2 - La Conquista Española - Capitulo 12 Castilla en El Dominio Del Atlántico

download 2 - La Conquista Española - Capitulo 12 Castilla en El Dominio Del Atlántico

of 17

Transcript of 2 - La Conquista Española - Capitulo 12 Castilla en El Dominio Del Atlántico

La Conquista Espaolacapitulo 12. Castilla en el dominio del AtlnticoMariano Cuesta DomingoEl proceso de descubrimientos geogrficos y contactos culturales es consustancial con el hombre, por lo que tuvo su origen en la ms lejana antigedad y, aunque con ritmos distintos, ha persistido a lo largo de toda la Historia universal. Sin embargo, hubo una poca particularmente brillante en este proceso, es la denominada "Era de los Descubrimientos" que fue ms, con ser mucho, que un perodo de ampliacin de horizontes geogrficos; con la exploracin del mundo se procedi involuntaria o intencionalmente en una tendencia que conduca desde la disparidad a la homogeneidad, de lo plural a lo singular, del aislamiento a la intercomunicacin, de un archipilago cultural a un mestizaje de formas de vida, enriquecedor aunque lejos de la utpica visin de la "raza csmica" que ide Vasconcelos; se pas de una visin estrecha del mundo a otra global, a la Historia universal aunque con algunas secuelas de etno-centrismo fcilmente explicable.Todos los lugares del planeta iban a ser visitados si estaban al alcance de una nave, pero no todos los pueblos tenan capacidad tcnica para llevar a cabo los grandes descubrimientos por antonomasia, los martimos; hubo otros, los continentales, que fueron adems de exploracin, conquista y reordenacin del territorio, colonizacin.Se hallaron espacios antes ignorados, se configur el contorno del mundo incluido uno nuevo, se puso en contacto la mayora de las culturas. En el Viejo y Nuevo Mundo, de forma complementaria, se llenaron vacos, se evitaron ausencias y se suplieron carencias, se rompieron aislamientos y fueron borrndose ignorancias, se difundieron la cultura y las tcnicas; es cuando se produjo (en palabras del marino y acadmico Vargas Ponce) aquella revolucin nica que mud la faz del Universo, vari la constitucin del orbe, alter las leyes, los usos y las opiniones, el comercio, el poder, las virtudes y los vicios de los hombres y de las naciones.Fue la poca en que el legendario ocano, uno y nico (reminiscencias del antiqusimo "ro ocano"), se devel y subdividi en Atlntico, Indico y Pacfico; es cuando se perfeccion en las sociedades ms activas y evolucionadas (situadas en Europa, inicial-mente Portugal y Castilla) la imagen del mundo y, para lograrlo, el conocimiento de Amrica y su va hacia el Pacfico (consecuentemente, el Ro de la Plata, Patagonia y Tierra del Fuego) y otros espacios martimos y terrestres.Castilla y el AtlnticoCastilla sali, oficialmente, al ocano a fines de la Edad Media en rivalidad con su potencia vecina, Portugal. Los hechos se enmarcaban en tensiones de crecimiento que alcanzaban momentos lgidos cuando las cuestiones sucesorias, a uno y otro lado de sus lmites, se exacerbaban. Tambin cuando el hallazgo de tierras ultramarinas, por parte de los castellanos, puso en peligro las ambiciones, casi infinitas, de Portugal; el hecho condujo a una merma en los anhelos expansivos lusos dado que se originaba la necesidad de compartir el control de los espacios y perder un monopolio de la explotacin econmica que los portugueses disfrutaban en exclusiva y pretendan incrementar sustancialmente en su expansin ocenica por el mundo.Concluida por cada uno de los dos reinos peninsulares su particular "Reconquista", el ocano apareca como una posibilidad, tentacin y desafio ante lusos y castellanos. Los otros pueblos europeos, como mximo, tenan intereses nuticos simplemente costeros; la empresa vikinga haba fracasado y sus asentamientos en Groenlandia haban sido abandonados siglos antes. Las posibilidades de los pueblos africanos, a tal efecto, eran inexistentes y tampoco haba ninguna nacin amerindia capaz de efectuar la travesa entre el continente americano y el Viejo Mundo (euroasitico y africano) y tornar a su pueblo para hacer progresar a sus gentes como consecuencia de su viaje o de los complejos culturales nuevamente trados o de los propios recientemente modificados.El "mar ocano" como fronteray las islas como "finis terrae"Durante la antigedad se produjeron algunas aventuras notables en el ocano ("mare magnum" o "mare tenebrosum"); las leyendas y noticias diversas recuerdan algn contacto en poca romana e incluso anterior. Posteriormente, el famoso viaje de los Vivaldi (1291), con tres franciscanos entre la tripulacin, tambin efectu un ensayo atlntico y aunque pretenda llegar a la India, se qued para siempre en el entorno canario africano. Pero el ocano segua mostrndose siempre como una oportunidad a los ojos de los pueblos asentados en su ribera.Eran aguas que, para Castilla y Portugal, tenan su extremo ms alejado, en primera instancia, en unos conjuntos insulares prximos y, muy especialmente en las islas Canarias; unas islas, las Afortunadas, que compartan con otras -Azores, Madeira, Cabo Verde- la categora de fins terrae, como lmite a la intrepidez europea y como extremo de la capacidad y autonoma de sus barcos. Pero tambin Canarias fue un archipilago que pronto se elev hasta la categora de objetivo para los subditos castellanos y portugueses; ambos compitieron vehementemente por su dominio y control.Avanzado el siglo XIV, aquellas islas, mencionadas por los romanos como "Insulae Fortunatae", reaparecieron y centraron la primera fase expansiva de las dos potencias ibricas; en el siglo XIV se produjo su incorporacin a los circuitos de la Historia universal. As consta con nitidez en los registros cartogrficos y en fuentes del derecho internacional pblico -bulas papales- y fueron objetivo de numerosas expediciones de diversos pueblos cristianos.Primero haba sido el descubrimiento medieval de las Canarias y la inmediata presencia de las islas en la cartogrfica -portulano de Dulcert- aunque las Canarias pervivieron junto a otras islas legendarias en el ocano durante dos siglos; asimismo, apareca la costa continental africana hasta el mtico cabo Nun.Pequeos xitos parciales mostraron su suficiencia, su capacidad de estmulo para nuevas expediciones y fue durante la primera mitad del siglo XIV cuando las islas aparecieron citadas en la documentacin de la Santa Sede, y dieron origen a disputas entre reinos cristianos para, posteriormente, quedar reflejadas en el bellsimo mapamundi de Abraham Cresques (1375). Fue un lapso cronolgico muy interesante por cuanto supuso un ensayo general de lo que constituira el descubrimiento de Amrica.El papa Clemente VI, por su bula Tuae de-votionis sinceritas, del 15 de noviembre de 1344, atenda una peticin de investidura de las islas. Lo malo es que lo hizo con demasiada solemnidad y enumerando las islas con los nombres que Luis de la Cerda haba solicitado basado en datos geogrficos antiguos, los de Plinio, y sin referencias a los nuevos descubrimientos. Se origin una gran confusin en los crculos diplomticos; una de las islas mencionada, la Goleta, estaba en el Mediterrneo, se ignoraba cules eran algunas de las otras e incluso el embajador de Inglaterra en Avignon crey que estaban incluidas sus islas.Hubo protestas de Inglaterra, Castilla y Portugal, pero lo que aqu interesa es que el archipilago canario haba salido totalmente de la nebulosa y se haba convertido en objetivo. La reclamacin castellano-portuguesa se estableca como rivalidad mutua, por vez primera, pero acatando siempre la autoridad del Papa. Los registros cartogrficos fueron perfeccionndose e incluso se enriquecieron con la aparicin ntida y precisa de otras islas como las de Madeira y Azores. Tambin fueron el objetivo de numerosas expediciones depre-datorias, andaluzas, catalanas y mallorqunas, aunque con algn ensayo evangelizador y nombramiento del primer obispo que no lleg a ir. Finalmente, a comienzos del siglo XV, las Canarias quedaron definitiva y oficialmente incorporadas a la soberana castellana (1418); entre tanto, en la accin expansiva portuguesa tuvo lugar un hecho simblico: la conquista