13846472 Las Culturas Esteticas de Al Juan Acha

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LAS CULTURAS ESTÉTICAS DE AMÉRICA LATINA 1 Juan Acha (Fragmento) Las nuevas reglas del juego o las causas de nuestra actual situación estética y artística, serían para nosotros las siguientes: A) Florecimiento y predominio de los entretenimientos audiovisuales con la imposición del consumo masivo y la consecuente masificación de las artes o, lo que es lo mismo, el halago al hombre-masa con imágenes. B) La aparición del periodismo cultural que difunde el consumo masivo, al suplantar el placer estético con el agrado de ver algo que los medios masivos han declarado importante. C) Las políticas culturales ejercidas por los Estados, con fines políticos y sin preocupaciones por formar consumidores. D) Cese en 1968 de la producción de nuevas tendencias pictóricas de Europa y de Estados Unidos. E) Formación en el mundo occidental del aparato institucional de las artes plásticas, cuyas instituciones, profesionales y publicaciones no necesitan vinculaciones populares para poder subsistir. F) Florecimiento del comercio del arte y la imposición de sus intereses. G) Deterioro en nuestros países de educación pública y la consecuente proletarización de nuestras clases medias. H) La falta de unas ciencias del arte desarrolladas que produzcan conocimientos de nuestras realidades estéticas y artísticas. A nuestro entender, la ausencia de estas ciencias en México de los años veinte y treinta, fue una de las causas principales de que el muralismo se haya truncado por falta de una evolución transfiguradora. Esto, pese a la elevada calidad literaria de la crítica escrita por poetas, como Luís Cardoza y Aragón. 1Acha, Juan.” Las culturas estéticas de América Latina”. UNAM, México, 1993. Pp. 218-223. 1

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LAS CULTURAS ESTÉTICAS DE AMÉRICA LATINA1

Juan Acha

(Fragmento)

Las nuevas reglas del juego o las causas de nuestra actual situación estética y artística, serían para nosotros las siguientes:

A) Florecimiento y predominio de los entretenimientos audiovisuales con la imposición del consumo masivo y la consecuente masificación de las artes o, lo que es lo mismo, el halago al hombre-masa con imágenes.

B) La aparición del periodismo cultural que difunde el consumo masivo, al suplantar el placer estético con el agrado de ver algo que los medios masivos han declarado importante.

C) Las políticas culturales ejercidas por los Estados, con fines políticos y sin preocupaciones por formar consumidores.

D) Cese en 1968 de la producción de nuevas tendencias pictóricas de Europa y de Estados Unidos.

E) Formación en el mundo occidental del aparato institucional de las artes plásticas, cuyas instituciones, profesionales y publicaciones no necesitan vinculaciones populares para poder subsistir.

F) Florecimiento del comercio del arte y la imposición de sus intereses.

G) Deterioro en nuestros países de educación pública y la consecuente proletarización de nuestras clases medias.

H) La falta de unas ciencias del arte desarrolladas que produzcan conocimientos de nuestras realidades estéticas y artísticas. A nuestro entender, la ausencia de estas ciencias en México de los años veinte y treinta, fue una de las causas principales de que el muralismo se haya truncado por falta de una evolución transfiguradora. Esto, pese a la elevada calidad literaria de la crítica escrita por poetas, como Luís Cardoza y Aragón.

1Acha, Juan.” Las culturas estéticas de América Latina”. UNAM, México, 1993. Pp. 218-223.1

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Además, de la superación de todos estos ocho puntos, casi todos nuevos, vemos nosotros los mejores remedios inmediatos, en nuestras minorías culturales como receptores de las artes y en nuestra habilidad para situarnos entre las influencias y las norteamericanas, con la finalidad de superar a unos con las ayudas de los otros.

Los diferentes factores que hemos venido señalando, desembocan en la actual situación de las culturas estéticas de América latina que nosotros vemos así:

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Frente a la historia de nuestras artes y a su actual situación mundial, nos es posible colegir que hasta 1950 creíamos que las podíamos modernizar, para, así, poder controlar nuestra cultura estética. Pero en dicho año ya era claro el cambio del panorama mundial: los países ricos de occidente controlaban la estética mundial, mediante los medios masivos o diseños audiovisuales. Como resultado, sólo nos quedaron nuestras minorías de productores de bienes culturales, como destinatarias de nuestras artes tradicionales y capaces de traducir las innovaciones de éstas en beneficios de variada índole para las mayorías demográficas. Por este camino se contrarrestarían, en algo, los efectos nocivos de la industria cultural controlada por los países ricos.

