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    OBRAS COMPLETAS

    XHISTORIA DOMINICANA

    JUANBOSCH

    2009

    COMISIN PERMANENTE

    DE EFEMRIDES PATRIAS

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    OBRAS COMPLETAS DE JUAN BOSCHEdicin dirigida por

    Guillermo PIA-CONTRERAS

    COLABORADORES

    Arq. Eduardo SELMANHASBNSecretario de Estado sin Cartera

    Lic. Juan Daniel BALCCER

    Presidente de la Comisin Permanente de Efemrides Patrias

    Herederos de Juan Bosch, 2009Edicin al cuidado de

    Jos Chez Checo

    Diseo de la cubierta y arte finalEric Sim

    Publicacin de la Comisin Permanente de Efemrides Patriasen ocasin del Centenario de Juan Bosch, 2009

    ImpresinSerigraf S.A.

    ISBN: 978-9945-462-10-4 (T. X)ISBN: 978-9945-462-00-5 (O. C.)

    Repblica Dominicana

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    CONTENIDO

    Juan Bosch: perspectiva holsticade la historia dominicana

    Juan Daniel Balccer .............................................................VII

    COMPOSICIN SOCIAL DOMINICANA

    HISTORIA E INTERPRETACINUn prembulo necesario ................................3Origen de las clases sociales en SantoDomingo ....................................................11Aparicin y declinacin de una oligarquadel azcar ....................................................23De los ingenios a los hatos ...........................41

    El desarrollo de la sociedad hatera ................55La curiosa sociedad de los bucaneros ............71La colonia francesa de Saint-Domingue ........85El siglo de la miseria....................................99De la inamovilidad del siglo XVIIal dinamismo del siglo XVIII...........................113

    Medio siglo de relativo desarrollo ...............127Santo Domingo en el panorama del Caribe ..141La revolucin haitiana................................155El caso de las emigraciones ........................169El gobierno de los hateros y la sociedadde los cosecheros de tabaco ........................183Las causas de la invasin haitiana en 1822 ...197

    I

    II

    III

    IVV

    VI

    VII

    VIII

    IXX

    XI

    XII

    XIII

    XIV

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    JUANBOSCH

    La pequea burguesa en la historiadominicana ................................................211

    La pequea burguesa contra el poderde los hateros.............................................2251857-1861. Luchas en el seno de lapequea burguesa ....................................239La Restauracion, obra de la pequeaburguesa ..................................................251

    El largo reinado de la pequea burguesaen la vida poltica nacional .........................263La composicin social y los partidospolticos de la poca ...................................281El gobierno de los azules o el caminohacia la sociedad burguesa .........................293De la muerte de Heureaux a la muerte

    de Cceres .................................................309El imperialismo en accin ..........................323La composicin social hasta 1930...............339Trujillo, o el paso de la pequea burguesaa la burguesa ............................................353La composicin social a la muertede Trujillo .................................................367

    LA GUERRA DE LA RESTAURACIN

    Palabras de introduccin........................................383I............................................................................................ 389II .......................................................................................... 397III ......................................................................................... 405IV .........................................................................................413V .......................................................................................... 421VI ......................................................................................... 429VII........................................................................................ 437VIII ...................................................................................... 445IX ......................................................................................... 453

    XV

    XVI

    XVII

    XVIII

    XIX

    XX

    XXI

    XXII

    XXIII

    XXIV

    XXV

    XXVI

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    OBRASCOMPLETAS

    X .......................................................................................... 461

    XI ......................................................................................... 469XII........................................................................................ 477XIII ...................................................................................... 485XIV ...................................................................................... 493XV ....................................................................................... 501VI ......................................................................................... 509

    XVII ..................................................................................... 517XVIII.................................................................................... 525APNDICE ...............................................................533Datos poco conocidos de la Guerra Restauradora ....535Gaspar Polanco, El gran jefe restaurador ................ 539Lupern inmoviliz a Santana en Guanuma ...........543

    La Guerra Restauradora: Una historia mal conocida .547ndice onomstico ........................................................551

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    VII

    JUANBOSCH: PERSPECTIVAHOLSTICADELAHISTORIADOMINICANA

    Juan Daniel BALCCER

    El valor de una obra no reside en laprocedencia del ladrillo y las tejas con que seha erigido, sino en lo que el autor construyecon esos materiales.

    Sndor MARAIDiarios, 1984-1989

    En el ensayo introductorio al tomo IXde esta edicin de lasObras completas de Juan Bosch, en ocasin del centenario de sunatalicio, al referirme a la temprana vocacin del prominenteescritor e intelectual por el cultivo del cuento o relato breve,

    gnero literario que domin con maestra admirable, sealadems que Bosch no circunscribi su produccin intelectualexclusivamente al campo de las bellas letras. Su condicin dedirigente y activista poltico, que desde el exilio combati a ladictadura de Trujillo al igual que a otros sistemas despticosde Amrica Latina, paralelamente lo inclin al estudio meti-

    culoso de la historia latinoamericana con especial nfasis en lade su pas natal. En efecto, Bosch consider la disciplina de laHistoria como una herramienta fundamental para lograr unaaprehensin objetiva de la realidad pretrita y presente lomismo de Repblica Dominicana que de Amrica Latina ydel mundo. As, en tanto poltico pragmtico, Bosch fue cons-ciente de que todo lder que aspirase a orientar y dirigir correc-

    tamente las fuerzas sociales del pas al que pertenece, deba

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    JUANBOSCHVIII

    conocer los pormenores del devenir histrico de su pueblo

    con el fin de comprender y explicar su dinmica de desarrollopoltico, social, econmico y cultural.Entre sus textos histrico-sociales hay varios que son esen-

    ciales para, desde una perspectiva ideolgica, evaluar la evo-lucin de su pensamiento poltico al igual que su percepcinde la sociedad dominicana desde la lejana poca colonial, enlos albores del siglo XVI, hasta las postrimeras de la pasadacenturia. Entre ellas sobresalen: Trujillo: causas de una tirana

    sin ejemplo(1959), Crisis de la democracia de Amrica en la Rep-blica Dominicana(1964),Dictadura con respaldo popular(1969),Composicin social dominicana(1970), obra complementaria deotra de alcance regional,De Cristbal Coln a Fidel Castro. ElCaribe, frontera imperial(1970), as como El pentagonismo, susti-tuto del imperialismo(1967), Clases sociales en la Repblica Domi-nicana(1982),La Guerra de la Restauracin(1982), Capitalis-mo, democracia y liberacin nacional(1983) y Capitalismo tardoen Repblica Dominicana(1986).

    El presente volumen Xde las Obras completas de Juan Boschest integrado por dos de los ensayos histricos de mayor tras-

    cendencia terica de su vasta produccin histrico-social: Com-posicin social dominicanayLa Guerra de la Restauracin. Enambos textos asistimos a la configuracin de una singular his-toria narrativa, lo mismo sobre la evolucin del pueblo deSanto Domingo que del acontecimiento poltico militar co-nocido como la guerra restauradora. La historia, segn Keith

    Jenkins, es un discurso cambiante construido por los histo-riadores [ya que] del pasado no se puede hacer una nica lec-tura: en cuanto miras hacia otro lado o modificas la perspecti-va, aparecen lecturas nuevas1. En sintona con estaapreciacin del reconocido historiador britnico, en los dos

    1

    JENKINS, Keith,Repensar la historia, Madrid, Siglo XXI Editores, 2009, p.18.

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    textos que comentamos el lector encontrar un discurso his-

    trico singular y polmico a la vez, en cuyo contenido Boschnos brinda nuevas interpretaciones de carcter histrico, pol-tico, sociolgico e ideolgico sobre el colectivo nacional quelo convierten acaso en el pensador de mayor densidad y origi-nalidad conceptuales de la segunda mitad del siglo XXdomi-nicano. Pero antes de adentrarnos en el anlisis de los temasms relevantes de Composicin social dominicanayLa Guerra dela Restauracin, estimo pertinente realizar una breve incursinen el desarrollo de la ciencia de la Historia tanto a escala inter-nacional como en el mbito criollo con el fin de encuadrar lacontribucin de Juan Bosch a los estudios histricos domini-canos en un contexto terico-metodolgico adecuado y, almismo tiempo, identificar las corrientes historiogrficas que

    en diferentes pocas ejercieron mayor influencia en sucosmovisin de la sociedad dominicana y del mundo, a saber:el positivismo historicista y el materialismo histrico del fil-sofo e historiador alemn Carlos Marx.

    Tendencias historiogrficas2

    Al despuntar la pasada centuria, los estudios histricos estu-vieron influenciados en gran parte por la denominada escuelaalemana liderada por Leopold von Ranke (1795-1886), quienen el siglo XIXpropugn porque los acontecimientos del pre-trito fuesen narrados o reconstruidos tal y como en verdadacontecieron, a partir de una perspectiva positivista que conce-

    da un desmesurado culto al manejo del documento escrito comonica fuente posible para escribir la historia. Esta corriente o

    2 Este apartado y el siguiente sobre historiografa dominicana pueden serhallados ms ampliamente en mi ensayo La otra historia de Frank MoyaPons, reproducido como eplogo de la segunda edicin de MOYAPONS, Frank,

    La otra historia dominicana, Santo Domingo, Librera La Trinitaria, 2009,

    pp.563-572.

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    tendencia historiogrfica se mantuvo en vigor principalmen-

    te en Europa, pero irradi sus destellos de influencia haciaotros continentes durante el perodo 1870-1929. Entre lasprincipales caractersticas de la corriente historiogrficarankeana, adems del tratamiento casi fetichista por el docu-mento escrito como nica fuente epistemolgica del pasado,predomina el estudio de la poltica, la diplomacia, la historiamilitar y la biografa de los hroes o las grandes personalida-des de la historia.

    Hacia 1929 surgi en Francia la llamada escuela de losAnnales3fundada por los historiadores Lucien Febvre y MarcBloch. Esta escuela o corriente historiogrfica estableciun prolongado reinado dentro del gremio de los historiadoresdesde la fecha de su nacimiento hasta 1968, cuando tuvo

    lugar la revolucin cultural que tanto en Praga, Pars, Mxi-co, Estados Unidos como en otras naciones contribuy a trans-formar radicalmente el planeta, al tiempo que gener unamodificacin sustancial y cualitativa en las diversas formas dehacer historia por parte de los historiadores profesionales.

