15 02 2015 palabra

8
A UN AÑO DE SU PARTIDA Editor: Rael Salvador l Diseño: Arturo Corpus l [email protected] / [email protected] DOMINGO 15 de febrero de 2015 / Núm. 202 Carmen Gaitán Myriam Moscona Martín Solares Daniel Salinas Eduardo Cruz Rael Salvador

description

Editorial El Vigía - Palabra 15 de Febrero de 2015

Transcript of 15 02 2015 palabra

A UN AÑO DE SU PARTIDA

Editor: Rael Salvador l Diseño: Arturo Corpus l [email protected] / [email protected]

DOMINGO 15 de febrero de 2015 / Núm. 202

Carmen GaitánMyriam Moscona

Martín Solares Daniel Salinas

Eduardo CruzRael Salvador

2 DOMINGO 15 de febrero de 2015

No. 202/ 15 de febrero / 2015

Suplemento Cultural de

Dirección GeneralJorge Camargo

Director EditorialAriel Montoya

EditorRael Salvador

Editor de FotografíaJorge Calderón

Críticos / Colaboradores Héctor García Mejía, Marcela Danemann, Ruth Gámez, Arnulfo Estrada, Federico Campbell (†), Olga Aragón, Javier Cruz, Jorge L. Osiris Fernández, Gerardo Sánchez, Montserrat Buendía, Sergio Gómez Montero, Elia Cárdenas, Jesús López Gorosave, Patrick Liotta, Paúl Nazar, Renata Sández Oseguera, Lauro Acevedo, Benjamín Pacheco, Heberto J. Peterson L., Iliana Hernández P., María Eugenia Bonifaz de Novelo, Enrique A. Velasco Santana, Mélida ojeda López, Kepa Murua, Dr. David Rodríguez de la Peña, Ana M. Mora, Herandy Rojas, Manuel Guillén, Alina I. Gallardo, Ramiro Padilla, Daniel Salinas, Óscar Ángeles Reyes, Gerardo Ortega, Deÿ López, Aldo Calderoni Etcheverri, Elba Jordán S., Gabriel Ríos C., Diana Venegas, Fernando Macillas T., Jaime E. Delfín V., Manuel Quintero, Martín Caparrós, Eduardo Cruz Vázquez, Norma Herrera, Jorge Valenzuela, Miguel Lozano, Jhonnatan Curiel, Gustavo Dessal, Óscar Villarino Ruiz, Alberto Manguel, Alicia González, Carmen Gaitán, Myriam Moscona y Martín Solares.

Corresponsal en FranciaCony Singüenza

Corresponsal en ItaliaFerdinando Scianna

Corresponsal en ChileRamón Ángel Acevedo, “Rakar”

FotografíaEnrique Botello

Correo electrónico [email protected]@elvigia.net

Teléfonos para publicidad120.55.55, ext. 1023Ensenada, B.C. México.

POR MYRIAM MOSCONA*

N ingún discurso, por interesante que se su-ponga, debe sobrepasar los ocho minutos, pues tal es el tiempo que tarda la luz en

llegar del Sol a la Tierra.Después de ocho minutos todo lo estamos vien-

do bajo una luz diferente. Esto lo escribe el poeta venezolano Eugenio Montejo en El Cuaderno de Blas Coll y no recuerdo si agrega algo más o si yo,

enseguida, se lo endilgo con mis propias palabras: Lo que haya que decir después de ocho minutos vale más callarlo. Si la luz del Sol tarda ocho minutos en alumbrar-nos, lo que digamos más allá de este tiempo pareciera condenarse

al terreno de la retórica, una zona que Federico Campbell no cultivó ni en sus escritos ni en su trabajo periodístico. La retórica y Federico no son líneas que se crucen. Ni su obra, ni su vida ni su muerte rozan esos márgenes en que, a veces, por alevosía o por pretensión, solemos ser más envoltura que sustancia.

Federico Campbell, y cualquiera que lo niegue estará � ngiendo, vivía en una mente locuaz –estás tocata y fuga, admítelo, Federico, aunque más fuga que tocata–. Solía hablar con un ánimo contagioso, aunque siempre con voz serena, y en medio de la conversación o en el momento álgido del diálogo podía desaparecer sin aviso, esfumarse. ¿Y Federi-co? Ah, no está, se fue…

Supongo que alumbrar en ocho minutos la mente compleja y hasta engañosa de un escritor admira-do, pareja de una aliada, mi amiga Carmen Gaitán, resulta un desafío que comienza por obligarme a elegir sólo una zona de in� uencia, de un registro, a pesar de que Federico gozara de tantos, incluso de naturaleza distinta. Mientras avanzo en mi escrito, voy dándome por vencida mientras trato de aislar una franja de su trabajo, un aspecto de su esquiva pero admirable capacidad de estar en dos mundos simultáneos: Uno, el de la realidad, y el otro, el de su propia mente en constante y envidiable fuga. “El arte es una mentira que nos hace darnos cuenta de la realidad”, decía Picasso. Godard, el cineasta fran-cés, comienza su nueva película, Adiós al lenguaje, con una sentencia que vale la pena recoger frente a un fabulador como Campbell y que parece contra-decir a Picasso: “La realidad es el refugio de quienes carecen de imaginación”. Digo esto cuando la luz

que emitía el Sol al comienzo de este escrito, lleva apenas la mitad de su viaje hacia la Tierra, y esto me permite continuar con una observación: la realidad y la � cción, ambas coordenadas, son las dos vías de Federico Campbell y no todo escritor puede señalarse el mismo rasgo. Los novelistas suelen pertenecer, o a los grandes fabuladores imaginativos, o a los que organizan el texto a partir de una investigación, mismo si se trata de una novela. En el primer grupo está García Márquez. En el segundo, por hablar de dos ejem-plos cercanos, Vicente Leñero. Campbell se sitúa en la frontera. Siempre los supo: “Soy un escritor fronterizo”. Aunque no se lo planteara como una directriz de trabajo, en su obra hallamos con fre-cuencia un pie metido en el ensayo. Ese ente locuaz, fugado, investigador nato, abría más puertas de las que solía reconocer. Su atormentada conciencia, su mundo encajado en lecturas cotidianas de � cción y no � cción, revisaba con voracidad cada mañana tres o cuatro diarios, también era un � âneur de las mesas de novedades de toda librería visitada y rara vez volvía a casa con las manos vacías. En la primera página de los libros que iba comprando, anotaba la fecha de lectura. Al morir, mientras un joven estu-diante le ayudaba a Carmen a ordenar y � char la biblioteca, apareció un detalle conmovedor. En el

libro La voz del violín, de Andrea Camilleri, Campbell cometió un error, un equívoco campbelliano. En la portadilla consignó como fecha de inicio de lectura el 18 de marzo de 2013. Es decir, un mes y tres días después de su muerte. En las primeras líneas de ese libro se lee lo siguiente: “En cuanto abrió las persianas del dormitorio, el comisario Salvo Montalbano com-prendió que el día no iba a ser gran cosa (…) Se puso de peor humor al recordar la desagradable tarea que tenía por delante aquella mañana: ir a un entierro”.

