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Josu Chueca

GursEl campo vasco

Serie de Historia dirigida por Emilio Majuelo

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Edición:Editorial Txalaparta s.l.

Navaz y Vides 1-2Apdo. 78

31300 Tafalla NAFARROA

Tfno. 948 703934Fax 948 704072

[email protected]://www.txalaparta.comPrimera edición de Txalaparta

Tafalla, abril de 2007

Copyright© Txalaparta para la presente edición

© Josu Chueca

FotocomposiciónNabarreria gestión editorial

ImpresiónGráficas Lizarra

I.S.B.N.978-84-8136-490-3

Depósito legalNA-1378-07

Título: Gurs. El campo vascoAutor: Josu ChuecaFotografías: Colección particular de M. Orts (Le Camps

de la Plage - BDIC), Archivos Departamen-tales de Pirineos Atlánticos (Pau), L´Illustration y fondo particular de J.Chueca

Portada y diseño colección: Esteban Montorio

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Los últimos años han sido pródigos en iniciati-vas tendentes a recuperar y reforzar la llamada me-moria histórica vinculada a la guerra civil de 1936-1939.Actos institucionales e iniciativas parlamentarias hanreflejado y secundado un extenso movimiento en tor-no a la misma que, a lo largo y ancho del Estado, sor-prendió, no solo a la ciudadanía, sino a los mismosprofesionales del quehacer histórico. Cuando desdelos ámbitos académicos, reducidos grupos de inves-tigadores se empeñaban en rehacer arduamente laretícula factual y los distintos vectores sociales, polí-ticos, culturales, internacionales… de la pasada gue-rra civil y de su larga prolongación en forma de dic-tadura, un nuevo impulso investigador ha venido aincidir en campos, como el de la represión bélica yposbélica, que si bien había conocido investigacio-nes muy significativas en la década de los 80, estabalejos de quedar colmatado tanto en su desarrollo te-

PrólogoGurs, tan cerca y tan lejos

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rritorial, como en el de las diferentes expresiones re-presivas desarrolladas, en el Estado español y másallá de las mugas del mismo. Colectivos empeñadosen recuperar estos aspectos desde el ámbito local,profesionales provenientes de las áreas mediáticas,pero, también nuevos elencos de investigadores sehan volcado sobre esta temática, haciéndola emergercon mucho más impacto que el obtenido en la etapade la recuperación de la democracia, en la llamadatransición y sus más inmediatas décadas.

A ello no es ajena la mala conciencia que ampliossectores sociales tenían respecto a la escasa gratitudmostrada a las generaciones que, en la trágica coyun-tura iniciada en el verano de 1936, apostaron por ladefensa de la II República. El binomio conocimiento-reconocimiento estaba muy lejos de estar resueltode forma satisfactoria y ello ha originado como reac-ción el rebrote de viejos temas y la apertura de nue-vos espacios de investigación, que estaban faltos deser estudiados en profundidad y de su consecuentedifusión hacia el gran público. Uno de ellos es el dela realidad que, más allá de la inmensa cárcel en quequedó convertida la España franquista, se plasmó enla existencia de campos de concentración y batallo-nes de trabajadores. Modélicamente investigados através de los trabajos de José Ángel Fernández, JavierRodrigo, Fernando Mendiola, Edurne Beaumont…han hecho aflorar una realidad, no por conocida, ayu-na de estudio y de divulgación en los ámbitos acadé-mico y social.

Algo similar acontece con la temática que presen-tamos en las páginas siguientes. Si bien desarrollada,en el periodo inmediatamente posterior a la guerracivil y más allá de las mugas pirenaicas y vascas, en-tronca de lleno con la singladura que se abrió en juliode 1936 y que, desmintiendo el triunfal parte de gue-

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rra del primero de abril de 1939, no se cerró entoncessino mucho más tarde. Fue, precisamente, en las mis-mas horas en las que el telegrama suscrito por Francoponía fin a la guerra civil, cuando avistando el hori-zonte de su tierra vasca, miles de derrotados estabansiendo encerrados entre alambradas y en barraconesde madera que la administración francesa les depa-raba como camps d’accueil, campos de acogida.

La prolija terminología que para describir las dis-tintas manifestaciones y expresiones que el universoconcentracionario puso en marcha por todo el conti-nente europeo, también intentó en el hexágono fran-cés y, más en concreto, en el caso objeto de nuestroestudio, el del campo de Gurs, camuflar la sórdidarealidad que las alambradas y los vigilantes fran-ceses encerraron desde 1939 hasta 1945. Además, laderiva de lo que, preparado como recinto de realojopara recluidos en los campos-playa del Mediterrá-neo, pasó a ser un centro de detención inserto en elcircuito que el régimen de Vichy implementó en co-laboración con el programa de la “solución final” nazi,contribuye a desdibujar su adecuada definición.

Sin embargo, para los ojos y sentimientos de losallí encerrados, no hubo duda acerca de su izena etaizana, sobre su nombre y carácter. Porque, si bienes cierto que la Europa de los campos les dio a losde concentración y a los de exterminio, unos rasgosy características que la primera fase del campo deGurs no llegó a desarrollar, los recluídos en el campobearnés lo padecieron y sintieron más como un fe-nómeno antesala de los campos de concentraciónque de los refugios e iniciativas implementadas parasu auxilio.

Fue precisamente la trágica degeneración delsistema concentracionario francés, a lo largo del in-

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mediato periodo del régimen del mariscal PhilippePétain, lo que parece amortiguar el negativo recuerdode las características de la primera etapa gursiana, laque se desarrolló desde su apertura en abril de 1939,hasta poco más de un año después, coincidiendocon los inicios de la entente nazivychista. Al igual quelo ocurrido con las problemáticas históricas deriva-das de la Segunda Guerra mundial y de la guerra civilespañola, donde el decalage temporal y científico, ala hora de su estudio, quedan notoriamente dese-quilibrados a favor de la primera, también en el casodel campo de Gurs, el impulso investigador y difusorse materializó más temprana y sólidamente desdecoordenadas francoalemanas que desde la produc-ción histórica generada en el Estado español.

A caballo del testimonio y del trabajo históricoHanna Schramm y Barbara Vormeier fueron pionerascon su Menschen in Gurs: Erinnerungen an ein fran-zö-sisches Internierunslager 1940-1941 (Worms, 1977) Vivre àGurs. Un camp de concentration français 1940-1941 (Paris,1979). Casi coincidiendo con su traducción al francés,el estudio más completo sobre dicho campo, abar-cando todas sus etapas, vino de la mano del profesorClaude Laharie. Prólijamente documentado, apoya-do en el análisis exhaustivo de los materiales quese habían conservado en los archivos departamenta-les, del Ejercito francés y pudiendo contar con el tes-timonio de no pocos de los dirigentes o militantessignificados del campo, aún vivos cuando él realizabasu investigación es, sin duda alguna, la obra referen-cial, por excelencia, para lo que el subtituló, tanto enla portada como en el interior, como “un aspecto des-conocido de la historia del Bearne y de Vichy”.

Pero si ese desconocimiento, se daba en una so-ciedad como la francesa, quien había tenido la posi-

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bilidad de ajustar sus cuentas con su pasado históri-co, desde los lendemains del 8 de mayo de 1945, quéno sería en el caso del Estado español, donde la dic-tadura franquista había de prolongar durante tresdécadas más, la deformación, negación y/o proscrip-ción respecto a los sectores derrotados en 1939. Yeran estos últimos, precisamente, quienes se encon-traban en el germen del sistema concentracionariofrancés de 1939-1945 y del gran campo construido enlas tierras de Gurs. Porque, en efecto, el mosaico máscolorido y representativo de los derrotados en lacontienda hispana fue encerrado tras las alambradasdel campo bearnés. Dentro de ellos, un colectivo, elvasco, venía nucleado desde que en la playa-campode Argelés se organizaran dentro del subcampo de-nominado Gernika Berri. Ellos serían el aporte huma-no para lo que la administración francesa denominócampo des basques que junto al de los brigadistas in-ternacionales, aviadores y españoles, conformaron elprimer y originario Gurs.

La rica e importante documentación concernientea los islotes del campo vasco, guardada en el Archi-vo Histórico del Nacionalismo Vasco-Euskal Abertza-letasunararen Agiritegia (Artea-Bizkaia) y dentro deella el fichero elaborado por Leonardo Salazar, parano menos de 6.000 personas, de origen vasco inter-nados en aquéllos, hacen que las páginas siguientesy en especial el extracto del mismo que supone ellistado, ayuden a paliar parcialmente la laguna quepara la primera etapa de Gurs ya señaló el profesorLaharie en su ya citado excelente estudio. Este acer-camiento centrado en el campo vasco quiere reme-morar aquella realidad que, a pesar de su cercaníageográfica y humana, ha quedado alejada y arrinco-nada en la memoria y en el quehacer histórico. Es-peremos que en un futuro, este estudio que presen-

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tamos, pueda ser completado, gracias a documenta-ción proveniente de ámbitos consulares, militares,policiales, memorialísticos, etc. con similares traba-jos respecto a los otros colectivos radicados en el pri-mer Gurs. Solo así será posible el conocimiento satis-factorio y el merecido reconocimiento hacia aquelloscasi 18.000 hombres que “acogidos” tras las alambra-das gursianas, epilogaron durante meses, con la mis-ma dignidad y entereza, el compromiso militantehacia la causa republicana mantenido durante casitres largos años de guerra.

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PRIMERA PARTE

LA HISTORIA

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Aún faltaban dos meses para el cierre oficial dela guerra civil. Hasta la entrada en Madrid de lastropas franquistas, el 27 de marzo, y hasta que el dic-tador Francisco Franco no cursase el conocido tele-grama del 1 de abril de 1939 la guerra civil no iba aconcluir en el plano estrictamente militar. Sin em-bargo, la ofensiva contra Barcelona, culminada el 27de enero para muchos dirigentes del bando republi-cano y, sobre todo, para la gran masa combatiente,significó el principio del fin.

