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~.ÎBIBLIOTECA

1: J) I l (1 U I A t

L N.. .)~- #'~ 1.-

Este importante Istmo de Panamá fué una colonia degradada,envilecida, privada de gobierno representativo, de libertad ctvil, dederechos pollticos. No obstante su tnmensa tmportancia paracomuntcar los dos oceános, estaba cerrado herméttcamente al

comercio y al trato extranjero. Como vasallos del Rey de Espaiia, loststmeiios manteníamos la vtda miserablemente, cual esclavos uncidosa tan duro yugo colontal. Revolucionadas otras de las colontasespaiiolas de la Amértca, la del Istmo aunque anhelosa de hacersetndependiente, no era postble que lo veri:ftcara en aquellosmomentos, a causa de que S. M. C. conservaba este puesto de suestrategia mtlitar, ertzado de bayonetas y lo había ademásconstituído el paso obligado de las expediciones guerreras hacia

Qutto, Chtle y el Perú, y de los repuestos de las bajas de su martna deguerra, ast como tambtén de los útiles navales, de los armamentos,muntciones, equipos y de cuanto era necesario para proveer a susejércttos, en la contienda armada del gobierno de la metrópolt con lospaíses de su dominto en el nuevo mundo, que se habían rebelado

contra éL.

Comprendiendo los tstmeiios que era de nuestra conventencia yde nuestro deber, desligamos cuanto antes de la Espaiia, que así nosoprimía, y hacer causa común con nuestros hermanos de SudA m értca en la noble lucha de la tndependencia, resolvimospreparamos al intento, Fue nuestra primera medida de traer delextranjero una imprenta, y establecer un periódico hebdomadario,

con el nombre de "Miscelánea del Istmo", por el cual combatimososadamente el régimen absoluto, la carencia de las libertades ctvil ypolltica, las malas y depresivas leyes coloniales, y el abominabletráftco de esclavos; y recomendamos fervorosamente los principiosctvilizadores del siglo como remedio a los grandes males de la colonia.En seguida formamos sociedades políticas, donde con más libertad ymayor seguridad, se diera expansión al pensamiento y a la palabra delos patriotas panameiios. Llega el Capttán General Mourgeon alIstmo, lleno de esperanzas en favor de su nación, fundadas en la

Constitución política de la monarquía proclamada en la Península, yempénase en que los istmeiios prefiriéramos esas instituciones a lasrepublicanas adoptadas en las otras colontas hispanas de América.Nosotros vimos en esa idea un lazo tendido a nuestro interés polltico,

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a nuestro verdadero interés, y ¡si bien aceptamos las doctri'nâsliberales de la carta hispana, reslsttmos ésta en su fondo, deJad/lo

expedtto el camino para tndepdidizarnos de la corona, .lùego quellegase el instante oportuno. Este instante oportuno -no se retardó, ,.

Mourgeon emprende una expedtètón bélica paraQuito, 'lllvando suplan constttucional monárqutco. Reducidas de este modo 1~~tr(Jp7S

enemi:flas en la guarnición de esta plaza, nuestro propóstto de romperlas cadenas que nos agoviaban, se vtgortza, se tnflama, viendo que yapodíamos batir a nuestros enemigos. Formóse por cuatro patriotas,un bolso de dinero con que premiar a los soldados españoles que

auxiliaron nuestra ca¥sa, desertando de sus cuerpos, y al proyectocorrespondtó bien la prácttca. El 28 de Noviembre de 1821 quedaronastlados en la guarntctón militar, los jefes de Oftctales, pues quela noche procedente desertó el último número de los soldados,llevandose el armamento. Lo que fuera antes una sospecha para losespañoles, vino ser entonces un descubrimiento completo de lo queÖcurría. Saben qutenes habían promovtdo la deserción de la tropa, yresuelven reductr a prisiÓn y someter a jutcio a los reos de estado.Dan la orden al efecto, pero no se cumple tJOr temor de losresultados. El patrtottsmo de los tstmeños desplégase abtertamente, semaniftesta resuelto. Medtante la indecisión de las autortdades

convócase a cabtldo y reunión de los funcionarios públtcos. Estos nolo contradicen, concurren, pensando desarmarnos, y se encuentrancon lo que no aguardaba, con el pronunctamtento de la libertad.Después de una discusión tlustrada y llena de ctvismo de parte detodos los empleados panameños, adóptase las resoluciones quecontienen el acta de independencia que acaba de leerse y habéts otdo.

Los tstmeños establectmos luego, un gobierno propio y nosincorporamos a Colombia. No atendtmos a nuestros espectal tnterés,tuvtmos presente el de la Amértca Independtente en general. Comouna porción, el h,tmo, tntegrante de Colombia, dtmos principios a lashostilidades del gobterno español, cerrándole esta vía, por la queforzaba sus ejércttos en Qutto, el Perú y Chile, y abrtmos las puertasdel Istmo a las repúbltcas tndependtentes, para el paso de sus fuerzasltbertadoras a uno y otro mar, y de sus elementos de guerra. En las

fiias republicanas se encontraba a los Istmeños auxtltando la granepopeya, la libertad de Sur Amértca. En 1822, se obtuvo la libertaddel Ecuador y N. Granada en los campos de Pichtncha, Bomboná yPasto. En 1823, la de Venezuela en Maracaibo y Puerto Cabello. En

1824, la del Perú en Junín y Ayacucho. En 1825, la de Bolivta en laPaz, y la de México en San Juan de Ulúa. Yen 1826, el gobierno deChtle se posesionó del archtptélago de Chiloé, y el del Perú de lasfortalezas del Callao, en que estaban fincadas las esperanzas del

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gabtnete de Madrid, para la reconquista de los dos virreinatos. ElIstmo, de esta manera, halló consolidado su pronunctamiento por latndependencta y la libertad, en 1821, que como bien se comprende,fue muy arresgado, y la obra del heroísmo de sus hijos. Bendtgamosa la Providencia que quiso favorecemos! Unámonos todos, para quesea hacedero el bten de nuestra patrta, stendo el lazo que nosestreche, este día del gran antversario que celebramos.

Que el istmo de Panamá vuele hacia sus altos destinos, con laayuda simultánea de sus hijos, son mis deseos!

NOTA: Discurso pronunciado por D. Mariano Arosemena en la sesión solemne del Cabildo dePanamá el 28 de Noviem bre de 1867.

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todavía por nuestros historiado-res. ¿Cuáles fueron las causas dela prolongada indiferencia obser-vada por ellstmo ante aquellosestímulos intráneos y foráneos

que en otras partes de Hispano-

américa constituyeron los resor-tes básicos del separatismo, y,

asimismo, cuáles fueron las cau.sas del retraso de nuestra incor-poración al movimiento generaldel Continente? Por otra parte;qué explicaciÓn dar a la anticipa-ción precoz del grito santeño del10 Y la renuncia de los cabildan-tes santiagueños a adscribir lagesta separatista?

N o cabe duda que pueden adu-cirse razones de Índole políticapara responder a ambos plantea-mientos. Pero es en el análisis delas condiciones materiales de

existencia del Panamá pre-novembrino, en el análisis de lasmotivaciones concretas, funda-

mentales, que presionaban tras lavoluntad y la acción de nuestrosantepasados de ese tiempo, don-de se encuentran los más profun-dos y eficaces resortes que pro-pulsaron aquellos hechos. El pri-mer problema, en efecto, guardaÍntima conexión con las modifi-caciones que se hacen sentir en laactividad comercial del Istmo aconsecuencia de la ocupación na-po\eónica de España y de los pri-meros brotes rebeldes en el Surdel Continente Americano. Loque el movimiento novembrinode 1821 sanciona, no constituyesino la resultante de un procesosazonado a tener de las cambian-

tes condiciones comerciales ob-

servadas en el lstmo tras los pri-meros movimientos separatistasdel Continente y la sub-secuente

disolución del poderío españolen Indias. Son, precisamen-te, las características de aque-

lla cambiante . coyuntura eco-nómica, las que condicionanel proceso que condujo a las cla-ses directivas del país a modificarsu inicial actitud de fidelidad a laCorona por el expediente del se-paratismo. La independencia de

1821 adviene, pues, sobre unaprevia situación de la realidad. Seofrece como fórmula supremapara superar una aguda crisis co-yunteral y como medio para mo-dificar el statu quo existente enbeneficio de los que preparan elmovimiento. Debe tenerse muypresente este hecho objetivo por-que entre ambos fenómenos exis-te una estrecha correlación y no

pueden ser ignorados o estudia-dos separadamente sin grave peli-gro para la correcta comprensiónde ese importante momento denuestra Historia.

El otro problema que aquÍ se

ha señalado, el del grito santeño,guarda implicaciones todavía másprofundas: apunta nada menosque a la diferencia estructural bá-sica existente entre las regiones

de Azuero y Veraguas, radical-mente opuestas social y económi-camente desde sus mismos oríge-nes históricos.

Un análisis coyuntural y otroestructural: significa que cadacaso ofrece aspectos totalmente

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distintos y hace falta tratarloscon alguna precisión y según pro-

cedimientos bien diferentes.

I

COYUNTURA ECONOMICADEL PANAMA

PRE-NOVEMBRlNO

Voy a empezar por referirme ala coyuntura económica delPanamá pre-novembrino. No seha hecho, que yo sepa, ningún es-tudio sobre los cambios econÓmi-cos operados en el Istmo durantela segunda mitad del siglo XVIIIy los primeros veinte (20) años

del XIX. Sin embargo, su estudioes posible: bastaría consultar el

importante conjunto de datos

que en las secciones de Real Ha-cienda correspondientes, conser-

va celosamente el Archivo de In-dias, de Sevila. Parece innecesa-

rio insistir sobre la importanciade tal estudio.

Una somera ojeada al panora~ma m ercantil colonial podríaayudamos a dar los primeros pa-sos en esta exposición. El perío-

do galeonista, que se inicia hacia1543, y cuyas ferias, como es sa-bido, atraían capitales superiores

a los 20 millones de pesos, man-tuvo. sumamente activo al Istmocomo vehículo esencialísimo delcomercio intermarino entreEspaña y sus colonias de Ultra-mar. Durante ese período deauge comercial, que sc extendiócasi dos siglos, Panamá pudo pro-veer y estimular a una poderosacasta comercial; las ciudades ter-minales eran el paso obligado

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para el tráfico entre los dos océa-

nos, "la llave de las dos Améri~

cas", como entonces se decía, yla gran vía de comunicación conla Corona y las costas suramerica-nas.

Pero esta situación tocó a su

fin hacia la tcrcera década del Si-glo XVIII, aunque su decadencia

había sido anunciada desde antesde que comenzase aquella centu-ria. A partir de las derrotas mili-

tares de Rocroi, Gravelinas,Balaguer, Courtrai, Mardick yLens, y sus consecuencias diplo-

máticas, las paces de Westfalia,

en 1648 y de los Pirineos pocodespués, España había de renun-ciar definitivamente a ordenar elmundo a su manera. Sus preten.ciones de imponer el concepto deMare ClausUrr para sus posesio-nes ultramarinas quedan definiti-vamente destruÍdas y las aguasamericanas se ven infestadas defiibusteros, bucaneros y piratascontra los que la debilitada arma-da peninsular apenas tiene nada

que oponer. La impotencia naval

del mayor imperio geográfico delmundo había de abocar fatal-mente a las trágicas e irreparablespérdidas de Maracaibo, SanCristóbal, Tortuga, Belice,

Jamaica y la ocupación y des-trucción de Panamá por HenryMorgan.

A partir de la segunda mitad

del siglo XVII, España deja de seruna gran potencia. No sólo se veforzada a renunciar a sus dere-

chos sobre los Países Bajos, y a

reconocer la Independencia de

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Portugal, sino que las demás na-

ciones europeas se resistirán aconsiderarla como igual; se la tra-ta como a un trapo viejo cuyosmaltrechos jirones sino se repar-ten es para no quebrantar el de-cantado "equilibrio europeo".Resignada a desempeñar un mo-desto y humilante papel pasivo,apenas cuenta cn las negociacio-nes continentales más que comomolesta e incómoda manzana dela discordia que todos se dispu-

tan.

La muerte del último de losAustria a fines de siglo, despiertanuevas ambiciones entre poten-cias europeas para repartirse losdespojos del debilitado coloso es-pañoL. El Rey Sol impone a laPenínsula una dinastía franccsacon su nieto Felipe V y aInglaterra se la compensa a partirde 1713 con Gibraltar y el céle-bre Tratado de Asiento, según el

cual podía conducir un navío de500 toneladas de mercancías en

las ferias que tenían lugar en

Portobclo, fuera del permiso paraintroducir csclavos africanos en

distintos puertos de América.

S i hasta el siglo XVII,Inglaterra sólo podía mirar aAmérica como un campo dc rapi-ña, mediante los sistemáticos

asaltos piráticos, a partir del siglo

XVII, se inicia un período diplo-mático que se caracteriza por laintervención oficial del Estado

para adquirir y asegurar de modoestable ventajas en el tráfico co-merciaL. La Guerra de Sucesión, aprincipios de siglo, y sus deriva-

ciones diplomáticas posibilitaronla apertura de la vía que buscabael gobierno británico para partici-par en aquella magna negocia-

ción, a través de esos dos eficacÍ-

simos instrumentos que fueron elAsicnto de Negros y el Navío de

Permiso. Esta instrumentación

diplomática daría pie, además, aldesarrollo de otro fenómeno, notan considerado, que constituiríaun sutil secreto factor de empo-brecimiento del Real Patrimonio

y de la desgraciada suerte del co-mercio español en América: elContrabando.

Las consecuencias no se hicie-ron esperar demasiado: hacia latercera década del siglo XVIII,las ferias tuvieron que espaciarsecada vez más, por cncontrarse losmercados sudamericanos abarro-tados de mercancías procedentes

dd comercio ilícito. En la feriade 1736 los comerciantes españo-les se encontraron con que aúnhabía mercancías de la feria ante-rior, ocurrida 6 años atrás y nopudieron colocar gran parte de sucarga. Sería la última feria cele-brada en Portobelo. En 1748,tras algunos viajes experimentalesrealizados por mercaderes france-ses a través del Cabo de Hornos,la Corona española decreta ofi-cialmente clausurado el sistema

de galeones vía Portobelo y auto-

riza el empleo de la nueva ruta.En lo sucesivo el Istmo abandonósu papel de vínculo transÍstmico

y se convirtió en barrera. Su eco-

nomía mercantil se derrumba rá-pidamente. Se producen algunas

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deserciones de importancia entreel elenco mercantiL. Y el centrode gravedad económica del paíscambia de asiento violentamente.Aunque son pocos los datos con-cretos sobre la demografía istme-ña de la segunda mitad delXVII 1, todos ellos coinciden en

señalar una marcada tendencia

despobladora de la capital en fa-vor del interior del país. La Zonade tránsito hubo de abandonar,

así, clliderazgo econÓmico y de-mográfico del Panamá colonial,para cederlo al Interior.

Esta etapa de postraciÓn eco~

nÓmica, que cubriría el resto delsiglo XVlll, se detendrá, sin em-

bargo, en los primeros años del

decimonono. En efecto, despuésde 1809, esta situaciÓn tuvo unviraje violento. Rápidamente,

merced a la circunstancia de ha-berse iniciado la expansiÓn del

capitalismo en el mundo -espe-cialmente el británico- a un rit-mo no conocido hasta entoncespor ningún sistema social, y pro-ducirse los primeros gritos de in~

dependencia en América, se ini-ció en el Istmo a principios delsiglo XIX una nueva etapa deapogeo comercial que se extende-rá casi hasta 1821. El centro degravedad geo-económica se des-plaza del Interior hacia la Capital

y la Zona de Tránsito vuelve a

asumir el rol hegemónico en elescenario económico del país.

Para comprender el inesperado eirruptivo renacimiento de la acti-vidad transista en el Istmo, es

preciso, sin embargo, observar la

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serie de circunstancias especiales

que concurrieron a promover talsituación.

Refiere Mariano Arosemena ensus "Apuntarnientos", que hacia

L 810, un gran cargamento de va-rios buques procedentes deEspaiì.a q,ie iban destinados a

Nueva Granada, a consecuencia

del estado en que se hallaba larev olución neogranadina, tuvoque trasladarse a Panamá. Este

incidente, agrega Arosemena, tra-jo como resultado "la aperturade las relaciones del Istmo con elPerÚ" formándose a partir de esafecha "espediciones a Paita i

Lima". Y concluye dicicndo que,como al poco tiempo la navega-ción de la marina española por el

Cabo de Hornos se hizo cada vezmás difísil por la amenaza de lasfuerzas navales de Buenos Aires yChile, entonces, ya no sÓlo delPerÚ, sino también de todo el co-mercio de Quito, Cuenca yGuayaquil, del ChocÓ y las pro-vincias del Sur de México tuvoque hacerse por el Istmo.

La situación geo-estratégica de

Panamá y la imposibilidad de ha-cer el giro por el Cabo deHornos, controlado entonces porlas fuerzas rebeldes de BuenosAires y Chile, decidió a la Regen-cia española en 1809 a extender-nos ciertas concesiones comercia-les. SegÚn estas concesiones, loscomerciantes istmeños con suspropios buques podían realizar-casi con carácter exc\usivo-

operaciones con las Colonias in-glesas, rompiendo así la vieja le-

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gislación que prohibía tratosmercantiles con naciones extran-jeras. Teniendo en cuenta la si-tuación de la Península, a la sa-zón ocupada por las tropas napo-leónicas y la momentánea alianzacontra el Corso, entre España e

Inglaterra, se comprende que alos comercian tes panameños seles concediera tal autorización.

Las mercancías eran introducidasa Panamá, procedentes principal-mente de Jamaica, entonces ungran emporio británico, pagandoun impuesto de Aduana para su"nacionalizaciÓn", y desde nues-

tros puertos eran conducidas a

aquellas zonas del Imperio aúnno afectadas por la Revolución.El abrupto desplazamiento y lasleyes de excepción concebidas allstmo desde 1809 produjeron im-

portantes consecuencias en la vi-da económica del país, durmien-te por casi un siglo.

Algunas referencias estadísti-cas hablan por sí solas de la in-tensidad de aquel comercio. Los

datos que a continuación doy a

conocer son absolutamente inédi-tos. Proceden de las cuentas delas C¡¡jas Reales de Panamá y co-rresponden por tanto a referen-cias fiscales. Aunque ese períodose caracteriza por un intenso con-trabando, los registros fiscalespueden perfectamente servir depunto de referencia para apreciarlos cambios operados. Como elpropósito es presentar una ten-dencia general, voy a citar sóloaquellos datos que reflejan mejorla si tuación. Tomemos como

punto de partida los datos proce-dentes de las Cajas Reales de

Panamá del año 1800. Ese año,el impuesto de Aduana fué de40.874 pesos. El Situado, esto es,la partida que era remitida en

parte de Cartagena y en parte deLima para sufragar los gastos dela numerosa guarniciÓn, así co~

mo los sueldos de las autorida~des, sumó 186,625 pesos. ElCargo, o sea los ingresos fiscalesglobales, sumaron 534.374 pesos.En 1801, el Cargo fué de671.968 pesos; el impuesto de

Aduana, de 52.260 pesos y el Si~tuado de 372.916 pesos. En1802, el Cargo fue de 598.806

pesos, el impuesto de Aduana de56.473 pesos y el Situado de262.250 pesos. En 1803, el Car-go fué de 570.635 pesos; el im-puesto de Aduana de 20.691 pe-sos y el Situado de 221.441 pe-

sos. En 1804 y 180£1, cuyos regis~

tros fiscales son los últimos quese conservan de ese período, lascaracterísticas son similares a losaños anteriores. En 1805, el Car-go es de 544.296 pesos, el im.puesto de Aduana, de 15.204pesos, mientras que el Situado

asciende a 388.836 pesos. Resu-

miendo, el Fisco panameño prác-ticamente se sostenía del Situadoque le era enviado de Lima yCartagena, pues los impuestos lo-cales representan una cantidad

demasiado exigua para sufragar'nduso las más elementales nece~

sidades. Vamos a ver de inmedia~to cómo a partir de 1809, graciasal cambio de situación comercialapuntado atrás, el panorama va-

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ría totalmentc. En efecto, en1809, esto es, cuando ya el pano-rama económico había variadopor las razones apuntadas atrás,el Cargo es de 556.191 pesos,siendo el Situado de 221.112 pe-sos, micntras que el impuesto deAduana subía a 197.717, cifraque supera notablemcnte las co-tas máximas alcanzadas anterior-mente. En 1811 no llegÓ el Situa-do de Lima y sin embargo finali-zó el año con un superávit demás de 170.000 pesos, luego depagar las guarniciones y los suel-dos de los funcionarios. En 1812,el Cargo ascendió a 115.128 pe-sos, sin contar con el Situado,

que ya para entonces había deja-do de pagarse por el estado derebeldía en que se hallaban laszonas que lo proveían. En 1813,el Cargo llegó a 396.147 pesos,

también sin el Situado. En 1814,sólo el impuesto de Aduana llegóa 478.980 pesos. Y en 1816 elCargo era ya de 637.665 pesos.

