18 1952. ~9 Libros Morlacos Trayectoria y Mensaje ...

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Ctaenca Ecuador, S. A ra. _ BOLETIN BIBLIOGKAFICO D I R E C T O R : G. Humberto Mata, Miem r o d e l a A s o c i a c i ó n de Bibliotecarios Ecuatorianos y de The American] Library Association (ALA). Cuenca, a 18 de Agosto de 1952. ^N ~9 "XTf Libros Morlacos HEMEROTECA AZUAYA, por Alfonso Andrade Chiriboga Bien quisiera aquí copiar mi juicio que so- bre Alfonso Andrade y Chiriboga emito en mi libro en preparación MARGINALES PARA UN ESTUDIO DE LA LITERATURA MORLACA. Pero ejlo no me place ya que, jamás teniendo dos opiniones sobre un hombre, siempre mantengo mi pensamiento sincero y, luego, porque este escritor cuencano se merece un trabajo especial para este BOLETIN. . Viejo y querido es este nombre de Alfonso Andrade Ch. para quienes aprecian debidamente los valores; auténticos de Ja literatura cuencana; valores refrendados por el tiempo, que no única- mente visibles rótulos de figurantes de las letras. Años, años ha que Andrade Chiriboga viene es- cribiendo con tesón y abnegación del todo lauda- bles como el que cumple con un destino, una con- vicción y una necesidad espiritual. Remigio Ta- mariz Crespo, en sn artículo biográfico de PAGI- NAS LITERARIAS (Diciembre de 1918, N° 9), animaba que u ( ) Andrade poseyó siempre el don bendito de la inspiración, y su numen, como las plantas de nuestros jardines, prodiga espontá- neamente flores frescas e irisadas". Así debió ser; así fué, y así es: siempre espontáneo con su cajito surtido de su corazón trémulo ante la Belleza y la Poesía y la Música. Por esta fluidez de su inspi- ración muchos poemas suyos fueron puestos en música por su propio autor. Y me consta que se los cantaba en parrandas callejeras, lo mismo que en salones de la aristocracia morlaca. La poesía sentida es música sencilla y afable para la íntima expansión de sentimientos nobles: ya en la pena, ya en el amor, así como en el gozo. Y todos estos temas se puede hallarlos en la obra de. Alfonso Andrade Ch., meritísimo escritor del verso y de la prosa, cuya personalidad, cuando había críticos que pensaban con la cabeza y comentaban con la pluma, — y no como ahora que piensan con el bol- sillo y comentan por la retribución de alabanzas fue certeramente juzgada y prestigiada. Para mí que este Don Alfonso Andrade Ch-, es el último de los grandes viejos que nos quedan. ¿Qué otro? Ido Juan Iñiguez Yintimilla ya no hay persona de valía definitiva en el parnasillo morlaco o en los círculos literarios o en la gran masa de las letras cuencanas. Que me digan de alguno ¿López? Sí, puede ser. Pero López no tiene circulación huma- na Si honradamente me olvido de alguien, me dispensan. Digo valía definitiva porque actualmen- te los valores intelectuales de Cuenca están, casi todos, en estado de veremos. De algún tiempo a esta parte detenta el AD REFERENDUM consagrando para ios literatos morlacos cierta gavilla de intelectuales que están fungiendo de neo genios. Sin discrimen de edad ni respeto por la antigüedad de los escritores, in- dustrian sus manejos y empresas provincianas por demás domésticas. Es la susodicha trinca que le niega valía a Alfonso Andrade y le mezquina los honores qué le está debiendo toda la Morlaquía. Esto lo digo con énfasis de mi lealtad para conmi- go mismo. Alfonso Andrade es, quizás en los úl- timos cinco años, el morlaco que más méritos ha dado a las letras comarcanas. Y lo ha hecho con obras de valía, de positivo valor y de definitivo merecimiento. Si no se ha reconocido esto por par- te de municipios, por instituciones culturales y más fundaciones de etcéteras, es porque los premios se conceden conforme a la simpatía o los servicios par- ticulares de la persona y no a la obra que tiene un hombre, cualquier hombre, pero que valga au- ténticamente. Así hemos visto que se ha chorrea- do de medallas, se ha empastado de billetes y otras cosas a personas postineras si, pero, los más, inte- lectuales fraudulentos. Y basta con lo dicho. No quiero juzgar aefuí la obra en verso y prosa de Alfonso Andrade Chiriboga que está am- parada por estos títulos: NUESTRO POEMA, 1946, CHACOTA LITERARIA, 1947 y ESPIGUEO, (1947-49). Muy encomiable resulta en Alfonso An- drade Ch. el haber editado sus obras por su pro- pia iniciativa y mediante su propio dinero, sin apo- yo de ningunos organismos que se suponen de cul- tura, pero, siempre, niegan auxilios a toda obra genuinamente de valía. En cada una hay ; excelencias literarias de mucho viso. El enjuiciamiento de los libros antes citados lo expongo en mi libro arriba mencionado. Ahora sólo quiero contraerme a su obra HEME- ROTECA AZUAYA. (1950) que, para mí, es su obra capital y por la que pasará a la inmortalidad .... si le permiten sus paisanos morlacos. No creo estar exagerado al afirmar que en los anales de la literatura cuencana apenas haya obra que se parangone en mérito a esta HEME- ROTECA AZUAYA de Andrade Chiriboga, n i se diga iguale a su categoría como obra de verdade- ra utilidad común. En justicia hay que mencionar BIBLIOGRA- FIA ECUATORIANA del cuencano Nicolás Es- pinosa Cordero, así mismo valiosísima obra de to- do interés para lo colectivo intelectual. IÍ£ro no al- canza ai minucioso examen, entro que la de An- drade, siendo más exegética.por exelencia la labor de Espinosa. Y si vamos a la índole de esta obra que se hubiese producido en Ecuador, tenemos ahí el ANUARIO DE LA PRENSA ECUATORIANA, por César D. Villavicencio. Mas