2. El Cuerpo en La Interpretación de La Cultura

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31 Boletín Antropológico Boletín Antropológico Boletín Antropológico Boletín Antropológico Boletín Antropológico. Año 20, Vol 1, Nº 51, Enero-Abril 2001, ISSN: 1325-2610. Universidad de Los Andes. Mérida. Angel Acuña Delgado.El cuerpo en la interpretación de las culturas, pp. 31-52 El cuerpo en la interpretación El cuerpo en la interpretación El cuerpo en la interpretación El cuerpo en la interpretación El cuerpo en la interpretación de las culturas de las culturas de las culturas de las culturas de las culturas Angel Acuña Delgado Angel Acuña Delgado Angel Acuña Delgado Angel Acuña Delgado Angel Acuña Delgado 1 Universidad de Granada Resumen Resumen Resumen Resumen Resumen En este artículo se aborda el cuerpo en el análisis comparado de las culturas partiendo del relativismo cultural y de la pertinente contextualización que se requiere para interpretar ade- cuadamente la simbología corporal, cuya naturaleza es cambiante y evolutiva. Se centra luego la atención en la actual sociedad moderna, ofreciendo algunas visiones del cuerpo que se sostienen en el mercado, en la comunicación masiva y en la tecnología. Se destacan, finalmente, otras visiones que, aun siendo coetáneas de nuestra época, difieren de las anteriores al ser propias de pueblos o gentes que participan de otra lógica de ideas. Todo esto invita a reflexionar el cuerpo como un territorio cargado de representaciones, en donde se construyen y deconstruyen imágenes culturales, en donde se deja notar el espacio y el tiempo y en donde se proyectan señas de identidad y alteridad. Palabras claves: alabras claves: alabras claves: alabras claves: alabras claves: cuerpo, movimiento humano, cultura, sociedad, símbolos. Abstract Abstract Abstract Abstract Abstract This article treat the body through the comparative analysis of the cultures starting with the cultural relativism and the correspondent contextualization, that can not be put aside to get the correct interpretation of the corporal symbology, which nature is dynamic and exclusive. Later on, focus the attention on the present modern society offering some visions of the body from the market, the massive communication system and the technology.Also detach other visions, coetaneons with no but in open contrast with those seen above, because it comes ont from people who share another logic of ideas. The entire article suggest an acute reflection about the body as a terrain charged with represen- tations, where we build up and build down cultural images, where we can find space and time, where we project identity and alterity signs. Key W Key W Key W Key W Key Words: ords: ords: ords: ords: Body, human movement, culture, society, symbole.

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    Boletn AntropolgicoBoletn AntropolgicoBoletn AntropolgicoBoletn AntropolgicoBoletn Antropolgico. Ao 20, Vol 1, N 51, Enero-Abril 2001, ISSN: 1325-2610. Universidad de LosAndes. Mrida. Angel Acua Delgado.El cuerpo en la interpretacin de las culturas, pp. 31-52

    El cuerpo en la interpretacinEl cuerpo en la interpretacinEl cuerpo en la interpretacinEl cuerpo en la interpretacinEl cuerpo en la interpretacinde las culturasde las culturasde las culturasde las culturasde las culturas

    Angel Acua DelgadoAngel Acua DelgadoAngel Acua DelgadoAngel Acua DelgadoAngel Acua Delgado1Universidad de Granada

    ResumenResumenResumenResumenResumenEn este artculo se aborda el cuerpo en el anlisis comparado de las culturas partiendo delrelativismo cultural y de la pertinente contextualizacin que se requiere para interpretar ade-cuadamente la simbologa corporal, cuya naturaleza es cambiante y evolutiva.Se centra luego la atencin en la actual sociedad moderna, ofreciendo algunas visiones delcuerpo que se sostienen en el mercado, en la comunicacin masiva y en la tecnologa. Sedestacan, finalmente, otras visiones que, aun siendo coetneas de nuestra poca, difieren de lasanteriores al ser propias de pueblos o gentes que participan de otra lgica de ideas.Todo esto invita a reflexionar el cuerpo como un territorio cargado de representaciones, endonde se construyen y deconstruyen imgenes culturales, en donde se deja notar el espacio y eltiempo y en donde se proyectan seas de identidad y alteridad.PPPPPalabras claves: alabras claves: alabras claves: alabras claves: alabras claves: cuerpo, movimiento humano, cultura, sociedad, smbolos.

    AbstractAbstractAbstractAbstractAbstractThis article treat the body through the comparative analysis of the cultures starting with thecultural relativism and the correspondent contextualization, that can not be put aside to get thecorrect interpretation of the corporal symbology, which nature is dynamic and exclusive.Later on, focus the attention on the present modern society offering some visions of the bodyfrom the market, the massive communication system and the technology.Also detach othervisions, coetaneons with no but in open contrast with those seen above, because it comes ontfrom people who share another logic of ideas.The entire article suggest an acute reflection about the body as a terrain charged with represen-tations, where we build up and build down cultural images, where we can find space and time,where we project identity and alterity signs.

    Key WKey WKey WKey WKey Words:ords:ords:ords:ords: Body, human movement, culture, society, symbole.

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    1. En torno al concepto de cultura1. En torno al concepto de cultura1. En torno al concepto de cultura1. En torno al concepto de cultura1. En torno al concepto de culturaSi a cualquier persona que camine por la calle de un pueblo o de una ciudad,

    tal da como hoy la abordamos para preguntarle qu entiende por cultura, salvo lasausencias de respuesta por parte de aquellas que no lo hicieran, bien por desconfianza,por verguenza, o por temor a equivocarse; nos encontraramos muy probablementecon un enorme abanico de versiones, que apuntaran como denominador comn haciauna manera concreta de expresar lo que la gente hace. La manera como un albailcoloca un muro de ladrillos en una obra, la escena de un profesor exponiendo odiscutiendo argumentos con los alumnos universitarios en el aula, la forma de sentarsea la mesa para almorzar, o la de hacer un guiso de carne con patatas, un gazpacho ouna fabada, seran posibles respuestas a la pregunta, y sin duda que se estara en locierto.

