10 Titulos de Humanidades

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS FICHAS BIBLIOGRÁFICAS Profesora: Mercedes Gonzales Alumno: Israel Reátegui Pascasio Facultad: Química e ingeniería química E.A.P: Ingeniería química 2014

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Obras literarias

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

FICHAS BIBLIOGRÁFICAS

Profesora: Mercedes Gonzales

Alumno: Israel Reátegui Pascasio

Facultad: Química e ingeniería química

E.A.P: Ingeniería química

2014

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DOSTOYEVSKI, F. (1986). Crimen y castigo. Libertador. Argentina

La historia narra la vida de Rodión Raskólnikov, un estudiante en la capital de la Rusia Imperial, San Petersburgo. Este joven ve truncados sus sueños por la miseria en la cual se ven envueltos él y su familia (su madre y hermana), miseria que le obliga a congelar sus estudios por falta de dinero. En búsqueda de dinero llega a conocer a una vil y egoísta anciana prestamista, en cuya casa empeña algunos objetos de valor.

Raskólnikov decide asesinar a la anciana, no tanto con el objeto de robarle -de hecho, abandona en un escondrijo y no hace uso del botín que saca apresuradamente de la casa de la prestamista tras su asesinato- sino por considerarla un ser humano inútil para la sociedad, un piojo que sólo puede entorpecer a quienes la rodean. Sin embargo, la posición de Raskólnikov es mucho más compleja: ha asumido que la sociedad se halla dividida en dos tipos de seres humanos; aquellos superiores que tienen derecho a cometer crímenes por el bienestar general de la sociedad y aquellos inferiores que deben estar sometidos a las leyes, cuya única función es la reproducción de la raza humana. La única justificación moral que puede tener la acción de Raskólnikov es que él sea un hombre superior, en cuyo caso no ha de sentir ningún tipo de arrepentimiento por su acción. En sus vagabundeos por San Petersburgo, Raskólnikov conoce al antiguo funcionario Marmeládov, un bebedor que acaba muriendo, borracho, atropellado por un caballo, y a su desgraciada familia, a la que Raskólnikov ayuda económicamente, con los escasos rublos que recibe de su madre, tras la muerte de Marmeládov. La hija mayor de esta familia, Sonia, una abnegada joven que se prostituye para ayudar a su madrastra y sus hermanos, será la única persona a la que Raskólnikov confiese explícitamente su crimen. La culminación psicológica del libro ocurre cuando Raskólnikov, presa de la ansiedad, la agitación nerviosa y los remordimientos, asume que no puede convertirse en un hombre superior y que por lo tanto pertenece al tipo de hombre que tanto desprecia. Raskólnikov se entrega entonces a las autoridades, pese a que no existe ninguna prueba concluyente contra él y un inocente se ha declarado culpable, víctima de las presiones policiales. Es enviado a las cárceles en Siberia para cumplir su condena y Sonia se va con él a acompañarlo al presidio, en donde Raskólnikov se da cuenta de que la ama y que quiere terminar su condena para vivir junto a ella.

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HEMINGWAY, E. M. (2010). El viejo y el mar. Impacto cultural Editores. Perú

Santiago es un viejo pescador cubano. Le acompaña un joven muchacho llamado manolito, con quien el sentimiento de aprecio es mutuo, pero éste tuvo que dejarle por otros pescadores con más fortuna en sus pescas porque el viejo tenía muy mala suerte. Sin embargo, él le seguía ayudando.

Un día el viejo salió a la mar con el objetivo de terminar con su mala racha en la pesca. El muchacho le había conseguido cebo. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez picó el anzuelo. Era un pez enorme, dispuesto a luchar hasta la muerte, si era preciso. La barca navegó a capricho del pez mar adentro. Las fuerzas del viejo cada vez iban a menos y predecía que el pez le podía matar, pero tenía una fuerte determinación por conseguir sacarlo del agua, y no le importaba si tenía que dejar su vida en el intento. Tras una larga y dura batalla, el pez tuvo la peor suerte, y el viejo, rebosante de felicidad, ya que no creía que el pez fuese tan inmenso, lo amarro al costado de la barca, para poner rumbo a la costa."Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho más grande al costado del suyo". Todo su empeño habría sido inútil si no consiguiese llevar el pez a tierra firme. Sin embargo, y para su desilusión, apareció un tiburón. Cuando el escualo se acercó a comer el pez el viejo le asestó un mortal golpe en la cabeza con su arpón. Se había librado del tiburón, pero no tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido. El viejo logró batirlos, pero se habían comido medio pez. Por la noche se le acercaron más, que acabaron con él, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, suficientes para dar testimonio de la hazaña.

Así, llego por fin a puerto. Era de noche y no había nadie para ayudarle a recoger. Cuando terminó se fue a su casa a dormir. A la mañana siguiente el muchacho, muy preocupado, fue a su casa para ver cómo estaba y le prometió que saldría a pescar con él.

Los demás pescadores reconocieron el mérito de Santiago, al ver los restos del pez, que era un tiburón.

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GALLEGOS, R.(1967). Doña Bárbara. Porrúa. México

Santos Luzardo, un joven abogado, quien vivió trece años en la ciudad de Caracas,

donde se graduó en jurisprudencia, regresa a su hacienda de Altamira, donde le

reciben unos pocos peones fieles y le ponen al tanto de los desmanes de la malvada

Doña Bárbara, quien gracias a manejos turbios y a la alevosía de su amante de turno, el

propio mayordomo de Santos Luzardo, y del fundo del latifundista Lorenzo barquero,

al que dio el nombre de “el miedo”.