de Ceuta (1415) siglos antes de que existiera Marruecos.Las costas de la baja Andaluca y Portugal acogan en sus puertos a los barcos que tradi-cionalmente hacan escala en sus rutas entre los mares Mediterrneo y del Norte. Por otra parte, haba gremios de pescadores en los puertos andaluces y los del Algarve portugus entre cuyas actividades se hallaba la navegacin hasta las costas de berbera y en ellas comerciaban con los africanos; eran puntos terminales de las rutas caravaneras del Africa sahariana y lugares donde se realizaban atractivas transacciones comerciales de productos como trigo, miel, tintas, goma arbiga, oro, plata, paos, bordados, tejidos y se obtenan interesantes informaciones antropolgicas y estratgicas.La ignorancia de los marinos sobre el interior ocenico en aquel entonces se incrementaba o propiciaba por el miedo a lo desconocido, un terror ante el mare magnutn cuyo smbolo es el cabo Nun. Era una realidad que reflejaba una impotencia, una incapacidad nutica para dominar el medio, una falta de autonoma de los barcos para, sobrepasando las latitudes del cabo de Bojador, poder regresar con precisin y seguridad a las costas europeas. Los hitos de este proceso descubridor atlntico son bien conocidos: islas Madeira,Azores y, en 1434, se dejaba atrs el, hasta entonces fabuloso, cabo Bojador.Se iniciaba una actividad descubridora de amplio radio y gran profundidad que puso en evidencia una autonoma nutica, que mostr una actitud de superacin de terrores a lo ignoto (zona trrida, transformacin de los hombres blancos en negros, ebullicin de las aguas, etc.) y que se manifest en el desarrollo de aptitudes idneas para la gran aventura que se avecinaba. El ocano se abra ante marinos intrpidos dispuestos a lograr riqueza rpida, que no fcil, resueltos a contravenir la mxima de Digenes cuando afirmaba: "Ms vale ser pobre en tierra que rico en la mar".Castilla, inicialmente, como se ha apuntado, se haba limitado a defender sus derechos sobre las islas Canarias contra su vecino, Portugal, que jugaba en todos los frentes y en todos quera conseguir el dominio exclusivo. Esta disputa se llev por la va diplomtica, en un escenario de gran sonoridad, el Concilio de Basilea (1431-1449). La chispa haba saltado con motivo de la expedicin portuguesa de Fernando de Castro sobre Canarias (1425).Juan II de Castilla haba expresado formalmente su protesta y, ante postura tan firme, los portugueses pidieron al Papa la concesin de las islas que an eran paganas. La reaccin de Castilla dio fruto en una aclaracin de la Santa Sede y el consabido recurso ante el Concilio reunido en Basilea. Sus argumentaciones son conocidas bajo el epgrafe de "alegaciones de Alonso de Santa Cruz". Fue un razonamiento de carcter poltico firme que, por primera vez, provoc una postura conciliadora del infante don Enrique. Precisamente fue la actitud portuguesa la que proporcion argumentos a Castilla: como pide se le conceda la conquista de las islas es que reconoce que no son suyas.La defensa portuguesa se basaba en el carcter de res nullius de las islas no ocupadas y en la doctrina de la ocupatio, as como en la razn de vecindad y el propsito evangelizador. La contra-argumentacin castellana se basaba en sendas razones: la ocupacin efectiva de las islas Canarias con el propsito de hacerla extensiva a todo el conjunto insular y la mayor proximidad respecto de la Mauritania Tingita-na y, por lo tanto, de sus legtimos herederos los reyes de Castilla. Adems, como se acaba de mencionar, la propia peticin del Infante trasluce el convencimiento de que no eran de su pertenencia.Se conoce el avance del proceso descubridor atlntico: en 1434, fue sobrepasado el cabo Bojador, frontera fsica (autonoma naval) y psicolgica (miedo), a la vez que surgi un elemento tcnico capital en los descubrimientos, la carabela que ayud con su velamen a eliminar miedos y dudas; y, sobre todo, se desarroll la navegacin de altura en el Atlntico (1475). As, el descubrimiento de Amrica se haca inevitable en un plazo razonablemente corto y la ruta de la Especiera, hacia el extremo oriente, quedaba marcada y, por consiguiente, el descubrimiento del Ro de la Plata y costas meridionales ser una consecuencia ms. Alcanzar la meta fue cuestin de tiempo, tenacidad y hasta tozudez, en algunos momentos.La marina castellana salv el derecho sobre Canarias; de forma extraoficial, a travs de particulares (Medina Sidonia), se prosigui la presencia hispnica mientras el Rey y la Corte continuaban en su despreocupacin habitual. Entre tanto, Portugal supo aprovechar la situacin, sus hombres ocuparon Lanzarote, mientras Juan II hizo el esfuerzo, en nombre de su reino castellano, de protestar airadamente.La solucin vino dada mediante unas negociaciones (1454) que concluyeron en la expedicin de una bula, la Romanus Pontifex de Nicols V, por la que se reconoce y concede a Portugal la exclusividad en la navegacin de Guinea. Sin embargo, no se conformarn los portugueses con la no consecucin de Canarias hasta que se firme el tratado de Alca^ovas. Son veinte aos de atona castellana, gobernada por Enrique IV, que estuvo a punto de perder lo poco ganado por sus subditos; el mismo rey concedi a los lusos, condes de Atougua y Vila Real, las islas Canarias que se hallaban libres de ocupacin castellana. La muerte de Enrique IV desencaden la guerra de sucesin peninsular (1475-1480) que puso fin a esa tendencia oficial pasiva de Castilla.En un tiempo de hostilidad, la medida de presin era suficientemente fuerte como para que Portugal, llegada la paz, hiciera que en sus clusulas quedara incorporado el tema expansivo ocenico. Isabel, logrado su reconocimiento como reina de Castilla, no mostr particular inters por la navegacin africana, pues tena asuntos internos que deba resolver perentoriamente; en consecuencia, no tuvo especial dificultad en ceder esos eventuales derechos a su cordial enemigo. La Reina Catlica realiz gestiones (Alcntara, marzo de 1479) ante su ta la infanta Beatriz (suegra de Alfonso V de Portugal) en busca de la paz que, por fin, llegaba. En su logro colaboraron Rodrigo Maldonado, gran letrado en quien mucho confiaba; por parte portuguesa el firmante principal fue Juan de Silveira.La paz fue firmada en Alca^ovas (4 de septiembre de 1479 y ratificada en Toledo el ao siguiente) y en ella eran sancionados sendos tratados. Por el primero, denominado de las Terceras de Moura, se acuerda casar a la hijade los Reyes Catlicos con el prncipe heredero portugus, a la par que se determina el destino para la perdedora, Juana la Beltraneja; la cuestin sucesoria de Castilla quedaba solventada. Por el segundo, conocido como de Paz perpetua, se ratifica el tratado de Medina del Campo de 1430, con la adicin de tres clusulas que hacen expresa referencia al ocano Atlntico (Canarias, Guinea y Fez); son los que tienen, aqu y ahora, inters.Por otra parte, los condicionamientos nuticos atmosfricos e hidrosfricos en superficie (vientos y corrientes) contribuan a que todas las posibilidades de avance ocano adelante se hallaran en los dos reinos citados. En esta situacin, Portugal haba elegido la conquista del oriente rodeando Africa; es claro que Castilla, que nicamente tena su opcin por el oeste, dispona de todas las bazas para obtener los logros descubridores que son bien conocidos. No obstante, entre ambos reinos creci una rivalidad que, en verdad, se reduce al sencillo nivel de competitividad en las actividades martimas, en el ocano, pero que puede inscribirse en las habituales relaciones entre potencias vecinas con objetivos anlogos y en poca coetnea.En aquel tiempo, Castilla tena pendiente la conquista del reino de Granada y, entre tanto, Portugal inici con xito su expansin en el mundo; la situacin se modific y replante cuando los Reyes Catlicos accedieron al trono. La reina Isabel dese hacer valer los derechos castellanos no slo sobre el archipilago canario sino sobre la costa africana e incluso Guinea. Era una poltica que puede considerarse agresiva pero era, a todas luces, un reconocimiento de las actividades particulares de sus sbditos en el ocano y una expresin de