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Concurrencia de créditos laborales, prendarios y I o hipotecarios I José Lamas. Rev. A.E.U., vol. 77, n9 7-12, p. 193-215 (jul./dic. 1991)________ 1.1. Concurrencia de créditos laborales, prendarios y/o hipotecarios por el Esc. JOSÉ LAMAS ESCRIBANO MOLLA. El tema de la con ferencia de hoy corresponde nuevamente a la Comisión de Derecho Público, y refiere a la concurrencia de créditos laborales, prendarios y/ ohipotecarios. Este asunto es de puntual interés por cuanto ya se han suscitado situaciones a nivel jurisprudencial y se han emitido fallos en los que, si bien se ha dado preferencia -como parecería lógico- al derecho real de hipoteca, también existe algún dictamen que ha hecho lugar a los créditos laborales, con privilegio sobre el derecho real de hipoteca. Por lo tanto, de más está decir que es de suma importancia la exposición de la noche de hoy, que va a estar a cargo del joven integrante de la Comisión de Derecho Público, escribano Lamas, quien ya ha demostrado su valía en otras oportunidades. I) Introducción ESCRIBANO LAMAS. 1.- El origen de esta charla estuvo en una inquietud planteada a la Asociación por el escribano Culver Cagnone, respecto de una sentencia publicada en la Revis ta de Derecho Laboral N2 157, y después en el Tomo XX del Anuario de Derecho Civil Urugua yo (1). En dicha sentencia se resolvió dar pre ferencia a los acreedores laborales sobre los acreedores prendarios e hipotecarios concurren tes (2). 2.- El tema que motiva esta charla es difícil de abordar, entre otras, por las siguientes razo nes. En primer lugar, por las diversas discipli nas jurídicas que confluyen en dicha temática, lo que hace que el asunto merezca un tratamiento interdisciplinario. En este sentido, hay un muy buen trabajo conjunto de los Doctores Pía Ro dríguez y Olivera García (3). En segundo término, por la insuficiente y poco clara regulación del tema. En tercer lugar, por la diversa filiación histórica y filosófica de las pocas normas que lo regulan. Los Códigos Civil y Comercial fueron sancionados en la déca da del 60 del siglo pasado, con algunas modifica ciones ocurridas a fines de éste, y otras a prin cipios del siglo XX. La introducción en la Cons titución de 1934 de los llamados derechos eco nómico-sociales, en particular, de disposiciones esencialmente tuitivas del trabajo corno factor de la producción -que tuvieron su origen histó rico en el siglo pasado- persisten en lo que va del presente -y, sin duda, continuarán en el futuro- y que responden a un cambio filosófico, social y político en la concepción del hombre y a una diferente valoración del trabaj adorenelproceso productivo. Aun antes de la Carta de 1934, cabe mencio nar la adhesión del Uruguay al Tratado de Versalles, de junio de 1919, el que, en su Parte XIII, crea la Organización Internacional del Trabajo y cuyos convenios, al ser ratificados por nuestro país, tienen valor y fuerza de ley. Uru guay fue miembro fundador de la O.I.T. ya que firmó el Tratado de Versalles y no se separó de ella a lo largo de toda su historia (4). Su labor a (1) Se trata de la sentencia N9 142, de 26.5.89, dictada por el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6Q Turno, integrado por los Doctores Víctor Hugo Bermúdez (redactor), Manuel Mercant y Héctor Olagüe García, publicada en la Revista de Derecho Laboral NQ 157, enero-marzo de 1990, págs. 174 y ss. y en el tomo XX del Anuario de Derecho Civil Uruguayo, casos 512 y 514. (2) El caso resuelto por el Tribunal consistió en la liquidación judicial de una sociedad anónima donde se suscitó una tercería de mejor derecho entre acreedores prendarios e hipotecarios con gravámenes constituidos con anterioridad a la presentación de la demanda por parte de los acreedores laborales (Considerando I de la sentencia). (3) Publicado en la Revista de Derecho Laboral, Tomo XXV, Ng 126, págs. 360 y ss.; en la temática a estudio están presentes los Derechos Civil, Comercial, Laboral y Constitucional, y no pocos aspectos procesales. Sin ser especialista en ninguna de las disciplinas jurídicas señaladas, hemos asumido jurisdicción, aunque también Podrían hacerlo otras Comisiones de la Asociación; trataremos de dar nuestra opinión sobre el tema desde nuestra Perspectiva, la del Derecho Público, la que, al fin y al cabo, fue la decisiva a la hora de inclinar los platillos de la balanza en un determinado sentido. (4) Pía Rodríguez, Américo: Curso de Derecho Laboral, Ed. Acali, T. I, Vol. II, págs. 17 y 115.

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Concurrencia de créditos laborales, prendarios y I o hipotecarios I José Lamas. — Rev. A.E.U., vol. 77, n9 7-12, p. 193-215 (jul./dic. 1991)________

1.1. Concurrencia de créditos laborales, prendarios y/o hipotecarios

por el Esc. JOSÉ LAMAS

ESCRIBANO MOLLA. El tema de la con­ ferencia de hoy corresponde nuevamente a la Comisión de Derecho Público, y refiere a la concurrencia de créditos laborales, prendarios y/ ohipotecarios. Este asunto es de puntual interés por cuanto ya se han suscitado situaciones a nivel jurisprudencial y se han emitido fallos en los que, si bien se ha dado preferencia -como parecería lógico- al derecho real de hipoteca, también existe algún dictamen que ha hecho lugar a los créditos laborales, con privilegio sobre el derecho real de hipoteca.

Por lo tanto, de más está decir que es de suma importancia la exposición de la noche de hoy, que va a estar a cargo del joven integrante de la Comisión de Derecho Público, escribano Lamas, quien ya ha demostrado su valía en otras oportunidades.

I) Introducción

ESCRIBANO LAMAS. 1.- El origen de esta charla estuvo en una inquietud planteada a la Asociación por el escribano Culver Cagnone, respecto de una sentencia publicada en la Revis­ ta de Derecho Laboral N2 157, y después en el Tomo XX del Anuario de Derecho Civil Urugua­ yo (1). En dicha sentencia se resolvió dar pre­ ferencia a los acreedores laborales sobre los acreedores prendarios e hipotecarios concurren­ tes (2).

2.- El tema que motiva esta charla es difícil de abordar, entre otras, por las siguientes razo­

nes. En primer lugar, por las diversas discipli­ nas jurídicas que confluyen en dicha temática, lo que hace que el asunto merezca un tratamiento interdisciplinario. En este sentido, hay un muy buen trabajo conjunto de los Doctores Pía Ro­ dríguez y Olivera García (3).

En segundo término, por la insuficiente y poco clara regulación del tema. En tercer lugar, por la diversa filiación histórica y filosófica de las pocas normas que lo regulan. Los Códigos Civil y Comercial fueron sancionados en la déca­ da del 60 del siglo pasado, con algunas modifica­ ciones ocurridas a fines de éste, y otras a prin­ cipios del siglo XX. La introducción en la Cons­ titución de 1934 de los llamados derechos eco­ nómico-sociales, en particular, de disposiciones esencialmente tuitivas del trabajo corno factor de la producción -que tuvieron su origen histó­ rico en el siglo pasado- persisten en lo que va del presente -y, sin duda, continuarán en el futuro- y que responden a un cambio filosófico, social y político en la concepción del hombre y a una diferente valoración del trabaj adorenelproceso productivo.

Aun antes de la Carta de 1934, cabe mencio­ nar la adhesión del Uruguay al Tratado de Versalles, de junio de 1919, el que, en su Parte XIII, crea la Organización Internacional del Trabajo y cuyos convenios, al ser ratificados por nuestro país, tienen valor y fuerza de ley. Uru­ guay fue miembro fundador de la O.I.T. ya que firmó el Tratado de Versalles y no se separó de ella a lo largo de toda su historia (4). Su labor a

(1) Se trata de la sentencia N9 142, de 26.5.89, dictada por el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6Q Turno, integrado por los Doctores Víctor Hugo Bermúdez (redactor), Manuel Mercant y Héctor Olagüe García, publicada en la Revista de Derecho Laboral NQ 157, enero-marzo de 1990, págs. 174 y ss. y en el tomo XX del Anuario de Derecho Civil Uruguayo, casos 512 y 514.

(2) El caso resuelto por el Tribunal consistió en la liquidación judicial de una sociedad anónima donde se suscitó una tercería de mejor derecho entre acreedores prendarios e hipotecarios con gravámenes constituidos con anterioridad a la presentación de la demanda por parte de los acreedores laborales (Considerando I de la sentencia).

(3) Publicado en la Revista de Derecho Laboral, Tomo XXV, Ng 126, págs. 360 y ss.; en la temática a estudio están presentes los Derechos Civil, Comercial, Laboral y Constitucional, y no pocos aspectos procesales. Sin ser especialista en ninguna de las disciplinas jurídicas señaladas, hemos asumido jurisdicción, aunque también Podrían hacerlo otras Comisiones de la Asociación; trataremos de dar nuestra opinión sobre el tema desde nuestra Perspectiva, la del Derecho Público, la que, al fin y al cabo, fue la decisiva a la hora de inclinar los platillos de la balanza en un determinado sentido.

(4) Pía Rodríguez, Américo: Curso de Derecho Laboral, Ed. Acali, T. I, Vol. II, págs. 17 y 115.

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través del tiempo ha contribuido enormemente al desarrollo del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, disciplinas que cotidiana­ mente deben aplicarse para resolver problemas crecientes del ser humano en nuestras socieda­ des.

Por último, debemos mencionar la sanción del Decreto-Ley N9 14.188, que estructuró un nuevo proceso laboral (hoy derogado por el Códi­ go General del Proceso) que contiene además, normas sustantivas, aún vigentes, ya que no fueron afectadas por la sanción del C.G.P., y de las que constituye un ejemplo su artículo 11, al que aludiremos continuamente a lo largo de esta charla.

u) Planteo del tema

3.- Entrando ya al tema concreto, tenemos que partir de la situación económica y financiera que puede darse en una empresa. Generalmen­ te, el empleador está ligado por relaciones jurí­ dicas de variada índole; puede incurrir en in­ cumplimiento de uno o varios negocios jurídicos u obligaciones legales a su cargo. Esto traerá como consecuencia su responsabilidad civil ante personas privadas o públicas. En caso de pro­ moverse acciones judiciales individuales contra aquél, y de llegarse a ejecutar uno o más bienes integrantes de su patrimonio, los acreedores preferirán en el cobro de acuerdo con el conocido prior in tempore, potior in iure, esto es, aten­ diendo al orden de inscripciones de los derechos reales constituidos sobre bienes determinados, o de los embargos trabados (arts. 900 del C.P.C, y 380.1y7delC.G.P.).

Uno de los posibles acreedores del emplea­ dor -el trabajador- no escapa, en el sentir de la unanimidad de la doctrina y la jurisprudencia, a dicha regla de preferencia en el cobro. Como obviamente no va a tener asegurado su crédito laboral con garantía prendaria o hipotecaria, ni

le asiste derecho de retención sobre los bienes que contribuye a producir -tema sobre el que volveremos- en los casos de peligro, de lesión o frustración de sus créditos, deberá recurrir a la solicitud de adopción de medidas cautelares sobre el patrimonio de su deudor, como única forma de tener expectativas más o menos ciertas de hacer efectivos sus créditos.

A este respecto, nuestra jurisprudencia, en general, ha sido receptiva a los pedidos de adop­ ción de medidas cautelares sobre bienes del empleador -en la mayoría de los casos han con­ sistido en embargos preventivos- eximiendo al trabajador de prestar contracautela. Tales me­ didas se fundaron en lo dispuesto por los artícu­ los 828 y siguientes del C.P.C, y 62 de la ley 13.355. Hoy se apoyan en lo dispuesto por los artículos 311 y siguientes del Código General del Proceso.

4.- Sin embargo, puede ocurrir que haya incumplimientos generalizados del deudor, en los que se revele una situación de insolvencia, de insuficiencia de bienes, donde los acreedores puedan hacer efectivos sus respectivos créditos. A efectos de posibilitar que todos -o, por lo menos, la mayor cantidad de ellos- puedan co­ brar aunque sea, parte de sus créditos, se pro­ muevan situaciones jurídicas de ejecución colec­ tiva del patrimonio del deudor, como por ejem­ plo, quiebra, concurso, liquidación de sociedades anónimas. En estos supuestos, aquel principio que mencionáramos -el prior in tempore, potwr in iure- va a ser sustituido para parte de los acreedores por el de la igualdad, par conditio creditorum (arts. 2359 C. Civil y 1732 ss. C. Comercio).

Ha sido en estas hipótesis de ejecución co1 lectiva de bienes del deudor, donde hubo una evolución de la regulación normativa atinente a la posición preferente del crédito laboral frente a los demás acreedores que concurren a la ejecu­ ción. A ella nos referiremos seguidamente (5). t

(5) Queremos dejar consignado que dejaremos de lado aspectos jurídicos y económicos del tema insolvent del empleador, tales como:

El llamado principio de conservación de la empresa, sobre el que hay acuerdo universal desde hace uno( cuantos años; tema que tiene directa relación con otro importantísimo para los trabajadores: el de la estabilida«, en el empleo.

Nociones tales como las de preferencia, privilegios, graduación de acreedores, y otras propias del derecb, concur sal. (

Aspectos procesales, tales como el de la legitimación activa de los trabajadores para promover proceso concúrsales.

En nuestro país, los temas mencionados han sido tratados con carácter general y en profundidad, en e excelente trabajo del Dr. Jorge Rosenbaum, La protección del acreedor laboral ante la insolvencia del empleada' Ed. A. Fernández, 1983; y en aspectos más concretos fue abordado por la Dra. Mercedes Métallo en el trabaj, titulado: Funcionamiento del derecho de preferencia de los créditos laborales en los casos de insolvencia patrona^ publicado en el N9 114 de la Revista de Derecho Laboral; y en el trabajo conjunto de los Dres. Pía Rodríguez, Olivera García, citado en nota 3; sin perjuicio de otras monografías que citaremos, y de las obras generales de H, Rodríguez, De Ferrari y Barbagelata. '

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HD Normativa vigente en nuestro país so­ bre la protección del acreedor laboral ante la insolvencia del empleador

A) CÓDIGOS CIVIL Y DE COMERCIO

5.- Vamos a dar un pantallazo de la norma­ tiva vigente en nuestro país sobre la protección del acreedor laboral ante la insolvencia del em­ pleador. Tenemos que partir, teóricamente, de los Códigos Civil y de Comercio. Ambos incluyen a los salarios adeudados por el concursado o quebrado, dentro de los créditos personales privilegiados de primer grado, ocupando el cuarto lugar. En efecto, el artículo 2369 del Código Civil expresa: La primera clase de crédi­ tos personales privilegiados comprende los que nacen de las causas que aquí se enumeran: ...4) El honorario del abogado, procurador y médico, y los salarios de los dependientes y criados por lo que se les adeuda en todo el año anterior a la declaración del concurso. A su vez, el Código de Comercio, en su artículo 1732, numeral 4, dispo­ ne: Los salarios de los dependientes, obreros y criados, por lo que se les adeude correspondiente a los seis meses anteriores a la fecha de la declaración de quiebra.

