10 cosas de las copas par sil

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Diap 1 COSAS DE LAS COPAS CUENTOS DE Rosalino Carigi (Revisión Abril 2016) IMAGEN CARÁTULA, litografia, pablo picasso, 1961,

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COSAS DE LAS COPAS

CUENTOSDE

Rosalino Carigi(Revisión Abril 2016)

IMAGEN CARÁTULA, litografia,

pablo picasso, 1961,

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DEDICATORIA

A todos los viajerosque tengan el

pasaportede la

imaginacióny la visade la

añoranza.

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DEDICATORIA

A todos los viajerosque tengan el

pasaportede la

imaginacióny la visade la

añoranza.

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COSAS DE LAS COPAS

PLAZA DEL INMIGRANTE – CERRO MONTEVIDEO – AÑO 1996 - NOCHE – (MONTAJE)

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COSAS DE LAS COPAS

VIEJO DON DE LA PLAZA DEL CERROCON EL NARRADOR Y EL GATO DE

JUANBOLICHE DE LA

ESQUINA

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ÍNDICENo. CUENTO DÍA FECHA

Diap INICIO1

DEDICATORIA5INTRODUCCIÓN7NOTA INCIAL801 - LA PLAZA MIÉ. 31-ENE-1996902 - UN LUNES LUN. 05-FEB-19961103 - LA MEDIDA MAR. 13-FEB-19961304 - CARNAVAL MIÉ. 21-FEB-19961505 - LA EDAD MIÉ. 28-FEB-19961706 - ÉPOCAS MIÉ. 06-MAR-19961907 - INTERROGANTE MIÉ. 13-MAR-19962108 - CRISTAL MIÉ. 20-MAR-19962309 - OTOÑAL LUN. 25-MAR-19962510 - UN VIERNES VIE. 05-ABR-19962711 - CUATRO MIÉ. 10-ABR-19962912 - FERIADO VIE. 19-ABR-19963113 - SERVIR MIÉ. 24-ABR-19963314 - 1º DE MAYO MIÉ. 01-MAY-19963515 - MATERNAL LUN. 06-MAY-19963716 - ROMANCE VIE. 17-MAY-19963917 - LAS ROCAS MIÉ. 23-MAY-19964118 - PERGAMINO VIE. 31-MAY-19964319 - PERDIDO MIÉ. 05-JUN-19964520 - RETROCESO MIÉ. 12-JUN-19964721 - MADURANDO MIÉ. 19-JUN-19964922 - CONVENTILLO MIÉ. 26-JUN-19965123 - TAMBORES MIÉ. 03-JUL-19965324 - QUIJOTADA VIE. 12-JUL-19965525 - PATERNAL MIÉ. 17-JUL-19965726 - RIENDO MIÉ. 24-JUL-19965927 - SEIS MESES JUE. 01-AGO-199661

No. CUENTO DÍA FECHADiap

28 - VOLANDO MIÉ. 07-AGO-19966329 - PARADAS MIÉ. 14-AGO-19966530 - CHOQUES MIÉ. 21-AGO-19966731 - SINTIENDO MIÉ. 28-AGO-19966932 - AULLIDOS MIÉ. 04-SEP-19967133 - PRESENTE MIÉ. 11-SEP-19967334 - LAS CITAS MIÉ. 18-SEP-19967535 - CENIZAS LUN. 23-SEP-19967736 - JUSTICIA MIÉ. 02-OCT-19967937 - MEZCOLANZA MIÉ. 09-OCT-19968138 - CARDANDO * MIÉ. 16-OCT-19968339 - TÍTULOS MIÉ. 23-OCT-19968540 - LAS CAÑAS MIÉ. 30-OCT-19968741 - MUERTOS MAR 05-NOV-19968942 - TORMENTA MIÉ. 13-NOV-19969143 - CALLADO MIÉ. 20-NOV-19969344 - LA VITROLA MIÉ. 27-NOV-19969545 - MEDIANÍA MIÉ. 04-DIC-19969746 - NADANDO MIÉ. 11-DIC-19969947 - SUEÑOS MIÉ. 18-DIC-199610148 - INOCENTES JUE. 26-DIC-199610349 - ATRAVESADO VIE. 03-ENE-199710550 - LOS REYES MIÉ. 08-ENE-199710751 - PRISIONES MIÉ. 15-ENE-199710952 - RESUMEN MIÉ. 22-ENE-199711153 - EL LEGADO MIÉ. 29-ENE-1997113CONCLUSIÓN115SE DICE DE MI (El Escritor) 117 FIN119

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

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COSAS DE LAS COPAS

INTRODUCCIÓN

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¿Por qué un libro de cuentos con ese título?

Podría decir porque es una frase muy usada para indicar las tonterías habladas después de unos tragos.

Pero, ese no fue el motivo. Luego de finalizar las “Charlas con el

Loco de la Esquina”, dejando a Juan en su cuarto del manicomio, en un rincón de normalidad... me sentí perdido.

De nada servía imaginarme en la esquina, reviviendo allí las pláticas con él, acompañado de su gato... seguía perdido.

Y una madrugada que estaba escribiendo a un amigo lejano, al concluir de narrarle una utópica reunión en un antiguo bar de nuestra juventud, terminé con esa expresión:

–... sólo son Cosas de las Copas.

INTRODUCCIÓN

COSAS DE LAS COPAS

¿La frase quedó latente, y fueron surgiendo los cuentos.

 ¿Qué es verdad y que es ficción?¿Cuáles son recuerdos y cuáles

fantasías?El boliche de la esquina aún existe.El viejo don amigo existió.La plaza todavía está. Y en ella, el

laurel...A ellos se pudo ir gracias al visado de

la añoranza.Y, con el pasaporte de la imaginación

se llegó a:Un cantinero singular.Un banco en las sombras.Un diálogo sin tiempo. Y en él hablar de...

Cosas De Las Copas. 

Rosalino Carigi2003

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COSAS DE LAS COPAS

NOTA

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La idea fue narrar un cuento relacionado a cada semana del año desde el:

31 de Enero de 1996 al 29 de Enero de 1997.

Esto dio 53 cuentos, por ser bisiesto el año 1996.

En su redacción, además de las frases propias de cada cuento, se tomaron muchas de libros anteriores.

También se usaron, con el atrevimiento que da la edad, unas pocas de canciones y escritos de otros autores.

Respecto a los personajes, en general son una amalgama de seres reales y ficticios.

El cantinero es creado por la fantasía. Es difícil encontrar un bolichero parco, filósofo, humano e intelectual.

Agregando que nunca fui asiduo a los boliches o bares.

El viejo don amigo es una fantasiosa mezcla de muchos Dones del ayer, aquellos viejos con sabiduría de años.

Y sobre todo, basado en un vecino de la casa de mi niñez. Un criollo medio indio, socarrón, sabio, irónico y profundo.

NOTA

COSAS DE LAS COPAS

El narrador, es la fantasía de mí mismo... ya viejo y vuelto utópicamente al lugar de mi juventud. *

Buscando su verdad en el viejo barrio, con el entrevero de sentimientos, añoranzas, ideales, realidades y frustraciones.

Y cada semana, se va transformando más en el don amigo, mientras éste va desapareciendo en la noche del pasado.

La plaza, es la plaza de la iglesia del barrio... y fantasías.

El boliche, era el de la esquina de la iglesia... y fantasías. **

Y queda la mayor fantasía... la de este libro.

Una fantasía más de Cosas de las Copas.

...oo0oo...

  * En el año 2006 volví real y totalmente al Uruguay, el cual, por lógica ya no era el lugar de mi juventud.

** En el año 2004, paseando por mi barrio, vi que el boliche ya no existía más. Lo había comprado la iglesia y hacía parte del colegio religioso.

Sonreí triste e irónico. Miré hacia la plaza… ni el viejo don ni yo ya íbamos a ella….

Sin embargo, creí verlo a él sonriendo también.

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Hacía mucho que me había ido y poco que había vuelto. No encontraba nadie de los que quedaron ni de los que dejé.

Sintiéndome un extraño, y solo, decidí ser otro fugitivo de su propia soledad... buscando la compañía de las copas.

Anocheciendo, fui tras el ayer. Y aún permanecía allí, en la plaza y en el bar frente a la plaza... detenido en el tiempo.

Tomé unas copas, hablamos cosas. El tabernero dijo que, años atrás, aquel viejo se sentaba bajo un laurel de la plaza.

Ese viejo fue un don en mi niñez, lo admiraba con respeto. Siempre salía sabiendo algo más luego de estar con él.

No el conocimiento que daban los maestros de la escuela. Era algo profundo... aunque hubiésemos estado en silencio.

Me despedí del bolichero y bajé con cuidado el escalón de la entrada del bar.

LA PLAZA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

01 - LA PLAZA MIÉRCOLES 31-ENE-1996Basado en “La Fortuna” de “David, un Botija”

Viajando con el pasaporte de la imaginación, que tiene el visado universal de la añoranza,

siempre es posible el encuentro con el pasado

Tenía más años encima... y más copas.Crucé la plaza. Y en el banco junto al

laurel percibí, en la penumbra, la silueta de aquel don. Parecía esperarme.

Uno hombre grande y sereno.Hacía muchos años que no lo veía.

Años en que me alejé. Años en que yo había envejecido.

Sin embargo, él seguía igual. Me senté frente a él. Y en la noche su

voz sonó con la serenidad del tiempo:–¿Volviste?... –dijo, sin asombro–

¿Cómo estás?–Volviendo, como usted dice. Ésta es

mi querencia.–Hasta el potro más redomón extraña

el potrero. –afirmó él– Mira que te fuiste lejos...

–Sólo caminé otros caminos. Y ahora veo que todos tienen subidas y bajadas, lomas y barrancos, montes y arroyos.

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–Pero, tú fuiste a verlos más allá. Nosotros nos quedamos. –afirmó el viejo– Aunque, también noto en ti cierta tristeza.

–Tristeza del que deja una tierra para hacer su destino en otra. –susurré– Y al final, será extranjero en todas...

–A veces se es extranjero sin salir de un lugar. Mira, somos dos sombras en medio de la noche, de la plaza... y del tiempo.

–¿Sabe don? La tierra es redonda. –filosofé con el alcohol– Más se aleja uno de un lado, más se acerca por el otro. Por lo tanto, siempre se está en medio de algo... ¿No cree?

–Creo es que estuviste en medio de las copas. –rió él– Y creo que no es igual una posición media que una tercera.

Nuevamente era aquel niño que siempre aprendía del viejo.

–A ti te gustaba andar en las quebradas. –continuó el don– No ibas por los caminos marcados. Por eso, quizás te fuiste...

–Y usted se quedó, y tuvo aquí su vida. –le indiqué– Vivió los hechos de cada momento junto con los suyos.

LA PLAZA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

LA PLAZA

–Y tú los has vivido con los tuyos. –razonó él.

–No fue igual. Hoy comprendo lo que sentían esos viejos emigrantes cuando se sentaban en la plaza y miraban lejos.

–Todos somos emigrantes. –sentenció– Venimos del pasado yendo hacia el futuro. Y sólo llevamos un atadito al hombro.

–En él se traen las esperanzas. –murmuré– La de triunfar y la de volver. Que se pierden al ir abriendo el atadito.

La brisa fría me pegó en la cara. Me levanté despidiéndome.

–¿Te vas?... –preguntó él.–Me fui hace tiempo, –respondí– y

siempre estoy volviendo.–Yo me quedé, –dijo él– y como

siempre, me quedo...Dejé al viejo en la penumbra. Crucé la

plaza. Pero estaba seguro que, pronto, otra noche, hablaría otra vez con él.

¿De qué?... De cualquier cosa... de cosas de las copas.

...oo0oo...

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Por la ventana observo que la noche ya es oscura.

En la pared, un antiguo y enorme reloj indica la hora. A las manillas se le ha caído el dorado; como a mí, el pelo. Pasa el tiempo.

El cantinero sirve otra copa. Y, con una mustia sonrisa, me dice que ésa va por la casa.

Comprendiendo, agradezco con igual sonrisa. Es la copa del qu’irse.

La tomo enseguida. Pago las anteriores y me levanto del taburete. Me despido diciendo que voy a hablar con el viejo de la plaza.

No hay nadie en el bar, pero lo digo en voz baja.

El hombre me mira. Se levanta de hombros... y comienza a lavar las copas. Quiere marcharse. Hoy es lunes.

Al salir, tropiezo con el escalón del bar.

Soy recibido por la calle con una bofetada de aire fresco que me despeja del sopor de las copas.

Voy hacia la plaza. Desde lejos, veo la forma del viejo don en el banco debajo el laurel.

Lunes. En el mortecino atardecer me dirijo al

bar. Cruzo la plaza. Miro el banco debajo el laurel.

El viejo don amigo no está en él. Pero, es seguro que en la noche vendrá.

Entro en el local. El bolichero, al verme, pone una copa

en el mostrador y vierte la bebida. Ninguno ha dicho una palabra, nos

hemos entendido con una inclinación de cabeza. Inclinación que es saludo y conformidad.

Hace poco que he vuelto al lugar, mucho que me fui. Pero, soy cliente conocido.

Los cantineros son filósofos de la vida. De vez en cuando hablamos, y el

mayor tiempo callamos. No le cuento del viejo don, aunque en

los ojos del tabernero noto que lo sabe.Cada tanto algún parroquiano entra,

pide una copa, la bebe, y se va. Es lunes, día gris y apático. Ayer en la mañana, este lugar debe

haber estado lleno de gente eufórica.

UN LUNES

Desde que se puso el domingocomo primer día de la semana,los otros son una triste carga.

(Reflexiones de Humgrand Penn de Joc)

02 - UN LUNES - LUNES 05-FEB-1996

Diap 11 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

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–Por tanto el domingo es una fantasía... –opino, burlón.

–La realidad es la semana de siete días. –dice– La fantasía es el día de descanso. Para los judíos es el sábado. Para los mahometanos, el viernes. Y para los cristianos, el domingo.

–¿Y usted que es? –pregunto, con vieja curiosidad infantil.

–Yo no soy, fui... En eso nos parecemos... sólo fuimos.

–Sólo fuimos... –murmuro, hundido por esa verdad– Solo fui un viajero que sembró en otras tierras... ¿Y usted?

–Otro viajero, sin salir de la misma tierra.

Sentí molestia en las articulaciones de la mano. Pensé en el viejo, y me levanté despidiéndome.

–Hasta la próxima semana. –me responde.

–¿Cómo sabe que vendré?–Lo sé... tenemos que hablar... de

cosas de las copas....oo0oo...

Y me siento en el muro frente a éste.–¿Llegaste? –dice apacible– Tardaste

algo en volver.–¿Algo? –acoto con un suspiro– Fue una

vida...–Si es por tu aliento, –aclara él,

irónico– sólo es el tiempo de unas copas. Si es por tu sentimiento, no tiene medida.

–Hoy es lunes. –elucubreo con tonta dialéctica alcoholizada– Parece que las horas fuesen más largas.

–El hombre cambia los valores. –sentencia él– Alguien puso el domingo de primero, y gastamos en él toda la energía.

–“Trabajó seis jornadas y descansó la séptima” –recito yo– Así dice la Biblia. Aunque, esos son mitos antiguos.

–Todas las historias está llena de cuentos y realidades. –me indica– Las realidades las hacen unos hombres, las convierten en cuentos sus seguidores, y las dogmatizan en fantasías los políticos y sacerdotes.

UN LUNES UN LUNES

Diap 12 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

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Diap 13

Martes. Ha pasado una semana. Cuando entro al bar me extrañan dos

cosas. Una, he llegado tarde, son las nueve

de la noche. Otra, en el mostrador hay varios

parroquianos.El cantinero me mira y, con un gesto,

me señala una mesita adosada a la ventana.

Desde ella se ven las fantasmagóricas siluetas de los árboles de la plaza.

La mesa está solitaria y vacía. Me siento, uniéndole mi vacío y soledad. Toco el vidrio. Hay otras huellas, soy uno más.

El bolichero me trae una copa y la botella.

Sonrío triste al ver en ésta la cinta vertical que indica las copas a tomar.

Antes, la palabra de él o la mía hubiese sido la medida.

Los tiempos cambian. Ahora todo es acotado.

Me devuelve la sonrisa adivinando lo que pienso, y deja a mi albedrío el servirme.

LA MEDIDA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

03 - LA MEDIDA - MARTES 13-FEB-1996

Medir es sólo comparar,y depende con que se compara.

(Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas)

Se va, quedo solo. Hay clientes, él debe atenderlos.Pasan los minutos, pasan las copas, y

el menisco del líquido baja de marca en marca en la tira. Observo que ya son varias rayas, y recuerdo que mi viejo don amigo me ha citado.

Llevo la botella y la copa al tabernero, quien desde atrás de la barra sirve a los que están en el mostrador. No mira la cinta, me pregunta cuantas tomé. Le digo y pago. Saludo y me voy.

Me siento bien. Hay cosas que no se miden.

Llego en la oscuridad hasta el banco. El viejo don mira lejos. No veo sus ojos, pero imagino que ve los tiempos del ayer. Le cuento lo sucedido. Y exclamo emocionado:

–Copas medidas con la medida del hombre...

–Querrás decir con la medida de un hombre. –sentencia– Y estás contento porque él midió con tu medida.

Sus palabras enfrían mi embriagante euforia. Callo, y quedo viendo la mancha oscura del monumento en la plaza.

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Diap 14 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

–Medir es sólo comparar. –continúa él– ¿Quieres que te cuente algo que pasó hace muchos años?

Lo miré con sorna, y el don comenzó a narrar:

–Bueno. Yo trabajé en una empresa donde abundaban los técnicos y todo se hacía según normas internacionales. Hasta la medida de la mínima cosa debía ajustarse a cánones.

Había un maestro albañil, un trabajador excelente. Sus obras siempre estaban acordes a los planos e instrucciones escritas y diseñadas por el departamento de ingeniería.

En un techo existía una torre de destilación cuya entrada quedaba algo lejos de la escalera de acceso a la platabanda. Decidieron por tanto abrir otra puerta más próxima.

Solo era una puerta más. Consideraron que no ameritaba un

estudio y dibujos. Llamaron al maestro albañil y le

indicaron que hiciera la puerta cercana a la escalera.

Y él, siempre formal maestro, preguntó:

–“¿Cómo quieren la puerta?”

–“Una puerta para que pase un hombre.” –le dijeron

El maestro la hizo. Pero, cuando se pasaba por ella, la

mayoría se lastimaba la frente. Le reclamaron.

Y él respondió muy seguro:–“Ustedes me ordenaron que la hiciera

para que pasara un hombre. Yo paso por ella.”

Era cierto. La había hecho a la medida de un hombre... a la de él. Y el albañil medía un metro con cincuenta centímetros.

La risa escondió la reflexión. E inquirió mi viejo don amigo:–Y ahora... ¿Qué dices de la medida

del hombre?–Que existen cosas que son únicas, por

tanto no hay con que compararlas. Usted y el cantinero no tienen medida...

Me levanté y nos despedimos hasta una próxima noche.

Otra noche que también hablaríamos de cosas de las copas.

...oo0oo...

LA MEDIDALA MEDIDA

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CARNAVAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Miércoles de Ceniza. La tarde tiene un profundo silencio. Quizás sea por la reflexión sobre los

desatinos hechos los días anteriores. Aunque, seguro que es por el agotamiento.

Las calles aún están sucias de papelillos y serpentinas que se mezclan con residuos de las bebidas... y de los humanos.

Voy hacia el bar. El bolichero debe haber tenido buena venta en las carnestolendas.

¡Qué nombre rebuscado para las horas que liberamos el ansia de diversión... y la oculta perversión!

Camino por la acera de enfrente a la plaza. Donde está la iglesia. Y el perfume de incienso me arrastra a la niñez. Entro. Asombrado, observo rejas y candados en los portones.

Me siento en el último banco. De los primeros salen los fieles y van a arrodillarse cerca del altar. El sacerdote les impone un polvo gris. ¿Es la ceremonia del ángelus o la de las cenizas?

Lo he olvidado. Toda aquella inocente mística en un más allá, se perdió en alguna esquina de un más acá.

Me parecen conocidos ciertos gestos y ciertas personas. Al envejecer se nos van igualando los seres y los rostros. Me levanto, saliendo.

No me persigno... sería una falsedad.Ya es oscuro. Voy hacia la esquina,

hacia el bar. Al pasar frente a la ventana, veo que la luz de adentro está apagada. Pero al llegar a la puerta, las lámparas ya alumbran.

El cantinero pasa detrás del mostrador. Y en silencio pone la botella y la copa en éste, sirviéndomela. El local se encuentra pulcro, sin restos que denuncien la juerga de Carnaval.

Observo más. Un papelito de color se ve bajo un vaso. Una mancha gris se ve en la frente del bolichero...

Pasa el tiempo. Cada tanto esbozamos una mustia sonrisa. Él me sirve otras copas, y yo las tomo despacio. Llega la hora de ir a ver en la plaza al viejo don. Pago, saludo y me voy.

04 - CARNAVAL – MIÉRCOLES 21-FEB-1996Peca, que Dios perdona

(Refrán popular español)

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CARNAVAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

De los senderos emana el acre olor del papel, hojas, alcohol y de los fluidos humanos en descomposición.

Por fortuna algunas flores, como en la iglesia el incienso, lo disimulan.

El viejo don está en la sombra bajo el laurel. Oye mi relato, el cual termino con una frase cervantista:

–¡Cosa veredes, Sancho!...–Estás muy castizo, hoy. –indica,

burlón– Y parece que las copas te cayeron mal. Destilas cierto agrio cinismo.

–Tal vez... –y musito, justificándome– Hace años, usted me enseñó que todo cínico es un idealista frustrado.

–Sí, es una sentencia conocida. –acota él– Pero... ya pasó Carnaval. Quitémonos la máscara de intelectuales. Todo lo que viste es parte de nuestra naturaleza. A ciertos animales se le desarrollaron las garras, a otros las alas... a nosotros, el cerebro. Y ése es nuestro bien y nuestro mal.

Miré el banco, la sombra del don parecía crecer, y continuó:

–¿Un bolichero en la iglesia y creyendo lo de las cenizas? ¿Por qué no? ¿Quién mejor que él para saber los errores de la carne... y del alma? ¿Cuantas confesiones habrá oído con el rosario de las copas? Afortunados los que aún tienen fe.

–Y la guardan con rejas en los templos. –dije, sarcástico.

–En épocas pasadas sus puertas siempre estaban abiertas. –explica el viejo– Hasta los criminales podían buscar refugio en ellos. Pero llegó el progreso, la ciudad... y los ladrones.

–Y el Carnaval... y las perversiones... –agrego, frustrado.

–¿Perversiones? ¿Qué es más pervertido? ¿Librar al instinto en forma irracional, o reprimirlo en una existencia anormal.

–Don... ¿usted cree en dios? –pregunté al oír eso.

–Creo en su creador. –sentenció– Creo en el hombre... con lo bueno y lo malo. Con la carne y las cenizas...

Y yo, pensando en las cosas de las copas, saludé y me fui.

...oo0oo...

CARNAVAL

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LA EDAD

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Había pasado ya otra semana de la última cita en la noche de la plaza con mi viejo don amigo y, ¿por qué no?, la previa con el bolichero en el bar de la esquina.

Uno como el otro iban haciendo parte normal de esa rutina propia de cada individuo y que llamamos existencia.

La tarde había sido una sucesión de grises momentos de garúa y sol. Cuando llegué al bar, anochecía.

Parado en el escalón, giré hacia el horizonte para ver un plomizo cielo.

Entré al local. Sólo estaba el tabernero, quien de inmediato puso una copa y una botella sobre el mostrador.

Pensé que, si no hubiese sido por las paredes, adentro y afuera era igual.

Hablamos del tiempo... ¿De cual de los dos? ¿El del clima? ¿El de los sucesos?...

Da lo mismo....

En uno de los ubérrimos momentos de silencio, me paré y fui con la copa a observar el antiguo reloj de la pared. Vi que lo que creía restos de dorado, eran manchas de óxido.

Pregunté por la antigüedad de él. El tabernero dijo que ya estaba ahí cuando, un par de años atrás, compró el bar.

Que había dejado todo como lo encontró, pero tuvo que agregar el escalón de la puerta porque la acera había bajado. Sólo eso y él eran nuevos.

Busqué en mi memoria. No recordaba las otras cosas pero, para mí, el escalón y el bolichero siempre había existido.

La razón indicaba que eso no era posible, que lo que sentía era consecuencia de las copas.

¿Cuántas había tomado ya?... ¿Tres?... ¿Cinco?... ¿O estaba embriagado de añoranzas?

Ante la duda, volví a observar el reloj. Era hora que fuese a mi otra cita.

Pagué mis copas y me despedí.Al bajar el escalón, miré a éste con

menos afecto.

05 - LA EDAD - MIÉRCOLES 28-FEB-1996El tiempo es una unidad

inconmensurable y el alcohol un reloj desquiciado.

(Las Mil Y Una Carigiadas O Carajeadas)

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LA EDAD

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Un halo de humedad envolvía la plaza dándole un aspecto tenebroso.

Llegué al laurel. El viejo don amigo se encontraba en el banco. Bajo el árbol, todo se hallaba seco.

Conté lo sucedido. Y, como siempre, el viejo sentenció una frase:

–Antiguo, nuevo... oro, óxido... tú, yo... dos seres que tenemos la misma edad. Deberíamos conocer lo mismo.

En silencio, reflexioné. Sí, yo tenía ahora la misma edad que él cuando lo conocí en mi juventud, pero no era lógico lo que él decía. Y el don, adivinando mi pensamiento, continuó:

–La misma edad. No el mismo tiempo. Quizás yo me quedé, quizás tú me alcanzaste. El tiempo todo lo iguala. Las edades, los hechos, los seres. Cuando recuerdas a tus padres y los dones del ayer, los ves como viejos de la misma edad. Si es a los compañeros y muchachitas de tu juventud, surgen en esa edad juvenil. Y tus amigos de escuela, aparecen como niños de poca edad. Aunque, el resumen final no se mide en años.

–El resumen de mis años... –ironicé sarcástico– No puedo tomar muchas copas por que ya no las resisto, ni comer fuerte por que me hace daño, ni hacer esfuerzos por que me duele la espalda. No puedo manejar por que mis reflejos son lentos; ni viajar por que ya no trabajo, ni trabajar por que nadie quiere un viejo, ni enseñar por que mis conocimientos son obsoletos. No puedo tener relaciones por que ya no tengo el vigor. Si un joven me pregunta algo es para saber una dirección, si una muchacha me mira es para darme el asiento en el autobús... ¡Y aún hay quienes dicen que debo cuidarme para vivir más!

Una sonora carcajada sonó bajo del laurel. Yo también reí...

Me levanté del asiento. Hice un gesto de despedida con la mano.

Volvería otra noche. Había más para conversar.

Pero, esa noche había perdido las ganas de hablar de cosas de las copas... y menos de cosas de la edad.

...oo0oo…

LA EDAD

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ÉPOCAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Bajé del transporte. Sentía necesidad de la reunión semanal con mis amigos de la oscuridad: el cantinero y el viejo don.

Pero, la hora y yo nos hallábamos en uno de esos momentos que parecen estar suspendidos en el infinito.

Demasiado tarde para ser parte del día y muy temprano para ser de la noche.

Demasiado tarde para retornar a un cuarto, muy temprano para el encuentro.

Y, yendo con lentitud por las calles donde había corrido cuando niño, me dirigí a la plaza.

Llegué a la esquina cercana a la escuela. En esas baldosas habían retozado las risas y los juegos de mi infancia.

Seguí andando. Cuando entré en la plaza comenzaban los arreboles.

Me senté en un banco oculto bajo una enredadera, el cual no se podía ver desde la calle ni otras bancas.