Esta especie de broma póstuma, como otras en-contradas en los eternos libros que rodearon la vida, la casa y, sobre todo, la mente de Federico, lo halla-mos nuevamente en El aliento, libro biográ� co de omas Bernhard. Aparece allí una viñeta del autor austriaco, admirado por Campbell. Con delicadeza y hasta perfección técnica, Federico recortó de su ejemplar el rostro de Bernhard de esa caricatura y pegó el suyo propio. Allí está Campbell ocupando el lugar de otro rostro, de ese enorme escritor que cuenta allí nada menos que su afección pulmonar contraída en su juventud. Imposible entonces no pensar en la muerte de Campbell producto de una gripa mal diagnosticada que afectó sus pulmones

Foto

: Fer

dina

ndo

Scia

nna

2 DOMINGO 15 de febrero de 2015 DOMINGO 15 de febrero de 2015 3

POR CARMEN GAITÁN*

E mpezaré por decir que Federico un erudito sin jamás pretender

serlo.Nadie más alejado de la estriden-

cia de la fama y los reflectores. De ahí el encanto de su personalidad: asombrado siempre ante el mundo y en permanente júbilo frente a los novedosos des-cubrimientos de la neurociencia, encontrar a un nuevo autor en los estantes de las librerías, toparse con un intérprete de música desco-nocido; la alegría sincera con el triunfo de cual-quiera de su gremio, la primera taza de café express por la mañana.

Federico era un niño dentro de un hombre. Tenía una inteligencia formidable y muy original, así como su forma de vestir. Le gustaba tanto el silencio como las discusiones. Es-cribía muy bien y era un estupendo periodista.

Pausado, con su voz baja y roqui-ta, hacía que los días fueran siem-pre diferentes; relataba anécdotas originales, historias raras; era culto como pocos, y muy buen conversa-dor, hasta que de pronto interrum-

pía súbitamente el encuentro o la llamada telefónica y se subía a las ramas inexpugnables de su cabe-za. El cruce de fronteras marcó su forma de vivir.

Los componentes y enigmas de la memoria, la identidad y el ser fronterizo, la descomposición y “sicilianización” del Estado mexi-cano, el teatro, el cine y la música fueron instrumentos que poblaron

la orquesta de su vida.

Me seguía sor-prendiendo su ser enigmático y dulce tras casi tres décadas de vivir juntos.

A pesar de que convirtió en un himno repetido la queja de no

alcanzar la meta de escribir la gran novela, hoy más de 20 libros publi-cados le llevan la contraria; no se podrá quejar, y estará muerto de risa, atisbando de reojo y con sa-tisfacción, los homenajes, las notas, los artículos y comentarios que sus-citó el ocultamiento de su vida.

[email protected]

*Esposa de a Federico Campbell. Palabras dichas

en el homenaje al autor de Pretexta en la FIL de

Guadalajara (diciembre 1 de 2014).

EL CRUCE DE FRONTERAS MARCÓ SU FORMA DE VIVIR

MI HOMENAJE

“Me seguía sorprendiendo su

ser enigmático y dulce tras casi tres décadas de

vivir juntos”

y acabó con su vida terrena tras una larga estancia de hospital. Guardar la memoria de Federico Campbell es guardar su identidad personal en Pretexta, en Post scrip-tum triste, en Máscara negra, en Padre y memoria, libro, éste último, como ningún otro, en que el acento se encaja en la memoria como identidad.

Federico Campbell se quejaba de ser un hombre disperso, de tener periodos de concentración cada vez más breves, de leer la pren-sa en forma desordenada, muchas veces de atrás para adelante, de estar en proceso de lectura con media docena de libros a la vez, de escribir poco, de no ser lo su�cien-temente productivo. Padre y memoria se fue escribiendo a lo largo de quince años. Y uno, como lector, nota el tiempo concentrado en la sa-biduría que contiene, en la elección de las lecturas que suscitan su perturbador interés por la neurobiología y la memoria, sobre los puentes invisibles entre la ciencia y el arte, sobre la estructura del inconsciente con el que uno debiera siempre escribir cuando se trata de una obra de creación, sobre nuestra necesidad de historias, de pa-rábolas, de cuento. La búsqueda de la �gura paterna es la búsqueda de la memoria. Como Rulfo, que perdió a su padre a tan temprana edad y que al concluir sus dos obras magistrales, las más altas obras concebidas en el siglo XX mexicano, se retiró de la escena escritural tan pronto materializó la �gura del padre perdido.

Creo que Federico sabía reconocer el trabajo depura-do de Padre y memoria, pero él, escribiera o no otros

libros como éste, mantenía viva la urgencia de leer la realidad. Como si al ejercer esa lectura crítica a través del periodismo, se activara otra parte de su cerebro. Por ello puede decirse, o puedo decirlo yo en mi derecho subjetivo, como su amiga y su lectora, que Federico Campbell fue un escritor de dos mundos a la vez. Y su

personalidad, como el ca-maleón que se adapta a los colores del entorno por sobrevivencia, jamás falló una entrega, jamás se cuestionó si podía con-centrarse. Siempre fue un columnista puntual. Era algo que hacía con una disciplina distinta.

Al Federico de los dos mundos que hoy tanta falta le hace al país en momentos de vergonzosa decadencia, al artista que se fugaba en sus tretas in-

conscientes, a ese hombre que admiraba la imaginación como a la loca de la casa y que tan bien encarnó en sus procesos sufrientes y gozosos de escritor, le hacemos conversación en este momento, mientras la luz del Sol que salió al inicio de este escrito hace ocho minutos está llegando ya. Hablamos bajo la sombra de su sonrisa me-lancólica, mientras bebe café negro en taza blanca en un estanquillo de la colonia Condesa, su colonia, y, en lo más álgido de la conversación, Federico se nos ha fugado, con su eterna treta campbelliana.

*Documento leído en el homenaje a Federico Campbell en la FIL de Guadalajara

(diciembre 1 de 2014).