protagonismo de la Corona en la expansinmartima; era una forma de demostrar el contraste entre el reinado que se iniciaba frente a la atona que haba mostrado Enrique IV, padre de la Reina.La Reina Catlica decidi atacar a Portugal donde ms iba a dolerle, en sus intereses ultramarinos, aunque no se hallaran todava en su momento cenital. El primer paso fue lasancin de una real cdula (Valladolid, agosto de 1475) que dej constancia de su actitud ante sus sbditos. Se deduce de las palabras de la Reina que la tpica abulia atribuida a Enrique IV haba perjudicado gravemente las pretensiones castellanas en el Atlntico africano. En consecuencia, los marinos de la baja Andaluca (Palos, Sanlcar, Puerto de Santa Mara, Cdiz, etc.) reiniciaron sus actividades en el mar; y los propios Reyes obtuvieron de Diego de Herrera e Ins Peraza (seores de Canarias) la facultad para conquistar las islas Canarias que an no haban sido sometidas; eran las islas de Gran Canaria, Tenerife y Palma.Fue una rivalidad que origin varios ciclos de tensin que fueron dando lugar a acuerdos o tratados de paz que se proyectaron en el tiempo hasta avanzado el siglo XVIII, pero que en la poca pueden darse por concluidos en 1529.Los dos primeros suscitaron una rivalidad derivada de las actividades nuticas en el Atlntico africano, que concluy en 1479-1480 con el tratado de Alcaovas-Toledo. Por l se resolvi una situacin concreta; es el acuerdo que ms se ajustaba a la realidad vigente. El segundo surgi con el descubrimiento colombino y tuvo su trmino en el tratado de Tordesillas, que tena ms una vocacin de pasado, aunque lo ms importante fue la proyeccin que se hizo aos despus de algunas de sus clusulas.Y, por fin, el ltimo fue un replanteamiento de las posiciones anteriores con motivo del choque de ambas potencias en el extremo oriente, en las islas Molucas; se pretendi poner el punto final en el tratado de Zaragoza de 1529. Este ltimo, por el contrario, tena una vocacin de futuro, pero de un futuro incierto; con la internacionalizacin de las rutas del mar dejaron de existir dos solas potencias y, en verdad, cabe preguntarse si siguieron disfrutando por mucho tiempo de esa preeminencia.Fue medio siglo de inusitada actividad diplomtica, de negociaciones tcnicas y polticas, de estmulo a los navegantes de cada Corona y, finalmente, de acuerdos bilaterales. En esos acuerdos se percibe la progresiva prdidade autoridad del Papa (pasada su poca de "poder indirecto" o teocracia pontifical) para la resolucin de cuestiones internacionales entre reinos cristianos.Tensiones, rivalidades, discusiones y acuerdos tampoco supusieron innovacin alguna, por cuanto fueron tomados segn su conveniencia como lo haban hecho los diversos reinos que formaban el mosaico peninsular ibrico antes de la arribada de los Reyes Catlicos al trono.La navegacin ocenica y el tratadode alcacovasA mediados del siglo XIII, se abri para Castilla la posibilidad de alcanzar el ocano. El reino de Sevilla se hizo accesible a Fernando III el Santo que, en 1248, conquist la capital y el espacio inmediato hacia Portugal. Con el rey sucesor, Alfonso X el Sabio, se construyeron las reales atarazanas en el "arenal" de Sevilla, a la par que se creaba el cargo de almirante de Castilla. Era el germen de la marina cas-tellana( la del Descubrimiento y los descubrimientos, la imprescindible para la comunicacin, el conocimiento y el control de las Indias, cuya insuficiencia dio tantos quebraderos de cabeza a la Monarqua y a los reinos de las Indias, la que dio tantas facilidades a otras potencias europeas en la disputa por explotar los beneficios originados en ultramar.Sin embargo, cuando Castilla an tena que reconquistar el gran reino de Granada, Portugal haba concluido su particular aventura de recuperacin territorial y liberaba sus energas en una empresa ultramarina inmediata que tuvo su punto simblico en la toma de Ceuta, su centro emblemtico en la denominada "escuela de Sagres" y su impulso inicial en la figura casi legendaria del infante don Enrique, siempre con el apoyo de la Corona.Pero es preciso regresar al mencionado tratado de paz y delimitador luso-castellano. Los artculos ms interesantes del convenio de Alcaovas, que cierra el primer ciclo de rivalidad, son suficientemente explcitos para comprender la problemtica que trataban de solventar. Los Reyes Catlicos prometieron no turbar las posesiones portuguesas conquistadas y por conquistar "de las islas Canarias para abajo contra Guinea". En cambio, quedaba asentado que las islas de Canarias "y todas las otras islas de Canaria ganadas o por ganar", pertenecan a Castilla. En cierta medida, el tratado de Alcacovas es justamente considerado como un verdadero reparto de espacios ocenicos entre castellanos y portugueses; el resto de los pueblos que pudieran estar interesados, y de hecho lo estuvieron aos despus, se hallaba lejos de participar en aquellos esfuerzos martimos y en los beneficios consiguientes.Para seguridad portuguesa, el papa Sixto IV recogi en su bula Aeterni Regs las concedidas a Portugal, Romanus Pontifex de Nicols V e Inter Caelera de Calixto III juntamente con las clusulas del tratado de Alcacovas. Era un solemne espaldarazo a las paces entre prncipes cristianos. El rey portugus, Alfonso V, fue ms lejos en la exigencia del cumplimiento del tratado y dirigi una carta conminatoria a todos sus capitanes para castigar duramente a los infractores en trminos verdaderamente contundentes, que llegaban hasta a ser echados al mar.El tratado no plante dificultad alguna en su aplicacin inmediata; sus contenidos se ajustaban a un acuerdo pactado con conformidad de las partes. Los problemas de interpretacin surgieron cuando premisas no con-templadas en la firma de Alcacovas entraron en juego. El tratado de Alcacovas entr en debate como consecuencia del descubrimiento de Amrica.Halladas nuevas islas al poniente, se buscaron los lmites establecidos en Alcacovas para verificar si alguno de los dos reinos tena ya derecho a los nuevos territorios. El lmite septentrional de Alcacovas no admita duda; incluso desde tiempos anteriores estaba suficientemente establecido especficamente en Canarias.Menos claros resultaban los lmites meridional y occidental que eran los que podan afectar a la nueva realidad ultramarina. La imprecisin, caracterstica del desconocimiento, faculta a efectuar diversas interpretaciones. Una imprecisin que brota de la expresin del tratado: "De Canarias para abajo contra Guinea" que, traducida al latn en la bula Aeterni Regis acenta su escasa nitidez en la frase: "ultra et citra et in conspectu Guineae".Ms all de una crtica filolgico-jurdica de los textos -por otra parte acordados cuando an no se imaginaban sus eventuales proyecciones ocenicas-, es preciso distinguir entre la ruta de la costa africana (la portuguesa) y la del ocano libre hacia occidente, y esta ltima se plante nicamente al regreso de Coln de su viaje descubridor, en 1493. En verdad, el tratado de Alcacovas cumpli su objetivo de poner paz en una guerra peninsular, bilateral y en ningn caso pretende definir las reas de navegacin castellana o portuguesa en el ocano; y por lo mismo, el rey portugus se interesaba por la Guinea continental y sus frutos, desde Canarias hacia abajo y contra Guinea y, en su momento, tomar los sonoros y pomposos ttulos de "Seor de la conquista, navegacin y comercio de Etiopa, Arabia, Persia e India", sin referencia alguna al ocano. El ocano, por el momento, deber considerarse como res communis, aunque de uso para el poseedor de las costas que se hallaran en sus inmediaciones, en aplicacin del Digesto y las Partidas.El ocano como medio: el granproyecto descubridorCiertamente, el seoro sobre el ocano se expres por vez primera en las capitulaciones de Santa Fe (17 de abril de 1492). Con anterioridad no haba sido necesario. Portugal navegaba por aguas inmediatas a Guinea que era lo que precisaba y Castilla hubo de engolfarse en el ocano y tuvo xito. Era una forma, de (acto, de interpretar y desarrollar el tratado de Al-ca^ovas-Toledo.El catalizador de todos los elementos que flotaban en el ambiente