En él leí mis primeros versos a una muchachita y le dije que la quería.

Con los ojos húmedos por la melancolía, me levanté y fui hasta la fuente. La piedra mostraba el musgo del tiempo.

Sonreí a los recuerdos. En sus claras aguas, mis amigos me habían lanzado festejando mi primer trabajo... y a los pocos años lo repitieron como regalo de despedida de soltero.

Giré para ir al bar. Ya comenzaba a anochecer. Pasé junto al laurel. El viejo don amigo aún no estaba en su asiento.

Vendría después. En la penumbra. Como siempre...

Entré al boliche. El cantinero puso una copa y la botella sobre el mostrador. Arrimé una banqueta sentándome frente a él. Se asombró cuando le pedí que sirviera tres copas más.

Levanté una por una, brindando en silencio por cada uno de aquellos que fui en el ayer... Luego, bebí lentamente mi propia copa.

Y, sin decir nada, pagué y me marché.Sin apuro volví a la esquina, tropecé

con las baldosas rotas. Retorné al asiento de la enredadera, lo

ocultaba la oscuridad. Regresé a la fuente, habían cortado el agua.

Si me encontrase con el niño que fui,

con el joven que fui, y el hombre que fui;

seríamos cuatro desconocidos. (Reflexiones De Humgrand Penn

De Joc)

06 - ÉPOCAS - MIÉRCOLES 06-MAR-1996

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ÉPOCAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Fui hasta el banco bajo el laurel, seguía vacío. Me recosté en el murito frente a él y, esperando, me perdí en añoranzas.

–¿Paseando por el ayer?... –la voz del viejo me sobresaltó.

Allí estaba, sentado en la penumbra, no lo había oído llegar.

–Sí, recorriendo aquellas épocas lindas... –musité.

–¿Lindas?... Míralas sin el efecto embriagador del cristal de las copas o el de las nostalgias.

–Por favor, don. No va a negar que el pasado fue mejor.

–¿Cuál? ¿El tuyo? ¿El mío? ¿El de nuestros padres? ¿El de los cavernícolas?... ¿Mejor? ¿Estás seguro? ¿No será porque sólo recordamos lo bueno? La niñez tuvo sus alegrías... y sus lágrimas por cada realidad que descubríamos. La juventud fue llena de emociones... y de tristezas por cada desilusión. Y ya hombres, ¡cuánta felicidad cuando lográbamos un triunfo!... y también cuánta amargura por cada resignado fracaso.

–Entonces... ¿cuál fue la mejor época? –inquirí frustrado.

–No fue... –respondió con sabiduría– los que fuimos somos nosotros. ¡La mejor época es!... Es cada presente.

–Pero el presente no existe, –filosofé con el alcohol– es el instante intangible en que el futuro se vuelve pasado.

–Por eso es hermoso, es sólo un instante y el único que tenemos... El pasado no volverá, y el futuro aún no llegó.

Callé, pensando los instantes perdidos por rumiar un pasado o idealizar un futuro. Y el viejo don me asombró al preguntar:

–Brindaste por cada uno de los que fuiste... Si hubiesen aparecido en ese momento... ¿los habrías reconocido?

–No... –fue mi lacónica respuesta, mientras me levantaba para irme en otra noche que hablamos cosas de las copas.

...oo0oo...

ÉPOCAS

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INTERROGANTE

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Había pasado la semana intranquilo. Repetidamente surgía en mí una interrogante. Y no lograba responderla con la razón.

Anocheciendo, entré al bar. Instintivamente lo recorrí con mi vista: Nada nuevo, nada cambiado, el mismo cantinero.

Reflexioné que no le había dado importancia al escalón de la entrada. Quizás fuese porque sabía que no era del pasado. Quizás, porque sólo debía prestarle atención al salir.

Al sentarme en el taburete frente al mostrador ya estaba en éste la botella, la copa servida, y detrás el bolichero.

La inquietud que traía, me hizo romper el laconismo habitual. Mirando la bebida, y en voz baja, quise saber si en la reunión anterior había estado en el bar el viejo don amigo.

Un silencio ominoso dominó el ambiente.

Levanté mi rostro. Encontré al tabernero moviendo la cabeza con un indefinible gesto. No sabía si negaba o era duda sobre mi sensatez.

Al ver mi mirada, bajó la cara y, tomando la botella apoyó el pico de ésta sobre el borde de la copa en una tácita pregunta.

Mi respuesta también fue tácita, y la copa se llenó. La bebí, pero mi interrogante no había sido respondida.

Pasó el tiempo. En su oscilación veía como iba vaciándose mi copa; o me miraba, entremezclado con botellas casi vacías, en el ocre espejo de la pared situado a espalda del cantinero.

La noche ya era oscura. Entraron otros clientes al lugar. El

tabernero comenzó a servirles y hablar con ellos.

Debía irme. Le pagué mis copas. Él, levantado los hombros, frunció los

labios en mustia sonrisa. Y con gesto igual, me despedí.Al abrir la puerta, una ráfaga de aire

trajo el perfume de las flores del laurel. Algo imposible en esa temporada. Eran cosas de la nostalgia... o de las copas.

Tuve cuidado con el escalón.

Dicen que preguntar es mala educación...

¿cómo saber algo si no se pregunta?.

(Reflexiones de Humgrand Penn de Joc)

07 – INTERROGANTE – MIÉRCOLES 13-MAR-1996

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INTERROGANTE

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Llegué al árbol, al banco, a la cita con el viejo don.

Saludé y fui a sentarme en el murito frente a él. Pero, quedé un instante en el aire al escuchar su frase:

–Has pasado toda la semana intrigado por lo que dije sobre tu brindis por cada uno de los que fuiste.

Mi atónita mirada fue la mejor afirmación, y el don continuó:

–¿Cómo supe, si yo no estaba allí?... Llega un tiempo en que sabes lo que sucede sin ser necesaria tu presencia en el suceso. Yo llegué a ese tiempo hace mucho, a ti te falta poco.

Sentí correr un escalofrío en mi interior. Y no era por la baja temperatura que iba apoderándose de la plaza.

–Por ejemplo, –siguió– hoy las copas fueron menos y las preguntas más. Pero, preguntaste a quien no tenía respuesta. Los cantineros están para oír... y los viejos para responder.

–Temí que usted hallara sin sentido mi pregunta. –murmuré, justificándome y algo avergonzado.

–¿Cuál sentido? ¿El de la vista, del oído, tacto, gusto, olfato. ¿Cuántas veces por ellos actuamos sin sentido? El verdadero sentido está en nosotros, en la forma de sentir y comprender.

–Por eso temía que la pregunta no tuviese sentido. –repetí.

–Todas las preguntas tienen sentido: el de saber. –exclamó él– Son las respuestas que muchas veces no lo tienen. Al inicio, el ansia de saber nos enloquece, creemos desconocer algo si no hemos estado en ello, no le hemos vivido, no lo hemos visto o por lo menos oído. Y al final, comprendemos que lo desconocido sólo está dentro de cada uno... y sólo cada uno puede encontrarlo. Te falta poco... pero aún te falta.

Otra vez sentí el escalofrío. Me levanté, despidiéndome con un “hasta pronto”.

Mi interrogante no había tenido respuesta.

Pero ya no me inquietaba. La sabía. La había encontrado en otra noche

hablando cosas... cosas de las copas....oo0oo...

INTERROGANTE

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CRISTAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

El sol aún alumbraba cuando llegué al bar.

Sin embargo, había una penumbra azul en el local. Y noté que los vidrios de las ventanas tenían ese color de la mitad para arriba.

El bolichero puso la copa y la botella en el mostrador, pero ni él sirvió la bebida ni yo me acerqué.

Fui a ver nuevamente el viejo reloj. Leí la fecha de fabricación. Tenía más de un siglo.

Como si paseara por el ayer, iba observando las paredes. Cerca de la entrada a la parte trasera del mostrador, colgaba un ajado almanaque.

Era de treinta años atrás.El cantinero, impasible, me miraba

silencioso. Finalmente, tomé una banqueta y me senté frente a él. Recién entonces llenó la copa.

La bebí con lentitud, viendo el cristal.Pasé mi dedo sobre la figura tallada en

éste. Y reaccioné asombrado.

Era el emblema de una antiquísima familia ya desaparecida, que fue importante en un país ya muchas décadas inexistente.

La copa quedó vacía, y con el índice acaricié el borde de ella.

El local se llenó con la sonoridad de un diapasón, el cual trajo el eco de valses y salones de antaño.

Emocionado, casi en un susurro, dije al bolichero el valor de esa copa.

Él murmuró que estaba en el bar cuando lo había comprado. Y, sin más, en silencio, la agarró, la lavó y secó.

Fue hasta el viejo almanaque. Le arrancó una hoja; y con ella

envolvió la copa dándomela... ¡me la estaba regalando!

Musité un agradecimiento. El gesto había sido tan natural y espontáneo, que rechazarla era una ofensa.

Luego tomó de la estantería otra copa y me sirvió. Ésta era una copa sin historia. En ella tomé hasta la noche oscura.

Cuando salí, tuve cuidado con el escalón.

Llevaba una copa envuelta en un papel, ambos pertenecientes a tiempos idos.

Nada es verdad o mentira,todo depende del color del

cristalcon que se mira. (Refrán

Popular).

08 - CRISTAL - MIÉRCOLES 20-MAR-1996

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CRISTAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Con idéntico cuidado caminé por los senderos de la plaza.

Al llegar el laurel, vi que el viejo don amigo estaba sentado en un extremo del banco. Como si me hubiese dejado lugar.

Con el atrevimiento crecido por la emoción que portaba, me senté en el otro extremo.

A pesar que él decía que yo era ya de la misma época, aún me faltaba tiempo... y le respetaba.

Abrí el ajado papel, desenvolviendo la copa. Levantándola en el aire se la mostré, narrando lo sucedido. Miré al viejo a través del cristal. Solo vi una indefinida figura gris.

La luz de algún poste perdido entre los senderos se reflejó en el emblema. Y detrás del mismo, por unos instantes, creí percibir con nitidez el don de mi juventud.

Y esa figura habló:–En la oscuridad todas las cosas se

igualan. Pero, un solo rayo de luz puede hacerlas ver con el color y la forma propia... propia del cristal con que se está mirando.

Un agridulce sabor apaciguó mi entusiasmo, y el don siguió:

–Tú y el cantinero tuvieron su propio rayo de luz y cristal. Para él era una copa del montón; que hasta le costaba limpiar por el grabado. Ahora, es la que le obsequió a un cliente.

–Algo de incalculable valía. –dije, viendo el fondo de la copa.

–Para ti fue hallar un tesoro... aunque sólo sea vidrio. Esa copa hizo surgir en tu memoria hechos y valores que cada narrador, y cada intérprete, le da. Pero... ¿Cuántas copas se habrán roto sin que nadie viese a través de su cristal.?

Oí su voz alejándose. Levanté la cabeza.

El otro extremo del banco estaba vacío. El viejo don se había ido en silencio.

Quedé un rato más ahí, bajo el laurel. No me sentía solo.

Nunca se encontrará completamente solo quien está con sus pensamientos.

Y haciendo sonar con el rocío de la noche el diapasón del borde de la copa, hablaba con ella...

¿De qué?¿De qué va a ser?... De cosas de las

copas....oo0oo...

CRISTAL

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OTOÑAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Lunes. Cinco de la tarde. Comienzo de otoño. Sabiendo que por ser lunes el bar

estará solitario, llevo mi soledad a él.Voy por el camino pisando las hojas

secas, viendo en los árboles como las ramas pierden el verdor, en los jardines ya no hay flores y los frutos están caídos en la tierra.

Un fin de semana lleno de recuerdos y de realidades.

Al final he llegado... ¿donde quería llegar?... ¿donde me trajo el camino?...

Dudo entrar, y miro la calle que he recorrido.

Un niño corre, pasa, y corriendo se pierde lejos.

Un joven camina, va con ilusión, e ilusionado cruza la plaza.

Un hombre viejo, gira en un escalón, entrando en un bar.

El cantinero, como siempre, tiene la botella y la copa sobre el mostrador.

Pero en este atardecer y en la penumbra del fondo, encuentro dos cosas extrañas:

Su sonrisa es menos mustia. Y junto a la copa hay una tarjeta, de ésas para los aniversarios.

Me sirve, musitando una felicitación. En voz baja agradezco y pregunto como supo.

Sin decir nada, saca debajo del mostrador un librito y señala la última hoja.

Lo reconozco, es un pequeño libro de poesías de mi juventud. El renglón indica mi fecha de nacimiento.

¡Un desconocido bolichero con un desconocido libro de poemas juveniles de un desconocido joven!

Nada debería sorprenderme luego de tantos años, pero aún estoy vivo y la vida es eso: una sorpresa.

Luego, nada hablamos. Yo hojeo el ajado y barato ejemplar, él lava las copas y cada tanto me sirve otra.

Ya es de noche. Quiero pagar lo bebido.

No cobra la primer copa. Es su obsequio. Sonrío, me ha dado mucho más.

Y salgo, voy a la cita en la plaza con mi viejo don amigo.

Es incomprensible el festejo de los cumpleaños.

¿Cómo se puede festejar ser un año más viejo?

(Rocas, Cascotes y Adoquines)

09 - OTOÑAL - LUNES 25-MAR-1996

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OTOÑAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Noche otoñal. El don está en el banco debajo el

laurel, en la penumbra, como siempre. Con voz burlona me reclama:–Cumpliste otro año, y nada dijiste...

¿Cuándo fue?–En el equinoccio pasado. –respondo,

ya sin extrañarme que él también sepa de mi existencia.

–¿Cual equinoccio? –sigue irónico– Depende del lugar.

–Fui del norte, y soy del sur. –murmuro– Cuando niño, cada año era una nueva primavera; ahora, es un otoño más.

–¿Y cumpliste? –su pregunta significaba tantas cosas.

–Otro año... –agregando, triste– No sé si cumplí, si lo hice bien o mal... sólo sé que lo hice. Fui lo que fui, con lo bueno y con lo malo. Fui, y soy lo que soy... sólo un hombre más.

–Ya vas entendiendo las preguntas. –sentenció en tono magistral– Y el verdadero valor de las opiniones.

–Es cosecha de otoño, pocos frutos y mucha paja. –resumí– Hubo una época que me importaron todas las opiniones. Luego, las de los demás. Después las de algunos. Más tarde, sólo las propias. Y final, hasta me reí de las mías...

–Habías envejecido. –sus palabras resonaron en la noche.

–Sí... ¿y eso es tan importante? La experiencia antes era respetada, pero hoy es una carga.

–¿Experiencia? –el don guiaba en mayéutica– ¿De que sirve la experiencia sin sabiduría? ¿Cuántas cosas cosechaste antes del otoño? ¿Y hubo frutos que te satisfacieran tanto como ver el librito en las manos del cantinero?

Negué con la cabeza, sin asombrarme que él lo supiese.

–Hemos recordado mucho. –afirmó el viejo– Cuando en una reunión se comienza a hablar sólo de cosas pasadas, es hora de retirarse. Más, si la reunión se llama vida... y tú estás vivo.

Como aún no podía retirarme de esa reunión; saludé y me fui de ésta, donde habíamos hablado de cosas de las copas.

...oo0oo...

OTOÑAL

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UN VIERNES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Viernes. Para algunos creyentes es de semana santa. Para otros, agnósticos, festivo.

Aprovechando los tres días libres, la mayoría de las personas han salido de la ciudad.

Y, solo, perdido en mi cuarto, salgo hacia el bar. En la noche tengo la cita con mi viejo don amigo. Aún no es mediodía.

Muy tarde... y demasiado temprano. Pero, me da igual.

Encuentro cerrada la puerta del boliche. Para hacer tiempo voy a recorrer la plaza.

Y el tiempo lleva mis pasos al ayer.Llego al banco frente a la iglesia. La

utilidad de ese asiento fue enorme. A él iban los curas a dormitar luego del almuerzo, los jóvenes a ver las muchachas salir de misa, y en las noches algún policía para conquistar una pueblerina.

Sigo y bajo por la calle lateral. Enfrente y en la mitad existió un cine. Si la cita era allí con una muchachita y

a las cinco de la tarde, era posible entrar con ella a ver... la película.

Doblo en la esquina. Esa cuadra era la parte más oscura en las noches, pero los bancos siempre estaban concurridos.

Giro a la izquierda para subir la calle de la derecha... cosas de la edad.

Poca gente se sentaba en ese lado de la plaza; quizás porque esa calle conduce a la comisaría... y al boliche.

Éste sigue cerrado. Los recuerdos del pasado me han

devuelto a la realidad del presente. Y aceptándolo, me voy.Cruzo la plaza. Salgo por la esquina de

abajo. Enfrente hubo una librería. Ya no existe su dueña ni la librería.

Llego a la calle del tranvía. Ni el tranvía ni sus vías están más.

Allí encuentro al bolichero... ¿Volviendo o yéndose? Ninguno de los dos dice nada. Y así en silencio vamos al bar.Abre con una antiquísima llave. En el mostrador ya hay una botella y

una copa... ¿esperándome?

El tranvía se va... El tranvía se fue... llevándose con él mi juventud.

(Los Dones del Ayer)

10 - UN VIERNES - VIERNES 05-ABR-1996

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UN VIERNES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Tomo. Avanza el tiempo. Pasan las horas junto con mi parco bolichero amigo. Y con otras copas.

Ya es de noche. Salgo.Tropiezo con el escalón al salir del bar. Me dirijo a la cita con mi viejo don

amigo. Debería decir el bolichero y el viejo don. Pero, a lo que apreciamos lo creemos nuestro.

Al verme llegar, el don me indica con tono paternal:

–Estás embriagado de recuerdos y de copas. Siéntate en el murito. Ahí corre un viento frío...

–El viento frío... de la realidad. –murmuro entrecortado, y añoro– Muy diferente al agua fresca de los arroyitos de las quebradas de la infancia.

–Eran arroyitos hace mucho tiempo, –aclara él con cierta nostalgia– ahora son basureros. Más gente, más se ensucia el agua. Sea de beber o de soñar. No se pueden refrescar los pies ni las cabezas en el agua pasada.

–Un pasado que hoy recorrí por las baldosas de la plaza.

–Lo sé. Desde lejos te vi... y vi como hallaste el cantinero. Eres afortunado. No todos pueden encontrarlo en estos días.

Dudé si se refería al pasado o al cantinero, y me desvié en mis pensamientos, diciéndole:

–¿Recuerda la primera reunión aquí, en la noche? ¿Cuando le dije que ésta era mi patria? Caminando aquí, lo confirmé.

–No dijiste patria, dijiste querencia. Patria es sólo una idea. La querencia no es un país ni una provincia, ni siquiera una ciudad. Es donde uno crece, se forma... una calle, una plaza.

Pestañeé y sonreí, me sentía agradablemente fatigado.

–Anda a reposar. –dijo el don amigo– Pero, antes busca en los cajones y abre la ventana. Quizás encuentres un cuaderno de esa librería... quizás escuches la campana del tranvía.

Así lo hice. Y lo encontré. Y la escuché. Y dormí sereno. ¿Habrán sido cosas de las copas?

...oo0oo...

UN VIERNES

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CUATRO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Tres de la tarde. Miércoles. Día mustio de otoño. Salgo a buscar

otra soledad que acompañe a la mía.Es demasiado temprano. Entro en la

plaza y me dirijo al banco bajo el laurel. El sol brilla en los travesaños pintados.

El viejo no está, y tengo el atrevimiento de sentarme en su lugar.

Paso largo rato viendo el monumento de la plaza. Tiene las medidas que los artistas dan a las estatuas. Nadie normal posee esas formas y tamaños. Le llaman proporción heroica.

Cruza frente a mí una pareja. Se sorprenden al verme. Y van a otra banca que es demasiado visible.

Cada tanto, noto que me observan. Estamos en una plaza, pero tres es multitud.

Añorando tiempos lejanos, los dejo solos con el atardecer.

Al entrar al bar, voy directo al mostrador. El bolichero me sirve.

Quedo mirando un calendario próximo a donde estaba la botella. Es de este año y ostenta una lujuriosa foto femenina.

Él desprende el almanaque, poniéndolo delante mío. Es del tipo trimestral, que obliga ser fiel a la misma mujer por tres meses, y común para lugares concurridos por hombres.

Luego se cambia por una nueva; pero la vieja se guarda detrás, aunque ya esté arrugada y descolorida...

Hojeo las cuatro páginas. Esas mujeres tienen proporciones y poses irreales. ¿Serán heroicas como las de las estatuas? Al levantar la vista encuentro la mirada socarrona del bolichero.

Le devuelvo el calendario... Y otra vez las mujeres quedan

colgadas del mismo clavo, una primero, otra después, una ya vista, otra por ver... depende del tiempo.

Y pasan las horas, y llega la noche. Cuatro figuras utópicas, cuatro

divisiones del tiempo, cuatro copas que he tomado cuando me despido para ir a hablar con el viejo don amigo.

Las tres cosas más importantes son:

Casa, comida, y sexo. El orden varía según la

edad.

11 - CUATRO – MIÉRCOLES 10-ABR-1996

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CUATRO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Ha llovido. La oscuridad, la luna y el olor a tierra

húmeda despiertan el erotismo. ¿O es por haber visto aquellas figuras?El don está en su banco; como siempre

es una sombra en la penumbra. Cuento, finalizando sin pensar en lo

que digo:–A mi edad, el sexo ya no es la más

importante de las tres necesidades naturales.

–Son cuatro. –afirma el mentor– Lo que pasa es que la sociedad ha sublimado la importancia del instinto sexual. El hombre basa su hombría en el sexo. Y la mujer, su feminidad.

–Tenemos muy abajo nuestros valores. –comento irónico– Pero... ¿por qué usted dice que son cuatro necesidades?

–Lo realmente importante se ve desde el nacimiento. –indica el don, sereno– La criatura lo primero que hace es respirar, segundo comer, tercero evacuar. Si no hace alguna de ellas... muere. Y para todas... llora. Luego de muchos años recién aparece la cuarta, el instinto sexual o de reproducción.

–Que si no lo hace, no muere. Aunque sí, llora. –digo burlón.

–Vivir es llorar. –sentencia él con cierto dejo– Tanto, que cuando un ser humano al nacer no lo llora... le pegan.

Sonrío ante la sutileza. Y digo con antiguo romanticismo.

–El sexo sin amor es de bestia; y el amor sin sexo, de idiota.

–¿Amor, deseo, pasión, instinto? –me pregunta– ¿No será que estamos dando valores heroicos a reacciones normales? Al hombre le encanta desnaturalizar todo lo natural. Al comer lo volvió gula. El beber, vicio y refinamiento. Defecar y orinar, algo vergonzoso. Y al sexo lo degeneró hasta lo inimaginable.

La luna salió, alumbrando las ocres hojas secas pudriéndose en el suelo. No hacía mucho, habían sido coloridas.

Me despedí, yéndome lentamente. Y pensando en las cuatro necesidades,

las cuatro divisiones del almanaque, seguí la vía... luego de haber hablado de cosas de las copas.

...oo0oo...

CUATRO

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FERIADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

 Con las últimas horas de la tarde, voy

al bar. Es otro feriado. La gente ha vuelto a

huir de la ciudad.Las urbes esclavizan, pero nadie es

esclavo sin su propio consentimiento. Sin embargo, no todos se han ido. Sentado en el cordón de la vereda, juega un niño solitario. Apoyado en la pared de la esquina, queda un joven pensativo.

Al entrar al boliche, me detengo en la puerta. Me extraña verlo lleno de personas. La barra y las mesas están ocupadas. Pero, nadie habla, domina el mismo silencio que en la calle.

Con un gesto; el cantinero me señala una mesita junto a la ventana, la cual da a la calle que conduce a la comisaría.

Se encuentra, inexplicablemente, libre. Como reservada para mí.

En ella está la copa y el añejo que acostumbro beber. Tomo mi primer copa.

Veo pasar un policía llevando detenido a aquel niño...

¿Qué delito puede haber hecho a esa edad?

Con arrebato infantil, me levanto y voy a defenderlo. Al llegar a la jefatura, sólo hay un agente dormido. Y callado, retorno.

La mayoría de las personas se ha ido en silencio. Sigue en la mesa la botella y la copa. Me siento y bebo otra copa.

Miro por el vidrio. Nuevamente pasa el policía. Pero esta vez el detenido es aquel muchacho, y está muy golpeado...

¿Qué crimen puede haber hecho para que lo trataran así?

Con rebeldía juvenil, otra vez me levanto y voy a defenderlo. Al llegar a la jefatura, todo sigue igual, sólo hay un agente dormido. Y callado, otra vez retorno.

Todos los demás se han ido en silencio. Sólo quedamos el cantinero y yo. La mesa sigue libre, la copa y el añejo en ella.

Y tomando otras copas llega la noche. Pago y salgo a mi cita en la plaza con

el viejo don amigo.

Ugú, padre primitivo,

no sé quien eras tú,pero...

¿por qué tuviste que pensar?(Poemas Grises)

12 - FERIADO – VIERNES 19-ABR-1996

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FERIADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Llego al banco bajo el laurel. Allí está el don, como siempre.

–Hoy ha sido un día extraño. –le comento, luego de contar.

–Para los que fuimos, –dice, en las sombras– lo triste es ver todos los días iguales. Lo que los diferencia son los sucesos. Cuando uno se detiene en la vida, la vida se detiene en uno.

–¿Será por eso que hay feriados? –inquiero.

–Para la tierra cada vuelta sobre sí misma es igual; –acota– pero, el hombre necesita salir de la monotonía y pone fiestas.

–Sin embargo; –agrego– en vez de ser distinto en esos días, busca el habitual ruido y la unión con los semejantes.

–Es el temor a la soledad. –sentencia el viejo don– Porque cuando se está solo, lo único que resta es pensar...

–Un temor hereditario. –digo, pensando en lo sucedido.

–Con las leyes de la herencia justificamos todas nuestras fallas, –sentencia– mientras que las cualidades siempre las atribuimos a nuestra propia forma de ser. Por tanto, todos los problemas de la humanidad podemos achacarlos a Ugú.

–¿Quien es Ugú? –pregunté, el nombre me era familiar.

–Como nosotros, fue. Fue aquel primate que no regresó al árbol quedándose en una cueva. El que se atrevió a agarrar un madero encendido. El que vio que con un palo tenía más fuerza. Que golpeando una piedra, los bordes cortaban. Que uniéndose con otros, en pandillas, era más fácil triunfar.

–¡Ah!... el Pitecántropo... –aclaro tontamente– el primer homínido pensante. Pero... ¿Por qué Ugú es el culpable?

–Por eso mismo... ¿Cómo se le ocurrió ponerse a pensar, en vez de ser una animal natural como cualquier otro?

Reí con tristeza. Pero, luego quedé reflexionando...¿Hubiéramos sido mejor siendo otros

animales naturales?No quise preguntarle. Estábamos en un día feriado. Y preferí hablar con él de otras cosas. De cosas de las copas.

...oo0oo...

FERIADO

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SERVIR

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

13 – SERVIR - MIÉRCOLES 24-ABR-1996

Mediodía. Es otoño. Pero, a pesar de ello, el cuarto y la soledad sofocan.

Como y salgo. No quiero hacer la siesta. Dormir es morir un poco, ya habrá mucho tiempo para dormir.

¿Dónde voy?... Y me respondo a mí mismo: A la plaza... a la reunión con mis amigos de la penumbra. Eso ya es un ritual.

Camino por las calles de mi juventud. Las calles se parecen a los hombres.

Algunas se vuelven importantes y llevan una febril existencia en la ciudad. Otras viven apacibles, viendo pasar el tiempo en los barrios.

Yendo por éstas, llegué al bar. Entro. En la mesita del fondo está

almorzando el cantinero. No me acerco. Haciéndole una seña para que siga

disfrutando su comida, me siento en la mesa adosada a la ventana.

