RAÚL ZIBECHI · RAÚL ZIBECHI RAÚL ZIBECHI. Derechos reservados.
1er PREMIO: Raúl Casillas
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Nada es imposible
Querer es poder
Esta historia comienza hace 28 años, cuando dos familias que no se
conocían de nada se tuvieron que ir por motivos de trabajo a un pueblo a las
afueras de Madrid, concretamente Villamanta. Una de las familias, tenía una hija de
4 años que se llamaba María y la otra familia tenía un hijo que se llamaba Manuel
también de 4 años. Parece que el destino así los unió porque desde el principio los
dos niños congeniaron muy bien y forjaron una amistad a prueba de bombas. Se
pasaban todo el día juntos, cuando no estaban en casa de María estaban en la casa
de Manuel. Hacían todas las actividades juntos ; iban a la piscina, salían juntos con
su padres, estudiaban en el mismo colegio e incluso iban a la misma clase. Eran
muy buenos estudiantes y cuando terminaron los estudios de primaria, los dos
solicitaron estudiar en el mismo instituto para no tener que separarse puesto que
no querían que la amistad que les había unido les separase por seguir caminos
distintos.
Los comienzos en el instituto no variaron con respecto a los de la enseñanza
primaria, ya que, como he dicho antes, eran muy buenos estudiantes y lo más
sorprendente de todo es que a los dos les gustaban las mismas materias y se
decantaron por la rama tecnológica.
El tiempo fue pasando y los dos amigos fueron creciendo y a su vez
fue creciendo un sentimiento más fuerte entre ellos. Poco a poco y sin que se
diesen cuenta, nuestros dos amigos se enamoraron y decidieron que cuando
acabasen la carrera se casarían.
Puestos en el dilema, un buen día comenzaron a hablar sobre qué
carrera escoger, pero la conversación fue muy corta ya que los dos coincidieron en
solicitar la carrera de telecomunicaciones. Antes de que se dieran cuenta ya se
encontraban estudiando en la universidad, pero a la mitad de la carrera y dado que
sus profesores así los recomendaron, pasaron a formar parte del servicio de
inteligencia militar. Los dos tenían cualidades impresionantes para desempeñar ese
y cualquier otro cargo que se propusiesen. Al poco tiempo, aprobaron los exámenes
para ascender a teniente, y con tal ascenso mandaron a Manuel a realizar
operaciones especiales en el Golfo Pérsico. Como resolvió dichas operaciones con
gran éxito recibió dos condecoraciones, una de ellas por sacar a un compañero que
se encontraba herido dentro de un tanque en llamas. Como María también quería
promocionarse y recibir dichas condecoraciones pidió también meterse en el
programa de operaciones especiales. En un principio se le denegó alegando que el
cuerpo de operaciones especiales era solo para hombres. Enfadada por no poder
demostrar que ella valía y podía hacer exactamente lo mismo que un hombre, se lo
comentó a Manuel.
Ella no dejó de insistir, hasta que un día, su lucha tuvo su fruto, por fin la
dejarían meterse en el programa de operaciones especiales. Su novio, Manuel, la
advirtió que tenía que tener mucho cuidado, porque el resto de la tropa iba a ir en
contra de ella ya que se iba a convertir en la primera mujer que accedía a dicho
entrenamiento. Y no estaba equivocado, la mayor parte de los soldados que
entraron con ella la trataban muy mal. Incluso las propias autoridades la trataban
como a un bicho raro haciendo que las pruebas que tenía que pasar fueran
distintas, es decir, más fáciles de realizar que las que pasaban los hombres. Para
demostrar a todos que se equivocaban, María decidió realizar las pruebas en
igualdad de condiciones que las de todos sus compañeros. Solo unos pocos se
atrevieron a ponerse de su lado, pero eso le dio la fuerza necesaria para seguir
adelante y terminar su entrenamiento. Al final de este proceso todos los
compañeros, que al principio la daban la espalda, estaban ahora de su parte y
comenzaban a mirarla, no como una mujer sino como a un miembro más del grupo.
Al poco tiempo y, a pesar de las adversidades, que se encontró por el camino, su
unidad fue destinada en Corea para realizar una operación especial de rescate. En
la zona había mucho peligro, pero ninguno de sus compañeros dudó ni un instante
de que sería capaz como los demás de realizar dicha misión con éxito.
Saltaron en paracaídas sobre la zona en concreto diez soldados entre los que
se encontraba María, como segunda en el mando. Caminaron gran parte de la
noche hasta que llegaron al lugar donde supuestamente debían encontrar a las
personas que tenían que rescatar, pero sin darse cuenta, cayeron en una
emboscada y el capitán del grupo, en su afán para que no capturasen a toda la
unidad, los llamó la atención para que se pusieran a perseguirle. Con dicha
maniobra, dio tiempo a sus compañeros para que pudieran escapar.
María, que al no estar el capitán, era la siguiente en el mando, ideó un plan
de rescate para devolverles la moneda. Estudió el terreno con los mapas que
llevaba con ella e intentó averiguar por dónde intentaría escapar el capitán. Una
vez evaluada la situación, dio con el sitio por donde intentaría huir y les preparó
una emboscada en una zona montañosa con forma de embudo, para que, sin darse
cuenta, una vez puesto a salvo el capitán, pudieran repeler el ataque de la tropas
enemigas. Así que prepararon todo con explosivos y con trampas para poder llevar
a cabo el plan. Al poco tiempo y como alma que lleva el diablo, el capitán aparecía
por donde ella había planeado y puso en alerta a todo los miembros de la unidad
para que a su orden comenzasen a luchar. Todo iba según lo planeado pero en el
último instante, un tiro certero dio en la pierna del capitán y le dedó en mitad de
todas las trampas y todos los explosivos que habían preparado. Sin pensarlo dos
veces, dio orden de repeler el ataque pero sin utilizar los explosivos, hasta que el
capitán no estuviese fuera de alcance y se puso a correr en su dirección para
ayudarle. Todos estaban asombrados de la valentía de María, e intentaban cubrir
sus movimientos para que no la alcanzasen con algún disparo. Por fin llegó a donde
estaba el capitán y apoyándoselo sobre su costado consiguió arrastrarlo hasta que
los dos se pusieron fuera del alcance de los explosivos, dando acto seguido orden
de que los hiciesen estallar. La trampa fue todo un éxito y de vuelta al punto de
recogida pasaron por la aldea donde estaban las personas que tenían que rescatar,
las cogieron y dieron luz verde para su recogida.
De vuelta en su unidad de entrenamiento, todos los miembros del equipo y
todos los jefes de la unidad la felicitaron y su capitán la recomendó para recibir las
condecoraciones que con gran éxito había conseguido.
María, demostró con este comportamiento que no hay nada que una mujer
se proponga que no pueda llevar a cabo con igual resultado que un hombre.
Seudónimo:
Caballero de Pegaso