    A partir, pues, de la publicacin de losAnnales de historia

    econmica y social4, sus fundadores, a los que postreramente seunieron otros eminentes historiadores, como Fernand Braudel,adems de conceder atencin al desarrollo poltico del Estado, alas guerras y a las biografas de las grandes personalidades,

    3 Les Annalestambin era el ttulo de una revista de investigacin sobre temashistricos, econmicos y sociales.

    4 Posteriormente, tras importantes innovaciones tericas, la revista cambiarade nombre y sera conocida comoAnnales. Economas. Sociedades. Civilizaciones.La reputada publicacin francesa, finalmente, adopt otro nombre ms abar-cador de las reas objeto de estudio por parte de los historiadores:Annales.Economas. Sociedades. Civilizaciones. Cfr., BURKE, Peter,La revolucin historiogrfica

    francesa. La escuela de los Annales: 1929-1989, segunda reimpresin, Barcelona,

    Gedisa Editorial, 2006.

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    tambin propugnaron por un estudio holstico, esto es, inte-

    gral, de la historia de la sociedad humana en su conjunto,destinando mayor inters al anlisis de las estructuras econ-micas, la superestructura poltico-ideolgica, las mentalida-des colectivas, la gente comn o sin historia, los cambios geo-grficos, ecolgicos, demogrficos, en fin, terminarondesarrollando una suerte de historia total no excluyente,que fuese capaz de abarcar todo cuanto de algn modo pu-diera modificar o incidir en la vida de los hombres en el espa-cio y en el tiempo, esas dos categoras fundamentales delepisteme historiogrfico.

    Uno de los aportes ms importantes de la escuela de losAnnalesal estudio de la historia, en tanto que ciencia social,estrib en la reivindicacin de la clebre definicin de que el

    objeto del historiador es toda huella humana existente en cual-quier tiempoy, por lo tanto, que la historia es una historiaglo-bal, cuyas dimensiones abarcan desde la ms lejana prehisto-ria hasta el ms actual presente, adems de incluir en sus vastosdominios todaslas distintas manifestaciones de lo humano socialy de lo humano en toda la compleja gama de realidades geo-

    grficas, territoriales, tnicas, antropolgicas, tecnolgicas,econmicas, sociales, polticas, culturales, religiosas, artsti-cas, etctera5.

    En la cita que precede hay una cuestin de principio por lacual desde hace muchos aos Frank Moya Pons ha propugna-do pblicamente: que los historiadores dominicanos, adems

    de centrar su inters en el pasado, no deben soslayar o desdearel estudio del presente, que tambin es parte de la historia; yque en adicin a esa perspectiva epistemolgica, el objeto desus investigaciones no debera circunscribirse a los aspectos

    5 AGUIRREROJAS, Carlos Antonio, La historiografa en el siglo XX. Historia e

    historiadores entre 1848 y 2025?, Madrid, Montesinos-Ensayo, 2005, p.69.

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    polticos, diplomticos, blicos o biogrficos, cuya importan-

    cia nadie cuestiona, sino que tambin deben dedicar especialatencin al estudio de la evolucin poltica econmica de losgobiernos, las relaciones exteriores, los sistemas agrcolas, elcampesinado, el comercio, los sectores laborales, los procesosde urbanizacin, los ferrocarriles, el impacto de las carreteras,la moderna industria azucarera, la introduccin de nuevoscultivos comerciales, la demografa, los partidos polticos, lasclases medias, las lites, la evolucin de la cultura, los nuevosmovimientos religiosos, las fuerzas armadas, el Estado, las mi-graciones, la mujer, las ideas, las empresas, la educacin, lareforma agraria, la poltica agropecuaria, la vida local, en fin,todo lo que hasta ahora ha estado ausente de los libros denuestros historiadores6.

    En similar sentido tambin se han pronunciado RobertoCass Bernaldo de Quiroz y Rafael Emilio Yunn. El prime-ro es de opinin que la insercin de los estudios histricos enlos problemas del presente no se puede efectuar por la sencillarazn de que los historiadores de esta escuela [la escuela tradi-cional] se limitan a estudiar el rea de la historia poltica o,

    para ser ms exactos, lo poltico en relacin con lo militar, lodiplomtico y a veces lo jurdico, logrando as una historiapoltica narrativa, una historia carente de interpretacionescausales sistemticas; mientras que el segundo ha planteadola necesidad de que en la historiografa nacional se abordeuna temtica contempornea llena de significados relevantes

    [como] la interpretacin crtica de lo local, con perspectivasque superen lo meramente poltico, lo histrico, o lo econ-mico. Posiblemente aadi, no exista en estos tiemposde globalizacin algn otro tema mejor que el desarrollo local

    6 MOYAPONS, Frank, El pasado dominicano. Santo Domingo, Fundacin J. A.

    Caro lvarez, 1986, pp.11-12.

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    para abordar la forma de insercin en los procesos globales y

    la forma de defensa de las identidades7

    . El lector podr com-probar que en los dos textos que conforman el presente tomode las Obras completas de Juan Bosch, el autor realiza un estu-dio integral de la sociedad dominicana, con el fin de lograr unavisin holstica del proceso histrico nacional, a travs de unareconstruccin del pasado que abarca mutaciones en trminosde la larga duracin, al igual que las variaciones registradasen la esfera de la superestructura poltico-ideolgica, en elmbito de la base econmica y en las estructuras sociales.

    La tradicin historiogrfica liderada por Leopold von Rankeno fue el nico aporte de Alemania a la ciencia de la historia,pues no puede pasarse por alto la contribucin a los estudioshistricos de la corriente historiogrfica marxista, que adqui-

    ri notable auge en la primera mitad del siglo XX, durante elperodo de entreguerras, especialmente despus de la revolu-cin bolchevique de 1917, bajo el influjo de la llamada es-cuela sovitica de historiografa, a despecho del rgido es-quema dogmtico de interpretacin histrica que le impusola escuela estalinista.

    Sin embargo, fue a partir de la revolucin cultural de1968, movimiento que implic una ruptura generacional endiversos rdenes a escala mundial, cuando los estudios histri-cos experimentaron otra nueva conmocin y mutacin en susdiversas metodologas de investigacin tras los novedosos apor-tes intelectuales de la denominada Nueva Historia francesa,

    (liderada por Jacques Le Goff, Roger Chartier y Jacques Revel,entre otros); de la escuela socialista britnica, entre cuyos

    7 Cfr., CASS, Roberto, Notas sobre historiografa dominicana, enRealidad Contem-pornea, Nos. 3-4, Santo Domingo, Editora Universitaria UASD, 1976, pp.123-135; y YUNN, Rafael Emilio,Pautas para investigaciones de historia nacional dentro delcontexto global, Santo Domingo, Ediciones de la Academia Dominicana de la

    Historia y de la Academia de Ciencias de la Repblica Dominicana, 2005, p.17.

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    principales exponentes se hallan Lawrence Stone, Edward P.

    Thompson y Eric Hobsbawn; de la Nueva Historia Econmi-ca o New Economic History estadounidense, a la que tam-bin se alude como cliometra; tendencias stas que, imbricadascon las dems corrientes historiogrficas precedentes, produje-ron, a partir de 1968, la eclosin de una nueva ciencia de lahistoria o nuevo paradigma historiogrfico alejado de los anti-guos centros hegemnicos intelectuales o escuelas ideolgicas.En la actualidad, esta circunstancia, en plena era de lamundializacin o globalizacin, significa que de la misma ma-nera en que dentro del sistema-mundo moderno no existe unsolo centro imperial hegemnico, sino que hoy somos testigosde un nuevo sistema imperial multipolar8, en el mbito de laciencia de la historia hay quienes sostienen que tampoco existe

    una sola historiografa dominante en el mundo, sino ms bientoda una serie depolos fuertesde esa misma historiografa mundial,junto a variospolos emergentesque han permitido conformar unesquema policntrico mucho menos jerarquizado y mucho msplural y diversificado en cuanto a los espacios de generacin yde desarrollo de las innovaciones historiogrficas en curso9.

    La historiografa dominicana

    Todo estudioso del pasado dominicano sabe que la historiadel pueblo de Santo Domingo en el siglo XIXcomenz conAntonio del Monte y Tejada y Jos Gabriel Garca. El primero

    8 Cfr.,WALLERSTEIN, Immanuel, Geopoltica y Geocultura. Ensayos sobre el modernosistema mundial. Barcelona, Editorial Kairs, 2007; tambin del mismo autor,Anlisis de sistemas-mundo. Una introduccin, segunda edicin, Mxico, SigloXXI Editores, 2006.

    9 AGUIRREROJAS, Carlos Antonio, op. cit., p.75. Para un estudio ms exhaustivosobre las diversas escuelas historiogrficas, vase BOURD, Guy, y HERV, Martin,

    Las escuelas histricas, Madrid, Akal Ediciones, 2004; y tambin HERNNDEZSANDOICA, Elena, Tendencias historiogrficas actuales. Escribir historia hoy. Madrid,

    Akal Ediciones, 2004.

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    fue autor de una Historia de Santo Domingo, en cuatro volme-

    nes, mientras el segundo, a quien generalmente se alude comoel Padre de la Historia Nacional, nos leg su monumentalCompendio de la Historia de Santo Domingo, tambin en cuatrotomos. Las obras de ambos historiadores encuadran perfecta-mente dentro del llamado gnero de la historia tradicionalcuyos rasgos fundamentales se reflejan a travs de los siguien-tes ingredientes ideolgicos: hispanismo, antihaitianismo,catolicismo y tradicionalismo10.

    Ms adelante, durante los primeros tres decenios del sigloXX, en la historiografa dominicana, todava enclaustrada enlos moldes decimonnicos del positivismo hostosiano, surgila generacin de los llamados historiadores documentalistas,quienes acudieron a diversos archivos de Europa y Estados

    Unidos en donde se dedicaron a rescatar un vasto acervo do-cumental que eventualmente sera de gran utilidad para lasfuturas generaciones de investigadores sobre temas histricosespecialmente coloniales y republicanos.

    Entre 1930 y 1961 sabemos que el pas estuvo sometidoal totalitarismo que impuso la dictadura de Rafael Leonidas

    Trujillo, que si bien por un lado auspici la publicacin denumerosas obras de carcter documental, por el otro fomentla creacin de una escuela apologtica que no tard en de-venir una suerte de corriente historiogrfica oficial que, enlugar de interpretar objetivamente el pasado, se convirti msbien en una copiosa fuente de distorsin histrica. Me refiero

    a la denominada escuela o intelligentsiatrujillista que conarreglo a algunos de los postulados de la historia tradicionalno tuvo reparos en presentar al dictador como el defensor deuna dominicanidad de orgenes hispnicos amenazada de

    10 MOYAPONS, Frank, Los historiadores y la percepcin de la nacionalidad, enEl pasado dominicano, op. cit., p.254.

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    muerte por la presencia haitiana, y para hacerlo aparecer como

    el constructor de una nacionalidad que no exista11

    . Este es-fuerzo intelectual desde luego fue combatido por destacadasplumas en el exilio entre las que en primer plano naturalmen-te figur Juan Bosch.

