1 PARTE I PARTIDO ACCIÓN NACIONAL: LOS SIGNOS DE LA INSTITUCIONALIZACION

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FRANCISCO REVELES VÁZQUEZ LAS SEÑALES DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL PAN PARTIDO ACCIÓN NACIONAL: LOS SIGNOS DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN _______________________________________________________________ Francisco Reveles Vázquez Coordinador Partido Acción Nacional: Los signos de la Institucionalización Francisco Reveles Vázquez, Coordinador Coedición con la Facultad de Ciencias Políticas y Socialescon recursos del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica de la Dirección General de Asuntos del Personal Universidad Nacional Autónoma de México © Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 2002 © Ediciones Gernika, S.A., 2002 Latacunga No. 801 Y 807 Col. Lindavista 07300 México, D.F. B y Fax: 5586 5262 y 5586 8324 e-mail: [email protected] ISBN: 970-637-123-0 Primera edición, 2002 Cuidado de la edición Franklin Ramos Basterrechea

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FRANCISCO REVELES VÁZQUEZ LAS SEÑALES DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL PAN

PARTIDO ACCIÓN NACIONAL:

LOS SIGNOS DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN_______________________________________________________________

Francisco Reveles Vázquez Coordinador

Partido Acción Nacional:Los signos de la InstitucionalizaciónFrancisco Reveles Vázquez, CoordinadorCoedición con la Facultad de Ciencias Políticas y Socialescon recursos del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica de la Dirección General de Asuntos del Personal Universidad Nacional Autónoma de México© Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 2002

© Ediciones Gernika, S.A., 2002Latacunga No. 801 Y 807Col. Lindavista07300 México, D.F.

B y Fax: 5586 5262 y 5586 8324

e-mail: [email protected]

ISBN: 970-637-123-0Primera edición, 2002Cuidado de la ediciónFranklin Ramos Basterrechea

Composición tipográficaPilar Fandiño UgaldeImpreso y encuadernado en México Printed and bound in México

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ÍNDICE GENERAL

Presentación 7

Parte I. El punto de partida

Las señales de la institucionalización del Partido Acción Nacional.Francisco Reveles Vázquez 13Las relaciones de la dirigencia delPartido Acción Nacional con el gobierno federalen México: 1988-2000.Gabriel Corona Armenia. 67

Parte II. El partido por dentro

Luchas y acuerdos el PAN: las fracciones y la coalición dominante.Francisco Reveles Vázquez 111El centralismo en la estructura del Partido Acción Nacional.Francisco Reveles Vázquez- 165La participación electoral del PAN: de las presidencias municipales a la presidencia de la República.Francisco Reveles Vázquez. ' 193

Parte III. Las propuestas económicas

Neoliberalismo y hacienda pública En la ideología del PAN. 1988 - 2001. Carmen SolórzanoEl Partido Acción Nacional y la política social. Análisis comparativo delas plataformas electorales federales 1994 - 2000. Karla Valverde Viesca

Parte IV. El PAN y su entornoPAN, poder e iglesia como actores políticos. Guillermina Baena Paz

Anexos1. Cronología del Partido Acción Nacional, 1987-20002. Órganos de dirección.3. Representantes populares.4. Datos relevantes.5. Perfil curricular del gabinete ' del presidente Vicente Fox6. Los estudios sobre el PAN: blbiografía comentada7. Fuentes para el estudio del PAN

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Presentación

FRANCISCO REVELES VÁZQUEZ1

El Partido Acción Nacional triunfó en las elecciones presidenciales del 2 de julio del 2Q00 en México. El objetivo de este trabajo es comprender su desarrollo previo y lo que se puede esperar de su gobierno en el futuro. Se parte ante todo de que el partido debe ser estudiado como tal, considerando los procesos internos y su actuación en el entorno político. Por ello el sistema organizativo representa una cuestión fundamental para su adecuada comprensión.

Desde diferentes perspectivas, los autores abordan diversas facetas de la organización en el periodo 1988-2000. El año de inicio está determinado por las consecuencias de los comicios federales en la dinámica no solamente del PAN sino de prácticamente todas las organizaciones políticas de nuestro país. En el caso de este partido, el 88 significó el encuentro de un equilibrio interno que menguó a la fracción política más vociferante y favoreció a las fracciones gradualistas que desde entonces controlaron la coalición dominante y determinaron el derrotero de Acción Nacional.

El fin del periodo está señalado por la victoria en los comicios presidenciales por razones obvias: el paso de partido de oposición a partido de gobierno (pese a todos los matices que se pudieran señalar) implica una serie de profundas modificaciones en el desarrollo del sistema organizativo del partido.

Inicialmente su historia reciente se caracteriza con base en los rasgos más importantes de su institucionalización. Por su importancia, la relación con el gobierno es abordada en dos trabajos, cada uno con su propia perspectiva e interpretación.

El interesante y al mismo tiempo complejo tema de las fracciones panistas y su coalición dominante es abordado con el fin de esclarecer cómo se lucha por el poder, cuáles son los grupos y los liderazgos más influyentes en su interior.

La estructura constituye otro tema de estudio pues a partir de ella se logran identificar los mecanismos formales de dirección y de participación de los militantes. En el fondo, el estudio permite descubrir el limitado grado de democracia que prevalece en Acción Nacional a causa de un fuerte centralismo de su principal órgano de dirección.

1 Profesor de tiempo completo adscrito al Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Doctor en Ciencia Política. Investigador Nacional del SNI. Distinción Universidad Nacional para Jó-venes Académicos en Docencia en Ciencias Sociales 2000.

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Las estrategias electorales que le dieron éxito al partido son analizadas en un trabajo necesariamente extenso. En él destaca el estancamiento que vivió inmediatamente después de los comicios federales intermedios de 1997, para resurgir notoriamente en la liza electoral del 2000.

La cuestión ideológica es un asunto poco manejado en los estudios sobre los partidos políticos en general. Con la llegada al poder de un partido abiertamente conservador como el PAN, el tema adquiere gran relevancia. Dos trabajos de este libro tienen como fin esclarecer sus posiciones ideológicas en relación cor dos factores claves de su oferta a la ciudadanía: la política fiscal y la política social.

Dos temas que recién han comenzado a llamar la atención son ilustrados en este texto: uno es el de las relaciones entre el PAN, la iglesia católica y las organizaciones de católicos militantes, actores que, en la actualidad y gracias a la victoria panista reciente, están asumiendo un papel protagónico en el escenario político nacional. En el futuro parece probable su mayor influencia en la toma de decisiones y, en consecuencia, en muchos aspectos de nuestra vida política y social.

Adicionalmente a estos trabajos de carácter analítico, esta obra se complementa con una serie de valiosos materiales que no deben dejar de revisarse: una cronología sobre la historia reciente de Acción Nacional, una bibliografía comentada que se basó en una cuidadosa relación de fuentes para el estudio del partido, un perfil curricular del gabinete presidencial en funciones y un conjunto de cuadros con los nombres y las cifras más importantes para conocer a dicha organización.

Al principio pensaba aprovechar esta introducción para reflexionar en voz alta sobre el futuro del PAN. Afortunadamente ahora pienso que es mejor que el lector pase a conocer a fondo al partido y saque sus propias conclusiones. Solo le recomiendo que de alguna manera las confronte con la realidad. De lo contrario, los lugares comunes que tanto envuelven la realidad del PAN le impedirán su auténtica comprensión.

Antes de que lo haga, el lector debe estar enterado que el libro que tiene en sus manos es producto de un proyecto de investigación denominado: "El sistema organizativo de los partidos políticos en México: un estudio del Partido Acción Nacional, Partido Revolucionario Institucional y Partido de la Revolución Democrática", del cual soy responsable. Dicha investigación es desarrollada en el Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Hubiera sido difícil llevarla a cabo y dar a conocer lo que hasta ahora se ha producido en ella sin los auspicios del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la propia UNAM.

Octubre del 2001.

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PARTE 1.

EL PUENTO DE PARTIDA

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LAS SEÑALES DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN

DEL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL

FRANCISCO REVELES VÁZQUEZ

La institucionalización es la etapa de consolidación organizativa de un partido. El nivel alcanzado se aprecia tanto por "el grado de 'autonomía' respecto del ambiente", es decir, del escenario político o económico en el cual actúa el partido, como por "el grado de sistematización, de interdependencia entre las distintas partes de la organización". Los indicadores de una institucionalización fuerte son: 1) la presencia de una burocracia central fuerte; 2) la homogeneidad entre los órganos internos de un mismo plano; 3) múltiples y regulares fuentes de financiamiento; 4) relación de predominio con otras organizaciones; 5) congruencia entre los estatutos y la estructura de poder real.

En estas líneas se estudian cuatro rasgos del proceso de institucionalización organizativa del PAN en el periodo 1988-2000: a) el tipo de burocracia con que cuenta; b) la homogeneidad estructural; c) las fuentes de financiamiento y c) las relaciones que el partido sostuvo con los gobiernos correspondientes. La escasez de datos para abordar los primeros de manera profunda impiden que haya un resultado contundente; pero en el caso del cuarto, hay información suficiente para señalar el fortalecimiento del partido, particularmente desde 1988.3En otros capítulos de esta obra abordamos tres elementos más para evaluar la institucionalización del partido: las características de su coalición dominante, el tipo de estructura interna y las tendencias de su participación electoral.

1 Profesor de tiempo completo adscrito al Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Correo electrónico: [email protected]. Agradezco a Soledad Loaeza, Luis Javier Garrido, Jaime Cárdenas, José Luis Tejeda, Octavio Rodríguez Araujo, José Raymundo García, Leonardo Valdés, Guillermina Baena, Gabriel Corona y Carmen Solórzano las críticas y comentarios que hicieron a una primera versión de este documento. También manifiesto mi gratitud a Rene Torres-Ruiz, Antonio Alejo, José Javier Rodríguez y Fabiola Jac-queline García Raya (becarios del proyecto) por su colaboración en la recolección de la información hemerográfica correspondiente al periodo 1995-2000.

2 Panebianco, Angelo, Modelos departido, Madrid, Alianza, 1990, p. 118-125.

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De antemano debe señalarse que la institucionalización no es un proceso que ocurra de una vez y para siempre. El periodo a analizar comienza en 1988 porque en ese año de elecciones presidenciales el partido da muestra de su consolidación al manifestarse como fuerza política fundamental, producto de su inserción en no pocas regiones del país; por el predominio de una fracción pragmático gradualista sin la fractura de su coalición dominante; por su capacidad por adaptarse al adverso entorno político y al establecer relaciones diferenciadas con sus principales adversarios; por la aceptación del financiamiento público; por su papel protagónico en el funcionamiento del Congreso de la Unión.

El periodo culmina en el año 2000 porque el ascenso al poder señala una nueva fase de desarrollo del sistema organizativo. El cambio en la composición de su coalición dominante, la nueva relación entre el partido y el presidente de la República, sus relaciones con actores políticos como la iglesia católica y los empresarios, sus mayores recursos económicos, su papel como gobierno en el plano federal (que le brinda la oportunidad de hacer llegar su programa a todos los rincones del país), son todos ellos frentes de acción que el partido había explorado poco y que podrían llevar por otro derrotero al partido como organización.

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3 Analizando el sexenio 1988-1994, Soledad Loaeza señala que: "[...]En el periodo se afianzaron la autonomía, la continuidad de la organización y la vocación de continuidad del partido, el cual entonces logró superar la debilidad que en el pasado permitía que se convirtiera en instrumento de grupos de interés particular, como los empresarios o los católicos militantes. Después de 1988 la identidad del PAN dejó de depender de actores externos y hasta cierto punto ajeno a sus propios fines. Aprendió a actuar conforme a una lógica propia, diseñó estrategias y definió acciones a partir de un objetivo bien preciso, el mismo que el de todo partido político: la conquista del poder". Loaeza, Soledad, El Partido Acción Nacional: la larga marcha, 1939-1994. Oposición leal y partido de protesta, México, FCE, p. 403.

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La profesionalización de la Burocracia ejecutiva

De acuerdo con el esquema teórico de Angelo Panebianco, mientras más crecimiento experimente un partido político, más necesidades tendrá de carácter técnico para mantenerse como organización. El desarrollo de un partido se expresa en una mayor participación electoral, en un incremento en el número de militantes, en el mejoramiento y la multiplicación de los medios de comunicación internos, en la definición de nuevas reglas que regulen las relaciones entre la creciente membresía e inclusive en la indispensable capacitación de los representantes del partido que al ganar comicios se convierten en gobernantes o en funcionarios públicos.