    De un modo ms academico, autores como E. Tylor (1891), H. Hoebel (1961),Kroeber (1958), o R. Linton (1942) ofrecen definiciones de la cultura que coinciden enconsiderarla como un producto contingente, palpable, percibible, como el modo por elque los individuos producen o crean en sociedad. M. Herkovits (1964:79) dicesucintamente que la cultura es la parte del ambiente hecha por el hombre.

    No obstante, si pretendemos un mayor grado de abstraccin, encontramosotros autores que satisfacen ese deseo, definiendo la cultura como un proceso proyectivode formas y significados, como la expresin simblica de la experiencia quecompartimos, como la capacidad que los humanos tenemos de simbolizar y abstraer,de asignar significados al mundo exterior e interior, de situarse en definitiva en tornoal sentido. C. Geertz (1987), V. Turner (1988), L. Mair (1970) o M. Douglas (1978), sehallaran dentro de esta otra perspectiva.

    La cultura, entendida de manera concreta o abstracta se puede entender comoel principal atributo de la especie humana. Todos tenemos cultura, y por tanto enesencia somos cultos; aunque haya diferencias de grados en cuanto al bagaje y tipo deconocimientos que unas y otras personas, unos y otros pueblos puedan albergar.

    Haciendo uso de una definicin de M. Harris (1981: 134), de un modo sintticopodramos convenir que la cultura constituye los modos socialmente adquiridos,transmitidos y compartidos de pensar, sentir y actuar por parte de los miembros de ungrupo humano.

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    Como mecanismo adaptativo que es, el cambio se halla implcito en sudesarrollo, dado que nada permanece inmutable para siempre. Desde este punto devista, la diversidad cultural se puede observar tanto a travs de una ptica espacialcomo temporal. Podemos considerar las semejanzas y diferencias en loscomportamientos que distintos pueblos coetneos manifiestan para satisfacer susrespectivas necesidades; as como las existentes en pueblos que residiendo en un mismoterritorio lo han hecho en distintos momentos histricos.

    Alguien dijo en cierta ocasin que: nadie es ms inconsciente de la existenciadel agua que el propio pez, querindose indicar que se da cuenta de su valor cuando sele saca de ella. La frase supone una metfora para significar que de manera anloga elacervo cultural que envuelve y penetra la vida de las personas cobra especial valorcuando se toma distancia de l, cuando se pierde el contacto con el grupo que haservido de referente.

    A la vista de la importancia que la especificidad cultural posee para larealizacin de las personas y de los pueblos; as como de la enorme diversidad de formasexistentes, sin sentirnos influenciados por el discurso populista, e hipcrita en muchoscasos, de algunos Estados multitnicos2 o plurinacionales; no resulta exagerado afirmarque la gran riqueza de la Humanidad radica en la diversidad de formas que se hangenerado para imaginar, satisfacer necesidades y solucionar problemas, o lo que es lomismo en la diversidad cultural.

    2. La construccin social y cultural del cuerpo2. La construccin social y cultural del cuerpo2. La construccin social y cultural del cuerpo2. La construccin social y cultural del cuerpo2. La construccin social y cultural del cuerpoSi partimos por asumir la gran influencia que la cultura posee como elemento

    orientador y configurador del comportamiento humano, entrando ya en el motivoprincipal de este trabajo nos podemos interrogar preguntndonos si es acertado o nopensar en la construccin social y cultural del cuerpo.

    Para dar respuesta a esta cuestin se hace preciso superar la influencia que elpensamiento occidental ha tenido con respecto a las dicotomas cuerpo-alma y naturaleza-cultura; ya que nos enfrentamos con un hecho en el que confluyen internamente la carne(la naturaleza, la materia) y el sentido (la cultura, el espritu) (Garca Selgas 1994:60).Hecho en donde el ser y el tener forma parte de la misma unidad.

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    El cuerpo humano es receptor de los acontecimientos sociales y culturalesque suceden a su alrededor, y adems constituye una unidad biolgicamente cambianteque en contacto con su entorno se halla sujeto a significados diversos, importantespara la comunicacin social (Salinas 1994:87). En ese sentido, las diferencias sexualesentre hombre y mujer no solo obedeceran a factores biolgicos predeterminados, sinotambin a la influencia de factores sociales y culturales. Si la biologa explica lassingularidades de sexo, la realidad social y cultural explica la construccin de unaidentidad diferencial de gnero.

    Como viene a afirmar B. Vazquez (1987), an hoy persisten ciertasdesigualdades en lo que respecta a la consideracin corporal en razn de gnero; sipara los varones el cuerpo es potencial de accin, orientado hacia s mismo y haciael exterior; la mujer vive su cuerpo en funcin de los dems, para la seduccin delvarn, y para la maternidad de los hijos, poseyendo as un carcter de bien social.

    El comportamiento sexual posee un significado simblico (intencionado yprogramado), que no es necesariamente reproductivo (en ciertas culturas, la msticaalrededor de la virginidad femenina, los tabes en torno a la masturbacin, etc. poseeuna lectura cultural) (Salinas 1994:92).

    Es lcito, pues, plantear la cuestin de la sociabilidad de nuestro cuerpo puestoque la educacin tiende en cierta medida a modelarlo, a formarlo; ms exactamente adar a nuestro cuerpo una determinada hechura de conformidad con las exigenciasnormativas de la sociedad en que vivimos. El juicio social y, por consiguiente, los valoresque ste supone no solo condicionan nuestro comportamiento por obra de la censuraque ejercen y por los sentimientos de culpabilidad que suscitan (y conjuntamente porlos ideales sublimados que proyectan y promueven), sino que adems estructuranindirectamente nuestro cuerpo mismo en la medida en que gobiernan su crecimiento(con normas de peso o estatura, por ejemplo), su conservacin (con prcticas higinicasy culinarias), su presentacin (con cuidados estticos, vestimentas, etc.) y su expresinafectiva (con signos emocionales).

