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16 17 L os hay de distintos tipos. Están aquellos que se preocupan exce- sivamente por una persona; aque- llos que se obsesionan con los proble- mas y tratan de controlarlo todo; aque- llos reaccionarios a actuar de manera auténtica por voluntad propia; aque- llos que se vuelven emocionalmente dependientes de las personas que los rodean y aquellos que se convierten en “rescatadores” de los que están a su al- rededor. En todos los casos estos “sal- vadores” están todo el tiempo pen- dientes del otro –de sus hijos, sus pa- dres, sus parejas, y demás–, lo que les impide construir su propia vida. Ellos son los codependientes: tan adictos a las relaciones que establecen con los demás que mantienen sus vidas ocupa- das de manera obsesiva, como aquellos a adictos al alcohol, al juego o a las drogas. Necesitan ser necesitados y prefieren rodearse de gente en proble- mas porque eso les brinda la oportuni- dad de “salvarlos”. Es una dependen- cia, sí, pero de otras personas, de sus estados de ánimo, de sus conductas, de sus enfermedades y de su amor. Lo pa- t emas cotidianos Control excesivo, desconfianza, negación y hasta depre- sión son algunos de los síntomas de la codependencia , un trastorno poco conocido que sufren en el mundo mi- les de personas que eligen anularse a sí mismas por ayu- radójico es que, visto desde afuera, po- dría pensarse que los demás dependen de los codependientes, pero son ellos los verdaderamente dependientes. Son ellos quienes se sienten desampa- rados y no tienen el control de sus vi- das. “Es una modalidad vincular adictiva en la que el centro de poder está puesto afuera, en el otro”, explica la licenciada Inés Olivero, presidenta de Fundapap, Fundación para la Asistencia de Per- sonas Adictas a Personas (www.fun- dapap.org). “La persona se des-vive por los problemas de su objeto adictivo –que puede ser su pareja, sus padres, los hijos, Señales de alerta “Los síntomas que encontramos son de menor a mayor, por lo que decimos que la codependencia es una enfermedad crónica, progresiva y social”, explican Olivero y Pucheu. Los síntomas más comunes son desde crisis de angustia por sentimientos de abandono y vacío, ansiedad con necesidad de controlar al otro y estar pendiente de él, insomnio, celos ex- tremos, crisis de ira con descontrol y vio- lencia hasta depre- siones importantes, distintas enfermeda- des relacionadas con la baja inmunidad por depresión crónica o encubierta, y adicciones. Por su parte, Mellody enume- ra cincos síntomas para estar alerta: difi- cultad para experimentar niveles apro- piados de autoestima; problemas para establecer límites funcionales con las demás personas; incapacidad para asumir de manera adecuada la propia reali- dad; dificultad para cuidar de uno mismo. Por vínculos más sanos “Hablar en términos de sanidad en los vínculos es complicado porque nada es realmente sano, pero podríamos reconocer como armonioso a un vínculo que se recree desde sus crisis, con serenidad, libertad de elección y alegría. Si esto no aparece, no está siendo saludable”, explica la licenciada Inés Olivero. Por eso, ante el primer llamado de aten- ción, lo mejor es recurrir a una consulta. ¿Dónde ir? Existen cantidad de centros para hacer consultas, en todo el país. En Internet hay páginas que pueden orientarlo. Cuando amar es rescatar 16/17a19Codep.qxp:20-21Cocina.qxd 7/17/12 4:55 PM Page 16

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Los hay de distintos tipos. Estánaquellos que se preocupan exce-sivamente por una persona; aque-

llos que se obsesionan con los proble-mas y tratan de controlarlo todo; aque-llos reaccionarios a actuar de maneraauténtica por voluntad propia; aque-llos que se vuelven emocionalmentedependientes de las personas que losrodean y aquellos que se convierten en“rescatadores” de los que están a su al-rededor. En todos los casos estos “sal-vadores” están todo el tiempo pen-dientes del otro –de sus hijos, sus pa-