Se advierte, pues, con toda cla-ridad, una persistente y notable

tendencia al aumento en los in-gresos fiscales a partir de 1809.Esta tendencia se hace aún másmanifiesta si consideramos que eltotal de las mercancías introduci-das al Istmo no era registrada,por colarse a través de los muyvariados recursos que entonces seutilizaban para evadir el pago deimpuestos. Según cierta fuente,la porporción de mercancías in-

troducidas por la vía del contra-bando en aquellos años superabaen cuatro veces la que se registra-ba en las Aduanas. De esa mane-

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ra, pues, las cifras proporciona-das recogen un valor indicativocuyo grado de aproximacif)f a larealidad ignoramos, pero que, sinduda, refleja una tendencia realdel comercio istmeño de la se-gunda década del xix. Así se ex-plican los comentarios que el res-pecto aparecicron cn 1832, en elperiódico "El Constitucional del

Istmo":"Aunque entraba poca parte

en las aduanas por la facilidad delContrabando que se hacía, eratanto el comercio que bastaba

aquella para todos los gastos y di-lapaciones del país. . . Los gastosde el tránsito de difundían enabundancias sobre el pueblo quegastaba también sin reparo encuan to apetecía, haciendo el

círculo diario superior, diez tan-tos más del necesario. El lujo to-

mó un incremento inconcebible,y hasta 10 más superfluo se creía

de buena fé un simple necesa-rio" .

Todos estos factores determi-nan en el Istmo un vigoroso cli-ma de adhesiÓn y fidelidad a laCorona durante el período revo-lucionario de aquellos años. Pero

si su respuesta a la insurrección

americana comenzó por un votode lealtad a la Corona, éste fue

válido sólo mientras la Metrópilipudo garantizar al Alto Comerciodel lstmo la seguridad de sus po-

siciones adquiridas. Desapareci.

dad éstas, sólo la excesiva con-

centración de tropas españolas

pudo retardar en el Istmo, hasta1821, el triunfo de la causa inde-

pendentista.

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En efecto, las concesiones he-

chas en favor del Istmo por laRegencia Española, consistentesen una serie de amplias libertadescomerciales y la promesa de la

restauración de las antiguas fe-rias, había predispuesto los áni-mos de los comerciantes paname~ños en pro de la Península. Esta

predisposición favorable de loscomerciantes panameños haciaEspaña se tradujo en diversos ac-tos de lealtad. Así, vemos que en1809 y 1810, los Ayuntamientosistmeños repudian la invitaciónque les hacen las Juntas Indepen-dentistas de Quito, Santa Fé yCartagena, para que secundaran

sus movimientos. Los Ayunta-mientos de Panamá y Santiago deVeraguas rechazan là invitaciónde aquellos gobiernos revolucio-narios protestando de su fideli-dad a la Corona española en sen-dos mensajes enviados al Consejode Regencia, corporación que ha-

bía asumido, por la cautividad deFernando VII, el gobierno deEspaña en las provincias no ocu-padas por los ejercito s franceses.

Fue ese mismo sentimiento delealtad a la Corona, alimentado

por las concesiones que aquella

hiciera a nuestro Alto Comercio,el que determinó que en agosto

de 1812, se jurase en el Istmo"con general aplauso y regocijo",la fidelidad al rey y a la Constitu-ción monárquica, expedida en laPenínsula el 19 de mayo de ese

año. Al Virrey Benito Pérez se leantojó el lstmo entonces, un pue-blo de "fidelísimos vasallos". Y

si el arrabal de extramuros pro-

rrmpió en aclamaciones y gritosde "viva la nación: viva el rey",cuando desde el altar de la paro-quia de Santa Ana, el cura Ma-

nuel Cayetano Bethancourt, re-vestido de capa pluvial, lo exhor-taba al cumplimiento de la Cons-titución; la alta sociedad capitali-

na concurrió al magno aconteci-miento con "varias obras poéti-cas alusivas al asunto" y "dosPiezas Patrióticas", que, dice untestimonio de la época, fueron

presentadas por "sujetos y damasprincipales del país".

Probablemente entonces, lasideas de la Revolución Francesay de la Constitución norteameri-

cana, a causa de que existía, aun-que embrionariamente, una bur-guesía comercial en el Istmo, en-contaron en éste un clima favora-ble a su difusic)f. Pero evidente-

mente, la independencia no era

para aquel grupo social una tareafilosófica, una aventura románti-ca. Ni el hecho intelectual ni elsentimental privaban sobre el he-cho económico. Por ello, mien-tras las autoridades peninsulares

siguieron velando por la seguri-dad y protección de sus intereses,permitiéndoles negociar sin tra-bas con todas las naciones, cual-quier tentativa revolucionaria in-vocando aquellos principios, ca-recía totalmente de sentido. Nodebe extrañarnos entonces que

hasta tanto al Istmo no le fuesen

arebatados aquellos beneficios,se declarase el más humilde y fielcasallo de la Corona. En otras pa-labras, el hecho de que para loscomerciantes panameños la

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unión del Istmo a España resulta-ra una garantía de seguridad para

sus posiciones económicas adqui-ridas, fue la causa principal de su

lealtad incondicional a la Coronay de su renuencia a sumarse a losmovimien tos separatistas deAmérica. O sea que fue la convic-ción de las ventajas materiales

que le representaba la unión a

España lo que movió a la nacien-te burguesía comercial istmeña acolaborar directamente con lacausa realista y a mostrarse fran-camente, contra los pueblos re-beldes del Continente.

Es en razÓn de la voluntad ydesprendimiento de esa mismaburguesía comercial al fletar a sucosta una serie de expediciones

militares destinadas a sofocar lagesta libertaria que se desarrolla-

ba en las provincias sudamerica-

nas, tales las del Cauca, Chocó,Quito y otras, que se puede me-dir el grado de interés del Alto

Comercio panameño en el triun-fo de la causa realista, así comolos enormes recursos, para aque-lla época, que había acumuladoen sólo unos pocos años de pre-rrogativas reales, teniendo encuenta que cada una de esas ex-pediciones estaba compuesta por200, 300 o más soldados a loscuales hab ía que vestir, armar ydotar de embarcaciones y artile-ría pesada.

Pero la colaboración con la

Corona no se limitó a esto. Desdel;inamá se envió a la Regencia

una solicitud en el sentido de quese establecieran en el Istmo el12

Tribunal de la Audiencia y el Vi-rreinato de la Nueva Granada

que, como se sabe, habían sidoarrojados por los revolucionariossantafereños en 1810. Si se aten-día a su solicitud, los istmeños secomprometían a contribuir "condos terceras partes de los suel-dos" que entonces se pagaban, atodos los empleados que a causade la revolución habían tenido

que emigrar a sus tierras; y almismo tiempo se comprometíana socorrer a la causa peninsular

"con miles de pesos en efectivo yen harinas, menesteras y tabacosy cuanto fue re necesario para re-sistir a las tentativas de los revol-tosos". Fue por ese tiempo quelas esposas e hijas de nuestros co-merciantes costearon con "unvestido completo a cada soldado,y 1.000 pesos de obsequio", alBatallón Albuhera, recién llegadoa Santa Marta, procedente de Cá-

diz, obsequio que envió "el vellosexo, con mayores demostracio-

nes de afecto. . . ", según reza

uno de los testimonios de la épo-ca.

Más he aquí que en junio de1814, merced a las presiones mo-nopolistas del Alto Comercio deCádiz, la Regencia española revo-

ca el decreto de Comercio Libreque había concedido hacía sólounos meses a los pueblos ameri-canos. La suspensión de ese de-creto, comenta don Mariano,produjo consecuencias lo bastan-te importantes para que, al me-

nos la actividad comercial noclandestina en el Istmo se viese

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sensiblemente afectada, ya que,según el, este sería "el principalagraviado, por cuanto su posicióngeográfica lo hacía depósito delas mercaderías extranjeras. Y laaduana de su nacionalización";pero sobre todo, porque proba-

blemente no sólo quedaba priva-do el Istmo de un beneficio cuyogoce era de data muy reciente,sino también de todos aquellos

privilegios que había venido

aprovechando con carácter casiexclusivo desde hacía un lustro.Los efectos de aquella medida enla conducta socio-política delIstmo resultaron, según Aroseme-na, sumamente decisivos. Enton-ces, comenta don Mariano, sóloentonces "empezó a conocerPanamá la importancia de su in-dependencia". fué, en efecto, co-mo si de un sólo golpe se hubieseaclarado a la nueva clase comer-

cial, los últimos puntos oscurosque su conciencia colectiva nohabía alcanzado a precisar.

Con posterioridad, sin embar-go, al normalizarse la situaciónen España con la expulsión defi-nitiva del francés y la restaura-ción de la Monarquía con el re-torno de Fernando VII, el Conse-jo de Indias volvió a autorizar al

comercio istmeño para que man-

tuviese sus transacciones con

Jamaica y continuase surtiendolas últimas colonias sujetas al ré-gimen peninsular. Aunque se re-conocía la validez de las protes-tas económicas que reiterada-mente hacia el Comercio de Cá-

diz, gravemente perjudicado por

el llamado "monopolio" delIstmo, el Consejo no era ajeno alas ventajas estratégicas y políti-cas que se derivaban de favorece.ra nuestro país con aquella medi-

da.Con el paso de los años, sin

embargo, los evidentes progresosque ya para entonces habÍ~ he-

cho el movimiento revoluciona-rio del Continente, disminuían

notablemente las ventajas de losprivilegios concedidos a losistmeños. Como consta en untexto de aquel tiempo, hacia1819 y 1820, "la revolución co-menzó a mudar de aspecto, i ca-da pueblo empezó a calcular susintereses, i abrir sus puertos a losextranjeros, hasta hacer necesariodisminuir las erogaciones, econo-mizar los gastos, i meditar mucholas empresas". El decantado y

timido "monopolio" del Comer-cio istmeño tocaba a su fin. Alfinalizar aquella década, las auto-ridaes peninsulares no podíanya seguir favoreciendo los in~ere-ses panameños, y no tardo deverse en ellas más qu~ a un émuloimportuno e inútil que urgía atodo trance suprimir. Entonces

fué claro que el descenlace inevi-

table no podía hacerse esperarmás. La situación de desgaste

económico que se suscitó en elIstmo poco antes de 1821 por lairrptiva paralización comercial,

sería un factor decisivo en la pre-cipitación de ese deseiùace.

El 22 de octubre de 1821, elMariscal Juan de la CruzMourgeón, recién llegado al

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Istmo, a quien la Corona había

prometido el título de Virrey silograba conquistar las dos terce-ras partes de Nueva Granada, zar-pa hacia Quito al mando de unaexpedición militar. Del destaca-mento de unos 1.400 hombresque guarnecía al Istmo,Mourgeón llevó en su expedición"pacificadora", dos cuerpos deinfantería, dos escuadrones des-montados y algunos artileros, entotal, unos 1,100 hombres, de-jando los restantes 300 enPanamá bajo las órdenes de unpundonoroso y leal militar istme-ño, llamado José de Fábrega. "Losmomentos, comenta MarianoArosemena, eran de aprovecharsepara ir preparando la ejecución

del plan de nuestra emancipaciónde España". Pero, agrega, "era elcuidado de los corifeos de la in-dependencia prevenir todo actoinconsulto y precipitado". Demodo que hallándose el Istmo encondiciones óptimas para apresu-rar la gesta, al mando de las tro-pas considerablemente reducidasun militar panameño, y los áni-mos dispuestos, todavía nuestrasélites ductoras seguían conside-

rando toda tentativa "un alza-miento repentino", y aún se pcn~

saba que "no había sino queadoptar medidas que con seguri-dad nos condujeran al fin apete-cido", según palabras del propio

Mariano Arosemena. La clave deesa extremada cautela tal vez seencuentra en las frases de su her-mano Blas, quien afirmaba a pro-pósito de aquellos momentos:

"la seguridad de la persona y las

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propiedades fue objeto de nues-

tra santa lucha". Para el grupo di-rigente, resultaba indispensable

evitar a todo trance, cualquier

riesgo que pusiera en peligro sus

"sacros intereses", y por lo tan-to, la separación "debía realizar-se, según rezan los textos inde-pendentistas del 21, con "sumacautela" y "diplomacia", "por

excusar el derramamiento de san-gre", cuyas imprevisibles conse-cuencias, de quien sabe que posi-

bles proyecciones, acabarían contoda seguridad por estropear lasaltas pretenciones de comandosobre el nuevo Estado en proyec-to.

La efectividad con que fuerontomadas tales medidas precauto-rias, dieron finalmente el resulta.do apetecido, y la independenciapudo consumarse en forma in.cruenta. Sobre los recursos que

los criollos emplearon para hacer-la posible, decía Gaspar Mollendesenfadadamente: "Se pusieronal habla con los oficiales españo-les, persuadiéndoles de que todala población estaba de acuerdo

para acabar con ellos, le hicieronver la confianza que tenían en

sus propias fuerzas, comparándo-las con el escaso número de hom-bres que ellos tenían bajo sus ór-denes; no les costó mucho traba-jo inducirlos a traicionar su ban-

dera pagándoles a toca teja losmeses de sueldo que les debía elGobierno español; aquel mismodía se les envió a Chagres, desdedonde se embarcaron para LaHabana. . .".

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Cuando el General Montila,encargado por orden de Bolívar

de preparar en el Magdalena unaexpedición militar para liberar alIstmo de la Corona, supo que los

istmeños se le habían adelantado,acto seguido exclamó: "no puedenegarse que Panamá es un país decomerciantes: ha sabido evitarlos horrores de la guerra, especu-

lando a buena hora su indepen-

dencia" .

El 28 de noviembre de 1821fué, pues, hijo del transitismo.

Los hombres que inspiraron elmovimiento -al igual que sus he-rederos sociales y políticos de

1903- fueron arrastrados pormotivaciones económicas incon-fundibles, en función de las cua-les reaccionaron para promoverla alteración del sistema de rela-ciones sociales y de las superes-

tructuras de ideas e instituciones

prevalecientes. La naciente bur-guesía comercial istmeña sustitu-yó en el poder a la cerrada castapeninsular, y el sistema de ideas e

instituciones coloniales fué decla-

rado insubsistente. El republica-nismo democrático vino a ocuparel puesto de la monarquía por

derecho divino y el riguroso cen-tralismo jurídico y administrati-vo español, fue reemplazado porla nueva y progresista ideología

liberaL.

- II-EL GRITO DEL 10DE

NOVIEMBRE EN LOS SANTOS

Quiero ahora, para terminar,referirme a las opuestas actitudes

asumidas en Azuero y Veraguas

respecto a la separación. Es cono-cido de todos que mientras losprimeros gritos tienen en Los

Santos y Natá -y no cito el casode Las Tablas, pues todavía no se

ha encontrado ninguna documen-tación que apoye la pretendidaprimacia de aquel movimiento-en Veraguas, a través de su máxi-ma representación oficial, el Ca-bildo santiagueño se hace clara-mente manifiesta una actitudhostil y recelosa hacia aquella

temprana gestión emancipista.Pero para penetrar este interesan-te problema, inexplicablemente

esquivado hasta ahora por nues-

tros estudiosos, no basta recu-

rrir a las fuentes coetáneas. Porvía de ensayo, hasta tanto no se

presente una documentación máscompleta que la conocida, meatrevo a anticipar aquÍ que hacefalta buscar las causas de tal anta-gonismo en raíces más profun-das, remontándonos incluso a losmismos orígenes de las disparesestructuras socio-económicas de

Azuero y Veraguas.

En diversas publicaciones yconferencias he tenido ocasión

de ocuparme del tema. Repetidasveces he manifestado que, pese ala proximidad geográfica deAzuero y Veraguas, ambas regio-nes orientaron desde muy tem-prano su configuración estructu-ral básica por cauces radicalmen-te opuestos. Esta opuesta estruc-turación se caracteriza funda-

mentalmente por la dirección im-presa a sus respectivos sistemas

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de relaciones sociales ya en el si-glo XVI. Voy a tratar de ilustrarel problema con un rápido esque-ma.

En primer término, caberecordar que la Alcaldía Mayorde Natá, cuya jurisdicción se ex-tendía por todo el territorio de lapenínsula de Azuero, fué incor-porada efectivamente a la domi-nación española desde 1522.Veraguas, en cambio, no quedósujeta al imperio castellano hasta1558, fecha en que se realiza laafortunada campaña de conquis-ta acaudilada por FranciscoVásquez. La Alcaldía Mayor deNatá había sido organizada desdesus comienzos sobre bases"señoriales", repartiendo entre

sus fundadores los indios de losalrededores bajo el sistema de

Encomiendas. Pero hacia 1558,la Corona resolvió suprimir aque~

llas Encomiendas, liberando defi-nitivamente a la población indí-

gena del trabajo forzoso. Estamedida produjo dos resultadosimportantes: primero, la organi-zación de la conquista de Vera-

guas por Vásquez, como soluciónde emergencia para los natariegosdepauperados debido a la pérdidade su principal fuerza de trabajo,

esto es, los indios de encomien-da; en segundo lugar, la disper-sión del vecindario natariego ha-

cia la campiña azuereña, en pe-

queños núcleos familiares, paratrabajar por sus propias manos laheredad, como fórmula expediti-va para asegurar su supervivencia.

De esa expansión rural se deriva-

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rían a la postre otros resultados

que contribuirían a caracterizar aaquella zona según estructurasque aún le son propias. Me refie-ro a la distribución de la tierra enmultitud de titulares. Aún ennuestros días,. si exceptuamos al-

gunos casos que constituyen laexcepción de la regla, y respon-den a fenómenos muy posterio-res, las tierras de la península deAzuero se caracterizan por no es-tar en manos de grandes terrate-nientes, sino distribuÍdas predo-

minantemente en propietariosmedianos y parvifundistas.

Las proyecciones históricas deesa prematura estructuración so-cio-económica son de extraordi-naria importancia. Pero antes de

destacar algunos hechos cuya ex-plicación más profunda hay quebuscarla en aquella precoz confi-guración estructural, conviene re-ferimos a Veragua.

Acabo de decir que la conquis-ta de ese territorio en 1558, so-

brevino como una solución deemergencia suscitada por la su-presión de la Encomienda en Na-tá. Pues bien, si en 1558 la En-comienda había sido suprimidaen la Alcaldía Mayor natariega, laCorona concedería a los conquis-tadores de Veragua por vía de es-tímulo y compensación, la mer-ced de obtener indios de reparti-miento s y Encomiendas. En un

principio la encomienda vera-

güense tuvo escasa relevancia, pe-ro hacia 1589 al realizarse un in-tenso proceso de expanción de.mográfica hacia las sabanas de

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Montijo, Alanje y Remedios, la

fuerza laboral represcntada por elindio de encomienda se converti-ría en el pilar básico de aquel sis-tema de relaciones. Esta situa-ción se mantuvo inalterable has-ta mediados del siglo XVIl, aun"que puede decirse que sus huellasperduraron hasta bien avanzado

el periodo colonial. En Veraguaquedaría estructurada una socie-dad cuya cÚspide directiva estabarepresentada por una minoríablanca de tentadora de todas lasfuentes de poder y riquez,í, y unaextensa poblaciÓn aborigen que

constituía la plataforma laboralbásica de aque edificio sociaL. Así

pues, mientras la sociedad" sefiorial" perdía vigencia enAzuero hacia 1558, en Veragua

se prolongaba todavía un siglodespués, pero de hecho es posibleque esa situaciÓn continuase has-

ta terminar el período colonial yacaso perdurase en el siglo XIX,aunque bajo otras formas. Mien-tras en Azuero la reducida pobla-ción indígena quedaría equipara-da en muchos aspectos a la espa-ñola en el orden del derecho, se

operaría un amplio mestizaje y sedistribuiría la tierra en multitudde titulares, en Veragua, por elcontrario, el indio se vería duran-

te siglos sometido a condiciÚnservil, la tierra quedaría acapara-da en pocas manos y los centrosurbanos concentrarían un patri-ciado blanco dominador.

Esta o puesta estructuraciónbásica tendría su contrapunto enhechos histÓricos muy posterio-res. Así, la incorporaciÓn de

Azuero a la corriente comercialdel contrabando natariego. quese inicia a partir de 1716, no sólorespondía a la mayor proximidadde la Península respecto a aquellaRuta, sino que obedecía en ma-

yor grado a la flexibilidad de susestructuras. Es cierto que Santia-

go -capital veraguense desde el si-glo XVII- quedaba en una zona

menos accesible, por carecer depuerto, pero sería sobre todo elestatismo de sus estructuras debase señorial y exclusivamente

agropecuaria, lo que le impediríaparticipar con igual libertad deaquella actividad. Menos apega-dos al agro que los veragüenses,

por derivar parte de sus ingresos

de la actividad transitista, sante-fios y natariegos podían partici-par de los intcreses del grupo co-

mercial capitalino que preparabala lndependencia. Pero en Vera-

guas, donde los intereses proce-dían unilateralmente de la explo-tación de la tierra y una mentali-

dad conservadora más acorde conlas exigencias de lealtad al lmpe-rio Espafol tenía perfecta justifi-caciÓn objetiva, aquel brote derebeldía. no podía ser bien visto.De ahí la fría indiferencia conque José de Fábrega, a la sazÓn alfrente del gobierno colonial, to-mara "muchas providencias" yempleara" todo cuanto estuvieraa su alcance", a fin de sofocar el

grito del 10 , como consta en lacélebre Acta separatista de LaVilla. Y de ahí, finalmente, la

renuencia e indecisiÓn del cabil-do santiaguefio de sumarse al mo-vimiento emancipista al que, co-

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mo es sabido, no adscribió sinohasta ello. de diciembre de1821, después de que el Cabildode Natá amenazase, mediante ul.timatum, ocupar aquella plaza sien el término de tres días el gru-po dirigente de la capital de Ve-ragua persistía en su actitud vaci-lante. Pårece fuera de duda, queel elenco directivo de Santiago

pensaba que el movimiento sólo

podía beneficiar al Comercio deTránsito y no a sus interesesagro pecuarios. Resulta así perfec-

tamente natural que el latifundioveragüense, creyendo protegerse,hubiese Intentado adversar la in-dependencia, o cuando menosexhibir sus reservas respecto al

movimiento gestado en la capitaly respaldado por los santeños y

natariegos, igualmente afectadospor los intereses de la Ruta.

