 1998), también reflejanunas características climáticas húmedas importantesdurante estos momentos.

Al cesar esta pulsación climática húmeda, la pre-sión que ejercen las sociedades productoras de alimentossobre su entorno, supondrá un aumento de las modifica-ciones en el paisaje. La pérdida de suelo impedirá la rege-neración del bosque mediterráneo y las especies de micro-mamíferos que estaban relacionadas con suelos profundos(Terricola duodecimcostatus) tienden a desaparecer.

Entre el 4.000 y 3000 bp se registra una nuevacrisis climática, caracterizada por el descenso de las preci-pitaciones y el incremento de los meses con déficit hídri-co (Burjans y Riera, 1996; Ros, 1996 y Pantaleón-Canotet al., 1996).

Todo apunta a que el bosque mediterráneo de losalrededores de los yacimientos arqueológicos empezó aser sustituido por otras formaciones vegetales a lo largodel Neolítico IIB. Durante este período la Palinologíaregistra un incremento del pino (Dupré, 1995), y se pro-duce una pérdida progresiva de la cobertera coluvial enCova de les Cendres, Cova de l’Or y Ereta del Pedregal(Fumanal, 1995). El estudio antracológico de Cendres(Badal, 1995) refleja la sustitución de la formación secun-daria de pino carrasco por un matorral muy degradado.En Niuet (Bernabeu y Badal, 1990) y Falguera (Carrión,1999) también se constata la progresión de las especiesheliófilas (pinos, romeros, leguminosas, jaras, brezos, etc.)en detrimento de las formaciones boscosas cerradas.

En las comarcas castellonenses la reconstruccióndel paisaje a lo largo del Holoceno es mucho más impre-

cisa, ya que los datos proceden de un número reducido deyacimientos (Fig. 12).

El yacimiento de Cova Fosca (Ares del Maestre),situado en el entorno de nuestra zona de estudio, a pesarde lo controvertido de su secuencia, sigue siendo una refe-rencia obligada. Durante la Fase III (7.510± 160 bc-6.930±200 bc) (Olària, 1988) se desarrolló, bajo unas con-diciones climáticas más húmedas que las actuales, un bos-que caducifolio termófilo formado por olmos (Ulmus), ali-sos (Alnus), castaños (Castanea) y abedules (Betula) quedebió extenderse desde los márgenes de la RamblaCarbonera hasta cerca de la cueva (Yll, 1988). En estas for-maciones boscosas vivieron las ardillas (Sciurus vulgaris),lirones (Eliomys quercinus), ratones de campo (Apodemus

45APROXIMACIÓN AL MARCO GEOGRÁFICO DE LA VALLTORTA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA EVOLUVIÓN DEL PAISAJE HOLOCENO

Fig. 12- Localización de los distintos yacimientos arqueológicos que aparecencitados en el texto

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sylvaticus) (Alcalde, 1988), jabalíes (Sus scrofa), corzos(Capreolus capreolus), tejones (Meles meles), osos pardos(Ursus artos) y zorros (Vulpes vulpes) (Estévez, 1988).

Cerca de la cueva y en los puntos mas elevados deestas montañas tendríamos un bosque abierto de coníferas(Pinus) y encinas con grandes claros. Este paisaje estaríafrecuentado por cabras monteses (Capra pyrenaica), conejos(Oryctolagus cuniculum), topillos (Microtus sp.), entre otrasespecies. La presencia de micromamíferos como el topo detartera (Microtus nivalis) estaría indicando el desarrollo decondiciones climáticas más frescas que las actuales, tal ycomo indica también la presencia de abedules.

En los momentos finales de la unidad III de laCova de les Bruixes (Rosell), correspondiente al Neolí-tico, el análisis sedimentológico refleja el desarrollo deunas condiciones climáticas húmedas que se podrían rela-cionar con el óptimo climático detectado en los yaci-mientos más meridionales como Cova de l’Or, Cova deles Cendres y Ereta del Pedregal (Mesado et al., 1997).

Siguiendo la línea cronológica observamos que enla turbera de Torreblanca hacia finales del VII milenio(6.280±85 bp y 6.040±70 bp) predomina el pino sobre lacarrasca. Posteriormente (4.120±60 bp) los porcentajes deambos taxones tienden a equilibrarse (Menéndez & Amor& Florschutz, 1961 y Dupré et al., 1994). Pinus podría estarformando importantes masas forestales en los relieves delinterior, mientras que Quercus haría lo mismo en las depre-siones más cercanas a la costa (Dupré et al., 1994).

En esta turbera, la documentación de especiescomo el avellano y el aliso indican el desarrollo de condi-ciones climáticas más húmedas que las actuales. Otrostaxones como Olea, Pistacia, etc. confirman los escasoscambios registrados en la vegetación durante los últimos6.000 años.

No obstante la presión antrópica no es tan evi-dente en estas tierras como en los yacimientos más meri-dionales. Si a esta circunstancia unimos la influencia deuna mayor humedad, se podría explicar la mejor conser-vación y regeneración de la cobertura arbórea en la zona(Dupré, et al., 1994).

En la Serra d’en Seller, en los niveles cerámicosde Fosca II y I se detecta un descenso de la humedad,constatado por la desaparición de algunas especies deárboles como el avellano de requerimientos ecológicoshúmedos. Las formaciones boscosas han sufrido un retro-ceso con respecto a Fosca III. Según Olària (1988) eneste proceso también ha podido intervenir la actividaddeforestadora del hombre, aunque esta hipótesis entra encontradicción con las escasas evidencias de actividadesagrícolas y ganaderas registradas en el yacimiento. Por lotanto una hipótesis alternativa nos llevaría a hacer corres-ponder estos momentos con los cambios climáticos quese producen al final del periodo Atlántico y en los inicios

46 LA COVA DELS CAVALLS

Fig. 13- Fragmentos de maxilares de Crocidura suaveolens (A) y Crocidura russula(B) de la Cova de les Tàbegues. Molar de Mus spretus (C)

Fig. 14- Molares de Terricola duodecimcostatus (a-e) y Microtus cabrerae (f-j)

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Cuadro 1- Síntesis climática

CRONOLOGÍA

HO

LOC

ENO

POST

GLA

CIA

R

SUBATLÁNTICO

SUBBOREAL

ATLÁNTICO

BOREAL

PREBOREAL

bp

-0

-1000

-2000

-3000

-4000

-5000

-6000

-7000

-8000

-9000

-10000

PERIODIZACIÓNARQUEOLÓGICA

MEDIEVAL

IBÉRICO

BRONCE

HCTENEOLÍTICO

NEOLÍTICO FINAL

NEOLÍTICO MEDIO

NEOLÍTICO ANTIGUOMESOLÍTICO

RECIENTE

EPIPALEOLÍTICOMICROLAMINAR

YACIMIENTOSRIU DE LES COVES

CORMULLÓ DELS MOROS

COVA DE LES TÀBEGUES

MAS DE SANÇ

MAS DE MARTÍ

EL TOSSAL

SANT JOAN

YACIMIENTOSSECUENCIA HOLOCENA

CORMULLÓ DELS MOROS

COVA DE LES TÀBEGUESCOVA DE LES CENDRES

TORREBLANCA

COVA DE L’OR

COVA DE LES CENDRES

TOSSAL DE LA ROCA

CARACTERÍSTICASCLIMÁTICAS

Bosque mediterráneoCondiciones climáticas

húmedasSustitución del bosque

por garriga

Descenso humedad

Incremento de humedadDesarrollo del bosque

Procesos denudativosReducción del bosque

Clima frescoContrastes estacionales

Espacios abiertos

del Subboreal, si bien esto supone reconocer un rejuve-necimiento de la secuencia.

A lo largo del segundo milenio a.C., los microma-míferos de la Cova de les Tàbegues, yacimiento situado enel Barranc de la Valltorta junto a la Cova dels Cavalls, nosestán indicando el desarrollo de unas condiciones climáti-cas más húmedas que las actuales, así lo confirma la presen-cia de la musaraña de jardín (Crocidura suaveoles) (Fig. 13) yel topillo de cabrera (Microtus cabrerae) (Fig. 14). Ademásestá presente en la secuencia el topillo mediterráneo(Terricola duodecimcostatus) cuyos requisitos ecológicos estánligados al desarrollo de suelos profundos no pedregososque debían existir en los alrededores del Barranc de laValltorta. En la actualidad, este topillo no vive en la zona,tendríamos que desplazarnos a la Mola de Ares,Vistavella ola Plana de Castelló para observar su presencia.

En el Cormulló dels Moros (Albocàsser) (Cuadro1), yacimiento ibero-romano datado entre el siglo III y elsiglo I antes de nuestra era, el análisis antracológico revelael desarrollo de unas condiciones climáticas subhúmedasque permitieron el desarrollo de un carrascal (Quercus

rotundifolia), acompañado de especies exigentes en hume-dad: boj (Buxus sempervirens), aladierno (Rhamnus-Phillyrea) y durillo (Viburnum sp.). En las umbrías, fondosde valle y barrancos los quejigos (Quercus faginea) supera-rían en número a las encinas, y estarían acompañados portejos (Taxus baccata) y arces (Acer sp.). En altura el pinonegro (Pinus nigra) sustituiría a las carrascas y robles, mien-tras que las zonas más bajas estarían ocupadas por especiesmás termófilas: pino carrasco (Pinus halepensis) y lentisco(Pistacia lentiscus). En estos bosque todavía se podían cazarciervos (Cervus elaphus) (Espí et al., 2000).

1 Respecto a la toponimia, siempre que hemos podido disponer de la informa-ción suficiente, se han seguido los criterios de la Direcció General d’Ordenaciói Innovació Educativa i Política Lingüística de la Consellería de Cultura iEducació. No obstante, hemos optado por escribir la designación genérica queprecede al nombre propio de los accidentes geográficos en mayúscula conside-rando que han perdido su significado original y se han fosilizado como nom-bres propios.

47APROXIMACIÓN AL MARCO GEOGRÁFICO DE LA VALLTORTA Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA EVOLUVIÓN DEL PAISAJE HOLOCENO

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EL CONTEXTOARQUEOLÓGICO DE LA

COVA DELS CAVALLS:POBLAMIENTO

PREHISTÓRICO Y ARTERUPESTRE EN EL TRAMO

SUPERIOR DEL RIU DELES COVES

J. Fernández López de PabloP. M. Guillem Calatayud

Instituto de Arte Rupestre. Organismo Público Valenciano deInvestigación. Generalitat Valenciana

R. Martínez ValleMuseo de la Valltorta. Dirección General de Patrimonio Artístico.

Generalitat Valenciana

R. M. García RoblesDepartament de Prehistòria i Arqueologia

Universitat de València

Si bien los yacimientos arqueológicos localizadosen el Barranc de la Valltorta han venido ocupando unaparcela específica en la investigación del Arte Rupestredesde el mismo descubrimiento de los conjuntos pictóri-cos, el conocimiento actual que tenemos de ellos y de sucultura material se encuentra profundamente condiciona-do por las características del registro y por el enfoquedesde el que ha sido abordado su análisis.

Tradicionalmente el estudio de los yacimientosprehistóricos se ha realizado con la finalidad principal deobtener una cronología relativa para los abrigos con arterupestre. En este sentido, el concepto de contexto se haempleado desde una perspectiva esencialmente cronoló-gica donde la única relación que se establecía con losabrigos pintados venía definida por su proximidad física ypor la supuesta relación con los lugares de hábitat al com-partir un espacio mayor, en este caso el barranco.

Esta situación no se ha visto favorecida por lascaracterísticas de los yacimientos arqueológicos localizadosen el área de estudio.En primer lugar, ninguno de los abri-gos con arte rupestre encontrados en el barranco conser-va sedimento con material prehistórico.A esta circunstan-cia se debe sumar la escasez de yacimientos conestratigrafía, la mayoría de los cuales fueron objeto deexcavación en la segunda década del siglo XX, dando lugara la casi total exhumación de los depósitos arqueológicos.Por último, debe tenerse presente la importancia de losyacimientos líticos de superficie, ejemplificada en nuestroámbito concreto en los llamados planells, que han propor-cionado las colecciones de material más importantes. Estosmateriales que carecen de contexto estratigráfico constitu-yen referentes obligados, en la literatura arqueológica(Maluquer, 1938; Almagro, 1944; Fortea, 1973 y de Val,1977), sobre la cronología relativa del Arte RupestreLevantino y a cerca de la continuidad de las industrias líti-cas del Mesolítico en el proceso de neolitización de la ver-tiente mediterránea de la Península Ibérica.

Sin embargo, los problemas de estudio e interpre-tación de los yacimientos no descansan exclusivamente enlas condiciones del registro. Durante las últimas dos déca-das la inserción general de los yacimientos holocenos delMaestrazgo en la secuencia regional ha sido problemática,bien por el modelo de neolitización propuesto a partir dealguno de sus yacimientos (Olària y Gusi, 1987; Olària,1988); bien por el alto grado de indefinición temporal yergológico de algunos periodos como es el caso del deno-minado Neo-eneolítico.

En este contexto, la línea de trabajo desarrolladapor el Instituto de Arte Rupestre se encuentra en una pri-mera etapa de documentación consistente tanto en larevisión de aquellos yacimientos que ya fueron publicadoscon anterioridad por otros autores, como en la incorpo-ración de nuevos yacimientos a la base empírica a partir

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de la ampliación del área de estudio al conjunto de lacuenca hidrográfica de Riu de les Coves.

En las siguientes páginas analizaremos, a partir dela historia de la investigación, las distintas perspectivasdesde las que ha sido abordado el estudio del contextoarqueológico en el Barranc de la Valltorta.A continuaciónestudiaremos cuáles son los principales problemas hereda-dos del conjunto de trabajos de los investigadores que nosprecedieron así como aquellos otros que surgen a partir denuestra labor desde la creación del Museu de la Valltorta yel Instituto de Arte Rupestre. Por último presentaremosun avance de los resultados obtenidos en los diversos pro-gramas de prospección y excavación llevados a cabo en losúltimos años, para ofrecer una primera síntesis sobre laevolución del poblamiento prehistórico en el tramo supe-rior de la Cuenca hidrográfica del Riu de les Coves.

HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN

Las referencias más tempranas sobre el contextoarqueológico en el Barranc de la Valltorta, las debemos aObermaier y Wernert en la primera monografía dedicadaal estudio del Arte Rupestre (1919).Estos autores señalabanla escasez de vestigios arqueológicos que podían ser pues-tos en relación con las pinturas, circunstancia que residíaprincipalmente en las propias características de los abrigospintados, en los que no se conservaba sedimento, y tambiénen la incidencia de los grandes derrumbes de bloques cali-zos en las inmediaciones de los abrigos, problema queimpedía la documentación de restos debido a su ocultacióno destrucción.Bajo estas condiciones los autores publicarondos piezas líticas halladas en las proximidades de la Cova delCivil y dels Cavalls respectivamente (Obermaier y Wernert,1919:77. fig.47) a las que asignaron una cronología paleolí-tica. Una interpretación profundamente condicionada porlas teorías de Breuil que defendía una atribución paleolíti-ca para las pinturas rupestres de la fachada mediterránea deacuerdo con las teorías africanistas en boga.

Un año después, A. Duran i Sanpere y MatíasPallarés (1920) presentaron los resultados de un intensoprograma de prospecciones y excavaciones realizado porel Institut d’Estudis Catalans (en adelante IEC) en losyacimientos más próximos a los abrigos con pinturas.Junto a la descripción topográfica del barranco apareceuna detallada localización de los yacimientos con arterupestre y de las “cuevas de habitación prehistórica”. Lasprimeras actuaciones arqueológicas se centraron en lossupuestos lugares de hábitat, dando lugar a la excavaciónde cinco cavidades (Cova de la Rabosa, Cova de la Pipa,Cova del Trenc,Cova de l’Estaró y Cova Gran del Puntal).

Exceptuando el caso de la Cova de la Rabosa,cuya secuencia estratigráfica sería reconstruida porMartín Almagro (Fig. 1) a partir de los diarios de exca-

50 LA COVA DELS CAVALLS

Fig. 1b. Cova de la Rabosa o dels Melons (Tírig). Estratigrafía según M.Almagro, 1944: pág.14, fig. 10

Fig. 1a. Cova de la Rabosa o dels Melons (Tírig). Situación del yacimiento enla margen izquierda del Barranc de la Rabosa

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vación de M. Pallarés (Almagro, 1944:13-14), en el con-junto de yacimientos excavados no se diferenciaronniveles arqueológicos, limitándose las actuaciones a laexhumación de los depósitos con el fin de recuperar elmaterial arqueológico más representativo. Bastantemenor fue la atención prestada a los yacimientos líticosde superficie, los planells, que serán relacionados con losmateriales recuperados en las cuevas. En función de losresultados de la exploración arqueológica, Duran yPallarés defenderán una cronología post-paleolítica delas pinturas que relacionarán con los periodos neolíticoy eneolítico, abriendo en este sentido una segundacorriente de opinión en la que se situaban investigado-res como Hernández Pacheco.

Pere Bosch Gimpera, realizaría una interpretacióndistinta tanto del Arte Rupestre como del contextoarqueológico de la Valltorta. Para este autor el ArteRupestre de la Valltorta era paleolítico, careciendo de rela-ción con los yacimientos prehistóricos descubiertosdurante la exploración arqueológica del IEC, los cualesformaban parte de la extensión septentrional de laCultura de Almería (Bosch Gimpera, 1924).

El estudio de los yacimientos arqueológicos delBarranc de la Valltorta fue retomado por Maluquer yAlmagro desde el análisis de las industrias. Maluquer secentró en el estudio de los microburiles recogidos en lasestaciones de superficie –los planells– poniendo de relievesu posible atribución cronológica (Maluquer, 1938).Martín Almagro, por su parte, publicó parte de los mate-riales depositados en el Museo de Barcelona procedentesde las actuaciones arqueológicas del IEC para los que pro-puso una cronología avanzada (Almagro, 1944). Con lacontribución de estos dos autores se irán forjando dosideas que han sido mantenidas, de forma casi incuestiona-ble, en las siguientes décadas: por un lado, el carácter uni-tario y homogéneo de las industrias de la Valltorta quepodía hacerse extensible al conjunto del registro arqueoló-gico del barranco; y por otra parte, la perduración de cier-tos elementos de raigambre epipaleolítica en momentos yacronológicamente avanzados, como el neo-eneolítico.