La retirada definitiva comenzaba así hacia tierrasde Girona y, más allá de la barrera pirenaica, hacia elcercano Estado francés. Mientras, una escuálida re-presentación de diputados ¡62! se reunía en la ciu-dadela de Figueras (Girona) para realizar su postrera

Capítulo 1Cautivos en tierras libres

Playa abiertaMares cerrados de pena

aire preso en los espinos1

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1. Versos iniciales del poema de Melitón Bustamante, “Campos” en Album souvenir del’exil republicain espagnol en France (1939-1945).

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reunión de Cortes, millares de soldados, mujeres,viejos y niños se acercaban a los pasos fronterizosde Le Boulou, Bourg Madame, Le Perthus...etc.

El Gobierno francés no quería saber de ellos ycerró la frontera. Tras varios días de negociacionesllevadas por el ministro de Asuntos Exteriores, JulioÁlvarez del Vayo, una tímida reacción de piedadhacia el perseguido y derrotado y de mínimo senti-do común se impusieron y se reabrió el paso para lapoblación civil. No era de recibo dejar junto a las mu-gas, bajo el “general Invierno” y con las tropas fran-quistas persiguiéndoles, a las miles de personas detoda edad y condición que escapando del terror, pen-saban recibir auxilio en la también republicana y ve-cina Francia.

A decir verdad, la deriva en la solidaridad y acti-tud hacia la República española no presagiabannada positivo. Siendo presidente del ejecutivo elsocialista León Blum, puso en marcha el parcial “Co-mité de No Intervención” por el que la Repúblicaquedó marginada de toda ayuda exterior frente a lacreciente intervención a favor de los franquistas porparte de Alemania e Italia, así que poco cabía espe-rar del Gobierno presidido por Edouard Daladier,2

quien desde 1938, venía acentuando los rasgos xenó-fobos en su política interna y multiplicando los ges-tos de acercamiento “realista” a la previsible victoriafranquista.

Su gabinete había pasado de ignorar a los fran-quistas a plantear un acercamiento, promovido porel propio Daladier y su ministro de Asuntos Exterio-

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2. Catedrático de historia. Diputado de la Vaucluse desde 1919. Presidente del Parti-do Radical. Efímero presidente del Gobierno en 1934. Desde enero de 1936, máximo líderdel Partido Radical, como consecuencia de su apoyo al Frente Popular. Presidente del Go-bierno desde el 10 de abril de 1938.

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res, Georges Bonnet, que plantearon, desde abril de1938, la apertura de negociaciones para el reconoci-miento del Gobierno de Burgos. Aunque esta prime-ra tentativa no culminó, la toma de Cataluña porparte de los franquistas hizo que las conversacionesoficiosas se reiniciasen con el envío a Burgos del se-nador Leon Bérard.3

La otra vertiente negativa para los refugiadoseran los decretos y circulares concernientes a los ex-tranjeros que habían promulgado al poco de iniciarsu andadura como gobierno. El 14 de abril de 1938,coincidiendo con su entrada en funciones, el minis-tro del Interior, Albert Sarraut, dirigió a los prefectosuna circular para «llevar una acción metódica, enérgi-ca y rápida para librar a nuestro país de elementosextranjeros indeseables que circulan y obran despre-ciando las leyes y reglamentos o que intervienen demanera inadmisible en querellas o conflictos políti-cos y sociales que solo nos conciernen a nosotros».

A ésta siguieron la ley de 14 de mayo de 1938, porla que se anunciaban multas y penas de prisión paralos extranjeros que penetrasen en Francia de ma-nera irregular y, sobre todo, el decreto de 12 de no-viembre de 1938, donde la asignación de residenciase complementaba con la apertura de centros de in-ternamiento «donde tendrán una vigilancia perma-nente que justifican sus infracciones repetidas a lasreglas de hospitalidad».4 La crisis económica presen-te en la sociedad francesa, la zozobra que suponíarecibir a unidades del ejército, en un marco de inse-guridad creciente internacional, llevó a que la com-pasión hacia los derrotados se transformase en no

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3. CATALA M. Les relations franco-espagnoles pendant la deuxième guerre mondiale. París, 1997.

4. Journal Officiel, 13-XI-1938, recogido en A. GRYNBERG, Les camps de la honte. París,1999.

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pocos artículos y en declaraciones de dirigentes delas regiones más afectadas, en desconfianza y hostili-dad. Aunque ser considerados como delincuentesera lo último que podían esperar de la Francia de losderechos del hombre y de la libertad; esta sensaciónse dio en quienes iban contactando con las mugasdel país vecino. El donostiarra Julián Antonio Ramí-rez aún recuerda el primer choque con los gendar-mes franceses:

«Yo pasé por Le Boulou, con dos camiones, enlos que venían un montón de escritores, profesores,intelectuales. Le llamábamos el “Batallón del Talen-to”. Iban Pedro Garfias, Luis Alaminos y otros así. Elcaso es que nos detienen en la frontera y un capitánde Gendarmería empezó a dar ordenes de una ma-nera autoritaria e insultándonos: “Mucho cuidadocon éstos, que son unos apaches”. Yo me bajé delcamión porque entendía lo que ordenaba a sus gen-darmes y le dije, mire yo entiendo y hablo el francés.Éstos no son ningunos apaches, son personas muydignas y tienen todo el derecho a ir donde quieran,de modo que tenga usted más respeto».5

Pero el ambiente dominante en gendarmes,guardias móviles y autoridades políticas era el deprevención o rechazo. Sin contemplaciones, el alcal-de de Perpignan, Mr. Baudrin, abogaba por la repa-triación de los hombres válidos y en el caso de queel avance franquista lo impidiese, por su agrupa-miento en campos de concentración, mientras se to-mara respecto a ellos una decisión general.6

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5. Testimonio oral. Mutxamel, 2006.

6. Declaraciones de éste, recogidas en “Le probleme de l’accueil de France”. La Pres-se du Sud Ouest.(LPSO).

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En pocos días, sin embargo, iban a tener que ha-cer frente a la llegada de miles de esos extranjerosindeseables de los que hablaban las disposicionesgubernativas antes citadas. En la larga historia deexilios españoles, éste era el más masivo y el másrepresentativo del conjunto de la sociedad que logeneraba. Junto a los militares derrotados, la pobla-ción civil en todas sus franjas de edad y condiciónsocial, estaba representada en las columnas de gen-tes que marchaba hacia las tierras del Roussillónnortecatalán. Si los nombres de Pau Casals, AntonioMachado, Francisco Ayala, María Teresa León, LuisCernuda, Max Aub, Leon Felipe, Aurelio Arteta... hanayudado a reflejar la realidad del exilio seguido porla “intelligentsia”,7 otros millares de ciudadanos seperdieron en la triste saga de penales y campos deconcentración franceses y españoles primero, aus-triacos, alemanes y polacos después; en su marchahacia América, en la repatriación hacia la península,y en definitiva en el anonimato y en la proscripciónque la condición de masas derrotadas les otorgó. Eraeste carácter masivo y la condición de ser la columnavertebral del mismo, los miles de milicianos en reti-rada, lo que aterraba a las autoridades francesas yllevaba a la prensa derechista a pretender disociar lasuerte de mujeres, niños, heridos, de la de los solda-dos derrotados. Mientras a los primeros se les podíaaplicar la hospitalidad de la Francia que se autopro-clamaba continuamente como terre d’asile, la reticen-cia hacia los soldados era total. «¿Qué harán nuestrastropas cuando vean llegar a unidades formadas que

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7. Numerosos congresos, publicaciones y reediciones, han recuperado, en gran me-dida esta y dimensión y personalidades de la intelectualidad exiliada. Son dignos de des-tacar la serie de congresos y publicaciones promovidas por el Grupo de Estudios delExilio Literario (GEXEL) de la Universidad Autónoma de Barcelona y en el caso vasco porla asociación Hamaika Bide.

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huyen de la guerra y pretendan entrar en Francia consus armamentos y bagajes, con todo su material?»8

preguntaban a modo de alarma y denuncia. La res-puesta, sin embargo, les vino en pocos días. A la tem-prana acogida de mujeres, niños y ancianos, sucedióla inevitable recepción y criba de soldados por partede los militares franceses. Reabierta la frontera fran-coespañola, para el 3 de febrero se cifraban en 61.158las personas puestas a salvo en suelo francés.

Por otro lado, la misma prensa se hacía eco delcomienzo del éxodo y desarme de los soldados re-publicanos. En la Tour de Carol, se entrevistaban elcoronel Martínez Jiménez, comandante del puesto dePuigcerdá, con el subprefecto de los Pirineos Orienta-les Mr. Palmade y el jefe de los guardias móviles, co-mandante Dwilling. Su objeto, acordar el protocolo aseguir con los 25.000 milicianos republicanos que ha-bían de pasar por allí. En la misma frontera seríandesarmados por los guardias móviles y desde allí,encuadrados por soldados a caballo, serían dirigidosa la estación de La Tour de Carol, para evacuarlosprogresivamente hacia el interior.

Esta situación se repetiría en las siguientes jor-nadas. El 6 de febrero entraron a Francia por Le Pert-hus Manuel Azaña, Lluis Companys y José AntonioAguirre. Poco después lo hicieron diferentes desta-camentos del ejército republicano. La prensa galainformaba con detalle de los ritmos y condicionesde esta entrada:

«Hacia las dos de la mañana, un primer contin-gente de 3.000 hombres, parados en Chayne, cuyacarretera está cerrada por un servicio de orden fran-cés, fueron desarmados por los guardias móviles y

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8. LPSO, 25-1-1939.

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dirigidos en convoy hacia los centros de Le Boulou,bajo la vigilancia de guardias móviles a pie y de hú-sares a caballo. Una hora más tarde, un segundo con-tingente de 6.000 soldados se presentó en la fron-tera. Admitidos en grupos de 200, fueron desarma-dos, reagrupados y llevados a Le Boulou».9

Así pues, nadie pasaría armado a suelo francés, nitampoco organizado como unidades de un ejercitoextranjero. En caso de no tener domicilio o posibili-dades de obtenerlo serían asignados a residir en loslugares que la administración francesa, el ejército,más exactamente, determinase. Y éste, aunque po-seedor de instalaciones y campos de maniobras, nohizo en ningún momento uso de ellos para cobijar alos refugiados.

