10 LEYENDAS GUATEMALTECAS

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La Leyenda del Maìz: Anaya era un joven y hermoso guerrero, que en vez de cuidar de su gente que luchaba en la guerra defendiendo lo que les pertenecía, pasaba sus días entregado a los placeres mundanales. Su belleza y atractivo masculino le daban buenos dividendos a la hora de las conquistas … Pero como le pasa a todos, un día el amor golpeó a la puerta del joven y esta vez Anaya se enamoró de verdad de la hija de uno de los jefes guerreros. Dispuesto a conquistarla, comenzó a hacer buena letra, dejo sus hábitos licenciosos y se entregó por entero a la tarea de obtener el amor de la muchacha. Conocedora de los antecedentes y la vanidad del enamorado, la joven lo despreció cuantas veces pudo y rechazó todos sus pedidos de amor … Quien fuera un valiente y heroico guerrero en las batallas, no soportó el dolor de su corazón, por la derrota en el campo del amor. Un día en que la joven pasó a su lado, Anaya sacó un puñal y poniéndose frente a ella para que lo viera bien, se suicidó clavándoselo en el medio del corazón. Inmediatamente cayó al suelo. Al verlo, la muchacha corrió presurosa para ayudarlo pero ya era tarde. El joven y valiente guerrero había muerto. De su pecho ensangrentado brotó una hermosa planta … la planta del maíz. La leyenda del venado: “Por aquel tiempo antiguo, en San Pedro la Laguna, había un cazador que se llamaba Salvador Cuaín, que tenía fama de buen cazador, nunca regresaba sin nada, su pulso era bueno, le pegaba a todo lo que veía. Pero nunca imagino que el señor del cerro se burlaría de él y dijo el señor cuando lo vio cazar; -Ya vino otra vez, mi hijo a cazar venados-. Al dueño de los cerros le gustaba que antes de que saliera de cacería, se le hiciera “La costumbre” porque le gustaba el olor del pom y del incienso, pero aquel día Cuaín no hizo nada. Por eso el señor del cerro, cuando lo vio salir llamó a dos de sus mejores venados que tenia dentro de su palacio, para que se burlara del cazador. Cuando lo vieron, el señor del cerro, les dijo a los venados: -vos te le acercas y cuando te corran los perros, te vas al pueblo para perderlos y después te venís para acá. -ahora vos le dijo al otro – cuando te corran los perros te dirigís al lago, y te dejas agarrar, espera que quemen pom e incienso y rápido te soltas y te fugaz y regresas.

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Leyendas de Guatemala

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La Leyenda del Maìz:

Anaya era un joven y hermoso guerrero, que en vez de cuidar de su gente que luchaba en la guerra defendiendo lo que les pertenecía, pasaba sus días entregado a los placeres mundanales. Su belleza y atractivo masculino le daban buenos dividendos a la hora de las conquistas … Pero como le pasa a todos, un día el amor

golpeó a la puerta del joven y esta vez Anaya se enamoró de verdad de la hija de uno de los jefes guerreros.

Dispuesto a conquistarla, comenzó a hacer buena letra, dejo sus hábitos licenciosos y se entregó por entero a la tarea de obtener el amor de la muchacha. Conocedora de los antecedentes y la vanidad del enamorado, la joven lo despreció cuantas veces pudo y rechazó todos sus pedidos de amor …

Quien fuera un valiente y heroico guerrero en las batallas, no soportó el dolor de su corazón, por la derrota en el campo del amor. Un día en que la joven pasó a su lado, Anaya sacó un puñal y poniéndose frente a ella para que lo viera bien, se suicidó

clavándoselo en el medio del corazón. Inmediatamente cayó al suelo. Al verlo, la muchacha corrió presurosa para ayudarlo pero ya era tarde. El joven y valiente guerrero había muerto.

De su pecho ensangrentado brotó una hermosa planta … la planta del maíz.

La leyenda del venado:

“Por aquel tiempo antiguo, en San Pedro la Laguna, había un cazador que se llamaba Salvador Cuaín, que tenía fama de buen cazador, nunca regresaba sin nada, su pulso era bueno, le pegaba a todo lo que veía.