Pasan los minutos mientras observo los viejos árboles de la plaza, analizándolos como si fuesen especies desconocidas.

Surge a mi lado el cantinero. Sin decir nada, deja frente mío un plato con queso picado y una copa de vino blanco. Y, sin más, vuelve a su rincón para terminar su almuerzo.

Me pregunto porqué siempre me sirve en copas, mientras a los demás y a sí mismo lo hace en vasos.

Debe ser por mis cabellos blancos... o porque vengo de lejos y de hace mucho.

Y siguen pasando los minutos. El cantinero se levanta. Va y lava sus cubiertos.

De abajo del mostrador saca un periódico. Me lo trae junto con una deliciosa copita de licor dulce.

Con su mustia sonrisa habitual, se lleva la sección deportes.

¿Cómo sabe lo que me gusta y lo que no? ¿Cómo sabe convertir un boliche de barrio en un salón?... Es un cantinero.

Y pasan las horas. Y cambian las copas. Y llega la noche...

Ya es oscuro. Me levanto, pago. Al salir, ni miro el escalón. Cruzo la

calle, me espera mi viejo don amigo en la plaza.

Y al verlo pasar, la gente repetía¡Qué gran servidor, si tuviese

gran señor!(Poema del Mío Cid)

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SERVIR

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

El silencio y la noche me acompañan por los senderos.

Llego al laurel. El don está en la penumbra. Como siempre.

Y, como siempre, le narro la tarde pasada con el cantinero.

–Tiene la grandeza de servir con dignidad. –concluyo.

–Todos somos servidos y todos servidores. –dice él– Vivir en sociedad nos hace necesitar unos de otros. Como hacerlo es lo que nos diferencia: Una cosa es servir, y otra es ser vil.

–Lo primero es trabajar; lo último, adular. –acoté.

–Es verdad. –sentenció el don – Pero hay muchas formas de adular, y la mayoría no se notan. Quien adula es despreciable. Aunque, hay alguien peor: es el que acepta la adulación.

–Grande es la esclavitud del que debe servir por la fuerza. –reflexioné– Grande, la pobreza del que lo hace por necesidad. Y grande, la miseria del que sirve sólo por su bienestar.

–Sí... Pero, es cómodo justificar la propia incapacidad diciendo que se obedeció la orden de un superior. –apoyó el viejo– Cuando, el mayor respeto a un jefe es no estar siempre de acuerdo con él ni aceptar sus órdenes equivocadas.

–En creer lo de superior está la primer equivocación, tanto del que manda como del que obedece. –dije con ebrio ímpetu– Mientras haya un hombre que respire, coma, beba, defeque, orine, duerma, y muera... ningún hombre será superior a otro.

–Recuerda que nuestros ancestros vivían en los árboles. Y el dominante estaba en las ramas de arriba. –me instruye.

–Cuanto más alto sube un mono, más se le ve el trasero. –respondí, citando un clásico refrán.

El viejo don amigo rió. Luego, desde la penumbra oí su voz:

–Falta menos... cada vez eres más de mi edad.

Saludé... y me fui con la última frase vibrando dentro mío. Y en otra noche que habíamos hablado de Cosas de las Copas.

...oo0oo...

SERVIR

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1º DE MAYO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Primero de Mayo. Día del Trabajador. Sacando uno que otro trasnochado

líder sindical, nadie sabe lo que se conmemora en esta fecha.

Pero, siempre habrá desfiles y habrá discursos.

La gente lamenta que un día tan tedioso, en el cual todo está detenido, haya caído este año en miércoles y no se pueda unir al sábado o domingo para disfrutar un largo fin de semana.

Anochece cuando voy para la plaza. Ni al viejo don amigo ni a mí, ya nos

afectan esas cosas. Los días, y las noches, nos son iguales. Los sucesos del ayer fueron distintos.

Las calles están silenciosas. De las casas sale el murmullo del televisor o de la música.

Las emisoras no trabajan... pero en la actualidad el entretenimiento viene en casetes.

Llego a la esquina del bar. Se halla cerrado, sin embargo por la ventana percibo una débil luminosidad.

Empujo la puerta y entro. Es la luz de la estantería detrás del

mostrador. En éste hay hombres bebiendo y hablando en voz baja.

El bolichero y yo nos miramos con extrañeza.

Ambos hacemos un gesto de comprensión... y, confabulado, cierro la puerta.

Sin decir nada, él saca del estante una botella y una copa llevándolas a una mesita del fondo.

Y, sin decir nada, voy hacia allí; sentándome. Bebo en la penumbra... ¡qué importa!

Pienso en la realidad de los hechos y en la futilidad de las fechas. Y solo, o con los susurros, me sirvo copa tras copa.

Ya es de noche. Me levanto, digo cuanto tomé y pago.

Los demás siguen apoyados al mostrador... ¿estarán de verdad?

Prefiero no averiguarlo, y bajo el escalón con cuidado.

Salgo, cruzo la calle... Piso papeles sucios. Hace poco eran panfletos impresos con la tinta roja de las reivindicaciones y la azul de las utopías de una sociedad más justa.

Cuando dicen que democracia es el gobierno del pueblo,

para el pueblo y por el pueblo... ¿es un chiste o una burla?

(Rocas, Cascotes y Adoquines)

14 - 1º DE MAYO - MIÉRCOLES 01-MAY-1996

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1º DE MAYO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Entro en la plaza solitaria, voy por senderos en la oscuridad. Debajo el laurel está el viejo.

Y, como siempre, le cuento.–¡Que teatro es el vivir!... –concluyo

con sarcasmo,.–¿Cuál teatro? –pregunta– ¿El que no

se trabaje el día del trabajo? ¿Qué el cantinero sirva tras la puerta cerrada? ¿O el tuyo, viendo eso y tomando en una mesa en la penumbra?

Siento subir la vergüenza a mi cara, y me desvío diciendo:

–Tiene razón. Pero no podemos negar que la democracia, a pesar de sus fallas, ha dado la libertad y las mejoras sociales.

–Primero. –aclara– Debe haber días como hoy. Un país donde la gente sólo piensa en trabajar, es un pueblo aburrido. Y donde sólo piensa en no trabajar, es un pueblo perdido.

–Segundo. –continúa– Democracia es una teoría, nunca ha sido aplicada por completo ni de verdad. Piensa que nació en Grecia... y los griegos tenían esclavos. La actual renació en Norteamérica... para no pagar un impuesto al té. Y luego, los franceses la hicieron un ideal... e inventaron la guillotina.

No pude contener la risa.Y quedé a la espera de algo más.–Tercero. –agrega– Apabullan sobre el

derecho a la libertad. La libertad no es consecuencia de derechos, sino causa de responsabilidades. De cada cosa que hacemos libres.

–Además, –su voz era burlona– la libertad tiene su parte decepcionante. Hoy podemos elegir trabajo, amigos, estudios, profesión, cónyuges, cantidad de hijos, casa, comida, bebidas y diversión. Si tenemos la libertad de elegir todo, entonces... ¿a quién podemos echarle la culpa de lo que nos sucede?

Mi carcajada resonó en la plaza. Pero, entendí la sutil ironía. Me levanté, despidiéndome. Terminaba el 1º de mayo.–¿Ríes? –inquirió– ¿Qué hablabas

antes del teatro de vivir?–Ya no importa. –dije, yéndome– La

vida es una comedia... y todos somos actores, aunque la obra sea cosas de las copas.

...oo0oo...

1º DE MAYO

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MATERNAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Lunes, almorcé y salí temprano de la casa. Estaba harto de ver y oír en la televisión los anuncios y ofertas para obsequiar, el próximo domingo, artículos a la madre.

La calle no me dio paz, no lograba librarme de esa invasión propagandista.

En las aceras, la brisa arremolinaba papeles impresos incitando a comprarle algo a ese ser querido.

Frente a los comercios y en las esquinas, promotores daban a los transeúntes hojas por esa fecha e indicando grandes rebajas en los precios de las mercancías.

No pude evitar el sarcástico pensamiento que la sociedad actual nos obligaba a demostrar el amor a la madre... ¡con cosas rebajadas y un día al año!

Me consolé recordando que dicha costumbre fue creada por los comerciantes del hemisferio norte, ya que en ese mes las ventas disminuían y las flores... se marchitaban.

Llevaba un agria sonrisa al entrar el boliche. El cantinero colocó la botella y la copa sobre el mostrador, pero no me sirvió. Se apartó para que viese un aviso en la estantería.

Por un momento me sentí molesto. Era uno de los tantos referentes al próximo domingo.

Sin embargo, el observarlo bien, cambié a una sonrisa de satisfacción.

Había cortado la fecha y las propagandas. Y debajo la frase:

DÍA DE LA MADREhabía agregado con un grueso lápiz en

letra de imprenta:SON TODOS

Recién entonces sirvió mi copa. Le indiqué que se sirviese una él.

Brindamos por nuestras madres respectivas. Las dos ya no estaban.

Y recordando tiempos idos, llegó la noche.

Sólo estamos unidos a un ser:A nuestra madre. Y eso, por pocos

meses. Luego que se rompe el cordón umbilical,

vivimos solos y separados. (Rocas, Cascotes...)

15 - MATERNAL > LUN. > 06-MAY-1996

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MATERNAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Salí, yendo hacia la plaza. Mi viejo don amigo se hallaba en la oscuridad bajo el laurel, y su voz sonó llena de emoción:

–Lunes... temprano... y estás embriagado.

–Solo tomé tres copas en ocho horas. –le respondí infantil.

–Yo no dije que venías ebrio, sino embriagado... embriagado de recuerdos... de recuerdos de tu niñez... de tu mamá.

–Si es por eso, –musite aún añorante– nos emborrachamos por completo el cantinero y yo... También la de él está muerta.

–Es cuando más la queremos, pero ya no existe. Entonces la vemos como un ser humano y mortal. Un ser real, con sus cualidades y defectos, sin las fantasías del ideal.

–Realmente nuestro amor por la madre es fanático. –acoté.

–Eso es instintivo, –sentenció el don– es el único ser a quien estamos unidos por un tiempo. Luego podremos vivir junto a muchos; pero, unidos, jamás.

–Su amor es excepcional, –añoré– aunque a veces duela.

–Los hijos que más quiere una madre, son el triunfador y el fracasado. –afirmó él– Nunca critiques los hijos a una madre. Hasta una gallina pelea con el gavilán, si ataca a sus pollos. Pero, es un ser humano. Madre es ese ser amoroso, exigente, tierno, y siniestro; que nos forma en su vientre, nos deforma en la niñez, nos reforma en la vida, y nos conforma en la muerte.

Me levanté para irme. El don, como siempre, me había dado paz.

Y, desde la penumbra, llegó su voz con extraño tono:

–No olvides regalarle una rosa el domingo...

–¿Usted también cayendo en ese comercialismo?

–El domingo y cada día, –completó– y que sea la rosa de la evocación... la más hermosa y la que tiene más espinas.

Musité una despedida y giré, yéndome.

Y me fui pensando en esas cosas... en cosas de las copas.

...oo0oo...

MATERNAL

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ROMANCE

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Viernes. Hace más de una semana que no voy a mi cita en la noche con el viejo don amigo ni a la previa reunión con el bolichero. Sin embargo, todas las tardes, he llegado a la plaza.

Y otra vez estoy allí, otra vez en el banco casi oculto, donde comencé a escribir poesías en mi juventud.

La poesía se volvió ilusión; la ilusión, romance.

Y el romance, un día, con la realidad del brazo, se levantó del banco para cruzar la calle y transformarse dentro la iglesia en matrimonio.

Y otra vez estoy allí, solo, en el banco... hoy nada lo oculta.

El tiempo y el frío han hecho caer las flores y las verdes hojas que lo rodeaban... y su vieja pintura está descascarada.

Comienza a atardecer. Los arreboles no han cambiado, son

iguales a los del ayer... el banco y yo somos diferentes.

Me levanto, quiero ir un rato al boliche y luego hablar con el don.

Llego a la puerta. Me rodea esa penumbra que antecede a la noche. Me paro en el escalón.

Pienso que éste no existía en mi juventud... que lo hicieron porque bajó la acera.

Entro al local. Algunos parroquianos ya se encuentran en la barra, pero hablan en murmullos de su propio camino.

El cantinero me ve, vislumbro en su mustio rostro un gesto de satisfacción, de reencuentro, de camaradería.

Y, para as de una semanami asombro, toma una bandeja, pone en ésta algo que saca de abajo del mostrador, la botella acostumbrada, la copa... y lleva todo a la mesita adosada a la ventana.

Me siento. La mortecina luz del farol de la esquina, alumbra.

Y veo... es aquel viejo librito de poesías. Y leyendo despacio, y tomando despacio... pasa el tiempo y los recuerdos.

Miro al cantinero. Viene. Pago. Me voy. Queda un librito más ajado, una

botella con menos, una copa empañada.

Lo triste de vivir es que, al final de la vida,

los sueños no se hicieron realidades y la realidad es un sueño. (Rocas,

Cascotes...)

16 - ROMANCE - VIERNES 17-MAY-1996

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ROMANCE

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Ya es oscuro. Bajo el laurel, se encuentra mi don amigo. Susurro un saludo al sentarme en el otro extremo del banco.

–Pensé que esta semana no ibas a charlar conmigo. –dice– Aunque, te he visto todas las tardes en el banco del romance.

–¿Los bancos tienen nombre? –pregunto con triste ironía.

–Claro, –afirma– acaso, ¿no llamas a éste el del viejo don?

Sonrío en la oscuridad, y me desahogo contándole:

–Es que esta semana se cumplió otro año... de cuando en ese banco encontré en ella el amor.

–¿Encontraste el amor en ella, o ella era el amor? No es lo mismo... Lo que se encuentra, también se pierde.

–No sé... solo sé que ese amor se volvió matrimonio.

–La juventud se enamora de forma inconsciente, –dictó él– si no... ¿cómo se reproduciría la humanidad? Además, somos animales rutinarios. Gracias a eso, permanecen unidos los esposos .

–Esta época ha pisoteado todo romanticismo. –digo, agrio– Hasta la luna, inspiración de enamorados y poetas, ha perdido su idealizada pureza. Los hombres ya han pasado por ella.

–Los últimos siglos trajeron dos males a la humanidad: –me instruye el don– los ideales y el romanticismo. Ambos son irreales, y al chocar con la realidad nos llenan de amargura.

–Tiene razón. –añoré– Jóvenes enamorados, grabamos nuestros nombres en un árbol. Con el tiempo, su corteza se endureció, se agrietó; y hoy ni se entiende lo que escribimos.

–Has pasado las tardes en el banco del romance queriendo convertirlo en banco de recuerdos. –afirma– Hay un lugar y un tiempo para cada cosa. Y sólo existe algo más hermoso que ver a una pareja de jóvenes enamorados... es una de viejos.

Callé recordando una poesía: “No hay vacío más grande que el vacío

interior... y se llena enseguida con un poco de amor”

Me despedí, y me fui pensando... en cosas de las copas.

...oo0oo...

ROMANCE

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LAS ROCAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Mediodía. Luego de almorzar, salgo. El sol me encandila. Bamboleo sobre la

acera. Aunque, sólo he tomado unas copas de refresco.

La visión se normaliza y comienzo a caminar.

Los pasos me llevan a la plaza. Soy otro animal de hábitos...

Me acerco al bar. Pegada a la puerta hay un hoja indicando que estará cerrado por duelo hasta las seis de la tarde.

Debajo tiene un recorte del diario, de los obituarios. Leo el nombre del fallecido. Siento un entrevero de emociones.

No pertenecía a los cinco dedos con los cuales se cuentan los amigos de verdad. Pero fue, en una época, un compañero del camino.

Un hombre íntegro... y eso cuesta encontrar.

Lo velan en una empresa cercana. Voy hacia allí. Me acerco al ataúd. Dentro, hay alguien más joven que yo. Y nuevamente pienso que la vida y su adlátere, la muerte, no son justas.

El cantinero viene a mi lado. Los tres quedamos juntos en silencio,

juntos en el velatorio, juntos en el cortejo fúnebre, en el entierro...

Pero, sólo volvemos dos por la calle.La calle lleva el nombre de un

profesor. Un muchacho poco mayor que

nosotros, que un día entró a dar clase en el liceo... y al no saber como tratarlo, lo tratamos como siempre.

Porque ese hijo de emigrantes, otro más, había jugado con nosotros en las calles... y con una pelota remendada.

Pienso que él fue uno que, como el viejo don de la plaza, se quedó... y, sin salir del barrio logró ser valorado y reconocido.

Llegamos. Espero mientras el bolichero abre el bar. Va al mostrador.

Sirve mi copa, se sirve una, brindamos callados... ¿por los que fueron?... ¿por nosotros que aún estamos?

Y a las nueve de la noche, con más copas y recuerdos, voy a mi cita con el don debajo del laurel de la plaza.

El ser de burla y hierro, con alma de poeta.Qué cruel encierro, para un alma tan

inquieta.(Poema de Mis Palabras Aire Son...)

17 - LAS ROCAS - MIÉRCOLES 23-MAY-1996

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LAS ROCAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

–Viniste más temprano. –murmura al verme desde el banco en la penumbra– Se te abrió una grieta en el corazón.

–¿Otra?... –musito agriamente– no creo tener ya más lugar.

–No, otra no. –me responde– Llega una edad en que son las mismas grietas, pero cada tanto sucede algo y se agrandan... como hoy. Cuéntame otra vez aquello del profesor.

No me asombró el pedido. Y narré como un muchacho:

–En segundo del liceo tuvimos un profesor de Geografía. Joven, con nueva pedagogía, enseñaba en forma mayéutica.

–La única manera en que aprenden los humanos. Las otras son para que repitan los loros. –interrumpió el don.

–Nos preguntó porqué se rajaban las rocas. –seguí– Un alumno respondió por el calor del sol. Yo, que era por el agua que entraba en las fisuras. El profesor, sonriendo satisfecho, dijo que era eso sumado. Y, llamó con nuestros apellidos a esa teoría. Nunca olvidaremos su clase, y menos a él.

–Porque era un maestro de verdad. –agregó el don.

–Hoy volví por su calle. –continué, y repetí la tesis– Una fisura; llueve, enfría, entra agua; sale el sol, calienta; se abre más la fisura... lluvia, sol... lluvia, sol... y así, y así, y así...

Mi voz se puso ronca con el paralelo de los sentimientos. El don amigo, otro maestro magistral, comprendiendo, me dijo:

–Fuiste formado en la vieja escuela donde las debilidades no se mostraban. Debíamos ser como piedras ante ellas.

–Las piedras no lloran... y un día se rompen. –musité, ronco.

–Es cierto. –otra vez el don era paternal– Pero al romperse la piedra, deja otras en su lugar... y así, y así, y así...

Sentí más grandes las fisuras. Pero ya no dolían tanto.Me paré, despidiéndome. Había sido un día con muchas cosas...

cosas de las copas....oo0oo...

LAS ROCAS

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PERGAMINO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Viernes. Fin de mes. Los empleados volverán del trabajo con el sueldo.

Y medito que empleado es sinónimo de utilizado.

Siento una agria libertad. Ya no soy empleado ni empleador. Ya no soy utilizado... ¿por premio a lo hecho, o por inservible?

Y en el atardecer voy hacia el boliche. Sé que más tarde se llenará con los que han cobrado hoy... los ricos por un día.

No importa; cuando el ruido invada mi intimidad, iré con el viejo don de la plaza... otro que hace años dejó de ser usado.

Entro. Hay algo distinto en el local. Busco. El tabernero, el reloj, el mostrador, la botella y la copa en él... están igual.

Pero, junto al viejo almanaque hay un pergamino en ocre cabretilla.

Voy a leerlo. Es el poema “Tus Hijos” escrito debajo de el rostro de una criatura que podría ser un niño o una niña, con rasgos de cualquier raza... el hijo de cualquiera.

Me siento frente al mostrador. El cantinero se sirve una copa y, en silencio, la levanta. Yo hago lo mismo con la mía.

Brindis callado... ¿por nosotros, por la criatura, por el pergamino?

Tal vez él sea un padre, como yo. O lo haya sido, como lo fui.

Llegan los parroquianos. Van a ver el pergamino, hacen emotivos comentarios, y el mostrador se llena de vasos.

Me retiro a la mesita junto a la ventana. El bolichero saca de abajo del mostrador una caja con cabretillas enrolladas. Y se vende más bebida, y se venden más cabretillas.

Cada tanto, un cliente paga lo bebido y su pergamino, y se va con él.

Todos somos o fuimos padres, o hijos de alguien.

Llega la noche. Me levanto, pago. En la plaza, bajo el laurel, espera el viejo don amigo.

El cantinero me regala su mustia sonrisa, sin ofrecerme el poema.

Sabe que lo llevo por dentro.

Tus hijos no son tus hijos,son hijos del tiempo y de la vida...

(Versión del poema “Los Niños” de Jalil Gibran)

18 – PERGAMINO - VIERNES 31-MAY-1996

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PERGAMINO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

La noche es fresca. Al bajar el escalón, trastabilleo. ¿Será que la acera cada noche baja

más? El viejo sigue sentado en la penumbra,

en el banco. Cuento... y espero.–Si quieres hacer feliz a alguien,

elógiale sus hijos. –musita– Todos ganaron. Cada cliente llevó en él la envasada alegría de las botellas, y a su familia la felicidad escrita en un poema.

Me pregunté que me había dado a mí, y el don completó:

–A ti, la añoranza. A este viejo, que vinieses una noche antes... y a él, el beneficio de vender poesías y licor.

–Me hizo evocar cosas que usted y mi padre citaban en mi juventud. –murmuro– Cosas que recién ahora valoro...

–Piensa en el poema. Tu padre originó tu cuerpo. Otros y yo, las ideas. Pero sólo la vida y el tiempo te dieron el lugar y tus pensamientos. –y cita– “Un lugar y sueños donde nosotros no pudimos entrar, como tú no pudiste entrar en los de tus hijos. Porque para la vida no hay estaciones ni regresos al ayer”.

–“Nosotros somos el arco.” –completo emocionado– “Y nuestros hijos las flechas que han de ser lanzadas”

–Exactamente... nadie sabe donde irán ni en que blanco han de clavarse. Pero, muchos tienen la soberbia de recordar a los hijos que ellos fueron el arco y la cuerda... no dando libertad a la flecha en su recorrido.

–Es difícil ser padre... –reflexiono– Y cuando creemos que hemos aprendido a serlo, nuestros hijos ya están viejos. Y muchas veces, al crecer, son unos desconocidos que hacen recordar a unos niños queridos que conocimos hace tiempo.

–Ése es el mayor logro, pues ya son individuos. –sentenció.

Me despedí. Empezaba a garuar. Crucé la plaza. Dentro mío iba

repitiendo el poema. Una gota salpicó mi rostro. Pasé mi mano sobre él. Me pareció

pasarla sobre un viejo pergamino.Y preferí pensar en otras cosas... en

cosas de las copas....oo0oo...

PERGAMINO

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PERDIDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Miércoles. Hace pocos días que tuve la habitual reunión con el cantinero y el viejo don de la plaza.

Sin embargo, me siento perdido. Y, con esa sensación de vacío, de soledad, me dirijo en el atardecer hacia el bar.

No voy en busca de compañía, ni siquiera sé lo que busco... aunque, allá en lo profundo, debe haber una razón.

Entro al boliche ya anocheciendo. Está como siempre: en silencio, con sus luces que apenas alumbran. ¿Será así por economizar, o porque eso es suficiente?

El cantinero, al verme, pone en el mostrador la botella y la copa acostumbrada. Musitando un saludo, me siento frente a él. Me sirve, pero aún no bebo... recorro con la vista el local.

En una mesita del fondo se perciben dos personas.

Quizás se encuentren hablando en voz baja, o esperen a alguien más, o estén compartiendo pensamientos.

Junto al almanaque ya no está el pergamino con el poema. Y, sin motivo aparente, comento que hace mucho que me siento perdido, que no escribo una poesía... nada.

El tabernero levanta las cejas y frunce la boca con un gesto de condescendencia.

Medita, y saca una revista de abajo del mostrador. Busca una página. La deja delante mío. Leo:

“La creatividad se retroalimenta. Las ideas van haciendo surgir otras ideas. Cuando el pensamiento se encasilla en lo conocido, y las acciones en lo seguro, muere la creatividad. Se enferma del peor virus: La monotonía”

La frase es de un conocido actor. Levanto la vista y me encuentro al cantinero con una expresión que dice mucho.

Callado, tomo mis copas. Ya de noche voy a la plaza.

A veces me pierdo, y no me quiero

encontrar,porque es lindo estar,

perdido en los recuerdos...

19 - PERDIDO - MIÉRCOLES 05-JUN-1996

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PERDIDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

El frío y la oscuridad me acompañan por los senderos. El viejo don amigo está en su banco bajo el laurel. El árbol se diluye en la noche, y el anciano se pierde en la penumbra.

Al don lo vislumbro más grande. Supongo que debe ser porque está abrigado.

Y no me sorprende su pregunta:–¿Tu gustó lo que leíste?... Lo dijo un

cómico.–Bien dicen que lo más serio es la

comedia. –respondo.–¿Por qué te sientes perdido? –sigue él

en su mayéutica forma– ¿Acaso, no te encuentras?

–Es que muchas veces me pierdo en mí mismo... y no me quisiera volver a encontrar... Me siento bien tras la puerta de la añoranzas, cerrada a la realidad .

–Una puerta cerrada separa tanto al de adentro con los de afuera, como al de afuera con los de adentro. Si todas las puertas se cierran, se está en una cárcel. No hay puertas en el campo, en el bosque, en el mar... en el alma.

La sentencia del viejo me hizo reflexionar.

Y el don continuó:–¿No será que te estás autoaislando

cuando te pierdes en ti mismo? ¿No sería mejor que abrieses la puerta y volvieras al presente a encontrarte contigo... y con los demás?

–No sé... –musité– temo encontrar un presente vacío... vacío para mí. Por lo menos, el pasado está lleno de recuerdos.

–Tan triste es un pasado sin recuerdos, como un presente sin realidades. –sentenció el viejo.

–Más triste es recordar lo que no fue y pudo ser. –murmuré.

–No. –afirmó el don amigo– Lo más triste es recordar lo que fue y se perdió. Por eso el amor ideal, el inolvidable, es aquel que se tuvo en toda su intensidad... y el ser amado, murió.

Quedamos en silencio largo rato. Luego, sin decir nada más, me levanté

y me fui... iba pensando en cosas de las copas.

...oo0oo...

PERDIDO

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RETROCESO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Miércoles. Dos de la tarde. Salgo de la casa. Pero no me dirijo ni al bar ni a la plaza.

Voy hacia la vieja biblioteca. Está a quince cuadras. El tibio sol de otoño me incita hacerlo.

Recorro las mismas calles donde caminaba veloz, buscando hallar en eso anaqueles las respuestas a mis interrogantes.

Ahora voy lento, la distancia parece haberse duplicado, y cada tanto debo detenerme para tomar fuerzas y continuar.

Llego y entro. Hay más libros con lomos de colores en los anaqueles. En mi juventud, la mayoría eran ocres o grises...

¿Habrá sido por eso que nuestra generación fue así?

Sin embargo, son pocos los muchachos leyendo. Es algo que me intriga. Antes, veía la gente joven en todas partes...

¿Será que ahora son menos, o que yo ya no los veo?

Me alegra encontrar un tomo de entonces. Tiene las hojas amarillentas y sus tapas denuncian miles de remiendos.

Firmo por su préstamo y me lo llevo. Quiero mostrarlo al bolichero.

Cuando llego al bar, atardece. Subo el escalón. Me acerco al mostrador con un resuello. El cantinero me sirve un vaso de agua.

