19.-Ernst-Jünger-y-Gershom-Scholem.-Correspondencia

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    Ernst Jnger y Gershom Scholem Correspondencia1

    Presentacin: Marcelo Pompei2

    Ernst Jnger, Gershom Scholem. Un encuentro imposible? No. Y la prueba es elintercambio epistolar que aqu se presenta. Por qu sera imposible? No. La pregunta correcta es:Por qu la pregunta por la posibilidad o imposibilidad de ese encuentro se nos presenta en estecaso como una pregunta inmediata y necesaria? Por qu las personas que llevan esos dos nombres,que trascienden sus esferas familiares en tanto que son invocados como autores y productores deideas y de obras, nos resultan irreconciliables o de una cercana inadmisible?

    Un paso preliminar para responder a estas cuestiones sera distinguir entre persona y autor.Coincidencia que slo podr constatarse en el plano privado en cada uno de ellos. Coincidenciaencerrada en sus conciencias. Pero no en sus lectores. Para nosotros son autores. La persona nos

    est vedada. De ellos tenemos sus obras. Y algo ms que sus obras: la interpretacin o uso quehacemos de ellas. A lo cual hay que aadirle una cuota de influencias que la crtica, los prejuicios yla historia inocula en nosotros haciendo que nuestras lecturas no sean obra nuestra solamente. Noexisten el lector puro ni una obra en estado puro ni ideas sin mcula que de ellas se desprendan ycirculen. Existe, por decirlo de algn modo, una triple afluencia de autor, de lector y de un humusde ideas generales de las que nos nutrimos. Toda una cultura que acomoda, ordena y clasifica, queaplana, corrige y cierra. Que hace ms fluida la transmisin de los saberes. Una conjura adustacontra la incoherencia y el caos de las vidas. Que promueve autores y oculta personas. Queprescribe una dieta balanceada de ideas al lector.

    Quiz en esto est la clave de por qu, como autores, ambos no nos presenten sorpresas y sen cuanto a personas. Pequeas personas encerradas en sus gabinetes, con sus dudas, ambigedades,sus borradores y sacapuntas. Como autores coinciden consigo mismos y satisfacen nuestras

    expectativas intelectuales e incluso ideolgicas. Somos nosotros en el autor y el autor es ennosotros. El autor y nosotros los lectores, y una cultura que nos envuelve a ambos y vigila. Elcrculo cierra sin fisuras. Pero no sucede lo mismo cuando se nos presentan como personassingulares. El crculo se inquieta. A nuestro cmodo silln de lectura se le salta un resorte. Pedimosexplicaciones al autor que permiti que una voz extraa se dejara or desde el fondo. La cultura quea su alrededor se fue formando, se enoja e inicia un sumario. El crtico se hace juez por miedo arevisar sus convicciones. Nada peor que la inquietud intelectual que el etiquetado historiogrficoremedia. El lector que ha solicitado refugio en los dictmenes de la crtica erudita, la que vazanjando toda disputa uniendo, separando y ungiendo, se halla a la intemperie. Suena la alarma:Un judo sionista, erudito de la mstica hebrea y un soldado alemn de derechas sospechado denazi intercambian palabras e impresiones!? La visin paradisaca, tan habitual como inculta quesuele tenerse del universo intelectual, se derrumba ante semejantes apostasas.

    Como personas decepcionan e incluso, para sus amantes ms fanticos, traicionan lasexpectativas de quietud y de equilibrio ideolgico. La persona resulta minscula, confusa y trivial allado del autor que la inviste y la adorna con laureles, gloria, fama, reputacin, coherencia, Orden y,por qu no, infamia La persona, libre de sus obligaciones de autor y acodado frente a su carta,provoca una herida narcisista en el lector que cree llevar al autor en sus entraas y a la cultura quecon esfuerzo ha limpiado el terreno literario, los ha purificado y les ha asignado un lugar y unadireccin de circulacin. Las grandes avenidas van rectas de principio a fin, celosas y orgullosas de

    1Las cartas entre Ernst Jnger y Gershom Scholem intercambiadas entre 1975 y 1981 fueron publicadas en la revista Sinnund Form, en el tercer cuaderno del ao 61, de mayo y junio de 2009.2

    Docente del Seminario de Diseo Grfico y Publicidad en la Carrera de Ciencias de la Comunicacin de la Facultad deCiencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