Cuando, por fin, en la tardía

Acta independentista del 10. dediciembre, casi a regañadientes,

los santiagueños adscriben al mo-vimiento, no hacen evidente-mente, sino plegarse a una situa-ción objetiva que entonces resul-taba necio e inútil combatir.

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Son conocidas las frases des-pectivas con que MarianoArosemena se refiere a diversasocasiones al prematuro grito san-teño, al que considera "irregular

y deficiente". Pero precisamente

por su carácter de espontaneidady arrojo cobra hoy ante nuestros

ojos un contenido y vigor de que

careció el movimiento capitalino.Como aquél, surge motivado porprofundos resortes materiales de-rivados del estancamiento comer-cial que en la ruta de tránsito se

había empezado a experimentaren los últimos años. Pero acica-teado por la dureza de unas cir-cunstancias que en modo algunose dejaban sentir con igual rigoren la capital, se precipita al cum-plimiento de su designio sin re-parar, como los cautos capitali-nos, en las posibles consecuen-

cias. La decisión heroica y valero-sa de aquel puñado de interiora-nos contribuiría a acelerar losplanes de la Capital, prestándosede ejemplo. Tal fue el verdadero

mérito histórico del grito sante-ño. Y es algo que nadie puede

disputarle.

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nos hispano.iiorteamericanos, yconspira en diferentes frentescontra Centroamcrica y elCaribe.

Esta política audaz, que tienerotundos éxitos, robusteciendo

en forma creciente el poder nor-teamericano llega a su punto cul-minante en un período posterior,q u e puede ubicarse histórica-mente en un lapso comprendido

entre lR97 cuando llegaMcKinley al poder, y que empie-za a hacerse más cautelosa y disi-mulada, al terminar la adminis.

traciÚn presidencial de Calvin

Coolidge.

A mediados del siglo xix, fueel Istmo de Panamá, por razonesgeopolíticas una de las primerasvíctimas de este expansionismp,

al suscribirse por parte de Colom-bia el Tratado BidlackMallarino,en d ano de 1846.

Sus consecuencias se hicieronpronto notar, al convertirse di-

cho documento en iin amenaza-dor constante de niiestra autono-mía.

Durante el siglo XX ¡ù firmarseel Tratado Bunau Varilla, estepoder se asegurÓ, para amenazar

nuestra independencia.

En otras latitudes del conti-nente, este dominio se ejerció al-gunas veces a través de presióndirecta a los gobiernos de t.urno,u,iicesiones o represalias, y nopocas veces se hizo sentir por me-dio de empresas norteamericanas,que tenían sus filiales en cada

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uno de los pueblos hispanoameri-canos.

El dominio estadounidense seostentÚ sin disimulo s en Centro-américa, México y el archipiélagodd Caribe. Panamá, era el centrogeográfico de estas operaciones.

AÚn cuando mucho se ha es-crito al respecto, y la bibliografía

es extensa, aÚn en la Historia deNort.eamcrica, escrita por nortea-mericanos, muy poco es lo quenuestros historiadores han opi-nado sobre esta intervención ennuesira historia local, que ha sidodeterminante en todos los hechospolíticos del Istmo de Panamá,desde la fecha misma de 1846.

No existe hecho histórico im-portante de la segunda niitad delsiglo xix, y aún de lo que lleva-mos del siglo XX, en que no sehaya dejado sentir su influenciaen forma directa o indirecta.

Para el tema que nos ocupa,

nosotros nos circunscribimos a laintervención norteamericana en

la Guerra de Co to.

Sin aspiraciones teleológicas,he aquí nuestros comentarios,que tienen tan solo el af.in dedespertar interés en la investiga,-ción de nuestro acontecer, en labúsqueda de una nueva Historiade Panamá.

Quienes se preocupen de la in-vestigaciím histórica en el futuro,

ojalá efectúen este examen eva-

luando acontecimientos paralelosen las latitudes vecinas. Panamá,con la desventaja de una codicia-

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da posiciÓn geográfica, ha debidoenfrentar hechos políticos análo-gos a los de nuestros pueblos her-manos, pero aún más graves, porser este el centro geográfico de

dichas dperaciones.

La Historia de Centroamérica

y el Caribe tiene abundante in.formacion pala confirmarnos es-ta tesis, aseguràndonos que la

Histona de los Hechos tienen re.laciÓn entre SI, con una estrategiageneral, establecida por los Esta-

dos Unidos.

En el caso de Panamá, nues-tros hombres publicos, menos ro-mánticos tal vez, pero más realis-tas, y conscientes de los días que

vivían, fueron extremadamente

hábiles para sortear su debilidadante las demandas norteamerica-

nas que se requerían como un de-recho otorgado por el Tratado

Bunau Varila.Desde el año de 1903, Panamá

vivió amenazada por la exigenciade nuevos sitios de defensa o debases militares para defender elCanal de Panamá.

Bases militares que tenían elúnico propósito de defender elpoder norteamencani no solo enel Canal lnteroceánico, sino en elancho mar del Caribe, y Centro-américa.

Estamos seguros de que laGuerra de Coto, fue una coyun-tura que los Estados Unidos utili-zaron en el momento oportuno,para debilitar a nuestro país, so.

bretodo frente a las reclamacio-

nes de Panmá para la reforma

del Tratado del Cdl1aJ de Panamá,y el cese de nuevas peticiones de

bases mili tares en el Istmo.

1 El ungen de nuestro litigiocon Costa RieL

El verdadero 111Igio entre Pana-

má y Costa Riei se presen tÚ mu-cho después d~' nuestra emanci-pación de Espaiìa. en el ano de182 i.

Las aspiraciones costdrricenses

se fundanientabaii en documen-tos del siglo X V i. de"cn ían de va-rios Decret¡.s Recucs expedidos

por la Corona 1 !isiÚnica en losaños 1040, I r17'f Y i bOfl.

PanamJ, lIegu a fundai. sus re-clamaciones en una Real C(~dula

del año de 180:1, que le otorgaba

derecho sobre todas las costas delatlántico costarnicnse.

Vale la pena destacar que losterritorios en disputa estuvieron

durante el período colonial bajola jurisdicciÓn del Viirey de San-

ta Fé, y posteriolmellte al efec-

tuarse la emancipaciÓn, bajo eldominio de la Gran Colombia.

Al perfeccionarse la indepen-

dencia de ESpaid, Colombia re.conoció como un principio dederecho, el "UlLi~ possidetis" delaño de lRI (l, Y que establecía co-mo nonna "Lo que poscÍs, se-guidlo poseyendo" .

Este derecho fue reconocido

en igual forma pur la FederaciÓnCentroamericana en el año de1825.

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Muy a pesar de ello, existíac i e r t a con f u si ó n e n 1 a de-limitación de las fronteras de laFederación Centro américa y laGran Colombia, cuyas diferenciasheredaron Costa Rica y Panamá,

posteriormente.En el año de 1836, sin embar-

go, Costa Rica hizo un reclamo

formal a Colombia por la ocupa-ción de Bocas del Toro, que se-gún sus aspiraciones debería en-contrarse dentro de su jurisdic-ciÓn.

En el año de 1840, separado elIstmo de Colombia, TomásHerrera reconoció a Costa Rica

dominio sobre dichos territorios,pretendiendo poner así fin anuestras controversias.

Al reintegrarse el Istmo aColombia, en el año de 1841,Colombia volvió a hacer valer susderechos sobre Bocas del Toro.Pero no satisfecha, Colombia hi.zo esfuerzos continuados por lle-gar a un arreglo bilateral con Cos-ta Rica, y con este fin nombródiversas comisiones en los añosde 1856, 1865 Y el 1873, estascomisiones resultaron infructuo-sas.

Ante la posibilidad de un are-glo, Colombia y Costa Rica con-vinieron finalmente someter sus

contraversias a un arbitraje, cuyojuicio sería inapelable, y así llegó

nuestro conflcto territorial a ma-nos del Rey de España.

Por diversas razones, éste nopudo llevarse a cabo, por lo queen el año de 1896, el conflicto se

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trasladó a manos del PresidenteLoubet, de la República France-

sa.

Costa Rica presentó un alegatoen el cual solicitaba derechos

nuevamentc sobre Bocas del To-ro, extendiendo su jurisdicciónhasta la isla conocida como Escu-do de Veraguas. En las reclama-cioncs presentadas por Colombia,se insistía en el dominio sobre lacosta atlántica de Costa Rica.

El estudio del PresidenteLoubet, hubo de resolver difíci-lcs problemas, pues muy a pesarde la abundante información quese puso en sus manos, Loubet hu-bo de enfrentarse a mapas suma-mente defectuosos, con unainnumerable confusión de nom-

bres e identificaciones de lugares

y ríos.

Pese a sus muchas dificultades,Loubet dictó un fallo conocidocomo el Laudo Loubet, el cualdió a conocer en Septiembre de

1900.

Pero el Laudo Loubet que pre-tendió poner fin a nuestro litigio,alimentó gran oposición de partede Costa Rica que lo rechazó to-talmente. Cuando el fallo fue da-do, Colombia se encontraba en-vuelta en la guerra civil de los MilDías, y Costa Rica, confrontaba

serios problemas de orden inter-no, de tal forma, que cualquier

conversación sobre el Laudo que-dó practicamente en suspenso.

Pero este mismo año, LosEstados Unidos recibieron unaconcesión de la República de

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Costa Rica, para iniciar la cons-trucción de un ferrocaril tran-sístmico, con el objeto de alcan-

zar el control de los dos litorales.Esta obra completaba un pro-

grama general de dominio de lasvías de comunicación en el IstmoCentroamericano, por pare delos Estados Unidos.

11 El Tratado Guardia Pacheco yLa Comisión Anderson-Porrai:Desde la fundación de la repú-

blica en el año de 1903, Panamámantuvo como posición inatera-ble la defensa del Laudo Loubet,en un seguimiento continuado dela política de Colombia, frente alconflcto de límites. Costa Rica

por su parte, rechazaba el Laudo,e insistía en su revisión, lo que

dió lugar a una serie de conversa-

ciones entre los dos países, que

no llegaron a nada práctico.Estas conversaciones oficiales,

han sido conocidas en nuestra

Historia, como Tratado Guardia-Pacheco.

Pero Panamá no cejaba en suempeño de una pronta soluciónbilateral del conflcto, y con esteobjeto, se dieron instrucciones a

nuestro Ministro en San José,Dr. Belisario Porras, para que es-tableciera los contactos necesa-

rios para hacer propicia una nue-va negociación si ello fuese me-nester,

Pero en esta misma fecha, Pa-namá enfrentaba una nueva cri-sis, que venía a agravar nuestrasituación política, ya consecuen-

cia de la colonización que empe-zaban a realizar las empresas bana-neras en las regiones fronterizasde Panamá y Costa Rica, con elúnico ánimo, de mantener entre10s dos países, una nueva zona dedefensa del Canal Interoceánico.

Consciente Panamá, del verda-dero alcance de esta coloniza-ción, observó con aprehensióndesde sus inicios esta ocupación,que se hacía con la aquiescenciacostaricense.

Panamá, consideraba lesiva asus intereses, la estrategia emple-ada por Costa Rica, para asegu-

rarse un aliado en los Estados

Unidos, por medio de su prohija-miento 'de las empresas banane-

ras. Este procedimiento fue de-nunciado por nuestro país ante elMinistro Norteamericano,Charles Magoon.

Son los intereses norteamerica-nos en Costa Rica los que se po-nen en juego para obtener poste-

riormente la mediación estado-unidense en el conflcto de lími-

tes, y que a la postre, terminanpor desvirtuar nuestro propósito

de llegar a un arreglo, ajeno a laintervención de terceros.

Desde el año de 1907, CostaRica, por su propia iniciativa, es-tablece comunicación oficial con10s Estados Unidos, para alcanzarun nuevo arbitraje.

Con este fin, fue enviado a

Washington, el Sr. LuisAnderson, abogado de las compa-ñías de banano. Anderson, fueenviado como enviado especial

2!1

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de su pais para interesar a losEstados Unidos en el arbitraje,tal vez sin comprender, que enesta forma, estaba haciendo eljuego a los norteamericanos.

Al obtener Costa Rica esteapoyo, colocÓ a nuestro país en

una posición de desvenL~ja, que

hasta la fecha, se mantenía in-transigente en su propósito de de-fender el Laudo Loubet, y deconseguir que su interpretaciónno saliese de maiias de Costa

Rica y Panamá.

Elihu Root, Secretario deEstado norteamericano, manifes-

tó a Luis Anderson, que su país

veía con interés la intervenciónde los Estados Unidos, y que es-taba seguro, que cualquier otroprocedimiento resultaría inefi-caz.

Sin embargo, Root, manifestÓ

a Anderson, que su país temía

que los intereses representados

por las empresas norteamerica-

nas, tanto en Costa Rica, comoen Panamá, pudiesen sufrir algúnproblema a consecuencia del litis.

Costa Rica se apresuró a res-ponder al Secretario de EstadoNorteamericano, que ella ofrecíala más amplia y eficiente protec-ción a todas las cmpresas nortea-

mericanas que operaran en supaís, y con ello, aspiraba a disipar

cualquier duda que abrigaseEstados Unidos, sobrc las dificul-tades que pudiesen enfrentar lasbananeras, por motivo del con-

flcto fronterizo.

24

Ello parece que dió cierto sen-tido de seguridad a Costa Rica,

porque al año siguiente, fue vio-lado nuestro territorio,lo quevino a provocar reiteradas protes-tas de nuestro Ministro en San

José, Dr. Belisario Porras.

Esta violaciÓn premeditada, noperseguía otro objetivo, que el deforzar a nuestro país a variar sulínea de conducta,' y que acepta-

se un nuevo arbitraje, propuestopor Costa Rica.

Nuestras protesta tuvieron laaceptaciÓn de Costa Rica, peroquien sin embargo, reafirmó la

necesidad de hacer una revalua-ción del Laudo Loubet, elevando

una consulta ante la Corte Supre-ma de Justicia norteamericana,insistiendo en que ambos países,

dificilmente llegarían a un arre-glo bilateraL

y así, se hacía Costa Rica, eco

de las tésis de Elihu Root. Cons-ciente de su debilidad y estado

de desamparo, Panamá se vióobligada a cambiar su línea de ac-ción de defensa del LaudoLoubet sin modificaciones, paraa e e p t a r e 1 a r bit r aj e no rte-americano.

No dejaba de ser conscientenuestro gobierno, de que muy apesar de las limitaciones que se

establecían para la revaluación

del Laudo, la mediación deWashington, era sumamente peli-grosa.

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III El f'allo White:

De esta manera cesaron lasconversaciones de la Comisión

Anderson-Porras, que quedaronreducidas a un r\evo arbitraje. Elaño de 1910, nuestro gobierno,dió instiucciones l su Ministro en

Washington, Dr. Belisario Porras,para que en representación de

Panamá, y conjuntamente con laRepública de Costa Rica, elevaseuna formal consulta sobre elLaudo Loubet, al Presidente dela Corte Suprema de Justicia delos Estados Unidos, Mr. EdwardWhite.

El Juez White estudiÓ duranteun poco más de tres años los do~cumentos pertinentes, a fin dederimir las diferencias existentes

entre los dos países.

Nuestro país sufría la desven-taja de no poseer acceso a los ar-chivos de Bogotá, en donde repo-saba toda la información referen-te a nuestro litigio, y a conse-

cuencia de que hasta esa fecha,aún no se habían reestablecidolas relaciones diplomáticas entrePanamá y Colombia.

Mientras White estudiaba losmapas, documentos y alegatos deambos países, Europa se veía en-vuelta en una guerra que azotaba

todo el continente, y en la cuallos Estados Unidos empezaban ademostrar in terés parcializado.

Ello conci taba a los norteame-ricanos a robustecer sus posicio-nes estratégicas, sobretodo en elárea circundante al Canal de

Panamá, punto vital de su domi-nio continentaL.

Esta actitud de los Estados

Unidos, fue la que puso impedi.

mento s a nuestro gobierno para

establecer los primeros serviciostelegráficos en nuestro país, y laque puso dificultades al Presiden-te Porras, para impedirle que sus-

cribiese una serie de contratos

con empresas extranjeras, quepretendían establecer una seriede servicios públicos en nuestropaís.

Desde el año de 1914, losEstados Unidos empiezan a ha-cerse presente con otio tipo de

presiones, encaminadas a obtenerterritorios adicionales a los de la

Zona del Canal de Panam:t, parainstalar nuevas bases militares enel Atlántico.

Todo este conjunto de presio-nes, empiezan a debilitar a nues-tro gobierno, que desconcertado

por la acti tud que asumen los

Estados Unidos, termina por lle-varnos a la conclusión, de que

Panamá para ser una nación nece-sita reformar el documento conel que se han establecido las rela-ciones contractuales por motivode la construccifin del CanaL.

y así, en un gesto de afirma-

ción patriÓtica, el Presidente

Porras, da instrucciones al Dr.Eusebio A. Morales, nuestro Mi-nistro en Washington, para que

inicie gestiones tendientes a laelaboración de un nuevo proyec-to de Tratado del Canal, que de-

fina nuestra condición de país so-

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berano y que sobretodo, defina ylimite cuales son los sitios de de-fensa que necesitan los norteame"ricanos para proteger al CanaL.

El resultado de esta demandapanameña, se hace esperar por lavía diplomática en largas esperan-zas, pero sin embargo, despiertanen los Estados Unidos el temor

de una reacción nacionalista denuestro pueblo, que pueda ?ebili-tar el dominio que vienen ejer-ciendo sobre nosotros, ampara-

dos por el Tratado Hay-BunauVarila.

Los Estados Unidos empiezan

a meditar sobre la necesidad de

estremecer a nuestro gobierno, y

de someterlo a una situación dehumilación e impotencia.

El Fallo White, dictado ese

mismo año, en una franca contra-dicción con los poderes que se lehabían encomendado, es indisi-muladamente favorable a CostaRica. Así nos demostraban los

norteamericanos que ellos no sedejarían arredrar por nuestras

manifestaciones nacionales.

Eduardo White, desconoció losderechos que pudieran asistimos,por los documentos históricos enque se fundamentaban nuestrasreclamaciones, y sostuvo la tesisde establecer las fronteras enconsideración a los accidentes

geográficos.

El pueblo panameño, a travésde todos los medios posibles de

expresión demostró inmediata-mente su adversión a la interpre-tación del arbitraje. Nuestro ór-

26

gano legislativ0 aprobó una reso-lución de rechazo al fallo.

El Presidente Porras, en unanota enví~da al propio JuezWhite, expresó que al tratar defijar un límite distinto al del

Laudo Loubet, él había ejercidopoderes que se le habían negadode antemano, por la cual el falloestaba viciado de nulidad.

Costa Rica, por su parte, infor-mó a los Estados Unidos que siera preciso utilizaría la fuerzapara hacer valer sus derechos, y

aprovechando la coyuntura de ladifícil situación que vivíamos, so-licitó el apoyo unilateral de los

norteamericanos, para ocupar di-chos territorios.

La respuesta de Washington nose hizo esperar, y así el Departa-mento de Estado remitió una se-rie de notas al Presidente Porras,

tendientes a que nos sometiése-

mos a la solicitud costarricense.Durante este año difícil,

Panamá se mantuvo enhiesta, fir-me en su posición de rechazo delFallo White, pero las fuerzas nor-teamericanas acantonadas ennuestro país, provocaron una se-rie de disturbios callejeros en las

ciudades de Panamá y Colón, cu-yo objetivo era debilitar la posi-ción del gobierno panameño.

A finales de año de 1915, lue-go de los incidentes señalados,

Estados Unidos solicitó el desar-me de nuestra policia, y precisa-mente cuando Panamá temía unainvasión costarricense, con el res-paldo de los Estados Unidos.

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El Presidente Porras rechazó lademanda norteamericana, porconsiderarla ofensiva para la dig-nidad nacional y peligrosa paranuestra seguridad, y así lo afirmÓen una extensa nota dirigida alMinisterio Norteamericano ennuestro país.