    Durante la dictadura de Trujillo, la mayora de los domi-nicanos que asisti al nivel secundario de las escuelas conociparte del pasado dominicano a travs delResumen de Historia

    Patria, de Bernardo Pichardo, obra que a pesar de sus limita-ciones y del acendrado hispanismo, providencialismo,narrativismo, antihaitianismo, y falta de sentido crtico quela caracteriz, lleg a ser considerada como una especie decatecismo histrico o de Biblia histrica12nacional du-rante poco ms de 50 aos, hasta que despus de la Revolu-

    cin de Abril de 1965, la sociedad dominicana comenz aexperimentar profundas transformaciones sociales, econmi-cas, polticas, culturales e ideolgicas de las que no estuvoexenta la historiografa nacional.

    ElResumen de Historia Patriaabarcaba desde la sociedadprecolombina hasta el inicio de la Primera Ocupacin Militar

    Norteamericana en 1916. De ese ao en adelante, los estu-diantes experimentaban un proceso de aprendizaje y reme-moracin de fechas, lo que significa que la enseanza de lahistoria se apoyaba fundamentalmente sobre tcnicasmnemnicas, pues era obvio que a las altas instancias de po-der, especialmente durante la dictadura de Trujillo, no les

    interesaba que los estudiantes de historia asimilaran concep-tos como democracia, liberalismo, alternabilidad del poder,sistema de libre competencia, libertad de expresin, etctera.Exista todo un corpus doctrinal mediante el cual, desde los

    11 Ibid., p.259.12

    Ibid., p.255.

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    OBRASCOMPLETAS XVII

    niveles primarios (hoy bsicos), a los estudiantes se les incul-

    caban valores e ideas tendentes a fortalecer la admiracin ha-cia el dictador, sus hijos, su familia, y hacia la Paz que dis-frutaba la Nacin, gracias a la supuesta magnanimidad del

    Jefe. El objetivo ideolgico de la maquinaria represiva de latirana consista, no hay dudas, en modificar la mentalidaddel colectivo de manera tal que asimilara la conveniencia devivir bajo el nico sistema poltico que supuestamente garan-tizaba la supervivencia de la nacin dominicana: el que enca-bezaba Rafael L. Trujillo. Quien controla el pasado, controlael futuro, sentenci George Orwell en 1948 cuando publi-c su novela titulada 1984, en la que describa una sociedadbajo el imperio de un sistema totalitarista. De esa manera, elproceso de enajenacin o alienacin ideolgica al cual fueron

    sometidas varias generaciones de dominicanos surti efectosnegativos en la integracin de la identidad nacional.

    ElResumen de Historia Patriacontinu utilizndose en lasescuelas dominicanas poco ms all de 1969, aunque comenza ser sustituido por otra obra, con similar modelo expositivo,escrita por Jacinto Gimbernard titulada Historia de Santo Do-

    mingo. A partir de 1976, tras la publicacin delManual de his-toria dominicana, de Frank Moya Pons, y la Visin general de lahistoria dominicana, de Valentina Peguero y Danilo de los San-tos (para slo citar dos libros), la enseanza de la historia patriaen las escuelas dominicanas tom otro giro como consecuenciade los modernos enfoques terico-metodolgicos de los histo-

    riadores nacionales dentro del nuevo paradigma epistemolgicode aproximacin al pasado dominicano que surgi en SantoDomingo despus de la Revolucin de Abril de 1965.

    En ms de un aspecto, la Revolucin de 1965 tuvo paralos dominicanos una trascendencia histrica similar a la quetuvieron los movimientos sociales de 1968 en Europa y en

    otros pases cuya dinmica del desarrollo econmico, poltico

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    JUANBOSCHXVIII

    y social experiment notables transformaciones. Slo que en

    el caso dominicano, la Guerra Patria de 1965 supuso unaverdadera ruptura con elancien regimetrujillista, cosa que nologr a corto plazo el tiranicidio de 1961, de forma tal quepuede afirmarse que a partir de 1965 la sociedad dominicanaentr en un proceso de moderada transformacin sistmica,esto es, de transicin desde un modelo autoritario hacia unasociedad abierta, pluralista y democrtica, que tambininvolucr al estudio de la historia nacional13.

    En el mbito intelectual, y al calor de las principales co-rrientes ideolgicas entonces en pugna dentro del mundobipolar que caracteriz la llamada Guerra Fra, en la Repbli-ca Dominicana emergi un nuevo movimiento intelectual deestudiosos de la historia nacional quienes, apoyados en

    novedosas perspectivas epistemolgicas, iniciaron el procesode cuestionamiento y revisin de la llamada historiografatradicional dominicana, sentando as las bases fundacionalesde la nueva historiografa nacional cientfica. Mencionar al-gunos nombres pioneros (aunque no los nicos) de esa gene-racin de historiadores de posguerra cuyas obras constituyen

    un invaluable aporte al proceso de transicin entre la historiatradicional y la historia moderna o cientfica nacional: JuanBosch, Emilio Cordero Michel, Juan Isidro Jimenes-Grulln,Franklin Franco Pichardo, Francisco Antonio Avelino, Fran-cisco Henrquez Vsquez, Oscar Gil Daz, Hugo TolentinoDipp, Ciriaco Landolfi, primero, e inmediatamente despus

    Julio Campillo Prez, Amadeo Julin, Roberto Cass y FrankMoya Pons, entre otros.

    13 Para un estudio ilustrativo de pases de Europa Meridional y de Latinoamricaque han vivido experiencias de cambios de regmenes totalitarios a socieda-des abiertas, Cfr.,ODONNEL, Guillermo, et al., Transiciones desde un gobierno

    autoritario(IV volmenes), Prlogo de Abraham LOWENTHAL, Madrid, Edicio-

    nes Paids, 1994.

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    Composicin social dominicana

    Quienes estn familiarizados con la trayectoria poltica e in-telectual de Juan Bosch saben que tras su regreso al pas en1961, luego de casi 24 aos de exilio, result electo Presi-dente de la Repblica en las primeras elecciones libres cele-bradas en el pas despus de la liquidacin del tirano RafaelL. Trujillo. Harto conocido es tambin el hecho de que ape-nas siete meses despus de haber asumido la Presidencia, sugobierno fue depuesto tras consumarse lo que el historiadorEmilio Rodrguez Demorizi consider como uno de losms graves atentados contra la democracia americana y dems cruentas consecuencias: el golpe de Estado del 25 deseptiembre14.

    Es evidente que ese acontecimiento nefasto para la demo-

    cracia dominicana tuvo en Juan Bosch un impacto traumticoque ulteriormente lo indujo a reconocer que haba vivido equi-vocado respecto de la viabilidad del sistema de la democraciarepresentativa en Amrica Latina mientras el Continente es-tuviera supeditado a la poltica colonialista del imperialismonorteamericano. Fue entonces cuando, al decir de Rodrguez

    Demorizi, Bosch dio a la luz pblica una obra trascendentalque vino a preparar el ambiente revolucionario: Crisis de lademocracia de Amrica en la Repblica Dominicana, [], libroledo con mayor avidez en la Repblica y de mayores y msinmediatas consecuencias. [Porque] fue la antorcha iluminanteque abri el camino a la Revolucin del 24 de abril15.

    Transcurrida la Guerra Patria de 1965, y luego del ines-perado triunfo electoral de Joaqun Balaguer en 1966, mer-ced al respaldo de la administracin de Lyndon B. Johnson,

    14 Cfr., RODRGUEZDEMORIZI, Silveria y Emilio, En la revolucin constitucionalista,Santo Domingo, Editora Taller, 1995, p.2.

    15

    Ibid., p.6.

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    JUANBOSCHXX

    puede afirmarse que ya era un hecho irreversible el conven-

    cimiento de Juan Bosch en torno al fracaso del experimentodemocrtico en Repblica Dominicana y en la regin. Ini-ci, por tanto, estudios de marxismo al tiempo que profun-diz y ampli su conocimiento sobre la poltica exterior es-tadounidense respecto a Amrica Latina y al Caribe. Visitvarios pases socialistas de Europa y Asia; formul la novedosay polmica tesis poltica que titul Dictadura con respaldo

    popularen la que propugnaba por el establecimiento de unnuevo tipo de Estado diferente de la democracia representa-tiva y del sistema socialista; y public el sugestivo y originalensayo sociopoltico El pentagonismo, sustituto del imperialismo,que suscit interesantes y enriquecedoras controversias en-tre diversos intelectuales de izquierda. Algunos de los que

    impugnaban la nueva propuesta terica de Bosch conside-raban que no haba perdido vigencia la tesis de Lenin en elsentido de que el imperialismo era la ltima fase del capita-lismo, mientras que Bosch, en cambio, planteaba que elimperialismo haba sido sustituido por el pentagonismo, elcual, a diferencia del primero, que conquistaba territorios

    coloniales, no explotaba slo colonias sino que adems ex-plotaba a su propio pueblo.

    Fue en la poca en que la sociedad dominicana experimen-taba vertiginosas mutaciones (los aos inmediatamente pos-teriores a la Guerra Patria de 1965), en que los historiadorese intelectuales de izquierda dominicanos cuestionaban la vi-

    gencia de la llamada historia tradicional y planteaban nue-vos enfoques metodolgicos con arreglo principalmente a lateora marxista de interpretacin histrica, que sali a la luzpblica Composicin social dominicana, obra que sin dudas consti-tuye el mayor esfuerzo terico [de Bosch] para comprender lasociedad dominicana sobre la base de un anlisis de clase muy

    rico, [toda vez que] se trata de una caracterizacin inteligente y

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    de los artculos de Bosch abordaban temas polticos coyun-

    turales, pero en el caso del origen y desarrollo de la sociedaddominicana era obvio que nuestro autor mostraba preocupa-cin por encontrar una explicacin cientfica a sus hiptesisrespecto de que nuestro pas, por obra del llamado Descubri-miento o encuentro de culturas, haba nacido deformado y suevolucin histrica se haba encauzado en el marco de una suer-te de inercia social que le impidi insertarse en las corrientescontinentales del desarrollo poltico, social y econmico, cir-cunstancia sta que calific como arritmia histrica18.

    En Composicin social dominicanaJuan Bosch nos brinda unadetallada historia de cmo fue constituyndose la sociedaddominicana a partir del encuentro de culturas que tuvo lugaren 1492, acontecimiento que segn su parecer detuvo el na-

    tural desarrollo de la sociedad aborigen, provocando su extin-cin, al tiempo que dio lugar al surgimiento de una nuevasociedad que debi organizarse conforme al modelo de lospases occidentales que llevaron a cabo la empresa del llama-do Descubrimiento, especialmente Espaa.

