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Los 12 errores más comunes

del teatro aficionado (12 soluciones para

alcanzar la excelencia)

José Mejuto

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Introducción

Muchas personas se estarán preguntando qué hace éste escribiendo sobre teatro aficionado cuando hay gente con muchos más años de experiencia. Es cierto, sólo llevo nueve años en este mundillo. Y para todos los jueces implacables, los más duros en ocasiones son los propios compañeros, vaya por delante mi total admiración y respeto por los que cada día se dejan el tiempo, el dinero e incluso la piel por y para el teatro aficionado. Y en mi defensa diré que en estos años he trabajado también por y para el teatro, nadie me ha regalado nada (aunque sí he sido muy afortunado al poder compartir el camino con personas de una calidad humana increíble). He cometido errores y he tenido aciertos; como la mayoría. Y tanto unos como otros (en ocasiones fueron grandes y en otras minúsculos) me han dado una experiencia que me avala para escribir lo que hoy vas a leer aquí.

Puedes estar de acuerdo conmigo o no pero no te precipites, no tomes una decisión hasta que leas la última línea. Te aseguro que verás reflejado en este libro todos los problemas que tú sabías que existían pero nadie se había atrevido a señalar. Quizá no coincidamos en algunas cosas y eso será bueno. En la diversidad de opiniones está la grandeza de la evolución. En definitiva, es lo que los dos, tanto tú como yo, deseamos para el teatro aficionado… que de un salto evolutivo de calidad y excelencia.

Tampoco quiero que tomes al pie de la letra todo lo que vas a leer. Es evidente que no todas las compañías de teatro adolecen de los doce errores que aquí se mencionan. Pueden tener alguno, todos o ninguno. Para las que se encuentren entre las dos primeras opciones aquí les señalo alguna puerta por la que salir de esa situación. Para los otros; felicitarlos y a seguir trabajando.

Quizá pienses que el orden en los que presento los errores no es el correcto. En realidad no están ordenados por gravedad; si eso es lo que esperabas. Están repartidos en tres bloques para facilitar su búsqueda y lectura. Es cierto que los bloques no son estancos y algunos temas podrían fundirse. Por ejemplo, hablar de un error en los ensayos podría hacernos ver que en realidad está ligado o nace de un error en la organización y aquí, en el libro, estar los dos capítulos en bloques distintos. Otro ejemplo podría ser cuando se hable de liderazgo, parecería que el capítulo de todo vale no tiene nada que ver pero… quién sabe, quizá en alguna compañía sí. Los errores son como raíces colgadas de un tronco común, algunas pueden estar entrelazadas y otras tan separadas que parecen no tener nada que ver entre ellas.

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Lo importante es que tú encuentres lo que te interesa y lo lleves a la práctica en tu grupo de teatro. Y lo hagas de una manera personalizada. Es evidente que aquí se generaliza porque no puedo conocer los pormenores de todos los grupos. Aún así coincidirás conmigo, sobre todo al final de la lectura, en que los errores están bien elegidos porque los sufren la mayoría.

Los ejemplos que se acompañan intentan que se comprenda mucho mejor lo que se explica. De todas formas, en tu grupo habrá detalles que no se mencionan aquí, de ahí que, perdona la repetición, tengas que personalizar las soluciones. De todas formas al final del libro están mis datos personales para que te pongas en contacto conmigo. Cualquier duda, sugerencia o consulta puedes hacerla sin ningún problema. Estaré encantado de hablar contigo e intercambiar opiniones. Este libro lo he escrito para ayudar, no para juzgar.

De lo qué si estoy seguro es que te sorprenderá ya que en ocasiones la solución no te la dará el libro; aparecerá como por arte de magia. Cuando leas algo sobre lo que no habías pensado hará que tomes consciencia de lo que está ocurriendo en tu grupo, en tu comportamiento o en el de alguna otra persona. No podemos solucionar un problema que ignoramos que existe. De ahí la importancia de ser responsables y tomar las riendas sobre lo que está ocurriendo en nuestros grupos teatrales.

Creo que no necesitamos más aclaraciones, así que vamos allá. Levantemos el telón y adentrémonos de la mano en el maravilloso mundo del teatro aficionado.

Gracias por acompañarme.

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Organización administrativa

Voy a empezar sentenciando de forma rotunda porque considero que esto es una obligación ineludible,

“Todo grupo de teatro aficionado debe tener una persona encargada (y capaz) de llevar el tema administrativo”

Los tiempos han cambiado y la vorágine burocrática se come nuestro tiempo y en ocasiones nuestro recursos. Es cierto que Internet agiliza acciones que antes era más complicadas de realizar pero también está creando una discriminación digital. La mayoría de los grupos de teatro aficionado tienen entre sus filas a un gran número de personas mayores. Puede parecer muy fuerte lo que voy a decir pero vaya por delante mi respeto, aún así, nos parezca bien o mal, existen los analfabetos digitales. Tenemos que entender que hay muchas personas que han nacido en la era analógica, hagan teatro o no. Muchas, por suerte, se han adaptado y han adquirido los suficientes hábitos y conocimientos para poder “subsistir”. Si te parece fuerte lo que estoy diciendo sólo tienes que pasarte por algún edificio de hacienda y observar. Verás que hay mucha personas mayores, en ocasiones no tanto, preguntando qué hacer y sobre todo cómo. Ahí les dicen que a través de internet y ello protestan porque no saben, en la mayoría de los casos, de qué les están hablando, todo les suena a chino. Tendrán suerte si algunos de sus hijos o sus nietos les ayudan.

Teniendo claro que vivimos en una época digital, todos, incluidos los grupos de teatro aficionado, debemos adaptarnos. Y en ocasiones, algo tan sencillo como mandar un e-mail puede ser una barrera en la comunicación con alguna asociación, ayuntamiento, federación, etc.

La comunicación entre los miembros del grupo también es importante. Nadie debería quedarse fuera por culpa de una forma antigua o inapropiada de comunicación interna. Te muestro un ejemplo: Siempre se pone en un tablón de anuncios el lugar, fecha y hora de encuentro para la próxima representación y se espera que todo el mundo lo vea después del ensayo. En caso de que alguien no pueda asistir ese día se queda sin esa información. Alguien le avisará, dirás, es cierto pero… ¿quién es el responsable de hacerlo? Normalmente alguien dice, yo me encargo y solucionado el problema. Al final la responsabilidad es de una persona que no debería tenerla. Si se olvida puede surgir un problema mucho mayor dentro del grupo. También, dirás, el que ha faltado tiene la obligación de enterarse. Sí, pero volvemos a lo de antes, ¿a quién llama? ¿Al director? ¿A un amigo o amiga del grupo? Definir responsabilidades comunicativas evita muchos problemas.

En la actualidad los grupos de WhatsApp están que echan humo. Así que nadie se queda sin enterarse, siempre y cuando lo tenga. ¿Todavía hay personas sin

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WhatsApp? Pues parece ser que sí. Conocí un grupo donde la mitad no disponían de esa aplicación en su móvil. Ya lo comenté antes, la tecnología digital no está al alcance de todo el mundo, por incapacidad, por desinterés o cualquier otro motivo, eso es lo de menos pero la realidad es que no lo está. Otra preocupación es que el grupo se cree con un fin y termine siendo una “jaula de grillos” encantados de cantar a la luna, al sol, al futbol, al pasado, al político de turno, al amor, al universo, a la tristeza, a la alegría, a los enfermos, a los pobres… es decir, que se hable de todo menos de lo que se tiene que hablar. No voy a entrar mucho en esto porque si ves tu móvil seguro que tienes un par de grupos como el que te estoy describiendo. Voy a ser sincero contigo, yo tengo más de dos y algunos están silenciados por un año (no encontré como silenciarlos de por vida).

Conocer las capacidades del grupo y cómo son los medios de comunicación más apropiados y cómodos para todos es importante. Nadie puede quedarse fuera de las notificaciones internas. Eso crea desconcierto, desconfianza y desaliento. las tres “des-“ que se deben evitar en cualquier grupo, sea ya de teatro o no, porque al final terminará explotando por algún lado. No se puede crear un grupo unido si algunos de sus miembros no están al día de lo que ocurre, se enteran tarde o creen que les ocultan cosas. Nada como una mala comunicación para acabar con cualquier relación, sea teatral, de pareja, familiar…

“El problema más grande de la comunicación es la ilusión de que ha tenido lugar” George Bernard Shaw

En cuanto a la comunicación externa tenemos que entender que los canales ya son otros. Es evidente que los miembros del grupo pueden usar un WhatsApp pero la administración pública todavía no lo permite y no creo que lo haga nunca. Aunque quién sabe lo que deparará el futuro, todo cambia tan aprisa. De todas formas, como aún no está permitido, tenemos la obligación de tener a una persona encargada y capacitada para tener una comunicación fluida con el exterior. Sí, se que algún grupo es de la opinión de que en ese exterior habitan los seres más horribles del universo; Hacienda, las diputaciones y los ayuntamientos. Si San Jorge mató a un dragón los grupos de teatro aficionado pueden también, si se lo proponen, dominar a ese grupo de monstruos o por lo menos llevarse bien con ellos, que eso ya es toda una hazaña digna de premio.