    Esta estructuracin social del cuerpo, por una parte afecta a toda nuestraactividad ms inmediata y aparentemente ms natural (nuestras posturas, actitudes, omovimientos ms espontneos) y, por otra parte, es el resultado no solo de la educacinpropiamente dicha sino tambin de la simple imitacin o adaptacin.

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    M. Mauss (1971), indicaba al hablar de las tcnicas corporales que antes detoda tcnica propiamente dicha, considerada como accin tradicional y eficaz que tiendea transformar el medio con la ayuda de un instrumento (martillo, pala, lima, etc.), estel conjunto de las tcnicas que utiliza el cuerpo en las actitudes y en los movimientosvitales de todos los das, como la actitud de descansar o los movimientos de andar, correr,nadar, etc.; siendo el primero y ms natural instrumento del hombre (p. 352).

    El movimiento inteligente en el ser humano, desde el ms simple al mscomplejo se aprende culturalmente como ocurre con el sencillo andar cotidiano. Perola manera de caminar no es fija ni definitiva en una misma sociedad, sino que puedecambiar y evolucionar segn el estilo de vida y los modelos culturales (frecuencia ymodos de transporte, modas de la indumentaria, determinados tipos de calzado, etc.).

    Para estudiar mejor las tcnicas corporales M. Mauss propuso una taxonomaordenada de acuerdo a la biografa o estados evolutivos de la vida de una persona:nacimiento, infancia, adolescencia, y edad adulta.

    Las tcnicas corporales relativas al nacimiento seran las distintas manerasde dar a luz (de pie, acostada, a gatas, en cuclillas), el modo de tomar al recin nacido,de cortar y ligar el cordn umbilical, los cuidados posteriores al nacimiento.

    Las tcnicas de la infancia abarcan por su parte todas las tcnicas de nutricin,de transporte del nio, de crianza, de destete, de aprender a caminar, etc.

    Las de la adolescencia son tcnicas corporales en muchos casos de iniciacina un posterior desempeo de papeles sociales: en nuestra sociedad actual cabra citarlas maneras y posturas adquiridas a travs de la enseanza escolar, por el aprendizajede un oficio, o por el servicio militar, en el caso del varn. En otros modelos de sociedadesla iniciacin del adolescente asume formas rituales complejas que consagran sumetamorfosis corporal y su paso al mundo de los adultos; adems de la circuncisinque es frecuente en muchos pueblos, el adolescente es sometido tambin a determinadaspruebas de oradacin y escarificacin asociadas a actos mgico-religiosos que dejarnsu huella en el cuerpo.

    Si en ciertos contextos el reconocimiento social del paso de nia a mujer sesustantiva en actos diversos ligados al primer periodo menstrual; el paso de joven ahombre se reconoce con la demostracin de determinadas destrezas como saltar por

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    encima de una considerable altura vertical (caso masai de Kenia), subir a un granrbol, o acarrear un buen fardo de lea (caso yupa de Venezuela).

    En cuanto a la edad adulta, la clasificacin mencionada incluye diversastcnicas funcionalmente diferentes: tcnicas de reposo, de actividad, de cuidadoshiginicos, de consumo, de cpula sexual, de cuidados teraputicos.

    As, para descansar, los miembros de algunas sociedades, como nosotrosmismos, se sientan; pero los miembros de otras sociedades, como los nmadas delSahara, descansan ponindose en cuclillas. En cuanto a la actividad habra que analizarlas diferentes maneras culturales de caminar, correr, danzar, saltar, trepar, nadar,empujar, tirar, etc. Los cuidados higinicos presentan tambin diversidad de tcnicasde lavar, jabonar, frotar el cuerpo, de limpieza bucal, posturas para defecar o paraorinar. Igualmente conocida es la variedad de posiciones sexuales, considerablementedivulgadas en los ltimos tiempos. Las tcnicas teraputicas ofrecen toda una ampliagama de posibilidades desde la medicina cientfica con las prcticas quirrgicas y laaplicacin farmacutica; hasta la medicina popular y tradicional con el empleo deplantas, masajes, imposicin de manos, ensalmos, rezos, etc.

    Como se puede comprobar esta clasificacin y la definicin misma de tcnicadel cuerpo reposan en el postulado de que todas las actitudes y actos corporales son utilitariose instrumentales y de que el cuerpo es el instrumento primero y ms natural de esa eficacia.

    M. Mauss (1971) revela el carcter social y cultural de la corporeidad,poniendo de relieve las maneras en que los hombres, en cada sociedad, de un modotradicional, saben servirse de su cuerpo (p. 343).

    En la misma lnea J. Le Boulch (1985) considera que la manera de descansar,trabajar, caminar o estar de pie difieren de una sociedad a otra; aadiendo que elcarcter expresivo del movimiento que remite a la persona ya que traduce la emociny la afectividad, no es nunca una expresin pura, sino expresin en presencia de losdems, por ende, expresin para los dems. Los movimientos expresivos del cuerpo,sus reacciones tnicas, adquieren una dimensin social en la medida en que se revistende un sentido pragmtico o simblico para los dems (p. 60).

    La transmisin de gestos socializados con diferenciacin de estatus, orientadosa conseguir un mayor grado de eficacia, apuntan hacia la especializacin e inclusoprofesionalizacin del gesto.

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    De acuerdo con A. Buuel (1994) podemos agrupar las aportaciones tericasms relevantes sobre la produccin social del cuerpo en tres grandes bloques (p. 101-106):

    1. En primer lugar se presenta una visin del cuerpo como signo y mercancaen la sociedad de consumo.

    Para Baudrillard (1974) el cuerpo aparece dentro de la lgica del consumonarcisista de signos. A travs del ejercicio fsico no solo se busca, estar sano y en forma,sino tambin buena apariencia, ya que esta es un signo que habla de su propietario ypuede ayudarlo a obtener un mayor prestigio, como bien saben utilizar los medios decomunicacin masivos amparados en la imagen.

    P. Bourdieu (1998) profundiza en las correspondencias existentes entre elcuerpo y los estratos sociales, observando cmo la percepcin del esquema corporal ylos hbitos corporales funcionan como valores a travs de los cuales se deduce unenclasamiento social.