6.- Con relación a las normas mencionadas, podemos anotar lo siguiente:

a) Las expresiones "dependientes y criados1' (del Código Civil) y "dependientes, obreros y criados" (del Código de Comercio) suscitaron controversias acerca del alcance que debía dár­ sele a esos términos (6).

b) La protección era limitativa del género créditos laborales, pues al referirse a "salarios" dejaba fuera rubros de naturaleza no salarial, como las indemnizaciones. Ello se explica por razones históricas. El surgimiento de la legisla­ ción sobre despido fue muy posterior a la sanción de dichos Códigos, lo mismo que las indemni­ zaciones a que refiere el artículo 49 de la ley 10.449, sobre Consejo de Salarios.

En la misma época -década del 40- en que fueron sancionadas las leyes sobre despido aunque hay otras posteriores- y Consejos de Salarios, fue promulgada la ley 10.004 de 28 de febrero de 1941, sobre Accidentes de Trabajo, cuyo artículo 48 privilegió, con el mismo grado que los Códigos Civil y de Comercio, los créditos de la víctima o de los derechohabientes.relativos a gastos de asistencia y a las indemnizaciones.

La ley actualmente vigente en esta materia -la 16.074, de 10 de octubre de 1989- consagra, en su artículo 57, inciso segundo, igual solución que la ley 10.004.

Podría parecer innecesaria esta previsión, puesto que, como lo veremos, el decreto-ley 14.188, en su artículo 11, le concedió al acreedor laboral el derecho a cobrar fuera del concurso o quiebra al igual que los acreedores prendarios e hipotecarios, o sea, en una posición más ventajo­ sa que la que tendría si lo hiciera dentro del procedimiento concursal. Pero, como lo ha desta­ cado la doctrina, dicho decreto-ley sólo le dio al acreedor una facultad, por lo que las normas de ambos Códigos coexisten con el régimen de ese decreto-ley (7).

c) En tercer término, los salarios privilegia­ dos eran únicamente los generados en los últi­ mos seis meses, (Código de Comercio) o el año (Código Civil) inmediato anterior a la declara­ ción de quiebra o concurso respectivamente. Por el excedente, el trabajador era un acreedor quirografario. Posteriormente, la doctrina y la jurisprudencia le dieron una interpretación ex­ tensiva al término "salario", comprendiendo dentro de él a otros rubros laborales de natura­ leza salarial: aguinaldo, licencia, salario vaca- cional, cuyos derechos fueron conferidos al tra­ bajador por una legislación posterior (8).

d) Las normas citadas se aplican en los casos de quiebra, concurso, liquidación de sociedades anónimas y concordato de liquidación (9).

e) Además de los créditos precedentemente mencionados, los trabajadores marítimos y aé­ reos gozan de privilegios especiales previstos en las respectivas legislaciones (arts. 1733 nume­ ral 8; 1145 y 1193 Código de Comercio; 52 y 54 C. Aeronáutico).

7.- Como anota Pía Rodríguez, esa protec­ ción tradicional contenida en la legislación civil y comercial, no se consideró suficiente a medida que iba ganando consideración la preocupación por proteger al trabajador. Dicho autor le señala varios defectos al régimen de los Códigos:

i) La protección sólo llegaba en los casos extremos de quiebra o concurso, pero existen otros de dificultad de pago, en que carecen de protección.

ii) La lentitud de los trámites procesales de la quiebra y el concurso; el carácter alimenticio del salario, la necesidad de su percepción regu­ lar, sin duda se ven desvirtuados por la extrema

(6) Métallo, ob. cit., pág. 352.(7) Rosenbaum, ob. cit., pág. 97; Métallo, ob. cit., pág. 355.(8) Rosenbaum, ob. cit., pág. 91; Métallo, ob. cit. pág. 353.(9) Piá Rodríguez, El salario en el Uruguay, FDCS, 1956, T. II, pág. 576; Rosenbaum, ob. cit., pág. 93.

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dilación de los procedimientos colectivos de eje­ cución.

iii) El crédito por salarios, aun privilegiado, estaba en cuarto término, postergado por los gastos de la quiebra o concurso, las expensas funerales del deudor difunto y los gastos de enfermedad, lo que significaba, en buen roman­ ce, que el trabajador, en el mejor de los casos cobraba menguados dividendos (10).

B) EL CONVENIO INTERNACIONAL DE LA O.I.T. Ns 95.

8.- En el proceso evolutivo que estamos describiendo, advino, en el año 1953 -por ratifi­ cación dada por la ley 12.030- el Convenio N2 95 de la O.I.T., cuyo artículo 11 dispone: 1. En caso de quiebra o liquidación judicial de una empre­ sa, los trabajadores empleados en la misma deberán ser considerados como acreedores prefe­ rentes, en lo que respecta a los salarios que se les deba por los servicios prestados durante un pe­ ríodo anterior a la quiebra o a la liquidación judicial, que será determinado por la legislación nacional, o en lo que concierne a los salarios que no excedan de una suma fijada por la legislación nacional. 2. El salario que constituya un crédito preferente se deberá pagar íntegramente, antes de que los acreedores ordinarios puedan recla­ mar la parte del activo que les corresponda. 3. La legislación nacional deberá determinar la rela­ ción de prioridad entre el salario que constituya un crédito preferente y los demás créditos prefe­ rentes.

9.- Anota De Ferrari, al comentar esta nor­ ma, que el Convenio Ns 95, impreciso por natu­ raleza, no ha avanzado mucho en relación a las soluciones anteriores (11), salvo que deja esta­ blecido con bastante claridad que los créditos laborales deben ser pagos íntegramente antes que los acreedores ordinarios. El punto débil del convenio es que delega la reglamentación en la legislación nacional (12).

C) EL ARTICULO 11 DEL DECRETO-LEY 14.188, DE 5 DE ABRIL DE 1974.

10.- El 5 de abril de 1974 se promulgó el decreto-ley 14.188. Esta norma dispone, en lo que nos interesa: En los casos de quiebra, o con­ curso, los acreedores no están obligados a aguardar sus resultas para ejercitar las acciones que correspondieren (artículos 1737 del Código de Comercio y 2381 del Código Civil inciso 2 e, parte final).

A su vez, el artículo 1737 del Código de Comercio expresa: Los acreedores hipotecarios y prendarios no están obligados a aguardar las resultas del concurso general para proceder a ejercitar sus acciones contra los respectivos in­ muebles o muebles hipotecados o dados enpren- da. La acción se ejercitará con completa inde­ pendencia del concurso general, y éste sólo ten­ drá el derecho a percibir el saldo que deje la ejecución, después de cubierto el crédito hipote­ cario o prendario y las costas y costos del juicio.

Por su parte, el artículo 2381 del Código Civil, reitera, con ligeras variantes de redacción, el artículo 1737 del Código de Comercio.

11.- ¿Qué consecuencias tuvo la sanción del mencionado artículo 11 en el régimen de los créditos laborales?

Trataremos de resumirlas en los literales siguientes: ¡

a) En primer lugar, sin duda alguna, equi­ paró la situación de los acreedores laborales cuyos créditos hubieran sido reconocidos por > sentencia -esto lo dispone la primera parte del > artículo 11 del decreto-ley 14.188- con los aeree- i dores que tienen garantidos sus créditos con i prenda o hipoteca, en situaciones concúrsales, [ exclusivamente. i

b) En segundo término, si cumplen las refe- , ridas condiciones, los créditos laborales podrán ¡ ejecutarse por sus titulares fuera de la quiebra o . concurso, íntegramente, sin quitas, esperas, ni interrupción del curso de los intereses.

(10) En igual sentido: Rosenbaum, ob. cit., pág. 94; también comparte las críticas De Ferrari, F., Derecho del trabajo, Bs. As., Depalma, 1969, T. II, pág. 309.

(11) Ob. cit. pág. 309. :(12) Rosenbaum, ob. cit., pág. 96. La Dra. Abella de Artecona (Protección del trabajador ante la insolvencia

patronal, Revista de Derecho Laboral, T. XVI, págs. 792 y ss.) señala, comentando la norma internacional, que establece un derecho de todo trabajador con crédito cierto o que hubiera obtenido sentencia ejecutoriada de la j Magistratura del trabajo que lo reconozca, a exigir del síndico de la quiebra o quien haga sus veces en las demás hipótesis concúrsales, el pago del mismo en la parte afectada por el privilegio, con prescindencia de lamasa, salvo los derechos de los acreedores preferentes reconocidos por la legislación nacional, equiparándose la protección a todas las categorías de trabajadores.

Pero corno quedó dicho, a pesar de los esfuerzos, doctrinarios y jurisprudenciales por concretar las finalidades tuitivas del Derecho del Trabajo, la falta de un régimen más concreto y claro, frustró las intenciones manifestadas •, en la 31a. Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, donde se aprobó el citado Convenio.

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c) En tercer lugar, la ejecución podrá tener lugar contra todos los bienes del deudor, lo que marca una diferencia con los acreedores pren­ darios e hipotecarios, que sólo pueden ejecutar fuera del concurso o quiebra los bienes especí­ ficos que garantizan sus respectivos créditos. Si éstos les fueren insuficientes, por el saldo deben concurrir al concurso general como acreedores quirografarios (artículos 2387 y 2388 del Código Civil y 1750 y 1751 del Código de Comercio).

d) En cuarto término, le puso fin a las dudas terminológicas planteadas por la legislación anterior, respecto al ámbito subjetivo de apli­ cación de la norma. A partir de abril de 1974 -desde el Convenio Ns 95, según la Doctora Abella de Artecona-, la protección comprende a toda persona que trabaja enforma subordinada. O sea que se dejaron de lado las categorías que mencionaban los Códigos Civil y de Comercio de criados, obreros y dependientes, que habían creado confusión en cuanto a las personas ampa­ radas por el privilegio.

e) En quinto lugar, la preferencia en el cobro alcanza a la totalidad de los créditos laborales, sean de naturaleza salarial o indemnizatoria, por lo que se amplió el alcance protector de los Códigos Civil y de Comercio, que la limitaban a los "salarios". Lógicamente, los codificadores no pudieron prever el enorme impulso que tuvo la legislación laboral en el presente siglo.

f) En sexto término, la protección estableci­ da por el artículo 11 no tiene límites en el tiempo, a diferencia, también, del régimen estatuido por los citados Códigos, que la limitaban a seis meses o a un año anteriores a la declaración de quiebra.

g) En séptimo lugar, la preferencia mencio­ nada no se limita sólo a los casos de quiebra o concurso; asimismo, alcanza los casos de liqui­ dación judicial de sociedades anónimas, por la

remisión contenida en el artículo 13 de la ley 2.230, de 2 de junio de 1893. La doctrina y la jurisprudencia han extendido el campo de aplica­ ción de la norma a otras variantes concúrsales, tales como los concordatos y las moratorias (13).

h) En octavo término, está amparado por esta protección tanto el crédito principal como los intereses, costas y costos, daños y perjuicios (14). Este aserto está confirmado por el contexto del artículo 11 que, además de los aspectos que estamos analizando, regula otros: los recargos que generan las obligaciones, el procedimiento de ejecución, etcétera.

El artículo 11 del decreto-ley 14.188, al remitirse a los artículos 1737 del Código de Comercio, y 2381, del Código Civil, equipara a los acreedores laborales con los prendarios e hipotecarios, tanto en los aspectos formales como sustanciales (15).

i) Es hoy posición unánime en la doctrina y la jurisprudencia nacionales, que los procedimien­ tos concúrsales no aparejan la extinción ipso iure de los contratos de trabajo, no configurando -ni aun los supuestos de quiebra casual- causas de fuerza mayor, que eventualmente puedan eximir al empleador de su obligación de indemnizar, dándole una nueva interpretación al artículo 2- de la ley 10.570, de 10 de diciembre de 1944.

j) La tutela del artículo 11 no es imperativa; el trabajador puede renunciar a ella y someterse al concurso universal (16).

k) A pesar de que se ha discutido el punto, la opinión dominante es que tanto la etapa de conocimiento de los créditos laborales, como la de ejecución sobre bienes del deudor, deben ventilarse ante la jurisdicción del Trabajo, no funcionando el llamado fuero de atracción de la quiebra, porque éste reconoce como límite la incompetencia absoluta del tribunal civil por razón de la materia (17).

(13) Rosenbaum, ob. cit., pág. 103; Métallo, ob. cit., págs. 359 nota 4 y 361 a 363; Piá y Olivera Garda, ob. cit., pág. 368.

(14) Piá y Olivera García, ob. cit., pág. 369; Rosenbaum, ob. cit., págs. 108 y 109.(15) Por ello, si estos créditos garantidos con derecho real siguen generando intereses en los casos de quiebra

(art. 1608 del Código de Comercio), el mismo tratamiento deben recibir los créditos laborales. La duda no se presenta en el caso del concurso, pues el art. 2389 del Código Civil dispone que: los intereses seguirán hasta la extinción de la deuda y se cubrirán con la preferencia que corresponda a sus respectivos capitales.

Las conclusiones expuestas son igualmente aplicables a las costas y costos del juicio (segundos incisos de los artículos 1737 del Código de Comercio y 2381 del Código Civil), y a los daños y perjuicios previstos por el artículo 4s de la ley 10.449, según opinión unánime de la doctrina (Pía Rodríguez, Abella de Artecona, Mantero y Rosenbaum), recogida en algún fallo (sentencia de la Dra. Aimera de Mayol, publicada en el Anuario de Jurisprudencia Laboral, 1979, caso 843).

(16) Métallo, ob. cit., pág. 355; Rosenbaum, ob. cit., pág. 117.(17) Métallo, ob. cit., págs. 364 y 368, apoyándose en las opiniones de Nicoliello, Arlas, Greif, en una vista

de Kaggio Soto y en sentencias de Moltedo de Espínola y Ronca; Piá Rodríguez y Olivera García, ob. cit., págs. 373 y 374; Rosenbaum, ob. cit., págs. 122 y 123.

Antes de la sanción del decreto-ley 14.188 predominaba la idea de que sólo la etapa de conocimiento debía tramitarse ante la Justicia del Trabajo, y en cambio, la de ejecución ante el Juez de la quiebra, lo que era lógico pues lo único que tenía el trabajador era un privilegio que debía hacer valer en el juicio universal.