    El lector puede constatar cmo, al producirse la mixtifica-

    cin de tres culturas (la aborigen o tana, la espaola y laafricana), en Santo Domingo emergi una estratificacin cla-sista de acuerdo con el modelo econmico que Espaa tras-plant a Amrica. As, en una poca tan remota como el ao1509, cuando inici su gestin virreinal Diego Coln, Bosch

    1 8 A continuacin cito algunos de esos artculos publicados entre 1969 y 1970:El presidente Tito. Impresiones de una visita, en Ahora!,N 274, SantoDomingo, Publicaciones Ahora!, 10 de febrero de 1969, pp.18-24;Trujijohnson, Prez y Balaguer. Una pgina para la historia dominicana, en

    Ahora!,N 281, 31 de marzo de 1969, pp.18-24; Viaje a los Antpodas, enAhora!,N 326, 9 de febrero de 1970, pp.14-32; Prlogo indispensable auna breve historia de la oligarqua, enAhora!,N 328, 23 de febrero de1970, pp.17-24; y Una aclaracin necesaria, en Ahora!,N 335, 13 de

    abril de 1970, pp.27-31.

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    OBRASCOMPLETAS XXIII

    identifica claramente delineadas dos clases sociales en la Espa-

    ola, la de los encomenderos (los espaoles) y la de los enco-mendados (los indgenas, a los que luego se unirn los negrosafricanos), sometidos a un despiadado sistema esclavista; sis-tema que tambin dio origen al surgimiento de una oligar-qua esclavista durante la primera fase del Descubrimiento19.

    Esa oligarqua esclavista, destaca nuestro autor, se habaconstituido alrededor de la economa del oro, toda vez que enun principio el Gran Almirante, Cristbal Coln, y sus prin-cipales compaeros de aventura creyeron, y as se lo participa-ron a los reyes de Espaa, que la isla Espaola (hoy SantoDomingo) era rica en grandes yacimientos de oro, informa-cin que result inexacta. Al cabo de poco tiempo, cuandolos conquistadores espaoles buscaron nuevas fuentes de abas-

    tecimiento de metales preciosos en Per y en Mxico y enotros territorios descubiertos, el reducido ncleo social quepermaneci en la Espaola decidi incursionar en el sistemade la plantacin de caa para producir azcar, originndosede esa manera una oligarqua azucarera que predomin du-rante poco ms de cinco decenios (Cfr.,pp.43-45).

    Al despuntar el siglo XVII, la sociedad dominicana, estan-cada en trminos econmicos y sociales, con una demografaque apenas llegaba a las seis mil almas, evolucion desde laeconoma azucarera (que segn Bosch fracas por la ausenciade un mercado comprador) hacia lo que denominara la eco-noma del hato, un sistema arcaico, primitivo en Europa, or-

    ganizado alrededor del modelo ganadero, pero que en SantoDomingo result toda una novedad. Los escasos hombres de

    19 Cfr.BOSCH, Juan, Composicin social dominicana, en Obras completasT-X, SantoDomingo, Comisin Permanente de Efemrides Patrias, 2009, p.23. En loadelante, todas las citas a las que se hace referencia slo a travs del nmero

    de la pgina corresponden a la presente edicin.

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    JUANBOSCHXXIV

    negocios que haba en la isla abandonaron sus actividades en

    la incipiente industria del azcar para adquirir extensos terre-nos en los que desarrollaron su nuevo modelo de subsistencia:la economa ganadera o del hato. Bosch destaca que se tratde un cambio cualitativo muy importante, el paso de la oli-garqua esclavista industrial al de la oligarqua ganadera pa-triarcal (p.54) que actu dentro de un modo de produccinesencialmente precapitalista. As, agrega Bosch, del cami-no del desarrollo capitalista, a travs de la modalidad tpica-mente americana de las oligarquas esclavistas, que nuestropas haba tomado a partir del 1520, vinimos a salir a unavereda enmaraada y perdida, la de la oligarqua esclavistaprecapitalista. Del nivel industrial descendimos al nivel delos hateros, sin dejar por eso de ser una sociedad esclavista.

    Y en lo sucesivo toda nuestra historia iba a estar condicio-nada por ese descenso, que sufrimos en nuestra infancia comopueblo (Ibid.).

    Es importante fijar nuestra atencin en la cuestin de laeconoma ganadera o sociedad hatera, porque este ser unconcepto clave en la cosmovisin boschiana sobre las clases

    sociales en el Santo Domingo colonial y precapitalista. El sur-gimiento de la sociedad hatera, a lo largo del siglo XVI, supu-so una regresin para Santo Domingo, pues sus habitantes sevieron precisados a establecer un comercio intrlope en la par-te noroccidental de la isla (a fin de abastecerse de productosbsicos para subsistir), adonde acudan mercaderes holande-

    ses a intercambiar mercancas por cueros de res. Como lasautoridades espaolas asentadas en la ciudad de Santo Do-mingo no podan controlar ese contrabando, la Corona tomla drstica decisin de ordenar la despoblacin de la partenoroccidental de la isla, lo que se conoce como las devastacionesllevadas a cabo por el gobernador Antonio Osorio. Las

    despoblaciones aniquilaron el contrabando de pieles en la parte

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    OBRASCOMPLETAS XXV

    noroccidental, pero no as el sistema econmico de los hateros,

    que se vieron precisados a trasladar sus operaciones al Este dela isla en donde continuaron siendo los grandes personajesdel conglomerado social, con cierta ventaja para la reafirmacinde su autoridad (pp.63-64), en vista de que la poblacin sevio compelida a concentrarse en un rea sobre la cual los haterospodan ser ms eficaces, como en efecto lo fueron, ejerciendosu autoridad sobre el conjunto de la poblacin.

    Particular inters suscita la lectura de los captulos Vy VIen los que Bosch describe cmo se constituy en las costas dela parte Oeste de la isla lo que l denomin la curiosa socie-dad de los bucaneros (Cfr. Cap. V)20, fenmeno ste que tuvoun impacto negativo sobre la posesin por parte de los domi-nicanos de la isla de Santo Domingo, debido a que precedi

    al origen de lo que en la historia dominicana se conoce comoSaint-Domingue o Santo Domingo francs y tambin a unacontecimiento sobremanera traumtico en la historia colo-nial dominicana: la cesin a Francia por Espaa de la parteoccidental del territorio insular. Andando el tiempo, de lacolonia francesa de Santo Domingo, en donde funcion un

    despiadado sistema esclavista de plantaciones establecido so-bre la base de una cruel discriminacin racial, surgira la Na-cin haitiana como consecuencia de la revolucin que entre1791 y 1802 lider un antiguo esclavo, llamado Toussaint

    20

    Para una descripcin de primera mano acerca de la sociedad de los bucane-ros, piratas y filibusteros que infestaron y saquearon las costas occidentales dela isla de Santo Domingo y del Caribe: Cfr., EXQUEMELIN, Alexandre Olivier,

    Los piratas de Amrica, Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Biblifilos,Inc., 1979. Se trata de una versin al espaol de la primera edicin inglesaque data de 1678. Relacionado con este tema consltese el formidable ensayode PEABATLLE, Manuel Arturo,La isla de la Tortuga. Plaza de armas, refugio y

    seminario de los enemigos de Espaa en Indias, 2 edicin, Santo Domingo, Sociedad

    Dominicana de Biblifilos, Inc., 1974.

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    JUANBOSCHXXVI

    Louverture, que condujo a su pueblo a la liberacin definitiva

    del imperio francs. En el concepto de Bosch, la revolucinhaitiana es hasta ahora la ms compleja de las revolucionesque se han producido en Amrica en los tiempos modernos, yla nica que fue simultneamente una guerra social, de escla-vos contra amos; una guerra racial, de negros contra blancos;una guerra civil, entre fuerzas de Toussaint y las de Rigaud,una guerra internacional, de franceses y haitianos contra es-paoles e ingleses, y por fin una guerra de liberacin nacio-nal, que culmin en la creacin de la primera repblica negradel mundo (pp.164-165)21.

    Mientras la parte occidental de la isla haba devenido en lacolonia ms prspera de Francia en el Caribe, la parte delEste, esto es, el Santo Domingo espaol, haba sido vctima

    del abandono de la metrpolis ibrica, y a duras penas habaevolucionado en el marco de una asombrosa inercia social queestanc el desarrollo de sus fuerzas productivas.

    El siglo XVII(que Bosch llam El siglo de la miseria[Cfr.,Cap. VII]) y el XVIIImuestran al pueblo dominicanoexhibiendo una asombrosa pobreza demogrfica y econmi-

    ca, pues entonces se viva a expensas de una ayuda econmi-ca llamada situado que haba concedido la Corona espa-ola a fin de sufragar los gastos corrientes del personal militar

    21 Juan Bosch realiza un estudio ms exhaustivo sobre la revolucin haitiana enDe Cristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe: frontera imperial, publicado en esta

    edicin en el Vol. XIII de lasObras completas. La bibliografa sobre la revolu-cin haitiana es harto abundante, sin embargo, conviene remitir al lector aalgunos estudios clsicos sobre el tema, como JAMES, C. L. R.,Los jacobinosnegros. Toussaint Louverture y la revolucin de Hait, Madrid, Turner/Fondo deCultural Econmica, 2003 (primera edicin en espaol), publicada original-mente en 1938 bajo el ttulo de The Black Jacobins; FRANCO, Jos Luciano,Historia de la revolucin de Hait, La Habana, Academia de Ciencias de Cuba,1966; y CORDEROMICHEL, Emilio,La revolucin haitiana y Santo Domingo, Santo

    Domingo, Coleccin Historia y Sociedad, UASD, 1968.

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    y administrativo de la colonia. A pesar de esa circunstancia,

    hacia finales del siglo XVIII, la clase de los hateros, refiereBosch, haba logrado recomponerse social y econmicamentedebido a lucrativas relaciones comerciales establecidas con laparte francesa de la isla. Al despuntar el siglo XIX, los haterosconservaban intacto su podero social aun cuando la revolu-cin haitiana arruin el sistema comercial que exista entre laparte espaola y la francesa. Bosch da cuenta de cmo, en1809, el grupo de los hateros se rebel contra los francesesque ocupaban Santo Domingo desde 1803 y en lugar de de-clararse independientes, prefirieron retornar al coloniaje espa-ol: La campaa de la Reconquista fue obra de los hateros:ellos la iniciaron con la batalla de Palo Hincado y ellos ledieron fin cuando entraron en la Capital como vencedores, en

    julio de 1809 (p.185). Pero en vista de que Espaa (que a lasazn estaba ocupada por los franceses) no pudo acudir enayuda de su antigua posesin en el Caribe, los hateros con-frontaron el siguiente dilema: tenan poder poltico, pero ca-recan de los recursos econmicos necesarios con los cualessostener el nuevo gobierno lo mismo que su status social.