Doña Bárbara, es una mestiza de cuarenta años. Victima en su desgraciada juventud de

unos piratas que la violaron sexualmente. Desde aquel momento el odio hacia el varón

inspira todos sus actos.

Santos Luzardo siente odio y rencor a los que le hicieron daño. Pero renuncia a los

rencores y decide quedarse en Altamira.

Se desata la lucha entre Santos Luzardo y Doña Bárbara.

Un acercamiento entre ambos personajes se hace imposible a causa de los celos que le

inspira a la malvada mujer su hija Marisela, quien vive con su padre Lorenzo Barquero.

Marisela se enamora de Santos Luzardo. Ante la pasión naciente de la hermosa joven,

este siente impulsos contradictorios y busca soluciones que no pasan de ser…

imaginarias.

La perversa Doña Bárbara manda al bobo Juan Primito a la hacienda Altamira para

tomar con un cordel la medida de la estatura del joven Santos Luzardo, burdo modo de

adueñarse, según sus creencias supersticiosas, de la voluntad del apuesto joven

Luzardo. Marisela al darse cuenta de la mala intención de su madre, le quita con furia

el cordel. La madre, después de una violenta escena queda totalmente desconcertada.

La joven Marisela abandona Altamira y regresa con su padre al rancho del palmar de la

chusmita, donde es amenaza permanente para ella la lujuria de mister Danger.

Al ser asesinados carmelito y Rafael, peones de Luzardo, este se lanza revolver en

mano y obliga a los hermanos Mondragón a prender fuego a la casa de Macanillal y

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hiere a uno de ellos; se mete con sus fieles peones en tierras de “El Miedo” a parar

rodeos sin licencia de la dueña; por fin le aureola “la gloria roja de la hazaña sangrienta

cuando en Rincón Hondo cae mortalmente herido el brujeador, a quien Doña Bárbara

envió una cita trágica con el amo de latamikra; el propio santos luzardo entrega a la

malvada mujer el cadáver de Melquíades.

En cuanto a la malvada Doña Bárbara, su “ansia de renovación, y al mismo tiempo el

fondo turbio de su alma supersticiosa, la impulsan a buscar, en la celda de Rincón

Hondo, una solución a sus confusos designios. Luego logra que sus peones matan a

Balbino Paiba (quien asesino a carmelito y su hermano), en el momento en que

desentierran las plumas robadas.

Al oír de sus labios el relato del suceso de Rincón Hondo, Marisela le hace constar a

Santos Luzardo que no es el quien mato al brujeador, sino pajarote, su acompañante.

Santos Luzardo “acepto el don de paz y dio en cambio una palabra de amor”. Doña

Bárbara denuncia al juez el crimen de Balbino Paiba, atribuyéndole además la muerte

del brujeador, y se propone devolverle a Luzardo las tierras arrebatadas.

La antes mencionada, ahora está a punto de matar a Marisela, pero el recuerdo de su

adorado Asbrubal le hace renunciar a este crimen. Doña Bárbara desaparece. También

se marcha mister Danger, la hermosa Marisela hereda las tierras de su madre y… “todo

vuelve a ser Altamira”.

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ALEGRÍA, C. (1960). Los perros hambrientos. Zig-Zag. Chile

Relata la vida rural del periodo colonial en Perú, orientada a la historia de la Familia de

Simón Robles, un peón que trabaja y vive en la hacienda de Páucar, que está a cargo

del hacendado Don Cipriano Ramírez. Simón vive prósperamente con su esposa e hijos

Vicenta, Timoteo y la pequeña Antuca.

Simón es muy conocido gracias a la fama que tienen sus macotas por ser excelentes

perros ovejeros. Al morir su perro “Trueno, atacado por un puma, trae a su casa dos

cachorros hembra y macho. El macho es llamado Zambo por ser de pelambre oscura, y

la hembra es llamada Wanka en honor a una tribu del tiempo incaico. Los dos son

criados y amantados por ovejas, así que están familiarizados con el rebaño de ovejas .

Eran tiempos muy prósperos donde todos recibían alimento. Wanka parió y debido a la

demanda de estos extraordinarios perros, Simón los fue vendiendo e incluso los fue

cambiando por ovejas. Como su rebaño fue creciendo se quedó con dos machos

“Güeso y Pellejo”. Un tercer hermano “Mañu” fue dado a Martina, la más grande de

todos los hijos de Simón que se casó con Mateo, otro aldeano que como todos era de

origen indígena. Ese perro paso de ser un de una simple mascota a jefe de familia,

cuando Mateo es obligado a abandonar a su hijo Damián y as u esposa para realizar el

servicio militar. Mañu se convierte en protector de los dos miembros restantes.

Por otra parte ya al haber crecido Güeso es raptado por los bandoleros Julián y Blas

Celedonio que se dedican al robo de ganado. Un día en Vicenta acompaña a Antuca a

pastorear y buscar un cierto tipo de planta. Güeso es lazado y obligado a ir; él

naturalmente se comporta apático respecto a Julián. Al paso del tiempo Julián se gana

el afecto de Güeso y se convierte en buenos amigos. Güeso salva varias veces su vida

de su enemigo de Alférez Chumpi alias el Culebrón. Él es mandado de parte de parte

del subprefecto de la provincia Don Fernán Frías, cuyo puesto está en problemas y

para mejorar su posición, para matar a los Celedonios. En un ataque por parte de éste

personaje son engañados y comen papayas envenenadas y junto a ellos el perro de

bandoleros Güeso muere.