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    la porcin de ciudad que les corresponde hacer correr; all reina la claridad. Slo las pequeascallejuelas zigzaguean en la confusin, cortan e incomodan el paso de las arterias principales,estrechan y arrinconan a los paseantes contra sus muros; ocultan presencias oscuras y prestan

    servicios marginales. No hay programas culturales que no pavimenten sus avenidas y disimulen suscallejones.La carta, por la intimidad y silencio que implica, incluso ms tarde cuando es expuesta a la

    curiosidad docta, le da la palabra ms a la persona que al autor. Salvo que el autor escriba demanera premeditada sus ideas valindose de los recursos que la carta privada permite. En este casohabra que hablar de gnero epistolar. La carta es un objeto delicado, esconde secretos yconfidencias, crea lazos insospechables o los corta de manera irreparable. Por eso se la elige para laamenaza, la extorsin, la intriga, es garanta de vida en la caja fuerte de un notario, o se la reservapara el juego amoroso. Sobre ella se puede ser indecente sin culpa. Una mano garabateando unacarta puede perder, si es necesario, vnculos con lo moral o al menos con el decoro. La cartascobran vida por la noche y por la maana se las come un buzn. Van selladas. Es un papel peligrosopor la inminencia que promete hacer estallar o revelar. Sobre ellas caen lgrimas, son abolladas con

    furia o encuentran residencia en la profundidad de un escote ruborizado. Por su naturaleza, sudestino final es el fuego. Pero si la mano que las escribi tambin son las de un autor, su destino esan peor, van a dar a sus lectores y a los censores.

    Una breve digresin. En los diarios de Ernst Jnger de la Segunda Guerra Mundial, uno decuyos destinos como soldado fue Francia, podemos encontrar fragmentos donde se refiere a la cartacomo objeto peligroso. Entre sus actividades all cuenta la de encargado de la censura de lacorrespondencia que sala de Francia hacia Alemania y a la inversa. Su tarea era revisar elcontenido. Si resultaba inapropiado a los intereses de Alemania y de la guerra deba informar de susautores para que se tomaran medidas contra ellos. La tarea no es nada honorable y su funcionario vaa la par de la tarea. Jnger reflexiona all acerca de esto y acerca de su incmoda posicin. Noobstante realiza su tarea, pero arrogndose algunas atribuciones que podran haber puesto su vida encompromiso. Cuando detectaba alguna carta saliente o entrante cuyo contenido no era conveniente

    adverta personalmente al remitente y al destinatario del peligro al que se exponan. Lo haca conuna nota enviada en la misma carta.Alguien podra argumentar que Jnger podra haber elegido no realizar una tarea tan

    infame. A la argumentacin de este alguien habra que corregirle que elegir no era algo que unsoldado alemn durante la guerra pudiera hacer sin levantar sospechas; elegir, no es algo que sepudiera hacer all sin caer en la insubordinacin. Y la insubordinacin entre intrigantes y paranoicosno era algo que se saldara con un simple castigo. Jnger cumple con su deber, lo cual no lo dejamoralmente inmutable, pero se consuela pensando que si la funcin caa en otro que no tuviera susconsideraciones, el destino de muchos, en aquellos tiempos de esvsticas y de matones, hubierasido, cuanto menos, un tiro en la cabeza. Esta digresin viene a cuento adems porque en las cartasque siguen Jnger hace referencia a esta labor all, en Francia y durante la guerra.En estos tiempos, que son los del correo electrnico y menos los del papel, sobre y estampilla, estas

    observaciones acerca de la carta manuscrita pueden resultarle a algunos, decimonnicas. Pero nomenos aplicables a este nuevo modo de comunicacin. Estas dos modalidades del correo slo sedistinguen por el soporte, papel o digital, y porque con una podemos prescindir del cartero. Perocreo ver una distincin ms sutil, el correo electrnico tiene algo que le es otorgado por lavelocidad, la inmediatez, su carencia de peso y volumen, por la ausencia del estampillado oficial, suimposibilidad de ser manipulado, su carcter de cosa efmera y la fugacidad que le hace perderimportancia una vez ledo. Su mecnica es la que le da su espritu y su significado. Un dramatismodel que puede prescindir con mayor facilidad de lo que lo podra hacer el papel menoscomprometedor. No es poco lo que el material papel hace por una carta. La letra escrita sobre unpapel lleva una pizca de quien la escribe. No la puede llevar el correo electrnico.