    Pero las fuerzas productivas suelen obrar a un tiempo deconformidad con sus capacidades y sus necesidades, de modoque paralelamente a los hateros y a su peculiar status luego deLa Reconquista, refiere Bosch que en el Cibao fue formn-dose un tipo de sociedad diferente a la de los hateros; fue la delos productores de tabaco (p.188). La economa del tabaco

    es tan diferente de la economa del hato como la maana lo esde la tarde. En rigor, slo tienen en comn que la tierra es enlas dos un factor fundamental. Pero en la economa hatera, ade-ms de la tierra, y tan importante como ella, est el ganado,que requiere grandes extensiones porque el pasto no se culti-va; es natural, y aparece aqu y all, en cantidades desiguales.

    En la economa del tabaco la tierra que se usa es de tamao

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    JUANBOSCHXXVIII

    limitado, su calidad tiene que ser de buena a muy buena y la

    produccin exige cultivo y cuidados. El esclavo o el pen delhato no necesitaba tener conocimientos especiales, sino slohbito de caminar a pie y a caballo por el monte en busca delas reses perdidas; el de saber manejar la soga y si acaso tejerlacon la corteza de la majagua; el de localizar una vaca por unmugido o por los ladridos de los perros y la direccin en quese hallaban; el de conocer algunas de las enfermedades de unternero, como las infecciones con gusanos, y la manera decurarlas. En cambio, el sembrador de tabaco tena que adqui-rir muchos y variados conocimientos, desde el del manejo y elcuido de la semilla hasta el del corte, el secamiento y la cura-cin y el del enseronamiento de la hoja, todo lo cual es muchomenos simple que lo que pueden pensar los que no saben de

    tabaco (p.190).Los productores de tabaco, por la naturaleza de su trabajo y

    producto, establecieron relaciones comerciales con personasubicadas en centros urbanos entre los que haba quienes com-praban parte de la produccin o tambin la financiaban, lo queen palabras de Bosch dio lugar al surgimiento de una especie

    de pequeo burgus campesino. De ah que el nivel social [delcosechero de tabaco] era ms alto que el de los esclavos y peones delos hatos (p.191). Con el tiempo, esa nueva modalidad pro-ductiva del Cibao origin una oligarqua comercial que se de-sarroll tres cuartos de siglo antes de que se formara la oligar-qua de la Capital. Puede concluirse que fue durante el perodo

    denominado de La Espaa Boba cuando en la composicinsocial dominicana, al tiempo que declinaba la sociedad hatera,emerga en el Cibao la sociedad de cosecheros de tabaco decuyo seno iban a desarrollarse una alta y una mediana pequeaburguesa de comerciantes y una mediana y una baja pequeaburguesa de campesinos, lo que significaba una novedad en el

    panorama de la historia social dominicana (p.196).

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    El perodo de La Espaa Boba culmin en diciembre de

    1821 con el frustrado proyecto independentista que liderJos Nez de Cceres. No haban transcurrido dos mesescuando, en febrero de 1822, tuvo lugar la expedicin de Jean-Pierre Boyer y el inicio en la historia dominicana del perodoconocido como la Dominacin haitiana, que se prolog hasta1844. Bosch dedica el captulo XIVde su formidable obra alestudio de las causas que produjeron la invasin haitiana de1822 y, a diferencia de otros historiadores que han procuradodemostrar que los haitianos teman una nueva invasin france-sa que desde la parte espaola de la isla hiciera colapsar el Esta-do haitiano, sostiene que la verdadera causa de la invasinhaitiana fue una sola: la necesidad que tena el presidentehaitiano de repartir entre oficiales y soldados unas tierras que

    abundaban en Santo domingo y que Hait no tena (p.203).No nos detendremos en historiar cuanto ocurri en Santo

    Domingo en el decurso de los 22 aos que dur la unin conHait. Sin embargo, es conveniente destacar la importanciade los captulos XV, XVIy XVIIen los que el autor trata eltema del proyecto de Juan Pablo Duarte de liberacin nacio-

    nal, del origen de la pequea burguesa y la manera comoesta clase se enfrent al poder decadente de los hateros auncuando transcurriran poco menos de 20 aos para que estosdesaparecieran como clase social.

    El sector social de la pequea burguesa, consigna Bosch,se form en los centros urbanos de la Capital, Santiago, Puer-

    to Plata, del Sur y del Este, y estuvo liderado en el planopoltico por Duarte y el grupo de Los Trinitarios. No obstan-te, en adicin a la pequea burguesa urbana formada porjvenes de la Capital y de otros puntos de la llamada Bandadel Sur que fue la que se puso al frente del movimientoseparatista, haba en el Cibao una pequea burguesa cam-

    pesina formada por cultivadores de tabaco, y en los centros

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    JUANBOSCHXXX

    urbanos del Cibao haba una pequea burguesa de comercian-

    tes que estaba, en el orden de las ideas y de los intereses, a lamisma altura que la de los comerciantes de la Capital (p.219).Fue esa pequea burguesa comercial, lo mismo de la Capitalque de Santiago, la que llev a cabo el proyecto independentistaque dio al traste con la dominacin haitiana y proclam la Re-pblica Dominicana el 27 de febrero de 1844.

    La pequea burguesa comercial, de la cual Juan PabloDuarte era un destacado miembro, enarbolaba la idea de laindependencia pura y simple, mientras que los hateros, quetenan mayor poder econmico que esa pequea burguesa, eranpartidarios de un protectorado o de la anexin del pas a cual-quier potencia extranjera, preferiblemente Francia o Espaa.Esas diferencias de criterios polticos y de concepciones ideol-

    gicas condujeron a contradicciones poco menos que irreconci-liables entre la pequea burguesa urbana y el sector de loshateros. Estos ltimos finalmente no slo se impusieron a losprimeros, llegando incluso a deportar a sus principales dirigen-tes, sino que al cabo de varios aos de proclamada la Repbli-ca, por obra inconsulta del general Pedro Santana, en marzo de

    1861, terminaron declarando la anexin a Espaa, aniquilan-do la Repblica y convirtiendo al colectivo nacional en unaprovincia ultramarina espaola. Dos aos despus de ese con-trovertido episodio, se produjo el Grito de Capotillo que dioinicio a la guerra restauradora, que comentaremos ms adelante.

    Se sabe que durante la Primera Repblica (1844-1861),

    el sector de la pequea burguesa liberal estuvo liderado porJuan Pablo Duarte y por el partido trinitario, pero tras lasalida al exilio tanto de Duarte como de sus principales com-paeros de lucha, su lugar lo pas a ocupar BuenaventuraBez, un rico cortador de maderas sureo, cuya formacinpoltica distaba mucho de la de los trinitarios. Es decir, que si

    bien Bez se convirti en el representante de la pequea

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    OBRASCOMPLETAS XXXI

    burguesa urbana, Bosch aclara que esa sustitucin nunca

    abarc el plano poltico-ideolgico en el que existan notablescontradicciones con el sector liberal. En ese sentido, Bez, aligual que Santana, era ms bien conservador, ya que no po-da ser el idelogo de la pequea burguesa porque no sabadistinguir, o no quera distinguir, acerca de los mtodos degobierno que deba emplear. Para l, lo importante era man-tenerse en el poder y hacer lo que entenda que deba hacer,pero le daba lo mismo emplear mtodos de gobierno liberaleso violentos; le daba lo mismo presidir una repblica libre queun territorio anexionado a cualquier potencia (p.283).

    En el decurso de varios siglos, como puede comprobarse,la sociedad dominicana evolucion dentro de unas relacionesde produccin de tipo precapitalistas, en las que apenas pu-

    dieron aflorar, con bastantes limitaciones, una pequea bur-guesa rural y otra urbana. En tal sentido, Bosch consideraque a lo largo de toda la historia dominicana se produjo unvaco social que tuvo su origen en el fracaso de la oligarquaazucarera del siglo XVI. Si aquella oligarqua esclavista se hu-biera desarrollado normalmente, como sucedi, por ejemplo,

    en Cuba, ms rpida o ms lentamente habra dado paso a laformacin de una sociedad burguesa, o por lo menos con n-cleos burgueses fuertes. Pero no se desarroll, y su tempranadesaparicin dio origen a una oligarqua esclavista patriarcalque hundi el pas en una cinaga precapitalista, de la que nohabamos salido todava cuando se inici la guerra de la Res-

    tauracin. No hay ninguna constancia, ni siquiera en la tradi-cin oral, de que para esos aos hubiera en Santo Domingoun solo establecimiento burgus nacional (p.285).

    En consecuencia, no sera hasta despus de la Guerra de laRestauracin, bajo el reinado de los gobiernos del PartidoAzul, de tendencia liberal, que en Santo Domingo tendra

    lugar el proceso de transicin de una sociedad precapitalista a

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    JUANBOSCHXXXII

    una de tipo capitalista en embrin, que no logr alcanzar

    perfiles bien definidos hasta el advenimiento al poder de unmandatario fuerte, de vocacin desptica, como lo fue el ge-neral Ulises Heureaux (Lils). Ese proceso de transformacinobedeci principalmente a la circunstancia de que a partir de1870 comenz a establecerse en el pas un grupo de propieta-rios de ingenios azucareros, ganaderos y comerciantes cuba-nos que emigraron de Cuba, para fijar residencia en Repbli-ca Dominicana, a raz de la guerra de los Diez Aos. De maneraque tal y como apunta Bosch sin que se caiga en exageracin,[fueron] los cubanos emigrados de 1868-1878 [quienes] se con-virtieron, a travs de la instalacin de ingenios azucareros y dela fundacin de la ganadera, en el sustento econmico, y portanto en la base estabilizadora, en el orden social, del gobierno

    de los azules. Pero la base estabilizadora en el orden polticofue sin duda obra de Ulises Heureaux, que en los ltimostrece aos del perodo azul encabez la primera dictadura do-minicana dirigida, realmente, a echar los cimientos para con-vertir el pas en un Estado burgus (p.297).

    En este punto conviene resaltar que la incipiente burgue-

    sa que surgi en Santo Domingo, como consecuencia de esaactividad industrial y comercial impulsada por la oleadamigratoria cubana de 1870, estuvo compuesta mayormentepor extranjeros, y as se mantuvo hasta la poca en que Lilsfue ajusticiado el 26 de julio de 1899, excepcin hecha de lacasa comercial que presida Juan Isidro Jimenes. Esta circuns-

    tancia inducira a Bosch a afirmar que si hacia principios delsiglo XXla mayora de los ingenios de azcar, comercios yotros negocios eran propiedad de cubanos, italianos y norte-americanos, es obvio que al comenzar el siglo veinte en el pasno haba, pues, burguesa industrial dominicana y no hababurguesa financiera ni extranjera ni criolla. Los gobiernos

    azules haban recorrido un trecho importante en el camino de

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    organizar al pueblo dominicano como sociedad burguesa, pero

    no pudieron alcanzar sus fines (p.310). Transcurriran pocoms de tres decenios para que tal fenmeno se convirtiera enrealidad, pero con una caracterstica muy singular: que dicharealidad se cristaliz bajo el reinado de otra dictadura muchoms feroz e implacable que la de Lils, la que estableci RafaelL. Trujillo entre 1930 y 1961.