Esta visión encontraría un renovado refuerzo apartir de la sistematización de las industrias líticas delEpipaleolítico mediterráneo español establecida por JavierFortea en 1973. El proceso de continuidad de las indus-trias de tradición epipaleolítica en momentos de cronolo-gía neolítica y eneolítica documentada en la secuencia dela Cueva de la Cocina (fases III y IV), proporcionaba unsoporte empírico para encuadrar a los diferentes yaci-mientos en una situación concreta dentro del proceso deneolitización: la de los grupos humanos que irán transfor-mando lentamente su modo de vida a partir de estímulosexternos. En dos artículos posteriores (Fortea, 1974 y1975) centrados en la discusión sobre la cronología relati-va del Arte Levantino, este autor incluiría a los yacimien-

tos de la Valltorta dentro de un grupo más amplio –losyacimientos con componente geométrico- que vertebrala fachada oriental de la Península Ibérica, siendo repre-sentativos de un proceso de neolitización tardío para laszonas interiores.

Los trabajos de Javier Fortea plantean, por primeravez, una integración plena del Arte Levantino en el proce-so de neolitización. Desde este punto de vista, la solidez desus planteamientos residía en la significación de determina-dos registros que venían a representar una situación similar,como es el caso de los niveles cerámicos de la Cueva de laCocina (Dos Aguas, Valencia) y otros yacimientos afinescomo el Covacho de las Llatas (Andilla,Valencia) y Casa deLara (Villena, Alicante). Así las interpretaciones de Forteaserán mantenidas en años posteriores por otros autores.

Este sería el caso de María José de Val que publi-caría en 1977 un completo estudio sobre los yacimientoslíticos de superficie del Barranc de la Valltorta, denomina-dos planells en la toponimia local. Los principales yaci-mientos (Planell del Puntal, Planell de la Rompuda y Plad’en Peraire), ya citados en la exploración arqueológicadel IEC, se localizan en la margen derecha del Barranc dela Valltorta, en un amplio espacio comprendido entre laconfluencia de este barranco con el de Matamoros y elBarranquet de l’Ullal. Esta investigadora visitó cada unode los planells mencionados por el IEC, realizando unabreve descripción de los mismos y recogiendo el materialque formó parte de su estudio. En buena medida las pros-pecciones se vieron dificultadas por las características de lavegetación que impedían la visualización de gran parte dela superficie así como la delimitación espacial de los yaci-mientos. Respecto al análisis de la industria lítica, la auto-ra consideró que los diferentes conjuntos presentabancaracterísticas comunes, como la coexistencia de foliáceosy microburiles o la abundancia de los restos de talla. Anivel tipológico, estos elementos invitaban a considerar laperduración de una serie de elementos de tradición epi-paleolítica geométrica ya en momentos cronológicamen-te avanzados del Neolítico o incluso del Eneolítico. Estosyacimientos fueron interpretados como lugares de tallapudiendo responder a ocupaciones esporádicas relaciona-das con la caza o a campamentos estacionales de largaduración de grupos dedicados a actividades cinegéticas oganaderas (de Val, 1977).

La excavación de nuevos yacimientos en elBarranc de la Valltorta se retomó en 1975 por el Serviciode Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas de laDiputación de Castellón en dos nuevos yacimientos bajola dirección de Francesc Gusi: el Cingle de l’Ermita y laCova del Mas d’Abad.

La excavación del abrigo 2 del Cingle de l’Ermitaproporcionó una estratigrafía compuesta por tres nivelesarqueológicos: el superficial, que además de industria líticatallada y cerámica, contenía algunos elementos de adorno

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y una punta de flecha de cobre; y los niveles IA y IB quecarecían de cerámica recuperándose únicamente industrialítica y algunos elementos de adorno. Según Gusi, estepequeño abrigo sería un refugio ocasional para unos gru-pos humanos dedicados a la caza, encontrando una indus-tria de tradición geométrica pero adscribible a momentostardíos dada la presencia de cerámica y cobre. En este sen-tido, el equipamiento hallado entraba en consonancia conel tipo de ocupación de unos grupos adaptados a mediosmontañosos interiores, cuya actividad económica funda-mental sería la caza y la recolección (Gusi, 1975).

La Cova del Mas d’Abad, en cambio, es unaamplia cueva-sima ubicada en la cabecera del Barranc deMatamoros y que fue utilizada como cueva de enterra-miento múltiple durante la Edad del Bronce. El depósitoarqueológico sufrió continuados expolios desde elmomento de su descubrimiento hasta la realización delcierre. De la intervención arqueológica practicada en lacavidad, se extrajeron un total de 4 individuos inhumadosy un importante conjunto de cerámicas que al parecerformaban parte del ajuar funerario. De este yacimiento seobtuvieron dos dataciones por C 14: una del nivel supe-rior, 1010±85 bc; y otra perteneciente al nivel inferior de1460±90 bc. La importancia del yacimiento residía, segúnsu excavador, en la pervivencia del rito de enterramientomúltiple en la Edad del Bronce (Viñas et al., 1976).

La interpretación de estos yacimientos en el marcodel poblamiento prehistórico de la Valltorta tendía a subra-yar dos aspectos (Gusi, 1983:70-81): en primer lugar, laadaptación de los grupos humanos a un nicho ecológicomuy específico que determinaba unos modos de vidanómadas o semi-nómadas basados en la caza y el pastoreo;y por otra parte, el carácter “retardatario” de estas comuni-dades dentro de los esquemas evolutivos de la prehistoria:

“La arqueología prehistórica parece demostrar,pues, que la región de la Valltorta constituyó siempre unecosistema retardatario y parcialmente refractario de lasnuevas influencias culturales procedentes del exterior. Lascausas las desconocemos por el momento, pero cabría pen-sar en fenómenos determinantes como la baja demografíay la atormentada orografía del terreno” (Ibidem: 81).

Como vemos, durante la década de los 80 elimpacto de la ecología cultural propició la aplicación demodelos interpretativos que centraban su atención en laadaptación de los grupos humanos a su entorno (Gusi,1978; Olària, 1988a).

Los trabajos arqueológicos conocieron una inte-rrupción hasta 1996, fecha en la que el recién creadoMuseu de la Valltorta inició un programa de prospecciónsistemática que ha dado lugar al descubrimiento de nue-vos yacimientos en diversas unidades pertenecientes a lamisma red hidrográfica; y en especial desde 1998, cuandose inician los trabajos de excavación de la Cova de lesTàbegues situada en el mismo Barranc de la Valltorta. Las

actividades de campo han continuado de forma ininte-rrumpida desde entonces con la excavación de nuevosyacimientos como Sant Joan Nepomucé (Sarratella) oMas de Sanç (Albocàsser) y programas de prospecciónintensiva en la Rambla Carbonera y el Riu de les Coves.

Como se ha podido ver en las páginas anteriores,la gran mayoría de los estudios realizados sobre el pobla-miento prehistórico de la Valltorta coinciden en señalardos aspectos que aparecen de forma recurrente en las dis-tintas publicaciones: en primer lugar, la relación de losdiferentes yacimientos prehistóricos con los autores de laspinturas; y en segundo lugar, la importancia de los con-juntos arqueológicos relacionables con el Neolítico Final,y sobre todo el Eneolítico, en un contexto en el que per-duran ciertos elementos de tradición epipaleolítica.

Esta visión necesita ser matizada dada la existen-cia de diversos problemas que hacen referencia tanto alproceso de producción de información empírica (caracte-rísticas de las actuaciones arqueológicas realizadas y estu-dio de los materiales), como a su interpretación.

Quizás uno de los principales inconvenientesreside en la consideración del Barranc de la Valltortacomo una unidad fisiográfica cerrada. Esta visión seencuentra determinada por la elevada concentración deabrigos con arte rupestre y en la generalizada opinión deque los yacimientos arqueológicos más próximos a laspinturas podían ofrecer una cronología relativa más ajus-tada de las mismas.

Como se vio en el apartado del medio físico, elBarranc de la Valltorta forma parte de una red hidrográficamás amplia, el curso alto del Ríu de les Coves, con unaamplia diversidad de ecosistemas donde se documenta unaimportante ocupación prehistórica. En este sentido debenser considerados los amplios valles con potentes depósitoscuaternarios de aluvión como el Barranc de Sant Miquel oel corredor Tírig-la Barona. Otro elemento a destacar es laexistencia de una antigua laguna en Albocàsser, en unamplio espacio comprendido entre el tramo superior delBarranc Fondo y el curso medio de la Rambla Carbonera.Por lo tanto, la comprensión de las pautas del poblamientoprehistórico de la zona no puede quedar relegada al estu-dio de un solo barranco, debiendo reconocer que la visiónque tradicionalmente se ha tenido ha sido muy parcial.

La segunda cuestión hace referencia a las caracte-rísticas de las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo enel Barranc de la Valltorta. Las intervenciones realizadas porel IEC en 1917, con la metodología propia de aquellosaños, dieron lugar a una excavación masiva de los rellenosarqueológicos de las supuestas cuevas de habitación pre-histórica, siendo prácticamente inexistentes las referenciasestratigráficas.

Por su parte, las escasas intervenciones realizadaspor el SIAP en los años 70, contaron con una metodolo-gía más rigurosa, sin embargo no pudieron realizarse estu-

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dios paleoambientales. Estas carencias permanecen a lahora de examinar las bases económicas de estos gruposhumanos.Ante la ausencia total de estudios faunísticos, lapráctica común ha sido trasladar a la interpretación delregistro arqueológico, aquellas actividades documentadasen el Arte Rupestre Levantino, en especial la caza.

Los yacimientos líticos de superficie presentannumerosos problemas derivados del tipo de actuaciónarqueológica. Por un lado, las prospecciones realizadas porMaría José de Val fueron selectivas, dirigidas a aquellas zonasdonde se tenía referencias de investigaciones anteriores. Porotra parte, las recogidas se encontraron muy limitadas porla espesa vegetación arbustiva que cubre los planells, impo-sibilitando la recuperación de material en amplias zonas.Bajo estas condiciones la delimitación espacial de los yaci-mientos es difícil de establecer, por lo que en el trabajo deesta autora, al igual que en los del IEC, los principales refe-rentes físicos se basaban en la toponimia local.

La entidad de las colecciones de material recupera-do en cada uno de estos yacimientos difiere notablemente(Tabla 1).Tan sólo tres conjuntos –Puntal, Rompuda y Plad’en Peraire– superan las 500 piezas entre material retoca-do y restos de talla, seguidos de lejos por el Pla del Serretó(179), mientras que los conjuntos restantes son todavía másreducidos. Esta situación se acentúa si contabilizamos elmaterial retocado, base de las interpretaciones de ordencrono-cultural, de tal forma que sólo el Planell del Puntaly la Rompuda superan el centenar de piezas, ofreciendo elresto de los conjuntos unos valores muy discretos.

Tabla 1. Entidad de las colecciones proporcionadapor los conjuntos de superficie del Barranc de la

Valltorta. Fuente: MªJ. De Val, 1977

Restos Material Totalde talla retocado

Puntal 2146 210 2357Rompuda 753 163 916Pla d’en Peraire 439 62 501Bastida 57 10 67Pla del Serretó 149 30 179Mallaeta 68 34 102Mas d’en Josep 82 27 109Lledoner 57 21 78

Considerando las interpretaciones sobre el pobla-miento prehistórico en esta zona, es posible advertir dosconstantes: la consideración del yacimiento como unidadde análisis principal, y la identificación de las entidadesarqueológicas con modos de vida.

En este sentido creemos que algunos niveles deyacimientos interpretados tradicionalmente como lugaresde hábitat -La Cova de la Rabosa y el Abrigo 2º del

Cingle de l’Ermita- pueden corresponder a contextosfunerarios. Los analizaremos brevemente.

La Cova de la Rabosa o dels Melons fue excavadapor el IEC en 1917 vaciándose la casi totalidad del depó-sito sin que en la publicación se individualizaran nivelesarqueológicos (Duran i Sanpere y Pallarés 1920). El yaci-miento es una de las pocas cavidades del Barranc de laValltorta que presenta un desarrollo horizontal. Su boca, dedimensiones reducidas, da paso a una única sala que tieneunos 6-7 m de profundidad y unos 10 m de anchura. Elinterior debió estar prácticamente colmatado según se des-prende del testimonio de sus excavadores y de los testigosque aún quedan en las paredes. La base también estácubierta de sedimentos y bloques desprendidos del techo.

Martín Almagro publicó en 1944 un corte estra-tigráfico del yacimiento en el que da cuenta de la existen-cia de restos humanos (en concreto un cráneo). Entre losmateriales publicados por el IEC, es posible distinguirciertos elementos característicos de los ajuares funerariosde las cuevas de enterramiento múltiple del Eneolítico,como es el caso de diversas puntas de flecha, grandeshojas-cuchillo y pequeños cuencos hemiesféricos.Igualmente, una parte de las formas y decoraciones cerá-micas recuperadas –grandes vasos de perfil compuesto ydecoraciones con cordones- podría corresponder con unafase posterior relacionada con la Edad del Bronce.

La 2ª cavidad del Abrigo del Cingle de l’Ermitafue excavada en 1975 por Francesc Gusi. El abrigo se abreen una de las paredes de la margen izquierda del BarrancFondo. Sus dimensiones son muy reducidas, la boca tieneunos 6,5 m y una profundidad máxima de 6 m desde laplataforma que antecede a la vertical de la visera. La acce-sibilidad del abrigo es complicada al enclavarse en unapared a la que se llega a través de una pequeña cornisa. Losniveles arqueológicos se encuentran comprendidos entre lapared caliza del abrigo y un nivel de base constituido porel testigo de una terraza fluvial de edad pleistocena.

Según Gusi el yacimiento presenta dos fases deocupación distintas: una fase acerámica con una industriade tradición geométrica (niveles IB y II), y otra másreciente (Eneolítica) en la que se documenta cerámicacobre e industria lítica (niveles superficial y IA).

Tras analizar la industria y la documentación grá-fica que aparece en la publicación creemos que se puederealizar una lectura diferente. El yacimiento parece pre-sentar dos fases de ocupación distintas: una primera fase,más antigua, cuyas características son difíciles de definirpero con una industria lítica que presenta ciertos rasgosde homogeneidad y que podría ser de tradición epipale-olítica y una segunda fase, en la que se aprovecha el sec-tor más interior de la cavidad con fines funerarios, en unmomento avanzado del Eneolítico o incluso delHorizonte Campaniforme, como se desprende de la pre-sencia de un molar humano, y de otros elementos carac-

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terísticos del ajuar: una punta de palmela de cobre, unagran hoja-cuchillo de sílex, dos vasos hemiesféricos y ele-mentos de adorno.

POBLAMIENTO PREHISTÓRICO DE LA VALLTORTA.PRIMEROS RESULTADOS 1996-2000.

En el apartado dedicado a la historia de la inves-tigación hicimos alusión a alguna de las principales líneasde trabajo llevadas a cabo desde la creación del Museu dela Valltorta en 1994 y del Instituto de Arte Rupestre.Actualmente nos encontramos en una primera fase dedocumentación y reconstrucción de la secuencia, a partirde tres líneas de trabajo paralelas:

1. La prospección sistemática de las dos cuencashidrográficas que integran el Parque Cultural de Valltorta-Gasulla: la Rambla Carbonera y la cuenca alta del Riu deles Coves. Este trabajo ha permitido elaborar un inventa-rio del patrimonio arqueológico de ambas cuencas. Aquínos centraremos principalmente en la cuenca alta del Riude les Coves.

2. El análisis crítico de los yacimientos ya conoci-dos y la excavación de otros nuevos, entre los que destacaSant Joan Nepomucé (Sarratella), La Cova de lesTàbegues (Tírig) y Mas de Sanç (Albocàsser).

3. El estudio y revisión de las colecciones proce-dentes de yacimientos líticos de superficie, que constitu-yen más del 90% de las evidencias materiales que compo-nen el registro arqueológico de cronología prehistórica.

Llegada la hora de ofrecer una primera visión delpoblamiento prehistórico de esta zona, resulta convenien-te dar cuenta de las principales limitaciones que atañen alregistro. En primer lugar, la naturaleza de la informaciónmanejada es muy diversa, siendo escasas las excavaciones,de tal forma que una parte importante del material pro-cede de recogidas puntuales o prospecciones selectivasrealizadas durante muchos años por colaboradores delMuseu de la Valltorta. Estos yacimientos han sido visitadospor nosotros con el fin de comprobar el área aproximadade dispersión del material, el medio deposicional en elque se emplazan, los tipos de aprovechamiento del sueloy los principales procesos post-deposicionales.

También se han efectuado desde el Museu de laValltorta y el Instituto de Arte Rupestre campañas deprospección sistemática en algunas de las subunidadesque forman parte del Parque Cultural (RamblaCarbonera, Barranc de Sant Miquel, Vall de Catí) conresultados dispares. Así, destaca la escasez de yacimientosen unidades como la Vall de Catí o el Barranc de SantMiquel, que puede tener su origen en la incidencia de losprocesos post-deposicionales que afectan a los yacimien-tos emplazados en determinados medioambientes micro-deposicionales como laderas y pendientes (Butzer,

1989:54; Ferdière, 1998:12). Así, si seguimos los estudiosgeomorfológicos realizados en la zona (Mateu, 1982) seobserva la formación de potentes depósitos holocenos yconos aluviales que han podido cubrir los yacimientosarqueológicos, en especial aquellos emplazados en losfondos de valle.

Por otra parte, existen áreas donde la ausencia deevidencias prehistóricas puede ser atribuida a la falta deprospección, como ocurre con el sector Noroeste delBarranc Fondo, el Riu de Tírig, y el espacio comprendi-do entre Salzadella-Sant Mateu.

Distinto es el caso del Barranc de la Valltorta, uni-dad en la que se centraron la mayoría de los trabajos anti-guos y en la que se han reconocido nuevos yacimientosde superficie como El Colmenar y en cueva como laCova de les Tàbegues, este último objeto de diversas cam-pañas de excavación en los últimos años.

A todas estas circunstancias, que denotan diferen-te intensidad en los trabajos arqueológicos realizados enlas distintas subunidades, hemos de sumar otro problemaque reside en la heterogénea entidad de los yacimientos,cuyo potencial informativo es muy desigual. Los registrosde superficie son sin duda alguna la categoría mayoritariafrente a otro tipo de yacimientos como las cuevas de ente-rramiento y las cuevas de hábitat, estas últimas mucho másescasas. En este sentido no debemos olvidar que las carac-terísticas geomorfológicas de esta zona, donde el roquedocalizo aparece muy fracturado favoreciendo el desarrollode sistemas cársticos de carácter vertical y no los de carác-ter horizontal, son en primera instancia las responsables dela escasez de grandes cuevas.

