Introducción.

Intención manifiesta de Hayden White habrá de ser el vincular la historia con la Literatura, en virtud de que la historia estructura sus relatos sustentándolos en varios elementos narrativos, propios de la Literatura misma, y estrechamente ligados a la lingüística, denominados tropos, por lo cuales se pueden alternar las formas de hacer lenguaje. Aspecto éste revestido de importancia, por cuanto que es sobre él que la representación lingüística del mundo, que la historia le proporciona a la sociedad, ha de ser tomada, las mas de las veces, como definidora de la realidad, característica que a los ojos de muchos historiadores distingue a su disciplina de la Literatura, que se encarga de proferir relatos producto de la ficción; acepción que, sin embargo, White se dispone a objetar en su libro ¨El Texto Histórico como Artefacto Literario¨, puesto que a su entender los hechos históricos de manera similar que los literarios, son inventados debido a que éstos no vienen naturalmente dados a manera de narraciones ni de datos inscritos en un registro documental, por lo que es posible concebir al fenómeno histórico como una construcción a raíz de la imposibilidad de constatar tales registros mediante la directa observación de unos hechos que ya forman parte del pasado, y que solo pueden ser recordados, más de ningún modo reproducidos.

Línea de argumentación, de las varias que plantea, por la que White al lado de otras ha de ir develando a lo largo de su libro algunas de las problemáticas, a su juicio, referentes a la forma que puede adoptar el discurso histórico; problemáticas que a su modo de ver consisten en ¨dar sentido a un conjunto hipotético de acontecimientos ordenándolos en una serie que está estructurada, al mismo tiempo, cronológica y sintácticamente, del mismo modo en que está estructurado cualquier discurso¨1, dilema aquel que implica temas tan variados que pueden ir desde la narrativización de los acontecimientos, la relación entre realidad y ficción, pasando por el bosquejo de la teoría tropológica y las modalidades de trama, aspectos que en la medida de lo posible serán dilucidados en éste nimio ensayo, dividido en tres partes, basado en aquellos términos, con el fin d dar con parte del método utilizado por Hayden White; destinado sobremanera a familiarizar lo que normalmente se presenta como extraño al público lector, merced de la creación de un tipo de lenguaje figurativo, en contraposición a uno técnico que exige un previo adoctrinamiento; metalenguaje aquél que sin embargo, y hasta el momento, no ha podido ser consolidado, lo que ha inhibido a la historia de la adopción de una terminología propia y aceptada de forma unánime por la comunidad histórica en virtud del profundo desacuerdo existente entre sus miembros.

1 White, Hayden., ¨El Texto Histórico como Artefacto Literario¨, Barcelona, Paidós, 2003, p. 127.

1

Hecho éste que intenta deslindar la practica historiográfica del mecanicismo que tiende a sumirla en la excesiva abstracción, a lo cual White hace expresa su preocupación por evocar el lazo de emotividad que debe de hacer presencia en la práctica, mediante la introducción de la ¨dimensión retorico-poética¨ en la producción escrituristica, inherente al texto de narración histórica; algo que le permite a los historiadores efectuar sus investigaciones encauzadas en el ámbito de las practica historiográfica con un minucioso conocimiento del oficio del que carecían los epistemólogos.

2

Narrativización y la dicotomía real-ficción.

De la actividad histórica se ha de tener una imagen frecuentemente relacionada con la mera y simple enunciación de acontecimientos del pasado, encausados en una linealidad de causalidad, conforme a la secuencia cronológica de su consecución. Dictamen que tiende a reducir sobremanera el amplio espectro de rasgos que la disciplina del pasado puede adoptar, más que sin embargo, ya hubo de ser considerablemente refutado por un sinfín de argumentaciones proferidas por la comunidad de historiadores, dispuestos a desmentir visiones tan sesgadas del ejercicio historiográfico, el cual, estrechamente ligado habrá de estar, a la producción escrituristica de elementos literarios.

Bien sabido es, por los entendidos en la materia, que ningún conjunto de acontecimientos viene previamente determinado a la manera de un relato propiamente dicho, pues los acontecimientos en el momento de su sucesión, carecen de sentido y significado alguno, por lo que los registros que han de quedar asentados en los documentos, solamente se le ofrecen al historiador como elementos que mediante su conveniente estructuración dan origen a un relato, proceso conocido como narrativización. White la define como ¨la principal forma por la que se impone el significado a los acontecimientos históricos¨2, tanto así que la asignación de sentido a los hechos se le ha de atribuir a la escritura histórica. Asignación de sentido que se consigue, merced de la ficcionalización que se le impone a los sucesos al momento de efectuar una reinterpretación de los mismos a partir de las lecturas que, previamente multitud de profesionales hubieron de hacer respecto del tema en cuestión.

