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2 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 3

PRESENTACION

INDICE

EVOCACIONES HISTORICAS Y ANALISIS POLITICOCarlos Molina B. 10

ANALISIS DE COYUNTURA

REFLEXION TEORICA

CHILE, 25 AÑOS DESPUESManuel Riesco 88

EL MANIFIESTO COMUNISTA Y LA GLOBALIZACION ACTUAL…Orlando Caputo 108

NOTAS PRELIMINARES PARA UN ESTUDIO …Luis Corvalán 116

TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

FICCION Y REFERENTE HISTORICO. EL CASO DE A PARTIR DEL FINRicardo Cuadros 128

LOS ESTIGMAS DEL CUERPODiamela Eltit 132

HOMENAJE

LA PAYITA (“LA PUERTA SE CERRO DETRAS DE TI“)Pedro Lemebel 138

ALLENDE: EXTRAÑEZAS Y DESTIEMPOSJorge Arrate 16

RECADOS: RITOS DE FIESTA, RITOS DE MUERTECarmen Berenguer 24

“POR LO MENOS MI RECUERDO SERA EL DE UN HOMBRE DIGNO”Soledad Bianchi 30

LOS TRES AÑOS DEL GOBIERNO POPULAR DE SALVADOR ALLENDEMarta Harnecker 34

¡PRESENTE! ¡PRESENTE!Alfredo Jocelyn - Holt Letelier 42

ALLENDE: ¿MITO O PRETEXTO?Tomás Moulian 46

UN ESPACIO DE TIEMPO, UN LEVE ESPACIO DE TIEMPOGuillermo Núñez 49

EL ICONO PATRIMONIALCarlos Ossa 64

APROXIMACION A SALVADOR ALLENDEVíctor Pey 66

LEGADO Y VIGENCIA DE SALVADOR ALLENDEPatricio Quiroga - Darío Quiroga 72

EL ALLENDISMO Y LA RUPTURA DE LA REPUBLICA SIMULADAPatricio Rivas 82

SALVADOR ALLENDE

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COMITE DE REDACCION

CLODOMIRO ALMEYDA † JAIME INZUNZAMANUEL CABIESES DAVID MAC CONELLJAIME CAVADA TOMAS MOULIANJACQUES CHONCHOL RAQUEL OLEAHUGO FAZIO KEMY OYARZUNMANUEL GAHONA FRANCISCO RIVASTOMAS HIRSH JOSE SANFUENTESNELSON GUTIERREZ

COMITE EDITORIAL INTERNACIONAL

ROBIN BLACKBURN INGLATERRAATILIO BORON ARGENTINAJULIO CARRANZA CUBAELVIRA CONCHEIROS MEXICOOSVALDO FERNANDEZ FRANCIARINA GIGLIARDI ITALIAPABLO GONZALEZ CASANOVA MEXICOMARTA HARNECKER CUBANARCISO ISA CONDE REP. DOMINICANAROBERTO KOHANOF ARGENTINAMICHAEL LOWY FRANCIARUY MAURICIO MARINI † BRASILARNOLDO MARTINEZ MEXICOANTONIO MELIS ITALIAMANUEL MONEREO ESPAÑAPHILIP OXHORN CANADAANIBAL QUIJANO PERUADAM SCHESCH ESTADOS UNIDOSEMIR SADER BRASILGÖRAN THERBORN SUECIAJUAN VALDES CUBA

DIRECCION

HUERFANOS 1761 Dpto. 211 FONO: 6969690Sitio web: http://www.geocities.com/~encuentroxxi

ENCUENTRO XXI

DIRECTOR

MANUEL RIESCO

EDITORES

MARIA E.HORVITZCARLOS ZUÑIGA

CO-EDITORES

PATRICIO QUIROGA PATRICIO RIVASCARLOS MOLINA

PRODUCTOR GENERAL

CARLOS GUTIERREZ

GERENTE

HARRY ABRAHAMS

REPRESENTANTE GENERAL

CARMEN HERTZ

TATIANA AGUAYOCLODOMIRO ALMEYDARAUL ALVAREZJOSE M. ARTEAGAROBERTO BAEZADANILO BAHAMONDESPASCUALA BARRAZAANA BARRENECHEAADIL BERCOVICHALICIA BASSORICARDO BRAVOJUAN BUSTOSLILIANA CASTILLOMANUEL CABIESESALBERTO CARVAJALJAIME CAVADAMANUEL CANTEROMARFA CERNACLAUDIA CESPEDESPATRICIO CIDCECILIA COLLMIRIA CONTRERASLUIS CORVALANPATRICIO CHACONSERGIO CHAVEZJACQUES CHONCHOL

CONSEJO EDITORIAL

SERGE DE LA FUENTECARLOS DONOSOHECTOR DUQUEJAIME DURANGALO EIDESLSTEINGLORIA ELGUETARAUL ESPINOZAFAUD FARAHHUGO FAZIOJOSE FERESHECTOR FERNANDEZROSITA FERRADAGUILLERMO FERANDEZAIDA FIGUEROACLAUDIO FONSECACLAUDIO FRIEDMANFRANKLIN FRIEDMANTITAZ FRIEDMANMANUEL GAHONAJORGE GAJARDOTRISTAN GALVEZSERGIO GONZALEZCARLOS GUTIERREZHUGO GUTIERREZNELSON GUTIERREZNELIDA HERESI

FOTOGRAFIAS

Encuentro XXI - LOM Ediciones

JUAN PALOMOCELSA PARRAUMARTIN PASCUALJORGE PAVEZTADEO PAVISICHCARLOS PEREZFRANCISCA PEREZRAMON PEREZBRUNO PEZZUTOPATRICIO QUIROGAMARIANO REQUENAMANUEL RIESCONORA RIESENBERGEDITH RIVASFRANCISCO RIVASPATRICIO RIVASANTONIOROMANISABEL ROPERTPEDRO SADAANGEL SALASALICIA SALOMONEJOSE SANFUENTESMARCELA SANTISJACOBO SCHATANNISSIN SHARIMVICENTE SOTA

PAULINA SOTODANIEL TROMBENJOSE MIGUEL VARASJAIME VALDESANDRES VARELAANGELICA VEGAPABLO VEGALAUTARO VIDELAHUGO VILLARALEX VOJKOVICALEJANDRO YAÑEZAMERICO ZORRILLARENE ZORRILLACARLOS ZUÑIGA

JAIME HERRERACARMEN HERTZTOMAS HIRCSHMARIA E. HORVITZJAIME INZUNZARODRIGO INZUNZAMARIO INZUNZAISABEL JARALEONARDO JEFFSSERGIO JIRONJOSE JORQUERAGASPAR KUSARHECTOR KOYCKJUAN LASENMIGUEL LAWNERALEX LEIVABEATRIZ LIZANAANA LOBOSMANUEL LOYOLADAVID MAC CONELLCARLOS MARGOTTAALBERTO MARTINEZENRIQUE MARTINIJORGE MARTINEZMARIO MATUSRAMON MENESES

ORIEL MICHELLEVIVIANA MIRANDAHECTOR MIRANDAVICTOR HUGOMIRANDACARLOS MOLINARAFAEL MOLINATIRSO MOLINAGUILLERMOMONTECINOSJUAN PABLO MORENOTOMAS MOULIANVICENTE MUÑOZMARIO NAVARRETERAQUEL OLEAESTELA ORTIZCARLOS OSSAVICTOR OSORIOCECILIA OTEIZACECILIA OSTORNOLFERNANDO OSTORNOLMARCIA OSTORNOLROBERTO OYARZOKEMY OYARZUNALVARO PALACIOSPATRICIO PALMA

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PRESENTACION

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Presentación

Tenemos el agrado de presentar a nues-tros lectores este segundo número de Encuen-tro XXI dedicado a Salvador Allende. Antes fueel número 4 en la primavera de hace tres años,a 25 años del triunfo de la Unidad Popular.

Confesamos así la vocación de nuestroEncuentro, de enrumbar al siglo XXI sin perderla honda huella trazada en nuestra Patria por elpensamiento de futuro y las manos del pueblodurante el siglo que termina.

En lo que confiamos sea considerado pornuestros lectores como una mejora respecto alos números anteriores, Raquel Olea ha sido estavez la responsable de editar un ejemplar en elcual ha recogido miradas sobre Allende desdeespacios diferentes y posturas diversas.

Jorge Arrate reflexiona sobre memoria yolvido. Carmen Berenguer, Soledad Bianchi yCarlos Ossa se acercan a nuestro personaje des-de su mirada literaria. Lo mismo que hacen enotra sección Ricardo Cuadros y Diamela Eltit,desde su rescate de la novela de Hernán Valdés.Guillermo Nuñez nos ofrece una mirada plásti-ca que sin duda excede las limitaciones de nues-tra pobre diagramación. Alfredo Jocelyn Holtobserva a Allende desde una derecha que em-pieza a ver las cosas en forma un poco más com-pleja. Víctor Pey testimonia desde su cercaníalos masónicos ángulos del Compañero Presiden-te. Tomás Moulian se pone a deconstruir mitosy pretextos. Marta Harnecker sistematiza hechos

y sienta opinión. Los Patricios, Quiroga y Rivasy el que firma esta nota intentan tesis respectodel período.

Orlando Caputo presenta ideas acerca delManifiesto Comunista que no alcanzaron a en-trar en el número anterior, como vendrán toda-vía otras de nuestra carpeta. Luis CorvalánMárquez hurga orígenes del pensamiento de laderecha.

Carlos Molina ha resumido esta vez ladiscusión de coyuntura de nuestro consejo edi-torial, recogiendo la diversidad de nuestras vi-siones convergentes y la diversión de nuestroEncuentro.

Pedro Lemebel rinde nuestro homenajea la bella y amorosa discreción.

Cerramos el número con nuestras invita-ciones a la fiesta cultural que será para Chile lavisita venidera de Eric Hobsbawm. El historia-dor del siglo XX llegará a nuestro país la últimasemana de noviembre, invitado por EncuentroXXI, CENDA, Universidad Arcis y EditorialGrijalbo, con el auspicio de los Ministerios deRelaciones Exteriores y Secretaría General deGobierno, Diario El Mercurio, Radio Coopera-tiva y Corporación Tiempo 2000 y el Patrociniode las Universidades Católica, de Chile y deSantiago, sus Federaciones de Estudiantes y elColegio de Profesores, entre otras importantesinstituciones.

El Director

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ANALISIS DE COYUNTURA

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10 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

Evocaciones históricas yanálisis político

Santiago de Chile, primer jueves de Oc-tubre de 1998. En los dominios de Manuel seencuentra el Consejo de Redacción de la Revis-ta para, en torno a los aromas y los sabores denuestra ya tradicional “ gallina negra”, evaluarel estado de avance del número trece y tomarleel pulso a la situación política del momento, asícomo a los próximos escenarios en los que seinscribirán los acontecimientos que nos pare-cen más importantes.

Estas reuniones nuestras tienen, en mipercepción, dos fortalezas muy importantes quese han ido consolidando en el transcurso delúltimo tiempo:

En primer lugar, cada día se enseñoreaentre nosotros una diversidad de apreciacionesy de criterios; constituimos un grupo que clara-mente es plural, con rasgos perfilados de hete-rogeneidad que se han hecho cada vez mas ní-tidos, en la medida que nos hemos adentradoen la incertidumbre de la así llamada moderni-dad. En segundo lugar y por provenir la mayo-ría de nosotros de un origen político e históri-co común y por ello, haber compartido durantemuy largo tiempo muchas de las certezas másimportantes del siglo XX, conservamos un ima-ginario político y ético común para desarrollarnuestras esperanzas y expectativas, que nos hapermitido criarnos como un grupo que, realmen-te, tiene vida intelectual colectiva expresada ennuestra Revista. Esto se percibe, en la alegríaauténtica con que comprobamos nuestra diver-sidad en el análisis político.

Estos primeros días de Octubre de 1998están puestos en un marco de evocaciones his-tóricas obligadas, que pueden constituir un buen

Dr. Carlos Molina Bustos

denominador sobre el cual numerar lo que hoyestá en curso. Este 1998 es el año en que secumplen ciento cincuenta años de la publica-ción del Manifiesto Comunista de Marx y Engels,probablemente el folleto más importante delúltimo siglo, a cuyo aniversario hemos dedica-do nuestro último número.

El 11 de Septiembre de este 1998, he-mos conmemorado veinticinco años, un cuartode siglo, de la heroica muerte de Salvador Allen-de y del golpe militar más determinante y salva-je de nuestra historia. A él, al Presidente Allen-de, dedicamos este número de nuestra Revista,con un énfasis especial en la presencia, el signi-ficado y la trascendencia de su personalidad,de sus rasgos mas destacados, como su inmen-sa e incansable vocación por la unidad ampliay abierta de todos los que estaban por los cam-bios y su gran calidad y tibieza de espíritu. Conello queremos hacer una contribución a la re-cuperación de la memoria de Chile, como ca-mino indispensable para la construcción delfuturo sano y desalienado. Recuperar la memo-ria de Salvador Allende quiere decir, para noso-tros, traer al personaje real, completo, de carney hueso, a la presencia cotidiana de las actualesgeneraciones que no lo conocieron y a las cua-les se les ha mentido acerca de él. Porque Sal-vador Allende ha sido, en este país y en estosúltimos veinticinco años, una personalidad ocul-tada, prohibida, adulterada, ofendida, inclusosatanizada, por la cultura oficial decretada porla tiranía y sus vasallos. Lamentablemente tam-bién, en el último tiempo se ha pretendido evo-carlo de un modo purificado, descontaminadode las esencias de su tiempo, porque su tiempofue un tiempo controvertido; se nos ha preten-

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ANALISIS DE COYUNTURA

dido presentar un personaje “light”, liviano, algoasí como un personaje “en la medida de lo po-sible”, casi como ajeno a la lucha de clases, unpersonaje atemporal, al que habría que despo-jar de sus molestas asperezas para, por consen-so, aceptarlo en la renovada historia oficial. Asíhemos percibido la intención y el sentido delacto celebrado en su homenaje, en el EstadioNacional. Yo tuve la fortuna de conocerlo, tra-bajar muy cerca de él y disfrutar de su muy cer-cana confianza, con claros rasgos paternaleshacia mi. El Presidente Allende es un hombreque no puede ser conocido ni entendido si nolo vemos en medio de la lucha política de sutiempo, íntimamente vinculado a las organiza-ciones políticas de la Izquierda Chilena, a suspartidos, por cierto al Partido Comunista deChile y a sus trascendentes aportes en la cons-trucción de la unidad, del cual hoy día se lepretende desvincular, como parte del procesopurificador de su imagen histórica. A otros gran-des de Chile y del mundo se ha pretendido dartrato similar, afortunadamente sin éxito. El mascercano en mi memoria es Neruda, a quien in-cansablemente, se le ha pretendido transformaren el poeta aséptico del amor y del erotismojuveniles, despojándolo de su pasión militantedel Canto General y de España en el Corazón.No es posible entender a Salvador Allende sinagregarle el magnífico acento de sus exagera-ciones o el valeroso significado de alguno desus defectos. Nunca debemos olvidar que estepersonaje, constructor de nuestra moderna ac-tualidad, fue capaz de comprometer su vida enun duelo de caballeros y fue siempre capaz decastigar a algún rufiancillo con un buen puñete,de su gruesa y cálida mano derecha. La pre-tensión de este número trece de Encuentro XXIen estos veinticinco años de la muerte de Allen-de, es traerlo entero a nuestra compañía, ejer-cer nuestra obstinada memoria para tenerlo aquí,con nosotros y nuestros lectores, en especial losjóvenes, tal como era, vivo, tenaz, valiente, re-volucionario, masón, caballero, fino, apasiona-do por las bellas corbatas, cegatón y no buenopara leer, galante, de lengua algo trabada e irre-mediablemente chileno. Es lo mas probable

que este propósito no lo logremos con este nú-mero, pero sí queremos inaugurar el camino desu memoria auténtica, que es la que nos recla-ma el desaliento de hoy.

Hoy día, hace exactamente diez años, enla víspera del cinco de Octubre del año de 1988,en plena dictadura militar, el país entero estabaalerta, movilizado por transformar en certeza uncombate cívico de masas, que auguraba a lasgrandes mayorías nacionales la alegre y espe-ranzada expectativa de la recuperación de lademocracia. Los largos y caros años de luchadel pueblo mayoritario, desde el mismo 11 deSeptiembre de 1973 hasta aquel día, hacían pre-visible que podríamos ganar el plebiscito y ama-rrarle las manos al tirano, cuando quisiera des-conocer su resultado.

Manuel, José, Raquel, Jaime, Tomás, So-ledad, Carlos, todos estuvimos de acuerdo enque, por aquellos días anteriores al plebiscito,el estado de ánimo de la gente era de alegría yde esperanza, de solidaridad y de real compro-miso con el destino de Chile, que se vivía comoun nuestro país muy querido, que nos habíadolido tanto, pero para el que queríamos de todocorazón justicia, democracia, dignidad, díasmejores para todos. Las organizaciones políti-cas democráticas, que habían entregado susmejores ofrendas en la lucha contra la dictadu-ra, permanecían cercanas y compartían la di-rección de las organizaciones sociales que lagente había creado; a pesar de la represión y lacensura de la tiranía, los medios de comunica-ción social libres crecían y se desarrollaban y ladiversidad ya rompía los viejos y rígidos mol-des del autoritarismo. La gente estaba disponi-ble, masiva e individualmente, para ser convo-cada a la realización de grandes tareas y em-presas democráticas. Se comenzaban a insinuarlas primeras definiciones y contenidos progra-máticos. Todos estábamos de acuerdo en la ne-cesidad de la sustitución del orden institucio-nal, en la reparación fundamental de la inequi-dad económica y social, en la necesidad de ver-dad y justicia en la reparación del daño ocasio-nado por las violaciones a los derechos huma-

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EVOCACIONES HISTORICAS Y ANALISIS POLITICO. Carlos Molina

nos, en la necesidad de devolver al pueblo so-berano, la potestad principal para la construc-ción del Estado y de las normas para la convi-vencia social. Sólo nos separaban matices, fac-tores menores cuya resolución podría constituirun hecho de fácil despacho.

En esta última reunión del Consejo deRedacción, todos estuvimos de acuerdo que elcuadro de hoy, diez años exactos después deaquello, es sustancialmente distinto y, en algu-nos aspectos, contradictorio. Tal vez tener pre-sente, diagnosticar en términos de explicación,las causas del estado de ánimo de nuestras gen-tes a pocas horas del plebiscito, puede ser unbuen ejercicio para entender el desaliento, ladesesperanza, la frustración y lo maspreocupante, la pérdida de confianza en el pró-jimo, en lo colectivo, en todo aquello que desa-rrolla los espacios de la moral social y su susti-tución apresurada por lo individual, por un ciertomodo de cinismo egocentrista que exalta hastala alienación el consumismo y el metabolismopersonales, reduciendo los espacios biológicosde la sustentabilidad humana.

De aquí para adelante, el análisis deManuel, José, Raquel, Jaime, Tomás, Soledad yCarlos, comenzó a mostrar las diferencias a cuyavirtud, yo hacía mención al principio de estaslíneas. ¿ A qué se debe lo que pasa hoy entrenosotros? Tratando de entender por qué ocurrelo que ocurre hoy, ¿qué pasará en la políticanacional en el próximo tiempo?

Para algunos, lo que ocurre en el país noes sólo un fenómeno nacional. Debajo de estasvisiones un poco superficiales y nostálgicas deldesaliento y la desesperanza actuales, se ocultanhechos y fenómenos sociales e históricos de lamayor importancia y cuyas determinaciones seencuentran en lo principal de lo ocurrido en Chiley en el mundo, en los últimos cuarenta o cin-cuenta años. El advenimiento de la modernidaden Chile, producto de las grandes transformacio-nes de nuestra historia en el pasado reciente, hadeterminado grandes transformaciones cultura-les, aún poco asumidas por la conciencia

verbalizada de la mayoría nacional, que se ex-presan en la necesidad ineluctable del cambioque hoy parece verse viable. Ya, a casi diez añosdel término de la dictadura, el cambio comienzaa vivenciarse como viable y como este cambiocultural está sustentado en hechos taninfraestructurales como la disminución de la po-blación rural del país al 15% y con ello la incor-poración de grandes masas de chilenos a la mo-dernidad, el cambio político es inevitable. Portodo esto, los que así opinan creen que RicardoLagos será el próximo Presidente de Chile, masallá incluso, de la contingencia que el Sr. Lagoscomparta o no estos puntos de vista.

Continúa la argumentación diciendo queRicardo Lagos ha logrado ser socialmente aso-ciado con la imagen del cambio y a esta per-cepción se debería su liderazgo en las encues-tas, que expresarían la sensatez de la gente.

En esta línea de pensamiento se inscribenquienes piensan que el desaliento y la desespe-ranza, operan históricamente hoy como bases desustentación de proyectos de cambio, por cuan-to debilitan las naturales resistencias al cambio ylos mecanismos a través de los que éstas actúan.Yo me he quedado con la apreciación que estalínea de análisis le resta toda importancia rele-vante a las operaciones políticas en curso y otroselementos de la coyuntura, a pesar de que ellono fue explícitamente afirmado.

En la pretensión de hacer una síntesiseditorial de lo que fue nuestra discusión que,en verdad fue muy entretenida y rica si biendesordenada e interrumpida, debo decir que elplanteamiento central anterior desató un con-junto de opiniones casi todas opuestas. Mas alláentonces de su realidad, tuvo el gran mérito deponer la mesa de nuestro debate y darle profun-didad a nuestra visión de coyuntura, vinculán-dola a una perspectiva estratégica.

¿De qué modernidad estamos hablando?¿Qué es la modernidad? ¿No será sólo la fase oetapa actual de desarrollo del capitalismo queopera en medio del mercado, ahora sí, mundial?

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ANALISIS DE COYUNTURA

En términos generales, el resto de los par-ticipantes de esta reunión tuvo opinionesdiscrepantes de lo anterior, parcial o totalmente,con relación a los argumentos de fondo o a suconsecuencia política concreta, tanto en los es-cenarios electorales probables del próximo año,como en los aprontes de candidatos probables.

Quedó abierta una discusión parcial en-tre algunos que estiman que, a partir de los go-biernos de la Concertación, en lo que se hadado en llamar por algunos la transición, nohan ocurrido hechos culturales profundos quesostengan y empujen hechos políticos que sig-nifiquen cambio real y aquellos que piensanque la desesperanza, la marginación y el re-chazo al sistema expresado de múltiples for-mas, constituye la base de una energía socialde cambio futuro, de naturaleza transforma-dora. Me parece que esta línea del problema,merece ser particularmente desarrollada enespecial por nuestros lectores.

La frustración de las expectativasdemocratizadoras de la mayoría nacional queestá detrás del desaliento y el rechazo al siste-ma que hoy vivimos, se generó por el abando-no que la Concertación hizo de casi todas suspropuestas y definiciones programáticas básicas,en los acuerdos sostenidos con la dictadura ylos partidos políticos que lo sustentaron. Estodeterminó que lo que se ha dado en llamar “latransición a la democracia” haya terminado sien-do, casi exactamente lo que planeó Pinochet,verbalizado en el discurso de Chacarillas. Todoha sido como lo diseñó el Capitán General, sal-vo el hecho que no pudo permanecer a la cabe-za del Poder ejecutivo. En consecuencia, en elescenario político de hoy, cualquiera que sea elcandidato único de la Concertación, no habrácambio significativo alguno, sólo se puede es-perar mas de lo mismo. En síntesis, este plan-teamiento central estuvo en el otro lado del ran-go de opiniones que se confrontaron.

Hasta Septiembre, la confrontación polí-tico-electoral en curso entre la derecha y laConcertación se movía claramente en los mar-

cos visibles del SI y el NO heredados de Octu-bre de 1988. En este plácido escenario, RicardoLagos se mantenía imperturbable a la cabezade todas las encuestas, claramente asociado ala imagen del cambio, con un Andrés Zaldívarque no lograba ni siquiera sentarse a la mesa delos candidatos reales y un par de candidatos dela derecha de destino no conocido a esas fe-chas. A esa altura del partido, la idea y el pro-yecto de las primarias ampliamente masivas, sepercibía nítidamente favorable a Lagos, aúncuando el proyecto de ley era políticamenteinviable para la derecha. Tales primarias consti-tuían la certificación de la derrota de la derechaa todo evento, como dice Longueira.

En estas condiciones aparece en la esce-na la operación política encabezada por Pino-chet mediante la cual, a propósito del proyectode ley de suprimir el 11 de Septiembre comoferiado, se produce el acuerdo del General conZaldívar, la santificación de Zaldívar como elbueno. Mas allá de los efectos ingenieriles dela operación, sin duda el gran representante delos poderes fácticos, ha entregado a todos losoperadores una señal profunda y cualitativa dela claridad de clase de los que, efectivamente,hegemonizan el poder del Estado creado por ladictadura. Se trata de la conservación, desarro-llo y reproducción de la nueva institucionali-dad y del modo de vivirla. Los efectos de lagran maniobra y sus secuencias, no se han he-cho esperar. Desconcierto, balbuceos contra-dictorios y contraargumentaciones triunfalistasen la derecha, junto a la reaparición de nuevosconflictos entre Piñera y Lavín. En el campo dela Concertación, me parece que Andrés Zaldívarha sido instalado como candidato presidencial,ahora con posibilidades reales acompañado deun “plus” real que le ha otorgado el General yque ha significado concretamente, que las pri-marias en cualquiera de sus expresiones ampliascomienzan a serle favorables. De otro lado, este“plus” para Zaldívar puede significar para La-gos una cierta obligación embarazosa de per-manecer ligado a un discurso destinado a esemismo sector de centro-derecha, para neutrali-

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EVOCACIONES HISTORICAS Y ANALISIS POLITICO. Carlos Molina

zar el beneficio logrado por su oponente. Esteefecto potencial puede ser especialmente per-judicial para Lagos, si se considera que cadadía es mas necesario para él, darle contenidosreales doctrinarios y programáticos, a la ima-gen de cambio con que la ciudadanía parecehaber asociado su candidatura.

Esta reflexión se asocia a una de las contro-versias que tuvo nuestra reunión, en el sentido desi la imagen de cambio con la que parece asociar-se la candidatura de Lagos, es sólo del campo delo subjetivo-emocional o está ligada a fundamen-tos y seguridades de lo cognitivo-programático.En el primer caso, cada día sería mas urgente queLagos asumiera un discurso progresista, mas deizquierda, efectivamente asociado a cambios rea-les. En el segundo caso, esto podría no ser tannecesario y eventualmente, podría serle perjudi-cial. Como se puede colegir claramente, la granoperación política de los poderes fácticos, cam-bio el escenario, sacándolo de la lógica del SI y elNO en la que se encontraba y la posibilidad deque el conflicto de la Concertación se dirima enla primera vuelta, es cada vez mayor. Por su par-te, la derecha estaría llamada a comprender consu gran sentido de clase, que sus intereses perma-nentes están , por el momento, mejor cauteladospor la Concertación encabezada por Zaldívar yque debe prepararse en términos de unidad y po-der parlamentario, para enfrentar el agotamientoprevisto para la Concertación como bloque ac-tual, para el 2005. A pesar de todas las declara-ciones y desmentidos no solicitados, resulta ex-traordinariamente difícil imaginar que la direcciónde la DC y del comando de Zaldívar esté total-mente al margen de estos hechos, así como tam-bién resulta fácil suponer que, frente a la fragili-dad demostrada por la Concertación, la solidezde los apoyos a Lagos flaquee en el seno del blo-que PS-PPD y en los argumentos del PRSD pararesolver a cuál de los dos candidatos apoyará, endefinitiva.

Otro de los elementos abiertos de nues-tro entretenido debate fue, la pertinencia decomenzar a pensar en una real oposición deizquierda, con capacidad real de operación

política en el escenario nacional. Lo curiosodel asunto es que esto fue planteado por aque-llos de nosotros que garantizan que Lagos seráPresidente de la República. En efecto, los queasí opinaron creen indispensable para avanzaren la modernidad, la existencia de una sólidaoposición de izquierda al gobierno de Lagos enla inteligencia, supongo yo, que la imagen deLagos asociado al cambio, carece de todo con-tenido programático o propiamente político. Entodo caso, para todos los presentes, la idea deuna oposición de izquierda al modelo neolibe-ral vigente con opciones reales de constituir unafuerza convocatoria, sea por un tipo de razoneso por otro, expresa a lo menos, un hecho prin-cipal : la certeza de que esta oposición reduci-da al Partido Comunista y al Partido Humanistay sus anunciadas candidaturas presidenciales,es insuficiente para constituir el núcleo centraldel gran bloque por los cambios que será nece-sario en los tiempos próximos.

Nuestra reunión de Consejo de Redacciónse dio en los días de iniciación del paro nacionalconvocado por el Colegio de Profesores, frente ala negligencia del Gobierno para responder opor-tuna y respetuosamente a lo planteado por losmaestros de Chile. El Gobierno no sólo niega lasposibilidades del reajuste solicitado, sino queademás aprovecha claramente la coyuntura paraintervenir declaradamente en las elecciones na-cionales que tendrán lugar, de no mediar otrasvoluntades, durante la movilización. En el mar-co de las presencias históricas invitadas a nues-tra Revista, expresamos nuestra profunda solida-ridad y respeto al movimiento del magisteriochileno, a su directiva nacional y, de modo muyparticular, a su Presidente Nacional y líder natu-ral compañero Jorge Pavez.

Esta reunión del Consejo de Redacción deEncuentro XXI se dio en un marco muy impor-tante de significados históricos y por ello, invita-mos fraternalmente a todos nuestros lectores adiscrepar de nuestros análisis y opiniones, comoun homenaje real a las presencias históricas quehemos invocado, especialmente al PresidenteSalvador Allende, nuestro invitado principal.XXI

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SALVADOR ALLENDE

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16 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

Jorge Arrate

Las derrotas son completas sólo cuandolos vencidos olvidan las razones por las que lu-charon. No es el caso de los derrotados el 11 deSeptiembre de 1973. Hay explicaciones para lafortaleza de esa memoria; pero una es la princi-pal: Salvador Allende.

Para los vencedores, la constatación esfrustrante evidencia de lo parcial de una victo-ria que pretendían total. Por algún tiempo toda-vía, casi obsesivamente, persistirán en sus in-tentos de imponer en Chile, por diversas vías,las reglas del olvido. Una vez más, fracasarán.

Allende, el socialismo, la izquierda, sonparte esencial de la nación, de su ser, de su cul-tura. Aquel que pretenda suprimirlos como re-cuerdo, referente, idea, partido, movimiento ofuerza, tendrá que asumir, de nuevo, la odiosatarea imposible de suprimir parte de Chile.

El antiguo aparato de radio, en caja debakelita color café oscuro, me recuerda el demis padres, regalo de su matrimonio celebradoen 1940. Han pasado treinta y tres años desdeentonces. Es más que mi existencia y sin em-bargo, no sé por qué, pienso que no es tanto.

La pieza de hotel decadente, de murosrevenidos y cortinas deshilachadas, cobija uncatre con perillas de bronce viejo y un roperoenorme con un imperfecto espejo biselado. Eltono de la madera es caoba, creo. Toda unametáfora de ese Montevideo con aires incon-fundibles de museo, estremecido ya en esos díaspor los tupamaros y la represión en su contra.

Nos hemos sentado en el piso de tabla,sobre unas alfombras de lana impregnadas demugre inmemorial, yo y mi acompañante del

ALLENDE: extrañezas y destiempos.

primer día de un exilio que luego parecería in-terminable pero que, en ese momento, todavíani siquiera somos capaces de adivinar. Siemprehemos pensado que todo saldría bien. No es unraciocinio; la razón, mirado el escenario desdeun cuarto de siglo más tarde, vociferaba lo con-trario, como sibila de mal agüero. Es Allende.Allende sabrá llevar las cosas adelante.

La música (¿cuál era?, ¿una vidalita deZitarrosa o un rock?) se interrumpe. Un extranoticioso: “Informa radio Carve, Montevideo,República Oriental del Uruguay: el Presidentede Chile Salvador Allende se ha suicidado”.

Político, político socialista, médico, unizquierdista, revolucionario, héroe, reformista,socialdemócrata, rojo, un destructor, un inge-nuo, amigo de Cuba y Fidel, antimperialista, uncomunista, parlamentario... Así, entre apologíay condena, Allende ha vivido sus veinticincoaños de muerto.

Nadie ha podido escapar a la fascinaciónque produce el instante de su deceso, proba-blemente por el heroismo consciente de su acto.Su decisión de morir no constituyó un arranquedel instante, un impulso súbito. Allende enfren-taba la eventualidad de un fin trágico con sere-nidad y sin fatalismo. Quien escuche hoy la gra-bación de sus últimos discursos radiales desdeLa Moneda bombardeada no podrá evitar la sen-sación de oír a un hombre lúcido que habla concoherencia y con sentido de la historia, sin te-mor a la muerte próxima que está allíacechándolo mientras lucha.

Gesto de grandeza que ni sus propiosenemigos han podido negar, la muerte de Allen-

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 17

SALVADOR ALLENDE

de lo es aún más si se considera que él parecíaamar tanto la vida, la vida simple. Por eso tuvouna capacidad singular de percibir las tensio-nes de lo cotidiano y de incorporarlas a su dis-curso político. Ajeno a grandes y refinadas teo-rizaciones fue mucho más político que ideólogo,impulsor de grandes proyectos, pedagogo so-cial, realizador de ideas. Comprendió bien lamanera de ser del chileno y percibió con clari-dad los motivos de sus aflicciones como tam-bién los de su alegría y felicidad. Su lenguajeestuvo siempre marcado por este rasgo funda-mental.

La idea del socialismo fue en manos deAllende una idea bien custodiada: consistía enun mundo más justo, donde el ser humano fueramás libre y más pleno, más igual a sus iguales.

¿Apología? Quizá, es posible, más queposible. Durante veinticinco años he pensadouna y otra vez la figura de Allende y tengo claroque no he abandonado, ni podré nunca, mi vi-sión del Allende heroico, constructor de justi-cia, luchador por el socialismo. Pero duranteeste cuarto de siglo también ha surgido para míun Allende más “incómodo”, menos clasificable.Más allá de la legítima admiración, he ido des-cubriendo un Allende mucho más complejo queel ícono oficial de la izquierda chilena.

Estas líneas, siempre provisorias (¿qué sehabrá de decir de Allende a los cincuenta añosde su muerte?), recogen algunas de esas inco-modidades, tratan de establecer los “desórde-nes”, las “anomalías”, que convierten a Allendeno sólo en el gran crítico práctico de la socie-dad capitalista latinoamericana de su tiemposino también en el gran crítico de los modospropuestos para cambiarla.

No me atrevo a decir que Salvador Allen-de tenía razón, quizá no la tenía. Pero su gran-deza radica no sólo en su heroismo sino tam-bién en su accionar inconformista, indócil, dis-tinto, que en las coincidencias con la izquier-da, o las izquierdas (su izquierda, sus izquier-das), normalizadas por ese entonces, en su ma-yor parte, en discursos oficiales sólidamente

establecidos: los comunistas en una combina-ción de ortodoxia teórica de matriz soviética quemantenía vigente el concepto de dictadura delproletariado y postulaba una política democrá-tica de masas que descartaba el enfrentamientoarmado; y los socialistas, el partido de Allende,impactados por la experiencia de Cuba y losmovimientos armados latinoamericanos, en elconcepto de la inevitabilidad de un momentode fuerza (para el que era preciso prepararse),que restituiría la “normalidad” a la herética víaallendista.

Balmaceda se quitó la vida, digno, sere-no, vestido formalmente, derrotado por los ejér-citos del bando opuesto y, sobre todo, por el sen-timiento de haber causado guerra y muerte en supropia patria. Pensó y escribió su última carta.

Prat, en el combate naval de Iquique,acometió al Huascar en acto suicida. Un ratoantes improvisó su alocución en la cubierta dela Esmeralda que luego su segundo, Uribe, suamigo de infancia y compañero de armas,transcribiría en carta escrita desde la prisión.

Allende dejó el testimonio oral de susdiscursos desde la Moneda, combinación dearenga, profecía, despedida y esperanza. “Ra-dio Carve, Montevideo, Uruguay, reproduce elúltimo discurso de Salvador Allende, derroca-do hace algunos minutos...”. “... pagaré con mivida mi lealtad al pueblo. Y les digo que tengola certeza de que la semilla que hemos entrega-do a la conciencia digna de miles y miles dechilenos no podrá ser segada definitivamente”.

La radio semeja un gran erizo, una tortu-ga marina con caparazón de nácar, unpuercoespín malévolo echado sobre un veladorde esa habitación desvencijada, insensible frenteal mar de lágrimas que nos inunda. Entoncesrecuerdo (¿o siento que escucho esas palabras?):“Joven, sépalo bien: yo tengo ambición históri-ca. A mí me sacarán de aquí sólo con los piespara adelante”.

La muerte de Allende fue ajustada a unode los destinos que él habrá prefigurado mu-

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ALLENDE: EXTRAÑEZAS Y DESTIEMPOS. Jorge Arrate

chas veces. Porque no tenemos uno solo, almenos en nuestra fantasía que se balancea siem-pre entre el pesimismo y el buen futuro, entre lamuerte y la vida larga. En algún instante, enmuchos quizá, habrá imaginado la victoria desu proyecto, la democracia más plena, la justi-cia social más vigente, unos destellos de felici-dad compartida por su pueblo, el aplauso desus contemporáneos, el reconocimiento histó-rico en vida. En otros habrá pensado su derrota,seguramente su captura. No hubiera sido el pri-mer Presidente que salía en vilo de La Moneda,o de algún palacio de gobierno de América La-tina, al amanecer, o de anochecida, un cañónen la espalda, la caminata con aires de aparen-te dignidad hasta un vehículo militar... Los fotó-grafos, decenas de fotográfos... El aeropuerto...

La noche del “tancazo”, pocos meses an-tes del golpe, un grupo de los manifestantes quecolmaban la plaza frente a La Moneda mientrasAllende hablaba desde un balcón, gritaban: “To-rres, Torres...”. Sí, Juan José Torres. Presidente deBolivia derrocado hacía poco. Y así había sido:al aeropuerto, hacia Santiago, había salido delPalacio Quemado, en La Paz, Juan José Torres.La editorial de un semanario de un comité regio-nal del Partido Socialista insinuó, días más tarde,el mismo fin. No conocían a Allende.

Él había sembrado conscientemente y enmuchos la convicción que jamás se rendiría.Pero algunos creyeron que era sólo una formade intimidar a sus enemigos al hacerles sentircuan decididos debían estar si intentaban de-rrocar su gobierno. Se equivocaron. Estuve en-tre los muchos que siempre creimos sus decla-raciones. Quizá por eso, o a lo mejor porodiosidad hacia los golpistas, nunca concebíveinticinco años atrás que Allende se hubierasuicidado. Sentía orgullo porque había cumpli-do con su palabra y no había aceptado salvar lavida a cambio de la rendición y tenía la convic-ción que había sido asesinado. Mi tesis renun-ciaba a la duda, a la ambigüedad que entrañósu muerte que, a diferencia de las muertes níti-das, indudables, obligó a todos a una reflexiónmás atenta. Allende suicidado o Allende asesi-

nado, cualquiera de las dos posibilidades, hu-biese sido el fin de un capítulo, porque la muer-te es en sí misma fin, cuando es determinada.Pero esta muerte genérica, misteriosa, que pa-recía hasta avergonzar a algunos de sus adver-sarios, prolongó por mucho tiempo el debatesobre la forma precisa en que aconteció. Sentípor mucho tiempo que los enemigos de Allen-de deseaban disminuirlo atribuyéndola a la pro-pia decisión de Allende en vez de a sí mismos.Con el transcursos de los años me decidí por laduda y un día concluí que ya no tenía impor-tancia si Allende se había suicidado o había sidoasesinado. Estoy seguro que para la historia seráuna cuestión banal. Las circunstancias y formaen que fue atacada La Moneda en 11 de Sep-tiembre de 1973 no admiten interpretacionessobre la decisión de los atacantes de aniquilar aquienes allí se defendían. Por otra parte, la te-naz voluntad de Allende y de sus compañerosde permanecer en su sitio hasta el fin y de noaceptar la rendición, no dejan lugar a dudassobre su decisión de sacrificar la vida si eranecesario.

“El pueblo unido jamás será vencido”.Marchamos por la calle principal de Curacaví,después del recuento de votos. Los dueños delos fundos de la zona han enmudecido. Unosdemócratacristianos se acercan a saludarnos.Siento a mi lado la voz aflautada de un gordode bigotes, es un regidor comunista. Cantamos,puño en alto: “Arriba los pobres del mundo...”

Horas más tarde, en el balcón del segun-do piso del antiguo edificio de la FECH apareceAllende. Está rodeado, y apenas lo diviso desdemi ubicación en el medio de la Alameda, entreabrazo y abrazo, esa noche de triunfo. Piensocon temor: el balcón se va a desprender de re-pente de la estructura, no resistirá el peso detanta gente. Al lado, en grandes letreros, el cineSanta Lucía anuncia su último estreno enCinemascope. De nuevo, cantamos: “...mil ba-rreras habrá que romper...”.

Alguien grita: “¡Dicen que la Moneda estárodeada de tanques! ¡Vamos para allá!”.

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SALVADOR ALLENDE

ES EL 4 DEL 70, NO ES EL 11 DEL 73.

En la experiencia allendista, como enpocos otros procesos, victoria y derrota estánimbricadas: factores que destacan positivamen-te en una de las dos instancias se expresan consigno negativo en la otra, y viceversa. La prácti-ca democrática de la izquierda y el acatamien-to de los marcos jurídicos que caracterizaba ala sociedad chilena en general, permitieron in-vocar exitosamente disposiciones legales y tra-diciones políticas para consagrar constitucional-mente un triunfo electoral con poco más de untercio del sufragio popular. Pero los mismos fac-tores incidieron, por ejemplo, en la debilidadmanifestada en algunas ocaciones para ejercercon mayor energía las facultades de coerciónestatal o en la audiencia que lograron las vocesque proclamaban que el gobierno incurría enilegalidades o utilizaba contra su espíritu la le-gislación vigente. Mientras la prácticareivindicativa de largos años impulsada por elmovimiento sindical orientado por la izquierdase tradujo en fuerza de masas y se reflejó en losresultados electorales, esa misma práctica seexpresó en la orientación consumista de algu-nas etapas de la política económica del gobier-no y fue aprovechada por la oposición para per-forar la fuerza de la Unidad Popular incluso ensegmentos de la clase obrera organizada. Mien-tras una cierta mezcla de ignorancia y apatía dela izquierda en relación con los problemas dela seguridad nacional y las fuerzas Armadas (¿oera un sentimiento de impotencia?) impidió lacreación de áreas de conflicto inminente o deabierta contraposición, dicha apatía y descono-cimiento se expresó durante el gobierno en lasdificultades para conducir una política exitosaen esta importante área.

Es que el proceso chileno al socialismoera recorrido, como corrientes subterráneas, pordos tensiones básicas. La primera: la tensiónentre el proyecto y su forma o vía con su actor oimpulsor, es decir, la contradicción entre la lla-mada “vía chilena al socialismo” y la izquierda,el protagonista que debía surcarla y conducirla

en cada una y todas sus fases. La segunda: latensión entre las características del protagonis-ta y las tareas que el ejercicio del gobierno im-ponía como condiciones necesarias, aunquequizá no suficientes, para tener éxito.

Desde el día en que la izquierda triunfóen las elecciones pareció vivir con una dramá-tica duda sobre su propio proyecto. Si se exa-mina someramente la postura de cada partidoresultará más clara esta afirmación. Para el Par-tido Comunista casi toda incertidumbre tendíaa disolverse en la coherencia de su organiza-ción sólida y en los límites que su propia elabo-ración teórica suponía a los acontecimientos encurso. Su problema, en este ámbito, era lograrque la experiencia allendista pudiera explicar-se en los moldes teóricos que eran su matrizanalítica. Para el Partido Socialista el problemaera mayor: la experiencia allendista contrade-cía hasta ese momento las estimaciones políti-cas de sus congresos y las profecías de la mayo-ría de sus dirigentes, que enfatizaban las limita-ciones de la lucha electoral para impulsar loscambios postulados por la izquierda. Similar erala situación de los sectores de matriz cristianapopular, en pleno proceso de radicalizaciónpolítica y en actitud crítica al conjunto de laizquierda histórica y específicamente de su prin-cipal líder electoral, Salvador Allende. El MIR,por su parte, normalizado en la línea de la insu-rrección armada, desestimaba el empeño deAllende.

