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78 | Escritura PÚBLICA | enero-febrero 2018 | AL ENCUENTRO Ya les gustaría a los productores de Hollywood haber descubierto a Don Pelayo y todo de lo que de él se cuen- ta antes que al Rey Arturo… ¡la de pe- lículas que habría generado, con su correspondiente “caja”! Porque am- bos reyes, y conste que no son únicos en el mundo antiguo y medieval co- nocido, comparten “lazos” cinemato- gráficos: pequeña base histórica, transmisión oral de acontecimientos “inflados” o simplificados al gusto de los narradores, crónicas escritas más tarde –siglos, inclu- so–, sesudas y constantes discusiones de historiadores… Un lujazo para los guionistas, vaya. Don Pelayo existió con un alto porcentaje de seguridad. Para los árabes que cruzaron el Estrecho en el 711, era Belai al-Rumi (Belai el Romano); para los cronistas de Al- fonso III, se trataba de Pelayo, hijo del duque Favila, es- patario de Witiza y Rodrigo y superviviente de la Batalla de Guadalete; y para los más indigenistas, fue un líder as- tur-cántabro de pura cepa que formaba parte de la insu- rrección contra los invasores godos y que, ya puesto, la continuó contra los recién llegados de oriente. Su legendario enemigo, Munuza, parece ser el Ot- man ben Neza que citan diversas crónicas y al que se consideraba amigo de Tarik; es decir: del general que mandaba las tropas que cruzaron del norte de África has- ta el sur de la Penísula Ibérica, para desembarcar en un peñón que desde entonces se llama “La Montaña de Ta- rik” (Jab al-Tarik y de ahí Gibraltar). Parece que Munuza fue quien dirigió el ejército que se dirigió hacia el norte por la calzada romana que hoy llama- mos Vía de la Plata y consiguió esta- blecerse en Gijón, el importante Ge- gionem romano, atravesando el anti- guo Lucus Asturum por la Vía Carisa, la ruta que unía Astorga con Gijón y que algunos consideran hoy parte de la ci- tada Vía. Los insurgentes astures, posiblemente, no eran muy interesantes para los nue- vos dueños de Iberia. Bueno: aquellos y algunos otros grupúsculos que se enrocaban en las mon- tañas que rodean al Cantábrico o que conforman las es- tribaciones de los Pirineos. El auténtico interés era seguir penetrando en Europa; de ahí, seguramente, que quisie- sen fijar posiciones en Gijón o Santader –la Portus Victo- riae romana–, tras arrasar en este último caso la fortale- za de Amaya. El caso es que por aquí empezamos a tener diferentes visiones de la situación previa a los “encontronazos” en- tre Pelayo y Munuza. Por un lado, los visigodos nunca lle- garon a tener dominio total del Cantábrico –en realidad, tampoco los romanos a pesar del autobombo de los es- cribas de Augusto y sus Guerras Cántabras–, donde las tri- bus que componían los pueblos astures, cántabros y vas- cones fueron de lo más beligerante; por otro, se cuenta que los visigodos huidos de Toledo y refugiados en el nor- te llegaron a aceptar la autoridad árabe cambiando tribu- tos por paz. Por tanto, o los caudillos cantábricos acepta- ron la autoritas de los refugiados toledanos y les dejaron negociar o los insurgentes se relajaron un poco y fueron ellos los negociadores. Queda otra posibilidad: que nunca Para los árabes que cruzaron el Estrecho en el 711, era Belai al-Rumi (Belai el Romano); para los cronistas de Alfonso III, se trataba de Pelayo, hijo del duque Favila COVADONGA 1.300 años de historia y tradición Lago Enol, a 1.070 metros de altitud.

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Ya les gustaría a los productores deHollywood haber descubierto a DonPelayo y todo de lo que de él se cuen-ta antes que al Rey Arturo… ¡la de pe-lículas que habría generado, con sucorrespondiente “caja”! Porque am-bos reyes, y conste que no son únicosen el mundo antiguo y medieval co-nocido, comparten “lazos” cinemato-gráficos: pequeña base histórica,transmisión oral de acontecimientos“inflados” o simplificados al gusto delos narradores, crónicas escritas más tarde –siglos, inclu-so–, sesudas y constantes discusiones de historiadores…Un lujazo para los guionistas, vaya.