No tener problemas con alguien tan enormemente burocrático, como son los tres entes antes mencionados, es sencillo. La solución la llevo diciendo ya desde que comencé este capítulo. Se necesita una persona encargada y capacitada. Que pueda ir a buscar información a dónde corresponda o sepa de donde sacarla, aquí hablo de Internet, ese sitio donde está todo pero en ocasiones no sabemos en

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donde lo han escondido. Como ejemplo práctico puedes buscar algo en internet en la Web de la Xunta de Galicia o Hacienda, espera unos meses y vuelve a entrar en ese sitio a buscar la misma información. Tendrás suerte si no lo han cambiado, le han añadido un par de pasos más o simplemente lo han eliminado. El mundo cambia cada minuto y las Web´s de algunos organismos oficiales cada nano segundo. Por eso es importante que se controle Internet.

Nosotros no necesitamos nada de esos organismos oficiales, puedes pensar, somos un grupo pequeño formado por cuatro amigos que sólo quieren hacer teatro. Eso está muy bien. Felicidades por la iniciativa y la voluntad de hacer cosas. Aún así, tendréis que constituir una asociación, grupo teatral, etc. No se puede ir a ningún lado si no tienes una figura legal. Los que te programan, ya sea en una asociación de vecinos, asociación cultural, teatro, auditorio del ayuntamiento, etc., van a necesitar cubrir cierta documentación en donde debe ir vuestro nombre y vuestro N.I.F. Ya sea para recibir subvenciones o para solicitar la simple autorización de actuación.

Con esto no quiero desanimar a nadie. Lo que pretendo es mostrar la realidad. Si no hay una persona encargada de tramitar todo el papeleo se puede convertir la aventura teatral en un infierno lleno de papeles. ¿Has intentado darte de alta como asociación sin ánimo de lucro? Si ya has pasado la experiencia sabrás la cantidad de tiempo y papeles que te lleva. Puede ser que ya esté constituido el grupo y todo esto te suene raro pero aún así nunca dejas de cubrir documentos, enviar información, etc. Si quieres solicitar una subvención… ya no te digo nada. Las Diputaciones, de momento y espero que dure mucho tiempo, están dando algunas ayudas para los grupos de teatro. Solicitarlas puede ser una aventura o un paseo, según la persona que lo haga.

¿Y el I.V.A.? Si mueves algo de dinero, ese algo puede ser muy pequeño no te creas que hablo de miles o millones de euros, quizá tengas que presentar trimestralmente los impuestos y un resumen al final de año. Como sabrás hace tiempo hacienda nos obliga a liquidar los impuestos a través de su plataforma en Internet. Aquí vuelve el problema; o tienes a una persona capacitada para ello o pagas a una asesoría financiera o a un profesional independiente.

Al final la solución más cómoda es encargar a una persona que lleve todo el tema administrativo, vaya a sueldo o lo haga por amor al arte o al grupo, eso será lo de menos mientras lo haga gratis. No tener a esa persona nos puede hacer perder dinero, tiempo, crear malos rollos entre los miembros y con el tiempo, si el problema se alarga, a la desaparición del grupo.

Si tu grupo de teatro tiene este punto controlado, felicidades. Si crees que se puede mejorar, hazlo. Analiza qué se puede cambiar o ampliar y corrige todo lo que puedas, el grupo ganará en calidad. Y si no lo tiene previsto, dale unas vueltas a

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los problemas que tenéis y seguro que encuentras que una de las raíces de los mismos puede estar ahí.

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Transporte

Entramos en un terreno lleno de recovecos, incluso se puede decir que algo resbaladizo (aunque, siendo sincero… tan resbaladizo como el resto de los temas que aquí se tratan). Está claro que todos los grupos de teatro deben desplazarse. Algunos son poco “nómadas” y no salen de su zona, otros por el contrario se van fuera de su provincia, autonomía o incluso país. Unos, hacen pocas representaciones al año y otros hacen tantas al mes que su año está lleno de kilómetros. Estos últimos estarían encantados de que alguien les pagara el kilometraje. Es obvio que el tema del transporte puede ser un problema y muy gordo.

Los grupos de teatro aficionado suelen utilizar mucha escenografía y atrezo. Así que transportar todo el material puede convertirse en toda una aventura. Los coches particulares suelen ser una opción pero no todo el mundo está dispuesto a cederlos para tal menester. Aparte de que hay escenografía que no entra en un coche y coches que no podrían cargar con ella aunque quisieran. El alquiler de una furgoneta es mejor opción que la anterior pero surge la polémica de pagar o no dicho coste, “aún encima que vamos a actuar gratis”. Aquí pasaremos por alto el tema de cobrar por la entrada, lo que ayudaría a pagar el transporte, porque hablaremos de eso en otra sección de este libro. Ahora, centrados en el transporte, tenemos otra pregunta, ¿cómo van los actores y las actrices? En algunos grupos cada miembro debe buscarse la vida ya que los desplazamientos son en la misma ciudad y se les presupone cortos, (aunque depende del tamaño de la ciudad, eso es evidente), no representando mayor obstáculo al organizarse de forma particular. Yo he visto a algunas personas ir en autobús público sin mayor problema. Cuando hablamos de desplazamientos más largos, fuera ya de la ciudad o provincia, está claro que ahí se debe organizar muy bien el transporte.

En principio todos los miembros de un grupo teatral son amigos y se llevan bien. Seguro que algún lector o lectora tiene ahora mismo una sonrisa que confirma lo que digo (o no). A donde quiero llegar es que si yo tengo coche y voy a ir a actuar, ¿qué me cuesta llevar a algunos miembros del grupo conmigo? ¿Y la escenografía? No sé si entrará en el coche así que mejor llevar sólo personas, podríamos pensar. Claro que esta opción también significa responsabilizarse de recoger, llevar y quizá traer de vuelta. Demasiado trabajo, yo prefiero ir por mi cuenta. No es egoísmo o sí pero vamos, que no pasa nada, cada uno es responsable de su vida. El problema es que el encargado del grupo, llámale presidente, director, coordinador… quiere que todos, elenco y escenografía, lleguen a tiempo para cuando se levante el telón. Él debe organizar el transporte y prefiere, puedes creerme, que todos colaboren de alguna manera.

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“Si quieres ir rápido vete solo, Si quieres llegar lejos vete acompañado”

Proverbio Africano.

El autobús es una buena opción para los desplazamientos. Se puede alquilar uno pequeño que lleve a todos, incluida la escenografía. Aunque eso sí, en ocasiones ni el maletero de un autobús pequeño es suficiente para tanto material. Será cuestión de calcular espacio, costes, etc. Y aunque ésta parezca la mejor opción tarde o temprano, si hay muchas representaciones, el bolsillo del grupo de teatro se verá afectado. Se pueden solicitar ayudas para cubrir esos gastos pero mejor no contar con ellas. Las subvenciones las están eliminando poco a poco, quizá cuando leas esto ya no haya ninguna, así que mejor centrarse en lo que cada grupo puede alcanzar y olvidarse de las ayudas del estado, diputación, comunidad autonómica, etc. Entre tú y yo, esos entes no ven el mundo del arte y su necesidad para ayudar a la sociedad como podemos verlo nosotros.

La solución, no será la mejor ni la peor pero puedes creerme que hay muchos grupos que funcionan así, es que cada miembro aporte una pequeña cantidad mensual para portes. Ese dinero se guarda y el día de la representación, los que aporten sus coches particulares para llevar a los compañeros y escenografía pueden recibir una pequeña cantidad para cubrir los gastos. Por ejemplo, se puede llegar a un acuerdo de 30 o 50 céntimos de euro por kilómetro. No será mucho pero cubrirá, aunque en ocasiones sea sólo de forma moral, los gastos generados.