esto, junto con los trabajos de este género emprendidos por el bene- mérito e infatigable y el meritísimo Carlos A. Ro- lando, son nada más que estadísticas ampliadas. Muy útiles por supuesto, pero sin discrimen críti- co de ningún género. Y nada dii*© aqui de las obras de Destruge Pues, por HEMEROTECA AZUAYA, vemos el progreso del arte periodístico desde sus comien- zos en Cuenca, allá por 1828 cuando Fray Solano y Feo. Eugenio Tamariz arremetían a golpes de hábito talar y bífida lengua larga, el franciscano y el militar godo a espolazo limpio, mandoble y taco españolísimos, pero... creando entrambos el periodismo en el Azuay. Alfonso Andrade da no- ticia de todos los periódicos aparecidos en esta Santa Ana Morlaquía de los Cuatro Ríos, desde el indicado año de los señores hasta 1.900, toda una cuasi centuria de periódicos azuayos. Y la no- ticia no se contenta sólo con describir material- mente a las hojas impresas, dar nómina de sus redactores, colaboradores, tipógrafos, lema, año de publicación y de desaparición, etc., sino que se contrae a estudiar sus asuntos más importantes, realizando el análisis del por qué de la aparición de cada periódico. Todos sabemos que en pueblos chicos de urbanización, pero de frondosa imagina- ción y gigantismo verbal para la maledicencia, siempre han irrumpido periódicos.... eufemística de- nominación que oculta lo que tiene muy distinto nombre. Así vemos en los periódicos de la Provin- cia del Azuay que, los más, han sido creados ya para fomentar determinada candidatura presiden- cial, para apoyar a un gobierno vacilante, y, mu- ellísimas ocasiones, para infamar y hundir a cierta persona que quedaba imprentada en su honor con la huella ominosa de la subalterna tipografía más aleve. Alfonso Andrade Chiriboga no se constriñe a dar el aviso escueto de todo ello, sino que, vale- rosamente, con toda virilidad de caballero digno, hace crítica, sopesa lo bueno y lo malo del dicho periodiquerismo, analiza y sentencia con toda jus- (pasa a la página tres) Trayectoria y Mensaje del Libro Libro, del latín LIBER, equivalente a L E - POR, membrana que tienen los árboles entre la corteza y la madera. Por libro se entiende hoy "la reunión de pa- pel, ordinariamente impresas, que se han cosido o encuadernado juntas, con cubierta de papel, car- tón pergamino, etc." Para los antiguos designaba los manuscritos, ya fuera en piedra, metales, barro cocido, placas de madera untadas de cera, láminas de marfil, o cualquiera otra materia apropiada para escribir; después los escritos en papiro; más tarde en per- gamino y en telas, y por último en papel. En arqueología se conoce con el nombre de "Libro elefantino", el que se componía de tabletas de marfil, grabadas o pintadas Discrepa de esta opinión José Justo Escalígero, gran sabio francés del siglo X V I , quien sostuvo que ese nombre sólo se daba a los libros hechos con los intestinos de los elefantes. La piedra, indudablemente, fué la primera materia de que se valió el hombre para escribir. Es un, hecho indiscutible que el Señor entregó a Moisés el Decálogo, escrito en piedras. A las piedras sucedieron los metales. Prueba de ello es que la Biblia dice que "Aarón llevaba pendiente de la tierra por cinta, calor de jacinto, una laminilla de oro en la que se leía: "La san- tidad del Señor". E11 el siglo I I se guardaba en un templo de Beocia uña colección de sentencias del poeta He- síodo grabadas en planchas de plomo. Tocóle el turno al PAPIRO, nombre de una planta de la familia de las ciperáceas, originaria de Africa, propia de los lugares pantanosos. "Su tallo se compone de láminas finísimas superpues- tas que, separadas, y con una preparación conve- niente, servían para la escritura". Gracias a esas placas, en las cuales fueron escritos los más notables episodios de épocas tan lejanas, podemos hablar hoy, con entera propiedad, de la historia antigua de Oriente. De esas placas la más apreciada era la más anterior, a la que distinguían con el adjetivo "Hierática", del griego HIERROS, sagrado. Estas eran destinadas, exclu- sivamente, para libros de carácter religioso. En el papiro se escribía por una sola cara. Sin embargo, como cosa extraordinariamente rara, se cita ''La Política de Aristóteles", en donde se usa- ron ambos lados. Esto se llamó papiro, epistográ- fico. Era. o mejor dicho, es muy difícil la lectura de esos libros, por estar siempre en forma de ro- llos. Hay que colocarlos contra la luz. Había ro- llos que medían hasta cuarenta y cinco y medio metros de largo; pero generalmente, una obra se escribía en una serie de pequeños trozos, que se iban colocando por orden, también en rollos, en estuches de madera, que semejaban nuestras ac- tuales cajas de cigarros. Vino después el pergamino. A éste le dio su nombre la ciudad de Pérgamo. Los griegos lo lla- maron PERGAMEE^AI, que equivale a pertene- ciente a la ciudad de Pérgamo; y los latinos crea- ron la palabra PERGAMENA, que unida a la pa- labra CHARTA, quiere decir papel de Pérgamo. El origen del pergamino, bien puede asegu- rarse, linda con los primeros tiempos de la crea- ción. Así opinaron Diódoro y Herodoto. Se ase- gura que los Hebreos lo empleaban ya, para es- cribir, durante su permanencia en el Monte Sinaí, es decir, en la misma época en que fueron en- tregadas a Moisés las tablas de la Ley. Es muy cierto que el modo lo prepararon entonces fué tan deficiente, que de esos escritos es muy poco lo que ha podido descifrarse. El desarrollo de esta industria se debe a uno