De este modo, en 1970 la Unidad Popu-lar asumió el gobierno con el lastre de lasdisfuncionalidades provenientes del pasado, deesa contradicción entre el proyecto que surgíatriunfante pero aún no realizado (¡nada más quela victoria de una insólita esperanza!) y las po-siciones teóricas consolidadas, correspondien-tes a corrientes de conformación internacional,probadas en otras latitudes y con la apariencia,entonces, de cierto grado de éxito. Allende ob-viamente no podía reescribir el pretérito: la fuer-za con que contaba era la que conocía, con susfortalezas y con sus limitaciones. No tenía otraalternativa que superar las dificultades sobre la

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ALLENDE: EXTRAÑEZAS Y DESTIEMPOS. Jorge Arrate

marcha. Y, como también era esperable, estehecho constriñó severamente los márgenes delibertad del Presidente para actuar y redujo se-veramente las opciones disponibles. En defini-tiva, los partidos y su base, unos más, otrosmenos, no comprendieron suficientemente niaceptaron la base del análisis de Allende: el es-cenario se modifica radicalmente y asume uncarácter totalmente nuevo en el momento enque la dirección política del país pasa a manosde las fuerzas populares.

Es fundamentalmente este análisis el queme impulsa a sostener que los partidos de iz-quierda protagonistas de la Unidad Popular, másallá de sus aportes impresionantes a la genera-ción y desarrollo del proceso, y de su probadalealtad y heroismo, constituyeron una fuerzanormalizada y conservadora, mientras Allende,en posiciones contra la corriente, teóricamenteno consagradas, prácticamente mucho máscomplejas que los recetarios internacionalizadosde las instituciones políticas que lo apoyaban,fue un auténtico innovador y levantó con suacción una crítica de la izquierda chilena mu-cho más profunda que las autocríticas“oficialistas” que circulan hasta hoy.

Amsterdam en Abril suele ser bastantehelado y su clima marítimo siempre sorprendehasta a los que han nacido allí. Unos treintahombres y mujeres enarbolamos banderas ro-jas con las insignias del Partido Socialista y bus-camos la Avenida Salvador Allende. Nos acom-pañan representantes de partidos amigos.

Hay aquí varias generaciones de refugia-dos, algunos llegados desde el asilo en la Em-bajada holandesa de Santiago, otros desde paí-ses de acogida luego abandonados. En estosdías, nada parece bueno para quedarse, sóloChile sin dictadura. Y eso no existe. La mayoríaviene de las cárceles, del Estadio Nacional, deChacabuco, de la isla Quiriquina, algunos pa-saron por Villa Grimaldi. O por la calle Lon-dres. Pero tuvieron suerte: están vivos y en Ho-landa. Los miro y en ellos me miro. Estamos ate-ridos de frío; la avenida, en la periferia de la

ciudad, es muy larga, parece tener kilómetros,y está rodeada de prados y manchones de ar-bustos y árboles jóvenes. De pronto descubri-mos que uno de sus tramos, de unos cientos demetros, se llama “Salvador Allende”. Hay yacientos de calles, plazas y escuelas en todo elmundo que llevan el nombre, me dice alguien.Asiento, y habrá más, digo, mientras con la bu-fanda trato de evitar el viento en la cara. La sen-sación térmica es en Amsterdam mucho peorque la temperatura, en los meses de Abril. Y lasnubes... Una mujer gorda envuelta en ungamulán muestra con el índice las nubes. Losrostros morenos se levantan y miran hacia elcielo con una mueca de incertidumbre, temenal aguacero. Se ve el cielo completamente plo-mo y se nota que un viento feroz empuja a lasnubes, y de repente caen unos goterones y lue-go la embestida se detiene. Pueden transformar-se en granizo o nieve en cualquier instante,alertan. O puede hasta salir el sol, por un ratito.Abril es la lucha entre la lluvia y el sol, las nu-bes en el medio.

En el centro de uno de los parques ve-mos un monolito, rodeado de pasto quemadopor las heladas. Ese es. Es el monolito en home-naje a Allende. Es sólo planicie en decenas demetros a la redonda, y los autos, muy pocos, sedivisan allá lejos, surcando, sin saber, la Salva-dor Allende. Un bastidor con la bandera socia-lista se afirma ahora en el monolito, una formaabstracta. Dos compañeras arreglan unas imper-fecciones de la corona de flores.

Alguien saca una cámara fotográfica yprocede. El presidente del partido local comien-za la difícil lectura de su discurso de aniversa-rio: el viento estremece las hojas de papel ypareciera querer metérsele a la boca y las nari-ces por la fuerza. La foto rendirá testimonio. Doscompañeras colocan la corona. Unos niños co-rren veloces tras el bastidor que el vientocleptómano arrastra por el prado seco. Rostroscongelados. Los puños en alto. La MarsellesaSocialista. El fotógrafo sigue implacable comosi el rollo no tuviera fin. Lo desarrollará en sucámara oscura y nos enviará copias, desarrolla-

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SALVADOR ALLENDE

rá las fotos en un tono gris sepia. ¿Por qué irá aelegir el gris sepia? Pasarán muchos años y siem-pre que mire esas fotos me preguntaré por qué;absurdamente, porque sé la respuesta. O creosaberla.

El temporal se ha desatado. Corremostodos, chorreando agua a los pocos metros, enbuscan de guarida. El acto ha llegado a su fin,ha transcurrido otro 19 de Abril, otro aniversa-rio del PS, uno más (¿cuántos más nos esperanen el Abril de Amsterdam), y nos hemos dis-persado en trenes amarillos a nuestros pueblosde nombres extraños que no pronunciamosbien, a nuestras casas. Allí, en cada una, estáAllende.

Al analizar la izquierda chilena de losaños 60 y 70, dos elementos surgen como fac-tores de consolidación de su identidad y uni-dad: uno es el liderazgo asumido por Allende,el otro es el rol de la teoría revolucionaria comofactor plasmante de un pensamiento básico co-mún relativamente compartido.

Un cuarto de siglo después es imposibledesconocer que la teoría, como cemento yuniformador, y el líder, como difusor, mediadory vértice, adquirieron contornos antagónicos. Deesta manera, la Unidad Popular llegó a reflejaruna izquierda ortodoxa en lo teórico (aunquedividida en ciertos conceptos) y original yherética en su práctica. La ideología era soste-nida por el canon teórico, la práctica era soste-nida por Allende. La teoría y Allende eran losdos elementos soldadores de la izquierda chile-na. Pero mientras Allende se constituyó en elelemento aglutinante con capacidad de soldarproyecto, actor y tareas en el proceso social, lateoría revolucionaria asumida en su forma ca-nónica (un canon o el otro), fue el grandesarticulador de ese proyecto con su actor po-lítico y orgánico, la coalición de partidos, y deésta con sus tareas.

Habida consideración de estas tensiones,sostengo que el núcleo de la estrategia seguidapor Allende en los tres años de gobierno parece

válido: se trataba de suplir el esquematismopolítico de sus bases de apoyo y sortear ladisfuncionalidad de su forma de pensar y dehacer política, a fin de neutralizar la enormefuerza potencial del adversario e impedirle quela reuniera y utilizara en plenitud.

¿No es extraño? El político de izquierdamás inserto en la institucionalidad, el que pre-dicaba la posibilidad de construír un nuevo Es-tado con continuidad legal entre el Estado quedeseaba reemplazar y su sucesor, el más asimi-lado a los estilos y prácticas de la política delperíodo denominado del “Estado de compro-miso”, ¡había desordenado todos los esquemasy principalmente los de sus propias fuerzas desustentación!

Sacan el féretro de la tierra protectora quecobijó la tumba anónima. Desde Santa Inés hastael Cementerio General corre, vuela el ataud,atraviesa como bólido entre las filas de los quealcanzan a agitar una banderola, levantar unpalo con un afiche, remecer un pañuelo, enar-bolar un puño, correr, correr unos metros, losniños, los más jóvenes para estar más cerca, unossegundos.

La comitiva oficial parece guardia teme-rosa: quizá alguien va a robarse el cajón, pien-so. ¿Por qué no? No es una idea descabellada,robarse el cajón y los huesos, el cráneo resque-brajado por el balazo, las osamentas expropia-das por tantos años, transportados velozmentepara llegar de nuevo allí, bajo tierra, ahora ro-deadas de mármol. ¿Por qué no robarlas?, pien-so. Gloria eterna al héroe (en la nueva tumba oen algún sitio recóndito entre los suyos).

La gente enrolla las banderas rojas entorno a los palos de escoba, atesora una foto-grafía gigante, lanza un grito más y se vuelve asu destino. La ciudad está en calma, se ve igual,pero no lo está. Mal que mal ha pasado un fan-tasma frente al cual lo único imposible es laindiferencia.

Recabarren, Mariátegui, el Ché, Allende,cada uno a su modo, desordenaron. Todos ellos

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ALLENDE: EXTRAÑEZAS Y DESTIEMPOS. Jorge Arrate

desecharon los caminos codificados que abríanlas dos internacionales: el conformismo de laSegunda y el stalinismo de la tercera. Rompie-ron con esos cánones, no renunciaron a pensarsus realidades, y su aporte es no sólo el actoteórico de disentir (heróico, muchas veces, enla izquierda del siglo XX) sino también su ejem-plo de libertad para pensar: la reivindicaciónde un pensamiento propio, la renuncia a la imi-tación y, sobre todo, el rechazo del dogma teó-rico o político que tanto esterilizó durante elsiglo que termina al movimiento socialista.

Aunque no queremos olvidar, el olvidoes una termita. Aunque no queramos alimentar-lo, allí está, socava.

Se ve repleto el Estadio Nacional. “Ca-minante no hay camino...”. Recuerdo el sufri-miento que almacenó esa cárcel improvisada;algunos que están allí la habitaron. En aquellosdías. Para la mayoría del país son episodios queo no quiso conocer o conoció y quiso olvidar,

habrá otros para quienes esas imágenes se hanido haciendo borrosas.

Pienso: la mayoría en este Estadio no haolvidado. No podría. ¿Cómo olvidar lo que nose vivió, lo que no se conoció por la vivencia?Los miles de jóvenes que hay allí no podrán ol-vidar, precisamente por su juventud. Siento unaextraña alegría. Me preocupan menos el olvi-do, las amnesias, los intentos de lobotomía co-lectiva, la fuerza ejercida sobre las memoriaspara que no sigan practicando ese vicio malsa-no de recordar... “Se siente, se siente, Allendeestá presente”, gritan los que no olvidarán por-que no tienen memoria de esos días y, por lotanto, no pueden. Allende ya no depende denuestro registro, el de aquellos que presencia-mos, sufrimos, vibramos con los días de la Uni-dad Popular. Ha vivido sus veinticinco años demuerto en la memoria colectiva, esa que nuncatermina. XXI

Santiago, Septiembre de 1998.

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1-. ¿QUÉ PASÓ CON SALVADORALLENDE?

Escribir sobre o acerca de Salvador Allen-de, no es cosa fácil. No se trata de hacer la pre-gunta, de ¿Qué hacías tú cuando?

Entonces ha pasado Septiembre, para pre-cisar más el tiempo el 4, el 11, la celebraciónmarcial de la fiesta, el 18 y el 19 de Septiembre.

Entonces Septiembre es anudado por susritos de muerte y ritos de fiesta y esto desde elsacrificio, muerte de Salvador Allende y la or-gía de sangre que sobrevino.

Entonces durante 25 años no ha dejadode ser nuestro pase ritual a la celebración quenos dice de alguna manera quiénes somos aque-llos que hemos hecho de esa muerte, todas lasmuertes, y nos hemos arreglado para hacer deesa fecha, nuestro rito, nuestra fiesta, nuestracelebración, nuestro velatorio.

Es cierto que esta fecha, 11 de Septiem-bre, expresa dos Chile, pero por qué ocurrenciaoriginal deberíamos olvidarla o borrarla.

En este país hay dos Chile. El 11, no esuna invención, es el día que se escogió para de-clarar una idea de guerra con las consecuenciasque ya conocemos. Y más allá del hecho, el 11,doblemente 1, es el día que señala el principiode una derrota. Es esa derrota la que ha alimen-tado nuestra iconografía a nuestros cementeriosimaginarios donde hemos depositado pequeñasesperanzas, refugio donde no hay letra, ni hu-mor negro, ni ácido, que resista esa herida.

Bueno pues, Chile tiene sus iconos, tienesus representaciones reproducidas en las poleras

juveniles, el che Guevara, Salvador Allende,Violeta Parra, Victor Jara, no han dejado deacompañarnos. Ellos han sido nombres proscri-tos en la guerra sucia.

A principios de 1983, para ser más exac-ta en Mayo organizamos junto al escritor y en-sayista Jaime Lizama un proyecto a través deLuisa Ulibarri. Gran recital de poesía en el Ins-tituto Chileno Norteamericano, los invitados 33o más, entre los cuales se encontraban poetasde la talla de Oscar Hahn, Enrique Lihn, DiegoMaqueira. Yo quería con un ingenuo placer de-dicarle un poemita de no más de cuatro versosa Salvador Allende, (poema que se publicó enla Revista de poesía de la época editada por Ra-món Díaz Eterovich). Se armó un barullo más omenos, reuniones, persuaciones, paranoia, enfin, todo esto creado por el goce íntimo de de-cir el nombre prohibido. No hace muchos díasme encontré con el profesor Rojo de la U deChile, quién me recordaba por ese hecho. Y esmás, esos recitales fueron sin quererlo el preám-bulo de los estallidos sociales expresados en lasprimeras protestas en el año 1983.

Siguiendo el orden del nombre, no hacemucho me pidieron escribir un textito de la fa-milia para el famoso programa del canal 13 detelevisión conducido por Margarita Duchi. Alhablar de la familia obviamente hice un recuentoen el que necesariamente, pasaba por la histo-ria: el hombre a la luna, la alianza para el pro-greso, el control de la natalidad, y SalvadorAllende. La sola mención del nombre hizo añi-cos mi escrito a la publicidad.

Un año antes del golpe, me encontrabaen los Estados Unidos, y me invitaron a hablar

Recados: Ritos de fiesta,Ritos de muerte

Carmen Berenguer

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SALVADOR ALLENDE

en un colegio sobre el gobierno de SalvadorAllende, la idea consistía que explicara a losjóvenes adolescentes, lo que estaba ocurriendoen Chile y en Inglés, que apenas balbuceaba.Yo había leído hacía pocos días el Newsweekdonde se le dedicaba un extenso artículo a lasmanifestaciones de la oposición, los caceroleosde las damas del barrio alto, y aparecían lasimplicancias de la famosa I.T.T. en los camio-neros en paro pagados por la C.I.A. además sa-lía en la revista fotos del legendario Hotel Val-divia y su originalidad en el decorado para ador-nar las fantasías sexuales de la época. Creo quehice mi charla en un ininteligible e inauditoSpanglech, mi lectura del magazine, haciendouna verdadera ensalada rusa, elogiando a Sal-vador Allende, para sorpresa de los muchachosque educadamente con los pies en los escrito-rios en actitud desenfadada, me miraban espe-rando ansiosos el timbre de salida, y sin enten-der nada, salvo el nombre de Salvador Allende,lo único entendible pues escuchaban cada vezque yo decía: you now Salvador Allende, quecuando sonó el timbre, yo suspiré aliviada, pen-sando que quién me habría metido en esteembroyo, mientras los muchachos arrancabande la sala a todo dar, y solo uno se me acercóexplicándome el significado bíblico del nom-bre Salvador, he will save us, que según el eraparadojal, creo, le respondí sin pensarlo de ve-ras que realmente era paradojal. Yo era unamujer joven 23 años y de política no sabía nada.Sin embargo intuitivamente, iba reteniendo lasimágenes de ésa época asociada a la prohibi-ción del nombre.

Entonces, aunque aparezca de rojo o denegro, el 11 de Septiembre fue el día que murióSalvador Allende, y es una tragedia para noso-tros, es nuestra derrota y querámoslo o no, mar-ca el fin de un sueño compartido por nosotrosinocentes e ingenuos. Pero no nos obliguen aser más huevones todavía, y por decreto. Ahoratodo su reverso y hoy, no es lo mismo que ayer,así hemos visto su nombre motivador de unaempresa ya sea editorial, ya sea eventual.

2-. CUANDO LAS CAUSAS LLORAN Y EL

OLVIDO PENA

Una mujer me ha llamado por teléfonopara hacerme un pedido. El pedido consistía enescribir acerca de un tema que se ha tornadoun tormento: “El punto final” a la historia deestos años. Escribir acerca de la amnistía ennuestro país. Me sugiere que puede ser creati-vo, situación que me confundió mucho más aún.¿Puede uno negarse a tal pedido? ¿Entenderíaalguien que un escritor/a pueda rehuír el tema,aún cuando la problematice como me sucede amí? ¿Y porqué me ocurre? Si bastaría con argu-mentar una negación a ponerle punto final alhorror vivido durante la dictadura. A hacer deeste texto un rechazo terminante a la amnistía.Los argumentos pueden ser profundos o no, másallá de todo, y aquí, se sustentan por los he-chos, aún cuando otros quieran poner en entre-dicho “la historia oficial”, y negarla con la fuer-za que tienen las palabras de colocar el énfasisen la argucia, para desmentir y hacernos creeren la duda, a poner en duda y a justificarse enla duda. Tal duda no se justifica en la verdad, yaque la verdad misma ha sido puesta en duda. Yla duda reside en el error de aceptar sus justifi-caciones. Y mi propio hacer de la palabra unfundamento de resistencia, puesta en duda, porsu valor como mercancia, sospechosa de si mis-ma, en el hueco y vacío de su propia utilidad:La escritura.

Las palabras tienen más fuerza que loshechos, dependiendo de quien las emplea. Laspalabras pueden ser serviles, ociosas o vacías.Las palabras pueden hacer que una verdad seconvierta en sospecha, frente a un tribunal, deacuerdo a su astucia. Puede tentarnos a creerque no es bueno para el país desenterrar unaevidencia.

Pero mi duda no se refiere solamente almodo de los planteamientos acerca del tema.Mi duda es acerca del efecto que puede tenerhoy la fuerza de la palabra de un escritor en la

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RECADOS: RITOS DE FIESTA, RITOS DE MUERTE. Carmen Berenguer

sociedad actual. Mi duda sospecha de tal efec-to, hoy. Como tambien sospecha de que puedaargumentarse una ficción para tales efectos.

Sin embargo hay una palabra que me ron-da constantemente, y que cambió mi vida. Es lade DETENIDO-DESAPARECIDO. Pareciera seruna palabra compuesta en forma arbitraria, y loes. Una palabra compuesta que parece un con-trasentido, y lo es. Porque en ella se manifiestatodo el contrasentido de una época. Tendría sen-tido que alguién sea detenido y que de acuerdoa leyes de facto o no, arbitrarias o no, sean ex-puestos a juicio. Pero no tiene sentido que unapersona sea detenida en las sombras, y que aúncuando vista por la familia o testigos oculares,posteriormente no se sepa más de ella; que sehaga participar a un país entero de que nuncaexistió su detención. Eso es un contrasentido.Hacernos creer que nuestra memoria falla. Po-ner en duda una memoria colectiva, atenta lasalud mental de un país. Borrar su memoria hacesenil prematuramente un devenir democrático.

Esta palabra: DETENIDO-DESAPARECI-DO, se escuchó incesantemente durante 17años. De tanto escucharla, se hizo abstracta.Pero DETENIDO-DESAPARECIDO tenía susnombres bajo sus imágenes, las últimas quecada mujer colgó a su cuello. Aquellos retra-tos han sido el testimonio del error, de la fa-lla, del hueco.

Esta palabra compuesta es la novela quenunca se escribió.

Tengo en mis manos la obra Argentina“Nunca Más” en la que participó el escritor Ernes-to Sábato, y constituye la novela testimonial conel aporte de la fuerza de la palabra de un escritor.

En unas páginas de crítica norteamerica-na, Jean Franco desarrolla un ensayo de los dis-cursos “residuales” en el que describe las medi-das represivas y genocidas de los regímenesautoritarios del Cono Sur y de Centroaméricaque logran crear la hiperrealidad terrorista, queel filósofo F. Jameson atribuye a la lógica cultu-ral de la posmodernidad. Y que como bien ar-

gumenta el crítico George Yúdice: “No se trata,por cierto de prácticas culturales de la simula-ción a lo Baudrillard (filósofo); no obstante, pro-ducen el mismo efecto: por medio de torturas,mutilaciones y desaparecimientos, se borra elpasado y se hace imposible toda identidad, aúnla del mártir”. “Al extinguir la sociedad política,surgen grupos que le dan valor público y políti-co a la vida privada. Las locas de la Plaza deMayo y las madres de los desaparecidos, en ri-tuales públicos, recomponen la identidad de sushijos desaparecidos o mutilados, permitiéndo-les reaparecer en las imágenes que llevan enprocesión o en las fotos de los cadáveres recom-puestos”.

Las madres de los detenidos-desapareci-dos en Chile carecen de una Plaza real, pero suPlaza obviamente imaginaria, es la “Plaza 11de Septiembre”.

No se trata de atribuirle al signo de unamemoria borrada para argumentar una identi-dad posible a través de una nota nostálgica, sinoque por el contrario de la fuerza de una recom-posición que requieren nuestros cadáveresmitologizados y deshumanizados.

De la fuerza que se requiere para quenuestros cadáveres no sean el cadáver futuro deuna América Latina amnésica y afásica. Que notiene pasado, que no tiene nada que contar, nadaque decir, mutilada, ritualizada y fetichizadacomo la Latin Lover aceitada por los reflejos te-nues de un candombe.

“Cadáveres” de mi amigo y autor argen-tino Néstor Perlongher (Q. E. P. D.), a quienconocí en Buenos Aires en la década de los 80,es el gran poema que a mí me hubiera gustadoescribir. En él me identifico como en ningún otro.En la fuerza de su palabra sigo existiendo. Mealivia. Recompone mis pérdidas:

“ Bajo las matasEn los pajonalesSobre los puentesEn los canalesHay Cadáveres

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SALVADOR ALLENDE

En lo preciso de esta ausenciaEn lo que raya esa palabraEn su divina presenciaComandante, en su rayaHay Cadáveres

Precisamente ahí, y en esarichade la que deshilacha, yen el desdén de la que no sediga que no piensa, acasoen la que no se dice que sesepa...Hay Cadáveres

En el tepado de la que se despelmasa,febrilmente, en la menea de la que se lagarta enesa yedra, inerme en el despanzurrar de la queno se abriga, apenas, sino con un saquito, y enpotiche de saquitos, y figurines anteriores, mo-das pasadas como mejas muertas de las que HayCadáveres

Se ven, se los despanza divisantes flotan-do en el pantano: en la colilla de los pantalonesque se enchastran, símilmente; en el ribete dela cola del tapado de seda de la novia, que nose casa porque su novio ha ................!

Hay Cadáveres

En ese golpe bajo, en la bajez de esamofleta, en el difraz ambiguo de ese buitre, lazeta de esas azaleas, encendidas, en esa obscu-ridad Hay Cadáveres”

Estos fragmentos que escogí pertenecenal libro “Alambres”. Retorno entonces al princi-pio, a mi sospecha, a mi propia duda acerca dela palabra del escritor, escritora, hoy. Y no setrata de la moral de la palabra, más bien su hue-co, su vacío. Mientras tanto las ideas, las bue-nas ideas seguiran llegando de las metrópolis.Por ello me pregunto qué valor tienen las pala-bras en este vacío, y qué afecta. ¿ Es un virusinfeccioso ? Al menos aún aislada contamina yse defiende de ser el Cadáver de una moderni-

dad afixiante.

El punto final, niega “una gramática dela vida”

Estos textos obedecen a un pedido deCarmen Soria, la hija de Carmelo Soria. 1993.

3.- N.N.

Dos enes ocuparon mi ciudad sitiada.N.N. fue escrito en el patio México del cemen-terio, General. N.N. fueron las bolsas de plás-tico en el fondo del mar Pacífico. N.N. fue lamujer ensacada del norte. N.N. diseminadoen la torre de alta tensión. N.N. fue la transmi-sión oral y clandestina. N.N. tuvo la familiachilena. N.N. transformó la prensa nacional.N.N. se borró en el registro civil. N.N. se que-mó en la ley. N.N. Hizo regional tu nombre.N.N. fue el prisionero de mi memoria. N.N.fue el simulacro de tu nombre verdadero. N.N.te hizo irreal. Una envestidura de cal ha en-gastado tu nombre.

Si te encontrara escribiría solamente N.N.en las cortezas de los árboles; enamorada hastaencontrarte, dibujaría corazones en el aire contu nombre. Y mi lengua diría: N.N. hastadespapilarse. Se despedraría por un beso tuyo.Un beso más en mi lengua rendida la haríaaullarte. Y quizás auyentándote, agotaría su re-serva salival y rayaría en el norte tus iniciales.Raparía N.N. en mi nuca. Borraría N.N. en mismuñecas.

Haría que no dejara de rumiarte porquemi cama está caliente. Usaría radicalmente tunombre completo. Te nombraría tal vez, de unaforma furtiva y a toda prisa viviría solo por eso.No para que volvieras, sino para que yo volvie-ra. Por eso y sólo por eso, haría una legua denombres en mi Sur. Con tu nombre borraría elSur. Con tus iniciales haría una escritura de laausencia. Con tus huellas reharía la caminata demi vida. Encima de tu cuerpo me restregaría has-ta sentirte. Encima de ti reanudaría aquellas es-crituras muertas. Encima de ti retrasaría la hora.

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RECADOS: RITOS DE FIESTA, RITOS DE MUERTE. Carmen Berenguer

Así esta pasión de encontrarte haría pú-blica tu ausencia.

Así esta pasión haría pública la inhibi-ción de haberte perdido, irremediablemente. Mimemoria recorrería nuestro desorden.

Móvil, con un invisible ademán te diría:Adios amor mío.

Así de enamorada, vería vertiginosa des-correr nuestra historia. Tu oreja en la postal dela muerte. Aquella frenética ilusión de progre-so. Aquel desenfadado ideal. La misteriosa so-ledad de un privado. La engastadura de un ani-llo de bodas. Nuestro perfil fotográfico de fami-lia onerosa. Los pasajes de Guolag, Viet Nam,Cuatro Alamos y Campos de Marte.

Yo y tú sin retorno apasionados. Yo y tú,huéspedes de una morada imaginaria. Tú y yo

enamorados. Yo en el Mayo de las flores. Rehénes.

Morando el olvido te diría una noche, queno te lloraría, porque si no estuviera viva, quienrespondería por nosotros. Quién podría reco-nocerte si no yo. Quien impediría negociacio-nes en tu nombre. Quien podría privatizar nues-tra fragorosa memoria. Quien te habría llevadoatado en mi cuello, sabiéndote ido. Quien mehabría humillado, una vez más. Quién viviríainalterable esta osadía de vivir una lenguaexiliada, el atrevimiento de nombrarte y hacer-te vivir en la muerte. Vivirte me haría escribirte,me haría decir: Que nunca te has ido. Mi osa-día ha sido pensar lo imposible.

“A nosotros nos parece que nunca habríaexistido el más mínimo, Goulag, si las víctimashubiesen tenido el discurso que tienen hoy díalos que lloran sobre ellas. “ G. Deleuze. XXI

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"Por lo menos mi recuerdo será el deun hombre digno"

Todavía me extraña recorrer, en Santia-go, una calle llamada Salvador Allende. Comopor casualidad, sin conocerla, vine a dar a ésta,no muy lejos de Macul, que no pertenece aÑuñoa porque si, usted, mira el Plano de San-tiago, encontrará varias, todas en comunas po-pulares. Y mientras la Salvador Allende atravie-sa Puente Alto, las Presidente Salvador Allendese extienden en Huechuraba, Lo Espejo, Cerrillosy San Joaquín, pareciendo enhebrar un mapade la pobreza urbana.

Como sintiéndome en falta, me detengoen los letreros que la anuncian, sospechandoun castigo por violar la prohibición de nominaral proscrito, pero, claro, nada sucede porque yaterminó la dictadura y aunque, sin ganas, la ac-tual democracia ha autorizado estos bautizos,en sectores pobres y populosos. Y sigo mi tra-yecto, mientras otras gentes pasan, raudas, poresta calle Presidente Salvador Allende, sin ente-rarse casi de su nombre, o considerándolo, talvez, tan lejano o desconocido como otrosapelativos de avenidas, pasajes o crucescitadinos. Y así como para algunos, Allende noresuene, hoy, más que como el apellido de unantiguo veterano, teñido por sangre, y no sólopor la propia; quizá como un hombre culpablede muchas penas y dolores; para otros, será eldirigente honesto que se negó a claudicar por-que creía en la justicia de su quehacer y, posi-blemente, nadie se pondrá de acuerdo, y serádifícil que, hoy, a veinticinco años de su muer-te, haya consenso respecto a su figura, al papelque desempeñó, a los logros y limitaciones desu gobierno, a su ceguera o lucidez para enfo-car (o prevenir) su derrocamiento, porque esosaños del gobierno de la Unidad Popular y suPresidente fueron radicales -como esa época-;

Soledad Bianchi

porque, hoy, a veinticinco años de su muerte,Salvador Allende está rodeado, fantasmalmente,por ese manto del olvido consensual que silen-cia y acalla, estigmatiza o absuelve, a personas,hechos, instituciones, momentos, de un pasa-do, distante o próximo, según el observador,pero un pasado -hace sólo veinticinco años, ha-cen ya veinticinco remotos años-, que nadiepuede refutar que cambiaron la historia de Chi-le, y es ridículo intentar borrarlo porque desatepolémicas, y es hipócrita pensar que no hay queadvertir el pasado y comprenderlo para enfocary construir el porvenir, y es mentiroso decir quequienes lo hacen están/estamos detenidos en elayer.

No obstante, digan lo que digan, todavíauna parte de mi vida está -y estará, para siem-pre- marcada por Salvador Allende y lo que élsignificó, una utopía que lo trasciende y abarcaa muchos, a una mayoría, a multitudes. Y meniego a negar esta parte de mi vida, no quieroalejarme de ella, y si la reconstruyo y la retengoes porque, creo, se incorpora a lo que soy hoy,y comienzo a recordar...

En el mismo centro de la década del se-senta, en 1965, yo ingresaba a la universidad.Venía de un colegio particular, católico, de cla-se media acomodada, pero para continuar misestudios de Profesora de Castellano había ele-gido la laica Universidad de Chile y su Facultadmás combativa y atrayente, el Pedagógico. Ha-cía sólo un año se había iniciado el gobierno deEduardo Frei Montalva. Desde el Pedagógico,la rebeldía, la protesta, la ampliación de mun-do, la corrida de barreras mentales, más con-fianza en el mañana, el estudio, la ReformaUniversitaria, la taza de té de Nicanor Parra con

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SALVADOR ALLENDE

la señora Nixon, la Guerra de Vietnam, la muertedel Ché, la Nueva Canción Chilena.

Todavía allí en 1970, participé, siendodocente, en la elección del Presidente Allende.(Y mi memoria retrocede hasta 1958 cuando yo,de diez años, vivía con mi familia en una pe-queña calle de Providencia donde, también,residía el Senador Salvador Allende, quien enesa ocasión era candidato a la presidencia porsegunda vez, habiéndole correspondido el nú-mero 4 en la cédula electoral. El 4 de septiem-bre, mismo día de la votación, partimos con al-gunas amigas a indicar los números de nuestrospresidenciables predilectos a los automovilistasque continuaban su camino, sin darle impor-tancia a este inofensivo grupo juvenil. Sin em-bargo, uno de ellos se detuvo y, ante nuestrogran asombro, divisamos a Salvador Allende quenos saludó y comenzó a hablarnos. Ninguna denosotras era su partidaria, si bien inmediatamen-te intentamos disimularlo variando las cifras quehacíamos con las manos, y lo único que recuer-do es que se refirió a la "demagogia", para alu-dir a nuestros elegidos, posiblemente. Llegandoa mi casa pregunté el significado de la palabra,y nunca olvidé el tiempo que se había dadonuestro vecino-senador para dirigirse a unas in-fantiles opositoras).

Me cuesta pensarme sola en esa épocade proyectos colectivos, prolongada hasta quedesde esos mismos patios del Pedagógico mira-ríamos desolados el bombardeo de La Moneda,oyendo, impotentes -"la historia los juzgará"-,los rumores más feroces del Golpe de Estado.

Fin de una etapa y no sólo para mí, bru-tal cierre de un ciclo para nosotros, ciertos chi-lenos, algunos chilenos, muchos chilenos, quevivimos nuestra juventud impresa por la marcade la esperanza, del optimismo, de la creenciaen un futuro mejor que estaba en nuestras ma-nos variar, y del que, es indudable, SalvadorAllende fue su más consecuente representantey portavoz. Perspectivas y audacias propias dela juventud, podría pensarse, y tal vez estos ras-gos lo sean, así como nuestra generosidad y

entrega: queríamos, estábamos seguros, y con-vencidos, que lo mejor sería para todos, luchá-bamos -junto a otros- para que los cambios fa-vorecieran a las mayorías, mucho más allá denosotros. Quizá esta certeza absoluta era la basede la alegría. La confianza podría verse como elcimiento de cantos, de consignas gritadas a todopulmón, de desfiles y marchas, de banderas.¿Irresponsabilidad?, tal vez, pero preñada deamor, humor, sinceridad, desdén, desinterés, y,¡ay!, una buena dosis de sectarismo.

Y, rápido, mucho color y sol nublándoseese martes 11 de septiembre de 1973 cuandoquedamos sujetándonos apenas con las uñas delas potentes rocas que nos habíamos negado apercibir en nuestras cercanías, apenas afirma-dos de este terreno que se deslizaba bajo nues-tros pies.

Entre la fe ciega, la derrota y la añoran-za, así quedamos situados en un nuevo espa-cio, ahora ajeno y de otros, aunque obligada-mente nuestro, también, a pesar de nuestras di-ferencias: jóvenes-viejos, ahora: aterrados, de-rrotados, vencidos y con el desconcierto delcorte brutal, del fin abrupto, “este paso que co-loca a Chile en el despeñadero”, desconcerta-dos ante este nuevo mundo donde hasta el len-guaje había variado. Obligados a simular indi-ferencia, constreñidos a olvidar con rapidez, afingirnos otros sin pasado, con la intención deno omitir proyectarnos, ¿a dónde, cómo, conqué, con quiénes?

Sobrevivientes, débiles y fuertes, enterosy vacilantes, eso fuimos, eso somos, los quehablaron y los del silencio poderoso, ni héroesni traidores ni monumentos sino mujeres y hom-bres rodeados de muertes, violencia, injusticia,exilio, cesantía, resentimiento, sospecha, cen-suras, desconfianza... y solidaridad. Ahora, másrealistas, quizá demasiado pragmáticos, no tancreyentes, menos militantes y, ojalá, menos sec-tarios, con la amargura de un mundo ido quecomo todo trayecto vital es imposible de recu-perar, con afanes desmitificadores, pero sinamnesia, querer mirar hacia adelante para cons-

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truir nuevas oportunidades y más justicia, in-ventando la actualidad integrando el ayer, sinnegar ni negarnos: "No importa, me seguiránoyendo".XXI

Soledad Bianchi

(Todas las frases entrecomilladas perte-necen al último discurso del Presidente Salva-dor Allende, transmitido por Radio Magallanes,el 11 de Septiembre de 1973).

POR LO MENOS MI RECUERDO SERA EL DE UN HOMBRE DIGNO. Soledad Bianchi

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Los tres Años del Gobierno Popularde Salvador Allende

Marta Harnecker16 septiembre 1998

Mientras se debilitaba en varios países elmovimiento guerrillero rural —el golpe más durohabía sido la caída del Che en Bolivia— y seproducía un auge de las experiencias guerrille-ras urbanas en Uruguay y Argentina, ocurre otrohecho que conmueve a la izquierda latinoame-ricana y mundial: el triunfo electoral de Salva-dor Allende en Chile, en septiembre de 1970 —primera vez en la historia del mundo occiden-tal en que un candidato marxista llegaba a tra-vés de las urnas a ser presidente de la Repúbli-ca—. Esta inédita experiencia creó una gran olade simpatía a su favor. Era el momento en quela izquierda europea buscaba cómo transitar alsocialismo por la vía democrática.

Si la Revolución Cubana había fortaleci-do las posiciones partidarias de la lucha arma-da, el triunfo de Allende sirvió de argumentopara quienes defendían la vía pacífica.

“La fuerza de la legalidad, usada hastaentonces sistemáticamente para combatir almovimiento popular, se puso, en ese momento,de parte del pueblo — según Jorge Insunza—.La posibilidad teórica de atar las manos al ene-migo sobre la base de acumular una fuerza po-tencial de tal magnitud que bastara su presen-cia y la evidencia pública de su decisión de lu-cha para ahogar la resistencia reaccionaria, seconcretó en Chile”.(1)

La inédita experiencia, sin embargo, duróapenas tres años. Muchos olvidaron que había-mos conquistado el gobierno, pero no el poder;que los poderes legislativo y judicial estaban enmanos de las fuerzas opositoras, y que el pilarfundamental del Estado burgués: el ejército, semantenía intacto, protegido por el llamado Es-

tatuto de Garantías Constitucionales, por el cualel gobierno de Salvador Allende se había com-prometido a no tocar las Fuerzas Armadas, laeducación, ni los medios de comunicación. Estefue el compromiso exigido por la DemocraciaCristiana para apoyar su ratificación en el par-lamento.

Como se sabe, en Chile podía ser electopresidente el candidato que obtuviera la mayo-ría relativa de los votos siempre que éste fueraratificado por el Parlamento. Aunque había sidouna tradición ratificar siempre al candidato conmayoría relativa, por la excepcionalidad del casode Allende no se descartaba que esa situaciónpudiese variar.

En Chile se discutía mucho en esa épocaacerca del carácter de clase del PartidoDemócratacristiano. Sectores de la izquierda,basándose en la heterogeneidad social de sumilitancia, que iba desde el poblador y el obre-ro hasta el burgués, hablaban de un partidopluriclasista. Otros, entre quienes me encontra-ba, sosteníamos que el carácter de clase de unpartido no se mide por el origen social de sumilitancia, sino por el carácter de clase del pro-yecto político y social que levanta. Y, en estesentido, el Estatuto de Garantías Constituciona-les fue una elocuente prueba del carácter declase burgués de ese partido.

A pesar de las limitaciones institucionalesla Unidad Popular avanzó mucho.

La Ley de Reforma Agraria aprobada du-rante el gobierno de Frei, aunque tenía una se-rie de limitaciones, le permitió avanzar rápida-mente en la expropiación de grandes latifundios.

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SALVADOR ALLENDE

Durante el año 1971 se expropian mil cuatro-cientos latifundios, casi un tercio más de lo pla-nificado.

Por otra parte, se comienza la tramitaciónde la Reforma Constitucional para la nacionali-zación del cobre y otras riquezas básicas,lográndose en este terreno la aprobación delproyecto por la unanimidad del Congreso el 11de julio del 71, ocho meses después de inicia-do el gobierno popular. Se reglamentaron lasindemnizaciones, acordándose que sólo era le-gítimo una ganancia de un 10%. Las utilidadesque sobrepasaran dicho porcentaje eran consi-deradas utilidades excesivas y debían descon-tarse de las indemnizaciones que correspondíana dichas compañías norteamericanas. Estas em-presas producían de hecho entre 25 y 40% deutilidades.

Dos meses después el contralor Humeresdeterminó que no debía pagarse indem-nizaciones por los minerales de Chuquicamatay de El Salvador, y que el mineral El Tenientedebe pagar 340 millones de dólares por con-cepto de utilidades excesivas. Desde entonceslos planes del imperialismo norteamericano porderrocar al gobierno popular se acentuaron.

Se dan también los primeros pasos paraconstituir el área de propiedad social, usandoprocedimientos legales que no cuestionaban lajuridicidad del sistema vigente

Al mismo tiempo, se lanza una ofensivaen política internacional restableciéndose rela-ciones con Cuba e iniciándose por primera vezlas relaciones con China, Corea del Norte, Viet-nam del Norte, Alemania Oriental, etc.

Mientras la derecha se debate en torno adiferentes estrategias para contener el avancepopular, la fuerza manifestada por el gobiernodurante esos primeros meses y una política deacentuada redistribución de ingresos, y dereactivación de la economía, logran aumentaren un grado considerable el apoyo popular a sugestión. Las elecciones de abril de 1971 así lodemuestran. En sólo cinco meses se logra pasar

del 36 al 49 por ciento de la votación.

El país vivía un clima revolucionario, detransformaciones profundas; un pueblo lleno deesperanzas se sentía dueño de su destino. Eraun ejemplo demasiado peligroso, no sólo paralos poderosos dentro del país, sino también paralos de fuera.

La derecha, sin descartar nunca el golpemilitar que trata de poner en práctica desde elmomento mismo en que se anuncia el triunfoelectoral de Allende (asesinato del general Sch-neider), busca desde entonces desarticular portodos los medios posibles el bloque de fuerzaspolíticas y sociales que permitiría a la UnidadPopular gobernar transformadoramente median-te la legislación existente. La principal fuerzapolítica en disputa era la Democracia Cristianay su base social, fundamentalmente las capasmedias y un sector de los trabajadores.

El asesinato, el 8 de junio, de PérezZujovic, ex ministro del Interior del gobiernode Frei y hombre influyente en el PartidoDemócratacristiano permite al sector freísta deese partido recuperar su liderazgo dentro de el.(2)

El período que sigue a su muerte se carac-teriza por la unidad y ofensiva de las fuerzas opo-sitoras y por un repliegue de la Unidad Popular.

Frentes unidos electorales contra la UPtriunfan en las elecciones de la Universidad deChile y en las regionales de Valparaíso.

Aunque los sectores más conservadoresde la oposición siguen pensando en derrocar algobierno, los sectores más progresistas tiendena confiar más en la estrategia de los “mariscalesrusos”, es decir, no presentar batalla cuando lasfuerzas del enemigo tienen la mística muy alta,sino realizar una campaña prolongada de des-gaste flexible y atacar en su momento de mayordebilidad.

A pesar de estas diferencias estratégicas,ambas fuerzas ponen en práctica comunes ob-jetivos tácticos:

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LOS TRES AÑOS DEL GOBIERNO POPULAR DE SALVADOR ALLENDE. Marta Harnecker

El primero de ellos fue consolidar la uni-dad de las fuerzas opositoras y esforzarse pordividir a la Unidad Popular.

La tarea de dividir a la Unidad Popular larealizaron estimulando una supuesta línea divi-soria entre partidos “marxistas” y partidos “de-mocráticos”. También recurrieron al manosea-do truco del anticomunismo, tratando de aislara este partido en el seno de la UP. Estimularonimágenes de que se estaba “apoderando de todoel gobierno”, hablaron de “sectarismo incondi-cional a Moscú”, etc.

Un segundo objetivo táctico fue la cam-paña por mantener el control de los medios decomunicación. En ese momento la oposicióncontrolaban el 70 por ciento de la prensa escri-ta y 115 de las 155 radios que existían en elpaís, entre las cuales se encontraban las cade-nas de mayor potencia.

Un tercer objetivo táctico fue la defensade la propiedad privada. Usaron todos los me-canismos legales y medios de presión a su al-cance para dilatar la formación del área de pro-piedad social. El ejemplo más claro fue el pro-yecto de Reforma Constitucional que presentala DC.

El cuarto, la creación de una concienciaanti-UP en las Fuerzas Armadas. Para ello ex-plotaron hábilmente todo aquello que pudieradar la visión de un país “caótico”, “anárquico”,de “desgobierno y vacío de poder” y tenden-cias “totalitarias y antidemocráticas”. Y sin duda,el punto central de su campaña fue la existen-cia de grupos armados en desmedro de las úni-cas fuerzas armadas que debían existir en el país.De ahí que el asesinato de Pérez Zujovic lesvenga como anillo al dedo.

Un quinto objetivo fue conquistar a lascapas medias para un accionar contra el gobier-no. Apoyaron a supervisores que boicoteabanla producción en las minas de cobre, trataronde movilizar a los colegios profesionales, utili-zaron a la Universidad para experimentar suslíneas estratégicas.