En un proceso de institucionalización como el del Partido Acción Nacional, la profesionalización de los cuadros dirigentes acontece antes de que se dé el crecimiento electoral; es su antecedente directo

El fenómeno de maduración que vive el PAN no se debe exclusivamente al auge electoral de los ochenta en el norte de la República, ni a la participación y colaboración con el partido de parte de ciertos miembros del empresariado nacional, ni mucho menos a la relación que estableció con el gobierno a partir del sexenio 1988-1994. Lo mismo sucede en el caso de la conformación de una burocracia cada vez más especializada. Sin duda, la obtención de triunfos, las aportaciones de los empresarios recién militantes y primordialmente el financiamiento público, profundizaron esta característica del partido. Fue la base para el crecimiento que tendría sobre todo desde principios de los noventa.4

En la gestión de Abel Vicencio se emprendió la tarea de resolver la necesidad de profesionalizar a los cuadros panistas, pero muy poco se avanzó en esos años. Cuando Pablo Emilio Madero tomó posesión de la presidencia nacional en 1984 esa fue una de sus preocupaciones. Al mismo tiempo trató de impedir que tal profesionalización transformara al partido en una organización carente de mística de parte de sus agremiados y principalmente de sus cuadros dirigentes.5

En la administración maderista, solamente había dos personas dedicadas de tiempo completo al partido en el Comité Ejecutivo Nacional, lo cual era una muestra de la debilidad organizativa de entonces.6 De algún modo ello contribuyó a que las dirigencias locales se sintieran carentes de apoyo de parte del CEN frente a los embates del gobierno en elecciones estatales. Si la dirigencia estaba desprovista de profesionales, de medios de comunicación fluidos y, por supuesto, de recursos, era natural que los panistas locales se sintieran poco respaldados por sus dirigencia nacional.

4 Un dato significativo que salta a la vista es que hasta principios de los años ochenta el partido logró tener un local propio. Por más de cuarenta años la organización no había sido capaz de hacerse de algo tan esencial para sus actividades a pesar, incluso, de que comúnmente se le tachara como un partido de la burguesía.

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Los empresarios que ingresaron al PAN y aportaron un caudal importante de recursos pasaron a ser los principales dirigentes (aunque fugazmente). Como consecuencia, durante la gestión de Madero fue notorio el declive y aislamiento de la dirigencia nacional y el vigor de ciertos núcleos de dirigentes locales, especialmente del norte del país.

El desarrollo más importante en cuanto a conformación de una burocracia ejecutiva fuerte, con profesionales, con especialistas, con expertos en su quehacer partidista, aconteció durante la gestión de Luis H. Álvarez [1987-1993]. El progreso natural fue acelerado desde el momento en que comenzó a recibirse el financiamiento público, a finales de 1988.

La organización de los propios comités ejecutivos muestra los cambios en la división del trabajo de los dirigentes, si se compara la estructura formal del CEN de Pablo Emilio Madero [1984-1987], el de Luis H. Álvarez [1987-1993] y los siguientes de Carlos Castillo Peraza [ 1993-1996], Felipe Calderón Hinojosa [ 1996-1999] y Luis Felipe Bravo Mena [1999-2002].

En 1990, cuando Álvarez iniciaba su segundo periodo al frente del partido, en lo referente a la Secretaría de Administración y Finanzas se apuntaba:

Esta secretaría se propone [...] profesionalizar el trabajo del partido, duplicar los ingresos en términos reales, apoyar la estructura económica de los comités [...], descentralizar la asignación de recursos de la Comisión de Financiamiento Público, solucionar en forma definitiva las necesidades de espacio físico del Comité Nacional.7

Estas preocupaciones son trascendentales* para el propio desarrollo de la organización. Inclusive en un terreno estrictamente administrativo, la profesionalización está presente. Los organigramas son elocuentes al respecto.

Un dato relevante en este rubro es el de que, antes de 1988, pocos miembros del CEN recibían remuneración económica del partido. En realidad ni Madero ni Alvarez cobraron como presidentes nacionales. Por otro lado, unos cuantos dirigentes se habían dedicado al desempeño de actividades específicas. Quizá el único ejemplo al respecto sea Gerardo Medina Valdés, quien fungió como director de la revista La nación a lo largo de muchos años.

En 1986, el CEN del PAN tenía una nómina de 56 empleados, entre dirigentes y personal administrativo. En 1995, la planta de empleados del CEN fue la más nutrida de muchos años, con lo cual se manifestaba el grado de avance en la profesionalización de la burocracia ejecutiva del partido, como se aprecia en el siguiente cuadro.

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5 Entrevista con Pablo Emilio Madero, 12 de diciembre de 1992.6 Entrevista con Gustavo Vicencio Acevedo, 20 de octubre de 19957 PAN, "CEN. Periodo 1990-1993", Mimeo, p. 10.

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Cuadro 3 Personal del CEN 1995

Total de empleados en el CEN: 144Personal pagado: 108Personal por honorarios y voluntarios: 36Personal del CEN que es militante del partido: 72

Fuente: Secretaría de Organización del CEN. con datos al 27 de octubre de 1995.

Con base en esta información es destacable el hecho de que casi la mitad del personal del CEN perteneciera al partido. Era sustancial la presencia de los militantes, muchos de ellos aun voluntarios para el trabajo en tal órgano. A diferencia de algunos años atrás, la dirigencia nacional se apoyaba cada vez más en el trabajo de las personas que percibían remuneración económica.

Un aspecto igualmente importante es el de la preocupación que los dirigentes han mostrado por analizar seriamente la situación del país y del partido mismo. Esto explica la rápida evolución de su Secretaría de Estudios, inicialmente pensada como centro de capacitación, y la posterior constitución de dos fundaciones: una llamada Rafael Preciado Hernández y otra llamada Miguel Estrada Iturbi-de. Mientras la primera se encarga de realizar estudios de diversa índole para toda la estructura del partido y para sus gobernantes, la segunda se ha especializado como asesora de los grupos parlamentarios panistas.

Fue Carlos Castillo Peraza quien comenzó estas tareas bajo la presidencia de Alvarez. En la actualidad el partido cuenta con análisis generales y particulares, coyunturales o de largo plazo referentes a aspectos claves para su actuación política, que sirven tanto a dirigentes nacionales y locales como a candidatos a puestos de elección de cualquier nivel. Desde 1994 las plataformas electorales federales han sido producto, primero, de la mencionada secretaría y, después, de la labor conjunta entre la misma y las dos fundaciones.9

Tal vez poco significativos, pero otros datos que a fin de cuentas revelan la preocupación de la dirigencia tanto de contar con una burocracia ejecutiva eficaz como el monto del financiamiento es que desde mediados de los noventa todos los comités estatales y los comités municipales más importantes contaban con fax y que desde entonces se tuvieran

8 Jesús Ramón Rojo, tesorero del CEN en 1988, indicó que en sus oficinas centrales el PAN tenía una nómina de 56 empleados, entre directivos y personal administrativo. Su nómina neta en efectivo, ya sin impuestos, as-cendía a 35 millones de pesos mensuales. Por reglamento el sueldo míni-mo a los empleados panistas era 15% mayor al salario mínimo nacional. Todo el personal estaba afiliado al IMSS y recibía una gratificación anual equivalente aun mes de sal ai io y prima vacacional. De acuerdo con los estatutos, todos los funcionarios públicos debían entregar un porcentaje de sus ingresos al partido. Los diputados del Distrito Federal entregaban el 33% de sus dietas; los que viven en provincia, el 23%. Proceso, 31 de octubre de 1988, p. 8.

9 Un ejemplo muy sencillo de esta actitud fue la creación de CED1SPAN (Centro de Documentación e Información sobre el PAN) y, luego, la elaboración de un Prontuario, sumamente útil para quien desee conocer los datos más relevantes de la organización.

10 "Informe del Presidente Nacional del partido al LXIV Consejo Nacional, 28 de agosto de 1994", en PAN, La victoria cultural..., pp. 299-301.

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los medios de comunicación necesarios para que en caso de elecciones locales y federales se enviara información vía satélite desde el lugar en que ocurrían los hechos a todos los comités panistas del país.

Al parecer, la profesionalización de los dirigentes corrió paralela al crecimiento del financiamiento, que sufrió un cambio sensible con la aceptación del subsidio legal a que tenía derecho Acción Nacional por ser un partido político con registro.

Castillo Peraza impulsó un Programa de Redimensionamiento para profesionalizar a la organización. Si bien ya existían antecedentes, con el programa se buscó maximizar las cualidades del partido y hacerlo más eficaz para la lucha por el poder. En reiteradas ocasiones este dirigente panista señaló la urgencia de alcanzar ese objetivo porque la misma competencia electoral lo exigía. Con el redimensionamiento se plantearon como metas las de la consolidación de los órganos de base, poniendo atención a los comités municipales y formando seccionales o incluso de manzana; asimismo se creó un moderno sistema de comunicación "directa e inmediata" al interior de la organización para lograr la vinculación horizontal y vertical de los militantes y sus dirigentes; se instruyó a los mandos medios capacitados en la "sociología del voto", para poder planear y desarrollar mejor las tareas electorales; se atendió a los estados, a las regiones, con todos los recursos con los que se contaba.10 Con todo esto, Acción Nacional mostraba abiertamente su preocupación por ratificar su vocación de partido por la toma del poder y, en términos generales, se mostraba atento a continuar con su institucionalización organizativa.

Castillo Peraza fue el dirigente que mayor atención concedió a la modernización de la organización. Su postura se basaba en la idea de que la lucha electoral se iba a dar más en el terreno organi-zacional que en el ideológico, por la cercanía que las posiciones partidistas habían llegado a manifestar en nuestro país y en muchos otros países del mundo. La eficiencia organizacional era vista como una necesidad para el máximo dirigente panista, pues solamente contando con ella se lograría garantizar la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas.

La semejanza de propuestas económicas, sociales y culturales tiende, y tenderá, a ser cada vez mayor [...] La lucha será, en camino hacia el año 2000, de tipo organizacional, es decir, de eficiencia para conseguir el voto y defenderlo, de decencia y de eficacia en el ejercicio del poder cuando éste se consiga, y de posicionamiento, no sólo de imagen, sino real-ético-político.11

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11 ídem.

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¿La homogeneidad estructural?

Otro rasgo de un partido fuertemente institucionalizado es la homogeneidad estructural. Para poder medirla es preciso utilizar varios elementos, entre los cuales fundamentalmente encontramos el voto a favor del partido y el número de militantes existentes en el plano geográfico. En este apartado hacemos énfasis en el notable crecimiento de la militancia panista en los últimos años y, al mismo tiempo, destacamos las regiones donde cuenta con mayor presencia y aquellas donde resulta francamente escasa.

El PAN distingue en sus Estatutos a dos tipos de miembros: el activo y el adherente. Una de las metas de la dirigencia encabezada por Carlos Castillo Peraza (1993-1996) fue la elaboración de un padrón confiable de los miembros activos. El resultado de este arduo trabajo fue sintetizado en el siguiente cuadro, con datos de 1989 a 1994.

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Sin contar con datos del periodo 1996-2001, de cualquier forma el crecimiento panista es evidente hasta 1994. Después de la elección presidencial de ese año el partido realizó una re-afiliación nacional que incluyó también a los miembros adherentes. Los datos por entidad por año en el periodo 1995-2000 no han sido dados a conocer. Para este estudio solamente se obtuvieron las cifras vi-gentes en enero del 2001 y los datos globales número de activos y adherentes. En la medida en que los datos de 1994 y los más recientes no muestran gran diferencia, a continuación se manejan los datos de ambos años para presentar un panorama de la presencia panista en la República Mexicana.

En el padrón interno el ascenso del número de militantes es la tendencia. Baste señalar que en seis años el partido aumentó en más del doble su membresía. Esto expresaba un acelerado crecimiento si además tomamos en cuenta que siempre había sido una organización de cuadros (con afiliación individual) y no de masas.

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Si vemos la presencia de Acción Nacional en los estados en ese periodo, la membresía estaba concentrada en los estados de Sinaloa, Chihuahua, Jalisco, Guanajuato, Durango, Puebla y Distrito Federal, que permanecieron con una militancia por encima de la media nacional por año. En los primeros cuatro años Veracruz, Estado de México y Oaxaca están ubicados en ese conjunto. El segundo solamente en 1993 no superó el promedio anual. Por otro lado, Sonora, San Luis Potosí y Yucatán son entidades cuya membresía activa está por encima de la media en los últimos años. Para enero del 2001, Jalisco contaba con el 10% de los afiliados, y junto con otros siete estados aportaba al 50% de la militancia (Chihuahua, Estado de México, Guanajuato, Puebla, Nuevo León, Sinaloa y Durango).

