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    Ral Lizana Zamudio (2012),

    A m tambin me duele.

    Nios y nias vctimas de la violencia de gnero en la pareja,Barcelona,

    Gedisa,

    301 pp.

    A los colegas de Investigacin

    y Educacin Popular Autogestiva, A. C.,

    por su trabajo a favor de los nios de Mxico

    Cuando decid resear esta obra tema la dificultad que representara

    para m comprenderla en su justa dimensin, ya que no es mi rea

    de experticia como acadmica. Tambin tema el impacto que me

    dejara el tema per se, tratndose del agravio al grupo de los ms

    vulnerables de toda la poblacin: los nios y las nias, sobre todo

    los ms pequeos. Sin embargo, pens que aunque esta resea sea

    un granito de arena en la inmensidad del ocano que es el problema,

    hay que insistir en visibilizarlo desde todas las trincheras.

    La violencia de gnero es un problema estructural, complejo y

    multidimensional, y las mujeres son las principales vctimas de la

    cultura patriarcal en la que an est inmersa nuestra sociedad; a par-

    tir de esta premisa, Ral Lizana Zamudio construye su investigacin

    y de all el eje central de la obra: nios y nias vctimas de la violen-

    cia de gnero en la pareja.

    Parte del valor del libro es que el autor trabaj como terapeuta

    con los agresores, en los inicios de su carrera, luego atendi a mu-

    jeres violentadas y, por ltimo, a los nios y nias como vctimas

    invisibles o apenas en la penumbra, como parte del problema de los

    REGINYSOCIEDAD/ NMEROESPECIAL4 / 2014

    Derechos reservados de El Colegio de Sonora, ISSN1870-3925

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    adultos. El prologuista se refiere a Lizana como alguien que no ha

    perdido su capacidad de sorpresa, para seguir aprendiendo e inda-

    gando en el tema, a diferencia de muchos de sus colegas que logran

    poner distancia; l mismo recuerda la expresin de una madre de ungrupo teraputico: No venimos solas, que le hizo caer en la cuenta

    que en su experiencia profesional no haba volteado su mirada a esas

    pequeas vctimas de la violencia de gnero en la pareja. Reconoce

    que haber atendido a agresores y agredidas le dio las herramientas

    profesionales y de conciencia para focalizar su trabajo en este gru-

    po, an ms invisible como vctima de la violencia de gnero en la

    pareja.

    Lizana se propone dos metas principales: a) acercar a los quetrabajan desde la primera lnea en la violencia de gnero, propor-

    cionarles explicaciones claras, sistemticas y fundamentadas en una

    amplia revisin bibliogrfica y en la propia experiencia profesional y

    b) ofrecer una obra al pblico en general, no especialista, con el fin

    ltimo de contribuir a [recordarle] a nuestra sociedad la necesidad

    de un cambio profundo y estructural en relacin con la desigualdad

    de gnero (p. 25); a sta me sumo, y reconozco que la logra. El li-

    bro est escrito en un estilo accesible y claro, sin que por ello limiteel rigor y acuciosidad en las explicaciones de las distintas dimensio-

    nes del problema.

    Esta obra est situada en el contexto de la sociedad espaola, del

    que se dan algunos datos, sin embargo me atrevo a asegurar que

    nuestra sociedad mexicana comparte muchas de sus caractersticas,

    sobre todo lo relativo a la invisibilizacin social, poltica, cultural y

    acadmica del problema, y la falta de recursos para atenderlo. Los

    seis captulos que integran el texto pretenden contribuir a explicarcmo se desarrolla la violencia de gnero en la pareja y cmo afecta

    a los nios y nias, cules son sus actores (agresores y agredidas),

    cmo la viven ellos, cules son sus recursos de sobrevivencia y cmo

    intervienen el Estado y la sociedad con sus alcances y limitaciones.

    Cuatro de los captulos se centran en los nios y nias, que presen-

    tan cierto equilibrio con otros dos que muestran la participacin de

    sus madres (que sufren la violencia de pareja) y de sus padres (que

    la ejercen), y uno final en el que el autor plantea algunas dimen-siones del trabajo de intervencin y teraputico con los nios y sus

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    madres y padres. Hay que resaltar que cada captulo remata con un

    apartado sobre ideas clave para repasar y recordar, lo cual siempre

    es un recurso til.