Luego, saca la botella y la copa acostumbrada.

Abro el libro y le señalo un renglón subrayado:

“Cuídate de los que digan que eres el mejor del mundo. No te acerques a nadie solo. No creas que alguien puede ser tu hermano. No te fíes de la amistad. No intimes con nadie. Al dormir, guarda tu corazón. Pues, nadie tiene amigos el día de la desgracia”

El bolichero me asombra diciendo que eso es parte de los consejos del faraón a su hijo... dados hace cinco mil años.

Lo miro con admiración. Luego callamos y, tomando unas copas, llega la noche.

Saludo, levantándome para ir a la plaza.

El tabernero me pide si le puedo dejar el libro... y se lo presto.

El camino de la vida siempre va hacia adelante.

Por eso, cada vez que queremos dar marcha atrás...

chocamos. (Rocas, Cascotes y Adoquines)

20 - RETROCESO - MIÉRCOLES 12-JUN-1996

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RETROCESO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Salgo. La noche es fría. Dentro poco empezará el invierno. Nadie cruza la plaza. Pero, el viejo don amigo está en el banco bajo el laurel.

Me enfundo en mi abrigo. Cuento. Y él dice:

–Te costó llegar a la biblioteca...No sé si es pregunta o afirmación,

pero me justifico:–Es que los años pasan... y pesan.–Sí... –y agrega, didáctico– Pero, más

que todo, fue porque ibas en retroceso. Quisiste volver al mismo lugar y como lo hacías antes. Eso es imposible, la vida no tiene marcha atrás, todo cambia, no sólo el color de los lomos de los libros.

–El retroceso es la marcha más fuerte, pero peligrosa. Se deja de ver hacia adelante, y duele mirar hacia atrás. –recito, recordando mi tiempo de conductor automovilístico.

–Correcto. –concuerda el don– Es igual en la vida. Y ésta continúa y continúa siempre.

–¿También nuestras vidas? –inquiero con triste ironía.

–No. Ésas continúan hasta que finalizan. El promedio actual de la existencia humana es cerca de veintisiete mil días. ¿Vale la pena desperdiciar uno de ellos, yendo en retroceso?

Un profundo suspiro fue mi respuesta. Y él prosigue:–¿Llevaste el libro al bolichero para

enseñárselo, o como un retruque por todo lo que él te había enseñado?

–Ahora creo que fue por ambas cosas.–¿Y por qué te quedaste callado luego

de lo que él dijo?–Me asombró. Usted y él me hacen

pensar.–Cuando tu interlocutor quede

pensando en tus palabras, habrás llegado a ser importante. Cuando tú quedes pensando en las palabras de él, empezarás a ser sabio.

Sentí el frío más profundo.Saludé y me fui... pensando en el

cantinero, en el viejo don amigo... y en las cosas de las copas.

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RETROCESO

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MADURANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Otro miércoles. Últimos días de otoño.Abrigado, salgo a caminar en la tarde. El sol parece haberse encogido por el

frío, apenas entibia mis mejillas.Al doblar en una esquina encuentro

cerca de la alcantarilla un pequeña pelota de goma.

Una piedra y unos restos de hojas la han frenado de caer dentro el albañal.

La pateo y sale chancleteando en todas direcciones. Está rota.

El ruido que hace el pedazo aún unido, que parece una lengua sucia, recuerda el protestar de un niño.

Y pienso en ese niño... y en el niño que fui... y en las pelotas de trapo... y en las pelotas de goma... y en qué tristeza daban cuando se rompían.

Anochece cuando llego al bar. Tras el mostrador, me espera el

bolichero. A un lado, tiene el libro que le presté la semana anterior.

Saca la botella y la copa de siempre, y me sirve.

Tomo la primer copa. No hablamos, pero él sonríe.Luego pone entre él y yo un tablero de

damas, uno hecho en cartón, con los cuadrados pintados a mano.

Y, con tapitas, improvisamos las fichas. Unas para arriba, otras para abajo.

Jugamos largo rato. No importa quien gane. Una vez uno, otra vez el otro.

Cada tanto una partida, cada tanto una copa. Si no fuera por éstas, seríamos dos botijas en una cocina.

Llega la noche. Debe ir a mi cita con el viejo don amigo.

Voy a pagar mis copas, el cantinero no acepta.

Dice que fueron iguales las veces que gané que las que perdí.

Me entrega el libro. Yo debo devolverlo a la biblioteca.

Me pongo el abrigo y guardo el libro dentro él.

Salgo. En la fría noche me dirijo a la plaza.

Es fácil llegar a viejo, sólo hay que vivir,

lo difícil es llegar a ser un niño.

(Mariano Díaz)

21 - MADURANDO - MIÉRCOLES 19-JUN-1996

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MADURANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Llego hasta al banco. Le cuento al viejo, para concluir así:

–A veces pienso que mis amigos y mi familia tienen razón cuando dicen que no he terminado de madurar.

El viejo don amigo quedó callado mientras jugaba con una piedra dándole pequeños puntapiés.

Luego inquirió:–¿Recuerdas los naranjales que tenía

en el fondo de la casa cuando tú eras niño?

No comprendí que relación tenía la pregunta respecto a lo hablábamos, pero respondí llevado por los recuerdos:

–Sí. Nunca podría olvidarlos. Muchas veces salté la cerca para ir a robarle los frutos mientras usted dormía la siesta.

El don rió desde la penumbra, y continuó con su mayéutica:

–¿Recuerdas los naranjales en primavera?

–Sí. –respondí añorante– Eran tan lindos con sus hojas verdes y llenando el aire con el perfume de los azahares.

–¿Recuerdas lo que les sucedía en verano?

–Sí. –el don me guiaba en al ayer– Los frutos crecían, se ponían de un hermoso color naranja, comenzaban a madurar.

–¿Recuerdas lo que les pasaba a los maduros en otoño?

–Sí... –musité, reflexionando– caían podridos al suelo.

–Llegamos al invierno... ¿Te gustaría terminar de madurar?

–¡No! –fue mi determinante respuesta.–Por fin dijiste un no. Quiere decir que

aún estás vivo... Si se responde sí a todo, se está muerto... de una manera u otra.

–Los muertos no responden. –opiné infantilmente.

–Es cierto. –dijo paternal– Y callar es un sí tácito...

Dio un puntapié a la piedrita haciéndola llegar a mis pies.

Comprendí y, pateándola como un niño a una pelota, me fui.

Mientras, iba pensando en las cosas de las copas.

...oo0oo...

MADURANDO

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CONVENTILLO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Tarde fría. Ya estamos en invierno. El viento helado castiga el rostro y se

cuela por cualquier abertura del abrigo.Voy hacia el boliche. Aún no son las seis de la tarde, pero

ya el sol quiere retirarse en el horizonte. Calles, aceras, edificios, todo tienen un tono gris u ocre.

Las pocas personas con quien me cruzo, metidos dentro sus sobretodos, asemejan osos.

Llego al bar. Entro al local, me detengo un instante a respirar el agradable aire tibio.

El cantinero, desde el mostrador, me lanza una mirada de ruego para que cierre la puerta.

Cierro y me dirijo hacia él, que ha sacado la botella y la copa de costumbre.

La tomo de inmediato. Necesito el calor aunque sea momentáneo, artificial, y por dentro.

El bolichero abre el cajón bajo el mostrador.

En silencio, sonrío. Lo he bautizado el “cajón de las sorpresas”. Y tal como espero, saca una. Una que me llena de emoción.

Es el ajado, de bordes rotos, amarillento, libro de la escuela, el de quinto año.

Aquel libro general que había en esa época.

Dentro él se mezclaban, en sorprendente entrevero, trozos literarios, aritmética, poemas, geometría y poesías.

Comenzamos a hojearlo, pasándonos mutuamente páginas a leer; unas nos hacen reír y otras, reflexionar.

Y, cada tanto, la acompaño con el calor de la bebida de una copa.

Ya por irme, comento cómo se llamaría actualmente a ese libro:...

¿Compendio, enciclopedia, compilación, guía?

Y el bolichero, siempre parco y sabio, opina:

-¡Conventillo!No río, pienso en los conventillos y su

amalgama de seres...Pago. Salgo. El frío es intenso, pero lo siento

menos.

La memoria es un libro de historia

que, con el tiempo, sin pena y sin gloria,

se convierte en un libro de cuentos.

(Rocas, Cascotes y Adoquines)

22 - CONVENTILLO - MIÉRCOLES 26-JUN-1996

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CONVENTILLO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

La noche helada me acompaña hasta al banco debajo el laurel. Y sentado como siempre, está el viejo don amigo. Me asombra que no sienta frío. Es de otra estirpe.

Cuento de mi reunión en el bar, y el viejo me pregunta:

–¿Recuerdas las veces que lo leíamos juntos?

En mi memoria surge un niño charlando con un criollo de rostro indio, en un patio bajo un parral con glicinas.

–¿Cómo era aquel cuento del loro? –sigue él– ¿El que siempre nos hacía reír... hasta que un día nos hizo pensar?

–Sí... –indico, y reflexiono que a quien hizo pensar fue a mí.

El don lo habría hecho desde mucho antes.

Y paso a narrar:–“Cierto señor fue a comprar un loro.

El vendedor le ofrece dos. Uno, Pablo, serio. El otro, Pedro; vivaz. Por el vivaz pide el doble que por el

otro.Y el señor le pregunta:”–“Pedrito... ¿tú vales tanto?”–“¡Exactamente! –responde el loro

vivaz.”

“Fue tal la admiración que el hombre lo compra. Pero, luego comprueba que lo único que sabe decir es: ¡Exactamente!”

–“¡Que tonto fui al comprar este loro! –exclamó el hombre.”

–“¡Exactamente! –responde el ave. Y esa vez tuvo razón.”–Quizás tuvo razón, quizás no. –

alecciona mi mentor– O, tal vez, el único que tuvo razón fue nuestro amigo bolichero.

–Tal vez... –le digo– Pero, me cuesta llamar conventillo a ese libro que tantas enseñanzas nos dejó.

–¿Por qué? Si juntas lo hermoso y lo feo, los triunfos y los fracasos, lo alegre y lo triste, lo bueno y lo malo; lo que es la vida, eso que llamamos memoria... ¿No es un conventillo?

–¡Exactamente! –respondí, imitando aquel lorito.

Reímos en la congelante noche. Y, despidiéndome, me fui.Iba pensando en el conventillo y en las

cosas de las copas....oo0oo...

CONVENTILLO

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TAMBORES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Camino por la vereda. Voy casi pegado a los frentes de las casas para que me llegue algo del calor que guardan dentro.

En cada esquina me abofetea con mano helada la invernal ventisca, y acelero mis pasos para cruzar la calle.

Al llegar a la plaza dudo si seguir hasta al bar, me falta una cuadra.

En ella, por la derecha, me azotará el gélido viento que corre libre entre esqueléticos árboles y muertos jardines.

A mi izquierda tendré los muros de la iglesia y del colegio; pero éstos son yertos, sin calor interno.

Al fin, me animo.Hundiendo mis cuello en el sobretodo,

apuro tanto el paso que corro sin correr. Y entro rápido en el boliche.

Cierro como si el aire frío de afuera fuese un enemigo que me persigue. El cantinero, tras el mostrador, sonríe socarrón.

La tibieza del local es agradable, y me quito el abrigo yendo a la barra.

Son las seis de la tarde. Extrañamente, no saca del estante la

botella ni la copa acostumbraba. Está abstraído arreglando un radiorreceptor viejo, del tipo cajón, pero ya de transistores.

Lo logra. Entonces, me sirve el trago de siempre. Luego, gira el selector de emisoras en el aparato. Por la bocina van alternándose las voces de los locutores y diferentes músicas.

De pronto surge la impactante secuencia de los cañones en la obertura 1812 de Tchaikowsky.

Quedamos extasiados largo tiempo, oyéndola. Al concluir, brindo con una copa.

Otro giro del botón, y el lugar se llena con el ritmo de lonjas vibrando en un candombe.

Ambos hacemos el repique en el borde del mostrador. Y al finalizar, me tomo otra copa.

Son las nueve. Debo ver el don. Pago. Me abrigo y salgo.

El aire es frío, pero sin brisa... ¿el viento se habrá ido a dormir?

Tambores, tambores,que nos hacen

temblar...herencia ancestral.

(Poema Anónimo)

23 - TAMBORES - MIÉRCOLES 03-JUL-1996

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TAMBORES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Me acerco al banco de la plaza bajo el vetusto laurel.

Ahí se halla el viejo don amigo, indefinible, como siempre...

Me siento frente a él. El murito está helado. La noche negra.

–¿Cómo está, don? –murmuro– ¿Nunca tiene frío?

–Estoy aquí, –responde, tranquilo– con don Julio Invierno. El calor del cuerpo se guarda con un abrigo. El del espíritu, con sentimientos. ¿Por qué voy a tener frío?

Muevo la cabeza, admirándolo, y le narro lo del bar.

–¿Qué te gustó más? –inquiere– ¿los timbales sonando como cañones en la obertura, o los tamboriles haciendo vibrar el ritmo ancestral en el candombe?

–No podría decirlo. –reflexiono– Unos hacían temblar de emoción, los otros llegaban a las fibras íntimas.

–¿No será que la obertura despertaba el mito guerrero, y el candombe el instinto primitivo? – sigue él, mayéutico.

Callé frente a su saber libre de erudiciones pedantes.

–La música es anterior a la vida y al hombre. –continuó mi viejo mentor– Y se resume en: Piiff, Dinn, Bang. Soplar, vibrar, golpear. Vientos, arcos, tambores.

–El Universo comenzó con un Gran Bang, –digo a lo loco– gira en enormes arcos... y terminará en un inmenso golpe.

–Eso es muy intelectual. –indica el don, aleccionador– Para pensarlo con violines o flautas, pero... ¿con tambores?

–No... Con tambores sólo se puede pensar que usted y el bolichero son siempre sorprendentes. Nunca son… uno más.

–Como tú, como cada individuo. –sentencia– Y recuerda: Cada persona marcha al ritmo de su propio tambor.

–¡Con razón el desfile de la vida es un desastre! –ironizo.

Reímos a pesar del frío reinante. El no lo sentiría, yo sí. Me despedí.

Yéndome, pensaba en las cosas de las copas.

...oo0oo...

TAMBORES

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QUIJOTADA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Toda la semana ha sido con viento, lluvia y frío. El tiempo no incitaba a salir hacia la soledad de las calles, obligando a pasar el tiempo en la soledad de los cuartos.

Finalmente, hoy viernes, en el atardecer, un sol cansado y aterido asomó en el horizonte para despedirse al instante.

Pienso que los verdaderos jinetes de la Apocalipsis no son Guerra, Peste, Hambre y Muerte; sino: Viento, Lluvia, Frío y Oscuridad.

Y debo luchar contra ellos para ir al bar y la plaza.

Me armo: Para el frío, ropa afelpada y zapatos gruesos. Para la lluvia, impermeable y galochas. Para el viento, el coraje. Para la oscuridad, mis pensamientos. Y, salgo.

Ridículo caballero invernal, cual Quijote de barrio, lucho contra un viento sin molinos, no tengo Rocinante ni Dulcinea...

¿Quién será Sancho?... ¿el bolichero o el viejo don?

Llego al bar, subo el escalón, miro alrededor.

Solamente veo penumbra; y oigo el ruido de la lluvia. Hace seis meses veía flores, sol, y escuchaba cantos de pájaros. El tiempo pasa.

Entro al boliche. Es fin de semana, hay algunos clientes en el mostrador.

El cantinero me observa con extrañeza. ¿Acaso pensó que no vendría?

Me siento en un extremo de la barra.Pone delante mío la botella y la copa

de siempre. Me sirve y va a atender los otros parroquianos.

Ellos tienen vasos, y con ellos bromea en voz alta sobre política, deportes, sexo.

Se acerca a mí con unos panfletos. Los leo mientras él sirve de nuevo en mi copa.

Al levantar mi rostro, veo el suyo con una concordante ironía. No necesitamos hacer comentarios.

Y vuelve dicharachero a sus clientes. Y vuelve cada tanto a servirme silencioso a mí.

Y yo, mientras tomo otra copa, leo otra vez las repetidas frases. Y pasa el tiempo.

Ya es muy oscuro. Pago. Salgo para la plaza.

La educación se aprende,la cultura se mama...

(Wimpy)

24 - QUIJOTADA - VIERNES 12-JUL-1996

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QUIJOTADA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Voy al otro encuentro. El viejo don amigo está en su banco.

Sentado en un extremo, parece dejarme el otro a mí.

Tomo asiento con confianza. Y como siempre narro todo.

–Es admirable la cultura de él, y cómo sabe adaptarse a la educación, o mala educación, de cada parroquiano. –indico.

–¿Qué te asombra? –dice el don– Educar a alguien es ir adaptando su mentalidad a la forma general de pensar. Si se logra, se obtiene un hombre más. Si no, será un rebelde o un genio... o un cantinero.

–Una sentencia con cierto cinismo intelectual. –e interrogo– ¿Usted no cree que cultura y educación son diferentes?

–Exacto. –continúa el viejo– Cultura es la expresión libre, propia, y natural, de un pueblo. La educación son las actitudes ajustadas a normas, costumbres y reglas de una sociedad. Y… No hay mal educados, hay mal aprendidos.

Río, con un halo de tibio aliento. Y él me inquiere, socarrón:

–Don Quijote con galochas... ¿Qué decían los panfletos?

–Lo que repiten en estas fechas patrias. –aclaro irónico– De las luchas, los héroes, la democracia, la igualdad, la justicia.

El don hizo un ruido, no supe si de risa o asco, y exclamó:

–¿Héroes? ¿Caudillos hacendados y citadinos adinerados? ¿Patria libre, y los libertadores tenían esclavos? ¿Una nación, y se despreciaba a los indios? ¿Eso es Independencia?

–Son muchas preguntas... Y siguen aún sin respuestas. –indiqué.

–Es cierto. En tanto se piensa que las personas pueden dividirse según su educación, fortuna, o manera de vivir; es estúpido e hipócrita hablar de democracia, igualdad y justicia.

Nos quedamos en silencio. Se levantó la brisa trayendo una helada garúa. Me despedí.

En el banco quedó el viejo don amigo, un criollo mezcla de blanco aventurero, indio, negro...

Yo me fui en la llovizna, pensando en cosas de las copas.

...oo0oo...

QUIJOTADA

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PATERNAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Son las cinco de la tarde cuando entro al boliche. Al cerrar la puerta, dejo atrás el frío y el anochecer.

No ha pasado una semana desde la última reunión, pero he venido hoy.

Mañana es feriado, y esto se llenará de gente.

Hay una rara luz en el bar. Busco su origen.

Me sorprende una novedad. Sale de un televisor que se encuentra sobre una repisa al fondo del local. De todas partes se le puede ver.

Justo en el medio, entre dos puertas. La de la izquierda da al depósito

donde se guardan las botellas aún sin abrir.

La de la derecha va al escusado. Decirle baño sería impropio, donde se arroja lo que queda de ellas luego de pasar por los hombres.

Puertas que tienen analogía con las ilusiones de cada uno.

El cantinero ya tiene mi botella y la copa de siempre servida. Lo miro con una interrogante.

Me explica que el aparato se lo regaló su hijo el doctor... para que no se aburriera.

¿Hijo doctor? ¿Médico o abogado? ¿O uno de los tantos doctores actuales?... Nada pregunto.

Además, la frase “mi hijo el doctor” me ha hecho evocar la obra de Florencio Sánchez.

Tomo mi copa, e indico con un gesto que me sirva otra.

Le hago notar que el televisor tiene apagado el sonido, que la imagen es la peculiar de no hallarse en un canal activo. Y, amistosamente, le digo que no está viendo nada.

Me responde que eso es lo que hoy quiere ver: Nada.

Mañana lo pondrá en los canales para los demás clientes.

Y afirma que ese aparato debería llamarse: matador. Porque mata el diálogo, mata los pensamientos, mata el silencio.

Lo dice agriamente. Callo, reflexionando en sus palabras.

Y llega la hora de ir a mi cita con el viejo don. Me despido.

Padre es ese ser ignorado que cuando lo valoramos, ya no

está.(Rocas, Cascotes y

Adoquines)

25 - PATERNAL - MIÉRCOLES 17-JUL-1996

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PATERNAL

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Salgo. La noche es fría, pero sin viento ni nubes de lluvia.

Llego al banco. En la penumbra está mi viejo don amigo.

Le cuento la extraña reunión con el cantinero. Extraña por haber hablado tanto él, por sus ideas, por la imagen del televisor.

–¿Recordaste que el domingo pasado fue el Día del Padre? –comienza el viejo con sus preguntas.

–Sí, don... pero, por favor, eso es otro comercialismo. –y vuelvo al tema– Lo que me dejó mal, fue el tono triste del cantinero.

–Un padre bolichero siempre se sentirá orgulloso que su hijo sea un doctor. –sentencia– Un hijo doctor no siempre se sentirá orgulloso que su padre sea un bolichero. ¿No crees?

–Quizás por eso le regaló el televisor. –opino hiriente– Es más fácil dar un regalo que dar afecto y comprensión.

–¿Recibiste algo de tus hijos? –inquiere el don.

–No... –respondo en un susurro– Mis hijos quedaron lejos.

–¿Lejos en la distancia?... ¿Lejos en el tiempo?... ¿O lejos en el sentir?... –indaga con voz profunda.

–No sé. Tal vez en algo de cada cosa. Y, como todos los hijos, dirán que los padres no supimos hacer las cosas bien.

–Tienen razón... –el don ya era irónico– los hicimos a ellos.

Río con algo de amargura. Y el viejo siguió sarcástico:

–Dime algo. Antes, cuando nacía un hijo, era en la cama del padre y la madre. Ahora, cuando nace un bebé, hay varias salas de parto, lo atienden varios médicos, lo llevan varias enfermeras, lo ponen junto a otros recién nacidos, y casi todos son iguales... ¿el hijo que dan, será el de su padre?

–Hay veces que, al ser mayores, nos hacen dudar. –musité.

El frío de afuera no era tanto, pero me despedí. Cuando llegué a mi casa, encendí el televisor. Sin sonido, sin imagen.

Y viendo así la pantalla, pensaba en cosas de las copas.

...oo0oo...

PATERNAL

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RIENDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

El viento aullaba en la calle golpeando la puerta. Tuve que sacar valor para abrirla.

Pero, los sentimientos dieron el coraje. Y, la curiosidad me acicateaba para

ver el televisor del bar.Cruzando la ventisca con la proa de mi

helada nariz, iba como barco solitario a través de la calles y el anochecer.

Subí el escalón de la entrada. Reflexioné si era humano que abriese la puerta dejando entrar la tormenta. Pero, otra parte del humano me obligó a hacerlo buscando abrigo adentro.

El bolichero estaba tras el mostrador. Al verme, de inmediato sacó la botella y la copa que yo acostumbraba tomar.

Me acerqué a la barra. Llegó un raro calor. En un extremo, en el piso, la roja y enorme boca de un radiador reía radiante.

Me saqué el abrigo y, bebiendo mi primer copa, giré hacia el televisor entre el depósito y el excusado. Era una mancha gris.

El cantinero me sirvió otra copa y me dio un largo estuche con botones.

Con irónica sonrisa me dijo que era el matador del matador.

Reí con el nombre dado al control remoto.

Encendí el aparato. Pero, lo dejamos silente. Recorrimos los canales, parando un poco en cada uno... y reíamos.

¡Nada más cómico que ver la televisión sin sonido! Por algo, no se ha superado la comicidad de los bufos del cine mudo.

Llegamos a un canal que retransmitía el desfile militar de un país.

¿Cuál?... ¿éste?... ¿otro?... No importa, era lo mismo... Ver los soldados con sus rostros

inexpresivos, sus uniformes cual disfraces, sus movimientos de robot, hacía lagrimear de la risa...

¿O reíamos por no llorar?Utilicé el matador del matador,

apagándolo. Y, tomando otra copa, llegó la hora de

ir a la cita de la plaza. Me abrigué y salí.

Todo en broma, nada embroma...¿o todo embroma, nada en

broma?(Reflexiones de Humgrand Penn

de Joc)

26 - RIENDO - MIÉRCOLES 24-JUL-1996

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RIENDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Al salir me recibe una noche congelante, pero sin viento. ¿La noche será amiga del don?

Voy, y cuento de nuestras risas.–¿Eran muchos los uniformados? –

pregunta él– El país que tiene más militares que maestros, es un pobre país.

–Demasiados. –respondo– Y parecían muñecos repetidos.

–Exacto. Los militares son niños grandes y consentidos que en vez de jugar con soldaditos de juguete en peleas ficticias, juegan con soldados reales en batallas de verdad. –sentencia el don, agregando– ¿De dónde eran ésos?

–Por las banderas, creo que del país que inventó el mito de “Liberté, Egalité, Fraternité” –contesto zahiriente.

–No es un mito. Nuestra sociedad nos da libertad, igualdad y fraternidad. –afirma socarrón– La libertad de errar al elegir quien nos mande, la igualdad que no importe quien lo haga, y la fraternidad de estar protestando siempre contra el elegido.

Lanzo una carcajada con vapor de aliento caliente.

–¡Ah!... ríes. Los pobres viven donde pueden. Los gerentes en casas. Los presidentes, en palacios. ¿La palabra igualdad no te da risa? Los fuertes atropellan. Los mediocres protestan. Los débiles reclaman. ¿La palabra fraternidad no te hace reír? Los jefes dicen que se debe hacer. Las esposas, que hablar. Y todos, lo que pensar. ¿La palabra libertad no te causa risa?

–Es para reírse... –musito– aunque con triste risa.

–Sí. Pero, al reír nos volvemos niños. –el viejo sonó burlón– Niños normales, no los grandes que usan disfraces militares.

–Que mueren en su cama, –dije agrio– no en las batallas.

–Es porque son inteligentes. –su voz rebosaba sarcasmo– Nadie con diarrea puede ir al frente de un ejército.

Volví a carcajearme. El viento también volvía. Y, saludando, me fui en una noche de

risa, pensando en cosas de las copas....oo0oo...

RIENDO

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SEIS MESES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Jueves de tarde. Bajo del transporte. Lamento dejar el tibio calor generado

junto a los demás pasajeros.La fría brisa me empuja dos cuadras

hacia la plaza y el bar.Ayer fue miércoles. Pero, también fin

de quincena, fin de mes... y no fui a la cita semanal, habría demasiado gente allí.

Cruzo la plaza. Está atardeciendo. El viejo don aún no se encuentra en el

banco. Audazmente, me siento en su lugar.

Sin embargo, como si estuviese haciendo algo prohibido, me levanto apenas noto la primer penumbra. Y, avergonzado, voy presuroso a ocultarme dentro el bar.

El cantinero pone la botella sobre el mostrador y sirve mi copa. Cerca, está el control del receptor de televisión.

Lo miro. El hombre me dice que les quitó las pilas... ya no soportaba.

Giro observando el televisor. Es un bulto apagado sobre una repisa. Pero, veo algo más.

A la izquierda tiene una macetita con una flor artificial; a la derecha, otra con una tuna.

Me doy vuelta. Con sonrisa extraña, el bolichero me sirve otra copa. Y me deja, yendo al depósito de bebidas.

En la estantería delante mío hay algunas botellas vacías. Debe ser consecuencia de ayer.

El cantinero vuelve con dos llenas. Las coloca en el estante donde suele guardar la mía.

Me sirve la tercer copa, luego me mira con una interrogante. Con la cabeza, afirmo.

Y pone mi botella entre las dos nuevas.La de la izquierda tiene una bebida

transparente, la de la derecha es color oscuro... la mía es ocre y le queda muy poco.

Pienso en la flor artificial, en la tuna espinosa, en la juventud ida, en las botellas.