Durante el periodo 1989-1994, Baja California, Nuevo León, Coahuila y Guerrero estuvieron dos años en este rango, sin que hubiera una tendencia definida para ellos.

Sorprende, por un lado, que Baja California (gobernado por el PAN en esos años) no apareciera a lo largo del periodo. También es curioso que Veracruz, Guerrero y Oaxaca aparezcan. En esta tercia de estados el partido no ha conseguido más que algunas victorias locales y la fuerza electoral de) PRI en ellos era contundente. Mi-choacán únicamente se cuela en 1992 en este grupo de estados de militancia numerosa.

En el lado opuesto encontramos a la mayoría de las entidades. En ningún año se llegó a sobrepasar el número 13 en cuanto a estados con membresía por arriba del promedio. Para el 2001 solamen-ic ocho lo superaban.

Los estados con escasa membresía eran: Quintana Roo, Baja ('alifornia Sur, Tabasco, Campeche, Hidalgo, Morelos, Nayarit y I I;i \cala. Colima y Chiapas contaban también con muy poca mem-lui-sía, así como Aguascalientes en los últimos cuatro años. Queré-i.uo en 1992 se estancó y Zacatecas aparecía entre los 10 estados con menor número de afiliados.

Para el 2001, Campeche, Quintana Roo, Aguascalientes, Morelos y Nayarit siguen sin contar con muchos panistas, pese a que el partido gobierna Aguascalientes desde 1998.

Si vemos las cifras por entidad, encontramos fenómenos significativos. Por ejemplo, en San Luis Potosí el salto es de 300% de Í992 a 1993. Ello no ocurre en otro estado. Sin embargo, para el 2001 el dato de afiliación es semejante a 1994.

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En Baja California, el PAN duplicó su número de miembros entre 1990 y 1991, pero se estancó entre 1993, 1994 y 2001.

En el caso de Chihuahua, de 1992 a 1993 casi duplicó sus números y al año siguiente aumentó en casi un tercio más. Pero su caída es grande pues pierde alrededor de 5 mil miembros. La pérdida de la gubernatura en 1998 es al mismo tiempo causa y efecto de este descenso del padrón partidista.

Guanajuato incrementó en más del doble su militancia de 1990 a 1991, y de éste al siguiente casi la duplicó otra vez, aunque para el 2001 su cifra indica un descenso probablemente debido a que Vicente Fox dejó la gubernatura en 1999 para dedicarse de lleno a su campaña presidencial.

Jalisco dobló sus números de 1990 a 1991 y de 1992 a 1993 lo volvió a hacer. Para el 2001 es la principal fuente de recursos humanos para la organización.

En Sonora aumentó más del doble de 1990 a 1991. Al año siguiente subió casi el doble de nuevo, para disminuir seriamente hacia el 2001, a causa de un agudo conflicto interno que implicó la renovación de la dirigencia local por decisión del CEN en el año de 1998.

En Sinaloa el partido creció constante hasta 1993. En 1993 decayó un poco. Esto puede deberse a que los panistas sinaloenses no apoyaron la candidatura presidencial de Diego Fernández de Cevallos en 1994. De cualquier forma la afiliación siguió decayendo hasta el año más reciente.

Yucatán, cuyos datos no aparecen en los tres primeros años, experimentó un crecimiento de más del doble de su membresía de 1992 a 1993, pero se redujo al año siguiente. Durango se mantuvo como centro de militancia relevante, y se detectaba un salto en sus cifras de 1992 a 1993, pero después se estancó. En Puebla hubo un incremento sustancial de 1991 a 1993, pero después se estancó. Guerrero parecía tener un incremento constante a lo largo de estos años. Pero fue superado ampliamente por los casos del Estado de México, Nuevo León, Veracruz y Tamaulipas.

Michoacán fue creciendo y alcanzó su mayor número en 1992, pero disminuyó al año siguiente, aunque después se recuperó para subir significativamente hacia el 2001.

En Oaxaca y Querétaro hubo estancamiento, en tanto que en Veracruz hubo una reducción de 1989 a 1990; después creció hasta el 2001.

Es significativo que el Distrito Federal no fuera el bastión principal de Acción Nacional en estos años. De hecho, en 1993 y 1994 se encontraba en el décimo lugar de entre los estados con mayor número de panistas. En el 2001 la situación era peor pues se ubicaba el 15° lugar.

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Para las entidades con pocos militantes, las elecciones federales de 1991 constituyeron una base importante para la afiliación. En el resto, al parecer, fueron más determinantes los respectivos años de comicios locales pues en cada uno el incremento al año siguiente es claro.

De los datos del 2001 cabe destacar el importante número de afiliados en los estados de Jalisco, Guanajuato y Nuevo León, donde cuenta con la gubernatura de dichas entidades. También son importantes sus números en Chihuahua, Estado de México, Puebla, Sinaloa y Durango pues representa una fuerza real por las Alcaldías que tiene en su poder y el número de diputados locales Con que cuenta. Por otro lado es relevante mencionar que Aguascalientes tiene una exigua presencia panista, pese a contar Con la gubernatura y otros importantes espacios de poder local. Sobresale el estancamiento en Baja California y Querétaro (gobernados por el PAN), así como el incipiente crecimiento en Nayarit y Morelos.

Si se toman en cuenta los miembros adherentes la tendencia es ascendente:

De ser 46 mil 165, pasaron a ser 437 mil 801 en el año 2000. No obstante, la distribución geográfica de este tipo de membresía es semejante a la de los activos: para enero del 2001 la mitad de ellos se ubicaba en siete entidades: Estado de México, Veracruz, Jalisco, Oaxaca, Distrito Federal, Michoacán y Puebla, entidades que (a excepción del Distrito Federal) se destacan por una importante inserción del panismo en el ámbito municipal o en la composición de los congresos locales respectivos.

El incremento de miembros no se ha dado: de un total de 141 490 en 1994, el partido pasó a contar con solamente 158 354 a principios del 2001. Si se toman en cuenta activos y adherentes la suma es de 596 mil 155 miembros, equivalentes al 1% del padrón electoral de nuestro país (cuya lista nominal de electores asciende a 58 millones 793 mil 522 ciudadanos en edad de votar). La mayoría de los miembros pertenece al sexo masculino pues solamente el 41.6% son de sexo femenino; la mayoría son ciudadanos adultos (únicamente el 16.8% son menores de 26 años).

Los estados con escasa inserción panista coinciden con la falta de una estructura de organización adecuada. A pesar de los triunfos, siguen siendo pocos los estados que cuentan con muchos militantes para llevar a cabo eficazmente el trabajo partidista. No obstante el notable crecimiento, el número de miembros es reducido si se toma en cuenta el total de empadronados que hay en el país.

Las fuentes de financiamiento

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El PAN se destaca de sus adversarios electorales por ser el único partido que durante muchos años se opuso al establecimiento legal del financiamiento público para sus actividades electorales, hecho que se dio en la reforma electoral de 1977. Por más de una década el partido se negó a recibir recursos salvo papel y cartulinas para sus tareas de proselitismo electoral. La discusión radicaba, según los panistas, en dos cuestiones: en primer lugar, el grado de dependencia política que podría generarse y, en segundo, el otorgamiento de legitimidad a la ley y al gobierno mismo con la aceptación del apoyo.

Las prerrogativas para los partidos políticos aparecieron en la legislación electoral en 1973. Entonces se les exentó de impuestos, se otorgaron franquicias postales y telegráficas y también se les reconoció el derecho a tiempo gratuito en radio y televisión durante las campañas electorales. En la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales de 1977 se abrió la posibilidad de que los partidos recibieran dinero para sus actividades y también equipo técnico para su labor editorial, propagandística y de difusión en los medios de comunicación.

Las reformas a la ley de 1973 no generaron objeciones de parte de Acción Nacional, pues las prerrogativas no eran entendidas como subsidio y, además, porque no daban margen para la corrupción. Pero en 1977 lo establecido en la ley sí fue motivo de discusión en las filas panistas. Inclusive la decisión del CEN (con Abel

Vicencio como líder nacional) de aceptar papel y carteles suscitó un conflicto interno. Cuando el partido ya había rechazado el financiamiento, el CEN no consultó al Consejo Nacional sobre la .11 optación de dicho material. El conflicto derivó en la renuncia de i natío panistas a las candidaturas para obtener diputaciones plurinominales; entre ellos estaban Manuel González Hinojosa, dos veces presidente del partido, y Jesús Martínez, quien renunció a la candidatura y a su militancia en la organización.

El CEN recibió el respaldo de la Comisión Permanente del Consejo Nacional, el cual ratificó el rechazo al subsidio y su aceptación del papel y los carteles.

El asunto no fue debatido otra vez sino hasta 1987, luego de que la LFOPPE fuera sustituida por el Código Federal Electoral. Esta ley fue rechazada en lo general por el PAN; en lo correspondiente al financiamiento, sin embargo, percibió con buenos ojos el que se definiera un procedimiento explícito para distribuir los recursos. A diferencia de la anterior ley, en la cual esa cuestión quedaba en manos de la Secretaría de Gobernación, el Código señalaba que para la definición de los montos del financiamiento era necesario tomar en cuenta costos de campaña, número de candidatos y votos obtenidos.

En 1987 el presidente del CEN puso a debate en el Consejo Nacional la aceptación o el rechazo al financiamiento público. Las posiciones versaron sobre si era ético aceptar el subsidio en una época de precaria situación económica de la sociedad mexicana, aunque algunos apuntaron que este asunto no tenía nada que ver con la moral. También se dijo que el financiamiento era legal y que debía aceptarse; otros argumentaron que podría ser legal sin ser legítimo. No fueron

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pocos los que demandaron la aceptación haciendo hincapié en las carencias de infraestructura partidista. Pero hubo también quienes manejaron la idea de que, más que recursos, se necesitaba trabajo organizado y sistematizado.

En el centro de la polémica estaba la dependencia que hubiese implicado la aceptación del financiamiento. Se habló de la imagen

"pulcra" de Acción Nacional y de la forma en que esos recursos podrían subordinar a la organización frente a los ojos de los electores. En una reunión regional previa al Consejo, Carlos Castillo Peraza afirmó:

Aceptar los recursos públicos, por una parte, disminuiría la autoridad moral de Acción Nacional y, al hacerlo, mermaría la capacidad de convocatoria y de liderazgo de la sociedad [...] por otra parte, la aceptación de esos recursos [...] le daría al régimen al menos algo de la autoridad moral que no tiene.

En mayo de 1987 el Consejo Nacional decidió rechazar el subsidio por una cerrada votación (68 a 58 votos). En ese entonces el tesorero Pedro Arellano informó que el presupuesto anual del partido sumaba unos 510 millones de pesos, constituidos con aportaciones de 20 mil socios, el 30% de las dietas de los diputados y las rifas públicas.13 Resulta curioso que entre los dirigentes nacionales de la época hubiera diferencias pues mientras que José Ángel Conchello y José González Torres sustentaron la propuesta ganadora, Bátiz y Madero argumentaron en favor de aceptar el subsidio.

A finales de 1988 el Consejo se reunió y deliberó nuevamente sobre este asunto acordando una posición positiva: cien consejeros votaron por aceptar el subsidio y 66 por rechazarlo; solo hubo una abstención. Lo que más pesó en esta decisión fue el conjunto de necesidades que la estructura organizativa requería a causa del franco desarrollo que parecía tener. Su orientación electoralista influyó en forma determinante en esta postura. Con ello el partido alimentaba su consolidación interna.

Sin embargo, los recursos financieros tuvieron sus efectos negativos en 1992, cuando los integrantes de la fracción interna denominada "Foro Doctrinario y Democrático" indicaban que si había miembros del CEN que percibieran salario, esto comprometía su voto con el presidente nacional. Asimismo, el sonorense Adalberto Rosas, precandidato a la presidencia de la República en 1993, indicó que con el financiamiento público únicamente se favorecía a la burocracia interna.

Esta es una de las consecuencias negativas que puede haber en los partidos en general, y tal vez la más grave sería la del desplazamiento de la auténtica militancia por la de la militancia clientelista. pero este es un problema para todos los partidos y no sólo para Acción Nacional.