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1) La preferencia conferida a los créditos laborales reconocidos por sentencia, no funciona fuera de las situaciones concúrsales menciona­ das. En caso de insolvencia, cesación de pagos, mal estado de los negocios, etcétera -sin que exista una situación concursal declarada-, la única protección de su crédito estará constituida por la obtención de un embargo preventivo tra­ bado prioritariamente. Como el crédito laboral no confiere a su titular un derecho real de garan­ tía -a diferencia de la prenda o la hipoteca-, sus posibilidades son las mismas que las de los demás acreedores comunes, sujetos al principio de prelación de fechas de los embargos (18).

IV) Fundamentos de la preferencia.

12.- ¿Cuáles son los fundamentos de la pre­ ferencia de los créditos laborales? La doctrina laboralista ha señalado varios. Mencionaremos brevemente los principales a nuestro juicio:

a) Corresponde destacar que los autores señalan como uno de los principales fundamen­ tos de la preferencia de los créditos laborales, el carácter alimentario de la remuneración perci­ bida por el trabajador (19).

b) Se ha señalado como otro motivo de justi­ ficación de la preferencia la situación de debili­ dad contractual del trabajador respecto del empleador. La condición subordinada del traba­ jador, que implica una desigualdad fáctica, debe ser compensada con una desigualdad jurídica de preeminencia de los intereses laborales frente a otros acreedores, que han podido o debido con­ tratar en pie de igualdad con el deudor común (20).

c) Se ha destacado que es natural que los salarios sean preferidos a los demás acreedores del concurso, porque han contribuido con su

trabajo a conservar o aumentar el patrimonio del deudor (21).

d) Por último, asimismo, se fundamenta la preferencia en el hecho de que no estando bene­ ficiados los trabajadores con los éxitos de la explotación, parece justo que no se perjudiquen con sus fracasos (22).

V) Otras normas legales sobre la materia.

13.- Más recientemente, se han aprobado otras normas en nuestro Derecho, acordes con la tendencia de dar preferencia a los créditos labo­ rales frente a otros créditos concurrentes, sobre el patrimonio del deudor. En este sentido, po­ demos citar el decreto-ley 15.646, de 11 de oc­ tubre de 1984, que aprobó modificaciones al régimen de tributación del agro y que creó el Impuesto a las Rentas Agropecuarias. Por él se otorgó preferencia en el cobro a los créditos laborales, en situaciones concúrsales de agentes de retención o percepción de tributos recaudados por la Dirección General Impositiva, frente a los créditos de naturaleza tributaria. El artículo 32 de ese decreto-ley expresa: En los casos de quie­ bras y concursos, cuando la ejecución de créditos i de naturaleza tributaria, emergentes de la cali­ dad de agentes de retención y de percepción, concurra con la de créditos laborales (artículo 11 de la ley 14.188, de 5 de abril de 1974), éstos se i cobrarán con preferencia a aquéllos. (23)

14.- Similar preferencia de los créditos labo­ rales consagran los artículos 213 y 214 de la ley 15.851, de 24 de diciembre de 1986, ante sitúa- > ciones concúrsales de agentes de retención o de , percepción del impuesto, creado por la ley 12.700, que refiere al Impuesto a los Remates, : cuyo producido se destina a los Gobiernos De- i partamentales.

(18) Rosenbaum, ob. cit., págs. 134 y 135; Piá Rodríguez y Olivera García, ob. cit., pág. 368; Métallo, ob. cit., págs. 359 y 360; y jurisprudencia citada infra, Capítulo VIL '

(19) La doctrina laboralista universal ha discutido la naturaleza jurídica del salario; pero, en nuestro país i los autores han subrayado su carácter alimentario, siguiendo en general el pensamiento de Durand, para quien ¡ el salario presenta, por su afectación, carácter alimentario. Esto no significa que la atribución de naturaleza alimentaria implique una identidad total entre el salario y las pensiones alimenticias. Es la posición, entre otros, de Couture y de De Ferrari, Derecho del Trabajo citado, págs. 232 y 233; en la doctrina extranjera de civilistas como Planiol y Ripert y de administrativistas como Waline y Santi Romano (citados por Pía Rodríguez, El salario en el Uruguay, Tomo II, pág. 87. Dicha naturaleza ha sido aceptada mayoritariamente por nuestrajurisprudencia.

(20) Rosenbaum, ob. cit., pág. 80.(21) Rosenbaum, ob. cit., pág. 80.(22) Piá Rodríguez, ob. cit., pág. 574.(23) Por su parte el artículo 31 de dicho decreto-ley expresa: Cuando los agentes de retención o de percepción

de tributos recaudados por la Dirección General Impositiva se encuentren en situación de concordato, quiebra,^ concurso o moratoria o de liquidación judicial de sociedad anónima, la Dirección General Impositiva no estará. obligada a aguardar sus resultas para ejercer las acciones tendientes al cobro o aseguramiento de los créditos de naturaleza tributaria emergentes de las obligaciones como agentes de retención o de percepción (artículos 1737 del Código de Comercio y 2381 del Código Civil).

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VI) Hipótesis de colisión de derechos.

15.- Vamos a abordar ahora las diferentes hipótesis de colisión de derechos que pueden plantearse. Como introducción a este tema cabe reiterar lo que manifestábamos al comienzo de la exposición, en el sentido de los defectos y omisiones que presenta nuestra legislación en la materia, pues a la legislación concursal -en su mayoría, decimonónica-, se le insertaron a pos­ teriori normas que pretenden tutelar al trabaja­ dor, caracterizadas por su excesivo laconismo y por omitir el tratamiento y regulación de as­ pectos, tales como la colisión de derechos de los acreedores laborales con los de "la masa", entre sí, y con los acreedores hipotecarios y prenda­ rios.

16.- Seguidamente trataremos de exponer las situaciones conflictivas que pueden plan­ tearse entre los acreedores con derecho real y los laborales, dejando de lado las restantes hipóte­ sis de colisión mencionadas.

La solución de la cuestión ha planteado controversias entre comercialistas y laboralis- tas, y también entre estos últimos. Lo mismo cabe decir a nivel de nuestra jurisprudencia. Expondremos a continuación, brevemente, las opiniones más sobresalientes sobre el tema.

A) POSICIÓN DEL PROFESOR AMÉRICO PLA RODRÍGUEZ.

17.- En primer lugar, cabe mencionar la posición del Profesor Américo Piá Rodríguez, expuesta principalmente en su trabajo Prefe­ rencia de los acreedores laborales frente a los acreedores prendarios, publicado en el Tomo XIX de la Revista de Derecho Laboral (pág. 569 y ss.).

Pía Rodríguez sostiene la tesis de la prefe­ rencia de los créditos laborales sobre los pren­ darios e hipotecarios, siempre que hayan sido reconocidos por sentencia ejecutoriada dictada por la Justicia del Trabajo, y se hagan valer en situaciones concúrsales tales como la liquida­ ción judicial de una sociedad anónima, motivan­ te de su citado trabajo.

Los principales argumentos dados por el autor en defensa de su tesis son los siguientes:

a) La ley quiso asegurar la efectividad del cobro de los créditos laborales, a los que se les dio la máxima prioridad (24).

b) Por la finalidad alimentaria de dichos créditos (caso de las cantidades de naturaleza salarial) y de amparo inmediato (caso de las cantidades destinadas a indemnización por des­ pido), que se han establecido para contemplar las necesidades urgentes del trabajador, hasta que logre un nuevo trabajo. Ambas razones ex­ plican -dice Pía- que el legislador haya querido darle particular eficacia y rapidez a la ejecución de estos créditos.

c) Las referencias entre paréntesis a los artículos 1737 del Código de Comercio y 2381 del Código Civil significan que, respecto de los bie­ nes gravados -que pueden ser todos los bienes del deudor, excepto los no embargables según el artículo 2732 del Código Civil-, el acreedor pue­ de cobrarse sin ninguna interferencia extraña. Inclusive, la preferencia en el cobro procede respecto de bienes prendados o hipotecados que no han sido excluidos, y cuya exclusión no se deduce de ninguna norma.

d) No cabría siquiera el concurso particular a que alude el artículo 1739 del Código de Co­ mercio y el 2382 del Código Civil, porque no podría aplicarse el criterio de prioridad estable­ cido en la parte final de su inciso primero, ya que no cabe la inscripción de los créditos reconocidos por sentencia.

e) Si se le diera prioridad sistemáticamente a los créditos hipotecarios o prendarios sobre los créditos del trabajador, el empleador podría rea­ lizar muy fácilmente maniobras destinadas a burlar la posibilidad del cobro de los reclaman­ tes. Le bastaría con constituir una prenda o una hipoteca sobre sus bienes, para que este crédito laboral que el legislador quiso garantir, proteger y efectivizar en forma tan enérgica, quedase definitivamente postergado.

f) El decreto-ley 14.188 es una norma poste­ rior y especial que priva sobre lo establecido en los artículos 1737 del Código de Comercio y 2381 del Código Civil.

g) Si a pesar de todas estas consideraciones subsistiera la duda, sería una oportunidad para aplicar el principio protector que inspira todo el Derecho del Trabajo, y que ha sido recogido por el artículo 53 de la Constitución de la República, que expresa: El trabajo está bajo la protección especial de la ley. Pía se remite a su obra Los principios del Derecho del Trabajo a fin de con­ ceptuar el contenido del mencionado principio.

h) Por último, cita en su apoyo las palabras

(24) Pero, -acota Pía Rodríguez- no todos los créditos laborales están protegidos por tal prioridad, sino sólo aquéllos reconocidos por sentencias dictadas por los juzgados competentes, es decir, controlados en cuanto a su Procedencia y cuantía tanto por la parte contraria como por el juzgado.

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del consejero Espínola, en oportunidad de discu­ tirse en el Consejo de Estado el decreto-ley 14.188(25).

B) POSICIÓN DE LA DOCTORA MERCEDES METALLO.

18.- A continuación vamos a mencionar una posición opuesta a la del Profesor Pía Rodríguez, como es la sostenida por la Doctora Mercedes Métallo. Como decía, esta autora sostiene la tesis opuesta a la del Doctor Piá, o sea, la prima­ cía de los créditos prendarios o hipotecarios sobre los laborales (26). Los argumentos esgri­ midos son los siguientes:

a) Si bien la tendencia general en Derecho Comparado muestra que son cada vez más los países que hacen privar el crédito laboral sobre el afianzado con garantías reales, esta tesis no puede sostenerse en nuestro país, porque sería necesario una norma expresa que dijera que el trabajador puede ejecutar incluso los bienes prendados o hipotecados o, por lo menos, que la ejecución se extiende a todos los bienes.

b) Si bien el acreedor laboral ejecuta fuera de la quiebra y con independencia de ella, otro tanto hace el acreedor con derecho real, que tiene una protección que difiere únicamente en cuanto se limita al bien afectado por la prenda o hipoteca.c) Podría invocarse el carácter ali­ mentario del salario y la naturaleza del Derecho Laboral como derecho social, frente a la estric­ tamente privada del Derecho Comercial o Civil, pero razones de seguridad en las relaciones civiles hacen desaconsejable esta solución.

d) La tesis que impugna puede ser perjudi­ cial para el trabajador, ya que puede poner en riesgo su fuente de trabajo. En efecto, el empre­ sario en dificultades económicas difícilmente obtendría un préstamo afectando su patrimonio empresarial, de modo que se vería obligado a recurrir a préstamos comunes, que tienen inte­ reses elevados debido al mayor riesgo, con lo que no haría otra cosa que aumentar su imposibili­ dad de cumplir, apresurando la ruina y el cierre del establecimiento.

e) Las normas que establecen preferencias son de interpretación estricta debido a su carác­ ter excepcional, no pudiendo, en consecuencia, dárseles una interpretación extensiva.

f) Por último, expresa que la posibilidad de abusos y maniobras en estos casos es bastante limitada, porque se exigen para la prenda y la hipoteca determinadas solemnidades. Además, la masa controla toda posible maniobra por la verificación de créditos y la anulación de actos y contratos fraudulentos; y porque las prendas e hipotecas también pueden anularse (artículo 1603 del Código de Comercio) ya que la indepen­ dencia de la quiebra es a los solos efectos de la ejecución.

C) POSICIÓN DEL DOCTOR JORGE RO-SENBAUM.

19.- Otra posición importante, si se quiere intermedia -porque trata de integrar el vacío existente en la legislación sobre el punto- es la del Doctor Jorge Rosenbaum (27).

Como lo veremos, este autor trata de inte­ grar el vacío existente ante la situación plantea­ da de conflicto de derechos entre acreedores preferentes, no acudiendo -como lo hace Pía Rodríguez- al principio protector de rango cons­ titucional, sino tratando de darle al crédito laboral una determinada fecha a los efectos de su oponibilidad, a fin de resolver en un hipoté­ tico concurso particular de acreedores, y en función del principio que gobierna tales con­ cursos -prior in tempore, potior in jure-, cuál crédito -prendario, hipotecario o laboral- co­ brará primero.

20.- Afirma que si bien nuestro derecho les ha reconocido una especial naturaleza a los créditos laborales, en base a indiscutibles prin­ cipios protectores, no ha plasmado, en cambio, normas que desplacen el régimen que regula la existencia y funcionamiento de los derechos rea­ les. Entiende que sería ética y jurídicamente deseable, que el derecho conceda al acreedor laboral una preeminencia excluyente de las ga­ rantías reales, privilegiando los principios so-

(25) Expresó el consejero Espínola: "El trabajador está bajo la especial protección de la ley... quiero señalar que es la Constitución de la República la que establece la desigualdad porque trata desigualmente las dos partes como corresponde según el principio aristotélico de la igualdad: el trabajador está en una situación desigual frente al empresario. Esto lo dice la Constitución al establecer que el trabajo está bajo la protección especial de la ley; no bajo la protección que tutela a todos los derechos, sino bajo una especial". Hasta aquí las manifestaciones de Espínola.

En lo que a nosotros concierne, hemos tratado de expresar con la mayor fidelidad posible la argumentación de Pía Rodríguez, pues su pensamiento tuvo una influencia decisiva en la sentencia del T.A.C. 68, que aludiéramos al comienzo de la charla.

(26) Métallo, Funcionamiento... cit., págs. 372 y ss.(27) Rosenbaum, La protección... cit., págs. 156 y ss.

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cíales por sobre los patrimoniales, instituidos por el ordenamiento privado.

21.- Reconoce que la norma -artículo 11 del decreto-ley 14.188- poco aporta y que las conclu­ siones pueden resultar controversibles, brin­ dando su apoyo a las soluciones dadas por la jurisprudencia en los pocos casos que se han planteado ante los estrados, en el sentido de equiparar, en un mismo plano, los créditos labo­ rales con los prendarios e hipotecarios, frente al concurso.