Pero nunca imagino que el señor del cerro se burlaría de él y dijo el señor cuando lo vio cazar; -Ya vino otra vez, mi hijo a cazar venados-.

Al dueño de los cerros le gustaba que antes de que saliera de cacería, se le hiciera “La costumbre” porque le gustaba el olor del pom y del incienso, pero aquel día Cuaín no hizo nada. Por eso el señor del cerro, cuando lo vio salir llamó a dos de sus mejores venados que tenia dentro de su palacio, para que se burlara del cazador. Cuando lo vieron, el señor del cerro, les dijo a los venados:

-vos te le acercas y cuando te corran los perros, te vas al pueblo para perderlos y después te venís para acá.

-ahora vos le dijo al otro – cuando te corran los perros te dirigís al lago, y te dejas agarrar, espera que quemen pom e incienso y rápido te soltas y te fugaz y regresas.

Entonces los se fueron y tardó rato para que regresara. Entonces el venado que le toco que lo agarraran, regreso oloroso a pom y vino con el señor del cerro que quedo muy contento. Entonces Salvador Cuaín regreso bravo a su casa, porque el animal que había logrado cazar se le escabulló de las manos”.

Fuente: Viejas Consejas (de santos milagrosos y señores de los cerros).

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Leyenda de Alta Verapaz:

Se cree en Chahal y en Chisec, área q'eqchi', que Tz¸ltak'a se enamoró de una mujer, llamada Dominga, a quien regaló una flor en señal de compromiso para que le fuera entregada al padre de la muchacha. Cuando "la niña dio al padre la flor del Tz¸ltak'a, se convirtió en monja blanca de plata". De este modo, el padre de la Dominga

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se convence que es Tz¸ltak'a el que desea casarse con su hija. La muchacha se va a vivir con el Tuztaká al interior del cerro, después de realizar las ceremonias rituales correspondientes.Cuando no se llevan a cabo "las antiguas costumbres", para pedir permiso a Tz¸ltak'a, para cazar animales, cortar árboles o utilizar las fuentes de agua, el Señor del Cerro castigo al transgresor. Así,

El cadejo blanco y el negro

La leyenda del cadejo o cadejos está presente en casi todo centroamérica, se trata de un perro enorme de color blanco y ojos rojos que protege a los hombres cuando llegan a altas horas de la noche, sin embargo el cadejo tiene un enemigo, el cadejo negro, un ser diabólico que ataca y mata a las personas de dudosa moral, cuando ambos el espíritu protector y el diabólico se encuentran comienza entre ambos una lucha a muerte que normalmente da tiempo a la persona a

huir. El cadejo blanco como protector acompaña al hombre que trasnocha hasta su casa lo hace muchas veces desde las sombras y sin dejarse ver, normalmente se siente como un presencia que no puedes localizar. Su finalidad es defender al borracho o trasnochador del cadejo negro.

El cadejo negro dependiendo de la cultura que enfoca la leyenda puede tener dos fines, matar a las personas de dudosa moral a las que no puede defender el cadejo blanco siempre a altas horas de la noche, o simplemente golpearle y aplastarle, en ambas creencias el cadejo nunca muerde (salvo en su lucha con el cadejo blanco) y causa el daño golpeando y aplastando, debido a su gran tamaño deja al hombre al que ataca como si hubiera recibido una paliza. - Guatemala Según las leyendas en Guatemala, es un animal fantásmagórico que aparece en suelo guatemalteco. La versión más conocida de este animal es la de forma de un perro de color negro y ojos rojos que pareciera tienen fuego. Se cree que cuida a aquellos que se embriagan y deambulan por las noches ayudándoles a encontrar el camino a casa o bien durmiendo cerca de ellos para evitar les roben o dañen. Las otras versiones refieren que este ser tiene dualidad, el negro y blanco, este último cuida de mujeres en el mismo estado físico, sin embargo éstos son rivales y no pierden oportunidad de agredirse, aunque se narra que se han unido para salvaguardar a sus protegidos de otro espectro como La Llorona, Siguanaba o de algún maleante. También este personaje tiene su resonancia precolombina maya en un espectro bienechor guardián de los caminos.