Partiendo del reconocimiento de todas estas limi-taciones y del carácter preliminar de este trabajo, los obje-tivos fundamentales de este estudio son dos:

1. Establecer una primera ordenación del conjun-to de evidencias arqueológicas disponibles en el marco dela secuencia regional.

2. Realizar una revisión del poblamiento prehistó-rico de la zona desde una perspectiva diacrónica, reflexio-nando sobre las similitudes y diferencias observadas en otrasáreas de la fachada mediterránea de la Península Ibérica.

CRITERIOS DE ORDENACIÓN: REGISTRO Y MODELO DEPERIODIZACIÓN

En el presente trabajo nos vemos obligados a siste-matizar una información que tiene una procedencia muydiversa. Las limitaciones impuestas por las características delregistro y su estado de elaboración nos obliga, por un lado,a ser lo más exhaustivos en la recopilación de las evidencias;y por otro, a ser conscientes de su diferente potencial infor-mativo.Por este motivo se ha optado por considerar al yaci-miento como unidad mínima de análisis.Así, en el caso de

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55EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE LA COVA DELS CAVALLS: POBLAMIENTO PREHISTÓRICO Y ARTE RUPESTRE EN EL TRAMO SUPERIOR DEL RIU DE LES COVES

Fig. 2. Mapa general de yacimientos prehistóricos del tramo superior del Riu de les Coves: 1.-Mas Blanc; 2.-Mas Roig; 3.-Els Horts; 4.-Mas del Riu; 5.-Mas de Martíde Sant Miquel; 6.-Coveta del Mas de Martí; 7.-Barranc d’en Cabrera; 8.-Cova de la Gralla; 9.-Mas de Brusca; 10.-Mas dels Torans; 11.-Mas de Marín; 12.-ElCampanaret de Montegordo; 13.-Cingle de l’Ermita; 14.-La Cova del Trenc; 15.-Cova de les Tàbegues; 16.-Vesant Nort de les Tàbegues; 17.-El Colmenar; 18.-Planellde la Bastida; 19.-Planell del Mas d’en Josep; 20.-Planell del Llidoner; 21.-La Cova de la Rabosa; 22.-Calçades del Matà; 23.-Cova Gran del Puntal; 24.-Planell delPuntal; 25.-La Cova de l’Estaró; 26.-Planell de la Rompuda; 27.-Pla del Serretó; 28.-La Mallaeta; 29.-Pla d’en Peraire; 30.-Cova del Mas d’Abad; 31.-El Tossal; 32.-Les Clotes; 33.-La Marieta; 34.-Les Canals; 35.-Mas de la Rueda; 36.- Les Antones; 37.-Mas del Gat; 38.-Mas del Viudo; 39.-Mas de Sanç; 40.-Mas de Martí de SantPau; 41.-Mas de Bracet; 42.-Mas del Boix; 43.-El Degollador; 44.-Sant Joan Nepomucé

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los registros de superficie han sido considerados como yaci-mientos aquellas áreas claramente delimitadas en las que seobserva la existencia de una densidad de materiales suscep-tibles de ser interpretados arqueológicamente. En este sen-tido, nuestro interés se centra en situar aquellas zonas deintensidad diferencial, sin entrar en cuestiones de máshondo calado, como su funcionalidad específica.

Por este motivo hemos establecido un primerprotocolo que asigna un potencial informativo a los regis-tros de superficie en función de dos criterios: por un lado,la entidad de las colecciones, es decir, la cantidad de efec-tivos líticos que reúnen; y por otra parte, su homogenei-dad a nivel cronológico, entendida como la coherencia anivel tipológico de piezas que pueden ser relacionadascon una fase concreta de la secuencia regional.

Partiendo de estos criterios se han distinguido cua-tro categorías diferentes de registros de superficie (Fig. 2):

A.Yacimientos líticos de superficie que han reu-nido unas colecciones de material importantes que per-miten una asignación cronológica (Rueda, Mas de Sanç,Sant Joan Nepomucé).

B.Yacimientos líticos de superficie formados porcolecciones de material discretas pero que presentan algu-nos elementos que permiten proponer una cronología rela-tiva (punta de flecha, hojita de dorso, un diente de hoz).

C.Yacimientos líticos de superficie de cronologíaindeterminable. Suelen estar formados por colecciones dematerial discretas, carentes de elementos que a nivel tecno-tipológico permitan asignar una cronología probable.

D. Hallazgos aislados.El modelo de periodización seguido para el

Epipaleolítico parte de las últimas aportaciones realizadaspor distintos autores (Aura y Pérez, 1995; Fullola et al.,1999) sobre la sistematización de estas industrias publica-da por Fortea en 1973. Admitida la sucesión cronológica

de los complejos Microlaminar y Geométrico, es precisoreconocer que las distintas facies existentes en el seno deestos dos complejos obedecen a una dinámica evolutiva(que no filogenética) que puede seguirse en el conjuntode la vertiente mediterránea peninsular, tal como se apre-cia en las crono-estratigrafías del Tossal de la Roca (Cachoet al., 1995) y Forcas (Utrilla et al., 1997).

Para los momentos correspondientes al Neolíticoobservamos algunos inconvenientes para seguir las pro-puestas de periodización establecidas desde las comarcasseptentrionales (Olària,1986). La secuencia de CovaFosca, al margen de otras consideraciones que puedan rea-lizarse sobre este yacimiento, llega hasta mediados del IVMilenio bc. Para el desarrollo posterior son escasos loscontextos estratificados, los cuales presentan además unascolecciones materiales de escasa envergadura. Este proble-ma se ha intentado suplir a partir de una seriación crono-lógica apoyada básicamente en fechaciones radiocarbóni-cas (Olària, 1995). En este sentido resulta todavía máscomplicado proponer una cronología para los hallazgosfuera de contexto, circunstancia que no puede ser resuel-ta si no recurrimos a la cultura material y a su evolucióndesde una perspectiva regional.

Por este motivo se ha optado por emplear elmodelo de periodización propuesto por Joan Bernabeu(1989 y 1995). Dadas las características del registro mane-jado, nos vemos obligados a recurrir a la cronología rela-tiva de las series líticas para fechar los yacimientos desuperficie. En este sentido, los criterios tomados comoreferencia proceden de la síntesis más completa que enestos momentos relaciona los cambios en la industria líti-ca tallada y pulida con la evolución de la cerámica (Martíy Juan-Cabanilles,1998). Convendría entonces establecerla oportuna correlación entre los modelos de periodiza-ción seguidos por estos autores:

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Bernabeu, 1995 Martí y Juan-Cabanilles,1998 Cronología bc cal BC

Neolítico IA Neolítico Antiguo circa 4600-4000 5800-5000

Neolítico IB Neolítico Medio circa 4000-3400 5000-4000Neolítico IC

Neolítico IIANeolítico Final circa 3400-2500 4000-3400

Neolítico IIB1

Neolítico IIB2 Eneolítico circa 2800-2200 3400-2500

Horizonte Campaniforme Cultura del Vasocirca 2200-2000 2500-2200

de Transición Campaniforme

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57EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE LA COVA DELS CAVALLS: POBLAMIENTO PREHISTÓRICO Y ARTE RUPESTRE EN EL TRAMO SUPERIOR DEL RIU DE LES COVES

Fig. 3.Tramo superior del Riu de les Coves, yacimientos epipaleolíticos: 1.-Mas Blanc; 2.-Cingle de l’Ermita; 3.-Mas de Martí de Sant Pau; 4.-Sant Joan Nepomucé

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Fig. 4. Sant Joan Nepomucé (Sarratella).Vista general del yacimiento

Sin embargo, conviene realizar dos advertenciasprevias: en primer lugar debe contemplarse la existenciade cierto grado de variación a escala regional en la con-formación del registro material, por lo que las distintascategorías arqueográficas han de ser consideradas en suaspecto puramente secuencial. Este problema cobra espe-cial relevancia para algunos periodos como el NeolíticoMedio, que en Catalunya cuenta con una representaciónmuy potente conocida como la “Cultura de los Sepulcrosde Fosa” y que en el ámbito valenciano se encuentrainfrarepresentado, siendo escasos los yacimientos que pue-den adscribirse al Neolítico IIA y muchos menos los quepueden relacionarse con el Neolítico IC.

En segundo lugar debemos recordar las limita-ciones impuestas por los registros de superficie. Este pro-blema ya ha sido contemplado en otros trabajos que hanintentado establecer una cronología relativa a partir delanálisis de las colecciones (Bernabeu et al., 1999). Con elfin de evitar en lo posible este problema, y dado el carác-ter provisional de este trabajo, estableceremos tres grandesdiferenciaciones a nivel cronológico en los mapas de dis-tribución de yacimientos: Neolítico I, Neolítico II yCampaniforme/Bronce.

Una vez expuestas todas estas consideracionesanalizaremos brevemente la distribución de los yacimien-tos prehistóricos de la cuenca alta del Riu de Les Coves

en el interior de las tres principales subunidades: BarrancFondo, Barranc de Sant Miquel y Barranc de la Valltorta.

En el Barranc Fondo la mayoría de los yacimien-tos de superficie se sitúan en el piedemonte septentrionalde la Serra d’en Galceran, próximos a La Llacunad’Albocàsser. Sant Joan Nepomucé es el yacimiento loca-lizado a mayor altitud en la Serra d’en Galceran, al nor-oeste del término municipal de la Sarratella junto alBarranc de les Calçades. El abrigo del Cingle de l’Ermitaestá en el interior del Barranc Fondo, muy cerca ya delBarranc de la Valltorta.

En el Barranc de Sant Miquel los yacimientos desuperficie se localizan a media ladera o próximos al caucedel Barranc, siempre en el margen derecho.

Por último, en el Barranc de la Valltorta, los yaci-mientos prehistóricos muestran diferentes emplazamien-tos: algunos están situados en el interior del barranco,principalmente las cuevas aunque también existe un con-junto de superficie ubicado en un meandro. El resto deyacimientos, todos ellos de superficie, ocupan las tierrasinmediatamente contiguas, como es el caso de los cono-cidos planells.

Como veremos en las próximas páginas nosencontramos ante un poblamiento prehistórico dilatado,pero en el que determinadas fases arqueológicas no sonvisibles o tienen una presencia testimonial.

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Si bien tenemos algunas referencias muy pun-tuales sobre la existencia de materiales paleolíticos1 en elBarranc de la Valltorta (Esteve, 1996), el comienzo de lasecuencia arqueológica en la red hidrográfica del Riu deles Coves se remonta al Epipaleolítico Microlaminar(Fig. 3). Los dos yacimientos atribuibles a este periodo–Sant Joan Nepomucé y Mas Blanc– se sitúan al airelibre y a una altitud considerable. Sant Joan es un asen-tamiento al aire libre situado en las estribaciones septen-trionales de la Serra d’en Galceran, a 930 m. s .n .m., entorno a un nacimiento de agua. Las excavaciones reali-zadas en 1999, definieron el área de ocupación principal,si bien las labores agrícolas habían alterado la estratigra-fía (Fig. 4 y 5).

Mas Blanc se emplaza en la Serra de la Valldàngel,a unos 730 m.s.n.m. El conjunto lítico recuperado cuen-ta con menos efectivos y reúne unas características muysimilares al caso anterior: presencia de hojitas de dorso yraspadores y ausencia de buriles (Fig. 6).

La atribución concreta de estos yacimientos, den-tro del Magdaleniense Superior o el EpipaleolíticoMicrolaminar, es complicada dada la estrecha similitudexistente a nivel industrial entre ambos periodos (Aura yVillaverde, 1995). Si la inversión del índice B/R fue unode los rasgos sobre el que definieron en su momento lafacies Sant Gregori del Epipaleolítico Microlaminar(Fortea, 1973), trabajos recientes señalan ya este fenóme-no en algunos yacimientos Magdalenienses mediterráne-os (Aura y Villaverde, 1995). Por otro lado, convienerecordar la proximidad de yacimientos magdaleniensescomo la Cova Matutano en Vilafamés (Olària, 1995), o losgrabados de estilo paleolítico recientemente localizadosen el Barranc de la Guitarra, en la Serra d’en Galceran(Guillem et al, 2001).

La presencia de estos yacimientos podría inscribir-se dentro de un territorio más amplio cuyo eje principal loconstituye la Rambla Carbonera, unidad que vertebra deNorte a Sur diversos yacimientos de este periodo (BarrancBlanc, Pla de la Pitja o Cova Fosca) (Casabó y Rovira,1987-88; Olària, 1988) emplazados en diferentes pisos bio-climáticos, desde el Termo- hasta el Supramediterráneo.

Los datos disponibles sobre el Mesolítico Reciente(Fig. 3) en el área inmediata son reducidos, y se relacionancon el Complejo Geométrico de facies Cocina. El quemayor información ha proporcionado es el Cingle del MasNou (Olària et al., 1987-88), cuya excavación continúa enla actualidad (Olària, 1999). Se trata de un asentamiento alaire libre situado en las estribaciones meridionales de laSerra d’en Seller, a 940 m.s.n.m. El yacimiento ocupa unaestrecha plataforma rocosa situada al pie de un cantil abier-to a la margen derecha del tramo superior del Barranc delRacó Molero, junto al Barranc de Gasulla. La secuenciaestratigráfica se compone de cinco niveles arqueológicos

Fig. 5. Sant Joan Nepomucé (Sarratella). Industria lítica: 1-2, núcleos; 3-6 pie-zas de dorso; 7, hojita retocada; 8-10 piezas de dorso; 11-12, muescas; 13, piezacon muesca + truncadura; 14, truncadura y 15-17, raspadores

Fig. 6. Mas Blanc (Tírig). Industria lítica: 1-5, laminitas de borde abatido; 6,truncadura oblicua; 7-8, raspadores y 9, lasca denticulada

59EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE LA COVA DELS CAVALLS: POBLAMIENTO PREHISTÓRICO Y ARTE RUPESTRE EN EL TRAMO SUPERIOR DEL RIU DE LES COVES

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(Olària et al., 1987-88). En los niveles 4 y 5 encontramosuna industria lítica del Epipaleolítico Geométrico, proba-blemente de la Fase B. Al mismo Complejo industrial,aunque a unos momentos más recientes, se atribuye la fasede ocupación más antigua (niveles IA y IB) documentadaen el Abric 2 del Cingle de l’Ermita en el Barranc Fondo(Gusi, 1975 y 2000).

El resto de referencias es mucho más limitada,reduciéndose a materiales líticos de superficie (Pou Vell),o a hallazgos aislados en colecciones más amplias de cro-nología más reciente (Mas de Martí de Sant Pau).

Si bien la información manejada puede conside-rarse fragmentaria y cualitativamente diversa, podemosdestacar ciertos elementos de interés: la existencia de losprimeros indicios de ocupaciones al aire libre en laLlacuna d’ Albocàsser, como muestran dos triángulos detipo Cocina hallados en el Mas de Martí de Sant Pau. Elanálisis morfotécnico de las colecciones de superficie deeste yacimiento y otros próximos a él –que mayoritaria-mente se asocian a industrias con foliáceos del Eneolítico–muestra la existencia de algunos elementos que podríancorresponder al Epipaleolítico Geométrico como deter-minados trapecios, hojitas de dorso y microburiles.

De ser así, encontraríamos la reproducción de unmodelo de hábitat muy frecuente en la vertiente medite-rránea, como son las ocupaciones al aire libre asociadas arecursos hídricos predecibles en espacios de un ampliopotencial biofísico como cuencas endorreicas interiores(Aura y Pérez, 1995; Fernández, 1999; Fernández et al.,2001) o marjales litorales (Gusi et al., 1975; Mateu et al.,1985;Aparicio, 1990).

La ubicación del Cingle del Mas Nou es otroaspecto a recalcar. Por un lado, el Barranc de Gasulla seabre a la Rambla Carbonera de la que es tributario, uni-dad que vertebra de Norte a Sur una franja de más de 60km de longitud comprendida entre Ares del Maestre yAlmassora ya en la costa. Por otra parte desde el Barrancde la Gasulla es posible la comunicación con el RiuCalders, tributario del Bergantes, atravesando la Serrad’en Seller por diversos puntos situados en altura quefacilitan el paso. Esta segunda conexión resulta de granimportancia ya que el Bergantes constituye la vía decomunicación natural hacia el Bajo Aragón y por tantocon sus yacimientos.

La escasez de datos para las primeras fases delNeolítico en el Riu de les Coves nos remite por un ladoa zonas contiguas como el Barranc del Racó Molero, ypor otro, nos obligan a estudiar el proceso de neolitizaciónde estas tierras en el marco regional.

En este sentido Cova Fosca ha venido ocupandoun lugar central en las discusiones sobre el proceso deneolitización de las áreas interiores. Sus excavadores pro-ponen un modelo autóctono (Olària y Gusi, 1978 y 1987;

Olària, 1986, 1988, 1995 y 2000) basado en la domestica-ción de cápridos y en las altas dataciones que presentansus contextos cerámicos más antiguos (Fase II, niveles IAy IB) (Olària, 1988), anteriores a aquellas de los primerosniveles cardiales peninsulares.

Este modelo ha sido rebatido empleando diferen-tes argumentos: desde la incidencia de los procesos post-deposicionales, (Fortea y Martí, 1985), hasta los problemasde definición estratigráfica (Casabó, 1990), (Zilhão, 1993),pasando por la falta de concreción de la supuesta domes-ticación (Bernabeu y Martí, 1992). La reciente introduc-ción de estudios tafonómicos en otros yacimientos quereúnen una problemática similar a Cova Fosca –nivelescerámicos con dataciones anteriores al 6800 bp- sugiere laformación de contextos secundarios (o contextos arqueo-lógicos aparentes) en los que se produce una mezcla demateriales provenientes de otros contextos primarios,generalmente acerámicos y cerámicos, superpuestos(Bernabeu et al., 1999).

La propuesta alternativa al modelo autoctonistaprocede del modelo dual que en nuestra área de estudio,al igual que en el Bajo Aragón, sugiere un proceso deneolitización basado en la aculturación indirecta, donde laexpansión de los elementos materiales y económicos neo-líticos se produce a través de las redes sociales de los gru-pos mesolíticos (Bernabeu, 1996:39). Los elementosempíricos sobre los que podría sustentarse este modeloson por un lado, la relativa distancia del Maestrazgo res-pecto a los principales núcleos cardiales del Mediterráneopeninsular (Juan Cabanilles y Martí, 2002); y por otro, ladocumentación en esta zona de yacimientos mesolíticosde la fase B (Martí y Juan Cabanilles, 1997), es decir conindustrias geométricas contemporáneas a la implantaciónde las primeras comunidades neolíticas.