    2. En segundo lugar existe un discurso que trata el cuerpo como lenguaje,como un sistema semiolgico, productor de sentido.

    R. M. Birdwistell (1952) concibi la idea de interpretar todos los hechosgestuales con la ayuda de la lingstica, dando lugar a la kinsica (kinesics), o cienciadel movimiento, donde el cuerpo se estudia como elemento de comunicacin.

    E. Goffman (1987) mediante el llamado mtodo del dramaturgo interpretala realidad interactiva existente entre las personas dentro de la vida cotidiana, mostrandola semejanza que hay entre la accin real y la accin teatral; y la utilizacin del cuerpocomo fachada, como envoltura para conseguir credibilidad en la comunicacin.

    E. T. Hall (1973) por su parte estudi el uso y percepcin del espacio socialy personal como estrategia comunicativa dando lugar a la proxmica, que define laexistencia de distintas distancias interactivas que cada cultura asume comoadecuadas.

    3. Un tercer bloque terico habla del cuerpo como lugar de control y depoder.

    M. Foucault (1984) se refiere a la poltica del cuerpo, a la disciplina corporalque se impone desde distintas instituciones: militares, mdicas, escolares, o industriales,al objeto de conseguir un mayor dominio sobre los individuos.

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    J. M. Brohm (1982) apunta desde el materialismo histrico que la lgica delcuerpo es la del rendimiento, observando en el deporte y en las tendencias expresivas dela actualidad renovadas formas de alienacin.

    El Movimiento Feminista ha reflexionado sobre el carcter represivo yexplotador que el cuerpo femenino ha tenido en los distintos momentos histricos,reivindicando un nuevo lenguaje corporal no discriminador en razn de sexo.

    De estas tres orientaciones generales en que se reparten los marcos tericosdesarrollados en torno al simbolismo corporal, es decir: la econmica o mercantil, lacomunicativa o semiolgica, y la poltica; la segunda de ellas es la que posiblementeha acaparado una mayor atencin, sirviendo a su vez de trampoln para llegar a losdos restantes.

    En trminos generales la evolucin del tiempo y con l de las culturas dejaapreciar una transicin del cuerpo prohibido, al cuerpo instrumental y por ltimo alcuerpo relacional.

    Como nos seala M. L. Knapp (1980:186) sabemos que la apariencia fsicadel cuerpo es parte de los estmulos no verbales que influye en las respuestasinterpersonales, y que en ciertas condiciones son los determinantes principales de talesrespuestas. El atractivo fsico puede condicionar el hecho de ser visto o no, puede hacerque aumente la capacidad de persuasin personal a la hora de encontrar trabajo, oencontrar pareja.

    Sin duda alguna que existen otros factores ligados a la personalidad y a lascircunstancias del momento, que influyen en el juicio que los dems tengan de uno;no obstante, en ese sentido los rasgos corporales (porte, estatura, peso, color y olor de lapiel, forma y color del cabello, de los ojos, etc.) ocupan un lugar privilegiado.

    Por otro lado, es preciso apuntar tambin que la percepcin de la buenaimagen, el buen tipo, el ser guapo, son del todo relativas en la comparacinintercultural, dado que lo que para unos puede entenderse como buen maquillaje, paraotros puede ser tan solo un rostro pintado sin mayor atractivo; y lo que para otros denotabelleza y distincin puede ser entendido por unos como brutales mutilaciones corporales.

    Unido a la imagen corporal se halla el movimiento cinsico, la conductatctil, las expresiones faciales, o la conducta visual que constituyen todos ellos factores

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    comunicativos no verbales a travs de los cuales se transmiten mensajes cuyos cdigosinterpretativos se dan en clave cultural, teniendo igualmente un carcter relativo.

    Las culturas anglosajonas son menos dadas al contacto fsico durante lacomunicacin que las latinas o mediterrneas que tocan ms, a la vez que dialogantambin ms en corto, disminuyendo la distancia de conversacin. De ese modo laespontnea muestra de afecto y confianza que un espaol pudiera ofrecer a un inglsmediante el acercamiento y el continuado contacto fsico, pudiera ser descifrado por elsegundo como un sntoma de mala educacin, o bien con desconfianza y recelo porestar en presencia de un comportamiento no habitual que se sale de sus cnones.

    La forma de estrechar la mano en el saludo es distinta de un marroqu (quelo hace con suave roce) a un espaol (que la aprieta con mayor o menor fuerza), o aun venezolano (que lo hace en tres fases: palma-pulgar-palma). Los varones bantesde todas las edades suelen pasear entre ellos con la mano cogida; y los varones rusos sesaludan besndose en los labios.

    Por todo ello, se hace preciso matizar el lema de trata al prjimo como tegustara ser tratado con el de sobre gustos no hay nada escrito, o demasiado, segnse entienda.

    El contexto en un amplio sentido (social, cultural, histrico, ambiental,circunstancial incluso) constituye el teln de fondo o plataforma interpretativa delsimbolismo corporal y motriz. Los gustos, las tendencias, las maneras de ver y entenderson diversas, es una cuestin de perspectiva.

    3.El cuerpo en el anlisis comparado de las culturas3.El cuerpo en el anlisis comparado de las culturas3.El cuerpo en el anlisis comparado de las culturas3.El cuerpo en el anlisis comparado de las culturas3.El cuerpo en el anlisis comparado de las culturasSon muchos los datos que se podran aportar para apoyar la idea de que la

    cultura se halla presente en la estructura social y en las funciones mismas del cuerpo.La antroploga britnica M. Douglas (1978) impuls su bsqueda hacia la relacinexistente entre la experiencia de lo fsico y lo social, estableciendo consecuencias queafectaban a la lgica de pensamiento. De ese modo a un control social fuertecorresponde un control corporal igualmente estricto (p. 96). El trato social exige ocultarlos procesos orgnicos involuntarios o improcedentes: orinar, defecar, vomitar, poseenen el discurso formal de la sociedad occidental una etiqueta peyorativa; de igual modo

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    el estornudo, el aspirar ruidosamente o la tos, descontrolada son signos que pueden serprivados de su significado natural para asociarlos con la buena o mala educacin.