El bolichero me ofrece otra copa.Agradezco y la rechazo. Debo ir a la

plaza, con el viejo.

Somos consecuencia de nuestro pasado,

y causa de nuestro futuro. (Rocas, Cascotes y Adoquines)

27 - SEIS MESES - JUE 01-AGO-1996

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SEIS MESES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Cruzo la calle. Voy por los senderos. No he llegado aún al encuentro

cuando desde las sombras surge la voz del don:

–¿Estuviste probando este banco hoy de tarde?... ¿Por qué huiste?... él es y será tanto tuyo como mío... antes o después.

Siento que el frío me corre por dentro, dejándome sin habla.

–¿Sabes? –sigue él– Esta semana se cumplen seis meses que empezamos nuestras conversaciones... ¿Qué opinas?

–Es difícil decirlo. –digo– Por un lado tengo la sensación que siempre las mantuvimos. Por otro, me parece que fue hace poco. Sin embargo, entonces era verano; y ahora es invierno.

–¿Un tiempo de jardines floridos? ¿Y un tiempo de árboles secos? –alecciona el viejo mentor– Es el ciclo de la vida. Pero la plaza, el bar y... la tuna espinosa, siguen siendo los mismos.

Nada he contado del boliche, pero ya no me asombra que él sepa lo sucedido sin estar en los sucesos.

–¿Recuerdas aquel poema del libro Conventillo? –inquiere.

–Sí... –respondo sonriendo por el nombre que le da al libro– “Si quieres ser feliz como dices; no analices, no analices...”

–Tú y yo, en estos seis meses, cada vez más fuimos siendo de la misma época. –asevera– Y, por eso, debes saber que muchas cosas no se pueden analizar... ¡son!

–Lo sé. Pero es triste verse ocre y con muy poco.

–Escucha. –su tono era didáctico– Entramos en el laberinto de la vida llenos de sueños y oportunidades. Luego, vamos dejando en cada esquina pedazos de lo nuestro, y recogiendo partes de lo que otros dejaron. Al final, la mayoría sigue perdida, sin nada en sus sacos; y pocos salen teniendo aún algo en ellos... ¿tú eres de los que tienen los sacos vacíos?

–No, yo pude salir... Y, si mucho dejé, algo recogí.

Saludé al don, y me fui en esa noche de cosas de las copas.

...oo0oo...

SEIS MESES

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VOLANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Mediodía. Voy por la avenida donde estuvo el

liceo al cual asistí en un tiempo lejano. Y, para los de mi época, lo parece aún más.

Soy de los seres que al pensar en sus años jóvenes, éstos pertenecen al siglo pasado y... ¡al milenio anterior!

Vengo de visitar a un compañero de entonces. Era un buen deportista. Ahora lo atienden en una de aquellas mansiones cerca del instituto, hoy convertidas en ancianatos.

El dinero compra el cuidado de los viejos y... libera a los familiares.

Hablamos del pasado. Al traerle el almuerzo, me retiro.

Camino con el abrigo desabrochado por el ínfimo calor de la hora.

Paso frente al viejo liceo. Está diferente. Ni siquiera lleva el mismo nombre.

Tengo hambre. Llego a la esquina.En ella persiste un bar.

Allí, en mi juventud, cruzando entre el bullicio del público, mozos dicharacheros servían pizzas apetitosas y un buen vaso de vino que carraspeaba la garganta.

Hoy, apenas tiene clientes. Entro, y me siento en una mesita junto a la vidriera. Evoco las muchachitas que veía pasar.

Viene el mozo con una estereotipada mueca. Pido. Me trae lo pedido. Como despacio...

El pequeño vaso tiene un vino insulso. La pizza sabe poco. El mozo es un ser anodino. Reflexiono, voy tragando pausadamente.

Ellos no son distintos, son iguales... Iguales a los de cualquier parte.

Pago. Salgo. Tomo el transporte. Apoyo la cabeza en el vidrio de la ventanilla.

Cierro los ojos. ¿Duermo? ¿Añoro?Llego al barrio. Subo hasta la plaza.

Quedo allí. A pesar del frío, me siento bien.

Con la primer penumbra entro al boliche, el cantinero me sirve la copa de siempre. Me siento aún mejor.

Nada cuento, pero su mustia sonrisa me dice que comprende.

Si tienes ilusiones en el futuro,

no mires el pasado. (Rocas, Cascotes y...)

28 - VOLANDO - MIÉRCOLES 07-AGO-1996

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VOLANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

A las nueve de la noche salgo para la plaza. El don espera.

En medio de la oscuridad, de la plaza, y del banco, está la acostumbrada figura del viejo amigo.

No me atrevo sentarme a su lado, y lo hago en el murito frente a él.

Narro con detalles:–¡Qué bien me sentí al estar de nuevo

en la querencia!... –exclamo sin disimular la evocación de esa palabra.

–Somos una sociedad de hábitos. –sentencia aleccionador– Llámese amor, gusto, bienestar, importancia, necesidades, sólo son hábitos. Nos habituamos a algunos seres, a algunas cosas, a algunas costumbres, a un sistema de vivir, a una forma de sentir. Y, si en ciertos momentos de nuestra vida las cosas no se cumplen de esa manera, nos sentimos mal.

–Es cierto. –musito– Quizás influyó la visita que hice.

–¿Donde está tu compañero? –inquiere el viejo don amigo.

–En ese lujoso geriátrico de la avenida. –respondo.

–Te pregunté dónde en el tiempo, no en qué lugar.

Me invade una triste melancolía al contestarle debidamente:

–¿Dónde?... En el pasado... Y sólo en pocos momentos...

–Envejecer es una profesión que se necesitan muchos años para aprenderla. –sigue didáctico– Y al final, se nos olvida. Pero dime:... ¿Tú hoy no intentaste también estar en el ayer?

–Sí... y encontré un presente distinto. –murmuro, pensando en el viejo liceo y la pizzería.

–Cierta vez, –me narra– un director de cine, para ahorrarse la filmación del atardecer, como tenía ya una del amanecer, quiso usar ésta pasándola al revés... Sin embargo, no le sirvió.

–¿Por qué no? –dudo– Es lo mismo, sólo que al contrario.

–En los colores, sí. Pero... los pájaros volaban para atrás. Y no se puede volar para atrás... –concluyó el viejo don amigo.

Por más que yo viviese, siempre aprendería algo de él.

Saludé. Y me fui meditando en otras cosas de las copas.

...oo0oo...

VOLANDO

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Diap 65

PARADAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Una de la tarde. Estoy en la parada cercana a la biblioteca.

Veo acercarse el bolichero. Trae en sus manos un libro.

Me pregunto que hace a esa hora y por allí. Debe venir de la biblioteca. Y aún es temprano para abrir el boliche.

Me brinda una sonrisa al reconocerme. Luego, mira a la distancia.

El lugar es monótonamente plano.Observa allá en el horizonte, donde las

dos aceras de la calle se unen en un punto. Desde ahí, alguna vez, deberá surgir el transporte. Nada se ve aún.

Me hace un gesto de adiós y se marcha.

¿Hacia dónde? ¿Dónde va a ser?... hacia el boliche. Son muchas cuadras. A la primera de ellas, dobla en la esquina.

Me intriga la razón. Luego, sonrío. Irá por calles secundarias, cruzando el barrio.

Quedo esperando.

Pasan los minutos. Un desconocido me habla despotricando por el mal servicio público y la situación del país.

¿Con qué autoridad invade mis pensamientos? ¿No tiene otra cosa para criticar que la misma de siempre?

Comprendo, es alguien que teme la soledad y el silencio.

Respondo sin palabras, con desabrida mueca. Y, esbozando un saludo, me alejo caminando.

Pero, yo voy por la recta calle principal, por la que normalmente circula el autobús.

¿Qué me lleva a hacerlo? Quizás la rutina... Tal vez en cada paso halle un recuerdo.

El viento me empuja con remolinos en las esquinas.

Es otro viejo amigo, y continúo caminado.

Cercano a la parada próxima a la plaza, oigo a mis espaldas el resoplido de una frenada.

Es el transporte colectivo.¿Cómo llegó sin siquiera yo oírlo? Me aflora un sarcasmo. Me debe

haber alcanzado corriendo sigilosamente tras mío.

La última parada del tranvía,era la primera cuando

volvía...

29 - PARADAS - MIÉRCOLES 14-AGO-1996

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PARADAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Abre la puerta, y baja aquel despotricador. Me mira irónico.

¿De qué se burla? Debe pensar que soy un pobre tonto. No me importa... Yo llegué con el viento, él fue traído.

Subo un par de calles. Cruzo la plaza. En los bancos sólo está el frío. Me siento a hacerle compañía y descansar.

Pasan las horas. Me dirijo al bar. Me detengo en el escalón.

¿Por qué? Porque estoy en otra parada.

La del boliche... la de una vez a la semana y en la tarde.

Entro. En el mostrador ya se hallan la botella, mi copa de siempre... y el cantinero leyendo el libro que llevaba.

Yo me arrimo a la barra. Él arrima las tres cosas. Bebo. Leo. El título del libro es:

“El Choque del Futuro”¿Dejará alguna vez de sorprenderme?

No lo creo.Sin comentarios, tomando una copa

cada tanto, hojeo, viene la noche. Es la hora de ir a conversar con el

viejo don.

El bolichero me presta el libro. Me pongo el abrigo y lo guardo dentro él. No quiero que se dañe con el frío presente.

Salgo, es oscuro. Llego al banco. La figura del don se corre al extremo

más oscuro para darme lugar en la otra punta.

Me siento y narro. Termino y espero. El viejo nada comenta.

–¿No hará sus acostumbradas preguntas? –le inquiero.

–No... –sentencia– Esta tarde, en cada parada, tú te has hecho las preguntas y te has dado las respuestas.

–Es verdad... –reflexiono– Pero me hacían falta las suyas, la de este banco, las de esta parada, la última parada.

–Aún no es tu última parada. –indica él– Lo es para mí. Pero, cada vez que te preguntes y te respondas, será más tuya. Y al final, quizás sea la última, o la primera... o la única.

Su voz sonó lejana. Giré. Se había marchado. Y yo quedé

un rato más en esa parada, preguntándome cosas...

Cosas de las paradas y cosas de las copas.

...oo0oo...

PARADAS

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CHOQUES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Es avanzada la tarde cuando salgo. Me entretuve repasando temas y

anotando frases del libro prestado por el cantinero.

Es un libro interesante... todos lo son, depende de lo que busca en ellos cada lector.

La Biblia lo será para un místico; como una revista deportiva lo es para un aficionado.

Hoy, basados en el mercantilismo, se juzgan por la cantidad de palabras y los volúmenes publicados; por tanto las guías telefónicas y los diccionarios han de ser los más importantes.

Debo devolver éste. No es mío. Aunque un libro pertenece a la humanidad, cada ejemplar posee un dueño; y si es de una biblioteca pública, nadie tiene el derecho de acapararlo.

Al salir me recibe la niebla. No es de noche ni es de día. Son los momentos previos a que se enciendan las luces de las calles.

Llego a la esquina de la plaza, cruzo con prevención.

Ya a mitad de cuadra oigo tras mío dos frenadas y un gran golpe... dos vehículos han chocado.

¡Qué eufemismo! ¿Por qué los que chocan son los vehículos y no los conductores?

Se alumbran los postes callejeros. Envueltos en un halo de niebla parecen tener cierta mueca sarcástica ante la estéril discusión de los choferes.

Entro al boliche, a su silencio.El cantinero coloca en el mostrador la

botella y me sirve la copa habitual. Le entrego el libro, dándole las

gracias y recalcando que me impactó el tema del Choque del Futuro.

Musita que agradezca al libro, no a él. Y agrega que el único choque que debemos temer es al impacto de un meteorito con esa frágil nave que nos soporta y que llamamos tierra.

Retornamos al mutismo. Repasamos algunas páginas.

Y yo, tomando unas copas, espero la oscuridad para ir a la plaza.

Caminante no hay camino,se hace camino al

andar.Golpe a golpe, paso a

paso(Del poema de A.

Machado)

30 - CHOQUES - MIÉRCOLES 21-AGO-1996

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CHOQUES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Es la hora. Pago y salgo. La niebla persiste.

Choco con el borde de la vereda de la plaza... ¿Culpa de la niebla o de las copas?

Los postes iluminados asemejan santos escuálidos.

La neblina envuelve el banco bajo el laurel. Deduzco que el bulto sentado es el viejo don amigo. Y le narro los sucesos.

–¿Por qué ni fuiste a ver el choque? –me reclama.

–No soy de los que disfrutan con la desgracia ajena. –digo, sin disimular en mi voz la molestia por esa pregunta.

–Si perteneces a la humanidad, ninguna desgracia de sus individuos te es ajena. –me alecciona, mayéutico– ¿No habrá sido que no quisiste involucrarte en el choque de otros seres?

–Quizás. –y me excuso– Es mejor no ser entrometido.

–No evadas la respuesta. –sigue él en forma didáctica– Nos educaron con esos preceptos pragmáticos, como si la única responsabilidad fuese la de ir sin problemas en el camino.

–Si cada uno cumpliera con esa responsabilidad, no habría tantos choques ni tantos sufrimientos. –dogmatizo.

–¿Lo crees realmente? –su voz es paternal– Somos miles de millones de individuos, y cada uno va a su manera en su camino. ¿No es natural que haya choques entre ellos?

–¿Entre los caminos o entre los seres? –inquiero mordaz.

–En ambos. Si no los hubiese en los caminos, éstos serían paralelos y nunca se encontrarían los seres. Y si no hubiese entre los seres, éstos marcharían unos tras otros, pensando y actuando de la misma forma... y nunca serían individuos.

–Tiene razón...–acepto– sin embargo, siempre duele chocar.

–Sí. Pero... ¿Hoy no chocamos nosotros? Y gracias a ello... ¿No sabemos algo más? ¿No es más profunda la amistad?

–¡Claro que sí!... –afirmé emocionado y despidiéndome.

Y me fui en la niebla, pensando en esas cosas de las copas.

...oo0oo...

CHOQUES

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SINTIENDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Mañana invernal. Salgo. Cierro la puerta a una habitación y a los silencios.

Dejo atrás el frío de una realidad para ir a la realidad del frío. Camino sin destino en un destino sin camino.

Llego a una esquina de la plaza. Mis pasos fueron llevados por la rutina. Recuerdo que por ella perduran los matrimonios.

Es el último miércoles de agosto. Podría ir al boliche. Pero, es temprano. El cantinero se sentiría obligado a atenderme.

Mirando la calle, me siento en el muro de la plaza. Desde allí veo pasar el tiempo arrastrando a los minutos.

Y, cada tanto, un hombre... una mujer... un perro. El perro no va abrigado.

Tengo un malestar en medio del pecho. Observo mi reloj. Es mediodía. Sonrío irónico.

Pienso que el estómago cuelga cerca del corazón... y pesa mucho cuando está vacío.

Viene a mi memoria una fondita en la calle de la comisaría, cerca de la parada del ómnibus.

Allí iban a comer los policías, los choferes y los camioneros. La comida debía ser buena.

El hambre me lleva. Voy por otra calle, no me gustaría que el bolichero se ofendiese.

Entro a la fonda. Los mismos olores, las mismas mesas, los mismos manteles... la misma comida.

Como, pago, salgo. Quedo un rato en la plaza. Temprano, voy al boliche.

Me parece como si lo hubiese traicionado.

El cantinero me recibe con la copa de siempre. Pero, agrega un vasito, una botellita de amaro y otra de cointreau.

Murmurando un “buen provecho” hace una seña para que elija. No sé si es más grande mi asombro o mi vergüenza, mi admiración o mi aprecio...

Señalo el amaro. Me lo sirve. Luego saca debajo del mostrador un papel, dándomelo.

Es de un taco de almanaque; de esos que al arrancar, en la parte de atrás traen un chiste, un proverbio o una cita.

Los sentimientos son la fuerza del débil

y la debilidad del fuerte. (Reflexiones de Humgrand...)

31 - SINTIENDO - MIÉRCOLES 28-AGO-1996

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SINTIENDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Lo leo:“Evocar el pasado por la experiencia

lograda, es utilidad. Añorarlo por las emociones sentidas, es nostalgia. Pero; recordarlo sólo por los yerros sufridos en él, es masoquismo.”

Me pregunto cual sería la cita de haber elegido el licor dulce.

El bolichero retira las botellitas y el vasito.

Y, bebiendo cada tanto de mi copa, llega la hora de ir con mi viejo don amigo. Salgo.

En la noche fría llego al banco, a él, y le cuento.

–¿Por qué has tenido tanta tristeza hoy? –inquiere.

–Mientras haya sentimientos, habrá sufrimientos. –asevero.

–No siempre. –dice– Tener sentimientos es como ir con un ramo de rosas; si se lleva flojo se caen, y si se aprieta mucho se clavan las espinas. Depende de como se haga. ¿No crees?

–Creo que es difícil hacerlo sin clavarse las espinas cuando las manos que lo deben mantener son de personas diferentes.

–El mantenerlo es amor. No hacerlo, desamor. Que es la muerte del amor. Y no se sabe que es peor, si hacerlo morir, o no hacer nada por salvarlo. ¿Pintas cada tanto las paredes.

Dije que sí, perdido entre la reflexión y la pregunta inconexa.

–El amor se transmite por la palabra, la vista, y el tacto. –siguió él– Cuando damos una mano de pintura, mejoramos nuestra casa. Cuando damos una caricia mejoramos nuestro hogar. ¿Cuánto hace que no das una caricia, que no miras con cariño, que no hablas con ternura?

–Mucho... –susurré– eso fue quedando atrás en el tiempo.

–Los sentimientos verdaderos son como los perros fieles. Podemos echarlos, maltratarlos, dejarlos lejos; pero siempre vuelven. Y si no me crees... ¿por qué no intentas llamarlos?

Su voz sonó distante. Giré. Ya no estaba en el banco. Pero, como siempre, el viejo don amigo me había aleccionado.

Y me fui meditando en los sentimientos y en las cosas de las copas.

...oo0oo...

SINTIENDO

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AULLIDOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Cuando salgo de la casa ya está anocheciendo. Luego del almuerzo me puse a leer un libro... y quedé dormido. ¿Habrá sido por la comida, mis años, el calor de la casa... o el libro?

El viento sopla fuerte y frío. Me dirijo por otra calle. Llego a la

esquina de abajo de la plaza. Para ir al boliche tendría que cruzarla

en diagonal y pasar cerca del banco del viejo don.

No me atrevo a hacerlo. Prefiero seguir hasta la siguiente cuadra y subir. Me acompaña una gélida luna redonda y el aullido del viento...

¿Por qué aúlla el viento?¿Será que se siente prisionero en el

túnel de las calles? ¿O tal vez tiene alma de lobo y la luna despierta su reclamo? S

ólo él lo sabrá... pero su aullido me llena de nostalgia ancestral.

Abro la puerta del bar. El viento se me adelanta aullando, y

una cucaracha corriendo.

Cierro. El viento calla y la cucaracha busca un rincón. No la piso.

Pienso que los dos sintieron frío.El acercarme al mostrador veo la

botella, la copa habitual... y la sonrisa comprensiva del cantinero.

Bebo mi primer trago de un solo sorbo; quizás para entrar en calor, o para darme valor.

Me justifico diciendo que esos insectos estaban en la tierra antes que apareciera el hombre... y es seguro que estén luego que éste desaparezca.

El bolichero lo corrobora con un gesto.Sale de atrás del mostrador. Me indica

que le siga. Vamos al depósito. Pone en el suelo un plato con restos de queso. Hace señas de quedar en silencio.

Aparece un ratoncito... y come.El ratón vuelve a su escondite,

nosotros al mostrador. Allí, el bolichero explica que ellos estaban antes que él llegara.

Después quedamos callados. Cuatro seres: una cucaracha, un ratón, dos hombres.

Y luego de un par de copas más, voy a mi cita en la plaza con el viejo don.

El viento me cuenta cosas...(Canción)

32 - AULLIDOS - MIÉRCOLES 04-SEP-1996

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AULLIDOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Al salir, me acompaña algo de aire caliente. ¿Será aquel frío que entró conmigo?

Nos recibe la ventolina, castigándonos.

Mientras cruzo la plaza, la luna se hace cómplice de las sombras y se oculta tras nubes grises.

Cuando llego al banco bajo el laurel, el viejo don se halla en la penumbra.

–No creí encontrarlo con este tiempo. – le digo, sentándome en el muro frente a él y abrigado en mi sobretodo.

–¿Cual tiempo? –pregunta mayéutico– ¿El de la temperatura o el de las horas? Porque ya es avanzada la noche.

–Lo digo por el viento. ¿No oye sus aullidos? –respondo.

–¿Crees que aúlla? –inquiere– A mí, el viento me cuenta cosas... Escúchalo mejor, y verás que también te las contará.

Quedo en silencio. De las calles llega el melancólico ulular.

Pero, de pronto el viento me recuerda aquellos días juveniles cuando iba acompañándome y empujando mis ilusiones.

Luego, trae la evocación de bizarros ideales, cálidos como el estío, que llenaron por años mi mente en un fuerte cuerpo.

Sigue, recapitulando como cosecha del otoño, las realidades obtenidas, los pocos amigos y las aún menos amigas.

Aunque, también hubo frutos, a veces dulces, a veces duros.

Y resume, con tono invernal, cada día, cada noche, cada encuentro con el bolichero y el don del banco bajo el laurel.

Me escucho a mí mismo, he estado hablando con el viento.

–¿Aún te preguntas por qué el viento aúlla? –dice el viejo don amigo, mientras se va perdiendo entre las sombras.

Yo también me voy en la noche. Y, yendo por la calle oigo que el viento,

con sus aullidos, me sigue contando.De uno que dejó entrar una cucaracha

para que se abrigara del frío, de otro que le da comida a un viejo ratoncito... y de muchas cosas de las copas.

...oo0oo...

AULLIDOS

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PRESENTE

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Son las once de la mañana. El sol entibia algo las calles. Poniéndome una chaqueta, y un suéter por si acaso, salgo.

No almorzaré en la casa. El alma de bohemio me invade.

Llego a la plaza. Me siento en el muro lindero, frente a la iglesia. Desde el colegio parroquial se percibe el ansia de los escolares empujando la hora de la salida.

Por debajo del portón surge una gata, cruza la calle y viene a refregarse en mis piernas.

Es linda, atigrada, se nota que tiene gatitos. Le digo que espere, que voy a buscarle comida.

Se queda mirándome, con esa inescrutable mirada de ellos. Luego se sienta, segura de sí misma y de mi promesa.

Me apuro en ir al bar. Le pido al cantinero algo para la gata. Destapa una fiambrera.

Saca una milanesa y corta unos trocitos. Los envuelve en un papel, entregándomelos.

Retorno a la vereda. La gata sigue allí, señorial. Le doy lo

que traigo. Come. Me refriega... y se va. Tal vez a

amamantar los cachorros. Admiro a los gatos, tienen

personalidad.Quedo solitario. Voy al boliche. En la

mesita contra el vidrio entibiado por el sol, hay un plato con aquella milanesa y una copa de vino tinto. Frente, un plato de queso y un vaso lleno.

Veo al cantinero venir del depósito. La expresión de su cara indica que dio

de comer el ratoncito. Me invita a sentarme, y él me

acompaña. Comemos. Cada uno ha alimentado a otro ser.La calle se llena de gritos escolares.

luego vuelve la paz.Nostálgico, cuento la historia de

Miñón; un gato que tuve en la infancia. El bolichero escucha con sonrisa complaciente.

Recoge los cubiertos. Me da parte de un diario. Y va a leer la otra. A las cinco pone en el mostrador la botella y mi copa.

Seres que dieron el golpe oportuno de cincel,

con el cual formaron nuestra personalidad.

(Los Dones del Ayer)

33 - PRESENTE - MIÉRCOLES 11-SEP-1996

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PRESENTE

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Y así llega la noche, tomando yo cada tanto.

Pago. Voy al encuentro con el viejo don

amigo. Es una de esas noche frías pero

agradables de invierno.Cruzo hacia la plaza. El viejo está en

el banco bajo el laurel, entre las penumbras.

Narro lo acontecido.–¿No habrá sido que tu alma de

bohemio necesitaba traer evocaciones de seres y hechos del ayer? –me pregunta.

–Es posible... –respondo– aunque, sólo traje la de un gato.

–Un gato que quisiste mucho. –sentencia– El afecto hace vivir en nosotros a los seres... sean animales irracionales o animales humanos. ¿Quieres contarme de ellos?

La voz paternal invita a la confidencia, a la añoranza. Y, siguiendo lo dicho sobre los cinco dedos con que se pueden contar los verdaderos amigo, voy relatando:

Comienzo por mi padre, sus anécdotas, su enseñanza, su presencia sin hacerse notar, mi tardía valorización de él.

Sigo con aquel compañero de mi juventud, donde vivimos realizando imposibles en el nacer de un mundo tecnológico, viendo que ciertas utopías nuestras se tornaban realidades.

Paso a otro amigo juvenil, que me brindó el reencuentro con la naturaleza; compartiendo la libertad galopando sobre un caballo, sintiendo que los límites de la tierra son nuestra vista.

Así continúo evocando a otros seres que, yendo a mi lado, modelaron mis pasos en el camino.

Y concluyo, musitando:–Ya no están... se fueron... quedaron

en el pasado.–No. –replica con vehemencia el viejo

don amigo– Siguen actuales, existiendo en ti. Acaso... ¿no oías como cada uno decía “presente” cada vez que lo recordabas?

Me aflora una melancólica sonrisa a mi rostro. La emoción que siento me obliga a despedirme.

Pero, yéndome, oigo esas voces hablándome... diciendo presente…

y contando cosas de las copas....oo0oo...

PRESENTE

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Diap 75

LAS CITAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

El tiempo ha estado inestable durante toda la mañana.

Por momentos salía el sol, otros garuaba, o corría un viento frío, o el cielo se encapotaba de nubes.

Perecía como si el expirante invierno hubiera enloquecido frente a la cercana cita con la primavera.

Y, semejante a un anciano libidinoso, no podía controlar sus reacciones.

Luego, exhausto, se normalizó en una tarde grisácea y fría.

Anocheciendo, voy a mi cita acostumbrada del boliche.

Una melancolía indefinible se adueña de mi ánimo. ¿Será por las nubes que van tomando colores mortecinos?

Me detengo sobre el escalón de la entrada.

Miro el paisaje invernal. Podrá ser triste, pero posee su propia belleza.

Entro al local. Me arrimo a la barra.

Noto que hay una nueva erótica mujer colgada en el almanaque... la última de este año.

Ya está en el mostrador la botella y la copa, esperándome.

El bolichero me observa de forma extraña, incomprensible,

Tomo esa copa. Pasa el tiempo. Tomo otra... y luego, otra...

Afuera está oscuro, debo ir a mi cita con el don amigo.

Me levanto del taburete disponiéndome a pagar. El cantinero, sin recoger el dinero, nuevamente me mira profundamente.

Carraspea. Y, formal, musita si puedo venir el lunes a primer hora de la tarde.

Agrega, llevado por los convencionalismos sociales, siempre que yo no tenga inconveniente y si quiero.

Sin palabras, con movimientos de cabeza, respondo que sí, que no hay problema, que sí...

Quedo pasmado por el pedido.Él cobra y me da el cambio. Yo saludo

y me dirijo a la plaza.Al pisar el escalón, ya la curiosidad me

llena de inquietud.

Pocos son los que no necesitan responder

donde estaban cuando fueron necesarios.

(Gracián Solirio)

34 - LAS CITAS - MIÉRCOLES 18-SEP-1996

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Diap 76

LAS CITAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Voy rápido hacia el banco y le cuento con premura al don.