    En el interregno 1900-1930 el Pueblo dominicano pade-ci una serie de infortunios que obstaculizaron el normal de-sarrollo de todas sus potencialidades en tanto que colectivo:primero, la persistente inestabilidad poltica caracterizada porlas constantes pugnas entre las facciones polticas de loshoracistas (rabuses) y los jimenistas (bolos); segundo, por elagobiante peso de las deudas interna y externa, cuyos com-

    promisos financieros ningn gobierno, por falta de recursos,estaba en capacidad de honrar; tercero, la Ocupacin MilitarNorteamericana, de 1916 a 1924, que segn Amrico Lugolo trastorn todo y de la cual el cuerpo social dominicanosali sin un solo hueso sano, y finalmente, el Gobierno deHoracio Vsquez (1924-1930), cuyos innumerables desacier-

    tos polticos (como el desatino jurdico de la llamada prolonga-cin de poderes, primero, y despus la reforma constitucionalpara restablecer la reeleccin presidencial22), crearon un vaco

    22 El general Horacio Vsquez fue electo Presidente de la Repblica para elperodo 1924-1928. Sin embargo, hacia 1926 un grupo de proslitos inici

    una campaa pblica segn la cual Vsquez habra sido electo de conformi-dad con la Constitucin de 1908, que fijaba el perodo presidencial en ochoaos, lo cual no era cierto. Sin embargo, la mocin pblica encontr cabida enel seno del Congreso y la prolongacin devino una realidad, pese a la flagranteviolacin a la Carta Sustantiva de 1924. No obstante, ese desatino jurdico,cuando el presidente Vsquez arribaba al final de su gestin gubernativa,cometi el error de ceder a las presiones de sus partidarios y apoy unareforma constitucional con el fin de introducir la reeleccin presidencial, lo

    que gener un verdadero cisma poltico que al final de cuentas constituy uno

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    JUANBOSCHXXXIV

    de poder propicio para que una serie de conspiraciones y sedi-

    ciones allanaran el camino de Rafael L. Trujillo a la Presiden-cia de la Repblica Dominicana, siendo ste el primer do-minicano que lleg al poder dispuesto a usarlo para convertirseen un burgus autntico (p.352).

    Justo es aclarar, sin embargo, que la burguesa que el rgi-men de Trujillo ayud a desarrollar en Santo Domingo fue,segn Bosch, una burguesa familiar y casi personal, toda vezque el pas para esa poca todava no estaba regido por unaburguesa nacional (Cfr., p.367), cuya ausencia haba sido crea-da por lo que Bosch denomin la arritmia histrica del pue-blo dominicano que le permiti al dictador convertirse a untiempo en el amo del poder poltico, del militar y del econmi-co, lo que en fin de cuentas no era sino lo que haba hecho la

    burguesa en otros pases, pero en Santo Domingo esos poderesestuvieron concentrados en una sola persona (pp.368-369).

    Para que en una determinada sociedad haya burguesa entanto clase social es menester la existencia del rgimen capita-lista, sistema que por su propia naturaleza genera la clase con-traria a la burguesa, el proletariado. Bosch era consciente de

    que en virtud del escaso desarrollo poltico, econmico ysocial de la sociedad dominicana, durante varios siglos la mis-ma evolucion dentro de un modo de produccin precapita-lista, por lo tanto era obvio que si hacia finales del siglo XIXno predominaban relaciones de produccin capitalistas en

    de los factores que ms favoreci al movimiento poltico, urdido por Rafael L.Trujillo, que culmin derrocando al viejo caudillo Horacio Vsquez. Paramayores detalles, Cfr., PEABATLLE, Manuel Arturo, Al margen de una tesistrascendental y El perodo presidencial, enManuel Arturo Pea Batlle previo

    a la dictadura(Compilacin y presentacin de Bernardo VEGA), Santo Domin-go, Fundacin Pea Batlle, 1991. Vase tambin MEDINABENET, Vctor,Losresponsables. Fracaso de la 3ra. Repblica. Narraciones de historia dominicana, 1924-

    1930, Santo Domingo, Editora Arte y Cine, 1974.

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    Repblica Dominicana, la clase social dominante no fuera

    necesariamente la burguesa23

    . Nuestro autor concluye, pues,con una de sus disquisiciones tericas ms penetrantes reto-mando un concepto que haba desarrollado por primera vezen Trujillo: causas de una tirana sin ejemplo: en que la arritmiahistrica nacional que ha sido el rasgo distintivo de nues-tra evolucin nos condujo a una tarda formacin de laburguesa industrial. Y esa tarda aparicin en el escena-rio econmico nacional, que dio como resultado el surgimientode un capitalismo tardo24, tambin condujo al pas a unaspecto nuevo de esa arritmia25: la existencia de una mayorade trabajadores que trabajaban para empresas del Estado. []una situacin singular en el panorama de la Amrica Latina,pues se trata de un Estado empresario no socialista (p.379).

    La Guerra de la Restauracin

    Desde 1844 hasta 1861, cuando fue consumado el acto incon-sulto de la anexin a Espaa, transcurri el perodo que en lahistoria dominicana se conoce como la Primera Repblica.

    23 Wilfredo Lozano es de opinin que aun cuando fenomenolgicamentepodamos definir la sociedad dominicana como pequeoburguesa, lo que lacaracteriza es que en la misma domina el capitalismo. Para ms detallesver su estudio introductorio al tomo XI de estas Obras completasde JuanBosch, p.XLIII.

    24 Un amplio enfoque sobre el tema de capitalismo tardo lo ofrece el historiadorRoberto Cass en el estudio introductorio al volumen XII de estas Obras

    completas. Cfr., adems, CASS, Roberto, Capitalismo y dictadura, Santo Domin-go, Editora de la Universidad Autnoma de Santo Domingo, 1980; y tam-bin GMEZPREZ, Luis,Relaciones de produccin dominantes en la sociedad dominica-na, 1875-1975, Santo Domingo, Editora de la Universidad Autnoma deSanto Domingo, 1976.

    25 Respecto del tema de los ritmos en la Historia o de una concepcin teleolgicadel devenir histrico, ver mi estudio introductorio al volumen IX de las Obrascompletasde Juan Bosch, pp.XXXII-XXXIII; tambin la nota 22 (p.XXXIII),

    del ensayo de Wilfredo Lozano ya citado.

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    Durante esa poca dos grandes caudillos predominaron en

    el mbito poltico nacional, el general Pedro Santana, hatero,y Buenaventura Bez, prspero cortador de maderas, y repre-sentante de la alta pequea burguesa. Ninguno de los doscaudillos tuvo fe en la potencialidad del pueblo dominicanopara proporcionarse la anhelada libertad; ni mucho menos lereconocan capacidad militar para mantenerse inclume fren-te a posibles embestidas lo mismo de Hait que de ciertaspotencias europeas interesadas en ejercer control sobre la re-gin del Caribe. Ninguno de los dos crey, pues, que el pue-blo dominicano era capaz de sostenerse libre por s mismo ycada uno, siempre que tuvo la oportunidad, hizo todo cuantoestuvo a su alcance para anexionar Santo Domingo a Espaa,Francia, Inglaterra o a los Estados Unidos. Para ellos no haba

    preferencias, aun cuando en determinadas circunstancias mos-traron inters por una potencia en particular. Lo importanteera ofertar el joven Estado al mejor postor, y el primero quelogr aniquilar la Repblica e incorporarla en condicin decolonia a una potencia europea fue el general Pedro Santana.

    Se ha dicho, sobre escasa fundamentacin histrica, que

    ante la constante amenaza de las invasiones haitianas, el pue-blo dominicano deseaba la anexin a Espaa y que el generalPedro Santana en 1861 obr de acuerdo con ese supuestoanhelo popular. Nada ms incierto. La anexin a Espaa fueun acto reprobado por la generalidad de los dominicanos des-de el mismo da en que se materializ, como lo demuestran

    las protestas armadas originadas por separado en San Francis-co de Macors y en Moca el 2 de mayo, y la expedicin arma-da dirigida por los generales Francisco del Rosario Snchez y

    Jos Mara Cabral, en la cual predominaba la faccin polticabaecista, que penetr a territorio dominicano por el Sur proce-dente de territorio haitiano. El intento tuvo singular impor-

    tancia porque su trgico desenlace debi haber estremecido la

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    conciencia nacional de la poca. El prcer Snchez, aqul que

    el 27 de febrero de 1844 se haba cubierto de gloria al enar-bolar sobre la memorable Puerta del Conde la inmortal ban-dera dominicana, fue emboscado y herido en una breve refrie-ga que tuvo lugar en la comarca de El Cercado. Apresado,junto con 20 compaeros, todos fueron juzgados por un tri-bunal integrado por militares dominicanos y condenados a lapena capital. El 4 de julio de ese mismo ao fueron fusiladosinmisericordemente en San Juan de la Maguana26.

    En el segundo libro del presente volumen de las Obras com-pletas de Juan Bosch su autor nos brinda una detallada narra-cin histrica de las causas y consecuencias de la Guerra de laRestauracin. Integrado por 18 captulos que originalmentefueron publicados por separado en Vanguardia del Pueblo, r-

    gano del Partido de la Liberacin Dominicana, la primeraedicin deLa Guerra de la Restauracinvio la luz pblica en1982. Al cabo de 25 aos de su primera impresin, los edito-res consideraron conveniente hacer una nueva reimpresinagregndole, en calidad de apndice, varios artculos sobre elmismo tema que el autor public en 1981 en el peridico

    Listn Diario.El propsito pedaggico de cada uno de los captulos que

    conforman el ensayo es evidente. El profesor Juan Bosch nuncaabjur de su condicin de maestro y orientador de masas.Para l, la lucha poltica careca de sentido si quien la acometecarece de conocimientos bsicos, fundamentales, del proceso

    histrico de su propio pas. De ah, su permanente inters enque los dominicanos, fueran o no miembros de su Partido,conocieran las venturas y desventuras del Pueblo dominicano

    26 Para mayores detalles sobre la Guerra Restauradora, ver BALCCER, JuanDaniel y GARCAARVALO, Manuel,La independencia dominicana, Madrid, Edito-

    rial Mapfre, 1992, Cap. IX.

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    a lo largo de cinco siglos de historia, contadas a travs de una

    admirable narrativa histrica, sin menoscabo del rigor acad-mico, pero a travs de un lenguaje sencillo y que resultara defcil inteleccin para sus mltiples lectores.