El carretón de la Muerte

Llegada la media noche, muchas personas del Centro Histórico de la ciudad capital de Guatemala, estamos hablando de alla por los años mosos de la ciudad, se escuchan el roce de las ruedas de una carreta con el suelo. Hay quienes aseguran han oído hasta relinchar a los caballos que algunos dicen que por los ojos lanzan llamas. Cuando la curiosidad hace que las personas vayan a ver, no ven nada, aunque escuchan y hay quienes dicen sienten un aire extraño que pasa sobre sus cabezas porque este carretón no roza el piso sino que vuela... La piel se eriza y se pone como de gallina solo de oír, la gente prefiere quedarse en su casa y solo escucharlo pasar porque dicen que en ese carretón nos iremos todos, el dia que la muerte decida trasladarnos al mas allá, pobre y ricos iremos en él.

Todos los días a los doce de la noche, los vecinos del Barrio de La Recolección escuchan pasos de encadenados. Son penitentes fantasmas que quieren librarse de sus culpas.

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Cuando los han visto no solo van encadenados sino con capuchones antiguos. Algunos se flagelan. Son animas por las cuales las viejitas dicen hay que rezar.

Verlos atemoriza pero también produce pena y compasión porque a nadie le gustaría estar eternamente encadenado a sus malas acciones.

Los penitentes de la Recolección

Todos los días a los doce de la noche, los vecinos del Barrio de La Recolección escuchan pasos de encadenados. Son penitentes fantasmas que quieren librarse de sus culpas.

Cuando los han visto no solo van encadenados sino con capuchones antiguos. Algunos se flagelan. Son animas por las cuales las viejitas dicen hay que rezar.

Verlos atemoriza pero también produce pena y compasión porque a nadie le gustaría estar eternamente encadenado a sus malas acciones.

Una noche en que pasaba la procesión de cucuruchos Mario un muchacho valiente y aventado, decidio salir a su encuentro, cuando oyo que se acercaban los penitentes por las viejas calles, vacias a esa hora, hasta el ambiente estaba frio y nuboso mas que de costumbre, pues cuando vio desfilar los cucuruchos se le erizo la piel, se puso como de gallina, uno de los cucuruchos salio de la fila y se le acerco, le dijo: -toma, cuidamelo hasta que refrese por él.

Mario no pudo negarse y tomo el cirio que llevaba el cucurucho, Mario al siguiente día empezo a enfermar, lo peor de todo era que, los doctores no encontraban del porque estaba enfermo Mario, este habia guardado el cirio que le diera el espectro en un baúl, cuando volvieron a pasar los cucuruchos, Mario salio con el cirio en la mano listo para entregarselo a su dueño, pero oh sorpresa, el cirio ya no erea esto, sino era un femur, el espectro al ver el hueso le dijo: Yo te he dado un cirio y tu me quieres entregar un femur. De castigo tendras que acompañarme, dicho y echo, Mario fue tomado de los brazos que por la enfermedad ya estaban bastante flacos, le pusieron un cucurucho, le dieron un cirio encendido y paso a formar parte de la larga fila de los penitentes de la Recolección, esto me lo conto mi abuilito Julio, dice que sucedio hace muchos años alla por los viejos barrios de la capital.

La Leyenda Del Jilguerillo

Cuenta la leyenda que hace cientos de años una tribu indígena se estableció en la zona Atlántica de nuestras tierras. Entre ellos había un guerrero muy cruel llamado Batsu. Un buen día Batsu decidió buscar esposa y escogió a Jilgue, una hermosa joven que acostumbraba pasear por el bosque cantando como un pajarillo. Cuando Jilgue se enteró de las intenciones de Batsu huyó a esconderse en el bosque.