Pero el objetivo táctico fundamental, yel que le permitiría lograr varios de los otros casipodríamos decir: por añadidura, fue provocarel fracaso económico del gobierno popular. Lasmedidas empiezan a ser aplicadas inmediata-mente después del triunfo electoral con la co-rrida bancaria, el contrabando de dólares, laparalización de algunas industrias, el cese deimportación de materias primas y repuestos ne-cesarios para el funcionamiento de las indus-trias, etc.

Se buscaba evitar que la UP pudiera me-jorar el nivel de vida de los trabajadores y, almismo, tiempo crear temor en los inversionistasextranjeros y empresarios nativos para que és-tos no reinvirtieran su capital, provocando amediano plazo un estancamiento productivo.

A esto se añadió el uso del poder legisla-tivo para privar al gobierno de las posibilidadesde afectar las altas rentas.

Este objetivo táctico es plenamente com-partido por el gobierno de Nixon y los consor-cios multinacionales, que realizaron una ope-ración de cerco económico expresada en reduc-ción de créditos, poner problemas a larenegociación de la deuda externa, embargo debienes por parte de las compañías expropiadas,divulgación internacional de la imagen de unpaís en bancarrota, para cercarlo más desde elpunto de vista financiero.

Las clases dominantes no sólo bloqueantodos los intentos del gobierno por modificar lainjusta estructura tributaria, sino que, al mismotiempo, le niegan los recursos presupuestariospara llevar adelante sus planes de carácter so-cial: reparto de leche, planes de salud, de vi-vienda y obras públicas.

Al gobierno popular, que no quiere afec-tar la capacidad de negociación de los trabaja-dores, no le queda otro camino que ampliar lacantidad de dinero circulante, sabiendo que estotendría que traducirse en fuertes presionesinflacionarias, a los que había que agregar pro-blemas cada vez mayores de abastecimiento.

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 37

SALVADOR ALLENDE

Al mismo tiempo, la ofensiva del impe-rialismo le impide mantener un volumen deimportaciones alimenticias acorde con la capa-cidad de consumo de las masas.

Sobre esta base objetiva, los esfuerzos dela reacción se encaminan a agravar sus dificul-tades económicas mediante la especulación, elacaparamiento y el fomento del mercado ne-gro. Mientras la prensa por ella controlada des-ata una campaña sistemática destinada a pro-clamar el desabastecimiento y constituirlo en elcentro de sus ataques.

El intento del gobierno por crear las JAP(Juntas de Abastecimientos y Precios) y los ins-pectores populares, sirven a la reacción paramontar una desproporcionada campaña acusán-dolo de pretender controlar al pueblo por el es-tómago, como según ellos se hacía en Cuba conla libreta de abastecimientos.

La Unidad Popular, y especialmente sussectores más radicales, tenían claro la necesi-dad de modificar la institucionalidad heredada—Se habló de realizar una reforma constitucio-nal radical; de disolver el Parlamento y crearuna Asamblea del Pueblo; de la creación deComandos Comunales —como el propio Allen-de lo propuso— para que “el pueblo asuma di-rectamente la gestión de sus asuntos”.

Pero nunca fuimos capaces de lograr lacorrelación de fuerzas necesaria para lograr es-tos objetivos por la vía elegida.

Y, en la medida en que el gobierno fueavanzando se fue creando internamente unaverdadera situación contrarrevolucionaria. Losprimeros síntomas de ella ya eran patentes cuan-do Fidel visitó Chile en noviembre de 1971.

Cada vez más sectores sociales de la de-recha y sus aliados fueron participando en polí-tica: en cacerolazos, manifestaciones callejeras,paros de transportistas, huelgas en el cobre,manifestaciones contra los militares.

Cuando todo parecía avalar las ilusionesde la derecha de derrocar al gobierno por la vía

institucional, especialmente después de la gran“marcha de la democracia” organizada por laoposición en la primera semana de abril del 72,las masas populares, que hasta ese momento sehabían limitado a recibir con simpatía las me-didas populares adoptadas, manifestaron su pre-sencia combativa en la más grande concentra-ción nunca vista en la capital, el 18 de abril de1972.

Su impacto fue suficiente para quebrar elfrente opositor y hacer que la Democracia Cris-tiana buscara nuevamente compromisos con lasfuerzas populares. Esta situación relativamentefavorable no puede ser aprovechada por la iz-quierda, porque también ésta sufre una crisis dedirección: no hay una definición clara de cómoseguir avanzando. Un sector de la izquierdaconsidera que hay que consolidar lo conquista-do, y que hay que apostara a ganar las eleccio-nes generales de parlamentarias en el 73, paraque una mayoría popular en el Congreso im-pulse los cambios institucionales y legales in-dispensables. Otro sector está convencido quesólo se puede consolidar las conquistas si secontinúa avanzando y si el Congreso es reem-plazado por una Asamblea del Pueblo, creandopoder popular en la base.

Las crisis de conducción de la izquierdasólo se superan cuando las fuerzas opositorasamenazan con hacer peligrar la continuidad delgobierno popular.

Cuando éstas, entusiasmadas con el re-sultado de sus movilizaciones y de sus accio-nes, pensaban que ya había llegado la hora delderrumbe del gobierno popular, la Unidad Po-pular lograban poner entre paréntesis sus dife-rencias, unificando su accionar y el pueblo sa-lía multitudinariamente a las calles demostran-do que su fuerza era mucho mayor de lo que sepodía leer en los resultados electorales, obligan-do a la derecha a postergar sus planes golpistas.Y esto no sólo ocurrió una vez sino varias.

La ofensiva de masas más importante delas fuerzas opositoras se da en octubre de 1992,cuando se inicia el paro nacional de los camio-

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LOS TRES AÑOS DEL GOBIERNO POPULAR DE SALVADOR ALLENDE. Marta Harnecker

neros que dura algo más de tres semanas. Esteperíodo se caracteriza por un agudo enfrenta-miento entre quienes a toda costa quieren para-lizar el país para hacer caer al gobierno —todala oposición— y los trabajadores y el pueblo,que demuestran su alto grado de conciencia ycombatividad.

Los trabajadores tenían conciencia de lagrave crisis que vivía el país y su instinto de cla-se sobrepasaba en mucho la conducción políti-ca —en ciertos momentos vacilantes— del go-bierno popular. La clase obrera y distintos sec-tores de la población respondieron a la ofensi-va planificada por la derecha acerando su orga-nización en los diferentes centros de trabajo,centros de estudios, poblaciones y barrios.

Los trabajadores no se limitaron sólo aseguir trabajando. Al quedarse sin jefes, nom-braron a sus propios jefes. Aumentó el grado deorganización y mejoró su calidad. Se estable-cieron conexiones entre fábricas. Si en una fá-brica sobraban vehículos se ponían a disposi-ción de las otras. En los barrios obreros, si unalmacén cerraba, era abierto a la fuerza. A ve-ces los mismos trabajadores y pobladores seencargaban de retirar directamente de lasdistribuidoras los productos y de venderlos enlas poblaciones. Paradójicamente, nunca estu-vieron mejor abastecidos los barrios obreros quedurante el paro que buscaba precisamente pro-vocar el desabastecimiento.

Cuando el transporte paró, los trabajado-res hicieron largas caminatas, pero llegaron asu trabajo.

Para controlar la crítica situación, el go-bierno contó con la colaboración de altos man-dos militares. Se establecieron zonas de emer-gencia en provincias. Viendo la actuación deéstos en defensa del gobierno legítimamenteconstituido, la derecha empezó a desarrollar unafuerte campaña ideológica que tenía como ob-jetivo criticar esta actuación de las FFAA.

Quienes habían sido los grandes defen-sores de la ley y de la constitución de nuestro

país, al darse cuenta de que esa ley y esa cons-titución estaban al servicio de una transforma-ción radical de la sociedad que iba a terminarcon sus privilegios, comenzaron a estar dispues-tos a pasar por encima de ellas.

Un editorial de El Mercurio, del domin-go 15 de octubre sostenía sintomáticamente:“(...) si la legalidad está siendo usada para sacaral país de los quicios constitucionales y paraimplantar la dictadura del proletariado en for-ma paulatina, se daría la paradoja de que losactuales defensores del orden público (es decir,las fuerzas armadas) estarían del lado de la re-volución marxista —esto es por definición, con-tra el orden vigente— mientras que los que des-obedecen a esa autoridad revolucionaria esta-rían del lado del orden público y de las garan-tías constitucionales”..

La DC busca terminar el paro medianteuna salida conciliadora, teniendo en cuenta, poruna parte, que la oposición perdía fuerza a me-dida que se prolongaba el paro, y, por otra, quela ofensiva popular podía poner en peligro laestabilidad institucional.

Por otra parte, la prolongación del parohacía cada vez más insostenible la situación parael gobierno y las fuerzas populares. Ya empeza-ba a vislumbrarse la falta de materias primas,de repuestos. Los stocks de enlace estaban to-talmente agotados. La situación se transformóen un empate que sólo se podía romper con unaofensiva, pero esta ofensiva suponía requisarempresas distribuidoras, camiones, descerrajarbodegas y el ejército, que hasta ahora habíaayudado a mantener el orden, parecía no estardispuesto a lanzarse en esta ofensiva.

Era necesario, sin embargo, salir de eseimpasse. El gobierno estaba perdiendo autori-dad en forma creciente, porque, por una parte,había planteado una serie de amenazas quedespués no llevó a efecto y, por otra, no era ca-paz de impedir que la derecha realizara una seriede acciones ilegales, entre otras, el que variasemisoras dependientes de estas fuerzas se des-

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SALVADOR ALLENDE

colgaran de la cadena oficial impuesta por elgobierno.

Para poner término a esta situación deempate de fuerzas, Allende decidió, el 2 de no-viembre, reestructurar el gabinete en el sentidode las exigencias de la DC, integrando por pri-mera vez al gobierno a altos jefes militares. Paratratar de compensar a su lado puso a altos diri-gentes de los trabajadores.

La presencia militar fortalece al gobiernocontra los desmanes de la ultraderecha, pero acosta de un precio muy caro: la desmovilizaciónde las masas.

El nuevo gabinete logra poner fin al paropatronal en el plazo fijado, pero de hecho ter-mina finalmente por hacer muchas concesio-nes a la DC, la que lidereada por el sector freístadirige sus miras hacia las elecciones de marzodel 73.

Frei pretende darle un carácter plebiscita-rio a esta elección: se debe producir un aleja-miento institucional de Allende producto del re-chazo del pueblo al modelo social no comparti-do, pero los resultados alcanzados hacen trizassus ilusiones: la Unidad Popular obtiene el 43,4por ciento de los votos cuando los más optimis-tas esperaban alrededor del 40 por ciento. El planpara destituir constitucionalmente a Allende,había fracasado. Por otra parte, era evidente quela fuerza social que dichos resultados represen-taban era mucho mayor que su expresión electo-ral. Y así lo entendió la derecha.(3)

Este extraordinario resultado logrado porlas fuerzas populares —reconocido entre otrospor la Revista “Time” en una crónica titulada“Una demostración de fuerza sorprendentemen-te vigorosa de parte de Allende”— fue sin dudaefecto de la concienciación alcanzada por laclase obrera y el pueblo durante el paro de oc-tubre. La práctica social de esos días fue la me-jor escuela de educación política para una granmasa de trabajadores quienes se volvieron im-permeables a la demagógica propaganda de laderecha contra el gobierno basada en las difi-

cultades reales que existían.

Luego de un período de desconcierto, laoposición retoma su ofensiva: unos por una víamás golpista, otros por una vía más institucio-nal, pero ambos grupos tienen claro que paratener éxitos en sus respectivas empresas deben,esta vez, lograr romper la unidad de la claseobrera y agudizar la situación económica delpaís. Ambos objetivos se logran con el paro —aunque no total— de la mina de cobre “El Te-niente”, siendo sus artífices principales los diri-gentes sindicales demócratacristianos.

Simultáneamente con la lucha en el te-rreno legislativo y de masas, comienzan asucederse a partir del domingo 22 de abril unaserie de atentados y luego la intentona golpistafracasado del 29 de junio, que constituyó unverdadero ensayo general para detectar a aque-llos sectores que dentro de las fuerzas armadasse oponían al golpe.

De hecho esto fue lo que ocurrió. En losprimeros días de agosto fueron apresados e in-comunicados y salvajemente torturados alrede-dor de un centenar de marinos de varios bu-ques de la Armada (Blanco Encalada, O’Higgins,Prats) y trabajadores de ASMAR. Su único deli-to: profesar ideas de izquierda y estar dispues-tos a oponerse a un golpe en contra del gobier-no constitucional.

Mientras tanto, las fuerzas de la UnidadPopular no lograban ponerse de acuerdo en tor-no al qué hacer.

Llega así el 4 de septiembre, día en quese realiza una inmensa movilización de masasde la UP en Santiago, frente a La Moneda. Apesar de las dificultades, un sector muy impor-tante del pueblo, especialmente de la clase obre-ra, sigue fiel a su gobierno y pide tareas concre-tas para apoyarlo, tareas que nunca llegan.

Al día siguiente las mujeres de la oposiciónrealizan una concentración bastante numerosaaunque muy inferior a la del día anterior realizadapor la UP. Los ánimos están enardecidos.

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LOS TRES AÑOS DEL GOBIERNO POPULAR DE SALVADOR ALLENDE. Marta Harnecker

Allende busca desesperadamente unasalida. Plantea en ese momento tres caminos: elplebiscito, un acuerdo con la DC sobre la basede promulgar su proyecto de Reforma Constitu-cional o el enfrentamiento.

La Unidad Popular no logra aunar crite-rios para enfrentar la situación. Se suspendenlas reuniones el jueves 6. Allende decide, porsu parte llamar a un plebiscito.

Al día siguiente, reúne a varios generalesde los más cercanos a Prats, entre ellos está Pino-chet, para informarles de su decisión a convocara plebiscito el martes 11, a fin de resolver en for-ma democrática el conflicto con el parlamento.

El mensaje estaba previsto para las oncede las mañana del día 11. A esa hora las balasredujeron al silencio al presidente Allende.

Para terminar quisiera plantear que coin-cido con Jorge Arrate, dirigente socialista chile-no, en que el proyecto de Allende era demasia-do heterodoxo para el carácter ortodoxo de nues-tra izquierda, cuyos planteamientos no se corres-pondían con los nuevos desafíos que el país es-taba viviendo: cuando Allende hablaba del trán-sito democrático al socialismo, sectores de la iz-quierda pintaban en los muros: ¡Viva la dictadu-ra del proletariado!; cuando Allende hablaba deganar a sectores de la burguesía para su proyec-to, una parte importante de la izquierda reafir-maba que el enemigo era toda la burguesía; cuan-do el presidente socialista luchaba por conseguiruna conducción única del proceso, los partidosmás fuertes: el Socialista y el Comunista, hacíanpúblicas sus divergencias; mientras Allende que-

ría consolidar lo avanzado en el plano económi-co mediante la nacionalización de las grandesempresas estratégicas, teniendo muy claro los lí-mites del poder con que contaba, sectores de laizquierda se tomaban pequeñas empresas y pe-dían su nacionalización, exigiendo másradicalidad a Allende, como si éste tuviera ensus manos todo el poder.

Por otra parte, si bien la dirección de laUnidad Popular y el propio presidente Allendetenían muy claro que sólo se podía consolidarel proceso chileno si se contaba con el apoyode los militares, y coherentemente con esto sehizo todo un esfuerzo para ganarlos para la cau-sa popular, se confió excesivamente en la tradi-ción constitucionalista de las Fuerzas ArmadasChilenas y no se trabajó suficientemente la crea-ción de una fuerza material propia.

Pero hay otra cosa más que sólo hemosvisto después, a partir de las últimas experien-cias vividas por el socialismo: que ese tipo detránsito pacífico del capitalismo al socialismousando los recursos y posibilidades de poderdentro de un sistema de democracia represen-tativa no era un camino viable para realizar elproyecto socialista tal como se había aplicadohasta entonces en el mundo y, por lo tanto, queera necesario repensar el socialismo que se que-ría construir elaborando otro proyecto más ade-cuado a la realidad chilena. Eso era lo que Allen-de parecía intuir al usar su folklórica metáforade socialismo con vino tinto y empanadas, queapuntaba a la construcción de una sociedadsocialista enraizada en las tradiciones nacional-populares. (Moulián, 1995b, p.25). XXI

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 41

NOTAS

1) Jorge Insunza, “La Lucha por el Poder siguePendiente” en El Siglo, 8 de mayo 1971.

2) La acción, de dudosa inspiración, esrealizada por un comando de la VOP(Vanguardia Organizada del Pueblo), grupoformado por ex militantes de partidos de laUP.

3) A pesar del agudo proceso inflacionario quevivía el país, del desabastecimiento, lascolas y el mercado negro, en el puebloprimó su instinto de clase y el deterioroelectoral de la UP fue pequeño. En laselecciones del 71 había obtenido un 49 porciento de los votos, pero en ese momento elPartido Radical no se había dividido y era laépoca de oro del proceso, había plenoabastecimiento y una fuerte redistribucióndel ingreso.

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¡Presente! ¡Presente! *

Alfredo Jocelyn-Holt Letelier

* Este texto es parte del libro El Chile Perple-jo, del Avanzar sin Transar al Transar sinParar (Planeta) que está por aparecer.

¿Por qué fracasó la Unidad Popular? Larespuesta a esta pregunta admite dos níveles.En un primer plano, el más fácil de percibir, elplano objetivo por decirlo de alguna forma, larespuesta es clarísima. El gobierno de la Uni-dad Popular a todas luces, y por donde se lemire, fue un desastre. En un plano más profun-do que apunta, sin embargo, a por qué la Uni-dad Popular aparentemente estaba condenadaa fracasar el asunto se complica mucho más.Pero dejemos esta parte para más adelante.

La UP naufragó porque no pudo ni supogobernar. Ganó la presidencia con un márgenescasísimo de votos, menos de 40 mil, en cifrasglobales un 36,2%, es decir, con un 1,3% dediferencia. Si bien es cierto, fue remontando suapoyo electoral --en las municipales de 1972obtuvo el 50%, y en las parlamentarias de 1973logró un 45%-- el gobierno nunca dejó de serminoritario. En cuanto coalición nunca pudoafiatarse y exhibió crónicas muestras deindisciplina interna lo que la hizo aparecer comono confiable. Es más, Allende llegó a ser candi-dato muy a contrapelo; sólo al último minutofue elegido abanderado de su propio partido, loque evidentemente le restó autoridad. Terminóidentificándose con posturas cercanas a un Par-tido Comunista menos radical incluso que elSocialista, pero un partido con nulo poder denegociación con la oposición. Por último, to-dos los intentos por alcanzar un entendimientocon la DC no prosperaron.

El balance final del gobierno arroja unsaldo lamentable. En el plano económico, la UPfue de una irresponsabilidad patente, y eso queheredó una hacienda pública con problemasaunque con índices mejores que otros gobier-nos en el pasado. Aumentó el gasto y el consu-mo, agotó todas las reservas, emitió circulantesin parar. La inflación llegó al 323% según ci-fras oficiales; según la oposición ésta alcanzóun mil por ciento. La producción bajó en un7%, la agricultura en un 23%, la minería en un30%. Cundió el desabastecimiento y el merca-do negro. La inversión fue casi nula.

El desorden público fue un rasgo cons-tante del gobierno. Las huelgas aumentaron con-siderablemente, se produjeron paros naciona-les prolongados, las "tomas" ilegales de fundose industrias se volvieron ocurrencias diarias. Confrecuencia las órdenes emanadas del gobiernoy de los tribunales de justicia no se cumplían.En efecto, el ejecutivo aparecía como incapaz,o, peor, como no queriendo o, incluso, entor-peciendo el ejercicio de las facultades adminis-trativas. Tanto empresarios como asociacionesgremiales, representativas de las más diversasactividades productivas y profesionales, se vol-caron a la oposición. Se sintieron además deamenazados, discriminados, intervenidos, y ase-diados por un clima revolucionario desbordanteque ponía en jaque su propia existencia.

Para un amplio sector del país, la mitadal menos, Chile parecía estar entrando en unabismo catastrófico, sin salida posible. Hacia elfinal, las únicas soluciones previstas eran ungolpe militar, o bien, un golpe audaz de los mis-mos grupos que desde el gobierno impulsaban

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 43

una política radical. Supuestamente ello con-duciría a una revolución sangrienta a fin de es-tablecer la dictadura del proletariado: una gue-rra civil prolongada con similares consecuen-cias. Por último, cabía la posibilidad de un ple-biscito que, supuestamente también, decidiríasi Allende continuaba o no en el poder. Está claroque una administración que despierta ese tipode temores, conflictos y sensación generaliza-da de desgobierno es un notorio fracaso.

Conste que hay argumentos de sobra quepretenden desvirtuar lo anterior. El gobierno nodejó nunca de tener apoyo, particularmente apo-yo popular. El desabastecimiento no habría sidotal; prueba es que, luego del golpe, se llenaronlos supermercados de alimentos, lo que estaríademostrando que habría habido acaparamiento.Hubo gasto público pero eso como una manerade paliar nuestra endémica mala distribución delingreso. En no poca medida el escenario econó-mico tuvo un pésimo rendimiento. Admitiendoparcialmente estos contraargumentos, el gobier-no de Salvador Allende exhibe una trayectoria yuna secuela de resultados a todas luces negati-vos. En última instancia, son los gobiernos losresponsables de resguardar un mínimo de ordenpúblico y de solvencia económica, y en esos dosplanos, la UP definitivamente no pasa un exa-men básico, cualquiera que sea nuestra latitudindulgente. Un gobierno en que gruposextremistas asesinan a una de las figuras princi-pales de la administración anterior, EdmundoPérez Zujovic, y que posteriormente se ve obli-gado a involucrar a las fuerzas armadas en el eje-cutivo, es más, a la plana mayor de la oficiali-dad, está dando cuenta de un descalabro políti-co de proporciones. Si termina adicionalmenteproduciendo el repudio de un amplio sector dela ciudadanía y el colapso institucional, resultaimposible eximirlo de responsabilidad grave enel destino que le cupo y en las consecuenciasque ello trajo consigo para la convivencia nacio-nal. Así y todo, uno se pregunta si el gobierno dela UP, aún atendiendo su responsabilidad, mere-cía o no el fin que tuvo. Todavía más, uno sepregunta si dicho fin debió extenderse a todo el

sistema político que nos venía gobernando des-de tiempo atrás. Una cosa es derrocar a un go-bierno, otra muy distinta terminar con toda unahistoria republicana de relativamente larga data.No será que la UP está sirviendo aquí, de excu-sa, de chivo expiatorio, para justificar un propó-sito autoritario castigador infinitamente más pro-fundo; que antes bien que resolver una mera co-yuntura inestable y un gobierno colapsado lo quemotivó el golpe de gracia fue una maquinaciónenmascarada. Y si es un chivo expiatorio no es-taríamos frente a un magnífico subterfugio, unpretexto, con su cuota de falsificación, que nosimpide aquilatar lo que realmente fue la UP, loque hizo y no hizo, lo que pudo y no pudo ha-cer. En definitiva, si una UP satanizada es un chi-vo expiatorio de algo mucho mayor ¿qué tanculpable es el gobierno de Allende? ¿Cúal es suverdadera cuota de responsabilidad? ¿Por quéhabría que adjudicársele toda o gran parte? Esmás, ¿hasta cuando dura la condena? ¿Por lossiglos de los siglos? En cuyo caso, entonces, setrataría de un castigo infernal. ¡Vaya castigo! Y, apropósito, ¿quienes son los jueces? Y si, ade-más, sucede que los jueces están de algún modoinvolucrados ¿qué tan válida es la condena?

Pienso que dichas preguntas, aun cuan-do no podamos responderlas --en una de és-tas no tienen respuesta-- igual matizan consi-derablemente la culpabilidad que le corres-ponde a la Unidad Popular. El sólo hecho deque se las pueda acoger, de que algo de ra-zón hay en sus supuestos, que el beneficio dela duda, incluso en este caso límite, sea ad-misible, rebaja necesariamente la pena. Enefecto, si la historia no hubiera continuadomás allá del 11 de septiembre es muy posibleque la condena a la UP nos resultara menoscuestionable. El punto es que la historia si-guió su curso, nos proporcionó nuevos crite-rios, nos develó nuevas perspectivas, y, ade-más, sus consecuencias las conocemos dema-siado bien, las sufrimos y seguimos sufriendotodos. De consiguiente, no cabe si no seguirindagando, seguir revisando lo que a prime-ras resulta irrebatible.

SALVADOR ALLENDE

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Ahora bien, ¿qué tan válidas son laspremisas de las interrogantes anteriores?

Mi impresión es que son suficientementeválidas. Veamos. Vamos por parte.

En gran medida, la UP no hace nada esen-cialmente distinto a lo que desde 1967 se veníapresenciando. Ergo, es más que presumible quese le esté adjudicando al gobierno de Allendeculpas acumuladas.

Sea lo que sea, el gobierno de la UP nodestruyó el sistema económico, aún cuando lotensionó sobremanera y lo condujo a un puntolímite. Por tanto, es también presumible atribuir-le irresponsabilidad, no así calificarlo de anár-quico.

La UP tampoco llevó hasta sus últimasconsecuencias sus propósitos revolucionarios aultranza. La UP, de hecho, nunca resolvió elproblema de las dos vías. Unos se inclinaronpor la vía armada, otros --entre ellos Allende--siguieron insistiendo hasta el último minuto enla "vía chilena" o pacífica al socialismo. E, in-cluso, los supuestamente vinculados a la "víainsurreccional", como Carlos Altamirano, sos-tienen que lo que estaban haciendo era teneruna política militar, a fín de defenderselegitímamente de la agresión sediciosa que seestaba fraguando en su contra. A su favor estáel hecho de que la oposición al golpe militarfue prácticamente nula. Por consiguiente, la vio-lencia final correría por cuenta ajena, y en defi-nitiva, no sería atribuible al gobierno de Allen-de. Es que predicaron la violencia --los socialis-tas la venían auspiciando desde el Congreso deChillán en 1967--. Si, por cierto, predicando,en algunos casos incluso, llevando a cabo ac-

tos violentos, conforme a una políticainsurreccional, como el MIR, que por lo demásno era parte de la UP, pero ¿qué duda cabe?¿Quienes en definitiva son los brutales? ¿Quie-nes materializan la "vía insurreccional"? Por malafe de quienes en este punto cargan las tintascontra la UP, relevo de prueba.

Es más, la UP no llevó al país a la guerracivil. Ni antes del 73 ni después cabe hablar deun escenario de tal magnitud. Las fuerzas arma-das no se dividieron. El grueso de la poblaciónno estaba en pie de guerra y armado. Las bajasfueron mínimas. La desproporción entre la capa-cidad de fuego de un lado y otro es notoria, etcé-tera, etcétera. Es que casi hubo una guerra civil,es que si no la hubo fue porque los militares laimpidieron, es que si no les hubieran salido alcamino... Exactamente, pudo ocurrir, pudo pro-ducirse, quizá sí, quizá no, pero en definitiva nola hubo. Concuerdo plenamente con Carlos Al-tamirano: "La historia no se escribe sobre supues-tos sino sobre hechos reales". Por insuficienciade mérito argumental, descártese.

No hay, además, ninguna acusación quese le pueda hacer a la UP que no sea extensiva,no resulte imputable, de igual modo, a la oposi-ción. Odiosas, ambas. Terroristas, ambas. Seniegan la sal y el agua, ambas. Entorpecen laconvivencia, ambas. Estimulan lo que GabrielSalazar llama "violencia popular", ambas. Lle-van el conflicto hasta sus últimas consecuen-cias, ambas. No transan, ambas. De ahí que ala larga, fracasen incluso, ambas; y, el gobiernomilitar las arremeta en contra de... ambas. Deconsiguiente, quien haya arrojado la primerapiedra --cuestión un tanto difícil de determinar-- que pruebe estar libre de pecado. XXI

¡PRESENTE! ¡PRESENTE!. Alfredo Jocelyn - Holt

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46 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

ALLENDE: ¿Mito o pretexto?

Tomás Moulian

En cuanto ciudadanos con pasiones deizquierda nos corresponde evitar que Allendesea transformado en un mito. En esta época anti-ilustrada es difícil plantear esa afirmación comosupuesto. Por ello se hace necesario contestaruna pregunta: ¿porqué el mito cumpliría unafunción negativa?.

Como se sabe, aunque sea a través deGramsci, Sorel produjo una interpretación anti-ilustrada del mito, en cuanto incentivador deuna voluntad movida por pasiones. Ellas sonreflexivas, en el sentido preciso de “reflexiona-das” (puesto que de ellas el mito habla) pero, almenos, no son racionales, en el sentido que noproporcionan un conocimiento instrumental nide corte diagnóstico ni de corte anticipatorio.Basándose en una desconfianza declarada fren-te al pensamiento político racionalista, esa re-visión soreliana pretendía una recuperación delmito en cuanto impulso accional de “nuevotipo”. El marxismo era visto, con razón, comoepítome de la matriz ilustrada, tanto en su for-ma general de marxismo como en su forma par-ticular de marxismo pos- Marx. Los motivos eranevidentes: ese pensamiento colocaba una cier-ta calidad del saber como pre-condición de lapráctica, en cuanto le autoasignaba el papel deguía de ésta. Ello significaba que las Prácticas,(no todas, no por lo menos las prácticas “es-pontáneas”) pero si las de clase, debían suce-der en el tiempo tanto a la producción de lateoría como a la producción de efectos de lateoría en la conciencia empírica de la clase his-tóricamente involucrada. El saber en referenciaes convertido por esta operación en una cien-cia de la política, de la propia práctica política.Para el marxismo el mito es un anti-saber y se

ubica en el amplio espacio cubierto por las ideo-logías.

Esta negación del mito no significa estarpreocupado de preservar la pureza de la rela-ción teoría-práctica tal como la estilaba la ca-nónica marxista-leninista, empapada de“escolasticidad”. Pero sí intenta rescatar lareflexibidad del impulso accional-político, perocomo algo distinto de la “cientificidad”. El mitodificulta esa operación de reflexibidad por cuan-to realiza una operación enunciativa de carác-ter didáctico. El mito busca enseñar a través delejemplo esclarecido de personajes selectos y esaenseñanza requiere que el personaje involucra-do sea limpiado de las costras del vivir, paraexistir en la ejemplaridad. El personaje míticoes un personaje idealizado, sustantivado o con-vertido en pura potencia espiritual.

Pero en el mito no solamente hayidealización, también hay (por lo menos en laversión soleriana) una voluntad pasional quepredomina sobre la voluntad reflexiva. La in-tensidad del impulso accional de la política pro-vendría de la pasión en cuanto irracional., Seabajo la forma del odio al otro, al diferente, seabajo la forma de la adhesión carismática o deimpulso de una voluntad pulsional, sin calculo.

El mito como impulso accional de la po-lítica privilegia las motivaciones pasionales, locual constituye un sano embate frente a las con-cepciones ilustradas que caen en el teoricismo,en la idea de una conciencia “llenada” por lateoría (científica) del marxismo. Pero las opcio-nes no se circunscriben a la polaridad pasión-saber científico. Existe la opción de que el im-pulso accional provenga de una voluntad reflexi-

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 47

SALVADOR ALLENDE

va, la de un sujeto con conciencia de sí (identi-dad) y deseo de futuro (proyecto).

Es en ese sentido que hablo que rescatara Allende de la idealización mítica y de usarlocomo pretexto. Esa palabra alude a dos signifi-cados distintos: a un sentido simulado que searguye como justificación de una acción, perotambién a la anterioridad del texto, sentido quese hace evidente con la ayuda de la interven-ción de un signo que corta la palabra y la re-construye como pretexto.

Allende es pretexto en esa doble posibi-lidad. Cuando se le alude como ejemplo parael presente o para el futuro no es del individuode quien se habla, pues éste es contingencia yparticularidad y solo puede rescatarse univer-salidad de ciertos “fragmentos” de su práctica.Allende es un pretexto justamente porque cier-tos “fragmentos”, como el valor ideal de la co-herencia moral y la actualidad de su anti-capi-talismo, pueden ser trabajados como memoriade Allende, porque tienen la virtud de consti-tuir el pre-texto de Allende, aquello que su re-cuerdo espontáneo suscita.

El mito no soporta esta deconstrucción,este uso del fragmento. Impone al personaje

como totalidad, como caso ejemplar.

La memoria de Allende que es útil traba-jar, desde el punto de vista político, contiene losdos temas señalados: la moralidad de Allende ysu aspiración de superar el capitalismo, buscan-do para ello formas nuevas de organización so-cial, no aferradas a las recetas dogmáticas.

La radicalidad de la moralidad de Allen-de, la que hace de él un político distinto, con-siste en la consecuencia extrema que se escon-de detrás del formato del político tradicional,detrás de su apariencia de hombre sin grave-dad. Esa cualidad se materializa en tres figuras:el rechazo de la tentación de un giro moderadoa realizar pagando cualquier costo, aun elagobiante peso de perseguir al ala izquierda dela Unidad Popular; su extrema gentileza enmedio de la metralla, expresada en su preocu-pación por las mujeres (entre ellas, sus serescercanos, sus hijas y Miria Contreras) y su hu-manismo que lo llevó a preocuparse de impedirque alguien permaneciera contra su voluntaden La Moneda y la consecuencia de su gestofinal, realizado reflexivamente, sin desespera-ción. Allende fue la antípoda del héroe machis-ta, a quien la adrenalina de la guerra ofusca lossentimientos. Así hay que rescatarlo. XXI

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T. W. Adorno

GUILLERMO NÚÑEZ

UN ESPACIO DE TIEMPO,UN LEVE ESPACIO DE TIEMPO

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50 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

T. W. Adorno

"Pero, ¿qué sucederíacon el arte,

escritura de la historia,si rompiera

con el recuerdodel dolor acumulado?".

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 51

tiago de Chile, la mañana del 11 de Septiembre, una dulce brisa empapaba el aire y

Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición

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52 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 53

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54 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

Díme, ¿qué has hecho del día,

atezada nube parda?

Sombra, ¿qué has hecho del sol?

Noche, ¿qué has hecho del alba?

(Pedro Calderón de la Barca.)

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56 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

II III IVI

VI VII VIIIV

X XI XIIIX

XIVXIII ¿QUE HAY EN EL FONDO DE TUS OJOS?

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 57

CHOLULA GUERNICA LIDICE KOLYMA

LONQUEN ORADOUR HIROSHIMA BIBI YAR

MAI LANG SOLOVKI DACHAU AUSCHWITZ

TREBLINKA BUCHENWALD

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58 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

Los colores del ojo. Los vapores acuosos. ¿Era la luz propia de su eternidad?

En la inmensa habitación repleta de nubes, ya no las vio acumuladas en los rinco-

nes sino mojándolo en su neblina. Metido allí en medio del arco iris, sin verlo,

respirando ansioso con sus dedos esos colores de mentira. Una mano, sobre el

muro rugoso en medio de costrones y viejas consignas dibujó otro arco iris, un

arco iris resplandeciente como luz neón, ¿o era en verdad un arco iris de neón?

Hacia el fondo, en el largo corredor que penetra en la sala, una hilera de hom-

bres avanza titubeante. Con la vista vendada, unidos por el brazo y la mano

que tomaba el hombro del que les precedía se arrastraban muy lento tratando

de palpar un sendero desconocido que ninguno podía ver, que los llevaba en

agonía a caer en ese espacio vacío delante suyo mientras la luz rebotaba en las

paredes blancas.

Horus dentro de mí. Dios y Satán en ese círculo conmigo. Esta luz con un

ángulo de cuarenta y dos grados que comienza en el asombro (fotones

indivisibles) que atraviesa mi ojo cuando mi mente dibuja delante mío –el sol

a mis espaldas– el estallido de estos siete colores, que yo quisiera negros (muy

negros con un fondo de tambores) negro con fondo de tambores que yo dibu-

jo negros.

Dispersión (efímero estallido), átomos, fotones indivisibles, euforia de tu epi-

fanía.

¿Que puede hacer usted dentro del arco iris? ¿Cómo imagina usted lo que hay

detrás de él? ¿Cree usted que sea verdadero? ¿Un paisaje interior? ¿Qué sim-

boliza o que podría simbolizar, o no representa nada? ¿O es sólo espectáculo

visual destinado a evaporarse, a partir, con la caída del sol detrás de usted?

(De todos modos, tome usted este arco iris y llévelo siempre consigo).

El cortejo de ciegos avanza lento, trastabillando, aferrándose al suelo con pa-

sos pesados y torpes.

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 59

Uno de ellos ha quedado atrás, aterrado, muy solo en las tinieblas de su

venda.

El arco iris lo rodeó, lo abrazó para calmarlo. Una revelación anunciada por

un ángel oscuro. Una luz de trompetas.

Entran ahora al recinto en ruinas, a las luces que llegan desde las doce ven-

tanas, a las luces que se reparten sobre el suelo lleno de escombros y basu-

ras bajo un techo muy alto, que deja ver el cielo a ratos entre sus ruinas.

Avanzan ciegos y se instalan rígidos frente a los rostros que cuelgan donde

antes yacían los enfermos en filas de dolor y de muerte. Sus gritos aún persisten

incrustados en esos muros, delirando donde otro dolor ha venido a juntarse,

sobreponerse.

Se quedan allí de pie, las manos ligoteadas, los ojos vendados esperando el

arco iris, interacción electromagnética entre moléculas contiguas de celulo-

sa y agua, entre sus átomos constitutivos y la luz. Pero necesitamos del sol y

nuestro ojo y nuestra mente, la lluvia, el paisaje, el cielo, las nubes y un

espacio de tiempo, un leve espacio de tiempo y nuestra memoria o alguna

necesidad interior muy profunda, coagulada allí, desde hace millones de

años.

Absorción y dispersión de la luz, longitud de ondas disímiles que se entrecruzan

desde mí, desde fuera de mí, a mí o a mi pensamiento para entenderlos, mirar

con mil ojos desde dentro y fuera de nosotros mismos.

La línea, una apretada oscuridad que escapa de la luz haciéndola de este modo

aparecer ante nosotros. En la infinitud, desde el punto negro del cual emerge

la luz en la vela, desde la oscuridad, toda luz. Al apretar la llama entre sus

dedos volvió el negro a replegarse en su silencio.

Su espacio, su cuerpo había estallado en pedazos, mil pedazos que se repartían

como estrellas en lo oscuro.

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60 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

SOCRATES GIORDANOBRUNO

A N AFRANK

JANPALACH

TUPACAMARU

BOBYSAND

JOSECARRASCO

DJAMILABOUPACHA

MARTINLUTHERKING

SEBASTIANACEVEDO

ALDOM O R O

IVANDENISSOVICH

TADEUSBOROWSKI

SALVADORALLENDE

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 61

II III IVI

VI VII VIIIV

X XI XIIIX

XIVXIIIENTRE OTROS MILES

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62 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 63

(TOME USTED ESTE ARCOIRIS Y LLEVELO SIEMPRE CONSIGO)

Trace una linea horizontal dividiendo el tiro al blanco por la mitad.Llene la parte superior de colores, guiándose por las líneas. Pinte en orden oen desorden los colores del arco iris.Si lo desea utilice otros colores: invente colores, invente nuevos nombres alos colores, y escríbalos en las líneas concéntricas. Escriba un poema si quiere.Haga un arco iris como usted querría verlo.Recorte el círculo, dóblelo por la mitad: si dobla hacia atrás la parte inferiorserá su soporte, si dobla hacia adelante, su reflejo en el mar.

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64 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

El Icono patrimonial

“¿Qué les sucede a los ancianos con supropia ex combatiente sombra? Se confundencon ella ardiendo y son fuego rugiendo fuegode sombra hecho de sombra...”

Pablo de Rokha: Canto del Macho Anciano

¿Cómo incrustar un símbolo en la va-ciedad política de los discursos rentables? ¿Dequé forma se habla a un hombre, cuando supropia tragedia lo deshumaniza, lo reivindicaen la utilidad de un presente que lo necesitade testimonio?

Cuando la Moneda ardía en llamas, esasllamas no sabían que 25 años después estaríanquemando otras banderas, estarían incendian-do otros atardeceres, publicitarían gestos y seimpondrían más allá de los archivos ilusoriosde la historia. El Allende que recuerdo no es del73 es el del 82, es uno hecho de retazos, cerve-zas y pop argentino.

Resulta complicado advertir una constan-te para un sujeto tan descorporeizado comoAllende, retenido por una ritualidad que se adju-dica la credencial última de la historia, que hacepesar su ejemplo como la culpa de seguir miran-do. Sin embargo, este esfuerzo de propiedad, desituación, de alimentar la dramaticidad de un actopolítico enorme, pareciera día a día expulsar alfantasma del mito, o dicho de otro modo, con-vertir al personaje en un signo, en un girolingüístico donde van a reposar los disconformes,los justos y sobre todo los que esperan...

El ícono patrimonial que se cita cada 11de septiembre, es el modo de ajustar cuentascon el lugar que uno ocupa en la actualidad. Esproveer de una morfología a este edad dedesamparos, a los desvanecimientos de unaépica vencida por el cálculo y a la nostalgia

convertida en una caja fuerte. Es curioso comosaltan los discursos, como esquivan los aconte-cimientos, gracias, a la plasticidad de los len-guajes y, por vía de éstos, reescribir el “sentidodel lugar”. Sin embargo, en los ochenta éramosuna multitud espectral e ilusionada, nos movía-mos entre los símbolos prestados de la UnidadPopular y la iconografía cruzada de la industriacultural. En suma, de Víctor Jara a Bob Marley,de fiestas hechas del repertorio de la canciónde protesta a todo el cancionero sentimentallatinoamericano y, finalmente, el baile exorci-zado de cuerpos-volcanes donde gritar, saltar,vivir se confundían con las guitarras rápidas dela “voz de los ochenta”, el ultraviolento, y unaestética de zapatillas y gabardinas negras. Ya enese tiempo sospechábamos todos de todos.

Mirando atrás -no sé si con ira o no- veoque el olvido busca olvidarnos, congelarnos enlos emblemas de una perfomance del recuerdo,existir a modo de excusa : fuimos para otros. Hoy,la televisión redacta las cosas y monumentalizalos recuerdos. En su crepúsculo mediático, el 73es sólo una imagen de la cual es necesario des-prender las consecuencias. Limpia las hilachas,descuida los nombres y cosifica el titubeante sa-bor de la incerteza. Los años ochenta y su Allen-de confuso y total, termina recuperado por unorden que lo auspicia, lo celebra, lo convierte envideo y semantiza como distancia. Así, el pro-blema es el recuerdo no la memoria. Pero aúnmás, no es la hambrienta disputa por laquejumbrosa “verdad histórica” lo puesto en jue-go, se trata de evitar la responsabilidad por laspreguntas. De las cuales una todavía es insopor-table: ¿cómo se hizo posible el crimen?

El Allende que recordamos es unaesquirla, una especie de patrimonio fractal, essu escasez lo que ha permitido reconstruirlo, ycuriosamente ese pedazo con intenciones de

Carlos Ossa

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 65

SALVADOR ALLENDE

madrugada, hace olvidar, imposibilita todo y atodos los que fueron, de una u otra forma, partede lo mismo. El rito ha reemplazado al duelo ya los desaparecidos el estado de lo desapareci-do. Este es un confín de vihuelas rotas, dondeno tenemos lugar. El Chile de la transición haconvertido nuestra experiencia en dato, nos hadejado atrincherados en la sensación del errory en la necesidad del proyecto personal. Novengo de ningún país pequeño y amable, sólotransito entre veredas nubladas, atorado entrelos problemas familiares y la pregunta culposa -por qué- ya no voy a ninguna marcha...

Existe una memoria ecualizada, unasonoridad de la política limpia de agudos y ba-jos extremos o disonantes, un ralente estable sinflecos y alteraciones que ayudan a vivir la ciu-dad. Es un ejercicio de restauración, dondeobjetivar liquida el valor de recrear, de volver afundar, de simbolizar los huérfanos bolsillos conotras cargas, con otros esfuerzos. La ecualizaciónfacilita la ausencia de silencio, aún más, haceinncesario el silencio. Justamente en éste es endonde se encuentran las mayores noticias, asíse eluden muchos sentidos y la historia contadacomienza a parecerse a la historia creida. Escomo el Molloy de Beckett.: “De tanto pensarque así era mi vida, terminé creyéndolo: de estaforma comienza toda publicidad...”.