22.- Considera que estas situaciones de coli­ sión de derechos, deben resolverse aplicando el principio de prioridad, debiendo estarse, a los efectos de determinar cuál es el crédito priorita­ rio, a la fecha de la traba de embargo por parte del acreedor laboral, y comparar ésta con las fechas de constitución de los derechos de prenda e hipoteca.

23.- Fundamenta su elección, respecto del crédito laboral, porque es a partir de su inscrip­ ción en el Registro que se produce la situación de indisponibilidad relativa del bien embargado y adquiere publicidad el derecho del acreedor frente a los terceros.

Vu) La jurisprudencia nacional.

24.- La jurisprudencia nacional se ha mos­ trado oscilante en los pocos pronunciamientos que ha tenido. En general, ha hecho privar el derecho real, sin tratar de ir a una integración,

como la que intenta el Doctor Rosenbaum, ale­ gando fundamentalmente razones de seguridad en el mundo jurídico de la contratación (28).

25.- La sentencia que motiva esta charla fue la que, en cierto modo, quebró la orientación de la jurisprudencia del trabajo (29). Ella fue dicta­ da por el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6a Turno, y sentó la tesis de la preeminencia de los créditos laborales sobre los prendarios e hipotecarios, prescindiéndose del principiopri'or in tempore, potior in jure, haciéndose caudal, fundamentalmente, de la opinión del Doctor Pía Rodríguez, ya expuesta. Además se manejó como argumento central para decidir la litis, la aplicación del principio protector, en general, y una de sus expresiones en particular: la regla in dúbio pro operario.

La Sala concluye aceptando que: "entre los dos sentidos posibles de la norma legal multi- citada, debe optarse por aquél más favorable al trabajador porque, además de respetarse el principio protector preindicado, se consulta la especial inclinación tuitiva de la Constitución, según la correlación de sus diversas normas (artículos 1-, 53, 54, 55, 56, 57, 72 y concordan­ tes) lo que conlleva hacer valer la regla in dúbio pro operario y proclamar la prevalência del crédito laboral respecto de los prendarios e hi­ potecarios cuando, como sucede en la especie, aquél ha sido reconocido por sentencia ejecuto­ riada y pretende hacerse valer prioritariamente respecto de una situación concursal plenamente

(28) Así, por ejemplo, en sentencia dictada por el Dr. Eduardo Brito del Pino siendo titular del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de 6- Turno, sostuvo que no puede compartirse que el artículo 11 del decreto-ley 14.188 haya dispuesto una preferencia del acreedor laboral por sobre otros tipos de acreedores (hipotecarios y prendarios) que tienen el mismo derecho de ejercitar su acción en forma independiente del concurso, pero además lafundan en un derecho real (artículo 472 del Código Civil) citado por Rosenbaum, ob. cit., pág. 154 y 155.

También el Dr. Schensvitz, desde el Juzgado Letrado del Trabajo ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre el punto en cuestión (Anuario de Jurisprudencia Laboral, 1979, caso 840), manifestándose contrario a la preeminencia de los créditos laborales porque si tales derechos (los de los acreedores prendarios e hipotecarios) fuesen desplazados por otros, no existiría seguridad en el mundo jurídico de la contratación.

En sentencia del Dr. Cafasso (Juzgado Letrado del Trabajo de 3er. Turno), se parte del reconocimiento de la equiparación de los créditos laborales, de carácter personal, con los reales de hipoteca y prenda, aplicando como criterio para resolver el conflicto de derechos, el graduar ambas clases de créditos por el mecanismo del concurso particular entre acreedores hipotecarios, previsto por los artículos 1739 del Código de Comercio y 2382 del Código Civil. A efectos de superar la dificultad derivada del hecho de que los créditos laborales no tengan fecha de inscripción, se inclina por la correspondiente a la traba de embargo; de esta forma -según dicho Magistrado- se mantiene con coherencia la imprescindible seguridad que debe imperar en la estructuración de las garantías; citado por Rosenbaum, ob. cit., págs. 155 y 156. Más recientemente, en igual sentido: Anuario de Jurisprudencia Laboral, 1984/87, casos 903 y 1116.

En un caso concreto en que no se cumplía con una de las condiciones que exige el art. 11 del decreto-ley 14.188 para que opere la preferencia laboral (la situación concursal), que se invocó pero no probó en autos, el Dr. Perera, como titular del Juzgado del Trabajo de 29 Turno, insinúa la tesis de la preeminencia del crédito laboral sobre el prendario al citar la opinión de Pía Rodríguez (supra VI, A), descartándola en la sublite por no configurarse uno de sus presupuestos (Anuario de Jurisprudencia Laboral 1980/81, caso 280.

(29) En cuanto a sus efectos, la misma removió los cimientos, aparentemente sólidos, del instituto de las garantías reales, al punto que un distinguido comercialista de nuestro medio la calificó de "despertador" (Dr. Gaggero, en Mesa Redonda realizada en el Salón de Actos de la Fundación de Cultura Universitaria, el 30.11.90).

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acreditada". Y concluye diciendo: "Siendo irrele­ vante que el gravamen real esgrimido por el codemandado B.P. de A. (ejecutante en los autos mencionados) se haya constituido antes de la ejecutoria de referencia. Por ende, debe decla­ rarse el mejor derecho de los terceristas -los trabajadores- a cobrarse sobre el producido del remate concretado..."

26.- Contra dicha sentencia se interpuso recurso de casación, el que fue desestimado por la Suprema Corte de Justicia al calificar el grado por razones procesales, sin entrar al fondo del asunto.

27.- Por nuestra parte, atendiendo a las razones eminentemente publicistas esgrimidas por el Tribunal, en el apartado siguiente trata­ remos de aportar nuestro punto de vista sobre el trabajo, como derecho especialmente tutelado en nuestra Carta.

VIH) El trabajo en la Constitución de la República

28.- El trabajo como actividad humana pro­ ductiva ha sufrido un proceso de revisión a través de la historia, que ha ido desde el desco­ nocimiento más completo de su relevancia socio­ económica, hasta el reconocimiento de una tras­ cendente función social, especialmente a partir del siglo pasado (30). Las Constituciones de los diversos países no han dejado de reflejar dicha re valorización del trabajo en sus textos. Así, en nuestro país, a partir de la reforma de 1934, se incluyen en la Carta varias normas sobre el trabajo, que tienen su origen en la Constitución alemana de Weimar, y en la Constitución es­ pañola de 1931 (31).

29.- Mencionaremos brevemente las princi­ pales normas que se refieren al tema, y que fueron invocadas en la sentencia del Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 69 Turno.

a) Art. 7s.- Tenemos, en primer lugar, el artículo 7e, al que se agregó la palabra "trabajo" en la reforma de 1934, la que se colocó antes de "propiedad". Según Pía Rodríguez, esto importa

toda una definición, pues la persona que princi­ palmente simboliza el derecho mencionado, en último término es el empresario (32).

Enseña Justino Jiménez de Aréchaga que el artículo 1° no consagra el derecho a la vida, al honor, a la libertad, al trabajo, a la seguridad y a la propiedad, sino que consagra el derecho a obtener del Estado la garantía de los derechos a la vida, al honor, a la libertad, al trabajo, etc. (33), giro que no sólo revela la filiación jusna- turalista de nuestra Constitución, sino que consagra una situación jurídica activa dé la que son titulares "los habitantes de la República" frente al sujeto pasivo Estado (34).

b) Art. 36.- A su vez, el artículo 36 consagra la llamada libertad de trabajo. Es, dentro de las normas que refieren al trabajo, la de más anti­ gua data. En nuestro Derecho, proviene de la Carta de 1830.

c) Art. 53.- El artículo 53, en su inciso pri­ mero, expresa: El trabajo está bajo laprotección especial de la ley. Ella refiere al trabajo como hecho humano, como actividad productiva, al decir de Bado (35); yo diría, como uno de los factores económicos imprescindibles para la ge­ neración de bienes y servicios, objeto de una tutela por el constituyente, no sólo general -la del artículo 79- sino, además, especial, como la del artículo 53.

En esta norma, el vocablo "trabajo" es com­ prensivo tanto del intelectual como del corporal -distinción que efectúa el constituyente en el inciso segundo del artículo 53-, del independien­ te como del subordinado, del público y del pri­ vado.

Por otro lado, en forma concordante, y reve­ lando la misma finalidad tuitiva, el artículo 33 refiere a otras manifestaciones del trabajo hu­ mano, que también le merecieron al constitu­ yente igual preocupación. Esta norma expresa: El trabajo intelectual, el derecho del autor, del inventor o del artista, serán reconocidos y prote­ gidos por la ley. Expresa H. Barbagelata que la conexión del trabajo del artista, no sometido a una relación laboral, con el derecho del trabajo,

(30) Véase: Barbagelata, Aníbal L., Derechos fundamentales, págs. 126 y ss; Cursillo sobre el Derecho del Trabajo y los Funcionarios Públicos, Biblioteca de Derecho Laboral N- 5, 1977, especialmente exposiciones de los Doctores Washington Bado, Horacio Cassinelli Muñoz y Juan P. Cajarville; Barbagelata, H. H., Derecho del Trabajo, FCU, 1978, págs. 53 y ss.; Pía Rodríguez, Américo, Curso de Derecho Laboral, Ed. Acali, 1979, Tomo I, Vol. I, págs. 38 y ss. y 180 y ss.

(31) Pía Rodríguez, Curso ... citado, págs. 180 y 181. A este fenómeno acaecido en la mayoría de los países se le conoce como el proceso de constátucionalización del Derecho Laboral; fenómeno, por otra parte, no exclusivo de esta disciplina.

(32) Pía Rodríguez, Curso ... citado, págs. 39 y 181.(33) La Constitución Nacional, Tomo II, págs. 14 y 17.(34) Korzeniak, José, Curso de Derecho Constitucional 2°, Tomo II, FCU, 1973, págs. 128 y 129.(35) Bado, Cursillo ... citado, pág. 99.

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resulta patente del examen de las medidas adop­ tadas por la O.I.T. para su protección, sin per­ juicio de la intervención de la UNESCO y de la llamada Unión de Berna (36).

d) Art. 54.- El artículo 54, en cambio, es más específico, ya que refiere solamente al trabajo subordinado, en el que se prestan energías inte­ lectuales o corporales, sea como dependiente de una persona pública o privada. La enumeración que realiza esta norma no puede considerarse limitativa de los derechos que el ordenamiento jurídico puede atribuir al trabajador (37).

30.- Por supuesto que existen otras normas en la Constitución que aluden al trabajo; sólo hicimos mención a las precedentes por ser las que más interesan al tema. Sin embargo, no podemos terminar esta reseña de normas cons­ titucionales sobre el trabajo sin citar los artícu­ los 72 y 332 de la Carta.

31.- El artículo 72 expresa: La enumeración de derechos, deberes y garantías hecha por la Constitución, no excluye los otros que son inhe­ rentes a la personalidad humana o se derivan de la forma republicana de gobierno.

Esta norma, colocada en último lugar den­ tro de la Sección II, titulada "Derechos, Deberes y Garantías", pone de manifiesto el carácter no taxativo de la mención de los derechos, tanto individuales como económico-sociales, conteni­ da en los dos primeros capítulos de dicha Sec­ ción. Los autores han fundamentado en esta norma una serie de derechos inherentes a la personalidad humana o derivados de la forma republicana de gobierno, a saber: el derecho de resistencia a la opresión, el derecho de informa­ ción, para algunos el recurso de amparo, el derecho a la intimidad, el de separación de poderes, el principio de la especialidad y el de la responsabilidad del Estado por acto legislativo (38).

Precisando el alcance de esta norma, expre­ sa el Profesor Cassinelli: "el artículo 72 sirve no sólo para los derechos individuales reconocidos por el jusnaturalismo clásico, sino para otros derechos de mayor actualidad, que compiten con los anteriores, a veces en contraposición, y a veces en armonía (39). Más adelante, aludiendo

a la fuente supraconstitucíonal de estas normas constitucionales, nos advierte que tienen tam­ bién consecuencias interpretativas importantí­ simas: "Significa que la interpretación de estas normas no debe hacerse atendiendo sólo al texto constitucional, sino también atendiendo a la convicción colectiva generalizada en el grupo social que integramos acerca del alcance de este tipo de derechos. Habrá derechos no enunciados en la Constitución que deberán considerarse vigentes y aplicables incluso judicialmente en la medida que se haya llegado a un estado de conciencia colectiva que considere como algo perogrullesco, obvio, la existencia de esos dere­ chos". (Ibidem, pág. 109).

Concretando su pensamiento al tema del trabajo, el Doctor Cassinelli nos dice: "En el caso de las normas de jerarquía constitucional o su- praconstitucional sobre el trabajo, esta referen­ cia a la conciencia colectiva tiene una particula­ ridad resultante del estado actual de la evolu­ ción mundial, no solamente nacional, en que la conciencia jurídica sobre el derecho del trabajo, como fenómeno sociológico, tiende a universali- zarse. Por consiguiente, la convicción colectiva a la cual debemos referirnos es no sólo una con­ vicción colectiva nacional, sino una convicción colectiva internacional, elaborada a través de un trabajo constante mundial, que tiene incluso órganos institucionalizados como por ejemplo la O.I.T. Eso permite el aprovechamiento de la doctrina extranjera, o incluso de la doctrina internacional -si se pueden definir de esta ma­ nera los trabajos colectivos elaborados por estos organismos como fuente de interpretación- e incluso de integración sobre la base del artículo 72, de las normas constitucionales sobre el tra­ bajo. (Ibidem, pág. 110) (40).

Perdónesenos la extensa cita de las pala­ bras del Profesor Cassinelli, pero ella ilustra acabadamente acerca de la fecundidad del ar­ tículo 72, la posibilidad de interpretar e integrar através suyo el derecho uruguayo, considerando derogadas normas legales que lo contraríen o solicitar la declaración de inconstitucionalidad de las que contradigan dichos principios, en su caso.

(36) Barbagelata, H.H., Derecho ..., cit., pág. 62, nota 27.(37) Cajarville, Cursillo ..., citado, págs. 172 y 175; Barbagelata, Derecho ... citado, Barbagelata, H. H.,

Derecho ... citado, págs. 61 y 62.(38) Korzeniak, Curso... citado, Vol. I, págs. 145 y ss.; Cassinelli Muñoz, H., Cursillo ... citado, págs. 107 y

ss.(39) Cursillo ..., citado, pág. 108.(40) En análoga interpretación del art. 72: Barbé Pérez, Héctor, Los principios generales de derecho como

fuente de Derecho Administrativo en el derecho positivo uruguayo, en Estudios Jurídicos en Memoria de Juan J. deAmézaga, págs. 48 y ss.; Real, Alberto R., Los principios generales del derecho en la Constitución Uruguaya, separata del trabajo publicado en la Revista El Derecho N°- 90; Prat, Julio, Derecho Administrativo, Ed. Acali, Tomo II, págs. 95 y ss.