–¿No te dijo para qué era la cita? –indaga con voz trémula.

–No... –respondo nervioso– Y no me atreví a preguntar.

–Hiciste bien. –sentencia– Los compañeros del camino no necesitan preguntar la razón para ir juntos. ¿No te parece?

–Sí... –afirmo– sin embargo, no puedo evitar esta inquietud.

–¿Por qué? –inquiere– ¿Respondiste sí por compromiso?

–¡Jamás!... –niego, ofendido– Lo hice con gusto.

–¿Entonces?... Espera. Él y el tiempo te dirán el motivo. Un motivo más... otra cita más... como es la vida para la cita final.

Sin palabras, callo. Y así permanecemos.

Una ráfaga fría me pega en la cara. Me despido del don amigo.

Pero, en lugar de marcharme por el sendero habitual, retorno hacia el bar.

–¿Te acuerdas que el lunes, temprano en la tarde, tienes una cita? –suena la voz del viejo a mi espaldas– No lo olvides.

No sé si es un ruego o una orden. Me marcho en silencio.

Estoy seguro que mi mutismo es entendido como un sí tácito.

El boliche ya está sin luz, cerrado. Y crece más la inquietud.

Me devuelvo por el camino que hice en la tarde. Si fuese de tierra, pisaría mis huellas.

Pero, es de noche y son calles de la ciudad. No quedan huellas en el cemento ni en el asfalto.

Llego a la casa. Entro a la habitación. Miro el reloj. Es cerca de medianoche. Dentro poco será un nuevo día.

Sonrío por la ironía de tal desatino. A pesar que lo indique la norma, es incomprensible que el día comience de noche.

Lo natural sería que empezara cuando aparece el sol.

Aunque, el ser humano se caracteriza por no ser natural.

¿Acaso, es natural que la cita del lunes me tenga despierto?

Lo natural es que duerma pensando en cosas de las copas.

...oo0oo...

LAS CITAS

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Diap 77

CENIZAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Hoy es lunes veintitrés de septiembre. Inicio de la primavera. Debo ir temprano al boliche. El cantinero dijo si quería hacerlo,

pero, por eso mismo lo siento un deber.He pasado un fin de semana nervioso. Casi sin almorzar voy al bar. Cuando

entro, el vetusto reloj señala la una y diez.

Sobre el mostrador no veo la botella y la copa de costumbre.

En su lugar hay una pequeña caja de madera.

Me acerco empujado por la inquietud. El bolichero explica, circunspecto, que

son las cenizas de un viejo amigo.Un viejo amigo que, antes de irse, le

pidió que arrojase sus cenizas al viento, el primer día de primavera, en la cumbre del cerro, mirando hacia la bahía...y con un nuevo amigo,

Que las guarda desde hace meses, esperando la llegada de ese día y... del nuevo amigo.

No puedo hablar por la emoción de ser considerado ese nuevo amigo.

Callados, salimos. Cierra el bar. Subimos la colina. Vamos por senderos, lejos de la

avenida. Llevando él la caja debajo el brazo, yendo yo en silencio a su lado.

Y llegamos a la cima.El viento, otro viejo amigo, sopla

fuertemente hacia el mar. El cantinero se para sobre una gran

roca negra. Le acompaño. Abre la caja, vierte las cenizas... y el

viento se las lleva con él.Algo brillante cae del fondo. El amigo

común lo recoge. Es un grano de oro. ¿Qué habrá sido antes? ¡Qué importa

ahora!Bajamos del cerro. Pero, no vamos al

bar. Continuamos en silencio hasta el muelle.

Y, con un gran impulso, el cantinero arroja lejos, en las aguas, la minúscula piedrita.

Luego, subimos por la calle. Llegamos al boliche. Abre. Va detrás

del mostrador. Saca la botella y mi copa de siempre.

Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío,

que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo...

(Canción de Alberto Cortez)

35 - CENIZAS - LUNES 23-SEP-1996

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Diap 78

CENIZAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Pero, pone dos más. Sirve una y la mía... Levantamos esas copas brindando en silencio.

La tercera permanece vacía. Y así, la pone en un estante alto. Comprendo.

No ha habido rezos ni palabras ni homenajes ni recuerdos.

Quedo tomando cada tanto otro trago, viendo la copa vacía del viejo amigo, pensando que soy el nuevo.

Llega la noche. Debo ver el don. Quiero pagar. No me cobra el brindis.

Lo pagó hace tiempo otro... el de las cenizas.

Salgo. Encuentro en la penumbra, en el banco bajo el laurel, mi preceptor de siempre.

–¿Estaba fuerte el viento, allá arriba? –pregunta en voz baja.

–Sí... –musito– Tanto, que se llevó en remolinos las cenizas del viejo amigo del bolichero.

–¿Viejo amigo del bolichero? –repite emocionado– De todos los del camino. Pero, lo que viste no eran remolinos... era el viento que lo abrazaba en giros, feliz por el reencuentro.

–Veo que era un individuo muy apreciado, debe haber sido alguien excepcional. –digo reflexivo– Es un deber grande para mí, ser el nuevo amigo que lo pueda sustituir.

–Fue un hombre más, como tú. –sentencia el don– Y nunca lo sustituirás, no se llena el espacio vacío que deja un amigo. Sólo se puede ser otro amigo... algo que no tiene precio.

–Un granito de oro entre el barro y la arena del fondo de la bahía. –evoco– Uno más que fue y se ha ido.

–Dime... ¿Quienes son más, los que murieron o los vivos?

–Los muertos. –afirmo, llevado por lógica.

–No, porque los muertos ya no son. Refuta mi mentor para, luego de un

silencio, preguntarme:– O... ¿sí son?No supe responder. Saludé, yéndome en la noche

pensando en el viento, en las cenizas y en otras cosas de las copas.

...oo0oo...

CENIZAS

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Diap 79

JUSTICIA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Han pasado casi diez días del último encuentro con mis dos amigos.

En la calle, los plátanos muestran la turgencia de los nuevos brotes... y las muchachas, las suyas bajo la ropa.

Entro al bar. Las puertas están abiertas.

El cantinero espera con una sonrisa... ¿por la primavera o por lo que soy ahora?

Me sirve la copa habitual. Nada decimos del día pasado ni del amigo anterior. Son del ayer, nosotros somos presente.

En el mostrador hay unos manuales. Gratuita edición de un partido político. Recelo. Pero, para opinar hay que oír y

ver.Buena presentación. Muchas

imágenes y pocas palabras.Inicia mostrando las pirámides, sigue

con la de los capataces azotando a los esclavos que empujan las piedras, termina con las princesas egipcias distribuyendo alimentos a los pobres.

Pasa a una vista del esplendor de la antigua Roma, continúa con Espartaco y demás esclavos colgados de las cruces, da fin con las matronas romanas repartiendo dádivas a la plebe.

Sigue un rey en su castillo junto a caballeros y princesas enjoyadas, luego labriegos feudales curvados sobre la tierra, acaba con damas de la corte dando restos a los harapientos.

La cuarta serie son señores que, en clubes lujosos, sonríen haciendo negocios o bailan con hermosas damas.

Le adjunta mineros sucios y niños de pocos años empujando vagonetas dentro las minas, finaliza con las grandes señoras repartiendo ropa usada a los niños y mujeres hambrientas.

La siguiente, muestra a los amos y señoritos en paseos con las niñas bien o despilfarrando en las carreras de caballos,.

Continúa con los esclavos recogiendo el algodón bajo el sol y la mirada del caporal con látigo, y termina con las amas llevando finas sombrillas mientras regalan sobrantes a los negritos.

La injusticia que más duele, es la que cometen con

uno.(Rocas, Cascotes y

Adoquines)

36 - JUSTICIA - MIÉRCOLES 02-OCT-1996

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JUSTICIA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Concluye con fotos actuales. Lujosas quintas con suntuosos coches, obreros apiñados en buses yendo por barrios pobres, damas de renombre organizando fiestas de beneficencia.

Logicamente, cada secuencia es acompañada por artículos que evidencian ser sacados del Manifiesto de Marx, palabras de Engels, frases de Lenin y... ¡hasta citas de Jesús!

Viendo y leyendo he ido tomando mis copas. Afuera ya está oscuro. Miro al bolichero. Le devuelvo el manual, todo eso es repetido. Lo pone en la pila con una triste mueca comprensiva.

Pago y, en la fría noche de inicios de primavera, voy a mi otra cita.

El viejo don amigo está en la penumbra bajo el laurel que tiene nuevos brotes.

Escucha mi narración para acotar:–Épocas distintas... la misma

humanidad. El hombre siempre progresará, pero nunca mejorará. ¿No lo crees así?

–Sí... –y digo, sarcástico– Cuando se ve la historia de la humanidad, comprobamos que tiene poco de humanidad. Más bien, sería el cuento sin fin de las injusticias.

–¿Injusticias?... –pregunta– Para el que manda será justo lo que hace, y para el mandado injusto lo que le hacen. Para el último es justo pedir más, para el primero es injusto si le piden.

–Quizás, algún día, se pueda llegar a la igualdad. –musito.

–¿Estás seguro? El cantinero se esforzó para que el hijo fuese doctor. Tus padres para que tú estudiases. O sea, para que fuesen más, Y... ¿ es justo que alguien sea más que otro?

–No... Sin embargo, no se puede negar que algunos son líderes y otros no.

–Tú fuiste servidor y fuiste servido... ¿Qué dices de ello?

–Muchas veces fui duro... –evoco– pero, siempre fui justo.

–Pero... ¿fuiste humano?No supe responder.Callé reflexionando. Y en silencio, me marché. Iba pensando en la justicia, la

humanidad y en cosas de las copas....oo0oo...

JUSTICIA

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MEZCOLANZA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Ya estamos en octubre, pero los días son una mezcolanza de momentos primaverales e invernales.

Voy al bar llevado por una fresca brisa que azota los incipientes brotes naciendo.

En el mostrador me espera la botella y la copa habitual. Tras ellas, está el bolichero con una extraña sonrisa. Me sirve la bebida y, de abajo de la barra, saca una grisácea fotografía.

¡Es una vieja foto de los alumnos de la escuela pública!

Al pie indica la fecha: 12 de octubre de 1937.

Con un nudo en la garganta busco, entre los uniformes blancos y moñas azules, a un niño, flaco, serio, mirando fijo... ¡y me encuentro!

El cantinero señala un muchacho en la fila de arriba, donde formaban los de sexto año, diciendo que es él. Por tanto, es mayor que yo.

Lo miro ahora, parece un ser sin edad

Contamos los alumnos. ¡Casi quinientos!... ¡y todos varones! En esa época las escuelas estaban

divididas por sexo. Un alto muro nos separaba de “la de las niñas”, pegada al lado.

La evocación nos hace rememorar. En la calle nos llamaban por el

nombre o apodo. Pero, en la escuela era por el apellido.

Apellidos hispanos terminados en ez, al; junto a los vascos uro, ay, oa, oitía; con itálicos Di, atto, acqua, ini; los galos eu, et, ere; germánicos ann, olf, ach; los eslavos inski, ov, ic, of; a los armeños ián; algún inglés en son, y griegos en us.

Apellidos de los hijos de diferentes pueblos, idiomas, razas. De obreros, de campesinos, de desarraigados, de emigrantes.

De padres con algo en común: Eran perseguidos. Perseguidos por sus

ideas, por la necesidad, por la esperanza de un futuro.

Todos entreverados en ese barrio, en una mezcolanza como la que debió existir en las carabelas de Colón.

América, América... querida siempre y siempre

maltratada... me hueles a futuro y libertad...

(Canción de José Luis Perales)

37 - MEZCOLANZA - MIÉRCOLES 09-OCT-1996

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MEZCOLANZA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Y, mirando esa foto gris con infantiles rostros, llegó la noche. Pago, y voy a charlar en la plaza con el viejo don amigo.

–¿Te viste en ese Día de la Raza? –dice desde las sombras.

–Ya no se llama día de la Raza, sino del Encuentro. –indico acremente– Aunque, mejor sería llamarlo día del Arrollamiento, ya que la raza india fue destrozada.

–Cierto. Pero... si Colón no hubiera tropezado con América en su camino a las Indias, Europa hubiera muerto de hambre y no seríamos lo que somos. ¿Sabes lo que somos? –inquiere.

–Un hermosa mezcolanza. –le respondo, con dejo irónico.

–La formación de esa hermosa mezcolanza, –me alecciona– se debe a la siesta. En ella, el patrón se acostaba con indias y negras en sus correrías de conquista. La señora llamaba al esclavo negro y fornido a su habitación. Y bajo las sombras de los árboles, indias y negros, negras e indios, siervas oscuras y capataces blancos; mezclaban sus... horas de siesta.

–Dejándonos una herencia de valores y problemas. –afirmo.

–Son más lo valores. –sentencia él–. Heredamos del indio la mansedumbre, del negro el fatalismo, y del blanco la soberbia. Pero... uno nos dio la naturalidad, el otro el ritmo. y el tercero la picardía. ¿No te parece que salimos ganando?

–En eso, sí. –musito– Sin embargo en lo social, no sé.

–América está poblada por seres extraordinarios. –indica– La mezcla de indios, blancos, negros, latinos, galos, sajones, germanos, árabes, asiáticos, hindúes, africanos, cristianos, judíos, mahometanos, budistas, ateos, idealistas, aventureros, conservadores, revolucionarios, potentados, pobres; dará algo especial... o explosivo. Sólo hay que esperar... ¿O no?

No respondí. Saludé. Y, callado, me fui pensando en el 12 de octubre, en delantales blancos y moñas azules del ayer, en la mezcolanza... y en otras cosas de las copas.

...oo0oo...

MEZCOLANZA

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CARDANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Hoy seré yo el que dé una sorpresa al cantinero.

Un vecino que vive en la que fue mi casa, me trajo en la mañana un raro cepillo con una base similar. Y, me preguntó si recordaba eso.

Mis ojos llenos de lágrimas fue la respuesta. Comprensivo, el hombre se despidió dejando en mis manos... ¡el cardador!

Estaba con los pinchos oxidados, las tablas agrietadas. Fui a mi cuarto, lo pulí, lo reparé...

Era un pedazo de mi niñez.Entro al boliche. Coloco el artefacto

en el mostrador, junto a la copa que me espera.

Al cantinero también se le humedecen los ojos... pone un vasito y se sirve.

Brindamos por el ayer.Acariciamos el cardador; viejo y

obsoleto ahora, como lo son los "colchoneros" que antes aparecían en primavera llamados por nuestras madres para rejuvenecer los colchones.

¿Quién de aquel tiempo no tuvo esos obreros en su casa, acompañados de la cardadora que incluía la banqueta y el juego de patas plegables para apoyar el objeto a trabajar?

Los botijas les pedíamos los restos del hilo "carreta" para armar las cometas, el cual los cardadores usaban para hacer "botones" que capitoneaban la superficie y remarcaban el cordón perimetral.

Al terminar, gracias a la habilidad de ellos y al llamado "cotín", el desvencijado y viejo colchón hundido al medio se había convertido en algo que daría más placenteros sueños.

En mi casa fueron pocas veces. Mi padre hizo un cardador con largos clavos metidos en una tabla y otra del lado de las cabezas como respaldo... y me enseño a hacer uno para mí.

Cada octubre festejábamos la llegada al país y se rehacían los colchones.

Era una operación en familia, mi madre cosía el forro, el viejo y yo cardábamos, mi hermano ventilaba la lana.

La triste verdad es que todos vamos hacia allí,

lenta pero seguramente, de más a menos.

Hay que poseer la sabiduría para aceptarlo.

(Otto Bauer)

38 - CARDANDO * - MIÉRCOLES 16-OCT-1996

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CARDANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Mientras; dormíamos en los delgados colchones de plumas de gallina, normalmente usados en verano sobre los de lana.

He tomado dos o tres copas en medio de la evocación.

El bolichero me pide prestado el cardador. Dice que aún tiene uno de eso antiguos colchones... y lo quisiera cardar.

Se le doy, envidiándole. Y salgo en la noche hacia la plaza, llevando nostalgias para hablar con el viejo don bajo el laurel.

Luego de oír mi narración, me instruye desde las sombras:

–Se dice cardar porque primitivamente se usaban cardos para desenredar, limpiar, esponjar la lana. Gracias a algo con espinas se logra un resultado satisfactorio. ¿Te das cuenta?

–Sí... –medito– y no sólo sucede con la lana.

–¿Cuándo te sentías más cómodo en el colchón? –inquiere.

–En invierno, –respondo– cuando ya se había hundido en el medio, amoldándose a la forma de mi cuerpo.

–En la primavera cardamos ansiando renovar las cosas, pasa el verano, llega el otoño, y en el invierno nos gusta que todo esté amoldado a nosotros. ¿Te resulta conocido?

–Igual a la vida. –contesto, melancólico– Y la nuestra es algo olvidado, como aquellos cardadores de colchones de lana.

–Ahora son de fibra sintética, –indica él– con resortes que se amoldan a cada uno, se dan vuelta según el tiempo. Y cuando se ponen viejos, es fácil sustituirlos por otros nuevos. Todo cambia y hay que saberlo aceptar... ¿No piensas así?

–Sí... –acepto– Aunque... ¿hacia dónde va ese cambio?

–En las cosas siempre será de menos a más; –sentencia– en los seres, lento pero seguro, es de más a menos.

Quedamos los dos en silencio. Luego de un rato giré mi cabeza hacia él. Vi que se había ido.

Y me marché, cardando recuerdos de los colchoneros y otras cosas de las copas.

...oo0oo...*Basado en una carta (e-mail) de Otto

Bauer.

CARDANDO

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TÍTULOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Estamos en primavera. Las plantas coquetean mostrando sus

hojas. En el laurel de la plaza apuntan los pimpollos.

Voy hacia al bar. Me lleva una suave brisa perfumada y que hace entrar el polvillo de las flores en los ojos, irritándoles. Nunca estamos conformes, es parte de nuestra naturaleza.

Entro al boliche. La tarde lo ilumina. El cantinero pone en el mostrador la botella y la copa acostumbrada.

Miro sus manos. Tiene algunos dedos lastimados. Usó la cardadora.

Busca bajo el mostrador. Me devuelve esa vieja herramienta obsoleta. Brilla de pulida.

Una evocante lágrima puja por salir. Cosas de las copas.

Luego me da un pergamino enrollado.Lo abro. Es un título con adornos y letras

góticas. Se nota hecho a mano con las antiguas plumillas de acero. El rostro formal del cantinero indica que es el autor. Leo el diploma:

La Universidad de la Vida confiere a:

(sigue mi nombre),por Honoris Causa el Título de:

Emérito Conocedor.

¿Río? ¿Lloro? No sé lo que hacer.Pienso en el Honoris Causa y el

Emérito, que significa retirado pero aún da clases.

¡Cuánto honor! Tengo el título de conocedor... sólo el

ignorante dice que sabe.Comentamos sobre el desprecio a los

oficios, a las labores manuales. En cambio se sublima a los doctorados, ingenieros, licenciados, peritos.

Entonces, ¿por qué no titulamos a todos?

Con el bolichero creamos el doctor en carpintería, licenciado en albañilería, catedrático cerrajero, ingeniero herrero, perito pintor, profesor cocinero, cirujano plomero, técnico remendón, académico vidriero, comandante pescador, erudito barrendero.

Y, con sarcasmos similares, más otras copas, llega la noche.

Enaltecido, salgo hacia la plaza con el cardador y mi diploma.

El título sólo certifica que se ha estudiado,

no que se es capaz. (Julio Echániz)

39 - TÍTULOS - MIÉRCOLES 23-OCT-1996

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TÍTULOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Cerca del banco, me llega el agradable perfume del laurel.

Debe ser su primera flor en esta temporada.

El viejo don amigo apenas se vislumbra en el asiento.

Me paro delante y narro.–El equipaje que llevas hoy es el único

necesario. –indica– En una mano tienes una herramienta de trabajo y en la otra un título de conocedor... ¿Precisas algo más?

–¡No!... ¡en absoluto! –exclamo, pero agrego añorante– A lo sumo ser más joven para poder trabajar con ellos.

–¿Quieres unir presente y pasado? Imposible, la paradoja te aniquilaría. –el viejo dice, burlón– Como es paradoja que si todos continúan queriendo ser doctores, licenciados, técnicos; el hombre mejor pagado será el basurero. ¿No te parece?

–Sería lo justo. –afirmo– Pienso que sacando los obreros y los campesinos, los demás son parásitos de éstos.

–Eso es muy cáustico. No debes opinar así por el título que tienes. –su voz se tornó irónica– Es normal que los buenos trabajen, si no... ¿de quiénes vivirían los sinvergüenzas?

No respondo frente a esa humana realidad.

Y el don sigue:–Vivimos un mundo donde cada vez

son más importantes los coordinadores, promotores, programadores, los supervisores, directores, controladores, administradores... En la actualidad, los únicos que hacen obras son los artistas y los obreros. ¿Qué hacen los demás? ¿Qué pasó con los trabajadores?

Otra vez callo. Son tantas las cosas a decir...

–Tu silencio es la respuesta de un conocedor. –asevera el viejo don amigo– Falta menos para la noche que te sientes en mi lugar y tú preguntes... entonces habrás logrado otro título.

Sus palabras me hicieron temblar. Saludé.

Y me fui en la noche primaveral, llevando en una mano la cardadora, en la otra mi diploma... y en mi mente las cosas de las copas.

...oo0oo...

TÍTULOS

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LAS CAÑAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Hoy tenemos paro de transporte. Debe ser para exigir algún beneficio más.

No importa cual... y estamos en primavera.

Salgo temprano en la tarde. El aire huele agradable. En él, no muy

lejos, danzan volantines de hermosos colores.

Cruzo el puente de la quebrada. La brisa hace susurrar las cañas.

Subo por la avenida que conduce al mirador en el cerro.

Arriba encuentro algunos niños aburridos, sus padres remontando las cometas... ¡y vendedores ofreciéndolas ya hechas!

Me duele el pecho. ¿Será por lo que veo?

Giro, y bajo yendo hacia el bar. Al entrar en éste, encuentro otra

sorpresa.El cantinero ha unido dos mesas del

local y en ellas tiene papel de seda, hilos, una ollita con engrudo... y cañas.

No las de beber, sino del cañaveral. Está armando una cometa.

Sonríe y vuelve a su artesanía en silencio... yo le acompaño.

Horas después el barrilete está finalizado, con sus tiros, sus roncadores, su cola, su forro con los colores patrios...

Me dice que es un regalo para su nieto. Respondo con un gesto de aprobación.

No quiero desilusionarlo. Es seguro que al niño le gusten más ésas que venden en la calle...

Me sirve la copa habitual. Pasa el tiempo. Con unas copas más,

llega la noche.Entran otros clientes. De los que

hablan entre cañas. El bolichero charla y les muestra la

cometa.Me despido. Voy a la plaza. Le cuento

al viejo, cerrando con:–Ahora compran todo. Se perdió el

reto de hacer las cosas, la inventiva infantil... ¿Que pasó con los botijas... por qué?

El don amigo, bajo el laurel, en la penumbra, dice tutorial:

–Las cañas para las cometas que armaban tú y los otros botijas... ¿Dónde las conseguían?

Los países con mayor libertad y más facilidades,

son los que tienen el más alto índice de suicidios.

(Rocas, Cascotes y Adoquines)

40 - LAS CAÑAS - MIÉRCOLES 30-OCT-1996

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LAS CAÑAS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

–Las sacábamos de la quebrada. Debíamos elegirlas y tener cuidado de no cortarnos con las hojas o que nos picara algún bicho.

–Cuando ibas a la escuela; tú, y tus compañeros, corrían por estas calles con chatas y monopatines... ¿Cómo los hacían?

–Con tablas de cajón que pedíamos al almacenero. –añoro– Difícil eran las ruedas, había que implorar rulemanes usados.

–Cuando estabas en el liceo; tú, y otros alumnos, recogían los volantes de propaganda política... ¿Para qué?

–Los usábamos, del lado en blanco, para los apuntes de las clases. –respondo– Y, en el escusado, para limpiarse.

–¿Ves que, al fin, la política sirve para algo? –dice burlón.

La noche primaveral se llenó con nuestras risas. Y él sigue:

–Tú, y tus amigos, jugaron en su tiempo. –continúa– Pero... ¿Qué sucedía si se portaban mal o perdían el año escolar?

–No nos dejaban salir. –evoco– Y si no pasábamos el año, en las vacaciones nos mandaban a trabajar en un taller.

–Hoy los padres les compran las hojas, los monopatines, las cometas... ¡y se las remontan! Si un niño tiene problemas en la escuela, lo llevan a un sicólogo... ¿No crees que la pregunta no debería ser qué pasó con los niños, sino que pasó con los padres y por qué?

–Sí. Pienso que fue nuestro deseo de evitarles dificultades y porque pensamos que facilitándoles las cosas vivirían mejor.

–Dale a alguien todo lo que pida, y lo mucho le será poco. Pero... ¿quién es el responsable? ¿el que pide o el que da?

–Nacemos llorando para que nos den de mamar. –murmuro.

–Es cierto. Como lo es que una buena madre enseña que hay un tiempo para eso. Y luego, a comer por sí mismo.

Su voz se aleja. Miro hacia el don. Se ha ido. Ya no está.Y yo también me voy.Voy recordando las cometas, los

papeles, los monopatines, las cañas... Y otras cosas de las copas.

…oo0oo...

LAS CAÑAS

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MUERTOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Martes de mañana. Entro al cementerio. El olor de

marchitas flores impregna el ambiente. Son las que trajeron el sábado y el

domingo en cumplimiento del Día de los Muertos.

Es incomprensible que para recordar a los que murieron se mate una flor, la cual lleva el germen de la vida en ella.

Paso junto a panteones que ostentan solemnes ornamentos y cursis estatuas.

Imagino la opulencia de los féretros adentro.

No puedo evitar una sonrisa irónica al pensar que, sea de pino o dorado, los gusanos no hacen diferencia por el ataúd.

Sigo por senderos más humildes. Me detengo frente a un muro lleno de

nichos. Detrás de él está la calle. De aquel lado aún se hallan las vivos,

de éste se dejan los muertos.Una tapa con números y nombres

indica que tras ella están los restos de seres que compartieron mi camino en el pasado.

Me siento, hay un banco de piedra delante. El silencio es agradable. El lugar, sereno, invita a pensar.

Pienso que el cementerio es el único lugar donde todos están juntos, sin envidias, sin preocupaciones y... sin hablar.

Pienso que debería llamarse osario, sólo guarda huesos.

Los que ya no viven, los guardamos vivos en la memoria.

Pienso que es hora de irme, y me voy.Cerca de la puerta me encuentro con

el bolichero. No me sorprende. Nos saludamos en silencio. Y así, nos

marchamos.En el camino vemos un lugar donde

comer. Es mediodía. Comemos. Bebemos. Hablamos tonterías. Es la vida.

Luego nos dirigimos hacia el boliche. Lo abre con su llave. Él va de un lado del mostrador, yo del otro.

Me sirve la copa de siempre. Y, con otras, llega la noche. Salgo

hacia la plaza.

La prueba de lo efímero de nuestros sentimientos,

es que los cementerios son lugares solitarios.

(Reflexiones De Humgrand Penn de Joc)

41 - MUERTOS - MARTES - 05-NOV-1996

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MUERTOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

–Hoy estuviste con nuestros amigos, los muertos. –indica el viejo don amigo, desde la penumbra bajo el laurel.

–Con ellos estoy en los recuerdos. Sólo fui al cementerio.

–Te olvidaste de otros muertos. –instruye– Algunos murieron de muerte natural, muchos por descuido y a otros los mataron.

Quedé en silencio, esperando. Y el don inicia la reseña:–Murió la inocencia, la capacidad de

asombro. Su agonía fue lenta; la atacó la mecanización, siguió la industrialización, luego la tecnificación, y entró en crisis con la automatización. Ya, sin las defensas de la individualidad, el facilismo la liquidó.