Lo que me gustaría es que te quedara una cosa clara, existen múltiples maneras de trasladar el material necesario para la representación como a los miembros del grupo. Es cuestión de echarle dos ingredientes claves a esta receta:

Imaginación: Para que todo lo propuesto sea fresco y se adapte al grupo como un guante.

Voluntad: Al dejar de lado el egoísmo individual y buscar lo mejor para todos.

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Edad ideal y sexo

Lo ideal sería que todos los grupos de teatro aficionado estuvieran equilibrados en cuanto a sexo pero eso, lo sabrás bien si perteneces a uno, no es así. La mayoría tiene exceso de mujeres y carecen de hombres. La sociedad actual transmite la idea de que los hombres deben ser duros, los proveedores, los fuertes, los que no lloran nunca y todo lo que sea participar en grupos echa para atrás a más de uno. Basta con ir a alguna asociación de vecinos, cultural, etc. Es cierto que alguna coral cuenta con hombres suficiente pero ya les cuesta y si haces recuento verás que las mujeres ganan, como mínimo, dos a uno. En este país lo único que se llena de hombres son los bares y los campos de fútbol. Desde aquí mis disculpas a quién se sienta ofendido pero sólo constato un hecho, no hago una crítica. Y si no me crees vete a un bar un día de partido y ya que estás, observa la tele y verás que el campo de fútbol está a rebosar.

Pero volvamos al teatro. Ya tenemos el grupo formado; 6 mujeres y 1 hombre (o peor, 0 hombres) ¿Y ahora? Pues lo primero es un poco de imaginación, que remedio. Dar con la obra perfecta, con personajes repartidos de tal manera que coincidan en cuestión de sexo con actores y actrices es encontrar una aguja en un pajar. Algunos grupos, afortunados ellos, tienen a alguien que les escribe las obras o por lo menos se las adapta y eso es una ventaja enorme.

En muchos grupos las mujeres suelen hacer papeles de hombres. En ocasiones no hay más remedio y es evidente que se nota mucho. Al revés ya es menos frecuente aunque en alguna ocasión se utiliza este recurso y suele hacer bastante gracia. El público acepta eso como un chiste añadido a la obra. Lo malo es cuando su uso se utiliza mal y se prostituye para ganar cuatro carcajadas eclipsando la verdadera razón de la obra. Si no queda más remedio, siempre debe evitarse, puede un hombre hacer el papel de una mujer o una mujer el de un hombre pero utilizar esa argucia de forma interesada no es aconsejable. Cierta parte o tipo de público podría encontrarlo ocurrente pero eso sería bajar la calidad de la representación. Si de verdad amamos el teatro y lo que representa debemos luchar porque la calidad del mismo crezca en cada representación. No nos olvidemos que el teatro es un arte y debemos respetarlo. Malvender nuestra representación por, repito, cuatro carcajadas no es venerar el arte teatral.

"Antes que nada ser verídico para contigo mismo. Y así, tan cierto como que la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie"

Hamlet

Willian Shakespeare

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En cuanto a la edad partamos de la premisa de que no hay una ideal para hacer teatro. Si hablamos de calidad; cuanto antes se empiece mucho mejor, más experiencia, más tablas, pero eso tampoco garantiza nada. He tenido el honor de disfrutar de la actuación de personas, ya con cierta edad, que nunca habían subido a un escenario y actuaban con una pasión y credibilidad envidiables. En cuanto a experiencia adquirida, lo mismo. Treinta años haciendo teatro no es garantía de calidad. En muchos trabajos “normales” ocurre lo mismo. Puedes trabajar durante veinte años haciendo lo mismo que al final sólo tienes un año de experiencia y diecinueve repitiendo los mismo errores y aciertos. Eso no sirve para avanzar y evolucionar, sea el trabajo que sea, y mucho menos cuando hablamos de arte.

El arte, sea del tipo que sea, es movimiento, acción, pasión, deseo… y eso debe recorrer nuestras venas. Si lo tienes en la sangre da igual la edad que tengas, eso se siente, se percibe y se admira. ¿Y si yo tengo todo eso pero soy mal actor o mala actriz? No puede ser. Nadie que sienta recorrer por sus venas la pasión del teatro será incapaz de meter la pata porque respetará el arte escénico. Lo que hará que se prepare, que tenga humildad para pedir ayuda, que luche y trabaje por crear algo excepcional. Lo contrario lo hacen las personas que van a clases de teatro porque se quedaron sin plaza en un curso de informática, ganchillo, pintura, etc.

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Publicidad/Redes sociales

Volvemos a tocar el tema de Internet. Tal como está el mundo es casi imposible no rozarlo de alguna manera. Todo gira en torno a “la red”. Hemos dado un giro de 180º en los últimos 20 años y aunque tengamos la sensación de que son muchos años, a la velocidad que avanzamos, como dice la canción; no son nada. Adaptarnos es una necesidad más que una opción. Todo aquella persona que se vea incapaz de utilizar o entender cómo funciona un ordenador y cómo navegar por Internet se quedará atrás. Los grupos de teatro aficionado no son menos.

Promocionar las actuaciones en las redes sociales es imprescindible. Claro que para que sea realmente efectivo debe haberse realizado un trabajo previo. Me explico; la redes sociales como Facebook o Twitter son efectivas si hay alguien al otro lado. Si nos limitamos a colgar un cartel para que lo vean las cuatro personas del grupo de teatro no vale de nada. Nuestro ordenador debe ser una ventana al mundo y en ese mundo deben de estar esperándonos muchas personas, cuantas más mejor. ¿Cómo se consigue eso? Pues con constancia y mucha paciencia. Cualquier curso sobre redes sociales puede ayudar. Saber cómo funcionan y sobre todo cómo es el nuevo tipo de “cliente” es primordial. Hace años ponías un cartel en la calle y era suficiente para que los pocos del barrio o pueblo vinieran a ver tu obra. En los tiempos que corren existen múltiples grupos con una gran variedad de espectáculos. El público ignora los carteles colgados en la calle, todo lo consulta por internet (RRSS) y si tú no estás ahí no te verán.

“Sin un blog eres un sin techo digital”

Alfonso Alcántara (Coach y conferenciante)

Quizá lo de tener un blog es excesivo para un grupo de teatro aficionado pero, si es posible, no se debe descartar. Quizá en el grupo haya una persona capacitada y con ganas de aventurarse en el duro trabajo de escribir regularmente en un blog; adelante. Siempre será una diferenciación que las Redes Sociales premiarán. En el fondo hablamos de que nos conozcan. La publicidad no se basa en otra cosa que darnos a conocer, contar quiénes somos y lo más importante; qué ofrecemos. Así que un blog donde se hable del grupo será una buena herramienta para promocionarnos. Siempre y cuando, perdona que me repita, esté enlazado en las Redes Sociales. Podríamos decir que el Blog es la carnaza y Facebook, Twitter, etc. el lago donde están los peces. Así que prepara la caña (crea un buen espectáculo), prepara la carnaza (escribe lo que estás haciendo en un blog), ponte a la orilla del lago a remover las aguas (revoluciona las Redes Sociales) y ya verás como consigues tu objetivo. Quizá no en la primera semana ni en el primer mes y

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puede que tampoco el primer año pero tarde o temprano tu constancia dará resultado.

En nuestra asociación (grupo de teatro) no hay nadie que pueda gestionar todo eso que comentas, puedes decir. Te creo. En mucha grupos de teatro la media de edad es alta y encontrar alguien que pueda manejar un ordenador con soltura puede ser complicado. Lo sé porque he conocido algún caso. ¿Qué hacer? Pues pedir ayuda. Siempre hay un hijo, un nieto o un conocido que ha hecho un curso y está aprendiendo. Se le puede pedir que de vez en cuando nos haga alguna promoción, comente algo del grupo o incluso que gestione el (maldito) Facebook que tantos quebraderos de cabeza nos regala.

Las federaciones nos pueden ayudar. Con pasarles cierta información del grupo, como fecha de las representaciones, título de la obra, elenco, etc., ellos se encargan de colgarlo todo en su web o en sus RRSS. Claro que para eso debemos estar federados y estoy seguro de que hay grupos que no lo están pero, por suerte o porque no les queda más remedio, cada día son menos. Estar federados es un coste que, aunque es bajo, muchos grupos no quieren asumir. Quizá el amor propio u otros motivos los frenan, no sé. Yo sólo planteo que utilizar una federación puede ser de gran ayuda para el tema de la publicidad. De todas formas, antes de darte de alta pregunta los servicios que te ofrecen y valora si te interesan. No todas funcionan como realmente prometen así que hay que ir con ojo.

