FORMACIÓN DE DISCÍPULOS MISIONEROS

Taller 2“LA CONVERSIÓN”

COMPROMISO

Como Compromiso voy a meditar en silencio por unos minutos:

¿Qué provoco la conversión de Saulo? ¿Qué experiencias de conversión ha experimentado en su vida? ¿Qué debes cambiar en tu vida para ser un autentico discípulo

misionero?

Entregar el anexo 3

ORACIÓN

Recordemos cómo la Samaritana al encontrarse con Jesús “dejó el cántaro”; fue lo mismo que hizo San Pablo, quien después de haber conocido a Cristo todo lo consideró basura e hizo de Cristo su única seguridad, vamos entonces en un ambiente de oración a escribir en los papelitos, que hemos recibido, todo aquello que necesitamos dejar atrás si es que queremos realmente vivir la fascinante experiencia del encuentro con Jesús, quien da pleno sentido a nuestras vidas y nos llama ser sus discípulos misioneros.

Los papelitos los depositamos dentro del cántaro y luego se queman mientras cantamos: “Danos un Corazón” (anexo 1, canto 3).

Concluimos con la oración que se encuentra en el anexo 1.

“Unidos en la Misión, llevaremos al Señor”

ARQUIDIÓCESIS DE BUCARAMANGA2011 año del Reino de Dios

“Somos Iglesia Comunión, en estado de Misión”

OBJETIVOS:

• Reconocer que el encuentro con Jesucristo conlleva a un proceso permanente de conversión personal y comunitaria.

• Comprender y experimentar que la conversión es un cambio en la manera de pensar y de vivir, y es esencial para ser discípulos misioneros de Cristo.

• Valorar el sacramento de la reconciliación como medio de encuentro con Cristo, para vivir en permanente actitud de conversión y crecimiento en la Fe.

INTRODUCCIÓN

Todo discípulo comienza su seguimiento al Señor después de encontrarse con Él. “La conversión es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu Santo se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida” para ser auténticos discípulos misioneros. (Aparecida 278b)

Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino de Dios: “el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca, convertíos y creed en la buena nueva” (Mc 1, 15)

El Papa Benedicto XVI nos dice que “La conversión no tiene lugar nunca una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior de toda nuestra vida. Ciertamente este itinerario de conversión evangélica no puede limitarse a un período particular del año: es un camino de todos los días, que tiene que abarcar toda la existencia, cada día de nuestra vida.” (21 de febrero de 2007).

ENTRONIZACIÓN DE LA PALABRA

Lo importante al leer la Palabra de Dios es el Encuentro con Jesús, encuentro que nos lleva a la conversión personal, y al compromiso misionero. Recibamos, pues, con devoción y alegría la procesión de la Palabra. Todos, de pie.

Indicación:Una persona (preferiblemente un diacono) entra con la sagrada Biblia en alto acompañada de otras dos personas, cada una lleva una veladora encendida, y la coloca en el lugar preparado. En la pared de fondo habrá un letrero grande con la palabra “CONVERSIÓN”.

Sale una persona con una especie de túnica vieja y pegada a ella los siguientes letreros: “yo lo sé todo”, “yo lo puedo todo”, “yo tengo la verdad”, “yo soy justo y bueno”… Llega donde está la Palabra de Dios, se arrodilla ante ella y después de unos breves minutos se despoja lentamente de su vestidura y se descubre la túnica nueva que había debajo de la túnica vieja.

Se canta “Cristo rompe las cadenas” (anexo 1, canto 1)

Proclamación del texto Hechos 9, 1 – 22

INTERIORIZACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS ¿Qué le sucedió a Saulo? ¿Qué es lo que más nos impactó de la conversión de Pablo narrada por

Lucas? ¿Qué papel desempeñó la comunidad en este proceso de conversión en

Pablo?

CANTO: “Bautízame Señor” (anexo 1, canto 2)

REFLEXIÓN

Saulo, era un fariseo rigorista que perseguía a los cristianos, y que había tomado parte en el martirio del diácono Esteban, pero al encontrarse con Jesús su vida cambió.

San Pablo se presenta hoy para los discípulos misioneros del Señor, como modelo de cambio de vida. Es decir, pasar de las tinieblas del pecado, a la luz del Resucitado; del cumplimiento de la ley, a la experiencia de amor; de ser un perseguidor, a ser el testigo del Reino de Dios.

San Pablo nos enseña que la conversión es un paso necesario, fundamental para que el discípulo misionero sea un instrumento eficaz del anuncio de la Buena Nueva, “Jesús en persona es la “Buena

Nueva”, como El mismo afirma al comienzo de su misión en la sinagoga de Nazaret, (LC 4, 14-21)” (Misión del Redentor “RM” 13).

San Pablo era un creyente apasionado por su religión, pero lo que hacía no era lo que Dios esperaba de El. Muchas veces tenemos actitudes y comportamientos religiosos que no son los que Dios espera de nosotros.

San Pablo, acepta la invitación de Cristo, reconoce que iba por el camino equivocado, se levanta y se dirige hacia donde el Señor le indica para empezar a predicar su Evangelio con fuerza y alegría hasta que tuvo que dar la vida por Jesucristo. El discípulo misionero es el que escucha la voz del Cristo que lo llama a detenerse, darse cuenta que debe haber un cambio en su vida, sigue las indicaciones del Señor y lo anuncia con su ejemplo y testimonio.

No es suficiente que seamos personas religiosas, el Señor nos invita a ser verdaderos testigos de su Palabra; que le ayudemos a construir su Reino y demos testimonio de nuestra Fe con la propia Vida. Pero esto sólo lo podremos lograr teniendo una actitud permanente de conversión y aceptación de la Voluntad de Cristo.

San Pablo no sólo vive la conversión a Cristo sino también a la Comunidad. Aquellos que él antes perseguía, pasaron a ser sus hermanos, sus compañeros de vida en quienes se apoyó para sanarse y empezar el trabajo misionero. San pablo nos motiva a la conversión comunitaria; dejar de estar solos en una actitud individualista para acercarnos a los otros y vivir la Fe y el compromiso misionero en Comunidad.

CONCLUSIÓN

El camino de Damasco fue una ruptura en la vida de Pablo. Se le ve como un hombre de vida interior profunda, de oración, que buscó fundamentar su fe desde la experiencia de Jesús Resucitado y su propia experiencia de Dios. Por eso sus palabras no pasan, son actuales.

Es necesaria una actitud permanente de encuentro con el Señor, para escuchar su voz que nos llama a bajarnos del lugar donde creemos estar ya seguros de la salvación, y mas bien empezar una nueva vida, comprometido a anunciarlo y darlo a conocer a Él con nuestro testimonio pero siempre apoyados en la Comunidad.

El discípulo misionero se forma en el encuentro con Cristo, en actitud de conversión permanente y en la vivencia comunitaria.