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7/14/2019 15-58-1-PB.pdf http://slidepdf.com/reader/full/15-58-1-pbpdf 1/35 REVISTA DEL CEHGR ·  núm. 23 ·  2011 ·  págs. 31-65 ISSN: 2253-9263 Recibido: 12 Mayo 2011 · Revisado: 21 Septiembre 2011 · Aceptado: 10 Noviembre 2011 · Publicación Online: 15 Diciembre  2011 Escuelas musicales andalusíes y magrebíes: perfiles y sistemas pedagógicos Manuela Cortés García Universidad de Granada [email protected] RESUMEN Basándonos en las fuentes documentales arabo-orientales, andalusíes y magrebíes, el conte- nido del artículo se centra en el análisis de los sistemas pedagógicos aplicados por los maestros  y discípulos (hombres y mujeres) en las tres escuelas andalusíes más representativas. Tam- bién analiza la proyección de estos métodos en los centros musicales magrebíes, a través de las pedagogías impartidas en los conservatorios mediante el sistema codificado de la nawba/ nuba, considerada la música de corte clásico de la tradición andalusí 1 . Así también, revela el carácter transmisor e interactivo de la música de la tradición clásica en el eje ‘Oriente-al-Anda- lus-Magreb’, como testimonian las fuentes de carácter secundario, los tratados de los teóricos andalusíes, moriscos y magrebíes, y los recopilatorios (kunnasat) conservados en la otra orilla en el proceso transmisor 2 . Palabras clave: al-Andalus, andalusí, escuelas, kunnas/kunnasat (cancioneros); música anda- lusí-magrebí, moriscos, nawba/nuba.  ABSTRACT Based on Arabic documental sources — generated in the Islamic East, al-Andalus, and the Maghreb , this article focuses on the analysis of the pedagogic systems put into practice by both male and female teachers and disciples at the three more representative Andalusi music schools. It also examines the influence of these methods in the Maghribian schools, through 1  Vid. «Nawba/nuba»  en Louis I. Faruqi-al, An annotated glossary of Arabia Musical Terms, Connecticut- Londres, 1981, págs. 234-236. 2  Hemos utilizado un sistema de transliteración simplificada respecto a los términos árabes y facilitando, de esta forma, su lectura a los no arabófonos.

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  • REVISTA DEL CEHGR nm. 23 2011 pgs. 31-65 ISSN: 2253-9263

    Recibido: 12 Mayo 2011 Revisado: 21 Septiembre 2011 Aceptado: 10 Noviembre 2011 Publicacin Online: 15 Diciembre 2011

    Escuelas musicales andaluses y magrebes: perfiles y sistemas pedaggicos

    Manuela Corts GarcaUniversidad de Granada

    [email protected]

    RESUMEN

    Basndonos en las fuentes documentales arabo-orientales, andaluses y magrebes, el conte-nido del artculo se centra en el anlisis de los sistemas pedaggicos aplicados por los maestros y discpulos (hombres y mujeres) en las tres escuelas andaluses ms representativas. Tam-bin analiza la proyeccin de estos mtodos en los centros musicales magrebes, a travs de las pedagogas impartidas en los conservatorios mediante el sistema codificado de la nawba/nuba, considerada la msica de corte clsico de la tradicin andalus1. As tambin, revela el carcter transmisor e interactivo de la msica de la tradicin clsica en el eje Oriente-al-Anda-lus-Magreb, como testimonian las fuentes de carcter secundario, los tratados de los tericos andaluses, moriscos y magrebes, y los recopilatorios (kunnasat) conservados en la otra orilla en el proceso transmisor2.

    Palabras clave: al-Andalus, andalus, escuelas, kunnas/kunnasat (cancioneros); msica anda-lus-magreb, moriscos, nawba/nuba.

    ABSTRACT

    Based on Arabic documental sources generated in the Islamic East, al-Andalus, and the Maghreb , this article focuses on the analysis of the pedagogic systems put into practice by both male and female teachers and disciples at the three more representative Andalusi music schools. It also examines the influence of these methods in the Maghribian schools, through

    1 Vid. Nawba/nuba en Louis I. Faruqi-al, An annotated glossary of Arabia Musical Terms, Connecticut-Londres, 1981, pgs. 234-236.

    2 Hemos utilizado un sistema de transliteracin simplificada respecto a los trminos rabes y facilitando, de esta forma, su lectura a los no arabfonos.

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    the application of certain pedagogies taught in the conservatoires, such as the nawba/nuba codified system, which represents the classical music within the Andalusi tradition. This essay also reveals the transmitting and interactive character of traditional Andalusi classic music in the axis East-al-Andalus-Maghreb, as attested in the secondary sources, the treatises composed by Andalusi, Morisco, and Maghrebian theorists, and the compilations of songs (kunnasat) preserved in North Africa during this transmitting process.

    Keywords: Al-Andalus, Andalusi, schools, kunnas-kunnasat (song compilations), Andalusi-Maghrebian music, Morisco, nawba/nuba.

    I. NOTAS INTRODUCTORIAS

    El anlisis de nuevas fuentes documentales rabes permite, en el marco de la historiografa musical de al-Andalus, perfilar la existencia de diferentes escue-las musicales ubicadas en los centros geo-polticos y culturales andaluses de mayor importancia. Enraizadas en la Escuela Cordobesa durante el emirato y el cali-fato omeya, liderada por el msico iraqu Ziryab (Irak-Crdoba, m. 857) y el mecenas cordobs al-Kettani (Crdoba, 951-Zaragoza, 1029), el resultado de las ltimas inves-tigaciones nos lleva a posicionarnos sobre la vigencia de nuevas escuelas focalizadas: a) Sur de al-Andalus; b) Marca Superior y c) Levante peninsular. En este contexto, fuentes textuales de ndole diversa sealan las figuras de reconocidos tericos, maes-tros, msicos, esclavas-cantoras (qiyan) y poetas-compositores3.

    Nuestra teora sobre la existencia y ubicacin de las mismas est basada en cuatro pilares fundamentales: a) Las fuentes secundarias y la informacin recogida sobre los maestros y discpulos, y las pedagogas aplicadas; b) Los tratados de los tericos y su contextualizacin; c) La localizacin de los poetas-compositores y las composiciones ms representativas; d) La iconografa musical y los instrumentos procedentes de excavaciones arqueolgicas.

    La toma de Granada (1492) por parte de los Reyes Catlicos marc, sin embargo, un antes y un despus en la configuracin de una serie de factores claves en lo que respecta a la msica culta impartida en estas escuelas y su puesta en escena en el mbito cortesano. De hecho, su prctica desaparicin del panorama musical penin-sular tras la expulsin de los moriscos, unida a los procesos migratorios generados por la expatriacin (1492-1609), obligaron a que una parte importante de los factores y elementos referenciales de la tradicin culta andalus (nawbas-nubas) fueran trans-mitidos a las escuelas magrebes en la dispora morisca por el Mediterrneo oriental (ss. xv-xvii). El patrimonio musical andalus-magreb4 ha sido as conservado en estas

    3 Vid. Manuela Corts Garca, La Msica en la Zaragoza islmica, Instituto de Estudios Islmicos y de Oriente Prximo, Zaragoza, 2008, pg. 12.

    4 Define al patrimonio musical de la tradicin culta conservado en el Magreb (nawba-s/dialect. nuba-s).

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    escuelas, de forma ms o menos fragmentada, a travs de las cadenas de transmi-sin oral y escrita, y los sistemas pedaggicos aplicados en los conservatorios y asocia-ciones, junto a la prctica musical interpretada en el transcurrir histrico.

    Por otra parte, los nuevos procesos de transculturacin en esta orilla, promovi-dos a partir de los aos 80, y los intentos de recuperacin de un patrimonio comn, han llevado durante las ltimas dcadas al incremento e interaccin de la prctica musical andalus-magreb por parte de grupos mixtos forjados en ambas riberas medi-terrneas. La doble vertiente que presentan los registros realizados, en esta orilla, por dichos grupos en el proceso transcultural es decir, aquellos basados, por un lado, en la inspiracin de la audicin de la msica andalus-magreb, y, por otro, en la rec-reacin de la poesa estrfica andalus, llevaron al musiclogo argelino Salah Fethi a puntualizar lo siguiente: Cada vez ms la audicin musical transcultural nos parece, pues, la va ms eficaz para desarrollar una sensibilidad transcultural (Salah. 2002: 106). Nos gustara aadir que, durante las ltimas dcadas, se han abierto nuevas vas de transculturalidad mediante la aparicin de registros llevados a cabo por grupos centrados en presentar la realidad que registran las nawbas en las escuelas magrebes.

    II. CARCTER ORIENTAL DE LA ESCUELA CORDOBESA Y LOS SISTEMAS PEDAGGICOS

    Las investigaciones en el campo de la musicologa, centradas en el final del siglo xix y las primeras dcadas del xx, insistan, de forma generalizada, en el carcter oral de la msica andalus ante la falta de documentacin que permitiera su recons-truccin. No cabe duda, sin embargo, de que el Maestro Julin Ribera creara el armazn histrico de la msica de al-Andalus basndose en las fuentes manuscritas arabo-orientales y andaluses, sirviendo de punto referencial de las investigaciones posteriores. Sin embargo, y como sealaba en una de mis ltimas publicaciones, tras reconocer el mrito de Julin Ribera:

    Absorto en lo oriental y lo andalus se volc en demostrar que al-Andalus fue el nexo central que relacionaba el arte antiguo con el moderno, teora que no estaba exenta de razonamientos cientficos aunque, al mantener la postura de los sabios andaluses defendiendo a capa y espada la superioridad de stos frente a sus vecinos magrebes, cay en el error de no tener en cuenta las obras y el pensamiento de estos tericos como herederos y continuadores del saber andalus (Corts. 2007b: 36).

    Los avances en la investigacin y la localizacin, catalogacin y estudio de nuevas fuentes documentales de carcter diverso permiten, da a da, que podamos pronun-ciarnos sobre la riqueza documental que presenta este perodo histrico de la msica peninsular. No obstante, esta documentacin se articula, fundamentalmente, en la msica cortesana de corte clsico.

    En este sentido, podemos constatar que las fuentes textuales andaluses que apor-tan una parte de la informacin estn basadas en crnicas de diferentes perodos, cdices de corte histrico, biografas, antologas, obras literarias y libros de jurispru-

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    dencia islmica5. A travs de las mismas, observamos que la creacin en la Crdoba omeya (s. ix) de las primeras escuelas-conservatorios y la implantacin, a travs de ellas, de los sistemas pedaggicos importados de las escuelas orientales, marcaran el desarrollo de la msica, los instrumentos y los estilos de los perodos andaluses posteriores, ya que lo oriental no era ajeno a la msica peninsular. Como bien indica Martn Moreno en su obra Historia de la Msica Andaluza:

    Los rabes lo que hicieron fue asimilar, potenciar, modificar y transmitir la msica oriental, conocida en Andaluca desde bastante antes de la invasin musulmana, como tuvimos ocasin de comprobar al tratar de la msica visigtico-mozrabe (Martn Moreno. 1985: 80).

    Se refera a la liturgia cristiana de influencia bizantina, entre otras, marcada por las relaciones peninsulares con Constantinopla.

    A estos factores se suman los aspectos terico-prcticos implcitos en los tratados conservados por los tericos. En lo concerniente a los repertorios que se interpre-taban en tierras de al-Andalus, las fuentes bio-bibliogrficas sealan la existencia de diferentes cancioneros, lamentablemente perdidos, llevados a cabo por recopilado-res y amantes del arte musical, indicando referencias sobre los autores y el ttulo de las obras. Por otra parte, aquellas piezas conservadas del arte hispano-rabe que reco-gen escenas musicales, junto a la vasta informacin sobre la organologa andalus, de claro cuo oriental, que fue reseada por los tericos, y los instrumentos hallados en excavaciones arqueolgicas permiten completar los datos para la reconstruccin de este patrimonio. Estas fuentes muestran la relevancia y la prctica de la msica en la sociedad andalus6.