La ubicación de los primeros en la playa-campode Argelès sur Mer marcó la pauta para los siguien-tes campos de concentración, los de Barcarès y deSaint Cyprien, con el visto bueno del general Fa-galde, comandante de aquella región militar. Perpig-nan, como capital del departamento de los PirineosOrientales, con su prefecto Mr. Raoul Dukowsky a lacabeza, debían haber sido las coordenadas o refe-rencias para la atención a esos refugiados, una vezdesarmados, pero éstos eran ya cuestión de Estadoy como tales comenzaron a ser los peones de unapartida jugada a varias manos por parte del Gobier-no francés.

El ejército y la Gendarmería móvil fueron los res-ponsables de desarmarlos, conducirlos y custodiar-los en los lugares de internamiento y los ministros deAsuntos Exteriores y el de Interior los encargadosde desembarazarse de ellos mediante una política

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9. LPSO, 7-II-1939

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que iba a combinar su reclusión con la invitación a larepatriación hacia la España, aún en guerra, de la queprovenían. Esta opción se les planteaba, tanto en lamisma frontera como en su llegada a los campos. Ju-lián Antonio Ramírez lo recuerda ligado a la suerte yanécdota en torno a uno de los muchos animalesque también habían sido llevados hasta los propioscampos:

«Yo iba siemprre con Luis Alaminos a ver el des-file de los que llegaban a Argelès al llegar al campo.Los franceses nos tenían cercados con senegaleses,con espahís argelinos a caballo y con algunos cuantossoldados de infantería; habían puesto una especiede barrera y preguntaban a los últimos que llegaban:Franco o Negrín. Así les preguntaban y claro, todos, ocasi todos, decían Negrín. Pero había uno que veníacon un cordero en los hombros y nosotros llevába-mos 4 días sin comer y Franco señaló al que llevabael cordero. Se armó una buena. Rompimos todas lasbarreras y a por el cordero. Le dijimos bien claro, túirás con Franco si quieres, pero el cordero es de laRepública y nos quedamos con él».10

Al margen de estas escaramuzas, que tenían quever más con la no alimentación de los primeros días,de forma disciplinada, contradiciendo los malos pre-sagios y campaña de la prensa ultraderechista y dela próxima al gubernamental Partido Radical, milesde refugiados fueron aproximándose a las poblacio-nes, playas y litoral de la llamada “Côte Vermeille”donde iban a quedar instalados. El rosario de pe-queñas poblaciones costeras del Rosellón iba a vercon asombro la instalación en sus desiertas playasde un sin fin de chozas, improvisados y variopintos

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10. Testimonio oral. Mutxamel, 2006.

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refugios excavados en la arena que pretendían res-guardar a los millares de huidos.

De esta forma nacían los “camps sur la plage”–campos en la playa– que iban a dar un eterno ecoen la historia de la infamia a los citados nombres deArgelès, Barcarès, Saint Cyprien, etc., antes inclusoque los primeros campos fuesen pertrechados yconstruidos como tales. A los elementos que aporta-ba la naturaleza: arena, mar y cielo azotado por latramontana, se le añadía la única pero sintomáticaaportación humana: la alambrada. El “fil barbelé”, elalambre con puntas, consustancial a la historia con-temporánea de la reclusión. Inventado para acotar ydelimitar tierras en el Oeste americano, importado aEuropa y utilizado en la Primera Guerra mundial y enla propia guerra civil española como auxiliar de trin-cheras y fortificaciones, volvía a ser el horizonte quecerraba el acceso a los pueblos y gentes circundan-tes, que delimitaba la muga entre libres e interna-dos.11 No es de extrañar que ese tipo de alambreerizado sea uno de los símbolos más utilizados parareflejar el universo represivo y también uno de loselementos más recurrentes en las memorias que re-cuerdan aquellas vivencias.

El balance lo expresaba muchos años más tarde elhistoriador Pierre Vilar, refiriéndose a estos primeroscampos, cuando decía: «Se desarmó a los soldados amenudo con palabras y gestos de desprecio. Se mul-tiplicaron las vejaciones, los controles. No se hizonada para que las familias se reuniesen. Y se terminópor organizar verdaderos campos de prisioneros».12

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11. Una buena síntesis sobre la historia de la alambrada con puntas, en su evolucióny finalidad represiva en RAZAC O. Histoire politique du barbelé. La prairie, la tranchée, le camp.

12. En su prólogo a Plages d’exil. Les camps de refugies espagnols en France-1939. París, 1989.

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Por si no fuera suficiente, al otro lado de las alam-bradas, una panoplia de cuerpos militares y policialesfranceses caracterizaban a aquellos superpobladosrecintos más que como lugares de acogida, como deinternamiento, reclusión o concentración. Este últi-mo sería, en definitiva, el término que en los mediosde comunicación, en las intervenciones parlamen-tarias, informes, etc., se impondría frente a la largasecuela de eufemismos que, por parte de la admi-nistración, intentaban camuflar la realidad padecidapor los refugiados.

En efecto, junto a los miembros de la Gendarme-ría Nacional y de los guardias móviles, soldados delos regimientos se ocuparon de la custodia de los ro-jos derrotados. Además de éstos, como triste y para-dójico revival para los combatientes republicanos, losvigilantes se completaban con los llamados espahís,quienes a caballo reflejaban una Francia, aún colo-nial, que en aquéllos rememoraban a todos los tabo-res y regulares marroquíes a quienes habían tenidoque combatir a lo largo de la guerra civil.

En pocos días, tras esas alambradas y custodiamilitar francesa, Argelès sur Mer, Barcarès, Les Ha-rras, Saint Cyprien, Le Boulou, Arlés sur Tech... al-canzaron cifras tan impensables como difíciles desoportar. Ya el 7 de febrero el citado general Fagal,marcando el límite de recluidos posibles en Argelèsen 100.000, apuntaba a la creación y ubicación ennuevos campos hasta alcanzar la cifra de 140.000.13

Aún con las dificultades para establecer unas cifrasajustadas a la estricta realidad, quienes en aquellosmomentos cuantificaron la riada de exiliados arriba-

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13. LPSO, 8-III-1939.

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da a suelo franco-catalán la cifraban en decenas demillares.

El diputado socialista, Louis Noguères, del distri-to de Guéret (Pirineos Orientales), en el contextodel debate que se dio sobre los campos, en marzode 1939, avanzaba retóricamente:

«¿Cuántos están en los que se ya venían llaman-do desde antes campos de concentración? Nadie, niel ministro del Interior lo sabe. ¿100.000 en Argelés?¿60.000 en Saint Cyprien? ¿Decenas de miles en LeBarcarés?».14

Desde el extremo contrario del espectro políticopresente en el Parlamento, el ultraderechista JeanIbarnegaray,15 en su intervención en el debate sobrelos campos de refugiados dio las siguientes cifrasque no fueron cuestionadas por ninguno de los par-ticipantes en la discusión:

77.000 en el campo de Argelés sur Mer

90.000 en el de Saint Cyprien

13.000 en Barcarés

46.000 en los de Arlés sur Tech y Prats de Molló.16

Es decir, 226.000 internados. Bastantes más delos 150.000 que el ministro español, Julio Álvarez delVayo, se había visto rechazar en las primeras conver-saciones con las autoridades francesas, poco antes

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14. Le Socialiste, 20-II-1939. En el mismo artículo los volvía a calificar como «campos deconcentración» afirmando que si «Hitler viniera por aquí, reconocería que no se ha hechonada mejor en el arte de obligar, en pleno siglo XX, a masas humanas a reglas vergonzosasde vida.... De vida o de muerte!».

15. Originario de la bajonavarra Uhart Cize. Miembro del derechista Parti SocialFrançais y diputado por el distrito de Mauleón desde 1918. Se caracterizó por su tempra-no y radical apoyo a los rebeldes franquistas, prodigándose en mítines y artículos paraelogiar sus avances militares y criticar a los vascos posicionados en favor de la legalidadrepublicana. Fue ministro de la Juventud y Familia en el primer gobierno de Pétain.

16. Journal Officiel, 10-III-1939.

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de la debacle del frente catalán. Pero, sobre todo,muchísimos más de los que el departamento de losPirineos Orientales estaba dispuesto a mantener. Lapoblación de éste, 233.347 habitantes en 1936, seveía duplicada simplemente con los refugiados re-cluidos en los campos, a los que había que añadirlos miles de niños, mujeres y heridos recogidos enhospitales y refugios. La situación se agravaba si te-nemos en cuenta que tanto Argelès (2.945 habitan-tes) como Barcarès (508) y Saint Cyprien (1.152) eranpequeñas poblaciones de pescadores, manifiesta-mente incapaces y desbordadas frente a las necesi-dades de los miles de recién llegados.17

Esos datos ya apuntaban la inviabilidad e imposi-ble gestión de tales concentraciones humanas. A ellose sumaron las críticas de diputados y cargos electosde la región afectada por los primeros campos, lasdenuncias de determinada prensa como Le Populaire,Le Midi Socialiste, L´Humanité, Regards, sintetizadas en elimperativo titular “Videz Argelès” de uno de los ar-tículos más contundentes,18 que terminarían por hacersu efecto. Las diferentes pero convergentes protes-tas de responsables políticos locales, diputados, pe-riodistas... obligaron a reconvertir y organizar losprimeros campos, tanto los del litoral como los depoblaciones del interior y a debatir, incluso, en elParlamento su política hacia los refugiados y en con-creto a las condiciones de su internamiento.

Con el apoyo, tanto logístico como represivo porparte del ejército, el Gobierno francés pasó a desarro-llar una doble política. Por un lado, construir in situ ins-

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17. Datos de población en L. STEIN, Más allá de la muerte y del exilio. Barcelona, 1979.

18. “Argelès” Artículo del diputado socialista Louis Noguères. Le Midi Socialiste24-II-1939

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talaciones que aún de carácter temporal, pudiesenalbergar a los refugiados mientras no se produjesesu repatriación. Por otro, proceder a una reordena-ción de los colectivos de refugiados, concentrándo-los en grandes espacios cercados acondicionadoscon barracones. Estos nuevos recintos serían reparti-dos por otros departamentos, tanto limítrofes comomás alejados, pero seguirían las pautas de uno delos campos pioneros, el de Barcarès, auténtico mo-delo de la pandemia de campos que se manifestó apartir de mediados de marzo de 1939.