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La partida de Güeso marca un periodo de sequía, en donde la comida empieza a

escasear. No llueve y esto significa que tanto hombres y perros no obtienen alimento

suficiente para saciarse. Los animales roban incluso las mazorcas en los maizales La

gente desesperada acuden a Don Cipriano, al cual implora ayude a los desempleados

de otras. Él recomienda a la gente busquen alojamiento con los vecinos. Mashe un

indio de este grupo se aloja un tiempo en casa de Simón. Jacinta su hija se enamora de

Timoteo. Al poco tiempo se van de la casa a hacer su propia choza. Mientras tanto la

sequía aumenta hasta el punto en que piden a la Virgen del Carmen los socorra .Llueve

por pocos días pero la sequía sigue torturando tanto a animales como humanos. A

causa de la desesperación Martina fue a buscar comida con sus suegros y por ser un

viaje largo deja a su hijo Damián y a Mañu. El pequeño muere por el hambre, pero sus

restos son valientemente defendidos por Mañu de un cóndor el mayordomo de

Cipriano recoge el cuerpo y lo lleva donde Simón para ser enterrado. Tanto las

personas como los perros pierden la fidelidad a sus respectivos “amos”. En el caso de

los perros Wanka mata a una oveja y esto hace que la corran a palazos de su casa. Y las

muertes continúan. Mashe muere dejando a su esposa e hijas solas, pero éstas buscan

el apoyo de Simón, el cual no es negado. Zambo muere y el hambre lleva a Pellejo a

comer sus entrañas. Por parte de los humanos los indios se revelan a Cipriano el cual

no tiene más remedio que dispararles resultando tres muertes.

Después de toda esta catástrofe las lluvias regresan con la felicidad de pueblo entero.

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WOLFGANG VON GOETHE, J. (1948) Las cuitas[] del Joven Werther. Bruguera. México

Se presenta como una colección de cartas escritas por Werther, un joven artista de temperamento sensible y apasionado, y dirigidas a su amigo Guillermo. En estas cartas, Werther revela datos íntimos de su estancia en el pueblo ficticio de Wahlheim, donde queda encantado por las tradiciones simples de los campesinos. Werther huye de la banalidad y la incomprensión de su ciudad natal cuando llega a Wahlheim, en un baile conoce y se enamora de Lotte, una hermosa joven que cuida a sus hermanos después de la muerte de su madre. Desafortunadamente, Lotte ya está comprometida con Albert, un hombre once años mayor que ella. Werther cultiva una amistad íntima con Charlotte y Albert a pesar de la pena que esta relación le produce, pena que finalmente le lleva a abandonar Wahlheim para dirigirse a Weimar intentando olvidar a Lotte. Allí conoce a Fräulein von B. Werther sufre una gran pena al enterarse de la boda de Lotte y Albert.

Tiempo después regresa a Wahlheim, donde sufre más que nunca, ya que Lotte y Albert están casados. Cada día que pasa le recuerda que Lotte nunca podrá corresponder su amor. Con pena por Werther y respeto por su esposo, Lotte decide que Werther no debe visitarla tan frecuentemente. Él la visita por última vez y después de recitar un pasaje de Ossian, ambos se besan, Lotte se encierra en una habitación y pide a Werther que se vaya. Werther sabía, antes de este incidente, que uno de ellos —Lotte, Albert o Werther— tenía que morir. Incapaz de hacerle daño a otro ser, Werther no ve más opción que el suicidio.

Después de escribir una carta de despedida (para que fuera encontrada después de su muerte), le escribe a Albert pidiéndole dos pistolas con la excusa de que las necesitaba para un viaje. Albert recibe esta petición en presencia de Lotte, a quien le pide que le mande las pistolas, a lo cual ella accede aunque temblando, pues sabe que Werther es capaz de cometer suicidio. Luego, Werther se quita la vida en el momento en el que suenan las campanas de medianoche en Wahlheim.

Tras el disparo, su criado encuentra su cuerpo moribundo que tardará varios días en morir. Será sepultado a las afueras del cementerio.

Será su amigo Guillermo quien narre el final de la historia al final del libro.

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WILDE, O.F. (2007). El retrato de Dorian Gray. Chirre. Perú

La novela inicia cuando Lord Henry Wotton observa a su amigo Basil Hallward pintando el retrato de un hermoso joven llamado Dorian Gray. Dorian llega poco después y conoce a Lord Henry. Lord Henry charla sobre su propia idea del mundo y Dorian comienza a convencerse de que la belleza es lo único que vale la pena tener en la vida y desea que el retrato, que Basil está pintando, envejezca en su lugar. Bajo la influencia de Lord Henry, Dorian comienza a explorar sus sentidos. Una noche descubre a Sibyl Vane, una actriz que trabaja en un sórdido teatro interpretando obras de Shakespeare. Dorian le propone matrimonio. Sibyl cuenta sus planes a su madre y a su hermano, refiriéndose a su prometido como “Príncipe Encantador”. Su hermano, James, advierte que si el “Príncipe Encantador” le hace daño alguna vez, él lo matará. Dorian invita a Basil y Lord Henry a ver actuar a Sibyl en su representación de Romeo y Julieta. Pero Sibyl, embargada por la emoción del próximo matrimonio y enamorada de Dorian, pierde interés en el teatro, por lo que esa noche interpreta pésimamente a Julieta. Después de la función, Dorian rechaza a Sibyl diciendo que su belleza radicaba en su arte y, como ya no podía actuar, entonces Dorian ya no está interesado en ella. Fríamente, decide romper la promesa de matrimonio y no ver más a Sibyl. De regreso en casa, nota que el cuadro de Basil ha cambiado, por lo que se da cuenta de que su deseo se ha cumplido: el retrato tiene ahora una sutil mueca de desprecio.