    La corriente de intercambios entre Oriente y al-Andalus, establecida a partir del reinado del emir Abd al-Rahman I (756-796), entre maestros, discpulos y esclavas-cantoras (qiyan) sentara los precedentes del carcter orientalizante de la msica andalus, como resultado del proceso de arabizacin e islamizacin de sus estamentos polticos y socio-culturales7.

    5 Manuela Corts Garca, Fuentes escritas para el estudio de la Msica en al-Andalus (ss. ix-xiv), en Actas del Congreso sobre Fuentes musicales en la Pennsula Ibrica, Lrida, 2001, pgs. 289-290.

    6 Vanse los trabajos sobre organologa, Guillermo Rosell Bordoy, Msica y arqueologa: Organolo-ga musical y hallazgos arqueolgicos, en Msica y poesa al Sur de al-Andalus. Sevilla-Granada, 1995, pgs. 69-75; Rosario lvarez, Los instrumentos musicales de al-Andalus en la iconografa medieval cristiana, en Msica y poesa al sur de al-Andalus, Catlogo de la Exposicin de El Legado Andalus, Sevilla-Granada, 1995, pgs. 93-120; Reynaldo Fernndez Manzano, rabe, Msica, en Diccionario de la Msica Espaola e Hispano-Americana, Madrid, 1999, vol. I, pgs. 505-520; 1995; Mahmud Guettat, La msica andalus en el Magreb, Sevilla, 1999; Manuela Corts Garca, Organologa oriental en al-Andalus, Boletn de la Asociacin espaola de Orientalistas, XXVI (1990), pgs. 303-332; Manuela Corts Garca, Pasado y presente de la msica andalus. Sevilla, 1996, pgs. 59-69.

    7 Manuela Corts Garca, Msica y poesa en el esplendor omeya, Crdoba, 2001, pgs. 24-32.

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    Las fuentes documentales andaluses (o hispano-rabes) muestran cmo la msica que se escuchaba en al-Andalus en Crdoba en los inicios del perodo emi-ral (ss. viii-ix) estaba profundamente enraizada en la tradicin musical rabe de las escuelas clsicas del Hiyaz (La Meca y Medina, 622-750) y de la escuela omeya (Damasco y Alepo, 661-749)8. Ms tarde, se incorporara la influencia de la escuela abbas (Bagdad, 750-1258) tras la llegada a la capital omeya de Ziryab (822) quien, procedente de la corte bagdad y discpulo de los maestros de la Escuela de Bagdad Ibrahim (779-839) e Ishaq al-Mawsili (m. 850), pasara al servicio del emir Abd al-Rahman II (822-858) tras haber pasado un tiempo en la corte aglab de Cairaun9. As tambin, la impronta de las escuelas filosficas de Bagdad, el Jurasn y Harrn10 se dejara sentir en la concepcin filosfica y el pensamiento musical de la Escuela de Laudistas (taedores de lad) y Tunburistas (del tunbur) andaluses11 sobre las que se basara la teora musical.

    El testimonio del tunecino Ahmad Tifasi al-Qafsi (1184-1253), inserto en el volu-men XLI de su enciclopedia dedicado a la Msica bajo el ttulo Mutat al-asma fi ilm al-sama (El placer de los odos ante la ciencia de la audicin musical), resulta revelador, al retomar la informacin del terico, msico y compositor Ibn Hasib El Murciano (s. xii) en la cadena de transmisin. A propsito de la impronta oriental, Tifasi seala lo siguiente:

    [1] El canto de las gentes de al-Andalus era en lo antiguo, o bien por el estilo de los cristianos, o bien por el estilo de los camelleros (hudat)12 rabes, sin que tuvieran normas sobre las cuales basarse hasta el establecimiento de la dinasta omeya.

    [2] En tiempos de al-Hakam I el del Arrabal, vinieron al Emir desde Oriente [Medina] y desde Ifriqiya gentes que dominaban el arte de las melodas de Medina [Escuela del Hiyaz]. Los andaluces aprendieron de ellos. (Tifasi. Trad. Garca Gmez. 1962: 519).

    8 Reynaldo Fernndez Manzano, rabe, art. cit., pgs. 505-520. 9 Sobre la figura del Ziryab, vanse entre otras publicaciones: Amnon Shiloah, Music in the World of Islam:

    a socio-cultural study, Londres, 1995, pgs. 72-77; Mahmud Guettat, Lcole musicale dal-Andalus travers de loeuvre de Ziryab, en Msica Oral del Sur, 1 (1995), pgs. 204-213; Mahmud Guettat, La msica andalus, op. cit., pgs. 24-29; Manuela Corts Garca, Ziryab, la elegancia palatina, en Catlogo El esplendor de los omeyas cordobeses, Granada-Crdoba, 2001, pgs.240-243; Manuela Corts Garca, Ziryab, el vuelo del mirlo, El Legado Andalus, 11 (2002), pgs. 16-20.

    10 Vase sobre estas escuelas y, a propsito de La Escuela de Harrn y la metafsica emanantista: Moha-med Yabri, El Legado filosfico rabe, Madrid, 2001, pgs. 166-182. Sobre las Escuelas orientales de Harrn: Amnon Shiloah, Music in the World, op. cit., pgs. 45-49; Manuela Corts Garca, Elementos profanos y sufes en la msica andalus-magreb, en Miscelnea de Estudios rabes y Hebraicos, LV, Gra-nada, 2006, pgs. 77-80.

    11 Mahmud Guettat, La Escuela de los Laudistas en La msica andalus en el Magreb, Sevilla, 1999, pgs.49-59; Manuela Corts Garca, El lad y sus simbologas, en Miscelnea de Estudios rabes y Hebrai-cos, LV, Granada, 2006, pgs. 77-89.

    12 Prototipo del canto mondico de los caravaneros beduinos.

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    Tras ello, el mismo autor aade que esos cantos primitivos evolucionaron hacia una msica ms depurada que era reflejo fiel de la que se escuchaba en las cortes omeya y abbas en Oriente, ya que gran parte de los poemas cantados haban sido extrados del Kitab al-Agani (Libro de las Canciones) de al-Isfahani13. Luego, segn todo parece indicar, el sello oriental estaba presente en los repertorios poticos cen-trados en el canto de la qasida clsica, las melodas y estilos medineses, durante el perodo emiral.

    Como fuente puntual que seala la impronta de las escuelas orientales en la Crdoba de los emires al-Hakam I (796-822) y Abd al-Rahman II (822-852), hallamos la obra del historiador cordobs Ibn Hayyan (m. 1076), el Muqtabis II-1. Ibn Hayyan dedica un amplio captulo que sita bajo el epgrafe Ziryab, el mejor cantor de al-Andalus, en el que destaca los vastos conocimientos atesorados por el msico orien-tal en el campo de la teora y su prctica.

    Respecto a las cualidades como laudista y compositor, y el nmero de composi-ciones orientales memorizadas (10.000 canciones) y transmitidas en Crdoba a sus discpulos y esclavas-cantoras (qiyan), dice Ibn Hayyan:

    Desentraaba los libros de msica en cuanto a sus categoras (maratib), principios (mabadi), secciones (maqati), tonos (nagam) y melodas (alhan), y memorizaba ms de diez mil fragmentos cantables con sus tonos y modos de taerlos (Ibn Hayyan, Trad. Corrientes-Makki. 2001: 202-203).

    El historiador puntualiza que: El canto de Ziryab era para los entendidos como la geometra para la filosofa y como la gramtica para la retrica, pues la gramtica ayuda a hablar bien a quien la conoce, y quien domina el canto de Ziryab supera a cualquier cantante y puede seguirlo en meloda y taido (Ibn Hayyan. Trad. Corrientes-Makki. 2001: 203).

    Ibn Hayyan seala, adems, datos puntuales sobre las pruebas vocales implanta-das en la seleccin de los discpulos:

    Ordenaba al discpulo a sentarse en cojines redondos, debiendo contraer los riones si tena la voz fuerte, mientras que si la voz era suave le mandaba ceirse el vientre con un turbante, lo que reforzaba la retencin del aire en la cavidad abdomi-nal y a expulsarla por la boca al emitir la voz. En cambio, si tena las muelas tan juntas que no poda abrir bien la boca, o tena el hbito de apretar los dientes al hablar, lo ejercitaba introducindole en la boca, durante varias noches, un trozo de madera de tres dedos de grosor hasta que se le separaban las mandbulas, logrando as el emitir un grito perfecto. Adems, con el objetivo de elegir entre el que posea una buena voz y era apto para el canto, ordenaba al alumno que gritara Barbero o un Ah, prolongando la exclamacin (Ibn Hayyan. Trad. Corrientes-Makki. 2001: 207-208).

    13 Vase Tifasi en la traduccin de James Monroe, Ahmad al-Tifasi on Andalusiam Music, en Ten Hispano-Arabic Strophic Songs in the Modern Oral Tradition: Modern Philology, California, 1989, pg. 42.

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    Observamos que las tcnicas utilizadas por Ziryab en las pruebas de seleccin de las voces se ajustaban perfectamente a las reglas establecidas en las escuelas musicales durante siglos. En realidad, la capacidad de retencin del aire en la cavidad abdo-minal determinaba el grado de almacenamiento del mismo en el diafragma como rgano bsico en la emisin del sonido, lo que permita conocer sus aptitudes vocales.

    Tras la prueba, si comprobaba que la voz era ntida, alta, fuerte, expresiva y natu-ral, no afectada por nasalidad, ni falta de fuelle, entonces era seleccionado para pasar al aprendizaje14.

    De igual forma, subraya la impronta de las escuelas clsicas orientales en cuanto a la aplicacin de los aspectos terico-prcticos explicitados por los tericos en sus tratados15. Ziryab establece las bases respecto a la introduccin recitativa (al-nashid) y las fases rtmicas por las que deban regirse los msicos en la interpretacin de la nawba: Comenzando con el nashid al principio de la cancin, sea cual sea su taido, siguiendo luego con el basit, y cerrando con muharrakat y hazay16. Si comparamos la codificacin establecida por el msico oriental con la interpretacin de las nawba-s actuales observamos que se han mantenido las fases rtmicas, comenzando con un ritmo lento (basit) y precedido de otros ms acelerados (qaim wa-nisf, bitayhi, dary y quddam), que se corresponderan con los ritmos: lento, adagio, allegro y presto17.

    El historiador acompaa una amplia relacin de esclavas-cantoras que, formadas bajo la batuta de Ziryab, se erigiran en las transmisoras del conocimiento de su maes-tro18. Asimismo, se pronuncia sobre la influencia de las tcnicas y estilos orientales en las cortes andaluses, al destacar que el tipo de canto preferido entre los andaluses era el oriental, definindolo como medins (de Medina) y hiyazi (del Hiyaz). Se trataba de un canto que se interpretaba sobre la base meldica de uno de los modos musicales ms antiguos, al-Hiyaz, conservado, hasta hoy, en el contexto de la msica clsica rabe y andalus19.

    Por otra parte, la informacin ofrecida por el historiador y antlogo portugus Ibn Bassam (m. 1147) en su obra al-Dajira corrobora el carcter de continuidad que presentaba la primigenia Escuela Cordobesa. Ibn Bassam destaca la figura del

    14 Ibid., pgs. 207-208. 15 Federico Corrientes Crdoba y Mahmud Al Makk (trad.), Crnicas de los emires Alhakam I y Abdarrah-

    mn II entre los aos 796 y 847 [Almuqtabis II-I], Zaragoza, 2001, pgs.193-194. 16 Ibn Hayyan, Al-Muqtabis II-1, en Anales de los Emires de Crdoba Alhaqun I (180-206H./796-822J.C.)

    y Abderramn II (206-232//822-847), Madrid, 1999, (ed. facs.): fol. 147v; id., en Federico Corrientes Crdoba y Mahmud Al Makk (trad.), Crnicas, op. cit., pg. 207.; Maqqari-al, Nafh al-tibb, III, Beirut, 1968, pg. 128.

    17 Vase sobre la nawba durante el perodo omeya, Manuela Corts Garca, Perfil de la nawba durante el perodo omeya, El saber en al-Andalus, Sevilla, 1997, pgs. 51-64.