Debido a la férrea oposición de un sector de los dirigentes a la aceptación del "subsidio", desde un principio este asunto se trató con mucha delicadeza. El manejo de los recursos recayó en una Comisión de Financiamiento Público que depende del Consejo Nacional, no del CEN. Se creó

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un reglamento para ello y, lo más relevante, se acordó que los nuevos ingresos se utilizarían principalmente para fortalecer la estructura orgánica de los comités estatales. A principios de 1995, Carlos Castillo afirmaba que:

[...] el 60% (del financiamiento público) va a los comités estatales, el 24% al CEN, 15% a la reserva para campañas federales y 1% para gastos de administración".14

Las cuotas son otra fuente de recursos para el partido. Aunque voluntarias, su monto es de medio día de salario mínimo vigente. La mayor parte de financiamiento por este rubro proviene de los panistas que han logrado cargos de elección popular, los cuales están obligados a aportar cierto porcentaje de su salario para el partido. En la actualidad la distribución de los ingresos por cuotas está definida de la siguiente manera:

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12 La nación, 15 de abril de 1987, p. 25.13 Proceso, 4 de mayo de 1987, p. 33.14 Carlos Castillo, "Informe 1991-1995 ante laXVI AsambleaNacional". 18 de marzo de 1995, en Palabra, No. 32, abril-junio de 1995, p. 34.

Fuente: PAN, Reglamento de las relaciones entre el PAN y los funcionarios públicos de elección postulados por el PAN, 1991, arts. 31 y 32.

Los panistas han logrado mantener una sana administración de sus recursos a lo largo de este tiempo que han vivido con subsidio legal. Inclusive, en una acción sin precedentes, han devuelto en dos ocasiones otras tantas sumas de recursos que según el partido no les correspondían. El PAN rechazó los montos de financiamiento público suscritos en la reforma del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFTPE) de 1996. Entonces pretirió quedarse únicamente con lo que según su propuesta le correspondía para final-mente devolver el excedente a la máxima autoridad electoral.

El financiamiento, el crecimiento de la membresía, el número de funcionarios públicos, de gobernadores, diputados, senadores y asambleístas multiplicaron los recursos, antaño basados en

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cuotas, donativos y en la recolección de los sorteos y rifas. Hoy el PAN cuenta con diversas fuentes de financiamiento y el subsidio legal no fue medio de control del gobierno sobre el partido.

La aceptación del financiamiento público fue una garantía para los panistas de viejo cuño de que los nuevos militantes de extracción empresarial no lograrían controlar al partido gracias a su capital. Esto significó independencia del CEN frente al pujante panismo norteño. Este había ingresado al partido asumiendo el papal protagónico en las campañas electorales locales. En razón de sus amplios recursos, se había desentendido de las directrices del CEN y, al mismo tiempo, logró paulatinamente ingresar a los cargos de dirección más importantes dentro del PAN.

La multiplicación de las fuentes de financiamiento y, más bien, la aceptación del subsidio legal en una época de crecimiento electoral, estimularon cuatro rasgos característicos del partido:

• La profesionalización de su burocracia ejecutiva, principalmente, y de sus militantes, quienes en buena medida siguen realizando su labor de proselitismo y organización sin contar con una compensación económica pero con mayor capacitación;

• La realización de campañas electorales técnicamente eficaces, con aprovechamiento al máximo de los relativamente abundantes recursos;

• La paulatina moderación y posterior aislamiento de los empresarios panistas de reciente ingreso, quienes vieron disminuida su influencia en función de su peso económico en la actuación panista;

• La conservación de la autonomía de la dirigencia frente al gobierno.

Más que un riesgo, la aceptación del financiamiento público representaba para el PAN la confirmación de que, aun con él, la organización era independiente del gobierno. En México la existencia de ciertos partidos subvencionados por el gobierno en forma ilegal y la atribución estatal de conceder registro y financiamiento a los que consideraba como partidos a pesar de no serlo del todo, daban argumentos al PAN para negarse a recibir el subsidio legal. El manejo claro y transparente de los recursos representó para el partido la oportunidad de confirmar tanto su independencia económica respecto del régimen como la posibilidad real de ejercer legítimamente esa prerrogativa.

En 1997, Acción Nacional dio otra muestra de su postura legalista respecto del financiamiento público al regresar recursos públicos destinados originalmente para las campañas electorales de ese año. Según la dirigencia del PAN, el cálculo hecho por la autoridad electoral fue erróneo y se otorgaron grandes cantidades de dinero a los partidos para financiar las campañas de candidatos a senadores de la república. De suerte que Acción Nacional hizo su propio cálculo, devolviendo el 38.5% de lo que originalmente se le concedió, equivalente a 45 millones 630 mil 449 pesos.15

El tema de los recursos públicos para los partidos tiene estrecha relación con el de las relaciones entre el gobierno y los partidos en general, asunto que trataremos en el siguiente apartado.

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Las relaciones del partido con el gobierno.

En nuestro país, el gobierno ha sido factor determinante en el tipo de sistema de partidos que tenemos. Por si fuera poco, en muchas ocasiones ha jugado un papel sustanti-vo en la vida de cada uno de los partidos políticos. Por mucho tiempo el gobierno controló sin cortapisas los procesos electorales, convirtiéndose en factor esencial de los triunfos de su partido, el PRI. Hoy es un hecho conocido y aceptado por todos que la ley obliga a cualquier organización a buscar su registro legal, so pena de no participar ni en los comicios ni en el reparto del subsidio oficial.

En el periodo de hegemonía del PRJ había partidos que simulaban ser de oposición. Mientras que en sus documentos y en algunas de sus declaraciones públicas hacían gala de extremistas, en la práctica adoptaban posiciones sin duda favorables al régimen: campañas electorales para dividir el voto, ataques a auténticos partidos alternativos, simulación de posiciones antisistema, sirviendo como espacios de consolación para priistas afectados por su partido, recibiendo apoyos ilegales y hasta curules en la Cámara de Diputados. Fueron los casos del Partido Popular Socialista, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional y, en menor medida, el Partido Verde Ecologista de México y el Partido del Trabajo.

El PAN estuvo lejos de ser un partido con este perfil. No hay datos fidedignos que demuestren dependencia financiera respecto del gobierno. Tampoco el que se le hayan otorgado triunfos electorales sin sustento popular y legal de por medio. La oposición panista fue, hasta su crisis de 1975-1976, funcional al sistema político: intervenía en elecciones, esto es, presentaba candidatos y realizaba campañas aun a pesar de sus constantes derrotas. También fue persistente en su manejo de un discurso contestatario (anti gobierno y anti PRI). Acción Nacional, en los hechos, era una oposición funcional al sistema político: de discurso crítico pero de acción legal, limitada y circunscrita a la arena electoral.

Su perfil poco competitivo fue lo que impidió su pleno desarrollo como opción electoral. Aunado a ello, el carácter autoritario del sistema electoral y de partidos fue un obstáculo insalvable para el partido de ciudadanos llamado PAN. Las determinantes externas contribuyeron a su limitado nivel de competitividad y, por lo tanto, a su falta de consolidación organizativa.

La situación cambió en los ochenta. El PAN emprendió su crecimiento pleno como un partido profesional-electoral, buscando expresamente el poder político.16

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15 La nación, 1 de marzo de 1997.

Estimulado por la apertura inicial del gobierno de Miguel de la Madrid, Acción Nacional luchó denodadamente por ganar gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones locales y diputaciones federales entre 1983 y 1986. Antes del proceso electoral de Chihuahua en 1986, para el gobierno, el PAN era uno más de los partidos de oposición. Las reuniones públicas entre estos

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actores constituyeron un pequeño espacio de discusión sobre problemas de carácter electoral aunque, según los panistas, para el gobierno fuesen simples consultas hacia un partido de oposición. Por ello el dirigente nacional, Pablo Emilio Madero, indicaba en 1985:

En los encuentros con el Jefe del Ejecutivo (noviembre de 1984 y mayo de 1985) exponemos nuestros puntos de vista uno tras otro, porque hemos dispuesto sólo de 30 minutos para hacerlo.

[...] cuando simplemente se escuchan los planteamientos que uno hace y el encuentro queda como una visita de cortesía, eso no tiene sentido. Ése no es el verdadero diálogo que construye […]17

En 1986 las contiendas electorales con el PRI y el gobierno en Chihuahua, Durango y Sinaloa obligaron a una ruptura de relaciones entre el ejecutivo federal y la dirigencia panista. Después de los comicios de Chihuahua y de la masiva movilización en contra del fraude, los adversarios del PAN buscaron negociar con el fin de resolver el grave problema político. Las dirigencias local y nacional y los candidatos panistas se negaron a ello. El CEN condenó de esta forma lo ocurrido:

[...] es evidente que la saña con que se estorbó y falsificó la expresión de la voluntad del pueblo en Chihuahua fue de tal magnitud, que los resultados electorales fueron totalmente distorsionados por los votos falsos agregados a las urnas y por los votos verdaderos que no pudieron ser depositados.

Sólo quienes están acostumbrados a considerar al hombre como un objeto pueden atreverse a ver el voto como una mercancía.

[...] Para Acción Nacional, el voto del pueblo no es objeto ni está sujeto a negociación.18

Por su parte, Guillermo Prieto Lujan, líder estatal en Chihuahua (quien participó también en las reuniones que se efectuaron con el Presidente de la República y en particular con el secretario de Gobernación) dijo: No negociaremos nada. Exigimos la nulidad de las elecciones. En Chihuahua acordamos no aceptar ninguna diputación ni regiduría de representación proporcional, porque también sería parte del mismo proceso electoral que repudiamos. Es más, no vamos a aceptar siquiera el triunfo que se nos reconoció en el ayuntamiento de Nuevo Casas Grandes, ni tampoco otros triunfos que podría, en marcha atrás, reconocernos el Colegio Electoral. Nuestra única postura es la anulación de todo el proceso.19

Durante la etapa poselectoral de los comicios chihuahuenses, la dirigencia pidió al presidente respeto a la legalidad. La Secretaría de Gobernación también intervino pero nada cambió el supuesto triunfo del PRI en la elección de gobernador.

Las campañas por la presidencia de la República en 1988 definieron las posiciones al respecto tanto del gobierno como del PAN. Hubo fuertes críticas de parte de Manuel J. Clouthier,

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el candidato presidencial panista, frente a sus contrincantes. Después de la elección, el fraude complicó la posibilidad de una relación armónica entre estos actores. '

El conflicto llegó hasta la petición de juicio en contra de Manuel Bartlett, Secretario de Gobernación, y de José Newman Valenzuela, Director del Registro Nacional de Electores, por la alteración del padrón y de los resultados de la elección federal de 1988.

Como consecuencia de estos comicios cambió drásticamente la ubicación de los partidos en la arena electoral. El PRI, enarbolando una plataforma abiertamente neoliberal, estuvo a punto de perder por primera vez la presidencia de la República. El Frente Democrático Nacional, reclamando la vigencia del nacionalismo revolucionario y aprovechando el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, la división del PRI y la crisis económica, se reveló como una alternativa para la población.

El PAN, por su parte, con una campaña fuerte, con recursos suficientes, un discurso anti gobiernista y con una notable similitud en sus propuestas económicas con las del PRI, fue desplazado del segundo puesto, que tradicionalmente ocupaba desde mucho tiempo atrás.

Ante la agudización del conflicto poselectoral, de cara a la capacidad de movilización que demostraba el neocardenismo y sacando a relucir su raigambre de partido legal, en el PAN comenzaron a escucharse voces en favor de la concertación. Por ejemplo, el secretario general, Abel Vicencio, advirtió:

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16 Panebianco afirma que en los años cincuenta el tipo más generalizado de partido era el burocrático de masas (acepción cuya autoría pertenece a Maurice Duverger). Pero en la actualidad prevalece el de partido profesional-electoral (el comúnmente conocido como "catch-all party"). El mismo desarrollo de los sistemas electorales y la evolución de los sistemas políticos autoritarios hacia regímenes de democracia representativa provocaron el paulatino deterioro del primer tipo. En la actualidad los partidos están casi exclusivamente dedicados a la participación electoral más que a la lucha social o dentro de una perspectiva política que trascienda lo puramente electoral (como antaño pretendieron hacerlo los partidos de masas). Las consecuencias de este fenómeno han sido la de una especie de "depuración" de los partidos para constituirse en organizaciones estables, sin muchos militantes pero con los suficientes para intervenir en comicios. Los cuadros dirigentes se han convertido en estrategas electorales, cuya principal meta no es la afiliación de un cada vez mayor número de miembros, sino la búsqueda de votos. La vida interna es poco activa y poco relevante pues el objetivo fundamental es la obtención de sufragios para ganar elecciones. De ahí también la importancia de los medios masivos de comunicación para estos partidos, pues a través de ellos se lleva a cabo la atracción de los electores. Panebianco, Op. cit., p. 267-270.