Lo único que nos preocupa, es la actual proletarización de tales minorías en nuestros países y su disminución en números relativos, que poco van a servir como intermediarias de las artes tradicionales. Por otro lado, los medios masivos también llegan a esas minorías y a éstas les queda poco interés para la pintura de caballete, sea la occidental o la primitivista. En buena cuenta, esta pintura tiene poca importancia para la actual cultura de cualquier país. Como hemos visto, la pintura de caballete constituye un aparato institucional con suficiente gente, instituciones y medios, como para tener vida propia y sin necesidad de vínculos populares. Por añadidura, pasará mucho tiempo, hasta que podamos manejar los medios masivos en beneficio de nuestras mayorías demográficas.

En el diagrama anterior, hemos querido señalar en las artes tradicionales, que las hechas por individuos —como la pintura, el grabado, el dibujo y la pequeña escultura— se diferencian hoy de las realizadas por equipos, como la arquitectura y la escultura pública. Las hechas por individuos son las que hoy están en apuros y las que lanzan por la borda toda clase de normas y de composturas. Las realizadas por equipos, al contrario: son las que siguen cumpliendo normas y buscando pulcritudes. En realidad, la pintura de caballete es la subastada y la inflada en sus valores de cambio, para escándalo de unos y para admiración de otros.

Situación similar atraviesan los géneros literarios, pues abundan los escritores, cuyo empleo suntuario del idioma cubre la vaciedad conceptual y se adhiere a la amenidad periodista. Los medios masivos les adjudican elevada calidad a una buena cantidad de éstos. Dichos medios son los que están malbaratando la calidad artística, porque diariamente ellos necesitan nuevos valores. El diarismo es su enfermedad. Así como en el fútbol hay un Maradona, un Hugo Sánchez y unas cuantas estrellas más, así también en todo país existen pintores y escritores de valía; lo mismo pasa con los numerosos cantantes que transitan por el mundo. Existen —claro está— valores artísticos reales e intrínsecos, pero estos son sólo reconocidos por los científicos del arte y por unos cuantos aficionados informados, cuyos conocimientos tienen poca cabida en los medios masivos.

Los medios masivos, por otra parte, han difundido la idea de cultura como entretenimiento exclusivamente o de literatura como amenidad narrativa y aprecio del uso suntuario del idioma. El arte está para deleitar y el artista debe ser el bufón que nos entretenga. Todas estas ideas en sus pequeñas verdades, son coronadas con el consumo masivo, el que, propagado por los medios masivos, consiste en suplantar el placer estético por el placer de ver lo importante que los medios masivos han inventado y propagado. El mayor problema del arte no está, pues, en el comercio del arte, sino en el consumo masivo.

La pintura de caballete ha dominado durante 600 años y hoy se la ha convertido en el arte tradicional de mayor consumo masivo. De ahí la importancia de los museos de arte, cuyo

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elevado número de visitantes da la impresión de un florecimiento del verdadero consumo artístico. La primacía de lo pictórico en la visión del hombre actual, va a impedir justamente la necesaria difusión del auténtico consumo escultórico o arquitectónico, gráfico o "dibujístico", para que sepamos practicarlo, previa diferenciación del pictórico, hasta ahora identificado abusivamente con la generalización ARTE.

Otro problema urgente es la falta de aficionados a las artes tradicionales. ¿Cómo subsanarla? Que el Estado forme estos aficionados en la educación pública, lo creemos muy caro e imposible. Las instituciones oficiales y privadas dedicadas a las artes, son las obligadas a ofrecer una educación artística para adultos en museos y otros lugares públicos, mediante la edición de libros y revistas y la organización de cursillos, mesas redondas y conferencias. Así, irían formando aficionados cultos, al mismo tiempo que ven incrementando las actividades de los analistas del arte. Por desgracia, tales instituciones caen en la burocracia, la que, pese a ser de elevado nivel, sigue siendo burocracia y, como tal, se pierde en las argucias políticas, casi siempre en detrimento de las artes y no en su beneficio como debería ser.

Cuando nuestros estados comiencen a poner orden y eficacia en sus instituciones culturales, entonces podemos esperar una efectiva integración latinoamericana. Esperar que ésta sea el comienzo o la causa automática de nuestro desarrollo estético, resulta hoy pueril o bien es un calculado escamoteo.