    La mencin que hago del correo electrnico no es juguetona. A mi consideracin sobre lacarta le di un cierto barniz dramtico que no siempre tiene. Es, segn lo que he sentido al leerlo, la

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    mecnica del actual correo electrnico la que parece otorgarle el tono al carteo entre Jnger yScholem. A pesar de que no fue este el medio, claro. El intercambio entre ambos carece del pesoque nuestra imaginacin esperara, en tanto que ella trabaja con los antecedentes literarios y

    biogrficos de los autores. Ms bien hay entre ellos un aire de cortesa y de formalidad distante,propio de quienes intercambian informaciones. Qu es en rigor lo que hacen. A Jnger se lepresenta un recuerdo de juventud, de su poca de escolar, sobre la identidad de un compaero declase. Cree que se trata de Scholem. Abre la partida con un movimiento cauto. Y consultndolo porla cuestin comienza una breve ida y venida de cartas concisas. Nada de altura ni profundidad;apenas un pedido de informe, para revocar un hueco en la memoria. A este tipo de intercambio le essuficiente el respeto. Pueden prescindir del afecto y las emociones. Lo que adems hubiera sidoforzado en tanto que la relacin entre ambos nunca fue estrecha. No fueron confidentes ni amigos.No obstante, como podr notarse en las cartas, hay pasajes donde se tocan puntos sensibles que vanms all de las referencias e incumbencias personales y parecen hacerlo con suma delicadeza comosi hubiera un cierto temor de ingresar en una zona an sensible. Las menciones que se hacen deWalter Benjamin y su destino, por ejemplo. Las cuestiones espinosas en las que se vieron

    involucrados son rozadas con mencin y rplica, no se detienen y se alargan en ellas. Un apuntepara aclarar un punto en el pasado y nada ms. Da la impresin, leyendo esas pocas cartas, queambos estuvieran midindose, no como esgrimistas antes de asestar el puntazo, sino como quienestemen dar un paso en falso y herir alguna susceptibilidad. Ambos conocen sus respectivas historiasy la estela que han dejado detrs. Jnger adems conoce, como consta en su obra, la estela quealgunos creen ver que ha dejado y que no le pertenece sino en el modo del sambenito. Esto lo haceser cauto y esta cautela se nota al finalizar su primera carta. Hay distancia porque saben de questn hablando y a qu zonas se estn acercando. Se mueven como dos operarios de laboratoriomanipulando materiales voltiles. Ambos parecen reservarse esa pizca de s mismos antesmencionada como necesariamente impresa en cada palabra de la hoja escrita. Esta reserva requieredestreza literaria, en tanto que no es reserva de palabras o cosas dichas a medias. A pesar de sufrugalidad las cartas dejan varias pistas y dan materia para pensar. En lo que se dice, lo que no se

    dice, en el medio que lleva las palabras, en el tono, en los giros, en la posicin y en el tipo decontacto. En los encuentros peligrosos, parafraseando el ttulo de una novela de Jnger. Peligrosoporque constituye un atentado en contra del lugar en que la tradicin histrica coloca a los autores.Se les fija residencia y no se los autoriza a abandonarla. Sabemos que muchas veces se fijan conmezquindad intelectual. Ellos no cursan invitaciones a cenar, no se trata de una visita amable, da laimpresin de ser un intercambio ocasional no deliberado, con el cual inauguran una comunicacinque creamos imposible.

    Retomo la pregunta inicial acerca de por qu se nos presenta como ineludible la preguntapor la posibilidad o imposibilidad de este encuentro. Ms all de la cuestin general acerca de ladiferencia entre persona y autor, de la comunicacin a travs de cartas y del significado material destas, y de la funcin de la cultura en la imagen y posicin de un autor en la constelacinintelectual, existe el hecho particular de la estela dejada por estos dos hombres a lo largo de sus

    vidas. Son estas huellas biogrficas las que suponemos que no pueden cruzarse como no se cruzanlas paralelas. Los hechos parecen demostrarlo por su evidencia.Jnger fue un alemn de espritu anrquico y aventurero, amante de la apuesta fuerte y de la