En el ejercitar la supervivencia de Allen-de en los ochenta, nos fuimos quedando atrás,detenidos en las dudas y en las inconsistencias.Lentamente pasamos del “cambio de sociedad”a puros homenajes. Es una edad de celebracio-nes, de cartas, de biografías heroicas hechas enla conformidad democrática, de reportajes ybalances, de escrituras desiguales disputando elpoder interpretativo, de un sujeto elevado a mitopara la conveniencia de todos los discursos ycuyo destino mayor, podría ser el de otros tan-tos signados por el marketing rebelde: conver-tirse en estampado de camiseta taiwanesa. ¿Lecorresponderá a Allende seguir la ruta de lasculturas híbridas? ¿Será la mezcla nahualt deromanticismo, tecno, editorial y fecha sumisade calendario? ¿Existe lugar para las sombras en

la cultura mediática? ¿Qué pasa con las anchasalamedas atribuladas por el movimiento finan-ciero, las majestuosidades corporativas de edi-ficios de telecomunicaciones y el florido des-enfreno de barras deportivas que portan unapasión y un che Guevara?

En la discontinuidad de estos trozos, en lazozobra del relato sólo he tratado de insinuar unaimagen. Los años ochenta también existieron yno sólo se limitaron al recado político de la pro-testa, a la gente en la calle y los otros en los escri-torios del acuerdo, hubo un goce y una caída, es-tuvimos “tan lejos, tan cerca” que resulta extrañoescribir de una década, con la excusa de Allende.

Es la comodidad que ofrece el fin de si-glo con su vasta demanda de resúmenes, de iny out, de las mejores cien películas, libros, hom-bres notables, etc.

La fotografía de Allende con su manoextendida, el humo galopante de las 11:52, eldiscurso que advertía sobre la sábana negra quevenía, siguen siendo la sombra en el fuego de lasombra. Una generación lo sintió así, y de otromodo, lo enmarcó y hasta se aburrió de él y su“misticismo”, lo coleccionó o sólo lo utiliza defetiche para indicar una inconformidad.

Esta nueva cita donde las palabras debe-rían fomentar un encanto, se dispone a lo sumoa hacer emerger un comentario: el Allende queconocí estuvo arropado con la ambigüedad deun tiempo donde los mitos empezaban a tenerotras funciones: desmalezar el pasado, limpiarlode pesadumbre, aliviar los quiebres. Su figuraera una molestia, un arcaísmo inoficioso, porquetransportaba una huella. Hoy en día se lo convo-ca para demostrar que su desajuste no hace daño,más aún la convivencia se vuelve estable porqueha ingresado al índice de las catástrofes, es partede la biblioteca no de la tormenta.

Así, la generación que debió soportarlocomo parte de su acción política lo trajo en andashasta la transición, donde los burócratas se hicie-ron cargo y administran una imagen parecida auna campana: la tocan a la hora señalada. XXI

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66 ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13

Aproximación aSALVADOR ALLENDE

Hay fechas y plazos en los que el re-cuerdo de hechos del pasado se vuelve recu-rrente. Se trata, tal vez, de un vínculo manteni-do con sucesos y protagonistas que vamos in-corporando a nuestro patrimonio emocionalinsensiblemente, en el que el paso del tiempova modificando, sin duda, sin alcanzar a des-truirlo. A veces, como ocurre con la visión his-tórica, ese transcurrir del tiempo constituye uningrediente necesario, aunque no suficiente,para la debida evaluación de los hechos y susconsecuencias, que aparecerían deformados enversiones inmediatas obtenidas sobreaconteceres y actores.

Un cuarto de siglo parece constituir yaun espacio suficiente que permita disponer dealguna perspectiva en la mirada analítica deese pasado, al tiempo que permanecen asequi-bles, todavía como testigos, no pocos de losactores que protagonizaron los dramáticos epi-sodios nacionales acaecidos en septiembre de1973. Sean cuales fueren los particulares pun-tos de vista que asuma el espectador, la figurade Salvador Allende surge muy por encima delas del resto de quienes tuvieron papeles rele-vantes en el reparto de aquellos dramáticosepisodios.

Muchos han sido quienes, desde dentroy fuera del país, se han preguntado, una y otravez, sobre la naturaleza inevitable del destinode la experiencia chilena, en su intento de avan-zar hacia un socialismo humanista por una víademocrática y libertaria , como fue la premisaplanteada por Allende y el gobierno de la Uni-dad Popular. Naturalmente que la tésis de lainevitabilidad cuenta, al presente, con el fun-

damento lógico de la constatación de unos he-chos consumados. Pero ocurre que la Historia,la más humana de las ciencias sociales, distamucho de ceñirse a un estricto determinismofatalista, del cual se escapan, cada vez con máspersistencia, hasta las disciplinas más rigurosasde la física teórica y las mismas matemáticas,que nos llevan, en las visiones actuales del pen-samiento científico, al hecho desconcertante dela incertidumbre.

De suerte que , por ahora , el análisis delos hechos y su vinculación con los que fueronsus protagonistas es procedente , dándole así ala historia el caríz humano que la misma tiene.

A lo que deseo referirme aquí es preci-samente a algunos rasgos de la personalidadde Salvador Allende, de su carácter, acaso desu entraña íntima , del ser humano que per-maneció invulnerable a las influencias de lapopularidad y del poder. Siendo un políticonato nunca supeditó la consecuencia con losideales de emancipación social y humana queinspiraron sus actos a las veleidades del opor-tunismo ni a las sensualidades del poder. Seengañaron quienes , haciendo correlacioneshistóricas con lo ocurrido con la presidenciade González Videla, creyeron que la conse-cuencia doctrinaria de Allende se licuaría anteel efecto catalizador de las alturas del mandosupremo de la Nación.

Es natural el deseo de conocer los oríge-nes y las circunstancias en las que nacieron yvivieron los hombres notables que se incorpo-ran a la historia, que hacen la hisoria misma, nosólo en el mundo político sino también en losotros, en el científico, en el artitico, en el cultu-

Víctor Pey C.

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 67

SALVADOR ALLENDE

ral. Los sicólogos tienden a extraer explicacio-nes de las conductas adultas en las circunstan-cias en la que se desenvolvió la niñez . El casode Allende es, también en ese aspecto, singular.

La madre de Allende, doña LauraGossens, había sufrido, antes de casarse, lapérdida prematura de sus padres y el fusilamien-to de un hermano en los dramáticos aconteci-mientos de la guerra civil ; y, tras contraer ma-trimonio en 1898 con don Salvador Allende Cas-tro, vió morir a sus dos primeros hijos, Salvadory Laura, siendo muy niños. Más tarde nacieronquienes también fueron llamados con los mis-mos nombres, Salvador y Laura, singularidadque acaso contribuyera, en alguna medida, ala formación de sus respectivas personalidades.

Conocí a Allende a principios de la dé-cada de los 40, en la casa de un entrañableamigo común y maestro del periodismo chile-no , Aníbal Jara Letelier, co-fundador y directordel diario La Hora , que se constituyó, en sudía, en el gran artífice del triunfo electoral delFrente Popular que en 1938 llevó al poder aPedro Aguirre Cerda. Allende ya era, a la sa-zón, un líder de la izquierda chilena que habíaseguido una probada trayectoria de entrega asus ideales: relegado al puerto de Caldera porAlessandri en 1935, había participado en la for-mación de la coalición del Frente Popular en1938; elegido diputado por Valparaiso y Secre-tario General del Partido Socialista en 1937; jefede la campaña presidencial de Aguirre Cerdaen Valparaiso en 1938; ministro de Salud Pú-blica y creador del Colegio Médico en 1939,había vuelto a asumir la secretaría general desu partido en 1943. Era ya, pues, cuando le co-nocí, una personalidad reconocida del mundoprogresista nacional.

Corrían los tiempos en los que la demo-cracia chilena parecía asentarse sobre basesinvulnerables. Las Fuerzas Armadas gozabande una imagen como labrada con una solidezincorruptible de profesionalismo y supeditaciónal poder civil democráticamente establecido.Allende no sólo era un orador espontáneo que

llegaba al corazón de los pobres y losdesampardos, interpretando sus angustias y susanhelos, sus friustraciones, sino también eltribuno parlamentario tenaz y consecuente, es-tudioso de los temas que tocaba , polémico porla contundencia de sus discursos que concita-ban el respeto de los parlamentarios de todaslas tendencias. Eran, naturalmente, otros tiem-pos en los que la “mirada hacia el pasado” ,que tanto repugna ahora a los defensores de ladictadura, fue - acaso indebidamente - descui-dada como exponente de una realidad subya-cente olvidada, encubierta más por los deseosque por la verdad histórica.

Eran , sin duda, otros tiempos; aún nohabían hechado raíces las teorías y las prácti-cas recomendadas por la Escuela de Las Amé-ricas y la Doctrina de la Seguridad Nacional,que hizo tabla rasa de dignidades y de valo-res, de suerte que había espacios privilegia-dos para lealtades y principios, tanto en lavida privada como en la pública. Allendefue siempre, en lo personal y en lo político,un cultor de esos valores que nunca los sintióincompatibles con la consecución a los idea-les libertarios que asumió desde sus tiemposuniversitarios. Las confusiones a las que sonproclives algunos de los epígonos deMaquiavelo y de Clausewitz, más inclinadosa las permisividades acomodaticias formalesde las tácticas políticas, excusadas en fun-ción de la estrategia, no tuvieron cabida nun-ca en las prácticas de Allende. Dicho en otraspalabras: Allende fue, toda su vida, de unaconsecuencia singularísima en la historia po-lítica de Chile, en la época que le tuvo a élcomo destacado actor, primero, y como pro-tagonista después.

Sabido es que varios antepasados deAllende, por linea paterna, participaron en losepisodios de la independencia nacional, en laguardia personal de O Higgins y en la miliciarevolucionaria de los Húsares de la Muerte , yque su propio padre , Salvador Allende Cas-tro, participó como artillero mayor en la bata-

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APROXIMACION A SALVADOR ALLENDE. Víctor Pey

lla de Concón. Pero Allende gustaba más delas gestas cívicas que de las bélicas, recordan-do con real amor y admiración la figura de suabuelo, Ramón Allende Padín, destacado diri-gente del Partido Radical y miembro activo dela Masonería, de la que llegó a ser SerenísimoGran Maestre. Allende Padín había participa-do muy activamente en la ardua y áspera bata-lla doctrinaria que llevó a la separación de laIglesia y el Estado, distinguiéndose como fun-dador de la Maternidad de Santiago y de laprimera escuela laica de Chile. “Devoción”,es la palabra que Salvador Allende empleó enuna carta dirigida a la Orden Masónica el 21de 1965 para definir la índole de la emocónque sentía por su abuelo . No se trata de unaprecisión semántica accidental o baladí sinode detectar en ello la carga emocional ydoctrinaria que para Allende tenía la vida, suamor a la vida propia y a la ajena, y su capa-cidad y anhelo de gozarla : el sentimiento másamplio y generoso del amor, simbolizado porla maternidad, cuya protección Allende privi-legió en su vasta labor legislativa, y el anhelode solidaridad, de tolerancia y de libertad,emblemáticos para la Orden masónica de aque-llos tiempos, valores que marcaronindeleblemente la vida y obra de SalvadorAllende.

Vale la pena detenerse algo en una re-flexión sobre un conflicto de conciencia queasaltó a Allende tras haber permanecido másde treinta años a la Orden Masónica. Allende,en esa carta, planteaba su retiro de la Maso-nería, exponiendo con diáfana claridad y co-raje los sentimientos que le llevaban a asumirtal determinación. Leámos en parte esa con-fesión, que nos acerca a la dimesión íntima delhombre:

“ Estudiante en un período de fragor so-cial y político y médico joven, de acción profe-sional amplia y anónima, fui tremendamentegolpeado por el impacto de la realidad patria yque, por decirlo auténticamente, en su estruc-tura económica, cultural, social y política, es la

de toda América Latina. De ambiente familiarsin prejuicios dogmáticos y atraido por el papelprotagónico de los masones desde los alboresde la Independencia; por la dura tarea de laOrden en su inalterable lucha contra el mal ypor el bien; por la acción profana de la institu-ción en sus afanes de eleminar la desigualdadsocial; por sus esfuerzos para borrar la intole-rancia y superar el oscurantismo y por imponerun régimen de igualdad de derechos y deespectativas para todos los hombres, ingresé ala Orden. En no escasa medida también ejercióinfluencia en mis preocupaciones de bien pú-blico mi devoción hacia la figura de mi abuelo,el doctor Ramón Allende Padín, ex Gran Maes-tro de la Orden y fundador de la primera escue-la laica de Chile”.

Y, más adelante, planteaba Allende elconflicto profundo que observaba en la Ordencon una honestidad que debe ser conocida porquienes pretendan acercarse a su dimensiónhumana. Decía Allende a los miembros de sulogia masónica:

“¿Quiénes integran nuestra Orden? ¿Po-dría, con honestidad, intelectual, imaginarse quesu composición refleja a la sociedad chilena dehoy ? La respuesta, al menos en mi comproba-da experiencia, tiene que ser negativa. En laOrden sólo se cobijan elementos de la burgue-sía. No hay en este aserto calificativo de ningu-na especie. Es un hecho, y nada más. En conse-cuencia, los principios que animan la vidamasónica son practicados por un grupo - no elmás vasto - de nuestra sociedad. ¿ Debe la Or-den permanecer indiferente ante una vacanciade la clase obrera como la que enuncio ?. Másaún: ¿ se trata de un fenómeno accidental ? Laausencia de elementos extraños a la burguesíaes grave, tanto más cuanto que el fenómenotiende a acentuarse, ya que la historia acreditaque hubo épocas en que nuestros Talleres sevieron decorados por muchos y preparados her-manos que respondían, por lo menos, a una ex-tracción artesanal y que también predominabaen el mutualismo. ¿Ingresa a la Orden en forma

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ininterrumpida, una raudalosa corriente de ju-ventud, de estudiantes, de elementos represen-tativos de la intelectualidad nacional en mar-cha ? Tengo la impresión de que la respuesta,aunque menos categórica que en el caso de lostrabajadores, tiene también que ser adversa “.

Es posible que para aquellos que, des-de la izquierda, criticaron las “veleidades”masónicas de Allende tildándole de “pequeñoburgués”, muchos de los cuales se encuentranhoy enrielados en la administración del mode-lo económico neoliberal, estas palabras lescausen sorpresa. De lo que se trata, nada más,es de lo lejos que se encontraron, siempre, deese hombre que mantuvo durante toda su vidauna consecuencia asaz escasa en la condiciónhumana.

La carta de renuncia a la Masonería queestoy comentando le fue contestada a Allendepor la Logia a la que pertenecía en los siguien-tes términos:

“(...) habiéndose reafirmado una vez másla coincidencia de nuestros planteamientos (...)acordó, por unanimidad, rechazar la solicitudde Carta de Retiro presentada por vos”. Co-rresponde destacar que Allende siguió en laMasonería tras solidarizar su Logia con sus idea-les de justicia social y de democracia íntegra,circunstancia silenciada por masones y profa-nos invariablemente. Después, tras el golpe deEstado, cuando la represión hizo tabla rasa delos derechos humanos, sociales y políticos dela ciudadanía , la Orden Masónica oficial chi-lena cayó en un mutismo incompatible con lasustentación de los principios de solidaridad ytolerancia que históricamente ha sustentado,confundiéndose con la complicidad en la acep-tación silenciosa de las atrocidades que se co-metían, situación que no se extingue con eldisimulo ni con la excusa de la reserva en laque la Orden oficial se desempeña al interiorde sus Talleres y que aún precisa del reconoci-miento de tamaña omisión para rescatar ladignidad de la que gozó en el pasado.

Vayamos a otra reflexión sobre la influen-cia que puede revestir la integridad personal enel desarrollo de acontecimientos políticos rele-vantes.

Cuando Nixon, el 14 de septiembre de1970 , a menos de dos semanas de haberse efec-tuado la elección presidencial en Chile, orde-nó a Helms, director a la sazón de la CIA. que“hiciera crujir la economía chilena”, dándoleun plazo de 48 horas para presentar un planestratégico para destruir a Allende “cualesquieraque sean los riesgos”, no sólo demostraba co-nocer la trayectoria política del líder socialistachileno sino también la índole de su corajemoral y de su insobornable consecuencia per-sonal. El tema trasciende el ámbito político paracaer en el ético y psicológico, en el de la valo-ración de la condición humana de un verdade-ro patriota.

Los EE.UU. se las habían visto con exce-siva frecuencia en el pasado, tanto en lo tocan-te a Chile como también en otros escenarios,frente a un género de dirigentes másobsecuentes. Veámos algunos ejemplos descu-biertos por Joan E. Garcés en sus investigacionesrealizadas en los archivos de Washington, men-cionados en su libro “Soberanos e Intervenidos”:

En 1946, González Videla habíaclausurado su campaña electoral como un granlíder popular con un fogoso discurso en el quehabía expresado, bajo un juramento retórico,que “no habrá fuerza alguna humana ni divinaque me separe del glorioso Partido Comunis-ta”. Y, sólo tres semanas después de ser elegi-do Presidente, ya antes de asumir el mando dela Nación, el embajador de EE. UU. en Argen-tina escribía a Bowers, a la sazón colega suyoante el gobierno chileno: “... Lo que en los me-ses pasado he oído de González Videla estranquilizador (...). Es muy alentador oir hablarde las conversaciones de usted con GonzálezVidela y es de esperar que éste sepa manejaresa situación (...). Espero que sepa manejar ade-cuadamente la situación porque ello será muy

SALVADOR ALLENDE

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importante para su país y para todos nosotros...”Y sólo tres días antes de llegar a La Moneda -el 4 de noviembre de 1946 - el Director delFBI transmitía al Departamento de Estado que “fuentes informadas chilenas son de la opiniónde que el Partido Comunista no estará repre-sentado en el Gabinete González Videla másallá de seis meses”. La realidad fue que antes delos seis meses González Videla se desprendióde los comunistas, descargando la represiónsobre ellos.

Un año antes el Presidente Juan AntonioRíos había viajado a los EE.UU. y dos mesesdespués de su regreso a Chile, el 10 de diciem-bre de 1946, el embajador Bowers informabaal secretario de Estado que, como resultado dela visita de Ríos a Washington, “... Rios va atener en el futuro las menores relaciones posi-bles con los dirigentes comunistas, incluso has-ta el extremo de no recibirles en La Moneda,excepto en ocasiones formales, cuando el pro-tocolo lo exija”.

En febrero de 1945, el ministro de Rela-ciones Exteriores de entonces, Joaquín Fernán-dez, enviaba un cable “confidencial” a los em-bajadores de Chile en Washington y en Londresen el que expresaba que “...Guatemala, Perú yUruguay nos han consultado sobre la actitud quevamos a adoptar respecto al gobierno de Fran-co. El Presidente de Chile quiere actuar enesta cuestión en conformidad con el gobier-no de EE.UU. “

La lista de ejemplos relacionados con laforma lamentable en la que se había expresadola dignidad nacional en varios paises de la Amé-rica Latina frente al poderoso país del Nortepodría continuar largamente. Los analistas po-líticos acostumbran a extraer de los hechos con-clusiones ajenas a lo que existe en tales episo-dios derivado de la condición humana de susprotagonistas, más allá de las circunstancias enlas que les toca actuar y de las ideologías queellos profesan. Por algo, es claro, el politólogono es un sicólogo ni menos un matemático. Nose trata de negar la Razón de Estado como cau-sa privilegiada de decisiones políticas de excep-ción sino de recusar su invocación como pre-texto para encubrir actitudes acomodaticias li-gadas al bien personal o de grupo antes que alcomún o nacional.

Allende, en varias ocasiones, aludiendoal dramático fin de Balmaceda, había expresa-do que él no tenía “pasta de héroe ni de martir”,Y, sin embargo, la tuvo, no obstante el inmensoamor que siempre sintió por la vida y su capaci-dad para gozarla. Pero fue aún más fuerte elamor que sintió siempre por su pueblo, y por élentregó su vida en un acto de heroismo cuyatrascendencia elaborará ese mismo pueblo in-sensiblemente. Su legado reside en la conse-cuencia con la que defendió a la gente humildey en la dignidad con la que ejerció la represen-tación suprema del país ante el conciertointernacional. XXI

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Legado y vigencia de SALVADOR ALLENDE

Patricio Quiroga ZamoraDarío Quiroga Venegas

Fue un simple diálogo. Podríamos decirque conversé con mi hijo, o bien, que conver-sé con mi “viejo”, y cosa curiosa... estuvimosplenamente de acuerdo!. El tema que nos con-vocó fue Salvador Allende, un “Alma en Pena”,como afirma el amigo y filósofo MiguelOrellana (Orellana:1998). Allí, sobre la mesa,incentivando la conversación, habían una se-rie de trabajos alusivos al tema, un autor muyquerido por nosotros reiniciaba una “Conver-sación interrumpida con Allende”(Moulian:1998), otro incursionaba en laiconografía de Salvador Allende ubicándolo en“Una época en Blanco y Negro” (Rojas:1998).“Punto Final”, dedicaba “El Honor y la Glo-ria” (Punto Final:1998) a un hombre que en elparoxismo de la traición se le habían ofrecidola rendición y un avión a la muerte (Verdu-go:1998); entre los libros también estaba el tex-to infamante del general Canessa (de cuyo tí-tulo no nos acordamos), y tampoco faltaba eltexto conmovedor de un autor por quince añosclandestino, “Para abrir Alamedas”(Jiménez:1998). En fin, diversas perspectivasque queremos enriquecer a partir de un puntono tocado: ¿qué perdura de su legado?.

¿QUÉ DECIR A 25 AÑOS DE DISTANCIA?

Se cumplen 25 años de la muerte de Sal-vador Allende, se cumplen también 25 años dela caída de la Unidad Popular, y vienen a lamemoria la gran cantidad de veces en que hatocado escribir o leer artículos que tienen uninicio similar, sólo que variando la cantidad deaños. Recuerdan los autores por ejemplo un es-crito que realizó el mayor de los firmantes, cuan-

do se cumplían 15 años del golpe de Estado, ycuando también se rescataba el legado y vigen-cia del líder popular, en un momento en quenuestro país se disponía a vencer a Pinochet enel plebiscito del 88, y quedar ad portas de larecuperación, sino de la patria soñada, al me-nos de vientos democráticos, que posibilitaranlos cambios profundos que, lamentablemente,quedaron truncos en la década siguiente.

En ese momento hablar del legado y vi-gencia de Salvador Allende era interpretar -almenos en apariencia-básicamente al discurso detoda la izquierda. Es decir, el rescate que se ha-cía de Allende no era sólo del hombre heroicode 11 en La Moneda, era también la cabeza deun proyecto político-institucional de avanzadapara el país. Era el símbolo máximo de un idealque si bien exigía -y exige- nuevas interpreta-ciones, está fundamentado en la necesidadineludible de transformar radicalmente al con-junto de la sociedad.

Ha pasado el tiempo, han pasado 10 añosdesde el triunfo del NO en el plebiscito, con elcual se supone que derrotamos a la derecha y aPinochet; sin embargo, ésta -la derecha- nuncaa dejado de ser mayoría en el senado, y éste -Pinochet- está instalado como senador vitalicio.

También ha pasado el tiempo en lo refe-rente a la imagen, vigencia y apropiación quese hace de Allende. Y tal como la izquierda hasufrido la peor crisis de su existencia luego dealgunos años de gobierno no dictatorial (decir“democrático”, con Pinochet en el senado seríacasi macabro); la vigencia de Salvador Allendea sufrido importantes transformaciones en losúltimos años; no sólo por el efecto de la amne-

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SALVADOR ALLENDE

sia inducida, sino también por el intento detransformación -por parte de la renovación-, dela figura de un político revolucionario comoSalvador Allende, en la imagen de un políticoelectoralista, democrático, respetuoso del Esta-do de derecho, y fundamentalmente inserto enel sistema. Esta es la imagen que 25 años des-pués se nos intenta mostrar, es el intento de in-sertar en el inconsciente colectivo de la izquier-da, que tal como hace 28 años fue Allende, hoydebiera ser Lagos.

A un cuarto de siglo de su muerte física,es quizás, este intento de transformación la pri-mera idea a desmontar en un escrito sobre lavigencia de su pensamiento.

Salvador Allende, continúa en el centrode la polémica. Para unos (la derecha) el objeti-vo es denigrarlo, para otros (el centro) es silen-ciarlo. Siendo estrategia general borrarlo de lamemoria histórica colectiva. El tipo de transi-ción de la dictadura a la democracia que experi-menta el país exige el consenso, el acuerdo y elolvido. Convirtiéndose el pensamiento del líderpopular en un incómodo referente pues muchosaspectos de su proyecto mantienen plena vigen-cia y actualidad. Es en este contexto que algunossectores de la izquierda, intentan acotar su per-fil, quedándose sólo con el contorno de hombredemocrático, poniendo un cedazo en la sustan-cia transformadora, que siempre impulsó el ac-tuar de Salvador Allende. Intentan confundir suespíritu unitario con el entreguismo programáticoe ideológico que hoy caracteriza a la izquierdagubernamental. Allende siempre buscó la uni-dad, pero baste revisar los datos objetivos de suvida para encontrar que cuando la unidad impli-caba renunciar al proyecto de transformación,no trepidó en entregar al país testimonio de co-herencia y voluntad política como lo hiciera -por ejemplo- en la elección presidencial de 1952,en que no trepidó en oponerse a la ceguera polí-tica de la dirección socialista de entonces y op-tar por el camino propio, demostrando la histo-ria que aquel 5% de votación obtenido en esaoportunidad no era síntoma de idealismocaudillista, era literalmente semilla de cambio.

SALVADOR ALLENDE Y SU TIEMPO

El tiempo histórico de Salvador Allendefue conflictivo. Si aceptamos la propuesta delhistoriador inglés. E. Hobsbawn(Hobsbawn:1996),en el sentido que el siglo XXfue el más corto de la historia universal (1917-1989) y le agregamos la tesis de los historiado-res alemanes, Benz y Graml (Benz yGraml:1982), que caracterizan el siglo comoatravesado permanentemente por el conflicto,llegaremos a la conclusión que efectivamenteeste siglo corto es el más violento en la historiade la humanidad. Por lo tanto, la actividad deAllende se enmarca en un medio de un ciclocaracterizado por el enfrentamiento entre capi-talismo y socialismo, por una sucesión de in-tentos de cambios revolucionarios, por lacontrarrespuesta autoritaria, por los efectos dedos guerras mundiales, el despliegue de la gue-rra fría, los avances del socialismo y el despe-gue de los movimientos de liberación nacional.Procesos, que en Chile agregan las característi-cas propias de la denominada “edad de oro”del capitalismo por el rol jugado por el Estadobenefactor, proceso acompañado por la indus-trialización y un tímido desarrollo de la demo-cracia como sistema político.

En síntesis, Allende vivió un tiempo con-fuso, tenso y violento. En este período se insertóen la actividad pública. De manera que el rolpolítico que jugó fue madurando en consonan-cia con la ola de mayor expansión del socialis-mo (1/3 de la humanidad), de los movimientosde liberación nacional y en el caso chileno conla maduración de un potente movimiento obre-ro y popular desarrollado conjuntamente conla industrialización. En este marco SalvadorAllende dio forma a un nutrido cuerpo escrito,que podríamos caracterizar como “teoría enestado puro”. En efecto, entre 1926 y 1939, es-cribió 28 documentos, destacándose como te-mática central la pluralidad de su pensamiento.Entre 1939 y 1952 escribió 260 documentos,apareciendo las definiciones acerca de lo so-cial. Entre 1952 y 1969, en 290 documentos

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LEGADO Y VIGENCIA DE SALVADOR ALLENDE. Patricio Quiroga - Darío Quiroga

descubrió la estrategia político-institucional quelo llevó a la Presidencia de la República. Final-mente, entre 1970 y 1973, durante la UnidadPopular, escribió 176 trabajos relacionados conel esfuerzo de afinar los problemas de la “se-gunda vía al socialismo” (Quiroga:1989).

Del estudio de estas obras se desprendenuna serie de aspectos que caracterizan su pen-samiento; a saber: a) la firme relación que esta-bleció entre socialismo y democracia, b) la vi-sión de dependencia que le atribuye a la socie-dad chilena, caracterizada sucesivamente, enconsonancia con la evolución de la ciencia so-cial latinoamericana, como feudal, neocolonialy capitalista dependiente, c) situación ante lacual propuso un amplio frente de alianzas po-pulares para eliminar los males de Chile, d) pro-poniendo una estrategia ligada a una clara con-cepción anticapitalista, antioligárquica yantiimperialista. Estos aspectos se plasmaron endocumentos y programas de acción política,transformándose en el fundamento del“allendismo”: un proyecto de sociedad (socia-lismo), un programa de gobierno (democrático-popular), una estrategia (político-institucional)y una línea de alianzas para el período (UnidadPopular).

Ya a esta altura de la revisión de lo queconstituye el pensamiento allendista, podemosestablecer un par de ideas. En primer lugar se-ñalar que Allende no es un teórico profesional,no encontraremos en él lo que tan clásicamen-te los marxistas han buscan en sus líderes políti-cos: La Verdad. No, en la obra de Allende loque hay es acción política que reflexiona sobresi misma, que está inmersa en la coyuntura, yque en ese proceso dialéctico, va generando unpensamiento robusto, que es capaz de explicary transformar la realidad en la cual es vivida. Ensegundo término podemos echar por la bordala pretensión de ver a Allende como un meromonumento a la consecuencia democrática.Allende era un demócrata, que duda cabe, peroporque visualizaba que desde ella era posiblegenerar una plataforma de cambio. La demo-cracia estaba concebida como un fruto, un pro-

ducto de largas luchas sociales que fue sacandojirones a la oligarquía y plutocracia. En suma,la democracia se conquista y profundiza luchan-do. De manera que tomar su figura como ac-tualmente se toma la de Pedro Aguirre Cerda ola de José Manuel Balmaceda, es decir comouna suerte de colección de “grandes hombresde la patria”, no sólo constituye una gran fala-cia, sino además perder de vista un rico legado,producto de más de 40 años de pensar y actuarpara transformar la democracia liberal en de-mocracia sustantiva.

En otras palabras, Allende, armado de uncuerpo teórico enfrentó los diversos momentosde su tiempo histórico con sentido anticapitalistay nacional-popular, llegando a constituir un su-jeto histórico políticamente activo que se pusoen marcha para transformar la historia, de esamanera Allende se transformó en un “mitomovilizador”, como diría uno de los grandespensadores de la región, el peruano, José Car-los Mariátegui. Ahora bien, al respecto, nadamás alejado de nuestra concepción de Allendees colaborar para su transformación en mitopolítico (García-Pelayo: 1981) En ese sentidocreemos que se hace necesaria ladesmitificación porque se corre el riesgo detransformarlo en un ser inefable, sacro y sagra-do, “exculpado, sobre todo de su efectiva e in-dividual responsabilidad política en el colapsode su presidencia”, (Cáceres, del Alcazar:1998).Pero, en otro lugar nos ocuparemos de esa di-mensión del problema.

En suma; la acción política del tribunopopular correspondió a una lógica determina-da por la evolución de su tiempo histórico. Pero,ese tiempo ha sufrido cambios.

Para nosotros, latinoamericanos, el año1973 es el punto de inicio de un gran viraje his-tórico universal. Tras nuestro “septiembre ne-gro” se sucedieron vertiginosas transformacio-nes, fueron destruidos la convivencia, el siste-ma político, la cultura. Pronto colapsó el Estadode bienestar y arrastró consigo al modelo desustitución de importaciones, quedando trunca

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SALVADOR ALLENDE

la industrialización, produciéndose profundasvariaciones en todas las esferas de la sociedad.Tras el derrocamiento de Allende se inició larecomposición del capitalismo, proceso refor-zado algunos años más tarde por lo que soció-logos y cientistas sociales denominan como la“derechización de occidente” (1979), acto ini-ciado por M. Thatcher en Inglaterra, R. Reaganen los EE.UU., K. Nakasone en Japón. H. Kohlen Alemania, F. González en España y F.Miterrand en Francia. En fin, la posterior“derechización de oriente” (1989) selló la eta-pa histórica.

Acto seguido. En pocos años asistimos auna verdadera transformación planetaria carac-terizada por el derrumbe tanto del capitalismocomo del socialismo de Estado, la revolucióninformática, la formación de nuevos bloquesmundiales, una nueva revolución científico téc-nica, cambios en las relaciones sociales, trans-formaciones en los Estados, la transición al ca-pitalismo de la globalización y la aparición deun nuevo orden mundial ((Dabat:1995). Tenden-cia que en el ámbito nacional se expresa en laaparición de un nuevo Estado a medio caminoentre los denominados “enclaves autoritarios”provenientes del Estado de Excepción y los avan-ces democráticos del Estado liberal, transforma-ción sustentada en un nuevo sistema político,un nuevo modelo de desarrollo económico, unanueva forma de inserción en la comunidad in-ternacional y el triunfo de una nueva mentali-dad marcada por el individualismo, el pragma-tismo y la de-solidaridad, el decir la expansiónde la insularidad, la soledad en compañía. Nun-ca hemos estado más solos en nuestra América.

Cambios que están modelando una nue-va forma de acumulación del capital, que a par-tir de una nueva organización del trabajo y lainformación están redefiniendo la producciónincidiendo en la recomposición del movimien-to popular y sus estrategias de lucha social. Enotras palabras, la transición hacia laautomatización no sólo esta destruyendo unaforma de Estado, sino que está produciendocambios en el mundo popular y en lo que tradi-

cionalmente fue la confrontación entre trabajoasalariado y capital. El declinar del fordismo ydel keynesianismo ha producido el derrumbedel Estado benefactor, de manera que laautomatización y el neoliberalismo impulsancambios en la forma de Estado capitalista, apa-reciendo un nuevo tipo de Estado, el “Estado-cautivo,” sustentado en el modelo neoliberalen el que la política tiene un status menor quela economía.

Vorágine de transformaciones que estánderrumbando todo tipo de murallas Chinas yproteccionistas con la globalización capitalista,resultante de cuarenta años de crecimiento delmercado mundial a un ritmo superior al de laproducción, configurándose un fenómeno, dea lo menos mediana duración, en que las rela-ciones, las inversiones y el crédito internacio-nal crecen a un ritmo mayor que las economíasnacionales generando una perspectivaplanetaria para la circulación y producción demercancías acompañado de un creciente pro-ceso de integración y comunicación, marco enque también se producen modificaciones en lasrelaciones sociales, los modos de vida, etc. Ten-dencia que afecta en grado sumo a la patria deSalvador Allende, donde la nueva inserción enla economía mundial se hace a partir de la ex-portación de artículos con poco valor agregado(cobre, frutas, madera...), exportaciones que fa-vorecen una alta tasa de centralización y con-centración del capital, base de una concepcióneconómica que pone el acento en el desarrollosin redistribución (PNUD:1997).

En otras palabras, contra las previsionesde los teóricos de la dependencia y de las viejasizquierdas latinoamericanas, la expansión delcapitalismo no era un fenómeno de ayer sinode hoy. Paradójicamente la relativa inmadurezdel desarrollo de la economía capitalista mun-dial y el insuficiente desarrollo de la tecnologíadel transporte y las comunicaciones impedíanque la industria abandonara sus reductos tradi-cionales. Estas trabas hoy yacen rotas, la expan-sión capitalista parece imparable. Bajo estasnuevas circunstancias históricas vale la pena el

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ejercicio de interrogar a la historia... ¿Es posibleel “allendismo”?, ¿qué permanece de su lega-do?, ¿es posible desde el “allendismo” encon-trar propuestas para una sociedad mejor?.

EL LEGADO: UN INTENTO DE ORDEN,

Han transcurrido 25 años de la desapari-ción física del líder popular y son muchas lasvariables histórico sociales que han sufrido cam-bios: el carácter del tiempo histórico, las políti-cas de alianzas, el Estado, la percepción de lavida, los modelos económicos, las correlacio-nes internacionales, la misma idea fuerza de laépoca, la dialéctica revolución/toma del poder,la forma de la integración latinoamericana (delproteccionismo a la apertura de los mercados);en fin, vivimos un período de cambio, en que elpensamiento y la figura de Allende deben apor-tar más allá del panfleto. En este sentido, y parano caer tan sólo en la alabanza fácil o en elrescate simplista, es que distinguimos 6 dimen-siones básicas a partir de las cuales el pensa-miento de Allende cobra vigencia actual; a sa-ber: el componente moral, el legado unitario,la herencia política, el proyecto de sociedad, lavisión latinoamericanista, y el legado partida-rio. Por cierto un trabajo que profundice o quese propusiera operacionalizar la vigenciaallendista, podría perfeccionar esta distinción,sin embargo ofrecemos aquí un esquema tran-sitorio, que permita una aproximación a su pen-samiento y evitar la estereotipación del líder.

El componente moral: Salvador Allendeentregó a la posteridad una lección moral sella-da con su propia sangre. Recordemos que antela inminencia del bombardeo al Palacio Presi-dencial los militares le ofrecieron un avión paraabandonar el país junto a su familia. Oferta re-chazada sin asomo de vacilación, acto seguidopor el ya legendario recorrido por cada uno delos puestos de combate de La Moneda llevandoánimo e insuflando valor a los defensores dePalacio. Pero, este no fue su único trance demuerte, la enfrentó cuando se internó por el al-tiplano chileno boliviano en busca de los restos

de la guerrilla del Che. En esa ocasión en febre-ro de 1968, haciendo carne el compromiso conel legado del Che, Salvador Allende lograría res-catar al resto de la guerrilla que venía saliendode territorio boliviano, hasta que finalmente víaTahiti, ayudó a su repatriación a Cuba. Una ac-ción de esta naturaleza naturalmente desató unescándalo político de espectaculares dimensio-nes, el cual casi le cuesta el desafuero, siendoen ese entonces presidente del senado, corrien-do con ello su conducción política un gran ries-go. También enfrentó al peligro cuando visitó,en medio de los duros bombardeos norteameri-canos, Vietnam del Norte, cabe mencionar queAllende fue el último de los lideres occidenta-les en entrevistarse con Ho Chi Min. De mane-ra que no estamos ante cuotas de mayor o me-nor valor personal, sino ante actos plenos deconciencia, de confianza en lo que se está ha-ciendo. En el convencimiento de la correcciónde cada acto político estriba el fundamento desu moral, su compromiso moral es por lo tantocon su proyecto de vida y por que no decirlotambién con el ejemplo proveniente de la vidafamiliar. Este aspecto es tremendamente impor-tante en nuestra América porque realza al líderque ligó su vida a los destinos de su pueblo,aquel que apeló al sujeto popular y no lo aban-donó en una hora de vicisitudes.

El legado unitario: Tras el derrocamien-to colapsó el poderío social de la izquierda, sefragmentó, un sector permaneció atrapado enlos viejos dogmas y otro, por la vía de la reno-vación, aceptó la hegemonía del centro, debili-tándose el conjunto. De manera que en momen-tos de dispersión y confusión se acrecienta ellegado unitario de Allende porque con su es-fuerzo desde la década del treinta dio forma ala unidad de los sectores populares. Caracterís-tica única en su género en América Latina don-de por doquier existen infinidad de izquierdasy de movimientos sindicales en competenciamutua.

En el caso de Chile, ya en 1936 Allendese esforzó por hacer realidad el Block de Izquier-das en Valparaíso para luego convertirlo en el

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Frente Popular. Años después condujo a la Uni-dad Popular, previo recorrido por la constitu-ción del Frente del Pueblo y del Frente de Ac-ción Popular. Solo le quedó inconclusa una ta-rea : la construcción del Partido Federado de laUnidad Popular y allí están los resultados. Enotras palabras, en el legado unitario de Allendese entrelazan cuatro componentes de la másplena actualidad; a saber: a) los sectores popu-lares deben asegurar la representación socialpropia sin delegarla en otros sectores, b) la uni-dad es condición necesaria para competir conla derecha, el centro y lo que en América Latinadenominamos como los “poderes fácticos” (fuer-zas armadas y empresarios), c) sólo a través deprocesos unitarios el pueblo se coloca en elepicentro del poder político, y d) cuando noexiste la unidad, la izquierda languidece y sesuma a otros proyectos, es el fin de la propuestade cambios estructurales y el debilitamiento delsujeto popular por la desmovilización social.

La herencia política: Un aspectoimportantísimo en Allende es el reconocimien-to de las tradiciones e idiosincrasia nacional,en virtud de lo cual reconocía pervivencias delpasado, de manera que la principal herenciapolítica de Allende es la valorización que hizode la democracia y su relación con el socialis-mo. Para él era imprescindible “institucionalizarla vía política hacia el socialismo, romper conlos factores del retardo y al mismo tiempo edifi-car una nueva estructura socioeconómica”.Avance sustentado en una trilogía: el pluralis-mo, la libertad y la tolerancia. Visión acompa-ñada por una estrategia coherente que estima-ba que el avance - incruento - debía lograrse através de la democracia apoyada en la organi-zación y lucha del movimiento popular, para locual era imprescindible la constitución de unfrente de alianzas, un programa de gobierno yuna estrategia para convencer a la ciudadanía,es el camino que permitiría ganar la mayoría.Planteamientos que condujeron a una valoriza-ción, inédita en su época, del Estado puesto quese alejó de la tesis tradicional de la destrucción,llegando a sostener que no se destruye absoluta

y totalmente un régimen o un sistema para cons-truir otro, se toma lo positivo para superarlo,para utilizar esas conquistas y ampliarlas, con-templando, en el caso del desbordeantidemocrático sólo la defensa constitucionaldel proceso de cambios.

A través de su vida política hay tambiénuna serie de cambios tanto respecto a la mane-ra de acceder al poder como a su visualiza-ción. Es por eso que se advierte que en una pri-mera etapa la idea era la utilización del caminoelectoral, esto quiere decir que las condicionesde Chile exigían que el “asalto al poder” se hi-ciera desde la vía democrática. Era en ese senti-do una visión en algún sentido táctica. Se mo-vía desde la perspectiva clásica de que el po-der tiene un lugar físico, y que por tanto lo fun-damental es encontrar la manera de llegar a él.Por cierto el asumir la vía pacífica en una reali-dad concreta como la chilena, ya implicaba unaaudacia de perspectiva, ya que era (y de hechofue) inédita. Sin embargo es sólo con el correrde los años, con la cercanía de la Unidad Popu-lar, que Allende genera una evolución en suconcepción de poder, y plantea la vía político-institucional, lo que implica que pasa a enten-der la apropiación del poder como un procesodialéctico, en que la “toma del palacio de in-vierno”, no trae consigo la realización del pro-yecto. Allende da cuenta, que el proceso haciael socialismo, implicaba un cambio en la men-talidad social; implicaba romper con la concep-ción clásica de buscar la toma del viejo Estadopara su disolución, para su cambio por otro; setrataba de asumir el desafío de transformar des-de el Estado.

He aquí una herencia plena de actuali-dad: la participación y lucha desde el Estado através de la vía político-institucional.

El proyecto de sociedad: Salvador Allen-de convivió toda su vida con el socialismo, re-cibiendo, naturalmente, el impacto de una ima-gen. También presenció la gesta de los movi-mientos de liberación nacional, fue amigo desus líderes y conoció de los afanes por construir

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una nueva sociedad. Pero, a pesar del respetohacia la imagen socialista sólo coincidió en queeste era un nuevo tipo de sociedad alternativaal capitalismo, pero que no existían, para suconstrucción, plan o modelo alguno, de allí sufamosa afirmación que la revolución chilenadebía tener “sabor a empanada y vino tinto”.Allende acompañó esta formulación con tresproposiciones: el anticapitalismo, elantiimperialismo y el antilatifundismo.

En la actualidad, Chile es consideradocomo uno de los países con peor distribucióndel ingreso del mundo, la legislación social si-gue siendo un bello sueño, el capital triunfanteen 1973 se apropió de las principales empresasdel viejo Estado benefactor, las transnacionalescontrolan regiones inmensas de la economía yservicios (minería, telecomunicaciones, electri-cidad) y la reconstitución de la propiedad terri-torial y su conversión en capitalismo agrariocondenó al viejo “gañan” de fundo, al antiguocampesino, en jornalero o temporero, es deciren un trabajador asalariado de carácter estacio-nario. Ante lo cual permanecen en pié aspectosfundamentales del pensamiento de SalvadorAllende, como: la necesidad de una nueva so-ciedad de socialismo democrático y un nuevotrato con el capital interno, el foráneo y el agra-rio. Punto de partida para la justicia social ydignificación de la mayoría.