Don Pelayo existió con un alto porcentaje de seguridad.Para los árabes que cruzaron el Estrecho en el 711, eraBelai al-Rumi (Belai el Romano); para los cronistas de Al-fonso III, se trataba de Pelayo, hijo del duque Favila, es-patario de Witiza y Rodrigo y superviviente de la Batallade Guadalete; y para los más indigenistas, fue un líder as-tur-cántabro de pura cepa que formaba parte de la insu-rrección contra los invasores godos y que, ya puesto, lacontinuó contra los recién llegados de oriente.

Su legendario enemigo, Munuza, parece ser el Ot-man ben Neza que citan diversas crónicas y al que seconsideraba amigo de Tarik; es decir: del general quemandaba las tropas que cruzaron del norte de África has-ta el sur de la Penísula Ibérica, para desembarcar en unpeñón que desde entonces se llama “La Montaña de Ta-rik” (Jab al-Tarik y de ahí Gibraltar). Parece que Munuzafue quien dirigió el ejército que se dirigió hacia el norte

por la calzada romana que hoy llama-mos Vía de la Plata y consiguió esta-blecerse en Gijón, el importante Ge-gionem romano, atravesando el anti-guo Lucus Asturum por la Vía Carisa, laruta que unía Astorga con Gijón y quealgunos consideran hoy parte de la ci-tada Vía.

Los insurgentes astures, posiblemente,no eran muy interesantes para los nue-vos dueños de Iberia. Bueno: aquellos y

algunos otros grupúsculos que se enrocaban en las mon-tañas que rodean al Cantábrico o que conforman las es-tribaciones de los Pirineos. El auténtico interés era seguirpenetrando en Europa; de ahí, seguramente, que quisie-sen fijar posiciones en Gijón o Santader –la Portus Victo-riae romana–, tras arrasar en este último caso la fortale-za de Amaya.

El caso es que por aquí empezamos a tener diferentesvisiones de la situación previa a los “encontronazos” en-tre Pelayo y Munuza. Por un lado, los visigodos nunca lle-garon a tener dominio total del Cantábrico –en realidad,tampoco los romanos a pesar del autobombo de los es-cribas de Augusto y sus Guerras Cántabras–, donde las tri-bus que componían los pueblos astures, cántabros y vas-cones fueron de lo más beligerante; por otro, se cuentaque los visigodos huidos de Toledo y refugiados en el nor-te llegaron a aceptar la autoridad árabe cambiando tribu-tos por paz. Por tanto, o los caudillos cantábricos acepta-ron la autoritas de los refugiados toledanos y les dejaronnegociar o los insurgentes se relajaron un poco y fueronellos los negociadores. Queda otra posibilidad: que nunca

Para los árabes quecruzaron el Estrecho enel 711, era Belai al-Rumi(Belai el Romano); paralos cronistas de AlfonsoIII, se trataba de Pelayo,hijo del duque Favila

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Lago Enol, a 1.070 metrosde altitud.

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hubiera negociación de los rudos norteños con Munuza.Pero esto nos “secuestra” parte de la historia o de la le-yenda… Y, sinceramente, no estamos dispuestos.

Ermesinda, hermana de Pelayo y también conocida co-mo Ormesinda y Adosinda –aunque la Adosinda más re-conocida en las crónicas fue la hija de Pelayo–, era unajoven bellísima de la que se prendó Munuza. Pero comosu hermano y tutor la había comprometido con un noblede nombre Alonso, el árabe ideó la estratagema de man-dar a Pelayo a Sevilla o Córdoba con los tributos produc-to de su “gestión” –lo que implicaría que el astur tenía unacuerdo con Munuza y, por tanto, su origen visigodo– yse monta la boda con Ermesinda. Enfado inmenso de suhermano, intento inútil de sabotear la ceremonia, segúnunos, secuestro de la dama para huir hacia el este, segúnotros, o incluso, en otras versiones, intento de vengar elhonor familiar matando a la pobre Ermesinda, que, yaven, era pura “moneda de cambio”.

Tomemos la rama que sea de la historia/leyenda, es-to parece que es el origen del nuevo “pico” de insurgen-cias que llevó a un consejo de notables o tribus a reunir-se en el Monte Auseva, elegir al furiosísimo Don Pelayocomo caudillo unificado y retomar la costumbre de hos-tigar a las huestes del invasor, desde Cangas de Onís, eneste caso, que seguramente era el mejor lugar para es-tablecer un centro de operaciones: un valle habitable ytan cerca de altas montañas y cuevas utilizadas desde an-tiguo, que salir “pitando” hacia ellas al primer avista-miento de las enseñas de Munuza era tarea sencilla.