    vida atrevida. Entomlogo obsesivo y escritor permanente. Pensador no alineado a ninguna escuelay especialidad, sino ms bien motivado por la curiosidad y la intuicin. Pero adems fue soldadovoluntario y de trinchera durante toda la Primera Guerra Mundial, durante la cual participo en casitodas sus grandes batallas: Somme, Verdn, Cambrai, de las cuales arrastr unas cuantas heridas.Escritor de infinidad de textos polticos y de reflexiones sobre la guerra y la tcnica durante laRepblica de Weimar, no muy amables con el sentido comn democrtico, sino ms bien prximasa los extremos de derecha y de izquierda. Aquella Alemania se debata en los extremos y uno deellos la gobern hasta 1945. De este extremo Jnger se mantuvo alejado no aceptando ninguna delas propuestas que se le hicieron, un puesto en el Reichstag, por ejemplo, y de manera ms

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    contundente no afilindose al partido. Una forma de eludirlos fue volver al uniforme y aceptar sudestino en la Francia ocupada y ms tarde en el frente ruso, luego de la cada-asesinato de su hijo enla ciudad italiana de Carrara en un supuesto enfrentamiento contra el enemigo. Luego de esto, entre

    viajes de exploracin y experimentacin, labor literaria silenciosa durante ms de cincuenta aos.Reflexionando, un escaln por encima de lo poltico y episdico, acerca del sentido y la forma delsiglo XX. Todo desde la incmoda posicin en la que queda la reputacin de un autor soldado delejrcito perdedor y maldito.

    Eludiendo con elegancia la asociacin que algunos creyeron y creen encontrar de supersona y de sus ideas con el partido nazi. Nunca lo hizo directamente, lo cual hubiera implicado laaceptacin de que el banquillo de acusado le corresponda. No haba nada que alegar en su favor nicoartadas que esgrimir. Defenderse de acusaciones falsas es dar crdito y validez al contenido de laacusacin. Pero las cosas no eran ni son tan fciles como se puede interpretar de este procedimientoargumentativo. Jnger no contesta pero tampoco se queda callado. Da su palabra en sus ensayos,artculos, diarios y novelas, pensando acerca de la relacin del hombre singular con lascircunstancias, la posibilidad de elaborar una forma de moral estratgica para asumir su relacin

    con lo ineludible sin que la cercana lo disuelva en el contexto. Mantener la autonoma cuando staest siendo atacada en favor de ideales imposibles de compartir. Jnger apela a figuras conceptualesque le permiten ilustrar sus concepciones y su tiempo: el trabajador, el anarca, el emboscado.Prefiere pensar a defenderse y usar su caso como testimonio de los conflictos irresolubles a los queel hombre singular debe enfrentarse en la poca en la que le toca vivir.

    Gershom Scholem, tambin nacido en Alemania, en 1897, fue hijo de un propietario deimprenta, judo, liberal, de holgada economa y con intenciones integracionistas. Gershom se educde acuerdo a principios liberales en distintas partes de Alemania. El pensamiento de Martin Buberle marc sus primeros pasos. Al mismo tiempo aprenda hebreo, lo cual culmin en la elaboracinde una edicin crtica del Sefer ha Bahir, la piedra fundamental del misticismo judo. Es el librocabalstico por excelencia y uno de los ms hermticos. Sobre esta senda, la de los estudiosfilolgicos aplicados a la Cbala, se conducir Scholem durante toda su vida y por la que ser

    elevado a la categora del mayor exegeta de la cultura juda. En 1923 emigra a Palestina, marcando,pelea incluida, una diferencia con su padre y su familia y con el deseo de estos de integrarse a lacultura europea como tpicos judos asquenazes. Su hermano Werner, mencionado en estas cartas,alcanzar el cargo de diputado en el Reichstag por el Partido Comunista y morir en una cmara degas en Buchenwald. Gershom adhiere al movimiento sionista fundado por Theodor Herzl en el sigloXIX. As toma distancia de su familia y opta por una de las opciones que el debate de la pocaaportaba: integrarse o fundar una patria propia. En aquella tierra, Palestina, luego de desempearsecomo bibliotecario, toma el cargo de profesor de la Universidad Hebraica para ensear historia de lamstica juda y comenzar a producir una enorme obra de carcter enciclopdico, crtico e histrico.Explorando zonas de aquella cultura nunca estudiadas hasta ese momento o corrigiendo gruesoserrores histricos y de interpretacin. Se destac adems por su bsqueda de incunables ymanuscritos, con los cuales levant la biblioteca ms voluminosa dedicada a aquellos temas. Forma

    parte hoy del patrimonio bibliogrfico fundamental de su universidad, a la que leg toda sucoleccin. Un punto importante en su vida fue su relacin con Walter Benjamin, con quien mantuvocorrespondencia entre 1933 y 1940, ligados por el inters en el misticismo. En estas cartas, WalterBenjamin es mencionado en relacin a su misterioso y supuesto suicidio en Portbou o su misteriosoo supuesto asesinato en manos de un comando estalinista.