dres, sus parejas, y demás–, lo que lesimpide construir su propia vida. Ellosson los codependientes: tan adictos alas relaciones que establecen con losdemás que mantienen sus vidas ocupa-das de manera obsesiva, como aquellosa adictos al alcohol, al juego o a lasdrogas. Necesitan ser necesitados yprefieren rodearse de gente en proble-mas porque eso les brinda la oportuni-dad de “salvarlos”. Es una dependen-cia, sí, pero de otras personas, de susestados de ánimo, de sus conductas, desus enfermedades y de su amor. Lo pa-

temas cotidianos

Control excesivo, desconfianza, negación y hasta depre-sión son algunos de los síntomas de la codependencia,un trastorno poco conocido que sufren en el mundo mi-les de personas que eligen anularse a sí mismas por ayu-

radójico es que, visto desde afuera, po-dría pensarse que los demás dependende los codependientes, pero son elloslos verdaderamente dependientes.Son ellos quienes se sienten desampa-rados y no tienen el control de sus vi-das. “Es una modalidad vincular adictivaen la que el centro de poder está puestoafuera, en el otro”, explica la licenciadaInés Olivero, presidenta de Fundapap,Fundación para la Asistencia de Per-sonas Adictas a Personas (www.fun-dapap.org). “La persona se des-vive porlos problemas de su objeto adictivo –quepuede ser su pareja, sus padres, los hijos,

Señales de alerta“Los síntomas que encontramos son de menor a mayor, por lo que decimos quela codependencia es una enfermedad crónica, progresiva y social”, explican Olivero y Pucheu. Los síntomas máscomunes son desde crisis de angustia por sentimientos deabandono y vacío, ansiedadcon necesidad de controlar al otro y estar pendiente de él, insomnio, celos ex-tremos, crisis de ira con descontrol y vio-lencia hasta depre-siones importantes,distintas enfermeda-des relacionadas con la baja inmunidadpor depresión crónica o encubierta, yadicciones. Por su parte, Mellody enume-ra cincos síntomas para estar alerta: difi-cultad para experimentar niveles apro-piados de autoestima; problemas paraestablecer límites funcionales con las demás personas; incapacidad para asumirde manera adecuada la propia reali-dad; dificultad para cuidar de uno mismo.

Por vínculos más sanos“Hablar en términos de sanidad en los vínculos es complicado porque nada es realmentesano, pero podríamos reconocer como armonioso a un vínculo que se recree desde sus crisis, con serenidad, libertad de elección y alegría. Si esto no aparece, no está siendosaludable”, explica la licenciada Inés Olivero. Por eso, ante el primer llamado de aten-ción, lo mejor es recurrir a una consulta. ¿Dónde ir? Existen cantidad de centros para hacer consultas, en todo el país. En Internet hay páginas que pueden orientarlo.

Cuando amares rescatar

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Por Agustina Tanoira.Fotos: Other Images y www.sxc.hu

relacionan de manera compulsiva conel juego, la comida, la violencia, el tra-bajo y hasta con los deportes. Y aten-ción, tampoco es necesario haber vivi-do toda la vida al lado de un adicto, yaque bastan unos pocos meses para queel “efecto tóxico” tenga consecuenciasdevastadoras en su entorno.

Una cuestión de autoestima¿Cómo reconocerse como codepen-diente? Una de las pistas clave está enla baja autoestima. Los codependientestienen esta particular manera de rela-cionarse con los demás debido a ello.Por lo general, se trata de personas queno saben divertirse, que se toman la vi-da demasiado en serio, que temen equi-vocarse y que niegan sus propios senti-mientos. Claro, el foco está puesto enel otro y esta permanente necesidad decomplacerlo lo llena de ansiedad. “En

la sociedad actual,hay falta de auto-estima tanto en elcaso de que lapersona mani-