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Formación

Base teórica/técnica

En muchos grupo de teatro aficionado siempre hay alguien que destaca en cuanto a sus conocimientos teóricos de teatro. Quizá no sean muchos pero están un peldaño más alto sobre los que no los tienen y de una manera sorprendente. Suele ser la persona que sin tener el cargo de director o directora ejerce de tal. Es un compañero o compañera más pero todos reconocen su valía y se dejan llevar (quizá sea un o una líder sin ser consciente de ello, en el apartado correspondiente podrás confirmarlo). Los grupos más serios buscan un director o directora ajena al grupo, con conocimientos y voluntad de llevar a buen puerto cualquier obra. Más adelante hablaré de que la buena voluntad, muchas veces, no es suficiente (lo podrás ver en el apartado: Bueno no es excelente).

Esté tu grupo en el primer caso, con un compañero o compañera dirigiendo, o en el segundo, con un director o directora externo, seguro que tienes un problema que comparten los dos casos. La base teórica de los demás miembros del grupo. Permíteme que me explique. Los grupos de teatro aficionado están integrados, la mayoría de las veces, por buenas personas con ganas de divertirse y con ganas de mostrar, en un principio a sus amigos y luego al resto del mundo, lo bien que actúan. Su aventura en el mundo teatral suele comenzar en una asociación de vecinos o de otro tipo en donde hay un grupo de personas que se lo pasa en grande, hace representaciones muy graciosas y cómo no… se ríen mucho. Cada vez que entra un miembro nuevo es absorbido por las maneras, formas y leyes del grupo. Por lo tanto es muy complicado que los grupos evolucionen, en cuanto a calidad actoral, cada temporada. Un año se hace una buena obra, al siguiente una menos graciosa, al otro se alcanza el nivel aceptable, volvemos luego a una muy buena y así por los años de los años. Al final son los mismos actores haciendo las mismas representaciones, los mismos aciertos, los mismos errores.

Debemos abandonar cualquier idea anterior sobre lo bien que lo hacemos. Tomar consciencia de que siempre se puede mejorar es una obligación. Kaizen es una palabra japonesa que se podría traducir como “mejora continua”. Ahí deberíamos estar todos pero como este libro es sobre los grupos de teatro aficionado… Ahí deben estar todos los grupos de teatro aficionado (perdón por repetirme pero es imprescindible que quede muy claro); en un estado total y constante de mejora continuada. Cada ensayo debe ser mejor que el anterior, cada texto, representación, música, incluso cada silencio debe mejorar a todo lo anterior. Quizá no se logre, quizá no alcancemos ese Kaizen constante pero nadie nos podrá decir que no lo hemos intentado. Es muy triste cuando el público está saliendo del teatro y se oyen frases como, “es lo mismo de siempre”, “siguen igual”, “no han cambiado”.

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Formación

“Para que pueda surgir lo posible. Es preciso intentar una y otra vez lo imposible” Hermann Hesse

Tenemos que coger el toro por los cuernos, como se suele decir, y ser conscientes de que si necesitamos mejorar tenemos que aprender y rápido. Ver lo que hacen otros grupos, aficionados y profesionales, estudiar textos teóricos y adquirir una base mínima. Tampoco es cuestión de que alguien del grupo se haga una carrera de cuatro años pero si no existe una persona que pueda corregir errores antiguos, el grupo estará condenado a repetirlos de por vida.

Una base teórica se puede conseguir haciendo de vez en cuando algún taller de teatro, danza, escritura de textos teatrales (o poesía, prosa, etc.), escenografía, luces, etc. Como ya dije antes no es necesario estudiar una carrera, se puede ser autodidacta pero serlo de lo importante, de lo que nos concierne, todo lo que ayuda a nuestro teatro. Siempre se aprende algo en esos talleres. En un principio puede parecer poco pero siempre se saca algo para implementar en nuestra representación o nuestros ensayos.

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Formación

Todo vale

Lo cierto es que no, no todo vale. Muchos grupos de teatro aficionado así lo creen y no reparan en que están mostrando una imagen (vayan mis disculpas por delante por si alguien se ofende) obsoleta. El teatro es un elemento vivo. Sí, siempre está a punto de morir pero siempre resurge con más vida e ilusión. Muchas veces parece agonizante y que no pasará de las presiones políticas o sociales, aún así siempre aguanta todas las embestidas de la vida. ¿Qué quiere decir eso? Que si está vivo evoluciona, cambia, transmuta de un estado a otro y mejora. El teatro se adapta a la sociedad porque no es más que su reflejo. Si la sociedad evoluciona, todo teatro que no evolucione con ella no es teatro. Me estoy refiriendo a esas representaciones donde se siguen utilizando las mismas mañas de hace años, muchos muchos años, y de las compañías que se sorprenden de que su público siempre es el mismo y vaya a menos.

“El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”

Arthur Miller

Si queremos ganar espectadores debemos ser exquisitos en nuestro trabajo. Saber qué hace nuestro posible público, qué piensa, qué ve, de qué manera consume su tiempo… nos dará una idea de qué hacer para conseguir su atención. Si la juventud no va a ver teatro aficionado es porque no le interesa lo que estamos haciendo, no es porque ellos no sepan apreciar nuestro trabajo. No exagero cuando digo que no les interesa y lo voy a volver a repetir por si no te quedó claro; no les interesa. ¿El motivo? Creo que son varios pero el primero es hablar idiomas distintos. Sí. La juventud no habla el mismo idioma del teatro aficionado y es una pena. La manera de que un grupo perdure muchos años es incluyendo a jóvenes y haciendo teatro para todas las edades.

Hacer un análisis de lo que estamos haciendo y para quién, nos proporcionará una idea de lo que nos sobra o falta. Es entonces y sólo entonces cuando se debe eliminar, sustituir o incorporar lo que sea necesario. No hablo sólo de personas, que también pueden ser, me refiero a formas de actuar, escenografía, textos, etc.

Yo soy partidario de que todo se haga con el corazón. Si tenemos una base técnica y ponemos el corazón en lo que hacemos multiplicamos nuestra calidad por mil. De todos formas, lo siento, si pones todo el corazón y lo que haces no se sostiene con una mínima base, se derrumbará todo tu trabajo como si fuera un castillo de naipes en una tormenta de arena.

He sido testigo de la absurda y gratuita búsqueda de las risas del público. No podemos vender nuestra alma por conseguir que lo pasen bien, que se diviertan y

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Formación

salgan con una sonrisa. No debe darnos igual si no entienden la obra o si el mensaje final del dramaturgo no les llega. Anhelamos que se rían pero eso no justifica que hagamos cualquier cosa, incluso payasadas. Cuidado que no digo esto de forma peyorativa hacia los payasos. Permíteme que me explique: los grupos de teatro aficionado representan obras muy claras en cuanto a su dramaturgia, con un mensaje más o menos evidente y con una intención más que meridiana. ¿Por qué algunas compañías prefieren perder todo eso por robar una carcajada? No todo vale y si un actor o actriz se sale de su personaje para hacer una gracia más propia de un espectáculo de clown que de la obra que representa, está faltando al respeto al autor de la misma, a la propia obra y a sus compañeros. No, no todo vale.

El grupo debe saber qué quiere y qué camino seguir para conseguirlo. Ahí entra la responsabilidad de la persona que dirige y del que gestiona el grupo. Dejar claro qué queremos transmitir es importante. Que todo valga nos coloca en una espacio de mediocridad que sospecho que nadie quiere alcanzar. Bien, ya tenemos claro lo que queremos y por donde ir, ahora a trazar una estrategia y a no despistarse. Ser fiel a nuestros principios nos dará una fuerza inigualable para alcanzar nuestras metas. Por el camino siempre surgirán críticas externas y seguro que, aún que te pueda sorprenda, alguna interna. Debemos escuchar todo pero sólo hacerle caso a las críticas que son realizadas desde el corazón y con el ánimo de ayudar. Todo lo demás se debe obviar. No todo vale y por mucho que te digan que está bien, si tú o el grupo no lo ve bien… debes hacer lo que tú y el grupo considere. Que el grupo de teatro tenga personalidad propia es algo envidiable y que en su camino busque siempre la excelencia es lo mejor que puede hacer. Deja que los demás hablen, tú ya eres consciente de que no todo vale.

“Es probable que no lleguemos a nuestro destino

si nos detenemos a arrojar piedras a cada perro que nos ladra”

Winston Churchill

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Formación

Liderazgo

Si somos un grupo… ¿para qué necesitamos un o una líder? En realidad no es que se necesite, es que surgirá aunque no queramos. Así que cuanto antes lo aceptemos, lo analicemos y lo gestionemos; mejor.

