12 Domingo Ordinario - B

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En la tempestad 12º domingo ordinario - B

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En la tempestad12º domingo ordinario - B

Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca… Él estaba a popa, dormido. Lo despertaron diciendo: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate! El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?Marcos 4, 35-40.

Después de una larga jornada predicando,

Jesús sube a la barca con sus discípulos y se aleja

de la orilla. Ya en alta mar, se

levanta la tempestad. Las olas zarandean la barca y los discípulos

tienen miedo. Jesús duerme. ¿Cómo es

posible? ¿No le preocupa que perezcan?

En nuestro mundo de hoy muchos son los oleajes que sacuden nuestro corazón. Solo duermen tranquilos quienes tienen paz, los que confían en Dios. Con Jesús en la barca no hay nada que temer. Jesús duerme porque descansa en Dios y su amor lo llena de paz.

La Iglesia, hoy, es un barco que navega en alta mar con la misión de llevar la buena nueva a muchas gentes, que

viven hundidas en el egoísmo. También recibe los embates de muchas olas: críticas mordaces, ataques contra los

valores cristianos, persecuciones injustas...

La Iglesia vive un momento crucial de su historia: la increencia, la calumnia y el narcisismo sacuden esta

embarcación. En algunos países, la violencia se desata contra los cristianos. Pero más que nunca hemos de saber

que Dios, aunque parezca callar, está a nuestro lado.

Crisis de feUna cosa es heredar la fe y otra dar un paso más allá de

la educación recibida y tener una experiencia vital de Dios. Sin este encuentro nadie puede sentirse

enamorado y entusiasmado con su fe. Será una fe superficial que no calará hondo y acabarán

abandonándola e incluso censurándola.

Crisis de confianzaNos cuesta confiar en los demás, no solo en los

personajes públicos, sino en los cercanos: amigos, familiares… y en el mismo Dios. En el Génesis vemos como la desconfianza rompe una hermosa amistad entre el hombre y Dios. La desconfianza destruye

relaciones y proyectos humanos, esta es la gran crisis de nuestra civilización.

Confiar no es un mero estado psicológico, sino la

certeza de saber que, abriéndonos a la otra

persona, podemos crecer y madurar. La falta de alegría, de entusiasmo y de fe viene de la pérdida de confianza.

Si perdemos la fe, la esperanza, el amor… ¿qué

nos queda?

Cuando se pierde la confianza se pierde el sentido de la vida. Sobre la confianza se construye todo. Los

cristianos estamos llamados no solo a creer, sino a confiar en Dios y amarlo con intensidad. Creer, amar,

esperar, se culminan con el confiar.

Dios no duermeNo nos engañemos, el mundo vive inmerso en la tempestad. Solo en el cielo alcanzaremos la calma. Pero ¡tengamos calma! La barca de nuestra vida seguirá a flote. Dios nos dará la firmeza y la serenidad necesarias, más allá de nuestras capacidades físicas y psicológicas.

Tenemos un alma dotada de una enorme fuerza. Somos hijos de Dios, de su misma naturaleza. Podemos hacer daño, pero también podemos hacer un inmenso bien. Podemos sentir miedo e inquietud por el futuro, pero

¡creamos en el milagro! Porque Dios no duerme.

Jesús se alza e increpa al viento y las aguas. ¡Callad! En medio de los vendavales y el estruendo que nos

envuelven, necesitamos serenidad y sosiego. Nuestra misión es rescatar a muchas gentes de las aguas

turbulentas y traerlas hacia la luz de Dios.

Textos: Joaquín Iglesias Arandahttp://homilias.blogspot.com

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