Desde esta perspectiva Cova Fosca constituiría unyacimiento cronológicamente situado en el NeolíticoAntiguo Epicardial (Neolítico IB), tal como podría des-prenderse de las características ergológicas de su culturamaterial y de las últimas dataciones publicadas (Olària,2000), que manifiestan un importante desarrollo entre losmomentos finales del sexto milenio y mediados del quin-to milenio cal. BC. La fase más reciente del Cingle delMas Nou (niveles 1 a 3) (Olària et al., 1988), por sus mate-riales cerámicos, podrían relacionarse igualmente conestos momentos del Neolítico Antiguo. La publicación deeste yacimiento, en proceso de excavación en la actuali-dad, aportará más información al respecto.

Otra cuestión, que será retomada más adelante enla valoración de la secuencia artística, reside en la filiacióncultural de Fosca, ya sea neolítica, como recientemente seha propuesto a partir de algunos temas decorativos iden-tificados en las cerámicas (Martí y Juan Cabanilles,2002:162-164); o mesolítica, ya en momentos de crono-

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61EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO DE LA COVA DELS CAVALLS: POBLAMIENTO PREHISTÓRICO Y ARTE RUPESTRE EN EL TRAMO SUPERIOR DEL RIU DE LES COVES

Fig. 7:Tramo superior del Riu de les Coves, yacimientos del Neolítico I: 1.-Mas de Martí de Sant Miquel; 2.-Cova de Les Tàbegues; 3.-El Tossal

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Neolítico I (Fig. 7) es muy limitada y presenta numerososproblemas.Un total de tres puntos podrían relacionarse coneste amplio margen cronológico, siendo dos de ellos (Masde Martí de Sant Miquel y El Tossal) registros de superficiemientras que el tercero (Cova de les Tàbegues) correspon-de a un nivel de ocupación detectado en el sondeo de unapequeña cavidad. El Tossal se sitúa en la cabecera delBarranc Fondo, en las inmediaciones de la Llacunad’Albocàsser. El material lítico recogido carece de foliáce-os, encontrando una producción microlaminar acompaña-da por un componente geométrico reducido, formado porsegmentos con retoque abrupto y doble bisel.

El Mas de Martí de Sant Miquel es un yacimien-to lítico de superficie emplazado en un depósito de lade-ra, en la zona media del Barranc de Sant Miquel. Esteyacimiento ha proporcionado un conjunto industrialamplio que carece de foliáceos encontrando un geome-trismo evolucionado formado por trapecios junto a tala-dros y microburiles (Fig. 8). Igualmente se ha recogido unfragmento de cerámica impresa. La ubicación que presen-ta este yacimiento no es casual, con ella se han intentadosuperar algunos problemas relacionados con el hábitat al

62 LA COVA DELS CAVALLS

logía neolítica como sería el caso del grupo 4 (NeolíticoGeométrico) propuesto por Bernabeu (2002).

Este problema y otros relativos al sistema económi-co de estos grupos deberán ser valorados en el futuro a par-tir de nuevos datos.En cualquier caso el peso alcanzado porlas actividades cinegéticas en Fosca es un elemento a desta-car en un momento para el que disponemos de yacimien-tos próximos en los que se documentan actividades gana-deras como en la Cova del Vidre (Roquetes) (Bergadà,1998) o la Cova de les Bruixes (Mesado et al., 1997), si bienlos datos sobre este último yacimiento son más limitados.

En este contexto, la existencia de diversos yaci-mientos cuyos materiales apuntan una cronología relacio-nable: Cova de les Bruixes (Rosell) (Mesado et al., 1997),los Abrigos de Agua Viva (Sorita) (Olària, 1980), la Covadel Petrolí (Cabanes), Cova dels Diablets (Alcalà deXivert, Castellón) (Aguilella et al., 1996), la Cova Redona(Serra d’en Galceran) (Esteve, 1943) o las referencias sobrela Cova de la Seda (Castellón) (Gusi, 2001), podrían serreflejo del afianzamiento progresivo de estas poblacionesacorde con el proceso observado a escala peninsular.

Volviendo a la cuenca hidrográfica de la Valltorta,debemos señalar que la información disponible para el

Fig. 8. Mas de Martí (Albocàsser), industria lítica: 1-5, armaduras geométricas;6-9, microburiles; 10-11, taladros; 12, laminita de borde abatido; 13, lasca conretoque continuo y 14-17, muescas y denticulados

Fig. 9. Cova de les Tàbegues (Tírig). Detalle del sondeo del sector exterior

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Fig. 10.Tramo superior del Riu de les Coves, yacimientos del Neolítico II: 1.-Mas Roig; 2.-Els Horts; 3.-Coveta del Mas de Martí; 4.-Barranc de Cabrera; 5.-Masde Marín; 6.-Vesant Nort de les Tàbegues; 7.-Planell de La Bastida; 8.-Planell del Mas d’en Josep; 9.-Planell del Llidoner; 10.-Cova de La Rabosa; 11.-Calçades delMatà; 12.-Planell del Puntal; 13.-Planell de La Rompuda; 14.-Pla del Serretó; 15.-La Mallaeta; 16.-Pla d’en Peraire; 17.-Les Clotes; 18.-La Marieta; 19.-Les Canals;20.-Mas de la Rueda; 21.-Les Antones; 22.-Mas del Gat; 23.-Mas de Matí de Sant Pau; 24.-Mas del Bracet; 25.-Mas del Boix

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aire libre, buscando la máxima protección frente a losvientos frescos procedentes del Noroeste.

La Cova de les Tàbegues es una cavidad de origencárstico que se abre al Barranc de la Valltorta, muy próxi-ma a la Cova dels Cavalls. Consta de dos áreas diferencia-das (Fig. 9), el denominado sector interior formado porun estrecho pasillo que fue empleado como cueva deenterramiento en la Edad del Bronce; y el sector exterior,donde se amplía la cavidad, habiéndose practicado unsondeo que ha proporcionado un nivel de ocupación(nivel 2b), con restos de ciervo, cerámica y una industrialítica reducida en la que destaca la presencia de un trape-cio. La unidad lito-estratigráfica en la que se engloba estenivel indica unas condiciones más húmedas que el tramosuperior de la secuencia del yacimiento.

El conjunto de evidencias que pueden relacionar-se con el Neolítico II (Fig. 10), experimenta un aumentoconsiderable, distribuyéndose por la totalidad de subunida-des o barrancos que configuran el tramo superior de lacuenca hidrográfica del Riu de les Coves. Por el momentoesta información procede de dos tipos distintos de yaci-mientos: los registros de superficie, manifestación arqueoló-gica mayoritaria; y las cuevas o abrigos, que en la mayoríade los casos se relacionan con contextos funerarios.

Los criterios empleados en el examen de las colec-ciones de superficie para la delimitación del Neolítico II sehan basado principalmente en la industria lítica, siendofundamentalmente de orden tecno-tipológico.Así, la pre-sencia de piezas con retoque plano ha sido consideradacomo un indicador de primer orden de cara a la discrimi-nación de aquellos conjuntos líticos cronológicamenteanteriores (Neolítico I). Desde el Neolítico Final, puedeseguirse en el conjunto de la fachada mediterránea penin-sular un cambio en los patrones dimensionales de los pro-ductos laminares que acompaña a la irrupción de las pie-zas de retoque plano. Otro aspecto a considerar es laposible asociación con la industria lítica pulida, en la quese aprecian azuelas de forma trapezoidal con unos índicesde espesor que disminuyen considerablemente presentan-do una tendencia hacia el aplanamiento. Partiendo de estabase es posible, cuando la entidad de la colección lo per-mite, ajustar un poco más la cronología relativa.Así a niveltipológico se perciben cambios en las puntas foliáceas: laaparición de los morfotipos con pedúnculo y aletas se pro-duce en momentos tardíos (Neolítico IIB y HCT), enespecial aquellas que presentan unas aletas agudas y muydesarrolladas, mientras que las losángicas y foliformes, quegeneralmente se asocian a unos formatos más reducidos,tienen una cronología anterior (Neolítico IIA y IIB)(Martí y Juan-Cabanilles, 1998).

En el mapa de distribución se puede apreciar unaimportante concentración de puntos en la subunidad del

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Fig. 11a. Roeda (Albocàsser), industria lítica: 1, núcleo; 2-4, foliáceos; 5-7, tra-pecios abruptos; 8, trapecio doble bisel; 9-10, segmentos doble bisel; 11-12,puntas tranchantes; 13-14, piezas de dorso; 15, truncadura+hoja retocada; 18-20, piezas con lustre; 21, concha perforada y 22 cuenta de collar

Fig. 11b. Roeda (Albocàsser), azuelas de piedra pulida

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espacios lacustres de origen endorreico en los que se dauna fuerte continuidad ocupacional dentro delEneolítico, llegando incluso al Campaniforme. La ampliaextensión de estos asentamientos podría reflejar un des-plazamiento sucesivo de la misma unidad poblacionalhacia espacios inmediatamente adyacentes, configurandoyacimientos con una cierta extensión.

En el Barranc de la Valltorta se aprecia otra con-centración de puntos que podemos asignar a este periodoy que se corresponde con los ya conocidos planells. Laubicación de estos yacimientos es diferente, situándose enzonas amesetadas entrecortadas por el mismo curso delBarranco (Fig. 12 y 13). La presencia de recursos hídricospróximos es un elemento a tener en cuenta, así debe des-tacarse la proximidad de una pequeña formación endo-rréica en la Masada, o los Tolls.

Más fragmentaria es la información procedentede otros conjuntos de superficie ubicados en la vertientemeridional del Montegordo (Mas de Marín y BarrancFondo), o la de aquellos otros de cronología más impreci-sa (Mas del Riu) o de escasa entidad recuperados en elBarranc de Sant Miquel (Mas d’en Brusca, Barranc d’enCabrera y Mas dels Torans).

Una novedad importante respecto a los periodosanteriores (Epipaleolítico y Neolítico I) es la documenta-ción de cuevas de enterramiento. El conocimiento quetenemos de estos yacimientos es muy parcial, obedeciendoa intervenciones antiguas (Cova de la Rabosa y Cingle de

Fig. 12.Vista general del Planell del Puntal (Albocàsser)

Barranc Fondo. Aquí los yacimientos de superficie sereparten en dos zonas diferenciadas: en las inmediacionesdel núcleo urbano de Albocàsser (les Clotes, les Antones yCanals) por un lado, donde se produce la mayor acumu-lación de depósitos cuaternarios; o bien las zonas de pie-demonte de las estribaciones septentrionales de la Serrad’en Galceran, donde encontramos una importante con-centración de registros que han proporcionado las colec-ciones más numerosas (Mas de Martí de Sant Pau, Mas delGat y Rueda). El común denominador de todos estosregistros es su ubicación en zonas aptas para el cultivo y laproximidad a la Llacuna d’Albocàsser.

Esta alta densidad de yacimientos de superficie endeterminadas áreas –como el piedemonte septentrionalde la Serra d’en Galceran– podría reflejar un poblamien-to estable del que por el momento no se han localizadoestructuras de hábitat. La documentación de elementos dehoz en Rueda (Fig. 11a), Mas de Martí de Sant Pau y Masdel Viudo –cuya cronología relativa se sitúa claramenteentre el Neolítico IIB y el HCT– abre nuevas expectati-vas, al encontrarnos ante los primeros indicios de comu-nidades ligadas al ciclo agrícola.

Un modelo muy similar encontramos en otrasáreas de la vertiente mediterránea con asentamientoscomo Ereta del Pedregal (Bernabeu, 1984), Fuente Flores(Juan Cabanilles y Martínez Valle, 1988), El Prado(Walker, 1981 y Lomba, 1995) o Casa de Lara (Fernández,1999) emplazados en el llano, en las inmediaciones de

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Partiendo de todo lo expuesto, la visión que tra-dicionalmente se ha tenido de esta zona puede cambiarconsiderablemente. La documentación de yacimientos enllano o en las zonas de piedemonte más aptas para la agri-cultura, indica un cambio de orientación en las estrategiasde ocupación del territorio. Éste coincide a grandes ras-gos con el observado en otras áreas del territorio valen-ciano y debe ponerse en relación con el proceso deexpansión de los poblados al aire libre (Martí, 1983;Bernabeu et al., 1989; Bernabeu y Martí, 1992).

La ubicación de yacimientos de este periodo enunas zonas diferentes, como los planells, es otro elementoa destacar, observándose igualmente una importante rei-teración ocupacional de este espacio. Su interpretación,sin embargo, resulta más complicada, sin que podamosafirmar por el momento si corresponden a asentamientosestables, si deben ser puestos en relación con la comple-mentariedad que a nivel funcional pudieron tener respec-to a otros asentamientos del mismo momento, o si sonespacios de agregación.

Por otro lado la documentación de cuevas deenterramiento múltiple indica la existencia de áreas dedeposición formal con un marcado carácter territorial,que bien podrían ser producto del creciente desarrollo delos procesos de colonización agrícola (Martí, 1983;Bernabeu, 1995). Entre los materiales que formaron partede los ajuares funerarios es posible reconocer objetoscuya presencia sólo puede explicarse a través de las redesde intercambio, debiendo matizar el carácter aislado deestas comunidades.

Resumiendo: durante el Neolítico II (NeolíticoFinal-Eneolítico) se aprecia un incremento considerablede los registros de superficie cuya ubicación puede rela-cionarse en parte con las actividades agrícolas. Los con-textos funerarios podrían ser considerados como manifes-taciones que acompañan a este proceso de colonizaciónagrícola que será el punto de partida de la ocupaciónefectiva y estable de este territorio.

Más escasa a nivel espacial es la informacióncorrespondiente a momentos posteriores: el HorizonteCampaniforme de Transición y la Edad del Bronce.Por este motivo han sido unificados bajo un mismo mapa(Fig. 14).

El único yacimiento lítico de superficie que porel momento podemos relacionar con el HorizonteCampaniforme de Transición es Rueda, dada la presenciade algunos elementos característicos de este periodo,como son los dientes de hoz realizados sobre lasca y laspuntas de flecha con pedúnculo y aletas agudas desarro-lladas.También tenemos algunos indicios en el Planell delPuntal y en el Mas de Martí de Sant Pau. Rueda poseeuna extensión considerable y una secuencia que puederemontarse a los inicios del Neolítico II, pudiendo el

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Fig. 13. Planell del Puntal (Albocàsser), industria lítica: 1-4, armaduras geomé-tricas; 5, microburil; 6-13, puntas foliáceas; 14-17, hojas retocadas; 18-21, tala-dros y 22 azuela

l’Ermita) o a actuaciones de clandestinos (Coveta del Masde Martí). En tres de estas cavidades puede considerarse laexistencia del rito de inhumación múltiple, mientras queel Cingle de l’Ermita es más complicado de definir dadaslas reducidas dimensiones de la cavidad y la documenta-ción de un único resto humano. Los materiales recupera-dos en la Cova de la Rabosa muestran una gran uniformi-dad, destacando la presencia de elementos mobiliares queforman parte de los ajuares funerarios del Eneolítico. Ladocumentación de una punta de palmela en el Cingle del’Ermita, cuya composición metalográfica se relaciona conla metalurgia campaniforme (Simón, 1998), asociada a unahoja-cuchillo de sílex, indicaría un momento muy avanza-do del Eneolítico, que podría relacionarse incluso con elHorizonte Campaniforme de Transición.

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Fig. 14.Tramo superior del Riu de les Coves, yacimientos del HCT y la Edad del Bronce: 1.-Cova de la Gralla; 2.-El Cingle de l’Ermita; 3.-Cova de les Tàbegues; 4.-Cova de la Rabosa; 5.-Cova del Mas d’Abad; 6.-Mas de la Rueda; 7.-Mas de Sanç; 8.-El Degollador

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material proceder de diversas unidades deposicionalesenglobadas bajo una misma colección. Su ubicaciónmuestra una fuerte continuidad respecto al hábitatEneolítico, tal como ocurre con otros asentamientos desimilar cronología situados en las proximidades de áreaslagunares y pantanosas (Bernabeu, 1984).

La información disponible sobre la Edad delBronce nos remite principalmente al registro funerario,Cova del Mas d’Abad y Cova de les Tàbegues (en fase deestudio y publicación), siendo muy escasos los datos sobrecontextos de hábitat. En este sentido, una de las últimasnovedades la constituye la excavación de un nuevo asen-tamiento, Mas de Sanç (Fernández et al., e.p). Este yaci-miento está situado en el piedemonte de las estribacionesseptentrionales de la Serra d’en Galceran, muy próximo alyacimiento lítico de superficie de Mas de Martí de SantPau. Los trabajos de excavación se centraron en unasuperficie de 35 metros cuadrados en la que se documen-taron diversas estructuras negativas que aparecían amorti-zadas, rellenas de tierra y piedras, y que podemos dividiren dos categorías (Fig. 15):

a) Fosas circulares: de boca circular cuyo diámetroes inferior a su profundidad, su uso primario probable-mente se relacione con el almacenamiento funcionandocomo silos.

b) Fosas elípticas: de morfología elíptica y cuyaprofundidad oscilaba entre los 30 cm, las menos profun-das, hasta los 60 cm las más profundas. Desconocemos sufunción si bien la ausencia de elementos de sustentacióny de estructuras de combustión junto a la baja densidad demateriales nos hace descartar de forma provisional suposible interpretación como fondos de cabaña.

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Fig. 15. Mas de Sanç (Albocàsser). Reconstrucción tridimensional de las estructuras prehistóricas. Según Fernández et al, e.p., fig. 5

Fig. 16. Mas de Sanç (Albocàsser). Cerámicas de la Edad del Bronce recupera-das en las fosas prehistóricas. Según Fernández et al, e.p., fig. 7

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Estas estructuras pocas veces aparecían de formaaislada, siendo común hallar una fuerte superposición delas mismas. El material arqueológico hallado es reduci-do, siendo mayoritariamente cerámico y destacando lapresencia de restos de Bos taurus. La cerámica es muyhomogénea (Fig. 16): abundan las formas globulares, loselementos de prensión documentados son principal-mente asas de cinta vertical y mamelones mientras quelas decoraciones son muy escasas limitándose a algunasungulaciones en el labio de los vasos. Tanto el tipo deestructuras como el material arqueológico recuperadomuestra un fuerte grado de similitud con otros yaci-mientos del ámbito meseteño como la Loma del Lomo(Cogolludo, Guadalajara) (Valiente, 1987) y de Cataluñacomo Minferri (Juneda, Lleida) (Equip Minferri, 1997)cuya cronología relativa se sitúa entre el Campaniformey el Bronce Pleno.

