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un reloj de péndulo, sino mediante una fuerza inherente como el sistema solar y que retornan por completo en sí. De este modo Pro- meteo imitó a la naturaleza cuando formó al hombre con arcilla terrestre y le dio vida con un destello sustraído al sol. Un mito que enseguida nos proporciona un lindo ejemplo de cómo el simbolis- mo poético [die dichtende Symbolik] acierta lo verdadero, pues el hom- bre está compuesto en su totalidad de tierra y sol, como ahora pue- de establecerlo la física superior. Hasta donde yo sé, un único escritor postuló el principio de la imi- tación para las artes en este sentido supremo. Se trata de Moritz en su breve escrito Sobre la imitaciónformativa de lo bello'. Las carencias de esta provienen del hecho de que Moritz con su espíritu verdadera- mente especulativo no encontró ningún tipo de sostén en la filosofía de su época y, por lo tanto, se perdió solo por desvíos místicos. Describe lo bello como lo perfecto en sí que puede ser comprendido por nuestra imaginación como un todo existente para sí. Sin embar- go, el gran marco de toda la naturaleza que va más allá de la medida de nuestra intuición es la única totalidad verdadera existente para sí. En ella cada totalidad particular es solo imaginada por la concatena- ción indisoluble de las cosas. Sin embargo, tuvo que considerarse como totalidad de modo similar a aquella gran totalidad en nuestra representación y formarse precisamente según las reglas eternas se- gún las cuales esto se apoya en su eje central y descansa en su propia existencia. Cada totalidad bella proveniente de la mano del artista figurativo [bildender Künstler] es, por lo tanto, en pequeño una ex- presión de lo bello supremo en la gran totalidad de la naturaleza. ¡Excelente! Así están expresados del modo más afortunado tanto la relación con lo infinito que se encuentra en lo bello, como el anhelo del arte de alcanzar la perfección interna. Sin embargo, ¿dónde ha de encontrar el artista su maestra sublime, la naturaleza creadora, para que ella lo asesore de algún modo, ya que ^ Cfr. el comentario de Todorov acerca del lugar de Moritz en la iniciación del romanticismo, TS, pp. 179 yi ss. .429

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  • un reloj de pndulo, sino mediante una fuerza inherente como el sistema solar y que retornan por completo en s. De este modo Pro-meteo imit a la naturaleza cuando form al hombre con arcilla terrestre y le dio vida con un destello sustrado al sol. Un mito que enseguida nos proporciona un lindo ejemplo de cmo el simbolis-mo potico [die dichtende Symbolik] acierta lo verdadero, pues el hom-bre est compuesto en su totalidad de tierra y sol, como ahora pue-de establecerlo la fsica superior.

    Hasta donde yo s, un nico escritor postul el principio de la imi-tacin para las artes en este sentido supremo. Se trata de Moritz en su breve escrito Sobre la imitacin formativa de lo bello'. Las carencias de esta provienen del hecho de que Moritz con su espritu verdadera-mente especulativo no encontr ningn tipo de sostn en la filosofa de su poca y, por lo tanto, se perdi solo por desvos msticos. Describe lo bello como lo perfecto en s que puede ser comprendido por nuestra imaginacin como un todo existente para s. Sin embar-go, el gran marco de toda la naturaleza que va ms all de la medida de nuestra intuicin es la nica totalidad verdadera existente para s. En ella cada totalidad particular es solo imaginada por la concatena-cin indisoluble de las cosas. Sin embargo, tuvo que considerarse como totalidad de modo similar a aquella gran totalidad en nuestra representacin y formarse precisamente segn las reglas eternas se-gn las cuales esto se apoya en su eje central y descansa en su propia existencia. Cada totalidad bella proveniente de la mano del artista figurativo [bildender Knstler] es, por lo tanto, en pequeo una ex-presin de lo bello supremo en la gran totalidad de la naturaleza. Excelente! As estn expresados del modo ms afortunado tanto la relacin con lo infinito que se encuentra en lo bello, como el anhelo del arte de alcanzar la perfeccin interna.

    Sin embargo, dnde ha de encontrar el artista su maestra sublime, la naturaleza creadora, para que ella lo asesore de algn modo, ya que

    ^ Cfr. el comentario de Todorov acerca del lugar de Moritz en la iniciacin del romanticismo, TS, pp. 179 yi ss.

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