    18 Federico Corrientes Crdoba y Mahmud Al Makk (trad.), Crnicas, op. cit., pgs. 200-201 y 208-209. 19 Ibn Hayyan, Anales, op. cit., 1999, fol. 153r; Federico Corrientes Crdoba y Mahmud Al Makk

    (trad.), Crnicas, op. cit., pgs. 210-211.

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    mdico, poeta y mecenas cordobs Ibn al-Kattani, quien se jactaba de las cualidades y el virtuosismo que atesoraban las esclavas-cantoras (qiyan) de sus escuelas (Crdoba/Albarracn) y su elevado precio de venta20. En este sentido se pronuncian diferentes autores al recoger noticias y ancdotas sobre el grado de formacin, caractersticas fsicas y cualidades artsticas. Entre ellas, retomamos esta cita de Ibn Bassam, a prop-sito de una cantora adquirida por el emir Ibn Razin, de los Banu Razin de Albarracn (1012-1104), que revela las facultades y cualidades que deban reunir las esclavas-cantoras profesionales:

    Nadie vio, en su poca, mujer con aspecto ms gracioso, de movimientos ms giles, de silueta tan fina, de voz ms dulce, sabiendo cantar mejor, ms destacada en el arte de escribir, en la caligrafa, de cultura ms refinada, de diccin ms pura; no cometa ninguna falta dialectal en lo que escriba o cantaba, tantos eran sus conocimientos de morfologa, lexicografa y mtrica; incluso saba de medicina, historia natural, anato-ma y otras ciencias en las que los sabios de la poca se hubieran revelado inferiores. Sobresala en el manejo de las armas (tiqaf), en el volteo con escudos de cuero, en los juegos malabares con sables, lanzas y afilados puales; en todos ellos no tena pareja, igual ni equivalente (Pers. 1990: 387).

    El papel desarrollado por las esclavas-cantoras musulmanas y cristianas sera fun-damental en la configuracin de la msica de al-Andalus, por ser mujeres que tra-bajaron con msicos y reconocidos tericos como el maestro zaragozano Ibn Bayya (Zaragoza, 1070-Fez, 1138), como bien indica el tunecino Tifasi:

    El imn Ibn Bayya (Avempace), el mximo imn21, que tras encerrarse a trabajar por algunos aos con esclavas diestras [cualificadas], logr improvisar sobre el istihlal [preludio recitativo de ritmo libre como variante del nashid] y el amal [canto elabo-rado basado en al-basit de movimiento lento enriquecido y alternado con un recita-tivo de rtmico libre], hasta crear un estilo propio en al-Andalus como resultado de la fusin de los cantos cristianos (gina l-nasara) y los orientales (gina l-masriq) (Garca Gmez. 1962: 519-520).

    El testimonio de Tifasi nos lleva a posicionarnos sobre la importancia de las escla-vas cantoras (qiyan), de distintas procedencias, en la configuracin de una msica que sera el resultado de la simbiosis entre el canto visigodo y el oriental. No obstante, a estos cantos primigenios basados en la qasida clsica se incorporaran, despus, for-mas vocales integrantes de la poesa estrfica andalus como la moaxaja y el zjel que daran mayor vivacidad al canto mediante la alternancia del solista y los coros22.

    20 Henri Pers, en Mercedes Garca Arenal (trad.), Esplendor de al-Andalus, Madrid, 1990, pgs. 386-387. 21 Denominacin aplicada al autor como gran terico, poeta, msico y compositor. 22 Vase la traduccin completa del captulo 11 de James Monroe, Ahmad al-Tifasi, art. cit., pg. 42;

    Sobre los gneros istihlal y amal y el desarrollo del captulo, Mahmud Guettat, La msica, op. cit., pgs. 30-31; Manuela Corts Garca, Perfil, art. cit., pgs. 56-58.

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    Las fuentes histricas y los repertorios bio-bibliogrficos nos informan, adems, que los emires enviaban emisarios a Oriente con la finalidad de adquirir importantes tratados humansticos y cientficos, que pasaban a enriquecer sus bibliotecas y deban estar al servicio de los eruditos. La poltica liberal llevada a cabo por el emir cordo-bs al-Hakam II foment la creacin de escuelas filosficas y cientficas, formadas en base a los fondos bibliogrficos que reuni en su biblioteca, tras importar de Bagdad, El Cairo y Alejandra las obras ms destacadas del acervo cultural hind, griego y rabe clsico. Entre las obras del legado clsico griego adquiridas para el emir al-Hakam I (796-822) se encuentran las Armnicas y el Almagesto de Ptolomeo (s. ii). Asimismo, durante el reinado de al-Hakam II (961-976) se compraron en Oriente el Kitab al-Agani (El Libro de las Canciones) del persa al-Isfahani (897-967) y el Kitab al-Musiq al-Kabir (El Gran Libro sobre la Msica) de al-Farabi (875-950), del que se conserva una copia en la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms. Res. 241) fechada en el siglo xii23.

    Este despertar hacia el conocimiento clsico se vera interrumpido, sin embargo, tras la subida al poder de Hisam II (976-1009) y la poltica de intolerancia aplicada por su ministro Almanzor (978-1002), quien orden que fueran quemadas cuantas obras atentaran contra la religin, ante la postura intolerante de los ulemas malikes cordobeses, segn nos informa Ibn Said de Almera (n. 1029)24.

    III. UBICACIN Y CARACTERSTICAS DE LA ESCUELA ZARAGOZANA Y LEVANTINA

    El declive del poder poltico califal que presentaba Crdoba, marcado por la fitna (guerra civil, 1009), daran paso al desarrollo de una fructfera cultura andalus centralizada en las cortes taifas. Entre ellas destacaron Crdoba, Sevilla, Granada, Mlaga, Toledo, Almera, Denia, Murcia, Valencia, Jtiva, Zaragoza y Albarracn, donde el renacer de los estudios humansticos y cientficos conduciran al fomento de las artes. En este sentido se pronunciaba Ibn Said de Almera en Tabaqat al-Umam (Categora de las naciones):

    Las capitales de las taifas se han convertido, progresivamente, en verdaderos cen-tros intelectuales. El momento actual, en lo que se refiere a la difusin de estas cien-cias [antiguas] y a la libertad que existe para estudiarlas, es el mejor que ha conocido nunca al-Andalus25.

    23 Amnon Shiloah, The theory of music in Arabic writings (c. 900-1900), Munich, 1979, pgs. 104-107 (cat. nm. 057).

    24 Eloisa Llavero Ruiz, Historia de la filosofa y de las ciencias o Libro de las Categoras de la Naciones [Kitab Taba-qat al-Umam]. Said al-Andalusi, Introduccin de Andrs Martnez Lorca, Madrid, 2000, pg. 38.

    25 Ibid.

  • Manuela Corts Garca

    REVISTA DEL CEHGR nm. 23 2011 pgs. 31-6540

    La Escuela Sevillana se erigira, en cierta medida, en continuadora de la Escuela Cordobesa, ante la relevancia que adquirira la ciudad en el campo de la msica y en la fabricacin y exportacin de instrumentos musicales, datos en los que coinciden las fuentes textuales. Tifasi seala la existencia de mujeres sevillanas de edad exper-tas que enseaban las artes musicales a esclavas-cantoras (qiyan) de su ciudad, las cuales, tras completar el perodo de formacin y a la vista de sus cualidades artsticas (canto, memorizacin de poemas, instrumentacin y danzas clsicas), eran conside-radas artistas consumadas. La valoracin de las caractersticas artsticas que demos-traban, aade Tifasi, contribua a que fueran vendidas a altos precios tanto a los soberanos peninsulares (musulmanes y cristianos) como a los emires de Ifriqiya26. La danza, junto a los distintos juegos y divertimentos, destacara en la Escuela de beda durante el perodo almohade (1129-1268). El poeta y antlogo cordobs al-Saqundi (m. 1231) en el apartado dedicado a Jan de su Risalat fi fadl al-Andalus (Elogio del Islam andalus) subraya, entre otras noticias, la fama de las histrionisas y bailarinas (raqisat) de beda:

    Clebres por la viveza de su ingenio y por su arte, pues son las ms hbiles criatu-ras de Dios en esgrimir espadas, manejar dados y cubiletes, y entre otros juegos de manos, pasapasa, nexos de danzantes y mascaradas27.

    Siglos despus, el historiador Ibn Jaldun (1332-1406) pona de manifiesto la vigencia de stas y otros tipos de danzas que caracterizaban a las mujeres granadi-nas durante el perodo nazar, y eran acompaadas con pauelos, sables y distintos juegos donde demostraban su destreza, adems de resaltar la riqueza de sus trajes y aderezos28.

    La desmembracin del califato cordobs sera el detonante de la dispora de una parte importante de sus intelectuales a otras cortes, circunstancia que marcara la aparicin de nuevas escuelas en otros puntos del mapa andalus. Claro ejemplo fue el propio Ibn al-Kattani quien, huyendo de su ciudad, se refugiara en la corte berber de los Banu Razin de Albarracn. En esta corte creara uno de los centros de formacin musical ms importantes del territorio peninsular, con reas de influencia y desarrollo localizados en la Marca Superior (Zaragoza) y potenciadas durante los reinos de taifas por sus emires tuyibes (Banu Tuyib, 1018-1038) y hudes (Banu Hud, 1038-1110)29. Con ellos tambin se adquiran en Oriente obras de gran calado en al-

    26 James Monroe, Ahmad al-Tifasi, art. cit., pgs. 37-38. 27 Traduccin de la obra en Emilio Garca Gmez, traduccin del captulo sobre la epstola de al-Saqundi,

    Risalat fi fado al-Andalus, en Andaluca contra Berbera. Barcelona, 1976, pgs. 73-141; Sobre el conte-nido, Manuela Corts Garca, Fuentes, art. cit., pg. 293. La Escuela de beda junto a la sevillana, granadina y cordobesa forman parte, en esta clasificacin, de la Escuela al Sur de al-Andalus.

    28 Vid. Ibn Jaldun, Muqqadima, trad. Baron Slane, en Prolegomenes, Pars, 1938, II, pgs. 156, 421 y 540. 29 Sobre el mecenazgo de estas dinastas, Manuela Corts Garca, La Msica, op. cit., pgs. 21-38 (tuyi-

    bis) y 38-56 (hudes).

  • escuelas musicales andaluses y magrebes: perfiles y sistemas pedaggicos

    41REVISTA DEL CEHGR nm. 23 2011 pgs. 31-65

    Andalus en el mbito humanstico y cientfico, como las Rasail (Epistolas) de los Ijwan al-Safa ms conocidos como los Hermanos de la Pureza (s. x), pertenecien-tes a la Escuela Filosfica de Basora (Irak). Sobre este tratado que sera comprado en Oriente por el cientfico cordobs al-Kirmani (m.1066) para el emir zaragozano Ahmad al-Muqtadir I (m. 1081/2), el matemtico y astrnomo Maslama al-Mayriti El Madrileo (m. 1007) hara una copia30. La obra que inclua la Risalat al-Musiq (Epstola sobre la Msica)31, era reflejo de la concepcin filosfica, cosmognica y mstica que caracteriza a los tratados ms representativos del pensamiento musical de la Escuela de Laudistas orientales, y despus de las escuelas andalus y morisca32.

    La Escuela del Levante peninsular (Sharq al-Andalus) se configur como la ter-cera en importancia. Una parte de los tratadistas de esta corriente aparece concen-trada en dos focos principales: 1) La Taifa de Denia, gobernada por Iqbal al-Dawla (1045-1076), hijo de Muhammad al-Amir (1010-1045); aunque era aquel un hombre culto y mecenas de las artes, en el ao 1075 su taifa pasara a formar parte de la juris-prudencia del emir de Zaragoza al-Muqtadir (1046-1081/2) y, dcadas despus, se integrara a la de Murcia, y 2) La regin de Murcia, que cobrara importancia durante el perodo almorvide bajo el dominio del mecenas de las artes Ibn Mardanish (1147-1178). Conocido en las fuentes cristianas como El Rey Lobo; este personaje ejerci el gobierno de Murcia y Valencia, y el control de Sharq al-Andalus durante tres dca-das (1147-1178). Adems, era famoso por las fiestas que organizaba en su palacio pequeo (al-Qasar al-Sagir), donde se daban cita un verdadero cenculo de eruditos, poetas, msicos y esclavas cantoras (qiyan), as como por reunir una de las orquestas (sitarat) ms numerosas de al-Andalus33.