El termino ficcionalización tiende a proyectar a una concepción quimérica que reviste a cada uno de los relatos difundidos por la historiografía como faltos de credibilidad, visto desde éste punto se habrá de poner en duda el carácter de veracidad que, tradicionalmente arraigado a la disciplina, es necesariamente indispensable a la cualidad de las narraciones propugnadas por la Historia. Sin embargo se torna menester aclarar que, según la opinión de White, la distinción hecha entre la ficción, propia de la Literatura, y la realidad, inherente al relato histórico, no se encuentra de ningún modo enmarcada en una relación de oposición, debido a que ambos aspectos comparten, durante el proceso de elaboración de sus escritos, cierta susceptibilidad al influjo del rol imaginativo que domina la construcción del relato. Es notorio el accionar de tal peculiaridad en la propia Literatura que tiende a fantasear todas sus narraciones; no obstante, ¿qué acaso la Historia se encuentra libre de semejante actuar? Muchos de los historiadores que

2 Ibíd., p. 51.

3

repudian cualquier relación que la disciplina pueda establecer con relatos venidos de la fantasía, responderían afirmativamente a la pregunta, pero lo harían ignorando que aquél elemento es igual de inherente a la Historia, tanto como lo es a la Literatura, pero por supuesto que en distinta medida.

Pues analizando el ejercicio que el historiador lleva a cabo, al momento de escribir acerca de un suceso cualquiera del pasado, y registrado en una inscripción documental, éste tiene que recurrir a recrear e imaginar a las personas, los lugares y situaciones reales que gran incidencia tuvieron en la consecución del acontecimiento a difundir, ya que el campo se encuentra inhibido para corroborar todas sus afirmaciones con los objetos de su estudio de una manera perceptible, cuyas únicas huellas se encuentran en los documentos que sobrevivieron a la ardua prueba del tiempo, que asimismo omiten y suprimen detalles que el académico se ve en la necesidad de deducir conforme al conjunto de textos que tiene a disposición.

El narrativizar un acontecimiento implica que el historiador se valga de un discurso poético, por el cual encuentra el modo de tramar sus descripciones, sin necesidad de recurrir a una exposición totalmente literalista de los hechos, que solamente darían lugar a una crónica, y no a una historia. Y aquello adquiere relevancia si se tiene en cuenta que una narración no se limita a ser un mero compendio de lo que ocurrió en algún momento, sino más bien a redescribir tales sucesos merced del conocimiento que está preliminarmente acumulado, aclarando que tal conocimiento está sustentado en continuas ¨construcciones hipotéticas […] que requieren un tratamiento por medio de procesos imaginativos que tienen más en común con la Literatura que con cualquier otra ciencia.¨3 Argumentación que bien claro debe dejar que si bien los acontecimientos que fueron atestiguados se adecuaron apropiadamente al registro documental, los hechos se han de construir en la imaginación, a su vez que adquieren forma en función del lenguaje y el discurso.

Discurso y la Teoría Tropológica.

3 Ibíd., p. 54.

4

Ninguna clase de acontecimiento se ha de encontrar en la aptitud de ser contado de manera realista en virtud de estar falto, de manera intrínseca, de una estructura de relato; por lo que precisa de una narrativización con miras a ser expuesto, que White considera mas de tipo tropológico que lógico.

Narrativización que se pone de manifiesto cuando procede a transformar gradualmente los acontecimientos aprehendidos de un registro documental, a unas serie que asimismo se convierte en una secuencia, secuencia que muta en una crónica y que posteriormente se narrativiza para dar origen a una narración propiamente dicha. Es de saberse que normalmente las narraciones han de estar revestidas de un carácter enunciativo, en cuanto que cada una de ellas responde a otras narraciones anteriormente proferidas, por lo que se imbrican dentro de la figura del discurso, el cual, para ser comprendido de la manera más conveniente, precisa de la tropología para develar los aspectos imaginativos del mismo, encontrando las relaciones que enlazan a determinadas imágenes, que bien se desempeñan a modo de ¨señales de una realidad que solo puede ser imaginada más que percibida directamente.¨4