    Por regla general, a mayor refinamiento mayor descorporeizacin: menosruidos al comer, al masticar, ms suave la respiracin y los pasos, ms modulada larisa, ms controlada las muestras de enfado.

    La oposicin aseo/descuido expresa la dicotoma formal/informal. El descuidodel cabello o su arreglo de manera novedosa y anormal constituye en muchos casosuna expresin de protesta contra el sistema.

    Al disminuir la estructuracin social, lo hace tambin el grado de formalismo,aumentando la tendencia a dejarse arrastrar por las modas, y al abandono corporal.Como afirma M. Douglas (1978): ... la desarticulacin de la organizacin socialadquiere su expresin simblica en la disociacin corporal (p. 100), concibiendo pues,el cuerpo como un microcosmos de la sociedad.

    Los orificios corporales se han hecho corresponder a veces con elestablecimiento de relaciones de alianza. Como expresa Edmundo Magaa (1998),analizando los mitos Wayana, Tareno y Kalia, habitantes de Surinan, Brasil y GuayanaFrancesa respectivamente: Por el mismo mecanismo que supone a los hombres enestado de naturaleza la carencia de ano, ..., los mitos atribuyen a las mujeres en estadode naturaleza la carencia de vagina y, por consiguiente, el desconocimiento de lasrelaciones de alianza (p. 135). En estos casos, si la carencia de orificios corporales seasocia al estado ms puro de naturaleza, el exceso de orificios entraa un estadosobrenatural. Con los orificios normales, los mitos discurren en torno a su uso correctoo incorrecto, entrando en escena las prescripciones y tabes sobre la alimentacin, ysobre todos los productos que pueden entrar o salir del cuerpo.

    M. Douglas (1978), al interpretar los ritos coorgos, una de las castas delsistema ind, consideraba que toda excrecin corporal (recorte de uas, cabelloscortados, piel, sudor, lgrimas, saliva, semen, orina, o excrementos) no poda entrarde nuevo en el propio cuerpo por considerarse un acto impuro y peligroso. Los miembrosde esta casta, segn M. Douglas (1978) consideran el cuerpo como si fuera unaciudad sitiada; todas las entradas y salidas estn vigiladas, pues se teme la presencia deespas y traidores. Lo que ha salido del cuerpo ya nunca debe entrar en l y ha deevitarse a toda costa. Cualquier cosa que, una vez salida del cuerpo, vuelve a introducirse

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    en l, est contaminada en el ms alto grado (p. 131). De este modo el sistema deentradas y salidas de los orificios corporales puede simbolizar el miedo de un grupo auna sociedad mayor y como tal amenazadora.

    En otra dimensin, aunque siguiendo con la idea de que el cuerpo es unsmbolo de la sociedad y reproduce en pequea escala las potencialidades y los peligrosque acechan al sistema, se pueden interpretar las numerosas versiones del personajecinematogrfico Rocky, el cual constituye un mito ritualizado bajo la forma deportivadel boxeo, que expresa la realidad y el ideal al que aspira la sociedad estadounidense dedonde surge. La asociacin que se hace de Rocky, sustantivado en lo corporal con laidea de dureza, indolencia, valenta, perseverancia, puritanismo moral, honestidad,sinceridad, sencillez, humildad, e inocencia, entre otras, las cuales se pueden resumiren dos: bondad y poder (curiosamente los atributos esenciales de la idea de Dios);reproduce la imagen que la sociedad de la Unin de Estados Americanos (USA) deseaofrecer al mundo; dejando tambin claro que realizar el sueo americano que tantosanhelan, es decir llegar y triunfar, solo est al alcance de los mejores dotados comole ocurri a este inmigrante italiano abrindose paso a golpe de puos.

    Abriendo algo ms la perspectiva, si bien el simbolismo corporal pone demanifiesto la expresin de la experiencia colectiva, de la cultura en la que se halleinvolucrado; tambin puede expresar su naturaleza individual, sus peculiaridadesinnatas, reflejando no ya a la sociedad sino a su ms profunda y singular personalidad,ligada en buena medida a la experiencia sexual del cuerpo, como apunta la corrientepsicoanaltica encabezada por Freud.

    En definitiva nos encontramos aqu con un doble simbolismo corporal: unocentrpeto o psicolgico y otro centrfugo o sociolgico; pudindose leer el simbolismodel cuerpo en dos direcciones: hacia la universalidad del instinto sexual (libido) ohacia la particularidad de la cultura. Direcciones que lejos de oponerse se complementany ofrecen la clave de la compleja y a veces paradgica realidad del cuerpo situado entrela naturaleza y la cultura.

    M. Merleau-Ponty (1966) deca que nuestro cuerpo no solo recapitula en todassus partes las significaciones de las cosas y de los seres que percibe y sobre los cuales obra,sino que adems est en el origen de todos los otros smbolos, siendo el cuerpo punto dereferencia permanente de ellos. Por eso, solo se puede hablar del cuerpo a travs de la

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    diversidad de los discursos simblicos formulados por cada cultura en los innumerablesmitos que stas forjaron para expresar sus fantasmas, su lgica de ideas encubierta.

    Los mitos del cuerpo asuen tantas formas como ideas y fines se forjan lasdiversas culturas. Por un lado, existen los mitos teolgicos del cuerpo, pues ste permitea la religin definir su poder sobre la muerte, ya reduciendo el cuerpo a una ilusin, auna pantalla o a una envoltura transitoria e inesencial, como en las religioneshinduistas, ya, por el contrario, encerrando en el cuerpo un germen de eternidad comoen el cristianismo. Diferencias que reflejan la distincin entre las religiones que sesostienen sobre la idea de la reencarnacin, y consecuente purificacin y perfeccinprogresiva del ser; de las que lo hacen sobre la idea de la resurreccin, marcadas por ladoctrina de no pecar y el anhelo de la salvacin.