Batsu estalló en cólera cuando supo que la joven había desaparecido y mandó a sus guerreros a buscarla. Al poco andar escucharon el canto de Jilgue. Pero cada vez que se acercaban al sitio de dónde venía el canto, Jilgue había desapareció. Entonces Batsu mandó a quemar el bosque. Cuando las llamas comenzaban a levantarse le gritó a Jilgue que si salía podía salvarse. Ella le respondió que prefería la muerte. El fuego se hacía

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cada vez más fuerte. De pronto vieron como Jilgue cayó al cuelo u agonizó. Pero un pajarillo color ceniza, con el pico y las patas rojas, comenzó a cantar sobre sus cabezas. No era el canto de un pájaro, era la voz de Jilgue, que desde entonces se sigue escuchando en el canto de los jilgueros que hoy pueblan los bosques de nuestras tierras.

La Leyenda Del Mico Brujo

En todo Centroamérica se conoce la leyenda del “Mico Brujo”. En algunas partes también le dicen la Mona.

Decían nuestros antepasados que había unas mujeres que a las once de la noche se daban tres volantines para atrás y luego tres para adelante; que esta mujeres tenían un guacal blanco y que a la última

voltereta vomitaban el alma en el guacal. Ya sin alma, tomaban figura de monos o micos y se dedicaban a hacer “diabluras”.

Y así, estas brujas, acompañadas de la oscuridad de la noche, se trepaban a los árboles y tiraban frutas a la gente. Se subían a los techos de las casas, saltando de un lugar a otro y arrojando pedradas contra las piedras de la calle. Muchas personas han tratado de agarrar y matar a la mona o al mico, pero de nada les sirve, pues cuando ya están cerca y creen tenerlo acorralado se les esfuma como por encanto.

También contaban nuestros antepasados que estas mujeres podían convertirse en chanchas grandes, negras y llenas de lodo.

Apenas veían a la persona “señalada”, aligeraban su trote y comenzaban a gruñir. Embestían furiosamente a la persona y le daban trompadas y mordiscos en las piernas hasta derribarla y hacerle perder el conocimiento. Al día siguiente, la víctima amanecía molida y mordida, y con los bolsillos vacíos.

La Leyenda de la Segua

Hay varias leyendas de la Segua. Una de ellas cuenta que es una joven muy linda, que persigue a los hombres mujeriegos para castigarlos. Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la lleve en su caballo, pues va para el pueblo más cercano. Y dicen que ningún hombre se resiste a su ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura y otros la llevan a la polca. Para ella es lo mismo. Pero a medio camino, si va adelante vuelve la cabeza y si va atrás hace que el jinete la vuelva. Entonces aquella hermosa mujer ya no es ella. Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan fuego y enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un fierro al jinete. Y el caballo, como si se diera cuenta de lo que lleva encima, arranca a correr como loco, sin que nada lo pueda detener.Otras leyendas cuentan que las Seguas son varias. Y no faltan ancianos que aseguren que cuando ellos eran jóvenes atraparon a una Segua. Pero que una vez atrapada y echa prisionera se les murió de vergüenza. Y que al día siguiente no encontraron el cadáver, sino solamente un montón de hojas de guarumo, mechas de cabuya y cáscaras de plátano.

El sombreron:

La leyenda dice que el sombreron es un hombre de muy pequeña estatura, con un sombrero extremadamente grande para su tamaño (charro o mexicano), el sombrero hace que no se le pueda ver la cara.

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Dicen que quienes llegan a ver su cara se vuelven locos de por vida.

Se dice tambien que el sombreron le gusta dar serenatas a las muchachas de largos cabellos y muy guapas, esto lo hace para que las muchachas se enamoren de el, y este pueda ganarles el espiritu.

Al sombreron tambien le gusta los caballos. Se dice que el sombreron trenza el pelo de las muchachas y de los caballos dando señal que es propiedad de el. A quienes les llega a trenzar el pelo es imposible deshacer, por lo que se tiene que cortar el pelo de las victimas.

Cuando el sombreron va a dar serenata a las muchachas, se dice que solo ellas pueden oir el sonido de la guitarra. Muchas personas creyentes de esta fantastica leyenda, se cortan el pelo para espantar el sombreron y no ser victimas de que este señor haga de las suyas.