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32.- Por su parte, el artículo 332 de la Carta expresa: Los preceptos de la presente Constitu­ ción que reconocen derechos a los individuos, así como los que atribuyen facultades e imponen deberes a las autoridades públicas, no dejarán de aplicarse por falta de la reglamentación res­ pectiva sino que ésta será suplida, recurriendo a los fundamentos de leyes análogas, a los princi­ pios generales de derecho y a las doctrinas gene­ ralmente admitidas.

Esta norma fue incorporada a la Carta en la reforma de 1942, a iniciativa del Doctor Juan Andrés Ramírez. La razón de ello estuvo en que se quiso evitar que determinadas normas de la Constitución, calificadas de programáticas -alu­ dimos concretamente a los llamados derechos económico-sociales-, no tuvieran aplicación in­ mediata porque -como lo afirma el Doctor Kor- zeniak (41)- las normas de la Constitución se dictan para ser aplicadas.

Concordante con esta opinión, el Doctor Cassinelli manifiesta: "Esos derechos -reconoci­ dos a texto expreso o reconocidos por esta vía indirecta (alude al artículo 72) de decir que todos los que son inherentes a la personalidad huma­ na o se derivan de la forma republicana de gobierno también son constitucionales-, no nece­ sitan para su vigencia y aplicación efectiva, que se haya dictado una ley reglamentando concre­ tamente cómo se hacen valer. Esto resulta del artículo 332, artículo que es muy importante en la práctica... Por lo tanto, todos nosotros cuando tenemos que aplicar una de estas disposiciones, aunque no haya ley, tenemos que aplicarla igual..." (42).

En una disertación más reciente comple­ menta lo anteriormente dicho: "En ese caso -de falta de reglamentación- la omisión del legisla­ dor ordinario es suplida directamente por el intérprete: por el intérprete privado, por el ad­ ministrador o por el Juez, creando por construc­ ción intelectual con el método jurídico la norma legal que falta, y dándole aplicación concreta como si fuera un acto legislativo. Las disposi­ ciones programáticas, aparentemente, después de leer el artículo 332, podría considerarse que

tienen menos vocación de inmediata aplicación; pero no es así. Lo que ocurre es que las dispo­ siciones programáticas, por su naturaleza pueden invocarse como criterios de interpreta­ ción de cualquier norma jurídica, o como funda­ mento de la impugnación de las normas que hayan sido dictadas con una orientación opuesta al programa previsto en la Constitución. De manera que aun estas normas tienen también una vocación de aplicación inmediata entre no­ sotros" (43).

33.- Las normas que sucintamente comen­ tamos, con el apoyo doctrinario de distinguidos constitucionalistas compatriotas, fueron las principalmente invocadas en la sentencia del Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6° Turno.

IX) Los principios del derecho del trabajo.

34.- A continuación veremos, aunque sea someramente, los principios del derecho del tra­ bajo, que fue el otro argumento decisivo maneja­ do en la sentencia del Tribunal para darle pre­ eminencia al crédito laboral sobre el prendario. Me refiero, concretamente, a la aplicación al caso del principio protector, especialmente una de sus manifestaciones, la regla in dúbio pro operario.

No queremos entrar a la consideración de este tema, tan amplio como profundo, por razo­ nes de tiempo, remitiéndonos fundamentalmen­ te al valioso trabajo del Doctor Pía Rodríguez, Los principios del derecho del Trabajo (Monte­ video, 1975, y 2a. ed., Depalma, Bs.As., 1978) (44).

Sin embargo, queremos dar una idea del concepto y de las funciones de los principios, a los efectos de que conozcamos, aunque sea some­ ramente, uno de los fundamentos del Tribunal - sin duda, el decisivo- para resolver el caso de la forma como lo hizo.

35.- Podemos conceptuar los principios, si­ guiendo a Pía, como: "Las líneas directrices que informan algunas normas e inspiran directa o indirectamente una serie de soluciones por lo que pueden servir para promover y encauzar la

(41) Ob. cit., Vol. I, págs. 71 y 72.(42) Derecho Público, FCU, Tomo I, pág. 57; similares conceptos expone en su trabajo "El interés legítimo

como situación jurídica garan ti da en la Constitución uruguaya" en Perspectivas del Derecho Público en la segunda mitad del siglo XX, Tomo III, pág. 294.

(43) Cassinelli, La defensajurídica de la Constitución, FCU, Servicio de Documentación Jurídica N8 121, pág- 6. En igual sentido, Korzeniak, Curso... citado, Vol. 2, págs. 5 y 6; Balarini, Pablo Luis, "El amparo como protección de los derechos constitucionalmente garantidos en el derecho uruguayo", Revista Jurídica Estudiantil Ng 4, pág- 42.

(44) Algunos aspectos del tema fueron tratados en el X Congreso Iberoamericano del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Montevideo, abril de 1989, y en un reciente trabajo de la Dra. Martha Abella de Artecona, publicado en la Revista de Derecho Laboral, enero-marzo de 1991, págs. 136 y ss.

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aprobación de nuevas normas, orientar la inter­ pretación de las existentes y resolver los casos no previstos" (45).

36.- En cuanto a las funciones de los princi­ pios, el referido autor, siguiendo a De Castro, sostiene que cumplen una triple función: a) in­ formadora: inspiran al legislador, sirviendo como fundamento del ordenamiento jurídico; b) normativa: actúan como fuente supletoria, en caso de ausencia de la ley; son medios de integrar el derecho; c) interpretadora: operan como crite­ rio orientador del juez o del intérprete (46). Estima que en nuestro país se le puede atribuir a los principios del derecho del trabajo una función normativa, en mérito a lo dispuesto por los artículos 332 de la Constitución, y 16 del Código Civil (47).

37.- En lo que dice relación con el concepto del principio protector, diremos que es aquel criterio fundamental que orienta el derecho del trabajo, ya que éste, en lugar de inspirarse en un propósito de igualdad, responde al objetivo de establecer un amparo preferente a una de las partes: el trabajador. A diferencia del derecho común, donde la preocupación constante parece serla de asegurar la igualdad jurídica entre los

i contratantes, en el Derecho Laboral la preocu­ pación central es proteger a una de las partes

: para lograr, a través de esa protección, que se i alcance una igualdad sustantiva y real entre : ambas (48).: 38.- Brevemente expondremos las tres re- iglas que, a juicio del Doctor Pía, derivan del principio protector. Ellas son:

a) La regla in dúbio pro operario. Es el cri- ¡terio que debe utilizar el juez o el intérprete para ¡elegir entre los varios sentidos posibles de una ¡norma, aquél que sea más favorable al trabaja- ;dor.; b) La regla de la norma más favorable: determina que en el caso de que haya más de una

¡norma aplicable, debe optarse por aquella que i sea más favorable aunque no sea la que hubiese ¡correspondido de acuerdo con los criterios clási- |Cos sobre jerarquía de las normas.

c) La regla de la condición más beneficiosa: criterio por el cual la aplicación de una nueva norma laboral nunca debe servir para disminuir las condiciones más favorables en que pudiera encontrarse un trabajador (49). Dichas reglas no son absolutas, pues admiten limitaciones.

39.- La regla in dúbio pro operario importa el rechazo del principio que domina en derecho privado, según el cual los casos dudosos deben resolverse a favor del deudor. Tal rechazo se funda en el reconocimiento de la autonomía del derecho del trabajo, su naturaleza de derecho especial y su propósito de brindar amparo a la parte más débil en el contrato de trabajo, la que en la mayoría de los casos, se encuentra en situación de parte acreedora.

Esta regla cumple en el Derecho Laboral una función similar a la que en el Derecho Penal cumple la máxima in dúbio pro reo.

40.- Para que pueda aplicarse esta regla, es menester que se cumplan dos condiciones: a) que exista duda sobre el alcance de la norma legal y b) siempre que no esté en pugna con la voluntad del legislador (50).

41.- Antes de cerrar este apartado, quere­ mos dejar consignado que el artículo 19.8 de la Constitución de la OIT -que integra nuestro Derecho Positivo-, consagra expresamente por lo menos dos de las reglas emanadas del princi­ pio protector a que hiciéramos referencia (51).

42.- En nuestro país -salvo la norma inter­ nacional citada y el artículo 53 de la Carta-, dichos principios no están consagrados a texto expreso, a diferencia, por ejemplo, de lo que ocurre en las respectivas legislaciones laborales de los restantes países que integran el MERCOSUR. Sin embargo, ello no significa que no existan y tenga vigencia efectiva, pues cons­ tituyen el armazón fundamental de la disciplina y, al decir de Carnelutti -que aludía a los princi­ pios generales del Derecho, pero en metáfora trasladable a las disciplinas jurídicas particula­ res- se encuentran dentro del derecho escrito como el alcohol dentro del vino: son el espíritu o la esencia de la ley (52).

(45) Los principios ... citado, 2a. ed., pág. 9. ; (46) Ob. precitada, pág. 11. : (47) Ob. precitada, págs. 12 y 13.

(48) Ob. precitada, pág. 23.(49) Ob. precitada, págs. 40 y ss.(50) Ob. precitada, págs. 42 y ss.; Barbagelata, H. H., Derecho del Trabajo, cit. págs. 100 y 101.(51) Dicha norma establece: "En ningún caso podrá considerarse que la adopción de un convenio o de una

recomendación por la Conferencia, o la ratificación de un convenio por cualquier miembro, menoscabará cualquier 'ey, sentencia, costumbre o acuerdo que garantice a los trabajadores condiciones más favorables que las que figuren en el convenio o en la recomendación".

(52) Citado por Pía Rodríguez, Curso ... citado, Tomo I, pág. 36; Los principios ... citado, pág. 14.

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43.- Por razones de tiempo, pasaremos por X) Nuestra posición. Conclusiones alto las consideraciones críticas que nos mere­ cen las diferentes posiciones sostenidas sobre el 44.- Adelantando nuestra posición sobre e tema planteado, para exponer nuestra posición tema que nos ocupa, diremos que compartimos (53) la solución dada por la sentencia del Tribunal df

(53) En la presente nota intentaremos desarrollar el punto al que hacemos referencia en el texto:

Apreciación crítica

1) La sanción del artículo 11 del decreto-ley 14.188, que sin dudas equiparó el crédito laboral al prendario e hipotecario, posibilitando que el trabajador inicie y culmine el juicio laboral sin aguardar las resultas del proceso concursa], significó un avance indiscutible en el momento de su aprobación.

2) Pero, el excesivo laconismo de la norma, le dejó a los intérpretes varios problemas a resolver que, si no se les enfoca con un criterio interpretativo histórico evolutivo, recurriendo a los principios que informan el derecho del trabajo y a las fuentes habilitadas por el artículo 72 de la Carta, podrían hacer de dicha preferencia algo inútil en la mayor parte de los casos.

3) La misma está seriamente limitada en varios aspectos: por ejemplo, sólo se concede a los créditos laborales ''reconocidos por sentencias". Si no hay sentencia no hay preferencia y, dada la duración del juicio laboral mientras el trabajador tramita el mismo para obtener una sentencia, puede suceder que se liquide totalmente el patrimonio del empleador.

Tampoco existe preferencia sino en los casos de quiebra o concurso, y demás situaciones concúrsales asimiladas, según hemos expuesto supra. Por consiguiente, en todos aquéllos casos de insolvencia sin concurso! ni quiebra -que son muchos, como anota Ermida Uriarte (Los procesos de ejecución y liquidación de sentencias) laborales en el derecho uruguayo, LJU, Tomo 87, Sección Doctrina, pág. 120)- el trabajador carece de toda; preferencia.

4) Dejó situaciones sin resolver, lagunas jurídicas, como por ejemplo si la preferencia laboral predomina oí no sobre las prendas e hipotecas, así como el caso de concurrencia de acreedores laborales entre sí; y algunas más: que la doctrina ha señalado. t¡

5) Se perdió la oportunidad de legislar adecuadamente el punto, consagrando las soluciones dominantes en; derecho comparado -por lo menos en aquél momento, ya que después se crearon regímenes jurídicos, especial-; mente en varios países de Europa Occidental, que trasladaron el problema de insolvencia empresarial al campoj, de la seguridad social, siguiendo los lineamientos trazados por los órganos comunitarios-, vg. la L.F.T. Mexicana^ Brasil, Ecuador, Argentina (con alguna limitación), de establecer la preferencia de todos los créditos laborales;.;, reconocidos o no por sentencia, aun por encima de los prendarios e hipotecarios y con independencia de que existaj -o no- insolvencia patronal, quiebra, concurso, etc. (Ermida Uriarte, ob. cit., pág. 120; Métallo, ob. cit., págs. 355,j 356 y 372; Rosenbaum, ob. cit., págs. 82 y ss.; Barbagelata, H., Derecho ... citado, pág. 242). .!¡

6) Entrando a la apreciación crítica de las doctrinas expuestas (supra VI) debemos señalar que: 3a) la Dra. Métallo ha sostenido (supra VI, B), a)) que el trabajador no podría ejecutar los bienes prendados.j

o hipotecados, porque para ello tendría que existir una norma expresa que así lo dijera. Con los debidos respeto^ queremos señalar que el principio que enuncia el artículo 2372 del Código Civil es precisamente el inverso, esUj es, el de que: Los bienes todos del deudor, exceptuándose los no embargables (artículo 23 63), son la garantía común de sus acreedores ... O sea que, para excluir el bien prendado o hipotecado de la garantía común, tendría que habei,( una norma expresa que así lo dijera. ¡¡(

b) La mencionada autora también ha manejado el argumento (supra VI, B, c)) de que razones de seguridad en las relaciones civiles hacen desaconsejable la posibilidad de primacía de los créditos laborales sobre loi prendarios e hipotecarios. Este argumento también ha sido esgrimido por la jurisprudencia (por ejemplo, sentencia del Dr. Schensvitz, nota 28), y a nuestro entender constituye el más fuerte en contra de lo que decidi(, la sentencia del T.A.C. de 6e Turno, y es común tanto a los que sostienen la preeminencia de los derechos realeí^ en todos los casos de situaciones concúrsales, como a los que intentan integrar el régimen de preferencia en el co')riu en estas hipótesis de colisión, tomando, por ejemplo, la fecha de la traba de embargo por parte del acreedor lab°ra;|! y compararla con la fecha de constitución del gravamen real (prior in tempore potior injure). Sobre este argu ' mentó, queremos puntualizar lo siguiente: ^

- Los negocios jurídicos garantizados por la constitución de derechos reales contra la cosa (prenda, hipoteca o personales (fianza, anticresis), se fundan en el principio de la autonomía de la voluntad, dominante en dej6*' privado, expresión, a su vez, del derecho a ser protegido en el goce de la libertad, fundamento de aquél (articulai 7 y 10 de la Carta), dichos negocios pueden tener su origen en un préstamo concedido por una entidad bancan^ o en una venta de materia prima o mercadería con saldo de precio, asegurando el prestamista o el vendedor, er- su caso, su derecho de crédito con una garantía real; y, lógicamente pueden celebrarse en situaciones de¡ tot#| solvencia empresarial, con un normal cumplimiento de las obligaciones laborales de ésta con sus trabajadores '

- El contrato de trabajo también se fundamenta en el principio de la autonomía de la voluntad (artículos i y 10 de la Carta; 1836 del Código Civil).