    Estos son los trazos apurados de las paralelas biogrficas que no tenan por qu cruzarse.No obstante, se cortaron demostrando que en la vida de los hombres el rigor geomtrico no esaplicable ni posible, y mucho menos deseable, salvo que se pugne por un orden ficticio o unaintegridad que culmina en superficialidad espiritual, la que los mandatos tribales terminan por pulirhasta el brillo ms estril. Si un punto en comn es posible hallar en estos dos hombres es que desdesu juventud y a lo largo de su carrera intelectual no se dejaron seducir por los principios rectores desu crculo de influencia. Construyeron su independencia a costa de los tranquilizantes lazos de

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    pertenencia, para terminar sacndole punta al lpiz con que escribir unas cartas que todava algunosencontraran imposibles. Esta breve correspondencia es una inmejorable nota al pie de dos obrastambin imposibles.

    Wilflingen, 16 de febrero de 1975Muy estimado Seor Scholem:

    Con frecuencia me encuentro en la prensa con su nombre y me pregunto si usted ha sido micompaero de colegio.

    Suponiendo que ste no sea el caso, le pido por favor, que no se moleste en darme unarespuesta.

    Mis ms cordiales saludosErnst Jnger3

    Jerusaln, 8 de abril de 1975Abarbanel str.28Muy estimado Seor Jnger:

    A decir verdad yo no soy su compaero de colegio como usted supone. Yo soy de Berln yhe realizado miAbiturium all en 1915.

    Pero me he emocionado al ver su escritura, ya que he estudiado con atencin dos desus libros4. De modo tal que usted mantiene vivo el inters por el muy extrao apellido dela familia Scholem. Yo saba hasta el momento slo de tres familias con tal nombre enAlemania, adems de la ma. Ahora conozco mediante usted semejantes en Hannover.

    Curiosamente mi hermano Werner, el que sera concejal del Reichstag (que luegoser asesinado en 1940 en Buchenwald) vivi, efectivamente, desde el otoo de 1913 hastafines de 1914 en Hannover.

    All es donde l ingresa en una conocida escuela para la preparatoria delAbiturium y

    donde milita en la Juventud Trabajadora (Arbeiterjugend) del partido socialdemcrata.Donde tambin encuentra a la que sera su posterior esposa.

    l naci en 1895. Podra usted quizs recordarlo por sus proclamas polticas? Lasque ya venan desde la poca del colegio; eran frecuentes en l desde aquella poca. Tengoen mi poder fotografas de mi hermano de esta poca (1915-16, cuando era soldado).

    l regres de Hannover luego de fuertes enfrentamientos con nuestro padre por sucomportamiento social demcrata. Usted podr determinar mejor si se trata del Scholemque supone. Tal vez pueda recordar el nombre de su escuela? O tal vez pueda recordar suapariencia? Era pequeo. Tena tambin un pequeo rostro con facciones agudaspronunciadas y era claramente delgado.

    Me interesara mucho saber tambin, en caso de que lo compruebe, si usted haconcurrido con mi difunto hermano a aquel colegio.

    Con un afectuoso saludo,Seor Scholem

    En una revista o peridico que acabo de dejar aqu, veo que usted ha cumplido 80 aos. Ledeseo a usted lo mejor.

    20 de abril de 1975Muy estimado Sr. Scholem

    3En la parte posterior de la carta hay una anotacin con la letra de Gershom Scholem: Si se trata de mi grosero hermanoWerner?.4En la biblioteca de Scholem se encuentra nicamente el libro de Wolfgang Kaempfer:Ernst Jnger. Sttutgart.1981.

