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LAS RELACIONES EXTERIORES DE COLOMBIA Y VENEZUELA DESDE UNA PERSPECTIVA HEMISFERICA

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LAS RELACIONES EXTERIORES DE COLOMBIA Y VENEZUELA DESDE UNA PERSPECTIVA HEMISFERICA

Socorro Ramrez, Instituto de Estudios Polticos y relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia

Hasta hace pocos aos el tratamiento nacional de las relaciones entre Venezuela y Colombia y la cuestin fronteriza fueron lo predominante en los estudios en ambos pases y las esferas mundiales y regionales eran tratadas como la antesala de cada una de las polticas exteriores nacionales. En el primer ejercicio acadmico conjunto colombo-venezolano se buscaba ir un poco ms all, y ciertamente se logr, comparar las tendencias internacionales de cada pas en materia poltica y comercial a fin de lograr identificar algunas conductas similares, paralelas o diferentes en cada plano, tanto a nivel de Naciones Unidas como en la OEA y comparar las reacciones nacionales frente a esos escenarios. En el segundo estudio binacional se trat de dar una mirada histrica a los asuntos binacionales desde diferentes escalas: local fronteriza, bilateral y regional para ubicar las tendencias de cooperacin y conflicto e insistir en la necesidad de un ncleo bsico de acuerdos interestatales capaz de evitar que las discrepancias gubernamentales impidan el manejo de los asuntos inaplazables de la vecindad en el contexto de la integracin y la globalizacin. Aunque a nivel regional se manifiestan no pocas divergencias a las que haremos alguna alusin, el esfuerzo mayor est centrado en la escala hemisfrica en la medida en que tambin las relaciones de ambos pases con Estados Unidos conforman una compleja red de vinculaciones que pueden tener mutuas repercusiones importantes de analizar.

En efecto, en la actualidad saltan a la vista los cambios en las polticas exteriores de Estados Unidos, y en el caso que nos ocupa, de Colombia y Venezuela. Esos cambios sumandos a la serie compleja de iniciativas o acuerdos hemisfricos, en particular de carcter comercial o de seguridad que los dos pases han ido asumiendo, cruzan las agendas regionales y bilaterales. Al mismo tiempo es posible observar cmo la poltica domstica y la propia poltica internacional de Colombia y Venezuela estn interrelacionadas con la situacin interna y externa de Estados Unidos. Igualmente dinmicas domsticas y hemisfrica han originado importantes discusiones en cada pas sobre los lmites de la soberana, el papel de los organismos multilaterales y el rol de las organizaciones no gubernamentales, dentro de un marco de activo crecimiento de la supranacionalidad jurdica y de la "fiscalizacin" internacional. Desde 1999, las opciones de los dos pases han sido diferentes frente a ese conjunto de dinmicas, los cambios en las polticas exteriores parecen ir en contrava y los dos pases asumen diferentes conductas con relacin a estos tpicos hemisfricos que son necesarias de estudiar. Entre estas podran analizarse, el comportamiento de ambos gobiernos tanto sobre la aplicacin del sistema de defensa democrtico de la OEA como sobre el tema de la integracin en el continente. Es igualmente necesario analizar el comportamiento de ambos gobiernos en el seno de Naciones Unidas en los temas que suscitan las mayores discusiones en el organismo mundial y ver el grado de coincidencia o de divergencia de los dos pas en esos tpicos y con relacin a la posicin de Estados Unidos.

Pueden existir muchos otros temas en los cuales podran expresarse discrepancias y frente a los cuales sera necesario emprender diversos estudios sistemticos para contrastarlos con las ideas comunes que se han ido expresando al respecto. Este nuevo esfuerzo acadmico binacional se propone, en concreto, hacer una aproximacin inicial al anlisis de algunas dimensiones de esa red de relaciones con base, primero, en el estudio de varios de los cambios ocurridos en las polticas exteriores de cada uno de los tres pases involucrados a partir de las nuevas administraciones George W. Bush, Andrs Pastrana y Hugo Chvez-, segundo, en la comprensin del tipo de relaciones que Estados Unidos tiene con Colombia y con Venezuela y de su impacto en las relaciones colombo-venezolanas en el periodo comprendido entre 1999 y 2003. 1. LOS CAMBIOS EN LAS POLITICAS EXTERIORES

Como no ocurra desde la segunda posguerra, a partir de la finalizacin del conflicto bipolar, el contexto internacional no cesa de cambiar: luego de la posguerra fra vino el pos 11 de septiembre y ahora entramos al pos Irak. Al ritmo de esos cambios Estados Unidos se consolida como potencia global e impulsa el reordenamiento mundial, en particular en materia de seguridad. Frente a esos cambios globales y hemisfricos y por necesidades internas han ido cambiando tambin las polticas exteriores de Colombia y Venezuela. Las opciones y respuestas a esos procesos ha generado tensin en la relacin binacional.Los cambios en la poltica exterior norteamericanaEn varias ocasiones y por diversos medios, analistas de las relaciones internacionales han llamado la atencin sobre el cambio sustancial que se percibe en la poltica exterior norteamericana. La posguerra fra se inici con la esperanza de un orden ms pacfico, justo y plural, en el que predominara la cooperacin entre las naciones y en el cual los asuntos socioeconmicos desplazaran a los tradicionales temas de seguridad y defensa. Pero bien pronto se desvaneceran esas expectativas. En cambio de una ms amplia cooperacin multilateral, Estados Unidos comenz a imponer sus intereses y sus puntos de vista de modo unilateral. Defini como amenazas a su seguridad diversos asuntos de inters planetario, a los que convirti a su vez en prioridades de la agenda global. Es el caso del problema de las drogas, que, en la dcada de los noventa, fue utilizado por Washington para sustituir, al menos parcial y transitoriamente, el papel que jugaba el comunismo. Estados Unidos convirti en amenaza global la produccin y el trfico de drogas, no as su consumo ni el blanqueo de los recursos que el trfico genera, e impuso la agenda antidrogas y la estrategia para hacerles frente. Junto al tema de las drogas, en el centro de las preocupaciones globales se colocaron tambin las migraciones masivas y los derechos humanos, asuntos que fueron esgrimidos para justificar intervenciones militares en muchos conflictos que saltaron a la palestra internacional en la posguerra fra. Las polticas destinadas a enfrentar estos problemas, definidos por Washington como retos a su seguridad, adquirieron cuatro caractersticas: fueron elaboradas de la manera cerrada y especializada en que suele elaborarse cualquier poltica que tenga que ver con reales o presuntas amenazas; al estar relacionadas con la seguridad, obtuvieron una prioridad absoluta por sobre las dems cuestiones de la agenda; las polticas adquirieron un carcter represivo e incluso militar, justificado por los estrategas como nica va para atenuar o destruir las presuntas amenazas; y, finalmente, fueron impuestas a los estados y sociedades implicados, a los que se excluy del debate. En este sentido, se puede hablar de una securitizacin de temas que, en principio, no constituyen amenazas a la seguridad sino problemas de orden social o de salud pblica. En ese contexto, la respuesta de Estados Unidos a la accin terrorista del 11 de septiembre de 2001 adquiri el mismo tenor de las polticas que ya Washington vena empleando para interpretar y manejar asuntos como los ya mencionados. La reaccin ha sido hasta ahora exclusivamente represiva y militar. Se ha dirigido no slo contra actores no gubernamentales y fuerzas trasnacionales, tanto legales como ilegales, sino, en primer lugar, contra distintos estados y gobiernos. Adems, desde esa fecha, Washington comenz a ver las relaciones internacionales casi exclusivamente desde el lente antiterrorista. Se produjo as una especie de terrorizacin de su poltica, que entraa una lgica ms belicista an que la anterior securitizacin de los temas, reduce los espacios de discusin pblica sobre el problema y genera mayor polarizacin internacional.

El cambio comenz a plasmarse en la poltica de seguridad del gobierno de Clinton con el programa del "Escudo de defensa antimisilstico", creado para contrarrestar el peligro de las armas de destruccin masiva, comprometer y ampliar la agenda internacional de Washington hacia temas econmicos, desarrollo, ambiente y derechos humanos, el commitment y el enlargement e impulsar la tesis del multilateralismo "asertivo". Pero es dentro del entorno del entonces candidato republicano, George W. Bush, que se desarrolla de manera ms ntida esa conducta unilateral, fortificada por el giro del pensamiento conservador cuyas ideas principales se plasman en el documento sobre relaciones internacionales presentado en la convencin presidencial del Partido Republicano en el 2000 y en los escritos de especialistas cercanos a Bush como Condolezza Rice. As, luego de ms de diez aos en los que neoliberales y neorrealistas trataron de controlar el discurso y la agenda de la poltica exterior de ese pas, una nueva perspectiva trata de incluir elementos de ambas corrientes, en lo que se ha denominado el pensamiento neoconservador. Esta tendencia da algunas seales de inspirarse en la perspectiva realista, pero si bien asume conceptos de esa corriente terica, como el inters nacional definido en trminos de poder militar y la consideracin de los estados como unidades homogneas, presenta a su vez un alto contenido idealista-ideolgico vertido en la defensa de los valores occidentales y de la democracia liberal.