“Se quejaba de ser un hombre disperso, de tener periodos de concentración cada vez más breves, de leer la prensa en

forma desordenada, muchas veces de atrás para adelante,

de estar en proceso de lectura con media docena de libros a

la vez, de escribir poco…”Fo

to: A

rchi

vo F

IL

Foto

: Arc

hivo

Cam

pbel

l

Martín Solares, Myriam Moscona, Carmen Gaitán y Humberto Musacchio, en el homenaje a Campbell, FIL 2014.Federico y Carmen, siempre en compañia.

HOMENAJE A FEDERICO CAMPBELL: 1941-2014

4 DOMINGO 15 de febrero de 2015 5DOMINGO 15 de febrero de 2015

P M S*

A veces los maestros que tienen la in� uencia más compleja en nuestras vidas llegan de las ma-

neras más sencillas. Este fue el caso para mí del gran Federico Campbell. Quizás lo que creo recordar lo estoy imaginan-do, pero con permiso de ustedes voy a contar dos mañanas de agosto de 1995, el año que conocía a Federico Campbell, en un café de la calle Vicente Suárez.

La primera fue una mañana feliz y rodeada de libros, como feliz y rodeada de libros fue la vida de Federico Campbell... Dicen que lo que ocurre en el mundo editorial debe-ría conservarse como un secreto profesional, pero hoy voy a quebrar

esa regla de honor de Federico.Yo soy uno de los miles de lectores

que lo conocieron gracias a su colum-na Máscara negra. No me la perdía cada � n de semana en la última página de la Jornada semanal, que para mí era la primera. Allí un señor de apellido “war-holiano” se aventuraba a hacer algo que entonces me parecía inaudito y ahora estoy convencido de que es urgente: crear una ruta aérea que nos permita ir de los libros a la realidad y de la reali-dad a los libros, a � n de acostumbrarnos a examinar el país con los ojos de los escritores que llegaron antes y lo vieron todo con un punto de vista particular. Eso era lo que hacía el gran Federico: analizar con astucia los escabrosos pro-

cesos políticos que se vivieron bajo el México de Carlos Salinas de Gortari, y comparar las novelas más emblemáticas del género policiaco con la atroz reali-dad nacional, donde abundan crímenes sin resolver, tal como vuelve a suceder ahora.

A quien no ha leído Máscara negra no sé qué está esperando, y menos ahora que, como opera magna, se reeditó en La era de la criminalidad.

Yo atesoré cada uno de los artículos en Tampico, Morelia y Guadalajara, las ciudades en que viví, y no cesaba de recomendarlos ni de prestarlos con en-tusiasmo. Porque eso tienen mucho de los ensayos de Federico: generan nues-tro entusiasmo, nos invitan a compartir-los, no podemos dejar de asombrarnos o sonreír ante las conexiones que hace, tampoco podemos dejar de indignarnos con su denuncia de la impunidad hasta que transmitimos esa denuncia, o ese ensayo a otro lector. Dice Julio Cortá-zar que esta transmisión literaria de un lector a otro es la prueba de fuego de la calidad. En el caso de Federico, sus ensayos pasan esta prueba de fuego am-pliamente: nos invitan a una conversa-ción literaria y de inmediato advertimos que ese interlocutor es de una sabiduría y una autenticidad inusual. Sus ensayos provienen de su entusiasmo un 90 %, y cuando las cosas en nuestro país empe-zaron a torcerse de modo visible, a me-diados de los años noventa, también de la indignación en un 10 %, pero era una indignación meditada, sobria, que nos invitaba a pensar, a ir más allá de la irri-tación momentánea. Libros como Post scriptum triste, La invención del poder o

Hace un año que el autor de Pretexta y Transpeninsular abandonó su lugar físico entre nosotros, ahora Palabra se

da a la tarea de traer hasta ustedes, lectores fi eles de La hora del lobo (columna que se publicó en estas páginas hasta el

día de su partida), los comentario vertidos con sensibilidad y acierto en la FIL de Guadalajara 2014

Foto

s: F

erdi

nand

o Sc

iann

a

4 DOMINGO 15 de febrero de 2015 DOMINGO 15 de febrero de 2015

Padre y memoria encienden nuestra devoción por la mejor literatura, ese fuego que una vez encendido no se puede apagar. Para muchos lectores suyos, de Tamaulipas a Tijuana, la prosa de Federico funcionó como esa mecha inicial y ese faro de cada ocho días que, en un país de telenovelas y boletines o� ciales, nos invitaban a entender que la literatura no es sólo un divertimento y que la realidad no debe ser patrimonio de los políticos.

Piloto aviadorCuando el editor Andrés Ramírez me dijo

que Joaquín Mortiz iba a publicar una reco-pilación de los ensayos de Máscara negra, le pedí que me dejara participar en el proceso editorial. Le pedí que por lo menos me dejara ser el corrector, y corrector fui. El libro venía más que limpio: impoluto. Apenas me atreví a sugerir que el autor eliminara uno de los tex-tos, a � n de evitar un parra� to que se repetía, que desarrollara la conclusión en otro, que era delicioso, en � n: lo que habría sugerido cualquier lector de la columna, deseoso de verla cristalizar en un libro. Al día siguiente me llamó Andrés Ramírez para decirme que el maestro Campbell preguntó quién había osado hacer tales sugerencias y exigía verme de inmediato. Así que de inmediato y tem-blando fui a un café de Vicente Suárez.

Campbell salió de la calle Jojutla con los brazos cargados de libros, revistas y periódi-cos. Yo lo había visto en fotos, así que lo re-conocía a una cuadra, y me llamó la atención su chamarra de piloto aviador. La � gura de pi-loto aviador siempre estuvo muy presente en la imaginación de Federico. En sus cuentos y ensayos nunca dejo de sobrevolar la geografía de Sonora y, de Sinaloa, de su Baja Califor-nia querida. Si entraba un sujeto de aspecto sospechoso al café en el que estábamos plati-cando, Federico decía: “Mira quien llegó a las cuatro”. “Oye”, decía yo, “pero si son las diez de la mañana”. “A las cuatro, es decir, atrás a mi derecha, como los aviadores de antes, que se orientaban con las manecillas del reloj: las doce, al frente; las tres, a tu derecha; las seis, detrás; las nueve, a tu izquierda, etcétera: es un diputado priísta, hablando con el Niño Verde, ¿en qué andarán esos tipos? ¿Te digo una cosa? No quisiera ser un � amingo para que no me de� enda esa tipo”. Con ese sistema de clasi� cación aérea, con esa inteligencia que le permitía poner la realidad en orden dentro