Covadonga, cuya posible etimología también da para un li-bro –cueva longa, de reunión (origen celta oenagh), de la

La Batalla de Covadonga tiene el méritode haberse convertido en el símbolo queinspiró a los cristianos en su lucha contralos musulmanes

pa lo qu

Panorámica de Covadonga.

Lago de la Ercina en invierno,a 1.180 metros de altitud.

SE cumple en este 2018 un siglo desde que se canonizó a La Santinay desde que se declaró Parque Nacional de la Montaña de

Covadonga, hoy de los Picos de Europa, a la impresionante orografíaque rodea al Monte Auseva o, dicho de otra manera, donde crónicaso leyendas, según se mire, sitúan la Batalla de Covadonga, quecumple también, más o menos, 1.300 años.

JESÚS ORTIZ

[email protected] � @JesOrtizAl � Jesús OrtizFotos cedidas por Turismo de Asturias

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diosa Enna, de la Señora (cueva dominica)–, es un lugar alque los antiguos habitantes de la región ya atribuían cua-lidades mágicas. De hecho, el río que fluye en cascada ba-jo la cueva de La Santina, el Río Covadonga, se llamabaantiguamente el Deva –no conviene confundirlo con elhomónimo que forma límite entre Cantabria y Asturias–,que se identifica con la divinidad celta del mismo nombrey es de las más importantes de esa mitología. Incluso has-ta nuestros días llega la leyenda de que quien bebe delmanantial que brota en la roca, casi bajo la cascada quese rompe en el denominado Pozón, logra casarse al añosiguiente (abstenerse, pues, lo solteros empedernidos).

Es innegable que el escenario es ideal para que los180.000 hombres de Munuza, según las crónicas Alfon-sinas, intentasen sacar a los 300 insurgentes de la cuevay montañas de alrededores y fracasasen en el intento.Quizá porque los atacantes no calcularon bien la trayec-toria que debía tener la lluvia de flechas que lanzaron ha-cia las alturas –que nadie les recordó que todo lo que su-be baja, vaya–; porque los seguidores del “asno salvaje”,como llamaban a Pelayo, eran demasiado expertos enlanzar rocas ladera abajo; porque los árabes no eran enrealidad tantos o porque se prodigaron las intervencio-nes divinas de todas la fes, salvo la musulmana, obvia-mente, pero el caso es que se produjo el hito que desde

al menos mediados del si-glo IX (Crónicas de AlfonsoIII) se considera el “pistole-tazo” de salida de La Re-conquista.

La Batalla, la escaramuzao el “sujétame que les ma-to” de Covadonga, da lomismo la magnitud delchoque –o choques, quepudo ser el último de unrosario de ellos en un rela-tivamente corto espacio

Ermesinda,hermana de Pelayo,era una jovenbellísima de la quese prendó Munuza,aunque estabacomprometida conun noble denombre Alonso

Munuza fue quien dirigióel ejército que se dirigióhacia el norte yconsiguió establecerseen Gijón, el importanteGegionem romano

Don Pelayo en pleno Monte Auseva.

Lago Enol en primavera. Junto con el de la Ercina forma el conjunto Lagos de Covadonga.

ALOJAMIENTOGran Hotel Pelayo ****

Real Sitio de Covadonga, S/NCovadonga (Cangas de Onís)

Tel.: 985 846 [email protected]

https://www.granhotelpelayo.com

RESTAURANTES Y TAPEO(Cangas de Onís)

La SifoneríaSan Pelayo, 18

Tel.: 985 849 [email protected]

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El Polesu (Casa Pinín)Ángel Tarano, 3

Tel.: 985 947 584http://www.sideriaelpolesu.es

El Rincón de Don PelayoReal Sitio de Covadonga, 25

Tel.: 985 846 076

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de tiempo–, tiene el indudable mérito de haberse con-vertido en el símbolo que durante siglos inspiró a los cris-tianos en su lucha contra los musulmanes. Parte de laresponsabilidad la tiene Alfonso III de Asturias y sus cró-nicas, cuya intención fue “reordenar” la historia y, pro-bablemente, hacer ver que su reino estaba directamenteentroncado con los visigodos hispanos. Algo de certezadebe haber en esto, porque hasta la llegada de su padreOrdoño I al trono, la monarquía astur era electiva, al estilogermánico, y no dinástica; lo que, dicho sea de paso, ha-ce más cercana la historia de Ermesinda.