En este marco, tres niveles de accin permiten analizar una nueva poltica y estrategia basada en esas ideas, conocida de manera alternativa como la diplomacia preventiva y/o la accin militar preventiva capaz de castigar al enemigo unilateralmente si es necesario, antes que l tenga la oportunidad de hacerlo.

En un primer nivel hay que prestarle atencin a los cambios que ha experimentado la diplomacia norteamericana y su poltica de alianzas. En efecto, se ha fortalecido la tendencia a privilegiar los temas geopolticos por encima de los asuntos econmicos y comerciales. Desde antes de la posesin de Bush, Condoleezza Rice, quien asumira como su asistente para Asuntos de Seguridad Nacional, defenda la tesis de que el gobierno de Bush se dedicara a los temas importantes de la agenda y de vital inters para Estados Unidos. Los ms significativos seran los de seguridad dado el papel especial que estaba jugando su pas y las dificultades para definir el inters nacional norteamericano al desaparecer la amenaza sovitica. Desde su ascenso al poder, y sobre todo a partir de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, la poltica exterior estadounidense est basada en varios puntos fundamentales: 1) la definicin de Estados Unidos como un poder internacional con responsabilidades mundiales, con una influencia sin precedentes y una capacidad militar sin parangn en el mundo; 2) la percepcin de un mundo amenazado por el terrorismo, los estados forajidos y el peligro de la propagacin de armas de destruccin masiva; 3) la reevaluacin del papel de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad en trminos de una utilidad circunstancial y no absoluta; 4) la procura de una unidad de fines y medios que busca pasar de la "esquizofrenia" de un aparato de poltica exterior descentralizado y anarquizado a la homogeneidad de la "bola de billar"; 5) la nueva poltica de alianzas ms comprometida con quienes la forman y menos complaciente con quienes la rechacen. El ltimo punto de este giro, la reformulacin de las polticas de alianzas estratgicas de Washington, se reflej en la OTAN al no lograrse un consenso sobre una seguridad comn y frente a la Unin Europea que se dividi en el momento en que el Reino Unido, Espaa y Portugal cerraron filas con las tesis norteamericanas y Alemania y Francia insistieron en una agenda que le prestara atencin a los temas "nobles".

Este giro diplomtico enfatiza que se est en un cambio de era que consagra la unipolaridad y frente a nuevos enemigos ante los cuales hay que actuar. Esto se manifiesta en el rechazo a resoluciones de Naciones Unidas en las cuales se perciban posibles lesiones al inters nacional norteamericano. De ah el retiro de la firma del Protocolo de Kyoto sobre el calentamiento global, el rechazo a la firma del acuerdo de creacin de la Corte Penal Internacional, el abandono unilateral del Tratado Anti-Balistic Missiles (ABM), la interpretacin de la presencia militar norteamericana a nivel global como algo sin discusin, el aumento de los gastos de defensa, la creacin de las alianzas compactas y homogneas ideolgicamente formadas por quienes estn dispuestos (coalitions of the willing) y el rechazo a la tesis del multilateralismo asertivo. Sobre esto ltimo, Rice enfatiz en un discurso dado en la sede del Instituto Internacional de Estudios Estratgicos de Londres que "La multipolaridad nunca fue una idea o una visin unificadora [] Era un mal necesario que permiti la ausencia de la guerra, pero no contribuy al triunfo de la paz [...] la multipolaridad es una teora de rivalidades, de intereses competitivos y, en el peor de los casos, de valores competitivos". En un segundo nivel, se observan las transformaciones conceptuales de la estrategia norteamericana, con la promocin de la tesis de "manos libres" a fin de lanzar guerras preventivas unilateralmente determinadas lo que ira en contra del principio del derecho a la legtima defensa, consagrado en la Carta de Naciones Unidas. Qu es lo que despierta tanta polmica? Se trata de una nueva concepcin estratgica que recibi un gran impulso con el 11 de septiembre que aunque no cambi el mundo s transform la percepcin estadounidense sobre su seguridad. Esa nueva concepcin tiene su versin ms elaborada en el documento sobre "La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos de Amrica" presentado por el ejecutivo norteamericano el 20 de septiembre de 2002.

En ese marco, lo que se ha denominado la "Doctrina Bush" expresa una ruptura fundamental con posiciones estratgicas oficiales norteamericanas del pasado reciente. Ante todo, la tesis de la disuasin pues no se trata de responder un ataque en forma defensiva sino de adelantarse al mismo y rpidamente (shock and awe policy). Luego, la de la contencin en cuanto no se trata de detener la expansin de un pas enemigo sino de procurar un cambio de rgimen en el mismo. Adems, la tesis de la direccin militar sobre la direccin poltica dado que ahora se trata de privilegiar al departamento de defensa sobre el departamento de estado a la hora de tomar decisiones y definir polticas. Como se observa en el documento "The National Security Strategy" del gobierno norteamericano, "Los conceptos tradicionales sobre amenaza no funcionarn ms en contra del terrorista enemigo [] Durante la guerra fra, especialmente despus de la crisis de los cohetes, nosotros confrontamos un adversario con riesgo mutuo dentro de un status quo. La amenaza nuclear (deterrence), fue una defensa efectiva. Pero esa amenaza que estuvo basada solamente en la retaliacin no parece funcionar en contra de los lderes de los estados forajidos dispuestos a tomar riesgos y a jugar con la vida de nuestra gente y con las riqueza de nuestras naciones".

En un tercer nivel estn las alteraciones que la poltica internacional de Washington ha tenido en relacin a temas como los derechos humanos, el desarrollo y la democracia. En cuanto a los derechos humanos, la ya citada Estrategia de Seguridad Nacional muestra una nueva y controversial posicin. En efecto, a la par que justifica la accin militar preventiva el documento reemplaza el concepto de derechos humanos por el de "dignidad humana", el cual comprende la libertad de expresin, el gobierno de la ley, los lmites al poder absoluto de los estados y la tolerancia religiosa y tnica. Como lo seala Mertus "se omiten los derechos humanos como el derecho a la vida, la libertad de las torturas y no menciona esos derechos relacionados con la participacin cvica, la democracia, la cooperacin y la asistencia humanitaria". En relacin al tema del desarrollo, con las nuevas propuestas norteamericanas, se reducen en importancia o se omiten los temas de la democracia y del nation-building en funcin de recrear la tesis del desarrollo econmico hacia una economa de mercado. As lo seala el documento; "Las lecciones de la historia son claras: las economas de mercado, las economas sin control y sin la mano pesada del gobierno, son la mejor forma para promover la prosperidad y reducir la pobreza". En ese marco, se entiende que frente al dilema del crecimiento y la participacin se debe estimular el crecimiento antes que todo y que ste puede generar ms tarde las condiciones para la democracia, establecindose as una relacin causal. Esta tesis recuerda la clsica ecuacin optimista tan en boga en la dcada de los sesenta y que sirvi de base terica para el fortalecimiento de los autoritarismos en el continente: el desarrollo econmico genera un desarrollo poltico. A esto se aade la oposicin del gobierno Bush a la poltica de los organismos multilaterales de promover a las organizaciones no gubernamentales como palancas directas del desarrollo poltico y social, y de las negociaciones para crear instituciones polticas estables, adems de considerar a la mayora de las ONG norteamericanas como crticas y distantes del inters nacional. Al mismo tiempo, como lo indica Kamat "se promueve la visin neoliberal de empowerment a fin de reducir el concepto de asistencia pblica por los de privatizacin de intereses" y como lo seala Marglin, "a la par de las tecnologas de produccin, salud y educacin, el desarrollo ha diseminado la cultura occidental sobre el mundo, limitando otras maneras de ver, entender y ser".

Esta tendencia confronta, en parte, la tensin entre una agenda de seguridad restringida inspirada en la unilateralidad estadounidense y una agenda de seguridad ampliada inspirada, sobre todo, en crculos europeos que privilegian el discurso de la interdependencia y la seguridad humana y agrupaciones tercermundistas que aspiran al multilateralismo. Esta tensin expresa, tal como lo plantea Kagan, la existencia de un choque de culturas estratgica. Por una parte, el gobierno de Bush promueve una visin de la realidad internacional basada fundamentalmente en la importancia de los factores coercitivos y en elementos hobbesianos, observa con atencin la conducta de los estados forajidos, del "eje del mal", el terrorismo y la proliferacin de armas de destruccin masiva. Por otra parte, sectores importantes de Europa que le dan una mayor prioridad a los conflictos tnicos, al crimen organizado, a la pobreza y a la degradacin ambiental y crculos tercermundistas que promueven unas relaciones internacionales basadas en la negociacin y la cooperacin con igual participacin de todos.