de sus ensayos, Federico ordenó los pueblos que rodean al Pueblo natal de Juan Rulfo. Si examinan ese libro rico y monumental que es La � cción de la memoria, una magní� ca compilación de ensayos sobre Pedro Páramo y El llano en llamas, otra gran aportación de Federico, tan nutritiva como realizar una maestría y un doctorado en literatura. Verán que en su ensayo inicial, Federico clasi� có como piloto aviador a los pueblos que po-drían ser Comala: Sayula a las doce, Zapot-lán a la una, Apulco a las dos. Creo que así también organizaba, como las manecillas del reloj, sus intereses en la vida: el periodismo, la mente humana, la neurología, el derecho, la nostalgia por el estado de derecho, Sicilia, la obra sobre Leonardo Sciascia, el cine y el teatro, el trabajo de los grandes autores, y en el centro, por supuesto, la literatura. Por eso imagínense mi sorpresa cuando Federi-co llegó a aquel café a las doce en punto y me preguntó: “¿Tú eres el corrector? Dice Andrés Ramírez que estás escribiendo una novela, aquí tienes para darte las gracias”. Y Campbell me regaló una novela de Rubem Fonseca, de Paul Auster, de Eric Ambler, de Raymond Chandler. Luego, como sabemos sus amigos, a todos nos siguió nutriendo con otros libros, otras revistas y suplementos, o por los menos con recortes de periódicos que en su opinión deberíamos de leer.

Nuestros orígenesFederico Campbell jugó un papel muy im-

portante no sólo en la difusión de la obra de Leonardo Sciascia o en la difusión de autores extranjeros, recientemente traducidos al cas-tellano, sino también en el descubrimiento y publicación de diversos escritores mexicanos en su propio país. El boom de los narradores del Norte de los años noventa no se habría producido sin el entusiasmo de Federico. Fue el primero en apoyar la publicación de las no-velas de Élmer Mendoza y reseñar y difundir la monumental obra de Daniel Sada, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe. Su lectura y apoyo representaron una ayuda extraordinaria que permitió conocer las virtudes de estos narra-dores tan grati� cantes.

Federico todo el tiempo estaba impulsando a sus amigos a hacer cosas grandes. Con la claridad que tenía para los buenos artícu-los periodísticos, para los libros de ensayos, para las novelas, nos recordaba que el mejor tema de la literatura siempre somos nosotros mismos: la búsqueda sincera de nuestros orígenes, la pregunta por el padre y la madre, por el lugar en donde nacimos, por nuestro estado de ánimo, por las relaciones dema-siado estrechas entre los crímenes que ocurren en la realidad y los que leemos en alguna novela policiaca o de espionaje. Tenía la convicción

de que la literatura no es una forma de di-versión que se aleja de la realidad, sino una especie de nave que funciona como una versión que se aleja de la realidad, sino una especie de nave que funciona como una versión que se aleja de la realidad, sino una

forma de encantamiento, una ecuación hecha con personajes e historias, y aunque no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo hecha con personajes e historias, y aunque no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo hecha con personajes e historias, y aunque

nos dice sobre cómo está hecho este mun-no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo nos dice sobre cómo está hecho este mun-no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo

do. Hay una palabra central en sus libros: la memoria humana, que intentó comprender do. Hay una palabra central en sus libros: la memoria humana, que intentó comprender do. Hay una palabra central en sus libros: la

como pocos escritores mexicanos, y llegó a la conclusión de que esto no funciona como como pocos escritores mexicanos, y llegó a la conclusión de que esto no funciona como como pocos escritores mexicanos, y llegó a

un cassett o un CD que registra algo y lo la conclusión de que esto no funciona como

o un CD que registra algo y lo la conclusión de que esto no funciona como

cassett o un CD que registra algo y lo cassettdeja listo para ser reproducido, sino que se

o un CD que registra algo y lo deja listo para ser reproducido, sino que se

o un CD que registra algo y lo

parece a los ingredientes que usamos para deja listo para ser reproducido, sino que se parece a los ingredientes que usamos para deja listo para ser reproducido, sino que se

cocinar: hasta cierto punto el resultado es el parece a los ingredientes que usamos para cocinar: hasta cierto punto el resultado es el parece a los ingredientes que usamos para

mismo cada vez que recordamos el pasado, pero siempre hay variaciones que dependen dl momento presente. Cada vez que alguien pero siempre hay variaciones que dependen dl momento presente. Cada vez que alguien pero siempre hay variaciones que dependen

recuerda, como decía Federico, se convierte dl momento presente. Cada vez que alguien recuerda, como decía Federico, se convierte dl momento presente. Cada vez que alguien

en un escritor de � cción.A mí, meses después de ese primer encuen-

tro, me invitó a tomar otro café y me pregun-to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante tro, me invitó a tomar otro café y me pregun-to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante tro, me invitó a tomar otro café y me pregun-

Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante

todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja

vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-

darme cuenta, estaba a bordo de un autobús vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera darme cuenta, estaba a bordo de un autobús vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera

con rumbo a Tampico y me había convertido en corresponsal de Federico Campbell. Tres meses después lo cité en el café de la primera vez. Federico me preguntó dónde andaba, porque no había pasado a saludar a su casa. “Averigüé cosas interesan-tes”, le dije en voz baja. “¿Todo de qué?”. “Del Subcomandante, no te acuerdas que me man-daste a averiguar”. “Ah, sí. ¿A poco te fuiste? ¿Y qué encontraste?”. En lugar de responderle puse sobre la mesa unas cuantas fotos de un joven de barba, de unos treinta años, bastante simpático. Federico tomó las fotos y dijo: “¿Y este maestro quién es?”. Cuando le dije que era Rafael Guillén Vicente, y que las fotos me las había dado su papá, Federico cubrió todo con ambas manos y miró con inmensa preocupación a los comensales de las mesas contiguas. Entonces me reclamó en voz baja:

“¿Cómo se te ocurre traer esto aquí? ¿Qué no sabes que la cosa se ha puesto muy dura? Seguro que ya te � charon y te están siguiendo los de Gobernación. ¿No has notado ruidos raros al alzar el teléfono? ¿Coches extraños que te siguen por las noches? ¿Objetos fuera de lugar en tu escritorio?”. Le dije que sí, y nos pusimos nerviosos. “Te van a detener en cualquier momento: van a decir que eres de la dos-tres”. “¿De la qué?”. “De la liga 23 de septiembre”. “¡Federico –le dije–, yo no soy ningún terrorista!”. En eso entré un grupo de policías armados a toda prisa y Federico y yo, para decirlo con un eufemismo, revisamos si no se nos había caído algo debajo de la mesa. Cuando comprobamos que los policías iban a recoger las ventas del día respiramos, nos fuimos a otro café y no volvimos a hablar del asunto.