    Bosch concedi una importancia de primera magnitudtanto al proceso independentista que lider Juan Pablo Duarteentre 1838 y 1844 como a la Guerra Restauradora que tuvolugar durante el perodo 1863-1865. Coincidiendo con elmaestro Eugenio Mara de Hostos, Bosch siempre opin quela Guerra de la Restauracin es la pgina ms notable de lahistoria dominicana, pero tambin la ms ignorada, pues lacasi totalidad de los dominicanos no tienen idea de lo que fueesa guerra como esfuerzo colectivo, gigantesco y heroico, ytambin lo que fue como hazaa militar (p.383).

    Antes de entrar a fondo en la materia objeto de estudio,Bosch lleva al lector de la mano por los vericuetos de lapoltica verncula de mediados del siglo XIX. Se refiere a lascontradicciones polticas que enfrentaron a los hateros y a lapequea burguesa en sus diferentes estratos, y demuestraen consonancia con propuestas tericas previamente for-

    muladas en Composicin social dominicana cmo los conflic-tos entre santanistas y baecistas degeneraron en el hechopoltico de la anexin a Espaa, luego de que estos ltimosfracasaran en sus intentos por imponerse social y poltica-mente a los hateros.

    El autor persevera en su tesis de que algunos aos antes

    de la anexin a Espaa, el pas se hallaba a mucha distanciade ser una sociedad capitalista, y aade: La alta y la me-diana pequea burguesa cibaeas vivan al mismo tiempoen dos niveles, el de sus ilusiones polticas burguesas y el dela realidad social del pas, cuya poblacin era en trminos demayoras absolutas un conjunto de bajos pequeos burgue-

    ses de los cuales quiz ms el 80 por ciento eran pobres y

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    muy pobres, y para esos dominicanos no haba sino un pro-

    blema, uno solo: salir de su estado de miseria, mejorar suscondiciones materiales de existencia (pp.403-404). Hubomuchos dominicanos entonces, aunque no la mayora, queerradamente creyeron en la promesa de que sus problemasvitales seran resueltos, si no en su totalidad por lo menos engran parte, tan pronto se cristalizara la anexin a Espaa.No tard mucho tiempo, despus de aniquilada la Repbli-ca, para que la cruda realidad de los hechos hiciera esfumaresas ilusiones con la misma rapidez con que se desvaneceuna bocanada de humo en el aire.

    He sealado antes que la anexin a Espaa fue un aconte-cimiento que recibi el rechazo inmediato de la generalidadde los dominicanos debido, principalmente, a que ya el colec-

    tivo se haba acostumbrado a vivir bajo el manto protector deuna Repblica libre e independiente. Cierto es que los pri-meros intentos de rebelin fueron brbaramente reprimidos,sin embargo ello no impidi que el 16 de agosto de 1863 lalnea noroeste se pronunciara contra el gobierno espaol dan-do inicio de esa manera a la guerra restauradora. Se trat, nos

    explica Bosch, del ms grande esfuerzo hecho por nuestropueblo a lo largo de su historia hasta el sigloXIXy al mismotiempo fue una guerra llevada a cabo del lado dominicanocon tanta ferocidad que es necesario dar con la explicacinsocial y poltica de esa fiereza para que la comprendamos acabalidad (pp.432-433).

    A diferencia del 27 de febrero, que fue un movimientoseparatista con fines independentistas, resulta evidente que elde la Restauracin fue una demostracin palpable por partede la gran mayora del pueblo de su determinacin hechaconciencia para defender su derecho a vivir en libertad,aunque para lograrlo los valientes dominicanos tuvieran que

    ofrendar sus vidas o incendiar el territorio nacional, como

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    sucedi con la ciudad de Santiago. Otra importante leccin

    que se deriva de esa trascendental epopeya blica es que lamisma devino en una guerra de liberacin o de independen-cia porque fue hecha para sacar del pas el poder de Espaa,pero fue tambin una guerra social en la que conquistaronpreeminencia social y poltica hombres que por sus orgenesde clase y por sus antecedentes estaban condenados a ser todasu vida unos pobres desconocidos (p.462). Fue en el fra-gor de esa epopeya blica que emergieron lderes militarescomo Gaspar Polanco, al que Bosch justicieramente reivindi-ca como al gran jefe guerrero de esa jornada heroica, GregorioLupern, Jos A. Salcedo (Pepillo), Pedro Pimentel, RamnMatas Mella as como eminentes hombres de ideas liberalescomo Ulises F. Espaillat, Benigno Filomeno de Rojas y Pedro

    Francisco Bon, entre otros.En conclusin, a lo largo de este enjundioso ensayo el

    lector tambin puede constatar la coherencia ideolgica desu autor, pues el andamiaje terico del mismo se sustenta enla acertada conviccin de Juan Bosch en el sentido de que laGuerra de la Restauracin fue la obra de un conjunto de

    capas sociales que integraban la pequea burguesa, pueslos hateros haban fracasado (y la anexin fue precisamentesu sepultura como clase social), que haban decidido hacerla guerra y haban encontrado en ella sus lderes naturales,salidos de esas mismas capas (p.518), que formaban partede una sociedad que distaba mucho de vivir en un sistema

    capitalista.No cabe dudas de que los textos que conforman el pre-sente volumen, Composicin social dominicanayLa Guerra dela Restauracin, constituyen un inestimable aporte a lahistoriografa nacional cientfica y al conocimiento objetivodel devenir poltico, social, econmico y militar del Pueblo

    dominicano. El primero representa el ms acabado y denso

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    estudio de Juan Bosch acerca de la historia dominicana as como

    del origen y desarrollo de las clases sociales en el pas; mientrasel segundo es uno de los anlisis sociohistricos ms lcidos ypenetrantes en torno del acontecimiento poltico y militar demayor trascendencia en el devenir republicano del Pueblodominicano en el siglo XIX.

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    COMPOSICIN SOCIAL DOMINICANAHISTORIAEINTERPRETACIN

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    Juan Bosch, 1970.

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    UNPREMBULONECESARIO

    Es posible que algunos lectores lleguen al final de este librocon la impresin de que el pueblo dominicano ha fracasadoporque al acercarse a los quinientos aos de vida como socie-dad occidental no ha podido organizarse segn los esquemasde esa sociedad.

    Eso sera una conclusin errnea, pues lo que ha fracasa-do no ha sido el Pueblo dominicano; ha sido el sistema enque ha vivido.

    La sociedad europea, de la que Espaa era parte cuandonos descubri en 1492, haba perdido sus formas econmicasy sociales al quedar liquidado el Imperio romano, y se reorga-

    niz lenta y trabajosamente dentro de las formas de lo quehoy llamamos, tal vez de manera burda, el sistema feudal. Deese sistema iba a surgir un nuevo tipo de sociedad, cuyoscentros de autoridad econmica y social seran las burguesaslocales. Espaa, que precisamente durante todos los siglos delfeudalismo se mantuvo en guerra contra los rabes, atraves

    los tiempos feudales en un estado de tensin militar constan-te. Eso prolong en Espaa la importancia del noble que lle-vaba sus hombres a la guerra y oblig a los reyes a concederleprivilegios que por esos tiempos perdan los nobles de otrospases europeos. Debido a esas razones, en Espaa no se produjoel desarrollo normal si llamamos normal el patrn seguido

    en otros lugares de Europa de las formas econmicas y

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    sociales del feudalismo. Ahora bien, sin eso que llamaramos

    un feudalismo normal no poda darse la burguesa. As, Es-paa sali de la Baja Edad Media y entr en la Edad Modernaregida, en el orden econmico y social, por una nobleza guerre-ra, latifundista y ganadera, no por una burguesa.

    Si queremos ser ms precisos podemos particularizar ydecir que en el ao del Descubrimiento, y los que le siguie-ron, Espaa no era un pas unido; era la suma pero no laintegracin de dos reinos, el de Castilla y el de Aragn, ycada uno tena su rey, el primero a Isabel la Catlica y elsegundo a Fernando V. Y de esos dos reinos, el que nosdescubri, conquist y organiz segn su imagen y seme-janza fue Castilla; a tal punto esto fue as que en los prime-ros treinta y cinco aos despus del Descubrimiento slo

    podan ir a Amrica los castellanos; los aragoneses entrelos que se hallaban los catalanes, valencianos y murcianosiban con dispensa real, es decir, por favor especial del mo-narca, pues en lo que tocaba a Amrica, un sbdito del rei-no de Aragn era igual a un extranjero.

    Pues bien, de esos dos reinos que haba en Espaa, Castilla

    era el ms retrasado en el orden de la evolucin social. Desdelos tiempos de Alfonso X, el Sabio (nacido en 1221 y muertoen 1284), la nobleza guerrera y latifundista castellana comen-z a obtener privilegios en perjuicio de los productores y loscomerciantes de la lana, que fue durante toda la Baja EdadMedia el producto ms importante del comercio de Castilla.

    Alfonso el Sabio y los reyes que le siguieron tuvieron queconceder esos privilegios a los nobles guerreros y latifundistasa cambio del apoyo que estos les daban; y el resultado fue queya al final del siglo XV, justamente cuando nuestro pas eradescubierto y comenzaba a ser conquistado, la nobleza guerre-ra y latifundista de Castilla tena el control de la Mesta, la orga-

    nizacin de los dueos del ganado lanar del pas. Al tener en

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    sus manos el control de la Mesta, la nobleza monopoliz en

    sus orgenes la produccin de la lana, y ese monopolio impi-di el desarrollo de la burguesa lanera, que haba sido el n-cleo ms fuerte de la burguesa castellana. Esa burguesa lu-ch, pero sin xito, y cuando se vio vencida aspir a convertirsetambin en nobleza, ejemplo que siguieron otros grupos deburguesa ms dbiles que ella.

    Mientras los latifundios quedaban vinculados al hijo ma-yor lo que evitaba su particin y aseguraba la permanenciade la nobleza al frente de propiedades enormes, los restan-tes hijos de la nobleza los llamados segundones toma-ban otros canales de ascenso hacia la preeminencia social: elsacerdocio, las armas, las funciones pblicas. Pero suceda quelos que no eran nobles y aspiraban a entrar en su crculo to-

    maban tambin esos canales de ascenso. Fue sa la razn deque Castilla produjera nobles, obispos, cannigos, guerreros,funcionarios, pero muy pocos burgueses. Debido al papeldominante que tuvo Castilla en Espaa, e incluso por conta-gio, el mal se extendi a gran parte de Aragn, si bien Cata-lua y Valencia conservaron ncleos de burguesa urbana aun-

    que no tan desarrollados como en otros lugares de Europa.Espaa apenas tuvo un Renacimiento porque el Renacimien-to fue la flor y el perfume de la burguesa italiana, y tal vezms especficamente, de la de Florencia.