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C t a e n c a E c u a d o r , S . A ra.

_ B O L E T I N B I B L I O G K A F I C O D I R E C T O R : G. H u m b e r t o M a t a ,

M i e m r o d e l a A s o c i a c i ó n d e B i b l i o t e c a r i o s E c u a t o r i a n o s y d e T h e A m e r i c a n ] L i b r a r y A s s o c i a t i o n ( A L A ) .

Cuenca, a 18 de Agos to de 1952. ^ N ~ 9 "XTf

Libros Morlacos HEMEROTECA AZUAYA, por Alfonso Andrade Chiriboga

Bien quisiera aquí copiar m i juicio que so­bre Alfonso Andrade y Chiriboga emito en mi l ibro en preparación M A R G I N A L E S P A R A U N ESTUDIO DE L A L I T E R A T U R A M O R L A C A . Pero ejlo no me place ya que, jamás teniendo dos opiniones sobre un hombre, siempre mantengo m i pensamiento sincero y, luego, porque este escritor cuencano se merece un trabajo especial para este B O L E T I N . .

Viejo y querido es este nombre de Alfonso Andrade Ch. para quienes aprecian debidamente los valores; auténticos de Ja literatura cuencana; valores refrendados por el tiempo, que no única­mente visibles rótulos de figurantes de las letras. Años, años ha que Andrade Chiriboga viene es­cribiendo con tesón y abnegación del todo lauda­bles como el que cumple con un destino, una con­vicción y una necesidad espiritual. Remigio Ta­mariz Crespo, en sn artículo biográfico de P A G I ­N A S L I T E R A R I A S (Diciembre de 1918, N° 9), animaba que u ( ) Andrade poseyó siempre el don bendito de la inspiración, y su numen, como las plantas de nuestros jardines, prodiga espontá­neamente flores frescas e irisadas". Así debió ser; así fué, y así es: siempre espontáneo con su cajito surtido de su corazón trémulo ante la Belleza y la Poesía y la Música. Por esta fluidez de su inspi­ración muchos poemas suyos fueron puestos en música por su propio autor. Y me consta que se los cantaba en parrandas callejeras, lo mismo que en salones de la aristocracia morlaca. La poesía sentida es música sencilla y afable para la íntima expansión de sentimientos nobles: ya en la pena, ya en el amor, así como en el gozo. Y todos estos temas se puede hallarlos en la obra de. Alfonso Andrade Ch., meritísimo escritor del verso y de la prosa, cuya personalidad, cuando había críticos que pensaban con la cabeza y comentaban con la pluma, — y no como ahora que piensan con el bol­sillo y comentan por la retribución de alabanzas fue certeramente juzgada y prestigiada. Para mí que este Don Alfonso Andrade Ch-, es el último de los grandes viejos que nos quedan. ¿Qué otro? Ido Juan Iñiguez Y int imi l la ya no hay persona de valía definitiva en el parnasillo morlaco o en los círculos literarios o en la gran masa de las letras cuencanas. Que me digan de alguno ¿López? Sí, puede ser. Pero López no tiene circulación huma­na Si honradamente me olvido de alguien, me dispensan. Digo valía definitiva porque actualmen­te los valores intelectuales de Cuenca están, casi todos, en estado de veremos.

De algún tiempo a esta parte detenta el A D R E F E R E N D U M consagrando para ios literatos morlacos cierta gavilla de intelectuales que están fungiendo de neo genios. Sin discrimen de edad n i respeto por la antigüedad de los escritores, i n ­dustrian sus manejos y empresas provincianas por demás domésticas. Es la susodicha trinca que le niega valía a Alfonso Andrade y le mezquina los honores qué le está debiendo toda la Morlaquía. Esto lo digo con énfasis de m i lealtad para conmi­go mismo. Alfonso Andrade es, quizás en los úl­timos cinco años, el morlaco que más méritos ha dado a las letras comarcanas. Y lo ha hecho con obras de valía, de positivo valor y de definitivo merecimiento. Si no se ha reconocido esto por par­te de municipios, por instituciones culturales y más fundaciones de etcéteras, es porque los premios se conceden conforme a la simpatía o los servicios par­ticulares de la persona y no a la obra que tiene un hombre, cualquier hombre, pero que valga au­ténticamente. Así hemos visto que se ha chorrea­do de medallas, se ha empastado de billetes y otras cosas a personas postineras si, pero, los más, inte­lectuales fraudulentos. Y basta con lo dicho.

No quiero juzgar aefuí la obra en verso y prosa de Alfonso Andrade Chiriboga que está am­parada por estos títulos: NUESTRO POEMA, 1946, CHACOTA L I T E R A R I A , 1947 y ESPIGUEO, (1947-49). Muy encomiable resulta en Alfonso A n ­drade Ch. el haber editado sus obras por su pro­pia iniciativa y mediante su propio dinero, sin apo­yo de ningunos organismos que se suponen de cul­tura, pero, siempre, niegan auxilios a toda obra genuinamente de valía.

En cada una hay ; excelencias literarias de mucho viso. E l enjuiciamiento de los libros antes citados lo expongo en mi libro arriba mencionado. Ahora sólo quiero contraerme a su obra H E M E ­ROTECA A Z U A Y A . (1950) que, para mí, es su obra capital y por la que pasará a la inmortalidad... . si le permiten sus paisanos morlacos.

No creo estar exagerado al afirmar que en los anales de la literatura cuencana apenas haya obra que se parangone en mérito a esta H E M E ­ROTECA A Z U A Y A de Andrade Chiriboga, n i se diga iguale a su categoría como obra de verdade­ra ut i l idad común.

En justicia hay que mencionar B I B L I O G R A ­F I A E C U A T O R I A N A del cuencano Nicolás Es­pinosa Cordero, así mismo valiosísima obra de to­do interés para lo colectivo intelectual. IÍ£ro no al­canza ai minucioso examen, e n t r o que la de A n ­drade, siendo más exegética.por exelencia la labor de Espinosa. Y si vamos a la índole de esta obra que se hubiese producido en Ecuador, tenemos ahí el A N U A R I O D E L A P R E N S A E C U A T O R I A N A , por César D. Villavicencio. Mas esto, junto con los trabajos de este género emprendidos por el bene­mérito e infatigable y el meritísimo Carlos A. Ro­lando, son nada más que estadísticas ampliadas. M u y útiles por supuesto, pero sin discrimen críti­co de ningún género. Y nada dii*© aqui de las obras de Destruge