    En el marco de la taifa de Denia gobernada por el emir Iqbal al-Dawla (1047-1076) encontramos el primer diccionario de trminos especializados, Kitab al-Mu jassas, rea-lizado, bajo su mecenazgo, por Ibn Sida (Murcia, 1007-Denia, 1066), conocido como El Ciego de Murcia. Esta obra sobre la que se conserva una copia en los fondos de la Biblioteca del Escorial, fechada en 1166, incluye varias voces relacionadas con la msica, el canto, el duende, los instrumentos y los juegos34.

    No obstante, las fuentes textuales localizadas hasta ahora no se pronuncian sobre los sistemas pedaggicos aplicados en esta escuela, aunque el mayor nmero de cdi-ces conservados sobre la teora y la prctica musical pertenece a tericos nacidos y formados en el levante peninsular. Asimismo, diferentes son los documentos textua-les que revelan la importancia de sus poetas, compositores, msicos, gneros voca-

    30 Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pg. 234. 31 Ibid., pgs. 230-234. 32 Manuela Corts Garca, Elementos, art. cit., pgs. 83-84. 33 Manuela Corts Garca, Tratados musicales andaluses de la Escuela Levantina y aportaciones al

    marco interdisciplinar, Revista Itamar de la Universidad de Valencia, 1 (2008), pg. 162. 34 Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pg. 210.

  • Manuela Corts Garca

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    les y estilos. Junto a ellos, se conservan diferentes piezas iconogrficas que recogen escenas musicales, a los que se suman los instrumentos encontrados en excavaciones arqueolgicas musulmanas, algunos de ellos descritos por sus tericos35.

    El anlisis de las diferentes fuentes que integran la informacin sobre estas escuelas nos lleva a constatar que bajo el mecenazgo de los emires andaluses, maes-tros y msicos expertos (hombres y mujeres) impartieron una pedagoga basada en el conocimiento de la lengua rabe y la memorizacin y la salmodia del texto cornico, como base formativa gramatical, lingstica y prosdica. Le preceda el conocimiento y la memorizacin, declamacin y canto de la poesa clsica oriental (al-qasida) y las posteriores formas estrficas andaluses incorporadas (la moaxaja y el zjel). El aprendizaje y la prctica de estas disciplinas iban acompaadas de las distintas tcni-cas vocales e instrumentales, unidas a la prctica de los ritmos y el entramado mel-dico integrado en el rbol modal (sayarat al-tubu) 36.

    Por otra parte, el hecho de que los tericos orientales y andaluses consideraran en sus tratados la relacin de la Msica con las ciencias integrantes del quadrivium implicaba que el aprendizaje y la prctica del arte musical estuvieran a menudo uni-dos al conocimiento de la aritmtica, la geometra, la astronoma y la astrologa, con-siderada como pseudo-ciencia. Cuentan las fuentes que terminado el aprendizaje el discpulo/a reciba la conocida como iyaza o certificado que acreditaba su formacin. Al mismo tiempo, daba acceso a impartir los conocimientos adquiridos a los nuevos discpulos (hombres y mujeres)37. La proliferacin de escuelas en el mbito de la msica cortesana llevara a la especializacin e interpretacin de distintos gneros poticos y musicales que generaron una amplia gama de estilos.

    IV. LA ESCUELA DE LAUDISTAS ANDALUSES

    En el mbito de la instrumentacin, existieron importantes tratados centrados en el lad que datan de pocas tempranas, cordfono38 sobre el que se forjara la teora musical rabe oriental y, como receptculo, la andalus. Como punto referen-

    35 Manuela Corts Garca, Tratados, art. cit., pgs. 178-180. Vanse, adems, los trabajos de arqueo-loga musical reseados en el apartado bibliogrfico, a cargo de Rosario lvazez y Guillermo Rosell Bordoy, Hallazgo de tambores de la Espaa islmica (ss. x-xiv), Revista de Musicologa, XII, 2 (1989), pgs. 411-421.

    36 Vase sobre los modos y ritmos andaluses y magrebes: Mahmud Guettat, La msica, op. cit., pgs. 46-48; 99-101; 111 y ss.; Manuela Corts Garca, Pasado, op. cit., pgs. 53-58 y 81; Fernando Valderrama Martnez, El Cancionero de al-Haik, Tetun, 1964, pgs. 105 y ss.; Manuela Corts Gar-ca, Edicin, traduccin y estudio del Kunnas al-Haik [Tesis Doctoral en microficha], Madrid, 1996, pgs.203-225; Sobre la Simbologa numrico-csmica del rbol Modal, vase Manuela Corts Garca, Elementos, art.cit., pgs. 89-94.

    37 James Monroe, Ahmad al-Tifasi, art. cit., pg. 37. 38 Trmino cientfico aplicado a los instrumentos de cuerda.

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    43REVISTA DEL CEHGR nm. 23 2011 pgs. 31-65

    cial de los posteriores tratados realizados por tericos andaluses, Ibn Hayyan, as se pronuncia respecto a la incorporacin en al-Andalus, por parte de Ziryab, de la quinta cuerda:

    Aadi al lad en al-Andalus la quinta cuerda roja intermedia, haciendo esta adic-cin a las cuatro originales como invencin propia, logrando su lad un concepto ms sutil y completo, pues la primera es la amarilla (al-zr) y corresponde en el lad a la bilis (al-safra) del cuerpo, la segunda que la sigue se hizo roja (al-matn), ocupando en el lad la posicin de la sangre (al-damm) en el cuerpo, siendo en grosor el doble de la primera, por eso se llama doble, mientras que la siguiente es negra (al-bamm), correspondiente en el lad a la atrabilis (al-sawd) del cuerpo, y se llama bordn, siendo la cuerda superior del lad, doble de la tercera que est debajo y carece de tinte, quedando segn ello blanca (al-matlt), pues equivale a la flema (al-balgam) en el cuerpo y es en grosor doble que la segunda, por lo que se llama tercera39.

    No obstante, las diferentes epstolas conservadas sobre el lad y escritas por al-Kindi (790-874) muestran la incorporacin de esta quinta cuerda en Oriente, cono-cida como al-hadd, lo que revela que, probablemente, Ziryab era conocedor de las obras de su contemporneo. Adems, justifica el carcter transmisor de la msica oriental llevado a cabo por el laudista. Sin embargo, Ibn Hayyan (s. xi) seala que en su poca el lad utilizado era de cuatro cuerdas, que probablemente se mantendran, ya que los tratados posteriores conservados sobre el instrumento se centran en ellas.

    Varios son los tratados sobre el lad perdidos. Entre los conservados se encuentra el opsculo de Ibn Bayya (Zaragoza, 1070-Fez, 1138) titulado Risalat al-alhan (Eps-tola sobre las melodas) que forma parte de los fondos manuscritos de la Biblioteca Bodleian de Oxford40. Entre la informacin recogida, nos informan sobre las cualida-des que deba reunir el buen laudista:

    Resulta imprescindible el conocimiento de los cnones y la ejecucin de la tcnica transmitida por los expertos (hukama) en la materia, basados en los conceptos psi-colgicos, relacionados con los temperamentos, los puramente instrumentales como es la correspondencia dedos-cuerdas, los sistemas de los acordes, y la forma e inten-sidad a la hora de pulsarlas (las aconsejadas y desaconsejadas). (Ibn Bayya, Epstola sobre las melodas, fol. 72v) 41.

    Respecto a la relacin de las cuatro cuerdas con los humores, los temperamen-tos y las correspondencias entre dedos-cuerdas, retoma las teoras explicitadas por al-Kindi y Ziryab, lo que pone de manifiesto la continuidad que presentaba la teora

    39 Ibn Hayyan, Anales, op. cit., fol. 150-r; id., Crnicas, op. cit., pgs. 201-202. 40 Ver el estudio de la epstola, Manuela Corts Garca, Sobre los efectos teraputicos de la msica en

    la Risalat al-alhan (Epstola sobre las melodas) de Ibn Bayya, Sociedad Espaola de Musicologa, XIX (1996), pgs. 11-23.

    41 Vase ibidem, pgs. 15-16, artculo que recoge, adems, la ubicacin y catalogacin del cdice.

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    musical andalus centrada en el lad a travs del proceso transmisor. Tifasi, por su parte, aporta algunas referencias sobre el sistema de afinacin y digitacin del ins-trumento42.

    As tambin, se ha conservado un destacado opsculo morisco sobre el lad, Risalata al-ud (Epstola sobre el lad) que pertenece a los fondos de la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 5307-2). Este manuscrito, procedente de Tetun y editado y traducido al ingls por Farmer como Magrifat al-nagamat al-thamam (Sobre el cono-cimiento de las ocho notas), parece ser en opinin de este ltimo una copia del original fechado en 1506. La obra plantea la importancia y la necesidad de cono-cer las ocho notas (nagamat), el canto (al-gina) y las melodas (al-alhan). Segn este cdice annimo, que incluye la primera representacin conservada del lad de cua-tro cuerdas, la escuela morisca tambin centraba la teora musical en las cuatro cuer-das dobles del lad relacionadas con las ocho notas, sealadas sobre la iconografa del instrumento con las letras del alifato (alif, ba, yim, dal), e indicando la posicin exacta de los dedos sobre las cuerdas. Adems, los sistemas de afinacin, digitacin y notacin cifrada (alfabtica-numrica) utilizados43. De igual forma, la corresponden-cia de las cuerdas con los humores corporales, los elementos de la naturaleza y los modos meldicos (al-tubu), principales (al-usul) y secundarios (al-furu), vigentes en la interpretacin de la msica andalus-magreb actual.

    Sobre los sistemas de afinacin, el musiclogo Rafael Mitjana en un estudio reali-zado a propsito del manuscrito morisco, indica lo siguiente: Bien podra tratarse de una especie de tablatura musical, posiblemente similar a la empleada por los grandes vihuelistas espaoles del siglo xv44. El estudio comparativo realizado por el music-logo tunecino Mahmud Guettat sobre el contenido de este cdice y la representacin del instrumento con el del tunecino Mahmud al-Siyala (s. xix), Qanun l-asfiya fi ilm nagamat al-adkiya (Las reglas de los sinceros para conocer las notas de los inteligen-tes), le llevan a reafirmarse en su teora sobre el predominio de sistema diatnico en el acorde del lad andalus45.

    Como tercer tratadito sobre el lad nos encontramos con un cdice mito rea-lizado por un morisco granadino y fechado el 25 de diciembre de 1495 que aborda el sistema de los acordes del instrumento y de notacin musical. Localizado en un

    42 Vase James Monroe, Ahmad al-Tifasi, art. cit., pg. 43. 43 Vase la catalogacin de Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pgs. 415-416 (cat. nm. 325); y la edi- y la edi-y la edi-

    cin y traduccin de Henry G. Farmer, An old Moorish Lute Tutor, en Studies in oriental music, 1986, vol. I, pgs. 25-27 (accordatura and scale) y pgs. 27-29 (notation and tablature). Sobre los cdices andalu- Sobre los cdices andalu-ses, moriscos y magrebes en la Biblioteca Nacional, Manuela Corts Garca, Revisin de los manus-critos potico-musicales rabes, andaluses y magrebes de la Biblioteca Nacional de Madrid, en IV Congreso de Civilizacin Andalus, El Cairo, 1998, pgs. 95-108.

    44 Rafael Mitjana, Lorientalisme musical et la musique arabe , Le Monde Oriental, I (1906), pg. 213. 45 Mahmud Guettat, La msica, op. cit., pg. 57.