Suele datarse la Batalla entre 718 y 722. La primerade las fechas supone que estaríamos ante el XIII cente-nario del acontecimiento. Al menos, parece que ese fue elaño en que Pelayo inició los enfrentamientos con lashuestes de Munuza que llevaron a que estas arrincona-sen a los astures en Cangas de Onís –o a que los de Pela-yo se dejasen arrinconar– hasta llegar a la apoteosis fi-nal. Y así la historia se unió al mito y este la completó ola dio forma. Porque, como escribió Salman Rushdie, “lasleyendas crean a veces la realidad; y resultan más útilesque los hechos”. l

Para no perderse� Crónica de Alfonso III. Zacarías García Villa-da. Centro de Estudios Históricos (1918).http://cort.as/-04c2

� El número de musulmanes que atacaronCovadonga. Javier Zabalo. Universidad deSevilla (2004).http://cort.as/-04co

El río que fluye en cascada bajo la cueva de La Santina se llamó antiguamenteel Deva, que se identifica con la divinidad celta del mismo nombre

Vista panorámica desde Covadonga.

Interior de la Ermita de Covadonga

Explanada de Covadonga, con la Casade Ejercicios en primer plano.

Cueva de Covadonga, cascada y Fuente de los Siete Caños (la de la fama “casamentera”).

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La sugerencia es visitar Asturias para participar en unatriple conmemoración: el I Centenario de la CoronaciónCanónica de la Virgen de Covadonga, I Centenario de laCreación del Parque Nacional de la Montaña de Cova-donga y el XIII Centenario de la Proclamación De Don Pe-layo: los orígenes del Reino de Asturias.

La Santina fue canonizada el 8 de septiembre de 1918,gracia del Papa Benedicto XV, en una ceremonia en la queestuvieron presentes el rey Alfonso XIII y la reina VictoriaEugenia. Meses antes, en julio, tiene lugar la declaracióndel Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, que esel primero de los parques españoles y que fue inaugura-do por los reyes el citado 8 de septiembre, a continuaciónde la ceremonia de canonización, para más datos. Y, co-mo se cuenta en las páginas anteriores, en el 2018 secumplen 1.300 años desde la rebelión de Don Pelayo, loque puede considerarse el inicio de una estructura orga-nizada de poder en el bando cristiano frente a los musul-manes y, por tanto, el origen del reino de Asturias.

Varias instituciones se han unido para que Covadon-ga 2018 resulte inolvidable para asturianos y visitantes,tanto desde el punto de vista lúdico como del espiritual.El periodo, en este último sentido, es Año Jubilar Maria-

no y los creyentes podrán ganar la indulgencia plenariavisitando la Santa Cueva, entre otros requisitos.

En el ámbito cultural, tendrán lugar varias exposicio-nes en diversos lugares, fundamentalmente fotográficasy con protagonismo de los Picos de Europa, los Lagos deCovadonga y esas imágenes espectaculares que suele de-jar el amanecer a orillas del Lago Enol cuando, en cues-tión de segundos y como si de afiladas dagas se tratase,sus rayos solares rasgan la niebla hasta conseguir adue-ñarse del espejo lacustre. La música y las representacio-nes superarán la docena, con Cangas de Onís como prin-cipal centro, en donde destaca la recreación histórica“Astures. Pelayo, nuestro rey” (en septiembre) recor-dando el juramento del protagonista a sus fieles al pie dePuente Romano.

Ciclos de cine, congresos, jornadas, conferencias yedición de publicaciones completan el programa al quecabe añadir fiestas populares de singular arraigo, comola del Pastor en los Lagos de Covadonga (25 de julio), suConceyu abiertu y las competiciones propias de los hom-bre y mujeres que hicieron del puerto y la ganadería suforma de vida. Hay, ya ven, mucho que ver, que disfrutary que sentir. No se priven de nada. l

INFORMACIÓNCentro de Información Turística

del Principado de AsturiasPlaza de la Constitución, 4.

33009 - OviedoTel:984 493 563 / 984 493 560

[email protected]://www.turismoasturias.es

Turismo de Cangas de OnísAvda. de Covadonga, 1 - Casa Riera.

33550 - Cangas de OnísTel.: 985 848 005

[email protected]://www.cangasdeonis.com

Las Tres Cruces en la Cueva de Covadonga.

La Santina (s. XVI),desaparecida en la Guerra Civily recuperada en la embajada de España en Francia (1939).

Covadonga 2018Espiritualidad, naturaleza e historia

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