A partir de entonces, la edad y los pecados que Dorian cometa se verán marcados en el retrato mientras que él mismo conservará su aspecto exterior sin ningún cambio. Dorian decide reconciliarse con Sibyl, pero a la mañana siguiente Lord Henry le da la noticia de que Sibyl se ha suicidado tomando ácido prúsico. Dorian oculta el cuadro en una habitación, a la que solamente él tiene acceso. Durante los siguientes dieciocho años, Dorian experimentará todos los vicios posibles, bajo la influencia de una “ponzoñosa” novela francesa, obsequio de Lord Henry.

Una noche, antes de partir con destino a París, Basil visita a Dorian en su casa para cuestionarlo acerca de todos los rumores que circulan sobre sus pecados y vicios y sobre las personas corrompidas por su influencia. Dorian culpa al propio Basil de su destino y lo apuñala en un arranque de rabia. Para deshacerse del cadáver, Dorian chantajea a Alan Campbell, un químico, para que destruya el cuerpo con ácido. Buscando alivio y olvido para su crimen, Dorian entra a un fumadero de opio. Allí, James Vane, el hermano de Sibyl, escucha a una mujer llamarlo “Príncipe Encantador” y lo sigue con intenciones de matarlo, pero desiste debido a que la apariencia juvenil de Dorian hace improbable que haya estado involucrado en el suicidio de su hermana Sibyl de dieciocho años. James deja ir a Dorian. La mujer que conocía el sobrenombre “Príncipe Encantador” se le acerca para reclamarle por no haberlo matado, revelándole que Dorian no ha envejecido desde hace dieciocho años, según ella, por un pacto con el diablo.

En el transcurso de una cena, Dorian se desmaya de terror al ver al hermano de Sibyl Vane, James, acechándolo. Al día siguiente, durante una partida de caza, James es alcanzado accidentalmente por un disparo destinado a matar a una liebre. James Vane muere ahí mismo. Después de regresar a Londres, Dorian informa a Lord Henry su decisión de enmendar su camino. De ahora en adelante, corregirá su vida y por lo pronto abandona, sin corromper, a su última conquista romántica: una bella joven que vive en el campo llamada Hetty Merton. Lord Henry no cree que esta acción sea sincera,

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mientras que Dorian se pregunta si este gesto de renuncia al vicio se reflejará en el retrato, mejorando su aspecto. Una vez que Lord Henry se retira, Dorian Gray entra a la habitación donde ha mantenido su retrato escondido, pero descubre que ahora su apariencia es aún peor. Se da cuenta de que el gesto que tuvo de dejar intacta la virtud de Hetty fue provocado únicamente por vanidad, curiosidad o búsqueda de nuevas sensaciones. Entonces descubre que solo una confesión completa de sus pecados lo redimirá, pero no está dispuesto a afrontar las consecuencias. En un arranque de furia, ataca la pintura con el mismo cuchillo con el que asesinó a Basil. Los criados escuchan un grito desde la habitación clausurada. La policía ya alertada y los criados entran con algunas dificultades para encontrar el retrato de su amo con la frescura y la lucidez de la adolescencia que tenía antes. Al lado suyo, sin embargo, encuentran tirado en el piso el cuerpo muerto de un hombre mayor consumido y decrépito, apuñalado en el corazón, con un rostro repulsivo lleno de arrugas; sólo por medio de los anillos de su mano son capaces de reconocerle como Dorian Gray.

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MELVILLE, H. (2005). Moby Dick. Cultura peruana. Perú

Dick".

El marinero Ismael se halla en el puerto de New Bedford, Massachussets, buscando un

empleo en un barco ballenero.

Se detiene en la posada del “surtidor” y conoce a un negro arponero de las islas del

mar del sur llamado Queequeg, a quien toma por compañero y sirviente.

Amos se juran amistad y se preparan para ir a la isla de Nantucket, en busca de

empleo, en un barco que está a punto de zarpar. En el puerto se halla el “Pequod”,

contratando tripulantes para un viaje dedicado a la caza de ballenas.

Su capitán se llama Ahab. Cuando Ismael lo ve, siente que esta poseído. Ahab ha

recorrido los mares, durante muchos años, cazando ballenas.

En una ocasión, en el pacifico había encontrado una ballena blanca, monstruosa, que

destrozó su barco y le arranco una pierna, la mastico y la devoro; dejándolo mutilado,

con una pierna de palo, lleno de odio, para vengarse de la ballena, a quien llaman

“Moy Dick”. Así comienza el viaje.

A través de momentos de bonanza, tormentas y huracanes, el “Pequod” navega por el

atlántico, rodea América del sur y el cabo de hornos, y se adentra en el pacifico. Pasan

junto a barcos náufragos, a barcos balleneros rivales y a otras embarcaciones que les

traen noticias de Moby Dick.

Al fin divisan a Moby Dick, monstruosa, blanca y terrible, empieza la alocada caza de

tres dias para capturarla. Moby Dick se vuelve, brama, y ataca, embiste y golpea, nada

bajo el barco, lo azota con su poderosa cola, lo rompe y destruye.