Leyenda del tesoro del Lugar Florido

Esta leyenda tiene lugar en el momento en que los conquistadores españoles llegaron a Guatemala, mientras los nativos celebraban el fin de una guerra. Está situada cerca del lago de Atitlán, en el territorio de los Tz'utujiles. Cerca del lago, el volcán "Abuelo del Agua" esconde el tesoro de las tribus ribereñas que escaparon del saqueo español. La leyenda empieza en el crepúsculo, que puede compararse al declive de la civilización indígena. El fin de al guerra se anuncia y la celebración de paz entre los pueblos indígenas dura toda la noche. Hay una lista de los escuadrones de soldados, y cada uno es distinguido por los colores de las plumas que visten. El jefe maya local lleva a aquéllos que serán sacrificados. El momento de destrucción empieza cuando el sacerdote maya exclama las frases rituales al volcán, mientras los españoles se acercan. Las tribus se aterrorizan y huyen al lago para protegerse de la invasión, dejando el tesoro atrás.

De los 8 textos que componen la primera edición original, este último es el único ambientado en la época pre-hispánica, aún y cuando sucede justo en el momento de la llegada de los españoles. Asturias contrasta a las 2 culturas; describe a los nativos como conectados al mundo natural y los asocia con abundancia y un sentido de riqueza (tenían flores, frutos, aves, plumas, oro y piedras preciosas), mientras enfatiza la escasez de los europeos al repetir la preposición "sin" una y otra vez en su contexto.

FABULAS.

El águila, el cuervo y el pastor

Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un corderito.

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La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:

- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.

Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.

El águila y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.

Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.

El pastor y las ovejas

Pastando un Joven su ganado,

gritó desde la cima de un collado:

"¡Auxilio que viene el Lobo amigos labradores!"

Éstos al oírlo, abandonando sus labores,

y acuden prontamente,

pero hallan una broma solamente.

Vuelve a llamar el bromista, y temen la desgracia.

Pero por segunda vez, los burla. ¡Que linda gracia!

Pero, ¿qué sucedió la vez tercera?

Que vino en realidad la hambrienta fiera.

El Joven se alborota,

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y por más que patea, llora y grita,

no se mueve la gente desengañada,

y así, el Lobo devoró su manada.

Moraleja

Cuantas veces resulta de un engaño,

contra el engañador el mayor daño.

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CUENTOS:

La fuente gris:

Había una vez un niño que paseando por un bosque creyó escuchar una triste lamento, como si lloraran cantando. Siguiendo el ruido llegó hasta una gran fuente circular, misteriosa y gris. De su estanque parecía surgir aquel sollozo constante; y al asomarse, entre las sucias aguas de la fuente no vió más que un grupo de grises peces girando en círculo lentamente, de cuyas bocas surgía un sollozo con cada vuelta al estanque.Divertido por la situación, el niño trató de atrapar uno de aquellos increíbles peces parlantes, pero al meter la mano en el agua, se volvió gris hasta el codo, y una enorme tristeza le invadió, al tiempo que comprendió enseguida la tristeza de aquellos peces: sentía lo mismo que sentía la tierra, y se sentía sucio y contaminado.Sacó la mano del agua rápidamente, y se fue corriendo de allí. Pero aquella mano siguió gris, y el niño siguió sintiéndose triste.Probó muchas cosas para alegrarse, pero nada funcionaba, hasta que se dió cuenta de que sólo devolviendo la alegría a la tierra podría él estar alegre. Desde entonces se dedicó a cuidar del campo, de las plantas, de la limpieza del agua, y se esforzaba porque todos obraran igual. Y tuvo tanto éxito, que su mano fue recobrando el color, y cuando el gris desapareció completamente, y volvió a sentirse alegre, se atrevió a volver a ver la fuente. Y desde lejos pudo oír los alegres cánticos de los peces de colores, que saltaban y bailaban en las cristalinas aguas de aquella fuente mágica. Y así supo que la tierra volvía a estar alegre, y él mismo se sintió de verdad alegre.

La Ratita Presumida

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Érase una vez, una ratita que era muy presumida. Un día la ratita estaba barriendo su casita, cuando de repente en el suelo ve algo que brilla... una moneda de oro.

La ratita la recogió del suelo y se puso a pensar qué se compraría con la moneda.