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    Su amistosa noticia me ha confirmado que mi compaero de escuela (1913/14) ha sido en efectosu hermano Werner. Al momento de poner las cosas en su sitio (a la edad de poner las cosas ensu lugar), tales cosas nuevamente nos despiertan inters; comenzamos a dedicarnos, juntos, anuevas artes.

    El colegio de Hannover se llamaba Gildermeister Institut. Era una escuela privada.A excepcin de otro compaero de colegio, su hermano es al nico que logro recordar. Encuanto a su hermano en particular, pequeo o delgado, como usted escribe lo describe, no es ascomo se me presenta, ms bien como un adulto fuera de lo comn. Quera brindar a todos unainteligente fisonoma y una sonrisa escptica. Nuestro comportamiento era el de una simpatairnica.

    El profesor de alemn, Schmitt, para nosotros llamado tambin Schittchen oUttchen, era un tipo melanclico; no se senta en apariencia a gusto en el colegio. Cuando nosdictaba las lecciones, repeta su discurso, que a m y a los dems, excepto a su hermano, nosresultaba incomprensible: Scholem, le advierto a usted ahora por ltima vez. Si usted vuelvehacer algo semejante, va a tener consecuencias. De esto puede estar usted seguro.

    El atentado de Sarajevo trajo aparejado, bajo esta perspectiva, que casi ponga fin a laescuela: Seor Schmitt, pronto llegar la guerra, y nosotros hacemos elNotabitur.

    Al seor Schmitt no le agradaba escuchar eso: Por favor le pido que no diga eso. Ustedno puede imaginarse lo atroz que es una guerra. Nosotros no queramos escuchar eso. Paranosotros eso significaba: Schimittchen afuera!.

    Nos vimos por ltima vez luego de la declaracin de la guerra.Nos retiramos de la hermandad para poder pasar el rato en los cuarteles.A pesar de que usted escribe que su hermano estaba ya en 1915 en el ejrcito, creo que

    no se ha registrado all voluntariamente. Yo volva un da de la peluquera, l advierte esto consu sonrisa escptica: Ante la batalla se unta el adolescente alemn el cabello.

    Yo no s si le respond entonces algo: Para usted eso es algo demasiado pronto.De todos modos tengo su sonrisa todava presente, y de all que mi comentario implique

    la comprensin de que se trataba de algo especialmente calculado. Siento an que tengo el deberde darle el psame, luego de un cuarto de siglo de finalizada su participacin. No slo mepreocupa, sino tambin me sorprende, tras el dictamen de la situacin en la que yo confiaba, quel, segn cre, como aparentemente sus parientes lo hicieron, hubiera alcanzado el ltimo trenhacia el exterior.

    Considero, juntos con mis amigos, algo que he tomado de Valeriu Marcu 5, en creer en lanecesidad, hoy ms que en aquel entonces, de que no haba alternativa.

    Con los mejores deseos, tambin para las prximas pascuas, a las que observo con pena.

    28 de abril de 1975Muy estimado seor Jnger:

    Me alegra mucho que pueda corroborar su sospecha. Hasta el momento en que me he guiado porsus escritos, mi hermano no se present por su propia voluntad, sino que esperaba laconvocatoria del ejrcito. l rechaz la guerra absolutamente. Estuve junto a l varios meses enBerln luego de su regreso de Hannover. Luego se mudara a Querlindburg en marzo de 1915

    aproximadamente, donde lo visit, y donde particip de la campaa de servicio, donde luegosera herido.

    Usted se asombra de que no se hubiera ido a tiempo, como han hecho aparentementesus parientes. Esto no fue as. l sera arrestado en la primera noche del incendio delReichstag.Yo mismo me haba ido ya en 1923 a la aquel entonces a Palestina, y mi hermano y mi madreestuvieron hasta 1938 o 1939 en Alemania.

    La comprensin de la propia situacin no fue uno de puntos fuertes de los poderososjudos alemanes. Mi hermano, que era un radical socialista, se convenci de que nada le poda

    5Valerie Marcu: escritor, historiador y publicista (1899-1942), nacido en Bucarest. Perteneca al crculo de Jnger enla Repblica de Weimar y emigro en 1933 a Pars. Public una biografa de Lenin y muri en Nueva York. De ValeriuMarcu se public Una cabeza es ms que cuatrocientas laringes, un compilado de manuscritos. Recopilacin ycomentarios de Andrei Corbea- Hoisie. Konstanz 2002.