El 9 de mayo de 1916, losEstados Unidos, apelando a losderechos que le otorgaba el Tra-tado del Canal, remitieron anuestro gobierno una nueva notaen tono desafiante, en la cual senos notificaba que la "policía

tendría que ser desarmada".

El Presidente Porras, en ánimode dilatar hasta donde ello fueseposible dicha exigencia, convovóun cónclave de notables, hombresilustres del país de todas las fac-ciones políticas para recabar elapoyo de la nación, en una crisistan difísil como la que estábamossufriendo.

Hubo hombres de una enormeresponsabilidad patriótica, comoGuilermo Andreve, HarmodioArias, Ramón ValdeS y EnriqueA. Jiménez. que no vacilaron enofrecer su apoyo al Presidente

Porras, identificados o no con sugobierno.

Pero hubo muchos otros, pe-nosamente constituídos en ma-yoría políticamente apasionada,que apelando a odios personalesy a divisiones sectaristas, afirma-

ron su complacencia por la entre-ga de las armas.

Los nombres nos sorprende-rían. Algunos de ellos los hemos

mortalizado en el bronce, y nues-tros textos de Historia señalan

sus virtudes ciudadanas, como

dignas de imi tarse.

La posición de Porras se fuehaciendo insostenible, víctima deuna gran debilidad, se viÓ obliga-do a cumplir el requerimiento de

la entrega de las armas. Empero,en un gesto de singular astucia,dió órdenes para que fueran se-pultadas secretamente en el patiopresidencial,una gran cantidad deellas.

Al tomar posición de su cargo

el Presidente Valdés, se renova-

ron las presiones contra nuestro

gobierno, con el objeto de evitarnuevas inquietudes nacionalistas.

En el año de 1918, con el pre-texto de supervigilar las elec-ciones para diputados a la Asam-blea Nacional, un contingente detropas norteamericanas, ocupa-

ron la Provincia de Chiriquí, con-

tigua a la frontera costarricense,

ocupación que se prolongó -pesea nuestra protesta continuada-hasta el año siguiente, causándo

múltiples disturbios y desconten-

tos regionales.

En esta misma fecha, y de ma-nera sorprendente, en una situa-ción nunca aclarada, es asesinadonuestro gobernador en la Provin-cia de Chiriquí, Dr. Saturnino

Perigault Barahona, y a quien seseñalaba como opuesto a la ocu-pación extranjera de que eramosvíctima.

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V olv ían a apelar los EstadosUnidos, a los derechos que leotorgaba el Tratado del Cancù de

Panamá, para justificar dichaocupaciÓn.

Al terminar la ocupacÍÓn nor-

teamericana en la Provincia deChiriquí, creimos que cesaban

nuestras dificultades, pero de in-m e (liato, el Departamen to deEstado comunicÍJ a nuestro go-bierno, que aquellos solicitab-anla entrega de la Isla de Taboga,

esgrimiendo esta vez el argumen-to de que dicha posición-se en-

contraba dentro de los límites dela Zona del Canal de Panamá.

Vale la pena destacar como unelemento de juicio adicional, pa~ra reafirmar nuestra tesis, que enel año de 1914, en que suceden

los primeros acontecimientos querelatamos, los Estados Unidos

suscribieron con el gobierno deNicaragua, el TratadoBryan-Chamorro, por medio delcual se aseguraban bases militaresnorteamericanas en dicho territo-rio por un término de noventi-

nueve años.Estas bases militares, permiti-

rían a los Estados Unidos, asq,ru-rar su dominio en el área circun-dante cJ Canal de Panamå.

La firma del Tratado Bryan-Chamorro, encuentra oposicifiien ciertos sectores centroameri~

canos. Federico Tinc)co, Ministrode Guerra de Costa Rica, protes-ta enérgicamente por la firma dedicho documento, que considera-ba lesivo a la soberanía centroa-

mericana.

28

En esta fecha, se celebran laselecciones presidenciales de Cos-

ta Rica, siendo elegido por am-

plia mayoría de votos, el Sr. Fe-derico Tinoco, frente a la oposi-ción de Julio Acosta, y quién ha-

bía fungido de Ministro de CostaRica en Washington, en una oca~

siÓn anterior. Se consideraba a

Julio Acosta, como un políticopro-americano.

Caso insólito en nuestra His-toria, los Estados Unidos desco-nocen el resultado de dicho su-fragio, y se ahstienen de recono-cer a Federico Tinoco como Pre-sidente de la República de CostaRica.

Desde sus lI1ClOS, FedericoTinoco, enfrenta una serie de de-sbrdenes internos que amenaza-

ban con desplazarle del poder, yfinalmente un barco de guerra

norteamericano arriba al Puertode Limón. con el ánimo manifies-to de imponer su autoridad.

Ante la sorpresa del PresidenteTinoco, los Estados Unidos acu~

san a Costa Rica de no haber de-

clarado la guerra a Alemania, y sepreguntaba el Presidente Costa-rricense. . . En quc podía contri-buir su país a la causa de lagu erra europea, sicndo Costa

Rica un país pacífico, incapaz desuministrar hombres para enviara los frentes de batalla, más aúncuando dicha guerra ni siquierase desarrollaba en el continente

americano?

La respuesta norteamericana

no se hace esperar, y con su apo-

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yo, Julio Acosta invade a su país,

desde la frontera nicaragüense,

dispuesto a dcrrocar al PresidenteTinoco.

Todas estas circunstancias pordemás delicadas, obligan al Presi.dente Constitucional a dimitir,pretendiendo encargar a JuanBautista QuirÓs, su Vice-Presidente. Pero Washington des-conoce a QuirÓs e impone a unpersonaje desconocido, que ni si-quiera es miembro del gobiernocostarricense, y lo hace presiden-

te de facto, y así llega a encargar-

se del poder ejecutivo, por obra ygracia de los Estados Unidos elSr. Francisco Aguilar.

iv La Guerra de Coto

En el aÌlO de 19~(), es elegido

Presidente de Costa Rica, el Sr.Julio Acosta, quicn otorga unaserie de concesiones a los EstadosUnidos, y particularmente a lascompañías bananeras norteameri-canas, que operaban en la fronte-ra con Panamá.

Este año, es elegido por unnuevo período, como prcsidentrde la República de Panamá, elDi. Belisario Porras. Porras as-

ciende al poder con el voto detodos los partidos. Jamás en laHistoria del país, la nación expe-rimentÓ un sentido de cohesión

tan perfecto.

Porras elegido presidente, sesiente con un respaldo sin proce-dentes, lo cual le permite con

una gran osadía renovar su pro-pósito de reformar el Tratado del

Canal de Panamá, fuente indispu-tada de nuestras dificultades.

Envía un Memorando al Presi-dente Electo de los Estados Uni-

dos, conocido como el "Memo-rando al Presidente lIarding" in-sistiéndole nuevamentc. . . .

"El Tratado del Canal de-

ber ser reformado. Panamáno puede vivir sometida aun Convenio Internacionalque lesiona nuestra condi-ción de país soberano"

Esto sucede en el año de 1920,cuando los Estados Unidos nosestán exigiendo la ocupaciÓn dela isla de Taboga.

El 11 de Febrero de 1921,nuestra Secretaría de Relaciones

Exteriores, envía a Washington lanota No. 39 de esa misma fecha,

en la cual Panamá solicita la rei-niciación de las negociaciones en-tre Panamá y los Estados Unidos,afirmando su deseo de que se es-tablezca una mecánica definitiva,para esclarecer bajo qué princi-pios se realizará en el fu turo laocupación de nuevas tierras parala defensa del Canal.

El día 16 de Febrero de 1921.

"La Estrella de Pilamá" se haceeco de una solicitud del CongresoNorteamericano que insiste en laocupaciÓn de la Isla de Taboga, yen la cual de declara que se ha

votado una partida extraordina-ria de B/1 08.000.00 para su com-pra.

Esta parece ser la respuesta

del Congreso Norteamericano anuestras reclamaciones. Y este es

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el indicio, de que los Estados

Unidos están dispuestos a iniciaruna nueva ofensiva en la guerrafría contra Panamá.Con la aceptación de

Washington, Panamá nombra unaComisión precedida por el Di.Ricardo J. Alfaro, para que enmisión especial asista a la tomade posesión del PresidenteHarding, y se reuna con una Co-

misión Mixta, que estudiará acorto plazo, los puntos de insatis-facción en nuestras diferenciascon los Estados Unidos, por mo-tivo de las bases militares en

nuestro país.

Un día antes de la invasión aCoto, y de este hecho da cuenta"La .tstrelJa de Panamá", 8000marinos norteamericanos visitanla bah ía de Panamá .

Panamá recibe sorpresivamen-te el ataque de los costarricenses

que invaden nuestra frontera, sincomprender la magnitud del ver-dadero respaldo que reciben. Nonos enfrentamos en realidad aCosta Rica y a Julio Acosta, sinocon el poder incontrastable de

los Estados Unidos de América.

El día 25 de Febrero de 1921,

el Presidente Porras declara al

país:"Esta es la hora en quenuestras fuerzas se acercan

al enemigo, y este es el mo-mento en' que debemosatemperar nuestro entusias-mo porque los instantesactuales son decisivos y elmomento no es para ha-blar, sino para obrar."

30

El día 26 de Febrero de 1921,

el Presidente Porras declara al

país:

"Ese gobierno ha querido

poner a prueba nuestra dig-nidad de Nación soberana eindependiente y a pesar delo inaudito del ataque, de

nuestra falta de medios pa-ra la guerra, nos ha encon-trado listos a no omitir sa-

crificios para mantenernuestra bandera en regio-nes que nos pertenecendesde los tiempos colonia-les."

El día 27 de Febrero de 1921,

el Presidente Porras declara al

país:

"Nuestro gobierno solicitóarmas y elementos de gue-

rra con que repeler la inva-sión del territorio nacional

por 'topas del ejercito deCosta Rica, al mismo tiem-po se dirigía nuestra canci-llería a nuestra Legación enWashington para que pre-sentara la misma solicitud,se apoyaba nuestra solici-tud en el hecho de que Pa-

namá fue prácticamentedesarmada por los EstadosUnidos en dos ocasiones, allicenciarse el ejército pana-meño en el 1904, y deposi-

tarse nuestro armamentoen la Zona del Canal dePanamá, y al exigirsenos eldesarme de la Policía Na-cional durante la lucha

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eleccionaria del 1916.. ... .

esta circunstancia hace quePanamá se encuentre iner-mete ante el ataque inespe-rado de un vecino armado."

Las armas con que los paname-ños hicieron frente a la Guerra deCoto, fueron sacadas de su sepul-tura del Palacio Presidencial, ante

la imposibilidad de recibir otroauxilio.

Vale la pena destacar que du-

rante el conflicto se observó sin

disimulo una parcialización de lascompañías bananeras a favor deCosta Rica, lo cual se manifestó

inclusive en facilidades de trans-porte para los invasores.

Debemos informar, antes decontinuar en nuestros plantea-

mientos, que en esa fecha, sóloexistían dos diarios en la ciudadde Panamá. La Estrella dePanamá, editada también en In-glés, con el nombre de Star andHerald, y el Diario de Panamá.

La Estrella de Panamá, era unaedición matutina. Este periódico

era de propiedad del Sr. José

Gabriel Duque, prominente co-merciante local, nacionalizado

norteamericano. Dicha prensa erala representante en Panamá de laUnited Press, de los EstadosUnidos.

El Diario de Panamá, salía en

las horas de la tarde, y era un

diario local, cuyo director era elilustre panameño Dr. José Doló-res Moscote.

En la edición del día 29 de Fe-brero de 1921, salieron unas de-claraciones del Presidente Porras,

que eran el resultado de una en-trevista hecha a él, por un corres~

ponsal de la United Press, para La

Estrella de Panamá.

El corresponsal de la Uuited

Press, atribuyó al Presidente

Porras, unas declaraciones que

provocaron el natural desagrado

d e un sector emocionado denuestras masas, que con razón,

sufría una gran tensión por moti-vo del conflcto fronterizo.

Según las declaraciones, el Pre-sidente de la República, estaba ti-tubeando ante la grave cirsis na-cional.

Como quiera que la edicióndel "Diario de Panamá" estaba

preparándose, inmediatamente elPresidente Porras citó al Di. JoséDolóres Moscote, con visible dis-gusto, ratificando las declaracio-nes tergiversadas:

"No he dicho que la guerraentre Panamá y Costa Ricapor causa de la ocupación

de Coto sería un absurdo,como afirmara un título dela Estrella de Panamá en laedición de dicho periódico

de hoy. En conversaciónque amablemen te sostuve

con un cOlTesponsal de di-cho periódico, dije que eraun absurdo por parte deCosta Rica, haber ocupadoa Coto, rompiendo con ellola secular amistad que exis-tía entre los dos países.

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Lo que si dije, y en ello meratifico, es que las medidastomadas hasta ahora, sonde policía, y en defensa delhonor nacional, y que niyo, ni los miembros del g-d-binete, hemos tenido la in-tensión de invadir el terri-torio costarricense o llevaruna campaña ofensiva."

Pero mucho antes de que sa-liese a la calle la edición del "Dia-rio de Panamá", y como afirmantestigos de la fecha, un sargento

puertorriqueño de nombre Angel

R. Blanco, miembro de las fuer-zas armadas norteamericanas, seacercó al joven panameño Do-mingo H. Turner, de quien eraamigo, con el ánimo de informar-le de las declaraciones hechas porel Presidente Porras en la Estrellade Panamá.

Ello provocó la exaltación delSr. Turner, lo cual lo puso en

movimiento para provocar un mi-tin en Santa Ana, y protestar an-te el Presidente de la República

por las declaraciones apuntadas.

y así, antes de que el propio

Porras pudiese defenderse de unaconspiración preparada por losnorteamericanos, dentro del mis-mo país, y cuando la prensa erael único instrumento de comuni-

cación popular, se preparó, con

la complicidad de un sargento

puertorriqueño, un levantamien-

to contra el Presiden te Porras,

para solicitarle la renuncia.

El levantamiento no tuvo ma-

yores consecuencias, pero era la

32

respuesta de un golpe más. prepa.rado por el Departamento de Es-

tado, para debilitar una política

nacionalista, tendiente a obtenerla revisión del Tratado del Canal,

y sobretodo en relación a la ocu-pación de bases militares en nucs-tro país.

En igual forma, y a todo cos-

to, los norteamericanos estaban

dispuestos a defender la nueva

zona del Canal instalada en laregión fronteriza.

Inúltilmente apeló Panamá a laliga de las Naciones, y a los pue-b los hermams de la américaHispana. El Consejo de la Ligade las Naciones no atendió anuestros reclamos, para evitar uncont1icto con los Estados Unidos.

El día 5 de Marzo, por consejodel Departamento de Estado, lastropas costarricenses se retiraronal otro lado de Sixaola, compro-metiéndose a aceptar las fronte-ras fijadas por el .Fallo White, pe-

ro el día 6 de Marzo, Belisario

Porras declaró a la prensa mun-dial que Panamá continuaba re-pudiando el Fallo Whi te.

Ese mismo día los EstadosUnidos demandó de ambos paí-ses - Costa Rica y Panamá n el

cese de la contienda. El Presiden-

te Porras sugirió que nuestro con-flicto fuese sometido a una Co-misión Interamericana; compues-ta por Argentina, Brasil y Chile,o por una Asamblea de Derecho

In ternacionaL.

Costa Rica en cumplimiento

de instrucciones del Departamen-

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to de Estado, retiró todas sus tro-pas, lo cual secundÓ el ejercitopanameño, con la esperanza deun arreglo de paz, como el queestaba s olici tando BelisarioPorras.

Panamá continuaba buscandouna solución al conflcto, tratan-do hasta donde ello fuese posi~ble, sacarlo de la órbita del De-

partamento de Estado.

El día 18 de Marzo, el Presi-dente Porras se dirigió nuevamen-te al Presidente Harding, denun-

ciando la exigencia del Departa-

mento de Estado, de que Panamádebería someterse a la aceptacióndel Fallo White, a lo que Hardingle respondiÓ que los Estados

Unidos estaba dispuesta a hacercumplir el Fallo White.

P¡¡namá propuso entonces que

se llevase a cabo un plebiscito enlas zonas afectadas por el conflic-to, para que sus ocupantes deter-

minasen la jurisdicción que lescorrespondía, pero la proposi-ción no fue ni siquiera considera~

da.

Estados Unidos, apelando a losderechos que le otorgaba el Tra-tado del Canal de Panamá, desco-noció nuestra propuesta, afir-mando que en última instancia,ella podía determinar los méritosque pudiese tener Panamá en ellitigio.

Pese a las demandas norteame-ricanas, el gobierno panameñomantenía su posición inconmovi-ble.

Willam Taftt, Ex-Presidentenorteamericano, remitió una car-ta pública al Presidente Porras,

conminándole a la aceptación delFallo White, afirmándo\e que"Por mucho que desagradase alpueblo esta opinión, el gobiernopanameño debería mantenerseobservador de la ley."

El Presidente de los paname-

ños, le respondió que Taftt eraresponsable de lo que se hubiese

desconocido al Laudo Loubet,como consecuencia de las presio-nes que los Estados Unidos, du-

rante su gobierno, habían ejerci-do sobre Panamá, para la revisiÓndel Fallo.

Costa Rica continuaba ampa-

rándose en el apoyo norteameri-cano, Julio Acosta, se sentía se~

guro de este respaldo. Panamá,consiente de su debilidad, busca-

ba nuevo apoyo y elevó una ape-lación a la Corte Suprema de laHaya, acusando a los EstadosUnidos de parcializarse en el con-flicto de Coto.

Esta posición, provocó tantodesagrado por parte de losEstados Unidos, que envió enton-

ces a nuestras costas el acorazadoPensylvania, y con instruccionesde que sus fuerzas desembarcasenen nuestro país.

Ante su impotencia y debili-dad, no quedó a Panamá otra po-sición que la d~ la protesta, quea nombre de nuestro país, hizonuestro Secretario de Relaciones

Exteriores, Di. Narciso Garay.

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Garay acusaba a los EstadosUnidos de agresor, de injusto yde violento, aprovechando la de-bilidad de nuestra nación.

Al finalizar el conflcto, por elcese de las hostilidades, tuvimosque abandonar los territorios deCoto, pero sin que aceptásemos

el Fallo White.

Panamá inició entonces unmovimiento tendiente a exaltarla memoria de los héroes caídos

en la Guerra de Coto. LosEstados Unidos presionaron con-tra Panamá, apelando una vezmás el Tratado del Canal dePanamá, para asegurar que esemonumento era un medio de provocar perturbación del orden pú-nlico, e incitar animadversiones

contra los Estados Unidos deAmérica.

El Presidente Porras, envió unanòta al Departamento de Estado,inquiriéndole sobre "Que enten-día el Gobierno de Los Estados

Unidos, por perturbación del or-den público."

El Departamento de Estado,después de largas meditaciones,envió una respuesta ambivalente

a nuestro país, con el fin de nocomprometerse en una opinión.Pero mieiitras, como consecuen-cia de estas constantes amenazas,el monumento a los héroes deCoto, no llegó a levantarse, ni enese entonces, ni en los años pos-

teriores. . . .

Pero hay algo más, comosíntesis de nuestro litigio territo-rial, la Guerra de Coto, puso fin anuestras aspiraciones de un reco-nocimiento de nuestros derechos,sobre los territorios traspasados aCosta Rica, pero en igual forma,a la esperanza de obtener la re-forma del Tratado Hay-BunauVarilla, por parte del eminente

patriota panameño, Di. BelisarioPorras, que tuvo la osadía de ini-ciar estas gestiones, en una épocade desventaja política, que no he-mos valorado todavía.

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inundación y el enojo de Nonco~

mala sembrÓ la semila, y de labuena nacieron hombres y de laparte que se corrompiÓ nacieronMonos (op. cit. p. 75).

Ritos:

"Al cerro Nubu le sacrificabanuna vez cada año, y cuando iban

fuera de su tierra algún caminolargo;...frutos de la tierra tales

como maíz blanco, patatas, yuca,y paja blanca, lo cual le ofrecían,porque les diese buen viaje. ...sinpermitirles el temor y el respetollegarle cerca. Los que habían he-cho una hazaña en favor de la Pa-tria, los viejos de sesenta años ylos Caciques lo adoraban aparta-dos de El un cuarto de legua, ylos demás media legua," (op.cit.pp. 75,77).

Rito al Rayo:"...que cuando algún Rayo

...caÍa en alguna parte pública desu tierra, hacían una junta todoslos indios, en que señalaban undía, para que se celebrara una

gran borrachera en la misma par-te, y lugar donde cayó el Rayo,...la cual hacían ...para aplacar alDios Rayo, a quien juzgaban te-ner enojado, se agujereaban to-

9.0s el prepucio con una espinade pescado particular que ellostenían guardada para este efecto,y por aquel agujero, que dejó he-

cho la espina, se iban ensartandocon una cuerda de algodón grue-sa, como medio dedo, cuyos can-tos amarraban en dos palos, quetenían firmemente en la mano

36

los dos indios, que eran extremosy pnncipio, y fin de la sarta, yestando de' esta suerte todos jun-tos empezaban a cantar, y hacergrandes meneo s, y movimientos

del cuerpo, y a correr el cordelde una parte a otra, hasta que de-sangraban mucho, a este tiempolas mujeres desnudas discurrianentre los ensartados recogiendo

la sangre, en unas bateas peque..