Así, a los abrigos semisubterráneos de las playas,iban a sustituir, en cuestión de pocas semanas, unosbarracones de madera para cuya construcción ymontaje fueron contratadas diferentes empresas delsector. A partir del 8 de febrero, se empezaron a le-vantar en Barcarès, Saint Cyprién y Argelès, los hábi-tat standard que iban a suponer el patrón a seguir enla casi totalidad de los campos posteriores.

Para ello, utilizaron como mano de obra emplea-dos de las empresas adjudicatarias de los trabajos ytambién refugiados contratados ad hoc para construirsus propios lugares de reclusión. Frente a la chozamal cubierta y a la intemperie, el vituperado barracónde otras épocas no tan lejanas,19 se convertía así enel deseado cobijo en el primer invierno del exilio.La construcción de barracones se aceleró con contra-taciones de empresas que suministraban los elemen-tos estructurales, tablones y planchas de madera,que iban a constituir la pieza fundamental del cam-po, el citado barracón.

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19. “El barracón” en “La Lucha de Clases” 9-IX-1905.

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El 5 de marzo se adjudicó al bearnés Aldo Lom-bardi el contrato para la construcción de 350. Con unescaso intervalo, esa misma empresa sería una de lasencargadas de construir el campo de Gurs. A la expe-riencia adquirida en los campos del Rosellón, se leañadía la ventaja de la proximidad de su sede, la po-blación de Arudy a Ogeu les Bains, destino entoncesprevisto para el campo que debía abrirse en el de-partamento de los Bajos Pirineos.

El segundo gran eje de la política hacia la masade refugiados concentrada en los campos de los Piri-neos Orientales consistió en la redistribución de losmismos en campos de nueva creación en diferentesdepartamentos. Esto era la consecuencia inmediatade las reuniones habidas en Perpignan, entre parla-mentarios, alcaldes y senadores junto al prefecto deldepartamento de Raoul Didkowsky. En ellas se ma-terializó la petición de que «fuesen repartidos en elconjunto de los departamentos franceses con el finde dividir equitativamente las cargas derivadas de lahospitalidad». Pocos días más tarde, esta demandaera presentada por los senadores Pezieres y Parayrey por el diputado Noguères al presidente Daladier.Apoyándose en el argumento de que a un departa-mento que no llegaba a 217.000 habitantes, le habíanllegado 240.000 refugiados, pedían la dispersión delos campos.

Como consecuencia de estas gestiones, el ge-neral Ménard, comandante del XVII Cuerpo del Ejér-cito, con sede en Toulouse, era nombrado poco des-pués en el Consejo de Ministros, «encargado de mi-sión responsable de la coordinación de las medidasrelativas a la acogida de los refugiados españoles».Su primera intervención abundó en lo que la prensaya venía anunciando desde los primeros trabajos deconstrucción de Barcarès, la voluntad de los dirigen-

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tes franceses de poner en marcha análogos camposen los departamentos del Garona, Tarn, Ariège y enel de los Bajos Pirineos.

El afán clasificatorio, tan consustancial a los sis-temas asistenciales y represivos, se dejaba traslucircuando la prensaba filtraba la relación de los futurosdestinatarios de los próximos campos. Al de Bramen el departamento del Aude, irían los ancianos, alde Agde en el departamento del Herault los catala-nes, y al que pensaba construirse en los Bajos Piri-neos, los vascos y los miembros de las Brigadas In-ternacionales.

Esta división, claro está, venía en parte facilita-da por los mecanismos asociativos y de afinidadesque los distintos colectivos habían generado en elrecién iniciado destierro. Descalabrada la discipli-na militar tras la derrota, relajadas y muchas vecesmodificadas las fidelidades políticas a lo largo de latrágica singladura y desenlace de la guerra, el exilioimponía organización y unidad ante la adversidad.Las graves discusiones en la dirección del lado re-publicano, de las que fueron palpable expresión ladimisión de Manuel Azaña y el fin de la guerra en elfrente del Centro, con la fractura entre partidarios desu continuación a ultranza y el de quienes deseabansu cierre negociado con los franquistas, iban a que-dar amortiguadas entre los militantes de base exilia-dos, que se enfrentaban, por un lado, a su mismasupervivencia y, por otro, a la amenaza del Gobiernofrancés de su repatriación a la España de la que aca-baban de huir.

Esto no era algo improbable pues fue uno de lospuntos que en aquellos mismos días negociaban enBurgos el enviado del Gobierno francés, el senador

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por los Bajos Pirineos, Léon Bérard,20 y los represen-tantes del Ministerio de Asuntos Exteriores franquistaencabezados por el propio ministro, el general Gó-mez Jordana.

Cuando poco más tarde, el reconocimiento delGobierno franquista se hizo realidad, enviando almariscal Philippe Pétain como embajador, la desea-da política de buena vecindad y de reconciliaciónentre España y Francia, pasaba por el sacrificio de lagran bolsa de refugiados que habían podido escaparal avance franquista. En las negociaciones subsi-guientes, ya con Pétain en España, los miles de refu-giados se convirtieron en una de las cuestiones demayor envergadura e interés21 (para los franquistas,para neutralizarlos como oposición, incluso más alláde las fronteras). A través de las peticiones efectua-das al equipo diplomático de Pétain en España y porparte del embajador franquista en París, el bilbainoJosé Félix Lequerica, la repatriación de los militantesrepublicanos y la extradición de sus dirigentes, seconvirtió en uno de los ejes de la política de “buenavecindad” entre franquistas y la cada vez más dere-chizada III República francesa. Para los dirigentes deésta, el deseo de desembarazarse de la incómoda,indeseable y costosa “pègre rouge” –hampa roja– erauna de las pocas bazas que podían aducir en las

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20. Originario de Sauveterre de Bearn. Fue diputado y luego senador por el depar-tamento de los Bajos Pirineos desde 1910 a 1940. Ministro de Instrucción pública en losgobiernos de Clemenceau, Briand y Poincaré en 1919, 1921 y 1924. Sus inicios como diplo-mático en la España franquista fueron continuados con la embajada en el Vaticano, desde1940 a 1944.

21. Aunque luego desaparecería esta cuestión de las informaciones y comunicacio-nes oficiales, en la primera información dada por la prensa en titulares, con motivo de suprimera visita oficiosa a Burgos se podía leer: Mr. Bérard ... Va a negociar la repatriación delos refugiados. LPSO, 3-II-1939.En el mismo sentido abunda la tésis de Catalá, en la quejunto al reconocimiento del gobierno franquista, apunta como segundo gran eje de lasconversaciones la repatriación de los 450.000 refugiados llegados a Francia desde Catalu-ña. Está resumida en “Pétain, ambassadeur en Espagne (1939-1940)” en “Vingtieme Siecle,revue d’histoire”. Nº55.

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negociaciones con los mandatarios al sur de los Piri-neos. En la escalada de tensión que a lo largo de 1939iba a llevar a la Segunda Guerra mundial, Franciaestaba interesada en que España no completara porel flanco sur el cerrojo al que podían someterla Italiay Alemania. Así, queriendo asegurar a todo trance laneutralidad española, el tributo de los refugiadosexiliados y de su clase dirigente expatriada era unnotorio tanto a jugar. En este desalentador contexto,desarmados, heridos y encerrados en los primeroscampos, estaban condenados a entenderse y supe-rando las diferencias políticas hacer bueno el dichode «ekaitzari gibela eman» (da la espalda a la tem-pestad).

Era necesario organizarse y, en lo que se refierea los vascos, ese primer embrión organizativo vino através de su agrupamiento y coordinación en un es-pacio que se negoció para ellos dentro del propiocampo de Argelès. El Gobierno Vasco, desde antesde su salida de Euskadi, había puesto en marcha di-ferentes delegaciones en suelo francés y había desa-rrollado una temprana labor asistencial para todoslos evacuados de la Euskadi peninsular. Conocido esel caso de las colonias para los niños y menos el delos refugios y hospitales para los exgudaris y exmili-cianos.22 A partir de finales de 1938 contaba ademáscon el apoyo de la Liga Internacional de Amigos delos Vascos, en sus siglas francesas LIAB, y hasta laentrada de las tropas alemanas en París mantuvosiempre abiertas las citadas delegaciones de esa ca-pital, de Bayona y de Burdeos.

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22. ALONSO CARBALLÉS J. Historia y memoria de un éxodo infantil, 1936-1940. 1937 Los ni-ños vascos evacuados a Francia y Bélgica. ARRIEN G. La generación del exilio. Génesis de las escuelas vas-ca y las colonias escolares 1932-1940. GOITIA X. Eusko umeak atzerrian. LEGARRETA D. GernikakoBelaunaldia. LARRONDE J.C.La Roseraideko Ospitalea, L’Hôspital de la Roseraie, El hospital de la Rose-raie 1937-1940.

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En los últimos días de Figueras, se constituyó uncomité de crisis, encargado de organizar la salida ha-cia Francia. Formaban parte Julio Jáuregui, Juan JoséBasterra, Paulino Gomez Beltrán, Miguel José Gar-mendia y Leonardo Salazar. En Perpignan, por otraparte, en base a los tres consejeros del GobiernoVasco que se habían quedado allí se puso en mar-cha una “Oficina de Evacuación”, en la que estabanellos mismos –Telesforo Monzón, Heliodoro de laTorre y Juan de los Toyos– acompañados por Leonar-do Salazar, Jesús Luisa, Ander Bereziartua, AndrésIrujo, Dolores García y Emilia Anieba. Monzón encar-gó a Salazar establecer los listados de los recluidos eIrujo, Luisa, Landaburu y Bereziartua fueron quie-nes, de forma diaria, acudieron a Saint Cyprien yArgelés para, superadas las dificultades de los pri-meros días, recabar los nombres de los allí ingre-sados. También acudieron a Barcarés, aunque conmenos asiduidad y sólo un par de veces pudieronentrar en el campo de Bram. Con el resto de campos:Agde, Sept Fonds, Le Vernet... se establecieron laslistas, a través de los nombres que enviaron los pro-pios internados.23

Además de conseguir esa información, les iba acorresponder la tarea de coordinar y organizar alimportante grupo de refugiados vascos llegados alos campos-playa de aquel departamento. TelesforoMonzón, Jesús Luisa y Ander Bereziartua, tras con-tactar con ellos, establecieron negociaciones con lasautoridades militares francesas. El primer logro po-sibilitó el agrupamiento de los refugiados vascosen un espacio delimitado dentro del campo de Ar-

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23. I. GOIOGANA, El primer exilio. Los vascos en Cataluña. AAVV. “Diario de Leonardo Sa-lazar en los últimos días de Catalunya” en Historia de la Guerra Civil en Euskal Herria. Vol. VII,pp.158-162.

