12) La Catedral, La Ciudad, La Escuela - Europa en La Edad Media, Georges Duby

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LA CATEDRAL, LA CIUDAD, LA ESCUELA | EUROPA EN LA EDAD MEDIA, GEORGES DUBY La catedral es la iglesia del obispo, cuyo arte significa el despertar de las ciudades. Sus vidrieras consagran la prosperidad de trabajadores que las donan, ya no campesinos sino gente de oficio, artesanos y negociantes que quiere que la iglesia madre de su ciudad - que rene a la poblacin entera- represente su labor y celebre su funcin productiva. Domina la ciudad, velando por lo que sucede en esa aglomeracin. La ciudad saca su sustento y materias primas del campo y los inmigrantes; es all donde nace la fortuna burguesa, y por el esfuerzo de aquellos campesinos que primero es ganado el dinero para edificar las catedrales. Pero la ciudad pretende estar separada del llano, desprecia y teme a los rsticos atrincherndose tras puertas que se cierran cada noche y murallas que se modernizan. Es como un castillo pero ms fuerte, donde sus habitantes son como los domsticos del seor y sus caballeros; es ciudadela, porque su riqueza es tentadora y fcil de tomar, y los poderosos las protegen porque lo saben. La diferencia es que stas fortalezas se abren al trfico, viven de ello. Son los negociantes quienes mantienen la prosperidad, y a sus puertas convergen todas las vas. Lugar de abundancia y bullicio, la ciudad es para los moralistas de la catedral un lugar de perdicin, viciado por la lujuria, la glotonera y el lujo. En una sociedad violentamente contrastada, la felicidad de vivir colinda con la extrema inteligencia, pero tambin con la marginalidad, descubrindose una miseria que en el campo es amortiguada por la solidaridad, pero en la ciudad est instalada, para pesar de los demasiado ricos. El s. XII ha reforzado el sentimiento de que ser cristiano no es slo hacer ciertos gestos, sino recordar que un rico tiene pocas oportunidades de entrar al Cielo. Esa inquietud los lleva a dar lo que poseen para construir la catedral, que tras su apariencia soberbia, es un monumento de humildad y renuncia que -cisterciense-, nace del sacrificio de beneficios demasiado rpidos. Si se construy tan amplia y tan rpidamente, es porque los beneficiados de la expansin urbana daban a manos llenas para salvar su amenazada alma El monasterio se replegaba sobre s mismo, la catedral est completamente abierta en demostracin de autoridad. Afirma que la salvacin se gana con orden y disciplina, bajo el control del poder asociado del obispo y el prncipe. Pero no domina por las armas sino por la palabra, enseando el camino del que nadie debe desviarse y la tica que todos deben practicar. Para persuadir recurre a la imaginera pedaggica, que se despliega en puertas y caras del edificio. Con la consigna de estabilidad y encuadramiento en formas y decoracin, la catedral es un llamado que emite los signos de la verdadera creencia para captar la fuerza de la poca y disciplinarla. As, los temas viran a victoriosos y humanos, usando todo artificio escenogrfico para hacer convincentes los relatos de la Escritura por la mmica y el dilogo. Librndose del muro, los rasgos de las estatuas se acentan y singularizan, haciendo reconocible el personaje -ms all de sus seas- y su expresin. El fin del mundo ya no se anuncia de manera que haga temblar sino como una liberacin gozosa, haciendo apacibles muerte y despertar. Hasta ese momento, lo mejor es confiar a la Iglesia. La eclosin del arte en las catedrales es muy rpida no solo por el nombrado desarrollo de la prosperidad urbana, sino tambin del conocimiento. Toda catedral tiene al lado una escuela cuyos equipados talleres provistos de libros forman ayudantes para el obispo, que no puede cumplir solo la funcin de difundir la palabra. Los estudios no cambiaron desde el primer renacimiento de la cultura antigua: tres disciplinas de iniciacin gramtica, retrica y dialctica- y cuatro para descubrir las leyes del universo -aritmtica, geometra, astronoma y msica-, todas conduciendo a la teologa. De estas escuelas sale por un lado el espritu que anima la esttica catedralicia (el simbolismo de la luz, el sentido de encarnacin, la idea de muerte serena y la inclinacin a observar la realidad de las cosas y transcribirla en la obra figurativa) y por otro los progresos de la tcnica constructiva (ciencia que permite construir cada vez ms alto, y por el clculo, la escuadra y el comps vaciar los muros, dominar el material y vencer la pesadez). As aparecen el s. XIII los primeros arquitectos, doctores en piedra. A las cruzadas, su derrota y la tendencia a meditar sobre la vida terrenal de Cristo, se debe que el arte ya no lo muestre como un soberano glorioso sino como un hombre despojado rodeado de los instrumentos de su suplicio, poniendo el crucifijo por sobre toda representacin. Se da un giro capital a la espiritualidad cristiana, cuando ante la expectacin del fiel vido de una enseanza sencilla y atormentado por su enriquecimiento, Inocencio III deja actuar a dos jvenes que pretenden ser pobres e ir directo al pueblo -con los pies desnudos y sus discpulos-, hablando la lengua vulgar que los indigentes comprenden. Jess Santo Domingo Guzmn, intelectual, trata de desarraigar la hereja y da a la iglesia el armazn dogmtico que le falta; Santiago de Ass, ni sacerdote ni sabio, invita a la penitencia y vivir como lo hizo Jess. Los domnicos son gente de escuela que se dirigen al entendimiento; los franciscanos llaman a la compasin y su gozo, tocando la sensibilidad del humilde y recibiendo una adhesin mayor. Pero ambos, que no queran poseer nada, a lo largo del s. XIII hicieron del cristianismo lo que jams haba sido: una religin popular.