Mientras el barco se hunde, llevando a Ahab y a toda su tripulación a la muerte, un

ataúd de madrea, que había en el barco, flota como un corcho; a este se agarra Ismael

cuando se produce la catástrofe final. Solo se salva el para contar lo sucedido.

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KAFKA, F.(2006). La metamorfosis. Chirre. Perú

Una mañana, después de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó transformado en un monstruoso insecto. Tenía muchas patitas que se movían sin que él pueda controlarlas y todo indicaba que no se trataba de un sueño: el reloj indicaba las seis y media y el tren salía a las cinco. No podía comprender cómo pudo quedarse dormido si el despertador sonaba todos los días a las cuatro de la mañana, y tan fuerte que hasta hacía vibrar los muebles. Pero no era momento de lamentarse, debía levantarse o perdería su trabajo. Si bien había perdido el tren de las cinco podía alcanzar el de las siete si se daba prisa. Pero no era posible salir de la cama, se balanceaba sobre su enorme caparazón y aun así no lograba llegar ni al borde. Su mamá llamó a la puerta: ―Gregorio ―dijo ella― van a ser las siete, ¿te pasa algo malo? También llamó su padre y hasta escuchó la voz de su hermana Grete, pero intentó calmarlos diciéndoles que no pasaba nada y que enseguida estaría con ellos. Pero no podía levantarse aunque lo intentaba. Quiso rendirse, decir que estaba enfermo y descansar un día. Pero no era tan fácil, vendría su jefe a buscarlo, traería a un médico (el que se daría cuenta que Gregorio no estaba enfermo) y lo botarían de su empleo por perezoso. Y Gregorio no podía perder su trabajo, por lo menos ahora no, en cinco años podía ser, cuando termine de pagar la deuda de su padre, pero ahora no, su familia lo necesitaba. Miró una vez más el reloj: eran las siete, había perdido el segundo tren, definitivamente estaba en problemas. En ese momento oyó que tocaban a la puerta y que alguien decía: “Buenos días, ¿está Gregorio en casa?” Era la voz del gerente, ya no era tiempo de estar jugando o perdería su trabajo. Giró con todas sus fuerzas y cayó de la cama a la alfombra. Sus patas se acomodaron perfectamente al piso y se acercó a la puerta. Tocaron a la puerta, el gerente le increpó su actitud: ―No lo puedo creer, señor Samsa, yo había confiado en usted y usted ni siquiera quiere ir a trabajar. Además, es muy sospechoso que ayer usted tenía que hacer unas cobranzas y hoy, en vez de llevar el dinero, se queda en casa. Muy sospechoso, señor Samsa, muy sospechoso. Gregorio estaba disgustado, ¿por qué lo trataba así?, él sería incapaz de robarle a sus patrones, además tenía años de un trabajo impecable. Pero ni eso valoraba el gerente. ―Un momento por favor, ―dijo Gregorio― ya me levanto, me he sentido mal por la mañana pero ya estoy bien y voy a trabajar, así que no se preocupen. Al otro lado de la puerta, el gerente y la familia de Gregorio no había escuchado palabras, sino sonidos monstruosos, silbidos, gruñidos y resoplidos. Grete fue a buscar a un médico y la criada corrió a buscar a un cerrajero para forzar la puerta y saber que estaba pasando dentro de esa habitación. Pero Gregorio logró abrir la puerta antes. Usó su mandíbula sin dientes y se hizo bastante daño, pero giró la manija de la puerta. “Al fin”, exclamó el gerente y entró antes que los demás a la habitación. Cuando vio al insecto se quedó estático y mudo, la madre cayó desmayada y el padre amenazó a

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Gregorio con el puño para que no se acerque. El único que mantuvo la calma fue el insecto. ―No se preocupen ―dijo Gregorio― cualquiera tiene una indisposición, pero ya estoy bien, en un minuto me cambio y voy a trabajar. Además, voy a trabajar el doble para compensar mi tardanza, pero no piensen que soy un perezoso. Nuevamente lo que oyeron todos no fueron palabras sino balbuceos monstruosos. El gerente huyó casi a la carrera, Gregorio fue tras él pues temía perder su trabajo y como estaba apoyado en la puerta pudo pasar su ancho caparazón de lado. Pero cuando quiso regresar a su habitación, no podía pasar por la estrecha puerta. Su padre había salido a detenerlo pensando que atacaría al gerente, y con la rabia que sentía no se fijó que Gregorio tenía el caparazón incrustado en el marco de la puerta y de un empujón lo envió al fondo del cuarto. El caparazón se hirió y de las llagas salía un líquido verdoso. El resto de ese día Gregorio lo pasó durmiendo. Cuando despertó encontró una bandeja con su alimento preferido: leche, y en ella nadaban pedacitos de pan. Al instante supo que su hermana había puesto ahí la comida. Se acercó, emocionado, a comer pero al primer sorbo sintió asco y se sorprendió pues nunca la leche le había causado esa sensación. Intentó de nuevo, pero era imposible, asqueroso. Así que se arrinconó debajo del sofá y pasó durmiendo y con hambre la primera noche de insecto. En la mañana, su hermana entró al cuarto, y al ver que Gregorio no había comido, como adivinando sus pensamientos, sacó el plato con leche y a cambio le trajo varios alimentos descompuestos: vegetales, restos de comida, un queso mohoso; y dejó solo a Gregorio que sólo entonces pudo comer y esta vez también se sorprendió pues lo que antes habría sido repulsivo para él, entonces era delicioso. Terminó y volvió a esconderse bajo el sofá. Más tarde, Grete limpió todo mientras el insecto estaba escondido bajo el sofá, pero la muchacha podía ver el bulto tenebroso debajo del mueble y aunque evitaba mirarlo, sentía su presencia y eso incomodaba a ambos. Y aunque la única que se encargaba de cuidar a Gregorio era ella, la situación se hizo cada vez más tensa: Grete abría de par en par las ventanas de la habitación cada vez que entraba para que escape el hedor del insecto, pero eso mortificaba a Gregorio que habría preferido que las ventanas no solo estén cerradas sino que también estén corridas las cortinas. Una noche, Gregorio escuchó la conversación de su familia (la puerta de su cuarto daba al comedor). Las conversaciones en casa ya no eran alegres ni joviales, casi no se hablaban, todo había entrado en un estado de petrificación. La criada se había ido y habían contratado otra bastante mayor. Y aunque solo Grete se encargaba de Gregorio, continuamente su madre declaraba su intención de ver a su hijo y conocer su estado; pero su padre y su hija se lo impedían. Gregorio estaba de acuerdo con ellos, no quería que su madre, ni su hermana (ni nadie) pase malos momentos por su culpa. Así que, aunque demoró cuatro horas, arrastró la sábana de su cama y la llevó bajo el