Las manifestaciones funerarias de este momentomuestran el uso de las cuevas como lugar de enterramien-to. Las características de estas cavidades así como probable-mente el tipo de ritual practicado, no parece mostrar unúnico patrón.Así en la Cova del Mas d’Abad se documen-ta el rito de inhumación múltiple entre el Bronce Medioy el Bronce Tardío-Final (Viñas et al., 1976).

La Cova de les Tàbegues, muestra unas caracterís-ticas completamente distintas. En el sector más interiorde la cavidad encontramos una inflexión de la pared for-mando una pequeña cámara de unos 4 metros de profun-didad y un metro de altura. La boca de esta cámara natu-ral fue tapada intencionalmente con un bloque de piedrade grandes dimensiones. Los restos humanos recuperadosson más escasos pudiendo relacionarse con 2 o 3 indivi-duos. Los elementos del ajuar, que en estos momentosestán siendo objeto de estudio, han sufrido desplazamien-tos horizontales debido a la actuación de diversos proce-sos postdeposicionales. Entre los materiales cerámicosrecuperados se reconocen vasos de perfil compuesto, ygrandes recipientes con cordones verticales y asas anula-res que sitúan la cronología de los enterramientos entreel Bronce Medio y Tardío. De especial interés es el aná-lisis tafonómico de los restos de fauna y microfauna recu-perados al mostrar la utilización de la cavidad por carní-voros antes y después de su empleo como continentefunerario.

Existen otras cavidades donde también se hanrecuperado materiales cerámicos de la Edad del Bronce.Dos de ellos proceden de expolios, como la Cova de laGralla o la Coveta del Mas de Martí, y han proporciona-do restos humanos. Los restantes -Cova de la Rabosa,Cova Gran del Puntal y Cova de l’Estaró- son solo cono-cidos a partir de excavaciones antiguas, sin que tengamosreferencias sobre la existencia de restos antropológicos.

VALORACIÓN DE CONJUNTO

Expuesto un primer análisis del poblamiento pre-histórico desde una perspectiva diacrónica, haremos hin-capié en algunas de las cuestiones que creemos novedosaso que quizás no han sido tratadas en profundidad porotros autores que han trabajado sobre esta zona.

En primer lugar es posible observar algunas cons-tantes en la relación de los grupos humanos con el medioque a nuestro juicio condicionan la estructuración delpoblamiento prehistórico de este espacio y cuya impor-tancia puede seguirse a lo largo de diversos periodos. Elprimer aspecto a comentar es la importancia que losrecursos hídricos ha tenido sobre la elección del emplaza-miento los diferentes asentamientos. Las mismas forma-ciones lagunares abundantes en el sector oriental falladoinfluyeron en la ocupación de este territorio. Estas lagu-nas antes de ser drenadas en tiempos históricos, teníancierta entidad, como puede apreciarse con la Llacunad’Albocàsser, Tírig, Salzadella o la de Sant Mateu. Otrosespacios endorreicos de menor tamaño como la Masada oalgunos nacimientos de agua como el que se encuentra enSant Joan Nepomucé, debieron de jugar también un papelimportante en este sentido.

Una novedad significativa es la documentación deyacimientos epipaleolíticos al aire libre situados en laszonas más altas (Sant Joan Nepomucé a 930 m y MasBlanc a 730 m). Estos yacimientos muestran un emplaza-miento muy específico y un patrón distribucional disper-so que debemos poner en relación con la movilidad, seade tipo residencial o logística.

Esta situación contrasta notablemente con lo queencontraremos en momentos más tardíos como elNeolítico II, donde la reiteración ocupacional de deter-minados espacios que reúnen unas condiciones de hábitatfavorables (proximidad de cursos de agua y buenos suelos),como el entorno inmediato de la Llacuna d’Albocàsser olos planells de la Valltorta, podría ponerse en relación conla aparición de asentamientos estables.

El Riu de les Coves, a pesar de su calificaciónactual como río-rambla, debió tener unas condicionesdiferentes. Este Río no posee una escorrentía perenne yaque el nivel freático general circula a más de 200 metrosde profundidad. De hecho sólo lleva agua durante lamayor parte del año en aquellos tramos donde los con-glomerados pliocuaternarios drenan las aguas atrapadasen su interior, como ocurre en los alrededores de Covesde Vinromà o en las pequeñas fuentes que se forman enlos pisos aptenses del Cretácico (Segura, 1990). Por lotanto, el agua, en principio tendría que ser un recursonatural escaso. Sin embargo, muchos tramos de estosBarrancos, con potentes paquetes pliocuaternariospudieron registrar una escorrentía más permanente

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Fig. 17. Principales yacimientos con arte rupestre en el tramo superior del Riu de les Coves: 1.-Abric de la Mustela; 2.-Abric Centelles; 3.-Abric d’en Cabrera; 4.-Abric de Montegordo 1; 5.-Abric de Montegordo 2; 6.-Mas d’en Salvador; 7.-Cingle de l’Ermita; 8.-Cingle dels Coloms; 9.-Coves del Civil; 10.-Cova del Tolls Alts;11.-Cova del Rull; 12.-Cova dels Cavalls; 13.-Cova de l’Arc; 14.-l’Arc; 15.-Cova de la Taruga; 16.-Abric del Barranc del Bosc; 17.-Cingle del Mas d’en Josep; 18.-Cova del Llidoner; 19.-Calçades del Matá; 20.-Coves de la Saltadora; 21.-Cingle dels Tolls del Puntal; 22.-Cova Gran del Puntal; 23.-Covetes del Puntal

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durante ciclos climáticos más húmedos que el presente.La destrucción de la cubierta vegetal y la erosión delsuelo han debido influir en la capacidad de almacenaje ydrenaje de estos conglomerados pliocuaternarios. En elBarranc de Sant Miquel, la circulación de las aguas, porlo menos temporalmente, puede llegar a ser considerablecomo así se desprende de la presencia de dos molinosharineros del siglo pasado y un pequeño estanque artifi-cial en el que todavía hoy se almacena agua.

La disponibilidad de recursos hídricos predeci-bles, no es sin embargo, el único factor que ordena la dis-tribución de los yacimientos. Una buena parte de los yaci-mientos líticos de superficie que pueden ser interpretadoscomo asentamientos o lugares de hábitat suelen mostraralgunos caracteres recurrentes en su emplazamiento queafectan al grado de insolación y a la protección respecto alos vientos fríos del Noroeste, tal como se ha documenta-do en el Mas de Martí o en Sant Joan Nepomucé.

Las características del suelo también parecen haberjugado un papel primordial en el emplazamiento de losasentamientos, en especial en aquellos de cronología ene-olítica donde documentamos los primeros indicios clarosde explotación agrícola del medio. En las montañas de lacuenca del Riu de les Coves domina principalmente elroquedo calizo. El suelo en las cimas de estos relieves espoco potente a lo que debemos sumar la incidencia de losprocesos erosivos acentuada por la deforestación. Las lade-ras se han aprovechado o continúan utilizándose, tras sutransformación mediante el sistema de bancales, comozonas de cultivo de productos agrícolas de secano. Lasdepresiones, sin embargo, están rellenas de materiales ter-

ciarios y cuaternarios que constituyen suelos más profun-dos y fértiles que los de las laderas. Como pudimos ver unabuena parte de yacimientos correspondientes al NeolíticoII se ubican en el fondo de estas depresiones (les Clotes, lesAntones) o el las zonas más bajas del piedemonte de laSerra d’en Galceran (Rueda, Mas de Martí de Sant Pau,Mas del Gat), es decir allí donde las características pedoló-gicas reúnen unas condiciones óptimas para el cultivo. Porel momento falta por valorar la importancia de estas acti-vidades en el sistema económico de estos grupos debien-do, por otro lado, tener en cuenta que la presencia de losespacios lacustres pudieron permitir un complejo sistemaexplotación del medio basado tanto los recursos silvestrescomo los domésticos. En este sentido las futuras investiga-ciones deberán intentar valorar el impacto antrópico sobreel medio desde un registro paleoambiental.

ARTE RUPESTRE EN EL RIU DE LES COVES: NOVEDADES YPERSPECTIVAS

Si la visión general del contexto arqueológico hacambiado considerablemente, otro tanto podemos decirdel Arte Rupestre para la misma zona, planteándose asínuevos retos de cara a la integración de la secuencia artís-tica con la evolución del poblamiento prehistórico.

Las prospecciones sistemáticas coordinadas desdeel Instituto de Arte Rupestre han supuesto un incremen-to considerable del número de conjuntos de ArteRupestre ampliándose la secuencia artística (Fig. 17).Así,tras el hallazgo del Abric d’en Melià (Guillem et al., 2001),yacimiento con grabados de estilo paleolítico, han sido

Fig. 18.Abric del Barranc de les Calçades, antropomorfo esquemático

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descubiertos dos nuevos abrigos con manifestaciones decaracterísticas técnicas similares, uno en la RamblaCarbonera y el otro en el Riu de les Coves.

Los zoomorfos representados en estos abrigosestán ejecutados con la técnica del grabado estriado en susdistintas modalidades, y sus tamaños varían entre los 3 ylos 30 cm aproximadamente. Un rasgo general es la des-proporción, que se traduce en un alargamiento de loscuerpos. La búsqueda de paralelos, tanto en el apartadomueble como en el parietal, resulta problemática. El cantode Matutano (Vilafamés, Castellón)(Olària, 1999) presen-ta una representación zoomorfa simplificada, pero detrazo más modelante y en general más naturalista que sealeja de los modos más esquemáticos documentados enMelià. Sólo algunas plaquetas de Parpalló (Villaverde,1994) y la plaqueta de Sant Gregori (Falset,Tarragona) yla posterior dada a conocer por Fullola, Viñas y GarcíaArgüelles (1990) se acercan a las figuras de Melià

Si tenemos en cuenta estas circunstancias, la atri-bución cronológica de los grabados de Melià ha de hacer-se con prudencia, y aunque nos inclinamos por conside-rar más viable la cronología epipaleolítica, antigua omicrolaminar, no queremos dejar de señalar el claro vín-culo que se observa entre el grafismo y la composición deeste conjunto y la tradición del periodo precedente, elMagdaleniense superior (Martínez Valle et al., e.p.).

Respecto al Arte Levantino, las prospecciones rea-lizadas han duplicado el número de conjuntos, tanto enzonas ya conocidas con anterioridad (Barranc de laValltorta), como en determinadas áreas de la cabecera delRiu de les Coves que no habían sido analizadas hastaahora (Riuet de la Ratlla, Barranc del Llinovar, Barranc

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del Pujol, Barranc del Llentisclar, Barranc del Povàs yBarranc de les Voltes).

En la actualidad comenzamos a disponer de uncorpus amplio de Arte Levantino que muestra diferenciasnotables tanto en la distribución espacial como en lospatrones de ubicación. La mayor parte de los nuevos con-juntos descubiertos se localizan en las cabeceras de losbarrancos y a una altitud relativamente elevada. Desdealgunos de estos abrigos, como el Abric de la Roca delsErmitans (Guillem, 2002) se controla una amplia cuencavisual. Este hecho contrasta con lo observado en elBarranc de la Valltorta, donde se aprecian concentracionessignificativas en determinados puntos del Barranco comolas confluencias de la Rambla de la Morellana (Cingle delsColoms y Coves del Civil), o el Barranc de Matamoros(Coves de la Saltadora, Roca del Llidoner, Cova Gran delPuntal y Covetes del Puntal) o en algunos tramos dondela orientación del curso cambia bruscamente (Cova delsCavalls y Cova del Rull).

Igualmente, el estilo de estas manifestacionesartísticas y la composición revelan una gran complejidadpudiendo estar al menos ante cuatro horizontes de repre-sentación distintos. Este hecho es de singular importanciaal plantear un desarrollo diacrónico dentro del ArteLevantino, debiendo ser contrastado con la evolución deun poblamiento prehistórico que por el momento señalaun fuerte peso para las fases arquelógicas neolíticas.

El Arte Esquemático aporta también algunasnovedades. Se han localizado en algunos abrigos motivosmuy simples (zig-zags, barras, puntos, digitaciones) quetécnica y formalmente pueden incluirse dentro de esteestilo. Es el caso de un motivo complejo formado por una

Fig. 19. Grabados al aire libre e las proximidades de la Cova dels Cavalls

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serie de zig-zags paralelos dispuestos en posición verticalacompañado de un motivo en ángulo en les Coves deRibasals o del Civil.También se han identificado diversosmotivos pintados en la Cova Gran del Puntal, les Covetesdel Puntal o en el Barranc de les Calçades (Fig. 18). Encualquier caso constituyen manifestaciones minoritariasrespecto al Arte Levantino. En este sentido los futuros tra-bajos deberán determinar si el Arte Esquemático de laValltorta viene a cerrar un amplio ciclo de ArteLevantino; o si por el contrario, nos encontramos ante lacoexistencia de dos tipos de manifestaciones diferentes endistintos momentos de la secuencia artística. Un arteesquemático que además de su carácter minoritario care-ce de determinados motivos característicos como los soli-formes y los oculados, y que en ningún caso se organizanen composiciones complejas.

El descubrimiento en las proximidades de la Covadels Cavalls de grabados al aire libre compuestos de cazo-letas, paletas y canalillos viene a completar los últimos epi-sodios del Arte Rupestre en la Valltorta (Fig. 19). El corpus

de este tipo de manifestaciones se encuentra en procesode elaboración mostrando una gran diversidad de técnicasy motivos. Además de las cazoletas y canalillos, se handocumentado conjuntos con representaciones completa-mente distintas como ocurre en el Mas de Narrabaes(Catí), donde destaca la presencia de motivos radiados, cir-culiformes, tectiformes y antropomorfos (Pérez Milián,2002). La cronología de estas representaciones podríasituarse en un amplio intervalo que comprendería desdela Edad del Bronce hasta momentos históricos.

1 Los materiales a los que hace alusión Francesc Esteve proceden de la Cova delTrenc y fueron depositados en el Museu d’ Arqueología de Barcelona (ahoraMuseo d’Arqueologia de Catalunya) por el IEC. Los materiales de este yaci-miento, tanto los depositados en el Museo d’Arqueologia de Catalunya comolos pertenecientes a la colección particular de Esteve, se encuentran en procesode revisión.

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CONSIDERACIONESFINALES

V.VillaverdeDepartament de Prehistòria i Arqueologia

Universitat de València

R. Martínez ValleMuseu de la Valltorta

Dirección General de Patrimonio ArtísticoGeneralitat Valenciana

Como señalábamos en páginas anteriores, la revi-sión de las pinturas rupestres del abric II de la Cova delsCavalls forma parte de un proyecto de investigación másamplio que tiene por objetivo realizar una aproximaciónregional a la Prehistoria y al arte rupestre prehistórico dela zona de la Valltorta-Gasulla.Avanzar en el conocimien-to de la secuencia prehistórica regional, a través de en unplan de prospecciones y excavaciones que permitanconocer la evolución del poblamiento, constituye unrequisito necesario para poder abordar con éxito unavisión del arte rupestre levantino enmarcada en el proce-so histórico del que formó parte. El establecimiento de lacronología del Arte Levantino, conseguir evaluar la ampli-tud temporal de su evolución estilística, son temas centra-les de la actual investigación, puesto que de lo contrarioel estudio del arte se hace de manera descontextualizada,desvinculado de la historia. A nadie, sin embargo, se leescapan las dificultades de este objetivo. Las razones sonbien conocidas y, entre otras, podríamos citar las siguien-tes: se carece de un corpus de arte mueble que permitaestablecer, en términos secuenciales, una correlación conlas representaciones humanas o de animales del ArteLevantino; la iconografía levantina, bastante bien definidarespecto a los sujetos y los temas, se presta a distintas inter-pretaciones en cuanto se quieren extraer de ella pautas decomportamiento que ilustren el modo de vida de laspoblaciones que las realizaron, en unas ocasiones comoconsecuencia de la falta de criterios sistemáticos en su lec-tura, y en otras como consecuencia del modelo cronoló-gico del que se parte para su análisis (Martí, e.p.); lassuperposiciones entre representaciones de distintos estilosson poco numerosas; y, finalmente, las aproximaciones alestudio temático elaboradas a partir del establecimientode criterios que permitan establecer el ritmo de cons-trucción de los paneles constituyen una excepción.

Sin querer extendernos excesivamente en estosaspectos, puesto que no es el objetivo de estas líneas, síque parece oportuno realizar algunos comentarios al res-pecto, pues permiten entender el punto de partida en elque inscribimos el análisis de las representaciones rupes-tres del Abric II de la Cova dels Cavalls y su correlacióncon el poblamiento prehistórico de la zona.

Así como la iconografía de las cerámicas cardialespermite una clara correlación con los motivos que defi-nen el arte macroesquemático (Hernández, Catalá yFerrer, 1988), lo que ha facilitado avanzar en los últimosaños en el establecimiento de la cronología neolítica deeste último (Martí y Hernández, 1988) y la caracteriza-ción de una manifestación artística propia de las primerascomunidades agricultoras de las comarcas septentrionalesalicantinas (Hernández, 2000), lo cierto es que los parale-los cerámicos neolíticos del ámbito en el que se extiendeel Arte Levantino no dan lugar a apreciaciones de orden

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secuencial, si el objeto de la atención lo constituye el esta-blecimiento de la evolución estilística. En un trabajoreciente de revisión de los contenidos artísticos del Abricde la Sarga en relación con las decoraciones cerámicasneolíticas (Martí y Juan-Cabanilles, 2002), se citan comomotivos decorativos que pueden correlacionarse con elArte Levantino los dos fragmentos de un vaso con deco-ración impresa en los que aparecen representados un cier-vo, una cabra y un toro; el motivo interpretado comocorrespondiente a un ave, modelado en otro recipientecerámico, y que puede constituir parte del asa u otro tipode apéndice, decorada con impresiones cardiales; y unfragmento de vaso en el que aparecen representadas, tam-bién mediante impresión cardial, hasta cinco figurashumanas, aparentemente enlazadas por las manos y en dis-posición de baile, con cabezas tocadas por adornos, almenos en las que se conservan parcialmente.