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DOCTRINA 207

Apelaciones en lo Civil de 6s Turno, los argumen- principios medulares del derecho del trabajo, eltos en ella esgrimidos, fundados en la interpre- protector, recepcionado en la Carta, en la Cons-tación de la Constitución de la República que, titución de la OIT -con consagración aun máspor su valor y fuerza, debe primar sobre la detallada que la de nuestro artículo 53 en casivoluntad legislativa, y la aplicación de uno de los todos los países, a nivel legislativo, e incluso,

Pero el Constituyente, teniendo fundamentalmente en cuenta que el presta sus energías intelectuales o corporales en beneficio de la colectividad, en forma dependiente o independiente, en la actividad pública o en la privada, percibe por ello una contraprestación (sueldo, salario, honorarios, etc.), que tienen una afectación alimentaria, al decir de Durand, le brindó por su actividad una protección especial (artículo 53); especificó, además, que en los casos de trabajadores dependientes, éstos tienen derecho -entre otros- a la justa remuneración (artículo 54 de la Carta).

A su vez, el fundamento de dicha protección especial está en la conformación socio-económica de nuestras sociedades, en la situación de desigualdad real existente entre las partes en el contrato de trabajo. Partiendo de esta constatación que ofrece la realidad económica y social, generadora de desigualdad entre empleador y trabajador, fue que el constituyente instituyó la protección especial del trabajado, intentando a través de la creación de una desigualdad jurídica compensar aquélla desigualdad fáctica. Como dice Aréchaga, aludiendo a kseguridad económica: "La Constitución tiene una serie de normas que están dirigidas a defender al individuo, en un régimen de tipo capitalista, contra las formas más agresivas que puede asumir el capitalismo" (La Constitución nacional, Tomo II, pág. 134).

A primera vista podría parecer que estamos ante una colisión entre el derecho de propiedad (derecho de Crédito con garantía real) del acreedor del empleador, por un lado, y el derecho del trabajador al cobro de su "temuneración, por otro.''- Sin embargo, el trabajador, además de la protección especial de que goza por la naturaleza y afectación de <3U crédito, también tiene un derecho de propiedad a su favor que tiene por objeto el crédito laboral.

7) Por estas consideraciones es que no compartimos la propuesta del Dr. Rosenbaum (supra VI, C)), Consistente en tomar la fecha de la traba de embargo por parte del acreedor laboral y compararla con las fechas f-deconstitución de los derechos de prenda o hipoteca; además de las razones expuestas señalaremos las siguientes:

a) No todas las trabas de embargo tienen publicidad registrai en nuestro derecho, con lo que queda parcialmente sin aplicación el fundamento de la elección de tal fecha (el logro de la publicidad frente a terceros ïïonferido por la inscripción registrai).i b) Los créditos con garantía real pudieron haberse contraído en épocas de equilibrio económico-financiero de laempresa, en las que, lógicamente el trabajador, si no había incumplimientos con sus créditos laborales, no tenía •jeligros de lesión o frustración de éstos. Precisamente, estos peligros de lesión o frustración de los derechos de .osacreedores, debidamente probados, constituyen uno de los requisitos que exigía el artículo 62 de la ley 13.355 g hoy exige el artículo 312 del C.G.P.) para que el trabajador pueda acceder por lo menos a un embargo preventivo; ú hablemos de un embargo ejecutivo que requiere la existencia de un título ejecutivo, el que es muy difícil que

! )ueda lograrlo.; Si los desequilibrios financieros comienzan a surgir, y los incumplimientos laborales a generarse, es en esta (situación que el trabajador comenzará a moverse para lograr una tutela de su crédito; entonces tratará de iiáonseguir un embargo preventivo para sortear el periculum in mora procesal.s¡ Y si llega, en esta amarga carrera, lo más probable es que llegue tarde: los acreedores cuyos créditos estén cjarantidos con derechos reales constituidos en épocas mejores preferirán a aquéllos, en función del principio de moridad aun, -en la tesis de Rosenbaum- de situaciones concúrsales. Lo que en buen romance significaría que

^intento por tutelar al trabajador, consagrado por el decreto-ley 14.188, quedaría sin posibilidades reales de ^placación, pues, como lo decíamos recién, cuando se producen los incumplimientos laborales, generalmente el ¡áinpleador ya tiene sus bienes hipotecados y/o prendados.;; Ahora, ¿en qué se funda el prior in tempore potior in jurel Creo que en una presunta igualdad de posibilidades Je los acreedores frente al deudor común, y en un innegable premio a la diligencia.í Podría haber igualdad real, efectiva, por ejemplo entre entidades bancarias u otros acreedores de similar Naturaleza entre sí, pero, a todas luces no puede haberla entre aquéllos y los trabajadores del deudor común. í, c) El recurso buscado y propuesto por el Dr. Rosenbaum para integrar esta laguna jurídica, implica, a mi lUicio, apelar a uno de los métodos que preceptúa nuestro derecho para colmar dichas lagunas: la analogía.

J Pero para que proceda la integración analógica, la doctrina que ha estudiado el tema exige la existencia de jfaaigualdad jurídica esencial entre el caso previstoy el no previsto (Gastan Tobeñas, José, Teoría de la aplicación investigación del derecho, Madrid, ed. Reus, 1947, pág. 313 y doctrina que cita en nota 2). Este autor precisa el ¡Acepto de analogía, expresando: "los (autores) modernos buscan más bien un fundamento objetivo y lo Encuentran en la idea de igualdad jurídica, en virtud de la cual las mismas situaciones de hecho, o mejor dicho, Aquéllas en las que hay identidad de sus elementos esenciales, jurídicamente relevantes, deben merecer igualdad ^tratamiento y de regla" (ob. cit. págs. 314 y 315).í Como hemos tratado de demostrarlo anteriormente, no sólo no hay igualdad de hecho ni jurídica entre ambas situaciones, sino que, al contrario, el Constituyente, al conferirle expresamente a la parte que genera el factor de

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constitucional- y acogido, con matices, por la gran mayoría de la doctrina laboralista univer­ sal, así como aplicado ampliamente por la juris­ prudencia nacional.

Pero, sin perjuicio de lo anteriormente di­ cho, que consideramos la argumentación princi­ pal, creemos que una interpretación contextual a nivel de ley ordinaria nos llevaría a iguales conclusiones.

45.- Comenzaremos por analizar los argu­

mentos de menor peso, a nuestro juicio, intentan­ do una interpretación sistemática de las normas legales, -aunque sin obviar las necesarias referen­ cias a la Carta, pues el ordenamiento jurídico es uno- de dos institutos que, a nuestro entender, coadyuvan con la interpretación dada por el Tri­ bunal de Apelaciones en lo Civil de 6s Turno. Dichos institutos son el derecho de retención y la norma que refiere a la inembargabilidad de las remuneraciones. Los analizaremos por su orden.

producción trabajo una protección especial, intentó, a través de un desigual tratamiento jurídico, equilibrarla desigualdad fáctíca referida.

d) Por las mismas razones, también le caben las mismas críticas a la sentencia dictada por el Dr. Cafasso (supra, nota 28).

También este Magistrado hace hincapié en el argumento manejado por la Dra. Métallo y la mayoría de la jurisprudencia, de mantener con coherencia (apelando por analogía al concurso particular de acreedores hipotecarios, artículos 1739 del Código de Comercioy 2382 del Código Civil)laimprescindible seguridad que debe imperar en la estructuración de las garantías. ,

A esta altura cabe preguntarse, ¿acaso los acreedores laborales, por el hecho de no tener sus créditos garantidos con derechos reales contra la cosa (de rango y con valor y fuerza legal), no tienen derecho a la seguridad , jurídica de sus créditos, existiendo una norma constitucional que protege el trabajo (de rango y con valor y fuerza ¡ superior al de la ley)?

8) No consideraremos el argumento de la Dra. Métallo relacionado con las repercusiones económicas que [ tendría sobre la empresa el sostener la primacía de los créditos laborales (supra VI, B, d)) por ser metajurídico; lo mismo cabe decir de uno de los argumentos esgrimidos por el Dr. Piá Rodríguez (supra VI, A, e)), según el cual, ' si le dan prioridad sistemáticamente a los acreedores con garantía real sobre los créditos del trabajador, el : empleador podría realizar fácilmente maniobras destinadas a burlar la posibilidad de cobro de éstos. I

Si bien esta hipótesis no es descartable, preferimos manejarnos con situaciones donde no exista un supuesto ; ánimo fraudulento.

9) La Dra. Métallo, por su parte (supra VI, B, f)) intenta controvertir el argumento del Dr. Piá Rodríguez , precedentemente expuesto, expresando que la posibilidad de abusos y maniobras es bastante limitada porque se exigen para la prenda y la hipoteca determinadas solemnidades; que la masa controla toda posible maniobra por ' la verificación de créditos y la anulación de actos y contratos fraudulentos.

Respecto de esta contra-argumentación, queremos señalar: 'a) las solemnidades exigidas para la constitución de la prenda e hipoteca no garantizan por sí solas la i

inexistencia de fraude. Si el fraude existiera, el acreedor laboral se vería obligado a seguir dos juicios: uno, para que le fuera reconocido su crédito laboral, otro, para revocar la constitución de un derecho real en forma | fraudulenta, largo y de difícil prueba;

b) en cuanto al posible contralor por parte de la masa, -prescindiendo de la caótica legislación en la materia (Mezzera Alvarez, R., Curso de Derecho Comercial, Tomo V, pág.s 129 y ss.)-, debemos decir que tiene importantes limitaciones, especialmente temporales y probatorias. A lo máximo se puede pedir la revocación de los contratos ! celebrados dentro de los tres años anteriores a la declaración de quiebra (artículos 1604 numeral 4 y 1643 del Código de Comercio; Mezzera, ob. cit., pág. 150) exigiendo probar, además del fraude, la suposición o simulación \ (artículo 1604 numeral 4). Contrariamente a lo expuesto porlaDra. Métallo (ob. cit. pág. 373, literal c)), solamente son nulas e ineficaces, relativamente a la masa cuando se han constituido en los 10 días precedentes a la , suspensión de pagos, todas las hipotecas y prendas que recaigan sobre obligaciones contraídas antes sin esa j garantía. Como puede verse, en los casos de obligaciones garantidas desde su origen con prenda o hipoteca, ( solamente le queda al acreedor la acción revocatoria.

Pero, lo repetimos, no pretendemos sacar conclusiones válidas en base a situaciones patológicas.10) No nos parece acertado el argumento del Dr. Piá Rodríguez de que el decreto-ley 14.188 prima sobre el •

Código Civil y el de Comercio por ser posterior y especial (supra VI, A, f)), porque si bien el decreto-ley 14.188 es posterior a los Códigos Civil y de Comercio, no resuelve en forma alguna la colisión de derechos en estudio. I

11) En cuanto al último fundamento dado por el Dr. Piá Rodríguez (supra VI, A, h)), esto es, la cita de las palabras pronunciadas en el Consejo de Estado por el Dr. Espínola, prescindiendo de la generalidad de los conceptos vertidos que omiten pronunciamiento expreso sobre el punto en cuestión, y de que compartamos plenamente el contenido de las palabras de Espínola, debemos señalar que el elemento histórico, contemplado en nuestro Código Civil (artículo 17) tiene un valor muy relativo, enseñando la doctrina que pueden valer como indicio de una cierta voluntad legislativa, pero ha de ser utilizado con cautela y circunspección (Gastan Tobeñas, ob. cit., págs. 246 y 247).

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DOCTRINA 209

\) Argumentos de orden legal.

A. 1. El derecho de retención. 46.- En loque respecta al derecho de retención, debemos decir que este peculiar instituto, de remoto ori­ gen histórico, viene -al decir del Doctor Camaño Rosa- de la justicia privada ancestral y desembo­ ca en los modernos poderes de autoprotección reconocidos al individuo.

Entre nosotros, el derecho de retención se ha fundamentado en la equidad. Esto es lo que dice, por ejemplo, Guillot (54). A su vez, Bayley ha sostenido que dicho derecho no ataca la pro­ piedad sino que, en él fondo, protege la propie­ dad incorporada (55). El Doctor Vélez Sarsfield (56) expresa que se puede decir que nuestro dinero, nuestra propiedad, se confunde con la cosa de otro y que, reteniendo ésta, no hacemos sino retener nuestra propia cosa, con un derecho igual al que autoriza a nuestro adversario a retirar la suya. El Doctor Camaño Rosa lo futida en la ley; el derecho de retención sería una garantía emanada del legislador (57).

47.- El derecho de retención ha sido estudia­ do en nuestro país en forma sistemática por el Doctor Camaño Rosa en la monografía citada, publicada en 1941. Incidentalmente, a propósito de temas específicos, lo han abordado -entre otros- Guillot, E. Lagarmilla, Bayley, Amézaga,

: Couture, E. Jiménez de Aréchaga, etcétera, y más modernamente, el doctor Gamarra, en el Tomo XVIII de su Tratado de Derecho Civil Uruguayo.

48.- Los autores que han estudiado el tema se manifiestan contestes en que el referido dere- .cho tiene carácter excepcional y procede sólo en •los casos estrictamente contemplados por la ley, »en función de lo dispuesto por los artículos 2301 y 2373 del Código Civil, siendo, en consecuencia, ias normas de interpretación estricta y no pu­ liendo extenderse por analogía (58). Los autores discuten si se trata de un derecho personal o real, pero hay acuerdo en que es oponible a "terceros (vg. acreedores del propietario de la ;cosa) y origina un derecho de preferencia (59). , 49.- Justamente, a este aspecto del derecho ¡de retención -al hecho de que origina un derecho de preferencia- es a lo que apunta el análisis que intentaremos.