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    monasterio capuchino gerundense por el Archivero Real Padre Villanueva, y catalo-gado en su obra Viaje literario por las iglesias de Espaa (1803-1852) como Ars pulsatione lambutio (El arte de taer el lad)46, la obra aparece citada en trabajos de Mitjana, Ribera y Garca Barriuso, entre otros47. Como resultado de mis ltimas investigacio-nes en los archivos de la Corona de Aragn (Barcelona), cuyos fondos atesoran gran parte de las obras catalogadas por el Padre Villanueva, he podido comprobar que este cdice morisco ha desaparecido. As lo corroboran los investigadores Ignasi M. Puig I Ferret y M. Assumpta Giner Molina en Index Codicolgic del Viaje Literario de Jaume Villanueva, publicado por el Institut dEtudis Catalans48. Observamos que, en el apartado titulado Concordana dels cdexs conservats actualmente, aparecen en blanco los cdices recogidos con el nm. 200, entre ellos el morisco, lo que muestra que en esta nueva catalogacin ya no se encontraban en la citada biblioteca49. Todo parece indi-car que la desaparicin de este y otros cdices bien pudo producirse como resultado de la Desamortizacin de Mendizbal (1835).

    No obstante, el cotejo del contenido de ambos manuscritos y el estudio de la iconografa que recoge la Epstola sobre el lad (ms. 5307-2) revelan la existencia de un sistema de digitacin centrado en las normativas por las que deba regirse el buen laudista respecto a la afinacin y la pulsacin del instrumento. Adems, los textos confirman la utilizacin de un sistema de notacin cifrada alfabtico-numrica apli-cada a las cuerdas del lad y las correspondencias citadas, que estaba fundamentada en la nota musical a travs de una relacin numrica que estaba en funcin de la longitud de la cuerda, sistema que se corresponde con la escala cromtica50.

    La localizacin del cdice morisco gerundense podra haber sido la pieza clave que nos hubiera permitido demostrar la importancia de la Escuela de Laudistas anda-luses y moriscos, y su influencia en la Escuela de Vihuelistas hispanos del siglo xvi respecto a la construccin del sistema de notacin cifrada. En este sentido se pronun-ciaba Antonio Martn Moreno en su obra Historia de la Msica Andaluza, al sealar: Cuando se investigue a fondo el alcance real de la influencia musical andalus, a buen seguro que sus presupuestos estticos nos sern familiares por ser los mismos de la teora musical posterior (Martn Moreno. 1985: 72).

    46 Publicado en Valencia, 1821. 47 Algunas referencias puntuales sobre el cdice pueden verse en Patrocinio Garca Barriuso, La msica

    hispano-musulmana en Marruecos, Sevilla-Tnger, 2001 [1945], pg. 245. 48 Barcelona, 1998. 49 Vid. Ignasi M. Puig i Ferret y M. Assumpta Giner Molina, Index Codicolgic del Viaje Literario de Jaume

    Villanueva, Barcelona, 1998, pg. 53. 50 El anlisis pormenorizado de estos trataditos aparecen recogidos en mis artculos: Apuntes interdisci-

    plinares sobre los tratados musicales moriscos y su conexin con los recopilatorios marroques, Actas del Congreso Los Moriscos y su legado: Desde sta y otras Laderas, Rabat, 2011, pgs. 304-336; Aportaciones musicales de los tericos andaluses y moriscos, Actas del Congreso sobre los moriscos, Granada, 2011, 25pgs. [en prensa].

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    La desaparicin progresiva del lad del panorama musical peninsular tras la con-quista de Granada por los Reyes Catlicos sera todo un hecho, as como el protago-nismo que adquirira la vihuela entre los msicos cristianos y musulmanes. Prueba de ello fue el auge que cobrara la Escuela de Vihuelistas espaoles durante el siglo xvi y la aparicin de diferentes obras de msica cifrada para vihuela. Emilio Puyol en el prefacio que acompaa a la edicin, transcripcin y estudio de Los seys libros del Delfn de msica de cifra para taer vihuela (Valladolid, 1538) de Lus de Narvez (Granada, 1505), vihuelista, poeta y compositor en la corte de los Duques de Calabria y del rey Juan III de Portugal, seala lo siguiente:

    Lo cierto es que en una poca en la que el lad va adquiriendo en Europa su mximo esplendor, la vihuela reina en Espaa con los instrumentos de teclado, sin que el lad aparezca en manos de artistas eminentes ni en libros impresos de msica en cifra51.

    Sin duda, la existencia de otros cdices de la Escuela Marroqu conservados en el proceso transmisor, como la obra de Muhammad al-Alami (m. 1721), Kitab Anis al-mutrib (El Libro del dulce cantor) y de Muhammad al-Busami (m. 1778) Iqaad al-sumu li-laddat al-masmu bi-nagamat al-tubu (El placer de las velas encendidas ante la audicin musical)52 que reproducen vietas y contenidos similares a los cdices moriscos citados, nos conducirn, en el futuro, a poder dejar constancia de esta realidad.

    V. PERFIL Y CARACTERSTICAS DE TERICOS, RECOPILADORES, MSI-COS Y COMPOSITORES

    El estudio de las obras musicales conservadas del patrimonio andalus revela cmo las obras clsicas orientales marcaran de forma determinante la orientacin de las andaluses. Cuatro fueron los ejes temticos orientales que siguieron los tericos y recopiladores andaluses:1. El Kitab al-Agani (Libro de las Canciones) de al-Isfahani (897-967)53, como base

    de las composiciones poticas, las melodas modales y los gneros vocales inclui-dos en los repertorios andaluses y como punto de referencia en la elaboracin de los cancioneros.

    2. El Kitab al-Musiqa al-Kabir (El Gran Libro sobre la Msica) de al-Farabi (875-990)54; el Kitab al-Sifa (Tratado sobre la curacin) de Ibn Sina (930-1037)55 y, probablemente, el Kitab al-adwar (Tratado sobre los ciclos o modos musicales)

    51 Vid. E. Puyol, Introduccin al captulo: Vihuela, lad y guitarra, 8. 52 Edicin de Abd al-Yalil y Abd al-Aziz, Iqaad al-sumu li-laddat al-masmu bi-nagamat al-tubu, Rabat, 1995. 53 Las catalogaciones y el resumen de los contenidos de las obras que se indican a continuacin pueden

    consultarse en la obra de Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pgs. 234-236 (cat. nm. 156). 54 Ibid., pgs. 104-107 (cat. nm. 057). 55 Ibid., pgs. 215-218 (cat. nm. 142).

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    y la Risalat al-Sarafiyya (Epstola sobre las proporciones musicales) de Safi al-Din al-Urmawi (1230-1295)56, obras fundamentales en la formacin terico-prc-tica andalus y que sirvieron de base a los posteriores tratados.

    3. La Risalat al-Musiq (Epstola sobre la Msica) de los Ijwan al-Safa (s. xi), obra clave en la concepcin de la msica y su relacin con la Astronoma, la Filosofa y la Medicina57.

    4. Las distintas obras de jurisprudencia islmica orientales centradas en el trata-miento y prcticas de al-sama, tomando como precedentes las obras del terico y suf persa al-Gazzali (m. 1121)58.

    V.1. Tericos y recopiladores

    Como primer terico andalus nos encontramos con el poeta y antlogo Ibn Abd al-Rabbihi (Crdoba, 860-940) autor del Iqd al-farid (El collar nico). Esta obra basada en obras orientales anteriores, editada en veinticinco volmenes, inclua un tratado dedicado a la msica, el Kitab al-yaqut al-thani (Libro del segundo rub) que recoge datos puntuales sobre los msicos, las esclavas cantoras orientales, el sonido y la importancia de la voz hermosa (al-sawt al-hasan) y sus cualidades terapeticas59. Curiosamente este tratado fue escrito con anterioridad al Libro de las Canciones de al-Isfahani, aunque las similitudes que presentan algunas informaciones nos llevan a deducir que ambos autores bebieron de fuentes orientales anteriores.

    En lo que concerna a los recopilatorios (cancioneros) el modelo oriental fue el recopilatorio citado de al-Isfahani, obra que gener diferentes refutaciones y di lugar a la creacin de nuevos recopilatorios. Entre ellos, el Kitab fi agani Ziryab/Kitab ajbar Ziryab (Libro de las canciones de Ziryab/ Libro sobre noticias de Ziryab), obra perdida aunque llevada a cabo por el prosista y poeta de origen oriental Abu l-Hasan Ibn Hasim (Crdoba, m. 1005)60.

    Un nieto del terico cordobs Ibn Abd al-Rabbihi, llamado Muhammad (Mlaga o Algeciras, m. 1205), secretario, literato y poeta, llevara a cabo un resumen del recopilatorio de al-Isfahani titulado Ijtisar fi Agani al-Isfahani (Compendio del Libro de las Canciones de al-Isfahani), obra no conservada61. Como autora de un recopi-latorio perdido, los repertorios bio-bibliogrficos sealan a la murciana Umm al-Fath Fathuna bint Yafar b. Yafar (s. x?) autora del Kitab fi qiyan al-Andalus (Libro sobre

    56 Ibid., pgs. 312-315 (cat. nm. 223 y 224). 57 Ibid., pgs. 230-234 (cat. nm. 154 y nm. 155). 58 Ibid., pgs. 112-113 (cat. nm. 063). 59 Henry G. Farmer, Music: The Priceless Jewel. Glasgow, 1942, pgs. 7-33; id., Studies in oriental music, vol. I,

    1986, pgs. 1-27. 60 Vase Lirola: Ibn Hasim, ECA. 2004: vol. 3, 312-313, [nm. 558]. 61 Manuela Corts Garca, Poesa, msica y danza en la Granada musulmana y morisca, Cuadernos de

    Arte de la Universidad de Granada, 38 (2007), pg. 17.

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    las esclavas-cantoras de al-Andalus)62. La importancia de estas mujeres debi llevar a su autora a dedicarles esta obra, que sorprende al tratarse de un cancionero escrito en poca temprana y que deba de emular a los tratados de al-Isfahani e Ibn Hasim. La falta de datos que completen la informacin sobre la vida y la obra de Fathuna nos impiden determinar a qu escuela/s pertenecan las composiciones de las cantoras compiladas, al no contar, adems, con fuentes especficas sobre mujeres dedicadas a la actividad artstica en la regin del Levante peninsular.

    Una parte de los datos biogrficos recogidos sobre los poetas y los compositores de la Escuela Levantina aparecen, sin embargo, recogidos en el Kitab al-Takmila del valenciano Ibn al-Abbar (ss. xii-xiii), mientras que las referencias a las composicio-nes, modos y gneros vocales ms utilizados en esta escuela los encontramos en la obra citada del antlogo tunecino Tifasi.

    Durante la poca de Ibn Mardanish nos encontramos con el terico, compositor y msico Abu l-Hasan Huseyn al-Hasib al-Mursi El Murciano (s. xii), al cual Tifasi (s. xiii) y al-Maqqari (s. xvi) sealan como autor de un recopilatorio perdido que reuna varios volmenes63. En este sentido, el testimonio de Tifasi resulta de gran valor cuando seala a propsito de la msica en al-Andalus:

    El sello de este arte fue Abu l-Hasan Huseyn al-Hasib al-Mursi El Murciano, quien profundiz en l, tanto en la teora como en la prctica, como nadie haba profundi-zado antes, y escribi sobre la msica una gran obra en muchos tomos. Todas las melodas que sobre versos modernos [refirindose a la poesa andalus de la poca] se oyen en al-Andalus y el Magreb proceden de l (Tifasi/Trad. Garca Gmez. 1962:520).

    La amplitud de datos aportados en este captulo por Tifasi nos da una idea clara sobre sus cualidades compositivas y, tambin, que gran parte de las composiciones poticas que acompaa, obra de relevantes poetas andaluses, se cantaban sobre melodas creadas por este autor, y tambin por Ibn Bayya.

    Enmarcado en la Escuela Levantina se encuentra tambin Abu Zakariya Yahya b. Ibrahm al-Isbihi al-Hakim, ms conocido como Yahy al-Juduy al-Mursi El Mur-ciano (Murcia, s. xii Ceuta, s. xiii), reconocido recopilador y excelente calgrafo, autor de varios compendios y un tratado sobre el ajedrez. Segn el antlogo sevillano al-Ruayni (s. xiii)14 y el argelino al-Maqqari (s. xvi)64, Yahy al-Juduy llevo a cabo una afamada obra musical compuesta de varios volmenes conocida como Kitab al-

    62 Vase en Ibn al-Abbar, Kitab al-Takmila li-kitab al-Sila, 2 vols., 1987-1889, (biograf. nm. 2868); M.Luisa vila, Las mujeres sabias en al-Andalus, en Actas de las V Jornadas de Investigacin Interdisciplinar, I, Sevilla, 1989, pgs. 139-184 (biografa nm. 23, 156); Corts. 2008c: 166.