    Antes de describir los captulos, quiero agregar que es interesanteque una obra de esta importancia ofrezca en lnea un documento:

    (http://www.gedisa.com/descargas/Texto_adicional_Trauma_y_

    maltrado.pdf), que complementa la reflexin sobre el trauma y el

    maltrato en la vida de los nios y nias vctimas de violencia de

    gnero en la pareja. El autor mantiene el mismo estilo de escritura,

    as como la lnea de exposicin; brinda los elementos tericos y

    clarifica la propia posicin; sin embargo, queda la duda de por qu

    no se incluy en el cuerpo del libro como un captulo, lo que lahubiera mejorado an ms.

    En el primer captulo, el autor refiere las posturas tericas que

    definieron la violencia de gnero como un asunto de derechos hu-

    manos y de salud pblica. Hace un recuento de los nombres con los

    que sta se ha analizado, desde el primero, acuado como violencia

    domstica (1960), donde el problema tena la cortina impenetra-

    ble de lo privado; luego se us el de violencia familiar, violencia

    intrafamiliar (ms en Sudamrica), violencia conyugal o marital yviolencia de la pareja. Pero hasta aqu segua sin reconocerse el abu-

    so del poder y la desigualdad dentro de la relacin y que las vcti-

    mas, las agredidas, eran las mujeres. Fueron los grupos de mujeres

    activistas y terapeutas quienes finalmente acuaron el trmino de

    violencia de gnero, para explicitar estas desigualdades.

    En el caso de los nios y nias pas algo similar. Lizana Zamudio

    seala que la lista es ms corta, pero igual la evolucin ha sido lenta.

    Las primeras referencias como problema reconocido lo sealabancomo hijos de mujeres golpeadas, hijos de mujeres abusadas, hi-

    jos de la violencia marital, y quedaba claro que a los nios y nias

    slo se les tomaba como hijos de..., trminos que no aludan a

    sus condiciones de vctimas. Al avanzar un poco en esta evolucin

    se empez a hablar de nios testigos y nios expuestos; pero los

    testigos no necesariamente son afectados, slo observan. El estar

    expuestos no refleja los daos que les puede causar la situacin

    de violencia. Sin embargo, ellos experimentan, hacen, sienten mu-cho ms, son vctimas, son personas daadas por esta situacin en

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    distintos grados y gravedad. Por eso, Lizana aboga por que la refe-

    rencia debe ser a nios y nias vctimas de la violencia de gnero

    en la pareja. En la misma tnica de sentar las bases conceptuales, l

    desentraa varios mitos que mantiene la invisibilizacin o, cuandomenos, relativizada la gravedad del problema, entre stos se men-

    cionan los siguientes:

    A los nios y nias que han visto violencia entre sus padres no

    les perjudica necesariamente [...]. A los nios y nias que NOhan

    visto violencia entre sus padres no tiene por qu afectarles [...].

    Los nios y nias que han vivido esta violencia tienden a olvidar

    que ha pasado y siguen con sus vidas [...]. Los nios y nias quehan vivido esta violencia no se dan cuenta de lo que pasa en sus

    casas o no lo entienden [...]. Es mejor no ahondar en las heridas

    de estos nios y nias, no tocar el tema con ellos [...].

    Adems, este apartado muestra que, a travs de los mitos, se man-

    tienen creencias y estereotipos basados en ideas sexistas y patriarca-

    les, al final la funcin de los mitos, afirma el autor, es intentar que

    no haya conciencia de la gravedad del problema y sus consecuencias[...] porque si hay conciencia, esto implicar la necesidad de hacer

    cambios [...] cuestionar una serie de valores (pp. 42 y 43).

    Los captulos dos y tres se refieren a cmo viven los nios y nias

    la violencia y cules son las consecuencias de ella en sus vidas. Sobre

    lo primero, el autor detalla que los nios y nias estn conscientes

    de la violencia que vive la madre y de que el agresor es su padre,

    las dos personas con mayor vnculo en sus vidas. Lizana describe el

    ciclo de violencia (acumulacin de tensin, episodio de violenciay manipulacin afectiva o reconciliacin), y refiere que los nios y

    nias saben identificar estos momentos, aprenden a decodificar la

    tensin y los daos que se producirn despus, hasta llegar a una

    etapa de desesperanza, una vez que la violencia se ha vuelto crnica.