Pues, por H E M E R O T E C A A Z U A Y A , vemos el progreso del arte periodístico desde sus comien­zos en Cuenca, allá por 1828 cuando Fray Solano y Feo. Eugenio Tamariz arremetían a golpes de hábito talar y bífida lengua larga, el franciscano y el mil i tar godo a espolazo limpio, mandoble y taco españolísimos, pero... creando entrambos el periodismo en el Azuay. Alfonso Andrade da no­ticia de todos los periódicos aparecidos en esta Santa Ana Morlaquía de los Cuatro Ríos, desde el indicado año de los señores hasta 1.900, toda una cuasi centuria de periódicos azuayos. Y la no­ticia no se contenta sólo con describir material­mente a las hojas impresas, dar nómina de sus redactores, colaboradores, tipógrafos, lema, año de publicación y de desaparición, etc., sino que se contrae a estudiar sus asuntos más importantes, realizando el análisis del por qué de la aparición de cada periódico. Todos sabemos que en pueblos chicos de urbanización, pero de frondosa imagina­ción y gigantismo verbal para la maledicencia, siempre han irrumpido periódicos.... eufemística de­nominación que oculta lo que tiene muy distinto nombre. Así vemos en los periódicos de la Provin­cia del Azuay que, los más, han sido creados ya para fomentar determinada candidatura presiden­cial, para apoyar a un gobierno vacilante, y, m u ­ellísimas ocasiones, para infamar y hundir a cierta persona que quedaba imprentada en su honor con la huella ominosa de la subalterna tipografía más aleve. Alfonso Andrade Chiriboga no se constriñe a dar el aviso escueto de todo ello, sino que, vale­rosamente, con toda vir i l idad de caballero digno, hace crítica, sopesa lo bueno y lo malo del dicho periodiquerismo, analiza y sentencia con toda jus-

(pasa a la página tres)

Trayectoria y Mensaje del Libro

Libro , del latín L I B E R , equivalente a L E -POR, membrana que tienen los árboles entre la corteza y la madera.

Por libro se entiende hoy " la reunión de pa­pel, ordinariamente impresas, que se han cosido o encuadernado juntas, con cubierta de papel, car­tón pergamino, etc."

Para los antiguos designaba los manuscritos, ya fuera en piedra, metales, barro cocido, placas de madera untadas de cera, láminas de marf i l , o cualquiera otra materia apropiada para escribir; después los escritos en papiro; más tarde en per­gamino y en telas, y por último en papel.

En arqueología se conoce con el nombre de " L i b r o elefantino", el que se componía de tabletas de marf i l , grabadas o pintadas Discrepa de esta opinión José Justo Escalígero, gran sabio francés del siglo X V I , quien sostuvo que ese nombre sólo se daba a los libros hechos con los intestinos de los elefantes.

La piedra, indudablemente, fué la primera materia de que se valió el hombre para escribir. Es un, hecho indiscutible que el Señor entregó a Moisés el Decálogo, escrito en piedras.

A las piedras sucedieron los metales. Prueba de ello es que la Bibl ia dice que "Aarón llevaba pendiente de la tierra por cinta, calor de jacinto, una laminilla de oro en la que se leía: " L a san­tidad del Señor".

E11 el siglo I I se guardaba en un templo de Beocia uña colección de sentencias del poeta He-síodo grabadas en planchas de plomo.

Tocóle el turno al P A P I R O , nombre de una planta de la familia de las ciperáceas, originaria de Africa, propia de los lugares pantanosos. "Su tallo se compone de láminas finísimas superpues­tas que, separadas, y con una preparación conve­niente, servían para la escritura".

Gracias a esas placas, en las cuales fueron escritos los más notables episodios de épocas tan lejanas, podemos hablar hoy, con entera propiedad, de la historia antigua de Oriente. De esas placas la más apreciada era la más anterior, a la que distinguían con el adjetivo "Hierática", del griego H I E R R O S , sagrado. Estas eran destinadas, exclu­sivamente, para libros de carácter religioso.

En el papiro se escribía por una sola cara. Sin embargo, como cosa extraordinariamente rara, se cita ' 'La Política de Aristóteles", en donde se usa­ron ambos lados. Esto se llamó papiro, epistográ-fico.

Era. o mejor dicho, es muy difícil la lectura de esos libros, por estar siempre en forma de ro­llos. Hay que colocarlos contra la luz. Había ro­llos que medían hasta cuarenta y cinco y medio metros de largo; pero generalmente, una obra se escribía en una serie de pequeños trozos, que se iban colocando por orden, también en rollos, en estuches de madera, que semejaban nuestras ac­tuales cajas de cigarros.

Vino después el pergamino. A éste le dio su nombre la ciudad de Pérgamo. Los griegos lo l la ­maron P E R G A M E E ^ A I , que equivale a pertene­ciente a la ciudad de Pérgamo; y los latinos crea­ron la palabra P E R G A M E N A , que unida a la pa­labra C H A R T A , quiere decir papel de Pérgamo.

E l origen del pergamino, bien puede asegu­rarse, linda con los primeros tiempos de la crea­ción. Así opinaron Diódoro y Herodoto. Se ase­gura que los Hebreos lo empleaban ya, para es­cribir, durante su permanencia en el Monte Sinaí, es decir, en la misma época en que fueron en­tregadas a Moisés las tablas de la Ley.

Es muy cierto que el modo lo prepararon entonces fué tan deficiente, que de esos escritos es muy poco lo que ha podido descifrarse.

E l desarrollo de esta industria se debe a uno

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sido víctima de la dipsomanía, fué notable erudito, y el mayor fomentador de las letras en aquellos tiempos. E l , en su deseo de formar la mejor y más importante biblioteca de su época, envió mul ­t i tud de sabios por todo el mundo conocido en­tonces, para que comprasen o adquiriesen cuantas obras de mérito, o de algún valor les fuere po­sible.

Fue entonces cuando, el tristemente célebre rey de Egipto, probablemente Tolomeo I I , el f ra­tricida, en su deseo de perjudicar a su odiado r i ­va l , cuya fama de sabio le causaba honda mort i ­ficación, prohibió la exportación del papiro, pre­valiéndose de su inmenso poder y de que las fuentes de producción de la codiciada planta se encontraban en su imperio, a las orillas del Ni lo . Esto obligó a Eumenes a aguzar el inge­nio. A l efecto reunió a los curtidores de Pérga­mo, obreros sumamente hábiles, les hizo las i n ­dicaciones del caso y dejó el asunto en sus ma­nos. Estos después de maduro estudio y de múl­tiples experimentos, llegaron a perfeccionarse en el arte de adelgazar pieles de vaca, de asno, de carnero, de cabra, de lobo etc., para con ellas subs­t i t u i r el elemento que se les negaba, con lo cual quedó solucionado, con grandes ventajas, tan d i ­fícil problema.