Las limitaciones de los tres ejemplos son eviden-tes con respecto a la cuestión que nos ocupa. La correla-ción estilística entre las tres figuras animales del recipien-te cerámico, conservadas en todos los casos parcialmente,y los modos de representación de los animales levantinosresulta complicada si queremos ir más allá de la constata-ción de la coincidencia entre las especies representadas enel vaso y las que habitualmente aparecen representadas enel arte parietal. Unas coincidencias que también podríanhacerse extensivas a la disposición de las figuras impresas,estáticas al menos en dos de las tres representaciones,aquellas en las que se conserva parte suficiente como parapoder determinar este aspecto (la construcción ligera-mente ascendente que podría sugerirse para el ciervo deuno de los fragmentos, reducido prácticamente a las astas,encontraría claro paralelo en la forma de representar losanimales en numerosos abrigos levantinos, y bien puedecitarse al respecto el ejemplo mismo del ciervo nº 13 delpanel 2 del Abric I de la Sarga). Si bien, uno de los tresanimales representados en el vaso, el toro, constituye untema de escasa entidad en la iconografía del ArteLevantino del ámbito geográfico en el que se localizan laCova de l’Or y el Abric de la Sarga, ya que como señalanHernández, Ferrer y Català (1998) las representaciones debovinos en las comarcas septentrionales alicantinas sonpocas y dudosas, y se limitan a un ejemplar que se docu-menta en el Abric de les Torrudanes (el de identificaciónmenos problemática si consideramos la cornamenta y eldibujo claro del rabo) y a otro, mucho peor conservado,del abric II del Port de Confrides. Por lo que respecta a larepresentación modelada de un ave, la comparación esti-lística es poco productiva, más allá de señalar el naturalis-mo, y el tema vuelve a encontrar escasos paralelos dentrodel Arte Levantino del ámbito regional. Dos casos nueva-mente citan Hernández, Ferrer y Català, y uno de ellos esmuy dudoso: una representación del abric II de

Benirrama y otra del abric II de Cova Alta. Finalmente elvaso con motivos humanos, si exceptuamos el elementoornamental asociado a la representación de las cabezas,presenta serias dificultades de comparación con losmodos de construir la figura en los distintos estilos levan-tinos, y ofrece un enmarque mucho más sencillo en lasformas de construir la figura humana propias del artemacroesquemático. La disposición de las figuras cierta-mente encuentra paralelos en las agrupaciones de arque-ros levantinas conocidas habitualmente como falanges,pero la ausencia de arcos y el carácter danzante de lacomposición masculina se aleja de la iconografía habitualde ese tipo de representaciones.

El tema de las superposiciones es mucho másamplio y ha sido objeto de numerosos comentarios. Paracentrarnos en lo que Cavalls aporta al respecto, no entra-remos aquí en las que se producen entre las figuras de esti-lo levantino y las de estilo esquemático o macroesquemá-tico, que han sido objeto de suficiente atención enpublicaciones recientes.Así que nos detendremos tan sóloen los datos que van referidos a la superposición entretemas de componente lineal y carácter no figurativo y lostemas de claro estilo levantino y en los escasos ejemplosque pueden señalarse en Cavalls para los distintos modosde representación de sus figuras naturalistas, sean humanaso de animales.

En lo que se refiere a las superposiciones entretemas no figurativos y figurativos, en el ámbito de laValltorta pueden citarse los ejemplos de les Coves deRibasals o del Civil, donde encontramos un zigzag en elextremo izquierdo del abric II, no recogido en la mono-grafía de Obermaier y Wernert, de color anaranjado, queencuentra paralelos en el abric III, donde se observan otrasfiguras de carácter parecido que, en este caso, apareceninfrapuestas a las figuras naturalistas de los arqueros quedominan la composición de esta zona de la cavidad.Y enesa misma línea argumental, puede señalarse también, aun-que con los reparos que se han formulado en el capítuloanterior, la segunda cavidad del abric II de la Cova delsCavalls, con la presencia del motivo 32b, de tendencia line-al y quebrada, que aparece infrapuesto al manchón quehemos sugerido que puede corresponder a la rectificaciónde la cabeza de la cierva 32a, o los restos de pigmento enforma de barras a los que se sobrepone el arquero 42a, deestructura muy estilizada y cuerpo de tendencia lineal, quese incorpora por la parte superior a la escena de caza.

De acuerdo con las consideraciones recientemen-te formuladas por Martí y Juan-Cabanilles (2002) noparece que ninguno de los temas no figurativos infrapues-tos a los temas levantinos exija en su valoración cronoló-gica el recurso a un horizonte previo al Neolítico.

Por lo que se refiere a las superposiciones queindicarían secuencia en los estilos levantinos, ya se ha indi-

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cado que en Cavalls nada impediría considerar que lasfiguras humanas se pudieron realizar con posterioridad alas figuras de animales que se localizan en la agrupaciónde la manada de ciervos o en aquella otra en la que seencuentran las dos cabras afrontadas. Las dos composicio-nes de animales tienen en común un planteamiento escé-nico, y el carácter secuencial de la adición resulta másclaro en el caso de la agrupación que gira en torno a lascabras afrontadas, ya que, además de que las figuras huma-nas se adaptan al espacio que media entre ellas, respetán-dolas, no parece razonable considerar que una escena deafrontamiento entre cabras se haya podido construirsituando los animales a los dos lados de una figura huma-na preexistente. La superposición del pie de una de lasfiguras humanas a un tercer animal, del mismo tamañoque las dos cabras y presumiblemente del mismo hori-zonte estilístico, constituye otro dato que refuerza estainterpretación. Sin embargo, los tipos humanos de cadaagrupación son distintos, como también lo son las dispo-siciones de los animales, más dinámicos, aunque dotadosde cierta rigidez, en la composición de la manada de cier-vos. Así que es difícil acotar la amplitud del fenómeno,más allá de señalar que otras figuras animales parecen aña-didas a figuras humanas cuya ejecución parece más avan-zada en Cavalls, si atendemos a criterios compositivos, yaceptamos el orden de superposición propuesto porObermaier y Wernert para la representación del granbóvido que se sitúa en la parte inferior derecha de la esce-na de caza de la primera cavidad. Recordemos, por otraparte, el claro ejemplo de superposición entre dos modosbien distintos de representación humana, en el caso de lasfiguras 50a y b, y la reiterada tendencia a que los forma-tos más lineales se añadan a los de volumen más modela-do tanto en la escena de caza como en la primera cavidad.

Con todo, la consideración de que el ArteLevantino pueda comenzar con una fase de figuracionesanimales aisladas tan sólo se puede abordar de maneramuy limitada en un conjunto como Cavalls. La razónquedaba expuesta en los párrafos anteriores y en el apar-tado dedicado a la composición y el estilo de las figuras:la comparación estilística entre los ciervos de la escena decaza y las cabras afrontadas se ve seriamente afectada porla mala conservación de estas últimas.Además, si el primerhorizonte de representaciones animales se ha de caracte-rizar por el tamaño y la disposición estática de los anima-les, ninguno de estos elementos acaba de cumplirse enCavalls. Incluso podría cuestionarse que las representacio-nes de cabras pudieran situarse en ese primer horizonte,tradicionalmente asociado a las grandes figuras de ciervosy toros. Si bien es posible traer a colación, tanto para esteargumento como para el anterior, las consideraciones crí-ticas de Alonso y Grimal a la hora de valorar las imágenesde gran formato como propias de las etapas finales levan-

tinas (1994). Por lo que la discusión en torno a la exis-tencia de figuras animales aisladas o en grupo, pero sin elacompañamiento de figuras humanas, podría liberarse delas connotaciones de tamaño y estatismo.

En cualquier caso, ni en Cavalls ni en otros con-juntos de la zona es posible negar o afirmar la anteriori-dad, sustentada en criterios de superposición y reiteracióncompositiva, de las representaciones animales sobre lashumanas. Aunque podemos señalar al respecto que lasfiguras de ciervos de gran tamaño de la Valltorta y Gasullaaparecen vinculadas a la figura humana, ésta con modosde realización propios de las primeras etapas, formandoparte de escenas de caza que resultan coherentes en tér-minos narrativos y de composición (además de Cavalls,otros ejemplos provienen de la Cova Remigia, el Abric deMas d’en Josep, les Coves de la Saltadora, etc.). Así que,desvincular estas composiciones en dos fases de ejecución,a partir de la idea de que la adición de la figura humanapudo dar lugar a una transformación narrativa, nos pareceun argumento sumamente forzado, especialmente si lafinalidad no es otra que justificar el vínculo de ese hori-zonte inicial con el Epipaleolítico geométrico. La líneaargumental de esta propuesta descansaría en la continui-dad del significado simbólico de las representaciones ani-males, concebidas como un bestiario que trasciende susignificación cinegética. En el ámbito de la Valltorta nosparecen argumentos en contra de esa hipótesis el hechode que tanto en la Cova dels Cavalls como en la deRibasals aparezcan trazos lineales por debajo de las figuraslevantinas. Se trata de algo que no es exclusivo de laValltorta, y cuya bibliografía es sobradamente conocida,pero cuya problemática cierra el bien documentado casode los Chaparros (Utrilla y Calvo, 2002).Ya hemos seña-lado que su paralelo más inmediato es posible encontrar-lo en los temas decorativos neolíticos, por lo que su pre-sencia no sólo indicaría una cronología post quem para elhorizonte levantino, sino que resultaría posible explicarlacomo consecuencia de las interrelaciones que se produci-rían entre las poblaciones cazadoras y las productoras enlas fases iniciales del proceso neolitizador, tal y como ésteha sido definido por Bernabeu (2002) o Utrilla (2002).Además, en la Valltorta y su ámbito más inmediato losyacimientos que han proporcionado niveles delEpipaleolítico geométrico antiguo son escasos, en contra-posición a la mayor consistencia de la documentaciónpara las etapas de cronología neolítica, especialmente elNeolítico medio y final.Y a la hora de establecer el arran-que del Arte Levantino no es posible omitir que aceptarla existencia de un horizonte gráfico precerámico impli-ca admitir que éste estaría claramente desvinculado delfinal del ciclo artístico paleolítico, por lo que la apariciónde las figuras constituiría una expresión gráfica ex novo,esto es, que el Arte Levantino constituiría el arranque de

193CONCLUSIONES

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una expresión narrativa sin precedentes inmediatos en elámbito regional en el que se inscribe; y puestos a recu-rrir a una explicación de este tipo, resulta más sencilloconsiderar que estas manifestaciones artísticas pudieronencontrar su origen en el estímulo generado por el fenó-meno gráfico del arte parietal Neolítico, vinculando susinicios al proceso de neolitización y el modelo dual, ycuyo referente más claro lo encontramos en los nivelescerámicos de Cova Fosca y el Mas Nou. En este tipo deexplicación la figura humana, desempeñe o no una activi-dad cazadora, aparecería vinculada al mencionado proce-so de neolitización, y la eclosión del Arte Levantino coin-cidiría con fases plenamente neolíticas, a partir de lasegunda mitad de VI milenio cal BC, con una amplitudcronológica y evolutiva que se extendería hasta la prime-ra mitad del IV milenio cal BC, eso sí, en áreas funda-mentalmente asociadas a un importante desarrollo de laactividad cazadora, y en las que probablemente el mode-lo agrícola no se consolidó.

Tanto en Cavalls como en los restantes yacimien-tos de la región las primeras figuras humanas correspon-den a tipos más o menos estilizados, caracterizados por elmodelado corporal en las piernas y un cierto naturalismo:son los prototipos representados por las figuras 57 y 25ade Cavalls. Estas dos formas de representar a los arquerosse encuentran muy bien documentadas en otros dos con-juntos de la zona, les Coves de Ribasals o del Civil y elAbric de Centelles, y en los dos dan lugar, como señala-mos en el capítulo anterior, a complejas composicionesque resultan sumamente difíciles de explicar referidas agrupos de muy baja densidad demográfica y escasa com-plejidad social. En el caso de Centelles la composiciónparece más vinculada al concepto de movilidad territo-rial, relacionada con las partidas de caza y control de terri-torio, mientras que en Ribasals parece dar cuenta del con-tacto entre grupos, pero el denominador común deambos conjuntos está en el hecho de que los dos reflejanun concepto de posesión territorial que puede perfecta-mente constituir una de las claves de la propia significa-ción del arte, como en reiteradas ocasiones han señaladodistintos investigadores.

En clara contradicción con otras interpretacionesque han recurrido precisamente a la temática para argu-mentar la cronología epipaleolítica del Arte Levantino, ennuestra opinión esa misma temática nos sitúa en cronolo-gías más acordes con la expansión y consolidación delNeolítico, con grupos muy vinculados a la explotación deterritorios en los que la agricultura debió desempeñar unpapel marginal, y donde la explotación de los recursos sil-vestres adquirió un papel de primera magnitud.

Y esa misma temática, especialmente predispuestaen las etapas más avanzadas, en las que domina la figura fili-forme (o de estructura corporal lineal), a registrar verdade-

ros combates intergrupales, con muy escasa atención, si esque alguna, a ofrecer rasgos de diferenciación étnica o gru-pal, estaría reflejando para esos momentos un proceso deconflicto territorial que resulta difícil de explicar, dada lacronología que les atribuimos, desde la perduración de unadualidad cultural que tuviera que justificarse a partir de laresistencia de las poblaciones locales a la neolitización.

Apoyarían, en ese sentido, la amplitud de ladimensión cronológica del proceso gráfico levantino nosólo los paralelos arqueológicos que es posible establecerpara determinados objetos (Galiana,1985), sino la varie-dad misma de formas de representación de la figurahumana, un tema sobre el que volveremos para detener-nos algo en él.

Dos enfoques pueden resumir, por tanto, las posi-ciones que en las fechas más recientes se han ido perfilan-do en relación con el fenómeno artístico levantino eintentan conjugar los avances que se han producido en ladeterminación su cronología y los modelos propuestospara explicar el proceso de neolitización de la vertientemediterránea peninsular. Por una parte, y arrancando de lavisión de Fortea y Aura (1987), cuando señalaban que elArte Levantino podía ser considerado como la crónica dela neolitización, se ha avanzado en la visión del mismocomo reacción al proceso de expansión de las sociedadesproductoras. El elemento clave de la explicación recae enel modelo de la dualidad cultural y busca establecer unarelación entre los símbolos de aculturadores y aculturados(Bernabeu, 1999 y 2002), considerando que el “extraordi-nary development of Levantine rock art may be betterunderstood within this context. As other researchers havesuggested, Levantine art seems to be the symbolic referentof a changing world, the world of the ceramic phases ofthe geometric complex” (Bernabeu, 1999:116). Por otraparte, y a partir en este caso de un importante esfuerzo pordefinir el ritmo del proceso de neolitización (Juan-Cabanilles y Martí, 2002), la atención se ha centrado en elanálisis del proceso observado en el ámbito territorial enel que se sitúa el importante conjunto macroesquemáticoy levantino de la Sarga (Martí y Juan-Cabanilles, 2002), lle-gando a la conclusión de que en esa zona, desde el mo-mento en el que se produce la implantación cardial, se pasaa un territorio de una sola tradición cultural, lo que per-mite desvincular la simbología neolítica del Arte Levantinode la tradición epipaleolítica. Es decir, se opta abiertamen-te por vincular estas manifestaciones al proceso de expan-sión del Neolítico y explicarlas desde su propia dinámicacultural. La atención, indica Martí (e.p.) al valorar la ico-nografía del Arte Levantino y su contenido simbólico,deberá centrarse en “preguntarnos por lo que realmenteconocemos sobre el modo de vida de las sociedades que sedesarrollan a partir del Neolítico y que ahora considera-mos como el marco de referencia del Arte Levantino”.

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Sea cual sea la posición que se adopte al respecto,la incidencia de una zona como la de la Valltorta-Gasullaen esta problemática es obvia, fundamentalmente porqueofrece no sólo elementos para intentar profundizar en elfuturo las características del hábitat prehistórico en lamisma, sobre la base de incidir en la perspectiva demográ-fica, territorial y económica en la que cabe discutir laexpresión artística levantina, sino que también garantiza laincorporación de suficiente variedad de componentes esti-lísticos en las representaciones como para plantear lasegunda cuestión que se asocia al fenómeno artístico, la desu dimensión temporal. La proximidad del núcleo del BajoAragón o las comarcas meridionales catalanas permite,además, comprobar la validez de los resultados obtenidos,contrastando dinámicas artísticas y procesos culturales.

El análisis de la documentación existente, tal ycomo hemos valorado en el apartado dedicado al contex-to arqueológico, permite ir acotando las líneas en las quese ha de dirigir la investigación y alguno de sus problemas,pero resulta deficitaria por el momento para aportarnovedades de trascendencia. La insistencia de un sector dela investigación en querer explicar la región desde plante-amientos culturales retardatarios choca, en nuestra opi-nión, con la evidencia de que los procesos registrados eneste ámbito no constatan esta situación, y de igual mane-ra que el arte del Barranc de la Valltorta no puede segre-garse arbitrariamente de una distribución de conjuntos demayor extensión territorial, los procesos que testimonianyacimientos como la Cova Fosca o el Mas Nou en tornoa los conjuntos de la Rambla Carbonera, o los yacimien-tos de Rueda, Mas de Martí y Mas de Sanç, en el entor-no del Barranc de la Valltorta, pueden ser fácilmenteexplicados desde planteamientos más generales que nohan de recurrir a un modelo de especificidad territorialde corte eminentemente ambientalista. La amplitud delproceso de ocupación humana, con yacimientos que abar-can desde el Epipaleolítico microlaminar hasta la Edad delBronce, constituye el punto de partida de una investiga-ción que ha de ser especialmente sensible a intentar carac-terizar el modo de vida y el perfil económico de unaspoblaciones de las que se carece hasta etapas ya pertene-cientes a la de Edad del Bronce de evidencias firmes deun hábitat sedentario asociado a poblados estructurados ycon construcciones elaboradas. Todo ello con indepen-dencia de que los hallazgos correspondientes al final delNeolítico y al Calcolítico indiquen una mayor estabilidaden el hábitat, con concentraciones importantes de mate-riales que evidencian la ocupación reiterada de determi-nados lugares, como la antigua laguna de Albocàsser.

Al avanzar, como hipótesis, una perduración delArte Levantino que alcanzara, incluso, la segunda mitaddel IV milenio cal BC, no nos separamos demasiado, entérminos de amplitud cronológica, de las propuestas que

asocian esta expresión gráfica a las cronologías delNeolítico de tradición geométrica (Bernabeu 2002;Utrilla, 2002; Utrilla y Calvo, 2002); pero mientras que enéstas interpretaciones se hace hincapié en el proceso deneolitización del substrato geométrico, en la nuestra laatención recae en la importancia que el medio desempe-ñó en el área de expansión del Arte Levantino y somosproclives a considerar que la expresión gráfica levantinasobrepasó el proceso de neolitización (evidenciado en lazona de nuestro estudio en los niveles cerámicos de CovaFosca) y abarca la mayor parte de la evolución delNeolítico. Es decir, la amplitud cronológica del arte se viofavorecida, en medios en los que la agricultura desempe-ñó un papel marginal y la caza fue importante, por la con-tinuidad de la población y de su orientación económica.