    Los nios y nias experimentan sentimientos de culpa y responsa-

    bilidad, se enfrentan a la disyuntiva de actuar o no y cmo prote-

    gerse de la violencia, y, ante sta, disean estrategias, muchas veces

    ineficaces al no impedirla, o bien ser ellos mismos violentados porel padre, para mantener el control.

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    En la relacin entre hermanos y hermanas aparece el cuidado mu-

    tuo y la solidaridad como estrategias para vivir la violencia, mientras

    que en otras redes como los amigos(as), familiares y personal de

    salud, no se comenta porque les da vergenza la situacin, el temoral rechazo y a las represalias por parte del padre por solicitar ayuda.

    A esto se suma que estas mismas redes no saben cmo actuar ante

    la violencia.

    En este contexto de violencia, la relacin con el mundo cam-

    bia, sobre todo con la madre y el padre, las dos personas ms im-

    portantes. Con la primera aparecen la culpa, la responsabilidad y el

    cuidado, entre otros sentimientos encontrados que generan tensin

    en su relacin. Con el padre, las relaciones son an ms confusas,hay sentimientos de cario y odio a la vez, existe la necesidad de su

    atencin y tambin la de sacarlo de sus vidas. Esto genera en los y las

    pequeas gran dolor, incertidumbre y ansiedad, circunstancia que

    contina a pesar de la separacin definitiva del padre.

    Esta situacin de violencia en ocasiones tiene consecuencias muy

    graves para el resto de la vida de los nios y nias; el captulo tres est

    dedicado a esta problemtica. Entre las repercusiones ms visibles

    estn los problemas de baja autoestima, ansiedad, estrs, miedo, ra-bia y violencia hacia otros, culpa, vergenza, sntomas de depresin;

    pero el comn denominador es la ansiedad e inseguridad inmediata

    y sostenida, aun con altibajos. Lizana enfatiza las precauciones para

    no caer en un diagnstico psicopatolgico de conductas originadas

    en la violencia de gnero en la pareja. Los y las nias enfrentan difi-

    cultades para entablar relaciones sociales, y usan la violencia como

    la forma de hacerlo. La escuela es el espacio donde escapan tem-

    poralmente de la violencia; sin embargo, presentan problemas deaprendizaje en general debido a la angustia por la situacin en casa,

    o bien porque estn tan cansados que no puedan participar.

    El autor califica a las consecuencias en el mbito de las creencias

    y los valores como las ms dainas, con efectos perdurables. Se refie-

    ren a creencias y valores sexistas que reproducen los roles de gnero;

    esto influye en el establecimiento posterior de relaciones sociales y

    la probabilidad de que los nios y las nias reproduzcan la violencia.

    Tambin estn las creencias y valores abusivos, es decir, se puede pa-sar sobre quien sea, normalizando el dao que se causa, la violencia

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    est justificada y no se siente culpa o responsabilidad por ejercerla.

    La violencia crnica influye en la apropiacin de creencias sobre un

    mundo peligroso, inseguro; construyen una contradiccin entre el

    amar y el daar.Tambin la violencia deja sus efectos en el desarrollo fsico de

    las y los nios mermando su salud, y hacindolos ms proclives a

    los abusos fsicos e incluso a los sexuales, daando seriamente la

    sexualidad. La violencia mina las condiciones materiales de vida de

    las familias, ya que el padre controla y decide sobre los ingresos

    econmicos, y el acceso a ciertos productos y servicios. Todas estas

    consecuencias se conjugan deteriorando el desarrollo general de

    los y las nias, quienes ante la violencia pueden aprender lo que elautor denomina roles inversos, es decir, cuando los nios asumen que

    su principal rol es cuidar y atender a sus hermanos y hermanas,

    incluso a su madre y padre, cubrir sus necesidades a pesar del costo

    emocional y fsico que esto conlleva, pues son ellos los que debe-

    ran recibir dichos cuidados.