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gelès al que denominaron “Gernika Berri”. Gesalibar,convertido en efímero cronista euskaldun desde Ar-gelés y posteriormente desde Gurs, describió asílos comienzos de esa nueva población de chabolas,dándole la iniciativa a Monzón:

«Gogoratzen ziran, bai, egun eztu aietan bere Jaur-laritzarekin eta... ez alperrik. Zintzo eta aguro askolaguntasuna agertu zaigun gure oñazeak apaldukozituana, gure eztutasunak lasaituko zituana. Ze go-goz gure esku zurtzak eztutu zuan Monzon gure Jaur-buru jaunena!... Eta beriala azi zan bere lanetan.Etzan errexa berrogei milla gizonen tartean euzkal-dunak biltzea eta au izan zan lenbiziko lan izugarri.Beriala toki ikaragarri orretan neurtu zuan euskaldu-nentzat bakarrik baster bat eta bere diruz, bere azie-raz eta geure laguntasunarekin azi giñan txabolaoso egokiak alkarri esarri ta, illaran, alde bitatik jaso-tzen».24

Completaban esas barracas, otros pabellones don-de se instalaron los servicios de cocina, lavaderos,peluquería... e incluso un hospital dirigido por el Dr.Landaburu. En pocos días, como subrayaba otra cró-nica también aparecida en Euzko Deya, había surgidoen medio del campo de Argelés todo un pueblo: Ger-nika Berri.25 La organización para la supervivencia ma-terial fue completada rápidamente, avanzando loque iba a repetirse en otros campos por parte de los

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24. “Nola bizi diran euzkotarrak Prantzi aldian” Euzko Deya, 26-III-1939. Trad.: «Se acor-daban en aquellos días difíciles de su Gobierno y no...en vano. Pues, rápidamente, nosmostró el apoyo que había de disminuir nuestros dolores y aplacar nuestras preocupacio-nes. Con qué alegría estrechamos las manos de Monzón, el delegado de nuestro presi-dente. Inmediatamente empezó sus trabajos. No era nada fácil reunir a los vascos, entre40000 hombres y ése fue su primer cometido. Seguidamente delimitó un lugar dentro delcampo exclusivamente para los vascos y con su dinero, su dirección y nuestro apoyo em-pezamos a levantar chabolas de fundamento, unas junto a las otras, colocadas en hilera».

25. “Gernika-Berri, Nouveau Gernika. Les refugiés basques et le souvenir de leur Vi-lle Sainte” E.D. 23-IV-1939.

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distintos colectivos de refugiados con una estructurajerarquizada, y sobre todo, con iniciativas en el as-pecto deportivo y cultural.

Según la extensa relación de compañías con lagraduación de sus dirigentes que fue redactada enPerpignan, al realizarse el traslado a Gurs y las pocasnoticias aparecidas en la prensa del exilio, el jefe delcampo vasco era el socialista alsasuarra Martín SolerZanguitu.26 Junto a él, en la plana mayor, estaban el na-cionalista de Soraluze, Iñaki Larrañaga Lete,27 el sesta-otarra Manuel Ramírez Canibet28 y el donostiarra JuanLeaburu Larrarte.29

En cuanto a las actividades, el programa diario seiniciaba a las 7 de la mañana, con el consiguienteaseo y desayuno. Después venían los distintos traba-jos de carpintería, saneamientos, apertura de cami-nos... para adecentar y mejorar el campo.30 Comoluego ocurriría en Gurs, en aquella situación de su-pervivencia extrema lo más llamativo fue su capaci-dad de poner en marcha otras iniciativas que iban delo deportivo a lo casi exquisito en el plano cultural.

Así, a los equipos y partidos de fútbol que organi-zaron entre miembros de distintas compañías y agru-paciones, le sucedió la formación del coro EuzkoAmetza que, coincidiendo con los últimos días deGernika Berri, se prodigó en actuaciones dentro yfuera del campo. Dirigido por Muguruza llegó a ser

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26. Militante del PSOE, tenía 28 años en 1939. Había sido capitán mayor de la 142 Bri-gada Vasco Pirenaica en el frente de Cataluña. Había ingresado en “Gernika-Berri” el 12 defebrero de 1939. “Uri polit oneko Alkate jauna” lo denominaba Gesalibar en una de suscrónicas desde Argelés. E.D. 26-III-1939.

27. Pertenecía al PNV. En Cataluña fue teniente en la 142 Brigada Vasco Pirenaica.

28. En Euskadi, había sido Comandante de Intendencia. En Cataluña, Mayor de in-fantería.

29. Tenía 36 años. En Cataluña había sido Teniente de artillería

30. “Gernika-Berri” Nouveau Gernika. E.D. 23-IV-1939.

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invitado a actuar en el casino de Argelés en dos oca-siones. El repertorio tradicional vasco, resonaba enel exilio, para revitalizar el sentimiento identitario.En Euzko Deya,31 comentando el segundo conciertoofrecido fuera del campo por el coro Euzko Ametza,afirmaban: «una emoción común nos unía en esosmomentos y nos transportaba a la patria lejana so-bre las alas de nuestra música popular».

Pero al mismo tiempo, cumplía la función demostrar una faceta que alejaba a los refugiados de laimagen que de ellos y contra ellos se había intenta-do propagar en la sociedad francesa. A ello respon-día el párrafo que en otro artículo englobaba el buenhacer del coro dentro de la dinámica general de Ger-nika Berri:

«Como mínimo hemos demostrado que no somoslos malhechores peligrosos que algunos suponían.En Gernika-Berri, no había otra cosa que orden y tra-bajo, espíritu de organización y cálida fraternidad. Sialguno pensó en encontrar desorden, luchas san-grientas, grupos peligrosos... ¡menuda sorpresa! Ahíno había otra inquietud que la del trabajo ni otros gri-tos que los “irrintzis” con que los vascos acompaña-ban sus típicas canciones».32

Esta autoorganización y agrupamiento del colec-tivo vasco coincidían plenamente con la intenciónde las autoridades francesas de redistribuir a los re-fugiados en distintos campos y ellos posibilitaron laconformación del núcleo en torno al que se formaríael gran campo del departamento de los Bajos Pirineos.

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31. “Grand succés de la chorale basque “Euzko Ametza” E.D. 16-IV-1939.

32. “Gernika-Berri, Nouveau Gernika” E.D. 23-IV-1939.

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En su emotiva despedida al campo de GernikaBerri en Argelés, Gesalibar, conociendo el destinoque les esperaba, el de las tierras de Gurs, en lascercanías de Olorón, no lo mencionaba, recalcandola idea de aproximación al suelo vasco. «Bagoaz geu-re Aberriruntz, Euskadiruntz. Alaitu, poztu, abestueuzkotarrak Aberriruntz goaz! –Vamos hacia nuestrapatria, hacia Euskadi, alegraos, cantad vascos, vamoshacia nuestra patria».33 Pero ese acercamiento no sig-nificaba la ubicación en Euskal Herria y de ello eranconscientes todos los que con nostalgia se expresa-ban en las páginas del exilio. Como otras poesíascargadas de herrimina indicaban34, «aurrez aurre guremendiak» enfrente iban a tener los montes y tierrasvascas, pero por el momento, no iban a poder hollar

Capítulo 2Aberriruntz, etxeruntz.

Gurs, cerca pero fuera deEuskal Herria

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33. “Agur, Argelesko Itxas Bazterrak” E.D.16-IV-1939

34. “Orra or gure mendiak” E. D.

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ni tan siquiera los territorios vascos bajo administra-ción francesa.

¿Por qué siendo el departamento de Bajos Piri-neos, uno de los destinatarios de los nuevos camposy teniendo presente el objetivo de la repatriación, noera posible situar el campo en el litoral laburdino oen las numerosas instalaciones que el Ejército fran-cés contaba en Bayona y sus alrededores? Cuandose designó la ubicación del campo en Gurs, el 15 demarzo de 1939, faltaban dos semanas para la conclu-sión de la guerra civil española, pero la paz, con sucarga de acuerdo, arreglo y entente recíproca, estabaen las antípodas más extremas.

Por una parte, el Gobierno franquista, medianteleyes como la de “Responsabilidades políticas”, de-jaba fuera de toda duda que la represión, aplicada in-cluso con efectos retroactivos hasta octubre de 1934,iba a ser la ley del talión a aplicar a los vencidos, des-pejando así las dudas de quienes pensasen en re-tornar teniendo algún tipo de “responsabilidad” pen-diente.

Por otra, en las tierras vascas del norte de los Piri-neos, pronto se iba a reproducir la campaña mediáti-ca y política frente a los refugiados y su agrupamientoen campos. Como pormenorizadamente describióJean Claude Larronde,35 esta postura venía expre-sándose por parte de los diputados de las circuns-cripciones de Bayona y Mauleón, René Delzangles,36

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35. “Las repercusiones políticas de la Guerra civil en Iparralde” pp. 349-363. en Laguerra civil en el País Vasco 50 años después.

36. Natural de Villefranque (Laburdi). Realizó estudios de Derecho y Ciencias Eco-nómicas. Se movió en política al amparo del senador, ministro y diplomático Léon Bérard.Fue secretario del mismo en su ministerio en 1921. En las elecciones de 1936, se enfrentóen la segunda vuelta al radical Simonet. Adversario del Frente Popular, fue de los diputa-dos que el 10 de julio de 1940, votó plenos poderes a favor de Pétain.

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Bernard de Coral37 y Jean Ybarnegaray, desde que lle-garon a sus demarcaciones las primeras oleadas derefugiados.