El legado latinoamericanista: Allende fueun fervoroso partidario del latinoamericanismo,entendido como la acción política a escala in-ternacional, marco en que animó grandes de-bates en los cuarenta con el peruano Víctor RaúlHaya de la Torre, en los cincuenta con el vene-zolano Rómulo Betancourt, y en los sesenta conel mexicano Lázaro Cárdenas con el propósitode organizar un movimiento de alcance latino-americano en pro de la Liberación Nacional yde la Emancipación Social de nuestros pueblos.Fue también un decidido partidario de la inte-gración latinoamericana y no trepidó en parti-cipar en la fundación de la Organización Lati-noamericana de Solidaridad (OLAS) a principios

de los sesenta luego de proclamar su adhesióna la revolución cubana. Durante su gobierno lle-vó a la realidad la dimensión bolivariana de supensamiento estrechando relaciones con diver-sos gobiernos a partir del deshielo de las “fron-teras ideológicas”, empeñándose especialmen-te en el éxito del Pacto Andino. En fin, no cabeduda del latinoamericanismo de Salvador Allen-de, herencia de primera magnitud frente a unaAmérica Latina que actualmente se desgarra yfracciona, situación delicada si se toma en cuen-ta la reconfiguración geopolítica del mundo, si-tuación a la que debe agregarse el hecho queincluso su cultura tiende a ser impuesta en lospaíses centrales. En la lógica allendista sólo unaAmérica Latina unida puede enfrentar los desa-fíos del porvenir.

El legado partidario: El legado de Salva-dor continúa siendo amplio. Uno de ellos serefiere al legado partidario, porque Allende mi-litó toda su vida e incluso en alguna oportuni-dad llegó a señalar “todo lo que soy se lo deboa mi Partido”, pero su legado no reside allí,sino en el rol que otorgó al partido político comoinstrumento de transformación social, guía po-lítico y formador de opinión. En una AméricaLatina en la cual los poderes fácticos, y por queno decirlo los errores de los conductores políti-cos, han menguado el respeto hacia las organi-zaciones políticas el legado partidario es fun-damental, porque realza la necesidad de la exis-tencia de partidos políticos fuertes en sistemaspolíticos que podrían transformarse a través dela vía político-institucional y porque la demo-cracia partidaria interna es un ejercicio de plu-ralismo y tolerancia que luego se traslada a lasociedad civil. Juicios de la más plena actuali-dad porque el socialismo moderno requiere parala competencia de un instrumento eficaz.

FINALMENTE

Siempre será grato y difícil a la vez, ha-blar de la herencia política de Salvador Allende.Siempre el tiempo y la mala memoria pueden

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jugar en contra del rescate, no sólo de SalvadorAllende como líder, sino de lo que él -como tan-tos- encarna: la de necesidad del cambio social.Resulta tremendamente interesante -como fenó-meno sociológico e histórico- la apropiación quede Allende hoy se hace. Baste con echar un vis-tazo a un mes como septiembre para dar cuentade las ironías del destino. Por una parte, en loscuartos traseros de la burocracia estatal, parteimportante de la vieja izquierda que en el rangoteórico es una mezcla de liberales y marxistas,que en el político viran hacia la centro izquier-da, que en el ámbito internacional ingresa a lasocialdemocracia, y que en lo económico -susfuncionarios de gobierno- asumen y aplican po-líticas neoliberales... y, sin embargo, organizanun homenaje a Salvador Allende en el EstadioNacional. Por otra parte grupos de la izquierdamás radicalizada, que desestima a ultranza lospartidos políticos, que actúan políticamente engrupos pequeños, que desechan de plano el usode las herramientas legales como las elecciones,y que fundamentalmente rechazan al Estado y suaparataje, grupos que en el rango teórico vandesde ciertos intentos de reedición del MIR, has-ta concepciones anarquistas... levantan la figurade Allende potenciando la clásica imagen deSalvador, fusil en mano, haciendo vista hacia elcielo. Posiblemente ambos grupos de ser con-temporáneos del Chicho, hoy serían parte de susgrandes críticos.

Así es el tiempo, así funciona su efectoadormecedor en el suave bálsamo que es el ol-vido . Por eso hoy -no más que nunca, sino igualque siempre- se hace necesario ir al rescate delpensamiento allendista, no para asumirlo comodogma o como teoría acabada de la realidad,sino sencillamente para contrastar, para tener amano teoría política nacional. Para hacerla pa-sar por el cedazo de la crítica y tomar los ele-mentos útiles que ella pueda tener.

Allende vuelve, siempre vuelve... no sólocomo el hombre terciado con la banda tricolor,comprometiéndose como presidente de Chile,no sólo como el hombre digno defendiendo LaMoneda en llamas; vuelve también el estudian-te del Instituto Nacional, el joven que fue capazde asumir sus responsabilidades toda la vida,como cuando se transformó en un fiero oposi-tor a la dictadura de Ibáñez, desde la FECH,como cuando participó en los sucesos de laRepública Socialista de 1932, lo que le signifi-có la comparecencia ante tres cortes marciales.Siempre vuelve el polemista. El político, el diri-gente que recorrió cada rincón de Chile, el con-ductor que fundó el Frente del Pueblo, el FRAP,la Unidad Popular, aquel que dedicó las ener-gías de su vida a la transformación social enbeneficio de los explotados, aquel que dedicótoda una vida a las ideas del cambiosocial...Allende siempre vuelve!. XXI

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NOTAS

1: Benz y Graml. Problemas mundiales entredos bloque de poder. SigloXXI,1982.

2: Cáceres Gonzalo, del Alcázar Joan, Allendey la Unidad Popular : hacia unadeconstrucción de los mitos políticoschilenos. Doc.s/d.

3: Dabat, Alonso. El mundo y las naciones.México,1993.

4: Eric Hobsbawm. El siglo XX. Crítica,1996.

5: García-Pelayo, Manuel. Los mitos políticos.Editorial Alianza,1981.

6: Informe PNUD. Naciones Unidas,1997.

7: Jiménez, Alejandro, Para abrir Alamedas.TADECH. Julio,1998.

8: Moulian Tomás. Conversación interrumpidacon Allende. LOM,1998.

9: Orellana Miguel. Allende. Alma en pena.Sapiens,1998.

10: Punto Final Nº 428.

11: Quiroga Patricio. Obras Escogidas deSalvador Allende. Grijalbo,1989.

12: Rojas, Alejandra (redactora).SalvadorAllende. Una época en blanco y negro. ElPais/Aguilar,1998.

13: Verdugo Patricia. Interferencia secreta.Sudamericana.1998.

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El Allendismo y la ruptura de laRepública simulada

por Patricio Rivas

EL SALTO DE CONOCIMIENTO Y ACCIÓN DEALLENDE

La riqueza de la propuesta política quesintetiza Salvador Allende a lo largo de su vida,fluye de una radical determinación por hacercoincidir el país que se sugería en los textos ofi-ciales e institucionales, con el país social. El paísde los sin tierra, de los sin casa, de los estudian-tes pobres, de los obreros sin derecho a sindica-lización, de los artistas e intelectuales margina-dos. En definitiva de los hombres y mujeres quenacían en la exclusión y morían en la pobrezadespués de haber trabajado de modo extenuantedurante toda su vida.

El esfuerzo del proyecto allendista, nopodía hacerse sino fundando una nueva ideade nación integradora y democrática, que per-mitiera un efectivo encuentro entre el proyectode nación y la existencia de todos los chilenos.Pero habían límites muy contundentes, aunquea veces imperceptibles, para forjar un Chile don-de todos tuvieran un lugar digno.

La tesis teórica y estratégica alrededor dela cual Allende comienza a percibir la acelera-ción de los tiempos de cambio en Chile y elpaso de un dinamismo constante, pero muy re-gulado, a una curva de auge, amplitud y radica-lismo social, es la de una nueva ciudadanía.

Se trata de un concepto de país dondeexista no sólo integración política y económi-ca, sino que además dignidad, autonomía y li-bertad de todos sus sujetos sociales. El país queve Allende esta compuesto por una ciudadaníalimitada y excluyente, su sistema político y par-lamentario esta construido a la medida de la

estabilidad de un Chile que funciona como es-pacio de existencia digna sólo para un sectorde la población.

Salvador Allende y un grupo amplio dedirigentes sociales y políticos de los grandespartidos clásicos de la izquierda, el PC y el PS,más crecientes sectores de la izquierda revolu-cionaria, que a lo largo del proceso va ha estarconstituida por el MIR, el Mapu, la IC y tenden-cias del partido socialista, configuran un núcleocomplejo, amplio y de gran espesor moral ypolítico por conquistar el paso del Chile simu-lado al Chile deseado. Ahí radica el ímpetupropositivo e histórico de las fuerzas que sepusieron en movimiento.

Estos sectores estaban dentro y fuera dela Unidad Popular y venían urdiendo sus vín-culos desde 1957 con la sublevación de lachaucha, se consolidan en las elecciones presi-denciales de 1964, en momentos en que Allen-de y el FRAP son derrotados por la DemocraciaCristiana, se amplían y se hacen aún más deter-minantes entre 1967 y l970 y se legitiman des-de el gobierno entre 1970 y 1973.

LOS BORRADOS DE LA MIRADA OFICIAL

Conviene destacar uno de todos los obs-táculos que obstruían un proceso de democra-tización amplia e incluyente: el no reconoci-miento ni político, ni ético, ni siquiera discursi-vo, de los hombres y mujeres más pobres delcampo y la ciudad, de los que incluso no en-contraban lugar programático en el seno de lospartidos de la izquierda histórica de Chile. Es-tos sectores se expresaban de manera lateral en

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las organizaciones de base, en los movimientosjuveniles cristianos y en el mundo artístico inte-lectual no reconocido académicamente. Sunúcleo estaba integrado por cesantes estructu-rales, familias sin casa, habitantes deconventillos, obreros con ingresos por debajode la subsistencia, estudiantes pobres, campe-sinos sin tierras, obreros agrícolas sin derechos,sectores medios sometidos a la fragilidad mate-rial constante.

Son estas las fracciones sociales y cultu-rales que se ponen en movimiento a partir de1960. Irrumpen en la escena social con escasamediación política y representación parlamen-taria. Lo hacen poniendo su cuerpo en el pro-ceso y mostrando sus dolores y carencias, lamayoría de las veces son estigmatizados como“chusmas”, “rotos” e incluso “lúmpenes” y“vandálicos”. La tradicional derecha chilena losobserva con perplejidad y miedo. La Democra-cia Cristiana y el partido Comunista y Socialistale otorgan espacios, pero en el marco de mode-los de acción política que afixiaban las búsque-das libertarias de éstas fuerzas, modelos de co-nocimiento que provenían de asociaciones yanalogías esquemáticas entre la sociedad chile-na y la europea.

La Democracia Cristiana percibe, inclu-so antes que la izquierda, éste proceso, pero nologra comprender la magnitud de las fuerzas quese han puesto en movimiento. La izquierda par-lamentaria, apegada a la escolástica stalinista,demora en asumir esta nueva realidad. A pesarde que sus mejores caudillos se sensibilizan conrapidez.

Allende se compromete con este proce-so, asume sus rasgos y especificidades, afina congran artesanía un programa que los una y desa-rrolla un lenguaje que hace comprensible susconceptos más abstractos. En éste particular sen-tido Allende acaudilla moral, ética y política-mente, a ese Chile excluido y borrado de losdiscursos y analíticas convencionales. Es en

medio de éstos nuevos actores que articula susideas de ciudadanía plena, de democraciaincluyente y de dignidad nacional. Debe mo-verse en ámbitos donde el sólo hecho de hacerpresente a los excluidos aparece para algunoscomo peligroso y subversivo, y para otros comoun error político.

La habilidad política de Allende, que noconsiste en lo que se ha pretendido banalizarcomo la capacidad de ensamblar acuerdos en-gañando u ocultando los propósitos de fondo,sino en la de tejer la unidad social de los ex-cluidos y la unidad política de todo el campode fuerzas ubicables dentro de la categoría depueblo; es decir, trabajadores con zapatos y sinzapatos, con y sin casa, sindicatos legales ysindicatos de facto, con tierra y sin tierra, coneducación superior y analfabetos; es uno de losproblemas más originales que Allende se plan-tea en relación a la acción política. Es la com-plejidad de estos sujetos sociales y especialmen-te su diversidad lo que impele a Allende a pro-cesar una estrategia compleja y no la astucia.

La fuerza de éste proceso es de tal mag-nitud, que desde ella se comprende la decisiónde no rendirse en La Moneda, de no entregarsejustamente a quienes habían consagrado el paísexcluyente. No se trató sólo de un digno actode heroísmo y de un error estratégico en el cam-po político, sino de la única decisión históricaposible en esa situación. La de demostrar la de-terminación del país negado y excluido por ha-cerse presente y determinante en la historia na-cional. Esta determinación no puede ser redu-cida por ello a un acto individual, sino a unproceso muy complejo de construcción de unanueva clase dirigente para un Chile democráti-co y digno. Hoy podemos decir, que SalvadorAllende le impone a las nuevas direcciones es-tratégicas, un nivel de visión histórica de granmagnitud al dejar muy en alto el grado de com-promiso que debe alcanzar todo aquel que quie-ra avanzar hacia un país profundamente demo-crático, incluyente y digno.

SALVADOR ALLENDE

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UNA SIMULACIÓN EXHAUSTA: LAS COSASQUE VIENEN DE MUY ATRÁS SON

PROFUNDAS

En tiempos como éstos de mediocridadintelectual y moral, impregnados de obtusos sis-temas de cálculo y pequeñas pasiones, puedecomprenderse por contraste y antípoda, la na-turaleza de disidencia imaginativa y audaciaética del proceso allendista. Este es el ciclo demayor expansión democrática que la sociedadchilena ha conocido durante todo el siglo XX.

El agotamiento de la República simuladaen el primer quinquenio de 1960, coincide conla perdida de fuerzas de quienes pretendían cam-biarla en el marco de un nuevo pacto que regu-lara sus profundas tensiones.

Desde 1925, de manera creciente, co-mienza a gestarse una demanda cultural y po-lítica: la de transformar la ficción democráticade la constitución, los textos parlamentarios,los discursos oficiales y semioficiales en unasituación democrática efectiva y abierta. Enuna onda creciente, pero con frecuentes rup-turas, la utopía democrática se concretiza enreformas de diverso alcance: en la legislaciónlaboral, en los derechos políticos, en la expan-sión de la creatividad artística, en el ensancha-miento del acceso a la salud y la educación.La democracia como concepto utópico va en-contrando su situación social concreta, aun-que siempre parcial.

Estos eventos en un gran primer acto sedan en virtud de una compleja yuxtaposiciónentre los afanes modernizadores del partidoRadical y la creciente autoconsciencia de lasnuevas fracciones sociales del mundo urbanoy, en algunos casos, con el despertar del mundoagrario.

Coinciden los afanes desde la cúspide delEstado con la consolidación de las demandasdesde abajo. Esta dualidad se extenderá hasta1960, período en el cual el propósitomodernizante se articula sobre la base de unaestrategia de tres reformas, dirigidas por un par-

tido político de nuevo tipo, la Democracia Cris-tiana chilena.

Este joven conglomerado impulsa la re-forma agraria, la reforma urbana y la reformaeducacional. Al tiempo que gesta los procesosde organización comunal a través de la ley dejuntas de vecinos. Y una reconversión de la rentacuprera en el sistema de ingreso del Estado a laque se denominó “chilenización del cobre”, conla cual se buscaba favorecer a la fracción in-dustrial más activa, que producía para el mer-cado interno y aspiraba a acceder a los merca-dos regionales.

El ímpetu de éste proceso se extiendehasta octubre de 1967, momentos en que lamovilización de sectores medios urbanos clási-cos, como empleados, obreros y estudiantescoincide con la multiplicación de la radicalidadde los pobres del campo y la ciudad. La luchapor la reforma universitaria se vincula a la lu-cha por mejores salarios, por viviendas dignas ypor la tierra para el que la trabaja. 1968 seinicia con un Chile repleto de luchas sociales ypolíticas, con un partido demócrata cristianotensionado y caminando hacia la división y conuna izquierda histórica fundamentalmente per-pleja, pero vinculándose, a partir de sus diri-gentes sociales, al proceso en desarrollo.

Será justamente a partir de 1968 que elMIR ensancha su convocatoria social y consoli-da una estructura de jóvenes dirigentes prove-nientes del mundo estudiantil, poblacional y sin-dical. En el campo del cristianismo juvenil,dentro y fuera de la Democracia Cristiana, co-mienza a producirse las redefiniciones que ter-minaran forjando al Mapu y ese amplio movi-miento de los cristianos por el socialismo.

El impacto político del surgimiento deestas nuevas formaciones, en ese momento, esmás simbólico que estructural. Sin embargo, sucapacidad de conmover las formas de reflexióny acción de la cultura política dominante esbastante profunda. La sociedad chilena, de ca-minar consensuado, de gesto paternalista y de

EL ALLENDISMO Y LA RUPTURA DE LA REPUBLICA SIMULADA. Patricio Rivas

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una enorme capacidad de control, se veremecida por jóvenes como Miguel Enríquez,Rodrigo Ambrossio y por viejos como ClotarioBlest o por nuevas figuras sociales, como lospobladores que nacen de las tomas o el campe-sinado mapuche que se hace reconocible a tra-vés de las corridas de cercos.

Son los tiempos de la reforma universi-taria y de figuras que expresaban desde Rectoríasde grandes universidades todas las fuerzas sim-bólicas de antiguos sueños, Don Fernando Cas-tillo, rector de la Pontificia Universidad Católi-ca y Don Edgardo Enríquez, de la masónicaUniversidad de Concepción.

Allende logra entre 1964 y 1973 cons-truir al allendismo, como estrategia histórica decambio en la sociedad chilena, la dota de pro-grama, legitimidad y seguridad en sus propiasfuerzas. Es todo un concepto de país distintodel que se proyecta a partir de estos propósitos,no se trata de los frecuentes procesos delpopulismo latinoamericano. El allendismo notiene relación teórica ni política con el aprismoperuano o el peronismo argentino. Su singulari-dad radica en el propósito de refundar el país apartir del criterio de la inclusión, la ciudadaníaextensiva e intensiva, la libertad irrestricta; y noen articular un sistema de alianzas que nego-ciara estos grandes objetivos históricos. Esto notiene porque impedir en la lógica de Allende labúsqueda de alianza y de acuerdos, pero el pun-to se sitúa en no perder la centralidad históricadel proyecto.

ESO DE LA FUERZA MORAL COMOPROBLEMA ACTUAL

Hemos entrado en el siglo XXI, en los la-berintos y entramados de una nueva situaciónmundial. La globalización gana en velocidad yextensión pero evidencia sus orgánicas desigual-dades y exclusiones. Se hace claro que la ac-tual recesión mundial en curso es el último epi-sodio de la guerra fría. De esta situación saldráun nuevo ordenamiento y jerarquización de la

economía mundial. Los países que estaránprotagónicamente en la globalización, los quepueden aspirar seriamente a ella y los que ten-drán que esperar un metafísico tiempo de unalarga cola para poder acceder a alguna de lassituaciones de bienestar y abundancia que seofrecen hoy a través de los sistemas de comuni-cación internacional.

Cuando cayó el muro de Berlín se sem-bró a destajo la idea de que el futuro sería solode paz y abundancia. Muchos pensaron que elderrumbe del socialismo burocrático acabaríaautomáticamente con la guerra fría y sería cues-tión de tiempo que todos ingresaran a la moder-nidad económica y a la postmodernidad cultu-ral. Es más, se señaló con evidente orgullo queel mercado se regularía asimismo y que en todocaso el ciclo sería de desarrollo y prosperidad.Desde las cátedras y desde los sistemas de go-bierno se declararon las crisis económicas ge-nerales como superadas.

Hoy la soberbia política y la prepotenciaintelectual muestran su anemia histórica. Cómopensar desde estos procesos en la justicia so-cial, en la sociedad de los derechos y en ladignidad del trabajo, en un entramado históri-co tan distinto al que convocó al allendismo enChile.

Las corrientes de transformación de lahistoria mundial han producido múltiples efec-tos: económicos, políticos y psicosociales. Den-tro de estos últimos han aparecido nuevos dis-cursos del pesimismo y la nostalgia, muchasganas de recuperar la historia desde sus frag-mentos. Son tantos los hombres y mujeres dig-nos, que tienen motivos muy sólidos para pen-sar desde el dolor, que ya parece un hechoestablecido que el sufrimiento siempre hubieseacompañado a la práctica libertaria, que sólo elpasado fue esperanzador y que toda reflexiónque piensa la historia desde el futuro niega ytraiciona ese pasado.

Esta reflexión, esta manera de situarserespecto de la historia inmoviliza y desarma los

SALVADOR ALLENDE

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EL ALLENDISMO Y LA RUPTURA DE LA REPUBLICA SIMULADA. Patricio Rivas

intentos de las nuevas búsquedas, la construc-ción de nuevas éticas y reproduce el propósitode quienes intentaron contener el cambio de-mocrático por la vía del asesinato y la expan-sión de la tasa de sufrimiento social. Porque sa-bían que así disgregaban las ganas de mejorarla vida, la confianza en los otros y muy espe-cialmente la convicción de que éste no es elúnico mundo posible.

Conviene recuperar sin nostalgia ni afa-nes arqueológicos, aquellas cuestiones de pro-yecto más sustantivas, de mayor alcance y am-plitud porque ellas son tareas no resueltas en lasociedad chilena. Especialmente el de la inclu-sión social, de la integración en el proceso eco-nómico y de la amplitud de aceptación de to-das las complejidades culturales, de todas lasdiversidades que signan la construcción siem-pre inconclusa de un país.

El allendismo es hasta hoy él más altogrado de elaboración programática y determi-

nación moral por hacer de Chile un país no desimulaciones sino de materialidad democráti-ca. Un país que no base su estabilidad en laexclusión orgánica sino en la integración, queno construya criterios de moralidad sobre la basede la monotonía y de la rigidez cultural sinoque asuma la diversidad como dato constante.

Es bueno recordar que el proceso queencabezó Allende logró un alto nivel de lide-razgo y producción de nuevas realidades sim-bólicas y materiales. También a partir de su ca-pacidad de unir fuerzas, aparentemente distin-tas en sus aspiraciones, de conjugar modelosteóricos provenientes de diversas matrices, deconvivir con sujetos sociales de distintas bio-grafías. Pero también, de entender al optimis-mo como arma moral, de creerse su propia re-flexión, de asumir el sentido del humor y laalegría, como componentes esenciales de lacapacidad crítica y de la fuerza para inventarnuevos mundos posibles. XXI

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REFLEXION TEORICA

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Chile, 25 Años Después

AÑOS DE TURBULENCIA YTRANSFORMACIÓN

Han transcurrido 25 años desde que elPresidente Chileno Salvador Allende fuera de-rrocado y muriera en forma violenta, leal a supueblo y a su patria. Un golpe militar apoyadopor los EEUU puso de esa manera término alperíodo revolucionario que coronó una décadade profundas reformas sociales, durante los se-senta y principios de los setenta, bajo los go-biernos democráticos de Eduardo Frei Montalvay Salvador Allende. El mundo está bastante fa-miliarizado con los 17 años de criminal dicta-dura militar, encabezada por Pinochet, que si-guieron. Un alzamiento popular generalizado,seguido de su derrota en el plebiscito de 1988,pusieron término al régimen de Pinochet. Dospresidentes democráticos, Patricio Aylwin yEduardo Frei Ruiz-Tagle han presidido a lo lar-go de los noventa, una lenta y todavía no com-pleta transición a la democracia.

Este trabajo intentará caminar el estrechoborde de analizar ciertos aspectos económicosy sociales de este turbulento período en su con-junto. No sólo en su violenta confrontación, sinotambién en su unidad.

Durante el período completo, este peque-ño país de 14.7 millones de habitantes (INE-Empleo), ubicado sobre una muy larga y másestrecha zona de colisión geológica en el bordemismo del mundo, se ha en efecto transforma-do a sí mismo de arriba abajo. Quizás comple-tando así su largamente demorada transicióndesde su viejo ser agrario y oligárquico y atra-

vesando las puertas hacia la moderna era capi-talista. En el proceso todas sus clases se hantransformado en forma radical, algunas yéndo-se para no volver jamás. Surgida de estos cam-bios, la economía Chilena ha sido promovidacon aclamación mundial a la clase "tigre". Al-gunas personas, bastante pocas, se han benefi-ciado enormemente en del proceso. La mayo-ría de los otros considerarían su situación mejordescrita por las palabras con que el dirigenteobrero pionero Luis Emilio Recabarren saluda-ba al siglo XX: "Hay progresos evidentes en elsiglo transcurrido, ello no puede negarse…detodos los progresos que el país se ha beneficia-do, al proletariado no le ha correspondido sinocontribuir a ellos, pero para que lo gocen susadversarios" (Riesco-Des. Cap.).

No es el propósito de este trabajo entraren el análisis detallado de las políticas econó-micas FMI de escaparate aplicadas tanto por los"Chicago Boys" de Pinochet como por las auto-ridades económicas social y cristianodemócratasde los Presidentes Aylwin y Frei Ruiz-Tagle —aunque en el caso de estos últimos con un pocomás de compasión. Más bien, intentará taladraren la economía política subyacente del proce-so. Dará una mirada breve a algunos de los pro-fundos cambios ocurridos en las relaciones so-ciales—la forma en que la gente vive y traba-ja—y como éstos han afectado su comporta-miento económico.

Desde tal punto de vista, la leyenda ne-gra que oscurece el desenvolvimiento econó-mico de los turbulentos tiempos de Allende tien-

Manuel Riesco

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REFLEXION TEORICA

den a disolverse en el brillo de las transforma-ciones sociales revolucionarias realizadas du-rante esos años. Es en la radicalidad popular deaquellos tiempos, quizás, donde las claves deldinamismo del período en su conjunto puedenser encontradas con mayor probabilidad.

EL LEGADO IRREVERSIBLE DE LA ERA DE LAREVOLUCIÓN

Posiblemente no es muy conocido quePinochet, quién violó todas las leyes Chilenas,se vio en la obligación de cumplir, en cambio,casi a la letra, con dos de las más importantes:La Nacionalización del Cobre y la Reforma Agra-ria. Ambas leyes—junto a distribución de me-dio litro de leche a todos los niños para detenerla desnutrición, el término del analfabetismo yla extensión de la enseñanza básica obligatoriade seis a ocho años y la reforma universitaria—constituyen, como es bien sabido, el legado prin-cipal de los períodos de Frei y, especialmente,de Allende.

En el caso de la Nacionalización del Co-bre, es cierto que Pinochet por allá por 1974pagó algunas compensaciones ilegales a lascompañías estadounidenses que previamenteposeían los minerales nacionalizados por Allen-de. Asimismo, Pinochet y su ministro Piñera letorcieron la nariz a la Constitución Chilena,aquella redactada por ellos mismos, para entre-gar lo que ya significa el 61% de la producciónminera del país a compañías extranjeras quehacen trampas para no pagar ni siquiera lospocos impuestos que deberían.

Pero, de otro lado, Pinochet no sólo man-tuvo la propiedad estatal de CODELCO, la em-presa nacional del cobre formada por Allende,sino que duplicó su producción. En total la pro-ducción Chilena de cobre—todavía de lejos elprincipal producto del país—creció de 743.4 miltoneladas de cobre puro en 1973 a 1.6 millonesde toneladas en 1989 y 3.71 millones de tone-ladas en 1998, cinco veces (CENDA). De esetotal, CODELCO todavía produce el 39%, esto

es, más de 1.4 millones de toneladas de cobrepuro al año.

Las utilidades que CODELCO ha entre-gado al Estado Chileno han sido considerables.La compañía estatal es casi asombrosamenterentable, una de las seis compañías más lucrati-vas del mundo entre 1989 y 1992, de acuerdo ala revista Fortune. La renta asociada al cobreChileno—debida principalmente a la calidadsuperior de los minerales y su cercanía de lospuertos —es considerable. Puede ser estimadaconsiderando que las utilidades de CODELCOsobre ventas triplicaron el promedio mundial dela industria, entre 1990 y 1995. Entre 1994 y1996, los aportes de CODELCO al estado, in-cluyendo utilidades e impuestos, fueron de3.600 millones de dólares y sus aportes en losúltimos diez años, capitalizados al 10% anual,suman 20.000 millones de dólares. En una eco-nomía tan pequeña como la Chilena, estas ci-fras son bastante relevantes. Los retornos deCODELCO pagan una parte importante, alre-dedor del 11%, del ingreso fiscal. Aproximada-mente lo mismo que los impuestos a las utilida-des que pagan todas las demás empresas juntaso un 34% del costo de todos los programas gu-bernamentales de habitación, educación y sa-lud en su conjunto.

En contraste con lo anterior, el total delos impuestos a la renta pagados por las empre-sas extranjeras que, como ha sido mencionado,producen ya el 61% del cobre extraído en elpaís, están en el rango de los 200 millones dedólares por año. Las cifras anteriores insinúanla magnitud de las pérdidas del Estado Chilenodebidas a la permisividad del sistema impositivoa la minería establecido por el ministro de Pi-nochet, José Piñera. Las empresas mineras pri-vadas fácilmente esquivan la legislación de im-puestos mediante procedimientos como sobre-llevar una razón deuda a capital despro-porcionada, ocultando así sus transferencias deganancias como pagos de intereses. También ymás irritante, inscriben sus compañías localesbajo una figura legal diseñada originalmente

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para ofrecer exenciones de impuestos a peque-ños mineros. Hacen esto refrenando su produc-ción de cobre refinado en el límite establecidopor esta figura legal especial, alrededor de70.000 toneladas anuales de cobre refinado yexportando el resto como concentrado. De estamanera, por ejemplo, Escondida, de propiedadde la australiana Broken Hill, la mina más gran-de del mundo, que produce más de 800.000toneladas de cobre puro al año, es consideradauna mina "mediana" para efectos legales, por-que produce 69.999 toneladas de cobre refina-do por año. El perjuicio impositivo ha sido esti-mado en más de mil millones de dólares poraño y actualmente se están discutiendo variaspropuestas para ponerle fin.

Importante como ha sido la Nacionali-zación del Cobre de Allende, es probablementeen la Reforma Agraria de Frei Montalva y Allen-de donde debe buscarse el más importante ori-gen singular de los desarrollos económicos Chi-lenos posteriores.

La Reforma Agraria puso término, final-mente, al tipo de relación laboral conocidacomo "inquilinaje" o "latifundio". Como es biensabido, el núcleo de esa relación tradicionalconsistía en la sesión por parte del "latifundista"de una parte de sus tierras a sus "inquilinos"quiénes, a cambio de la cual, estaban obliga-dos a pagar en trabajo, propio y de sus familia-res. El latifundio se consolida en Chile a princi-pios del siglo XIX cuando, coincidente con laindependencia de España, fueron eliminados losremanentes de las viejas tenencias de tierras In-dígenas bajo protección de la Corona Españo-la. Alcanza su apogeo durante el siglo pasado ymuestra una considerable tendencia a perdurarhasta bien avanzado el siglo XX. Hacia 1960,aunque en una forma bastante descompuesta,el inquilinaje y otras formas de campesinadodependiente de latifundios conformaban la mi-tad de la—entonces muy importante—fuerza detrabajo agrícola, siendo el resto campesinos in-dependientes y comunidades indígenas. (Riesco-Des.Cap.). Existió alguna polémica en ese en-tonces en las ciencias sociales acerca de la im-

portancia de los elementos tradicionales vs. ca-pitalistas en la agricultura y en la estructura so-cial en su conjunto. Hubo consenso, sin embar-go, en los actores políticos y sociales acerca dela importancia de un cambio profundo en lasestructuras de tenencia de la tierra. Los princi-pales contendores presidenciales en 1964, FreiMontalva y Allende tenían, ambos, la ReformaAgraria como un punto crucial en sus progra-mas. La ley fue aprobada finalmente en 1967bajo el Presidente Frei Montalva. Este procesofue respaldado por la Alianza para el Progreso,impulsada por los EE.UU. en América Latinadespués de la Revolución Cubana.

Durante los gobiernos de los PresidentesFrei y Allende, las expropiaciones realizadas porel Estado Chileno en cumplimiento de la Ley deReforma Agraria afectaron el 52% de la tierraagrícola del país y prácticamente todas las tie-rras cultivadas (Riesco-25 Años).

Después del golpe de 1973, Pinochet nodevolvió la tierra al estatus de propiedad vigen-te con anterioridad a la Reforma Agraria, exceptoen contados casos donde el proceso legal deexpropiación no había sido completado. En ge-neral, el destino de las tierras expropiadas fue,más o menos, aquel especificado en la Ley deReforma Agraria. Esta ley establecía que unaparte de las tierras, denominada "reserva" seríadejada a los antiguos propietarios. Un 30% dela tierra expropiada, aproximadamente, tuvo estedestino. La mayor parte de la tierra expropiada,sin embargo, alrededor de un 40%, fue distri-buida a campesinos, un 20% en propiedad in-dividual y un 20% a cooperativas. El resto fuerematada, principalmente a grandes empresasforestales o entregada a instituciones sin finesde lucro. (Riesco-25 Años). Sólo algunos de loscampesinos recibieron tierras, muchos de ellos"inquilinos" que trabajaban como capataces enlos antiguos latifundios. Veinte y cinco añosdespués, aproximadamente 2/3 de ellos man-tiene sus parcelas y una mitad de estos son rela-tivamente prósperos.

Algo parecido ocurre con los hijos de los

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REFLEXION TEORICA

antiguos latifundistas quiénes, empezando apartir de sus "reservas" han desarrollado, enmuchos casos, compañías agrícolas modernasde tamaño mediano, muchas dedicadas a laexportación de frutas y vegetales. Al lado deellos, grandes compañías han adquirido enor-mes extensiones de tierras que explotan, princi-palmente en bosques y viñas, con tecnologíasagrícolas bastante modernas.

El extraordinario auge experimentado porla agricultura Chilena durante los años recien-tes—sólo un ejemplo de ello: entre 1975 y 1994las exportaciones de fruta se multiplicaron de100 a 1.200 mil toneladas por año—se expli-can, principalmente, por estos procesos en suconjunto.

La mayoría de loa campesinos no reci-bieron tierra de Pinochet, a excepción de lascasas en que vivían y en muchos casos ni si-quiera eso. El régimen de Pinochet fue especial-mente duro con aquellos campesinos que me-recían la tierra más que ningún otro, es decir,aquellos que habían apoyado activamente laReforma Agraria. La mayoría de ellos engrosa-ron el número de las una de cada seis familiascampesinas que fueron simplemente expulsa-das de sus tierras durante esos años. De hecho,tantos de ellos fueron "poroteados" y apresadoso asesinados en los días inmediatamente poste-riores al golpe, que sus nombres hacen mayoríaentre los 3000 grabados en piedra, en el monu-mento a los desaparecidos y ejecutados bajoPinochet.

LA DURA HISTORIA DE LA ACUMULACIÓNORIGINARIA

Como resultado del proceso arriba des-crito, una buena parte de los campesinos tuvie-ron que abandonar las tierras en que vivieronpor generaciones para caer, de cabeza, aglome-rados en las incertidumbres de las relacionessociales de transición que moldean los cami-nos a las estructuras sociales modernas. El pro-ceso había venido teniendo lugar en Chile por

muchos años, fue acelerado por la ReformaAgraria y, no completado todavía en absoluto,continúa hasta el día de hoy. Este viaje bastantedramático, en Chile como en el resto del mun-do, ha trenzado la fibra social básica de la toda-vía en pleno curso transición histórica a los tiem-pos modernos capitalistas. Unos pocos peque-ños países primero, el resto, uno por uno, re-gión por región, continente a continente, si-guiendo a continuación a lo largo de los dosúltimos siglos. Así ha sido escrita, en estos años,por lo que a la fecha alcanza más o menos a lamitad de la humanidad, la dura historia de laacumulación originaria.

Desde 1970 el PIB Chileno ha crecido altriple, subiendo y bajando a través de dos pro-fundas crisis en 1975 y 1982 y hacia arriba nue-vamente por un empinado y sólo ahora inte-rrumpido período de crecimiento de 7.8% pro-medio anual desde 1985 (Ver gráfico "PGB1").

En los hechos a lo largo de este prolongado tran-ce de crecimiento de 12 años, la economía Chi-lena ha sido una de las más dinámicas del mun-do, ganando 10 lugares entre 143 países, en un

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ranking de PIB ajustado por poder adquisitivo(EA 3D Atlas). Famélico como puede ser el ani-mal, la economía Chilena ha adquirido un cier-to status felino, especialmente a los ojos de lacomunidad oficial de economistas.

No es inusual entre los economistas elevitar ciertas preguntas económicas importan-tes o atenderlas con recetas más bien abstractasy formales. El hecho, por ejemplo, que en cier-tas etapas de su desarrollo, las economías tien-den a acelerarse y recorrer largos períodos derápido crecimiento, mientras las economíasmaduras consideran sobrecalentamiento cual-quier tasa superior al 2% anual. En el mejor delos casos una explicación de este fenómeno re-currirá a algo tan sofisticado como la "ley" derendimientos decrecientes.

En el caso de la economía Chilena, encambio, el mencionado dinamismo parecierasurgir, más bien, de complejos y contradicto-rios desarrollos históricos a través de los cualesmillones de personas cambiaron en forma bas-tante radical su manera de vivir y trabajar. Dealguna manera, las mismas actividades que lavasta mayoría de ellos había venido realizandopor generaciones—principalmente trabajar desol a sol, en beneficio de otros la mayoría deltiempo y siempre extenuantemente más allá delpunto de inflexión de los rendimientos decre-cientes—súbitamente adquirió importancia eco-nómica. Aun cuando siguieron viviendo muyfrugalmente, probablemente más aún que an-tes, en forma bastante sorprendente su trabajoempezó a aparecer reflejado en las CuentasNacionales. Ello han visto, para sí mismos, to-davía menos oro que antes en sus vidas. Sinembargo, parecen haber sido dotados con eltoque de Midas.

La gente que participa activamente delproceso económico se ha multiplicado en Chi-le, durante este período. Aquellos a quienes lasestadísticas clasifican como "ocupados" se handuplicado en las últimas tres décadas, mientrasla población creció en un medio, durante elmismo período. El número de personas ocupa-

das creció de 2.7 millones en 1970 a 5.4 millo-nes en 1997, un crecimiento de 95%, conside-rando los decimales.

En el mismo período, la población Chi-lena creció de 9.3 millones a 14.7 millones, 57%en una estimación más precisa. (Ver gráfico"Ocupación y Desocupación").

CHILE 25 AÑOS DESPUES. Manuel Riesco

CHILE: OCUPACION Y DESOCUPACION, 1960-1997

De hecho, la tasa de crecimiento de po-blación ha venido disminuyendo rápidamente,luego de alcanzar un máximo a mediados delos sesenta. La tasa anual de crecimiento de lapoblación de Chile subió, de una posición in-termedia de 68 entre 156 países en 1950 hasta1965 y luego bajó hasta el lugar 107 en 1995.Debe notarse que ganó buenos 33 lugares enesta escala, durante los años turbulentos (Vertabla a continuación y gráfico "Población, Ta-sas anuales de crecimiento").

CHILE: TASA DE CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN, 1950-1995

AÑOTasa anual decrecimiento depoblación (%)

Lugar en Rankingmundial de 156 países

1950 2.16 681965 2.39 721975 1.71 1051985 1.68 1021995 1.55 10

Fuente: AE 3D Atlas

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REFLEXION TEORICA

Por supuesto y Chile ha comprobado noser la excepción, la ocupación moderna se hamostrado bastante azarosa. El crecimiento de laocupación no se ha movido suavemente en lomás mínimo. Muy por el contrario, el desem-pleo ha crecido tan vivamente como el empleoy ha saltado de arriba abajo bruscamente y demanera similar, en un movimiento de tijeras porsupuesto. Idos fueron para siempre los viejos yqueridos sesenta, con sus tasas de desempleoinferiores al 5%. Después de 1973, el desem-pleo nunca ha bajado de esa cifra y se empinóhasta un 31% de la fuerza de trabajo (ocupadosmás desocupados) durante la crisis de los ochen-ta. Recientemente, luego de alcanzar un míni-mo de 5.3% en 1997, el desempleo está subien-do a niveles de 6%, a medida que las primerasbrisas del monzón asiático están alcanzando lascostas de Chile (Ver gráfico "Ocupación y Des-ocupación').

Sumados, los ocupados y desocupadoshan aumentado más rápidamente en Chile queen otros países, en el mismo período. Así, entre1970 y 1995, Chile ha subido siete lugares, de63 a 57, en un ranking de población económi-camente activa de 142 países. Durante el mis-mo período, Chile bajó 8 lugares en el rankingde población total (EA 3D Atlas).

El campesinado, la clásica mina de laacumulación originaria, ha entregado su cuotagenerosa para alcanzar este logro.

La turbulencia de los sesenta y los seten-ta acentuó el proceso de migración campesinaa las ciudades, proceso que continúa hasta hoydía, a una tasa bastante impresionante. Chile sehabía venido urbanizando a lo largo del siglo yhabía alcanzado una población urbana más bienelevada de 60% ya en los cincuenta, cifra quellegó a 74% hacia 1970. Este proceso inclusose ha acelerado desde entonces. Las ciudadesen conjunto crecieron más de 71.3% entre 1970y 1995. La población total creció de 9.34 a 14.7millones de habitantes, un 52.1% , mientras lapoblación rural de hecho disminuyó levementeen 0.1 millón de personas, en el mismo perío-

do. El porcentaje de población urbana crecióde 75% en 1970 a más de 84% en 1995 (Vergráfico "Población urbana y Rural").

Santiago, la ya acromegálica capital deChile, creció de 2.89 millones de habitantesen 1970 a 5.2 millones de habitantes en 1995,esto es, un 80.2%. Como puede verse compa-rando esta cifra con las anteriores, Santiago nosólo está creciendo todavía más rápido que lapoblación total sino también que el conjuntode las ciudades. Aún así, alguna tendencia a ladescentralización puede observarse ya, haciaalgunas ciudades de provincia como Copiapóe Iquique en el norte del país, Rancagua cercade Santiago hacia el sur o Temuco y PuertoMontt, más al sur. Todas estas ciudades másque duplicaron sus habitantes en el mismoperíodo y junto a otras, están creciendo másrápido aún que Santiago mismo. De esta ma-nera, Chile pareciera estar siguiendo el patrónestablecido en países capitalistas más antiguosdonde, en las fases iniciales del desarrollo, lagente tendió a concentrarse en una o unas po-cas grandes ciudades, para seguir posterior-mente una tendencia más reticular en lo que aciudades respecta (Ver gráficos "Población engrandes ciudades"

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CHILE 25 AÑOS DESPUES. Manuel Riesco

Como resultado—debe ser mencionadobrevemente, al menos—la polución del aire,agua y tráfico en Santiago están alcanzando ni-veles bastante intolerables y peligrosos. Estos sonquizás los peores entre los considerables pro-blemas ecológicos que están siendo comunesen Chile, estos días. Son un buen ejemplo decómo la voraz etapa joven del desarrollo capi-talista está destrozando el medio ambiente delparticularmente bello pero bastante frágil em-plazamiento natural de Chile, a un ritmo másbien atemorizante.

Entre 1987 y 1997, el porcentaje de aque-llos ocupados en la agricultura, pesca y cazarelativo al empleo total cayó de 20.9% a 14.4%,de acuerdo a las nuevas cifras censales. Duran-te los mismos años, por ejemplo, toda una nue-va industria pesquera nació a la vida—el culti-vo de salmones en las aguas ricas en oxígeno ynutrientes del archipiélago sureño de Chiloé—que ocupa ya más de 15.000 personas y hacede las exportaciones Chilenas de salmón unade las mayores del mundo, desde cero hace 15años. Ello significa que la ocupación en la agri-cultura ha venido declinando aún más rápido.De acuerdo a las antiguas cifras, la gente em-pleada en la agricultura, pesca y caza habíavenido declinando desde un 30% en 1960 has-ta alcanzar un 15% a mediados de los ochenta,con una fuerte baja a principios de los setenta,coincidente con la Reforma Agraria. Si la nuevaserie estadística, que empieza en 1985, se pro-yecta hacia atrás hasta 1960, la proporción re-sultante de la fuerza de trabajo ocupada en la

agricultura bien sobrepasa el 40% en esa época(Ver gráfico "% Ocupación en la Agricultura" ).