17 Madero apuntaba también que "La ley electoral de Sonora, injusta, ha sido motivo de preocupación nuestra. Se lo planteamos al presidente. El ordenó que se analizara la situación: no se hizo nada[...] En otro caso, hubo una reunión de dirigentes del PAN en Chihuahua. Ahí se llegó a un arreglo en relación con los auxiliares de la comisión electoral y los representantes en las casillas, porque la Comisión Estatal Electoral estaba 'amachada' en re- ducirlos a su mínima expresión. Se llegó a un acuerdo en Gobernación: la comisión electoral se echó para atrás. Pero como que no se logra nada. Se habla mucho pero no se llega a soluciones concretas. En Coahuila también se habló mucho. Se llegó a algún arreglo a través de negociaciones, en el asunto de Monclova. En Piedras Negras no se llegó a nada. Preferimos ya no negociar, porque no se obtiene nada". Proceso, 24 de junio de 1985, p. 8.

18 "Declaración del CEN", 10 de julio de 1986,en Proceso, 14 de julio de 1986, p. 3.

Tenemos que estar a la altura de las circunstancias. La actividad política depende de los tiempos que se viven. Si en este caso nuestro proyecto no es el de levantarnos en armas, tenemos que buscar un camino aceptable para los fines que perseguimos. Sería erróneo adoptar una táctica

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de lucha o resistencia que fuera buena por un momento, pero que a la larga resultara inadecuada. En este sentido, tenemos que pensar a largo plazo y no sólo en lo inmediato[...].20 Por su parte, Bátiz indicaba que la elección ya había sido calificada, independientemente de su legitimidad, y concluía:

Es una realidad con la que es necesario actuar. El PAN no es un grupo guerrillero, es un partido político y como tal debe seguir actuando dentro de la ley.

José Ángel Conchello afirmaba:

[...] (El PAN) está obligado a la constitucionalidad. Debe armonizarse la lucha de Manuel J. Clouthier por sus derechos como candidato y las tácticas del partido por acomodarse a la nueva realidad política. Estamos ante un gobierno de facto que necesita legitimarse. Aquí lo único que cabe es la concertación de buena fe.

Ante esta situación y con la plena convicción de que era mejor tener un gobierno ilegítimo de origen que una inestabilidad política que hubiera causado la anulación de los comicios, el PAN convocó al diálogo a todas las fuerzas por seguir avanzando en la búsqueda d; democracia y justicia. Lejos de la hermética actitud del gobierno anterior y ansioso por obtener el reconocimiento de sus adversarios, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari respondió de inmediato a la propuesta panista. Entonces comenzó una nueva etapa en las relaciones gobierno-PAN.

Una de las claves que explican el viraje panista fue la notable presencia del neocardenismo. Es innegable que el partido reconoció como adversario ya no sólo al PRI, sino a este nuevo contrincante, cuyas propuestas económicas a todas luces diferían sustancialmente de las propuestas panistas. Por ello el cambio en las relaciones PAN-gobierno ocurrió después de las elecciones de 1988.

Otro elemento que explica la nueva relación PAN-gobierno fue la privilegiada posición del partido en la Cámara de Diputados. Al ganar 101 diputaciones de 500, sus votos fueron necesarios para

19 Proceso, 28 de julio de 1986, p. 4. Es importante señalar que en ese entonces Luis H. Alvarez, candidato a la alcaldía de Chihuahua, afirmó que en el PAN "hay quienes postulan que debe aceptarse que vivimos en una realidad que nos obliga a mantener relaciones con el gobierno, lo que conlleva a la necesidad de mantener ciertas formas de conducta; y hay, por otro lado, quienes sostienen que debe asumirse una posición más enérgica frente al gobierno". Alvarez compartía la segunda posición: "Estoy convencido de que la acción electoral, por sí misma, en las circunstancias de nuestro país y habida cuenta del sistema político que padecemos, es insuficiente para lograr los cambios que México requieref...] Haré lo que esté a mi alcance para que se complemente la actividad electoral con otras acciones parale-las, siempre dentro de la línea de no violencia que hemos marcado [...] He sostenido la necesidad de no constreñimos a acciones que la ortodoxia marca en los sistemas verdaderamente democráticos. Vivimos en un medio antidemocrático. A partir de este hecho, no podemos actuar conforme a los cánones que distinguen a los partidos políticos en otros países". Proceso, 22 de diciembre de 1986, p. 20-23.

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realizar diversas reformas constitucionales formuladas en principio por el gobierno o por el PRI. Inclusive esto le permitiría llevar a cabo aportaciones sustantivas en ciertos aspectos de las reformas constitucionales.

Una clave más de la alianza fue la similitud programática de las propuestas priísta y panista en el terreno económico. Ciertamente el neoliberalismo impulsado por el gobierno de Salinas fue criticado por el PAN. Sin embargo, las diversas modificaciones a la Carta Magna que se requirieron para desarrollar tal proyecto económico fueron sustentadas por este partido.

Según la dirigencia panista, además de triunfos electorales, el partido había conseguido también una victoria cultural pues muchas de sus propuestas económicas y políticas fueron llevadas a la práctica por el gobierno. La reducción del gasto público, la venta de paraestatales, la apertura al exterior, por ejemplo, eran demandas que enarbolaba desde tiempo atrás. Por eso muchas de las medidas instrumentadas por el gobierno contaron con el aval de este partido cuando las modificaciones a la Constitución resultaron indispensables.

La primera de las manifestaciones de esta relación armónica fue la reforma a la constitución en materia electoral, realizada en 1989 y después en la nueva ley electoral que se formuló en 1990.

El panismo estuvo sin duda de acuerdo con las reformas al artículo 27 constitucional (conocida como la reforma del ejido), sobre la cual el coordinador de la fracción parlamentaria, Diego Fernández de Cevallos declaró:

La iniciativa del Ejecutivo federal rectifica rumbos, cambia radicalmente la posición política del gobierno, recoge planteamientos que se han oído a través de décadas [...] Reconocemos expresamente lo que significa para el Ejecutivo enviar una iniciativa que pretende romper de cuajo con mitos y tabúes, que enfrenta directamente a una corrupta burocracia política que ha hecho del campo desolación, miseria y muerte. El PAN no se suma a ella, la iniciativa toma plantea-mientas de Acción Nacional."

La reforma al artículo 130 (entre otros) referente a las relaciones Estado-iglesias también fue vista por Acción Nacional como un logro propio. Lo mismo ocurrió con cambios que se dieron en el ámbito educativo y esencialmente en cuanto a las reformas electorales realizadas después de 1990. Enja^ita-siguiente se sintetiza la apreciación de la dirigencia (en vélele Álvarez)<acerca de tales cambios:

Las reformas (constitucionales) son un avance importante, pero falta perfeccionarlas para considerarlas satisfactorias. En el caso de las leyes secundarias relativas al artículo 27 constitucional, las consideramos un paso transitorio, incluso reconociendo las modificaciones que nuestros diputados^-N lograron introducir al proyecto original. En el 130 creemos^-/ que habrá de

20 Proceso, 19 de septiembre de 1988, p. 17.21 ídem, p. 19,

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reglamentarse con cuidado lo que serán la actividad, los derechos y las obligaciones legales de las iglesias. En el caso del artículo 3, todo está virtualmente por hacerse, aunque reconocemos que se ha dado un importante paso hacia la libertad de educación con sólo despojar a las normas antiguas del carácter cuasidivino que se les atribuía.

Los principales miembros de la dirigencia panista (como Fernández de Cevallos) formularon incesantemente un discurso con el que al mismo tiempo que elogiaba los aciertos del régimen, decían criticar sus errores.

El carácter armónico de la relación fue más notorio en los conflictos que muchos de los comicios locales generaron. Ahí seguía presente el predominio de las estructuras de dominación priísta y el acelerado crecimiento de la fuerza electoral del panismo.

La historia partidista del sexenio lleva la marca de los acuerdos pos electorales a los que tuvo que llegar el PAN con el presidente de la República (que si bien necesitaba de su apoyo, continuaba teniendo un poder sumamente amplio). No fueron pocas las victorias panistas que en el pasado carecieron de reconocimiento gubernamental. Así, el reconocimiento de los votos en favor del PAN fue negociado por la dirigencia del blanquiazul bajo una línea gradúa-lista. Los interinatos fueron costumbre a partir de Guanajuato, en cuanto a gubernaturas de estado, y en diversas presidencias municipales. En la medida en que los comicios eran poco confiables, la duda sobre sus resultados era la base para la impugnación y posterior negociación de triunfos generalmente parciales; así, Acción Nacional aceptó interinatos propios pero con una fuerte influencia del PRI o del gobierno en ellos.

A lo largo del sexenio pasado el partido optó por aliarse con el poder ejecutivo federal para asegurar su desarrollo electoral en lugar de apostar a la formación de una alianza opositora. Los críticos de esta postura provinieron del mismo PAN. Por ello, su dirigente en 1991, Luis H. Álvarez, después de los comicios intermedios, apuntó:

Se ha sugerido e incluso afirmado que Acción Nacional concluye acuerdos secretos y cupulares con el gobierno, por detrás del pueblo y hasta ignorando los sufragios de éste. Lo niego rotundamente. Nuestros encuentros y diálogos con autoridades han tenido como único contenido la existencia del respeto a la ley y, en su caso, la del respeto del voto popular.

Por supuesto que hay otros senderos posibles. Entre ellos el de renunciar al diálogo con las autoridades y abrir el camino a enfrentamientos o a aislamientos que es precisamente el pueblo quien los sufrirá.24

Los argumentos no convencieron a los impugnadores de esta línea. Estos continuaron criticando a la dirigencia hasta que finalmente algunos de ellos abandonaron la organización.

____________________________________________________________________________

22 CEDISPAN, Prontuario PAN, 1993, mimo., p. 17.23 Luis H. Alvarez en una reunión del Consejo Nacional, La Nación, 16 de marzo de 1992, p. 9.

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Ciertamente el partido marcó sus diferencias con el gobierno no tanto en el terreno económico sino en el político. Las críticas estaban centradas en el presidencialismo, que implicaba la subordinación del Poder Legislativo y la presencia de un Poder Judicial disminuido. El centralismo era parte sustancial de ese sistema, al igual que la carencia de un estado de derecho en el que se respetaran los derechos políticos y civiles de los ciudadanos.

Cuando se realizaron las reformas electorales en el sexenio pasado, el PAN, jugó un papel decisivo en la elaboración y aprobación del nuevo orden electoral.26 El partido llamó la atención sobre la necesidad no sólo de una reforma a las normas sino también a las prácticas de la burocracia gobernante.

Más allá de acciones y declaraciones aisladas en sentido contrario, el papel de Acción Nacional a lo largo de los últimos dos sexenios fue de respaldo a las políticas del gobierno. El partido adoptó una línea moderada, de adaptación a las condiciones políticas del momento y se convirtió según algunos en una oposición responsable; según él mismo, en un partido cogobernante; según el presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, en su "aliado estratégico".

La obtención de tres gubernaturas y el control de algunos congresos locales en el sexenio 88-94 hicieron que Acción Nacional se comportara como partido en el poder. Su identidad cambió: de partido de oposición pasó a ser partido gobernante. En su informe al Consejo Nacional en septiembre 8 y 9 de 1990, Alvarez mostraba en su discurso ese nuevo perfil panista:

[...] seguiremos buscando, propiciando y practicando el diálogo, continuaremos nuestra labor de edificación de consensos, persistiremos en la modesta tarea de avanzar todo lo que se pueda y de modificar la actitud de nuestros adversarios demostrando que somos capaces de cambiar la nuestra.

Reitero, para el caso, mi convicción: hay un modo seguro de lograr que la realidad no cambie: asumir la actitud y la práctica políticas que, desde el enunciado constante de los principios más altos, se abstiene de participar en la toma de decisiones, y en aquellas

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24 Alvarez, Luis H., Mensaje al Consejo Nacional, reunido en León, Guanajuato los días 7 y 8 de septiembre de 1991, en idem, p.