La industria floreció rápidamente, y dentro de ella se hicieron verdaderas maravillas. L a V i ­tela, del latín VIT1LUS, ternerillo), por ejemplo, fué algo que bien merece el calificativo de pre­cioso: eran hojas blancas, flexibles, de acabado perfecto, y de una finura extraordinaria. Para su fabricación empleaban únicamente las pieles de terneritas; y ese producto pasaba a manos de ver­daderos artífices, para la confección de libros ex­traordinarios.

E l pergamino, a pesar de su elevado precio, contribuyó inmensamente a la difusión del libro, por medio de las bibliotecas públicas. Dos siglos antes de J . C. ya se conocían los Códices, que son libros manuscritos y que, generalmente, se usaban para escribir leyes. Viene su nombre de la voz latina C A U D E X , que significa tronco de árbol. De allí formaron en nuestro idioma la palabra Código, que quiere decir, compilación de leyes.

También existen los libros que se conocen con el nombre de Palimpsestos. Estos muy raros, y sobre todo, muy curiosos, indican con claridad meridiana, lo difícil y costoso que debía ser en aquellos remotos tiempos, la consecución de ele inentos para escribir. L a palabra Palimpsesto, vie­ne de dos palabras griegas: P A L I N , que quiere decir otra vez, y PSAOO, borrar. Pues bien, esos libros, en papiro, pergamino etc., son escritos, después de haber sido lavado o raspado lo que primeramente en ellos se escribió. En los térmi­nos actuales, bien pudiéramos decir: escritura con segunda mano.

Conviene anotar que fueron los frailes los piimeros obreros que se ocuparon en la fabrica­ción de libro, en la forma conocida hoy, auncuan-do de tamaño gigantesco, ya que cada hoja repre­senta la piel de una oveja o de un cabro. De es­tos son muy notables los llamados Corales, porque se colocaban en el centro del coro, sobre un l u ­joso facistol, frente al cual, en semicírculo se si­tuaban los miembros de la comunidad a seguir los rezos o cantos de los oficios religiosos.

Los monjes benedictinos, muy en particular, contribuyeron s estos trabajos, en los cuales la constancia y la paciencia, unidas a la ilustración, dieron tan opimos fruto. De ahí viene la cono­cida frase, cuando de labores extraordinarias se trata: "Es trabajo benedictino".

En la edad media, obligatoriamente, se usa­ban estas mismas pieles para escribir en ellas los títulos y privilegios. Todavía se dice, cuando de nobleza se habla: "Hombre o familia de muchos pergaminos".

Por último vino la importación del papel l la ­mado "e l mayor vehículo del progreso humano", a los países de Occidente.

Según historiadores, lo suficientemente do­cumentados, fue el siete de Julio del año sete­cientos cincuenta y uno de la Era Cristiana, la fecha de suceso tan extraordinario.

1 Refiriéndose al papel, dice así la historia: "Kao Hsieu-fa, general do Corea, fué vencido por los árabes que llevaban por auxiliares a los tur ­comanos, cerca de una ciudad llamada Kang l i , en la orilla del río Tharaz. Los vencedores traspasa­ron las fronteras mismas del Celeste Imperio, per­siguiendo a los chinos, y Jes hicieron muchos p r i ­sioneros. Entre ellos había, por feliz casualidad, algunos que tenían por oficio hacer papel. Fue­ron éstos llevados a Samarkanda en donde prouto

y en vencer al papiro, rué p u r q u o wa j i i i u v i v u .

fabricantes sólo de algodón podían hacerlo, y les faltaba o bien abundaba poco la primera materia. A l cabo vino a inventarse hacer papel de trapos viejos y pronto entonces se plantó esta industria a otras partes. La segunda gran fábrica mencio­nada por la historia, fue la de Bagdad, en sete­cientos noventa y cinco el califato de Ha-Brum-al -Raschild".

* * *

¿Cuándo se publicó el primer libro? ¡¡Sólo Dios lo sabe! Los que han tratado de profundizar este te­

ma, al llegar a determinada época, en donde sólo hay nebulosidad, han abandonado su empresa.

Uno de los que más lejos ha ido os el pro­fesor Egger, miembro del Inst ituto de Francia, quien publicó hace poco tiempo una monografía intitulada "Historia del L i b r o " . Allí hace mención de una Memoria, dizque olvidada en la actualidad: " B I B L I O T E C I S A N T E D I L U V I A L E S " , Puede que. esto exista. Pudo suceder que existieran bibliote­cas desde antes de haber sido sembradas las v i ­ñas, cuyos productos causaron tanto daño a Noé; pero yo, no es que lo ponga en duda: es que no lo creo. Todos los historiógrafos, cuyas obras he consultado, están acordes en afirmar, no ha que­dado vestigio alguno de esas bibliotecas.

En cambio que quiero referirme a Osymand-yas. Este personaje ha sjdo históricamente muy discutido. Se ha llegado hasta poner en duda su existencia. Diódoro, historiador griego del tiempo de Augusto, fue el primero que habló de este sa­bio rey; pero como no se le nombra en los jero­glíficos descifrados de aquella época, han preten­dido negarle autoridad científica a ese gran his­toriógrafo.

Diódoro, al hacer la descripción de los mu­chos y estupendos monumentos que aquel rey le­vantó, dice: "'Uno de ellos tenía pintado, en ca­racteres jeroglíficos, todos los episodios notables de su expedición contra los bactrianos, cuando los atacó con su ejército que se componía de 400.000 hombres y 20.000 caballos. Pero el más extraor­dinario de esos monumentos, fué el de la Bibl io ­teca, en cuya, puerta hizo grabar esta inscripción: "tesoro de los remedios del alma"- E l abate Courval describe asi la tumba de Osymandyas: "Era de una magnificencia extraordinaria. Estaba rodeada de un círculo de oro que tenía -un codo de ancho y trescientos sesenta y cinco de extensión. Sobre cada codo estaban marcados la salida y la puesta del sol, de la luna y de las constelaciones". Es sabido que en aquella época los egipcios dividían el año en doce meses, cada uno de treinta días, y que después del 12°, agregaban cada año, cinco y seis horas. Es sabido también que la astronomía fue la ciencia que dominaron, y a la cual ren­dían verdadero culto.