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sofá, donde se tapó con ella y evitaba que su hermana se aterrorice cada vez que entraba a limpiar la habitación. Por ese entonces, Gregorio había encontrado un pasatiempo: había descubierto que sus patas viscosas se adherían a las paredes y que podía caminar por ellas, incluso podía pasear por el techo. Su hermana lo había notado pues quedaban las huellas de sus patas. Se le ocurrió entonces que si su hermano quería pasear por las paredes y por el techo, lo más sensato sería quitarle todos los obstáculos que pueda encontrar: los muebles, el escritorio, la cama. En ese momento no tenía quién la ayude en la labor, y como la única en casa era la madre, tuvo que pedírselo a ella. Gregorio se escondió bajo la sábana y las dos mujeres comenzaron la labor. Sin embargo, él no quería que desalojen sus cosas, no quería sentirse un animal, no quería que le quiten lo último que le deba una apariencia humana a su habitación. “Es ahora o nunca”, pensó, y salió de debajo de la sábana y se apoyó sobre un cuadro, pegando su vientre viscoso al cristal del retrato. Cuando volvió la madre al cuarto, vio al insecto pegado al vidrio y se desmayó por el espanto. Grete intentó auxiliarla y le desabrochó la blusa para que pueda respirar mejor, mientras amenazaba al insecto con la mirada. Gregorio, asustado, se despegó como pudo del vidrio y huyó hacia el comedor y trepó por las paredes y el techo. Pero su nerviosismo lo traicionó: se despegó del techo y cayó pesadamente sobre la mesa. En ese momento llegó el padre del trabajo. Cuando vio la expresión de susto de su hija, lo adivinó todo. ―Gregorio se ha escapado ―dijo ella abrazándose al pecho del padre―, mamá lo ha visto y se ha desmayado, pero ya está mejor. El padre no quiso escuchar más, tiró la gorra sobre el sofá y empezó a perseguir al insecto. Gregorio huía, pero pronto se dio cuenta que era preferible dejar de escapar y dirigirse al cuarto para demostrar que tenía la intención de encerrarse por sí mismo. Pero el padre no entendió y empezó a arrojarle manzanas, una de las cuales se encajó en el caparazón del insecto, quien se cruzó con su madre que corría espantada para detener a su esposo y pedirle llorando que por favor no mate a su hijo. A partir de entonces, la relación con Gregorio cambió drásticamente. Todos en casa debieron buscar un empleo: el padre era mensajero, la madre costurera y la hermana encontró trabajo en una tienda. Además tuvieron que despedir a la criada y contrataron una asistenta que venía por unas horas para limpiar la casa. Grete atendía a Gregorio con desdén: le arrojaba la comida y ya no limpiaba su cuarto, pronto abandonó su cuidado y se lo encargaron a la asistenta, quien, a diferencia de todos, no le tenía el menor temor al insecto: lo insultaba, le picaba el caparazón con la escoba y ponía todas las cosas de sobra en su cuarto. En poco tiempo Gregorio tenía un estado deplorable: estaba cubierto de polvo, viviendo entre los desechos, con restos de basura y comida adherida a su cuerpo y sin nadie que lo atienda de verdad. Por esos días los padres decidieron recibir inquilinos en casa para tener un ingreso adicional. Recibieron a tres amigos a los que trataban con demasiada sumisión (ni