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    ocurrir siendo un veterano de guerra. Esto es ahora difcil de imaginar, pero estas ideas eranampliamente generalizas. Cada uno, que en aquel entonces tena parientes en Alemania con losque se enviara correspondencia, sabe acerca de esto cantar una triste cancin.

    Le deseo a usted tambin mucha suerteAtte. Gershom Scholem.

    Jerusaln, 22 de abril de 1976Querido seor Jnger,

    Luego de mi regreso de mi corto viaje a Amrica encuentro su envo6del da 2 de abril con lafotografa de mi hermano. Se lo agradezco. sta proviene del manual delReichstag, en donde mihermano estaba sentado en aquel entonces.

    Yo tengo en mi poder una foto similar de esa poca, que la tengo como una de lasmejores que pueden haber existido de mi hermano.

    Le agradezco por sus buenos deseos, que le correspondo de buen grado.Atte. Gershom Scholem.

    21 de junio de 1976Querido Seor Scholem:

    Lo he visto en el da de ayer en la pantalla. Debido a un partido de ftbol el programa fuediferido hasta altas horas de la noche.

    Usted se ha referido a un problema que a m, por cierto, tambin me ha preocupadodesde pequeo, me refiero a la imperfeccin del mundo.

    Veo que la Cbala, a pesar de que no se ha resuelto, y que ha sido obviamente bienfundamentada, est mejor fundada que la expulsin del Paraso.

    Despus de 62 aos puedo corroborar su parentesco con su hermano Werner. Su figura

    se ha fijado en mi memoria con fuerza, ms que los dems compaeros de escuela.l era un adulto en comparacin con nosotros, que ramos adolescentes, lo que ahora measombra de su Vita7, y que por consiguiente lo llev a la accin poltica. Slo el profesor lohaba notado en una evidente y atribulada comprensin.

    Puedo imaginarme cules eran las preocupaciones que aquejaron a su padre.

    Buenos deseos de aqu en adelanteSu Ernst Jnger

    3 de julio de 1976Querido seor Jnger:

    Le agradezco mucho sus lneas. Yo mismo no tengo idea de si de la transmisin ha conservadoalgo relevante de las muchas horas que los caballeros han pasado aqu conmigo. Y no me hanenviado el texto trasmitido.

    6 Jnger le enva a Scholem una reproduccin de una fotografa del archivo del reclutamiento de delegados para elReichstag, de 1924.7De su Vita: Jnger se refiere supuestamente a la fotografa del gran Archivo de delegados del Reichtag Alemn(deutsches Reichtags). All debajo se encuentra: Redactor, Berln, nacido el 29.12.1895 en Berln, (sin confesar). Padre:administrativo. Realgymnasium (secundaria) en Berln, Samsonschule en Wolfenbuttel, estudios de Historia en Gottingeny en Haelle, desde 1912 en el Partido Obrero, en 1917 en la prisin por ofensas contra su Majestad y por demostracionesantiblicas, en 1911 Redactor. Socio de la Juventud Trabajadora (Arbeiterjugend) 1912/1916, la S.P.D Partido SocialDemcrata Alemn (Sozialdemokratische Partei Deutschlands), 1913/1917, en U.S.P hasta 1920, desde esa fecha en KPDPartido Comunista Alemn (Kommunistische Partei Deutschlands) como consejero de los ciudadanos en Linden porHannover, desde febrero de 1921 M.D. por el Landstag Prusiano.

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    Slo a mi avanzada edad he comenzado a notarme similar a mi hermano Werner.Los osados pensamientos de la imperfeccin esencial del Gnesis datan de 500 aos de

    antigedad, fueron formulados de manera audaz primero por un cabalista espaol de lageneracin expulsada de Espaa.

    Yo tengo un par de fuertes pginas sobre estas ideas escritas en uno de mis libros, quepodra fotografiar y envirselas alguna vez8.

    Mis cordiales SaludosSu Gershom Scholem

    Jerusaln, 17 de mayo de 1981Querido seor Jnger:

    Espero no incomodarlo con la peticin suscitada por la lectura de antiguas cartas que ha hecho.No estaba al tanto de su posicin respecto a Walter Benjamin ysupongo que usted no

    estaba enterado de miestrecha relacin y amistad con l cuandohace algunos aos me preguntcul de los Scholem era yo, y que usted a menudo encontraba mencionado.