–Fui testigo de esa muerte. –interrumpí– Hasta la guerra de 1938, la humanidad guardaba algo de ingenuidad, de honor. Luego, todos los valores se cambiaron por el de ganar.

Ambos callamos. Tal vez él, como yo, evocaba esos

años.–Murió la integridad; –continúa luego–

la mataron junto al honor, la honradez y la rectitud.

Fueron asesinados por la viveza, –completa– que hizo que el pícaro prevalezca al inteligente y tenga más éxito social.

Mi gesto de agria reflexión apoyó sus palabras. Y él siguió:

–Murió el espíritu de aventura, lo curiosidad de ir más allá, el coraje de encarar al reto, la creatividad, la rebeldía, el valor de dudar, la inconformidad, el ímpetu de protestar, la audacia de ser uno mismo, de pensar distinto, la valentía de contradecir.

–Hoy el lema es nunca decir no. –intervine yo– La simpatía es la habilidad que disimula cualquier falta de capacidad. Los valores intelectuales se cambiaron por el culto a la imagen, sólo importa lo atractivo y agradable. La seriedad es un delito.

–Esta noche no hubo preguntas, –murmuró el don amigo– y hemos hablado como si fuésemos uno solo. Falta menos....

Ya no sentí escalofrío por esas palabras. Ni giré para verlo. Sabía que él se había ido.

Quedé un rato más en el banco, pensando en los muertos y en las cosas de las copas.

…oo0oo...

MUERTOS

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TORMENTA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Desde altas hojas de la mañana habíamos sido castigados con fuertes ráfagas acompañadas de lluvia fría y penetrante.

Parecía que el invierno hubiese vuelto con furia contenida y quería mostrar su poder destrozando lo que se le enfrentara.

Cerca de mediodía comenzó a apaciguarse. Y de pronto, tal cual había surgido, todo terminó.

En lo alto siguieron corriendo las nubes hasta quedar el sol brillando en un límpido cielo.

Animales, pájaros y humanos salieron a observar los daños dejados por la tormenta.

Calles y jardines estaban cubiertos de ramas rotas, árboles sacados de cuajo, nidos caídos.

Las personas comenzaron su característica plañidera, en tanto las aves buscaban nuevos lugares donde reconstruir los nidos en las plantas que habían resistido el temporal.

Me dirigí hacia la plaza. En un jardín frente a ella yacía, con

las raíces afuera, un rígido y altivo pino.

Presuroso, crucé los senderos hasta llegar al laurel. Estaba rodeado de hojas y flores caídas, con sus ramas castigadas... Pero, seguía de pie.

Aliviado, me encaminé al bar. El bolichero se encontraba ocupado en acomodar unos postigos que la tempestad había intentado sacar de sus trabas.

Le ayudé a colocarlos.Luego fuimos al mostrador. Me sirvió la

copa de siempre. Y, cosa rara, encendió el televisor.

La pantalla exhibió escenas de los daños del vendaval y como se estaban recogiendo los árboles rotos, trozándolos.

Nos miramos con el bolichero.La gente tenía satisfacción en cortarlos.

Es incomprensible ese afán del hombre por destruir los árboles. Parece como si quisiera borrar la prueba de su origen ancestral.

Apagó el televisor. Con unas horas y unas copas más, llegó

la noche. Pagué y me fui a mi cita con el don bajo

el laurel.

Tristeza de árboles caídos,que ya nadie los podrá

subir...(Poema Inédito)

42 - TORMENTA - MIÉRCOLES 13-NOV-1996

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TORMENTA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Desde el banco, desde la penumbra, él me dice inquisitivo:

–¿Que te pareció el ramalazo que tuvimos?

–Fue fuerte; –respondo– aunque, propio de la época.

–Me refiero al de las añoranzas en la semana anterior. Nos azotó el vendaval del pasado, y olvidamos que el viento pasa.

–Sí... –musito triste– y muchas veces destroza.

–Depende. –indica– El laurel se dobló con la tempestad y, al pasar ésta, se volvió a enderezar. Perdió muchas flores; pero, seguía en pie. El pino se mantuvo inflexible... y cayó de raíz.

–El laurel reflorecerá, –medito– del pino harán leña.

–Es verdad. Como también que; jóvenes queremos cambiar el futuro, y viejos queremos que no cambie el pasado. Pero... ¿No hay mucho de bueno en los cambios presentes?

–Si lo negara sería como el pino. –asevero– Es superior en lo material, el bienestar personal, la capacidad de razonar y... que ya no se está esclavizado a hipócritas prejuicios.

–No tanto. –dice mi mentor– Desafía a los prejuicios, y los prejuicios te desafiarán. Cuesta vencerlos. Además, lo difícil mantiene el interés. Ahora, que las mujeres muestran más, los hombres las miran menos. ¿Qué piensas de eso?

–Nada. Pero me siento mal. –respondo sarcástico– Y no es porque me moleste que las muchachas actuales vayan con ropa apretada y mostrando sus encantos. Lo que me molesta es por qué no lo hicieron las de antes... cuando yo era joven.

Una fuerte risa sonó desde el banco. Y, paternal, sentenció:

–Eso dice que eres como el laurel. Aún sigues de pie. En el mar de la vida, con el temporal de los años, se van ahogando nuestras pasiones; pero permanecen a flote los deseos.

Un ramalazo de brisa fría, llegó.Me despedí, yéndome en la noche,

pensando en la tormenta y en las cosas de las copas.

...oo0oo...

TORMENTA

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CALLADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Cinco de la mañana. Ya despierto, me levanto. Voy a la ventana y la abro.

Apoyado en el marco, miro el horizonte.

En el este clarea el alba sobre el centro de la ciudad, donde los pocos altos edificios recortan sus negras formas.

Más cerca, en la bahía, el agua se mueve en suaves ondas. Y aquí alrededor, en el barrio, no se escucha ni un rumor.

Todo está en paz. Sin embargo, siento algo inexplicable.

Un desvelado gorrión llega a otra ventana para comer las migas restantes de ayer. Satisfecho, se pone a piar.

Y comprendo la causa de mi desazón... ¡Es el silencio!Extraño el canto del gallo madrugador,

el cacarear de las gallinas, el grito de los loros reclamando comida, el rugir de los motores calentándose en los pocos autos del lugar.

Extraño la voz metálica de las radios con tangos y noticias policiales, los golpes de las puertas al salir los viejos para el trabajo, los rezongos de las viejas despertando a los botijas.

Extraño la campana del tranvía, el pito del vaporcito llegando al muelle, la sirena de los frigoríficos señalando la hora de entrada, el traquetear de los caballos de los repartidores.

Extraño el amanecer de cada día de mi niñez.

Su algarabía calló en nombre de la educación y la sociedad.

Cierro la ventana. Abierta o cerrada es lo mismo...

Todo está callado.De tarde voy al bar. El bolichero me

recibe con una sonrisa, la habitual copa y un libro.

Tiene una página señalada. Leo:“Del hombre callado no se sabe lo que

piensa; y del que habla mucho, lo que siente.”

El cantinero aclara que es de aquel amigo, el de las cenizas.

Nos apabullan con frases como: “No digas no.“ “No alces la voz.”

En pocas palabras: “¡Cállate!...(Las Mil y Una Carigiadas o

Carajeadas)

43 - CALLADO - MIÉRCOLES 20-NOV-1996

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CALLADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Sigue, contando cosas que me dejan pensando. Y tomando otras copas, viene la hora de ir a la cita en la plaza.

Llego al laurel. Bajo éste, en un extremo del banco, en la oscuridad, apenas se vislumbra la figura del viejo don amigo.

Me apoyo en el muro frente a él. Quedo feliz oyendo el canto de ranas, sapos y grillos. Lejos, se oye ladrar un perro.

–Hum... Hoy estás muy callado. –dice el don.

–¡Por favor!... –reacciono– No me haga parte de ese grupo.

–Quédate tranquilo. –aconseja riendo– Nunca fuiste ni serás de los que se callan, o aceptan algo sin protestar. Tu madre contaba que aprendiste a decir no antes que mamá.

Ahora soy yo que río con añoranzas de ella.

Y el viejo sigue:–Claro... Los ratones son callados

porque temen al gato, los gatos son callados porque quieren cazar ratones. Pero, malo es cuando los ratones mandan callar a los gatos.

Reflexiono en sus palabras, para desviarme diciendo:

La gente piensa que hablar poco y bajo es tener cultura.

–¡Cursilerías! –exclama, y sentencia– Quien calla, no niega, no afirma, no se equivoca, no se compromete. Y... no es nada.

–Sin embargo, los políticos y los comentarista de televisión viven hablando en forma eufórica y alta. –comento, irónico.

–Tienen una cosa en común. –remata él, mordaz– Siempre necesitan algo urgente que decir, aunque no tenga urgencia.

–Hoy leí algo en un libro. El cantinero dijo que lo escribió su amigo, el de las cenizas. Y que las frases eran de usted.

Un silencio infinito se apoderó del lugar. Yo miraba el piso.

–Hum... ahora el que quedó callado fue usted. –musité.

–¿Mías?... ¿de él?... ¿Las frases tienen dueño? –murmuró.

Levanté los ojos. El viejo don se había ido en la oscuridad.

Y yo quedé callado, pensando en las cosas de las copas.

...oo0oo...

CALLADO

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LA VITROLA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Mediodía caluroso. Luego de almorzar me dirijo a la plaza en busca de alguna brisa.

No la encuentro.Veo que el bar tiene abiertas puertas y

ventanas. Voy hacia él. Entro, y en su interior hallo el fresco anhelado.

Encima del mostrador hay algo que acelera mi corazón.

¡Una vitrola!... Me parece regresar a mi niñez.Creo oír a mi tío rezongándome por no

haber cambiado la púa.El bolichero sonríe y, sin yo pedirlo,

me da el gramófono.Recorro con suavidad sus partes. En la enorme bocina de latón, sobre el

brillante bronce, aún existe el adorno de los dibujos.

Toco el soporte que la mantiene sujeta al fonógrafo. Luego sigo con el brazo móvil... ¡se mueve libremente!

Miro la circular caja del diafragma... ¡la mica está intacta!

En el tubito, fijada por el tornillo de presión, brilla una púa.

La hago vibrar... ¡y la corneta emite un metálico sonido!

Muevo el plato forrado de paño verde. Gira con la normal resistencia del mecanismo de relojería que se encuentra en la caja bajo él.

Le doy a la manija... ¡el resorte está bien!

Entusiasmado, suelto la palanca del freno y el plato empieza a girar con enorme velocidad.

No me asusto, sé que es: Un brazo o una bola del regulador de velocidad tiene problemas.

Levanto mi vista de la vitrola. El cantinero sigue sonriendo.

Digo que puedo repararla, que voy a buscar las herramientas. Y, antes que me responda, salgo veloz.

Vuelvo rápido; ágil de recuerdos no siento calor ni años.

Sin solicitar autorización, desarmo el gramófono. El problema es simple.

El eje del regulador tiene óxido y el carrito móvil no desliza.

Pulido, limpieza, lubricación, prueba... ¡y arreglado!

Los verdaderos sentimientos

no necesitan palabras.(Gracián Solirio)

44 - LA VITROLA- MIÉRCOLES 27-NOV-1996

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LA VITROLA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Comienzo a armar la vitrola. Dentro mío reviven voces del ayer: La

de mi tío enseñando como reparar las cosas, y la de mi padre explicando porqué sucedían.

Termino. Doy cuerda.Suelto el freno y comienza girar.

Controlo, es el hábito de una vida. 79 revoluciones. Con el peso de un disco serían 78.

Levanto mi cabeza para decir a mi amigo bolichero que el gramófono ya sirve.

Me recibe con un viejo disco, grueso, de pasta, pesado, duro, frágil... y una amplia sonrisa en su rostro.

Comprendo. También él sabía como arreglar la vitrola.

Pero, como buen compañero, nada dijo, y me dejó hacerlo.

Me sirve la copa de siempre. Ponemos el disco. Quedamos

escuchándolo, apoyados sobre el mostrador. Parecemos dos perros del anuncio “La Voz del Amo”

Y con otros discos, y otras copas, llega la noche y la hora de ir a mi cita con el don bajo el laurel, en el banco de la plaza.

Es casi medianoche. Le narro todo al viejo, y él explica:

–Se llama vitrola porque las primeras eran de marca Víctor. Y también gramófono; de gramma o escritura, y fono o sonido en griego. Pero, el primer fonógrafo era un cilindro que giraba y la corneta pasaba sobre él. Lo inventó Edison... yo lo conocí.

–¿Al fonógrafo o a Edison? –pregunto, socarrón.

–No te burles. –responde riendo– Y gracias. Todo lo que te conté, tú me le enseñaste a mí cuando ibas a la escuela. Sin embargo te quedaste callado, oyéndome. ¿Sabes por qué?

Sigo en silencio, atento a su clase mayéutica.

Y él concluye:–Porque el buen compañero escucha

aunque sea algo ya repetido; porque no importa lo que el otro dice sino quien lo dice, y si se siente bien al hacerlo.

El perfume del laurel me llegó con la brisa. Sonreí. Saludé.

Y me fui pensando en una vitrola, y en otras cosas de la copas.

...oo0oo...

LA VITROLA

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Diap 97

MEDIANÍA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

La mañana ha sido de calor excesivo. Es primavera. La tierra rejuvenece y,

como todo joven, no sabe de término medio.

O azotan las aberrantes ráfagas frías australes, o ahogan los locos vientos calientes del norte.

Y las muchachas lucen su elegancia usando aún la ropa de media estación.

Pasado mediodía, me dicen que el cantinero me llamó por teléfono...

No tengo ese medio de comunicación en mi cuarto. Comprendo que es útil, pero su repicar altera la privacidad.

Salgo de inmediato. Entro al bar y veo la refrigeradora

abierta... y al bolichero con rostro de pedir auxilio.

¿Cómo sabe que yo conozco algo de eso?

Quizás lo dije en medio de otras cosas de las copas. Reviso. El termostato no funciona.

Se debe comprar uno nuevo. La cava es antigua, de compresor separado del motor.

Dejo a ésta marchando directo. En las crisis no importa el medio para

solucionarlas. Recuerdo la frase de Sarmiento:

“Las cosas hay que hacerlas. Aunque sea mal, pero hacerlas”

Mientras esperamos el repuesto, evocamos las primeras heladeras eléctricas que llegaron al barrio. Le decían “friyider”, por su marca.

Sus dueños las ponían en el corredor dejando la puerta de la casa abierta para que las viesen los vecinos.

Muchas veces lo único que tenía dentro eran una jarra de agua y recipientes vacíos... como sus engreídos propietarios.

El bolichero me sirve la copa habitual. Y, tomando una cada tanto, reímos de

la vanidad de aquella naciente clase media.

El termostato llega traído por un ciclista. Miro nostálgico su medio de transporte.

Colocamos el aparato. Horas después, en medio de la

oscuridad, voy hacia la plaza.

Hacen los que los pobres pero soberbios,

que más prefieren hambrear que pedir.

(Fray Benito Feijoo 1676 - 1764)

45 - MEDIANÍA - MIÉRCOLES 04-DIC-1996

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MEDIANÍA

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Hallo al viejo don en su medio. En el banco bajo el laurel, e

indefinible en medio de la penumbra. Cuento, y él instruye:–Toda cosa media es mediocre: Edad

media, cultura media.–Clase media... –completo su frase,

con sarcasmo.–¿Clase media qué significa? –me

inquiere– ¿Media rica? ¿Media pobre?... ¿Media jodida?... ¿Que es la clase media?

–Clase media es aquella que vive de un sueldo que nunca le alcanza. –defino, reviviendo la obtención de mis medios.

Siento su risa desde el medio del banco.

Y luego dice mi mentor:–El problema de la clase media

consiste que, tratando de ser una y no dejando de ser la otra, no es una cosa ni la otra.

–Ansia de llegar a la cima por cualquier medio, para luego ver que todo es descenso. –afirmo acremente– Y, por la ley de gravedad, cuando la clase media empobrece, cae hacia abajo.

–¿Sabe, don? –continúo divagante– Los refrigeradores son un medio para absorber el calor de las cosas. Deberían ser llamados “quitadores de calor”. El frío no existe.

–No me extraña eso... –indica, y su voz media entre misterio y tristeza– llega un momento que no existe frío ni calor.

–Hoy hemos sido medio locos... –musito, evadiéndome.

–Ser medio loco es el medio mediante el cual el individuo escapa de la mediocridad del medio. –sentencia él, reiterante.

–Y sin costarle ni un medio. –digo, evocando esa moneda.

–Hubo una época donde el medio significaba mucho. Era la mitad de un real... –y pregunta, mayéutico– ¿o de lo real?

Ambos sabíamos la respuesta. Me despedí. Era más de medianoche. A pocos pasos me detuve. Algo me

molestaba. Tuve que sacarme una piedrita metida en la media.

Y me fui, por el medio de la calle, en medio de mis pensamientos... y de las cosas de las copas.

...oo0oo...

MEDIANÍA

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NADANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

El domingo coincidió con el festejo del Día de la Virgen y el Día de las Playas, inauguración de la temporada veraniega.

Siguiendo la costumbre, en la noche, los devotos pasearon la estatua de la santa por la calles iluminadas por las velas de la fe.

Pero, en la mañana, otros fieles cumplieron el rito de ir al muelle y zambullirse en la tradicional competencia del Cruce de la Bahía.

Competencia que, por los años cuarenta, siempre ganó el Ruso; un gigante rubio del barrio, hijo de eslavos.

Anocheciendo llego al bar. El bolichero ya tiene la botella y la

copa habitual en el mostrador. La tomo con ansiado gusto.Luego saca, del cajón de las sorpresas,

una foto en blanco y negro. Foto que muestra en el muelle al Ruso

junto a nuestros padres, al don amigo, y a varios botijas en traje de baño.

El cantinero se señala entre ellos, y yo me indico también.

Reímos recordando como teníamos coraje para lanzarnos tras el Ruso en las aún frías aguas.

Algunos dábamos unas brazadas y volvíamos enseguida al atracadero, otros llegaban al siguiente y próximo muelle, unos pocos hasta la isla cercana.

Y el Ruso seguía nadando hasta el puerto... llegando de primero y solo.

Nada importaba. Todos poseíamos el orgullo de decir que... ¡habíamos nadado con el campeón en el Cruce de la Bahía!

Volvemos a reir de los trajes de baño de entonces y, con otras copas, llega la hora de ir a charlar en la plaza con el viejo don amigo.

–Acabo de verlo. –le digo al llegar, embriagado de emoción.

–¿Estás seguro? –inquiere– Aunque, ya llegará el momento.

Prefiero no ahogarme nadando en esa profundidad, y aclaro:

–Lo acabo de ver en una fotografía, en el muelle, junto con el Ruso campeón y los botijas del barrio... una foto de 1937.

Aquellas turbias aguas de la bahía,

que yo siempre recordaré azules...

(Poemas Grises)

46 - NADANDO - MIÉRCOLES 11-DIC-1996

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NADANDO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

–¡Ah!... –evoca– ¡Aquellos tiempos!... Una vez me contaste que allí aprendiste a nadar.

–¿Aprendí?... –exclamo riendo– Al que tiran de un muelle, no le queda otra solución que aprender a nadar... y rápido.

–Escuela de la vida. –afirma él– Donde, si se está nadando o se está enojado, es mejor tener los labios cerrados.

Sonrío reflexivo en el oscuridad. Y, desviándome, pregunto:

–Muchas veces, usted venía con nosotros hasta la costa. Pero, nunca entraba en el agua... ¿No sabía nadar, don?

–Claro que sí... También lo sabe el yaguareté, pero sólo lo hace para cazar o escaparse. Yo fui de otra época. Eso de ir a la playa para divertirse, comenzó con tu generación.

–¿No habrá sido que tenía miedo? –pregunto, bromista.

–No sé... –contesta socarrón– Lo que te aseguro que a mí, para que me hubiese comido un tiburón o un yacaré, tendría que haber pasado por el tubo de la bañera.

Lanzo una sonora carcajada. Y después, sigo recordando:

–A usted le gustaba sentarse en el viejo muro que está en el medio de la playa. Allí quedaba viendo la costa, el horizonte.

–Aquel muro... –instruye con tono sarcástico– Era de cuando había playas para hombres y playas para mujeres. Ahora, viéndolo desde atrás, no hay diferencias.

Vuelvo a reírme. Y el viejo don amigo me alecciona:–¿Ríes?... La risa es la tabla de

salvación que nos mantiene a flote mientras tomamos fuerzas para seguir nadando hacia el puerto. Puerto al que, antes o después, todos llegamos.

Saludé y me fui. Yendo en la noche, recordaba un botija

que tiraron del muelle, que tuvo que aprender rápido a nadar, y a un hombre que tuvo que hacerlo entre las cosas de las copas.

...oo0oo...

NADANDO

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Diap 101

SUEÑOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Pasado mañana comienza el verano. Sentado junto a la ventana, veo morir

los últimos arreboles. No tengo sueño. Son las ocho y media

de la noche, veinte y treinta para otros. Ni en eso podemos hablar igual.

Recuerdo una frase de mi padre:“Es imposible que la humanidad se

ponga de acuerdo. Cuando una mitad de la tierra está despierta y alumbrada por el sol, la otra está dormida y en la oscuridad.”

Pobre viejo, también a él los sueños se le volvieron una mustia sonrisa.

Salgo hacia el bar. Sé que ahora habrá más parroquianos bebiendo sus realidades y disfrazando de bromas sus sueños.

En la plaza, la tibieza une los seres. Miro, de lejos, el banco de mi primer romance; hoy está ocupado por otro sueño.

Entro al boliche. Me apoyo en el extremo del mostrador.

Los clientes ríen, pasándose un papel entre ellos.

El cantinero sirve mi copa habitual y, luego, me entrega esa hojita.

Es una del taco del almanaque, la de ayer. Leo:

“Las muchachas sueñan ser Blancanieves y que les llegue un Príncipe, pero sólo hallan a los siete enanitos.”

“Lo triste de vivir es que, al final de la vida, los sueños no se hicieron realidades y la realidad es un sueño.”

“Próximo viernes 21, día más largo del año”

Para todos los gustos. Faltó poner: Pocas horas para soñar.El bolichero adivina mis

pensamientos; me brinda su sonrisa comprensiva y otra copa.

Con ella, voy a una mesa apartada.Cerca de medianoche saludo y salgo

hacia la plaza.El don está solo en la penumbra bajo

el laurel. Le cuento del papel, de los sueños,

concluyendo:

Los sueños, sueños son...una tontería de

Perogrullo,que poesía volvió

Calderón.(Poema Irónico

47 - SUEÑOS - MIÉRCOLES 18-DIC-1996

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SUEÑOS

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

–Hasta los sueños cambian. De niño soñaba que podía volar sobre la gente. Ahora sueño con seres que ya no están.

–Los sueños buscan lo que hay en nuestra mente. –educa mi mentor– Cuando niños, hacen vivir las fantasías de esa edad. Al envejecer, sólo encuentran recuerdos para revivir.

–Hace poco soñé con mi maestra de primero. –añoro– Yo tenía cinco años, pero... ¡cómo me enamoré de ella!

–Es natural. –bromea el don– Todos los niños se enamoran de su primer maestra. Eso demuestra que a los hombres siempre les atrae la primer mujer que les enseña algo.

Reímos en medio de la noche estival con perfume de flores.

–Otra vez soñé, –continúo– con unos vecinos engreídos que decían que para ser fino se debe ser serio y cortés.

–Hipocresías... –instruye el viejo– Muchos piensan que por hablar calmo, decir palabras en idiomas extranjeros y tomar té a las cinco, son cultos, educados y superiores.

–En ciertos casos, –opino sarcástico– saber hablar varios idiomas sólo es ser idiota en todos ellos..

Nuevamente la noche tibia se llenó con nuestras risas.

–Pero, –sigo mordaz– el cambio en los sueños tiene su parte positiva. Ya no son los eróticos juveniles que me alteraban.

–Lo prohibido despertaba tu fantasía. –dice el don amigo– Y con el tiempo, viste que el sexo era sólo otra parte de la vida.

–Sí... –y agrego con satírica ironía– Aunque también, con el tiempo, los hombres en vez de tener un pene tienen una pena.

Volvimos a reír morbosamente. Y el don amigo, acota:

–Es que la naturaleza es previsora. El mismo órgano se usa para copular y para orinar. Así, siempre sirve para algo.

Las carcajadas resonaron. Luego saludé.

Y me fui pensando en los sueños, en el tiempo... y en las cosas de las copas.

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SUEÑOS

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INOCENTES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Ayer fue Navidad. Hoy desperté pasado el mediodía. Me domina la modorra del calor y del

exceso de comida y bebidas.Atiborrarse en verano es ilógico y

anormal. Pero, nuestros antecesores europeos

nos legaron sus costumbres invernales.Por la ventana abierta miro el paisaje,

sin decidirme a hacer algo. Y no decido nada... ni siquiera

pensar... sólo existir.A las seis de la tarde opto por

vestirme e ir al boliche. Salgo, las calles están casi vacías. En la plaza, algunos niños juegan.

Llego al local. El cantinero, perspicaz como siempre, no me sirve la copa y botella habitual sino un frío licor digestivo.

Hablamos a lo loco. Decimos que en estos siete días somos

más irracionales que de costumbre.Y, surge el sarcasmo:

Se festejó la llegada de un niño dios tenido por una mujer que continuó intacta.

¿Un dios nacido de ser humano? ¿Una mujer virgen luego de parir? ¿Es un mito o una inocentada?

El 29 es el Día de los Inocentes y se harán bromas.

¿Reírse de los ingenuos es honrar la muerte de miles de criaturas? Al burlarnos... ¿no indicamos que ser inocente es ser tonto?

El 31 enloquecemos echando al año viejo con petardos... y nos embriagamos bailando para recibir el nuevo...

¿Resultó tan malo el que vivimos? ¿Él no fue nuevo también? Creer que el que viene será mejor... ¿no es otro mito, otra inocentada?

Vemos que estos años son contados a partir del nacimiento de Jesucristo. Pero, está comprobado que Jesús nació cuatro años antes...

¿Eso es un milagro, un mito... o una inocentada?

Siendo ya oscuro, el bolichero me sirve la copa habitual. Y luego de un par de ellas, pasada la medianoche, cruzo hacia la plaza a charlar con el viejo don amigo.

Hoy es Noche Buena; y mañana Navidad,

comeremos pan dulce; a costilla de papá.

(Vieja Canción Infantil)

48 - INOCENTES - JUEVES 26-DIC-1996

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INOCENTES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

El aroma del laurel es embriagador. Aun hace calor. Voy a apoyarme en el murito frente al

don amigo, quien se diluye en la penumbra.

Desde el banco me dice intempestivo:–¡Ten cuidado!... lo pintaron hoy.Salto instintivamente. La risa del viejo

me hace comprender que es una inocentada anticipada.

–Caíste. –continúa burlón– Sé que el 29 no vendrás, y no pude olvidar las bromas que te hacía en esa fecha.

–En las cuales yo volvía a caer todos los años. –evoco en una mezcla de añoranzas y malestar– Siempre fui algo tonto.

–No pienses así. –me recrimina– En este mundo de pícaros, tuviste la fortuna de ser siempre algo inocente.

–¿Fortuna? –le inquiero acremente– La vida es un juego de pícaros; donde los inocentes pierden. Y, al recordar todas las oportunidades que rechacé hacer algo indebido, me pregunto: ¿Fui bueno, fui inocente, o fui estúpido?

–¿Necesitas que yo te responda la pregunta? –dice, sabio.