Como pude comprobar esa segunda maña-na, con su claridad aérea las obras de Federi-co Campbell nos invitan a establecer puentes intensos entre literatura y realidad. Porque su literatura y su vida nos enriqueció con un punto de vista único, y estarán de acuerdo Humberto Musacchio, a las tres, Myriam Moscona y Carmen Gaitán, a las doce de ustedes, Federico Campbell tiene nuestra admiración, toda nuestra gratitud.

[email protected]

*Palabras del editor de Océano referidas en la FIL de Guadalajara 2014, en el homenaje realizado al escritor Federico Campbell,

en compañía de Carmen Gaitán, Myriam Moscona y Humberto Musacchio.

“Dice Julio Cortázar que esta transmisión literaria de un lector a otro es la prueba de fuego de la calidad. En el caso de

Federico Campbell, sus ensayos pasan esta prueba

de fuego ampliamente”

5

de que la literatura no es una forma de di-versión que se aleja de la realidad, sino una especie de nave que funciona como una versión que se aleja de la realidad, sino una especie de nave que funciona como una versión que se aleja de la realidad, sino una

forma de encantamiento, una ecuación hecha con personajes e historias, y aunque no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo hecha con personajes e historias, y aunque no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo hecha con personajes e historias, y aunque

nos dice sobre cómo está hecho este mun-no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo nos dice sobre cómo está hecho este mun-no contiene tesis, no antítesis, síntesis, algo

do. Hay una palabra central en sus libros: la memoria humana, que intentó comprender do. Hay una palabra central en sus libros: la memoria humana, que intentó comprender do. Hay una palabra central en sus libros: la

como pocos escritores mexicanos, y llegó a la conclusión de que esto no funciona como como pocos escritores mexicanos, y llegó a la conclusión de que esto no funciona como como pocos escritores mexicanos, y llegó a

o un CD que registra algo y lo la conclusión de que esto no funciona como

o un CD que registra algo y lo la conclusión de que esto no funciona como

deja listo para ser reproducido, sino que se o un CD que registra algo y lo

deja listo para ser reproducido, sino que se o un CD que registra algo y lo

parece a los ingredientes que usamos para deja listo para ser reproducido, sino que se parece a los ingredientes que usamos para deja listo para ser reproducido, sino que se

cocinar: hasta cierto punto el resultado es el parece a los ingredientes que usamos para cocinar: hasta cierto punto el resultado es el parece a los ingredientes que usamos para

mismo cada vez que recordamos el pasado, pero siempre hay variaciones que dependen dl momento presente. Cada vez que alguien pero siempre hay variaciones que dependen dl momento presente. Cada vez que alguien pero siempre hay variaciones que dependen

recuerda, como decía Federico, se convierte dl momento presente. Cada vez que alguien recuerda, como decía Federico, se convierte dl momento presente. Cada vez que alguien

A mí, meses después de ese primer encuen-tro, me invitó a tomar otro café y me pregun-to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante tro, me invitó a tomar otro café y me pregun-to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante tro, me invitó a tomar otro café y me pregun-

Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja to: “¿Ya supiste? Dicen que el Subcomandante

todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-Marcos es tampiqueño, y tú eres de allá. Deja

vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera todo lo que tengas y vete a escribir algo, a in-

darme cuenta, estaba a bordo de un autobús vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera darme cuenta, estaba a bordo de un autobús vestigar quién es él”. Antes de que yo pudiera

con rumbo a Tampico y me había convertido

Foto

s: F

erdi

nand

o Sc

iann

a

6 DOMINGO 15 de febrero de 2015

Río Ceballos, Córdoba, Argentina.Ocupación: Área de Medios, Universidad

Nacional de Córdoba.

La Foto de la Semana es un reconocimiento que se otorga por el mayor

número de votos, avalando el dominio del tema, en el sitio de

Facebook Fotografía Diaria.

FOTO DE LA SEMANA: TEMA LIBRE (EN BLANCO Y NEGRO) CUENTO

¿AMENAZA VELADA O NECESIDAD?

Foto

: Dan

iel A

leja

ndro

Bos

sio

«Entraron a un café y, ya sentados, le dice

Fausto a Rosario: “¡Caray, no es usual en mí esta clase de

reacciones!”»

P H J. P L

T ransitando por una avenida principal, en una esquina Fausto torció hacia la dere-

cha y, a unos cuantos metros, encontró un espacio para estacionar su vehículo.Apenas se bajaron Rosario y él, cuando se acercó un sujeto y, dirigiéndoles la palabra,

les dijo: “Yo les cuidaré el carro”. Fausto vio a aquel hombre, le iba a decir que no había ne-cesidad, pero prefirió decirle que sí pensando en la posi-bilidad de que una negativa lo motivara para hacer algún daño.

A unos cuantos pasos más se aproximó otro sujeto y le dice: “Déjeme limpiar su carro, hay que cooperar”. El “Ustedes pueden” iba im-plícito en el comentario. Fausto se encendió y sacando un papel del bolsillo de su camisa le contestó con voz alta y molesto: “¡Acabó de pagar mil pesos a un laboratorio, Usted cree que nado en di-nero!”, y el sujeto le contestó: “Está bien, pero no se enoje”.Entraron a un café y, ya sentados, le dice Fausto a Rosario: “¡Caray, no es usual en mí esta clase de reacciones! No sé qué me paso”. Rosario le dijo: “Has andado algo nervioso estos días y de alguna manera explotaste”.Pidieron un chai de vainilla y una dona con manzana que compartieron entre los dos y se pusieron a conversar.Fausto, molesto consigo mismo, le dice a Rosario. “Me siento mal por mi actitud, en el fondo no sé qué necesidades tendrá ese hombre que se portó más decente que yo”. “Ya, olvídalo, no des demasiada importancia.