¡i 50.- Nuestro derecho, en opinión del Doctor iCamaño Rosa (ob. cit. págs. 26 y ss.) se afilia a un

sistema inorgánico restringido, estando las dis­ posiciones legales que acuerdan dicho derecho diseminadas en los Códigos Civil, de Comercio y de Procedimiento.

51.- Entre las hipótesis que prevén la exis­ tencia del derecho de retención hay varias que refieren a la realización de un trabajo, obra o servicio. En sentido amplio, la prestación de una de las partes consiste en desarrollar, en benefi­ cio de la otra, una determinada actividad con el fin de producir un bien o servicio, existiendo o no un vínculo contractual entre ambas, las que hoy por hoy (o más precisamente, a partir de 1934) podemos fundar en el artículo 53 de la Constitu­ ción de la República.

52.- A vía de ejemplo, podemos citar las siguientes disposiciones relacionadas con la tu­ tela, por medio del derecho de retención, de una actividad humana productiva.

• Dentro del Código Civil, tenemos los ar­ tículos 740 (sobre especificación), el 2084 (sobre mandato), el 2290 (secuestre de un inmueble) y el 1854 (sobre arrendamiento de obra).

• Dentro del Código de Comercio tenemos los artículos 130 y 131, que contemplan la si­ tuación del barraquero; el 324, que trata sobre mandato, el 384 y 385, sobre comisionistas, y el 1289, relativo al capitán por el pasaje.

•Asuvez,Ialeyl5.750y el artículo 2063 del Código Civil prevén el caso del procurador.

53.- Frecuentemente, la jurisprudencia ha debido resolver colisiones de derechos entre el sujeto que ejerce el derecho de retención (acree­ dor del dueño de la cosa retenida por concepto de salarios o expensas) y los acreedores del pro­ pietario déla cosa retenida, -independientemen­ te de toda situación concursal-, especialmente con aquéllos que tienen sus créditos garantidos con prenda sin desplazamiento. No hay norma expresa que resuelva quién tiene preferencia. Aparentemente, para determinar cuál es el acreedor que prefiere, habría que acudir aíprior in tempore potior injure.

54.- Gamarra, al abordar el punto en su Tratado, con dudas se inclina por la aplicación del referido principio. Expresa al respecto: "... no obstante tratarse de un derecho personal, la retención vale incluso contra un acreedor asegu­ rado con derecho real (prenda sin desplazamien­ to, por ejemplo), aunque, si el derecho del acree­ dor prendario fuera primero en el tiempo, creo

(54) Guillot, Comentarios del Código Civil, De la posesión y de la reivindicación, N9 587.(55) Citado por Camaño Rosa, Derecho de retención, Barreiro y Ramos, 1941, pág. 86.(56) Ibidem.(57) Ob. cit., pág. 87.(58) Camaño, ob. cit., págs. 29 y ss.; Gamarra, ob. cit., págs. 129 y 130.(59) Camaño, ob. cit., págs. 87 y 88; Gamarra, ob. cit., págs. 131 y 133.

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que por su oponibilidad erga omnes prevalece sobre el derecho de retención" (60).

55.- La jurisprudencia se ha mostrado osci­ lante ante el mencionado conflicto de derechos. Últimamente parece predominar la tesis de la primacía del crédito del retentor sobre el del acreedor con derecho real, aun cuando éste se hubiere constituido antes que la retención. En este sentido, podemos citar la sentencia del Tri­ bunal de Apelaciones en lo Civil de 1er. Turno, redactada por el Dr. Marabotto, extractada como caso 316 en el Tomo 17 del Anuario de Derecho Civil Uruguayo, y el caso 239, del Tomo 20 del mismo Anuario, que recoge la sentencia del mismo Tribunal, la que, además, cita en su apoyo la opinión de Gamarra que ínterin varió suposición sobre el mentado conflicto. En efecto, el nombrado Profesor, comentando la sentencia citada en primer término, manifiesta: "...El Tri­ bunal hace primar el derecho de retención, que aun no siendo un privilegio, actúa o funciona como una preferencia", ya que de otra manera, "habría un enriquecimiento injusto por parte del acreedor prendario". Continúa Gamarra: "La solución debe aprobarse plenamente porque el derecho de retención no sólo puede hacer se valer frente al propietario, sino también ante sus acreedores. No es pertinente, en la materia, una solución que parta del prior in tempore potior in jure, en cuyo caso primaría el acreedor prenda­ rio. De esta manera el derecho de retención perdería su eficacia; y si ésta le es reconocida respecto del dueño (también primero en el tiempo) no se advierte razón alguna para que le sea negada frente a otro titular de derecho real (menor, en este caso)" (61).

56.- Por su parte, Guillot, siguiendo a Bau- dry-Lacantinerie -aunque sin plantearse con­ cretamente el mencionado conflicto- parece ser de la misma idea, al decir: "El legislador, al acordar el derecho de retención, ha querido esta­ blecer una garantía, y ella sería completamente ilusoria si no pudiera oponerse a los terceros" (62).

57.- Evidentemente, en los casos menciona­ dos de colisión de derechos, el legislador optó por consagrar a favor del retentor -como dijimos en muchos casos que hemos citado, acreedor del

dueño de la cosa retenida por la prestación de ur trabajo-, una tutela desequilibrante, al punto de dejar de lado, por las razones esgrimidas por U doctrina y jurisprudencia citadas, el prior in tempore potior in jure. Sin mayores esfuerzos podemos concluir, entonces, que todos esos casos señalados constituyen expresión del principio protector del trabajo emanado del artículo 53 de la Constitución de la República.

58.- Y la preferencia a favor del retentor sobre el acreedor prendario con derecho real anterior en el tiempo al de aquél, -resuelta ante una situación de vacío legal, sin norma expresa que decida el conflicto de derechos- es correcta, no sólo por las razones invocadas por la jurispru­ dencia, Gamarra y Guillot, sino también, fun­ damentalmente, por la aplicación del principio protector del trabajo, el que, por tener rango constitucional, debe imponerse sobre la inter-' pretación legal por su mayor valor y fuerza (63).¡

59.- Dejando de lado el tema relativo a si el' trabajador subordinado, que se encuentra en? una relación de trabajo, tiene o no derecho de¡ retención sobre los productos generados con su» trabajo, pudimos constatar que, de acuerdo coní lo previsto por el artículo 11 del decreto-leyi 14.188, en situaciones concúrsales, y teniendo!) sus créditos reconocidospor sentenciadictadapon la Justicia del Trabajo, procesal y sustancialmen-ai te, los trabajadores se encuentran en un pie dei igualdad con los acreedores con garantía real (64)jij

60.- Consideramos que ambas situaciones;| son sustancialmente iguales, se fundamentan^ en el mismo principio protector y, por ende^p deben tener igual solución. O sea, debe obviarse« la aplicación ¿el prior in tempore potior injure^ aplicar, en su lugar, la norma constitucional. ^

61.- ¿Qué razones de peso habría para decii3|, que el crédito del tallerista retentor prima sobrej,] el del acreedor prendario que inscribió su prenda^ antes que naciera aquél y que, ante análoga^ situación de ausencia de norma expresa qui,, decida la cuestión, los trabajadores de una emj.| presa en quiebra o liquidación judicial, con eré | ditos reconocidos por sentencia, no prefieran £^ acreedores prendarios o hipotecarios que consto tuyeron sus garantías reales antes que los tn^ bajadores pudieran embargar algún bien

(60) Gamarra, ob. cit., pág. 132.(61) Anuario de Derecho Civil Uruguayo, Tomo XVIII, pág. 231.(62) Guillot, Comentarios, citado, N° 591.(63) Sobre este último aspecto: Cassinelli Muñoz, H., Derecho Público, Vol. I, Nos. 28 y 143; Biasco,

"Relevancia del reglamento autónomo en la Constitución Uruguaya" en Actividad reglamentaria de laA nistración, FCU, 1989, págs. 26 a 28; y "Régimen administrativo de la actividad regulada por el derecho privado^ en Régimen administrativo de la actividad privada, FCU, 1990, pág. 241 y notas 29 y 30. í

(64) Pero, al igual que en el caso de la colisión de derechos entre el retentor y el acreedor prendario, hay u ^ vacío legal respecto a qué crédito tiene primacía: si el laboral o el garantido con derecho real. , C(

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empresa prendado o hipotecado?¿Acaso que el tallerista, por ser arrendador

de obra, tiene un derecho de retención del que carecen los trabajadores? A esta interrogante cabría contestarle que tales trabajadores, en las hipótesis mencionadas, están equiparados por ley a los acreedores con derecho real en lo que dice relación con sus respectivos créditos.

O sea que también recurriendo a la analogía se llega a la misma solución a que arribó el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 69 Turno.

62.- Pasando a otro plano en el tema del derecho de retención, aludido anteriormente, cabe preguntarse, ¿tiene el trabajador derecho de retención? Pía Rodríguez analizó esta cues­ tión en 1956, en su monografía El salario en el Uruguay, llegando a una respuesta negativa, al expresar: "... nos parece claro que no puede atribuirse un derecho de retención -que tiene por objeto alterar el orden de las preferencias y privilegios, legalmente establecidos- sin un tex­ to expreso que lo establezca" (65).

Analizaba la opinión de Carón quien, estu­ diando el derecho francés -que no tiene la corta-

: pisa de nuestros artículos 2301 y 2373 del Có- : digo Civil-, extendía por analogía nuestro ar- • tículo 1854 a los trabajadores subordinados. En : Francia -al igual que en Italia y España- la i extensión analógica no estaba prohibida (66). ; 63.- Por su parte, De Ferrari, en principio ¡t llegó a iguales conclusiones que Pía. Sin embar- tgo, agregaba: "Tratándose del Derecho del Tra- !• bajo, debe seguirse en la interpretación del texto f el principio de favor o pro operario, ya que la ü doctrina entiende que en una legislación tuitiva, ¡las omisiones o la oscuridad de los textos no i deben perjudicar al trabaj ador. Y por lo tanto, no fhade entenderse que este precepto legal (alude ; al 1854 del Código Civil) se refiere únicamente al ¿empresario sino también a quien, trabajando a ¿destajo, por ejemplo, tuviera en su poder las ¡¡piezas confeccionadas o elaboradas" (67). ¡; 64.- En nuestro modesto entender, nos pare- ¡;Ce sencillamente notable el intento del ilustre ¿feboralista en el sentido de extender la aplica­

ción del artículo 1854 del Código Civil a otras situaciones, fundamentando su razonamiento en una de las manifestaciones del principio pro­ tector (el in dúbio pro operario).

65.- No lo consideramos, de lege ferenda, la mejor solución entre otras razones por las limi­ taciones intrínsecas del mismo ya que, quizás, no lo puedan ejercer muchos trabajadores, por las características y modalidades de sus contra­ tos de trabajo. Bregamos por la consagración de normas como las contenidas en la Constitución ecuatoriana o en la Ley Federal del Trabajo mexicana (68).

66.- Pero, siguiendo la idea esbozada por De Ferrari, con cautela nos preguntamos: ¿la corta­ pisa legal de los artículos 2301 y 2373 del Código Civil no habrá sido derogada por oposición su- perviniente, por los artículos 53, 54 y 72 de la Carta, aunque sea tan solo en lo que dice relación con la protección especial otorgada por el cons­ tituyente al trabajo como actividad humana destinada a producir algo? De llegarse a una respuesta afirmativa -reiteramos que la mane­ jamos como una mera hipótesis de trabajo-, el trabajador podría ejercer el derecho de reten­ ción, aplicado por vía analógica, incluso fuera de situaciones concúrsales formalmente declara­ das (69).

67.- De todas formas, aunque no se compar­ tiera que hoy día, de acuerdo con lo anteriormen­ te expuesto, el trabajador tuviera dicho derecho, que le daría prioridad en el cobro de su remu­ neración, -independientemente de las situacio­ nes concúrsales aludidas, y prescindiendo del prior in tempore potior injure-, llegaremos a la misma conclusión en base al análisis que hare­ mos de los artículos 2363 numeral 1 del Código Civil y 885 numeral 1 del C.P.C. (hoy artículo 381 del C.G.P.).

A. 2. La inembargabilidad de las remunera­ ciones de los trabajadores.

68.- Pasamos ahora al segundo argumento de rango legal, y trataremos las normas que

¿ (65) El salario..., citado, pág. 587.(66) Camaño Rosa, ob. cit., pág. 25.(67) De Ferrari, ob. cit., pág. 315.(68) La Constitución de Ecuador dispone en su artículo 31 literal f.: "El trabajo es un derecho y un deber social

••• í) La remuneración del trabajo será inembargable, salvo para el pago de pensiones alimenticias. Todo lo que deba el patrono por razón del trabajo constituirá crédito privilegiado de primera clase, con preferencia aun a los

t: hipotecarios". Por su parte, el artículo 113 de la L.F.T. mexicana, expresa: "Los salarios devengados en el último ! añoy las indemnizaciones debidas a los trabajadores, son preferentes sobre cualquier otro crédito, incluidos los ! ¡ que disfruten de garantía real, los fiscales y los a favor del Instituto Mexicano del Seguro Social, sobre todos los ' bienes del patrono". Sobre el derecho mexicanoy su régimen en estamateria: de la Cueva, Mario, El nuevo derecho

"íexicano del trabajo, Ed. Porrúa, 1975, 3a. edición, págs. 366 y ss. '' (69) Conf.: Camaño, ob. cit., pág. 87.

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refieren a la inembargabilidad de las remunera­ ciones de los trabajadores, dietas, pensiones, jubilaciones y retiros que paga el Estado, las pensiones alimenticias, los sueldos de los em­ pleados industriales, comerciales o de particula­ res, y los jornales y salarios de los obreros y criados, salvo en lo relativo a determinadas deudas respecto de las cuales se admite la em- bargabilidad parcial.

69.- La protección de la remuneración de los trabajadores en este aspecto, fue establecida por ley especial, posterior a la sanción de los Código Civil y de Procedimiento Civil. Concretamente, fue establecida por la ley 3.299, de 25 de junio de 1908, cuyos artículos 1- y 2- luego fueron refun­ didos en los citados Códigos, con sus actuales números.

70.- La doctrina laboralista uruguaya, al estudiar las citadas normas, las ubica dentro de las normas protectoras contra los acreedores del trabajador; así, por ejemplo, Pía Rodríguez (70), de Ferrari (71) y Barbagelata (72) -lo que es correcto; pero, ¿sólo frente a los acreedores del trabajador?

71. ¿Cuál es el objeto que la ley protege? Expresa Pía: "... Lo inembargable es el crédito por salarios, es decir, el derecho a cobrar los salarios. Pero una vez extinguido ese crédito por el hecho del pago, cesa también la protección, de suerte que es posible embargar el salario ya cobrado ...".