La situación de las culturas estéticas en el mundo actual, nos dice que ellas seguirán por mucho tiempo siendo presas fáciles de las persuasiones audiovisuales de la industria cultural, controlada por los países ricos de occidente. Tales persuasiones, más la música en todas sus formas y las imágenes masivas de la fotografía y del dibujo, ejercerán la rectoría estética. La literatura y la pintura perderán importancia demográfica y sólo podrán aspirar —como venimos diciendo— a las minorías productoras de bienes culturales y pasará mucho tiempo hasta que éstas se interesen por la escultura y la arquitectura, cuyos conocimientos manejan hoy nos cuantos profesionales. Tarea nuestra es crear anticuerpos respecto a las nefastas manipulaciones de los medios masivos, previo escrutinio de los placeres estéticos utilizados de carnada por dichas manipulaciones.

Por otro lado, nuestras manifestaciones artísticas, sean las pre-renacentistas o artesanías, las artes renacentistas o cultas y las artes tecnológicas o diseños, demandan esquivar forzosamente las generalizaciones y estudiar por separado las particularidades de cada género artístico. Hace tiempo que la arquitectura, por ejemplo, es analizada por separado, pues sus problemas son diferentes a los de la pintura y de la escultura. El género artístico que hoy está en problemas es la pintura de caballete. Produce imágenes, hoy superadas por las audiovisuales y sus productos son los subastados y, los que adquieren elevados precios; no los de la escultura ni los de la arquitectura. Pero la pintura tiene la ventaja de ser una actividad del individuo aislado. Casi todas las otras artes son de equipo y requieren muchos aparatos y gente. Por eso nunca desaparecerá ella y siempre tendrá aficionados. Sus principios, medios y fines seguirán constituyendo un sistema cultural, hoy autónomo, en tanto no requiere vínculos populares.

Las manifestaciones artísticas continuarán fungiendo de excelentes medios correctivo-renovadores de nuestra cultura estética, tanto la colectiva como la personal. Tenemos problemas con la producción de arte, por faltarnos proyectos que detecten necesidades latentes de nuestro país, de su comunidad profesional o de nuestras minorías productoras de bienes espirituales. Además, han de estar encaminados a contrarrestar los efectos de los

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medios masivos. La solución de estos problemas competen a los esfuerzos personales. Otra cosa muy distinta con los hondos problemas de la distribución de los medios intelectuales de consumo o apreciación artística, a través de una buena educación artística en museos y otros organismos públicos. Ciertamente, los mayores problemas son hoy los de consumo. Tenemos un evidente y vergonzoso déficit de aficionados a las artes, por estar atraídos y subyugados por el consumo masivo. Precisemos: no se trata de un problema de cantidad sino de calidad. Lo explicamos a continuación.

Tomemos el caso de la ciudad de México, por ejemplo, con sus 150 000 asiduos visitantes de los museos de arte. El número es excelente, aunque no se crea. Muy pocas ciudades de los países ricos cuentan con cantidades superiores. Naturalmente, con la diferencia que el aficionado europeo toma el arte como una cuestión diaria y no sólo de los domingos, bienales o festivales, como nosotros. Más importante aún el hecho de que los europeos son consumidores de revistas especializadas y de libros de arte. En pocas palabras, disponen de una afición cultivada. Los citados 150 000, en cambio, no leen, pues en México no pueden existir revistas de arte con un tiraje de 7 000 ni un libro de arte con más de 3 000 ejemplares. Los diarios tampoco ofrecen lecturas de arte. Son escasos, desde luego, los compradores de cuadros entre los 150,000.

Se trata, como vemos, de formar una cantidad de aficionados cultos, que sea capaz de mantener con vida museos, revistas, libros, textos periodísticos. Y esto implica dar trabajo a los diferentes profesionales del arte, como críticos e historiadores, teóricos o museógrafos. Nuestros Estados no pueden sostener todo el aparato institucional de las artes. Tienen responsabilidades mayores. Por tal razón, es menester la autogestión de los aficionados con sus pequeñas contribuciones en el pago de visitas a museos y conferencias, cursillos y mesas redondas. El sector privado está asimismo obligado a contribuir. Pero para contrarrestar cualquier desmán paternalista y manipulador de este sector o del Estado, contamos con el público interesado. Y este público debe conocer el curso histórico de las diferentes culturas estéticas que coexisten y se vienen sucediendo en nuestros países. Para iguales fines están también los intelectuales independientes y los científicos del arte.

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