Puede que no me creas. Deja de leer un minuto, piensa en tu grupo, en los ensayos, traslados, representaciones, etc. ¿Quién lleva la voz cantante? Dirás que el director o la directora y puede que en principio sí pero busca más allá. Los que dirigen pueden ser líderes y arrastrar a los demás con sus sueños pero no dejan de ser lo que son: directores. Por lo tanto no forman parte directa del grupo de actores y actrices. Es como un entrenador de futbol, baloncesto u otro deporte de equipo. El entrenador es tan imprescindible como cualquiera pero suele ser el primero al que despiden. En cambio existe un capitán o capitana al que los demás siempre miran cuando hay un problema.

Lo mejor será definir lo que es un o una líder y los tipos que hay. De esta forma podrás identificar al que gestiona tu grupo. Si no lo encuentras no pasa nada, deberás crear uno. ¿Qué? Habrás gritado. Tranquilidad. No digo que sea malo que exista, en realidad no es bueno ni malo pero sí necesario conocerlo o conocerla. Es como el delegado de clase. Parece que no hace nada pero al final es el representante cuando hay una reunión con algún ente exterior.

Según la Real Academia de la Lengua Española líder es aquella persona que dirige u orienta a un grupo que reconoce su autoridad. ¿Has leído? ¡Qué reconoce su autoridad! Ningún director o directora de teatro (o cualquier otro deporte u organización) podrá liderar nada si su autoridad no es aceptada y reconocida por todos los que forman el grupo.

Liderazgo autocrático: Es la persona sobre la que recae el mayor número de responsabilidad, toma las decisiones importantes y además de eso se encarga de dar las órdenes directas a las demás personas que se encuentran bajo su mando, es decir… el poder se encuentra centralizado en una persona y donde los subordinados no son considerados competentes en el momento de tomar cualquier decisión ya que este tipo de líder cree, e intenta que los demás lo vean así, que él o ella son los únicos capaces de hacerlo de manera correcta. Un director o directora de teatro puede usar este tipo de liderazgo pero al final tendrá problemas. La frustración de los demás irá mermando su autoestima lo que dará lugar a un bajo rendimiento, desilusión y huida, física o emocional. En caso de que ese tipo de liderazgo lo lleve uno del grupo y no quien dirige, dará pie a que la autoridad de esta última persona se ponga en entredicho, dando como resultado; el enfrentamiento.

Liderazgo democrático: Tipo de liderazgo que se lleva a cabo mediante una persona, la cual toma en cuenta la participación de los demás miembros que

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conforman determinada organización, acepta las ideas y las críticas que los mismos puedan dar para, de esa manera, mejorar. También se encarga de responder cualquier inquietud que las personas bajo su cargo tengan, esto puede generar confianza entre sus subordinados, lo que incentiva el trabajo en equipo y a la vez a logra la consecución de las metas planteadas. Quién dirige el grupo puede decidir por usar este tipo de liderazgo pero se verá, tarde o temprano, que sus aportaciones son una más y por lo tanto su figura como autoridad definitoria a la hora de tomar decisiones se verá mermada.

Liderazgo Laissez faire: Este se conoce por ser muy liberal por ello su nombre, que es una expresión de origen francés y cuya traducción al español es “dejar hacer”. En este modelo el líder suele ser una figura pasiva que permite que las personas a su cargo poseen todo el control de lo que se está haciendo, ya que se les facilita toda la información y herramientas necesarias para la eficaz realización de las labores y donde el líder sólo deberá intervenir si el subordinado solicita su ayuda. Otra opción más, ni buena ni mala y ya que los grupos de teatro aficionado suelen contar con personas con mucha experiencia, que podrían resolver y organizar correctamente, sería perfecta. Podrá entonces surgir la pregunta, ¿para qué queremos al director o directora? David Mamet, novelista, ensayista, dramaturgo, guionista y director de cine estadounidense tiene una opinión muy clara sobre este tema y la ha dejado plasmada en varios de sus libros; para nada. De momento, con tu permiso, yo no me voy a pronunciar.

Liderazgo paternalista: Se caracteriza porque el líder adquiere toda la responsabilidad de orientar y velar por el bienestar de sus subordinados, con el fin de generar mejores resultados en cuanto al trabajo se refiere. Para que esto suceda el líder debe utilizar incentivos, ofreciendo recompensas en caso de que el trabajo se realice de forma exitosa, es por eso que se denomina liderazgo paternalista, ya que al igual que un padre en el hogar, éste asume dicho rol en la empresa, grupo, asociación, etc. Tan válido como cualquier otro pero llevado al extremo puede dar lugar a “niños mal criados”. Por supuesto, es mi opinión y quizá esté equivocado pero te has planteado un grupo de teatro aficionado lleno de niños y niñas de sesenta años o más. Yo no me lo quiero ni imaginar.

Liderazgo carismático: Tipo caracterizado porque el líder posee la capacidad de cautivar y generar entusiasmo en las personas que se encuentra dirigiendo. Utiliza la comunicación verbal, dándoles inspiración y de esta forma rindan al máximo. Si es necesario el líder es capaz de cambiar las aspiraciones y la visión de las personas con el fin de lograr las metas ya establecidas. Esta figura suele surgir entre el grupo, sin necesidad de que sea el director o la directora quien posea dicha característica. En este caso, si la persona que dirige el grupo no tiene dicho carisma se suele unir al grupo cediendo parte de su responsabilidad.

Liderazgo lateral: Es el tipo que se basa en la creencia de que cualquiera está capacitado o capacitada para dirigir a un determinado grupo de personas.

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Pensando siempre en que no hace falta ser el jefe u ostentar ese título. Por lo general este tipo de liderazgo se lleva a cabo a través de personas que, aunque tienen un mismo nivel dentro del grupo, poseen una gran experiencia para el desempeño de sus funciones. Es cierto que existen grupos en los que ciertas personas tienen más años de experiencia que años tiene la propia compañía, asociación o grupo de teatro. Aún así, eso no garantiza que pueda llevar un grupo a buen puerto. Cuando en el cielo brilla el sol y el viento nos golpea en popa, todo va bien. Pero los verdaderos líderes surgen cuando bajo nuestros pies el mar está embravecido y el viento se comporta como un perro rabioso.

Liderazgo situacional: Este modelo está basado en la adaptación del o la líder con respecto al nivel de desarrollo de los miembros del grupo y a la situación en la que se encuentre. Esto lo suele convertir en un sistema de rápida asimilación por parte de los miembros del grupo ya que es el o la líder quién se adapta a las necesidades de los demás. Yo no soy muy partidario de este tipo de liderazgo, sobre todo pensando a medio y largo plazo, porque…

“Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser”

Johann Wolfgang Von Goethe

Si el grupo está anclado en un determinado nivel de aprendizaje y el o la líder, director o directora, gestor o gestora, etc. se adapta a esa circunstancia no evolucionara. Si diriges un grupo de teatro aficionado como lo que es, aficionado, no saldrá de ahí, si lo tratas como si fuera profesional, a los miembros del grupo no les quedará más remedio que crecer. Quizá no lleguen nunca a alcanzar la profesionalidad, ten claro que ése no es el fin, lo que debemos buscar es la mejora constante y eso sólo ocurre cuando fuerzas tus/sus límites. Es fuera de la zona de confort donde ocurre la magia.

Debemos ser conscientes de la importancia del liderazgo y de cómo se centra en el poder que éste puede tener sobre determinadas personas. Además, gestionar un liderazgo consciente permite conocer lo que determinado grupo de personas desean, tratan de solventar… en definitiva, sus inquietudes y sus necesidades. Esto hace sentir al grupo protegido, lo que generará una motivación extra al momento de lograr de manera eficiente cualquier objetivo.

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Bueno no es excelente

La mayoría de los actores y actrices, cuando remata la obra y bajan a saludar a los amigos y conocidos, hacen las mismas preguntas: ¿Qué tal la obra? ¿Te ha gustado? ¿Quedó bien? Y las respuestas suelen ser siempre las mismas; muy bien, sí, me ha gustado, me he reído mucho. No importa nada si ha sido una pesadilla o una obra maestra. El público en general no sabe qué decir. ¿Qué puede responder? Menudo aburrimiento, he bostezado dos veces y la señora de mi derecha os va a denunciar, en una cabezada provocada por el sueño creo que se lesionó las cervicales. Cuando le preguntas a alguien con una sonrisa en la boca y toda la ilusión del mundo, qué quieres que te responda. Cualquier cosa que salga de su boca puede provocar un disgusto así que se limitan a sonreír y a decir; bien, está bien. En ocasiones cometen un exceso y añaden un muy bien, todo un lujo.