25 A pregunta expresa, Diego Fernández de Cevallos afirmó que "Entre los principales aciertos están los relacionados con las reformas económicas y del Estado promovidas por el gobierno [...] En relación con los desacier-tos, el primero y fundamental es el no haber abierto el paso franco a condi-ciones democráticas del país, es decir, subordinar el cambio político a sus intereses". Cfr. Reyes Heroles, Federico, 50 preguntas a los candidatos, México, FCE, 1994, Además, PAN, La fuerza de la democracia. Plataforma política 1994-2000. México, Sría. Nacional de Estudios-PAN, 1994, p. 90.

26 "[...jdurante el sexenio Acción Nacional mantuvo la iniciativa en materia electoral; en la elaboración del documento final (de 1989) y en las refor-mas posteriores (1993 y 1994) intervinieron todos los partidos, pero lapro-puesta panista fue central en la elaboración de los documentos de discusión y en el proceso de negociación interpartidista". Loaeza, Soledad, op. cit., p. 415.

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tareas que acercan la realidad a los principios y a los ideales. Proclamar éstos y dejar que todo siga igual sería una forma de conservadurismo.

El acercamiento del PAN con el PRI y el gobierno (o a la inversa), dio lugar a la posibilidad de un gobierno de coalición entre estos dos partidos. En 1993, a unos cuantos días de que Luis Donaldo Colosio fuera postulado por el PRI y en medio de la disputa por la alcaldía de Mérida, en el estado de Yucatán, Carlos Castillo Peraza (a la sazón el dirigente nacional) declaró que su partido podría aceptar colaborar con un gobierno priísta si se daban las siguientes condiciones:

Primera: elecciones limpias y, segunda, un acuerdo sobre el programa de gobierno. Habría que hacer un acuerdo político muy serio y estudiado sobre el programa de gobierno, porque la sola distribución de sillas o de espacios de poder [...] conducen a fracasos estrepitosos, no sólo de gobierno, sino de política en general."28

Esta postura fue muestra de que el partido estaba dispuesto a mantener una relación armónica con el nuevo titular del Poder Ejecutivo. La posibilidad de un gobierno PRI-PAN contrastó con la posición asumida por el blanquiazul durante la campaña con respecto a una alianza con el PRD. El candidato presidencial, Diego Fernández de Cevallos, apuntó que: *

No creemos que para derrotar al PRI se necesiten alianzas o unión de fuerzas de la oposición. No todas las alianzas se justifican. Históricamente ha quedado demostrado que con estos procedimientos se retrocede.

Pensar en una alianza de partidos para derrotar al PRI y al gobierno podrían llevar a México a un camino de retroceso, argumentó.

En el sexenio 1988-1994, Acción Nacional evitó plantear abiertamente sus coincidencias con el PRI y con el gobierno. Siempre tuvo el cuidado de no cuestionar al régimen de Salinas de Gortari. Simplemente buscó resaltar las diferencias con sus propuestas, que se ubicaban fundamentalmente en el terreno político: auténtica división de poderes, fortalecimiento del poder judicial, autonomía de los municipios. En el plano económico, censuró el que hubiera un grado tan elevado de marginación y de pobreza como resultado de la política económica seguida por Salinas de Gortari. Por ello, la propuesta panista era la de una economía humana, no "salvaje" como la del gobierno. En realidad las coincidencias no eran de fondo entre ambas fuerzas. Hubo diferencias siempre, que el partido prefirió encubrir. En lugar de hacerlo, decidió capitalizar finalmente las -

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27 La nación, 17 de septiembre de 1990, p. 15.

28 La jornada, 11 de diciembre de 1993, p. 10. Castillo Peraza fue el impulsor principal de la estrategia de la relación armónica con el gobierno. En su postulación para dirigir al PAN, llegó a afirmar lo siguiente, en alusión a los críticos de esa línea: "Nos están tratando de llevar a un panismo de pe-rros acosados; nos hacen hablar de nuestros dirigentes como de la cúpula; nos hacen hablar de nuestros debates como de negociaciones ocultas, su-cias. Nos quieren hacer sentir "salmistas" y creer que abandonamos la doctrina; toda la prensa, nuestros adversarios de los distintos colores[...], todo es para que el panista se sienta apenado de ser panista". "Mensaje al Consejo Nacional de Carlos Castillo Peraza como candidato a la presidencia nacional del partido", en PAN, La victoria cultural 1987-1996, México, EPESSA, 1999, p. 234.

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propuestas que, siendo iniciativas del presidente de la República o de su partido, parecían responder a las antiguas demandas de Acción Nacional.30

La postura frente al gobierno fue sumamente respetuosa, no así con los gobiernos locales o con los candidatos presidenciales del tricolor. Esto tuvo su razón de ser en la idea del PAN de que su objetivo era "combatir el sexenio del presidente Salinas de Gortari, no derrotarlo". Por México, decía el candidato presidencial panista en 1994, el gobierno debía terminar bien, con un trabajo constructivo. ~ Esta fue una constante en el discurso de Diego en ese entonces.32 Todo lo contrario puede decirse de su actitud respecto de Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD, para el que emitió por lo general acres comentarios. En el momento de que se hizo alusión a una posible alianza, puso siempre de por medio los principios de Acción Nacional, asegurando que era imposible el acuerdo entre organizaciones con doctrinas diferentes.

La relación con el gobierno de Ernesto Zedillo

Sin destacarse por encima del resto de los partidos, en el sexenio del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), el PAN planteó sus posiciones frente a cada acontecimiento, tratando de ser el principal interlocutor y el crítico más maduro del gobierno de la República. Conservando la misma línea política que en el sexenio anterior, el panismo se afanó por ser el sostenedor de la legalidad, del "Estado de Derecho" frente a los excesos tanto del régimen como del resto de las fuerzas políticas. Sin llegar a comprometerse con el impulso de una profunda reforma económica y política. Acción Nacional se constituyó en "asesor" del nuevo gobierno, con el fin de evitar un colapso del régimen político.

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29 Castillo Peraza afirmó: "'Acción Nacional hace la política que Acción Na-cional decide. No estará a la merced de nadie. Su único aliado estratégico es el pueblo y su única estrategia es la democracia". "Mensaje del presi-dente nacional a la XL Convención Nacional". 20 de noviembre de 1993, en PAN, La victoria cultural [...], p. 268.

30 Loaeza resalta las divergencias entre las propuestas del gobierno y las del PAN en el sexenio de Salinas de Gortari: "la imagen de que el PAN gober-naba desde la oposición contribuyó la aparente coincidencia entre la pro-puesta modernizadora del presidente Salinas y las antiguas reivindicaciones de ese partido. No obstante, el alcance de la influencia de Acción Nacional en las políticas de gobierno es palpable únicamente en el ámbito electoral, pues en otros terrenos las diferencias [...1 nos habla de una profunda incompatibilidad. Así aparecen en asuntos concretos como el restablecimiento de la banca mixta; los cambios al artículo 27, relativos al régimen de la tenencia de la tierra, y al 130, sobre el status jurídico de las iglesias. Con ellos el Ejecutivo perseguía profundizar la modernización del país; para los panistas, en cambio, eran una rectificación histórica que le daba la razón a Acción Nacional, que desde 1939 había propuesto la titu-lación de las parcelas y el reconocimiento de la Iglesia Católica". Loaeza, Soledad, op. cit., p. 482.

32 Y no sólo Diego. Por ejemplo, Francisco Barrio, gobernador de Chihuahua, quien desde el comienzo de su gestión concedió elogios a Salinas de Gortari, en la campaña de 1994 llegó a afirmar que "la federación" tenía una real preocupación por evitar los fraudes electorales, y que buscaba que el proceso del 21 de agosto no fuese cuestionado. Consideró que el gobierno federal no trabajaba ya con el fraude, pues estaba preocupado porque los partidos y la ciudadanía participaran en los comicios. La jorna-da, 12 de abril de 1994, p. 16.

33 Al hacer referencia a las reuniones solicitadas por el Presidente con diputados federales, senadores y asambleístas, además de las que pidió con el CEN y los diputados y senadores del PAN, de la actitud negociadora en Chiapas y la firma del Acuerdo Político Nacional, Carlos Castillo Peraza señaló que todo ello "permitía hablar objetivamente del inicio de una nueva manera de ejercer el poder presidencial". Respecto de la supuesta debilidad de Zedillo, indicó: "Mi convicción es que el presidente no tiene la fuerza de antes, ni puede ni quiere tenerla, pero que la presidencia es todavía en el país y frente a los demás actores sociales, la más fuerte que hay, y la más arcaica y antidemocráticamente fuerte que podría haber si se da un solo paso atrás o si estimulamos que se dé". Castillo Peraza en

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su mensaje en la sesión ordinaria del Consejo Nacional panista, el día 28 de enero de 1995. En el suplemento especial de La Nación, 17 de febrero de 1995, p. 6.

En la ratificación de una alianza de largo alcance, el PAN se olvidó de las condiciones que durante la campaña de Diego Fernández de Cevallos había definido para poder participar en un gobierno "plural": limpieza en el proceso electoral y proyecto de gobierno acordado entre las fuerzas participantes. Ni uno ni otro fueron elementos evaluados a conciencia por Acción Nacional, el cual finalmente justificó su participación con el endeble argumento de que la del presidente había sido una invitación a título personal y no al partido. Aunque la dirigencia panista reiteró esta idea, tanto la declaración del presidente nacional de la organización, Carlos Castillo Peraza, de que primero se convocó a Fernández de Cevallos y después, ante su negativa, a Lozano, así como las declaraciones de éste poco después de su designación, son muestras de que la PGR fue cedida al partido.34

La actuación de Lozano no se distinguió del todo de las anteriores gestiones. Por el contrario, la PGR bajo su administración respaldó al Presidente de la República y al régimen al no esclarecer ni los asesinatos políticos de 1994, ni la vinculación del narcotráfico con el gobierno, y al servir de instrumento en el intento de aprehensión de los dirigentes del grupo guerrillero llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Tampoco hubo mejoras relevantes en la impartición de la justicia a través de la PGR. Ciertamente a Lozano le correspondió proceder al encarcelamiento del hermano mayor del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, por ser el autor intelectual del asesinato del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, después de los comicios presidenciales de 1994. Pero el balance resulta poco favorable para su gestión en general.

Además de la designación de Lozano, debe considerarse el hecho de que en la lista del ejecutivo federal enviada a la Asamblea de Representantes del D. F. para su ratificación, la militante panista Esperanza Gómez Mont fue propuesta como delegada de Benito Juárez, en el Distrito Federal.35

En el conflicto chiapaneco, Acción Nacional fundamentó su postura en su concepción del cambio gradual y su convicción a favor de la legalidad. En marzo de 1994, Castillo Peraza, dirigente nacional., indicó:

Acción Nacional nunca ha coqueteado con la violencia, nunca ha cedido a la tentación de la clandestinidad. No lo hará ahora, y por eso se presenta ante los mexicanos como la única opción democrática y pacífica de genuino cambio social y de auténtica reforma política [...]

34 Cfr. Castillo Peraza, Carlos, Informe a la XVI Asamblea Nacional Ordinaria, 17 de marzo de 1995, mimeo., p. 30. Al día siguiente de anunciado el gabinete, el nuevo procurador declaró que por la envergadura del puesto, cuando le fue ofrecido lo planteó a la dirigencia nacional del PAN, que no sólo analizó y autorizó que él aceptara sino consideró que era realmente un logro importante de la oposición, "de mi partido, por la perseverancia, por el trabajo, así como por la calidad moral del blanquiazul". La nación, 9 de diciembre de 1994, p.

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35 También un simpatizante perredista, Alejandro Ordorica, fue propuesto para la de Tláhuac. Ambos fueron ratificados por la ARDF. La Jornada, 15 de diciembre de 1994, p. 56 y 14.

Querernos orden y luchamos por el orden. No por el orden impuesto autoritariamente desde la ilegitimidad o exigido, no menos autoritariamente, desde instituciones sin democracia interna o desde agrupaciones clandestinas.

El orden que nos preocupa y nos ocupa es el orden democrático, el orden que fluye de la definición común y la realización común del Bien Común, de la vigencia de leyes justas, de la eficacia del sufragio, de la construcción dialogada del poder público, de la vigencia del Estado de Derecho, del equilibrio e independencia entre los Poderes del Estado, de la justicia social que, como bien se ha escrito, es la forma política de amor al próximo.36

El Acuerdo Político Nacional zedillista fue visto positivamente por el PAN porque convenía a sus intereses. Antes, se trataba de asegurar una salida pacífica y legal a la difícil situación política. Con el nuevo gobierno la apuesta era profundizar el cambio político. Pero quedó en suspenso por la debilidad de la modelo de desarrollo descubierta en diciembre de 1994.