    La decadencia de Espaa, que se hizo patente antes de quepasara el primer siglo del Descubrimiento y que se advierte

    leyendo su literatura de la poca la de la picaresca y loshidalgos muertos de hambre, tiene su punto de partida enese hecho, pues en el mundo capitalista no poda darse, sinque se pagara un precio alto, la contradiccin de que se esta-bleciera un imperio sin burguesa, sin capitales de inversin,sin tcnica de produccin, sin medios de comunicacin, sin

    mercados compradores dentro o fuera de la metrpoli.

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    Las luchas de los imperios nacientes de Europa contra Es-

    paa en la regin del Caribe, iniciadas al comenzar la segun-da mitad del siglo XVIcon la actividad de los corsarios y loscontrabandistas, son las luchas de pases que tenan burgue-sa organizada, capitales, produccin de artculos de consu-mo, marina mercante, y necesitaban materias primas y mer-cados donde colocar sus productos, contra uno que tenaterritorios ricos y materias primas, pero nada ms. En esasluchas Espaa fue perdiendo territorios del Caribe a manosde Inglaterra, Francia, Holanda. Uno de tales territorios serala porcin occidental de la Espaola, despoblada al comenzarel siglo XVII para evitar el contrabando. En esa parte de nues-tra Isla iban a establecerse los franceses, y de la colonia france-sa del Oeste saldra la Repblica de Hait, hecho fundamen-

    tal en la historia dominicana.Para conocer los orgenes de ese hecho fundamental se re-

    quiere conocer la historia del Caribe, y esta ltima es unreflejo de las luchas de los pases burgueses de Europa con-tra el imperio sin burguesa de Espaa. El Caribe fue, du-rante siglos, la frontera ms alejada, y la ms dbil, de Espa-

    a; pero adems era una regin de tierras frtiles y puntosde comunicacin excelentes con el resto de Amrica; demanera que arrebatarle esas tierras a Espaa era un buennegocio. Las luchas de Francia, Inglaterra y Holanda contraEspaa tenan que reflejarse, y se reflejaron, en Santo Do-mingo, razn por la cual los altibajos de la composicin so-

    cial dominicana mientras fuimos territorio espaol hay queverlos como resultados de esas luchas, no como fenmenoslimitados a nuestro pas. Para llegar a una comprensinamplia de ese proceso, el autor est trabajando en una histo-ria de las luchas imperiales que tuvieron como escenario laregin del Caribe, y en cierto orden de ideas, este libro so-

    bre la composicin social dominicana es complementario de

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    El Caribe, Frontera Imperial, ttulo que se refiere a toda la re-

    gin. En este ltimo se estudian las luchas de los imperios sinpenetrar en sus consecuencias, dentro del lmite de cada pas,en la organizacin social, y en el presente se estudia la compo-sicin social dominicana tocando apenas, y ms bien comopunto de referencia, las luchas inter-imperiales en el Caribe.Tratar aqu lo que se trata en otro estudio sera repetirse yllevar este libro a una extensin innecesaria*.

    Como ver el lector, Santo Domingo estuvo a punto deformar una oligarqua esclavista azucarera en la primera mi-tad del siglo XVI; pero Santo Domingo era parte de Espaa, ylgicamente en una parte no poda darse lo que el todo noestaba en capacidad de asimilar. As pues, el origen de nues-tros males que est en el fracaso de ese esfuerzo hecho en el

    siglo XVI se halla en una deficiencia lejana, cuyas races noestaban ni siquiera en la Espaa de 1492, sino mucho msatrs; y en ltima instancia fueron y son males del sistema, node Espaa ni del pueblo dominicano. Por otra parte, este librose limita a historiar, y a tratar de interpretar, la composicinsocial dominicana, no la espaola, y por tanto sus conclusiones

    deben referirse a Santo Domingo, no a Espaa. Del libro mis-mo se desprende que el pueblo dominicano no puede teneresperanzas de conocer un porvenir mejor que el pasado si noprocede a cambiar el sistema en el cual ha venido fracasandocasi durante quinientos aos. Para probar que ese sistema nofunciona en Santo Domingo, con cinco siglos hay de sobra.

    A fin de aclarar conceptos, cosa necesaria dado que no dis-ponemos de antecedentes en lo que se refiere al estudio denuestra composicin social, debemos decir que los dominica-nos nos hallamos en una situacin especial que comparten

    * El libro fue publicado en Madrid, Espaa, por la Editorial Alfaguara, enabril de 1970, con el ttulo deDe Cristbal Coln a Fidel Castro. El Caribe,

    Frontera Imperial.

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    Espaa comenz a convertirse en imperio precisamente

    cuando empez a levantar en nuestro pas los muros de laIsabela. Pero naca como imperio sin que tuviera capaci-dad ni econmica ni social y ni siquiera militar paraser un imperio. Esto que acabamos de decir significa quehaba una profunda contradiccin entre las fuerzas de Es-paa y la obra que iba a realizar. A nosotros nos tocaraheredar las debilidades que latan en el fondo de esa con-tradiccin. Basndonos en este punto de vista tenemos queentrar a descubrir cmo se produjo la composicin socialdominicana a partir de unos orgenes que no respondanen todas sus partes al esquema de la sociedad occidental, ycmo esa composicin fue definindose hasta llegar a serlo que es hoy.

    Nuestra historia tiene dos etapas bien definidas y una cor-ta poca que no corresponde a ninguna de las dos, pero quelas mezcla. Se trata de la etapa anterior a la llegada de Coln yla posterior a la Conquista; la que mezcla a las dos es la quecorre del da en que la Isla fue descubierta hasta aqul en queOvando la dio por conquistada. Para los fines de este estudio

    llamaremos a los dos primeros perodos el de las sociedadesindgenas y el de la sociedad occidental. El trmino de socie-dades indgenas se debe al hecho de que para 1492 el pasestaba habitado por ciguayos y tanos y probablemente habaen l algn enclave caribe.

    La clsica divisin de nuestra historia en perodos preco-

    lombino, de la Conquista, colonial, de la Repblica, no tie-ne uso para nuestros fines. Algunos de esos perodos pue-den coincidir con los que establecemos ahora; por ejemplo,el precolombino, que en este libro queda denominadopreoccidental. Pero pueden coincidir en tanto historia, ynada ms. Para el anlisis de la composicin social domini-

    cana no tiene valor que hubiera o no hubiera un perodo

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    colonial y uno republicano; lo que tiene importancia es la apa-

    ricin de grupos o clases sociales, cosa que puede coincidir, opuede no coincidir, con el inicio de un perodo histrico.Ahora bien, la organizacin social indgena qued des-

    truida, por lo menos en su mayor parte, en los aos de laConquista, de manera que no hay motivo para que en estelibro se hable de ella. Todo lo que las sociedades indgenasaportaron a la vida de nuestro pueblo es materia de otro tipode estudio, no del que se hace en este trabajo. Lo mismo pue-de decirse del perodo de la conquista. As, un anlisis de nues-tra composicin social tiene que partir del momento en que yasomos un pueblo occidental, regido por las mismas leyes so-ciales que gobiernan la vida de cualquier pueblo europeo, sibien esas leyes no estaban cumplindose ni se han cumpli-

    do todava en la forma en que se cumplan en Europa.El autor public en la revistaAhora!de Santo Domingo

    una serie de artculos que aparecieron semanalmente desdeel mes de mayo de 1968 en que toc aspectos parciales deltema de este libro. Pero el libro tiene poca relacin con esosartculos. De ellos, slo dos fueron trasladados al libro y dos o

    tres ms lo fueron en parte.Este prembulo necesario se cierra con las siguientes

    palabras:El autor no ha pensado en ningn momento escribir un

    tratado sobre la historia de la composicin social dominicana niha pretendido agotar la materia. Su plan fue contribuir al estu-

    dio de un aspecto de la sociologa dominicana que puede servirpara vernos a nosotros mismos desde un ngulo no habitual, yespera que otros dominicanos mejoren lo que l ha hecho.

    Benidorm,23 de noviembre de 1968.

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    de la Espaola se encontraban todava en la etapa de la pro-

    piedad comunal, tal como lo estaban los de Venezuela cuan-do lleg a sus costas Amrico Vespucio, miembro de la expe-dicin que capitane Alonso de Ojeda en el ao de 1499. Ladescripcin de la manera en que vivan los indgenas de laregin occidental de la costa venezolana fue hecha por AmricoVespucio y aparece sintetizada por fray Bartolom de Las Ca-sas en su Historia de las Indias(M. Aguilar, Madrid, Tomo II,Captulos CLXVy CLXVI, pp.43-51).

    La conquista de nuestra Isla determin una lucha de clasesentre espaoles e indios, por una parte, y desat otra lucha declases entre los conquistadores. Esas dos luchas de clases aca-baran fundindose en una nada ms, en lo que se refiere a losindgenas, y precipitara el establecimiento de la institucin

    de la propiedad privada de las tierras, en lo que se refiere a loscastellanos o espaoles. El resultado final de esas luchas serala esclavitud y la aniquilacin fsica de los indios de la Isla y laformacin de la primera oligarqua esclavista conocida en elNuevo Mundo. En la primera parte de todo el proceso quecondujo a la formacin de una oligarqua esclavista en nues-

    tro pas, jug un papel de la mayor importancia la pobrezadel Estado espaol, que no dispona de medios para financiarla conquista de la Isla; en la segunda parte jug el primerpapel el alzamiento de Francisco Roldn Ximnez y de susseguidores. En la totalidad del proceso result de una influen-cia determinante la pobreza general de la Espaola, una isla

    que nunca fue rica, a pesar de la leyenda de su riqueza quehicieron circular Cristbal Coln, Pedro Mrtir de Anglera,el padre Las Casas y muchsimos de nuestros historiadores.

    Los primeros indgenas de Amrica sometidos a la escla-vitud no fueron destinados a trabajar para los conquistado-res sino a ser vendidos en Espaa para pagar los gastos de la

    Conquista; se trat de 500 indios de la Espaola a quienes

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    Cristbal Coln despach hacia Sevilla en cuatro naos que

    salieron de la Isabela el 24 de febrero de 1495. En 1496,don Bartolom, el hermano de don Cristbal, envi 300indios al puerto de Cdiz. En 1498, al volver a la Espaolaen su tercer viaje, el Descubridor escribi a los Reyes Cat-licos en estos trminos: De ac se pueden, con el nombrede la Santa Trinidad, enviar todos los esclavos que se pudie-sen vender... (Jos Antonio Saco, Historia de la Esclavitud delos Indios en el Nuevo Mundo, Cultural, S.A., La Habana, 1932,Tomo I, pp.102 y ss.).

    En este primer aspecto de la lucha de clases entablada en laEspaola, Coln y su hermano asuman el papel de represen-tantes del Estado espaol o mejor dicho del gobierno deCastilla, no el de una clase dominante que escla