ñas, de las cuales las trasladan auna grande, y echando junta-mente unas cuentecitas, y otrascosas preciadas de la tierra, la po~nian en un palo en misma parma,que fue blanco del Rayo, deján-

dola allí hasta que las inclemen-

cias del tiempo lo consumiesen

todo" (Adrián de Ufeldre, 1965,

p.77).

Temblores:

CreÍan que cuando temblaba,Noncomala quería destruir la tie-rra, la que consideraban su ma~

dre, a la que defendían gritandoy apuntando con sus armas haciael cielo (op, cit. pp. 80, 87).

Creencias relacionadas conel lagarto:

"... y si estando pescando topa~ban con algún lagarto, se dejanantes morir de hambre, que pro-

seguir la pesca" (op. cit. p. 83).

Creencias relacionadas

con el alma:

"...que cuando moría una per-sona iba su alma acompañadacon los esclavos y las demas cosa,que le ponian sus perientes en su

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sepultura, a una tierra muy ame-na y deliciosa, para la cual eraforzoso el tránsito de tres ríos

caudalosos llamados, Hutey,Hemay y 01 ay , cuyas aguas solodaban paso franco y facil a losque iban pintados, negándoseles

a los que no estaban," cuando

llegaban a esa morada, vivían"..diez veces tantos años, comohabían vivido en el mundo," ydespués de ese tiempo moría elalma. Todos los que llevabanofrendas a un entierro, "...no co-mían hasta que iban a lavarse alrío" (Adrián de Ufeldre, 1965,pp. 80,81).

Medicina:

Había hombres a quienes se lesconsideraba capaces de llevar elbien o el mal a los demás. "..a

quienes el demonio se aparecía,

los cuales le veían se caían de suestado, y quedaban amortecidosen el cual extasis o delirio, ...deahí en adelante se iban ellos mis-mos a buscarlo al monte y a lasquebradas mas retiradas y solita-rias..." (Adrián de Ufeldre, 1908,p. 75). Cuando se trataba de cu-rar a algún enfermo, los llevaban

a "...los lugares apartados del tra-to de la gente". Estos hombres

tenían ayudantes, algunos de loscuales eran muchachos.

Por la forma en que adquirían

sus poderes nos encontramos an-te la presencia de elementos de

shamanismo. Segun Wafer estosindividuos eran adivinos o "pa~

gueveres", y cuando estaban ensu s ri tos adivinatorios daban

"...gritos y aullidos espantosos...unían a ese ruido el de piedras yconchas que golpeaban entre sÍ,y el de una especie de tambores

hechos de gaduas"; también ha-

CÍan ruido con "sartales de gran-des huesos de animales", y pormomentos "se quedaban en pro~fundo silencio" (op. cit. p. 37).

Las causas de sus enfermeda~

des, accidentes y muertes las atri-buían a hechos sobrenaturales.N os dice de la Rocha que cuandoalguien estaba enfermo lo acosta~ban sobre unas hojas de "bijao",llegaba "el médico muy despacioal enfermo y postrándose", so-

plaba con bastante fuerza alrede-dor del enfermo y se iba (op. cit.p. 101). Otra forma de curar a

quien había tenido algun acci~

dente grave y peligroso "consis-tía en reunirse los parientes "yhaciendole una visita al enfermole preguntaban, si soñaba ver, ohablar con alguna persona, y a laque decia... asi fueran sus mismospadres los declaraban culpables.Si la respuesta era negativa, recu-

rrían a los granos de maíz para

adivinar quien de entre los pa-

rientes o vecinos era el causante

del mal que por fuerza tenía que

aparecer. El castigo era la muer-te, los ahorcaban o les daban ma-canazos en la cabeza, "y esto te-nían como unico medio para sa~nar al enfermo" (Adrián deUfeldre, 1965, pp. 77-78).

En el Este, cuando había algunenfermo, su familia le construíaun cuarto especial al shamán parael momento de la curaciÓn, don-

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de se metía a cantar acompañán-dose con unas sonajas, y hablabacambiando el tono de la voz, conque fingía respuestas, después ledaba yerbas al enfermo, "dandoa entender que todo el tiempo

que duró la enfermedad estubosu familiar peleando con otro

que le hacía mal, y que le pren-d. , "10 .

A los mordidos de culebra losllevan donde nadie los vea. En laparte afectada les hacían incisio-nes, y si se salvaban, sus parienteshacían "una borrachera por todauna noche y á la mañana lo po-nen en cueros so bre una piedradonde le laban". Los "mohanes"cortaban bejucos, del color de lasculebras, hacían ceremonias paraalejar malos espíritus golpeandocon unos palos los bejucos, conlo que aseguraban al enfermo pa-

ra que no lo volvieran a morder

(Adrián de Ufeldre, 1908, pp.134-130 ).

También hacían sangradospara curar enfermos, los que sen-taban desnudos sobre una piedraa la orila del río y con un arco

pequeño, iban lanzando flechascortas sobre su cuerpo (Wafer,

1960, p. 33).

Algunas heridas se curaban

con hierbas que masticaban"...hasta darles consistencia de

pasta, y que extendían sobre unahoja de plátano..." y se usaba co-

mo emplasto (op. cit. p. 24).

Cuando un enfermo sanaba, elcurandero lo atribuía a sus cono-cimientos, pero si moría daba al-

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guna excusa para salvar su crédi-to "...tuvo sed y se fué a beber"(de

la Rocha, 1964,p.101).

Mitos en la región Este:Origen del Sol:

"...que ay vn Dios y que sumorada es sobre la del sol, dondeesta con sus mugeres y concubi-nas, y que hauiendose juntadocon vna de ellas tubo vn hijo quedespues de algunos años se trans-formó en cierto pescado, por vndisgusto que la madre le dio, y vndia, pescando para su sustento sa-pos en el rio donde este auitaua,le cogieron entre otros peces y

hauiendolo puesto a herbir, yen-dose calentado, con ayuda de supadre saltó de la olla y fue resti-tuido en su primera forma, en su

antigua morada; su padre, que es-taua ya desenojado, viendo que

ya tenía hedad, le transformó ensol, para gobierno de este mun-do, que empezó á fabricar distin-to del suyo;" (Adrián de Ufeldre,

1908, p. 125).

Creación de la tierra:"y la fábrica de la tierra encar-

gó al perico ligero, que es un ani-malejo torpissino en el andar, ypor antonomassia tiene este nom-bre, y á la perdiz, que traian latierra de la morada del padre delsol, y como no estaua seca no seatreuian aue y animalilo á purgarel vientre en ella de alto, y assi

fingen acer!o aora bajando de losárboles donde auita, muy passito,porque no se hunda, que con estemiedo a quedado hasta aora; (op.cit. p. 125).

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Creación de la luna:

"hizo la luna para su thenien-

te, con intento de que fuese va-

ron, pero no hauiendo salido co-mo deseaua, tampole la parte enque ase diferencia las mugeres delos hombres, con vnos trapos, ypússole el miembro de varon pos-tizo, con que le dio autoridad pa-ra alumbrar de noche al mundocomo theniente suyo (op. cit. p.125),

Origen del viento:

"El sol, para templar el calorde sus rayos, crió los vientos; estecalor tienen por accidental de

cuando estubo en la olla con lossapos" (op. cit. p. 126).

Origen de las aguasy animales acuáticos:

"hizo un rio muy caudalossodonde entrassen los demas delUniuerso, y hauiendo crecido unárbol en sus orilas en tanta ma-

nera que sus ramas llegauan a im-pedir á el sol su carrera, mandó ádos arditas, grande y pequeña, loderribassen, siendo ellas del ta-maño de vna rata; estando en sutrabajo saltó vna astilas que á lavna dió en los lomos, que la de~

rrengó, con que cessó en la obra;y la otra la perfeccionó, obede-

ciendo al sol, hasta derribarlo. Deaqui quedó la ardita grande ago-biada, y la pequeña derecha; el ar-bol cayó en la mitad del rio, conque se detuvo su corriente y sehizo mar, a quien mandó el Sol nosaliesse de sus términos, y paraque lo hauitassen, de las hojas del

árbol crió variedad de peces, y desus cortezas lagartos y tortugas y

yguanas, y porque no voluiesse áretoñecer el tronco deste sobe-

fUio árbol, le dío por contrarios áun mono, gauilán y ormiga, paraque le royessen los pimpollos, yque esta aora tienen este cuyda-

do"(op. cit. p. 127).

Origen del fuego:

"Los tigres, criados del sol, hi-cieron el fuego con que calentar-sse, y viendo la lagartija que loshombres y animales carecian decossa tan buena y prouechossa,

de noche hurtó vn tizón y pegan-do fuego á ciertos arboles conoci-dos de los yndios, \es quedó lavirtud de sacarle estregando vna

rama con otra".

Origen del rayo,trueno y temblor:

"...que vn hombre, asido envna sarca sin poderse menear, le

sacaron vnos yndios que salieroná cassar, y regalándole en su cassapor ser estrangero, aduirtieron

que no comia sin pedernales quetraya en un zurrón, y que yendoal monte con vna caña rajada ata-da con vn cordel, hacía tan gran-de ruido que estremecia los mon~

tes, y admirados de esta nouedadles pidieron les enseñasse lo que

significaua y mostrasse los peder-nales, y enojado deste atreui-miento despidió por la voca vnagran llama de fuego y vn peder-nal, con que quedaron vnosmuertos y otros aturdidos de es-panto, quedando voluieron no leallaro; y assi afirman queste hom-

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bre con la caña hace trueno,y arroja por la voca el rayo" (op.cit. pp. 127-128).

Porqué los jabalíesson bravos y legeros:

"La casa de los naturales es dejabalíes, y cuentan que en susprincipios el sol les dixo que losiguiessen con este vocablotaraguala, que vale tanto como,oto, fruta de vn árbol dellos co-

nocido; y olvidados dixeroncariguala, arbol fortissimo de cu-ya fruta se sustentan los jabalíes,

con que quedaron bravos y lige-ros; que si acertaran el vocablo,

fuera mansos y pessados"(op. cit.p. 128).

Origen de estospobladores:

"Su origen dicen ser el masnoble de todas las naciones, yque un mohan, siendo muy que-

rido del sol por sus buenas obras,

les dixo hauerle prometido vn

hijo para caique y solo esparaua

el consentimiento dellos, yhauiéndolo acetado les ordenoayunassen tres dias y suplicassenal sol les cumpliese lo prometido;en estos exercicios vieron vn niñoblanco, rubio y hermosso, de dos

años, que vajaua del cielo, y asu-lado vna niña mayor, tañendo y

cantando con vna maraca (instru-mento que se ussa para acallar losniños); los que se allaron pressen-

tes, dando ál sol las gracias cria~ron los niños en vnos palacios

con el mayor regalo que pudie-ron, y al hablarles los cuerpos co-

40

mo lo acostumbrauan cada diados veces, les salian vnos comogranos y cañutilos de oro, y 10mesmo al peynarles; por muchosaños los niños se sustentaron conel olfato de los manjares que les

ponian, dexándolos sin jugo, y elvientre lo purgauan por el ombli-go; siendo grandes los cassaron,mas ofreciéndossele ocasiones alniño se casó con otras muchas

mugeres, y á la hermana con unyndio natural desta prouincia; poresto el sol, enojado, le quito elpriuilegio de sustentarsse con elolfato y le hizo igual con los de-

mas en el comer y pulgar el vien~tre por la via ordinaria, lo qual

lloran por no hauer guardado es-te cazique, de quien ellos des-cienden, el orden que deuia, quegozaran del privilegio de susten-tarse por el olfato y purgar por elombligo; á quien tienen por tra-dición hauer muerto los Cuevas,

gente su enemiga, que an consu-

mido con garras y han hecho reti-rar sobre las cordileras deChepo" (op. cit. pp. 129-30).

Creencias:

"...que los nacimientos de losrios proceden de los orines devnos cangrejitos que se crian ensus nacimientos"(op. cit. p. 127).

"...que las lluvias," son las al-mas de los cangrejos, "que muer-tos suben á la region del ayre y seconvierten en agua". "Las estre-llas dicen que son vnos gussanosque el sol crió en el cielo para su

adorno, y que andan por una pie-dra macica, llana e inmovil".

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"Acordándosse el sol hauer si-do la luna hembra, quitándole lostrapos, para descubrir el sexo fe-mini!, para retozar con ella, loque en esto tarda afirman ser lacausa del eclipse" (op. cit. pp.128-129).

Origen del hombre:"Crió á los hombres y al prin-

cipal le dixo pronunciasse car-

que, que quiere decir fuerte, y noen tendiéndole bien pronunció

muy, que quiere decir blando,con que perdieron la inmortali-dad, y en pena de su oluido losdemás le quitaron las quixadas yfué transformando en un pajaroque al cantar llorando su desdi-

cha dice muy" (op. cit. p. 127).Creencias relacionadas

con el alma:Creen que el alma "de los ni-

ños sin vsso de razon se co-nuierten en viento".

Los mordidos de culebra quemueren, su alma se "traslada a laregión del ayre" donde pasa mu-chos trabajos y hambres, y única-mente come "pijivay", "que sino es con garabatos de cañasmuy largas no puede ser cogida,y cuando la van acoger, los ga-rauatos se transforman en cule-bras que les estorua aprouecharsedella" .

Las almas de los "que muerende enfermedades andan en qua-drilas, y que su sustento es es-

tiercol de monos, y assi los es-pantan de noche para que ester-colando gocen de sutento". Las

almas de los que mueren en la

guerra, se van a la región del aire,donde "ay otra cassa que llamande los galinazos, ...y que en unaparte deHa estan las de los cristia-nos y demas naciones, y vn quar-to de legua vn pozo adonde demañana y tarde van a veber pordiferentes sendas, y encontrando-se las almas pelean, particular-mente las de los que en esta vidaan sido enemigos, con flechas ymacanas; masque no ueren, saluosentir el dolor de los golpes, y

que todo el dia estan vaylando;las de los que fueron vaylarines ylos que dieron mucha sangre á ve-ber al sol son priuilegiados, por-

que descansan en sus apossentosviendo vaylar á las demás".

"Los que acá fueron danzantesno van ni descanssan hasta que

los socorren sus amigos o parien-tes embiandoles cassas ó otrasalajas para poder passar; y paraeste socorro o sufragio ussan des-

ta ceremonia"(Adrian deUfeldre, 1908, pp. 132-133).

Sacrificios humanos:

Los "mohanes o hechiceros",eran los encargados de realizar ydirigir las ceremonias propiciato-rias al sol, ya que "el sol su dioses un gran vebedor de ~angre hu-

mana". Cuando ellos lo pedían,se organizaban y salían" en qua-

drilas a buscar hombres por lascostas de sus vecinos, donde ha-cen crueles carnicerías, teniendopor mas alentado á quien masmuertes hace, á los quales llamanvronias, titulo honroso que danal que ha muerto veinte perso-nas"(op. cit. p. 128).

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Nahuales

Tenemos datos procedentesdel Oeste, que dicen que muchosindividuos "tomaban varias for-mas, haciendo mil metamorfosis

y transformaciones, apareciendo

en forma de tigres, ya de lagartosya de culebras". Nos dice Adriande U feldre". .. .en cierta ocasionenvie un alcalde muy ladino ymuy cristiano... que prendiese unindio... que se había casado condos mujeres siendo ya cristiano,el cual fue en su seguimiento, y

al tiempo de irle a echar mano sele volvio una figura de un blTan~

de y fiero tigre, de lo cual volvioa mi tan atemorizado y asombra-

do, que el miedo le hizo confe-sarse conmigo". Los que hanmuerto de mordedura de culebra"me han dicho que la que le picono era culebra verdadera, sino uncompañero suyo, que para matar-le había tomado aquella for-ma"(op. cit. p. 78).

Tonalismo:Esta creencia, estaba difundida

en toda el área. Un poco confusoel relato, pero deja ver elementosque asi lo confirman, como el

que se refiere a los nahuales, quese convierten en el animal que

"cada uno...tuvo en su nacimie-

nto".(Ibid). Es más claro estecronista, cuando se refiere al Estedel Istmo, y describe a una cere-

monia que hacen los shamanes aun niño "de 9 u 6 meses.." don-

de el papá invitaba "a sus parien-tes y amigos, y preparando 5 u 6aguas, fruta montesina del gran-

42

dor de vna guayaua, como cuyozumo se pintan, las ponen entredos platos a prima noche y en unapossentico de mantas, metido elmohan con la fruta, cantando eynvocando al demonio con sussonajas, hace su quarto hasta las12, y en su lugar entra otro masanciano y hace los mismo mien-tras que los demás que estan fue-ra estan tomando tabaco yveuiendo chicha, ...A la mañanasaca el plato y hallan las haguas

machucad.tS y dicen hauerlaspuesto assi el demonio, y con suleche ó zumo vntan la criatura ycon esta ceremonia se acaba lasolemnidad de la fiesta; estanpersuadidos que á la criatura queesta ceremonia hacen no le suce-derá cossa adverssa" (Adrián de

Ufeldre, 1908 pp. 130-131).

Música y Danza:

Tenían, en el Darién, dos tiposde flautas de carrizo. Una eraconstruida "de un solo tubo", laotra era de "muchas cañas huecaspequeñas". Tambores y sonajas,que usaban los shamanes en sus

ritos, para acompañarse en suscantos y bailes.

Danzaban, por lo general enlas ceremonias y despues de ha-ber bebido. Algunos grpos dedanzantes llegaban a tener hastacuarenta participantes, formadosen circulo, bailaban con "una es-pecie de bamboleo, ...Extiendenunos las manos y las apoyan enlos hombros de los otros, y enseguida se mueven pausadamentede lado... en el mismo círculo, sa-

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cuden todas la coyonturas delcuerpo...". Estas danzas eran

para hombres, las mujeres tam-

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toria de las ideas tomando comobase el desarrollo de ciertas fuer-zas productivas; que las alteracio-nes de las concepciones filosófi-cas, religiosas y políticas consti-tuyen la conciencia de estas si-tuaciones reales dentro de lascuales el hombre se halla, por asídecirlo, comprometido; esta posi-ción, sin embargo, no la hemosconsiderado empresa fácil, tareadesprovista de imaginación, par-ticularmente porque hemos trata-do de consultar multitud de apre-

ciaciones, desde lo que piensa elmás sesudo hombre de cienciahasta las expresiones apasionadasdel poeta. En tal sentido, si nosfijamos en las ideas del ya citadoRanke, de un Windelband o unRickert, observaremos la presen-cia de una historiografía reaccio-naria, todo lo cual viene a signifi-car la total eliminación en ellos,de la historia misma, de la ideade progreso y que señala ya

Georg Lukács en su conocido vpolémico libro EL AS AL TO ÀLA RAZON. Pero ahí no se de-tienen estos filósofos en su afán

de "demostrar" la imposibilidadde la idea de progreso. Van mu-cho más allá y, en forma audaz eingeniosa, llegan a exaltar hechosque, a su juicio, no son repetiblesni variables, llegando de este mo-do a eliminar de la historia todasujección a normas generales, le~yes, constantes, coordenadas so-ciales, etc., y que son las caracte-rístic:1$ que tipifican a la historia

como ciencia racional y coheren-te.

46

Al observar, pues, con espíritu

crítico y atento algunas de las

ideas capitales de un Windelband,por ejemplo, llegaremos a tomar

plena conciencia de que se tratade uno de los tantos filósofosidealistas que rechazan de modocategórico el método hegeliano

de la dialéctica, tal vez por aque-llo de la vinculación de este mé-

todo al preconizado por los fun-dadores del socialismo científico;incluso, sabemos que él mismotrató de anticiparse a la concep-

ción hegeliana, señalando los po-sibles "peligros" a los cuales po-

día conducir un tan vasto movi-miento que, como el hegeliano,hizo época y marcó un momentodecisivo en la historia de la filo-sofía. Se advierte, pues, la pocaimportancia concedida porWindelband al método hegelia-na en lo que tiene éste de revo-lucionario, de transformador, deobjetivo, pero en manera algunasignifica una total ruptura consus concepciones idealistas, esto,es con el costado conservador y

metafísico del autor de la FENO-MENOLOGIA DEL ESPIRITU.En el deslinde de las ideas, cuan-do se comparan éstas con el con-texto de la realidad tempo espa-

cial, se advierte que el Idealismose ve prácticamente atrapado, co-gido en las redes de las contradic-ciones, sobre todo, porque piensay cree sinceramente que los pro-blemas filosóficos sólo puedenresolverse en el campo de lasideas "puras", inmaculadas, en el

universo en donde lo universal, lo

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"a priori", determinan deductiva-mente no sólo las categorías ab-solutas sino lo que podríamos lla-mar....también todo el aparato

del mundo material. Sin embar-g o, la investigación histórico-

filosófica, consciente en el senti-do de reconocer la trabazón delmundo real con el mundo denuestros pensamientos, nos con-ducirá irremediablemente a dar-nos cuenta de que es importanterealzar el significado de la activi-dad práctica, actividad en la cualpodremos dar con la solución deesas contradicciones racionales.Esto va unido a una fe en la capa-cidad del hombre para influir enel desenvolvimiento histórico, enuna fe en el poder que tiene éstepara planear, hasta cierto punto,la orientación de todo cambio enlo que concierne a la cultura. Enuna palabra, es posible estableceruna correlación de los modos deproducción con los aspectos másvariados de la cultura.