Con el fin de develar los aspectos implícitamente contenidos en el discurso histórico, la disciplina historiográfica se ven en la creciente necesidad de crear un lenguaje propio e innato, del cual servirse, con el mayor provecho, para discurrir sobre los temas que acostumbra discernir conforme al objeto de su estudio y así particularizar de manera distintiva la representación escrituristica de los acontecimientos producto de sus investigaciones, dando pie al surgimiento de un metalenguaje. A fin de llevar tal empresa a buen término, la disciplina se habrá de fundamentar en la acción de los llamados tropos, los cuales se constituyen en ¨desviaciones del uso literal, convencional o propio del lenguaje, desvíos de la locución que no están sancionados ni por la costumbre ni por la lógica, [éstos] generan figuras de habla o pensamiento por su variación de lo que normalmente es esperado.¨5

Es importante resaltar el asunto de la lógica en el discurso, puesto que éste jamás se deja circunscribir ni limitar por el influjo de ella, constantemente escapa cuestionándose por la adecuación de la lógica para captar la esencia de su tema, lo que le lleva a centrarse de marcada manera hacia la reflexión metadiscursiva. Se puede ver que en función de tal vicisitud, el discurso generalmente tiende, como uno de sus propósitos, a hacer comprensibles los temas de los que da cuenta; comprensión, que White entiende por, familiarizar los aspectos narrativos que

4 Ibíd., p. 45.5 Ibíd., p. 65.

5

normalmente se han de encontrar al margen de nuestra percepción, que en resumidas cuentas nos resultan extraños, y que termina por concebirla de una naturaleza tropológica a raíz de que tal familiarización de los rasgos ajenos del discurso, a nuestro entendimiento, resultan ser de carácter un figurativo que tiende a enlazar con unos tropos determinados.

Tales tropos de figuración son conocidos como la metáfora, la metonimia, la sinécdoque y la ironía, que frecuentemente son utilizados en los procesos de formación del discurso, en virtud de las correspondencias por analogía que ha de establecer entre diversas experiencias y acontecimientos, a menudo antitéticos, por los que se gestará, merced de las inconsistencias que tales vínculos pudieran tener entre sí, un efecto esclarecedor de la realidad en correspondencia con la apropiada relación que se debe plantear entre las palabras y las cosas.

La teoría tropológica del discurso ha de mostrarse favorable a brindarle a la historiografía un mecanismo por el cual se permitirá clasificar los distintos tipos de relatos, de los que se vale para llevar a cabo una investigación, sustentándose por los modos lingüísticos imperantes durante su estructuración más que por la naturaleza del contenido y las aserciones que el texto se disponga proferir. Es debido a la teoría tropológica que es posible entender que tanto el habla como el discurso ¨median entre supuestas oposiciones [en la misma medida que lo hace] entre nuestra aprehensión de los aspectos de la experiencia que aun nos resultan extraños y los aspectos que comprendemos porque hemos encontrado un orden de palabras adecuado para su domesticación.¨6

La Trama.

6 Ibíd., p. 101.

6

Ya con anterioridad se ha mencionado que los acontecimientos, propiamente dichos, no vienen naturalmente narrativizados a la manera de un relato al que se le hubiera de atribuir algún género de narración orgánico por el cual dé a conocer lo que intenta explicar. De ese asunto se ha de encargar el historiador quien sirviéndose de los instrumentos de la retorica lingüística, adecuará tales acontecimientos a modo de relatos en virtud de las distintas modalidades de trama que bien puedan aplicarse a la narración de las series cronológicas, que carentes de estructuración y significado alguno, son revestidas de un sentido manifiesto. Aquellas modalidades de trama le han de brindar a los acontecimientos a explicar una interpretación particular, e individualmente distintiva, de los demás que previa o simultáneamente se hayan hecho respecto del mismo tema, con lo cual es menester aclarar que las interpretaciones que suelen discrepar, conforme a la consecución de un mismo hecho, son producto del tipo de combinaciones que se hacen de las distintas modalidades de figuración y explicación a las que se presta un relato, cuya configuración es escogida por el mismo historiador; decisión ésta que se encuentra estrechamente ligada a los intereses del mismo, puesto que dependiendo de las inclinaciones o tendencias que tenga el historiador, éste se dispondrá a elegir la estrategia que más le convenga para adecuar la realidad del suceso a la esfera de pensamiento que él considere más optima, de ahí el sinfín de significados en interpretaciones discrepantes que podemos encontrar rondando en el campo historiográfico.