No preguntes nada a nadie. Tú tienes que saber cómo realizaste tu trabajo, qué has hecho bien y también dónde has metido la pata. Y sin rasgarse las vestiduras. Estamos aprendiendo y la mejor manera de hacerlo es cogiendo lo que te digan sin preguntar, amasarlo bien, meterlo en una cazuela llena de sentido común, añadir tus conocimientos y dejar a fuego lento cocinando hasta el próximo ensayo.

No vale de nada que digan que estuvo bien después de tu interrogatorio. Lo importante es que sin que hagas ninguna pregunta alguien se te acerque y te felicite o te comente algún error, por supuesto, siempre que sea para ayudar. Ahí es cuando sabes que su aportación es sincera. Y es en ese momento cuando puedes agradecer la felicitación y preguntar. ¿Qué pregunto? Lo que tú quieras y todo lo que consideres que debes preguntar sobre tu espectáculo o actuación particular. Desde donde estoy ahora mismo no puedo decirte mucho más. Doy por hecho que tú conoces tu trabajo y sabes qué partes están más flojas y cuales están mejor presentadas. Desde ese conocimiento puedes conversar con esa persona, cómo lo vio o cómo se sintió, qué entendió de esto o de lo otro, etc.

¿Sabes lo que tienes que hacer para alcanzar la excelencia? Entonces, ¿por qué no lo haces? Nos conformamos con aprobar, supongo que es un defecto que arrastramos del colegio. La escuela se convierte, para la mayoría de los alumnos, en un trabajo duro, aburrido y mal remunerado (¿Te suena?). Buscamos los mínimos, aprobar y punto. Y de adultos ese condicionamiento sigue con nosotros. Cuando preparamos una obra solemos buscar lo que está bien para no trabajar mucho. Queremos aprobar con lo mínimo. Nos conformamos con un aprobado aunque sea raspado. El problema de todo esto es que al final, un simple error, un despiste, incluso algo ajeno a nosotros puede hacer que nuestra nota baje. Si apruebas con un cinco y te bajan medio punto por un error estúpido; suspendes. ¿Te vas a arriesgar en la próxima función?

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Se debe buscar la excelencia en todo lo que se haga en la vida. Para los grupos de teatro aficionado y sus representaciones es lo mismo. Deben buscar la excelencia para que cualquier error, propio o ajeno, no manche mucho la nota y no se convierta en un suspenso.

“Somos lo hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”

Aristóteles

La exigencia particular, para cualquier tarea, varia mucho en cada persona. Es cierto que mientras unas lo dan todo y se comprometen, otras sólo buscan pasar el rato. Motivar al final, aunque parezca mentira, es función del director o directora. Sí, lo sé, si están en ese grupo que dirigen grupos de teatro aficionado estarás ahora pensando; ¡y menuda tarea! Ya es complicado dirigir una obra y decidir dos mil cosas mientras haces malabares con egos descontrolados, que aún por encima tienes la obligación de motivar a las personas que están en el grupo por estar. Es duro pero a la vez muy gratificante. Estudia tu personalidad y el tipo de líder que eres (repasa el apartado correspondiente) y mejora cada día por tu bien y el de tu grupo.

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Representaciones

No voy a comentarte aquí nada que tú no sepas. Seguro que lo has vivido o lo estás haciendo ahora mismo. Hay personas en el grupo que piden hacer muchas representaciones, cuantas más mejor. Por otro lado, tenemos al que con una al trimestre le es suficiente. Y tú, que se supone que debes organizar, no sabes qué hacer. Otra vez con el equilibrio (o equilibrismo) a vueltas.

Hacer muchas representaciones no es sinónimo de calidad. Que todos los miembros del grupo se pongan de acuerdo en este tema es una complejidad que aumenta de una forma inversamente proporcional al número de personas del grupo. Cuantas más, peor, más complicado. Es inevitable dejarlo bien claro ya desde el principio porque puede dar lugar a futuros problemas que no querrás tener. Muchos defenderán que cuantas más representaciones más aprenden. Falso. Es en los ensayos donde se aprende a actuar. En las representaciones se aprenden otras cosas; organización, improvisación, compañerismo…

Dónde y cuándo es otro tema que debe tratarse. No vale cualquier sitio ni a cualquier hora. Es evidente que hacer una representación un día de semana a las cinco de la tarde no es una decisión acertada. Creo que está claro que no tendrá el mismo público que un sábado a las ocho o nueve de la noche. Entonces por qué hay grupos que siguen actuando días laborables y a horas extrañas. Por suerte, sobre todo para ellos, no son muchos.

El espacio teatral es sagrado. Llamar teatro a algunos lugares por el hecho de que se represente alguna obra me parece un sacrilegio. Es como llamar a un gato mudo y sin pelo; perro. No es un perro ni nunca lo será por mucho que nos intenten convencer. No me malinterpretes, he actuado en la calle y en sitios tan pequeños que dos personas de lado teníamos problemas para respirar. A lo que me refiero es a lugares que he conocido y que están en medio de la nada, donde no hay iluminación (y no me refiero a focos, hablo de cuatro simples fluorescentes y dos fundidos), no hay un cuarto de baño, donde un grupo de personas juegan a las cartas y si les pides por favor si pueden hablar más bajo te echan a gritos, donde el número de personas que podríamos llamar público suelen ser menos que los que están en el escenario… repito, por favor, no me malinterpretes pero cuando quince personas hacen dos horas de autobús para hacer una representación todo eso es un jarro de agua fría. Algo en lo que la persona que organizó la representación no pensó. Ahora ya tienes algo en lo que pensar porque nada baja más la moral del grupo que cosas como las que te acabo de contar.

Creo que ya ha quedado claro que hacer muchas representaciones no es sinónimo de calidad. Quizá, no sé, digo yo, tú dirás si estoy equivocado pero no crees que interesa más cuatro representaciones espectaculares al año que perder el tiempo por rincones oscuros. Cuando el grupo es grande es más complicado elegir un día para representar. Que queden todos contentos puedes ser tan divertido como

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hacer un puzzle con los ojos cerrados. Controla tus ganas de hacer actuaciones a lo loco. Si no eres tú el que decide eso, regálale este ebook a la persona que toma esas decisiones y aconséjale que lea este apartado con mucha atención.

El tipo de representación también es importante. Es crucial conocer qué hace tu grupo y qué limitaciones, por ejemplo, de luces, espacio, entradas, salidas y/o sonido necesita. Si tienes mucha escenografía y necesitas un escenario grande es evidente que acabas de limitarte. No todos los teatros a los que puedas ir tendrán la capacidad de acoger tu representación. Eso, tenlo en cuenta la próxima vez, hay que hablarlo antes de empezar a ensayar nada. Imagina que el grupo, con el director a la cabeza, prepara una escenografía con algo muy grande en el centro del escenario. Algo tan grande que impide moverse a los actores con libertad. Si el encargado de organizar las representaciones no conoce ese detalle os puede enviar a sitios donde ese gigante… estorbo se convierte en una pesadilla para todos, incluido el público. Estoy seguro de que algún actor o alguna actriz, cuando se sienta invisible en el escenario por culpa de la escenografía, invitará al director a quemarla en directo. Por suerte la escenografía no tiene ego, algo de lo que algunos actores y actrices van sobrados.

“El servicio, en suma, no es lo que haces, sino lo que eres. Es una forma de vida que necesitas hacer en todo lo que haces”

Betsy Sanders

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Cobrar o no cobrar

Este capítulo es de los más dolorosos porque toca la sensibilidad amorosa de los grupos de teatro aficionado. Pensarás que lo de “sensibilidad amorosa” es una cursilería que se me ha escapado sin querer. Pues no. Conozco a personas que trabajan en grupos de teatro aficionado que consideran que ellas sí aman, y mucho, el noble arte teatral. Incluso piensan que hay profesionales que no merecen lo que tienen. Que se quejan de vicio y que si lucharan como ellas lo hacen, y llevan haciendo durante años, todos seríamos más felices al disfrutar de verdadero arte. Esto último puede parecer una perogrullada, lo sé, pero es que todo ese razonamiento, desde la primera a la última palabra, no tiene sentido.