La reforma constitucional que pretendía darle un mayor grado de autonomía al poder judicial no estuvo exenta de críticas del PAN. Pero también contó con sus votos de apoyo.

Poco después, frente a la crisis económica y a los evidentes signos de fracturas en la burocracia gobernante, Acción Nacional reiteró su papel en el régimen político imperante.

Cuando la crisis económica se manifestó en 1995, Acción Nacional impugnó lo que ya antes había cuestionado de la política económica. Pero sobre las medidas de emergencia, trató de reconocer un nuevo discurso presidencial e hizo eco del mismo. Sin alternativa propia, Acción Nacional sugirió lo que parecieron propuestas aisladas para superar la emergencia económica.

a) "[...] construir un gran acuerdo nacional para la normalización económica y política del país".

b) b)"[...] que sea el Congreso de la Unión quien decida en materia de impuestos [...] y que éstos cumplan los principios constitucionales de equidad, generalidad y proporcionalidad".

c) Que el "Poder Ejecutivo [...] informe al Congreso [...] los detalles precisos de las causas de la crisis, así como de quienes a su juicio son responsables individuales o institucionales de los errores competidos".

d) Que en la lucha contra la inflación "se incluyan compromisos que vinculen al sector financiero y generen en el mercado de dinero condiciones de competitividad tales que propicien una disminución significativa de las tasas de interés. Asimismo, compromisos que ayuden a superar esta crisis a quienes se han visto atrapados por ella en la trampa de las carteras vencidas".

e) "la plena y definitiva autonomía del Banco de México y que éste anuncie [...] las reglas de política monetaria".

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36 "Mensaje del presidente del CEN a la XLI Convención Nacional". 19 de marzo de 1994, en PAN, La victoria cultural [...], p. 279-280.

f) "reforma estructural del gasto centralizado con criterios de austeridad, de reducción de burocracias paralelas como las creadas por PRONASOL y con metas de auténtico federalismo".37

Cuando el paquete presidencial fue anunciado, Acción Nacional no hizo sino reiterar sus críticas en el discurso. Ya antes la dirigencia había impuesto, tal como reconoció explícitamente el mismo presidente nacional panista, un voto diferenciado de sus representantes populares en la discusión del paquete de créditos que el gobierno federal había concertado con el exterior.

Mientras que los senadores votaron en favor, los diputados lo rechazaron.j8

Poco después, y tal vez por el cúmulo de críticas que recibió esta postura dentro y fuera del partido, el paquete económico de emergencia fue rechazado por ambas fracciones parlamentarias.

Frente a la rebelión indígena, el panismo sostuvo la línea ya manifestada en 1994. Llamando al irrestricto respeto de un supuesto "Estado de Derecho", Acción Nacional justificó la ofensiva militar del gobierno. En tanto que Lozano Gracia al frente de la PGR fungió como un actor más del escenario justificador de la ofensiva, la dirigencia nacional apoyó abiertamente la iniciativa y sólo reiteró la necesidad de respetar la ley. Muy pocos se atrevieron a reconocer que precisamente la acción gubernamental era anticonstitucional. Por lo demás, tampoco fue seriamente cuestionado el hecho de que el nuevo gobierno estaba encubriendo las profundas raíces del movimiento rebelde, dándole simplemente una explicación judicial.

Así como no se ponía en duda la validez del proyecto económico, en el caso Chiapas tampoco se impugnó la inexistencia de una propuesta de solución de fondo a los graves problemas de los sectores mayoritarios de la sociedad mexicana, que se evidenciaban en esa rebelión indígena.

La relación entre el PAN y el gobierno tuvo variaciones relevantes en el nuevo sexenio debido a que el gobierno decidió establecer acuerdos tanto con el PAN como con el PRD. El peso electoral del PAN por un lado, y por otro, la ya armada vinculación que el partido tenía desde el periodo anterior posibilitaron la continuación del diálogo entre ambas fuerzas. Acción Nacional dejó de ser el aliado exclusivo para pasar a una fase de negociación entre todos contando con un papel privilegiado y siendo capaz de traducir sus coincidencias con el gobierno en funciones en el ámbito parlamentario.

El primer paso de negociación fue (como ya se señaló) el Acuerdo Político Nacional de 1995, en el cual los partidos y el gobierno se comprometieron a discutir y formular un programa para la

37 Síntesis de la "Posición frente al Acuerdo de Unidad para Superar la Emer-gencia Económica", 3 de enero de 1995,en La nación, 6 de enero de 1995, pp. 22-23.

38 Cfr. Castillo Peraza, Carlos, Informe a la XVI Asamblea Nacional Ordina-ria, 17 de marzo de 1995, mimeo., p. 34-35.

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reforma del estado mexicano. Para tal efecto se trabajó en mesas de concertación en las cuales las dirigencias de los partidos y representantes del gobierno debatieron y fueron definiendo las grandes líneas a partir de las cuales se lograría dicha reforma.

Las vicisitudes de la concertación fueron muchas. PAN y PRD se levantaron de las mesas en protesta por procesos electorales locales presuntamente fraudulentos. En el caso del PAN, las irregularidades en el pequeño municipio poblano de Huejotzingo lo orillaron a retirarse de las pláticas en abril de 1996." Si bien la reforma del estado no cuajó en tales encuentros, sí se consiguió formular un proyecto general de reforma electoral que cristalizaría en la reforma a la constitución en los artículos referentes a la cuestión electoral y en diversas modificaciones al Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales |COFIPE] en el año de 1996. Uno de los logros de esta legislación fue la eliminación del control directo del gobierno sobre los órganos electorales, con lo que desde entonces los comicios en general se llevarían a cabo sin generar la inestabilidad e incertidumbre que provocaban en el pasado.

El PAN fue actor fundamental en la reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Ya desde su constitución en 1989, el partido había introducido una serie de propuestas en la ley que habían sido aceptadas por el Poder Ejecutivo para su ratificación en el Congreso de la Unión. El PRD fue el que intervendría constructivamente por vez primera en una reforma electoral.

La percepción de la dirigencia panista acerca del régimen era fundamentalmente positiva.40 La concepción general formulada por el presidente nacional, Carlos Castillo Peraza, en 1995 exaltaba las virtudes del presidente de la República y atacaba sistemáticamente a los caciques que prevalecían en la clase política de entonces:

[...] las fuerzas antidemocráticas que aun prevalecen en el interior (del PRI)[...] parecen haber decidido utilizar el federalismo y la separación PRI-gobierno del discurso presidencial para cobijar en los niveles locales la antidemocracia. Sólo que, si el proceso de perfeccionamiento democrático naufraga, el presidencialismo del que queremos salir será sustituido por un caciquismo local incontrolable, multiplicado por miles, y la separación PRI-gobierno será reemplazada por su exponencialización estatal y municipal. Al amparo de ideales en los que nunca creyó, este caciquismo hará rehenes suyos a los ciudadanos de estados y municipios, y también al gobierno de la República.41

39 El alcalde priísta electo, Miguel Ángel Martínez Escobar debió pedir licencia para que se nombrara como sustituto al panista Heriberto Ramírez Cerón. La jornada, 16 de mayo de 1996.

40 Castillo Peraza consideraba los siguientes elementos al respecto: diálogo entre el Ejecutivo y el Legislativo; entre aquél y la oposición; mejores le-yes, instituciones y prácticas electorales; invitación del Presidente Zedillo a Lozano para ocupar la PGR, y el intento de negociación para la resolución del conflicto en Chiapas. Cfr. "Mensaje del presidente del CEN al LXV Consejo Nacional", mayo de 1995, en PAN, La victoria cultural [...] op. cit., p. 341.

41 ídem, p. 34-2

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En 1996 el partido era dirigido por Felipe Calderón Hinojosa, ex secretario general con Carlos Castillo Peraza. A semejanza de lo que éste en su momento había diagnosticado respecto del régimen, Felipe Calderón sostuvo la hipótesis de la existencia de dos tendencias en la clase gobernante: por un lado la del presidente de la República y, por otro, la de los liderazgos regionales despectivamente llamados cacicazgos.42 En algún momento incluso identificó al PRI como "el mayor obstáculo de la modernización política y económica del país".43 Este diagnóstico permitía mantener su vínculo con el presidente de la República, supuestamente la parte moderna y democrática de la clase política, y facilitaba el deslinde de los liderazgos tradicionales del PRI en los gobiernos locales y en el Congreso de la Unión.

Lo que el PAN no pudo explicar fácilmente (ni tampoco otras fuerzas y analistas políticos) fue el invariable endurecimiento de los "blandos" de la clase política priísta en cuanto a la instrumentación de su política económica de corte neoliberal. El único argumento esgrimido recurrentemente por los parlamentarios panistas cada vez que votaron a favor de medidas vinculadas directa o indi-rectamente con la política económica vigente fue el "bien de la nación". Con ello aseguraron su conservación y, en consecuencia, no constituyeron dique alguno para revertir los efectos de la estrategia gubernamental en amplios sectores de la sociedad.

La identificación de "duros" y "blandos" por parte del PAN se basaba en la consideración de que se vivía en un proceso de transición a la democracia y que éste además debía ya concluir. Calderón expresaba su certeza de que la transición se vivía en realidad en estados y municipios donde se había alcanzado la alternancia. También buscaba consolidar procesos e instituciones que brindaran garantías para una alternancia en el plano federal para las elecciones de 1997 y, posteriormente, para las del 2000.

Un cambio fundamental en las relaciones entre el partido y el gobierno tuvo lugar en las elecciones del 97. Por primera vez en su historia el PRI no logró tener la mayoría absoluta de las diputaciones, con lo cual los representantes del resto de los partidos instituyeron un bloque mayoritario (erróneamente denominado "bloque opositor"). Aunque el panismo no obtendría los resultados esperados de las elecciones federales intermedias de 1997, la nueva composición del Congreso de la Unión concedió un margen de maniobra amplio al PAN para ubicarse estratégicamente en el escenario político nacional: para modificar la constitución y hacer leyes reglamentarias, el PRI requería del apoyo del PAN, pues el PRD difícilmente se lo iba a otorgar. Otra vez el PAN emergía como pieza insustituible para que el gobierno afianzara la política económica y los raquíticos avances de la llamada reforma del estado.

42 Manuel Bartlett fue calificado de esta forma por Calderón por el caso Huejotzingo y también por la promoción de una ley local (Ley para el Federalismo Hacendado) que dejaba en manos del ejecutivo estatal la distribución de recursos financieros para los municipios. Luego, con motivo de la presunta ejecución fraudes electorales en comicios locales, también serían identificados como tales los gobernadores de Yucatán, Víctor Cervera Pacheco, y el de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado. Con éste úl-timo incluso se daría una confrontación más ríspida en 1998, cuando las fracciones parlamentarias del PAN y el PRD pretendieron hacerles juicio político a ambos gobernantes. Santiago Creel Miranda, diputado del PAN, fue centro de los ataques del tabasqueño. Los juicios no fructificaron, pero sirvieron al panismo para demostrar la veracidad de su concepción sobre el régimen político en ese entonces.

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Tal situación explica en parte la falta de acuerdos sólidos entre el PAN y el PRD en el sexenio. Todos los intentos de alianza política entre ambos resultaron frustrados, a excepción del alcanzado para el gobierno de la Cámara de Diputados en el periodo 1997-2000.44 El PAN prefirió entablar negociaciones y firmar pactos con el poder ejecutivo en vez de favorecer la constitución de una alianza opositora. Las diferencias ideológicas tuvieron su peso en los desencuentros, y sobre todo influyeron las diferentes concepciones que ambos partidos tenían del cambio político.

Como los panistas no apostaban al derrumbe del régimen, preferían caminar conforme a lo establecido por el gobierno. Sin una estrategia global clara, el PAN se sumó a las políticas de los gobiernos de Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.45 Aunque su trabajo parlamentario rindió frutos, su presencia electoral se estancó y, en algunos casos, hasta decreció relativamente en los comicios federales y en la mayoría de los locales de 1997 y 1998.