El primero de los citados, Delzangles, en carta alministro de Asuntos Exteriores, había pedido enagosto de 1937, la “repatriación general” porqueFrancia «no debe convertirse en el vertedero detoda Europa».38 Abundando en estos planteamien-tos, el 10 de octubre de 1937, la corporación muni-cipal de Bayona pidió asimismo que «todos losrefugiados españoles en Francia, a partir del 18 dejulio de 1936 han de ser rechazados hacia su país porla frontera que deseen, salvo los que hayan sidoacogidos por particulares o colectividades».

Por su parte, el diputado por el distrito de Mau-león, Jean Ybarnegaray, en los mismos días en que seplanteaba la política de multiplicar los campos, inter-pelaba al Gobierno francés protagonizando desdeposiciones contrarias a los refugiados el debate en lacámara francesa. En su interpelación juzgaba como«intolerable la amenaza que en las circunstanciasactuales constituye la presencia de 4 millones deextranjeros y en particular de 250.000 milicianos es-pañoles, que desde hace unos días, han organizadosu fuga desde los campos de concentración», pidien-do a continuación «medidas de extrema urgencia».Insistía en su rechazo y precisaba su alternativa en laconferencia que sobre España impartió él mismo.Además de subrayar que los «vascos de Navarra hanjugado un papel preponderante en la victoria de Fran-

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37. Nacido en Limoges en 1900 pero con lazos vía materna con el País Vasco, dondesu abuelo fue alcalde de Bayona y diputado. A través de esta línea había heredado el cas-tillo de Urtubia, en Urruña. Abogado, en 1935 fue elegido por la 2ª circunscripción de Ba-yona y reelegido en 1936. Pertenecía a la derechista Federación Republicana. Alcalde deUrruña, desde 1929 hasta 1945 y luego desde 1947 hasta 1965.

38. J. C. Larronde op.cit. pg 361.

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co» afirmó que el pueblo de Francia deseaba el rá-pido regreso a España de los 100.000 refugiados. Sulínea argumental quería esquivar el plano políticollevando el rechazo hacia los refugiados a los pará-metros económicos. Se preguntaba el diputado bajo-navarro, por qué Francia había de ser el único paísque soportara los gastos de su refugio cuando, segúnél, suponían un coste de 7 millones de francos diarios.

Esta oposición que viniendo del sector más ul-traderechista y profranquista de la cámara francesa,no podía camuflar su carácter político, tuvo tambiénsu eco en distintas corporaciones municipales, queescudándose en razones de higiene, salubridad...rechazaron la posible ubicación de campos en susrespectivos territorios. La Presse du Sud Ouest titulabaa principios de marzo con evidente intencionalidad,en pleno debate parlamentario sobre los campos:«Los Bajos Pirineos y las Landas rechazan los cam-pos de concentración». Bajo ese titular señalabanque «los poderes públicos reciben las protestas ve-hementes de las poblaciones».

En realidad, sólo citaban a dos, Saint Vincent deTyrosse y a Ogeu les Bains. Respecto a la primera,aducían como factor de riesgo las actividades en tor-no a las industrias maderera y resinera que allí sedesarrollaban. En cuanto a la segunda, Ogeu, pobla-ción cercana a Mauleón, aducían que el alcalde ha-bía expuesto a los ministros de Defensa y Sanidad,el peligro de la instalación del campo previsto, tantopara los agricultores como para la higiene.

Así, Ogeu les Bains seriamente considerado comoel destino del campo de concentración para instalaren los Bajos Pirineos se libró del mismo. El 15 demarzo, desde Pau, el prefecto de los Bajos Pirineosinformó al ministro del Interior que los generalesMontagne y Ménard, tras la visita a diferentes lugares

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del distrito de Olorón, habían descartado a Ogeu,por «razones de tipo técnico y sanitario». En la mis-ma misiva le hacía saber que el lugar elegido pasabaa ser un terreno perteneciente a la población delmismo distrito y cantón de Navarrenx, Gurs. AunqueNavarrenx planteó protestas similares a las de Ogeu,39

la resolución sobre Gurs fue definitiva y el mismogeneral Ménard planteó el plan de trabajo para queun ente civil, en coordinación con el cuerpo de inge-nieros de la 18 Región Militar, construyera tanto uncampo para milicianos como otro para las tropas en-cargadas de la vigilancia del primero.

No era casual que el distrito de Olorón fuese laopción preferida dentro del departamento de BajosPirineos. Desde mucho antes del fin de la guerra,centenares de exiliados y exiliadas habían buscadocobijo en diferentes refugios y también en numero-sas familias dispuestas a acogerlos. Desde febrerode 1939, esta dinámica se había desarrollado extra-ordinariamente al llegar gran número de mujeres yniños que, al quedar fuera de los campos, se habíandesplazado hasta el propio Bearne.

La administración francesa, aún priorizando siem-pre la política de repatriación hacia el Estado espa-ñol,40 se había visto obligada a aceptar tales llegadase incluso participaba en el apoyo económico tantoa los refugios puestos en marcha por diferentes en-tidades, como a los particulares que cobijaban a di-

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39. ADPA. Leg. 3 Z 79.

40. En circular confidencial del Prefecto a los subprefectos (3 febrero 1939) instaba alos españoles que tuviesen visado a abandonar Francia en cuanto éste caducase. En el casode no tenerlo, debían ser expulsados inmediatamente por el paso de frontera por dondehubiesen llegado. En circular del subprefecto de Olorón a los alcaldes, el 14 de febrero de1939, les recordaba las instrucciones telegráficas del Ministro del Interior para «favorecer lavuelta voluntaria a su país de los refugiados españoles». Ambas en ADPA.

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dichos exiliados.41 En vísperas de la apertura delcampo de Gurs los refugiados albergados en centrosdel distrito oloronense eran los siguientes:

Mauleón: 33 niños 54 adultos

Arette: 52 niños 2 adultos

Laruns: 28 niños 45 adultos

Lurbe: 60 niños 40 adultos

Monein: 33 niños 47 adultos

Olorón: 260 niños 457 adultos42

A este millar largo de refugiados, se sumaban losque estaban en casas particulares. En fecha análoga,la del primero de abril, eran 692 en el distrito. Den-tro de ellos, destacaban las mujeres (315) y los niños(183) viniendo ya muy por detrás «los mayores de 48años», ancianos e imposibilitados (103) y muy en mi-noría, los milicianos (53) y los hombres menores de48 años (40).

Para ello había sido decisivo la muy distinta acti-tud que los diputados bearneses Auguste Champe-tier de Ribes43 y Jean Mendiondou44 habían desem-

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41. Mediante una circular fechada en febrero de 1939, el Prefecto de los Bajos Pirine-os, avanzaba a los alcaldes la recepción de un número indeterminado de refugiados quehabían de ser «albergados momentáneamente». Les proponía para ello dos métodos: Elalbergue a través de particulares, mediante un pago por la prefectura de 6/7 francos porpersona. O el colectivo a cuenta de la alcaldía, con “cocina colectiva” atendida por sumi-nistros exteriores, con un presupuesto similar por persona. ADPA. Leg. 3 Z 79.

42. Datos referentes a la fecha de apertura de los refugios (7 de febrero 1939, los deMauleón y Arette; 8 febr. Olorón; 3 marzo, Laruns; 28 marzo Monein) según la nota estadís-tica concerniente a los “Centros de albergue de los refugiados de España (exceptuandomilicianos)”. ADPA. Leg. 3 Z 82.

43. Fundador en 1924 del Parti Democrate Populaire. Presidente del mismo en 1929.Católico de centro, colaboró tanto con gobiernos de derechas como de izquierdas. En1937, apoyó al Gabinete de Leon Blum. Firmó aquel mismo año, siendo senador, el llama-miento a favor de Bilbao “Au secours de Bilbao”. Miembro desde su fundación, en julio del37, del “Comité National Catholique d’accueil aux basques”. Fundador de la “Ligue Inter-nationale des Amis de Basques” en 1938. En julio de 1940, fue de los que rehusaron el votode apoyo a Philippe Pétain. Durante la II Guerra Mundial fue miembro de la organizaciónde resistencia “Combat”. Fue detenido y deportado por los nazis.

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peñado por esa demarcación. Al contrario de losantes citados, Ybarnegaray, Delzangles y Coral, sehabían caracterizado por sus posicionamientos pú-blicos en favor de los sectores derrotados en la con-tienda española. Mendiondou, como republicanoradicalsocialista, a favor de los republicanos. Cham-petier de Ribes participando desde su fundaciónen la Ligue Internationale des Amis des Basques endefensa de los incomprendidos y vilipendiados na-cionalistas.45 Y consecuentes con ello, jugaron un im-portante papel en las gestiones para la puesta enmarcha de los refugios y del nuevo campo. La ima-gen del mismo Mendiondou que, además de dipu-tado era alcalde de Olorón, dando la bienvenida alos refugiados recién llegados en la estación, era unaprueba de su directa implicación y apoyo a los tras-ladados.

En este contexto de solidaridad y humanitaris-mo querido por unos y asumido por otros, Gurs ibaa ser el polo de concentración para ubicar nada másy nada menos que a 15.000 refugiados provenien-tes, fundamentalmente de Gernika Berri y de Ar-gelès, de Saint Cyprien y de Barcarès, pero tambiénde otros campos menos conocidos.46

En todos ellos la noticia de la organización de unnuevo campo hizo de imán para reclutar a expedi-cionarios. También los hasta entonces compañeros

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44. Natural de Olorón. Era hijo del Consejero general del mismo distrito. Abogado deprofesión. Fue miembro de los equipos ministeriales de Louis Barthou cuando éste fueministro de justicia . En 1935 fue elegido alcalde de Olorón y al año siguiente diputado,militando dentro de la Izquierda como independiente. No votó la ley de plenos poderes afavor de Pétain y fue destituido como alcalde en diciembre de 1940. Renovó su mandatoen 1945.

45. Ver sobre ésta y en especial las numerosas referencias a la actuación de Cham-petier de Ribes, en la obra de LARRONDE J.C., Exil et solidarité La Ligue Internationale des Amisdes Basques.

46. Aunque llegó a alcanzar un total de 18500 refugiados, en la citada comunicación secifraba en los citados 15000, los efectivos totales del campo, cuando estuviera terminado.