fue un recin inmigrado a Castilla desde Portugal donde tambin lo era, Cristbal Coln. En Portugal haba ascendido desde la nada a una razonable posicin social. Una actividad incansable de navegacin, lecturas, observacin y relaciones le haba permitido desarrollar un ambicioso proyecto y defenderlo ante la Corona lisboeta cuando su rey, Juan II, se encontraba gozando de los xitos de la larga empresa descubridora lusa. El plan colombino poda ser interesante: llegar a la Especiera directamente por un camino ms corto, navegando hacia el oeste, resultaba atractivo; la carta de Tosacanelli, las ideas plasmadas en el globo de Martn Be-haim, los clculos equivocados que minimizaban la distancia entre Canarias y Japn hacia el oeste (donde no se contemplaba la existencia de Amrica), las noticias captadas a nave-gantes (incluidas las aportadas por un piloto annimo), los indios en sus experiencias nuticas atlnticas y, sobre todo, un inconmensurable deseo de triunfo contribuyeron a la construccin de aquel proyecto colombino.La defensa de su plan ante Juan II no poda ser sino contraproducente; para Portugal, a aquellas alturas, trazar una nueva ruta de expansin significaba diversificar energas (para nada sobradas) y esfuerzos, e incrementar los riesgos, incluido el de la competitividad con otro reino cristiano. Lo negativo de las ideas de Coln fue suficiente para lograr un razonable rechazo (lo que no obst para que los portugueses realizaran un ensayo plagiando la idea general de Coln y fracasaran). Los posteriores contactos con otros reinos europeos llegaban en momentos en que se hallaban volcados en su construccin interior. Lo oportuno era ensayar en el reino directamente competidor. De tal manera fue la arribada de Coln a Castilla en 1485.Hasta la firma de las Capitulaciones de Santa Fe (17 de abril de 1492) transcurrieron siete aos decisivos, dice Manzano. Durante esa etapa el descubridor en ciernes soport todo tipo de sufrimientos gracias a los nimos que supo infundirle su hermano, merced al apoyo de los eclesisticos y al aliento de una amable cordobesa con quien tuvo un hijo.Finalmente, contra la opinin de todos los expertos, los Reyes Catlicos (que tanto podan ganar y tan poco iban a arriesgar) tomaron una decisin poltica y el plan fue puesto en ejecucin; contra todo pronstico tuvo xito. Fue el viaje descubridor (4 de agosto-12 de octubre de 1492) realizado va Canarias sobre las corrientes marinas idneas, a impulsos de los vientos oportunos y con la ayuda de tripulantes ptimos.El xito fue fantstico desde el punto de vista geogrfico y cultural, por la apertura a nuevos espacios, por el inicio de contactos con pueblos ignotos de culturas dispares. Fue un xito que se increment en el segundo viajedel Almirante (1493-1495), ejecutado con gran entusiasmo y celeridad ante la previsible reaccin portuguesa.Amrica como obstculo. Las bulas alejandrinasAnte el retorno de Coln, en 1493, Portugal reclam de inmediato ante los Reyes Catlicos. Nuevamente fue oportuna la intervencin de la Santa Sede y lo hizo mediante la expedicin de las denominadas "bulas alejandrinas". Una solucin que no satisfizo a Portugal y origin un intenso debate bilateral hasta la firma del tratado de Tordesillas.Precisamente, el xito colombino hizo conveniente para Castilla la demarcacin de aquellos territorios descubiertos; era la forma de establecer la paridad con Portugal en sus derechos. El modelo portugus (de orientacin norte-sur) era interesante pero la navegacin segua ahora otro vector (de orientacin este-oeste), por lo que pareca idneo establecer una lnea norte-sur que pasara por las islas adjudicadas a Portugal (Azores y Cabo Verde, que "pertenecan al seoro de Guinea"), siguiendo el deseo del Almirante de la Mar Ocano, como se define en la confirmacin de ttulos de almirante a Coln: "el dicho oficio de Almirante del Mar Ocano que es nuestro, que comienza por una raya o lnea que Nos hemos hecho marcar, que pasa desde las islas de las Azores a las islas de Cabo Verde [...] de Polo a Polo, por manera que todo lo que es allende de la dicha lnea al Occidente, es nuestro e nos pertenece". Es la instruccin que, segn el cronista-historiador Herrera y Tordesillas, dieron los reyes a Bernar-dino de Carvajal, embajador en Roma para su comunicacin con el Papa: aquel descubrimiento (el colombino) "se haba hecho sin perjuicio de la Corona de Portugal, con orden precisa que el Almirante haba llevado de su Alteza, de no acercarse con cien leguas a la Mina, ni a Guinea, ni a cosa que perteneciese a portugueses". Es la idea que prevaleci en la bula Inter Caetera, la de Alejandro VI.Cuando Portugal y sus embajadores ante la Corte castellana presentaron sus reclamaciones a los Reyes Catlicos por la accin colombina, ya estaba en marcha todo el proceso jurdico diplomtico ante la Santa Sede, y que el Papa fuera natural de tierras hispnicas debi facilitar las gestiones y apresurar los trmites. As pues, cuando los portugueses se hallaban expresando la necesidad de "delimitar los mares, islas y tierras a los que podran ir los navios y gentes de los Reyes Catlicos", el papa Alejandro VI se encontraba a punto de sancionar un conjunto de cinco documentos, las "bulas alejandrinas" que daban respaldo jurdico a la expansin castellana, como el conjunto de bulas de que dispona Portugal haban significado un total apoyo a su accin expansiva. As iba a iniciarse lo que dio lugar al cierre del segundo ciclo de tensiones castellano portuguesas en su expansin ultramarina, el tratado de Tordesillas.Las bulas, o "breves en forma de bula", concedidas por Alejandro VI a los Reyes Catlicos en 1493 (que han dado origen a una larga polmica sobre las fechas en que fueran otorgadas, firmadas y comunicadas) fueron las siguientes:La Inter Caetera (3 de mayo), por la que se donaba a los Reyes las tierras hacia Occidente que no pertenecieran a otro prncipe cristiano.La Eximiae devotionis (3 de mayo) coincide con los contenidos de la anterior pero hace nfasis en algunos puntos principales: en la con-cesin de las tierras por ellos descubiertas y con los mismos privilegios que disfrutaban los reyes portugueses por bulas de papas anteriores.Una segunda Inter Caetera (4 de mayo), en que se recoge la bula homnima anterior y ampla sus contenidos al hacer referencia a una "lnea de demarcacin", de polo rtico a polo antrtico, situada a cien leguas al oeste de las islas Azores y Cabo Verde (que se crea estaban a la misma longitud, en el mismo meridiano); textualmente reza as: "la cual lnea diste de cual-queira de las islas que se llaman vulgarmente de las Azores y Cabo Verde cien leguas hacia Occidente y el medioda". La lnea deslindaba las reas de navegacin para los barcos portugueses, al este, y las naves espaolas, al oeste.La Piis fidelium (25 de junio), con un cometido claramente evangelizados de expansin de la fe, que era uno de los mviles declarados y ms enrgicos de la expansin.La Dudum siquidem (26 de septiembre), que tiene un matiz que dota al documento de un inters particular, su referencia a la India.Es la poca ms brillante de los descubrimientos y, en consecuencia, ha dado lugar a una nutrida historiografa. Fue un lapso en que las gentes del espacio cristiano occidental tornaron la vista atrs desde su experiencia e instalacin en el tiempo y concluyeron dando su imagen del mundo de hondas races clsicas: lo consideraron de nuevo, en su conjunto, nico; y, percibieron todos los mares como singular unidad; se pasaba del "gran ro ocano" a la gran mar ocano. Fue un tiempo en que las gentes del sudoeste europeo se apoyaron en su propia experiencia y en las noticias de los informantes logrando que estas fuentes pasen a ser las del conocimiento, haciendo brotar una preocupacin por la observacin, la crtica y, consecuentemente, por la ciencia. Es un tiempo en que la autoridad de los escritores clsicos y escolsticos que tenan alguna vigencia pudo comenzar a ponerse en cuestin.Todo qued simbolizado en el hallazgo colombino del 12 de octubre de 1492 y lo que no es menos importante, tambin en el regreso a Europa. Juan II de Portugal reaccion ante la osada y fortuita