En medio de estos cambios Amrica Latina pierde importancia en el tablero internacional aunque, al mismo tiempo, las crisis de diversos pases de la regin aumentan sus conexiones internacionales y, cada vez menos, son asumidas como asuntos internos sobre los que se aplica el principio de no intervencin. Mas bien, esas crisis domsticas son manejadas con la nueva concepcin de soberana limitada. Frente a estas situaciones, sectores de la regin adelantan discusiones sobre si aceptar la nueva estrategia norteamericana, matizarla o rechazarla, o impulsar una agenda alternativa inspirada en parte en la visin europea y en los aportes tercermundistas; una agenda alternativa que no cancele temas como la solucin de confrontaciones armadas nacionales, el avance en el desarme y las medidas de confianza mutua, el reordenamiento de las relaciones cvico-militares y una concepcin amplia de la seguridad. Tambin se discute sobre cmo las nuevas amenazas a la seguridad y la estabilidad mundiales en la posguerra fra se caracterizan no por las amenazas interestatales sino por complejos problemas sociales de orden transnacional como son el narcotrfico, la corrupcin, el terrorismo, la violacin de los derechos humanos y la destruccin del medio ambiente. Adems se proyectan las dificultades para jugar con "la carta europea" en el sentido de balancear el poder de Estados Unidos, en la medida en que la propia Europa se divide frente a las tesis norteamericanas, no est dispuesta a pagar los costos de disentir durablemente de Estados Unidos y es difcil profundizar las relaciones con la Unin Europea .

Para Colombia y Venezuela esta discusin tiene una enorme importancia dado que la agenda global y la estrategia hemisfrica de Estados Unidos potencian algunos aspectos conflictivos en la relacin binacional, en especial los referidos al problema de las drogas, el conflicto colombiano y el proyecto bolivariano en Venezuela.

Los cambios en la poltica exterior colombiana

Los cambios en la diplomacia, la estrategia y la poltica estadounidense han encontrado en la crtica situacin andina, pero sobre todo en la complejidad y agudizacin de la confrontacin colombiana, en el aumento de sus vnculos con asuntos transnacionales que se han convertido en prioridades de la agenda global y en las polticas de sus gobernantes, una oportunidad para hacer avanzar la poltica de Washington en la regin andina. De ah que Colombia haya empezado a ser convertida en una especie de showcase en la perspectiva de Estados Unidos.

Durante dcadas, Colombia ha vivido en medio de la violencia combinada con la estabilidad econmica y poltica, el fraccionamiento espacial por su propia geografa y la presin demogrfica. Sin embargo desde finales de los noventa el conflicto armado se ha agravado junto a un proceso de desinstitucionalizacin y una profunda crisis econmica y poltica. Aunque Colombia, no se encuentra al borde del colapso, el estado y la democracia formal funcionan y las fuerzas armadas se han fortalecido, si enfrenta un enorme reto: el de llevar a la mesa de negociacin a los distintos sectores enfrentados militarmente para llegar a acuerdos slidos que permitan la construccin de la paz.

La poltica exterior colombiana, como la de muchos de los pases latinoamericanos, ha oscilado desde principios del siglo XX entre Repice Polum o Respice Similla, vale decir entre la alineacin con Estados Unidos o la bsqueda de mayor autonoma relativa. De ah que ha conocido momentos de ampliacin de sus mrgenes de accin independiente como fue el caso de los presidentes Alfonso Lpez (1974-1978) y Belisario Betancour (1982-1986) o de conflicto como fue el periodo de Ernesto Samper (1994-1998). En cuanto a la bsqueda de autonoma, esos tres gobiernos actuaron de manera algo diferente a las administraciones de Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982) o de Misael Pastrana (1970-1974). Pero paradjicamente, el desarrollo del problema de las drogas y sus delitos conexos, de la ofensiva guerrillera, de la militarizacin de su combate, del medio ambiente y los derechos humanos, entre otros, al convertirse en temas de inters hemisfrico y global, y al encuadrarse dentro de la agenda de seguridad norteamericana, fueron presionando el acercamiento de Colombia con Washington y conduciendo a un aumento progresivo de los nexos internacionales del conflicto. Como es general, en el mundo global los problemas internos al articularse a la agenda global dejan de ser domsticos y esa compleja relacin diluye progresivamente los lmites entre los asuntos internos y externos. De cierta manera, los presidentes Virgilio Barco (1986-1990) y Csar Gaviria (1990-1994) fueron abriendo la poltica exterior a la bsqueda de mltiples apoyos a nivel internacional, en particular para hacerle frente a dimensiones de los conflictos internos.

Pero es desde el perodo de los presidentes Andrs Pastrana (1998-2002) y, sobre todo, lvaro Uribe (2002-2003) que los gobiernos colombianos han impulsado un progresivo alineamiento de sus polticas exteriores a la nueva orientacin de Washington. Ahora bien, las tesis y acciones de Uribe al respecto van mas all de las de Pastrana. Como sostienen Carvajal y Pardo: Si para Pastrana se trat de buscar apoyos internacionales para la paz y la modernizacin del aparato militar del estado, la poltica exterior de Uribe tendr el propsito de explicar a la comunidad internacional el alcance de las medidas domsticas para enfrentar por la va militar la amenaza subversiva, aunque en buena parte, esa poltica qued de alguna forma legitimada internacionalmente con los atentados de la FARC, el mismo da de la posesin presidencial.

Los cambios en la poltica externa colombiana en los cuatro primeros aos dos mil se plasman en tres intentos: 1) propiciar el involucramiento de Estados Unidos con apoyo de carcter econmico y militar, 2) articular la poltica exterior con la de seguridad, 3) incorporar a la comunidad internacional a la bsqueda de salidas a la confrontacin interna.

En cuanto al primer intento, los dos ltimos gobiernos colombianos, aunque con matices, han tratado de propiciar una poltica bilateral con Estados Unidos para enfrentar la situacin interna con la poltica de erradicacin y fumigaciones de cultivos de uso ilcito, la modernizacin de las fuerzas armadas y la respuesta militar a la ofensiva de los grupos irregulares. Para buscar y concretar ese apoyo militar norteamericano, por presin y/o conviccin, los ltimos dos gobiernos colombianos han tratado de inscribir el tratamiento del conflicto nacional en las cruzadas antiterroristas y antidrogas a travs del Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina aprobados por Washington. El de Uribe ha generado un progresivo alineamiento internacional como se vio en el apoyo a la invasin a Irak, y a la Doctrina Bush. El gobierno de Uribe ha buscado apoyo estadounidense para la respuesta a la ofensiva armada de los grupos ilegales mediante la Poltica de Defensa y Seguridad Democrtica. Esta poltica, presentada en julio de 2003, busca el control territorial mediante el refuerzo del poder de las fuerzas armadas y del deber de los ciudadanos de colaborar con las autoridades, la unificacin de los rganos de inteligencia militar, la red de informantes de la fuerza pblica, los programas de soldados campesinos y el estmulo a la desercin de los alzados en armas. En palabras de la entonces Ministra de la Defensa de Colombia, Martha Luca Ramrez se trata de terminar esta guerra, no de reducir su intensidad.

El gobierno colombiano ha recibido frases efusivas de respaldo como la de Bush: "Tengo ganas de trabajar junto a las instituciones internacionales para ayudar a este buen hombre y a este importante pas", como la que pronunci el subsecretario asistente para el hemisferio occidental cuando seal a Uribe como el Tonny Blair de Amrica Latina, o la del jefe del estado mayor conjunto estadounidense, quien calific a Colombia de aliado recio en la regin. Esos reconocimientos se han traducido en que Colombia siga siendo el primer destinatario de recursos para operativos antierroristas en el hemisferio y el tercer receptor mundial de su ayuda militar as como en la reactivacin de la interdiccin de vuelos ilegales, y en que fluyan hacia Colombia la mayor parte de recursos prometidos.

Sin embargo, la entrega de recursos ha tenido muchos tropiezos y ya se ha congelado en tres ocasiones. Primero, por hechos confusos del lanzamiento de bombas en Santo Domingo donde result afectada la poblacin civil. Luego hasta obtener explicaciones sobre las dos toneladas de cocana que se "perdieron", en el 2002, en Barranquilla. Ms tarde, hasta que el gobierno colombiano no accedi a la firma de un acuerdo en torno a la exigencia de Washington de proteger a militares y funcionarios estadounidenses de la competencia de la Corte Penal Internacional. Tampoco est garantizada la ampliacin de los recursos una vez terminan, en 2005, los que estn previstos en el Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina. Adems, en el marco de las prximas elecciones presidenciales y legislativas estadounidenses el tema de los recursos para Colombia podra convertirse en objeto de controversia electoral. Algunos congresistas consideran que el Plan Colombia no est dando los resultados esperados. Otros mirancon recelo las nuevas polticas de seguridad del gobierno Uribe. Unos ms solicitan transferir los fondos que hoy se destinan a Colombia hacia lugares donde operan redes de Al Qaeda dado que los grupos armados colombianos, as sean terroristas, no ponen en jaque la seguridad nacional de Estados Unidos. Todo esto muestra que ms que el recio aliado, Colombia podra ser un instrumento de conveniencia usado para los propios fines estadounidenses.