Cuando defendemos un sin sentido, sin saber que lo es, podemos acabar en una guerra que no aporta nada. No quiero decir con esto que exista una guerra entre profesionales y aficionados del teatro. Lo único claro es que en este último grupo existe la creencia de que no se debe cobrar y sí hacer las representaciones por amor al arte, por entretener, por ayudar, por hacer reír… No seré yo quien le diga a nadie lo que debe pensar o hacer pero como supongo que estarás esperando mi opinión aquí la tienes: ¡Haz lo que quieras!

No importa si cobras o no. En lo que te debes centrar es en hacer bien tu trabajo. Yo he ido a representaciones de aficionados donde la entrada eran seis euros (te parecerá muy poco pero en el mundo aficionado puede ser una barbaridad) y lo cierto es que los valía. En otras ocasiones he disfrutado de una gratuidad total y hubiera ganado más quedándome en casa a dormir. Estoy seguro de que a ti te ha pasado lo mismo en algún momento de tu vida. ¿Entonces? ¿De qué estamos hablando?

Cobrar no tiene nada de malo y hacer representaciones gratis tampoco. Los grupos que suelen cobrar defiende su postura argumentando que los gastos son insoportables; vestuario, escenografía, desplazamiento… Tienen razón. Si sumas los importes de todo eso, le añades el coste del tiempo empleado en ensayos y lo multiplicas por el número de actores y actrices del elenco la cifra da miedo. Muchas personas, sobre todo las que no han vivido lo que es el teatro por dentro, no tienen ni idea de esos costes. Otras, que sí viven el teatro por dentro, prefieren no hacer los números para no amargarse la existencia.

¿Hacemos números? Una representación de microteatro (sobre 15 minutos de duración) representada por dos personas da pérdidas siempre. Vamos a plantearnos un caso que roza lo idílico. Digamos que el autor no cobra y que los actores o actrices son casi profesionales por lo que necesitan el mínimo número posible de ensayos. Planteemos entonces que son suficientes dos horas por ensayo, se utilizan entonces sólo tres días para memorizar el texto, motivaciones de los personajes, plantear movimientos, emociones, espacios, escenografía, etc. Llega el día de la representación así que a cargar todo el material y montar todo

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más o menos dos horas u hora y media antes. Se hacen los tres pases y luego les queda recoger. Eso durante los dos días del fin de semana. Supongamos que han tenido una taquilla media, en una sala de microteatro normal y que tenga su público, eso pueden ser cuarenta personas. Como la sale se lleva el cincuenta por ciento a los actores les quedan, más o menos, sobre sesenta euros a repartir entre los dos. Te recuerdo que planteamos un grupo que tienen suerte porque el autor de la obra no quiere su parte (tendríamos que dividir entre tres). ¿Has ido sumando las horas? Bien, ahora divide los treinta euros por cabeza entre las horas, ¿a cómo te sale? No hay más preguntas señoría.

Cobrar o no cobrar es lo de menos. Disculpa que me repita. Si tu trabajo es bueno y el público lo sabe irá a verlo. Tampoco puedes subirte por las ramas del árbol de la codicia y poner unos precios desproporcionados. Conocer tu trabajo es tan importante como conocer el mercado. Quizá diez euros sea mucho y dos euros sea muy poco. Incluso te puedes planear que para cobrar sólo dos euros no vale la pena pero eso es porque no le has dado una vuelta. Si van cien personas a veros esos dos euros por cabeza cubren muchos gastos. Lo único que te puedo decir es que lo importante aquí y lo que te puede ayudar, siempre, es el equilibrio.

“El dinero normalmente se atrae, no se persigue” Jim Rohn

Otro problema sobre el dinero es que los grupos de teatro aficionado suelen ser asociaciones sin ánimo de lucro y eso les provoca algo de confusión. Un presidente de una asociación de este tipo me dijo que debía gastar todo el dinero acumulado durante el año porque no podía tener beneficios. Se pasaba el mes de diciembre gastando el dinero que había ganado la asociación durante los once meses anteriores en regalos, fotocopias u otras cosas innecesarias en aquel momento. Quería empezar el año desde cero. Menuda locura. Es mucho el desconocimiento sobre qué es y cómo se gestiona una asociación sin ánimo de lucro. Muchas personas se sorprenden de que deba declarar I.V.A. o Impuesto de Sociedades. Creo que todo el que lleva una asociación de este tipo tiene el deber de conocer sus derechos y obligaciones. Dejarse llevar por creencias o porque antes se hacía así no ayuda a nadie y es más, puede llevar al grupo de teatro a tener problemas con hacienda. En www.asociaciones.org podrás encontrar toda la información que necesites.

Los grupos de teatro aficionado le tienen mucho miedo al lobo feroz de la S.G.A.E. y no digamos a la madre del lobo, la Agencia Tributaria. Si tenemos todo claro, nos informamos bien y hacemos todo dentro de la legalidad vigente no debemos tener miedo a nada ni a nadie. Para más información no dejes de visitar www.sgae.es pero no te quedes ahí, por suerte ahora existe mucha información sobre los derechos de autor y muchas sociedades para gestionarlos. Todo esto puede

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ahorrarte gastos y así no te verás obligado a cobrar o por lo menos no tanto. Al final todo ayuda, recuerda, lo importante es el equilibrio.

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Ser o parecer profesional

Sí, lo sé, estamos hablando de grupos de teatro aficionado. Pensarás que la palabra profesional debería quedar fuera. Nada de eso. Soy de la opinión que todo grupo debe ver, seguir y estudiar a compañías profesionales. En mucha ocasiones se comete el error de hacer piña entre los grupos de teatro aficionado para apoyarse o copiarse (sí, así de descarado, copiarse). Dejémonos de ver el ombligo. Levantemos la cabeza y busquemos a alguien del que valga la pena aprender.

Si el grupo se comporta como profesional, el público lo vera como tal. Si se comporta como niños de primaria en el festival de fin de curso, ¿qué imagen crees que transmitirán?

Algo tan simple como el saludo final cuando termina la representación se puede convertir en un espectáculo. Los grupos de aficionados suelen saludar todos de forma muy similar. No marcan la diferencia. Sus componentes están tan acostumbrados a no darle importancia que cuando hablas de hacer algo distinto, innovador y profesional, se les ponen los ojos como platos. ¿Para qué? Salimos, saludamos y listo. Los mismos que hacen eso son los que desde el escenario saludan con la mano o incluso hablan a gritos con sus familiares y amigos. Soy consciente de que ahora mismo estás pensando si tú lo has hecho alguna vez o lo has visto. Te dejo un minuto para que lo pienses, estoy seguro de que encontrarás en tus recuerdos esa situación.

Ser profesional (o parecerlo) es fácil, compórtate como tal. Puede que no cobres, que no lo seas nunca, que no te entiendan, que te miren con desconfianza… pero marcarás la diferencia. El público quiere que lo sorprendan y nada más sorprendente que un grupo de aficionados comportándose con seriedad profesional. Cuidado, la palabra seriedad no es sinónimo de aburrimiento. Los grupos de teatro aficionado suelen representar obras humorísticas y llevarlas al extremo de la parodia o ridículo. Su fin es que el público, su público, se ría. Decir a ese tipo de grupos que debe comportarse como profesionales, soy consciente, es una osadía por mi parte. Pensarán que quiero que sean más serios, aburridos, grises, sin alma, sin risas… Nada de eso. Lo que defiendo es que puedes hacer la representación más esperpéntica posible y comportarte como verdaderos profesionales.

¿Cómo comportarse como un profesional? Esa es la pregunta que rondará tu cabeza ahora mismo. Te daré una sencilla lista de algunas pautas que te ayudarán. Quizá no coincidamos y pienses que es una tontería lo que digo, es posible que estés en lo cierto y yo equivocado. Al final, quién soy yo para decirle a tu grupo de teatro qué hacer y cómo. Así que te dejo la lista y tú haces lo que consideres, eso es evidente, pero prueba. Soy de la opinión que los grandes cambios surgen de la creación y repetición de pequeños hábitos. Prueba. ¿Qué puedes perder? Hazlo

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sólo con un par de cosas de la lista, luego observa qué ocurre en el grupo, cómo lo recibe el público y si va todo bien; perfecto. En caso contrario lo dejas y punto.

Pasión: Supongo que de eso está sobrado tu grupo. En caso contrario busca la manera de transmitirle la pasión por lo que hacen. Nada más triste que hacer teatro por obligación y lo peor de todo es que el público lo ve y lo siente.