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de reclusión lo han recordado en sus testimoniosposteriores. El catalán Lluis Ferran de Pol así lo hizoconstar en sus memorias-diario, basadas en las no-tas que tomó en Saint Cyprien y Barcarès. Refirién-dose a la partida de los vascos decía:

«Los vascos pasan por ser una raza fuerte, sana,de anchas espaldas y brazos nervudos. Hoy en estafina madrugada primaveral, alineados para partirhacia un campo que se organiza para ellos solos, notienen el aspecto bravo que me había imaginado.¿Cuándo dejaré de soñar? Son unos hombres flacos,cansados, maltrechos. Ni ellos han podido resistir tanduras pruebas».47

Gurs se convertía en la parada final del “Aberri-runtz” –Hacia la Patria– mentado por Gesalibar,pero no del “Aberrira” –A la Patria– que no podía es-cribir, sin equivocarse. Porque si bien estaban cercade tierra vasca, de los límites de Zuberoa, a escasos 4kilómetros (ironías del destino) de la pequeña po-blación llamada L’Hôpital Saint Blaise-Ospitalea quedurante siglos había acogido a peregrinos, no eranlos suletinos quienes iban a dejar levantar el nuevocampo. La corporación municipal de ésta, desmin-tiendo el nombre de su población, incluso llegó aprotestar, en acuerdo plenario del 26 de marzo de1939, «contra la instalación del campo de Gurs adu-ciendo que no tenían ningún medio de defensa ni te-léfono para avisar a la policía en caso de alerta».48

Abundaban en este sentido las dificultades quehabía tenido la delegación vasca allí desplazada a

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47. LL. FERRAN DE POL. Serie de artículos publicados en El Nacional (México) desdeel 2 de agosto de 1939 al 22 diciembre de 1940 y agrupados luego en el libro Campo de con-centración (1939).

48. Copia del acuerdo enviado al Subprefecto de Olorón. ADPA. Leg.3 Z 79.

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primeros de abril de ese año para establecerse enMauleón. De la misma formaban parte, entre otros,Luis Bilbao, Jesús Luisa, Juan Urrutia, Juan ManuelEpalza, Leonardo Salazar, Ignacio Azpiazu y TelesforoMonzón.49 Todos fueron interrogados por la policíafrancesa acerca de su presencia en dicha población yen especial por sus visitas diarias al campo de Gurs.Aunque Monzón declarase que estaban en misiónoficial para «reclutar técnicos entre los milicianos yemplearlos en fábricas francesas», el informante, elteniente Touya, recalcaba «la estupefacción que cau-sa entre la población de Mauleón, la presencia en laregión de una organización cuyos miembros se diri-gen diariamente a Gurs». El citado policía pretendíasaber si debía aplicar a estos refugiados la reglamen-tación concerniente a los que entraban en Francia sinla debida documentación.50 A la postre, el mismosubprefecto de Olorón, intervino para «disuadirlesde instalarse en Mauleón» por «su situación tan es-pecial» y por las ventajas que la proximidad que Olo-rón tenía respecto a Gurs, Pau y Saint Christau. Queesto era el envoltorio de una reticencia política cre-ciente respecto a los dirigentes políticos desplaza-

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49. Quienes tuvieron más estrecha relación con el campo fueron: Luisa, Azpiazu, Bil-bao y Salazar. Jesús Luisa Esnaola era donostiarra (1904). Miembro del equipo dirigentedel departamento de Gobernación. Desde 1937 vivía en Bayona. Fue uno de los impulso-res de Eresoinka. Terminó su exilio en México. Iñaki Azpiazu Olaizola. Sacerdote natural deAzpeitia (1910) Fue detenido por los franquistas. Salió al exilio en septiembre de 1937. Ca-pellán oficioso del campo, pudo visitarlo en los primeros meses con bastante frecuencia.Utilizó el seudónimo de “Iñaki de Aberrigoyen” Se exilió a Argentina.

Leonardo Salazar San Martín (1883). Exiliado tras la caída de Vizcaya. Marchó a Cata-luña donde formó parte de la delegación del Gobierno vasco en Barcelona. Responsablede la oficina de evacuación puesta en marcha en Perpignan.

Luis Bilbao. Originario de Lejona (1902). Médico del hospital civil de Bilbao. En oc-tubre de 1936, fue nombrado miembro de la comisión organizadora de la Universidad vas-ca . En ella fue profesor de Fisiología General y Fisiología Patológica. Al marchar al exilio,tras la caída de Bilbao, pasó a organizar el Hospital de “La Roseraie”.

50. Informe del teniente Touya acerca de la presencia en Mauleón de numerosos re-fugiados vascos. ADPA. Leg 3 Z 79.

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dos lo corroboraban otras circulares en las que desdela Prefectura se había señalado la importancia de rea-lizar un estricto seguimiento de «las actividades po-líticas, las relaciones con organizaciones políticas osindicales» y también la medida concreta de aleja-miento del mismo Olorón tomada contra TelesforoMonzón, obligándole a fijar su residencia en departa-mentos situados entre el Garona y el Loira.51

Pero siguiendo con los planes previstos paradespejar las playas rosellonesas y distribuir el pesode los miles de refugiados allí concentrados, se ini-ciaron los traslados. Así, mientras la República espa-ñola padecía sus últimos estertores, en los puertosde Alicante y en la capital madrileña comenzaban aenviarse desde Perpignan, mediante expedicionesmasivas, a quienes iban a engrosar el campo queapenas 15 días antes se había decidido construir enlos terrenos comunales de Gurs.

Así lo habían hecho público el 15 de marzo el ge-neral Ménard y el prefecto de los Bajos Pirineos JeanSurchamp. Siguiendo el modelo de Barcarès, variasempresas de la zona, entre ellas la que había partici-pado en la adecuación de aquél, la de Lombardi deArudy, fueron encargadas de levantar un auténticonuevo poblado en base a barracones de maderapara alojar a quienes desde fines de marzo conocíansu nuevo destino. En Gurs, a diferencia de lo ocurri-do en Barcarés, los refugiados no participaron en suconstrucción. Mientras a las empresas adjudicatariasde las obras se les permitió contratar obreros para-dos de la región, a los refugiados, incluso estando yaen el campo, se les eliminó tal posibilidad.

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51. Misiva del subprefecto de Olorón al comisario de la misma, notificándole tal re-solución del ministro del Interior. 19-VI-1939. ADPA 3 Z 79

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Siguiendo la amplia relación de compañías y ca-lendario de expediciones, el grueso de las mismasse desarrolló en los días 4, 5 y 6 de abril. En la pri-mera de ellas, fueron trasladados 996 exmilicianos yexgudaris. Encabezados por el jefe de campo deGernika Berri, el navarro Martín Soler Zanguitu, ce-rraba la relación de trasladados Santos BasterretxeaZarraga. Este casi millar conformaban las llamadasCompañías de Plana Mayor, Cía. de policía, 2 Cías. deingenieros y otras 7 compañías que no precisaban sucualificación.

La relación pormenorizada de sus integrantes seencabezaba en todas las compañías con un capitán,varios tenientes y un intérprete. En estos mandos,además de los no adscritos, había representantes defuerzas políticas, fundamentalmente de PCE, PSOE yPNV y de UGT como organización sindical.

La segunda gran expedición se realizó al día si-guiente y se enviaron un total de 975 integrantes,encuadrados en 9 compañías, desde la 6ª hasta la15ª. El capitán de la primera la encabezaba Juan Gó-mez Mena, cerrándola el exmiliciano cantabro Mi-guel Arias Varela. Similar convoy se organizó al díasiguiente, pues fueron transportados hasta Olorónun total de 937 excautivos encuadrados en otras 9compañías. Mientras el capitán ugetista FranciscoLópez Garay abría la relación de los mismos, JuliánYuste Martí, cerraba la lista de los adscritos a la 25cía. La última de estas grandes remesas de expedi-cionarios se realizó el 7 de abril. En ella se enviaron,encuadrados en 8 compañías, a un total de 829 hom-bres. Los encabezaba, con la categoría expresa de“jefe de expedición”, el arrasatearra Celestino Uriar-te Bedia, quien posteriormente sustituiría a MartínSoler en la jefatura del campo vasco. Tras un parén-tesis de 10 días una última expedición masiva, la ve-

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rificada el 18 de abril cerró esta primera serie detraslados al campo bearnés. La encabezó Jacinto Al-dazabal Guridi y la cerraba José Zama Izardi, suman-do un total de 437 trasladados.

En estos primeros días de abril, habían sidoacercados por los trenes franceses hasta la estaciónmás cercana al campo, la de Olorón-Sainte Marie,4178 vascos provenientes de los campos de Ar-gelès, Barcarès y Saint Cyprien. Los trenes de la re-cién constituída, Societé Nationale des Chemins deFer, SNCF, que si al principio fue humanitaria, deri-vó en pocos meses en la más vergonzosa colabo-ración con el engranaje de la deportación de milesde personas y con su inserción plena en los circuitosconducentes a los campos de exterminio. Pero aúnno había llegado esa trágica realidad, y recién ba-jados del tren, saludados a veces por las autorida-des locales, eran trasladados al nuevo recinto entrealambradas, al naciente campo de Gurs, en 15 ca-miones que habían pertenecido al ejército republi-cano español.

Desde Argelès habían llegado un mínimo de 1784,siguiéndole Saint Cyprien con 1324 expedicionarios,Barcarès con 571 y finalmente Arlés sur Tech, con 306.Habían sido los campos receptores de la mayor par-te de los exiliados pasados por Le Perthus, BourgMadame o La Tour Carol, pero no los únicos. Muchosde ellos habían sido conducidos a campos de otrosdepartamentos. En este sentido, se destacaba el deSept Fonds, en el departamento de Tarn et Garonne,con 464 refugiados, de los que 392 fueron tambiénencaminados a Gurs el 1 de abril.52

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52. Según listado titulado “Relación de los ciudadanos vascos evacuados del Campo“Gernika Berri al Campo de Gurs (BP) Proceden de los campos de Argelés, Saint Cyprien,Barcarés, Mans y Hospitales. Olorón 3/5/39”. en AN.