Queremos, siguiendo el hilo delas anteriores consideraciones,

reiterar aquella tesis según la cualel proceso de la conciencia huma-na está determinada, en gradomuy elevado, por un conjunto defenómenos materiales, reales, quenos circundan y dentro de loscuales estamos realizando, cadauno a su manera, su propia yparticular historia. Las "ideas",digaos el caso de Destutt deTraey, en su ELEMENTOS DEIDEOLOGIA, responden a unacierta situación histórica, a unperíodo de la historia de Francia

en donde se trataba de afianzar lapreponderancia de los principiosde la Revolución Francesa que,

para esos momentos, estabanamenazados, compelidos y, desdeluego, atenuados, por los abusos

de la época del Terror. Ahora,como lo explica Barth, en VER.DAD E IDEOLOGIA, "la filoso.fía social y la teoría económicade Destutt de Tracy descansan en

la fe, en el armonioso equilibnode las fuerzas sociales", Si bien,para la Ideología y sus seguido-

res, la razón era el instrumentopara conocer la verdad, y redu-cían toda idea a su origen sensi-ble, tal como aparece en Humc yCondillac, colocándose así contrala metafísica y la misma religión,lo cierto es quc pronto llegaron acomprender quc era necesario, Sopena de desaparecer del escenariode la vida, acomodarse a una si-tuación nueva en donde el bona-partismo despótico, la prepoten-cia de la Iglesia y la ignorancia delas masas, los podía conducir aldesastre político y social. Por talmotivo, y véase la secuencia, pre-conizaron desde ese mismo mo-mento la tolerancia, la "armoníade las clases sociales", el buen en-tendimiento, una cierta pasividadfrente a los podcrcs políticos, so-

ciales y religiosos que los amena-zaban. Los ideólogos profesaron

el principio de liberar a la razóndel yugo de los prejuicios, de lassupersticiones, de todo aquelloque, como entre los Ilustrados,constituía fuente de error, deatraso y de oscurantismo, pero

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supieron acomodarse a un ordende cosas en donde había que ha-cerlo. Por eso, la Ideología, y ellono es de extrañar, llegó a con-vertirse en la bandera de la pe-queña burguesía francesa que seencontraba acosada por fuerzassobremanera, poderosas; por eso

mismo fueron, poco a poco, rec-tificando puntos de vista que an-tes fueron radicales, intransigen-tes, hasta convertirse en los por-tavoces de una filosofía de pe-queños cenáculos, apartados delmundo social circundante, ence-rrados en torres de marfiL. Acica-

teados por Napoleim y aguijonea-dos por las diatribas de Renatode Chateaubrind, llegaron a pasarpor alto la existencia de las con-

mociones que agitaban a Franciay a la Europa entera. ¿N o queda

señalado así, a grandes rasgos,aquella tesis nuestra según la cual

las condiciones reales, los hechos,las circunstancias, los aconte-

cimientos materiales ejercen unapoderosa influencia en la manerade pensar el mundo, en el modode verlo e, incluso, de valorizar-

lo? No se puede negar la solidezde los hechos que configuran y

dan forma a las llamadas superes-tructuras, a las ideaciones, etc.,

so pena de pasar de ignorantes,ayunos de información o, bien,de estar engreídos en ideas que lamisma realidad social se va encar-gando de cercenar, de modelar; yno a nuestra manera y antojo, si-no tomando como base lógica ycientífica el principio de la causa-ción.

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¿Se niega con todo esto laautonomía del espíritu? ¿Seniega así la independencia de losactos volitivos? No puede negar-se la legitimación de una situa-ción inmanente al hombre mis-mo; tampoco negar su indepen-dencia, como persona, comohombre, como ser pensante fren-te a algunas determinaciones del

mundo circundante. Y es que elhombre no es un ser pasivo, está-tico en relación con su circuns-

tancia. Pero tampoco es una fan-tasía psicológica ni un arsenal devivencia disparatada. Como nosdice el psicoanalista, Carlos G.

jung, "tal parece como si cada

uno de nosotros viniese al mundocon un determinado capital deenergía vital". Pues bien; el hom-bre es un centro viviente, algo así

como una mÓnada en la cual seresume y se sintetiza toda su acti-vidad como tal. En tal orden deideas el hombre es libre. Pero es-ta libertad, que no debe confun-dirse con el libre albedrío, está

condicionada por multitud defactores históricos-sociales de in-negable poder sobre nosotros. Yes que si el hombre fuese total-mente libre como lo afirman al-gunos filósofos idealistas, éste ha-ría, hablando en buen español,

"lo que le diera su real gana".

Empero, no es así. Nosotros so-mos libres bajo ciertas condicio-nes; somo soberanos en nuestramismidad. en nuestra intransfe-rible intimidad; pero una estima-ción real del problema nos va allevar, en forma no dt;liberada, elmétodo ensayado por Alfred

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Fouillée y que consiste, no enenfrentar, digamos por caso, elsistema del determismo con elsistema de la libertad. Por tal ra-zón, preferimos, dentro de estoslineamientos, una actitud deconvergencia. La libertad es un

hecho, pero lo es también el de-terminismo en todos sus aspec-tos. Consideramos que el hombrecon su libertad, puede hacer mu-chas cosas, pero este "hacer mu-chas cosas" está condicionado

por circunstancias, hasta ciertopunto, ajenas a sus decisiones.

Igualmente, el hombre, con suenorme capacidad creadora, escapaz, ¿por qué no? de influiren aquellos factores que tambiéninfluyen en él mismo. A este fe-nómeno lo podríamos denominarfenómeno de la "interdependen-cia" y de la "interrelación". Co-

mo nos dice el mismo Fouileé, yquien profesa el Idealismo, "Pro-meteo parece atado para siemprea la dura roca de la materia", ymás adelante, "pero dentro deaquel cuerpo cautivo mora supensamiento que no conoce lími-tes, que somete todas las cosas,incluso el porvenir, a sus propias

leyes, que penetra los secretos dela necesidad misma, que dominael tiempo, el espacio y el númeroy que vis,umbra el infinito",Bien, sin embargo escuchamos asir Francis Bacon con su famosatesis de que "saber es poder".Todo lo que puede conseguir elhombre en la medida en que do-mine a la Naturaleza, pero tam-bién este dominio está determi-nado, en poderosa medida, por el

conocimiento que éste tenga conella. En una palabra, el hombrees más libre en cuanto más pene-

tra en el secreto de la Naturaleza,en las cosas del mundo y en símismo. No podemos afirmar deuna manera alegre y simplista, atítulo de solemne declaración deprincipios eternos, que el hombrees libre por sí, que es libre por-que eso pertenece a su naturalezaintrínseca, que es libre porquedebe ser así. Nos parece que afir-maciones tales deben ser exami-nadas a la luz de consideraciones

psicológicas, sociales, históricase, incluso, biológicas. Y en nadase rebaja la dignidad del hombresi lo ubicamos dentro de su pro-pia circunstancia, si lo localiza-

mos como un ser que, con todossus atributos y facultades, es elresultado de una evolución conti-nuada y que se presenta, al decirel padre Teilhard de Chardin

(quien afirma que aún estamosdentro del proceso de la Crea-

ción) como el efecto específicode una complejidad crecientedentro de la deriva cósmica. Es

más o menos el mismo caso quese relaciona con la validez delpensamiento el cual, al decir deEngels, no se da cuenta plena delos motivos que lo impulsan, de

las razones que le dan contenido,sino que se imagina que su vali-dez descansa en sí, por sí; porqueel pensamiento es siempre pensa-miento de algo, es natural que to-do pensamiento debe tener uncontenido y querer desligar eluno del otro es querer romper

una relación sui géneris, que por

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el momento escapa a nuestroexamen. G.H. Sabine, al referirsea este hecho concreto de la norelación entre pensamiento y rea-lidad, anota que "se trata de loque ha denominado más moder-namente "racionalisaciones", osea, defensas especiosas de deseoso idealización, de intereses de cla-se. Es como si un hijo descono-

ciera, con respecto a sus padres,

sus vínculos biológicos y legales.El echar a un lado la ley de lapolaridad tan decisiva para lacomprensiÓn histórica, conduce afalsas posiciones las cuales desco-nocen o ignoran la ley de la inter-dependencia y que los clanes do-minantes, bajo la máscara de las

ideologías "puras", tratan de dis-frazar bajo los efectos de frases y

expresiones altisonantes, oscuras,incomprensivas, carentes de con-tenido real; y bajo todo esto seo cul tan verdades, situaciones,

acontecimientos que conciernen

al destino del hombre, como porejemplo, el trabajo que es el ele-mento que media realmente en-tre el hombre y la naturaleza y lapalanca que impulsa a la propiamodificación del hombre.

Veamos ahora algunos de losaspectos de la obra crítica de sirBertrand Russell en lo tocante aalgunos de los problemas de la fi-losofía actual y que nos interesanpor su proximidad a nuestrospropÓsitos. El mismo confiesa su~:i)ro ANALISIS DEL ESPIRI-TU, haber sostenido una teoríasobre el fenÓmeno de la concien-cia y que más tarde llegó a re£u-

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tar, Russell se sitúa en una pers-

pectiva intermedia cuando decla-ra en forma muy expresiva que"la sustancia de que está com-

puesto el mundo de nuestra ex-periencia no es ni espíritu ni ma-teria, sino algo más primitivo queambos", Lo interesante en estaidea de Russell estriba en su dis-cusión en torno al problema de laconciencia, fenómeno atribuidoúnicamente a los seres común-mente llamados "racionales". Di-ce él que la mayoría de los hom-bres han llegado a pensar que los

objetos del mundo exterior: si-llas, mesas, vasos, máquinas, etc.,no tienen conciencia. Sin embar-

go, es algo común entre nosotrosla idea de que nos hallamos, co-

mo hombres, en una situación,por decirlo así, privilegiada con

respecto a los objetos del mundoexterior. En el desarrollo de estasideas, Russell, confiesa sostener

un punto de vista realista, perono logra zafarse de la rica tradi-ción empirista inglesa que, comotodos sabemos, llegó a conclu-siones agnósticas, anti metafísi-

cas, pero que también olvidÓ lapresencia de los influjos históri-cos sobre la conducta humana.

Las conclusiones de la obra que

hemos estado comentando delli-bro de Russell, las podemos resu-mir así: ni la física ni la psicolo-gía podemos distinguidas en rela-ción con el material con que tra-bajan; existe un principio origi-nario, primario, sobre el cual serealiza dicho trabajo. El espíritu,

la conciencia en todos sus ángu-

los y aspectos, así como los fenÓ-

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menos de la materia, son cons-trcciones lógicas (¿convenciona-

les? ). Se niega de esta manera laexistencia de una realidad accesi-ble al conocimiento, de un prin-cipio desde el cual necesariamen-te hay que partir, como premisafundamental, a la manera del mo-rusmo. Lo que nosotros llama-mos "conciencia", agrega,Russell, es algo de naturaleza

compleja y está lejos de consti~tuir un principio universal. La con-ciencia es siempre "conciencia dealgo", una referencia con respec-

to a una cosa determinada, un

darse cuenta de la existencia deobjetos, físicos o espirituales. Loespiritual es asunto de grados. Nohay, por lo tanto, algo así comoun Espíritu Universal, un Absolu-to que lo explique todo, sino queexisten gradaciones, momentosdentro de esta complejidad pro-

fundamente unida con los hábi-tos, los instintos, las necesidadesvitales del hombre. El conjuntode los datos que forman la tramade nuestra vida psíquica se rigenpor determinadas leyes causalesde un orden que no puede ser es-tablecido "a priori". Si analiza-mos en forma precisa la secuen-cia de estas ideas de Russell vere~

mos que para él las tendenciasmaterialistas y espiritualistas pa-recen contradictorias, pero que leresultan aceptables ambas doctri-nas metafísicas. No obstante, latrayectoria de Russell durante es-tos últimos años parece cada vez

más alejada de aquella idea suyade que la muerte de la humani-

dad es una perspectiva más so-

portable que la del triunfo del so-cialismo, sobre todo si tomamosen cuenta que el ideario socialistasostiene una filosofía decidida-mente materialista. Y conste queno se. trata de un materialismo

crudo, egoísta, filisteo, sino quese trata de un materialismo queaspira a reivindicar lo que hay enel hombre de bueno. de natural,que aspira a una situación socialque está en consonancia con su

condición de hombre. En todocaso, es bueno recordar que sibien Russell es un filósofo radicalpor sus ideas éticas y religiosas,ha intentado en ocasiones pasa-

das buscar un equilibrio entre lasexigencias del individualismo y

los postulados del socialismo.

lJega, incluso, a planteai' el he-cho de la poderosa influencia delas estructuras sociales e históri-cas de un período dado ejercidaspor las técnicas culturales corres-

pondientes. En su conjunto, laconcepción histórica de Russell,demasiado ceñida a cierto espíri-tu tradicionalista inglés, ahora enfranca rebeldía, no llega ni tansiquiera a tratar de explicar cómoocurre la interdependencia de lasinsti tuciones polí tIcas y j urídi-cas, morales y religiosas con elmodo particular de producir ycambiar bienes económicos.

Insistiremos a lo largo de este

ensayo filosófico en la necesidadde explicar cómo los pensamien-tos, en sí mismos, nada puedenrealizar por sí solos, en el sentidode que para su realización son ne-cesarios hombres que pongan en

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marcha las ideas o los pensaiaien-tos, hombres que realicen estasideas, que las hagan encarnar,

que las hagan vivir y que coope-ren en la marcha general y pro-gresiva de la humanidad. Estemismo concepto lo explica HansReichenhach, al referirse en estepunto a Platón y su escuela, queéste cree en la existencia de ideas

que pueden explicar, por sí mis-mas, nuestro conocimiento de losobjetos matemáticos porque haceposible una especie de percep-

ción de la verdad en el mismo

sentido en que la existencia de

un objeto físico cualquiera hace

posible su correspondiente per~

cepción. Por eso concluyeReichenbach diciendo que las ex-plicaciones cosmológicas de laépoca de Platón no son rigurosa~mente ciencia, sino poesía; quees el resultado de un esfuerzo delautor del FEDON por deduciridealísticamente verdades "eter-nas". Pero en manera alguna elproducto de un análisis lÓgico,especialmente si recordamos quefue PLATON quien introdujo enla lÓgica el concepto de lo "apriori". En base a estas afirma-

ciones, concluye diciendoReichembach que toda tendenciaa pensar por medio de imágenes

figurativas, con giros elegantes yesbeltos, con elocuencia lírica,etc., obedece a motivos extralógi-cos y que Platón consideraba co-

mo verdadero conocimiento el'_:nocimiento matemático, peroteñido de los influjos pitagóricos,y sin dejar sitio alguno para la

observaciÓn y la experiencia sen-

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sible. Todo esto conduce a que-rer fundamentar todo conoci-miento filosófico y científico enla mera certeza, criterio que en lahistoria de la filosofía se ha ma-nifestado como una verdaderaconstante en el desarrollo delIdealismo. Pero es, precisamente,esta búsqueda de criterios absolu-tos, como la certeza, lo que abreel camino para que los filósofosque profesan el Idealisio y el Ra-cionalismo radical, lleguen a des-preciar la contribución que pue-de proporcionar la observación y

la experimentación en la faena

del conocimiento humano. Por logeneral, el Racionalismo al estiloplatónico y de su antecesor, Par-ménides de Elea, así como ciertasformas de racionalismo modernocomo el cartesiano, consideranque la razón es algo así como la

morada o el santuario de las ver-daderas eternas; que la razón esuna facultad de partir de la cualse puede deducir analíticamente

toda la realidad -del mundo. Estaspretensiones pueden conducir, yen efecto han conducido a buscarcertidumbre allí donde no la hay,a subjetivizar todo conocimiento,a asociarse a ciertos prejuicios de

la filosofía dogmática, tan com-batida por Kant, el mismo que

pretende, entre otras cosas, al-canzar un tipo de conocimiento

superior, inefable, que sobrepaseel conocimiento propiamente hu-mano. y en esto también el peli-gro de la deducción, así a secas,como método por excelencia pa-ra comprender al mundo puestoque encamina al hombre dentro

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de la convicClOn de que es posi-ble alcanzar una certeza absoluta,total; que no reconoce límites a

las ideas; que las considera reali-zables en cualquier lugar y tiem-

po, independientemente de lascircunstancias dentro de las cua-les pretendan llevarse a cabo.

Cuando actuamos con una finali-dad preconcebida quedamosprácticamente cegados ante unaserie de supuestos dogmáticos,

teológicos, m ísticos, que tienenla pretensión de ser infalibles, sintomar en consideración que eldesenvolvimiento de todo proble-ma científico o fiosófico debebuscarse en la arena del saber ob-jetivo y de que toda faena cientÍ-

fica tiene un carácter eminente-

mente social por cuanto es elhombre quien toma en sus manosla solución de estos problemas yen función de él se hacen las co-sas en este mundo. Según queacabamos de ver, no es nada des-p reciable la consideración delmétodo histórico que parte de lapremisa de que existe en la natu-raleza una cierta o ley general,

una constancia y regularidad queexplica el desarrollo no solamen-te de las ideas sino también detodas las instituciones de la cul-tura, el Arte, la Religión, la Cien-

cia, el Estado, la Moral, etc.

Vayamos ahora a penetrar enalgunas de las consideraciones

que, en torno a la historia, haceBenedetto Croce, especialmente

en su HISTORIA COMO HAZA-NA DE LA LIBERTAD, cuyo so-lo título anuncia ya una posición

idealista y metafísica. Sabido esque Croce ha desenvuelto su la-bor filosófica dentro del campodel más amplio espírituhegeliano. Más aún, es considera-do por la crítica actual como el

más eminente representante delNeohegelianismo y también deaquella corriente que recibe el

nombre de Neoidealismo italia-no. No obstante haber recibidoinfluencias notables del Positivis-mo del novecientos y del histori-cisma, Croce considera como ina-decuado lo que en Hegel hay de

especulativo, de intelectualismo,de objetivismo, lo que a su enten-der conducía a la formación de

una historia puramente deducti-va, una historia, por así decirlo,

"muerta", sin ninguna trabazón

con los requerimientos prácticosque subsisten bajo cada categoríao juicio histórico. También es delconocimiento de todo estudiosode la fiosofía que para Croce, lo

que hay de "vivo" en la filosofíade Hegel es su dialéctica, métodoque desecha por ineficaz toda ri-gidez y mecanización. Pero esaquÍ en donde se presenta lo paradójico en la filosofía de Croce.

Siguiendo los pasos de algunos delos sucesores de Hegel, comoSchelling, por ejemplo, introduceuna de las nociones menos afinesal pensar científico, más irracio-nalista: la intuición. El mismoCroce se encarga se~idamentede explicar qUt: no se trata deuna intuición antirracionalista detipo romántico sino de una "in-tuición lírica" que no rechaza enforma absoluta la comprensión

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de lo conseptual y, por lo tanto,de una lógica rigurosa. Los argu-mentos para conciliar esta con-tradicción tan clara no son muyconvincentes y tenemos que con-

cluir que según él hay en la histo-ria algo de oscuro, de irracional,un fondo inasequible. Para Crucela historia es un acto que se de-senvuelve al compás de lo espiri-tual puro, pero también ella, lahistoria, "está en relación con las

necesidades actuales y la situa-ción presente en que vibran aque-

llos hechos". ¿y cuáles son esas

necesidades actuales? No tantolas necesidades en sentido real omaterial. El centra todo ese apa-

rato de conceptos en lo que él

llama "el estado actual de lamente" estados que constituyen elcontenido material, la Jocumen-

tación de todo juicio hi~'ÓriCü, ladocumentación viviente, activa,que cada hombre lleva dentro desí. Por eso se ve llevado a decir:"lo que suele llamarse, en sentido

histórico, documentación, ya seaen escritos, culturales, retratos,etc., todo esto no llega a ser do-

cumentación efectiva, mientrasno estumule y asegurc en sí lamemoria de estados de concien-cia que son míos". Esta tenden-

cia hacia lo que Lukács llama la

"radical sub-jetivación" de la

historia es la característica gene-

ral de todo irracionalismo.