Sin embargo, te diré que hoy día a donde quiera que vayamos pareciera que tenemos la obligación de traer algunas monedas con nosotros, porque donde quiera que te esta-ciones te piden... ya sea por limpiar, cuidar o ayudarte a estacionar el vehículo”.“Estaremos a veces, de manera inconsciente, cooperando con vicios o, caso contrario, la necesidad obliga a mucha gente a buscar un ingreso por esos medios?”, se interroga Fausto. “¿Tantos pedigüeños será signo de algo?”, seguía reflexionando. “No será reflejo de un país que está en crisis y, en lugar de impulsar los trabajos formales, está no sólo fomentan-do los informales, sino orillando a muchos a valerse de mil mañas, por necesidad, para hacerse de alguna entrada?”. Llegó otra pareja amiga y ya la plática tomó otro sesgo. La conversación fue más rela-jante, divertida, influyendo en su estado de ánimo, donde las risas, las bromas y chistes estuvieron presentes, y al llegar una terce-

ra pareja, aquella tertulia se puso aún de mejor ambiente y el par de horas que estuvieron reunidos pasaron inadver-tidas.Después de las des-pedidas regresaron a su vehículo y Fausto, sin decirle a Rosario,

volteaba para todos lados para localizar al se-gundo sujeto y excusarse por su exabrupto, pero… ya no estaba.Dentro de la imagen que proyecta cada su-jeto está un ser humano, cuyas necesidades reales desconocemos, cuyos sentimientos de esperanzas y anhelos ignoramos. A ve-ces las apariencias son como los espejismos: engañosos...

[email protected]

DANIEL ALEJANDRO

BOSSIO

Foto

: Cor

tesí

a

7DOMINGO 15 de febrero de 2015

ALEATORIEDES

POST FEDERICO TRISTE

Por Daniel Salinas Basave

LOS VIENTOS CUARESMALES se adelan-taron a la ceniza y con ellos llega puntual la saudade. El tiempo tiene caprichosas formas de correr. Hace un año se fue Federico Cam-pbell y esta ventosa tarde, mientras releo al azar páginas de Post scriptum triste, cedo a la nostalgia por lo no ocurrido y al � agelo de los hubiera.

La vida me llevó a compartir tres momentos con Federico Campbell. El primero fue en la primavera de 2002, cuando me inscribí como alumno a un taller de periodismo narrativo que impartió en la Universidad de Tijuana. El segundo sucedió en la primavera de 2009, cuando yo impartía un diplomado de perio-dismo en la Universidad Iberoamericana y, gracias a la gestión de su sobrino Eduardo Flores Campbell, accedió Federico a ir como expositor invitado a mi clase. El tercer mo-mento se dio en el verano de 2011, cuando en una lluviosa tarde de agosto Federico me reci-bió en su casa de La Condesa, a donde acudí a hacerle una entrevista. Recuerdo la furia de la tormenta retumbando en los tragaluces de su casa y la atmósfera de santuario reinante en su biblioteca, una buhardilla ubicada en la parte más alta.

Me siento afortunado de haber podido cono-cer a Federico Campbell, pero ahora me sucede que con cada relectura pienso en las cosas que me hubiera gustado preguntarle, las dudas no planteadas, esa larga charla que hubiera de-seado tener, más allá de clases o entrevistas.

Debo admitir que me tardé en descubrir la esencia profunda de Campbell, el centro neurálgico de su narra-tiva. En un principio lo valoré como una pluma capaz de deslizarse por la frontera del periodismo y la literatura y como un explorador de nostalgias peninsula-res. Tardé en darme cuenta que la frontera de Campbell va más allá de una línea cartográ� ca o del umbral que divide lo periodístico de lo literario.

Su frontera es mucho más profunda y acaso tenga que ver con lo apolíneo y lo dionisiaco, con la cordura y el delirio, con las abruptas

profundidades de la memoria y las � cciona-les traiciones de los recuerdos. Releo La clave Morse y reparo en que más allá de la nostalgia por el telégrafo y la atmósfera de una ciudad que se ha ido para siempre, en esos párra-fos yace una herida abierta y una búsqueda constante que tienen mucho que ver con mi existencia. “La frontera entre la vida y la

muerte, entre la madru-gada y el amanecer, entre el atardecer y la noche. Ni siquiera el umbral habrá de redimirnos”.

Nunca le enseñé a Fe-derico un cuento mío.

“Península Jano”, el re-lato que cierra el sexteto de Dispárenme como a Blancornelas está dedi-cado a él, pues está ins-pirado en su obra.

Cada cierto tiempo vuelvo a abrevar en sus libros y cada que siento el vértigo de caer al vacío sin paracaídas después de

haber dado el salto del periodismo a la narra-tiva o cuando intuyo la sombra de la locura o la fragmentación de la memoria, pienso en Federico y en su viaje eterno al corazón de las tinieblas peninsulares, a la búsqueda obsesiva y dispersa de esa gran entropía que es la crea-ción literaria.

[email protected]

“Me siento afortunado de haber

podido conocer a Federico Campbell,

pero ahora me sucede que con cada relectura pienso en

las cosas que me hubiera gustado

preguntarle”

ECONOMÍA CULTURAL: DOMINIOSEL FEDERICO DE LA UAM XOCHIMILCO

Por Eduardo Cruz Vázquez

EN 1980, AL POCO TIEMPO de ingresar como estudiante de la Licenciatura en Co-municación, en la Unidad Xochimilco de la UAM, comencé a editar la revista literaria Hojas sueltas. Tanto el Rector Luis Felipe Bojalil, como el Secretario de la Unidad, Sergio Reyes Luján, como el Coordinador de Extensión Universitaria, Raúl Hernán-dez, facilitaron las gestiones y los recursos para la modesta edición.

Vino entonces el rectorado de Francis-co José Paoli Bolio. Vio con simpatía el empeño y me pidió entenderme con Fe-derico Campbell, quien era el secretario del Comité Editorial. Tengo muy claro ese primer diálogo, ya que si bien afable, me dio miedo. Pánico de que hiciera pedazos unos cuántos pliegos, tamaño carta, en blanco y negro. Sabía de su severidad literaria y de la garra periodística que tanto prestigio le confería.

Desde entonces, Campbell fue una � gura recurrente en mi vida.

Uno de mis compañeros de grupo, estu-pendo redactor y fotógrafo, Juan Raúl Ba-rreiro, fungía como jefe de Redacción de Hojas sueltas. Fue así que con motivo de la aparición de su novela Todo lo de las focas (UNAM, 1982), entrevistó a Federico para la edición de septiembre de 1983. Un breve diálogo, pues era sabido que el escritor no gustaba de ser el objeto de la noticia.

La cabeza dice: “Federico Campbell: de la ambigüedad signi� cativa de la literatura a las zonas oscuras de la conciencia”. En ese entonces, dijo que Tijuana era una tierra de nadie “ni norteamericana, ni mexicana, ni tampoco chicana”. Le comentó a Raúl que Todo lo de las focas la había escrito antes que Pretexta, entre 1967 y 1968: “Venía haciendo una serie de cuentos y quise ha-cer un libro con ellos, pero me di cuenta que todos estaban emparentados con una atmósfera común y personajes similares. Los supuestos cuentos eran capítulos de una misma historia, la de un personaje muy solitario, con una psicología de adolescente y una edad intencionalmente ambigua. En algunos tramos de la novela el personaje es en realidad, mental y emocionalmente, un niño, un adulto que reacciona como retra-sado mental”.