–No. –musito– Aunque, si se es inocente, por más capaz que sea un hombre, terminará siendo utilizado por un pícaro.

–Por eso es necesario que existan ambos. –afirma el don.

No supe si era otra inocentada, y me reí diciendo:

–Uno de los dos, Adán o Eva, debe haber sido muy avispado y el otro muy tonto. De otra forma no habría tantos pícaros y tantos inocentes en el mundo. Lo llevamos en nuestros genes.

–¿Adán, Eva, Navidad, Virgen, Dios? Cosas inocentes. –dice él– Y, al sustituirlas por Pitencatropo, Día de la Familia, Año Nuevo y palabras científicas... ¿no es otra inocentada?

Preferí no responder. Y, despidiéndome, me fui en la noche

calurosa, pensando en el bolichero, en el viejo, en las cosas de las copas.... y si todo no sería una broma de inocentes.

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INOCENTES

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ATRAVESADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Dos de la tarde. Sol ardiente. Ni una nube. La reverbancia, pareciendo espíritus fugitivos, escapa de la cárcel del asfalto.

Entro temprano al boliche. La sombra es refrescante.

Sólo está el cantinero que, como un cliente mas, se ha sentado en un banco de los ubicados afuera del mostrador.

Hace un gesto invitándome pasar al lado de adentro, donde él atiende.

Lo hago con sentimientos atravesados. Me honra su confianza, pero temo

irrespetar su fuero personal.Me asombra la pulcritud que

encuentro, una pulcritud añeja. Tomo asiento frente a él en el taburete

de allí, su taburete. Siento una ínfima brisa cada tanto, y busco el origen.

En una repisa, el cantinero ha puesto un antiguo ventilador.

De aquellos giratorios; que al final de cada vuelta quedaban temblando, atravesados, indecisos del giro a tomar.

Observamos una mosca quieta en el borde del aparato. Allí no la espanta el aire y pasea en frescos vaivenes.

Reímos de la forma atravesada que encontró para descansar.

Cuento la anécdota de un fábrica que había sido invadida por palomas que venían de un depósito de granos. Se colocó en el techo un oscilante emisor de ondas que las espantaría.

Por unos semanas parecía tener éxito... hasta que un ave se posó atravesada sobre el artefacto.

Al mes estaba sucio, roto, quieto, y era un atalaya más de las palomas.

Reímos otra vez. Nos divierten cosas tontas.

El bolichero se levanta del asiento. Yo hago lo mismo. No es natural como estábamos, atravesados.

Y volvemos cada uno a su lugar.Él pone la botella y la copa habitual. Y yo, tomando una de muy tanto en

tanto, quedo hasta llegar la oscuridad nocturna.

Puentes que atraviesan los ríos,ríos que atraviesan la tierra,recuerdos que atraviesan el

tiempo.(Poema)

49 - ATRAVESADO - VIERNES 03-ENE-1997

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ATRAVESADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Salgo y atravieso la plaza. Cuando me acerco al banco bajo el

laurel, es medianoche. Desde la penumbra el don inquiere:–¿Que pasó el miércoles, que no

viniste?–Estuve en el puente sobre el arroyo

pantanoso, viendo las barcazas semihundidas. –respondo– Sentí un paralelo con la vida. Y, ya de noche, tenía los recuerdos atravesados.

–¿Recuerdas el antiguo puente giratorio? –dice el viejo.

–¡Cómo olvidarlo! –murmuro evocador– Cuando la abrían, iba hasta él y me quedaba arriba mientras lo giraban.

–¿Y que hacías allí? –sigue mayéutico el viejo don amigo.

–Creía estar en una isla. –añoro– Y así, atravesado, desde la baranda miraba el agua, pasar el remolcador, las barcazas, los remolinos. Y así, atravesado, veía en la calle cortada, la gente, los ómnibus, el tranvía, esperando seguir su camino. Y así, atravesado, pensaba... ¿qué pensaría entonces?

–Tú sabes lo que pensabas. Mejor dicho, lo que soñabas. Tus ilusiones. –afirma el don, con viejo afecto.

–Sueños... ilusiones... –musito melancólico– Algunas fueron barcazas que su carga fue lejos, otras desaparecieron en el pantano, y unas pocas quedaron semihundidas en el arroyo.

–El puente giratorio hace mucho que no existe. –y repite el don, la pregunta– Entonces... ¿por qué no viniste el miércoles?

–No sé... –murmuro meditando– Quizás estuve atravesado de recuerdos. Quizás estuve como entonces... atravesado en el puente. Y ahora, los que le daban fuerza a la palanca para cerrarlo, con los años, están viejos y tardaron demasiado.

–O temías atravesar un puente nuevo. Uno que te cruzará hasta este banco. –dijo el viejo, yéndose en la penumbra.

Y yo me quedé allí, pensando en un puente giratorio, en barcazas semihundidas, y en las cosas de las copas.

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ATRAVESADO

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LOS REYES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Atardeciendo, voy hacia el bar. En las calles y en la plaza se ven los

niños zigzagueando con las bicicletas nuevas, o compitiendo con los juguetes que les dieron el Día de Reyes.

Al llegar al mostrador del boliche, encuentro que el cantinero ha colocado en el Pesebre a los tres Rayos Magos.

Me asombra ver que hay una copa detrás de cada uno.

Levanto mi rostro. Con una sonrisa, el bolichero explica que es el regalo para sus tres amigos: La copa del viejo don, la copa de aquel de las cenizas... ¡y mi propia copa habitual!

Luego las quita, poniendo la del don y la del otro amigo en lo alto de la estantería.

La mía la sirve con la botella de siempre.

Siento satisfacción, era la que tenía el negro Baltasar.

Y, como otro obsequio de Reyes, hoy el bolichero es locuaz.

Dice que la naturaleza nos da el regalo de la infancia a todos los seres.

Sean cachorros o niños, regalan a sus mayores la ingenuidad de esa corta época. Nos brindan su pureza de creer y confiar.

Añora cuando los niños tenían la inocencia de dejar “pastito y agua” para los camellos. De hacer una “cartita” con lo que pedíamos a nuestro rey preferido.

A quien más enviábamos era a Baltasar. Pensábamos que, por ser negro, sería más del pueblo y menos “aristócrata” que Melchor y Gaspar.

Fatalmente, como siempre, había alguien que tenía el sádico placer de decirnos la verdad.

Se juntaba la tristeza de saber otra realidad, la decepción de haber sido engañados y a su vez el agradecimiento a los padres por todo lo que nos daban.

Así, entre nostalgias y otras copas, llega la noche oscura.

Me despido, agradeciéndole a él y a Baltasar la copa.

Y el bolichero musita que es él quien le agradece a Baltasar haberle traído un nuevo amigo.

Emocionado, callo... y salgo.

Cada vez que un niño nos lleva de la mano,

somos guiados por el futuro. (Rocas., cascotes y adoquines..)

50 - LOS REYES- MIÉRCOLES 08-ENE-1997

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LOS REYES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Desde la oscuridad, me recibe el viejo don amigo evocando:

–Recuerdo que en estos días me mostrabas lo que te habían dejado los Reyes... el primero fue un amarillo oso de juguete.

–Aquel osito de felpa, –añoro– compañero de mis sueños infantiles... Se le rompió un ojo, por los huecos del tiempo se iba saliendo el relleno. En la vida me llegaron otros regalos, unos deseados y otros no; pero, a ninguno quise como aquel osito. ¿En qué cajón de recuerdos habrá ido a terminar?

–No te olvides del “Mecano” –rememora el viejo don– Lo tuviste que pedir dos años seguidos en tus “cartitas”

–Ya los niños no dejan “cartitas” a los Reyes, ni “pastito y agua” a los camellos. –asevero– El mundo actual, de cambios acelerados, les hace ganar en coeficiente intelectual. Pero... ¿no estarán perdiendo la riqueza de la inocencia?

–Hoy piden computadoras y juegos “virtuales”. –me indica, justificándolos– Los niños de hoy viven la era de la electrónica.

–Comprendo que son otros tiempos. –continúo elucubrando– Sin embargo... ¿podrán tener la satisfacción de construir algo ellos mismos como con el “Mecano”. Y sobre todo... ¿podrán sentir el mismo cariño que tuve por aquel roto osito de felpa?

–Esta noche he recibido dos regalos de Reyes. –musita el viejo, con la voz tomada por la emoción.

–¿Cuáles? –pregunto, apenado por no haberle traído nada.

–El cantinero guardó mi copa en lo más alto, junto a la de su otro amigo. Y tú, te has hecho las preguntas teniendo en ellas ya las respuestas. O sea: tú y yo somos más iguales.

No pude hablar, los sentimientos me dominaban.

Murmuré un saludo y me fui lentamente en la oscura y calurosa noche.

Iba pensando en los Reyes Magos, en un roto osito de felpa, en tres copas... y en otras cosas de las copas.

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LOS REYES

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PRISIONES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Atardeciendo, bajo del encierro del ómnibus y subo hacia al bar.

Vengo de visitar un amigo que vive en el interior del país. La ironía me aflora al recordar el nombre del lugar.

Recuerdo que Gracián Solirio decía que, en un país utópico, la dictadura construyó una prisión en un pueblo llamado Libertad.

Llego al boliche. Desde la esquina miro alrededor: Rejas en la iglesia, rejas en las casas.

El hombre es el único ser que se encarcela a sí mismo, dejando las fieras libres por las calles.

Entro al local. El cantinero deja escapar una sonrisa en tanto sirve la copa acostumbrada. Y nos fugamos en comentarios.

Opina que la libertad es como la estatua de ella en Nueva York: Lejos, en una isla, armada de hierro, hueca, vacía, parada en el cemento, con su luz perdida en la niebla, cuidada de vez en cuando... y sólo sirve para que la vean los demás.

Reflexivo, tomo otra copa. Luego, sin ataduras, cuento sobre la

cruel tortura que hubo en un distante país:

Al prisionero le ataban a la espalda el cadáver de un compañero muerto.

El bolichero musita que la de la existencia es mayor, ya que vamos por la vida llevando encima el cadáver de uno mismo.

Callamos. Nos aprisiona el fatalismo. No hay

carcelero más terrible que el rencor.Los recuerdos amargos encierran en

la prisión del pasado, envenenando la realidad de cada presente y van matando la esperanza de cualquier futuro.

Ya oscuro, abrevio otra copa. Pago y me despido. Salgo. La noche y la calle me dan libertad. Evoco una frase de Rodó: “Las ideas,

como las palabras, también llegan a ser cárcel.”

Y voy por los senderos para la cita con el viejo don amigo.

Si la muerte toca a mi puerta; déjenla entrar.

No vaya a ser que, sintiéndose rechazada,

siga de largo, y a otra puerta vaya a golpear.

(Poemas “Hola, Amiga mía...”)

51 - PRISIONES- MIÉRCOLES 15-ENE-1997

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PRISIONES

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Mi mentor, imperceptible y confinado a la penumbra, espera.

Le cuento, y aún aprisionado en mi estado de ánimo, asevero:

–Sólo seremos libres cuando desaparezcan el poder militar, el poder religioso, el poder político, y el poder económico.

–Y el poder de los sentimientos... y el poder de los hábitos... y el poder de las ideas... –completa él aleccionador– La libertad está en cada individuo, no sólo en lo que le rodea.

–Sí... Los hombres libres se guían por su conciencia. Las leyes son para los esclavos. –concuerdo, mas sigo sin huir de lo que siento– Aunque... nadie es realmente libre. Siempre al separarnos de alguien o de algo, nos apresa el sufrimiento.

–Toda cadena ata por ambos extremos. –sentencia el don– El prisionero al soporte, como el soporte al prisionero. Si se quiere ser libre totalmente, no se debe depender de nadie ni nadie de uno. Pero... ¿serías libre de verdad?

–No... –afirmo– Caería en una cárcel peor, la del egoísmo.

–¿Cómo era aquel poema que escribiste respecto al cráneo?

Su pregunta es mayéutica. Y, feliz que él lo recuerde, recito:–¿Por qué, si después de mi muerte

sólo será un hueso vacío, mi cráneo tiene tantas incógnitas? Ideas, sueños, deseos, todo gira en vértigo confuso dentro la pequeña prisión de grandes prisioneros. Prisión, cuyas ventanas no se pueden abrir. Abrirlas es morir, no hacerlo... sufrir.

–La vida es esclava del cuerpo; y el espíritu, prisionero de la mente. –reitera– Pero, mira... las calaveras siempre ríen. ¿Será que la muerte es algo cómico? ¿Se ríen de nosotros?... ¿O ríen de contentas por haber logrado la libertad final?

Comprendí y saludé. Y me fui escapado de la prisión de otro

día; uno menos para el momento de obtener esa libertad.

Era un fugitivo más en medio de la noche, porque sentirse prisionero son cosas de la vida... y cosas de las copas.

...oo0oo...

PRISIONES

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RESUMEN

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Temprano en la mañana salí a recorrer calles y lugares que fueron parte de mi existencia y ahora sólo traen evocaciones.

Tuve una rara necesidad de ver ese teatro.

En muchas partes había cambiado la escenografía y nuevos actores representaban la eterna comedia de la vida.

Viendo el conocido espectáculo, recordé mis momentos en esa obra donde se debe improvisar día a día; ya que se actúa sin libreto, sin ensayo y sin apuntador.

Obra donde, como en todo teatro, se empieza de relleno, se llega a galán, primer actor, de carácter... y se finaliza otra vez de relleno.

Y, en resumen, fui un actor más.No sé si fui bueno o malo, sólo

representé mi papel. Pocos tienen la suerte de retirarse con

dignidad, otros desaparecen abucheados, y la mayoría hace mutis por el foro.

Ya noche, llego al bar. El bolichero me recibe con la escena

habitual, colocando la botella y mi copa en el mostrador.

La llena, y esta vez improvisa sirviéndose él en otra copa.

Brinda diciendo que se cumple un año que entré al bar. Un año que le pregunté por el viejo don. Un año durante el cual, cada semana, volví a tomar mis copas y hablamos de cosas.

Estoy tentado de indicar que el año será la próxima semana, pero callo.

La buena actuación está en transmitir lo que siente el personaje, no la lógica de la vida normal.

Tomo un par de copas más y me despido:

Al salir, me paro en el escalón.La calle, la plaza, la noche, parecen un

enorme paraninfo en donde surgen los invisibles espectadores del ayer.

No hay aplausos, pero siento una agradable satisfacción.

Y, sin saber porqué, inclino mi cabeza.

Colón, Darwin y Freud, nos bajaron del pedestal.

Pasteur, Edison y Hertz, nos volvieron a todos igual.

(Poemas Grises)

52 - RESUMEN - MIÉRCOLES 22-ENE-1997

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RESUMEN

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Cruzo la plaza. El perfume se hace más fuerte ha

medida que me aproximo al banco bajo el laurel en flor.

En el asiento y en la penumbra vislumbro la silueta del viejo don amigo.

–La semana que viene hará un año que empezamos estas charlas... ¿Qué me dice de eso, don? –pregunto, evocante.

–Que este año tiene un día más. –responde, irónico.

–Y muchas más personas en el mundo. –resumo pensativo– Cuando nací, era un individuo entre apenas mil millones de habitantes. Ahora, sólo soy uno más en seis mil millones.

–¿Te acuerdas de las hormigas en el terreno? –inquiere él.

–Sí... –y razono con el paralelo– Antes, a través de guerras y pestes, había una selección natural de la especie humana.

–Es cierto. –concuerda– Pero, en resumen, la humanidad no ha cambiado... ni cambiará. Sólo hay más personas.

–Hay más gente buena y más gente mala. –reflexiono– Más gente rica y más gente pobre. Y ricos más ricos, y pobres más pobres. Más viejos y más jóvenes. Más enfermedades y más médicos. Más leyes justas y más abogados tramoyeros.

–Y hay más comodidades para vivir. –suaviza él– Tu abuelo tardó un mes para llegar a América. Tú tardaste seis horas para volver del otro hemisferio... y en un segundo puedes ver y comunicarte con alguien en el extremo opuesto del mundo. Tuvimos la suerte de presenciar la explosión del progreso.

–Y la explosión en cantidad de personas y cosas. –medito– Hay más de todo. Y no sé... si todo eso es bueno o malo.

–Lo que indica que eres más sabio. También hay más como tú... y más como yo. Y que aún... falta una semana más.

Su voz se diluyó. No miré. Sabía que se había perdido en la penumbra.

Y me quedé allí, en la noche, haciendo un resumen de ese año, de otros años y de otras cosas de las copas.

...oo0oo...

RESUMEN

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EL LEGADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Esta mañana, sin saber porqué, escribí eso que llaman la última voluntad.

No había mucho que decir. Fueron pocas frases. Y, finalicé, encomendando su

realización al cantinero.Luego fui al bar. Estaba cerrado. Por la ranura en el oxidado bronce del

buzón, introduje el sobre. Retorné caminando por caminos

recorridos. Me recosté. Necesitaba descansar.

Es de noche. Llego al boliche. El cantinero, absorto, mira un cuestionario en la televisión. Ni se percata que he entrado.

Me dirijo al mostrador. Sobre éste, veo mi carta. A su lado está la copa de siempre.

Vacía. La acaricio por última vez.No me hace falta beber. Ni preguntar si cumplirá mi pedido... ni despedirme... ni pisar el escalón al irme...

Ya sin calor ni frío, voy a la plaza. El viejo don amigo está esperándome

de pie, junto al banco .Y, señalándolo, con voz profunda, me

indica:–Ocupa mi lugar... tu lugar.Sin extrañeza, lo hago. Me invade una infinita paz.–¿Como te sientes? –inquiere el

mentor.–Por primera vez, real. Sin la

sensación que faltara algo.–Te faltaba el final. –asevera, con

plenitud.–Y con él, el camino está completo. –

afirmo, sereno.–¿Sabes por qué no te vio el bolichero?

–pregunta.–Sí... Porque ahora usted y yo somos

iguales... Aún así, me asombró lo interesado que estaba en las preguntas.

–Con preguntas se aprende... –ilustra– Como hacía el viejo ateniense para llegar a la verdad y conocerse a sí mismo.

–Hoy le llaman encuestas; –acoto– pero están desvirtuadas por los entrevistadores, los sofistas actuales. Si el maestro griego los escuchara, apuraría la copa de cicuta.

Sin tener pasaporte ni visa,todos hacemos el viaje final.

(R. C.)

53 - EL LEGADO - MIÉRCOLES 29-ENE-1997

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EL LEGADO

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

–¿Encuestas? ¿Hacemos una? –inquiere, ya fraternal.

Como siempre, mi silencio es afirmación.

Y él comenzó:–¿Te agradaría volver a vivir?–No... Suficiente es vivir una vez.–¿Qué fue lo que más te gustó hacer

en tu vida?–Hacer... lo mismo fuese un horno que

un verso.–¿Qué encontraste más hermoso de

vivir?–Vivir... tener la sorpresa y el desafío

de cada día.–¿Te dio miedo la muerte?–Nunca la temí. Es una amiga fiel... y

la final.–¿Lamentas algo de tu camino?–No... Lo bueno y lo malo formaron lo

que soy.–Lo que fuiste. –me corrige– Ahora

eres otra sombra en la noche... como tantos... como yo. Debo irme. Te dejo el banco, el laurel, la penumbra... y la misión de enseñar a ese amigo.

Miré el sendero. Reconocí al que venía.

Un muchacho que solía hablar conmigo, cuando yo era hombre mayor.

–¿Cómo podré enseñarle, si yo no sé?–Hazle preguntas. Él aprenderá de sus

propias respuestas; hasta saber que no sabe nada... como tú... como yo...

Y el viejo don amigo, perdiéndose en la oscuridad, concluyó.

El nuevo amigo llegó. Ya no era joven. Había envejecido.Venía del bar de la esquina.Él me contaba, aún inquieto. Yo le preguntaba, en paz.Porque yo tenía un legado:Era su viejo amigo, en la plaza, en el

banco, bajo el laurel, en la penumbra...Luego de charlar un rato, él se

despidió; yéndose.Quedé en la noche. Habíamos hablado cosas del camino.Y él de cosas de las copas... copas que yo no tomaría más.

...oo0oo...

EL LEGADO

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CONCLUSIÓN

COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Poner conclusión a “Cosas de las Copas” no fue sencillo.

La lógica indicaba que se había llegado a la semana final de un año de reuniones con el bolichero y el viejo don amigo..

Pero, los sentimientos querían continuar en la cita de cada miércoles; que a veces se adelantaba o retrasaba unos días.

El boliche de la esquina podrá derrumbarse, ser destruido, caer baje el peso de los años o el martillo del modernismo.

Sin embargo, habrá algún lugar donde ir a tomar unas copas y pagarlas luego de silencios, confidencias y recuerdos.

La plaza podrá no tener el laurel ni la iglesia ni la fuente, faltarle asientos, dejar de ser concurrida.

Aunque, siempre se hallará un sitio tranquilo entre las calles, donde encontrarse con el pasado y las ilusiones.

Cuesta despedirse de los personajes. Aunque ellos fueran ficticios, tomaron

vida por la imaginación y las añoranzas.El viejo don amigo desaparece en la

penumbra, cumplida la misión y dejando su seguimiento al compañero de ese año.

El compañero, viajero del ayer, extranjero de todas partes, encuentra la paz final y el legado de continuar dicha misión.

El bolichero queda en su bar, permanente anfitrión sereno, realizador de cometidos, brindando el silencio de ser amigo.

Y el nuevo joven amigo, que ya no es joven, reinicia con su llegada el ciclo interminable de la existencia.

Además, las cosas de las copas no pueden tener conclusión, siempre han existido y existirán.

Desde aquel antropoide que bebió, en la copa formada por el cuenco de su mano, el jugo fermentado de una fruta.

El primate se sintió eufórico, y realizó cosas sorprendentes.

Cosas que lo convirtieron en un ser distinto.

CONCLUSIÓN

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Diap 116 COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

Lo que da lugar a preguntas propias del viejo don amigo.

¿No estaría ebrio el primer homínido que bajó de los árboles y se quedó de noche en una cueva?

¿No estaría embriagado el troglodita que agarró una rama que tenía fuego en la otra punta?

Es seguro que sí, nadie consciente lo habría hecho.

De allí en adelante, la historia de la humanidad es la historia de las copas...

y de las cosas de las copas.Con copas se premia, se festeja, se

recuerda, se brinda, se augura, se saluda, se recibe... y se despide.

De ellas surgen las más altas emociones, o afloran los más primitivos instintos, o penetran las más bajas depravaciones.

Haciéndolas en maderam cristal, bronce, oro, porcelana, terracota, se han logrado hermosas obras de arte.

Y sin importar del material que estén hechas, sirven para beber el agua fresca, el licor, el veneno.. y hasta la sangre.

En su fondo puede buscarse la euforia aparente, la valentía faltante.

Aunque también encontrar la tristeza y la renuncia.

Su contenido puede incentivar la creatividad, sublimando las emociones. Y, así mismo, embrutecer hasta el aturdimiento.

Se puede hablar sin fin de las copas.Se puede hablar sin fin de las cosas.Pero, el libro debe tener un final.Todo tiene un final en el teatro de la

vida.Y el único final absoluto es cuando se

logra la libertad total.Mientras tanto, las cosas y las copas

seguirán. Por eso...Poner conclusión a “Cosas de las

Copas” no fue sencillo....oo0oo...

Rosalino CarigiNoviembre 2003

CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN

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Soy otro ejemplo de los criados durante los años treinta y cuarenta en la República Oriental del Uruguay.

República que sembró en aquellos niños, principios que los harían críticos despiadados consigo mismo y con los demás.

De 1925 a 1938, en la gran huida de Europa, llegaron al Cerro seres de diferentes pueblos, religiones, sueños, odios.

Venían todos con ideales de un futuro mejor.

Ideales que fueron transmitidos a los niños, sentados en las baldosas de las veredas, por viejos frustrados del marxismo, socialismo, fascismo, comunismo, por italianos, armenios, judíos, rusos, alemanes, polacos, gallegos, catalanes.

Y que nos dejaron una mezcla incongruente de ideas

Asistí a la escuela Checoslovaquia, laica y del estado, y así mismo pertenecí a un grupo de la iglesia católica parroquial.

Me gustó ser aprendiz de todo, desde zapatero remendón a monaguillo, y sin beneficio alguno. Sólo por conocer.

Completé mi educación en el Liceo Bauzá, el hoy derruido de la avda. Agraciada. Tuvimos profesores que nos enseñaron normas, y otros a pensar... y dudar de las verdades absolutas.

Estando aún vivo, creo innecesario que otro escriba sobre mí. Se justificaría si fuese joven y precisase un panegírico. Y, afortunadamente, ya no me afecta esa enfermedad.

Trataré de ser justo y escueto, cosa difícil cuando se habla de uno mismo.

Nombre: Rosalino David Carigi Aquilini.Apodos: Titi (Uruguay). Catire

(Venezuela)Seudónimo: Gracián Solirio (anagrama)Nacido el: 28 de marzo de 1929.En: Fornacci di Barga, Lucca, Toscana,

Italia.Nacionalidad: Italiano y Venezolano.Profesión: Téc. Industrial Metal

Mecánico, Hornos y Esmalte. Plantas Electrodomésticos.

Vida laboral: Dibujante, Proyectista, Jefe, Gte. de Planta, Jubilado.

Estado: Casado con María Teresita Delgado San Martín.

Hijos: Juan Pablo, María Leticia, María Esther

El 13 de octubre de 1931, teniendo dos años y medio, vine con mis padres a Montevideo. Y viví hasta mis 25 años en la Villa del Cerro, barrio emblemático.

SE DICE DE MÍ

ANEXOSE DICE DE MI (EL AUTOR)

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COSAS DE LAS COPASCOSAS DE LAS COPAS

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Expresando ese sentimiento, emulaba una canción:

–Ni soy de aquí, ni soy de allá…Y alguien me corrigió:–¿No será que es de aquí y de allá?

Usted es un extrañero no un extranjero. El que se forma en un lado y hace su vida en otro, será un extrañero en ambos. Porque cuando esté en una parte extrañará la otra.

Hoy, viejo, miro hacia atrás y no me arrepiento de ningún instante vivido. Son mi vivencia.

Fui un niño tímido, observador, retraído, y solitario.

Fui un joven rebelde, inquieto, inconforme y soñador.

Fui un hombre introvertido, irascible, estricto e idealista.

Soy un viejo agnóstico, impaciente, nostálgico y bohemio.

Y ahora, a mi edad, solo queda… lo que fui.

Y lo viví a mi manera…oo0oo….

Rosalino CarigiSeptiembre de 2013

Nota: “Se Dice de Mí” se copió del libro “LOS DONES DEL AYER”

Una de las pocas cosas a la que quisiera volver, es al Liceo Bauzá en 1945 y en segundo año “C” del turno vespertino.

En 1957 me marché tras un sueño a Venezuela. Fueron cincuenta años allí. Toda una vida. Mi vida.

Viví los mejores años de dos grandes países, el Uruguay y Venezuela.

Tuve la felicidad de vivir sus progresos. Y la fortuna de no hacerme rico.

Tuve la tristeza de vivir sus decadencias. Y la suerte de no volverme ruin.

Ayudé a abrir el camino de la industria, del esmalte y del progreso.

Tuve la dicha de enseñar a usarlo... y la amargura de ser usado en él.

En el 2008 volví al Uruguay. El tiempo todo lo cambia.El Uruguay que encontré no es el que

dejé. La Venezuela que dejé no es la que encontré.

Pero los que yo viví, nunca me los podrán cambiar. Nunca me los podrán quitar.

Por que al Uruguay que me formó, y la Venezuela donde me desarrollé, los llevo en mí.

Los dos me dieron todo. Y yo me di todo a ellos.

SE DICE DE MÍSE DICE DE MÍ

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FIN