    Desde el punto de vista del Derecho, la lgica de las sociedades esclavistas encuanto al reconocimiento de la propiedad sobre el cuerpo del otro, de otro ser humanono considerado como igual; se diferencia de manera sideral del pensamiento humanistaque pone especial nfasis en la libertad como atributo esencial de la persona para supleno desarrollo. En un amplio sentido, dentro del humanismo no obstante, se inscribetambin el discurso que matiza la libertad humana con la idea de la predestinacinpor obra del Creador Universal.

    Dentro de las sociedades libres, hay que sealar igualmente que la privacinde libertad en centros penitenciarios forma parte de los medios represivos para mantenerel orden, y como caso extremo, en algunos lugares se acaba legalmente con la vida,con el cuerpo, de otra persona considerada indeseable. La libertad no es por tantoabsoluta sino que se define socialmente, de modo que por regla general la de unocomienza donde acaba la del otro; condicin compleja en cualquier caso.

    Tambin hay mitos del cuerpo que responden a las diferentes medicinas ysistemas mdicos practicados en el transcurso de las pocas. As encontramos primero,como seala M. Foucault, la imagen de un cuerpo que responde a la medicinahipocrtica (siglo IV a. C.), es decir, un cuerpo concebido como microcosmos compuestode cuatro materias fundamentales: tierra, agua, aire y fuego. Luego a esta imagenhipocrtica del cuerpo se agrega la representacin cartesiana del siglo XVII de un cuerpo-mquina, movido por el alma como motor. Lo cual suscita una reaccin contraria enel siglo XVIII en los mdicos influidos por Leibniz, quienes afirmaban que el cuerpo no

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    es otra cosa que un sistema organizado democrticamente como una federacin yno monarquicamente bajo el poder de un alma. El modelo mdico actual, segnFoucault (1984) por perfeccionado que parezca, cambia perpetuamente segn losdescubrimientos que se hacen sobre el funcionamiento celular: la clula se ha convertidoen el microcosmos de nuestro cuerpo, despus de haber sido el cuerpo el microcosmosdel universo. Con todo eso, el modelo occidental del cuerpo contina apoyndose en laexplicacin mecanicista de Descartes, circunstancia que lo opone al modelo corporalorgnico de la medicina oriental y especialmente al de la medicina china regida por laley del equilibrio (el ying y el yang); o a los modelos indgenas de sanacin que poseenun carcter psico-socio-somtico.

    Hay tambin mitos elaborados por las filosofas, de las cuales la medicinacontina siendo en parte tributaria. Por ejemplo, al cuerpo-mquina de Descartes o alcuerpo como sistema dinmico de Leibniz puede agregrsele la mitologa del cuerpocomo instrumento de accin, ya en su forma espiritualista, puesto al servicio de laconciencia del sujeto (de un modo mstico, dado a la contemplacin y meditacin, ode modo asctico, apoyado en la idea de sacrificio y dominio frente al mundo); ya ensu forma materialista, como cuerpo movido por la dialctica de la necesidad y deltrabajo. Esta mitologa de la accin encontr tambin en el deporte (en la formaorganizada que se ha dado en las sociedades industriales contemporneas) unaexpresin nueva y en cierto modo engaosa porque, al pretender liberar el cuerpo porel movimiento, el deporte o al menos los factores aadidos a l (polticos, econmicos)a menudo lo enajenan.

    El cuerpo deportivo es la ltima forma de las mitologas corporales, la delcuerpo sano, hermoso y fuerte, producto de una civilizacin del ocio y delesparcimiento, de la imagen y del consumo. El cuerpo deportivo, desarrollado conmesura, es indudablemente algo saludable, pero asociado a ste se vende ademsuna idea de liberacin y bienestar a travs del cuerpo, que cuanto menos debe hacerpensar en si lo que se busca es o no su introduccin en el mercado; si no, qu significatener un cuerpo danone?

    Por otro lado, con el libre mercado uno se debe interrogar hasta qu puntonos movemos apoyados en la dinmica de la necesidad o del deseo; de un deseomediatizado por otro al que emulamos, tambin en lo corporal.

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    Los viejos mitos del pasado son desplazados o solapados por los nuevos mitosen torno al cuerpo que la cultura genera y modifica a su antojo. El hombre contemporneoproyecta en su cuerpo y busca en l no solo los parasos perdidos de su infancia, sinotambin los espejismos suscitados por las innumerables mutaciones de su cultura.

    Lo que somos se lo debemos a nuestros pasados; y en lo que respecta a losespaoles, que ya de por s constituimos un crisol de culturas, podemos destacar algunosdatos que pueden servir para comprender la enorme cantidad de cambios que se hanproducido en muy poco tiempo, sobre todo en las tres ltimas dcadas, en relacin a laconcepcin y uso del cuerpo.

    Echando una mirada al pasado de hace unas tres generaciones atrs ycolocndonos a principios del siglo XX, de la mano de Amando de Miguel (1995)podemos observar cmo nuestros bisabuelos para unos y tatarabuelos para otros vivansu cuerpo. Como nos indica este autor esa poca estaba penetrada por la creencia en lafisiognoma, es decir en el estudio (poco cientfico, pero s prctico) del carcter de laspersonas a travs de su apariencia fsica. El vicio o la virtud se deducan del rostro, delporte, de la mirada. La elevada estatura era considerada signo de distincin y podaconstituir un problema para ciertas personas al no ser aceptadas dentro de laservidumbre; ir encorvado para parecer ms bajo solucionaba de momento el problema,adaptndose en este caso el cuerpo al carcter (fisiognoma inversa).

    El defecto fsico, as como la grave enfermedad se viva como castigo de Dios,como un estigma.

    En cuanto al cuerpo femenino, en un primer momento y hasta bien entradoel siglo XX, se impuso la palidez como signo de distincin y de decencia, a fin dediferenciarse de los colores morenos del campesinado, para lo cual se embadurnabande cremas y polvos blancos las caras, escotes y brazos. Tambin se impuso el pelo rubioen las clases altas, tiindose con agua oxigenada quien no lo tuviera.

    Progresivamente y como consecuencia de la irrupcin del deporte, el veraneo yel ocio al aire libre, la moda de la palidez fue perdiendo terreno por la de la piel bronceada.