En otro momento, Federico expresó que “con la novela traté de mostrar esa zona de la realidad en la que participan

dos dimensiones, la del sueño y la de la vigilia. Más bien la situación intermedia entre las dos: aquél instante entre el dor-mir y el despertar, esa tierra de nadie de la conciencia, en la que no se sabe dónde está uno. Por ejemplo, otra situación inter-media se da en la playa, cuando la foca se mueve entre la tierra y el mar, de alguna manera es medio pez y medio mamífero terrestre. Igual sucede en la frontera: di-gamos que la condición del tijuanense es la de un ser desarraigado cultural, social y políticamente”.

“Un tema colateral es la negación de la vida, que se muestra tanto en el aborto como en el escenario: los personajes se mueven en terrenos muy áridos donde nada � orece, ni � ores ni pasto, sólo rocas y arena. Toda la historia transcurre en el terreno de la esterilidad”, añadió Campbell.

La breve entrevista culmina con esta decla-ración: “No quisiera hacer teoría sobre esto, ni la estoy haciendo. Pero no faltará alguien que diga que el tijuanense está muy identi� cado con México. Sólo traté de indagar el mundo de una adolescencia tijuanense. Si tuviera muy claras estas ideas no hubiera hecho una novela sino un ensayo. Escogí el terreno de la ambigüedad signi� cativa para entrar a la indagación de este mundo, como cuando te asomas al mundo de los sueños, a esas zonas oscuras de la conciencia”.

Honores al amigo Federico.

[email protected]

to: C

orte

sía

Foto

: Dan

iel S

alin

as B

.

DOMINGO 15 de febrero de 20158

NUMERALIA

El legado bibliográfico de Federico Campbell:

1971, Infame turba (Editorial Lumen).1972, Conversaciones con escritores (Editorial SepSetentas).1979, Pretexta o el cronista enmascarado (Fondo de Cultura Económica).1982, Todo lo de las focas (Publicado por la UNAM).1984, Los Brothers (Publicado por la UAM).1989, Tijuanenses (Editorial Joaquín Mortiz).1989, La memoria de Sciascia (FCE).1994, Post scriptum triste (Editorial del Equilibrista y UNAM).1995, Máscara negra. Crimen y poder (Joaquín Mortiz) / La invención del poder (Aguilar).1997, La máquina de escribir (Cecut).2000, Traspeninsular (Joaquín Mortiz).2001, La clave Morse (Alfaguara).2003, La ficción de la memoria (Sobre Juan Rulfo, Editorial Era-UNAM) / El imperio del adiós (Antología de textos narrativos, Aldus editorial y La Centena).2009, Padre y memoria (Ediciones sin Nombre).2014, Padre y memoria (Edición complementada y definitiva, Editorial Océano) / La era de la criminalidad (FCE) / Regreso a casa (Conaculta y Cecut).

Por Rael Salvador

Viene a Tijuana porque le dijeron que acá El mandato del padre da-

ría gusto. Así se lo dijeron, y él prometió que

vendría: “Encantado de estar en casa, de donde no debí haber salido”, esgri-me, a modo de salutación, el escritor y periodista Federico Campbell.

Padre y memoria (UAM / Ediciones sin nombre, 2009), es un libro que � nca la relación entre la memoria y la � gura del padre, en una amplia constelación de escritores que van de Franz Ka a a Juan Rulfo, de Raymond Carver a Ricardo Garivay, donde también se encuentran las � guras emblemáticas de Sartre, Camus, Borges, Hanif Kureishi, Paul Auster, V. S. Naipaul, Philip Roth, Orahn Pamuk, Eliseo Alberto, Héctor Abad Faciolince, una saga de autores en franca pulsión con el referente de auto-ridad, así se enmascare éste de jefe de la tribu, presidente o líder guerrillero.

Necesaria para saber quiénes somos, la memoria necesita del olvido para poder pensar. A partir de esta premisa, el au-tor de La invención del poder revindica la idea medianamente recurrente de Carta al padre, “tópicos de Ka a en la tesitura generacional”, otorgando el dato Carta al padretesitura generacional”, otorgando el dato Carta al padre

clínico: los escritores “somos lo que ha-tesitura generacional”, otorgando el dato clínico: los escritores “somos lo que ha-tesitura generacional”, otorgando el dato

cemos en la medida que nos interpretan clínico: los escritores “somos lo que ha-cemos en la medida que nos interpretan clínico: los escritores “somos lo que ha-

y nos leen”, así la literatura se convierte en una mentira para llegar a una verdad y nos leen”, así la literatura se convierte en una mentira para llegar a una verdad y nos leen”, así la literatura se convierte

profunda. Es decir, la verdad de las menti-

ras (como en el título de Var-gas Llosa): encrucijada en el territorio de la existencia, lugar físico donde la � cción proclama la nobleza de espíritu.

Nada es del todo fantasía, nada es del todo realidad.

Así, la obra es una confesión en busca de su testigo principal: su autor.

No sin pasión impersonal, el ensayo toma el instrumento de la cátedra para, en viva voz del escritor ensayo toma el instrumento de la cátedra para, en viva voz del escritor ensayo toma el instrumento de la

–por instantes metido a analista

condescender al padre por la vía de la literatura y esclarecer momentos sublimes de la realidad.

Freud como Lacan, citas obligadas: el impasse psicoanalítico del complejo de Edipo y su teórico ojo de huracán.

¿Neurobiología? Tanto en los textos de Antonio Damasio como en los de Jorge Luis Borges. Dos visiones sobre la literatura, desde la perspectiva del aná-lisis clínico y el estructural: “Al escritor le interesa mantener los misterios, los enigmas… A los � lósofos y cientí� cos les importa más la revelación de la ver-dad”, inter� ere Campbell.

Sentir lo que sucede: no se puede pen-sar antes de ser.

Lo remarcaba Proust: “Sólo de los re-cuerdos involuntarios debería extraer el artista la materia prima de su obra”.

¿De ese modo, en su liberación y en su redención, la literatura salvó la vida de Ka a?

Mas si la ética está en el padre, la herencia de un escritor igualmente se puede encontrar en una maleta o en una tumba.

La referencia anterior, del legado de la valija y el sepulcro en relieve, derivan de Orahn Pamuk y Albert Camus.