Afortunadamente, Carlos Ricardo Lepsius, notable egiptólogo, identificó a Osymandyas con el rey Ramses Miamum, del siglo X I V , a. de J . C. No debe perderse de vista que Lepsius fue quien descubrió, en las inmediaciones de Tebas, el edificio de la biblioteca, construido por aquel progresista rey. Quien escribe estas líneas tuvo la suerte de visitar esos lugares, y de ver, ya que leerlos le era imposible, muchísimos papiros con leyendas que se refieren a episodios anteriores a Amenofis 1, (1600 a. de J . O.). Pues bien, está plenamente comprobado que fue Osymandyas el fundador de la primera b blioteca pública del m u n ­do en la ciudad de Tebas.

Cabe también aquí recordar el nombre de Assurbanipal, rey de Asiría, (669 a 626 a de J . C ) . Fue el segundo de los hijos de Asarhabdon, quien lo prefirió a su hermano Shamast para la sucesión en el trono. ¡Y a fe que tuvo razón en la escogencia! Este joven unía a sus relevantes dotes de gobierno, su marcada afición a los libros, como lo pregona su famosa biblioteca. E l conocido egiptólogo inglés Austen Enrique Layard, hizo excavaciones en el sitio en donde existió Nínive y allí encontró esos tesoros, entre los cuales el soberano había reunido los documentos de su re i ­nado y de los reinados precedentes, y copias de todos los textos de la vieja l iteratura babilonia. Todas estas maravillas, que tantos servicios han prestado a la literatura moderna, se conservan re­verentemente en el Museo Británico do Londres.

Quiero antes de seguir adelante transcribir un precioso dato encontrado durante mis búsque­das para este estudio. Se refiere al l ibro de fecha más pretérita que se conoce hasta ahora. Dice así: " E l más antiguo de los conocidos es el llamado

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sólido de la escritura, hace suponer, en efecto, una fecha más bien anterior que posterior a la X I I dinastía. Pero si existe alguna incertidurabre acer­ca de la época en que se escribió el ejemplar que ha llegado hasta nosotros, en cambio sabemos con precisión a qué fecha hay que remit ir el texto pr imit ivo , Fue compuesto en los comienzos del reinado de Snefru I I I . [25 siglos a. de. J . C ] , por un personaje llamado Kaquimna o Kaquemni. Lo singular de este libro es su título: "Tratado de saber v i v i r y de moral" .

Los chinos, .en cambio, sostienen que el libro más antiguo que existe es el primero de los Kings (Libros sagrados que forman cinco tomos). A este respecto dice el historiógrafo Páuthier: "Lo cierto es que este libro fue recogido o compilado por Confucio (Khung-Tseu), el filósofo chino más cé­lebre, a fines del siglo V I , antes de Nuestra Era. Ya sean los fragmentos históricos de que se com­pone este libro tan antiguo, como los aconteci­mientos que refiere, o ya hayan sido redactados así como están, por Confucio, sobre documentos antiguos siempre será cierto y evidente que esta cró­nica china es el más antiguo y más hermoso monu­mento histórico que exista en pueblo alguno.

Hacen también mención los chinos a las obras del más sabio de sus emperadores: Hoang-Ti, nom­bre que significa "Dueño y soberano absoluto" E n esos escritos se encuentran datos de valor muy apreciable.

Hoang-Ti, a mediados del siglo X X V I I a. de J . C , dividió sus estados en diez provincias (Tehu), subdivididas a su vez en diez departamentos (Tse), que se componían de diez distritos (Tu), y cada uno de éstos en diez ciudades (Ye). E n cuanto a medidas se sirvió de un grano de mijo por el ta­maño de una línea, diez granos, o sean diez lí­neas por una pulgada, y diez pulgadas por un pié.

Como se sabe, sólo fue cuarenta y cuatro siglos después, cuando con motivo de la Revolu­ción francesa, vino a implantarse, casi universal-mente, el sistema métrico decimal, uno de los mayores triunfos obtenidos para el bien de la hu­manidad.

En las obras de este hombre admirable, l la ­mado el Hipócrates amarillo, dejó escritos estu­dios profundos sobre medicina y astronomía. No debemos olvidar que según los chinos, fue duran­te su reinado cuando tuvo lugar el invento de la brújula, y se conoció la duración exacta del año escolar.

Igualmente se encuentra en esos escritos lo referente a las inmensas labores llevadas a cabo por la esposa del gran emperador: L u i Tseu, crea­dora de una de las mayores fuentes de riqueza de aquel inmenso país. Fue ella quien enseñó a los habitantes del celeste imperio, tanto el arte de criar gusanos de seda, como el de hi lar su pro­ducto para fabricar telas.

* * *

I M P R E N T A

Está plenamente comprobado que los chinos, cuya civilización permaneció dentro de sus famo­sas murallas, desconocida por el resto del mundo, por siglos de siglos, se servían de planchas gra­badas para impr imir , trescientos años a. de J . C. Se sabe igualmente que nuestros aborígenes usa­ban rodillos y sellos, con los cuales imprimían, muy especialmente en telas, sus interesantes d i ­bujos y signos, desde tiempo inmemorial, como lo afirman, entre otros, Oviedo, en su Historia de la Conquista, obra escrita en el siglo X V H ; y re cientemente, el notable profesor Schotelius, al ha­blar sobre telas encontradas y analizadas por él, en la Cueva de los Sautos, y en otras regiones de los Departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Cauca y Santanderes. Es sabido también que an­tes del año de 1.392 ya existían naipes estampa­dos; y que el grabado en madera, en Europa Oc­cidental, data de 1.423.

Tocóle en suerte al siglo X V presenciar la mayor revolución y el mayor acontecimiento en la historia del planeta; me refiero al invento de la imprenta y al descubrimiento de América.