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siquiera se sentaban en su sofá si los inquilinos estaban cerca) pues nunca habían tenido huéspedes en casa y querían tratarlos de la mejor manera para que no se vayan. Una noche, mientras cenaban, Grete tocó el violín en la cocina; los inquilinos se sintieron conmovidos por la música y le pidieron que toque para ellos y que a cambio le darían una propina. La muchacha lo hizo, el padre colocó el pentagrama y ella empezó a tocar. Cuando Gregorio oyó la música, se sintió conmovido. Recordó que soñaba con ahorrar dinero para enviar a su hermana al conservatorio y pensó que la música habría enternecido a todos tanto como a él así que se atrevió a salir del cuarto y asomarse al comedor (la asistenta había olvidado cerrar la puerta). Uno de los inquilinos vio al insecto pero mantuvo la calma. ―Señor Samsa ―dijo uno de los inquilinos―, ¿qué es eso? ―y señaló a Gregorio. El padre, espantado por el suceso, en lugar de meter a Gregorio en su cuarto, empujó frenéticamente a los huéspedes al suyo sin darles una explicación. Grete soltó el violín y corrió al cuarto de los huéspedes donde arregló las camas antes que ellos ingresen. Entonces, cansados de tantos empujones los inquilinos se detuvieron en seco. ―Señor Samsa, debo decirle que me siento ofendido por el trato que se nos ha dado ―dijo uno de ellos―. Así que nos vamos de su casa sin pagarle ni un centavo, al contrario creo que les voy a pedir una indemnización. Los dos compañeros de este, asintieron con la cabeza y se encerraron en su cuarto. El padre se dejó caer en el sillón, la madre y la hermana lloraban y Gregorio, por la falta de fuerzas que le ocasionaba el hambre, no podía moverse de regreso a su cuarto. No lograba entender como su buena intención se había convertido en una maldición para los demás. ―Debemos deshacernos de él ―gritó la hermana―. Yo ya no aguanto más. Esa cosa nos va a matar a todos. Nuestro error ha sido creer que eso es Gregorio, y no lo es. Echémoslo de casa, suficiente tortura es que todos nosotros trabajemos y que aparte debamos encargarnos de ese insecto. ¡Papá! ―dijo con un débil chillido y corrió a esconderse detrás de él―, ahí viene. Pero Gregorio no iba hacia ella, sino que daba la vuelta para regresar a su encierro. Estaba tan débil que demoró mucho en llegar, pero cuando cruzó el umbral, Grete cerró la puerta violentamente y la aseguró con llave. Toda esa noche Gregorio la pasó despierto, convencido (aún más que su hermana) de que debía morir. Cuando el reloj de la iglesia dio las tres de la madrugada, Gregorio encogió su cabeza y murió. A la mañana siguiente fue la asistenta la que notó la muerte del insecto. “Al fin estiró la pata”, le dijo a la familia que no le prestó atención. Intentó explicarles lo que tenía planeado para el cadáver, pero tampoco fue tomada en cuenta. Hasta que ella misma arrastró el cadáver con la escoba para que ellos lo vean. ―Demos gracias a Dios ―dijo el padre. En ese momento salieron los inquilinos, quienes pidieron el desayuno y fueron sorprendidos por la asistenta que les mostró el insecto muerto. El padre, enojado, se

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paró frente a ellos y los botó duramente de su casa. También la criada salió muy enojada pues nadie tomaba atención a sus planes sobre qué hacer con el insecto. La familia se tomó el día libre de sus trabajos, sacaron sus cuentas y vieron que lo que ganaban entre los tres les alcanzaba para vivir y hasta sobraba un poco para ahorrarlo, así que sintieron un alivio por la carga que se les quitaba con la muerte de Gregorio. Decidieron salir, pasear, como hace meses no lo hacían; y, mientras viajaban en el tranvía, los padres notaban la belleza de Grete, que ya estaba en condiciones de tomar un buen marido.

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GARCÍA, G. (1967). Cien años de soledad. Sudamericana. Argentina

José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán son un matrimonio de primos que se casaron llenos de presagios y temores por su parentesco y el mito existente en la región de que su descendencia podía tener cola de cerdo. En una pelea de gallos en la que resultó muerto el animal de Prudencio Aguilar, éste, enardecido por la derrota, le gritó a José Arcadio Buendía, dueño del vencedor: "A ver si ese gallo le hace el favor a tu mujer", ya que la gente del pueblo sospechaba que José Arcadio y Úrsula no habían tenido relaciones en un año de matrimonio (por el miedo de Úrsula de que la descendencia naciera con cola de cerdo). Así fue como José Arcadio Buendía reta en duelo a Prudencio, en el que, José Arcadio lo mata al atravesarle la garganta con una lanza. Sin embargo, su fantasma lo atormenta apareciéndose repetidas veces en su casa lavándose la herida mortal con un tapón de esparto. Así es como José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán deciden irse a la sierra. En medio del camino José Arcadio Buendía tiene un sueño en que se le aparecen construcciones con paredes de espejo y, preguntando su nombre, le responden "Macondo". Así, despierto del sueño, decide detener la caravana, hacer un claro en la selva y habitar ahí.

El pueblo es fundado por diversas familias conducidas por José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, quienes tuvieron tres hijos: José Arcadio, Aureliano y Amaranta (nombres que se repetirán en las siguientes generaciones). José Arcadio Buendía, el fundador, es la persona que lidera e investiga con las novedades que traen los gitanos al pueblo (teniendo una amistad especial con Melquíades, quien muere en variadas ocasiones y que sería fundamental para el destino de la familia), y termina su vida atado al castaño hasta donde llega el fantasma de su antiguo enemigo Prudencio Aguilar, (al que le había dado muerte con una lanza en el cuello antes de fundar Macondo) con el que dialoga. Úrsula es la matriarca de la familia, quien vive durante más de cien años cuidando de la familia y del hogar.