Si la madre es la reivindicación su-per� ua en El extranjero, en relación al padre el escritor argelino expone en El primer hombre: “Cormery se acercó a la lápida (…) el tintineo de un cubo con-tra el mármol de una tumba lo sacó de sus ensoñaciones. Fue en ese momento cuando leyó sobre la lápida la fecha de nacimiento de sus padre, percatándose cuando leyó sobre la lápida la fecha de nacimiento de sus padre, percatándose cuando leyó sobre la lápida la fecha de

entonces de haberla ignorado. Después

tenían cuarenta. El hombre enterrado bajo esa lápida, y que había sido su padre, era más joven que él”.

Luego vendrá una ola de ternura acompañada en el calor de su compa-sión y nosotros, lectores sublimados por la muerte real, preguntamos qué tan jó-venes son los muertos, la inabarcable humanidad que nos precede.

Entonces, lo muertos no mandan más.

Manda en el sueño literario la mujer de Pedro Páramo: “Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro”.

Muerte y Rulfo: capitulación de todo sueño en la memoria.

El caso de Orahn Pamuk implica una responsabilidad emblemática: la geniali-dad de hijos de escritores frustrados.

Recibido el Nobel en 2006, la ocasión le ofreció la oportunidad de hablar sobre el padre: «Dos años antes de su muerte, mi padre me entregó un maletín lleno de sus textos manuscritos y sus cuadernos de notas. Con su habitual aire bromista me dijo, como al pasar, que esperaba que yo los leyera después, es decir, después de su muerte. “Échales una mirada”, dijo con algún embarazo, “ve si sirve de algo, tal vez puedas hacer una selección dijo con algún embarazo, “ve si sirve de algo, tal vez puedas hacer una selección dijo con algún embarazo, “ve si sirve de

y publicarlo”». algo, tal vez puedas hacer una selección y publicarlo”». algo, tal vez puedas hacer una selección

Ya lo pre� guraba en y publicarlo”».

Ya lo pre� guraba en y publicarlo”».

Mi oído en su co-razón Hanif Kureishi, escritor inglés de

Ya lo pre� guraba en Hanif Kureishi, escritor inglés de

Ya lo pre� guraba en razón Hanif Kureishi, escritor inglés de razónorigen pakistaní, vástago también de un

Hanif Kureishi, escritor inglés de origen pakistaní, vástago también de un

Hanif Kureishi, escritor inglés de

escritor malogrado: “A veces, creo que origen pakistaní, vástago también de un escritor malogrado: “A veces, creo que origen pakistaní, vástago también de un

me voy a mi mesa de trabajo sólo para escritor malogrado: “A veces, creo que me voy a mi mesa de trabajo sólo para escritor malogrado: “A veces, creo que

obedecer a mi padre”.me voy a mi mesa de trabajo sólo para obedecer a mi padre”.me voy a mi mesa de trabajo sólo para

Si para Pamuk escribir resulta como

con una aguja”, la insustancialidad del padre advierte que para ser escritor y no heredar el baúl de los papeles, “ve si sirve de algo”, resulta necesario lo que ad-vierte Federico: “Lo que sucedió es que su padre no se atrevió a ponerse a escri-bir diez horas diarias como su hijo, por no renunciar a la alegría y las carcajadas que le proporcionaba la compañía de sus amigos”. Aquí la cita a Luigi Pirandello: “La vida, o se vive, o se escribe”.

Magistral, la conferencia va: bienavan-za. Campbell insiste en la importancia de la revisitación al padre y los refe-rentes circundantes: «Para juzgar una obra literaria no basta limitarse a lo que “consta en actas”, es decir, a lo que está encerrado en el libro sin tomar en cuenta la vida personal del autor. Unos creen que sí, que lo único importante es el texto. Otros, como Edmund Wilson, creen que para lograr una comprensión más profunda y cabal de una novela, por ejemplo, es necesario considerar tres as-pectos: la obra misma, la biografía del escritor y el contexto histórico en el que le tocó vivir».

El tema danza sus diamantes entre las sombras y da para ampliar de novedosos ensayos la segunda edición de Padre y memoria (asunto saldado, gracias a Mar-tín Soler, que hace de su reciente edición en Océano una obra complementada y de� nitiva).

De momento, entre la progenie y el olvido, queda el fantasma del padre, pluma en mano, recorriendo el mundo de las letras en el elucidado y satisfac-torio mandato del recuerdo: volver a pasar nuestros asuntos por el tamiz del 2003,

memoriaRulfo, Editorial Era-UNAM) / adiós narrativos, Aldus editorial y La Centena).2009, (Ediciones sin Nombre).2014, (Edición complementada y definitiva, Editorial Océano) / criminalidadRegreso a casay Cecut).

tesitura generacional”, otorgando el dato clínico: los escritores “somos lo que ha-tesitura generacional”, otorgando el dato clínico: los escritores “somos lo que ha-tesitura generacional”, otorgando el dato

cemos en la medida que nos interpretan clínico: los escritores “somos lo que ha-cemos en la medida que nos interpretan clínico: los escritores “somos lo que ha-

y nos leen”, así la literatura se convierte en una mentira para llegar a una verdad y nos leen”, así la literatura se convierte en una mentira para llegar a una verdad y nos leen”, así la literatura se convierte

Es decir, la verdad de las menti-ras (como en el título de Var-

Así, la obra es una confesión en busca de su testigo principal:

No sin pasión impersonal, el ensayo toma el instrumento de la cátedra para, en viva voz del escritor ensayo toma el instrumento de la cátedra para, en viva voz del escritor ensayo toma el instrumento de la

analista–,

entonces de haberla ignorado. Después leyó las dos fechas, «1885-1914», e hizo entonces de haberla ignorado. Después leyó las dos fechas, «1885-1914», e hizo entonces de haberla ignorado. Después

maquinalmente el cálculo: veintinueve leyó las dos fechas, «1885-1914», e hizo maquinalmente el cálculo: veintinueve leyó las dos fechas, «1885-1914», e hizo

años. De pronto le asaltó un pensamien-to que lo sacudió incluso físicamente. Él años. De pronto le asaltó un pensamien-to que lo sacudió incluso físicamente. Él años. De pronto le asaltó un pensamien-

Si para Pamuk escribir resulta como dicta el refrán turco: “cavar un pozo

pasar nuestros asuntos por el tamiz del corazón.

[email protected]

*Ofrecida el 26 de julio de 2013, en el Centro Estatal de las Artes de Tijuana.

EL MANDATO MAGISTRAL DE UNA CONFERENCIA*

FEDERICO Y MEMORIA

Foto

: Her

andy

Roj

as