Juan o Hans Grensfleich, hijo de Juan Gens-fleich, y de Elisa G-utemberg, no se sabe por qué llevó siempre el apellido de su madre, con el cual, y sin otro nombre, ha pasado a la historia.

Nació en Maguncia en (1.400). Allí hizo sus estudios. Parece que tomó parte activa en la po-

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mayor enemigo. Por eso, los que las han impuesto, siempre lo han perseguido.

U n libro, como elemento de combate, es i n ­finitamente más potente que los cañones, que las bombas y que las ametralladoras. Sobre éstos tie­ne la ventaja de que a él no se le acaban los pertrechos; dispara y queda preparado para seguir disparando. Sus efectos no son materiales; van al fondo del alma que es donde se deciden las ba­tallas definitivas. Antes del invento de Gutemberg, se habia escrito mucho, pero no se ha divulgado nada. Todo habia ido a parar a manos de los po­tentados, debido a los precios exorbitantes; y éstos mangnates al igual que los avaros, mantenían esos tesoros escondidos.

Era una catalepsia del espíritu, que despertó la imprenta.

Amad el libro. Os lo pide un bibliólatra que debe al libro lo poco que es. Pero al mismo tiem­po os aconseja: Cada uno de vosotros debe po­ner toda su alma al servicio de la escogencia del libro qne va a la-;r. No olvidéis que Jules Clare-tie escribió este apotegma: "Dime qué lees y te diré quien eres".

Tened en cuenta que os he hablado del libro que, al quitar ignorancia, nos deja mucho bueno y nos hace amar la vida. Estos son astros que dan luz; pero los malos libros, si aparentemente dan luz, es como la del fuego fatuo, producto de pu­trefacción, al que mirando siempre con despre­cio, con asco o con terror.

El buen libro nos hace libres; el malo escla­viza nuestro espíritu y rebaja el nivel de la ética, que es el santuario del corazón.

El libro es simiente que unas veces produce el trigo, que en forma de hostia se convierte en Dios, y otras en ortiga que solo produce dolor a quien siquiera la toca.

No vayamos a equivocarnos en la escogencia de nuestra lectura; de ello puede depender nues­tra dicha o nuestra desgracia.

(Tomado de la Revista de Antioquía" Número 105).

Por Manuel M. Buenaventura.

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"Boletín del Consorc io de Centros A g r í ­colas de M a n a b í " . — A ñ o X l l , Nos . 66, 67, 68 69. Portov ie jo , 1951-1952.

"Boletín de la Of i c ina S a n i t a r i a Pana­mer icana" .—Año 30, V o l . X X X , N? 6, V o l . XXXI, N ° 3, 4. 5. 6. A ñ o 3 1 , V . X X X I I , N? 1, 2. W a s h i n g t o n , 1951-1952.

" L o s Arbo les P a t r i m o n i o de la Nac ión" . Por el L i c . M i g u e l Alemán, Colección Po­pu lar N ° 15, México , 1951.

" D i e z A ñ o s de L u c h a A n t i t u b e r c u l o s a en el Ecuador" . —1 9 4 0 - 1 9 5 0 , G u a y a q u i l - E c u a ­dor , 1951.

•'Boletín del D e p a r t a m e n t o Médico de l Social E c u a t o r i a n o " . — N ? 12, Q u i t o , 1951.

•Plantación y Conservación de los A r b o l e s Ornamenta les " . Por el Prof. D r . M . Acostá Solís. Publicación N? 13, Q u i t o - E c u a d o r , 1951.

" Ins t rucc i ones Generales para Colectar Muestras Leñosas y Maderab les " . C i r c u l a r N? 21, Q u i t o - E c u a d o r , 1951.

" A r t e Tipográf ico" . N? 283, 284, N e w Y o r k , 1951.

Gaceta Médica B o l i v i a n a " , A ñ o I X , N r o s . 28, 29. Cochabamba, Bo l i v ia , 1951.

B E L L A S A R T E S

" H o j a s d e C u l t u r a Popular Co lombiana" . N r o s . 8, 11, 14, Bogotá -Co lombia , 1951.

" Q u i t o Ol ímpico" . A ñ o I , N? 1, Q u i ­t o - E c u a d o r , s. a.

" M ó d u l o " . N? 7 Panamá República de Pa­namá, 1951.

L I T E R A T U R A

" V a l l e de N i e b l a " . Por Mercedes B e r m u -dez de Belloso. Cuadernos L i t e r a r i o s de U n i ­vers idad de Z u l i a , N? 1 M a r a c a i b o - V e n e z u e -la, 1951.

" L e t r a s del Ecuador" . A ñ o V I , N r o s . 65, 66, 67 68, 69, 70, 72, 73, 74, 75, 76. Q u i t o Ecuador . Publ icado por la Casa de la C u l t u r a Ecuator iana , 1951-1952.

" V i d a , A m o r y Lágrimas". Por J . H e r i -ber to Rojas, C u e n c a - E c u a d o r "1951.

" R u t a de la Poesía Ecuator iana C o n t e m ­poránea". Por César A n d r a d e Cordero . Cuen . ca, 1951.

" F o l k l o r e de las Américas". P r i m e r a A n ­tología, por Félix Coluccio, Buenos A i res , 1949.

" A l f o n s o M o r e n o M o r a el Poeta E x i l a d o en el Ensueño y el Recuerdo" . Por Víctor M a ­nuel A l b o r n o z . Cuenca -Ecuador , E d i t a d o en la Casa de la C u l t u r a Ecuator iana , 195 1.

"Poes ía y L e n g u a j e " . Johann Got t f i ed H e r d e r . Fascículo 38 de la Antología A l e m a ­n a , Buenos Aires , et i tada por la U n i v e r s i d a d , 1950.

"Poesías" . Por A l fonso M o r e n o M o r a , Cuenca, Casa de la C u l t u r a Ecuator iana Nú­cleo del A z u a y .

" R e v i s t a Casa de la C u l t u r a E c u a t o r i a n a " . T o m o I V , N? 11, Q u i t o , 1951.

" G l e b a " . Por M a r y Corylé . N ° 008, Cuen c a - E c u a d o r . Impreso en los Ta l l eres An iazo ñas.