llegada de Coln a Lisboa (1493) protestando enrgicamente ante la Corte castellana; all, los Reyes Catlicos se hallaban formalmente dispuestos a cumplir el tratado de Alcacovas sin menoscabo alguno. Haban percibido la necesidad de llegar a un acuerdo diferente porque distinta era la realidad y era preciso asegurar para Espaa la posesin de lo descubierto y "por descubrir", segn la terminologa de la poca.Era oportuno, justo y necesario reservar una zona para la navegacin portuguesa; no slo en la direccin de los meridianos sino tambin en el sentido de los paralelos; tanto por el sentido de las travesas lusas hacia el Indico como por las necesidades de internamiento en el ocano para aprovechar los vientos y corrientes.El criterio plasmado por el papa Alejandro VI en sus famosas bulas fue marcar un lmite 100 leguas al oeste de Azores (segunda Inter caetera, del 4 de mayo de 1493). A esa latitud se crea que exista una frontera natural, se hablaba del mar de Sargazos, de inexistencia de la declinacin magntica (lnea agnica), de la percepcin de una atmsfera distinta y ms transparente, de temperaturas ms agradables y dulces.Pero la solucin papal no fue aceptada por reyes tan cristianos; la conclusin del contencioso estuvo en un acuerdo directo entre los contendientes en busca de paz y armona; nuevamente el criterio impuesto fue el poltico. Y de nuevo, la cuestin qued resuelta con la firma de los plenipotenciarios. La capacidad de presin de Portugal, con una infanta como emperatriz en Espaa y las particulares dificultades europeas de Carlos V hicieron que, una vez ms, Espaa cediera ante las exigencias lusas.El tratado de TordesillasEl retorno triunfante de Coln, en 1493, condujo a Portugal a examinar con lupa el acuerdo de 1479-80 buscando una solucin imposible a la nueva situacin; esperaba la Corona lusa que lo acordado en Alcacovas-Toledo estableciera unos lmites vlidos para ser aplicados en la nueva circunstancia y que fueran favorables a sus intereses.Rompieron el statu quo y las dificultades surgieron de inmediato por la interpretacin del tratado de Alcacovas. En ese momento hicieron aparicin las notables bulas de Alejandro VI que deslindaban en esa ocasin el rea de navegacin castellana. Juan II de Portugal, descontento, continu presionando sobre los Reyes Catlicos hasta lograr mayores ventajas que las otorgadas por el Papa. El tratado de Tordesillas fue el logro de Portugal tras tenaces discusiones con Castilla. Finalmente, los Reyes Catlicos cedieron como consecuencia del reconocimiento de su subida al trono, de la derrota de los partidarios de la Beltraneja y de su poltica de aproximacin a Portugal.Sus contenidos son los siguientes:* Trazado de una lnea de polo a polo, distante 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde.* Establecimiento de un plazo de 10 meses para que un equipo bilateral de expertos seale insi-tu la mencionada lnea "por grados o por otra manera como mejor y ms presto se pueda dar".* Todo lo hallado en el respectivo hemisferio quedara para la potencia correspondiente "para siempre jams".* Ninguno de los sbditos de las dos Coronas navegara por aguas de la otra, reconocindose el derecho de paso para Castilla.* Lo anteriormente descubierto o lo que Castilla descubriera en un mes quedara en poder del pas que lo hallara.Lo que nunca se ajust en el tratado de Tordesillas fue que la demarcacin se efectuara mediante un meridiano y por tanto que lo firmado en esos momentos fuera proyectable sobre el oriente. Proyeccin que era imposible de hacer a fines del siglo XV, por el precario estado de la ciencia a tales efectos y por no haberse alcanzado aquel extremo geogrfico por ningn reino cristiano.Las clusulas del Tratado han sido consideradas como un triunfo de la diplomacia portuguesa y ciertamente lo fueron en cuanto al espacio reservado para la movilidad de sus barcos, que precisaban de efectuar un gran bucle, "doble volta" en el ocano para acceder y retornar al Africa meridional y a la India. Pero observada la cartografa coetnea, la realidad se muestra muy diferente, ya que Castilla no pareca recibir perjuicio alguno de importancia.As, pues, se conclua el segundo ciclo de rivalidad en el Atlntico y los descubrimientos castellanos y portugueses tomaron rumbos opuestos, persiguiendo el mismo objetivo. Durante un cuarto de siglo, la paz peninsular quedaba asegurada y, durante ese breve tiempo, se multiplicaron los objetivos intermedios a uno y otro lado del denominado meridiano de Tordesillas.La paz perpetua firmada salt por los aires cuando barcos castellanos y portugueses hicieron entrar en colisin las aspiraciones de Espaa y Portugal en la Especiera, en el extremo oriente. Las disputas, finalmente, condujeron al Compromiso de Vitoria que llev a las negociaciones de Badajoz-Elvas y concluy en el acuerdo de Zaragoza (1529) que pona fin al tercer ciclo de rivalidad castellano-portuguesa en su expansin ultramarina, por la Especiera, y que haba afectado extraordinariamente a la accin descubridora espaola en el Ro de la Plata, Patagonia y Tierra del Fuego.La importancia del tratado de Tordesillas hizo sentir su peso sobre aquellos convenios de Vitoria y sobre el hemisferio opuesto, proyectando la lnea de Tordesillas en lo que se ha denominado "antimeridiano"Ya en 1512, cuando Sols preparaba su expedicin al Maluco, el navegante tena el proyecto de ir por el cabo de Buena Esperanza hasta Ceiln y alcanzar las islas Molucas, "que caen en los lmites de nuestra demarcacin"; evidentemente la idea del antiineridiano estaba ya latente. Al avanzar en el tiempo, el viaje de Magallanes se hizo con el objetivo de alcanzar el Maluco que se hallaba en la demarcacin de Castilla (en aplicacin del tratado de Tordesillas, evidentemente). Y la misma capitulacin de 1494 fue invocada por portugueses y castellanos con igual vigor en el litigio que surga por la Especiera.As, pues, puede afirmarse que la rivalidad hispano-portuguesa, en su expansin ultramarina, tuvo importantes repercusiones polticas (en las relaciones internacionales bilaterales) y socio-culturales (hispanizacin de Amrica, Filipinas), cientficas (cartogrficas), nuticas (trazado de las "carreras de las Indias", incluido el hallazgo de una ruta de comunicacin entre Filipinas y Mxico y control de los ocanos antes de la internacionalizacin de las rutas del mar).El "Paso", configuracinde la imagen de amricaPronto se demostr que la tierra descubierta por Coln no era el Catay ni el Cipan-go, que no se hallaba en el extremo oriente ni prxima a la Especiera o islas Molucas. En los dos primeros viajes colombinos se haban hallado gran parte de las Antillas menores y todas las mayores (Cuba, Espaola, San Juan y Jamaica). La Amrica descubierta era poco ms que una lnea discontinua, dibujada en el extremo occidental de un nuevo mapa, y el contacto cultural con indios tainos y caribes.Fue en el tercer viaje de Coln (1497-1500) cuando se descubrieron tierras continentales de Amrica del Sur. Fue la primera de una serie de expediciones tambin de descubrimiento, de reconocimiento epidrmico, casi tctil, de Amrica. Tras la estela de los barcos de las dos primeras expediciones se ejecutaron unos viajes de inspiracin colombina que cruzaron el ocano. Eran expediciones pequeas, con pocos barcos para navegar por aguas desconocidas, aprestadas como el primer viaje de Coln. Fueron empresas para recorrer minuciosamente el litoral sudamericano desde el istmo de Centroamrica y ampliando sus objetivos hasta la Tierra del Fuego.Los viajes de Coln y los que siguieron la estela de sus barcos -Ojeda, La Cosa, Yez Pinzn, Lepe, Vlez de Mendoza, el propio cuarto viaje de Coln, Vespucio, como tambin los viajes portugueses coetneos- no llegaron a reconocer todo el litoral de Amrica del Sur y dejaron sin respuesta la bsqueda del paso hacia el oriente.Entre tanto, los xitos portugueses en el ocano Indico haban ido aproximando sus barcos a las islas de las especias, su objetivo final, y en 1511 tomaron Malaca, a las puertas de las Molucas. Era un triunfo que sirvi de revulsivo en la Corte castellana y se lleg a la conclusin de que el Nuevo Mundo