“Ya sé me compraré caramelos... uy no que me dolerán los dientes. Pues me comprare pasteles... uy no que me dolerá la barriguita. Ya lo sé me compraré un lacito de color rojo para mi rabito.”

La ratita se guardó su moneda en el bolsillo y se fue al mercado. Una vez en el mercado le pidió al tendero un trozo de su mejor cinta roja. La compró y volvió a su casita.

Al día siguiente cuando la ratita presumida se levantó se puso su lacito en la colita y salió al balcón de su casa. En eso que aparece un gallo y le dice:

“Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?”.

Y la ratita le respondió: “No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?”

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Y el gallo le dice: “quiquiriquí”. “Ay no, contigo no me casaré que no me gusta el ruido que haces”.

Se fue el gallo y apareció un perro. “Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces?”. “Guau, guau”. “Ay no, contigo no me casaré que ese ruido me asusta”.

Se fue el perro y apareció un cerdo. “Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿y tú por las noches qué ruido haces?”. “Oink, oink”. “Ay no, contigo no me casaré que ese ruido es muy ordinario”.

El cerdo desaparece por donde vino y llega un gato blanco, y le dice a la ratita: “Ratita, ratita tú que eres tan bonita ¿te quieres casar conmigo?”. Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿y tú qué ruido haces por las noches?”. Y el gatito con voz suave y dulce le dice: “Miau, miau”. “Ay sí contigo me casaré que tu voz es muy dulce.”

Y así se casaron la ratita presumida y el gato blanco de dulce voz. Los dos juntos fueron felices y comieron perdices y colorín colorado este cuento se ha acabado.

FIN

El Buho

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Un par de siglos atrás, la gente no era tan lista y avisada como es ahora, ni mucho menos. Pues por aquellos días sucedió en una pequeña ciudad el extraño acontecimiento que voy a contaros.

Un anochecer llegó de un bosque próximo una de esas grandes lechuzas que solemos llamar búhos o granduques, y fue a meterse en el granero de un labrador, donde pasó la noche. A la mañana siguiente no se atrevió a abandonar su refugio, por miedo a las demás aves, que, en cuanto la descubren, prorrumpen en un espantoso griterío.

Cuando el mozo de la granja subió al granero por paja, asustóse de tal modo al ver al búho posado en un rincón, que escapó corriendo y dijo a su amo que en el pajar había un monstruo como no viera otro semejante en toda su vida; movía los ojos en torno a la cabeza, y era capaz de tragarse a cualquiera sin cumplidos.

- Ya te conozco - respondió el amo -. Eres lo bastante valiente para correr tras un mirlo en el campo; pero en cuanto ves un pollo muerto, te armas de un palo antes de acercarte a él. Tendré que subir yo mismo, a averiguar qué monstruo es ése que dices.

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Y dirigiéndose, animoso, al granero, echó una mirada al lugar indicado, y al descubrir al extraño y horrible animal, entróle un espanto parecido al de su criado. Bajó en dos saltos y corrió a alarmar a los vecinos, pidiéndoles asistencia contra un animal peligroso y desconocido, que podía poner en peligro a toda la ciudad si le daba por salir de su granero.

Movióse gran alboroto y griterío en las calles. Los burgueses acudieron armados de chuzos, horquillas, hoces y hachas, como si se tratase de presentar batalla a algún formidable enemigo. Luego se presentaron también los miembros del Consejo, con el burgomaestre a la cabeza, y, una vez formados todos en la plaza del mercado, iniciaron la marcha hacia el granero y lo rodearon por todas partes. Adelantóse entonces uno de los más bravos y entró pica en ristre; pero inmediatamente volvió a salir, pálido como un muerto e incapaz de proferir palabra tras el grito de espanto que le había arrancado la vista del monstruo. Otros dos se aventuraron a probar suerte, pero retrocedieron tan aterrorizados como el primero.

Finalmente, avanzó un individuo alto y forzudo, famoso por sus hazañas guerreras, y dijo: - Con sólo mirarla no ahuyentaréis esa bestia monstruosa. Hay que actuar en serio; mas veo que todos sois unas mujerzuelas y que nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato.

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