fieste minusvalía como también cuandomuestra omnipotencia”, confirma la li-cenciada Olivero. “Y no es raro, porquetodos nos movemos atraídos por un poderexterior a nosotros: la empresa, la apa-riencia o imagen que se exhibe, los bienesmateriales –esgrimidos como escudos omáscaras seductoras– para que nos elijan,la competitividad, etc., y nos olvidamos defortalecer el poder interior, lugar legítimode la autoestima”. Las especialistas deFundapap coinciden en que esto co-mienza desde el hogar, con modelosque no brindan seguridad y esperanque los hijos se empeñen en agradar, yasí puedan cubrir sus carencias, respon-diendo a lo que se espera de ellos en lu-gar de respetar su propia individuali-dad. “Este modo de crianza se da en la lla-mada familia disfuncional, tan común enla actualidad, que genera niños-adultosque luego se convertirán en adultos-niñosy seguirán demandando –en las relacionesque formen–, aquella atención exclusivaque les faltó en la infancia”, agrega Pu-cheu. Para Pía Mellody, otra especialis-ta en la materia, estas personas tienencierta estima, a la que ella denomina“estima exterior”, ya que se basa en co-sas externas, como la apariencia, el di-nero que ganan, el desempeño de loshijos y los títulos que han obtenido, en-tre otras cosas. “No está mal que con es-tas cosas se disfrute o se obtengan satisfac-ciones”, explica. “Pero eso no es autoesti-ma, ya que esta se basa en el propio des-empeño y no en la opinión de otras perso-nas. El peligro radica en que cuando lafuente de estima es exterior, uno es muchomás vulnerable a los cambios, ya que setrata de algo frágil y poco confiable”. Me-llody, autora de La codependencia y Lasadicciones del amor, explica que las per-

sonas sanas saben que son valiosas aun-que cometan errores o se las rechace ycontinúan experimentando esa sensa-ción de lo valiosas que son frente acualquier fracaso. ¿Cómo comenzar un círculo virtuosopara recuperar la autoestima? Empe-zando por intentar poner límites alabuso y las exigencias de los otros. Estono es egoísmo y puede evitar la code-pendencia. “Se puede inducir, informarledel tema, pero no se puede decidir por ellao él”, afirma Olivero. “La codependenciaes una enfermedad que se descubre por

autodiagnóstico. Si la persona no se perci-be a sí misma en conductas que la estándañando, es difícil que otro pueda hacersecargo, al menos sin correr el riesgo de en-trar en codependencia, es decir, convertir-se en un salvador”. En su libro, Beattieasegura que la recuperación no siemprees fácil, pero es sencilla y se basa en unapremisa que muchos de nosotros he-mos olvidado –o quizá, nunca hemosaprendido– y es que cada persona esresponsable de sí misma. Y eso implicaaprender e incorporar una nueva con-ducta: cuidar de uno mismo.

su jefe, un amigo e incluso también un pa-ciente o los alumnos–. El clima emocionales de intenso sufrimiento y ansiedad. Sue-le cursar como una polaridad: el codepen-diente persigue porque siente que si sequeda solo, se muere”.

Cuando ayudar se vuelve tóxico“Todos dependemos afectivamente deotros y eso es necesario, además de salu-dable”, explica la licenciada Olivero.“La diferencia entre lo benéfico y lo tóxicoestá en las relaciones que generan doloremocional mediante la manipulación, elcontrol y la demanda excesiva, o el miedoa ser abandonado, si uno no se somete”.Este vínculo enfermizo está muy ligadoa Alcohólicos Anónimos, y no es ca-sual, ya que en la década del cuarenta,en el siglo pasado, fueron los familiaresde los alcohólicos quienes se percata-ron de que compartían un trastornopor el simple hecho de convivir conpersonas adictas. Y que, a medida queel alcohólico entraba en el programa derecuperación, ellos sentían algo similaral síndrome de abstinencia. “Es quenuestra enfermedad también es una adic-ción”, reconocen quienes la sufren. “Ysus trastornos son muy similares a los quecausan el alcohol y las drogas”. Unos años más tarde, en 1986, la tera-

peuta norteamericana Melody Beattieintrodujo al mundo en el tema de la co-dependencia al publicar su libro Ya noseas codependiente, en el que volca-ba su propia experiencia. A lolargo de su vida, estamujer sufrió el aban-dono de su padre,un secuestro,abusos, adic-ción a las dro-gas y el alco-hol, un di-vorcio y lamuerte deun hijo, loque la llevó ahacer un traba-jo muy profundosobre sí misma yconvertirse en una vozcalificada para hablar derelaciones tóxicas y codepen-dientes ¿Las máximas que rigen su vi-da? Existen tres principios básicos pe-ro nucleares: no permitas que nadie telastime; no lastimes a nadie y no telastimes a ti mismo. En un “mal enganche” la emoción bási-ca que acompaña al vínculo es nociva.“Si es de sufrimiento hay que parar ahí, ycomenzar a fortalecerse en lo personal”,recomienda Olivero. Claro, el tema es