Sobre el segundo intento, el de poner en marcha una poltica exterior centrada en la respuesta militar a la amenaza armada ilegal, es preciso sealar que obedece a la presin nacional derivada de la masiva saturacin con el conflicto armado y a la propia conviccin de Uribe. Desde que fue elegido y tan pronto se posesion el presidente ha hecho una gran ofensiva dirigida a contrarrestar en medios oficiales y no gubernamentales externos, el sealamiento de ser un aliado y promotor de los paramilitares desde su gobernacin de Antioquia. Una vez conseguida una cierta aceptacin de su poltica, el gobierno ha desplegado una activa diplomacia con el fin de concretar la definicin de la guerrilla como terrorista para conseguir su aislamiento y la interferencia a su accin as como ayudas polticas y econmicas en Estados Unidos y Europa. Siendo la prioridad nacional la terminacin del conflicto armado hasta la poltica de insercin econmica internacional ha estado mediada por los problemas de seguridad. Tambin frente a los efectos del conflicto sobre los pases vecinos y a las interacciones que con esa confrontacin armada se generan en las fronteras, los ltimos gobiernos colombianos han tratado de aumentar la presencia militar o policial en una forma mvil por razones del conflicto, de buscar acuerdos de actuacin conjunta o la declaracin de terroristas a los grupos guerrilleros y poder as concretar la incautacin de sus bienes, la negacin de visas o de facilidades otorgadas. Sin embargo, como lo advierte con razn Leal Buitrago frente al conflicto armado colombiano y en particular al Plan Colombia, en los pases andinos no hay entonces una visin de seguridad compartida., no tanto por la percepcin distinta de sus efectos sobre cada uno de ellos o por sus diferentes agendas de seguridad, sino ms bien por la incapacidad poltica de las sociedades y los gobiernos regionales de abocar agendas comunes.

Con relacin al tercer intento, se trata de privilegiar el concurso de la comunidad internacional y de la sociedad civil en el proceso de restauracin de la normalidad y la paz en Colombia. Adems de la implicacin estadounidense y del frgil esquema de participacin europea, los gobiernos de Pastrana y de Uribe han tratado de conseguir la intervencin de los organismos multilaterales. Uribe lo ha hecho de manera contradictoria pues aunque ha pedido los buenos oficios o la mediacin de la ONU en la resolucin del conflicto colombiano desconoci las labores de la Organizacin mundial al apoyar la accin unilateral estadounidense. Al mismo tiempo, el presidente colombiano muestra, con sus frecuentes cuestionamientos a la forma de actuacin de Naciones Unidas, la incomprensin de las complejidades del multilateralismo. Son tambin frecuentes las divergencias con Naciones Unidas dado que el presidente colombiano, en ocasiones, rechaza la tesis de que en Colombia exista un conflicto interno e insiste slo en que el estado colombiano est asediado por terroristas mientras el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia recalca que por la existencia de un conflicto armado interno, gobierno e insurgentes deben someterse, respectivamente, a las obligaciones que imponen las convenciones de derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario.

Los cambios en la poltica exterior venezolana

La poltica exterior de Venezuela se ha desarrollado, desde 1999, con base en tres importantes procesos de cambio: 1) unas transformaciones de su estructura interna, que se observan en la nueva Constitucin y en las polticas gubernamentales que han llevado a una reconsideracin de fines y medios y una reevaluacin de la poltica de alianzas; 2) la generacin de una serie de factores domsticos que llaman la atencin de la comunidad internacional y que se originan dentro del proceso interno de crisis econmica y poltica, polarizacin, desinstitucionalizacin y amagos de violencia, pero que se enlazan con temas de la agenda mundial como son el desarrollo, el llamado buen gobierno, los derechos humanos; 3) la creciente internacionalizacin del tema de Venezuela, en la medida en que los organismos multilaterales, las organizaciones no gubernamentales, los medios de comunicacin social y los propios gobiernos extranjeros le prestan atencin a la dinmica interna del pas, categorizada sta como una situacin crtica y de fuerte cambio interno y en la poltica exterior.

En referencia al primer nivel, estn ante todo, los cambios constitucionales de 1999. Entre stos resaltan en materia democrtica: el tratamiento que recibe el tema de derechos humanos al otorgarle jerarqua constitucional a los tratados internacionales que Venezuela suscriba al respecto, el impulso a la democracia participativa como modelo de estado frente a la tradicional concepcin de la democracia representativa, y el reconocimiento de la supranacionalidad en la cuestin de los derechos humanos. Adems, en materia econmica la nueva Constitucin otorga jerarqua a los tratados de integracin econmica que suscriba la Nacin y reconoce la supranacionalidad de all derivada. Pero, al mismo tiempo, reafirma la necesidad de activar mecanismos consultivos a travs de la posibilidad de convocar un referndum por parte del presidente de la Repblica, de la Asamblea Nacional o de un grupo calificado de electores que consideren que los tratados, convenios o acuerdos internacionales pudieran comprometer la soberana nacional o transferir competencias a rganos supranacionales. Tambin la Carta magna aade nuevas ideas sobre la solidaridad internacional las cuales sientan las bases para una poltica exterior que privilegie el apoyo poltico y econmico a actores subnacionales que reivindiquen su emancipacin del control de un estado. Igualmente, conlleva el propsito de modificar los sistemas de decisin de las organizaciones internacionales, incluidas las de naturaleza econmica, y promover en ellos la prctica de la democracia participativa. Del mismo modo, la nueva Constitucin expresa la aspiracin a una economa estatista al establecer constitucionalmente el sustento para polticas que fortalezcan el control del estado sobre la industria petrolera y que limitan los mbitos para la apertura y las inversiones privadas en el sector. Aunque el fortalecimiento del papel del estado en dicha industria no est reido con la apertura, este sustento constitucional, expresa una concepcin en la que el petrleo vuelve a ser considerado un arma estratgica de poder y cada vez menos como recurso econmico cuyo aprovechamiento debe ser evaluado en trminos de eficacia y proyeccin a futuro del negocio. Por ltimo, pero no menos importante, dentro de los cambios constitucionales se observan como temas originales y/o controversiales: la presin por un mundo multipolar, la falta de una referencia explcita sobre la defensa de la democracia representativa, algo que s se encuentra en la Constitucin de 1961; el llamado carcter multitnico de Venezuela y el principio de la doble nacionalidad con todos los problemas de interpretacin que generan; la corresponsabilidad en la defensa del pas, por parte del estado y la sociedad; la menor amplitud de la extradicin y la ampliacin de los derechos de asilo y refugio, lo que va en contra de las actuales tendencias mayoritarias a nivel internacional al respecto.

Habra que agregar a los cambios constitucionales, el extremo desarrollo o el contraste con algunos de ellos a travs de diversas tesis y acciones gubernamentales a nivel internacional. En el plano poltico, entre otras, se encuentran: creer en la soberana extrema, propiciar un acuerdo militar latinoamericano sin el concurso de Estados Unidos, promover la OPEP como arma poltica, conformar alianzas amplias que privilegien las relaciones con Cuba y otros pases llamados progresistas como Irn, China y Rusia mientras se disminuyen las relaciones con Estados Unidos y Colombia. En el plano econmico: disminuir los compromisos de integracin y revivir una poltica proteccionista y de retorno al modelo endgeno de sustitucin de importaciones. En el plano de los fines y objetivos de la poltica exterior: agenciar una poltica antioccidental, promover relaciones supranacionales con grupos polticos y sociales paralelas a las relaciones intergubernamentales as como denuncias en los foros internacionales a las formalidades diplomticas.

En el segundo nivel de cambio internacional, Chvez ha ido tejiendo una diplomacia hiperactiva que, sin embargo, ha dejado pocos resultados tangibles y ha recalentado la estabilidad regional dada sus querellas con Washington y con algunos vecinos. De suerte que el cambio de gobierno en Estados Unidos, el decrecimiento parcial de las economas latinoamericanas, el fracaso del gobierno en cuanto a la entrada a la economa interna de inversiones extranjeras directas, el retiro de empresas multinacionales hacia otros pases de la regin, y la misma conducta voluntarista de Chvez, la extrema polarizacin domstica, y la agudizacin de su orientacin antioccidentalista han limitado el activismo presidencial en materia de poltica exterior. As, el clima de tolerancia internacional que tuvo el gobierno venezolano en el contexto internacional entre 1999 y 2001 fue reduciendo su espacio entre 2002 y 2003.