    63 James Monroe, Ahmad al-Tifasi, art. cit., pgs. 42-43. 64 Al-Ruayn, Barnamay suyuj al-Ruayni, Damasco, 1962, pg. 164 [biograf. nm. 86]; al-Maqqari, Nafh,

    op. cit., pg. 185; id., Analectes sur lhistoire et la littrature des Arabes dEspagne, II, 1885-1886, pg. 125.

  • escuelas musicales andaluses y magrebes: perfiles y sistemas pedaggicos

    49REVISTA DEL CEHGR nm. 23 2011 pgs. 31-65

    Agani al-Andalusiyya (Tratado sobre las canciones andaluses), cancionero no con-servado que, segn Maqqari, imitaba a la obra de al-Isfahani65.

    Teniendo como referente a la obra de al-Farabi, Kitab al-Musiq al-Kabir (El Gran Libro sobre la Msica), el terico Abu Yafar Ibn Hassan al-Quda`i (Murcia o Gra-nada, 1155-Marrakech, 1201 o 1203), a quien algunos de sus bigrafos atribuyen la nisba de al Mursi (El Murciano), mientras que en otros aparece como al-Garnati (El Granadino), fue autor de un tratado musical titulado Ijtisar Kitab Abi Nasr al-Farabi fi l-musiq (Compendio de la obra de al-Farabi sobre Msica). Sobre este tratado se hicieron diferentes copias y fue muy comentado por los tericos andaluses66.

    Como terico y mximo exponente de la msica en la Escuela Levantina destaca el polgrafo Abu l-Salt b. Umayya al-Dani El de Denia (Denia, 1068-Bugia (Argelia), 1334) que vivi a caballo entre los Reinos de Taifas y los almorvides. Las fuentes ra-bes y hebreas destacan su erudicin en las distintas ramas humansticas y cientficas como historiador, mdico, filsofo, astrnomo, poeta, msico y compositor, adems de sealar sus vastos conocimientos en Astronoma, Matemticas y ptica67.

    Abu l-Salt de Denia iniciara su formacin en esta ciudad durante el reinado el emir Iqbal al-Dawla (1047-1076), y completando sus estudios en Sevilla, Toledo y Gra-nada con reconocidos preceptores, emigrando a Oriente a la edad de 30 aos, donde estableci su residencia durante quince aos en El Cairo y Alejandra. En ambas ciudades y los pases del entorno aprovechara para empaparse del conocimiento de las obras clsicas griegas y rabes. Autor de una vasta produccin en las distintas reas del saber, cuenta con un tratado musical Risalat al-Musiq (Epstola sobre la Msica) que incluye novedosas aportaciones. Sobre el tratadista sealan sus bigra-fos que ense el arte musical de al-Andalus durante los aos que vivi en la corte de Mahdiyya acogido a la proteccin de los zires de Tnez, zona a la que emigraran una considerable parte de los musulmanes valencianos.

    Aunque el manuscrito original se ha perdido, en la Biblioteca Nacional de Pars se conserva una copia hebrea. Todo parece indicar que fue traducido por el judo sefard de la familia de los Ibn Tibbon de Granada (s. xiii), excelentes traductores, emigrado a la Provenza. El musiclogo judo Hanoch Averany llev a cabo la tra-duccin inglesa precedida de un estudio que aparece recogido en su artculo The Hebrew version of Abu l-Salts Treatise on Music68. El contenido revela que Abu l-Salt

    65 Farmer. 1925: 225; Habib Hassan Touma, Indications of Arabian musical influence of the Iberian Peninsula from the 8th to the 13th century, Revista de Musicologa, X, 1 (1987), pgs. 137-150 (145, nm. 4); Vid. Biografa y obras de al-Juduy, en Manuela Corts Garca, Al-Juduy, en Enciclopedia de la Cultura Andalus, vol. VI, Almera, 2009, p. 228.

    66 Vase sobre el autor y su obra, Manuela Corts Garca, Poesa, art. cit., pg. 17. 67 Merce Comes, Abu l-Salt, en Diccionario de Autores y Obras Andaluses, Granada, 2002, vol i, pgs. 373-

    380 (biograf. nm. 204). 68 Hanoch Averany, The Hebrew version of Abu l-Salts Treatise on Music, Yuval, 1974, III, pgs. 7-84.

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    sigui de cerca al tratado musical citado de al-Farabi, mientras que la estructura es de corte aristotlico.

    El cdice est articulado en tres partes claramente diferenciadas: a) La Msica como Ciencia Matemtica; b) Teora; c) Prctica. El contenido comprende los siguientes apartados: Captulo I centrado en presentar una introduccin a la Ciencia Musical; el Captulo II aborda la Teora de la Msica y est dividido en dos apartados: II.1. Materias: notas, intervalos y gneros y II.2. Forma: Los sistemas; el Captulo III aborda la Prctica de la Msica, dividido en dos apartados: III.1. Materia: Los Instru-mentos (naturales y artificiales) y III.2. Forma: Progresin de la meloda y el ritmo69.

    Segn indica la arabista Merc Comes en la biografa de Abu l-Salt: Hay suficientes datos para creer que Ibn Abi l-Salt habra compuesto una obra enci-clopdica sobre las distintas disciplinas cientficas del quadrivium, y que la estruc-tura de esta obra se dividira en cuatro secciones consagradas a la Geometra, la Astronoma, la Aritmtica y la Msica, pues, frecuentemente el autor nos remite de una seccin a otra (Comes. 2002: 373).

    Comes contina la cita, sealando: De hecho, el tratado sobre Msica comienza con las siguientes palabras: {Cuarto captulo de la segunda parte. Sobre la ciencia de la Msica, Umayya b. Abd al-Azz Abu l-Salt dijo: concluiremos ahora las disciplinas matemticas con un tratado sobre la msica (Comes. 2002: 375)70.

    La puntualizacin de la arabista denota que el autor sigui la clasificacin de algunos tratadistas clsicos griegos (neopitagricos, aristotlicos) y rabe orientales (al-Farabi, Avicena, los Ijwan al-Safa y al-Urmawi) al situar a la disciplina musical como integrante de las ciencias del quadrivium pitagrico, junto a la Aritmtica (al-Hisab), la Geometra (al-Handasa) y la Astronoma (al-Tanyim). Esta obra, que consti-tuye todo un clsico entre los tratados andaluses, sin duda establece los precedentes clsicos griegos y rabes que sirvieron de referencia a los tratados posteriores anda-luses y sefardes71.

    Los avatares polticos que sufrieron los andaluses ante un avance cristiano que se intensific en el perodo almohade (s. xiii) hizo que una parte de los establecidos en la regin levantina emigraran al Reino Nazar de Granada, mientras que otros se dirigieron al Magreb y Oriente. Entre ellos, el terico, poeta, filsofo y reconocido suf Ibn Sabin (Valle del Ricote [Murcia, 1217 o 17-La Meca, 1271) nacido durante la etapa del gobierno almohade de Ibn Hud al-Mutawaklil (1228-38). Tras su muerte,

    69 Corts. 2008c: 168-170. 70 Merce Comes, Abu l-Salt, art. cit., pg. 375. 71 Vase sobre The science of Music en Amnon Shiloah, Music, op. cit., pgs. 45-49. A propsito de los

    tericos sefardes, ver Corts. 2008: 85-95, Aportaciones de la comunidad sefard.

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    51REVISTA DEL CEHGR nm. 23 2011 pgs. 31-65

    Ibn Sabin emigr primero a Granada para dirigirse despus a Oriente, en su viaje de peregrinacin, establecindose en La Meca.

    Ibn Sabin fue autor de 64 obras de carcter filosfico-suf y exotrico. Su inters y apasionamiento por las heterodoxias, la geomancia y el mensaje crtico encerrado en el significado y las combinaciones de letras y nmeros le llevaron a escribir varios opsculos. Adems, fue autor del Kitab al-adwar al-mansub (Tratado sobre las relacio-nes de los modos). Este manuscrito fue citado por el arabista y musiclogo ingls Farmer indicando que se conservaba una copia del mismo en la biblioteca privada del mecenas egipcio Ahmad Taymur Bach72. Actualmente el cdice se encuentra formando parte de los fondos manuscritos del Museo Islmico de El Cairo.

    A la Escuela Levantina pertenece Ali b. Munim al-Abdari al-Valansi El Valen-ciano, ms conocido como Ibn Munim al-Abdari (Valencia, s. xii Marrakech, 1228-1229?). Reconocido alfaqu, ulema y mdico que destac en el campo de las ciencias (Aritmtica y Geometra), junto a las disciplinas artsticas, est considerado como uno de los matemticos andaluses de mayor prestigio. El tratado musical de al-Abdari aparece recogido en el repertorio bio-bibliogrfico de al-Marrakusi Kitab al-Dayl wa-l-Takmila73 bajo el epgrafe de Masail ilm al-musiq (Cuestiones sobre la ciencia de la Msica)74, cdice adquirido por una biblioteca privada a mediados del siglo xx que inclua una recopilacin de melodas modales75.

    Abu Bakr Muhammad ibn Ahmad al-Riquti El del Valle de Ricote (Murcia, s.xii Granada, s. xiii) aparece recogido en los repertorios bio-bibliogrficos como uno de los tericos, filsofos, mdicos y matemticos ms representativos de la escuela levantina que vivi durante el reinado de Ibn Mardanish (1147-1172). Creador de una escuela musical en Murcia, fue autor de una obra musical perdida76. Las fuentes histricas sealan que la toma de Murcia por parte cristiana le llev a emigrar a la Granada zir, donde su emir le regal un carmen en el Albaicn, sede de su escuela de msica77. Hasta ahora no han aparecido datos concretos sobre los sistemas peda-ggicos aplicados por al-Riquti en estas escuelas.

    El carcter interdisciplinar de la msica de al-Andalus se pone de manifiesto, tam-bin, en breves opsculos que revelan su relacin con la Fsica. El filsofo y mdico Ibn Rusd, conocido en los textos latinos como Averroes (Crdoba, 1126-Marrakech, 1198), incluye en su comentario a De Anima de Aristteles el opsculo Kitab taljis al-

    72 Henry G. Farmer, A History of Arabian music, Londres, 1929, pg. 226. 73 Vase la catalogacin de la obra de Ibn Munim en la edicin del repertorio de al-Marrakusi realizado

    por Muhammad BenSerifa (s/f), Kitab al-Dayl wa-l-Takmila, Beirut, s/d, vol. I, pgs. 59-60. 74 Este tratado aparece recogido, adems, en la edicin de la obra matemtica de Ibn Munim, Fiqh al-

    hisab, vase la edicin de Idris al-Marabit, Fiqh al-hisab, Rabat, 2005, pgs. 12-13. 75 Manuela Corts Garca, Tratados, art. cit., pgs. 170-171. 76 Henry G. Farmer, A History, op. cit., pg. 227. 77 Manuela Corts Garca, Poesa, art. cit., pgs. 28-30; id., Tratados, art. cit., pg. 164.

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    nafs (Eptome De Anima), donde aborda la fsica del sonido aplicado a la propaga-cin esfrica del mismo78. Este manuscrito forma parte de los fondos reservados de la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. Res. 5000)79.