El mismo resultado puede ser apreciado en lamedida que el número absoluto de los ocupa-dos en agricultura, pesca y caza disminuye cons-tantemente, medidos por la antigua serie o porla nueva, al mismo tiempo que la fuerza de tra-bajo ocupada en su conjunto se dobla o triplicaa lo largo de los años (Ver gráfico "Ocupaciónen la Agricultura" ).

En años recientes la proporción de agri-cultura en la fuerza de trabajo ha venido bajan-do casi un punto porcentual por año. Ello signi-fica que sólo en los últimos cinco años unos250.000 campesinos dejaron sus tierras paraunirse a las filas de los ocupados y desemplea-dos urbanos. Considerando sus familias, nomenos de un millón de personas, 1/15 de lapoblación total, ha venido realizando tan deci-sivo cambio histórico en tan corto período de

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REFLEXION TEORICA

do muchos de estos campesinos miembros decomunidades Indígenas Mapuches, por ejem-plo, su suerte no es ajena a la reciente agitaciónde nacionalidades en esas regiones. De otrolado, la naturaleza de la agitación campesinaen Chile es bastante diferente a la otros movi-mientos campesinos que surgen vigorosamenteen América Latina. Como ha sido observado,en Chile no hay escuadrones de la muerte delatifundistas, por ejemplo. Quizás porque laReforma Agraria terminó con los latifundistasmismos.

LAS MODERNAS CANTERAS DE LOSHUEVOS DE ORO

Durante las últimas tres décadas, Chileha extraído liberalmente de las tres grandes can-teras de población activa productora de valor.Las dueñas de casa, esa segunda reserva demodernas fuerzas de trabajo, han contribuidoasimismo su parte.

Las mujeres como porcentaje de la fuerzade trabajo han aumentado más bien considera-blemente en Chile, en las últimas décadas. De un22% allá por 1970, la proporción de fuerza detrabajo femenina había crecido hasta un 29% en1992. Relativo a otros 140 países, Chile ha subido9 lugares, de 99 a 90, medido por este indicador(EAA 3D Atlas). Relativo a otros países LatinoAmericanos, Chile ha subido más rápido en esteindicador que Brasil y Perú, ha sobrepasado aMéxico y aún a Argentina y está alcanzando aUruguay (Ver gráfico "Labor Force, % of females").

tiempo. Cualquiera sea la vara con que se lomida, el hecho es que el campesinado en Chi-le, aunque quizás todavía en los niveles de In-glaterra de hace un siglo atrás, ha venido decli-nando a un paso rápido, a lo largo de las últi-mas tres décadas.

Las estadísticas, por cierto, son incapa-ces de ofrecer aún un pálido cuadro del dramahumano involucrado. No son los bulldozers,quizás, como en "las Uvas de la Ira" de JohnSteinbeck, los que expulsan a los campesinosde los hogares que habitaron por generaciones,aunque a veces los echan con bulldozers. Enlos cerros costeros de Chile central y sur, porestos días, son realmente los pinos—y las em-presas capitalistas que compran la tierra a loscampesinos para plantarlos—los que bien lite-ralmente se descuelgan de la cumbre de los ce-rros, empujando a las familias campesinas fue-ra de sus tierras. ¿Hacia donde? Quizás tambiéna transformarse en recogedores de fruta, comoen la California de los treinta. O a cualquierparte, pero dejando atrás una forma de vida queya no pueden soportar por más tiempo. Es ver-dad que los campesinos más viejos usualmenteno abandonan sus tierras fácilmente. No hastaque, como este autor ha presenciado, han echa-do abajo su último árbol y sacrificado su últimavaca. Pero también es cierto que, si alguna gen-te tiene ideas románticas acerca de la vida tra-dicional en el campo, los campesinos y espe-cialmente sus jóvenes no las tienen en lo abso-luto. Ellos sufren el rigor y la brutalidad de lavida campesina tradicional—su simple idiocíade acuerdo a la acepción que tenía el términoen tiempos de Marx, es decir su terribledesconexión—de la mañana a la noche. Esa esla razón principal por la cual están a veces dis-puestos a dejar atrás lugares muchos de los cua-les se encuentran entre los más bellos que sepueden encontrar en parte alguna. Para lanzar-se a las incertidumbres e indefensiones de lavida para los pobres en las aldeas y ciudadesdel Chile de hoy.

Esto no quiere decir que el proceso trans-curra sin resistencias. Muy por el contrario, sien-

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Hacia 1995, el componente femeninode la fuerza de trabajo Chilena había subidoa 32.1% y estaba creciendo a una razón de4.1% anual, mientras la fuerza de trabajocomo un todo estaba creciendo a una tasa de3.0% anual (INE), como tendencia de la dé-cada precedente.

La estructura social bastante atrasada deChile tiene todavía amplios recursos remanen-tes en las dos fuentes arriba mencionadas paraasegurar una continua extracción durante añospor venir. Tiene un largo trecho que recorrerantes que la fuerza de trabajo agrícola alcancelos niveles de 2%, o que las mujeres en la fuer-za de trabajo lleguen a los niveles de 40% quehan tenido por muchos años en países como elReino Unido. Pero, la economía Chilena ha sidosegunda de ninguna en destapar esa fuente másbien contemporánea de trabajo productor devalor: la producción mercantil de servicios.

Quizás fuera por la influencia de losChicago Boys o tal vez fue el temporalmentebajo nivel de resistencia a que había sido em-pujada la fuerza de trabajo asalariada Chilena,por Pinochet. Cualesquiera las razones de ello,el hecho es que el socialmente relativamenteatrasado Chile fue pionero en una serie de 're-estructuraciones' del tipo Reagan-Thatcher.

Probablemente, una vez más, las ideas ylas palabras tienden a ser bastante más univer-sales que las condiciones sociales a las cuales aveces se refieren. Así, las mismas palabras oconceptos so utilizados muchas veces para re-presentar cosas bien diferentes en distintos lu-gares. Sin que sus usuarios siquiera se den cuentaque están hablando acerca de materias diferen-tes, por cierto, puesto que resulta bien difícilcomprender realmente lo que uno no ha vividopara ver. En Chile, después de todos los cam-bios experimentados en estos años, aparece máso menos claro que a veces las cosas resultaronbastante diferentes que lo que eran pensadas,habladas y supuestas de ser. El Capitalismo, poruna, pareciera ser un animal bien diferente aho-ra, que como era pensado y hablado—no poco,

dicho sea de paso, en algunos círculos, si habíasuficiente café o cerveza disponible—por alláen el chile de los sesenta. O la clase obrera, o laclase capitalista, etc. No alcanzaría siquiera aironía agregar el Socialismo a esta enumeración.

Con la debida cautela entonces, a las di-versas realidades sociales, se pueden decir al-gunas palabras acerca del tipo de "reestructura-ción" llevada a cabo por De castro, Piñera, Buchiy su más bien insensible ralea. Bastante rees-tructuración se ha pasado de largo hacia losnoventa y los tecnócratas social y cristianos de-mócratas parecen bien entusiastas a este respec-to, aun cuando pagan al menos tributo verbal ytambién real, a una cierta responsabilidad so-cial.

Los sectores claves escogidos para las asíllamadas "modernizaciones" de Piñera et al. fue-ron las empresas del estado y los sistemas pú-blicos de pensiones, salud y educación. El un-güento mágico para todo fue, por supuesto, laprivatización. Allí donde la privatización lisa yllana no parecía posible, el outsourcing podíaser una alternativa. Junto a las "modernizacio-nes" auspiciadas por el gobierno, las compañíasprivadas hicieron una cantidad de outsourcingpor su propia cuenta.

No está dentro del alcance de este traba-jo entrar en el análisis detallado de cada una deestas medidas. Algo se mencionará más abajo,en relación al impacto que tuvieron lasprivatizaciones en la nutrición de la nacienteburguesía chilena. Algo similar será dicho res-pecto al impacto de estas medidas en la jovenclase obrera Chilena. En este punto, sin embar-go, debe enfatizarse que, en su conjunto, las"modernizaciones" resultaron en una masivatransferencia de trabajadores no productores demercancías hacia la corriente principal de laactividad económica agregadora de valor.

El mundialmente renombrado sistemaprivado de administración de pensiones basa-das en la capitalización de las Administradorasde Fondos de Pensiones (AFP) Chilenas es un

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buen ejemplo de lo anterior. Como es bien sa-bido, el sistema de AFP reemplazó a un sistemade pensiones "de reparto" administrado por elestado por uno en que las pensiones son finan-ciadas haciendo a los empleados "dueños". Elnuevo sistema está basado en cuentas indivi-duales de retiro administradas privadamente, enlas cuales todos los empleados están obligadosa depositar mensualmente un 10% de sus re-muneraciones. Adicionalmente, se les descuentaotro 2-3% de sus remuneraciones para las co-misiones de administración de las AFP y segurode invalidez y sobrevivencia. Empezando en1981, el sistema de AFP ha enrolado, a la fe-cha, los 5.8 millones de la fuerza de trabajo yacumulado unos 30 mil millones de dólares enlos fondos de pensiones, algo menos de la mi-tad del PIB anual Chileno. Aproximadamenteun 40% del fondo está invertido en bonos esta-tales y el resto se divide más o menos por igualentre bonos hipotecarios, otros bonos de em-presas y acciones. Alrededor de un 2% está in-vertido por ahora en el exterior. El sistema hasido importante para el desarrollo del mercadode capitales chileno, como ha sido reconocidoen la práctica por las cinco grandes firmas quese han asegurado el control de la industria, lamayor parte de éstas alianzas entre grupos fi-nancieros Chilenos y extranjeros.

Las principales críticas al sistema nacen,primero, del hecho que menos de un 30% detodos los afiliados alguna vez alcanzarán unapensión mayor que la pensión mínima deUS$100 garantizada por el Estado. La cifra seestima considerando que un 55% de los afilia-dos actualmente no están cotizando regularmen-te, principalmente porque son trabajadores porcuenta propia y del 45% que efectivamente co-tiza mensualmente, a lo menos la mitad ganasueldos tan bajos que nunca acumularán lo su-ficiente en sus cuentas aún para asegurarse lapensión mínima. Otra crítica proviene de losenormes costos de administración del sistema.Las comisiones de administración de las AFP sonsuperiores a 1/5 de cada depósito mensual, diezveces el costo el sistema estatal de capitaliza-

ción individual de Singapur. Finalmente, mu-cho escándalo ha salido a la superficie en rela-ción a la forma en que los dueños de las AFPmanipulan las elecciones de directorios de lascompañías donde invierten los fondos de lospensionados.

Desde el punto de vista de este trabajo,el sistema de AFP ha transformado el trabajo noorientado a la producción de mercancías de los2000 o algo así, trabajadores que administra-ban el antiguo sistema, en una completa indus-tria comercial, que vende unos 600 millones dedólares al año, el monto de las comisiones deadministración de las AFP, ocupa unas 20.000personas—aproximadamente lo mismo que elgigante del cobre CODELCO—y gana unos 100millones de dólares al año. ¡Menuda contribu-ción al PIB!.

Efectos similares se han obtenido de lossistemas de seguros de salud privadamente ad-ministrados Institutos de Salud Previsional,ISAPRE. Este sistema opera basado en un des-cuento obligatorio del 7% de las remuneracio-nes que va a las ISAPRE para propósitos de segu-ro de salud. En este caso permanece una agenciade seguro de salud estatal, donde los empleadospueden escoger depositar su 7%, como un 50%de la fuerza de trabajo, la de menores ingresos,en efecto lo hace. Aún así, ya 2/3 del gasto totalen salud va al sistema privado. Nuevamente, elantiguo sistema no orientado al mercado—mu-cho del cual todavía sobrevive, un paciente cró-nico él mismo en condición crítica—ha dadopaso a la creación de una completa industria deservicios de miles de millones de dólares. Unahistoria similar puede ser contada del sector edu-cacional privado. En la actualidad, el nuevo sis-tema universitario privado con menos de diezaños de vida ya enrola la mitad de todos los estu-diantes universitarios. Tal como es el caso conlos remanentes del sistema de salud público, elsistema de universidades estatales avanza a tro-pezones, bastante prisionero de su propia estruc-tura y vocación no mercantil y de las demandasque se le hacen de competir con la industria pri-vada que florece a su lado.

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La reestructuración corporativa afectóprincipalmente a las empresas estatales, cierta-mente las que fueron privatizadas pero tambiénlas que han permanecido bajo propiedad esta-tal. CODELCO, por ejemplo, ha reducido sufuerza de trabajo a la mitad desde 1990, mien-tras ha aumentando significativamente su pro-ducción en el mismo período. Principalmente,la reestructuración corporativa ha tomado laforma de outsourcing de diferentes servicios queeran previamente producidos en casa, a contra-tistas privados. CODELCO, nuevamente, empleacasi tantos trabajadores de contratistas como lossuyos propios, en la actualidad.

Los resultados de la reestructuración Chi-lena han sido bastante considerables. Tal comose muestra en las Cuentas Nacionales, el PIB delsector servicios ha venido creciendo sistemáti-camente más rápido que el rápidamente crecientesector productor de bienes y algo más rápido queel PIB en su conjunto. Los servicios públicos, porsu parte, no han crecido en absoluto. Empezan-do en 100 en 1985, el índice del PIB del sectorproductor de bienes se ha duplicado en diez años,alcanzando 210 en 1995. El PIB en su conjuntomarcó 240 y el sector servicios superó los 245,en el mismo período y empezando asimismo en100 en 1985. El índice de servicios públicos, encambio, prácticamente se mantuvo estable en 110(ver gráfico “PGB Bienes, Servicios, Administra-ción Pública” ).

Una vez más, no es sin razón que los tra-bajadores resisten las “reestructuraciones” o“modernizaciones” en todas partes. El signifi-cado de estas palabras para todos ellos en chileha sido “incertidumbre” y para muchos de ellos,retiro anticipado cuando han tenido suerte odesempleo liso y llano, en muchos casos.

La economía política de todos los ante-riormente enfatizados desplazamientos es, porsupuesto, bien conocida. Los campesinos en susentornos tradicionales, las dueñas de casa en sushogares y los trabajadores asalariados de servi-cios insertos al interior de estructuras estatales ode compañías, todos ellos intercambian su —muy

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considerable y útil—trabajo, o la mayor parte deéste, de una manera directa, no mercantil. Estoes, ellos no venden su producto, sean bienes oservicios, sino lo entregan sin precio para el bien-estar de los suyos y sus familias o a los requeri-mientos de su compañía o comunidad. Tan prontocomo dejan el campo, el hogar, oficina públicao departamento de servicios de la compañía,engrosan las filas de los productores mercantilesasalariados o cuenta propia, o simplemente lasfilas de los desocupados.

PRODUCCIÓN MERCANTIL ASALARIADA OINFORMAL?

No es la intención de este trabajo en lomás mínimo, implicar que la proporción de lapoblación involucrada en la producción mer-cantil es la sola fuente de las grandesdisparidades observadas entre los desempeñoseconómicos de los países. Muy por el contra-rio, el propósito del trabajo es enfatizar la im-portancia de las relaciones sociales en la des-empeño económico, en general.

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tante 3,5 de la fuerza de trabajo ocupada estáclasificado como empleadores, aun cuando bas-tantes de ellos probablemente emplean menosde diez personas (Ver gráfico “Composición declase Población Ocupada, 1995”).

En el caso de Chile—y la mayor parte delmundo quizás, excepto por los países de laOCDE—el cambio más importante de las últi-mas décadas en relación a sus relaciones so-ciales parece haber sido la masiva deserción—ciertamente bastante forzada por circunstanciashistóricas—de sus habitantes desde actividadesde un tipo u otro, algunas tradicionales, otrasen si mismas transicionales, donde el intercam-bio de trabajos directo, no orientado al merca-do, llenaba la mayor parte de su día. Y su igual-mente masiva entrada a actividades producto-ras de mercancías de diverso tipo y naturaleza.

¿Exactamente adonde? Pareciera haberabundante evidencia que en Chile, al menos,las masas de nuevos productores mercantilesque se derraman desde sus nichos y al mercadono parecen dispuestos a seguir la flauta mágicade nadie hacia la tierra de nunca jamás de lapequeña producción mercantil de ninguna na-turaleza. Más bien, ellos parecen impelidos deseguir la huella ya trajinada por sus similares enEuropa el siglo pasado y el resto del mundo de-sarrollado o NIC durante éste. Esto es, hacia for-maciones sociales modernas donde los trabaja-dores asalariados dependientes del capital con-forman la relación de producciónincontestablemente dominante.

Esto no es decir que el trabajo por cuentapropia o tipos “informales” de trabajo asalaria-do son inexistentes en Chile en nuestros días.Más bien al contrario, el trabajo por cuenta pro-pia permanece en los hechos bastante impor-tante, de lejos el número dos, detrás de formasasalariadas de trabajo, en la fuerza de trabajoocupada. Ha crecido tan rápido y a veces másrápido que el empleo asalariado. Hacia 1995,las estadísticas de fuerza de trabajo ocupadacomprendían unos 1.4 millones de personas cla-sificadas como trabajadores por cuenta propiao familiares, 27% de la fuerza de trabajo ocu-pada en ese momento. Los trabajadores asala-riados sumaban 3.6 millones de personas, 70%de la fuerza de trabajo ocupada, incluyendo 274mil personas que ganan su salario en serviciospersonales, principalmente domésticos. El res-

En la década que termina en 1995, lostrabajadores por cuenta propia y familiares cre-cieron a una tasa anual promedio de 3.63%,casi exactamente paralela pero un poco por so-bre la tasa anual de crecimiento de 3.61% delos trabajadores asalariados, excluyendo los ser-vicios personales, en un período similar (Vergráfico “Composición de clase Población Ocu-pada, 1985-1997”).

No es extraño en absoluto que el empleopor cuenta propia haya permanecido establecomo proporción de los trabajadores ocupadosdurante la década “jaguar” de crecimiento Chi-leno. En el hecho es más bien notable que elempleo asalariado haya sido capaz de absorbersuficientes de los nuevos trabajadores fluyendo

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al mercado en este período, como para mante-ner la proporción arriba anotada. Es normal,asimismo, que durante las crisis cíclicas, partede los trabajadores asalariados lanzados a ladesocupación busquen refugio tanto en el tra-bajo por cuenta propia como en actividadeseconómicas familiares. La tendencia de largoplazo, sin embargo, muestra una historia dife-rente. Como ha sido mencionado más arriba,tanto los habitantes rurales como las personasocupadas en la agricultura han disminuido des-de más de un 40% de la población y la fuerzade trabajo ocupada, respectivamente, por alláen los sesenta, a menos de un 15% en la horapresente. El trabajo por cuenta propia y fami-liar, por otra parte, es mucho más frecuente enlas actividades rurales, donde comprende so-bre el 37% de la fuerza de trabajo ocupada queen el ambiente urbano, donde son poco más de20% de la fuerza de trabajo ocupada. (Riesco,Des. Cap.).

La discusión acerca de si el desarrollocapitalista incrementa o hace disminuir los tra-bajadores asalariados es eterna puesto que, poruna parte, es bastante obvio que tantoincrementa como hace disminuir los trabaja-dores asalariados y de otra parte, considera-bles intereses, culturales y políticos principal-mente, están profundamente enraizados ensoporte de una y otra tesis. A pesar que el au-tor de este trabajo está bastante convencido,tanto teóricamente como por los hechos, almismo tiempo que políticamente sesgado ha-cia el lado del “crecimiento proletario”, el ar-gumentar en esa dirección no es el propósitode este trabajo. Es más bien a resaltar la relati-va infancia del capitalismo en su conjunto, tan-to en Chile como en el mundo en su conjunto,adonde apunta la argumentación general deltrabajo. En este sentido, no parece suficienteafirmar que los trabajadores asalariados ocu-pados se han duplicado en Chile desde 1970,que en verdad lo han hecho, para demostrarque la clase trabajadora chilena es hoy día eldoble más fuerte que antes. El punto del traba-jo es, más bien, que la clase trabajadora Chile-

na pareciera recién estar empezando a confor-marse como tal, en el mejor de los casos. Y,por supuesto, siempre hablando en términospuramente económicos “en sí”.

Para tales propósitos, sin embargo, elanálisis cualitativo parece más adecuado quelas cifras estadísticas.

Una proporción bastante grande de lostrabajadores asalariados Chilenos están emplea-dos en firmas bien pequeñas. A lo menos 1/5 delos empleados en la industria manufacturera, porejemplo, trabajan en fábricas con menos de 20operarios. Parece difícil que Marx, por ejemplo,hubiese considerado dichas fábricas como ejem-plo de producción capitalista hecha y derecha.Un razonamiento similar ha inducido al Institu-to Nacional de Estadísticas recientemente a lle-var un registro del número de personas, princi-palmente mujeres, empleadas en el serviciodoméstico aparte de la estadística del resto delos empleados asalariados. En este sentido, apesar de que Chile presenta en la actualidad unaelevada proporción de asalariados en su fuerzade trabajo ocupada, el significado de dicha ci-fra es probablemente muy diferente a una cifrasimilar o aún inferior, en un país capitalista másmaduro.

El caso más estudiado se refiere, desdeluego, al de las personas ocupadas en los lati-fundios. Hasta los sesenta, los campesinos em-pleados en los latifundios, quiénes comprendíanuna proporción bastante grande del total de lafuerza de trabajo de entonces, engrosaban laporción oficialmente “asalariada” de la fuerzade trabajo. Este tipo de fuerza de trabajo “asala-riada” no existe más en Chile en nuestros días.

Un análisis similar puede intentarse enrelación a las relaciones laborales que por dé-cadas se desarrollaron en los centros que con-formaron, de lejos, la principal concentraciónde trabajadores de la economía Chilena, en ver-dadero corazón de la clase obrera Chilena delsiglo XX: el carbón, salitre, cobre y otras gran-des minas. Ellos estaban involucrados, eviden-

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temente, en producción mercantil altamentecompetitiva. En esas industrias, desde luego, lospropietarios eran tan capitalistas como se pue-de ser, en la mayor parte de los casos compa-ñías de acciones de Gran Bretaña o los EE.UU..

Una historia bastante diferente, sin em-bargo, puede ser contada acerca de las relacio-nes laborales que efectivamente existían al in-terior del complejo minero. Capitalistas por fue-ra, esos “enclaves” se veían bastante parecidosal latifundio, por dentro. El sistema de recluta-miento de “enganche”, por ejemplo, a través delcual los campesinos eran sacados de las “ha-ciendas” para ser empaquetados a bordo debarcos y trenes hasta los centros mineros a milkilómetros de distancia en medio del desierto,ciertamente tenía muy poco que ver con el fun-cionamiento regular de un mercado de trabajo.No fue sino hasta la crisis de 1930 que una “ofer-ta” de trabajo más tradicional quedó disponibleal naciente capitalismo, en los miles que inun-daron los caminos y calles de Chile, de regresode las minas de salitre clausuradas.

Los regímenes de trabajo de “campamen-to” u “oficina” perduraron de esa manera pormucho tiempo. En 1997, el Gobierno finalmen-te decidió poner término a la larga agonía delas minas de carbón de Lota, en el sur de Chile,la más antigua concentración obrera del país.Un interesante reportaje de prensa fue publica-do entonces por El Mercurio, el principal diariodel país. El reportaje llamaba la atención que,después de tres o cuatro generaciones trabajan-do en la mina a lo largo de su existencia másque centenaria, los rasgos campesinos de lacultura de los mineros se mantenía bien vívida.Dolorosamente así, en el momento cuando elloseran finalmente forzados a terminar con su for-ma de vida y confrontar el ambiente altamentedesprotegido de la vida laboral del Chile delpresente. Extrañamente, el reportaje de algunamanera parecía estar describiendo la muerte delúltimo latifundio de Chile, en lugar de su em-presa capitalista pionera. La vida de campamen-to, donde todo—todos los servicios desde lasalud hasta las reparaciones menores de los ar-

tefactos domésticos, incluyendo el comercio depulpería, desde luego, la mayor parte de éstosoperando sin dinero y otros aún con “fichas”—era poseído y realizado por la compañía, erauna característica sobresaliente de las relacio-nes laborales en esta compañías. El empleo depor vida, que consideraba los descendientes delos trabajadores, era otra. En CODELCO, porejemplo, compañía que mantuvo las prácticascentenarias de sus antecesoras estadounidenses,no fue sino hasta que los gobiernos democráti-cos decidieron la “reestructuración” de la com-pañía, en los noventa, que dicha cultura no fueafectada profundamente. Y CODELCO es to-davía, de lejos, la principal empresa Chilena, laúnica de gran tamaño a escala mundial. Laspocas grandes empresas privadas que se desa-rrollaron en sectores otros que la minería, elec-tricidad, teléfonos y papel, siguieron patronesbien similares.

Concentraciones obreras grandes en elChile del siglo XX se podían encontrar, en se-gundo lugar, en las empresas estatales y servi-cios públicos. Las primeras—ferrocarriles, puer-tos, agua potable y algunos otros desde princi-pios de siglo, hidroelectricidad y acero desdelos cuarenta, principalmente—pudiera decirseque estaban involucradas en producción mer-cantil. Hasta un cierto punto, sin embargo, si seconsideran los déficit crónicos de estas empre-sas. Los últimos—salud, educación, construc-ción de caminos, administración del estado,militares, etc.—no estaban involucrados en pro-ducción mercantil para nada. Las relaciones la-borales al interior de estos servicios y de algunamanera también en las empresas del estado,seguían los patrones clásicos de la disciplina delservicio público de la burocracia estatal y con-sideraban asimismo el empleo de por vida ydescendientes.

Aparte de lo mencionado más arriba,concentraciones obreras relativamente grandesse desarrollaron en los cincuenta y sesenta enla industria manufacturera de sustitución deimportaciones, principalmente textiles. En estosmonopolios altamente protegidos, las relacio-

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nes laborales, nuevamente, seguían el modelotipo latifundio bien de cerca, incluyendo la típi-ca villa urbana de propiedad de la empresa don-de vivían los trabajadores.

Desde luego, grandes concentraciones detrabajadores productores de mercancías, de pro-piedad de capitalistas, pero con relaciones in-ternas pre-capitalistas no han sido poco frecuen-tes en lo más mínimo. Más bien, parecen habersido la forma natural en que el capital organizóla producción allí donde el trabajo asalariadopropiamente tal estaba todavía a siglos de dis-tancia, en su factura social. El caso extremo sien-do, desde luego, la esclavitud en América, con-centraciones de 600.000 trabajadores(Blackburn), probablemente las mayores delmundo durante los siglos XVII, XVIII y bienadentrado el siglo XIX. Toda la dulzura del azú-car de ese modo producida, desde luego, iba alnaciente capitalismo Europeo.

El único lugar en Chile donde se desarro-llaron grandes empresas capitalistas durante estesiglo siguiendo el modelo Estadounidense oAustraliano más conocido fue en la PatagoniaTierra del Fuego, en el extremo sur. Esta región,cuyos habitantes primitivos, Onas, Yaganes yotros, fueron “colonizados” alrededor del cam-bio de siglo en la misma asesina forma norte-americana, desarrollaron enormes ranchosovejeros con grandes industrias de exportaciónde lana y carne, entre las mayores del mundo.Característicamente, entonces, sólo allí dondeel latifundio nunca existió, el desarrollo capita-lista temprano siguió, en Chile, patrones másfamiliares.

Todas las formas anteriormente mencio-nadas de empleo asalariado han desaparecido,en Chile, durante las últimas tres décadas. Lostrabajadores asalariados hoy en día, en cambio,trabajan mayoritariamente en empresas priva-das, las más de ellas pequeñas y medianas, peroen algunos grandes conglomerados asimismo.Es verdad, los profesores y trabajadores de lasalud, las mayores sindicatos del país, todavíatrabajan, en su mayoría, en el sector público.

Pero, como ha sido mencionado, ambos estánatravesando tiempos difíciles, debidos principal-mente a la competencia de nacientes empresascapitalistas que crecen a su lado.

El análisis precedente no debe, en modoalguno, sugerir que las concentraciones de tra-bajadores asalariados Chilenas del siglo XX nodeberían ser enfatizadas con toda la relevanciaque les han asignado las ciencias sociales a lolargo del siglo. Muy por el contrario, la eviden-cia acerca de su importancia en la emergenciadel actor popular Chileno del siglo XX, desdesus mismas raíces, es abrumadora. Por lo tantoy ésta es la principal tesis del presente trabajo,ellos deben ser considerados como los princi-pales articuladores del vasto movimiento popu-lar que precipitó las transformaciones socialesque, a su turno, son relevantes para explicar elconjunto de los cambios que el país ha experi-mentado en las décadas recientes, especialmen-te su desempeño económico. De otro lado, ras-gos más transicionales del proletariado Chilenodel siglo XX bien pueden ahora parecer más enacuerdo con el carácter de los cambios históri-cos que efectivamente tuvieron lugar en Chile,promovidos principalmente por su actividad.

Parece bastante claro, sin embargo, quemás trabajadores asalariados que nunca, enChile por estos días, están llegando a conocerlas crudas realidades del mercado y lo que sub-ordinación al capital verdaderamente significa.No sería totalmente equivocado, quizás, consi-derar que el moderno trabajo asalariado pare-ciera estar alcanzando su adolescencia en Chi-le, recién ahora.

Como el capitalismo Chileno mismo, pro-bablemente y con más seguridad, los capitalis-tas Chilenos mismos.

LA BURGUESÍA CHILENA, FORZADA ALLEGAR A SERLO POR LA REVOLUCIÓN

La revista inglesa ‘The Economist”, ana-lizando la evolución de la economía Chilenadurante las décadas recientes, resaltó un hecho

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significativo. Las transformaciones más relevan-tes realizadas por la dictadura de Pinochet fue-ron posibles de acuerdo con The Economist,porque no encontraron la misma resistenciaconservadora que retrasó las mismas medidaspor décadas en otros países. Los grupos de pre-sión conservadores del The Economist incluíana los sindicatos, desde luego pero, más signifi-cativamente, la revista mencionaba otros dossectores sociales en primer lugar: los terratenien-tes tradicionales y los industriales monopolistas“sustituidores de importaciones”. Ambos grupos,desde luego, habían sido golpeados duramentepor las expropiaciones de Allende.

Las “clases altas” Chilenas han sufrido uncambio bien grande durante las últimas tres dé-cadas. Desde un sector profundamente conser-vador, “momios” como se los solía llamar, sur-gió una burguesía agresiva, brutal en su políticay bastante emprendedora en su economía. Sóloen los aspectos religiosos y culturales mantie-nen todavía una postura conservadora. El su-plemento cultural del diario El Mercurio—querecientemente publicaba una interesante aseve-ración del manifiesto comunista que postula lainevitabilidad de que la economía liberal des-truya los valores tradicionales—y recientes pro-puestas multipartidarias en favor del divorcio sonpruebas bastante buenas que el conservaduris-mo cultural de la burguesía Chilena no va a durarpara siempre, tampoco.

Chile pareciera haber estado atravesan-do su propia “era del capital” durante las re-cientes décadas. Nutrida por enormes transfe-rencias de propiedad pública al patrimonio pri-vado durante los años de Pinochet—principal-mente a través del componente privatizador delas “modernizaciones” de Piñera y la recupera-ción financiera de la crisis de la deuda exter-na—y no pocas asimismo durante los gobier-nos democráticos que han seguido, los princi-pales barones de la burguesía Chilena han lle-gado a ser un lote bastante adinerado. Tanto así,en los hechos, que han inaugurado recientemen-te la temporada de su propia ‘era del imperio”invirtiendo a través de América Latina.

Sus alianzas tradicionales han venidocambiando rápidamente, a medida que crecesu propia asertividad. Saliendo del campo esta-dounidense y hacia el capital Latino Americanoy no extrañamente, Español. Es posible que loscapitales Españoles y Latinoamericanos puedanestar enredándose por estos días muy a la ma-nera en que capitales Británicos y Estadouniden-ses lo hicieron hacia el pasado cambio de siglo.Con toda América Latina como su coto de caza.En sólo tres años, como es bien sabido, capita-les Españoles en alianza con capitales Chilenospero de diversos otros países de América Latinaasimismo, han logrado el control de los siste-mas de electricidad, teléfonos y bancarios delcontinente.

Es bien indicativo que los principales gru-pos Chilenos involucrados en las empresas eléc-tricas Latinoamericanas surgieron de lasprivatizaciones de Pinochet de las compañíaseléctricas estatales Chilenas y están financiados,principalmente, por el sistema de AFP.

LAS MUCHAS ETAPAS SUBIENDO LACUESTA DE LA MODERNIDAD

Ha sido sugerido en este trabajo que—bastante más profundo que las políticas econó-micas o regímenes políticos de uno u otro tipo—el tempo principal de las transiciones a las so-ciedades modernas debe ser escuchado en elmovimiento de sus relaciones sociales. Las re-laciones sociales conforman un complejo bas-tante enredado en cualquier país o en cualquiermomento del tiempo en la vida de una determi-nada. No parece fácil establecer alguna eviden-cia medible para soportar o rechazar la hipóte-sis arriba mencionada. Un intento ha sido efec-tuado en este trabajo, sin embargo, de probar lacorrelación entre el desarrollo económico y so-cial. El mismo será presentado en lo que sigue,con toda la debida cautela, más bien como unailustración que como evidencia empírica.

El grado de desarrollo social en su con-junto fue estimado a través del movimiento deuna variable, cual es el porcentaje de trabaja-

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dores agrícolas en la fuerza de trabajo ocupa-da. De otro lado, el desempeño económico glo-bal fue estimado mediante el OGB per cápita,como proxy de la productividad. Debe serenfatizado que ambas variables han sido selec-cionadas no por su propia significación, que latienen, sino principalmente como estimadoresdel movimiento de las relaciones sociales en suconjunto, por una parte, y el desempeño eco-nómico global, de otra.

Ambas variables fueron graficadas unacontra la otra, con datos de las estadísticas Chi-lenas de los últimos treinta y siete años, de 1960a 1997. El resultado es una curva bastante sua-ve, que empieza abajo a la izquierda en 1960,cuando la agricultura ocupaba sobre el 30% delos trabajadores y el Producto Geográfico Bruto(PGB) per-cápita era menos de US$ 4.000 dóla-res. Solamente se consideraron los trabajadoresocupados, en ambas razones. La curva subehacia la izquierda, a medida que el porcentajede trabajadores ocupados baja hasta 14.4% en1997 y el PGB per-cápita crece a un poco másde US$7.000 dólares. En ambos cálculos se usa-ron dólares de 1986 (Ver gráfico “PIB per Cápitavs Ocupados en Agricultura” ).

za de trabajo y cuyo PGB per-cápita está pordebajo de los US$ 2.000 dólares. La curva subehacia la izquierda, a medida que la proporciónde trabajadores agrícolas baja hasta un 5% ymenos en los países más avanzados (Ver gráfico“Gross Domestic Product - per Capita(purchasing parity)” ).

CHILE 25 AÑOS DESPUES. Manuel Riesco

Otro gráfico se construyó con las mismasvariables, sólo que esta vez para un corte trans-versal de países, con datos para 1991. En estecaso se utilizó el Producto Geográfico Bruto,ajustado por poder de compra. El resultado es,nuevamente, una curva que parte abajo a laderecha, con países cuyos trabajadores agríco-las comprenden el sesenta por ciento de la fuer-

En ambos gráficos, a excepción de algu-nos puntos, el resto calza en un buen ajuste so-bre curvas más bien suaves. Los puntos no coin-cidentes son, las más de las veces, debidos aerrores de datos (El Salvador, por ejemplo, unejemplo de país campesino bastante notorio,aparece con menos de 1% de población rural)o a discontinuidades en las series de datos.

LOS ACTORES SIEMPRE RESURGENTES YFRUSTRADOS DE UNA HISTORIA NO

DOMINADA

Como ha sido argumentado a lo largo deeste trabajo, el desempeño económico de Chiledurante las últimas décadas pareciera surgir deregiones más profundas que unas pocas políti-cas económicas monetarias, fiscales o financie-ras favorecidas por el FMI. Los dinámicos movi-mientos de todos los actores sociales del paísen un escenario rápidamente cambiante pare-cieran estar en el trasfondo de todos los rápida-mente crecientes indicadores macroe-conómicos.

La economía política de todo el proceso,sin embargo, no ha actuado por si sola, tampo-

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Como es bien sabido, Chile permanece“top ten” en distribución regresiva del ingreso,sexto para ser precisos, de acuerdo al BancoMundial, entre todas las naciones. El ingresototal se divide casi por mitades, la primera delas cuales va al 10% superior de la población.El otro 90% de la población debe conformarsecon la otra mitad del ingreso. Los salarios estántodavía por debajo del nivel logrado en 1972,bajo el Presidente Allende, a pesar que la pro-ductividad ha crecido un 60% en el mismo pe-ríodo (Ver gráfico “Remuneraciones Y Ocupa-ción” ).

co. Todas las turbulencias políticas del período,la propia “Era de las revoluciones” de Chile hansido autor y director de la obra. Los actores po-líticos principales a lo largo de lo más delperíodo no han sido la burguesía. Suficientemen-te extraño, pero bien en acuerdo con otras tran-siciones a los tiempos modernos. Ha sido sólorecientemente que la burguesía Chilena ha to-mado los asuntos de la política directamente ensus propias manos. Ello ocurrió después que seaseguró la conducción del movimiento anti-dic-tatorial y asumió el gobierno post-Pinochet.Desde entonces, ha ocupado todo el escenariocasi exclusivamente para sí misma.

Antes que la burguesía tomara controldirectamente, los militares Chilenos jugaron elrol del orden post-revolucionario y, a pesar desus preferencias personales bien conservadoras,no tuvieron alternativa sino consolidar las prin-cipales transformaciones sociales. Lo hicieronde una manera brutal. Después de la derrota,hace 25 años, de la posibilidad de un orden post-revolucionario de inspiración de izquierda, feacomo esa especie asimismo ha demostrado ser,Pinochet fue probablemente el peor camino paraatravesarlo, considerando los sufrimientos queimpuso sobre la masa del pueblo Chileno.

Muchas materias evidentemente estánfuera del alcance de este trabajo y muchas otrassimplemente han sido dejadas de lado. El gene-roso impuesto imperial pagado por los Chile-nos a la comunidad bancaria internacional, poruno.

Pero unas pocas palabras finales debenser dichas en relación a la gente sencilla. Aque-llos que precipitaron todo el proceso en unaforma valerosamente revolucionaria, por allá enlos sesenta y principios de los setenta. Los mis-mos que constituyeron la principal resistenciademocrática durante los años de Pinochet y,cuando el tiempo llegó, se alzaron a lo largodel país y votaron a Pinochet fuera del gobier-no. Como Luis Emilio Recabarren dijo hace unsiglo, ellos han contribuido todo alproceso…para que lo gocen sus adversarios.

La suerte de los campesinos, mujeres ytrabajadores afectados por las transformacionessociales ha sido mencionada más arriba.

Todo lo anterior es cierto y bien dramáti-co en muchos casos. La mayoría de los Chile-nos lo sienten y lo han estado manifestando re-cientemente, tanto en encuestas efectuadas porlas NU, donde los Chilenos aparecen como losmás críticos hacia su condición presente entrelos Latinoamericanos, a pesar del desempeñoeconómico del país. La magnitud de su absten-

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ción y anulación de votos, de protesta, en lasrecientes elecciones nacionales, apunta en lamisma dirección.

Pero la gente sencilla también ha sacadoalgo de todo este proceso en el cual ellos mis-mos han sido tan importantes actores.

Como es bien sabido, Chile es un paísnotoriamente estrecho, tanto así que en muchos

CHILE 25 AÑOS DESPUES. Manuel Riesco

lugares se puede ver de un lado a otro en un díaclaro. A pesar de ello, apenas unas décadas atrás,muchos de los Chilenos que iniciaron todo esteproceso nunca habían tenido la ocasión de co-nocer el mar.

Todos los chilenos hoy en día conocenel mar.

Por lo menos. XXI

BIBLIOGRAFÍA

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CENDA, Base de Datos Cuadernos, (1998),Centro de Estudios Nacionales de DesarrolloAlternativo, Santiago. En lo que sigue cualquiercifra sin una referencia específica significa que hasido obtenida de la base de datos CuadernosCenda. Dicha base de datos, disponible en http://cenda.cep.cl, contiene recortes de prensa connoticias económicas desde 1992 en adelante.

EA 3D Atlas, Data World Resource Institute,CD-ROM.

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Riesco-25 Años, Riesco, Manuel (1995),“Chile 25 Años Después”, Revista Encuentro XXI,Nº3, pgs. 107-121, Santiago.

Riesco-Des.Cap., Riesco, Manuel (1989),“Desarrollo del Capitalismo en Chile Bajo Pino-chet”, Ediciones ICAL, Santiago.

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El Manifiesto Comunista y laGlobalización Actual de la Economía

Mundial

El Manifiesto Comunista de Marx y Engelses uno de los documentos fundamentales en lasCiencias Sociales referidos a la sociedad huma-na, y en particular, sobre la sociedad burguesa -capitalismo- . Tiene una gran vigencia en la ac-tualidad y su estudio es un marco de referenciaobligado fundamental.

Los planteamientos centrales sobre la so-ciedad humana y sobre el capitalismo siguenteniendo plena vigencia en la actualidad. Amodo de ejemplo, dos citas sobre planteamien-tos centrales:

“ La historia de todas las sociedades quehan existido en nuestros días es la historia de lalucha de clases.”

“ La burguesía, con su dominio de clase,que cuenta apenas con un siglo de existencia,ha creado fuerzas productivas más abundantesy más grandiosas que todas las generacionespasadas juntas”.

Pero el estudio del Manifiesto debe sercrítico, como debería ser todo estudio. Estas crí-ticas deben ser en múltiples sentidos. Quizásen primer lugar, captar como Marx y Engels re-

flexionan sobre el capitalismo. Confrontar lascitas anteriores nos remite a un modo de pensarque opone lo negativo del capitalismo con lopositivo de su desarrollo. La explotación de lostrabajadores como una de las formas fundamen-tales de la lucha de clases aparece en oposiciónal gran desarrollo permanente de las fuerzasproductivas.

“ En un pasaje famoso, Marx nos insta arealizar lo imposible: A reflexionar sobre estedesarrollo de manera positiva y negativa al mis-mo tiempo; en otras palabras, a alcanzar unmodo de pensar que sea capaz de aprehenderde manera simultánea los rasgos funestos delcapitalismo y su extraordinario y liberador di-namismo, en una misma reflexión, y sin atenuarla fuerzas de ninguno de los dos juicios.”(Jameson, Frederic; “Ensayos sobre elPosmodernismo”, 1991, pág 77. EdicionesImago Mundi , Argentina).

El estudio crítico del Manifiesto y de otrostrabajos de Marx y Engels exige una confronta-ción con las nuevas realidades. Por ejemplo, losnuevos desarrollos científicos, los cambios enla formas de organización de las empresas, etc.También el estudio crítico exige una confronta-ción con lo que dicen las diferentes cienciassociales en relación a las nuevas realidades. Elestudio crítico, en confrontación con las nue-vas realidades y con las diversas teorías de lasCiencias Económicas y Sociales, incluyendo lasdiferentes interpretaciones marxistas podríanpermitir nuevos desarrollos del marxismo en laactualidad.

1 Este documento está en basado en dosdocumentos que publiqué anteriomente:“Economía Mundial y Proceso deGlobalización”, Universidad ARCIS, 1993;y, en “ La Globalización Actual de laEconomía Mundial y el Manifiesto Comu-nista”, en Alternativa Nº 7, 1998, Institutode Ciencias Alejandro Lipschutz.

Orlando Caputo Leiva

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A continuación, desarrollaré brevemen-te un planteamiento que muestra la gran vigen-cia en la actualidad - en la década del 90 deeste siglo del Manifiesto Comunista.

Todos reconocen la existencia de un pro-ceso de globalización actual de la economíamundial y de otros aspectos de la sociedad. Lasinvestigaciones muestran que se crea una es-tructura productiva mundial por sobre los paí-ses. Las grandes empresas mundiales producen,hacen circular sus mercancías y generalizan cier-tas formas de crédito y de consumo a nivelplanetario.

A pesar de esa realidad, la ciencia eco-nómica en sus principales escuelas - clásica,neoclásica, keynesiana y la mayoría de las in-terpretaciones marxistas desarrollan su teoríateniendo como escenario la economía nacio-nal. Cuando se refieren a la economía interna-cional denominándola a veces como economíamundial se refieren a economías nacionales quetienen relaciones económicas entre sí.