Leer y ver: Esto es crucial. Cuantas más obras de teatro y literatura leas y veas mucho mejor. Las idea nace en algún lugar extraño y desconocido pero antes debes haber plantado una semilla. Lo que surja será algo distinto a lo plantado porque llevará algo de ti pero como decía Picasso “Que la inspiración te encuentre trabajando”.

Formarse: Tampoco hace falta realizar una carrera de cuatro años pero una base mínima es aconsejable. Un persona autodidacta puede obtener mejores resultados que otra que ha realizado dos carreras universitarias. Aún así no te quedes con eso, fórmate y forma a tu grupo; mejorarán tus representaciones y multiplicarás los aplausos.

Cuidar imagen: No estoy hablando de ir a la moda o de vestirse de una forma superficial o excéntrica. Hablo de que, en el fondo, somos lo que transmitimos desde nuestro interior. Si estás nervioso o nerviosa por dentro eso se reflejará en el exterior. Por mucho que lo intentes ocultar, las demás personas lo notarán. Si tu grupo de teatro no se cree que es un grupo profesional y se quedan con lo de que son unos simples aficionados; nunca lograrán nada. Aunque no lo digan a viva voz, las demás personas lo sentirán. Todo cambio debe ser primero interno, lo externo llegará después.

Materia profesional: Aquí te voy a hablar de algo muy parecido a lo anterior. Si el grupo sigue con los mismos sistemas de escenografía; con las mías telas pintadas, los mismos muebles de siempre simulados bajo telas, los relojes y espejos de cartón (no me lo estoy inventando, lo he visto), etc. Entonces no avanzará, seguirá como siempre. Bueno, quizá eso es lo que quiere, entonces no digo nada pero sospecho que si estás leyendo este libro y has llegado hasta aquí… Observa y estudia a profesionales. No tienes que copiar nada pero tendrás una nueva visión de lo que hacer de una manera simple y atractiva.

Organizado: Todo grupo de teatro esta organizado, quién lo pone en duda. Claro, claro, quién lo pone en duda… déjame que te haga una pregunta, ¿está tan organizado vuestro grupo que tenéis varías personas asignadas para organizar, transportar, descargar, montar, desmontar, cargar y transportar? No hay más preguntas.

Voz: Saber cómo hablamos es importante. Ser conscientes de nuestra capacidad para transmitir es algo imprescindible. Gritar no es lo mismo que

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proyectar. Hay personas que no perciben la diferencia y aunque es muy sutil se debe trabajar. La diferencia entre dos representaciones de la misma obra hechas por dos compañías distintas puede marcarla una buena dicción y proyección de voz. El público percibe hasta donde percibe y somos nosotros los que tenemos la obligación de facilitarle las cosas para que nuestro mensaje llegue con claridad. Trabajar la voz de todo el grupo marcará la diferencia.

Vivir: Disfruta de lo que haces. Cada minuto de vida en el teatro, como en la vida, es único e irrepetible. No hay espacios vacíos en nuestra existencia. Siempre estamos creando, tanto lo bueno como lo malo, tú verás lo que decides. Por mi propia experiencia te puedo decir que disfrutar de los ensayos con risas y buen rollo no tiene precio. Para eso debes amar la vida, sí, amar la vida, no estoy exagerando ni volviéndome espiritual o ñoño. Aunque la verdad, como ya dije antes, no me hagas mucho caso, prueba y si te va bien perfecto. A mí me va de lujo.

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Ensayos

El tiempo hay que aprovecharlo. Aunque apretar el reloj no quiere decir que no podamos divertirnos. Todos los ensayos deben ser un goce en sí mismos. Es el momento para reunirse con los compañeros y hacer lo que más nos gusta. Nunca deberá ser un nido de disputas y discusiones sin sentido. Es el espacio para jugar y volver a ser niños.

Soy consciente de que muchas veces el director debe hacer malabarismos para que los egos descontrolados no choquen de frente cual locomotoras antiguas a toda velocidad. En pocas profesiones existe más ego que en el teatro. Eso al final, tarde o temprano, se refleja en los ensayos. Es posible que en alguna representación surja algo pero es mayor la probabilidad de que lo haga en un ensayo. Es ahí donde se echan en cara cosas tan absurdas como; tú no me diste el pie, tú no entraste cuando tenías que entrar, no puedo hacer mi trabajo si tú no estás a lo que estás, si tú no sabes tu papel mejor no vengas, la representación fue una mierda y mucha culpa la tienes tú, no sé a qué vienes(tú)… No creo que sea necesario seguir. ¿Ves algo en común? ¿No ves muchos “tú”? ¿No te hace pensar?

Hace algunos años dirigí un grupo de teatro de adultas, eran todas mujeres mayores (muy mayores) y en los ensayos mi labor principal era que no se mataran entre ellas. Se conocían desde hacía un montón de años, eran vecinas y se sabían de las miserias propias y ajenas. De esa confianza surgía la dureza de sus palabras. No te puedes imaginar las cosas que se decían. Al principio me escandalicé, no tanto por lo que decían sino por la crueldad con la que lo hacían. Me pasaba el mayor tiempo intentando poner calma y llevar las cosas de la mejor manera posible. Poco a poco me di cuenta de que era algo normal entre ellas. En realidad se podrían decir barbaridades pero en caso de que alguna tuviera un problema serio las otras la ayudarían sin dudarlo. Eran como una piña. Dejé ese grupo tres años después, hoy en día siguen las mismas personas y creo que conservan sus mismos hábitos y costumbres. Entender que era su forma de ser no me ayudó a divertirme en los ensayos. Es cierto que en algunos lo pasé muy bien, sobre todo al principio, pero a la larga me cansó ya que el grupo no avanzaba. Estaban demasiado atascadas en sí mismas como para salir de su zona de confort.

Cuando no queremos ir a ensayar es porque tenemos un problema. No nos divertimos. En los ensayos debe haber cabida para todo. Los momentos serios deben dejar espacio a los juegos y risas.

“Mi vida era una comedia. Sólo tenía que aprender a reír” Annie Parker De la película “Decoding Annie Parker”

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Siempre intento que el grupo que trabaja conmigo se divierta por encima de todo. Pensarás que no les echo broncas y que soy un pedazo de pan, pues te equivocas. En ocasiones puedo ser bastante quisquilloso. Pregúntale a la gente que ha trabajado conmigo en los últimos años. Están todos de psiquiátrico. Bromas aparte, no dejes nunca que tu grupo de teatro esté tan tenso en los ensayos que se vayan para casa con la sensación de que no debían haber ido. Cuando nos divertimos aprendemos mucho más rápido.

En ocasiones surge la duda del número necesarios de ensayos. Aquí hay que valorar si está cerca una representación, si el grupo tiene asimilado el texto, movimientos, entradas, salidas, escenografía… en definitiva; en qué estado está el grupo y el proyecto. Si lo ves bien, preparado, es mejor no saturarlos de ensayos. Incluso en ocasiones en los que está mal puede ser una buena opción suspender alguno. Quitarles presión puede ser una estrategia para que se concentren mucho más. Tienes que conocer al grupo y si tú eres el o la que decide esas cosas piensa que a veces lo que más conviene, para liberar estrés y hacer un grupo fuerte, es ir a tomar un café todos juntos antes que ensayar. En caso de que no seas tú quien decide esas cosas puedes sugerirlo a la persona responsable. Seguro que te lo agradecerá. También, lo sé, depende del director o directora. Soy consciente de que algunos llevan a los grupos de teatro aficionado como si aún estuvieran en el siglo II d. de C. y fueran parte del ejercito de Roma a la conquista de Europa. En este mundo hay gente para todo. Sea como sea debes conocer a tu “ejercito”, sus sueños, sus esperanzas, sus motivaciones, sus carencias, sus miedos…

“Cuando eres capaz de ver lo sutil, es fácil ganar”

Sun tzu “El arte de la guerra”

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Siento decirte que este es el final. No puedo bajar el telón sin antes agradecerte que hayas llegado hasta aquí. Quizá, como te decía al principio no coincidas con varias de las cosas que has leído. Me parece perfecto, es más, agradecería que me enviaras un e-mail con tu opinión. Podremos mejorar mucho si compartimos nuestras inquietudes, conocimientos e ilusión por el mundo del teatro aficionado.

Si te das de alta en el blog www.josemejutoteatro.com podrás recibir las entradas sobre teatro que iré subiendo así como el calendario de talleres de teatro que dirijo. Tampoco dudes en ponerte en contacto conmigo para consultar lo que consideres oportuno. Estoy a tu disposición en:

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Móvil: (+34) 635 989 385

Un fuerte abrazo.

Baja el telón.

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