En el tercer nivel de cambio, pese a no ser por solicitud gubernamental y ms bien por accin de sus opositores o de las propias organizaciones internacionales, han intervenido en la crisis venezolana diversos organismos internacionales. Ante todo, la OEA cuyo secretario general vivi en Caracas durante meses para ayudar a concretar formas de entendimiento entre gobierno y oposicin. Tambin el Centro Carter y el propio expresidente estadounidense que ha reforzado las acciones de la organizacin hemisfrica. Adems, el grupo de pases amigos cuya composicin no pudo determinar el gobierno de Chvez, se organiz rpidamente aunque no ha tenido un gran espacio de actuacin.

La relacin del gobierno de Chvez con Estados Unidos ha sido distante en temas como las cruzadas antinarcticos y antiterroristas, el ALCA, algunas posiciones venezolanas a nivel multilateral, en particular en la OPEP, y a nivel bilateral con pases considerados parias por parte de Washington o por algunas actuaciones estadounidenses con relacin a la situacin interna venezolana. En diversas ocasiones, los gobiernos democrticos venezolanos ante la inminencia de la guerra en el Medio Oriente y en el Golfo Prsico mantuvieron una actitud de apoyo pasivo a Occidente y esperaron beneficiarse de los altos precios del petrleo que originaban esos conflictos. Si bien, estos gobiernos calibraron la necesidad de equilibrar su permanencia en la OPEP con sus relaciones especiales de proveedor seguro de Estados Unidos, en hechos concretos como la Guerra de los Seis Das, la Guerra del Yon Kippur y durante la invasin a Kuwait por parte de Irak, nadie dud sobre la actitud de los gobiernos venezolanos. Ahora la situacin es distinta y ms difcil de manejar por parte del gobierno de Chvez. En primer lugar, Chvez ha manifestado sus simpatas por la causa rabe y en general por las tesis tercermundistas de un mundo multipolar, ha estado cerca de Kadhafi, de los iranes y de los iraques en tiempos de Saldan Hussein. En segundo lugar, son diversas las ocasiones en donde Chvez ha irritado a la comunidad internacional occidental por sus simpatas con causas antinorteamericanas: su carta a Ilich Ramrez, (Carlos, El Chacal), su visita terrestre a Irak y sus conversaciones con Hussein, la muestra y denuncia de los asesinatos de nios en Afganistn y su reiterada oposicin a una invasin militar a Irak. Por otra parte su acrecentando antinorteamericanismo, su apoyo a Fidel Castro, su aparente ayuda a movimientos insurreccionales y de izquierda en Amrica Latina, le crean una atmsfera adversa en las cancilleras occidentales. As se vio con la convocatoria del seminario internacional a favor del gobierno de Chvez, evento que se desarroll, en abril de 2002, con conferencias y talleres vertidos dentro de la agenda antiglobalizadora y con la presencia de dirigentes polticos e intelectuales de la izquierda mundial y latinoamericana.

Estados Unidos estuvo detrs del golpe de abril de 2002 y en distintos momentos diversos funcionarios estadounidenses han hecho crticas o sealamientos al gobierno Chvez y a su proyecto poltico interno e internacional. Condoleeza Rice, por ejemplo, dijo que su pas tiene algunas preocupaciones sobre ciertas actividades del presidente venezolano Hugo Chvez Fras y que sigue con mucha atencin la realizacin del referndum revocatorio como de resolverlo [...] Este no es un tema bilateral de Estados Unidos con Venezuela sino un tema regional y as es como lo tratamos. Sin embargo, en momentos del segundo paro, a fines de 2002 y comienzos de 2003, el gobierno venezolano esgrima el reconocimiento y la carta abierta que Washington le ofreca para que manejara la oposicin dado que consideraba ms claro el panorama con el propio Chvez al frente de la administracin. Estados Unidos ha presionado y conseguido que se preserve el carcter de abastecedor seguro y confiable de petrleo estadounidense. A tal punto, que ha logrado que, segn reiteradas informaciones de prensa estadounidense, Venezuela aumente las ventas de petrleo a la reserva estratgica norteamericana en condiciones favorables. Todo esto le habra dado al gobierno de Chvez un margen de accin nacional e internacional importante, incluso en ese tema petrolero como se puede ver en las ventas de petrleo en condiciones favorables a Cuba y la tolerancia con la forma de pago de la isla. Con todo, Chavez sabe que el margen de su disidencia est en el suministro de petrleo a Estados Unidos. Aunque, en la medida en que la situacin en el Medio Oriente sea frgil y llena de incertidumbre o conflicto, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN convertiran a Venezuela en un objetivo estratgico, lo que le incrementara a Chvez el valor del tema petrolero como arma para avanzar su proyecto interno e internacional. Claro est, todo esto es posible de proyectar si no se experimenta un cambio poltico en Venezuela que obligue a la salida de Chvez de la presidencia antes de cumplir su mandato en enero de 2007. En ese escenario, el gobierno de Chvez podra seguir cambiando la poltica exterior en el plano discursivo y en algunas de sus actuaciones internacionales y profundizando tradiciones venezolanas como el presidencialismo, el bolivarianismo y el hiperactivismo. En un tal escenario se avizoran, al menos, cuatro espacios problemticos en cuanto a los factores internacionales de Venezuela. Primero, la presin de Washington para que Venezuela de muestras que sigue siendo un aliado seguro de Estados Unidos en materia petrolera. Tambin la presin de Estados Unidos para que Venezuela apoye la poltica de seguridad fronteriza del gobierno de Uribe en Colombia, reduzca sus compromisos y acabe sus simpatas con partidos y movimientos nacionalistas y revolucionarios en la regin o sus vnculos con sectores internos en pases suramericanos. Segundo, el alejamiento de Venezuela tanto por razones comerciales como por razones polticas de los procesos de integracin como la Comunidad Andina o de libre comercio como el ALCA. Tercero, la reduccin de la tolerancia a Chvez por parte de los gobiernos de los pases miembros de la Unin Europea y el distanciamiento de parte de algunos gobiernos y sectores sociales latinoamericanos. Cuarto, la reaccin de Chvez a la aplicacin del Plan Colombia y a la intensificacin de la violencia en su principal vecino pues de prosperar las soluciones militares asumidas por el gobierno de Uribe, Chvez tendra que definirse ante los actores involucrados. Hasta ahora, en ocasiones, ha respaldado tmidamente al gobierno de Uribe, ha simpatizado con la guerrilla aunque no puede manifestarlo y se ha enfrentado a los paramilitares.En suma, de esta primera parte podemos sealar que se asiste a rupturas importantes en las polticas exteriores de los tres pases al frente de los cuales estn, adems, presidentes bien particulares cuyo futuro es incierto lo que inducira a preguntarse si se trata de cambios durables o si estn atados a la suerte poltica del gobernante. En Estados Unidos, aunque hay matices entre Clinton y Bush, se trata de la consolidacin de una tendencia, tal vez de manera extrema con Bush pero que ya vena incubndose y que cuenta con amplio respaldo interno. En el caso colombiano, la tendencia del gobierno de Pastrana de acercamiento a Estados Unidos para buscar apoyos con el fin de resolver el conflicto interno ha sido profundizada y ampliada por Uribe y cuenta con un masivo respaldo nacional y una saturacin con el conflicto. En Venezuela, Chvez responde a una tendencia de una parte importante de la poblacin cansada con los problemas derivados del rgimen poltico anterior y que lo apoya enfrenta, sin embargo, una polarizacin extrema. No obstante responder a una tendencia en curso y contar con apoyo en sus respectivos pases, Bush, Uribe y especialmente Chvez que durante sus mandatos han querido transformar los fines, objetivos e instrumentos de las polticas exteriores- confrontan problemas para continuar en sus propsitos. Bush porque no tiene claro el camino para su reeleccin, Uribe porque no puede reelegirse constitucionalmente y Chvez porque est sometido a un proceso revocatorio de su presidencia. Si de da un escenario sin ellos en la direccin de sus pases, cambiarn las polticas exteriores de sus pases? Podra darse un bushismo, uribismo y chavismo sin la participacin directa de sus protagonistas que impregne la poltica interna e internacional de esos pases. Esto est por verse.

2. LOS IMPACTO EN LAS RELACIONES ENTRE VENEZUELA Y COLOMBIA

En el pasado se registraron contadas divergencias puntuales en el plano hemisfrico, mientras que en los aspectos fronterizos se daban periodos de predominio de desencuentros y otros de aumento de las coincidencias. En estas ltimas se ha logrado configurar una agenda y emprender negociaciones sobre temas centrales binacionales como el diferendo sobre reas marinas y submarinas, las cuencas hidrogrficas, las migraciones, los refugiados, el robo de vehculos, el combate al problema de las drogas y otros aspectos dentro de la vinculacin fronteriza. Esos acuerdos se han visto frenados y en algunos casos se ha retrocedido por las divergencias polticas y los cambios recientes en las polticas exteriores y en particular en la posicin frente a Estados Unidos, pero sobre todo, por el aumento de los temores mutuos.