    Asimismo el cuerpo femenino fue enseando con el paso del tiempo unaporcin de piel cada vez ms generosa que empez por el escote y los brazos; los cualeshaba que cuidar y acicalar.

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    El ideal de belleza atraves posiblemente en esa poca por un perodo decontraste y transicin; si en el hombre se mantuvo constante el modelo de delgadez, enla mujer se conjugaba la tipologa lustrosa y gruesa, ms propia del campesinado, conla delgadez y finas cinturas encorsetadas de las clases altas.

    La falta de higiene y de atencin mdica no ayudaban a remediar lasenfermedades ms normales de la poca como fueron la tuberculosis y el tifus, juntocon la desnutricin.

    Desde primeros aos del siglo XX el cuerpo se empez a redescubrir y asecularizar progresivamente a medida que se fue desprendiendo de los discursospecaminosos y a introducirse en una nueva moral ms orientada a vivir placenteramenteel presente. No obstante, el culto a la apariencia manifestado sobre todo hasta los aos50 haca que las personas no se mostraran pblicamente con naturalidad,condicionando su aspecto fsico y el comportamiento a las expectativas sociales portemor al qu dirn.

    4. Visiones del cuerpo en la modernidad tarda4. Visiones del cuerpo en la modernidad tarda4. Visiones del cuerpo en la modernidad tarda4. Visiones del cuerpo en la modernidad tarda4. Visiones del cuerpo en la modernidad tardaSi bien en la comparacin entre culturas la visin del mundo adquiere un

    valor relativo, el cambio generacional en una misma sociedad ofrece un panoramacontrastante de formas y sentidos que invita a adoptar una posicin flexible para entenderadecuadamente las distintas racionalidades.

    Como expresara M. Mead (1977): Hasta hace muy poco tiempo, los mayorespodan decir: Sabes una cosa? Yo he sido joven y t nunca has sido viejo, pero losjvenes de hoy pueden responder: T nunca has sido joven en el mundo que yo lo soy,y jams podrs serlo (p. 92). Lo cual pone de relieve la inconmensurabilidad de laexperiencia, y de los contextos en donde sta se desarrolla. Evidentemente los tiemposcambian al igual que los valores, y como manifiesta N. Elias (1982:123) la mutabilidadnatural del hombre constituye una constante social.

    Dentro del contexto occidental de la sociedad capitalista y a cierta distanciaya de la Revolucin Industrial, nos hallamos posiblemente en un momento especial detransicin, en un tiempo eje o bisagra que deja entrever un futuro incierto. Lamodernidad tarda en donde nos encontramos posee una serie de valores que la definen,

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    entre los que se encuentran: el rechazo a las cosmovisiones totalizantes, la vivencia delmomento presente, las actitudes eclcticas, la ruptura con los viejos mitos, la aparicinde una nueva esttica que combina lo tradicional con lo nuevo, la incertidumbre en losmodos de vida, la coexistencia de lo local y lo global, la emergencia de valores femeninos,la importancia de la informacin meditica, la hiperindividualizacin y el rechazo alas instituciones, el escepticismo, el consumismo matizado por la aparicin de unanueva conciencia ecolgica, la moda new age y los productos light, la democratizacindel hedonismo, del esteticismo, del narcisismo, del culto al cuerpo.

    De acuerdo con A. Buuel (1994:97-98), en nuestra sociedad el cuerpo ocupaun valor central, se utiliza como signo de estatus, y como vehculo meditico paravender las ms variadas mercancas. Convertido en objeto de consumo, no son pocaslas personas que invierten su tiempo y dinero en imagen y salud; as como tambin endivertimento y emocin, vivenciando con el cuerpo situaciones de cierto riesgo, yaventuras que en muchos casos no pasan de ser imaginarias.

    Las gimnasias de la forma3 como el aerobic, yoga, jin-jaz,mantenimiento, etc.; tienen en las mujeres su mejor clientela configurando un doblemodelo corporal: el instrumental que persigue la eficacia en la accin y el xitopersonal, correspondindose con un cuerpo energtico, fuerte, bello y sano; y elrelacional que busca diversin y contacto social, siendo el cuerpo un medioexpresivo y comunicativo.

    El modelo esttico que se va imponiendo en el hombre se basa en la aparienciajuvenil, fuerte, viril, bronceado, musculoso, y galn; a la mujer por su parte se la presentajoven, atractiva, alta, delgada, sin grasa ni arrugas, bien peinada y seductora.

    Alcanzar los modelos ideales de belleza corporal entraa paradgicamenteno pocos sacrificios. Los productos light se imponen; la obesidad es una condicinestigmatizada, asociada a la pobreza y al mal gusto que puede incluso acarrear seriosproblemas en la formacin de la personalidad, sobre todo de los adolescentes. Adems,la obsesin por la obesidad imaginaria trae frecuentemente como consecuencia laanorexia con finales muchas veces fatdicos. Todo lo cual debe hacer reflexionar acercadel poder proyectivo que la sociedad tiene sobre cada uno de sus integrantes.

    Los avances cientficos hacen que las nuevas tecnologas ya hayan comenzadoa influir en la configuracin corporal: la ciruga plstica, la silicona, la administracin

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    hormonal, hacen posible el cambio deliberado de imagen: eliminar arrugas, aumentaro disminuir senos, modificar los rganos genitales, e incluso cambiar el color de lapiel, ya es una realidad al alcance de quien la pueda pagar.

    El trasplante de rganos hace posible que se prolongue la vida en personasque la tienen muy difcil.

    Por otro lado, la reproduccin asistida con lo que supone la inseminacinartificial, la fecundacin in vitro, y la transferencia de embriones pone de manifiestoel papel de la medicina cientfica como instrumento de control social. Sin embargo, esla investigacin, an incipiente, sobre el genoma humano el ms alto exponente dehasta qu punto el cuerpo puede ser objeto de control tecnolgico. Alterartecnolgicamente no solo el desarrollo natural del cuerpo sino incluso su propia gnesis,est pidiendo ya una redefinicin del mismo que, en sintona con los tiempos, aclarede qu va a depender su origen y su evolucin.