Más adelante agrega: "De modo, pues, que en nuestro país es tan inembargable el crédito por el salario pendiente como el crédito por salarios atrasados o por diferencias acumuladas de salarios" (73).

72.- De Ferrari, citando a De la Cueva, expresa que: "las disposiciones que estamos exa­ minando tienen por objeto defender al trabaja­ dor contra los acreedores propios o del patrono ..."(74).

73.- ¿Es posible que ante una situación de insolvencia del empleador, de insuficiencia del activo -aun fuera de situaciones concúrsales-, los acreedores de aquél, por el hecho de haber em­ bargado o constituido garantías reales con prio­ ridad en el tiempo a los embargos de los acree­ dores laborales, puedan ejecutar, sacar a remate y cobrar primero que éstos, bienes que consti­ tuían la garantía común de los trabajadores, y

destinados, en tales casos, a satisfacer sus cré­ ditos, por ley inembargables? O sea que los acreedores del empleador lograrían indirecta­ mente lo que los acreedores del propio trabaja­ dor no podrían lograr directamente. Nos parece1 que la norma en estudio, implícitamente estaría excepcionando la aplicación del principio prior1 in tempore potior in jure. De lo contrario, se* podría hacer indirectamente lo que la ley pro-* híbe hacer directamente. '

El conflicto no aparece claro porque el sala-:il rio, generalmente, se paga en dinero. Pero pen-'1 sernos en los casos en que se paga parcialmente" en especie, en los que será manifiesto el conflicto* entre el acreedor del empleador y el trabajador" en situaciones en las que el activo del empleado^' es insuficiente y ambos intentan hacer efectivos ' sus respectivos créditos sobre los mismos bienes! Como lo expresa Zeballos, son motivos de hu> manidad los que inspiraron la norma (75). Exí ¡ plícitamente, el legislador está reconociendo If afectación eminentemente alimentaria de la reí¡ muneración del trabajador, y de las prestaciones' de seguridad social que menciona. i i

Si bien la codificación no consagró tale¡l¡ i normas tuitivas, leyes especiales posteriores lili i hicieron, y luego, el proceso de constitucionaliíi t zación que advino, les dio el máximo rango en ex orden jurídico. iji

74.- Podría argüirse que el crédito por salalfc, rios, sueldos, etcétera, es un bien incorporai i distinto al bien o bienes sobre los que los acreei j dores del empleador constituyeron garantíaji \ reales o trabaron embargos prioritarios a !(%, trabados por los trabajadores sobre los mismo» } bienes. Pero, ¿acaso ese bien incorporal ineni¡ , bargable -crédito laboral- es una pura entelç , quia jurídica que, al intentar concretarse sobr; } un bien o bienes determinados del empleado para hacer efectivo dicho crédito, pierde la prc tección intrínseca que le confirió el legisladora

Los acreedores con derecho real y los qu| • tienen derechos personales asegurados con err¡ ( bargos trabados sobre bienes del empleador so, | titulares de bienes incorporales (derechos), qu¡ también tienen vocación de efectividad pero quij en función de la diferente valoración jurídic, , dada por el legislador, no tienen el atributo ^ . ser inembargables. O, para resultar patente, ¿<¡ conflicto de derecho se tendría que dar solamer.

(70) El salario... citado, Tomo II, págs. 559 y ss.(71) Derecho del trabajo, citado, págs. 309 y 310.(72) Barbagelata, H. H., Derecho del trabajo, citado, págs. 242 y 243.(73) Ob. cit., pág. 569. En igual sentido, Zeballos, Juan P., Juicio ejecutivo, GEN, ](74) Ob. cit., pág. 310.(75) Zeballos, ob. cit., págs. 56 y 57.

Z.57.

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te respecto de, por ejemplo, la existencia de una suma de dinero determinada como único bien del activo del empleador?

75.- En nuestra modesta opinión, la norma que analizamos, fundada en un propósito tuitivo del crédito laboral, y en función de la calidad de inembargable que éste tiene, está excepcionan­ do el principiopríor in tempore, en situaciones de insolvencia del empleador -hayan o no hipótesis concúrsales formalmente declaradas-, cuando concurren sobre bienes que integran el activo de éste sus acreedores -de cualquier clase, excepto los laborales- y estos últimos. Si los acreedores preferentes o comunes hicieran efectivos sus créditos sobre dichos bienes antes que los acreedores laborales, indirectamente estarían logrando los que los acreedores del trabajador no conseguirían. Implícitamente, se estaría vio­ lando una norma prohibitiva (artículo 8 del Código Civil).

76.- Jurisprudencia y doctrina nacionaleshan sostenido que la protección especial de los

: acreedores laborales está restringida a los casosespecialmente señalados en el artículo 11 deldecreto-ley 14.188, pero no en función de una

E interpretación a contrario de esta norma, sino de¡iInaplicación del principio general que rige las; ejecuciones individuales: el prior in tempore.

Así, en sentencia del Tribunal de Apelacio­ nes del Trabajo, de 28 de febrero de 1985 (76), cdespués de dejar traslucir la injusticia de la

solución fundada en tal principio, concluye: "Si ;:nohay quiebra, ni concurso, ni liquidación de la r sociedad anónima, los créditos laborales carecen ; de protección especial ante la insolvencia pa- i tronai, y se regirán por los principios generales, i, de acuerdo a los cuales la prioridad depende 3 exclusivamente de la fecha de la traba de em­ bargo".

77.- Por nuestra parte, queremos señalar ¿que si bien tal principio edictado por el artículo ,900 del C.P.C. es general en materia de ejecu- í clones individuales, las normas citadas sobre •inembargabilidad de los sueldos, etcétera, por !: ser posteriores a los Códigos Civil y de Comer- ;;Cio, especiales y prohibitivas, deben primar so- 'bre el artículo 900 del C.P.C., neutralizando o : excepcionando el prior in tempore, por ser el .»edito laboral inembargable. Si no se inter­ pretan tales normas hasta sus últimas conse­ cuencias, dicha inembargabilidad es puramen­ te teórica.

Preconizamos, de esta forma, una misma solución -preeminencia de los créditos laborales sobre cualquier otro- para todos los supuestos de

insolvencia, de insuficiencia del activo del deu­ dor, haya o no declaración de concurso, quiebra, liquidación de sociedad anónima, etcétera.

78.- Decía Couture, a propósito de la am­ pliación de la nómina de bienes inembargables luego de la sanción del C.P.C., en 1878: "No faltará quien vea en esa circunstancia una ma­ nifestación de debilitamiento del derecho y de la creciente irresponsabilidad del mundo moder­ no. Pero frente a ellos habrá siempre otros que consideran, a nuestro criterio, con justa razón, que el derecho progresa en la medida que se humaniza; y que en un orden social injusto, la justicia sólo se logra amparando a los débiles... el derecho que aspira a tutelar la persona humana, salvaguardando su dignidad, no sólo no declina ni está en crisis, sino que se supera a sí mismo" (77).

B) Argumentos de rango constitucional.

B. 1. Las normas directamente protectoras del trabajo.

79.- En cuanto a los argumentos de rango constitucional, mencionamos principalmente los artículos 53 y 54 de la Carta que, a nuestro entender, proporcionan el argumento principal para decidir la cuestión litigiosa planteada en la sentencia, en el sentido que lo hizo el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 62 Turno. De ellos emana directamente la protección especial del trabajo, como actividad humana. Como ya lo expresáramos, el artículo 53 protege al factor trabajo en general, y el 54 al trabajo subordi­ nado, mencionando entre los objetos tutelables, entre otros, el derecho a la justa remuneración.

La protección consagrada emana directa­ mente del constituyente; no delega éste su creación al legislador.

Por otra parte, de ellas surge el principio protector que tanto ha trabajado la doctrina laboralista.

80.- Para terminar este punto, citaremos nuevamente al Doctor Cassinelli: "La califica­ ción de las normas constitucionales sobre el trabajo como normas laborales también tiene consecuencias prácticas importantísimas en cuanto a los criterios de su interpretación. Sig­ nifica que deberán ser interpretadas como for­ mando parte de un conjunto, de una rama del derecho llamada 'Derecho Laboral', y por consi­ guiente deberán ser interpretadas a la luz de los principios del Derecho del Trabajo, y no a la luz de los principios de otros derechos que podrían

(76) Publicada en La Justicia Uruguaya, caso 10.473.(77) Couture, Eduardo J, Fundamentos del derecho procesal civil, Ed. Depalma, 3a. edición, 1958, pág. 466.

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estar en contradicción con las soluciones labora- concordancia de estas normas surgiría, pues, ese listas en algunos casos" (78). argumento subsidiario con respecto al anterior

que también da pie para arribar a la solución que B. 2. Los artículos 72 y 332 de la Carta. le dio al caso el Tribunal de Apelaciones en lo

Civil de 6a Turno. En este sentido, nos remitimos81.- Como argumento subsidiario, maneja- a lo expresado anteriormente, cuando analiza­

mos los artículos 72 y 332 de la Carta. De la mos las citadas disposiciones (79).

(78) Cursillo ..., citado, págs. 106 y 107.(79) Luego de señaladas las insuficiencias de las normas que regulan la concurrencia de créditos laborales,

prendarios y/o hipotecarios, o de los laborales entre sí, se impone la tarea de construir una normativa ajustada ala realidad social y laboral de nuestro país, que tenga en cuenta, principalmente, el principio protector (de rango constitucional), pudiendo inspirarse en aquéllas soluciones normativas que aporte el derecho comparado que hayan consagrado en forma clara y efectiva normas acordes con dicho principio.

Nos resta decir, a título informativo y en mérito a los aires integracionistas que soplan por estas latitudes, que en 1978, la Comunidad Económica Europea, por iniciativa de la Comisión de Asuntos Sociales, propuso a los Estados Miembros la obligación de crear instituciones de garantía para la satisfacción de los créditos laborales, independientemente de los procedimientos concúrsales. La propuesta fue adoptada el 20 de octubre de 1980, estableciéndose un plazo de tres años para los países que aun no contaban con sistemas de garantía (como Irlanda e Italia) los instituyeran en sus respectivos derechos.

Los sistemas de protección de los créditos laborales ante la insolvencia del empleador, tienden a pasar (por lo menos en Europa) del ámbito de los derechos concursal y laboral al de la seguridad social, lográndose la cobertura del riesgo de insolvencia empresarial por medio de fondos aportados por los empleadores, destinados, en caso de acaecimiento del mencionado riesgo, al pago de los créditos laborales adeudados a los trabajadores de la empresa insolvente, con limitaciones en cuanto al monto y a la antigüedad de lo adeudado, pero, como contrapartida, asegurándole al trabajador rapidez y certeza en el cobro (Conf.: Rosenbaum, ob. cit., págs. 87 y 88; Barbagelata, H. H., Derecho del trabajo, citado, pág. 242, especialmente nota 38).

Sea una u otra la solución, lo importante es, como lo afirma de la Cueva al comentar el nuevo derecho mexicano del trabajo: "... el primado de los valores humanos sobre los materiales de los acreedores del orden común: en el binomio trabajo-capital, las relaciones, contradicciones y aun tragedias dentro del capital, como sería para un capitalista que otro no le pagara su crédito, no deben repercutir sobre los derechos del trabajo. Por lo tanto, el capital debe saber y ésta es una de las bases del derecho nuevo, cuando otorga un crédito a una persona que tiene trabajadores a su servicio, que queda colocado en un plano segundo, después de los créditos de trabajo" (Mario de la Cueva, El nuevo derecho..., citado, pág. 369).

Para finalizar, haremos referencia a algunas opiniones de distinguidos juristas, cultores de diferentes disciplinas, que nos ilustrarán sobre la orientación que debe presidir la labor del intérprete en supuestos como los que han motivado esta charla:

Así, por ejemplo, el Dr. Van Rompaey -en sentencia que anotara el Esc. Blengio, A.D.C. U., Tomo XIX, págs. 16 y ss-, a propósito de la admisibilidad del disregard en nuestro derecho (antes de la sanción de la ley 16.060), nos dice: "... la carencia de disposición legal expresa no puede erigirse en valla infranqueable para el ejercicio de la labor creadora que, con las naturales limitaciones que el ordenamiento jurídico impone, debe reconocérsele al Oficio en los supuestos de discordancia entre la norma, afectada de obsolecencia y la realidad fáctica que en función del vertiginoso cambio social operado con posterioridad a su sanción, ha escapado a su cobertura legal específica ... así enfrentado el Juez a la resolución de un conflicto a cuyo respecto la previsión normativa estricta entre en pugna con la realidad que aquélla pretendía regular, deberá atender primordialmente a la directriz axiológica que informa el texto legal superado por el cambio social, contemplando su ratio legis en función de las circunstancias del caso".

Por su parte, el ilustre Ferrara, al fundamentar la llamada interpretación evolutiva o progresiva, manifiesta: "La ley debe ser respetada cuando su sentido es indudable; pero si hay incertidumbre en su contenido, y el significado originario no se muestra ya armónico con las direcciones de la nueva legislación, o si se trata de llenar las lagunas, el intérprete, además de tener en cuenta los elementos internos de la ley, debe inspirarse en los factores sociales (destacado del autor), que circundan la vida del derecho en todas sus manifestaciones y demuestran la finalidad" (citado por Gastan Tobeñas, ob. cit., pág. 285).

También de filas publicistas se expresa análogo criterio: "El cambio más significativo que se operó en la Corte Suprema fue tal vez en la década de '30, en este siglo (obsérvese la coetaneidad con nuestra reforma constitucional de 1934 que introdujo los llamados derechos económico-sociales), cuando los jueces del Tribunal decidieron adoptar un sistema de interpretación dinámica de las normas constitucionales, emancipando así a las normas del cordón umbilical que las ligaba a la voluntad psicológica del Constituyente ... es menester destacar la labor extraordinaria de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la que con un mismo marco de referencia (el conjunto

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de artículos de la parte dogmática de la Constitución), a través de más de un siglo de aplicación, pudo en diversas oportunidades dar la dimensión actualizada de la extensión y eficacia de tales normas ... La Corte, al adoptar el método dinámico, considera que la escala valorativa a tener en cuenta es la vivenciada y compartida por la comunidad en el momento presente, es decir, en el momento coexistente con la aplicación y con el conflicto" (Vanossi, Jorge Reinaldo, La Constitución Nacional y los Derechos Humanos, Bs. As., Ed. Eudeba, 1985, págs. 29- 30.

Y por fin, el laboralista Rodolfo Capón Filas, con particular énfasis, ha expresado: "No se trata del gobierno délos jueces, se trata, simplemente, del imperio constitucional" "Constitución y salario insuficiente o injusto" en Si salario: estudios en homenaje al Profesor Américo Piá Rodríguez, Mdeo., Ed. Amalio Fernández, 1987 Tomo H,pág.348.