De hecho, si se comparan las relaciones de los dos pases en los dos ltimos aos con perodos en el pasado reciente, el flujo de incidentes en la frontera es ms o menos igual, pero ahora lo que pasa es que estn afectados por las coyunturas crticas de cada pas, las respectivas polticas gubernamentales para hacerles frente y las divergencias polticas entre los gobiernos centrales. Adems, a las tradicionales tensiones en las relaciones exteriores de Colombia y Venezuela, en los ltimos aos, se les han agregado la mutua incomprensin frente a la respectiva situacin interna y las diferencias en la apreciacin de dichas confrontaciones nacionales. Cada uno de los dos gobiernos caracteriza su situacin interna como el asedio a la democracia y percibe que su vecino en lugar de comprensin le agrega ingredientes explosivos a la situacin. El colombiano porque siente que el Venezolano no acepta una accin conjunta en la frontera ni el funcionamiento de mecanismos de vecindad y el venezolano porque cree que el Plan Colombia desestabiliza la regin y amenaza a su propio gobierno. Lo cierto es que las mutuas denuncias y los problemas de seguridad no se procesan de manera conjunta y hay ausencia de accin coordinada para controlar las zonas compartidas lo que permite el trnsito de la droga, el paso o refugio de guerrillas y autodefensas. Desde 1999 todos estos elementos han ido incubando una de las mayores crisis binacionales y en la que cada gobierno atribuye al otro ser la causa de males y disputas en la frontera. Las divergencias se han hecho sentir hasta en la posicin frente a los desterrados por la guerra, Venezuela no les ha conferido la condicin de refugiados sino de ciudadanos en trnsito por su territorio mientras Colombia ha pedido la actuacin de los organismos internacionales para atender esas emergencias humanitarias. En cada pas distintos sectores interiorizan el estado de esas diferencias y las utilizan para fines partidarios y polticos especficos. De ah que los temas especficos de la agenda estn, adems, teidos de la poltica interna venezolana y colombiana.Mutos temores

En el marco complejo de la relacin de cada pas con Estados Unidos y de la consideracin del otro pas como la primera hiptesis de conflicto blico tambin se han venido expresando mutuos temores que requieren de clarificacin conjunta.

Tres son los principales temores que se expresan del lado venezolano.

Primero, se han hecho a diversos niveles, una y otra vez, afirmaciones sobre que el actual equipamiento de las fuerzas armadas colombianas para responder la ofensiva armada interna ha producido o pudiera generar un desbalance militar con Venezuela, un punto sensible para la Fuerza Armada Nacional venezolana y para diversos sectores incluso acadmicos. Como el Plan Colombia se fue modificando sin que el gobierno colombiano aclarara a sus vecinos su alcance y sentido se gener una ola en su contra y no se aprovech la ocasin, dada la actitud de Bogot y la posicin de distanciamiento de Caracas, para construir medidas de confianza. En Venezuela sectores ligados al gobierno no han tomado en consideracin que el proceso de modernizacin militar colombiano, tanto en equipos como en adiestramiento y organizacin, ha estado dirigido a un combate interno irregular y no a una guerra interestatal. Por eso las fuerzas militares cuentan con helicpteros artillados y no con aviones bombarderos, con aviones fantasma de inteligencia para ubicacin de columnas armadas, y con comandos especializados contra distintas formas delictivas. Ni han considerado que el contexto internacional actual no favorece la confrontacin entre estados y ms bien existe una presin por soluciones favorables para ambas partes. Tampoco, se ha visto que la situacin interna de cada lado le impide a cada gobierno desviar la atencin de la salida de su conflicto interno y que cada pas tardar muchos aos en estabilizarse como para aventuras guerreristas. Adems, en la opinin interna no tiene cabida la idea de un enfrentamiento con otro pas y los lazos e interdependencias positivas entre los dos pases constituiran una enorme presin en contra de la amenaza de un estado al otro.

Luego, el temor de que por la estrecha relacin del gobierno central de Colombia con Estados Unidos, Bogot saque ventajas de esa relacin con respecto a Venezuela, o se convierta en punta de lanza para desprestigiar, amenazar o confrontar al gobierno de Chvez. A esta ltima idea han contribuido las declaraciones hechas desde Bogot por parte de altos funcionarios estadounidenses. Por ejemplo, el general Richard Myers, jefe del estado mayor conjunto de las fuerzas armadas de Estados Unidos, en agosto de 2003 mientras calific a Colombia como un aliado recio, en clara alusin al gobierno de Chvez dijo, que Cualquier vecino que de asistencia y comodidades a los terroristas est del lado equivocado de la guerra y vamos a tener que desarrollar inteligencia y trabajar con los gobiernos vecinos para que eso no ocurra.

Est tambin el temor del gobierno de Chavez de que el gobierno colombiano tome partido en la polarizacin venezolana. Por un lado, con base en lo ocurrido en el golpe de estado al presidente Chvez, el gobierno venezolano ha sealado que el anterior gobierno y los gremios colombianos habran apoyado la ruptura del estado constitucional en Venezuela y se habran aliado con su oposicin interna. Este sealamiento obedece a declaraciones individuales de altos funcionarios del gobierno y de empresarios colombianos que aunque, fruto de vnculos preexistentes con personajes ahora en la oposicin venezolana, de la molestia con la posicin del gobierno de Chvez sobre el conflicto colombiano y de la tensin binacional, le agregaron ingredientes negativos a las divergencias entre los dos gobiernos. Por otro lado, con base en el sealamiento que hace la oposicin de que el estado negativo de las relaciones con Colombia es consecuencia del desdn y la falta de compromiso del gobierno de Chvez dada su opcin por la guerrilla. Con ese temor el gobierno de Chvez vio la visita de dos dirigentes de la oposicin venezolana, en agosto de 2003, al presidente Uribe para solicitar la colaboracin de Colombia como nacin hermana, y por su intermedio de muchos otros pases de la regin, la cual es vital para que los venezolanos podamos ejercer nuestro derecho y lograr el cumplimiento del acuerdo, a fin de lograr una salida poltica y electoral a la crisis venezolana . Uribe reiter que no era indiferente a la crisis venezolana. Sin embargo, desde el momento de su posicin y para saldar cuentas con la posicin que asumieron altos funcionarios colombianos frente al golpe contra Chvez, Uribe dijo que respeta la institucionalidad de su vecino y que se entiende con el gobierno que tiene Venezuela.

Del lado colombiano, se han manifestado fudamentalmente dos temores.

Ante todo, a que la mayor proximidad ideolgica del gobierno central y de algunos gobiernos fronterizos venezolanos que rechazan el Plan Colombia y la poltica de seguridad del gobierno colombiano, no slo dificulte el control conjunto de las fronteras compartidas sino que por accin u omisin le de facilidades a las guerrillas colombianas y hasta le reconozca un estatus beligerante en el marco de la posicin de neutralidad ante el conflicto. Este temor se expresa en la percepcin de que el gobierno de Venezuela se niega a reconocer el hecho de que en territorio venezolano est operando la guerrilla lo que lo llevara a una cierta complicidad. Tambin, en la percepcin de que el gobierno venezolano no quiere cooperar con las actividades conjuntas necesarias para controlar la frontera compartida porque no ha reconocido que es all donde se presentan con ms peso los problemas comunes. En la percepcin, adems, de que el gobierno de Venezuela se limita a denunciar la carencia de un plan militar de defensa colombiano para la frontera desconociendo que de hecho se ha incrementado la recuperacin del control estatal de zonas importantes prximas a Venezuela y que cuando el gobierno de Colombia trata de enfatizar la necesidad de accin conjunta, el gobierno de Chvez contesta que eso no es un problema venezolano sino colombiano. Sin embargo, en sus cinco aos de gobierno, Chvez no le ha reconocido ese estatus de beligerancia a las guerrillas y es muy poco probable que esto suceda porque el mbito internacional hacia las FARC se ha hecho muy negativo y esto tendra altos costos para el gobierno de Venezuela. Tampoco, el gobierno de Venezuela puede darle un apoyo militar significativo a las guerrillas o inducir cambios estratgicos en el conflicto colombiano. El asunto se ha vuelto central para la oposicin, no contara con el aval de buena parte de las fuerzas armadas y no sera tolerado por la comunidad internacional, Estados Unidos en particular.

Luego est el temor a que Venezuela saque ventaja en esa proximidad ideolgica con la guerrilla frente a los asuntos pendientes o use el tema del diferendo limtrofe para alentar el nacionalismo en momentos en que se encuentre acorralado por la situacin interna. Un exministro alert contra las posibles compras de aviones de combate rusos por parte de Venezuela. Como el ex ministro quiso hacer campaa electoral aprovechando el creciente descontento en diversos sectores colombianos con la posicin del gobierno de Chvez sobre Colombia y dado el distanciamiento entre Bogot y Caracas no se pudo aprovechar la ocasin para avanzar en medidas de confianza y analizar de manera conjunta entre los dos pases si estas compras eran parte de una modernizacin del aparato militar venezolana sin que por ello tuvieran necesariamente un carcter ofensivo.