    De hecho, ya se ha empezado a hacer con la filiacin. Diferente es ser unpadre o madre biolgico/a que legal, segn se haya participado depositando semen enun banco, o aportando el vulo (con o sin alquiler de tero); o bien lo que exista sea elcompromiso expreso de cuidar y proteger a la criatura.

    El cuerpo est cobrando cada vez ms valor tecnolgico en la medida que setrata de evitar el dolor, alargar la vida, gestionar la descendencia; y como no, dentro deuna sociedad de mercados tambin cobra valor mercantil tanto por su inters simblicoen lo que respecta a la utilizacin meditica para la venta de otras mercancas, comopor su inters material como lo demuestra la existencia legal de madres de alquiler, yen otra dimensin el perseguido comercio y trfico de rganos, que tienen como vctimas(y no donantes) a las personas (nios en muchos casos) marginadas de la sociedad.

    Por otro lado, an con todo el desarrollo cientfico y tcnico, la pandemia delSIDA, aunque sea un azote que afecta globalmente al planeta, en el contexto de lassociedades modernas avanzadas aparece destrozando la apropiacin del cuerpo, obligandoa repensar las maneras de cuidarlo y conservarlo. El atributo de incurable hace temblara todos, convirtindose por un lado en un nuevo reto cientfico para ganar la batallacontra la enfermedad; y configurando por otro lado nuevas estrategias de relacin sexual,orientadas hacia el sexo seguro, as como la desconfianza y el rechazo social hacia sectoresconsiderados de mayor riesgo como homosexuales (gais y lesbianas) y drogodependientes.

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    5. Consideraciones finales5. Consideraciones finales5. Consideraciones finales5. Consideraciones finales5. Consideraciones finalesEl uso y percepcin que tenemos de nuestros cuerpos amparados en el

    mercado, en la comunicacin masiva y en una buena dosis de tecnologa, y que paraalgunas miradas, miopes de perspectiva, pudiera ser el nico, contrasta realmente conotras visiones, como consecuencia de no participar de un mismo modo de vida, de unamisma manera de entender el mundo exterior e interior.

    El cuerpo y sus implicaciones con el juego, el deporte, la danza, la gestualidad,o el trabajo en sus mltiples formas, adquiere sentidos diversos al comparar tradiciny modernidad en distintas sociedades, o sociedades que estn ms de un lado o de otro.

    Si buscamos una constante en la historia de la Humanidad que permitaanalizar la evolucin en la percepcin y uso del cuerpo frente a un acontecimientoconcreto, sta sera la enfermedad y por extensin la muerte.

    La concepcin holstica e integral de la enfermedad y la salud prevalecienteen el pasado, ha evolucionado hacia una percepcin anatmica del sistema mdico enel cual crece la intervencin quirrgica con tcnicas cada vez ms elaboradas, as comola aplicacin farmacutica; despersonalizando la enfermedad, hacindola annimapara actuar mejor sobre ella.

    La cultura de la culpa, en la que la enfermedad sera percibida como uncastigo, es desplazada por la cultura de la vergenza, en donde la enfermedad seasocia con la debilidad y el abandono de uno mismo.

    El sistema mdico oficial en la sociedad moderna individualiza y somatizala enfermedad, interviniendo y manipulando el cuerpo de mltiples formas para lograrla sanacin; mientras que en las sociedades tradicionales el cuerpo de las personas seconcibe como una prolongacin del cuerpo social, buscndose la enfermedad en lasredes sociales sobre las que se opera simblicamente para obtener eficacia sanadora.

    El mal de ojo, el golpe de aire, el meigallo, la relajadura, o la aoranza,son trminos empleados en diversos puntos de Espaa para definir enfermedadesque el saber tradicional seala como no de mdicos, y slo confiables alcurandero, al experto socialmente reconocido que a travs del ritual funde lo fsicocon lo mtico, la cura con la fe y la creencia en el milagro, con la eficacia de laaccin simblica.

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    La curacin en las sociedades tradicionales, condicionadas por una fuertepersonalidad colectiva, suele consistir en un procedimiento que pretende restituir alcuerpo una energa perdida o en exorcizar un factor exgeno que lo debilita.

    M. Mauss (1971) afirmaba que en ciertos contextos culturales un hechizopuede causar la muerte, y ms an, como indica J. Sanchez-Parga (1997), en lassociedades andinas la humillacin y ridiculizacin de una persona podra acarreargraves consecuencias para la salud, al extremo de producir la muerte. La agresinmoral que a un nio de cultura occidental le puede afectar psicolgicamente, a unnio indgena le puede afectar somticamente.

    Si existe interdependencia entre lo material y lo simblico, el cuerpo est enla mente y la mente en el cuerpo, sealando los lmites de la propia corporeidad, loslmites del propio mundo (Garca Selgas 1994:82).

    El cuerpo para cada sociedad, adems de un hecho biolgico, es un territoriocargado de representaciones en donde permanentemente se construye y deconstruyeimgenes culturales, en donde se deja notar el espacio y el tiempo, y en donde seproyectan seas de identidad y de alteridad.

    Si como se ha sugerido el cuerpo es un smbolo de la cultura y de la sociedaden donde nos hallamos inmersos, pensar y entender el cuerpo nos aproxima a lacomprensin del mundo que nos envuelve, a la realidad simblica que junto con lapura carnalidad forma parte de nuestro ser, dndole a la materia sentido.

    Notas:Notas:Notas:Notas:Notas:

    1 Profesor Titular de Antropologa Social en la Universidad de Granada (Espaa). Responsa-ble del Grupo de Investigacin Antropologa Social de la Motricidad. E-mail:[email protected]. Este artculo se finaliz de escribir en Granada, en noviembre de1999. Fue revisado por esta revista en febrero de 2000 y aceptado para su publicacin enseptiembre de 2000 [Nota del Comit Editorial].

    2 En estos Estados, del que pueden ser ejemplo la mayora de los pases sudamericanos: Vene-zuela, Per, Brasil, etc., existe una recurrente frase en el discurso poltico que viene a decir:

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    3 Trmino acuado por A. Buuel , 1992

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