Dentro de este mismo sentido,Croce se declara en forma abiertay franca contra el criterio mate-rialista de la historia cuando afir-ma sin ambajes y con cierto des-

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cuido, cosa rara en un fiósofo desu talla, que la teoría del ma teria-lismo histórico, al hablamos delos hombres que nos muestra, és-tos son inhumanos en la medidamisma que "la teoría ofensivacontra la plenitud y dignidad del

espíritu"; en otra parte declara

que en la esfera de lo económicose pueden resolver los problemasde la economía, pero en maneraalguna, los problemas que atañena la moralidad. En este punto, a

nuestro juicio, se olvida Croce, o

simplemente desconoce aquellode que tanto el hombre y sus sen-timientos son humanos, por loque la afirmación del objeto porotra persona es también su pro-pio goce y de que si el dinero,digamos por caso, es el mediopor el cual el hombre se vincula ala vida humana en general, a lasociedad con el hombre y que loliga también con la misma natu-raleza, tal cosa, el dinero, es el

vínculo por excelencia. Deciresto, pensarlo, afirmarlo, no es

negar ninguna espiritualidad niafirmar tampoco que el hombre"debe estar" regido por lo econó-mico. Es que el hombre está tanligado a lo económico que éste

llega a olvidarse de dicha raíz, y,con el correr de los siglos, ha lle-gado a pensar que no existe nin-

guna relación entre la historia y10s diversos estadios de la evolu-ción económica, desde la toscahacha de piedra, pasando por elarado, hasta llegar a las modernasmáquinas electrónicas. Leyendoa Erich Fromm recordamos unpasaje de 'sus escritos en donde

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señala que el fin del ideario igua-litario es la emancipación espiri-tual de todos los hombres a lospoderes materiales, su liberaciónde las cadenas del determinismoeconómico, su restitución a su"totalidad humana", el encuen-

tro de una unidad y armonía consus semejantes y con la naturale-za. Nada positivo sacó la humani-dad que nos ha precedido en lossiglos creyendo en el geocentris-mo o creycndo en la ascendenciainmaculada del hombre ni negan-do la profunda influencia del se-xo en la conducta del hombre.

Por eso, las teorías de Copérnico,de Darwin y de Freud llegaron arestituir al hombre a su propiomundo, y de esta manera se hasalido ganando. Haberse empeña~do en pensar a la usanza platóni~ca y escolástica, nos tendría aúnen la etapa de la servidumbre dela gleba, en la idea del derecho

divino de los reyes y, positiva-mente, en la misma época de lacaverna o del hombre arbóreo.Croce ni ninguno de los detracto-res del aspecto revolucionario delhegelianismo pueden asumir unaactitud tan incauta, tan poco se-

ria y tan falaz si, leyendo los clá-

sicos del Socialismo Científico,tendrán que convenir en que talteoría no supone que el motivocardinal del hombre sea la ganan-cia en su forma más amplia y ra-dical, yeso sí que el fin que per-sigue -como metal ideal- escrear las condiciones reales paraliberar al hombre de la tutela delpoder económico a objeto de queéste pueda ser humano en su sen-

ti do pleno. Croce ha sido, a nodudado, uno de los más conspi-cuos representantes de la frescatendencia hegeliana de su país y

que se negó a aceptar los "postu-lados" del fascismo, buscando

más bien mantener viva la pode-rosa corrientc liberal que se ha-

bía iniciado en los decenios ante-riores pero que, bajo la prcsión

de las fuerzas "nuevas" del Na-cionalsocialismo, se veía práctica-

mente obligado a sostener y justi-ficar un tipo de liberalismo con

ribetes conservadores, un libera-lismo un tanto a tono con la nue-va realidad social de Italia (den-tro de los fermentos del irracio-nalismo), cual cra la de asegurar

para la burguesía de su país un

puesto predominante en la es-tructuración social "nueva" que,en el fondo, venía a consolidar

en lo económico los intereses deesa clase social que se ve Ía aboca-

da a una situación en la cual ha-bía que pactar o, con los "facesdi combatimentto" o con los po-derosos grupos proletarios queaún no habían caído bajo la tre-menda fascinación y misticismodel ideario político-social de

Gentile, teórico del fascismo y

quien negaba, entre otras cosas,la lucha de clases, el igualitaris-mo, la cardad cristiana y quecondenaba como algo indigno enel hombre su afán de buscar lafelicidad, el deseo de una vidamejor, catalogando esta aspira-ción (contenida por cierto en losEvangelios cristianos), comomezquino deseo de ventajasegoístas, odio de clases, "resenti-

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miento", etc. Si bien Croce no

fue propiamente un defensor delas concepciones reaccionarias deGentile, sí está en la misma líneade orientación de un Nietzsche y

un Schopenhauer en lo que res-pecta a su posición frente al pro-blema de la causación histórica,al poder de la razón para escrutarlos múltiples aspectos de la viday su subestimación en la capaci-dad del hombre como activoagente de transformación social.Terminamos estas consideracio-nes sobre Croce recordando quelos dos motivos decisivos ennuestra civilización han sido, poruna parte, el dominio técnico ypráctico ejercido por el hombreen grado creciente y, r ir la otra,la idea de la soberaní. ~errenal,

mundana de este hombr

Abordemos ahora en forma so-mera algunas de las caracteriza-ciones del genio helénico a la luzde la tesis fundamental que he-mos venido sosteniendo hastaeste momento. Cabe destacar unhecho importante y decisivo enestas consideraciones, a saber, loque Rodol£o Mondolfo ha llama-do con justa razón el "error de laidealización clasicista", consis-tente según él en una desbordadaexal tación del llamado "milagrogriego" y que los espíritus clási-cos llegaron a considerar como lacima y el remate ideal del pensa-miento antiguo. Los defensores

de la teoría del "milagro griego",tan combatida por Mondolfo, lle-garon a pensar con mucha serie-dad y honradez en la existencia

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de una cierta etapa del pensa-

miento científico helénico, pro-digioso sobre todo, por sus con-

secuencias, y también por la nopresencia de vínculos o asociacio-nes con determinadas formas cul-turales precedentes que, como lasorientales (Egipto, Caldea, Babi-

lonia, Fenicia, etc.), no llegaron arepresentar para ellos nada real-mente significativo, y que los ro-mánticos del siglo xix se empe-

ñaron en resaltar. Para decir ver-dad, los estudios críticos histo-riográficos en tomo, por ejem-plo, a la religión primitiva griega,

han llegado a demostrar en formaobjetiva y contundente las im-portantes y abundantes apor-taciones pre helénicas y orienta-les en la formación de la concien-cia religiosa del pueblo griego.

Empero, uno de los más agudosinvestigadores de la cultura grie-ga, Wemer Jaeger, autor de PAI-DEIA, imbuido del espiritu clasi-cista e idealista de la historia, nosdice cosas como las siguientes:"Por mucho que estimemos laimportancia artística, religiosa ypolítica de los pueblos anterioresal helénico, la historia de lo quepodemos llamar "cultura" ennuestro sentido consciente, no

tiene su comienzo sino en 10s

griegos". Con los griegos, conti-núa, se afirma la utonomÍa espiri-tutal de la persona humana, se

realiza el milagro de la libertad,Esta caracterización del espíritu

griego, elegante y brilante peroparcializada y afirmada ya ante-riormente por Lessing yWinckelmann, representa una

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verdadera idealización de lo he-

lénico, una abstracción sin baseobjetiva, una paralización de loque hay de vivo y de interdepen-dencia en las relaciones de todoslos pueblos, que si en algo se ca-racterizan dentro del marco de lacultura antigua, es en la acepta-

ción tácita de la institución de laesclavitud, la cual fue admitida ysancionada por la moral entoncesvigente, por las leyes de la "po-lis" y por los pontífices del sa-

ber.

Esta idealización del clasicis-mo helénico es una de las muchasmaneras de ignorar o de pasar

por alto ciertas variantes o cons-

tantes dentro de la tradición de

los pueblos y, en el caso presen-

te, del griego, que no ha podidoescapar a hechos tan palpables yevidentes como la lucha de cla-ses, la opresión de las oligarquías,los regímenes despóticos, el pesi-mismo de las masas pauperizadas,la explotación de los eupátridas

sobre el resto de la población, laexistencia de una democracia for-mal y de tipo esclavista, expre-sión clara de la "polis" griega. Se

ha querido, así, ver en 10 griego

algo propio de su estirpe, estiliza-do a través de los conceptos de

"libertad" y claridad espiritualfrente a la "barbarie" y el oscu-

rantismo de los pueblos del Cer-cano Oriente, la plasticidad, laproporción, el equilibrio sereno,la pura y metafísica racionalidad,

el heroísmo supremo del almagriega frente al bestialismo y co-bardía del oriente. El historiador,

A. J ardé, en su obra LA FOR-MACiON DEL PUEBLO GRIE-GO, observa con mucha precisióny certera crítica que "no hay po-blación en Grecia que pueda serllevada a un tipo uniforme". Yello debe ser así porque las con-

diciones particulares de las distin-tas regiones del mundo griego nofueron únicas para todas. Nadie

que haya estudiado la historia deesa nación puede ignorar la exis-tencia de un espíritu dórico, es-

partano y de corte aristocrático yarchiconservador: fue, en la reali-dad el modelo en donde se ins-piró Platón en su idealización de

una ciudad perfecta, LA REPU-BLlCA. Tampoco podemos pasarinadvertida la existencia de un es-

píritu corintio, amante del lujo,de la buena mesa, de la vida siba-rÍtica y de un libertinaje que loslaconios condenaban como algorepugnante, propio de los que sesometen a los dictados de las pa-siones degeneradas, etc. igual~mente, no existe ningún paragónentre la democrática Atenas, libe-ral y "burguesa", y la aristocráti-ca Esparta, conservadora, reacia alas ideas, iletrada. ¿Cómo, pues,querer reducir a una sola forma,

a una sola unidad, la multiformevida de los griegos? Esto es loque se llama en lógica sofisma dela falsa generalización, y tambiénsofisma de accidente que, aplica-do al campo histórico, político,científico, etc., conduce a para-dojas, a contradicciones eviden-

tes, falsos dualismo s y que es pre-cisamente, una de las técnicas fa-voritas de los ideólogo s de los

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grpos dominantes para confun-dir y sembrar dudas científicasen cuan to al alcance y poder delhombre para conocer el mundo,digamos el agnosticismo, elnihilismo, incluso la teoría de

Mach, disfrazada de anti-idealismo. Por eso concluyeMondol£o: "El error fundamen-tal que queda en la concepción

clasicista, está en el convertir ca-racteres universales, elementos yaspectos que son particulares dedeterminados grpos, Estados ymomentos históricos". Se haceénfasis en aquello de que "la con-tinuidad del proceso histórico,así como la de la vida individual,está en contra de toda separación

absoluta entre épocas distintas".

Realmente no es posible llegara una definición absoluta, unifor-me, sobre la vida del pueblo grie-go. Se ha hablado mucho de lademocracia y el sentimiento delibertad helénicas frente a los po-deres tiranizantes y opresores del

Oriente, como en Asiria y laPersia, pero se olvida explicar

con criterio verdaderamente his-tórico que en toda la Grecia anti-gua unas ciudades conspiraroncontra las otras buscando su totaldestrucción, que las hubo quie-nes se vendieron al "oro persa",que las oligarquías dominantes,

como en el caso de Antifonte,llegaron en muchas ocasiones apreferir la destrucción de ciuda-

des enteras antes que darle paso ala democracia; que la violenciamás cruel e inhumana fue el armafavorita de todos los Partidos, del

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aristocrático y del democrático.

En un pueblo en donde se anidansemejantes procedimientos el fe-mentido ideal de "libertad" y co-sas similares no puede servirle alhistoriador para derivar de ellouna idealización que choca con-tra el buen sentido. Las guerras

Médicas y las Guerras del Pelo-poneso ofrecen ejemplos magní-

ficos de cómo los grupos social-mente más poderosos, más afinescon los intereses de la aristocra-cia, se dieron la mano con el"bárbaro persa" y con el "odiadoespartano", con tal de que losgrupos oprimidos no alcanzaranla realización de sus aspiraciones.

Todo el conjunto de las trage-dias griegas respiran un mismoaire, una misma atmósfera socialy revelan, en gran medida, no só-

lo interesantes aspectos de los

conf1ctos de la personalidad, delenfrentamiento al destino inevi-table, sino también un ambientede incertidumbre e inestabilidadsocial. Podríamos ahondar mu-cho más en estc tópico y demos-trar, por ejemplo, que el espíritureligioso de un Sófocles o el sen-timiento trágico de un Eurípides

constituyen expresiones patcntes

de un estado de cosas insoporta-bles, como la miseria moral y es-piritual, el pesimismo ante la in-contenible violencia y desenfrenode quienes mantenían la injusti-cia humana; y como cn Esquilo,la lucha sorda o abierta entre elderecho materno que periclita yel derecho paterno que poco apoco se va imponiendo. Aquí

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aparece larvada la idea crítica deque la vida griega, en su conjun-

to, no representa nada de eso quelos clasicistas e idealistas han

querido elevar a categoría absolu-ta, suprema; que ninguna histo-ria, la del hombre, se verifica o serealiza al margen de los interesesde éste y de que la vida toda estádominada por una serie de cate-gorías, principios y conceptos enel humus mismo de los interesesy necesidades reales del hombre.Las reiteradas pretensiones delIdealismo de rechazar las catego-

rías socio-históricas ha conduci-do al intento de construir un sis-tema de pensamiento "a priori",abstracto y que moviliza sus fuer-zas para dar cima a una concep-

ción del mundo en donde sólotengan cabida los grandes hom-

bres, los hombres providenciales,tal como lo concibió el filósofode la historia, Tomás Carlyle parael cual el hombre-héroe ocupa elescenario de la vida histórica e,incluso, la explica y es su razónde ser.

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ron.(3) En 1835, el senador nor-

teamericano Henry Clay presentóal Senado de los Estados Unidosuna resolución para la negocia-

ción de acuerdos o tratados entresu país y los países de Centro

América y Nueva Granada, elcual tenía como objetivo princi-pal darle protección a los ciuda-danos norteamericanos que trata-ran de construir vías de comuni-

caciones en esos países.

En mayo de 1835 el presiden-te norteamericano AndrewJ ackson designó al señor CharlesBiddle, hermano de un poderosofinancista, para que visitara lasdiferentes rutas en proyecto e in-formara al gobierno de losEstados Unidos el valor comer-

cial que estas rutas tendrían parala economía norteamericana. (4)Biddle llegó a Panamá a fines de1835 y en compañía de don JoséObaldía, miembro del Congresode Nueva Granada, (5 ) partió paraBogotá, llegando a esa ciudad el22 de junio de 1836. Biddle ne-

goció y llegó a firmar un tratadoco.n el gobierno de NuevaGranada en el cual se le otorgabaa su gobierno (EUA) la concesiónpara la construcción de una vía

férrea a través del Istmo dePanamá. El señor Biddle regresó

a los Estados Unidos en 1837,

pero murió en diciembre de eseaño sin haber podido preparar suinforme o presentárselo al Presi-dente Jackson, "escapando deesta manera la ira de J ackson

quien no pensaba disimular suenojo ante el flagrante abuso porparte de Biddle de la misión quese le había encargado",(6) ya queJackson no le había dado autori~zación para firmar ningún trata-do. Ira Bennett en su libro titula-do History of the Panama Canal

es de la opinión que la idea de

Biddle de construir un ferrocarrilquizás hubiera tenido éxito pero

que ésta llegó en un momentoi nuportuno durante el pánicoeconómico de 1837. (7)

En 1838 el derecho de cons-truir una vía transístmica, ya fue-ra carretera, vía férrea o canal,

fue concedido por el Gobiernode Nueva Granada a una empresafrancesa. El ingeniero francés,

Napoleón Garella, estudió y reco-mendó la posibilidad de construirun canal desde la bahía de Boca

del Monte, doce milas al oestede la ciudad de Panamá, hasta laBahía de Limón, la terminal ac-tual del presente canal. Pero de-

bido a la falta de capital se tuvie-ron que abandonar estos proyec-

3 Bennett, Hiitory of the Panama Canl, 86.

4 Rippy, The Capitaista, 38; Senak Document (Documento del Senado), No.429, 59

Cong., la.Sesión (Ser.4919), 4.

5 lbid.6 lbid., Esta, como todas las otras cita en este estudio son tradueciones del inglés.

7 Bennett, Hiltory of the Panma Can, 86.

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tos.(8) En 1841 los franceses

nuevamente activaron otros pro-yectos, esta vez recomendandoun ferrocariL. Dirigidos estos es.tudios por el Ing. Silvano de Sa-

bIa y con el apoyo del Gobiernoy de un grpo de capitalistas seestudió y se hicieron apeos (cor.tes) de las junglas de Panamá pa-ra determinar la mejor ruta. Peroal establecerse en Francia la Se-

gunda República, ocurrió un pá-nico económico en toda Europay los planes de Sabla tuvieron

que abandonarse.(9)

En 1845, W.B. Liot en repre-sentación de la Marina Inglesa su-girió la construcción de un ferro-carril de Porto Bello a la ciudadde Panamá, o en su defecto, laconstrucción de una carretera demacadam que atravesara elIstmo. Pero estas ideas nunca sematerializaron y ni siquiera llega-ron al nivel de proyectos.(10)

Quedó demostrado que variospaíses, tanto Europeos como losmismos Estados Unidos de Amé-rica tenían gran interés en laconstrucción de una ruta transíst-mica por Panamá que fuera efi-ciente y de valor comercial.

El 12 de diciembre de 1846,

durante la guerra entre losEstados Unidos y México, el se-ñor Benjamín A. Bidlack, chargédaffaies de los Estados Unidos

en Bogotá y el señor M. M.Mallarino, Secretario de Estadodel gobierno novogranadino, fir.maron el Tratado de Paz, Amis-tad, Navegación y Comercio.Bidlack, sin haber recibido ins-trucciones específicas de su go-

bierno y por iniciativa de NuevaGranada que sospechaba de lasintenciones de Gran Bretaña yFrancia, especialmente de aqué-

lla, en el Istmo de Panamá,(ll)firmó este tratado o convenio

que garantizaba la Neutralidadpolítica del Istmo de Pana-má.(12) El artículo 35 de estetratado declaraba: ". . . el Go-

bierno de Nueva Granada garanti-za al Gobierno de los Estados

Unidos de América que el dere-cho de tránsito por el Istmo dePanamá en cualquier sistema detransporte que exista ahora, oque pueda construirse más ade-lante, estará abierto y libre al Go-bierno y a los ciudadanos de los

Estados Unidos de América; ...también garantiza... los derechos

8 Ibid., 86-87; John E. Minter, The Chagres (New York, 1948), 87.

9 John Haskell Kemble, The Panama Route 1848.1869 (Berkeley y Los Angeles, 1943),178; Elena Vinade Ronan, " Al Aboard," Amerieas, 11 1 (Enero, 1951), 24 (de ahora enadelante eitada Ronan, "Al Aboard").

1 O Bennett, History of the Panama Canal, 86.

11 Robert R. Russel, Improvement of Communlcation with the Pacific Coast as an hsuc inAmerean PoUties, 1783-1864 (Cecir Rapids, 1948), 54. El título del tratado Bid1aek eninglés era Treaty of Peace, Amity, Navigation and Commeree.

12 Diógenes A. Arosemena, Doeumentay Diplomatic History of the Panama Cana(Panamá, 1961), 31; Johnì!. Fagg, Lati Amerea (New York, 1963),535; Russel,Improvemcnt of Communieation, 54.

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de Nueva Granada de soberanía yde propiedad que tiene y posee

sobre dicho territorio."( 13) ElPresidente Polk aceptó el tratadode Bidlack -como llegó a cono-cerse este documento- con cier-ta desgana porque se salía el tra.tado de la política establecida, enlas implicaciones que traerían lasgarantías de neutralidad y sobe-

ranía.(14) Cuando Polk introdu-jo el tratado al senado americanoen febrero de 1847, "arguyó quetal excepción se podía justificarpor la urgente necesidad de vías

de comunicación con el Pacíficoy lo indispensable de tales garan-tías para la construcción y opera-ción de un ferrocarril o canal enla región istmeña. El objetivo del

tratado, dijo, era comercial y nopolítico y no era tampoco exclu-sivo puesto que procuraba esta-blecer para todas las naciones ellibre tránsito por el Istmo. Cual-

quiera otra nación podía firmar

un tratado similar si así lo desea.ra."(15) No obstante, el Senado

norteamericano pospuso la consi-deración de este tratado hasta lapróxima legislatura y en esa se-sión se discutió, talvez como con-secuencia de las actividades de laGran Bretaña en Nicaragua y elhecho de que los Estados Unidosno pudo obtener derechos detránsito en el Istmo deTehuantepec. Después de termi-nada la guerra con México, el se.nado americano aceptó el tratado

13 Arosemena, Docuinenta Diplomatk HØtor, 35; Bennett, Hitory of the PliCan, 87; Rissel, Iinprovement of Communiction, 54.

Aparentemente Benjamín A. Bidlack comprendió las preoeupaeiones del Seeretaro deEstado lames Buehann quien en una earta le pidió a Bidlaek que tratara de usa suinflueneia eon Nueva Granada para eonseguir que no le otorgara ese gobierno privilegiosa otras naciones que pudieran perjudiear a los Estados Unidos. Véase el Documento No.1818 en: Wilam R. Manning, Diplomatk Corrpondence of th.. Unite StaUa:Inter-American AfflÚl 1831-1860 (Washngon, 1935), 357-365. También véas:Eugene i. McCormae, Jamei K. Po&' A PoItkal Biography (Berkeley, 1922), 709; l.Fred Rippy, The Carbbean Da., Zone (New York, 1940),60-61.