A raíz de los comicios federales del 97, los partidos diferentes del PRI se vieron en posibilidad de cargar la balanza hacia su lado y el gobierno se vio forzado a la negociación directa con ellos. La constitución del "bloque opositor" fue punto de partida para redefi-nir las relaciones gobierno-partidos, de la cual resultó una vinculación más equilibrada entre ambos, en particular en lo que al PAN se refiere. Este partido se cuidó de precisar que el bloque funcionaría solamente para gobernar la cámara de diputados y de inmediato estuvo dispuesto a negociar y, en su caso, a aprobar las iniciativas del ejecutivo o del PRI.46

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43 "Mensaje del presidente nacional del CEN a la Convención Nacional de 1996", en La Jornada, 17 de noviembre de 1996.

44 El II de agosto de 1997 el PAN, el PRD, el PT y el PVEM acordaron:'1. Rescatar la dignidad y la independencia del Poder Legislativo; 2. Integrar en forma paritaria al órgano de gobierno de la Cámara y hacer rotativa su presidencia; 3. Modificar el formato del informe presidencial; 4. Integrar comisiones de manera proporcional; 5. Ciudadanizar a los funcionarios camarales y designarlos por consenso". La jornada, 12 de agosto de 1997. Los dos acuerdos iniciales ya en la cámara fue para su instalación en agos-to del 97 y para la distribución de las comisiones, que efectivamente se realizó en forma proporcional.

45 Luis Felipe Bravo Mena, sucesor de Calderón como dirigente nacional del PAN, también tuvo presente la distinción entre "duros" y "blandos" ya mencionada, sin valorar las nuevas condiciones para la relación con el go-bierno que daba la composición de la Cámara de Diputados a partir del 97. Esto es evidente en el hecho de que, luego de que el PRI suspendiera la se-sión donde se discutiría la reforma al COFIPE aprobadas por los diputados en 1999, se reunió con el Secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco. Al salir de dicho encuentro, Bravo se manifestó dispuesto a continuar con las negociaciones en otros aspectos de la reforma del estado y dio por cancelada la discusión sobre las modificaciones a la legislación comicial: "Nosotros no podemos establecer que, simplemente por una inconformidad, porque no haya salido la reforma electoral, otros temas deben quedar pendientes. Yo creo que eso no es lo correcto. Lo correcto es que cada tema sea analizado en su propio valor, en su propia dimensión, y sea resuelto de acuerdo al análisis que cada partido hagamos y lograr los acuerdos para tener las reformas a las leyes que son necesarias". La jornada, 3 de julio de 1999

46 El PAN aprobó la Ley de Ingresos y el Presupuesto para 1998. Luego, con el bloque, aprobó la reducción del IVA del 15 al 12%, lo cual fue rechaza-do por el Senado ( que contaba con mayoría priísta). Más tarde, el PAN aprobó los rescates carretero y bancario. En este último primero se acordó la conversión en deuda pública del 63.4% de los pasivos del FOBAPROA (350 mil millones de pesos), que serán pagados con los impuestos de todos los contribuyentes. Posteriormente, en diciembre del 1998. PAN y PRI aprobaron la iniciativa de Ley de Protección al Ahorro Bancario, del cual se derivaría el IPAB, organismo sustituto del FOBAPROA.

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Aunque el resto de los integrantes del bloque recriminaron la actitud del panismo, PRI y PAN aprobaron medidas de diversa índole. En todo caso, el PRI tuvo en sus manos la posibilidad de detener en el Senado prácticamente cualquier acuerdo del bloque opositor de los diputados.47

El protagonismo de Acción Nacional fue notorio en el caso del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA). El proyecto de ley finalmente aprobado. Mediante el cual se concretaba el rescate de los bancos endeudados, fue elaborado por el PAN bajo la asesoría de la Secretaría de Hacienda, es decir, del Poder Ejecutivo Federal. El panismo por vez primer lograba tener la iniciativa de los cambios con más claridad que en el caso de la reforma electoral. No era gratuito pues tanto el tamaño de su grupo parlamentario como su afinidad con el proyecto económico del gobierno eran las razones principales de su capacidad para determinar el rumbo de fuerzas diversas de su entorno político.

El destacado papel del PAN no es explicable sin tomar en cuenta la condición acotada del presidente de la República. En la concepción del PAN sobre el ambiente, era razonable el acercamiento del ejecutivo con el panismo si su propio partido no estaba del todo de acuerdo con sus políticas desde el principio del sexenio.

No debe olvidarse que la "sana distancia" establecida por Ernesto Zedillo ante el PRI, más allá de su verdadera magnitud, fue vista críticamente por muchos sectores de este partido. Además prevalecía el conflicto presente sobre todo desde el sexenio anterior entre la fracción tecnócrata y los grupos políticos tradicionales de la élite priísta. Por si fuera poco, aun sin desearlo, el presidente Zedillo requería del apoyo panista por la misma composición de la Cámara de Diputados y por la oposición del PRD a arreglos con el gobierno en materia de política económica. En otro contexto es difícil imaginar tales alianzas por parte del Ejecutivo Federal.48

El caso FOBAPROA generó diferencias en el panismo que dificultaron a la dirigencia proseguir con su línea de negociación y acuerdo con el gobierno. Un factor externo, la sucesión presidencial, también repercutiría en la disminución de los tratos PAN-gobierno. De cualquier forma, su capacidad de adaptarse y de controlar el ambiente fue manifiesta en ese momento. Su institucionalización seguía siendo palpable.

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47 Uno de los más sonados fue el de las reformas al COFIPE que el bloque acordó a mediados de 1999. Con una maniobra legaloide, la mayoría priís-ta ni siquiera puso a discusión el dictamen; sencillamente lo suspendió. De haberse aprobado, esas reformas se hubieran aplicado en los comicios del 2000 y hubieran permitido facilidades para formar coaliciones, mejorar la fiscalización del financiamiento público y de los gastos de campaña, así como otorgar el derecho de voto a los mexicanos residentes en el extranjero.

48 El suceso protagonizado por Francisco José Paoli en diciembre de 1999 es un ejemplo: justo en el momento de votarse en la cámara de diputados la asignación de recursos para el IPAB, Paoli abandonó la sesión, aun siendo presidente de la mesa directiva en esa ocasión, posibilitando con ello que el PRI aprobara su postura (que era la del Ejecutivo federal). Por un voto de diferencia, el PRI evitó que se establecieran "candados" para el instituto: "el retorno de los 5 millones de dólares que donó Carlos Cabal Peniche a las campañas electorales de Roberto Madrazo y Ernesto Zedillo en 1994 y las listas con los nombres de las personas que realizaron operaciones ilícitas que pararon en el Fobaproa [...] la desaparición de Paoli Bolio no pudo ser más oportuna para los afanes del PRI, para dar recursos al IPAB como lo quería el gobierno federal. El tablero quedó 245 votos para el G-4 y 246 para los priístas". La jornada, 29 de diciembre de

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1999. La acción de Paoli generó muchas críticas de parle de sus correligionarios (incluyendo a Fox), lo cual provocó que el partido emitiera un extrañamiento a su diputado.

Su consolidación organizativa estaría en tela de juicio a partir de la sucesión presidencial del 2000, que empezó en realidad tres años antes. El PAN de nueva cuenta se hizo presente como actor protagónico en esa coyuntura debido a que uno de sus gobernadores comenzó su campaña en pos de la presidencia de la República desde los comicios de julio de 1997. La labor proselitista de Vicente Fox rompió con muchas tradiciones de la sucesión presidencial del régimen autoritario. Al interior del partido representó también una alteración importante de las reglas escritas, al grado de que finalmente sería el único aspirante público de la candidatura panista. Por si fuera poco, metió al partido a la discusión con el PRD acerca de una gran alianza opositora (la cual finalmente no se concretaría por las diferencias ideológicas entre ambas fuerzas). Como ocurre en todos los partidos con liderazgos fuertes, en este caso el de Vicente Fox puso en predicamento la fortaleza institucional del partido al transgredir reglas y prácticas tradicionales en los procesos de selección de candidatos. Y el partido fue incapaz de dar respuesta al activismo del guanajuatense.

Conclusiones

El PAN vivió un proceso de institucionalización desde mediados de la década de los ochenta hasta el año 2000. En principio, planteó la conquista del poder como su principal objetivo. Estimulado por los nuevos militantes que llegaron desde 1983, utilizó diversos recursos propagandísticos y de movilización política inéditos hasta entonces; desde 1988 la negociación con el gobierno sería una estrategia más. El partido vislumbró con claridad el rumbo a seguir en la transición política que el régimen experimentaba: la del cambio gradual y pacífico.

La actitud del panismo en los comicios presidenciales del 88 reflejó también su consolidación organizativa: dentro de un ambiente adverso, fue capaz de adaptarse para finalmente salir con la mejor parte de la crisis política de ese entonces.

Los signos de una institucionalización fuerte son, en primer lugar, la conformación de un aparato burocrático, que se aprecia en el crecimiento de la estructura formal partidista. Si bien la inserción del partido no es nacional, sí tiende a serlo. Por otro lado, la preocupación de los dirigentes por profesionalizar a la organización ha estado presente desde 1987.

Un segundo signo es el incremento de los recursos financieros a través de diversas fuentes, tales como: las cuotas de los militantes, en especial de los funcionarios gubernamentales y de los representantes con cargos de elección popular; las aportaciones de los empresarios que empezaron a participar desde 1983; el financiamiento público que el partido aceptó desde 1988 y

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que dio a la dirigencia el sustento necesario para asegurar su autonomía ante los fuertes liderazgos regionales de extracción empresarial.

En tercer lugar, en el caso de las alianzas con otras fuerzas, el partido dio muestra de su capacidad de adaptarse al ambiente político y al mismo tiempo de poder modificarlo según sus propios intereses. Su relación con el gobierno en el periodo 1988-2000 le redituó más saldos positivos que negativos, si bien un elemento sustantivo como es el de su perfil ideológico se desdibujó por su cercanía con los gobernantes de esos años y con el PRI en el Congreso.

Las relaciones de Acción Nacional con el gobierno en su periodo de institucionalización pasaron de una etapa de fuerte confrontación y hasta ruptura (entre 1984 y octubre de 1988) a otra de diálogo y armonía (desde noviembre de 1988 al 2000). Más allá de la situación concreta que forzó este cambio (a saber, la cerrazón del gobierno de Salinas se transfomó en apertura a la negociación de parte del gobierno del presidente Zedillo, la aparición y desenvolvimiento del neocardenismo y más tarde del PRD, las aparentes coincidencias programáticas del gobierno con el ideario panista y la consolidación del partido como opción electoral), también hay que reparar en el hecho de que esta actitud es muestra de la capacidad de adaptación del partido.

En el sexenio salinista parecía que el PAN había preferido asumir el papel de "conciencia" del gobierno. El partido apuntaba errores y planteaba posibles soluciones; vigilaba la actuación estatal y llamaba la atención hacia el respeto de los derechos ciudadanos; adoctrinaba e instruía a un cada vez mayor número de mexicanos; frente a la crisis, buscaba adoptar una actitud serena y hacía propuestas cuya base era el respeto a la legalidad; antes de pretender el derrumbe del régimen, el partido buscaba el cambio legal y pacífico, en el que cualquiera podía ganar. En el fondo, Acción Nacional basa su línea en la idea de que él era el único capaz de sustentar un cambio con estas características. Esa línea, sin embargo, tenía una contradicción intrínseca: Acción Nacional concedía la iniciativa de los cambios al gobierno.

Lo que ocurrió desde 1996 fue un crecimiento notable del partido como gobernante en el plano local y particularmente su papel en el parlamento se incrementó notablemente desde 1997. La composición de la Cámara de Diputados dio un giro a las tradicionales formas de vinculación subordinada de los partidos hacia el gobierno, otorgándoles un mayor peso tanto al PAN como al PRD. Incluso el primero sería el más beneficiado con esta situación pues pudo ejercer una política de alianzas proclives al régimen en su conjunto pero cada vez más con un carácter decisivo. La capacidad del partido de adaptarse y de controlar el ambiente político fue evidente y con ello su fuerte institucionalización organizativa. Por su parte, las instituciones clave del régimen político autoritario, el presidente de la República y su partido, dieron muestras de una debilidad que no se les había conocido hasta entonces.

Pese a todo, los signos de la institucionalización fuerte del PAN no son en modo alguno definitivos. Factores internos o externos pueden alterar sustancialmente su sistema organizativo en el futuro inmediato, sobre todo a raíz de su paso de partido de oposición a partido gobernante en el año 2000. De hecho, este año marca el inicio de una nueva fase de desarrollo en la cual el

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partido tiene la oportunidad de darle mayor consistencia a su institucionalización. Nada mejor para ello que estar en el poder.