    Ahora, en una carta que me ha enviado Theodor Adorno el 18 de febrero de 1951,encuentro dos extraordinarias notas sobre Benjamin:

    1) Ernst Jnger habra estado involucrado en un plan de rescate para Benjamin quecursaba en crculos del Estado Mayor en verano de 1940, que consista en salvarlo metindoloen un hospital de campo de batalla.

    2) Efectivamente, parece que, inmediatamente despus de finalizar la guerra, habranhecho llegar un mensaje a Adorno a travs de duard Roditi9, expresando cunto habanapreciado a W. B. (a quin haban atacado mucho en el pasado).

    Sobre estos sucesos hace referencia Adorno en muchas de la correspondencia que yo hemantenido con l entre 1951 y su muerte, y sus muchsimas cartas no respondidas.

    Sera usted tan amable, darme su opinin sobre su postura al respecto?No hace falta decir demasiado acerca de por qu esto es importante, tambin he escrito

    un libro sobre Benjamin en 1975.

    Mis felicitaciones y los mejores deseos tambin para su cumpleaos nmero 85.Tan lejos no he llegado yo an!Su Gershom Scholem.

    Wilflingen, 1 de junio de 1981Querido Seor Scholem:

    Le agradezco sus lneas del 17 de mayo. Es posible el suceso mencionado por Adorno, a pesarde que no pueda recordarlo. El ao 1940 fue un ao cargado de acontecimientos e incidentes,tambin Roditi me ha escrito10.

    Probablemente sea Benjamin junto a otros inmigrantes el que ha resultado el tema delintercambio de cartas que hemos mantenido con Valeriu Marcu, cuya biografa ser publicadaprximamente en hngaro. El debera incluir una sinopsis de las cartas que yo le he escrito aViena y a Marsella.

    8Scholem refiere con toda probabilidad a Isaak Luria y remite a uno de sus libros: De la forma mstica de Dios. Estudiossobre los fundamentos de la Kabbala. zurich, 1962. All refiere, en el Capitulo 2: La raz del odio reside con esto enltima instancia en la esencia misma del Gnesis, en la Armona del Infinito que por definicin en s misma no puedeexistir, y en cada Ser limitado, nosotros estamos ms all, un elemento del desequilibrio, imperfecto, debe considerarseoscuro. Vase tambin las declaraciones de Scholem sobre Luria en el captulo 7 de su libro La mstica juda en sus

    principales corrientes (Die Judische Mystik in ihren Hauptstromungen). zurich, 1957.9

    duard Roditi (1910-1992): poeta norteamericano, nacido en Francia.10Roditi conoci a Walter Benjamin en 1933, luego de una de sus conferencias en Berln. Vase el epilogo-entrevista aRoditi en la revista Sinn und Form, nmero 2 (Dilogos sobre arte). Frankfurt am Main, 1991, pginas 273 a 298. Enlos archivos de Ernst Jnger en Marbach se encuentran 3 cartas de Roditi del ao 1948.

  • 7/31/2019 19.-Ernst-Jnger-y-Gershom-Scholem.-Correspondencia

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  • 7/31/2019 19.-Ernst-Jnger-y-Gershom-Scholem.-Correspondencia

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    Querido Seor Scholem:

    Agradezco sus lneas del 25 de junio. Es probable que haya contribuido a ayudar a Benjamin yquizs se puedan hallar evidencias de ello. En esa poca, no conoca la obra de Benjamin. Msadelante podramos hacer algo ambos en relacin a autores franceses del campo de la literatura.Le envo a usted en este mismo correo una pequea documentacin que ha sido publicada:Gerhard Helle, Un Allemand a Paris. He visto un par de veces a Flix Noggerath, a decirverdad en la sociedad del historiador Braubach, en aquel momento mayor en el Estado MayorParisino en su funcin pblica y donde recopilaba material de archivo para su obra del PrncipeEugen. El destino que Grnspan ha tenido en suerte se me presenta en este caso como algocurioso, porque los franceses queran retirarlo de la zona liberada ante de la llegada de las tropasalemanas, y l se haba negado. Una actitud poco clara precisamente en este caso. La situacindel mundo es melanclica, quizs no la pasemos nosotros sin asombro.

    Los mejores deseos,Su Ernst Jnger.

    Traduccin de Glenda Jensen y Marcelo Pompei