Una explicación más centrada en la dinámica deexpansión del Neolítico y el paso de una situación defluidez entre neolíticos y epipaleolíticos geométricos aotra de conflicto territorial, con un planteamiento cro-nológico más acotado, y un límite cronológico quehabría que situar en torno al 4.000 cal BC, nos llevaría ahacer arrancar el fenómeno levantino en las etapas neo-líticas de tradición geométrica. De tal manera que lostemas lineales se vincularían al inicio del proceso y losfigurativos a la etapa de frontera y conflicto territorial.Sin embargo, en este planteamiento se hace difícil expli-car la dimensión cronológica a la que hemos hecho men-ción al tratar de las variaciones estilísticas y temáticasobservadas en los conjuntos de la Valltorta y Gasulla, ynos obligaría a alargar considerablemente la situación dedualidad cultural. Resultan además especialmente escasaslas evidencias de conjuntos arqueológicos que puedanatribuirse en la zona al Epipaleolítico geométrico concerámicas, o fases 2 y 3 de Bernabeu.

En cualquier caso, y retomando la problemáticaque acompaña el inicio del Arte Levantino, aun cuando seadmitiera que el primer horizonte del Arte Levantinocorrespondiera a la representación de figuras animales, ais-ladas o en grupo, con la incorporación posterior de la figu-ra humana, no por ello se establecería un vínculo entre esafase inicial y el final del arte paleolítico. Por el contrario,las novedades registradas en el este ámbito regional en losúltimos años no hacen más que confirmar, como antesseñalábamos, la ruptura entre el final del ciclo artísticopaleolítico y el inicio del Arte Levantino. El tema merecealgún comentario, por proceder una parte importante dela información de la misma zona en la que se sitúa Cavalls.

El descubrimiento del Abric d’en Melià, en laSerra d’en Galceran, a pocos kilómetros de distancia delBarranc de la Valltorta (Guillem et al., 2001), con un con-junto de representaciones figurativas animales realizadasmediante la técnica de grabado, nos permite precisar lascaracterísticas del final del arte paleolítico, hasta ahora

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definido a partir del arte mueble recuperado en algunosniveles de yacimientos fechados al final del Magdalenienseo en el Epipaleolítico microlaminar. Estas representacio-nes registran, todavía de manera más marcada que las delarte mobiliar, la tendencia a la desproporción corporal, laacentuación del alargamiento de cuellos y la geometriza-ción de las cabezas, y se separan abiertamente de losmodos levantinos. La falta de arte mueble figurativo en elEpipaleolítico geométrico refuerza la impresión de ruptu-ra, y obliga a considerar que el primer horizonte pictóri-co levantino, aun cuando pudiera sugerir en su temáticaanimal la presencia de ciertos referentes conceptualescuyo paralelismo se rastrearía en el arte las sociedadescazadoras-recolectoras paleolíticas (con la notable diferen-cia de la sistemática ausencia de signos asociados), consti-tuye un nuevo modo de expresión gráfica.

Nos hemos detenido en valorar la posición en lasecuencia estilística levantina de determinadas representa-ciones animales y hemos considerado los pros y contras deque algunas figuras puedan constituir una fase de arranquede la expresión figurativa, sin embargo y para evitar con-fusiones, conviene recordar que no todas las representacio-nes animales entran en esta discusión. Por el contrario, latemática animal tiene una considerable amplitud, tal ycomo señalamos para Cavalls, y existen numerosos ejem-plos que, como consecuencia de la actitud de los animales,indican una clara voluntariedad compositiva en relacióncon figuras humanas de distintos formatos. Precisar laamplitud estilística y cronológica de las representacionesfigurativas de animales no sólo abre, además, la posibilidadde una lectura integradora de la temática zoomorfa regis-trada en los fragmentos cerámicos de la Cova de l’Or, porcuanto no circunscribe su aparición, como reflejo de unfenómeno que en esas mismas fechas alcanzaría una ampliadispersión, a una etapa determinada, sino que permiteconsiderar el valor cronológico de las superposiciones dela Sarga en una dimensión cronológica menos limitada.

Si partimos de la aceptación de que el inicio delArte Levantino se sitúa en las etapas correspondientes alNeolítico (Fortea y Aura, 1987; Hernández, Ferrer yCatalà, 1988 y 1998; Hernández y Martí, 1999; Bernabeu,1999 y 2002), tal y como Barandiarán (2002) sintetiza alreferirse a este horizonte gráfico parietal, la lectura quepuede hacerse de los animales que decoran el vaso de Oral que con anterioridad hicimos referencia es la de que esatemática figurativa estaría reflejando la vigencia del hori-zonte levantino en los momentos a los que pertenece elvaso. Esto es, señalaría la amplitud cronológica de un fenó-meno gráfico que está dotado de unos componentes ico-nográficos bien precisos. Una indicación del mismo tipopuede hacerse de la superposición en la Sarga de los moti-vos macroesquemáticos y levantinos; en este caso, comoreiteradamente se ha señalado, indicándonos una posición

post quem para el horizonte estilístico al que hacen refe-rencia las representaciones levantinas allí documentadas.Yen ese orden de cosas, nos parece oportuno señalar que, almenos en nuestra opinión, la amplitud cronológica delfenómeno artístico levantino no se cierra a partir de lasuperposición entre las figuras macroesquemáticas y losciervos listados del Abric I, ni en lo que se refiere a su ini-cio ni a su final. En las dos cuestiones el problema recaeen precisar cuál es la situación de los ciervos listados en lasecuencia levantina, pero va más allá, por cuanto debenexplicarse también las restantes figuras incorporadas a losdistintos paneles del abrigo, y a las restantes cavidades deesta localidad. En contra de quienes quieren situar losciervos de la Sarga, y sus figuras humanas asociadas, en elfinal del ciclo levantino (Alonso, 2002), este conjuntoofrece suficiente variación estilística como para entreveren sus distintos paneles y abrigos la existencia de un ciclodecorativo de cierta amplitud. Otra cuestión distinta esvalorar si determinadas comarcas de la región septentrio-nal alicantina resultarían especialmente adecuadas paraestablecer la dimensión cronológica del fenómeno levan-tino, considerado en su amplitud territorial, sobre todo sitenemos en cuenta la importancia del proceso neolitiza-dor vinculado al núcleo Cendres-Or y la distribución delArte Esquemático en ese ámbito geográfico.

La idea de que la iconografía permite una aproxi-mación cronológica al Arte Levantino constituye otrotema recurrente en la investigación y merece un comen-tario algo más detenido. Hicimos referencia en la intro-ducción a cómo la temática cazadora había constituido unargumento sustancial para aquellos investigadores quepensaban en una relación entre el Arte Levantino y lasculturas epipaleolíticas de economía cazadora-recolecto-ra, como era el caso de Alonso y Grimal (1994 y 2001),mientras que otros investigadores, sobretodo en los últi-mos años, han llamado la atención sobre la necesidad devalorar esa misma temática desde una perspectiva mássimbólica, capaz de romper con la inercia de una tradiciónque vincula el arranque de este arte a la tradición epipa-leolítica (Martí, e.p.). Se trata de una visión próxima a laque en aquellos párrafos vinculábamos a Guilaine(Guilaine y Zammit, 2001), cuando este autor señalaba elcarácter simbólico de las representaciones de caza para losgrupos productores de alimentos, al remitir a su valorcomo “acto ritual de victoria sobre la naturaleza”.

Por nuestra parte, al tratar de la iconografía pen-samos que hay dos temas que merecen atención: la rique-za de soluciones estilísticas con las que se realizaron lasrepresentaciones humanas, y la existencia de ciertas ten-dencias temáticas o escénicas asociadas a las mismas.Como hemos ido argumentando en relación con las figu-ras del abric II de la Cova dels Cavalls, la adición sucesivade figuras a algunas escenas y la variedad de formatos que

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caracteriza el no muy amplio inventario de figuras huma-nas allí representadas, incitan a pensar en la existencia deprocesos de cambio cultural que han de encontrar justifi-cación en una explicación que pretenda ir más allá derelacionarlas con una mera inercia evolutiva o de trans-formación de las soluciones gráficas. El hecho mismo deque las variaciones formales en los modos de representa-ción de las figuras sean más importantes y variadas en lasfiguras humanas que en las de los animales no debe dejarde ser tenido en cuenta, por cuanto nos conduce clara-mente al papel fundamental que la figura humana desem-peña en estos conjuntos. La forma de representar a lossujetos de las acciones trasciende el contenido simbólicoo temático de las mismas. Los animales, esenciales en laconstrucción de determinados conjuntos y escenas, noparecen despertar la misma atención, y la mayor parte delas adiciones se realiza haciendo caso omiso de tamaños oestilos de los animales a los que se incorporan.

Las posibilidades que se abren a la hora de esta-blecer la correlación de estas concepciones variantes de lafigura humana y la duración del Arte Levantino no sonmuchas y vuelven a remitirnos al marco teórico expuestocon anterioridad: considerar que las distintas fases se cir-cunscriben al proceso de neolitización, atribuyendo elgrueso de la producción artística levantina al substrato detradición epipaleolítica que se neolitiza, tal y sugiereBernabeu en su análisis del proceso, haciendo convivir latendencia esquemática del arte Neolítico con la naturalis-ta del levantino, o Utrilla (2002) propone para el núcleolevantino del Bajo Aragón, en contraposición con la zonaoscense; o considerar el proceso con independencia delestricto marco de neolitización del substrato epipaleolíti-co, esto es, correlacionándolo con la neolitización y la evo-lución del Neolítico. En los dos casos las transformacionesestilísticas deberían encontrar su razón de ser en procesosde cambio o transformación cultural de carácter social,económico o ideológico de la suficiente envergaduracomo para que aquellos que integran sus representacionesen los conjuntos utilizados con anterioridad, respetando elsentido de las escenas, o transformándolas mediante laincorporación de nuevos elementos, opten por una claradiferenciación en los modos de identificarse o autorretra-tarse.Ahora bien, aun cuando la temática pueda desempe-ñar un cierto papel a la hora de enjuiciar el nivel de com-plejidad social al que hacen referencias las escenas, la partecentral de la investigación ha de recaer en la determina-ción, a partir del registro arqueológico, de los factores detransformación a los que hemos aludido, especialmentedesde un planteamiento territorial y demográfico.

En el momento actual de la investigación, ha deseñalarse que sin un análisis interno de los principalesconjuntos levantinos que permita establecer el proceso deconfiguración de los paneles, las deducciones sobre el

número de individuos que participan en las acciones y lasimplicaciones con respecto al sistema social al que podrí-an corresponder resultan precipitadas, por cuanto dan porsentada la existencia de una fase de ejecución unitaria delas figuras integradas en las escenas. En este sentido, lasconclusiones que pueden extraerse del análisis efectuadoen el abric II de la Cova dels Cavalls parecen significati-vas: a pesar de que se trata de un abrigo de reducidasdimensiones, distintas circunstancias permiten considerarque está dotado de una cierta complejidad temática y esti-lística, lo que indica un ritmo de construcción en el quedebieron darse distintas fases.

Incluso nos atreveríamos a señalar que dentro decada una de ellas es posible distinguir figuras que debie-ron incorporarse en distintos momentos o por distintasmanos. La precisión de este aspecto es esencial en unaaproximación estilística al Arte Levantino, ya que la vali-dez de la determinación de distintos horizontes estilísticosreposa precisamente en la consideración de que se trata desoluciones que han tenido vigencia durante un ciertotiempo. La determinación de los ritmos de construcciónen composiciones de estilo unitario, permite no sólo unaaproximación distinta a sus lecturas temáticas, sino unaconfirmación de la entidad misma del concepto estilísticode fase. Igualmente, la confirmación de que los modos derepresentación estilística se encuentran documentados endistintos abrigos, permite avanzar en la misma línea, eva-luando el grado de uniformidad territorial y permitiendosu comparación con otros ámbitos próximos.

Así, retomando el caso del abric II de la Cova delsCavalls, dentro de los distintos horizontes estilísticos quehemos definido a partir de los modos de construir lasfiguras y las acciones que desempeñan, destacan por sucarácter unitario las representaciones humanas que suelenocupar la parte alta del abrigo en casi toda su extensión.Se trata de figuras caracterizadas por un tratamiento bas-tante naturalista del cuerpo, dotadas de volumen, tanto enlas extremidades inferiores como en las superiores, condetalles ornamentales frecuentes, disposición esencial-mente de movimiento mediante cuerpos que aparecencon disposiciones abiertas de piernas, y escasa participa-ción en actividades cinegéticas. Este tipo de figuras, a lasque hemos denominado de componente naturalista, conpiernas abultadas y cuerpo que abarca desde desarrolloscortos a otros algo más alargados, tiene una amplia dis-persión en otros conjuntos de la zona y bien podemosseñalar que en Cavalls aparecen en un caso infrapuestas alas figuras de componente naturalista bastante proporcio-nado y trazo de tendencia lineal (superposición entre losmotivos 50a y b), mientras que en otros casos aparecenasociadas a representaciones similares a estas últimas queconstituyen claras adiciones que tienden a reproducir lasactitudes de aquellas a las que se adjuntan. En Coves de

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Ribasals se puede deducir también que el ritmo de eje-cución de estas figuras es anterior a las de cuerpo estiliza-do y alargado, y piernas ligeramente modeladas, que domi-nan ampliamente en su superficie, ya que una de estasfiguras aprovecha para pintarse el desconchado antiguoproducido en el cuerpo de una representación de estruc-tura similar a las que estamos mencionando en Cavalls, loque nos indica una posición inicial de estas figuras en lasucesión de los temas humanos levantinos. Pues bien, estasfiguras, que en ocasiones dan la impresión de formaragrupaciones de guerreros y que suscitan, por el grado deindividualización de los ornamentos o los detalles delarmamento, su consideración en términos de demostra-ciones encaminadas a dar cuenta del dominio territorial, ytienden, en cualquier caso, a formar composiciones nume-rosas en las que no faltan algunos componentes narrativos,aparecen construidas mediante realizaciones que abarcandesde figuras aisladas a agrupaciones de tres a cinco figu-ras como máximo. Un ritmo de elaboración que en laCova dels Cavalls o en el Abric de Centelles acaba dandolugar a agrupaciones bastante numerosas, en torno a loscasi cincuenta individuos en Centelles, y entre quince ydiecisiete en Cavalls, donde probablemente las pérdidasantiguas han debido jugar en contra de estas representa-ciones (es muy posible que el motivo 50a se encontrase enel momento de realización ante una pérdida del 50b, loque explica su superposición, mientras que la evita con losmotivos 51 y 53a, del mismo estilo que la 50b).

Algo similar ocurre cuando se cuantifican, tam-bién en el caso de Cavalls, las figuras humanas que inter-vienen en la escena de caza. Según consideremos o no laintegración en la misma de las figuras en la actualidad per-didas que aparecen en el calco de Obermaier y Wernertcerrando la escena por su parte inferior derecha (y no hayque olvidar que estos autores así lo hicieron atendiendo acriterios formales), su número oscila entre nueve y doce.Es obvio que la cuantificación, por los criterios quehemos aducido en el apartado dedicado a su comentario,es tan sólo significativa del complejo ritmo de adicionesque la escena fue registrando con el paso del tiempo.

Los ejemplos se multiplicarían si incorporáramosotros conjuntos de la zona en los que existe una ciertaacumulación de representaciones humanas. En ciertoscasos el carácter unitario de las composiciones escénicasestá fuera de toda duda, pero desgraciadamente la argu-mentación de carácter cronológico suele hacer casoomiso de estas consideraciones y descompone o aúna lasfiguras de acuerdo con el criterio cultural que se propo-ne demostrar. Las conclusiones que extraemos de Cavallsnos indican la dificultad de avanzar en ese razonamientosin un análisis detenido de las composiciones.

Por otra parte, si recurrimos a la temática, bus-cando hacerla intervenir en la resolución de la dimensión

cronológica del ciclo artístico levantino, nada pareceoponerse a la consideración de que tanto las escenas delabric II de la Cova dels Cavalls, como las de los restantesabrigos de la Valltorta-Gasulla puedan ser encuadradasdentro del Neolítico. Sin volver sobre la cuestión de lacaza, cuya interpetación de componente simbólicoentronca, además, con su importancia en las zonas pocoantropizadas, bien sea como consecuencia de la baja den-sidad demográfica, bien por la reducida dimensión tem-poral del proceso de expansión de las economías produc-toras vinculadas al pastoreo, ni las escenas de combate,producto de la conflictividad territorial, ni los ejemplosde ajusticiamientos suscitan problemas para ser asimiladosa un periodo en el que ambas situaciones han sido dedu-cidas a partir del dominio arqueológico.Aunque tambiénes verdad que estos comportamientos hunden claramen-te sus raíces en etapas anteriores (Guilaine y Zammit,2001) y que las evidencias arqueológicas provienen deotras zonas. Sin embargo, la reiteración de escenas béli-cas, especialmente en relación con ciertos horizontesestilísticos, parece más propia de sociedades de cronolo-gía avanzada, y deberá ser objeto de análisis más porme-norizado en el futuro.

Estas circunstancias, claramente limitativas a lahora de intentar hacer intervenir el criterio temático enla determinación de la cronología del Arte Levantino,explican nuestra voluntaria indefinición en relación condeterminados aspectos de la secuencia, a la espera de queel programa de investigación en el que estamos avanzadonos permita una aproximación basada en los términos quenos parecen esenciales: construcción de un modelo deevolución del hábitat prehistórico que permita una carac-terización del modo de vida ajustada a los yacimientosdocumentados en el ámbito regional, y el establecimien-to de una aproximación regional al fenómeno artísticolevantino, construida a partir del análisis interno de losprincipales abrigos, una propuesta de ordenación estilísti-ca de los modos de representación y una evaluación de loscomponentes temáticos asociados a ellos.

Antes de dedicar unos párrafos a valorar los resul-tados de Cavalls en el contexto de la investigación que seestá llevando a cabo en el ámbito regional, nos pareceoportuno llamar la atención sobre dos formas de uso delespacio gráfico por parte de los artistas que decoraron elabric II de la Cova dels Cavalls que confirman la variedadde soluciones que pueden observarse en el ArteLevantino. Se trata de dos recursos gráficos que no resul-tan habituales y que permiten ampliar la lista de ejemplosen los que las figuran o bien incorporan los caracteres delsoporte para dar cuenta del medio, o bien los crean, tal vezpara provocar esa misma impresión.