Para nosotros, basados en una nueva in-terpretación de Marx, no sólo hay un procesode globalización en las últimas décadas, sinoque ella es sólo la etapa actual de la economíamundial capitalista. La economía mundial ca-pitalista se ha constituido muy tempranamentey funciona como tal desde hace mucho tiempo.La economía mundial es una realidad objetivatanto como lo son las economías nacionales,pero es una totalidad superior mayor a la sumade las partes. En la economía mundial capitalis-ta funcionan las categorías, las leyes económi-cas y las formas de movimiento de la produc-ción social, aunque lo hacen en forma diferen-ciada de cómo lo hacen a nivel de las econo-mías nacionales.

Momentos de globalización de la econo-mía mundial también han existido en el pasa-do. Por ejemplo, previo a la crisis de los años30’s se produce un gran proceso deglobalización. Las economías nacionales basasu dinámica económica en el “desarrollo haciaafuera”. Luego de este gran proceso de

globalización, se produce una ruptura de eseproceso de globalización, y la economía mun-dial capitalista pasa a otra etapa en que las eco-nomías nacionales funcionan teniendo comobase dinámica el “desarrollo hacia adentro”.

En la actualidad, hay un proceso acen-tuado de globalización de la economía mun-dial en que nuevamente la dinámica de las eco-nomías nacionales es sobre la base del “desa-rrollo hacia afuera”. La etapa actual deglobalización de la economía mundial, juntocon mostrar un crecimiento muy grande de lamovilidad internacional de las mercancías, deldinero y del capital bajo todas sus formas, secaracteriza fundamentalmente porque se dannuevas relaciones al interior del capitalismomundial y en las economías nacionales: entreel capital y el trabajo a través de la mal denomi-nada flexibilidad laboral en los mercados deltrabajo y flexibilidad laboral en los procesos deproducción; y, nuevas relaciones entre el capi-tal, y la naturaleza a través de la disminuciónde los costos de acceso a los recursos naturales,que se manifiesta en algunos países en la cons-titución de la propiedad privada de los recursosnaturales del subsuelo.

A continuación destacamos planteamien-tos centrales de algunos de los grandes econo-mistas que han creado escuelas económicas parailustrar la afirmación desarrollada anteriormen-te, en el sentido de que su elaboración teóricatiene como escenario de análisis fundamentalla economía nacional. La economía internacio-nal que ellos construyen a través de la lógicateórica, es una economía internacional que uneeconomías nacionales fundamentalmente a tra-vés de relaciones comerciales. Por lo tanto, es-tas teorías están seriamente limitadas para ana-lizar la economía mundial actual como una to-talidad al interior de la cual participan las eco-nomías nacionales, ramas y sectores económi-cos; las empresas transnacionales y los propiosEstados nacionales a través de las diferentes for-mas, entre ellas, las políticas económicas.(O.C.” Funcionamiento Cíclico del Capitalismoen la Década del 1970-80” , Investigación Eco-

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nómica 180, UNAM- México, 1987).

David Ricardo, cuyo aporte a la teoríaeconómica general y, en particular a la econo-mía internacional es ampliamente reconocida,a través de sus formulaciones sobre las ventajascomparativas en el comercio internacional y lateoría monetaria a nivel internacional; suponesin embargo, que existe libre movilidad del ca-pital sólo al interior de las economías naciona-les e inmovilidad del capital entre los países.

La inmovilidad internacional del capitales central en sus formulaciones teóricas y novisualiza en el futuro las exportaciones de capi-tal. Al respecto escribió lo siguiente: " Sin em-bargo, la experiencia ha demostrado que la in-seguridad real o imaginaria del capital, cuandoéste no está bajo el control inmediato de su due-ño, aunada a la natural renuencia que sientecada persona a abandonar su país de origen ysus relaciones, confiándose a un gobierno ex-traño, con nuevas leyes detienen la emigracióndel capital. Estos sentimientos, que lamentaríaver debilitados, son la causa de que muchoscapitalistas se den por satisfechos con una tasade utilidades bajas en su propio país, en vez debuscar un empleo más ventajoso de sus rique-zas en países extraños".

Dentro de su esquema teórico fundamen-tal, en la actualidad no podrían incorporarse lasgrandes empresas transnacionales -unidadesbásicas de la economía mundial- sin afectar elnúcleo central de su teoría.

Ricardo visualiza una economía interna-cional que sólo relaciona comercialmente a lospaíses.

" En un sistema de comercio absolutamen-te libre, cada país invertirá naturalmente su ca-pital y su trabajo en empleos tales que sea lomás beneficioso para ambos. Esta persecucióndel provecho individual está admirablementerelacionada con el bienestar universal.....; alincrementar la masa general de la producción,difunde el beneficio general y une a la sociedaduniversal de las naciones en todo el mundo ci-

vilizado con un mismo lazo de interés e inter-cambio común a todas ellas".

Es una sociedad de países que a travésdel libre comercio lograrían el bienestar univer-sal, aumenta la masa de bienes, difunde el be-neficio general y une fraternalmente a todos enla sociedad universal de las naciones.

David Ricardo no visualiza una econo-mía mundial y un mercado mundial como elactual, sino una economía internacional que unepor el comercio a los diferentes países. Por eso,su propuesta teórica es de un economista deeconomía nacional. ( Esto lo escribió Ricardoen el año 1817, en su libro " Principios de Eco-nomía, Política y Tributación", en el capítulo VII,páginas 102 y 104. F.C.E)

Las formulaciones teóricas de Keynes,son muy importantes en la Ciencia Económicay en la política económica. Su aporte fue carac-terizado como “ la revolución keynesiana” ylogró una hegemonía en el pensamiento eco-nómico y en la política económica en el mun-do desde mediados de los años 30’s hasta ladécada del 60 y parte de la década de los 70’s.Keynes según Harrod dijo lo siguiente:

“ Ideas, conocimientos, arte, hospitalidad,viajes: por su naturaleza, todas estas cosas de-ben ser internacionales. Pero que los bienes seande producción nacional siempre que sea razo-nablemente posible y conveniente; y sobre todo,que las finanzas sean primordialmente nacio-nales.". (R.F. Harrod ," La Vida de John MaynardKeynes", pág 511 y 512, F.C.E.)

Esto lo escribió Keynes en el año 1933, apropósito de la Conferencia Económica Mun-dial que analizaba las diferentes propuestas parasalir de la gran crisis.

Más adelante, Harrod agregó:

" Había razones más poderosas. Keyneshabía llegado a pensar que la búsqueda de mer-cado y de oportunidades de inversión en el ex-tranjero constituían una amenaza para la paz".

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En su libro principal, Keynes -previo a laSegunda Guerra Mundial, 1936 - escribe los si-guiente

“ La guerra tiene varias causa. Los dicta-dores y personas semejantes a quienes la guerraofrece, por lo menos en la calidad de esperan-za, una excitación placentera, no encuentrandificultad en fomentar la belicosidad natural desus pueblos; pero por encima de esto, facilitan-do su tarea de evitar la llama popular, están lascausas económicas de la guerra, es decir, elempuje de la población y la competencia porlos mercados. El que interesa aquí es el segun-do factor que representó papel predominanteen el siglo XIX y que podría volver a represen-tarlo.” ( J. M Keynes, “ Teoría General de laOcupación, el Interés y el Dinero”, FCE, 1974).

Keynes reconoce que el “ sistema delaissez-faire nacional y el patrón oro internacio-nal” agudiza la competencia internacional yseñala las causas económicas de la guerra comocausa fundamental. Por esto su concepción teó-rica sobre el capitalismo es bastante lejana a laglobalización actual de la economía mundial.Nos dice que los bienes y las finanzas en loposible deben ser nacionales. Opone una pro-puesta ideal frente a la vocación universal delcapital. Keynes es un economista de economíanacional más categórico que el propio Ricardo.

Friedmann, en su libro "Libertad de Ele-gir", escribe lo siguiente:

" Los economistas discrepan entre sí confrecuencia, pero no con respecto al comerciointernacional. En todo momento, desde los tiem-pos de Adam Smith, ha habido una virtual una-nimidad entre los economistas, cualquiera quefuese su posición ideológica en otros aspectos,sobre la afirmación de que la libertad de co-mercio internacional redunda en beneficio delos países comerciales y del mundo."

Más adelante agrega:

" La interdependencia es una caracterís-tica omnipresente en el mundo moderno:.....La

libertad de comercio internacional favorece lasrelaciones armoniosas entre naciones....

En un mundo que practique la libertadde comercio .......los intereses de las diversaspartes se armonizan.. La cooperación, y no elconflicto, es la regla." ( “ Libertad de Elegir”,Ediciones Orbis, España, 1983. Páginas 65, 80y 82).

Friedmann, al igual que la neoclásica tras-lada la ciencia económica de la producciónhacia el mercado y hacia el individuo. Adicio-nalmente acentúa esto último, es decir, el papeldel individuo, como queda reflejado en el títu-lo de su libro “ La Libertad de Elegir ”.

En la actualidad, cuando el dominio delcapital y del dinero sobre el conjunto de la so-ciedad , y por tanto, sobre el individuo es másevidente que nunca y cuando la libertad indivi-dual solo es posible al interior de la sociedadque tiene un conjunto de relaciones socialesmuy complejas, Friedman tiene como punto departida y base de su reflexión teórica la libertadindividual que la generaliza a todos los indivi-duos de la sociedad. Todos tienen libertad paraelegir, independiente de su posición. Su mode-lo teórico ideal es independiente de la historiaen el tiempo y en el espacio geográfico .

Reproduce casi exactamente lasformulaciones que le sirven, tanto de Smith(1786) como de David Ricardo (1817), igno-rando otros importantes planteamientos teóri-cos. Recoge, por ejemplo, que la libertad delcomercio beneficia a todos los países y favore-ce las relaciones armoniosas entre las naciones.Friedman le asigna a los países característicassimilares a las de los individuos desde el puntode vista de su comportamiento económico.

El postula una economía internacionalmuy activa. Sin embargo, su visión de la econo-mía internacional es de países que tienen rela-ciones comerciales entre sí. Esta concepción esla que tiene plena hegemonía en la actualidad .Sin embargo, está muy limitada para describir yexplicar la economía mundial en general, y par-

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ticularmente en su etapa actual de globalización.Al trasladarse de la producción hacia el merca-do y hacia la soberanía del consumidor, noconsidera como corresponde, muchos aspec-tos significativos de la economía mundial, comopor ejemplo, que la unidad económica funda-mental son las empresas transnacionales y laconstatación reiterada del desarrollo desigualentre países y regiones y no la tendencia a laigualdad y hacia la armonía internacional se-gún el pensamiento de Friedman.

Marx y Engels, 30 años después que Ri-cardo, 88 años antes que Keynes, y a 150 añosde la actualidad, escribieron:

" Mediante la explotación del mercadomundial, la burguesía dio un carácter cosmo-polita a la producción y al consumo de todoslos países. Con gran sentimiento de los reaccio-narios, ha quitado a la industria su base nacio-nal. Las antiguas industrias nacionales han sidodestruidas y están destruyéndose continuamen-te. Son reemplazadas por nuevas industrias cuyaintroducción se convierte en cuestión vital paratodas las naciones civilizadas, por industrias queya no emplean materias primas indígenas, sinomaterias primas venidas de las más lejanas re-giones del mundo, y cuyos productos no sólose consumen en el propio país, sino en todaslas partes del globo. En lugar de las antiguasnecesidades, satisfechas con productos nacio-nales, surgen necesidades nuevas, que reclamanpara su satisfacción productos de los países másapartados y de los climas más diversos. En lugardel antiguo aislamiento de las regiones y nacio-nes que se bastaban a sí mismas, se estableceun intercambio universal, una interdependen-cia universal de las naciones. Y ésto, se refieretanto a la producción material como a la pro-ducción intelectual...".

y más adelante agrega:

" Merced al rápido perfeccionamiento delos instrumentos de producción y al constanteprogreso de los medios de comunicación , laburguesía arrastra a la corriente de la civiliza-

ción a todas las naciones , hasta a las más bár-baras. Los bajos precios de sus mercancías cons-tituyen la artillería pesada que derrumba todaslas murallas de China y hace capitular a los bár-baros más fanáticamente hostiles a los extran-jeros. Obliga a todas las naciones, si no quie-ren sucumbir, a adoptar el modo burgués deproducción, las constriñe a introducir la llama-da civilización, es decir, a hacerse burguesas.En una palabra: se forja un mundo a su imageny semejanza”. ( Manifiesto del Partido Comu-nista, escrito en diciembre de 1847 y enero de1848, Editorial Anteo, Argentina, 1972. Páginas37 y 38).

La cita de Marx y Engels, en nuestra opi-nión describe magistralmente, en una perspec-tiva global y desde un pasado lejano, mejor quecualquier síntesis actual, el proceso deglobalización reciente de la economía mundial.Su visión dialéctica lo lleva a destacar los po-los: el desarrollo de las fuerzas productivas y laexplotación mundial; destrucción y creación deindustrias, etc..

En 1848, afirmaban que el capitalismo leda un carácter cosmopolita a la producción y ala circulación internacional de las mercancíasy al consumo. En aquella época la producción,el intercambio y el consumo tenían un carácteruniversal, pero los procesos de producción porparte de las empresas estaban ubicados funda-mentalmente en las economías nacionales.

En sus formulaciones teóricas caben per-fectamente la incorporación de los grandes cam-bios en el capitalismo actual. Por ejemplo, elpredominio de las grandes empresas mundialesno modifica la esencia de sus formulaciones teó-ricas, al contrario, su estudio permite el desa-rrollo de esas formulaciones teóricas. Por estarazón, el capitalismo de fines de siglo - comohemos dicho - queda magistralmente descritocon las formulaciones del Manifiesto:

“ Mediante la explotación del mercadomundial, la burguesía ( y las transnacionales,agregamos) dio un carácter cosmopolita a la

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producción y al consumo de todos los países ...se establece un intercambio universal, una in-terdependencia universal de las naciones y esto,se refiere tanto a la producción material como ala producción intelectual.”

La producción teórica de Marx y Engelstiene vigencia no sólo por la fuerza de la des-cripción, sino también de la explicación de lalógica del funcionamiento del capitalismo comoun régimen de explotación universal de una cla-se por otra, pero que al mismo tiempo imponesu cultura y su ideología al conjunto de la so-ciedad. Como dice el Manifiesto, la burguesía “en una palabra: se forja un mundo a su imageny semejanza”.

También en el Manifiesto se desarrollanformulaciones sobre las crisis del capitalismocomo crisis que se expresan en el mercadomundial. Esta formulación cobra plena actuali-dad con la profunda crisis en los Países Asiáti-cos y en Japón que está impactando seriamentea la economía mundial capitalista. En el Mani-fiesto se dice lo siguiente:

“ Desde hace algunas décadas, la histo-ria de la industria y del comercio no es más quela historia de la rebelión de las fuerzas produc-tivas modernas contra las actuales relaciones deproducción, contra las relaciones de propiedadque condicionan la existencia de la burguesía ysu dominación. Basta mencionar las crisis co-merciales que, con su retorno períodico plan-tean en forma cada vez más amenazante la cues-tión de la existencia de toda la sociedad bur-guesa ... Durante la crisis, una epidemia social,que en cualquier época anterior hubiera apare-cido absurda, se extiende sobre la sociedad: laepidemia de la superproducción. La sociedadse encuentra súbitamente rertrotraída a un esta-do de súbita barbarie: diríase que el hambre,que una guerra devastadora mundial la han pri-vado de todos sus medios de subsistencia; laindustria y el comercio parecen aniquilados. Ytodo eso, ¿ Por qué ?. Porque la sociedad poseedemasiada civilización, demasiados medios devida, demasiada industria, demasiado comercio”

La crisis de los Países Asiáticos - fines de1997-, a diferencia de todas las crisis cíclicasanteriores se inician en la periferia del capitalis-mo y no en los países centrales. Además, enaquellos países que mostraban un grado eleva-do de industrialización y el mayor crecimientoeconómico del mundo como región. A esa cri-sis se incorpora la crisis de Japón en 1998, des-pués de varios años de estancamiento. Japón,por décadas fue la economía capitalista desa-rrollada más dinámica. La crisis actual se mani-fiesta así en la región más sólida del capitalis-mo. Esto nos trae a la memoria el título del librode Marshall Berman, quien usó para ello unaformulación del Manifiesto,

“Todo lo Sólido se Desvanece en el Aire”:La Experiencia de la Modernidad.( Siglo XXI,1998)

Marshall Berman recurre permanente-mente en su análisis crítico de la sociedad con-temporánea a otra formulación que está en elManifiesto al inicio de las formulaciones sobrelas crisis en el capitalismo, y que reproducimosa continuación a propósito, también de la crisisasiática:

“ ... toda esta sociedad burguesa moder-na, que ha hecho surgir como por encanto tanpotentes medios de producción y de cambio seasemeja al mago que ya no es capaz de domi-nar las potencias infernales que ha desencade-na con sus conjuros.”

La crisis de los países asiáticos, incluyendoa Japón, se desencadena porque producen mu-cho y han generado una sobreproducción de pro-ductos industriales en el mercado mundial. En eldesarrollo de la crisis han profundizado sobrepro-ducción de algunas materias primas y de energé-ticos que la globalización de la economía mun-dial había generado previamente en otros países.En otras materias primas y alimentos, es posibleque a partir de la crisis se genere sobreproduccióna nivel mundial. La crisis es muy profunda en laesfera financiera y monetaria, generalizándose eluso de un nuevo concepto en la economía: ata-

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que especulativo sobre las monedas nacionales.Esta crisis está afectando cada vez más a otrospaíses y regiones del mundo.

La perspectiva mundial del funciona-miento del capitalismo y las crisis como crisisdel mercado mundial, han sido abandonadasen las producciones teóricas posteriores a Marx,incluyendo a los propios teóricos marxistas, enparticular los desarrollos posteriores a Lenincuando caracterizaron al capitalismo, comoCapitalismo Monopolista de Estado. El rescatedel escenario mundial no sólo tiene profundosimpactos en la ciencia económica, sino tambiénen todas las ciencias sociales, y particularmen-te en la Ciencia Política.

A la vocación universal del capital quesin embargo profita del nacionalismo, debe opo-nerse el carácter internacional de la lucha delos trabajadores en cada país.

La competencia de los capitales a nivelmundial se hace en gran medida en base a ladesigualdad de las condiciones de los trabaja-dores y de la explotación de los recursos natu-rales en los diferentes países. Se impone la fle-xibilidad laboral y el desarrollo del trabajo pre-cario. Se impone el acceso y explotación librede los recursos naturales y la apropiación de larenta ligada a estos recursos por parte de lasempresas transnacionales.

Por eso, ahora que la globalización de laeconomía mundial se corresponde con una de-rrota o retroceso fuerte de los trabajadores enlos diferentes países y a nivel mundial, la vigen-cia de la formulación “ Proletarios del MundoUníos” tiene en la actualidad una gran relevan-cia. Bajo esta formulación debería entenderseen la actualidad: la defensa de los intereses delos trabajadores, de las diferentes naciones, dela sociedad humana y de la naturaleza. XXI

EL MANIFIESTO COMUNISTA Y LA GLOBALIZACION ACTUAL . Orlando Caputo

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Notas preliminares para un estudiosobre la relación entre historiografía

y política en el pensamientoconservador chileno

Luis Corvalán Marquéz

La relación entre historiografía y políticaes un tópico de gran interés. En particular lo esaquella relación existente entre la historiografíaconservadora y la política de derecha. ¿Por qué?Porque ésta última, en medida importante, hacimentado su legitimidad en un cierto sentidocomún elaborado desde la historiografía. Y adi-cionalmente en razón de que la historiografíaconservadora ha solido descalificar a la histo-riografía crítica con el argumento de que seríaideologizada, sesgada, tendenciosa. ¡Como sipudiera existir una visión historiográfica carentede sesgo! La ausencia tendencialidad es un atri-buto que, por cierto, la historiografía conserva-dora, implícita o explicitamente, reclama parasí, lo cual, es, sin dudas, funcional a los efectosde su eventual hegemonía dentro de la diciplinay de la cultura nacional.

Dentro de esta problemática se sitúa elpresente artículo. A través de él aspiro precisa-mente a explorar cierto tipo de relación exis-tente entre la historiografía conservadora y lapolítica de la derecha. En función de ello lapregunta que me planteo es la siguiente: ¿en quémedida los puntos de vista del fundador de lahistoriografía conservadora nacional, AlbertoEdwads, aportaron un marco conceptual al pen-samiento de la derecha chilena de los sesentaen adelante? Y, adicionalmente, ¿qué vincula-ciones existen entre la actual historiografía con-servadora, en particular entre los puntos de vis-ta de Mario Góngora y Gonzalo Vial sobre lahistoria contemporánea de Chile, y el proyectopolítico autoritario que la derecha postulara en

los sesenta y que finalmente se materializarabajo la forma de una dictadura militar?

Frente a estas interrogantes, la hipótesisque propongo sostienen: 1) que la derecha delos sesenta y comienzos de los setenta, en unamedida sustancial, basó su visión de país y subúsqueda de un régimen autoritario, en el es-quema conceptual presentado por Alberto Ed-wards en su obra "La Fronda Aristocrática", alcual, sin embargo, introdujo ciertos ajustes, y2)que la historiografía conservadora actual -basicamente Góngora y Vial, en lo referente ala historia de Chile contemporáneo- constituyeuna fundamentación y defensa, precisamentedesde la diciplina historiográfica, del régimenpolítico autoritario buscado desde los sesentapor la derecha chilena y materializado en el ré-gimen castrense instaurado en 1973.

Para fundamentar estas afirmaciones par-tiré haciendo un análisis de los planteamientosde Alberto Edwards.

I.

1. Alberto Edwards, fundador del pen-samiento conservador chileno, se sitúa dentrode las tendencias antipositivistas y antiliberalesde comienzos de siglo XX. Desde éstas rechazala fe optimista en el progreso indefinido y alracionalismo que le era consustancial, dominan-tes en Chile hasta entonces. A ellos opone cier-to intuicionismo, acompañado de una concep-ción vitalista y pesimista.

Aunque no hace una exposición sistemá-

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tica de sus presupuestos teóricos, la lectura desu obra principal, "La Fronda Aristocrática", per-mite una recontrucción de estos.Ajeno a todoiluminismo, su visión de la historia y de la polí-tica aparece decisivamente influenciada porBurke y Spengler. Siguiendo a ambos, sostieneque "los sucesos históricos tienen significadoespiritual; se derivan de algo inmaterial y pen-sante, de un alma que vive y se transforma".

A su juicio, el proceso vital inherente aesa alma supone fatalmente un desarrollo, unadecadencia y una muerte. Esta tesis evidenciael tono pesimista del autor, de clara matrízspengleriana.

¿Cómo influirán estos presupuestos teó-ricos en la concepción que tiene Edwards de lapolítica? El fundador del pensamiento conser-vador chileno parte de la premisa de que la vidapolítica supone el hecho de la autoridad y de laobediencia. La no existencia de ambas conlle-va el cáos, la anarquía y la disolución social.La autoridad, pues, y su correlato, la obedien-cia, emergen como una necesidad absoluta. Elpunto, no obstante, radica en cómo ellas se ge-neran. La respuesta de Edwards es clara y cate-górica: se generan a través de ciertas "cadenas",que a su juicio son de dos tipos: espirituales ymateriales. Ahora bien, allí donde existen lasprimeras, se da la libertad. "Los pueblos son opueden ser libres -nos dice- cuando, amarradospor cadenas espirituales, no necesitan de la fuer-za material para mantenerse en la organizacióny la obediencia.Toda la historia -agrega- no esmás que el comentario de esta tesis".

Esas "cadenas espirituales" estarían cons-tituidas por una orientación a la obediencia es-pontánea a la autoridad, derivada de la adhe-sión a ciertos valores y tradiciones. En tales ca-sos, el orden institucional, más que en el respe-to a formalidades jurídicas, descansa en ese tipode adhesiones, de las que las leyes no seríanmás que su aspecto externo.

Tales supuestos conducen al conceptospengleriano de "Estado en forma". Este, segúnseñala Edwards, "implica no sólo la sucesión

regular del Gobierno conforme a un orden jurí-dico o histórico, sino también la existencia enla sociedad de sentimientos hereditarios, de fuer-zas espirituales superiores que constituyen alEstado en un ser viviente, orgánico, provisto dealma colectiva".

Sin embargo, en el devenir de su existen-cia esas fuerzas espirituales en algún momentoterminan fatalmente por agotarse. Es entoncescuando la obediencia espontánea a la autori-dad y a las jerarquías sociales se derrumba.Como resultado, adviene el fin del Estado enforma, con su correlato: el cáos, la anarquía yel peligro de disolución social. Entonces, a fal-ta de otro instrumento, la cohesión de la socie-dad ha de ser mantenida por la fuerza, es decir,por un poder sin forma, "fundado en el sólo he-cho".

"Las grandes crisis políticas de la histo-ria, nos dice Edwards, se caracterizan por eltrastorno de los fundamentos del poder; pero -añade- la pérdida del poder mismo, equivale ala muerte, a la decapitación social". De allí quepara evitar esta alternativa se requiera recons-truir a aquel, pero ahora sustentándolo en las"cadenas materiales", es decir, en la fuerzafactual.

Sin embargo, Edwards no cree que losgobiernos de facto puedan ser un medio desti-nado a restaurar el anterior estado en forma: silas fuerzas espirituales que los insuflaban hancompletado su ciclo vital, simplemente no ha-brá restauración posible. El ciclo, entonces, secierra, y el sino se cumple.

2. La hermenéutica que hace Edwards dela historia nacional se basa integramente en lossupuestos teóricos arriba descritos.

A su juicio, Chile constituyó una excep-ción en América Latina en razón de que existió"aquí la continuidad en el orden jurídico y unaverdadera tradición política, cuyos cambios, omejor dicho evoluciones, se produjeron en for-ma gradual, pacífica, lógica, y presentan, portanto, un carácter mucho más europeo que his-

REFLEXION TEORICA

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panoamericano.".

En Chile, en síntesis, se creó un estadoen forma. Sus elementos venían constituidospor el espíritu tradicional, generado durante lacolonia. Su contenido consistía en el acatamien-to espontáneo a las jerarquías sociales y al Rey.

Que el Estado en forma haya podidomantenerse durante la República fue posible,según Edwards, en buena medida gracias a lafigura de Diego Portales. "La obra de Portales -señala- fue la restauración de un hecho y unsentimiento, que habían servido de base al or-den público, durante la paz octaviana de lostres siglos de la colonia; el hecho -añade- era laexistencia de un poder fuerte y duradero, supe-rior al prestigio de un caudillo o a la fuerza deuna facción; el sentimiento, -dice- era el respe-to tradicional por la autoridad en abstracto, porel poder legitimamente establecido con inde-pendencia de quienes lo ejercían;...lo que (Por-tales) hizo -añade Edwards- fue restaurar mate-rial y moralmente la monarquía, no en su prin-cipio dinástico, que ello habría sido ridículo oimposible, sino en sus fundamentos espiritualescomo fuerza conservadora del orden y de lasinstituciones".

Se creó así, según nuestro autor, el esta-do en forma portaleano, el que, claro está, sebenefició del "peso de la noche", es decir, deuna especie de inercia generalizada que permi-tió que la herencia colonial de acatamiento es-pontáneo a la autoridad se mantuviera intacta.

Pero como todo es perecedero, la histo-ria del Chile republicano no sería otra cosa que"la historia del debilitamiento y ruina progresi-va del espíritu tradicional de la colonia". Sería,por tanto, la historia de la gradual transforma-ción del alma nacional.

Sin embargo, esa descomposición tarda.La tradición no muere por casi un siglo. El res-peto por las jerarquía se mantiene, "el peso dela noche", en fin, se hace valer.

Con todo, en la medida que el ineluctable

proceso de descomposición del alma nacionalavance, produciendo sus efectos correlativos enel sistema político institucional del estado enforma portaleano, el país entrará en un procesode decadencia. Este contenido del proceso po-lítico nacional Edwards lo periodifica, distin-guiendo tres etapas de la República en forma.

La primera iría entre 1830 y 1860. Enella, señala, se dio el predominio incon-trarrestado del Ejecutivo, heredero de la majes-tad real. En síntesis, una monarquía sin Rey.No hay partidos, la elite aristocrática tradicio-nal, en parte por convicción y en parte por te-mor a ciertos elementos levantiscos desatadospor el proceso independentista, se somete yapoya incondicionalmente a la autoridad presi-dencial, la que se autogenera mediante un pro-cedimiento análogo al de las adopciones du-rante el Imperio Romano.

La segunda abarcaría desde 1860 a 1890.En ella la elite aristocrática, mediante sucesivasfrondas, gestadas ya en el período anterior, seorganiza politicamente en partidos. Se reajustaentonces la relación entre el presidente y aque-lla. "Se gobierna con los partidos". Se forja "unaespecie de equilibrio, no siempre estable, entrela autoridad presidencial y los círculos (aristo-cráticos) en que se apoya".

La tercera etapa va entre 1890 y 1920.En ella se desequilibra la relación anterior: "laautoridad presidencial desaparece casi -señalaEdwards-, y los partidos gobiernan solos: es elperíodo clásico de la oligarquía parlamentaria",añade. La fronda aristocrática ha triunfado so-bre el principio monárquico encarnado en elEjecutivo.

¿Cómo fue posible que se hayan produ-cido tales cambios en la relación entre la elitearistocrática y el poder presidencial? Edwards,al respecto, es rigurosamente consecuente conlas premisas teóricas en que sustenta su análi-sis. Tales cambios, en lo esencial, serían el re-sultado de la evolución espiritual del grueso dela elite. En particular, de su recepción - a me-diados del siglo XIX- de lo que nuestro autor

NOTAS PRELIMINARES PARA UN ESTUDIO. Luis Corvalán

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denomina "la religión liberal", con suracionalismo y su fe absoluta en el progreso in-definido. A juicio de Edwards, la "religión libe-ral", estéril y declamativa, se materializóprecísamente en nuevas tendencias frondistasde la elite aristocrática, a la par que encarnó "larebeldía del alma de la cultura contra su pasa-do". Con ello, sin embargo, no se hacía másque socavar las bases reales -de orden espiri-tual- que sostenían al Estado en forma, el queasí, pareciera, según Edwards, comenzar lenta-mente su decadencia.

El derrumbe del Estado en formaadvendría en 1918, con lo que Edwards deno-mina "la revuelta del electorado", que nuestroautor asocia a la rebelión de las surgentes cla-ses medias, a las que define como un "enormeproletariado intelectual (o que se imagina ser-lo)". Este proletariado, añade, "comenzó a pu-lular por las ciudades, muriéndose de hambre yalmacenando silenciosamente sus rencores". Elderrumbe del Estado en forma se vincula, en-tonces, según Edwards, a lo que considera es laemergencia de "clases desligadas de la culturasimple y armónica del viejo Chile".

La elite aristocrática -en particular su sec-tor aquejado por la "religión liberal- habría re-galado el derecho a voto a tales clases. La re-vuelta que ellas terminaron luego llevando acabo utilizando el voto, no consistió en otra cosaque en el rechazo a la elite, con su correspon-diente negación del principio de respeto a lasjerarquías sociales y a la autoridad.

Entonces, "el fin del antiguo orden decosas era inevitable, sostiene Edwards, porquehabía desaparecido su fundamento espiritual,esto es, la obediencia pasiva y resignada del paísante los representantes tradicionales de los vie-jos círculos aristocráticos". "Desde que el elec-torado se rebeló moralmente-agrega-, la viejaoligarquía parlamentaria no era sino un cuerposin espíritu, un cadaver destinado a descompo-nerse". El último acto del derrumbe oligárquicofue la revolución militar de 1924 y 1925.

Tal derrumbe, no obstante, no dio lugara la creación de un orden nuevo, pues no exis-tían las premisas espirituales para ello. Por lomismo, lo que más bien se produjo fue un des-quiciamiento total del país. Lo que se abrió paso,en resumen, fue el cáos y la anarquía: una gue-rra civil larvada que Edwards visualiza ante todoen las propias almas. Se habría llegado así a ladisolución social, a la antesala de un nuevoLircay.

¿Cuáles habrían sido las alternativas queentonces se le presentaron al país? A juicio deEdwards, sólo dos. O una dictadura militar querestituyera de facto el mando y la obediencia, ouna dictadura popular.Dicho con sus términos:"una dictadura de espada o de gorro frigio". Ed-wards, obviamente, se pronuncia por la primera.

Sin embargo, la dictadura de espada, se-gún nuestro autor, no restauraría el estadoportaleano en forma. "¿Habría sido fecundo osiquiera posible, restaurar por un golpe de fuer-za lo que estaba muerto en las almas?", se pre-gunta. La respuesta es obvia. Ante ello Edwardspropugna "el predominio de un Ejecutivo muyfuerte, y hasta cierto punto "neutral" , únicomedio posible contra el desquiciamiento.Bajoestos supuestos apoyó fervorosamente la dicta-dura del General Carlos Ibañez del Campo.

II.

Me referiré ahora a la influencia que ejer-cieron las ideas de Alberto Edwards en la dere-cha chilena. En rigor, me limitaré a la derechade fines de los cincuenta en adelante.

¿Existió efectivamente tal influencia? Meparece evidente que si. Me parece que, en efec-to, la derecha chilena, hasta cierto punto, y nosin algunos ajustes y modificaciones, estructurósus diagnósticos de país y fundamentó su pro-yecto utilizando tanto ciertos conceptos comoasí mismo la matríz interpretativa de este autor.

¿Cuáles fueron los elementos del puntode vista de Edwards que hizo suyos? En primer

REFLEXION TEORICA

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lugar, la comprensión de las últimas décadas dela historia nacional como un proceso dedecadencia;en segundo término, la asunción dela temática de la anarquía y el cáos, que prefi-gurarían la desintegración nacional; en tercertercer término, la temática sobre la irrupción delas multitudes, a través de las prácticasdemagógicas de los partidos (de centro e izquier-da), lo que sería otro componente tanto de laanarquía como del desquiciamiento general; encuarto lugar, la consideración de factores espi-rituales como un determinante de dicho desqui-ciamiento y decadencia; y, por último, la solu-ción que cabría dar a todos esos fenómenos, laque consistiría en instaurar un régimen fuerte,de autoridad.

Sin perjuicio de lo anterior hay elemen-tos del modelo interpretativo de Edwards queson objetos de un ajuste por parte del discursode la derecha, mientras que al menos uno re-sulta francamente reemplazado. Entre los pri-meros podemos mencionar al menos lossiguientes.Por un lado el que desvía el énfasisdesde el "Estado en forma portaleano" a lanación.El estado en forma portaleano no apare-ce en el discurso de la derecha como el sujetoprincipal, sino tan sólo como la plenitud de otrosujeto: la nación.El derrumbe de aquel equival-dría a la decadencia de ésta. Es, por tanto, lanación el verdadero sujeto.

Un segundo elemento del planteamientode Edwards que resulta metamorfoseado en eldiscurso de la derecha es el que se refiere a losresponsables políticos de la decadencia.Se ab-suelve, en este sentido, a la "religión liberal" detodo cargo al respecto, y se lo imputa esencial-mente al PDC y a la izquierda, quienes habríanintensificado las prácticas demagógicas quepermitieron la irrupción de las multitudes comofuerzas anárquicas, destructivas de las natura-les jerarquía sociales y de la obediencia a laautoridad constituida.

El tercer elemento que resulta ajustadoes el referente a las determinantes espiritualesde la decadencia.En el discurso de la derecha,

en lugar del "debilitamiento y ruina del espíritutradicional de la colonia" como factor de deca-dencia, postulado por Edwards, figura el des-quiciamiento del "alma nacional", entendidoesencialmente como resultado de la penetraciónde ideas extranjeras (el marxismo, por ejemplo),la perdida de conciencia nacional y el desarro-llo de una mentalidad burocrática, renuente alespíritu emprendedor propio de la nacionalidaddurante su apogéo durante el siglo XIX.

El elemento del modelo teórico de Ed-wards que resulta francamente cambiado por eldiscurso de la derecha es el que se refiere altipo de concepción cíclica que aquel postula.El modelo teórico de Edwards, que en rigor esspenglereano, en efecto, supone la existenciade un movimiento cíclico que, teniendo comosujeto al estado en forma, culmina con la inevi-table muerte de este. En cambio, para el discur-so de la derecha, -el cual como vimos tienecomo sujeto a la nación- el ciclo que afecta aésta no culmina necesariamente en su muerte,sino en su periódica regeneracíon. En conse-cuencia, la decadencia del país debería dar másbien paso a una reversión de la decadencia, loque se traduciría en una revitalización o reno-vación nacional.La posibilidad de la muerte dela nación en teoría no se descarta. El que no seaesa la opción que se imponga dependería desituaciones que se resuelven en el plano de lapolítica. Es decir, dependerá de si en este planotriunfarán los elementos que representan lasesencias nacionales, es decir, la derecha misma(y los militares), o bien quienes las negarían, losque quedan encarnados principalmente en la"izquierda marxista".

Dentro de esta lógica, la derecha corri-gió a Spengler valiéndose de Toynbee. Asumió,en efecto, la teoría del "desafío y respuesta" ypostuló que la superación del desafío plantea-do por la decadencia y la anarquía conduciría ala nación a una nueva fase de esplendor.

Un breve recuento de los planteamien-tos de este sector desde fines de los cincuentaen adelante puede servir para fundamentar lo

NOTAS PRELIMINARES PARA UN ESTUDIO. Luis Corvalán

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arriba afirmado.

Durante la campaña presidencial de1958, el abanderado del sector, Jorge Alessan-dri Rodriguez, postuló como uno de sus temascentrales precisamente el de la decadencia, atri-buyéndolo a las prácticas partidarias. "Es unhecho incontrovertible -sostuvo- el cansancioque puede advertirse en todos los sectores de laopinión nacional frente a la esterilidad de laacción política, que en último tiempo ha lanza-do a la República por un plano inclinado dedecadencia hasta dejarla en el estado de pos-tración moral y económica en que actualmentese encuentra". El tema de la postración moral,por cierto, apunta al sustrato espiritual que ten-dría la decadencia, lo que, sin dudas, esconcordante con el enfoque de Edwards.

Ante la llegada del PDC al gobierno en1964; en el contexto del fortalecimiento de di-versos sujetos populares, altamente politizadosy movilizados, que apoyaban proyectosanticapitalistas; y, en fin, en el marco de sucesi-vos reveses de la derecha, la temática de la de-cadencia se vio notoriamente acentuada en eldiscurso de esta.El surgente Partido Nacional,formado en 1966 de la fusión de conservado-res, liberales y grupos nacionalistas, hizo de esatemática su tesis principal.

En su documento fundacional el PN pro-clamó , en efecto, que Chile vivía una "etapa dedecadencia que (era) necesario superar revivien-do el impulso vital del pueblo". En función deello reivindicó "el recio estilo que forjó el almade la chilenidad".

Al año siguiente de ser fundado, el PNhizo un categórico diagnóstico de la situaciónque vivía el país.En él sostuvo: "el gobierno deFrei es víctima, en lo interno, de la crisis de au-toridad más aguda de este siglo en nuestro país(...), como en las anarquías anteriores tal estadode cosas sólo puede ser detenido con un régi-men de autoridad encausado por un gobiernofuerte y nacional(..) Mantenemos toda nuestrafé en los superiores destinos de la patria y en elsentido de acendrado deber y de justicia que

siempre han distinguido tanto al Poder Judicialcomo a las FFAA".

De tal modo, a la decadencia denuncia-da en su documento fundacional, el PN agrega-ba ahora las consecuencias que, según Edwards,a esta le eran consustanciales: la anarquía. Y loque es más, en plena coherencia con el puntode vista de ese autor, señaló las soluciones in-herentes a tal situación: un gobierno fuerte, encuyo marco se insinúa el rol de los militares.

En 1969, ante el conato de golpe delGeneral Viaux, el PN exculpó a los uniforma-dos de toda responsabilidad y responzabilizóde los hechos al gobierno de Eduardo FreiMontalva en virtud de que este sería el causan-te de la "anarquía general" que viviría el país.

En 1970, con motivo de la campaña pre-sidencial de ese año, el PN emitió un volumi-noso documento titulado: "La NuevaRepública:respuesta al Desafío de Chile". En élse parte del supuesto spenglereano de la deca-dencia, pero combinándolo con la tesis deToinbee sobre el desafío y respuesta, en los tér-minos arriba señalados."Los pueblos tienen exis-tencia histórica cuando viven para cumplir unamisión.Si rehuyen el desafío y agotan sus obje-tivos, comienzan a decaer y finalmente desapa-recen", señaló."El Partido Nacional, agregó, pre-tende encarar ese espíritu renovador que plan-teará a Chile nuevos horizontes".

El documento sostuvo que el país se ha-llaba "anclado en el tiempo por el desfalleci-miento de (su) espíritu nacional".Añadió que sucrisis requería, para ser resuelta, de "un vigoro-so renacer" de ese espíritu. El decaimiento delespiritu nacional lo atribuyó el PN esencialmen-te a los partidos de izquierda y, en parte, a lapropia DC."El mayor perjuicio causado a Chilepor los partidos de izquierda (es)...de orden es-piritual, porque atentan contra el sentido mis-mo de nacionalidad", afirmó "La Nueva Repú-blica". En cuanto a la DC, vio también en ellauna fuerza con vinculaciones foráneas en lamedida que estaba "afiliada a la DemocraciaInternacional".

REFLEXION TEORICA

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El documento, en fin, postulaba transitardesde la decadencia hacia un país refundado;con ese propósito planteaba la necesidad dedisminuir el rol de los partidos y sus prácticasdemogógicas y extranjerizantes, queincentivaban la anarquía. Como contrapeso aello postulaba potenciar a las FFAA como unelemento funcional a la estabilidad e integridadde la nación."Las FFAA -decía- deben disponerde los medios necesarios y de una adecuadaintervención en la administración y desarrollodel país".

Durante el gobierno de la Unidad Popu-lar la tesis de la derecha sobre el cáos, la anar-quía y la disolución de la nacionalidad alcanzósu cota máxima, y sirvió a los fines de impulsarla emergencia de una dictadura militar.El 14 dediciembre de 1972, Sergio Onofre Jarpa, presi-dente del PN, sostuvo: "el gobierno marxistarepresenta la última etapa de un período de de-cadencia y desintegración, en que el impulsovital que llevó a Chile a la vanguardia del con-tinente fue debilitado por la división interna, elsectarismo partidista, la mentalidad burocráti-ca, el estatismo paralizante y las teorías políti-cas extranjeras". Jarpa agregó que "después delmarxismo", "Chile no volvería a las antiguas for-mas de decadencia" -es decir, a la demoracialiberal. En virtud de lo mismo, sostuvo, que se-ría "posible una renovación de sus institucionesy de su impulso vital" mediante la inserción dedos factores nuevos en la política: los gremios ylas FFAA.

En declaración del 14 de septiembre de1973, el PN explicó y justificó el golpe militardel once desde la óptica de la teoría de la deca-dencia. El golpe, en efecto, habría sido una ne-cesaria reacción contra los "vicios y errores quecondujeron a Chile a la decadencia y al gobier-no marxista después".

Las FFAA, por su parte, asumieron formal-mente esta hermenéutica de la derecha, y des-de ella justificaron su ascenso al poder por víasde hecho.La Junta Militar, a través de la "Decla-ración de Principios del Gobierno de Chile",

sostuvo al respecto lo siguiente:"debido a la lar-ga erosión provocada en nuestro país por mu-chos años de demogogia, y a la destrucción sis-temática que desde 1970 el marxismo acentua-ra sobre todos los aspectos de la vida nacional,las Fuerzas Armadas y de orden de Chile, encumplimiento de su doctrina clásica y de susdeberes para con la subsistencia de la naciona-lidad, tuvieron que asumir el 11 de septiembrela plenitud del poder político".

Como puede verse, aquí subyace la temá-tica de la decadencia y de su correlato, ladesintegración nacional. No a otra cosa aludenlas referencias a la larga "erosión" provocada enel país por la demagogia, que culminaría con laacción del marxismo, todo lo que, en fin, habríaobligado a las FFAA a intervenir tomando "la ple-nitud del poder político" para hacer posible la"subsistencia de la nacionalidad" amenazada.

Al mismo tiempo, los militaresexplicitaron que su objetivo consistía en "hacerde Chile una gran nación", una de cuyaspremisas vendría dada por la reconstitución delalma del país, erosionada por "las ideologíasforáneas" y "la invasión cultural extranjerizante".A ellos , la declaración decía oponer un nacio-nalismo chileno, concebido como "la expresióngenuina del ser de la Patria y del alma de supueblo".