que uno podría pensar que es naturalayudar a una persona necesitada, pero¿no será que de manera inconsciente

esperamos ser reconocidos y que elhecho de que alguien dependa

de nosotros nos hace sen-tir importantes? Se-

gún la doctora Mó-nica Pucheu, se-

cretaria de Fun-dapap: “El mo-

do de evitar ladependenciapatológica es-tá en el respe-

to por la propiaindividualidad y

en la certeza deque las relaciones

han de compartir de-rechos y deberes, lo que

permite el desarrollo de quie-nes están implicados en el vínculo”,

explica. “Debe existir la paridad comoforma de relacionarse. Es necesario des-pertar el centro de poder interior y hacer-se cargo de la propia vida, tanto paradesplegar talentos como también paraasumir las dificultades”.Es importante destacar que la code-pendencia no solo se da con alcohóli-cos y adictos a las drogas, sino que tam-bién puede aparecer entre quienes se

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Método de los 12 pasosTanto en la Argentina como en otros pa-íses del mundo, existen grupos de ayudapara codependientes; algunos de estosson Codependientes Anónimos (CoDA) yAl-Anon, ambos basados en un progra-ma de recuperación de 12 pasos, similaral creado por Alcohólicos Anónimos.1. Admitimos que éramos impotentesrespecto al poder sobre los otros y sentimos que nuestras vidas se habíavuelto ingobernables. 2. Llegamos a convencernos de que solo un poder superior a nosotros mis-mos podría devolvernos el equilibrio. 3. Resolvimos confiar nuestra voluntady nuestra vida al cuidado de Dios, según

nuestro propio entendimiento de él.4. Sin ningún temor hicimos un minucio-so inventario moral de nosotros mismos.5. Admitimos ante Dios, ante nosotrosmismos y ante otros seres humanos la naturaleza exacta de nuestros errores.6. Estuvimos enteramente dispues-tos a que Dios eliminase todos estos defectos de carácter.7. Humildemente pedimos a Dios quenos librase de nuestras culpas.8. Hicimos una lista de todas las perso-nas a las que habíamos herido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les habíamos causado. 9. Reparamos directamente el mal cau-sado a estas personas cuando nos

fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiese infligidomás daño o perjudicado a un tercero.10. Proseguimos con nuestro inventariopersonal, y cuando nos equivoca-mos, lo admitimos inmediatamente.11. Buscamos a través de la oración y lameditación, mejorar nuestra relación con Dios como nosotros lo concebimos,pidiéndole solo que nos dejase co-nocer su voluntad para con nosotros ynos diese la fortaleza para cumplirla.12. Al lograr un despertar espiritual co-mo resultado de estos pasos, trata-mos de llevar el mensaje a otros code-pendientes y de practicar estos princi-pios en todas las áreas de nuestra vida.

Las mujeres, principales afectadasLas estadísticas son contundentes: las mujeres son mucho más vulnerablesa convertirse en codependientes que los varones. Es probable que esto se deba a creencias socioculturales como que el sexo femenino es débil ydebe satisfacer las necesidades de los demás. Es frecuente que crean que si ellas no cuidan a las personas adictasnadie lo hará. Sin embargo, con esta actitud ni se ayudan ni ayudan al otro.En realidad, las mujeres codependientesterminan por convertirse en facilita-dora de las conductas autodestructivasde la persona que pretenden rescatar.

“La persona se des‐vive por los problemasde su objeto adictivo –que puede ser su

pareja, los hijos, su jefe, alumnos, etc–. Elclima emocional es de intenso sufrimiento

y ansiedad”. Licenciada Inés Olivero.

“El modo de evitar la depen‐dencia patológica está en elrespeto por la propia indivi‐dualidad y en la certeza deque las relaciones han de

compartir derechos y debe‐res, lo que permite el des‐

arrollo de quienes están im‐plicados en el vínculo”.

Mónica Pucheu 

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