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Asimismo, otros campos situados en los departa-mentos de Herault como los de Agde y Beziers, o enel de Aude, con el campo de Bram, nutrieron los flu-jos de internos para el nuevo destino bearnés. A to-dos ellos se les añadieron los convalecientes en elbarco hospital Asni o el campo para jóvenes instala-do en Les Harras, en el mismo Perpignan, y los quevenían o habían podido dirigirse a Francia desde eltransmediterráneo primer exilio de Argelia-Orán.53

Ése era su origen próximo, en función del itinera-rio de campos que habían recorrido. Sus más lejanasreferencias respondían a la identidad que el campovasco denotaba. Pero dentro de esa unidad origina-ria, se daba una amplia diversidad que, aunque condiferentes grados, hacía que todas las tierras vascasestuviesen representadas a través de los refugia-dos recién llegados al Bearne. Según el amplio fiche-ro que se abrió con motivo de la apertura del nuevocampo, el perfil dominante era el del exiliado viz-caino54. Si la capital de Vizcaya, iba a la cabeza con710 originarios, los pueblos de la Margen Izquierda,suministraban tantos refugiados como la capital gui-puzcoana. Barakaldo, por ejemplo, tenía 166 inter-nos, Sestao 138, Portugalete 93 y Santurtzi, 39. Lasrestantes comarcas de Bizkaia tenían también susnaturales bien representados. Getxo con 41 y Leioa

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53. Estos eran fundamentalmente miembros de la armada republicana. Escapados a lospuertos de Bizerta u Oran, optaron por volver a la metrópoli Francia ante la mala acogida en laentonces colonia argelina. En suelo de ésta también se pusieron en marcha campos como losde Boghar, Boghari, Moliere-Ben-Mered y Carnot. Sobre estos” Deux missions internationalesvisitent les camps de refugiés espagnols (mai 1939)” Folleto editado por el” Comité Interna-tional de Coordination et d’information pour l’aide á l’Espagne Republicaine”. Más sintética-mente en D. PESCHANSKI, La France des camps. L’internement 1938-1946. pp 44-45.

54. Fichero de Internados en el campo de concentración de Gurs. Lo mismo que ellistado de las expediciones llegadas a Gurs desde otros campos, se refiere sólo a quienesse instalaron en el Campo vasco, es decir en los islotes A, B, C, D. Lo forman un total de6089 fichas. Está en AN.

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con 10 por parte de la Margen derecha del Nervión.El área costera, con 44 bermeotarras y 19 lekeitiarras.

Gipuzkoa venía en segundo lugar en cantidad deingresados. A los 417 donostiarras, se les sumaban887 más de la provincia, superando, por tanto, am-pliamente el millar (1304) de recluidos. Junto a lacapital descollaba, extraordinariamente, Irún. El va-ciamiento masivo de esta población en septiembredel 36 y su posterior reubicación en suelo catalán,los convertía además de “veteranos” en exilios, en lapoblación no capitalina más representada, tanto entérminos absolutos como relativos. 362 irundarraspretendían mediante su ubicación en Gurs, acercar-se a su punto de partida, allende el Bidasoa.

Seguían a la villa fronteriza, otras de igual solerarepublicana y también muy castigadas por el frentebélico, como Eibar, con 60 internados. Así mismo,eran importantes los colectivos de tolosarras (39),arrasatearras (36), de Bergara (26) y de Rentería con38, quedando más atrás toda una ristra de poblacio-nes de prácticamente todas las zonas guipuzcoanas.

Navarra, también contó con un muy notorio co-lectivo de refugiados en el campo bearnés. Un totalde 456, seguramente superado por la presencia derefugiados no inscritos en el fichero que utilizamos.55

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55. El contraste con la documentación del Comité Técnico de Ayuda a los Republica-nos Españoles (CTARE) sita en el INAH (México) referente a los exiliados que recalaron enMéxico, que utilizamos para nuestro “Los borrados. Aportación a la historia del exilio a Mé-xico en 1939” en Boletín del Instituto Gerónimo de Uztariz nº14/15 (1999) nos hace ver en los ex-pedientes abiertos a dichos refugiados que algunos de ellos habiendo pasado por Gurs,no constaban en las fichas del campo vasco. También hubo quienes pasaron por él (LuisElío Torres, ingresado en el Islote B, el 30 de agosto de 1939. Salió a la Roseraie, el 16 deoctubre del mismo) pero en la ficha correspondiente no dejaron constancia de su origen,lo cual nos indica que pudo haber aún más que los estrictamente fichados como origina-rios de Navarra u otras provincias. Ver sobre éste, una brevísima mención a su estancia«de unos meses en un campo de concentración» en el epílogo a su diario Soledad de ausen-cia: Entre las sombras de la muerte. pg.164.

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De los fichados, 93 pertenecían a su capital Iruñea yel resto a todas las comarcas navarras. Al igual queen el caso guipuzcoano, destacaban las áreas próxi-mas a las mugas guipuzcoana y suletina, que en lasprimeras horas de la rebelión militar, habían podido,escapar de su provincia de origen. Así, Altsasu tenía16 internados y las poblaciones roncalesas sobrepa-saban los 40 recluidos, destacando Isaba con 20 yBurgui con 13.

La Ribera tudelana, empezando por su capital,con 23 ingresados estaba bien representada y ya conmenor presencia casi todos sus pueblos próximos.Buñuel tenía 7 internos, Fitero 6, Castejón y Cintrue-nigo 4 respectivamente, Cascante 5, Valtierra 3. El res-to de merindades navarras, Estella y Tafalla, tuvieronpequeños pero significativos colectivos que imbri-caban a no pocos de sus pueblos. Así a Estella con 9ingresados le acompañaban Los Arcos (2), Lodosa(5), Arróniz (4) y a Tafalla con 10, Peralta con 5, Arta-jona con 4, Larraga con 3 y Olite con 8 internados.Referente a la merindad de Sangüesa, ya hemosmencionado su especial aportación de originariosroncaleses, pero además otros pueblos como Cáse-da, de puntual pero importante implantación obreraestaban bien representados (9), superando a la pro-pia Sangüesa con 4. La provincia menos representa-da era Álava, que rozaba el centenar de refugiados.De éstos, 68 eran de la capital vitoriana y el resto,25, prácticamente de todas las comarcas alavesas.

La gama de edades de los recluidos era muy am-plia. Si el benjamín del campo, Victor Gutiérrez Pe-ñalba, tenía 13 años cuando llegó a Gurs, el patriarcaque iba a cruzar las alambradas para ser internadoen el mismo, Manuel Revuelta Cubas, tenía 72. Entreestos dos extremos estaban representados todos los

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tramos de edades. La población menor de edad56

conformaba un 12% de los ingresados. El grueso delos mismos lo constituiría la franja de 21 a 30 años,que con 1.942 internos constituían el 45% de su totali-dad. Dentro de este abanico, los jóvenes de 26 años,236, eran los más numerosos. A partir de esa edad sedaba un descenso paulatino en los colectivos enfunción de su edad. No obstante, el tramo de 31 a 40años, con 1.221 recluidos y totalizando un 28,5%, apa-recía como el segundo gran grupo de edad. A partirde los 40 años, descendían notoriamente. Entre esaedad y el medio siglo, había un total de 478 interna-dos, representando un 11%. Menos del centenar, 94,estaban comprendidos entre los 51 y 59 años siendoun 2,20% del total. Finalmente, mientras los mayoresde 60 años eran 14, sólo dos, superaban los 70 años,cerrando la escala de edades consignada en las fi-chas abiertas a la llegada al campo.57

Ese amplio abanico geográfico y de edades se re-flejaba en las muy variadas adscripciones militaresmantenidas a lo largo de la guerra en Euskadi y enmenor medida en Catalunya. Además del colectivomás numeroso del que sólo constaba su filiacióncomo soldado (1.037), prácticamente todos los bata-llones que habían combatido en suelo vasco, teníana algunos de sus exgudaris o exmilicianos entre losrecién traidos a Gurs. Se destacaban, no obstante,los antiguos miembros del Meabe con 38 integrantes,

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56. Aunque la edad para el sufragio estaba establecida en 23 años en la Repúblicaespañola, consideramos como tales a los menores de 21 años.

57. De las 6089 fichas abiertas, consta la edad de los ingresados en 4283. Aunque laedad para el sufragio estaba establecida en 23 años, en la República española considera-mos como tales a los menores de 21 años.

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los del Larrañaga con 27 y los del 4º de la CNT y Pere-zagua con 26 recluidos.

Salvo cuatro batallones, de los que no hemos en-contrado ninguna referencia, todos los demás oscila-ban entre 15 y 4 excombatientes. La evasión de lamayor parte de ellos hacia Cataluña y su incorpora-ción a otras agrupaciones se había hecho a través dedistintos y variopintos destinos. Pero había dos quedestacaban sobremanera: La denominada DefensaContra Aviones (DECA), donde habían participadoun total de 142 combatientes y la 142 Brigada MixtaVasco-Pirenaica con un total de 283.

El perfil estrictamente político o sindical tam-bién nos es conocido en un considerable númerode vascogursianos. En el caso de los partidos, sobreun total de 1173 militancias consignadas, las del Par-tido Comunista iban en cabeza con un total de 365,el 31%. Les seguían los del Partido Nacionalista Vas-co, con 259 jelkides consignados, que suponían un22% de los militantes declarados. En tercer lugar, losafiliados al PSOE con 238 y un 20%. Ya con colectivosmenos numerosos estaban los partidos republica-nos: Izquierda Republicana, con un amplio grupo de157 que suponían el 13’38 % y muy por detrás UniónRepublicana con 15 recluidos. El importante colecti-vo comunista se veía reforzado por el de los miem-bros de la Juventud Socialista Unificada, que con 264afiliados internados se constituía como uno de lastendencias políticas más representadas.

A todos ellos había que añadir los que se declara-ban militantes de las centrales sindicales CNT, UGT ySTV. La Unión General de Trabajadores era con mu-cho la más representada. Uno de cada tres afiliadossindicales eran ugetistas. Sobre un total de 2.433,

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1.697 lo eran de la central socialista. Seguían los ce-netistas con 517 que totalizaban un 21% y cerrabanese espectro, los solidarios vascos, que con 219 su-ponían un 9% de los ingresados que habían consig-nado su militancia sindicalista. Estos eran algunosde los rasgos de los que habían llegado entre finalesde marzo y de abril al nuevo campo.

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