El primer caso está constituido por los motivos12a, 12b y 12c. Las tres figuras fueron realizadas parcial-

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mente, incorporándolas a una zona enmarcada por dosribetes estalagmíticos que, aparentemente, sugirió a suscreadores la existencia de un elemento del paisaje quegeneraba la impresión de perspectiva. El procedimiento,caso de que acertemos en la lectura e interpretación deltema, implica un dominio de la perspectiva, al incorporardos planos, que se resuelve por una fórmula parecida alrecubrimiento parcial, sólo que en este caso la figura delprimer plano es el soporte, que actúa como elemento delpaisaje.Todo ello siempre que los gruesos rebordes no sehayan formado con posterioridad a la realización de lasrepresentaciones.

El segundo caso está formado por la línea quecontornea a una de las dos cabras afrontadas que aparecenen la segunda agrupación de la segunda cavidad (motivo52c) y, tal vez, por los trazos interrumpidos y de lecturadifícil que aparecen vinculados a los arqueros que cierranpor la izquierda la escena de caza de la primera agrupa-ción de esa misma cavidad (motivos 24b, 25b y 26b).Aunque para estos últimos no nos atrevemos a concluiresa significación, la línea que enmarca la figura de la cabra52b parece dar cuenta de un accidente geográfico, a mododel límite de un promontorio o elevación sobre la que sesituarían las cabras afrontadas 52a y 52b, ya que la inter-pretación de la misma como un vallado o redil entra encontradicción con el carácter abierto de la línea.

Estos dos ejemplos se añaden a los ya más habi-tuales de figuras que aprovechan aristas o accidentes delsoporte para dar la impresión de que incorporan aspectosdel paisaje, y nos recuerdan la amplitud de soluciones conlas que pueden ser abordadas las representaciones levanti-nas, normalmente ejecutadas sin referentes paisajísticos,pero otras veces formando disposiciones o aprovechandoespacios y características del soporte que evocan aspectosque van más allá de la acción representada.

Hemos huido deliberadamente de establecer, enla fase actual de nuestro trabajo, una apresurada correla-ción de las fluctuaciones en las densidades de hallazgospor periodos y la distribución del arte. Como hemosseñalado con anterioridad los horizontes artísticos prehis-tóricos documentados hasta la fecha en la Valltorta-Gasulla son numerosos e introducen una dificultad adi-cional a la hora de establecer esas correlaciones. Elincremento de la información disponible permite afron-tar esta situación con optimismo, por cuanto extrae la dis-cusión del ámbito territorial más reducido y permite esta-blecer un modelo que abarca un espacio geográfico decierta amplitud.

Un repaso de los hallazgos efectuados en el campodel arte en los últimos años en la zona resulta significativode lo que estamos indicando. Desde el año 1917 hasta laactualidad se ha producido en la Valltorta y en áreas inme-diatas un aumento considerable en el número de conjun-

tos rupestres inventariados. El año 1917 se localizaron untotal de 15 conjuntos, todos en el propio barranco, excep-to la coveta de Montegordo que se abre en la ladera sur deesta elevación, sobre el nacimiento de la Valltorta.

El año 1975 Viñas localizaba la Cova de la Tarugay el año 1980 los abrigos del Cingle del Mas d’enSalvador (Viñas, 1982). Manuel Centelles, guardián delconjunto rupestre de la Valltorta descubría el año 1979tres importantes conjuntos en el barranc de Sant Miquel:el abric Centelles, el abric del barranc d´en Cabrera y lacova de las Mostela (Viñas y Sarrià, 1985).Y el año 1993Francisco Melià localizaba un conjunto de pinturas deaspecto esquemático, pero de cronología histórica, en elPou de Nosca, en un pequeño afluente de este mismobarranco (Martínez Perelló y Oliver, 1995).

Desde el año 1995 que iniciamos los trabajos derevisión de la Valltorta y la prospección sistemática de lacuenca alta del Riu de les Coves, la visión de este núcleode arte rupestre ha cambiado considerablemente. Se hanlocalizado nuevos conjuntos y hemos podido comprobarque la visión que se tenía de alguno de ellos no corres-pondía con la complejidad de sus manifestaciones.

Los nuevos conjuntos, un total de 16 de diferenteentidad, se localizan tanto en la propia Valltorta como enotros barrancos de la misma cuenca del Riu de les Coves,pudiéndose agrupar en tres sectores: las estribaciones sep-tentrionales de la Serra d´en Galceran, el propio Barrancde la Valltorta y sus afluentes y las sierras de Tírig-SantMateu. La inmensa mayoría contienen Arte Levantino, noobstante hemos localizado un conjunto de grabados deaspecto paleolítico, con motivos similares a alguno de losidentificados en el Abric d’en Melià (Martínez et al. , e.p.)y algunos conjuntos con manifestaciones de ArteEsquemático a las que ya se ha hecho referencia.

Los conjuntos esquemáticos se localizan en lacuenca de la Valltorta (Barranc de les Calçaes, Covetes delPuntal) y en ocasiones compartiendo soportes con pintu-ras levantinas (Coves de Ribasals, Mas d´en Runa, CovaGran del Puntal, Mas d´en Josep, la Saltadora). No nosestamos refiriendo a algunos de los motivos que han sidoincluidos en el Arte Esquemático, por eliminación, al noentrar con comodidad en el estilo levantino, o a los que sehan incluido en alguna de las categorías de los “semi”,sino a claros motivos esquemáticos. Estos ejemplos vienena romper la visión de una Valltorta exclusivamente domi-nada por la expresión gráfica levantina (Torregrosa,2002). Nos estamos refiriendo, por una parte, a la serie dezig-zags paralelos y en disposición vertical de Ribasals,que ya mencionamos, para los que encontramos paralelosen algunas de las decoraciones cerámicas de Cova Fosca;y, por otra parte, a las representaciones de antropomorfosque deben corresponder a momentos mas avanzados de lasecuencia artística. A estas últimas manifestaciones deben

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suceder algunos de los conjuntos de grabados rupestresrealizados con la técnica del piqueteado, identificados enlas inmediaciones de la Cova dels Cavalls.

La integración de estas manifestaciones en lavisión del conjunto rupestre de la Valltorta es fundamen-tal, a la hora de intentar enmarcar el conjunto de sus pin-turas levantinas, para las que como hemos visto anterior-mente, proponemos una evolución estilística en al menoscuatro fases, con lo que ello significa de necesario espaciocronológico.

El incremento producido en el numero de con-juntos levantinos permite además de mejorar la base pararealizar apreciaciones cronológicas, incidir con más fun-damento en la significación de su distribución espacial.Estos hallazgos cambian la visión tradicional que se teníade la Valltorta, como un espacio cerrado en el que se con-centraba un elevado número de cavidades con arte, abun-dancia que se ponía en relación con la importancia delbarranco como cazadero y al mismo tiempo por la exis-tencia de puntos de agua semipermanentes (Viñas, 1982).Esta interpretación excesivamente ambientalista, estaba enconsonancia con la visión de un territorio inhóspito habi-tado por gentes retardatarias. Pero tal y como se ha expues-to en el apartado dedicado al paisaje, existen evidencias dela existencia de agua abundante en el entorno del barrancde la Valltorta. Sobre los mismos planells existieron hastafecha reciente pequeñas lagunas, actualmente desecadaspor la agricultura, de las que nos quedan los topónimos.Ycabe suponer que durante el óptimo climático del perio-do Atlántico, periodo durante el que según nuestros plan-teamiento debió realizarse buena parte del ArteLevantino, el agua debió ser un recurso abundante, den-tro y sobre todo fuera del barranco.

Sin negar el significado de la Valltorta como cen-tro de un territorio, pero sí su aislamiento, tal y como yase ha insistido en el apartado de contexto arqueológico,la información disponible en la actualidad hace posibleplantear hipótesis alternativas, menos dependientes de fac-tores ambientales.

La primera consideración que queremos hacer esque la distribución de los conjuntos rupestres supera elpropio ámbito del barranco. Es cierto que existe una con-centración importante en su cauce, pero los barrancos yelevaciones inmediatas participan de la presencia de con-juntos rupestres de similares características. La Valltortasería lo que recientemente se ha denominado como unaagrupación nuclear (Martínez, 2000: 38), con conjuntoscomplejos, en cuanto al número de representaciones ytemáticas representadas, localizados en el eje del barranco,desde su nacimiento hasta el punto de máxima angostura,como el Abric Centelles, Ribasals, Cavalls y la Saltadora,y un rosario de cavidades menores en su entorno masinmediato. El conjunto se completa con un numero

importante de pequeñas estaciones que enmarcan esta con-centración principal.

Los motivos que llevaron a los pintores prehistó-ricos a la elección de estos lugares debieron ser muydiversos.Ya hemos manifestado nuestras dudas respecto ala influencia del agua; tampoco parece que la visibilidadhaya jugado un papel destacado en la elección de las cavi-dades que manifiestan mayor complejidad, ni que sean defácil aplicación las categorías establecidas por JuliánMartínez (1998) para el Arte Esquemático. En la cuencaalta del Riu de les Coves los grandes conjuntos se distri-buyen en ámbitos muy diversos. El Abric Centelles estásituado a una altura considerable y tiene un amplio domi-nio visual sobre el territorio, mientras que Ribasals, com-parable por la complejidad de sus escenas, se encuentra enun lugar encajado de escasa visibilidad. Mientras queCavalls y Saltadora estarían en una posición intermedia encuanto a la visibilidad, ya que desde los abrigos se contro-la un corto tramo del barranco.

De igual forma los conjuntos menores participande ese misma diversidad de emplazamientos, si bienhemos observado que los conjuntos situados a mayor alti-tud, muchos de ellos en la cabecera de los barrancos quevierten al Riu de les Coves, conservan pocos motivos.

No es nuestra intención profundizar ahora en ladistribución espacial de los conjuntos rupestres, aspectoen el que estamos trabajando integrando informaciónproveniente de otros ámbitos. Nos estamos refiriendo a lalocalización de los diferentes yacimientos arqueológicos,ya sean lugares de hábitat de diferente funcionalidad olugares funerarios, al potencial biótico de los espacios deeste amplio territorio y a algo que nos parece fundamen-tal: la carga simbólica que pudieron tener determinadoselementos del paisaje como los meandros, las grandesrocas modeladas por la erosión, y aspectos menos tangiblesque no queremos dejar de mencionar, como la especialsonoridad de determinados lugares.

Esta visión de la Valltorta integrada en un territo-rio más amplio marcado por la distribución de un eleva-do número de abrigos pintados se enriquece si ampliamosel marco de análisis a una escala regional. En efecto, ade-más de la agrupación Valltorta, existen agrupaciones simi-lares como las localizadas en la cuenca alta de la RamblaCarbonera-Riu de Montlleó, en la cuenca alta del riuBergantes o en Ulldecona, por citar los conjuntos máspróximos. Estas agrupaciones responden a una escalasimilar, con los conjuntos rupestres agrupados en círculosde un diámetro aproximado de 10 km y presentan rasgosestilísticos comunes, pero también diferencias que puedentener una lectura cronológica. De aceptar la pertinenciade estas agrupaciones deberemos preguntarnos sobre larelación que pudo existir entre los habitantes de estosespacios señalizados mediante pinturas rupestres.

200 LA COVA DELS CAVALLS

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Por último, para terminar este apartado volviendoal análisis de los datos obtenidos en el abric II de la Covadels Cavalls, no queremos dejar de señalar las limitacionesque se derivan de la conservación a la hora de progresaren el estudio del arte rupestre levantino. Los trabajos delimpieza efectuados en este yacimiento han permitidorecuperar una figura que aparecía en uno de los nivelesmás bajos de la pared con respecto al suelo (se trata delmotivo 35b). Formado por un arquero que apunta con suarco hacia un punto situado en un plano ligeramenteinferior, su documentación sugiere la existencia de algu-na otra figura (tal vez los restos identificados como elmotivo 45b) cuya situación estaría muy por debajo de laaltura que se desprendería si las pinturas se ejecutaran depie. Esta circunstancia obliga a dos reflexiones, una de ellasmuy vinculada al carácter mismo de la distribución de lasfiguras levantinas en las paredes rocosas, y la otra sobre loinapropiado de construir modelos cronológicos a partirde la valoración del campo manual, considerando que laposición típica del artista es la incorporada. Una reflexiónque ya efectuó hace algún tiempo Mesado (1994).

En primer lugar, no resulta una novedad señalarque las zonas inferiores de los abrigos están sujetas a pro-cesos de deterioro mas acentuados que las partes medias yaltas. La incidencia del agua, tanto directa como salpicadadesde el suelo, la mayor insolación y la exposición directaa los frotamientos de los cuerpos de los animales que ocu-pan estas zonas protegidas como rediles o refugios, expli-can esta circunstancia. Las pérdidas por erosión o des-prendimiento en muchos casos las hacen irrecuperables,pero también ha de señalarse que estas zonas han propor-cionado las mayores novedades al intervenir preventiva-mente en ellas mediante la limpieza por métodos no agre-sivos. Aunque la posición baja de algunos temas puedeexplicarse a partir del proceso de acumulación de figurasque caracteriza al fenómeno artístico rupestre postpaleo-lítico, la constatación de la variedad de alturas invalidaapreciaciones sustentadas en la idea de que la postura idealde trabajo de los artistas fue la incorporada, con camposmanuales consistentes con esa disposición. Si considera-mos la dispersión de las figuras en los paneles, tantoCavalls como la mayor parte de los abrigos levantinosconocidos nos indican que determinados lugares actuaroncomo puntos de atracción para la localización de las figu-ras. La acumulación de temas y representaciones en deter-minadas zonas o superficies parece dar cuenta de una ten-dencia a situar las nuevas figuras en las zonas en las que yaexistían otras.Ahora bien, esta circunstancia, que se cons-tata con claridad en determinados abrigos y paneles, nosiempre se cumple y los espacios disponibles no aparecendecorados de manera uniforme. El análisis de las distintasunidades del abric II de la Cova dels Cavalls permite pre-cisar más al respecto y valorar las limitaciones con las que

se encuentra el estudio de la composición. En términosgenerales la mayor parte de las figuras tienden a formarconcentraciones que, sin embargo, se construyenmediante el respeto a las figuras preexistentes. Las super-posiciones son escasas y parece, más bien, que los temasse adaptan, en disposición y tamaño, a los espacios dispo-nibles. Las representaciones de la segunda agrupación dela segunda cavidad del abric II son significativas de lo queestamos indicando. Otro tanto podríamos decir de laagrupación de figuras, en la actualidad muy perdidas, dela cuarta unidad de la primera cavidad. Sin embargo, locierto es que el estudio de la distribución espacial de lasfiguras en el Arte Levantino ha sido objeto de pocos tra-bajos específicos, en gran parte debido al problema queplantean las pérdidas producidas por el deterioro de lasparedes. Este proceso ha sido continuo, y aunque la inter-vención humana ha tenido unos efectos devastadores a lolargo del siglo XX, el deterioro no se limita a estas fechas.El abric II de la Cova dels Cavalls constituye un claroejemplo al respecto. En las fechas del descubrimiento delconjunto el deterioro de algunas partes del abrigo era yaevidente: la segunda unidad de la primera cavidad seencontraba en su parte inferior muy mal conservada; laspérdidas eran notorias en la cuarta unidad de la mismacavidad, y en la segunda cavidad, la tercera y cuarta agru-paciones debían constituir los restos de conjuntos muchomás ricos y extendidos espacialmente. Desde entonces laspérdidas han sido dramáticas, y han afectado de maneraimportante a un total de treinta motivos. La considera-ción de estas circunstancias obliga a extremar las medidasde protección y conservación, pero también obligan areflexionar sobre lo inviable de enfoques que pretendanconstruir el estudio del Arte Levantino a partir de su aná-lisis integral. Estas circunstancias limitan, pero no impo-sibilitan un acercamiento al estudio de la composición.Han de ser tenidas en cuenta, haciéndolas intervenircuando la lectura de los temas así lo aconseje. Pero lainvestigación del arte rupestre levantino no puede paran-gonarse con el desciframiento de un texto en el que laspérdidas de palabras y párrafos hayan de constituir ele-mentos que imposibiliten la obtención de resultados fia-bles. Estas limitaciones pueden afectar a la lectura dealgunas composiciones y escenas, incluso pueden provo-car falsas lecturas de las mismas, pero el grueso de lainformación conservada permite progresar en la línea detrabajo en la que cabe abordar su estudio: establecertemas y ritmos de composición a partir del análisis esti-lístico y contrastar estas aproximaciones con el modo devida del contexto arqueológico en el que se inscriben. Laamplia lista de conjuntos inventariados y el continuo des-cubrimiento de nuevos abrigos facilitan esta tarea, porcuanto nos sitúan ante un número suficientementeamplio de representaciones y temas que se repiten.

201CONCLUSIONES

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El abric II de la Cova dels Cavalls constituye unejemplo adecuado para valorar la complejidad estilística ytemática en relación con un conjunto que acumula unnúmero alto de representaciones. Tal y como señalamosen párrafos anteriores, otros abrigos ofrecen concentra-ciones medias o bajas de figuras y permiten otro tipo deaproximaciones. El cruce de los datos obtenidos en losdistintos tipos de abrigos y su valoración en términostemáticos y estilísticos probablemente nos permita en elfuturo establecer algunas pautas del uso del espacio y surelación con la temática representada.

Haber vuelto, ochenta y cinco años después de laprimera documentación de las pinturas de la Cova delsCavalls, a este emblemático conjunto de arte rupestre

levantino, vinculado a figuras tan notables comoObermaier,Wernert, Cabré, Porcar, Ripoll o Viñas, nos haparecido una iniciativa especialmente oportuna. La Covadels Cavalls permite, precisamente por su especial significa-ción, una relectura atenta al consenso que se ha establecidoen torno a los requisitos de la actual investigación, y la elec-ción de este conjunto parecía apropiada para hacer un pri-mer balance de los logros y las perspectivas de una aproxi-mación al estudio del Arte Levantino integrada en elcontexto arqueológico del que forma parte.Esperamos quela continuidad en los trabajos nos permita avanzar en lostemas pendientes y facilite una mejor comprensión de estefenómeno no sólo para la investigación, sino para el cono-cimiento de cuantos están interesados en la Prehistoria.

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