se haba constituido en un obstculo. Amrica haba aparecido, como una formidable barrera (15.000 kilmetros infranqueables para sus barcos), en la ruta que las naves espaolas llevaban hacia el extremo oriente. Cosa bien distinta es que el "obstculo" se demostrara mucho ms interesante, atractivo e importante, pero el hecho es que durante una generacin se busc con ahnco el famoso paso (estrecho) que permitiera el acceso directo, por mar, a las fuentes de las especias. La bsqueda prosigui en todas las latitudes y direcciones por lugares aparentemente propicios del istmo centroamericano, o los "pasos" del sudoeste, noroeste y nordeste. Era una bsqueda impulsada tenazmente por la Corona y que hall su ltimo estmulo, por tierra, en el istmo panameo, y unos aos despus alcanz el xito por el sudoeste, tras el descubrimiento del Ro de la Plata, la Patagonia, el estrecho de Magallanes y el avistamiento de Tierra del Fuego.Descubrimientos y exploraciones en el Ro de la plataEl Ro de la Plata y su entorno fue una de las ltimas regiones que acometieron las empresas descubridoras espaolas. Se hallaba ale-jada del rea primigenia caribea y de los circuitos habituales del trfico indiano; tambin contribuyeron a que as fuera las caractersticas geogrficas de la macrorregin, el condicionamiento fsico del ocano, los factores demogrficos de una poblacin escasa y de cultura material mnimamente desarrollada y las notas histricas de un proceso explorador cuya actividad sobre aquel espacio tard en adquirir el carcter de ncleo de expansin y organizacin.El contacto de Vicente Yez Pinzn con tierras sudamericanas hoy brasileas y, en ltimo extremo, la bsqueda de un acceso al inicial objetivo expansivo, la Especiera, origin las consabidas navegaciones en la bsqueda de un paso en cuya trayectoria se hallaba indefectiblemente el Ro de la Plata y la Patagonia.Como es bien sabido, el tratado de Torde-sillas (1494) vino a imponer un nuevo orden mundial y a deslindar las reas de navegacin de Castilla y Portugal haciendo que el descubrimiento del rea rioplatense y tierras ms meridionales fuera asignado a Castilla aunque la lnea de Tordesillas terminara por ser manipulada polticamente en la cartografa lusa.Sin embargo, el litoral rioplatense fue recorrido en la primera etapa descubridora tanto por ser ruta obligada para los barcos espaoles hacia la Especiera o islas Molucas, como por oposicin a la expansin portuguesa. En aquella dinmica, la aparicin de mitos y leyendas (El Dorado, Paititi, Rey Blanco, Cerro de la Plata, Los Csares, etc.) fue decisiva para estimular la ejecucin de una accin descubridora y exploradora que, adems de reconocer la periferia, profundiz hacia el interior hasta establecer contacto con el Per.Los territorios del Plata y los otros ms meridionales fueron descubiertos desde la desembocadura hacia el continente o, sencillamente, a lo largo de la costa; la exploracin, reconocimiento y vertebracin de los territorios del medioda continental fue absolutamente diferente por ser ejecutada en otro tiempo, por otros protagonistas y con diferentes objetivos.La primera toma de contacto con la costa del Ro de la Plata fue realizada por la expedicin de Juan Daz de Sols (1515-1516). El viaje haba sido autorizado el 27 de marzo de 1512 y la capitulacin era clara respecto de los objetivos por cubrir: trazar el "antimeridiano" y sin agravio a Portugal, verificar que las Mo-lucas se hallaban en el hemisferio de influencia hispana. Estaba dentro de la mencionada poltica prioritaria de la Corona, manifestada en 1512, por la "bsqueda del paso".Con una larga e importante experiencia descubridora, Sols protagoniz aquel ambicioso proyecto que result infructuoso y, sin embargo, su prestigio no se vio mermado ya que en 1512 fue nombrado nada menos que piloto mayor (en sucesin de Amrico Vespucio) a pesar de que se le haba encomendado una de las misiones ms importantes, cual era la fijacin de la lnea de Tordesillas en el extremo oriente y la de tomar posesin de las islas de las Especias que, obviamente, pertenecan a Espaa, segn los criterios cientficos y cartogrficos de la Casa de la Contratacin de Sevilla.Poco pudo hacerse sin que se enterara el rey de Portugal, cuyas protestas fueron odas en Castilla, y la expedicin qued abortada mientras los medios preparados a tal efecto fueron dedicados a otras empresas, como la expedicin de Pedrarias Dvila a Panam, por ejemplo. Pero, precisamente, el descubrimiento del Mar del Sur en el istmo centroa-mericano (accin de Balboa) espole la bsqueda de un paso martimo y nuevamente aparece la figura de Juan Daz de Sols, llamado a hacer el descubrimiento a "espaldas de Castilla del Oro".Una nueva capitulacin fue firmada el 24 de noviembre de 1514 y en sus clusulas se trasluce la conviccin de la existencia de un paso por el sur de Amrica y se marginaba definitivamente para Castilla la ruta de Africa, la portuguesa.Daz de Sols con 66 hombres, en tres naos, lev anclas en Sanlcar de Barrameda (8 de octubre de 1515); su derrotero se conoce sucintamente merced a algunos datos ofrecidos por Fernndez de Enciso en su Suma de Geographia y por Antonio de Herrera y Tordesillas en sus Dcadas o Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme de la mar ocano.Daz de Sols puso rumbo a las islas Canarias y Cabo Verde y, una vez arribado al continente sudamericano, pas por el cabo de San Agustn, Ro de Janeiro, puerto Seguro, golfo Hermoso, golfo de Santo Tom, cabo Fro, ro Cananea, cabo San Sebastin, puerto San Francisco, cabo Santa Mara y penetr en el Ro de la Plata; posteriormente remont sus aguas hasta el ro Paran Guaz. Sols llam a este ltimo ro Santa Mara y la cartograf la Casa de la Contratacin lo recoge como Jordn. El Plata fue denominado Mar Dulce, pero fue ms conocido por el nombre de Ro de Sols, en honor al luctuoso final del descubridor. Sin embargo, el mapa de Agnese (1536) incorpor el topnimo de Ro de la Plata.Durante el mes de febrero de 1516, Sols haba navegado descubriendo por el Ro de la Plata, avistado las costas de Uruguay y anclado en la isla de Martn Garca. Despus fueron a tierra firme o continental uruguaya, donde desembarc el propio capitn con seis hombres en actitud de reconocimiento y valoracin de la realidad indgena; fueron atacados y muertos, excepto uno.La muerte del capitn trunc el progreso de la expedicin y se decidi el retorno. Prepararon la aguada y carnaje en la isla de Lobos (mataron ms de sesenta lobos marinos) y emprendieron el tornaviaje. La primera escala fue en costa brasilea, Santa Catalina, frente a la boca de la laguna de los Patos donde algunos murieron. Once oyeron de los indios noticias sobre el legendario imperio del Rey Blanco y la no menos extraordinaria Sierra de la Plata al otro lado de extensas tierras, rumbo al oeste y se quedaron en tierra atrados por los cantos de sirena. El resto de la expedicin arrib a Sevilla (4 de septiembre de 1516), si no con el triunfo de la meta perseguida, s con el xito geogrfico de lo descubierto.Otro de los nufragos de la expedicin de Daz de Sols en el sur del Brasil (isla Santa Catalina) fue Alejo Garca, quien efectu la primera cala en profundidad por el interior continental. Garca oy hablar a los indios de una tierra donde haba metales preciosos; fue suficiente para que, al frente de cuatro espaoles, un mulato y los indios auxiliares que fueron reclutando, realizara un viaje (1521-1526) precursor del que habra de efectuar Cabeza de Vaca ms tarde..Cruzaron el ro Paraguay, entraron en el Chaco y ascendieron a la actual Bolivia, consiguieron una interesante cantidad de metales preciosos, pero regresaron sin haber llegado al Per, aunque con suficientes indicios de los alicientes econmicos que all haba. Al volver al Paraguay, los guaranes acabaron con Alejo Garca tras su espectacular viaje.Descubrimientos al surdel Rio de la plata. magallanesTras una amplia participacin en los descubrimientos portugueses, a su juicio insuficientemente recompensados, Fernando de Magallanes pas a prestar sus servicios a Espaa (1516) con el proyecto de hallar el paso y ampliar los descubrimientos martimos ms al sur del Ro de la