"Romances Fechos Laure les" . Escr itos por D o n n a M a r y Corilé. Cuenca, Publ icado por Núcleo del A z u a y de la Casa de la C u l ­t u r a , 1952.

"Aspectos del Romant i c i smo C o l o m b i a n o y Alemán" . Por A b e l Garc ía -Benigno M a n t i ­l l a Pineda. N? 6, Antioquía, Publ i cac iones de l a U n i v e r s i d a d , s. a.

" H u m o " . Por Raúl Chuecos Picón. M é r ida 1951.

H I S T O R I A

"Amér i ca Indígena". V o l . X I „ Nos. 2, 3, 4. V o l . X I I N ° 1, México , 1951, 1591.

" H o m e n a j e a E n r i q u e José V a r o n a en el Centenar io de su N a t a l i c i o " . L a H a b a n a , C u ­ba 1951.

" A n a l e s del I n s t i t u t o de H i s t o r i a y D i s c i ­pl inas A u x i l i a r e s " . T o m o s T V , V , Mendoza , U n i v e r s i d a d Nac i ona l del C u y o , 1950.

"Boletín d e Estudios Geográf icos" . V o l . I I , N r o s . 6, 7. Publ icado por e l I n s t i t u t o d e H i s t o r i a y Disc ip l inas A u x i l i a r e s d é l a U n i v e r ­s i d a d Nac i ona l de C u y o . Buenos A i res , 1950.

" L a Geografía e I m p o r t a n c i a en la Reso-solución de los Problemas Planteados a l a N a ­ción Cubana" . L a H a b a n a , Cuba, 1951.

" E l Guayas R ío Navegab le " . Exposic ión d e l Consejero M a n u e l M e d i n a Castro . G u a y a ­q u i l , 1951.

" U n a V i d a M o r l a c a . — N i c a n o r A g u i l a r " . Por M a n u e l Muñoz Cueva, Cueaca, 1951.

(Continuación)

H a y autores, l i teratos especialmente, que suelen baut izar algunas de sus obras con dos tí­tu los separados por la conjunción "o " o su equi ­valente. E n estos casos el título se l l ama a l ­t e r n a t i v o .

Otras veces, a continuación del título p r i n ­c ipal , algunos l ibros l levan el subtítulo ( t i t u l o secundario o adic ional) , de valor m u y i l u s t r a ­t i v o tanto para el lector como para el cata-logador porque ayuda a in terpre tar mas ade­cuadamente la obra.

E l subtítulo responde a diversos objetos: a), para aclarar el contenido de la obra.

b) , para fijar el c r i ter io o punto de v i s ta desde el cual se estudia la mater ia cuando el título, de por sí es vago o ambiguo.

c) para determinar la f o r m a o manera en que está escrito el l i b ro .

P I E D E I M P R E N T A . — E l pie de i m p r e n ­ta (dirección bibliográfica, notas tipográficas), comprende regularmente tres datos esenciales, enumerados en el orden siguiente: lugar de edi ­ción, nombre del editor y fecha.

Las notas tipográficas se ha l lan colocadas en la base in f e r i o r o pie de la portada. Estos tres datos no siempre se encuentran j u n t o s . A l g u n a s veces, como ocurre con el año de p u ­blicación, aparecen en otro lugar del l i b r o , si b ieu , a los efectos de la catalogación, como veremos más adelante, no dejan de f o r m a r parte , conveucionalmente, del pie de i m p r e n t a .

E n los l ibros ant iguos es frecuente ver el nombre del impresor en el lugar del que co­rresponde hoy al editor financiero, pues este último no existía como ent idad comercial .

L U G A R Y F E C H A . — M u c h a s obras p r i ­m i t i v a s no t ienen data, esto es, lugar y fecha, o tras son antedatadas y algunas posdatadas. L a determinación exacta del lugar y fecha de la edición suele dar m o t i v o , a veces a m i n u c i o ­sos estudios, sobre todo cuando los que figu­r a n en el l i b r o son falsos.

E l p r i m e r l i b r o que l leva fecha impresa en la portada es el S A L T E R I O de Magunc ia , impreso en 1457 por S C H O E F F E R y F U S T .

Diversas y m u y curiosas, por lo raras, fue­r o n algunas fechas de obras de los siglos X V y X V I .

A lgunos impresores usaron números r o ­manos, otros árabes y no pocos mezclaron am­bas numeraciones al mismo t iempo.

A menudo D = 500 es expresado por la fór­m u l a lo o ,o y M = : 1.000 por el signo C O o cío-

H e aquí algunos ejemplos de fechas. MccccLxxz (10004 4 0 0 + 5 0 + 2 0 + 2 1472 Mcccc7z 1472 Mcccc I I L x x 1472 Mccccxxc 1480 M C C C C i i i j X X I T I 1488 M i i i c i i i x x v i i j . 1488 M C D X C V 1495 M I O .1499 M i i i j D .1496 M j j j D 1497 M C C C C X C v i i j 1498 M cd X c I X 1499 M C C C C X C V i i i j 14! 9 M C D X C I X 1499 M I o * 1 5 0 0

M O L « . . . 1 5 5 0 M I D L 1550 I O - C X I I 1612 CIo - lQ-CLXvi I 6 0 6 CI0-I0-CCC 1800

(Continuará)

" S a l v a d o r Salazar, U n a V i d a A b u n d a n t e " . Por la D r a . Blanca D o p i c o y González. L a H a b a n a , Cuba, 1952.

" D o c u m e n t o s para la H i s t o r i a de la A u ­diencia de Q u i t o " . Investigación y c ompi la ­ción por José Rumazo , T o m o s I V , V I , V I I y V I I I , Pedro V i c e n t e Maldonado , M a d r i d , 1949-1950.

" E l o y A l f a r o y sus V i c t i m a r i o s " . ( A p u n ­tes para la H i s t o r i a ) , por José Peralta , B u e -nos A i r e s , 1951.

"Evocac ión de D o n Sant iago Ramón y Ca ja l " . Por el D r . Agustín Cueva T a m a r i z , C u e n c a - E c u a d o r , 1952.