El pueblo poco a poco va creciendo y con este crecimiento llegan habitantes del otro lado de la ciénaga. Con ellos se incrementa la actividad comercial y la construcción en Macondo. Inexplicablemente llega Rebeca, a quienes los Buendía adoptan como hija. Por desgracia, llegan también con ella la peste del insomnio y la peste del olvido causada por el insomnio. La pérdida de la memoria obliga a sus habitantes a crear un método para recordar las cosas y José Arcadio Buendia comienza a etiquetar todos los objetos para recordar sus nombres; no obstante, este método empieza a fallar cuando las personas también olvidan leer. Un día, regresa Melquíades de la muerte con una bebida para restablecer la memoria que surte efecto inmediatamente, y en agradecimiento es invitado a quedarse a vivir en la casa. En esos momentos escribe unos pergaminos que sólo podrían ser descifrados cien años después.

Cuando estalla la guerra civil, la población toma parte activa en el conflicto al enviar un ejército de resistencia dirigido por el coronel Aureliano Buendía (segundo hijo de José Arcadio Buendía), a luchar contra el régimen conservador. En el pueblo, mientras tanto, Arcadio (nieto del fundador e hijo de Pilar Ternera y José Arcadio, el primer hijo de José Arcadio Buendía) es designado por su tío jefe civil y militar, y se transforma en un brutal dictador, quien es fusilado cuando el conservadurismo retoma el poder.

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La guerra continúa y el coronel Aureliano se salva de morir en varias oportunidades, hasta que, fatigado de luchar sin sentido, arregla un tratado de paz que durará hasta el fin de la novela. Después de que el tratado se firma, Aureliano se dispara en el pecho, pero sobrevive. Posteriormente, el coronel regresa a la casa, se aleja de la política y se dedica a fabricar pescaditos de oro encerrado en su taller, de donde sale solamente para venderlos.

Aureliano Triste, uno de los diecisiete hijos del coronel Aureliano Buendía, instala una fábrica de hielo en Macondo, deja a su hermano Aureliano Centeno al frente del negocio y se marcha del pueblo con la idea de traer el tren. Regresa al cabo de poco tiempo, cumpliendo con su misión, la cual genera un gran desarrollo, ya que con el tren, llegan también el telégrafo, el gramófono y el cine. Entonces el pueblo se convierte en un centro de actividad en la región, atrayendo a miles de personas de diversos lugares. Algunos extranjeros recién llegados empiezan una plantación de banano cerca de Macondo. El pueblo prospera hasta el surgimiento de una huelga en la plantación bananera; para acabar con ella, se hace presente el ejército nacional y los trabajadores que protestan son asesinados y arrojados al mar.

Después de la Masacre de los Trabajadores del Banano, el pueblo es asediado por las lluvias que se prolongan por cuatro años, once meses y dos días. Úrsula dice que espera el final de las lluvias para finalmente morir. Nace Aureliano Babilonia, el último miembro de la línea Buendía (inicialmente referido como Aureliano Buendía, hasta que más adelante descubre por los pergaminos de Melquíades que su apellido paterno es Babilonia). Cuando las lluvias terminan, Úrsula muere y Macondo queda desolado.

La familia se ve reducida y en Macondo ya no se acuerdan de los Buendía; Aureliano se dedica a descifrar los pergaminos de Melquíades en el laboratorio, hasta que regresa de Bruselas su tía Amaranta Úrsula, con quien tiene un romance. De este, Amaranta Úrsula queda embarazada y tiene un niño que al nacer se descubre con cola de cerdo; ella muere desangrada después del parto. Aureliano Babilonia, desesperado, sale al pueblo llamando de puerta en puerta, pero Macondo ahora es un pueblo abandonado y solo encuentra a un cantinero que le ofrece aguardiente, quedándose dormido. Al despertar se acuerda del niño recién nacido y corre a buscarlo, pero a su llegada encuentra que se lo están comiendo las hormigas.

Aureliano recuerda que esto estaba predicho en los pergaminos de Melquíades. Con vientos huracanados asediando Macondo y el lugar en el que estaba presente, termina de descifrar la historia de los Buendía que ya estaba allí escrita con anticipación, encontrando que al terminar de leerlos, finalizaría su propia historia y con él, la historia de Macondo, el cual sería arrasado por el viento y borrado de cualquier memoria humana... "porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra".

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ARGUEDAS, J. M. (2008). Los ríos profundos. Pescadito. Perú

La novela narra el proceso de maduración de Ernesto, un muchacho de 14 años quien debe enfrentar a las injusticias del mundo adulto del que empieza a formar parte y en el que debe elegir un camino. El relato empieza en el Cuzco, ciudad a la que arriban Ernesto y su padre, Gabriel, un abogado itinerante, en busca de un pariente rico denominado El Viejo, con el propósito de solicitarle trabajo y amparo. Pero no tienen éxito. Entonces reemprenden sus andanzas a lo largo de muchas ciudades y pueblos del sur peruano. En Abancay, Ernesto es matriculado como interno en un colegio religioso mientras su padre continúa sus viajes en busca de trabajo. Ernesto tendrá entonces que convivir con los alumnos del internado que son un microcosmos de la sociedad peruana y donde priman normas crueles y violentas. Más adelante, ya fuera de los límites del colegio, el amotinamiento de un grupo de chicheras exigiendo el reparto de la sal, y la entrada en masa de los colonos o campesinos indios a la ciudad que venían a pedir una misa para las víctimas de la epidemia de tifo, originará en Ernesto una profunda toma de conciencia: elegirá los valores de la liberación en vez de la seguridad económica. Con ello culmina una fase de su proceso de aprendizaje. La novela finaliza cuando Ernesto abandona Abancay y se dirige a una hacienda de propiedad de «El Viejo», situada en el valle del Apurímac, a la espera del retorno de su padre.