    En la misma lnea se nos muestra el filsofo, terico, msico y compositor Ibn Bayya formado con maestros en Crdoba y Sevilla, y lder de la Escuela de Laudistas. Fue autor de un tratado musical perdido similar a la obra citada al-Farabi y sobre la que Ibn Jaldun (m. 1406) y al-Maqqari (s. xvi) enfatizan, al sealar su importancia y prctica tanto en al-Andalus como el Magreb. Sobre Ibn Bayya se conservan, sin embargo, dos opsculos: la ya citada Epstola sobre las melodas, centrada en el lad, sus cuerdas y la relacin del cordfono con la Medicina y la terapetica musical80; y un opsculo integrado en su obra Fi l-nafs (Tratado sobre el alma)81. En esta obrita define a la audicin musical como la percepcin que produce en el aire la colisin entre dos cuerpos, y al sonido meldico como el conjunto de percusiones al aire producidas por instrumentos musicales como el lad82. A continuacin, seala:

    La acumulacin de percusiones en el aire producidas por instrumentos musicales del tipo del lad produce en el aire diferentes clases de retorno que convierten el sonido en meloda (nagam). La concatenacin de sonidos en las ms variadas modalidades, provoca una mezcla de aire que da origen a una meloda combinada (nagam mumtaziya) que podra ser armnica o disarmnica (imma mulaima wa-imma munafira) (Fi l-nafs, f. 89r).

    A la Escuela Zaragozana pertenece, tambin, Abu Utman Said b. Fathun al-Hammar al-Tuyib al-Saraqust al-Qurtub (Zaragoza?, s. x Sicilia, finales s. x o principios s. xi). Originario de Zaragoza, las fuentes documentales coinciden al cen-trar su formacin en Crdoba, donde llevara a cabo estudios en Gramtica, Lexi-cografa, Bellas Artes (adab), Lgica, Ciencias, Filosofa, Matemticas, Astronoma y Msica, pasando a ejercer como poeta y msico destacado. Entre su amplia produc-cin cuenta con dos obras perdidas, Talf fi l-musiq (Tratado sobre la composicin musical) y Kitab fi l-Arud (Opsculo sobre la Prosodia), donde abordaba el trata-miento de las notas y los ritmos aplicado al ritmo prosdico83, temtica que tambin

    78 Vase la catalogacin de la obra en Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pgs. 208-209 (cat. nm. 135). 79 Sobre estos manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid, vase Manuela Corts Garca, Revi-

    sin, art. cit., pgs. 95-108. 80 Vase el estudio y traduccin parcial de la obra: Manuela Corts Garca, Sobre los efectos, art.cit.

    Sobre la aportacin de Ibn Bayya a la Escuela de Laudistas andaluses, ver Mahmud Guettat, La msica, op. cit., pgs. 29-32 y 49-59.

    81 El opsculo inserto en el cdice citado aparece catalogado por Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pg. 157 (cat. nm. 096), con el ttulo de al-Khawal fi l-sama (Sobre la audicin musical). Este tratadito aparece traducido por Joaqun Lomba en la obra de Avempace, Libro sobre el alma, Editorial Trotta, 2007.

    82 Manuela Corts Garca, Elementos, art. cit., pg. 79. 83 Id., La Msica, op. cit., pgs. 27-28.

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    planteaba Ibn Haddad (Guadix s. x Almera, 1087-1088) en dos obras musicales perdidas que abordaban la teora musical y algunas cuestiones sobre su relacin con la prosodia (a-arud) 84. Estas obras tomaban como referente al sistematizador de la prosodia clsica rabe al-Jalil (m. 791), perteneciente a la Escuela de Lingistas de Basora, autor del Kitab fi l-Arud (Tratado sobre la Prosodia). Asimismo, el astr-nomo, poeta y msico Ibn Firnas (Crdoba, m. 887) compuso un excelente libro sobre la mtrica85.

    Numerosos son, asimismo, los tratados llevados a cabo por tericos de las diferen-tes escuelas relacionados con el pensamiento musical y su orientacin filosfico-cien-tfica y suf tomando como modelo a la Risalat al-musiq (Epstola sobre la msica) de los Ijwan al-Safa. Por otra parte, la polmica suscitada por los alfaques y ulemas, tanto orientales como andaluses, acerca de la licitud e ilicitud de la msica, el canto, los instrumentos y la compra-venta de esclavas-cantoras, no impidi la prolija produc-cin de obras en ambas reas del mundo musulmn.

    As, el humanista cordobs Ibn Hazm (994-1064) escribira su Risalat fi l-gina al-mulhi (Epstola sobre el canto con msica instrumental)86 donde muestra las pos-turas que presentaban algunas de las escuelas de jurisprudencia islmica. De igual forma, Abu Bakr al-Turtusi (Tortosa-El Cairo, 1126) recoge en el Kitab tahrim al-gina wa-l-sama (Tratado sobre la prohibicin del canto y al-sama)87 las controversias que planteaba la ortodoxia islmica respecto a las manifestaciones musicales y sus intr-pretes (hombres y mujeres). En la misma lnea se encuentra la obra del gramtico sevillano Abu l-Abbas Ibn al-Hayy al-Azdi (m. Constantina, 1249-1250?), autor del tratado Kitab al-sama wa-ahkamu-hu (Tratado sobre al-sama y sus preceptos) donde codificaba las reglas que deban regir las prcticas sufes88. Sin embargo, el tratado rigorista del suf Ibn Sid (Granada, 1255-1333) postulaba por la prohibicin en las prcticas sufes (al-sama) de la flauta de caa conocida como al-shabbaba (axabeba) en el contexto de la cofrada familiar de los Banu Bunuh en el Albaicn89. Del mismo corte encontramos un cdice rabe del jurista Ibn al-Darray de Ceuta (m. 1330) con-servado en la Biblioteca Nacional (ms. Res. 246)90. La obra incluye un amplio cap-tulo centrado en la organologa y donde recoge un total de 33 instrumentos (cultos y

    84 Id., Poesa, art. cit., pg. 12. 85 Muqtabis, II-1, 86/138. 86 Elas Ters, Epstola sobre el canto con msica instrumental de Ibn Hazm, al-Andalus XXXVI, 1971,

    pgs. 203-214. 87 Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pgs. 351-352 (cat. nm. 258). Ver edicin rabe del cdice Al-

    Turtusi, Kitab tahrim al-gina wa-l-sama (Libro sobre la prohibicin de al-sama), en Muhammad Turki (ed.), Beirut, 1998.

    88 Corts. 2007a: 17. 89 Manuela Corts Garca, Tratados, art. cit., pgs. 164-165. 90 Cdice catalogado por Amnon Shiloah, The theory, op. cit., pgs. 323-324 (cat. nm. 232) y atribuido

    aqu su copista, al-Shalahi.

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    populares) que muestran la vigencia y evolucin de los instrumentos orientales en el marco de las escuelas y la sociedad andalus91.

    Posiblemente fue la intolerancia implcita en la ortodoxia islmica lo que llev a Ibn al-Jatib (Loja, 1313-Fez, 1374/5) a incluir en su tratado de corte suf Kitab al-Raw-dat al-tarif bi l-hubb al-sharif (Jardn del conocimiento sobre el amor divino) algunos captulos que hacen referencia a la msica y su relacin con las Matemticas. De esta forma justificaba el carcter cientfico de esta disciplina y su estudio. Basndose en el concepto de Armona, Ibn al-Jatib establece, en un captulo centrado en la licitud de al-sama, un smil entre la armona musical y el estado armnico que deba atesorar el suf en el desarrollo de las prcticas musicales msticas, captulo que, probablemente, perfil en su Risalat al-Musiq (Epstola sobre la Msica), no conservada92.

    Como podemos observar, el estudio de los perfiles de los tericos y recopiladores ubicados en las escuelas andaluses responde, de forma generalizada, al de autnticos sabios medievales formados por preceptores y maestros andaluses y orientales en el campo de las ciencias y las letras. As lo testimonian los repertorios bio-bibliogrficos y certifican sus propias obras centradas en las distintas ramas del saber. Por otra parte, basan sus tratados en cdices orientales a los que incorporan sus propias aportacio-nes como resultado de sus conocimientos y la evolucin de la msica en tierras anda-luses, obras que sin duda serviran de base formativa en estas escuelas.

    No obstante, las circunstancias polticas, ideolgicas y econmicas que asolaron al territorio bajo dominio musulmn durante algunos perodos, unido al debilita-miento progresivo ante las conquistas cristianas (ss. xii-xiii), les obligara a aban-donar sus tierras para emigrar a Oriente y el Magreb. En estas tierras, adems de empaparse del saber de sus sabios y maestros, sus obras estaran marcadas por la impronta oriental, como ocurre con los tratados de Abu l-Salt, al-Turtusi e Ibn Sabin, por citar algunos de los ms representativos.

    V.2. Msicos y compositores

    Bigrafos, historiadores y antlogos a la hora de abordar a los compositores andaluses, a menudo se centran en sealar su doble faceta de poeta-compositor, ade-

    91 Las investigaciones sobre este cdice realizadas por Bachir Odeimi, Kitab al-imta wa-l-intifa: Un manus crit sur la musique rabe de Ibn al-Darray , Arabica, XXXVIII, 1991, pgs. 40-45 llevaron a determinar la autora de Ibn Darray. Una parte del manuscrito fue traducido por Rosario Mazuela Coll (s/d), Libro de los instrumentos musicales incluido en el Kitab al-imta wa-l-intifa, traduccin del captulo sobre los instrumentos, trabajo depositado en Biblioteca Islmica, Madrid s/f, 167 pgs. (aprox. aos 90). Corts. 1999: 204-205; Manuela Corts Garca, Poesa, art. cit., pg. 29.

    92 Prximamente ver la luz una obra monogrfica de Ibn al-Jatib en la Universidad de Granada, a cargo de varios autores, que incluir un captulo dedicado a sus escritos sobre la msica y donde dejar cons-tancia del contenido de esta obra.

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    55REVISTA DEL CEHGR nm. 23 2011 pgs. 31-65

    ms de mostrar, en algunos casos, su funcin como tericos y msicos, recogiendo las composiciones ms cantadas y los estilos acuados.

    En este sentido, resulta fundamental el testimonio del enciclopedista tunecino Tifasi quien nos proporciona la relacin de los compositores andaluses que gozaron de mayor fama. Entre ellos, los zaragozanos Ibn Bayya e Ibn Hammar, el cordobs Ibn Hudayl y los levantinos Ibn al-Hasib, Ibn al-Juduy e Ibn Zaqqat, junto a los poe-tas orientales clsicos y neoclsicos ms reconocidos93 que, curiosamente, aparecen incluidos en la obra de al-Isfahani (s. ix). De esta forma, Tifasi se suma al testimonio del andalus Ibn Said (Alcal la Real, 1208-Alto Egipto, 1265), autor de la obra per-dida Risalat taalif al-musiq (Epstola sobre la composicin musical), quien afir-maba que las composiciones recogidas por al-Isfahani seguan cantndose durante su poca94.

    El prestigio del que goz al-Hammar en al-Andalus como msico y compositor debi marcar el sistema terico y musical de la Escuela Zaragozana, aunque la pr-dida de sus obras supone una laguna en el estudio historiogrfico y musicolgico de este perodo. Contamos, sin embargo, con el preciado testimonio de Ahmad Tifasi, quien recoge varias de sus composiciones acompaadas del modo meldico de base, as como los estilos y gneros vocales vigentes (sawt, nasid, istihlal y amal)95. Junto a ellas, incluye los textos de prestigiosos poetas y compositores andaluses acompaa-dos de los modos y los estilos en los que se interpretaban96.

    En lo que concierne a los msicos e intrpretes anteriores a Ziryab, durante el perodo emiral en la corte cordobesa, Ibn Hayyan y al-Maqqari destacan a los maes-tros y cantores Allun y Rizqun quienes llegaron a al-Andalus durante el reinado del emir al-Hakam I y gozaron de gran prestigio dadas sus cualidades artsticas. Sin embargo, sealan que tras la llegada de Ziryab sus canciones se dejaron de cantar, de ah que se perdieran97. En cambio, ponen de manifiesto la fama lograda durante la poca de Abd al-Rahman II por el cantante judo Mansur al-Mugani, a quien admi-raba Ziryab98. Asimismo, recogen diferentes datos sobre los ocho hijos varones de Ziryab y dos de sus hijas, considerados como poetas, cantores y msicos de prestigio99.