Hay pues un mutuo temor excesivo y es necesario reducirlo a sus proporciones reales. Pero sobre todo, la parlisis de las comisiones para atender las negociaciones de la agenda bilateral y los asuntos de seguridad, de las fronteras y la integracin ha llevado a un incremento de los problemas, de su magnitud y de sus efectos en la frontera. Adems, tanto en Colombia como en Venezuela diversos sectores le estn imputando a la relacin interestatal las diferencias ideolgicas entre los gobiernos centrales; y esto es preocupante. Desacuerdos internacionales

A esas desavenencias sobre cuestiones nacionales y binacionales y a los temores mutuos que se han incrementado, pareceran sumarse ahora las divergencias en los discursos sobre la situacin y las prioridades internacionales. En ocasiones anteriores hubo discrepancias en algunos asuntos internacionales y regionales -como la crisis de las Malvinas en 1982- que tuvieron cierta significacin en las relaciones binacionales pero estos se daban en el marco de coincidencias polticas fundamentales entre los dos pases. Y sobre todo, prim el consenso entre ambos gobiernos sobre la crisis poltica centroamericana, la Carta Democrtica de la OEA o la crisis peruana. En cambio asuntos regionales o hemisfricos parecen hace parte ahora de los desencuentros entre los gobiernos centrales de Venezuela y de Colombia. La pregunta, tambin es si Colombia y Venezuela pueden enfrentar a corto plazo una rivalidad diplomtica, que sea el resultado del deterioro de sus relaciones hemisfricas ms que de sus relaciones bilaterales o que se sume a sus discrepancias tradicionales. En efecto, en la actualidad, las relaciones exteriores de ambos pases estn entrando en una nueva fase como acabamos de verlo. Podramos estar asistiendo, como consecuencia de los cambios antes vistos, a polticas exteriores que ya no coincidan de manera espontnea dado que no se coordinaban -como demostramos en el trabajo anterior se daba hasta 1998- sino divergentes ya no slo en el mbito bilateral y fronterizo sino a nivel hemisfrico e internacional. La pregunta es hasta dnde, entre 1999 y 2003, han sido ms las divergencias que las coincidencias encontradas en aos anteriores. Para empezar, hay que decir que el contexto internacional y la poltica del gobierno de Bush, dirigida a desarrollar una diplomacia preventiva que no deja espacio a polticas exteriores que se definan por fuera del combate al terrorismo y al narcotrfico deja muy poco margen para la disidencia o la hace muy costosa. En este marco, Colombia y Venezuela han enfocado muchos temas de manera diferente.

Son conocidas las discrepancias aunque no los matices sobre el Plan Colombia dado que el presidente Chvez matiz su posicin en 2001. Tambin es claro el rechazo del gobierno venezolano a los sobrevuelos de naves norteamericanas sobre territorio venezolano para el control del trfico de drogas, aunque la Iniciativa Regional Andina del gobierno de Bush contempl recursos antinarcticos para ambos pases. Adems son notorias, divergencias en la interpretacin mundial tan marcadas como que para el gobierno de Venezuela la prioridad es construir un mundo multipolar y para el de Colombia la lucha contra el terrorismo y contra el problema de las drogas y los delitos conexos. Podramos estar, adems, ante divergencias de sentido de las orientaciones externas. Colombia necesita y busca el respaldo de la comunidad internacional, y especficamente de la alianza occidental para resolver su problema interno. En cambio, Venezuela ve con reservas el respaldo que la comunidad internacional le pueda dar a fin de mitigar la crisis interna que padece. Claro que la divergencia no estara tanto en si el gobierno de Colombia vincula cada da ms sus relaciones exteriores a un plano interno de la resolucin de la confrontacin armada y el gobierno de Venezuela internacionaliza sus relaciones exteriores. Podramos estar ante polticas exteriores que por medios distintos tratan de asegurar proyectos internos; el de Colombia busca apoyo para una salida de la confrontacin armada vinculando a la comunidad internacional y el de Venezuela defiende su proyecto poltico tratando de construir alianzas tercermundistas que le ayuden a garantizar una tolerancia de la comunidad internacional, y garantiza el carcter de tercer socio petrolero de Estados Unidos.

Los dos pases tienen posiciones parcialmente distintas en las negociaciones sobre acuerdos andinos como la liberalizacin del transporte de carga y las negociaciones comerciales regionales y hemisfricas. Mientras Venezuela pidi ingreso al Mercosur por fuera de la CAN en Colombia se suscit una enorme presin empresarial en contra de un acuerdo andino-mercosureo, finalmente ambos pases firmaron el acuerdo entre los dos grupos sudamericanos. El gobierno de Venezuela ha dejado constancias en las cumbres del ALCA contra acuerdos firmados por los dems gobiernos y los negociadores venezolanos han mostrado un gran desgano a la hora de cumplir los pasos previos acordados de carcter comercial. Mientras tanto el gobierno colombiano no slo se ha comprometido con ALCA sino que ha comenzado con Per, negociaciones para un acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos y ha aumentado las exportaciones hacia ese pas reemplazando, en parte, la cada del comercio con Venezuela. En las negociaciones agrcolas la presin de Estados Unidos logr que diversos pases entre ellos Colombia se retiraran del Grupo de los 20-plus de destacada actuacin en el entorno de la OMC y en el que se mantuvo Venezuela.Los dos gobiernos tuvieron posiciones distintas frente a la situacin de Irak y luego ante la invasin de Estados Unidos aunque para ambos sus posiciones fueron contradictorias y tuvieron consecuencias bien significativas. Durante un primer momento el gobierno de Chvez evit pronunciarse sobre la guerra en Irak. Por una parte, los costos de posicionarse a favor de uno u otro bando eran muy altos. Si Chvez apoyaba la alianza occidental y reiteraba su condicin de socio y proveedor seguro y confiable, su identidad y sus compromisos internacionales antioccidentales se venan abajo y perda credibilidad ante una muestra evidente de debilidad. Con todo, desde el lado del oficialismo, los medios de comunicacin gubernamentales no ocultaron sus simpatas por la causa de Irak e interpretaron la campaa aliada en contra de Irak como una agresin a ese pueblo y como una injerencia en los asuntos internos de ese pas. En cambio, sectores de la oposicin venezolana vincularon la situacin de Irak con la de Venezuela y mostraron semejanzas entre Saddan Hussein y Chvez, al punto que algunos dijeron abiertamente que luego de limpiar a Hussein los Estados Unidos deban venir a limpiar a Chvez. Luego las consecuencias han sido variadas. Para Chvez, en primer lugar, la poltica de precios del barril de petrleo de la OPEP se vio afectada, no slo por las expectativas que originaba el retorno de Irak al mercado mundial con una mayor produccin interna sino porque en ese momento se redujo la demanda energtica por la recesin mundial. Luego, las tensiones en el mundo rabe sobre el tema de Irak, las rivalidades internas en la OPEP y el crecimiento del mercado por fuera de la OPEP, dieron lugar a precios fluctuantes para el barril. El escenario de precios bajos del petrleo perjudic la economa venezolana en momentos en que se recuperaba de la huelga petrolera y trataba de alcanzar la cuota acordada por Venezuela en la OPEC. El gobierno de Uribe, por su lado, trat no slo de avalar la accin contra Hussein sino de inscribir el conflicto colombiano en la cruzada contra el terrorismo global. Pero no le ha servido exagerar la amenaza colombiana para Estados Unidos, como cuando le dijo a Bush que "La droga es la peor de las armas qumicas", "El conflicto colombiano es un problema tan grave que tiene el potencial de desestabilizar Amrica del Sur", puede destruir la selva amaznica, es ms grave que el mismo conflicto de Iraq". Tampoco le ha servido pedir que todo el material blico que quedara de la guerra en Irak se trasladara a Colombia o que Estados Unidos bloqueara en el Caribe el ingreso de precursores y la salida de drogas. Estas frases mostraban el afn de ganar un apoyo pero generaron equivocadas seales y le dieron a la oposicin colombiana un argumento poltico que esgrimi en su ascenso electoral. Son, adems contradictorias con la posicin que, en ocasiones, expresa el presidente colombiano cuando niega la existencia de una confrontacin armada y se asemejan a exageraciones similares que hacen diversos sectores con los cuales su gobierno expresa divergencias sobre el conflicto colombiano. De hecho, exageran la amenaza del conflicto colombiano: las guerrillas y paramilitares para neutralizar a los pases limtrofes y ganar reconocimiento internacional, algunos vecinos para manejar las relaciones con Washington o su poltica interna y Estados Unidos para justificar sus cruzadas antidrogas y antiterroristas y su creciente injerencia en Colombia y en la regin andina. El efecto provocado es el contrario. El conflicto colombiano al aparecer como el nico factor causante de todo lo negativo que ocurre en la regin, contribuye a ocultar otras dinmicas globales, hemisfricas, andinas y fronterizas que lo atraviesan y refuerzan, y a inhibir un acompaamiento regional para buscar una solucin negociada. Ambos gobiernos reaccionaron de manera parcialmente diferente ante la peticin de Washington de suspender la ayuda militar a los pases que para el 1 de julio de 2003, no hubieran suscrito un acuerdo bilateral que eximiera de la obligacin de entregar a la Corte Penal Internacional a los ciudadanos norteamericanos que estuvieran en misin internacional y que fueran acusados de delitos contra la humanidad. El gobierno de Chvez proclam, ante tal peticin, que considera que la propuesta de Estados Unidos es contraria al espritu y letra del estatuto de Roma, y es violatoria de varios instrumentos que el derecho internacional ha consagrado en el marco del elevado propsito de hacer respetar los derechos Humanos, reconocido como un valor fundamental. Tambin sostenemos que la forma compulsiva con la que se ha pretendido imponer el acuerdo, atenta contra el principio de la igualdad jurdica de los estados y del debido respeto, base fundamental para el relacionamiento sano en la comunidad internacional. En cambio, el gobierno de Colombia inicialmente trat de evadir la peticin reiterando, una y otra vez, que ya exista un convenio firmado en 1962 que exiga para el juzgamiento de norteamericanos el beneplcito de su gobierno y no haba, por tanto, necesidad de firmar un nuevo acuerdo bilateral. Finalmente, luego de la suspensin de parte de los recursos del Plan Colombia el gobierno colombiano tuvo que firmar con Estados Unidos, en septiembre de 2003, un acuerdo mediante el cual los ciudadanos norteamericanos que incurran en delitos graves podrn ser enviados a la Corte Penal Internacional, previa autorizacin de Washington.