Plata. Obviamente, segn sus clculos, la Especiera o islas Molucas o del Maluco deberan hallarse en el hemisferio espaol segn el deslinde acordado en Tordesi-llas, por lo que no tocara tierras portuguesas en ningn caso.Sus primeros aos de estancia en Espaa estuvieron dedicados a actividades personales (contrajo matrimonio) y de relacin con quienes pudieran apoyarlo en su plan (el cosmgrafo Ruy Falero, el que fue su suegro Diego Barbosa y Cristbal de Haro) y en la definicin y defensa de su proyecto ante Carlos V. Era un ambicioso insatisfecho que ofreca el objetivo ms preciado al Rey; ambos deseaban lograrlo precisamente por esa nica va que quedaba respetando los acuerdos internacionales.Aprobado el viaje, fue concedida la capitulacin (26 de marzo de 1518). La reaccin de la Corona portuguesa no se hizo esperar y trat de impedir por todos los medios que la flota fuera preparada y, en ltima instancia, que partiera de Sanlcar de Barrameda. Toda aquella laboriosa problemtica interesa poco aqu y ahora. Lo que s es pertinente conocer es que, finalmente, Magallanes parti con cinco naves, llevando a bordo 237 hombres (20 de septiembre de 1519).La navegacin fue complicada y el carcter del capitn no facilit las cosas. Los escritos de tripulantes y cronistas, adems de toda la documentacin generada por la expedicin, son fuente abundante, rica y suficientemente contrastada para conocer bien la primera circunnavegacin del mundo.La escuadra puso rumbo a Canarias (10 de agosto de 1519) donde permaneci un mes y medio completando los aprestos. Cruzaron el ocano y arribaron el 13 de diciembre al puerto de Santa Luca (donde se halla Ro de Janeiro) y el 10 de enero al cabo de Santa Mara (Punta del Este); entraron al Mar Dulce o Ro de la Plata y avistaron el cerro de Montevideo. Descubrieron la desembocadura del ro Uruguay y despus viraron hacia las islas de los Pinginos (de los Leones, segn Albo), Puerto Deseado y, finalmente, avanzado el mes de marzo, arribaron al puerto de San Julin y establecieron contacto con un grupo indgena que mostraba caracteres somticos y culturales diferentes a los charras, guaranes y otros. Eran altos y fuertes en apariencia y el calzado que usaban, muy voluminoso, dejaba huellas muy grandes. Fueron llamados patagones y la regin, Patagonia.El puerto de San Julin adquiri sonoridades lgubres. Fue el lugar de la gran revuelta contra Magallanes protagonizada por caracterizados personajes de la expedicin y cuyo final fue trgico: dos fueron ejecutados (Luis de Mendoza y Gaspar Quesada) y el segundo de abordo (Juan de Cartagena) y un clrigo (Pedro Snchez Reina) fueron abandonados a su suerte en tierra. Finalmente, el 21 de agosto pudieron proseguir viaje hacia el sur, para volver a hacer escala dos das despus en el ro de Santa Cruz, donde permanecieron durante dos meses pues era preciso reparar todos los barcos. El invierno austral, la dificultad de reaprovisionamiento y la imposibilidad de resta-blecimiento fueron minando las fuerzas y la moral de los navegantes.Por fin, el 21 de octubre de 1520, descubrieron el cabo de las Vrgenes y observaron lo que iba a ser la entrada al famoso paso, al estrecho de Magallanes. Fue explorado y cruzado rumbo a su objetivo por la flota residual. La nao Santiago se haba hundido contra la costa y la San Antonio retorn a Espaa por defeccin tras un motn abordo que anul el mando del capitn, Alvaro de Mezquita, sobrino de Magallanes. Sin embargo, algo positivo habran de tener en su haber, por cuanto en la derrota de retorno el piloto Esteban Gmez y sus hombres avistaron las islas Malvinas, que quedaron incorporadas en las cartas de Diego Ribero bajo el nombre de islas de Sansn; incluidas dentro del mbito hispnico sudamericano, pasaron a la pertenencia natural de la Repblica Argentina emergente de la Emancipacin.Hallado el estrecho, cruzarlo fue otra aventura humana y proeza nutica por el estado de los barcos y los hombres. Qued as expedito el "Paso" para Espaa, el camino a la conquista del Oriente, a la fuente de la riqueza, a la Especiera, a las islas Molucas y sin contravenir los acuerdos de Tordesillas reconocidos por el Papa. La prosecucin del viaje no afecta a la historia argentina ms que como va de acceso al Estrecho rumbo al Mar del Sur u ocano Pacfico. Se sabe de las vicisitudes de la extraordinaria navegacin por el Pacfico, del descubrimiento de islas, principalmente las Marianas y Filipinas, de la muerte de Magallanes, del arribo a las islas Molucas y del retorno de una nica y maltrecha nao, la Victoria con 19 hombres, al mando de Juan Sebastin de Elcano, a Sevilla el 8 de septiembre de 1522, cargada con suficientes especias como para cubrir los gastos de toda la expedicin.La importancia de este periplo ha sido encomiada en todos los tiempos y es sobradamente conocida. Lo cierto es que sobrepasada la desembocadura del Rio de la Plata, avanzaron por aguas nunca antes navegadas en condiciones ambientales psimas y sin poder obtener colaboracin indgena; es la realidad del descubrimiento litoral patagnico, cuyas posibilidades econmicas fueron halladas varios siglos ms tarde.Las exploracionesCon la expedicin de Magallanes iniciaba el emperador Carlos V un plan sistemtico de reconocimiento de sus territorios hasta el extremo oriente desde bases peninsulares (Sevilla y La Corua) o, incluso, desde la fachada del Pacfico americano. Aquel viaje de Magallanes fue ms que simple reconocimiento litoral de tierras ms o menos conocidas y otras que iba descubriendo al hilo de sus singladuras; tambin realiz importantes valoraciones sobre la navegacin por los dos mayores ocanos, el Atlntico y el Pacfico.Las posibilidades econmicas que abra el retorno de Elcano hicieron pensar a Carlos V en la importancia de la comercializacin de las especias en el resto de Europa y ningn puerto mejor que el de La Corua para crear una centralizadora Casa de la Contratacin de la Especiera, que result efmera tras los primeros ensayos frustrados y la firma del convenio de Zaragoza (1529).La Corona organiz con cierta celeridad una nueva expedicin que ratificara el xito y que consolidara la exclusividad de la presencia hispnica en el Pacfico y el extremo oriente filipino y moluqueo. La expedicin, con msde 400 hombres en siete naves, capitaneada por fray Garca Jofre de Loaysa y con lun Sebastin de Elcano como piloto mayor, parti de La Corua el 24 de junio de 1525 rumbo al Ro de la Plata y costa patagnica, estrecho de Magallanes y extremo oriente.El invierno austral, con sus vientos glidos, y las corrientes desfavorables pusieron en grave dificultad a los expedicionarios que navegaban con la precariedad de las largas travesas por regiones difciles de clima extremo, con vientos poco favorables, carentes de aprovisionamientos fciles y rpidos, sin puntos confortables para recuperar energa y nimos, y puertos para reacondicionar las naves. La expedicin haba alcanzado el litoral brasileo el 4 de diciembre, para posteriormente pasar por el ro de Santa Cruz, cabo de las Vrgenes en el extremo del Estrecho. Fueron mltiples las vicisitudes sufridas por hombres y naves, con la prdida de dos de ellas, y el regreso a Espaa de la San Gabriel con Rodrigo de Acua costeando en sentido inverso el litoral sudamericano.Los barcos se hallaban con la estructura totalmente deteriorada, al borde del naufragio. El comandado por Francisco de Hoces pudo hacer el descubrimiento de Tierra del Fuego. Entre tanto, Jofre de Loaysa lograba atravesar el Estrecho penosamente y entraba en el Pacfico, el 26 de mayo de 1526, para proseguir en sus aguas una particular aventura que comenz con graves dificultades, como las enfermedades y muerte de Loaysa, de Elcano y de algunos de sus sucesores. La Santiago pudo alcanzar las costas de Mxico y sus hombres informaron a Hernn Corts, quien organiz la expedicin de socorro capitaneada por Alvaro de Saavedra Cern (octubre, 1527) que enlaz directamente Mxico y el Maluco y enay lo que ser, con rectificaciones necesarias, la famosa ruta del galen que estuvo en actividad hasta el siglo XIX.La expedicin tuvo un indudable inters en lo que respecta al mbito rioplatense