    Las fuentes literarias andaluses muestran, a travs de las composiciones poticas, que el modelo de canto y los estilos ms admirados por los andaluses eran los orien-

    93 James Monroe, Ahmad al-Tifasi, art. cit., pgs. 38-44. 94 Vase sobre las obras de Ibn Sa id, Manuela Corts Garca, Poesa, art. cit., pgs. 15-16. 95 James Monroe, Ahmad al-Tifasi, art. cit., pgs. 40-41; Mahmud Guettat, La msica, op. cit., pg.68. 96 Vanse algunas de estas formas vocales recogidas por Mahmud Guettat, La msica, op. cit., pg.68 97 Ibn Hayyan, Anales, op. cit., fol. 153r; Federico Corrientes Crdoba y Mahmud Al Makk (trad.),

    Crnicas, op. cit., pg. 211; Al-Maqqari, Nafh, op. cit., II, pg. 130. 98 Ibn Hayyan, Anales, op. cit., fols. 147v, 149r y 153r; Federico Corrientes Crdoba y Mahmud Al Makk

    (trad.), Crnicas, op. cit., pgs. 193, 198 y 211. 99 Ibn Hayyan, Anales, op. cit., fol. 152r; Federico Corrientes Crdoba y Mahmud Al Makk (trad.),

    Crnicas, op. cit., pg. 208.

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    tales. En este sentido, abundan las citas donde al comparar las cualidades vocales de los cantores establecen el smil con Garid y Mabad, dos reconocidos cantores de la primera generacin de la escuela de Medina100.

    V.3. Las esclavas-cantoras (al-qiyan)

    Como factores a tener en cuenta en el anlisis de los perfiles de los tericos, maestros y msicos en el marco de estas escuelas, resulta fundamental el papel desem peado por las esclavas-cantoras (al-qiyan). Las fuentes documentales destacan su funcin de autnticas transmisoras de las enseanzas de los maestros, unido a la labor como rapsodas, poetisas, compositoras, recopiladoras, intrpretes y difusoras de la msica y la poesa de su poca101.

    No obstante y como indico en el artculo Estatus de la mujer en la cultura isl-mica: Las esclavas cantoras (ss. xi-xix), donde hago un anlisis exhaustivo sobre la importancia de la mujer en el marco de los palacios, las fiestas cortesanas y las escue-las musicales:

    Resulta obvio que continan repitindose ciertos estereotipos encorsetados que son el resultado de un cierto desconocimiento de las fuentes documentales rabes, lo que conlleva el presentar contenidos que, a veces, se alejan de la realidad (Corts. 2011: 7).

    Las investigaciones realizadas durante las ltimas dcadas por arabistas sobre las poetisas y esclavas cantoras basan la informacin en los repertorios biogrficos, pues-tos en el testimonio de informadores masculinos en su funcin de portadores, com-piladores y bigrafos, como material fundamental que deja traslucir ciertos rasgos y ancdotas sobre sus vidas. En el caso de las poetisas, se conservan fragmentos de sus poemas, que en algunos casos se cantaban, aunque no se conservan obras completas. Sobre las que destacaron en el arte musical dejan constancia de sus nombres, maes-tros y ancdotas relacionadas con su actividad artstica. Sin embargo, en aquellos casos aislados en los que fueron autoras de alguna obra o repertorio musical, no se han conservado.

    Estos nombres sin voz, como bien seala la arabista Manuela Marn102, no impide el pronunciarnos acerca de su funcin en el campo de la poesa, la msica, su composicin y difusin, ya que un centenar destacaron en el arte musical. El nmero

    100 Ribera. 1985: 33-40. 101 Manuela Corts Garca, La mujer rabe y la msica: Trnsito de culturas en el rea mediterrnea,

    Actas del Coloquio Internacional: Antropologa y Msica, Dilogos 3: Transculturaciones Musicales Mediterrneas, Revista Msica Oral del Sur, 5 (2002), pg. 94.

    102 Manuela Marn, Nombres sin voz: la mujer y la cultura en al-Andalus, Historia de las Mujeres en Occi-dente, Madrid, 1992, pgs. 551-563.

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    de referencias a estas mujeres revela que superaron en nmero a la relacin de maes-tros y cantores (hombres) aportada por bigrafos e informadores diversos.

    El hecho de que no se hayan conservado tratados musicales llevados a cabo por mujeres nos obliga a fijar nuestra atencin en las noticias recogidas en los reperto-rios bio-bibliogrficos por voces masculinas. Respecto a los datos aportados por estas fuentes, entre ellas las obras de Ibn al-Abbar y al-Maqqari, aparecen centrados en su formacin, cualidades y funciones artsticas, as como ancdotas relacionadas con sus vidas, familias o seores a los que pertenecan. Estas informaciones nos llevan a conocer su estatus social y el grado de poder que llegaron a acuar en las cortes como mujeres libres o esclavas103. En cualquier caso y como puntualiza Manuela Marn:

    La participacin y aportaciones al mbito de la cultura andalus, en su condicin de poetisas, cantoras, instrumentistas, danzarinas e incluso compositoras, constituye una innovacin en la sociedad medieval, teniendo en cuenta el contexto social en el que transcurran sus vidas y, tambin, el rechazo que mostraba la ortodoxia islmica (Marn. 1992: 553).

    Ibn Hayyan aporta el listado ms amplio registrado sobre las esclavas-cantoras (qiyan) que formaban parte de la escuela de Ziryab, aproximadamente una cincuen-tena. Entre ellas, sus hijas Hamduna y Aliyya, junto a Gizlan, Hunayda, Nur, Itr, Saba, Hayal, Mahariq, Ruhban, Muallilah, Muhtalah, Hilabah, Mutayyam, Galiba, Badl, Fadl, Saraf, Ahyaf, Talal, Fawzi, Rahah, Rayya, Malak, Subh, Shana, Ridwan, Humam, Halhal, Amal, Dayl, Nashr, Bidah, Bazi, Masabih, Gulam, Wasif, Ay, esclava de Hashim b. Abd al-Aziz, a quien se la regal Ziryab, reconocida como una de sus mejores transmisoras y por su habilidad en el oficio, Tarub, Ward y Talibi104.

    El historiador, a veces deja constancia sobre las caractersticas y habilidades ms notorias de aquellas que estuvieron en el palacio de Ziryab y de las que aprendieron afamadas esclavas-cantoras. Entre ellas seala a Gizlan y Hunayda, conocidas como las registradoras de sus composiciones. A propsito de la cantora Sunaif, seala:

    Que le sobrevivi mucho tiempo, de modo que cuando los cantantes no estaban seguros y diferan en muchas cosas de su canto, la necesitaban, escuchndola y aprendiendo de ella, pues conservaba el ms antiguo estilo y era quien mejor lo haba transmitido, por lo que la llamaron el imn, apresurndose a imitarla y con-sultndola en cualquier duda. Tena una homloga, apodada Kars (=tripa), de nom-

    103 Vanse los trabajos sobres las esclavas-cantoras orientales de M. Dolores Guardiola, Licitud de la venta de esclavas-cantoras, en Homenaje al Profesor Jos Mara Frneas Besteiro, Granada, 1999, vol. II, pgs. 983-996; y sobre la relacin de qaynas orientales, andaluses y magrebes, M. Dolores Guardiola, La figure de la Kayna dans les sources musicales , en Actes du VII Colloque Universitaire Tuniso-Espagnol sur Le patrimoine andalous dans la culture arabe et espagnole, Granada, 1991, pgs. 107-127; Manuela Corts Garca, La mujer y la msica en la sociedad arabo-musulmana y su proyeccin en la cristiana medie-val, Msica Oral del Sur, 2 (1996), pgs. 198-203.

    104 Ibn Hayyan, Anales, op. cit., fol. 152r-153v; id., Crnicas, op. cit., pgs. 208-211.

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    bre Ward, esclava de un notable coraichita, buena artista de quien fue transmitida y por ella corregida mucha de la produccin de Ziryab, aunque mayormente del gnero hiyaz105.

    El antlogo valenciano Ibn al-Abbar (n. 1199) indica sobre Nuzha al-Wahabyya (s. xi), esclava del katib (escritor) al-Himyari, que estaba considerada entre las mejo-res y ms cultas de las cantoras de Crdoba, adems de recitar poesas, memorizar gran nmero de refranes y contar relatos e historias106.

    El anlisis de las fuentes documentales referidas a estas mujeres, en cuanto a la formacin musical, revela que las esclavas-cantoras, en general, eran versadas en las disciplinas lingsticas, literarias, musicales, la danza y divertimentos varios, a las que se sumaban, a veces, el arte de la caligrafa y los conocimientos aritmticos. Respecto a las cualidades por las que eran valoradas, sealan que entre las caractersticas que deba reunir la perfecta cantora estaban: las buenas tcnicas vocales y el saber recitar observando las reglas mtricas y gramaticales y memorizar correctamente la poesa. Si adems tena buen odo para los distintos ritmos, giles dedos para taer los ins-trumentos, excelente voz, calidad meldica, era ingeniosa y de alma delicada, sera la esclava perfecta ya que proporcionara ms placer y tendra ms aceptacin en el mercado. En lo concerniente a las bailarinas subrayan que deban ser flexibles, muy diestras en su oficio, de cuerpo y estatura armoniosa, vientre delgado y amplio torax para almacenar el aire, a fin de dar agilidad a sus movimientos.

    Estos datos revelan, asimismo, que la mujer andalus, como heredera de la rica tradicin islmica, jugara un papel relevante en la sociedad de su poca y la trans-misin de sus conocimientos artsticos, especialmente durante los siglos ix al xiii, considerados como los perodos ms florecientes en el campo de las artes.

    VI. PROCESOS DE TRANSMISIN AL MAGREB CON LOS MORISCOS Y PEDA-GOGAS APLICADAS

    La dispora de los moriscos en las diferentes oleadas migratorias por el Medi-terrneo (ss. xv-xviii) marcara una de las vas de transmisin oral y escrita de la msica de la tradicin culta (nawba/nuba) al Magreb. En este sentido se pronuncia el musiclogo marroqu Ahmed Aydoun, a propsito de la msica andalus-marroqu:

    Le Maroc possde dans la musique dite andalouse lun de ses titres de noblesse. Cest un rpertoire lyrique et instrumental transmis depuis des sicles par une impor-tante tradition musicale confortant loralit par la conjonction de la thorie modale des tubu et dun systme particulier de formules rythmiques (Aydoun. 1992: 24).

    105 Ibid. 106 Ibn al-Abbar, Kitab al-Takmila li-kitab al-Sila, en M. Alarcn y C. A. Gonzlez Palencia (ed.), Miscelnea de

    Estudios y Textos rabes. Madrid, 1915, pg. 608 [biograf. nm. 2116]; M. Luisa vila, Las mujeres, art. cit., pg. 169 [nm. 71].

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    La localizacin de datos aislados de corte histrico y literario que dejan constan-cia sobre la relacin existente entre las cortes andaluses y norteafricanas durante los siglos xi-xv, nos llevan a pronunciarnos sobre el intercambio de maestros, msicos y tericos, de igual forma que ocurri en el rea peninsular entre las cortes musulma-nas y cristianas. Como bien indica Mahmud Guettat: el Magreb fue para al-Andalus la va de acceso a la msica rabe: recordemos que fue all donde los califas andalu-ses buscaban a sus msicos y cantores107; habra que aadir adems de las escuelas orientales, ante los intercambios Oriente-al-Andalus, y las esclavas de distintas proce-dencias tomadas como botn de guerra y educadas en al-Andalus en el arte musical. Si tenemos en cuenta que las oleadas migratorias de los andaluses a Ifriqiya se inicia-ron en el siglo x, movidas fundamentalmente por problemas polticos y econmicos, la msica bien pudo ser conocida e interpretada en el rea del Magreb con anterio-ridad a la llegada de los moriscos. As se pronuncia el musiclogo Amnon Shiloah en Music in the World of Islam, a propsito de su pervivencia en el Magreb:

    It is almost certain that the numerous musicians included among the Hispano-Arab exiles who took refuge in the Maghrib brought the flourishing Andalusian art with them and endeavoured to transplant it in their new environment. We may also assume that the imported art was not unknown and might have been cultivated in major Maghrib centres even before the last Muslim left Spanish soil (Shiloah. 1995:83).

    Por otra parte, resulta obvio que los problemas de carcter ideolgico y econ-mico que afectaron a intelectuales y tericos andaluses, como Abu Salt de