Pero se trata de ir ms all de constatar las discrepancias y preguntarse si por intereses de la potencia hegemnica o por accin u omisin de los gobiernos colombiano y venezolano Estados Unidos ha construido sobre Colombia una posicin envolvente va la militarizacin del Plan Colombia que afecta a su vecino y en el caso de Venezuela slo una posicin excluyente con las advertencias de Washington sobre las desviaciones antidemocrticas del gobierno de Chvez. O existen frente a cada uno acciones envolventes y excluyentes a partir de las peticiones del gobierno colombiano de apoyo para la salida de su confrontacin armada y del gobierno de Venezuela del rechaza o desconexin de algunas de las polticas de Washington y la reafirmacin y ampliacin de su acercamiento en otras. Cmo entender entonces el tipo de relacin de cada pas con Estados Unidos? Por un lado, en el caso de Colombia ms que a un aumentando de ventajas militares con respecto a sus vecinos a lo que parece asistirse es tanto al incremento de la intervencin estadounidense en el conflicto colombiano para desde all incidir sobre los pases andinos como al aumento de los costos que el pas paga por esa dependencia. En el tema comercial Estados Unidos ratific, en 2002, las preferencias arancelarias condicionadas y excluy a Venezuela por sus divergencias y por la posicin sobre temas comerciales del gobierno de Chvez, a pesar de que los andinos incluido el gobierno de Chvez- haban actuado de manera conjunta al respecto desde su encuentro en Cartagena para coordinar la estrategia andina. De firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos en condiciones favorables para Colombia podra decirse que Colombia sac ventajas comerciales con relacin a Venezuela no porque esa iniciativa fuera hecha con ese propsito sino porque Venezuela, en buena medida, se sustrajo de esas negociaciones multilaterales o bilaterales. Por otro lado, en el caso de Venezuela la relacin con Estados Unidos no parece ir disminuyendo en todos los terrenos dada la garanta ofrecida por el gobierno venezolano sobre el suministro petrolero que le da un cierto margen de disidencia en el manejo de los asuntos domsticos y frente a asuntos internacionales.

Para finalizar podemos decir que si las divergencias entre los dos pases son fuertes en el discurso se diluyen luego, en parte y en algunas ocasiones, en la dinmica de su aplicacin que suele ser ms compleja que la definicin de la posicin. Tambin se diluyen en sus resultados e incluso hay semejanzas o coincidencias en los cambios en la forma de elaboracin de la poltica exterior, y en actuacin internacional en mbitos multilaterales.

De hecho, ambas polticas exteriores se parecen en los problemas en la formulacin de las polticas exteriores derivados de los cambios en curso en cada uno de ellas. Por un lado, la poltica exterior de Venezuela se enfrenta a contradicciones entre la cancillera y la vicepresidencia que ha tomado control de los puntos ms importantes de la agenda exterior de Venezuela y en materia de relaciones con pases claves como Estados Unidos, Colombia y Cuba; tambin con un tercer canciller, Rafael Vargas, miembro del Comando Tctico Nacional del Movimiento Quinta Repblica, quien es el que maneja los asuntos relacionados con la solidaridad internacional y la red de personalidades internacionales, de agrupaciones sociales y de partidos polticos de izquierda antiglobalizadora y de estirpe fundamentalmente marxista que simpatizan con la llamada revolucin bolivariana. Por el otro lado, la prioridad de los problemas de seguridad en la poltica exterior colombiana llev, sobre todo en la primera parte del gobierno de Uribe, a que muchos de los temas de incumbencia de la Cancillera fueran trasladados o asumidos por el ministerio de defensa. Esto gener contradicciones entre las dos ministras encargadas de ambas carteras a tal punto que las contradicciones con Venezuela o Ecuador, contaron en la salida de la ministra de defensa de su cargo.

Otra coincidencia de las polticas exteriores de los dos pases se expresa en que han tenido resultados contradictorios. El gobierno central de Colombia ha tomado el conflicto interno y el combate al problema de las drogas y sus delitos conexos como la punta de lanza de su ofensiva diplomtica a favor de una alianza pro occidental y hemisfrica. Aunque ha logrado comprometer a Estados Unidos, ha recibido de ese pas y de Europa cuestionamientos al sistema poltico, a las presuntas violaciones internas a los derechos humanos y limitaciones de las libertades pblicas. Venezuela ha tomado como punta de lanza de su ofensiva diplomtica temas internacionales como la necesidad de una nueva estructura internacional ms participativa y equitativa, y el desarrollo de un discurso de carcter antioccidental. Sin embargo, como ya sealamos Europa, Estados Unidos y muchos de los gobiernos vecinos, han disminuido el grado de tolerancia frente a su proyecto y slo el recurso petrolero le sigue propicindole unos relativos mrgenes de accin.

Para concluir, podemos decir que las relaciones bilaterales no puedan ser deterioradas por la intervencin de un tercero que tiene su propio juego y sus propios intereses que no son necesariamente coincidentes con los de los dos pases. Hay, adems, variables que escapan a la voluntad de los gobiernos como la conducta de Estados Unidos frente a Colombia y Venezuela, y la actitud de diversos sectores de cada pas frente a ese estmulo exterior.

Las divergencias entre los gobiernos no pueden ser trasladas, entonces, a las relaciones interestatales. La vecindad no puede estar sometida a los vaivenes de los cambios y opciones polticas gubernamentales. Es indispensable que en forma inmediata se pongan en marcha tres aspectos que tienen que ver con la vecindad: las condiciones mutuas para la activacin comercial, la cooperacin fronteriza y la reactivacin de las comisiones presidenciales para tratar los temas de la agenda binacional y para la atencin de la fronteriza y la integracin.

Este trabajo est en proceso de discusin con Carlos Romero quien present como insumo la ponencia Colombia como problema hemisfrico para Venezuela, en la X reunin binacional del Grupo Acadmico Colombia-Venezuela, Maracaibo, diciembre de 2003, que ha servido de base, en particular, para los punto

sobre Estados Unidos y Venezuela.

Socorro Ramrez, Elsa Cardozo, Jos Luis Ramrez, Miguel Angel Hernndez y Angelina Jaf, Colombia y Venezuela: proyeccin internacional y relacin bilateral, en Socorro Ramrez y Jos Mara Cadenas (coods. y edts.), Colombia y Venezuela: agenda comn para el siglo XXI, Bogot, Instituto de Estudios Polticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) Universidad Nacional de Colombia Universidad Central de Venezuela (UCV) Corporacin Andina de Fomento (CAF) Convenio Andrs Bello (CAB) Tercer Mundo Edts., noviembre de 1999, pgs. 117-206.

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Segn el presidente Uribe el papel que hemos visto los colombianos es que critica mucho y resuelve muy poquito. No le digo a Naciones Unidas que deje de criticar, pero le digo que se comprometa a resolver Naciones Unidas debe escoger a quin le tiene que servir. Si al miedo que le producen los grupos violentos de Colombia, o a la necesidad del pueblo colombiano de que la comunidad internacional nos ayude para resolver esa violencia. Declaraciones del presidente de Colombia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, San Jos de Costa Rica, 19 de junio de 2003, en El Nacional, 21 de junio de 2003, pg. B-14.

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