    La violencia puede reproducirse en las relaciones futuras de los y

    las nias, la pueden vivir como una suerte de herencia o conta-

    gio, lo que se ha denominado la transgeneracionalidadde la violencia;esto implica una multiplicacin y propagacin de ella. El autor

    concluye el captulo argumentando que estas consecuencias no son

    iguales para todos, al existir ciertos factores protectores (capacidad

    de adaptarse, habilidad cognitiva, relacin con la madre con bue-

    na salud mental) y otros de riesgo (pobreza, enfermedad, ser ellos

    mismos vctimas de violencia, ser muy pequeos o bien, estar cer-

    canos a la adolescencia) para enfrentarla.

    En el cuarto captulo se desarrolla el tema de las madres quesufren violencia de gnero en la pareja, menciona las premisas so-

    cioculturales que definen el ser madre como el rol principal de las

    mujeres. Hace referencia al trmino de maternalidadque incluye los

    cuidados, educacin y proteccin que las madres dan a sus hijos e

    hijas; con este trmino el autor busca reconocer dichas tareas de las

    mujeres y diferenciarlo del concepto de parentalidad. Las madres

    que viven violencia se cuestionan sobre sus tareas, el sentirse como

    mala madre al no cumplir con las expectativas socialmente im-puestas. El maltratador, por su parte, se encarga de fortalecer esta

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    idea, hasta acabar con su maternalidad, con lo cual l obtiene mayor

    control sobre ella.

    Las madres en todo momento emplean estrategias y acciones de

    proteccin para sus hijos e hijas; sin embargo, dichas estrategias sonpequeos muros ante la dimensin de la violencia. A esto se suma

    que cuando las mujeres toman la decisin de buscar ayuda son cul-

    pabilizadas y responsabilizadas de la violencia; se les exige terminar

    la relacin, sin ofrecer los recursos para que puedan hacerlo. Esto se

    debe a que los profesionales que atienden estos casos reproducen la

    visin patriarcal de la sociedad provocando mayor dao a la madre,

    hijos e hijas.

    En el captulo cinco se analiza a los padres que ejercen la vio-lencia de gnero en la pareja. Encuentra como elemento comn

    en estos hombres una cultura patriarcal, que refuerza la idea de la

    superioridad masculina sobre la femenina. Rechaza la idea de un

    perfil de los maltratadores, ya que cada caso requiere ser evaluado.

    Menciona que el uso de la violencia tiene la finalidad de solucionar

    algo en su vida familiar y en ese sentido es lgico utilizarla, ya que

    en las sociedades patriarcales el padre es quien toma las decisiones,

    a l se le debe obediencia y respeto. Por tanto, los padres percibenque la familia les pertenece, y ejercen este terrorismo patriarcal para

    someter y controlar a las vctimas. Estos hombres, refiere el autor,

    no se percatan del dao que causan y de que necesitan ayuda para

    trabajar sobre estas ideas patriarcales y sexistas. Todo esto implica un

    proceso profundo, y requiere un cambio en las normas sociocultu-

    rales que cuestionen el rol tradicional del padre.

    En el ltimo captulo, La intervencin de ayuda: algunos ele-

    mentos a considerar, se presentan reflexiones dirigidas a los ac-tores sociales que brindan ayuda a mujeres, hijos e hijas vctimas

    de violencia. Menciona la importancia de que el personal est ca-

    pacitado, que pueda reconocer todos los estereotipos de gnero y

    que adems se requiere de una coordinacin entre las dependencias

    sociales vinculadas a la problemtica. En el trabajo con las mujeres,

    un elemento importante es respetar el tiempo y ritmo de ellas en

    su proceso de recuperacin. Con los nios, el primer paso es devol-

    verles la idea de la seguridad fsica y emocional, construir un am-biente predecible, con lmites y estructuras, y fortalecer la relacin

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    materna como estrategia reparadora. El autor menciona que lo ms

    importante de cualquier intervencin teraputica es no enjuiciar,

    y reconocer los mecanismos de desigualdad y discriminacin que

    dan lugar a la violencia de gnero en la pareja.Mi recomendacin es definitiva. He aprendido mucho con la lec-

    tura de esta obra, y me parece que Ral Lizana Zamudio cumple su

    propsito de llegar a lectoras como yo, no especialistas en el tema,

    adems de poner en escena un problema tan lacerante para nuestros

    nios y nias.

    Ma. del Carmen Castro Vsquez*

    * Profesora-investigadora del Centro de Estudios de Salud y Sociedad de El Colegio de

    Sonora. Hermosillo, Sonora, Mxico. Correo electrnico: [email protected]