y patagnico recorrido en ambas direcciones, por lo que el xito geogrfico cientfico fue obvio. El mencionado Acua en su viaje de retorno arrib al puerto de los Patos, donde 15 de sus hombres fueron seducidos por los cantos de sirena de la Sierra de la Plata y el Rey Blanco, leyenda que escucharon a los nufragos de la expedicin de Sols. Se quedaron en aquella regin en busca de la riqueza prometida y ante las expectativas nada halageas que ofreca el retorno a su tierra natal. Por su parte, el resto de aquel grupo lleg con Acua a Cdiz el 10 de mayo de 1529.Fuco ms poda hacerse en el reconocimiento costero de la regin ms meridional del Atlntico americano, actualmente argentino. El descubrimiento estaba realizado, los contactos con los indgenas haban sido pobres en lo cultural y desalentadores en lo econmico, el medio se manifestaba entonces como muy hostil y la costa poco accesible. Como se ha indicado, la reparacin y el reabastecimiento de los barcos eran largos y tediosos y el descanso de los tripulantes inexistente. Era llegado el momento de explorar en profundidad el espacio continental, de asegurar el control de tan magnfico ro y de la cuenca que desembocaba en l, de dominar las poblaciones asentadas en la regin, de verificar la realidad de las fabulosas leyendas que se difundan y de reordenar el territorio mediante una colonizacin bien planificada, previa una exploracin de reconocimiento.El primero en realizar esos trabajos y hasta fundaciones en el rea rioplatense fue Sebastin Caboto, como se seala en el captulo 14.En la Patagonia y Tierra del FuegoLa posteriormente denominada Provincia del Estrecho (Patagonia y Tierra del Fuego) tuvo su particular proceso de descubrimientos. Pese a las penalidades que interpuso la naturaleza al hombre de paso, sin adaptacin ni medios, siempre hubo algn aspirante a encontrar su particular filn. Incluso los banqueros de Carlos V, los Fugger, pidieron una capitulacin (les fue otorgada en 1531) pero ante las dificultades del rea fueron pidiendo aumentos en sus beneficios y crecientes facilidades en la realizacin hasta que se hicieron insoportables para la Corona y su plan no lleg a iniciarse.Otro aspirante fue Simn de Alcazaba (insisti en 1534). Se le concedan 200 leguas, al sur de lo otorgado al adelantado del Ro de la Plata entre el paralelo 36 y el estrecho de Magallanes, era la Provincia de Nuevo Len. Lleg a alistar 250 hombres y aprest dos naves; desde la isla de Gomera pusieron rumbo al Estrecho sin hacer escala hasta Ro Gallegos. Arreciaron los vientos en el estrecho de Magallanes y se vieron obligados a echar pie a tierra. Lo inhspito del territorio, la carencia de poblacin y el hambre dieron lugar a todo tipo de revueltas que dieron al traste con el proyecto; algunos supervivientes pudieron alcanzar en sucesivas etapas y con ayudas diversas, la costa brasilea y, socorridos, llegar a Santo Domingo.El fracaso de Alcazaba no iba a impedir otros ensayos; el siguiente fue protagonizado (ante la renuncia de Francisco de Camargo) por Francisco de la Rivera al que se le concedi el territorio al sur del otorgado a Pedro de Mendoza hasta el Estrecho. Rivera recibi apoyo y estmulos importantes, en consonancia con la empresa que iba a llevar a cabo. Las cuatro naves (1539) se presentaron ante el estrecho de Magallanes, donde qued destruida la nao capitana y las otras tres fueron rechazadas por los vendavales hacia el Atlntico, que dispers la flotilla. Un barco retorn a Espaa, otro se perdi y el ltimo, con esfuerzos sobrehumanos, fue costeando la Tierra del Fuego y alcanz el litoral chileno donde descubri el que sera verdadero y mejor paso del sudoeste, con lo que hizo bascular el control de aquel apndice meridional sudamericano hacia las responsabilidades de los gobernadores de Chile y Virreinato del Per que deban defenderse, en primera instancia, de los ataques pirticos o corsarios que por aquel flanco podan llegar.El resultado de tanto esfuerzo fue lamentable en lo econmico pero enormemente rico en los aspectos geogrficos y estratgicos y muy interesante desde el punto de vista antropolgico.Ultima etapa de descubrimientos en el litoral rioplatense y patagnicoEl proceso de descubrimientos geogrficos en Amrica se prolonga por mucho tiempo. Por lo que hace referencia a la lnea costera atlntica argentina, que aqu interesa, puede apreciarse una notable perfeccin de la imagen fsica del rea en la cartografa histrica. Sin embargo, cuando Espaa estaba en plena actividad colonizadora pudo percibirse que haban quedado espacios no controlados, particularmente en aquella fachada atlntica del Nuevo Mundo y, sobre todo, que sus barcos no dominaban el estrecho de Magallanes.Los vacos atlnticos podan servir de cabezas de puente a la penetracin de otras po-tencias (Amazonas y Ro de la Plata volvan a aparecer como vas de acceso rpido) pero en el Estrecho pona en peligro todo el sistema de dominio en el ocano Pacfico con lo que afectaba a todo el espacio andino (el saqueo del puerto de El Callao, en 1579, por Francis Dra-ke fue un aldabonazo para la Corona), al de la Hueva Espaa y a Filipinas.Era demasiado tarde para continuar con el viejo tipo de expediciones descubridoras. Eran muchos los territorios que permanecan sin conocer el dominio espaol por sus caractersticas geogrficas y antropolgicas. No obstante, se plante una poltica de reconocimiento sistemtico de esas reas que, de norte a sur, fueron las siguientes: en el litoral atlntico de Amrica del Norte, las de J. de Quintanilla, L. Vzquez de Aylln y P. Menndez de Avils; en el rea centroamericana, D. de Artieda y J. de Viloria; en el espacio septentrional de Amrica del Sur, Juan Ponce de Len y D. Hernndez de Serpa; en el mbito amaznico, D. de Vargas y P. Maraver de Silva; y en el rea rioplatense, Jaime Rasqun y Juan Ortiz de Zrate; finalmente, en el Estrecho, Sarmiento de Gamboa.La importancia estratgica del Estrecho, o lo que fue su paso alternativo, bordeando la Tierra del Fuego, era manifiesta y reconocer el territorio y controlarlo apareca como objetivo capital. Las actividades pirticas o en corso de Drake exigan la creacin de algn establecimiento defensivo o de ocupacin; fue el proyecto de poblacin del Estrecho impulsado por Felipe ii y que deba ejecutar Sarmiento de Gamboa mediante la conjuncin de dos flotaji: la de Flores de Valds por el Atlntico y la del propio Sarmiento de Gamboa desde Lima (1579). La primera fue un fracaso y no lleg a alcanzar el Ro de la Plata. La segunda, con denodados esfuerzos, dio lugar a la erecfirme del mar ocano, edicin de Mariano Cuesta Domingo, Madrid, 1991.En ms directa vinculacin con el pasado rioplatense, deben mencionarse los siguientes estudios: Ernesto BasIlico, La Armada del Obispo de Plasencia y el descubrimiento de las Malvinas, Buenos Aires, 1967; del mismo autor, El tercer viaje de Amrico Vespucio: Vespu-cio no descubri el Ro de la Plata, ni la Patago-nia, ni las Malvinas, Buenos Aires, 1970; Armando Braun Menndez, "Viajes martimos al Rio de la Plata y la Patagonia entre la circunnavegacin: Magallanes-Elcano y 1810", Historia de los pueblos de Amrica, tomo I, Buenos Aires, 1968; Ricardo R. Cajllet-Bois, "El descubrimiento de las islas Malvinas", misma obra y volumen; tambin de este autor, Una tierra argentina, las Islas Malvinas, Buenos Aires, 1982; Laurio H. Destfani,"Hacia el sur. Del descubrimiento del Ro de la Plata al Estrecho de Magallanes", Investigaciones y Ensayos N 45, Buenos Aires, 1996; Enrique de Ganda, "Descubrimiento del Ro de la Plata, del Paraguay y del estrecho de Magallanes", en Junta de Historia y Numismtica Americana, Historia de la Nacin Argentina, volumen II, Buenos Aires, 1937; Historia martima argentina, volmenes I y II, Buenos Aires, 1982-1983; Roberto Leviluer, "Navegaciones descubridoras en la costa austral de Amrica de 1500 a 1516", Historia de los pueblos de Amrica, tomo I, Buenos Aires, 1968; Enrique Ruiz Guiaz, Proas de Espaa en el mar magallnico, Buenos Aires, 1945; Ricardo Zorraqun Bec, Inglaterra prometi abandonar las islas Malvinas; estudio histrico y jurdico del conflicto anglo-espaol, Buenos Aires, 1975.