De tal modo, el esquema teórico de Al-berto Edwards, asumido por la derecha chile-na, con sus correspondientes ajustes y modifi-caciones, se cumple del todo en el discurso delos militares. La hermenéutica de estos, en efec-to, postula la existencia de un ciclo de los queson parte la decadencia, el cáos y la anarquía,el desquiciamiento de los valores patrios, ladesintegración nacional y la reacción autorita-ria que revertiría tales fenómenos pararepontenciar a la nación, reedificando su espí-ritu. Los uniformados, en fin, en plena coheren-cia con el modelo teórico del pensamiento con-servador, se negaron a ser "un paréntesis"reordenador, y dijeron asumir la tarea sin pla-zos de refundar al país.

NOTAS PRELIMINARES PARA UN ESTUDIO. Luis Corvalán

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En resumen, a pesar de ciertos ajustes ymodificaciones, indicados más arriba, la dere-cha chilena, en medida importante, ha pensa-do la realidad nacional y ha fundamentado susobjetivos en base al esquema cíclico que Alber-to Edwards nos presenta en la "FrondaAritocrática".Tal esquema, por lo demás, con susmodificaciones correspondientes, -digámosloentre paréntesis- terminó siendo asumido porlos militares, los que, en fin, por lo mismo, pu-dieron ser cooptados por aquella.

III.

La hermenéutica de Alberto Edwards co-rresponde a su tiempo. Constituye una funda-mentación, desde la historiografía, para unposesionamiento político. En particular, paraapoyar la dictadura del General Carlos Ibañezdel Campo y para -ante la emergencia de suje-tos mesocráticos y populares- renunciar a lasmodalidades demoliberales de ejercer el poderpor parte de la elite tradicional.

Edwards, por tanto, analiza el pasadodesde la óptica de su presente y en función deresolver problemas -en este caso políticos- queen él se le plantean al grupo social de que eraparte.

Sin perjuicio de ello, como hemos visto,su esquema interpretativo del pasado ha servi-do también -aunque con ciertas modificaciones-a la derecha posterior. Esta, como se demostróarriba, en particular desde los sesenta en ade-lante, ha fundamentado su deseo de un régi-men fuerte en una interpretación del pasado que

en gran medida elaboró Alberto Edwards.

La pregunta que entonces surge se refie-re a los historiadores conservadores contempo-ráneos. ¿Bajo qué supuestos han visto la histo-ria de Chile reciente? ¿Cómo han interpretadolos sucesos decisivos de la segunda mitad deeste siglo, y en particular el derrumbe institu-cional del 11 de septiembre de 1973? Me referi-ré brevemente a esta cuestión con el fin de vi-sualizar en ella la posible relación entre histo-riografía y política.

Los historiadores conservadores contem-poráneos hacen una hermenéutica de la histo-ria nacional reciente que calza con la lecturaque de la realidad del país hace la derecha po-lítica.

Tales historiadores, al igual que Edwards,en el fondo tienen una visión cíclica de la histo-ria de Chile. El sujeto de esta historia es la na-ción, concebida como un todo indiviso.Suponenque existe un núcleo identitario de esta, que alparecer es una esencia espiritual o unaWeltaunshauung, como dice Gonzalo Vial.

Tal esencia periodicamente es desafiada ydistorsionada. Se produce entonces un alejamien-to del país respecto de ella, lo que genera unacrisis de su identidad, que termina amenazandosu propia existencia.Pero las esencias nacionales-en buena medida encarnadas en los militares-reaccionan y la nación es restaurada, quedandoen condiciones de reiniciar su marcha ascenden-te, hasta ser desafiada nuevamente y entrar en unanueva crisis. Este ciclo entre esplendor y crisisparecería entonces ser un sino. XXI

REFLEXION TEORICA

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NOTAS

1 Alberto Edwards, “La Fronda Aristocrática”,Ed. Universitaria, Santiago, 1982, p. 29.

2 Alberto Edwards, Op. Cit., p.19.

3 Alberto Edwards, Op. Cit., P.77.

4 Alberto Edwards, Op. Cit., p.279.

5 Alberto Edwards, Op. Cit., p.28.

6 Alberto Edwards, Op. Cit., p.62.

7 Alberto Edwards, Op. Cit., p.28.

8 Alberto Edwards, Op. Cit., p.130.

9 Alberto Edwards, Op. Cit., p.130.

10 Alberto Edwards, Op. Cit., p. 138.

11 Alberto Edwards, Op. Cit., p.203.

12 Alberto Edwards, Op. Cit., p.203.

13 Alberto Edwards, Op. Cit., p. 221.

14 Alberto Edwards, Op. Cit., p.221.

15 Alberto Edwards, Op. Cit., p.278.

16 “Diario Ilustrado”, 3 de septiembre de 1958,p.2. Citado por Favio Cortés, “La DerechaChilena y su Relación con el Autoritaris-mo”:1952-1979, ILADES, p. 69.

17 Declaración de Principios del PartidoNacional

18 “Las Ultimas Noticias”,18 de octubre, p.6.

19 “La Nueva República: respuesta al desafíode Chile”, Santiago, p.5.

20 “La Nueva República: respuesta al desafíode Chile”, Santiago, 1970, p.94.

21 Op. Cit., p.16.

22 Op. Cit., p.17.

23 “La Nueva República: respuesta al desafíode Chile”, Santiago, 1970, p.89.

24 “El Mercurio”, 14 de diciembre de 1972,p.25.

25 Citado por Eduardo Araya, “La DerechaPolítica Chilena y el Régimen Militar, 1973-1981”, ILADES, 1981

26 “Declaración de Principios del Gobiernode Chile”, Editora Nacional GabrielaMistral, Santiago, 1974, p.28.

27 “Declaración de Principios del Gobiernode Chile”, Editora Nacional GabrielaMistral, Santiago, 1974, p.22.

28 “Declaración de Principios del Gobierno deChile”, Editora Nacional Gabriela Mistral,Santiago, 1974, p.23.

29 Benedetto Croce, “La Historia comoHazaña de la Libertad”, Fondo de CulturaEconómica, México, 1960, p. 11.

NOTAS PRELIMINARES PARA UN ESTUDIO. Luis Corvalán

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TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

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ESTO NO ES UNA BIOGRAFIA. Raquel Olea

Ficción y Referente históricoEl caso de a partir del fin.

Ricardo Cuadros

Hasta el momento en que Salvador Allen-de es presidente de la república (1970-1973) ydesde los años veinte, la novela chilena estuvocentrada -mencionaré algunas excepciones de in-mediato- en la descripción humanizante del pai-saje y la articulación metafórica de los conflictosde clase (criollismos y realismos). Durante eseperíodo no hay novelistas que se atrevan o esténen condiciones de desatar un imaginario de lamagnitud del nerudiano. De acuerdo a la clasifi-cación moderna de los géneros literarios, la no-vela es ‘el género de géneros’, capaz de incorpo-rar en su estructura todos y cualquiera de losdemás (epopeya, diario, ensayo científico, bio-grafía, crítica, historia, etc.). De ser así tenemosque la novela chilena del período (ver nota 1) esla obra de Pablo Neruda, quien supo romper loslímites intimistas de la lírica -es decir reactualizólos proyectos modernistas de Rubén Darío y Ga-briela Mistral- y abrió su escritura hacia los terri-torios de la naturaleza y la contingencia históri-ca, creando la poética de lo chileno mesocrático,humanista y revolucionario.

Mientras criollistas y realistas hacen his-toria (literaria) a la sombra de la poesía nerudia-na -lo que implica que no quieren o no sabencómo discutir que Chile sea ‘un país de poetas’,o dicho de manera menos amable, supone quese trata de un contingente de poetas frustrados-, la obra excepcional de Juan Emar quedaaparcada en los márgenes de dicha historia, lasnovelas de Vicente Huidobro son neutralizadasmediante la etiqueta de ‘novelas de poeta’ y laobra de María Luisa Bombal es adjetivada de‘femenina’ o ‘surrealista’, con lo que se evitahacer de ella una lectura chilena, tal como selee chilenamente a Manuel Rojas, Carlos

Droguett o José Donoso.

Las novelas que aluden a la figura de Sal-vador Allende fueron escritas con posterioridada septiembre de 1973 y forman un corpus queya puede denominarse, por su eje temático,‘Novela del Golpe de Estado’. Se trata por tantode relatos que tematizan, en diversas entona-ciones y estilos, una derrota de largo alcance:la del proyecto de identidad nacional que com-prometía a las clases sociales popular y mediaen un modelo de país que debería superar elmodelo oligarca-eclesiástico del siglo XIX.

Volodia Teitelboim (La guerra interna,1979) y Fernando Alegría (El paso de los gan-sos, 1975) ponen en circulación literaria a unSalvador Allende mediatizado por la amistad ylos compromisos políticos compartidos. EnriqueLafourcade (Salvador Allende, 1973) pretendela ventriloquía de un Allende en trance de muer-te, atorado en sus contradicciones de caballerochileno comprometido con un proceso políti-co-revolucionario inviable. José Donoso (Casade campo, 1978) lo incorpora al Gran Giñol desu narrativa como un (supuesto) loco encerradoen un torreón de la gran casa nacional, imposi-bilitado para guiar a los niños y los esclavoshacia la libertad.

En la novela de Hernán Valdés, A partirdel fin (1981), Salvador Allende representa undiscurso político. Se trata -parafraseando al per-sonaje Hache- del discurso de una izquierda queesperaba y esperó hasta el último minuto quelas Fuerzas Armadas de Chile, o por lo menosun sector importante de ellas, se plegaran al pro-yecto de la Unidad Popular. Una izquierda quellama ‘traidores’ a los militares golpistas, cuan-

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TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

do lo que éstos salieron a defender en septiem-bre de 1973 fue la nación católica, capitalistadependiente, de damas y caballeros oligarcas,que les dio razón de ser. Una izquierda que pre-tende cambiarlo todo, a su manera y en su be-neficio, nada menos que al amparo de la legali-dad de la Constitución de 1925, creada por losdueños y guardianes del país, a quienes ha se-ñalado como sus enemigos. Una izquierda quese ve trágicamente atrapada en la contradicciónentre discurso político y práctica política: “us-ted pone en movimiento todos los factores ob-jetivos que llevarán a la guerra y al mismo tiem-po induce nuestros espíritus y nuestros brazosa la paz” (177), reclama Hache, en uno de susmonólogos dirigidos a la figura del presidenteAllende.

En 1974 Hernán Valdés había publica-do Tejas verdes, el mejor relato que existe so-bre el dolor de un sujeto sometido al vejamenmilitar en los primeros meses de la dictadura.Este libro preciso, que determina para la litera-tura chilena el fin de la ilusión realista recibióen su momento una lectura exclusivamentepolítico contingente -hoy existe una reediciónde este libro y nuevas lecturas de él- y fue acla-mado como relato paradigmático de la luchaanti dictatorial. Siete años después, en 1981,la publicación de A partir del fin dejó estupe-factos a los admiradores de Valdés. No podíancreer que el mismo autor de aquel testimonio,tan adecuado a la causa, hubiera derivado ha-cia una crítica que nadie le había pedido, que‘le hacía el juego a la derecha’ al detenerse enlas contradicciones del discurso izquierdista,acudiendo para remate a Salvador Allendecomo figura validadora de ese discurso y esascontradicciones.

Hernán Valdés participó en el proyectode la Unidad Popular sin haberse inscrito nun-ca en un partido. No respondía por tanto a loscompromisos programáticos de las fuerzas po-líticas organizadas sino a sus propios impulsoscríticos de la realidad. Poco después del Golpede Estado se publicaron varios otros testimoniosde hombres y mujeres que conocieron los cam-

pos de concentración de la dictadura, pero loque distingue en ese corpus a Tejas verdes esjustamente la falta de justificación político-par-tidaria para la captura y tormento deltestimoniante. En Tejas verdes Hernán Valdéshabla desde una experiencia límite, a la que essometido por una responsabilidad personal: sucompromiso (crítico) con el proyecto de la UP.

La voz de Tejas verdes es el antecedentedirecto de aquella otra que dejó perplejas a lashuestes anti dictatoriales, en A partir del fin. Sóloun intelectual no militante, liberado de las dis-ciplinas programáticas y las precauciones reflexi-vas que impone la lealtad partidista, estaba encondiciones de ocupar con su escritura el terri-torio de la autocrítica. Pero la izquierda históri-ca no consigue ningún rendimiento político deeste segundo esfuerzo literario de HernánValdés, y le retira la legitimidad que le habíaotorgado por el primero.

Esto me parece clave para situar ‘la malarecepción’ de una novela como A partir del fin.Hasta el momento de su publicación, su autorhabía conseguido una audiencia importanteporque Tejas verdes fue un libro donde su expe-riencia personal coincidía con las necesidadesdel conglomerado izquierdista en el exilio, esdecir era un libro políticamente correcto.

A partir del fin es un libro mucho másamplio y elaborado que el anterior. En él se arti-culan la crítica de un discurso político y la auto-crítica del intelectual de izquierda romántico eiluminista de los años sesenta (el personajeHache), la desconstrucción de un triángulo amo-roso (Hache, Eva, Kurt), la reflexión sobre la es-critura novelesca, la desolación de la ciudad yalgunas de sus voces inmediatamente despuésdel golpe militar, la configuración de Hache comopersonaje ideológico (contingente) pero tambiénen sus dimensiones amorosas, oníricas, deseantes(universal). Incluso, en la novela hay evidenciaexplícita de que lo narrado en Tejas verdes esparte del mismo relato. Eva, la ex-mujer del per-sonaje, es la misma en ambos libros. Y en el ca-pítulo XIV de A partir del fin, entre los fragmen-

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tos 1 (última visita a la casa de Kurt) y los siguien-tes (2: descripción de la experiencia onírica dedesdoblamiento que permite al durmiente obser-var gozosamente su cuerpo desde afuera; 3:Hache asilado en la embajada de Suecia) hay unvacío o salto textual correspondiente al lapso enque Hache ha estado detenido. Las referenciasal clima de Tejas verdes -ya en la relativa seguri-dad de la embajada- son por lo demás inequívo-cas: “Hache miraba el techo, tendido en la camadel pequeño cuarto, y a pesar de los días trans-curridos sentía que el terror se mantenía tenaz-mente en el mismo lugar, especie de segundonivel de conciencia” (237).

No era posible leer esta novela desde lacontingencia política, que era de lucha anti dic-tatorial y crisis general de la izquierda histórica.Con A partir del fin Hernán Valdés estaba pro-poniendo una elaboración crítica e imaginariademasiado compleja para el público lector quehabía recibido con agradecimiento su Tejas ver-des. Este segundo libro suyo fue cotejado conlas necesidades del exilio y de la lucha anti dic-tatorial del momento, resultó improductivo y sucódigo fue tácitamente declarado ilegible.

A la no-lectura de esta novela de HernánValdés en el momento de su publicación pormotivos de contingencia política, se suma su no-lectura en el contexto de la producción nove-lesca chilena de los últimos veinticinco años porcarencia de rigor e interés investigativo en elárea de los estudios literarios. A partir del fin esuna de esas novelas que no existen en la histo-ria literaria chilena. Su lectura atenta, a pesarde ello, entrega antecedentes singulares, impo-sibles de conseguir de otra manera, sobre eltiempo en que fue escrita y publicada. Figurascomo la de Salvador Allende -para volver al pre-texto de esta nota- han dejado ya de ser sujetoshistóricos y van camino del mito. Pero en cual-quier recuperación que se intente de su pensa-miento político, de su importancia como refe-rente histórico, me parece conveniente repararen ‘la voz negativa’ que Hernán Valdés pone enpágina, en su novela, para hablar de él. Hay ahíun grado de elaboración discursiva quizás to-davía hoy inconveniente para la izquierda his-tórica, pero indispensable para seguir allegan-do piezas al rompecabezas del fracaso de la víachilena al socialismo. XXI

FICCION Y REFERENTE HISTORICO. Ricardo Cuadros

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TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

BIBLIOGRAFIA.

Valdés, Hernán. 1981. A partir del fin.México, Era.- 1974. Tejas verdes (diario deun campo de concentración en Chile).Barcelona, Ariel.

1 El problema de los períodos literarios -y surelación con los períodos socio-políticos- nopuede ser abordado aquí. Pero convieneaclarar que son las novelas que tematizan elgolpe de estado de 1973 (entre ellas A partirdel fin de Hernán Valdés) las que marcan elcierre del período literario que se inicia enlos años veinte.

2 El negativo de esta gran panorámicanerudiana de matriz francesa y romántica esla obra de Pablo de Rokha, que gesta unidioma barroco son concesiones con latradición del modernismo. Queda pendiente

la lectura comparada de los dos Pablos -seudónimos bíblicos de dos hombres deorigen popular, de militancia comunista,afanosos de ‘la obra total’- y su importanciaen el desarrollo, o estancamiento, delgénero novelesco en Chile. Y luego elhilado fino que hace Juan Luis Martínez, yaen los años setenta, cuando titula su obrapoética La nueval novela.

3 El propósito de los realismos era ‘hacerficción’, es decir crear una ilusión derealidad que posibilitara la humanizacióndel paisaje o la comprensión metaforizadade los conflictos de clases. Con su testimo-nio redactado como ficción -los modelos deTejas verdes son La metamorfosis de Kafka yEl extranjero de Camus- Valdés des-ilusionaal realismo, por cuanto aquí la realidad dela experiencia no admite nada positivo oedificante: es puro horror, puro absurdo.

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Los Estigmas del Cuerpo

Es posible que el libro “Tejas Verdes” seauno uno de los textos testimoniales más signifi-cativos que se hayan escrito en torno a las di-mensiones devastadoras que alcanzó el golpede estado de 1973. Y es significativo precisa-mente porque conservando una fineza extraor-dinaria, da cuenta de manera múltiple delsinsentido de una violencia que fuera ejercidadesde una ostensible unilateralidad.

Hernán Valdés, su autor, nos relata suestancia en el campo de prisioneros ubicado enel regimiento de Tejas Verdes, espacio que datítulo a su obra. Pese a que son numerosas laspublicaciones testimoniales en torno a la situa-ción de los presos políticos, este libro en parti-cular se distingue porque su épica, su procla-ma, su reclamo, pasa y se articula en y desdematerialidades corporeas, se organiza a partirde observaciones que están fuera del registromelodrámatico tradicional y que, no obstante,se nos devuelven como drama, miedo, angus-tia, absurdo y, lo más importante, como una si-tuación delirantemente agresiva provocada porun excesivo abuso de poder.

El libro “Tejas Verdes” puede ser leídocomo la instalación de un corte, una interrup-ción, la forma inciática en la que se iba a con-solidar un sistema definitivamente represivohacia una suma indeterminada de cuerpos. Cuer-pos heterogéneos que confluían hasta el campode prisioneros luego que habían realizado re-corridos biográficos diversos y que, sin embar-go, el golpe militar conseguía homologarlosmediante una persistente tecnología del sufri-miento que unía esa diversidad de seres bajo elrótulo de prisioneros políticos.

Su autor, un intelectual, un escritor, esapresado sin más motivación que su filiación ala Unidad Popular, lo que abre una primer pun-to de conflicto en la lectura. No se trata aquídel apresamiento de un dirigente ni siquieraqueda claro que sea un militante orgánico, sinomás bien persiste en la captura la sospecha deun error, de un malentendido o lo más razona-ble, la posiblidad de una delación paranoica dealgún vecino fascista que va a conducir de ma-nera irremediable a Hernán Valdés hasta TejasVerdes.

El espacio siempre insuficiente para con-tener a los prisioneros, se empieza a vislumbrarcomo un cerco al cuerpo, como un atentado alos rituales privados del sujeto. El primer im-pacto que nos entrega el libro es cómo se llevaadelante un amplio proceso de desaprendizaje.Desaprender las conductas corporales, situar alcuerpo en un territorio de nadie, compartir lossudores, las exhalaciones, renunciar especial-mente al pudor, es decir, renunciar a la culturacon la que se dota el propio cuerpo, retrocedertoda una costumbre higénica que dicta la asepsiacorporal para llegar a coexistir de manera co-lectiva con lo más arcaico como es la suciedad,la caca, los orines, convivir hacinadamente conlos otros como uno, como cualquiera, comonadie, como nada.

Este desaprendizaje es señaladopormenorizadamente en el texto. Lo que, enprimer término, se presenta como imposible,empieza a transformarse en un hecho cotidia-no. Hernán Valdés insiste en detallar los espa-cios microscópicos del encierro y allí en el cen-tro de ese espacio resalta su empecinado recha-

Diamela EltitSeptiembre, 1998.

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TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

zo a desaprender. Narra, de manera maestra,cómo el cuerpo se niega a asumir su nueva con-dición acultural de mera carne, de presa cauti-va. La estitiquez va a representar el gran sínto-ma de rebelión, Valdés retiene sus excrementospara conservar desde ese gesto su estatuto desujeto, hasta el momento en que sencillamentesu biología se desborda y literalmente caga enpúblico y entonces pasa a ser un prisionero más,un mero sobreviviente en un mundo alteradopor la incertidumbre de lo que va a ser el próxi-mo destino.

Este proceso, que detalla lo aparentemen-te menor, es sin embargo la gran estrategia queatraviesa este testimonio, puesto que lo que en-tendemos como “yo” va experimentando unadesarticulación en lo más medular como es larenuncia radical a toda una sensibilidad de loque entendemos por lo privado o lo individualo lo íntimo. Una suma de renuncias, dedesaprendizajes, de olvidos se transforman enel tiempo del texto. Cada día parece ser un re-troceso más, una pérdida final de la intimidaden la que se cursan los protocolos del cuerpoque se van permutando por el simple hecho deestar vivo, de seguir vivo.

No se trata de un texto complaciente, alrevés, pues Hernán Valdés nos relata cómo fun-cionan los grupos en medio de la crisis, la ma-nera en que se trizan y tambalean las solidari-dades, nos va mostrando que pese a compartiruna misma, terrible situación de encierro, laspasiones, preferencias, antipatías, estallan en-tre los prisioneros todavía con más fuerzas porla obligación de permanecer.

El hambre, el hacinamiento, la suciedad,las privaciones múltiples son los castigos másvisibles que recorren el espacio y lo conmue-ven, formas aún más torturantes que el momen-to concreto de la tortura que para Valdés va arepresentar la antesala de la libertad, luego quesobrevive a una inútil sesión de perversos y ela-borados suplicios corporales.

El testimonio termina abruptamente conla libertad del prisionero en un lugar descono-

cido, azaroso. Y así, la pregunta que se va esta-bleciendo y permanece flotando en la medidaque realizamos la lectura del libro es: -Pero, ¿porqué? Frente a lo cual no nos cabe sino una úni-ca respuesta: -Porque sí.

La reedición de este libro en Chile poreditorial Lom nos devuelve a un tiempo quehasta hoy permanece oscilando en medio de unagran ambiguedad y que ahora, cuando se cum-plen 25 años del golpe de Estado en Chile, serepone como trauma, como disputa o bien comosilencio. Existe, sin lugar a dudas, una imposi-bilidad de leer, de establecer un ejercico lúcidode memoria por parte del conjunto de la socie-dad chilena. No basta solamente adjudicar estesilencio, esta ostensible dificultad a la implan-tación del modelo neoliberal y a la hegemoníadel mercado y del capital o bien a los enclavesfascistas que persisten abiertamente en la tran-sición a la democracia sino más bien pensar enqué silencia este silencio.

Con seguridad se trata de un silenciomúltiple, plagado de ribetes, de matices, atra-vesado por pugnas, pero, en uno de sus bordes,me parece percibir que la figura que ordena uncierto sacrificio de la memoria es la figura delex Presidente Salvador Allende.

Salvador Allende, más allá de cualquierdivergencia en torno a su proyecto, es sin lugara dudas el líder político más propositivo del si-glo XX en Chile. Su larga lucha para obtener lapresidencia de la República es coincidente conla impulsiva instalación del progresismo inter-nacional y con las batallas de las minorías fren-te a los poderes centrales por inscribir nuevassensibilidades públicas.

La propuesta de Allende, basada funda-mentalmente en una mayor justicia social, altriunfar en 1970, llevó a los sectores popularesa un protagonismo inédito en nuestra historia.Sus hablas, sus fisonomías, sus estéticas, ocu-paron el espacio público desde la legitimidadde un gobierno que respaldaba esa ocupacióncausando, obviamente, conmoción entre losasentados siquismos conservadores.

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Aunque, desde luego, la propuesta eco-nómica de Allende laceraba los intransigentesintereses capitalistas e impulsó la pronta movi-lización, desde todos los ángulos, de una sedi-ción múltiple que atravesaba incluso las fronte-ras, prefiero detenerme ahora en el centralismoque alcanzaron los cuerpos populares durantelos llamados “mil días de la Unidad Popular”.

En medio de una larga y sostenida cultu-ra regida por una derecha más que conservado-ra, el espectáculo de los cuerpos populares des-plegando sus necesidades, su agresividad, sufuerza, sus demandas, sus deseos y, especial-mente, sus estéticas, fue la gran utopía encar-nada que recorrió ese tiempo. El “roto” figuraminimizada y, hasta cierto punto, escarnecidapor los poderes centrales y que ha sido el térmi-no con que se ha denominado al mundo popu-lar, se revertía ya no como signo menos sino, alrevés como un orgulloso y dignificado capitalcultural. En esta nueva situación sociopolítica,“el roto” surgía relevando su calidad numérica,mestizando el paisaje social e ironizando pú-blicamente los tics de una burguesía que, porprimera vez, resultaba develada en una abiertay legitimada deconstrucción paródica y políti-ca realizada por su “otro”.

La fuerte territorialización de la ciudadse devolvía sobre sí misma para cuestionar lastrincheras ciudadanas donde se refugiaba lacondensación de dinero. El llamado “barrio alto”y su microcultura dominante resultaba impug-nada por la territorialidad popular, la que ejer-ciendo pluralmente su vitalidad consideradacomo impura, denunciaba y ridiculizaba unaasepsia más que sospechosa y mortecina.

El estallido de una latinidad híbrida cu-bría las esferas públicas poniendo en jaque loscontroles y los largos disciplinamientos históri-cos que habían constreñido y relegado laspulsiones populares. El quiebre de un modeloblanco se abría hacia los rasgos mestizos, lasimperfecciones corporales, las hablas defectuo-sas que alcanzaban un estatuto social que sevolvía prestigioso.

El cuerpo del trabajo se hacía visible yano como mera infraestructura sino que, por unavez, se apoderaba de las imágenes para ejercerdesde sí mismo su propio relato público. Unrelato en el que se enfrentaba críticamente a unorden burgués que se discutía, alcanzando asíuna paridad social inédita. No se trata, desdeluego, de afirmar aquí que el gobierno de laUnidad Popular consiguiera efectivamente al-canzar un equilibrio social, lo que quiero seña-lar es cómo pese a la asimetría signada a losmundos populares, se iba consolidando un es-pacio público en el cual inscribir política y es-téticamente una diferencia, mediante la utiliza-ción de un mecanismo emanado de los pode-res centrales que se hacía partícipe y solventa-ba, privilegiando, la irrupción de las sensibili-dades populares y obreristas.

Salvador Allende era el posibilitador deesta nueva composición en los trazados en losmapas públicos. Su gobierno materialmentehabía conseguido alterar los imaginarios socialespromoviendo una modalidad cultural democra-tizada en la que radicaba la verdadera yreconocible revolución de la llamada “vía chi-lena al socialismo”.

Por una vez, las hablas se pluralizaban yse rompía así una hegemonía, especialmente deldiscutible llamado “buen gusto” tras que se res-guardaban los intereses de la burguesía para ejer-cer así su múltiple y sostenida discriminación.La explosión de nuevos parámetros simbólicostras los que se resguardaban los cuerpos y sulucha por habitar e incidir en los espacios pú-blicos recorría masivamente la geografía alte-rando el espectro social.

Con la muerte de Salvador Allende en elinterior del Palacio de la Moneda, se puso enmarcha la violenta maquinaria de un poderdestructivo en contra de las antiguas institucio-nes. Y es ese mecanismo; su violencia, su sadis-mo, lo que el libro “Tejas Verdes” va relatandodesde un lugar narrativo excepcional, es decir,nada menos que la instalación de un poder queen uno de sus bordes buscaba sellar y clausurar

LOS ESTIGMAS DEL CUERPO. Diamela Eltit

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ENCUENTRO XXI Primavera de 1998 año 4 Nº 13 135

TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

las marcas de un pasado.

Y es a partir de ese momento cuandoprogramadamente, y de manera que hoy pare-ce irreversible, resurgió la relegación del sujetopopular del espacio público: relegación de susestéticas, sus políticas, sus éticas, sus discursos.Los cuerpos populares fueron, de manera pro-gresiva, erradicados del espacio público. Unaerradicación que atraviesa el término de la dic-tadura, para dar cabida, con una fuerzainexpresable, al dominio de la cultura de clase,a la hegemonía de una burguesía económicaque se ha ido erigiendo como única einstranferible, gracias a una fuerte apoyatura enlas distintos estamentos políticos y los pactosque han conducido, en los últimos ocho años,la transición democrática.

Porque, más allá de las expectativas so-ciales que se albergaban en relación al retornoa la democracia, persiste hoy con una claridadindesmentible, el acoso y la discriminación ha-cia los cuerpos populares que sólo existen en lamedida que cumplan con un doble estandar:en cuanto fuerza de trabajo y sujetos consumi-dores a un crédito perpétuo, provocando así enlos mundos populares nuevas formas de con-troles y despolitización mediante la inoculaciónprogramática del consumo y de la deuda.

El sujeto popular, figura central y privile-giada del programa político de Salvador Allen-de, ahora deambula por el imaginario social sólocomo sujeto de la delincuencia, como un actorcruel y peligroso gracias a una tecnología múl-tiple que, frente a la desigualdad y a la ausencia

de programas reales para conseguir una mayorparidad social, recarga (recubre) a las figuraspopulares de una violencia que está incubadaen el interior del propio sistema.

En este sentido, la figura de SalvadorAllende resulta conflictiva, incómoda, pues cual-quier análisis, toda memoria de la época de laUnidad Popular, necesariamente implica unarevisión del mundo popular y su participaciónen los espacios sociales. Y eso parece ser unagran vertiente del olvido, la gran maniobra po-lítica sobre la que se ha establecido el consensoque hoy nos rodea. Olvidar esos cuerpos, ente-rrar sus estéticas, despojarlos de poder y redu-cir hasta la extenuación sus magras economíasmediante la superposición de la estructura bur-guesa como el único modelo posible de unaforma de habitar.

Por eso, los 25 años de la muerte de Allen-de, fueron un punto límite que bordeó el absur-do, el espectáculo debilitadamente festivo delEstadio Nacional vino a reemplazar a los milesde ex prisioneros políticos que antaño, y sin re-paración posible, albergó el recinto deportivo.La fiesta sin tono fue permutada por el dolor.Los discursos políticos titubeantes mantuvieronlas ambiguedades, las cifras de delincuenciapoblaron los medios de comunicación y allí, amedio camino entre la droga y el delito, apare-cieron los mismo rostros que Salvador Allende,el gran sacrificado por los discursos públicos,pensó poblando las grandes alamedas por don-de iba a pasar el hombre libre para construiruna sociedad mejor. XXI

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HOMENAJES

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La Payita(“la puerta se cerró detrás de ti”)

Para muchos que se tragaron la versióncaricaturizada de la Unidad Popular, la imagende Miria Contreras sigue siendo el boceto pin-toresco de la secretaria cómplice y amante queacompaña la figura de Salvador Allende. Y estefrívolo estereotipo que amaron los militares, si-gue corriendo en los salones políticos y socialesdonde la lengua lagarta de la derecha escupe lahistoria con su saliva venenosa.

Poco se sabe realmente de esta mujer queoptó por el anonimato frente a la chismografíay al desprestigio público. Poco se sabe que esde ella en la actualidad, y es preferible respetarsu silencio, acatar su fobia a las entrevistas, sudesconfianza frente al periodismo mórbido ytendencioso, es uno de los pocos protagonistasde esta gesta, que guardó para sí la confidenciadel histórico final, del triste final, hecho trage-dia por la mansalva golpista. Tal vez, ella es laúnica persona que estuvo mas cerca del Presi-dente en el filo de ese momento, en la premuraapretada de esos minutos que se cortaron en elestruendo de la última decisión.

Acaso, para Miria, el trauma de esa fe-cha le arrebató para siempre la risa fresca queembanderaba su rostro en la campaña junto aSalvador . La playa, alegre, siempre optimistaanimando los mítines, gritando consignas, es-cuchando atenta la voz del futuro presidente conun pétalo de ternura en sus hojazas emociona-dos, en su mirar de palomas exaltadas por aque-lla presencia arrolladora de Salvador; su amigode tantas luchas junto al pueblo. El Chicho, suvecino en la calle Guardia Vieja donde ambosvivían junto a sus familias todos esos años decandidatura y derrota. Todos esos años ayudan-

do, esperando que los pobres acarrearan su pro-pio candidato. En esa calle sin salida de Comu-na de Providencia de entonces, donde las doscasas eran un revoltijo de secretarías políticas yfiches y lienzos y agotadoras reuniones hastade madrugada. Hasta que la luz tísica anuncia-ba el día enrojeciendo los ojos irritados tras loslentes de Salvador, y entonces Miria, lo dejababeberse el último trago de café, y lo tomaba delbrazo para acompañarlo hasta su casa. Y allí enesa calle, bajo la claridad tuberculosa del alba,aún quedaba una última mirada separando lasdos casas. Aún tenían tiempo para reforzar lapasión socialista que anudaba cardenales rojosante el presagio del amanecer. Pero a Salvadornunca le gustaron las despedidas, por eso le pro-puso a Miria unir las dos casas con una puertainterior. Así todo será más fácil, las reuniones,las cartas las noticias de última hora, las visitasde amigos comunes. Así también nos evitamoslos adioses en la vereda y los comentarios delos vecinos, decía ella con sus ojos claros mi-rando en derredor. Eso es lo que menos importacompañera, recuerde que el amor y la resolu-ción van de la mano en el mismo verso. Lo querealmente me preocupa, es que la lucha y lasempanadas no se enfríen de una casa a otra, lecontestaba Allende con su risa libre que chis-peaba encantador los albores del cambio.

Así las dos casas quedaron unidas poraquella puerta interior que vio desfilar persona-jes, informes, y el futuro patrio de aquella histo-ria humeante en las bandejas de empanadas yvino tinto, que enfiestaban esa izquierda soña-dora de la Unidad Popular, pujando cortar elsiglo con su asalariado ardor. Y Miria Contrerasno pudo permanecer indiferente en la utópica

Pedro Lemebel

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HOMENAJES

vorágine que regaba de pétalos el sueño de losoprimidos. Y lo apostó todo a esa causa popu-lar que tocó el cielo en el setenta, ese cuatro deSeptiembre, bendita fecha en que Salvador fueelegido presidente. Y ahí recién comenzó labatalla, la lucha de perfiles quijotes frente almolino capitalista del imperio. Y aún así, a pe-sar de la continua agresión del fascismo internoy externo, la Piyama como asesora de la presi-dencia, aconsejaba y escuchaba por horas suproyecto, tomando notas y programando reunio-nes y compromisos del compañero presidente,que de ropa espora, recibía embajadores, mi-nistros, sindicatos o centros de madres en el ele-gante Salón Rojo del palacio. Sin mediar el can-sancio, ella iba y venía por la Moneda de en-tonces, atascada de papeles y prensa que co-mentaba con Salvador, que discutía con Salva-dor, diciéndole a veces que no fuera tan confia-do, que no creyera en la fidelidad militar, por-que tras la visera castrense de los generales, unasombra oscura vendaba su lealtad. Pero el nun-ca le hizo caso, y le devolvía una sonrisaapaciguadora a su sospechosa preocupación.

Todo terminó el once bajo la tormentade plomo que reventó en llamas el Palacio deLa Moneda. Todo acabó esa mañana de Sep-tiembre con un llamado telefónico a primerahora del presidente. Le decía que la Armada sehabía sublevado en Valparaíso, que probable-mente se sumaría el Ejercito y la Fuerza Aérea,que había un ultimátum, que no podía hablarmás, que a su lado estaban sus hijas, sus amigosy colaboradores más cercanos, pero Miria, apesar del tono seguro, intuyó por la inflexión dela voz, que Salvador se sentía solo, que por pri-mera vez oía esa voz desesperanzada en el ecosin multitudes de una plaza vacía, que la nece-sitaba mas que a nadie en esos difíciles momen-tos, debía llamar a su hijo para que llevara ensu auto urgente a la Moneda, acelerando, pa-sando con luz roja, mostrando credenciales enel apuro climatizado de una extraña Alamedadesierta.

El resto ya es relato conocido, narradoen primera persona por la transmisión radial de

las últimas palabras del presidente. Y tal vez, eneste documento sonoro, multiplicado por laonda corta de Radio Magallanes, los tres añosde la Unidad Popular empapan la crónica oralde la historia con la intensidad dramática dequién escribe su adiós definitivo en el airecimbrado del atropello constitucional. Quizáses esta, la carta de amor patrio mas hermosaque el mandatario pudo improvisar como susu-rro indeleble que para siempre tiznará nuestramemoria. Un discurso estremecedor, naufragan-do en los espolonazos golpistas que remecíanesa hora, en ese momento de carreras desespe-radas cruzando los pasillos irrespirables de homoy polvo por la bazuca retumbando. Ahí, en elinstante que la guardia y las mujeres abandona-ban el palacio por orden de Allende, Miria con-fusa en la nuera del desalojo, no obedeció laorden y se entregó a la corazonada impulsivade un enamorado retroceder en esos escasosmomentos, cuando Allende reunía a sus fielesamigos para abandonar el lugar en una colum-na donde Miria iría primero con una banderablanca, nuevamente la corazonada le hizo gi-rar la cabeza para decirle algo, mirar sus sienescanosas, tirarle un beso, un hasta siempre, nosé, darle una sonrisa que perfumara el aire he-diondo a pólvora de esa inútil primavera . Y allí,parada en el corredor a través de la puertaentreabierta del Salón Rojo, alcanzó a cruzar suatención con un urgente ojeo de ternura, unpañuelo de mirada en el perfil vaporoso de sucara descompuesta, plegándose tras la puertaque se cerraba como la página final del la “Re-solución en Libertad” y su malogrado querer. Yallí quedó, como el huérfano mas solo de lanación, abrazando su juguete metrallazo mien-tras escuchaba derrumbarse la fiesta de aquellailusión.

Lo demás, raya en el impreciso alborotode salvar el pellejo, confundir su rostro entre lasparcelarias y enfermeras que subían a una am-bulancia ante la pronta amenaza del bombar-deo. Salir de allí, en el relámpago rojo del vehí-culo que pasó aullando los controles militares.Luego bajarse por allá, anónima, esconderse, “

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perder el rostro” en la clandestinidad de los díasque vinieron, cuando comenzó la siniestra ca-cería, las listas que publicaba El Mercurio, don-de Miria Contreras, alias La Piyama, era uno delos personajes de la Unidad Popular mas bus-cados por la caza-recompensas.

Es probable que si Miria no hubiera es-capado a la garra criminal de la dictadura enesos momentos, hubiera sufrido el mismo des-tino de su hijo masacrado el once y desapare-cido hasta la fecha. También es posible, quelas historias escandalosas que hizo correr la dic-tadura con ella en Tomas Moro, se grabaronen la mente de muchos incautos como la pelí-cula porno de la U.P. que los militares asegu-raron mostrar en horario de trasnoche por ca-nal 7. Pero esto nunca ocurrió, porque aque-llas filmaciones y videos, solo existieron en lamente afiebrada de la mentira milica. Desdeese armado desprestigio, la subjetividad colec-tiva chilena construyó el personaje de “LaPayita”, asociado a la farra sin límites con quela hipócrita burguesía calumnió a SalvadorAllende, nada más que por tener en TomásMoro unas botellas de whisky, unos pollos yalgunos dólares que la prensa oficial de enton-

ces multiplicó al infinito.

Esta crónica, imaginaria en el rescate con-fidencial de quienes conocieron a la Payita yestuvieron cerca de aquellos sucesos, sólo pre-tende enlazar intensidades y pulsiones huma-nas que entretejieron la biografía política. Pro-bablemente el ímpetu escritural, desborderomanceado el caudal épico de aquellas pre-sencias en el acontecer traumático del abortohistórico. Más bien, estos improbables pespuntesmemoriales puedan delinear tímidamente elperfil de Miria Contreras en el exiliado claros-curo de su pública lejanía. Ella, como quién searropa privadamente en sus recuerdos, se dejóenvolver por el mito, quiso que esa gasa fueraevaporando lentamente su protagonismo juntoal mandatario. Y la distancia la puso en segun-do, tercer o cuarto lugar, esfumándola ,borroneando a propósito su nombre, su crédi-to, su rostro ausente en el álbum moral queempaña con leve bruma la tragedia de la U.P.Así, en el segundo plano de la historia, teloneatramitado de rojo opaco el nombre de la Payita,como la marca del rouge, que en el pañuelodesvaído, deja la huella del rosa amante en ellacre pálido de una costra carmesí.

LA PAYITA. Pedro Lemebel

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Eric Hobsbawm visita ChileEl historiador Eric Hobsbawm, visitará

Chile entre el 21 de noviembre y el 2 de di-ciembre de 1998. Como es sabido, EricHobsbawm es considerado por unanimidadcomo uno de los historiadores más importantesdel siglo.

Su visita a nuestro país constituye unacontecimiento cultural de la mayor importan-cia. En reconocimiento de ello, el Gobierno loha declarado Huésped Oficial de la República.

La visita el profesor Hobsbawm a Chile espatrocinada por una amplia lista de institucionesque representan diversos ámbitos culturales dediferentes regiones del país. Entre las institucio-nes patrocinantes de la visita se incluyen las prin-cipales universidades y centros académicos, im-portantes empresas y medios de comunicaciónasí como las más representativas organizacionessindicales y estudiantiles. Su visita responde a unainvitación del Centro de Estudios Nacionales deDesarrollo Alternativo (CENDA), la UniversidadARCIS y la Revista Encuentro XXI y junto a ellasel Grupo Editorial Grijalbo Mondadori.

El programa de la visita del profesorHobsbawm incluye un seminario durante el cualdialogará con autoridades de diversos ámbitosdel quehacer nacional acerca del tema “El Mun-do Frente al Milenio”. Ministros de Estado, par-lamentarios y dirigentes políticos, autoridadesuniversitarias y académicas, dirigentes empre-sariales, sindicales y estudiantiles han compro-metido ya su asistencia a este seminario.

Por otra parte, el profesor Hobsbawm par-ticipará en un taller académico, organizado enconjunto con los principales departamentos yfacultades del área de historia y ciencias socialesdel país

El profesor Hobsbawm participará tam-bién en un encuentro abierto con jóvenes y pú-blico en general, el que se desarrollará en elSalón de Honor del ex-Congreso Nacional.

ACTIVIDADES RELACIONADAS CON LAVISITA DE ERIC HOBSBAWM

Martes 24 de Noviembre, 18 hrs.Salón de Honor ex-Congreso NacionalConferencia “El Siglo XX”Abierta a jóvenes y público en general

Miércoles 25 de Noviembre, 9 a 17:30 hrs.Auditorium edificio Diego PortalesSeminario “El Mundo frente al Milenio”Valor de la Inscripción: 7 U.F. por participante.

Jueves 26 y viernes 27 de Noviembre, 9 a 13 hrs.Salón de honor USACH, Salón de honor U. de ChileSeminario académico “El Historiador frente al Milenio”Valor de la inscripción: 1 U.F. por participante

Instituciones invitantes

CENDARevista Encuentro XXUniversidad ARCISEditorial Grijalbo Mondadori

Instituciones Auspiciadoras

Ministerio de Relaciones ExterioresMinisterio Secretaría General de GobiernoCorporación Chile 2000Diario El MercurioRadio Cooperativa

Instituciones Patrocinantes

Universidad Católica de ChileUniversidad de ChileUniversidad de SantiagoUniversidad de La FronteraFederación de Estudiantes de Chile, FECHFederación de Estudiantes Universidad Católica de Chile,FEUCFederación de Estudiantes Universidad de Santiago,FEUSACHColegio de ProfesoresFederación de Trabajadores del CobreCentral Autónoma de Trabajadores

Inscripciones: CENDA, Vergara 578, Santiago, teléfono6883760, fax 6883761, http://cenda.cep.cl, email:

[email protected]

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