14 Russel, Improvement of Communkatin, 54.55.No hay duda que para Polk la adquisieión de California era el objetivo más importantede la esperada guerra con México. Wilam Brandon, The Men and the Mountain'Fremont' Fourth Expedition (New York. 1955), 22. George Bandroft, el Seeretaro dela Marina bajo Polk dijo que la ambición de Polk era adquirr Calfornia. Norman A.Graebner, Empire on the Pacfic,. A. Study in Amecan Continnta Expaniion (NewYork, 1955), 84.

15 Esta dec1araeión pareee ser no del todo verdad, según la earta de Buchann a Bidlaek.Manning, Diplomati Correipondence, 357. Para un estudio más completo del efeeto deltratado de Bidlaek sobre las relaciones entre el Istmo y Colombia y la iniciativa deBidlack, véanse los siguientes libros: lules Dubois, Dan¡e Over Panama (Indianapolis,1964), 21.39; Sheldon B. Liss, The Can, Atpeu of Unite Stateø-PanmaÎaRelationi (South Bend, 1967), 11-21. Para otros estudios exeelentes de las relacionesentre los Estados Unidos y Panamá véanse: Lawrence O. Ealy, The Republic of Panamin World Affaii 1903-1950 (phiadelpbia, 1951) y Wiliam D. McCain, The United

Statei and the RepubJc ol Pan (New York, 1965)

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de Bidlack, ratificándolo sin difi-cultades el 8 de junio de1848.(16)

El Secretario de Estado de losEstados Unidos, el señor J ames

Buchanan, siguiendo la declara-ción de Polk de que el tratadoBidlack no era exclusivo para losEstados Unidos, pidió al ministrobritánico, señor Crompton, quele informara lo que pensaba LordPalmerston respecto a la cláusulade garantía de neutralidad dePanamá, pero Palmerston nuncarespondió. El sucesor deBuchanan el señor Clayton, soli-citó a la Gran Bretaña que firma-ra un tratado con Nueva Granadaparecido al de Bidlack. Los ingle-ses no hicieron esto, pero en unacláusula del tratadoClayton-Bulwer que se firmó el19 de abril de 1850, la Gran

Bretaña prometió proteger, enconjunto con los Estados Unidos,cualquiera que fueran los méto-dos de tránsito que atravesaran elIstmo de Panamá, deTehuantepec o de Nicaragua.(l 7)

La firma del tratado Bidlack,sin embargo, no desanimó a losfranceses quienes trataron nueva-

mente en 1847 de construir unferrocarriL. Ese mismo año el Go-bierno de Nueva Granada otorgóa Mateo Klein, agente y abogadode la Compagnie de Panama, unaorganización parisiena, el primercontrato oficial para la construc-ción de un ferrocarril que cruzarael Istmo de Panamá. La duraciónde este contrato era de 99 años

con plenos derechos para la cons-trucción y mantenimiento de unavía férrea que cruzara el Istmo,

16 Dubois, Danga Ova Panama, 22; Russel, Improvement of Communication, 54-55.

17 Russel, Improvement of Communieation, 55.

El tratado Clayton-Bulwer de abril, 1850, preveía según sus disposieiones que losEstados Unidos no adquiriera territorios en la región que pudiera eontener el sistema detránsito del Istmo, de erigir fortifieaeiones allí, o de mantener eontrol exclusivo sobreninguna área. Los Estados Unidos repudió pareialmente estas obligaciones de 1856-1857y de 1869-1870. Pero después de 1880 la aetitud de los Estados Unidos ante este tratadofue una de eompleta violación.

En 1856-57, después de la llamada Guerra de la Sandía, el Seeretario de Estado WiliamMarey declaró que los Estados Unidos tuvo que desembarear marinos porque Colombiano pudo proteger el tránsito de los pasajeros. Quiso el Seeretaro justifiear por eso elintento de tomar la isla de Taboga y otras islas en la Bahía de Panamá. Lo que enrealidad quería era que se le otorgaan a los Estados Unidos todos los privilegios que lehabían quedado a Colombia según el contrato del ferrocarril, y crear doseasi-independientes gobiernos, uno en Colón y el otro en la eiudad de Panamá. E. TaylorPaiks, Colombia and the Unites States, 1765.1934 (Durhan, 1935), 194-262; Rippy,The Caribbean Dager Zone, 60-65.

Para leer los mejores ejemplos de estas violaciones de los tratados por parte de losEstados Unidos véase la tesis de Alex Pérez-Venero Ir. "The Thousand Day's War: APrelude to Panamanian Independenee" (M. A. thesis, Mississippi State University, 1967).

Los Estados Unidos, al verse eon tres tratados diferentes iba a eseoger el que leconviniera según el aprieto en que se eneontrara.

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pero únicamente si ésta se termi-naba dentro de los próximos seisaños. El contrato se abrogó en

1848 por no haber podido laCompagnie de Panama reurur elcapital necesario para tal empre-sa.(18) Correspondió otra vez alos norteamericanos la ocasión

favorable para la construcción deuna línea férrea. Los anteceden-

t e s históricos en los EstadosUnidos y los motivos que tuvo elgo bierno norteamericano parademostrar tanto interés en laconstrucción de una vía férreapor Panamá, sería oportuno estu-diarlos antes de proseguir.

En 1846 se había decidido elasunto fronterizo en el territoriode Oregón en el Noroeste de losEstados Urudos. La guerra conMéxico había terminado, y Méxi~co había cedido a los Estados

Unidos una gran expansión de te-rritorio que llegaba hasta los

límites con los territorios deGran Bretaña en Norte América.Esta enorme área sólo esperaba elser poblada con ciudadanos nor-

teamericanos y para estos finessolamente existían tres rutas detránsito: la primera por tierra, ar-duosa tarea que significaba unviaje de más de 3,000 milas pordesiertos, pampas, ríos caudalo-sos, montañas y sobre todo por te-rritorio ocupado por tribus de in-

dios belicosos. La segunda rutaera por mar, navegando alrededorde Sur América, viaje que durabaaproximadamente 90 días.( 19)La tercera ruta era vía Nicaragua

usando un sistema de tránsito te-rrestre en Nicaragua que había si-do concedido al célebre norteame-ricano Vanderbilt. Esta ruta era

también demorada y cansada yno del agrado de los norteameri-canos.(20) Por cualquiera de lasrutas escogidas, los colonizadoresemigrantes a California encontra-ban serios problemas nunca antesexperimentados por ellos. Ade-más, existía el problema del con~

trol social y lega de estas nuevas

regiones donde era difícil mante-ner y administrar las leyes con

justicia, debido a la lentitud delas comunicaciones existentes en-tre el gobierno en Washington yla costa del Pacífico. Esta situa-

ción aumentaba en el ánimo de

los colonizadores el miedo de ha-cer ese viaje.(21) En los EstadosUnidos se daban cuenta de la ne-cesidad de una ruta más corta ymás práctica y menos costosaque también ofreciera más seguri-dad para los emigrantes. Por re-comendaciones del Secretario delTesoro y del J de de Departa~

mento de Correos (PostmasterGeneral), el congreso americanoautorizó al Secretario de la Mari~

18 Joseph B. Bishop, The Panma Gateway (New York, 19130,45; Frederie J. Hasking,ThePanamaCana (Garden City, 1913), 102; Kemble, Panama Route, 178.

19 Bennett, History of the Panama Canl, 87; "Panama Railroad in Sec:nd Century ofServee," llinois Central Magazine, XXXXV (November, 1956), 10.

20 Earl Harding, The Unto1d Story of Panama (New York, 1959), 1.21 Bennett, History of the Panama Can, 87; Otis, lluitrated Hiitory, 16.

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na para que ncgociara contratospor servicios de corrcos entreNueva York, Savanah (en el csta-do sureño de Georgia), Nueva0rleans (en la desembocadura delRío Misisipí y Chagres, el puertoprincipal de Panamá en la costaatlántica, así como entre el Istmode Panamá y los territorios deOregon. El último segmcnto de

esta ruta fue otorgado a WiliamH. Aspinwall, capitalista del esta~do de Nueva York y bistío deFranklin D. Roosevelt (futuropresidente de los EstadosUnidos). Aspinwall formó unaempresa con capital norteameri-cana que se llamó Pacific MailSteamship Company.(22) El otrosegmento de la ruta, o sea deNueva Y ork-Savanah-NuevaOrleans a Chagres fue otorgado a

George Law, también capitalistadel estado de Nueva York. Elcontrato de Law parecía tenerposibildades más prometedorasque el de Aspinwall ya que co-

nectaba los principales puertosde la costa este de los Estados

Unidos, y por consecuencia cau-

só extrañeza que un hombre denegocios tan capacitado comoera Aspinwall hubiera solicitadola ruta en el Pacífico. Pcro lo queAspinwall tenía en mente era laconstrucción de una vía férrea deuna costa a la otra dePanamá.(23) Hasta entonces elúnico modo de transitar el Istmo

era desde Chagres, por el río delmismo nombre, hasta Gorgona oCruces quc quedaban aproxima~damente a mitad de camino. Decstos sitios por tierra (a caballo omula) hasta la ciudad de Panamá.El viaje era difícil y tomaba decuatro a cinco días durante la es~tación lluviosa. Aspinwall inme-diatamente comprendió las gran-des ventajas comerciales que ten-dría la construcción de una víaférrea. Sus socios principales eranHenry Chauncey, capitalista deNueva York y John L. Stephens,abogado quien había viajado porCentro América por instruccio-nes del Presidcnte Van Buren pa-ra estudiar las diferentes rutas

propuestas por Centro Américapara la construcción de un canaL.

Sus viajes y estudios lo habíanllevado hasta Panamá donde, en-cantado con el lugar, había cons-truido una cabaña para uso per-sonal en las orillas del RíoCh¡igres más arriba de Bohío. Lasrecomendaciones de Stephen alPresidente de los Estados Unidoshabían favorecido a la ruta por elRío Chagres. Cuando Stephen re-gresó a Panamá en 1848, tenía elfirme propósito de estudiar y re-comendar la ruta soñada p'0r As-pinwall para la construcción deuna vía férrea en Panamá. Con elIng. J.L. Baldwin, Stephen busca-ba un paso por la cordillera queno excediera de 600 pies de altu-ra (aproximadamente 200 me-tros) y felizmente ese paso fueencontrado a 337 pies de eleva-

22 lllnois Central Magaine, 11; Russel, lmprovement of Communieation, 55-56.

23 Bennett, History of the Panama Canl, 87; Kemble, The Panama Route, 178-179.

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ción sobre el nivel del mar.(24)Alen tados por el descubri-

miento de Stephens, los tressocios presentaron un informe alCongreso de los Estados Unidosel día 11 de diciembre de 1848en el cual apuntaban el tremendosignificado de tal empresa para elpoderío militar y comercial de lanación.(25) Simultáneamente enel informe, titulado "Memorialof W.R. Aspinwall, John L.~tephens and Renry Chauncey,in reference to the constructionof a railroad across the isthmusof Panama" (Informe de W.R.Aspinwall, John L. Stephens yRenry Chauncey, referente a laconstrucción de un ferrocarriltransístmico en Panamá) los so-cios le recordaban al c~ngresoque una empresa de tal magnitudno podía llevarse a cabo sin laayuda económica del gobierno.La ayuda que los tres socios pre-fi:rían era la autorización del go-b~erno norteamericano por me-dio del Secretario de la Marina deGuerra, en ese entonces John Y.Mason, para negociar la firma deun contrato por 20 años, comen-zando apenas terminada dichavía fér~'ea, que les otorgara laconceSlOn de transportar cual-quier cargamento de municiones,

t~opas, abastecimientos del Ejér-cito, agentes públicos del gobier-no y el correo de los EstadosUnidos de un lado al otro delIstmo. El costo no debería pasar

de 750,000 (setecientos cincuen-ta mil dólares) suma que le paga-ba el gobierno norteamericano a

la Compañía Collins por el trans-porte de correo de Nueva York aLiverpool, Inglaterra. (26) El in-forme de Aspinwall fue a dar amanos del senador por el Estadode Missouri, Thomas H. Bentonpresidente del comité de asunto~militares quien lo presentó a laaprobación del senado pero limi-t~do la ~um~ a 500,000 (qui-ruentos mil dolares, o sea mediomilón de ?ólares). (27) Especifi-caba adem~s, que no ~e le pagaríaa la compania de Aspinwall hastatanto no se pudiera viajar portren por toda la ruta, y que lostrabajOS de construcción debe-

rían iniciarse no más tarde de unaño después de firmado el con-trato y terminarse no más tarde

de tres años a partir del lo. dejunio de 1849.

A la proposición del Senador

Benton se oponía la empresa deGeorge Law a quien se le habíaotorgado el contrato para trans-portación de correos desde

24 Bennett, History of the Panma Canal, 87.88; Kemble, The Panama Ronte i 79. MinlerTheChagrs, 255-257; Rippy, TheCapitaists, 39. ' ., ,

25 Kemble, .Th~ Panam Route, 179; Ronan, "Al! Aboard," 25; Russd lmprovi:ment ofCommuiucat.on, 56. '26 Congressional Globe, 30 Cong., 2a. sesión., 20-21; Kemble, The Panama Route,

179-181.

27 lbid.

l:homas Benton,era uno de los hombres más poderosos en Washington, uno de losIideres del grupo "xpaIls.on.sta en el Congreso. Brandon Th" Mea and Ü." Monnta14-15" "1)7

..

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Nueva York, Savanah y NuevaOrleans hasta Chagres enPanamá, ya que esta empresatambién aspiraba al mismo con-trato que se ofrecía aAspinwal1.(28) Como resultadode esta oposición, el Represen-tante Thomas B. King, miembrodel comité de asuntos navales dela Cámara de Representantes,presentÓ el mismo proyecto deley pero limi tando todavía más lacantidad de dinero-esta vez a250,000 (dos cientos cincuentamil dólares).(29) El SenadorStephen A. Douglas del estado deIlinois substituyó otro proyecto

de ley por el de King en el cual

introducía tarifas sobre pasajes ycarga.(30) Se presento fuerteoposición de parte de varios sec-tores de los Estados Unidos debi-do a intereses especiales de esas re-giones. Los del Sur, por ejemplo,preferían la ruta porTehuantepec porque esta favore-cería al puerto de Nueva Orleans,y los senadores del Oeste de los

Estados Unidos porque ellos pre~ferÍan la construcción de un fe-rrocarril transcontinental en losEstados Unidos. Finalmente, elproyecto de Douglas no fue apro-bado por el Senado cuando sus

miembros decidieron considerarotros asuntos el día 6 de febrero

de 1849.(31)

Aspinwall, decepcionado, es-cribiÓ la siguiente carta a un ami-go: "Le agradezco la interesantey amistosa carta que me llegó aWashington-donde he perdidomucho tiempo este invierno tra-tando de consef,'uir acción favora-ble a mis planes para la cons-trucción de un ferrocarril porPanamá; pero las elecciones presi-denciales y el problema de la es-clavitud son demasiado urgentespara que pueda el conbJfeso pres-tarle atención a problemas de in-terés para California. Consecuen-temente nos dedicaremos a me-

jorar las vías de tránsito por el

Istmo de Panamá en una forma

más económica. Así talvez parael prÓximo año se pueda hacer elviaje de un océano al otro en ioa 12 horas."(32)

A pesar de un aparente aban-

dono de sus proyectos Aspinwallhabía llevado a cabo negocia-

ciones informales con el Gobier-no de Nueva Granada antes del11 de diciembre de 1848, fecha

en que había presentado su me-

morial al congreso norteamerica-

no. Estas negociaciones ocurrie-ron después del fracaso de laCompagnie de Panama (francesa)

28 Kemble, The Panama Route, 180; Russel, Improveinent oí Communication, 58.

29 Ibid.

30 Congrssional Globe, 30 Cong., 2a. Sesión, 382; Kemb1e, The Panama Route, 180;GerstIe Marek, The Land Divided (New York, 1944), 149.

31 Congrssional Globe, 30 Cong., 2a. Sesión, 398-402, 411-415, 457-463; Kemble, The

Panma Route, 18()181; Ronan, "All Aboard," 25.

32 Kemb1e, The Panama Route, 18()181; Ronan, "Al Aboard," 25.

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en junio de 1848.(33) Mientras el

senado americano discutía su Me-morial, Aspinwall y sus socios

procedían a la organización deuna empresa comercial para laconstrucción del ferrocarriL.

El 13 de diciembre de 1848 se

anunció en la prensa de Nueva

York que dentro de breves días

tendría lugar la subscripción de

acciones (capital stock) en elBanco del Estado de Nueva Yorkpara la construcción del ferroca-rril de Panamá. También se die-ron a conocer los nombres de loscomisionados o depositarios queserían: Cornelius A. Lawrence,

Samuel J andon, Mathew Morgan.C.A. Davis, Wiliam Ken y el Ge-neral Winfield Scott, todos ellosconocidos capitalistas.(34)

El 28 de diciembre de 1848 enla ciudad de Washington comen-

zaron las negociaciones formales

con el ministro (embajador) de

Nueva Granada. (35) El acto legalque incorporaba a la Panamaß.ailroad Company fue aprobadopor la legislatura del estado de

Nueva Y ork el 7 de abril de1849.(36) El pacto social decla-raba que la suma de las acciones

comunes ( capita stock) de lacompañía no sería por menos deun milón, ni más de 5 millones

de dólares, con un valor nominalpor acción de cien dólares. Laconcesión para la construcción

de la vía férrea fue otorgada porla legislatura a Aspinwall,Stephens, Chauncey y otros so-cios, y además se les otorgó auto-rización para operar una línea de

barcos a Panamá y desde Panamáa otros puntos.(37)

La venta de las acciones fuebastante rápida y a las tres de latarde del primer día se había

suscrito casi el total de las accio-

nes emitidas.(38) El día 2 dejunio fueron designados los ofi-ciales de la nueva empresa, que-dando los directores así: ThomasLudlow, presidente; John L.Stephens, vice-presidente (quienmuy pronto ocupó el lugar deLudlow); y segundo vice-presidente, el Coronel A.J. Cen-ter.(39) Inmediatamente los di-rectores designaron al Coronel G.H. Hughes del cuerpo de topogra-fía del ejército de los Estados

Unidos como director de unaexpedición de estudio al Istmo

33 Bishop, The Panama Gateway, 45.

34 Kemble, The Panama Route, 180-183.

35 Ibid., 181; Rippy, The Capitaiiti, 39.

36 Bennett, Hiltary af the Panm. Can, 88; Mack, The Land Divied, 149; Minter, TheChagi, 256.

37 Kemble, The Pan Raute, 183; Maek, lb., Land Divided, 149; Th., Panana Canal,Twenty-Fifth Annversa (Balboa Heights, 1939),40; Ronan, "Ali Aboard," 25.

38 Ibid.

39 Maek, Th Land Divicld, 149-150.

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de Panamá. Hughes y un grupode 38 ingenieros civiles y milita-res partieron de Nueva York el22 de enero de 1849 para comen-zar los estudios de inspección ydesmonte. Este grupo de ingenie-ros tuvo gran éxito pues encon-traron un pase por las montañasa solo 275 pies de altura, lo cualse pudo confirmar más tarde erael más bajo de la Vertiente Conti-nental.(40)

Los planes eran de comenzar

la construcción de la vía férrea

cerca de Gorgona en la montañaa casi 30 milas del Atlántico, yasí la compañía podría embarcarpasaj eros por barco de Chagres aGorgona y con el dinero que estetransporte produjera se ayudaría

a pagar la construcción del ferro-carriL. ( 41 )

Mientras se daba a conocer lanoticia del nuevo pase por lasmontañas de Panamá en Nuevay ork, la legislatura de Nueva

Granada aceptaba el contratopropuesto por Aspinwall y sus

socios, el cual fue firmado el 15de abril de 1850 por Victoriano

de Diego Paredes, Ministro de Es-tado de Nueva Granada y por

J ohn L. Stephens quien por suhabilidad y conocimiento dellen-guaje y costumbres latinoameri-

canas pudo obtener términos bas-tante ventajosos.(42) Dicho con-trato, aprobado por el congreso

de la Nueva Granada el 29 de ma~yo de 1840, incluía las siguientesestipulaciones:

1. Se concedía el derecho exclu-

sivode construir y operar unferrocarril por Panamá a lacompañía Panama Railroadpor un término de 49 años.

Al cabo de 20 años el Gobier-no de Nueva Granada tendría

la opción de comprar el fe-rrocarril por la suma de 5 mi-llones de dólares; al cabo de30 años por 4 milones de dó-lares; y al cabo de 40 añospor 2 milones de dólares. Pa,ra efectuar la compra, el Go-bierno de Nueva Granada so-lamente tendría que notificara la compañía con un térmi-no no menor de un año.(43)

2. El ferrocarril tendría que ser

terminado dentro de los seisaños próximos a la aproba-ción del contrato por el Con-

greso de Nueva Granada.(44)3. Se otorga a la compañía dere-

chos exclusivos para estable-cer tarifas y para usar los

puertos terminales por un pe-

ríodo de 49 años( 45)

40 Rippy, Tbe Capitaists, 40.

41 Ibid.; Bennett, "istol) of tbe Panama Canal, 88.

42 Kemble, The Panama Route, 181; Minter, The Chagres, 256.

43 Ibid.; ütis, Ilustted "istal), 397-398.

44 Otis, lUustrted "istal), 398.45 Ibid.

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