Proceso, éste de tramado, que White hubo de definir como ¨la codificación de los hechos contenido en las crónicas como componentes de tipos específicos de estructuras de trama¨7, con lo cual queda claro que el significado de un relato se encuentra constantemente sujeto a la determinación del historiador, de su decisión de configurarlo de acuerdo con los imperativos de la estructura de la trama escogida para darle forma a su significación. Especial énfasis se debe de hacer en torno de la naturaleza de tales significaciones, sus explicaciones y las interpretaciones que de ellas se deriven, debido a que en función de la supresión y omisión de ciertos detalles, aquellas explicaciones quedarán determinadas más por lo que se soslaya, que por lo que convenientemente sí se llega a incluir en ellas, y todo se da en torno del tipo de elección y combinación de diferentes modos de tramar tales relatos, cuyas asociaciones mayoritariamente se han de ajustar a la naturaleza innata de los hechos.

Las modalidades de la trama se componen de una forma romántica, tanto como una trágica, la cómica, la satírica y un amplio espectro de géneros disponibles al libre empleo de conjunciones, que al cernirse sobre las descripciones del historiador lo hacen sin violar los imperativos del orden cronológico de sucesión. Efecto aquél

7 Ibíd., p. 112.

7

que se logra gracias a que, el hecho a puntualizar, merced de su aptitud de ser trasladado a un medio escrito, es situado en su respectivo contexto temporal, concibiéndolo como parte de un todo y siendo conscientes de que tales acontecimientos que el historiador ha de codificar, anteriormente ya hubieron de haber pasado por el mismo proceso, con lo que es posible considerarlos como una continua recodificación que apela a otros modos de trama del que primeramente se les asignó; modos que se constituyen en ¨poco más que protocolos lingüísticos que esos historiadores usaron para prefigurar ese conjunto de acontecimientos¨8 antes de escribir sobre estos mismos.

Conclusiones.

8 Ibíd., p.132.

8

El hecho histórico ha de ser concebido como una construcción, según White, y se lo ve así debido al proceso de recreación, a cargo del historiador, por el que tienen que pasar cada uno de los acontecimientos cifrados, en la crónica, a modo de series de consecución temporal y que fueron creadas por el hombre para da cuenta de aquello, que al estar en el pasado, no se puede reproducir, pero si recordar.

Se trata de hacerle ver a la comunidad académica, la insostenibilidad de la distinción tradicionalmente difundida acerca del elemento realista de la Historia, totalmente deslindada de la repudiada ficcionalización, por parte de los historiadores, propia de Literatura; White esclarece el agente de ficcionalización que hace acto de presencia en la disciplina histórica, especialmente durante el acto de prefiguración mediante el cual se le dota de un sentido a los acontecimientos en función de su narrativización y por la que estos han de adquirir su forma de discurso, concebido como un artefacto verbal, absolutamente sujeto a una gran variedad de interpretaciones propiciadas por la miríada de visiones sobre el acontecer del pasado.

Con el fin de considerar a la historiografía como una ciencia de legitima validez, ésta precisará de la elaboración de una terminología propia sobre la que se permitiera sustentar sus análisis de manera optima, y para el caso en cuestión la disciplina histórica, a juicio de White, requiere de la utilización de un lenguaje figurativo más que técnico, puesto que la Historia, como campo de estudio, aun no ha afirmado un sistema terminológico formal a raíz de la falta de estructuración metódica de la que se ha visto inhibida la producción académica. Lo que ha obligado a centrar el asunto, de brindarle un significado a las narraciones, en torno a ¨la desestructuración de un conjunto de acontecimientos originariamente codificados en un modo tropológico y la progresiva reestructuración del conjunto en otro modo¨9, ideario aquél afín a la percepción positivista de Hayden White, quien propugna por la construcción de unas historias a partir de la deconstrucción de otras y por lo que la interpretación se verá sujeta a la modalidad de trama elegida por el historiador para relatar la historia.

Reiterada mención de la problemática de tramar las historias y de cómo elegir la manera más apropiada para hacerlo, conforme la naturaleza de los hechos, ocupa un lugar relevante en la argumentación de White, pues es por la elección entre estilos, venidos gran parte de ellos de la Literatura, que se genera la tan discutida dicotomía realidad-ficción, así que con el fin de armonizar tales aspectos, el autor prefiere recurrir al modernismo literario por el que es posible brindar una representación de la supuesta realidad histórica que jamás se ajustó a los modelos apelados por el realismo clásico, asunto que White claramente resume manifestando que ¨se trata de que su representación, ya sea en la historia o en la ficción,

9 Ibíd., p. 134.

9

requiere cierto tipo de estilo, el estilo modernista, que fue desarrollado para representar la clase de experiencias que el modernismo social hizo posible.¨10

Bibliografía.

White, Hayden., ¨El Texto Histórico como Artefacto Literario¨, Barcelona, Paidós, 2003

10 Ibíd., p. 215.

10